pariremos-con-placer
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cualidad de seres ‘racionales’ lo que nos distinguía del
resto de animales ‘irracionales’. Sin embargo, parece
ser que lo que más nos distingue de las demás especies
no es el conocido desarrollo del sistema neurológico
humano, sino un gran desarrollo de la sexualidad.
La sexualidad humana no tiene parangón ni en cantidad
ni en calidad con la del resto de nuestros parientes
animales 27 . Quizá, la gran capacidad orgástica humana
está relacionada con las transformaciones asociadas a
la adquisición de la posición bípeda y que dieron lugar
a nuestra especie. Porque al adquirir la hembra la posición
erecta, y quedar el útero a merced de la fuerza de
la gravedad, se hizo necesario un perfeccionamiento
específi co del dispositivo de cierre y de apertura del
útero. No era una característica cualquiera de la especie;
sino un cambio imprescindible para no desaparecer.
Por eso, la actividad sexual que supone un parto
(que tiene unas bases neuro-endocrino-musculares
similares en todas las mamíferas) se tuvo que hacer
más intensa: más fi bras musculares, más terminaciones
nerviosas, más actividad fi siológica y sexual para
cerrar y abrir la boca del útero. Así pues, parece que la
clave está en la sexualidad femenina, que aunque para
Freud era un continente negro inexplorado, está ahí, y
además, no es cierto que esté del todo inexpolorado.
Además de lo ya dicho, tenemos el estudio de la
sexóloga Maryse Choisy 28 , coetáneo, y de algún modo
complementario, de la de Serrano Vicens. Choisy en
la década de los 60, realizó un seguimiento con cuestionario
durante quince años, de la sexualidad de 195
27 LYN MARGULIS y DORION SAGA , Qué es el sexo Tusquets,
1998.
28 MARYSE CHOISY, La guerre des sexes, Publications Premiírs,
Paris 1970.
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