CUENTOS-CON-MAZA-I-UN-PUNTO-DE-MIRA

Un punto de mira
Cuando escuche su nombre deje cualquier cosa que esté haciendo y vaya a la puerta C. No
se moleste en pedirle a nadie que ocupe su lugar en la partida. Si acaso en ese momento
está en control de la pelota o tuviera que detener un penalti déjelo también. Alguien seguirá
jugando por usted. Limítese a dirigirse a la puerta C.
Si ha llegado hasta aquí es que ha sido nombrado. Puede seguir leyendo. Pulse el botón
azul. La puerta se abrirá y pasará al vestuario. No se preocupe en cerrar la puerta.
Desnúdese, deje las ropas en una silla y pase a las duchas. No hace falta que haga nada.
Sitúese en el centro. En unos segundos caerá el agua. No se mueva, no haga absolutamente
nada. Quédese en pie hasta que el agua cese. No se seque después. Pase al vestuario de
nuevo, pero no se vista.
Oiga lo que oiga no haga nada. Cuando los fluorescentes se apaguen y vuelvan a
encenderse pase de nuevo a las duchas. Encontrará a una persona en pie, dándole la
espalda, desnuda. Llevará atadas las manos a la espalda. También los tobillos. Llevará los
ojos vendados.
A un metro, entre esta persona y usted, en el suelo, verá un bate de béisbol, probablemente
de madera. Sitúese tras la persona atada, elija un punto cualquiera del cuerpo a su vista.
Piense en ese punto. Piense en ese punto. Piense sólo en ese punto. La señal para golpear
vendrá del megáfono del patio. Un pitido grave y largo seguido de uno corto. No puede
confundirse. Se escucha bien desde dentro.
Golpee con todas sus fuerzas en ese punto. Sólo una vez. Deje después el bate en el suelo y
vuelva al vestuario. No haga otra cosa. Es de vital importancia que no haga otra cosa.
Vístase con rapidez. La puerta C volverá a abrirse. En el único bolsillo del mono
encontrará un cigarrillo y dos cerillas. También un caramelo de menta. Puede hacer con
ellos lo que quiera.
Siéntese en el graderío. Cuando escuche un nombre por la megafonía fíjese bien quién deja
el juego. Ocupe su lugar.
Urceloy / marzo de 2007