Sementera: 312 litros de grano - citaREA

CEB — 6 — CEB
ce, con dos estilos y los estigmas plumosos. Cariópside
ó grano peloso en el ápice, adherido
á las glumellas, ó rara vez libre.—Hojas planas.;—Espigas
sencillas. Raquis por lo común
artipulado y frágil en su último período.
Se divide el género en dos secciones: Hordeotypus,
caracteriza-
• do por las espiguillas
';j 1
"
11 \\ t
'
laterales fértiles, co-
1
" mo la del medió, y
por lo mismo," ofreciendo
espigas de seis
órdenes ó carreras.
La segunda sección
se denomina Zeocriion,
por su especie
principal, caracterizándose
en tener sus
Fiffura 2."—Cebada común
espiguillas centrales con flores hermafroditas,
fértiles y sentadas, mientras que las laterales,
masculinas ó neutras, son estériles y pediceládíis.
.
Tres son las especies de mayor interés en
la sección primera Hortedeotypiis, á saber:
l. iV
Hord'éum hexastichon., L. —Planta
anual-'ó bisanual, según íoá casos, con espiga
corta y rígida. Flores .muy apretadas, extendidas
en seis órdenes regulares distintos. Aristas
divergentes, con uñ grueso nervio, pro-
visto en cada lado de un surco no muy profundo,
plano por el lado opuesto. Cariópside
estrechamente encerrado en las glumellas, que
no se separan del grano. Vulgo cebada ramosa
ó de• seis carreras (figura 1. a
). ...
Afírmase que el cultivo de esta especie tomó
mayor importancia á fines del siglo pasado y
principios del actual; de Asia trajeron algunos
granos á Francia, de donde luego sé propagó á
Guérnica, Fuenterrabía y varios puntos de la
provincia de Burgos. En Aranjuez la ha cultivado
también D. Esteban Boutelou. De los ensayos
practicados por dicho botánico parece
resultar que, á pesar de ser muy productiva
dicha especie, es más sensible para los hielos
que la cebada común, sobre todo cuando se
retrasa la sementera. No deja, sin embargo, de
cultivarse algo en bastantes localidades espa-
Figura 3.^—Cebada desmida .
ñolas, y pasa por la más extensamente explotada
en Francia para las siembras de otoño, lo
cual contradice algún tanto las consecuencias
de los ensayos de Aranjuez. Requiere un terreno
substancioso y de buen fondo. Ofrece tres
variedades principales: 1. a
, de espiga floja,
con raspa larga y flores laxas; 2,", de espiga
apretada, sobre eje rígido, con- flores muy
aproximadas y extendidas; 3. a
, de cuatro ór^
denes ó carreras, llamada así por el aborto de
una espiguilla en cada hacecillo.

CEB
2. a
Hordeum vulgare, L.—Planta anual,
con caña de 6 á 9 decímetros de altura, llevando
espiga alargada, flexible, algo arqueada.—Flores
laxas, ascendentes, dispuestas en
seis órdenes poco regulares; el del medio más
saliente.—Aristas ascendentes; nervio dorsal
de las glumas prolongado en arista y acompañado
en cada lado de una línea paralela en
relieve, visible con la lente.—Cariópside estrechamente
encerrado en las glumellas.—•
Vulgo cebada común, que se cosecha en la mayoría
de las provincias de España (figura
2. a
).
Ofrece esta especie cuatro variedades: 1. a
y
más extendida, de espiga amarillo-pálida;
CEB
Figura 4.' —Cebada trifurcada Figura 5."—Zeocriton ó cebada de abanico.
2. a
, de espiga azulada; 3. a
, de espiga negra
pruinpsa; 4. a
, de glumellas pálidas, la exterior
deformada en el ápice y arista flexuosa retorcida.
En lo general, se considera la cebada común
como una de las especies más precoces
y de mayor vigor vegetativo, sobre todo en
los terrenos fértiles y de buen fondo, sueltos
y permeables; pero exige climas templados
para las sementeras de otoño. En Francia, y
principalmente en Alemania, se cultiva como
cosecha de primavera.
3. a
Hordeum cceleste (P. de Beaur.).-^-
Planta anual, con espiga alargada, flexible y
arqueada.—Flores laxas, ascendentes, dispuestas
en seis órdenes regulares—Arista larga,
adelgazada en los bordes, ahondada en cada
lado de la prolongación del nervio medio por
dos surcos profundos, perceptibles, en ambas
superficies y sin nervios laterales.—'Glumellas
persistentes sobre el raquis, del que se des­
prende libre el grano ó cariópside, bastante
caedizo en la madurez. Vulgo cebada desnuda,
cuyas variedades son: 1. a
, barbuda, que tiene
la glumella externa con arista larga, derecha 3'
frágil (figura 3. a
); 2. a
, trifurcada, cuya espiga
es mocha, y su glumella externa trifurcada,
blanca y petaloidea en la floración (figura 4. a
).
La última variedad es aún poco conocida en
el cultivo, siendo la más ensayada y multiplicada
la barbuda, que se propagó bástante
en Bélgica, con las inapropiadas denominaciones
de trigo de Mayo y dé trigo de Egipto.
Exige aún mejores terrenos y más templado
clima que la cebada común, cuya última circunstancia
hace preferibles las siembras de
primavera; pero de su excelente y limpio
grano se obtiene muy buena harina.
En la sección segunda, Zeocriton, son las
más notables las dos especies siguientes:
4. a
Hordeum zeocriton, L.—Planta anual,
con espiga lanceolada, comprimida y rígida.-—
Aristas radiantes, provistas en ambas caras
de un grueso nervio, acompañado de un surco
á cada lado, visible en las dos superficies.—
Flores estériles mochas.—Cariópside adherido
á las glumellas. Vulgo cebada de abanico
(figura 5. a
). Es una de las especies más
apreciadas en Alemania, resistiendo situaciones
frías y acomodándose á terrenos endebles.
Además de varios ensayos hechos en Madrid
de este cultivo, aparece de datos recientes que
se explota también en la provincia de Álava.
Hordeum distickon, L.—Planta anual,
con caña de 6 á 9 decímetros; hojas lineales,
anchas, de vaina lampiña; espiga robusta,

CBB CEB
comprimida lateralmente, con seis órdenes
de espiguillas, de las cuales dos sobresalen;
espiguillas laterales dé flores estériles, rudimentarias,
las de en medio dísticas, con gluniellas
provistas de arista ascendente, robusta
, mucho más larga que
la espiga. Vulgo cebada
pamela, ladilla ó de dos
carreras (figura 6. a
), en
cuya especie incluía además
Linneo. como variedad,
la H, dülichon nudum,
que llama Sainge
Hordeum cailestoides; :
ó
sea cebada desnuda dé
dos carreras.—La cebar
da ladilla no es tampoco
muy cultivada en España;
sin embargo, de las
muestras presentadas en
la Exposición de Madrid
dé 1857, resulta más ó
menos explotada en Albacete,
Burgos, Cataluña,
Ciudad Real, (Guadalajara,
Navarra, Santander
y Soria. En la. vecina
nación fjancesa se la
aprecia mucho por la
buena.*calidad del grano
y por la precocidad de
su-desarrollo; eu unos
noventa días vegeta y
madura. Soporta bien los
primeros fríos; requiere
terrenos sueltos, y es la
° que más se cultiva en
Francia como cebada de
primavera.
En concepto general
de la especie, puede decirse
que la vegetación
de la cebada es muy vigorosa
y rápida cuando
las condiciones de clima
y de terreno favorecen el
desarrollo'dé esta planta.
Bajo la acción de una
temperatura media de 26
á 27° en el mes de Septiembre
la hemos visto
germinar en cinco días,
recibiendo 135° de calor,
•n- «-a n i. J Las fases de la vege-
F
S> 6 tacto del sembrado fen
rreras. Sevilla) hasta cortar el
forraje verde en 30 de
Marzo, han sido las siguientes: A los treinta
y nueve días de hecha la siembra, después
de recibir 791° de calor, pudo ofrecer el
despunte para sostenimiento del ganado vacuno
en catorce días, graduándose el producto
en 10.350 kilogramos de forraje verde.
Posteriormente él nuevo brote del sembrado
llegó á estar en disposición de sufrir otro
á los sesenta y ocho días, después de recibir
686° de calor, y el producto se calculó, por
el número de reses sostenidas, en 11.570 kilogramos.
Desde el 16 de Enero se realizó el
mayor desarrollo en los restantes setenta y
cuatro días, con la influencia de 632° de calor,
hasta dar el producto de hierba cortada, consistente
en 49.030 kilogramos por hectárea.
El detalle de estas condiciones de desarrollo
y productos aparecen con mayor claridad en
el cuadro siguiente:
Desarrollo y productos de un sembrado de cebada
forrajera con riego en la Granja-escuela
de Sevilla (sitio Lavadero de los Portales),
en la campaña agrícola de 1868 á 69.
Fechas de 1868
á 1869
Días
del
desarrollo
vegetativo
Calor recibido
en centígrados
Productos
de forraje
verde por
hectárea
Kilogs.
Septiembre, 1 Siembra » »
39 791° 9
Octubre, 23... 14 fin del despunte 10.350
Diciembre, 30 68 686° »
Enero, 16 17 fin del despunte 11.570
Marzo, 30. ... 74 632°; 49.030
Totales... . 212 2.109° 70.950
Esta cantidad de 70.950 kilogramos de hierba
al estado fresco, calculada en la relación
de 576 representando 100 de heno seco, dan
12.318 kilogramos de esta substancia seca. Si
se reflexiqna que la alfalfa sólo proporciona
normalmente el rendimiento de.unos 15.000
kilogramos de heno seco, á pesar de ser de los
forrajes más productivos, ,y se piensa también
que una buena cosecha de trigo de 1.532
kilogramos de grano y 3.711 kilogramos de paja
únicamente equivale á 5.685 kilogramos de
heno seco, se comprende todo el valor del producto
expresado de la cebada en Sevilla, con
riego en el principio de su vegetación por Septiembre,
y con suficiente beneficio de estiércol,
graduado en 19.000 kilogramos por hectárea.
Para fijar mejor las condiciones relativas á
la influencia dé la temperatura y sumas de
calor, formaremos este otro cuadro:
Temperaturas medias y sumas de calor que
influyeron en el desarrollo de la cosecha de
cebada verde.
Tiempo
de vegetación
Meses *
Septiembre de 1868
Temperaturas
medias anuales
Centígrados
Centígrados
21°,00 21°,00
17°,00
12°,00
12°,50
9°,86 9°,86 9°,86 9°,86 9°,86 9°,86 9°,86
10°,94
10°,86
Sumas de calor
influyentes
en el desarrollo
, Centígrados
Centígrados
638
463
297
316
183
205
244
13°,45 2.346

CEB — 9 — CEB
Se observa una diferencia grande del resultado
de estas experiencias con respecto á las
consignadas en varios libros. El Conde de
Gasparin no asignaba mayor suma de calor
para el desarrollo vegetativo de la cebada
hasta la granazón que la de 1.632°, y M. Boussiugault
anota los datos siguientes:
Celada de invierno
Cehada de primavera
Días Temper. 11
Sumas
de vegetac. media de calor
122 14°,0 1.708
92 I9°,0 1.748
. 90 21°,0 1.890
122 14°,7 -1.793
Adviértese gran diferencia- en estos datos,
que están calculados multiplicando las temperaturas
por los días de vegetación, sin determinar
las fases del desarrollo ni los productos.
Como el ensayo á que dejamos hecha nuestra
referencia se realizó alargando el período vegetativo,
no son de extrañar las condiciones
diferentes que favorecen para Sevilla un máximo
de producción. N"o obstante, debemos
consignar que frecuentemente las cosechas de
cebada, para aprovechar el yerde, no las hemos
realizado en Sevilla con menos de 2.100°
de calor, y esperando á la granazón hemos
visto necesitarse 2.450° de calor. Estas cifras
difieren un poco de las consignadas por monsieur
Grandeau, que asigna á las cebadas de
invierno de 1.700 á 2.075°, y á las de primavera
de 1.600 á 1.900°. Puede consistir en que
nosotros hemos forzado constantemente el cultivo,
deteniendo la vegetación por medio de
los despuntes con el ganado, por ser esto casi
necesario en el clima de Sevilla, y porque
permite obtener mayor producción.
La explotación en secano de la cebada da
asimismo superiores resultados en Sevilla, mereciendo
consignación otros datos por las variaciones
de las fases vegetativas hasta la granazón.
Las expondremos en un cuadro para
reducir lo posible sus conceptos, presentándolos
con suficiente claridad:
Desarrollo y productos de un sembrado de
cebada en secano de la Granja-escuela de
Sevilla, para recolectar el grano en 1869.'
Fechas de 18
á 1869
Octubre, 17. .
Febrero, 7...
Mayo, 31
Recolección
secai
Días
de vege
tación
Siembra
113
114
Totales. , 227
Calor
recibido
en cntíg.
1.052°
»
1.598°
2.650°
Productos
diversos
Kilogs.
Dte. verde
5.361
Grano
2.200
Paja
-3.800
Equival.
en heno
seco
Kilogs.
»
1.270
4.400
»
1.520
7.190
Relacionando las influencias de las temperaturas
medias y sumas mensuales, completaremos
este estudio:
Dic—IV.
Temperaturas medias y sunias de calor que
influyeron en.el desarrollo de la cosecha de
cebada hasta su granazón.
Tiempo de vegetación Temperaturas
medias
mensuales
Octubre (14 días) 1868..
Cent ígrados
14°,77
12°,00
12 u
,50
9",8B
10°,94 ,
10°,86
Í6°,72
19",20
Sumas de calor
influyente
en el desarrollo
Centígrados
256°
297°
316°
183°
205°
244°
161°
638°.
13",35 2.650°
Éxito tan satisfactorio de alcanzar 7.190
kilogramos de heno seco por hectárea, demuestra
las excelentes condiciones de vegetación
de la cebada en la región andaluza con el
beneficio de un esmerado cultivo, que después
detallaremos. Dando el hectolitro de esta cebada
60 kilogramos, resultan 36,50 hectolitros
de grano por hectárea, que es de los superiores
que obtiene el cultivo intensivo en Europa.
En la determinación de diversas partes constituyentes
de la cosecha se puede observar de
los datos últimamente consignados que 100
de grano corresponden á 173 dé paja;«n cosechas
de peor granazón la cantidad proporcional
de paja no ha excedido de 175; Relacionando
ésta proporción á 100 dé paja, tendremos
que serán 58 de grano; lo que viene á
quedar entre Jos límites de las experiencias
de Schwerz, que estableció de 100 : 37,5 á
100 : 73. Nuestras experiencias nos permiten
consignarla/a á grano : : 100 : 58.
El Conde de Gasparin establece la distribución
de partes, con respecto á 1.000 de la
planta entera de cebada, de este modo:
Grano ....... 273
Paja y iflumas 540
Rastrojo. 187
1.000
La proporción de substancias feculentas,
azoadas y minerales que contiene el grano de
cebada, según M. Payen, se puede representar
del modo siguiente:
Fécula y sus congéneres 76,43
Materias nitrogenadas 12,96
Materias minerales 3,10
Humedad 7,51
100,00
Los análisis del químico español Sr. Sáenz
Diez permiten á este señor establecer la proporcionalidad
que copiamos:
Almidón y celulosa 83,81
Gluten y albúmina 16,10
Cenizas. 1,30
Afrua. 9,48
Nitrógeno 2,58
2

CEB — 10 — CEB
Estos resultados analíticos son bastante conformes
con los más generales, que asignan á
las materias azoadas ó albuminosas de la cebada'la
proporción de 2,02 de ázoe, según
Bichon, James y Erdman. Los principios
minerales dominantes se determinan así: ácido
fosfórico, 0,68; potasa, 0,26; sosa, 0,11;
magnesia, 0,15; sílice, 0,48; hierro y alúmina,
0,03. Además contiene este grano 0,04 de cal
y dosis mínima de ácido sulfúrico.
Comparadas estas proporciones de materias
fijas con las del grano del trigo, se advierte
que la cebada necesita menos fósforo, menos
potasa y menos magnesia; pero notablemente
más sílice y mucha dosis de sosa, de cuya
base alcalina sólo vestigios ofrece el trigo.
Estas variaciones merecen fijar la atención.
La planta.entera,, en sú buen desarrollo,
toma del suelo las cantidades qué vamos á
indicar á continuación, según los datos de
M. Masure, relacionados á una cosecha de
4.500 kilogramos eñ'peso' tota), en el cual
entran 1.500 kilogramos de grano de cebada
y 3.000 kilogramos de paja:
" ' ' " • • Kilogramos
Nitrógeno. 39,3.
Acido fosfórico....... .............. 12,0
Acido sulfúrico.. ........ 8,7,
Acido clorhídrico. .¡;¡v:-.'. 2,1
Potasa y sosa , 12,4 •
Cal.......................... 17,1
Magnesia. .....'. 4,3
Hierro y alúmina.. 5,8
Sflice v.......; 122,7
Relacionando estas cifras con la composición
media del estiércol normal de granja, se
ve que 10.000 kilogramos de dicha materia
dan suficiente proporción de elementos para
una cosecha de cebada como la propuesta, de
unos 25 hectolitros de grano por hectárea.
En lo general, satisfacen cumplidamente á
superior desarrollo los abónos fósforo-azoados
alcalinos, tales como el guano asociado á las
cenizas 5
vegetales, y aun las estercoladuras
máximas, de las cuales se alcanzan rendimientos
notables.
La composición del estiércol normal de
granja, en su estado ordinario; con 80 por 100
de humedad, se puede establecer, con relación
al peso de 10.000 kilogramos, de este modo:
Agua en los 10.000 kilogramos 8.000
Carbono, hidrógeno y oxígeno. 1.735
Ázoe ó nitrógeno. , ' 40
Acido fosfórico 17
Acido sulfúrico 10 .
Acido clorhídrico 3
Potasa y sosa. 43
Cal........... 48
Magnesia............ 20
Óxidos de hierro y alúmina 34
Sílice 50
Total , 10.000
Así, pues, en condiciones generales es in­
dudable que 10.000 kilogramos de estiércol
normal satisfacen á la nutrición de una cosecha
de cebada que rinda 25 hectolitros de grano;
pero el excedente de sosa que toma esta
planta vigorosa explica sus buenas condiciones
de prosperidad en los terrenos algo salobres,
que rehusa siempre el trigo. La influencia
de la cal, del hierro y de la sílice gelatinosa
es además muy marcada en el desarrollo de
esta gramínea, bajo condición de hallarse satisfechas
sus necesidades de los otros principios
fijos y del ázoe que requiere.
Independientemente de la condición de buen
fondo que es forzoso posean los terrenos adecuados
-á la planta que nos ocupa, no debe
extrañar que suelos buenos para el trigo den
mezquinas cosechas de cebada, como algunos
calcáreós-yesosos que hemos tenido ocasión
de observar en el término de Jaén. No menos
los hay en Aranjuez, que criando magníficas
cosechas de cebada, son inapropiados para el
trigo. Entre éstos términos extremados existen
porción de tierras con caracteres intermedios
más o menos favorables á cada una de las
dos plantas dichas.
Si se atiende al vigor notabilísimo de la
cebada; al crecimiento de sus raíces, extendiéndose
más que las del trigo; á lo pronto
que forma la macolla de tallos laterales por el
ahijamiento de la caña principal, se comprende
cómo los suelos permeables, sueltos y de
suficiente espesor dan en su cultivo tan exuberantes
resultados. Una estercoladura excesiva
no hace sufrir la vegetación de la cebada,
sino que, por el contrario, aprovecha
la planta de un modo tan perfecto los elementos
de fertilización, que si la temperatura
estimula su crecimiento, poco después, de
sembrada en Septiembre, al mes próximamente,
se halla en disposición de servir de
alimento á los rumiantes con el despunte, y
pasados otros dos meses sufre sin daño nuevo
despunte más productivo, y al finar el trir.
méstre siguiente puede proporcionar un abundante
corte de verde para forraje del ganado,
según antes hemos detallado.
La zona cultural de la cebada en España
comprende la mayoría del territorio peninsular,
sobre todo desde el Sudoeste, en Badajoz
y Sevilla, donde prepondera á tomar nuevo
incremento por la Mancha, en Ciudad Real,
Toledo y Albacete hasta el Levante, en Murcia
, y hacia el Norte-Centro por Castilla la
Vieja y Aragón, en Segovia, Valladolid, Palencia
y Zaragoza. Estas diez provincias producen
aproximadamente de 9 á 10 millones
de hectolitros, ó sea más de la mitad de la total
producción de España, que se puede considerar
representada por 17 millones de hectolitros.
La provincia de Badajoz consume y
exporta más de un millón y medio de hectolitros;
la de Sevilla produce sobre un millón de
hectolitros al menos; de forma que entre ambas
representan más del 15 por 100 de la producción.
Para relacionar el procedimiento de cultivo

C E B — ÍJ — CEB
más eficaz en la provincia de Sevilla, Consignaremos
una cuenta sacada de la contabilidad
que conservamos, y que es referente á la campaña'agrícola
de 1867-68. El terreno dedicado
á esta siembra fué de la extensión de
3,50 hectáreas,. convenientemente estercolado
y preparado. Él estiércol distribuido llegó á
79 carradas, en el precio de 3 pesetas por
cada una.
He aquí la cuenta por hectárea:
Cuenta de un sembrado de cebada en, Sevilla
Fechas. Operaciones Pías.
Í
15 toneladas métricas de estiércol,
a 4,50 pesetas
Exténder el estiércol, 5 peonadas,
¿1,70ptas,......
' 67,50
8,50
i (Labor de arado: 5 obradas, á 8
'"(' pesetas — .. 40,00
í Labor de bina con extirpador
Octubre: c. \ Coleman, tina y media obra-
¡
( da, á7 ptas. 10,50
Sementera: 312 litros de grano,
á 13,50 ptas : 42,12
Í
Sembrador ó mano de obra. .. 1,48
Complemento de sementera:
Bastreb con grada Howard. 3,80
Sentar el suelo con rulo liso... 3,20
Enero á ( Aprovechamientos del des-
Marzo.... ( punte:
iw„„^ F S Siega y amarrado de gavillas. 20,00
iMajc.. C a r g. a y s a ( J a d e ¡ a s pa^nag.,. r^oo
i Trilla d e 28 hectolitros de
g. i grano , 21,00
( Guardar la paja 4,90
Gastos ... 235,00
Fechas
Enero á Marzo.
Mayo a Junio..
ídem •
Producios obtenidos
Verde: despunte de 7.72S
. kilogramos, á 1,35 ptas.
Grano: 28 hectolitros de cebada,
á 12 ptas.
Paja: 2.793 kilogramos, á
2,25 ptas
Total de productos..
Balance del cultivo
Pesetas
104,32
336,00
62,84
503,16
Pesetas
Gastos de explotación 235,00
Utilidad imponible, que se distribuye entre
la renta y remuneración del cultivador.. 268,16
Igual á los productos.. 503,16
El cultivo de la cebada en Valencia, donde
no cabe duda acerca de los adelantos conseguidos
, se verifica dando al terreno tres labores
de arado, incluyendo la de siembra. Este
trabajo cuesta 45 pesetas, y se gradúan en
32 los gastos de recolección: en total, 77 pesetas.
La producción media se calcula en 12
hectolitros por hectárea, lo cual es poco para
este cereal. . • "
Pueden llegar los rendimientos de la cebada
á 100 y aun 200 granos por cada uno de
siembra en las operaciones de experimentación
jardinera; lo que hace comprender cómo
no debe tomarse por maravilla la afirmación
de algunos escritores respecto al tiempo de
la dominación romana en España. Depositando
á golpes equidistantes los granos de los
cereales, sin echar en cada agujero más de
3 granos, con la separación de 0,20 metros entre
las líneas y 0,10 metros en la misma fila,
resultan 50 golpes, y después otras tantas
matas por centiárea ó metro cuadrado. Formadas
las macollas, que produce el entallamiento
ó brote lateral, es fácil encontrar en
Cada mata de cebada de 12 á 17 tallos, y aun
27 en algún caso, qiie al fin ha de producir
cada cual una espiga. Experiencias verificadas
de este modo hace algunos años nos han
dado los resultados siguientes:
Experiencias referentes al desarrollo y producción
de la cebada, verificadas en Madrid (1)
ESPECIES. .
- Y VARIEDADES
• ñ*
• P*
s « ?•
•2.3 g"
Sú O P o 3' S
mi . a "> 3 2.
o
?"a • 2 a
• [/>
. 3 . 3
• 3 n ' • o • o
Hts. Grs. Grs.
Cebada de regadío de
1.46 27 87 1.639 546
ídem id. de segunda. 1,39
ídem de secano de
17 42. 714 238
1,35 14 53 742 247
ídem común negra.. 1,39 12 57 684 228
1,24 14 55 770 256
ídem trifurcada.... 1,39' 12 39 468 156
ídem de abanico. • • • 1,35 14 25 • .350 116
Altura
plant
o n
w w p,
P JQ s
Rendi
por t
Rendi
por r
1,37 16 43 736 245
Estos rendimientos hacen ver cuan atrasados
nos hallamos en la aplicación de los principios
científicos, por lo imperfecto de las
prácticas agrícolas más usuales, que ocasionan
un gasto excesivo de semilla y mezquina prov
ducción, respecto á. la potencia reproductora
de muchas plantas, como la de la cebada, que
alcanza á 546 por uno y acaso á más.
lío parece aventurado suponer que con 150
litros de cebada se puede cubrir perfectamente
la superficie de una hectárea de terreno, y
estimando que de esta simiente se perdieran
las dos terceras partes, aun los 50 litros reproducidos
al límite inferior de 100 por uno
deberían dar 50 hectolitros; lo cual no se alcanza
jamás en los sistemas prácticos de mayor
perfección.
La cantidad de grano de cebada que generalmente
se siembra por hectárea varía desde
2 hasta 4 hectolitros. Arthur Young establece
después de largas experiencias que la mejor
proporción en Inglaterra es la de 3,80
hectolitros en las tierras de escasa fertilidad,
(1) En el jardín de la Universidad Central, el
año de 1879, por el autor, como catedrático de Agricultura
en el Instituto del Cardenal Cisneros.

CEB — 12 — CEB
y en la de 2,65 en los suelos bien estercolados.
Nosotros hemos solido emplear dé 313 á
326 litros con éxito satisfactorio, alcanzando
de 28 á 36,50 hectolitros de grano por hectárea.
Sin embargo, de este modo la reproducción
no ha pasado de poco más de 11 por
uno; lo cual es muy poco en el concepto científico,
siquiera la cosecha de 36,50 hectolitros
de grano por hectárea representa una cosecha
superior, atendiendo á que las máximas recolecciones
no exceden de 44 hectolitros, y se
tienen por muy buenas las de 40.
En los estudios que hicimos de este cereal
en Sevilla hemos tenido ocasión de apreciar
los pesos de bastantes muestras, cuyos resultados
consignamos á continuación:
Pesos medios de las cebadas
Localidades y propietarios Por hectolitro
Kilogramos
Utrera: De D. Rafael Crespo. 63,40
ídem: De D. Pedro Eivas 62,90
Jerez: De D. Francisco García Pérez 62,50
Utrera: De D. A. Eiarola 62,20
Idem:De D. E. de la Cuadra....... 61,70
ídem: De D. F. Morantes 61,70
Córdoba: DeD. E.C.Blanco 61,20
Puebla de Coria: De D. J. P; de
Concha... 60,70
Osuna: DelSr. Marqués de Casa Tamayo
60,60
ídem: De D. B. Galván 60,50
Dos Hermanas: De D. A. Sánchez
Bedoya ..... 59,40
Sevilla: De la Administración mi- , .
litar 58,00
Parece un hecho bastante comprobado que
á medida de obtenerse cosechas superiores de
cebada por la acción fertilizante del estiércol
y materias mantillosas, disminuye el peso de
cada hectolitro recolectado. Atribuímos esta
disminución á la falta proporcional de elementos
fijos en el suelo, y creemos que el
caso merece verificar experimentos bien detenidos
para dilucidar este punto de alimentación
vegetal.
No terminaremos estos apuntes sin consignar
la extrañeza con que hemos leído alguna
vez en autores respetables, la recomendación
de escardar frecuentemente la cebada, diciendo
á renglón seguido que no precisa rastrear
estos sembrados. La última observación es la
más exacta, y menos la primera cuando la
cebada se siembra en terréüó bien preparado,
pues se apodera esta planta con tanta rapidez
del suelo, y es tan precoz su desarrollo, que á
poco* de nacida va formando su mateado y cubriendo
la superficie, sin necesitar escardas y
sin consentir los rastreos, que le dañarían
mucho.
E. Abela.
CEBADAL.-—Terreno sembrado de cebada.
CEB ADERA.—Morral ó manta que sirve
de pesebre para dar cebada al ganado en el
campo, y Arca ó cajón en que los posaderos y
mayorales de labor tienen la cebada para las
caballerías.
CEB ADERO.-—Macho de los arrieros que
va cargado con cebada de prevención para
dar de comer á la'recua. || Caballería que va
delante en las cabanas del ganado mular, á la
cual siguen los otros. || Sitio ó paraje en que
se acostumbra echar cebo á la caza.
CEBADILLA DE MÉJICO (Botánica
y Farmacia) (Sábadilla officinalis, Brand.;
Schoinocaulum officinale, A. Gr.; Asagraa officinalis,
Lindl.).—Planta bulbosa (figura 7. a
),
Fisura 7."—Cebadilla de Méjico
de cerca de 2 metros de altura, perteneciente
á la familia de las Colchicáceas. Las hojas son
estrechas, agudas, lineares, enteras, algo rígidas,
verdes, parecidas á las de las gramíneas;
las flores blancas, casi sentadas, erguidas hacia
el eje, provistas de una bráctea, y colocadas en
racimos de forma de espiga, que llegan á medir
hasta 5 decímetros. Son polígamas, herma -
froditas en la parte inferior y masculinas en
la superior. El perigonio es verde, con seis divisiones
casi libres, lineares, obtusas, algo ensanchadas
y glandulosas en la base, colocadas
en dos filas y levantadas. Los estambres son
seis, tres exteriores exertos, y tres interiores
inclusos, más cortos alternativamente; las
anteras reniformes y peltadas después de la
fecundación; el pistilo formado por tres carpelos
, separados por la parte superior y reunidos
por la inferior. Los ovarios son oblongos
y lanceolados; el estilo corto, y el estigma
poco visible. El fruto está compuesto de tres
pequeñas cajas, delgadas, secas, de colorgris
rojizo, reunidas por su base y rodeadas por

CÉB — 14 — CEB
dos años. La figura 8. 1
representa una planta
de cebolla, con flor y semilla: - '
Generalmente sucumbe la planta después
de haber granado.
Es una de las hortalizas cuyo cultivo y uso
se remontan á la mayor antigüedad. El olor y
sabor -pronunciado de todas sus partes han
debido contribuir á buscarla con interés para
sazonar guisos y llevarla á los más remotos
climas. La importancia que adquiere cada día
la exportación de cebollas, y las considerables
utilidades que rinde su cultivo, especialmente
en Inglaterra, donde hajllegado á producir
hasta 50 toneladas por hectárea, ú-11.250
francos en venta, nos mueve á tratar con la
extensión debiela cuanto* á este! interesante
bulbo se refiere.
ESPECIES Y VARIEDADES.—Se conocen muchas
especies jardineras, que pueden reducirse
á dos tipos principales, la redonda y la
larga; pero estas dos especies se subdividen
en numerosas variedades. •
'CEBOLLAS APLASTADAS. — Cebolla morada
española.—~Es la especie más apreciáble y útil
en la Península; su bulbo ó cebolla es redondo
, un poco puntiagudo en la parte superior,
Figura S.f—Cebolla inorada espuñola
más grande y de mayor tamaño que la generalidad
de todas las demás especies conocidas,
de sabor dulce y de buena conservación durante
el invierno. (Véase la figura 9.' 1
)
Cebolla blanca ó de • Portugal.— Es aovada,
á veces tan grande como la precedente,
pero mucho más dulce, asemejándose tanto,
por lo demás, á la morada española, que probablemente
deben formar las dos una misma
especie jardinera. Cuando se cultivan estas
dos especies éh países'fríos, degeneran
hasta el punto : que á los tres ó cuatro años
crían sus bulbos tan pequeños, que no-se parecen
al tipo de que proceden. Esto se advierte
muy bien en Ségovia con la cebolla blanca
de Portugal, de : forma aovada, que apenas
acusa la mitad del volumen y peso que corresponden
á la especie.
Cebolla siempre viva ó de empollar.—-Nuestro
sabio Lagásca habla en los comentarios
á la obra de Herrera, de la cebolla llama-'
da siempre viva, y en Murcia de empollar, que
produce muchas cebolletas en invierno, y aun
en primavera y verano. Es blanca, bastante
gruesa y dulce, pero la que menos se conserva,
porque empieza á arrojar hijuelos á
poco de haberla colgado; entonces se le corta
la parte del asiento ó platillo de donde salen
las raíces y da cebolletas abundantes en invierno.
Cebolla temprana ó de huerta. —; Es pequeña
y blanca por lo 'regular, muy dulce, y
Figura 10.^-Cebolla temprana ó de huerta
que viene á sazón un mes antes que las demás
especies, por lo que se le da el nombre
de temprana. A esta especie corresponde la
famosa cebolla Jiña blanca de Canarias, que
suele pesar próximamente de 57 á 120 gramos
cada una, y de que tanta exportación se
hacía hasta liace poco para América. (Véase'
la figura 10.)
..Cebolla roja muy gruesa ó boina. — La llamada
así en la ribera de Navarra es sumamente
chata y dé, gran diámetro, siendo enorme
cuando se cultiva en cajoneras en Eneró,
para tránsplantarla en Abril.
En las inmediaciones de' Bilbao se cultiva
una variedad roja muy gruesa, qué tiene alguna
semejanza con la boina, pero que se parece
más á la morada española, si flo por eí
color, al menos por no ser tan chata como la
boina.
Muy semejante en su forma de plato á la
cebolla boina, se cultiva en las huertas de Salamanca
y Zamora una variedad blanca, fina
y delicada, que llega á alcanzar un gran tamaño.
Cebolla blanca muy temprana de la Reina.^-
Es un bulbo pequeño, muy deprimido, blanco
de plata, de 3 á 4 centímetros de diámetro
y 15 milímetros á 2 centímetros de espesor;
cuello fino, que reverdece pronto,
cuando se quiere conservar; hojas muy cortas,
dé color verde intenso, y ligeramente amarillentas
, en número de tres ó cuatro, ó de cinco
ó más' cuando el bulbo está completamente
formado. Esta variedad es de una gran precocidad,
pues sembrada en él mes de Marzo,

CEB — 15 — CEB,
empieza á producir en Mayo, pero es poco
productiva y no se conserva bien.
Cebolla blanca temprana de Nocera.—Parecida
á la anterior, pero que se hace algo más
gruesa y.un poco menos temprana por causa
del cultivo prolongado en climas menos calientes
que el de su origen. Bulbo blanco de
plata, deprimido, más ancho y relativamente
más aplastado que el de la reina.
Cebolla blanca temprana de París.—Bulbo
blanco argentino, deprimido y de un poco
mayor diámetro que él de Nocera, y revestido
de mayor número de túnicas y más espesas.
El cuello es fino; la hoja de un verde
bastante obscuro, ligeramente amarillenta,
aunque no muy abundante. Es un poco menos
temprana que la Nocera, pero se conserva
mejor.
Cebolla blanca globo.—Bulbo blanco plateado,
casi exactamente esférico, que alcanza
un diámetro'de 6 á 8 centímetros en todos
sentidos, muy apretado y de cuello fino, que
se conserva notablemente bien; la hoja es verde
obscura y muy abundante. Su precocidad
iguala á la blanca gruesa de España.
Cebolla amarilla de las Virtudes Bulbo
muy deprimido, que alcanza de 8 á 10 centímetros
de diámetro, y con un espesor de
4 á 5; su color es amarillo de cobre, y sus túnicas
espesas y apretadas, que no se destacan
fácilmente, y más coloradas en la parte enterrada
del bulbo que en la expuesta al aire.
Es variedad muy precoz y extremadamente
productiva, que se conserva perfectamente,
y ocurre principalmente al consumo de invierno.
Cebolla de Cambral ó amarilla de Laon.—
Esta variedad es sumamente parecida á la
precedente; su color es un poco más rojizo, y
un poco menor el diámetro. Es productiva,
bastante temprana y se conserva bien; se siembra
habituaímente en la primavera; con frecuencia
se emplea, en lugar de semillas, como
una especie de bulbillos obtenidos el año anterior
por medio de un cultivo muy espeso.
Estas cebollas pequeñas son objeto de un importante
comercio bajo el nombre de cebollas
de Mulhouse. Se hace también frecuente uso
de la amarilla de las Virtudes.
Cebolla amarilla de azufre de España.—
Bulbo francamente aplastado, de 8 á 10 centímetros
y 4 ó 5 de espesor, muy parecido al
amarillo de las Virtudes, pero que difiere en
su color, no tan cobrizo, y su espesor, sensiblemente
menor. En la amarilla de azufre de
España, las túnicas son apretadas, y más espesas
y adherentes, de un amarillo vivo ligeramente
verdoso que se asemeja al color de
latón. Hojas de un verde franco, bastante
desarrolladas y alargadas. Es una bella variedad,
de estación media¡ muy rústica y productiva,
y que se conserva notablemente bien.
Cebolla gigante de Zittau.—Bulbo ancho y
bastante deprimido, de 10 á 12 centímetros
de diámetro y 6 de espesor; película exterior
muy lisa y como sedosa, de color asalmona-
do pálido, formando exactamente la transición
entre las cebollas amarillas y las de color
rojo pálido. Hojas abundantes, color verde
claro, ligeramente blondo. Cuello fino, lo mismo,
que el disco inferior, de donde parten las
raíces. Es una hermosa casta de media estación,
productiva, y de muy buena conservación.
Prospera con preferencia en las tierras
sanas y ligeras, á la vez que fértiles, y bien
constituidas ó corregidas.
Cebplla roja pálida de. Niorl.—Bulbo ancho,
aplastado, que mide de 8 á 10 centímetros
de diámetro, y algunas veces más, y de
3 á 4 de espesor; su color es rosa pálido, ligeramente
cobrizo, un poco violáceo en las túnicas
interiores, Hojas abundantes y derechas,
extensas, y de un verde franco; cuello bastante
fino. Las túnicas exteriores del bulbo
son-delgadas y frágiles, y á pesar de. esto se
conservan bien. Es una excelente variedad
temprana y muy productiva, muy en boga
en Francia. Se presta bien al cultivo de primavera,
pero prospera sobre todo en su país
sembrada en otoño y transplantada al principio
á fin de invierno.
Cebolla rojo intenso de Mézieres Bulbo
aplastado, muy anchó, que alcanza con facilidad
de 10 á 12 centímetros de diámetro y de
4 á 5 de espesor, de hermoso color rojo intenso,
un poco violáceo en las túnicas interiores;
cuello un poco fuerte. Hojas anchas, abundantes,
derechas y de color verde obscuro.
Esta hermosa variedad, conocida también por
cebolla roja ancha de Metz,j sumamente parecida
á la roja metálica de las inmediaciones
de Bilbao, es sumamente productiva, y merece
preferencia para el cultivo; se conserva
bien, y se emplea sobre todo para el cultivo
de primavera.
Cebolla rojo -vivo de Agostó.—Esta hermosa
variedad no deja de tener alguna analogía con
la de Mézieres, pero se distingue por las dimensiones
un poco menores de su bulbo, que
excede rara vez de 10 centímetros de diámetro
y 4 de espesor. Es uñ poco menos aplastada
en sus dos caras, y la tinta un poco más
obscura én las túnicas exteriores y rojo-violáceo
al exterior. Pero la diferencia más esencial
consiste en que la rojo-vivo de Agosto conviene
especialmente para el cultivo de otoño.
Es muy productiva y de buena conservación.
Cebolla aplastada de la Madera.—De bulbo
muy grande y ancho, bastante deprimido, que
alcanza hasta 16 y alguna vez 20 centímetros
de diámetro y 5 á 6 de espesor; color rosa
asalmonado, con rojo bastante ligero; su carne
es muy tierna, y se conserva difícilmente.
Para obtener los gigantescos ejemplares que
se exponen en los escaparates de los comerciantes
de semillas de hortalizas del Mediodía,
se siembran en el mes de Agosto, se transplantan
en Octubre ó en Noviembre, y no se
le economizan en toda la estación siguiente
ni el agua ni el abono. Cesa de regársela en
el mes de Julio ó Agosto, y se recolectan
un mes después los bulbos, que pesan un ki

CEB — 16 — CEB
lógrame- ó más. Esta cebolla se llama también
de Trípoli.
Hay otras variedades notables, más ó menos
aplastadas, y de muy buenas castas, como la
plana de Italia, que alcanza de 12 á 14 centímetros
de diámetro en su bulbo y 6 de espesor;
la gigante de Rocca, de 12 centímetros
de diámetro y 8 á 9 de espesor, y otras.
Cebolla tupé.—Especie de cebolla pequeñita,
blanca ó colorada, de un gusto exquisito,
qne se emplea para preparar los frascos de
encurtidos que vienen de Inglaterra.
Cebolla de los d/roos. —Procede del Líbano,
y ha sido introducida en Inglaterra no
hace mucho tiempo. Es chica y de poco diámetro
, adelgazándose en la parte superior. Es
de excelente calidad, y se multiplica por hijuelos.
Se encontró en las montañas habitadas
por los drusos, de los que ha tomado el
nombre.
CEBOLLAS LARGAS ó ALARGADAS.— Cebolla
monstruosa rojo violeta del Escoriah—Se cultiva
en el Escorial una cebolla roja monstruosa,
muy parecida á la de forma de pera, que llega
4 medir hasta 35 y 40 centímetros de longitud
y 13 de diámetro, y ostenta color rojo violeta,
con brillo metálico.
Cebolla redonda de la Madera.—Llamada
también de Bellegarde; es la variedad más
voluminosa conocida después de la del Escorial.
Los bulbos son, casi esféricos, y no es
raro que midan de 15 á 18 centímetros de
diámetro. Las túnicas exteriores son finas y
frágiles, de color rosa asalmonado, y las interiores
presentan una tinta lilácea. La carne
es muy tiernay de sabor muy dulce. El cuello
es bastante fino con relación al grosor de los
bulbos; las hojas son vigorosas, abundantes y
de un verde franco.
Prospera sobre todo en los climas calientes
de la Isla de la Madera, y es muy estimada en
el Mediodía por su volumen y sabor azucarado.
Sólo alcanza todo su desarrollo en los cultivos
de otoño, pero se cría y guarda difícilmente
en los climas fríos.
Cebolla piriforme.—Existen una porción
de variedades 'de cebollas de forma alargada,
que difieren las unas de las otras por su color
y su precocidad. La parte más alargada del
bulbo se encuentra generalmente por encima
de la mitad de su altura-total, de modo que
el bulbo se adelgaza más rápidamente hacia
el cuello que en la parte inferior, y representa
bastante bien una pera invertida.
Entre las piriformes hemos visto cultivarse
en las inmediaciones de Segovia-las siguientes:
Cebolla blanca amelonada, gruesa, fina y
delicada, que pesa comúnmente más de 500
gramos, y que representamos en la figura 11.
De menor tamaño, y alguna de ellas muy
prolongada, hemos visto también en Segovia,
tal vez restos de los cultivos de los Reales
Jardines de San Ildefonso, las cebollas blancas
piriformes que hicimos dibujar y grabar, y
que son la blanca de pera, puntiaguda en los
dos extremos (figura 12); la roja de pera., sumamente
alargada (figura 13), y la blanca de
pera, regular y pequeña (figura 14), que todas
ellas son finas y sabrosas.
CEBOLLAS ESPECIALES.—Cebolla de Egipto.—Se
conoce también con los nombres de
Rocambola ó bvlbífera una cebolla de bulbo
bastante deprimido, color rojo cobreado, que
produce en el ápice del tallo, en vez de semillas,
bulbillos ó cebollitas pequeñas rojo-obscuras,
gruesas como avellanas, que sirven
para la reproducción de la planta. Puestos ea
Figura 1!.—Cebolla blanca amelonada de Segovia
tierra estos bulbillos en primavera, dan á últimos
de la estación hermosos bulbos que no
producen bulbillos hasta el año siguiente. La
cebolla dé Egipto és de carne muy azucarada,
pero poco fina, que se pudre fácilmente, y no
presenta dificultad para su conservación.
Cebolla Catawissa ú quincenal.—Se ha introducido
hace algunos años, procedente de
América, una planta que parece ser una ligera
modificación de la cebolla de Egipto, y
que se distingue por el mucho vigor de su
crecimiento y la rapidez con que entran en
vegetación sus bulbillos, sin ser destacados
del tallo que los lleva. Apenas alcanzan estos
bulbillos todo Su tamaño, emiten á su vez
tallos que llevan también bulbillos más pequeños,
y cuando es favorable la estación,'
otra segunda serie de brotes verdes, hojas ó

CEB — 17 — CEB
tallos estériles, que se elevan á 80 centímetros
por lo menos de las cabezas de bulbillos.
Cebolla patata.—Bulbo bastante grueso,
que alcanza de 6 á 8 centímetros de diámetro
y de 4 á 5 de espesor; piel bastante compacta
y de dolor amarillo de cobre. La cebolla patata
forma más frecuentemente un grupo de bulbos
de forma irregular, que ira solo bulbo
redondeado. No produce ni semillas ni bulbillos,
y se multiplica únicamente por las cebolletas
que se desarrollan en tierra. Cuando se
planta á la salida de invierno un bulbo un
poco fuerte, se pueden arrancar y recolectar
en el mes de Junio cebollas nuevas bien formadas.
Si se deja la planta en su asiento hasta
Figura 12, .4.—-Cebolla
blanca de
pera, puntiaguda
en los extremos.
Figura 13, JB— Cebolla
de pera alargada
roja.
la madurez completa, se encuentran, en lugar
de una sola cebolla, siete ú ocho bulbos, de
grosor variable en general, que los más fuertes
pueden dar á su vez un gran número
de cebolletas, mientras que los pequeños sólo
suelen desarrollar un bulbo único, pero grueso
y ancho. La carne de la cebolla patata es
muy azucarada y de buena calidad. Estas cebollas
se conservan tanto menos cuanto más
gruesas son. Sería interminable reseñar las
diferentes castas de cebollas que se cultivan
en España, Francia, Italia, Inglaterra, Egip-'
to y América, pues basta con las más notables
que hemos consignado.
CLIMA, TIERRA Y ABONOS.—-Aunque se cultiva
la cebolla en todos los climas, hay especies
jardineras que necesitan mayor temperatura
para su.desarrollo y madurez, como la
roja de Salón y otras que no alcanzan en los
climas fríos todo el volumeu que les corresponde,
si no se favorece su multiplicación
por medio de camas calientes y templadas,
tiestos en estufas, cajoneras, campanas y zarzos.
Lo mismo sucede con la roja montuosa y
la de la Isla de la Madera, la de Bellegarde
6 de Nimes.
La tierra más conveniente es la suelta y
substanciosa, muy beneficiada con estiércol.
La fuerte, aunque buena para algunas especies
, como la amarilla gruesa de Cambral y
la roja clara, no es á propósito para la generalidad
de las especies jardineras, pero tampoco
aprovecha á esta planta la muy ligera.
La cebolla requiere mucha ventilación, y
recházala sombra de los árboles,
donde no prevalece; tampoco
le convienen los terrenos
húmedos, y con mayor razón
para las siembras de otoño, pues
en éstas se pudre toda la planta.
Solamente rinde grandes
productos el cultivo de la cebolla,
como explotación, en los
suelos muy ricos; sin embargo
que en las huertas de corta extensión
puede obtenerse en condiciones
muy diferentes, adoptando
enmiendas ó correcciones
para reconstituir el suelo de la
huerta, que no son siempre de
económica aplicación en campos
menos reducidos.
Para el cultivo lucrativo de
la cebolla precisa elevar la tierra
al más alto grado de fertilidad
por medio de anteriores estercoladuras
ó por una superficial
reciente de mantillo muy
consumido. Estercolando abundantemente
todos los años la
superficie de los cuadros ó ban­
cales con estiércol de ganado
lanar ó cabrío, podrá repetirse
impunemente el cultivo de la
cebolla en una misma tierra,
porque estos abonos contienen
los elementos indispensables para la nutrición
y desarrollo de la planta; pero fuera de
este caso excepcional todos los prácticos están
contestes en que- no debe repetirse en
años seguidos el cultivo de la cebolla en un
mismo terreno ni donde se haya cosechado
puerro. -
MULTIPLICACIÓN.—Se cultiva de asiento
por medio de semilla ó por transplante. Se
acostumbra sembrar de asiento todas las especies
jardineras de cebollas de estación, haciéndolo
á voleo, ú en surcos ó líneas, empleando
sólo el transplaute para la blanca de
Portugal, la morada de España, la roja monstruosa
y demás especies en que se aspira á un
gran desarrollo del bulbo.
CONSIDERACIONES SOBRE SU CULTIVO.-^-COUsiderada
únicamente la cebolla bajo el punto
de vista de la producción de bulbos destina-
Figura 11, C — Cebolla
blanca de pera regular
y pequeña.

CEB — 18 — CEB
dos. al consumo', se cultiva generalmente como
planta anual, sea de Terano ó de otoño.
El cultivo de verano .consiste en sembrar
las semillas en la primavera para cosechar los
bulbos á fin'de verano ó de otoño; todo el
desarrollo de la planta se produce en el curso
de un solo verano; es el método de cultivo
que se emplea generalmente en el Norte y
Centro de Francia y España, donde se ;
explota
este bulbo en cantidades considerables por
considerarlo como planta del gran cultivo. Se
practica la siembra desde fin'de Febrero ó en
todo Marzo, en buena tierra fresca, pero saneada,
bien estercolada y pulverizada en la
superficie, pero algo sentada en el fondo. Siendo
muy fina la semilla, debe enterrarse poco;
en el cultivo de huerta se recubren frecuentemente
las eras de cebolla, después de distribuida
la semilla, con una ligera tongada de
mantillo de hojas; pero basta borrar los surcos
con la mano, siendo sobrada cubierta la
tierra que puede moverse con esta sola operación.
Como nó todas las variedades de semillas
de cebollas suelen estar en sazón de
dar plantas para transplantarlas simultáneamente,
se procura sembrar por separado cada
una en distintas eras.
En los cultivos esmerados .de huerta del
extranjero se siembra la cebolla en surcos paralelos,
á 15 centímetros de distancia entre sí,
recubriendo muy poco la semilla. Se sienta
ligeramente la tierra con cilindro, rulo ó tabladera,
según la extensión, para que la semilla
quede eu contacto con la tierra. Cuando empiezan
á mostrarse brotes bien desarrollados se
espolvorean las plantitas con cenizas pasadas
* por tamiz fino, hollín ó excremento de animales
reducido á polvo, ó un poco de guano ó abono
químico, y en su defecto regando con abono
líquido. Esta estercoladura suplementaria ó
auxiliar tiene por objeto comunicar vigor á
las plantitas é impedir que languidezcan y se
sofoquen., por lo que es conveniente sembrar
más bien espeso que claro. Cuando el brote es
general y completo, y la planta ha adquirido
cierta fuerza, se aclaran más ó menos, según
el volumen de las variedades, y ya no hay
que atender más que á la madurez de las cebollas.
Los riegos sólo son indispensables en
los casos de sequedad excepcional.
El cultivo de otoño es aquel en que la
siembra de las cebollas se practica más generalmente
en los climas en que es dulce y
apacible el invierno, como sucede en la costa
del Mediterráneo y en Andalucía. Se siembran
las semillas de Agosto á Octubre, y sé obtienen
plantas que se ponen de asiento en él
otoño mismo ó á fin de invierno. Este método
de cultivo no es tan sencillo como el precedente,
pero permite obtener productos más
hermosos y tempranos.
Algunas veces es bisanual el cultivo de la
cebolla, es decir, que emplea casi dos años; en
este caso la vegetación sufre un tiempo de
retardo, y sirven para replantar, no plantas
herbáceas jóvenesj siuo cebollas pequeñas, ob­
tenidas el año anterior por medio de imá siembra
muy espesa hecha en la primavera, y tratada
después de aclararla, como se ha expuesto
en el cultivo de verano. Estas pequeñas
cebollas, del volumen de una avellana, se conservan
muy fácilmente durante el invierno, y
puestas en tierra á la primavera, engruesan
rápidamente y dan en algunos meses bulbos
tan hermosos como los que se obtienen de
plantas enraizadas. Este método, que empleaban
para todas las variedades de cebollas
MM. Lebrun y Nouvellon, está generalmente
adoptado hoy en el Este de Francia especialmente
; para una especie de cebolla amarilla,
cuyos pequeños bulbos, conocidos con el nombre
de cebollas de Mulhouse, son objeto de un
comercio muy importante. Cuando esta variedad
alcanza todo su desarrollo es muy difícil
distinguirla de la amarilla de Cambral ó de
la amarilla de las Virtudes, para ser empleada
al mismo uso.
La importancia que alcanzó en los últimos
años el comercio de cebollas de Canarias para
América, pues sólo Tenerife exportaba tanta
cebolla como la Península é Islas Baleares
reunidas, hizo que el cultivo adquiriese la
mayor perfección y simplicidad, hasta el punto
de poder servir de modelo los procedimientos
seguidos allí, y que tuvimos la satisfacción
de estudiarlos en todo su apogeo.
Convencidos de su bondad, pondremos como
horma el seguido en el Sudeste de la Isla de
Tenerife, especialmente en las inmediaciones
de Santa Cruz, la capital.
. CULTIVO DE LA CEBOLLA EN LAS CERCANÍAS
DE SANTA CRUZ DE TENERIFE.—Preparación
del terreno para semilleros.—He prepara con
anticipación un terreno llano, Suelto y muy
limpio de piedras y chinas, estercolándolo
convenientemente; en él se hacen cuarteles ó
pequeñas eras planas y rectangulares, de un
metro á lo sumo de anchura por 8 ó 10 de
lqngitud, y separados paralelamente unos de
(otros por surcos, cuyos lados forman camellones
que los resguardan.
Dell5 al'30 de Octubre se echa la semilla
en las eras, sembrándola al vuelo y procurando
que quede clara, pues de este modo se
cría más fuerte el cebollino; después se cubre
ligeramente Con estiércol de cabras ú ovejas,
hecho polvo y mezclado con tierra, procediendo
en seguida á regar con regadera, riego
que se repite con facilidad todos los días desde
los surcos que se formaron, y que sirven
en lo sucesivo de paso ó vereda para las operaciones
precisas, especialmente la escarda.
Nacida la semilla, se procura regar por la
mañana, á fin de lavar él cebollino antes de
que el sol lo caliente. Si se observa que se cría
endeble y de mal color el cebollino, y que
adelanta" poco, se le riega una ó dos veces con
agua en que se disuelve antes una prudente
cantidad Se guano.
TRANSPLANTE.—Han de reconocerse bien las
tierras destinadas al plantío, allanando con
escrupulosidad sus desigualdades, á fin de que

CEB — 20 — CEB
guillo, y hace como unos doce años que produce
sus perniciosos efectos en los Estados de
Connecticut y Massaehuset, donde la cebolla
constituye uno de los principales ramos del
cultivo. No produce efecto el encalar las semillas,
y es ineficaz laborear el terreno, no
conociéndose hasta ahora Otro recurso que
dejar descansar la tierra cuatro años. El doctor
Parlew llama á esta enfermedad Urocutis
cepula, y cree que procede de alguna planta
silvestre.
COMPOSICIÓN DÉ LA CEBOLLA.—El análisis
practicado por el entendido químico Sr. Sáenz
Diez acusa:
Agua... 92,76
Substancias proteicas •••• .. 0,34
Substancias no nitrogenadas 6,81
Cenizas..... .. 0,09
100,00
Nitrógeno en 100 partes de substancia fresca 0,05
ídem id. desecada 0,75
Usos Y APLICACIONES.—La cebolla es muy
diurética, aperitiva, vermífuga y excitante,
considerándosela como preservativo de varias
enfermedades.
Se come la cebolla cruda, asada, cocida, frita
y en guisos, encebollados, embutidos y rellenos.
Es muy acre y cáustica, pero pierde
mucha parte de estas cualidades cocida ó asada,
haciéndose más digestiva.
La usan algunos médicos para ablandar los
tumores duros y hacerlos venir á supuración,
aplicándola en cataplasma, cocida ó asada.
También se emplea como pectoral, y en los
catarros bronquiales, agudos y crónicos.
M. P. Joigneaux dice haber visto desembarazarse
de reumas á varios campesinos con
cebolla cocida sobre la ceniza, que la envolvían
en una hoja de col, la machacaban y reducían
á pulpa y la mezclaban con un cocimiento
de extracto de regaliz. Según el mismo
autor, la cebolla asada sobre la ceniza,
comida con aceite y manteca, es un remedio
popular contra la ronquera, así como un vermífugo
que responde con frecuencia cuando
se macera en vino tinto una cebolla cortada
en 'pedazos y expuesta al aire por dos días,
para tomar el líquido en ayunas.
RENDIMIENTO MEDIO DE UNA HECTÁREA DE
CEBOLLAS.—La fanegada de tierra cultivada
de cebollas (1) en Canarias suele producir de
100 á 400 ó más quintales, porque es fruto
en que- varía mucho su rendimiento. El costé
del cultivo de una fanegada no baja de 250 á
500 pesetas.
En la huerta de Valencia produce un cahíz
de tierra 600 arrobas valencianas, que se venden
á 75 céntimos de peseta una, lo que equivale
á 1.200 arrobas valencianas por hectárea,
ó á 15.236 kilogramos, y en venta á 750 pesetas.
(1) La fanegada de Canarias es de52,4S29 áreas.
En Francia, el rendimiento medio de una
hectárea es de 40.000 kilogramos de bulbos,
que se venden á 10 francos los 100 kilos, ó
sea en 4:000 francos, dejando un beneficio líquido
de 1.421, ó el 35 por 100 del capital
empleado.
En Inglaterra el rendimiento medio por
hectárea se calcula en 2.200 francos, partiendo
de la recolección media de 35 toneladas;
pero llega alguna vez á elevarse el producto
á más de 50.000 toneladas.
La exportación de cebollas de España en
los años de 1885 y 1886 ha sido-la siguiente:
Kilogramos
Año de 188"> 4.774.496
— 188ti... 5.502.608
Diferencia de más en 16S6. 728.112
Las provincias que exportan mayores cantidades
de cebollas son: la Coruña, Alicante,
Barcelona, Valencia, Guipúzcoa, Castellón,
Gerona, Sevilla, Almería y Pontevedra.
Los puntos de Europa y África á donde se
han importado mayores cantidades, Argelia,
Inglaterra y Francia.
, D. Navarro y Soler.
CEBOLLINO (Aliñan schcenoprasum,
Lin.).—Perteneciente á la familia de las Liliáceas
y conocido en el extranjero con el
nombre de cebolla perpetua, es una planta puramente
de condimento, de que se hace mucho
uso en nuestras comarcas meridionales.
Se cultivan tres especies: el común, el de
Inglaterra y el rojo. \ • '•
Cebollino común.—Única especie cultivada
en España, que presenta hojas rectas, cilindricas,
largas y huecas; su bulbo es pequeño,
y la flor encarnada.
Existe otra variedad, que se distingue muy
particularmente por producir las hojas mayores
y dobladas en su extremidad.
El mejor método de multiplicación del cebollino
común es dividir la cebolla para nuevas
plantaciones.en Octubre y Noviembre, y
también en Febrero y Marzo, aunque no tan
satisfactoriamente en estos dos últimos meses.
Se puede multiplicar también por semillas,.
sistema que sólo se emplea cuando hay necesidad
de propagarlo lejos del punto en que se
cultiva, por la dificultad de proporcionarse
bulbos; pero en este caso és preciso que la
planta arribe al segundo año, para empezar á
dar hojas en disposición de poderse emplear
como condimento.
Para multiplicar el cebollino por división,
ha de estar el terreno bien cavado, abonado y
distribuido en eras llanas, señalando los golpes
á 28 centímetros AMOS de otros. Se abrirán
con el azadón hoyos de 14 centímetros en cuadro
y de igual profundidad, y en cada uno se
plantarán seis ú ocho bulbos de cebollino, enterrándolos
con la misma tierra que se sacó.
Después se regarán las eras á fin de que se
siente la tierra y dispongan los bulbos de su

CEB — 21 — CEB
fioienté humedad para activar su vegetación.
El cultivo se reduce á frecuentes riegos de
pie, en particular después, de los cortes del
cebollino, y á destruir las malas hierbas, que
podrían distraer los jugos y dar sombra.
Con este sencillo cultivo ahija mucho el cebollino,
y continúa produciendo hojas por espacio
de cuatro ó cinco años, pasados los cuales
deben renovarse las plantaciones. En el
otoño, hacia el mes de-Noviembre generalmente,
se extenderá una capa de mantillo
para beneficiar las eras, después de haber cortado
las hojas del cebollino á flor de tierra.
Es también muy conveniente aplicarle todos
los años uno ó más riegos de abono líquido,
para estimular el desarrollo de las hojas.
A fin de que no suban á semilla los tallos
al advenimiento de la primavera, sé despuntarán
los de las plantas que se destinan al disfrute
de cebollinos. -
Como planta vivaz, subsiste verde todo el
año con sólo regar bien las eras durante los
grandes calores del verano; pero los fríos del
invierno contrarían su vegetación. El disfrute
de las hojas dura todo el año, menos el tiempo
én que florecen los tallos y maduran las
semillas, que puede evitarse en parte ó reducirse
mucho con el despunte de los tallos ya
indicado.
Aunque casi no se hace uso de la semilla
para multiplicar el cebollino sino en casos
muy excepcionales, no debe cortarse hoja para
el gasto, de las plantas que se destinan á la
propagación. Se cortarán y recogerán las cabezuelas,
extendiéndolas para que suelten la
simiente al secarse.
El principal uso á que se destina esta planta
es el de su hoja, que se gasta en ensaladas
y en varias salsas.
Cebollino de Inglaterra.-r-üe da> este nombre
, ó el de cebollino anual, por más que no
lo sea, sino porque se renueva su cultivo todos
los años por medio de simiente, y no,por
bulbos, como el.común. Aunque ofrece desventajas
respecto á éste, milita en su favor el
poderse aprovechar el terreno para otras hortalizas,
después de haber dado su producto.
Se siembra en'Septiembre y Octubre, á fin
de poder gastar hojas durante el invierno,
aunque para lograrías en dicha estación sea
menester usar algún abrigo que las defienda de
los excesivos fríos. Podrán repetirse nuevas
siembras desde Enero hasta Mayo, que producirán
hoja para gastar en primavera y verano,
ácuyo objeto se procurará ir escalonando
las siembras con quince días de intermedio,
á fin de que no sazonen todas de una vez.
Se efectuarán las siembras en eras, .poniendo
la simiente bastante espesa y cubriéndola después
con 1 ó 2 centímetros de mantillo.
Se transplanta el, cebollino cuando crece lo
suficiente, y se traspone en eras llanas, dejando
28 centímetros de golpe 6 golpe en todos
sentidos. Las dimensiones de los hoyos
serán las mismas que para él cebollino común,
pero sólo se pondrán cuatro ó cinco bulbitos
en cada uno, porque cierran ó espesan mucho.
El cultivo se reduce á regar las eras después
del transplante, y á algunos riegos y escardas
después.
Para la recolección de la semilla se separarán
de las siembras de Septiembre algunas
plantas de las que han pasado el invierno al
descampado, y que subirán á flor en la siguiente
primavera, recogiéndola y secándola
sobre lienzo, luego que hayan perfeccionado
su simiente, á fin de conservarla para el uso.
La simiente más llena y mejor es la que procede
de plantas que han permanecido con este
fin dos ó tres años sin sacarse del terreno;
pero conviene atravesarlas y dividirlas pasado
este tiempo, porque si no espesan de tal
modo sus bulbos, y producen tantos tallos, que
les impiden florecer, inutilizándose la mayor
parte de las plantas.
Cebollino rojo temprano.—Aunque la especie
ordinaria es más voluminosa y blanca, se
prefiere el cebollino rojo temprano en Francia
y Bélgica, por la prontitud con que arroja sus
hojas en la primavera, época en que esta planta
constituye un gran recurso.
Sé siembra en surcos por Abril, algo más
espeso que las cebollas ordinarias. Es planta
poco exigente, pues prospera en todas partes,
con tal que sea un poco fresco el terreno.
Se recomienda para los grandes establecimientos,
comunidades y casas de campo. Si
se agotase la provisión de cebollas, se puede
dejar en tierrael cebollino hasta el próximo
año, cuidando de despuntar los tallos florales
cuya semilla no se quiere cosechar,
También se utilizan arrancando por aclareo
toda la planta, ó entresacando algunas hojas
viejas, para conservar únicamente con el bulbo
las más recientes. Éste producto es idéntico
á la cebolla verde, ó cebolleta que se vende
en manojos en Junio y Julio para aclarar
las eras, en que se ha de conservar después
de adquirir todo su desarrollo.
D. Navarro Soler.
CEBÓN.—Dícese del animal que está cebado.
CEBORUQUILLO.—(V. Airaiqui.)
CEBRA (Zoología) CEquus cebra, de L.;
Equus montanus, de Burch.; Hippotigre de
los antiguos; Asno rayado del Cabo, de algunos
viajeros.)
Es mayor que el dzigital; su alzada se aproxima
á la del caballo; es extremadamente hermoso
por su pelaje (figura 15) blanco, rayada
la cabeza, cuello, cuerpo, etc., de rayas
negras regulares, sin ellas sobre el lomo; su
vientre es blanco, con una raya negra en el
centro. /
Ese elegante y hermosísimo animal habita
en el Cabo de Buena Esperanza y en todo el
África meridional. También parece se encuentra
en el Congo, en Guinea y en la Abisinia.
Según la interpretación de algunos escritos de
Dion Cassius (1), parece que los romanos en
(1) Ábrego de Xipphillin.

CEB — 22 — OEC
tiempo de los Césares conocían la cebra, y
Diodoro de Sicilia la designa 1
, -aunque confusamente,
en el país de los trogloditas. La cebra
raramente se encuentra en las llanuras; gusta
habitaren las montañas, y aunque menos ágil
que éldzígital, es muy ligera en la carrera; en
términos que el mejor caballo no la puede alcanzar.
Vive en rebaños, y se alimenta de
hierba seca en los sitios más escarpados; su
carácter es feroz, y como tiene el oído muy
sensible, siente á larga distancia' á los que la
persiguen; huye antes que se le pueda ver ordinariamente;
sólo sorprendida, lo cual es difícil,
se deja aproximar á tiro de escopeta; cogerla
viva puede contarse por casi imposible.
Figura lo.—Cebra
En vano los holandeses que habitan en el
Cabo han hecho cuanto posible es para domesticar
tan hermoso y ágil animal; en cualquier
edad que lo han intentado el resultado ha
sido sin provecho. A fuerza de paciencia pudieron
conseguir hasta ponerle los atalajes y
engancharla en algún carruaje, pero al moverlo
rompieron todo, y enfurecidas atacaron
á los que las dirigían, teniendo que encerrarles
como fieras.
En el Jardín Zoológico de París hemqs visto
la cebra, y en la Casa de Fieras de Madrid
las hubo hace tiempo. En esas condiciones se
reproducen, pero las crías, como los padres
son de origen selvático, conservan su natural
fiereza é indocilidad.
En París se hicieron pruebas de cruzar la
cebra con él caballo y el asno, en cuyo caso
la capa pierde la regularidad de las rayas
y los mestizos resultan tan fieros como los
que no lo son, llegando hasta atacar á coces y
mordiscos á los hombres que están encargados
de su asistencia.
Es sensible que no se haya podido conseguir
alguna aplicación de un animal que por
su robustez, fuerza y hermosa capa hubiese
reunido belleza y utilidad como auxiliar en el
trabajo.
J. de Hidalgo Tablada.
CEBRADO.—Dícese del caballo ó yegua
que tieüe manchas negras transversales, y las
cuales acompañan algunas veces al tordo, isabelino
y otros, y por lo común existen alrededor
de los antebrazos, piernas ó corvejones,
ó debajo de-estas partes. ' .' :
CEBRION (Entomología). — Género de
insectos coleópteros, de la familia de los Cebriónidos
y tribu de los Elaterios, si bien no
poseen la facultad de saltar como éstos. En
realidad forman la transición entre esa tribu
y la familia de los Malacodermos. Su coselete
se articula libremente por la parte inferior
con el Drimer segmento abdominal. Los élitros
son bastante blandos, y todos los tegumentos
flexibles. Como los Teleforos, verdaderos
malacodermos, tienen seis
ó siete segmentos abdominales; y
además se diferencian de los elateridos
por los espolones terminales
y bien desarrollados de las patas.
La pierna es comprimida y se dilata
hacia la extremidad. El cuerpo
es prolongado, oblongo, y los élitros
redondeados en la extremidad:
El coselete forma en la parte posterior
dos ángulos laterales bastante
agudos; los tarsos son pentámeros;
las mandíbulas arqueadas y agudas;
las antenas de once artejos, muy
' cortos en las hembras. El género
comprende más de setenta especies,
que viven casi todas en derredor
del Mediterráneo, y algunas en el
Sur de África, en América y en
Australia. La especie más conocida,
y que vive en nuestro litoral,
es el Cebrio gigas, de 10 á 15 milímetros de
longitud. Tiene las antenas y el coselete negros,
el resto del cuerpo aleonado, y las piernas
y los tarsos de color algo más obscuro.
CEBRUNO.—De color como de ciervo 6
de liebre. ,
CECIDOMIDOS (Entomología).—Familia
de insectos dípteros nemoceros, que se designan
también con la denominación de Tipulares
Gallicolw, y tienen caracteres intermedios
entre los Tipnlidos y las Muscidos. Las especies
dé cecidómidos son muy numerosas; ea
Europa se conocen más de ciento, todas ellas
perjudiciales en mayor ó menor grado á diferentes
plantas. La más importante es la cécidomiadcl
trigo, llamada en otro tiempo Típula
trilici y Cecidomya tritici, y clasificada hoy
en el género Diplosis. La hembra de la Diplosis
tritici mide apenas 2 milímetros de longitud,
tiene ojos negros y grandes; antenas
de artejos prolongados, cuerpo de color amarillo
de limón "y á veces anaranjado, patas
cubiertas de cerdas finas y oviscapto ó prolongación
del abdomen. El macho, que se ve
raras veces, tiene un cuerpo de color obscuro,
alas teñidas de negro y carece de oviscapto,
siendo sus dimensiones menores que las de las
hembras. Efos insectos, que llegan á la edad
de adultos en el mes de Junio, se presentan

CEC — 23 — CEC
solamente á la caída de la tarde, formando enjambres
numerosos. Después de la fecundación,
las hembras introducen sus aguijones enr
tre las glumas de las espiguillas antes de la
floración y en el punto en que ha de formarse
el fruto. Al cabo' de algunos días salen las
larvas, de color blanquizco en un principio
y amarillo vivo después. Cada grano de trigo
puede contener de cinco á veinte. Los que
contienen algunas se ven privados de una
parte de la materia destinada á nutrirlos, y
solamente se desarrollan á medias, quedando
atrofiados y deformados en parte. Si el número
de parásitos se acerca á diez, absorben éstos
todo el jugo nutritivo y el grano no llega á
formarse.
Fácil es comprender cuan considerables serán
las pérdidas cuando abundan las cecidomias
en una localidad, que causan el daño
antes de que los cereales comiencen á amarillear.
Las glumas atacadas toman entonces un
color lívido, que destaca entre los tonos verdes
del resto de la planta y que las da fácilmente
á conocer; las espiguillas presentan
también un color amarillento antes que las
demás partes.
Cuando las larvas llegan á su completo desarrollo
descienden á tierra, y como carecen de
patas, se encorvan formando arco y se lan^
zan á cierta distancia, quedando algunas en
las espigas, de manera que son conducidas á
las eras, donde se metamorfosean, cuando no
mueren á consecuencia de los golpes recibidos
en las operaciones de la limpia. La mayoría
se introducen eti las cañas de los rastrojos ó
en tierra, se aletargan allí y se transforman
en ninfas al llegar la primavera, apareciendo
en estado adulto á los pocos días, o sea en el
mes de Junio. El número de esos insectos
varía mucho según los años, y no es tan considerable
porque los persiguen algunos parásitos.
Entre ellos ; ha observado M. Bazin,
como accidental, el Macroglenespenetrans, y
como normales, los Isostasius punctiger y el
Platygaster scutellaris ó tritici, el primero de
de Tos cuales abunda mucho.
También son buenos auxiliares para el agricultor,
en el caso que nos ocupa, diferentes
especies de diminutas arañas, que tienden sus
telas al pie de las cañas de trigo y apresan
muchas larvas. Entre los medios directos para
destruir las cecidomias se aconseja el arrancar
los rastrojos, una vez terminada la recolección
, para exponer los insectos á la intemperie,
y el empleo de la cal, que constituye un
veneno para las cecidomias. Pero lo más sencillo
de todo es quemar los rastrojos, y con
ellos las larvas que contienen. Contra los
adultos recomienda M. Bazin el empleo de la
gasa que utilizan los cazadores de mariposas,
y con la cual se pueden retener enjambres
completos. Mas para que la maniobra dé resultado
, es necesario emplearla con oportunidad
, es decir, por la tarde, en el momento en
que echan á volar las cecidomias, y desde los
primeros días de Junio, ó sea cuando comien­
zan á salir los individuos adultos y antes de
que hayan puesto los huevecillos.
Al lado del Diplosis tritici figuran otras
varias cecidomias, como la C. destructor, Hessian
,'Fly de los americanos, que vive en el
Norte del Nuevo Continente y en Alemania,
y no causa daños en las comarcas templadas.
Mide 2,70 y hasta 3 milímetros de longitud;
su cuerpo es negro aterciopelado por la parte
superior, de color de sangre por la inferior en
la hembra y más claro en el macho, cubriendo
el cuerpo de aquélla pelos cortos y negros,
y el del macho pelos largos y amarillo-rojizos.
El abdomen termina en el último por un
gancho de color rojo obscuro, y en la hembra
por un oviscapto muy movible. Vuelan desde
mediados de Abril hasta fines de Mayo, y la
hembra pone sus ochenta ó cien huevos, uno
á uno ó de dos en dos, sobre los nervios longitudinales
de las hojas- del trigo; La larva
que sale muy luego, se desliza á lo largo de
la hoja y se cobija en la envoltura que forma
en derredor del tallo, para debilitar -
éste considerablemente
royendo el nudo y causar la
rotura de la caña al menor golpe de viento,
así-que ha brotado la espiga. Esas larvas terminan
su desarrollo á mediados de Julio y se
transforman en crisálida, para dar origen al
insecto perfecto á fines de Agosto ó principios
de Septiembre. Después ponen huevos,
de que nace una nueva serie de larvas, y esta
generación es la que se desarrolla en el mes
de Abril del siguiente año.
También habitan en los árboles otras especies;
de cecidomias, las cuáles se instalan en
las excrescencias ó agallas producidas por las
picaduras'que la hembra ejecuta con su oviscapto
para depositar los huevos. Esos insectos
son los que realmente merecen el nombre de
Tipulares gallicolne. Sus agallas, semejantes á
las que producen las picaduras de los Cynips,
adquieren á veces dimensiones considerables)
y abrigan y nutren al insecto joven hasta el
momento en que habrá de salir en estado
adulto. La Cecidomya fagi produce excrescencias
en la cara superior de las hojas de la haya;
la C. polymorpha, excrescencias casi esféricas
en las hojas de los tiemblos. Las flores de las
zanahorias silvestres presentan esférulas de
color rojo cereza, causadas por la C. pericar?
piicola. Las agallas de la C. salicina ó del
sauce son verdes, y se presentan bajo la apariencia
de rosas dobles y tuberosidades irregulares.
La C.pini se envuelve, mientras vive
en estado de larva, en un capullo blanco, cubierto
de resina y adherido á las hojas. En
las flores del verbasco blanco habita ¡a. Cecidomya
verbasci, con frecuencia víctima del
JEulaphus verbasci. La C. palustris se instala
entre las valvas de las glumas en el Alopecur
rus pratensis; la C. loti, en el Lotus corniculalus,
para descender más tarde y desarrollarse
en la tierra, y aun en las hojas del boj ha observado
el doctor Laboulbene la larva que ha
llamado Diplosis buxi.
CEDACILLO (Briza media).—El ceda-

GED 24 — GED
cilio, común ó briza temblona (figura 16) es
una planta poco productiva, notable por la
finura y buena calidad de su heno, que comen
ávidamente los carneros. Exige para prosperar
un terreno seco, desarrollando al poco
tiempo una,gran masa de tallos, que se mueven
al menor soplo de viento, simulando algún
tanto los oleajes del mar. En la provincia
de Madrid se encuentran la Briza media, que
es vivaz; la Briza máxima y la Briza minor,
Figura 16.—Cedacillo común
especies anuales que vegetan en los alrededores
de Madrid, en el Escorial y en Guadarrama,
floreciendo en los meses de Mayo y
Junio. (V. Briza.)
CEDAZO.—Instrumento compuesto de un
aro redondo y de una tela, por lo común de
cerda, más ó menos clara, que cierra por su
hueco la parte inferior. Sirve para separar las
partes más sutiles de las gruesas de algunas
cosas., como la harina, el suero, etc. De los
diferentes cedazos, cribas y aparatos que en
la molienda de los granos se emplean para
separar las diversas clases de harinas, sémolas,
salvados, etc., se tratará en la palabra
Molienda.
CEDOARIA (Botánica). — Género de
plantas que crece en las partes orientales de
la India, y cuyas raíces expende el comercio
por sus propiedades medicinales. Se conocen
dos especies: la cedoaria amarilla (Zingiber
cassumúnar, Roxb.), y la larga y redonda
(Cúrcuma zedoaria, Roxb., y C. zerumbet,
Roxb.), ambas pertenecientes á la familia
de las Zingiberáceas. Las raíces, usadas en
farmacia, son muy consistentes, grises en la
parte exterior, Mancasen el interior, de gusto
acre y amargo y de olor agradable, que
recuerda el del alcanfor mezclado con el del
laurel. Reducidas á polvo se consideran como
un enérgico sudorífico y adecuadas para curar
las mordeduras de los animales venenosos, los
cólicos histéricos, el escorbuto y todas las
enfermedades que son consecuencia de la falta
de circulación. Cuando están frescas se pueden
confitar con azúcar, y constituyen así un
excelente fortificante para el estómago, que
se puede tomar en pequeñas cantidades después
de las comidas.
CEDRAS.—Alforjas de pellejo en que los
pastores llevan el pan y demás avío.
CEDRELA.—Género de plantas de la familia
de las Meliáceas. (V. Cedro.)
CEDRO.—Árbol silvestre, muy estimado
por su madera, conocido por este nombre en
nuestras Antillas, y por el de Calantai y Lanigpa
en las Islas Filipinas, donde se encuentra
también el Taratara, que es una especie
arbórea del mismo género.
El cedro corresponde á la especie Cedrela
odorata, L., de la familia de las Meliáceas.
Tiene las hojas ya opuestas, ya alternas, ala-|
das, imparipinadas, con las hojuelas oblicuamente
aovadas, enteras y lampiñas. Las flores
son pequeñas, blancas, en panoja laxa. El
fruto es una cajilla casi redonda, con cinco
aposentos, y en cada uno muchas semillas
aovadas, comprimidas y provistas de ala membranosa;
aquéllas de 3 centímetros de largo y
las alas de 10 á 12 centímetros de extremo á
extremo. Es árbol de primera magnitud. Florece
en Diciembre.
La madera de los cedros de Filipinas es
olorosa, y quemada despide un perfume muy
agradable como de enebro. Su color es rojo
de carne, rojo de ladrillo, hasta amoratado;
en algunas variedades hasta sonrosado-ceniciento;
los poros son muy marcados, y la textura
algo grosera. Rompe en astilla.corta; los
insectos la atacan poco. Se usa principalmente
para cajonería fina (envases de tabacos de
clases superiores). A pesar de cuanto se ha
dicho en contra por los contratistas de los
dichos envases, el calantai abunda en el archipiélago,
especialmente en Mindoro, Panay,
Zambales, etc. Los naturales hacen barquillas
de calantai por.su duración.
La elasticidad dé esta madera es de 0,0075
metros; la ruptura se verifica á la carga de
21,222 kilogramos; el peso en el aire de la
pulgada cúbica es de 7,374 gramos,, y el peso
específico de 0,563.
En la Isla de Cuba este árbol llega á 34
metros de altura, creciendo con rapidez como
el caobo. A los treinta y cinco ó cuarenta
años llega á tener la altura de 30 ó más metros,
dando un tronco de 8 á 10 metros de largo
y de unos .2 metros de circunferencia. Hay
piezas de 12 metros de longitud y de 3 metros
de tabla, de manera que su circunfex'éncia no
bajará de 12 á 13 metros; así es que se suelen
ver entre los indios"jndígenas del continente
canoas hechas de un solo tronco y que comúnmente
tienen 2j5 metros de ancho con un
grueso proporcionado.

CED — 25 — CED
En Cuba ae conoce una variedad llamada
cedro hembra, que difiere del cedro común
en su color menos subido y en que la corteza
es más blanca.
Da el árbol un jugo de color encarnado
obscuro, que, desleído en agua, sirve para
engomar los sombreros de paja. Se multiplica
el árbol por semilla y estaca.
Su madera es colorada, olorosa, ligera, fácil
Figura 17.—Cedros atlántica
de trabajar, y tan durable que se considera
como incorruptible; no tiene igual en la construcción
cubana. Algunos muebles de cedro
parecen de caoba. Se hacen de ella también
envases y duelas de barriles. Su empleo se
prodiga demasiado para las llamadas cercas
alemanas, y particularmente para la construcción
de bateas, que son unos recipientes
que se hacen con discos sacados de la parte
déltronco más inmediata á la raíz.
En los montes de Cuba sé hace tal destrozo
de cedros que por sacar una batea se destruye
un árbol gigantesco.
En Puerto Rico este árbol se denómina
Día—IV.
cedro, cedro macho, cedro blanco, cedro hembra
y cedro colorado, según sus variedades.
Abunda en los montes del interior de la isla,
pero su transporte á las costas ofrece grandes
dificultades en atención á los malos caminos.
Su madera se aplica á la ebanistería, k
la construcción de edificios y á la construcción
naval.
Además de la especie descrita vive espontáneo
en los montes de Filipinas, como
ya se ha indicado, él Taratara, Cedrela
Taratara, P. Blanco, árbol que tiene
las hojas ya opuestas, ya alternas,
aladas con impar y algunas veces sin
él, de 6 centímetros de largo; hojuelas
en número de siete pares, oblicuamente
aovadas^ á veces oblongo-águzadas,
tiesas, enteras, y apenas tomentosas
por debajo, y por arriba muy lisas y
lustrosas; pecíolos propios, cortísimos
y lampiños.
Es árbol grande cuya corteza es encarnada,
y el leño muy duro, pesado y
de color pálido. Tanto el leño como la
corteza y resina despiden un olor semejante
al del enebro.
En Europa se conocen más comúnmente
con el nombre de cedros algunos
árboles de la familia de las Coniferas,
que pasamos á describir.
Cedrus Libani, Bar. TSTombre vulgar,
Cedro del Líbano.—-Tiene las hojas
fasciculadas, de 12 á 15 milímetros de
largo, solitarias, verdes, unicolores.
Flores femeninas en amentos, dé 25 á
40 milímetros7 colocadas hacia la parte
alta de la copa, de color de púrpura al
principio y después amarillas; brácteas
obovales muy cortas, denticuladas.
Fruto cono elipsoideo ó cilindroide,
deprimido en el ápice, dé 7 4 12 centímetros
de largo y 5 á 7 de ancho, brevemente
pedunculado, dé color pardo
y mate en la madurez; las escamas se
aprietan con el calor, y se separan y
caen bajo la influencia de la humedad.
Semillas de 12 4 15 milímetros de longitud,
parecidas á las del pinabete, encerrando
debajo del epispermb vesículas
llenas de una trementinaTnuy clara;
su color es testácéo claro, un poco
brillante, estando además provistas de
una ala delgada, rojiza, triangular y de doble
longitud que la semilla. Florece de Septiembre
á Octubre, y fructifica de Junio a Julio
del segundo año, veinte meses después de la
floración. Disemina al fin del otoño:, en el invierno,
y á veces en la primavera siguiente,
qué corresponde al tercer año, á eontar desde
la época de la aparición de las flores. La edad
de la pubertad se indica á los cuarenta ó cincuenta
años.
Llega este árbol 4 adquirir una altura de
40 metros y 9 de circunferencia en la base. El
tronco éa achaparrado, y echa muchas ramas
robustas y largas, no verticiíadas y casi ho-

CED — 26 — CED
móntales, ramificándose en el mismo plano.
El conjunto forma una copa cónica, espesa,
que á veces llega á tener 100 metros de circunferencia
en árboles aislados.
ÁREA Y HABITACIÓN.—Creyóse al principio
que esta conifera estaba relegada al monte
Líbano, pero después se vio que formaba
extensos montes en el Asia Menor (Monte
Tauro), y en el África septentrional, en el
Figura 18.—Cedro de la India ÍCedrus deodora)
Atlas. En la Argelia vive entre las curvas de
altitud de 1.400 y 1.800 metros, donde se
conserva la nieve desde Diciembre á Mayo.
CULTIVO.—Fué introducido el cedro en
Francia por Bernardo de Jussieu en 1734 ó
1736, habiéndose naturalizado muy bien y
fructificando en nuestros climas. Durante mucho
tiempo no se ha conocido otro medio de
extraer la semilla de las pinas, que atravesándolas
con un clavo para hacer abrir las escamas;
pero ya hoy se sabe que sumergiéndolas
en agua fría de veinticuatro á treinta y seis
horas, se abren por sí solas y se desarticulan
las escamas, siempre que estén maduras. La
semilla no se altera por esta inmersión, y se
la hace secar al calor de un sol moderado.
Las semillas se siembran en primavera, empleando
tierra de brezo, con una temperatura
suave y húmeda, y al abrigo del sol. Durante
el invierno se guardan en invernáculo;
á la primavera siguiente se transplantan las
plantitas en tiestos pequeños,
que se entierran en una
exposición abrigada, y se
riegan con frecuencia. Arrojan
los cedritos raíces profundas,
por cuyo motivo es
muy difícil su transplante.
Durante los tres ó cuatro
primeros años se resguardan
de las heladas fuertes, mudando
la planta de tiestos
en cada primavera, para que
se desarrollen las raíces. A
los cinco años se pueden poner
de asiento, con la precaución
de cubrir el pie con
hojarasca durante los inviernos.
Exige este árbol tierra
suelta, substanciosa y profunda;
vegeta mal en la creta,
así como en las tierras
fuertes y arcillosas.
Tiene el cedro gran propensión
á echar brotes, por
lo cual es preciso hacer que
ahile desde los primeros años
cortándole las ramas que
disputen la savia al tallo y
cubriendo las heridas con
ungüento de ingeridores.
Pasados algunos años deja
de crecer en altura, y las
ramas principales toman la
dirección horizontal.
Es ya vulgar el cedro
plantado en 1754 en la base
del laberinto del Jardín de
Plantas de París, el cual es
sin duda uno de los más
gruesos de Europa; pero se
cita un árbol del monte Líbano
de 12 metros de circunferencia
y de 36 metros
dé diámetro en su copa. En
el cultivo europeo son raros,
sin embargo, los. buenos ejemplares, y un
cedro hermoso se tiene en mucha estima.
PRODUCTOS.—Carece la madera de canales
resinosos, como la del pinabete, pero despide
un olor aromático característico, debido á los
depósitos resiníferos de las celdillas. Es de
color pardo ó pardo-amarillento; tiene la albura
blanca, bien distinta y formada por 25
á 50 capas anuales. Homogénea y de fibra
corta, admite bien el pulimento. La densidad
es de 0,606 á 0,808. Adquiere gran duración, y
la que procede de árboles silvestres sirve bien

CEF — 27 — CEL
para construir. No así la que se obtiene de los
árboles cultivados, que es más blanda y ligera,
y por tanto de menos utilidad en sus aplicaciones
¿, La leña del cedro es mala, se pasa
pronto y chisporrotea. Se puede obtener trementina
de este árbol.
Cedrus atlántica, Manetti (figura 17).—Algunos
autores consideran esta especie como
simple variedad de la anterior. Es la que forma
todos los montes de cedro de la Argelia, y
en general del Atlas. Comparada con el cedro
del Líbano, tiene las hojas más cortas, generalmente
arqueadas y conniventes, de modo que
forman hacecillos casi globosos, y presentan un
tinte glauco plateado por encima, debido á dos
rayas blancas bien marcadas. La copa es cónica,
y está menos abierta que en la especie anterior.
Las ramas se inclinan más hacia el suelo.
Cedrus deodora, Loud. (figura 18).—Árbol
grande, oriundo del Himalaya, introducido en
los jardines de España por M. Viet, jardinero
mayor del Real Patrimonio. Es uno de los árboles
de adorno más bellos y graciosos. Difiere
del cedro del Líbano por sus ramas más flexibles
y péndulas, especialmente en las extremidades,
así como por el tinte ceniciento del
follaje, que contrasta mucho con el de la mayor
parte de las coniferas. Resiste bastante el
frío. Se multiplica de semilla, y particularmente
por injerto, en patrón de cedro del Líbano.
CEDRONELA (Jardinería^.--Género, de
plantas de la familia de las Labiadas, originarias
de América. Se cultiva en los invernáculos
templados de Europa la cedronela de Méjico
(Cedronella mexicana), planta herbácea
vivaz, de flores de un color rojo purpúreo, y en
los jardines al aire libre la cedronela de tres
hojas ( C. triphylla), planta anual, ramosa, de
flores de un color blanco violáceo.
CEDROTA.—Género de plantas de la familia
de las Nictagíneas. En los montes. de
Cebú (Islas Filipinas) se cría la Cedrola Guianensis,
P. Blanco, de la familia de las Nictagíneas,
árbol llamado allí Tac-an. Tiene las
hojas opuestas, anchas, lanceoladas y lampiñas
, con los pecíolos cortos. Las flores son'
axilares, y están dispuestas en panojas pequeñas
, y el fruto tiene cuatro ángulos, es largo
y contiene una sola semilla.
CEDRUS.—Género de plantas de la familia
de las Coniferas. Comprende algunas especies
arbóreas de mucha importancia forestal
y de gran valor en jardinería. (V. Cedro.)
CEFALANTO (Arboricultura).— Género
de plantas de la familia de las Rubiáceas,
originarias de la América septentrional. El
Cephalantus occidentalis, cultivado en Europa
como planta de adorno, es un arbusto de 2
metros de altura, que exige para su cultivo
tierra de brezo, sombra, y se multiplica por
semilla, rpor estaca y por raíces.
CEFÁLICO (Zoología). — Perteneciente
á la cabeza. Se ha dado el nombre de arterias
cefálicas á las arterias carótidas. El tronco cefálico
es el tronco común de las dos arterias
carótidas, que emanan del tronco braquial derecho
ó braquio-cefálico. Se da el nombre de
vena cefálica á la subcutánea del brazo, vulgarmente
llamada vena de los remos.
CEFALOTAXO.—(V. Cephalotaxus.)
CEFALOTO—Género de plantas de la
familia de las Saxifragas, originarias de la
Australia. El Cephalotus follicularis es una
planta muy singular, que se cultiva en tierra
turbosa, que se conserva fresca teniendo colocado
el tiesto en una vasija llena de agua.
CEGAJO.—Macho de cabrío durante el
segundo año de su vida.
CEGUERA.—Privación de la vista. Las
causas que la provocan en los animales son
muy numerosas, y entre ellas figuran la
amaurosis, la catarata y la fluxión periódica
de los ojos. (Véanse estas palabras.)
CEIBA-(V. Boboi.)
CEIBÓN.—Se aplica este nombre en la Isla
de Cuba á un árbolde la familia de las Esterculiáceas,
que corresponde á la especie Pachira
emarginata, A. Rich. Abunda en las serranías
de la parte central, y es muy grande. La
madera es floja. De las fibras de la corteza se
hacen sogas. E n
la misma isla vive otra especie,
¡la Paçhira acuática, Aublet, que tiene
menos talla que la anterior, cuyas bellas flores
tienen un plumero de estambres de.color
rojo de púrpura muy. brillan te. Exige este árbol
invernáculo cálido todo el año, y tierra
substanciosa, fresca y suelta. Se multiplica
por estaca. Debe citarse también aquí otro
ceibón notable, la Pachira insignis, Savign.,
oriunda de la América del Sur. Es un bello
árbol de hojas digitadas, compuestas de siete
foliólos oblongos, brillantes por encima, glaucos
por debajo y de 0,25 metros de longitud.
Las yemas florales se abren formando cinco
grandes tiras, dejando libre un inmenso plumero
de estambres de color blanco-amarillo.
Se cultiva delmismo modo que la especie anterior.
CEJA (Anatomía).—Parte más ó menos
saliente, sobrepuesta en forma de arco á la
órbita del ojo, y que tiene en'aígunós. animales
pelos más largos que los de las partes inmediatas.
La ceja no es aparente en el caballo
y el buey, pero sé advierten indicios de ella
en el feto de esos animales, y se cubre esa región
de pelos antes que el resto de la cabeza.
En anatomía se llama ceja al borde saliente de
una cavidad.
CELASTRO (Arboricultura).—Género de
plantas de la familia de las Celastráceas, originarias
de las regiones cálidas y templadas
del globo. Son arbustos sarmentosos y espinosos
á veces. Se cultiva en los parques el
trepador ( Celaslrus scandens), liana de la
América del Norte que alcanza una elevación
de 4 metros y vegeta bien en sitios húmedos.
En las estufas se cultiva también el celastro
comestible ( C. edulis), originario de la Arabia,
donde se cultiva en grande escala por sus
frutos. Casi todos los celastros poseen virtudes
medicinales enérgicas.

GEL — 28 — CEL
CELDILLA.—Cada una de las casillas de
que se compone el panal de las abejas. En
botánica significa cada uno dé los huecos que
ocupan las simientes en la caja ó cajilla.
CELEMÍN. — Medida de capacidad para
áridos que tiene 4 cuartillos y equivale á
4.625 mililitros. En la Isla de Puerto Eico
equivale á 5.756 mililitros. || Porción de grano,
semilla ú otra cosa semejante que llena
exactamente la medida del celemín. |) Espacio
de terreno que puede llevar en siembra un
celemín de grano.
CELIA.-—Bebida que se hacía de trigo
echado en infusión, al modo de nuestra cerveza
ó de la chicha de los indios.
CELIDONIA, CELIDUEÑA ó GOLON-
DRINERA (Chelidonium majus). — Género
de plantas de la familia de las Papaveráceas.
La principal especie, la celidonia mayor, tiene
la raíz capilar, fusiforme y fibrosa; el tallo
cilindrico, ramoso, dé 1 á 2 pies de altura;
las hojas pinado-divididas, y las divisiones
redondeadas, dentado-lobuladas; pedúnculos
en umbela; flores compuestas de cuatro pétalos;
cáliz dividido en dos hojuelas ovales, cóncavas
, que caen con los pétalos. Del centro
de la flor se elevan unos treinta estambres y
el pistilo; el fruto es una silicua cilindrica,
con dos válvulas separadas por una tela membranosa,
con dos pezones en las orillas, á los
cuales están pegados alternativamente los
granos.
Es planta vivaz, común en toda Europa,
que se cría al pie y en las grietas de los muros
y paredes viejas que miran al Norte, y
generalmente en derredor de casas habitadas;
florece eu la primavera, y aunque inodora en
su estado- natural, exhala un olor ingrato y
hasta nauseabundo cuando se la estruja entre
los dedos. Los animales no la comen. La celidonia
ha gozado algún tiempo de cierta reputación
en medicina, pero gran cautela reclama
en sus. aplicaciones el zumo acre y cáustico
que la distingue, siendo muy empleado para
destruir las verrugas. La creencia de que hacía
desaparecer las manchas de la córnea
transparente, le ha valido en francés la denominación
de eclaire, esto es, planta que deja
ver los objetos con mayor claridad.
CELO.—Estado especial de los animales, y
especialmente de los mamíferos, que se caracteriza
por el apetito venéreo cuando no están
privados de los órganos de la generación, y
por la congestión de éstos. En la mayoría de
las especies aparece durante la primavera. Se
revela el celo por una sobreexcitación especial
de las funciones, por una vaga inquietud y
una agitación qué induce á los animales á
abandonar su albergue ordinario y á buscar
á los individuos de la misma especie y de diferente
sexo. En las hembras los órganos genitales
exteriores aparecen rojos y ardientes,
j fluye de la vulva un líquido mucoso, blanquecino
y á veces sanguinolento. Ordinariamente
desaparecen en ellas con el coito los
síntomas del celo, pero vuelven á presentarse
á los pocos días, cuando no han sido fecundadas.
En los machos de nuestras especies domésticas
no se marca realmente el período de
celo, casi siempre están dispuestos a reproducirse.
El uso de substancias excitantes ó afrodisíacas
provoca ó sostiene el apetito venéreo.
(V. Fecundidad, Salto, etc.)
CELOSÍA (Jardinería). — Género de
lantas de la familia de las Amarantáceas. Son
E
ierbas con las flores dispuestas en espiga ó
en panículas terminales y axilares. Se conoce
una veintena de especies, originarias de las
regiones cálidas del Antiguo y del Nuevo
Mundo, y algunas se cultivan en nuestros
jardines. La principal es la celosía de cresta
(Celosía cristata), llamada también cresta de
gallo, planta anual, de tallo ramoso y de 40 á
60 centímetros de altura. Las flores son muy
pequeñas, y se hallan reunidas en un tallo
comprimido, aplanado y plegado. Vegetan
con facilidad mediante el cultivo. Se siembran
durante la primavera en tiestos que han de
colocarse en sitio abrigado, y en Julio se transplantan.
Se han obtenido numerosas variedades
, una de ellas enana, con flores de color
amaranto, rojo ó rosa intenso. Una variedad
con penacho presenta inflorescencias rojas,
carmesíes y amarillas.
CELTAS (Antiguos pobladores de España).—I.
Según nos dice nuestro historiador
Lamente y otros historiadores que han hablado
de los celtas (1), el Asia, cuna y semillero de
la raza humana, surte de pobladores á Europa.
Tribus viajeras que, a semejanza del sol,
caminan de Oriente á Occidente, vienen también
á sentarse en este suelo, que tomó después
el nombre de España. Los primeros moradores
de que las imperfectas y obscuras
historias de los más apartados tiempos nos
dan noticias, son los iberos. Pero otra raza
de hombres viene á turbar á los iberos en la
pacífica posesión de la Península. Los celtas,
i hombres de los bosques, no tardan en chocar
con los iberos, hombres del río. Mas ó demasiado
iguales en fuerzas para poder arrojar los
unos á los otros, ó conocedores en medio de
su estado incivil de sus comunes intereses,
acaban por aliarse y forman un solo pueblo,
bajó el nombre de celtíberos. Acaso prevalezca
el carácter ibérico sobre el celta y le imprima
su civilización relativa. Y aunque las dos primitivas
razas conservan algunos rasgos distintos
de su carácter, sus cualidades comunes,
tales como nos las pinta Estrabón en el monumento
que arroja más luz sobre aquellos
tiempos ante-históricos, son el valor y la agilidad
, el rudo desprecio á la vida, la sobriedad,
el amor á la independencia, el odio al
extranjero, la repugnancia á la unidad, el
desdén por las alianzas, la tendencia al aislamiento
y al individualismo, y á no confiar
sino en sus propias fuerzas. Los iberos y los
(l) Historia general de España, tomo I, página
15.—Reynier: Economía rural de los celtas.— J. C¡esaris:
Be bello Gallico, etc., etc.

CEL — 29 — CEL
celtas son los creadores del fondo del carácter
español.
La población céltica, diseminada por toda la
costa septentrional y occidental de la Península
, dividióse en cinco grandes y poderosas
tribus t los cántabros, los vascones, los astures,
los gállateos y los lusitanos, que ocupaban los
países que hoy poco más ó menos comprenden
las Provincias Vascongadas y Navarra, las
Asturias, Galicia y Lusitania ó Portugal. No
es muy exacta la correspondencia de los antiguos
y modernos límites, pues los astures y
gallaicos se extendían entonces por una buena
parte del reino de León y de Castilla la Vieja;
los lusitanos por las Extremaduras y Castilla;
los vascones por Aragón, y los cántabros por
la actual provincia de Santander. Subdividiéndose
además estas tribus en multitud de
pequeñas poblaciones ó grupos, tanto que, á
decir de Estrabón, eran quince las que componían
la nación gallaica, y sobre cincuenta las
fracciones en que se compartían los lusitanos.
Ocupaba la raza ibera el Mediodía y el
Oriente de España, dividida en porción de
tribus, de las cuales eran las principales los
iurdeianos, que se extendían por las costas de
la Bética ó Andalucía, hasta una parte de la
Lusitania; los bástalos, que habitaban al Este
del Estrecho, en lo que hoy es Ronda y el
Condado de Niebla; los beturios, que poblaban
las cercanías de Sierra Morena; los basietanos,
en las costas de Murcia hasta el Segura; los
contéstanos, desde Cartagena hasta el Júcar, y
parte de los reinos de Murcia y de Valencia;
los edetanos, que ocupaban también parte de
Valencia y de Aragón, hasta confinar con la
Celtiberia; los ilercavones, que se asentaban
entre Oduba y el Ebro, y desde el Ebro hasta
el mar y los Pirineos, los cosetanos, ausetanos,
indigetas, lasetanos, ceretanos é ilergetas; por
último, los gymnesios ó habitantes de las
Baleares, casi todos subdivididos también en
pequeñas tribus como los celtas. El centro de
la Península la habitaba la raza mixta de los
celtíberos; sus principales tribus, según Estrabón,
eran los arevacos, los más poderosos
de todos, al Sur del Duero; los carpetanos, en
la comarca de Toledo, por donde corre el
Tajo; los vacceos, por la parte donde está hoy
Palen,cia; los oretanos, en lo que riega el alto
Guadiana, siendo los límites de la Celtiberia,
por el Norte, las sierras de Urbión y de Oca;
por el Sur, el Orospeda; por el Este, las sierras
de Segura y de Alcaraz, habiendo variado
por Occidente hasta llegar cerca de las costas
del Mediterráneo.
II. Que los iberos y los celtas fueron los
primeros pobladores de España, y!que ya
unidos bajo el nombre de celtíberos y de otros,
según, hemos dicho, se extendieron en toda
ella, es cosa averiguada. Lo que aún no lo
está es si los iberos á que se refiere Josefo
fueron los españoles ó los situados al. pie del
Cáucaso (1). Si fueron estos últimos, cómo
(1) Laf uente, tomo 1, página 292 y siguientes.
algunos piensan, entré ellos Bouillei, que en
su Diccionario de historia universal y de.geografía,
dice, página 867:
«.Iberia.—Nombre vago dado al principio
á parte de España que riega el Ebro (Iberus),
y después á toda la Península. Así los habitantes
de España eran llamados iberos; este
nombre se encuentra entre los celtíberos, los
cántabros, etc. Se supone que los iberos de
España son restos de un gran pueblo que antiguamente
se extendió por la Galia, de donde
fué expulsado por loa celtas, y que era originario
como éstos de las regiones caucasianas,
nombradas Iberia asiática. En este caso los
iberos dieron el nombre y fueron ellos los
que lo recibieron.»
En la página.337 dice el mismo autor:
«.Céltica.—Este nombre se dio antiguamente
á toda la Galia transalpina, designada en
tiempo de César por la Galia propiamente,
que comprendía las partes entre el Ródano,
el Garona, el Océano, el Sena, el Marne y
la parte inferior del Rhin. En los tiempos de
Augusto se daba el nombre de Galia céltica
al conjunto de los cuatro lionesados.»
Iü. Reynier, en su libro sobre la Economía
pública y rural de los celtas, germanos y
otros pueblos del Norte y Centro de Europa,
tratando de los celtas, dice que cuando los
romanos los conocieron habían decaído de su
antigua opulencia y progreso en la industria,
comercio y agricultura. Los celtas, añade,
empleaban las prácticas que dan indicios de
un arte perfeccionado, bajo la influencia de
una civilización adelantada; su antigüedad
está demostrada por la decadencia; la anarquía
y las discordias hicieron variar la marcha
pacífica del progreso creado bajo la influencia
de la vida agrícola, á que se dedicaban en
otros tiempos las principales personas de los
celtas.».
Según Plinio, los celtas usaban los abonos
minerales, empleando la cal, marga, etc.; los
hormigueros ó quemas de leña rodeada de
tierra; el arado de vertedera i la grada y muchos
instrumentos hoy en práctica son invenciones
célticas. Virgilio dice que los perfeccionadores
del arte de carretería fueron los
celtas (1).
La cuchilla que llevan los arados de vertedera
fué invención de los celtas (2). i
Es curiosa la lectura de los libros indicados,
con el fin de inquirir la antigüedad del
cultivo de las plantas hoy en uso, de los instrumentos,
que si más perfectos se presentan,
su invención es muy antigua. Recomendamos
las obras de Reynier, de Plinio, Virgilio, etc.
J. de Hidalgo Tablada.
CELTIS.—Género de plantas de la familia
de las Cellídeas.
Comprende diversas especies arbóreas, en
su mayor parte asiáticas y americanas. En
Europa se encuentran las siguientes:
(1) , Virgilio: Geórgicas, 1. 2, v. 205.
(2) Lindemb: Glossario voce Celtellus.

GEL — 30 — CEL
Celtis australis, L.—Nombres vulgares españoles
, AImez, Alatonero 6 Latonero en Aragón
, Lladoner en Cataluña, Lodoño en Navarra,
Lodoeiro en Galicia y Aligonero en Valencia.
En atención á la importancia que en nuestro
país tiene este árbol, se ha descrito por
separado en el artículo Almez.
Celtis Tournefortii, Lam. (C. orientalis,
Mili.).—Árbol originario de Levante, donde
Tournefort recogió las semillas y desde donde
las envió al Jardín de Plantas de París. De
allí se extendieron por el resto de Europa.
La madera es muy blanca, y los frutos son
amarillentos, dulces, pero estípticos. Es especie
muy delicada, que exige algún cuidado en
los climas fríos, sobre todo en los primeros
tiempos de su vegetación.
En las Antillas vegetan las especies siguientes:
Celtis macrophylla, Kunth. Nombre vulgar,
Guacimillo.—Este árbol se cría eu la serranía
de la región boreal de la Isla de Cuba.
Llega á una altura de 16 á 20 metros á los
treinta y cinco ó cuarenta años de edad, dando
un tronco de 8 á 10 metros de largo y de
1 á 1,50 metros de grueso.
La madera es dura, rivalizando con la del
quiebra-hacha. Se hacen de ella ejes de carretas,
y es muy útil para construcción.
Celtis micrantha, Swart.—Árbol muy elevado.
El tejido filamentoso de la corteza es
tan útil como el cáñamo para la fabricación
de cuerdas.
En los montes de las Islas Filipinas se encuentran
con alguna frecuencia las dos especies
que pasamos á describir.
Celtis Philippinensis, P. Blanco. Nombre
vulgar, Malaitmo.—Árbol de segundo orden,
que tiene las ramas medio ahorquilladas, las
hojas alternas, lanceoladas, enteras, lampiñas
y tiesas, con tres nervios, y las flores axilares
en panoja. El fruto es una drupa del
tamaño de un garbanzo, globosa, más gruesa
en medio, poco carnosa, con cuatro ángulos
confusos y algunas eminencias, y con la nuez
huesosa, dotada de una línea negra que la divide
de arriba abajo en dos; tiene un solo aposento
y una semilla.
Los indios emplean en varios usos la madera
de este árbol, que es blanca, limpia y bastante
dura. Llámasele Malaitmo, por parecerse
sus hojas á las del limo ó Betel. Es vegetal
bastante común y conocido.
Celtis lima, L. (género Trema moderno).
Nombre vulgar, Hanarión.—.Tiene las hojas
alternas, con dos escotaduras angulosas en la
base, aovadas, muy aguzadas, finamente aserradas,
muy ásperas por encima, con pelo
corto, y por debajo vellosas. Flores hermafroditas,
axilares, en racimos medio umbelados.
Fruto drupa carnosa, aovada, con cuatro
lados, dos dé ellos más marcados, que contiene
una nuez escabrosa con una semilla. Florece
en Mayo. Este árbol se hace de tercer orden.
Su fruto es pequeño. Los indios pescado­
res en el mar de Batangas le conocen bien,
porque .con su corteza frotan las cuerdas de
algodón de los anzuelos, las que quedan teñidas
de un hermoso barniz encarnado obscuro
, haciéndose muy resbaladizas é impenetrables
al agua. El color encarnado se vuelve
negro cuando se mojan las cuerdas.
De las especies oriundas de otros países citaremos
como más notables las que siguen:
Celtis occidentalis, L.—Habita las tierras
frescas y pingües de la América septentrional
, donde alcanza la altura de 23 á 26 metros.
Se cultiva en Aranjuez desde mediados del
pasado siglo. Florece en primavera y sazona
sus frutos hacia la mitad de otoño.
Sirve, como nuestro almez, para adorno de
los jardines. Sus hojas se desarrollan al fin de
la primavera; la defoliación es tardía, y al
caer las hojas conserva mucha parte de su
verdor y lozanía; esto, y la circunstancia de
caer todas á la vez, ha hecho decir á Miller
que sería ventajosa su recolección para hacer
abonos. El fruto pasa por astringente, y díceseque
su jugo es útil contra las disenterías.
La madera es dura, flexible, y buena para
carretería y carpintería.
Este almez resiste todavía mejor que el común
las heladas, sobre todo cuando ha pasado
sus dos primeros años; quiere terrenos húmedos,
y adquiere en poco tiempo una corpulencia
extraordinaria cuando el frío respeta sus
brotes anuales. Se multiplica generalmente
por semilla.
Celtis crassifolia, L. ( C. cordifolia, L'Herit).—Árbol
de 13 á 16 metros de altura, que
habita eu las tierras substanciosas de los Estados
del Norte de América, y más abundantemente
en los del Oeste. Su madera es blanda.
Florece á principios de la primavera, y se
cultiva en Europa como planta de adorno.
Celtis orientalis, L.—Este árbol es de mediana
magnitud, y vegeta en las riberas de la
India, en la costa del Malabar y en las islas de
Francia y de Borbón.
CÉLULA.—Elemento anatómico del cual
se forman todos los tejidos, y cuyo estudio no
se había emprendido realmente de una manera
seria hasta hace cincuenta años. De ahí que
hoy se tengan muchos conocimientos precisos
acerca de la célula, si bien no faltan, á la verdad,
puntos obscuros y por esclarecer. Los
progresos se han realizado desde que Brisseau-
Mirbel formuló el postulado de la unidad anatómica
de la célula. Antiguamente se creía
que ésta es una especie de saquito minúsculo,
cerrado por todas partes, y que contiene un
líquido de más ó menos complicada composición
ó está completamente vacío; de ahí el
nombre de célula ó celdilla, por compararla
con las que forman los panales de las abejas.
Pero tal concepto no es completamente exacto.
Lo cierto es que todos los seres vivos tienen
por base fundamental una substancia
blanda, glutinosa, homogénea ó granulosa,
casi siempre distribuida en pequeñas masas
esféricas u ovoideas, de algunas milésimas de

CEL — 31 — CEL
milímetro á lo sumo, y que ésa substancia, denominada
protoplasma, es dé composición química
compleja, hallándose constantemente en
ella carbono, hidrógeno, oxígeno y ázoe, á los
cuales se agregan diferentes cuerpos minerales
i como el azufre, el fósforo y metales diversos.
El carácter peculiar, empero, es que
el protoplasma está vivo, respira, absorbe,
combina, asimila, crece y muere. Es capaz de
cambiar su forma por una especie de contractilidad
, de mudar de sitio y de sentir el efecto
de los agentes exteriores, tales como el calor,
la luz y la electricidad, etc. Considerada en
las plantas esa pequeña masa de substancia
viva, ha recibido el nombre de phitoblasla.
Ciertos órganos vegetales, como los cuerpos
reproductores masculinos de algunas criptógamas,
sólo aparecen durante su breve existencia
en estado de protoplasma. Pero pocas
veces permanece la fitoblasta en tal estado de
sencillez. Casi siempre se cubre de una envoltura
protectora, producto dé su actividad vital
y con composición química diferente de
las otras, puesto que no contiene ázoe ; es el
fitocisto desprovisto de vida y formado esencialmente
por celulosa.
Desde ese momento se halla constituida la
verdadera célula, y elfitoblasta interior deja
de ser homogéneo, observándose ordinariamente
en él un núcleo. Se divide en cavidades
muy variables por su número y aspecto,
y llenas de un líquido particular, él jugo celular,
que se puede equiparar con el líquido
nutricio de los seres inferiores. Entonces se
ven rastros de la substancia protoplasmática,
orientadas en diferentes sentidos, y cuyo número
puede cambiar por momentos. En fin,
en un período más avanzado de la evolución
de la célula, desaparecen esos rastros, el fitoblasta
se refugia á lo largo de la pared interior
formada, y al lado de ella se forma una
capa continúa más ó menos espesa, que se ha
denominado utrículo primordial azoado^ En
resumen, la célula, una vez constituida, presenta
dos partes muy distintas: un saco inerte,
y un contenido vivo, especie de substancia
animada de la planta. La primera de esas
partes es casi la única que los antiguos botánicos
conocieron; la segunda es biológicamente
más importante, puesto que ella sola ha de
efectuar los actos vitales de la planta; la que
ha de elaborar, con auxilio de materiales tomados
del medio ambiente, una serie de substancias
tales como el almidón, los azúcares, la
aleurona, el pigmento clorofílico, grasas, alcaloides,
etc., productos á que principalmente
deben las plantas su valor alimenticio ó
industrial. Cuando ha cesado de vivir el fitoblasta,
desaparece totalmente pronto ó tarde,
y para representar la célula solamente
queda la envoltura sólida, despojada de toda
manifestación vital.
No es esto decir que carezca de importancia
la envoltura; al contrario, desempeña importante
papel bajo el punto de vista técnico;
.. basta recordar que la madera, las. fibras texti­
les vegetales deben su origen á esas envolturas,
y de ahí la conveniencia de examinar rápidamente
las modificaciones de forma y estructura
que pueden experimentar. El fitocisto
es susceptible de presentar diámetros
iguales ó poco desiguales en todas direcciones,
y presentar la forma esferoidal ó la de diferentes
poliedros. En ese caso especial es cuando
los anatómicos la llaman célula, y aun
también utrículo. Puede ocurrir que se prolongue
mucho más en un sentido que en otro,
y que afecte la forma de tubos, redondeados
unas veces, truncados por sus extremidades
otras, y terminados, bien én forma de huso,
bien en la del pico de una flauta. Entonces
toma las denominaciones de tubo, tabulo, pelo,
etc. Cuando varios fitocistos se encuentran
unidos por las extremidades y llegan á reabsorberse
las paredes de separación, se forma
un órgano hueco, muy largo á veces, que
recibe el nombre de vaso. Por lo tanto, los
vasos son órganos de formación secundaria,
que en realidad no merecen el nombre de elemento
anatómico.
Mientras se halla recién formada y es muy
delgada, por consiguiente, la membrana celular,
aparece transparente y homogénea, siendo
sencilla su composición. Con el tiempo se va
espesando y se unen á la celulosa inicial substancias
muy diversas, como leñoso, suberina,
sílice, etc.; pero ese aumento de espesor pocas
veces se realiza con igual intensidad en todos
los puntos. De esas desigualdades resultan aspectos
múltiples en la forma exterior del órgano
considerado. De tal manera se forman
los dibujos más ó menos complicados y casi
siempre muy elegantes que se observan en las
paredes de las células. Cuando éstas se hallan
aisladas unas dé otras, como los granos depolen,
los esporos de los heléchos, etc.¡ pueden
ser exteriores'los aumentos que engruesan la
membrana, y ésta se manifiesta erizada de
asperezas. Pero hallándose casi siempre yuxtapuestas
las células para formar los tejidos,
las acumulaciones de substancia se efectúan
por la parte interior, siendo visibles, gracias
á la relativa transparencia de las partes y á
la mayor ó menor facilidad que ofrecen para
que la luz las atraviese. De ahí resultan las
variedades de células conocidas con las denominaciones
de células punteadas, rayadas,
reticuladas, espirales, anulares, etc., de que se
ocupa la anatomía vegetal.
Pero en todo caso, no obstante el aumento
de espesor producido, el fitocisto es siempre
muy delgado con relación al volumen total.
En ciertos casos ocurre que la cantidad de
substancia agregada así por el fitoblasto de
molécula á molécula, llega.á ser relativamente
enorme, y la cavidad de la célula va .quedando
reducida casi á nada. La célula recibe
entonces el nombre de esclerosa ó pedregosa
si sus diámetros son poco desiguales, y de
fibra si afecta la forma de un tubo prolongado,
Ejemplos numerosos del primer caso sé
observan en los huesos de los frutos, en las

CEL — 32 — CEL
concreciones duras que aparecen, distribuidas
en las carnes de ciertas peras, y del segundo
en los filamentos tenaces y flexibles de ciertas
cortezas, y de las maderas, leñas, cáñamo, lino,
ortigas, etc. Ocioso es advertir que solamente
pueden estudiarse tales órganos por
Figura 19.-^Célu!a poligonal y estriada
medio-del microscopio compuesto, y ciertos
detalles únicamente con objetivos de gran
potencia. Los métodos á que generalmente se
recurre para ese estudio son la disociación directa
ó por maceraqión, y la separación de los
diferentes tejidos en láminas muy delgadas.
Figura 21,—Células cartilaginosas
Una sola célula puede constituir una planta
completa, como se observa en los vegetales
más sencillos, el Protococcus, por ejemplo;
pero en la mayoría de los casos se agrupa mayor
ó menor número de células y forma una
especie de colonia, cuyos individuos realizan
separadamente funciones que les son propias,
concurriendo á la conservación de la totalidad.
Tal ocurre en los vegetales superiores.
Sobre todo cuando se trata de producir plantas
forrajeras ó alimenticias, el cultivador no
ha de perder de vista nunca que, entre todos
los elementos anatómicos, las células propia­
mente dichas son las que elaboran mayor cantidad
de substancias capaces de proporcionar
á los animales los materiales más indispensables
para su nutrición. Todos los esfuerzos
del productor deberán tender, por lo tanto¿
á favorecer hasta donde sea posible el desarro-
Figura 20.—Cavidades celulares del hueso
lio del tejido celular en detrimento de los tejidos
vascular ó fibroso, más pobres en principios
asimilables. Por la misma razón, para
utilizar los forrajes y legumbres, por ejemplo,
no deberá aguardarse á que haya llegado á ser
el tejido celular menos abundante que los otros.
Figura 22.—Bandos
El aspecto y forma de las células, observados
mediante el microscopio, maravilloso
instrumento que permite analizar más y más
la esfera de lo visible, son muy, variados.
Cuando se halla comprimida por otras, se
convierte, de célula esférica, en célula poligonal
(figura 19).
En los cuerpos blandos ó fluidos, como por
ejemplo, los aceites, la grasa y la leche, las
células son redondas, porque no se comprimen
unas con otras; pero en cambio en los cuerpos
compactos y duros, como el hueso, la
madera y el cartílago, se descubren células

CEL — 33 — CEL
que dan origen á tejidos de formas variadísimas
¡que caracterizan siempre la porción del
cuerpo animal ó vegetal á que pertenecen.
Resulta, pues¡ que las células aisladas son
frecuentemente globulosas ó en forma de poliedros
regulares, ovales ó elipsoidales.
Figura 23,—Células exagonales ordinarias
La membrana celular puede ser lisa y compacta,
y presentar puntuaciones, granulaciones
ó líneas que parecen ser los restos de una
cubierta interior.
Figura 2i—Células vasculares
y vasos lactíferos
Bajo la envoltura sólida que se llama pared,
película ó membrana celular, se contienen
las substancias diferentes, según la naturaleza
del vegetal ó del cuerpo animal y parte
que se examina.
Por ejemplo: si sometemos al microscopio
una delgada laminilla huesosa", advertiremos
pequeñas cavidades celulares, estrechadas
unas contra otras y Bureadas por infinito
número de canalitás, que sé denominan vasos
nutritivos del tejido huesoso (figura 20).
Los cartílagos se hallan también constituídos
en toda la serie animal por medio de células,
más ó menos irregulares, sumergidas
en una substancia amorfa^ escasa ó abundante;
según sean aquéllas en. mayor ó menor número
(figura 21).
Las líneas de las células de que hemos hecho
mención se enroscan á veces en espirales, y
se cree sean restos de una delgada membrana
interior, que sirve para sostener las paredes
de la vejiguilla que conforman aquéllos.
Si la membrana envolvente de la célula se
, desarrolla desigualmente, resultan células estriadas
ó llenas de sinuosidades bien determinadas,
como en la figura 19.
Como digimos, las substancias contenidas
en las cavidades celulares son diferentes, pues
consisten en esencias oleosas, agua, jugos particulares,
líquidos colorantes, granos de fécula
y gases de ácido carbónico, oxígeno y ázoe.
También suelen encontrarse ;.en ellas cristalinos,
agrupados de un modo extraño, que
los botánicos han dado.á conocer con el nombre
de ráftdos, los cuales se hallan constituídos
por sales de cal y potasa (figura 22).
Lo que más llama la atención en las células
al que las examina detenidamente con el microscopio
es un pequeño núcleo que contiene
otro más pequeño aún, llamado nucléolo.
Los micrógrafos se valen de esta particularidad
para distinguir las células entre sí, y
también de las variadas formas que presentan;
condición de suma importancia en el examen
microscópico de los vegetales.
Las clases de células son muy numerosas;

CEL — 34 — GEL
para que el lector pueda retenerlas con facilidad
las llamaremos células ordinarias (figura
23), células fibrosas ó filamentosas (figura
29), y células vasculares (figura 24), principalmente
consideradas, pues que en el reino
vegetal varían bastante, a pesar de ser más
numerosas en el reino animal.
Figura 23,—Tráquea
En ¡el grabado figura 25 puede el ¡lector
apreciar distintamente las diferentes clases de
células mencionadas, y que se hallan contenidas
en el]¡tejido celular de la flor del canelo.
Figura 28.—Vegetal de la fermentación
La agrupación de estas células constituye
los tejidos de los diversos órganos de las
plantas; las raíces, por ejemplo, están en.su
mayor parte formadas por haces de células
fibrosas y agrupaciones de otras poligonales,
llenas de fécula, originando el tejido fibroso.
Algunas plantas elaboran jugos especiales,
que depositan en células también especiales
llamadas vasos lacticíferos (figura 24), y otras
presentan los tubos llamados tráqueas, cuyas
paredes sostienen un hilo en forma de espiral,
representado en la figura 26.
El tejido celular poligonal se presenta en
las hojas délas plantas y flores, así como en
las médulas de los tallos, en los cálices, corolas
y demás órganos membranosos.
Figura 27.—Células vibrátiles
Hay células glandulosas que dejan escap ar
la mayor parte de las esencias especiales, que
se volatilizan y dan el perfume ú olor que se
desprende de ciertos vegetales.
Figura 29.—Células continuadas formando
los tubos nerviosos
En las corolas de las flores no es raro ver
pequeños órganos de formas variadas, llamados
nectarios, constituidos por células estrechas
que producen un líquido azucarado del
cual gustan mucho los insectos, y de cuyas
circunstancias nos ocuparemos en su lugar correspondiente.
Hay muchos vegetales y animálculos constituidos
por una sola célula con pestañas, y
que por su composición pertenecen á la fami-

CEL 35 — CEL
lia de los hongos los primeros, y de los infusorios
los segundos.
Las células llamadas vibrátiles (figura 27)
que se encuentran en ciertos órganos ó líquidos
de la economía, tienen mucho parecido á
Figuraí -Células del hígado determinando
BU conformación
estos últimos, y se han confundido mucho
tiempo con los infusorios ó animálculos microscópicos.
Se hallan conformadas por fila-
Figura 32.—Células de uu fragmento del corte transversal
de la judía
mentos especiales que se distinguen con el
nombre de pestañas, y una sola célula unida
á dichas pestañas, vibra constantemente, de
cuya particularidad toman el nombre.
Generalmente los seres constituidos por una
sola célula gozan de una vida tan marcada
como la del más complejo; pues en muchos
infusorios, formados de una célula única, la
existencia se manifiesta por el movimiento, la
alimentación y la reproducción.
Entre los vegetales hay otros cuya orgaui-
Figura 31.—Tejido celular de la piel
zación es más complicada, aunque sumamente
elemental también, y se componen de un reducido
número de células, como sucede con
la mayor parte de los criptógamos.
El vegetal microscópico de las fermentaciones,
por ejemplo, como es el
de la levadura de la sidra, se encuentra
formado por siete ú ocho células
colocadas extremo contra extremo y
que dan á esta planta una apariencia
especial (figura 28).
Asimismo los elementos constitutivos
de muchos órganos superiores del
hombre, aún poco estudiados, son
grandes células con prolongaciones tubulares
que parecen cubos de rueda,
con sus correspondientes rayos, como
sucede en el cerebro, la.médula'espinal
y el gran simpático.
Los nervios, ignorados en su estructura
mucho tiempo por los anatómicos,
se hallan también formados por
células continuadas en forma de tubos
sumamente tenues y muy complejos,
Uenos.de una especie de médula grasienta
(figura 29).
En el hígado, las células se hallan
apretadas intimamente unas contra
otras, lo cual explica la conformación
de este órgano (figura 30).
En todos los animales de clases elevadas
la piel presenta un tejido flexible
y resistente, y cuyos materiales elementales
se hallan compuestos de células adiposas
(figura 31).
Por último, el aire atmosférico señala también
su presencia en el sistema celular, y
pequeñas masas del mismo aparecen en el es

GEL — 36 — CEL
tudio microscópico bajo la forma característica
de imperceptibles burbujitas, en las cuales él
espacio central se presenta un tanto luminoso,
y el espacio exterior circular y negro.
Estas burbujitas, que denotan la existencia
del fluido atmosférico, se ponsiguen eliminar
del análisis haciendo que la temperatura se
eleve en el laboratorio ó local donde se opere.
Para estudiar las formas indicadas del sistema
celular en los cuerpos orgánicos hay
precisión de servirse, según hemos manifestado
, del microscopio, para lo cual es suficiente
colocar el objeto que se desee analizar en
una gota de agua, que se someterá al foco del
instrumento, excepto cuando el fragmento
animal ó vegetal, asunto de nuestras investigaciones
, sea de mayor tamaño, en cuyo caso
hay que recurrir al descortezamiento, al troceo,
maceración ó disección, empleando' al
efecto agujas anatómicas hechas expresamente
para éste fin.
El grabado último (figura 32) representa
uno de los fragmentos citados, correspondiente
á una sección transversal de un grano de
judía ó habichuela, visto con un aumento de
su diámetro X 250, ó sea 250 veces mayor.
CELULAR.—Lo perteneciente á la célula
, lo que está formado de células. Así se dice
jugo celular, membrana celular, productos celulares,
para designar er líquido que se acumula
en los pequeños vacíos del protoplasma,
la envoltura exterior dé las células ó fitocistos,
y las diferentes substancias elaboradas
por aquél y acumuladas momentánea ó definitivamente
en el interior de la célula. También
sé llama tejido celular el que está exclusivamente
compuesto de células propiamente
dichas, es decir, de elementos de forma esferoidal
ó poliédrica y de paredes 1
delgadas. Ese
mismo tejido se denomina á veces parénquima.
CÉLULAS.— Se da este nombre á los alvéolos
de los panales de las abejas.
CELULOSA (Química).—Principio inmediato
ternario que constituye uno de los
principales elementos del esqueleto de los
vegetales. En estado de pureza la celulosa
es una substancia de color blanco brillante,
cuya densidad es 1,52 y tiene por fórmula
Ci2 Hio O 10
. Es insoluole en el agua, en el
alcohol, en los éteres, en los aceites, y soluble
en el ácido sulfúrico y en una disolución
de nitrato de cobre y de amoníaco. Se diferencia
del almidón, que tiene la misma fórmula,
por no teñirse de azul bajo la acción
del yodo sino después de haber sido sometida
á la acción del ácido sulfúrico, mientras que
el almidón se vuelve azul con sólo el yodo.
Aun es poco conocido el modo de formarse la
celulosa en las plantas; al parecer se deriva
de otros principios elaborados en las células,
especialmente del almidón y tal vez del azúcar.
Con la vasculosa y la cutosa forma parte de
lo que se llama leñoso en los vegetales. Hasta
hace poco, según M. Fremy, se han confundido
con el nombre de celulosa varios cuerpos
isoméricos; tales son la xilosa, la paraxilosa,
la fibrosa,, la medulosa y la dermosa, substancias
que tienen muchos caracteres comunes.
La preparación de las fibras de las plantas
textiles y de la pasta de papel tiende á destruir
casi todos los principios inmediatos unidos á
la celulosa y á dejar en libertad ésta. La celulosa
se encuentra en estado casi completó de
pureza en los trapos viejos, en el papel de filtro
ó de Berzelius, etc., etc. En las maderas
hay de 35 á 40 partes de celulosa; en las plantas
forrajeras la proporción de esa substancia
varía entre 20 y 25 por 100, y generalmente
en los primeros cortes es mayor que en los retoños.
El método que por lo común se adopta
en los laboratorios para determinar la dosis
de celulosa, consiste eñ tratar sucesivamente
las plantas con éter, con ácido clorhídrico y
con potasa. El residuo que se obtiene, una vez
lavado y seco, se considera como celulosa. Se
puede emplear el reactivo de Schweiser para
comprobar el resultado de la operación.
CEMENTO.—Los cementos son una variedad
de cales eminentemente hidráulicas
que tienen la notable propiedad de endurecerse
en pocas horas, lo misino sumergidos
en el agua que al aire libre.
Los cementos pueden ser naturales y artifi- „
ciales, estando compuestos principalmente de
calizas con diversas cantidades de arcilla, sujetas
á cierto grado de calcinación que en la
naturaleza se opera por el calor central de la
tierra. Su aplicación principal consiste en sustituir
con ventaja á las cales hidráulicas en todas
aquellas obras que necesitan hacerse con
materiales impermeables; el hormigón y los
revestidos de estanques, algibes, alcantarillas,
etc., etc., hechos con cemento, dan excelente
resultado por su solidez y por su duración.
En la actualidad se usan con mucha
frecuencia las piedras artificiales hechas de
cemento; los adornos y otros objetos artísticos
que se emplean para decorar los edificios; losas
, ladrillos, adoquines, balaustradas y otra
porción de elementos importantes que entran
en las construcciones, se emplean hoy
con notable éxito y economía.
En el comercio se conocen hoy diversas
clases de cemento, pudiendo asegurar que estas
son tantas como casas se dedican á su fabricación.
En la imposibilidad de ocuparnos
de todos ellos, hablaremos solamente de los
dos más importantes.
El cemento romano adquiere casi instantáneamente
dureza, impermeabilidad y adherencia,
que difícilmente alcanzan otros materiales;
la composición del cemento Vassy, uno
de los mejores conocidos en Francia, es antes
de calcinarse 63,8 de carbonato de cal, 1,5 de
carbonato de magnesia, 11,6 de carbonato de
hierro, 14 de sílice, 5,7 de alúmina, y 3,4 de
agua y materias orgánicas; una vez calcinado
contiene 56 de cal, 13,7 de protóxido de hierro,
1,1 de magnesia, 21,2 de sílice, 6,9 de
alúmina.
La propiedad que el cemento romano tiene
de fraguar con suma rapidez, es un in-

CEN — 37 — GEN
conveniente para emplearlo en gran cantidad
, por 16 que se usa con más frecuencia el
cemento Portland, que tarda en fraguar diez
ó doce horas, tiene por lo menos tanta dureza
como el eemento romano, y es además una
tercera parte más barato.
El cemento Portland es el que más se emplea
en la fabricación de piedras artificiales,
resultando éstas de gran dureza y densidad,
según puede verse por los siguientes datos:
según experimentos hechos por M. Vicat, la
resistencia á la presión es de 143 kilogramos
por un centímetro cuadrado cuando se emplea
puro, 90 kilogramos por un centímetro
cuadrado cuando se hace mortero en la proporción
de 1 de cemento por 2 arena, y dé
125 kilogramos por un centímetro cuadrado
cuando se forma hormigón.
; Figura 33.—Armadura de un cenador
Las propiedades del cemento Portland permiten
emplearlo en obras expuestas á choques
tan violentos como el de las olas en los
muelles y diques, y por este solo hecho se
comprenderá fácilmente su resistencia en los
demás usos á que se destina.
C. Bodrigáñez.
CENACHO.—Especie de espuerta de esparto
ó palma, que sirve para llevar hortalizas,
frutas ó cosas semejantes,
CENADOR.— Se llaman cenadores y salas
verdes á unos espacios sombreados, creados
con arte y por medio de plantas adecuadas,
que además de embellecer el jardín, constituyen
un sitio de descanso y de recreo. Los
hay de dos clases: los grandes, construidos
en los macizos de los grandes parques, y los
pequeños, propios de los jardines pequeños
y medianos. Los primeros se establecen generalmente
en los bosques, en el centro de
grandes árboles que den sombra, alegrando
los alrededores con arbustos de adorno. Si
sus dimensiones son considerables, puede dejarse
en el centro un árbol corpulento, y para
tener más sombra, se coloca sobre su tronco
un techo formado de rosales.
Los pequeños pueden estar al aire libre,
pero se los cubre de ordinario para x
tener
sombra, construyéndose una armadura para
sostener los arbustos trepadores y plantas
volubles que los han de guarnecer. Esta armadura
debe ser sencilla, ligera y de alambres
poco visibles. Las figuras 33 y 34 representan
la armadura de una sala verde y
vestida.
CENCERRO.—Instrumento que se hace
de una plancha delgada de hierro ó cobre, soldándola
en figura de cañón, que queda abierto
por un extremo y cerrado por otro; en éste se
le ponen dos asas, una en lo exterior para
colgarlo, y otra en lo interior para atar el
badajo, que suele ser de hueso, de hierro ó
«sen- \
Figura 34.—Cenador verde vestido
de palo muy duro. Los hay de varios tamaños,
y se usan,para toda especie de ganados.
CENCERRÓN.—Racimo pequeño de uvas,
que suele quedar después de hecha la vendimia.
CENCIDO, DA.—Aplícase á la tierra, dehesa
ó hierba que no está hollada ni pisada.
CENIZA.—Residuo fijo que queda después
de la combustión completa de una materia
orgánica. Contienen, por consiguiente,
las cenizas, todas las materias alcalinas, alcalino-terreas,
terreas y metálicas que formaban
parte esencial ó accidental del compuesto orgánico
destruido con la acción del fuego, con
intervención del oxígeno del aire. Cuando en
el acto de la descomposición ígnea la intervención
del oxígeno del aire es nula ó insuficiente,
la materia orgánica se carboniza,
pero no se incinera.
Los huesos calcinados hasta presentarse
completamente blancos, son la ceniza de los
huesos. La masa algo escoriácea que queda
después de la combustión de la hulla ó carbón
de piedra es la ceniza de la hulla. El residuo

CEN — 38 — CEN
gris aglomerado y semifündido que se obtiene
quemando ciertas plantas barrilleras, y que
constituye lo que vulgarmente se llama barrilla
natural, está formado por las cenizas de
aquellas plantas. Finalmente, el residuo pulverulento
que dejan la mayor parte de las
plantas, de un color gris, sabor algo alcalino,
que comunica propiedades alcalinas al agua,
y que con los ácidos da efervescencia, constituye
las cenizas ordinarias. Los principios
inmediatos, el azúcar, la fécula, la goma y
otros, compuestos exclusivamente de oxígeno,
hidrógeno, carbono y nitrógeno, por medio del
calor se descomponen, dando una masa carbonosa
más ó menos difícil de quemar, pero susceptible
de experimentar una combustión
completa sin dejar residuo alguno de ceniza,
si aquel principio inmediato era químicamente
puro.
El color de la ceniza es algo variable, y así
puede ser blanca si proviene de substancias
puras en cuyos residuos no haya vestigio alguno
de metales propiamente dichos, como
puede tener un tono más ó menos gris, más
ó menos azulado, más ó menos rojizo, según
la cantidad de partículas de carbón que quedan
sin quemar, ó de óxido férrico, mangánico
y otros que acompañen á dicho residuo
fijo-
La potasa, la sosa, la cal, la magnesia y
demás substancias que forman parte de la ceniza
de un vegetal provienen de la tierra,
donde existen al estado de sales solubles é insoluoles.
Los ácidos orgánicos elaborados por
las raicillas del vegetal, forman con los radicales
metálicos contenidos en la tierra una
porción de sales solubles que, absorbidas por
el vegetal, pasan á la savia del mismo, y circulan
y nutren hasta los últimos órganos del
mismo.
Si tomamos un vegetal cualquiera ó una
parte cualquiera del mismo, y la quemamos,
el oxígeno, el hidrógeno, el carbono y el nitrógeno
que contiene se desprenden, formando
varios compuestos volátiles: las sales de ácido
orgánico son también descompuestas; pero
existiendo en ellas radicales metálicos y oxígeno
y carbono en cantidad suficiente para
formar carbonatos, quedan todas las sales alcalinas
(oxalatos, malatos, tartratos, etc.)
convertidas en carbonato. De aquí la cantidad
notable de carbonatos alcalinos que contienen
las cenizas, además de los sulfatos y cloruros
alcalinos y férreos, y de los carbonatos calcico
y magnésico, y de los silicatos y fosfatos
que forman parte de las cenizas de los
vegetales.
La cantidad de cenizas que puede obtenerse
de un vegetal varía según la naturaleza
del mismo; varía también según las condiciones
climatológicas y de cultivo á que está sometido
, así como según su estado de desarrollo
en la época en que ha sido cortado; variando
también la composición de la ceniza en
las distintas partes del vegetal. En efecto,
siendo las cenizas el residuo fijo de las sales
contenidas en los zumos vegetales, darán éstos
mayor cantidad en la época en que la planta
está en savia, esto es, cuando circula mayor cantidad
de líquido por sus vasos. Las partes verdes
y la corteza dan mayor cantidad de cenizas
que las ramas, y éstas dan más que la madera,
en la cual predomina la celulosa, compuesta
exclusivamente de oxígeno, hidrógeno y carbono.
En igualdad de condiciones, las partes
más tiernas de un vegetal dan más ceniza que
las más viejas, y las plantas herbáceas más qué
las leñosas. Las maderas duras, cortadas á su
debido tiempo, dan por término medio 1 por
100 de ceniza; las maderas y ramas dan el 2
y más por 100; las hojas de la patata, del
maíz, ortiga, cardo y otros vegetales herbáceos
dan el 3 y hasta el 6 por 100. Estas cenizas
contienen cantidades variables de carbonato
potásico, desde 10 por 100 hasta 30 y
más. Hay cenizas, por ejemplo, las que proceden
de la cascara verde de la nuez, avellana
ó almendra, en las cuales la cantidad de dicho
carbonato pasa del 40 por 100, por cuya razón
se obtienen algo aglomeradas y semifundidas,
pudiendo considerarse como potasas
comerciales, ni más ni menos que el producto
que con el nombre de cenizas graveladas sé
obtenía antiguamente quemando las lías ó madres
del vino, cuyas cenizas llegaban muchas
veces á contener hasta un 50 por 100 de carbonato
potásico.
El conocimiento de la composición de las
cenizas es de absoluta necesidad para el agricultor,
puesto que dicha substancia representa
los principios fijos extraídos del suelo por
el vegetal; principios que han de devolverse
al suelo bajo una ú otra forma, si se quiere
conservar la fertilidad de la tierra.
De los principios contenidos en las cenizas,
los que más deben tenerse en cuenta bajo este
punto de vista son la potasa y el ácido fosfórico.
La primera se encuentra en las cenizas
principalmente al estado de carbonato; el segundo
está formando fosfatos alcalinos y férreos.
Ambos principios proceden de los detritus
de rocas que forman el suelo, y de las
mismas arcillas ó de los abonos y deyecciones
del ganado.
Admitiendo en todo su rigor las doctrinas
dé Liebig, el análisis químico de las cenizas
de una cosecha nos dice con toda exactitud
los elementos que en forma de abonos hemos
de echar á la tierra para restablecer el equilibrio
y conservar su fertilidad.
Siempre que la naturaleza del cultivo lo
permita, debe procurarse queden en la misma
tierra los desperdicios de la cosecha, cuyas
cenizas representan los principios minerales
fertilizantes de la tierra. En el cultivo de
cereales, deben devolverse á la tierra en forma
de abono todos los principios que sus cenizas
representan, y lo mismo sucede en otros cultivos
en que el producto viene representado
por el vegetal entero. En el cultivo de la vid,
del olivo y de todo arbolado en general tiene
una gran importancia el producto de la poda

у limpia, siendo grave error el pagar éstas y
otras operaciones con la leña y ramaje que se
produce, pues esto da ocasión a que se castigue
y maltrate inconsideradamente al vegetal.
Analícense las cenizas de los vegetales herbáceos
que se cortan en plena sazón, como el
cáñamo, el lino, el ramio, y se tendrá una
idea exacta de lo que necesita la tierra para
reponer sus pérdidas y la necesidad de que
vuelvan á la misma los desperdicios de una
explotación, para economizar lo posible en la
compra de abonos.
Enhorabuena, por ejemplo, que en la fabricación
del aceite se aprovechen las tortas
de orujo, lo mismo que la leña, para el caldeamiento;
pero téngase presente que una vez
utilizado el calor que dichas materias producen
durante su combustión, las cenizas que
quedan representan una parte de los principios
minerales que la planta robó al suelo.
Aparte de este uso, que es el primero que
debe recomendarse al agricultor, se emplea
la ceniza en la economía doméstica en general,
y en las explotaciones rurales en particular,
para otros muchos usos. Si se deja la ceniza
en agua, sea esta caliente, sea fría, se disuelven
las sales solubles que forman parte de
aquélla, predominando entre dichas sales el
carbonato potásico, que comunica al agua propiedades
alcalinas más ó menos pronunciadas,
según la cantidad de agua empleada con relación
á la cantidad de ceniza. Esta disolución
alcalina forma lo que se llama una lejía. Esta
se utiliza en la economía doméstica para el
fregado y limpieza de todo objeto grasiento,
y para la colada y lavado de la ropa, siendo
además de mucha utilidad para la limpieza y
fregado de todos los enseres y aparatos que
sirven en la fabricación del aceite.
La propiedad detergente de la lejía está
fundada en la saponificación de toda materia
grasa que se somete á la acción de los álcalis;
cuya acción es más enérgica si se hace
hervir la lejía con un poco de cal, ó si se ha
mezclado ésta previamente con la ceniza y se
ha lejiviado después con agua caliente. En
este caso la lejía resulta cáustica, todos los
carbonates alcalinos contenidos en la misma
han sido descompuestos por la cal, quedando
en la disolución el hidrato potásico.
Evaporada á sequedad la lejía de la ceniza,
deja un residuo blanco que, trabajado convenientemente,
constituye la potasa comercial
(véase).
Las cenizas de las plantas barrilleras constituyen
la barrilla; materia que por su acción
alcalina tiene análogas aplicaciones que la
potasa.
Las barrillas más ricas en carbonato sódico
son las que provienen de Alicante, Cartagena
y Almería, las cuales contienen de 25 á 30
por 100 de dicha sal, llegando hasta 40 por
100 en las calidades superiores. Las de la costa
de Cataluña son algo inferiores, y peores
eran las que se hacían en el Mediodía de
Francia. La de Canarias tiene 14 á 20 por 100,
— 39 — CEN
y las que provienen de otras plantas que crecen
en terrenos salobres, contienen tan sólo 8
ó 6 por 100, y aun menos. Todas ellas contienen
cantidades variables de sal común, y se
llaman dulces ó saladas según predomine en
ellas el sabor del carbonato alcalino ó el del
cloruro sódico. La fabricación de la sosa artificial
ha matado la industria de la barrilla natural,
empleada en grandes cantidades en otro
tiempo para obtener las lejías cáusticas de sosa,
con las cuales se fabricaba el jabón; sin embargo,
donde crezcan plantas barrilleras, si el
terreno no puede aprovecharse con otro cultivo
más productivo, deberán recogerse, secarse
al sol é incinerarse en hoyos, y la ceniza
ó barrilla podrá dar lejías alcalinas tan
útiles en la economía doméstica como las de
las cenizas­ ordinarias. El carbonato sódico, en
la mayor parte de las plantas barrilleras, es
producido por la descomposición del oxalato
sódico que contiene la savia del vegetal.
La saponificación de las materias grasas
por medio de la lejía de sosa cáustica produce
el jabón duro, así como la saponificación
obtenida por medio de la lejía de potasa cáustica
da el jabón verde ó jabón blando. Ambos
son de gran utilidad en la economía doméstica.
En las explotaciones olivareras donde
haya proporción de obtener cantidades
algo considerables de ceniza común ó de barrilla,
vale la pena de montar una caldera para
elaborar el jabón duro ó blando, no sólo para
el consumo de la misma explotación ó colonia
agrícola, sino también para la venta. (Véase
Jabón.)
Poco diremos de las cenizas de las algas ó
plantas marinas, pobres en sales potásicas,
aunque muy ricas en fosfatos; se utilizan como
abono extendiéndolas sobre el campo, siempre
que no se apodere de ellas la industria del
yodo.
En muchos puntos de la costa del Océano
se forman grandes montones de estas algas*
Después que las lluvias las han lavado, se dejan
secar y se incineran. Las cenizas, ricas en
fosfatos, son un excelente abono, si bien pueden
extenderse las mismas algas sobre el campo,
sin necesidad de quemarlas, como se hace
en algunos puntos de la costa de Galicia, aun
cuando su descomposición es algo lenta.
Como último ejemplo del aprovechamiento
de las cenizas de los vegetales como abono,
citaremos la práctica que se sigue en la provincia
de Tarragona, donde se aprovechan
toda clase de restos vegetales para formar
montoncitos sobre el campo, á cuyos montones,
cubiertos con una capa de tierra dispuestos
como hornillos, que en el país llaman formigués,
se les prende fuego, esparciendo después
las cenizas y la tierra con el rastrillo.
Usanse al efecto muchas veces las cañas que
se plantan á orillas de los ríos ó arroyos, las
cuales, reproduciéndose y entrelazándose sus
raíces, no sólo sirven para contener las avenidas,
aminorando sus efectos, sino que nutriéndose
con las sales del limo que allí se

CEN — 40 — CBN
deposita, constituyen un medio de transportar
y aprovechar estos principios fertilizantes
á las tierras que se quieren abonar, al mismo
tiempo que con la combustión de la caña y
broza que forman las hornillas, se desagrega
la tierra y se destruyen los gérmenes de malas
hierbas y de toda clase de insectos.
R. Mano arres.
, CENIZO BLANCO.—(V. Atriplex.)
CENSO.—Esta palabra se deriva de la latina
census, que á su vez procede del verbo
censen, estimar, juzgar, sentenciar, apreciar,
etc., etc. La significación se halla sin
duda en el juicio que pronunciaba el magistrado
público llamado en Roma censor, encargado
de formar y rectificar cada cinco años
la estadística personal ó padrón. De aquí que
este cálculo de la riqueza, número y costumbres
de los ciudadanos, recibiera el nombre
de censo, generalizándose sucesivamente la
palabra á otras clases de prestaciones pecuniarias
y fructuarias, y al contrato que las
produce, en el cual el legislador hace las
veces de censor, estimando previamente para
cada caso el tipo de la pensión ó canon.
Fijándonos, en primer término, en el censo
como contrato, debemos advertir las varias
significaciones de esta palabra, pues lo mismo
expresa el derecho, á percibir ó exigir la pensión
impuesta sobre un inmueble ó una cantidad
determinada, la obligación de pagarla,
que el contrato establecido entre las partes
con el indicado objeto.
De lo dicho se infiere que podemos definir
el censo: «Contrato por el cual adquiere el
derecho de exigir y percibir cierto rédito ó
pensión anual, el que cede ó transmite á otro
alguna cosa ó cantidad con este propósito,
y según las formalidades prescritas por las
leyes.»
Examinando la cuestión de legitimidad y
utilidad de los censos, dice Arrazola en su
Enciclopedia de Derecho y Administración:
«Si los infelices propietarios, abrumados por
necesidades urgentes; los honrados padres de
familia, sorprendidos por una desgracia imprevista,
acudieran respectivamente al medio
de enajenar sus bienes para aliviar su miseria,
poner á cubierto su reputación ó satisfacer
sus caprichos, ¿puede negarse que la venta
en sí misma sería justa á los ojos de la ley
y de los hombres? Y, sin embargo, la enajenación
absoluta de sus propiedades les inferiría
mayores y más irreparables perjuicios
que la imposición de uno ó más censos sobre
ellas. El verdadero y transcendental inconveniente
consistía en que algunos censos no podían
redimirse, lo que desapareció más tarde
á beneficio de la ley, borrándose esta diferencia
y siendo todos redimibles. Cesando la perpetuidad,
se han. minorado los perjuicios, porque
aquélla era en verdad gravosa bajo el aspecto
económico , y tenía algo de inicua bajo
el aspecto moral, puesto que privaba al deudor
para siempre de su libertad natural de
hacer el pago; Orillado este inconveniente,
¿cuántas ventajas no han producido y pueden
producir en adelante? El labrador que áfuerr
za de constante trabajo y honradas economías
se siente con fuerzas para salir de la insegura
condición de simple bracero, busca una finca
agrícola á censo reservativo, y se convierte
por este medio en propietario, afianzando el
dueño de aquélla el interés de su capital sólidamente
y sin eventualidades ni trabajos.
De la misma manera el propietario falto de
metálico puede encontrarle fácilmente á censo
consignativo, hacer más productiva su finca
á fuerza de esmero y de constancia, y devolver
el capital después de haber satisfecho
su objeto, sin verse precisado á enajenar
parte de su finca ó toda ella, como sucedería
si este contrato no existiera.»
Claro es que, sería mucho más beneficioso
para el agricultor el poseer plenamente las
fincas que cultiva, y disponer del capital suficiente
para el desarrollo en la conveniente
escala de las faenas á que se dedica: pero este
es el estado perfecto á que pocos llegan por
desgracia, y ya que muchos labradores se ven
precisados á apelar á los arrendamientos, no
debemos considerar como tan desgraciados á
los que por medio del censo enfitéutico han
logrado adquirir el dominio útil de las tierras,
y hallarse en camino, andando el tiempo, de
hacerse dueños del dominio directo, emancipándose
por medio del ahorro de las cargas
que la carencia de bienes y de capitales para
adquirirlos les obligaron á aceptar.
CLASIFICACIÓN BE LOS CENSOS.—Divídense
los contratos censuales en varias clases, según
el aspecto bajo el cual se consideren; pero á
nuestro propósito sólo importa examinar la
verdadera naturaleza de los censos, y en este
concepto deben clasificarse en enfitéuticos,
consignativos, reservativos y vitalicios..
Censo enfitéutico. — Es un contrato por el
cual, transfiriendo i otro el dominio útil de
una cosa y reservándose el directo, se adquiere
el derecho de exigir de aquél cierto canon
ó pensión anual. El censualista, corrió dueño
del dominio directo, adquiere los siguientes
derechos: el de comiso, es decir, el de volver
á adquirir el dominio útil si el censatario 'no
satisface el canon durante cierto plazo; el de
tanteo, que consiste en poder readquirir la
cosa acensuada por el precio estipulado, en
caso de que el censatario quiera venderla á
un tercero; el de laudemio ó cincuentena parte
del precio de la cosa que debe pagar el
que entra nuevamente á poseerla. Por su parte,
el censatario adquiere: el dominio útil de
la cosa; el derecho de venderla; el de empeñarla
sin permiso del censualista; el de imponer
servidumbres sobre la finca ó trasladar á otro
su usufructo; el de darla en dote á sus hijos, ó
dejarla por sucesión ó por mejora sin pagar el
laudemio, cuando en el contrato no se haya
estipulado lo contrario, y el de prelación en
el caso de que el censualista trate de enajenar
el dominio directo.
Censo reservativo.—Es un contrato por el

GEN — 41 — CEN
que, al verificarse la transmisión de ambos
dominios, directo y útil, de una'cosa inmueble,
se reserva el vendedor el derecho de exigir al
nuevo poseedor cierta pensión ó rédito. La
reserva de este derecho es la que califica esta
clase de censos con el nombre que se les ha
asignado. Distingüese del enfitéutico en puntos
esenciales, porque en éste se transfiere sólo
el dominio útil y la posesión material, mientras
que el directo y la posesión civil permanecen
en el dueño del fundo, y en aquél
ambos dominios pasan al censatario, quedándole
al censualista sólo el derecho de percibir
el canon. No existe por lo tanto en el censo
reservativo ni laudemio, ni comiso, ni tanteo.
Censo consignativo.—'Eis una especie de
compra, por la cual entregando á otro un capital
en dinero efectivo, se adquiere el derecho
de exigir de él, con la garantía de los bienes
consignados para su seguridad, una pensión
anual determinada. Denomínase consignativo
por hallarse ordinariamente consignado
sobre bienes especiales del censatario. En este
censo, como en el anterior, no hay división
entre el dominio directo y el útil, y su carácter
y naturaleza son las de un gravamen que
se establece sobre fincas ó cosas determinadas,
en virtud del cual el dueño de la cosa ó predio
debe pagar la pensión estipulada.
Censo vitalicio.— Por éste, el derecho de
exigir la pensión ó rédito anual se constituí
ye tan sólo sobre la vida natural de una ó más
personas; considérase como una rama ó derivación
del consignativo, y lo más frecuente es
constituirlo sobré la existencia de la misma
persona que entrega el capital, y compra por
este medio la pensión que ha de servir para
sostenerla, si bien el comprador es arbitro
para imponerle sobre la vida de un tercero, y
aun éste puede ignorar lo convenido, por más
que preste al contrato el número incierto de
los días de su vida.
LEGISLACIÓN.— La relativa á los censos es
en España vastísima, y se complica aún más
por medio de la jurisprudencia, prácticas y
costumbres generales y locales que han regido
y rigen actualmente sobre esta materia;
pero nosotros hemos de contentarnos con ligeras
indicaciones que servirán de guía á los
que tengan necesidad de profundizar más este
punto, porque la índole de este trabajo no
consiente otro procedimiento.
En las leyes de Partida encontramos los
primeros vestigios de la legislación relativa
al censo enfitéutico, primero que aparece en
el orden de los tiempos. La ley 3. a
del título
XIV de la Partida 1. a
define el censo enfitéutico
distinguiéndole del contrato de venta
y del de arrendamiento, por más que reconozca
que participa de la naturaleza de ambos.
La ley 11, título XXXI, Partida 3. a
, dispone
que el dueño del dominio directo puede conceder
á un tercero servidumbres sobre las fincas
censuales;la 28 del título VIII, Partida 5. a
censatario, no estará éste obligado á continuar
en el pago del^anon; pero si la pérdida
fuese parcial, con tal que quede la octava
parte por lo menos, subsiste la obligación de
satisfacer el canon anual. La ley 29 de los
mismos título y Partida concede al censatario
la facultad de enajenar la cosa acensuada;
pero avisando alpénsualista por si éste quiere
readquirirla ppr el tanto, y dispone también
que el dueño del dominio útil puede empeñarle,
siempre que se adopten las seguridades
correspondientes para garantizar el pago del
canon..
La ley 3.» del título XV,,libro X de la Novísima
Recopilación, fundándose en los perjuicios
que se ocasionaban á los censualistas
que disfrutaban censos,redimibles ó al quitar,
dispone que el canon haya de pagarse precisamente
en dinero; la 4.
,
que si la cosa dada á censo se perdiese toda
por causas independientes de la voluntad del
a
del propio título
trata de evitar los contratos simulados que se
verificaban para burlar los preceptos de la
anterior, y la 5. a
es todavía más explícita,
porque establece la tasa, ordenando «que en
los censos constituidos como perpetuos desde
el año de 1534, en frutos ó cualquiera otra
cosa que no.fuese dinero, y en los que en adelante
se contratasen, se. paguen á razón de
1.000 maravedís por cada 14.000 que hubiese
dado él comprador, y aunque en la escritura
se expresase ser tales censos perpetuos, se
hubiese de tener y juzgar como .redimibles;
que los que resultasen á mayor, precio de
14.000 maravedís el millar, no llegando n
20.000, pudiera reducirlos el deudor, quedando
á éste salvó el dereqho, si no quisiera. har cerlo el dueño del dominio directo, para proceder
contra él sobre el engaño ó iniquidad
de tal contrató».
Es importante, y por lo tanto debe consignarse,
por referirse al censo enfitéutico, que
es el más relacionado con la suerte del agricultor,
la ley 12 del título VIII,, en la cual
se dispone que en las ventas del dominio útil
sólo pague el censatario, en concepto de laudemio,
una cincuentena parte, del precio de la
cosa que se vende, ó sea el 2 por 100; que,el
enfiteuta podrá redimir el censo perpetuo,, entregando
un capital duplicado á razón de 33
y un tercio al millar, regulado por el canon ó
rédito "anual, y á su vez él dueño del dominio
directo obligar al censatario, aunque éste no
lo solicite, á que redima ó cargue á censo redimible
el capital del perpetuo.
Como se ve, adelantando los tiempos, iba
progresando también en la ley la doctrina de
la redención de censos, pues en varias se consideraba
á todos taxativamente como redimibles,
y no debemos extrañar, por lo tanto,
que concurriendo con estas ideas las que ya
á fines del siglo pasado comenzaban á difundirse
con respecto á los males que ocasionaba
á la propiedad territorial su acumulación en
las manos muertas, se dictasen con respecto á
los censos., reglas relativas á su desamortización,'
es. decir, á la reunión de ambos dominios
en una sola persona.
Dic—IV.
4

En efecto, en la ley 24 del título XV, libro
X, se consignan varias disposiciones referentes
á la redención de censos, á fin de
obviar los litigios que surgían acerca del
cálculo del capital. Planteadas en España las
instituciones representativas, las ideas políticas
que produjeron la desvinculación y la
desamortización eclesiástica impulsaron la redención
y venta de los censos, considerándolos
como una de las trabas que ligaban la
propiedad y embarazaban su libre transmisión;
pero cuando, el régimen constitucional experimentaba
algún eclipse, dominaban entonces,
como era natural, opuestas ideas, y se dictaban
disposiciones encaminadas al restablecimiento
de los censos, aun con el carácter de
perpetuos, y á veces la reacción fué tan lejos,
que se desconocieron por completo y se anularon
legítimos derechos creados al amparo
de las leyes. De esta alternativa brotaron muchas
y opuestas providencias, que embarazaban
la legislación en esta materia, y hasta el
presente no ha terminado por completo la lucha,
pues aún está pendiente lo que se refiere
á la redención forzosa de los censos enfitéuticos
y foros de Asturias y Galicia, pues todavía
no se ha encontrado una fórmula que pueda
convenir á los dueños del dominio directo.
Por decreto de las Cortes de 6 de Agosto
de 1811 se incorporaron á la nación todos los
señoríos jurisdiccionales, declarándolos en la
clase de los demás derechos de propiedad privada,
y por tanto los contratos, pactos ó convenios
hechos en razón de aprovechamientos,
arriendos de terrenos, censos ú otros de esta
especie celebrados entre los señores y vasallos,
debían desde entonces considerarse como
contratos de particular á particular. La ley
de señoríos de 3 de Mayo de 1820 (puesta de
nuevo en vigor en 2 de Febrero de 1837) confirmó
las disposiciones de la anterior, ordenando
que los contratos de censo, como todos
los demás, se ajustasen en lo sucesivo á las
reglas del derecho común, como celebrados
entre particulares, sin fuero especial ni privilegio
alguno; que no se pagaría al dueño directo,
en el caso de enajenación de la finca
infeudada, más que la cincuentena, ó sea el 2
por 100 de su valor líquido, cualquiera que
fuesen los usos establecidos en contrario; que
no se pagaría cosa alguna en concepto áefádiga
ó derecho de tanteo, y que éste sería re-,
cíproco para los poseedores de uno y otro dominio,
y por último, que los laudemios, las
pensiones y cualesquiera otras cargas anuales
en dinero ó en frutos pertenecientes á las enfiteusis
referidas de señorío y alodiales, se
podían redimir lo mismo que los censos perpetuos.
La reacción política verificada á consecuencia
del restablecimiento del poder absoluto en
1823, declaró (Real decreto de 16 de Enero de
1825) nulas y de ningún valor ni efecto las
redenciones de censos pertenecientes á los regulares
hechas en la época anterior, debiendo
pagar los censatarios á las respectivas comu­

CEN — 43 — CEN
morta, ó«ea á primeras cepas, que se verifica
cuando el dueño del fundo lo cede para plantarlo
de viña y mientras existan las primeras
cepas, terminando el contrato cuando éstas
mueren ó son infructíferas. En los proyectos
de Código civil que varias veces se han formulado
se conserva esta clase de censo, por
ser frecuente y de indudable utilidad en Cataluña,
si bien extendiendo á sesenta años su
duración, fijada hoy en cincuenta por la jurisprudencia
de aquellos tribunales.
La institución de los censos es muy antigua
en Aragón, encontrándose ya vestigios de
ella en la legislación forál. Martín I disponía
en 1398 que los censos comprados in perpetuum
se considerasen como bienes sitios. Hay
que advertir que en Aragón existían los que
se llamaban censales, ó sean los contratos en
que por medio de la transmisión á otro del
dominio de un capital ó finca, adquiere el que
lo da el derecho de cobrar una pensión anual
por tiempo ilimitado, y los censos redimibles
ó llamados graciosos, que se consideraban
como cosas muebles, así como los irredimibles
ó perpetuos pertenecen á la categoría de bienes
sitios. El rey D. Alfonso I de Aragón
dictó sobre esta materia una notable pragmática
, la cual, entre otras cosas, dispone: que
las acciones dirigidas contra los censatarios
por las pensiones fuesen ejecutivas, no obstante
cualesquiera excepciones alegadas para
detener (
su curso, y esto mismo reiteró Feli­
pe lien Tarazona en 1592, ordenando que
los pleitos seguidos para la cobranza de los
censales fueran fallados ejecutiva y privilegiadamente,
y habidos por el fuero como sentenciados
á la sola ostentación de la escritura.
D. Juan II (1461) redujo la tasa en los censos
impuestos sobre las aljamas de los moros y
judíos á 40.000 al millar y de aquí abajo, y en
1646 los-censos en general se redujeron á
22.000 por 1.000. El censo enfitéutico se conocía
en el reino de Aragón con el nombre de
tributación.
A pesar de lo prescrito en la pragmática de
D. Alfonso I, á que más arriba aludimos, en
los censos consignativo y reservativo podía
estipularse la cláusula del comiso, en el caso
de que los censatarios no satisfaciesen el canon
estipulado.
Puede establecerse censo sobre lo que á uno
le deben, y aun sobre las pensiones vencidas
de otro censo. No está demás recordar que en
el siglo pasado, en las ventas hechas á pacto
de retrovéndatelo, si el vendedor se quedaba
con la finca enajenada en arrendamiento, este
contrato se llamaba censo, considerándose el
precio, como capital; novedad que influyó
mucho para que al celebrarse las ventas llamadas
á carta de gracia, no permitiera el
comprador al vendedor continuar en el disfrute
de la finca como arrendador.
En Valencia el luismo (as! se llamaba en el
reino de Aragón el laudemio) ascendía á la décima
parte del precio de la finca cada vez que
se enajenaba; gravamen enorme, pues el due­
ño directo estaba suficientemente indemnizado
con los réditos anuales de su valor en renta.
Los foros de Galicia, y aun los de Asturias,
casi idénticos, fueron en su origen contratos
de arrendamientos, y datan de la época de la
reconquista. Los nobles y el clero dieron á
colonos sus terrenos incultos, generalmente
por la yida de tres reyes y veintinueve años
más. Los colonos, autorizados por la práctica,
dispusieron de los foros libremente, y establecieron
subforos, cargando sobre cada Uno
de ellos una parte proporcional de la pensión.
Estas divisiones y subdivisiones produjeron
grandes inconvenientes y conflictos entre los
dueños directos que pretendían la reversión
de las tierras con todas sus mejoras, y los poseedores
del dominio útil que al.cabo de tantos
años la resistían. Los fallos contradictorios
de los tribunales y las reclamaciones del reino
de Galicia hicieron necesaria la intervención
del Consejo de Castilla, que mandó suspender
en 1763 los pleitos sobre foros, mientras los
foreros pagasen el canon que venían satisfaciendo.
Sobre este punto todavía no se ha dicho
la última palabra, si bien la providencia
del Consejo declaró de hecho la perpetuidad
de los foros, y el lapso de tantos años transcurridos
la confirma también. Eso sin contar
con que la misma convicción de. los señores
directos y útiles, habituados á mirarla como
un hecho consumado é irrevocable; los respetos
debidos á la equidad y al interés de la
agricultura y de las clases más desvalidas y
laboriosas, y hasta el origen obscuro de muchos
foros, aconsejan que se los considere
como verdaderos censos enfitéuticos.
Y así indudablemente lo entendió el poder
legislativo, puesto que considerando las prescripciones
legales vigentes como abusivos todos
los derechos censuales perpetuos, al dominar
una situación radical que atacaba de
raíz ciertos vestigios señoriales, juzgó de igual
condición que los demás censos los foros, subforos,
censos frumentarios y demás disposiciones
de este género, dictando reglas para
que perdieran su carácter de perpetuidad y
se considerasen como redimibles, aunque leyes
posteriores detuvieran los efectos de tales
determinaciones; desde el instante en que se
reconoció por el derecho usual la redención
de las enfiteusis perpetuas, se abrió el camino
para la no lejana desaparición de los últimos
vestigios, que aun quedan en algunas zonas
de la Península, de las costumbres antiguas,
en contraposición con el espíritu de los modernos
tiempos.
CONSTITUCIÓN DE LOS CENSOS.—Aunque en
todos los censos no intervienen desde luego
el censualista y el censatario, pues sin esta
circunstancia se constituyen los vitalicios,
reales, juros, censos por testamento, dote, etc.,
deben considerarse todos como originarios de
un contrato, porque, tácito ó expreso, existe
al fin el asentimiento de ambas partes, y esta
es la regla general á que todos los censos
deben ajustarse en lo posible.

CEN — 44 — CEN
Capital de los censos.—De cualquier modo
que se constituya el censo, siempre es el precio
uno de los principales requisitos, ó mejor
dicho, el principal que debe tenerse en cuenta,
pues él decide de la justicia ó de la injusticia
de la imposición. Nacidas y desarrolladas
estas instituciones cuando dominaban
ciertas doctrinas acerca de la usura y de la
tasa del dinero, todavía en los códigos quedan,
algunos vestigios. que han desaparecido
por completo de los contratos de ventas comunes.
El precio variaba según las localidades. En
Cataluña se adoptó la práctica de establecer
el tipo á 1 por 20; en Valencia se constituían
á veces censos al 1 por 10; en Andalucía y
algunas comarcas de la parte de allá del Tajo,
sujetas á la antigua Cnancillería de Granada,
solían constituirse al 1 por 10, y en las del
lado de acá á razón de 1 por 12 ó 14, hasta
que la reina Doña Juana estableció la tasa de
14.000 maravedís al millar, ó sea al 1 por 14,
con la obligación de pagar el canon en dinero.
En 1608 y 1621 se redujeron de nuevo á 1
por 20 los censos redimibles creados ó que se
crearan en lo sucesivo, y Felipe V ordenó más
tarde (ley 8. a
, título XV, libro X de la Novísima
Recopilación) que no pudieran constituirse
en adelante á precio menor que el 33
por 100 y un tercio al millar, que es todavía
hoy el precio legal de esta clase de censos.
En justicia debe ser mucho mayor el precio
en el censo enfitéutico que en todos los restantes
, pues el censualista conserva el dominio
directo de la cosa acensuada, y adquiere además
el de percibir el laudemio y otros derechos
enfitéuticos. .
Personas que pueden constituir censos.—
Fácilmente se concibe que disponen de esta
facultad todos cuantos pueden contratar, es
decir, todas las personas que disponen de la
libre administración de sus bienes. A pesar de
esto, un menor que está bajo la patria potestad
no puede contraer; pero como disfruta de
la facultad de testar, es hábil para constituir
en testamento censos sobre sus bienes disponibles.
Sobre qué cosas se pueden constituir los censos.—Tratándose
de los bienes, puede establecerse
el censo sobre los que pertenecen á
cada cual por derecho de dominio privado,
sean muebles ó inmuebles; pero no sobre las
cosas que están fuera del dominio de los hombres
, como son los bienes nullius y las cosas
sagradas, religiosas ó santas, ni sobre las que
son comunes á todos por derecho natural,
como el agua corriente, el mar y sus costas,
ni sobre las de uso público, como los ríos,
puentes y riberas. Con respecto á los bienes
pertenecientes á entidades y pueblos, hay que
distinguir los destinados á público y perpetuo
aprovechamiento, como las plazas, la vía pública,
los acueductos, las fuentes, los paseos,
la casa municipal, términos, salidas, dehesas,
montes y otros de este género, los cuales no
pueden sujetarse á censos sin la licencia de la
autoridad competente ó del Gobierno; pero los
que pertenecían á las rentas ó recursos ordinarios
eran susceptibles de obligarse al contrato
censual, por acuerdo de la municipalidad,
en beneficio del público.
El propietario puede imponer censo sobre
su finca aunque otro tenga el usufructo de
ella; pero no establecer servidumbre sin consentimiento
del usufructuario, porque la servidumbre
urbana ó rústica consiste en cierto
derecho de usar y gozar, y careciendo de él
el dueño de la finca no puede imponerla, mientras
que para el censo le bastan su condición
y derecho como tal.
Fiador del censo.—En el contrato censual
puede intervenir fiador, y queda obligado en
su caso al pago de las pensiones vencidas;
pero es regla general que no han de reclamársele
sin que anteriormente se haya acudido
contra el censatario ó deudor principal si está
presente y solvente.
Escritura.—Siendo la índole general de los
censos un contrato siempre á largo plazo, nada
es más natural que constituirlos por medio
de escritura pública. Por lo que toca al enfitéutico
, lo consigna así la ley de Partida (28,
título VIII, Partida 5. a
): cé p©r escrito, ca
de otra guisa con valdrie». Respecto de los
demás censos las leyes no son tan terminantes;
pero hoy es costumbre que toda constitución
de censos, así como el reconocimiento de los
mismos, y con mayor motivo si contiene subrogación
ó designación de nuevas hipotecas,
se haga por medio de escritura pública. Claro
es que esto se refiere al censo convencional,
pues los de otro género, como juros, vitalicios,
etc., lo propio que su reconocimiento,
renovación ó modificación, pueden serlo por
documento auténtico, á veces por reales cédulas
, reales órdenes, inscripciones, títulos de
crédito contra el Estado, etc., etc.
Redención de los censos.—-Este es el medio
más común y frecuente de la extinción de los
censos, y procede cuando el censatario devuelve
espontáneamente al censualista el capital
del censo, y los réditos y pensiones que
le adeude. Cuando el censo es muy antiguo y
se desconoce él capital, se valuará con arreglo
á la costumbre donde la haya, y donde no se
formará el capital por la cuota de la pensión
á razón de 100 por 3. Según la moderna legislación,
todos los censos son redimibles, cou
la diferencia de que por los que lo son en su
origen sólo se paga el capital sencillo, y por
los que se establecieron como perpetuos, cuando
las leyes así lo consentían, debe pagarse el
doble, ó sea 200 por 3. En caso de duda se
considerarán como redimibles, porque la interpretación
legal se inclina siempre á lo menos
gravoso, conforme á las reglas del derecho.
Con respecto á las ventajas y á los inconvenientes
de los censos, en lo que se refiere á
•la agricultura, debemos exponer como regla
general lo que puede decirse de todas las instituciones.
Cuando nacen, casi siempre se

CEN — 45 — CEN
hallan plenamente justificadas por las necesidades
de los tiempos, si bien antes de desaparecer
resisten, como todo lo establecido, más
de lo que convendría á la ley del progreso.
Sin embargo, cuando la propiedad se hallaba
reunida en pocas manos, no hay que dudar de
que las enfiteusis fueron un adelantamiento
sobre la servidumbre, y el origen, andando
el tiempo, de la creación de nuevos propietarios
por medio del ahorro. El censo consignativo
ha podido suplir de algún modo á las
instituciones de crédito, porque en el fondo
viene á ser un préstamo con hipoteca á largo
plazo y con derecho á la emancipación de la
finca; y con respecto al reservativo, en el cual
ambos dominios, directo y útil, pertenecen al
censatario, es preferible en algunos casos, por
lo que respecta al cultivador, el arrendamiento
, siempre que el canon sea moderado, pues
además de la seguridad que ofrece al labrador
para alentarle á mejorar las fincas que cultiva,
le proporciona con el aliciente de la redención
un medio de emplear convenientemente
sus ahorros.
Claro es que al expresarnos de esta suerte
lo hacemos tan sólo de un modo relativo, porque
el bello ideal consiste en el cultivo de
fundos propios, con el capital suficiente para
obtener de ellos el mejor partido posible, según
las exigencias de los tiempos; pero mientras
carezcamos del crédito agrícola y la propiedad
territorial no se halle distribuida de
un modo más proporcional y razonable, no
desaparecerán por completo los censos, que al
lado de algunos inconvenientes ofrecen indudablemente
ventajas positivas. Eso sin contar
con que no es posible borrar de las leyes un
convenio que se celebra libremente entre las
partes contratantes, sin condiciones irritantes
y al abrigo de los principios del derecho civil.
M. González Llana.
CENTAURA MENOR (Botánica y Farmacia)
(Erythrma centaurium, Pers.; Chironia
centaurium, W.; Gentiana centaurium,
Linneo).—Esta planta (figura 35), de la familia
de las Gencianáceas, muy común en los
montes tallares, en las praderas y en las orillas
de los vallados, alcanza de 2 á 3 decímetros
de elevación; es de sabor amargo é inodora.
Sus raíces son fibrosas, pequeñas y blanquecinas;
el tallo delgado, cuadrangular, con
ramos opuestos, dicotomos, extendidos, ascendentes,
lampiños y lisos; las hojas opuestas,
sentadas, ovales, agudas, enteras, con
cinco nervios, lampiñas y de color verde amarillento;
las radicales forman un rosetón peco
frondoso, y son pecioladasy obovales; las superiores
lineares y agudas. Las flores, que
aparecen en Julio y Agosto, son de color
rosado débil, sentadas en las divisiones del
tallo, con brácteas lineares, y formando corimbos
terminales y compactos. El cáliz es cilindrico,
y de cinco divisiones erguidas, estrechas
y aleznadas; la corola gamopétala, en forma
de embudo y más larga que el cáliz, con tubo
estrecho, estriado y limbo de cinco divisiones
iguales, ovales y obtusas. Se ven cinco estambres
apenas abiertos, con anteras introrsas,
que se tuercen en espiral después de emitido
el polen. El ovario es prolongado, linear, unilocular
y polispermo; el estilo corto, bifurcado
en el vértice, con estigma redondeado en cada
rama; el fruto, en forma de caja, alargado,
bivalvo y rodeado por el cáliz y la corola, que
son persistentes, y las semillas pequeñas, subglobulosas
y lisas.
Generalmente no se siembra la centaura,,
por ser más amarga y activa la planta silvestre:
Figura 35.—Centaura menor
que la cultivada, pero en caso de sembrarla,
habrá de escogerse tierra que no sea demasiado
fuerte ni demasiado húmeda. En Julio y
Agosto se recolectan las sumidades floridas,,
se hacen con ellas manojitos, que se cubrirán
con papel, á fin de que se conserve el coloide
las flores, y se secan en un granero bien
ventilado todo lo más pronto posible, perdiendo
con la desecación el 62 por 100 de su
peso. El olor que conservan es muy débil, y
el sabor amargo muy pronunciado. Contienen
esas sumidades, únicas partes que se usan,
éritro-centaurina, materia amarga y materia
cérea. La primera es una substancia no azoada,
que cristaliza en agujas blancas, insípidas
é inodoras, y se disuelve en agua hirviendo,,
alcohol ó cloroformo, y difícilmente en agua
fría, presentando sucesivamente los colores
anaranjado, rosáceo y rojo bajo la influencia
de los rayos solares directos, aun cuando sin
modificarse la composición química de la éritro-centaurina.
La materia amarga es el principio
más activo del producto vegetal que nos
ocupa.

CEN — 46 — CEN
El débil y amargo aromático de la centaura
menor se puede aplicar en los mismos casos
que los demás amargos usados en medicina;
administrada la planta á elevadas dosis puede
producir dolor de estómago, diarrea y vómitos.
Antes del descubrimiento de la quina se
empleaba la centaura mucho como febrífugo,
y aun hoy se puede utilizar como auxiliar de
la quina en las fiebres intermitentes. También
se prescribe en concepto de estomacal contra
las dispepsias, como carminativa en el flato y
como aperitiva en la anorexia. Como antihelmíntica,
se recomienda también en la gota
atónica y en la gastralgia de los gotosos, y
por último, para cataplasmas sobre las úlceras
atónicas, escrofulosas y escorbúticas. Las formas
en que se emplea son: 1. a
Tisana por
infusión, en la proporción de 10 por 1.000.—
2. a
Extracto, en la dosis de 1 á 2 gramos.—
3. a
En polvo, á la dosis de 1 á 4 gramos si
se administra como estomacal, y á la de 10,
15 y más como febrífugo.—4." En zumo, á
la dosis de 30 á 50 gramos. También se prepara
con la centaura menor, vino, tintura,
cerveza, agua destilada, conserva y jarabe.
Figura en,las especies amargas, en el bálsamo
vulnerario, en el espíritu carminativo de Silvio
y en _ la triaca. Su cocimiento se emplea
en lavativas, y al exterior en lociones y fomentos.
Son succedáneos de la centaura la
Erythraa pulchella, Lin., y la E. spicata,
Pers.
La Centaura mayor ó centaura oficinal
( Centaura centaurium, L.), pertenece, á pesar
de la analogía de su nombre, á una familia
diferente, la de las. Compuestas carduíneas. Su
raíz, tónica y febrífuga, se ha usado mucho
tiempo en medicina, pero hoy está casi olvidada.
Otras centauras, como la Centaura calcitrapa,
L.; C. cyanus, L.; C.jacea, L., empleadas
en otro tiempo, no se usan hoy.
CENTENO.—Planta cereal importante por
los principios alimenticios de su grano, que
en las sierras frías y destempladas, de pobre
suelo, constituye un recurso de inapreciable
valor. Su rusticidad y fácil vegetación le permiten
subsistir donde ni el trigo ni la cebada
se acomodan, y en semejantes situaciones no
sólo sirve como vegetal de grano panificable;
si que también como forraje excelente para las
ganaderías. Esto sin contarla utilización que
en Alemania obtiene para la fabricación de
bebidas alcohólicas.
El centeno forma la única especie del género
Sécale, nombre originario del céltico Segal
que daban á la planta, por permitir su buena
corpulencia el cortarla ó segarla (de sega,
hoz). Distinguen este género por las espículas
ó espiguillas solitarias, sencillas y comprimidas
sobre el raquis de la espiga, y conteniendo
cada espícula dos flores hermafroditas,
con otra estéril encima rudimentaria. Dos
glumas casi opuestas y dos glumellas, protegiendo
un grano oblongo y surcado. La especie
es planta anual, de tallo que se eleva
¿asta 1 y 1,75 metros, vestido de hojas linea­
les , anchas, glaucas ó verde mar y escabrosas.
Algo dudosa aparece su genealogía, pero, á
pesar de las opiniones de los que atribuyen su
procedencia á la Isla de Creta, parece probable
que su patria sea la llanura central del
Asia, así como la del trigo y de la cebada,
formando el famoso conjunto que en la antigüedad
dedicaban unos á la diosa Ceres y
otros al dios Pan. Es de notar, no obstante,
que el cultivo del centeno no parece tan antiguo
como el de las plantas expresadas de este
mismo grupo de cereales, puesto que ni en
las referencias hebreas, ni en las de Grecia,
ni en las de China, hay nada que autorice
para creer que fuese conocido el cultivo del
centeno.
Los griegos no le conocían sino como una
producción de los países situados al Norte de
la Tracia, bajo el nombre de Bruza, y entre
los romanos, Plinio es el primero que habla de
él como una planta cultivada en los Alpes, y
le da el nombre de Sécale. Aparece cultivado
en la antigüedad casi exclusivamente por
los celtas y germanos, que le introdujeron en
la Galia, donde ya se conocía antes de la
conquista de los romanos, aunque César no
habla de él; pero más tarde aparece ya utilizado
por los romanos con el nombre latino
de Siligo, que dieron á la cariópside formada
por sus florecillas una vez fecundada.
Este género comprende tan sólo la especie
cereale, en la cual se incluyen cuatro variedades,
ó sean el llamado centeno de otoño, de
primavera, de verano y de Rusia.
El centeno de otoño (figura 36) se siembra
á últimos de Octubre, y se recolecta en el estío
siguiente, en los meses de Mayo á Agosto,
según los climas en que se cultive. Da
mayor cantidad de paja y de grano, siendo
éste más nutritivo, y la paja más larga'y
gruesa que el centeno de primavera. Las figuras
37 y 38 representan dos variedades incluidas
en la de otoño, qHíe se conocen con el
nombre de centeno de los Alpes y de Roma,
por ser éstas las localidades en que se cultiva
con preferencia; son muy precoces y muy productivas.
El centeno de Marzo ó de primavera (figura
39), que, como su nombre lo indica, se
siembra de Febrero á Marzo, tiene la paja
más fina y más corta, el grano es más pequeño
y menos nutritivo que el anterior, da productos
menos abundantes, y se cultiva generalmente
en las tierras húmedas y frías, ó
cuando un invierno muy riguroso y extremado
no hace posible el cultivo dé la variedad
anterior. Según experimentos de Tessier, si
se cultiva durante algunos años sembrándole
en otoño, se convierte en la variedad precedente,
hasta el punto de producir bastante;
pero no se aviene la variedad de otoño á las
siembras de primavera, lo cual confirma el
ser más fácil alargar que acortar los períodos
de vegetación.
El centeno de San Juan ó de verano se distingue
de la variedad antes citada por el vi-

GEN — 47 — GEN
gor y precocidad de su vegetación, por la Ion- | nio, regarlo ó aprovecharle pastando el gagitud
de sus pajas y espigas, así como por su | nado en el otoño, y recolectar husosecha de
Figura 36.—Centeno ordinario Figura 37—Centeno de loa Alpes Figura 38.—Centeno de Roma
propensión á producir numerosos tallos, por grano en el estío siguiente, pudiendo asimiscuya
razón se denomina multicaule; su grano mo sembrarse en la misma época que el de
es más corto y menos nutritivo que el cente- otoño.
no de otoño. Se puede sembrar á fines de Ju- El centeno de Rusia, procedente de las ori-

GEN — 48
Has del mar Báltico, introducido por Thaér
en el cultivo del resto de Europa,, tiene las
Figura 39.—Centeno de primavera
hojas largas, la paja muy alta, produce
mucha cantidad de grano y resiste bien los
fríos del invierno, si bien su madurez es más
tardía..
CEN
El cultivo del centeno se extiende hasta la
Laponia, dominando en las zonas templada y
fría de Suecia y Noruega, en la Dinamarca,
países del Báltico, Norte de Alemania y parte
de Siberia. Por bajo de la latitud de dichos
territorios comienza á vegetar el trigo, quedando
reducido el centeno á los suelos pobres
y lugares fríos de sierras, donde se acomoda
poco el cereal preferente.
No debe pensarse por tales circunstancias
de baja temperatura en la zona geográfica del
centeno, que este vegetal sea insensible á las
heladas. Antes por el contrario, cuando el
objeto de este cultivo se dirige á la obtención
de grano, puede reducirse considerablemente
la cosecha si llegó á formarse la espiga enzurronada
antes del invierno, por lo mismo que
las espículas bifloras ofrecen menos fecundidad
que en el trigo. Esto aconsejaría las sementeras
tardías de otoño, si no se presentase otro
inconveniente en que los fríos sorprendan el
sembrado antes de haber constituido las matas
un buen desarrollo de la corona superior
de raíces. Como para alcanzar este crecimiento
se estima que necesita el centeno haber
recibido la influencia de una suma de calor
representada por 600° sobre la temperatura
inicial de 6° que requiere para vegetar, es preciso
no demorar las siembras á más tarde de
fines de Septiembre ó principios de Octubre.
Las siembras hechas hacia Diciembre ó Enero,
cuando mejor resultan sin daños, vienen á ofrecer
las fases de las verificadas en primavera,
puesto que el desarrollo no tiene lugar hasta
que la temperatura media superior á 6" excita
el brote. Florece la planta con la temperatura
de 14 á.l5° centígrados, lá cual es algo
inferior á la de florescencia del trigo, y presenta
la espiga una particularidad, cual es la
de ser simultánea en toda su longitud esta
floración; por lo que son más de temer condiciones
atmosféricas poco propicias al fenómeno.
Faltan observaciones para determinar
lo suficiente la resistencia del centeno á los
descensos de temperatura, pero se sabe que
los sembrados cubiertos por las nieves gran
parte del invierno, se reaniman y brotan al
deshielo.
Para investigar las condiciones vegetativas
de suelo y abonos, conviene establecer antes
lo relativo á la composición de la planta.
La harina de centeno, según los análisis de
M. Boussingault, ofrece los principios siguientes:
Gluten y albúmina 10,50
Almidón 64,00
Materias ¡¡rasas 3,50
Glucosa 3,00
Goma 11,00
Materias leñosas y salinas. 6,00
Pérdida 2,00
100,00
El Sr. SáenzDíez consigna el análisis de un

CEN — 49 — GEN
centeno de grano pequeño que ponemos á
continuación:
Nitrógeno 2,7o
Gluten y albúmina 10,87
Almidón y celulosa 83,13
Cenizas . 4,16
Agua 9,48
Dice el Conde de Grasparin que la materia
glutinosa, muy higroscópica, que forma parte
de dicha harina, es la que contribuye á dar al
pan de centeno su cualidad de conservarse
fresco mucho tiempo. En la parte azoada prepondera
la albúmina, habiendo poco gluten.
La proporción de ázoe en el grano de centeno
es de 1,69, y la de materias minerales de
3,30, según Boussingault, y de 2,60 según
Payen y otros químicos. Los análisis de Fresenius,
Johnston y Bichon le asignan además:
ácido fosfórico, 1,41; potasa, 0,56; magnesia,
0,24; sosa, 0,21; cal, 0,14, y cantidades
mínimas de sílice, hierro y ácido sulfúrico,
sin revelar la menor existencia de cloro. En
la paja preponderan, según Sprengel: sílice,
2,30; potasa, 0,32, y cal, 0,18, con dosis poco
menores de ácido sulfúrico y de sosa.
Recordando que el grano de trigo contiene
2,29 de ázoe y 1,14 de ácido fosfórico, se
ve que la riqueza azoada del centeno es menor
y que iguala en fósforo; pero como su
paja toma dosis insignificante, resulta en definitiva
que este cereal consume menos nitrógeno
y menos fósforo del suelo. Los cálculos
de M. Masure sobre la alimentación del centeno,
refiriéndose á una cosecha de 1.300 kilogramos
de grano y 3.900 kilogramos de
paja, ó sea en total 5.200 kilogramos, son los
siguientes:
Kilogramos
Ázoe ó nitrógeno 34,70
Acido fosfórico 16,00
Acido sulfúrico 6,90
Acido clorhídrico 0,80
Potasa y sosa 26,80
Cal.. 8,80
Magnesia 3,10
Hierro y alúmina 1,00
Sílice 89,70
Comparado este consumo alimenticio con
el que hace una cosecha análoga en peso de
grano de trigo, se ve el menor gasto del centeno
en casi todos los principios fijos, excepción
hecha de los álcalis, de los cuales requiere
Superiores dosis; explicando bien este hecho
las excelentes cosechas de centeno que
se alcanzan en terrenos graníticos y sus similares
cristalinos. Los elementos del estiércol,
que hemos relacionado en el artículo Cebada,
satisfacen enteramente las necesidades nutricias
del centeno; pero conviene advertir uña
circunstancia dependiente de la precocidad de
vegetación de esta planta, que necesita hallar
en sus primeros períodos alimentos fácilmente
asimilables ó al estado de saturación física en
el suelo, como decía el eminente Barón de
Liebig. La riqueza de elementos que aprovecha
es la antigua del terreno ó la de abonos
que contengan bastantes principios solubles,
pero las fiemaduras recientes apenas determinan
diferencias sensibles en el desarrollo del
centeno. En muchos puntos de Europa se
siembra siu estercolar, sobre roturaciones de
praderas, leguminosas con excelente resultado,
y en Alsacia se hace anteceder una cosecha
de habas, enterradas verdes con el arado,
para beneficiar la sementera de centeno. Se
comprende que para adoptar este medio cultural
hace falta que haya compensación en
el precio comercial de dicho grano.
El peso medio del hectolitro de centeno es
de 72 kilogramos, aunque suele oscilar entre
70 y 75, y el rendimiento medio es de 18 á 22
hectolitros de grano por hectárea. La cosecha
mínima se gradúa en 10 hectolitros, como
suelen ser las de Cazalla de la Sierra (Sevilla),
y las máximas pueden alcanzar á 35 hectolitros.
La de 1.300 kilogramos de grano que supone
M. Masure para su estudio de alimentos
sacados del suelo, representa 18 hectolitros
por hectárea. Cuando se cultiva para aprovechar
verdes sus vastagos, el producto de forraje
viene á ser de 10.000 á 25.000 kilogramos,
no teniendo noticias de cosechas superiores.
El cultivo del centeno no exige grandes
cuidados, ni una preparación esmerada. Como
á todos los cereales, conviene una labor de
arado de vertedera que remueva bien y voltee
todo el suelo activo, pulverizando hasta el
fondo de ,1a capa -
laborable. Después allanar
con la grada, quebrantando terrones y disgregando
las partículas de la superficie, á fin
que se disponga buen asiento ala semilla.
Hecho esto, se puede asurcar con arado de
orejeras para echar á voleo el grano sobre el
surco abierto y cubrir con otro pase de grada;
ó en caso preferible no habrá inconveniente
en sembrar sobre el terreno allanado
y cubrir con una vuelta de extirpador de tres
á cinco rejas. El sentar el terreno con rulo
liso después de sembrado, siempre es ventajoso,
porque se comprimen ligeramente las
partículas del terreno, y la nacencia de los
sembrados es mejor. Después de nacidos no
deben rastrearse los sembrados de centeno,
porque el mateado es inseguro en esta planta,
llegando pocos tallos secundarios á una buena
granazón.
Se acostumbra sembrar generalmente de
1,80 á 2 hectolitros de grano de centeno por
hectárea; pues si bien estas sementeras han
de resultar más espesas que las del trigo, el
menor volumen del centeno hace que el número
de gérmenes en litro sea mayor, y por
consecuencia suele bastar con los 2 hectoli
tros. No obstante, en algunos puntos donde
se otorga gran estimación al centeno, suelen
llegar á sembrar 4 hectolitros por hectárea.
Estas sementeras muy espesas son más
adecuadas para los aprovechamientos del centeno
verde como forraje. Su cultivo se áseme-

CEN — 50 — CEP
ja mucho al de la cebada forrajera, sembrando
temprano en fin de verano ó principios de
otoño, con riego si el clima fuese seco, hasta
que las lluvias de otoñada refrescan el suelo;
entonces se deja hasta que esté en disposición
de despuntarlo con el ganado ó de darle un
corte, y hacia fin de Marzo ó en Abril se siega
verde espigado.
Al estado seco en la madurez, 1.000 partes
de la planta de centeno dan:
Grano • 241
Pajaytülumas 595
Eastrojo 161
1.000
Estas proporciones dan la relación del grano
á la paja :: 100 : 244.
El centeno en España no tiene gran representación
por sus productos en grano, aunque
como planta forrajera puede ir ganando
terreno. Aparece como principal productora
la provincia de León, dando 1.500.000 hectolitros;
sigue Orense, con 648.000; después
Avila, con 300.000; con algo menos cada una
de las de Teruel, Barcelona, Soria, Palencia
y Granada, y además en producción más reducida
Cáceres, Lérida, Santander, Huelva y
Sevilla, representan en total 4 millones de
hectolitros. Siendo incompletos nuestros actuales
datos, no es extraño que varias estadísticas
oficiales consignen la producción general
de centeno en la cifra de 6 millones de
hectolitros, más aproximada ala verdad.que
la adoptada por D. Fermín Caballero, que la
supuso en 9 millones, sin suficiente fundamento
estadístico.
E. Abela.
CENTIÁRE A—Medida de superficie que
tiene la centésima parte de un área, ó sea el
metro cuadrado.
CENTÍGRADO.—Dividido en 100 grados,
como Termómetro centígrado.
, CENTIGRAMO.—Peso que es la centésima
parte de un gramo.
CENTILITRO—Medida de capacidad
que tiene la centésima parte de un litro.
CENTÍMETRO.—Medida de longitud que
tiene la centésima parte de un metro. Centímetro
cúbico, el que equivale á 138 líneas cú-
CENTINODIA, Sanguinaria mayor,
saucillo ó altamandria (Poligonum aviculare,
L.). — Planta comunísima en España,
predilectamente en los terrenos arenosos, de
tallo herbáceo y tendido, de hojas lanceoladas,
agrupadas sobre todo en la parte terminal de
las ramas, y de flores axilares reunidas de dos
en dos ó de tres en tres. No tiene hoy usos en
medicina. Los frutos, que son muy pequeños
y de caras triangulares, gustan mucho alas
aves, y de ellos hay quien dice que se extrae
en el Japón un color azul comparable al añil.
CENTROPOGrON (Arboricullura).— Género
de plantas de la familia de las Campanuláceas,
priginarias de las regiones cálidas de
América. Sus individuos forman pequeños
árboles, varias de cuyas especies se cultivan
en los invernaderos de Europa, en consideración
á la hermosura de las flores de esas plantas.
Se concede la preferencia al Centropogon
cordifolius, de Guatemala, y cuyas flores son
rojo carmesíes; al'C tovarensis, de Venezuela,
cuyas flores presentan todos los matices del
rojo carmesí al blanco, y están dispuestos en
ramo terminal, y al C. fastuosus, cuyas flores
son sonrosadas ó de color rojo claro. Esas
plantas se reproducen fácilmente por estacas
después de la floración en una estufa adecuada,
para ponerlas en tiestos así que se desarrollan
las raíces. Durante el estío se guardan
en una estufa templada y húmeda. Arrojan
abundantes flores durante el invierno.
CENURO CEREBRAL.—(V. Cestoideos.)
CÉNZALO.—Mosquito zancudo ó de trompetilla.
(V. Mosquito.)
CEÑIGLO, CENIZO ó BERZA DE
PASTOR.—Es el Chenopodium álbum de Linneo,
bien que iguales denominaciones se aplican
á otras especies congéneres. Es planta
anual, indígena y sin aplicaciones.
CEÑO Ó KERACELE (Patología veterinaria
).—Elevación circular en la cara externa
del casco de los solípedos; la eminencia
que se forma sobre la tapa se atribuye al exceso
de trabajo ó de fatiga, y al exceso de secreción
de la materia córnea por. inflamación
del rodete. Solamente produce cojera el ceño
cuando ejerce presión sobre el hueso del pie.
Cuando el keracele es paralelo á las fibras de
la tapa (Keracele stilidiaide) coincide generalmente
con el cuarto ó la raía.
CEPA.-—I. Se da éste nombre á la parte
inferior de los árboles y arbustos de donde salen
las raíces. En la vid se aplica á los pies que
forman la planta desde el ñudo vital, ó sea
de donde parten las raíces hasta donde salen
los sarmientos ó se forman los pulgares. Así,
la parte comprendida entre la vegetación subterránea,
ó sean las raíces, y la aireana, ó sean
los sarmientos, es lo que en la vid se denomina
cepa, pie de vid, etc. En general, se diqe
cepa ó cepas, tratándose de la vid, pues de
los árboles se dice tronco (véase este nombre),
la parte comprendida desde el nacimiento de
las raíces hasta el arranque de las ramas.
La cepa de la vid contiene más ó menos
distancia entre las dos partes que la determinan,
según las prácticas de cada país; prácticas
fundadas generalmente en las condiciones
del clima, suelo y cultivo. Sin embargo, nosotros
hemos tenido lugar de ver que no
siempre esas prácticas son razonadas y fundadas,
ni en el mayor producto que se desea
conseguir, ni en la economía á iguales
resultados, que es necesario no olvidar nunca
en los trabajos agronómicos.
La altura á que debe fundarse la cepa lo
determina el clima y suelo; hemos dicho, en
efecto, que en los climas muy lluviosos y fríos
se debe dar más altura á la cepa cuanto más

CEP — 51 — CEP
compacto sea el terreno y más plano. Esa altura
podrá ser desde 0,50 hasta 0,75 metros,
en términos generales. En los terrenos en
pendiente, en que las aguas escurren y no
pueden encharcar las plantas, la altura puede
ser desde 0,25 hasta 0,50 metros. Esto contando
siempre que no han de sostenerse las
plantas con rodrigones; sí arrimando tierra, ó
sea formando un mortero al pie de cada una,
con el fin de que la sostenga.
Formada así la cepa, exige entre planta y
planta una distancia de 2 metros cuando
menos, y si se dejan 3 serán á las que se
plantan hoy las cepas en la región central de
España, pues hace pocos años, siguiéndola
costumbre antigua, se dejaban 4 metros de
hueco entre cepa y cepa. Entre las infinitas
ventajas que resultan de plantar ancho las
vides, es una la de poder labrar con el arado,
que economiza lo menos un 30 por 100 los gastos
de cultivo; es otro el no necesitarlos rodrigones
para sostener las plántaselos cuales,
sobre los muchos gastos que originan, son el
refugio de multitud de insectos que atacan la
vid ; los pies de ésta ó cepa resultan con más
desarrollo, y de consiguiente produce más
una cepa cuando está plantada á 3 metros
de distancia que tres que se planten á uno. Y
Figuras 40 y 41.—Guantes de mallas
no se hagan ilusiones los que, viajando por
Francia y algunas localidades de España, observen
que la vid está- en general plantada á
un metro de distancia entre sí, sostenida con
rodrigones y labrada con el azadón; eso no
prueba más que la falta de estudio de otro
método más económico y ventajoso. Nosotros
los hemos ensayado todos, y el mejor, más
productivo y económico es el que indicamos
para conseguir cepas de gran desarrollo, productos
sanos y abundantes.
La cepa aumenta de diámetro todos los
años, y al verificarlo, la parte exterior de la
corteza del anterior se cuartea en largas secciones
, y si no se desprende, forma refugios
infinitos para mucha clase de insectos y gérmenes
de los diferentes parásitos que atacan
las hojas y el fruto (véase Oruga ó Piral,
Cuquillo, Termes, Oidium, Filoxera, Mildew,
etc., etc.). Se evitaría en gran parte la
multiplicación de esas plagas cuidando de
cuándo en cuándo de quitar las cortezas de
la vid, y de ninguna manera poniendo tutores
ó rodrigones á las cepas, los que si tal se
hace deben todos los años quitarse en el tiempo
de la poda y colocarse al brotar la viña.
II. En los países lluviosos y que el sol
tiene poca fuerza, las cortezas de la vid de uno

CEP — 52 — CEP
y otro año, sostenidas en la cepa, conservan
la humedad y es motivo de muchas enfermedades
de la planta, y de podrirla y perderla;
en este caso, como en todos, lo mejor es descortezar
las cepas, lo cual hoy se verifica perfectamente
con los guantes de mallas (figuras
40 y 41) que facilitan la operación, que
tendrá lugar abriendo la cepa alrededor para
que en el fondo caigan las cortezas, que tapándolas
después, además de ser un abono, quedarán
enterrados y morirán los gérmenes de
insectos y demás que estén envueltos en ellas.
La cepa de la vid hay variedades que suelen
echar yemas adventicias, ó lo que se denomina
en algunos sitios tetillas (véase Ampelografía);
éstas se. deben quitar por una
persona entendida que lo verifique cual corresponde
(véase Poda de la vid) y sepa utilizar
los sarmientos si son aptos para rebajar
la cepa en tiempo de la poda.
Los sarmientos adventicios, tetillas, pegadizos,
etc., que esos nombres tienen los que
nacen en la cepa, se utilizan también para
revueltos, hundidos, varas de canutillo (véanse
esos nombres); pero es necesario que una persona
perita los determine y elija, pues no
todos pueden utilizarse con provecho.
En algunos casos puede renovarse la vid
enterrando las cepas. Determinado hacerlo,
fijada la dirección en que se, han de enterrar
y el punto en que se ha de formar la nueva,
se descubre la vieja de la parte opuesta á la
dirección en que se ha de enterrar, y se le
cortan las raíces; después se abre una zanja
suficiente que llegue al tronco en la dirección
que ha de enterrarse, y se tiende de manera
que el pulgar y sarmiento que han de ser
después la nueva planta, sienten el pulgar eii
el fondo y el sarmiento salga perpendicular á
la superficie, cortándole la parte que sobre
para fundarle como planta nueva; se cubre la
cepa, pulgar y sarmiento, y la operación queda
terminada. El resultado de esta operación es:
las raíces de la cepa enterrada dan vida y
desarrollo en el primer año al sarmiento, que
producirá fruto, á la vez que el pulgar y la
parte del sarmiento enterrados echan sus raíces,
que-en adelante nutrirán la planta nueva,
suspendiéndose la vida de la vieja, que se
pudrirá y servirá de abono. Este método, que
lo hemos ensayado con ventajas, permite continuar
teniendo productos de la cepa, variar
el sitio en que estaba plantada, renovarla y
aprovechar como abono la madera vieja.
J. de Hidalgo Tablada.
CEPEDA.—Lugar en que abunda el brezo,
cuyas cepas ó raíces se arrancan y utilizan
para hacer,carbón.
CEPEJÓN.—Lo último y más abultado
de cualquiera rama del árbol separada de su
tronco.
CEPH^1LIS.-(V. Mampel.)
CEPHALANTUS.—(V. Cefalanto.)
CEPHALOTAXUS.—Género de plantas
dioicas, de la familia de las Coniferas. Comprende
diversas especies arbóreas de poco in­
terés forestal, pero muy apreciables como
árboles de adorno. Tienen todas el porte y
facies de los tejos (Taxus), pero son más
elegantes que éstos. La maduración de sus
frutos es bisanual. Véase á continuación la
descripción sumaria de todas ellas:
1.° Cephalotaxus pedunculata, Sieb. et
Zuce-—Originario del Japón é introducido en
Europa el año 1837. Arbolillo de 6 á 8 metros
de alto, con ramas numerosas, extendidas y
verticiladas, y las ramillas dísticas y á veces
opuestas. Hojas dísticas, sobrepuestas, algo
encorvadas, de 3 á 5 centímetros de largo y
4 á 5 milímetros de ancho, gruesas, de color
verdegay por encima, lustrosas y con nervio
saliente, estrecho y agudo, marcadas por debajo
con dos fajas anchas, glaucas, á cada lado
del nervio central, sentadas ó con pecíolos
muy cortos, estrechados en el ápice, el cual
tiene un mucrón agudo ú obtuso. Amentos
masculinos, reunidos en capítulos globosos,
pedunculados y provistos de brácteas; cada
uno de ellos ovoideo, más corto que su
bráctea.
Por su vegetación vigorosa, por la regularidad
de sus ramas y por el color y abundancia
de sus hojas, este arbplito producé un
lindo efecto en los jardines y parques.
2.° Cephalotaxus Forlunei, Hook.—-Árbol
de 12 á 15 metros de alto, con ramas verticiladas,
extendidas horizontalmente, algunas
veces ascendentes, y ramillas dísticas y alguna
vez opuestas. Hojas caulinares en los pies
jóvenes, alternas, de 8 á 12 centímetros de
largo; las de las ramas mucho más cortas,
dísticas, de 3 á 6 centímetros de largo y 3 á 4
milímetros de ancho, recurvas, de color verde
obscuro por encima, glaucas por debajo, sentadas
ó con pecíolos muy cortos, terminadas
por un mucrón corto, agudo, raras veces
obtuso. Amentos masculinos, globosos, axilares,
con pedúnculo corto; escamas ovales
y cóncavas. Semillas de 18 á 25 milímetros
de largo y de 10 á 14 de ancho, regularmente
elípticas, atenuadas en los dos extremos, á
veces puntiagudas; testa ósea, algo frágil,
delgada y cubierta de una parte carnosa. Introducida
esta especie en los cultivos de Europa
el año 1848, procede de la provincia de
Yang-Sou, en la China del Norte.
Se cultiva en algunas partes la variedad
péndula. Este árbol es sin disputa el más hermoso
de todo el género. Los individuos procedentes
de semillas tienen cierta semejanza
con las Cycas, á causa de la disposición de
sus hojas sobre las ramas.
3.° Cephalotaxus drupácea, Sieb. et Zuce.—
Hojas subdísticas, casi lineares, de. 2 á 4 centímetros
de largo por 5 milímetros de ancho,
cuspidadas, marcadas con líneas blancas por
debajo y á cada lado del nervio central. Amentos
masculinos globulosos, provistos de brácteas,
y cada uno de ellos oval-agudo, tan
largo como la escama correspondiente.
Hállase en el Japón, cerca de Nangasaki,
donde es espontáneo, aunque también se cul-

CER — 53 — CER
tiva. Llega en las montañas hasta 600 metros
de altitud.
4.° Cephalotaxus umbracidífera, Sieb.—
Hojas dísticas, tiesas, cuspidadas, algo glaucas
por debajo, lineares, de 15 á 20 milímetros
de largo y 4 de ancho, verdes por encima,
casi sentadas, acuminadas. Ramas verticiladas,
horizontales, y las semillas dísticas. Es
especié japonesa.
CULTIVO.—-Se multiplican estos árboles por
semilla. A falta de ésta se pueden aplicar las
estacas é injertos que se dan bien, pero como
pasa con las araucarias, no se obtienen así
individuos de tallo derecho si se emplean estacas
de ramas laterales, de las cuales no debe
servirse el arboricultor más que para obtener
individuos sobre los cuales se injertan más
adelante las yemas aptas para producir tallos
derechos, á menos que se prefiera emplear
estas mismas yemas como estacas.
CEPHALOTUS.—(V. Cefaloto.)
CEPO.—Trampa para coger lobos, zorras
ú otros animales dañinos. Plácese de varios
modos, pero el más común es formarlo de dos
zoquetes recios de madera, unidos con bisagras
de hierro, ú otro madero recio, armado de
puntas de hierro, los cuales se dejan abiertos
y sostenidos así de un pestillo que al más
leve , vcontacto se dispara, y doblándose al
mismo tiempo los muelles antes comprimidos,
se juntan con gran fuerza los dos zoquetes,
asegurando y traspasando con las puntas de
hierro lo que cogen en medio. Este cepo tiene
el inconveuiente de que suelen Caer en él los
animales domésticos, como perros, gatos, etc.
Por eso debe ponerse en sitio á propósito,
donde no sea probable que acudan los animales
caseros.
CERA.— Existen dos clases de cera, la de
las abejas y las ceras vegetales. Trataremos de
cada una separadamente.
CERA DE LAS ABEJAS.—La cera de las abejas
es la común y la úuica que está admitida para
el alumbrado en el culto católico, apostólico,
romano. Las abejas, frotándose en el interior
de la corola de las flores, recogen el polen que
cae de las anteras y se pega al pelo de que el
insecto está cubierto. Sirviéndose después de
las brochas que guarnecen su último par de
patas (véase figura 6i a
, página 33, tomo I),
reúnen el polen en pequeñísimas bolas, que
colocan en las cucharillas que en ellas tienen,
y así lo transportan á la colmena, en donde
lo depositan. El polen, para convertirlo en
cera, tiene que sufrir la acción del estómago
de la abeja, á la que se ve poco tiempo después
de haberlo comido que por la extremidad
de la trompa echa una substancia dúctil y
pastosa, con la que construye las paredes de
las celdillas,' cuyo conjunto forman los panales
de la colmena.
La cera de las abejas es la más empleada
de ordinario en las artes y la industria; su
manera de extraerla y separarla de lá miel la
hemos dicho en el artículo Abejas. La cera
tiene un color naturalmente amarillento, el
cual se le quita exponiéndola á la luz bajo la
influencia de una solución de clorito alcalino.
La cera en sus propiedades es blanca, transluciente
en sus bordes; no tiene olor ni sabor,
y su densidad es de 0,960. Expuesta al calor
entra en completa fusión á -+- 68°. El agua no
tiene acción sobre ella; el alcohol hirviendo
disuelve una parte, que la deposita por el
enfriamiento. La parte soluble de la cera en
el alcohol se designa por el nombre de cerina,
la cual forma 0,7 de la cera. La parte
insoluble en el alcohol se denomina myricina,
porque existe en gran cantidad en la cera de
la Myrica cerífera, árbol que vegeta en la
Luisiana. Esas dos substancias reunidas son las
que componen la cera de abejas. Los ácidos
débiles tienen poca influencia sobre la cera;
los álcalis cáusticos la saponifican en caliente,
parte, y producen una substancia neutra menos
fusible que la cera, denominada ceraina.
Los caracteres distintivos y físicos de la
cera son su fusibilidad, insolubilidad en el
agua, su solubilidad, en parte, en el alcohol
y en las soluciones alcalinas, cuyas propiedades
la sirven,para distinguirla.
La falsificación 6 adulteración de la cera
se encuentra con frecuencia en el comercio.
Uno de los fraudes es la adición de fécula de
patatas; esto es fácil distinguir por la fusión
de la cera, en cuyo estado se deposiH en el
fondo'del vaso la fécula. También se averigua
tratando una porción de la cera de que se
tenga sospecha por ocho ó diez veces su peso
con esencia de trementina; la cera se disuelve
y la fécula se separa fácilmente con todos sus
caracteres. La aplicación de la tintura de yodó
sobre una porción de cera descubre la fécula
por la coloración violácea que produce al poco
tiempo.
En las artes suelen introducir en la cera
pequeñas cantidades de sebo, con el fin de
que la cera no se rompa con tanta facilidad y
utilizar la diferencia del valor. Se conoce la
mezcla del sebo en la cera por el olor que
esparce proyectándola sobre el carbón ardiendo,
ó destilándola en un tubo de vidrio. La
cera pura, destilada y lavada con el agua caliente,
no contiene el ácido sebácico en solución,
mientras que la que tiene 2 ó 3 por 100
de sebo da un producto ácido que precipita
(según Boissenot) la solución de acetato neutro
de plomo.
El azufre suele encontrarse mezclado á la
cera antes de blanquearla; es una adulteración
conocida con facilidad; al efecto se hace hervir
la cera en una lejía de sosa cáustica y después
se deja enfriar, mezclando al líquido alcalino
ácido clorhídrico, que dará nacimiento á un
olor de hidrógeno sulfurado que no se produce
si el azufre no existe mezclado á la cera.
Cuando á la cera se ha mezclado resina,
se conoce el engaño haciendo hervir la cera
con cuatro ó cinco veces su peso de espíritu
de vino, se deja después enfriar, se filtra y
evapora el líquido en el filtro ; en él quedará
un residuo duro y quebradizo.

CER — 54 — CER
La cera vegetal suele mezclarse con la de
abejas; para descubrirlo, dice Robineaud, hay
que recurrir á un procedimiento basado en el
empleo del éter, que no disuelve más que
el 50 por 100 de la cera de las abejas, mientras
que lo verifica casi por completo de la cera
vegetal. Dullo recomienda hervir un minuto
10 gramos de cera para ensayar con 120 gramos
de agua con un gramo de carbonato de
sosa. La cera vegetal (cera del Japón) forma
inmediatamente jabón, mientras que la cera
de abejas, sometida tan poco tiempo á ia acción
de ese líquido, no saponifica, y se separa flotando
en la superficie. El jabón de la cera del
Japón forma una masa granulosa, y exige
para disolverse más alcohol que el jabón de
estearina.
El ácido esteárico, que suele mezclarse con
la cera, aunque le disminuye su esencial cualidad
de maleabilidad, no es fácil descubrir la
adulteración. Sin embargo, Gotllieb recomienda
el siguiente procedimiento: Se hace hervir
en alcohol la cera que se presume mezclada;
el líquido disuelve el ácido cerótico, la cerolema,
un poco de myricina y el ácido esteárico
si existe. Por el enfriamiento la myricina y el
ácido cerótico se separan. Pero queda eu el
residuo suficiente ceroleína y ácido esteárico,
hasta el punto de modificarlo. La ceroleína
adquiere un aspecto cristalino cuando está
mezclada con el ácjdo esteárico; esa proporción
es necesario que sea igual á la que puede sostenerse
en disolución en el alcohol frío. Como
la cantidad de ácido esteárico que se disuelve
en el alcohol es muy pequeña, sólo puede conocerse
la falsificación y apreciarla cuando
ha tenido lugar en pequeña escala. En otro
caso se puede recurrir al procedimiento de
Fehling. Se hierve cuatro ó cinco minutos la
cera que se, sospecha estar adulterada, con
veinte veces su peso de alcohol, y después se
deja el todo enfriar y en reposo por varias
horas, hasta que tenga lugar un enfriamiento
completo; se filtra, y el líquido filtrado se mezcla
con agua. El ácido cerótico se ha depositado
en el fondo mientras el enfriamiento del alcohol;
pero queda en disolución una parte del
ácido esteárico, que al unir el agua á la parte
filtrada da lugar á un precipitado lechoso, lo
cual no tiene efecto si la cera está pura. Con
este procedimiento se puede averiguar si se
ha mezclado á la cera sebo, pero en este caso
debe saponificarse anticipadamente con una lejía
de sosa no muy concentrada; descomponer
con el agua y un ácido de jabón de sosa; se
hace hervir con alcohol, después de haber secado
la masa grasienta que se ha separado.
Con este procedimiento que hemos empleado
para comprobarlo, se reconoce con certidumbre
hasta la más pequeña cantidad de ácido
esteárico ó sebo mezclado con la cera (1).
CEKAS VEGETALES. — Son varias las plantas
que, producen con cierta abundancia materias
(1) Bolley et Kopp: Química aplicada á las artes
y la industria; cuarta edición alemana. Zurich.
grasas bastante parecidas á la cera de las abejas.
Proust ha demostrado que la cera vegetal
forma parte de la fécula verde de un gran
número de plantas. Se encuentra alguna vez
en forma de barniz ó capa en la superficie de
las hojas, de los frutos ó de las cortezas; esa
materia no es igual en todos los vegetales;
resulta siempre de la reunión de diversos
principios, que todavía no se han estudiado
convenientemente, pero que es evidente que
son verdaderas substancias grasas, es decir,
cuerpos saponificables y materias análogas, á
las resinas.
Es perfectamente conocida la cera de la
palmera Ceroxylon andícola, que se produce
en abundancia en la cordillera central de la
Nueva Granada (América). Esa planta se
desarrolla perfectamente hasta la altura de
3.000 metros sobre el nivel del mar, bajo la
influencia de una temperatura media entre
-f- 11 á 18°; en el límite superior el frío de la
noche llega hasta el punto de congelación (1).
Los indios recogen la cera raspando la epidermis
de la palmera. Las raspaduras las
hierven en agua; la cera sobrenada en el líquido
sin fundirse, y las impurezas que contiene
se precipitan al fondo. La cera se reúne
en forma de bolas que se secan al sol; con
ellas, añadiéndolas una cantidad pequeña de
sebo, para hacer menos quebradiza la masa,
se hacen panes de cera, y de ellos las bujías
que circulan en el comercio del país. Cuando
se funde la cera de palma, su color es amarillo
obscuro, transluciente y tan frágil como la resina
, presentando en las roturas cortes ceroideos
bien caracterizados. El alcohol la disuelve
fácilmente en caliente; cuando se enfría, la
disolución forma una masa gelatinosa. El éter
la disuelve y los álcalis también.
La cera de palmera contiene dos principios:
uno fusible á más de 100°, el cual está dotado
de caracteres físicos iguales á los de la cera
de abejas; el otro los tiene iguales á la resina.
El análisis de esas substancias ha dado:
Cera Resina
83,7
11,5
4,8
100,0 100,0
Cera del Myrica cerífera.—Esta cera se obtiene
hirviendo en agua las bayas de varias
especies de Myrica, árbol muy común en la
Luisiana y en la región de los Andes. Esas
bayas dan hasta 25 por 100 de cera, y un arbusto
puede producir anualmente de 12 á 15
kilogramos de fruto. La cera bruta es verde,
quebradiza, por lo que para hacer bujías coa
ella se la mezcla un poco de sebo. Chevreul
dice que la cera del Myrica es saponificable.
Cerosía, cera de la caña de azúcar.—La
(1) Boussingault: Annales de Chimie et de Phi'
siologie, tomo LIX, página 19.

CER
caña de azúcar, particularmente la variedad
violeta, está recubierta de un polvillo verdoso
azulado, de naturaleza cerosa, que funde á los
82°. La cerosía es dura y puede con ella fabricarse
bujías que por la bondad de su luz no
ceden á ías de esperma. Según Avequin, que ha
fijado su atención sobre esta materia, una
hectárea de tierra sembrada de caña violeta
produce 100 kilogramos de cera (1).
Dumas dice que la cerosía es enteramente
soluble en el alcohol; que el éter no la disuelve
en frío; constituye un principio perfectamente
definido, cuya composición es:
Carbono 81,4
Hidrógeno • 14,1
Oxígeno 4,5
100,0
En el Japón se recoge la cera vegetal en
grandes cantidades, hasta el punto de que hoy
se denominan las ceras vegetales cera del
Japón.
CERA MINERAL.— Osokerita.—Es una substancia
compuesta esencialmente de parqfina;
arde con brillantísima llama, y se halla en
gran cantidad en el seno de la tierra en Moldavia,
cerca de Slanik y Zietrisika, en tal
cantidad que los habitantes del país la derriten
para hacer velas.
La producción de cera de abejas, considerada
como industria/, ha disminuido de valor
con las muchas aplicaciones que la industria
ha conseguido empleando varias materias para
la fabricación de velas y alumbrado; sin embargo,
aun le quedan varias á que la farmacia
destina hoy la cera de abejas, el alumbrado
para las funciones de la iglesia católica,
según digimos, etc.
J. de Hidalgo Tablada,
CERAF0LI0.—(V. Perifollo.)
CERAMBÍCIDOS (Entomología). — Familia
de insectos coleópteros, déla tribu de
los Cerambicíanos ó longicornes, que comprende
quinientos géneros, distribuidos por
toda la tierra. En primer lugar figura el Spondylis,
cuyos caracteres le colocan entre los
Curculiones y los Cer ambicíanos. La única especie
europea de ese género es el Spondylis
buprestoides, de cuerpo convexo y casi cilindrico;
coselete de apariencia globosa; longitud
de 13 á 22 milímetros; color negro brillante;
cuerpo pubescente en la parte inferior
,y lampiño en la superior. Adornan sus élitros
dos líneas longitudinales realzadas. Vive la
especie doquiera que hay coniferas, y es perseguida
por el pico negro. La Rosalía, y sobre
todo la R. alpina, son insectos muy elegantes
por sus matices azulado cenicientos, con manchas
negras aterciopeladas; sus larvas viven
en las hayas de los montes elevados. Los Purpuricenos
abundan en Europa, y el Capricornio
rojo tiene los élitros de color de bermellón,
y el coselete negro, con los lados del tórax
(1) Avequin: Journal do Pharmacie, tomo XXVI.
— 55 —
CER
adornados en ocasiones con una mancha roja
y otra negra á veces en la sección de los élitros.
Vive en los troncos de los árboles y en
las flores de los ajos, puerros y cebollas, y las
larvas en los tallos de los sauces, castaños,
robles y otras especies arbóreas. Figuran después
los Cerambix, tipo de esa familia, los
verdaderos Capricornios, nombre que deben á
sus enormes antenas. La especie mayor, que
se encuentra en todas las regiones de Europa
y en una parte del Asia menor, es el gran
Capricornio, Cerambyx Heros; su cuerpo mide
50 milímetros de longitud; el coselete es
negro azulado; los élitros morenos en las extremidades
y con una espina en el ángulo sutural.
Viven en las encinas, chupando los jugos
que fluyen á través de la corteza; sus voluminosas
larvas habitan en los troncos y raíces
de los árboles añosos, causando estragos de
consideración; sus patas son apenas perceptibles,
y los romanos, al decir de Plinio, comían
esos gusanos, así como la larva del Lucanus
cervus, que llamaban Cossus, como á la del
gran Capricornio. El Cerambyx cerdo, Cerambyx
Scopolii ó pequeño Capricornio, es completamente
negro y está cubierto de pelusa
fina. Es muy común en los jardines, en diversas
flores dispuestas en umbelas y corimbos,
en los ciruelos, en los espinos, en los
piornos y otros árboles. Su larva vive en la
corteza de los cerezos, en las encinas muertas
y en los manzanos, causando estragos de importancia
á veces.
Los Callidium proceden de larvas muy perjudiciales
también; los Xilotrupus ó Hylotrupus,
«horada-maderas», carcomen las maderas
de los bosques y de las habitaciones, y abunda
por doquier la especie Xylotrupus Bajulus 6
Capricornio doméstico, denominado por Geoffroy
Léplura morena de coselete romboidal. Su
larva vive preferentemente en los pinos y
abetos. Los Clytus son elegantes longicornes
que mariposean durante el día sobre las flores,
se manifiestan muy ágiles bajo la influencia
del calor, y con bandas transversales amarillentas
sobre el fondo negro de sus élitros y
de su coselete; recuerdan ciertas avispas y
otros himenópteros. El Clytus arictis ó Leptura
de tres bandas doradas abunda entre las
flores, de ciertas plantas, y sus larvas viven
en los tallos tiernos de las encinas, manzanos,
moreras, sicómoros, olmos, hayas, etc. El
Clytus quadripunctatus ó Leptura. de terciopelo
amarillo tiene el dorso cubierto de una pelusa
amarillo verdosa, con dos puntos negros
en cada élitro; la hembra es más fuerte que
el macho, y habita en las casas y en los árboles,
como su larva, que se encuentra en
los sicómoros, en los nogales, y especialmente
en el abedul. El Clytus arcúatus se distingue
del C. arietis por su mayor longitud, su
doble banda amarilla en el coselete, su escudo
amarillo y el punto amarillo sobre la sutura,
además de otros dos próximos al sitio de adherencia
de los élitros. La larva del Gracilia
pygmea roe la madera seca del castaño, del

CER — 56 — CER
sauce, del álamo blanco, etc.; abunda á veces
en los almacenes 7 graneros, y deteriora muchos
objetos de madera.
Son también importantes los cerambícidos
cuyo tipo es la Leplura, y algunos entomólogos
los constituyen en familia separada. Los
Carlallum, los Sphenoptenus y los Necydalis
son bastante importantes. Los últimos están
representados por el N. major, y son de élitros
mucho más cortos que las alas membranosas.
Su cabeza y su coselete son negros, los
élitros aleonados, las patas rojas, y las alas
rojizas y transparentes. Sus larvas habitan
con preferencia en los olmos, encinas, hojaranzos,
el sauce, el tiemblo y el álamo negro.
El género Stenocorus ó Rhagium causa daños
en los pinos y en los abetos, donde se cobijan
las larvas cuando han sido ya roídos los
árboles por otros insectos. Las especies más
conocidas son: el S. bifasciatus ó de bandas
amarillas, y el S. inquisitor ó negro aterciopelado
, que presenta sobre los élitros manchas
de una pelusa aleonada. También es dañino
para los tilos, alisos y álamos el Ramnusium
salicis ó bicolor ó Stencoro rojo de estuches
violados (Geoffroy), cuyos élitros son
negro azulados ó violetas, con el resto del
cuerpo de color de ladrillo pálido. En los
grandes bosques y en los'árboles frutales vive
él Toxotus meridianus, especie de pequeño tamaño,
y en los Alpes el Toxotus cursor, más
hermoso y voluminoso. Las numerosas especies
de Leptaras que se encuentran en ambos
' continentes reducen á polvo los árboles comalidos
ya por otros insectos. Esos Capricornios
son muy graciosos, de brillantes colores y de
formas esbeltas. Es muy común la Leplura
iestacea, negra y con élitros aleonados la hembra,
y con éstos amarillos el macho; la larva
roe las ramas verdes de los abetos. La Leplura
hastata tiene los élitros de color rojo de
sangre, y lleva en la sutura de los élitros una
mancha negra en forma de punta de lanza invertida.
Los élitros son amarillo-rojizos con
pintas negras en la Leptara fulva ó tomentosa;
la Leptura levis tiene los élitros de un color
negruzco lívido, coh la sutura, los bordes externos
y la extremidad negros, y vive en las
plantas umbelíferas.
Las Strangalias se parecen mucho á las
Leptaras por sus formas; merecen ser mencionadas
la Strangalia atru; la S. maculata,
cuya larva habita en varios árboles, y especialmente
en el abedul; la S. malanusa, de
élitros rojos, mates en el macho y obscuros
en la hembra, con sutura y cabos negros, cuya
rojiza larva roe la encina, y la S. nigra, que
sólo tiene roja la mitad posterior de los élitros
, mientras que el resto es. negro. El género
Callichroma 6 Aromia se distingue por el
último artejo de los palpos maxilares, más
largo que los otros dos reunidos, pero que no
sobresale del lóbulo externo de las mandíbulas.
Su coselete lleva un tubérculo más ó menos
puntiagudo; los muslos de esos insectos
apenas se estrechan en la base, y las cavida­
des cotiloideas forman un ángulo externo muy
estrecho. Son insectos muy elegantes, de colores
brillantes y verdes, azulados, dorados y
aun bronceados. Los élitros presentan numerosas
pintas muy finas, y la parte superior
del cuerpo y los apéndices son azulados. El
más común en nuestras regiones es el Callichroma
ó Aromia moschata, llamado Capricornio
moscado ó de olor á rosas. Ese insecto
tiene el cuerpo lampiño, prolongado, de 28 á
37 milímetros de longitud; los élitros cinco
veces más largos que el coselete, reforzados
por nervios longitudinales; el coselete ligeramente
arrugado hacia las extremidades; las
antenas una cuarta parte más largas que el
cuerpo, con el undécimo artejo mayor en
el macho y el tercero en la hembra, cuyas
antenas son más cortas que la totalidad del
cuerpo. La larva tiene patas casi imperceptibles
en los tres primeros anillos, y en la parte
dorsal y abdominal surcos de contornos cuadrados.
Viven en las mimbreras, y sobre todo
en los sauces viejos; roen la madera vieja de
éstos, y forman cavidades amplísimas. Los persiguen
diversos pájaros y el Ichneumon, y
revela su presencia el grato olor á rosa que
exhalan. La Callichroma rosarum, muy común
en España, al Mediodía de Francia y Argelia,
presenta dos manchas purpurinas en los lados
del coselete, y la C. ambrosiaca vive en el
Cáucaso y en la Rusia meridional. Algunos
entomólogos consideran esas especies como
simples variedades de la Callichroma muscata.
CERASTIO (Jardinería).— Género de
plantas de la familia de las Cariofiláceas, que
vegetan en casi todas las regiones del globo.
Son hierbas generalmente vivaces, que forman
matas regulares, de hojas tomentosas y
flores blancas. Se cultivan como plantas de
orla en nuestros jardines dos especies: el cerastio
algodonoso (Cerastiun tomenlosum),
vulgarmente llamado miosotis de jardín y oreja
de ratón, y el cerastio de flores grandes
(C. grandiflorum). Ambos se multiplican
por semillas ó renuevos. Esas plantas son muy
rústicas, prosperan en los terrenos secos, y
sirven para guarnecer las grutas y rocas de
adorno.
CERASUS.—Género de plantas de la familia
de las Amigdáleas. Varias son las especies
de cerezos que se encuentran en nuestros
montes. De ellas, dejando para el artículo
Cerezo todo lo relativo al árbol que es objeto
de cultivo, vamos á dar algunas noticias:
1.° Cerasus avium, Meuch. Nombre vulgar,
Cerezo silvestre.—Es este árbol uno de
los cerezos que se cultivan. Los individuos
silvestres se encuentran en los montes de
Andalucía, Castilla, Navarra, Aragón, Cataluña,
etc. Tiene las hojas herbáceas, ovales,
acuminadas, doblemente aserrado-glandulosas,
un poco plegadas, de color verde mate,
más claras y pubescentes por debajo j pecíolos
con dos glándulas hacia el extremo. Flores eu
número de dos á seis, dispuestas en fascículos,
largamente pediceladas, blancas; aparecen

CER — 57 — CER
antes que las hojas. Erutos drupas globosas,
de color rojo claro ó negro y sabor azucarado.
Florece en Abril y Mayo. Tronco derecho
; copa piramidal, con ramas divaricadoderechas.
Corteza de color gris satinado, desprendiéndose
por láminas circulares.-Raíces
profundas; no arrojan brotes. Se encuentra
este árbol muy diseminado por los montes,
donde nunca forma rodal. Alcanza á veces
una altura, de 20 y más metros. Sufre de los
hielos tardíos, y por eso la fructificación no es
constante todos los años. Sembradas las cerezas
en verano, germinan en la primavera
siguiente. Puede decirse que, en general, prefiere
este árbol los terrenos frescos y húmedos
de las llanuras y colinas, llegando también
en las montañas hasta la región del
haya. La madera es de color rojo parduzco
claro, con venas y mallas, lustrosa y de albura
blanca. Cuando se corta estando verde se
colora en seguida de rojo en la superficie de
la sección. Es tenaz, dura y pesada, y puede
servir para obras menudas, pero se altera
rápidamente por la acción del aire. Admite
bien el pulimento, y los ebanistas la usan para
muebles, y también la emplean los torneros
para palos de sillas. De la madera-joven se
hacen además buenos aros. La potencia calorífica
de esta especie, comparada con la del haya,
está en la proporción de 78,3 : 100, dada la
igualdad de pesos. La corteza contiene un
10 por 100 de tanino. El mejor kirsch se
hace con las cerezas de este árbol silvestre,
que tiene un gusto entre azucarado y amargo.
La variedad C. avicurn flore plena, M., es
de soberbio aspecto por sus flores muy dobles,
que forman ramilletes muy elegantes. Se
multiplica por injerto sobre patrón de cerezo
común.
2.° Cerasus Mahaleb, Mili.—En el Pirineo
aragonés se llama Pudriera. Se encuentra
en los Pirineos, Moncayo, Navarra, Provincias
Vascongadas, Santander, Logroño, Soria,
serranía de Cuenca, Guadalajara y en
el Quejigar de Tolox (Málaga). Tiene las
hojas pecioladas, ovales-redondeadas, brevemente
acuminadas, un poco cordiformes en
la base, fina y obtusamente dentado-glandulosas,
lampiñas, fuertes, brillantes por entrambas
caras, más claras por debajo. Las flores
aparecen á la vez que las primeras hojas;
son blancas, muy olorosas, y están dispuestas
en corimbos simples, en número de cuatro
á seis. Fruto drupa pequeña, ovoideo-globulosa,
del tamaño de un guisante, acerba y negra.
Florece en Abril y Mayo. Forma un arbolillo
que echa bastantes brotes y que es muy ramoso.
La corteza es de color pardo ceniciento
brillante, y presenta zonas circulares. Vive
este perezo en las colinas pedregosas de los terrenos
calizos y secos. Alcanza á veces una
altura de 10 á 12 metros. La madera es dura,
pesada, homogénea, de color rojizo claro en el
duramen y blanquizco en la albura. Tiene el
grano fino, y es susceptible de buen pulimento.
Despide un olor agradable, como de vio­
Dtc—IV.
leta, que conserva mucho tiempo, y por el
cual se la reconoce en seguida. Se emplea en
ebanistería, y las ramillas jóvenes para tubos
de pipas, los cuales gozan de bastante estima
entre los fumadores. La densidad de esta madera
varía entre 0,836 y 0,842. Se multiplica
este árbol por semilla y acodo. Exige tierra
suelta y profunda.
3.° Cerasus Pad.us, D. C. — Se indica en
Montgarre (Pirineo de la provincia de Lérida),
Bustarviejo y Galicia, donde parece que
se llama pao de San Gregorio. Las hojas de
este árbol son grandes, pecioladas, con el pecíolo
biglanduloso en el ápice, ovales acuminadas,
fina y agudamente dentadas, no glandulosas,
de color verde obscuro, lampiñas, un
poco arrugadas y mates por encima, más pálidas
y glaucas, pubescentes en las axilas de
los nervios por debajo. Flores blancas, olorosas,
dispuestas en racimos simples, cilindricos,
colgantes y hojosos en la base. Fruto
drupa globosa, del tamaño de un guisante,
negra y acerba. Florece en Mayo y fructifica
en Junio. Arbolillo de 8 á 10 metros de alto,
con ramas extendidas, poco numerosas, casi
verticiladas, y la corteza negruzca, pardo ó
pardo-verdosa, punteada de blanco en las ramillas.
Raíces profundas que dan brotes. Vive
de preferencia esta planta en los terrenos silíceos
ó graníticos. La madera es 1
parecida á la
del C. avium, pero tiene más albura y el color
rojizo del duramen es más claro. Exhala,
así como todas las partes del árbol, sobre todo
cuando es verde, un olor desagradable. Su
peso específico es de 0,637 á 0,693. Se multiplica
por semilla y por brotes de las raíces.
Hay cuatro variedades, á saber: vidgaris, parviflora,
rubra y bracieosa.
4.° Cerasus lusitanica, Juss. Nombre vulgar,
Azaro, Azar ero y Loro.—En las Islas
Canarias, donde también vegeta esta especie,
se le llama Fija. Adquiere una altura de
5 metros. Suele encontrarse espontáneo y
formando rodales en los montes de las Canarias,
y en nuestro territorio, en los sistemas
oretano, extremeño y mariánico. Algunos autores
indican su presencia en el Monseny (Cataluña).
En Extremadura emplean su madera
para palos de sillas. Es planta muy apropiada
para las umbrías de los jardines de paisaje.
Tiene hojas persistentes, parecidas á las del
laurel. Las flores, que son pequeñas y blancas,
aparecen en gran número en Mayo y Junio,
dispuestas en racimos. Los frutos son negros.
Se puede multiplicar esta planta por semilla,
estaca y acodo. El transplante es muy difícil,
por cuya razón no se pone de asiento
hasta que es algo fuerte.
5.° Cerasus prostrala, Ser. —Este cerezo,
que casi se reduce á un arbusto rastrero, es
bastante escaso, y se encuentra en Sierra Nevada
y en el Pinsapar de Ronda y Quejigar
de Tolox.
Entre otras especies exóticas que son objeto
de cultivo en los jardines de Europa, se
encuentran las siguientes:
5

CER — 58 — CER
Cerasus Sieboldi, Carr. Originario del Japón.—Arbusto
muy ramoso, de hojas ovales
y acuminadas. Flores de color de carne pálido.
Es especie rústica. Se multiplica por estaca.
Cerasus persicafolia, Lois. Procede de
Pensilvania.—Hermoso árbol de primera magnitud,
cou hojas largas y lanceoladas. Las flores
son pequeñas, blancas', y están dispuestas
en ramilletes; aparecen en Mayo. Los frutos
sonde un hermoso color rojo, pero acerbos.
Se multiplica por semilla é injerto. La madera
es de bonito color y preferible á la del
C. avium.
Cerasus pumila, Mich.—Arbusto de 1,50
metros de alto, de ramas delgadas, que á veces
tocan el suelo. Las hojas son oblongas, estrechas
y glaucas por debajo. Florece en Abril y
Mayo. Las flores son pequeñas y blancas, y
los frutos pequeños también y negros. Se da
bien en toda clase de terreno y exposición. La
reproducción se obtiene por semilla y acodo.
Procede del Canadá.
Cerasus lauro-cerasus, Juss. Nombre vulgar,
Laurel real.—Originario de Trebisonda,
de donde vino á Europa el año 1576. Adquiere
una altura de 5 metros, y tiene las hojas
o vales-lanceoladas, muy grandes y persistentes,
por lo cual se le da un lugar distinguido
en los jardines á la francesa. Flores blancas,
pequeñas; frutos negros, del tamaño de una
cereza común, mucilaginosos, fastidiosos. La
semilla huele á almendra amarga, y como
ésta, contiene ácido hidrociánico, que en ciertas
dosis es un veneno violento. Por esta causa
debe proscribirse la práctica, bastante general,
de dar gusto de almendra á ciertas composiciones
de leche, cou esta semilla.
Requiere esta planta bastante sombra; pollo
demás, su cultivo es el mismo que el de la
especie anterior.
Hay una variedad de hojas abigarradas de
blanco y otra de hojas estrechas muy pequeñas.
Cerasus Virginiana, Juss.—Árbol originario
de Virginia y Carolina, de 5 á 6 metros
de altura, y cultivado en Europa como planta
de adorno. Tiene las ramas rojizas y punteadas
de blanco; las hojas ovales-íanceoladas,
dentadas; las flores blancas en racimos, y los
frutos negros, del tamaño de una cereza pequeña.
Florece á últimos de Mayo, y siente las
heladas.
Cerasus cornuia, "Wallich.—Árbol del tamaño
del anterior. Tiene las flores blancas,
dispuestas en grandes espigas cilindricas. Las
drupas se prolongan en una especie de espolón
cónico, al cual debe su nombre específico.
Cerasus Virginiana, Micb.—-Árbol originario
de Virginia y la Carolina, de 25 á 30 metros
de altura, y cultivado en Europa como
planta de adorno.
Su madera es encarnada, compacta y útil
para la ebanistería. Requiere este árbol tierra
ligera y húmeda. Se multiplica por acodo ó
por injerto sobre el C. avium. Teme menos
las heladas que el C. Caroliniana. Se suele colocar
en los jardines de paisaje.
Cerasus Caroliniana, Mich. Árbol hermoso,
de 12 metros de altura, originario de la
Carolina y cultivado en Europa como planta
de adorno. Se multiplica por semilla en tierra,
ligera y con buena exposición. Soporta con
dificultad las temperaturas inferiores á—10°.
Cerasus occidentalis. Lois. Nombre vulgar,
Cuajani.— Este árbol vegeta en los montes de
la Isla de Cuba.
Adquiere una altura de 10 á 15 metros, con
un. diámetro de 3 á 4 decímetros. La corteza
es obscura, áspera, algo gruesa y de epidermis
que se resquebraja. Tiene las hojas elípticas,
acuminadas, enteras y coriáceas; las
flores en racimos laterales ó axilares, y el fruto
formado por una drupa ovoidea, parecida á
una ciruela, y muy apetecido por los cerdos.
Abunda en las demás Antillas, y se cría en
las sierras y en las orillas de los ríos.
La madera, que apenas tiene albura, es
fuerte, compacta, de color amarillo rosado,
de fibra recta y reticulada; rompe en diagonal
en la flexión y tensión, y á tronco en la
torsión. Su peso específico es de 0,80.
Se emplea en camones, soleras y tablazón.
Debe pintarse ó no usarse al aire libre, porque
si no la ataca un insecto que le deteriora
mucho.
CERATONIA.- (V. Algarrobo.)
CERATOSTEMA ('ArboriculturaJ.—Género
de plantas de la familia de las Ericáceas,
originarias del Perú. Son arbustos siempre
verdes, de flores dispuestas en espigas terminales
ó axilares. Se cultiva en algunas estufas
el ceratostema de flores grandes (C. grandi-
Jlorum), de abundante floración, y cuyas corolas
son de brillante color escarlata.
CERBERA (Arboricultora).—Género de
plantas de la familia de las Apocináceas, originarias
de las regiones tropicales de Asia. Son
arbustos de grandes hojas ovales ó lanceoladas,
muchas de cuyas especies se cultivan en
los invernaderos de Europa. Se cultivan especialmente
el cerbero de la India (Cerbera
Manghas), de grandes flores blancas manchadas
de rojo carmesí,.y el cerbero frutescente
( C. fruiieosa), de flores rosadas. Ambas plantas
se multiplican por acodos.
CERCA.—Vallado, tapia ó muro que se
pone alrededor de cualquiera sitio, heredad
ó casa para su resguardo ó división. Las formas
en que se rodean los cercados son muy
variadas. En la actualidad se va generalizando
el uso de alambres en muchos países
para aislar los prados y otras fincas. Esos
cierres se apoyan sobre postes de madera ó
de hierro, y se componen de dos alambres
de hierro galvanizado y retorcidos, con una
especie de nudos con puntas de trecho en
trecho, á. fin de que los animales se alejen
al sentirse heridos. Para formar la cerca se
colocan tres ó cuatro líneas de alambres paralelos
y situados en el miémo plano, que se
apoyan en los postes. Estos generalmente se

CEK — 59 — CER
hallan simplemente clavados en el suelo, y
los de las esquinas se refuerzan con piernas ó
apoyos que aumenten su resistencia á la tensión.
(V. Barrera, Seto y Vallado.)
CERCADO.—Huerto, prado ú otro sitio
rodeado de valla, tapia ú otra cosa para su
resguardo.
CERCIS.—Género de plantas de la familia
de las Leguminosas. Se cultivan en Europa
algunas de las especies arbóreas de este género
, siendo muy abundante el Cercis siliquas-
Irum, L., tan conocido por su nombre vulgar
de árbol del amor. Tiene las hojas sencillas,
pecioladas, palmeado-nerviadas, reniformeredondeadas,
mates y lampiñas. Las flores
son blancas ó rosadas, y están dispuestas en
hacecillos apretados á lo largo de las ramas y
dé la parte superior del tronco. El fruto es
una legumbre de 7 á 10 centímetros de largo
por 15 milímetros de ancho, de color pardo
rojizo, trinervada sobre la sutura central;
contiene de diez á catorce semillas ovales y
negras.
Es un árbol que alcanza la altura de 5 á 8
metros, cuyo tronco es algo irregular y está
cubierto de una corteza negruzca, con grietas
finas, profundas, apretadas, longitudinales y
transversales. Las ramas son flexuosas. Florece
en Abril, y sirve de adorno en los paseos.
Exige para su cultivo tierra ligera y exposición
cálida. Se multiplica de semilla. Las
plantitas se deben resguardar de las heladas,
haciendo su transplante á la primavera siguiente.
La plantación de asiento no se hace
hasta que los arbolillos tienen 2 metros de alto.
La madera es algo dura, de color amarillo
parduzco, con la albura blanca. El peso específico
es de 0,626 á 0,663.
El Cercis Japónica, Sieb. et Zuce, tiene el
mismo porte que el árbol anterior; sus hojas
son cordiformes, articulares y coriáceas. Las
flores á su vez son precoces, y nacen en las ramas
antiguas, presentando un color rojo muy
vivo; las uñas de los pétalos son más largas
que el cáliz.
Por último, el Cercis Canadensis, L., oriundo
de Virginia y el Canadá, no es tan grande
como el C. siliquasirum; tiene también las flores
más pequeñas, y sus hojas son cordiformes
y mucronadas. Exige el mismo cultivo que las
especies anteriores.
CERCO—(V. Aro.)
CERDA (Ganado de).—I. UTILIDAD DEL
CERDO É HISTORIA DE su CONSUMO.—El cerdo
es uno de los animales más útiles. No lo hay
menos exigente en cuanto á la elección de
alimentos. Puede ser considerado como una
máquina maravillosamente dispuesta para convertir
en agradable substancia alimenticia
para el hombre cuantos desperdicios existen
en una granja, sin valor en el mercado. Su
tocino se conserva perfectamente preparado
con sal, y es un recurso inapreciable para sazonar
las legumbres de que se sustentan las
clases pobres; su parte magra se conserva
también salada, ahumada ó curada entre nie­
ve, constituyendo los jamones, tan suculentos
y apetitosos. Del tocino derretido resulta la
pringue ó manteca, que reemplaza al aceite
en el arte culinario. Sus tripas sirven para
los embutidos; su piel curtida, para la correachería;
sus cerdas; para los zapateros. Todas
las partes de su cuerpo son de alguna utilidad
para el hombre.
El macho reproductor se llama verraco; la
hembra de cría, marrana; los mamones, lechoncillos;
á los demás individuos de la especie se
da los nombres de cerdos y puercos. El ganado
en general se denomina también moreno. La
ganadería de cerda ha sufrido grandes vicisitudes
en el concepto de las gentes. En la antigüedad
el Levítico la consideraba inmunda;
Moisés, como consta en el Deuteronomio, la
prohibió al pueblo judío, y éste le atribuyó
la lepra que lo aquejaba. En Grecia sólo se
consideró puro al animal cinco días después
de haber nacido. Los mahometanos no comen
tocino. Bufón dijo que el cerdo era indigno
de vivir junto al hombre, y hasta hubo poetas
que lo hicieron repugnante con sus versos:
GU dans un toit infecte de fange et d'ordure
XJ6 jour eomme la nuit gorgée de nourriture.
No parece sino que la humanidad iba á
pronunciar una sentencia de proscripción contra
la especie. Pero como reverso de la maldición
inmotivada, muchos al propio tiempo
procuran su apoteosis.
Homero lo hizo objeto de un episodio de
sus poemas inmortales; los cerdos que guardaba
Cumeo servían para los grandes convites
de los troyanos.
Trajano servía á sus convidados como plato'
favorito un cerdo entero, relleno de los más
exquisitos manjares, y cuenta la historia que
en los festines de Marco Antonio y Cleópatra
se prefería á todos los guisados el jamón y los
embutidos.
Carlo-Magno recomendó en sus capitulares
á los intendentes y mayordomos en palacio la
multiplicación-y cuidado del ganado de cerda.
En contraposición á Bufón, algunos ingleses
enaltecieron sus cualidades en nombre de
las clases menesterosas, y formando contraste
con los versos antes citados, se han escrito
otros en Inglaterra, elogiando en nombre de
la industria y del comercio tan útil especie.
Un autor exclama:
Ya no es hoy el cerdo un animal inmundo;
Come, duerme, se mata y alimenta al mundo.
Están desvanecidas las injustas preocupaciones
contra este ganado, y en la industria
pecuaria se fomenta su cría y se estudia la
liarte económica de su alimentación cada día
con más esmero. El número de cerdos crece
de día en día en todas las naciones. Según el
último censo, en tanto que én Inglaterra el
ganado lanar ha decrecido durante un año en
cerca de 2 millones de cabezas, el de cerda ó
moreno ha aumentado en más de un millón.
Francia tenía en 1840 algo menos de 5 mi-

CER — 60 — CER
llones de cabezas; en 1872 cerca de 5 millones
y medio, y en la actualidad pasa de 6.
España posee cerca de 5 millones y medio
de cabezas.
Inglaterra posee unas 38 cabezas por cada
100 habitantes; Badén, 31; Hungría, 18; Bélgica,
10. Suiza es la nación que menos tiene.
En cambio en Servia este ganado es objeto
importante de comercio. En 1864 se elevó á
158.745 el número de puercos exportados por
la Servia; á 251.777 en 1865; á 368.313 en
1870, y á 472.700 en 1872, importando cerca
de 16 millones de francos.
Hoy llegan á 500.000 los que se dirigen
desde Servia á Stembrück, cerca de Pesth,
en Hungría.
De muchos es conocida la importancia que
tiene en los Estados Unidos de América la
cría y matanza de cerdos, la cual da lugar á
un comercio muy extenso con Europa; pero
no deja de ofrecer curiosidad la estadística de
los matados desde hace seis años, que es como
sigue:
Núm. de cerdos muertos
desde i.° de Noviembre
Campanas á i.° de Marzo
de cada año
1872-73 5.410.314
1873-74 5.406.200
1874-75. 5.666.226
1875-76 '. 4.830.135
1878-77 5.101.308
1877-73... 5.760.000
La población porcuna en los Estados Unidos
llega hoy á 35 millones de cabezas.
Este aumento de. ganado moreno supone el
consiguiente en el consumo público. En 1750
consumía cada habitante de París 13 libras
de tocino al año; un siglo después, en 1850, su
consumo era doble, llegaba á 27 por habitante.
II. CUALIDADES DEL GANADO DE CERDA.—
Imposible hubiera sido la rehabilitación de la
ganadería de cerda sin las preciosas cualidades
que la distinguen bajo diferentes puntos de
vista. Es la especie más prolífica. Lo es tanto,
que se puede decir raya en exceso, puesto que
es causa de que no puedan dedicarse á la cría
los pequeños granjeros. Una oveja ó una cabra
crían un individuo cada año; una yegua suele
criarle de dos en dos años; una marrana puede
criar hasta 36 lechones y más, puesto que se
cuenta de alguna que ha tenido 19 en cada
parto, aunque sólo' le ha dado doce tetas la
naturaleza.
Mister Youat hace la cuenta siguiente para
manifestar la enorme multiplicación de la especie:
Se escogen 2 cerdas; de ellas se tienen
20 lechones el primer año, de los cuales 10
son machos y 10 son hembras, tendremos:
Primer año.—Hembras 10
Segundo año.—L&s 10 cerdas darán 100 individuos,
de los cuales serán hembras 50
Tercer año.—A. 10 cada una, producirán.... 500
Cuarto año.— De este número serán hembras. 250
AlOcadauua 2.500
Quinto año.—Madres, 1.250; á 10 cada una.. 12.500
Siguiendo la misma cuenta proporcional, á
los diez años se tendrá un número de cerdos
que no bajará de 39 millones.
Se comprenderá fácilmente que este cálculo
no puede ser rigurosamente exacto; pero por
muchas reducciones que se hagan, siempre resultará
una enorme cifra de aumento, y sobre
todo probadas la facilidad y la rapidez con
que la especie se multiplica.
También es la más precoz. Las reses lanares
y cabrías, y aun las vacunas, no suelen llegar
á su desarrollo completo hasta los tres años:
las del ganado que nos ocupa se pueden poner
aptas para el matadero en España al año y
medio. Y no hablamos de las razas perfeccionadas,
las cuales á los ocho meses pueden
llegar á su desarrollo completo.
Esta cualidad es de primera importancia,
atendiendo á que nada tiene tanta cuenta al
agricultor como realizar pronto el capital y
obtener en poco tiempo la ganancia. 1
Es, además, la que mejor se acomoda á
todas las condiciones agrícolas y domésticas,
y la que más se identifica con todas las clases
sociales. Es aristócrata y sumamente delicada
en la rica Inglaterra, yes plebeya y por todo
extremo sobria en los pueblos de las serranías
de España.
Por último, es la que con mayor facilidad
aprovecha los desperdicios de las granjas. La
oveja requiere buenos pastos; la cabra mucha
extensión de terreno; el cerdo se puede sostener
hasta con la inmundicia. En algunos pueblos
de Aragón y en no pocos de Castilla se
sostiene con el excremento de las caballerías,
y es muy digno de saberse lo que sucede en
las mismas puertas de la corte. Hay en sus
alrededores varios corrales destinados á encerrar
ganado de cerda. Júntanse con frecuencia
en algunos de ellos 300 y más, sin distinción
de edad ni sexo. Nada se gasta en su
manutención; el que podemos llamar empresario
ajusta el transporte del estiércol que se
recoge por las calles y caballerizas, y con lo
que hallan en él apetitoso, viven y engordan.
Estos cerdos pertenecen á las familias pobres
de los barrios bajos y de las afueras, las cuales
abonan por estancia y cuidado de 2 á 3 pesetas
mensuales por cabeza. Fundado, en vista de
esto, es el refrán de que 100 familias pueden
tener 100 cerdos, y 100 familias no pueden
comprar un cerdo.
III. RAZAS DE CERDOS.—Son innumerables
las variedades de cerdos; puede decirse que
cada comarca tiene la suya. Estas se han clasificado
en tres grandes grupos, cada uno de
los cuales comprende diversas razas. Hablaré
no más de las principales, que son las que
ofrecen interés á los ganaderos españoles.
La raza china es pequeña de cuerpo, de
orejas rectas, de patas cortas, de piel delgada,
de color blanco y escasa de cerdas. Engorda
más que las comunes con el mismo alimento,
y es precoz. Ha servido para regenerar muchas
inglesas (figura 42).
La raza china tiene el grave defecto de ser

CER — 61 — CER
su tocino poco consistente. Sin duda por esta
causa, y por ser poco á propósito para el pastoreo
al aire libré,- su cría ha ido desapareciendo
en Europa, después de haber contri-
Figura 42.— Boza china
buido con sus buenas formas á la mejora de
otras.
Cerdos ingleses.—La ganadería de cerda
inglesa es la más perfecta del mundo, y la
que está sirviendo como regeneradora en casi
todos los pueblos que se proponen marchar
por el camino de las mejoras. Consta de tres
razas: grande, mediana y pequeña, y cada
una consta de diversas variedades.
A la cabeza de las grandes razas inglesas
podemos colocar la de York; la principal de
las medianas es la de Essex; entre las pequeñas
se cuentan ¡as de Berk y de Windsor, perteneciente
esta última á S. M. la reina. Es la
más parecida á la china.
liaza de York.—Es de color blanco, y se
distingue por su enorme corpulencia. Esta
raza figura á la cabeza de las mayores de Europa.
Es el prototipo de las grandes, y la regeneradora
de las especiales para la producción
del magro. Es quizá la única de las afamadas
de Inglaterra que permanece pura, y
cuya mejora es debida al sistema de selección.
El sitio de producción no se limita al Condado
de York, sino que se extiende á los de Lancashire,
Leicestershire y Liuconshire.
La raza primitiva era vulgar, de largas pa-
Fisura 43.—Cerda Essex
tas, de lomo estrecho, de costillas aplastadas.
Estas formas eran propias para recorrer
grandes distancias á fin de buscar el sustento.
Además, los animales se distinguían por
su enorme cabeza, por sus orejas caídas, por
su .voracidad y por su difícil engorde. Gracias
á la acertada elección de reproductores y á
una alimentación bien entendida, la gran raza
Yorkshire se ha transformado, adquiriendo formas
verdaderamente simétricas. A la simple
vista se conoce que la cabeza es pequeña relativamente
al cuerpo, que los huesos son delgados
, de suerte que en peso igual tiene más
parte aprovechable que otras razas, y que la
anchura de los lomos es proporcionada.
Las marranas son muy fecundas, y los cerdos
adquieren un peso extraordinario. En una
Exposición,inglesa hemos visto un ejemplar
de 30 arrobas y una marrana con 16 lechoncillos,
que mantenía perfectamente.
El jamón de York tiene reputación euro-
pea. En España se ha cruzado la raza con bastante
buen resultado. Nosotros la hemos cruzado
con la manchega, y, sin saber la causa,
todos los descendientes salieron defectuosos.
liaza de Essex.—Es el tipo más perfecto de
las medianas. Tiene de particular el no ser de
pura sangre, sino de origen cruzado. He aquí
su historia, que encierra una gran enseñanza.
A principios del siglo, lord Western viajaba
por Italia. En las cercanías de Ñapóles le
llamó la atención la ganadería de cerda por
su poco hueso. Compró un bueu semental, lo
llevó á Inglaterra y lo cruzó con la raza negra
del Condado.
Los hijos heredaron del padre la delgadez
de los huesos y la aptitud para el engorde,
pero de la madre heredaron también el defecto
del aparato digestivo, á causa del cual era
escasa su facultad asimiladora. Entonces fué
cuando el célebre Fisher Hobbs ideó cruzar
con los verracos napolitanos, no las hembras
de Essex, de pecho estrecho, sino otras mestizas
de Berk y de Essex, cuya cavidad pectoral
tenía mayor amplitud. Los hijos salieron

OEH — '62 — CER
con pulmones más anchos; la combustión del
carbono fué mayor en ellos, y por la potencia
de su aparato digestivo asimilaron de un modo
más completo la parte azoada de los alimentos.
Durante algunos años, Fisher Hobbs siguió
cubriendo con verracos napolitanos las
hembras de anteriores cruzamientos, que tenían
el pecho más ancho y el cuerpo mejor
formado; mas cuando la descendencia fué tal
como deseaba, eligió de ella los reproductores,
y apareándolos, fijó las cualidades de la raza.
Figura 41.—Cerdo Berk
Figura 43.—Tipo Leicester
La figura 43 representa un ejemplar de
Essex. La raza Essex es una máquina de tocino.
y la prontitud con que lo elabora la com-
prenderán nuestros lectores examinando bien
los tipos que presentamos á su vista.
Baza de Berk.— La raza de Berk tenía dos
^ nun.inj Nil'.rasa
^^^^^^^^^^^^^
defectos á los ojos de los inteligentes hace
veinte años: el ser muy bulliciosa, y además
de poca consistencia el jamón que producía.
Un ganadero, Matthieu Neuman, ideó cruzarla
con la de Essex. v así lo verificó en su

CER —: 6: CER
hacienda de Hayescourt (Uxbridge), y el resultado
no pudo ser más satisfactorio. Los
tres cerdos hijos de este cruzamiento presentados
en el concurso de 1854, pesabau cada
uno 181 kilogramos, ó sean unas 15 arrobas
á las treinta y seis semanas y un día.
En España no tenemos noticia de un ejemplo
de precocidad semejante. Aquí las razas
de ganado de cerda, todas sin excepción, son
más tardías en su desarrollo; y eomo-esto significa
mayor consumo de comida para producir
la misma cantidad de tocino, es decir, pro­
ducción más costosa, resulta el que muchos
ganaderos se arruinen con la cría de este ganado.
El tipo de la raza de Berk está representado
en la figura 44. Tiene el cuerpo largo y cilindrico,
el rabo sumamente delgado, patas y
cabeza cortas, hocico alargado y orejas rectas.
Es rústica, pero delicada para la comida
y algo inquieta. Los Cerdos de Berk pesan á
los diez y ocho meses 12 arrobas, término
medio.
Esta raza se adoptó en la Escuela de Grignon,y
se halla muy esparcida en los alrededores
de París. En España también es conocida;
la trajo el Sr. Marqués de Perales, y
le ha dado buenos resultados.
Las demás razas inglesas se han ido mejorando
al mismo compás por medio de la acertada
elección de los productores y de inteligentes
cruzamientos, y á fuerza de esmero y
de cuidado. El resultado final no puede ser
más satisfactorio. Las razas de Berk, de Hamp,
de Midlessex, de Leicester y otras, gozan de
Fignra 4U.—Cerdo serrano
fama universal merecida, y tan orgullosos
están los criadores, que todos se creen aptos
para luchar con los otros; y efectivamente,
en el concurso anual que celebra el Club de
Smitfield, los premios se disputan y confieren
á los cerdos más perfectos, sin distinción de
razas. Véase un buen tipo de la raza de Leicester
en la figura 45.
Hace algunos años se discutió en aquel país
sobre cuál de los tres grupos convenía principalmente
fomentar. Al principio pareció que
el bello ideal era criar animales corpulentos;
los aficionados se extasiaban admirando en los
concursos reses verdaderamente fenomenales
de York. Generalmente pasan de 20 arrobas.
Pero en agricultura la ley económica es la
que debe regir, y según ella, no es el animal
más grande el más útil, sino el más barato.
Se hicieron ensayos de cria y engorde comparativos
entre reses de los tres grupos, y con
ellos se aprendió que las razas pequeñas y
medianas son las menos delicadas, las más
sobrias y precoces.'En la actualidad éstas son
las preferidas, y con razón, pues es indudable
que dos cerdos pequeños producen más tocino
que uno grande y consumen proporcionalmente
menos.
Las razas grandes dan proporcionalmente
más jamón y es más exquisito; pero como en
agricultura la ganancia es lo primero, los cultivadores
dan cada día más decidida preferencia
á las más provechosas, aunque menos exquisitas.
Es de notar que los cerdos de las razas de
Berk y de Essex, aunque llamadas pequeñas,

CER — 64 — CER
son de tanto peso como' las grandes de otros
países.
Cardos franceses.—Nada diremos de las
razas francesas, por no ser ninguna notable,
sin embargo de que en la antigüedad la ganadería
de cerda fué en aquella nación muy
numerosa. Los' galos; según testimonio de
Estrabón, criaban los cerdos al aire libre, y
hasta de noche los tenían á la intemperie. Eran
altos, de gran fuerza y ligeros en la carrera.
Sin que haya duda, su estado debía de ser casi
salvaje, pues añade dicho autor que eran tan
peligrosos al hombre como los lobos. La industria
de la salazón del tocino y de los jamones
era importante, según Plinio. De ellos
Figura 47.—<
se surtían los mercados de Roma y toda Italia,
haciéudose el comercio por Marsella.
Hoy las razas indígenas son poco apreciadas;
las más características son la normanda y
la craonesa; se sigue para mejorarlas el sistema
de cruzamiento con las inglesas, que es
más rápido que el de selección. En 1830 introdujo
M. Huzard la raza china; en 1837
M. Bella la de Berk; en 1849 M. de Sai'ut-
Marie la Newleicester; en 1855 M. Gunter la
Midlessex, etc.
Bueno sería que el ejemplo dado por los
ganaderos franceses para mejorar la especie
porcuna fuera imitado por los españoles.
Cerdos españoles.—El ganado moreno español
se divide en dos grandes grupos: uno
se compone de todas las variedades especiales
para la producción del tocino magro, y otro
de las especiales para la producción del gordo.
Raza magra.—Es alta, larga, estrecha, de
lomo arqueado, de mucho hueso. Se halla
extendida por la serranía de Cuenca, por algunas
comarcas de Cataluña y por no pocos
distritos de la región castellana.
Véase un tipo en la figura 46.
Esta raza tiene grandísimos defectos. Su
cavidad pectoral está poco desarrollada, y es
sumamente estrecho su esqueleto. A causa de
esto su precocidad necesariamente ha de ser
escasa y su manutención costosa. Sólo tiene
una buena cualidad para los pueblos en que
hay manada de dula y ésta tiene que recorrer
para sustentarse largas distancias: el ser andadora
y resistente en los terrenos pedregosos.
Su mucho hueso y sus patas largas se
convierten en este caso en condiciones ventajosas.
El peso de los animales de esta raza mítica
es proporcionado á su altura. Rara vez pasa
rdos baleares
de 16 arrobas en vivo, siendo excepciones el
de 20 á que llegan los de Cuenca, mantenidos
en estabulación y con escogidos alimentos.
Raza^gorda.— Esta es más cilindrica, de
patas cortas, sedentaria. Su cuna principal es
Extremadura; se extiende por varias comarcas
de Andalucía, y va siendo general en las
provincias del Norte.
El ganado moreno de Extremadura es el de
más fama. No todo es igual. Hay una variedad
en la frontera de Portugal de gran reputación.
La más preciosa para el engorde es la
que no tiene cerda y cuya piel es sumamente
fina.
De Extremadura se surten para la recría las
provincias de Valencia, Alicante, Murcia y
otras, y casi todos los fabricantes de harina y
almidón y tahoneros que se dedican á la industria
de engorde como complementaria de la
principal en que estén matriculados.
Para que se tenga idea de la importancia
de este ramo de riqueza, basta que consignemos
un dato: Hay en Badajoz, según el censo
de 1865, 434.000, en números redondos; en

CEE — 65 — CER
Cáceres, .237.000; en Córdoba, 198.000; en Salamanca,
214.000.
Cerdos baleares.—Habiendo nosotros emitido
en la Gaceta agrícola un juicio poco
favorable sobre el ganado moreno de estas
islas, recibimos la siguiente carta:
«Muy señor mío y de mi más distinguida
consideración: Adjunto tengo el gusto de remitir
á V. tres dibujos que representan fielmente
tipos de cerdos baleares.
«Están tomados de entre los muchos miles
que durante el otoño y parte del invierno se
exportan á Barcelona, donde son pagados á
buenos precios, pues alcanzan de ordinario
en vivo 120 pesetas los 100 kilogramos.
Figura 48.—Ce rdos baleares
mentado, convendría en que poco tenemos
que hacer en este importante ramo de la ganadería.
»Haga V. el uso que crea prudente de los
dibujos y de las noticias que'le doy, y disponga
como guste de su atento, seguro servidor
Q. B. S. M.—Pedro Estelrich.3
Los dibujos, efectivamente hechos con gran
inteligencia, dan á conocer á un ojo experimentado
las cualidades físicas de la raza; patas
cortas, orejas grandes y caídas,, rabo delgado,
piel poco cerdosa y cabeza pequeña. ¡Lástima
es que uno de los ejemplares no esté retratado
de frente, para podernos formar juicio de la
amplitud del tórax! ,
»Los dibujos están hechos por el distinguido Nosotros, que preferimos la mejora por se­
pintor D. Antonio Juster, quien se ha preslección , cuando el cruzamiento no está muy
tado gustoso á sacarlos á la primera indicación indicado, nos persuadimos de que en Mallorca
mía, y lo ha hecho á mi entera satisfacción. no debe introducirse la sangre extranjera. La
sObstáculos que no he podido vencer se raza que representan las láminas tiene, al
han opuesto á mi deseo de remitir á V. al­ parecer, bastantes grados de perfección para
gunas fotografías de nuestra raza típica de ser aceptada como base.
cerdos; pero abrigo el íntimo convencimiento Subrayamos deliberadamente esta palabra,
de que con los dibujos que le envío se hará porque juzgamos que puede ser mejorada y
usted cargo de los rasgos más característicos que deben los ganaderos aumentar su per­
de los cerdos de Mallorca.
fección.
»De los informes que he tomado sobre los ' Lo primero que conviene hacer es fijar la
ensayos hechos en esta provincia para cruzar raza. Sólo así puede saberse con casi completa
nuestra raza con las inglesas perfeccionadas seguridad lo que será la descendencia. Los
resulta que, no estando sometidos los hijos á tres tipos presentados, considerados aislada­
cuidados en la primera época de su vida, ó mente, son indudablemente buenos, pero no
sea desde el destete á los ocho meses, no pue­ son uniformes. ¿Qué significa esto? Significa
den resistir los cruzados lo que resisten los que en la elección de sementales no se han
indígenas, y no se obtienen resultados. buscado los mismos caracteres ó no se han
^Nuestra raza, con los cuidados que los in­ hallado varios que tengan el mismo tipo de
gleses dan á las suyas, sería tal vez superior; raza. Prueba clara de que las cualidades dis­
y si V. viera el gran partido que sacan estos tintivas que revelan mayor grado de perfec­
isleños del cerdo mal cuidado y no bien alición no están suficientemente generalizadas.

CER — 66 — CER
El tipo figura 47 es más pequeño, y tieue
el lomo más ondulado.
El tipo figura 48 tiene la parte posterior
más redonda, y parece algo estrecho de pecho.
El tipo figura 49 es proporcionalmente más
largo, y tiene más rectas las líneas del lomo,
y el pecho, si la vista no nos engaña, más
desarrollado.
Lo repetimos: son buenos los ejemplares,
pero es difícil que por ellos nadie adquiera
una idea precisa de la raza.
Pero lo repetimos también: ésta, considerada
en cualquiera de las tres láminas, es
mucho mejor de lo que creen en Francia, y
demuestra que los criadores mallorquines no
son refractarios á las reformas, sino que, por
el contrario, han conseguido mejorar la raza
primitiva.
Los felicitamos por ello, y al Sr. Estelrich
de haber rectificado la opinión poco ventajosa
que se tenía en Europa de la inteligencia en
este punto de aquellos laboriosos isleños.
Los cerdos andaluces son bastante parecidos
á los de Extremadura. En las Provincias
Vascongadas se ha mejorado mucho este ganado
con la cruza de algunas razas inglesas.
Conviene advertir que en cada región hay
una raza dominante, pero en ella suelen existir
otros tipos, y como se atiende poco á la
elección de sementales, hay poca uniformidad
en los caracteres de las diversas familias comprendidas
en cada raza.
IV. CUESTIONES IMPORTANTES SOBRE LA
CRIA DEL GANADO DE CERDA.—Dadas á conocer
las razas principales, conviene dilucidar
dos cuestiones de verdadera importancia; son
las siguientes: ¿Puede considerarse qué la
Figura 49.— Cerdos baleares
utilidad de las razas está en proporción de su
corpulencia? ¿Cuál ó cuáles extranjeras deben
ser preferidas en España como reproductoras
ó para aclimatarlas puras?
Difícilmente se puede dar uua contestación
precisa y categórica. Bajo el punto de vista
teórico se puede decir cuál es la más perfecta;
pero, relativamente hablando, la más perfecta
y mejor en ciertas condiciones sería desastrosa
en otras localidades y en condiciones distintas.
Hemos dicho antes que la raza Essex es la
más apreciada en Inglaterra; pues si se trae á
un pueblo de sierra, si se la pone á la intemperie,
si diariamente se la echa al pasto, si se
le obliga para buscar el sustento á recorrer
grandes distancias, pisar terrenos ásperos y
hozar ün terreno pedregoso y endurecido por
la sequía, no podrá resistir largo tiempo; perecerá
de hambre y de fatiga en medio de los
caminos.
Las razas tienen exigencias tanto más grandes
cuanto son más perfectas, y es regla fija
de economía rural atemperarse en la producción
á las circunstancias de clima, población,
cultivo y capital del propietario. Por eso en
comarcas deshabitadas, cuyos moradores tienen
que vivir fuera de casa, ocupados en labores
de campo, y fuera del pueblo durante
largas temporadas, en esas comarcas donde el
ganado tiene que estar á la dula es preferible
un ganado huesudo, de piel dura, andador y
resistente.
¿Cómo se mejoran las razas?
Así como las condiciones locales son distintas,
distintas deben ser también las razas; pero
todas pueden mejorarse, es decir, darles cua-

CER — 67 — CER
lidades más apropiadas á las circunstancias
en que viven.
Esto se consigue, como en las demás especies,
por medio del cruzamiento y por la selección.
Antes de ahora hemos manifestado nuestra
opinión sobre el cruzamiento de las razas como
medio de mejora. Cuanto hemos dicho se puede
reducir á lo siguiente:
1.° Los cruzamientos entre razas desemejantes
no suelen dar buenos resultados.
2.° Para mejorar las razas no deben emplearse
jamás padres cruzados; pero conviene
muchas veces cruzar padres de raza pura con
hembras mestizas.
3.° Los cruzamientos entre razas que tienen
cierta analogía suelen dar magníficos
resultados para la producción de la carne.
Esta tercera afirmación se demuestra con
el informe emitido sobre los animales presentados
en los concursos de ganado gordo celebrados
en estos últimos años por el Club de
Siuitfield en Inglaterra. En el del año 76 los
animales de peso han sido cruzados; antes sucedía
lo mismo, aunque no de un modo tan
general como ahora; pero la observación hace
mucho tiempo que se viene haciendo y comprobando.
Debemos notar que en España el cruzamiento
ha dado en la ganadería de cerda tan
buen resultado como malo hasta ahora en el
lanar. Diferentes ganaderos lo han ensayado,
y casi todos se dan el parabién de la mejora
obtenida. La Escuela de Agricultura de Vitoria
ha contribuido con este sistema, según
va dicho, á transformar la ganadería de las
Provincias Vascas; sobre el adelanto realizado
en ellas, véase una carta que nos dirigió persona
competente con motivo de una Exposición
de ganados:
«Vicenta Andriñúa, de Vitoria, presentó
un cerdo de quince meses y doce días, con
peso de 236 kilogramos (20 arrobas y 13 libras);
era de sangre Leicester, aunque no
puro, muy bien conformado, patas cortas y
delgadas, morro cortado, orejas pequeñas y
derechas, buena ceba y poco desperdicio; obtuvo
el primer premio.
«Benito Gauna, vecino de Gebara, presentó
tres cerdos hermanos, de diez meses y trece
días, con peso de 165 kilogramos (14 arrobas
y 8,50 libras) el primero, 149 kilogramos (12
arrobas y 13 libras) el segundo, y el tercero
161 kilogramos (14 arrobas); eran de pura
raza de Leicester, y como todo el ganado de
esta raza, tenían unas patas sumamente cortas
y delgadas, orejas muy pequeñas y derechas,
hocico muy corto y remangado, frente aplastada
ó mejor hundida, con poquísimo desperdicio
; eran unos verdaderos cilindros que
llamaban la atención de los muchos compradores
que de fuera de la provincia acuden á
este mercado; se les concedieron al primero el
segundo premio (debió en mi concepto adjudicársele
el primero), al segundo se le dio el
premio quiuto y al tercero el tercer premio.
«Lino Ortiz de Orruño, vecino de Artezana
de Álava, presentó otro cerdo de catorce
meses y veintitrés días, con peso de 225 kilogramos
(19 arrobas y 14 libras); este animal,
en mi concepto, tenía mucha sangre de la
raza Yorkshire y algo de la de Leicester; patas
gruesas, respectivamente comparado con los
anteriores; orejas algo más grandes y colgantes
; hocico un poco largo y más huesoso,
y rabo bastante grueso; obtuvo el cuarto
premio.
«Vicenta Andriñúa, de Vitoria, presentó
otro cerdo de quince meses y quince días, con
peso de 257 kilogramos (22 arrobas), que
en mi concepto era un cruzamiento de raza
Yorkshire con la americana; sus patas eran
sumamente gruesas, su cabeza excesivamente
grande y huesosa, orejas muy grandes y colgantes,
y rabo muy grueso; así lo manifesté
como individuo del Jurado. Tenía mucho desperdicio,
y no era una ceba buena.
«Otros muchos se presentaron cuya descripción
omito por no serle molesto, y voy á
terminar con una pequeña indicación que confirma
lo que V. dijo en la conferencia agrícola
dada en 9 de Diciembre próximo pasado.
«Al crearse esta Escuela, la Diputación
general, sin tener en cuenta los gastos, procuró
adquirir, y adquirió en distintas épocas,
sementales de la raza de Yorkshire, Essex,
Berkshire y Leicester, y luego se vio al labrador
decidirse por la última, que tan grandes
resultados ha dado y tanta aceptación ha
tenido, no sólo en la provincia, sino fuera,
para donde salen del mercado de Vitoria en
grandes cantidades, tanto que en el año de
1873 se vendieron á peso de ceba y medias
carnes 17.804 cabezas, calculando en un duplo
el número de crías. Aún hay algunas personas
que se complacen en tener en su casa y presentar
en el mercado cerdos de mucho peso;
pero la generalidad ha comprendido que la
verdadera utilidad se obtiene con las razas
pequeñas, y especialmente con la Leicester,
que á su sobriedad reúne la inapreciable ventaja
de la poca duración de la ceba, y por
consiguiente la de poder el labrador recibir
el premio de sus afanes en un plazo más corto,
con mayores utilidades y menos riesgo.«
Donde el cruzamiento no sea fácil, es indispensable
adoptar el sistema de selección para
la mejora de las razas.
La selección no tiene jamás inconvenientes,
y donde quiera que se han elegido los reproductores
con algún cuidado, inmediatamente
se ha mejorado la raza. Citaré un ejemplo.
El ganado de la Mancha alta es muy malo.
La cavidad pectoral es sumamente estrecha,
las costillas parece que se le juntan, la cabeza
es enorme, y la cantidad del hueso extraordinaria
en comparación de la carne. Necesita
tres años para desarrollarse, y puede decirse
que tiene el paladar extragado. Muestra particular
predilección á comer inmundicia. Pero
en una pequeña zona del partido de San Clemente,
que comprende las aldeas de los Pinos,

CER — 68 —
CER
el Simarro, la casa de la Loma y la'Losa, los
vecinos se han esmerado en la elección de reproductores
y en el cuidado de los lechoncillos,
y han logrado mejorar la raza de un
modo notable. A los quiuce meses pueden ir
al matadero perfectamente cebados, con 14
arrobas de peso.
¿Qué cualidad se debe procurar en la mejora
de las razas? Como son, varias las cualidades
que constituyen la bondad del ganado,
y esa bondad es relativa, según hemos dicho,
los ganaderos no deben tener por objeto un
fin único, puesto que su intento no ha de ser
la perfección absoluta. Sus esfuerzos los ha de
dirigir á que adquiera en su mayor grado la
más adecuada á las circunstancias locales.
IV. SISTEMAS DE CHÍA Y RECÍUA SEGUIDOS
EN ESPAÑA.—Este fin no se consigue solamente
con la elección de los reproductores; es
preciso, además, que el sistema de cría y de
alimentación esté en armonía con las prescripciones
de la ciencia. Desgraciadamente en
España no hay un sistema de cría racional y
uniforme; se obra caprichosamente y sin plan
bien meditado, de modo que las buenas cualidades
de nuestro ganado son independientes
del sistema, y aun á pesar del sistema seguido.
Veamos lo que pasa. En unas partes se
tienen los cerdos revueltos con la familia, y
aun los trabajadores los llevan detrás al campo,
como si fueran perros. Así he visto que se
hace en Lanjarón y otros pueblos próximos á
las Alpujarras.
En otras partes se tienen en porquerizas
estrechas y obscuras. En ellas viven encerrados;
en ellas se ensucian, duermen y se les
sirve la comida, que consiste en el orujo de
la uva ó de la aceituna, en algunas hierbas
del campo, ó en mondaduras de patatas, melones,
etc., cocidas con el agua del friegue. •
En otras partes se echan á concejo al despuntar
el día, recogiéndolos el porquero al
son de la caracola. Comen lo que encuentran
en los terrenos áridos, y en la casa no se les
proporciona más que el abrigo.
En otras nacen y viven en las majadas construidas
en las dehesas. Este es el sistema^seguido
en Extremadura.
Las pocilgas construidas en esta región son
generalmente bajas, mal ventiladas y hediondas.
Los cerdos viven á pasto, y sólo á las
marranas de cría y á los lechones de destete se
les da suplemento de pienso, que suele ser de
centeno ó de cebada.
Cuando los lechones se echan con la piara,
quedan sujetos á los rigores de la intemperie
y de la escasez, según las estaciones. El desarrollo
no es normal, la piel se pone callosa,
y el engorde no puede verificarse hasta que
cumplen dos años.
Los cerdos que nacen en primavera se llaman
hierbizos; los que nacen en verano, agostones;
losjque nacen en otoño, San Migueleños.
Estof son los mejores.
Los criadores prefieren vender la cría á
recriarla. Con razón, porque'cuanto más pronto
venden, su ganancia es más segura.
La venta se hace en unas comarcas, y cuando
es en pequeño, llevando á los mercados
los lechones con la madre al cumplir siete
semanas. No es mala práctica, porque es el
modo de conocer la raza por la línea materna.
Otras veces van los mercaderes á las majadas,
compran los cerdos de año y los llevan
por los pueblos en piaras.
Otras veces los dueños los llevan á las ferias,
á las cuales acuden los que han de ponerlos
en cebo. Las ferias suelen empezar por la
de Trujillo y concluir por la de Alcalá. Compran
en primavera, ó sea en las primeras
ferias, los que se-proponen llevar los cerdos
á rastrojera; compran después los que han
de llevarlos á montanera, ó se proponen engordarlos
en las fábricas de harina ó de almidón
, ó en las tahonas.
La montanera tiene sus reglas. Para aprovechar
la bellota se dividen los cerdos en secciones
de á 20, que se llaman varas, sin duda
por el pastor que va delante con una lata
vareando las encinas. Detrás van ' los cerdos
de vida, que se llaman malandares.
Para que se haga bien el engorde en la
montanera conviene que el monte tenga, alguna
hierba y buen abrevadero de agua corriente.
También importa que los cerdos vayau
ensortijados.
El cebo en corral tiene sus reglas. Se empieza
por dar el pienso de salvado para que
los animales ensanchen. Después se adiciona
harina de cebada; por último, se suprime el
salvado y se mezcla con la cebada moyuelo,
maíz ó centeno.
El salvado de tahona es mucho mejor que
el de fábrica.
Con los residuos de las fabricas de almidón
engordan extraordinariamente.
En los paradores de las afueras de Madrid,
en el de los Chacones, en el de Santa Brígida,
en el de Gilimón y otros, se reúnen desde
Noviembre á Marzo lo menos 2.000 puestos
en cebo. ,
Alguna vez he tenido yo 500 cerdos en el
parador de San Dámaso, y la experiencia me
permite hacer las siguientes observaciones:
1. a
El ganado de cerda es el producto más
incierto. '
2. a
El ganado de cebo da con frecuencia
dentellada, según frase vulgar, es decir, arruina
al recriador.
3. a
El comercio del ganado gordo, á causa
de las oscilaciones de los precios, ha causado
en estos últimos años grandes pérdidas á los
mercaderes. Compran en montanera con arreglo
á la cotización de los centros de consumo,
y en éstos, durante el transcurso de una semana,
sube ó baja una peseta y más en arroba.
4. a
A quien tiene cuenta engordar es á
los fabricantes de harinas, de almidón y á
los tahoneros, así como también á los que
tienen maíz ú otras semillas á las cuales no

CER — 69 — CER
pudieran dar salida. Para todos éstos el engorde
es una industria complementaria y lucrativa.
V. CRIA, PERFECCIONADA DEL GANADO DE
CERDA Y PRUEBAS DE ALIMENTACIÓN.—¡Cuánto
tenemos que aprender en este punto de los
extranjeros!
En Inglaterra se tienen clasificados los cerdos
por edades, y los de engorde, así como
las marranas, viven en sistema celular, ó sea
en habitaciones separadas. Las porquerizas
son extensos edificios, construidos bajo un
plan de aseo y comodidad para el ganado!
Cada habitación consta de dos partes: una
cerrada, y otra descubierta. En ésta se coloca
un baño, y hay una canal de agua corriente,
á fin de que el animal pueda beber y bañarse
cuando lo apetezca. El suelo de la parte cubierta
suele estar en claraboya, con objeto
de que el estiércol vaya al fondo y el animal
no esté nunca en contacto con la inmundicia.
Las paredes son de asfalto ó piedra, y se lavan
dos veces al día.
El baño es de inmensa utilidad para este
ganado, tanto porque le preserva de muchas
enfermedades, cuanto porque mantiene flexible
la piel; condición necesaria para que se
verifique el engorde en condiciones regulares.
En Inglaterra se hace la castración al mes
de nacer, con lo cual se facilita el desarrollo
del animal, y su carne es más delicada.
Los porqueros ejercen gran vigilancia para
impedir que las madres se coman á los hijos.
A las pocas semanas de nacer se da á los
lechoncillos un suplemento de los residuos de
la fabricación del queso y de la manteca.
Generalmente dura la preñez de la marrana
tres meses, tres semanas y tres días. Mientras
se halla en este estado hay que alimentarla
bien, pero sin cebarla. Cuando se aproxima
el parto se pone inquieta, amontona en un
rincón de la zahúrda paja ó estiércol, si lo
hay, y preparado así el lecho, se acuesta y
paré.
La marrana se come las secundinas, y excitado
su apetito, hasta devora sus propios
hijos si no se la vigila para impedirlo.
El cuidado, la limpieza y el modo de dar
los alimentos influye poderosamente en el engorde,
es decir, que en esto consiste la ganancia
de los ganaderos ó recriadores. En
prueba de ello citaremos algunos ejemplos.
Un labrador de Norfolk hizo el siguiente
ensayo sobre las ventajas de la limpieza: Puso
á engorde seis cerdos del mismo peso, y todos
en igual buen estado de salud. A todos les
dio el mismo alimento; pero tres no recibieron
cuidados especiales de aseo, en tanto que
otros tres eran frecuentemente lavados con
agua de jabón y rascados con un cepillo. A
las siete semanas éstos pesaron 36 kilogramos
más que los primeros.
M. Walker hizo otro ensayo para ver hasta
qué punto eran ventajosos los alimentos
cocidos á los crudos. La prueba duró tres meses,
y se verificó con diez cerdos, cuyo peso era
de 47,50 kilogramos, término medio. El lote
servido con alimentos cocidos ganó á razón
de 79 kilogramos, en tanto que el de alimento
crudo no aumentó más que á razón de 53.
En Inglaterra, donde para ser prácticos
todo lo hacen científicamente los agricultores
, se tiene presente que los alimentos son
de dos clases: unos plásticos y otros respiratorios;
unos favorecen el desarrollo de la fibra
muscular, y otros la formación de la grasa.
Durante el crecimiento dan preferentemente
á los animales materias azoadas; mientras
dura el engorde les dan principalmente materias
hidrocarbonadas. ¿Cuál es el resultado
de este sistema? Helo aquí: mientras un ganadero
español se contenta con que un cerdo al
ir al matadero cuente las arrobas por los meses
, menos de una libra diaria, es muy común
en Inglaterra obtener dos libras diarias.
En la propiedad de AVesseldorff (Mecklemburgo)
ha verificado el Sr. de Bassewitz algunos
experimentos comparativos sobre los
efectos producidos por diferentes substancias
en la alimentación de los cerdos. Estos experimentos
comprenden las dos siguientes series
, que se subdividen cada una en dos partes,
en esta forma:
PRIMER EXPERIMENTO. — Primera serie.—
Cinco cerdos recibieron 15 kilogramos de
maíz triturado y diluido en agua hirviendo,
y 19,5 kilogramos de patatas machacadas, en
una cantidad suficiente para formar una papilla
espesa. Este alimento se dio siempre
frío.
Segunda sene.—Cinco cerdos recibieron 7,5
kilogramos de cebada triturada é igual cantidad
de centeno, también triturado, y de
patatas como los cerdos de la primera serie.
La cebada contenía algunos guisantes y un
poco de avena; el centeno era puro, pero los
granos estaban un poco secos.
Este primer experimento duró del 6 al 23
de Marzo; cada res recibía diariamente:
Primera serie Kilogramos
Maíz triturado 3,0
Patatas 3,9
Leche descremada 2.0
Segunda serie Kilogramos
Cebada triturada 1,5
Centeno triturado 1,5
Patatas 3,9
Leche descremada 2,0
Es probable que la cantidad de leche descremada
consumida fuese sensiblemente la misma
de una que de otra parte. Los resultados
, obtenidos están resumidos en el siguiente estado:
Primera serie Kilogramos
Peso de los cinco cerdos al empezar el
experimento 503.00
ídem al terminar 559,00
Diferencia de peso 51,00
Aumento de peso por cabeza y día 0,8-3

CER
Segunda serie Kilogramos
Peso de los cinco cerdos al empezar el
experimento 600,00
ídem al terminar 633.C0
Diferencia de peso 33,00
Aumento de peso por cabiza y din 0,44
SEGUNDO EXPERIMENTO.—Primera serie.—•
Diez cerdos recibieron por día 20 kilogramos
de maíz triturado y diluido en agua hirviendo,
y 54 kilogramos de patatas machacadas
en 30,,kilogramos de un líquido compuesto de
mitad de leche descremada y otra mitad de
aguas grasas de cocina.
Segunda serie.—Diez cerdos recibieron diariamente
24 kilogramos de cebada y centeno
triturados, y patatas como en la primera serie.
Este alimento fué dado durante diez y
seis días (del 20 de Abril al 6 de Mayo) á los
veinte cerdos sometidos á la experimentación;
cada uno de ellos aumentó por día:
Primera serie , Kilogramos
Maíz 2,0
Patatas 5,4
Aguas grasas y leche 3,0
Segunda serie Kilogramos
Cebada y centeno 2,0
Patatas 5,4
Aguas grasas y leche 3,0
Los resultados de esta alimentación fueron
los siguientes:
Primera serie Kilogramos
Peso de los diez cerdos al empezar el
experimento 637,05
ídem al terminar 785,00
Diferencia de peso 147,05
Aumento de peso por cabeza y día 0,92
Segunda serie Kilogramos
Peso de los diez cerdos al empezar el
experimento 741,007
ídem al terminar 851,000
Diferencia de peso 109,005
Aumento de peso por cabeza y día 0,685
Resulta, al parecer, de estos experimentos,
confirmado un hecho bastante observado por
nosotros respecto á las cualidades nutritivas
del maíz para el engorde de cerdos sobre
iguales cantidades de cebada y de centeno.
Obsérvase igualmente, al comparar los resultados
de los dos experimentos, que ha habido
ventaja en disminuir los granos de cereales
y en aumentar la cantidad de patata en la
ración de cada res.
También en España se han hecho pruebas
de esta clase, mereciendo especial mención Ja
verificada en la Escuela de Agricultura de
Sevilla por su digno director el Sr. D. Eduardo
Abela. Véase el interesante relato del
mismo.
Cuando nos hicimos cargo de la dirección
70 — CÉR
del indicado establecimiento,-existían ya varios
sementales de cerdos traídos de Inglaterra,
de las razas Berkshire y Essex, con algunas
crías nacidas ya en España, componiendo
en junto 2 verracos y 10 hembras de diversas
edades en disposición de procrear. Entonces
se construyeron mejores pocilgas, ventiladas
y enjutas, con dos corralillos anejos, y
en uno de ellos una buena pila con declives
suaves para que pudieran entrar á bañarse
los cerdos y en disposición adecuada para remudar
frecuentemente el agua, manteniéndola
limpia y en buenas condiciones.
El sistema de crianza consistía en media
estabulación, sacando diariamente la piara al
campo algunas horas por mañana y tarde en
el tiempo templado y al medio día durante los
fríos; excepción hecha de los verracos, que se
mantenían en estabulación más prolongada.
Según las épocas, los cerdos buscaban parte
de su alimentación en los rastrojos, barbechos
y olivares, sin salir de los terrenos explotados
por la granja. Además, se daba á esta ganadería
un suplemento de alimentación, que
consistía en todos los desperdicios de la huertas,
algunas coles y hierbas, y frecuentemente
semillas ó granos quebrantados, con especialidad
maíz, cebada y habas. La cantidad de
granos gastada en el año no pasó de 1.580 á
1.740 kilogramos para 58 á 64 cabezas de ganado,
en todas edades, y término medio, de
3 á 4 kilogramos diarios. El gasto por toda
clase de servicios en alimentos, cuidados y
alojamiento no puede computarse en mayor
cifra que en la de 10 reales diarios, en la relación
de 3,74 por alimentos y 6,26 por los
demás servicios, resultando en 0,15 por cabeza.
En el primer año, las 10 cerdas de vientre
produjeron 51 crías, ó sea en cada una 5 lechones.
Del total de crías fueron 25 machos
y 26 hembras. La propagación general
fué : : 100 : 425. Siendo el total de cabezas
64, y habiendo muerto por causas accidentales
7 de éstas, la mortalidad resultó en II
por 100.
En el segundo año (1868-69) se dejaron
18 sementales, y de éstos 8 hembras, las cuales
produjeron 44 crías, ó sea cada una 5 lechones
también. Del total fueron 25 machos
y 19 hembras. La propagación general
fué : : 100 : 440. Siendo el total de ganado
58 cabezas, y habiendo muerto 6, la mortalidad
fué de 10 por 100.
Teniendo en consideración todas las circunstancias
expresadas, el costo de crianza de
cada cerdo puede graduarse:
. Reales
A los nueve meses 41-
A los doce...: , 00
A los diez y ocho 90
A los veinticuatro 120
Los precios ordinarios en venta de los cerdos
del país en las respectivas edades se es

CER — 71 — CER
timaban en aquella época del modo siguiente:
Reales
Cerdo de nueve meses. • • • 60
ídem de doce £0
ídem de diez y ocho 120
ídem de veinticuatro 160
Con los expresados antecedentes pueden 1
apreciarse lo suficiente las condiciones de la
recría ó engorde, comprendiéndose fácilmente
el pormenor de las experiencias que vamos
á relacionar, en las cuales se tomó por base
la nutrición con el grano de maíz.
• EXPERIENCIA A.—Raza Essex.—Cerdo de
nueve meses, con 30 kilogramos y valor de
60 reales, empezado á cebar en 1.° de Noviembre
de 1868:
TIEMPO DE CEBO Grano
de maíz Grano
Meses Días consumido por día
Kilogs. Kilogs.
"
Diciembre. ...
15
15
15
16
15
16
28
11
28
40
53
56
53
56
Я4
30
1,86
1,66
3,60
3,50
3.60
3,50
3,35
2,72
Totales... 131 410
El término medio del grano consumido por
día fué de 3,12.
Pesó el cerdo á la muerte, el 11 de Marzo
de 1869, 121,50 kilogramos, poniendo en cebo
91,50 kilogramos. Resulta que hizo 690 gramos
de carne diaria.
Su cuenta de gastos y productos se debe
establecer como signe:
Reales
Producto de 121,50 kilos de carne, á 4.78 re.
/Precio del cerdo flaco, rs.. 60,00
ULO kilos de maíz, a 0,80 rs. 328,00,
Gastos.. 421,00
f dio real por aloi amiento 1
'> y cuidados 36,00/
Ganancia 281,66
EXPERIENCIA D.—Raza Essex.—Cerdo de
veinticuatro meses, con 80 kilogramos y valor
de 160 reales, empezado á cebar el 1." de Diciembre
de 1867:
TIEMPO DE CEBO Grano
de maíz Grano
Meses Días consumido por día
Kilogs. Kilogs.
15 55.6 3,70
— 16 81,1 5,07
15 85,6 5,70
16 79,3 4,96
15 69,0 4,60
— 14 75,0 5,36
0 23,0 3,83
Totales. ... 97 468,6
El término medio del grano consumido por
día fué de 4,83.
Pesó el cerdo á la muerte 190,44 kilogramos,
en 6 de Marzo de 1868, poniendo en el.
período de engorde 110,44 kilogramos. Resulta
que hizo 1.138 gramos de carne diaria.

CER — 72 — CER
Su cuenta de gastos y productos se debe establecer
como sigue:
Reales
Producto de 190,44 kilos de carne, á 4,78 rs. 910,10
(Precio del cerdo flaco, rs.. 160,00^
Gastos..]fl7 días de engorde, á me- } 583,40"
I dio real por alojamiento \
\ y cuidados 48,50.'
Ganancia 326,64
Relacionando los diferentes beneficios deducidos,
tendremos:
Ganancia
en pesetas
Experiencia^ • 127,27
Experiencia B 244,02
Experiencia O 281,66
Experiencia D 326,64
Ganancia media de Jas cuatro experiencias
244,89
Si se observa que este término medio se
aproxima en mucha parte á la experiencia B;
que no debe tomarse como tipo por haber sido
demasiado prolongado el período de engorde,
y aun más que éste el correspondiente á la
experiencia A, llega aún á deducirse que la
verdadera ganancia media, en la recría del
ganado de raza Essex, es algo mayor.
Dedúcese además que el tiempo más favorable
de engorde ha sido en los meses de Diciembre,
Enero y Febrero, con la temperatura
media de 9" á 12" centígrados (al aire libre),
sin descender las mínimas de 1" á 3", y
no pasando las máximas de sombra de -f- 20"
á 24". Una temperatura media atmosférica superior
á 12", ó mejor dicho, máxima más elevada
de 24", parece ocasionar malos resultados
de cebo. Es indispensable, sin embargo, para
establecer conclusiones precisas, hacer experiencias
en nuestro país, examinando comparativamente
la temperatura interior de las pocilgas
con los efectos obtenidos en cada caso.
Las experiencias hechas con cerdos de la
raza Berk no merecen relación especial; su
procreación fué relativamente menor que la
de Essex, y sólo mediante el cruzamiento con
ésta se obtuvo algún buen resultado, pero en
general pudo apreciarse, tanto de los cerdos
mestizos como de la pura raza Essex, que la
edad más favorable para el cebo es de doce
meses en adelante, demostrando bastante esta
conclusión la experiencia D.
Es rústica y resistente á contrarios accidentes
la raza de Essex, experimentada en la
granja de Sevilla, sin haber sufrido atraso en
las temporadas en que casi exclusivamente
subsistía en los pastos. Pero, ¿qué pueden lograr
muchas castas de cerdos del país sometidos
á un régimen conveniente? ¿Podrán
poner en el engorde 1.000 á 1.200 gramos de
carne diariamente como se consigue con la
raza de Essex? Por de pronto, y mientras el
perfeccionamiento de las castas de cerdos in­
dígenas no llega á este resultado, la importación
de sementales de la raza Essex puede
proporcionar ventajas para hacer más rápida
la mejora. Tales son las observaciones que
hemos tenido ocasión de hacer.
VI. INDUSTRIAS DERIVADAS DE LA CRI.V
DE CERDOS.—El día de matanza es de alegría
en las familias. Apenas hay pueblo en que no
se celebre convidando á los parientes y amigos.
Por otra parte, se animan en sumo grado
las casas con las faenas á que dan lugar el picado
de carne para los embutidos y la salazón
de los lardos. La reina Fredegunda era muy
aficionada á cuanto se refiere á la matanza de
cerdos, y la historia ha hecho célebres sus
quejas á Chilperico por habérsele robado sus
jamones.
Las industrias á que dan lugar los productos
del cerdo, no sólo son un gran recurso en
la economía doméstica en todos los países,
sino que constituyen un importante ramo de
comercio en algunas.
En España tenemos el buen chorizo extremeño,
el rico jamón de Aviles y de las Al-pujarras,
el reputado salchichón de Vich, la
afamada sobreasada de Mallorca, las apetitosas
morcillas de Galicia y de Cameros, la exquisita
butifarra catalana; pero apenas son
conocidos estos productos en los países extranjeros.
Lástima es, porque limitadas las ventas
al mercado interior, los ganaderos se ven privados
de las grandes utilidades que el exterior
proporciona.
En otros países, la industria de la salazón
y de los embutidos es origen de un comercio
sumamente activo, que constituye la riqueza
de comarcas enteras. Hemos visto construir
sobre los hornos de yeso, en las cercanías de
Vichy, habitaciones donde los vecinos, por
una módica retribución, ahuman en todo
tiempo sus torreznos; yo he visto en el Condado
de York saladeros que parecen palacios,
en los cuales personas de gran capital, dedicadas
enteramente al oficio; fabrican con gran
esmero los jamones que llevan su nombre; yo
he visto en "VVestfalia esta industria aún más
desarrollada y perfecta, cuyos jamones se exportan
á todo el universo envueltos en tela,
para preservarlos de toda suciedad en el viaje;
yo he visto cómo se fabrica la mortadella en
varias ciudades de Italia, y cómo se organizan
allí empresas para el transporte, porque sin
el comercio la industria decae y la producción
desfallece.
Más en grande que en Europa se hace la
salazón en los Estados Unidos.
El ahumado se verifica allí en grandes casas,
cuyas habitaciones se comunican por medio
de tubos. El humo se promueve quemando
ciertas maderas olorosas y exentas de humedad,
y circula por dichos tubos, provistos de
llaves á propósito para regular su densidad.
De Cherburgo se exportan para la marina
anualmente un millón de kilogramos de embutido;
de Dinamarca salen para las principales
plazas 4 millones de kilogramos.

CER — 73 — CER
VII. EL GANADO DE CERDA CON RELACIÓN
A LA HIGIENE.—La parte relativa á la cuestión
sanitaria es de cierto mucho más grave y compleja,,
tratándose de este ganado, que de las
demás especies. Es grave por la gran mortandad
que ocasionan algunas enfermedades;
gravísima por el peligro que corre el hombre
comiendo el tocino de animales atacados de
otras, y compleja por las medidas municipales
y de carácter internacional que muchas
veces hace precisas. Haciendo caso omiso de
las enfermedades y de su curación, por sernos
esta materia completamente desconocida, expondremos
algunos datos y unas ligeras consideraciones
sobre la cuestión higiénica bajo
el punto de vista administrativo.
Nuestros ganaderos saben el espantoso desarrollo
del mal colorado, del mal de pezuña y
de otras dolencias no bien estudiadas cuando
invaden una comarca. A causa de ello quedan
muchos arrumados. A las contagiosas que
desde antiguo causaban horribles estragos en
la ganadería de cerda europea, tenemos que
agregar hoy la triquinosis, descubierta hace
pocos años en los Estados Unidos.
Es ya conocida, escribe J. L. Soubeiran en
el Journalde Pharmacie et de Chimie, la larga
lista de los parásitos observados en los diversos
órganos de los cerdos americanos: Trichocephalus-
dispar ó crimatus, Sthephamurus dentatus.
Chinorkyunkus giga, Cisticercus cellalure,
Fasciola hepática, Dislomum lanceolalum.
No es raro encontrar en las salazones de América
que se venden en los mercados la Trichina
spiralis. La presencia de este helminto explica
la prohibición acordada por varios Gobiernos
de importar salazones americanas.
Además, de algunos años á esta parte los
cerdos de América están atacados de una enfermedad
contagiosa que en 1878 determinó
la muerte de más de 260.000 individuos sólo
en la Carolina del Norte, tomando tales proporciones
, que los Estados Unidos se han
visto precisados á ocuparse seriamente de
ella, y á encargar su estudio á una comisión
científica.
Apuntaremos sobre el particular algunas
noticias tomadas del voluminoso informe publicado
por el Departamento de Agricultura:
«La enfermedad de los cerdos de América,
confundida durante mucho tiempo con otras,
parece ser muy distinta, y su existencia debe
llamar tanto más la atención de los higienistas,
cuanto la exportación de carnes de cerdo
se hace en vastísima escala, representando
anualmente centenares de millares de kilogramos.
«Esta enfermedad, cuya causa no es aún
bien conocida, y que se atribuye á la acumulación
exagerada de animales y al procedimiento
de muchos ganaderos de alimentarlos
exclusivamente con maíz mejor ó peor conservado,
influye poderosamente en la calidad
de la carne, que en el momento de prepararse
exhala con frecuencia un olor nauseabundo;
todos los tejidos están infestados, pero sobre
Dic—IV.
todo la mucosa de los intestinos y los pulmones,
que se hallan llenos de helmintos (Strongilus
elongatus, Ch. Keiser.).
3>E1 número de los animales infestados que
entran en los establecimientos de preparación
es enorme, y los cerdos sanos quedan inmediatamente
contagiados. Pero, por confesión
propia de los veterinarios, nadie se preocupa
de este hecho, y particularmente en Chicago,
donde los establecimientos están repletos de
animales infestados, se procede sin escrúpulo
alguno á la preparación de la carne que ha de
ser exportada.»
La importación del tocino americano en
Europa antes de las medidas prohibitivas dictadas,
y aun á pesar de ellas, causó hace pocos
años en nuestro país perjuicios considerables,
de que dio cuenta la prensa periódica. Referiremos
un caso, por el dictamen á que dio lugar
y las precauciones que conforme con él
tomó la autoridad municipal:
Habiendo llegado á noticia del Ayuntamiento
de Valencia que en la calle de Lepanto
de dicha ciudad existían algunos cerdos
cuyo estado de salud era sospechoso, dispuso
un reconocimiento, del que resultó que un
tratante había comprado una piara de cerdos,
enfermos en su mayoría, que algunos habían
muerto, y estaban vendidos otros á unas mujeres
de la calle de Cuarte, al precio de 4, 6 y
8 pesetas cada uno, encontrando también en
otra casa un cerdo en estado de putrefacción,
y en otra una tinaja de cerdo frito, dispuesto
sin duda para la venta.
Puesto el hecho en conocimiento de la Junta
de Sanidad municipal, se procedió inmediatamente
al aislamiento de todas las reses,
ínterin la Junta adoptaba otras medidas.
Según las averiguaciones, resultó que hacía
algunos días existían en Valencia dichos cerdos,
observándose en este tiempo la alteración
de la salud de los vecinos de las afueras de
la calle de Cuarte, centro escogido para vender
las carnes atacadas.
El día 1." del corriente fueron arrojados al
sumidero varios trozos de carne de cerdo de
los recogidos en distintas casas de la ciudad,
y que procedían del depósito descubierto en
la calle de Lepanto, así como un cerdo de los
atacados que acababa de morir.
El dictamen emitido por los peritos veterinarios
que reconocieron las reses de cerda
vivas y muertas de la calle de Lepanto reviste
la gravedad que al hecho se atribuyó desde
un principio.
Las carnes mortecinas no sólo han sido declaradas
nocivas á la salud por encontrarse
en estado de descomposición, sino como tíficas.
Respecto á las vivas, dice el dictamen facultativo
lo siguiente:
«En vista de que la enfermedad de que se
trata es eminentemente contagiosa, y que los
seis cerdos antedichos están invadidos en el
período de todo su desarrollo, conociéndose
que han tomado un carácter epizoótico, esta-
0

CER — 74 — CER
raos en el deber de proponer las medidas que
estos casos reclaman, á saber:
al. 0
Secuestro de los animales.
»2.° Separar los enfermos de los sanos por
medio de departamentos.
3>3.° Prohibir la comunicación de las personas
que estén al cuidado de los cerdos enfermos,
con las de los sanos y con cualquiera
otra.
»4.° Inutilizar el estiércol procedente del
ganado enfermo.
»5.° Someterlos á reconocimiento diario
facultativo, llevando un registro al día del
ganado y bajas que ocurran.
3>6.° Que sean inutilizados los animales
muertos, por cremación ó enterramiento con
las precauciones debidas.
»7.° Llegado el caso de curación, y dados
de alta los animales enfermos, proceder al
saneamiento de los corrales y pocilgas por medios
higiénicos.
»8.° La autoridad averiguará cuántos depósitos
de cerdos existen en el distrito de la
capital, y nombrará peritos que procedan á
su reconocimiento y den parte de cuanto
ocurra, obligando á los ganaderos y tratantes
á que manifiesten el número de reses que
sean introducidas en la ciudad, para proceder
á su reconocimiento durante el período reinante
de la epizootia.»
Vamos á terminar este artículo dedicando
algunas líneas á un asunto que interesa por
igual á los ganaderos, al público consumidor
y á los Municipios, y para cuya resolución
luchan los derechos de los primeros, fundados
temores del segundo y los intereses de los
últimos.
En diversas épocas, y señaladamente en la
que precedió á la redacción del reglamento
interior de la Casa-Matadero, se ha discutido
entre los ganaderos, y entre éstos y la Administración,
acerca de si se debe ó no permitir
la venta de tocino fresco durante los meses
de verano. Dos puntos principales han sido
objeto del debate, á saber: ¿Es perjudicial á
la salud la venta de carne fresca de cerdo
durante los meses de primavera y verano?
¿Conviene á los intereses de la municipalidad
tener abierto el matadero de cochinos en ese
período, prescindiendo de la cuestión de salubridad?
Respecto del primer punto, es casi unánime
la opinión de que no hay peligro en comer
tocino fresco ni aun en los días más calurosos.
Lo hay, sí, de que el tocino se corrompa inmediatamente,
como sucede en mayor ó menor
grado con todas las carnes y pescados, y aun
con las frutas, pues es sabido que todas las
substancias de los reinos animal y vegetal se
descomponen más rápidamente con la elevada
temperatura que con el frío. Mas esto no debe
ser razón para prohibir la matanza de cerdo
en las estaciones de calor, y no lo es efectivamente
en muchos pueblos de España, en los
cuales se permite sin ningún riesgo la venta
del tocino fresco durante todo el año. El papel
de la Administración debe ser, según el parecer
de muchos, dejar al ganadero en la más
amplia libertad de hacer la matanza de ganado
de cerda cuando le agrade ó convenga, y
al propio tiempo redoblar su vigilancia en los
meses de calor para que sólo se pongan á la
venta carnes frescas y sanas. Así, dicen, se
concillarían el respeto á los derechos del ganadero
y el celo que merece el buen servicio
del vecindario en un asunto tan importante.
Nosotros suponemos que no por razón de
salubridad, sino por razón de economía, el
reglamento actual limita á los meses de invierno
la matanza del ganado de cerda. Considerándose
la Casa-Matadero como un recurso
para la Corporación municipal, según se
ha dicho, no hay que extrañar que cierre sus
puertas desde el día que teme con fundamento
que los ingresos por derechos de matanza no
han de bastar para cubrir los gastos que su
administración ocasiona.
Se han publicado muchas obras sobre este
ganado en los últimos tiempos. Las personas
que deseen enterarse de los diversos puntos
que comprende su cría, leerán con fruto Traite
de l'élévage et des maladies du poro, de
Benion, que es un tratado completo de patología;
Le porc, de M. Gustave Henzé, obra
muy metódica y razonada, y The pig, por
Richardson, que da exacta cuenta de las razas
inglesas.
Es de notar que las prácticas de alimentación
generalmente usadas en Francia, Inglaterra
y otros países tendrían poca aplicación
en España.
M. López Martínez.
CERDA, CERDÓN ó ÁNTRAX DEL
CUELLO.—Es una segunda forma de carbunco
á la garganta ó de angina carbuncosa
externa de los cerdos, muy frecuente en el
ganado moreno, y se llama vulgarmente cerda
porque se presenta en uno de los lados del
cuello, algunas veces en los dos, entre la
yugular y la tráquea, un tumor formado de
cerdas erizadas, formando un mechón que no
puede tocarse sin que el cerdo manifieste experimentar
los mayores dolores. Esta especie
de tumor va precedido de fenómenos prodrómicos,
tales como inapetencia, tristeza, flojedad,
etc., y por la boca sale una baba ó
saliva fétida. Al mismo tiempo comparece una
depresión superficial y circunscrita debajo de
la garganta ó á los lados, como tenemos dicho,
constituyendo un tumor prominente alrededor,
acompañado de vivo dolor por la compresión
que ejerce en las partes internas. Las
cerdas están cruzadas, duras, y difieren enteramente
de las otras por su fuerza y por el
color más obscuro que toman, y forman un
mechón capaz de pinchar y de perforar los
yasos y la tráquea. Alrededor del mechón se
forma pronto una aureola tumefacta y violácea,
y al más ligero contacto con los pelos
aglutinados excita los más vivos dolores al
paciente. A un período más avanzado se desprende
el mechón, pero no es raro ver antes

CER — 75 — CER
los tejidos próximos tumefactos y gangrenados,
en cuyo caso no tarda en producir la
muerte. Se han recomendado los vomitivos,
bebidas con un poco de vinagre y un botón
de fuego en el tumor, después de sajado ó extirpado.
(Y. Carbunco.)
CERDEAR.—Flaquear de los brazuelos
el animal, por cuya causa no puede asentar
las manos con igualdad. Dícese especialmente
de los toros cuando están heridos de muerte,
y de los caballos cuando padecen alguna debilidad
en los brazuelos.
CERDO.—(V. Cerda (Ganado de.)
CEREALES (Agricultura general).—
I. Bajo la. denominación de cereales se comprenden
un gran número de plantas que
producen granos alimenticios para el hombre
y los animales, cuyos vegetales pertenecen á
la familia de las Gramíneas. La mitología
atribuye esas plantas como producto de los
dones de Ceres, cuya diosa se representa coronada
de espigas. Las historias fabulosas de
esas plantas no son de este sitio, pues ocuparíamos
muchas páginas sin objeto útil á la
misión especial á que está destinado nuestro
trabajo. Sólo diremos que los cereales se cultivaron
en mayor ó menor escala desde la
antigüedad más remota; que el trigo se ha
encontrado en las pirámides de Egipto, en
las ruinas de Tebas, y que los chinos, cuya
historia es la más antigua que se encuentra
escrita, cuenta su cultivo dos mil ochocientos
NACIONES
veintidós años antes de la era actual. Componen
los cereales: el trigo, con sus variedades;
el centeno, con las suyas; la cebada; la avena;
el maíz; el mijo; el alpiste; el arroz; el sorgo,
etcétera, cuyas variedades son muchas, y
encontrarán nuestros lectores sus nombres,
siembra y cultivo en su lugar respectivo, así
como el clima y condiciones en que mejor se
desarrollan.
Los cereales son el producto más importante
de la agricultura; los principios inmediatos
más abundantes en esas plantas son la
fécula y la materia vegeto-animal ó gluten,
que tan apropiadas son para alimento del
hombre y de los animales, que en ellos encuentran
nutrición fácil y buena asimilación.
Con ellos se fabrica pan y otras preparaciones
alimenticias, la cerveza, el alcohol, etc.; su
paja sirve para algunas industrias; para formar
cubiertas en las cabanas, para camas,
alimento de los animales y formación de estiércol.
La facilidad con que se producen los cereales
en las tierras más endebles como las más
tenaces, sembrando las clases que á cada suelo
conviene, así como haciendo igualmente
según los climas, unido á lo dicho anteriormente
respecto de su necesaria multiplicación,
ha dado por resultado la siguiente producción
en Europa, la cual hemos podido llegar á
apreciar, no sin gran trabajo:
Producción término medio de los cereales en Europa
Terrenos
en cultivo
• Hectáreas
Trigo
Hectolitros
Centeno
Hectolitros
Cebada
Hectolitros
Avena
Hectolitros
Morcajo
Maíz
Hectolitros Hectolitros
90.083.000 90.795.000 202.290.000 32.000.000 195.300.000 » »
Alemania Sé.000.000 40.000.000 65.000.000 26.000.000. 70.000.000 10.000.000 l.OOO.OOOl
28.000.000 35.000.000 15.000.000 20.000.000 7.000.000 5.060.000 5.950.000
28.300.000 68.531.000 25.000.000 18.000.000 70.000.000 8.000.000 »
Inglaterra 23.725.499 39.140.000 65.000.000 38.500.000 78.850.000 3.800.000
Austria Hungría 21.075.200 41.000.000 55.000.000 33.000.000 45.000.000 30.000.000 as.ooo.ooo
Italia 19.300.000 35.000.000 10.000.000 6.716.000 3.600.000 » 31.000.000
Portugal 4.642.000 2.600.000 2.700.000 1.400.000 1.260.000 » 5.500.000
2.737.000 1.180.000 7.000.000 5.700.000 17.000.000 1.800.000 »
Dinamarca 1.039.528 568.660 2.478.370 3.313.780 3.708.270 »
1.805.C0J 3.350.000 1.500.000 1.800.000 4.506.000 350.000
609.100 510.000 190.000 230-000 1.100.000
686.910 1.981.236 3.825.475 1.800.012 4.080.160 »
358.400 1.540.000 590.000 506.000 » 1.502-000 5.082.000
Totales 264.361.637 290.030.896 455.573.745 188.965.792 500.304.430 60-512.000 79.532.000,
La importancia de los cereales y la necesidad
de su cultivo se explica por las diferentes
leyes que han reglamentado su importación
y exportación entre los países productores, y
en algunos casos la eventualidad de guerras
y el temor de falta de subsistencias lugar
dio á prohibir la exportación de granos. Fuera
de este caso, la mayor parte de las naciones
tuvieron escalas de precios reguladores, que
servían para el pago de derechos de introducción,
que eran menores y hasta nulos según
los precios alzaban en el interior, y subían al
contrario, según los precios descendían. El fin
de este sistema de aduanas era facilitar la
importación de cereales enlósanos de escasez
de cosechas, y dificultarla en los abundantes,
al efecto de que el consumo interior tuviese
lugar con la producción indígena.
Al confrontar los precios que servían de
guía para ese régimen, resultan diferencias
que advierten el valor de la moneda.
En tiempo de Carlos III se permitía la introducción
de cereales en España, siempre
que en tres mercados sucesivos de los puertos

CER — 76 — CER
y fronteras excediese el precio del trigo de 32
reales fanega, y se permitía la extracción
cuando en tres mercados sucesivos no llegase
el precio del trigo á 32 reales fanega en los
puertos de Cataluña; de 35 en los de Andalucía,
Murcia y Valencia. El 29 de Enero de
1834 se dispuso que quedase libre el tráfico
de cereales en el interior, y al mismo tiempo
subsistente la prohibición de importar harinas
y granos extranjeros mientras el precio del
trigo no llegase á 70 reales la fanega y á 110
el quintal de harina, y se sostuviera por tres
semanas consecutivas en los principales mercados
del litoral. El precio del trigo servía de
regulador para los demás granos. Las importaciones
en bandera extranjera debían pagar
3 reales por fanega, y nada las verificadas
con la española. Hasta el año de 1847, con
algunas diferencias poco fundamentales en
los precios, rigió la legislación expresada, en
la que llama nuestra atención, y creémosla
llamará á nuestros lectores, la gran diferencia
entre el precio regulador de 32 reales fanega
de trigo en tiempo de Carlos III, y de 70 en
1834. Diferencia que equivale á 38 reales
fanega, comparando las dos épocas. Aplicando
en este caso las teorías de algunos economistas,
que establecen por tipo de averiguación
del valor del dinero el precio del trigo,
habrá que convenir que en España había en
los tiempos de Carlos III la mitad de la moneda
que en 1834.
Ocuparse de la legislación de cereales sería
escribir un libro entero,; sólo diremos que hoy
los trigos pagan, según el arancel vigente,
ley. de presupuestos de 1876 al 1877, 4 pesetas
32 céntimos por la primera columna, y
4,20 por la segunda; los demás cereales satisfacen
3,20 por la primera columna y 3,10
por la segunda. El tipo que sirve para ese
adeudo es los 100 kilogramos. La primera
columna se emplea con las naciones con
quien España no tiene convenios de nación
favorecida, que es á las que se aplica la segunda.
Las harinas de trigo pagan los 100
kilos á 6,48 por la primera columna, y 6
por la segunda; las de los demás cereales satisfacen
4,80 en el primer caso, y 4,50 en el
segundo.
II. Todas las trabas puestas al comercio
de cereales, tanto en el interior como con el
exterior; cuantas órdenes, reglamentos, leyes
y disposiciones han discurrido los legisladores
de todas las naciones, hasta hoy no han producido
el efecto propuesto, á saber: que las
producciones extranjeras no perjudiquen las
indígenas en tiempos normales, y que en los
de escasez, cosechas malas ó medianas, concurran
en auxilio para evitar el más terrible
de los azotes de la sociedad, el hambre y la
carencia de medios para evitarlo. Esos contratiempos,
que trastornan todas las previsiones
humanas y hacen que se anulen ó suspendan
los efectos de la legislación, no son
tan frecuentes en el día como en lo antiguo;
la causa es la facilidad de comunicaciones
desde la aplicación del vapor; lo difícil que
. es la guerra, y que no es generalmente la
escasez de cosechas hoy como en lo antiguo.
Así, desde el momento que un pueblo, una
provincia ó una nación se ve afligida por la
escasez de subsistencias, las otras concurren
á suministrarle lo necesario con prontitud,
como antes no era fácil, cuando no existían los
ferrocarriles ni los buques de vapor. En la
época que los buques de vela, los carros y
caballerías de carga eran los medios de transporte,
los socorros eran caros y tardíos.
Hoy, en lugar de remitir cargamentos de
trigo y harinas, etc., á las Américas, hay
que detener con los medios legislativos, no
sólo que los Estados Unidos provean las cortas
colonias que allí nos quedan, sino que
traigan el inmenso sobrante que tienen de
cereales á hacer concurrencia á los españoles,
que si bien pueden sostenerla con ventajas
por su clase, á que ningunos aventajan, no es
lo mismo por el precio, pues nosotros producimos
más caro por causa de tener que pagar
enormes impuestos territoriales al fisco, siendo
así que los norte-americanos pagan muy
poco.
La libertad del comercio de cereales y los
derechos protectores se han discutido y discuten
aún, sin que ofrezca un resultado aceptable
en general é inalterable variando las
épocas de abundancia y escasez. En el primer
caso, el que produce con más economía hace
concurrencia al que lo verifica con más gastos,
según hemos indicado tiene lugar entre
los norte-americanos y españoles; esa concurrencia
puede llegar hasta no ser posible la
producción, en cuyo caso el abandono del
suelo en cultivo y la falta de trabajo al obrero
agrícola es un inconveniente de trascendentales
consecuencias. Es más viable que en
tiempos normales se pague un derecho de entrada
en España que nivele el precio de producción
en ella, y que en casos de escasez de
cosechas el impuesto se reduzca ó anule. (Véase
Impuestos de importación y de exportación,
Libertad de comercio y Sistema protector.)
La Francia, según la ley de 28 de Marzo
de 1885, cobra de derechos de entrada por los
100 kilos de trigo, si procede de Europa, en
cargamento directo, 3 francos, y si de depósitos,
6; los 100 kilos de harina, en la misma
forma, 6 y 9,60; la avena, centeno y cebada,
1,50 francos los 100 kilos, y 5,10 francos si
procede de depósitos comerciales.
Como se ve, la ley francesa, que recarga
los derechos de aduanas hasta un 200 por
100 á los cereales que procedan de depósitos,
y beneficia á los importados directamente, indica
que trata de perjudicar ó prohibir el
comercio de cereales á los acaparadores; tal
fué siempre la tendencia de los legisladores;
impedir el monopolio de los artículos de primera
necesidad; sin embargo, nunca pudo
conseguirse; los que de tal comercio se ocupan,
no todas las veces realizan las ganancias que
se les supone, y siempre comprando á los

CER 7 — CER
agricultores favorecen á la industria, y reuniendo
diferentes pequeñas cantidades, pueden
favorecer el cargamento de buques.
J. de Hidalgo Tablada.
CEREBELO.—Parte inferior y posterior
del encéfalo. (V. Encéfalo.)
CEREBRO.—Parte superior y anterior del
6DC6 filio
CEREZO Y GUINDO (Cerasus) (Arboricultura).—Árbol
de la familia de las
Rosáceas amigdáleas, que se clasifica en el
género Prunus, de Linneo, y en el subgénero
que los botánicos denominan Cerasus, aludiendo
á Cerasonte, villa del Asia menor,
de donde se supone originario, por más que
los botánicos modernos no consideren pomo
el tipo del cerezo á la variedad traída por
Lucullus de Cerasonte, y le juzguen indígena
de Europa. M. de Candolle eleva la división
Cerasus á la categoría de género, por ofrecer
caracteres suficientes para constituir un género
determinado, cuyo parecer acepta con
muchas celebridades extranjeras nuestro distinguido
botánico el Sr. Colmeiro.
Pero dejando á los botánicos que sigan á
Linneo ó á de Candolle, el cultivador se dará
por contento si logra conocer los caracteres
y organización del árbol para armonizar el
cultivo con las leyes naturales que rigen la
vegetación.
El cerezo, como todos saben, es un árbol
de hermoso follaje, que se distingue fácilmente
por tener hojas lanceoladas, en ocasiones
más ó menos oblongas, y siempre plegadas
á lo largo antes de la floración; flores
pedunculadas, unas veces solitarias, otras
umbeladas y no pocas arracimadas, con el
cáliz tubuloso y dividido en cinco sépalos;
corola con cinco pétalos, generalmente de
color blanco; estambres en número de quince
á treinta, y pistilo con el ovario carnoso. El
fruto, que se denomina vulgarmente cereza
ó guinda, es una drupa lampiña, que encierra
una semilla única, más ó menos globosa ó
redondeada.
Estos caracteres sufren algunas modificaciones
que hacen aparecer al árbol-tipo bajo
diversas formas, constituyendo numerosas especies
y variedades, que se agrupan en este
género; se reducen á dos clases: unas que se
fundan en los caracteres organográficos y fisiológicos,
que se pueden llamar clasificaciones
botánicas, y otras que se establecen teniendo
en cuenta las condiciones culturales y económicas
de los árboles agrupados, que se denominan
clasificaciones agrícolas 6 culturales. El
cerezo se diferencia del guindo en que es generalmente
más alto y más vigoroso; sus
ramas son gruesas y rollizas, afectando las
más pequeñas, como todo el árbol, la figura
piramidal; las hojas son carnosas, aovadooblongas,
y notables por una especie de rizado
ó crispatura que presentan en sus superficies;
los frutos son más ó menos gruesos, acorazonados,
y por lo general con un surco bastante
marcado que coge toda su longitud; la carne es
casi siempre firme, dulce y más ó menos seca.
Los guindos se aproximan mucho á los cerezos
por su porte, pero son siempre más pequeños
y menos vigorosos; sus ramas principales,
más numerosas que las del cerezo, se
separan y abren entre sí, y las de segundo y
tercer orden forman ángulos muy obtusos, en
tanto grado que por su debilidad se inclinan
hacia abajo y parecen achaparrados los árboles;
las hojas no son tan grandes ni tan carnosas
como las del cerezo, pero siempre ostentan
un verde más obscuro; son lisas y aovadolanceoladas;
el fruto es redondo; la carne
tierna, y su abundante jugo, ya ácido, ya dulce,
ó participando de ambos caracteres á la
vez en distintas proporciones.
CLIMA, TERRENOS Y SITUACIONES QUE LES
CONVIENEN.—Exceptuando los suelos pantanosos
, fríos ó arcillosos, que les son contrarios,
en todos los demás el cerezo responde y prospera.
Pero apetece un clima fresco, y terrenos
ligeros y calizos. La mucha humedad le perjudica,
vegetando con lozanía donde goza de
labor y frescura.
Las raíces de este árbol no están dispuestas
para alcanzar profundidades considerables,
por cuya razón no influye tanto como debiera
el espesor de la capa vegetal en que haya de
plantarse. Una buena tierra franca y suelta
es más saludable que otra más compacta y
substanciosa. Los eriales calizos pueden transformarse
en verjeles de cerezos de gran provecho.
Los guindos resisten algo más que los cerezos
el exceso de humedad, y viven con
mucha más robustez en los climas fríos y
terrenos elevados.
Las situaciones más á propósito para el cerezo
y el guindo son las alturas, las pendientes
y las llanuras en que circulan libremente
el aire y la luz. En los bosques espesos empuja
mucho y produce poco, estando expuesto
además su fruto á la voracidad de los pájaros,
que lo apetecen bastante.
Los sitios fríos y propensos á nieblas contrarían
su floración, y las exposiciones muy
ardientes le fatigan.
Su habitación comienza en la región del
naranjo y concluye en el límite geográfico
del roble.
Los climas que más favorecen en la Península
el desarrollo del cerezo y del guindo son
las inmediaciones de Monzón, en el alto Aragón;
la provincia de Lérida; la ribera del
Aragón, en Navarra, con especialidad en Milagro,
Guadalupe y la Vera de Plaseucia, en
Extremadura; Toro y bastante parte de la
ribera del Duero, Asturias y Galicia, principalmente
la parte de Lugo; la provincia de
Granada, y otros diferentes puntos.
Las costas marítimas no son al parecer muy
favorables á su vegetación normal y fructificación.
Entre las clasificaciones agrícolas ó culturales,
que son las de mayor importancia para
el cultivador, expondremos laque divide todas

CER — 73 — CER
las variedades de cerezos en cuatro castas,
razas ó especies:
VARIEDADES.—La disposición de los brazos
ó ramas del cerezo y la naturaleza de su fruto
han servido para clasificar las variedades en
cuatro grupos: 1.°, cerezos mollares; 2.°, cerezos
garrafales; 3.°, cerezos abigarrados; 4.°,
guindos.
Las dos últimas divisiones comprenden los
frutos de carne más compacta y más expuesta
á los gusanos; el árbol, por la fuerza con que
empuja, se presta menos á las formas podadas
que los cerezos, que producen mollares y garrafales.
PRIMER GRUPO.— Cerezos mollares.—Los
cerezos que forman el primer grupo, ó el
principal, se distinguen por la regularidad de
la vegetación del árbol, y el sabor dulce ó ligeramente
acídulo del fruto; cualidades que
le recomiendan para verjeles, huertos y jardines
frutales. El jugo de la cereza mollar es
incoloro.
Las cerezas ofrecen formas redondeadas,
truncadas ó acorazonadas; su piel es rojo-
FiRUra 50.—Anomalía en el desarrollo de dos cerezas
claro, ó encendido por el lado que recibe la
influencia del sol, y un tanto céreo en el de
la sombra. Maduran á mediados de Junio por
término medio, aunque hay variedades que lo
hacen en España á principios de Junio y aun
en Mayo. A pesar de la regularidad de formas
y desarrollo de las cerezas de este grupo,
presenta no obstante anomalías, como la de
la figura 50.
M. Charles Baltet (1) clasifica las mejores
cerezas en el siguiente orden de madurez:
Inglesa temprana.—Árbol bajo, grueso y
muy fértil. Fruto grueso, redondeado, de color
rojo intenso, dulce-acídulo muy bueno.
Inglesa temprana ó Real de Inglaterra.—-
La más preciosa de todas, la más generalizada
en los verjeles y jardines, y la más deman-
(1) Traite de la culture friiibiere, commercialeet
bourgeoise.
dada en los mercados para la exportación,
conservas y preparaciones culinarias.- Existen
muchas formas ó subvariedades.
Emperatriz.—Variedad que ofrece alguna
analogía con la precedente, pero de madera
más corta, fruto más grueso y maduración
más rápida, pues lo hace á mediados de Junio.
Muy buena variedad para formas enanas,
piramidales, candelabros y medios troncos.
Bella de Choisy.—Árbol bastante productivo.
Fruto mediano, redondo, color de ámbar,
con tintas rojo-encarnadas, dulce y muy bueno.
Madura en el mes de Junio. Se prefieren
los injertos en Santa Lucía por su fertilidad.
Es fruto que conviene para los helados.
Reina Hortensia.—Árbol vigoroso y ramificado,
de fertilidad lenta; se injerta particularmente
en Santa Lucía, y se cultiva en
grandes formas. Fruto grueso, ovalado, rosa
carmín, dulce y muy bueno. Madura en Junio
y Julio. Aborta la flor en una situación fría,
sombreada ó aislada de ejemplares prolíficos.
Se procura no esperar á coger el fruto cuando
está ya muy avanzada su madurez, y no
tocarle inútilmente. Buena cereza para conservas
y frutos enteros.
Lemercier.—Árbol rechoncho, recto y muy
fértil. Fruto grueso, redondeado, púrpura negruzco,
dulce acidulado y muy bueno. Madura
en Junio y Julio. Buena especie para verjeles,
huertos y jardines frutales.
Algunos plantelistas cultivan este cerezo
con los nombres de Bella Andigeoise y Duquesa
de Palluan.
Gruesa transparente.—Árbol de ramas desordenadas
y fértil. Fruto bastante grueso,
rojo-pálido, dulce y bueno. Comienza á madurar
en Julio. Conviene esta variedad para
helados. (Véase la figura 51.)
Para árboles de alto tronco se preferirán los
injertos en cereza de Bahama; el vigor es
moderado y grande la fertilidad.
Montmorency.—Árbol robusto, ramificado
y fértil. Fruto mediano, rojo-franco, acidulado-dulce
y muy bueno. Madura en Julio. Las
variedades Montmorency, de largo y corto
pedúnculo, semiresistentes á las heladas de invierno,
son dignas de ser propagadas en el
gran cultivo.
La Montmorency, llamada de Sauvigny,
con pedúnculo muy corto, está muy generalizada
en la Marne, y es muy buscada para el
consumo, conservas y confitería.
Gobet. — Árbol rechoncho, ramificado y
bastante fértil; bueno para alto y bajo tronco.
Se corre la flor en una situación fría. Fruto
bastante grueso, con surco muy marcado, color
rojo vivo, acidulado-dulce, en el grupo
Montmorency con pedúnculo corto. Madura
en Julio. Especie para conservas en botellas,
en azúcar y en aguardiente.
Bella de Chatenay.—-Árbol vigoroso, ramificado,
productivo, para alto y bajo tronco.
Fruto bastante grueso, ancho por arriba, carmín-purpúreo
, acidulo-dulce, bueno. Madura
en la segunda quincena de Julio. Al Norte de

CER 9 — CER
un muro, es magníficoel fruto, y prolonga su
madurez hasta Agosto y más aún. Las lluvias
frías pueden manchar su epidermis.
Cerezo franco ó común.— Árbol robusto,
que ha resistido los grandes fríos de los inviernos
de .1879 y 1880; muy fértil. Fruto mediano,
redondo, rojo-cereza, acidulado y bueno.
Madura á fin de Junio y principios de Julio
la especie temprana, y á fin de Julio la tardía.
Es muy común en las viñas de las inmediaciones
de Troyes, donde se planta con
sierpe. En el grupo de las mollares se distingue
también por sus excelentes cualidades la
cereza negra de Tartaria (figura 52), tan
apreciada en Francia por sus frutos gruesos,
negros y lustrosos, y su carne rojo-obscura
Figura 51.—Cereza transparente
muy agradable. Madura á fines de Junio y
principios de Julio.
SEGUNDO GKUPO.—Garrafales.—Arboles de
ramas más ó meuos espesas, bastante productivos,
y que resisten los inviernos más crudos.
Son muy comunes en los verjeles de la Europa
septentrional. El fruto es púrpura-negro,
carne tierna, jugo colorado y sabor acídulo,
que parece agrio.
El orden de madurez de las mejores cerezas
garrafales es el siguiente:
De Portugal.—Fruto grueso, púrpura-obscuro,
bastante bueno; madura en la primera
quincena de Julio.
Negro.—Fruto bastante grueso, púrpuranegro,
bastante bueno; segunda quincena de
Julio. •
Del Norte.—Fruto grueso, de pedúnculo
corto y púrpura negro, bastante bueno; madura
en Agosto. Al clasificar los garrafales
de primera calidad, M. Baltet expresa que se
entiende para ratafias, marrasquino y para
secar.
El orden de mérito de las garrafales es:
1.°, la del Norte; 2.°, la negra; 3.°, la de Portugal.
TERCER GRUPO.—Cerezos de frutos abigarrados.—Son
árboles vigorosos, elevados y
Figura 52.—Cereza negra de Tartaria
productivos, de tronco mediano ó bajo, pues
no se les poda. Se dan bien en los suelos áridos
por consecuencia de su vigor.
El fruto es de carne compacta y poco jugosa,
pero está expuesto á los gusanos de la piral
( Ortalida de las cerezas). M. Baltet clasifica
las variedades por su color y época de
madurez en el orden siguiente:
De fruto blanco.—Gruesablanca.—Bastante
gruesa y buena; madura en la segunda
quincena de Junio.
Amarilla de Buttner.— Mediana y buena;
Junio y Julio.
De fruto rosado.—Ellon.—Gruesa, buena
ó muy buena; corriente de Junio.
Napoleón.—Gruesa, muy buena; de Junio
á Julio.
De fruto rojo.— Gruesa roja.—Gruesa, buena
ó muy buena; mitad de Junio.
De Mezel.—Gruesa, buena ó muy buena;
fin de Junio.
De fruto negro.—Jaboulay.—Bastante
gruesa, buena; principios de Junio.
Corazón negro.—Gruesa, buena; Junio y
Julio.
En el orden de mérito se clasifican: 1.", la
gruesa blanca; 2.°, la rosada Napoleón; 3.°, la
gruesa roja; 4.°, la negra Jaboulay.
CUARTO GRUPO. — Guindas.—El guindo es

CER — 80 — CER
un árbol bastante productivo. Se cultiva sin
podar y con su tronco natural, siendo intermediario
entre el cerezo común y el abigarrado.
El fruto es de carne tierna y jugoso, rara
vez colorado.
Guinda precoz.—Árbol muy fértil y muy
generalizado bajo el nombre de guindo negro
temprano. Fruto mediano, rojo-obscuro, que
se vuelve púrpura-negro; dulce-acidulado;
bastante bueno; madura á fin de Mayo. Es
variedad preciosa por su precocidad. Existen
muchas sub-variedades.
Guinda púrpura temprano.—Árbol de mediano
vigor y buena fertilidad. Fruto grueso,
púrpura-obscuro, dulce-acidulado; bueno. Madura
á fin de Mayo. Es la más bella entre todas
las guindas; buena para la mesa y para
secar.
Guinda Beaute de VOhio.—Árbol de buen
vigor y gran fertilidad. Fruto bastante grueso
ó mediano, rubí claro sobre fondo blanco
nacarado, dulce y muy bueno. Madura en la
primera quincena de Junio. Variedad notable
por el grandor de su flor, y por la abundancia
y la calidad del fruto. Buena para conservas
y helados. Respecto al orden de mérito
se clasifican así: Púrpura temprana, Precoz
y Beaute de VOhio.
En España se cultivan casi todas las variedades
conocidas en Europa, y algunas indígenas
muy notables, como la del Mas de Clavé
y la garrafal de Lérida, que se venden en
el gran Establecimiento de Arboricultora de
los Campos Elíseos de Lérida; la de Monzón,
en él Alto Aragón; la guinda de Gallur, en
la provincia de Zaragoza; la cereza de Milagro,
en Navarra; la de Colmenar de Oreja,
en la provincia de Madrid; la garrafal de
Toro; la cereza de Guadalupe, provincia de
Badajoz; la laviana de Asturias; la de la.provincia
de Lugo; Vi.garrafal sevillana, y las de
la provincia de Granada. También se cultiva
en Torres-Torres, provincia de Valencia,
una variedad de cereza tan temprana, que
se lleva á París todos los años en la primera
quincena de Mayo.
Entre otras muchas variedades, propias y
extrañas, de que no hemos hecho mención, se
encuentran en España algunas bastante notables,
como la cereza de Bouquet, la de la
Toussaint, la griola común, la marrasquín, la
garrafal de ramos pendientes, la de libra, la
de color de azufre, la de hojas de tabaco, la
coeurch, la marraine dulce, la guinda de San
Clemente, la de San Jorge, la tres en libra, la
precoz de Tarascón y la real temprana, que se
cultivan en el gran Establecimiento de Arboricultura
de los Campos Elíseos de Lérida, y
la cereza ampóllera, la Planchoury, la gruesa
temprana de Mayo, la guinda gruesa de onza,
la guinda negra precoz y la roja temprana, que
hemos visto en los planteles del gran Establecimiento
de Horticultura de D. Juan Cruz
Eguileor, Bilbao, Abando, calle de la Autonomía.
CULTIVO DEL CEREZO.—Midtiplicación.—Si
se exceptúa el cerezo franco, que se reproduce
por semilla ó por sierpes, las demás variedades
se multiplican por injerto en cerezo de
racimo y de Santa Lucía. Él de racimo está
consagrado exclusivamente á los árboles de
alto tronco, y se reserva el de Mahoma para
los de tronco bajo, no obstante que se emplea
este último para cerezos de alto tronco en los
suelos áridos, ó cuando se trata de variedades
más vigorosas y menos productivas.
Cuando se verifica el injerto para alto tronco
en cerezo de Santa Lucía, se practica la
hendedura, ó se pone el escudo, á 2 metros
del suelo. Él injerto de hendedura responde
mejor en otoño, antes de la caída de las hojas.
Él cerezo de Mahoma será injerido con escudo
á 10 centímetros del suelo, teniendo en
cuenta que es menos vigoroso, y que desde
él ha de partir el tronco.
El cerezo de tronco alto toma la forma que
le imprime la naturaleza, bien en brazo, en
pirámide ó en cabeza de naranjo.
La distancia mínima de cerezo á cerezo injerido
para tronco alto ha de ser de 4 metros
para los que toman poco desarrollo; de 6 para
los de desarrollo mediano; de 8 para los de
gran desarrollo, y de 10 para las plantaciones
de carreteras.
El cerezo de tronco bajo afecta la forma arbustiva,
ó de vaso más ó menos irregular, dejándole
libertad para que alcance el crecimiento
á que aspire.
Se injertarán de asiento, ó se plantarán
los pies después de injeridos, á distancia de
4 metros unos de otros.
En los jardines frutales se destinarán los
cerezos de bajo tronco ápirámides, palmillas
y candelabros.
Pirámides. — Para el cultivo en pirámides
se elegirán con preferencia variedades de ramas
gruesas y rectas; naturalmente las delgadas
y caídas se reservarán para las formas en
huso. La distancia mínima de pie á pie será de
3 metros de uno á otro para pirámides.
Palmilla.— Conviene á las variedades robustas
y tortuosas á la vez. Los órdenes de
brazos estarán separados unos de otros de
25 á 30 centímetros. Se podarán corto los
brazos, y se despuntarán corto también los latiguillos
ó espolones frutales. La distancia de
una palmilla á otra podrá ser de 4 á 6 metros.
Candelabros.—Son propios para las variedades
que se contienen más en su desarrollo.
Su aproximación será tanto mayor cuanto
menores sean las series de brazos, ó un metro
para los candelabros de cuatro brazos.
Las palmillas y los candelabros se plantan
en contra-espaldera. Se destinan las exposiciones
cálidas para anticipar los frutos de las
variedades tempranas, y las del Norte para
retrasarlos.- .
Pero la forma á que más se adaptan los
cerezos y guindos es la piramidal, que adquieren
naturalmente cuando no se restringe su
crecimiento y se les deja en libertad de desarrollarse
á su placer.

CER — 81 — CER
Poda.—Los cerezos y los guindos que crecen
en bravo ó con formas libres no deben
podarse, para no causarles heridas por donde
se derrame la savia, que les haría sucumbir;
ambas especies rechazan la podadera, lo mismo
que la esclavitud; pero no el que se les
limpie de ramas muertas, de la goma y de los
insectos que suelen atacarlos. Sin embargo,
los arboricultores modernos están de acuerdo
en que deben podarse largo todas sus partes
en los primeros años, cuando se trata de formar
hermosas pirámides, pues así se obtienen
en los brazos laterales pequeñas ramas con
rosetas ó dardos, ó pequeños espolones que
fructifican muy pronto. Esta producción viene
casi siempre arriba; abajo y en la base de
los brazos laterales se desguarnecen fácilmente,
y no producen nada por consecuencia
de anularse los ojos.
El despunte es indispensable al cerezo en
pirámide; todas las partes conservadas por
esta operación son otras tantas ramas fructíferas.
La poda de las palmillas y candelabros no
varía absolutamente de la del albaricoquero,
ciruelo y demás árboles de hueso.
La poda del armazón de todas las formas
restringidas de cerezos se ajusta en un todo á
las reglas establecidas para los árboles frutales
en general. Pero no hay que olvidar que
siendo tan vigoroso el cerezo, da origen á
ramas voluminosas, verdaderas chuponas que
se han de podar por encima de su inserción.
Para evitar estas ramas golosas es preciso podar
corto las prolongaciones, á fin de que
queden largas, ó mejor aún intactas.
Por lo demás, el cultivo se reduce á dar al
cerezo ó al guindo algunas labores, y cuidar
de que no se desgarren ni estropeen al tiempo
de coger el fruto. Los abonos son necesarios
para augurarles un desarrollo rápido y vigoroso
cuando son jóvenes, y favorecer la alimentación
de sus frutos al llegar á plena producción.
Pero también son necesarios los mejoramientos
del suelo, á fin de reconstituirle,
como arena, cenizas, cal y escombros de
demolición de edificios.
RECOLECCIÓN DE LAS CEREZAS Y EMBALAJE.—
Se recolectan en pleno estado de madurez, y
antes que se debilite su color vivo, cuando se
destinan al consumo en fresco. Se cogerán
con precaución las que se destinen á secar,
de manera que se les pueda quitar la pulpa
sin destacar el pedúnculo del hueso. Cogiéndolas
con buen tiempo pueden quedar algunos
días en una zaranda sin echarse á perder, con
tal que no esté apretado el fruto ni colocado
en sitio frío ó húmedo.
La recolección se verifica forzosamente á
la mano, valiéndose de escaleras dobles. Para
el transporte de las cerezas desde las montañas
se hace uso en los Vosgos de una especie
de comportas de madera con agarraderas para
cargarlas á la espalda.
El embalaje se verifica en pequeñas cestas
rectangulares con tapa, guarnecidas de papel
ó de follaje sano, que no sea ni húmedo ni
susceptible de fermentar. Se llena completamente
la cesta, y se sientan las cerezas sacudiendo
ligeramente la cesta contra el suelo;
después se acaba de igualar con un lecho de
cerezas con los rabos hacia arriba. Por último,
se recubre con un lecho de hojas secas y se
cierra la cesta.
También se emplean cajas pequeñas; pero
es conveniente embalar por el fondo, de modo
que concluida la operación se abra la caja por
el fondo, que ofrecerá la que ha de ser cara
superior.
RESTAURACIÓN DE LOS CEREZOS.—Como la
madera joven del cerezo es la más productiva,
es de grande utilidad la restauración de los
árboles viejos, consistiendo la operación en
reemplazar con nuevas ramificaciones los brazos
esterilizados.
ENEMIGOS DEL CEREZO.—Está sujeto éste á
la enfermedad de la goma y de los ojos de
sol. Son sus enemigos los insectos en general,
y particularmente los pulgones. Lo son también,
entre las plantas parásitas, los liqúenes
y musgos, que vegetan sobre las cortezas
viejas, con gran detrimento del árbol. También
le ataca el blanco de las raíces, pequeño
hongo que las pudre.
Usos Y APLICACIONES DE LAS CEREZAS Y
GUINDAS.—La cereza es un fruto de gran consumo,
que se come comúnmente apenas se
coge, sin someterla á ninguna preparación
Pero otras veces se guarda, pues la industria
ha llegado á utilizarla en varios usos. Por la
desecación, así como por el empleo del azúcar
y el alcohol, se fabrican preciosas conservas,
que entran diariamente en la alimentación.
Por medio de la destilación se fabrican licores
conocidos con los nombres de kirsch ó kirchen-waier
y de marrasquino. La medicina la
emplea también. La madera de cerezo es muy
estimada en la ebanistería, por los torneros y
toueleros.
Desecación de las cerezas.—Se practica después
de cogerlas maduras, pero sin exceso, é
introduciéndolas por un momento en agua
caliente antes de secarlas. En los países muy
cálidos se secan al sol; en los templados se
introducen en zarzos cuando ha terminado la
cocción del pan en los hornos. En general es
preciso poner á secar las cerezas dos ó tres
veces, porque cuando se hace en una sola se
corre el peligro de que atraigan humedad.
Ordinariamente se desecan alternando la acción
del calor solar con la moderada de un
horno á. -f- 40°; una temperatura mayor puede
comprometer la preparación.
Esta debe ser lenta y gradual, y á pesar de
ello pierden la mayor cantidad de agua, no
reteniendo más de 15 por 100; cantidad justamente
indispensable para que mientras el
fruto seco alcanza la morbidez que se requiere
, le sustraiga de una probable fermentación
y pueda conservarse sin absorber la humedad
del ambiente. Después de la tercera desecación
al horno, se expondrán las cerezas al aire

CER — 8 CER
en lugar fresco para completar la desecación,
y después se conservan en cajas de madera,
entre recortes de papel, y en sitio seco y fresco
á la vez.
Jarabe de cerezas.—Se quita el pedúnculo
y el hueso á 2 kilogramos de cerezas; se meten
en un perol con medio vaso de agua; se les
hace hervir durante doce minutos; se pasa el
líquido por un lienzo, y se pone al fuego con
doble de su peso de azúcar; se deja que hierva,
se espuma y se echa poco á poco en un
vaso de loza, y cuando se enfría en una botella
, que se conserva tapada en sitio fresco.
Cerezas confitadas.—Se quita el pedúnculo
y el hueso á 6 kilogramos de cerezas muy
maduras, y se añaden 2 kilogramos de jugo
rojo de garrafales. Se pone el todo eu un perol
á fuego vivo; se deja que hiervan por espacio
de media hora, y se les espuma. Se agregan
750 gramos de azúcar por kilogramo de jugo
de fruta, se les deja hervir otra media hora,
se retira del fuego y se ponen en vasos sin dejarlas
enfriar.
Conserva de cerezas.—-Se pone un kilogramo
de cerezas sin hueso y un cuarto de kilo
de jugo rojo de garrafales en un perol á fuego
lento. Se revuelve el todo y se echan después
2 kilogramos y 250 gramos de azúcar, que
deberá hervir sin interrupción. Puesta la cereza
y mezclada, se retira cuando comienza á
hervir.
Compola de cerezas.—Cortada la mitad del
pedúnculo á un kilogramo de las cerezas más
hermosas, se les pone á hervir en un cuarto
de kilo de azúcar, quitándoles preventivamente
la película. Después de espumadas una ó
dos veces se retiran las cerezas y se echan en
los vasos destinados á recibirlas; dejando cocer
el jugo por algunos instantes, se verterá sobre
la fruta apenas se enfríe, para servirla. Se
puede añadir corteza de limón para aromatizarla.
Esta compota es muy gustosa, poniendo
las cerezas sin rabos ni huesos. Se prefieren
las cerezas acídulas para tartas y para ponerlas
en aguardiente.
Fabricación del kirsch.—Se fermentan las
cerezas en los toneles que se emplean para la
fermentación del mosto de racimos, pero sin
mecer ó bazuquear las cerezas durante el movimiento
fermentativo, como se hace con el
sombrero formado por las partes sólidas de
la uva. Se da suelta al líquido, recogiendo
separadamente la parte clara de la espesa, y
se empieza la destilación en alambiques á fuego
desnudo. Es necesario aspirar á 53° centesimales,
que descienden después del enfriamiento
á 51 ó á 50°,5. Se necesitan 17,50 libras
de cerezas para preparar un litro de kirsch.
La cereza seca, cocida en vino y azucarada
ó alcoholizada, forma una compota particular.
La mezcla de variedades de cerezas dulces,
cerezas acídulas y de jugo colorado, produce
uu vino de cerezas agradable á la vista y al
gusto. También se hace un licor con los huesos
de cerezas.
D. Navarro Soler.
CEREZO SILVESTRE.—(V. Cerasus.)
CERILLO.—(V. Exostemma.)
CERMEÑA.—Fruto del cermeño, que es
una pera pequeña muy aromática, sabrosa y
temprana.
CERMEÑO.—Especie de peral, con las
hojas de figura de coraza y vellosas por el
envés, cuyo fruto, que es la cermeña, madura
á fin de primavera. (V. Peral.)
CERNADA.—Después de lejiviadas las cenizas
(véase) y separadas por consiguieute de
ellas todas las sales solubles, queda un residuo
fácil de desagregar, de aspecto terreo, compuesto
de carbonatos, sulfatos, fosfatos y silicatos
férreos.
Este residuo, sea que provenga de las cenizas
comunes, sea que provenga de la barrilla,
no debe considerarse inútil para el agricultor,
pues contiene sales que proceden de la misma
tierra y que conviene vuelvan á ella. Deben
mezclarse con los abonos, y pueden utilizarse
para activar ó facilitar la desecación de los
abonos líquidos. Su composición es variable
por las mismas causas que hacen variar la
composición de las cenizas. E. M.injarráa.
CERNEJAS.—Mechones de pelo que nacen
en la parte inferior de los menudillos, y
que suelen ser. muy abundantes en los caballos
bastos, extendiéndose por la parte posterior
de la caña. Los caballos finos solamente
ostentan un mechón de pelos que cubre el
espolón ó terminación del menudillo. Las reses
vacunas carecen de cernejas. Conviene
cortárselas á los caballos bastos ó de países
fríos, para que no se adhieran á ellos el barro
y el estiércol, produciendo diversas enfermedades
en la parte que cubren.
CERNER.—Separar con el cedazo la harina
del salvado ú otra cualquiera" materia reducida
á polvo, de suerte que lo más grueso
quede sobre la tela, y lo sutil caiga al sitio
destinado para recogerlo. || Hablando de las
viñas, olivos, trigos y otras semillas, estar la
flor en cierne ó fecundándose.
CEROLLO, LLA.—• Aplícase á las mieses
que al tiempo de cogerlas están algo verdes y
correosas.
CERÓN.—Residuo, escoria ó heces de los
panales de la cera.
CEROXILON (Arboriculiura). — Género
de palmeras, originarias de la América del
Sur, de hojas largas, blanquecinas y tomentosas
en la cara inferior. En los invernaderos
y en Argelia se cultiva el Ceroxylon
andícola ó ceroxilón de los Andes como planta
de adorno. El tronco y las hojas exudan
abundantemente una cera vegetal, designada
con el nombre de cera de palma.
CERQUEIRO ó CERQUIÑO.—(Véase
Melojo.)
CERRADO.—Calificativo que se emplea
para indicar que se han igualado los dientes
de los animales; circunstancia que se cumple
en los caballos á la edad de siete años. Desde
que cierra cualquier animal es difícil precisar

CER — 83 — CER
cuántos años de vida cuenta (véase Edad de
los animales). En el caballo á los ocho años
se han igualado siempre los extremos; todos
los incisivos de la mandíbula superior aparecen
iguales, se aumenta el color amarillento,
la punta del colmillo está redondeada, la acanalada
ha desaparecido ya, se ha verificado el
rasamiento de los dientes incisivos de la man-
\ J
Figura 53.—Cerraja de los campos
díbula superior, y las palas, medianos y extremos
ofrecen la forma ovalada. A los nueve
años igualan las piezas de la mandíbula anterior;
á los diez, los medianos; á los once, los
extremos, y á los doce se acaba de completar
el rasamiento, los colmillos aparecen redondeados,
sin punta ni acanaladura, y todos los
dientes se presentan muy amarillos, cubiertos
de sarro, descarnados y de mayor longitud.
CERRADO DE ATRÁS ó DE PIERNAS.—Caballo
que tiene las piernas muy cerradas y poco
firmes, de manera que se cruzan, enredan y
rozan al andar.
CERRADO DE BRAZOS.—Es cuando el brazo
del caballo desde el arranque del tronco se
inclina hacia adentro, perdiendo la vertical
del aplomo, lo que supone poca seguridad en
los remos y el inconveniente de rozarse,
' enredarse y cruzarse al andar.
CERRAJA DE LOS CAMPOS (Sonchus
arvensis).—Planta vivaz, de la familia
de las Compuestas, que se distingue
por tener tallos lampiños, trepadores; hojas
dentadas, pennífidas, con foliólos inclinados
hacia- abajo, agudos y dentados
(figura 53); flores amarillas, irregularmente
aglomeradas, en forma de corimbo,
pedunculadas, y frutos ó akenas morenas,
con cinco estrías en cada una de sus caras.
Se encuentra espontáneamente en las tierras
de labor; propiedad á que alude el
nombre específico de arvensis que los botánicos
dan á la planta que nos ocupa. No
es exigente respecto al clima y suelo; resiste
en buenas condiciones á los fríos, á
las heladas y á la sequía. Prospera en los
terrenos de consistencia inedia, silíceo-arcillosos,
y aun en los sueltos y fáciles de
cultivar; pero desmerece en los arcillosos
tenaces y húmedos, produciendo un forraje
acuoso y poco nutritivo. Le convienen
los abonos nitrogenados y alcalinos, el estiércol
de cuadra y otras materias fertilizantes
de análoga composición.
Se siembra á voleo en la primavera, en
un terreno preparado convenientemente,
con una ó dos labras algo profundas. Es
útil también complementar la acción del
arado con los rastreos necesarios si el empradizado
del suelo lo exigiese. En caso
de estar aterronado, se hace de todo punto
indispensable un pase de rodillo á fin
de deshacer los terrones, comprimiendo las
partículas terrosas para facilitar la nacencia
de la semilla. Cuando aparecen sobre
la superficie del suelo los tiernos y jóvenes
tallos de la planta, es necesario destruir
las malas hierbas que se apoderan del te-
• rreno, robando elementos alíbiles á la cosecha
principal. La recolección se hace
cuando aparecen las primeras flores; en
este momento el forraje posee propiedades
que le hacen ser muy apetecido por el ganado;
pero si se prolonga el corte hasta
después de la florescencia, adquiere demasiada
consistencia, desmereciendo algo de
su valor. Puede dar dos cortes en la temporada,
y produce un forraje muy útil para la
alimentación de las ovejas, de las cabras y de
los cerdos.
CERRAMIENTO.—(V. Cercado y Coto.)
CERRERO.— Con este nombre se distingue
el potro que vaga, corre y anda con toda
libertad y soltura en las dehesas, y que no se
le ha atado á la estaca.

CER — 84 — CER
CERRIL.— Aplícase al terreno áspero y
escabroso. || Dícese del ganado mular, caballar
ó vacuno no domado.
CERROJO.—Es el hijuelo, vastago ó renuevo,
llamado también barbado ó muletilla,
que nace de una cruz de las raíces ó de una
raíz corpulenta pegada é inmediata á la planta
madre, y aunque produce en el recodo del
cuerpo, raigal ó muletilla, algunas raíces que
coadyuvan á su incremento ó desarrollo, depende,
sin embargo, de los jugos alimenticios
de la planta principal.
CERRUMA. — Cuartilla de la caballería
cuando está defectuosa ó mal formada.
CERUSA-(V. Albayalde.)
CER VELLÓN.— (V. Sorbus.)
CERVEZA (Industrias agrícolas).— Líquido
fermentado, producido por las decocciones
ó las infusiones de las materias amiláceas,
modificadas por la germinación, y á las cuales
se añade cierta cantidad de lúpulo. La cerveza
es el vino de los granos que beben los pueblos
del Norte de Europa, á falta de aromáticos
vinos.
Cuatro son las primeras materias que se
emplean en la industria de que nos vamos á
ocupar, á saber: los granos de cereales, el lúpulo,
el agua y la levadura llamada de cerveza.
Empecemos nuestro estudio por los cereales.
Todos los granos de este género sirven para
la fabricación de cerveza, puesto que todos
contienen almidón; pero ninguno produce tan
gran cantidad de azúcar como la cebada, que
por otra parte es el cereal más barato; razones
por las que se eligió siempre esta clase de
granos para la industria que nos ocupa.
Sin embargo, en Bélgica se emplea algo el
trigo; los rusos, para fabricar su bebida nacional,
el Ituvass, usan exclusivamente la avena,
y por fin, en otros países se ha visto que
utilizan el maíz y aun el arroz para preparar
bebidas fermentadas bajo los mismos procedimientos
que se produce la cerveza ordinaria.
Toda clase de cebada sirve indistintamente
para fabricar cerveza; pero debe preferirse el
grano duro, harinoso y blanco en su interior.
Una de las pruebas á que debe someterse la
cebada para reconocer su bondad, es arrojarla
al agua, y si sobrenada, será señal de su
ligereza y deberá desecharse como de malas
condiciones.
Otra prueba práctica para apreciar la bondad
del grano de que se trata consiste en el
aumento de volumen y de peso que adquiere
la cebada después de remojarla; así en Inglaterra
se señala como de primera calidad la
cebada que pesando 100 kilogramos seca llega
á 146 después de mojada.
Por fin, la composición de la cebada bien
seca es la siguiente:
Almidón 68,43
Substancias proteica» 16,25
Dextriua 6,63
Materias grasas 3,08
Celulosa 7,10
Conizas y otros elementos 3,51
De este resultado del análisis se deduce
que, siendo el almidón la substancia única
que produce la cerveza, cuanto mayor cantidad
contenga de dicha materia, mejor será
para su fabricación. Hay cerveceros que añaden
á la infusión de la cebada melazas procedentes
de la fabricación de azúcares de todas
clases, ó preparadas exprofeso; pero semejante
práctica, prohibida en Inglaterra, altera
esencialmente la calidad de la cerveza, convirtiéndola
en una simple disolución de agua
azucarada, con el sabor amargo del lúpulo y
nada más, resultando así un brebaje que constituye
una verdadera estafa para el público,
como no sea otra cosa peor, por lo que pueda
perjudicar la salud de los bebedores.
El lúpulo (véase), que es otra primera materia
en esta industria, es una planta vivácea,
trepadora, cuyas flores femeninas, llamadas
conos del lúpulo, es la parte utilizable que debemos
conocer para la fabricación de la cerveza.
El célebre pale-ale de los ingleses recibe
su gusto especial del lúpulo mejor cultivado
en el país, ó sea el que crece en los alrededores
de Canterbury y de Worcester; los comerciantes
prácticos conocen muy bien las procedencias
de primera calidad sin más que frotar
entre los dedos las hojas de las flores, donde
dejan una materia amarillenta y olorosa, que
da valor á este producto para la fabricación
de que se trata. En el comercio se expenden
dichas flores en sacos de 75 kilogramos, hechos
con tela nueva relativamente, cuando el
producto es de superior calidad, y las destinadas
á la cerveza ordinaria se presentan en
embalajes de jerga, constituyendo grandes
fardos de 152 kilogramos próximamente.
Para separar la parte amarillenta y olorosa
de las hojas de la flor del lúpulo, que, según
queda dicho, es la útil en la industria cervecera,
bastará colocar las hojas sueltas sobre un
tamiz de crines muy finas, zarandeándole vivamente,
y en seguida se verá caer un polvillo
de aquel color; repitiendo esta operación
se consigue separar toda la parte activa del
lúpulo, ó mejor dicho de sus flores, y que da
el sabor amargo y las condiciones tónicas de
la cerveza. Algunos químicos notables han
llamado lupulina á esta materia.
Sin embargo, todavía no es en su esencia
dicha materia la que da aquellos caracteres á
la bebida que venimos estudiando, sino un
aceite volátil que encierra la misma, encontrándose
en ella en la proporción de un 2 por
100; además, contiene la lupulina una resina,
cierta materia nitrogenada, otra substancia
amarga, y por fin, una especie de goma.
Muchas son las materias que, según se dice,
suelen emplear los cerveceros para sustituir
el lúpulo y lograr el amargo; pero todas,
ó son más caras, ó no satisfacen, ni con mucho,
el objeto de esta aplicación; he aquí, sin
embargo, algunas de estas materias: la corteza
del pino, la cuasia amarga, el cocimiento
de hojas del boj y de las raíces de genciana,

CER — 85 — CER
las hojas de nogal, el extracto de áloes y otras
varias que producen las plantas resinosas, especialmente
donde, como es sabido, se encierran
ciertos aceites volátiles con el sabor
amargo, que es preciso para el caso. Algunos
llegan á creer que puede emplearse al efecto
la misma estricnina, ó sea la decocción de la
nuez vómica que encierra este alcaloide, y
aun también el ácido pícrico, en razón á su
sabor amargo; pero semejante aserto no parece
comprobado, ni mucho menos.
Así, pues, las adulteraciones en la fabricación
de cerveza consisten solamente en la adición
de jarabes, melazas y otras substancias
azucaradas que suplan la falta de la glucosa
procedente de la germinación de la cebada.
El agua es otro factor importantísimo en la
industria que nos ocupa, pues tanto para ocasionar
la germinación de los granos, como
para preparar el mosto, se necesita gran cantidad
de agua y de la mejor calidad. Se debe
preferir el agua de fuente y de río á la de
pozo, que suele contener sales siempre perjudiciales
á la fabricación de cervezas. En muchos
sitios donde no hay buenas aguas, las
purifican según los casos; por ejemplo, si sólo
están turbias, las dejan en reposo, y una vez
aclaradas, las utilizan; otras veces, cuando
llevan un exceso de materias en suspensión y
que por. ser muy tenues no se depositan en el
fondo del depósito, es preciso filtrarlas, preparando
sobre un falso fondo del depósito capas
de grava, arena y carbón (substancia esta
última que tiene la propiedad de apropiarse
la materia orgánica de las aguas), y de este
modo se depuran las aguas de los ríos de corriente
tranquila y de largo curso, que en todo
tiempo llevan multitud de cuerpos extraños
en su seno.
Cuando las aguas tengan en disolución sales
calcáreas ó maguesianas, antes de servirse
de ellas debe dejárselas en reposo, y con ello,
no solamente se despojarán de las materias sólidas,
que por su peso caerán al fondo, sino
que las sales calizas, perdiendo el exceso de
ácido carbónico que las hace solubles, se harán
insolubles á su vez, precipitándose con
dichas materias en el mismo fondo de los depósitos.
Sólo en el caso de que fuese excesiva
la cantidad de sales calcáreas, se emplearía
un poco de cal hidratada que, apropiándose
rápidamente todo el exceso de ácido carbónico
de las citadas sales, se lograría el mismo
resultado, ó sea precipitar las calizas, aunque
fuesen, no ya carbonatos, sino sulfatos.
Dos son las clases de fermentos que se emplean
para producir el alcohol: uno llamado
superficial para fabricar la cerveza fuerte, que
fermenta á 15° centígrados de temperatura, y
otro de fondo, empleado en la preparación de
las cervezas claras, las cuales fermentan á
4 ó 5 o
.
Ante todo, según sabemos, se debe remojar
el grano para provocar la germinación, y
para ello se dispone de grandes cubas cilindricas,
vertic ales, construidas de chapa de hie­
rro, las que terminan en forma de embudo,
ocasionando una salida á la cual se ajusta un
tapón que cierra herméticamente, maniobrando
desde fuera por medio de un tornillo, un
engranaje cónico y un manubrio con su volante.
Sobre la válvula ó tapón hay un fondo
agujereado por el que puede pasar agua, pero
no los granos.
Empiézase por llenar de agua clara la mitad
de la cuba, y encima se va vertiendo el
grano, removiéndolo todo sin cesar, hasta que,
añadiendo de nuevo agua, resulte ésta cubriendo
1 ó 2 decímetros á la masa de granos
, que por su peso específico caerán al
fondo del recipiente. Sin embargo, los que se
encuentran vanos ó en mal estado flotarán,
debiéndose extraer, pues sobre que son inútiles
para el fin que se persigue, pueden dar
mal gusto á la cerveza.
Estos granos, que no sirven para la fabricación
de la.bebida de que tratamos, se
aprovechan muy bien como pienso para el
ganado.
Después precisa quitar la primera agua,
que sólo debe considerarse como necesaria
para lavar el grano, pues disuelve materias
envolventes del mismo y otras extrañas que
producen eñ el agua un color pardo y un olor
picante que desde luego manifiesta la tendencia
á agriar todo el contenido de la cuba, por
lo que conviene á veces lavar con dos ó más
aguas, hasta que desaparezca semejante peligro
, el cual pudiera ocasionar fermentaciones
que inutilicen el fin que se persigue en esta
fabricación.
En cuanto al tiempo que dura el remojado
de los granos, depende de las clases de éstos
y del clima de la localidad, variando entre las
veinticuatro y sesenta horas, según sea la temperatura
más ó menos elevada, y por el-contrario,
menos ó más duro el grano empleado;
así en Francia suelen bastar veinticuatro horas
en el verano, y en las más altas latitudes se
necesitan durante el invierno, y con ciertos
granos muy duros, hasta las sesenta horas indicadas.
Es preciso no excederse en el tiempo
debido á esta operación, pues es fácil que el
grano, al tomar demasiado líquido, pierda en
parte sus fuerzas vitales, verificándose después
la germinación en malas condiciones; no
hay regla fija, ni mucho menos, que señale el
tiempo preciso para la mojadura de los granos
, y por ello conviene examinarlos de vez
en cuando, hasta que se observen hinchados
por igual, y sobre todo, que los atraviese fácilmente
una aguja fina.
Los prácticos emplean otro medio más sencillo:
toman un grano entre los dedos, oprimiéndole
hasta aplastarle, y si la materia que
le constituye queda adherida á la envoltura
del grano, es indicio seguro de que aún debe
continuarse la infusión; pero si dicha envoltura
se rompe, saliendo al exterior la masa que
encierra, entonces debe darse por terminada
aquélla; y por último, si dicha masa resulta
tan fluida que se corre entre los dedos, enton-

CER CER
ees es evidente que se ha excedido el tiempo
de la mojadura.
Todavía conviene lavar los granos por última
vez, pues en estío especialmente forman
una materia viscosa que conviene quitarla,
para que no dé mal gusto después á
la cerveza, dejando á escurrir bien el grano
dentro de la cuba diez ó doce horas. La cantidad
de agua que absorbe un buen grano de
cebada viene á ser de un 40 á 50 por 100 de
su peso, y en volumen crece de un 18 aun 20
por 100, exhalando un aroma parecido al de
las manzanas, que indica al cervecero el
buen resultado de esta primera operación.
En seguida se levantan los fondos agujereados
de las cubas, maniobrando de modo que
las válvulas que cierran las salidas se eleven
lo necesario hasta arrastrar dichos fondos, de-
Finura 54—Germinador
jando libre la salida á los granos, que en las
fabricas bien establecidas pasarán directamente
al germinador, donde estarán dispuestos
varios hombres con palas á propósito para extenderlos
bajo una capa de 15 á 18 centímetros
de espesor; otras veces, valiéndose también
de carretillas á propósito, se distribuyen
los granos en la estancia que constituye este
importante lugar en toda fábrica de cerveza
(figura 54).
Dicho local, donde debe germinar el grano,
necesita tres condiciones: un suelo impermeable,
una ventilación activa y que las paredes
estén muy lisas, sin presentar oquedades
de ninguna especie; para el piso se emplea,
ó un embaldosado bien hecho, ó una capa
de cemento, cuidando siempre de establecer
su declive correspondiente, y una canal para
recoger las aguas que resultan en esta labor
espontánea; á fin de ventilar el local se establece
en muchas ocasiones hasta una chimenea
provista de su hogar, en comunicación cou la
estancia para que el aire se renueve de continuo
como es preciso, pues el mucho ácido
carbónico que exhala el grano en esta evolución
la detiene, y además hace irrespirable el
ambiente para los obreros que de vez en cuan­
do han de visitar el germinador; y por último',
en las buenas fábricas de Alemania se guarnecen
las paredes de dichas estancias enluciéndolas
perfectamente, de modo que presenten
superficies lisas', para que no se guarezcan en
las rugosidades que pudiera haber en las mismas,
los gérmenes de fermentos, que perjudicarían
sin duda alguna la buena marcha de la
fermentación.
Cada seis ú ocho horas debe removerse la
cebada en el germinador, con el ñu de que
todos los granos germinen por igual, que es
lo difícil en esta labor; para conseguirla en
buenas condiciones, el obrero debe introducirse
en la estancia cou los pies desnudos, ó
llevando á lo sumo unas sandalias de piso
blando, á fin de no destruir un número excesivo
de granos, y armado de una pala de madera,
removerá el grano,
observando si aparece en
ellos un punto blanco
provisto de algunas raicillas
que se ramifican
al poco tiempo y el tallo
correspondiente, pues en
este caso debe sepultar al
fondo tales granos, sacando
á la superficie los
que no tengan señales de
germinar, con el fin de
que al calor de los que ya
empiezan á dar señales
de vida vegetativa, activen
la suya los otros, deteniéndose
la de los primeros,
y que la evolución
se verifique por
igual en todos ellos. Este
trabajo es eminentemente
práctico, debiéndose ocupar en él siempre
á los mismos obreros, que, si son hombres de
conciencia y observadores, en el olor á manzana
más ó menos subido que exhala el grano
al germinar, y eu multitud de detalles que se
observan, según la estación del año, así conocen
el trabajo que deben ejecutar y el éxito
que pueden prometerse de esta primera manipulación
eu la industria que nos ocupa. A
las veinticuatro horas, y en las capas superiores
del grano, empiezan á manifestarse las
raicillas y los tallos simultáneamente y en
sentido contrario, pero debiéndose evitar que
éstos crezcan formando hojitas verdes; removiéndose
los granos al efecto en los plazos
indicados. No se logra la germinación total
hasta los siete, ocho, nueve ó diez días durante
el verano, llegando á diez y seis en el invierno.
La mejor cerveza se fabrica en primavera
y otoño, siendo aquélla la preferida entre los
buenos bebedores.
Gracias á la mucha evaporación que produce
el grano al germinar de este modo y ala
gran cantidad de ácido carbónico que exhala,
pierde de su peso un 2 por 100, quedando en
condiciones de empezar el desarrollo de la

CER — 87 — CER
nueva planta, puesto que ya está nacida y
sólo espera á nutrirse de los jugos lechosos que
le envuelven, cosa que debe evitarse á todo
trance en la industria cervecera, pues dichos
jugos son primera materia de esta fabricación.
Es preciso que no se cumplan los designios
de la naturaleza, y para ello no hay más remedio
que matar en el grano la nueva vida
que principia después de la germinación. Esto
se consigue por medio del calor, sometiendo
los granos á 80° centígrados de temperatura.
No conviene emplear de repente tal temperatura,
y lo mejor es que el grano vaya perdiendo
poco á poco su excesiva humedad, pues
de lo contrario nos exponemos á producir un
verdadero almidón, ó cuando menos á que
después no sea soluble el principio azucarado
en las infusiones ulteriores. Por lo tanto, debe
extenderse el grano en sitio de buena ventilación
, formando una capa de un decímetro de
espesor, y abandonarle así durante algunas horas,
hasta que tomado con la mano no moje.
Para calentar la planta y destruir el nuevo
ser se emplea una estancia á propósito, que se
llama touraille en francés, y que pudiéramos
traducir malamente cou la palabra tostador.
Se compone de una especie de torre cuadrada,
de 5 á 6 metros de lado, dividida én tres estancias
superpuestas, cuyos dos pisos están
formados por chapas agujereadas, y sobre
ellas se extiende el grano desecado; abajo
existe un hogar que distribuye el calor por
toda la torre, atravesando los pisos y consiguiéndose
el fin que se desea. Ahora bien;
como detalles de esta labor, diremos que conviene
cubrir el hogar cou una techumbre ligera
de chapa, tanto para que no caigan en el
fuego los tallos de las plantas, que suelen romperse
y pasar por los agujeros de los pisos,
produciendo al quemarse humos nada convenientes,
como por evitar la acción directa de
la lumbre sobre el primer piso, pues de este
modo pudiera excederse la temperatura sobre
los granos más de lo debido. Desde luego deben
darse facilidades para la salida de los gases
por el centro de la cubierta de esta torre, disponiéndose
al efecto una especie de chimenea
amplia y corta; además, á fin de que se conserve
bien el calor en las estancias, las paredes
deben ser dobles, dejando un hueco entre
ellas, como medio de evitar la transmisión
del calor.
Los Sres. Lacambre y Persac han propuesto
la estufa que representamos en la figura 55,
que produce un efecto muy rápido, y está en
ella sometido el grano á una temperatura
graduada. Esta estufa se compone de dos
compartimientos iguales (en la figura no
se representa más que uno), separados por
una pared divisoria que en su parte superior
lleva un balancín de fundición que pone en
juego, por medio de una biela y de una manivela,
diez y seis grandes marcos de hierro,
recubiertos de telas metálicas bastante espesas
para que no puedan atravesarlas los granos.
Estos marcos están superpuestos dos á dos,
inclinados de manera que viertan uno sobre
otro la malta que reciben de un modo casi
continuo por su parte superior. La cebada
germinada recorre de este modo los cuatro
pisos de marcos, por medio de las oscilaciones
lentas y continuas que les hacen ejecutar las
varillas fijas en uno de los extremos del balancín
, el cual está en sensible equilibrio constantemente,
puesto que los marcos están colocados
simétricamente con relación á su eje,
y además se encuentran cargados casi de igual
cantidad de malta, nombre francés que se da
al grano germinado. En la parte inferior de
cada compartimiento de la estufa se encuentra
Figura 55.—Estufa
un gran calorífero de fundición, que tiene 54
metros cuadrados de superficie de caldeo, lo
que basta para la desecación de 120 sacos de
malta en veinticuatro horas.
Algunos autores, reconociendo que esta estufa
puede dar grandes resultados, aconsejan
que antes de entrar en ella la malta se lleve
á otra estufa de baja temperatura, por ejemplo,
la indicada para el compartimiento superior
de la estufa ordinaria, ó sea la de 30
á 35°. Esta estufa puede ser una cualquiera
de las conocidas, en la que sufre la malta
verde ó húmeda una desecación preliminar, á
la temperatura expresada de 30 á 35°; conseguido
esto, caerá la malta en la anteriormente
descrita, para que sufra el grado de calor necesario.
Este varía según la clase de malta
que se desea; para la clase llamada malta pálida
debe ser de 40°; para la malta amarilla
ó ambarada, de 60°; para la malta morena, de
70 á 80°, y en fin, para la malta negra debe-
1 rá ser la temperatura de 160 y hasta de 200°.

CER- — 88 — CER
El combustible debe elegirse que no produzca
muchos humos, pues si no es fácil que
después la cerveza adquiera mal gusto, tanto
por los ácidos empireumáticos de aquéllos,
que se disolverán en las infusiones, como por
lo que puedan alterar los principios azucarados
del grano al reaccionar sobre ellos. Los
mejores combustibles son las leñas de haya ú
olmo, el carbón vegetal sobre todos y aun el
de piedra, cuando no tiene demasiado alquitrán.
En las cervecerías modernas se evitan estos
inconvenientes estableciendo verdaderos sistemas
de caloríferos, de modo que el aire puro
del ambiente se calienta y pasa á la estancia
donde se encuentra el grano para producir
el fin que se persigue, y cuando se desea
aprovechar el calor lo mejor posible, evitando
la acción directa de los humos, en este caso
todos los residuos del hogar se recogen por
medio de un tubo que, ascendiendo á los pisos
superiores, dando vueltas ó haciendo ziszás,
salen por fin mediante uua chimenea dispuesta
al exterior, como sucede en las estufas
ordinarias para caldear nuestras habitaciones.
Este procedimiento se emplea mucho en Inglaterra,
y en las fábricas de Baviera se utiliza
un procedimiento mixto de aire caliente y
de humos, aprovechando todos los hogares
del establecimiento para calderas y otros usos,
en calentar tubos que lleven aire templado al
tostador, y además-estableciendo en su piso
bajo el hogar, según queda dicho, si bien con
menos fuego, por no necesitarse tanto con el
auxilio del aire caliente; pero este sistema es
imperfecto en muchos casos y aun costoso no
hallándose todo bien dispuesto para una buena
instalación de aprovechamiento de hogares.
Por otra parte, no faltan autores, como el
Sr. Rohart, que defiendan el empleo del fuego
directo para esta operación, si bien aconsejan
un sistema mixto, como decíamos en el párrafo
anterior, utilizando el aire caliente para
desecar y el fuego directo para detener la germinación
del grano; resultado que se consigue
á las treinta y seis ó cuarenta y ocho horas
eu los tostadores con hogar exclusivamente,
y de diez á doce horas más en los de caloríferos.
Terminada esta labor, es preciso quitar al
grano las raicillas y tallos que se iniciaron al
germinar, y para ello basta introducirlo en
una especie de tarara cilindrica, cuyas paredes
estén formadas con chapas llenas de agujeros
ó telas metálicas, y bastará la rotación del
aparato para que, frotando unos granos con
otros, se rompan dichos apéndices, muy quebradizos
por la desecación que sufrieron, y
salgan al exterior impelidos por la fuerza centrífuga
con que les impulsa el artefacto eu su
movimiento giratorio.
Hecho esta, es preciso quebrantar el grano
pasados dos ó tres días, de modo que resulte
una especie de sémola, nunca harina, toda
vez que la pulverización completa de los gra­
nos sería un inconveniente para la infusión
inmediata, pues está probado que deshechos
los granos en trozos más ó menos pequeños,
se deja disolver su materia azucarada mejor
que reducidos á verdadera harina, consistiendo
tan extraña paradoja en que el polvo no
se deja mojar por el agua como las masas, y
por lo tanto, mejor actuará sobre éstas que
sobre aquél.
De consiguiente, los molinos se disponían
desde muy antiguo con alguna separación entre
las muelas para lograr el quebrantamiento
deseado, empleando desde luego unas especies
de molinos parecidos á los ordinarios para fabricar
harina de trigo.
Los granos de cebada recién salidos del tostador
resultan muy quebradizos por la gran
desecación que sufren, y en su consecuencia
es preciso, ó dejar pasar unos días para que
se humedezcan tomando el vapor natural que
existe en la atmósfera, ó también se riegan
con agua, obteniendo un efecto análogo, aunque
nunca en tan buenas condiciones ni tan
eficaz como el espontáneo, según queda dicho,
de que se encarga el tiempo con la sola humedad
del ambiente.
En las buenas cervecerías alemanas é inglesas
emplean cilindros para quebrantar los granos
en vez de muelas, inspirándose con buen
acuerdo en la molienda austro-húngara, que
tan buenos resultados produce en la fabricación
de harinas; estos cilindros estáu montados
de manera que pueden aproximarse cuanto
sea preciso para quebrantar la cebada al
grado que sea necesario; además llevau sus
raedores automáticos para hacer que caigan
los granos y partículas que se adhieran á las
superficies.
Entre los diversos medios empleados para
verificar esta última labor de que nos venimos
ocupando, se distinguen unos grandes molinos
parecidos á los del café, que se usan mucho
en Alemania.
' Por lo demás, constituyendo dicha labor
una verdadera fabricación de sémolas, es claro
que para efectuarla debidamente podrá convenir
en muchos casos montar la maquinaria
completa que exige esta industria, á saber:
una despuntadora que aquí sirva para quitar
las raicillas y tallos secos; después la criba,
que limpia el grano, con su ventilador correspondiente;
luego pasa el grano al distribuidor,
que por fin le dirige á los cilindros compresores
que le trituran, vertiéndolo, por último, al
depósito, de donde se toma para las manipulaciones
siguientes.
Todo ello debe montarse comunicando los
movimientos con correas y poleas bajo una
sola armazón, como se establecen los molinos
harineros de las granjas y casas de campo.
La presión de los cilindros compresores se
gradúa por medio de unos contrapesos móviles
que proporcionan el medio de lograr una molienda
adecuada á las necesidades de esta industria.
La figura 56 representa un molino de rodi-

CER — 89 — CER
lloa, que construyen los Sres. Llevrellyn y James,
de Bristol. Este aparato, que limpia la
malta antes de triturarla, está dispuesto de
modo que puede regularse la cantidad que
debe molerse, y que queda limpia porque el
plano inclinado hace las veces de criba, que
tiene movimiento de trepidación. Los rodillos,
que son de muy buena fundición, pueden
aproximarse más ó menos á voluntad.
El grado de molienda debe ser tal que la
película de la malta no se rompa, es decir,
que el grano debe ser, por decirlo así, despachurrado.
Si se rompiese la piel del grano, no
se podría hacer bien la filtración del mosto,
aparte de otros inconvenientes. Término medio,
se calcula que un hectolitro de malta da
133 litros de producto triturado.
Observemos de paso que los granos germinados
cuya masa resulte dura, compacta, como
córnea, deben ser sometidos preferentemente
á la acción de las muelas horizontales, mien-
Figura 58.—Molino de rodillos
tras que para la buena malta, bien germinada,
secada lentamente y sin producción de engrudo,
será siempre preferible la trituración por
medio délos cilindros. El centeno y el trigo
maltados, digámoslo así, no se trituran tan
bien como la cebada, por lo que se aconseja
someterlos primero á la acción de los cilindros
y después molerlos. Basset, sin embargo, dice
que si se haii practicado bien todas las operaciones
anteriores á la molienda de estos dos
granos, se verifica ésta en el cilindro tan bien
como la malta de cebada.
Quebrantado el grano después de germinar,
veamos cómo deben disolverse los principios
azucarados que se obtuvieron directamente en
la germinación, y además el medio de convertir
en glucosa el almidón.
El principio azucarado de referencia, que se
llama diastasa, existe en muy corta proporción
en los granos, pues en cada mil partes de
éstos sólo podrían reunirse cinco de diastasa;
y sin embargo, todo el almidón de los granos
puede convertirse en glucosa, gracias á la influencia
de tan escasa materia, que tiene la
virtud, según demostró el sabio químico francés
Payen, de transformar en azúcar dos mil
veces su peso de almidón; mas para esto se
necesita que el líquido disolvente de la dias-
Dic—IV.
tasa se encuentre á los 70 ó 75° de temperatura,
pues si ésta.es menor no se producen
las reacciones con tanta actividad, y si es muy
elevada, llegando á los 90 ó 100°, entonces no
se obtiene resultado alguno, y por fin, se beneficia
grandemente este efecto de la diastasa
agitando el líquido sin cesar.
Así, pues, atentos á estas conclusiones todos
los fabricantes de cerveza, valiéndose por
tales ó cuales medios, siempre las han seguido,
pues aun los más atrasados cuidan mucho de
que el agua donde se pone el grano germinado
y triturado sea calentada poco á poco, pero
sin llegar nunca á la ebullición, ó sea á los
100° de temperatura.
Generalmente se disponen las cubas para
esta operación algo cónicas, de 1,70 metros de
altura y 3 metros de diámetro; llevan un doble
fondo á 5 ó 6 centímetros sobre el verdadero;
aquél está lleno de agujeros que le atraviesan
en disposición cónica, de modo que su mayor
diámetro se encuentre hacia abajo, y
así no se obstruirán con las sémolas del
grano acumulado encima.
Dispuesto el grano sobre el doble
fondo, se hace llegar agua por medio
de un tubo establecido al efecto, á 60
ó 65° de temperatura, sin más que
abrir una llave que la da paso; á la media
hora de nuevo se hace llegar más
agua á 90°, y la mezcla se pondrá á
75°, que es el calor más á propósito
para transformar el almidón en azúcar
por medio de la diastasa, auxiliando
este resultado mediante una agitación
violenta, que debe promoverse sin demora
en la cuba. Este efecto se consigue
á mano con una pala especial, dispuesta
en forma redondeada, hecha de fleje,
de manera que la constituya un ribete todo
alrededor, con su cruz en el centro, y así no
opondrá resistencia en su manejo, lográndose
mejor resultado.
En las cervecerías bien montadas el agitador
es mecánico y está dispuesto en forma de
paletas que, girando alrededor de ejes sumergidos
dentro del líquido, producen igual resultado
que en el trabajo á mano.
Terminada esta maniobra, se tapa la cuba
con un cobertor de madera y se deja en reposo
el líquido durante dos ó tres horas; en seguida
se abre la llave dispuesta entre los fondos de
la cuba, y ésta se desocupará del líquido azucarado,
que deberá pasarse á la caldera de cobre,
y allí de nuevo se hace llegar agua por
su tubo correspondiente, á 90° de temperatura,
hasta elevar la mezcla á 80°, y otra vez se
vuelve á agitar la infusión, para dejarla en
reposo, como queda dicho en el cas& anterior;
y por fin, se repite de nuevo esta operación,'
empleando agua casi hirviendo que acabe de
agotar todas las substancias solubles del grano,
terminando por transformar completamente
todo el almidón en azúcar, gracias á
la diastasa y á la manera gradual con que
se verifican estas infusiones.

CER — 90 — CER
En las pequeñas cervecerías la cuba de sacarificación
es una simple cuba de madera,
provista de un doble fondo agujereado, que
sirve para soportar la cebada y facilitar la
colada del líquido. El braceado ó agitación se
verifica á mano, por medio de palos terminados
generalmente en horca.
En el día se emplean otras cubas de trabajo,
que son unos grandes depósitos cuadrados de
palastro, forrados exteriormente de una camisa
de madera, para evitar las pérdidas de
calor. En la parte inferior de esta cuba se
encuentra un falso fondo, lo mismo que en la
anterior, sólo que aquí se compone de una
serie de placas de cobre agujereadas y dis-
puestas de tal suerte que se puedan quitar
con facilidad después de cada operación para
limpiar la cub'a. Este falso fondo, lo mismo
que en el caso anterior, sirve de filtro al colar
el mosto. La agitación ó braceo se hace también
á mano.
El número de cubas de sacarificación en
donde el braceado se verifica mecánicamente
puede decirse que es infinito, siendo muchas
las que presentan buenas condiciones. La
figura 57 representa una de estas cubas, muy
empleada en Inglaterra, y que realmente está
bien ideada y bien construida. He aquí las
partes de que consta: A y B, paletas destinadas
á imprimir un movimiento rotatorio á los
líquidos, y á romper ó interrumpir este mismo
movimiento; C, rueda cónica que comunica
el movimiento á las paletas; D, piñón
cónico también; E, rueda fija que gira con
el árbol vertical; -?7r-ueda que mueve las paletas
B; G, piñón que hace girar las paletas
A; I, falso fondo por donde circula el
vapor; K, cuba de recepción donde cae el
mosto y desde la cual se dirige á la caldera
Figuia 57.—Cuba de sacarificación
de cocción; l, desembrague; m, retorno de
vapor á las calderas; O, llave para la llegada
de vapor; P, polea de comunicación de movimiento;
r, llave de purga; R, filtro y tubo
conductor de los mostos á la cuba de recepción.
Por medio de la ruedecita e se pone el aparato
en actividad ó se para á voluntad del
obrero.
La cabida de una cuba sacarificadora puede
calcularse á razón de 220 á 225 litros por
100 de malta á tratar; pero generalmente, y
para mayor comodidad en el trabajo, se le da
un volumen de un tercio más grande que el
que resulta de esta proporción.
El empaste ó preparación de la malta antes
déla sacarificación se hace menor, como es
consiguiente, en frío ó con el agua á una temperatura
poco elevada, siendo esta operación
el punto de partida de aquélla. Compréndese,
pues, que teniendo este empaste por objeto
preparar la maceración por medio de una hidratación
preliminar de la malta, se debe evitar
á toda costa que queden grumos ó bolas,
que opondrían en seguida un obstáculo á la
penetración del agua, así que se haya formado
engrudo en la parte exterior. Por. esta causa
se verifica mucho mejor la mezcla cuando el
agua empleada no esté demasiado caliente. Al
mismo tiempo se opera una disolución parcial
de la diastasa, que empieza á reaccionar
desde el momento mismo del empaste, en
el sentido de ¡a formación de dextrina. La
importancia de un trabajo ó empaste completa
y rápidamente ejecutado, así como la dificultad
de conseguirlo en las cubas ordinarias
de sacarificación y aun en las de agitadores
mecánicos, han hecho pensar en la verificación
de este trabajo independientemente, siendo

CER — 91 — CER
varios los aparatos ideados al efecto, y entre
ellos los que representamos en las figuras 58
y 59, la primera en sección y la segunda vista
exteriormente, siendo aquél un aparato movido
mecánicamente y éste movido á mano ó
por manubrio, según se ve en las dos figuras.
Con este aparato, que construye la casa
Llewellyn y James, de Bristol, se pueden
obtener excelentes resultados por lo bien dis-
Figura 58.—Agitador en sección
puesto de su mecanismo, como está indicando
claramente la figura 58. Por el tubo central
puede introducirse el agua caliente ó fría, y
por el de la derecha viceversa, por cuyo medio
se hará el empaste en frío ó en caliente y
á la temperatura que se desee. La malta hervida
cae en el plato central, que la distribuye
por igual y es trabajada por las paletas, para
caer en la cuba de sacarificación perfectamente
empastada, con la cantidad de agua que se
desea.
En cuanto á las vasijas ó cubas de depósito
á las que se hace llegar el mosto de cebada
de la cuba sacarificadora, y en las cuales debe
esperar al producto de los lavados siguientes
cuando se quiere obtener una mezcla de éstos
con aquél, sería de desear que estuvieran
cerradas y que un serpentín además ó un doble
fondo mantuviera la temperatura del mosto
á 75° próximamente hasta el momento de
someterlo á la ebullición. Esta doble precaución
está bastante justificada por la acción
del aire y la necesidad de forzar la producción
de glucosa para que nos detengamos en este
ura 59.—Agitador mecánico
punto; sólo sí añadiremos que sería muy útil
construir estas cubas de recepción de modo
que tuvieran un filtro de acción lateral, para
que no enviase á la caldera de cocción (si no
se creía conveniente otra cosa) más que los
líquidos claros.
La figura 60 representa un buen modelo de
estas cubas ó depósitos de mostos. En ella se
ve perfectamente su disposición y construcción
, y no es preciso describirla.
Al ocuparnos de la sacarificación hemos hablado
varias veces de la operación de cocer
los mostos. Esta se puede verificar á fuego
directo, pero esto es peligroso, aun cuando
se emplee un agitador mecánico que remueva

CER — 92 — CER
la masa sólida para que no se pegue. Con el
objeto de evitar los varios inconvenientes del
fuego directo, se ha acudido al vapor; primero
á los serpentines, los que ofrecían el incon-
Figura 60.—Depósito de mosto
veniente de la dificultad en la limpieza; después
al sistema de calentamiento por el vapor
Figura 61.—Caldera de doble fondo
y un doble fondo, que es sin ningún género
de duda el mejor sistema. La figura 61 representa
una buena caldera de este último sistema.
Esta caldera puede cerrarse con un sombrero,
que lleva en su parte superior y central
un tubo que sirve de chimenea para la
salida ó expulsión de los vapores procedentes
de la evaporación de los mostos; el aparato
consta de dos partes: la caldera propiamente
dicha, de cobre rojo, con doble fondo de hierro
fundido; y la segunda parte,
que es el cilindro, se une á la primera
por medio de rebordes y una
corona de hierro; tan sólo esta segunda
parte está revestida de madera,
para impedir la pérdida de
calor.
Por lo demás, los órganos de
que consta son: A es la válvula
que abre ó cierra el paso al vapor;
B, la de purga del vapor condensado
en el doble fondo; C, la de
seguridad; D, la de descarga del
"""" mosto hervido con ó sin el grano,
aunque su uso más especial es para
el primero. Las fibras leñosas y
restos insolubles de la cebada que quedan en
la cuba sirven como alimento para las caballerías,
si bien resultan muy desubstanciados,
como es fácil de
comprender, después de las operaciones
que han sufrido. Y con
esto queda dicho cuanto se refiere
á la obtención del mosto
por el sistema de infusiones empleado
de tiempo antiguo por
los ingleses y franceses, distinto
al que aplican para lograr toda
la materia azucarada de los granos,
ó sea el mosto en las cervecerías
alemanas. Este método
por decocción, muy generalizado
en el día, necesita más infusiones
que el anterior, empleándose
hasta cinco; se empiezan á
menor temperatura, y debe utilizarse
agua con algo de azúcar
de los granos procedentes de
anteriores labores, en la disposición
que hemos indicado.
Como quiera que este procedimiento
alemán es el de mayor
aceptación entre los cerveceros
modernos, debemos explicarle
con todos sus detalles.
En principio está reducido
el sistema á cocer el mosto obtenido
por infusión con el lúpulo,
y de este modo se logra que
tome el líquido, la esencia de la
flor que da el amargo característico
á esta bebida, y además
se clarifica convenientemente,
toda vez que con la ebullición
se coagulan algunas materias
albuminosas que impurifican el
líquido; efecto que se favorece con el tanino
del lúpulo, considerando que dicha substancia
antiséptica tiene la propiedad de precipitar
las materias albuminosas demasiado tenues
que no se coagulen espontáneamente son la
ebullición.

CER — 93 — CER
Para que el aceite esencial que se desprende
del lúpulo no se volatilice demasiado, es
preciso no excederse en este cocimiento. Tampoco
debe emplearse un exceso de agua que
luego exija una larga evaporación, en la que
se perdería el aroma de las citadas flores. Así,
pues, cuando no hay exceso de agua, una
cocción de una ó dos horas basta para obtener
luego una cerveza muy fuerte, lográndose,
sin embargo, aunque el hervor dure hasta
diez ó doce horas, siempre que subsista cualquier
exceso de agua, con tal de que la caldera
esté bien acondicionada; consiste ésta en un
gran recipiente de cobre de 2,50 metros de
profundidad y algo más de diámetro; en el
fondo se establece un agitador de paletas, movido
desde afuera continuamente para que
las hojas del lúpulo no se detengan sobre la
chapa en que acciona el fuego directo de la
hornilla que va debajo y las queme, dando
mal tufo á la cerveza que se fabrica; esta caldera
se cubre con una tapa mucho mayor, á
modo de casquete esférico, donde se recogen
los vapores, se condensan, y con el aceite
esencial del lúpulo vuelve éste á la caldera,
no perdiéndose tan precioso elemento aromático
para la bebida en cuestión; no obstante,
se dispone una salida tubular sobre la cubierta
para evitar una explosión nada más; en el
interior de la caldera se establece un serpentín
para hacer pasar una corriente de agua
cuando precise enfriar el contenido de un
modo rápido y con eficacia.
Antes de describir el uso de este nuevo artefacto
en la labor.que nos ocupa, debemos
expresar las cantidades de lúpulo que se emplean
, según los países y clases de cervezas
que se deseen obtener: en París, para la cerveza
fuerte, gastan de 450 á 500 gramos de
lúpulo por hectolitro de mosto, y para la clara
se echa una mitad; los ingleses emplean cantidades
muy considerables de lúpulo; así, para
la fuerte, que resulta muy aromática, 700
gramos por hectolitro, y para el ale muy fuerte
llegan hasta un kilogramo con 300 gramos
de dicha flor y de la mejor calidad.
Las calderas deben calentarse con precaución
en el sistema alemán, para obtener el
que pudiéramos llamar mosto de la cerveza,
siendo ésta la causa de que algunos fabricantes
se hayan decidido por el empleo del vapor
para este fin, pues de tal sistema no resultan
esos recalentamientos excesivos que al menor
descuido ocurren con el fuego directo, sino
que la temperatura puede ser constante en
todos los momentos, y además es muy cómodo
el poner en acción todas las calderas sin
más que abrir una llave que hace circular el
vapor por entre el doble fondo de las mismas.
Sin embargo, el sistema de fuego directo, disponiendo
un hogar bajo cada caldera, continuaba
practicándose en algunas cervecerías
durante estos últimos años, con gran satisfacción
de sus directores, sin dejarse convencer
por las ventajas del nuevo sistema.
Los cerveceros alemanes, como hacen her­
vir el mosto repetidas veces para agotar bien
toda la materia azucarada que contiene, necesitan
una segunda caldera donde se depositen
todas las substancias sólidas que resultan
de la primera cocción, en la que está
dispuesto un filtro para separar el lúpulo que
está flotando y procede de la caldera primitiva;
dicho aparato secundario se llama caldera-filtro',
por contener en su fondo, á diferencia
de la anterior, una serie de enrejados
metálicos, de modo que sirvan para filtrar el
líquido, dejando sobre las mallas las hojas del
lúpulo. Esta caldera lleva sus agitadores como
las otras.
Después pasa el líquido á unos grandes depósitos,
á manera de estanques bien proporcionados,
que sirven para reposarle, separando
sobre su superficie las hojas del lúpulo que
en el antiguo sistema francés acompañan al
mosto, es decir, cuando no se emplea la caldera-filtro
que acabamos de citar.
El paso del mosto á los estanques se verifica
por unos conductos que, provistos de su
llave correspondiente, parten del fondo de las
calderas. Estos depósitos se construyen en las
cervecerías francesas con tablas, dividiéndolos
generalmente en dos partes por un enrejado
también de madera, constituyendo á modo
de un filtro que separa por sí mismo las hojas
del lúpulo sin necesidad de otros trabajos ulteriores.
Después de una ó dos horas de reposo en
dichos estanques, pasa el líquido á los depósitos
refrigerantes, pues al salir de aquéllos
aun resulta á 70 ú 80° de temperatura, siendo
preciso que descienda á 15°, sobre poco más ó
menos.
Esta operación última de la industria que
nos ocupa no se encuentra exenta dé dificultades
como pudiera creerse, pues de verificarla
bien ó mal, según los escrupulosos estudios
realizados por el Sr. Pasteur, así resulta después
una cerveza de mejores ó peores cualidades,
tanto para el consumo inmediato como
para su conservación.
Es cosa averiguada que un enfriamiento
verificado con lentitud da lugar á que los
gérmenes que flotan en la atmósfera sean absorbidos
por el líquido, alterándole después
en sus condiciones esenciales de un modo tan
extraordinario, que debe evitarse á todo trance.
Al efecto hay dos medios de llevar á cabo
esta operación: ó espontáneamente, ó valiéndose
de refrigerantes á propósito.
En Inglaterra y Francia, hasta estos últimos
años, se enfriaba la cerveza en grandes
estanques de 25 centímetros de profundidad,
estableciéndose mucha ventilación, tanto por
disponer el local de grandes ventanas, como
logrando mecánicamente dicho efecto por medio
de aparatos bien montados con este fin;
y últimamente, en la primera de dichas naciones,
las estancias donde se hallaban los estanques
para el enfriamiento espontáneo solían
tener grandes claraboyas en la cubierta
para que, durante la noche, la irradiación del

CER — 94 — CER
calórico á los espacios planetarios produzca
con toda rapidez el objeto deseado.
El otro sistema consiste en provocar el enfriamiento
con aparatos refrigerantes, que si
bien tiene la ventaja de evitar el inconveniente
del método espontáneo que dejamos expuesto,
en cambio con éste se aclara mejor
el líquido, por ser mayor la duración del procedimiento,
depositándose, por lo tanto, en
el fondo de los estanques la albúmina coagulada
y el almidón, que después se separan fácilmente,
quedando perfectamente claro el
mosto de la cerveza. No obstante, atendiendo
á la buena conservación del caldo, el empleo
de los refrigerantes gana terreno en las
cervecerías modernas, habiéndose inventado
multitud de sistemas, una" vez aceptado umversalmente
el nuevo procedimiento, si bien
intervenido por el anterior, pues ante la necesidad
de la clarificación del mosto, se adopta
en muchas cervecerías el sistema mixto, es
decir, primero en grandes depósitos colocados
en los pisos altos del edificio, se deja en reposo
el caldo hasta que descienda su temperatura
á 40", y después se decanta, separándole todas
las impurezas que se depositaron en el fondo
, consiguiéndose el enfriamiento total hasta
los 14 ó 15°, empleando los aparatos refrigerantes
que vamos á describir á grandes
rasgos y en sus tipos principales.
La mayor parte de los refrigerantes conocidos
se fundan en el sistema empleado para
enfriar los vapores alcohólicos en la fabricación
de aguardientes; de modo que, ó el enfriamiento
se consigue haciendo circular el
mosto caliente dentro del serpentín, ó si no por
fuera evaporándole, circulando el agua fría
en dicho serpentín, que equivale á establecer
dentro de la masa del mosto una corriente de
líquido frío á través de un tubo. Hay otros
sistemas, fundados en un principio distinto,
que consisten en el empleo de ventiladores
enérgicos.
• Es imposible describir la multitud de refrigerantes
establecidos en las diversas fábricas
de cerveza que son modelo en su género;
así, pues, ante la imposibilidad de hacerlo á
no publicar un libro con este solo objeto, vamos
á detallar uno de los mejores, que produce
resultados conocidos como buenos, por
los muchos años que lleva funcionando con
éxito.
Consiste el aparato en una gran cuba ligeramente
cónica, fija en sü posición vertical y
sobre su base mayor; por arriba entra un
tubo con su llave de paso, desarrollándose
un largo serpentín aue, después de dar veinte
ó treinta vueltas sobre sí mismo, sale
hacia el mismo costado por donde entró, mediante
otra llave de paso. Dentro de este serpentín
circula el mosto de la futura cerveza,
y para que se enfríe en su largo recorrido, se
pone agua á 0 o
en la cuba, procurando que
conserve témpanos de hielo constantemente,
á fin de que se utilice su mucho calórico latente;
y para que dichos témpanos no tropie­
cen con el serpentín, se establece una jaula
de listones de madera que le preservan de este
inconveniente, y dentro de ella se fijan unos
agitadores en forma de hélice que, dando
vueltas alrededor de un eje, hacen descender
dichos témpanos de hielo y revuelven toda la
masa de agua fría para que en sus diversas
capas resulte siempre una temperatura homogénea
, á fin de que se aproveche bien la
frialdad del agua.
En este refrigerante se puede dar movimiento
á su agitador, tanto mecánicamente
como á mano, valiéndose en ambos casos de
un engranaje cónico que cambie la rotación
del eje vertical portador de las paletas helizoidales,
en el horizontal del manubrio ó polea
que con la correa sin fin correspondiente
tome su movimiento de la transmisión general
de la fábrica.
Por lo demás, un buen aparato de esta clase
debe satisfacer las condiciones siguientes:
superficie refrigerante bastante amplia para
no dejarse obstruir por el lúpulo, siendo de
fácil limpieza; asimismo no debe ser atacada
por los depósitos incrustantes que puedan
producirla naturaleza de las aguas empleadas
en la condensación; el aparato y su mecanismo
deben ser sencillos, para que, en caso de.
rotura, sea fácil reparar el desperfecto en el
acto, sin entorpecer la marcha de la fábrica;
y por fin, el sistema debe economizar cuanto
sea posible el agua fría, sobre todo si escasea,
como puede suceder en la localidad
donde se halle establecida la cervecería.
"Vamos á estudiar al presente la manera de
fermentar el mosto de la cerveza después de
bien clarificado y frío, ó sea dispuesto para
esta última operación de la industria que nos
ocupa.
A dos temperaturas distintas fermenta el
mosto de la cerveza, entre los 15 y 18° centígrados
sobre cero, y á los 4 ó 5, dando lugar
á dos clases distintas de cervezas: la primera
es la llamada fuerte, fabricada por los
sistemas antiguos inglés, francés y belga, y
la segunda es la alemana clara, tan en boga
duraute estos últimos tiempos.
La fermentación á alta temperatura, digámoslo
así, resulta tumultuosa, y debe verificarse
en grandes cubas donde toda la masa
líquida se revuelve incesantemente, sobrenadando
en la misma la levadura de cerveza que
se añade para provocar esta reacción, que tiene
por objeto transformar, como en el mosto del
vino, el azúcar que está disuelto en el líquido
, en alcohol. A fin de conservar la temperatura
entre los 15 y 18° arriba dichos, según
sea invierno ó verano, se abriga ó ventila la
bodega, y si la temperatura ambiente es demasiado
baja, se hace circular agua templada
por un serpentín que debe llevar cada cuba
en su interior, y en el estío deberá hacerse
uso.del agua fría para obtener el efecto contrario.
Esta fermentación suele durar unos
veinte días.
Para fabricar las cervezas alemanas es pre-

CER — 95 — CER
ciso refrescar el mosto sin cesar para que la
temperatura no exceda de los 5 o
, según queda
dicho, durando la fermentación, que se verifica
de una manera tranquila, un mes ó mes
y medio á lo sumo, quedando la levadura que
sé añadió para obtenerla, en el fondo de las
pequeñas cubas empleadas en estos casos.
Las dimensiones de las cubas, según el sistema
de fabricacióu que se aplique, es asunto
de importancia, pues para mantener la temperatura
baja en el alemán debe operarse sobre
pequeñas masas de mosto, que naturalmente
se dominan mejor que las grandes, donde es
cosa fácil conservarla á mayores temperaturas
, obteniéndose más regularidad en la marcha
de la fermentación, cualesquiera que sean
los cambios de la temperatura ambiente.
Los ingleses emplean grandes cubas, existiendo
algunas capaces de contener 200.000 litros
y aun algo más, pero generalmente en
Francia y Bélgica no llegan á 50.000 por término
medio.
Respecto á las disposiciones y marcha de
esta operación, se observan las reglas siguientes:
en primer lugar debe llenarse dos
tercios nada más de las cubas, dejando así el
espacio necesario para el hervor tumultuoso
que ocasiona el desprendimiento del gas ácido
carbónico, evitando se proyecte el líquido
al exterior; después se diluye bien la levadura
de cerveza obtenida en una operación análoga
á la que se desea conseguir; no existe regla
fija que precise la cantidad de levadura
necesaria, pues esto depende de la clase de
cerveza que se desee conseguir, de la calidad
del mosto y de la estación; así, por ejemplo,
los franceses, para la cerveza fuerte, emplean
un kilogramo de levadura por cada 500 del
mosto contenido en las cubas, tanto en otoño
como en primavera, y para obtener la cerveza
clara solamente un kilogramo por cada 3.000.
En seguida se revuelve bien el líquido para
que la levadura se extienda con homogeneidad
por toda su masa, y se cubre la cuba con
una tapa de madera guarnecida con estera de
paja, á fin de que la temperatura ambiente no
perjudique por sus alteraciones la regularidad
de la fermentación.
Hecho esto, y haciendo que el líquido se
mantenga constantemente á la temperatura de
15 á 18°, no transcurrirán ocho horas sin que
se inicie la reacción, en cuyo caso los hongos
microscópicos de la levadura añadida quedan
'en condiciones de cultivo, desarrollándose prodigiosamente,
tanto, que al finalizar la fermentación
sobrenadará de seis á siete veces más
levadura de la que se puso para conseguir
este resultado, originándose idénticos (uredo
cervitice) á los primitivos, sobrando levadura
para las reacciones sucesivas de la fábrica; y
tanto es así, que la expenden á los cosecheros
de vino que la suelen necesitar para su
industria, puesto que la acción de aquélla
sobre el azúcar de ambos mostos es análoga;
en efecto, es cosa averiguada que sólo el azúcar
da vida y hace procrear dicho hongo, pres­
tándole el único alimento que necesita para
su desarrollo, transformándole en alcohol, y
produciendo ácido carbónico, glicefina y ácido
succínico, lo mismo que ocurre en la fermentación
del mosto de los vinos. Es preciso
evitar que la temperatura del caldo traspase
los límites debidos, á fin de que no se malogre
la operación, debiendo consignar que en
las mejores fábricas del extranjero donde se
produce el famoso ale "inglés, dejan elevarse
la temperatura del líquido hasta cerca de
los 40°.
Cuando se detenga la fermentación puede
excitarse de nuevo añadiendo más levadura,
si bien debe removerse el mosto rápidamente.
Por último, al concluir la operación, algunos
fabricantes suelen añadir un.kilogramo de harina
de trigo ó de habas, lo que ocasiona un
desprendimiento rápido de ácido carbónico
que eleva á la superficie toda la levadura que
pudiera quedar en la masa de la cerveza-.
Para la fabricación de la cerveza clara se
opera, según hemos dicho, con pequeñas cubas
de 50 hectolitros cuando más, y se cuida mucho
de que al fermentar el mosto no sobrepase
la temperatura de 10 á 12°, pues si tal sucede
cambian por completo las condiciones de la
cerveza que se desea obtener.
Dichas cubas son de diversas formas y sistemas,
á fin de lograr la baja temperatura de
'2 á 3 o
sobre cero que se necesita para verificar
la conversión tranquila del azúcar en alcohol;
algunas cubas son ligeramente cónicas,
descansando sobre su base más ancha, dentro
de las que se establece un flotador lleno de
trozos de hielo, ó también un serpentín que
circula por el interior de la masa, enfriando
de igual modo al hacer pasar de continuo
una corriente de agua helada; llevan estas
cubas su termómetro bien visible, para observar
la marcha de la fermentación; además se
establecen dos salidas hacia el fondo, una algo
elevada sobre un costado para evacuar la cerveza,
y otra en el fondo mismo, que maniobrándose
desde arriba, sirva para expulsar los
posos y hacer la limpieza de la cuba.
Una vez que ha terminado la fermentación
, se trasiega el caldo á otros toneles pequeños
de 150 litros ó poco más, donde se verifica
otra nueva fermentación, que aunque
muy lenta, produce su espuma y sus desprendimientos
correspondientes de ácido carbónico;
por lo tanto, es preciso destapar estos
toneles y comunicarlos por una canal de tablas
destinada á recoger la espuma que durante
algunos días se estará produciendo de
continuo; después, cuando ha concluido la
fermentación, se cierran los toneles y se recogen
las levaduras de todas procedencias,
resultando una masa que, lavada y comprimida,
se deposita en sacos para su venta á los
panaderos y cosecheros de vinos, según hemos
indicado.
Los belgas, que preparan multitud de clases
de cervezas, suelen emplear otros métodos
para lograr la reacción de que nos venimos

CER — 96 — CER
ocupando; al efecto abandonan el mosto en
muchas ocasiones para que fermente por sí
mismo, cosa que suele suceder á las dos semanas
ó poco menos, después de depositado
en los toneles, provocando esta reacción al parecer
espontánea, por los gérmenes de los fermentos
subsistentes en la atmósfera de toda
fábrica de cerveza. Se comprende lógicamente
que este sistema de fermentación sea más
lento que el obtenido con el auxilio de la levadura,
pero ocasiona parecidos resultados,
pues da lugar á cervezas especiales, muy estimadas
por los holandeses y belgas.
Por lo demás, habiéndonos ajustado á los
métodos generales de fabricación, no hemos
podido desceuder á las infinitas variaciones
que en esta industria adopta cada fabricante,
debiendo hacer constar que en ninguna otra
se observa para los detalles mayores alteraciones,
sobre todo en estos últimos tiempos.
Para la buena venta de la cerveza conviene
clarificarla, y al efecto nada mejor que el empleo
de la cola de pescado bajo el procedimiento
siguiente: •
Se principia por dividir en trozos los panes
de dicha materia, de modo que resulten lo
más pequeños que se pueda, y para ello nada
mejor que machacarlos entre dos papeles para
que no salten, y en seguida se ponen en agua
fría durante veinticuatro horas, renovándola
cuatro ó cinco veces; al cabo de este tiempo
se hincha la pasta, deshaciéndose entre los
dedos, y poco á poco se añade diez veces su
volumen de cerveza agria, amasándolo todo
hasta lograr una especie de gelatina transparente
y lo más homogénea que se pueda.
En seguida se cuela á través de un lienzo
ó tamiz de crines muy fino, comprimiendo la
masa y frotándola con un cepillo fuerte, á fin
de que pase la mayor cantidad de masa, deshaciendo
los grumos que pudieran quedar sobre
el filtro, ó mejor dicho, colador.
Después se añade un 7 por 100 de aguardiente
seco, y sin más queda preparada la gelatina
para la purificación de las cervezas
claras o alemanas, cuidando de emplearlas sin
demora, pues á los quince días en el verano,
ó á los treinta en invierno, se echa á perder,
no sirviendo para el caso.
La manera de obrar esta gelatina es mecánicamente,
pues no verifica combinación alguna
con las materias que impurifican la cerveza,
sino que las arrastra al fondo cuando agitándola
violentamente con ella se extiende, y
en su lento descenso va apoderándose de toda
materia extraña que flotando en el líquido le
quitan su debida transparencia. Se emplean
de 4 á 8 decilitros de cola de pescado, según
esté más ó menos turbia la cerveza, por hectolitro
de este caldo, bastando un solo minuto
de violenta agitación para que se revuelva
bien, mezclándose la gelatina con toda la masa
líquida, y después, dejando el tonel en calma,
poco á poco va posándose la gelatina, arrastrando
consigo, según queda dicho, toda clase
de impurezas; después se trasiega el líquido,
que resultará clarificado y con un hermoso
color de ámbar.
Algunos cerveceros, por economía, emplean
las virutas de haya, como se hace en las vinagrerías,
para clarificar estos caldos, y al efecto
lavan primeramente en agua hirviendo dichas
virutas, después se desecan y se mezclan como
hemos indicado para la gelatina con la cerveza,
se agita todo junto y se deja en reposo,
obteniendo idénticos resultados, como en el
caso anterior. Sin embargo, aunque la madera
de haya tiene la misma virtud que la cola de
pescado en esta aplicación, resulta que las
cervezas se echan á perder más pronto cuando
se clarifican por este nuevo procedimiento,
lo que no sucede con el anteriormente descrito.
Trasegadas las cervezas á otros toneles, pasan
al comercio, si bien es conveniente embotellarlas,
pues se conservan por más tiempo.
En efecto, dentro de las botellas sufren una;
nueva fermentación, localizándose sus efectos
dentro del casco, donde las materias azucaradas
y los fermentos que aún existen producen
nuevo alcohol y ácido carbónico, disolviéndose
en la cerveza, que la hacen algo espumosa,
según se manifiesta después al destapar las
botellas, conservándose así mucho mejor y
por más tiempo que en los toneles.
Las cervezas fuertes exigen mayores cuidados
para su conservación, guardándose en
grandes depósitos y en cuevas bieu dispuestas
para que no se eleve la temperatura á causa
de las influencias exteriores. En estas condiciones
sufren una tercera y última fermentación
muy lenta, en que toda la glucosa que
pudiera contener el líquido se convierte en
alcohol, desprendiéndose ácido carbónico; y
así, en tan largo reposo, descienden al fondo
de las tinas ó grandes toneles todas las impurezas,
sin necesidad de emplear la cola de
pescado.
La composición de las cervezas es bastante
compleja, aunque no lo sea tanto corno la de
los vinos; contienen como base gran cantidad
de agua, uu 5 por 100 en peso de alcohol y
además las substancias siguientes: una pequeña
cantidad de dextrina, una materia extractiva
parda, substancias albuminosas, otra materia
grasa amarillenta de olor á mosto, la
substancia amarga y resinosa del lúpulo, extracto
de levadura, ácido láctico libre y los
lactatos, el ácido acético y los acetatos, los
malatos, cloruros de sodio y potasio, sulfato
de potasa, fosfatos de potasa, de sosa, de cal
y de magnesia, sílice, óxido de hierro, y por
fin ácido carbónico en un medio por ciento de
su volumen para las cervezas claras y en las
fuertes espumosas desde un 8 á un 25 por 100.
Casi todas las cervezas son susceptibles de
reacción acida, debida al gas ácido carbónico
y al ácido succínico que resultan de las fermentaciones
de la glucosa, como también del
ácido acético, que en más ó en menos entra
en la composición de estos caldos, según queda
dicho.

CER — 97 — CES
Por lo demás, he aquí las principales propiedades
de las cervezas, en virtud de su composición
típica: tienen la facultad de apagar
la sed, por la gran cantidad de agua que contienen;
sou estimulantes, gracias al alcohol;
refrescantes, merced al ácido carbónico, y los
principios amargos y aromáticos del lúpulo
las hacen tónicas y excitantes á esta clase de
bebidas. Por fin, el azúcar, la dextrina, las
materias extractivas, albuminosas, grasas y
las sales minerales, entre las que domínala
potasa y el fósforo, dan á la cerveza condiciones
nutritivas en alto grado, pues según los
escrupulosos análisis del Sr. Payen, de cada
litro se pueden obtener 48 gramos de extracto
tan nutritivo como puede serlo igual cantidad
de pan; y otro químico distinguido, el
Sr. Kelles, asegura que en 2 litros de cerveza
de Baviera ha encontrado 1,6 gramos de ácido
fosfórico, es decir, tanto como contienen 530
gramos de buena carne fresca de vaca, ó como
220 gramos de pan cuando lleva en su composición
45 por 100 de agua.
Ahora bien; conteniendo las cervezas tantas
substancias orgánicas, es lógico que se alteren
fácilmente, pues únicamente las muy cargadas
de alcohol, y de los principios amargos y
astringentes del lúpulo, que son todos elementos
antipútridos, suelen durar mucho tiempo,
siempre que estén en envases bien cerrados,
incomunicándolas del aire; pero en cambio las
cervezas claras apenas duran tres ó cuatro
meses en los toneles, y cinco ó seis á lo sumo
en botellas.
Entre los muchos estudios que se vienen
haciendo para descubrir el medio de hacer
inalterables las cervezas, se distinguen las investigaciones
del Sr. Pasteur, el cual, si bien
deduce, en vista de los muchos elementos orgánicos
que encierra la cerveza, la imposibilidad
absoluta de conservarla indefinidamente,
á vuelta de multitud de ensayos y experiencias
ha descubierto que los principales gérmenes
de descomposición de este caldo consisten
en los que flotan dentro de la atmósfera
y caen en los depósitos de las cervecerías
cuando se preparan los mostos, y sobre todo
en los largos enfriamientos que sufren al contacto
del aire y en la fermentación que se verifica
de igual modo, sin que de nada sirvan
las elevaciones de la temperatura anteriores
ó intermedias que experimenta el mosto en
algunos sistemas ya descritos; así, pues, apoyándose
en estas consideraciones, el Sr. Pasteur
propone un nuevo medio de preparar las
cervezas inalterables, que consiste en purificar
el aire para el enfriamiento de los mostos
que debe actuar sobre las tinas donde fermenta,
limitándole debidamente, y por último, en
purificar también la misma levadura de todo
germen de putrefacción antes de mezclarla
con el mosto.
Resumiendo, no es posible detallar aquí el
sistema Pasteur y la multitud de otros muchos
que, apoyados en él, han producido infinidad
de procedimientos, con la tendencia á
producir cervezas inalterables, que constituye
el desiderátum de todos los fabricantes modernos
para que la cerveza pueda consumirse
en los países intertropicales que empiezan á
tomar nueva vida por la emigración tranquila
é incesante de los pueblos del Norte.
G. Giroui.
CERVICAL (Anatomía). — Concerniente
ó relativo á la cerviz. Calificación de los órganos
que tienen relación con la parte posterior
del cuello ó al cuello en general, y así se dice
venas, arterias cervicales y ligamento cervical.
Este es un ligamento fuerte, de color amarillento,
que se inserta en las apófisis de las
primeras vértebras dorsales, se adhiere á las
del cuello y se implanta en el hueso occipital.
Ese ligamento concurre á sostener la cabeza.
Nervios cervicales son los ocho primeros pares
que proceden de la médula espinal, saliendo
del conducto raquidiano por los agujeros de
conjunción de las vértebras del cuello. Plexo
cervical superficial es el situado debajo del eje
vertebral, y formado especialmente por los
segundos y terceros pares cervicales, y por el
undécimo par encefálico; plexo cervical profundo,
el situado al nivel de la tercera vértebra,
bajo el gran complexo, y formado por las
ramas superiores de los segundos, terceros,
cuartos y quintos pares cervicales; el ganglio
cervical superior ó gutural es fusiforme, y situado
en medio del plexo gutural, sobre la
parte lateral y posterior de la bolsa de ese
nombre, y ganglio cervical inferior el colocado
entre la cabeza de la primera costilla y el
músculo largo flexor del cuello.
CERVIZ.—La parte superior del cuello en
que asienta y descansa la cabeza del caballo, y
por cuyo medio se mueve fácilmente á uno y
otro lado; se extiende hasta la inmediación de
la cruz. No debe pecar de grueso ni de fofo, sino
ser firme y oponer bastante resistencia á la
presión de la mano. La piel que le recubre
será fina y tersa, pues las arrugas transversales
é induradas que en tal parte se notan en
algunos caballos les afea y expone á padecer-'
heridas ó grietas de difícil curación.
CERVIZ DE GATILLO VENCIDO.—Los caballos
que tienen demasiado grueso el nacimiento de
la crin tienen el defecto de doblárseles hacia
uno ú otro lado, y se les aplica esta denominación.
CERVIZ DE GATO.—Es cuando la parte superior
de la cerviz del caballo es muy carnosa.
CESALPINEA. —Género de plantas de
la familia de las Leguminosas, subfamilia de
las Coesalpineas. En los montes de la Isla de
Cuba suelen hallarse las especies Ccesalpinea
Ujuga, Sw.; Cees, hórrida, A. Rich.; COKS, crista,
L., y Cees. Brasiliensis, L., conocidas indistintamente
con el nombre de Brasilete ó Brasil
(véase esta palabra).
A su vez en los montes de las Islas Filipinas
son bastante comunes las siguientes:
C&salpinea Sappan, L. Nombres vulgares,
Sapang, Sibucao.—Adquiere una altura de 3
4 metros, y tiene el tronco salpicado de púas.

CES — 98 — CES
Las hojas son dos veces aladas, sin impar, con
las hojuelas casi lineadas, y los lados desiguales
y escotados en el ápice. Las flores están en
racimos, y el fruto es una legumbre leñosa, á
modo de sable, truncada en el ápice, que se
estrecha hacia la base y contiene tres ó cuatro
semillas separadas por un tabique esponjoso;
las semillas son oblongas, con la cubierta
coriácea, ligeramente jaspeada. Florece
este vegetal en Septiembre.
La madera es de color rojo anaranjado, de
textura fina y fibrosa, con poros de mediano
tamaño, regularmente marcados. Se emplea
un poco en la construcción de pequeñas embarcaciones,
para sustituir la clavazón de hierro
(Visayas, Mindanao). Las ramas delgadas
sirven para teñir de encarnado, exportándose
con este objeto en grandes cantidades. Tiene
el sapang bajo este concepto, es decir, como
palo tintóreo, mucha importancia, siendo objeto
de un regular comercio.
Casalpinea ignota, P. Blanco. — Arbolito
con las hojas dos veces aladas, sin impar, y las
hojuelas, en número de unos diez y siete pares,
de menos de un centímetro de largo, semilineales,
truncadas en la base, y con estilete
y escotadura en el ápice; pecíolos parciales
unos nueve pares. Flores amarillas. Legumbre
de figura de sable, con el extremo alargado
, aguzado y encorvado hacia arriba. Florece
en Septiembre.
Caisalpinea Bonduc, B. et Hook., var. miñus.
Nombre vulgar, Calambibit.—Tallo erizado
de aguijones, rastrero y que se extiende
mucho. Hojas dos veces aladas, estando sustituida
la hojuela impar por un aguijón; hojuelas
doce á catorce pares, aovadas, alargadas,
con una espina en el ápice; pecíolos comunes,
con aguijones y cuatro estípulas en forma de
hojuelas en la base. Flores amarillas en racimo.
Fruto legumbre romboidal antes de su madurez,
lleno de pilas, y con dos semillas semiglobosas,
con la epidermis coriácea, dura; muy
tenaz y jaspeada. Florece en Diciembre.
Las semillas, que sirven á los muchachos
para sus juegos, son muy usadas por los indios
en la medicina, dando á beber sus raspaduras,
pero en muy pequeña cantidad, en vino ó
agua, en las enfermedades del vientre.
Con las raíces de esta planta se hacen también
cuentas para rosario, pero suelen producir
inflamaciones en la piel cuando se llevan
al cuello. Es éste un vegetal que enmaraña
mucho los montes.
Casalpinea nuga, Ait. Nombre vulgar,
Camil cabag.—Es planta leñosa y echadiza 1
que enmaleza los montes. Tiene el tronco
espinoso, y las hojas dos veces aladas, sin impar,
y en su lugar un aguijón pequeño; hojuelas
en número de tres pares, aovadas, alargadas,
con una púa casi invisible en el ápice,
enterísimas, lampiñas y tiesas. Fruto legumbre
oval, comprimida, lampiña, con una semilla
grande. Florece en Febrero.
Esta planta, que se extiende mucho por
los bosques. se agarra obstinada y fácilmente
á la ropa con sus aguijones, de donde le viene
el nombre específico de nuga (de burlas) que
se le ha dado. No se hace uso de ella.
Casalpinea pulcherrima, Swartz. Nombres
vulgares, Flores, Rosas-caballero. — Arbolito
cultivado por la hermosura, duración y
abundancia de sus flores amarillas y encarnadas.
Alcanza una altura de 3 á 4 metros, y
tiene el tronco sembrado de puntas grandes
y apareadas. Las hojas son dos veces aladas,
con impar, y tienen tres estípulas en cada
par de hojuelas, otras tres en la base de los
pecíolos parciales, y otras dos pestañosas en
la base de los pecíolos comunes; las hojuelas
son lampiñas, en número de cinco á ocho pares,
aovadas al revés ó elípticas, con un estilete
en el extremo. Flores terminales en corimbos;
pedúnculos propios, larguísimos. Fruto legumbre
comprimida, con siete ó más semillas
fijas en la sutura superior y separadas entre
sí por istmos carnosos. Florece en casi todos
los meses. Los muchachos comen las semillas
crudas. La infusión de las hojas es un febrífugo,
muy activo.
CÉSPED (Jardinería).— Los céspedes y
praderas constituyen uno de los adornos más
bellos del jardín, formando el fondo sobre
que se destacan y armonizan todos sus elementos.
En todo terreno en que aquél pueda
establecerse, se puede crear una pradera, con
tal de que se elijan las especies más apropiadas
y convenientes. En Inglaterra se utilizan
además las praderas en alimentar toda suerte
de animales que pastan en completa libertad,
siendo uno de los principales encantos de los
grandes parques de Londres, Hy de Park y
Regent-Park los numerosos rebaños que animan
la escena, y que sin ser obstáculos á su
buena conservación y al recreo de los que
pasean, aumentan su interés con su carácter
campestre y pastoril.
El ray-grass (Lolium perenne) forma la
base, y es la planta más empleada, psrque vegeta
en todos los suelos, como no sean muy
secos ó excesivamente húmedos, en la proporción
de un kilogramo por área, duplicando y
aun triplicando esta cantidad cuando se quiere
obtener una hierba muy fina en pequeños
espacios de terreno. La festuca ovina, los bromos,
fleos y agrósiides son apropiados para las
tierras secas y de poco espesor. Lo general es
hacer mezclas en las que figura el ray-grass,
que tiene además la circunstancia de ahogar
las malas hierbas por la rapidez de su vegetación.
El trébol blanco sostiene bien el césped
en los terrenos secos y exhala un olor
agradable. El bromo de los prados se utiliza
en las tierras calcáreas y secas, donde no podría
vegetar otra planta.
Para debajo de los árboles se emplea la siguiente
mezcla: poa nemoralis, fleo oloroso,
festuca tenuifolia y heiergophila; estas dos
últimas en menor proporción, porque tienen
tendencia á formar matas aisladas.
En las praderas del Bosque de Bolonia, en
París, se siembran 350 kilogramos por hectá-

CES — 99 — CES
rea, de la siguiente mezcla: ray-grass, 40
hilos ¡bromo, 10; festuca cundidora, 10; ídem
ovina, 15;fleo, 25. Los terrenos áridos y silíceos
del citado bosque se han enmendado
con detritus del antiguo y tierras arcillosas.
Mayer aconseja, para tener un césped espeso,
corto y fino, la siguiente mezcla: Loliicm
perenne, 3; poa pratensis, 1; poa compressa,
\;poa trivialis, 1; agrostide stolonifera,
1; agrostide vulgare, 1; cinosurus cristatns, 1;
grama de olor, 1; en junto diez partes. Si el
suelo es muy seco, se refuerza en la proporción
de los agróslides; en el caso contrario,
las poas son las que deben aumentarse.
La tierra sobre que se ha de formar la pradera
se prepara con buenas labores de pala y
grada; se abona como queda dicho, y se ejecuta
la siembra á voleo en otoño ó primavera
, cubriendo ligeramente la semilla. Para los
taludes y terrenos inclinados, en que las semillas
serían arrastradas por los riegos, es
preferible la plantación por placas extraídas
de otra pradera.
Las praderas y céspedes necesitan algunos
cuidados culturales para su buen entretenimiento
y conservación. Se escardan y limpian
de las malas hierbas en primavera y en
otoño; se siegan con frecuencia para evitar
que granen, y se arrodillan y riegan después
de cada corte, que se ejecuta bien con la guadaña
ó con auxilio de máquinas de guadañar
ó de esquilar el césped, movidas á brazo en
los jardines pequeños, ó por caballerías en las
extensas praderas de los grandes parques. Entre
las muchas máquinas de esta clase que
existen, merece especial mención la norteamericana
llamada Filadelfia, que hemos visto
utilizar, con exclusión de las restantes,
entre otros parques, en los magníficos y admirablemente
cuidados de Amberes.
Según sean las condiciones y riqueza del
terreno, conviene abonar cada dos ó tres años,
empleando, bien el estiércol, que se incorpora
en el otoño, separando en primavera antes
del rebrote de la hierba las pajas largas, ó
bien con cenizas y guano. Siempre que sea
posible, es preferible el mantillo que procede
de las camas y abrigos.
Cuando una pradera se hace vieja y comienza
á ser invadida por el musgo, se pasa
varias veces por el otoño un rastro que lo
extirpe, y aunque la hierba parece desarraigada,
no sufre en manera alguna; los sitios
que se hayan desguarnecido se siembran.
Los riegos con abonos líquidos reaniman
la vegetación de las praderas. Los légamos
del fondo de los ríos y depósitos de agua,
previamente aireados, extendidos en capas delgadas
en primavera ú otoño, producen también
excelentes resultados. Cuando la pradera
envejecida empieza á decaer, se levanta y se
reemplaza la tierra antigua con otra nueva;
procedimiento algo costoso, que sólo puede
ejecutarse en pequeña escala.
CÉSPED DEL OLIMPO Y CÉSPED DE
ESPAÑA.—(V. Estatice.)
CESTA.—Tejido de mimbres ó varas de
sauce, en figura comúnmente redonda y cóncava,
que sirve para llevar ó guardar frutas,
ropa y otras cosas. También se hacen de paja,
juncos, cañas y listones de madera correosa.
Esos enseres se usan mucho entre los agri-
Figura 02
cultores. Los vendimiadores suelen recoger la
uva en cestas de mimbre, corteza de castaño
ó caña; cestas que afectan diferentes formas y
algunas de las cuales describimos á continúa-
Figura 03
ción. La que representa la figura 62, que se
usa en Lombardia, y se aproxima mucho á la
empleada en Eioja, Navarra y Aragón, reúne
excelentes condiciones, por ser bastante ca-
Figura 64
paz, alcanzar poca altura y manejarse bien.
La que llevan los vendimiadores de Cariñena
admite ordinariamente de 12 á 14 kilogramos
de racimos. El de la figura 63 responde mejor
ala buena conservación de la uva, por la mucha
superficie que ocupa y su insignificante
altura; pero no se maneja tan bien como la
anterior si hay que recorrer alguna distancia
para vaciarla. S.e usa bastante en Francia.

CES — 100 — CES
En Toscana se emplean dos cestas muy cómodas,
figuras 64 y 65, de las que la última,
formada con corteza de castaño, es idéntica á
Figura 65
las que se usan en Galicia, Vizcaya y otras
comarcas de España.
Para conducir las cestas de un punto á
Figura 66
otro emplean los obreros con frecuencia un
palo cilindrico y poco grueso, de 1,50 metros
de longitud, que colocan sobre el hombro, llevando
una cesta en cada extremidad, como
indica la figura 66.
CESTO.—Cesta grande, formada comúnmente
de mimbres ó varas de sauce sin pulir.
CESTOIDEOS ó LOMBRICES LISTA­
DAS (Zoología) . — Orden de gusanos planos,
pertenecientes á la clase de los Plathelmintos,
cuyo cuerpo tiene la forma de una cinta, y á
los cuales pertenecen las tenias y los bptriocéfalos.
Son parásitos muy incómodos, tanto
para el hombre como para los animales. El
tipo más conocido del cestoideo perfecto es la
solitaria, lombriz larga, blanca ó amarillenta,
en forma de cinta, formada por gran número
de segmentos, cuya unión marca una línea
transversal. Esos segmentos son más angostos
y cortos en la parte anterior del helminto, y
forman lo que vulgarmente se llama la cabeza.
Es opinión errónea el considerar la tenia como
á un solo animal, puesto que todas las solitarias
son colonias de individuos distintos que se
hallan unidos entre sí; lo que se llama cabeza
es la verdadera madre ó nodriza de toda la colonia,
y todos los segmentos ó individuos de la
colonia se han formado de ella por gemiparidad
ó segmentación. Cada segmento, anillo ó
proglotis contiene en su interior un aparato
de generación que no se encuentra en la cabeza;
los segmentos son la generación que se
multiplica por huevos, y las cabezas la generación
que se multiplica por segmentación.
Generalmente los cestoides necesitan dos especies
de animales para desarrollarse: unos
animales albergan la lombriz y arrojan los
gérmenes, y otros los recogen del estiércol
expelido por los primeros, y en su cuerpo se
forman las larvas del parásito. Así
las hidátides cerebrales comidas por
los perros dan origen en estos animales
á la tenia cenuro, y los huevos
de ésta, expelidos por el perro
,- con los excrementos, se transforman
en un quiste que provoca el
vértigo en las reses lanares que
han tragado aquéllos. Los cestoides
no tienen aparato digestivo en ninguna
época de su existencia; se alimentan
absorbiendo substancias
nutritivas al través de su piel, tan
porosa que permite penetrar substancias
aún no disueltas. Aun cuando
no se han observado órganos
especiales de percepción en esos
helmintos, se admite que son sensibles
á las impresiones táctiles y á
la temperatura. Se consideran como
nervios ciertos filamentos que se
extienden á lo largo de la cinta ó
colonia del cestoideo. Se observa
fácilmente también un sistema de
canales excretores que comienza en
la cabeza y recorre todos los segmentos;
canales longitudinales que
se hallan situados á ambos lados del cuerpo,
y de los cuales parten otros transversales
á los diferentes anillos. El aparato sexual
ocupa la mayor parte de cada segmento, y
se halla constituido por numerosas vesículas
testiculares, desparramadas en toda la masa
del segmento; un par de ovarios, generalmente
colocados en la parte posterior del
mismo; una glándula albuminífera, y otra
que suministra la materia para las cascaras de
los huevos, los cuales, una vez fecundados,
pasan á un depósito ramificado ó dispuesto en
roseta, y que funciona como útero. El aparato
sexual masculino, lo mismo que el femenino,
desembocan juntos en uno de los bordes de los
anillos, ó en ambos bordes cuando es doble el
aparato sexual. Cada segmento posee el aparato
sexual de ambos sexos, y se fecunda á sí
mismo, no conociéndose cuál es el destino del

CBS — 102 — CES
no ganchos en la cabeza, se dividen én tenias
armadas y tenias inermes. Todas ellas causan
graves perturbaciones en el organismo de los
animales en que se alojan para desarrollarse,
j de ahí que hayan dado nombre á algunas
enfermedades, y que la medicina y la veterinaria
se ocupen en su estudio.
TEMÍAS ARMADAS.—Caquexia hidatiginosa,
cisticercosis ó lepra del cerdo.—•Con el nombre
de caquexia hidatiginosa se designa una enfermedad
frecuente en los cerdos de nuestras
razas, y que es debida á la presencia del Cysticercus
cellulosm, de Rudolph, que aparece
en el cerdo bajo la forma de granos, y que
también se encuentra en el hombre, en el
mono, en el oso, en el perro, en el topo y en
la cabra montes. En los bueyes de algunas
regiones, como las de Abisinia, se observa
también frecuentemente otra especie de cisticerco
que da luego origen en el hombre á
la Tmnia mediocanellata, pero que por no'aparecer
en nuestras latitudes no ha sido todavía
bien estudiado. El padecimiento que produce
en los cerdos el cisticerco celuloso se conoce
con el nombre de lepra, y algunos científicos
le denominan cisticercosis. Esta enfermedad
se designa en Aragón con el nombre de mesillo,
en Valencia y Cataluña con el de mesell y
en Francia con el de ladrerie. Hasta poco tiempo
ha se consideraba esta enfermedad como
exclusiva del cerdo, pero posteriormente se ha
comprobado que también se desarrolla en los
bueyes y en los perros. En la primera especie
de animales y en el hombre es producida, conforme
tenemos dicho, por el cisticerco celuloso
de Rudolph, scolex ó larvas de la Tmnia
solium, mientras que en el buey la determina
el scolex de la Tmnia mediocanellata.
Sabido es que la lombriz solitaria del hombre
(Tmnia solium, Teniades cesioides) es
un parásito desgraciadamente harto conocido
por su nombre y por su aspecto, que tiene,
conforme tenemos dicho, la forma de gusano
aplanado ó en figura de cinta, dividido en
anillos, el primero de los cuales constituye la
cabeza, y está provisto de cuatro chupadores
y de una corona de ganchos acerados. Los
anillos son caducos, y una vez separados entre
sí, constituyen otros tantos seres independientes
y completos, dotados de ambos sexos y
capaces de producir gran número de huevos
fecundos, provistos de una envoltura calcárea.
Los anillos más próximos á la cabeza son los
más jóvenes, estrechos y cortos; los más lejanos
y antiguos son los más anchos y desenvueltos,
y se van separando de tiempo en
tiempo, aisladamente ó por grupos, del cuerpo
de la tenia para ser expelidos por el recto.
Aun sin que se origine tal ruptura son expelidos
los huevos con los excrementos. Se
hallan dotados de gran vitalidad, y la conservan
durante mucho tiempo, particularmente
en el agua. Pero esos gérmenes solamente
llegan á desarrollarse cuando por
una ú otra causa se introducen en el organismo
del cerdo con los alimentos sólidos
ó líquidos que éste toma. De ellos brota entonces,
hállese en el estómago ó en los intestinos,
un pequeño y microscópico embrión,
armado ya de ganchos movibles que emplea
para atravesar las membranas del intestino y
emigrar á las diferentes partes del cuerpo á
que concede marcada preferencia. Una vez en
ellas, se establece en el tejido celular y muscular
de los órganos, y se enquista, es decir,
que se rodea de una cápsula de forma elipsoidal
unas veces y globulosa otras.
A partir de ese momento se verifica en el
embrión una metamorfosis; se caen los ganchos,
y aparece un botón que se convierte muy
luego en una cabeza provista de chupadores,
y en cuya parte posterior se va manifestando
una estrechez gradual, comenzando á nacer
los ganchos definitivos, y resultando entonces
completamente formada la larva, que no manifiesta
tubo digestivo ni órganos de reproducción.
La membrana que la envuelve es de
naturaleza fibrosa, y se halla provista de un
disco muy pequeño y poco perceptible. Comprimiendo
moderadamente el cisticerco entre
dos láminas de vidrio, se llega á hacer salir
por esta abertura fuera de la vesícula la cabeza
del vermes. A través de la envoltura se
puede distinguir el embrión bañado en una
especie de serosidad. El cisticerco vive en la
vesícula á la manera de un cinips en una agalla,
y contrayéndose después puede á su voluntad
sacar y recoger una parte de su cuerpo
por el pequeño orificio. Llegado á este punto,
se puede establecer que ha alcanzado el límite
de su desarrollo en el organismo del cerdo.
Solamente cuando este setígero haya sido sacrificado,
y cuando su carne cruda ó insuficientemente
cocida haya sido comida por el
hombre, el cisticerco llegará á transformarse
en tenia. El parásito, por lo tanto, alterna
entre el hombre y el cerdo; no puede desarrollarse
en los organismos pertenecientes á otras
especies zoológicas, ó por lo menos solamente
de una manera excepcional se han podido observar
cisticercos en el hombre, si bien siempre
alterados ó deformes.
El cisticerco del cerdo habita preferentemente
en los músculos de la lengua, del cuello,
de las espaldas, de la región intercostal,
de los lomos, de las nalgas, de la región vertebral
posterior y del mismo corazón. Su vitalidad
sólo se destruye cociendo las carnes
á una temperatura de 80 á 100° centígrados,
en el supuesto de que la carne se halle subdividida
en trocitos, para que todas las partes
de aquélla sufran la acción de esa elevada
temperatura.
Esta enfermedad era ya conocida 'en los
tiempos de Aristóteles y Aristófanes, los cuales
nos transmitieron las primeras noticias de
ella; empero á Malpighi es á quien se debe
el descubrimiento de la naturaleza animal de
los granos sembrados en mayor ó menor número
en las carnes del cerdo. En estos últimos
tiempos, y gracias á los poderosos instrumentos
de que los sabios disponen, se ha estudia-

CES — 104 — CES
la invasión existe, 7 se puede advertir el reblandecimiento
de las carnes por el líquido
albuminoso que fluye de los cisticercos partidos
por el bisturí. La caquexia hidatiginosa
de los cerdos tiene un curso lento, y puede
permanecer estacionaria muchos meses, y aun
durante un período de dos y más años.
Acerca de la etiología del padecimiento,
los antiguos no supieron y aun tal vez no intentaron
saber nada, limitándose á describirla,
siquiera fuese con la precisión con que la
describe Aristóteles. Casi en nuestros días,
Goeze, y posteriormente Dupuy, ya se aventuraron
á señalar algunas causas del padecimiento
, y considerando predispuestos los cerdos
á contraerle en la edad de seis meses á dos
años, consideraron como causa ocasional ordinaria
el exceso de humedad ó de sequedad
de la atmósfera y de las habitaciones de los
cerdos. A la influencia de los sitios bajos y
pantanosos, á la falta de ejercicio y de aire
puro, al exceso de calor y de sequedad y á
la falta de aseo atribuía Hurtrell d'Arboval
perturbaciones capaces de determinar la formación
de cisticercos. El empleo de la bellota
era también á su juicio causa determinante
de la enfermedad, sin llegar á descubrir que
no la bellota, sino la ingestión de los huevecilios
de la tenia, depositados en los campos,
es la causa de que se desarrolle el cisticerco,
así como también la ingestión de proglotis
que suministra una cantidad considerable de
huevos. Van Beneden, que hizo curiosas y
concienzudas observaciones, pudo examinar
cómo se desenvolvían los embriones en los
óvulos de helmintos sacados de preparaciones
anatómicas conservadas en alcohol durante
muchos años. Durante doce meses conservó
Verloren huevos en los cuales se desarrollaron
los embriones á los quince días, no obstante
haber estado expuestos aquéllos á los rigores
del invierno y á los calores del estío. De aquí
se deduce que los huevos de las tenias se conservan
y difunden por doquier por medio de
los estiércoles, y que no hay por qué maravillarse
de que adquieran la lepra los cerdos que
salen á pastar por los campos cultivados ó no.
De todas maneras, es de advertir que contraen
mucho más fácilmente la enfermedad
los cerdos que se hallan predispuestos á ella
por haber padecido otras, por hallarse muy
débiles á causa de su poca ó de su mucha
edad, y por tener un temperamento linfático.
En los individuos adultos, robustos y sanguíneos
abortan los gérmenes, por el contrario,
con bastante frecuencia. En este caso se com 7
prueba la observación general que consignara
James Copland en el Diccionario práctico
médico. Al decir de ese escritor, «siempre que
la energía vital del cuerpo humano está disminuida
por la enfermedad, la inanición y el
anonadamiento, está expuesto á la invasión
de los parásitos que le son peculiares, y estos
parásitos se desenvuelven y multiplican con
una rapidez proporcionada á la disminución
de la fuerza vital».
La enfermedad, que no se suele desarrollar
en los lechones por la sencilla razón de que
éstos no ingieren huevecillos con la leche, adquiere
rápido vuelo si se les administran los
gérmenes de una manera artificial, siendo por
lo tanto esa edad la .más adecuada para la
evolución del cisticerco, contra lo que opinaron
Goeze y Dupuy. También se atribuye generalmente
gran influencia á la raza, ó por
mejor decir, especial predisposición á algunas
de ellas. En el matadero de la Villete (París)
se ha podido observar que padecen con más
frecuencia que otros la lepra los cerdos de
la casta lemosina, y que el padecimiento es
casi desconocido entre las razas inglesas, si
bien no deben extremarse las deducciones, olvidando
el sistema adoptado para la alimentación
y cebo de los animales. Si los cerdos
de razas inglesas ó de,sus cruzamientos, y
todos los que son mejorados, son rara vez
leprosos, se debe á que son criados en las porquerizas
donde la causa indispensable de la
enfermedad no se encuentra. En cuanto á la
inmunidad absoluta, no existe en ninguna
raza, ni aun en los jabalíes, á pesar de que se
había creído lo contrario durante mucho tiempo,
y á pesar de que es innegable que gozan
de un vigor extraordinario y que viven alejados
de las moradas del hombre. Niemann y
Dupuy encontraron cisticercos en jabatos de
leche.
Es, pues, indudable que los puercos ingieren
los huevos ó las larvas del parásito comiendo
los excrementos del hombre que contienen
la Tcenia solium, hozando en los estercoleros,
los fangos y los pantanos. De aquí
que con el aseo de las pocilgas, con la abstención
de enviar los cerdos á la montanera,
haya disminuido notablemente la extensión y
frecuencia del padecimiento.
Respecto á la manera de verificarse la invasión,
hay alguna divergencia en los escritores.
Generalmente se admite que los huevos,
una vez introducidos en el canal digestivo, se
abren rápidamente antes de pasar de la boca
y de la faringe, y que los embriones penetran
directamente por la mucosa en los músculos
subyacentes. Esta suposición no ha sido comprobada
por la experiencia, es decir, que ningún
observador ha conseguido sorpreuder todavía
los embriones á su paso. Lo único que
ha podido averiguarse es que los cisticercos
de la lepra se presentan ordinariamente debajo
de la lengua y entre los músculos que rodean
la garganta en un principio, invaden
más tarde el cuello y atacan después los tejidos
de las espaldas y de las paredes torácicas,
mientras que rara vez se presentan en las
masas musculares del tercio posterior, y de
presentarse, únicamente lo hacen cuando la
lesión está muy generalizada.
Si la infección, observa un publicista, se
verificase exclusivamente por el intestino y
por las vías naturales de la absorción, en las
cuales hubieran penetrado los parásitos para
ser transportados á toda la economía, no se

CES — 105 — CES
explicaría cómo y por qué se proyectan más
pronto y en mayor numero hacia las regiones
anteriores. De aquí que se considere acertada
la opinión de los que entienden que verifican
una perforación directa de las mucosas sobre
el sitio mismo en que han nacido, progresando
á través de los tejidos, gracias á la armadura
de ganchos de que se hallan provistos
desde un principio. Tampoco se debe negar,
aun cuando no se haya demostrado experimentalmente,
que algunos gérmenes van transportados
por los movimientos de la circulación
de la sangre, puesto que si respecto de
la Tmnia solium no, respecto de otras especies
está demostrado el hecho. No hay razón que
no sea posible respecto de la Tarnia solium, lo
que han acreditado los experimentos de Küchenmeister
respecto de la Tcenia serrata.
M. Delpech ha emitido la hipótesis de que
alguna vez podrán llegar al estómago los óvulos
cerrados para disolverse en este aparato
las envolturas que los encierran, y penetrar
las larvas en los intestinos, dirigiéndose desde
éstos á las masas musculares y diseminándose
por doquier. Esta hipótesis es tanto más verosímil,
cuanto que en algunos casos se ha
observado que no existían cisticercos en la
región lingual. De todos modos, lo indudable
es que estos parásitos, ó más bien sus gérmenes,
se desenvuelven con rapidez suma y á
veces en el espacio de veinticuatro horas.
Una vez instalados los embriones en los
músculos, se detienen allí y permanecen eu el
mismo sitio hasta que muere natural ó artificialmente
el individuo. A este propósito se
formula la interesante cuestión de averiguar
si los cisticercos superan ó no en número al
de los embriones ingeridos, y de consiguiente
si pueden ó no multiplicarse por una generación
agamia ó gemmípara con el fin de proseguir
la'invasión alas diferentes masas musculares.
Los naturalistas no han conseguido todavía
resolver de una manera definitiva este
problema, y de aquí lo encontrado de las hipótesis
aceptadas, no debiendo olvidarse en
ningún caso que es más razouable el pensar
que las nodrizas del To3?iia solium pueden dar
origen á individuos múltiples, como las otras
especies del género.
Entre las causas de la cisticercosis porcina
se han señalado también la herencia y el contagio.
La primera, reconocida como tal desde
el principio de este siglo, no ofrece ya duda
alguna después de las experiencias hechas por
Ilervieu, haciendo cubrir por un verraco sano
una hembra leprosa. Toggia, á su vez, descubrió
cisticercos en un jabato de doce días;
sin embargo, no todos consideran la interpretación
dada á estos hechos como irrefutable,
puesto que nadie podrá asegurar que
los lechoncillos ó jabatos infestados no hayan
comido substancias extrañas que pudieran
contener óvulos del cisticerco. De todas maneras,
resulta que las explicaciones dadas para
exponer como se puede transmitir por herencia
la cisticercosis, no son satisfactorias de
todo punto. M. Lafosse entiende que los proscolex,
por ser esencialmente microscópicos,
pueden hallarse ya en los óvulos al verificarse
la fecundación, si es la hembra la que los ha
deglutido antes de la cópula. Pero teniendo en
cuenta que los embriones de la tenia crecen
con extraordinaria rapidez, fuera censurable
aceptar como irrebatibles esas indicaciones.
Más razonable sería el suponer que los proscolex
penetran en los fetos durante la vida
mtra-uterina. Eespecto de la herencia paterna,
hemos de advertir que no se halla establecida
por ningún hecho ó experiencia hasta
el presente, y que la generalidad de los inteligentes
rechazan la opinión de M. Lafosse, en
sentir del cual pudieran hallarse los proscolex
eu el esperma del macho.
De aquí que en realidad sólo deba considerarse
como hereditaria la predisposición común
á todas las enfermedades parasitai'ias,
esto es, el temperamento débil y linfático que
favorece su desarrollo. También se ha hablado
de contagio en diferentes épocas; pero en
la actualidad, y después de experimentos practicados
con detenimiento é inteligencia, no se
cree ya en tal peligro. Los verracos sanos que
cubren hembras leprosas no se hallan expuestos
á él, según se ha comprobado repetidas
veces; lo que puede ocurrir es que los cerdos
cuya vida sea común, encuentren en los mismos
sitios los proglótides de la tenia y se hallen
predispuestos á padecerla. Si los huevos,
una vez ingeridos en el estómago, fueran expulsados
con facilidad, podría creerse en una
especie de contaminación, pero hasta el presente
nadie ha advertido incidencias que acrediten
esa suposición aventurada.
En resumen, como hace observar el señor
Martínez de Anguiano, resulta:
1.° Que la condición necesaria sine qua
non del desenvolvimiento de la cisticercosis
es la ingestión por el puerco de los huevos de
la Tamia solium.
2.° Que esta condición, siempre indispensable,
puede exigir, para ser efectiva, el ser
secundada por una predisposición resultante
de uua debilidad, más ó menos acentuada, en
el organismo.
3.° Que la enfermedad puede ser transmitida
de la madre á los fetos.
4.° Que las demás causas invocadas como
origen del mal no tienen influencia efectiva.
Aun cuando eu las consideraciones generales
que acerca de la lepra hemos trazado, indicamos
ya algunos de los inciertos síntomas
que anuncian, aunque no de una manera indudable,.la
existencia del padecimiento, no
nos parece fuera de lugar el insistir acerca de
la sintomatología, para que se pongan en
guardia los criadores y adopten las precauciones
consiguientes; no sin advertir que varían
en sumo grado las descripciones que se
han hecho de la lepra, y que á veces se contradicen
de una manera palmaria. Desde luego
se puede establecer que muchos de los
cerdos leprosos presentan una constitución ca-
Drc.—IV. 8

CES — 106 — CES
qüéctica; pero el síntoma esencial y patognomónico
es la presencia de los cisticercos en
las partes visibles, y sobre todo en la cara inferior
y bordes de la lengua, y en el frenillo,
en la conjuntiva y en los repliegues del ano.
Los helmintos aparecen en tales puntos bajo
la forma de vesículas prolongadas, fusiformes
y aun ovoideas, del tamaño de un guisante ó
de un cañamón, de aspecto translúcido y destacándose
entre las partes vecinas. Oprimiendo
tales quistes con el dedo, producen la sensación
de vejigas elásticas incrustadas en la
masa membranosa. Algunos industriales, para
dar salida á las reses en el mercado, arrancan
esas vesículas por medio de un alfiler ó punzón.
En otras ocasiones el padecimiento no ha
adquirido gran desarrollo al ser examinados
los animales, y no se observan esos quistes ni
se advierte enflaquecimiento en el atacado.
A ese síntoma, cuando el mal ha adquirido
proporciones, acompañan generalmente otros,
como el enronquecimiento, la tos y ciertos
resoplidos análogos á los que producen estos
animales de que hablamos cuando pretenden
huir; pero estos síntomas no son constantes,
según hemos advertido, y aun es más raro ei
ingurgitamiento de la garganta y de la región
gutural. En no pocos casos se advierte una
exagerada sensibilidad en el morro, por la
molestia y dolor que en él produce la presencia
de los cisticercos, y es creencia bastante
generalizada que los cerdos leprosos no hozan.
Cuando los cisticercos son en número muy
crecido—dice un escritor—y cuando afectan
á órganos importantes como el hígado, el pulmón
y el corazón, producen cierto abatimiento
y languidez, el animal se niega á andar y se
deja coger por las patas sin oponer resistencia
ni hacer esfuerzos para quedar libre. En tal
estado es cuando se enronquece la voz, y
cuando el animal se ve acometido con frecuencia
por toses que ocasionan indudablemente
la presencia de los cisticercos en la laringe;
entonces aparecen las mucosas de color pálido,
se cubren de petequias ó manchas de color rojo
obscuro, y el hocico se pone dolorido y sensible
, impidiendo al animal que hoce. Además,
si la infección invade el cerebro, los pacientes
presentan síntomas nerviosos, sufren vértigos
y hacen movimientos rotatorios, sin separarse
del lugar que ocupan. Si la dolencia dura
mucho tiempo sin que sea sacrificado el animal
, y ha adquirido las proporciones indicadas,
el cerdo acaba por enflaquecer de una
manera notable, presenta los síntomas de la
caquexia, aparecen los edemas y la diarrea, y
las encías sangran espontáneamente. Algunos
han observado que es bastante frecuente la
existencia de una eminencia característica
entre los dos hombros, resultando un hundimiento
más ó menos aparente del cuello; pero
este carácter, así como la no adherencia de
las cerdas, es bastante raro. De los efectos
f]ue la lepra produce en el animal hemos hablado
anteriormente.
Lo dicho basta para comprender que todo
diagnóstico es aventurado, si bien en la Edad
Media y en los siglos sucesivos hasta el presente
, los oficiales del rey llamados lenguadores,
y los que libremente ejercen hoy ese
oficio, no suelen equivocarse al anunciar la
existencia del mal, cuando han registrado la
lengua del cerdo. Respecto del pronóstico del
padecimiento, baste declarar que generalmente
se considera éste como incurable, si bien no
falta quien sostenga que en los individuos
robustos acaba muchas veces por morir el cisticerco
á causa de la calcificación de las vesículas.
También se hallan íntimamente relacionados
los efectos de la lepra con el número
de entozoarios, y con la edad y complexión
del animal atacado.
Entre los tratamientos que se empleaban
contra la lepra en los tiempos en que ésta era
más común que ahora, baste decir que unos
eran ridículos, como ei apagar un tizón en el
agua que habían de beber los cerdos, y otros
irracionales, como la administración de sales
de plomo, cobre, antimonio, mercurio, potasa,
sosa, etc., ó de plantas aromáticas, quina,
casca de uva y otras muchas. La extirpación
de los cisticercos visibles por medio del epinglaje,
más que remedio es un fraude para embaucar
á los compradores, lo mismo que los
gargarismos detersivos. Algunos han aconsejado
en nuestros días el uso de la esencia de
trementina, de preparaciones mercuriales y
aun de la semilla de calabaza, por lo mismo
que se recomienda ésta para la expulsión de
la Tania solium. En resumen, no se conoce
ningún tratamiento eficaz contra la lepra del
cerdo, y lo único que puede esperarse es que
los animales resistan y lleguen á curarse gracias
á lo vigoroso de su temperamento. Como
medida preventiva, lo mejor es criar en estabulación
los cerdos, mantener las porquerizas
muy aseadas, y evitar que aquéllos vayan á
sitios donde corran el peligro de ingerir huevecillos
de tenia.
El solo inconveniente que presenta esta
profilaxia es el de ser incompatible con las
necesidades agrícolas de ciertas localidades.
Hay todavía muchos países donde los puercos
son y deben estar criados en los pastos de
los pantanos, bosques, etc., y donde, por consiguiente,
no se puede impedir que recojan
los gérmenes de la enfermedad. Lo que es
preciso hacer entonces es indicar á las poblaciones
rurales el peligro que resulta de la diseminación
de los excrementos humanos, y
procurar que en las casas de campo y en los
molinos donde se crían cerdos, se construyan
fosas para recibir las materias fecales. Si se
llega á generalizar esta medida de higiene y
de salubridad, se verá desaparecer el cisticerco
del puerco, y si al mismo tiempo se excluye
de la alimentación humana la carne del
cerdo leproso, no tardará en desaparecer la
lombriz solitaria en el hombre.
Los antiguos consideraban desagradable y
demasiado húmeda la carne de cerdo, según
observa Aristóteles; á los egipcios y judíos

CES — 107 — CES
les estaba prohibido por precepto religiosoel
comerla durante los meses de calor; Mahoma
prohibió á sus adeptos en absoluto que
hicieran uso de ella; en España solamente se
permite la matanza desde Octubre áMayo;
pero no se conocían los terribles efectos que
produce en el hombre la deglución de carnes
procedentes de cerdos leprosos, puesto
que los libros de otras épocas no hacen alusión
alguna á la existencia de tenias en los
hombres que han comido la carne mencionada.
En la actualidad no cabe duda alguna
acerca de este punto, y es bien sabido que el
cisticerco del cerdo se mantiene adherido al
intestino del hombre, y origina la tenia y numerosos
anillos sexuales de este parásito; de
aquí que no se deban utilizar las carnes crudas
ó incompletamente cocidas del cerdo leproso.
En cambio se admite por muchos que la
cocción á una temperatura de 80° centígrados,
á la cual se coagula la albúmina, basta para
acabar con la vitalidad de los cisticercos, siempre
que el calor penetre toda la masa, lo que
no siempre se consigue asando ó friendo las
carnes. La ebullición prolongada es el medio
más seguro. Para asegurarse más y más, aconsejan
los individuos de la Academia de Agricultura
de Turin que se sometan las carnes
de cerdo leproso á una temperatura de 125 á
150°, empleando para conseguirlo marmitas
ó aparatos especiales, particularmente tratándose
de fundir la grasa. Dicho se está que
para preparar un cerdo leproso sin exponerse
á perjudicar la salud pública, es necesario
practicar todas las operaciones bajo la inspección
de un veterinario inteligente.
El tocino de cerdo leproso es de conservación
difícil; se descompone rápidamente, y se
ha de cocer inmediatamente; pero aun cocido
repugna, porque al ser masticado, los scolex
endurecidos por el calor rechinan bajo los dientes.
Eespecto de su acción en el estómago, difieren
los autores y observadores notablemente,
y son muchos los que le tienen por
indigesto y citan casos en que ha provocado
vómitos, diarreas y síncopes en todos los individuos
de una familia que habían consumido
carne ó tocino cargados de cisticercos. Sin
aceptar tales exageraciones, la mayoría de los
médicos convienen en que la carne de cerdo
leproso es menos nutritiva y de más difícil
digestión que la de cerdo sano, y por consiguiente,
ha perdido una notable parte de su
valor.
Tania solium (lombriz solitaria).— Como
Complemento de cuanto llevamos dicho del
cisticerco del cerdo, parécenos oportuno exponer
algunas observaciones acerca de los
efectos que produce en los seres humanos la
tania á que aquél da origen. Este huésped incómodo,
que tantas veces se observa en el organismo
humano, sobre todo desde que se ha
generalizado el uso de carnes poco cocidas y el
de carne cruda como tónico y medicinal, se ha
venido denominando Tania solium ó solitaria,
por creer que en cada persona invadida solamente
se encontraba un individuo de ese helminto.
En la actualidad, tal denominación
resulta impropia, toda vez que Eudolph asegura
haber encontrado cuatro tenias reunidas;
Burth, seis; Monod, trece, y algún médico
catorce, alojadas en el cuerpo de una mujer.
Estos entozoarios residen generalmente en
el intestino delgado del hombre; su presencia
produce sensación de malestar; se experimenta
un gran peso á consecuencia de ella; se determinan
cólicos que desaparecen con la ingestión
de alimentos, y aun á veces vértigos
con accidentes convulsivos. En ocasiones aumenta
de una manera considerable el apetito,
y sin embargo, el paciente va enflaqueciendo
á ojos vistos. Empero todas estas señales son
insuficientes para formular un diagnóstico
acerca de la existencia del parásito, cuando
con ellas no concurren la expulsión de fragmentos
de tenia por medio del vómito ó de la
defecación.
La lombriz solitaria es muy común en la Eu-
,ropa meridional, en Francia, en Alemania y en
Inglaterra; en Abisinia reina endémicamente,
por lo que todos los años hace uso la población
del huso, siendo muy raro el que aparezca
en Suiza, en Polonia y en Rusia, países
que en compensación son visitados por otro
parásito congénere, el botriocéfalo, cuya presencia
en los intestinos no es menos molesta
que la de la tenia. Uno y otro entozoario
aparecen como una cinta achatada, estrecha y
constituida por una serie de anillos ó articulaciones,
más largos que anchos en la Tania
solium, y más anchos que largos en el botriocéfalo
, reunidos entre sí más ó menos sólidamente.
El cuerpo, filiforme en la parte anterior,
va ensanchándose insensiblemente desde
adelante hacia atrás, para conservar indefinidamente,
á partir de cierto punto, las mismas
dimensiones. No se puede conocer con exactitud
la longitud total de la tenia, porque estos
entozoarios son expulsados por fragmentos sucesivos
que además pueden provenir de individuos
diferentes. Moquin-Taudon entiende
que puede calcularse la longitud de la tenia
en 4 ó 5 metros; Doeverces asegura haber observado
una de 50 metros, y Eosenstein una
de 100. La cabeza de estos vermes, un poco
más gruesa que la de un alfiler, según hemos
tenido ocasión de indicar, está constituida
por una dilatación casi globosa ú ovoidal, con
cuatro ventosas redondeadas y en cruz. En el
centro de estas protuberancias es donde en
realidad, rodeado de un borde, existe el aparato
llamado chupador, á causa de la función
que desempeña. Por medio de este chupador,
y en virtud de la endosmosis, se efectúa la
absorción de las materias que constituyen la
alimentación del entozoario. En la extremidad
anterior de la cabeza presenta éste una
corona de uñas ó ganchos parecidos á los
dientes caninos, movibles en el centro, saliendo
también de aquélla una pequeña protuberancia
semejante á una trompa rudimen-

CES — 108 — CES
taria; tales,ganchos faltan en el botriocéfalo.
Cada anillo del cuerpo de la tenia posee un
doble aparato genital, cuyo orificio se abre
en un pequeño saliente. Así que son fecundados
estos anillos, cada uno de los cuales contiene
centenares de huevos, se separan unos
de otros, y en tales circunstancias los consideran
muchos autores como vermes particulares,
y Lamarck' los ha llamado cucurbitani
por su semejanza con las pepitas de las calabazas
comunes. La verdad es que son únicamente
cápsulas llenas de huevos, que al descomponerse
dejan en libertad su contenido;
huevos que ingeridos por el cerdo dan origen
á los cisticercos de que hemos hablado, y que
atraviesan los intestinos del animal para fijarse
en el espesor de los músculos.
Una vez instalada la tenia en los intestinos,
es muy difícil conseguir su expulsión por completo;
sin embargo, se han preconizado muchos
medicamentos más ó menos eficaces, y
especialmente los granulos dosimétricos de
kusseina, y después de ellos, ó administrado
á la vez, el aceite de ricino ó los granulos de
podofilina. Cierto farmacéutico de Madrid nos
recomendaba hace pocos años, como éxito indefectible,
después de mantener al paciente
durante las veinticuatro horas precedentes
sin otro alimento que leche á discreción, el
i administrar al siguiente día en ayunas una
horchata de pepitas de calabaza, y á las dos
horas una purga de aceite de ricino. Según
aseguraba el farmacéutico aludido, al obrar
la purga es expelida la cabeza del rebelde entozoario.
Cenuro cerebral (Ccemtrus cerebralis).—
Vértigo hidatiginoso, torneo 6 modorra en los
rumiantes domésticos.—Con bastante frecuencia
se observa en las reses lanares, algunas
veces en los bueyes, en las cabras, y muy
contadas en los caballos, un padecimiento
que se revela por los vértigos que acometen
á los rumiantes domésticos, y que se llama
vértigo hidatiginoso. En las ovejas, y especialmente
en los corderos, aparece en muchas
Ocasiones enzoótica y aun epizoóticamente.
Esa enfermedad es parasitaria, y producida
por la presencia en el cerebro de un vermes
que se halla bajo la forma de vejiga, llamado
cenuro cerebral (Cwnurus cerebralis).
Según han demostrado concienzudas observaciones
y experimentos directos, hoy se
acepta como inconcusa la afirmación de que
el cenuro cerebral representa-una de las fases
del desarrollo de la Tcenia cainurus del perro
y del zorro. Esta tenia vive generalmente en
los intestinos, acompañada de otras de la misma
especie; adquiere la longitud de un pie, y
en medio de la cadena forma anillos cuadrados,
mientras que los terminales son más largos
que anchos. Presenta una cabeza provista
de cuatro ventosas y una trompa armada de
veinticuatro á treinta ganchos, dispuestos en
doble serie. Como en las demás tenias, también
en ésta se observan anillos provistos de
órganos genitales, masculinos y femeninos, y
á medida que llegan á sazón ó maduran, como
se dice vulgarmente, se destacan de las restantes
partes del cuerpo del vermes, y son expelidos
con los excrementos.
De esta suerte los huevos ya fecundados y
maduros son deglutidos por las reses lanares y
vacunas al pastar ó al abrevarse, y así que
llegan á los ventrículos y á los intestinos, se
abren muy luego y dan origen á otros tantos
embriones que aparecen ya armados de ganchos.
Estos embriones no hallan en el canal
digestivo elementos de nutrición apropiados
para su desarrollo y para cumplir las sucesivas
fases de su existencia; se ven, por lo tanto
, obligados á emigrar de tales regiones, y
de aquí que horaden las paredes de los intestinos
y se encaminen hacia todas las regiones
del cuerpo, abriéndose camino á través de los
tejidos. Solamente aquellos que llegan al cerebro
y á la médula espinal se encuentran en
condiciones adecuadas para desarrollarse y
convertirse en un quiste prolífero de diferente
tamaño y del grandor de un cañamón por
punto general, si bien en muchas ocasiones
aumenta su tamaño hasta igualarse al de un
huevo de gallina ó de una naranja grande.
Estas vejigas, que se encuentran muy á menudo
, como hemos dicho, en el cerebro de las
ovejas, y aun en ocasiones, y principalmente
en ciertos países, en el de los bueyes, están
formadas por una membrana verminosa, sutil
, del color de la leche disuelta en agua y de
matiz un poco opalino, que contienen un líquido.
En la superficie externa de los quistes
verminosos aparecen muchos granos blancos,
de la magnitud de un grano de mijo y de forma
oval, insertos en las capas de aquélla, ó
agrupados en uno ó en varios puntos. Son las
cabezas del cenuro, que pueden retraerse ha-.
cia la parte interior del quiste.
Si esos granillos se arrancan y someten al
examen microscópico en un aumento de 200
á 300 diámetros, se observa que están constituidos
por una trompa armada de dos series
de ganchos, unos más largos que otros y dispuestos
en sentido alterno; además se distinguen
las cuatro ventosas. Cada una de esas
cabezas se desarrolla en los intestinos del perro,
y da origen después á la tenia cenuro. El
líquido de los quistes es claro, límpido, y
contiene albúmina y caseína, grasas y sales.
Después que anida en el cerebro un embrión
de la tenia cenuro, fijándose en las envolturas
de la masa cerebral ó á lo largo de
la médula espinal, se establece un centro de
inflamación lenta, que luego, y con el progresivo
desarrollo del quiste, da origen á la formación
de una membrana llamada adventicia,
6 sea una cápsula de tejido conectivo que rodea
al vermes y suministra con los vasos y un
aparato celular interquístico, el líquido nutricio
, modificado por la vejiga verminosa. En
vez de uno solo,.pueden llegar á las partes
indicadas tres, • cuatro, diez y hasta más de
treinta embriones, y determinar así varios
centros de inflamación, es decir, que se hará

CES — 109 — CES
en varios . puntos consumo de la substancia
nerviosa, y el animal habrá de morir más
pronto. Ordinariamente, empero, sólo se observa
un centro inflamatorio, que se desarrolla
superficialmente unas veces, y otras á gran
profundidad en la substancia del cerebro, y
con más frecuencia en ésta que en la primera
región.
Los síntomas del padecimiento no siempre
, son positivos; varían mucho según el número,
el volumen y aun.los puntos que ocupan los
cenuros; de modo que, si son varios los quistes,
provocan una encefalitis y una gran congestión
en el encéfalo. Generalmente los pacientes
adquieren el hábito de tener inclinada
la cabeza hacia el lado que se encuentra el
quiste si sólo se halla en. un lado, es decir,
hacia la derecha si el quiste está aposentado
en el lado derecho del cerebro, y á la izquierda
si está situado en el lado izquierdo.
Cuando se halla en la parte superior del cráneo
ó en el cerebelo, las reses mantienen
constantemente levantada la cabeza.
En muchas ocasiones los animales se ponen
furiosos, saltan hacia adelante y mueren en
pocas horas, con fiebre muy intensa, convulsiones
y agitación en los costados. En los corderos
se han observado en diferentes épocas
hasta treinta cenuros distribuidos en el cerebro
, que indefectiblemente provocan la muerte
á consecuencia de una encefalitis aguda.
Cuando és solamente uno el quiste, se observan
á veces síntomas por medio de los cuales
se puede sospechar con grandes probabilidades
de acierto la presencia del cenuro, y aun
señalar aproximadamente el punto que ocupa.
Pero si bien la fisiología y la anatomía experimental
han hecho en estos últimos tiempos
grandes progresos, aiín no se ha llegado á entablar
de una manera cierta el diagnóstico del
cenuro cerebral.
La vejiga helmíntica se desarrolla lentamente,
y por lo general se observan síntomas
de soñolencia, de coma y de imbecilidad. Desde,
luego se ha observado que los síntomas
varían con la edad. En los jóvenes, que son
los más comúnmente atacados, de tal modo
que eu los carneros casi sólo es de temer la
aparición del padecimiento desde que cuentan
dos meses de existencia hasta que llegan á
contar doce; en los jóvenes, repetimos, se nota
tristeza; disminución del apetito; repugnancia
á mamar; rumia irregular y masticación lenta;
andar perezoso; indiferencia á las excitaciones,
aun á las del perro; disminución ó
pérdida de la visión ; color azulado de los
ojos, debido á la dilatación de las pupilas; tendencia
al aislamiento; inclinación de la cabeza
hacia los lados, según queda dicho; inmovilidad
y propensión á dar vueltas cuando caminan
, ó sea al torneo, con acompañamiento de
diarrea, y el enflaquecimiento y pérdida de
fuerzas consiguientes, para morir al cabo de
cinco á seis semanas. En algunos corderos se
observan también contracciones espasmódicas
violentas, con movimientos giratorios y ver­
tiginosos de los ojos, bostezos prolongados,
inclinación de la cabeza hacia la parte posterior
, movimientos rápidos y temblores generales.
También los animales adultos se vuelven
estúpidos cuando el cenuro tiene su asiento
en los lóbulos cerebrales, comen automáticamente,
no obedecen á la voz del pastor, y si
se los deja libres, cuando echan á andar van
girando, ora hacia un lado, ora hacia otro,
según el punto del encéfalo que ocupa el vermes,
y marchan sin cesar, al paso, con la
cabeza alta ó baja, según las circunstancias,
topando contra los obstáculos que el malestar
les impide ver, y deteniéndose para marchar
de nuevo en línea recta siempre adelante. En
muchos casos se ha observado que se quedan
ciegos de uno ó de ambos ojos; en otros
se observa que padecen estrabismo y sordera,
y que se les paralizan los músculos de la lengua
, de alguno ó de ambos lados de la cara,
y aun de una gran parte del cuerpo, para terminar
con. la muerte. Siempre se presenta,
por lo menos, el extravío de la vista, y si el
helminto se halla en las cavidades ventriculares,
dan vueltas hacia ambos lados ó caminan
indiferentes en línea recta; si tiene aquél su
asiento enilas capas olfativas, el animal mantiene
la cabeza inclinada hacia el pecho, y se
mueve y agita sin salir de un sitio de reducida
extensión.
Cuando el cenuro se halla instalado á lo
largo de la médula espinal ó canal vertebral,
se nota debilidad nerviosa en una ú otra de
las regiones musculares, eu una ú otra parte
del cuerpo; debilidad que va paulatinamente
aumentando hasta convertirse en parálisis
completa de todo el tren posterior, por ejemplo.
El animal no consume su ración, enflaquece
y muere. La vida en todos los casos,
después de uu largo período de marasmo, termina
indefectiblemente por la parálisis.
Pero todos esos síntomas no son característicos,
y pueden pertenecer á otras muchas enfermedades
del sistema nervioso; rara vez se
consigue trazar un diagnóstico seguro, salvo
en aquellos casos en que los quistes se desarrollan
sobre la superficie del encéfalo, y en
que, por lo común, se muestran hacia la frente.
Entonces originan una vejiga ó bolsa del
tamaño de un huevo de gallina ó de una pelota
grande. Por la continuada presión que
ejercen, van adelgazando las envolturas del
cerebro por su parte anterior y reblandeciendo
el hueso frontal, dándose algunos casos, si
bien rarísimos, en que llega á quedar éste
completamente consumido, de modo que la
vejiga verminosa llega á formar una especie
de hernia bajo la piel. El reblandecimiento de
la bóveda craneana se reconoce por la crepitación
percibida al comprimir su superficie
con la punta de los dedos. En tales casos se
puede asegurar, sin género alguno de duda,
que existe el cenuro.
Lesiones.—Haciendo la autopsia de los enfermos
que fallecen, se reconoce la presencia

CES — 110 — CES
de cenuros más o menos desarrollados en una
ó en otra de las regiones indicadas anteriormente
, y se descubre la atrofia general ó parcial,
en grado proporcional y correspondiente,
de todos los órganos, comprendiendo los
huesos, sobre los cuales ha ejercido el vermes
su presión, presentándose unas veces vivo y
libre, y otras enquistado el cenuro cerebral.
Como causas predisponentes se deben considerar
todas aquellas que producen en las reses
debilidad orgánica, una alimentación débil
ó acuosa, las estaciones húmedas y las habitaciones
insalubres, pudiendo tal vez atribuirse
también á la herencia el desarrollo del mal,
especialmente cuando son demasiado jóvenes
los reproductores. De consiguiente, como tratamiento
preventivo se recomienda desde luego
el alejamiento de las madres y de los moruecos
atacados por el cenuro, el empleo de
machos completamente sanos y robustos para
la fecundación, y el combatir con una buena
alimentación y con una buena higiene la influencia
de las causas y agentes debilitantes.
Curación.—Cuando se puede diagnosticar
con certidumbre la existencia del cenuro cerebral,
lo más acertado y menos dispendioso
es destinar al matadero las reses lanares ó vacunas
que se encuentren atacadas por el helminto
, toda vez que la curación es muy insegura
é incierta. Los métodos de curación que
se vienen recomendando son muy diversos, de
difícil aplicación, y en muchos casos apresuran
la muerte del enfermo. Cuando los cenuros
se hallan alojados en el interior del cerebro
, á mayor ó menor profundidad de la substancia
nerviosa, es absurdo esperar la curación.
Esta se puede intentar en aquellos casos
, muy raros por cierto, en que el cenuro
aparece hacia la cara superior y anterior del
cerebro, y se reduce á una operación exclusivamente
quirúrgica.
En tales casos, palpando la frente del-animal
y percutiéndola con discreción, se consigue
determinar el punto en que tiene su
asiento el quiste verminoso, y una vez hecho
esto, se practica la trepanación coíi el aparato
quirúrgico destinado á tal objeto. Perforadas
con el trépano las paredes óseas, si el cenuro
se halla muy desarrollado, se llega á su
faz más saliente, se penetra en el quiste y se
extrae el líquido que contenga por medio de
una jeringa, ó simplemente colocando el animal
con la cabeza inclinada convenientemente
para que escurra el líquido por sí mismo y en
virtud de la gravedad. Vaciada la cavidad del
vermes, con unas pinzas ó con una pluma de
ave que conserve sus barbas respectivas, se
extrae la membrana helmíntica. Después,
para evitar los efectos de un desequilibrio
circulatorio y la congestión mortal que pudiera
sobrevenir, se recomienda la inyección
de un líquido mucilaginoso ó de agua tibia
sencillamente en la cavidad adventicia del
quiste.
Por lo demás, ya lo hemos dicho y lo volvemos
á repetir, la mejor medicación se redu­
ce á la profilaxis para evitar la aparición dé
la enfermedad. Los carniceros y los pastores
llaman podre en algunas comarcas á esa afección
del cerebro de las ovejas, de los corderos
y de los bueyes que se hallan invadidos por
el cenuro, y suelen también decir que los
animales tienen agua en los sesos. Generalmente
guardan para echárselas á los gatos y
á los perros tales vejigas, y de este modo contribuyen
á propagar el padecimiento, puesto
que colocadas en condiciones favorables, se
transforman en otras tantas tenias cenuro las
numerosas granulaciones ó cabezas que se hallan
fijas sobre la membrana helmíntica, al
ser trasladadas al ventrículo ó al intestino de
los perros. Estas tenias desprenden continuamente
anillos llenos de huevecillos fecundados,
que son expulsados con los excrementos
sobre las praderas, en las aguas, etc., dando
origen á nuevas invasiones y á la difusión del
azote en las reses aisladas y en las reunidas
en rebaños. Por lo tanto, para no 1
cometer
imprudencias verdaderamente perjudiciales y ,
ruinosas, lo único que debe hacerse con las
seseras afectadas por el cenuro es echarlas al
fuego para que no las devoren los perros y los
gatos y den origen á la infección. Ocioso será
advertir también que es indispensable alejar
de los rebaños los perros que tengan la tenia,
procurando ponerlos en cura para que arrojen
el parásito, y que la trepanación sólo debe
practicarse, dado que sea posible, con animales
de gran valor y que haya gran interés en
conservar, porque de todas maneras suelen
quedar delicados y enfermizos, y exigen cuidados
y gastos de consideración por parte de
los pastores y ganaderos.
EQUINOCOCOS DE EOS ANIMALES DOMÉSTICOS.
Los huevecillos ó gérmenes de la Tamia echinococcus
son deglutidos con los alimentos y
con las bebidas por el caballo, el buey, la cabra,
la oveja, el dromedario, el cerdo y aun
por el hombre. Una vez en los intestinos, se
abren los huevos y dan origen á los embriones,
que emigran inmediatamente y van á alojarse
con preferencia en el corazón, en los pulmones,
en el hígado, en el bazo y en los ríñones;
visceras donde se transforman en quistes ó vejigas
llamadas hoy equinococos (Echinocoecus
veierinorum ).
Estos quistes verminosos son de diversa
magnitud, y su tamaño varía desde el de un
cañamón, un garbanzo ó una avellana, hasta
el de una naranja voluminosa. Se hallan formados
por una membrana sutil, blanda, que
se desgarra con facilidad, y que contiene un
líquido seroso, claro, muy movible y muy
pobre en albúmina, caseína, sales inorgánicas
y grasa. La membrana de los equinococos tiene
un aspecto característico, que basta para
distinguirla de todas las demás especies de
vermes císticos; está formada por dos capas,
una externa y otra'interna; la primera, llamada
cutícula, tiene una estructura bien fácil de
distinguirles laminar, estratificada y vitrea.
La capa interna, llamada parenquimal, es de

OES — 111 — CES
naturaleza celular, y sus elementos revisten
diferentes formas, según la que afectan los
equinococos. Todos ellos pueden experimentar
la degeneración caseosa y adiposa, y los granulos
y esférulas se mezclan con el líquido.
Se conocen cuatro variedades de equinococos,
que se observan en el hombre y en los
animales domésticos, á saber: la sencilla,-la.
exógena, la endógena y la multilocular. Probablemente,
todas esas diferentes formas pertenecen
al mismo vermes, diversamente modificado,
según las condiciones en que se desarrolla.
Lo cierto es que las dudas suscitadas
á propósito de esta cuestión no han sido resueltas
todavía.
El equinococo simple es el que resulta de
un solo quiste, y de, igual manera que los
demás, puede ser acéfalo ó con cabeza. Cuando
presenta cabeza lleva en la cara interna de
la membrana que forma el quiste, muchas
granulaciones blancas, del tamaño de una cabeza
de alfiler, y examinadas éstas microscópicamente,
se ve que constituyen núcleos de
quistes con diferente número de cabezas, contándose
ordinariamente de cuatro á cinco y
aun á veces de veinte á veinticinco. Esas son
retráctiles, se entregan á movimientos de
contracción y dilatación, y por lo común aparecen
retraídas ó dobladas sobre el cuerpo.
Cuando se hallan extendidas dejan ver una
trompa provista de cuarenta y cuatro á cuarenta
y seis diminutos ganchos, cuatro ventosas,
y en la parte posterior, hasta el extremo,
numerosos corpúsculos redondos, ovales ó cou
ángulos convexos, de substancia calcárea. En
un mismo quiste verminoso se encuentran millares
de esos gérmenes, y representan elscolex
ó cabeza de la tenia equinococo del perro.
Si se dan á los perros quistes de equinococo
extraídos de las visceras en que suelen desarrollarse,
las numerosas cabecitas se transforman
en otras tantas tenias equinococos;
así es que se hallan éstas á veces en gran número
dentro de los intestinos del perro, y
entonces, al fijar sus trompas en las paredes
de los intestinos, provocan accesos de furor, y
aun esos ataques epilépticos que tan frecuentemente
se observan en los perros, sobre todo
cuando los animales son todavía jóvenes.
La Ttznia equinococcus, de Siebold, tiene un
tamaño insignificante; consta únicamente de
tres ó cuatro anillos, y el último de éstos, luego
que ha adquirido todo su desarrollo, excede
en magnitud á las demás partes del cuerpo
reunidas; la longitud total del vermes no excede
generalmente de 4 milímetros, según
Leuckart. La cabeza del helminto es globosa,
está provista de treinta á cuarenta y seis ganchos,
cuatro ventosas retráctiles y un cuello
muy corto. El último anillo contiene los órganos
genitales bien desarrollados, y á medida
que son fecundados y maduran los hueveci-
]los, se desprende laproglótide y es eliminada
con los excrementos del perro.
De esta manera se diseminan los gérmenes
de la tenia equinococo sobre las hortalizas,
sobre las plantas de las praderas, en las bebidas,
y son deglutidas de diferentes maneras
por el hombre, los bueyes, los caballos y otros
animales domésticos, originando en el organismo
de dichos vivientes las vejigas del equinococo.
Así es como se produjo en Islandia
una epidemia epizoótica de tales vermes, que
atacó á la población y á muchos animales,
muriendo en gran número.
El equinococo simple acéfalo ó sin cabeza
está representado por vejigas que presentau
los caracteres comunes á la especie, sólo que
son estériles, gracias á un estado abortivo de
la capa parenquimal. Por la parte interior
presentan un color amarillo, análogo al del
queso, y la cutícula es más sutil que en la
variedad precedente. No presenta cabeza, y
es bastante común en el hígado, en los pulmones
y á veces en el bazo de los bueyes.
El equinococo exógena, de Kuhl, corresponde
al EcMnococcus scolicepariens de Küchenmeister,
y al EcMnococcusgranulosus de Leuckart.
Del quiste madre se forman en la parte
exterior otros quistes, y según Leuckart, estos
quistes hijos se desarrollan en la capa parenquimal
de la vejiga madre, en el espesor de
la cutícula, y dan origen á prominencias en
la parte exterior, hasta que quedan libres, con
los caracteres del quiste que los ha engendrado,
y con el cual se hallan en relación. Esta
forma de equinococo se observa con bastante
frecuencia en las reses vacunas y lanares, y
aun en el hombre, al decir de Leuckart, que
los ha estudiado detenidamente. De estos quistes
unos tienen cabeza y otros no.
El equinococo endógeno, de Kuhl, llamado
hidatidoso por Leuckart, se caracteriza por
la presencia de quistes hijos en un quiste
común; estos quistes, al coutrario de los antes
citados, se desenvuelven hacia la parte interior,
y una vez formados quedan libres dentro
de la vejiga madre, hallándose á veces recogidos
tantos en la envoltura común , que llegan
á contarse hasta ciento. Este equinococo
hidatidoso es más frecuente en el hombre,
donde alcanza á veces un extraordinario volumen,
y Leuckart refiere que algunos tumores
de esa especie, por su gran tamaño, han
hecho creer á veces que estaban embarazadas
las pacientes. En los animales domésticos se
observan muy rara vez. Rivolta dio á conocer
uno, recogido en el corazón de una vaca.
El equinococo multilocular está formado por
numerosos quistes del tamaño de un grano de
mijo ó de un garbanzo; se suele hallar entre
el tejido conectivo, y por lo común se reúnen
varios quistes agrupados, y forman tumores
de diferente magnitud. Los ejemplares de esta
variedad de tumores son muy raros; Virchow,
Niemeyer y Sangalli han observado varios
casos en la especie humana, y algún escritor
habla de dos ejemplares hallados en el hígado
de dos bueyes destinados al matadero; eran
todos acéfalos. El tumor que forma el equinococo
multilocular suele tener el tamaño de
una nuez ó. más.

OES — 112 — CES
Los síntomas que indican la presencia de
los equinococos en los animales y aun en el
hombre son muy obscuros, y se confunden
con los que caracterizan las inflamaciones
lentas del pulmón, del corazón, del hígado,
del bazo y de los ríñones, según que aquéllos
se encuentran en uno ó en otro de estos órganos.
Algunos señalan equinococos en el cerebro
, en las meninges, en la médula espinal,
y en otras partes del caballo y de los cerdos;
pero no se tienen síntomas característicos de
los mismos, exceptuando en aquellos casos
rarísimos en los cuales son eliminados los
quistes de los equinococos por la vía del recto
, por medio de vómitos ó por la tráquea y
por las narices. Por lo demás, constituyen
enfermedades incurables, y solamente la disección
del cadáver y el examen de las vejigas
que contienen el equinococo nos ponen en el
caso de poderlos distinguir de cualquiera otra
forma morbosa análoga.
De aquí se desprende que no debe hacerse
caso omiso de la higiene en ningún caso, y
que conocida la índole del equinococo y la
manera de engendrarse, debe evitarse, siempre
que sea posible, la formación del helminto.
Para conseguir este fin es preciso observar
las siguientes reglas:
1. a
Es necesario practicar por todas partes
visitas sanitarias en las carnicerías, instituyendo
un cuerpo de inspección veterinaria.
2. a
Antes de abandonar al comercio las
carnes y las visceras de los bueyes, cerdos,
ovejas, etc., ha de precederse á un severo
examen, y si se encuentran equinococos se
echarán aquéllas al fuego, y deberá prescindirse
de la mala costumbre de echar crudas
y enteras á los perros las piltrafas y demás
residuos que generalmente adquieren por poco
dinero los encargados de cuidar á los mencionados
animales.
El perro es el principal agente de difusión
de esos vermes císticos en el hombre y en los
animales domésticos. Nada diremos de los remedios
que pueden emplearse, porque son
inútiles é inaplicables casi siempre. Lo más
recomendable es la observación de las reglas
de policía sanitaria que quedan recomendadas.
Tenia marginada y Cislicercus ienuicollis.—
Si hacemos que el perro ó el lobo engullan el
Cisticercus ienuicollis, se obtendrá en los intestinos
de tales animales la tenia marginada de
Batsch, que tiene por término medio una
longitud de 2 ó 3 metros, y que puede alcanzar
la de 5. Se distingue y caracteriza por tener
una cabeza tetragonal, de un milímetro
de diámetro, armada con dos órdenes de ganchos
(diez y seis á veinte por orden), más
largos los unos que los otros. A continuación
de la cabeza se observan anillos cortos, pero
bastante anchos, y muy gruesos á menudo en
las tenias ya bastante viejas. Los huevecillos
son de forma oval, con el diámetro mayor de
28 milésimas de milímetro y el menor de 25. A
la manera que las demás tenias, conforme van
madurando ó desarrollándose los anillos, se
llenan de huevos fecundados, que son expelidos
con los excrementos del perro ó del lobo.
Desparramados de esta suerte los gérmenes
sobre las hierbas, sobre la hortaliza y sobre
todas las plantas de los pastos, si comen estas
plantas los rumiantes, los cerdos, ciertos
roedores y aun el hombre, introducen los
huevecillos en sus estómagos, y acaban por
abrirse y por desarrollarse el cisticerco (Cisticercus
tenuicollis).
La cascara de los huevecillos de la tenia
marginada, lo mismo que la de los óvulos de
otras tenias, se halla formada por numerosos
prismas, reunidos por una substancia amorfa,
que se disuelve bajo la acción de la potasa
cáustica, y que con el jugo gástrico experimenta
tal maceración, que en contacto con la
bilis y el jugo intestinal, toda cascara se resuelve
y descompone en sus elementos. El
embrión, provisto ya de ganchos, no hallando
en los intestinos terreno adecuado para
desarrollarse, emigra, abriéndose camino á
través de las paredes intestinales, y va á fijarse
en la substancia serosa que recubre los intestinos,
en la cavidad del pecho, en el abdomen,
en la vejiga, en el hígado, en el bazo,
en el omento y en el mesenterio, donde se
desenvuelve bajo la forma de cisticerco. Así
que se ha formado completamente el cisticerco,
se presenta bajo la forma de un tumor
cístico, redondeado, sésil y de un tamaño variable,
desde el de una avellana hasta el de
un huevo ó poco más, constituido por una
membrana externa ó adventicia, que encierra
la larva del helminto.
La membrana ó quiste adventicio es más ó
menos espesa y de diferente estructura, según
los puntos en que se fija el embrión. Así,
frecuentemente se observa que es muy sutil,
incolora, transparente y formada por la
misma substancia peritoneal que se ha ido
adaptando al progresivo desarrollo del parásito.
Otras veces adquiere el espesor de medio
á 2 milímetros, presenta un color blanco lactiginoso
y se vuelve resistente. En estos casos
el quiste adventicio se halla constituido,
ó por la substancia serosa, que se ha espesado
gradualmente, ó por elementos de nueva formación
(células linfoides) que se infiltran en
el tejido conectivo fundamental del sitio en
que se ha desarrollado el cisticerco. Cuando
ha sobrevenido una nueva formación de elementos,
el quiste adquiere su mayor.espesor,
y puede convertirse en asiento de depósitos
calcáreos. Entre el quiste adventicio y el helmíntico
se distingue una capa de células blancas,
análogas á las purulentas, formadas por.
un solo plano muy sutil ó por diversos planos
sobrepuestos y compuestos de elementos análogos.
Estos últimos casos coinciden con irn espesor
notable del quiste adventicio; en la capa
celular intercística es donde primeramente se
inician, los fenómenos de regresión, y la calcificación
se abre camino hasta en la substancia
del mismo quiste adventicio. Comprimiendo

CES — 1 13 — CES
entonces el tumor, se hace oir una crepitación.
En el quiste adventicio descrito se halla el
cisticerco constituido por un cuerpo del tamaño
de una lenteja ó de un guisante, prolongado
á veces, de un color muy blanco, y por
una vejiga voluminosa en ocasiones, y de 15
á 20 milímetros de anchura. Si se cuida de extender
la cabeza retraída en el cuerpo ó cuello,
aparece de forma tetragonal, con cuatro
ventosas elípticas y provista de una trompa
guarnecida por una doble serie de ganchos de
quince á diez y siete en cada serie, dispuestos
alternativamente como en el cisticerco de la
celulosa. En la tenuícolis, empero, los ganchos
son algo más largos, más sutiles y menos
robustos. El cuerpo es cilindrico ó un poco
aplanado, de 12 á 20 milímetros de longitud;
está cubierto de numerosísimos.corpúsculos
calcáreos de color blanco brillante y muy refringentes,
que constituyen una especie de coraza
en el cuello del cisticerco.
El Cisticercus lenuicollis es frecuente en los
rumiantes, particularmente en el antílope,
en las ovejas, en las cabras indígenas y de
Angora, en las terneras y también en los
cerdos. Obsérvase igualmente en los roedores,
en algunas especies de monos y á veces en ei
hombre mismo. En los animales domésticos
indicados se halla aislado unas veces y otras
agrupado. Zum refiere que encontró hasta
diez y ocho en un mismo animal.
Tenia sen-ata y cisticerco pisiforme.-—En el
intestino delgado de los perros, y particularmente
en él de los de caza, es donde se encuentra
la tenia serrata con bastante frecuencia;
su longitud, generalmente de 5 á 6 decímetros,
puede llegar á un metro. Se caracteriza
este parásito por tener la cabeza globosa y
tetragonal, provista de cuatro ventosas circulares
ó elípticas, y por hallarse muy pronunciada
su trompa, provista á su vez también
de una doble serie de ganchos fuertes, que
ascienden al número de treinta y ocho á cuarenta
y dos. A la cabeza sigue un cuello corto
de 2 á 3 milímetros, y después los anillos que
forman el cuerpo del helminto. Los primeros
ó anteriores de entre éstos, con una longitud
de 20 á 24 milímetros, resultan bastante cortos,
y aparecen de forma casi cuadrada; los
siguientes van aumentando en longitud. La
margen anterior de los anillos, y muy particularmente
la correspondiente á los que se
hallan más próximos al cuello, es más estrecha
que la posterior; así que los diversos
anillos representan otros tantos trapecios regulares,
y los bordes de la tenia son dentados
como una sierra. La abertura de los órganos
sexuales se encuentra en las márgenes, y están
situados alternativamente sobre tubérculos.
Los óvulos son redondeados y de un
diámetro de 25 milésimas de milímetro. A 1
medida que van madurando los proglótides,
se desprenden y son eliminados con los excrementos
del perro. Desparramados de esta suerte
los huevecillos en los pastos, sobre las hierbas
y toda clase de plantas, penetran con
ellas en el tubo digestivo de los conejos y de
las liebres, se desarrollan los embriones después
de romper la cascara de los huevecillos,
y una vez libres, emigran y van á fijarse en
el peritoneo, en el meseuterio, en el hígado,
en los pulmones, etc., donde llegan á revestir
el estado de cisticerco pisiforme (Cisticercus
pisiformis).
Este se reconoce fácilmente; por lo regular,
hay muchos quistes transparentes, de la magnitud
de un garbanzo, que encierran los cisticercos.
Extraídos de su envoltura, se alarga
la cabeza, que es idéntica á la cabeza de la
tenia correspondiente, y va acompañada de
un cuerpo rugoso y blanco, guarnecido de
numerosísimos corpúsculos calcáreos, y por
último, de un quiste caudal análogo al del
cisticerco de la celulosa; este cisticerco de
la celulosa tiene una longitud que varía de
6 á 14 milímetros, y una anchura de 4 á 6.
El cisticerco pisiforme es muy común entre
nosotros, tanto en el conejo como en la liebre,
y se dan casos á veces de abrir liebres
que presentan el hígado invadido por
cincuenta, sesenta y aun más cisticercos; en
ocasiones, el mesenterio y los omentos del
conejo están infestados de tal suerte, que
adquieren la apariencia de un racimo. Cuando
existe un gran número de ellos en el
conejo, pueden ocasionar, y en todo caso favorecer,
el desarrollo de la caquexia acuosa y
del marasmo, que producen la muerte de los
animales.
Para evitar los daños que causa el cisticerco
pisiforme, es necesario impedir que los
perros coman las tripas de los conejos y de
las liebres que contengan tales parásitos. De
esta manera se impide el desarrollo de la tenia
serrata, que mantiene viva la prodigiosa
y numerosa prole que tanto infesta á los más
útiles roedores.
Tenia cucumerina (Tmnia cucumerina de
Bloch).—Esta tenia se halla también muy á
menudo en los intestinos delgados del perro;
mide ordinariamente de 50 á 90 milímetros
de longitud por 2 ó 3 de anchura, y á veces
llega á 210 y 350 milímetros de largo. Se presenta
constituida por una cabeza casi romboidal,
que sostiene una trompa cónica, la cual se
halla provista de diminutos y caducos ganchos,
de ventosas más anchas y situadas lateralmente,
de un cuello aucho y anillos oblongos
que tienen la forma de las semillas del
cohombro, de donde se ha tomado el nombre
de esta clase de tenias.
Ercolani asegura haberla hallado en gran
abundancia y hasta tal punto que formaban
grandes ovillos en perros que había matado
para -hacer experimentos fisiológicos. Algunos,
si bien en muy contadas ocasiones, la han
descubierto en los intestinos del hombre. Los
huevecillos de la tenia cucumerina aparecen
de forma redonda y del diámetro de 5 centésimas
de milímetro. Cuando llegan á completa
madurez dejan ver el embrión provisto
de seis ganchos.

CES — 114 — CES
Según las investigaciones hechas por Melnikow,
los óvulos de la tenia cucumerina,
una vez maduros, pasan al Trichodectes canis
(pinjo del perro), para reducirse al estado de
cisticercoide (vermes vesicular sin ñuido), el
cual representa la segunda fase de la tenia en
cuestión. El cisticercoide vive en la cavidad
abdominal del Trichodectes del perro, y se distingue
ya á simple vista bajo la forma de un
pequeño punto. Sometido al examen microscópico,
aparece como un cuerpo muy contráctil,
pisiforme, de color gris negruzco, rodeado
de una capa clara, y presentando una
cabeza armada de cuatro ventosas y de una
trompa idéntica á la de la tenia. Melnikow, al
dar cuenta de su descubrimiento en 1872,
dijo que cou huevos de la Tcenia cucumerina
había infestado muchas veces el Trichodectes
canis.
Cisticerco fistular ó del caballo.—Este parásito
(Cisticercus fistularis de Rudolph) se
encuentra de vez en cuando en el peritoneo
del caballo. Es de forma prolongada, de cabeza
cuadrangukr, con cuatro ventosas, armada
de doble serie de ganchos; su cuello es
corto y redondo, y su vejiga caudal larga. La
cabeza tiene un diámetro de 4 á 5 décimas de
milímetro; el cuello alcanza unos 12 milímetros
próximamente, y la vejiga caudal hasta
140. Aun no se ha averiguado á qué especie de
tenia corresponde el cisticerco que nos ocupa.
Van Beneden, guiado por sus propias observaciones,
se inclina á suponer que es el cisticerco
de la tenia perfoliata.
Otro cisticerco, llamado fasciolar, se encuentra
en el hígado de los ratones, y cuando
ese cisticerco llega á los intestinos del gato,
produce la tenia llamada por Rudolph Tcenia
crassicollis, que tiene muchos caracteres por
los cuales es fácil confundirla con la tenia serrata
del perro. Esta tenia que nos ocupa vive
en el intestino delgado.
TENIAS INERMES.—Numerosas son las tenias
que no tienen armada de ganchos la trompa,
y que por lo mismo, se han agrupado con la
denominación de inermes; entre ellas, solamente
hay algunas que merezcan particular
mención, y de ellas nos ocuparemos aquí solamente,
á fin de no distraer la atención de los
lectores más de lo indispensable y necesario.
Tcenia mediocanellata.—Esta tenia es propia
del hombre, y alcanza 5 metros de longitud
y aun más en ocasiones. Los proglótides
de esta tenia originan en los bueyes el cisticerco
y la enfermedad ládrica ó lepra. Las medidas
de policía sanitaria que se adoptan para
aislar y alejar el vermes solitario del hombre
son también aplicables para el mismo objeto
respecto de la tenia mediocanellata (Tmnia
mediocanellata ).
• La Tcenia perfoliata de Goeze alcanza ordinariamente
de 26 á 28 milímetros de longitud
y en ocasiones hasta 80. Su anchura varía de
3 á 9 milímetros. La cabeza es pequeña y
globosa, tetragonal, provista de grandes ventosas
y prolongada hacia atrás, con lóbulos
laterales más ó menos distintos que abrazan
el cuello. Con bastante frecuencia se halla en
el intestino grueso y en los delgados del ganado
caballar.
La Tcenia expansa de Rudolph es muy Conocida
por la extraordinaria longitud que llega
á alcanzar. Se han encontrado ejemplares
de 30 milímetros, y de 30 y aun 60 metros. Su
cabeza es muy pequeña, obtusa, redondeada,
con las ventosas dirigidas hacia fuera, el cuello
cortísimo cuando no desaparece por completo
, las aberturas genitales situadas lateralmente
en los bordes de los proglótides, los
primeros .anillos muy cortos y los sucesivos
cada vez más largos y rectangulares, y el
borde posterior de cada anillo, ondulado ó
festoneado, cubre en parte al que le sigue.
Los huevos salen con el excremento, pero
respecto á su desarrollo ulterior nada se sabe,
por no haberse encontrado todavía el animal
que sirve de huésped á la larva. Algunos opinan
sea el piojo de la oveja el huésped intermediario
de esta tenia, así como el del perro
lo es de la cucumerina.
Esta tenia se halla frecuentemente en el
intestino delgado de las reses lanares y de los
corderos en particular, y es menos frecuente
en las cabras, en los bueyes, en la cabra montes
y en la gacela. En la primera especie de
animales origina graves daños, y según entendidos
observadores, hay épocas en que domina
con carácter epizoótico en las ovejas,
carneros y corderos.
Tcenia plicata de Rudolph.—Generalmente
tiene este parásito 200 milímetros de longitud
y aun alcanza un metro con bastante frecuencia,
distinguiéndose de todas las demás
tenias por su voluminosa cabeza, en forma de
disco tetragonal; es menos larga que ancha,
y se halla provista de ventosas dirigidas hacia
adelante; el cuello es corto y con arrugas
transversales; los anillos más estrechos por la
parte anterior, y cubiertos hasta cierto punto
por la orla posterior del anillo precedente, y
unilaterales los orificios genitales. Los bordes
de la tenia están como dentados, y la anchura
de los anillos más grande es de 8 á 16 milímetros.
Algunas veces se halla en el intestino
delgado del caballo, y en ocasiones también
dentro del mismo estómago.
La Tcenia mamillana de Mehlis mide unos
12 milímetros de longitud por 4 ó 5 de anchura.
Su cabeza es obtusa y tetragonal; las
ventosas, semicirculares, no presentan indicios
de cuello, y las aberturas de los órganos genitales,
situados al margen, se hallan circundadas
de una papila. Mehlis y otros la
han encontrado siempre en la última porción
del intestino delgado del caballo. Créese que
la tenia mamilana es la que se denomina de
Baillet, y á pesar de ser. de cabeza inerme,
según ha podido observarse, atraviesa los intestinos
del caballo y le ocasiona la muerte á
consecuencia de dolores y cólicos violentísimos.
Tenia denticulada (Tcenia denticulata de

CES — 115 — CES
Eudolph).—De 400 milímetros de longitud
por 4 á 10 de anchura en la parte anterior, y
hasta 26 y 27 en la posterior, este vermes es
de cabeza pequeña y tetragonal, tiene las ventosas
dirigidas hacia afuera, carece de cuello,
y los proglótides cortísimos y de borde posterior
festonado ú ondulado, cubren la parte
anterior del anillo que los sigue, á partir de la
cabeza. Sobre cada anillo hay dos orificios genitales
opuestos, y en forma de diente agudo,
duro y saliente. Habita en los intestinos delgados
del buey.
La Tmnia pectinata de Goeze es de cabeza
subcuadrada, ventosas terminales elípticas,
cuello muy corto, cuerpo lanceolado por la
parte anterior, anillos cortos y muy anchos,
y aberturas genitales opuestas. El vermes
mide de 30 á 500 milímetros, y habita en los
intestinos, y alguna vez en el estómago del
conejo.
Tarnia globi-punctaía.—Este vermes, descrito
como los siguientes por el Sr. Rivolta, profesor
de Pisa, que ha descubierto las tres nuevas
especies de tenias inermes, tiene la cabeza
de un milímetro de diámetro, provista de cuatro
ventosas dirigidas hacia adelante, y está
desprovista de trompa y de cuello. De 45 á
60 centímetros de longitud, su color es blanquizco
ó ligeramente manchado de verde amarillento.
Los proglótides que contienen huevos
son de 2 milímetros de ancho y de 15 á
17 centésimas de milímetro de longitud. Los
úteros, en número de dos en todo proglótide
maduro, son globosos, y comienzan á distinguirse
en el tercio posterior estróbilos en :
forma de dos series laterales de glóbulos blanquizcos.
Los huevos no son muy numerosos, y
tienen forma oval ó redondeada, de un diámetro
longitudinal de 28 milésimas de milímetro
y de.un diámetro transversal de 24. Los maduros
presentan el embrión ya formado y provisto
de cuatro ganchos visibles.
La Ttenia ovi-punctala es de cabeza cuadrangular,
ancha, de 50 á 65 centésimas de milímetro,
provista de cuatro ventosas, y falta de
cuello y de trompa. Los estróbilos, examinados
cuando los proglótides tienen los órganos
genitales funcionando, y especialmente cuando
comienzan á formarse los huevos, presentan á
simple vista dos líneas laterales, formadas por
pequeñísimos puntos, entre los cuales hay algunos
más gruesos y de forma oval. Por esta
serie de puntos, en parte dependientes de los
conductos deferentes llenos de esperma, y en
parte de los úteros en vía de desarrollo ó ya
maduros, el autor ha denominado la especie
ovi-punetata. Los primeros proglótides que siguen
á la cabeza varían en anchura de 33
centésimas de milímetro á un milímetro, y
alcanzan una longitud de 3 centésimas de
milímetro. En los proglótides maduros y que
tienen ya el útero á punto de expeler gérmenes,
la anchura es de 2 á 2,50 milímetros, y
la longitud de 8, 10 ó 12 centésimas de milímetro.
Los órganos genitales, masculinos y
femeninos, se hallan á los lados del estróbilo.
Los huevos tienen forma oval y redonda, y
una longitud de 20 milésimas de milímetro
por Í6 de anchura, con bordes lisos, y con el
embrión ya formado y armado de ganchos.
Esta especie de tenia fija la cabeza en la
mucosa, la comprime, dificultando sus funciones,
y mantiene una irritación en la substancia
citógena, resultando la hiperplasia de esta
substancia interglandular, y la formación de
nodulos ó elevaciones en los puntos correspondientes
á la mucosa del intestino delgado
en las reses lanares que albergaban la Tamia
ovi-punctala. Las pequeñas elevaciones indicadas
en forma de nodulos, aparecen confluentes
en algunos trozos de la mucosa-, y en otros
aislados, siendo de magnitud variable entre
la de un guisante y una lenteja, dependiendo
indudablemente de una tumefacción circunscrita
á un pliegue de la mucosa.
Tainia centri-punctata.—Su cabeza ó escolex,
ancha de 2 milímetros, está provista de cuatro
grandes ventosas y carece de cuello. El
estróbilo tiene una longitud de 2,75 metros
á 2,84, y aparece más ancho en la parte anterior
y más estrecho en la posterior. A un decímetro
próximamente de la cabeza, los proglótides
tienen una anchura variable entre 2
y 4 milímetros; y á una distancia de la cabeza
de 50 centímetros, la anchura de los proglótides
oscila entre 2 y 3 milímetros; á los 150
los proglótides adquieren una ' anchura de
cerca de 1,50, llegando apenas á un milímetro
al fin del estróbilo.
En el centro de cada proglótide se nota á
simple vista, y al comenzar la segunda mitad
del estróbilo, una mancha circular ó elíptica,
algo saliente, creciendo la prominencia en los
proglótides posteriores; y en los trozos de estróbilo
mantenidos en suspensión dentro de
alcohol, examinando sus caras laterales, se ve
que los salientes ó prominencias dichas van
alternando por ambas caras. Estas manchas
circulares salientes están formadas por los
órganos femeninos, que se hallan situados en
el centro de los proglótides, y de aquí que el
profesor Rivolta haya denominado centri-punctata
á la tenia de que hablando venimos.
Esta tenia se halló en los intestinos delgados
de una res lanar, en compañía de muchos
ejemplares de la Tamia globi-punctata.
Ya.hemos indicado que se han descubierto
otras especies de tenias, que pertenecen generalmente
á las aves de corral; tales son la
Tania infundibuliformis, la Tania lanceolata,
la Tania malleus, estudiadas primeramente
por Goeze, y la Tamia sinuosa de Rudolph,
descubierta por Dujardin, muy común en los
intestinos de los gansos y del ánade doméstico.
Se ha comprobado que existen también
otras especies que no han sido descritas todavía.
BOTRIOCÉFALOS.—Este género, establecido
por Rudolph, comprende diversas especies de
plathelmintos, de cuerpo más ó menos largo,
y compuesto de un gran número de anillos; se
distinguen del género Tatnia por tener la ca-

CES — 116 — CET
beza aplanada, provista de dos fosas laterales,
oblongas y opuestas, á veces armadas con
ganchos ú órganos de presión, que hacen oficios
de ventosas, colocados en las márgenes.
Los anillos del cuerpo no se distinguen tan
perfectamente como en la tenia; son siempre
más anchos que largos, y las aberturas genitales,
que se hallan situadas en las márgenes
tratándose de las tenias, se encuentran casi
siempre en los botriocéfalos sobre la superficie
ventral y en la parte media de los anillos.
Los huevecillos, de forma prolongada, contienen
los embriones provistos de seis ganchitos
y de un aparato vibrátil, que les sirve para
nadar en el agua. En algunos botriocéfalos
parece que tiende á desarrollarse una forma
joven, semejante á un vermes cístico; pero en
la mayoría de los casos se forman del embrión
los anillos, y se obtiene de ellos el vermes
completo. Mas para que el embrión llene esta
última fase de su vida necesita ser llevado á
los intestinos de un animal que sea favorable
á su desenvolvimiento. Se conocen varias especies
de botriocéfalos.
Wgran botriocéfalo (Botriocephalus latas),
que alcanza una longitud de 4 á 7 metros, se
distingue por tener la cabeza de 2,50 milímetros
de longitud por 1 de anchura, con dos
ventosas estrechas y desprovistas de ganchos.
Vive en el intestino del hombre, pero Knoch
asegura que por vía de experimento le obtuvo
en los intestinos del perro.
Botriocéfalo del perro.—En un perro español
que en 1859 había servido para algunas
experiencias en la Escuela de Veterinaria de
Turín, encontró .Bassi por primera vez la especie
descrita por Ercolani con la denominación
de Botriocephalus canis.
El vermes entero es de 1,890 milímetros de
largo, y tiene una anchura de poco más de un
milímetro en la cabeza y en el cuello; los anillos
se van ensanchando rápidamente á partir
del cuello, y con mayor lentitud después, hasta
alcanzar los últimos 20 milímetros de ancho
y 5 de alto. La cabeza es cónica, y está
provista de dos amplios botrios oblongos. El
cuello se distingue bien; los primeros anillos
son estrechos, y en el centro de ellos no se
distingue ningúu rastro de órganos genitales;
pero éstos se manifiestan muy luego en los
subsiguientes, y aparecen á simple vista como
una línea media formada por muchos granulos
de color blanco opaco, sobre fondo blanco
amarillento. Los huevecillos, de forma completamente
oval, tienen una anchura de 3 centésimas
de milímetro, y tina longitud de 6 los
mejor desarrollados.
Ése helminto ocupaba con la cabeza la primera
porción del intestino delgado, y se extendía
con el cuerpo largo por todo el intestino
hasta llegar al recto. El perro en que se
observó, y que se hallaba en buen estado de
carnes, no había dado señal de sufrimiento
alguno á consecuencia de la presencia del
parásito.
Botriocéfalo del gato (Botriocephalus fe-
lis).— Creplin halló por primera vez este
vermes, cuya existencia confirmaron después
Alessandrini y Bruckmüller. El primero encontró
dos en los intestinos delgados de un
gato; uno de ellos medía 4 milímetros de longitud
y otro 6. El recogido por Alessandrini
y descrito por Ercolani alcanzaba 64 centímetros
de longitud.
Se han examinado otras especies de botriocéfalos,
y aun en las personas de la Groenlandia
se ha observado la existencia del cordalus,
y Kratbe describió antes el fuscus, el dubius
y el reticulatus, que por nuestra parte nos
limitamos á citar, ya que solamente se ha
comprobado hasta ahora su existencia entre
los animales que viven en las frías regiones
de la Islandia.
CESTRO (Arboricultora). — Género de
plantas de la familia de las Solanáceas, originarias
de la América tropical. Son matas ó
arbustos de hojas alternas y flores dispuestas
sobre las ramas en cimas terminales. En las
estufas de Europa se han introducido algunas
especies, por lo curioso y oloroso de sus flores
principalmente. Los más estimados son el
Cestrum nocturnum, de flores verdosas y olorosas
durante la noche; el C. diurnum, de flores
blancas y olorosas durante el día ; el cestro
de bayas negras (C. parquis), de flores amarillentas,
y el anaranjado (C. aurantiacum),
de flores de color amarillo de limón. Todas
esas plantas se han de cultivar en estufa, excepto
el cestro de bayas negras, que soporta
el aire libre.
CETÉRACÓ (Jardinería). — Género de
heléchos, una de cuyas especies, el ceterach
oficinal (Ceterach ojficinarum), se ha introducido
en los jardines como planta ornamental.
Tiene el porte de las asplenias; crece en
matas sobre las rocas y los muros viejos, y se
emplea ante todo para adornar las grutas.
CETOINO Ó CETONIA (Entomología
).—Nombre que en sentido restricto se
aplica á un solo género de coleópteros, de la
tribu de los Escarabeidos ó Lamelicorneos;
pero el género Cetonia caracteriza el último
grupo de esa tribu, cuyos representantes, sin
excepción, han recibido el nombre general de
cetoinos, de manera que se pueden considerar
como una familia de cetónidos. También los
denominó Geer escarabajos de flor, atendiendo
á sus preferencias y hábitos. Ese grupo
comprende gran número de especies, que
abundan en todo el mundo, pero especialmente
en África y Europa, poseyendo ésta la
vigésima parte. Entre los cetoinos se distinguen
dos grupos naturales, las trichiaras y
las cetonias verdaderas.
El género Cetonia propiamente dicho, tipo
de todo el grupo de escarabeidos, se halla localizado
en el antiguo continente, con excepción
de una sola especie australiana, la Cetonia
tibialis. Esos insectos tienen aspecto robusto,
una talla media, colores brillantes
unas veces, y otras aterciopelados y aun mates.
Las pocas larvas que se conocen viven

cíe
durante varios años en medio de los detritus
vegetales, en el mantillo ó en los nidos de las
hormigas, cuyas provisiones comen, en tanto
que sus excrementos sirven de alimento á sus
huéspedes. Los adultos vuelan durante las
horas de calor en derredor de las flores, cuyo
polen y pétalos comen. Después de esos regodeos
se ponen á descansar, y se duermen á
veces en el seno de las corolas.
Entre las especies verdes, cobrizas y doradas,
muy semejantes entre sí, figuran las Cetonia
(eruginosa, speciosissima y floricola de
las comarcas meridionales de Europa. La
C. floricola, cuya larva devora muchísimas
larvas y ninfas de las hormigas, presenta numerosas
variedades, á saber: C. anea, cuprea,
metallica é ignicollis. La C. aurata, dorada ó
esmeralda de Geoffroy, de color verde dorado
metálico, ofrece variedades sin manchas blancas
irregulares sobre los élitros, y variedades
de pelos blanquizcos, de reflejos irisados, de
color rojo cobrizo, y aun en el Mediodía de
color azul violado y de color violado negruzco.
La parte superior es generalmente cobriza
ó verde obscura. Abunda durante la primavera
y el estío, hasta los comienzos del otoño,
sobre los cardos y las umbelíferas, y exhala
un olor fétido por las glándulas anales. En
Francia y Rusia se han recomendado los polvos
de cetonia dorada contra la rabia, pero
hoy está demostrado que son completamente
ineficaces. La larva, muy parecida á la del
abejorro, tiene las patas y las antenas más
cortas y más pequeña la cabeza. Vive en el
mantillo, en los árboles viejos, en el bálago
de los techos y en los nidos de la Fórmica
rufa.
Varias cetonias que habitan en el Mediodía
de Europa tienen matices negros ú obscuros,
con más ó menos puntos blancos, como la Cetonia
opaca ó cardui, la C. morio, la C. oblonga,
la C. tíñela, la C. marmorala, la C. siietica
ó paño, mortuorio de Geoffroj 7
, muy común
sobre las flores, y la C. hirta ó hirlclla. Los
dos últimos insectos son dañosos en las comarcas
meridionales, donde durante el mes de
Abril se alimentan con el polen de las flores
de los perales antes de la fecundación é impiden
el desarrollo de los frutos. Se destruyen
sacudiendo las ramas de los árboles por la
mañana temprano, es decir, cuando los insectos
se hallan entumecidos por el frío, recogiéndolos
sobre una tela y echándolos al
fuego.
CIBERA.—Adjetivo que se aplica á todo
lo que sirve para cebar. || V. Aguacibera. \\
Porción de trigo que se echa en la tolva del
molino y va cebando la rueda. [| Todo género
de simiente que puede servir para mantenimieuto
y cebo. |[ Residuo de los frutos después
de exprimidos.
CICCA.—(V. Botolán, Tinatinaán.)
CICÉRCULA ó CICERCHA.—Nombres
que dan en algunas partes á la almorta.
CICLAMOR ó ÁRBOL DEL AMOR —
(V. Cercis.)
— 117 — cíe
CICLAN.—Que tiene un solo testículo. Se
da también este nombre al borrego ó primal
que tiene los testículos en el vientre y no salen
al exterior.
CICUTA (Botánica).—Nombre dado á
diversas plantas de la familia de las Umbelíferas
, venenosas en mayor ó menor grado,
por contener en sus tejidos el alcaloide denominado
cicutina, conina y conicina, substancia
líquida á la temperatura ordinaria,
incristalizable, volátil, soluble en el alcohol,
y de sabor muy acre y ardiente. Esas plantas
son muy comunes en toda Europa y en
el Asia boreal, y se han aclimatado en América.
Vegetan en ios terrenos incultos, sombríos
y algo húmedos; en los escombros; en
las orillas de los caminos y en las cercanías
de las habitaciones, y se parece al perifollo.
La importancia técnica de las tres especies de
umbelíferas que se designan con el nombre
vulgar de cicuta, y los peligros que pueden
resultar si se confunden esas plantas con otras
forrajeras y alimenticias, nos mueven á hablar
con algún detenimiento de la cicuta oficinal
ó manchada (Ciada major, Bauch; Conium
maculatam, L.; C. officinale, Chev.); de
la cicuta de los jardines, falso peregil ó peregil
de perro (2Ethusa cynapium, L.); de la cicuta
virosa (Cicuta virosa, L.; Cicutaria aqualica,
Lamk.), y del felandrio ( Fhellandrium
aquaticum, L.).
La cicuta oficinal ó manchada (figura 67),
la más importante de las plantas en cuestión,
pertenece al género Conium, de la tribu de las
Ammídeas, y además de poseer los caracteres
propios de las umbelíferas, se reconoce por tener
sus flores los pétalos más ó menos desiguales,
porque el pie del estilo afecta la forma de
un cono muy deprimido, y porque el fruto, de
forma ovoidea, se halla comprimido lateralmente.
Cada mericarpo lleva cinco costillas
primarias iguales, ondulado-festoneadas en el
sentido de su longitud, lo que les comunica
una apariencia perlada cuando se los mira
con un aumento de tres ó cuatro diámetros.
Las costillas secundarias son nulas; los vallecitos
con muchas estrias y sin fajas; el carpóforo
ó columela es sencillo ó bífido, y la semilla
lleva un profundo surco ventral. El Conium
maculatum es una gran hierba bisanual, de 1
á 2 metros de altura, de flores blancas, cuyas
umbelas son compuestas y presentan desde
doce á veinte radios lisos, con las foliólas de los
involucros é involucrillos lanceolado-acuminadas.
Las hojas, de color verde obscuro, son
blandas, brillantes, triangulares en su conjunto
y descompuestas en segmentos ovalo-oblougos,
iuciso-dentados. El tallo es muy ramificado
en la cima, fistuloso, estriado por finas
acanaladuras, sobre todo en la parte inferior,
y teñido de manchas purpúreo-vinosas. Todo
el vegetal es lampiño y de olor fétido, que se
manifiesta principalmente por frotamiento.
Se puede cultivar la cicuta sembrando en la
primavera y colocando en Mayo las plantas
sobre tierra fresca y substanciosa, á 2 ó 3 pies.

CIG — 118 —
La cicuta oficinal es muy venenosa, y no
es de maravillar que los griegos preparasen
brebajes venenosos para los condenados á
muerte con esa planta que hicieron célebre
Sócrates y Foción; la virtud de la planta disminuye,
según se dice, á medida que se avanza
desde el Sur al Norte; los animales la rehusan;
sin embargo, las cabras la comen al
parecer impunemente, lo mismo que el tabaco
y otras plantas venenosas. Todas las
partes de la planta, y ante todo los frutos, de
2 á 3 milímetros de longitud, contienen coni-
Figura b'7.—Cicuta oficinal
ciña y se pueden emplear como medicamentos.
El zumo reciente contiene resina, extractivo,
goma, albúmina, fécula, sales, conidrina y
conina, y los frutos además un aceite volátil
muy oloroso. La conicina del comercio contiene
á veces metilconicina; es muy venenosa, y
se administra por miligramos y centigramos;
la conidrina es mucho menos activa.
Se usan las hojas y los frutos, llamados simientes
con harta impropiedad. Aquéllas han
de recogerse en el momento de la florescencia,
y se emplean verdes por ser más activas. La
desecación se efectúa en la estufa y al abrigo
de la luz; conservan su color y olor, y pierden
cinco sextas partes de su peso. Conviene renovarlas
todos los años, así como aquellas preparaciones
en que sirven de base. Los frutos
se han de recolectar completamente maduros,
porque de lo contrario son inactivos. La cicu­
cíe
ta, antes muy usada, ha caído últimamente en
descrédito, acaso por haberla empleado empíricamente.
Atribuyéndole propiedades fundentes
y resolutivas, se ha empleado en las
afecciones cancerosas y escrofulosas, en la peritonitis
tuberculosa, en las hipertrofias del
hígado, del páncreas y del bazo, y en la sífilis,
las herpes, la tina y las hidropesías articulares.
Ejerce acción hipocinética, estupefaciente,
anestésica, diurética y sudorífica. De
ahí que se haya prescrito en el tétanos traumático
ó espontáneo, en las convulsiones tónicas,
en las contracturas, tos espasmódica,
tos ferina, asma y afecciones neurálgicas,
reumáticas y gotosas. Es impotente
para curar el cáncer y la tisis, pero calma
los dolores y produce pasajero alivio. En
pequeñas dosis la cicuta y ia conicina producen
náuseas, malestar, algo de cefalalgia,
ligeros vértigos y desfallecimiento, la
vista se obscurece, se vuelve menos fino el
oído, se entorpece la lengua, adquiere la
piel un hormigueo desagradable, y aparece
á veces una erupción eritematosa; la
orina es abundante é involuntaria á menudo,
lo mismo que las deposiciones; el
pulso se retrasa; disminuye el calórico;
se debilitan progresivamente las fuerzas
musculares; los miembros se agitan en
ocasiones convulsivamente, y se dilata la
pupila. Limitada primero la parálisis álos
músculos voluntarios, acaba por interesar
los respiratorios y el corazón después,
sobreviniendo la muerte por asfixia, precedida
de.cianosis, estupor y delirio. La
acción de esas substancias influye sobre la
v médula y agota su fuerza excito-motriz.
La conicina es el más terrible de los venenos
después del ácido cianhídrico; sus
antídotos son el tanino y el yoduro yodurado
de potasio; no deben emplearse los
ácidos domésticos, como el vinagre y el
zumo de limón.
En veterinaria se emplea la cicuta en
cataplasmas ó en extracto, y se usa pocas
veces al interior. En polvo, las dosis recomendadas
son de 32 á 96 gramos para las
reses. mayores, de 16 á 32 para las medianas,
de 4 á 8 para los cerdos y de 1 á 2 para los '
perros.
Parece ser que existe en el continente africano
otra especie de cicuta que posee las mismas
propiedades que la cicuta oficinal.
La cicuta menor ó de los jardines, llamada
también apio ó peregil de perro (JEthusa
cynapium), constituye la única especie de
su género, y tiene las flores desprovistas de
cáliz; pétalos muy desiguales, sobre todo en
los contornos de las umbelas; el estilópodo es
ancho y deprimido; el fruto, casi globuloso,
tiene la sección transversal orbicular; cada
mericarpo presenta solamente cinco costillas
primarias salientes, bajo la forma de columnas
prismáticas; las laterales marginantes,
algo más anchas y ceñidas de una quilla casi
alada; la columela es delgada y bipartida;

cíe
la semilla tiene la cara conmisural y plana.
La JElhusa cynapium es una hierba anual,
lampiña, de flores blancas; las umbelas llevan
de cinco á diez radios estriados y ásperas
al tacto; los involucros faltan, ó están
formados por una sola folióla y á veces por
dos; las umbelas llevan ordinariamente .tres
brácteas lineares, pendientes y situadas al
lado exterior; las hojas son de color verdeobscuro,
blandas, triangulares en su contorno,
dos ó tres veces penatisecadas, de segmentos
cortados en tiras lineares y terminadas
bruscamente en una pequeña punta; el
tallo, del á 10 decímetros de altura, según
el terreno donde crece, es fistuloso y muchas
veces surcado por líneas un poco rojizas, ramificándose
mucho casi á partir de la base.
Toda la planta, particularmente si se la frota,
esparce un olor repugnante y fétido. Vegeta
en Europa y en el Asia septentrional, y se
encuentra entre las mieses, en los bosques, en
los terrenos baldíos y próximos á las habitaciones,
y en los jardines abandonados, mezclándose
con el peregil, al que se asemeja
hasta el punto de haber dado origen á funestas
equivocaciones. Es una planta venenosa
que se distingue con facilidad, á no ser en el
período, anterior á la floración, y aun entonces
el olor delata su presencia. Las reses domésticas
suelen comer el peregil de perro,
aunque no le buscan; en cambio los gansos
perecen indefectiblemente si le. tragan.
La cicuta virosa ( Cicutaria aquatica, Lamk.)
se distingue por los caracteres siguientes: sus
flores tienen un cáliz de sépalos bien desarrollados
y encorvados; los estilópodos son deprimidos;
el fruto corto y ancho; cortado
transversalmente, presenta la' forma de un hexágono,
dos de cuyos lados perpendiculares
á la pared miden doble longitud que los otros.
Cada mericarpo está marcado por cinco costillas
espesas y suberosas. Faltando las costillas
secundarias, se observan entre las primarias
anchas bandas salientes y llenas de zumo oloroso;
la columela es bipartida, y las semillas
tienen la cara conmisural plana y á veces un
poco convexa. La cicuta virosa vive en las
mismas regiones antes citadas; es una hierba
vivaz, lampiña y de flores blancas, dispuestas
en umbelas compuestas. Las laterales se elevan
más que la terminal, y todas tienen de
diez á quince radios delgados y lisos; no tienen
involucro, y los involucrillos están for-
/ mados por foliólas lineares y extendidas. Las
hojas, muy pecioladas, sobre todo ea la base
del tallo, son blandas, de verde bastante intenso,
dos ó tres veces pennatisecadas, de
segmentos lanceolados, agudos y dentados. El
tallo, de 8 á 12 decímetros de altura,.es fistuloso,
medianamente ramificado y adherido
á una raíz voluminosa, de jugo amarillento,
más ó menos hueca y con olor pronunciadamente
viroso como toda la planta. Esta vegeta
casi exclusivamente en sitios húmedos, en
los claros cenagosos de los bosques, en las
praderas humedecidas por el agua que rezuma
— 119 — CID
de los estanques, etc., etc: Es sumamente
venenosa, y pudiera reemplazar á la cicuta
oficinal en las aplicaciones terapéuticas.
La llamada cicuta acuática, feliandro ó hinojo
acuático, pertenece al importante género
(Énanthe, y se distingue de sus congéneres
porque las flores de las umbelas están igualmente
pediceladas y son todas fértiles. Las
umbelas de la cicuta acuática están provistas
de un corto pedúnculo, y llevan de siete á
diez rayos delgados. El involucro es nulo; el
fruto, de 3 á 4 milímetros de longitud, coronado
por los sépalos triangulares y subulados,
es ovoidal y está marcado por diez costillas
primarias, redondeadas, blanquizcas y suberosas,
que alternan con fajas bastante profundas.
Se mantiene indiviso en la época de
la madurez, al menos por cierto tiempo. Las
hojas son de color verde claro, dos ó tres veces
pennatisecadas, de segmentos lanceolados,
pennatífidos en las hojas aéreas y divididos en
tiras estrechas en las hojas sumergidas. El
tallo, lleno de surcos, recto y fistuloso, se
ramifica mucho y constituye en su base una
especie de rizoma hueco, que al nivel de cada
nudo lleva círculos de raíces adventicias. La
planta es casi inodora; vive en las aguas estancadas
y en ios arroyos, alcanzando metro
y medio de altura; pero también hay individuos
enauos que vegetan en el fango y entre
las arenas. Es venenosa para el- hombre, y
casi todas las reses la comen impunemente,
exceptuando los caballos. Se preconiza contra
diferentes enfermedades, y principalmente
como antidiarréica y antiepiléptica; pero se
usa poco en nuestros días. Todas las plantas
llamadas vulgarmente cicutas contienen, conforme
hemos dicho, el alcaloide sumamente
activo llamado conicina, que se acumula especialmente
en las raíces y en los frutos, pero
que nunca falta en los tallos y en las hojas,
causa de que casi todas las reses se nieguen á
comer esos vegetales. De todos modos, bueno
es tener presente que no se consideran como
especialmente venenosos los henos que contienen
esas umbelíferas, aun en proporción
considerable. Su olor fuerte y nauseabundo
las hace poco apetitosas para los animales, y
como la conicina es muy volátil, se comprende
que con la desecación de los forrajes y el
transcurso del tiempo se atenúe considerablemente
la acción de la planta.
CIDRA.— Fruto del cidro, semejante al
limón, y comúnmente mayor, oblongo y algunas
veces esférico; la corteza es gorda, carnosa
y sembrada de vejiguillas muy espesas,
llenas de aceite volátil, de olor muy agradable,
y el centro pequeño y agrio. Su corteza,
semilla y zumo se usan en medicina como los
del limón.
CIDRACAYOTE—(V. Cidrocayo en el
artículo Calabaza, página 482, tomo III.)
CIDRO (Arboricultura).—El cidro, Citrus
medica, de Bisso, es uno de los tipos principales
del género Citrus, familia de las liesperídeas
(véase Citrus). Es un árbol originario,

CID — 120 — CID
al parecer, del Asia tropical, que se distingue
del limonero por sus hojas oblongo-agudas,
más estrechas y ligeramente dentadas, y sus
pecíolos desnudos. También se distingue de
los limoueros por sus ramas más cortas y violáceas
cuando tiernas, y su fruto muy grueso,
oblongo y arrugado en la corteza, que
con la mispa estructura que el limón, ofrece
carne más compacta, aunque tierna, más escasa
relativamente en pulpa y de sabor menos
ácido. La corteza de la cidra encierra
una esencia muy perfumada, á cuyo producto
es debido el que se haya generalizado tanto
el cultivo del cidro. Los plantelistas conocen
hasta diez y siete variedades.
Risso, que hizo un estudio muy completo
de estos árboles, los dividió en tres grupos:
cidros verdaderos, ó propiamente dichos, con
gruesos frutos cónicos; poncileros, de frutos
más gruesos y más tuberculosos, y cidros-
. limoneros, que se aproximan al limonero
por su fruto; pero la materia se presenta todavía
bastante obscura para una clasificación
precisa.
El profesor italiano Sr. G. Pasquale reseña
las siguientes diez variedades de cidros en
su Manuale di Arboricoltura.
1 .* Citrus medica, L., Risso, ó Citrus
medica citrea, Gallesio. — Arbolilío de hoja
verde claro, oblonga, tres veces por lo menos
más larga que ancha y correosa. Pecíolos
desnudos y abultados. Flores con pétalos purpurescentes
y treinta á cuarenta estambres.
Fruto grueso, oblongo, tuberculoso, rugoso,
color amarillo claro ó de limón por fuera; sarcocarpo
abundante, blanco y dulce; la parte
comestible, adherida á la pulpa, que es acida
y escasa ó casi nula con relación á la masa.
Las simientes están cubiertas de una membrana
rosácea, con almendra blanca. No se eleva
á árbol, ni se puede acomodar fácilmente á
espaldera, porque sus ramas son cortas y rígidas.
Es la especie que se ha conservado con
menos alteraciones en el cultivo, y la más
•generalizada en Europa. Con el tiempo han
resultado por hibridación y por el cultivo
algunas pocas variedades. Florece casi todo
el año.
2. a
Citrus medica vulgaris.— Es el cidro
típico de la Media, cuyas primeras noticias se
deben á Teofrasto. Ramifica poco, pero con
ramas cortas muy robustas. Sus tiernos renuevos
son rojo violáceos. Las hojas son oblongas,
de agradable olor, y cuasi igualmente
anchas por ambos extremos y por el medio.
Corola de cinco pétalos grandes, rojos por fuera.
El pistilo es espeso y abortado, por lo que
las flores se caen sin ligar ordinariamente el
fruto. Este es grueso, oblongo, con corteza
exterior amarillenta y lustrosa, un tanto tuberculada
y muy aromática; corteza interior
gruesa y dulce, que se come confitada. Esta
corteza está adherida á la pulpa blanquecina
acida. Se multiplica por estaca é injerto en
naranjo, mejor que en otro cualquier agrio.
Esta cidra se consume generalmente en
Oriente por los hebreos al celebrar la Pascua
en el mes de Agosto. Se cultiva en Reggio
de Calabria, y en otoño se manda el fruto
troceado y salado, en latas, bajo cuya forma
circula en el comercio exterior y llega hasta
América.
3." Citrus medica cucurbilina.—Hoja casi
arrugada; frutos grandes con hoja de calabaza,
de la que toma su nombre. Puede considerarse
come variedad de la precedente, ó
sea del Cib-us medica vulgaris.
4." Citrus medica tuberata en Reggio, y
Malum citreum genuense vulgare, Volk.—
Muy semejante á la cidra de los hebreos,
aunque su carne es más correosa y menos delicada.
Es muy frecuente su cultivo en Reggio
y Sicilia, y se dedica á confituras.
5. a
Citrus medica portoricensis del huerto
napolitano.—Los frutos de esta variedad son
semejantes á la cidra de Calabria, de la que se
distingue por su corteza muy arrugada y color
amarillo de azafrán. Se parece muchísimo
al Citrus gordoni, de Eisso.
6. a
Citrus medica salodiana ó Citrus me­
dica cedra fructu parvo salodiano, de Gallesio.—Tiene
la hoja muy semejante á la del
cidro común, y su fruto es ovoideo, y del tamaño
y finura de la cidra de Florencia.
7. a
Citrus medica gibocarpa ó Citrus me­
dica cilrea gibocarpa, de Dehnhardt.—Se distingue
del cidro precedente por la forma oblicua
del fruto, como si fuese giboso de un
lado. Por Jo demás, tiene una pulpa poco acida
y agradable. Es originario, según Gallesio,
de Saló, cerca del lago de Garda, donde se extiende
mucho su cultivo, muy generalizado en
Reggio, Calabria, y suministra una esencia
delicadísima.
8. a
Citrus medica flore pleno.—Cidro de
flor doble, ó de flor y fruto dobles, de Volk.
Se reconoce fácilmente por su flor doble.
9. a
Citrus medica florentina, de Risso.—•
Su fruto ofrece aspecto de limón y de cidro,
por lo que le creyó Gallesio un híbrido. Se
distingue de los demás cidros por su pequeño
tamaño y forma ovalada, más ancha en la
base que en el ápice, en que termina en punta.
Su carne es comestible. Sus flores son más
pequeñas que las del limón, y manchadas de
rojo por fuera. Se multiplica por injerto y
estaca.
10. a
Citrus medica tuberosa, Risso. —Ci­
dro de fruto arrugado, pequeño, mamelouado
y tuberculoso.
Se asemeja á la cidra común, de la que se
distingue por el color amarillo intenso de
azafrán que la caracteriza. Se considera como
un híbrido de naranjo y cidro.
Se multiplica por injerto y acodo, y se cultiva
como objeto de lujo.
En España se cultivan más generalmente
las especies cidro común, que hemos descrito
bajo el nombre de Citrus medica vulgaris, cuyas
ramas tienen espinas muy largas, y su
fruto es grueso, con surcos profundos en la
superficie, de color rojo-purpúreo, que pasa

CID — 121 — CID
á amarillo de limón al madurar; en este estado
la carne es consistente, aunque tierna,
blanca y de sabor bastante dulce; la pulpa
es poco abundante, y contiene un líquido
algo ácido.
También se cultiva en Orihuela la variedad
cidro de fruto dulce, cuya pulpa es tan dulce
como la de la lima.
Vegeta admirablemente en la costa del Mediterráneo
el cidro de San Jerónimo, de espinas
largas y fruto grueso, oblongo y lleno de
abolladuras, y con surcos longitudinales interrumpidos,
de color amarillo pálido, con carne
gruesa y consistente, y la pulpa verdosa,
casi seca y acida.
Lo mismo sucede con el cidro de Florencia
(Poit), de ramos espinosos, que tiene flores
purpúreas exteriormente y agrupadas, que
producen un fruto de forma cónica, de color
amarillo dorado y reluciente; su carne es
blanca, tierna y de color suave, con la pulpa
verdosa y débilmente acida. Esta variedad es
la más apreciada.
CULTIVO.—Es muy delicado el de este árbol,
que necesita disponer de un clima más
cálido aún que el del naranjo.
Los terrenos que convienen mejor al cidro
son los aluviones de los valles, ya sean calcáreos
ó graníticos, con tal que se puedan regar
con abundancia. Como el cidro es muy sensible
al frío, no puede prosperar más que en
cumas muy templados y defendidos por abrigos
naturales ó artificiales; las plantaciones
más importantes están situadas en altitudes
inferiores á 100 metros bajo el nivel del mar.
Para determinarse á hacer una plantación
es preciso emprender, un estudio muy concienzudo
de la localidad, pues la falta de éxito
es debida las más veces á los fríos y á la
escasez de agua en ciertas épocas del año.
Se multiplica generalmente por estaca ó
por plantones criados en semilleros. La distancia
entre plantas varía entre 3 á 5 metros,
según las circunstancias, aunque los trabajos
de cultivo responden mejor en las plantaciones
ampliamente espaciadas. Se plantan de
400 á 500 pies por hectárea en la llanura del
Isere (Var) y en Córcega, donde el cidro alcanza
un desarrollo considerable.
La producción de cidros comienza al tercer
año, y entra en pleno rendimiento al sexto,
llegando á 100 kilogramos cada árbol, término
medio, por año; pero cuando las circunstancias
son completamente favorables, el producto
es mayor y hasta se duplica.
Para obtener una cosecha abundante se
someten los cidros á una poda severa, dándoles
una forma distinta que la que lograrían naturalmente.
En vez de dejar elevarse el tronco,
como en el limonero y el naranjo, se le
limita á una altura de 1 á 1,20 metros, dirigiendo
horizontalmente las ramas que arroja.
Se empalizan y sostienen estas ramas con el
auxilio de rodrigones y traviesas horizontales.
Los cidros adquieren de este modo mucha
frondosidad, que se mantiene por la poda y
el despunte, que regularizan la producción
frutal en todas las partes del árbol.
Los cuidados de entretenimiento consisten
en entrecavas, estercoladuras y riegos. Las
entrecavas tienen por objeto destruir las plantas
dañosas que se desarrollan naturalmente
entre los árboles.
Se aplican los riegos en la primavera y el
otoño, admitiéndose que durante seis meses
del año el cidro debe recibir dos riegos por
semana, de 100 á 200 litros de agua cada uno,
según la fuerza del árbol, ó 5.000 á 10.000
litros en totalidad por árbol y estación. Cuando
se dispone de un arroyo ó fuente que no
escasea en el verano, se efectúan estos riegos
con facilidad; pero en el caso contrario hay
que recurrir á formar campanas alrededor de
los pies de cidros, á fin de reunir en ellas el
agua indispensable para cada uno.
Pocas plantas son tan ávidas de abono como ,¡
el cidro. En las explotaciones mejor dirigidas
se aplican de 250 a 300 kilogramos de estiércol
por pie y por año; pero como el entretenimiento
de los animales domésticos deja
mucho que desear en Córcega, se reduce con
frecuencia la estercoladura á una cuarta ó
quinta parte de esta cantidad, resultando naturalmente
menor la producción frutal. Se
aplica el estiércol en dos veces, la mitad en
el invierno y la otra mitad en Abril. Se entierra
ligeramente para no herir las raíces,
que son superficiales y delicadas. Se suple á
veces la insuficiencia del estiércol enterrando
abonos verdes.
La recolección de las cidras se verifica del
15 de Octubre al 15 de Noviembre, cuando
la fruta está todavía verde, y antes que consiga
la hermosa coloracióu amarilla que indica
la madurez. Las cidras pesan por término
medio un kilogramo ó kilogramo y medio.
Las Islas Canarias se prestan admirablemente
á la producción de cidras, habiendo árbol de
diez años al que se le han cogido en la Gran
Canaria 163 hermosísimas cidras, quedándole
todavía algunas.
El cidro es un árbol vividor que prende fácilmente
en tierra, y que adaptándose con
complacencia por injerto á los vastagos de limonero
, les obliga á dar fruto muy temprano.
Siendo delicados los cidros, hay que protegerlos
muchas veces contra los fríos y vientos,
aun en plena región del naranjo, porque es
sabido que resisten mucho menos que el limonero
y menos aún que el naranjo cuando
son jóvenes y tiernos. En esta temprana edad
se les abriga con capuchones de paja; pero
cuando son ya adultos se recurre á abrigos
verticales y horizontales como los de la figura
51, página 90 del tomo I. Los verticales
son permanentes, y consisten en muros de
manipostería, en almohadillados de paja y
frontones de tablas que quiebran el viento á
una altura de 3 á 4 metros, y se oponen á.
que las corrientes frías y desapacibles choquen
directamente contra los cidros. Los
abrigos horizontales no son otra cosa que al-
Dic—IV. 9

CID — 122 — CIÉ
mohadillados de paja ó esteras que se suspenden
por encima de los árboles; estos abrigos
sólo sirven durante el invierno, pues se retiran
al llegar la primavera, cuando desaparece
toda contingencia de escarchas.
ACCIDENTES Y ENEMIGOS. — Los cambios
bruscos de temperatura producen en los cidros
una alteración parecida al flujo gomoso
que suelen padecer los árboles de hueso.
En tales casos precisa practicar algunas
incisiones longitudinales cerca de la parte dañada,
con el fin de facilitar la evacuación de
la savia. Después de quitar todo lo alterado,
se cubrirán inmediatamente las heridas con
ungüento de ingeridores.
Los fríos excesivos perjudican tanto á los
cidros, que ha habido años, como el de 1709,
en que sucumbieron todos los agrios que se
cultivaban en las costas del Mediterráneo.
Pero cuando es poco notable el descenso de
temperatura, se circunscriben sus efectos á la
crispatura de las hojas, que se enrollan y secan,
y á la desaparición del jugo del fruto.
La nieve, las densas nieblas y la excesiva
humedad del suelo producen la clorosis ó
amarillez, cuya enfermedad se cura saneando
el terreno.
Los cidros son atacados en Córcega por diferentes
parásitos animales y vegetales; entre
los primeros figuran la cochinilla, algunos
pulgones, la sarna y varios cetonios y thrips;
entre los segundos una criptógama que altera
especialmente las hojas y ramos tiernos. Estos
parásitos, que hay que perseguir sin contemplación,
se multiplican sobre todo en los árboles
atacados por la goma. La del cidro proviene
de una alteración de la savia por el
frío, el exceso de riegos ó las estercoladuras
demasiado frecuentes.
Usos Y APLICACIONES.— Hay muchas variedades
de cidras más ó menos apreciadas. El
fruto del cidro de Florencia, que se considera
muy aromático, es muy empleado generalmente
para preparar la conserva de cidra de
la farmacia y la de dulce. La cidra común,
dividida en trozos, bien la corteza sola, bien
la pulpa, y aun el interior, se dispone con
azúcar, haciéndose un gran consumo de este
dulce.
En las localidades próximas al mar se conservan
algunas veces las cidras cortándolas
en cuatro partes y poniéndolas en toneles
llenos de agua del mar; pero es más general
que los cosecheros vendan los frutos á medida
que los recolectan.
También se prepara el fruto troceándolo y
salándolo, y poniéndolo en latas, en cuya forma
se,lleva á Oriente desde Reggio para que
lo consuman los hebreos durante la Pascua.
De su corteza se saca una esencia muy aromática,
para lo cual se toman las cidras antes
de su perfecta maduración, exprimiéndolas
entre dos vidrios planos, de modo que el zumo
vaj'a á caer á un vaso. Con algunas gotas de
él se compone un agua de gratísimo olor.
D. Navarro Soler.
CIDRONELA. — Nombre vulgar que se
suele dar á muchas plantas que esparcen un
olor de limón, pero más especialmente á la
melisa oficinal.
CIERNA.—Parte masculina de las flores
del trigo, la vid y otras plantas, de la cual
se despide y cierne sobre la femenina el polvillo
que la fecunda.
CIERNE (En).—En flor; se usa generalmente
con los verbos coger ó estar, hablando
de las viñas, olivos, trigos y otras plantas.
CIERVO CZoología).—Mamífero rumiante
de cuernos caducos, de la familia de los
cervídeos. El ciervo (Cervus elaphus) es uno
de esos animales inocentes, dulces y tranquilos
que, como dice Bufón, parecen formados
para embellecer y animar la soledad de los
bosques, y para ocupar lejos de nosotros los
retiros ó las moradas pacíficas de esos jardines
de la naturaleza. Su forma airosa y ligera; su
estatura bien proporcionada; sus miembros
flexibles y nerviosos; su cabeza adornada, más
bien que armada, de un bosque viviente que,
como la copa de los árboles, se renueva todos
los años; su tamaño; su ligereza y su fuerza
le distinguen bastante de los demás habitadores
de los bosques, y así como es el más noble
de ellos, así también sirve para la recreación
de los hombres más nobles y distinguidos.
Los ciervos ó venados son de presencia más
hermosa y gallarda que los gamos y corzos,
porque sus formas son más redondas, el cuerpo
más recogido y el cuello más dilatado; su
tamaño es mayor que el de los gamos ó paletos;
tienen, como éstos, mucho oído, vista y
olfato, pero mayor fuerza, particularmente
en la cabeza, y una gran agilidad. El pelo
varía mucho, aunque generalmente es pardo
obscuro ceniciento; las orejas rectas, bastante
movibles; saltan mucho, y nadan con admirable
destreza. Los machos son más grandes
que las hembras, y sus cuernos redondos,
altos y en forma de ramas; éstas les crecen
hasta los ocho años, sin que sea rigurosamente
exacto que echen un candil más en cada
año, como algunos suponen, pues el mayor ó
menor número de dichos candiles se cree que
proceda de la edad y de los mejores ó peores
pastos que tienen, sin que aquéllos les estorben
para correr ni pasar por medio de las
mayores espesuras; sólo cuando desmogan en
el mes de Marzo buscan los montes bajos y
tierras claras, con objeto de no tropezar con
las cuernas, que tienen entonces muy sensibles,
y las cuales no renuevan completamente hasta
el mes de Julio, en cuya época vuelven á sus
parajes querenciosos, que son los montes altos,
espesos y sombríos.
El celo ó brama de los ciervos empieza en
Septiembre; durante esta época se ponen tan
furiosos y fuera de sí que nada temen ni de
nada se recelan; si se hallan cautivos se precipitan
sobre sus guardianes, siendo preciso
tomar las mayores precauciones para evitar
accidentes. En libertad apenas comen, y re-

CIÉ — 123 — OIG
corren el bosque bramando de un modo especial.
Los ciervos son polígamos, y los machos
traban luchas terribles para obtener la
posesión de las hembras, cuyo combate casi
siempre termina por la muerte de uno de los
adversarios, y algunas veces de los dos. Este
furor amoroso dura hasta fines de otoño, quedando
tan extenuados que necesitan tiempo
para reponerse; con este objeto se retiran por
lo común á orillas de las selvas más cultivadas
, en que puedan hallar pastos abundantes.
Las ciervas no tienen cuernas; la duración
de la preñez es de ocho meses; por lo regular
sólo paren un cervatillo, y raras veces dos,
habiéndolas también infecundas. Los cervatillos
empiezan á echar los pitones de las cuernas
á los ocho meses de edad, en cuya época
se separan de los padres, y al año y medio se
hallan en estado de procrear; andan juntos
en manadas todo el invierno por los parajes
más altos y fragosos, hasta la primavera que
se bajan álos sembrados; las hembras se separan
y retiran á los sitios más montuosos y
solitarios, donde se ocultan para parir. El
ciervo tarda cinco ó seis años en crecer, y
vive treinta y cinco ó cuarenta años, siendo
una vulgaridad lo que se dice sobre la longevidad
de estos animales. El alimento que prefieren
es la hierba fresca y menos hollada, y
en la primavera los sembrados, flores de la
jara, hojas de las zarzas, espinos, retoños verdes
, etc., buscando siempre las aguas más
limpias y cristalinas para beber.
CIERVO VOLANTE (Lucanus cer-
Figura 68.—Ciervo volante
ras, L.).—Insecto semejante al escarabajo
(figura 68), de color negro, con cuatro alas,
las dos de encima duras, pardas y que sirven
de estuche á las otras dos, que son membranosas,
y en la cabeza dos especies de cuernecillos
negros, lustrosos, ahorquillados y ramosos,
parecidos á los del ciervo. Aunque en
su estado perfecto no causa daño á las plantas,
es destructora su larva, que se aloja y
vive en el tejido leñoso de los árboles, formando
en sus troncos tortuosas galerías, bien
perceptibles por el serrín que dejan, indicando
su paso. La larva de la hembra es más
pequeña que la del macho, sin que deje de
causar tanto daño, viviendo ambas en los
robles y encinas viejas, igualmente que en
muchos árboles frutales; pasan muchos años
en dicho estado de larva antes de transformarse.
Algunos proponen, como medio de destruirlas,
hacer inyecciones de líquidos acres
ó cáusticos, si á ello no se oponen las tortuosidades
de las galerías y los excrementos que
suelen obstruirlas.
CIERZA.—Brote de las raíces de la planta
madre. (V. Renuevo.)
CIGARRA (Género Cicada de Linneo).—
Las cigarras machos presentan en la base del
abdomen dos cavidades con membranas varias
en su interior, tensas unas y plegadas otras
en abanico, á cuyo juego se debe el canto que
ensordece en las horas más calurosas de los
días de verano. Las hembras depositan los
huevos en las ramas de los árboles, y las larvas
buscan luego de nacidas la tierra, y se
sepultan en ella á un metro de profundidad,
á lo largo de las raíces, de que se nutren. Esto
explica, sin necesidad de más pormenores,
por qué muchas personas creen que nacen las
cigarras del vapor de la tierra. Llegadas al
estado perfecto, viven pocos meses y mueren
con el estío. Este insecto gusta vivir con preferencia
en los olivos, algarrobos, moreras,
etcétera; suele ser poco dañino á la agricultura,
pero á veces destruye las ramas tiernas
del árbol, y cuando abunda mucho es necesario
destruirlo por cuantos medios sean posibles.
CIGARRA DE MAR (Scyllarus arctos,
Lat.; Scyllarus latus, Fabr.; Cigala, en Cataluña).—-Crustáceo
de la sección de los largos
ó macruros, que alcanza un pie de longitud
y tiene una carne delicada como la de la langosta.
Vive entre las peñas cubiertas de algas
y en fondos arcillosos, y para refugiarse construye
agujeros oblicuos de la magnitud de su
cuerpo. Prefiere las aguas tranquilas á las
muy agitadas, y para instalarse durante la
incubación de los huevos, las hembras buscan
los sitios poblados de ulvas y fucos. Las dos
especies conocidas viven en el Mediterráneo,
y se crían encerradas mejor que las langostas
y los lobagantes.
CIGARRAL.—En Toledo, huerta cercada
fuera de la ciudad, con árboles frutales y casa
para recreación.
CIGOÑAL.—Pértiga enejada sobre un pie
derecho, para sacar agua de algunos pozos
con que regar ó dar de beber al ganado.

CIL — 124 — CIL
^ CIGUA (Nectandra eigua, Rich.).—Árbol
hermoso, de la familia de las Lauráceas,
con hojas completamente lampiñas, cáliz glan-
•duloso, fruto ovoide y tronco maderable;
abunda en los montes de la Isla de Cuba.
CIGUARAYA.-(V. Cabo de hacha cimarrón.)
""CIGÜEÑA (Ornitología). — Género de
aves zancudas, de la familia de las Culiriros-
•tras; la especie más conocida en España es la
blanca; en algunas regiones europeas se ven
algunos individuos de la negra, y en el Senegal
y en la India los llamados marabús. La
cigüeña, que mide de 1 á 1,10 metros de altura,
tiene el pico grueso, medianamente hendido
, sin depresiones ni surcos, y de color rojo.
Las plumas de las alas son negras, y las restantes
blancas en la especie que habita en
Europa. Las piernas reticuladas, y los dedos
anteriores muy palmeados en su base. Las
mandíbulas del pico, al chocar una contra
otra, producen uu ruido característico. La cigüeña
instala su nido en las torres y en las
chimeneas de edificios muy elevados; pone de
•dos á cuatro huevos, de color blanco amarillento
y de forma prolongada. Es ave emigradora,
que emprende sus viajes en grandes
bandadas, de noche y cuando reinan vientos
•del Norte principalmente. Pasa los inviernos
€ii África, y regresa á Europa durante la primavera.
Como las golondrinas, es muy amante
de su nido, y no le abandona mientras vive.
Se familiariza mucho con la vista del hombre,
contribuyendo á ello el hecho de que
nadie la molesta, porque limpia los valles húmedos
de culebras, ranas y otros reptiles.
Hay quien afirma que posee una especie de
instinto caritativo; que cuida de los individuos
débiles, enfermos ó viejos de su especie,
y les proporciona la subsistencia. La cigüeña
negra es de menor talla, y solamente habita
en sitios alejados de las poblaciones.
CILANTRO, CULANTRO ó CORIAN-
DRO (Coriandrum sativum, L.).—Planta así
denominada de la palabra griega Koris, chinche,
perteneciente á la familia de las Umbeladas
coriándreas, originaria de Oriente y
Grecia, espontánea en Italia y España, y
aclimatada en Francia. El cilantro es herbáceo
, lampiño, de color verde claro, olor fuerte,
aromático y desagradable, que recuerda
el de la chinche, principalmente cuando se
frota con los dedos, y quellega á ser agradable
por desecación. La raíz es perpendicular,
fibrosa, delgada y blanquecina; el tallo erguido,
cilindrico, nudoso, ligeramente estriado
y ramoso en el vértice; las hojas alternas,
pecioladas y lustrosas; las radicales casi enteras,
cortadas y cuneiformes; las inferiores del
tallo pinnatisectas, con segmentos anchos,
cuneiformes y cortado-dentadas; las superiores
bi ó tripinnatisectas, con segmentos divididos
en tiras finas, lineares y agudas. Las
flores, que se abren durante los meses de
Junio y Julio, son hermafroditas, regulares,
pequeñas y rojizas ó blancas; las umbelas
constan de cinco á diez radios sin involucro
, y el involucrillo de tres hojuelas lineares
, cortas y colocadas en un lado. El cáliz es
gamosépalo, con tubo adherente al ovario y
limbo de cinco dientes desiguales, alargados,
ovales-lanceolados, extendidos, desiguales y
persistentes. La corola consta de cinco pétalos
obovales, escotados, con una tira doblada
hacia adentro; los estambres son cinco también;
las anteras biloculares é introrsas; los
dos estilos gruesos en la base y encorvados
hacia afuera; el fruto (diaquenio), globuloso,
ovoideo, amarillento y coronado por cinco
dientes desiguales que se separan en dos me-
JFigura 69.—Cilantro ó culantro
ricarpios con cinco costillas deprimidas y onduladas
, cuatro costillas secundarias salientes
y depresiones sin fajas. Las semillas son excavadas
del lado de la comisura.
El cilantro vegeta bien en todos los terrenos,
pero especialmente en los ligeros y bien
expuestos á la acción del sol. Se siembra en
Abril, y no requiere otros cuidados que alguna
escarda. Las plantas se recolectan en Septiembre,
época de la madurez, y se secan á la
sombra. Dicese que es peligroso permanecer
en los campos donde hay cilantro, á causa del
aroma que exhala este vegetal.
Se usan los frutos, mal llamados semillas,
que contienen un aceite volátil de color de limón
y muy oloroso. Posee el cilantro, pocas
veces prescrito en la actualidad, las propiedades
de las umbelíferas aromáticas, y provoca
por tanto la hipersecreción del jugo gástrico,
y es estomacal, carminativo y diaforético. Se
emplea contra las afecciones gastro-intestina-

CIM — 125 — CIM
les, en las cuartanas y aun contra el histerismo
y las cefalalgias consecuencia de esa última
enfermedad. Los confiteros preparan con
él anises para perfumar el aliento, y en algunos
países se emplea en aromatizar los alimentos
y las bebidas. El cilantro es preparado
por los farmacéuticos en varias formas:
1. a
, infusión, con 10 á 30 gramos por 1.000 de
agua; 2. a
, en agua destilada, en cantidad de
30 á 100; 3. a
, en polvo, ala dosis de 1 á 4 gramos;
4. a
, en tintura, á la dosis de 2 á 4 gramos;
5. a
, en alcoholado, á las de 4á20 gramos;
6. a
, en aceite esencial, á las de 30 centigramos
á un gramo. Entra también en el alcoholado
de melisa compuesto y en la medicina negra
como correctivo.
CILLA.—Casa ó cámara donde se recogían
los granos.
CÍLLAZGO.— Derecho que pagaban los
interesados en los diezmos porque estuviesen
recogidos y guardados en la cilla los granos y
demás frutos decimales.
CILLERO.—El que tenía á su cargo guardar
los granos y frutos de los diezmos en la
cilla, y dar cuenta de ellos y entregarlos á los
interesados. || También se llama culero en algunas
provincias á la bodega, despensa ó sitio
seguro para guardar algunas cosas.
CIMBALARIA (Linaria cimbalaria,
Mili.).— Hierba que se cría en las peñas y
murallas, con las hojas parecidas á las de la
hiedra, de figura de corazón y lampiñas, los tallos
tiernos, y la simiente arrugada y prendida
de unos pezoncillos muy largos. Se emplea
en jardinería para adorno de paredes, rocas y
de los vasos suspendidos. Se multiplica fácilmente
en toda época por sección de los tallos,
que arraigan fácilmente,' y requiere tierra
arenosa.
CÍMBARA.—Instrumento rústico muy semejante
á la guadaña, pero mayor; tiene la
hoja más ancha y pesada, y con ella se siega
y corta á golpe. Sirve comúnmente para rozar
las matas y monte bajo, y se usa mucho en la
Andalucía baja.
CIMENTACIÓN—Los trabajos que tienen
por objeto proporcionar á los edificios
uñábase sólida é inmóvil, reciben en general
el nombre de cimentación; como quiera que los
agentes exteriores, aun en el caso más favorable,
siempre descomponen la capa superior
del terreno, disminuyendo por lo tanto su cohesión,
los cimientos se hallan siempre por
bajo de la superficie del suelo, no resultando
al exterior, ni siendo por lo común directamente
utilizados.
Todo esmero, todo cuidado que se ponga
en una obra es perfectamente inútil si la base
sobre que descansa no es firme é invariable;
condiciones que por su ausencia comprometen
á cada paso la existencia de la construcción,
determinando en un plazo más ó menos largo
su completa ruina. Es tan grande su importancia,
que es la primera cuestión, y la más
esencial para el constructor, la que presenta
algunas veces mayores escollos, mayores gas­
tos y más graves contratiempos. Hasta tai
extremo llega su influencia en lo que á la
construcción se refiere, que nosotros no vacilamos
en afirmar que es uno de los más interesantes
factores que deben entrar á decidir el
emplazamiento de las obras rurales. Quédense
para la construcción urbana los grandes trabajos,
los grandes gastos, la exposición de lascimentaciones
difíciles; allí las alineaciones y
rasantes, el valor de los solares impone condiciones
ineludibles; el problema entonces es
vencer los obstáculos de la manera más económica
posible; pero en el campo, donde se
puede, á costa de pequeños sacrificios, variar el
emplazamiento de las edificaciones, es una verdadera
locura sujetarse, si el terreno presenta
dificultades para cimentar, á un sitio determinado
, recargando el presupuesto de la obra
en cantidades nada pequeñas, y luchando con
obstáculos que pueden comprometer gravemente
la solidez de la construcción; así, pues,
debe procurarse elegir terrenos firmes y seguros
que puedau soportar el peso de la obra sin
ceder á la presión, que no se desagreguen fácilmente
por los agentes atmosféricos, ó por
las lluvias y corrientes de agua, procurando
además que sean poco permeables.
Sin entrar á describir algunas de las operaciones
preliminares que se hacen para reconocer
las cualidades del terreno antes de dar
principio á las fundaciones, porque las obras
de que hemos de ocuparnos en este DICCIONA­
RIO no requieren, por su poca importancia,
recurrir á grandes sondeos ni otros trabajos
análogos, y si lo necesitan salen por completo
de los límites de este trabajo, nos ocuparemos,
sin embargo, de los diversos suelos que
se presentan con más frecuencia, y de los medios
de cimentación empleados, según los
casos, advirtiendo que todo lo dicho es relativo
y deberá estar en armonía con la mayor
ó menor importancia de la obra.
Los terrenos buenos que se prestan á las
fundaciones sobre terreno natural suelen estar
generalmente compuestos de margas, arcillas
, arenas muy compactas ó tierra virgen
que no haya sido removida profundamente
ni echadiza, aunque sea desde tiempos remotos.
Para conocer su estructura, composición
, etc., se abren pozos ó calicatas, en los
que se observa el aspecto general, que debe
ser compacto y unido, resistiendo las presiones
que se ejerzan por vía de ensayo; estas
pruebas se hacen en puntos distintos, á cierta
distancia unos de otros, para cerciorarse de
que en todas partes reúne los mismos caracteres.
Además, si en las inmediaciones hay
excavaciones ó desmontes antiguos, se notarán
las particularidades que presenten, indagando
por cuantos medios estén al alcance
del propietario, todos los datos que contribuyan
al conocimiento más perfecto del terreno
, disposición y uniformidad general de su
masa, para asegurarse de que no hay oquedades
ni fallos en las inmediaciones; además de
las noticias que pueden adquirirse, no son per-

CIM — 126 — CIM
didas las precauciones que se tomen; se harán
algunos ensayos, entre ellos uno sencillísimo
y muy generalizado entre los prácticos: se reduce
á colocar en el pozo ó zanja abierta un
cubo de agua con un pedazo de papel en la
superficie, y cuando esté perfectamente inmóvil,
dar un fuerte golpe de pisón al lado,
repitiendo si es preciso la prueba, y observando
el movimiento del agua, que se hace mucho
más sensible con las oscilaciones del papel; si
éste no se mueve, el terreno puede asegurarse
que es macizo; los que tienen ya adquirida
cierta costumbre deducen también por el sonido
producido por el golpe si existen ó no
oquedades en los alrededores.
Para reconocer si existe uniformidad en
toda la superficie que ha de ocupar la obra,
y para no hacer un número excesivo de pozos,
se sondea en varios puntos, investigando
de paso en las calicatas si á mayor profundidad
varía la naturaleza del suelo. Las sondas
hoy puestas en uso son bastantes, y según la
profundidad á que se desee bajar, así conviene
elegir tamaños y sistemas; la más sencilla
es la tienta, que es una varilla de hierro terminada
por un extremo en forma de barrena
ó punta dentada, y por el otro en un travesano;
esta tienta se introduce verticalmente,
haciéndola girar más tarde, no sólo para asegurarse
de la dureza del terreno, sino para
que agarre la barrena y pueda sacar entre sus
dientes', que á prevención se habrán untado
con grasa, algunas partículas de la profundidad
á que haya llegado el extremo de la tienta,
y por estas partículas venir en conocimiento
de la composición del subsuelo.
Una vez hechos todos estos ensayos y observaciones
con satisfactorio resultado, y sin
que dejen lugar á dudas, puede considerarse
el terreno como bueno, y comenzar á cimentar
en la forma que á continuación describimos.
Una vez abierta la caja de cimientos, cuj-a
profundidad varía con la clase del terreno,
pues al paso que en roca muy dura basta con
vaciar de 0,05 á 0,10 metros, en otras donde
las primeras capas no ofrezcan la consistencia
necesaria se hace preciso llegar al terreno
firme, y éste se encuentra á distancias tan variables
que no se pueden calcular ni aproximadamente,
siendo distintas para cada caso,
se procede á enrasar el fondo, regularizando
al propio tiempo sus paredes. Cuando se llega
á ciertas profundidades y el terreno no ofrece
seguridad en las capas superiores, es preciso
asegurarlo con tablones sostenidos con codales,
ó sea maderos acuñados en sentido atravesado
al ancho de la zanja; operación que recibe el
nombre de acodalamiento, que es barata y
sencilla, y evita muchos peligros; no es raro,
y recientemente ha sucedido en una capital de
España, que se hundan los cortes ó paredes
de las zanjas, sepultando á los obreros que
estaban trabajando en el fondo de éstas, por
no haber tenido la precaución de acodalar
Antes de que comiencen los trabajos.
Regularizadas las paredes y fondo de la
zanja, y nivelado éste, se riega con abundancia,
empezando después á ejecutar la fábrica
de cimentación, que, según convenga, puede
hacerse con hormigón bien apisonado y regado
con abundancia por capas delgadas, ó de
manipostería perfectamente enripiada con cascote,
ó mejor aúu con ladrillo santo; las capas
de mampostería no excederán nunca del grueso
de 2 pies, contando en él el mortero y
ripio, y se apisonarán después de bien acuñadas,
no escaseando el agua para que la mezcla
llene todos los huecos que dejan los materiales,
y teniendo siempre por guía que todo
el esmero que en estas operaciones se desplegue
puede darse por bien empleado.
En el caso de que la obra tenga varias rasantes,
que el terreno esté en pendiente, ó
que en unos puntos se encuentre el buen subsuelo
á mayor profundidad que en otros, no
hace falta bajar con los cimientos por igual,
y se puede recurrir á los banqueos, que consisten
en escalonar, tanto en la caja como en
la fábrica, teniendo especial cuidado en que
la base de todos ellos sea perfectamente horizontal,
que la trabazón sea muy íntima cuando
lleguen á encontrarse, y que al final, al
enrasar, estén á un mismo nivel, para que el
peso de la obra se reparta y descanse por igual
en todos los puntos del terreno, pues en caso
contrario pudieran ocurrir quiebras ú otros
accidentes de mayor importancia, ocasionados
por el asiento desigual de la construcción.
No es raro que el subsuelo ofrezca puntos
aislados de mal terreno en los que sería costoso
profundizar hasta encontrar base firme
parala cimentación; para evitar los trabajos
que esto ocasionaría, se construyen bóvedas
de descarga, apoyadas en las fábricas levantadas
en los puntos de buen terreno, y cargando
después sobre ellas y sobre el resto de la fábrica,
con la que han de quedar perfectamente
enrasadas.
Este sistema hay que subordinarlo siempre
á la extensión que comprendan los fallos;
fácilmente se comprende que si la distancia
que hay que salvar en la bóveda es grande,
•puede llegar á ser antieconómico el procedimiento.
También en esos puntos donde se encuentra
mal subsuelo en las primeras capas, lo
mismo que cuando el espesor del mal terreno
es excesivo, en vez de abrir las zanjas de cimientos,
se abren solamente pozos distanciados
convenientemente entre sí, rellenándolos
con hormigón ó mampostería, y volteando
más tarde la bóveda sobre ellos. El relleno de
estos pozos se hace desde la superficie, arrojando
en el fondo los materiales, lo mismo
la piedra y el mortero en la mampostería, que
el hormigón si la mezcla se hace anteriormente,
y la fuerza de la caída los deja ya bien
apisonados, con tanto más motivo, cuanto que
la mezcla no se escasea, y el agua, que-se echa
en abundancia, la arrastra hasta llenar todos
los intersticios, quedando en conclusión la

CIM — 127 — CIN
fábrica tan bien macizada como si se hubiese
hecho colocando los materiales á mano.
Las operaciones anteriormente descritas
pueden aplicarse al caso en que se encuentren
aguas en las zanjas ó pozos abiertos, con la
única diferencia de que hay necesidad de emplear
en las fábricas morteros hidráulicos. Si
la cantidad de agua fuese excesiva, ó la obra
sujeta á corrientes continuas, las precauciones
tienen que ser mucho mayores, y entran de
lleno en el estudio de las fundaciones hidráulicas.
Todo lo dicho hasta aquí es en el supuesto
de que se encuentre buen terreno á una profundidad
prudencial j aunque las primeras
capas no reúnan buenas condiciones, ó en el
de que dichas capas se presten desde luego á
cargar sobre ellas; pero si estas cualidades
desaparecen, el problema de la cimentación
cambia por completo de aspecto. Hay que seguir
otros procedimientos, como el de introducir
en el suelo vigas de madera, rollizos ó
tubos de hierro; operación que se conoce con
el nombre de pilotaje, del que nos hemos de
. ocupar muy someramente. Prescindiendo desde
luego de los pilotes de hierro, los de madera
se introducen en el suelo á.golpes, bien
sean dados á brazo, con el martillo, pilón
ó máquinas especiales, según sus dimensiones
; el número de pilotes es ¡variable, según
los casos; aumenta en proporción directa de
las malas condiciones del suelo, pudieudo
hacer extensiva esta proporción á la longitud
que han de tener las vigas ó rollizos
empleados. Todos ellos deben quedar enrasados,
y sobre sus cabezas se forma con otras
vigas ó maderos un emparrillado, que se ensambla
con esmero para que resulte un todo
invariable, y dispuesto de modo que el peso
de la obra se reparta con la mayor uniformidad
posible.
Las arenas ó terrenos movedizos que se
presentan con este mismo carácter hasta una
gran profundidad, se utilizan en caso necesario
para cimentar, pero cou ciertas precauciones
que aseguren el éxito de la obra.' En primer
término hay que ensanchar en gran escala
la base de sustentación, apisonándola con
fuerza y regando en abundancia la parte que
ha de ocupar la fundación; después se comienza
ésta por capas delgadas, llevando á una
altura uniforme todas las hiladas para que el
peso que recibe el terreno, y por lo tanto el
asiento, sea igual. No es precaución ociosa
observar antes de continuar la obra si la cimentación
toma movimiento al asentarse,
pues este sistema, como se deduce de lo expuesto
, se funda única y exclusivamente en
que ocupando los cimientos mucha superficie
y hecha por igual la fábrica, el peso está muy
repartido, la compresión es pequeña, y aunque
exista, siendo uniforme, no ofrece peligros
para la solidez y duración de los edificios;
siempre que estos casos se presenten, se
emplea exclusivamente mortero hidráulico,
usándolo con abundancia para que, filtrado y
arrastrado por las aguas, sujete el terreno de
alrededor, aumentando la base de sustentación.
Múltiples y variados problemas se presentan
en el estudio de la cimentación, y sería
interminable el consignar los procedimientos
conocidos y los datos que existen sobre una
materia tan interesante, que ha servido de
tema para escribir numerosas obras nada pequeñas;
pero juzgamos ocioso insistir en este
asunto, no-sólo porque en construcción rural
es fácil modificar el emplazamiento de las
obras, sino porque éstas no revisten eu general
gran importancia, y porque si se trata de
edificios de alguna consideración y se tropieza
con obstáculos al ejecutar las fundaciones,
debe siempre consultarse con personas de reconocida
competencia, evitando así gastos
inútiles, accidentes desagradables y la grave
responsabilidad que traen consigo.
C. Rodriafáñez.
CINAMOMO.—Este nombre se da en Andalucía
al árbol Eloeagnus angustifolia, L.,
de la familia de las Eleágneas. En las Islas
Filipinas vegetan, además de dicho nombre, el
árbol silvestre Melia iloilo, P. Blanco, de la
familia de las Meliáceas. (V. Árbol del Paraíso
y Melia.)
CINCO EN RAMA (Potentilla reptans,
Liimeo).—Hierba medicinal, algo semejante
á la fresa, con las hojas compuestas de otras
cinco más pequeñas, los tallos tendidos sobre
la tierra, la flor amarilla y la raíz del grueso
comúnmente de una pluma de escribir, y de
color pardo rojizo.
CINCHA. —Faja de cáñamo, lana, cerda,
cuero ó esparto cou que se asegura la silla ó
albarda á la cabalgadura, ciñéndola por debajo
de la barriga, y apretándola con una ó más
hebillas. Se llama cincha maestra la que abraza
por cima de las barras la silla española para
que quede bien sujeta al cuerpo del caballo, y
cincha horcada la que sirve, en unión de la
maestra, para sujetar la silla al lomo del caballo.
El jinete tendrá cuidado que las cinchas no
queden muy flojas ó muy justas, porque de
lo primero resulta el rodarse en la silla, y de
lo segundo el desesperarse el caballo y exponerse
aquél á una desgracia; también .tendrá
presente que hay muchos caballos que retienen
maliciosamente el aliento cuando les
aprietan las cinchas, hinchándose de vientre
de tal modo que apenas pueden alcanzar las
hebillas á los contrafuertes, y otros que si se
les monta después de habérselas ajustado, tienen
el vicio de saltar y brincar, hasta aflojarlas
y romperlas, y algunos que se tiran al
suelo.
CINCHERA.—Parte del cuerpo de las caballerías
por donde pasa la cincha, que es por
detrás de los codillos, abrazando las costillas
verdaderas; la cinchera debe ser regular, ni
muy aguda ni muy redonda.
En veterinaria se da este nombre á la herida
ó contusión que en dicha región suele pro-

CIN — 128 — CIN
(lucir, al desituarse por una circunstancia cualquiera,
¡a cuerda llamada sobrecarga. Algunas
veces esta lesión produce una inflamación que
se extiende por entre las extremidades anteriores,
dificultando la marcha del animal.
Este accidente se remedia fácilmente suprimiendo
ante todo la causa que lo produce;
pero si se forma tumor es necesario resolverlo
pronto ó dar salida al pus por medio de una
abertura. Las fricciones de ungüento mercurial
en la circunferencia de la herida y la precaución
de proteger á ésta contra el contacto
Figura 70,—Cineraria
del aire, bastan generalmente para obtener la
curación.
CINCHONA (Botánica).— Género de
plantas de la familia de las Rubiáceas, originaria
de la América meridional. Son árboles
preciosos por los alcaloides, principalmente
la quinina y la cinconina, que contiene la
corteza de muchas especies. (V. Quina.)
CINERARIA (Cineraria hybrida, Wild.)
(Jardinería).—Planta bienal, de estufa templada
y de aire libre, ornamental por excelencia,
tanto por el elegante porte de sus
hojas, cuanto por su larga y abundante floración
(figura 70). Se emplea para adornar
las habitaciones y para canastillos en sitios
abrigados, y perpetúa su floracióu cortando
las flores cuando aparecen. Hay gran número
de variedades, de colores variados, que florecen
durante el invierno, primavera y verano.
Se siembran al aire libre en Junio y Julio,
en un sitio sombreado; se repican en tiestos
pequeños, que en otoño se colocan bajo abrigo
ó en estufa, pero siempre expuestas á la
luz, y á medida que crecen se trasladan á
otros tiestos mayores, con tierra substancial,
ligera y sin humedad excesiva, con tierra de
brezo y mantillo. La tierra llamada de encina,
ó mantillo muy descompuesto de este árbol,
caries de la encina ó troncos viejos podridos,
mezclados con una tercera ó cuarta parte de
tierra, la hacen adquirir un gran desarrollo,
duplicando la floración y por más tiempo. En
Junio, y cuando no se temen los fríos, se
sacan los tiestos y se plantan en canastillos,
grupos, etc.
Las principales castas de flores grandes
últimamente obtenidas son las siguientes:
VARIEDADES ALTAS.—Híbridas de flor
blanca, de 40 á 50 centímetros de altura;
de flores azules y de flores encarnadas.
ENANAS, utilizadas principalmente para
adornar las habitaciones, con ramos floríferos
numerosos y cortos, que se terminan
por flores de un solo color, ó mezclado con
el blanco.—Be flores dobles, notables por
su volumen y porque su floración, en vez
de durar algunos días, se prolonga mucho
más, conservando por largo tiempo su fragancia,
aun después de marchitarse.
CÍNIFE—(V. Mosquito.)
CINNAMOMUM.—(V. Calingag.)
CINOGLOSA (Cynoglossum ojficinale)
(Botánica y Farmacia).—Planta herbácea,
de la familia de las Borragínéas,
que crece espontáneamente en los terrenos
estériles, secos y arenosos de Francia, y
en algunos de nuestra Península. Alcanza
de 4 á 8 decímetros de altura, y es de color
verde blanquizco y olor fétido. La raíz es
gruesa, carnosa, fusiforme y larga, gris
por fuera, blanca por dentro, y de sabor
y olor virosos. El tallo es erguido, duro,
muy ramoso, con estrías longitudinales,
y pelos blancos y extendidos. Las hojas
son blandas, blanquecinas y están cubiertas
de vello fino; las radicales lanceoladas,
agudas y terminadas en un pecíolo largo; las
del tallo sentadas, algo abrazadoras, alternas,
ovales-lanceoladas, enteras, agudas y semejantes
á una lengua de perro, que es lo que
el nombre significa. Las flores, que aparecen
de Mayo á Junio, son bastante pequeñas, rojas
ó de color morado obscuro, provistas de una
ó dos brácteas en la base, dispuestas en racimos
cortos y arrolladas en el vértice formando
cayado. El cáliz es persistente, con cinco
divisiones profundas, ovales, prolongadas y
cubiertas de pelos sedosos. La corola es gamopétala
y en forma de embudo, algo más
larga que el cáliz; el limbo cóncavo y con
cinco lóbulos; la garganta cerrada por cinco
apéndices conniventes y obtusos; los cinco
estambres inclusos y alternos; los cuatro ovarios
obovales, algo deprimidos en el centro y
erizados de puntas cortas; el estilo corto,
adelgazado en el vértice, formando punta tam-

CIP — 129 — CIP
bien; el estigma muy pequeño y escotado. El
fruto (tetraquenio) está aplastado, erizado
de puntas, principalmente en los bordes, y
rodeado por un cáliz persistente.
No es necesario cultivar la cinoglosa, porque
crece con bastante abundancia espontáneamente,
pero se pueden sembrar las semillas
por otoño en una tierra ligera, cálida y
substanciosa, no debiendo ser transplantada
nunca. La cinoglosa no se recolecta hasta el
segundo año, y después de la florescencia. Comúnmente
se corta para que se seque por
completo, y una vez desecada presenta una
corteza arrugada y negra, y color blanco en
el interior. Se prefiere la corteza para utili-
Figura 71.—Cinoglosa
zarla, y se desecha la parte leñosa como inerte.
Como esa corteza absorbe mucho la humedad
, es necesario conservarla en sitios
secos.
En farmacia solamente se usa la raíz de la
cinoglosa, que contiene un principio oloroso
viroso, materia colorante grasa, resina, tanino,
varias substancias orgánicas y sales. Se
han atribuido á esa raíz propiedades narcóticas,
probablemente á causa de su olor, pero
es casi inerte. La reputación de esa planta es
debida á las pildoras, que se preparan con la
raíz, y al opio que contienen. Se la consideró
un tiempo como hemoptísica y antidiarréica,
y las hojas en cocimiento ó en cataplasma se
han aplicado en las quemaduras é inflamaciones
superficiales. Se prepara farmacéuticamente
en cocimiento á la proporción de 30 á
60 por 1.000, y entra en las pildoras de cinoglosa,
que contienen la octava parte de su peso
en extracto de opio.
CIPRÉS.—Llámanse así varios árboles
exóticos, de la familia de las Coniferas y tribu
de las Cupresíneasi que se cultivan para adorno,
y corresponden á diversas especies del
género Cúpressus. Las más importantes son
las siguientes:
1. A
Cupressus fastigiala, D. C. Nombre
vulgar, Ciprés común.—Oriundo del Asia.
DESCRIPCIÓN.—Hojas triangulares, glandulosas
en el dorso; ramas y ramillas aplicadas
sobre el tronco. Fruto gálbulo de 2 á 3 centímetros
de diámetro, de color gris-pardo algo
brillante, compuesto de diez escamas leñosas,
hinchado-peltadas en su extremidad, ligeramente
mucronadas en el centro. Florece en
Abril y fructifica en Agosto del siguiente
año, diseminando en el otoño del mismo ó en
la primavera que sigue. Es éste un árbol elevado,
de corteza delgada, lisa y superficialmente
hendida á lo largo, y de color grisrojizo.
Adquiere á veces una altura de 25 metros
con 2 de circunferencia. El tronco es
derecho, acanalado, y echa, á partir de la
altura de 2 metros, contada desde el suelo,
ramas numerosas, apretadas y derechas, que
forman una copa muy estrecha y alargada. Se
da bien en las llanuras, colinas y laderas de
las regiones montañosas, así como en todas
las exposiciones. Vive mejor en los terrenos
secos, ligeros y profundos.
CULTIVO.—En general requiere tierra ligera
y exposición cálida, multiplicándose por
semillas sembradas durante la primavera en
tierra de brezo si se puede. Conviene resguardar
la planta de los fríos húmedos durante el
primer año.
D. Antonio Sandalio de Arias aconseja para
el cultivo del ciprés lo siguiente:
«Cuando es poca la cantidad de árboles que
se necesita, deberáu sembrarse en tiestos ó
cajones anchos y de 1 á 2 pies de profundidad,
preparándolos con una mezcla compuesta de
dos partes de mantillo y un tercio de tierra,
todo muy menudo, cribado y limpio. Se esparce
en ellos la semilla con igualdad; se
cubre en seguida con una capa de mantillo
puro que no pase del grueso de un dedo cuando
más, y se riega con regadera de lluvia
fina para que no se descubra ni se arroye la
simiente. Al año de nacidas las plantas, ó á los
dos años si no están muy espesas, se vacía el
tiesto ó cajón y se sacan todas las plantas para
transponerlas al sitio en que han de permanecer.
De este modo se arrancan sin que se
les lastimen las raíces, se plantan al momento
y no se suele perder ninguna. Pocos tiestos ó
cajones se necesitan para lograr dos ó tres mil
plantas criadas por este método; pero si todavía
fuese menester mayor número, debería
prepararse un semillero largo, angosto y que
á la profundidad de un pie estuviese bien embaldosado,
con el objeto de que al llegar la
raíz central se detenga, se ramifique y produzca
una buena porción de raíces cabelludas,
capaces de asegurar el arraigo al tiempo del
transplante.»
Bien se deja conocer la facilidad que habrá
de arrancar todas las plantas de este semillero,
pues empezando por una punta y levantando
los cepellones de tierra con una pala de
hierro introducida á raíz del embaldosado, se
sacarán sin dañar las raíces.

CIP — 130 — CIR
Los inteligentes aconsejan, sin embargo,
los semilleros sin embaldosado, por lo costoso
y por no ser indispensable. También recomiendan
el transplante con cepellón.
APLICACIONES T PRODUCTOS. — Sirve este
árbol para poblar los terrenos incapaces de
llevar otro arbolado, y es muy útil para formar
galerías, arcos, jarrones y cualesquiera
figuras, porque sufre muy bien el recorte de la
tijera.
En Tolox, Coíu y Alora, según el testimonio
de Clemente, plantan el ciprés por
adorno en las haciendas. En los cementerios
de muchos países es ornamento obligado, por
el carácter lúgubre y demasiado misterioso
que se le ha dado, sin duda por su magnífica
forma cónica, su color verde obscuro, su opacidad
y lo derecho de su tronco. La madera
es dura, compacta, de grano fino, olorosa,
rojiza, ligera, y no se hiende ni carcome. Su
densidad es de 0,554 á 0,584. De singular
olor y muy preciosa para arcas, siempre parece
que está nueva, aunque sea de muchos
años, y tanto que casi parece eterna. Hácense
con ella tablas, tubos de órganos, instrumentos
de música y embutidos, así como otras
obras de ebanistería y carpintería. También
se usa para ataúdes, como se ve eu algunas
momias de Egipto. Dura muchísimo bajo del
agua, y los rodrigones resisten mejor que los
de roble.
Propagado este árbol por los persas y puesto
bajo la protección de Ditis por los griegos,
su madera fué, como la del cedro, la más
buscada para ornato de los templos y abasto
de la marina mediterránea. Hasta Noé construyó
de ciprés el arca, según Sprengel
(Hist. rei. herb., I, 17). Plinio, los historiadores
de la Iglesia de San Pedro en Roma y
León Alberty citan ejemplos de puertas monumentales
hechas con madera de ciprés, cuya
duración se cuenta por siglos.
2. a
Cupressus horizontalis, Mili.; (C. ex­
pansa, Hort.). — Esta especie, que algunos
consideran como variedad de la anterior, se
distingue por tener las ramas extendidas, casi
horizontales, formando copa oval ó semiesférica.
Adquiere una altura de 8 á 12 metros.
Florece eu primavera.
3. a
Cupressus torulosa, Don.—Árbol asiá­
tico, más elegante que el C. fastigiata, por ser
menos sombrío. Los gálbulos tienen de 12 á
15 milímetros.
4. a
Cupressus glauca, Brot. (C. Lusitani-
ca, Mili.).—Árbol de la India y de las montañas
de Coa, introducido primero eu Portugal.
Se multiplica por semilla, estaca é injerto
de aproximación sobre el C. sempervirens.
Es planta notable por su talla, sus ramas desparramadas
é inclinadas hacia el suelo y revueltas
en la extremidad, siendo de color
glauco, casi azul á veces. El fruto ó gálbulo
es redondeado, de 15 á 18 milímetros, y está
cubierto de polen garzo. Florece en primavera.
Resiste mucho la sequía, Es éste un ciprés
precioso para los jardines, á causa del color
particular y muy marcado de su follaje. Siente
bastante el frío.
5. a
Cupressus macrocarpa, Hartw.—Originario
de California. Es árbol de mucho vigor
y rápido crecimiento, pero siente mucho el
frío del invierno. La copa forma una pirámide
ancha, de ramas divergentes. El fruto es
del tamaño de una nuez.
6. a
Cupressus thuyoides, L.—Árbol del Canadá.
Virginia y Luisiana, de 21 á 26 metros
de altura. Su madera es blanda, aromática,
rosada y ligera. Se usa con mucha frecuencia
para la construcción en la América del Norte.
Hay una variedad muy interesante, cuyas
hojas son abigarradas. Requiere tierra húmeda
ó algo pantanosa. Se multiplica por semillas
en tierra de brezo. Debe dársele mucho
riego.
7. a
Cupressus pálida, Pers. — Arbolillo con
ramas largas, colgantes, igualmente que los
ramillos, cortos y de dos filos. Gálbulos de
color pardo-rojizo, formados de ocho escamas
caniculadas. Florece en Marzo.
CONDICIONES GENERALES DE CULTIVO.—Todos
los cipreses se multiplican por semillas.
La siembra debe hacerse en tiestos ó en sitios
sombríos y frescos. Deben protegerse las
plantitas durante los primeros años contra el
sol, los grandes fríos y la humedad excesiva.
Es bueuo, sin embargo, plantarlas de asiento
así que hayan adquirido mediana resistencia,
porque las plantas muy desarrolladas prenden
con mucha dificultad. A falta de semilla puede
acudirse al injerto, y en último extremo
al empleo de estacas; pero excusado es decir
que, tratándose de coniferas, este medio es
de resultados muy inseguros. Todos los cipreses
se crían bien en terrenos cálidos y ligeros,
más bien calizos que arcillosos. De aquí que
sean árboles más propios para las comarcas
del Mediodía que para las del Norte.
J. Jordana y Morera.
CIRCULACIÓN (Fisiología animal).—
Movimiento incesante de los líquidos nutritivos
en los vasos que los contienen, con objeto
de llevar á todo el organismo los elementos
que necesita y que por absorción ha recogido
el aparato digestivo, y volver aquellos líquidos
á los órganos respiratorios, donde por el contacto-con
el aire adquieren de nuevo las propiedades
que el trabajo nutritivo y secretorio
las hizo perder. Esa función es una de las más
esenciales en los seres vivos. No siempre se
supo que se verifica. D. Francisco de la Reina,
albéitar establecido en la ciudad de Zamora,
en su Libro de Albeitería, impreso en Burgos
el año 1564, fué el primero que habló de la
circulación de la sangre, y el inglés Guillermo
Harvey demostró en 1628 ese movimiento
de una manera acabada. En los mamíferos y
en las aves la circulación es completa;, la
sangre arterial y la venosa están completamente
separadas, y en el trayecto que recorre
el fluido existe un órgano impulsor ó corazón;
en los reptiles, la sangre arterial y la
venosa van á parar. al corazón, que lanza

CIR — 131 — CIR
parte de la mezcla resultante á los pulmones
y parte á los órganos que debe nutrir, de manera
que nunca es completamente arterial la
sangre impulsada, ni la enviada al pulmón
enteramente venosa; en los peces, las dos clases
de sangre están bien separadas, pero solamente
existe órgano de impulsión para la sangre
venosa; en los moluscos y crustáceos ocurre
todo lo contrario, el corazón es exclusivamente
arterial; en los anélidos existe también
la separación de una y otra sangre, pero falta
el corazón y los líquidos circulan por la sola
acción de los vasos; por último, en los insectos
el aire llega á todos los puntos de la economía,
siendo la circulación completamente
rudimentaria y verificándose la hematosis en
los órganos mismos.
De todos modos, el aparato circulatorio tiene
siempre el mismo objeto: llevar la sangre
hematosada á todas las partes del cuerpo y
devolverla álos pulmones en caso de existir
éstos. La circulación se divide en grande y
pequeña; la primera comprende el trayecto
que recorre la sangre desde el corazón al sistema
capilar general por las arterias, y de este
sistema al corazón por las venas; y la segunda
el trayecto entre el corazón y los pulmones
por la arteria pulmonar, y de los pulmones al
corazón por las venas pulmonares. También
se ha dividido en circulación arterial y circulación
ve?iosa. En los animales superiores la
circulación se verifica de una manera verdaderamente
ingeniosa y admirable. El mecanismo
se basa sobre el sistema de las bombas
aspirantes ó impelentes. El corazón , que es
la verdadera máquina de la función, es un
músculo de cuatro cavidades separadas entre
sí, dos superiores ó aurículas, y dos inferiores
ó ventrículos, combinados en pares que se
llaman derecho é izquierdo, y que comunican
la aurícula derecha con el ventrículo derecho
y la aurícula izquierda con el ventrículo izquierdo.
Cuando la sangre es lanzada por una de
esas cavidades en virtud de la contracción de
sus paredes, no vuelve á ella gracias á la acción
de una válvula, que obra lo mismo que
las válvulas de las bombas. Resumamos en
breve la marcha de la circulación. Los materiales
nutritivos preparados por la digestión,
son absorbidos en el canal intestinal y vertidos
en la sangre venosa que acude á los vasos
desde todas las partes del cuerpo, para penetrar
en el corazón por la aurícula derecha. El
líquido desciende al ventrículo derecho, bien
en virtud de su propio peso, bien en virtud
de la dilatación del mismo ventrículo,
bien por la contracción de la aurícula, que
le comprime; entonces se contrae el ventrículo
derecho á su vez, y el líquido oprimido, no
pudiendo elevarse á la aurícula de que ha salido,
pasa por una segunda abertura del ventrículo
, que comunica con los canales especiales,
llamados arterias pulmonares, y éstas le
conducen á los pulmones. Cuando la sangre
venosa, mezclada con el quilo de la diges­
tión, ha experimentado la acción del aire en
los pulmones, se convierte en sangre arterial
y vuelve al corazón por las venas pulmonares.
Estas venas la derraman en la aurícula izquierda,
y desde ella desciende al ventrículo
correspondiente, en virtud del mismo mecanismo
y de las mismas leyes que la impulsaron
por la aurícula y el ventrículo derechos.
Las válvulas de que se hallan provistos impiden
el regreso de la sangre al corazón, y entonces
es lanzada con fuerza á las arterias, y
por ellas á todas las partes del cuerpo para
nutrirlas y conservarlas.
Tales indicaciones bastan para dar idea de
la circulación y del admirable aparato ó corazón
, formado por cuatro cavidades, dos á
la derecha y dos á la izquierda, completamente
distintas ó independientes las primeras
de las segundas. El corazón es, por lo
tanto, un aparato dobie, destinado por una
parte á recibir y lanzar la sangre venosa hacia
los pulmones, y por otra á recibir y rechazar
la sangre arterial á todas las partes
del cuerpo, resultando dos especies de circulación:
una desde el corazón á los pnlmones
y desde los pulmones al corazón, y otra que
se realiza desde todas las partes del cuerpo
al corazón y desde el corazón á todas las partes
del cuerpo. La primera es la circulación
pulmonar ó la llamada pequeña circulación,
y la segunda la gran circulación, ó sea la arterial
y venosa. Ya hemos dicho que no se
realiza de una manera tan completa en las especies
inferiores de la escala animal, y es indudable
que la perfección del organismo guarda
relación íntima con la complicación de
aquélla.
Numerosos son los trabajos hechos para determinar
la rapidez de la circulación, la capacidad
de los ventrículos y la cantidad de
sangre que el ventrículo izquierdo arroja en
cada sístole; pero aun no se han obtenido resultados
exactos. A un caballo de 450 kilogramos
de peso se le asignan 32 de sangre, ósea
la décimasexta parte del peso total y una capacidad
ventricular de un litro próximamente,
sin embargo de que probablemente sólo lanza
dos terceras partes, ó sean 666 gramos al
sistema arterial en cada movimiento. De ahí
resulta que si el ventrículo se contrae 38 veces
por minuto, en cada período de un minuto
y seis segundos proyectará 48 columnas
sanguíneas que representan la totalidad de
la masa de la sangre. De consiguiente, esa
masa pasará por el aparato nada menos que
1.296 veces en cada veinticuatro horas, ó sea
un total de 41.472 kilogramos, que equivalen
á 92 veces el peso del animal. Por lo tanto,
los órganos de la economía se habrán regado
en cada veinticuatro horas con 92 veces su
peso de sangre. Para medir la rapidez de la
circulación de la sangre, ideó Hering inyectar
en la yugular de un animal una solución
de ferrocianuro de potasio y determinar el
tiempo que tarda la solución en aparecer en la
sangre de la otra yugular, lo que significa

CIR — 132 — CIR
una vuelta completa de la circulación. El período
empleado, de veinte á treinta segundos,
solamente se puede considerar como aproximativo,
teniendo en cuenta que parte de la
sangre se adhiere á las paredes vasculares y
no circula con la misma rapidez que la disolución,
así como otras consideraciones que inspiran
dudas acerca de la exactitud del experimento.
Tomando, sin embargo, como punto
de partida esa aproximación, y ensayando el
procedimiento en diversos animales, se ha
visto que en cada uno de ellos varía la rapi-,
dez de la circulación, y así en el conejo tarda
siete segundos en cumplirse cada vuelta; en
el perro, diez y seis; en el hombre, veintisiete,
y treinta y uno en el caballo; siendo de notar
que se necesita un número casi uniforme de
sístoles ó latidos del corazón para que la sangre
dó una vuelta en cada animal. Ese número
es de 26 á 28,y lo indicado explica por qué
en los animales más pequeños la vuelta se
efectúa más pronto. Cuando el número de sístoles
se duplica ó triplica anormalmente, disminuye
la rapidez de la circulación. La cantidad
de sangre que vierte una arteria herida
es mucho mayor de la que normalmente circula
por ella, y de ahí que la velocidad con que
sale no pueda servir como medida para apreciar
larapidez de la circulación. Ese hecho se
explica principalmente por la supresión de la
resistencia en aquel punto de la corriente arterial
, y por disminuir en aquella parte la presión
que sufren los fluidos. También se ha
tratado de determinar la rapidez de la circulación
inyectando venenos en las venas, pero
solamente el procedimiento de Hering permite
calcular la rapidez media de las moléculas
sanguíneas en un círculo vascular dado. Este
círculo, formado por una sección arterial
donde la rapidez es de 260 milímetros por segundo,
por una sección venosa en que es dos
ó tres veces menor, y por una sección capilar
donde es sólo de medio milímetro, será recorrido
por una corriente cuya rapidez media se
conocerá determinando la extensión del círculo.
Mas como no.tienen la misma extensión
todos los circuios vasculares, no emplean el
mismo tiempo eu dar una vuelta completa de
circulación todas las' moléculas sanguíneas.
Además no puede establecerse la relación que
existe entre la gran circulación y la pequeña;
sólo se sabe que la primera es mucho mayor.
La importancia de la circulación es tanta
que se pueden considerar esa función y el calórico
como las dos fuentes principales é inmediatas
en que la naturaleza oculta el secreto
de la vida orgánica, prescindiendo de su
origen superior. ,
CIRCULACIÓN (Botánica).— La circulación
en los vegetales es mucho más sencilla
que en los animales. En ellos no existe corazón,
ni aparato aspirante-impelente, ni centro
permanente á que se dirijan los líquidos después
de haber circulado, para ser elaborados
por el aire y rechazados luego á la economía
vegetal. Los líquidos nutritivos son absorbi­
dos del aire ó de la tierra. Circulan primero
en los vasos ascendentes, que los conducen á
las hojas, verdaderos pulmones de los árboles,
y descienden más tarde para depositar las moléculas
leñosas en los puntos á que están destinadas.
Así se forman el cambium , la albura,
la corteza, las flores y los frutos. (V. Savia.)
CIRUELO (Prunus, L.).—I. Género de
plantas de la familia de las Rosáceas, tribu de
las Amigdáleas.
El cirolero, tan extendido en Europa, no es
originario de ella; fué transportado de Siria,
y en particular de las montañas que rodean
la extensa llanura de Damasco y riberas del
Jordán, pues, según Plinio, que dice ser un
árbol de mediano tamaño, no fué conocido
hasta en tiempos de Catón el Antiguo, esto es,
dos siglos antes de la Era vulgar. Este dicho
se ha creído por algunos se refiere á una nueva
especie; pero no á las que de tiempo inmemorial
viven, ya espontáneamente, ya cultivadas
en ambos hemisferios. El ciruelo endrino
se encuentra silvestre tanto en Europa
como en América, y se presume que de su
cultivo proceden las infinitas variedades que
hoy se cuentan cultivadas.
En España se carece de una monografía de
las castas de ciruelo que se cultivan; sólo existe
lo dicho por Boutelou, que describe diez y
nueve de las cultivadas en su tiempo en Aranjuez,
y son: «Damasceua de Ocaña, del monsieur,
perdigón violado, perdigón encarnado,
reina claudia, mirabel común, mirabel clareta,
San Migueleña, imperial violeta, de reina,
riñon de gallo, diaprea de flor, diaprea blanca,
verdal, de fraile, papa coda, de Santa
Catalina, de monje, chavacana ó porcal». En
nuestro Tratado de los árboles frutales hemos
descrito veinticinco variedades.
En Francia, según el catálogo formado por
Noiselte, describe setenta y ocho variedades,
de que nos ocuparemos más adelante, y aunque
con la brevedad posible, haremos una descripción
de su forma y cualidades del fruto.
Los árboles son de mediano tamaño, de
hojas sencillas, alternas, pecioladas, oblongas,
puntiagudas, dentadas, pubescentes por
debajo y más verdes por encima; algunas veces
tienen el pecíolo glanduloso. Las flores
son blancas, laterales, pedunculadas, y tienen
por carácter común un cáliz en forma de
campana, caduco, con cinco lóbulos cóncavos;
una corola compuesta de cinco pétalos redondos,
pegados por un ángulo al interior del
cáliz, con veintiún estambres, que contienen
las anteras cortas, bilabiadas, y últimamente
un ovario libre, con un estilo simple, delgado,
de la longitud de los estambres, y terminado
por un estigmato redondo, escotado.
El fruto, conocido por el nombre de prunus
en latín, ciruela en castellano, prune
en francés, prugno en italiano, amexeira en
portugués, plum-tree en inglés, pelaumbaum
en alemán, sliwina en ruso, erick en turco,
etc., es una drupa Carnosa, ovalada ó
redonda, surcada por un lado y que coutie-

CIR — 133 — CIR
ne en el centro de la pulpa un hueso ovalado,
un poco aplastado, puntiagudo, que contiene
una almendra; la ciruela está generalmente
cubierta de un polvillo fino y blanquizco que
se denomina flor.
Las ciruelas de los árboles silvestres tienen
un gusto harinoso, acerbo, que se modifica por
el cultivo y por el injerto (véanse estas palabras).
Sea la que fuere la variedad de ciruela
con relación á su volumen, su color, forma,
olor, sabor y grado de consistencia del
parénquima, resulta pulposa, suculenta, que
adquiere algunas veces un aroma suave, y
siempre un sabor dulce, azucarado, ligeramente
acidulado, agradable. Su pulpa en todos
casos, según hemos dicho, contiene un
hueso duro, leñoso, en cuyo interior se encuentra
una almendra, cuya substaucia blanca
y amarga contiene aceite dulce, mucílago
y cierta cantidad de ácido prúsico, que es la
causa del sabor amargo del todo. La pulpa
suculenta se compone de mucílago, de azúcar,
y de cierta cantidad de ácido vegetal. En
virtud de la presencia de esos principios, que
constituyen la pulpa de la ciruela, sus propiedades
son eminentemente nutritivas, analépticas,
refrescantes, dulcificantes y laxativas.
La decocción del fruto puede emplearse con
ventajas, como otras disoluciones mucilaginosas
y azucaradas, en las enfermedades febriles,
en las flegmasías y otras afecciones agudas
que reclaman esos medios. No es dudoso
que debe emplearse con utilidad en las anginas,
catarros, diarreas, disentería y las afecciones
inflamatorias del aparato urinario; sus
efectos son menos molestos para tomar que
la mayoría de las tisanas compuestas de otros
vegetales, que producen bebidas menos agradables
que fatigan al enfermo. Los efectos que,
según Peyrilhe, producen las ciruelas como
alimento dietético en varias afecciones del
aparato digestivo, en el escorbuto, la lepra
y otras enfermedades crónicas de la piel, son
admirables.
Las ciruelas, bien sea frescas ó secas (ciruelas
pasas), se pueden administrar en decocción
en agua, en variable cantidad, según las
circunstancias. Las almendras', por causa de
su parte amarga, se añaden á las semillas con
que se preparan las emulsiones, para que la
parte amarga favorezca la digestión.
Las variedades más estimadas de ciruelas
con el fin de aplicaciones medicinales son la
Claudia y la damasco violeta, y algunas otras
que también tienen el favor de ser apreciadas
para postres en el estío.
Independiente del uso que se hace de las
ciruelas en su estado natural de madurez, la
confitería, la repostería, etc., preparan con
ella diferentes compotas y otros compuestos
de excelente gusto. Fermentadas con agua
forman un licor vinoso acidulado, de que se
puede extraer alcohol por la destilación. La
almendra puede emplearse para condimentos
dulces ó azucarados, pues ya digimos que su
parte amarga facilita la digestión; pero como
el amargo contiene ácido prúsico, debe usarse
con limitación, por ser venenoso.
Las gomas que producen los troncos del
cirolero, en forma de gotas ó lágrimas, tienen
todas las propiedades de la goma arábiga,
y como ella puede usarse.
II. Las variedades de ciruelo que hoy se
conocen digimos procedían del árbol silvestre
conocido vulgarmente por ciruelo endrino
(Prunus spinosa), el cual crece naturalmente
en lo general de los montes y riberas
de los ríos de España. Su fruto es extremadamente
acerbo, aunque esté maduro: los primeros
hielos del otoño mejoran de gusto ese
fruto, si lo cogen en el árbol.
El ciruelo se multiplica: 1.°, por los retoños
que en abundancia crecen á su pie; 2.°, por
la semilla ó hueso que el fruto contiene en
su interior, siempre que se deje llegar á su
perfecta madurez; 3.°, por injerto, que admite
de varias maneras: de púa, de escudo, etc.
Los injertos que se efectúan sobre plantas
procedentes de estaca ó retoño tienen el inconveniente
de que echan muchos chupones
que debilitan el árbol y perjudican en consecuencia
las condiciones del fruto. Cuando se
injerta en plantas que proceden del hueso, y
se les conserva la raíz central ó pibote en toda
su integridad, crecen con prontitud y se desarrollan
mejor. Se puede injertar el ciruelo
en patrón de' almendro, de albaricoque, de
melocotón y sobre sí mismo.
En dos épocas se puede transplantar el cirolero
criado ó injertado en vivero: en el otoño
y primavera; nosotros lo hemos verificado
en esta última estación con mejores resultados
que en la primera. El ciruelo admite se
le dé la forma de espaldera, aunque no le es
miry conveniente la poda muy corta, pues en
este caso la goma es la consecuencia. Sea que
el árbol se funde en espaldera ó al aire libre,
la poda del ciruelo debe reducirse á las ramas
perdidas, la madera muerta é inútil para
la producción, los chupones, y siempre con
el cuidado de que no le conviene la poda
corta.
Las labores que exige el ciruelo son, por lo
general, tres: la primera después de la poda
del árbol, en Noviembre ó Diciembre; la segunda
en Abril, y la tercera cuando se seca,
que la flor ha cuajado el fruto, pues estando
en flor no es conveniente labrar el suelo que
el ciruelo ocupa.
El cirolero se acomoda á las tierras francas
y sueltas; no le convienen las areniscas ni
pantanosas. La exposición mejor para plantar
el árbol que nos ocupa es la cíe Levante en la
región central, de Noroeste en la de Mediodía,
del Mediodía en la del Norte.
III. Es muy propenso á criar insectos el
cirolero; las hormigas se supone que acuden
á él y lo perjudican, y sólo se ven cuando el
árbol está atacado por alguno. Su multiplicación
se favorece, y es difícil de exterminar
si no se tiene cuidado de tapar las grietas y
guaridas que encuentran en la corteza; el

CIR — 134 — CIR
ungüento de injertadores sirve para tapar
esos sitios, cuando por medio de la poda no
se puedan quitar de los árboles. La limpieza
en el árbol y la fertilidad con labores, abonos,
etc., sostenida en el suelo, es el medio de
evitar la multiplicación de los insectos y la
enfermedad de la amarillez ó clorosis que los
destruyen.
IV. La descripción de las principales especies
y variedades de ciruela son (1), además
de las ya indicadas que dijo Boutelou existir
en Aranjuez:
1. a
Ciruela de Cataluña, amarilla tempra­
na.—Es pequeña, delgada y aplastada en la
parte inferior, una pulgada de larga poco más
ó menos, cubierta de piel amarilla, de pulpa
blanda, gusto azucarado almizclado. La amarilla
temprana madura en Julio. Los árboles
que producen esta especie son de poco porte,
pero muy fértiles y productivos.
2. a
Ciruela elerina.— Eruto pequeño, de
una pulgada poco más; carne amarillenta,
dulce, acuosa, desarrollando en la boca un sabor
á éter muy pronunciado. El hueso es muy
largo y puntiagudo; madura en Junio. Procede
de semilla, y obtuvo esta variedad en 1832
M. Sagaret.
3. a
Mirobolán rojo.—Fruto redondo, pero
más largo que alto, algo mayor que nna cereza
y del mismo color, algunas veces con manchas
blanquecinas. La piel es coriácea; la carne
amarillenta, transparente, melosa é insípida.
El árbol es mejor para los jardines de
ornamento que para los frutales.
4. a
Mirobolán violeta.— Híbrida del miro­
bolán rojo y de albaricoque negro; su fruto es
de color violeta, ovalado, algo mayor que el
anterior. La piel de color violeta obscuro, cubierta
de polvo blancuzco, áspera; la carne
jaspeada de rojo violeta, insípida y de sabor
particular. Madura en Julio.
5. a
Mirobolán vino so.—Procede déla Amé­
rica septentrional, donde se tiene por una de
las mejores del país. El árbol es de mediano
tamaño, ramoso y con dirección vertical las
ramas; las hojas pequeñas, obovales-oblongas,
finamente dentadas, con nervios vellosos por
debajo, particularmente en los ángulos; pecíolo
delgado, corto y sin glándulas. El fruto
es ovalado, de una pulgada sobre 10 líneas
de diámetro, pendiente de un pecíolo delgado
y de 3 líneas de largo. La piel es de color obscuro
vinoso, con un polvillo florido, surcada
en un costado. La carne es rojiza debajo de
la piel y amarillenta en el centro, algo fibrosa,
crujiente, llena, de una insipidez que no tiene
parecido. No responde su clase al nombre con
que vino de América. Madura en principios
de Agosto.
6. a
Precoz de Tours.—Árbol muy vigo­
roso y fértil; se distingue por sus yemas, de
color violeta muy obscuro. Las hojas son más
(1) Le jardín fruitier, par Noisette. Dos tomos,
configuras iluminadas de todas las frutas en tamaño
natural.
largas que las del árbol descrito en el número
5. Flor grande, de una pulgada los pétalos,
que son redondos. Fruto ovalado, de 15 líneas
de alto; piel violácea y cubierta de polvillo.
La carne amarillo-obscura, crujiente, algo
fibrosa, adherente al hueso; jugo abundante,
agradable, aromático. Madura á mediados de
Julio.
7. a
Negra de Montreuil.— Se confunde en
algunas partes ésta con la precedente, aunque
es fácil de distinguir en que es mayor; su pellejo
de color más violeta que negro, y su
carne más bien verde que amarilla. Además
madura algunos días más tarde que la precoz
de Tours.
8. a
Real temprana.—Fruto redondo, de
tamaño mediano; piel violeta, recubierta de
polvo azul que lo hace azulado. Es buena, y
parece una subvariedad de la siguiente, pero
más precoz.
9. a
Real de Tours.—Fruto redondo, de 16
líneas de diámetro, marcado de un surco ancho
y profundo en toda su longitud, con puntos
blancos circundados de rojo; piel de color
obscuro vinoso, con manchas de rojo claro,
cubierto de flor azulada. Carne verde, firme,
llena de agua acidulada muy agradable. Hueso
grande, ovalado y plano. Madura al fin de
Julio ó primeros de Agosto.
10. Real.—Esta clase de ciruela es digna,
sobre varios conceptos, de que se multiplique
el árbol que la produce; es de buen tamaño,
redonda, de 18 líneas de alta, de color violeta,
y cubierta de flor en tal abundancia que parece
estar empolvada; con puntuaciones amarillas
obscuras. Su carne es más verde que
amarilla, crujiente, azucarada y pegada al
hueso; es de las mejores ciruelas que se cultivan.
Madura á mediados de Agosto.
11. Ciruela melocotón.—Árbol de buen tamaño,
de vegetación vigorosa, que hace que
todas sus partes sean gruesas. Su fruto es uno
de los más hermosos en ciruela; su tamaño es
de 2 pulgadas de alto y de casi igual diámetro,
dividido por un surco poco profundo. La
piel es roja obscura, cubierta de flor azulada
clara, que transparenta el rojo. Carne amarilla,
algo basta, con agua azucarada abundante.
Madura en Julio. Lo basto de su carne hace
que esta hermosa clase de ciruela sólo sirva
para agradar la vista.
12. Ciruela de monsieur.—Árbol de gran
porte, fuerte, muy productivo, por lo cual se
cultiva mucho, y porque su fruto es muy buscado.
Es grande, redondo, de 16 líneas de
alto y poco más de grueso, con surco poco
profundo. Piel de color violeta, poco adherida
á la carne y que se cuartea cuando la ciruela
está muy madura. Carne amarilla, crujiente,
muy azucarada en terreno caliente y buena
exposición, pero insípida si el árbol está en
terreno fresco y umbrío. Madura al fin de
Julio.
13. Monsieur temprana.—Esta ciruela es
de mayor tamaño, más redonda y de mejor
vista que la anterior; su carne de un color

CIR — 135 — CIR
verdoso y hueso algo más pequeño; se confunde
con ella y madura en la misma época.
14. Monsieur tardía.—Fruto de tamaño
regular, redondo, de color violeta, azucarado,
muy bueno. Madura de Septiembre hasta
Noviembre. Árbol muy productivo.
15. Surpasse monsieur.—Fruto muy grande,
redondo, de color violeta negruzco; carne
amarilla, un poco áspera. Madura en Septiembre.
16. Pequeña monsieur. — Esta excelente
variedad crece naturalmente en Borgoña. El
fruto es ovalado, de una pulgada de alto,
aplastada por los dos lados, lo cual la hace
distinguirse de todas las variedades de su
clase. Su color rojo vivo á la sombra y violeta
del lado del sol, punteado de blanco y
cubierto de flor azulada. Carne verde amarillenta,
medio crujiente, sabrosa, llena de caldo
azucarado, con poco hueso, al que se adhiere
algo. Está considerada esta fruta como una
de las mejores que se pueden cultivar. Madura
de mediados de julio á mediados de
Agosto.
17. Ciruela de flor blanca. — Fruto pequeño,
ovalado, alargado, de 15 líneas en su
mayor dimensión y la tercera parte en la
menor; color verde pálido y blancuzco por la
flor; carne amarilla, dura, azucarada y muy
fina. Madura en los primeros de Septiembre,
y se adelanta si el árbol está formado en espaldera.
18. Ciruela de flor roja. — Fruto turbinado,
de 26 líneas de alto y 20 de diámetro,
con un ligero surco. Piel rojo-clara, cubierta
de flor azulada. Carne amarillenta, crujiente,
que se quita fácilmente el hueso y la piel,
jugosa y azucarada, muy buena. Madura en
primeros de Septiembre.
19. Ciruela de flor violeta.— Árbol fecundo
en fruto, de pequeño tamaño, alargado, de
una pulgada y media de largo, y 3 ó 4 líneas
menos de diámetro; color violeta bien determinado,
con mucha flor. Carne firme, de color
verde amarillento, azucarada, muy agradable;
suelta bien el hueso; se aplica á la confitería.
Madura en principios de Agosto.
20. Ciruela de flor negra.—Ciruela de
forma de aceituna, de 15 á 16 pulgadas de
largo y 11 de diámetro. Piel negra, cubierta
de flor azulada. Carne amarillenta; suelta bien
el hueso; de excelente sabor azucarado. Puede
permanecer mucho tiempo en el árbol, y
arrugándose, en gusto es mucho mejor. Madura
en Agosto.
21. Pequeña damasco negra. — Se designan
bajo el nombre de damasco una serie de
ciruelas cuyos principales caracteres son tener
la carne firme, poco adherente al hueso, de
manera que el fruto se.abre fácilmente en
dos; pero por abuso de nombre se llama también
damasco blanco á una clase de ciruela de
carne floja, adherente al hueso y de poco mérito.
El pequeño damasco negro se cultiva
poco por su fruto, que es pequeño, negro,
de carne verde bastante buena; pero el árbol,
como los siguientes, sólo deben emplearse
para en los viveros criar patrones para injertar
las buenas especies.
22. Damasco gordo negro, tardío. — El
tamaño del fruto ni del árbol autorizan para
dar el nombre de gordo, ni el gusto de la
ciruela, que es agreste, para cultivarla planta,
que sin embargo es buena para patrón.
23. Pequeño damasco blanco. — Como el
anterior, á pesar de tener mejor sabor el fruto
, es bueno únicamente para patrón, é igual.
24. El damasco gordo blanco difiere de la
anterior sólo por el tamaño.
25. Damasco gordo rojo, tardío. — Fruto
redondo, deprimido en la base, de 16 líneas
de alto por 14 de diámetro, surcado profundamente;
piel rojo claro, cubierta de flor azulada;
carne amarillenta, crujiente, que suelta
bien el hueso; jugo abundante, azucarado,
muy bueno. Madura en Septiembre.
26. Damasco almizclado.— Árbol de pequeñas
dimensiones y poco fértil; yemas puntiagudas,
que producen cada una dos ó tres
flores, de pétalos ovalados. Las hojas son
largas, estrechas, más anchas al final que al
principio, y el nervio central rojizo. Fruto
redondo, comprimido en el diámetro, de una
pulgada de alto, de color violeta obscuro, florido;
carne amarilla, firme, muy buena y
muy olorosa, almizclada, de que le viene el
nombre, aunque también se le dice ciruela de
Chipre, Malta, etc. Madura eu Agosto.
27. Damasco violeta.—Como el anterior,
el cirolero de este nombre es árbol poco vigoroso
y poco fértil. El fruto tiene 15 líneas
de largo, color violeta; carne amarilla, firme,
azucarada, exceleute, aunque un poco agria,
lo que disminuye quitándole ¡a piel, que suelta
con facilidad. Madura en Agosto.
28. Damasco de Italia.—Árbol muy robusto
y productivo. Fruto redondo, de 15
líneas de alto y poco menos de diámetro; piel
violeta claro, muy florida; carne amarilla;
jugo azucarado y muy bueno. Madura á fin
de Agosto.
29. Damasco de Provenza.— Ciruela redonda,
de tamaño mediano, de color violeta
negruzco, con mucha flor; carne amarilla, muy
azucarada y agradable al paladar. Es de las
mejores de fruto temprano. Madura al fin de
Junio.
30. Damasco de Mangeron.—Ciruela
grande, redonda, de 16 líneas de alto, algo
aplastada de alto abajo; color violeta claro,
pecosa, con mucha flor; carne verde, firme,
azucarada, muy agradable al paladar; suelta
el hueso por completo, pero no el pellejo. Es
de las mejores eu su clase. Madura en Agosto.
31. Damasco de Tours.—Fruto redondo,
de una pulgada de alto; piel rojo-obscura que
tira á violeta, bien florida; carne amarillenta,
de muy buen paladar; suelto el hueso; jugosa,
azucarada; madura en Septiembre.
32. Datnasco de España.—Árbol vigoroso
que se reproduce sin degenerar. Fruto ovalado,
de tamaño medio; color violeta, con pecas

CIR — 136 — CIR
rojas en la parte que le da el sol. Carne azucarada,
perfumada; suelto el hueso; madura
en, Septiembre.
33. Damasco Dronet.—Fruto alargado,
de una pulgada de alto; piel verdoso-amarillenta,
con poca carne, que es firme, transparente
y de color verde, de sabor azucarado
muy agradable. Madura en Agosto.
34. Damasco de Septiembre.— Árbol de
mucho vigor y productivo. El fruto, de mediano
tamaño, alargado, de 13 líneas en su
mayor dimensión; piel color violeta obscuro;
flor abundante y muy adherente; carne amarilla,
crujiente, de gusto muy agradable y
bueno; madura al fin de Septiembre.
35. Ciruela almíbar.—Eruto pequeño, ligeramente
ovalado, amarillo-obscuro, poroso,
de manchas rojas del lado del sol, con flor
blancuzca; carne amarilla, muy dulce y agradable;
hueso adherente y grueso en proporción.
Madura en Septiembre.
36. Mirabela pequeña.—Árbol de pequeñas
dimensiones, muy cerrado de ramas y
prodigiosamente fértil; fruto pequeño, redondo,
un poco prolongado; pellejo amarillo,
con pecas rojas de la parte del sol; carne
amarilla, firme, poco jugosa como no esté
muy madura, azucarada, agradable y buena.
Es muy buena para la confitería. Madura en
Septiembre.
37. Mirabela temprana— Fruto redondo,
de color de cera y rojo al lado del sol; carne
amarillenta, más insípida que la mirabela ordinaria;
hueso adherente. Madura á principios
de Julio.
38. Mirabela gorda.—Es su fruto un término
entre la ciruela claudia y la mirabela.
Es pequeña, de una pulgada de diámetro, .
surcada muy poco, de color amarillo, con pecas
rojas; carne que está algo adherente al
hueso, crujiente, muy azucarada, amarilla y
transparente; es muy buena clase de fruto.
Madura en Agosto.
39. Delfina.—Fruto más pequeño que el
de la claudia, variando de forma en el mismo
árbol, unos redondos, otros ovalados; amarillos,
de carne amarilla, de gusto agradable,
jugó muy azucarado. Madura en Agosto.
40. Reina claudia pequeña. — Fruto de
color blanco verdoso, carne firme, crujiente,
azucarada, que madura en Septiembre.
41. Reina claudia.—La mejor de las ciruelas
es sin disputa la claudia; es redonda, de
color verde amarillento y ¿e color gris del
lado del sol, y también purpurino, con manchas
grises. Piel muy delgada, adherente;
carne poco firme, muy suculenta, muy azucarada
y agradable. El árbol es grande, vigoroso,
muy fértil, pero se debe tener mucho
cuidado al elegir esta planta que no sea de la
clase degenerada, que hay muchas. Madura
al fin de Agosto.
42. Reina • claudia violeta. — Como la anterior
es y debe considerarse, salvo el color
de la piel.
43. Cirolero de flor semidoble.—El árbol
que Duhamel describe tiene la flor doble ó
triple, de un blanco verdoso. Fruto acorazonado
, de 2Í) líneas de alto, algo oblicuo en la
parte superior. Piel gruesa, color amarillento
cuando está el fruto maduro, cubierto de flor
blanca, con pecas doradas; carne amarilla,
crujiente, adherida al hueso, jugosa en abundancia,
azucarada. Madura en Agosto.
44. Ciruela albaricoque blanca.—Fruto
grande, redondo, de 16 líneas, blancuzco,
rojo más ó menos fuerte en la parte del sol;
carne que suelta el hueso, amarilla, almizclada,
algunas veces muy agradable; lo ordinario
gusto basto y acerbo. Madura en Septiembre.
45. Ciruela albaricoque roja.—Con variación
del color de la piel y más vistoso el fruto
para adornar una mesa, la calidad es igual á
la anterior y madura en igual época.
46. Ciruela albaricoque.—Fruto de gran
tamaño, de color blanco-amarillento, calidad
mediana; sólo se usa como las anteriores.
47. Ciruela patrón.—Fruto grande, de
color violeta-negruzco, de 19 líneas de alto,
sin surco, recubierto de flor azulada; carne
verde, crujiente, separada del hueso; jugo
abundante, azucarado; buen fruto. Madura
en Septiembre.
48. Ciruela remoladla. — Fruto de gran
tamaño, amarillo pálido, basto, poco agradable.
Madura en Septiembre.
49. Imperial blanca.—El árbol y el fruto
es tan poco recomendable como ei anterior.
El fruto, de buen tamaño, sirve para la confitería.
Madura en Septiembre.
50. Imperial violeta.—Fruto oblongo, ariñonado,
de 20 líneas de largo y 14 de diámetro
; piel de color violeta, cubierta de
abundante flor azulada; carne verde ó amarillenta,
crujiente, unida al hueso; jugo azucarado
y agradable. Madura al fin de Agosto.
51. Imperial de hojas diciplinadas.—El
fruto es de color violeta, de mala forma y
poco agradable de sabor. El árbol se cultiva
por lo vistoso de sus hojas en los jardines de
paisaje, pero no merece tal como frutal.
52. Ciruela de San Mauricio.—Fruto largo,
de 24 líneas y 14 de diámetro. Piel gruesa,
amarillento-rojiza, cubierta de flor azulada.
Carne verde-amarillenta, , crujiente, de
gusto excelente; jugo abundante azucarado.
Madura en principios de Septiembre.
53. Perdigón blanco. — Ciruela pequeña,
ovalada; piel blancuzca, con pecas rojas; carne
blanca, firme, muy azucarada y perfumada;
es una clase excelente para la confitería.
Madura en Septiembre. El árbol en espaldera
produce bien, pero es mejor el fruto al aire
libre, en exposición del Mediodía.
54. Perdigón rojo.—El árbol es de los más
productivos de su clase. Fruto aovado, de
16 líneas de alto, de color rojo tirando algo 4
violeta, pecoso, con flor abundante; carne
amarilla, azucarada, de sabor excelente, soltando
bien el hueso. Madura en Septiembre.
55. Perdigón violeta.—Esta especie requiere
se cultive en espaldera al Mediodía,

CIR — 137 — CIR
que es como lleva más frutos, que son alargados,
de 17 líneas de alto, de un buen color
violeta que tira á rojo, con pecas doradas, con
flor plateada. Carne adherida al hueso, de color
verde amarillenta, fina, azucarada, perfumada
y muy deliciosa de sabor. Madura en Agosto.
56. Perdigón pequeño.—Ciruela pequeña,
redonda, de color rojo claro, cubierta de flor
azulada; carne amarilla, medio crujiente, llena
de jugo azucarado; es un excelente fruto. El
árbol crece naturalmente en las viñas de Borgoña.
Madura en Septiembre.
57. Ciruelo Jacinto.—Fruto de mediano
tamaño, alargado; piel amarillenta, gruesa,
pecosa de rojo; carne amarilla, firme, un poco
acerba y sin embargo muy buena. Madura
en fin de Agosto.
58. Cirolero ciprés. — Fruto muy bello,
redondo, de 18 líneas de alto, de color de violeta
claro, con abundante flor; carne firme,
verde, azucarada, excelente cuando está bien
maduro, que es hacia fin de Agosto.
59. Cirolero de Jerusalén.—Árbol vigoroso,
fértil, de grandes hojas planas, ovaladas,
dentadas, redondo, flores pequeñas. Fruto de
los mejores que existen; su forma es alargada
en óvalo de 20 líneas de diámetro; piel de color
rojo obscuro en la sombra y azulado por
la luz ó lado del sol; carne de color verde
amarillento, crujiente, con mucho jugo azucarado
, y sabor especial agradable y bueno.
Madura en Agosto y Septiembre.
60. Cirolero de Pappaconi.—Árbol procedente
de Ñapóles, introducido en Francia por
la Duquesa de Berry. Fruto de gran tamaño,
de color amarillo.
61. Cirolero suizo.—-Fruto de mediano tamaño,
globuloso, de 16 líneas de alto, de color
violeta; carne amarillo claro, verdosa en
la sombra, muy azucarada, muy aromática y
agradable. Madura en Septiembre.
62. Ciruela de dama, amarilla. — Ciruela
muy grande, ovalada, alargada y en la extremidad
abultada, de más de 2 pulgadas de
largo; piel y carne amarilla, excepto en la
sombra que se queda algo verde. Su carne es
poco fina ó delicada; es insípida aunque esté
bien madura; aun así, sirve para la confitería.
Madura en Septiembre.
63. Dama violeta.—Con diferencia de color
el fruto, el de este árbol tiene iguales condiciones,
de gusto mediano, etc. Madura en
Septiembre.
64. Ciruela dátil.—Árbol muy fértil y
cuya multiplicación por los chupones es fácil.
Fruto aovado, aplastado, con surco longitudinal.
Se emplea para pasa, que es muy
bueno; no así verde. Madura en Agosto.
65. Ciruela verde.—Fruto grande, de 25
líneas de largo por 20 de diámetro, surcado de
un lado; carne verde amarillenta, crujiente;
hueso adherido; jugo azucarado. Madura en
primeros de Septiembre; su uso ordinario es
para confitería ó seca.
66. Quettche.—Este árbol, procedente de
Austria, es estimado en su país para la confi-
Dic—IV.
tería, por el tamaño y cualidades del fruto,
que tiene de largo 2 pulgadas; piel roja violácea;
carne verde, jugosa y dulce. Madura
en Septiembre.
67. Ciruela Santa Catalina.—Árbol robusto
y productivo; fruto muy apreciado por
el jugo abundante y azucarado que tiene su
carne amarilla.
68. Briceto.—Árbol que produce un fruto
pequeño, no muy estimado, aunque por su tardía
madurez, que ocurre en Octubre, se consigue
algún provecho.
69. Ciruelo de San Martín.—El mérito de
este árbol está, como el anterior, en su tardía
madurez, que llega al fin de Octubre y primeros
de Noviembre; su fruto es de mediano
tamaño; color violeta; carne firme, azucarada
y buena en perfecta madurez.
70. Ciruela sin hueso.—La singularidad de
sólo tener la almendra ó hueso imperfecta, da
el nombre á este árbol, cuyo pequeño fruto
es insípido y mediano de comer.
71. Ciruela roja y blanca.—Especie americana
poco estudiada, cuyo fruto es muy
apreciado y bueno.
72. Ciruelo bífero.—El nombre de este
árbol se deriva de la particularidad de llevar
fruto dos veces en el año: el primero madura
en Agosto, y el segundo en Noviembre. El
fruto es de mediano tamaño, ovalado, de color
verde rojizo, con manchas obscuras; la carne
es melosa, amarilla, firme.
73. Ciruelo cereza.—Hay dos variedades,
una blanca y otra roja. En general se emplea
este árbol para patrón. Su fruto es pequeño,
ovalado; carne floja, azucarada, muy agradable.
74. San Julián.—De este árbol hay dos
especies, que se distinguen por el tamaño del
fruto, pequeño y grande; ambos sirven para
injertar como patrón, pues su fruto es acerbo
y tardío.
75. Bueno blanco.—-En Borgoña se llama
así á una clase de ciruelo que naturalmente
se multiplica sin el injerto; el fruto es ovalado,
de una pulgada de alto; piel amarillo-cera
con pecas blancas y cubierto con flor blanca;
carne amarilla, crujiente; jugo abundante,
azucarado, muy bueno. Madura en Julio.
V. La importancia que tiene el fruto del
cirolero para los que explotan los árboles frutales,
nos ha hecho extendernos algo más en
este artículo; pues un árbol que empieza á
producir en Junio y termina en Noviembre,
teniendo las plantas necesarias, es de estimar
y con mucha más razón cuanto su fruto sirve
para comerlo en estado natural, y preparado
por la repostería y confitería. Su fácil cultivo
y gran producción lo recomiendan.
Sólo nos falta recomendar que la cogida
del fruto no se haga, como de costumbre se
ejecuta, sacudiendo el árbol, con lo que se lastima
y pierde parte de las ciruelas; aunque
más caro, compensa cogerlo á mano, con escaleras
y arti-bancos.
J. de Hidalgo Tablada.
10

GIS — 138 CIS
CISCO.—Carbón muy menudo ó residuo
que queda del más grueso en las carboneras
donde se encierra. Suele destinarse á los braseros,
y se llama en algunas partes picón. La
voz proviene al parecer del latín, fuligo, el
hollín de la chimenea, según puede verse en
Cicerón; ó bien el color negro de que usaban
los cómicos para teñirse las cejas, según Juvenal
y Arnobio, ú obscuro, según se lee en
Aulo Gelio.
En la industria forestal el cisco se obtiene,
no de los residuos del carbón, sino de la carbonización
directa de las ramillas de las encinas,
chaparros, etc., y de los tallos de ciertos
arbustos, como la jara, retama y otros.
En la provincia de Soria el cisco se vende
por medida de capacidad, que es allí la fanega.
En la de Segovia se hace cisco de pifióte u que
se emplea en las fraguas, lo mismo que el
carbón de cepa ó raíz de brezo y de pino. De
todos modos, la elaboración del cisco en los
montes va siendo muy escasa, predominando
en esta clase de industria la del carbón, que
es la que constituye la parte más importante
del aprovechamiento de leñas. (V. Carbonización
en los montes.)
CISNE (Cygnus).—Es el rey de las aves
acuáticas, hoy más raro y tenido en menos
estimación que en tiempos pasados, sobre todo
hace dos ó tres siglos. Sin embargo, debiera
merecer más aprecio un ave que podría ofrecer
algunos productos á la economía doméstica,
y que sólo sirve en la actualidad para
adorno de algún estanque. Los cisnes, con
más razón que las demás aves acuáticas reducidas
á la domesticidad, no pueden prescindir
de agua. Para criarlos es indispensable disponer
de un estanque ó de un vasto depósito.
Existe un número considerable de especies,
entre las cuales el cisne blanco y el cisne negro
descuellan como domésticas.
Cisne blanco, mudo ó privado.—Es notable
principalmente por la extraordinaria blancura
de su plumazón. Tiene el cuerpo muy recogido
, pero es la más grande de las aves nadadoras.
Los colores de su pico están dispuestos
en confusión, y el conjunto ofrece un encarnado
de ladrillo. Se advierten manchas negras
en la extremidad y en la base de la mandíbula
superior, así como en dos partes triangulares
y desprovistas de plumas en los lados de
la cabeza.
Cisne negro de la Nueva Holanda.—Es una
magnífica ave, que se espera figure muy pronto
en los estanques y rías de los principales
parques de Europa, al lado del cisne blanco.
Se le ha reproducido en estos últimos años
en las inmediaciones de Caen, en casa del doctor
Lepretre; en Ferriéres (Seine et Mame),
en la de M. Rothschild, y en Rambouillet, en
la de M. Euffier, pudiéndole considerar como
aclimatado en Francia.
Entre los silvestres se cuenta el cisne silbador,
que tiene negras las patas y el pico; afecta
una forma semicilíndrica, y ofrece una
tinta amarillenta hacia la mandíbula superior.
Su plumazón es blanca en todo el cuerpo, á
excepción de la parte superior y posterior del
cuello, y encima de la cabeza, donde tira ligeramente
á amarillo. El macho tiene cerca
de 1,40 metros de longitud, y 1,50 á 1,70 de
circunferencia. Pone de cuatro á siete huevos,
de un gris manchado de blanco, é incuba por
espacio de seis semanas próximamente.
Es un ave común en las latitudes septentrionales,
que no se reproduce más que en
aquellas regiones.
Cisne de la Australia.—Es un ave curiosa,
en que predomina el color negro en toda su
plumazón, exceptuando el principio de las
alas, que es blanco. Tiene el pico y los ojos
encarnados, y las patas grises-rojizas. Respecto
á sus formas y longitud, es muy semejante
al cisne doméstico blanco, aunque ofrece menor
circunferencia, y son más fuertes y anchas
sus alas. Su introducción data en Europa
de más de medio siglo, donde no ha hecho
fortuna, por ser muy déspota y no sufrir compañeros
en el estanque que ocupa. El macho
defiende, hasta contra el hombre, á su hembra
y los huevos que ésta pone.
CRIANZA DEL CISNE BLANCO.—Deberá disponer
cada pareja de una pequeña cabana de
madera, que se eleve sobre pies derechos en
los bordes del estanque, á fin de que dure
más tiempo sin podrirse. La cabana ha de presentar
una puerta en la trasera y una abertura
por delante, á la que se adaptará una tabla
en pendiente, con pequeños travesanos en forma
de peldaños, para facilitar la subida y bajada
de los cisnes al agua; en la cabana es
donde se entregan macho y hembra á sus expansiones
y á los cuidados que exigen sus
crías. La puerta de atrás sirve para que penetre
por ella la encargada de cuidar los cisnes
y hacer la limpieza.
Comienza la postura en Febrero, poniendo
la hembra un día sí y otro no de cinco á ocho
huevos como el puño, blancos y buenos para
comer. Conviene colocarles comida y paja en
la cabana, para que haga en ella su postura,
en vez de ir á buscar la hierba y la maleza en
los bordes del estanque.
Durante la incubación, que se prolonga
treinta días, debe sostenerse la cabana en el
mejor estado de limpieza, y colocar al alcance
de la incubadora una vasija con agua, en
la que se echarán algunos puñados de avena;
es necesario también darles ensaladas y otras
hierbas, y pan al mismo tiempo. El macho se
aparta muy poco de la hembra durante la incubación
, y parece estar dispuesto siempre á
defenderla. Sería agresivo eu este caso, aun
con las personas á quien no conoce que intentasen
perturbar á la clueca, y alcanza una
fuerza extraordinaria en el pico y eu las alas.
Cuando han salido los polluelos se les alimenta
con cebada humedecida y cortezas de
pan remojadas en leche, mezclando de tiempo
en tiempo á esta pasta un poco de carne
cocida y muy deshecha. Van al agua tan
pronto como nacen, para lavarse y gozar, y el

CIS — 139 — CIS
padre y la madre les dispensan los más extremosos
cuidados. Se nota que cuando los
polluelos están en el agua, la madre nada á su
cabeza y el padre se coloca atrás. Se cubren
muy luego de un vello gris, y en seguida de
plumas grises, pero de una tinta un poco
más clara que la del vello; hasta los dos años
no adquieren su admirable plumazón blanca,
y hasta esta edad no demuestran por primera
vez la necesidad de aparearse; por último, en
este tiempo es cuando están en disposición de
matarlos para comer.
A la entrada del invierno cesan los cisnes
de ocuparse de sus pequeños, y les echan fuera
de la cabana. Estos siguen reunidos hasta
que sienten la necesidad de parearse. Esta
época es notable por los terribles combates
que libran los machos para la posesión de
hembras; pero una vez formadas las parejas,
continúan así constantemente. A fin de evitar
estas luchas, debe dejarse solamente un nú-,
mero igual de machos que de hembras, y
deshacerse inmediatamente de los restantes.
Las hembras son siempre más pequeñas que
los machos, y tienen el cuello más fino y más
elegante, y menos grueso el tubérculo del
pico. Es necesario quebrar ó retorcer un ala
á los cisnes jóvenes, pues sin esta precaución
podrían volar y se marcharían, para no volver,
al paso de las bandas de cisnes ó de patos
silvestres.
Se alimentan los cisnes de toda especie de
granos, de pan y de hierbas picadas ó deshechas
groseramente, de tripas y de restos de
carne; pero la avena es el grano que prefieren.
Pastan la hierba que crece en los bordes
del agua en que viven, y se alimentan con
pesca é insectos acuáticos. Debe darse á los
cisnes durante el invierno mayor cantidad de
comida que en el verano, porque entonces
están privados de los recursos que les ofrecen
la vegetación y los insectos.
PRODUCTOS.—Los mejores son la pluma y
el vello. Se les despluma á fines de Mayo y
principios de Septiembre; pero no es necesario
nacerlo con las hembras que acaban de incubar
, ni con los machos inmediatamente después
de la monta. El vello del cisne es demandado
casi tanto como el edredón.
La carne de los cisnes jóvenes es tierna y
de buen gusto; pero dura, negra, reseca, correosa
é insípida la de los viejos.
El cisne vive mucho tiempo, aunque no
tanto como se ha creído, pues ha llegado á
proclamarse su inmortalidad. Lo mismo ha
sucedido con la pretendida melodía de su
canto, pues guarda ordinariamente profundo
silencio, que sólo interrumpe para hacer oir
una especie de ronco silbido, que de todo
puede tener menos de melodioso. El cisne
pasa la mayor parte de su vida en el agua;
anda mal, y pierde en la tierra esa gracia y
distinción que le elevan á la más arrogante
de las aves nadadoras.
Es indudablemente más ventajoso criar gansos
que cisnes, porque aquéllos son más fe­
cundos, se desarrollan más pronto y cuesta
menos su manutención; además, no hay necesidad
de conservar igual número de machos
que de hembras, y de consagrarles un buen
estanque, como sucede con los cisnes. Y sin
embargo, podría acometerse ventajosamente
la cría de estas aves en localidades á propósito
y próximas á grandes mercados, en que
pudiesen'venderse para carne los cisnes jóvenes,
ó para ornamento de estanques de los
parques y jardines las parejas que se distinguiesen
por su hermosura y elegancia.
D. Navarro Soler.
CISQUERA.— En los montes se da este
nombre á los hornos pequeños que se arman
sobre hoyos abiertos en el terreno, rellenándolos
con leñas menudas ó delgadas de una ó
varias especies, para reducirlas á carbón menudo.
(V. Carbonización en los montes.)
CISSAMPELOS.-(V. Sansao.)
CISSUS.—Género de plantas de la familia
de las Ampelíd.eas. En los montes de las Islas
Filipinas es frecuente el Cissux arbórea,
P. Blanco, llamado allí Manlangdiablo, esto
es, Ojos de diablo. Alcanza una altura de
4 á 6 metros, con un diámetro de 20 á 30 centímetros.
Tiene el tronco derecho, con las
ramas caídas. Las hojas son opuestas y ternadas,
con las hojuelas lanceoladas, enteras y
lampiñas. El fruto es una baya globosa. El
color de la corteza es desagradable, y el de las
hojas un poco grato. Los chinos buscan el
leño para teñir la seda de color pajizo.
CISTERNA ( Construcciones rurales) .—
Depósito subterráneo donde se recoge ¡y con­
figura 72.—Depósito para la filtración de aguas
en los aljibes
serva el agua llovediza ó la que se lleva de algún
río.
Siendo el agua un agente tan indispensable
para nuestras necesidades, no se comprende
lo poco que se cuidan de procurársela en buenas
condiciones en la generalidad de las casas
de campo de varias provincias de España. En
muchas de ellas se limitan á recoger las aguas
de lluvia practicando simplemente una cavidad
en la tierra, donde apagan su sed desde el
hombre hasta el último animal; otras veces
estas cavidades ó charcas suelen tener una
cubierta de ramaje, dejando un pequeño espacio
descubierto, provisto de una puerta ó de
un brocal, por donde sacan el agua con calderos,
cántaros y otras vasijas. A veces estos

C1S — 140 — CIS
depósitos son verdaderas cisternas, cubiertas
con su bóveda, y construidas con mampostería
las paredes y fondo, pero que recogen el agua
sin tomar precaución alguna, con todas las
inmundicias que en su curso han podido arrastrar
de los tejados, de los campos ó de los caminos.
Para evitar los perjuicios á que esto da
lugar, expondremos la manera más conveniente
de disponer los aljibes ó cisternas, á fin de
que el agua conserve todas sus propiedades
higiénicas.
El agua debe ser potable (véase el artículo
Figura 73.—Cisterna con aparato de filtración
Agua), á fin de que pueda servir para todos
los usos domésticos, sin que de su empleo resulte
daño alguno á la economía animal. Generalmente
se consideran potables las aguas
vivas, claras, sin olor, que cuecen bien las legumbres,
disuelven el jabón sin formar grumos,
conservan su transparencia después de
hervidas, y dejan solamente un ligero residuo
por evaporación. Presentan estos caracteres
las aguas llovedizas ó de nieve, de río, y en
general de fuente ó manantial.
La derivación de una corriente de agua potable
es el mejor medio para satisfacer las necesidades
domésticas y de los animales; pero
cuando no podemos disponer más que de
las aguas de lluvia, se construirá un aljibe ó
cisterna que pueda contener la cantidad suficiente,
teniendo en cuenta que el agua no
llega más que por intermitencias, al paso que
las necesidades son continuas; que debe conservarse
en lo posible á la temperatura de 10
á 12°, y que debe substraerse á los rayos del
sol ó influencia directa del viento, no tan sólo
para disminuir la evaporación, sino también
para evitar caigan en aquél las materias orgánicas
susceptibles de descomposición que el
viento arrastra mecánicamente. La mejor forma
de la cisterna es la circular, con una profundidad
de unos 10 metros, á fin de que
pueda emplearse una bomba para sacar el
agua, procurando dar al volumen más profundidad
que superficie, á fin de que el agua
se evapore menos y se conserve mejor. Las
dimensiones de la cisterna se calcularán según
la cantidad media que durante el año caiga en
la localidad, según la superficie de los tejados
ó terrenos que viertan hacia ella, y según el
número de personas y animales domésticos
cuyas necesidades sea preciso satisfacer, contando
con que cada persona consume diariamente
12 litros, cada caballo 50, cada res
vacuna 30, cada carnero
2 y cada cerdo 4.
Multiplicando el consumo
diario, calculado
según las bases
precedentes, por el
número de días que
suelen transcurrir
entre dos lluvias consecutivas
de alguna
importancia, se tendrá
la capacidad que
deberá darse á la cisterna.
Admitiendo
que llueva por regla
general cada tres meses
, bastará multiplicar
por 90 el consumo
de un día para
saber la extensión
que deberá darse al
aljibe; pero conviene
siempre aumentar las
dimensiones para hacer
frente á las largas
sequías y necesidades imprevistas.
Una vez fijadas las dimensiones, se elegirá
un sitio á propósito, si se ha de hacer en el
Figura 74.—Filtro usado en Inglaterra
campo, procurando colocarlo, á ser posible,
y siempre que quede bastante superficie de
avenidas, á una cierta altura, para que desde
él puedan correr las aguas, conducidas por

CIS — 141 — CIS
tubos ó cañerías, á las dependencias, jardines
ó alrededores donde sean necesarias.
Antes de penetrar el agua en el aljibe, debe
pasar por un pequeño recipiente provisto de
dos conductos, uno que vaya á parar á aquél,
y otro que sirva para dirigirla al exterior,
Figura 75.—Filtro recomendado para Malta
cerrando uno ú otro según los casos. Por esta
disposición se evitará que el agua de tormentas
penetre en el aljibe, y sólo se aprovecharán
las de invierno, dejando también correr
al exterior las primeras que caen, que lavan
los terrenos y tejados, y arrastran consigo
todas las materias orgánicas, polvo y excremento
de animales, que son las causas más
graves de alteración de las aguas.
Como quiera que muchas veces se descuidará
la operación de tapar y destapar los conductos,
será muy conveniente, en sustitución
del recipiente, establecer un pequeño depósito
(figura 72) de 1,50 metros de largo, por 0,50
de ancho y otro tanto de profundo, relleno
de grava ó arena gruesa, que retendrá todos
los detritus y será fácil de limpiar siempre
que se quiera.
Cuando la topografía del terreno lo permita,
será muy útil establecer en un punto elevado
un pequeño aljibe, desde el cual pueda
dirigirse el agua á los diferentes pisos de la
casa, y dispuesto de manera que, una vez lleno,
la sobrante pueda pasar al aljibe principal
por un derramador.
El agua, antes de entrar en la cisterna, deberá
atravesar un aparato de filtración, en el
cual pueda dejar todas las substancias terrosas
y orgánicas que tiene en suspensión. Una
cisterna que da muy buenos resultados es la
representada en la figura 73; A es un pequeño
muro de ladrillos unidos cou cemento. A partir
de B hasta C, los ladrillos de la parte inferior
se unen entre sí groseramente, para que por
entre sus junturas pueda pasar el agua. Este
pequeño muro se apoya contra unas barras
de hierro, empotradas arriba y abajo para
contrarrestar la presión del agua, que, por
otra parte, tiende á ponerse al nivel en ambos
lados. D D D son pequeños muros de ladrillos,
separados entre sí 20 centímetros por lo
menos, para que con facilidad se puedan sacar
las materias filtrantes cuando sea necesario
lavarlas. Los dos ladrillos de la parte superior
JE se unen con cemento para impedir
que el agua pueda pasar por
entre ellos sin haber pasado
antes por los filtros; F, piedra
caliza, porosa, de 2 á 3 centímetros
de espesor, compuesta
de uno ó varios trozos superpuestos
con cuidado. Estas cajas
ó compartimientos, que
constituyen el filtro, se rellenan:
la primera de grava fina
bien lavada ó de asperón machacado;
la segunda, de pedacitos
de carbón de carrasca, del
tamaño de un guisante, y la
tercera de arena fina. Los espacios
que quedan en la parte
superior de las cajas que constituyen
el filtro se cubrirán con
baldosas G, de 5 á 6 centímetros
de espesor, cuidadosamente
unidas con cemento. H es un
paso para, en caso necesario, ir á hacer las
reparaciones precisas en el tubo de aspiración;
Figura 76.—Cisterna de Veneeia con aparato
de filtración
i", derramador colocado 10 centímetros más
bajo que la coronación del muro A. Cuando
lo permita el terreno, se dispondrá un agujero
J con su tapón, para desocupar el aljibe
y proceder á su limpieza. Dispuesto de esta
manera el filtro, podrá funcionar dos ó tres

CIS — 142 — CIS
años, especialmente si no recibe las primeras
aguas de los tejados ó terrenos.
En Inglaterra se usa con frecuencia un
filtro dispuesto según indica la figura 74.
F es una caja de plancha de hierro galvanizado,
de sección circular ó cuadrada, de 0,50
metros próximamente de lado y de la misma
altura; A, B, C, D son cuatro diafragmas
también de palastro galvanizado, que se adaptan
exactamente á las paredes de la caja. En
el espacio que media entre cada dos, se colocan
las materias filtrantes, esponja, carbón,
arena, etc., y la aspiración se hace por G. El
filtro, que sólo funciona cuando se hace la absorción,
está suspendido á la abertura superior
por medio de dos corchetes. Para limpiarlo
se desatornilla la tuerca H, se sube la caja,
se lavan las materias filtrantes y se vuelve á
bajar al aljibe. Para poder sacar toda el agua
contenida en el aljibe se hace preciso hacer
en el fondo una cavidad cónica, en la cual va
introducido el filtro.
En Malta, que no hay manantiales de agua
potable, recomienda el Gobierno inglés el
filtro representado en la figura 75, y que no
necesita explicación.
En Venecia se construyen hace mucho
tiempo cisternas como indica la figura 76. Se
practica una excavación en el suelo, y se revisten
las paredes y el fondo de arcilla bien
apisonada. En el fondo se coloca una piedra
con varios agujeros cónicos, y sobre ella se
construye un pozo ordinario, de paredes impermeables,
el cual recibe el agua por el
fondo. En la superficie del suelo se establecen
canales A B, construidos de ladrillos, cuyos
canales se llenan de guijarros y carbón quebrantado.
Las aguas pluviales van á parar á
los canales, donde depositan las materias que
arrastran, y lentamente se filtran, hasta llegar
al fondo de la cisterna, de donde se sacan
por el orificio superior del pozo. El espacio
que queda entre las paredes del pozo y las de
la cavidad se rellena con grava. Por la disposición
de los canales A B es muy fácil lavar
las materias que contienen y renovarlas.
Los aljibes dispuestos como los indicados
en las figuras 73 y 76 exigen que se establezca
un recipiente por separado, donde se
depositan las aguas que puedan llegar súbitamente
en caso de tormenta.
Con estas disposiciones sencillas y poco costosas,
ó bien adoptando otras reducidas á hacer
pasar el agua lentamente á través de capas
de guijarros, arena y carbón, convenientemente
dispuestos, se conseguirán aguas desprovistas
de las impurezas que á su paso hayan
podido arrastrar, y con las condiciones deseables
de salubridad.
CISTICEECO—(V. Cestoideos.)
CISTICERCOSIS.-(V. Cestoideos.)
CISTITIS (Veterinaria).—Inflamación
catarral de la mucosa de la vejiga. Puede
presentarse con carácter agudo ó crónico, ligera
ó grave, y si bien no es enfermedad muy
•común, suelen padecerla el caballo, el buey y
el perro. Entre las causas de la cistitis se indican
la existencia de un cálculo en la cavidad
vesical, la acumulación de la orina en la
vejiga, la ingestión de plantas acres ó irritantes
y la administración de preparaciones
cantaridadas. La afección sobreviene á veces
como complicación de la uretritis ó de la vaginitis.
Se admite también puede ser ocasionada
por el frío. Los síntomas al principio
son muy vagos; los animales acusan dolores
abdominales y cólicos ligeros, patean, encorvan
la columna vertebral y expulsan con dificultad
pequeñas cantidades de orina sedimentosa,
turbia y á veces sanguinolenta. Por poco
intenso que el mal sea, hay siempre fiebre, inapetencia,
especialmente en los primeros días,
la defecación se hace difícil y los excrementos
suelen ser secos.
La resolución es una terminación bastante
frecuente en la cistitis, sobre todo cuando es
ligera, y se anuncia por la disminución gradual
de los síntomas hasta que desaparecen.
Algunas veces el mal se agrava rápidamente
y tez -
mina por la supuración, la gangrena ó
la rotura de la vejiga.
Tratamiento.—Se recomiendan los agentes
terapéuticos que, eliminados por los ríñones,
ejercen una acción calmante sobre la mucosa
vesical. Los más ventajosos son el bicarbonato
de sosa, la trementina, el alcanfor y el bromuro
de potasio. (V. Vejiga.)
CISTUS.— Género de plantas de la familia
de las Cistáceas, que comprende diversas especies
leñosas muy abundantes en los montes
españoles, á los que imprimen carácter especial,
sobre todo á los del Centro y Occidente
de la Península. Reina alguna confusión en la
aplicación de los nombres vulgares de algunas
de dichas plantas, y otras no lo tienen conocido,
por cuyo motivo las comprenderemos
todas en el presente artículo.
1." Cislus ladaniferus, L. Nombre vulgar,
Jara.—En el valle del Tiétar (Avila) se llama
jara negra. Se encuentra en la sierra de
Estepona (Málaga), valle del Tiétar ya indicado,
y en las provincias de Guadalajara,
Huelva, Sevilla, Córdoba, Jaén, Badajoz,
Cáceres, Ciudad Real, Madrid, etc. Vive sobre
rocas graníticas, serpentínicas, pizarras
arcillosas, areniscas, cuarcitas y en las arenas
del diluvium. Su región está entre 500 y 1.300
metros de altitud.
Es muy abundante esta jara en los montes
de Castilla la Nueva y Extremadura, dominando
en Sierra Morena y en los montes de
Toledo la forma de pétalos manchados de rojo
obscuro junto á la uña (C. ladaniferus maculalus),
llamada en algunos puntos jara de las
cinco llagas.
DESCRIPCIÓN.—Hojas sentadas, semi-abrazadoras,
oblongo-lanceoladas, enteras, coriáceas,
trinerves en la base, después peninerves,
lisas, lampiñas y viscosas por encima, cubiertas
por debajo de pelos cortos, apretados, fasciculados
que las hacen aparecer blanquecino-tomentosas.
Flores solitarias, en el extremo de

CIS — 143 — GIS
las ramas; corola de 6 á 8 centímetros de diámetro,
blanca, con los pétalos tres veces más
largos que los sépalos; pedúnculos cortos, viscosos
y lampiños. Cápsula muy tomentosa, con
diez celdillas. Es un arbusto aromático, glutinoso
, de tallo negruzco, que alcanza la altura
de 1 á 1,50 metros. Florece en Junio y Julio.
Aplicaciones.—La leña es bastante estimada
para los hornos de pan, teja, cal y ladrillo,
por la mucha llama que da.
2. a
Cistus laurifolius, L. Nombre vulgar,
Estepa, Jara estepa, Bordiol en Cataluña.—
Esta planta puede decirse que se encuentra
en toda España, y que vive sobre toda clase
de rocas. Es, por lo tauto, más abundante y
común todavía que la anterior. Se utiliza como
leña menuda.
DESCRIPCIÓN.—Hojas pecioladas, aovadolanceoladas,
trinerves, lampiñas por encima,
tomentosas por el envés, con los pecíolos dilatados
en la base y trabados. Fruto caja de
cinco celdillas. Florece en Junio y Julio, y
tiene las flores blancas, grandes, coa una vuelta
amarilla en la uña de los pétalos. Cápsula
de cinco celdillas. Arbusto glutinoso y balsámico,
de 1,50 metros de alto.
3. a
Cistus monspeliensis, L. Nombre vul­
gar, Jaguarzo, Jaguarzo prieto y Chocasapes.
en Valencia.—Es muy abundante en Sierra
Morena, Andalucía alta y baja, reiuo de Valencia
y Cataluña, donde sube hasta 1.100 metros
en el Monseny, con exposición al Sur.
Vive en casi toda clase de rocas, y se utiliza
para quemar.
DESCRIPCIÓN. — Hojas sentadas, estrechamente
lanceoladas, trinerves, rugosas, viscosas
y brillantes por encima, más arrolladas en
los bordes, ligeramente tomentosas por debajo.
Flores con pedúndulo corto, dispuestas eu
racimos de cuatro á diez, casi laterales, compactas
en el extremo de las ramas jóvenes;
corola blanca, de 2 á 3 centímetros de diámetro,
doble de largo que el cáliz. Arbusto
aromático, viscoso, muy espeso, de corteza
parda, que adquiere un metro de altura. Florece
en Mayo y Junio.
4. a
Cistus albidus, L. Nombre vulgar,
Jara blanca. Estepa blanca, Jaguarzo blanco,
Bocha en Castellón y Rosajo en Logroño.—
Encuéntrase este arbusto en Andalucía, Extremadura,
reinos de Valencia y Murcia,
Aragón, Cataluña, y provincias de Guadalajara,
Logroño y Navarra.
DESCRIPCIÓN.—Hojas sentadas, oblongoelípticas,
cano-tomentosas, casi trinerves. Flores
terminales, de cinco á ocho, casi umbeladas,
con los pétalos de color púrpura claro, con
una mancha amarilla en la base, tres ó cuatro
veces más largo que el cáliz, que tiene los sépalos
exteriores mayores. Cápsula vellosa. Florece
en Mayo y Junio. Arbusto de un metro
de altura, aromático, con la corteza de color
pardo-canela, esfoliada en la base.
5. a
Cistus crispus, L. Nombre vulgar, Ja­
guarzo prieto , marino, ropero (Huelva), tomillo
prieto (Fuencaliente).—Vive en Extre­
madura, Andalucía, Ciudad Real, Valencia
y Cataluña.
DESCRIPCIÓN.—Hojas sentadas, ovales-lanceoladas,
agudas, trinerves, muy reticuladas
por debajo, onduladas, crispadas en los bordes,
cubiertas, especialmente por el envés, de
un tomento corto, gris y estrellado. Flores dispuestas
en número de tres á cuatro, con umbela
ócorimbo compacto; corola de 3 á 4 centímetros
de diámetro, purpurada, dos veces más
larga que el cáliz; pedúnculos más cortos que
los sépalos, provistos, lo mismo que las ramas
jóvenes, de pelos blancos y largos. Cápsula
vellosa. Sub-arbusto muy oloroso, de medio
metro de alto ó poco más, con el tallo erguido,
ramoso, tortuoso, con la corteza de color
gris-pardo, fibroso-laminar. Florece en Junio.
6. a
Cistus hirsutus, Lam. Nombre vulgar,
Carpazo en Galicia.—Se encuentra además de
Galicia, en las provincias de Huelva, Cáceres,
Salamanca, León y Santander. Es planta, por
lo tanto, que habita en la región forestal
del Norte y Noroeste de la Península, pene
trando en Portugal.
DESCRIPCIÓN.—Hojas sentadas, semi-abrazadoras,
lanceolado-agudas, plauas, enteras ó
ligeramente acanaladas, ciliadas, verdes, lisas
y casi lampiñas por las dos caras, triuervadas.
Flores dispuestas en número de tres á seis en
colimbos en la extremidad de las ramas, que
son muy largas y están cubiertas de hojas en
toda su longitud. Corola amarilla, de 2 á 3 centímetros
de diámetro, un poco más larga que
el cáliz, que está erizado de pelos blancos
y sencillos. El fruto es una cápsula vellosa.
Es el carpazo un arbustillo de medio metro
de alto, oloroso y de tallo derecho, muy ramoso
, negruzco, estando los brotes tiernos y
los pedúnculos provistos de algunos pelos sencillos,
largos y esparcidos, y cubiertos además
de pelos muy cortos, fasciculados, casi
pulverulentos. Sirve esta planta para combustible
menudo, y aun así tiene muy poco aprovechamiento.
7. a
Cistuspopulifolim, L. Nombre vulgar,
Jaron, Jara cervuna macho, Estepa, Jaranzo
ú Hojaranzo en Sierra Morena.—Se encuentra
en las provincias de Huelva, Cádiz, Sevilla,
Málaga, Cáceres, montes de Toledo, Sierra
Morena y valle del Tiétar.
DESCRIPCIÓN.—Hojas pecioladas, grandes,
anchas, cordiformes-agudas, enteras ó ligeramente
dentadas, lisas y lampiñas encima, peninerves
y sembradas, sobre todo por debajo,
de alguuos pelos cortos y estrellados. Flores
con pedúnculos bastante largos, colgantes antes
de la floración, dispuestas en número de
uno á cinco eu umbela ó corimbo al extremo
de las ramas; brácteas caducas; corola blanca,
amarillenta en la uña de los pétalos, de 4 á 5
centímetros de diámetro y dos ó tres veces
más larga que el cáliz. Cápsula lampiña.
Sub-arbusto de 1 á 1,50 metros de alto, muy
viscoso y balsámico, con el tallo y las ramas
de color pardo, quebradizas y lampiñas. Florece
eu Junio.

8. A
CIT — 144 — CIT
Cistus salvia>folius, L. Nombre vul­
gar, Estepa, Estepa negra, Tomillo blanco
(Fuencaliente) y Chocasapes (Valencia).—
Común en Andalucía, Extremadura, Valencia,
Cataluña, Aragón, ambas Castillas, Navarra
y Provincias Vascongadas.
DESCRIPCIÓN.—Hojas en parte pecioladas,
ovales, agudas ú obtusas, peninerves, reticuladas,
rugosas, ligeramente aserradas, con
pelos rudos, cortos y faseiculados, especialmente
en el dorso, en los bordes, en las ramillas,
y en los pedúnculos y sépalos. Flores
colgantes antes de la floración, solitarias ó
pareadas en el extremo de las ramas; corola
blanca ó amarilla, por lo menos en la uña de
los pétalos, de 4 á 5 centímetros de diámetro,
dos veces más larga que el cáliz; pedúnculos
iguales á los sépalos ó más largos. Cápsula
vellosa. Arbustillo muy balsámico, de medio
metro de alto, ramoso, abierto, con la corteza
de color pardo-canela. Florece en Mayo y
Junio.
9. a
Cistus Clusii, Dun. Nombre vulgar,
Tamarilla (Granada), Chocasapes (Valencia),
Malagallo (Alicante).—Esta especie se
encuentra en la provincia de Málaga, Sierra
Nevada, Almuñécar, sierra de Alfacar y
otras de la de Granada; en las de Jaén (La
Iruela), Murcia (sierra de Espuña), Alicante
(sierras de Mariola y Salinas), Valencia (dehesa
de la Albufera, Murviedro, Mugente,
etc.) y en Cataluña.
10. Cistus Bóurgaanus, Coss.—Este arbustillo
se encuentra en la provincia de Cádiz,
por los términos de Vejer, Chiclana,
Barbate y otros.
CITHEREXYLTJM.-(V. Péndola.)
CÍTRICO (Acido) (Química).—El ácido
cítrico es un ácido que abunda en ciertos
frutos, especialmente en los limones y naranjas,
como también en las grosellas, fresas, etc.
Generalmente se extrae del zumo de limón,
obteniéndose de cada litro de zumo de dicho
fruto, de 55 á 60 gramos de ácido cítrico cristalizado.
Este ácido se emplea en tintorería y
en la preparación de limonadas. (V. Limón.)
El ácido cítrico forma, al combinarse con
las bases, citratos, entre los cuales el curato
de amoníaco se emplea por los químicos modernos
como reactivo para dosar el ácido fosfórico
en los abonos.
CITRUS.—Nombre dado al género más
importante de la familia botánica de las Auranciáceas,
que algunos botánicos han llamado
también HespeKdeas, por razón de sus frutos
carnosos, denominados hesperidios.
Si existe la relación presumible entre el
nombre de estos frutos y el del jardín de las
Hespérides, sus manzanas de oro debieron ser
naranjas, confirmando la antigüedad del cultivo
de tan precioso árbol que, aunque criado
con infinidad de variadas formas por la espléndida
vegetación del Asia tropical, lo disfruta
aclimatado la Europa desde remotos
tiempos en Córcega, en Sicilia y en el Mediodía
de nuestra Iberia.
Con verdad dice un galano cronista de la
Exposición madrileña de 1857, que la magnificencia
de las Auranciáceas, el lustre y alegría
de su follaje, la blancura y aroma de sus flores,
las delicias y bellezas de sus frutos, les
dan acaso el primado de las plantas destinadas
por la creación á embellecer la superficie del
globo.
El mismo escritor añade que Europa debe
indudablemente á la civilización árabe el cultivo
de los agrios. En Sicilia se hicieron extensos
plantíos de limoneros y de naranjos.
Las Cruzadas también parece que lograron la
importación de variedades delicadas. El primer
naranjo chino introducido en Europa se
cree fué traído por Juan de Castro, hacia los
años 1520 ó 1548, dando aún justa celebridad
al jardín del Conde de San Lorenzo, en
Lisboa.
Italia se distinguió y se distingue en el cultivo
de estos árboles. De las ciento setenta variedades
que ofrece el género Citrus en Europa,
los agrónomos italianos describen unas
ciento cincuenta en su territorio. Los naranjales
de Roma y de Florencia disfrutan merecida
nombradía. En el atrio del convento de
Santa Sabina, en la Ciudad Eterna, existe un
naranjo que dicen fué puesto por el mismo
Santo Domingo hacia el año 1200. En el monasterio
de Taudi parece existir otro puesto
por Santo Tomás de Aquino en 1278. Según
estos antecedentes, la duración de los naranjos
puede pasar de seiscientos años.
En España los tenemos también de mucha
antigüedad, según la tradición. El llamado
del rey D. Pedro I, que existe en el alcázar
morisco de Sevilla, se remonta á la fecha de
1350 á 1366. Lo hemos examinado repetidamente,
y en el año 1874 se conservaba un
pedazo de tronco carcomido, cuyo sector medía
la cuerda de 0,66 metros; considerada ésta
sólo como diámetro, supone la circunferencia
de unos 2 metros. Algunas ramas endebles
ofrecía en vegetación este árbol, y tenía un
hijo ó ramón del grueso ordinario de un naranjo
de veinte años, que quizá algún día
pasará á representar esta tradición. Es dudoso
que el tronco que hoy queda incompleto sea
del antiguo naranjo, y más bien es posible
que proceda de algún retoño posterior, persistiendo
sólo las zuecas del naranjo antiguo,
al cual la tradición se refiere. El método forzado
de podar, adoptado desde tiempo inmemorial
en este jardín, sometido al sistema de
parterres, hace difícil relacionar nada fijo
entre dimensiones y edad. No obstante, se
puede graduar que la vida de este naranjo se
eleva á más de quinientos diez años. Mejor
cultivados se hallan los naranjos del mismo
jardín que se atribuyen á la época del emperador
D. Carlos I. No están aprisionados,
como el anterior, bajo terreno enladrillado,
sino que se hallan en tierra libre y cultivada.
También se encuentran algo carcomidos sus
troncos, pero ofrecen bastante lozanía en sus
ramas, con altura de unos 13 á 15 metros.

CIT — 145 — CIT
Miden la circunferencia de 1,24 á 1,40 metros,
y se les puede graduar la edad de trescientos
cuarenta años. En Andalucía es frecuente
hallar naranjos de esta misma y mayor
corpulencia, con menos edad que los expresados.
Entre otros varios que hemos visto, son
bastante notables algunos de los que existen
en Alcalá de G-uadaira, en la ribera izquierda,
vertiente al río de este nombre, propiedad de
los Sres. Portilla. Medida la circunferencia de
dos de estos naranjos á un metro sobre el
nivel del suelo, uno nos ha dado 2,50 y el otro
2,60 metros; estos troncos se hallan ya huecos,
y anuncian la antigüedad de dichos árboles,
cuyas copas corresponden escasamente á las
dimensiones de los pies.
Malta y Ñapóles se distinguen también por
sus colosales naranjos, que rinden abundantes
y exquisitos frutos. Se cuenta de alguno de
estos árboles que ha producido 30.000 naranjas.
En Mairene del Alcor, hacienda llamada
la Huerta grande, nos han asegurado que
existen dos naranjos que nombran los Migueletes,
que han llegado á dar cada uno 38.000
naranjas. Sus dimensiones son enormes, y con
las faldas que forman sus pendientes ramas
circuyen bastante espacio de terreno.
«Los cidros y limas, decía Herrera, tienen
pequeña madera; mas de los naranjos se sacan
muy lindas tablas, de bello color, para muy
delicadas obras, y muy recias, de mucha dura,
que ni se carcomen ni hienden».
Es amarillenta, casi blanca, y ordinariamente
sin venas; se hacen con ella objetos de
uso diverso, aunque los carpinteros le achacan
ser difícil de trabajar. Puede esto depender
de que las escasas maderas de naranjo
que se encuentran en el comercio procedan
de árboles muertos, puesto que los vivos se
conservan cuidadosamente para utilizar sus
frutos y sus flores.
Aunque el aprovechamiento de los frutos
es el que da á los naranjos su mayor importancia,
el perfume de sus flores, las propiedades
de sus hojas y las cualidades de sus mismas
maderas acrecen su estimación. La corteza de
las naranjas es tónica y excitante, sirviendo
para varias operaciones oficinales. La infusión
de hojas de naranjo constituye un excelente
antiespasmódico; dice también Herrera que
las hojas de las cidras, puestas entre ropas, le
dan buen olor y quitan la polilla.
Para análogos usos calmantes que las hojas
se emplea el agua de azahar, resultante de la
destilación de sus flores. La esencia del azahar
es además usada para la preparación de muchos
cosméticos del tocador. Los frutos que
el comercio no aprovecha para el consumo
alimenticio proporcionan la primera materia
para la fabricación del ácido cítrico, industria
que debiera alcanzar un interés principalísimo
en España. Añade aun el mismo Herrera:
«Oler los limones verdes ó las cidras ayuda
mucho contra la pestilencia, y lavándose con
lo acedo de las naranjas la cara ateza el color
y quita el paño, y alcoholando con ello los
ojos quita el verdor de la ictericia».
El naranjo, pues, con justa razón deben
celebrarlo los agricultores. como lo ensalzan
los poetas.
CARACTERES BOTÁNICOS DEL GENERO.—Presenta
sus flores casi siempre divididas en cinco
partes. Cáliz urceolado, de tres á cinco sépalos.
Pétalos de cinco á ocho. Estambres
de veinte á sesenta, con filamentos comprimidos
, soldados por su base, con varios hacecillos,
ó sea poliadelfos. Anteras oblongas.
Estilo rollizo y estigma hemisférico. Fruto
abayado, con siete á doce celdillas, cada una
polisperma y pulposa. Espermodermo membranáceo.
Cotiledones brevemente articulados
ó con pequeñas orejuelas. Arboles con espinas
axilares, en la base del pecíolo folioso.
Cada hoja presenta un solo foliólo, casi siempre
alado.
Las especies incluidas son:
I. C. medica, Risso.—Pecíolos desnudos;
hojas oblongo-auguladas; flores de cuarenta
estambres; corteza y pulpa acídula. Árbol
del Asia, cultivado en la Media y en la Europa
austral desde tiempos muy remotos.—
C. medica cedra, de Gall. Sus ramas son violáceas
cuando tiernas; corteza del fruto adherente
y de suave olor. Pétalos purpurescentes
al exterior. Vulgo cidreros ó cidra
limón. Ofrece unas diez y siete variedades, cuyos
gruesos frutos se emplean principalmente
para confitería.
II. C. limeta, Risso.—Pecíolos desnudos;
hojas aovado-redondeadas y aserradas; flores
con treinta estambres; fruto globoso, con prominencia,
obtuso, coronado y de corteza firme,
con pulpa dulce; arbusto de Asia, cultivado
en Italia.— C. medica limón, de Gall.
Muy afine con la especie siguiente. Corola
blanca. Vulgo lima ó limón dulce, y también
la bergamota. En esta especie comprende el
Sr. De Candolle la separada por algunos,
C. bergamia, cuyos caracteres se confunden
casi con los expresados. Los frutos ofrecen la
coloración del amarillo pálido. Entre ambas
sub-especies presentan unas trece variedades.
III. C. limonum, Risso. — Pecíolos subalados;
hojas oblongo-agudas, dentadas; flores
con treinta y cinco estambres; fruto oblongo,
de cortezas delgadas ó finas, con pulpa acidísima;
arbusto de Asia, cultivado al presente
en Europa.—C. medica limón, de Gall. Pétalos
purpurescentes al exterior, blancos al interior;
ramillas violáceas; fruto aovado, mamelonado
eu el vértice, de corteza adherente
y amarilla, con vesículas cóncavas. Vulgo limonero
ó limón agrio. Ofrece cuarenta y seis
variedades.
Nuestro Rojas Clemente dice acerca de éstas:
«Entre los limones, además del común
oblongo, que tanta riqueza da á Málaga, y
cuyo ácido concreto y purísimo, tan útil para
los navegantes, se elabora de poco acá en una
fábrica de Sevilla, merece notarse el dulce
oblongo; uno muy precioso, mayor que la na-

CIT — 146 — CIT
ranja común , globoso, de un amarillo como de
latón, con la médula agria y sin carnosidad
alguna entre la médula y la corteza, tan parecido
exteriormente á la toronja, que se
equivocan enteramente, y otro del mismo aspecto,
pero con la médula dulce. Clusio asegura
haber visto en Sevilla un limonero llamado
de figura, por la variedad de la que toma
su fruto, que casi todo es carne; lo creo más
bien una casta de cidra, cual se cultiva en
Cbelva y otros pueblos de Valencia y Murcia.
No es menos singular la alternativa de cachos
dulces y agrios que ocurre acaso en un
fruto, y es, según todas las apariencias, un
juego caprichoso de la fecundación y el fenómeno
de la preñez ó especie de superfectación,
que consiste en hallarse un limón completo
dentro de otro.»
IV. C. aurantium, Risso.— Pecíolos casi
desnudos; hojas aovado-oblongas, agudas;
flores de veinte estambres; fruto globoso, de
fina corteza y pulpa dulce; árbol del Asia
oriental, cultivado actualmente en Europa.—
C. aurantium sitíense, de Gall. Pétalos blancos
y frutos dorados, con vesículas de la corteza
convexas. Vulgo naranjo dulce.
Se le reconocen cuarenta y tres variedades,
entre las cuales son preferibles las siguientes:
1." Naranjo franco.—Se considera como
el tipo de los naranjos de fruto dulce; sus ramas
son espinosas, y el conjunto del árbol
muy vigoroso, lento de crecer y resistente al
frío; da abundante producción de naranjas,
medianas de tamaño y de color amarillo
dorado.
2. a
Naranjo de China.— Sus ramas ofre­
cen pequeñas espinas, y su florescencia es algo
bisanual; sus frutos son demasiado gruesos, redondos,
de corteza delgada, lisa y luciente, y
sus semillas presentan algo recurvo el ápice.
3. a
Naranjo piriforme.—Le da nombre la
forma aperada del fruto, bastante grueso, rojizo
hacia el exterior de su pulpa y amarillento
hacia el centro; esta variedad teme bastante
los fríos, y parece se le cultiva en Niza.
4. a
Naranjos de anchas hojas.—Árbol muy
vigoroso, que también se cultiva en Niza; su
fruto es grueso y esférico, de corteza delgada
y pulpa amarilla.
5. a
Naranjo de Genova.—Es de fructifica­
ción bastante normal; sus frutos son redondos
y algo deprimidos, surcados hacia la base,
con la corteza amarillo-roja y la pulpa encendida
al exterior, que palidece hacia el centro
amarilloso.
6." Naranjo de Niza.—Es la variedad que
más se aprecia en aquella localidad por sus
abundantes y buenos productos. Son gruesas
naranjas, deprimidas por su ápice y por su
base, rojizas al exterior y esponjosas hacia su
parte interna, que ofrece una pulpa de amarillo
subido.
7." Naranjo de Malta ó naranjo rojo de
Portugal, ó naranjo de sangre de España.—
Su fruto es redondo y de mediano grosor,
que al cambiar su matiz verde en la madurez,
amarillea primero, y después toma un color
rojizo sanguíneo, que aparece también en la
pulpa, con más intensidad hacia el exterior.
8. a
Naranjo de Mallorca.— Es variedad
muy afine á la del naranjo franco; sus frutos
son bastante gruesos, de corteza fina, lisa y
luciente, de color amarillo subido y pulpa
amarilla.
9. a
Naranjo multifloro.— Cuyas flores son
extremadamente numerosas; su fruto poco
voluminoso, redondo, de corteza fina, lisa y
color amarillo muy agradable, con la pulpa
también amarilla.
10. Naranjo de fruto tardío. — Este es
grueso y muy deprimido, de coloración amarillenta
ó rojiza y pulpa roja. La madurez es
muy tardía, como indica el nombre de la variedad.
En esta especie distingue Rojas Clemente,
como cultivadas en España, las cuatro variedades
siguientes:
Naranja china legítima.—De carne muy
dulce y muy. jugosa, con la corteza delgada y
lisa; es la más estimada.
Naranja común.—De carne muy dulce y
poco jugosa, con la corteza rugosa, muy gruesa
y débilmente adherida.
Naranja sin semillas.—Muy sabrosa y cultivada
por los cartujos de Sevilla.
Naranja mandarina.—De fruto pequeño y
la carne roja, más apreciada por su extrañeza
que por su verdadero mérito. (En esto no
creemos anduvo muy acertado Rojas Clemente,
pues hay naranjas mandarinas que,son un
perfume de azahar.) Decía se cultivaba en Jerez
de la Frontera y en la Cartuja de Sevilla.
V. C. vulgaris, Risso. — Pecíolos alados;
hojas elíptico-agudas, cremalladas ó festoneadas.
Flores de veinte estambres. Fruto globoso,
de corteza ligeramente escabrosa, con
vesículas cóncavas, y pulpa acre y amarga.
Árbol del Asia, también cultivado en Europa.—C.
aurantium indicum, de Gall.; C. higaradia,
de Duham.; C. sinensis, de Pers.; vulgo
naranjo agrio ó amargo; también bigaradia.—
Cuenta sobre treinta y dos variedades, de las
cuales cita como más importantes el conde de
Gasparin las siguientes:
1. a
Agrio, de fruto corniculado, cuyas fiores
son grandes y muy olorosas.
2. a
Agrio rico, desnudo ó despojado.
3. a
Agrio multifloro, que es el más pequeño
de todos, pero se carga abundantemente
de flores.
4. a
Agrio de frutos, sin semillas, del cual
dice Risso que uno de dichos árboles produce
en Niza cada dos años 200 kilogramos de flores
y 4.000 kilogramos de-frutos.
5. a
Agrio Gallerio, que es uno de los más
vigorosos y apropiado para servir de patrón al
ingerto de otras castas.
Cita Rojas Clemente dos variedades: la naranja
agria, denominada así por su sabor ácido
amargoso, que es bastante frecuente en
Sevilla, y la naranja de carne agridulce. .Nos
faltan detalles característicos.

CIT — 147 — CIT
VI. C. decumana, Lin.— Pecíolos alados;
hojas obtusamente marginadas. Flores grandes,
blancas. Frutos muy grandes, de gruesa
corteza, globosos ó piriformes, y vesículas del
aceite esencial, planas ó convexas. Árbol de
la India oriental, aclimatado en la América
caliente y en algunos puntos de Europa.—
C. pompelmos, de Risso. Vulgo pampelmusa
de la India y Luchan de Filipinas. La corteza
del fruto es de carne blanca, esponjosa, y
enrojécese un poco al contacto del aire; su
pulpa es verdosa, poco acuosa, dulce y ligeramente
sápida. Ofrece cinco variedades.
VI. C. hystrix, D. C.—Pecíolos anchamente
alados; hojas aovadas, poco mayores
que el pecíolo. Ramas espinosísimas. Arbusto
de la India. Esta especie, como las siguientes,
es de las comprendidas por De Candolle en el
número de las que no poseía notas suficientes
para su completa descripción.
VIII. C. spinosissima, Meyer.—Pecíolos
alados; hojas ovaladas, casi obtusas y festonadas.
Árbol africano de las arenosas selvas
de la Guinea. Flores genminadas y frutos ácidos,
del tamaño de una nuez.
IX. C. Japónica, Thumb.—Pecíolos alados;
hojas agudas; tallo anguloso, y flores axilares
solitarias, genminadas. Árbol del Japón,
cuyos frutos ofrecen el color y forma
de las naranjas, aunque son más pequeños,
dulces y tiernos.
X. C. fusca, Louiv—Pecíolos alados y
en forma acorazonada; hojas aovado-lanceoladas;
ramas espinosas y frutos globosos, de
sabor áspero. Árbol de China, Cochinchina
y las Molucas. Baya obscuro-verdosa, de pulpa
ingrata acida.
XI. C. Nohilis, Lour.— Pecíolos sub-lineares
y comprimidos. Ramas ascendentes
inermes. Frutos deprimidos, con gruesa corteza.
Arbusto de Cochinchina y de China, con
frutos rubicundos por dentro y por fuera.
Dan zumo bastante dulce.
XII. C. Margarita, Lour.—-Pecíolos lineares;
hojas lanceoladas; ramas ascendentes,
espinosas. Frutos oblongos, quinqueloculares
y de corteza delgada. Su coloración es
amarillo-rojiza, y su pulpa dulce. Arbusto de
Quatunga, provincia de China.
XIII. C. madiirensis,Wild.—Pecíolos lineares;
hojas anchas, lanceoladas; ramas difusas
, inermes y angulosas. Fruto globoso y
liso, de pulpa amargosa. Arbusto de Cochinchina
y de China.
XIV. C. angulata, Lour.—Pecíolos desnudos;
hojas aovado-agudas. Frutos angulosos.
Árbol de una isla del Asia, nombre de
Amboina.
XV. C. huxifolia, Poir.— Pecíolo linear
muy pequeño;'hojas aovado-reflejas. Flores
racimosas ó en racimos. Árbol de la China.
E. Abela.
OITRUS.— Género de plantas, de la familia
de las Auranciáceas, descrito en el artículo
anterior. En las Islas Filipinas se cultivan,
entre otras, por razón de sus frutos comesti­
bles, más ó menos agradables, las especies siguientes,
en su mayor parte asilvestradas:
Citrus medica, L. Nombre vulgar, Dayap.—
Parece ser especie propia de las Islas. Es árbol
de unos 3 metros de alto, con el tronco
con espinas solitarias; las hojas son aovadas,
obtusas, dos veces aserradas, con alas también
aserradas en el pecíolo; el fruto es una
baya, con la corteza delgada ó igual, con más
de diez aposentos, y en cada uno dos ó más
semillas.
Los limones que produce tienen la pulpa
muy pegada á la corteza, que es delgada, y su
diámetro es de 3 y más centímetros. Se hace
mucho uso de este fruto; los chinos se sirven
de él para cocer pronto las carnes, para lo
cual lo mezclan con ellas en la olla.
Citrus decumana, L. Nombre vulgar, Luchan,
y en Manila Suha.—Esta especie se cultiva
bastante, y también se encuentra asilvestrada;
alcanza el árbol una altura de 4 á
5 metros; el tronco está provisto de espinas
solitarias; tiene las hojas ligeramente aserradas
, vellosas en las márgenes, con una escotadura
en el ápice, y alas anchas en el pecíolo.
El fruto es una baya de más de 8 centímetros
de diámetro, y á veces tan grande como la cabeza
de un niño, con la corteza gruesa é igual
y diez aposentos.
Este fruto es comestible, y se hace dulce de
él. El tronco del árbol despide mucha goma.
El cocimiento de las hojas se estima mucho
por su eficacia contra las enfermedades nerviosas,
histerismo, hipocondría y otras.
Citrus hystrix, D. C. (C. torosa, P. Blanco).
Nombre vulgar, Colohot.—Este árbol se
halla asilvestrado como el anterior. Tiene el
tronco con espinas solitarias. Las hojas son
aovadas, dos veces escotadas , con alas en el
pecíolo, á veces mayores que las hojas. Flores
axilares, en número de tres ó más. Fruto baya
irregularmente globosa, de 6 á 9 centímetros
de diámetro, con excrescencias en la corteza,
que es gruesa, con más de catorce aposentos,
y en cada uno más de tres semillas. Florece
en Julio. Adquiere este árbol una altura de
5 á 6 metros. El fruto es muy ácido y no se
come. Hay una variedad con el fruto más pequeño
y muy oloroso, que lo usan los indios
en el baño.
Citrus reliculala, P, Blanco. Nombre vulgar,
Naranjitas.—Especie nueva, según el
Padre Blanco. El tronco tiene espinas solitarias.
Las hojas son lanceoladas, dos veces
aserradas, con una escotadura en el ápice y
alas estrechas en el pecíolo. El fruto es una
baya con la corteza algo gruesa, fácilmente separable
de la carne, medianamente igual, con
hoyitos y un pezón grande en la base, con
más de diez aposentos. La pulpa de este fruto
es de color amarillo ó dorado; entre ésta y la
corteza hay muchas fibras. Se aprecia mucho
para comer.
Citrus pappilaris, P. Blauco. Nombre vulgar,
Pis-ong.—Reputada como la anterior
por especie nueva. El tronco carece de espi-

CIU — 148 — CIU
ñas. Las hojas son dos veces aserradas y tienen
el pecíolo alado. El fruto es una baya
grande, con un gran pezón en la base, de lo
que toma el nombre.
Cilrus mitis, P. Blanco. Nombre vulgar, Calamondín.
— Considerada por el Padre Blanco
como especie nueva. Altura general del
árbol, de unos 4 á 5 metros. Tronco sin espinas
notables. Hojas simples, elípticas, dos veces
aserradas, con escotadura en el ápice y
alas estrechas en el pecíolo. Flores solitarias.
Fruto baya de unos 12 milímetros de diámetro,
con la corteza delgada, medianamente
igual, con hoyos, y seis ó más aposentos. Los
indios se sirven del fruto para lavarse la cabeza
cuando se bañan.
CIUDAD REAL (Geografía y Estadística
agrícola).—La provincia de Ciudad Real
es una de las que están comprendidas en la
región central agrícola de España.
Su posición geográfica es á los 38° 59' 21"
de latitud Norte. Su altitud sobre el nivel del
mar es de 685 metros la capital.
El clima es destemplado, seco; el frío y el
calor se hacen sentir con exceso en su máxima
y mínima. Según las observaciones meteorológicas
de los Sres. Pérez y Urrutia, en un
decenio, resultan, término medio: Presión atmosférica,
709,1 milímetros; oscilaciones extremas,
27,9. Temperatura media en invierno,
-+- 7,7; en primavera, -+- 14,8; en verano,
-t- 25,2; en otoño, -+- 16,0; y término medio
general, •+• 15°,9 centígrados. La máxima,
-f- 42,2; la mínima, — 6,7. Las lluvias en milímetros
resultan ser: invierno, 110; primavera,
89; verano, 31; otoño, 86; término
medio anual, 316. Los días de lluvia en todo
el año, término medio, son 60, distribuidos:
18 en invierno, 20 en primavera, 8 en verano
y 14 en otoño. El viento dominante es el
Oeste.
En extensión superficial es la tercera provincia
de España, pues ocupa 655 leguas cuadradas
de las de 20 al grado, que hacen
20.305 kilómetros cuadrados, y 2.030.500 hectáreas
(1). Su perímetro confina al Norte con
la provincia de Toledo; al Sur, con la de Jaén
y Córdoba; al Noroeste, con la de Cuenca; al
Este, con la de Albacete, y al Oeste, con las
de Badajoz y Cáceres.
El número de pueblos que componen la
provincia que nos ocupa es por partidos judiciales:
Alcázar de San Juan, 9; Almadén,
7; Almagro, 7; Almodóvar del Campo, 18;
Ciudad Real, 7; Daimiel, 4; Infantes, 17;
Manzanares, 6; Piedrabuena, 16; Valdepeñas,
7; total de pueblos de la provincia, 98.
La población total, ó sea el número de
habitantes, sólo llega á 247.991. Es la 49 en
densidad de la población, pues sólo tiene 378
habitantes por legua cuadrada y 12 por kilómetro,
siendo así que el término medio de
toda España llega á 957 en el primer caso y
CU Orden de las provincias de España, según su
extensión superficial y densidad de la población.
30 en el segundo, lo cual arroja casi la tercera
parte del término medio general.
Con motivo de haber nosotros hecho la
estadística administrativa para el pago de la
contribución territorial, urbana y pecuaria,
la cual respecto á la superficie aún rige, tuvimos
ocasión de saber el número de fanegas
de tierra ocupadas en cada clase de producción,
etc. La superficie total declarada por los
98 pueblos que componen la provincia asciende
á 2.258.662 fanegas de marco real, y según
nuestros datos, existe una ocultación de
912.088 fanegas, existiendo, como ocurre en
Almodóvar, que el terreno inscrito para contribuir
asciende á 120.261 fanegas de tierra,
y el que le falta que declarar suma 171.133
fanegas. Como se comprenderá fácilmente, la
Administración local, cuando intenta promover
esta cuestión, los intereses de la provincia
se sobreponen, y los encargados son trasladados
á otro punto; así jamás existirá en España
buena administración, y los impuestos sacrificarán
á unos para beneficiar á otros; nosotros
fuimos trasladados á Sevilla, con ascenso por
haber averiguado la falta; pero el asunto se
quedó en tal estado. No fué malo que nos
ascendieron, que á otros han dejado cesantes,
como nos ocurrió en Sevilla á causa de la investigación
que entablamos contra Ecija porque
le faltaban en su riqueza muchos miles
de fanegas de tierra por que no contribuía.
Volviendo á la distribución de la superficie
declarada y reconocida por la provincia de
Ciudad Real, resulta: Tierras de riego destinadas
á hortalizas, 3.510 fanegas; á árboles,
119 fanegas, que contienen 14.357 árboles;
destinadas á trigo, cebada, etc., que turnan
con hortalizas y se riegan con aguas de noria,
16.313 fanegas; prados de riego, 101 fanegas.
Secanos: Tierras destinadas á cereales y semillas,
882.217 fanegas ; á plantaciones de viña,
40.469; á olivares, 41.174; á siembra de azafrán,
38 fanegas; á zumaque, 60; á alamedas
con cercas de tapia, 190; á dehesas de pastos,
597.689; á monte alto y bajo, 223.602; baldíos
con aprovechamiento de pastos y monte bajo,
434.303; eras de emparvar, 619; canteras y
yeseras, 10; y finalmente, inútil para toda
producción, 152.289, que todas suman un
total de 2.393.068 fanegas de tierra. El producto
total de esta superficie ascendió á reales
95.083.118; los gastos de cultivo, 56.673.808,
y el líquido producto, 38.409.310 reales.
Comparando el producto líquido con la superficie
declarada, resulta ser á unas 4 pesetas
de producto por fanega de tierra. Si se saca
el término de los tipos de evaluación de cada
pueblo y luego el de la provincia, resulta ser
el general término medio 6,80 pesetas por
unidad de superficie (la fanega) puesta en
cultivo. Esto consiste en que hay pueblos,
como Alcoba, que con 50.478 fanegas de tierra
registradas paga por territorial 66.000
reales de riqueza imponible, que sale la fanega
á 1 real 22 céntimos; Arroba, con 12.046
fanegas, paga 31.000 reales, que equivale á

CIU — 149 — CIU
2,57 reales de producto por fanega, y real
más, real menos, en igual caso están Brazatortas,
que paga 4 reales 30 céntimos por
fanega; Fontanarejo, 2,59 reales; Horcajo de
los Montes, 3,60 reales; Navalpino, 2,41 reales;
Navas de Estena, 2,52; Puebla ele Don
Rodrigo, 35 céntimos de real, pues con 157.414
fanegas de término, paga 56.000 reales de riqueza
imponible.
Los límites estrechos en que los artículos
de una obra como la presente exigen, no nos
permiten detalles que seguramente sirvieran
de consejo provechoso para los pueblos de la
provincia de que venimos ocupándonos y para
la.administración de ella. ¿Se comprende, ni
es posible creerlo, que un pueblo, Sácemela,
siendo su término de 100.761 fanegas de tierra,
tenga sólo registradas 589, por lo que
tiene de imponible40.000 reales, lo cual hace
que salga cada una de las registradas á 73
reales 51 céntimos? Esto creemos bastará para
lo que digimos antes.
En general, puede decirse que el suelo de
la provincia es pobre; las calizas almendrilla
de poco fondo; las ferruginosas guijarrosas
coloradas no escasean en las vertientes, en
particular en Villarrubia de los Ojos, etc.;
las tierras pardas calizas arcillosas abundan,
pero las mencionadas primero son las que dominan.
En general, es llano el territorio del
centro de la provincia, que no la atraviesa
ninguna cordillera de las que forman nuestro
sistema de montañas, que le sirven de límite
y la rodean por todos lados casi, formando
así un extenso valle en el centro de la Península.
La primera sierra principia á levantarse
en la parte de Consuegra, que correspondiendo
á la provincia de Toledo, deslinda por la
parte Norte la de Ciudad Real, extendiéndose
hacia Puerto Lápiche, Villarrubia de los
Ojos, Fuente del Fresno, Malagón, Piedrabuena
, á incorporarse con los montes de Toledo
en la Puebla de Don Rodrigo, siguiendo
el deslinde al Oeste con Extremadura por
todo el partido de Almadén y de Almodóvar
del Campo, á encontrar Sierra Morena al
principiar el valle de Alcudia; valle que es
el origen del azote de la langosta, que suele
invadir con frecuencia la provincia de Ciudad
Real, que tantas pérdidas cuenta en su economía
agrícola, ocasionadas por tan destructor
insecto. La célebre Sierra Morena, parte
del sistema mariánieo, corre todo el costado
del Sur de la provincia de Ciudad Real, siendo
el límite con la de Córdoba y Jaén en los
partidos de Almodóvar, Valdepeñas y Villanueva
de los Infantes, hasta incorporarse á la
sierra de Almaraz. Por un lado sólo prolonga
sus llanuras desde Puerto Lápiche hasta el
Bonillo; es al Noreste, cuyo frente se prolonga
en Alcázar de San Juan, al frente de la
provincia de Albacete, Cuenca y Toledo, de
cuyas campiñas vienen los ríos Zamora, Jigüela
y Rianzares, que alcanzan el Guadiana
no lejos de Daimiel. Cuando se pasa el Guadiana,
entre Ciudad Real y Fernán Caballero ó
el puente de Alarcos, principian á presentarse
las sierras y asperezas que forman singular
contraste con el terreno de la izquierda del
río; allí todo es selvático; aquí no hay más
que campiñas áridas y peladas; allí abunda el
arbolado, altas sierras, canteras, valles profundos;
aquí polvo y algún tomillo; á la derecha
del Guadiana hay abundantes manantiales
de aguas delgadas y saludables; en la
izquierda sólo pozos para sacar el agua con
norias, para satisfacer todos los usos de la
vida. En las sierras que ligeramente hemos indicado
existen grupos más ó menos extensos
de plantas de monte, cuya superficie total, reunida
por clases, resultan: 90.202 hectáreas
pobladas de roble, 39.890 de encinar, 21.900
de jarales, 11.601 de coscoja.
De los ríos que atraviesan la provincia de
Ciudad Real el principal y el que casi recoge
á los demás es el célebre Guadiana, que su
desaparición y aparición le ha dado gran celebridad,
cuyos dos fenómenos niega existan
Madoz (1), que dice en el artículo Guadiana:
«su curso, su hundimiento, sus apariciones han
sido otras tantas novelas que han entretenido
á historiadores y geógrafos muy graves, que
se han transmitido de generación en generación,
sin examen ni criterio, y de los que han
hecho uso personas muy respetables, y tiempo
es ya que desaparezcan estos errores».
Para probarlo se dice existir dos Guadianas:
uno que nace en las lagunas de Ruidera;
desde la laguna Ceuoguero sale formando río,
que se dirige de Este al Sureste y al Noreste,
y dando impulso á varios molinos harineros,
y regando varios terrenos del Tomelloso, Argamasilla,
La Membrilla, desaparece hacia
el sitio llamado Herradero de Guerrero, en el
término de Alcázar de San Juan, por la parte
que linda con Herencia, habiendo recorrido
10 leguas desde su nacimieuto hasta el sitio
en que desaparece. Su desaparición no es debida
al supuesto hundimiento y correr por
debajo de tierra hasta que vuelve á aparecer
en el término de Villarrubia de los Ojos,
pues estando este punto más elevado que el
en que desaparece, no puede ser de aquel
sitio su procedencia. El desaparecer consiste
en que en las 10 leguas de su tránsito se va
gastando el agua, que alzándose el terreno
consume y agota, y lo poco que corre no siempre
se incorpora al río Záncara. El segundo
río Guadiana, el que nace en el término de
Villarrubia de los Ojos, y que equivocadamente
se supone ser la salida subterránea del
anterior, sale de un gran pantano de carrizales,
juncos, espadaña, masiega, que tendrá
poco más ó menos una legua de circunferencia,
situado entre el camino de Villarta á
Daimiel; en esa laguna, que hemos visitado
varias veces, existen catorce manantiales que
llaman los ojos, entre los que el llamado Mari-
López tendrá sobre 15 metros de largo y poco
(1) Diccionario geográfico, estadístico é histórico,
tomo IX, página 33.

CUT — 150 — CIU
menos de ancho, del que el agua sale á borbotones;
hay otros, como La Canal, llamado
así por ser más largo que ancho; JE1 Cerezado,
porque brota muy cerca de la superficie
de la tierra. Desde el sitio en que empieza
á esparcirse y perderse el primer Guadiana,
en el término de Alcázar de San Juan,
según queda dicho, hasta el segundo nacimiento,
Ojos de Guadiana, hay unas 7 á 8
leguas, que es el espacio supuesto que corre
subterráneo el río, existiendo en contra de
tal fábula, además de resultar estar más alta
la salida que el sitio en que se verifica su
desaparición, que éste suele ocurrir estar seco
en el verano, cuando en aquél no falta nunca
la abundancia ordinaria.
El río Azuera nace y muere dentro de la
provincia, bañando las campiñas de La Solana,
Hembrilla, Manzanares y Daimiel; el Javalón
es otro río propio de la Mancha; nace
en el partido de Infantes; corre entre Torrenueva
y Valdepeñas, y entre Ballesteros y
Almagro, y después se incorpora al Guadiana,
más abajo de Torrecilla. El Ciguela, procedente
de la provincia de Toledo, entra por el
Campo de Criptana, corre entre Villafranca
de los Caballeros y Alcázar, sigue á la derecha
de Viljarta y Arenas, entrando en el Guadiana,
más abajo del molino de Milimocho.
El Záncara, el Balloque, Valdehornos, Rubial,
Esterra, Guadarranque, etc., recorren la
provincia, lo que sería largo de relatar, así
como el Fresneda, Guadateno, Guadalmena,
sin contar varios riachuelos que, unidos al
largo catálogo ya enumerado, parece como
querer desmentir la general opinión de ser
árida y estéril la provincia que nos ocupa;
pero no se crea que la falta de aprovechamiento
general de esas aguas procede de que
ellas no lo permitan por su calidad ó por los
obstáculos que el suelo por que corre se oponen;
nada de eso, y con dolor se ve que, salvo
algún molino harinero, el aprovechamiento de
las aguas está en principios de aplicación,
siendo así que en sus extensas llanuras no
una vez sola sé pierden las cosechas por falta
de lluvias, lo que aumenta la miseria, la expatriación
, el abandono del cultivo, la propagación
de la langosta, y muchos males que se
podrían atenuar con la aplicación de las
aguas que corren sin aprovechamiento alguno
por la provincia. Si hubiéramos de relatar
los infinitos proyectos de riegos antiguos
y modernos que conocemos, ocuparíamos
algunas páginas, que en último término sólo
probarían que no es que se desconozca la
utilidad de ellos, sino que nuestros propietarios
agrícolas no pueden emplear un céntimo
en mejoras, porque en los impuestos la Administración
retira esa parte cuando alcanza
al capital de explotación y se tiene que suspender
la industria de la producción.
Las producciones agrícolas son abundantes
y variadas, si bien los años buenos ó malos se
hacen sentir por la falta de los auxilios que
los riegos pudieran prestar en las frecuentes
sequías que asolan el país y algunos colindantes.
El trigo candeal y rubial que se produce, y
principalmente el primero, es muy estimado,
el tranquillón, ó sea la mezcla de trigo y centeno
sembrado junto, y algunas veces la cebada,
que se emplea en hacer pan para la gente
del trabajo; la escaña, avena, maíz, panizo y
demás cereales se producen en abundancia.
Las hortalizas y tubérculos, especialmente las
patatas, que se obtienen en general en las
tierras regadas con norias, son excelentes,
tanto que en Madrid las patatas manchegas
tienen gran crédito por su buena clase y precio
bajo.
La producción de vinos cuenta con pueblos
célebres hace años, como son los de Valdepeñas,
bajo cuya denominación se expende
diez veces la producción verdadera. En los
últimos veinte años ha sido tal el entusiasmo
que se ha desarrollado por las plantaciones de
vid en los pueblos de la provincia de Ciudad
Real, que, según nuestros cálculos, si cuando
hicimos la estadística existían 40.467 fanegas
de tierra plantadas de vid, hoy existen 400.000.
Los viuos, generalmente tintos de pasto, son
de buena calidad; su fuerza alcohólica fluctúa
entre 10 y 15 por 100.
Los precios medios de los frutos en un decenio,
en toda la provincia por partidos, resultó
en reales vellón:
H O o <
o
>
rigo.
enteno
ebada
ceite..J
liente. ¡
Fs. Fs. Fs. Ar. Ar. Ar.
Alcázar de San Juan. 41 26 19 14 56 51
29 20 18 17 41 59
38 24 17 15 39 41
34 3L 18 10 69 46
33 23 19 12 39 42
38 22 17 9 38 38
39 25 20 11 42 40
41 25 20 11 41 49
31 21 17 13 43 49
38 27 20 14 41 42
Precio medio de la fanega
y de la arroba. 37 24 19 13 41 46
La fanega de garbanzos alcanza en Manzanares
el precio medio más alto de la provincia,
vendiéndose á 90 reales; á 83 en Infantes;
76 en Valdepeñas; 70 en Almagro, y todos los
otros pueblos con éstos, dan un término medio
de 63 reales fanega. La miel y cera de
abejas, que se produce en abundancia en varios
pueblos, se vende por término medio la
arroba de miel á 23 reales, y la de cera á 120.
El consumo, término medio por habitante
respecto á vinos, está calculado en 25 litros,
y el de toda la provincia en 5.878.767 litros;
de aguardiente y licores, 2,14 litros y 482.363
litros; siendo el término medio de toda España
32 litros de vino y 2,10 de bebidas alcohólicas
por habitante, resultan ser los de la provincia
de Ciudad Real sobrios en el uso de
bebidas espirituosas, sin embargo de la'abundante
producción que obtienen.

CLA — 15) — CLA
El consumo de carne asciende en toda la
provincia á 3.453.305 kilogramos, término
medio, ó sea 14,64 por habitante; el término
general de España es 8,4; resulta casi doble
gasto de carne que el término medio general,
y mucho más comparando con 2,98 que aparece
por habitante en la provincia de Murcia;
3,75 en la de Tarragona; 3,50 en la de Lugo;
3,62 en la de Alicante; el máximum, que
es 22,08, se observa en la provincia de Cáceres;
el mínimum en las Baleares, 1,75.
Respecto al aceite, se consumen en la provincia
de Ciudad Real 1.106.639 litros, lo cual
arroja por habitante 4,69 litros, y como el
término medio general de España sea 4,88, el
máximum Madrid 12,19, y el mínimum Oviedo
con 0,28, resulta que la provincia que nos
ocupa gasta en buenas proporciones los líquidos
alimenticios. Sin embargo, puede decirse
que la generalidad casi no comen carne
más que algún día festivo; y esa falta motivo
es de que se advierta poco desarrollo físico en
la juventud y que abunden las defunciones en
edad temprana. La sobriedad en la alimentación
de los manchegos es proverbial en las
provincias limítrofes que van á trabajar.
La abundancia de ganados, de viñas, de
olivas y de cereales permiten en la provincia
de Ciudad Real que la gente trabajadora se
alimente bien, lo cual tiene lugar cuando los
amos les dan los alimentos; pero los que trabajan
á jornal, éste es pequeño, y con poca
familia que se tenga, basta para no alcanzar
más que para pan y legumbres.
J. de Hidalgo Tablada.
CIVERA.—En algunas comarcas, particularmente
en Valencia y Cataluña, dan el nombre
de civera á las llamadas angarillas en otras
provincias, ó sea á un instrumento de transporte
formado por dos barras de madera paralelas,
redondeadas en forma de puños sus
extremidades, y reunidas por traviesas planas
en las que se coloca la carga. Las civeras sirven
principalmente para sacar el estiércol de
los establos y para el transporte de ciertas
cosechas en terrenos muy accidentados. Dos
hombres pueden llevar una carga de 50 á 60
kilogramos con este utensilio, pero el transporte
con una carretilla es mucho más económico.
CLAOXILÓN.—Género de plantas de la
familia de las Euforbiáceas. En los montes
de las Islas Filipinas suele encontrarse el
Claoxilon rubescens, Mull., que es un arboli-
11o dioico, de unos 4 á 5 metros de alto y de
20 á 25 centímetros de grueso, con las ramas
medio ahorquilladas y muy comprimidas en
los extremos. Las hojas son lanceoladas, aserradas
y algo vellosas, y los pecíolos cortos,
con dos glandulitas poco notables en el extremo
superior. Las flores masculinas son axilares,
y forman racimos apretados. El fruto es
una cajilla de tres cápsulas que se abre por
abajo. Florece en Abril: Tanto las hojas como
las flores están cubiertas de gotas sumamente
pequeñas, de una especie de resina amarilla.
Los filamentos de los estambres apenas les
da el viento empiezan á tomar un color violado
, de donde viene el nombre específico de
esta planta. Véase además Alim.
CLARA.—Se llaman claras en selvicultura
las cortas que se practican en monte alto para
favorecer el crecimiento de los demás árboles
del rodal que quedan en pie, y para sacar los
que están desmedrados ó perjudican el desarrollo
de los demás que han de subsistir. El
objeto definitivo dé esta operación es el suministrar
á cada rodal un espacio de tierra y atmósfera
proporcionada al volumen leñoso que
va alcanzando en los sucesivos períodos de su
vegetación. (V. Corta.)
CLARIFICACIÓN—Acción de clarificar.
Se aplica al agua, al vino, al vinagre, á los
aceites, á los jarabes y á otros líquidos, poniendo
claros y limpios los que estaban turbios
y sucios.
Unas veces por medio de la clarificación
nos proponemos simplemente separar de un
líquido ciertas materias que accidentalmente
se encuentran en suspensión en el mismo; materias
que siendo de origen mineral é insolubles
en el líquido, no influyen en su composición
química. Otras veces clarificamos un
líquido tan sólo para darle un aspecto más
agradable, sin que se entienda por esto que
por el simple hecho de presentarse clarificado
ha adquirido todas las condiciones de bondad
y de pureza. En la mayor parte de los casos,
purgando el líquido de las heces y materias
que tiene en suspensión, sea por efecto de su
misma naturaleza y elaboración, sea que hayan
tomado origen en el mismo á consecuencia
de modificaciones que experimenta, se logra
que no sufra el líquido alteraciones á consecuencia
de reacciones promovidas por la presencia
de dichas substancias.
La clarificación puede tener lugar por medio
del reposo, por filtración ó por el contacto
de materias clarificantes. Estas las más de las
veces obran tan sólo mecánicamente; pero
pueden también influir por su composición
química, según sea ella y la del líquido.
El caso más sencillo de clarificación que
puede presentarse es la del agua por simple
reposo. Las aguas, sobre todo en épocas lluviosas,
y más si son aguas de río, arrastran
cierta cantidad de tierras; y aunque éstas
pronto se depositan, queda el agua algo turbia
por las partículas finísimas de arcilla que
mantiene en suspensión. El reposo basta para
clarificarla, y es el medio más económico si
se tienen depósitos, aljibes ó tinajas donde
dejarla sedimentar.
Para el abastecimiento de grandes poblaciones
la clarificación se verifica en vastos
depósitos, teniendo presente la necesidad de
que éstos sean lo menos en número de dos, á
fin de que mientras se vacía uno tenga tiempo
de clarificarse el agua contenida en el otro.
Se recurre á menudo también en este caso
á la filtración por lechos de arena (véase
Filtración), y finalmente, también se emplea

OLA — 152 — CLA
el alumbre como medio de clarificar el agua
cuaudo ésta es cenagosa. En China ponen un
pedazo de dicha sal al extremo de un bambú
hendido, y agitando el agua durante algunos
minutos, logran clarificarla. Según d'Arcet,
las aguas del ífilo, que durante las inundaciones
tienen hasta 8 gramos de materia en suspensión
por litro, se clarifican completamente
en el espacio de una hora empleando medio
gramo de alumbre por litro. La precipitación
de la alúmina por la acción de los carbonatos
alcalino-térreos del agua y la acción coagulante
del alumbre y de la misma alúmina
sobre las materias albumiuoideas que puede
tener el agua, explican este fenómeno. Pero
aun cuando el líquido clarificado de este modo
no es repugnante á las caballerías, no debe
tomarse este medio como el mejor para conseguir
dicho objeto, pues puede quedar en el
líquido una pequeña cantidad de alumbre,
poco favorable á la salud si se ha de usar por
mucho tiempo tal procedimiento.
Como medios usados para clarificar los aceites
hemos hecho mención de todos ellos en
el artículo Aceites, y dejando para los artículos
Vino y Vinagre lo que á estos líquidos
se refiere, citaremos los siguientes agentes de
clarificación, para explicar de un modo general
su manera de obrar.
Las arcillas (silicato de alúmina), lo mismo
que la alúmina pura, sirven como clarificantes.
Usanse principalmente para los vinos
y para los aceites, mereciendo la preferencia
la tierra de porcelana ó caolín y la tierra de
pipa, así como otras arcillas esmécticas, como
la llamada tierra de vino que usan en Jerez.
La masa arcillosa, desleída y agitada en el
líquido, manteniéndose en suspensión á causa
de su ligereza, arrastra lentamente hacia el
fondo toda la parte mucilaginosa que quitaba
la transparencia al líquido.
Téngase en cuenta que este sistema de clarificación
produce disminución de color en el
líquido, pues todas estas materias aluminosas
son más ó menos descolorantes.
Un efecto análogo tiene el yeso, la magnesia
y otras materias pulverulentas y ligeras;
pero hay que tener en cuenta la reacción que
puede establecerse entre estas substancias y
alguno de los componentes del líquido que se
va á clarificar.
El ácido sulfúrico, usado para clarificar los
aceites de semilla, obra carbonizando el mucílago
que tienen en suspensión. Su uso como
clarificante puede decirse que se limita á este
caso, en el cual no deja de tener inconvenientes.
Usanse también como clarificantes la cola ó
gelatina, la sangre y la albúmina.
La cola ó gelatina úsase para líquidos en
los cuales, en virtud de la naturaleza de éstos,
forma un coágulo que retiene todas las materias
que estaban en suspensión en el líquido.
Los líquidos alcohólicos se prestan perfectamente
á este método de clarificación. Disuelta
la gelatina en un poco de agua ó en una por­
ción del mismo líquido, se vierte sobre éste y
se agita. Dejándolo después en reposo, precipita
todas las substancias que estaban en suspensión.
Los vinos, el vinagre, la cerveza y
ciertas disoluciones salinas, como la de salitre,
se clarifican de esta manera. También este
clarificante obra como descolorante, además de
combinarse con el tanino y todos los principios
curtientes que pueden contener los líquidos
que se van á clarificar.
Lo mismo debemos decir de la sangre de
buey y de carnero y de la albúmina, empleadas
como clarificantes de dichos líquidos alcohólicos,
jarabes y otras disoluciones.
Estas materias obran en virtud de la albúmina
que contienen, la cual se coagula en
presencia del alcohol, arrastrando igualmente
el tanino y una -parte de materia colorante.
Los ingredientes clarificantes que bajo distintos
nombres circulan en el comercio, y que
se recomiendan como clarificantes, no son más
que mezclas de las substancias enumeradas, y
no deben usarse sin tener seguridad de su
eficacia y buena composición.
La clarificación de todos estos líquidos por
medio de l& filtración se detallará en el artículo
correspondiente.
B. Manjarrés.
CLARKIA GENTIL (Clarkia pulchella,
Pursh.) (Jardinería).—Es anual y de tallo
muy ramoso, desde el blanco al encarnado y
violeta, que se manifiestan desde Mayo hasta
Agosto. Util para canastillos, grupos y aislada
delante de los macizos. Se siembra en
Agosto y Septiembre al aire libre; se repica
en criadero expuesto al Mediodía, y se planta
de asiento en Marzo y Abril. Se reproduce
por sí sola por las semillas que caen á su pie.
La variedad más notable obtenida últimamente
es la elegante (C. elegans), de flor blanca
y doble, que se produjo espontáneamente en
1872 en una siembra hecha en Verrières y que
se ha reproducido posteriormente, conservando
puro el tipo de la planta madre.
CLARO (Selvicultura). — Extensión de
monte ó rodal cuyos árboles ó matas, constitutivos
del vuelo sujeto al aprovechamiento
principal, no tienen la espesura correspondiente
á la especie, edad y calidad de las
plantas leñosas que forman el indicado vuelo.
La determinación de los claros en los montes
es de importancia para conocer las verdaderas
fuerzas productoras de la finca y para establecer
en su consecuencia un buen plan de
cultivos por medio del cual se devuelvan á los
rodales ó extensiones que forman los claros,
las condiciones normales de espesura que han
de tener para lograr la mejor producción al
verificar los aprovechamientos. Por regla general
, se dice que existe un claro en un monte
cuando sólo se halla cubierta, ó bien poblada
de la especie ó especies que constituyen
el vuelo, una tercera parte de la superficie del
rodal.
CLARO ( Veterinaria).—Se dice del caballo
que andando aparta los brazos uno de

CLA — 153 — CLA
otro, echando las manos hacia afuera, de
modo que no pueda cruzarse ni rozarse.
CLAUDICACIÓN.—Acción y efecto de
cojear. (V. Cojera.)
CLAUSENA—(V. Calomata.)
CLAVADURA (Veterinaria).— Herida
producida en el tejido reticular del casco
cuando se dirige algún clavo, al herrar, hacia
las partes vivas. También se produce la dolencia
cuando se introduce en el casco algún
clavo recogido por el animal en la cuadra ó
en cualquier sitio. Para curar la lesión suele
bastar extraer el clavo y echar en aquélla
aceite caliente. También puede usarse el ácido
sulfúrico ó nítrico. Si la clavadura provócala
claudicación, y por consiguiente la formación
de pus entre los tejidos córneo y vivo, es necesario
destruir toda la parte córnea solapada
, haciendo uso de la legra y de la herramienta
de herrar, aplicar sobre la herida
planchuelas de estopa y lechinos empapados
en esencia de trementina, colocar una herradura
conveniente y poner al animal en una
caballeriza seca.
CLAVEL y CLAVELLINA (Dianthus
caryopliyllus, Lin.).—Es una planta que merece
seguramente el puesto de honor en los jardines,
porque lo reúne todo: larga y abundante
floración, variedad de colores y perfume
delicioso; así es que se emplea de todas
maneras: en canastillos, grupos, aisladas y en
tiestos, para toda clase de ornamentación. De
poco mérito en su estado silvestre, ha experimentado
por medio del cultivo grandes modificaciones.
Es perenne; de raíz ramosa y leñosa; de
tallo tendido, nudoso y algo ramoso, de pie á
pie y medio de altura, vestido de muchas hojas
persistentes, opuestas, lineales, acanaladas
y lampiñas. De los nudos superiores del
tallo salen en las axilas de las hojas ramos
pedunculados más delgados, que terminan
por una ó dos flores de matices variados. Es
la flor favorita de los españoles, y se cultiva
con grande esmero é inteligencia, entre otras
localidades, en Valencia sobre todo, en donde
es extraordinaria la afición y el gusto por
esta planta.
Denomínanse clavellinas á todas las castas
obtenidas por semillas, de flor sencilla, semidoble
ó doble, y claveles á las que producen
flores grandes, dobles, y cuyos cálices es necesario
ayudar, para que los pétalos se extiendan
con simetría. Estas castas se engolillan,
operación que consiste, como luego veremos
, en introducir entre el cáliz y los pétalos
un círculo de cartulina ó de papel fuerte que
mantenga la flor bien abierta y extendida. El
cáliz se revienta, y los pétalos son mucho
más numerosos y sin simientes. Hay algunas
de un solo cáliz; otras de dos y tres.
Existen claveles de un solo color, blanco,
caña, leche, encarnado, morado, chocolate,
canela, rosa, sangre, fuego y otros más ó
menos subidos, listados ó rayados y moteados
con diversidad de colores; y además de
los colores, por los que se agrupan y clasifican,
se llaman claveles los que tienen enteros
los bordes de los pétalos, serretas los que los
tienen recortados, y reventones los de cálices
dobles encerrados unos en otros.
Son innumerables las variedades cultivadas,
pasando de 2.000 las conocidas, que cada día
se aumentan y mencionan en los catálogos
de los floricultores. El término medio en que
conservan su vigor y lozanía los claveles es el
de dos años, pasados los cuales empiezan á
desmerecer.
En cuatro secciones se agrupan, como hemos
dicho, las variedades : clavellinas, reventones,
serretas y claveles, variando según
las exigencias y capricho de la moda su aprecio
, según el color y la forma.
Las siembras se ejecutan en Marzo, Abril
y Mayo al aire libre, en una platabanda bien
expuesta, y en tierra sana, arcilloso-silícea, ó
bien en cajas y tiestos. Igualada la tieiTa y ligeramente
apretada, se recubre con una capa
de 8 milímetros de mantillo, mezclado con tierra
arenisca; y cuando las plantas tienen
ocho hojas, se repican, espaciándolas de 12
á 15 centímetros en todos sentidos, en un
criadero situado en buena exposición, en el
cual pasan el invierno. Las plantas que nacen
de semilla son más rústicas que las que proceden
de acodo, por lo cual basta para abrigarlas
de las intemperies del invierno, cubrirlas
con una capa de paja larga. Se ponen de
asiento en la primavera, espaciándolas de 25
á 35 centímetros en todos sentidos.
Las variedades selectas y bien determinadas
se propagan por esqueje , para lo cual se
eligen madres del año anterior que den muchos
cogollos, los cuales se separan cuando
tienen suficiente desarrollo; las puntas de los
tallos ya duros para el acodo suelen despuntarse
para esquejes, é igualmente se utilizan
los hijuelos ó retoños que arroja la planta en
los tiestos por otoño y primavera. Las clavellinas
y serretas que provienen de esqueje
crían plantas más robustas y crecidas que las
que proceden de acodo. El tiempo de esquejar
es de Septiembre á Octubre y desde Febrero
á Mayo; los primeros producen plantas más
fuertes, aun cuando es más seguro el prendimiento
en la segunda época. Hay que resguardar
los esquejes del sol y de los fríos intensos,
y los que se ponen en sitios sombríos
prosperan mejor. En Valencia se suele esquejar
en arena muerta, colocáudolos en sitios
umbríos. Lo ordinario para descogollar es
arrancarles con la mano y desgajar la planta;
pero aunque prenden mejor, las heridas causadas
estropean á la planta madre, por lo
cual deben cortarse con navaja. Los esquejes,
llevan cuatro ó más nudos, y aun cuando
prenden cortando sus hojas superiores, lo hacen
mejor cuando se conservan; se introducen
hasta el segundo nudo, y se aprieta con los
dedos la tierra alrededor. Echan las raíces por
la primavera, y se desarrolla el vastago principal
, que suele producir flor, en perjuicio de
Día—IV. 11

CLA — 154 — CLA
la planta, por lo cual se despunta ó castra al
segundo ó tercer nudo, para que amacolle y
produzca nuevos tallos que formen una planta
más frondosa en la primavera siguiente.
Los acodos se practican cuando la floración
ha terminado, cuidando de cortar todos los
tallos y de dejar únicamente los enterrados.
Se acodan además en tiestos, mientras echan
la flor ó cuando se ha pasado, por Junio, Julio
y Agosto. Cuanto más tiernos y jugosos
son los tallos, producen más raíces y plantas
de más vigor. El acodo se prepara limpiándole
de las hojas dañadas y secas, suprimiendo
las inferiores y dejando solamente las de
los tres ó cuatro nudos de la parte superior;
se hace la incisión empezando por un nudo
tierno del vastago, y se prolonga hacia arriba,
hasta el segundo, tercero ó cuarto nudo;
los nudos superiores se dejan sin cisura; la
incisión profundiza hasta la mitad del tallo en
un principio, y se aumenta progresivamente
hasta las dos terceras partes del nudo donde
concluye; se entierra con cuidado la parte incindida,
y se sujeta con una estaquilla. Suele
introducirse en la herida, para que quede
abierta, un pedazo de la hoja de la misma
clavellina. Los embudos y tiestos tienen también
aplicación para acodar los tallos derechos
que no se doblen con facilidad; se regarán
todas las tardes, sin encharcar los tiestos.
Uno de los procedimientos más sencillos,
expeditos y seguros para acodar el clavel es
el que emplea un hábil é inteligente floricultor,
M. Gauthier-Dubos, utilizando unas
especies de embudillos de plomo laminado.
Las láminas de plomo, que son del grueso de
un papel fuerte, se cortan en forma de triángulo
, en bandas de 4 centímetros de ancho y
de 11 de largo, y se contornean con los dedos,
dándolas la figura de un cucurucho. Suprimidas
todas las hojas de la parte inferior del
acodo, se practica la incisión sobre un nudo
que no sea ni muy duro ni muy tierno, cortando
verticalmente 2 á 3 milímetros por debajo
del nudo elegido, introduciendo el corte á
medida que se asciende, á 8 milímetros; se corta
luego al través la porción del talón en forma
de silbato, quitando una tercera parte del
nudo. Las raíces se desarrollan en este talón.
Colócanse en seguida los cucuruchos de plomo
sobre la parte preparada, de suerte que
el talón ocupe su centro, y se sostienen con
un pequeño alfiler, que entra en la base del
embudillo y la rama acodada. No es preciso
cortar, como algunos aconsejan, parte de las
hojas superiores de la rama acodada. Al mes,
poco más ó menos, arraigan, y se pueden separar
de la planta madre. Los practicados en
Julio se separan en Septiembre. La facilidad
con que se abre el cucurucho de plomo para
ver si han brotado las raíces, j la no menos
apreciable de poder enviarse a grandes distancias
los acodos en sus mismos embudillos,
justifican la bondad de este procedimiento.
A los ocho días de practicado el acodo empiezan
á formarse las raíces, y hay que tenerlo
constantemente húmedo, regando con regadera
de lluvia fina, tres ó cuatro veces al día,
durante los grandes calores.
Kara vez se practica el injerto, utilizándolo
solamente en las especies leñosas y cuando se
desean obtener muchas variedades sobre un
solo pie. Se ejecuta el de hendedura sobre uno
de los nudos del patrón, con las extremidades
de los ramos provistos de hojas, en el mes
de Abril ó Mayo, colocando los patrones bajo
campanas ó en una estufa hasta su prendimiento.
Prosperan mejor los claveles en los tiestos
que se llaman claveleros, de 10 á 12 dedos de
alto y de 8 á 10 en la boca, disminuyendo
una tercera parte en el asiento; son de barro
cocido; en los barnizados no lo hacen tan bien.
Los tiestos nuevos abrasan las plantas, por lo
cual se remojan antes por espacio de medio
día, debiendo tener, en vez de uno, varios
agujeros para su saneamiento.
El clavel es una de las plantas que mejor
se prestan á ser cultivadas en tiestos, y para
los apasionados y colectores tiene la ventaja
de permitir agrupar á voluntad las variedades
para producir mejor efecto, y de poder transportarse
con facilidad al sitio que se quiera,
para abrigarlas de los fríos del invierno y
resguardarlas del sol en el verano. La tierra
preferible para el cultivo en tiestos es la franca,
untuosa al tacto y más bien silícea que arcillosa
, que se prepara con algunos meses de
anticipación, mezclándola con estiércol de ganado
vacuno y cribándola después de bien
aireada. A medida que crecen las plantas necesitan
tutores que las sostengan, y algunos
floricultores que desean claveles muy grandes
y de buena forma, suprimen todos los botones
secundarios, no dejando más que el principal
ó terminal. A principios de Noviembre
hay que guarecerlos de las lluvias y de la humedad,
colocando los tiestos en abrigos ó en
una habitación.
Los claveles se ponen en los tiestos en dos
épocas: en Marzo y Abril las plantas madres
y los acodos que se separaron el otoño anterior
, empleando tiestos de 20 á 23 centímetros
de altura, 15 á 18 de diámetro en la parte
superior y de 10 á 12 en la base; y en Octubre
para los acodos que hay que separar dé
las plantas madres.
Entre los cuidados que necesitan los claveles
, además de los que constituyen el cultivo
general, se cuentan los llamados envarillar,
destallar, ayudar la flor y engatillar.
El primero consiste en colocar tutores á
que se sujetan cuando los tallos crecen; el
segundo, en suprimir todos los tallos endebles
y laterales, dejando los centrales ó principales
de más vigor; el tercero, cuyo objeto es impedir
que se revienten los cálices de las clavellinas
y serretas, y obligar á los de los claveles
á que se abran enteramente hasta su base al
desplegar las flores, se ejecuta de dos maneras:
Se ligan las primeras con hilos de estambre,
tiras de pergamino, juncos ó cortezas flexi-

CLA — 155 — CLA
bles, atándolos por la parte más gruesa, y se
pegan los extremos de la ligadura, con lo cual
se alarga el cáliz y se disminuye la parte más
ancha. Los dientes de los cálices ligados se
rasgan con un cortaplumas ó alfiler. Otros los
sujetan con pequeños canutos de caña, én los
que introducen el botón, haciendo en las cañas
tina rasgadura para acomodarlas al grueso
del cáliz.
En los claveles, por el contrario, se cortan
con unas tijeras las extremidades ó puntas
del cáliz, con lo cual se rompe la flor y se
abre con igualdad. Los botones florales de los
claveles son casi redondos y más anchos en la
base que en su extremidad, y si no se ayudan
al abrir la flor no pueden contener el número
de pétalos que se van ensanchando; y como
no puede abrirse el cáliz por su ápice, se revientan
por un lado y salen la mayor parte
de los pétalos por la rajadura, quedando colgantes
y desgraciando la flor. El engolillado
tiene por objeto disimular el mal aspecto de
los claveles cuando tienen sus pétalos colgantes,
por estar abiertas hasta su base las divisiones
del cáliz. Unos engolillan antes para
procurar su mayor duración. Esta operación
se practica de muchas maneras, pero lo ordinario
es recortar círculos de cartulina más
pequeños que el ámbito de la flor, para que
no se advierta lo blanco del papel, y en el
centro se hace un agujero con una cortadura
curva desde la parte central á la circunferencia
para poder introducir por ella la golilla
entre el cáliz y la corola.
El calor y la impresión solar, necesarios al
clavel antes de florecer, le perjudican después,
por lo cual deben resguardarse las flores de
las lluvias é intemperies y del calor, sombreándolas
con toldos, etc. Las clavellinas y
serretas resisten los fríos, al paso que los claveles
son muy delicados y hay que proporcionarles
abrigos.
Aun cuando las estufas y aposentos cerrados,
y en general el calor artificial, son contrarios
á la buena vegetación del clavel, pueden
anticiparse y conservarse colocándolos cerca
de las vidrieras para que gocen de más luz y
ventilación.
Entre las nuevas razas y variedades cultivadas
merecen mencionarse las siguientes:
De tallo de hierro, así llamado por el grosor
y rigidez de sus tallos, que no se doblan y no
necesitan tutores. Los más bellos obtenidos
en Lyon son los llamados clavel esperanza, de
color de rosa, y el clavel 1881.
Clavel de poeta (D. barbatus candidas), de
flor blanco puro. En la variedad Nigricans
toda la planta tiene un color negruzco y las
flores rojo obscuro.
Clavel de China (D. sinensis).—T)e hermosas
flores dobles, con pétalos amplios y
dentados en los bordes, y de un color obscuro,
sobre los que se destacan los estambres blan-"
eos. La variedad Reina de Oriente es notable
por la figura triangular del limbo de sus pétalos
, blancos ó de un rosa pálido marmóreo
y punteado de un rojo vivo; las flores se suceden
dos ó más veces durante el otoño cuando
se han sembrado en primavera.
Clavel coronado (Dianthus plumarius, Linneo).—Se
denomina también clavellina de
pluma, y crece espontáneo en muchas localidades
de España. De su raíz, perenne y fibrosa,
nacen tallos numerosos, de pie y medio de
altura, terminados por una flor encarnada,
cuya corola tiene cinco pétalos extendidos y
rasgados en numerosas hendeduras desiguales,
que imitan las barbas de una pluma. Hay
variedades sencillas, semidobles y dobles, encarnadas,
color de fuego, rosa, moradas, blancas
y manchadas. Florece de Mayo á Julio, y
es muy oloroso. Se cultiva como los demás
claveles.
Clavel chino (Dianthus chinensis, Lin.).—
Es una planta anual, aunque á veces se logra
por dos años, de tallos delgados, nudosos y
lampiños, de ocho ó más dedos de altura, con
flores solitarias, de pétalos festonados en su
margen, encarnados, morados, blancos ó abigarrados.
Carecen de fragancia, y son apreciados
por la viveza y brillantez de sus colores.
Se cultivan como la clavellina.
P. Muñoz y Bubio.
CLAVELÓN ó FLOR DE MUERTO
(Tagetes erecta, Lin.).—Oriundo de Méjico;
se diferencia de la damasquina en sus tallos más
elevados y flores más grandes, enteramente
amarillas: Despide un olor fuerte y desagradable.
Se siembra por Abril y Mayo, y se
cultiva como la extraña. Mezclado con los
amarantos es de buen efecto.
CLAVELLINA BORDE—(V. Crugia.)
CLAVERO ó ÁRBOL DEL CLAVO
(Caryophyllus aromaticus, L.) (Botánica)
(figura 77).—Árbol de la familia de las Mirtáceas,
siempre verde y de forma piramidal.
Su tronco es recto, con ramos opuestos,
abiertos, delgados, lampiños y agrisados; las
hojas opuestas, sostenidas por largos pecíolos
articulados en la base, oblongas, puntiagudas
en ambas extremidades, coriáceas,
lampiñas, punteadas, con muchos nervios
laterales. Las flores, que aparecen en Junio,
Julio y Agosto, son rosadas, de olor agradable,
dispuestas en cormibos tricótomos, con
ramificaciones articuladas que parten de la
axila de los ramos. El cáliz es tubular, cilindrico,
rojo, rugoso, adherente al ovario inferior;
el limbo de cuatro dientes ovales, agudos,
gruesos, y la corola de cuatro pétalos
insertos en el vértice del tubo del cáliz, adherentes
por su vértice, y que se separan del
cáliz como una cofia en el momento de la
antesis. Los estambres son numerosos, y están
insertos en un anillo carnoso, tetrágono, y
colocados en cuatro haces; las anteras son
ovoideas y biloculares; el ovario con dos celdas;
el estilo sencillo, grueso, y el estigma
en cabezuela. El fruto (drupa seca) presenta
una ó dos celdas, cada una de las cuales contiene
una semilla ovoidea ó semi-ovoidea.
El árbol del clavo, que en Europa es una

CLA — 156 -- CLA
planta de estufa cuyo cultivo y conservación
son bastante difíciles, es originario de las
Molucas ó Islas de las Especias, donde crece
espontáneamente, y durante muchos años lograron
los holandeses limitar su producción.
Esos audaces y codiciosos colonizadores se
apoderaron en 1607 del mencionado archipiélago,
que había pertenecido á los portugueses,
y para monopolizar el preciado producto comenzaron
por circunscribir el cultivo del árbol
á las islas de Amboina y Banda, arrancando
los demás árboles existentes en las islas, y
concluyendo en 1638 con los soberanos un
tratado en virtud del cual se obligaban éstos,
•á cambio de una pensión anual, á destruir la
Figura 77.—Clavo de especia
nuez moscada y el clavo, y á no volver á
plantarlos. íTo contentos con ese convenio los
holandeses, recorrían con sus escuadras las
costas para impedir el comercio del clavo, y
visitaban los puntos en que podían vegetar
los árboles. Pero ese monopolio duró siglo
y medio próximamente. En 1769, Poivre, intendente
general de la Isla de Francia, armó
una expedición compuesta de dos pequeñas
embarcaciones, El Vigilante y la Estrella de
la mañana, mandadas por Trevignon y Etcheverri,
y esa expedición recorrió las Islas Filipinas,
las Molucas y otras, y pudo obtener
al fin de los reyes de Gebi y Palam gran número
de plantas y semillas, que los expedicionarios
llevaron á la Isla de Francia el 24
de Junio de 1770, resultando logrado el objeto
que muchos habían perseguido inútilmente,
por haber logrado los holandeses que se
destruyeran los árboles del clavo y de la nuez
moscada en casi todas las localidades, con
excepción de los distritos mencionados. En
1771 y 1772 organizó Poivre otras dos expediciones
, y así logró proporcionarse gran número
de clavos y de nueces, y cultivarlas en
el magnífico jardín botánico llamado Montplaisir,
y que contenía las plantas útiles de
ambos hemisferios. Cedido al Gobierno ese
jardín, Ceré, su director, encontró en él treinta
y ocho árboles del clavo y cuarenta y seis
de nuez moscada, y envió varios ejemplares
á la Isla de Borbón, donde los cultivó Hubert,
y desde donde remitió ejemplares á Cayena
(1775) y á la Martinica.
Para cultivar el clavo y para que el árbol
se desarrolle bien y produzca abundantes cosechas
ha de vegetar en tierras frescas, substanciosas
y profundas, de manera que puedan
profundizar y desenvolverse las raíces. Se
propaga por semillas, estacas 3' acodos ó margullos,
siendo necesario dejar madurar los
frutos completamente en el árbol y sembrar
las semillas inmediatamente, porque pierden
muy luego la virtud germinativa. Los semilleros
han de estar resguardados del sol, y
deben ser regados con frecuencia. Se transplantan
los tiernos arbolitos cuando miden una
vara de altura, es decir, al año de haber nacido,
y deberán trasladarse á la mota con la
mayor cantidad de tierra posible. Los árboles
se colocan á distancias diversas, según el terreno,
las circunstancias meteorológicas, sistema
de cultivo y distancias, que varían entre
5 y 7 metros. La plantación se dispone en
cuadro, y mejor en quincunce; las semillas
que caen de los árboles y germinan al pie se
utilizan para los plantíos, como los arbolitos
del semillero. Para dar sombra á los clavos
cuando las plantas cuentan pocos años de edad,
se siembran en las Molucas cocoteros, alatoneros
y el árbol canarí (Canarium commune),
y en otras comarcas el inmortal ó piñón espinoso
CErythrina corallodendron); en la
Reunión y otras regiones no se les proporciona
abrigo alguno. Para resguardar los clavos
de los ardores del sol mientras son pequeños,
lo mejor es sembrar entre ellos plátanos cuando
aquéllos no vegetan en tierras frescas, no
llueve ó no se riega el terreno; en caso contrario
son innecesarias tales precauciones.
También podrían utilizarse el bucare, el algarrobo
y otras leguminosas; los cocoteros no
dan bastante sombra, y la caída de sus hojas
puede perjudicar á las plantas tiernas. Es
necesario escardar, cavar ó arar, regar y abonar
los plantíos. El árbol del clavo comienza
á producir á la edad de tres á cinco años; entra
á los doce en plena producción, y vive más
de un siglo, pero sólo se puede considerar
como planta útil hasta los setenta años. En
las Molucas existen árboles de ciento treinta.
Las partes que se usan son las flores antes
de abrirse y el aceite esencial que se extrae
de ellas. Esas flores, que tienen la forma de Un
clavo, y que á esa particularidad deben su
nombre, son de olor aromático y picante, de
sabor cálido, ardiente y algo amargo, y están
compuestas de dos partes, una estrecha ó cola,
la cual no es otra cosa que el cáliz soldado
con el ovario, y una cabeza, que es el limbo
del cáliz, coronado por los pétalos y cubriendo
los órganos sexuales. Los pétalos se separan
con mucha frecuencia, y solamente se conser-

CLA — 1. 57 — CLE
va la cola, coronada por los dientes del cáliz.
Los clavos se recolectan unas veces á mano,
otras dejándolos caer sobre telas mediante el
empleo de largas cañas, y después se ponen á
secar al sol. En el comercio se distinguen tres
clases de clavos, á saber: 1.° El clavo de las
Molucas, grueso, obtuso, pesado, de color
moreno claro y como ceniciento, y de superficie
un poco oleosa.—2.° El clavo de Borbón,
que presenta análogos caracteres y es algo
más pequeño.—Y 3.° El clavo de Cayena, delgado,
agudo, seco, negruzco y el menos estimado
por lo mismo. Para obtener buenos
clavos hay que escogerlos tales que estén bien
nutridos, y sean pesados, grasos, de quebradura
fácil, de color más ó menos moreno,
con cabeza siempre que sea posible y en condiciones
que exuden aceite volátil cuando
sean comprimidos ó raspados.
El análisis ha revelado que los clavos contienen
aceite volátil, un tanino particular,
goma, resina, una substancia extractiva y
cariofilina. Recién extraído el aceite volátil es
incoloro; cou el tiempo se va obscureciendo;
es poco volátil, como que su peso específico
es de 1,061, y á —-18 o se mantiene líquido. Por
la acción del ácido nítrico se vuelve rojo instantáneamente,
y bajo la influencia de una
disolución alcohólica de potasa se pone mantecoso;
el amoníaco le comunica una consistencia
semi-sólida. Esa esencia contiene un
hidrocarburo isómero de la esencia de trementina
y un aceite oxigenado, que constituye
la mayor parte de la substancia. El tanino
del clavo es menos astringente que el tanino
ordinario; forma con la gelatina una combinación
insoluble, desprovista de elasticidad.
La cariofilina, isómera con el alcanfor de las
lauríneas, es una materia resinosa, incolora,
insípida, insoluble en el agua y soluble en el
alcohol y en el éter.
El clavo es, por lo tanto, un estimulante
difusible, muy conveniente sobre todo para
los temperamentos fríos y linfáticos. Se debe
prescribir en dosis muy moderadas, para evitar
que produzca irritaciones demasiado vivas.
Tiene el inconveniente de calentar, extreñir
y excitar la fiebre. Se emplea cou ventaja
como aroma y condimento para facilitar la
digestión de los manjares fríos y de las carnes
insípidas. Introducida la esencia en los dientes
ó muelas careadas, cauteriza la pulpa dentaria
y calma el dolor; práctica no exenta de
peligros, porque el clavo es un cáustico cuyos
efectos se manifiestan hasta sobre la piel cubierta
de epidermis. Como remedio contra la
debilidad muscular y contra la parálisis se
usa en fricciones la esencia de clavo, mezclada
con cuerpos grasos que facilitan su absorción.
Los frutos y los pedúnculos se emplean como
aromas. En farmacia se preparan con los clavos
de especia agua destilada, vino, alcohol,
alcoholado é infusiones, empleándolos en la
proporción de 8 por 1.000. Generalmente se
prescribe el polvo preparado con azúcar en
dosis de 20 á 30 centigramos. El clavo forma
parte del láudano de Sydenham, del bálsamo
de Fioraventi, del elíxir de Garus y del agua
de Botot. De la forma en que emplean el clavo
cocineros y reposteros no creemos necesario
ocuparnos aquí.
CLAVIJERA.—En Aragón dan este nombre
á la abertura hecha en las tapias de los
huertos para que entre el agua.
CLAVILLO ó CLAVO DE ESPECIA.—
Flor sin abrir del clavero ó árbol del clavo.
(V. Clavero.)
CLAVO (Selvicultura). — Tratándose de
árboles maderables ó de maderas, se llama
clavo ó nudo la parte más dura, obscura, y generalmente
redonda que aparece en la madera
al labrarse los troncos y ramas en el punto
de inserción de otras de éstas de menos grueso.
(V. Nudo.) •
CLAVO (VeterinariaJ.—Esta palabra tiene
diversas acepciones. Vulgarmente se llama
clavo á un exostosis ó tumor duro y huesoso
que se forma en la parte inferior y lateral de
la cuartilla, interesando á veces á la corona,
en cuyo caso hay cojera. Si el tumor está en
un lado solo, se dice clavo simple, y si en los
dos, clavo pasado. En un principio se darán
unturas con la pomada yodurada, con la de
bi-yoduro de mercurio, con el ungüento de
mercurio y de cantáridas, etc. Cuando no
basta, se recurre al fuego en rayas.
CLAVO DE HERRAR.—Pedazos de hierro
forjados y adobados, que sirven para fijar
las herraduras al casco del caballo y sus especies,
y á la pezuña del buey. Los clavos se
diferencian algo por la figura de su cabeza, y
pueden ser, según ésta, embutidos, cortados y
de ala de mosca.
CLAVO DE HILAS ó DE ESTOPA —
Porción de una de las substancias dichas,
unidas en figura de clavo, cu} 7 o uso consiste
en mantener abiertas las heridas, por las cuales
se introducen untadas de materias medicamentosas
para llenar diferentes indicaciones
terapéuticas.
CLEMÁTIDE.—(V. Clematis.)
CLEMATIS.—Género de plantas de la familia
de las Ranunculáceas. Comprende bastantes
especies cultivadas en los jardines, y
otras leñosas espontáneas en los montes de España,
todas sarmentosas ó trepadoras. Las indígenas
de nuestros montes son las siguientes:
Clematis vitalba, L. Nombre vulgar, Viligera,
Enredadera en Aragón, y Virgaza en
las provincias de Santander y Logroño.—En
algunos libros se designa también con el nombre
de hierba de los pordioseros, á causa del
uso frecuente que haceu de ella los mendigos,
poniéndose cataplasmas preparadas con esta
planta para hacerse llagas, excitar la conmiseración
y sacar limosna. Las úlceras tienen la
amplitud que se les quiere dar, pero son poco
profundas. Para curarlas basta quitar la cataplasma,
poner una planchuela seca en las llagas
ó un lienzo, á fin de impedir el contacto
del aire. La inflamación desaparece con una
hoja de acelga. La habitación de esta planta.

CLE — 158 — CLE
en España es muy grande, puesto que se encuentra
desde el Pirineo hasta las costas de
Andalucía, y desde la provincia de Castellón
hasta Galicia. No aparece citada, sin embargo,
por la Comisión de la flora forestal, en la
mayor parte de las provincias de Castilla la
Vieja y Extremadura.
DESCRIPCIÓN.—Hojas opuestas, imparipinadas,
de tres á nueve foliólos largamente peciolados,
cordiformes en la base, ovales, agudos,
enteros ó cortados, dentados y pelosos en
los nervios. Plores inodoras, de cuatro sépalos
blancos, oblongos, tomentosos por ambas
caras. Fruto aquenio plumoso. Es planta muy
sarmentosa, trepadora, de corteza gris, asurcada,
muy fibrosa, de madera ligera, grisamarillenta.
Florece en Junio y fructifica en
Octubre.
Clematis flammula, L. — Se encuentra en
los montes de las provincias de Andalucía,
Murcia, Cataluña y Valencia, donde se le
llama vidraria ó vedriera. Tiene las hojas
sencillas, doblemente pinadas, con los foliólos
ocales ó lanceolado-lineares, enteros, bi-trífidos,
lampiños. Las flores son olorosas, y tienen
cuatro sépalos blancos, oblongos, pubescentes
por fuera y lampiños por dentro. Fruto
aquenio rematado por arista plumosa. Es arbusto
sarmentoso y trepador como la especie
precedente, pero más delgado. El nombre específico
flammula recuerda las propiedades
inflamatorias de este vegetal. Florece en verano
y fructifica en Octubre.
Clematis cirrhosa, L.—Se encuentra en las
provincias de Cádiz, Málaga y Granada. Tiene
las hojas fasciculadas, muy variables, ovales,
agudas, enteras ó dentadas, lobadas ó
tripartidas, con segmentos peciolares y tres
lóbulos inciso-dentados. Las flores son grandes,
blancas, olorosas, axilares, solitarias, colgantes
, con el pedúnculo más ó menos largo.
Fruto semejante al de la especie anterior. Tallos
sarmentosos muy delgados. Florece en
primavera.
Clematis campaniflora, Brot.—Esta hermosa
planta ha sido encontrada por la Comisión
de la flora forestal española en la provincia
de Huelva (Aracena, Almonaster, etc.), sin
que hasta entonces hubiese sido indicada en
nuestro país.
Clematis recta, L.—Apenas leñosa; se ha
encontrado cerca de Bagá (Cataluña).
CÜAIÍIDADES GENERALES.—Las clematis sarmentosas
y trepadoras, á modo de las lianas,
son perjudiciales en los montes, porque se
enroscan en los árboles é impiden su desarrollo
natural. Las hojas verdes son vesicantes
y venenosas para el ganado; secas pueden
emplearse sin inconveniente como forraje.
ESPECIES CULTIVADAS. — PRIMER GRUPO.—
Hojas compuestas.— Clematis alpina, D. C.—
Tallos trepadores, de 1,50 á 2 metros de largo.
Hojas tripenadas, con foliólos oblongos,
lanceolados. Flores solitarias, de cáliz azul,
grande, mezclado con lengüetas del mismo
color. Aparecen dichos órganos en Junio ó
Julio. Se multiplica en tierra suelta y ligera,
por semillas, inmediatamente después de la
maduración del fruto, pero se reproduce con
más facilidad por acodo.
Clematis viorna, L.—Procede de la Carolina,
y florece de Junio á Septiembre. Tallos de
1,50 á 3 metros. Hojas con nueve á doce foliólos.
Flores en forma de campana invertida,
gruesas, carnosas, de color de púrpura por
fuera y amarillas por dentro. Los tallos suelen
secarse en invierno, pero los brotes que echa
en primavera florecen pronto. Se multiplica
de semilla inmediatamente después de la maturación.
Clematis vilicella, L.— Florece de Junio á
Septiembre. Tallos de 3 á 4 metros, delgados
y sarmentosos. Hojas de nueve foliólos ovales,
á veces lobados. Flores azules, purpuraceas
ó rojas. Hay variedades de flores rosadas
más grandes, otra de flores dobles azules,
y otra de flores, dobles también, de color de
violeta y púrpura. Se multiplica por acodo
ó injerto de púa sobre la clematis común.
Clematis florida, Thub.—Procede del Japón
, y florece de Abril á Noviembre. Tallos
ramosos y sarmentosos. Hojas bi ó trinervadas,
con foliólos ovales, enteros; pecíolo largo
enroscado. Flores grandes, muy dobles, de
gran duración, primero verdosas, después
blancas. Requiere tierra suelta, ligera, y exposición
cálida y seca. Se multiplica por acodo
, que no se corta hasta el segundo año, ó
por injerto sobre la clematis común.
Clematis Jackmanni, H.— Híbrido de la
C. vilicella. Flores de 10 á 12 centímetros de
diámetro, con cuatro á seis sépalos ovales-redondeados,
de un hermoso color de violeta
purpúreo, intenso y aterciopelado. Es planta
bastante rústica.
Clematis crispa, Lindl.—De la América del
Norte. Florece en Julio y Agosto. Tallos de
1,30 á 3 metros. Hojas temadas ó con muchas
hojuelas. Flores grandes, rojizas, con los
pétalos espesos en los bordes.
Clematis indivisa, Forts.—Procede de Nueva
Zelanda. Trepadora. Hojas trinerves, con
las hojuelas enteras ó lobadas, brillantes, gruesas,
coriáceas. Flores dioicas, inodoras, blancas,
de seis pétalos extendidos y dispuestas en
grandes panojas. Estambres con las anteras
violadas. Requiere estufa templada. Se multiplica
por estaca.
Clematis calycina, H. K.— De la Europa
austral. Florece de Noviembre á Abril. Tallo
sarmentoso. Hojas muy pequeñas, trinerves,
con las hojuelas incisas. Flores blancas, solitarias
y colgantes. Debe abrigarse en invierno.
Clematis patens, Duc; C. azurea, Hort.;
C. coerulea, Lindl.—Oriunda del Japón. Trepadora.
Hojas trinerves y triternadas. Las flores,
que aparecen en Mayo, son muy lindas,
terminales, solitarias, y presentan de seis á diez
sépalos de 8 centímetros de largo, muy extendidos
y de un hermoso color azul. Hay una variedad
que corresponde á la especie C. Sophia,

CLE — 159 — CLI
Hort. Esta planta puede cultivarse al aire
libre.
Clematii lanugino.ia, Lindl.—Originaria de
China. Trepadora. Hojas sencillas ó temadas,
con las hojuelas coriáceas, acuminadas y vellosas
por debajo. Yemas vellosas. Flores azules,
con los sépalos acuminados, muy extendidos
y de 15 centímetros de ancho. Se cultiva
como la especie anterior.
Glematis Lady Bowill.—Variedad obtenida
en Inglaterra. Tiene el mismo porte que la
especie anterior, pero las flores son de color
azul-lila más obscuro, y alcanzan un diámetro
de 10 centímetros. Es planta rústica, de fácil
cultivo y multiplicación.
Clematis splendida, Hort.—Variedad híbrida
del C. lanuginosa j del C. vilicella. Flores
grandes, con cuatro o cinco sépalos redondeados,
acuminados, de color de púrpura-violado,
muy bellas.
Clematis Hendersoni, Hort.—Trepadora.
Tallo de 3 á 4 metros. Hojas bipiuadas, con
las hojuelas trilobadas; las del ápice sencillas.
Flores ' en ramillete, axilares y terminales,
colgantes, campanuladas, de color azul violado
muy lindo. Es una especie que vive bien
al aire libre y da flor todo el verano.
Se cultivan bastantes especies más de este
grupo, cuya descripción omitimos en gracia á
la brevedad.
SEGUNDO GRUPO.—Hojas enteras.— Clematis
smilacifolia, W.—Procede de Nepaul. Hojas
grandes, jaspeadas, con pecíolos largos. Las
flores están dispuestas en panoja, y tienen los
pétalos reflejos, azules por dentro, rojizos por
fuera. Requiere invernáculo fresco y tierra
suelta. Se multiplica por estaca, en cama caliente.
Clematis macrophylla, Duc.—Hojas más
anchas que la especie anterior, sencillas, cordiformes,
con siete nervios, de 30 centímetros
de longitud. Flores en panoja, con los sépalos
reflejos, blancos por dentro y rojizos por fuera.
Exige invernáculo templado. Se multiplica
por estaca. A veces se confunde con la especie
anterior.
Clematis iniegrifolia, L.—Oriunda de Austria.
Tallos apretados, no sarmentosos. Hojas
ovales, puntiagudas. Las flores, que aparecen
en Junio y Julio, son de color azul muy lindo,
grandes, y tienen los bordes aterciopelados
y vellosos. El fruto está provisto de un
plumérulo sedoso.
CONDICIONES GENERALES DE CULTIVO.—El
mejor modo de multiplicar la mayor parte de
las especies de este género consiste en abrir
hoyos en varios puntos, según la longitud del
sarmiento, metiéndolo un poco en cada hoyo,
y llenando después de tierra estas cavidades.
Así hecho, la parte no enterrada arroja renuevos,
y al fin del segundo año se puede separar
y cortar cada pie. Como se ve, no se trata más
que de un acodo sencillo. También se reproducen
estas plantas, como se ha dicho antes,
por semilla, pero algunas veces, y aun muchas,
no nace la simiente hasta el segundo año.
CLERODENDRON.—Género de plantas
de la familia de las Verbenáceas. Se crían silvestres
en las Islas Filipinas las especies siguientes:
Clerodendron intermedium, Cham. Nombre
vulgar, Casopangil. —Arbusto con el tallo
derecho, cuadrado, salpicado de pequeños
puntos salientes. Hojas opuestas, alguna vez
con estrellas de tres en tres, algo acorazonadas,
con dientes puntiagudos en las orillas,
pelosas por arriba y con pequeños puntos terrosos
á modo de serrín; pecíolos largos. Flores
terminales, encarnadas, numerosas, que
duran todo el año, dispuestas en panojas umbeladas.
Fruto baya deprimida, con cuatro
lóbulos y un aposento que contiene cuatro
huesecillos y en cada uno una semilla. El olor
de las flores es desagradable. Los indios las
usan en medicina.
Clerodendron inerme, B. Br. Nombre vulgar,
Malapoiocán.—Arbolito de 2 á 3 metros
de alto, con el tronco derecho y las ramas
blancas y lisas. Hojas verdoso-azuladas y de
mal olor, opuestas, aovadas, alargadas, enteras,
lampiñas y rugosas, con los pecíolos cortos,
provistos en la base de una glandulita.
Las flores están dispuestas en panoja umbelada,
constando el involucro de la umbelilla
de dos hojuelas alesnadas y el propio de cada
flor de dos hojuelas también alesnadas, pero
revueltas hacia abajo. El fruto es una baya
jugosa, deprimida, con cuatro ángulos redondeados,
cuatro aposentos y en cada uno una
semilla huesosa, de lasque algunas abortan
á veces, quedando sólo una ó dos. Florece en
Agosto. Las hojas, maceradas en agua, dan un
color azul algo fugaz.
Clerodendron Nombre vulgar, Bagauac.
— Especie parecida ala anterior, muy
común y conocida, con las hojas deutado-aserradas.
El cocimiento de las hojas en emplasto
goza de gran fama para la curación del
cancro, pero como estos vegetales hacen circular
la sangre con mucha fuerza, es necesario
servirse de ellos con prudencia, ó de una infusión
poco cargada.
CLETHRA.—(V. Malaclac.)
CLIMA (Climatología).—Como en realidad
el clima es una resultante de muchas causas
que obran en el mismo sentido ó en sentido
opuesto, es imposible definirle de una
manera cerrada y precisa. Algunos dicen que
el clima es determinado por la marcha ordinaria
de los fenómenos meteorológicos en una
comarca determinada; pero tal concepto es
incompleto y deficiente, puesto que en el clima
no solamente influyen los fenómenos meteorológicos,
sino que también la situación
topográfica y geográfica. En realidad, el clima
está determinado por condiciones permanentes
y variables de temperatura, presión atmosférica,
humedad relativa del aire, aspecto
del cielo, frecuencia de las lluvias, nieves,
nieblas, rocíos y escarchas, dirección de los
/ vientos dominantes, altitud sobre el nivel del
mar, configuración y naturaleza del suelo,

CLI — 160 — CLI
proximidad ó alejamiento de las montañas y
de las grandes masas líquidas, y dirección de
los vientos dominantes. La determinación dé
los climas tiene una importancia capital en
agricultura; como que de ellos dependen la
posibilidad y las ventajas de todos los cultivos;
como que las plantas se distribuyen sobre
la superficie terrestre según los climas.
De las observaciones hechas por muchos sabios,
resulta que para recorrer todas las fases
de su vegetación, las plantas necesitan cierto
número de grados de calor, que varía según
las especies y aun según la forma en que la
luz se distribuye. Así, el naranjo necesita más
grados de calor que el olivo; el olivo, más que
la vid; la vid, más que el trigo; el trigo, más
que el sarraceno, etc., etc. Análoga gradación
pudiera establecerse respecto de la humedad
y de la luz, y de ahí que para determinar los
climas bajo el aspecto agrícola, sea necesario
estudiarlos ante todo con relación al calor ó
temperatura, á la luz y á la humedad.
Astronómicamente, ó sea con relación á la
posición que el sol ocupa respecto de los diferentes
puntos de la superficie terrestre, se ha
dividido la tierra en cinco grandes zonas, á
saber: la tórrida ó ecuatorial, las dos templadas
y las dos glaciales, teniendo en cuenta la
mayor ó menor energía con que se hace sentir
en igualdad de circunstancias la acción de
los rayos solares; pero esa división que ha
servido de base á las clasificaciones climatológicas
es deficiente y no siempre corresponde
á la realidad. Cierto que una comarca situada
en la zona glacial no tendrá nunca clima parecido
al de otra situada en la zona tórrida;
pero si aquí no se tocan los extremos, se confunden
é identifican en muchos casos las
próximas, y si á la posición geográfica corresponden
variaciones anuales, en cambio no da
razón de las variaciones de la. temperatura en
el período de uno ó pocos días. Para caracterizar
un clima bajo el punto de vista del calor,
es necesario tener en cuenta: 1.°, la temperatura
media del punto; 2.°, las temperaturas
medias del invierno y del estío; 3.°, las
temperaturas extremas, ó sean la mínima y la
máxima durante esas estaciones. No basta, en
efecto, que dos comarcas tengan la misma
temperatura media anual para que puedan
cultivarse en ellas las mismas plantas. Algunos
grados de calor más bastan para que ciertos
vegetales lleguen á perfecta sazón, y unos
cuantos grados de calor menos, para que queden
destruidos por las heladas. Con una temperatura
media anual de 10 á 11° florece la
vid, mas para que sazone la uva es necesario
que la temperatura no descienda de ciertos
límites desde que la planta florece hasta el
momento en que ha de procederse á la vendimia.
En nuestras regiones el naranjo sufre
con el frío más que el olivo; el olivo, más que
la avena; la avena, más que la alverja, las
lentejas y la colza, y éstas más que el trigo,
y así sucesivamente. Ciertos vegetales, como
el cáñamo, el sarraceno y el maíz no exigen
una temperatura excesivamente elevada para
vegetar; pero en cambio no resisten á las
más débiles heladas, y de ahí que haya de
ejecutarse su siembra durante la primavera
en las comarcas donde escarcha y hiela durante
el invierno.
Los grados de calor, ó sea la temperatura,
se determinan por medio del termómetro
(véase), y como importa reunir muchas observaciones
para descubrir la temperatura de
un punto dado, cuando esto se pretenda,
conviene observar el aparato con mucha frecuencia
y anotar los grados que marque para
deducir la temperatura media, que es lo que
más importa averiguar, ó las temperaturas
extremas. Se obtendrá la primera con bastante
aproximación haciendo dos observaciones,
por la mañana y por la noche, ó mejor cada
dos horas; pero en la generalidad de los casos
bastará anotar los grados que marque el termómetro
entre ocho y diez de la mañana, según
las condiciones especiales de la localidad.
En los observatorios meteorológicos se cuenta
con el auxilio de termómetros especiales, como
los de Marchi, Rutherf'ord, Bellani, Walferdin
y otros físicos que señalan las temperaturas
máxima y mínima, sin necesidad de repetir
las observaciones. La temperatura media
diurna de una localidad corresponde al valor
medio de las temperaturas observadas durante
las diferentes horas del día; pero algunos
la determinan tomando la semisuma de las
temperaturas máxima y mínima señaladas
por un termometrógrafo de los mencionados,
ó el valor medio de las temperaturas observadas
de seis en seis horas. Humboldt notó que
la media de las horas homónimas, es decir, de
las seis de la mañana y de las seis de la tarde,
por ejemplo, representa con bastante aproximación
la temperatura media del día, y Sir
David Brewster ha recomendado especialmente
la agrupación de las diez de la mañana y
las diez de la noche; M. Dowe, la de las seis
de la mañana, doce del día y las ocho de la
noche; Schouw, la de las siete de la mañana,
doce del día y diez de la noche, y Quetelet la
de las siete de la mañana, la una de la tarde y
las diez de la noche. La temperatura media de
un mes se consigue obteniendo la media de las
temperaturas medias de cada día; la máxima
media ó la mínima media de un mes, obteniendo
la -media de las máximas ó de las mínimas
de los diferentes días. De análoga manera se
determinan las temperaturas máxima, media
y mínima de las diferentes estaciones ó de un
año entero.
Ni se crea que el clima de dos ó más localidades
será idéntico, con tal de que tengan la
misma temperatura media anual ó mensual, y
de consiguiente, que se puedan cultivar las
mismas plantas. Puede ocurrir, y fácil sería
citar numerosísimos ejemplos, que dos localidades
tengan la misma temperatura media,
12° v. gr., y en una madure la vid, y'en la
otra no, es decir, que en una sea grande la
diferencia entre las temperaturas extremas, y

CLI — 161 — CLI
en otra sea pequeña y el temple resulte muy
suave é igual. De ahí que no sea tanta, como
algunos han supuesto, la importancia agrícola
de las llamadas líneas isotermas, ideadas por el
ilustre Humboldt, ó sean las líneas que pasan
por todos los puntos de un hemisferio que
tienen la misma temperatura media anual.
Esas líneas no se confunden, ni mucho menos,
con los paralelos ó círculos terrestres que pasan
por todos los puntos de igual latitud. En
efecto, según el mismo Humboldt, en Europa,
y entre los paralelos 38° y 71°, la temperatura
hemisferio boreal, donde predominan las tierras
sobre las aguas, al contrario de lo que se
observa en el otro hemisferio.
En meteorología se distinguen siete zonas
isotérmicas, llamándose así el espacio comprendido
entre dos curvas isotérmicas. Esas
zonas son, según su temperatura media:
1. a
La que comprende los países en que
oscila la temperatura entre 30° y 25°.
media anual disminuye en 0 o
2.
, 5 por cada grado
de latitud, considerando puntos que tengan
altitudes próximamente iguales; y en la
América septentrional la variación es de 0°,88
desde la costa del Labrador hasta Boston, de
0°,95 desde Boston á Charleston, de 0°,66 desde
Charleston hasta el trópico de Cáncer y de
0°,20 escasamente desde éste hasta el Ecuador.
Según Dowe, en Asia esas líneas se desvían
notablemente hacia el Norte por unas partes,
y hacia el Sur por otras, de manera que sus
extremidades se acercan en verano hacia el
polo y en invierno hacia el Ecuador. En Europa
las líneas presentan notables repliegues;
en América se observa el mismo fenómeno
que en Asia, y en la Oceanía son sensiblemente
paralelas al Ecuador, gracias á la influencia
de la gran masa de agua que rodea á las
islas de esa parte del mundo.
A partir del polo hasta el paralelo 40, el
mes de Julio es el más caluroso; en el paralelo
40 son iguales las temperaturas de los meses
de Julio y Agosto; en las comarcas comprendidas
entre el paralelo 30° y el 20°, supera
la temperatura de Agosto á la de Julio; en
las que marcan el 20° y el 10° son iguales las
de los dos meses mencionados, y á partir del
10° las temperaturas máximas caen en Mayo,
y en el Ecuador en los meses de Abril y Noviembre
, y las mínimas en Diciembre y Julio.
La línea isotérmica que comprende los
países más cálidos no coincide con el Ecuador,
sino que corresponde al hemisferio boreal,
de manera que las comarcas situadas
bajo el 10° paralelo son más cálidas en una
décima de grado que las que caen bajo el
Ecuador. Hasta el paralelo 40° el hemisferio
austral tiene una temperatura inferior á la
del boreal, y en las latitudes superiores á esa
sucede todo lo contrario; de todos modos, el
hemisferio boreal, gracias á la extensión de
ciertas zonas térmicas, goza una temperatura
inedia más elevada que el austral. En ambos
las líneas isotérmicas se rectifican al aproximarse
al límite de los vientos alíseos. En ese
sentido aumenta la curvatura de ambas partes,
tanto hacia el polo como hacia el Ecuador, á
causa de la desigual distribución de las tierras
y de las aguas en las porciones orientales
y occidentales del antiguo y nuevo continente.
Del examen de las líneas isotérmicas
mensuales resulta que la temperatura total de
la tierra no es igual en el curso del año, sino
superior cuando el sol baña con su luz más el |
a
La que comprende los países en que
oscila la temperatura entre 25° y 20°.
3." La que comprende los países en que
oscila la temperatura entre 20° y 15°.
4. a
La que comprende los países en que
oscila la temperatura entre 15° y 10°.
5. a
La que comprende los países en que
oscila la temperatura entre 10° y 5°.
6. a
La que comprende los países en que
oscila la temperatura entre 5 o
y 0 o
.
7. a
La que comprende los países en que
oscila la temperatura entre 0 o
y — T.
Esas zonas se distinguen respectivamente
con las denominaciones de clima ardiente, cálido,
suave, templado, frío, muy frío y glacial.
Trazando sobre el globo terráqueo las diferentes
zonas térmicas, resultan marcados dos
puntos de temperatura mínima, que fueron
denominados polos del frío ó mejor polos térmicos,
y la línea isotérmica que compréndelos
puntos donde la temperatura se eleva al máximum
se denomina Ecuador térmico, que no
coincide, según hemos dicho, con el Ecuador
geográfico.
Mayor importancia agrícola que la división
de la tierra por medio de líneas isotermas tiene
su división por líneas isóteras ó isoquímenas,
que significan respectivamente de igual
verano y de igual invierno. Esas líneas son
todavía más irregulares que las isotérmicas.
Las isoquímenas envuelven indicaciones de
significación para el agricultor, puesto que
marcan el límite de las zonas en que pueden
vegetar ciertas plantas; así la que señala
5 o
como temperatura media del invierno, corresponde
al límite de la zona del olivo, y la
zona comprendida entre las líneas isoquímenas
de -f- I o
y — I o
, es el límite de aquella en
que pueden vivir el haya, la morera y el
castaño. En la Europa occidental las líneas
isoquímenas se elevan hacia el polo y las isotéricas
se inclinan hacia el Ecuador, marcándose
esas desviaciones más en las comarcas
poco separadas del Océano atlántico. Las
líneas isoquímenas que cruzan la América meridional
dirigen su convexidad hacia el Ecuador,
y las isotéricas hacia el polo, correspondiendo
la parte más saliente de la curva en
uno y otro caso al medio del continente.
Esas diferencias de temperatura entre las
diferentes regiones de la tierra son debidas á
diversas causas. En primer lugar, el calor
solar no se distribuye con igualdad sobre la
superficie de la tierra á consecuencia de la inclinación
de la órbita, y los rayos son tanto más
eficaces cuanto más se aproxima su dirección á
la perpendicular. De ahí que la intensidad ca-

CLI — 162 — CLI
lorífica sea mayor cuanto mayor es la elevación
del astro sobre el horizonte, y que cuanto más
distante se halle del Ecuador una región, menos
elevada sea, por punto general, la temperatura.
También se explica así el gradual aumento
ó la gradual disminución de la temperatura
durante el curso del día y las diferencias
de temperatura media entre las distintas estaciones,
según que el sol se halle aparentemente
situado al Norte ó al Sur del Ecuador
terrestre. Pero lo que influye verdaderamente
en la irregularidad de las líneas isotérmicas,
isoquímenas é isóteras son las circunstancias
locales, y entre éstas sobre todo las que hemos
indicado causas de la modificación de los
climas astronómicos.
La altitud de un punto sobre el nivel del
mar influye notablemente en la temperatura,
porque ésta, en igualdad de circunstancias,
va disminuyendo á medida que es mayor la
elevación sobre el nivel del mar, lo que se
explica por ser el aire mal conductor del calórico;
de manera que los rayos del sol apenas
calientan las capas de aire que cruzan, y por
ser mayor la radiación calorífera de las capas
superiores, que no reciben, como las inferiores,
el calor del suelo. La nieve que corona las
altas cimas, aun cuando se hallen en la zona
tórrida, patentiza la verdad de esa afirmación.
Además, se ha comprobado experimentalmente
esa diferencia de temperatura por
medio de ascensiones aerostáticas. Así Gay-
Lussac, en su ascensión del 16 de Septiembre
de 1804, vio que siendo de 27°,75 la temperatura
sobre la superficie del suelo, era de 9°,50
bajo cero á la altura de 6.978 metros; y Barral
y Bixio á esa misma altura encontraron el 27
de Julio de 1850 una temperatura de 39°,70
bajo cero.
También influye notablemente en la temperatura
de un punto dado la naturaleza del
suelo, que puede ser más ó menos apto para
absorber ó emitir el calor, el que esté ó no
cultivado, humedecido y desmenuzado. Los
terrenos desnudos y áridos se caldean más
que aquellos que se hallan cubiertos por las
plantas, y los suelos húmedos y desmenuzados
absorben y conducen mejor el calor. No
menos influye la proximidad de grandes depósitos
de agua. Estos no se caldean tanto
como las tierras en verano, ni se enfrían tanto
en invierno; en el primer caso á consecuencia
de la evaporación, y en el segundo porque
la tierra del fondo irradia el calor que absorbió
durante el verano á través del agua, caldea
ésta y determina la elevación de las capas
inferiores á la superficie y la irradiación del
calor de ésta á la atmósfera circundante. La
abundancia y frecuencia de las nubes y las
lluvias contribuyen también por modo eficacísimo
á suavizar la temperatura de una región.
Durante los meses de calor las nubes impiden
que los rayos del sol lleguen hasta la tierra
con su acción abrasadora, y las lluvias hacen
posible una evaporación abundante, y de consiguiente,
la pérdida de una gran cantidad de
calor; y durante el invierno, las nubes impiden
la irradiación del calor del suelo, y las lluvias
calientan la atmósfera con el calor que absorbió
el agua para convertirse en vapor acuoso;
calor que pierde la nube al resolverse en
lluvia. De ahí que en las regiones donde hay
gran cantidad de humedad, y donde abundan
las nubes y las lluvias, sea el temple muy
igual, y no se sientan intensos fríos ni calores
abrasadores. Por el contrario, donde el aire
está muy seco y el cielo se mantiene despejado,
las diferencias de temperatura, aun durante
el día, son enormes, y así se observa que en
el desierto de Sahara, después de haberse elevado
la temperatura durante el día á 40° á la
sombra, hiela por la noche. Análogo fenómeno
se verifica con frecuencia en las grandes planicies
del Asia central y en las comarcas altas
del Himalaya. La aparición y desaparición de
las manchas solares ejerce también una influencia
bastante perceptible en la temperatura,
y de consiguiente en el clima. La proximidad
de las montañas, verdaderos refrigerantes
y abrigo para las comarcas situadas al
Sur de ellas en nuestro hemisferio, modifica
el temple de las comarcas, porque, aparte de
conservar la humedad y las nieves, enfrían
las corrientes de aire que cruzan por aquéllas
y descienden á las llanuras. Los bosques y
arbolado de cualquier especie contribuyen
también á templar el ambiente, y ejercen marcada
influencia en las localidades próximas.
Por eso los inviernos y los veranos son más
rigurosos en las regiones desprovistas de arbolado
y de montes.
Los vientos dominantes son una de las principales
causas de modificación de la temperatura.
Los que han recorrido grandes extensiones
de mar son siempre más templados,
llegan cargados de vapor acuoso, y determinan
la formación de nubes y la caída de las lluvias.
Los que han cruzado grandes extensiones
continentales y elevadas sierras son fríos y
secos, desvanecen las nubes, aumentan la diafanidad
de la atmósfera y facilitan la acción
directa de los rayos solares durante el día, y
la irradiación del calor y el enfriamiento durante
la noche. Por lo mismo, en nuestras regiones,
cuando ellos reinan, caen heladas asoladoras,
ó si está la atmósfera cargada de
humedad se forman nubes y cubre el suelo
la nieve. En cambio los vientos solanos que
se han caldeado en los ardientes arenales del
Africa y no han recogido humedad son verdaderamente
abrasadores, y agostan las plantas
en el verano, al pasar por muchas comarcas
meridionales. Análoga es la influencia que
ejercen las comarcas costaneras y en las islas
las corrientes marítimas. Las corrientes ecuatoriales
determinan una considerable elevación
de la temperatura con relación á la latitud,
y las polares un descenso no menos
perceptible. Así las costas occidentales de la
Gran Bretaña, de Noruega y del archipiélago
de Spitzberg son caldeadas por la corriente
del golfo de Méjico ó Gulf-stream, que llega

OLÍ — 163 — CLI
de la zona tropical formando un enorme río
cuya temperatura es muy elevada; por las
costas orientales de la China y del Japón pasa
también otra corriente ecuatorial; en cambio
las costas orientales de la América septentrional
son refrescadas en parte por la corriente
polar que se dirige por el Oriente de Terranova
y lanza un brazo entre esta isla y el
continente; las de California están bañadas
por otra corriente polar que desciende del
estrecho de Bering, y las de Guinea por una
procedente del hemisferio austral y del Cabo
de Buena Esperanza.
Los climas se dividen también en constantes
6 marítimos, variables ó continentales y excesivos,
según que sean mayores ó menores las
diferencias entre las temperaturas máxima y
mínima, y según que los cambios se sucedan
con mayor ó menor frecuencia y rapidez. Las
islas y las comarcas costaneras generalmente
tienen un clima muy igual y constante, gracias
á que la masa líquida calma los ardores
estivales con una abundante evaporación, y los
rigores invernales irradiando calor por enfriarse
menos las aguas. Se. determina á qué
clima pertenece un punto ó una comarca comparando
la temperatura media del mes más
cálido y del mes más frío. Cuando las medias
de esos meses difieren entre sí en 10° á lo
más, el clima es constante; cuando la diferencia
esté comprendida entre 10 y 22°, el clima
será variable, y cuando supere á 25°, el clima
será excesivo. Así el clima de Oviedo y de
Santiago es constante, porque la diferencia
entre las temperaturas medias extremas es de
9 á 10°, y las de Madrid, Barcelona, Valencia
y Sevilla variables, porque esas diferencias
son de 18, de 14, de 13 y de 17° respectivamente.
Ejemplos notables de climas continentales
ó excesivos son Nueva York y Pekin,
donde la diferencia es de 31 y 33°; Ustyansk,
Yakusk é Irkusk en el Asia septentrional; la
isla de Melville, el puerto Bowen, y los fuertes
Franklin, Simpson y Snelling en la América
del Norte. La temperatura atmosférica más
baja observada por los hombres se notó en las
situadas al Norte de Siberia, y fué de 67° centígrados
bajo cero, y la más elevada de 56°
sobre cero á la sombra en una comarca de
África.
Ya lo hemos indicado. Las grandes zonas
en que se divide el globo presentan cierta correspondencia
con las zonas botánicas y agrícolas.
En la zona tórrida, comprendida entre
los trópicos, la dirección de los rayos solares
es poco inclinada durante todo el año; los días
son casi constantemente iguales á las noches;
la diferencia entre las estaciones poco marcada,
y muy elevada la temperatura media anual.
En esa zona la pujanza de la vegetación llega
á su máximum cuando hay humedad suficiente.
Las regiones intertropicales son ricas
ante todo en plantas leñosas, tales como las
palmeras, los bananeros, los heléchos gigantescos,
etc. También abundan los bosques impenetrables,
singulares por su perpetua y vi­
gorosa vegetación, y en fin, todas las especies
vegetales que exigen mayor cantidad de calor
para cumplir las fases de su existencia, como
el árbol del pan, el del cacao, el del café, el
del índigo, el de la vainilla, etc., etc.
En las zonas templadas, comprendidas entre
los trópicos y los círculos polares, la duración
de los días y las noches, como la dirección
de los ra3'os solares, está continuamente
variando dentro de ciertos límites; las estaciones
están perfectamente caracterizadas; los
fenómenos meteorológicos se distribuyen de
muy diferente manera, y en ellas es donde tienen
gran importancia las líneas isóleras é isoquímenas
para fijar el límite de las regiones
botánicas y agrícolas. Por último, en las zonas
glaciales, comprendidas entre los círculos polares
y los polos, la oblicuidad de los rayos
solares llega á su máximum, y el año llega á
comprender únicamente un día y una noche.
Esas regiones representan el límite extremo
de la vegetación, y ésta se halla caracterizada
por los musgos, los liqúenes y un reducido
número de especies vegetales de pequeñas dimensiones.
Los vegetales que se cultivan para alimentación
del hombre ó de los animales domésticos
se hallan distribuidos en la superficie del
globo con arreglo á los diferentes climas, y
estudiando éstos, el conde de Gasparin dividió
á Europa en cinco zonas, á saber: 1. a
, región
del olivo; 2. a
, región de la vid; 3. a
, región
de los cereales; 4. a
, región de los pastos, y
5. a
, región de los bosques.
Luz.—Al trazar las curvas climatéricas, se
advierte muy luego que el elemento calor no
es el único que influye en la vegetación. También
la luz ejerce gran influencia. Así en Linden,
localidad situada á 70° de latitud, el trigo
madura con mayor rapidez que en Francia,
es decir, en setenta y dos días en lugar de
ciento veinte, y eso con 675° de calor solamente;
y es porque allí la luz es más abundante
durante el período de vegetación del
cereal, y que la luz ejerce una considerable
acción sobre los vegetales, no cabe ponerlo
en duda. Gracias á ella, se forma la clorofila y
las plantas se nutren bien; pero en la práctica
es muy difícil apreciar la influencia de
ese factor, por no existir aparatos adecuados,
y ese agente no es tan sencillo como el calor,
puesto que comprende una serie de radiaciones
luminosas, caloríficas y químicas que es
imposible considerar separadamente. Para
apreciar su importancia en un punto dado,
no existe otro recurso práctico que el de fijarse
en el aspecto del cielo y el número de días
despejados. Los actinómetros químicos solamente
dan idea de la amplitud de ciertos rayos
químicos, y la comparación fotométrica
con una luz artificial de intensidad conocida
no sumiuistra datos exactos y útiles.
HUMEDAD Y LLUVIA..—Aun cuando ya hemos
hecho incidentalmente algunas indicacio- ¡
nes acerca de la influencia de la humedad y
de la lluvia en el clima, no nos parece ocioso

CLI — 164 — CLI
insistir acerca de ese punto. Esos dos elementos,
que intervienen en la marcha de todos los
fenómenos meteorológicos y vegetales, son
más fáciles de determinar que la luz. El pluviómetro
y el higrómetro son los aparatos que
se utilizan para ello. Sin embargo, esos instrumentos,
y sobre todo el primero, no bastan
para apreciar si un clima es ó no húmedo.
Dos países pueden recibir la misma cantidad
de agua, y no poseer las mismas condiciones
de humedad, porque la lluvia puede caer durante
breves días y abundantemente en el uno,
y durante muchos días y en pequeñas cantidades
en el otro, es decir, que el cielo del
uno puede estar generalmente despejado y el
del otro nublado, de manera que la luz sea
poco intensa; en el uno podrán reinar inviernos
y veranos rigurosos, y en el otro un temple
igual y sin grandes oscilaciones de temperatura.
La proximidad de corrientes caudalosas,
de pantanos, lagunas, lagos y mares
influye también notablemente en el estado
higroscópico de la atmósfera, y por lo tanto
en el clima; de manera que éste será húmedo,
aun cuando el cielo se halle generalmente despejado,
allí donde abunden los depósitos de
agua.
CLIMA DE ESPAÑA.—Para ser más exactos,
debiéramos titular este artículo climas de España,
puesto que en nuestra Península, lejos
de ser el clima uniforme, se observan todos
los climas, excepto los ecuatoriales y polares.
Se halla comprendida la Península entre las
isotermas -+- 13 y -+- 20, las isóteras -t- 20
y -t- 25, y las isoquímenas -+- 6 y -+- 15. Por la
influencia de las sierras que cruzan el suelo, y
por la altitud de las mesetas centrales, la mayor
parte de las comarcas interiores están
comprendidas en la zona templada fría. En las
comarcas meridionales de España se encuentran
los puntos más cálidos del continente
europeo; en las costas septentrionales el clima
es templado y constante, y en algunas serranías
presenta caracteres de clima polar. Solamente
en las reducidas fajas que corren á lo
largo de las costas es el clima marítimo; en
todo el interior, gracias á la serie de cordilleras
que limitan la influencia de los vientos del
mar, el clima es continental y experimenta
cambios bruscos y extremados, hasta el punto
de que, elevándose en Madrid la temperatura
á más de 40° á la sombra durante el verano,
desciende con frecuencia en invierno
á —7 O
y ha descendido á—-11° en el mes de
Diciembre de 1882. De ahí la necesidad de
agrupar las diferentes comarcas de la Península
en regiones, bajo el aspecto climatológico,
y de ahí el acierto con que D. Agustín
Pascual estableció las siguientes:
1." ZONA SUBTROPICAL.—Temperatura media
anual -f- 18° á -+- 21°.—Litoral de los Algarbes,
Sevilla, Granada, Murcia y Valencia
meridional, hasta el cabo de la Nao.—Solana
de las montañas de los Algarbes, hasta la altitud
de 745 metros.—Solana de Sierra Morena,
hasta 420 metros de altitud.—Cuenca inferior
del Guadalquivir.—Colinas de Medina Sidonia.—Pendiente
Noroeste de la terraza de
Granada, hasta 150 metros de altitud.—Las
dos pendientes de las montañas que forman la
banda occidental de la terraza granadina, hasta
la altitud de 745 metros.—Peñón de Gibraltar.—Colinas
de la costa meridional.—Llanos
de Málaga, Vélez Málaga, Almuñécar, Motril,
Almería y Campo de Cartagena. —Solana
de las montañas que forman la banda meridional
de la terraza granadina, hasta la altitud
de 745 metros. — Parte Sudeste de la estepa
litoral.—Colinas y cerros del Sur de Valencia,
hasta 570 metros de altitud.
2. A
ZONA CALIDA TEMPLADA.—Temperatura
media anual de -+- 14" á -+• 18°.—Mesetas
de Ronda, Setenil, Granada, Guadix, Baza,
Huesear y María.—Cuenca superior del Guadalquivir.—Parte
Noroeste de la estepa litoral.—Planicie
de Castilla la Nueva y Extremadura,
fuera de las elevadas mesetas de la
banda oriental.—Planicie de Castilla la Vieja
y León, hasta 42° de latitud y 740 metros de
altitud.—Cuenca inferior del Ebro y de Teruel.—Mesas
de Álava y Navarra.—Llanos
de Alentejo y Beira baja.—Llanos y colinas
de las costas de Poniente y del Sudeste.—
Montañas y laderas del Centro de Portugal,
hasta la altitud de 570 metros, y del Norte de
Portugal y Galicia, hasta 428 metros de altitud.—Montañas
y laderas de la solana del sistema
ibérico, hasta 850 metros de altitud.—
Solana de la terraza de Navarra, Alto Aragón
y Cataluña, hasta 740 ú 850 metros.—Montañas
de Extremadura central y meridional, y
de la Mancha, Sierra Morena y serranía de
Cuenca, hasta 850 metros.—Montañas de la
terraza de Granada, hasta 1.140 metros.—Sierra
de Monchique, hasta 1.000 metros.
3. a
ZONA FRI'A TEMPLADA. — Temperatura
media anual de -+• 10° á -+-14 a
.—Picos de la
sierra de Monchique.—Montañas y laderas
de la terraza de Granada, desde 1.000 metros
á 1.420 de altitud. — Cumbres de Aracena,
picos de las montañas de Extremadura y de
la Mancha.—Parte superior de la sierra de
Alcaraz. — Montañas y laderas del sistema
central, desde 740 á 1.140 metros.—Mesetas
de Beira alta y Tras-os-montes y parameras
de Galicia.—Mesetas de la banda oriental de
la planicie central, desde 740 á 1.000 metros.—
Meseta de la terraza del Norte de Valencia.—
Montañas y laderas de la umbría del sistema
ibérico, de 740 á 1.000 metros, y las de la solana
del mismo sistema, de 850 á 1.000 metros.—Mesa
del Alto Aragón.—Montañas de
la terraza de Navarra, Aragón y Cataluña,
de 740 á 1.000 metros.—Solana de los Pirineos,
hasta 850 metros.—Umbrías de las mesetas
de Castilla la Vieja y León.—Litoral de
la costa del Norte y cadena cántabro-asturiana-leonesa,
hasta 850 metros.—Valle del Sil
y montañas de Galicia y Norte de Portugal,
hasta 1.000 metros.
4. a
ZONA FRÍA.—Temperatura media anual
de -+- 4" á -+- 8°.—Laderas y picos de la térra-

CLI — 165 — CLI
za granadina, desde 1.420 metros á 1.850.—
Laderas y picos del sistema central, desde
1.000 á 1.700 metros.—Parameras de Soria,
Sigüenza, Molina, Setenil y Pozondón.—Picos
y laderas de la umbría del sistema ibérico,
desde 850 á 1.420 metros, y picos y laderas
de la solana del mismo sistema, desde 1.000 á
1.570 metros.—Picos de la terraza del Alto
Aragón y Cataluña, desde 1.000 metros para
arriba.—Solana de los Pirineos, desde 1.000
á 1.500 metros.—Laderas y picos de las montañas
cantábricas, cadena asturiano-leonesa y
montañas del Sur de Galicia y del Norte de
Portugal, desde 850 á 1.420 metros.
5. A
ZONA ÁRTICA.—Temperatura media
anual de -+- 0 O
á -+- 3 O
.—Laderas de Sierra
Nevada, desde 1.850 metros á 2.400.—Picos
de Sagra Sierra, sierra de Gádor, sierra de
Baza y sierra de Tejeda.— Picos de las montañas
de Estrella y de la sierra de Suazo.—
Picos, cuerdas y laderas de la sierra de Gredos,
sierra de Gata, Peña de Francia y sierra
de Guadarrama, desde 1.710 metros.—
Cumbres del Moncayo.— Parte superior de
Peñagolosa, del Caroche, de la sierra de Mariola
y del monte Aytana, desde 1.570 metros.—
Solana de los Pirineos, desde 1.570
metros á 2.000.—Picos y laderas de la parte
occidental de las montañas cantábricas y de
la cadena asturiano-leonesa, desde 1.420 á
2.000 metros.—Parte superior de la sierra de
Montezinho y de la de Suazo, desde 1.420 metros.
6."- ZONA POLAR. — Temperatura media
anual de 0 o
á —Parte superior de los Alpes,
esquistos de Sierra Nevada, desde 2.280
metros.—Parte superior de los Pirineos orientales
y centrales, desde 2.000 metros.—Peñas
de Europa y Peña Trevinca.
Con relación á las lluvias y demás meteoros
acuosos, se pueden agrupar las diferentes comarcas
peninsulares en las cinco divisiones
que á continuación aparecen:
1. A
LOCALIDADES MUY SECAS.—Escasez de
nubes rj de lluvias.—Costa Sudeste de Granada,
principalmente desde el cabo de Gata
hasta Mazarrón. (País de sol y aire.)—Campo
de Cartagena, Elche y Alicante.
2. A
LOCALIDADES SECAS.— Cantidad anual
de lluvia de 240 á 460 milímetros.—Planicie
central, [excepto las mesetas y parameras de
860 metros de altitud y las localidades septentrionales.—Llanuras
ibéricas, principalmente
la estepa del Ebro.—Cuenca superior del Guadalquivir.—Campiña
de Córdoba y estepa hética.—Mesetas
de Guadix, Baza y Huesear.—
Levante de Granada, Murcia y Mediodía de
Valencia.
3. A
tañas de Jaén y serranía de Ronda.— Costa
meridional de Granada.—Llanura de Sevilla,
excepto la costa Sierra Morena.—Algarbes
y altos de Alentejo. (Lluvias de invierno.)
4.
LOCALIDADES ALGO HÚMEDAS.—Cantidad
anual de lluvia de 460 á 580 milímetros.—
Valencia central y septentrional.—Cataluña,
excepto los Pirineos.—Terraza del Alto Aragón
y Navarra.—Serranía de Cuenca.—Mesa
de Extremadura alta.—Montañas del sistema
central.—Terraza de la Beira alta.—Planicie
septentrional desde la latitud de 42°.—Mon­
A
LOCALIDADES HÚMEDAS. — Cantidad
anual de lluvia de 650 á 1.045 milímetros.—
Montañas Elevadas del sistema pirenaico.—•
Sierra Nevada y sus cercanías.—El litoral que
corre entre Gibraltar y la desembocadura del
Guadiana. (Lluvias de invierno.)—La mayor
parte de la costa occidental y septentrional.
5. A
LOCALIDADES MUY HÚMEDAS. — Cantidad
anual de lluvia de 1.300 á 4.600 milímetros.—Bilbao,
Santiago de Compostela y
Coimbra.
Para formar idea aproximada de las temperaturas
extremas en la Península, ha de tenerse
en cuenta que las nevadas son frecuentes
en la parte Noreste, es decir, en la más
próxima al continente europeo, y raras en el
Sudeste y Sudoeste, á no ser en las montañas
elevadas. La nieve cae con abundancia y
se conserva durante muchos meses en las localidades
correspondientes á la zona polar y
fría; en la fría templada no nieva tanto, y rara
vez en la cálida templada. En la Andalucía
baja, y sobre todo en Málaga, Gibraltar, Cádiz,
Huelva y los Algarbes, las nevadas son
fenómenos verdaderamente extraordinarios;
en las mesetas centrales nieva casi todos los
años, y en algunos inviernos se conserva la
nieve durante semanas enteras; en las regiones
bajas de Castilla la Vieja y León son frecuentes
además las escarchas y las nieblas, y
en Galicia, la parte baja de Asturias y las
Provincias Vascongadas rara vez cuaja la nieve.
No así en las montañas de esas regiones,
en las de Navarra, Aragón y Cataluña, cubiertas
de blanco manto, á no ser en los meses
estivales y en los primeros del otoño. En
el Bajo Aragón y eñ las comarcas litorales
de Cataluña y Valencia el clima es templado
y la temperatura desciende poco.
Los vientos dominantes en España son generalmente
los de Sudoeste, y los del Nordeste y
Noroeste eu las comarcas que se hallan en la
vertiente del Atlántico; los de Levante, Sudeste
y Sur, en las costas del Mediterráneo. Los
del Norte, ó cierzos, determinan los grandes
descensos de la temperatura, y los del Sur, ó
solanos, el deshielo en invierno y el bochorno
ó calor sofocante en verano. Son raros los huracanes,
y se levantan principalmente en la
época de los equinoccios y en el invierno. Hay
muchas borrascas en el golfo de Vizcaya con
los vientos del Norte y del Noroeste; en el de
Valencia, con los del Sudeste, y en el estrecho
de Gibraltar, golfo de Cádiz y cabo de San
Vicente, con el del Sudoeste. En la costa del
Mediodía, y principalmente entre los cabos
de Gata y la Nao, el excesivo calor y el ímpetu
de los vientos levantinos ocasionan grandes
estragos.
El cielo se halla generalmente cubierto en
la vertiente del Cantábrico, y en toda Galicia
y la región septentrional de Portugal, y des-

CLI — 166 — CLO
pejado en el resto del país, sobre todo en las
comarcas de clima seco. En la campiña de
Córdoba, cuenca superior del Guadalquivir,
terraza de Granada, cuenca del Tajo y cuenca
inferior del Ebro se observa con frecuencia
la calina, fenómeno cuya naturaleza no
está bien determinada. '
A esa variedad de climas corresponde una
flora verdaderamente rica, y que sobrepuja
á la de los demás países de este continente
en especies y variedad de formas, de manera
que se calcula en 6.000 ó 7.000 el número
de especies fanerógamas; de la distribución
de esas plantas y de las condiciones agrícolas
de cada zona hablaremos con alguna extensión
en el artículo Regiones agrícolas.
CLIN—(V. Crin.)
CLINOPODIO (Melissa clinopodium,
Linneo).—Planta herbácea, derecha, vellosa,
con hojas pecioladas, aovado-obtusas, un poco
festoneadas, redondeadas por la base; verticilastros
iguales, globosos, multifloros, provistos
de brácteas alesnadas, numerosas, tan largas
como el cáliz. Florece en verano.
CLINTON (Ampelografía). — Casta de
vid americana que, según Strong, proviene
de una cepa de semilla, plantada el año 1821
en Hamilton College (Nueva York) por el
respetable Hug White. Se refiere á la V. riparia,
y Downing la llamó Worthington. El
tronco es vigoroso, de porte abierto; sarmientos
largos, delgados y de numerosas ramificaciones;
las yemas son de color blanco manchado,
y se vuelven de color obscuro; los
meritallos muy prolongados; las hojas medianas,
cordiformes, á veces trilobadas, de verde
bastante obscuro y lampiñas en la cara superior,
de verde un poco más pálido, y con pelos
rígidos y apretados sobre los nervios en la
cara inferior, con dos series de dientes, algunos
de ellos grandes, indicando el sitio de los
lóbulos. El racimo es de tamaño mediano ó
pequeño, cilindrico, y muy raras veces alado;
los granos poco apretados, medianos, mezclados
con algunos verdes, esféricos, de color
negro subido, verdosos en el interior y de estigma
central poco aparente; el grano es firme,
de pulpa carnosa, de zumo rosado y de
sabor ácido. La madurez es precoz.
El clinton es muy apreciado por los americanos
, á quienes no repugna el sabor especial
de su fruto, como productor directo. Resiste
bien á las enfermedades criptogámicas, y de
ahí que se haya extendido la planta por el
Norte de los Estados Unidos, y especialmente
en la isla de Kelley y el lago Erie. En Europa
no ha obtenido aceptación esa variedad
por su poco rendimiento y el gusto especial
de su fruto, y no obstante la fuerza alcohólica
y el hermoso color del vino que produce. Además
no se adapta bien en nuestras regiones, y
ni aun se utiliza como patrón para injertos.
Está muy expuesta á padecer la clorosis, especialmente
en tierras fuertes, frías y húmedas,
en los suelos de poca profundidad y en
los terrenos calcáreos, donde á consecuencia
de la falta de calor no puede rehacer rápidamente
las raicillas que la filoxera ha, destruido.
Las tierras de mediana consistencia y ligeras,
permeables y frescas, son las más adecuadas
para que vegete la variedad que nos ocupa y
aquellas en que puede cultivarse con éxito.
La son especialmente favorables los terrenos
silíceos rojos.
CLITORIA.-(V. Bejuco.)
CLOACA.—En construcción se entiende
por este nombre aquellos sitios por donde corren
las aguas sucias, y aun también los depósitos
de éstas.
En todos los edificios la higiene y la limpieza
imponen la necesidad de dar salida á los
excrementos y á las aguas sucias. En el interior
de las obras, aparte de que los locales
destinados á este objeto estén dispuestos con
más ó menos comodidad y lujo, todos ellos
necesitan de las bajadas, que pueden hacerse
con tubos de hierro, ó de barro enchufados, ó
de fábrica ejecutada con morteros hidráulicos
que las hagan completamente impermeables.
Al llegar á la superficie del suelo estas
bajadas se transforman en tajeas ó alcantarillas,
cuya importancia está siempre en armonía
con la de la construcción, pudiendo terminar
en pozos negros ó ir directamente á los
estercoleros.
Saldríamos fuera del objeto y límites de
esta obra si entráramos á estudiar las diversas
condiciones y circunstancias que hay que
tener en cuenta para la construcción de las
cloacas; baste como idea general lo dicho acerca
de la impermeabilidad que en cualquier
caso necesitan, y como complemento la conveniencia
de alejarlas todo lo posible de los
conductos y tuberías de aguas potables, así
como de los muros y cimientos.
Si en la construcción en general es de gran
importancia todo aquello que se relaciona con
la limpieza y salubridad de los edificios, en
las obras del campo todavía aumenta por el
aprovechamiento que se hace como abono de
todos los excrementos y residuos.
Conocida es de todo el mundo la importancia
del abono humano, y buena prueba de ello
es el aprovechamiento que se hace de las aguas
sucias de las grandes poblaciones. Numerosos
ejemplos pudiéramos citar de campos estériles
que en la actualidad producen grandes rendimientos,
gracias á que en ellos se utiliza este
abono, de gran utilidad siempre para toda
clase de cultivos.
Si las necesidades de la vida no lo exigieran
, las de la agricultura impondrían á todo
propietario la obligación de aprovechar todos
los residuos de su granja. Entre los diversos
sistemas conocidos para utilizarlos, el mejor
y el más económico á nuestro juicio es el con-,
ducirlos á los estercoleros, mucho más en
nuestro clima seco y despejado, donde no abunda
por lo general el agua, y el empleo de las
aguas sucias para el riego de los estiércoles
tiene inmensas ventajas.
Ocioso parece advertir que la distancia á

CLO — 167 — CLO
que los estercoleros se encuentren de las habitaciones
del hombre debe.ser la mayor posible.
C. Rodrigáñez.
CLOCA.—Aumento de espesor en las hojas
de los árboles, abarquillándose y perdiendo
á la vez el color natural, que es sustituido
por el amarillento. Esta enfermedad, que influye
retardando ó disminuyendo el crecimiento
de los árboles, es más frecuente en los
frutales que en los de monte. (V. Vicios y enfermedades
de los árboles y de sus maderas. )
CLOQUERA.— Estado de las gallinas y
otras aves, que las incita á permanecer sobre
los huevos para incubarlos ó empollarlos.
CLORO (Química).—Cuerpo considerado
como simple por los químicos modernos. A la
temperatura ordinaria se presenta bajo la forma
de un gas de color amarillo verdoso, y de
olor irritante y desagradable. Se liquida cuando
es sometido á una fuerte presión. Su densidad
es 2,44; un litro de ese cuerpo pesa 3,17
gramos. El equivalente del cloro (C) es 35,5;
es un cuerpo muy notable por la energía
de sus afinidades químicas. Se encuentra en
casi todas las plantas. Las investigaciones de
M. Boussingault le condujeron á establecer
que se encuentra desde 1 hasta 5 por 100 de
cloro en las plantas más comúnmente cultivadas.
En tales condiciones la cantidad de
cloro arrebatado al suelo por la cosecha en
una hectárea de terreno variará en las proporciones
de 1 á 10 kilogramos. En sus estudios
acerca de los forrajes del Limousin,
M. Barral patentizó que esos forrajes, cuando
están secos, contienen desde 0,36 hasta
1,56 por 100 de cloro, ó sea 0,75 por término
medio. Pero la cantidad de cloro que existe
en el suelo bajo diversas formas basta, al
parecer, con mucho para las necesidades de
la vegetación. Sin embargo, se pueden usar
con gran ventaja como abonos los compuestos
de cloro y de otros principios útiles, empleándolos
en estado de cloruros. El exceso de
cloruros, especialmente de cloruro de sodio ó
sal marina, y sobre todo de cloruro de magnesia,
convierte el suelo en completamente
estéril.
El cloro ejerce una poderosa acción descolorante
en las materias orgánicas; propiedad que
se utiliza para el blanqueo de las telas. En estado
de cloruro de cal se emplea como desinfectante.
Según M. Duchartre, el cloro puede
prestar grandes servicios reanimando la vitalidad
de las semillas muy añejas, y que sin la
acción de esa substancia no se encontrarían
en estado de germinar. Después de mantener
en remojo los granos durante doce horas, se
les expone durante otras seis al sol, adicionando
una gota de una disolución de cloro
por cada 30 gramos de agua. Los granos, después
de ponerlos á escurrir sobre una tela, se
mezclan con un poco de tierra, se siembran, y
por último, se riegan con el agua, ligeramente
cargada de cloro, en la cual habían sido
puestas á remojar.
CLOROFILA (Botánica y Química).—
Substancia'colorante verde de las hojas de las
plantas, abundante en todos los vegetales capaces
de descomponer el ácido carbónico del
aire. También se ha descubierto la clorofila
en algunos seres del reino animal, como los
infusorios, pero se sospecha que la toman de
las algas marinas. Esa substancia afecta la forma
de granos microscópicos, angulosos ó redondeados
y rodeados de una membrana extraordinariamente
tenue, al parecer de naturaleza
proteica. En algunas especies, como la
Elodea, esos granos son movibles y participan
de la agitación del protoplasma. Insoluble
en el agua, se extrae de las plantas la clorofila
mediante el empleo de algunos disolventes,
alcohol, éter, esencia de petróleo, cloroformo,
sulfuro de carbono, bencina ó aceites grasos
ó esenciales, etc., etc., siempre que se destruya
la envoltura del grano. Evaporadas
hasta quedar en seco las disoluciones de clorofila,
dejan un residuo céreo, de color verde
obscuro, no fluorescente, y que contiene ceras
, resinas, dos pigmentos amarillos, la xantofila
y eritrofila, que cristaliza espontáneamente
á veces, ácidos orgánicos, materias minerales,
y, en fin, productos de la alteración
de la clorofila, especialmente hipoclorina ó
clorofilana. Hasta ahora no se ha obtenido la
clorofila en estado de pureza.
En disolución un poco extensa, esa clorofila
en bruto, digámoslo así, es de color verde esmeralda
y posee una fuerte fluorescencia roja.
Examinada con el espectroscopio, presenta
una serie de bandas características de absorción
, cuya posición ó intensidad varían según
que sean más ó menos puros los líquidos, y
según que está más ó menos alterada la clorofila.
La luz emitida por la fluorescencia forma
una sola y única banda, que coincide con
la banda primera del espectro de absorción.
Expuestas á la acción del sol, esas disoluciones
se descoloran rápidamente por la absorción
del oxígeno del aire y desprendimiento
del ácido carbónico; la luz amarilla es más activa
que la luz azul, y los rayos solares pierden
toda su eficacia después de atravesar la
primera capa de clorofila. Becquerel dice que
la clorofila aumenta mucho la sensibilidad de
las sales de plata empleadas por los fotógrafos.
Cuando se agita con bencina una disolución
alcohólica de clorofila y se deja después
en reposo, se forman dos capas de diferente
color: la inferior, formada por el alcohol, retiene
una substancia amarilla, la xantofila y
las ceras, y la superior es una disolución de
la clorofila impura en la bencina. La alúmina
gelatinosa descolora las disoluciones de clorofila,
formando lacas con las materias colorantes
(clorofila y clorofilana), y que separadas
del iíquido amarillo que las impregna, ceden
su clorofila al alcohol concentrado por la ebullición
, según las experiencias de Fremy.
La clorofila en bruto, y aun las hojas secas
agitadas con una mezcla de ácido clorhídrico y
de éter, da un líquido que se separa en Capas.

CLO — 168 — CLO
El éter sobrenada tinturado de amarillo por
la filoxantina, y el ácido clorhídrico, que ocupa
el lugar inferior del tubo de ensayo, retiene
un cuerpo verdoso, la filocianina, que
como la filoxantina es un producto de transformación,
no pudiéndose reconstituir con ambas
substancias la clorofila. Los ácidos minerales
enérgicos producen la misma reacción, y
en contacto del agua ó de los ácidos, transforman
la filocianina producida en ácido filociánico.
Tanto esos, cuando están muy extendidos,
como los orgánicos, transforman la
clorofila en clorofilana y el color verde en color
aceituna. Los órganos verdes de los vegetales
se vuelven primero amarillos, y recobran
su color primitivo si se sumergen en ácido sulfúrico.
Los álcalis forman con la clorofila clorofilatos;
en ellos la bauda específica roja se
desdobla en dos colores análogos. Son solubles
en el agua, y M. Guignet asegura que ha obtenido
clorofilato de sodio cristalizado. Los
demás clorofilatos son insolubles. Calentada
hasta 210° con un exceso de potasa, la clorofila
desprende amoníaco y se vuelve roja, habiéndose
obtenido de esa reacción un ácido
particular y fluorescente, que Tochirch ha llamado
ácido filopurpúrico. El oxígeno y todos
los cuerpos oxidantes transforman la clorofila
en clorofilana; reacción que entorpecen los
álcalis y abrevian los ácidos. De ahí la inestabilidad
de las disoluciones clorofilianas,
aun manteniéndolas á la sombra. En la cocción
se evita la alteración de las legumbres
verdes saturando los ácidos vegetales con un
poco de bicarbonato de sosa ó con una sal alcalina.
Las sales precipitan la clorofila de sus
disoluciones, y el negro animal se apodera de
la clorofila, aun á baja temperatura, y la cede
al éter ó á la ligroina hirviendo.
La clorofila es, por lo tanto, un principio
eminentemente alterable, que se modifica al
contacto de todos los reactivos, y aun al contacto
del aire. De ahí la imposibilidad de obtenerla
pura. Sus derivados son numerosísimos,
algo más estables y mejor conocidos por
lo mismo. Uno de los más importantes es la
clorofilana, insoluble en el agua, poco soluble
en los aceites grasos, en la parafina y en
el alcohol frío, y muy soluble en el alcohol
hirviendo, en el éter , en la bencina y en el
sulfuro de carbono. Esas disoluciones son de
color obscuro y fluorescentes como las de la
clorofila; la alúmina hidratada las descolora y
forma una laca. También es importante entre
los derivados la eritrofila, erisofila ó carotina.
La clorofila desempeña un importante papel
en la vegetación; es muy sensible á la acción
de la luz, y se forma y funciona bajo la influencia
de los rayos solares, que la destruyen
cuando está aislada. Explícase esa aparente
paradoja suponiendo que la clorofila está
unida al protoplasma vivo por una especie de
combinación que aumenta su estabilidad y
que la luz tiende á destruir. Concíbese que
ese estado de disociación continua crea una
serie de equilibrios continuamente variables
que deben favorecer las reacciones internas,
descomponiendo el ácido carbónico en la célula
verde; pero el mecanismo de este fenómeno
capital se desconoce.
Prescindiendo de algunas excepciones, como
la de los gérmenes de las coniferas, es indispensable
la luz para la producción de la clorofila.
Los rayos más eficaces para ese fin son
los más luminosos, y aun se ha observado
que ciertas plantas entecas se volvían verdes
eu la parte infra-roja del espectro solar. No
se sabe á expensas de qué substancia se forma
la clorofila, tal vez á expensas de la etiolina,
y todo hace creer que su aparición es consecuencia
de un fenómeno de reducción. Kraus
ha demostrado que las plantas jóvenes adquieren
el color verde, aun manteniéndolas
en la obscuridad, con tal de que el ambiente
contenga un poco de alcohol metílico.
La clorofila pura es muy azoada, mas no
parece que el ázoe forma parte del mismo
núcleo de la molécula de aquélla, puesto que
algunos de sus derivados no contienen ázoe,
y sin embargo presentan la banda específica
roja y la fluorescencia propia de la clorofila
normal. Mulder ha colocado en el grupo del
índigo la clorofila que en ciertos casos se puede
reducir bajo la influencia del hidrógeno
naciente para recobrar bajo la acción del aire
su coloración primitiva. Gauttier la asimila
á la bilirubina, y la compara con las substancias
colorantes animales. Seyler la considera
como una lecitina, y se ha identificado también
por algunos con una substancia verde
que obtuvo Baeyer empleando el furfurol, y
que posee la banda específica del grupo clorofiliano;
pero probablemente esa es una coincidencia
fortuita, y las precedentes hipótesis
no descansan sobre una base seria.
CLOROPS (Entomología).—Insectos dípteros
, muchas de cuyas especies son perjudiciales
á los cereales, y especialmente al trigo,
al centeno y á la cebada. Las principales
especies son el clorops lineal (Chloros linéala)
, el de pies articulados (C. tmniopus) y
el clorops de Herpín (C. Herpini).
1. a
El clorops lineal es amarillo, con
cinco rayas negras sobre el dorso; tiene en la
frente una mancha negra que llega hasta el
borde de los ojos; las antenas son aleonadas,
con la tercera articulación negra por la parte
exterior. El tórax es enteramente negro
hasta la base de las alas, y presenta dos líneas
amarillas. En el otoño aparece el insecto
muy abultado á causa de la gran cantidad
de huevos que lleva, para depositarlos en
otras tantas matas de trigo ó de centeno recién
nacidas. A los pocos días sale una larva
que royendo el trigo hasta su base le impide
crecer; sin embargo, la savia continúa la
vegetación y la base del tallo adquiere más
espesor, pasando el gusano el invierno en
dicho punto. En el mes de Marzo la planta
se vuelve amarilla, se seca y muere, y las
larvas se transforman en crisálidas para pre-
I sentarse por el mes de Mayo en estado de

CLO — 169 — CLO
mariposas, aparearse en breve y poner las
hembras de esa segunda generación los huevecitos
durante el mes de Junio sobre los
trigos exclusivamente, y eso en comarcas septentrionales,
por estar los centenos ya duros.
Depositan los gérmenes en la parte inferior
de la espiga de trigo antes que se desprenda
la hoja superior que la rodea, y forma una
«specie de envoltorio. Cuando se arranca esa
hoja, á los pocos días se ve que el gusano recién
salido traza un surco exterior á lo largo
del tallo, desde la espiga hasta el nudo. Una
vez en éste, se transforma en crisálida, y á los
pocos días en insecto perfecto.
Los tallos atacados presentan alteraciones
singulares; sólo llegan á la mitad de la altura
ordinaria y regular; la espiga, cuya madurez
se retrasa notablemente, se queda corta y
con pocos granos, desmedrados y pequeños, y
las espiguillas de la parte del surco longitudinal
abortan completamente.
Los insectos de la segunda generación, desarrollados
en Agosto, se unen en Septiembre
y depositan los huevecillos, como lo hicieron
sus abuelos, sobre las matas de trigo y centeno
recién nacidas. Así, pues, esa especie causa
en los trigos dos clases de daños, tanto más
graves cuanto más numerosos son los individuos.
Se observaron en Suecia por primera
vez el año 1778; en Francia, los años 1812 y
1838, época ésta en que redujeron en un 70
por 100 la cosecha en los alrededores de París.
Sus estragos solamente se evitan con una buena
alternativa de cosechas, es decir, procurando
que no haya matas de trigo para que
las hembras puedan depositar los huevos,
sembrando en el mes de Noviembre. M. Macquard
aconseja que se arranquen las matas
atacadas, evitándose así el desarrollo y reproducción
del insecto.
2." El clorops de pies articulados es de
color amarillo pajizo, con tres rayas negras
sobre el coselete y cuatro bandas también
negras en el vientre; las alas no sobresalen
del abdomen, y los tarsos están provistos de
artejos negros y de color de ocre.
3." El clorops de Herpin, más pequeño
que los precedentes, es de color amarillento;
su cabeza es amarilla, con dos manchas negras
triangulares, una de ellas situada debajo de
la otra; en las antenas alternan los colores
amarillo y negro; la parte superior del coselete
está adornada con tres rayas negras; el
abdomen, ovoideo y de color amarillo, está
bañado de color moreno en cada uno de los
segmentos; las alas son transparentes; las
patas amarillas, y los tarsos negruzcos. La
larva, de 4 milímetros de longitud, es blanca
y casi cilindrica, con la boca armada de un
gancho negro. Los daños considerables que
produce ese insecto fueron apreciados ya por
Linneo, en cuyo tiempo destruía la décima
parte de la cosecha al parecer. Sólo en Suecia
se computaba la pérdida anual en 100.000 ducados.
Todas las especies de clorops dan general-
Dic—IV.
mente al año dos generaciones, como hemos
indicado hablando del lineal. La larva que
nace en otoño sobre la planta recién sembrada
se aloja por cima de las raíces y roe las
hojas tiernas; en el mes de Abril ó en los
primeros días de Mayo se convierte en mosca,
y en Junio la hembra deposita los huevecillos
en la base de la espiga. La larva se abre un
surco á través del tallo, le deforma y determina
una paralización en el proceso vegetativo.
Esa larva se convierte en crisálida, y en
mosca por último, durante los meses de Agosto
ó Septiembre, y esa segunda generación
deposita los huevos en los granos recién sembrados.
Los daños causados por esos insectos
afectan directamente á las cañas y no á los
granos, pero al roer el tallo impiden el desarrollo
ó por lo menos la fructificación de las
espigas. No se conoce remedio alguno capaz
de impedir la propagación de tan dañinos
insectos.
CLOROSIS ( Viticultura).—Enfermedad
de los vegetales, que se manifiesta por la
amarillez ó blanqueo de las hojas. Se conoce
desde remotas épocas, pero en Europa era menos
común que ahora, cuando solamente se
cultivaba la Vitis vitífera. Se ha observado
que la resistencia de las cepas americanas á
adaptarse á un terreno se traduce comúnmente
por un estado clorótico más ó menos pronunciado,
y que las hojas amarillean poco después
del primer desarrollo primaveral. A veces
reverdecen en estío, cuando es más intenso
el calor. Otras veces, por el contrario, cuando
han sido muy afectadas por la clorosis, su
parénquima se deseca y se destruye bajo la
influencia de la sequedad de la estación. La
acción continuada de la clorosis produce en
ciertos casos el desmedro ó raquitismo, que no
debe confundirse con el causado por diferentes
formas de la aniracnosis ó por otras causas.
En esas y en casi todas las circunstancias la
clorosis es al parecer un efecto debido á la
influencia de las propiedades físicas del suelo.
Esa enfermedad es determinada efectivamente
de una manera general por una deficiencia en
la nutrición del vegetal; deficiencia que impide
ó dificulta la formación de la clorofila
ó la reabsorción de ese elemento.
La falta de nutrición puede proceder, ora
de la falta de luz, eventualidad que no hemos
de examinar en este momento, ora de diversas
causas, como la falta de las materias necesarias
para la planta en el suelo, ó la insuficiencia
y torpeza en el funcionar por parte
de los órganos destinados á recoger los elementos
nutritivos. En efecto, si se ha observado
que la clorosis aparece en las vides que
vegetan sobre terrenos muy pobres, en cambio
también se manifiesta en los viñedos plantados
en terrenos feraces, cuando altera las
raíces el eumolpo, la filoxera ó diversas enfermedades
criptogámicas á que se hallan sujetos
esos órganos.
Cuanto á las vides americanas, la clorosis
no se puede atribuir, generalmente á la pri-
12

CLO. — 170 — CNE
mera causa indicada, puesto que mientras
ciertas vides americanas, tales como el Herbemonl
(Y. cestivalis), por ejemplo, no dan resultados
en los ricos aluviones de las planicies
del Mediodía de Francia, aun cuando se las
abone en grande, prosperan, por el contrario,
en los suelos pobres y áridos de las laderas
(garrigas). Algunos hombres observadores,
y especialmente M. Louis Vialla, han atribuido
esa anomalía á la circunstancia de que
en el primer medio no existe la cantidad de
hierro necesaria para la vegetación de la vid,
y en cambio en las garrigas existe ese elemento
en tal abundancia que revela su existencia
el mismo color rojizo del suelo. Pero
esa hipótesis no parece admisible si se considera
que, según patentiza el análisis: 1.°, todas
las tierras en que se cultiva la vid contienen
cantidades de hierro suficientes para
atender á las necesidades de la planta; 2.°, que
las tierras rojas no encierran cantidades de
hierro superiores á las que poseen otras tierras
que no tienen la misma coloración, y
3.°, que las cenizas de las vides procedentes
de terrenos rojos no contienen cantidades de
hierro más considerables que las de las cepas
de la misma variedad que hayan vegetado en
otros terrenos.
Pero si la presencia del hierro peroxidado
no desempeña al parecer un papel químico de
alguna importancia, ejerce, por el contrario,
gracias á la coloración que da al suelo, una
influencia bastante considerable en la temperatura
de el, como lo patentizan numerosas
observaciones termométricas. A la temperatura
más elevada por la causa que acabamos
de indicar, corresponde una aparición de las
raíces del año más temprana que en las tierras
de color claro, y en ese caso se puede interpretar
el fenómeno que se produce, de la
siguiente manera: la vegetación exterior de
la vid, que depende en parte de la temperatura
de la atmósfera, comienza simultáneamente
en las tierras de color obscuro y en las
de color claro. En las primeras es muy luego
seguida de la aparición de raíces jóvenes, que
absorben activamente los materiales necesarios
para atender al rápido desarrollo de la
planta; en las últimas, por el contrario, el
desarrollo de las raíces se verifica más tarde,
cuando la vid ha agotado la mayor parte de
los materiales que guardaba en reserva para
la formación de nuevos órganos, cesando de
formarse la clorofila.
La mayor ó menor abundancia de las reservas
acumuladas en los tejidos de la vid, al
permitirla esperar más ó menos tiempo el momento
de una absorción activa de los materiales
del suelo, y la desigual actividad entre los
diversos modos de funcionar de las hojas, como
se comprende, son capaces de modificar mucho
la importancia de ese fenómeno. Así, los
Herbemonls cloróticos, injertados en Arammi
(V. vini/era), variedad en que los tejidos
celulares que constituyen los depósitos de la
planta son muy abundantes y cuyas hojas
transpiran activamente, dan origen por lo general
á una planta perfectamente verde. De
ahí, como es fácil comprender, que los drenajes
y los abonos que dividen el suelo y favorecen
su caldeo, así como los abonos susceptibles
de ser asimilados rápidamente y de
reparar pronto los tejidos, sean los mejores
medios para combatir la clorosis. El empleo
del sulfato de hierro, que se ha recomendadomuchas
veces, produce resultados desiguales
é insuficientes por lo común. Respecto de las
vides americanas, lo mejor es plantarlas en la
clase de terrenos que las convienen, y así se
evitan dificultades á veces insolubles.
CLORUROS ( Química ) . — Combinación
del cloro con un metal, alguno de los metaloides
ó ciertas materias orgánicas. Los cloruros
metálicos son solubles en el agua en su
mayoría, excepto el de plata y el protoclorurode
mercurio, ó calomelanos, que son insolubles.
Algunos, como los de estaño, antimonio,
fósforo y silicio son descompuestos por el
agua; otros son volátiles, como por ejemplo,
el bicloruro de estaño, que siendo líquido á
la temperatura ordinaria, se evapora fácilmente,
esparciendo humo abundante expuesto
al aire.
Las disoluciones de algunos cloruros cambian
de color al concentrarse, como sucede con
la disolución de cloruro de cobalto, que siendo
rosa cuando está muy extendida, se convierte
en azul cuando se concentra, de cuya
particularidad se ha sacado partido para preparar
las flores llamadas higrométricas, que
cambian de color con la abundancia de vapor
de agua contenido en el aire.
Entre los cloruros que presentan algún interés
agrícola, se hallan el de potasio y el de
sodio.
GLORUKO DE POTASIO.—Esta sal ejerce con
frecuencia una acción notable en la vegetación
de los cereales. Una de las mejores cosechas
de trigo obtenida en el campo de experiencias
de Grignon el año 1884, fué la que
se obtuvo con una mezcla de 200 kilogramos
de nitrato de sosa y 200 kilogramos de cloruro
de potasio por hectárea. Al tratar de las Sales
de potasa nos ocuparemos con más extensión
de esta sal.
CLORURO DE SODIO.—(V. Sal marina.)
CLUECA.—Aplícase á la gallina y otras
aves que se echau sobre los huevos para empollarlos.
CLUPUS.—En el valle" de Aran se llama
así al álamo, Populus nigra, L. (V. Álamo.)
CLUSIA.-(V. Copei.)
CNEORUM.—Género de plantas de la familia
de las Conarúceas. Se cultivan en los
jardines de Europa las dos especies siguientes:
Cneorum triccocum, L. Nombre vulgar, Olivilla.—Arbusto
originario de la región cálida
del Mediterráneo, indicado por algunos autores
como espontáneo en los terrenos incultos
y pedregosos de Valencia, Cataluña, Aragón
y Granada. Es un arbusto muy ramoso, de un
metro de alto, con hoja's^iempre verdes, sen-

CNE — 171 — COB
cillas, sentadas, persistentes, enteras, alargadas
, un poco gruesas. Las flores son amarillas,
axilares, en número de una á tres, y
aparecen de Junio á Septiembre. El fruto
está formado por tres cocas drupáceas monospermas.
Cneorum pulverulentum, Vent. Nombre
vulgar, Orijama.—Arbusto de la región marítima
de Canarias, muy abundante en las
bandas de la región del Sur y en Tenerife;
también es común en Canarias y en Palma.
Su tronco adquiere un diámetro algo considerable,
y su madera amarilla es de extremada
dureza y de textura muy compacta, empleándose
principalmente para hacer tacos de
billar. Está cubierta esta planta de un polvo
ceniciento; su tallo es derecho, ramoso, y la
corteza amarillenta, la cual se separa en placas
durante el estío. Las hojas están esparcidas
, y son sentadas, persistentes, alargadas,
atenuadas en el ápice, obtusas y enteras.
Las flores aparecen de Abril á Septiembre,
y son amarillas, solitarias, estando
colocadas sobre pedúnculos tetrágonos.
El fru£o es de cuatro cocas.
Requieren las dos especies indicadas
tierra ligera y pedregosa, sombra, y
algún abrigo en invierno. Se multiplican
de semilla en cama caliente, haciendo
la siembra en primavera y mejor
así que se coge la simiente.
La especie primera es muy á propósito
para guarnecer el frente de los
bosquetes de invierno.
CNESTIS — Género de plantas de la
familia de las Conaráceas. Se encuentran
en los montes de las Islas Filipi- "'"*„'.
ñas las especies siguientes:
Cnestis poliphy lia, P. Blanco. Nombre
vulgar, Ibaibán,— Tiene el tronco
echado por tierra. Hojas opuestas, aladas, con
impar; hojuelas en número de nueve ó más
pares, lineales, aguzadas y vellosas, con los
pecíolos hinchados en la base. Flores en racimos,
que aparecen en Marzo. Fruto formado
por cinco cajillas como legumbres, carnosas,
sin pelo, y que se rompen á lo largo, de las
cuales algunas abortan; semillas solitarias, sin
arilo.
Cnestis corniculata, P. Blanco. Nombre vulgar,
Sal-laday.—Arbusto de hojas alternas,
aladas, con impar, y las hojuelas aovadas, alargadas,
blandas y vellosas. Fruto formado por
cinco cajillas cilindricas, carnosas, de color
rojo, encorvadas, con el extremo hacia abajo,
cubiertas de pelo por dentro y en el fondo
una semilla, con arilo en la base; algunas abortan.
Cómese el fruto, que es bastante sabroso,
pero muy purgante.
Cnestis glabra, P. Blanco.—Hojas opuestas,
aladas, con impar, y las hojuelas, en número de
nueve ó más pares, aovadas, muy aguzadas,
enterísimas, lampiñas y algo tiesas.
Cnestis trifulia, P. Blanco. Nombre vulgar,
. Camagsa taquilis.— Tronco á veces de
20 centímetros de grueso, voluble. Hojas ter-
nadas; hojuelas lanceoladas, enterísimas y
lampiñas; pecíolo común larguísimo, hinchado
en la base; el propio corto. Las flores salen
de las ramas en panojas pequeñas. Fruto
compuesto de cinco cajillas á modo de legumbres
pequeñas, con una semilla cada una.
CUALIDADES Y APLICACIONES.—Xa madera
está llena de poros, es de olor agradable y la
infusión es encarnada. Se le atribuyen por los
naturales grandes virtudes, y por eso le llaman
santo. Su uso principal es darlo en sudor
á las mujeres recién paridas. Se tiene por equivalente
de la zarzaparrilla.
COA.—Instrumento de agricultura que se
usa en Méjico en lugar de la azada. Es una
especie de pala de hierro, recta por un lado,
curva por el otro y terminada en punta, con
un cabo largo de madera en la misma línea de
la parte recta.
COBERTIZO—Sitio cubierto ligera ó rústicamente
para resguardar de la intemperie
Figura 78.—Cobertizo
hombres, animales ó efectos. En toda casa de
campo debe haber cobertizos suficientes para
resguardo de los carros é instrumentos de
labranza, que no deben estar, como por desgracia
se ve con mucha frecuencia, casi abandonados
en el corral, donde se descomponen
y acaban por inutilizarse bajo la acción del
sol y de las lluvias. La construcción del cobertizo
varía según los materiales de que se
dispone, y según el gusto y las necesidades
del que los construye; pero ante todo deben
ser económicos. El más sencillo, extendido y
menos costoso consiste en plantar cierto número
de estacas ó pértigas que sirvan de
postes, y montar un techo de tablas que se
cubren con ramaje ó paja larga, preparada
convenientemente. Cuando se desea más solidez,
duración y comodidad, se usan diferentes
sistemas de armadura más ó menos costosos,
que suelen ser unos pilares ó pies derechos
de piedra, madera ó metal, colocados verticalmente
para sostener el techo ó cubierta,
con dos vertientes si el cobertizo ha de estar
aislado, ó con un solo declive, como es lo másgeneral,
si se halla arrimado aun edificio, como
el representado en la figura 78. El piso del

coc
cobertizo debe, ser suficientemente duro para
resistir el paso de los carros y el momentáneo
de las caballerías, con alguna inclinación para
que escurra el agua, y un poco elevado del
suelo exterior, bastando al objeto construirlo
de buen guijo, porque las losas de piedra viva
ordinariamente salen caras, y si es de tierra
apisonada conserva la humedad, en perjuicio
de los aperos de labranza. La superficie y altura
del cobertizo deberá estar en relación
con su destino, de modo que si sólo debe servir
para los carros y otros instrumentos rurales,
la altura en los pilares será de 2,50 á 3
metros, con una anchura de 3 á 5 metros,
según la necesidad. La extensión deberá calcularse
según el espacio que ocupen los carros
y demás instrumentos empleados en el predio,
añadiendo la superficie necesaria para el movimiento
y el servicio; teniendo en cuenta que
cada carreta ocupa un área de 10 metros cuadrados;
un carro, 5,30; un arado de rueda, 5;
una grada, 1,50, etc.; pero estos datos deben
modificarse según el tamaño de los instrumentos
usados en la localidad.
Siempre es conveniente dar á estos edificios
dimensiones algo mayores que las que dejamos
indicadas, porque son titiles muchas veces
para poner á cubierto los carros cargados de
mies, cuando viene el mal tiempo, antes de
que se haya podido trillar.
COBRA.—Se llama así á la soga ó coyunda
para uncir bueyes, y también á cierto número
de yeguas enlazadas y amaestradas para la
trilla.
COCA (Botánica).—-Arbusto del género
Erythroxilon, originario de las montañas de
los Andes, en la América meridional, cuyas
hojas, de propiedades excitantes, como el café
y el te, son muy apetecidas por los indios
para masticarlas. La coca del Perú (Erythroxilum
coca, Lam.; E. peruvianum) es un
arbusto de 1 á 3 metros lo más, cuya elevación
no alcanza hasta el tercer año. Raíz ramosa,
con fibrillas oblicuas, delicadas; tallo
fuerte, cubierto de una corteza blanquecina;
con ramos alternos, rectos y rojizos; los más pequeños
muy tuberculosos en toda su longitud.
Hojas sencillas, alternas, enteras, elípticas,
ovales, agudas, penninérveas, de 4 centímetros
de longitud, color verde lustroso en la
cara superior, de color amarillo brillante por
debajo, olor de te, sabor amargo astringente
algo acre, provistas todas de una estípula
axilar. Plores pequeñas, blanco-amarillentas,
axilares, solitarias ó reunidas en número de
tres á cinco en pequeños ramos de cima. Cáliz
libre, persistente, con cinco divisiones profundas.
Corola con cinco pétalos libres, alternos,
en dos filas, ovales, oblongos, obtusos,
de uña ancha y con una pequeña escama en
su superficie interna. Diez estambres hipoginos,
soldados en su base. Anteras biloculares,
introrsas, dehiscentes longitudinalmente. Ovario
libre, con tres celdas monospermas; tres
estilos, terminados cada uno por un estigma
en cabezuela. Fruto (drupa) rojo, seco, oblon­
— 172 — COC
go, unilocular y monospermo, acompañado,
en la base de los restos del cáliz y de los estambres.
Se cultiva en el Perú, Bolivia, Colombia y
parte occidental del Brasil. La coca exige terrenos
húmedos y grasos, y temperatura cálida.
Se planta en viveros, ó bien se siembra
en el suelo., teniendo cuidado de proteger las
plantas jóvenes de la acción de los rayos solares,
y de escardar el terreno de cuando en
cuando.
La recolección de las hojas tiene lugar tres
veces al año: en Marzo, Julio y Octubre,
cuando la planta tiene de tres á cinco años y
las hojas han adquirido 4 centímetros de longitud;
después de secas á la sombra se hacen
paquetes, que suelen pesar 30 kilogramos, y
se conservan encerrándolas en frascos bien
tapados y al abrigo de la humedad. La coca
se ha introducido en la terapéutica europea,
y se suele usar en infusión como el te, ó en
forma de masticatorio, á la dosis de 4 á 16
gramos.
COCA DE LEVANTE—(V. Anamirta.)
COCCOLOBA— Género de plantas de la
familia de las Poligóneas. Eu la Isla de Cuba
vegeta el Uvero ó Uvilla, árbol silvestre que
abunda en las playas arenosas, y corresponde
á la especie Coccoloba uvifera? Tiene el ramaje
horizontal y extendido; las hojas casi
redondas, más anchas que largas, como de 30
centímetros, verde-moradas y con los nervios
salientes; la corteza es muy delgada, lisa,
pardo-blanquizca y adherente. El leño sirve
para teñir de rojo. Los frutos son comestibles,
aunque poco apreciados. La madera es amarillo-rojiza,
fuerte, fina, fácil de trabajar, de
fibra recta y muy resistente, en particular á
la presión y tensión, por lo que se puede emplear
en postes, ejes, mazas, etc., como asimismo
en ebanistería. Carece de albura; rompe
en la flexión y tensión en diagonal, y en
la torsión á lo largo astillando. Su peso específico
es de 0,92.
También vive espontáneo en algunos montes
de las Antillas, y especialmente en los de
Puerto Rico, el árbol Coccoloba nivea, Jacq.,
que es de pequeño porte, y cuyo diámetro no
pasa de 20 centímetros. Ño se usa más que
para leña, y su madera, que es bastante dura,
adquiere un hermoso pulimento.
CÓCLEA.—Máquina antigua para ele vallas
aguas, compuesta de un madero rodeado
oblicuamente de un listón de sauce, y sobre
éste otros formando una línea espiral; á los
extremos del madero se ponían dos pernos,
sobre los cuales se movía la máquina.
COCLEARIA (Botánica y Farmacia)
(Cochlearia officinalis, L.).—Planta herbácea,
de la familia de las Cruciferas, que mide
1 ó 2 decímetros de altura. Hay dos variedades:
la marítima, God., que crece en las orillas
del mar y en los terrenos pantanosos, y
la pirenaica, que vegeta á lo largo de los
arroyos y en las montañas. La raíz es fusiforme,
sencilla, alargada, provista de numerosas

coc — 173 — COC
fibrillas capilares y del grueso de una pluma
de ganso. Él tallo es recto, muy ramoso desde
la base, anguloso, lampiño, verde y herbáceo,
y los ramos erguidos, que alcanzan todos la
misma altura y aparecen á veces extendidos;
son difusos. Las hojas alternas, un poco carnosas,
lisas, lustrosas y de color verde obscuro;
las radicales muy pecioladas, encorvadas
en forma de cuchara, más ó menos acorazonadas
en la base, enteras ó sinuosas y no
decurrentes sobre el pecíolo; las del tallo más
pequeñas, sentadas, oblongas, angulosas y
dentadas,,abrazando el tallo las superiores,
Figura 79.—Coclearia
con dos hojuelas. Las flores, que aparecen en
Mayo y Junio, son blancas, pedunculadas y
dispuestas en la extremidad de los ramos, formando
racimos corimbiformes. El cáliz es
de cuatro sépalos obtusos, huecos y cóncavos
por dentro, convexos y extendidos por fuera;
la corola, de cuatro pétalos, una ó dos veces
más largos que los sépalos, obovales, extendidos,
enteros, largos y repentinamente unguiculados
en la base. Los estambres son seis,
sin apéndices; filamentos anchos y lineares;
el estilo corto y persistente, y estigma obtuso;
el fruto ó silícula, oval, elíptico, no vesiculoso,
con dos valvas, que persisten mucho
tiempo, y cada una con dos celdas, que contienen
una ó dos semillas muy tuberculosas.
La coclearia se cultiva en las huertas para
usos medicinales; se reproduce por semillas,
que se siembran en la primavera en tierra
blanda y húmeda, con exposición al Norte.
Deben recogerse cuando la planta se halla en
todo su vigor, ó sea en el momento de la flo­
rescencia, porque entonces está llena de zumo
acre y picante. Cuando se frota con los dedos
exhala un olor irritante que excita el lagrimeo
y el estornudo; el sabor de la coclearia es
cálido, acre y ligeramente amargo, perdiendo
sus propiedades por la desecación ó la acción
del calor. Contiene resina amarga, principio
extractivo amargo, goma, clorofila, albúmina
vegetal, sales y algo de yodo. El principio
amargo es un aceite esencial sulfurado ú oxisulfuro
de alilo, de olor fugaz y penetrante
que excita las lágrimas, de sabor amargo,
más denso que el agua, muy volátil y soluble
en el alcohol. En las hojas, únicas partes que
se usan, se ha señalado un principio amargo,
llamado coclearina.
Constituyen esas hojas un medicamento antiescorbútico
muy usado, para mascarlas, fortalecer
las encías y modificar las ulceraciones.
El zumo se emplea al interior, no solamente
en el escorbuto, sino también en los iufartos
ganglionares y viscerales, en las escrófulas,
los catarros pulmonares con secreción abundante
de los bronquios, el asma, las hidropesías
consecutivas de las fiebres intermitentes
y las enfermedades crónicas de la piel. No se
debe usar, al decir de M. Cazin, cuando hay
irritación inflamatoria, en las afecciones hemorroidales
, la hemoptisis, las toses secas y
espasmódicas, las palpitaciones, las congestiones
sanguíneas del cerebro y la cefalalgia.
Se prepara en infusión á la proporción de 16
á 30 por 1.000 de agua, leche ó vino; en
zumo, á la dosis de 16 á 64 gramos; en alcoholado
compuesto ó espíritu de coclearia, á
la de 10 á 20 gramos; en vino, á la de 50 á
150; en conserva, á la de 20 á 60, y en
jarabe, á la de 50 á 60 gramos. Rara vez se
emplea sola la coclearia; se asocia al rábano
rusticano, y forma parte de muchas preparaciones
antiescorbúticas (alcohol, vino, cerveza
y jarabe).
COCO.—Fruto del cocotero. (V. Cocotero.)
COCONG MAN0C.-(V. Barleria.)
C0C0S.-(V. Cocotero.)
COCOTERO.—Árbol monocotiledóneo, de
la familia de las Palmas, propio de las regiones
ecuatoriales, que corresponde á la especie
Cocos nucífera, L. En las Islas Filipinas es
tan abundante que forma bosques en algunos
sitios. Es allí objeto de un cultivo importante
y base principal de la riqueza de varias provincias
del Archipiélago.
DESCRIPCIÓN.—Altura total de 10 á 12 metros;
tronco hinchado en el pie, afectando en
el resto la figura de huso, sin hojas , excepto
en el extremo, y sin espinas. Hojas aladas, tomentosas
cuando nuevas; hojuelas de figura
de espada, aquilladas ó con un pliegue que
corre por el nervio central, fijas, así dobladas,
en el pecíolo común, reunidas todas pollos
ápices, si bien se separan con el tiempo;
pecíolo común con una vaina en la base, formada
por una red ó tejido espeso de hilos que
se entrelazan. Flores monoicas, en espata; el
ramo principal del espádice con más de trein-

coc
ta ramiüos alternos, en cuyo extremo se hallan
sentadas las flores. Las masculinas están en la
parte superior del espádice en gran, número;
las femeninas en la parte inferior, en número
de tres á cuatro. Fruto drupa muy grande,
casi globosa, que afecta tener tres ángulos,
con la cubierta exterior estoposa y con una
nuez como de tres valvas, con tres agujeros
en la base (dos cerrados), algo aguzada por
el extremo opuesto, en cuyas paredes interiores
está pegada la pulpa, conteniendo además
un líquido lechoso que desaparece con la madurez,
al paso que aumenta la substancia pulposa.
VARIEDADES.—Existen en Filipinas diferentes
variedades del cocotero, tales como las
llamadas en Visayas cayumanus, limbaón, dahilí,
macapunó, etc. El segundo tiene el fruto
encarnado en su punto de inserción; el tercero
es un árbol muy pequeño, y su fruto apenas
llega á la mitad del tamaño del coco ordinario;
el cuarto produce un fruto cuya almendra
ocupa casi toda la cavidad de la semilla,
conteniendo muy poca agua.
CULTIVÓ.—Aunque el cocotero puede vegetar
en toda clase de terrenos, cuando se trata
de una plantación debe escogerse uno que no
sea muy arcilloso, á fin de que las raíces fibrosas
del árbol puedan profundizar. El agua salada
no le perjudica, y se le ve vegetar hacia
las playas, en donde no corre más peligro
que el de caerse por quedar descarnadas las
raíces, á causa del flujo y reflujo de las mareas.
No conviene hacer las plantaciones en
localidades elevadas, en donde los vientos
derriban fácilmente muchos árboles, y en
donde los frutos, al caer, ruedan por las pendientes
y hacen más laboriosa la recolección,
ó se rompen sobre las piedras que generalmente
existen en tales sitios. Debe huirse de
las exposiciones del Norte y Nordeste, cuyos
vientos determinan una evaporación tan activa
de la savia, que amengua considerablemente
la producción. Tampoco conviene plantar
los cocoteros cerca de las casas ó sitios
habitados, por los accidentes desgraciados
que en las personas produce con frecuencia la
caída de las hojas ó de los frutos. Los semilleros
se forman colocando los frutos sin preparación
alguna y de manera que se toquen
mutuamente, en tierra allanada y en donde
reciban la influencia del aire. En este caso
las plantas suelen tardar un año en adquirir
un metro de altura. El indio ha inventado
otro procedimiento más breve, que consiste
en colgar los frutos de modo que queden algo
protegidos de la acción del sol, pero expuestos
á las influencias atmosféricas, auuque
siempre fuera del alcance de los animales que
pudieran atacarlos. De esta singular manera
el desarrollo de las plantas es más rápido,
tardando sólo cinco meses en adquirir la altura
de un metro. Después de aclaradas las
plantas espontáneas que existen en el terreno
en que ha de hacerse la plantación, se procede
á abrir los hoyos. El tamaño de éstos varía
— 174 — COC-
según las costumbres de las diferentes localidades;
así es que, mientras en unos puntos
los hacen de una capacidad tan escasa que
apenas permite la introducción de la planta,
en otros les dan las dimensiones de un metro
en cuadro por medio de profundidad, y los van
rellenando á medida que va creciendo la
planta, de modo que queden cubiertos á los
dos ó tres años. El mejor procedimiento sería
abrir los hoyos un mes antes de la plantación
para que pudiese meteorizarse la tierra,
disponerlos á 5 ó 5,50 metros de distancia
entre sí y en líneas rectas, de suerte que
la plantación resultase á marco real, y darles
la dimensión de un metro en cuadro por
otro de profundidad. Sería además conveniente
cuidar de rellenarlos con dos terceras
partes de la tierra extraída del mismo
hoyo y una sexta parte de estiércol bien pasado;
procurar que fuese al fondo la tierra
que antes ocupaba la parte superior; desembarazar
la tierra de piedras, comprimiéndola
ligeramente con los pies; colocar y mantener
la planta bien vertical, y echando después y
comprimiendo suavemente la tierra hasta dejarla
al mismo nivel del suelo, se obtendrían
indudablemente mejores resultados. La plantación
debe hacerse poco antes de comenzar
la época de lluvias. Una vez hecha, no necesita
más cuidados que la limpia de la vegetación
espontánea alrededor de cada árbol, la
destrucción de los insectos ú otros animales
dañinos, el corte de las hojas que se vayan
secando, la reposición de las plantas que mueran
, y eu ciertos casos el dar un riego durante
los dos primeros años, si las sequías fuesen
muy prolongadas. También conviene cultivar
durante los primeros años alguna otra planta
entre las filas de cocoteros. El arroz y las
plantas que exigen riego, las que puedan adquirir
mayor altura que el cocotero, y sobre
todo la caña dulce, no convienen para el caso.
En cambio pueden cultivarse con ventaja el
maíz, los mongos y otras plantas de secano,
pues las labores que se les den aprovecharán
á los árboles.
PRODUCTOS, USOS Y APLICACIONES.—La producción
del cocotero comienza á los siete años
en los terrenos buenos y sólo á los diez en los
malos. Mantiénese en todo su vigor hasta más
de los cuarenta años, y de los cincuenta en
adelante comienza á disminuir el fruto; la
yema terminal y única adquiere menos desarrollo;
las hojas son más pequeñas, y como
consecuencia natural, el tronco va adelgazando
cada vez más por la parte superior,
siendo esto señal de decrepitud precursora de
la muerte, la cual tiene lugar generalmente
después de los cien años de vida. Obsérvanse,
sin embargo, casos excepcionales de extraordinaria
longevidad.
La humedad excesiva, sobre todo cuando
el agua queda encharcada, perjudica mucho
al cocotero. La sequedad prolongada le es
también perjudicial en los primeros años. Los
vientos pueden troncharlo ó desarraigarlo,

' coc — 175 — COC
aunque es preciso para esto que sean muy
fuertes. Los temblores de tierra producen
tal perturbación en las funciones vegetativas
del árbol, que ordinariamente, á poco de verificarse
dicho fenómeno, se desprenden muchos
frutos por falta de nutrición. La langosta
es un enemigo terrible que devasta á veces, no
sólo el limbo coriáceo de las hojas, sino hasta
los nervios leñosos. Otros insectos, el Rhyncophorus
ochreatus, Eydoux, y el R. pascha,
Bohem, llamados en Visayas Bagangán, penetran
por la yema terminal y única que tiene
el árbol, y la van devorando interiormente,
hasta concluir con ella en pocos días. Para
destruirlos, ó por lo menos ahuyentarlos, es
preciso buscar el agujero y echar en él ceniza,
arena ó agua que haya tenido en infusión
hojas de tabaco. Los cocales del interior de
los montes son atacados por los monos, que
arrancan los frutos, los dejan caer al suelo
para que se partan y se comen después la
carne interior. También se beben la tuba depositada
en los bombones. Los cuervos, las
ratas y los murciélagos son igualmente enemigos
de los cocoteros, pero causan poco daño.
La recolección del fruto se verifica tres veces
al año, ó sea cada cuatro meses, y la operación
se ejecuta cortando el pedúnculo por
medio de una cuchilla en forma de media luna,
fija al extremo de un palo tan largo como
la altura del árbol. Otras veces se cortan los
pedúnculos subiendo á éste, pero en ambos
casos se deja caer el fruto al suelo desde arriba
, lo cual hace que se rompan muchos, sobre
todo cuando están muy tiernos. La conducción
al depósito, al mercado ó á la fábrica de
aceite, cuando á este objeto se destinan, se
hace en vehículos propios del país ó en carros,
y si es posible por agua, en balsas formadas
por los mismos cocos y sin más que una cuerda
alrededor para que no se separen. El conductor
va encima de esta balsa de cocos.
El cocotero puede beneficiarse para vender
las nueces como fruto comestible, para extraer
de ellas aceite, ó bien para obtener del árbol
el jugo ó la tuba, que fermentada ó sin fermeutar,
constituye una bebida por la que
demuestra el indio especial predilección. En
el primer caso, no se deja que el fruto llegue
á su completa madurez, para que no pierda el
agua que tiene en su interior. Esta agua, mezclada
con la carnosidad interior del mismo
fruto y con azúcar, constituye un refresco
excelente. Si el cocotero se beneficia para obtener
la tuba, se corta la espata en que está
encerrada la flor antes de que salga ésta al
exterior, y se adapta al corte un tubo ó bombón
de caña en donde se recoge el líquido que
de aquél destila. Para que la espata no se
abra y quepa en la boca del bombón se le
ponen unos aros de bejuco. Como los racimos
florales pueden ser varios en un árbol, se ponen
tantos bombones como sean necesarios. En
el interior de los bombones se echa previamente
una corta cantidad de.polvos procedentes
de la corteza machacada del tongog
(Rhizophora longissima, Bl.), los cuales sirven
para dar fortaleza y color sonrosado á la
tuba. El jugo que se deposita en los bombones
colgados en el árbol se va echando en
otro más grande que el obrero lleva á la espalda,
sujeto por un gancho de madera que,
pasándole por encima del hombro, le abraza
el pecho. A este bombón que lleva á la espalda
el obrero, va sujeto un recipiente semiesférico,
que es una media cascara de coco,
dentro del cual están los polvos de que hemos
hablado anteriormente. Cada vez que se vacía
un bombón, es preciso limpiarle perfectamente
por el interior y renovar los polvos. Lo
primero se hace por medio de un escobillón,
que consiste en un pedazo de pecíolo de la
hoja del mismo coco, machacado por un extremo
hasta dejarle en forma de brocha. Después
de limpio el bombón y de echados en él
los polvos en la cantidad que puede cogerse
con tres dedos, es preciso, antes de atarle nuevamente
á la espata, refrescar el corte, para
lo cual se hace una sección á un centímetro
por bajo de la anterior. Esta operación se
ejecuta con una cuchilla curva, que se afila
sobre un pedazo de madera de dapdap, en la
cual se pone un poco de ceniza fina y aceite
batido en una cascara de coco con una brocha,
y para sentar el filo empléase un pedazo de
madera de pagatpat. Cada espata puede sangrarse
por espacio de dos meses, pasados los
cuales se agota y seca. Si la tuba que se recoge
no cabe en el bombón que lleva el obrero
ala espalda, se vierte en otros más grandes
para transportarla al sitio de la venta. Para
subir y bajar de los árboles, los obreros, á
quienes dan el nombre de manangueteros, hacen
en el tronco unas entalladuras que sirven
de escalones. Cada cocotero exige esta escalera
especial, y por lo tanto un ascenso y descenso
cada vez que se recoge la tuba, que es
una vez al día, ya sea por la mañana, ya por
la tarde. Más frecuente es, para evitar la
subida y bajada á cada árbol y la pérdida de
tiempo consiguiente, no abrir escalones más
que en algunos cocoteros del perímetro de la
plantación, y después pasar los obreros de
uno á otro árbol por cañas de bambú colocadas
horizontalmente y atadas con bejuco.
Como no se ponen más que dos cañas paralelas,
una para apoyar los pies y otra para
agarrarse con las manos, las caídas son frecuentes
y casi siempre mortales.
La tuba comienza á fermentar á la hora ó
poco más después de recogida, y transcurrido
un día se transforma en vinagre, que es de
mucho uso entre los indígenas. Si en vez de
dejarla transformar en vinagre se provoca
la fermentación por medio de plantas á propósito,
y después se destila el líquido, se saca
el vino de coco. Cuando el coco se destina á
la fabricación del aceite, se quita á cada fruto
un disco de corteza por ambos extremos,
y para separar el resto de esa corteza, llamada
bonote, se clava el fruto en una punta
cónica de hierro, fija en una pieza de made-

coc — г 76 — COCII
ra, y haciendo fuerza de palanca, se desprende
aquélla fácilmente. La segunda cubierta,
que es de consistencia córnea, se parte en
dos mitades, y por último se ralla la carnosidad
adherida interiormente á las mismas,
pasándola por una cuchilla semicircular, fija
en un soporte de madera, ó por una esfera
erizada de puntas de hierro y colocada al extremo
de un eje que, dispuesto horizontalmente
sobre sus soportes, gira por medio de
pedales. Extraída de este modo la carnosidad
del fruto, se deposita en una gran artesa de
madera que lleva un agujero en el fondo para
que escurra el aceite, el cual fluye por sí solo
por la simple exposición al sol. Pero este procedimiento,
que es el usado en Visayas, es largo,
pues para extraer todo el aceite se necesita
un mes ó más, y muy imperfecto, porque
pudriéndose las substancias extrañas que el
líquido arrastra, le comunican un color obscuro
y un olor insoportable. En las provincias
de Tayabas, Laguna y otras de la isla de
Luzón se extrae el aceite por medio del fuego,
depositando la carne del coco en recipientes
á propósito que se colocan en hornos
especiales. Por medio de cazos se van quitando
las espumas y cuerpos extraños.
Además del aceite, tuba, vinagre y aguardiente,
proporciona el cocotero otra infinidad
de productos valiosos, hasta el punto de que
este árbol basta por sí solo para satisfacer las
necesidades del indio. De la carnosidad del
fruto se hacen varias clases de dulce, ya seco
ó en almíbar, y la misma almendra que sirve
para su confección constituye, sin preparación
alguna, un excelente alimento para el
indígena. El jugo lechoso que produce la almendra
exprimida entra en la preparación de
muchos guisos filipinos. La cubierta exterior
fibrosa del coco, llamada bono te, se usa para
cuerdas, para calafatear los barcos, para fabricar
negro de humo, para rellenar jergones,
para hacer pólvora, y aun podría utilizarse
en la fabricación de papel. La cascara interior,
dura y lisa, sirve para vasijas, cucharas,
tazas de café, cuentas de rosario y otros objetos.
Las hojas pueden emplearse para techar
ías casas; sus nervios secundarios para escobas,
y el principal para combustible y para
aplicar sus cenizas á la fabricación de jabón.
Del tronco ahuecado se hacen cubos, barriles
para el envase del aceite y de la tuba, cañerías,
etc., y sin ahuecar sirve para pilotes ó
harigues de las casas y para combustible. La
raíz produce un tinte encarnado, y los indios
suelen emplearla en sustitución de la bruga
cuando carecen de ésta. El aceite de coco lo
emplea el indio como purgante y para el condimento
de sus guisos cuando está fresco. En
todos casos les sirve para hacer jabón y para
el alumbrado. Tanto en Filipinas como en
Europa se emplea en perfumería. Entre los
productos del cocotero hay también varios
que tienen propiedades medicinales.
La renta líquida que dan los cocales beneficiados
para obtener aceite, viene á ser de
medio peso por árbol anualmente, y cuando
se beneficia la tuba el rendimiento es mucho
más considerable.
R. Jordana y Morera.
COCHINCHINA (Gallo y Gallina de)
(Aves de corral).—Esta soberbia raza, que
debería llamarse china en vez de cochinchina,
por haber sido traída á Francia desde Shanghay
por el almirante Cecilia en 1846, fué
acogida en Europa con frenético entusiasmo,
que decayó mu}' pronto por las muchas enfermedades
á que estaba expuesta, especialmente
en las plantas de los pies; pero luego
que se advirtió que los individuos robustos ó
mejor cuidados daban pruebas evidentes de
fortaleza y rusticidad, se volvió poco á poco
á propagar, y hoy está completamente aclimatada
en Europa y bastante generalizada
en España.
Los primeros tipos que vinieron de China
ofrecían los colores amarillo, rojizo y blanco;
pero después ha resultado una variedad negra,
por cruzamiento con las razas de Breda
y negra española. Las principales subespecies
son: la amarillenta, la rosada, la negra, la
blanca, la perdiz y la cuca.
PROPIEDADES Y CARACTERES DEL GALLO.—
Cuerpo recogido, corto, rechoncho, anguloso,
y de un volumen y peso considerables; cabeza
de dimensión ordinaria; cresta sencilla, corta,
derecha y dentellada; cuello entrepintado;
espalda prominente; lomo plano y horizontal;
alas cortas y levantadas, y esternón saliente;
pechuga considerable, pero desproporcionada
á la altura; muslos y patas robustos y cortas;
plumazón leonada y abundante, sobre todo
en los muslos y vientre. (Véase la figura 80.)
La cabeza mide 8 centímetros de longitud;
los carrillos están desnudos y siu plumas hasta
por detrás del conducto auditivo; la cresta es
sencilla, corta, derecha y festoneada por seis
ó siete grandes dientes, gruesa en la base
sobre todo, que casi cubre el cráneo, y de 6
centímetros de altura; las barbas ó carúnculas
son de 6 centímetros de longitud y redondeadas;
las orejas sólo alcanzan 4 centímetros;
narices longitudinales; pico encorvado, amarillento
y muy fuerte; circunferencia de los
ojos rojiza y con algunos pelos; pupila aurora
é iris negro.
Desde la parte superior de la cabeza á la
inferior de las patas mide de 60 á 70 centímetros;
tomada la circunferencia del cuerpo por
bajo de las alas, en el punto en que se articulan
los muslos, resultan 45 centímetros; la
longitud del cuerpo desde el nacimiento del
cuello á la rabadilla es de 28 centímetros;
espaldas muy prominentes y angulosas, que
con el lomo y las alas forman una gran superficie
aplanada; las alas dejan mucho espacio
entre sí.
Las patas están casi ocultas entre las plumas
de los muslos, y apenas dejan eutrever el
punto en que se articula la caña. Esta tiene
de longitud 10­ centímetros á lo más, y de 7
á 9 de circunferencia, siendo por consiguiente

COCH — 178 — COCH
Se ha exagerado mucho la fecundidad de
la raza cochinchiua, haciendo subir algunos
autores á 300 el número anual de huevos;
Figura 81.—Gallina cochinchina amarillenta
pero la naturaleza de los hechos prueba la
imposibilidad. La gallina cochinchina de pura
raza no pone más de 16 á 24 huevos seguidos,
después de los que se hace clueca, interrumpiendo
la postura, que no vuelve á reanudar
hasta quince días después de terminada la
incubación. Siendo menores las posturas á
medida que avanza el año, y menos productivas,
pues las últimas no suelen exceder de 12
huevos, puede calcularse que en las mejores
condiciones de alimentación, clima, etc., no
debe pasar la producción de huevos de 150
á 180, número bastante subido, suponiendo
que sólo se pierda la mitad del año.
Pero la circunstancia más sobresaliente de
esta raza consiste en su disposición á incubar
en todas las estaciones, para obtener á voluntad
pollos tempranos ó tardíos. Por su
corpulencia puede empollar tantos huevos
como las pavas, conservándose en el nido
tranquila y mansa, aun en el caso de incubar
á la vez en un mismo sitio varias gallinas.
Es tan celosa de sus polluelos como buena
incubadora; así es que los conduce y cría con
cariño de veinticinco á treinta días, sin reñir
ni enfurecerse nunca, y acoge y protege con
igual predilección á los polluelos que han
perdido su madre.
La gallina cochinchina pesa 3 kilogramos
en la edad adulta, pero llega á 3,50 y 4 kilogramos
después de un año.
RAZA LEONADA ó VICTORIA.—La llamada
Victoria ó leonada es la raza más corpulenta
y fecunda. Tomó el primer nombre por haber
sido perfeccionada en los parques de la reina
de Inglaterra, bajo su inmediata dirección.
Es de extraordinaria corpulencia; plumazón
rojiza uniforme; cabeza gruesa y desnuda;
pico muy fuerte, amarillento y encorvado;
por detrás y en su base, hacia el medio de la
cabeza, hay un pequeño espacio rojizo sin
plumas; carrillos y circunferencia de los ojos,
rojizos y con algunos pelos; orificio auricular
cubierto de pelos leonados, formando mancha,
dirigiéndose los pelos de abajo arriba. La
mancha ó chapa blanca de las orejas está reemplazada
por una carúncula pequeña rojiza,
que forma un pliegue perpendicular; en el medio,
la mancha blanca está, reemplazada por
un jaspeado blanquecino; las barbas ó carúnculas
rojas, pequeñas y aproximadas; el cuello
corto y grueso; el pecho ancho y cuadrado;
las alas pequeñas y aproximadas, y las espaldas
ligeramente prominentes, dejando bastante
espacio entre sí; cola gruesa y pequeña,
y las plumas como escotadas en su extremo;
ancfis salientes; el vientre, en forma de alcachofa,
es abultado, muy desarrollado y
cubierto de plumas sedosas de color más ó
menos claro; muslo grueso y bien poblado de
plumas, sobresaliendo hacia afuera; patas muy
fuertes, con escamas amarillentas, cubiertas
de plumas al exterior. Estas plumas se van
multiplicando y engruesando de arriba abajo
hasta pasar á la uña externa, que cubre del
todo. Esta última señal caracteriza la raza
perfeccionada; también se notan algunas plumas
ligeras al lado externo del dedo medio.
Figura 82.—Gallina cochinchina Victoria ó leonada
I El gallo de la raza perfeccionada adquiere
I alguna vez una altura de 85 centímetros; tie-

GOCH — 179 — GOCH
ríe la cresta más desarrollada que la gallina,
y pesa hasta 5,50 y '6,50 kilogramos. La gallina
es también de mayores dimensiones que
la amarillosa, como se advierte en la figura
82.
VARIEDAD PERDIZ.—Está marcada regularmente
con manchas que pasan del negro
intenso al gris mezcla. Cada pluma ofrece
distinto dibujo en sus detalles. Las de la muceta
(figura 83) están casi cubiertas por una
gran mancha negra, que ocupa de un extremo
Figura 83.—Pluma del cuello
á otro, y al cual rodean con colores leonados
los bordes de la pluma.
Las del lomo, las que cubren la cola, los
muslos y la pechuga, y las que rodean el
coxis, tienen grande analogía, ostentando tres
bandas semielípticas grises y obscuras sobre
el fondo leonado.
Difieren solamente un poco en los detalles
ó en las proporciones, disminuyendo las manchas
en intensidad á medida que van ganando
las regiones inferiores del cuerpo.
Las plumas delanteras del cuello son leonadas
y están casi unidas; las del abdomen,
los costados y el interior de los muslos y patas,
de color amarillo agrisado, en confusa
mezcla.
Las plumas que cubren las alas tienen un
dibujo particular, que consiste en dos bandas
semielípticas casi negras, sobre fondo leonado.
Las plumas grandes de la cola, aunque muy
sombreadas, presentan los mismos dibujos característicos.
Se conoce bien en la plumazón del gallo el
fundamento del de la gallina; pero aparecen
sobre un fondo atezado sombras bastante confusas,
y dudosas las marcas características,
que son más perceptibles, sobre todo en el
pecho, en la alcachofa que forma el vientre,
en los muslos y en las plumas de las patas. Las
espaldas, el lomo y la cubierta de las alas son
de color rojo obscuro; la muceta y pechuga
rojo subido y dorado obscuro, y la cola negra
bronceada.
En Inglaterra, donde se estima mucho esta
variedad, se prefieren las que tienen el pecho
negro, ó lo más obscuro posible.
Las tres variedades amarillenta, leonada
y perdiz, parece que proceden naturalmente
de la raza, sin ser originadas por cruzamiento,
como la blauca y la negra. La gallina
cochinchina blanca presenta un aspecto
elegantísimo; la negra se asemeja á la de Breda,
de quien procede.
Esta variedad es de las más buscadas y
estimadas, tanto por su hermosura como por
su mucha producción; pero tiene dos defectos:
el estar ordinariamente marcada de rojo
en la muceta y algunas veces en las espaldas,
y ofrecer manchas blancas en el cuerpo.
I). Navarro Soler.
COCHINILLA (Entomología) .—Insecto
del género Coccus, de la familia de los 6allinsectos,
del orden délos hemípteros, que proporciona
una materia roja purpurina, ó sea el
carmín. Vive sobre diversos cactus ó nopalea
en el Mediodía de España, en el Norte de
África, en las Canarias, en Santo Domingo, en
Méjico, en la Isla de Java, etc., etc. En Méjico
era conocida desde los tiempos más remotos,
y desde allí fué importada con el nopal en
el antiguo continente. En estado normal, ese
insecto es blando y globuloso, mide de 2 á 3
milímetros de longitud y sus tarsos tienen uu
solo artejo. Es grande la diferencia que existe
entre el macho y la hembra cuando han llegado
ambos á su completo desarrollo. Aquél
es tan pequeño como activo, tiene las antenas
más cortas que el cuerpo; es de color rojo t
obscuro, y su abdomen termina por dos grandes
sedas divergentes; las alas bastante largas,
blancas y cruzadas sobre el abdomen. Sólo
vive el tiempo necesario para fecundar á las
hembras, revoloteando primero en derredor de
ellas y muriendo en cuanto ha verificado la
función que constituye su destino final. Las
hembras, desprovistas de alas, tienen una especie
de trompa que las sirve para atravesar
la epidermis de los nopales y extraer los jugos
con que se alimentan. No cambian de sitio
desde que nacen, y permanecen fijas en las
hojas en que introducen su pico. En ambos
sexos la época de la pubertad es á los treinta
días, pasando al estado de insecto perfecto
después de haber permanecido inmóviles entre
una borra algodonosa. Después de fecundadas,
ponen las hembras sus huevecillos al cabo de
un mes, y mueren al poco tiempo, después
de haber cambiado de piel varias veces y
haber sufrido diferentes transformaciones.
Cada hembra da origen á cinco ó seis generaciones
en un solo año.
Así que salen del huevo las larvas, y antes
de que sea posible distinguirlas á simple vista,
corren ya por las hojas y ramas de las plan-

соси — 180 — собы
tas en la dirección que las conviene. Son ovaladas
y achatadas; el macho, por no tener
órganos para comer, acaba por adherirse á
una rama, y permanece sin dar señales hasta
la época en que se desprende para fecundar
la hembra y morir.
Se conocen hasta cincuenta especies de cochinillas,
la mayoría de las cuales se puede
aclimatar en España, y muchos de cuyos individuos
producen una substancia líquida más
ó menos parda, encarnada, sanguinolenta ó
purpúrea; pero sólo dos especies, la cochinilla
'fina del nopal y la silvestre, dan un admirable
color grana ó escarlata, justamente apreciado
en las artes de la pintura y de la tintorería.
La más estimada, ó sea la fina, tiene el cuerpo
cubierto de un polvillo blanco, impalpable y
sutil, y la silvestre de una borra ó pelusilla
blanca, espesa y viscosa; las hembras de la
primera especie son algo más tardías en poner,
menos fecundas, dan crías mayores y viven
algún tiempo más; unas y otras medran
en la hoja del nopal, tuna ó higuera chumba.
El desarrollo de los insectos de una y otra
especie depende del estado higrométrico de la
atmósfera; cuanto mayor es la humedad, más
tardan en desarrollarse, variando el período
de desenvolvimiento desde que nacen, y según
ese estado y la exposición de los plantíos, des­,
de setenta y cinco á noventa días en verano,
y desde ciento hasta ciento veinte en invierno.
Indican que está á punto de aparecer una
nueva generación, los filamentos que se desarrollan
en la parte inferior y posterior del
cuerpo; filamentos blancos en un principio, y
morados y aun á veces opacos después. Algunos
insectos en los cuales no cambia el color
de los filamentos, presentan una hinchazón
en la parte posterior del cuerpo, cubierta de
pelos cortos y tiesos. En aquel momento deberán
separarse de las plantas los que hayan
de utilizarse para la siembra, es decir, para
poblar los nopales nuevamente.
Las primeras cochinillas madres que ponen
anuncian que efectuarán en breve la misma
operación todas las que presenten el mismo
aspecto; la epidermis de las palas, pencas
ú hojas de las plantas se cubre de borra, es
decir, de una multitud de pequeños insectos
parecidos á pintitas de algodón, que se mueven
de una á otra parte, hasta pararse en
aquella donde han de permanecer fijos hasta
el término de su existencia. Cuando se desea
que las plantas de que se va á obtener
la primera cosecha queden cubiertas ó sembradas
para la próxima estación con una nueva
generación de insectos, no deberá desprenderse
ninguna cochinilla hasta que hayan
puesto varias de ellas; cuando se trate de
colocarlas en plantas nuevas se desprenderán
de los nopales, antes de la postura, las madres
que hayan de servir para siembra. Por
mucho tiempo se ha creído que la cochinilla
era la semilla del nopal, y de ahí la expresión
vulgar de semillar ó sembrar cochinilla, para
indicar que se colocan las madres próximas
á poner, en pencas tales que los­insectos, una
vez nacidos, puedan esparcirse, fijarse y sustentarse
en ellas. Para apresurar la cría de
cochinillas que puede hacerse en un plantío
de nopales, no debe afanarse el cultivador
por recoger un producto excesivamente abundante;
debe atender ante todo á recolectar el
suficiente número de madres para poblar los
nopales, absteniéndose de poner á secar esos
preciosos insectos y reservándolos para cría,
para poder cubrir la totalidad de las plantas.
De lo contrario, podría verse obligado á dar
mucho dinero por la simiente que necesite.
Las cochinillas destinadas á la semillación
ó á poblar los nopales deberán juntarse en
unos cajones de madera sin tapa, y cuyo número
ha de ser proporcionado al de los insectos.
La capa de éstos que se forme en cada
cajón no debe tener un espesor superior á
27 milímetros, y sobre ella, y en los bordes de
los cajones, habrán de colocarse unos pedacitos
de tela de algodón, nueva ó usada, pero
siempre floja y algodonosa, y del tamaño de
una cuartilla ordinaria de papel de escribir.
Cuando la operación se hace por la mañana
temprano, no hay inconveniente en que se
retiren los trapos á las doce del día, recogiéndolos
cuidadosamente en otro cajón para llevarlos
al plantío de nopales que se pretenda
sembrar. Entonces aparecen los trapos cubiertos
de gran número de puntitos negros y
algodonosos, que son otras tantas cochinillas,
y habrá de fijarse cada uno de esos trapos en
una cara de las palas, sujetándole por las cuatro
puntas con alfileres ó púas de la misma
planta. En los cajones de donde se hayan sacado
los primeros trapos se colocarán otros, y
éstos, y los que sucesivamente se vayan poniendo,
se sacarán á su vez para colocarlos en
los nopales, habiendo de procederse así durante
cinco días, si es necesario, ahogando y
poniendo á secar las cochinillas madres en seguida,
como se indicará más adelante.
Cuando se tema que no han de bastar éstas
para la siembra, se podrá prolongar la operación
de los trapos durante ocho días y recoger
luego en los nidos las cochinillas que
hayan servido ya. Esos nidos se hacen con
cañamazo bastante ancho, para que entre los
hilos puedan pasar los pequeños insectos que
vayan naciendo. Cada pedazo de cañamazo
deberá tener unos 30 centímetros superficiales,
y después de colocar en medio de ellos
cierto número de cochinillas madres y haber
juntado las cuatro puntas para darles la forma
de una especie de taleguito, se los sujeta
con una púa á las pencas ú hojas de los nopales
que aun no hayan sido poblados. Según
que sea mayor ó menor el vigor de esas hojas,
¡podrán ó no colgarse nidos en sus dos caras, y
a falta de cañamazo se emplearán cucuruchos
de papel, que habrán de quedar abiertos por la
parte superior. Si se hace la siembra con nidos,
habrá de mudárselosámenudo de sitio, para
que los insectos no se aglomeren y amontonen
en el mismo punto de la pala. El mismo incon­

COCII — 181 —
veniente se advierte cuando se deja que las
madres pongan en la misma pala en que han
vivido, y en tales casos las cochinillas, antes
de haber recorrido la mitad de su existencia,
carecen ya de alimento, y cuando no mueren
de hambre, quedan sumamente pequeñas, y
dan vida á una generación que para nada
vale.
Describiendo el sistema de explotación en
las Canarias, decía D. Francisco de Paula
León que la primera semillación se hace en
los meses de Marzo, Abril ó Mayo, según va
adelantando la estación y van desovando las
cochinillas destinadas para madres. Esto se
conoce principalmente eu que comienza á pulular
la cría por las palas. Una vez recogidas
las madres, se extienden formando capas de
15 milímetros de espesor sobre tableros ó
en cajones de madera de 1,20 á 1,60 metros
de longitud por 0,04 de anchura y 0,20 de
elevación, y se colocan encima de la cochini­
Figura 81.—Toldo de paja para preservar la cochinilla del sol
y de las lluvias
lia trapos de 0,80 de longitud y 0,07 á 0,10
de ancho, para remudarlos diariamente y aun
retirarlos dos y tres veces al día si es muy
abundante el desove. Cuaudo se halla bien
cubierta de huevecillos la cara inferior de los
trapos, se llevan éstos al tuneral en cestas
entrelargas ú otros utensilios análogos, se sujetan
á las pencas en la forma anteriormente
dicha y se retiran al cabo de algunos días para
volver á utilizarlos. Aun cuando muchos de
los criadores creen que sólo durante seis días
sálela cría en buenas condiciones, la experiencia
ha demostrado que se puede extraer
durante doce y aun quince, siempre que las
madres se hallen en buen estado. Hecha la
siembra , se matan y secan las madres, obteniéndose
de ellas lamas estimada grana. Cuando
la tunera está muy frondosa y el terreno
es de regadío, se deja en seco unos días antes
de la semillación para que las palas se
pongan algo lacias y agarren mejor los insectos.
La operación de la siembra se puede ejecutar
á cualquiera hora del día; sin embargo, el
momento más adecuado es la madrugada, poco
antes de salir el sol. En días húmedos y ventosos
no deberá sembrarse con nidos, porque al
соси
salir de ellos los insectos para desparramarse
por las plantas, pueden perecer arrebatados
por el viento ó víctimas de la temperatura;
inconveniente que no ofrece, á la verdad, la
siembra ejecutada con trapos. Cualquiera que
sea la causa que separe las cochinillas, grandes
ó pequeñas, de la planta en que se hayan
fijado, los insectos no pueden agarrarse nuevamente
y mueren por lo regular.
En las campiñas de Oajaca y Guajaca, cuyos
habitantes se consagran exclusivamente
á la explotación de Ja cochinilla, efectuada la
plantación, que ellos llaman nopalera, colocan
las cochinillas madres en unos hoyitos llamados
también nidos, hechos precisamente con
pezones de hojas de coco, preservándolas así
del excesivo calor de los rayos solares, que podría
determinar abortos, mas sin impedir que
los insectos recién nacidos puedan salir y distribuirse
por las pencas.
Es necesario guardar cierta proporción respecto
del número de madres
que hayan de colocarse en
cada nido y en cada pala, y
distribuirlas con igualdad.
La práctica enseña que deben
colocarse ocho ó diez
madres en cada nido, y que
ha de atarse éste por medio
de hilos á la base de una rama
de cuatro pencas, de manera
que en una nopalera
de cien pencas se repartan
con la mayor igualdad posible
unos veinticinco nidos.
Ninguno de ellos deberá
quedar, empero, á menos de
media vara de altura con relación
al suelo, pues las pencas
inferiores son muy duras, y difíciles de
ser taladradas y masticadas por los insectos..
No solamente la lluvia, sino varios enemigos
de la cochinilla, se oponen al desarrollo de
ésta. De ahí que los mejicanos cubran durante
el mal tiempo !as nopaleras con toldos ó
esteras (figura 84), que se construyen del
modo siguiente: se tiende paja en el suelo, de
modo que queden las cañas paralelas y bastante
separadas para que pese poco; se sujetan
con un hilo fuerte, como bramante ú otro
análogo, cerca de sus extremos, y si hay facilidad,
con alambre de hierro muy fino, que es
lo mejor, anudando tres ó cuatro pajas juntas;
después no hay más que colocarlo bien directamente
sobre los nopales, de modo que queda
apoyado transversalmente en los palos, ó
si no sostenido á poca altura de los mismos
por estacas ó pies derechos, á la manera de
los emparrados y á la altura conveniente para
que pueda estar un hombre de pie en las entrecalles.
Los enemigos de las cochinillas son
las arañas, las aves insectívoras, las gallinas,
los ratones, algunos reptiles, las hormigas y
otros varios insectos. Las arañas desaparecen
en quitando las telas que fabrican en los nopales;
las gallinas deberán mantenerse ence­

COCH — 182 — COCH
rradas en sus gallineros; los pájaros huyen
oseándolos, ó á la vista de espantajos y disparando
tiros, y los ratones se envenenan con
arsénico ó nuez vómica, mezclados con harina,
ó bien se los coge con ratoneras ó trampas.
De las hormigas se defienden las nopaleras
trazando en derredor de cada pie un círculo
con aceite de ricino ó de pescado. Uno de los
más terribles enemigos de la cochinilla es
cierta oruga parda, de uua pulgada de longitud,
y del grueso de uua pluma de cuervo,
que se oculta en el interior de las pencas;
otro coleóptero, conocido con el nombre de
vaca, que se puede cazar antes de que salga
el sol y vuele; cierta larva informe de polilla,
y la tina, que forma en la epidermis de las
palas una costra leprosa, é impide que las
cochinillas agarren. Las hojas se cubren entonces
de una especie de salvado y de un vello
amarillento, mezclado depuntitos blancos
que semejan otras tantas cochinillas recién
nacidas. De ahí la necesidad de purgar bien
los nopales después de la poda.
La recolección se hace á los dos meses de
la postura y al mes de fecundadas las hembras,
cuando comiencen á salir pequeñas larvas
del seno de algunas de ellas. Anticipar ó
retardar la recolección es exponerse á graves
pérdidas. Para practicar la operación, á la
cual pueden consagrarse hombres, mujeres y
niños, se emplea un cuchillo romo y de embotado
filo, de forma de paleta, que se pasa de
arriba abajo, entre la epidermis de las palas y
las cochinillas, cuidando de no herir á éstas.
Los que ejecuten esa operación llevarán un
delantal ó uua cesta para recoger las cochinillas.
Estas se matan en el mismo día ó al siguiente,
para que no pongan huevecillos, y
se ponen á secar. Pueden ahogarse las cochinillas
en cajas de madera con tapa de cristal
que midan 8 centímetros de altura, unos 75
de ancho y un metro de largo, seis de las cuales
bastau para ahogar más de 15 kilogramos
de cochinilla fresca. Cerradas las cajas y expuestas
al sol, los iusectos quedan asfixiados
en pocos minutos. Cuando no sea necesario
destinar la caja á nueva operación, se podrán
dejar en ella las cochinillas durante todo un
día, cuidando de enjugar con un trapo de
cuando en cuando el vapor que se condensa
sobre el cristal de la tapa, formando gruesas
gotas. Después de repetida dos ó tres veces
esa operación, se puede dejar una abertura
de' 15 milímetros entre el cristal y la caja,
para dar salida al vapor y acelerar la desecación
de la cochinilla.
Cuando por la abundancia de la cosecha no
se pueda secar toda la cochinilla en cajas, se
van distribuyendo los insectos en secaderos
ordinarios, exponiéndolos al sol y retirándolos
á un recinto seco antes de que caiga el relente.
De la completa desecación al sol resulta
mermado el volumen de la cochinilla, que
pierde además en calidad, y de ahí la conveniencia
de completarla en habitaciones bien
ventiladas, donde no se apeloten las cochini­
llas, para lo cual habrán de agitarse los cajones
de cuando en cuando.
También se deseca la cochinilla en vasos de
cristal, donde en veinticuatro horas se ahogan
3 ó 4 kilogramos en hornos y en estufas.
Para la desecación en hornos se distribuyen
las cochinillas en platos de barro sin barniz,
que contendrán capas de 4 á 5 centímetros de
espesor á lo sumo; se extraen esos platos á las
dos horas; se agitan, y se vuelven á colocar en
orden inverso y manteniendo el horno constantemente
á la temperatura necesaria para
cocer el pan. Transcurridas nuevamente dos
horas, se sacan los platos y se puede comple-
Figura 85.—Cuchara Figura 88.—Cuchara
sin mango con mango de caña
tar la desecación al sol. Las estufas, que solamente
tienen aplicación en las grandes explotaciones,
son unas piezas de 3 metros cúbicos
, con un calorífero que se alimenta desde
fuera en el centro y zarzos de tela metálica
colocados horizontalmente en las paredes para
echar en ellas la cochinilla. La temperatura
deberá mantenerse á 38° centígrados, y en cuarenta
y ocho horas se podrán secar así más de
500 kilogramos, que perderán de 6 á 7,50 por
100 de peso.
Acerca de la marcha que siguen en las Islas
Canarias para la recolección y preparación de
la cochinilla, publicó en 1878 extensos pormenores
en la Gaceta Agrícola del Ministerio
de Fomento D. Mariano Reymundo, catedrático
de química en el Instituto de la Laguna.
«El momento oportuno de verificarla, escribía,
queda ya indicado convenientemente en
otro de nuestros anteriores artículos, en que
decíamos que la aparición de unos filamentos
pequeños, blancos ó morados, en la parte pos^
terior de los insectos, ó la presencia de nuevos
individuos en las pencas, daban la señal para
proceder desde luego á la separación de la
grana de los nopales. Para llevarla á cabo
empléanse de preferencia las mujeres, á cuyo
cargo corren casi todas las operaciones de este
cultivo, justificándose de esta manera la denominación
de cochinilleras con que en el país se
las conoce á las dedicadas á esta industria, qué

GOCH — 183 — COCH
las proporciona un medio no muy penoso de
ganar un jornal, si bien no muy crecido, pues
ordinariamente ganan de 2,50 á 3 reales diarios,
suficiente para atender por lo menos á
sus más apremiantes necesidades, dada la facilidad
de la vida.
^Dispuestos los ranchos de cochinilleras,
nombre que se da á la reunión de cada tres ó
cuatro trabajadoras, se dirigen al tuneral provistas
dos de ellas de unas escobitas de palma
cortas, y de una cesta de mimbres ó de cañas
de 50 á 60 centímetros de diámetro y otro tanto
Figura 87.—Cajoncito ó cojedor pequeño.
de profundidad; la tercera no lleva más que
un cuchillo de punta roma y unos dediles de
cuero que la protegen de los pinchazos ó heridas
que de otro modo pudieran ocasionarle
las púas de las higueras. Llegadas al plantío
de nopales, marcha delante esta última, y
sujetando con la mano izquierda una penca,
la corta con el cuchillo que lleva en la derecha,
Figura 88 Cajoncito ó cojedor mayor
separándola por la articulación y entregándola
á una de las otras dos, que se encarga
de quitar la cochinilla que tenga barriendo
ambas caras, para lo cual basta con pasar la
escobilla dos ó tres veces. El insecto se deja
caer en la cesta, y se tira al suelo la pala después
de limpia. En la isla de Gran Canaria se
suprime la cortadura y no hacen más que desarticular
las pencas las mismas mujeres que
las limpian. Aunque la operación del barrido
parezca más breve quizá que el cortado, nunca
se ve ociosa á ninguna de las tres mujeres
que forman el rancho, habiendo cortadoras
tan diestras y prácticas que surten de palas á
tres limpiadoras.
TI Variable es la cantidad que de este modo
pueden recoger los ranchos, pues depende, no
solamente de la práctica, sino también de las
condiciones del ajuste para el trabajo, que
unos cosecheros lo hacen por jornal diario y
otros pagando una cantidad determinada por
el peso de cochinilla recogida. Desde luego se
comprende que pagándoles según lo que cojan
se invertirá menos tiempo en la recolección;
pero en cambio no se hará la cosecha con tanta
escrupulosidad y limpieza como cuando
cuentan con un jornal fijo, que le cuesta un
poco más caro al cultivador. Teniendo presente
que el precio corriente hoy para jornales
es 6 reales diarios, y que por el otro método
se abona un cuarto por libra y en muchos
puntos 2 pesetas por quintal, las circunstancias
que concurran en cada localidad darán
la preferencia desde luego al que resulte más
ventajoso para el cosechero.
»Por término medio una mujer coge de 3 á 4
arrobas diarias cuando la pagan la que entrega,
é igual cantidad próximamente en la recolectada
por un rancho pagado á jornal.
«Nunca deben colocarse en un cesto más de
4 arrobas de cochinilla, para no comprimir
demasiado á la que esté en la parte inferior,
y para que pueda ser fácilmente transportada
por las dos mujeres que la han cogido.
»En localidades que el clima permite tener
madres, ó donde no se recoge gran cantidad
de grana, es más conveniente no separar toda
la que se encuentra en las pencas, sino solamente
aquella que está más gruesa y en mejores
condiciones; y en este caso debe acudirse
á otro medio diferente para la recolección,
que consiste en el empleo de unos instrumentos
llamados cucharas (figuras 85 y 86), que
se hacen de hoja de lata, con un mango de caña
ó materia análoga. Llevan una pieza que cubre
próximamente los dos tercios de su concavidad,
y que impide se caiga la cochinilla desprendida
con el borde de la cuchara, aun
cuando se incline algo hacia abajo. Al mismo
tiempo que con la mano derecha se va desprendiendo
la grana, se recoge en un cajoncito,
también de hoja de lata (figuras 87 y 88),
que, sujeto con la mano izquierda, se aplica
por el lado más largo contra la penca. Sus
dimensiones son de 20 á 25 centímetros de
longitud por 15 á 20 de ancho. Cuando se
llenan estos cajoncitos se vuelca el contenido
en cajas mayores, que se tienen dispuestas de
antemano, y en ellas se transporta á la casa,
donde ha de pasar por varias operaciones antes
de entregarla al comercio, ó bieu se coloca
en cajas preparadas como indica la figura 89,
que representa einco cajas rectangulares, en
cada una de las que caben unas 8 libras de
cochinilla verde, colocadas unas sobre otras
y sujetas con listones. Estas cajas son las empleadas
para el transporte de la grana que
compran los cosecheros de las localidades en
que por sus circunstancias climatológicas no
pueden guardarse madres.
«Satisfechos los pedidos que de ellas se tuvieran
hechos, y reservadas las suficientes
para poder poblar nuevamente los nopales, si
se prestan á ello las condiciones de la localidad,
se procede á la
«PREPARACIÓN DE LA GRANA.—En el comercio
se presenta la cochinilla bajo tres formas
ó suertes, cuyas denominaciones y precios son
distintos. La que lo alcanza más elevado es la
zacatilla ó zacatillo, que se reconoce por su
color negro brillante, con muy pocas estrías
blanquecinas, y de forma parecida auna con-,
chita de mar, por cuya razón también se

соси
llaman aconchadas. Sigue inmediatamente á
ésta la negra, algo diferente de la anterior en
cuanto á su forma, que es más convexa poíno
haberle dado tiempo para desovar antes de
matarla, como se hace con la primera, y del
color que le da nombre; y por último, la
blanca ó plateada, llamada así por su aspecto,
y que contiene, en igualdad de peso, menos
substancia colorante. El obtener una ú otra
Figura 89.—Caja para transportar cochinilla
clase de cochinilla no depende sino de la manera
de matarla en primer término, y de los
medios empleados después para disponerla
convenientemente para la venta.
»E1 mismo día de recogida la grana de los
nopales, ó lo más tarde al día siguiente, hay
Figura 90.—Cajas con fondo de lana para la cochinilla plateada
que matarla toda, á no ­ser que se quisiera
tener madres, en cuyo caso se empieza por
separarlas, colocándolas en las cajas en que
han de desovar y recogerse los nuevos individuos,
como ya hemos tenido ocasión de indicar.
La cochinilla restante se mata por diversos
procedimientos.
»Si la que trata de obtenerse es blanca ó
plateada, se coloca tal y como viene del campo
, en unas cajas rectangulares, cuyo fondo
es de arpillera ó lona gruesa, por capas de 5
á 6 centímetros de espesor á lo sumo (figura
90). Estas cajas se disponen en unos bastidores
ó correderas de madera, que se hallan
montados en una habitación ó estufas de 6 á 8
metros cuadrados de superficie, del modo que
aparece representado en las figuras 91 y 92.
En ella se ven una serie de ellos á la derecha
— 184 — COCÍI
y otra á la izquierda, que contienen cada uno
veintidós pisos capaces para que puedan ponerse
3 cajas, lo que hace un total de.66 cajas
por lado y 132 en toda ¡a estufa. En el modelo
que nosotros hemos visto los bastidores son
fijos; pero en otras están montados sobre ruedeciílas,
y esto permite cargarlos fuera para
después someterlos á la acción de una temperatura
conveniente. En el piso de ¡a estufa, y
en toda su longitud, hay un tubo
grueso de palastro por el que circulan
ó pasan los productos de la combustión
de la leña que arde en la
proximidad del orificio circular H
(figura 92), después de cerradas
perfectamente las puertas P P P'
P', originándose de esta manera un
sistema económico de calefacción,
con el que fácilmente se consigue
mantener una temperatura de 60
á 70° centígrados, que equivalen á
48 y 56 de Reaumur, suficiente
para matar la cochinilla y secarla.
Una abertura que el tubo presenta
en sn parte superior, y que puede cerrarse ó
abrirse según las necesidades por medio de
una pieza de corredera, así como.una pantalla
que recubre al indicado tubo, permiten
regularizar la marcha de la temperatura, indicada
por un termómetro colgado en la ventana
V (figura 92), cerrada por una
vidriera, además de la puertecilla
de madera. En el exterior de la estufa
aparecen tres chimeneas; la
central corresponde al tubo de calefacción
, y las otras dos laterales
sirven para dar salida al vapor de
agua procedente de la cochinilla al
secarse.
»Desde luego se comprende que
las cajas que correspondan á la
parte inferior de la estufa se secarán
más rápidamente que las más
distantes del foco de calor, y esto
obliga á cambiar el orden de colo­
cación de dichas cajas cuando se
nota que están bastante calientes
y secas las inferiores.
»A1 morir el insecto se encoge, reteniendo
entre las estrías transversales de su cuerpo
mucha parte del polvillo blanco que le recubría,
y á esto es debido el aspecto blanco ó
plateado á que debe su nombre la cochinilla
preparada de esta manera.
«Terminada la desecación, se pasa la grana
por un tamiz para quitarle el polvillo, tierra
y demás substancias extrañas que la acompañan.
Después se separa \&granilla ó cochinilla
muy pequeña por medio de una criba cuyos
agujeros no excedan de unos a
/ 3 á, Ya milímetro
de diámetro. Como todavía está mezclada
la cochinilla con espinas ó púas de los
nopales, hay que quitarlas, y esto se consigue
fácilmente, bien á mano, como hacen muchas
mujeres, ó echando la cochinilla en unos cajones
cuyo fondo es de tela de lana­ parecida

COCH — 185 — COCH
á las mantas de Palencia, de muy poca altura,
y á los que se les imprime un movimiento de
trepidación disponiéndolos en plano inclinado;
de esta manera la cochinilla seca que va
colocada en la parte superior en un departamento
que la deja salir por el espacio que
queda entre él y el fondo lanoso del cajón,
pasa á lo largo de éste, dejando enredadas en
la lana las espinas que pudiera contener. Pueden
también emplearse máquinas semejantes
á las de limpiar el trigo.
«Obtenida así la cochinilla blanca ó platea-
Figura 91.—Estufa para matar la cochinilla
da, puede sometérsela á operaciones que la
hagan adquirir el aspecto de la negra, con la
que muchas veces llega fácilmente á confundirse,
constituyendo la suerte comercial denominada
cochinillas negras artificiales. Para
ello se coloca la plateada, bien seca y limpia,
en unos sacos exactamente iguales á los empleados
para el transporte de cereales, en los
que se introducen de 12 á 14 libras del insecto
y una cantidad proporcional de arena algo
gruesa, que en Canarias es reemplazada por
picón volcánico muy menudo; cerrados estos
sacos y sujetándolos entre dos hombres, imprimen
al contenido de aquéllos un movimiento
de vaivén con el que fácil y brevemente
se consigue pulimentar la cochinilla por él
roce de unas contra otras y con la arena.
Después, un simple cernido con la criba citada
anteriormente deja limpia de nuevo la grana
y de muy buen aspecto. Pueden también col-
Dic—IV.
garse los sacos y hacer mover la cochinilla de
abajo arriba, con lo que se consigue el mismo
efecto.
»Sin dificultad se echa de ver que por cualquier
medio que se proceda para preparar
negras artificiales, ha de ser muy difícil, si
no imposible, privar alas plateadas ó blancas
del polvillo de este color que tienen adherido
entre sus estrías, y que hace no muy difícil
la distinción de esta cochinilla y de la negra
propiamente tal.
»Esta se obtiene mezclando el insecto toda-
Figura 92.—Estufa cerrada
vía vivo, esto es, recién traído del campo, con
no muy grande cantidad de ceniza ó arena
algún tanto' gruesa, en unas cajas rectangulares
que se mecen con suavidad para no estropear
las coehinillas, que en esta operación se
mueren, aumentando algo de volumeu y arrojando
un líquido de color rojo obscuro más
ó menos abundante, que algo contribuye á
teñir exteriormente la grana, ennegreciéndola
más. Terminado este primer período, se coloca
extendida en unos tableros de 2 metros
de largo por 1 de ancho, y se pone al sol para
que se seque. Por regla general bastan dos
días de un sol algo fuerte para poder pasar
á pulimentarla de un modo análogo al empleado
con las negras artificiales. Bien tamizada
y expuesta al sol ó al aire en sitio ventilado,
se termina la desecación, presentándose
entonces en forma de unos saquitos casi
translúcidos, de color rojo obscuro. La bien

COCH — 386 — COCH
preparada no debe teñir el agua con que se
moje el pincel que se pase por su parte convexa;
tampoco deja residuo de ceniza, arena
ni granula más .que en mínima proporción;
pues según consigna el Sr, Hongton en una
luminosa Memoria que en 1876 presentó á la
Sociedad Económica de Amigos del País de
Oran Canaria, publicada después por esta
Sociedad, y de la que bemos tomado algunos
datos, no se encuentra en la clase de cochinilla
de que nos ocupamos, cernida en Londres,
más que de 2 á 4 onzas de desechos, al paso
que las ordinarias dan 3 ó 4 de desperdicios
en cada 150 libras.
»Es preferible el empleo de la ceniza al del
picón volcánico, porque al secarse el grano se
adhiere á éste, no se separa sino difícilmente
de la parte inferior y cóncava de la cochinilla,
y el comprador tiene en cuenta para fijar
los precios, como es consiguiente, el peso que
representa la arena unida á la grana, considerándose
ésta adulterada y de mucho menos
valor que la que no se encuentra en tales
condiciones.
«Réstanos, para terminar lo referente á la
preparación y seca de la cochinilla, hablar del
modo de tener zacatillas, que son las estimadas
preferentemente, sin que por esto se crea
han de ser las más difíciles de arreglar, pues
se procede en un todo como para las negras
de clase' superior, distinguiéndose de éstas en
la forma más aconchada que presentan y en
su grueso, pues como las zacatillas son cochinillas
que se han preparado después de desovar,
quedan, una vez secas, como cascaritas
pequeñas y finas, muy ricas en carmina, que
es la materia colorante de este tan útil insecto.
«Concluidas todas las operaciones que se
han descrito, está la cochinilla en disposición
de exportarse, bien directamente ó por segunda
mano, á Londres y Marsella, que son
los mercados que figuran en primera línea
respecto de este artículo, quizás el más apreciado
entre las substancias tintóreas todas.»
Nada más sencillo y productivo que la cría
de ese insecto; una fanega de tierra plantada
de nopales sostiene á una familia numerosa,
sobre todo empleando el método inventado
por el canario Sr. Boullosa, que organizó
perfectamente la explotación. El desarrollo
de esa cría había alcanzado tanta importancia
en las Islas Canarias, que desde 1841 á 1850
se cosecharon 1.178.000 kilogramos, con un
valor de 37.808.592 reales. En 1846 calculaba
el Sr. Cruz y González que de 500 pies de
nopal se obtenía una cantidad de cochinilla
que valía más de 200 duros. En una fanega
de regadío se recogen al año 250 libras de
grana seca; de manera que, deduciendo la
quinta parte para semilla, es de 1.000 pesetas
el producto líquido. En el distrito de Oajaca
(Méjico) se había recogido hasta 1847, en un
período de sesenta años, cochinilla por valor
de 95 millones de duros. En los terrenos de
regadío y abrigados, la producción es triple
que en los de secano. En 1846 se recogieron
en las Canarias 2.200 quintales. En la Memoria
presentada en 1849 por el comisario regio
D. Joaquín Roca de Togores, se dice con relación
al reino de Valencia que el nopal prospera
en terrenos enjutos y calizos, y que en
una hanegada (1.012 varas cuadradas) se recolectan
hasta 150 libras de cochinilla al año,
siendo 20 reales el precio de una libra.
COCHINILLO.—Cochino ó cerdo de leche.
COCHINO, PUERCO—(V. Cerda (Ganado
de.)
COCHIQUERA, COCHITRIL.-(V. Pocilga.)
COCHYLIS ROSERANA.—Insecto ampelófago,
del orden de los Lepidópteros, que
devora el fruto de la vid y causa verdaderos
estragos en las regiones que invade.
Antes de conocerse en Europa las nuevas
y terribles plagas que nos han venido de la
América del Norte, la Cochylis roserana podía
considerarse como una de las calamidades
más funestas para la viticultura. No vacilamos
en asegurarlo después de haber tenido
ocasión de estudiar las evoluciones é instintos
del insecto, cuando hace algunos años se
presentó con caracteres alarmantes en la zona
marítima de la provincia de Tarragona y luego
en varios puntos de la de Barcelona. En
1874 publicamos sobre este lepidóptero una
Memoria, fruto de nuestras observaciones
personales. Los datos y las apreciaciones consignadas
en aquel modesto trabajo, y confirmadas
por los hechos posteriores, serán nuestro
guía al reseñar en el presente artículo la
historia de la Cochylis, sus condiciones biológicas,
los remedios que se han propuesto para
combatirla y los resultados que han ofrecido
en la práctica.
HlSTOKIA DE LA CoCHYLlS ROSERANA.—No
se sabe de una manera positiva si los antiguos
tuvieron conocimiento de este funesto animal.
Todo lo que se lee en los tratados de Re rustica
que nos han legado los geopónicos latinos
sobre los daños causados en los viñedos de Italia
por el insecto que denominan Convolvolus,
Involvolus, Volucraj Volvox se refiere indudablemente
al que hoy llamamos Pyralis vitis
ó Vitana. Verdad es que Plinio, en el libro
XVII de su obra, y bajó el nombre de
Araneum, parece aludir á la Cochylis, pero no
creemos exacta esta conjetura, toda vez que
el naturalista romano habla de una enfermedad
común á las vides y á los olivos.
Hasta una época reciente, los escritores que
mencionaron este azote lo hicieron por lo común
de una manera vaga, que revelaba un
escaso conocimiento de las costumbres del
parásito. Ampelógrafos tan distinguidos como
el conde Odart y el profesor Du Breuil confundieron
la Cochylis con la Pyralis, á pesar
de que entre el modo de ser de uno y otro
lepidóptero existen diferencias muy notables.
El primero que estudió á fondo la plaga y dio
sobre ella minuciosas explicaciones, fué el naturalista
alemán Roser, que en el año 1829

GOCH — 187 — COCH
había tenido ocasión de examinar los caracteres
del insecto en las viñas de Wurtemberg.
En honor suyo, su compatriota Frcelich le dio
más tarde el nombre de Cochylis rose-rana,
que es el que hoy prevalece entre los entomólogos.
También se le llama Tinea uva, y en
castellano polilla de la uva, y así le designó
nuestro célebre Rojas Clemente en sus adiciones
á la obra de Herrera, donde confiesa que
en su tiempo no se había estudiado bien todavía
este parásito.
Haremos gracia á nuestros lectores de la
larga sinonimia de que ha sido objeto la Cochylis
en la edad moderna, limitándonos á
consignar que Linneo había comprendido el
insecto en el género Tinea, y otros en el de
Tortrix, hasta que fué trasladado á otro nuevo
llamado Cochylis.
En Francia la Cochylis se ha presentado
muchas veces en las regiones invadidas por la
piral de la vid, lo cual dio margen á que muchos
confundiesen los dos insectos en una
misma especie, según hemos indicado ya. Ahora
se sabe con certeza que las principales y
más constantes apariciones de este azote han
tenido lugar en Alemania. Durante largos
años los viñedos del reino de Wurtemberg y
los que existen en los alrededores del lago de
Constancia han sido el teatro predilecto de
sus devastaciones. También se ha presentado
en Suiza, en Italia y en Crimea.
Suponemos que en épocas anteriores la Cochylis
habrá invadido alguna de las comarcas
vitícolas de España, y que Rojas Clemente
tenía conocimiento práctico, aunque incompleto,
de este lepidóptero, supuesto que describe
alguno de sus caracteres con notable
exactitud. Sin embargo, no ha llegado á nuestra
noticia que en ninguno de los viñedos de
nuestro país haya ejercido tantos estragos
como en el litoral de Cataluña desde el verano
de 1870.
En las plantaciones más próximas á Tarragona
se descubrió aquel año por primera vez
la nueva enfermedad parasitaria. Muy pronto
se propagó por la fértil llanura que se llama
Campo de Tarragona, y poco tiempo después
se notó la presencia de la Cochylis en el litoral
de la provincia de Barcelona, donde el
instinto popular le dio, traducido al idioma
del país, el mismo nombre de polilla de la
uva que había usado Rojas Clemente en sus
escritos. En todas partes ejerció estragos
considerables. Hoy se encuentra el insecto en
una región mucho más extensa, pero debemos
confesar sinceramente que no infunde
ya la misma alarma que al principio, porque
realmente en estos últimos años ha disminuido
la intensidad del mal en la comarca primeramente
invadida, y también y sobre todo porque
otras plagas más funestas aún para la vid han
preocupado los ánimos y hecho palidecer, relativamente,
la gravedad de la que nos ocupa.
COSTUMBRES DE DA COCHVMS.—A fines de
Abril ó principios de Mayo, según los climas,
sale de debajo de la corteza de la vid la mari­
posa del insecto, que es crepuscular y tiene
de 10 á 12 milímetros de envergadura. Las
alas superiores, de un matiz blanco ocráceo,
atravesadas en su mitad por una faja parda
que se ensancha hacia el borde externo y se
estrecha insensiblemente hacia el interno, están
salpicadas de algunos puntos ferruginosos.
Las alas inferiores presentan un tinte
gris, más ó menos obscuro, con una franja
blanquecina.
La hembra pone sus huevos sobre los mismos
racimos nacientes, ó en los brotes que
los contienen. Estos huevos, casi microscópicos
, de un color gris verdoso y dispuestos en
pequeñísimas placas muy parecidas á las que
encierran los huevos de la Pyralis, no se avivan
hasta la fecundación de la uva, y por lo
tanto hasta fines de Mayo ó principios de Junio
, según la temperatura. La larva que nace
de estos huevos, algo seme-
^^vg/r^j-» jante por su forma general á
\fcSBSÉfli§ís ia de la Pyralis, si bien más
^||JF||I¡P* gruesa en proporción á su
W longitud, presenta los cat
e r e s
Figura 93.-Mari- £f siguientes: color
poBadelaOooivK* Maicillo, que va obscurecieudose
a medida que crece
el animal; cabeza pardo-rojiza, con el primer
segmento del cuerpo de un matiz más
intenso y una extraordinaria vivacidad en sus
movimientos.
Tan pronto como nacen las pequeñas oru7 gas, envuelven el fruto en una especie de telaraña,
y dentro de aquel abrigo empiezan á
devorarla uva rudimentaria, sin causar ningún
daño en las hojas ni en los demás órganos
de la vid. En cada racimo atacado se encuentran
generalmente de seis á diez larvas. Cuando
la invasión es muy grave, sus estragos son
ya sensibles, pues los racimos quedan más
tarde con pocos granos, de manera que el insecto
causa en el fruto el mismo daño que la
fecundación inperfecta ó el corrimiento de la
savia. Es una gran fortuna que en esta primera
generación de la Cochylis sea escaso el número
de larvas, porque si fueran tantas como en
las sucesivas, la cosecha quedaría perdida
desde la primavera.
Cuando el gusano ha alcanzado su completo
desarrollo, abandona el racimo y se esconde
en el tronco del arbusto, para transformarse
en crisálida. A fines de Junio aparece una
segunda generación de mariposas, que deposita
sus huevos sobre los mismos granos de la
uva. Antes del 15 de Julio nacen los nuevos
gusanillos , y en el momento penetran en el interior
del fruto para devorar su pulpa y hasta
la misma semilla. En todos los granos invadidos
se ve un punto negro, que es un agujero
abierto por el insecto para expeler sus excrementos
y recibir el aire que necesita. No contento
con roer y vaciar el grano en que se introdujo
primero, el gusano lo deja y ataca
sucesivamente uno ó dos más, enlazándolos á
menudo con una hebra que le sirve como de
puente para pasar de uno á otro.

GOCH — 188 — COCH
Todos los autores extranjeros afirman que la
Cochylis roserana no tiene más que dos generaciones,
de suerte que, según ellos, la que
acabamos de describir debiera ser la última.
Por esto, sin duda, se ha dado al insecto , entre
otros muchos nombres, el de Tinca omphaciella,
ó sea polilla del agraz ( Omphacium
en latín), que es el estado en que se halla entonces
el fruto. Sin embargo, aseguramos del
modo más positivo que en el litoral de Cataluña
las generaciones de la Cochylis son tres,
y nos causa bastante extrañeza que no hablen
más que de dos generaciones los tratados
de viticultura que recientemente han visto la
luz pública en Montpeller, porque sabemos
que en verano la temperatura se eleva en
aquella ciudad francesa al mismo grado que
en Barcelona y Tarragona, y á veces más.
El descubrimiento de una tercera generación
de la Cochylis se debe al Sr. D. Antonio
Sánchez Comendador, distinguido catedrático
de la Universidad de Barcelona en la Facultad
de Farmacia. El día 22 de Julio de
1873, cuando estudiábamos esta plaga, presentamos
á aquel sabio profesor varios racimos
invadidos por la segunda generación del
insecto. El Sr. Sánchez Comendador nos aseguró
al momento que aquellas larvas estaban
próximas á una nueva metamorfosis, y, en
efecto, en su mismo gabinete empezaron á
transformarse en crisálidas casi el mismo día,
y desde el 1.° al 8 del inmediato Agosto nacieron
las mariposas, la mayor parte hembras,
que se distinguen de los machos por su
tamaño algo más grueso y por sus colores
menos brillantes.
Esta nueva transformación no se verifica,
como la anterior, debajo de la corteza del
tronco. El gusano pasa al estado de crisálida
dentro de uno de los granos que ha vaciado, y
alguna vez labra también su capullo en los
intersticios de uno á otro, en la parte del racimo
menos expuesta á los rayos del sol.
Las mariposas de la.tercera generación depositan
igualmente sus huevos sobre el fruto,
y los gusanillos nacen entre el 15 y 20 de
Agosto, introduciéndose inmediatamente en
los granos del racimo, que entonces está ya
próximo á su madurez, devorando una parte
de la cosecha y ocasionando en la restante
una considerable putrefacción.
Se dice generalmente que cada hembra deposita
unos sesenta huevos. Aunque se reduzca
este número á la mitad, resultará siempre
que una sola de las que salen en la primavera
dejará una posteridad de doce mil larvas que
ejercerán sus devastaciones cuando el fruto
llega al estado de madurez.
Es indudable que la acción del calor, la intensidad
de la luz y la sequedad de la atmósfera
son contrarias al desarrollo de este insecto.
Se ha visto morir la oruga dejándola
expuesta un largo rato á los rayos del sol durante
la canícula, y se ha notado siempre que
el animal se ceba con preferencia en la parte
del fruto menos sujeta á la acción de la luz.
A veces en la segunda, pero sobre todo en la
tercera generación de la Cochylis, se ven muchos
racimos al parecer sanos é intactos en la
superficie que recibe directamente los rayos
solares, mientras la parte opuesta se halla
fuertemente invadida y en estado de putrefacción.
También se nota que los estragos del
insecto son mayores en las viñas frondosas,
donde la abundancia de hojas le proporciona
naturalmente un asilo más húmedo y más
sombrío.
No describiremos aquí los caracteres de la
piral de la vid para demostrar minuciosamente
las diferencias que existen entre este
lepidóptero y la Cochylis. Esta tarea sería inoportuna
en el presente escrito. Sin embargo,
para justificar de una manera palpable nuestra
aserción sobre esta materia, nos bastará
indicar los puntos más esenciales en que se
distinguen la vida evolutiva y los instintos
de uno y otro insecto. La Pyralis pasa el invierno
debajo del troneo de la cepa en estado
de oruga, y la Cochylis en el de crisálida. La
Pyralis sólo tiene una generación al año , y la
Cochylis dos en las regiones frías de Europa
y tres en las provincias meridionales de España.
La Pyralis se transforma dentro de las
hojas enroscadas ó abarquilladas por ella, y la
Cochylis debajo déla piel añosa del arbusto, ó
en los mismos granos del racimo. En fin, la
Pyralis ataca toda la vegetación verde de la
vid en la primavera, y la Cochylis única y exclusivamente
el fruto en sus diversos estados:
el de fecundación, el de agraz y el de madurez.
MEDIOS PARA COMBATIR LA COCHYLIS.—Los
estragos que ocasiona esta plaga en los viñedos
revisten con frecuencia un carácter gravísimo,
según hemos indicado. Aunque la
mayor parte de los gusanos mueren en los lagares
al tiempo de estrujarse las uvas, es indudable
que siempre queda cierto número de
crisálidas debajo de la corteza del tronco, y
muchas más en los años en que se vendimia
algo tarde. Gracias á la fecundidad de las mariposas
hembras que salen en la primavera,
el insecto se multiplica rápidamente en sus
tres generaciones sucesivas, y cuando se presenta
la tercera, si la temperatura le es propicia
, se pierde en muy pocos días una parte
considerable del fruto. No es posible fijar con
exactitud la cuantía de los destrozos que ocasiona
el azote, pero, según nuestras observaciones
personales, pueden llegar á un tercio y
hasta á la mitad de la cosecha.
Para evitar estos desastres se han ideado
diversos procedimientos. Vamos á enumerarlos
sucesivamente, exponiendo con sinceridad
el juicio que en nuestra práctica hemos podido
formar sobre la eficacia real y verdadera
de cada uno de ellos. Haremos ante todas cosas
una observación de carácter general, y es
que todos los medios propuestos para combatir
las enfermedades parasitarias de la vid
tropiezan con el inconveniente gravísimo de
que su aplicación nunca se realiza simultá-

COCH — 1 89 — COCH
neamente en las plantaciones invadidas, resultando
de aquí que las mariposas de un insecto,
ó los esporos de una criptógama, pueden
pasar fácilmente de una á otra viña y
comprometer el éxito del tratamiento curativo
donde se haya intentado.
De los cuatro estados de la Cochylis, mariposa,
huevo, larva y crisálida, el segundo
parece hallarse por completo fuera del alcance
de la acción del hombre. Para la persecución
de la Pyralis M. Audoin, que por orden
del Gobierno francés hizo un estudio especial
de esta plaga en los años de 1837 y 1838, y
con posterioridad otros muchos naturalistas,
recomendaron la destrucción de los huevos
del insecto, con exclusión de todos los demás
remedios. En el país vecino este procedimiento
se llama la cueillette des œufs, ó la cueillette
des pontes, y consiste simplemente en arrancar
y quemar todas las hojas de la vid en que
se descubren placas de huevos.
Sospechamos que este remedio, que en las
grandes invasiones de la piral no estaría exento
de graves peligros para la vid, supuesto
que el arbusto debería quedar despojado de
una parte considerable de su follaje, habrá
producido escasos resultados en la práctica,
toda vez que los únicos medios que se emplean
hoy en Francia contra la piral se reducen
á destruir sus larvas durante el invierno,
ora privándolas de aire respirable con lo que
se llama la sulfuration, ora escaldando el
tronco del arbusto donde se oculta el animal.
Conociendo, como conocemos, las costumbres
de la Cochylis, es evidente que no hay
posibilidad alguna de destruir sus huevos, ni
ha llegado á nuestra noticia que se haya intentado
siquiera. Depositados por la mariposa
sobre los mismos racimos y en placas muy
diminutas, apenas bastaría la destreza del
más hábil naturalista para arrancarlos de allí
sin comprometer el fruto á que se encuentran
adheridos. De consiguiente, esta operación,
posible y fácil, aunque de un éxito más
ó menos dudoso respecto de la piral, es absolutamente
impracticable tratándose de la
Cochylis.
Se ha recomendado mucho la persecución
del insecto en estado de mariposa, y esto es lo
único que aconseja nuestro Rojas Clemente,
tanto contra la Cochylis como contra la piral.
El medio consiste en atraer la mariposa con
grandes hogueras encendidas en las viñas por
espacio de muchas noches consecutivas. Antes
de generalizarse en Francia el uso del agua
hirviendo para matar la larva de la Pyralis
en su refugio invernal, los fuegos nocturnos
tenían á su favor la opinión de los principales
naturalistas en aquel país y en las naciones
extranjeras. Después de un maduro examen
del asunto, y después de conocer con
exactitud las transformaciones de la Cochylis
en España, abrigamos el.íntimo convencimiento
de que ni las hogueras, ni las lamparillas
de aceite, que también hemos ensayado
nosotros mismos, pueden constituir, para la
destrucción de este insecto, un procedimiento
eficaz y de aplicación general.
En obsequio á la brevedad, nos abstendremos
de reproducir aquí los cálculos que consignamos
en la Memoria de 1874 sobre el coste
de estas operaciones. Observaremos únicamente
que siendo tres las generaciones de la Cochylis
en nuestro país, y fijando en diez noches
no más el período en que salen las mariposas
de cada una de ellas, habría necesidad de encender
hogueras treinta veces, aunque sólo
se practicara la operación durante el crepúsculo
vespertino. Ahora bien; en las comarcas que,como
el Campo de Tarragona, están todas reducidas
á cultivo, y carecen de bosques y malezas,
faltaría el combustible para alimentar
tantos fuegos, pues el único de que se dispone
en semejantes regiones es el que suministra
la poda de la viña y del arbolado.
En cuanto al sistema de lamparillas de aceite
para atraer la mariposa y hacerla morir en
las vasijas donde se colocan aquellas luces,
basta reflexionar que á la distancia de 8 metros
una de otra que aconsejan los autores,
deberían encenderse más de 150 en cada hectárea.
A razón de 5 céntimos de peseta por
lamparilla, si había de arder más de una hora
cada noche, resultaría un gasto extraordinario,
aun sin contar la mano de obra. Además,
so pena de malograrse el éxito, debería reinar
constantemente un tiempo sereno, sin viento,
lluvia ni luna, y cualquiera comprende que no
hay seguridad de reunir todas estas condiciones
durante cuatro semanas.
Ha} 7
, pues, que renunciar á la persecución
de la Cochylis en estado de mariposa. En el
de crisálida el problema parece presentarse
bajo un aspecto algo más lisonjero. Nos referimos
exclusivamente á la generación que pasa
el invierno en el tronco de la vid. La Pyralis,
que en el mismo período de reposo se esconde
allí en estado de larva, según hemos dicho,
ha sido combatida de tres maneras: untando
el tronco con ciertos ingredientes para impedir
su salida en la primavera; rociando el mismo
tronco con agua hirviendo, y en fin, asfixiando
el animal por medio del azufre, esto
es, cubriendo toda la cepa, después de la
poda, con campanas ó recipientes metálicos,
debajo de los cuales se enciende aquella substancia
para hacer irrespirable la atmósfera.
El primero de estos tres procedimientos
era el único que se usaba en la antigüedad
contra el Convolvolus, es decir, la piral de la
vid; plaga que debía causar graves males en
Italia, y ser allí muy conocida, cuando vemos
que Plauto llegó á nombrar este insecto, como
un ser eminentemente maléfico, en una de sus
comedias. El célebre Catón , en su libro de
Re rustica, explica los ingredientes de la mixtura
y el modo de prepararla. Dos siglos después
el naturalista Plinio aconsejó el mismo
sistema. Es probable que sus resultados dejaran
poco satisfechos á los viticultores romanos,
porque en la edad moderna se han
practicado en Francia muchos ensayos para

GOCH — 190 — COOK
conseguir este objeto y todos han sido inútiles.
Ni el aceite y alquitrán, ni las disoluciones
corrosivas y venenosas, ni las lechadas alcalinas
más enérgicas han bastado para impedir
la salida de la piral en la primavera; de suerte
que el embadurnamiento del tronco, desacreditado
en todas partes, ha caído completamente
en desuso.
En nuestros días se habla mucho de un procedimiento
análogo para destruir el llamado
huevo de invierno de la filoxera. Ese huevo,
depositado también por su madre debajo de la
corteza de la cepa para pasar allí la estación
fría del año, se aviva en la primavera y de
él nace una hembra fundadora de todas las
colonias subterráneas y partenogenésicas que
han de atacar las raicillas del precioso arbusto
y acabar al fin con su vida. Un sabio de
primer orden, M. Balbiani, profesor del Colegio
de Francia (París), concibió esta idea
para destruir en su origen el germen del terrible
azote, y propuso la fórmula y los ingredientes
que debían emplearse, á fin de que
el insecto muriese antes de llegar al subsuelo.
Por ahora los experimentos que se han hecho
en la nación vecina y que por orden de su
Gobierno continúan actualmente en Argel
formando parte de los tratamientos administrativos
contra la plaga filoxérica, no han
dado resultados concluyentes, á pesar de la
grande autoridad científica de que goza el inventor
de este remedio. Ignoramos si tendría
mejor éxito su empleo para matar la crisálida
de la Cochylis roserana, pero séanos permitido
dudarlo, porque conocemos prácticamente
la vida tenaz de este lepidóptero.
El escaldamiento del tronco es el sistema
hoy más generalizado en Francia para destruir
la oruga de la piral en invierno. Débese
la invención de esta idea á M. Eaclet, agricultor
de la Borgoña, y á ella se atribuye la
salvación de los viñedos de la rica comarca
llamada Beaujolais, que á causa de las frecuentes
invasiones del insecto se hallaban
amenazadas de completa ruina. En 1873 ensayamos
este sistema contra la crisálida de la
Cochylis, valiéndonos al efecto de aparatos
idénticos á los que se usan en Francia, pero
debemos confesar que el éxito no correspondió
á nuestras esperanzas. Tal vez dependió el
fracaso de haber imitado con demasiada fidelidad
el ejemplo de los viticultores franceses,
no aplicando más que un litro de agua hirviendo
al tronco de cada cepa, sin tener en
cuenta que en Borgoña las vides se desarrollan
menos que en el Campo de Tarragona,
por la razón sencilla de que en aquella comarca
extranjera cada hectárea suele contener
10.000 pies, mientras nosotros sólo plantamos
de 2.500 á 3.000. Como la crisálida de
la Cochylis es mucho más voluminosa que la
pequeñísima oruga de la piral, que se esconde
en las resquebrajaduras de la corteza añosa
; sospechamos que el mal éxito de la operación
se debió á la insuficiencia del escaldamiento
, que probablemente exigía una canti­
dad de agua hirviendo tres ó cuatro veces
mayor.
Esto hubiera aumentado mucho los gastos,
consideración que el agricultor no debe perder
nunca de vista; pero todavía influyó otro
motivo en la resolución que adoptamos de no
repetir los ensayos. Esta razón es que si el escaldamiento
produce buenos efectos contra la
piral, consiste en que, siendo numerosísimas
las pequeñas larvas del insecto que pasan el
invierno en el tronco, la acción directa del
calórico debe destruir siempre muchas de
ellas, mientras que las crisálidas de la Cochylis
que buscan allí su refugio son relativamente
pocas, toda vez que la mayor parte de las
orugas mueren en los lagares sin haber tenido
tiempo de transformarse. Habrá, por consiguiente,
algunas cepas sin ningún insecto debajo
de la corteza del tronco, y como es imposible
distinguir las que abrigan el enemigo,
el remedio nos parece excesivamente costoso
y no vacilamos en rechazar desde luego este
sistema.
No conocemos prácticamente la eficacia del
azufre para asfixiar la Cochylis por medio de
las campanas metálicas á que hemos aludido
más arriba. Ni hemos ensayado este procedimiento,
ni tenemos noticia de que lo haya
intentado nadie en Francia, donde sin embargo
se practica en grande escala contra la piral,
lo mismo que el escaldamiento, prueba
evidente de que ambos sistemas han producido
favorables resultados en las regiones invadidas.
Bástanos hablar de la persecución de la
Cochylis en estado de larva. Hasta aquí nos
parece haber demostrado que todos los remedios
cuyo análisis acabamos de hacer, cualesquiera
que sean su mérito y su eficacia
contra la piral de la vid, no deben aplicarse
á la Cochylis, unos por materialmente imposibles,
otros por inútiles y otros por autieconómicos.
El procedimiento que nos falta examinar
ofrece caracteres distintos, porque si
la destrucción de la piral es muy difícil en
estado de oruga, tratándose de la Cochylis se
presenta al contrario como fácil, aunque generalmente
costosa.
De dos maneras se ha atacado la oruga de
la piral: arrancando los mismos pámpanos en
que ejerce sus estragos, y matándola directa é
individualmente sobre la cepa. El primer medio
ofrece inconvenientes muy serios. Desde
luego se comprende que siendo tan extraordinario
el número de larvas que se diseminan
por la nueva vegetación, habría necesidad de
despojar la vid de una gran parte de su folla-,
je para acabar con el insecto, y esto pudiera
poner en peligro la misma vida del arbusto,
según apuntamos ya al tratar de la destrucción
de los huevos. El segundo procedimiento,
llamado en Francia échenillage, y que en las.
grandes invasiones de la piral ha llegado á
prescribirse por las autoridades de aquel país
como medida obligatoria, es muy engorroso,
costosísimo y por lo común de exiguos resul-

COCH — 191 — COCH
tados. Por estos motivos se ha abandonado en
la práctica, considerándose hoy como un paliativo
ineficaz más bien que un verdadero
remedio.
Con el gusano de la Tinea sucede todo lo
contrario. Teniendo su morada en el fruto
exclusivamente, hay la ventaja de encontrarle
en seguida, y es posible, persiguiendo las
primeras larvas que se presentan en la época
de la florescencia, destruir el germen de las
futuras y más peligrosas generaciones. Para
lograr este objeto se ensayaron al principio
diversos medios; se cubrió de polvo el racimo
naciente, y se le aplicaron decocciones de
áloes, de tabaco y otras plantas con mezcla
de miel y hollín; pero todas estas tentativas
resultaron inútiles, habiendo enseñado la experiencia
que para acabar con este tenaz enemigo
no hay más remedio que aplastar su
cuerpo.
El naturalista Boisduval aconsejó ya este
procedimiento, y de su misma opinión fué el
Sr. Sánchez Comendador, cuando en 1873
acudimos á su ciencia para estudiar con fruto
este funesto azote. Dos años seguidos ensayamos
el sistema, persiguiendo las larvas de la
Cochylis dentro de las telarañas en que se esconden
durante la primera generación, y empleando
para ello las pinzas llamadas de impresor.
En cuanto á la segunda, combatimos
el insecto suprimiendo uno por uno todos los
granos del racimo en que habían penetrado,
recogiéndolos en canastos de mimbre y sumergiendo
estos recipientes en calderas de agua
hirviendo. La supresión de los granos invadidos
y de los que vaciara el insecto, dentro de
los cuales podía haberse transformado en crisálida,
se practicó siempre con los dedos; precaución
indispensable, pues era fácil que las
pinzas, tijeras ú otro instrumento punzante
perjudicase entonces á la parte del fruto sana
y libre del parásito.
El resultado fué muy satisfactorio, y podemos
afirmar que, aunque á costa de cuantiosos
sacrificios, logramos salvar nuestras cosechas.
Sin embargo, nos vimos en la necesidad
de renunciar á esta práctica cuando otros
viticultores se manifestaron dispuestos á imitarnos,
porque sabiendo por experiencia el
número extraordinario de brazos que exige la
operación, nos convencimos de que muy pronto
llegaría á hacerse imposible por falta de
operarios.
Todo lo que hemos expuesto hasta ahora
parece conducirnos á la triste conclusión de
que el mal carece realmente de remedio. No
es así por fortuna. Hay uuo de aplicación
fácil y sencillísima, si todos los viticultores
de las comarcas infestadas por la Cochylis se
decidiesen á emplearlo á la vez. Este medio
se reduce á anticipar la vendimia algunos días,
á fin de que los gusanos de la tercera generación
no puedan transformarse en crisálidas, y
mueran todos, absolutamente todos en los lagares,
desapareciendo así por completo los
gérmenes de la plaga.
He aquí el remedio radical, el único que
aconsejan ahora los ampelógrafos franceses, y
muy especialmente los profesores de la Escuela
de Agricultura de Montpeller.
Esta idea no hubiera sido practicable en
1873, porque los vinos más ó menos verdes
que ha de producir una vendimia anticipada,
no convenían á los mercados á que destinábamos
entonces el excedente de nuestras cosechas.
Las cosas han cambiado después profundamente.
Hoy nuestro primer mercado es
Francia, y allí esa clase de vinos, no sólo
no repugna, sino que hasta llega á obtener la
preferencia, con tal que el mosto, al tiempo
de verificarse la vendimia, tenga el grado suficiente
de dulce para no comprometer la buena
elaboración y conservación de los caldos.
Creemos sinceramente que este remedio
sería el único eficaz para cortar el mal de
raíz, librándonos para siempre de un azote
que tantos daños nos ha causado. Lo que sucede
ahora en la provincia de Tarragona fortifica
más y más nuestro convencimiento en
la materia. Allí los estragos de la Cochylis
han disminuido muchísimo de tres años á esta
parte. Acaso este cambio favorable se deba á
algún accidente atmosférico que ha pasado
desapercibido para todos. Posible es también
que en él haya influido más ó menos la intervención
misteriosa y providencial de alguno
de esos parásitos que atacan los insectos dañinos,
viven de su substancia y destruyen su
organismo. Pero aun sin acudir á esas hipótesis,
nos parece que el hecho tiene una explicación
muy natural y muy plausible.
En la aludida provincia se va generalizando
la costumbre de anticipar la vendimia desde
que los comerciantes franceses solicitan con
empeño y pagan á buenos precios los vinos
nuevos, para remontar y rejuvenecer los que
han quedado de la cosecha anterior; de suerte
que los caldos que se presentan en el mercado
hasta mediados de Octubre tienen el mérito
y alcanzan el favor de verdaderas primeurs.
Pues bien; á esta mudanza en las prácticas
del país puede atribuirse racionalmente, en
nuestro concepto, la mejoría considerable de
sus viñedos, porque las pequeñísimas larvas
escondidas en el interior de los granos del
racimo, cuando se lleva la cosechaá los lagares,
no tienen tiempo para transformarse y
perpetuar su raza en la siguiente primavera.
Y como el fenómeno ha coincidido exactamente
con la adopción de la nueva costumbre,
es lógico presumir que á ella se debe la atenuación
del mal.
Así, pues, estamos seguros de que existe
un medio infalible para destruir la Cochylis
ó reducirla á la impotencia. Este es el que
acabamos de exponer, y que podrán emplear
las demás regiones de España si tuvieran la
desgracia de ser invadidas.
De todos modos, en la actualidad se habla
ya poco de la Cochylis en el país á que aludimos,
por más que sea tan reciente la memoria
de sus devastaciones. Allí, como en el

COD — 192 — COD
resto de Cataluña y en una gran parte de
España, lo que preocupa los ánimos es el
mildew, que en estos últimos tiempos ha ejercido
funestísima influencia en la cantidad y
calidad de las cosechas. Y más que la terrible
criptógama empieza á inquietar los espíritus
otra calamidad inminente, la más grave y
espantosa que ha sufrido la vid desde que el
hombre cultiva este arbusto incomparable. Ya
comprenden nuestros lectores que nos referimos
á la filoxera, cuyo descubrimiento en las
inmediaciones de Barcelona ha causado un
verdadero terror en las provincias limítrofes,
y muy especialmente en la de Tarragona, hoy
tal vez la más importante de nuestra Península
por la extensión de su superficie vitícola.
Estas son las preocupaciones del momento
en la comarca primeramente invadida por la
Cochylis. Sin embargo, creemos que no habrá
sido inútil indicar el único medio seguro que
existe para destruir este insecto, á fin de que
lo conozcan y utilicen los países más afortunados
que Cataluña donde pudiera presentarse
algún día.
J. Miret.
CODEISERO —(V. Codeso.)
CODESO.—Arbusto de la familia de las
Leguminosas, que corresponde á la especie
Adenocarpus complicóla, Gay. (Ad. parvifolius,
D. C.). Es frecuente en los montes de
Galicia, y se halla también en los de la Liébana
(Santander) y sierra de Gata (Cáceres,
Salamanca). Su abundancia en Galicia ha dado
nombre á un campo inculto en las cercanías
de Santiago, el cual se llama Codeisero.
Tiene las hojas de color verdegay, pecioladas,
trifoliadas, con los foliólos de 12 á 13
milímetros de largo, ovales-oblongos, mucronados,
y á veces plegados. Las flores son numerosas
y están dispuestas en uu largo racimo
laxo terminal; tienen unos 10 milímetros
de longitud, y el cáliz es granduloso-tuberculoso.
El fruto es una legumbre de 20 á 30
milímetros de largo por 5 de ancho, que contiene
de cuatro á diez semillas ovales, truncadas,
de color pardo jaspeado de negro y
brillantes.
Forma esta planta un arbolito de 4 á 6 decímetros
de alto, de tallo derecho; ramas
abiertas, blanquecinas, y ramillas estriadas,
angulosas, verdes y pubescentes. Florece en
Abril y Mayo.
Existe una variedad de cáliz glanduloso y
pubescente, que se halla también en Galicia,'
en las provincias de Huelva (Araceua), Salamanca
y en la Sierra del Viso (Sierra Morena),
donde se distingue con el nombre de
Rascavieja. (V. Adenocarpus.)
CODESO BLANCO.—Nombre vulgar con
que se distingue el arbusto Cenista canariensis.
L. (V. Genista.)
CODESO DEL PICO—Arbusto de los
montes de las Islas Canarias, que corresponde
á la especie Adenocarpus viscosus, Webb., de
la familia de las Leguminosas. Hay dos variedades:
Franhenioides y sparioides. La prime­
ra aparece en el Pico de Teide mezclada con
el Cytisus proliferus; después forma rodales
por sí, y enseguida vuelve á presentarse con
el Spartocyiisus nuhigenus. La segunda variedad
se encuentra en la margen de los pinares
de la Isla de Palma. Ambas prefieren los terrenos
volcánicos.
CODI.MJM.—(V. Buenavista.)
CÓDIGO RURAL.—De él carecemos en
España, estando diseminadas las materias que
debieran ser objeto del mismo, en nuestros
antiguos Códigos, en diferentes leyes y disposiciones
administrativas, en el Código penal
• y en las Ordenanzas municipales de los pueblos.
Rigurosa consecuencia del actual estado
del Derecho español en todas sus ramas, en
que, no ya el pobre ciudadano, que por el
mero hecho de serlo tiene el perfecto derecho
de saber á qué atenerse cuando infringe las
leyes ó cuando ve vulnerados por otro sus
derechos, sino aun en los que estamos obligados
á conocerlas más que nadie, casi nunca
podamos decir lo vigente, en medio de tal
caos, del aluvión de leyes, reglamentos, instrucciones,
Reales decretos, Reales órdenes,
circulares y decisiones de la Jurisprudencia,
sin que ni siquiera en muchos casos tengamos
certeza del tribunal ó autoridad que deba entender
en el asunto; estado de cosas agravado
por el temor de innovaciones irreflexivas, aquí
donde son tan frecuentes los cambios de situación.
El único ramo correspondiente á la producción
rural cuyas disposiciones legislativas
han sido codificadas, es el de ganadería (véase
Cuaderno de Mesta). Gracias á esta compilación
legislativa, los ganaderos, los terratenientes
y las autoridades en sus diferentes
esferas, han sabido á qué atenerse en sus mutuas
relaciones. Puede afirmarse que su publicación
en forma metódica ha evitado grandes
conflictos en una larga serie de siglos.
La conveniencia de un código general rural
ó de códigos especiales la ha reconocido el
Gobierno en varias ocasione?, desde el establecimiento
del régimen representativo.
Las Sociedades Económicas, y singularmente
la de Madrid, se han ocupado, como es
natural, de trabajos relacionados con el objeto
del Código rural, y hace pocos años el conocido
diputado y jurisconsulto D. Manuel Danvila
presentó al Congreso uno de aquellos
Códigos, por él elaborado, con el que sucedió
lo que con tantas reformas útiles: dejarlas
para mejor ocasión. En 1876, precisamente
por la época del proyecto á que acabamos de
referirnos, se publicó en Salamanca, por don
Ciriaco Rodríguez Martín, un Tratado de
legislación rural (en forma de Código), ó sea
extracto de las disposiciones legales más importantes
sobre las personas, propiedades é
industrias rurales, con notas encaminadas á
aclarar puntos dudosos, y la cita de varias
sentencias y resoluciones. Y" según proyecto
que tenemos á la vista, por D. Marcial de la
Cámara, en su Agenda del Constructor, que

COD — 193 — COD
anualmente publica, se ha introducido la novedad
al dar á luz la de 1886, de comenzar
un Prontuario alfabético de Agrimensura y
Arquitectura legal, Código de la propiedad
rústica y urbana; prontuario que no ha pasado
de la letra A, y ha de continuarse en años
sucesivos. Esto, sin hacer mérito del libro
del propietario Sr. Danvila, en cuyas tres ediciones
se ha ido compilando lo respectivo á la
propiedad, ni de otras obras de Derecho civil
y administrativo en que se ha tratado de lo
concerniente al Código rural, entre las que
merece preferente atención el nunca bastante
celebrado Diccionario de la Administración
española, de D. Marcelo Martínez Alcubilla,
obra indispensable y que por sí sola ahorra
una porción de tratados de Derecho administrativo
que, por regla general, y salvo contadas
honrosas excepciones, no valen lo que
cuestan.
Realmente un buen Código rural, que abarque
cuanto ha de abrazar, tomándolo en un
sentido amplio, es difícil de redactar, aminorándose
la dificultad si se circunscribe á aquellos
extremos que le son propios y característicos,
pues aceptando por un momento la definición
que de semejante Código da el señor
Rodríguez Martín, de que por tal debe entenderse
el que contenga todas las disposiciones
referentes á las personas rurales, á la
propiedad, población é industrias rurales;
fijando los derechos y deberes de aquéllas, así
como las prescripciones á que deben sujetarse
éstas; exponiendo los beneficios, cargas y restricciones
que han de tener, hay que poner á
contribución el Derecho civil, el administrativo
y el penal, y los rozamientos serán inevitables.
Por hoy podíamos contentarnos con
que se siguiera el procedimiento iniciado hace
algunos años y acentuado en los últimos, de
ir legislando parcialmente y codificando ó
compilando al menos, por separado, lo disperso;
sistema que, si no es perfecto, tiene la
ventaja, llevado á cabo por supuesto con
alguna conciencia y no plagándolo de erratas
de bulto como á veces ha sucedido, de preparar
los materiales para el día feliz en que pueda
legislarse con calma; que la bondad no
consiste en hacer Códigos á la carrera, sino
en reducir á precepto escrito en un momento
oportuno el resultado del caudal científico
atesorado y de la experiencia recibida. Y si
estos Códigos alcanzaran la dicha de ser estrictamente
observados durante un regular
período, claro es que llegaríamos á la suspirada
edad de oro de la legislación patria. Los
autores de obras son también los llamados á
precipitar este movimiento, y en honor de la
verdad, de algunos años á esta parte no es
poco lo que han hecho, arriesgando á menudo
sus esfuerzos y su dinero por la razón indicada
de que siempre nos estamos constituyendo
y todos los días amanecemos revisando lo que
hicimos en la noche anterior. Pero sobre todo
las Ordenanzas municipales suministrarían
una inmensa fuente de conocimientos si se
encomendara á las Diputaciones provinciales
el sintetizar en sus caracteres más comunes
lo estatuido en los pueblos, apuntando los rasgos
más salientes de determinadas localidades,
y se las mandara remitir este extracto, con su
informe, al Ministerio de la Gobernación.
Las leyes aplicables á las poblaciones rurales
entrañan en un país esencialmente agrícola
una importancia excepcional, porque de
los campos se va alejando todo el que encuentra
medios de vivir en grandes centros, donde
no hay caciques, ni reparto de consumos, y
hay posibilidad mayor de obtener justicia y
de ser respetado, en suma, en la persona y
en las propiedades. Una mejor distribución
de las contribuciones é impuestos; que la administración
no sea absorbida por la política,
impidiendo al vencido, al de oposición, defenderse
si es lastimado por el implacable vencedor;
mayores garantías que las actuales para
el que ha de vivir aislado; un poco de atención
para concretar de los poderes públicos
sobre estas cuestiones que pueden hacer adquirir
al político digno de este nombre fama
de estadista, á cuyo fin hay que hacer algo
más de lo que se acostumbra, y con lo que
basta á llegar á la cumbre, son los remedios
principales que ha tiempo reclama el nada
favorable estado de los campos y de sus pobres
habitantes.
M. Fernández de la Vega.
CODILLERA (Patología veterinaria).-—
Contusión de la región olecranoidea y consiguiente
magullamiento de la piel y del tejido
celular de la región del codo, doloroso unas
veces é indolente otras. En ocasiones desaparece
con la causa, y en ocasiones da origen &
quistes y á tumores. Generalmente causa la
codillera el choque de los callos de la herradura
cuando los animales se echan como las
vacas, es decir, apoyando el codo sobre el
casco de la mano. Evitar eso y cortar los callos
de la herradura es lo primero que ha de
hacerse para proceder á la curación; después
se fricciona la parte contusa con el ungüento
fuerte y mercurial, y si no bastase se aplicarán
los baños emolientes, el sedal, la cauterización
, y se recurrirá á la extirpación en
último extremo.
CODILLO.—En los animales cuadrúpedos,
coyuntura del brazo próxima al pecho (véase
Codo). También se llama codillo á la parte
de la rama que queda unida al tronco por el
nudo cuando aquélla se corta.
CODO (Zootecnia).—En el caballo es la
eminencia que hay en la parte posterior del
antebrazo, cuya base forma la apófisis olécranon
del cubito. Debe ser bien prolongada, y
estar dirigida paralelamente al eje del cuerpo.
Los codos desempeñan en los miembros anteriores
exactamente las mismas funciones que
los corvejones en los posteriores; su desviación
hacia afuera ó hacia adentro influye en
la dirección del resto del miembro y da origen
á los defectos que caracterizan á los caballos
que llevan el nombre de izquierdo y este-

COD — 194 — COF
vado; defectos de aplomo muy difíciles ó imposibles,
de remediar. (V. Aplomo y Caballo.)
CODON.—Bolsa de cuero para meter la
cola del caballo cuando hay barros y se ata á
la grupera.
CODORNIZ C Ornitología) ( Coturnix communis
).—Género de aves, incluido hasta hace
poco tiempo en el de las Perdicídeas, y que
pertenece á la familia de las Gallináceas pulverizadoras.
Esas aves tienen el pico corto y
débil, más ancho que alto y con la mandíbula
superior encorvada. Las narices están medio
cerradas por una membrana abovedada; no
hay piel denudada detrás ni en derredor de
los ojos, y la cabeza toda está bien cubierta de
pluma. Los tarsos son lisos y sin espolón en
los individuos de ambos sexos, y las uñas
cortas y delgadas. Aun cuando es bastante
macizo el cuerpo, no carece de elegancia la
codorniz. Su redondeado dorso; sus alas cortas,
pero puntiagudas por ser la segunda pluma
larga más prolongada, dándose casos en
que la primera sobresale notablemente, haciendo
más puntiagudo el remo, y en fin, la
cola, compuesta de doce plumas blandas, es
redondeada y corta. El plumaje varía poco
con los sexos; sin embargo, el macho presenta
algunos atributos particulares.
Distribuidas por todas las regiones de la
tierra, las codornices, que emigran á países
cálidos al comenzar el otoño, aparecen en el
Mediodía de Europa al comenzar el mes de
Abril, y durante el mes de Mayo en el Norte,
presentándose primero los machos jóvenes y
después los, viejos con las hembras, para establecerse
en las llanuras fértiles y cubiertas
de mies, y mostrando su desvío á las aguas y
las tierras altas. En los comienzos del estío da
principio la hembra á construir su nido; abre
en la tierra y en medio de los sembrados un
hoyito poco profundo, y después forma una
pequeña cama con hojas secas, sobre las cuales
pone de ocho á catorce huevos piriformes
y bastante grandes, de color moreno amarillento,
y con manchas de forma muy variable
y de color obscuro. Cuidadosa de sus huevos,
la hembra los empolla sin cesar durante diez
y ocho ó veinte días, y solamente se separa de
ellos en último extremo, siendo muchas veces
víctima de su amor maternal. En los primeros
días de su existencia los pollos comen en
derredor de su madre, que los cobija bajo sus
alas al menor amago de peligro; se desarrollan
con rapidez, y á los ocho días de haber
nacido se eusayan ya en el vuelo, pudiendo
emprender viajes á las cinco ó seis semanas de
vida. A veces las hembras empollan demasiado
tarde, y no siendo bastante fuertes los hijos
para emigrar en la época oportuna, perecen
en los sitios en que nacieron.
Pasada la época de la cría, es muy raro encontrar
reunidas varias codornices; al contrario
de lo que con las perdices se observa, se
dispersan y viven aisladas en los campos, en
medio de los trigos y demás cereales, ó entre
altas hierbas, capaces de ocultarlas. Aun es
más raro encontrar codornices en los bosques;
siempre se mantienen sobre el suelo, y jamás
se cuelgan de los árboles. Cuando son perseguidas
ó se asustan de algún ruido, huyen corriendo
con gran agilidad, y solamente echan
á volar en último extremo, por ejemplo, cuando
el perro de caza está á punto de cogerlas.
Desde los últimos días del estío la codorniz comienza
á sufrir un deseo irresistible de emigrar
y cambiar de clima. Las que viven cautivas
por esa época, aun cuando hayan sido encerradas
siendo jóvenes y no hayan viajado
nunca, manifiestan una singular agitación,
dando con la cabeza en las barras de la jaula,
hasta el extremo de caer aturdidas, y solamente
al cabo de treinta días vuelven á sus costumbres
ordinarias.
COEFICIENTE MORFICO—Entre los
forestales se llama así el número que expresa
la relación que existe entre el volumen real
ó exacto de un tronco de un árbol y el de un
cilindro, cono ó tronco de cono ideales, de
igual altura y diámetro que aquél. Es, pues,
el coeficiente mórfico un verdadero factor de
conversión,. cuya fórmula está representada
por la expresión siguiente:
Vol. real.
F (factor de conversión) =
Vol. calculado.
(V. Dendrometría.)
COFÍN.—'Cesto ó canasto de esparto, mimbre,
palma ó madera, para transportar frutas
ú otras cosas. || En algunas provincias se da
este nombre á los capachos que sirven para
prensar la aceituna molida. (V. Aceite.)
Estos sou generalmente de esparto; sin embargo,
la depreciación del aceite de oliva
hace que de algún tiempo á esta parte se estudie
la manera de disminuir su desgaste y
rotura, ya sustituyendo el esparto por otra
fibra, ya prescindiendo completamente de
ellos. Hace veinte años que la exportación del
esparto á Inglaterra vino á aumentar las dificultades
de la fabricación del aceite; los capachos
han llegado á adquirir un precio exorbitante,
al mismo tiempo que su calidad ha
disminuido por llevarse al extranjero el más
largo y sazonado, quedando en el país el dé
peor calidad.
En vano ha venido en nuestro auxilio la
Argelia, de donde ha habido años que hemos
importado más de 10.000 toneladas. El esparto
de Argelia no tiene la tenacidad del nuestro;
basta doblarlo para que se parta con facilidad;
así es que, lejos de sacarnos de apuros,
ha venido á aumentar el conflicto en que se
halla el fabricante de aceite. En Sevilla los
capachos redondos de una vara castellana de
diámetro, que costaban 3,50 á 4 reales, llegaron
á valer 12 reales y más, durando la- mitad
de lo que duraban antes.
Siendo el esparto de Murcia el más estimado
para este uso, hay cosechero de aceite que
compra el esparto y se fabrica él mismo los
cofines, dedicando á esta labor los trabajadores
que en ciertas épocas del año quedarían

COF — 195 — COG
sin trabajo. En todas las provincias olivareras
se fabrican los capachos de esparto, resultando
los más pequeños á 18 pesetas docena en
las provincias de Lérida y Gerona.
En cuanto á su forma, apenas se diferencian
en las distintas provincias de España.
Todos están formados de un fondo circular,
que por la manera como se trabaja queda con
un agujero central y un reborde ó pestaña
alrededor, más ó menos ancho, plegado sobre
el mismo fondo; sirve para contener la aceituna
molida, y le da la forma de capacho. Vemos,
sin embargo, en la provincia de Gerona
los llamados á plech de llibre, rectangulares,
dentro de los cuales se pone la aceituna molida
como dentro de un gran sobre de carta;
pero estos capachos son más caros, y al fin y
al cabo no ofrecen mayor duración que los
redondos.
Para las prensas hidráulicas se ha modificado
ligeramente la forma ordinaria de los
capachos, dejando en el centro un ojo de 0,10
metros de diámetro, con una pestaña semejante
á la del exterior, con objeto de atravesar
todo el pie de capachos en un fuerte tubo de
hierro dulce agujereado que afirma la posición
vertical del cargo y permite una segunda
salida por el eje, facilitando la extracción del
aceite, todo lo cual contribuye á la mayor
duración del capacho.
En cuanto á la sustitución del esparto por
otras materias vegetales, animales y hasta
metálicas, poco se ha logrado; pues sobre que
no compiten en economía al esparto, ó se entrapan,
dificultando la salida del aceite, ó
dejan escapar la masa, produciendo borras
en vez de aceite.
Estas dificultades han conducido á hacer
no pocas tentativas para suprimir los capachos.
Los cilindros metálicos del sistema
Evangelista y las jaulas metálicas, invención
del director de la Fundición primitiva valenciana,
son un ejemplo de estas tentativas.
(V. Aceite, tomo I.)
En resumen, los ensayos de capachos fabricados
con pita, yute y otras fibras vegetales
no han dado resultado, ni puedeu competir
con el esparto en tenacidad y en baratura.
Mucho menos los escurtins franceses elaborados
con crin.
La supresión de. los capachos ó sustitución
por tejidos ó jaulas metálicas presenta sus
dificultades, siu embargo de que el sistema
valenciano ha sugerido la idea de emplear en
el segundo y tercer prensado jaulas de barras
de hierro, atadas fuertemente con cuerdas.
El capacho de buen esparto español, bien
elaborado, con refuerzos en forma radial,
cuidándolo bien y haciendo bien el cargo, resiste
de 20 á 30 aprietos, y admite algún remiendo,
que lo hacen los mismos trabajadores.
Quizás con los medios que hoy están
en estudio se perfeccionarán, y con el tiempo
se sustituirá el esparto por otra fibra ó se
suprimirá por completo el capacho ó cofín.
Hoy por hoy, su uso está muy extendido y
sus ventajas son más que sus inconvenientes
en una explotación que marche en buenas
condiciones.
E. Manjarrés.
COGNAC ó COÑAC—No es necesario encarecer
la importancia que van adquiriendo
los aguardientes conocidos con los nombres
de Fin Champagne y de Cognac, que se obtienen
en una zona que desde Burdeos se dirige
hacia Angulema y Nantes, y llega hasta Coutras,
comprendiendo los dos departamentos á
que el río Charenta da nombre. Dos formaciones
geológicas distintas comprende en realidad
el territorio francés en que se obtiene el
aguardiente en cuestión: la una, llamada Champagne,
Champaña por algunos escritores españoles,
de la campanía de los romanos, se halla
constituida por terreno calcáreo muy friable,
que se halla sostenido á poca profundidad
por una capa pedregosa de creta blanca, fácilmente
atacada por las raíces y que aparece
formando pequeñas colinas ó planos ligeramente
inclinados; los árboles son bastante raros
en esa región, y por el contrario, desde
remotas épocas se cultivan allí los cereales y
las plantas forrajeras, y recientemente se ha
comenzado á extender considerablemente el
cultivo de las vides.
La otra formación, por el contrario, comprende
más bien las llanuras y ribera del
Charenta, y se llama Bois ó Bocage, porque
en esa comarca predominan los bosques y los
pastos; el terreno es de aluvión, y eu él se encuentran
, eu proporciones diferentes, la arcilla,
la arena y los guijarros, mezclados siempre
con tierra calcárea. A esa región nos referíamos
en un principio.
Como el Bocage se halla situado entre
los 45 y 46,50° de latitud, la uva, y especialmente
la del Bois ó terreno bajo, no suele
madurar bien, á causa de la humedad del clima
y de la abundancia de las escarchas, y
como aumenta también los inconvenientes
mercantiles la proximidad de la región del
Burdeos, donde se obtienen vinos excelentes
y en inmejorables condiciones de conservación
para obtener productos de primera calidad,
se pensó hace tiempo seriamente en obtener
con los vinos de las dos Charentas una
transformación que produjese un caldo de
más fácil conservación y más aceptable para
el comercio.
Ese resultado se obtuvo mediante la destilación
de los vinos, que iniciada unos tres siglos
ha, durante los últimos cincuenta años
ha adquirido tal desarrollo que, tanto en el
Bocage como eu la Champaña, los viñedos
cubren la mayor parte del terreno cultivable
y la industria especial del país ha enriquecido á
éste de una manera extraordinaria y ha dado
origen á importantísimas casas de comercio
que han dado á conocer y han extendido por
todo el mundo civilizado los celebrados aguardientes
conocidos con el nombre de coñac.
Esa industria no supone conocimientos excepcionales.
La vides se plantan de manera

COG — 196 — COGr
que no necesiten rodrigones y diste cada cepa
un metro de las dos inmediatas, y que los liños
se hallen separados por un espacio de metro
y medio. La cepa ó tronco, generalmente muy
próxima al suelo, se divide en dos ó tres ramas
, y cada una de éstas lleva dos ó tres pulgares,
con dos yemas fructíferas cada una. Se
abren las viñas durante la primavera por medio
del arado, y en el estío se cubren, cuando
aun es posible trabajar sin dañar á los vastagos,
por ser éstos todavía cortos. Desde fines
de Julio hasta la época de la vendimia las
viñas quedan abandonadas y aparecen formando
masas de verdura, en las cuales se van
entrelazando los sarmientos unos con otros á
medida que se desarrollan, dificultando el paso
por los viñedos y más tarde la recolección del
producto. Como la uva está poco soleada y
aireada, madura mal y se pudre con facilidad
suma, pero en cambio es especialmente apreciada
por los fabricantes, toda vez que de ella
obtienen aguardientes más finos y perfumados,
siquiera no obtengan tanta cantidad de
alcohol como de la uva bien madura y de buen
aspecto.
Cada propietario suele recolectar la uva por
su cuenta y riesgo; elabora el mosto y lo deja
fermentar durante el tiempo necesario, y después,
valiéndose de una alquitara, ó todo lo
más de un alambique con un sencillo calienta-vino
entre la caldera cerrada y el refrigerante
de agua, hace la destilación, que repite
sucesivamente dos ó tres veces, hasta obtener
aguardiente del grado exigido por el
comercio, es decir, de 59 del alcohómetro de
Gay-Lussac por lo menos, siendo de advertir
que los comerciantes aceptan con mayor estimación
el líquido cuando su graduación es
superior á ese límite, computándose el precio
proporcionalmente á los grados que el alcohómetro
marca.
Terminadas las sucesivas destilaciones, el
producto se distribuye en toneles especiales,
fabricados con roble de Angulema, y mejor
con roble del que se exporta de Austria por
el puerto de Trieste. Generalmente los toneles
tienen de 500 á 560 litros de capacidad, y
entonces se llaman tiercons, ó de 300 é 320
(pièce de cognac), y según la prisa que tenga
el productor por dar salida á"su coñac, lo
vende más ó menos pronto. El perfume y la
finura de éste aumenta conforme va transcurriendo
tiempo, y el precio sube en proporción.
Cuando desea venderle el cosechero, le
hasta anunciarlo, si es que no prefiere acudir
al mercado de Cognac, población de que ha
tomado nombre el aguardiente, y en la cual
residen numerosos comisionistas que difícilmente
pueden atender á todos los pedidos que
se les dirigen. Generalmente los productores
no tienen que llevar al mercado el aguardiente,
porque hay muchos compradores que se
dedican á recorrer los pueblos para adquirir
ese producto.
Tampoco exige especiales cuidados la conservación
del coñac. Los propietarios saben
perfectamente que para conseguir que se
vuelva añejo y para que adquiera notable cantidad
de éteres han de resignarse á una doble
merma, á la disminución del volumen y á la
de la graduación. En las bodegas húmedas se
pierde bastante en grados, sin conseguir que
se retine notablemente el aguardiente; de ahí
que los toneles no se bajen á las cuevas ó lugares
soterrados, sino que se almacenen en
sitios bastante aireados y secos. Generalmente
se mantienen llenos los toneles por economizar
espacio, pero no hay inconveniente en que
permanezcan sin rellenar, cuando no haya
suficiente líquido ó no sea necesario economizar
envases. Conforme van añejándose esos
aguardientes, van perdiendo en- graduación,
hasta quedar por bajo del límite exigido por
el comercio; ese límite se fija generalmente
en el de 48° del alcohómetro de Gay-Lussac;
grado llamado comercial cuando se trata de
aguardientes añejos, y especialmente define
champagne.
La delicadeza y el poder del aroma del
aguardiente de coñac por una parte; su facilidad
de asimilación en las mezclas con los
alcoholes comunes por otra, constituyen el
secreto del inmenso éxito de ese aguardiente,
de sus elevados precios y de la solicitud de los
negociantes en adquirirle. De ahí proceden
también los graves peligros que amenazan á
esa industria. Precisamente las mezclas del
coñac con otros aguardientes de un precio
menor de 40 ó 50 por 100 tienen casi el mismo
sabor que el coñac puro, no siendo ciertamente
esa la más censurable de las manipulaciones.
Muchas circunstancias favorecen esos
fraudes. Si se adquieren los aguardientes de
coñac á poco de haber sido fabricados, y se
ejecutan las mezclas con prudencia y habilidad,
es muy difícil distinguir el fraude; solamente
dejando transcurrir mucho tiempo se
podrá notar que los verdaderos aguardientes
de coñac adquieren un perfume muy pronunciado
y exquisito, y que las mezclas no
satisfacen á los paladares de gentes conocedoras,
dado que no se hallen estragados por
haber catado muchos aguardientes en poco
tiempo.
Imitación del coñac.—Indudablemente este
aguardiente es uno de los que más difícilmente
se prestan á la imitación. Entre las diferentes
preparaciones que se han ensayado para
obtener una imitación aceptable, la que más
éxito ha obtenido ha sido la siguiente:
Alcohol á 85° de buen gusto 54 litros.
Ron de buena calidad 2 —
Jarabe de uva 3 —
Infusión de nueces tiernas (1) 2 —
(1) Esta infusión se prepara con un kilogramo de
nueces verdes muy tiernas y un litro de alcohol
de 58°. Machacadas las nueces y expuestas al aire
por veinticuatro horas para que se ennegrezcan, se
ponen en una botella ó frasco con el alcohol indicado,
dejando la mezcla en reposo por espacio de tres

COG — 197 — COH
Infusión de ciscaras de almendras amargas
(1) 2 litros.
Catecù pulverizado 15 gramos.
Bálsamo de Tolú 6 —
Agua pura 27 litros.
Se disolverán juntos el catecú y el bálsamo
de Tolú en un litro de alcohol á 85°, y se
echará la solución así obtenida en los 53 litros
de alcohol antes de adicionar el agua. Efectuada
después la mezcla de todos los ingredientes,
se agitará violentamente la masa líquida
con un listón ó palo, y se la dará color
disolviendo caramelo de primera calidad.
La influencia del caramelo y del agua es
importante siempre que se trata de preparaciones
con aguardiente; de ahí la necesidad de
poner especial cuidado en la elección de esos
ingredientes y de preferir siempre el agua de
lluvia. El jarabe de uvas, la mezcla ó la raíz
de regaliz tiene por objeto principal suavizar
el aguardiente y comunicarle pastosidad; el
ron, la infusión de cascaras de almendras
amargas, el te, el catecú y el bálsamo de Tolú
dan bouquet, finura y aroma á la preparación.
La infusión de corteza de nuez la comunica
gusto á rancio ó licor añejo.
Otra imitación del coñac.—Un gran establecimiento
extranjero de aguardientes puso hace
algunos años en boga esta receta:
Ron de buena calidad '.. 2 litros.
Kaíz de regaliz 500 gramos.
Manzanilla romana 125 —
Vainilla de Méjico 10 —
Azúcar de caña de la Habana 1.000 —
Alcohol á 85° centesimales de buen
gusto 68 litros.
Agua de lluvia conservada 30 —
Con los precedentes ingredientes se obtendrán
100 litros de coñac á 58°. Para hacer la
preparación se majará en un mortero la raíz
de regaliz, se pondrá á cocer con parte del
meses antes de emplearla. Con el tiempo va mejo-'
rando.
Las nueces se recogen muy verdes, prefiriendo las
que se dejan atravesar sin gran esfuerzo por un
alfiler, porque su sabor es más delicado que el de la
•nuez formada; no obstante, pueden emplearse estas
últimas á falta de las otras.
. (1) Para esta infusión se toma un kilogramo de
cascaras de almendras amargasy 2litros de alcohol
de 85°. Se machacan y tuestan las cascaras á un fuego
moderado, en un cilindro de plancha de hierro
parecido al que se emplea para tostar el café, prolongando
la acción del calórico hasta que la masa
presenta un color obscuro, sin haberse empero carbonizado.
Así que están tostadas, se echan calientes á
una vasija que contiene el alcohol, tapándola cuidadosamente
á fin de impedir la evaporación, y se dejan
en maceración por espacio de un mes, durante el
cual se agita la materia de vez en cuando. Después
se cuela con expresión ellicor, y al cabo de cierto
tiempo de reposo se decanta y se conserva en frascos
herméticamente cerrados. Lo mismo que la infusión
de nueces, se mejora con el tiempo.
agua destinada á la imitación, se harán en
caliente y separadamente las infusiones de
manzanilla y vainilla, ambas en vasijas que se
tendrán bien tapadas, y una vez enfriadas se
pasarán las infusiones por un tamiz ó un lienzo,
con objeto de reunirías al alcohol y al
complemento del agua, en la que previamente
se habrá disuelto el azúcar terciada.
Aun cuando no creemos que sea tan recomendable
como las dos fórmulas precedentes,
muchas fábricas de licores han adoptado la
siguiente: Pónense en infusión 15 gramos de
culantrillo en 2 litros de agua; se cuela por
manga el líquido; se agregan 250 gramos de
azúcar morena; se vierte en la infusión alcohol
de 85° hasta obtener un aguardiente que pase
de 53°, es decir, poco más de 20 litros de líquido,
y en éste se echará un puñado de virutas
de abeto y un poco de caramelo también
cuando el color del alcohol no sea suficiente.
En cuanto el aguardiente haya adquirido sabor
á resina, se distribuirá en botellas para
su conservación.
COGOLLO.—Cada uno de los renuevos
que arrojan los árboles.
C0G0MBR0 — (V. Cohombro.)
COGON.—Nombre que se da en las Islas
Filipinas al Sacckarum kcenigii, Retz., de la
familia de las Gramíneas. Tiene las hojas de
figura de espada, ásperas por arriba y por los
bordes, y casi lampiñas por debajo; pecíolos
envainadores, pelosos, especialmente en el
extremo. Flores todas hermafroditas, en panoja
apretada, redonda, larga, dispuestas
sobre una caña larga, cilindrica, que tiene
los nudos pelosos. Cada gluma contiene una
sola florecita, dotada de un pedunculillo que
sale inmediatamente del raquis. Fruto cariópside
larguita, solitaria.
Esta planta, extendida inmensamente pollas
islas, coge á veces espacios de muchos
kilómetros, con exclusión de otras plantas.
Se hace de la altura de un hombre, y los naturales
la emplean para cubrir los techos de
sus casas. Los animales la comen. En el verano
, cuando por la sequía se agosta la hierba,
los bueyes comen el cogon seco ahumado y
casi podrido, de doce ó más años, quitado de
los techos de las casas. La raíz es algo dulce,
y la mascan por golosina los muchachos.
El cogon se apodera muy pronto de los terrenos
de bosque que se arrasan por las talas
y los cainges ó fuegos rastreros.
COGUCHO.— Azúcar de inferior calidad
que se saca de los ingenios.
COGUJADA.—Especie de alondra, de su
mismo color, algo mayor que el gorrión, y
con un moño ó penacho en la cabeza; anda
por los caminos inmediatos á las poblaciones,
y anida comúnmente en los sembrados. (Véase
Alondra.)
COHECHA.—Acción y efecto de cohechar.
COHECHAR—Alzar el barbecho ó dar á
la tierra la última vuelta antes de sembrarla.
COHOBAR .(Química).—Destilar repetidas
veces una misma substancia.

COH — 198 — COJ
COHOMBRILLO AMARGO, PEPINO
DEL DIABLO ó DE LAGARTO (Echallium
agreste, K.; JMomordica elaterium, L.;
Elaterium cordifolium, Mceneh.).—Planta de
la familia de las Cucurbitáceas, de 2 á 6 decímetros
de altura (figura 94); raíz larga, gruesa,
blanquecina; tallos gruesos, encorvados,
rastreros, ramosos, cubiertos de pelos rígidos;
hojas muy pecioladás, alternas, sin zarcillos,
triangulares en su contorno, profundamente
escotadas en la base, obtusas, dentadas
irregularmente ó sinuosas, lobuladas, verdes,
erizadas, tuberculosas por encima, blancas algodonosas
por debajo. Flores monoicas, bas-
Figura Sí.— Cohombrillo amargo
tante pequeñas, de color amarillo pálido; los
dos sexos nacen con frecuencia en la axila de
la hoja; cáliz- ligeramente campanulado, con
cinco divisiones lineares, lanceoladas; corola
inserta sobre el cáliz y más larga que él, con
cinco segmentos largos, aguzados, pubescentes;
cinco estambres soldados dos á dos, el
quinto libre. Ovario de tres celdas multiovulado;
estilo trífido; estigma bífido. Fruto inclinado,
ovoideo, de color verde amarillento
cuando está maduro, pubescente, erizado de
tubérculos, que se desprende del pedúnculo
en la madurez, ya espontáneamente, ya al menor
contacto, y que lanza hacia fuera, por una
abertura de la base, las semillas y la pulpa mucilaginosa
que contiene. Es común en varias
regiones de España, donde se encuentra en
lugares incultos ó entre los escombros. Los
rizomas, así como los frutos de esta planta,
son purgantes drásticos. Se aplicaba en otro
tiempo la cataplasma de la raíz sobre los tumores
gotosos.
COHOMBRO COMÚN.—(V. Pepino.)
COHOMBRO DE LAS ANTILLAS.—
(V. Anguria.)
COIQUE.-(V. Fagus.)
COITO (Enfermedad del) (Veterinaria
).—Llamada también enfermedad venérea
del caballo, sífilis equina, parálisis epizoótica,
etc., la enfermedad del coito es una afección
esencialmente contagiosa, observada en
los reproductores de la especie caballar y algunas
veces en los déla asnal, caracterizada por
una serie de accidentes graves, comunicándose
por el acto de la generación. (V. Sífilis.)
COJERA, CLAUDICACIÓN—Irregularidad
en la marcha, causada por movimieutos
instintivos con que el animal procura evitar
ó disminuir el dolor que experimenta al
apoyar la extremidad en el terreno, y determinada
igualmente por la desigualdad ó impotencia
de acción de uno ó de varios miembros
locomotores. JSTO es una enfermedad, sino
un síntoma común á muchas afecciones de los
remos; entre las causas más comunes se cuentan
las lesiones que impiden el juego de las
articulaciones, como la anquilosis, las torceduras,
las luxaciones, etc.; otras veces consiste
en la alteración de la longitud de los
miembros, en la desviación, etc.; las heridas,
las úlceras, las contusiones, la atrofia ó parálisis
del miembro, y por último, puede ser
ocasionada por cierta clase de dolores_, al parecer
reumáticos.
El problema del diagnóstico de las cojeras
puede formularse así: Dado un caballo cojo,
reconocer: 1.°, el miembro de que cojea; 2.°, el
sitio de donde procede la cojera; 3.°, la naturaleza
de la cojera.
1.° Para determinar el miembro cojo se
examinará primero el caballo en reposo, luego
durante el ejercicio, y por líltimo después
de éste. Generalmente el miembro cojo está
durante el reposo en una posición que le libra
del sostenimiento del peso casi en proporción
á la intensidad del mal; si es un miembro
anterior, se adelanta fuera de la línea de
aplomo, ya extendido, ya en semiflexión por
el menudillo ó la rodilla; otras veces descansa
sobre el suelo por la cara anterior de la tapa.
Si el animal cojea de un miembro posterior, ó
bien lo mantiene en semiflexión, descansando
sobre el suelo por la punta de la lumbre, ó le
conserva levantado y separado del suelo, ó le
deja caer completamente, apoyándose sobre
la cara anterior de la cuartilla y menudillo.
Cuando las causas susceptibles de determinar
la cojera no dan lugar á manifestaciones
muy marcadas en el animal en reposo, es
preciso hacerle marchar al paso para reconocer
el miembro cojo; pero si la claudicación
es poco acentuada, se deberá hacerle trotar
en línea recta, con preferencia en un terreno
duro, fijando la atención alternativamente sobre
los miembros del bípedo anterior, posterior
ó lateral. A veces hay que obligar al caballo
á dar vueltas, ó á marchar sobre uno ú
otro costado; otras conviene hacerle marchar
sobre un plano inclinado; el peso del cuerpo,
cargando sobre la parte anterior en la bajada,
suele hacer la cojera más aparente.

COJ — 199 — COK
La natural tendencia del animal á aliviar
el miembro cojo es 16 que indica el lado de la
cojera; en la marcha procura cargar lo menos
posible el peso del cuerpo sobre el miembro
que sufre. Este miembro es el que se levanta
con más rapidez y el que menos tiempo resiste
el apoyo. Por el contrario, el miembro
correspondiente al que está enfermo auxilia
cuanto puede á su congénere en lo que se refiere
á la duración del apoyo y sostenimiento
del peso. Si el mal es leve y existe en un
miembro anterior, la cabeza se levanta en el
momento de hacer el apoyo, y.la carga se prolonga
sobre el bípedo diagonal opuesto; pero
si el dolor es vivo el animal conserva el pie
levantado y procura cargar el peso sobre los
miembros posteriores, alzándose y saltando sobre
el pie anterior sano. Si es en uno de los
miembros posteriores donde el dolor existe,
baja la cabeza en el momento en que este
miembro hace su apoyo, para que el cuerpo
pese lo más posible sobre la parte anterior,
mientras que el otro miembro precipita su
movimiento de avance para prolongar su apoyo;
al apoyar el pie enfermo la grupa se eleva,
así como desciende cuando el apoyo se
hace sobre el miembro sano, mientras que si
la claudicación es anterior, la grupa desciende
al apoyar el miembro enfermo. De este
modo es como se conoce si la cojera tiene
asiento en un miembro anterior ó posterior,
y si depende del lado izquierdo ó del derecho.
Las observaciones de la cabeza ó de la grupa
durante la marcha son muy importantes para
la observación.
2.° El sitio de donde proceda la cojera puede
reconocerse, bien por señales locales, como
deformaciones de las partes, su sensibilidad á
la presión ó bajo la iufluencia de movimientos
determinados, ó por el modo cómo funciona
el miembro cojo, y á las actitudes que
toma. En el casco es principalmente donde hay
que buscar el asiento de las cojeras, por lo
que será indispensable desherrar todo miembro
cojo y reconocer por medio de unas tenazas
especiales, siendo útil rebajar la palma en
toda su extensión hasta que ceda por todas
partes á la presión del pulgar, y se explorará
del modo conocido de todos los buenos profesores.
3.° La determinación de la naturaleza de
la cojera va tan unida al conocimiento de su
asiento, que una vez adquirido éste, la noción
de la naturaleza del mal se deduce por sí sola.
En cuanto al tratamiento de las cojeras,
considerado de una manera general, la sola
prescripción que puede formularse es que
conviene atender á la causa respectiva de cada
una, y de atacar ó anular, ó por lo menos, paliar
los efectos por los medios más apropiados.
No pudiendo, por consiguiente, indicar un
tratamiento general, debemos remitir á los
lectores á los artículos especiales.
Jurisprudencia.—Son muchas las cuestiones
á que dan lugar las cojeras del caballo y sus
especies entre compradores y vendedores. En
general puede darse por sentado que toda
cojera permanente, y por lo tanto perceptible
en el momento del contrato, no puede incluirse
entre los vicios redhibitorios; pero deben
considerarse como tales las cojeras antiguas
intermitentes, importando poco la causa de
que procedan. Existen las condiciones de redhibición
cuando son las cojeras intermitentes
y no son determinadas por un mal reciente,
como una herida de los tejidos sub-córneos,
una inflamación aguda de ias glándulas sinoviales,
articulares ó tendinosas.
Las cojeras intermitentes presentan dos
tipos: la llamada cojera en caliente, que no
es aparente al salir el caballo de la cuadra y
cuando comienza á marchar, y aparece después
de un ejercicio más ó menos sostenido,
y la cojera enfrío, que sólo se presenta después
del reposo del animal, desapareciendo
al cabo de algún tiempo de ejercicio, á medida
que se calienta, como se dice vulgarmente.
Como tanto la cojera en frío como en caliente
pueden ser inapreciables en el acto de la venta,
y además se prestan á multitud de medios
engañosos para disimularlas, se consideran
como vicios redhibitorios, teniendo nueve días
de duración la garantía.
COJOBA.—(V. Caobo.)
COK.—Producto de la carbonización de la
hulla ó carbón de piedra; de modo que el cok
es respecto de la hulla lo que el carbón ordinario
es respecto de la leña. La palabra cok
deriva de la inglesa coke, la cual antiguamente
se escribía coali, sin que á punto fijo pueda
saberse la etimología de dicha palabra.
Su uso en metalurgia se remonta á la primera
mitad del siglo xvu. Se obtiene el cok
de dos maneras:
1." En pilas ó montones de planta circular.
2.° En hornos de formas distintas.
En ambos casos el producto principal es
el cok, dejando perder los varios productos
gaseosos y líquidos de fácil condensación que
toman origen en el acto de la descomposición
ígnea de las hullas; pero hay un tercer método
de descomposición de la hulla en retortas
ó vasos cerrados, que es el que tiene lugar
en las fábricas de gas del alumbrado, por
medio del cual, aprovechándose como producto
principal el gas, quedan como productos
secundarios las breas ó alquitranes, y el
cok como residuo fijo dentro de la retorta.
Como el objeto de la fabricación del cok es
convertir la hulla en un combustible sólido
de mayor potencia calorífica, que arda sin
experimentar fusión ni abofeliarse, y sin dar
el olor sofocante que da la hulla, cualquiera
que sea la procedencia del cok, podrá tener
alguna aplicación, por más que varíe su calidad,
según la naturaleza de la hulla de que
proceda, y según el método de obtención.
La índole de este DICCIONARIO nos releva
del trabajo de detallar los diferentes procedimientos
de obtención del cok. Cualquiera que
sea el uso á que lo destine el agricultor, lo

COK — 200 — COL
encuentra en el comercio, ya procedente de
la fabricación directa en las mismas minas de
hulla, ya procedente de las fábricas de gas.
Dícese de un modo demasiado absoluto en
muchos libros que el cok procedente de las
fábricas de gas es muy inferior al cok procedente
de la fabricación directa. Es verdad
que el cok procedente de fabricación directa,
en'que se trabaja con grandes masas, en que
se sujetan éstas á una elevada temperatura y
en que la acción del calor es muy prolongada,
tiene una densidad aparente mucho mayor
que el cok procedente de las fábricas de gas,
que tanto por razón de la calidad de las hullas
que en éstas se emplean, como por las cargas
relativamente menores con que se opera, dan
un cok abofellado y de más fácil combustión;
pero esto, que podrá ser un grave defecto para
la metalurgia, no es grave inconveniente para
el consumo de cok en las locomóviles, que es
el uso que de este combustible puede hacer la'
agricultura, y es hasta una ventaja para usarlo
en ciertas hornillas, caloríferos y cocinas
económicas.
La composición del cok es variable, como
lo es la de las hullas de que procede, variando
además, según otros, varias circunstancias.
Las materias terreas que acompañan á las
hullas en cantidad variable influyen en la potencia
calorífica del cok, formando las cenizas
de éste. Pocas veces se encuentra cok que
deje después de su combustión menos de 3
por 100 de su peso de cenizas, de aspecto
terreo más ó menos fundido y escoriáceo; sin
embargo, aun cuando la cantidad de cenizas
llegue á 6 por 100, pueden usarse perfectamente
para las locomóviles, y con más ó menos
dificultad hasta 10 ó 12 por 100, pasado
cuyo límite tan sólo pueden usarse como combustibles
en los caloríferos y cocinas económicas.
Como todas las hullas contienen mayor ó
menor cantidad de piritas de hierro, ó sea
bisulfuro de hierro, esta materia á la acción
del calor en el acto de transformarse la hulla
en cok experimenta una descomposición parcial,
perdiendo tan sólo la mitad del azufre.
El monosulfuro de hierro queda en el cok, y
én el momento de la combustión de éste produce
un desprendimiento de gas ácido sulfuroso
que no deja de notarse nunca en el cok
que se encuentra en el comercio.
Contiene además el cok, como el carbón
vegetal, gases que absorbe y retiene, y cierta
cantidad de agua, sea que la haya absorbido
de la atmósfera, en cuyo caso es agua higroscópica,
sea que retenga interpuesta parte del
agua que haya servido para apagarlo, en cuyo
caso es agua de interposición.
La composición media de un cok ordinario,
aceptable para las locomóviles y para todas
las necesidades domésticas, puede formularse
de la manera siguiente:
Carbono 85 á; 92 por 100.
Cenizas..-. S¿"6";—
Agua 5 á 10 —
El aspecto del cok es también muy variable.
Unas veces es brillante, color gris claro metálico,
de grano fino y compacto, con puntos
que presentan indicios de una fusión superficial
, y con tendencia á romperse en trozos
prismáticos, lo cual suele observarse en el
cok obtenido por procedimientos directos, y
otras veces se presenta negro mate, más ó menos
abofellado, y formando masas mamelonares
más ligeras que el primero, como sucede con
el cok procedente de las fábricas de gas en
que se emplean hullas grasas.
Un metro cúbico de cok metalúrgico pesa
de 400 á 500. kilogramos. El que proviene de
las fábricas de gas pesa tan sólo de 300 á 350.
Como se comprende, este peso aumenta cuanto
más menudo es el cok que sé mide, acercándose
más y más á su peso específico absoluto
teórico, que es 1,40.
Puede admitirse como término medio para
la potencia calorífica del cok 7.100 para el
cok metalúrgico y 6.900 para el procedente
de las fábricas de gas. El volumen de aire
necesario teóricamente para la combustión
de un kilogramo de cok es de unos 8 metros
cúbicos en el primer caso y de 7,812 en el
segundo. Cantidades que en la práctica hay
que duplicarlas para todo combustible, puesto
que sólo se aprovecha la mitad del oxígeno
que penetra en una rejilla, mayormente tratándose
del cok que por causa de su densidad
y de la falta de gases no arde sino apilado en
grandes masas y bajo la acción de una corriente
de aire muy enérgica, necesitando
además de un calor intenso para que prenda
en él la combustión. De aquí es que los caloríferos
y toda clase de hogares donde se ha
de quemar cok han de tener formas y condiciones
especiales, apropiadas á los caracteres
del mismo.
Un kilogramo de cok, ardiendo en buenas
condiciones, puede teóricamente reducir á
vapor 12,600 kilogramos de agua. En la práctica
no se puede, sin embargo, vaporizar más
de 7 á 8 kilogramos.
Además de usarse como combustible, puede
el cok emplearse en ciertas construcciones
para formar lechos que separen el enladrillado
de los pisos bajos de los suelos húmedos y
malsanos, y también como materia carbonosa,
y por consiguiente mal conductora del calor,
se emplea para aislar cualquiera local que
deba privarse de las variaciones de temperatura
ó de la acción de agentes exteriores,
rellenando con dicha materia quebrantada un
doble suelo, un doble techo ó una doble pared.
Así que, lo mismo puede usarse en este
sentido para conservar el hielo que se deposita
en las neveras, como para preservar las
habitaciones de los grandes descensos de temperatura.
E,. Manjarrés.
COL.—Comprendemos bajo el nombre genérico
de col todas las berzas que repollan ó
-forman cabeza ó pella, bien sean de hojas lisas
ó rizadas.

COL — 202 — COL
en Abril y Mayo. Es planta muy vigorosa,
que arraig a mucho y resiste bastante el calor.
Su repollo se aprieta mucho, siendo
verde claro el color de sus hojas exteriores,
y blanco interiormente; llega á
pesar en Deusto de 4 á 5 kilogramos.
Es tierno y de sabor regular, y resiste
mucho subir á flor ó espigar.
En la provincia de Soria se le cultiva
con el nombre de col de grumo.
Col tardía de España ó flamenca.—
Bajo el primer nombre cultiva también
en la ribera de Deusto el señor
tJrruchurtu el excelente repollo que
representa la figura 98, completamente
análogo al llamado flamenco. Se
siembra por Mayo y Junio, y se recolecta
de Enero á Abril, alcanzando un
peso de 6 á 12 kilogramos cuando se
abona mucho la tierra y se planta de
asiento á un metro de distancia en todos
sentidos. Es planta que casi no presenta pie,
Figura 97.—Col repollo de Navarra ó de Castilla
y resiste mucho el frío, á pesar de su es-
vos repollos i que, aunque de menor volumen
que el central, se utilizan hasta muy entrada
Figuia 98.—Col tardía de España ó flamenca
I la primavera. A veces es tau considerable su
I porte, que abraza el espacio de un metro. Se
siembra en semilleros fríos por Septiembre,
y se transplanta de asiento en Octubre, á
los quince ó veinte días de sembrada, para
empezar la recolección en Diciembre ó Enero
en la región central de España, y continuarlo
hasta que arrecian los calores de primavera.
Resiste mucho el frío, y apetece
abundancia de abono y mediano riego.
Entre las coles extranjeras de hoja lisa que
repollan, se recomiendan por su bondad las
siguientes:
Col de York pequeña.—Muy temprana, de
buen repollo y de excelente calidad,.que se
aproxima en gusto á la coliflor. Se siembra en
Agosto.
Col de York gruesa.—Muy temprana también
, bastante productiva y de buena calidad.
Su repollo, aunque prolongado como el de la
variedad pequeña, es más grueso, midiendo
vez y media su diámetro de altura; su pie es
corto. (Véase la figura 100.) _
Col temprana de Erfurt.—La figura 101
casa raíz. Sus hojas exteriores ofrecen color
verde claro, y blanco el interior de las de
la cabeza ó pella, que es muy chata, apretada
y de buen gusto; la flor es amarilla.
Col de la alta montaña de Cataluña, ó
de Dax.—En la alta montaña de Cataluña
y en el Mediodía de Francia se cultiva
la variedad (figura 99) que los franceses
denominan de Dax. Su pella es muy gruesa
y redonda, de buena calidad y muy
apreciada en el Mediodía por resistir mucho
el calor. Se siembra en Septiembre y
en Abril, y es variedad semitardía y de
repollo muy poco desarrollado, con relación
á la amplitud de sus hojas.
Col de Villavendimio.—Sus hojas alcanzan
un desarrollo enorme, al que no corresponde
la magnitud del repollo; pero
en cambio son tan tiernas y sabrosas las
primeras, que por sí solas podrían constituir
el único disfrute. Rindiéndose á SU Figura 99.-Col de Dax ó de la alta montaña de Cataluña
peso, se doblan en todos sentidos, y después I representa la variedad pequeña temprana de
de cortadas brotan otras de sus axilas y nue- I Erfurt, que está en disposición de consu-

COL —: 203 — COL
mirse algunos días antes que la de York.
Prospera en todos los climas, sin exceptuar
Figura 100.— Gol de York gruesa
la región del olivo. Es la primera berza
en estimación.
Col pan de azúcar.—Repollo muy largo,
en forma de pan de azúcar invertido, regularmente
oblongo y dos veces más alto
que ancho, pareciéndose mucho á un cogollo
de lechuga romana. Su pie es relativamente
corto. Se siembra en el otoño,
como las dos variedades anteriores, y
también en primavera, siendo muy lento
en subir á flor.
Col corazón de buey pequeña.—Es más
exquisita, si cabe, que la gruesa, y muy
parecida á la col de ovillo, de Cataluña.
Col corazón de buey gruesa.—Es la reina
de las berzas tardías, no sólo por su
volumen, sino por su calidad. Algo parecida
á la gruesa de York en la forma, y
mucho en su calidad, ofrece, como se ad
vierte en la figura 102, un repollo punti
agudo, de 18 á 36 centímetros de altura,
espiral, color verde claro en sus hojas exteriores,
blanco interiormente, tierno y
bueno, que suele pesar de 3 á 4 kilogramos.
Se siembra, como la pequeña, por
Agosto y Septiembre, y se recolecta en
Mayo y Junio; muy tardía en subir á flor.
Col muy temprana d'Etampes.—Es de
un tamaño intermedio entre la corazón de
buey pequeña y la gruesa, y la más temprana
de todas las coles que repollan. Por
la mayor parte de sus caracteres se aproxima
á la variedad corazón de buey pequeña.
También pertenecen á la variedad
corazón de buey la prefin de Boulagne, la
temprana de Louoiers y la prompt de Saint-
Malo.
Col bocalán temprana.—-Repollo oblongo,
cónico, grueso y bastante apretado,
que se parece al de corazón de buey, pero
más alto y menos temprano. Conviene particularmente
para los climas marítimos
apacibles del Oeste de Francia.
Col bocalán gruesa.—El repollo es más voluminoso
que el de la bocalán temprana, y
más apretado y puntiagudo.
Col bocalán tardía.—Es uno de los repollos
que responden bien en Vizcaya, donde se
siembra por Agosto y Septiembre, para reco-
Figura 101.—Col temprana de Erfurt
lectarle en Mayo y alguuas veces en Abril.
Sus hojas exteriores son de color verde claro
y blancas las del interior del repollo, aunque
no tanto como las del de corazón de buey
Figura 102.—Col corazón de buey gruesa
grande; pero el repollo es más ancho y apretado,
llegando á pesar de 3 á 4 kilogramos. Su
Figura 103—Col bocalán tardía
flor es blanca, y el tallo, que alcanza de 5 á 7
centímetros de longitud, arroja mucha raíz.

COL — 204 — COL
Se planta á 45 centímetros en todos sentidos.
Es tierno y bueno para comer, y tarda bastante
en subir á flor. (Véase la figura 103.)
Col Joanet, tardía de los franceses, ó ¡arderá
de Vizcaya.—La figura 104, dibujada en
la huerta del Sr. Urruchurtu, en Deusto, es
muy gruesa y de color verde obscuro; su repollo
, que llega á pesar de 4 á 5 kilogramos, es
blanco, aplastado y apretado; flor amarilla, y
pie bastante largo. Se siembra en Junio, y se
transplanta de asiento á mediados de Julio y
Agosto, á distancia de 70 centímetros en to-
Figura 104.—Gol Joanet ó tardera de Vizcaya
dos sentidos. Siente mucho el frío y las lluvias
prolongadas, por lo que se prefiere sembrarla
en primavera más bien que en otoño.
Col Joanet ó Nantesa temprana.— Excelente
variedad, de pella aplastada también,
Figura 105.—Col Joanet ó Nantesa temprana
(figura 105), y tau temprana como la de
York, que prospera en todos los climas, aun
en los meridionales. Corresponde por su porte
á las variedades medianas, y ha sido introducida
recientemente en el comercio porM. Vilmorin.
Col de Saint-Denis.—Con el mismo nombre
cultiva el Sr. Urruchurtu en la ribera de Deusto
la preciosa variedad que representa la
figura 106. Aunque se siembra esta variedad
en Francia por el mes de Agosto y en Mayo
para obtener repollos de invierno, se hace en
Vizcaya por el mes de Marzo y se transplanta
en Mayo, para recolectarla de Agosto á Octubre.
Se tran spone á la distancia de 70 centímetros
en t odos sentidos.
Col holandesa tardía.—Hace mucho tiempo
que se cultiva en las inmediaciones de Bilbao
esta rica col, renovando la semilla todos los
años con otra que se trae de Holanda, porque
degenera. Se aproxima mucho por su forma á
la de Saint-Denis, y su hoja es lisa, color verde
sombra, con muchas venas blancas; su repollo
redondo, blanco y bastante grande, pues
llega á pesar en Deusto de 7 á 12 kilogramos-
Figura 10b\—Col de Saint-Denis
su tallo floral alcanza la altura de 84 centímetros;
su pie ó troncho es sumamente corto y
con muy poca raíz. Se siembra en Agosto y
Septiembre, y se transplanta de Noviembre
á Marzo, para comer su repollo de Mayo á
Agosto. Las siembras efectuadas de Mayo á
Junio en Deusto han dado muy mal resultado,
porque no han resistido el frío del invierno.
Es una excelente variedad para disfrutarla'en
verano en los climas del Norte.
Col de Holanda de pie corlo.—Se aproxima
Figura 107.— Col de Holanda de pie corto
mucho por su forma á la col de Saint-Denis,
diferenciándose en que es menos robusta, y
de un verde más débil y sombrío. Sazona muy
pronto, y su tallo es bastante corto. Este repollo
, que representamos en la figura 107, es
muy estimado en los climas del Norte, especialmente
en Bélgica.
Col quintal.—Es una de las más antiguas
y mejores de última estación. Repollo ancho,
muy aplastado, grueso y apretado; hojas color
verde pálido, que tira á ceniza, con numerosos
nervios blancos y bordes recortados
ó dentados. Es tardía, muy rústica y productiva,
y una de las que se emplean con preferencia
para preparar la choucronte. Aunque
llamada de quintal, nunca alcanza este peso.
Col puntiaguda de Winniastaldt.—Pertenece
á las variedades tempranas, y á la vez á las

COL — ¿05 — COL
blancas finas. Es el eslabón que enlaza las
variedades finas y tempranas con las gruesas
y tardías. Constituye un repollo muy lleno y
apretado, casi esférico, aunque termina en
punta aguda en la parte superior. Da un peso
considerable, con un volumen regular. Es variedad
medianamente temprana, de considerable
rendimiento y muy recomendada para
el gran cultivo en el campo.
Col cónica de Pomerania.—De pie alto, robusta
y generalmente llena por encima del
repollo; numerosas hojas exteriores, anchas y
de un verde limpio. Repollo en cono bastante
prolongado, muy lleno y apretado, blanquísimo
en el interior y terminando en punta
por una hoja rollada á manera de bocina. Es
variedad muy tardía que prospera mejor sembrada
en primavera que en otoño, y que se
conserva bien mucha parte del invierno.
Col roja pequeña de Utrech.—Pella pequeña,
muy dura y de notable calidad. Es col que
se suele emplear para ensaladas, sembrándola
en Agosto.
Col roja gruesa.— Pie bastante alto; hojas
exteriores muy anchas y prolongadamente
onduladas sobre los bordes, con color rojo
violáceo, algunas veces un poco mezclado de
verde; repollo bastante grueso, redondeado,
ligeramente deprimido, que aparece al exterior
con menos intensidad de color que otras
dos variedades rojas, la roja obscura temprana
de Erfurl y la roja pequeña de Utrech. Sirve
para los mismos usos que las demás coles,
pero puede emplearse cruda en ensalada. Se
siembra eu Agosto para obtener repollo temprano,
y en primavera para coles de invierno.
Col jaspeada de Borgoña.—Pie bastante
alto; hojas numerosas, lisas, redondeadas y
finamente onduladas en sus bordes, de color
verde pálido y gris, y marcadas sus pencas
con nervios rojos. Repollo pequeño, muy apretado,
aplastado por arriba, compuesto de hojas
un poco cortas, que con frecuencia no le
cubren completamente, marcando una especie
de hoyo en el ceutro. Además del repollo
principal, se desarrollan también comúnmente
en el sobaco de las primeras hojas grandes
otros más pequeños, muy apretados y duros,
y del tamaño de un huevo. Cuando se corta
el repollo por su interior presenta el aspecto
jaspeado que le caracteriza. Es muy rústico,
y está muy generalizado su cultivo en Francia
y Suiza, y no falta en el mercado de
Madrid.
En los Estados Unidos de América se cultivan
muchas variedades inglesas, francesas y
alemanas, y alguuas castas del país, entre las
que cita M. Vilmorin, como más comunes,
las siguientes:
Bloomsdale early drumhead cabbage.—Repollo
de estación media, grueso y muy aplastado,
que se aproxima á la col de Brunswick
ordinaria.
Bloomsdale early market cabbage.— De repollo
cónico y de aspecto intermediario entre
la bocalán temprana y la Winnigstaldt; su
color es verde pálido, y se considera semitemprana.
Las Marblehead Mammoth cabbage; Silverleaf
drumbead, O; Bergen, C., son variedades
muy voluminosas y tardías, que se aproximan
mucho á la col quintal.
Ch. Wakefteld (Jersey Wakefield cabbage
}, que se parece algo á la col de Battersea
inglesa, pero cuyos caracteres no son muy
constantes, es, sin embargo, una buena variedad,
productiva y temprana, y de las
más cultivadas para la concurrencia al mercado.
CULTIVO.—Las coles gruesas de hojas lisas
que repollan, cuyo número es muy considerable
, se siembran frecuentemente por primavera,
desde Marzo hasta Junio, según las variedades
y la época en que se han de gastar. La
plantación se hace en los cuadros ó bancales
de la huerta, sembrando en semilleros y
transponiendo los pies á su asiento lo antes
posible, en terreno bien trabajado y abundantemente
estercolado, y cuando el tallo ha alcanzado
el grueso de un cañón de pluma. Se deben
regar, primero para asegurar el que prendan
, y después para sustituir la considerable
cantidad de agua que pierden por evaporación
durante los días largos y calurosos del verano.
Las coles que se recolectan en otoño no
exigen ningunos cuidados especiales; las que
se guardan para invierno no se pueden dejar
en su asiento sino en los climas templados., y
cuando se cultivan en situaciones sanas y abrigadas,
tan generales en España; en el caso de
climas exageradamente fríos, hay que arrancar
las coles, desembarazarlas de las hojas que
empiezan á podrirse, así como de la mayor
parte de las que rodean la pella, sin formar
parte de la misma. Hecho esto, se replantan
medio tendidas, en líneas muy próximas, con
la parte superior de la pella vuelta de preferencia
hacia el Norte. En algunos países se
conservan las coles por un procedimiento muy
curioso, que parece da buenos resultados: se
forma una especie de muro con tierra, donde
se envuelven el tallo y las raíces, dejando
fuera ó sin cubrir la pella, que puede conservarse
de este modo hasta bien avanzado el
invierno.
COLES CON HOJAS RIZADAS QUE REPOLLAN, ó
COLES DE MILÁN. — Bajo el nombre de coles de
Milán y lombardas (Brassica olerácea capitata
rubra) se conocen todas las berzas repolladas,
cuyas hojas son arrugadas, rizadas y
desiguales.
En las inmediaciones de Madrid se cultiva
principalmente la lombarda morada, llamada
así por el color morado de sus hojas, que son
redondas y carnosas.
También se cultiva la lombarda blanca, de
hoja rizada, parecida al repollo en todos los
demás caracteres, perteneciendo á esta especie
aquellas variedades que los hortelanos llaman
coles de Milán, verdaderas lombardas de
hojas rizadas, tiernas y muy sensibles á los
hielos. Se diferencian de las demás coles en

COL — 206 — COL
el color blanco de su flor. (La figura 108 representa
una col de Milán.) .
Se cultiva igualmente en las inmediaciones
de Madrid la lombarda tardía, que es morada,
enana, de repollo redondo, pequeño y muy
apretado, que pasa el invierno sin abrirse y se
conserva hasta Marzo en años favorables.
Entre las mejores que ofrecen los catálogos
de la casa de M. Vilmorin Andrieux, de París,
descuellan:
La de TJlm, 6 pequeña temprana de Milán,
la mejor de estas coles , pequeña y temprana,
que se prefiere para los guisos de perdiz en la
cocina francesa. Forma un excelente repollo,
aunque pequeño, con hojas sin pencas, muy
Figura 108.-Gol de Milán
rizadas y de una suavidad sin rival. Se cultiva
sin 'inconveniente en todos los climas, sembrándola
en Abril y Maj'o, para coger sus
repollos' al empezar ia época de la caza.
Col de Milán, muy temprana de París.—Variedad
que se aproxima mucho á la pequeña
de Milán "temprana, aunque muy diferente.
Pella redonda, apretada, de color verde pronunciado,
rodeada de algunas hojas recortadas,
poco extensas, verde obscuras y lustrosas.
Esta col se distingue principalmente por ser
más temprana que la anterior, á la que se adelanta
ocho ó diez días, así como á todas las
de Milán.
Col Paucalier, pequeña temprana de Joulin.—Se
distingue por su pie corto, sus hojas
muy extensas, pues las exteriores tocan al
su eio. Es muy temprana, de mayor tamaño
qu e la de Ulm, y de excelente calidad, aunqu
e no tan fina.
Col de Milán corta, temprana.—Excelente
y de primera calidad. Pie muy corto; hojas
largas y anchas, que se extienden por el sue­
lo antes de formar la roseta. Se cultiva mucho
en las inmediaciones de París, sembrándola
todo el verano.
Col Milán Victoria.—Pie de mediana altura;
hojas muy abundantes; pella redonda,
apretada, bastante voluminosa. Excelente
y de buena calidad para conservarla durante
el invierno.
Col Milán de Ponloise.—Pie muy alto, como
se advierte en la figura 108; hojas abundantes;
pella redonda, que tarda en formarse,
pero que se llena y aprieta mucho y endurece.
Es una excelente variedad de invierno y muy
recomendable para los climas del Norte, Nordeste
y Oeste de España.
Col grande de Milán des
vertus.—La col por excelencia
para invierno, es gruesa, temprana
y de la mejor calidad. Se
cultiva en todos ios climas, hasta
en el Mediodía, procurando
sembrarla en semillero. (Véase
la figura 109.)
Col Milán de repollo largo.—
Conocida por los antiguos hortelanos
con el nombre de col rizada
de cabeza larga, y hoy con
el de rizada puntiaguda. Su repollo
es de forma de huevo. Es
excelente por su calidad, pero
sensible al hielo, por lo que
conviene sembrarla en primavera
más bien que en otoño.
Col Milán de hojas grandes.
La figura 109 representa una
col de esta variedad cultivada,
en las inmediaciones de Bilbao.
Sus hojas son grandes, muy
rizadas, y de color verdegay, y
su excelente repollo, tierno y
amarillo por dentro, como todos
los del grupo de ías coles de
Milán, pesa de 2 á 3 kilogramos.
Es planta que resiste mucho el calor bajo el
clima de Vizcaya.
Col de tres cabezas.—Bajo los nombres ¡de
col de Mayo y col de tres cabezas se cultiva
en Bélgica una variedad cuyas hojas repollan
más bien por torsión que por sobreponerse
las unas á las otras. Se siembra en Agosto, y
se planta antes ó durante el invierno, comenzando
á producir en el mes de Mayo.
Cuando se corta el repollo produce dos ó tres
pellitas secundarias en los sobacos de las hojas
inferiores.
CULTIVO.—Los semilleros de las coles que
repollan se principian en Marzo y continúan
sin interrupción en el resto del año, según los
climas y variedades, á fin de tener siempre
planta dispuesta para el transplante. Se cavarán
bien las eras en que se establezcan, desmenuzando
la tierra, ahuecándola y beneficiándola
abundantemente con estiércol recortado
y repodrido. Se distribuirán y arreglarán
las eras al uso del país, dándoles la extensión
y formas convenientes para la mayor facili-

COL — 207 — COL
dad de los riegos. Se esparcirá la semilla con
igualdad, recubriéndola con uua capa de mantillo
de 1 á 2 centímetros de espesor, ó mejor
con buena tierra de la superficie, con objeto
de evitar que se cebe el pulgón en las matitas
que nazcan. Igualada la superficie, si es que
se entierra la semilla con rastro ó un ramón,
en vez de la cubierta de mantillo ó tierra,
se regarán de pie las eras inmediatamente, ó
con regadera de lluvia donde no se disponga
de agua corriente.
En las inmediaciones de Bilbao establecen
los semilleros de coles en el verano, al amparo
de algún edificio ó muro.
El sistema de siembra varía en los semilleros,
pues ínterin en unos países es geueral
desparramar muy clara la semilla á voleo, se
prefiere en otros la siembra en líneas ó á surcos,
en que se hace la distribución con más
regularidad y se envuelve de un modo más
uniforme. Para que la superficie del semillero
no se reseque nunca, se procura regar frecuentemente
con regadera de lluvia; riegos
que contiuuaráu hasta que la planta adquiera
suficiente fuerza, y esté en disposición de ser
transpuesta de asiento ó á criadero. Al mes
de nacidas, se aclaran los semilleros, .arrancando
á mano las plantas sobrantes.
En los países fríos se harán las siembras de
berza temprana por Agosto, para que repollen
después de haber pasado el invierno y se
puedan consumir en el verano; pero en la región
central de España no deben hacerse las
Figura 109,—Col de Milán gruesa des vertus
siembras de repollo hasta Octubre ó Noviembre,
á fin de que puedan conservarse para el
transplarite por Febrero y Marzo, y se logre
planta sazonada muy temprano.
En las inmediaciones de Bilbao se disponen
generalmente los semilleros en albitanas de
manipostería, dando al respaldo la altura de
unos 80 centímetros, 35 á la pared delantera
y la correspondiente inclinación á las laterales
para cubrir con tablas los semilleros. En el
fondo del cajón que determinan las paredes de
la albitana, cuya anchura se aproxima á 80 ó 90
centímetros, se coloca uua cama de mantillo
de 25 centímetros de espesor, y encima una
tongada de buena tierra de 10 centímetros;
sobre ésta se hace la siembra, en surcos ó á
puño, cuidando de humedecer la superficie con
regadera de lluvia para que no forme costra
y puedan atravesarla con desembarazo las
plantas que van naciendo. Durante los hielos
y escarchas se cubreu por la tarde las albitanas
con las tablas de que hemos hecho mención,
destapándolas por el día.
Cuando se quiere anticipar las siembras, se
practican sobre una pila de estiércol, recubierta
con algunas carretillas de buena tierra
ó en camas calientes. Se sembrará muy claro
en surcos distantes entre sí 30 centímetros,
si no se dispone de criaderos para transponerlas.
Transplante de los repollos tempranos.—Se
siembran ordinariamente en los diez últimos
días del mes de Agosto ó en los diez primeros

COL 208 — COL
de Septiembre; se íes deja en el semillero hasta
Octubre, época en que es útil transponer las
plantitas á criadero para que se fortalezcan,
ó se las planta directamente de asiento en la
primavera. En las tierras sanas, calientes y
ligeras se puede plantar habitualmeute el repollo
desde fm de otoño; pero en los suelos
húmedos, ó en localidades expuestas á grandes
fríos, nieves ó excesivas lluvias, es mejor
esperar á que pase el invierno. Las coles de
York de primera estación se plantan en una
situación caliente y abrigada, á lo largo de
un muro, ó en una era alomada expuesta al
Mediodía. Es muy conveniente establecer
desde el mes de Febrero un semillero de
coles tempranas sobre cama, para reemplazar
por medio de las plantas obtenidas y fortalecidas
además por el transplante á criadero, los
pies que se hayan perdido por efecto dé las
intemperies, ó que monten á semilla prematuramente
por consecuencia del excesivo impulso
que se haya dado á la vegetación con
una temperatura muy suave.
Se siembran también los repollos tempranos
en primavera, desde Marzo hasta Mayo,
para transponerlos de asiento tan pronto como
estén bien desarrollados y la tierra los pueda
recibir. Este cultivo es el más sencillo y fácil,
pero menos practicado que el de las siembras
en otoño, especialmente cuando se destinan á
forzar ó á primores.
Transplante de los repollos grxiesostardíos.—
Estos se siembran en la primavera con más
frecuencia, ó de Marzo á junio, según las variedades
y las épocas en que se desea comerlos.
La siembra se hace en plena tierra; se
transponen lo más pronto posible á criadero, y
de asiento en terreno bien trabajado y abundantemente
abonado, cuando las plantitas han
alcanzado el grueso de un cañón de pluma.
No deben cesar los riegos, primero para asegurar
que prendan las plantas, y después para
hacer frente á la considerable evaporación
que se produce durante los largos y cálidos
días de verano.
Los repollos que se recolectan en otoño no
demandan ningún cuidado especial; los que se
han de reservar para el invierno no pueden
dejarse de asiento, á no encontrarse en un
clima apacible, ó en una situación muy sana
y abrigada; en el primer caso es preciso arrancarlos,
desembarazarlos de las hojas que comienzan
á podrirse y de la mayor parte de
las que rodean la pella, sin formar parte de
ella, después de lo cual se replantan en líneas
muy próximas, medio tendidos los repollos,
el pie enterrado y la cara superior de la pella
hacia el Norte. En algunos países se forma
una especie de muro en tierra, en la que se
introduce el tallo y la raíz, quedando la pella
á la parte de fuera; de este modo se conservan
hasta muy entrado el invierno.
RECOLECCIÓN DE LA SEMILLA.—Para obtener
buena semilla se replantan con cepellón en el
otoño los pies con pella y hojas, eligiendo las
plantas mejor conformadas y cuyas hojas es­
tén dispuestas en espiral regular en la pella y
muy apretadas. Cuando es rudo el invierno,
se les abriga, y á la primavera se cortan las
cabezas para favorecer el desarrollo de brotes
laterales. Sin embargo, nuestro entendido
horticultor Sr. Boutelou se pronunciaba resueltamente
contra la semilla de los brotes
laterales de los repollos cortados, prefiriendo
la que producía el tallo central del repollo,
cruzado con incisiones para facilitar su salida.
La distancia á que han de transponerse las
berzas para semilla ha de ser de 70 á 85 centímetros
unas de otras. También suelen dejarse
en el centro de las plantaciones de repollos
algunos pies sin transplantar, á fin de
que se perfeccione su semilla; pero ofrecen el
inconveniente de bastardearse y crecen varias
castas en el mismo cuadro por la facilidad
que muestran las berzas á hibridar. Se introducirá
el troncho en la tierra hasta muy cerca
de las hojas, cachando las pellas en forma de
cruz al disponerse á empujar la vegetación.
Cuando se advierte que están ya secas y sin
jugo las vainas, se recolectarán y extenderán
sobre un lienzo grueso, para que se curen
antes de que acudan á comérselas los pájaros,
que son muy aficionados á esta simiente. Conserva
cinco años su poder germinativo.
ENEMIGOS.—Los más temibles son el alacrán
de jardín, el pulgón, los caracoles y las babosas.
Se impiden los estragos de los caracoles
y babosas llenando de ceniza su baba ó
mucosidad, pues la ceniza forma una costra
que les impide caminar y hacer daño.
Debe destruirse pronto la oruga y piojuelo,
atacando desde un principio á los nidos. Ya
digimos en otro lugar de esta obra, al tratar
de la alcachofa, cómo se podía atacar el pulgón
por medio de líquidos insecticidas, empleando
el aparato de M. Pillon.
La oruga de la berza nace de los huevos
que ponen unas mariposas grandes sobre la
cara inferior de las hojas. Después de las tronadas,
caen atontadas en el suelo las orugas,
y en este estado se puede impedir que
suban de nuevo á las plantas, poniendo al pie
de cada una un cerco de ceniza finamente
cernida.
Conservación de los repollos.—Aunque por
regla general el clima de nuestra Península
y sus islas adyacentes hace innecesaria la
conservación de los repollos durante el invierno,
hay no obstante provincias en que
podría convenir preservarlos de los fríos demasiado
intensos. Además de los procedimientos
que hemos apuntado, lo más fácil es conservar
los repollos en cuevas ó sótanos. Una
cueva seca que pueda ventilarse cuando se
necesite es el mejor sitio para guardarlos durante
el invierno.
Preparación del sourkrout ó repollo fermentado.
— Los alemanes, dinamarqueses y
otros marinos del Norte preparan para sus
expediciones repollos y lombardas, que no
sólo constituyen un alimento substancioso,
sino que resulta muy útil para los tripulantes,

COL — 209 — COL
que por su medio se ven libres del escorbuto.
Para disponerlo se sirven de instrumentos
cortantes que abrevian la operación de partir
en rodajas horizontales las cabezas ó repollos.
Se prefieren siempre para esta operación toneles
que hayan tenido vino, aguardiente ó
vinagre, y siendo nuevos se les unta interiormente
con levadura para acelerar la fermentación.
Se colocan por tandas en los barriles
Figura 110—Col ordinaria de Bruselas
las hojas bien picadas, como salen de las rodajas
que se parten de repollo, entremezcladas
con sal y simiente de alcaravea; se aplastan y
aprietan fuertemente con un mazo de madera
después de lleno el tonel ó barril, procurando
que con la presión suelten las hojas picadas
del repollo un zumo en la superficie que facilite
su pronta fermentación. Después de
doce ó quince días más ó menos, según la temperatura
reinante, se determina la fermentación,
contrayendo el repollo un sabor ácido.
En este estado puede guardarse en parajes
frescos sin perderse en mucho tiempo. El zumo
que se mantiene sobre la superficie ha de penetrar
y circular dentro del tonel, atravesando
y picaudo con un palo las hojas que contiene,
para que sea completa y uniforme la
fermentación.
COL DE BRUSELAS ó DE ROSETAS.—Presenta
algunas analogías con las coles de Milán,
por su hoja verde-obscura; pero el pie es mucho
más alto que el de todas las demás
coles repolladas, y sus hojas no forman
verdadera cabeza, á pesar de ser muy numerosas.
Su producto consiste en brotes
que se desarrollan en el sobaco de las hojas
principales, en la longitud del tallo;
brotes en que, sobreponiéndose las unas á
las otras, sus pequeñas hojas forman una
especie de rosetas apretadas ó pequeñas
pellas casi redondas y en mucho número.
Se desenvuelven al principio en la parte
baja del tallo, y después en todo él sucesivamente,
á medida que se van cogiendo,
hasta cerca del penacho de hojas con que
terminan las plantas. Esta sucesión no interrumpida
de rosetas determina una larga
producción que se sostiene durante los
fríos más rigurosos del invierno, y la finura
de sus rosetas hacen de la col de Bruselas
una de las hortalizas más exquisitas y
estimadas. No deja de presentar esta planta
un fenómeno fisiológico extraño, pues
en tanto que la roseta principal de hojas
no repolla, lo hacen regular y completamente
los brotes secundarios.
Se conocen dos variedades: la col ordinaria
grande (figura 110) y la enana.
Col de Bruselas ordinaria.—Tallo de 75
centímetros de altura aun metro, relatir
vaménte delgado, guarnecido de numerosas
hojas muy espaciadas, con pecíolo desnudo
muy largo, limbo redondeado y ahuecadas
en forma de cuchara. Es planta muy
rústica, cuya producción se prolonga durante
muchos meses,y da las rosetas más
pequeñas, finas y mejores.
Col de Bruselas enana.—Tallo fuerte,
que no excede ordinariamente de 50 centímetros;
hojas más aproximadas que en
la grande; rosetas más gruesas y redondas,
y de consiguiente más aproximadas las
unas á las otras. Esta variedad enana es
generalmente un poco más temprana que
la grande, pero cesa de producir más
pronto durante el invierno.
CULTIVO.—Es de muy lento desarrollo, y
para obtener producto desde fin de Octubre
hasta Marzo, es preciso comenzar las siembras
en Abril, pudiéndolas continuar hasta Junio
para obtener sucesión de productos. Cuando
las plantitas están bastante fuertes, se les
transpone de asiento, espaciando los pies de la
variedad ordinaria á 50 centímetros en todos
seutidos y á 40 los de la enana. Puede comenzar
la recolección en Octubre y seguir durante
todo el invierno. Apetecen terreno rico
y fresco, pero no les conviene un suelo abun-

COL — 210 — COL
dantemente estercolado, porque la vegetación
sería muy vigorosa y no repollarían las rosetas.
Usos Y APLICACIONES.—En Bélgica se prefieren
las rosetas que se desenvuelven muy
apretadas. En Francia, las que alcanzan por
lo menos el tamaño de una nuez gruesa; pero
las más pequeñas y apretadas son seguramente
las más delicadas.
D. Navarro Soler.
COLA.—Extremidad que en la parte posterior
tienen los animales, más ó menos larga,
cubierta de pelos, cerda, pluma ó escama.
La cola ó región coxígea tiene por base los
huesos coxígeos. En el caballo, cuando está
bien poblada de cerdas y bien colocada, es un
órgano de defensa contra los insectos, y presta
además belleza al animal. La parte superior
de la cola, llamada maslo ó tronco, debe ser
robusta y potente. El esfuerzo mayor ó menor
que el caballo opone á que ss le separe ó levante
la cola por semejante sitio, constituye
uno de los más preciosos indicios acerca de la
agilidad y fuerza de que el animal está dotado.
Igualmente atestigua brío y procedencia distinguida
el hecho de llevar la cola formando
una especie de arco; hecho que se expresa
diciendo que el caballo lleva la cola arqueada
ó en trompa, lo cual agracia al animal marchando.
Así la llevan el caballo oriental, el
inglés de pura sangre y algunos españoles.
Cuando, á la inversa, la cola se halla como
oculta por la referida parte superior, se le da
el nombre de cola pegada ó escondida.
El nacimiento vi origen de la cola no debe
ser excesivamente alto ni muy bajo. En el
primer caso la grupa parecería puntiaguda,
y en el segundo resultaría deforme, derribada
ó muy caída. La cola debe despegarse horizontalmente
de una grupa casi recta, pero
redondeada. Cuando va inclinada á uno ú otro
lado, se dice cola viciada ó torcida.
La cola bien poblada de cerdas finas, lustrosas
y naturalmente algo onduladas, coincide
siempre con lo suave y sedoso de las crines
y tupé; condiciones que comunican al
caballo hermosura y verdadera belleza. Las
cerdas escasas, ásperas y sin brillo acusan decaimiento
en las razas ó un origen común. Si
son tan escasas las cerdas que se percibe la
piel, se designa el defecto pobre de cola ó cola
de rata. Al caballo que entre las cerdas tiene
algunos pelos blancos se le dice rabicano ó
rabicán.
La longitud de la cola varía según las razas.
En las en que es muy larga se corta á mayor
ó menor altura, conforme al empleo que se
dé al caballo, ya para que no le estorbe ó
embarace en sus movimientos, ó ya para que
no se la pise al recular, y de aquí las denominaciones
de cola despuntada, corla y muy
corta, que con tanta frecuencia se usan.
En la amputación de la cola hemos consignado
las operaciones que se practican en este
órgano, unas veces por necesidad, y otras por
seguir los caprichos de la moda, añadiendo
aquí que la práctica de enderezar artificialmente
la cola en caballos de grupa caída ó
derribada es un contrasentido que sólo da lugar
al ridículo.
La cola del buey está bien conformada cuando
su base sigue en línea recta el mismo plano
que la grupa, y cuando no es muy gruesa ni
demasiado fuerte. Una cola fina y larga, cuyas
vértebras delicadas y músculos tendinosos
hacen aparecer delgada y muy cubierta de
cerdas, anuncia una textura densa de las partes,
mientras que una cola fuerte y maciza,
prendida alta, implica un sistema óseo pesado
y macizo, dando á la vaca y al buey aspecto
de toro. Una cola demasiado alta, dicen los
alemanes, contorneada en su origen, con una
grupa demasiado elevada, conviene tan poco
á un buen desarrollo muscular como una cola
muy baja en una grupa caída.
La anchura y la forma de la cola en el carnero
se han adoptado como signos distintivos
de ciertas razas, habiendo, por consiguiente,
razas de cola grasa, de cola corta y de cola
larga. La longitud de este apéndice varía,
según las razas, de 4 á 60 ó más centímetros.
En la mayor parte de carneros de Europa
alcanza de 40 á 60. Es muy general cortar la
cola de las reses lanares á 8 ó 10 centímetros
de su origen, pero consideramos preferible se
deje á 16 ó 20 centímetros.
La cola de la cabra, es corta y elevada en
la grupa.
La cola del perro varía mucho, según las
razas, ofreciendo el carácter común de ser
más ó menos arqueada é inclinada á la izquierda.
En ciertas razas se les corta á diferentes
longitudes. La cola es uno de los principales
medios de expresión del perro; su
agitación rápida es un signo de placer; el perro
de muestra la tiene inmóvil y horizontal
así que descubre la caza; el perro asustado ó
enfermo la baja y esconde entre sus piernas,
etcétera.
COLA DE CABALLO.—(V. Equiseto.)
COLA DE GOLONDRINA.—(V. Sagi-
^COíIaJDE ZORRA—(V. Alopecuro.)
COLAÑA.— Con arreglo al marco de maderas
que está en uso en la provincia de Murcia,
la colaña es una pieza labrada, de 20
palmos de largo, 6 pulgadas de tabla y 4 de
canto, medidas que corresponden respectivamente
á 4,175, 0,139 y 0,092 metros. Algunas
veces se admite la escuadría rebajada á 5,50
pulgadas de tabla y 3,50 de canto, ó sea á
0,127 y 0,080 metros, según las medidas métricas.
Con referencia á los vicios y enfermedades
de los árboles y de sus maderas, colaña, según
algunos autores, es voz sinónima de acebolladura.
A este propósito dice el Sr. Bona
CMem. sobre la expl. de los robles por la Marina)
lo siguiente:
«Acebolladura es una fenda ó rajadura.circular,
producida por la separación de dos capas
anuales inmediatas, ó por la desorganización

COL — 211 — COL
de los tejidos de estas mismas capas. Atribuyese
por autores respetables esta enfermedad á
la separación ó disminución parcial ó total de
las capas anuales, por la acción de los vieutos,
por choques, y en general por cualquier género
de violencia ejercido sobre los árboles,
que, especialmente cuando son jóvenes, sufren
por estas causas flexiones y conmociones que
separan las capas anuales. Cuando es el viento
el que produce esta enfermedad, como su
acción se ejerce principalmente sobre la copa
del árbol, la parte que más sufre es la correspondiente
al pie, porque allí es donde sufre
el máximo esfuerzo ó momento máximo, y de
aquí la mayor frecuencia con que se observa
la acebolladura en esta parte del árbol.
»Si la acebolladura depende de las causas
indicadas, no hay duda que debe y puede
considerarse como un vicio, y no como una
enfermedad; pero hay autores que, apoyándose
en observaciones numerosas, spstienen
que la acebolladura es una enfermedad que
reconoce por principal causa la desorganización
de la albura por los excesivos fríos de
algunos inviernos, y en este caso la acebolladura
debe considerarse como una enfermedad
que consiste, no en la separación mecánica de
las capas anuales, sino en la desorganización
ó descomposición parcial ó total de algunas de
estas capas, de cuyo efecto resulta un estado
más ó menos grave de enfermedad en el árbol.
»Las observaciones que hemos hecho en las
cortas que durante diez años hemos practicado
para la marina, parecen estar conformes
con esta última suposición. Hemos observado,
con efecto, que en los montes inmediatos á la
costa, en que no sólo son frecuentes los vientos
fuertes, sino que, con intervalos no muy
largos, se observan verdaderos huracanes, los
árboles no suelen adolecer de este vicio, mientras
que el arbolado de la Liébana, que no
está expuesto á la acción de vientos tan intensos
, y debería estar libre de acebolladuras, las
ofrece con frecuencia. En el crecido número
de árboles cortados en los montes de Lamadrid,
Corona y Roiz, y todos los demás inmediatos
á la costa, la acebolladura no se ha
observado sino muy rara vez, y casi sienlpre
en árboles decrépitos, en los cuales las fendas
pueden atribuirse á la alteración de las capas
leñosas; y por el contrario, en Liébana, en
los montes elevados inmediatos á los llamados
picos de Europa, se han presentado frecuentes
casos de acebolladura. La desorganización
de las capas de la albura por los hielos explica
la producción en los montes de la Liébana
de la enfermedad de que nos ocupamos,
porque en aquellos montes la temperatura
llega en invierno á muchos grados bajo cero,
así como en Lamadrid y los otros montes de
la costa en que la temperatura en los inviernos
no suele bajar casi nunca á cero, se ve
que, á pesar de los vientos que agitan violentamente
los árboles, hasta el punto de arrancar
de raíz algunos de ellos, la acebolladura
es una enfermedad muy raramente observada.
»La circunstancia de hallarse la acebolladura
en la parte del pie y cerca del corazón
del árbol, se explica por la menor resistencia
al frío que ofrecen los árboles jóvenes, puesto
que las capas acebolladas corresponden á épocas
en que los árboles eran tiernos todavía.
»La acebolladura rara vez produce en el
roble la separación completa de las capas anuales,
ó lo que es lo mismo, son pocas las veces
que forma uua circunferencia completa, y sí
únicamente arcos de círculo más ó menos numerosos
é inmediatos al corazón. En el pino
se observan á menudo acebolladuras completamente
circulares.
«Cuando este defecto es poco pronunciado
y la fenda no presenta enmoheceduras, ni
ninguna otra señal de alteración, puede aplicarse
á piezas enterizas, y aun para tablonería
en la parte no afectada; pero cuando el
defecto se ha extendido, y sobre todo cuando
los bordes de la fenda presentan un color
agrietado con hongos filamentosos blanquecinos
, la madera debe excluirse, porque no tiene
ni la resistencia ni la sanidad que exigen
las piezas aplicables á la construcción naval,
á no ser que puedan sacarse algunos tablones
de la parte que esté sana y mivy separada de
la acebolladura. En ese caso sólo podrá admitirse
para la sierra y con el volumen de los
tablones aprovechables. Las señales de alteración
en los bordes de las acebolladuras son
muy frecuentes, y esta circunstancia basta
para confirmar la idea de que la acebolladura
es una enfermedad y no un vicio resultante de
la acción mecánica de los vientos ú otros esfuerzos.
»En los árboles decrépitos la acebolladura
acompaña casi constantemente á la pata de
gallina, pudieudo en este caso atribuirse á la
desorganización por la edad, de los tejidos
leñosos de las capas anuales.
»Esta constante presencia de la acebolladura
en los árboles decrépitos es, á nuestro juicio
, una prueba más de que no es la acción
de los vientos la que la produce, puesto que
sería para ello preciso que su efecto se hiciera
sentir casi en todos los árboles, y que en todos
ellos se observara antes de la edad decrépita.
»A nuestro parecer, es evidente que la acebolladura
resulta de la desorganización parcial
ó total de una ó más capas leñosas, ya proceda
esta desorganización del frío, ya de la vejez,-ya
de irregularidad en las funciones vitales,
ya, en fin, de choques ú otras causas
accidentales.
»La acebolladura no suele indicarse por
ninguna señal exterior en el árbol. Unicameute
cuando depende de la edad puede suponerse
por el coronamiento de la copa; pero aun
en este caso la señal de alteración, sobre todo
cuando no es muy marcada, puede existir y
existe muchas veces, sin que haya acebolladura
en el duramen. .
»Suele, aunque pocas veces también, conocerse
esta enfermedad en los árboles en pie

COL — 212 — COL
por el sonido hueco producido por un martillazo
que se da en el tronco; pero en este caso
también este sonido puede atribuirse lo mismo
á la acebolladura que á otro vicio ó enfermedad
cuyo efecto haya sido la destrucción
de una parte del duramen.» (V. Vicios y enfermedades
de los árboles y de sus maderas.)
COLCHICO AMARILLO (Jardinería)
(Amarillis lútea, L.).—Esta planta también
abunda en los prados húmedos, y denominada
además narciso amarillo, florece á últimos de
Septiembre, y no tiene gran estimación; se
cultiva como los demás cólchicos.
COLCHICO COMÚN ó QUÍTAME-
RIENDAS (Botánica y Farmacia) (Colchicum
autumnale, L.).—Planta herbácea, de
la familia de las Colchicáceas, que crece en
los prados húmedos de una gran parte de
Europa, y abunda sobre todo en la antigua
Cólquide, de donde ha tomado el nombre que
lleva. Tiene un bulbo grueso, carnoso, rodeado
de una túnica membranosa, y cuyas raíces
son fibrosas y están dispuestas en hacecillos.
Las hojas, que nacen en la primavera, miden
de 20 á 30 centímetros de longitud y de 2 á
4 de anchura; son rectas, oblongas, lanceoladas,
erguidas, lampiñas y de color verde obscuro;
se abrazan unas á otras, y forman un rosetón,
dentro del cual se halla el fruto. Las
flores, que aparecen en Agosto y Septiembre,
son cinco ó seis, de color rosa ó lila, dispuestas
en cimas uníparas escorpioideas, y con
vainas membranosas que aparecen antes que
las hojas. El perigonio tiene la forma de embudo
acampanado y un decímetro de longitud
próximamente, siendo el tubo cinco ó seis
veces más largo que el limbo, formado por
seis divisiones soldadas en la base, lanceoladas
y oblongas. Los estambres son seis, tres
de ellos más cortos; los filamentos filiformes
y alesnados; las anteras prolongadas y oscilantes;
el ovario trígono, libre y situado
en el fondo del tubo; los tres estilos libres,
ganchudos y arrollados; el fruto en caja, del
grueso de una nuez, oboval, formada por tres
carpelos soldados por la sutura ventral y que
se abren en el vértice por el borde interno.
Las semillas son morenas, globulosas ú ovoideas
y ásperas. El bulbo adquiere su desarrollo
normal en la primavera, y entonces, bajo
la corteza, en su parte superior y lateral, contiene
un nuevo bulbo, del grueso de una judía,
que crece y se desarrolla en tres meses por
completo, mientras se marchita el antiguo
bulbo y desaparece cuando el otro se ha desenvuelto
enteramente. Al fin del verano se
verifica la florescencia, y las hojas ya formadas,
mas no aparentes, se detienen en su desarrollo.
Efectuada la fecundación, la flor se
destruye, y el ovario, ocultado bajo tierra,
gracias á la longitud del cáliz, queda en esa
situación durante todo el invierno, engruesa
poco á poco, aparece en la primavera y se eleva
con las hojas, que aparecen entonces.
El cólchico silvestre abunda bastante, mas
en caso necesario podría cultivarse la planta
en. tierra franca y suave, extrayendo los bulbillos
en el mes de Junio para volver á plantarlos
en seguida ó eu Agosto á más tardar,
debiendo ser enterrados á una profundidad
de 5 á 8 centímetros. La época más adecuada
para la recolección del bulbo es el mes de
Agosto, antes de que aparezcan las flores.
Entonces tiene el tamaño de una castaña, es
ovoideo, comprimido y acanalado longitudinalmente
por un lado, convexo por el otro y
con túnica exterior coriácea, obscura y venosa.
El parénquima es blanco, sólido, carnoso,
de olor fuerte y desagradable y sabor
corrosivo. Debe renovarse todos los años; se
Figura 111—Cólchico común
seca á la estufa ó al sol, y se conserva en sitios
secos. Las flores se recogen en Septiembre,
y las semillas en la época en que llegan
á la madurez. El bulbo contiene materia
grasa, materia colorante amarilla, goma, almidón,
inulina, colchicina, leñoso y ácido gálico.
La colchicina, principio activo, al parecer,
es una substancia venenosa, neutra ó
débilmente alcalina, amorfa ó que cristaliza
en prismas y agujas incoloras y amargas. Es
soluble en el agua, en el alcohol, en el éter y
en el cloroformo; con el ácido nítrico adquiere
color violeta, que tiende al verde aceituna
ó al amarillo. Los ácidos la descomponen en
un cuerpo cristalizable particular, la colchiceina,
y en una substancia de naturaleza resinosa.
También existe la colchicina en las
semillas, las flores, las hojas y los frutos frescos.
De las semillas se extrae un aceite graso,
drástico, y que llega á ser venenoso en ocasiones.
Es tan activo el cólchico, que en dosis elevadas
puede ocasionar envenenamientos; y
como nada positivo se sabe acerca de su acción
fisiológica, todas sus aplicaciones son

COL — 213 — COL
realmente empíricas. No produce sudores,
diuresis ni mayor eliminación de ácido úrico,
como se había supuesto. En grandes dosis
determina una inflamación gastro-intestinal,
náuseas, vómitos, cólicos, evacuaciones albinas
abundantes, sed, delirio , disminución del
pulso y hasta la muerte, debiendo emplearse
el tanino como contra-veneno cuando sea necesario.
Usase para combatir hidropesías, el
reumatismo y la gota, siendo eficaz en este
último caso, bien obre como drástico, bien
como sedante. También se ha prescrito contra
el asma, el histerismo, la corea, la leucorrea
y los dolores sifilíticos. Gozan de iguales
propiedades que el cólchico, aun cuando no
se usan, los llamados hermodátiles, bulbos
procedentes del Colchicum variegalum, L.
Empléanse las semillas con preferencia á
los bulbos, por ser más constante la cantidad
de colchicina y el efecto terapéutico más se-
Pigura 112.—Bulbos de cólchico
guro; son además cuatro ó seis veces más activas.
Todas las preparaciones de cólchico han
de ser administradas con prudencia, y comenzando
por pequeñas cantidades ó interrumpiendo
la medicación para que no se acumulen
sus efectos. Esa substancia entra en muchos
específicos, tales como el elíxir de Reynolds,
el licor de Laville, el vino de Anduran, el jarabe
de Boubée y las pildoras de Lartigue. Las
simientes son preparadas por los farmacéuticos:
en tintura, para dosis de 1 á 8 gramos;en
extracto alcohólico, á las de un centigramo á
un decigramo, y en vino á las de 4 á 16 gramos.
Los bulbos secos se administran en polvo á
las dosis de 5 á 30 centigramos; en tintura,
á las de 2 á 14 gramos, mas á condición de no
pasar de 8 en cada veinticuatro horas; en vino,
á las de 5 á 16 gramos en muchas veces; en
vinagre, á las de 5 á 20, y en melito de bulbos,
á las de 15 á 16 gramos. El alcoholaturo
se administra en las mismas dosis que la tintura
, y es preferible; y el alcoholaturo de flores,
en las de 4 á 16 gramos.
En jardinería se cultivan muchas variedades
de cólchico de otoño, llamado también
villorila, las de flor doble sobre todo; las hay
encarnadas, rosa, blancas, listadas, color de
caña. Las cebollas florecen en el otoño con
sólo dejarlas sobre una mesa y al aire libre,
sin cuidado alguno, por lo cual se la llama
flor del aire.
CÓLCHICO DE PRIMAVERA (Jardinería)
(Bulbocodium vernum, L.).—Abunda
en los Pirineos, y es más pequeño que el de
otoño. Florece á últimos de Febrero y Marzo.
Cada bulbo produce una flor radical, de color
encarnado. Prospera en los terrenos áridos y
areniscos.
Estas clases de cebollas de flor comienzan y.
acaban la estación de las flores, puesto que en
Febrero y Marzo lucen las hermosas variedades
de azafrán y cólchico de primavera, y en
Septiembre, Octubre y Noviembre el cólchico
amarillo, el de otoño y el azafrán de otoño.
COLEÓPTEROS (Entomología). — Cali -
ficación del primer orden de la clase de los
insectos, caracterizado por tener las piezas bucales
dispuestas para mascar, las alas anteriores
ó élitros coriáceas, y el protórax libre,
siendo completas sus metamorfosis. El principal
carácter es la forma y disposición de las
alas auteriores, que no sirven para el vuelo y
se hallan realmente transformadas en estuches
córneos ó élitros, que sirven para proteger
las alas posteriores, membranosas y destinadas
á sosteuer el insecto cuando se mueve en el
aire. Durante el reposo, los élitros se unen,
ajusfando perfectamente sobre la línea media,
y protegen los lados del abdomen con sus
encorvados bordes laterales. Hay insectos exceptuados
de esa regla y que presentan particularidades
características y de diferente índole,
como los meloes y los stqfilinos. A veces son
normales los élitros, pero faltan las alas membranosas,
cual se observa en los carábidos.
Generalmente la cabeza está articulada con el
protórax, que es movible siempre; las antenas
están ordinariamente compuestas de once artejos,
muy diversos por su conformación. En
la cabeza dos ojos de facetas, exceptuando algunos
insectos ciegos y que pasan toda su
vida en las cavernas. Las piezas bucales son
como las de todos los insectos mascadores.
Los palpos maxilares tienen generalmente
cuatro artejos y los labiales tres. En las especies
carniceras los lóbulos externos de las
mandíbulas revisten la forma de palpos desprovistos
de segmentos; el labio inferior está
simplificado, y figura en ocasiones una lengüeta
bífida. El protórax, muy desarrollado
siempre, toma el nombre de coselete. La conformación
de las patas varía mucho. El número
de los artejos de los tarsos es ordinariamente
cinco, con frecuencia cuatro y á
veces tres, y ha servido de base para una clasificación
general. De ahí el haber dividido
los coleópteros en cuatro sub-órdenes, á saber:
pentámeros, con cinco articulaciones en los
tarsos de todos los pares de patas; heterómeros,
con cinco articulaciones en los pares primero
y segundo, y cuatro en el tercero; tetrámeros,
con cuatro articulaciones en todos
los tarsos; trímeros, con tres articulaciones en
todos ellos. A veces coleópteros muy semejantes
entre sí por varios conceptos se diferencian
por el número de artejos de los tarsos. Los
numerosos insectos de esos cuatro sub-órdenes
se han dividido en 29 grandes tribus,
que se diferencian entre sí por su configuración
exterior y por el género de vida de las
especies de que se componen. Entre las tribus

COL :14 — COL
que más servicios prestan se pueden citar los
earabeos, los estqfilineos, los sil/ios y los coccinelios;
las más dañosas son las siguientes:
dermestios, escarabeos, elaterios, tenebrionios,
curculiones, cerambicios y crisomelios. Las
larvas son muchas veces carniceras, como los
adultos, y aun en ocasiones, siendo los segundos
fitófagos. Generalmente tienen forma
prolongada, y llevan patas, salvo en algunos
casos excepcionales en que son ápodas ó vermiformes.
La cabeza se distingue siempre
bien.
CÓLERA DE LAS GALLINAS (Veterinaria
).—Enfermedad epizoótica que ataca
á las aves-de corral y á las gallinas especialmente,
y que causa considerables pérdidas.
Se reconoce por los síntomas siguientes: así
que invade el padecimiento á los animales,
éstos se ponen soñolientos; pierden las fuerzas,
de tal suerte que no se alejan cuando se
les amenaza; se eleva la temperatura del
cuerpo; la cresta presenta color violáceo á
consecuencia de modificaciones en la circulación
de la sangre, y á veces sobreviene la
muerte instantáneamente casi ó en el transcurso
de diez á doce horas. Esa afección, que
algunos han considerado análoga al cólera
morbo asiático que ataca al hombre, causa estragos
considerables en Francia, España é
Italia. Según las observaciones hechas desde
1817 hasta 1828 en el Indostán, en 1830 eu
Pvnsiay Polonia, en 1831 en Alemania y Austria
y desde 1832 hasta 1854 en España, Francia
é Italia, la aparición ó recrudecimiento
del cólera de las gallinas ha coincidido con
la del terrible azote del Ganges. Ercolani observó
en 1854 que el primero se presentó en
Saluces (Italia) pocos días antes que el segundo.
Sin embargo, por más que el cólera
de las gallinas es una enfermedad eminentemente
contagiosa y esencialmente parasitaria,
debida también á un microbio particular, ó
micrococo, no es idéntico con el cólera humano,
puesto que faltan las lesiones características
y no se transmite al hombre. El cólera de
las gallinas, llamado por algunos veterinarios
tifus de corral, se distingue del carbunco á
simple vista por la coloración violácea de la
cresta, por las manchas del mismo color que
presenta el cuerpo de las aves y por el olor
fétido de la sangre en los animales enfermos.
A veces se advierten notables diferencias entre
la marcha del padecimiento en varias localidades;
diferencias debidas probablemente á
condiciones topográficas especiales y á la influencia
de las estaciones.
Después de consignar un escritor que muchos
pollos y gallinas, sin haber presentado
síntomas de padecimiento alguno, caían repentinamente
muertos á consecuencia de la
infección, y que alguuas hembras quedaban
sin vida en los mismos nidales, prosigue: «las
que no mueren repentinamente aparecen tristes
y abatidas, vacilan al marchar, la plumase
eriza, mantienen casi siempre pendientes ó
inclinadas las alas y la cabeza, notándose
muy luego que el apetito disminuye ó cesa
por completo; la sed es muy intensa; por las
narices y el pico fluye una baba ó mucosidad;
vientre contraído; poco calor en la piel y diarrea,
caracterizada por arrojar substancias
mucosas, verdosas ó blanquecinas y aun sanguinolentas,
al mismo tiempo que se observan
en los animales escalofríos y convulsiones, sobre
todo eu los últimos momentos, indicando
la lividez de la cresta la proximidad de la muerte
de los pacientes. Hecha la autopsia, las lesiones
más constantes y caracterizadas se observan
en el canal alimenticio y en los intestinos
principalmente; están representadas por
manchas de color rojo obscuro más ó menos
intenso, mezcladas á veces con rubefacción
inflamatoria y formadas por sangre negra y
gelatinosa. El hígado aparece también de color
negro, blando y de mayor volumen que el
ordinario; los intestinos abultados y llenos de
materias mucosas análogas á las evacuadas en
las deyecciones diarréicas, y los músculos se
presentan blandos ó lívidos.»
La naturaleza del cólera de las gallinas
permaneció ignorada hasta el año 1873. Monsieur
Moritz en Francia, y después el Sr. Peroncito
en Italia, descubrieron en la sangre
de las aves enfermas un microbio del género
Micrococcus, que se desarrolla en los intestinos,
pasa á la sangre y se multiplica en ella
con una rapidez extraordinaria, arrebatándola
sus principios azoados y carbonados y convirtiéndola
en impropia para mantener la vida.
Ese microbio se presenta bajo la forma de
corpúsculos esféricos ú oblongos, cuyo diámetro
varía desde media milésima á una milésima
de milímetro, apareciendo unas veces
libres y otras reunidos en número de dos ó
tres. El parásito es evacuado con los excrementos
y puede pasar al cuerpo de los animales
que picotean en el estiércol ó que comen
granos manchados con los excrementos de
aves atacadas por la enfermedad.
M. Toussaint, profesor de la Escuela veterinaria
de Tolosa (Francia), cultivando ese
pequeño organismo en orina neutralizada, ha
patentizado que es ¡la causa de la virulencia
de la sangre; y M. Pasteur ha estudiado
después el microbio bajo todos sus aspectos.
Por lo pronto reconoció que el medio más
apropiado para el cultivo del microbio del
cólera de las gallinas es el caldo de los músculos
de esas aves, neutralizado con la potasa y
esterilizado, ó sea desembarazado de los organismos
que pueda contener sometiéndole á
una temperatura de 110 á 115°. Los sucesivos
cultivos del microbio no debilitan su virulencia
ni su aptitud para multiplicarse en
el interior del cuerpo de las gallináceas. En
efecto, inoculando una fracción de gota de
esos cultivos á las gallinas, se provoca indefectiblemente
la muerte en el plazo de dos
ó tres días, y en la mayoría de los casos antes
de que transcurran veinticuatro horas.
En una serie de Memorias publicadas en 1879
y 1880, M. Pasteur dio á conocer el método

COL — 215 — COL.
para la atenuación de la virulencia del microbio
, descubierto al fin por ól después de cuidadosas
investigaciones. Ese método consiste
en hacer variar el intervalo de unos á otros
cultivos bajo !a influencia del oxígeno atmosférico,
es decir, la duración del intervalo que
ha de mediar entre una siembra y la siguiente
en el caldo de gallina. De esa manera se
obtienen virus de fuerza variable y de virulencias
progresivamente decrecientes, y después
de cierto número de cultivos, un virus
tan atenuado que puede servir para inocularle
á las gallinas, y lejos de matarlas, provoca
en ellas una enfermedad benigna y las preserva
de la enfermedad mortal.
Así, pues, el sabio investigador ha encontrado
un procedimiento profiláctico eficaz. Se
puede preservar del cólera á las gallinas vacunándolas
preventivamente; operación que
habrá de practicarse en adelante de igual manera
que la vacunación carbuncosa. Se practica
en dos veces: la primera con un líquido
muy debilitado, de manera que le puedan soportar
sin inconveniente los animales, y la
segunda con un caldo más fuerte, que confirma,
digámoslo así, las propiedades preventivas
del primero y las aumenta. Entre ambas
operaciones deberá mediar un intervalo de
doce á quince días. La primera inoculación
se practica en la cara interna del músculo de
la extremidad del alón, después de arrancar
las plumas, y la segunda picando el alón por
la parte opuesta. La operación se practica en
breve, pero exige ciertas precauciones, á fin
de introducir el líquido en perfecto estado de
pureza, y de ahí que sea necesaria la intervención
del veterinario. La inoculación preventiva,
según ese método, pone alas aves
sanas á cubierto de la enfermedad, mas no
evita los efectos de ésta en los animales que
han sido ya atacados.
En realidad no se conoce otro procedimiento
verdaderamente eficaz para evitar el desarrollo
de la epizootia; donde no haya medios
para practicar la inoculación, será necesario
recurrir á los tónicos y á los estimulantes, y
como el plan ha de ser anticolérico y preservativo
, se recomienda la adopción de un buen
régimen alimenticio, el empleo de bebidas
que contengan el sulfato de hierro en la proporción
de 1 por 100, ácido fénico muy diluído
, é infusión de menta ó manzanilla. Algún
veterinario, considerando el cólera descrito
como una disentería contagiosa, después de
obtener excelentes resultados en la práctica,
aconseja el uso de 50 centigramos de ipecacuana,
preparados con goma en polvo y con
jarabe de goma, para hacer cuatro pildoras
iguales. Estas se han de administrar en dos
horas á los pacientes, para completar la curación,
con una corta cantidad de infusión de
menta y de manzanilla. También como método
puramente preventivo entiende un científico
italiano que deben echarse en el agua
destinada á bebida de las aves, pequeñas cantidades
de ácido sulfúrico, de ácido fénico,
de salicilato de sosa, de percloruro de hierro
ó de cloruro de potasa.
El profesor Piaña ha descrito otra epizootia
que causó durante mucho tiempo considerables
estragos en el Bolones, análoga al cólera
de las gallinas, y que se ha observado principalmente
en los pavos y gallinas. Los primeros
síntomas del padecimiento son presentar
las aves la cola caída, las plumas erizadas
y la cresta de color lívido. En los abrevaderos
se mantienen mucho tiempo bebiendo
las aves; comen sin ganas, y se alejan con
paso tardo y vacilante, algunas de ellas caminando
sobre una sola pata, por tener paralizada
la otra. En un período más avanzado
de la enfermedad las gallinas se mantienen
acurrucadas al sol y casi incapaces de moverse,
teniendo la boca llena de mucosidades y manchadas
de materias fecales las plumas del ano.
En algunos casos la muerte es casi fulminante,
habiéndose encontrado aves muertas en el
gallinero y en los nidales. Examinados los
cadáveres á poco de morir los animales, presentaban
el vientre de color obscuro, cual si
estuviera muy adelantada la putrefacción , y
al partirlos exhalaban un olor semejante al
del queso podrido. El profesor Piaña entiende
que esa enfermedad es debida á la acción
de pequeños seres, llamados perospermas, que
se alojan en el mesenterio (coccidium), y que
son análogos á los que atacan el hígado de los
conejos y causan la muerte de muchos de estos
animales. Tanto esta enfermedad como el
cólera de las gallinas, si es que no son una
misma infección, se ceban también en los gansos
y ánades.
Propagándose, como se propaga, con suma
rapidez el cólera de las gallinas, es necesario
adoptar rigurosas precauciones en cuanto se
sospecha que ha invadido algún gallinero.
Esas precauciones consisten en hacer salir á
las aves del gallinero y mantenerlas separadas
de las demás. En seguida habrá de limpiarse
aquél, se extraerá la gallinaza, y se lavarán
con agua caliente las paredes, el piso y
los palos. El líquido empleado, y que no habrá
de escatimarse en ningún caso, deberá
contener 5 gramos de ácido sulfúrico por litro.
Para ejecutar la lavadura se empleará
una estera, un estropajo áspero ó una escoba.
Cuando transcurran diez días sin que ocurra
ninguna muerte, se podrá considerar extinguido
el mal, y solamente se mantendrán aisladas
las aves en que aun se observe abatimiento,
somnolencia y tristeza. Convendrá
igualmente blanquear el gallinero con cloruro
de cal y desinfectarle con una mezcla compuesta
de tres partes del mencionado cloruro,
media parte de ácido sulfúrico y media de
agua. Para hacer la mezcla se echa el cloruro
en una vasija, se agrega el agua, se revuelve
con un palo, y luego se adiciona el ácido sulfúrico,
agitando la mezcla sin interrupción,
lo que determina la formación de vapores de
cloro, que se esparcen por el aire y matan los
gérmenes microbianos de la dolencia. Hecho

COL ¡16 — COL
esto, se cierra el gallinero herméticamente, y
transcurridos dos días, se abren las puertas y
ventanas, á fin de que se renueve el aire. Solamente
algunas semanas después podrán ser
ocupadas nuevamente por las aves los gallineros
sometidos á la desinfección.
Naturalmente en cuanto ocurran los primeros
casos deberán ser matados los animales
que puedan considerarse inficionados, y no
solamente habrán de enterrarse los cadáveres,
sino que también las inmundicias.
Cuanto«á las precauciones sanitarias que las
autoridades deberían prescribir para impedir
la propagación de la enfermedad que nos ocupa,
un escritor italiano ha formulado el siguiente
proyecto:
1. a
Los propietarios ó encargados de gallineros
invadidos por el cólera tendrán obligación
de dar parte á la autoridad municipal en
cuanto ocurra la muerte de alguna ave.
2. a
En las granjas y casas en que se haya
desarrollado el cólera de las gallinas se harán
salir del gallinero todos los individuos sanos,
alejándolos cuanto sea posible del foco de infección
, ó sea trasladándolos á locales que se
hallen alejados de él.
3. a
La autoridad deberá aislar los corrales
inficionados, prohibiendo la exportación.
4. a
Cuando se haya extendido mucho la
enfermedad en un gallinero se ordenará la
muerte de todas las aves que en él se alojen.
5. a
No se consumirán los cadáveres, sino
que serán sepultados á una profundidad variable,
según el número de animales muertos.
Cuando se hayan de enterrar en los montones
de basura, habrá de echarse sobre los cadáveres
una disolución de ácido fénico comercial ó
de ácido sulfúrico para impedir el uso de las
carnes.
6. a
Desocupado el gallinero, se desinfectará,
lo mismo que el corral, se extraerá el estiércol,
y se raerán las paredes, el pavimento
y el terreno. Las paredes del gallinero se
lavarán con una escoba áspera, y el suelo con
agua que contenga ácido sulfúrico en la proporción
de dos á tres partes por 100. También
se desinfectarán todos los objetos de algún
valor que hayan estado en contacto con
las aves, y se quemarán los palos en que hayan
reposado éstas.
7. a
Se fumigará con ácido sulfuroso el gallinero
después de bien lavado, lo mismo que
cuantos objetos contenga; se ventilará después,
y se podrán instalar en él nuevamente
las gallinas sanas.
COLETTJY.— Este nombre se aplica con
bastante vaguedad á algunas especies leñosas
del genero Coronilla, de la familia de las Leguminosas
, que viven en los montes de España
y se cultivan también en los jardines. Las
más notables son las siguientes:
1. a
Coronilla glauca, L.—Se halla en los
montes de las provincias de Cádiz y Sevilla,
y en la sierra de Córdoba.
DESCRIPCIÓN. —Hojas imparipinadas, de tres
á siete foliólos separados, lineares-oblongos,
cartilaginoso-transparentes en los bordes. Flores
amarillas, olorosas, reunidas en número de
siete á ocho sobre un pedúnculo axilar delgado,
terminado en punta. Legumbre de 15 á
23 milímetros de largo, colgante, tetrágona,
con dos á siete semillas lineares oblongas, de
color pardo. Arbusto de un metro de altura
á lo más, lampiño, glauco, muy ramoso, con
las ramas junciformes, lisas, de pocas hojas.
Florece en Mayo y Junio. Exige para su cultivo
tierra suelta y ligera, exposición cálida
y abrigo contra las heladas. Se multiplica por
acodo y semilla. A veces echa flores esta
planta desde el primer año.
Coronilla emerus, L.—Se cría en Navarra,
Cataluña (Monserrat) y Pirineo aragonés,
donde es frecuente.
DESCRIPCIÓN.— Hojas pecioladas, imparipinadas,
de cinco á nueve foliólos peciolados,
enteros, ovales, redondeados ó algo escotados
en el extremo, delgados, lampiños, glaucos
por debajo; estípulas pequeñas, lanceoladas,
marcescentes. Flores amarillas, con estrías purpuradas
en el estandarte, con grupos de dos á
tres en el extremo del pedúnculo, que es axilar
y casi tan largo como las hojas. Legumbre
de 5 á 10 centímetros de largo, colgante, delgada,
casi cilindrica, con siete á diez semillas
cilíudrico-oblongas y negras. Arbustillo de un
metro de alto, de ramas delgadas, flexuoso
nudosas, verdes y estriadas. Florece en Mayo
y Junio. Requiere para su cultivo tierra suelta
y ligeraj y exposición meridional. Se multiplica
por semilla, sierpes, estaca y acodo. Se
forman con esta planta buenos setos. Se dice
que las hojas maceradas dan una especie de
índigo. Hay una variedad enana, de 30 centímetros
de alto.
3. a
Coronilla júncea, L.—Se halla en An­
dalucía, Valencia, Alicante y Cataluña.
DESCRIPCIÓN.—Hojas imparipinadas, de tres
á siete foliólos separados, lineares-ovales, cartilaginoso-transparentes
en los bordes. Flores
amarillas, reunidas en número de sieteáocho
sobre un pedúnculo axilar delgado, terminado
en punta. Legumbre de 15 á 25 milímetros
, colgante, tetrágona, con dos á siete
semillas lineares-oblongas y de color pardo.
Arbustillo de un metro de alto, lampiño,
glauco, muy ramoso, con ramos junciformes,
lisos y de pocas hojas. Florece en Mayo y
Junio.
4. a
Coronilla mínima, D. C.—Especie de
los montes de Aragón, Navarra, Provincias
Vascongadas y de las dos Castillas.
5. a
Coronilla corónala, D. C.—Vive en
los montes de las provincias de Murcia, Alicante,
Valencia, Madrid (cerros de Guitarrón)
y en Cataluña (salinas de Cardona).
CÓLICO (Medicina veterinaria).—-Término
con que generalmente se designan todos
los dolores que se sienten, principalmente en
los órganos del abdomen. En realidad, los cólicos
son un conjunto de síntomas provocados
por padecimientos muy diversos. Por la rapidez
y espontaneidad de su desarrollo, y por

COL COL
las complicaciones que los acompañan, han
despertado en todas épocas la atención de los
ganaderos, y en este siglo han sido objeto de
estudios especiales, ya que respecto de los caballos
constituyen una de las principales causas
de mortalidad, puesto que de cada 100
caballos que padecen enfermedades internas
unos 30 á 35 sufren cólico; de cada 100 atacados
de cólico mueren 20 ó 25, y de cada
100 caballos existentes en una localidad sucumben
á consecuencia de esos desarreglos 3
al año; mortalidad superior á la de otras epizootias
que reinan entre los caballos de nuestro
continente.
Según queda indicado, los cólicos aparecen
generalmente de una manera brusca, y se presentan
en los animales á veces mientras trabajan,
á veces mientras descansan ó comen,
y con mayor frecuencia después de un pienso
abundante. Los pacientes revelan malestar,
inquietud y agitación más ó menos viva, según
los casos. Cuando el cólico se inicia durante
el trabajo, el animal comienza á caminar
despacio, da resoplidos y acaba por detenerse
ó inclinar la cabeza hacia uno de los costados,
se detiene para orinar, dobla la rodilla, y por
último se tiende en el suelo. Cuando se inicia
el cólico estando el animal en la cuadra, araña
el piso con las manos, manifiesta temblores
en la parte posterior, agita la cola, se golpea
el abdomen con las patas y trata de tenderse,
doblando las manos paulatinamente y acercando
las extremidades posteriores á ellas. A veces
conservan durante algún tiempo esa postura,
como si vacilaran en echarse; después
se enderezan ó acaban por tenderse y revolcarse.
El paso es unas veces lento y difícil, y
otras fácil y acelerado. El dorso se mantiene
siempre encorvado, y los ríñones no se manifiestan
sensibles á la presión de los dedos. Generalmente
se advierte una ligera constipación;
los excrementos son duros, y los ruidos
abdominales raros ó nulos; la orina muy cargada
por lo común y sanguinolenta, si el mal
reside en la vejiga y los ríñones. En ocasiones
aparece la meteorización, que se acentúa
principalmente en la parte superior de los
costados, y sobre todo en el derecho. La circulación
y la respiración son aceleradas, y los
caracteres del pulso muy variables. En ciertos
casos es lleno y de buenas condiciones;
en otros, verdaderamente graves, delgado y
apeuas perceptible. La temperatura se halla
siempre desigualmente distribuida en las regiones
superficiales del cuerpo; las orejas y
las extremidades suelen estar frías, y la temperatura
general suele ser superior en algunas
décimas de grado á la normal (38,2). Las mucosas,
y especialmente la conjuntiva, aparecen
más ó menos inyectadas. Todos esos síntomas
pueden persistir durante alguuas horas
y atenuarse para desaparecer por último.
Cuando los cólicos son muy violentos, los
animales se dejau caer como inerte masa, lanzando
un prolongado quejido; se entregan á
movimientos desordenados, y se revuelcan de
Día—IV.
uno á otro lado, contrayendo enérgicamente
las extremidades. Algunas veces toman actitudes
anormales y extrañas; se tienden sobre
la espalda, ó se sientan sobre las extremidades
posteriores. La agitación es tan violenta
á veces, que produce escoriaciones exteriores
en las partes salientes, y hasta se fracturan
los huesos de esas partes. La cara se altera
profundamente, se dilatan las narices, se contraen
los labios, y los ojos pierden su brillo y
quedan fijos en las órbitas, expresando profundo
sufrimiento. En muchos casos se presenta
un período de aparente calma, que contrasta
con las torturas que el cólico ocasiona, y los
animales quedan inmóviles ó insensibles á
cualquier excitación. El pulso es entonces débil,
filiforme y apagado por último; las mucosas
pierden el color; la respiración es fatigosa;
los pelos aparecen mojados, formando placas,
y la piel y las extremidades se quedan
frías; pródromos todos esos de la muerte, que
sobreviene en medio de la mayor calma.
Las causas de los cólicos son muy numerosas
, habiendo caballos predispuestos al padecimiento
por la conformación del aparato digestivo.
Si la casta no influye, como alguuo>
creían, es indudable que lo hace el género de
trabajo á que se hallan dedicados los animales.
Los caballos de gran talla, enganchados á pesados
vehículos y obligados á trabajar durante
largas jornadas, se hallan más expuestos
que los caballos ocupados en trabajos Hgeros,
á padecer cólicos. Influya ó no la edad en la
frecuencia del padecimiento, lo indudable es
que con todos es compatible; los jóvenes y los
adultos son propensos á los cólicos por congestión
y por indigestión aguda, y los viejos
á los cólicos por obstrucción. La enfermedad
es más frecuente en estío que en invierno, y
más en esta estación que en las templadas,
influyendo el cambio de régimen acaso tanto
como el de temperatura. Una alimentación
excesiva ó demasiado excitante y el estado
pletórico predisponen á los cólicos. Entre las
causas ocasionales se pueden señalar particularmente
la ingestión de grandes cantidades
de grano, de salvado ó de forraje, las cuales
determinan cólicos estomacales por exceso
de pienso ; los cambios de régimen sin transición
alguna, ya sean forrajes nuevos, ya forrajes
artificiales, ó ya cebada los que constituyan
el alimento; la mala calidad de ésta;
los forrajes alterados por el moho ó por su
mezcla con plantas narcóticas é irritantes; los
forrajes fangosos ó cargados de arena; los enfriamientos;
las bebidas frías; la acción prolongada
de una elevada temperatura; las carreras
rápidas durante los calores del estío;
los esfuerzos musculares violentos que exige
un trabajo demasiado activo después de las
comidas, y la colocación de los animales sobre
la espalda para practicar alguna operación
cuando acaban de comer el pienso. Ya queda
dicho que los cólicos en la mayoría de los casos
son síntomas de afecciones muy diversas,
generalmente gastro-intestinales, y también de
15

GOL — 218 — COL
indigestiones del estómago ó de los intestinos y
de congestiones de la mucosa intestinal. Los
volvulus, las invaginaciones, los cálculos, los
egagrópilos, la hernia inguinal aguda y las
demás hernias cuando se estrangulan, provocan
también cólicos. A veces son éstos debidos
á enfermedades del hígado, del peritoneo, de
los ríñones, de la vejiga y aun del útero en
las hembras. Los cólicos se clasifican en nerviosos
ó espásmódicos, en verminosos, en cólicos
por envenenamiento, en cólicos inflamatorios
debidos á la enteritis aguda ó crónica, y
en cólicos causados por obliteraciones vasculares,
consecutivas éstas á los aneurismas verminosos
de los principales troncos arteriales
de los intestinos. La clasificación es más fácil
de establecer en la teoría que en la práctica,
por ser difícil diagnosticar y reconocer si los
cólicos son primitivos ó secundarios, y si son
debidos á un simple desarreglo nervioso, á
una lesión material, aun éxtasis sanguíneo,
á una inflamación ó á la presencia de cuerpos
extraños. Es necesario conocer las causas externas
que han provocado la aparición del padecimiento;
solamente en casos muy raros son
patentes los signos característicos de tal ó
cual cólico. Muchas veces quedan ignoradas
las causas, y en otras ocasiones solamente la
autopsia las revela.
El carácter de las diversas clases de cólicos
varía según las especies de los animales. Eu
los bueyes los síntomas son casi los mismos
que en los caballos y demás solípedos, pero
nunca se echan sobre el dorso. Tampoco se
observa en aquéllos la variedad llamada indigestión
intestinal, la cual es debida á la parálisis
del intestino á consecuencia del éxtasis
sanguíneo que producen las embolias, La
indigestión estomacal, aun con repleción solamente,
va acompañada de cólicos ligeros; la
meteorización limitada á la panza tiene caracteres
distintos de los de la timpanitis del
caballo, de manera que las reses vacunas solamente
padecen los cólicos francamente inflamatorios
y los debidos al catarro intestinal
y al extreñimiento. Entre las complicaciones,
la repleción alimenticia está únicamente
limitada á la panza y el vómito es muy raro.
En los bueyes se presenta una forma especial
de hernia interna, en que se extrangula
una asa intestinal entre la cara del pubis y el
cordón testicular, determinándose la aparición
de un cólico de larga duración y de terminación
fatal, á menos de que no se haga
desaparecer la hernia por una operación quirúrgica
ó una manipulación. Los cólicos del
cerdo se presentan con los mismos caracteres,
y signen la misma marcha que los de la especie
bovina, no siendo rara en este animal la
enteralgia ó cólico nervioso, que se presenta
bruscamente por lo común, después de la
ingestión de alimentos indigestos. En ese caso
el vientre se resiente á la presión, las extremidades
están frías, el animal se revuelca, lanzando
gruñidos quejumbrosos, y experimenta
un gran alivio cuaudo evacúa gases por el
recto, y aun en los raros casos en que se presenta
el eructo. Los vómitos suelen ser bastante
raros también, y en todo caso mucosos
y acompañados únicamente de alimentos líquidos.
El extreñimiento tenaz es bastante
frecuente, y en ocasiones se presenta la diarrea.
Pocos animales padecen cólicos con tanta
frecuencia como los perros, en los cuales se
desarrollan á consecuencia de la acumulación
de substancias sólidas en el estómago, y sobre
todo de las inorgánicas. Proceden de huesos
que han resistido á la acción de los jugos
gástricos; de la existencia de cálculos
intestinales,, ó de obstrucciones de los intestinos
por egagrópilos, cuerpos extraños ingeridos
ó vermes intestinales acumulados en gran
número. La existencia de los dolores intestinales
se revela por la agitación de los animales,
por sus posturas, por sus quejidos, por lo
triste de la mirada, porque á veces muerden
á las personas que se acercan á ellos, por la
variable temperatura del cuerpo, porque cesa
el apetito, y porque la defecación es escasa ó
nula. Los dolores abdominales presentan alternativas
muy marcadas, y el padecimiento,
cuya duración suele ser breve, termina por
curación, ano ser su causa las materias estercoráceas
duras y muy secas, ó las concreciones
que pueden ocasionar lesiones y hasta la
gangrena en las paredes intestinales, ó una
peritonitis mortal cuando no se consigue la
desaparición de esas causas. A veces se advierten
en el perro cólicos con accesos furiosos,
ocasionados por los equinococos, que fijan sus
ganchos en las paredes del intestino delgado.
También otros vermes producen cólicos, si
bien menos dolorosos y cuyo diagnóstico sólo
se puede hacer cuando aparecen los vermes
en los vómitos ó en las defecaciones.
DIVERSAS CLASES DE CÓLICOS.—Los debidos ú
la indigestión estomacal suelen presentarse con
caracteres poco alarmantes en el caballo; los
animales parecen oprimidos, escarban el suelo
con las manos, inclinan la cabeza hacia el
costado y tratan con frecuencia de echarse, ó
se echan con precaución. Se aceleran un poco
la respiración y la circulación, la conjuntiva
aparece algo inyectada y las orejas se quedan
frías. Cuando se saca á pasear á los enfermos,
andan despacio, y. cual si les causara molestias
la marcha. En ciertos momentos alargan
el cuello, extienden la cabeza y hacen esfuerzos
para vomitar, signo indudable de que existe
la.indigestión en el estómago. El aliento
espirado tiene un olor ácido desagradable, y
se escapan materias alimenticias por las narices
, indicio de una parálisis del estómago ó
de una desgarradura al nivel del orificio esofagiano.
Si no sobreviene la muerte en todos
los casos de cólico por indigestión estomacal,
por lo menos son muy pocas las curaciones.
Los cólicos por indigestión intestinal aguda,
frecuentes en los caballos alimentados con forrajes
verdes, y que tienen su origen en el
ciego ó en el colón replegado, parecen tam-

COL — 219 — COL
bien cólicos ligeros al principio; paulatinamente
se va hinchando el vientre, especialmente
por el lado derecho; se presenta la
apnea como consecuencia de la presión de las
visceras abdominales sobre el diafragma; la
respiración y la circulación se aceleran notablemente;
el pulso se vuelve fuerte, y las
mucosas se inyectan. Esos síntomas pueden
persistir durante varias horas sin modificaciones
sensibles, y cuando el mal se aproxima
á su resolución, los animales se quedan tranquilos,
arrojan excrementos y gases, disminuye
hasta desaparecer el abultamiento del
vientre, y las funciones recobran su marcha
normal. Las principales complicaciones que
son de temer son la congestión intestinal, la
rotura de los intestinos, el vértigo y laparaplegia.
Cuando la indigestión se complica con la
congestión intestinal, los dolores abdominales
son mucho más violentos. La ruptura de los
intestinos es una terminación bastante común
á consecuencia del exceso de alimentos. Casi
siempre se efectúa por la curva diafragmática
del colón, y se traduce por la rápida desaparición
de los fenómenos anormales. Los enfermos
cesan de revolcarse, no escarban el suelo,
se quedan tranquilos, pero persiste el abultamiento,
cubre la piel un sudor frío, la faz
expresa ansiedad, el ojo aparece empañado, la
respiración es corta y temblorosa, y apenas se
percibe el pulso, y los enfermos mueren muy
luego. Cuando la indigestión intestinal se
complica con el vértigo, los movimientos se
vuelven precipitados, irregulares ó inseguros,
los animales mantienen la cabeza baja y se les
obscurece la vista. Cuando se deja libre al caballo,
choca contra las paredes, gira en círculo
ó se entrega á movimientos desordenados.
También puede terminar la indigestión en
esos animales con una paraplegia ó congestión
de la médula. Los movimientos de la
parte posterior quedan entorpecidos; los enfermos
hacen esfuerzos inútiles para mantenerse
en pie, y las extremidades posteriores
resultan más ó menos entorpecidas.
La congestión intestinal se caracteriza por
el súbito aflujo de sangre á la trama de la
mucosa intestinal en el momento en que los
caballos se hallan trabajando por lo común.
El paso de los animales se vuelve inseguro, se
detienen y tratan de echarse, patean, escarban
el suelo y se mantienen en constante agitación.
Muy luego aparecen sudores, localizados
en ciertas regiones por lo pronto y que se
extienden después á toda la superficie del
cuerpo. Las mucosas se vuelven pálidas, después
de haber estado inyectadas durante el
primer período del mal, y esa palidez es un
síntoma característico del padecimiento. Los
atroces dolores que los animales experimentan
les ocasionan muy luego la muerte, término
casi siempre de la peligrosa afección
que algunos llaman cólico rojo y enteritis sobreaguda.
Los cólicos por extrangulación ó
miserere se caracterizan por la violencia de
los síntomas y por la extremada angustia de
la fisonomía. Los pacientes se revuelcan y se
agitan, lanzando prolongados gemidos, y á veces
se golpean la cabeza contra el suelo y los
objetos que están próximos á ellos. En toda
la superficie del cuerpo aparecen sudores,
primero calientes y glaciales después, y los
caballos agitan la cabeza como si fuera un incensario,
y toman posturas anormales que alivian,
al parecer, sus dolores. Después sobreviene
una calma engañadora, y los animales
, que conservan pintada la ansiedad en la
fisonomía, rechazan los alimentos y las bebidas;
su respiración sigue siendo frecuente; el pulso
apagado; copioso y frío el sudor, y la mortificación
manifiesta, señal de que la gangrena
intestinal hace progresos. Los cólicos estéreoráceos
ó producidos por obstrucción intestinal
son generalmente ligeros, pero á veces duran
varios días. Presentan intermitencias y paroxismos,
y pueden terminar en ciertos casos
por desgarradura del intestino. En ciertos casos
el examen del costado derecho permite determinar
la existencia de la obstrucción en el
intestino ciego, y la exploración rectal suministra
preciosas indicaciones sobre el estado
de la curvatura pelviana del gran colón.
Generalmente ofrece grandes dificultades
el diagnóstico diferencial de los cólicos, y casi
siempre hay que limitarse á conjeturas más
ó menos probables. En esa incertidumbre, sin
embargo, pueden ser perfectamente racionales
las indicaciones terapéuticas que respondan
á la naturaleza de los síntomas observados.
De todos modos, antes que á los medios
terapéuticos preconizados para combatir los
cólicos, ha de atenderse á la manera de evitar
éstos, observando las debidas precauciones. El
tratamiento preventivo estriba casi exclusivamente
en la aplicación de las prescripciones
de la higiene á la alimentación y dirección de
los animales. En la época de la recolección
de los forrajes, antes de distribuírselos á los
caballos, es necesario dar tiempo á que hayan
perdido lo que en algunas comarcas llaman el
fuego, ó sea á que se sienten y refresquen;
cuando es necesario administrarlos poco después
de recolectados, se atenuará la influencia
demasiado excitante que ejercen en la economía
animal, rodándolos con agua salada y
refrescando á los animales, y dándoles empajadas
diariamente. Si los caballos han engordado
excesivamente en determinadas circunstancias,
si están pletóricos, habrá de disminuirse
un poco la ración de cebada ó avena,
y se los someterá de vez en cuando al régimen
atemperante de las empajadas de harina de
cebada, adicionadas con sulfato ó con bicarbonato
de sosa. En todas las estaciones se
evitará que beban las reses cuando tengan
calor ó cuando acaben de hacer un ejercicio
violento, y nunca se les administrarán bebidas
frías. Siempre que haya de modificarse el
régimen, se procederá gradualmente y se procurará
evitar la transición brusca del pienso
seco al verde, y viceversa. Los henos averiados,
enmohecidos y fangosos no deberán ser

COL — 220 — COL
empleados nunca en. la alimentación del caballo,
y en caso de que haya absoluta necesidad
de utilizarlos, se sacudirán bien y se regarán
con agua salada previamente.
El tratamiento curativo de los cólicos depende
naturalmente de la índole de la enfermedad
que los haya originado. Únicamente
el veterinario, gracias á sus conocimientos
anatómicos, fisiológicos y clínicos, puede precisar
la naturaleza del cólico y la afección
que le produce, para obrar en vista de ello. Lo
que no debe olvidarse es que cualquier cólico,
aun siendo ligero, pone en peligro la vida
de las reses. En cuanto se observe que un caballo
padece un cólico, es necesario abrigarle
ción de los cólicos, naturalmente mediante
la intervención y dirección del veterinario, se
mantendrá á los animales uno ó dos días en
reposo, sometiéndolos á media dieta y á un
régimen atemperante, para alimentarlos después
en la forma ordinaria y dedicarlos á sus
trabajos habituales.
COLIFLOR (Botrytis, D. C.).— Procede
de la Isla de Chipre, y requiere un clima cálido,
ó por lo menos templado, porque se resiente
mucho de las heladas y los fríos. El
carácter distintivo de esta berza es el no formar
pella con las hojas, como sucede con las
demás, sino que sus flores se transforman antes
de desenvolverse en una masa compacta
Figura 113.—Coliflor temprana, gruesa y corta de Erfurt
bien, cubriéndole; hacerle andar al paso, llevándole
del diestro; darle en el abdomen
fricciones secas con un manojo de paja, y ponerle
lavativas tibias cou agua de fuente ó
agua de jabón. Cuando aumente la intensidad
de los dolores, conviene ejecutar con esencia
de trementina fricciones en el cuello, en las
espaldas, en los riñones, en la grupa y en los
muslos. Para ello se emplea un cuerpo duro,
una piedra ó un pedazo de ladrillo, con objeto
de provocar una irritación cutánea más
intensa y una reacción enérgica en los intestinos.
Cuando sean considerables los sufrimientos
y los animales se echen en el suelo, se
hará inmediatamente en la yugular una sangría
de 4 á 8 litros, según la alzada de la
bestia. En las viejas ha de ser aquélla menos
copiosa que en las jóvenes. Obtenida la cura-
de granulaciones blancas, carnosas, tiernas y
de delicado gusto. Cuando esta masa se halla
completamente desarrollada, alcanzando uu
diámetro de 16 á 20 centímetros y forma convexa,
da origen á muchas ramas con flores
perfectas é imperfectas, que producen semillas
para perpetuar la especie si no se cortan
antes de florecer.
En España se cultivan comúnmente dos
variedades: la temprana de Valencia y \& tardía
ó común.
Coliflor temprana de Valencia.—Se distingue
de la tardía en que su semilla degenera á
los tres ó cuatro años, por lo que se acostumbra
renovar todos los años las semillas eu
los países templados con otras de comarcas
más cálidas.
Coliflor tardía ó común.—Hoja un poco

COL — -221 — COL
dentada, color verde azulado, con bordes lisos
y nervios blancos. Es más estimada la de
pella muy voluminosa, apretada y de botón
de flor más menudo.
En Francia se cultivan muchas variedades,
de las que ofrece M. Vilmorin las siguientes:
tierna ó temprana de París; semidura ó semitemprana
de París; dura ó tardía de París;
Lenormand muy gruesa; Lenormand de pie
corto, muy gruesa; enana temprana de Erfurt;
dura ó tardía de Holanda; dura ó tardía
de Inglaterra; tardía de Slathold; tardía de
Walcheren, y negra de Sicilia.
Coliflor enana temprana dé Erfurt.—Variedad
muy temprana y de gran mérito, pero
bordes. Las hojas ofrecen un color verde obscuro,
y las pellas son muy gruesas, muy apretadas,
de un blanco magnífico, y se conservan
mucho tiempo. Es muy temprana, rustica
y productiva, y ocupa poco espacio en la
tierra. La casa Sutton, de Londres, anuncia
en sus catálogos una variedad, llamada Peina
de las coliflores, que es enana y de una
hermosa pella, no siendo sólo excelente como
temprana, sino también porque resiste la sequedad
de una manera notable. Se recomienda
por ser muy á propósito para una sucesión
de siembras que pueden disfrutarse entre invierno
y otoño.
CULTIVO.—Puede decirse que el cultivo de
Figura 114.—Coliflor Lenormand gruesa, tardía de Holanda
difícil de conservar en toda su pureza; en su
porte es un poco mayor que la mediana, pero
de pie corto. Las hojas son oblongas, enteras,
de contornos redondeados, apenas ondulados,
y de una tinta verde-gris particular;
pella muy blanca y de grano muy fino, que se
forma pronto, pero que no se conserva apretada
mucho tiempo. (Véase la figura 113.)
Coliflor Lenormand gruesa.—Hace veintitantos
años que empezó á llamar la atención
esta variedad por su rusticidad y la hermosura
de sus productos. Se diferencia poco en su
porte de la semi-dura de París, pero su hoja
es más ancha y exige menos cuidados que la
mayor parte de las demás variedades. Su mérito
principal consiste en haber dado origen
á la variedad siguiente. (Véase la figura 114.)
Coliflor Lenormand de pie corto.—Su pie
es sumamente corto y guarnecido hasta el nivel
de tierra de hojas cortas, anchas, redondeadas
y poco onduladas, exceptuando sus
la coliflor es uno de los más sencillos, pero
de los más difíciles de practicar bien. Las
coliflores no se forman con regularidad sino
cuando se desarrollan bien las plantas desde
que empieza hasta que concluye la vegetación,
exigiendo la mayor vigilancia y los cuidados
más asiduos para asegurarla. En efecto;
si se exceptúan las.coliflores de primera
estación que se siembran en el otoño y pasan
el invierno bajo abrigos, su cultivo se
reduce al de una planta anual que se siembra
en primavera al aire libre y se recolecta en la
misma estación, sin más cuidados que frecuentes
riegos.
En París se distinguen tres estaciones principales,
ó tres series de cultivos de coliflores:
en el primero se practica la siembra en el
otoño y la recolección en la primavera; en la
segunda estación se siembran á fin de otoño
ó en invierno, y se cosechan en el verano inmediato;
en la tercera, en fin, se siembran á

COL — 222 — COL
la salida del invierno ó en la primavera, para
comerlas en el otoño del mismo año.
Las coliflores sembradas en otoño para disfrutarlas
en la primavera, sea en plena tierra,
ó sobre cama más generalmente, se disponen
desde Septiembre; se cría la planta durante el
otoño bajo bastidores fríos, ó al aire libre en
uua platabanda ó era alomada, con buena exposición
y abrigada con campanas. En Enero
ó Febrero se transponen sobre cama á razón
de seis pies por erita. Las pellas de estas
coliflores son las primeras.que se presentan
en el mercado por el mes de Mayo.
Las coliflores de segunda estación se siembran
desde Enero sobre cama caliente; se
transpone la planta á otra cama, y no se le
pone de asiento en los cuadros de la huerta
hasta después de haber adquirido bastante
fuerza, hacia fin de Marzo ó Abril. En esta
estación no hay necesidad de calor artificial,
y da naturalmente su pella á fin de Junio ó eu
Julio. Se continúan las siembras en Febrero y
Marzo, y las plantas criadas bajo bastidores
ó bajo campanas se ponen un poco más tarde
de asiento que las procedentes de siembras
verificadas en camas. Esta segunda estación,
es decir, la en que la planta se desarrolla por
medio de cuidados especiales y de calor artificial,
pero en que la producción tiene lugar
en los cuadros de la huerta al aire libre, es
la que suministra la mayor cantidad de las
coliflores que concurren al mercado de París.
En la tercera estación, en fin, se desarrollan
las plantas sin necesidad de calor artificial,
criándose los pies mismos en plena tierra. Se
hace la siembra en Mayo ó julio en platabanda
abrigada ó sombreada, y se transplanta
de asiento la planta en el mes de julio,
sin necesidad de transponerla antes á criaderos
para que se robustezca, como se hace en
las otras estaciones. Este sistema de cultivo,
que á primera vista parece el más sencillo de
todos, no da siempre los mejores resultados,
efecto de los grandes calores y de la sequedad
que dificulta proteger las coliflores durante
la vegetación, y de los fríos otoñales que sobrevienen
antes de formarse las pellas.
En España se hacen las siembras eu albitanas
dispuestas al Mediodía ó al Levante,
abriendo zanjas de 70 centímetros de anchura;
por la parte delantera se colocan tablas
perpendicularmente desde el fondo de las
zanjas; tablas que se aseguran con estacas para
que no se ladeen.
Al lado opuesto de la zanja ó espaldar se
hincan á conveniente distancia estacas que
sobresalen 85 centímetros de tierra. A éstas
se clavan hasta la mitad de la altura las tablas
que deben defender las plantas de los vientos
del Norte y Nordeste. A los costados se colocan
otras tablas para su defensa respectiva.
Hecho esto, se clavan listones para que puedan
sostener los setos y cubiertas.
En el fondo de la zanja se echará estiércol
reciente, acabando de rellenar los 15 centímetros
que quedan de hueco con buen man­
tillo pasado. No se procederá á la siembra hasta
haber disminuido mucho el calor, para no
abrasar la semilla y las plantas.
Al empezar á nacer éstas se ventilará la
albitana levantando los bastidores unos 15
centímetros para que circule libremente el
aire, pudiéndolos levantar del todo eu días
templados de sol.
En las costas del Mediterráneo y en algunos
puntos abrigados del interior es suficiente
el resguardo de una tapia que mire al Mediodía,
aunque siempre conviene tener pajones
dispuestos para cubrir.
El transplante de asiento se practica en la
región central de España desde Junio á Agosto
, á medida que se viene la planta y está eu
disposición de transponerse. Antes del transplante
se regarán los semilleros. Se hará la
plantación en lomos distantes entre sí 70 centímetros
, y quedarán los pies al mismo marco.
En los sitios en que escasea el agua se
plantarán las coliflores en eras llanas, para
poderlas regar con menos agua. Después de
plantadas se arrimará tierra junto al tallo
para abrigarlo, dando un riego inmediatamente
jiara que no queden en hueco las- raíces,
y repitiéndolo diariamente hasta que
prendan. Los primeros riegos se harán con
regadera. Se les dará una labor general al
mes y medio de plantadas. Al empezar á mostrar
pella se les dará otra labor que ahueque
la tierra alrededor de las plantas para que ganen
en tamaño, regándolas en este estado con
mucha frecuencia, para impedir que se abran
demasiado pronto las pellas, y puedan criarse
mayores y más tiernas. Luego que las pellas
han alcanzado el grueso de un puño , se atarán
por encima las hojas, á fin de que las defiendan
y resguarden de la humedad y de los
golpes de sol, pues sin esta precaución se pudren
con las lluvias continuas y pierden con
el sol el color blanco, que tanto se aprecia
en esta hortaliza.
Se podrá empezar la recolección de coliflores
tempranas plantadas al descampado, desde
Junio á Agosto, y desde Octubre hasta fines
de Diciembre, y desde este tiempo darán hasta
Marzo y principios de Abril, en años favorables,
las coliflores tardías. Las que se
cultivan bajo abrigos producen pella por
Mayo ó Junio.
Usos Y APLICACIONES.—Se come cocida la
pella, compuesta de la reunión de las ramificaciones
florales.
D. Navarro Soler.
COLINABOS y RUTABAGA. —Planta
que apenas se cultiva en la huerta como hortaliza,
pero que suministra un buen forraje
para alimentar el ganado durante el invierno.
A diferencia de los colirábanos, que producen
una raíz gruesa, de carne amarilla, los colinabos
la presentan blanca, y se parecen mucho
á un nabo grueso. Los caracteres de las.hojas
y de las flores de la planta indican suficientemente
que es una verdadera col. Un gramo
de semillas contiene 375, según M. Vilmorin.

COL — 223 — COL
Colinabo blanco.—De hojas lisas, abundantes,
y raíces largas, gruesas y de forma
regular. Es muy productiva, y se siembra
Figura 11*).—Colinabo blanco
desde Abril hasta Septiembre (véase la figura
115).
Colinabo blanco con cuello rojo.—Sub-va-
Figura llfi.—Butabaga de cuello violeta
riedad de la precedente, de la que difiere por
la tinta roja ó violeta que colora el cuello de
la raíz, y que se extiende frecuentemente á
los pecíolos y nervios de las hojas. La carne
es blanca.
Colinabo blanco liso, de hojas cortas.— Variedad
de raíz deprimida, más larga que ancha
y más regular que las otras dos variedades;
hojas más cortas y más enteras, y de un
verde poco más obscuro. Constituye una raza
comestible mucho más temprana que las
otras, pudiendo sembrarse en Julio. La carne
es blanca.
Rutabaga de cuello verde.—Raíz redondeada,
casi esférica, con piel amarilla, muy teñida
de verde en la parte que sobresale de
tierra, y principalmente alrededor del cuello.
Rutabaga de cuello violeta ó rojo.—Es la
misma planta que la rutabaga de cuello verde,
sin el color rojo-violáceo que se extiende
por toda la parte no enterrada de la raíz. En
Inglaterra, donde las rutabagas de cuello verde
se cultivan en muy grande escala, es la de
cuello rojo ó violeta la que alcanza más favor.
Se cultivan gran número de castas, pero las
más notables son: la de Skirving, la de Fettercairn
y la Sutton's Champion, que se recomiendan
por su mucho volumen y la forma
tan regular de su raíz, casi completamente
esférica. La figura 116 representa la rutabaga
de cuello violeta.
Rutabaga amarilla aplastada, temprana.—
Variedad de huerta más bien que del gran
cultivo, de raíz deprimida, lisa y bien formada;
piel amarilla, teñida ligeramente de verde por
encima; hojas poco abundantes, cortas y erguidas.
Es la rutabaga que se forma más pronto
y la más recomendable como planta de huerta.
CULTIVO.—Los colinabos y las rutabagas
apetecen tierra fuerte y fresca, y prefieren
los climas un poco húmedos; temen el
mucho calor, pero no el frío. Uno de sus
mayores méritos es la rusticidad. Se siembran
con preferencia de asiento en Mayo
ó Junio, y se les aclara de manera que los
pies queden espaciados de 35 á 40 centímetros
en todos sentidos, contentándose
después con darles algunas entrecavas y
regarlos en caso de necesidad.
Usos Y APLICACIONES.— Se emplea la
raíz cocida, que tiene un sabor idéntico
al de las coles-rábanos, pero con la ventaja
de que las colinabos se empiezan á
gastar antes que adquieran completo desarrollo.
V/3---Í
N
- s
-
fl§6:i COLINO.—Coles pequeñas que aún no
'y ¡ se han transplantado. Se toma generalmente
por el conjunto de coles tiernas
que todavía están en el semillero, ó recientemente
arrancadas para transplan-
t a
fJOLIRÁBANOS. — Los colirábanos
(Brassica gongilodes, L.) parece como
que suponen la producción de una raíz
subterránea comestible; pero todo se reduce
á que se ensancha el tallo, y se hace carnoso
y pulposo para constituir la parte útil de
la planta. Además de este precioso recurso

COL — -2-24 — COL
aplastada que caracteriza al rábano, porque
en este caso serían verdaderos rábanos todos
los nabos aplastados de Finlandia y los redondos
de Escocia.
La col rábano, como la rutabaga, apetecen
una atmósfera más húmeda que seca y brumosa
generalmente.
Usos Y APLICACIONES.
Figura 117.—Colirábano hola de Siam
-
—Se come la bola ó
parte gruesa del tallo antes de su completo
desarrollo. En este estado es muy tierna, y
participa á la vez del gusto al rábano y de
la col.
N. S.
COLIS.—Este nombre se aplica en las Islas
Filipinas á dos plantas de la familia de las
Melasto maceas, llamadas
también Candan.
1."- Memecylon iinctorium,
L.
DESCRIPCIÓN. — Tronco
derecho, ramoso. Hojas
opuestas, aladas sin
impar, terminadas por
un estilete; hojuelas
aovadas, meollosas y
lampiñas. Flores axilares
en umbela. Fruto baya
globosa, con una ó más
glándulas en el extremo,
coronada por el cáliz,
con un aposento y una
semilla; á veces son dos,
tres ó cuatro los aposentos,
y sólo uno grande,
y en cada uno una semilla.
Florece á principios
de Agosto. Las flores de
este árbol son azules, y
los cálices de color bajo
de rosa. Adquiere una
altura de 3 á 4 metros.
APLICACIONES . — Con
sus hojas se hace un cocimiento
pegajoso en el
cual bañan, como mordente, las hojas del
buli ó de la palma con que hacen los petates.
Así preparadas, se tiñen después estas hojas
de encarnado ó pajizo.
2. a
Memecylon lanceolatum, P. Blanco.
DESCRIPCIÓN.— Hojas opuestas, aladas sin
impar, terminadas por un estilete; hojuelas
lanceoladas, enterísimas y lampiñas. Flores
axilares, en una ó dos umbelas. Los demás
caracteres iguales á la especie anterior. Adquiere
una altura de 3 á 4 metros. Las flores
son algo mayores que en el M. tinctorium,
pero aparecen en el mismo tiempo.
COLMAR.—Llenar una medida, un cajón,
cesto, etc., de modo que lo que se echa en
ellos exceda su capacidady levante más que
los bordes. (V. Colmo.)
COLMATAJE ó COLMATEO.—Acción
de rellenar una hondonada, haciendo pasar repetidas
veces agua cargada de substancias terrosas
que se van depositando en ella. El colmataje
en ese sentido se confunde con ciertos
para los animales, de que tanto uso se hace
en Alemania é Italia, se utilizan las hojas. La
semilla es parecida á la de todas las castas de
coles, y entran en número de 300 próximamente
en cada gramo.
Se conocen diferentes variedades, de las
que describiremos las siguientes:
Colirábano blanco.— Su raíz afecta la forma
de bola; color verde pálido, aunque su carne
es blanca; las hojas son anchas y abundantes.
Esta variedad tardía recibe también el nombre
de bola de Siarn. (Véase la figura 117).
Colirábano blanco de Viena. — Berza muy
temprana, que forma bola oblonga, blancoverdosa,
más pequeña que la de la variedad
precedente; sus hojas son más cortas y menos
abundantes.
Colirábano violado.—Bola violada, y rojoviolados
los pecíolos y nervios de las hojas.
Es variedad más rústica que las anteriores.
Colirábano violado de Viena.—Sólo se diferencia
del anterior en ser muy temprano.
CULTIVO.—Como los colinabos, y se siembran
en semillero desde Marzo á Junio, transponiéndolas
de asiento al mes ó á las seis semanas,
aunque es mejor aplazar el transplante
hasta los dos meses; las variedades más
tempranas pueden sembrarse en Julio. Se
plantan distanciando los pies de 35 á 40 centímetros
unos de otros.
La generalidad de los agrónomos extranjeros
confunden la col nabo con la col rábano,
k consecuencia de no admitir M. Joigneaux
el rábano en agricultura. En opinión del entendido
agrónomo francés, nabos y rábanos
son una misma cosa en el gran cultivo, no
aceptando la división basada en la forma

COL COL
trabajos de irrigación, desecación y entarquinamíento.
El colmataje, como medio de transformar
el suelo, se considera de origen toscano;
se atribuye su invención á Testaferrato,
en el siglo XVIII , pero desde remotos tiempos
se ha utilizado para convertir en productivas
muchas tierras incultas. Para colmatar una
tierra se la aisla de las tierras colindantes con
la que se extrae de un foso, para formar el
dique de separación, cuya altura deberá ser
de unos 70 centímetros. Se divide después la
finca en zonas de extensión cada vez menor, á
medida que aumente la distancia entre ellas
y el canal que ha de proporcionar el agua, y
se separan entre sí por pequeños diques de 50
centímetros de altura. Introducidas las aguas
en la primera zona, una vez llena ésta, se derraman
en el segundo compartimiento, y así
se prosigue hasta que los hayau invadido á
todos, para salir del último, completamente
claras, por un foso de desagüe. Cuando
esté bien colmatada la primera zona, se introducirán
las aguas directamente ala segunda,
y sucesivamente á la tercera, cuarta, etc.,
terminando por la última. Durante la operación
se debe procurar que la capa de agua
tenga siempre un espesor de 0,50, porque sin
esa precaución podría convertirse en causa de
infección el colmataje, por calentarse el agua
bajo la acción del sol y descomponer rápidamente
los elementos vegetales que haya en
ella. El período necesario para colmatar una
tierra depende ante todo de la naturaleza de
ésta, de la frecuencia de las crecidas del río
cuyas aguas se utilizan y de la cantidad de
limo que arrastren.
Las substancias que contienen las aguas
limosas pueden agruparse en tres clases: las
que se hallan simplemente en suspensión; las
que se disuelven, y las que están en suspensión
y disueltas en parte. Cuando corre el
agua con rapidez por un canal, son arrastradas
todas las materias tenues y mezcladas
con el líquido, y cuando se extiende la capa
de agua y fluye pausadamente, los depósitos
se forman en el siguiente orden: arena gruesa,
arena fina, mantillo, y por último, arcillas
dispuestas de abajo arriba, según su tenuidad.
Cuando no se tiene el cuidado de
dirigir las aguas metódicamente, se obtienen
terrenos de diferente naturaleza: unos arenosos
, otros de mediana compacidad y otros arcillosos
en fin. Esa desigualdad se evita mediante
la división de los terrenos en zonas,
como queda indicado. Una vez terminado el
colmataje, se destruyen los diques que se
hubiesen levantado. En todos los países donde
se aprecia la importancia de las mejoras
agrícolas, y donde abundan los ríos y corrientes,
se han utilizado en grande escala los tarquines
que arrastra el líquido, en épocas de
crecidas especialmente, para aumentar la fecundidad
y el valor de los terrenos, y para
cultivar árboles en buenas condiciones. En
Italia, en los valles del Po y del Arozo, y en
las embocaduras de muchos ríos ingleses, se
han hecho colmatajes de verdadera consideración.
Algunos confunden el colmataje con
el entarquinamieuto; éste no tiene, como aquél,
por principal fin elevar el nivel del suelo, sino
distribuir sobre él el limo para abonarle; operación
que se puede repetir con frecuencia y
que compensa siempre los gastos hechos. Para
ejecutar el colmataje en grande escala es necesario
que se asocien muchos propietarios, y
de ahí que las cámaras francesas hayan autorizado
la constitución de sindicatos para ese
fin', y concedido las servidumbres necesarias.
En la Crau, departamento de las Bocas del
Ródano, se emprendió hace poco tiempo el
colmataje de 20.000 hectáreas.
Antes de emprender la operación del colmataje,
es necesario calcular la cantidad de
materias tenues que contenga en suspensión
el agua que haya de emplearse. El medio más
sencillo y práctico consiste en dejar que deposite
en una vasija cierta cantidad de agua
las materias que contenga en suspensión; en
decantar cuidadosamente el líquido cuando
se haya clarificado bastante, y en recoger y
pesar el depósito. La filtración del agua daría
en la mayoría de los casos cantidades demasiado
elevadas y podría inducir á error.
El colmataje puede ser abierto ó cerrado,
llamado también vivo ó muerto; el primero
representa el sistema por el cual se deja á la
corriente un leve curso, y desagüe por el regulador
inferior; el otro representa el colmateo
por estancamiento del agua, que debe
posar las materias cenagosas que contiene. De
los dos sistemas se prefiere el colmateo vivo,
por conseguirse mejor el objeto. Este sistema
ofrece muchos inconvenientes, y de ahí que se
prefiere el primero. Para demostrarlo, supongamos
que haya de rellenarse una hondonada
de 2,50 metros de altura, y que representa un
3 por 100 del peso del agua que haya de emplearse
el limo del líquido; que en la caja de
colmataje se pueda retener una masa líquida
de 3 metros de altura, y que sea dable llenar
cinco veces al año la caja ó depresión. Es indudable
que cada vez que se lleue se introducirán
9 centímetros de materias sólidas, y
de consiguiente en cinco veces se obtendrá
anualmente un depósito de 45 centímetros
de espesor, y por lo tanto, en cinco años se
habrá obtenido la masa de materias sólidas
que se desea. Tal es el cálculo que ordinariamente
se hace, pero es erróneo sin duda alguna.
En efecto, la práctica demuestra que
si en el primer año se puede obtener una
capa sedimentosa de 45 centímetros de espesor,
es porque esa masa guarda verdadera relación
con la cantidad de agua que puede introducirse;
pero después de haberse elevado
45 centímetros el nivel del suelo, no podrá
contener el terreno que haya de colmatarse
una masa de líquido igual á la del año precedente,
á menos de que no sea factible levantar
los diques 45 centímetros más, y la cantidad
de sedimento será menor al segundo año, é
irá disminuyendo en los años sucesivos en tal

COL — 226 — COL
grado que á los diez años la capa que depositen
las aguas será de unos 10 centímetros de
altura próximamente, es decir, que para el
colmataje muerto ó cerrado se requiere un número
de años considerable, y por lo mismo no
da los resultados que el agricultor podía esperar
al parecer. Además, habiendo de retenerse
toda la masa líquida en la depresión, es
necesario construir grandes diques de circunvalación,
y tan altos y sólidos que sean capaces
de resistir á las mayores crecidas, lo que
supone un enorme desembolso. Por el contrario,
en el colmataje vivo se obtienen muchas
ventajas: se renueva constantemente el agua,
mientras dura la inundación, y de consiguiente
se está sedimentando limo constantemente,
sin necesidad de hacer grandes obras hidráulicas.
Esto sentado, deberá seguirse para el
colmataje de uu terreno llano la marcha que
hemos indicado en un principio, y se logrará
el fin perseguido en un período relativamente
breve.
Para dar idea de los resultados que en la
práctica se pueden obtener con el colmateo,
extractaremos algunos estudios acerca del
limo qne varios ríos arrastran. Según el ingeniero
D. Hermenegildo Gorria, el río Ebro, en
la parte inferior de su curso, ó sea por la comarca
llamada de los Alfaques, por cada metro
cúbico de agua arrastra como término
medio 4.109 kilogramos de limo, cuyo peso
específico es 1.600, siendo 0,002549 metros
cúbicos el volumen y 0,00328 metros la altura.
La máxima cantidad de limo que llevan
los ríos de Italia es de 0,005 á 0,006 de su volumen,
resultando el promedio de 0,002 á
0,003. Las limosas aguas del Var llegan en
sus crecidas á llevar en suspensión de.53
á 11,157 gramos de limo por metro cúbico de
agua, siendo el promedio 3,577 gramos. En
una sola crecida puede depositar desde 0,30 á
0,40 metros de altura de limo. El Durance da
un promedio anual de 1,454 kilogramos de
limo por metro cúbico de agua. El Loira y algunos
de sus afluentes arrastran de 56 á 467
gramos por metro cúbico de agua. El Sena da
como máximo 2,738 gramos de limo por metro
cúbico de agua, y 1,4 como mínimo, adoptándose
como promedio anual 40 gramos.
En el Marne el promedio es de 74,5 gramos
de limo por metro cúbico, siendo su máximo
15,2 gramos y 46 el mínimo. El río Elba
da de 1,09 á 1,6 gramos, cifras que se elevan
á 170 y 201 en la desembocadura. El Mississippi
arrastra de 0,117 á 1,748 kilogramos de
limo por metro cúbico de agua, siendo la densidad
de aquél de 1,92 á 1,93. El Nilo, tan
célebre por sus desbordamientos, ha elevado
naturalmente los terrenos en 0,126 metros
durante un siglo.
COLMENA (Agricultura). — En el artículo
Abeja hemos publicado grabados que
representan las diferentes formas que es costumbre
dar á las colmenas para constituirlas
en habitación provechosa de tan útiles insectos.
Se construyen las colmenas de todos los
materiales malos conductores del calórico, y
de esta suerte conservan las abejas en el interior
de su habitación el calor que en conjunto
desarrollan, por cuyo medio viven en los temporales
fríos del invierno con más garantías
de éxito cuanto peor conductor del calórico
es el material de que está formada la colmena,
y ésta está colocada en mejor exposición,
según el clima, en el colmenar ó al abrigo de
alguna pared, etc.
La física nos enseña cuáles son los cuerpos
malos conductores del calórico (1). Aunque
discordes en las apreciaciones de la conductibilidad
del calórico por los minerales, fijando
en 100 al oro según M. Despretz, cuando Wiedmann
et Franz determinan ser 53,2, todos están
conformes, y la práctica lo confirma, que
la madera, el corcho, la paja, el heno, etc.,
para apreciar su conductibilidad, hay que tomar
fracciones de la unidad en que está apreciada
la tierra cocida. En estos principios que
hoy explica la ciencia y antes enseñó la experiencia,
se funda la aplicación de los materiales
más á propósito para la construcción
de colmenas, según digimos en el tomo I, páginas
37 á 40, figuras 11 á la 21 de este DIC­
CIONARIO.
El. corcho es el mejor material para formar
la colmena; le sigue la madera, pero teniendo
en cuenta que cuanto más pesada sea ésta,
tiene peores condiciones, así como que la mayor
conductibilidad está en dirección de las
fibras; ó lo que es lo mismo, que una colmena
construida de tablas serradas en dirección
de las fibras, y otra que las cortau transversalmente,
siendo de igual clase ambas, la última
conservará menos el calórico.
Como el resto de los detalles que aquí pudieran
ponerse .los encontrarán nuestros lectores
en el artículo ya citado, Abeja, á él nos
remitimos.
J. de Hidalgo Tablada.
COLMENAR (Apicultura).— En las páginas
36 y 37 del tomo I de esta obra hemos
tratado, en el artículo Abeja, cuanto en una
construcción de la clase de la que nos ocupa
debe decirse respecto á colmenar ; á aquéllas
nos remitimos, añadiendo solamente los materiales
de que creemos deben construirse en los
casos de establecer cobertizos, paredes, etc.,
para la colocacióu de las colmenas.
Las paredes y techos de los colmenares, así
como el suelo cubierto y algunos metros alrededor,
deben hacerse; las paredes desde el
fondo de los cimientos, de manipostería bien
acuñada y cal bien amasada, de manera que
impida á los insectos, sabandijas y ratones establecer
guaridas que permitan multiplicarse
y que tanto daño hacen introduciéndose después
en las colmenas. Los techos deben ser de
igual forma con el mismo fin; el suelo, de grava
gruesa, silícea, afirmada con cal y bien
(1) Véase Application a V Agriculture de la Physiqtie,
de la Chimie et de Géologie; par L. C- Caillafc.—Ganot:
Pliysiqu* expérimentel et appliquée.

COL — 227 — COL
apisonada. Siendo la perfección ejecutarlo
todo de piedra labrada, bien sentada y unida,
á la que sigue el ladrillo bien cocido y adecuado
á esta clase de obras. Lo peor es hacer las
paredes de tierra, que tanto facilita la formación
de guaridas de los enemigos indicados.
Los cobertizos de teja facilitan también dichas
guaridas.
Ya sea que se establezca el colmenar al tenor
de las figuras 9." y 10 de las indicadas páginas
, ya que se construyan paredes de abrigo
sin techo, ó alguna pared que reserve de los
aires fríos y fuertes á las colmenas, siempre
debe tenerse muy presente que, aunque más
costosas las construcciones que hemos indicado,
deben preferirse, por los daños que con
ellas se evitan sufrir, por lo que^resultan ser
más económicas.
En el emplazamiento de los colmenares que
sin paredes ni otro abrigo artificial se suelen
establecer, no debe dejarse de afirmar el suelo
, al tenor de lo ya indicado, sin lo cual los
perjuicios que ocurran en un año en las colmenas
equivaldrán á más que los gastos originados
en el afirmado, que dura indefinidamente,
con cortas reparaciones.
Más de una vez hemos visto colmenares de
bastante número de colmenas, puestas las
unas junto las otras, formando calles, pero todo
el suelo á la misma altura y sin ningún afirmado
, ni más defensa el asiento de la colmena
que una piedra más ó menos plana para
situarla. Este sistema de instalación es el menos
costoso en apariencia y en realidad el más
caro, pues los enemigos de las abejas que ya
hemos indicado, tienen de esta manera todos
los'elementos que pueden desear para su multiplicación,
y á la vez las colmenas, haciéndose
sombra las unas á las otras, la falta de
ventilación y la conservación de la humedad
las perjudican en alto grado. Si en lugar de
tan mala, instalación, se busca un terreno
algo iuclinado á la orientación que convenga
, y se establecen graderías á un metro de
distancia y el ancho del asiento de la colmena
además, dejando éste 30 centímetros más
alto del suelo, ganando en altura en cada fila
50 centímetros, afirmando el todo con obras
de manipostería los escalones, y el suelo ó
distancia entre las gradas afirmado con grava
y cal, dejando una pequeña pendiente de
desagüe, con este pequeño gasto se obtendrán
ventajas que lo remunerarán con usura. Si en
lugar del asiento general de todas las colmenas,
se colocan éstas al tenor de la figura 14,
b c, página 38 del tomo indicado, la aplicación
será más perfecta y duradera, con la reserva
absoluta de que el ganado no pueda ser
atacado en la colmena por los ratones ni sabandijas,
etc.
El afirmado del suelo del colmenar con
grava gruesa y cal, sobre las ventajas ya indicadas,
y que en las operaciones de él facilita
un suelo limpio y firme, tiene el de que no
produzca vegetación ninguna, que no pocas
veces por falta de cuidado llega hasta cubrir
las entradas del ganado en la colmena, con
los perjuicios consiguientes.
El mayor aseo y limpieza debe reinar en el
colmenar, y emplear todos los medios fáciles
de conseguirlo, no á costa de jornales que
con un descuido quedan sin efecto, sino con
obras que por su solidez eviten aquéllos y se
consigan fácilmente con pocas reparaciones.
Los colmenares cubiertos son un refugio de
grandes resultados para la conservación de
las abejas cuando, combatidas por un temporal
improvisado que las sorprende fuera de
colmena, vuelven presurosas á cobijarse en
ella. En tales casos los colmenares abiertos y
las colmenas que no tienen más que una pequeña
entrada para el ganado, dificultando el
pronto paso para librarse del agua, granizo,
etc., hace que perezcan muchas abejas, lo
que se demuestra observando que, después de
tales temporales, se ven muertas muchas al
pie de los vasos, por no haber tenido tiempo
de entrar. Para evitar estos inconvenientes,
se tiene cuidado de hacer varias entradas en
las colmenas que no tienen el resguardo del
techo del colmenar ó alguna reserva que las
ampare en tales casos, de los que se las ve
aprovecharse para ir entrando después.
En los países que ocurren nevadas, en los
colmenares descubiertos hay que tener cuidado
de destapar las piqueras de las colmenas,
y más si el viento, por la altura de los vasos,
los cubre á mayor altura que el piso general.
En donde frecuentan las zorras será de
importancia que el colmenar esté cubierto y
tenga puerta que impida el acceso de tan
dañinos animales. La construcción que los contiene
defiende el ganado del frío, lluvias, nieves,
granizo, etc., y también de la tentación
que secunda un colmenar abierto cuando la
gente del país es poco escrupulosa para apropiarse
la hacienda ajena.
J. de Hidalgo Tablada.
COLMO.—Porción que sobra de la justa
medida de grano, harina ó cosas semejantes,
y sobresale en el vaso en que se vende, formando
copete ó montón.
En Galicia dan también el nombre de colmo
al techo de paja, según se usa en las casas de
algunas aldeas.
C0L0B0T.-(V. Citrus, pág. 147.)
COLOCASIA.—(V. Caladio.)
COLODRA.—Vasija de madera, en forma
de barreño, de que usan los pastores para ordeñar
las cabras, ovejas y vacas. || Vaso de
madera, como una herrada, en que se tiene
el vino que se ha de ir midiendo y vendiendo
por menor. || En la provincia de Santander
significa el estuche de madera que lleva el segador
ala cintura, sujeto con una correa, para
colocar la pizarra con que á menudo afila el
dalle.
COLOFONIA.—Residuo de la destilación
de la miera ó resina de los piuos, calentada y
purificada, que se llama trementina, á la cual
se la ha despojado del aceite esencial ó aguarrás.
Denomínase también pez griega. Es un

COL — 228 — COL
producto de brillo vidrioso después de frío,
inodoro, insípido y color que varía del amarillo
obscuro al amarillo claro, insoluble en el
agua y soluble en el alcohol. Tiene poca afinidad
con los ácidos. El ácido sulfúrico la disuelve
en frío sin descomponerla. Se compone
de carbono, hidrógeno y oxígeno.
La voz colofonia proviene del griego kolophonia,
sobreentendiéndose resina, forma de
holophon. Colofón, Altobosco ó Belvedere
es ciudad de la Jonia, de donde procede dicha
resina. «La resina líquida que del pino y
de la picea destila, se trae de Francia y de la
Toscana; empero antiguamente se traía de
Colophon, ciudad asiática, de donde se vino
á llamar coloplioniaii. (Laguna sobre Dioscórides,
libro I, capítulo 73.)
Al salir del alambique la colofonia, contiene
un polvillo excesivamente tenue que le
quita la transparencia, haciéndola desmerecer
de su valor, de manera que para aclararla es
preciso hacerla pasar por telas metálicas muy
finas, á cuyo fin se usan dos clases de filtros,
unos planos y otros cilíndrico-giratorios. Los
primeros tienen el inconveniente de obturarse
fácilmente las mallas, lo que obliga á rasparlos
continuamente con una espátula, ocasionando
la destrucción rápida de la tela; la materia
que se obtiene, además, es poco pura, á
causa de los cuerpos tenues que pasan con
ella en virtud del frote continuo que es preciso
imprimirle.
Por todos estos motivos son preferibles los
segundos, cuya tela se puede mudar con facilidad
cuando se deteriora, porque está sujeta
entre las barras de separación y otras placas,
también de hierro, por medio de tornillos,
con unas tiras de cartón interpuestas para
evitar las cortaduras, que sin esta precaución
ocasionarían los ángulos de las barras en la
tela.
La colofonia se emplea en la fabricación, no
sólo déla resina opaca, sino también del jabón
amarillo, en el encolado del papel, en los betunes
hidrófugos, en la fabricación de lacres,
en la inyección de las maderas, de unos años
á esta parte en tintorería, en la fabricación
de productos esteáricos, en la composición del
alquitrán para calafatear los buques, en la
fabricación de algunos barnices, en el alumbrado
y en la oxidación del estaño de soldar.
Los músicos la emplean también para frotar
con ella los arcos de los violines. (V. Productos
resinosos.)
COLOMB0 (Botánica y Farmacia)
( Cocculus palmatus, D. C. ; Menispermum columba,
Roxb.; Jateorhiza columba, Miers.)
Planta de la familia de las Menispermáceas,
que abunda en las selvas próximas al canal de
Mozambique y en Madagascar. Es un arbusto
dioico, sarmentoso, trepador, de raíces
gruesas, con ramificaciones fusiformes; tallo
voluble, sencillo, cilindrico, del grueso de un
dedo meñique y con borra. Las hojas son alternas,
de pecíolo largo, acorazonadas en la
base, orbiculares, aguzadas, enteras, palmea­
das , con cinco lóbulos separados y cinco nervios.
Las flores masculinas están sentadas en
pedúnculos sencillos ó ramosos más largos
que las hojas; las anteras son cuadriloculares;
las flores femeninas de tres á seis ovarios libres
, uniloculares y coronadas de un estigma
sentado y sencillo ó bífido en el vértice; el
fruto una drupa vellosa, casi sentada, terminada
por una eminencia glandulosa y negra,
y con hueso reniforme.
Se usa la raíz, que se supuso antes proceder
de Ceylan, y de ahí que se aplicase el nombre
de la capital de la Isla; no debe confundirse
con el falso colombo de América ó de Marieta,
que se expende en rodajas irregulares
ó en trozos, cuya epidermis es de color gris
aleonado y estriada circularmente á veces, de
olor parecido al de la genciana, sabor amargo
primero y azucarado después, y que no
toma coloración alguna tratándola con la tintura
de yodo, en tanto que la verdadera raíz
la toma azul, se presenta en trozos de 5 á 8
centímetros de longitud ó en rodajas de 3 á 5
de diámetro; la epidermis es morena verdosa,
rugosa y gruesa; la sección transversal ofrece
zonas concéntricas; el olor es agradable, y
el sabor simplemente amargo. Contiene almidón
, colombato de berberina, materia albuminosa,
aceite volátil, colombina y algunas
sales. Como no contiene tauino, puede asociarse
al hierro. La colombina cristaliza en prismas
romboidales, incoloros, inodoros y muy
amargos; es un cuerpo neutro.
Como la raíz de colombo es un amargo
puro, exento de astringencia y estimulante,
entona el estómago, sin alterar el pulso y la
calorificación. En dosis elevadas provoca vó-°
mitos y aun es tóxica. Se prescribe contra las
diarreas, disenterías, dispepsias, cólicos, vómitos
nerviosos é indigestiones, y aun se ha
empleado en las afecciones escrofulosas y escorbúticas,
y en las fiebres intermitentes. Se
administra en polvo á las dosis de 5 decigramos
á 4 gramos; en extracto alcohólico, á las
de 2 decigramos á un gramo; en tintura, á las
de 1 á 10 gramos: en hidrolato, en la proporción
de 10 por 1.000; y por maceración se extrae
un principio oloroso, materias albuminosas
y materias amargas. La infusión, y sobre
todo el cocimiento, contienen algo de almidón.
COLON.—Segunda porción de los intestinos
gruesos, que principia donde concluye el
ciego y acaba donde comienza el recto.
COLONCHE.—Bebida embriagante que se
hace en Méjico con zumo de tuna colorada y
azúcar.
C0L0NG-C0L0NG.-En las Islas Filipinas
se da este nombre al arbolillo Hernandia
sonora, L., de la familia de las Lauráceas, que
vive en las playas. Tiene las hojas abroqueladas,
acorazonadas, aovadas, enterísimas y
lampiñas; pecíolos tan largos como las hojas.
Flores axilares en panoja; cada pedúnculo
último parcial sostiene tres flores, dos masculinas
y una femenina; involucro parcial, con
cuatro hojuelas pequeñas. Fruto encerrado en

COL — m> — COL
el involucrillo, que se hace membranáceo, colorido,
formado por una nuez oval, con pezón
en el extremo, y su corteza delgada y
dura, con siete costillas, que contiene una semilla
con muchos cauales profundos, y otras
tantas secciones que se reúnen en el medio.
Es árbol de tercera magnitud. El frutó es
amargo y muy acre, pero hervido con manteca
de puerco se obtiene de él una pomada muy útil
en las escrófulas. Algunos naturales emplean
la madera para rodelas. La nuez es muy aceitosa
y de olor agradable. El cáliz es medio
transparente en la madurez, y entonces es
cuando la nuez hace ruido como un cascabel si
se mueve el fruto con la mano.
COLONIA, COLONIZACIÓN.—(V. Población
rural.)
COLONO. —Labrador que cultiva y labra
una heredad por arrendamiento y vive en
ella. (Y. Arrendamiento.)
COLONO.—Se llama así en la provincia de
Santander el haz de lefia de tallos secos, ó de
puntas de maíz, de varas, etc., que puede ser
llevado por una persona en la cabeza ó á las
espaldas. Viene esta palabra del latín calo,
calonis, portador de leña.
COLOQUÍNTIDA (Botánica y Farmacia
) . — La coloquíntida oficinal (Cncumis colocynthis,
L.; Citrullus colocynthis, Schrad.)
(figura 118), tiene el tallo herbáceo, encorvado,
que se eleva sobre los cuerpos inmediatos
con el auxilio de zarcillos extra-axilares
cortos, cilindrico, cubierto de pelos rígidos,
carnoso y quebradizo. Hojas alternas, pecioladas,
reniformes, agudas, de cinco lóbulos, el
del centro más pronunciado, dentadas, pubescentes,
ásperas en los nervios. Flores monoicas,
solitarias, extra-axilares. Las masculinas
tienen el cáliz acampanado, con ciuco
tiras estrechas, alesnadas, libres, erizado de
pelos blancos y ásperos. Corola amarilla anaranjada
, adherente en su base, con el cáliz
acampanado, abierta, con cinco lóbulos ovales,
agudos. Ciuco estambres soldados dos á
dos; el quinto libre. Anteras uniloculafes en
forma de S, aproximadas en forma de cono.
Las femeninas presentan un cáliz y una corola
semejantes á las masculinas; ovario infero,
ovoideo, en masa, unilocular; óvulos numerosos,
unidos á un trofosperma de tres ramas;
estilo trífido; cada división tiene ^n estigma
bífido. Fruto globuloso, amarillo, del grueso
de una naranja, cubierto por una corteza
dura, coriácea, bastante delgada, de pulpa
blanca esponjosa, en la que se encuentran
muchas semillas ovales, comprimidas, blancas.
España, el Levante y el Norte de África
producen la mayor parte de la coloquíntida
que se encuentra en el comercio; se ha naturalizado
en Francia, donde se cultiva. Se escoge
para esto una exposición cálida, una tierra
substanciosa, y se siembra la semilla sobre
tierra, ó mejor aún en capa de mantillo; es
necesario regarla con frecuencia durante los
calores, y se reproduce frecuentemente por sí
misma.
Se usa el fruto despojado de su cubierta
(pulpa seca), que es un drástico poderoso,
cuya acción se hace sentir cuando se pulveriza,
ó se aplica en tintura sobre la piel. Ingerida
la coloquíntida, determina cólicos precedidos
de náuseas y vómitos. Si la dosis es grande,
produce deposiciones frecuentes y sanguinolentas.
Las dosis y formas farmacéuticas son:
1.°, la pulpa seca en polvo, á la dosis de 10 á
75 centigramos; 2.°, la tintura, á la de 1 á 8
gramos; 3.°, en vino, á la de 20 á 40 gramos;
y 4.°, en extracto, á la de 10 á 50 centigramos.
En jardinería se conocen muchas plantas
llamadas impropiamente coloquíntidas, que
casi todas ellas pertenecen al género calabaza
(Cucúrbita, L.), cultivadas por lo vistoso de
sus frutos. Los hay de diferentes tamaños,
imitando la forma y color de la naranja ( Cu-
Figui-a 118.—Coloquíntida
curbita aurantia, Wild.); esféricos, amarillos
ó rojizos y verrugosos (C. verrucosa); pequeños
y lisos, blancos, en forma de pera
(C. pyriformis); amarillos ó blanquecinos,
con estrías longitudinales verdes ( C. p. striata
); de forma de pera alargada, amarillos, cou
ima mancha verde circular eu la parte inferior
(C. piriformis annulata); de frutos amarillos,
de la forma de una manzana (C. pomiformis,
liaem.); de frutos aplastados, pequeños y precoces,
blanco amarilleutos (C. pomiformis
prœcox); de frutos pequeños, blancos ó amarillos,
en forma de huevo ( C. oviformis).
Hacen muy buen efecto trepando sobre los
árboles, y eu guirnaldas y festones. Se siembran
en Abril y Mayo en semillero, poniéndose
de asiento á fin de Mayo, ó de asiento
en la misma época á un metro de distancia.
COLOR DE LAS MADERAS. —(Véase
Propiedades físicas de las maderas.)
COLOR DE LOS VINOS.—( V. Coloración
y Colorimetria.)
COLORACIÓN DE LOS VINOS (Coloración
natural y coloración artificial).— Poco

COL — 230 — COL
diremos por ahora sobre este objeto, pues en
otros artículos se verá extensamente tratado
cuanto atañe á este objeto. Adelantaremos,
sin embargo, algunas ideas generales que
conviene fijar sobre el particular.
Salvas ligeras excepciones, el zumo de la
uva es blanco, aun cuando las uvas tengan
color, puesto que la materia colorante roja,
azul ó amarilla reside en la película, y que
sólo por un contacto prolongado de ésta con
el mosto en el acto de la fermentación la cede
y se disuelve en la masa líquida alcohólica
resultante.
Por esto dice perfectamente Guyot que el
vino blanco es el verdadero tipo del de la variedad
de uva, del terreno, del clima ó del
año.
A pesar de esto, la importancia y desarrollo
que ha tomado el comercio de vinos tintos
exige un concienzudo estudio de los mismos,
á los cuales están por lo demás conformes todos
los enólogos en atribuirles propiedades especiales
más apreciables como vinos de pasto.
Consecuencia de esto ha sido la práctica del
encabezamiento, y tras de esto ha venido el
abuso y la falsificación.
Los vinos llamados de maceración contienen
materias colorantes amarillas, azules y
rojas, produciendo por su combinación una
gran variedad de colores y matices, desde el
rojo violado al rojo anaranjado y al amarillo
pálido, cuando el azul y el rojo llegan á desaparecer.
Estas materias colorantes, de naturaleza
tánica, existen en el vino originadas por la
oxidación del tanino especial de la película de
la uva en el momento de su maduración. Gautier
les da el nombre de ácidos wnolicos. La
mayor parte están compuestas de oxígeno, hidrógeno
y carbono; algunas contienen nitrógeno.
Todas son de composición muy compleja,
poco solubles ó insolubles en el agua
y en el éter, solubles en el alcohol diluido,
fácilmente oxidables, y presentando muchas
reacciones comunes con las del ácido tánico.
La solubilidad de dichas materias en el alcohol
acidulado con ácido acético ó ácido tártrico
ha dado lugar á la industria de la extracción
de la materia colorante de la casca tí hollejo,
que bajo el nombre de amoeianina ha
tratado de explotar Carpené en gran escala.
La diferencia de colores y matices en los
vinos ha despertado el deseo natural y hasta
plausible de obtener por medio de la mezcla
de los mismos, tipos en los cuales el color
fuese como la garantía de su origen y procedencia.
Pero esta operación inocente ha dado
origen á un fraude el más antiguo, y que podríamos
llamar el pecado original en la escandalosa
historia de la falsificación de los
vinos. Nada más natural que si en una comarca
ó en un punto de exportación se reúnen
dos clases de vinos, uno poco colorado y otro
muy tinto, se mezclen los dos y den un tipo
único comercial; pero tras esto se ocurre el
rebajar con agua al excesivamente colorado ó
añadir un color artificial al que es poco tinto.
Dos casos distintos que han dado lugar á dos
fructíferas ramas de falsificación. Se ha encontrado
que el vino con agua tenía menos
grados alcohólicos, y al momento el comercio
ha puesto toda clase de alcoholes en manos
del falsificador. La química ha descubierto
que el vino falsificado con agua y alcohol no
tenía la cantidad de ácidos, sales y materias
extractivas que presenta el vino natural, y la
misma química ha dado al falsificador los
medios de ocultar el fraude, dándole extractos
artificiales donde no faltan ninguno de
los principios esenciales del extracto natural.
En el otro ramo de falsificación la cuestión
reviste caracteres más alarmantes.
Ya no se trata de aumentar el color de un
vino clarete con vinos más obscuros, ni con
mostos concentrados ni arropes. Una segunda
fermentación sobre la casca, promovida con
agua y azúcar, no da tampoco vinos suficientemente
tintos para realzar el color de aquéllos;
es preciso recurrir á otros vegetales cuyo
zumo fermentado dé una tintura de un color
vinoso obscuro que, mezclado con el vino clarete
ó vino de segunda fermentación, dé un
vino obscuro, vino de capa que sin responsabilidad
y sin remordimiento de conciencia
pueda expedirse á otros puntos, aunque allí
sirva de base para un comercio de mala fe. La
baya de saúco fué quizás la materia que con
más abundancia se presentó para este objeto.
El zumo de baya con un poco de vino ó de
alcohol hizo la fortuna de nuestros llamados
traficantes de vino; y de tal manera se transigió
con el uso de esta materia colorante, que
hasta escritores que se han engalanado con el
pomposo título de enólogos, no sólo hablan de
ella sin anatematizar su uso, sino que detallan
minuciosamente la manera de usarla.
En vano personas de poca conciencia sostienen
la inocencia de este procedimiento, fundándose
en la inocuidad de aquella materia
colorante, y suponiendo que la coloración
artificial de un vino por medio de materias
inocentes es lícito por cuanto no tiene más
objeto que dar á aquél el aspecto que el comercio
requiere. Sus pretensiones y sus razonamientos
caen por su base desde el momento
en que con la coloración artificial aumenta el
vino de precio, y por lo tanto se vende un
líquido con falsa apariencia de otro, que por
su composición natural goza de propiedades
que no puede tener el vino cuyo color es en
parte ó totalmeute artificial.
El engaño toma las proporciones de un delito
cuando no está evidentemente probado
que la materia colorante empleada es completamente
inocente.
De todos modos, el vino coloreado artificialmente
no deja de precipitar la materia
colorante ó de cambiar su color al cabo de
algunos meses, quedando burlado el comprador
que lo pagó á un precio á que no lo hubiera
pagado si no se le hubiese presentado
con una engañosa apariencia.

COL — 231 — COL
Desgraciadamente el número de materias
que se usan para este fraude es prodigioso, y
va creciendo todos los días, y no hay que
buscar en el largo catálogo de las mismas
cuáles pueden usarse como inocentes y cuáles
deben rechazarse, puesto que todas, inclusa
la aznocianina, extraída áe la misma casca ú
hollejo de la uva, se utilizan para el mismo
objeto, esto es, para un lucro ilícito y para
un engaño manifiesto.
El color del vino debe ser el que le comunican
en su origen las diversas partes de la uva
de cuyo mosto procede.
El único medio de aumentar ó disminuir
este color debe ser la mezcla de unos vinos cpn
otros, para obtener un tipo comercial.
Toda manipulación que sale fuera de estas
dos reglas es con objeto de defraudar, yes,
por consiguiente, un acto punible.
E. Maujavrés.
COLORIMETRÍA (Enología).— Bien
conocida es la importancia de la intensidad
del color de los vinos. Los consumidores aprecian
generalmente los de buen color más que
los claros, y hasta los consideran más fuertes,
aun cuando en realidad tengan menos fuerza
alcohólica y aun peores cualidades. Los negociantes
prefieren desde luego los vinos de mucho
color, que les permiten hacer mezclas con
otros vinos, y en cuanto al comercio de exportación,
sabido es que se dirige principalmente
en nuestros vinos comunes á los que
más intensidad de coloración presentan; y lo
mismo los mercados americanos que el francés,
solicitan constantemente los vinos cubiertos
del alto Aragón, de Cataluña, de Valencia y
de Alicante, mientras quedan en las mismas
comarcas, sin encontrar compradores, grandes
cantidades de los vinos que resultan bajos de
color. Por esta razón van conociendo ya los
cosecheros de algunas de las regiones indicadas,
y de otras, la conveniencia de escoger
la uva antes de pisarla, separando las tintas,
que pueden dar vino de buen color, de las
blancas y de las que resulten con poca materia
colorante.
Explica también el aprecio que los vinos
de poco color tienen, el por qué se adicionan
frecuentemente á los que resultan claros algunas
materias colorantes, inofensivas unas,
nocivas otras, pero al fin extrañas al vino.
Todo esto demuestra que el color es, como
el alcohol, uno de los elementos que gradúan
el valor de un vino; y así como se mide la
riqueza alcohólica para fijar el precio de este
caldo, debe medirse también la intensidad del
color con el mismo objeto.
Las denominaciones de clarete, ojo de gallo,
vino cubierto, de capa, etc., indican, es verdad
, distintos grados de coloración en los
vinos, pero no pueden dar más que una idea
aproximada de la naturaleza del líquido y de
su intensidad de color, y sólo viéndolos y
haciendo comparaciones con otros vinos se
puede apreciar aquélla con certeza. En cambio,
cuando un cosechero ó negociante anun­
cia que sus vinos tienen una fuerza alcohólica
de 15°, ya no son necesarios más datos para
fijar su calidad y valor en cuanto á este punto.
Para llegar al mismo resultado con el color,
se han ideado ciertos instrumentos denominados
colorímetros, de manejo bastante
sencillo.
M. Collardeau ha construido un aparato
de esta clase, que se compone, según se ve en
la figura 119, de dos tubos fijos horizontalmente
sobre un soporte, y que pueden alargarse
como los anteojos de teatro. Son impermeables
y cerrados en sus extremos por discos
de vidrio. En las porciones T' de estos tubos
se encuentran unas escalas con las cuales se
mide la distancia que media entre los dos
discos de vidrio que cierran cada tubo. En
Figura 119.—Colorímetro de M. Collardeau
uno de éstos se coloca una disolución normal,
esto es, un líquido de intensidad de color bien
determinada; disolución que se hace disolviendo
un peso conocido de una materia colorante
á propósito en una cantidad fija de
agua. En el otro tubo se coloca el vino cuya
intensidad de color se quiere medir.
Para colocar los líquidos en los tubos se
disponen éstos verticalmente; se desatornillan
las armaduras T, donde va uno de los discos
de vidrio; se vierte el líquido hasta llenar los
tubos, y vuelven á taparse, colocándolos después
en la posición que se manifiesta en la
figura; se mira por los dos tubos á un tiempo,
como en los gemelos de teatro, y se va alargando
uno de los tubos, tirando con cuidado
de la parte T' hasta que la intensidad de color
de los dos líquidos parezca la misma, mirando
desde T. Por las divisiones de la escala
marcada en el tubo se aprecia entonces la
intensidad de color del vino con relación á la
disolución normal empleada.
Como esta disolución normal, siempre que
se haga con las mismas substancias y en las
mismas proporciones, ha de dar igual colora-

COL — 232 — COL
clon , queda determinada de este modo la fuerza
de color del vino.
Figura 120.—Colorímetro de M. A. Müller
El colorímetro de A. Müller es más perfecto.
Se compone, según indica la figura 120,
de un cilindro vertical A, destinado á contener
los líquidos coloreados. A un lado de este
cilindro, que es de vidrio, hay fija una escala
dividida de abajo á arriba en milímetros, y
en la parte superior se coloca un tapón de
corcho c c, atravesado por un tubo de vidrio a,
cerrado en su parte inferior por un disco de
vidrio bien transparente. Este tubo de vidrio
puede subirse y bajarse; y mirando horizontalmente
á través del cilindro, se puede ver
á qué división de la escala corresponde en su
extremidad inferior. Todo el aparato se halla
montado sobre una caja B de madera ¡ que
lleva en la parte inferior un espejo i, que
sirve para reflejar la luz hacia el cilindro donde
se colocan los líquidos coloreados. En el
fondo de este cilindro se coloca un vidrio g,
de color verde y de matiz tal que neutralice
el color rojizo de los vinos, de modo que al
mirar por el tubo a no se vea ni el color rojo
del vino, ni el verde del vidrio, sino color
blanco. Dispuesto así el instrumento, se coloca
cierta cantidad de vino en el cilindro A , y
se mira por el tubo de vidrio a, el cual se
sube y se baja hasta que se vea la luz blanca.
Si el tubo a está muy bajo, se verá el matiz
verdoso del vidrio g, y si está muy alto, se
distinguirá el color rojizo del vino; así, pues,
sólo habrá una posición en que no se verá
ninguno de los dos colores, sino el blanco.
Cuando se haya conseguido poner el tubo a
en esta posición, se mira transversalmente á
qné división de la escala lateral corresponde
la parte inferior del tubo, y de esta manera
queda determinada la intensidad de color del
vino.
El conocido constructor Salieron ha ideado
dos colorímetros. El uno (figura 121) se
compone de una caja C, que lleva en su parte
anterior un tabique compuesto de dos placas
metálicas ennegrecidas y cada una cou
dos aberturas verticales f f, perfectamente
iguales. Delante de estas placas va un espejo
B, para reflejar la luz al interior del instrumento.
En el espacio comprendido entre
las dos placas metálicas se coloca una cajita
de vidrio 7', que tiene dos compartimientos,
uno de los cuales se corresponde con las aberturas
f, y el otro con las f. En la parte superior
de la caja C va un soporte de cobre,
en el cual se coloca un tubo B, llamado
bureta, que lleva agua, y otro tubito que es
la embocadura de un tubo de goma que
sirve para agitar el líquido que se ponga en
uno de los compartimientos de la cajita T; no
hay más que soplar por el tubo t, y el aire
que entra agita el líquido con el objeto que
inmediatamente se verá. En uno de los compartimientos
de la caja T se pone el vino tinto,
y en el otro una disolución normal de una
materia colorante apropiada, y en tales proporciones
que resulte muy cargada de color.
Se mira por la caja C, tal como indica la
figura, y se verá el color del vino y el de
Figura 121.—Colorímetro de M. Salieron
la disolución normal á través de las abertu
ras / y/'. Como la disolución normal está
muy cargada, habrá que ir echando agua de

COL — 233 — COL
la bureta B, y mezclando bien, soplando por
el tubo t, hasta que se vea la misma intensidad
.de color á través de las dos aberturas. Por la
cantidad de agua añadida á la disolución normal
se viene en conocimiento de las proporciones
en que hay que hacer ésta para que
resulte de igual intensidad de color que el vino
ensaj'ado, y así queda medida la coloración
de éste.
Todos estos colorímetros presentan dos inconvenientes,
á saber: el tener que preparar
y hacer uso de una disolución normal, y el
no poder comparar los vinos más que con un
color de una sola clase, á no ser que se preparen
muchas disoluciones normales á propósito.
Sabido es que no todos los vinos tienen el
mismo matiz; en unos se percibe un viso ama-
Figura 122.— Vino-colorímetro de M. Salieron
rillento, en otros domina el rojo; los hay de
un color grosella bien patente, y otros, muy
cubiertos, tienen un matiz rojo-violáceo característico.
Esto depende de la naturaleza de
la materia colorante que domina en el vino.
Tres son las que los enólogos estudian en
estos, que son: la amosantina, ó materia colorante
amarilla, que se desarrolla con la edad
del vino; la amotina, que es la roja, que
abunda en los vinos tintos de la Mancha y de
la Rioja, y la oznocianina, que es azulada, y
que mezclada con la anterior, se encuentra
en gran cantidad en los vinos de capa, en las
comarcas de Huesca, de Ayerbe y de Barbastro,
en algunas localidades de Lérida, Barcelona
y Tarragona, y en ciertas clases muy
apreciadas de Castellón, Valencia y Alicante.
Ahora bien; para medir con exactitud la
intensidad de color de vinos que presentan
matices tan distintos, es necesario en rigor
comparar cada uno de ellos con escalas ó
disoluciones que tengan matiz de la misma
clase. Esto es lo que se consigue con otro colorímetro
recientemente construido por Salieron,
y al que ha dado el nombre de vino-colorímetro.
Se compone este aparato de un tubo (figura
122) en el fondo del cual va una caja de
paredes de vidrio, y donde se coloca el vino
que se quiere ensayar. Esta caja no ocupa más
que la mitad del fondo del tubo. Debajo de
éste, y en la disposición que se muestra en la
figura, se coloca una placa de cartón, donde
van pegados diez discos de raso de seda, de
color rojo, pero de matices distintos, que
varían desde el rojo amarillento hasta el rojo
azul violáceo, de suerte que contienen todos
los que puedan presentar los vinos tintos.
Estos discos coloreados se van observando
uno á uno, á través del tubo, por la mitad
del fondo no ocupado por la caja que contiene
el vino. La placa de cartón lleva al lado de
cada disco una especie de pantalla blanca, sobre
la cual se proyecta el color del vino contenido
en la caja, de modo que se observan
al mismo tiempo el color del vino
sobre la pantalla y el del disco de seda,
que está al lado. Para hacer la operación
se busca primero en la escala de los discos
uno cuyo matiz corresponda con el del
vino, y después se va variando el espesor
de éste en la cajita hasta que haya igualdad
de intensidad. No hay más que mirar
entonces el espesor de la capa de vino, el
cual lo indica una escala que lleva la misma
caja, y queda medida la coloración del
vino, que se expresará diciendo: «este vino
tiene tantos grados de color (los que marque
la escala de la caja), correspondientes
al disco número tantos (el que lleve
en la placa de cartón)».
De este modo queda medido el color
del vino, como se mide la fuerza alcohólica
cuando se dice: «este vino tiene tantos
grados del alcohómetro centesimal».
V. de Vera y López.
CÓLQUICO—(V. Cólchico.)
COLUBRINA— Género de plantas de la
familia de las Rámneos. En los montes de las
Islas Filipinas se encuentra espontáneo el
arbolito Colubrina asiática, Brogu., llamado
vulgarmente Cabálete ó Cabatiti. Tiene el
trouco derecho, muy ramoso, sin espinas ni
aguijones. Hojas alternas, aovadas, aguzadas,
aserradas, con los nervios irregulares, lampiñas.
Pecíolos cortos. Flores axilares, en número
de dos regularmente, con los pedúnculos
largos. Fruto baya oval, adherente por la
base al cáliz, derecha en la madurez, con tres
semillas convexas por fuera y angulosas por
los lados. Florece en Julio y Octubre,}' llega
á tener de 2,50 á 3 metros de altura. Estos
arbolillos suelen criarse en las playas. Sus
hojas se comen cocidas, pero uo agradan á
todos porque causan vahídos. Según el Padre
Blanco, hay además en las Islas Filipinas una
especie que sólo difiere de la anterior en que
las hojas tienen tres nervios reunidos en la
base, y otra con las hojas de tres nervios
semejantes y la drupa casi globosa, con la
nuez de cuatro aposentos, con una semilla en
cada uno.
Die—IV. 16

COL — 234 — COL
En la Isla de Cuba son más ó menos frecuentes
en los montes las especies que á continuación
se expresan:
Colubrina ferruginea, Ad. Brogn. (Hliamnus
colubrinus, L.; Ceanothus colubrinus,
Lamk.; Ceanothus arborescens, Miller.). Nombre
vulgar, Bijaguara común.—Este hermoso
árbol crece con abundancia en los montes
de la Isla de Cuba, cercanías de Cojemar y de
Cabana. A los cuarenta años alcanza de 10 á
12 metros de altura, y da un tronco de 6 á 8
metros de largo y,de 1 á 1,5 de grueso. La
madera, dura y de toda construcción, citada
por Parra entre los palos de corazón, es excelente
para horcones.
Colubrina reclinata, Ad. Brogn. (Ceanothus
reclinatus, L'Herit.; Rhamnus elliplicus,
Ait.; Zizyphus Bominguesis, Duham.). Nombre
vulgar, Yayabico.—Se cría en las cercanías
del Potrero de la Rosa, Cabana y otras
partes. La madera se emplea en diversos usos.
Colubrina Cubensis, Ad. Brogn. (Ceanothus
Cubensis, Lamk.).—Habita en las cercanías
de Casa Blanca y de Guanimar.
COLUMBIA. — Género de plantas de la
familia de las Tiliáceas. En los montes de las
Islas Filipinas se encuentran las especies leñosas
siguientes: •
Columbia anilao, P. Blanco. Nombre vulgar
, Anilao.—Tiene las flores axilares y terminales,
con una especie de panoja; involucro
universal; dos hojuelas acorazonadas y
aguzadas; parcial una hojuela, que parece cáliz,
hendida casi hasta la base en tres ó más
partes lanceoladas, conteniendo tres ó más
florecillas; cajilla aovada al revés, con tres,
cuatro ó cinco alas, anchas y delgadas, con
ombligo arriba, y otras tantas ventallas y aposentos,
en cada uno de los cuales se aloja una
semilla oval, plana por un lado y convexa
por el otro; cada ala se compone de dos membranas
unidas, rompiéndose por allí la caja.
Hojas alternas, escotadas en la base, oblicuamente
oblongas, aguzadas, dos veces aserradas,
blanquecinas por debajo y ásperas en
ambas caras; pecíolos cortos. Es árbol de 9 á
10 metros de altura, cuya madera es de color
blanquecino y de escasa aplicación.
Columbia serratifolia, D. C. Nombre vulgar,
Anilao.—Flores terminales y axilares,
en racimos pequeños umbelados; pedúnculo
propio, con una bráctea en la base; baya con
cuatro aposentos y semillas huesosas solitarias.
Hojas alternas, escotadas en la base,
aovadas, aserradas, con tres nervios y pelo
corto en ambas caras; pecíolos cortísimos. Florece
en Mayo. Esta planta, conocida también
con el nombre de Anilao, tiene más bien porte
arbustivo que arbóreo. Su importancia florestal
es escasa.
COLUMELA (Lucio Junio Moderato).—I.
Este insigne varón, llamado por sus
descendientes Príncipe de los ingenios geopónicos,
es un modelo perfecto de entendido y
cuidadoso propietario terrateniente. En cualquier
siglo su saber y sus virtudes le habrían
granjeado la estimación de sus conciudadanos;
pero el mérito de sus cualidades sube de
punto álos ojos de la posteridad, teniendo en
cuenta el extravío intelectual y la relajación
de costumbres de la época en que vivió: la
que precedió al monstruoso imperio de Nerón.
Nosotros creemos que por su excepcional
representación en la historia del progreso
agrícola, y por la circunstancia de ser español,
merece, como ninguno, le dediquemos una
página en este DICCIONARIO. ¡ASÍ el entusiasmo
que nos inspira su nombre pudiera exci-
- tar en nuestros lectores el deseo de seguir su
ejemplo!
Importa, ante todo, advertir que la historia
no nos ha transmitido datos precisos sobre los
principales hechos de su vida. Se ignoran las
fechas de su nacimiento y de su muerte, la de
la época de sus viajes, y hasta si estuvo en
Asia con cargo público. Para escribir su biografía
hay que atenerse á conjeturas más ó menos
fundadas. No importa: su vida está en su
obra, y su obra ha sido de enseñanza para la
humanidad durante una larga serie de siglos.
Lucio Junio Moderato Columela nació en
Cádiz al principio de la Era Cristiana. No se
sabe quiénes fueron sus padres; sólo se presume
que su familia sería rica, deduciéndose
esto de la esmerada educación que recibió y
de las noticias que él mismo da de su tío Marco
Columela, cuidadosísimo labrador de la
Bética. Según refiere, poseía muchas heredades;
cubría las viñas con cobertizos de palma
para que no las dañasen los aires de Levante;
traía tierras de otras partes para mejorar sus
fincas; preparaba abonos especiales para las
vides; compraba en África reproductores para
mejorar su ganado lanar; preparaba los arropes
para arreglar el vino procedente de cepas
de terrenos pantanosos, y usaba un método
especial para conservar las uvas frescas todo
el año. Estas noticias sobre Marco Columela
dan idea del estado de adelanto en que se hallaba
la agricultura bética hace veinte siglos,'
así como también del estado social de la familia
de Lucio Moderato.
En sus primeros años estudió en las escuelas
de Cádiz la jurisprudencia, la retórica, la
poesía y la filosofía, en que tanto se distinguió
más tarde, y al lado de su tío cuanto á
la agricultura se refiere.
Sin duda con intento de perfeccionar sus
estudios, ó inducido por su tío, conocedor de
su clara inteligencia, para que brillase en más
ancha esfera, marchó á Roma, según cómputo
de algunos autores, á la edad de veinte 6
veinticinco años. •
Es de presumir que Columela pasase los
primeros de su residencia en Roma completamente
dedicado al estudio. Dos datos tenemos
para pensar que así sería: uno es el poco
afán que siempre manifestó por la vida pública;
otro el profundo y vasto saber de que
hizo alarde sobre diversas materias cuando
llegó la hora de ostentarlo delante de los varones
más instruidos. Se puede asimismo afir-

COL 135 — COL
mar, sin temor de equivocarse, que sería
la agricultura el objeto principal de su meditación
y de sus observaciones. Sólo de este
modo pudo más adelante escribir su Re Rustica,
según un plan tan metódico y completo
como nadie hasta entonces había concebido,
y examinar la producción territorial bajo un
aspecto enteramente nuevo, en sus relaciones
con las costumbres y con el estado social de
los pueblos.
Su asistencia á los liceos, academias y demás
sitios en que los filósofos y poetas concurrían
á enseñar ó discutir diversos puntos
científicos le granjearía estimación y aplauso,
y en los debates se haría doblemente notar
por defender la clase terrateniente, tan perseguida
por el poder, y por procurar el fomento
del cultivo agrario, tenido tan en poco
por los propietarios.
Para que se aprecie debidamente la intuición
agrícola de Columela, expondremos el
deplorable estado de los conocimientos agronómicos
hasta que él los cultivó con tan acertado
criterio.
- II. Siglos enteros habían pasado sin que en
Roma se diesen reglas sobre el cultivo. Ocupadas
las clases patricia y plebeya en sus sangrientas
rivalidades, y las dos en la conquista
del universo, poco á poco fueron desertando
de los campos, juzgando preferible, por
más agradable ó lucrativa, la del foro ó de
los campamentos. Pero el error en cosa tan
grave no podía imperar por siempre ni en todas
las inteligencias, y, como no podía menos,
llegó un día en que se volvieron los ojos á la
agricultura, base de bienestar privado y fuente
de riqueza pública.
Catón fué el primero que escribió en latín
un tratado de agricultura, si tal puede llamarse
el inconexo conjunto de consejos é
indicaciones, la mayor parte sobre asuntos triviales,
sin base de doctrina. El libro, sin embargo
, fué bien recibido por la generalidad,
quizá por el mérito de ser el primero, y esto
hubo de servir de estímulo para que otros siguiesen
su ejemplo. Los dos Sasernas, padre
éhijo, Sero'fa y Tremelio, escribieron sobre
cuestiones agrícolas. Sus obras no han llegado
hasta nosotros, pero creen algunos eruditos,
en nuestra opinión fundadamente, que no debían
valer mucho más que la de Catón, lío se
habrían perdido ciertamente, como no se perdieron
otras de la misma época y aun de fecha
anterior, si su mérito hubiera salido de lo
vulgar. Conóceuse algunas citas de ellas, y no
son motivo para que se forme un juicio muy
elevado del talento de sus autores. El anciano
Varrón los superó á todos; su obra, dividida
en tres libros, está escrita con más esmero,
dilucidándose ya en ella ciertos puntos de
doctrina.
Algunos otros geopónicos escribieron sobre
determinados ramos de agricultura, pudiéndose
citar señaladamente entre ellos Celso,
que publicó un tratado muy conciso, y Julio
Ático y Grecino, que estudiaron principal­
mente el cultivo de las viñas. Estos autores,
todos poco profundos, se limitaron á exponer
las prácticas seguidas, regularmente conocidas
de la generalidad, por lo cual ningún influjo
ejercieron favorable á la agricultura en
el ánimo de sus contemporáneos.
Llegó Virgilio, y dio á luz sus Geórgicas.
Nada más encantador que ese poema, en el
cual se celebran, con estro verdaderamente
sublime, las más comunes faenas culturales.
Con él ha contribuido, quizá más que nadie,
hasta últimos del siglo pasado, al fomento
agrícola; pero ese influjo se ha fundado más
en los encantos de la dicción poética que en
la novedad trascendental de sus observaciones.
Su entusiasmo por las faenas campestres,
expresado en admirables versos, ha conservado
inextinguible el culto á la agricultura en
cien generaciones, arrastradas por la barbarie
y sumidas en la ignorancia. Columela, de intuición
más profunda que todos, incluso el
gran poeta de que acabamos de hablar, descubrió
nuevos rumbos, y puede decirse que
fundó la doctrina agronómica.
III. A esto se debe que el grupo de romanos
de juicio y prudencia que conocían y
sentían los desórdenes de la capital, y presagiaban
las consecuencias funestas que habían
de tener para el imperio, se asociasen, considerándolo
jefe de escuela. Lo merecía, por
unir á su gran erudición la práctica adquirida
en la administración de su propia hacienda,
que no era escasa. Poseía una gran viña
en el país Ardeatino, y otras varias en Caricolano,
Albano y Cerelano. Las de este último
punto eran cultivadas con singular esmero,
bajo su propia dirección y vigilancia, siendo
á causa de ello extraordinariamente pingües
los beneficios que le reportaban. Dedicábase
también al cultivo de cereales y á la cría de
ganados, y sin duda á su discreta y celosa administración
hay que atribuir la riqueza territorial
que -llegó á reunir, y la cual aumentaría
su importancia entre sus amigos.
Amaba la vida de campo tanto como le era
odiosa la de la gran ciudad; pero lo mismo
en ésta que en medio de sus heredades, era la
agricultura objeto constante y predilecto de
sus estudios; eu Roma se ilustraba con la lectura
de los autores y con el trato de los filósofos;
en el campo hacía toda clase de ensayos
para adoptar los métodos que recomendaba ó
en otras regiones practicados. De este modo
sus juicios eran naturalmente razonables, porque
se basaban en la propia experiencia.
Se sabe que hizo viajes por Asia, España,
las Galias, Grecia y algunas regiones de
África, entre ellas Egipto. Algunos biógrafos
opinan que fué al Asia como gobernador de
una provincia, y hasta dicen como cosa averiguada
que su administración se distinguió
por lo acertada. Sin negar que pudiera habérsele
investido de ese cargo, pues de sobra tenía
cualidades y méritos para ello, nos inclinamos
á creer que su ausencia de Roma tuvo
por único objetó estudiar la agricultura de

COL — 236 — COL
los países que recorría. á fin de reunir datos
para escribir la obra que ya meditaba.
Sea de esto lo que quiera. una cosa resulta
cierta, y es el gran fruto que obtuvo de sus
largos y continuos viajes. Sus obras están esmaltadas
de atinadísimas observaciones sobre
los climas, terrenos, cultivos y plantas de los
países recorridos; y gracias al estudio comparativo
que pudo hacer y á las preciosas noticias
que adquirió, le fué dado concebir el vasto
y completo plan de su Tratado de Re Riislica.
IV. De regreso en liorna, es natural que
sus amigos le recibieran con vivo afecto, y
que él les refiriera por extenso cuanto había
visto, y tal vez les leyese varios artículos de
la obra. A esto hay que atribuir la fama sólida,
aunque no ruidosa, que alcanzó, y el entusiasmo
que inspiró á los pocos romanos que volvían
los ojos á las faenas campestres, juzgándolas
remedio seguro de las desventuras de la
patria.
Que la modestia de Columela fué tan grande
como su saber, lo demuestran la sinceridad
con que confesaba su inferioridad á otros autores
en determinadas materias, y el que sólo
á las vivas instancias de sus amigos se decidiese
á escribir y publicar algunos de sus tratados.
Virgilio apenas- habló en sus Geórgicas
de los huertos y jardines, según él mismo manifiesta,
por falta de tiempo, dejando á otros
la tarea de ilustrar este asunto.
Verutn IICE ipse equidem. sp'atiis e.vclussus' iniquís,
Prcetereo, etique aliis post commemoranda reliquo.
¿Quién había de completar la obra del gran
poeta? ¿Quién, sin atraerse la general censura,
había de osar poner su numen en competencia
con el no excedido de Virgilio? Columela
era, en nuestro concepto, superior á él como
geopónico, pero juzgaba que por respeto á la
memoria y popularidad de'aquél no estaba él
llamado á ser el continuador de las Geórgicas.
Sus contemporáneos, opinando de otro
modo , conocedores de sus grandes cualidades
como poeta, lo creyeron digno de tal empresa,
y consta que Junio Galión, hermano de Séneca,
Publio Silvino y el ilustre vastago de la
familia augusta le instaron á que escribiese
su Tratado de los jardines y huertos en verso,
propio para suplir la parte que Virgilio había
dejado incompleta. Necesariamente, dice un
autor contemporáneo, para juzgarle digno
de esta empresa, debían conocer sus facultades
poéticas y que su ingenio era capaz de
suplir, como deseaban, las obras del príncipe
de los poetas latinos: es lo más seguro que en
la expresada educación de Columela tuviese
una buena parte la poética, y que á la amenidad
del estilo reuniese la fluidez necesaria
é imaginación; ese estro poético por el que algunos
escritores creen que hizo algunas poesías
antes de escribir el libro décimo, y que
por el gusto literario que en ellas hubieron
conocidu los contemporáneos, le instasen á
que escribiera en verso el Tratado de los huertos.
Airoso salió en su empeño, pues alcanzó
por su doctrina generales aplausos y ser juzgado,
por su digna forma, digno sucesor de
Virgilio.
V. Las instancias de Publio Silvino le
movieron por, fin á publicar su grande obra,
que le dedicó. Y como nada como ella puede
dar idea tan exacta del autor, la examinaremos,
bien que con la posible brevedad. Al fin,
el valor de un autor se conoce y aquilata por
el de sus obras.
El Tratado de Re Rustica consta de un prefacio
y doce libros. El prefacio es un cuadro
admirable del estado social de Roma con relación
á la agricultura. Domina en él el pensamiento
de evitar la ruina del Imperio fomentando
el cultivo territorial y despertando
en los propietarios la afición á ocuparse en la
administración de su hacienda. Apunta con
gran precisión todo lo que en la época presente
se dice contra el absentismo, y censura indignado
que las gentes prefieran á su estudio,
dedicarse á oficios y artes que en nada contribuyen
al bienestar de los pueblos, sino que
antes bien los corrompen y enervan. He aquí
sus primeras líneas:
«No puedo acabarme de admirar cuando
considero que escogiendo los que desean hablar
bien un orador cuya elocuencia imiten:
buscando los que quieren aprender las reglas
del cálculo y de las medidas un maestro de
esta enseñanza que tanto les agrada; procu-
* rando los aficionados á la danza y á la música
con el mayor cuidado maestros de estas artes;
llamando los que quieren hacer un edificio
operarios y arquitectos; los que quieren confiar
al mar una embarcación, hombres que sepan
manejarla; los que emprenden guerras,
personas inteligentes en la táctica, y, para
decirlo todo de una vez, haciendo cada cual
diligencia, para el estudio á que quiere aplicarse,
del mejor director que pueda encontrar,
y, finalmente, eligiendo cada uno de entre
el número de los sabios una persona que
forme su espíritu y sea su maestro en la virtud,
solamente la agricultura, que sin duda
alguna está muy cerca de la sabiduría y tiene
cierta especie de parentesco con ella, carece
de discípulos que la aprendan y de maestros
que la enseñen. Pues no sólo he oído, sino yo
mismo he visto que hay en nuestros días escuelas
de retóricos, y (como acabo de decir)
de geómetras y músicos, y (lo que es más de
admirar) que también hay oficinas en que se
hace profesión de los vicios más despreciables,
enseñándose en ellas á condimentar los manjares
de modo que exciten la glotonería, á disponer
los banquetes con el mayor lujo, á
adornar las cabezas y peinar el pelo; pero de
agricultura no he conocido personas que se
dediquen á enseñarla, ni discípulos que la estudien.
En efecto; aunque no hubiese en la
ciudad maestro de aquellas artes, podría estar
floreciente la república, como se verificó
en tiempo de nuestros antepasados; pues en
lo antiguo fueron bastantemente felices las
ciudades, y lo serán en adelante sin escuelas

COL — 238 — COL
mayor parte de Italia, á 14 por 1: ¿pues
por qué están desacreditadas? No es seguramente,
dice Grecino, por culpa suya, sino
por la de los hombres. Primeramente, porque
nadie pone cuidado en la elección de las
plantas, y así los más ponen viñas del peor
vidueño; en segundo lugar, no crían los majuelos
de manera que tomen fuerza y crezcan
antes que se les endurezca la corteza, y
si por casualidad tomaren todo su incremento,
las cultivan con poco cuidado.»
Columela trata en el libro sexto de la cría
del ganado caballar, vacuno y mular. Las reflexiones
que hace en el prefacio acerca de la
unión que hay entre la ganadería y la labor,
tienen perfecta aplicación á España en la
época presente:
«Yo sé, dice, ¡ohPublio Sil vino! que algunos
labradores entendidos han condenado la
cría de ganados, y que han desechado con la
mayor constancia la profesión de los pastores,
como contraria á la suya. Y yo no niego
que esto lo han hecho con alguna razón, considerando
el objeto que se propone el pastor,
como opuesto al del labrador, pues que éste
tiene su mayor complacencia en tener un terreno
muy bien labrado y limpio de hierbas,
y aquél en tener uno inculto y lleno de ellas;
éste, tiene su esperanza en el fruto de la tierra,
y aquél en el del ganado; de que resulta
que la copia de hierbas, que es lo que abomina
el labrador, es lo que, por el contrario,
apetece más el pastor. Pero, sin embargo,
en estos deseos tan opuestos hay cierta
especie de sociedad y de unión; lo uno, porque
comúnmente es de más utilidad aprovechar
el pasto de nuestra heredad con ganado
propio que cou el ajeno, y lo otro, porque
con el copioso abono que se consigue con el
estiércol de los rebaños, abundan los frutos
de la tierra. Y no hay tampoco país alguno
en que, si se producen granos, no se ayuden
las operaciones conducentes á esto, tanto con
el auxilio de los ganados, como con el de los
hombres; por lo cual los jumentos han traído
el nombre de la cosa misma á causa de
que ayudan'nuestro trabajo, bien sea conduciendo
cargas, bien arando la tierra. Y" así,
yo pienso que conviene conocer tan perfectamente
la cría de los ganados como el cultivo
de los campos, según lo previnieron los antiguos
romanos. Pues en la agricultura, la industria
de apacentar ganados aun es la más
antigua y al mismo tiempo la más lucrativa;
por lo cual los nombres latinos de pecunia y
peculium, que el primero significa la moneda
y el segundo lo que suena, y también el pejugar,
parecen haberse derivado de pecus, que
significa ganado."»
En el libro séptimo trata con perfecto conocimiento
del ganado menor: asnos, ovejas,
cabrás y cerdos. También habla de los perros.
Insertamos unas líneas del capítulo II, por
referirse á un punto muy controvertido entre
los historiadores: la fecha de la importación
en España de la raza merina. ¿Cabría la glo­
ria de su descubrimiento á Mareo Columela?
Se ve también indicada en la breve cita la
doctrina del cruzamiento. Así se expresa:
«Los terrenos pingües y llanos mantienen
ovejas grandes; el endeble y de colinas, las
cuadradas; el inculto y montuoso, las pequeñas;
el ganado que se cubre con pieles se apacienta
con muchísima comodidad en los prados y en
los barbechos que están en llanos. l r
este
ganado, no sólo es de muy diferentes castas,
sino de muy diferentes colores. Nuestros mayores
tenían por de una casta sobresaliente
las ovejas de Mileto, las de Calabria y las de
Apulia, y por las mejores de éstas las de
Tarento. Ahora pasan por más excelentes las
de la Galia, y entre ellas principalmente las
de Altino, y también las que pastan en los
campos de Macra, cerca de Parma y Módena.
En cuanto al color, no sólo es el mejor el
blanco, sino también el más útil, pues con él
se tienen muchísimos colores, y este color no
se puede tener por medio de otro. Son también
de un precio recomendable por su naturaleza,
el color obscuro y negruzco, los que
dan en Italia, Polencia y en la Bética, Córdoba.
También los de Asia rojos, que llaman
erytbreos. Pero la experiencia ha enseñado á
sacar otras variedades en esta clase de ganado;
pues como se hubiesen traído de los países
de África, vecinos al Municipio de Cádiz,
entre otros auimales feroces, carneros silvestres
y montaraces, de un color admirable, á
los empresarios de espectáculos, Marco Columela,
mi tío paterno, varón de agudo ingenio
y célebre labrador, habiendo comprado algunos,
los envió á sus haciendas, y después de
haberlos amansado los echó á las ovejas. Al
principio parieron corderos burdos, pero del
color de los padres, y éstos mismos, echados
después á ovejas de Tarento, procrearon carneros
de vellón más fino. Después de lo cual,
todo lo que provino de éstos sacó la suavidad
de la lana de las madres y el color de la de los
padres y abuelos. De este modo (decía Columela)
que la especie de un animal silvestre,
fuese como fuese, volvía á reproducirse en
sus nietos, mitigado por grados su natural
silvestre.»
Comprende el libro octavo todo lo que se
refiere á las aves de corral y á la cría de peces
en piscinas, y el noveno la parte correspondiente
á los colmenares. La lectura de estos
libros persuade de la diligencia con que había
estudiado Columela estos ramos de producción
doméstica, y del gran adelanto á que se
llegó en Roma en ellos.
El libro décimo está escrito en verso, según
hemos manifestado, y es un tratado de horticultura
y jardinería. Véase cúán gallardamente
explica las cosas más triviales, como
son las cualidades de las pepitas de calabaza
y del uso de las de cuello, cuya traducción
tomamos de un ilustrado autor moderno:
«También parecen ya las calabazas,
Que á grado tuyo crecerán biformes; '
Pues si las quieres largas, y que cuelguen' • '

COL — 239 — COL
Del vértice sutil de su cabeza,
Tomarás de la parte más delgada
Del cuello la semilla; y si te gustan
• Globosas, como hidrópica barriga,
La sacarás del mismo centro de ellas:
Estas te servirán á varios usos:
O bien á conservar peces Narycios,
Y dulce ática miel del monte Hymeto;
O para sacar agua, ó verter vino;
O, en fin, para ayudar á tus lúiuelos
Guando en los ríos á nadar empiecen.»
El libro undécimo es de sumo interés. Explica
en él el autor las.condiciones que ha de
tener el capataz; pone un minucioso calendario
de agricultura, y trata extensamente del
cultivo de las hortalizas.
El libro duodécimo y último es un tratado
completo de economía doméstica, y como lo
que dice de las romanas de su tiempo tiene
perfecta aplicación á las españolas de la época
presente, ponemos á continuación un párrafo
sobre esta materia:
«No sólo entre los griegos, dice, sino después
entre los romanos, hasta el tiempo de
nuestros padres, casi todo el trabajo doméstico
fué peculiar de las mujeres, como si los
padres de familia volviesen á sus casas á descansar
de los negocios forenses, desechando
todos los cuidados. En efecto, había en ellas
im respeto sumo, junto con concordia y exactitud,
y la esposa, animada á la vigilancia
por una admirable emulación, ponía mucho
empeño en aumentar y mejorar por su cuidado
los bienes de su marido. Nada se veía/separado
en la casa; nada que dijese el marido
ó la mujer ser privativamente suyo, sino ambos
conspiraban á beneficiar el caudal común,
de suerte que la exactitud de la mujer en las
cosas de la casa era igual á la industria del
marido en los negocios forenses. Por consiguiente,
el cargo de capataz y el de la ama de
llaves no era de gran trabajo, como que los
mismos amos visitaban diariamente y manejaban
su caudal. Pero ahora que la mayor parte
de las mujeres están entregadas al lujo y á la
ociosidad, de tal manera que ni aun se dignan
de tomar el cuidado de preparar la lana y hacerla
hilar y tejer, y se fastidian de las ropas
de telas hechas-en la casa, al paso que arrastradas
por una perversa pasión, sacan de sus
maridos, á fuerza de halagos, otras más exquisitas,
que se compran por una excesiva
suma de dinero que se lleva casi todas sus
rentas, no es maravilla que las fatigue el cuidado
del campo y de los instrumentos de la
labor, y que tengan por una cosa indecente
estar unos pocos días en la casería. Por lo
cual, habiendo no sólo dejado de usarse, sino
aniquiládose enteramente aquella costumbre
antigua de las madres de familia, sabinas ó
romanas, se ha introducido por necesidad que
el cuidado de la ama de llaves se extienda á
ejercer las funciones de aquéllas; porque también
los capataces han entrado á ocupar el
lugar de sus amos, que en otros tiempos,
por una costumbre antigua, no sólo culti­
vaban los campos, sino también habitabau en
ellos.»
VIL Los autores coetáneos apenas hablan
de los últimos años de Columela. O vivió
completamente ajeno á las intrigas cortesanas,
feliz y contento en el seno de su familia, ó
tal vez fuera de Roma, escandalizado de la
corrupción reinante de costumbres. Esta es
la opinión de Tiraboschi 4 Lo que parece más
cierto es que murió antes del año 12 del imperio
de Nerón, siu que quede un solo documento
referente á sus postreros días.
No debe causar maravilla tal silencio, teniendo
en cuenta lo azaroso de las circunstancias;
antes bien era natural que los vicios
y crímenes del imperio de Nerón no dejasen
libre la atención para dolerse públicamente
de la muerte de los ciudadanos que por gusto
ó por miedo vivían como ocultos en la obscuridad
de sus hogares.
Pero fué justa la posteridad. Los autores
que en los siglos sucesivos se ocuparon en
materias agrícolas lo tomaron por modelo ó
lo plagiaron, sieudo para todos el Tratado de
Re Rustica el documento romano más precioso
que puede consultarse para conocer el estado
agrícola de aquella edad. Casiodoro, aconsejando
á los monjes el ejercicio de la agri
cultura, alabó la obra de Columela; le aplaude
sobremanera San Isidoro, tomando de la obra
de Columela mucho sobre los trigos antiguos,
ya de la sementera, forraje y cebada, bien
respecto á la esterilidad del trigo tremesino y
de la siembra de la alfalfa; los años que dura
en el terreno, y las cuatro ó seis veces que se
puede segar anualmente; y por último, habla
del árbol pérsico y de cuanto había consignado
acerca de las vides y halló aceptable en
Columela, creyendo además en la importancia
general de la misma obra.
En tiempos posteriores ha sido, si cabe,
aún más fervoroso el culto dedicado á este
insigne geopónico. «El primero, dice el erudito
Sr. Tinagero, que entre los modernos se
cree ilustró la obra de Columela, fué Facundo
Veroneuse, quieu, como he dicho colocó el
libro de los árboles al final de toda la obra;
después Jorge Alejandrino, Felipe Beroaldo,
José Scaligero, Ful vio Ursino, y otros muchos
filólogos ilustraron también con notas
y prefacios la expresada obra, según afirman
Nicolás Antonio, Fabricio y Gesnero. Emprendieron
nuevos estudios respecto de la
obra de Columela, Pedro Chacón, en compañía
de Ful vio Ursino; pero la temprana muerte
de aquél dejó en la obscuridad muchas
noticias bien particulares de este autor. Siguió
luego en esta serie de trabajos Cristiano
Schosttgeuio, añadiendo nuevas notas y correcciones,
imitándole en tan laudable empresa
otros extranjeros, pero nunca con la
perfección á que llevaron sus estudios los
célebres italianos Juan Matías Gesnero, desenvolviendo
éste más que ninguno otro cuantas
ideas y conocimientos pudo observar en
estas materias, y recogiendo además todas las

observaciones, notas é ilustraciones de los
comentaristas que le precedieron; puso otras
muchas nuevas también, haciendo una edición
primorosa bajo todos conceptos, impresa en
Lipsia el año 1735, que después reimprimió
en la misma ciudad Juan Augusto Ernesto
el año 1773, con todas las variantes, en cuyo
extenso prefacio cuéntase el gran numero de
veces que se ha editado esta obra, como puede
verse también en la de Fabricio; basta,
pues, para conocer la grande importancia y
utilidad de los libros de Re Rustica, leer
durante el corto período que en la posteridad
daba la impresión del libro el título de
incunable, el número de veces que esta obra
se ha reimpreso, pudiendo señalarse diez ediciones
diferentes desde el año 1470 á 1499;
publicación que rara vez podrá hallarse en
obras de otro escritor, para de aquí deducir
el número de las que se harían después en los
tiempos posteriores, durante los que la imprenta
ha sido más fácil y abundosa.»
Nada más añadiremos. Columela ha sido
sobrepujado por la posteridad en el conocimiento
de las ciencias relacionadas con la
agricultura, pero no en sus atinadas observaciones
sobre el influjo de ésta en las
buenas costumbres y en la felicidad de los
pueblos.
M. López Martínez.
COLUTEA — (V. Espantalobos.)
COLYMBEA.-(V. Araucaria.)
COLZA CAgricultura, Plantas industriales
J.—Planta de la familia de las Cruciferas;
es una de las especies híbridas producidas por
el cruzamiento de la col (Brassica olerácea)
con el nabo (Brassica napus), y atendiendo
/ á su origen y á la principal de sus aplicaciones,
se llama técnicamente Brassica napus
oleífera. El nombre vulgar se deriva del holandés
koolzaad, que significa grano de col.
Exigencias.—La colza es planta muy rústica,
y como tal poco exigente para su desarrollo.
Su cultivo no tiene interés en países
cálidos donde viva el olivo, pero sí lo tiene
en países fríos, cuyas bajas temperaturas resiste
valerosamente; sufre muy bien la colza
la acción del viento y de la sequía, sin resentirse
apenas; se contenta con suelos ligeros y
calizos; teme poco á las malas hierbas, y no
se ve muy atacada por las altisas, que destruyen
con facilidad plantas análogas.
Lugar que ocupa en la alternativa de cosechas.—Las
plantas oleíferas no permiten conservar
bien limpio de malas hierbas el terreno
en donde se crían, y son por añadidura muy
esquilmantes; por cuyas razones, además de
necesitar abonos nitrogenados, debe asociarse
su cultivo, como sucede con los cereales, al
de plantas que, por los cuidados que requieran,
exijan la destrucción de la vegetación
espontánea, y al de otras que tomen mucho
nitrógeno del aire y poco del suelo. La colza
no sólo puede sustituir á cereales en la alternativa
de cosechas, sino que puede sucederles
sembrándola en otoño.
COL — -240 — GOL
Cultivo.—La siembra de la colza se hace
algo antes que la del trigo, de asiento, á voleo,
aunque convendría que fuese á chorrillo
si se ha de prestar á la planta algún cuidado;
se echan por término medio 8 hectolitros de
semilla por hectárea. Nacidas las plantas, se
aclaran á mano, dejándolas á 0,25 metros de
distancia, ó con un extirpador desprovisto de
las rejas posteriores, y lo que más se acostumbra
es gradear el sembrado cuando ¡as
plantas tienen cinco ó seis hojas.
Recolección y producto.—Con estos cuidados
tan escasos no se recolectan más que unos
18 hectolitros por hectárea, pero muy bien puede
llegarse á 42 abonando suficientemente y
dando alguna labor más. La semilla de la co¡za
da 0,26 de su peso de un aceite que ¡as
Figura 123.—Flor de colza (tamaño natural)
gentes de pocos recursos emplean como condimento
en los pobres países en que lo cosechan.
CONFUSIÓN DE TÉRMINOS.— A la colza se le
da también el nombre de nabina, y aun se Ja
llama nabina de invierno para distinguiría
de la nabina de estío (Brassica prmcox) y
de la nabina de estío del Delfinado (Brassica
rapa oleífera, De Candolle; Brassica napellá,
Villars).
La especie Brassica prmcox se siembra en
Junio ó en Julio en el Norte de Francia, y
en Mayo ó antes en el Mediodía, por lo cual
también se llama nabina de primavera. Se
cultiva lo mismo que la de invierno.
La nabina del Delfinado se cultiva, según
dice Villars en su Histoire des plantes du
Bauphiné, en el Champsaur y en los valles
del Gapencois, sembrándola después de la
siega y recolectándola á mediados de Junio
del año siguiente. Hay una variedad que se
siembra en primavera.
Y no para aquí la confusión de términos:
no sólo sucede que á la colza se le dé el nombre
de nabina y que haya nabinas de varias
especies, sino que hay, entre otras, una es-

COL ' —r -241 — COL
pecie de col (Brassica campesíris, L.; Bras- I La variedad oleífera de esta especie (Brassica
rapa, Koch.) que también recibe co- j sica rapa, Koch.) es la más importante de
Figura 124.—Pie de colza en fruto, reducido á un sexto de su tamaño natural, y silicua ó fruto separado
mdnmente, en su variedad oleífera, la deno- I las plantas oleíferas europeas, por ser la qué
minación de colza. | mejor se presta á un cultivo en grande exten

COL 242 COL
sión y la que suministra más pingues productos.
Exigencias. — Vive esta colza en climas
fríos; resiste muy bien las temperaturas de
10 á 12° bajo cero, resintiéndose solamente
de los hielos y deshielos que se sucedan con
rapidez, del exceso de humedad en el invierno
y de las sequías de primavera. En cualquier
terreno se da, menos en los que son muy sueltos,
y donde mejor se cultiva es en los que
no pecan por flojos ni por fuertes.
Preparación del terreno.—Cuando las tierras
no son muy compactas, pueden prepararse
para la siembra de la colza en cuanto se
recogen los forrajes de verano; pero cuando
es muy grande la resistencia que oponen á
la labor de abrir, hay que dejarlas de barbecho
y no se pueden sembrar hasta el año siguiente.
La preparación del terreno para la
siembra ha de consistir en una labor profunda,
dos ó tres pases de escarificador y la labor
necesaria para cubrir el estiércol.
Abonos. — Esquilma esta planta más que
otras análogas, porque teuiendo las hojas
como barnizadas, apenas puede tomar nada
del aire, y casi todo el alimento que necesita
lo toma de la tierra; pero puede estercolarse
abundantemente sin cuidado, pues no volcando
la colza como el trigo, paga bien con
sus productos el valor del estiércol.
Siembra de asiento.—-La siembra se hace
de asiento en otoño, que es lo más seguro, en
cuanto pasan las primeras lluvias que siguen
á los fuertes calores de la canícula; si se siembra
en primavera se corre el gran riesgo de
que los insectos devoren las plantas en cuanto
nacen; y si por librarlas de esos enemigos
se siembra en Marzo en vez de esperar á
Mayo ó á principios de Junio, no florecen
bien, y por consiguiente fructifican mal, á no
ser que el país sea cálido y el terreno fresco,
en cuyo caso, no siendo de temer las sequías
de primavera, puede sembrarse á fines de
Marzo, y á los dos meses se habrá logrado la
madurez. Comúnmente se siembra á voleo,
empleando de 7 á 8 kilogramos de simiente
por hectárea, y también se siembra á chorrillo,
y tanto en un caso como en otro, cuando
la planta tiene cuatro hojas, se hace un aclai'o,
ya sea á brazo, ya con extirpador, dejando
las plantas á 0,25 metros unas de otras.
Destrucción de allisas.—-En cuanto aparecen
los cotiledoues, ya están las altisas acometiendo
á estas plantas, y si se las deja, la
inmediata muerte de las víctimas es inevitable.
Muchos remedios se han aconsejado para
librar á la colza de esta plaga, pero sólo hay
uno suficiente, eficaz y económico, y consiste
en espolvorear los cotiledones con ceniza
cuando al amanecer están cubiertos de rocío;
repitiendo esta operación durante algunos
días, no pueden alimentarse los insectos, y
el hambre los mata ó les hace huir.
Siembra en semillero.—A fin de asegurar
el éxito de la vegetación con el exterminio de
esta plaga, conviene: hacer la siembra en se­
millero, en cuyo caso basta abonar con guano
para ahuyentar la altisa. Cuaudo la colza está
en disposición de transplantarse, se le da un
buen riego para poder arrancarla fácilmente
sin estropear las raíces. La plantación se hace
en Noviembre, y en el gran cultivo van mujeres
detrás de un arado colocando las plantas
á 0,25 metros unas de otras, en un surco sí y
otro no; las de cada fila quedan envueltas al
abrir el surco siguiente, pero hay que cuidar
de que no se eutierren hasta encima del cuello
, y hay que descubrir las que hayan quedado
excesivamente enterradas.
Plantación de esquejes.—La dificultad de
hacer bien y económicamente la plantación
ha hecho pensar en la propagación de la colza
por esqueje, para lo cual en Normandía
acostumbran á cortar el tallo por encima del
cuello, y á los veinte días de plantarle, ya
está abundantemente provisto de raicillas que
en forma de borla se esparcen en todas direcciones.
Labores.—Como quiera que se haga la multiplicación
, ya se hagan siembras de asiento,
ya plantaciones, suelen darse tres labores de
bina en otoño y en primavera para que el terreno
esté limpio de malas hierbas y suficientemente
mullido.
Recolección.—La recolección se hace cuando
se caen las hojas inferiores de la planta y
cuando amarillean el tallo y los frutos; no
con viene aguardar hasta la completa madurez,
porque se abren los frutos y se desgranan
con facilidad. Segados los tallos., se extienden
en gavillas por el campo para que se desequen,
y cuando ya están blancos por encima,
se les vuelve de lado para completar la desecación.
Se amontonan después los haces, continúa
la madurez de las semillas mientras los
tallos van fermentando, y finalmente, se deshacen
los montones, se hace el desgrane mediante
el apaleo y se limpia el grano con una
criba aventadora.
Productos. — Eu las tierras de los alrededores
de Lille, que dan 20 hectolitros de trigo,
se cogen de 26 á 30 hectolitros de grano
de colza. En buenos años y eu buenas tierras
se cogen hasta 42 hectolitros, y, aunque por
excepción, se ha llegado á 60. Las semillas
de la colza de estío tienen 0,26 de aceite, y
las de la de invierno 0,30, que llegan á 0,33
después de haberlas desecado.
El aceite no lo emplean como condimento
más que los pobres, pero éstos son muchos y
se consume en gran cantidad; apenas es bueno
más que para usos diversos de la alimentación;
pero es muy importante su comercio
en la Alsacia, Bélgica y departamentos septentrionales
de Francia. La paja de colza, rica
en albúmina y potasa, contiene unos 0,005 de
nitrógeno al estado normal, y es buen alimento
para los animales, pero no la comen
por ser muy seca; cocida la apetecen. .
Las semillas de colza proporcionan distinta
cantidad de aceite, según el país de.donde
proceden, y como ejemplo véanse las diferen-

COL — 243 — COL
cias encontradas por los químicos Boussingault
y Moride:
Análisis
de semillas de colza
Aceite-
Materias orgánicas no
nitrogenadas
Materias orgánicas nitrogenadas
Leñoso
Cenizas ó sales minerales
Agua
De
Alsacia
5.0,00
12,40
17,40
5.30
3.90
11,00
100,00
De
Saumur
30,02
(51,48
4,17
4.3'>
100,00
De
Belle-Isle
38,50
55,41
3,50
2,56
100,00
DISTINCIÓN DE TÉRMINOS. — Los caracteres
genéricos de las especies del género Brassica
CBrassica viene de bresic, nombre céltico de
la col) son los siguientes: sépalos perpendiculares
al pedúnculo ó casi rectos; estigma discoideo;
silicua lineal, cilindrica ó casi tetragonal;
valvas convexas, con un nervio dorsal
acompañado de venas anastomosadas; semillas
uniseriadas, globulosas, suspendidas; flores
amarillas ó blancas, algunas veces veteadas.
Caracteres de la especie Brassica napusoleifera:
estambres muy desiguales; flores corirabiformes;
hojas de color verde pálido algo
azulado, las superiores abrazadoras y auriculadas,
las inferiores lampiñas; pedúnculos
fructíferos y silicuas muy perpendiculares;
raíz larga, delgada y penetrante.
Brassica pracox: hojas lampiñas, verdoso
azuladas, las superiores cordiforme-lanceoladas
y abrazadoras, las inferiores liradas; tallos
veteados; silicuas erguidas; semillas más
menudas que las de la especie Brassica napiis
oleífera.
Brassica rapa oleífera, De Candolle; Brassica
napella, Villars: hojas provistas de pelos
rudos.
Brassica rapa, Koch (variedad oleífera);
estambres muy desiguales; flores corimbiformes;
hojas superiores abrazadoras y auriculadas;
hojas inferiores verdes y erizadas; pedúnculos
perpendiculares al tallo; silicuas erguidas;
raíz larga, delgada y no carnosa.
ACEITES DE COLZA Y DE NABINA. —La misma
confusión que reina entre las plantas de cuyas
semillas proceden, reina entre los aceites producidos,
pues mientras unos llaman aceite de
colza al que se deriva de la especie Brassica
napus oleífera, y aceite de nabina al que viene
de la especie Brassica rapa, .variedad oleífera,
otros llaman á éste aceite de colza y aceite
de nabina al anterior; así es que á los dos
aceites se les llama de colza y á los dos de
nabina.
Estos aceites, lo mismo que sucede con los
demás aceites de semillas, se obtienen mediaute
operaciones relativas á la limpieza y trituración
del grano, calentamiento y presión de
la pasta, y remolido, nuevo calentamieuto y
nueva presión de la pasta exprimida.
Limpieza del grano.—La semilla debe encontrarse
suficientemente madura cuando se
hace su recolección, y debe conservarse bien
hasta que haya de limpiarse del polvo, de la
paja y de cuautas materias la acompañen;
para limpiarla se emplean cribas aventadoras
análogas á las que se usan para limpiar cualquier
otro grano, tal como el trigo.
Trituración del grano.—Limpias las semillas,
se descascarillan si tienen cascara, como
sucede con las del cacahuete, ó se someten á
una torrefacción para destruir el mucílago de
las que lo contengan con abundancia, como
sucede con las del lino, y de este modo se consigue
facilitar mucho la extracción del aceite;
pero en la obtención del de colza y del de
nabina se omiten estas operaciones y se procede
inmediatamente á la trituración. Se trituran
los granos en molinos de muy diversas
clases, aunque en general consisten en cilindros
huecos de fundición, por entre los cuales
pasan las semillas una ó más veces, hasta que
se reducen á pasta fina.
Calentamiento de la pasta.—Si se quiere facilitar
la extracción del aceite mediante la
presión de la pasta, se calienta primero, ya
sea directamente, ya al vapor, ya al baño de
maría. En el primer caso basta colocar la
pasta en calderas de cobre ó de hierro que se
colocan sobre un hogar, cuidando de agitar
la pasta mientras se calienta para que no se
queme y para que la torrefacción se produzca
con uniformidad; en el segundo caso se pone
la pasta en vasijas de fundición de dobles paredes,
por entre las cuales circula el vapor, y
en el tercer caso se introduce la caldera de
la pasta en otra de agua cuya temperatura se
eleva hasta la ebullición.
Presión, de la pasta.—La pasta caliente, ó
aunque sea en frío, se somete á la presión en
prensas de una ií otra de las muchas clases
que se conocen, y al aceite que sale se le llama
aceite virgen.
Remolido, etc.—Cuando ya no escurre más
aceite de la presión primera, se remuele la
pasta en calderas de nuevo y se prensa otra
vez; el aceite que da esta presión no es tan
bueno como el de la primera, máxime si la
primera presión se hizo sin calentar la pasta
previamente, que es cuando saca el aceite los
caracteres de más estima.
I. Aceite de las semillas de la planta
Braisica napus oleífera.
Caracteres.—Es amarillo, viscoso, de sabor
agradable, dulce, de olor análogo al de las
plantas de la familia de las Cruciferas y de
0,9128 de densidad á 15°; á — 3°,75 se congela
y forma una masa amarillenta.
Usos.—Para lo que más se emplea es para
el alumbrado y para la fabricación de jabones
verdes, en los. batanes y en las tenerías, y
algo entra también, aunque poco, en la fabricación
del jabón ordinario.
Adulteraciones.—Se adultera con aceites de
cameliua, de mostaza, de adormideras, de lino
, de ballena y de sebo.
Si el aceite está puro, forma un jabón blanco
de leche con el amoníaco, y blanco amarillento
si está impuro. Se solidifica á los ocho

COLL — 244 — COM
días de contacto con el ácido hiponitrico, y
tarda'más tiempo si está adulterado. No cambia
de color por la acción del cloro, y se pone
pardo-negruzco si tiene algún aceite animal.
Si tiene aceite de sebo se conoce en el olor, en
la densidad, en la reacción acida con el papel
de tornasol y en la diferencia de color con el
ácido sulfúrico.
II. Aceite de las semillas de la planta
Brassica rapa, Koch, variedad oleífera.
Caracteres.—Es amarillo-pálido, límpido,
de olor fuerte y sabor poco agradable, que lo
hace impropio para servir de condimento, y
de 0,9136 de densidad á 15°; á — 6°,25 se
congela y forma pequeñas agujas que se reúnen
en estrellas. Se compone de 0,46 de estearina
y 0,54 de oleína; es muy poco soluble en
el alcohol, y es bueu disolvente del azufre y
del fósforo.
Usos.—Se emplea para el alumbrado, en
cuya aplicación alcanza más estima que los
demás aceites; para la fabricación de jabones
verdes, en los batanes y en las tenerías.
Adulteraciones. — Se adultera con aceites
de adormidera, de camelina, de lino, de sebo,
de pescados y, sobre todo, con aceite de ballena.
La mezcla con el aceite de lino se hace
principalmente cuando ha de servir para el
alumbrado.
El olor y el sabor delatan la adulteración
con los aceites de sebo y de pescados, y las
diferencias de densidad dan á conocer, con el
empleo de los oleómetros, la existencia de
aceites extraños en mezcla con éste.
Magonty recomienda el siguiente procedimiento
para descubrir la adulteración con el
aceite de ballena: échense en un tubo de ensayo
100 gotas del aceite que se ha de examinar;
añádase una gota de ácido sulfúrico concentrado,
y agítese en seguida; el líquido se
enrojecerá tanto más cuanto mayor sea la
cantidad de aceite de ballena que contenga.
M. Sánchez Bruil.
COLLAZO.—Mozo que reciben los labradores
para que les labre sus heredades, y á
quien suelen dar algunas tierras que labre
para sí.
COLLERA.—Collar de cuero, relleno de
borra ó paja, que se pone á las mujas ó caballos
al cuello para tirar de carro, galera ó arado.
En algunas partes también se pone á los
bueyes.
COLLETIA.—Género de plantas de la familia
de las Rámneos. Comprende, entre las
principales especies, las siguientes, propias
de la América meridional:
Colletiaobcordata, Vent.—Arbusto peruano
de un metro de alto, con el tallo derecho, cilindrico,
ceniciento, muy ramoso; ramas nudosas,
flexibles y espiuosas; hojas deciduas, obcordiformes,
enteras, pubescentes, de tres nervios;
florece de Mayo á Julio; las flores son
blancas, pubescentes y forman espigas en el
extremo de las ramas.
Colletia ephedra, Vent. (Rhamnus ephedra,
Domb.).—Arbnstillo que se cría en
Chile, desprovisto de hojas, con las ramas derechas
y terminadas en punta espinosa; flores
sentadas en los nudos de las ramas, en forma
de espigas apretadas; cáliz turbinado.
Colletia spmosa, Lamk. (C. hórrida, Wild.;
C. spinosissima, Gmel.; C. ferox, G. Don.;
C. polycania, Vent.).—El porte de esta planta
chilena es muy parecido al de nuestras
aulagas. Es muy ramosa,,y las ramas están
provistas de espinas alesnadas muy fuertes;
hojas persistentes, á veces caedizas, pequeñas,
elípticas, dentadas y lampiñas; flores
apétalas, que aparecen de Mayo á Junio, con
el cáliz de color rojo ó blanco rosado, muy
lindo, cilindrico-oblongo; anteras casi sentadas.
Colletia serratifolia, Vent.—Arbusto pequeño,
originario del Perú, con las hojas elípticas
y dentadas, siendo los dientes agudos;
las flores son amarillas, y aparecen de Mayo
á Junio, siendo el pedúnculo del largo de las
hojas.
Todas las especies indicadas se cultivan en
Europa por el buen aspecto de sus abundantes
flores. Requieren en general estufa templada
y son algo delicadas. Se multiplican por
estaca y acodo.
COLLINSIA ( Jardinería ) . — Plan ta
anual de la familia de las Escrofidariáceas, y
de tallo muy ramoso en la base, de 30 centímetros
de altura, con flores lilas rosadas, muy
abundantes en Junio y Julio. Se siembra de
asiento al aire libre de Marzo á Mayo, y se
emplea principalmente para bordear los macizos.
COMA ( Veterinaria).—Estado de sopor de
los animales, á consecuencia de alguna afección
cerebral. El coma indica siempre una enfermedad
más ó menos grave, difícil de tratar
y muy lenta en curarse, cuando se consigue.
COMACARA ó COMECARA.-Árbol de
buen crecimiento, cuyo tronco suele alcanzar
un diámetro de 4 decímetros. Crece en Bayamo,
Guantánamo y otras localidades de la
Isla de Cuba. Tiene la corteza parda, algo
delgada y poco adherente. La madera es bonita
y rara por las vetas negras que irregular
ó caprichosamente parten del centro, formando
en el corte longitudinal líneas más ó menos
anchas que la hacen muy vistosa. Su' color
blanco amarillento se vuelve negro en el duramen,
siendo toda ella resistente, compacta
y fina. Rompe su tronco en todas las direcciones.
Su peso específico es de 0,97. No está
bien determinada la especie botánica á que
este árbol corresponde.
COMADREJA (Mustela vulgar is) (Zoología
).—La comadreja pertenece á la clase
de los mamíferos, orden de los carniceros, tribu
de los digitigrados, género de las martas. En
el estado silvestre es el tigre de los mamíferos
pequeños, pues no mide más que 16 centímetros
de longitud desde la punta del hocico
hasta el nacimiento de la cola; ésta tiene
5 centímetros de largo. Es blanca por debajo
y de color de canela por encima; de cuerpo

COM — 245 —
prolongado y flexible, con el cuello casi tan
grueso como la cabeza; de piernas cortas, y
glándulas cerca del ano, que segregan una
materia de olor desagradable y penetrante.
Vive cerca de las habitaciones del hombre;
en invierno se establece en las dependencias de
las casas, en los agujeros de las paredes viejas,
en los desvanes y graneros; en verano se
suele alojar en los viejos troncos de árbol, ó
en las toperas y ratoneras.
Es animal atrevido y valiente, atacando
con coraje á todos los animales que pueden
satisfacer sus apetitos sanguinarios, tanto á
los pequeños animales domésticos como á los
silvestres, por lo que es á la vez dañino ó útil
por la destrucción desordenada que hace á
troche y moche, tan pronto á los topos, ratones
y demás animales que devastan las cosechas
, como á los que pueblan nuestros palomares
y gallineros.
La comadreja no tiene ningún uso, siendo
su carne detestable. Los labradores la persiguen
con encono, valiéndose de trampas y cepos
de varias clases.
COMALIA.—(V. Caquexia acuosa.)
COMBO.—Tronco ó piedra grande sobre
que se asientan las cubas, así para preservarlas
de la humedad, como para usar con más
comodidad de los canilleros por donde se
saca el vino.
COMBRETUM.— Género de plantas de la
familia de las Combretáceas. (V. Pamulaclaquin.)
COMEZÓN, PRURITO.—Picazón que se
padece en alguna parte del cuerpo ó en todo
él. En los animales produce una sensación
incómoda en la piel que los obliga á restregarse
contra los cuerpos que hallan al paso.
Los bueyes, los perros y los caballos son
más propensos á la comezón que los demás
auimales. En el sitio que acomete la sensación
de que hablamos, los animales pierden
el pelo á fuerza de rascarse continuamente,
y en su lugar aparece una especie de capa
Talanca que cubre aquella parte. En el mayor
número de casos suelen bastar el agua blanca
y los baños generales; pero si proviene la comezón
de los herpes ú otras enfermedades de
la piel, se tratará con lociones alcalinas, boratadas,
ó con la solución de sublimado á
1 por 1.000. La cola de los caballos se halla
muchas veces acometida de comezón por las
falsas cerdas que aparecen en el rhaslo, las
cuales se enroscan y doblan, produciendo un
prurito que obliga al animal á rascarse continuamente.
En este caso se buscan dichas
crines falsas y se arrancan, terminando en seguida
la afección.
COMEJÉN.—Insecto, especie de carcoma,
que se cría en climas cálidos y roe la
madera.
C0MINILL0.-(V. Joyo.)
COMINO.—Planta de la familia de las
Umbelíferas, originaria de Asia, que se cultiva
en Europa, en Egipto y en la India por
sus semillas aromáticas y estimulantes.
El comino C Cuminnm. cyminumJ es auual;
su raíz es delgada y fibrosa; el tallo ramoso,
de 20 á 30 centímetros; hojas alternas, lampiñas,
divididas, enteras, casi capilares, bífidas
y con frecuencia trífidas; flores blancas,
pequeñas, dispuestas en umbelas terminales
de tres á cinco radios; se abren en Junio, y
dan origen á unos frutos obscuros y estriados
que exhalan un olor penetrante muy aromático,
y de sabor cálido y agradable.
La variedad conocida con el nombre de
comino de Malta tiene flores pequeñas, liliáceas,
y las semillas presentan seis costillas
bastante aparentes y sabor muy fuerte.
El cultivo de esta umbelífera es fácil; se
siembra la semilla en Abril, ó cuando no se
teman las heladas tardías, en un terreno ligero,
de buena calidad y bien preparado. Du-
Figura 125.—Planta de comino: A, B, C, D, planta,
flor, cajilla y semilla
rante la vegetación de las plantas se bina
una ó dos veces con el objeto de mantener el
suelo limpio de malas hierbas, y á fin de Julio
ó principios de Agosto se recogen los frutos
, al igual que los del anís. Un hectolitro
de semillas pesa 35 kilogramos.
Las semillas del comino se utilizan como
condimento en la cocina y repostería; sirven
para fabricar licores ó aromatizar los quesos.
El aceite esencial que contienen, y que posee
un sabor muy picante, se disuelve muy bien
en el alcohol.
COMMERSONIA.—Género de plantas
de la familia de las JSsterculiáceas, que comprende
una especie arbórea silvestre en las
Islas Filipinas, la Commersonia echinata, Padre
Blanco. Es árbol del grueso del cuerpo
de un hombre. Tiene las hojas alternas, con los
nervios alados, escotadas en la base, aovadas,
aguzadas, aserradas y tomentosas por debajo
, y por arriba algo escabrosas; pecíolos cortísimos.
Flores medio laterales á las hojas, en
panoja dicotoma. Fruto con barbas largas y
tomentosas, con cinco nuececitas reunidas.

COM — 246 — COM
del tamaño de una avellana. Florece en Febrero.
COMOCLADIA.-(V. Brasil.)
COMODATO.—Contrato por el cual se da
ó recibe prestada una cosa de las que pueden
usarse sin destruirse, para servirse de ella,
con la obligación de restituirla.
COMPÁS FORESTAL.—Instrumento
que sirve para medir los diámetros de los
troncos de los árboles. (V. Dendrometría,
Forcípula.)
COMPORTA. — Especie de canasta, más
ancha por arriba que por abajo, de que en
algunas partes usan para transportar las uvas
en la vendimia. || En otras partes es,un vaso
cilindrico de madera, con aros de hierro y
sauce, provisto exteriormente de dos segmentos
que sirven para el transporte. La comporta,
muy empleada en la vendimia, pesa,
estando vacía, 18 kilogramos y lleva 120 kilogramos.
COMPUESTAS (Botánica).—Familia de
plantas Dicotiledóneasgamopétalas, cuyo nombre
fué propuesto por Vaillant á principios
del siglo último. Este grupo ha.recibido otras
denominaciones, siendo la más conocida la de
Synantliereas, empleada todavía en muchas
obras de botánica descriptiva.
La familia de las Compuestas es una de las
más pobladas que se conocen en el reino vegetal,
supuesto que pasan de 10.000 las especies
que encierra, y que, como es consiguiente,
se hallan distribuidas por todos los
climas y por todas las comarcas, presentando
todas las categorías imaginables, desde las
hierbas más menguadas á los árboles más
frondosos. Es familia tan natural que, sin necesidad
de grandes pormenores, se halla en el
caso de clasificarla al punto cualquier principiante
en los estudios botánicos. Sus flores,
reunidas en capítulo casi siempre y pocas veces
en glomérulo; sus pétalos, rodeados de dos
nervios casi marginales, y las anteras de los
estambres reunidas entre sí formando un tubo
por dentro del cual pasa el órgano sexual femenino,
constituyen caracteres harto fáciles
de observar para que sea fácil incurrir en
error. Conviene, sin embargo, que entremos
en mayores detalles. El cáliz es gamosépalo;
está adherido al ovario en toda la longitud
de su tubo, ó en su mayor parte, terminado
por el limbo (vilano) que muchas veces es
nulo ó está reducido á un pequeño reborde ó
margen; rara vez foliáceo, generalmente escarioso,
entero, dentado ó doblado; pero lo
más común es presentarse compuesto de escamas,
pajas, cerdas ó pelos; la corola es gamopétala,
y va inserta en la parte más alta
del tubo calicinal; de los estambres queda indicada
ya su circunstancia especial; el ovario
es infero, con un solo huevecillo en su interior,
y el fruto (aquenio), formado por la
soldadura de la semilla con el pericarpio y el
tubo del cáliz, terminado ó no en vilano
coroniforme, pajoso, peloso ó plumoso. Los
capítulos son homógamos, ó de flores todas
hermafroditas; heterógamos, ó con las de la
circunferencia femeninas ó neutras y las del
centro hermafroditas; monoicos si están completamente
compuestos de flores masculinas
ó femeninas, y en cada pie de planta las hay
de ambas especies; dioicos si constan de flores
de un solo sexo, ocupando las masculinas un'
pie de planta y las femeninas otro pie \flosculosos
si sus flores son tubulosas; semiflosculosos,
que las tienen lignladas ó en forma de
lengüeta, y radiados si las flores que componen
su circunferencia son liguladas, y tubulosas
las que ocupan el centro:
Las plantas de esta familia son generalmente
tónicas, amargas, astringentes, excitantes
y aromáticas; tales son el ajenjo, la artemisa,
la centaura, carlina, tanaceto, etc.;
otras contienen un jugo lechoso más ó menos
ponzoñoso, como la lechuga virosa; muchas de
ellas constituyen un buen forraje, y gran número
se utilizan para adorno de los jardines.
COMÚN, COMUNALES (Economía política
y Derecho rural).— Es opinión generalmente
admitida que el origen de los terrenos
ó de la propiedad de aprovechamiento común,
comunales, que hoy aún existe en muchos
pueblos de España, ápesar de la desamortización,
proceden de la legislación romana, que
determinaba que en la distribución de los
terrenos, al formarse una colonia, población,
etc., los magistrados distribuían el término,
dejando una porción para el uso común
(1). Pero si había el derecho de usar el
terreno comunal para alimentar los animales,
ese derecho estaba limitado en cuanto al número
de cabezas. Esta limitación favorecía el
aprovechamiento entre los verdaderos usuarios,
evitando lo que siempre tuvo lugar en
España, el abuso de algunos vecinos de pueblos
favorecidos, que simulan compras de.ganado,
y por una retribución abusiva mantienen
al de otros pueblos.
La ley 9. a
, título 26 de la Partida 3. a
, dice:
«Apartadamente son del común de cada vna
cibdad ó villa, las fuentes, é las placas ó fazen
las ferias é los mercados, é los lugares é ó se
ajuntan á consejo, é los arenales que son en
las riberas de los rios, é los otros exidos, é las
carreras ó corren los cauallos, é los montes é
las dehesas, que son establecidas é otorgadas
para pro va comunal de cada cibdad, ó villa, ó
castillo ó otro lugar. Ca todo orne que fuese
morador, puede vsar de todas estas cosas so•
bredicbas, é son comunales á todos, también
á los pobres como á los ricos. Mas los que
fuesen moradores en otro lngar non pueden
usar dellas contra voluntad, ó defendimiento
de los que morasen y.»
Interminable sería este artículo si hubiésemos
de indicar las diferentes leyes, decretos
(1 1
Ager compascuus dictus qui divisoribus agrorum
relictus et ad pascendum communiter vicinis.
Ind. de origin. L. XV", c. XIII.—Jiecherches historiques
sur VAgricultura
rron. L. I, c. XXI.
des liomains, página 81. Va

COM — 247 — CON
y lieales órdenes que se han dictado desde últimos
del siglo pasado hasta el presente, que
han modificado la propiedad comunal de los
pueblos, y que en la ley de 1.° de Mayo de
1,855 se declaran en estado de venta todos los
bienes de propios y comunes de los pueblos. Y
si bien el artículo 2.° determina en su parte 9. a
que se exceptúan (dos terrenos que son hoy
de aprovechamiento común, previa declaración
de serlo hecha por el Gobierno, oyendo al
Ayuntamiento y Diputación provincial respectiva»,
á pesar de esta excepción, el resultado
ha sido que hasta las dehesas boyales se
han vendido y son motivo hoy de discusiones
en el Congreso de Diputados.
Que los terrenos de aprovechamiento común
fuesen baldíos ó realengos, dehesas boyales y
¿Le ganado ovejuno, de propios, etc., eran en lo
antiguo y son hoy un auxilio necesario para
la agricultura en España, es indiscutible;
pues su estado de retraso, por causas que no
son de este lugar, exigen ese auxilio para alimentación
del ganado. Pero que el abuso y
poco respeto á la propiedad comunal probó
en' todo tiempo (1), y hoy más que nunca,
que las ciencias ilustran todas las cuestiones;
que de esa manera tomado el asunto en general,
así la ganadería no progresa, el terreno
de ese modo administrado cada vez empeora
en lugar de mejorar, y las infinitas detenciones
lo reducen de extensión, resultando en
último término ser mejor para los intereses
de la nación venderlos. No estamos ya en
aquellos tiempos que crearon y dispusieron
como necesaria la propiedad común como medio
de fomentar la agricultura por la ganadería;
hoy ha crecido la población, y ésta necesita
esos terrenos que, cuando la ganadería
dominaba, eran la mayor riqueza; ahora domina
el cultivo de las tierras, y en el turno
de cosechas se establece la producción de pastos,
de cuj'a manera el suelo rinde más producto,
los animales están mejor mantenidos,
valen más y con sus estiércoles dan un auxilio
potente á la agricultura.
Hoy nadie duda que la propiedad común
está mal administrada, produce poco, y en
último término no hay ventaja para la comunidad
, que saca más producto constituyéndola
en propiedad particular. Así lo hizo Inglaterra
á principios del siglo xvu, cuando la
revolución; Francia al final del xvm, y España
dio principio á la desamortización al comenzar
el siglo presente, según veremos en
su lugar, si bien las naciones que nos han
precedido en tan trascendental medida obraron
con más criterio que nosotros, y la nación
utilizó mejor el fruto de disposiciones que
pusieron en circulación inmensas riquezas;
entiéndase que aquí sólo tratamos de los bienes
comunales y propios de los pueblos; nuestro
criterio sobre los otros de que trata la ley
de 1.° de Mayo de 1855 es diferente, según su
(1) "Véase ley 1. a
, título 23, libro VII de la Novísima
Recopilación*
procedencia, y lo expondremos en el artículo
Desamortización.
J. de Hidalgo Tablada.
COMUNA.—En la provincia de Murcia
llaman así á la acequia principal de donde se
sacan los brazales.
COMUÑA.—Trigo mezclado con centeno.
|| Nombre con que se conoce en Asturias
el contrato de sociedad que los acomodados
hacen con los pobres, y consiste en darles
aquéllos á éstos cabezas de ganado, comúnmente
boyuno, á aparcería. |[ á arman. Contrato
que consiste en dar un sujeto acomodado
á un pobre el ganado que ha comprado á
su costa para que éste lo cuide y pastoree,
dejándole disfrutar por su trabajo los esquilmos
de la leche, manteca y queso. Al tiempo
de darle el ganado, se aprecia,¡y una vez
cada año le registra el propietario, y cuando
llega el caso de venderlo, parten entre los
dos el exceso del precio de la venta al de la
tasa. Si las cabezas dadas á armún perecen ó
padecen menoscabo, el daño es para el propietario
, quedando libre la cría para repartirla
entre los dos socios. || á la ganancia. Contrato
que consiste en dar un sujeto acomodado
á un pobre el ganado apreciado, cuyo
capital ha de sacar antes que se divida el lucro;
de suerte que si mueren ó padecen menoscabo
algunas cabezas apreciadas, lo que
faltase para completar el capital se ha de sacar
de la cría ó del aumento del valor que
hayan tenido las demás cabezas apreciadas
que hubiere en la comuña antes de partir las
ganancias. Por lo respectivo á esquilmos, en
ésta se observa lo mismo que en la comuña á
armún.
COMUÑAS.-(Y. Camuñas.)
CONCIA.—Se llama así á la parte vedada
de un monte.
CONDIMENTOS (Zootecnia).—Llámanse
así las substancias de sabor muy pronunciado
que se agregan á los alimentos para
hacerlos más apetitosos y fáciles de digerir.
Generalmente se los considera como privados
de propiedades alimenticias ó nutritivas; esas
substancias son numerosas en la alimentación
humana, y su empleo constituye una de las
ramas más importantes del arte culinario;
unas son minerales, otras vegetales y algunas
de origen animal, como las grasas. La sal de
cocina ó cloruro de sodio es casi el único condimento
que se emplea en la alimentación de
los animales. Los condimentos producen una
impresión nerviosa que excita las glándulas
salivares, gástricas ó intestinales, aumentando
la secreción de líquidos. (V. Alimentación
y preparación de los alimentos, página '68,
tomo II de este DICCIONARIO.)
CONEJILLO ó COCHINILLO DE IN­
DIAS ( Cavia porcellus, de Liuneo).—Este
roedor, originario del Brasil, ha sido importado
en Europa. Es pequeño; la piel blanca,
con manchas negras y rojas; es de una fecundidad
muy notable, pero su carne es insípida.
Antes se criaban en casi todas las casas del

CON — 248 — CON
mismo modo que los conejos, pero en la actualidad
se ha abandonado generalmente, excepto
en los laboratorios, donde sirve para
las experiencias de fisiología animal. La cobaya,
nombre con que se le conoce en la América
meridional, se nutre de hierbas y frutos,
salvado, pan, etc.
CONEJO (Lepus cuniculus) (Zootecnia
).—Pequeño cuadrúpedo del orden de los
roedores, que se distingue de la liebre por
diferencias bien perceptibles, y sobre todo
por las costumbres. El conejo es originario de
España, si bien ha llegado á propagarse tanto
que hoy se encuentra en el Asia, cuna del
géuero humano y de casi todos los animales
domésticos. En el primer siglo antes de la
Era Cristiana se habían multiplicado de tal
suerte los conejos en la Galia meridional que,
según Estrabón, causaban tantos estragos
como en España. Plinio habla de los que ocasionaban
en Córcega, y de que los habitantes
de las Baleares tuvieron que pedir á Augusto
el envío de tropas para exterminar los voraces
roedores. Su fecundidad es tal que aun
hoy día ocurre con frecuencia algo parecido
á lo que relata Plinio, y así, para lograr que
desaparezcan esos animales ó disminuya su
número, muchos propietarios de montes y
dehesas tienen que invitar á los cazadores
para que acaben con los conejos que devoran
los pastos, en daño de la ganadería. No es,
pues, de maravillar que se calcule en 50 millones,
como mínimum, el número de conejos
que se consumen al año en Francia, y que se
vendan en Ostende semanalmente 350.000
para ser exportados á Londres, población que
consume unos 20 millones de conejos alano.
El conejo es un animal tan útil que no solamente
proporciona carne abundante y barata,
sino, también excelentes pieles para
abrigos y otros productos industriales. Es un
animal sin pretensiones, un proletario modesto.
Se aloja en una cabana, y se alimenta
con berzas, como dice un escritor francés. Es
el regalo del campesino y del obrero, y la caza
de los pobres. Se domestica fácilmente, y
hasta en ocasiones sigue como un perro á las
personas encargadas de cuidarle, y acaba por
recorrer las casas en todas direcciones, sin recelo
ninguno. De ahí que se haya dicho que
el pollino, la cabra y el conejo son respectivamente
el caballo, la vaca y el proveedor de
carne para las gentes pobres.
En España tal vez no se saca del conejo
doméstico todo el partido que fuera de desear,
si bien son muchos los labradores que los
crían en sus casas. En otros países se explota
en grande escala esa lucrativa industria. En
1849 la condesa de Albertas fundó en el castillo
de este nombre, próximo á Gardane
(departamento de las Bocas del Ródano) una
verdadera parada ó criadero, en que se alimentaban
muchas razas y variedades de conejos,
algunos de mérito excepcional, ora polla
delicadeza de su carne, ora por lo sedoso
de sus pieles, ora por las combinaciones de
color del pelo. La venta de los conejos en
España é Italia y la aplicación del estiércol
para abono produjeron cuantiosos beneficios.
Mediante bien combinados cruzamientos, la
mencionada señora creó sub-razas de singular
belleza, algunas cuyos individuos medían 60
centímetros de longitud desde la nariz hasta ,
la extremidad de la cola. El abate Fissiaux,
de Marsella, criaba conejos para suministrar
alimento á los pobres, y sufragaba los gastos
con el valor de las pieles. En Saint Innocent,
lugar próximo á Aix de Saboya, se montó
hace años un establecimiento para cría de conejos
de Angora, grises, blancos, negros, morenos,
etc., y en él se daba trabajo á los pobres
de la localidad durante el mal tiempo. Alojados
los conejos en grandes piezas, son alimentados
con todo género de desperdicios y
ramas verdes; se recoge cuatro veces al año
el pelo, se carda, se hila y se teje en la misma
población, y así se confeccionan vestidos
para niños y se venden al precio de 30 francos;
de manera que la fábrica vende por valor
de 20.000 francos anuales, y no puede atender
todos los pedidos. Calcúlase que de cada conejo
se obtienen al año 250 gramos de pelo,
ó sea en los cuatro cortes una cantidad que
vale 4,50 pesetas. Un publicista francés, para
hacer resaltar el valor de un conejo ordinario,
cita uno de seis meses y medio que pesó 3,050
kilogramos, y proporcionó:
Carne sin hueso 1.560 gramos.) ,„-„,.,
TT J non \ I.80O kilos.
Huesos por separado.. 290 — '
Corazón, pulmones, hígado y ríñones... 0,190 —
Piel 0,435 —
Entrañas 0,530 —
Evaporación, desechos 0,015 —
Total. 3,050kilos.
Con relación al peso bruto se obtuvo del
conejo:
Carne sin hueso 51,14) „„„. , m
tt 1 n-ni 60,b4porl00
Huesos solos 9,o0'
Corazón, pulmones, hígado y ríñones. 6,02 —
Piel 14,55 —
Entrañas. 17,34 —
Evaporación 1,45 —
Que esos resultados son beneficiosos, en
atención á los pocos cuidados que la cría de
los conejos exige, no hay para qué demostrarlo;
para obtenerlos mayores probablemente
sería necesario hacer desembolsos que los
labradores no se hallan dispuestos á hacer
por lo común.
Razas de conejos.—La domesticidad ha influido
favorablemente en el desarrollo de los
conejos y en la multiplicación de sus castas.
El cuerpo del animal ha adquirido mayor
desarrollo, y mayor es también la cantidad
de carne y de otros productos que suministra.
En cambio la carne es más insípida y no posee
el aroma característico de la del conejo
selvático, muchas veces á consecuencia de las
malas condiciones en que se aloja á esos roe-

CON — 249 — CON
dores. El peso de algunos, como los verdaderamente
gigantescos de Rúan, llega á 8 ó 10
kilogramos, siendo así que los bravios pesan
uno por lo general. Las diferencias entre las
variedades comunes estriban unas veces en la
diversidad de régimen alimenticio, y otras en
la forma de las orejas y en el color del pelaje,
que puede ser gris claro, obscuro, pizarra,
blanco, negro, rojizo, café con leche, pío, y
aun en raras ocasiones completamente negro.
Al lado de las numerosas variedades del
conejo ordinario figuran los conejos de piel
fina y los de Angora. Entre los primeros figuran
el argentado y el blanco de China (figura
126); de los de Angora hemos tratado
en el artículo correspondiente. La piel del
argentado es muy estimada por su suavidad;
el blanco de China, de mediano tamaño, tiene
los ojos rojos como el, de Angora, el pelo
corto y á veces negras las extremidades de la
nariz y de las patas. Procedente de China, se
propagó primero por Rusia, después por Alemania,
y últimamente por toda Europa. Su
piel es bastante parecida á la del armiño, y
fie ahí que se llame falso armiño en el comercio.
Habitación de los conejos domésticos.—Esos
roedores se crían unas veces en cercados con
monte ó árboles, que debe estar expuesto al
Levante ó Mediodía, y tener algún estanque
ó ,ser cruzado por algún arroyo, y otras en
corrales. En el primer caso debe cuidarse de
que el suelo del conejar sea arenoso ó calcáreo
, pero no muy friable, porque en ese caso
correrían los conejos el peligro de quedar enterrados
en las cuevas. Los cimientos de las
Día—IV.
Figura 12(3.—Conejo blanco de China
paredes deberán estar á gran profundidad,
para que los animales no se escapen abriendo
salidas subterráneas. Cuando el terreno no
produzca las plantas que los conejos prefieren
, deberá sembrarse esparceta, vallico, trébol,
alfalfa y pimpinela. Con algunas parejas
de conejos selváticos ó domésticos se puebla
en breve tiempo el conejar, de manera que
es necesario llevar comida á él. Esta deberá
consistir en forrajes, zanahorias, nabos, remolachas
y berzas, que se depositarán bajo
un cobertizo de acceso fácil. La carne de los
conejos criados de esa suerte no es tan fina
como la de los bravios, ni tan basta como la
de los domésticos.
Ordinariamente se alojan éstos en los corrales
empedrados ó con paredes altas y de
cimientos que penetren por lo menos á un
metro de profundidad. Apoyado en una pared
con exposición á Levante ó al Mediodía, se
construye un tejadillo que abrigue las conejeras.
Estas deben estar elevadas 15 ó 20 centímetros
sobre el suelo. Se pueden construir
con tablones fuertes, mal unidos, para que
pueda circular el aire, y en tal forma qije cada
una mida un metro cuadrado de lado. La puerta
puede ser una alambrera ó un enverjado
de madera. El piso de la conejera deberá estar
inclinado hacia atrás y agujereado para que
corran las orinas, que deberán tener fácil
salida fuera del corral. Dos conejeras de mayores
dimensiones que las ordinarias se utilizarán
para encerrar en ellas á los conejos demasiado
jóvenes y que no deban mezclarse en
el corral con los demás. Cada conejera ha de
estar provista de* la correspondiente cama y
17

CON — 250 — CON
de un pequeño pesebre, donde se echará la
comida. Es necesario asearlas de vez en cuando,
procurando no tocar los nidos al sacar la
cama. Conviene separar aquéllas con tablas,
que únicamente se moverán cuando estén fuera
las crías. En muchos puntos dejan encomendada
á los mismos conejos la tarea de
abrir cuevas para cobijarse, y en todas partes
se observa que son aficionados á arañar el
suelo, que salen de noche á pastar y corretear,
y al medio día para tenderse al sol y comer
algún alimento. El menor ruido los asusta y
los obliga á esconderse, pero muy luego se
olvidan del peligro real 6 imaginario y vuelven
á salir.
Reproducción de los conejos.—Para multiplicar
en buenas condiciones estos animales
es necesario elegir reproductores vivos, alegres
y de formas armoniosas, teniendo en
cuenta que el conejo es nubil á los ocho meses
y adulto al año, y que conserva hasta los
seis años todo su vigor. El macho dedicado
á cubrir hembras, y deberá haber por cada
diez de éstas uno de aquéllos, ha de tener la
mirada provocadora y no ha de ser feroz, lo
mismo que la madre, porque en ese caso matarían
las crías. La preñez de la hembra dura
treinta ó treinta y un días; por lo general
en cada parto arroja 8 gazapos; á veces ese
número llega á 12 y aun á 16. Cuando se apercibe
de que va á dar en breve á luz, si vive
en estado selvático, la coneja abre un hoyo
poco profundo, lleva á él hierba, musgo y
hojas, y acaba por cubrir el nido con su propio
pelo, arrancándose el que rodea á las mamas.
Gracias á esa precaución, éstas quedan
al descubierto para que den con ellas fácilmente
los recién nacidos, y ellos encuentran
blando lecho al salir del seno de la madre.
Después de parir, la coneja lame á sus gazapos,
limpia el sitio, sale del hoyo, le cierra
cuidadosamente, y arroja sus propios excrementos
y su orina sobre la tierra que ha
amontonado en la boca de la pequeña cueva,
porque sabe que los machos matarían despiadadamente
las crías si llegaran á descubrirlas.
La recelosa madre solamente acude al nido
dos veces al día, para dar de mamar á los pequeñuelos.
Estos comienzan á comer á los
quince días, y al mes prescinden generalmente
de la leche de la madre. Los domésticos no
engordan durante los seis primeros meses, ni
manifiestan tendencia al desarrollo muscular
y á la producción de grasa. Pero desde los
seis hasta los doce meses las carnes se desenvuelven
y se perfeccionan todos los órganos.
Entonces, sobre todo después de someterlos
animales al cebo durante corto período, se
pueden consumir ó poner á la venta.
Cría de conejos.—Ya hemos hecho resaltar
la importancia que puede adquirir esta industria
agrícola. En el alojamiento se debe adoptar
el sistema celular para los reproductores
y los individuos sometidos al cebo, y para las
crías él sistema de vida en común, por grupos
de 20 á 40 gazapos, separando los sexos des­
de el momento en que es posible distinguirlos,
es decir, desde los cuatro meses; los machos
se deberán castrar á la edad de seis, no debiendo
hacerse cambios en los alojamientos
comunes desde que los conejos tienen seis
meses, á fin de que no estalle la discordia.
Deben distribuirse las comidas con regularidad
y equitativa proporción; no ha de consentirse
que penetren los extraños, perros,
gatos, ratas y otros enemigos en la conejera,
y habrá de mantenerse perfectamente aseada
y ventilada para que las celdas no despidan
malos olores; y las camas, de paja ó de tierra,
se renovarán con la frecuencia conveniente.
Conviene que haj'a poca luz. Las celdas de
los machos no deben hallarse contiguas, ni
próximas á las de las hembras, porque de lo
contrario estallarían conflictos graves.
Para la buena distribución de los alimentos
son necesarios pesebres con barras más ó
menos espesas, según la edad de los conejos.
Para los gazapos de uno á dos meses basta un
espacio de 2 centímetros entre las barras y
uno de 6 para los adultos. Con objeto de evitar
los ataques de los animales dañinos, deberán
colocarse esos enrejados ó alambreras en
todas las aberturas del recinto en que los interesantes
roedores habiten.
Alimenlaciún de los conejos.—Como estos
roedores son dados á elegir entre las substancias
nutritivas que se ponen á su disposición,
y desperdician además las tres cuartas partes,
deben colocarse los pequeños pesebres bastante
elevados para que los animales tengan que
apoyarse sobre las patas traseras cuando
quieran comer. De ahí que en la época del
destete hayan de estar los comederos á 10 centímetros
sobre el suelo, y después á alturas
variables y cuyo límite deberá ser 35 centímetros
para los adultos. También conviene disponer
los pesebres de manera que no puedan
entrar en ellos los conejos. Debe distribuirse
siempre la comida á hora fija, y nunca se echarán
alimentos á esos animales entre comida y
comida, con objeto de que duerman y descansen
completamente tranquilos. A las madres y
á los gazapos se les dará de comer tres veces
al día: por la mañana, al medio día y por la
noche, y á los pequeñuelos se les deberá habituar
á comer toda clase de substancias, mas
nunca plantas venenosas como la cicuta, belladona,
acónito, ranúnculo, euforbio, el cólchico
de otoño, etc., etc. Cada comida deberá
estar compuesta de dos ó tres clases de alimentos,
y entre ellos plantas aromáticas ó amargas.
Las familias de las umbelíferas 3' délas
labiadas comprenden gran número de plantas
aromáticas que casi ningún animal domestico
consume y que son apetitosas para los conejos.
Tales son, entre.las umbelíferas, el perifollo,
el peregil, la angélica, la chirivía, el hinojo, la
zanahoria salvaje, etc., y entre las labiadas, el
tomillo, el serpol, las mentas, el marrubio, el
torongil, etc., á las cuales se pueden agregar
el ajenjo, el meliloto, la artemisa, la matricaria
y otras análogas. Entre las substancias

CON — 251 — CON
amargas que utiliza el conejo,"figuran casi
todas las plantas de la familia de las compuestas,
tales como los cardos, las achicorias y
las cerrajas, y además la argentina, la agrimonia
y las hojas de la mayoría de los árboles,
exceptuando el laurel-cerezo, el laurelrosa,
el almendro, el melocotonero y el tejo.
Los conejos no comen la ortiga, la alcachofa y
los vegetales espinosos, á no estar divididos en
pedazos.
Una de las ventajas que la cría de conejos
ofrece á los especuladores es la facilidad con
que esos roedores se alimentan con las más
variadas substancias. La comida más generalmente
suministrada por los criadores en grande
es la hierba de prado cortada y sola, ó
mezclada con paja. En algunas granjas se pica
la hierba con máquinas especiales. También
se pueden utilizar los residuos de las fábricas
de cerveza, azúcar, espíritus, aceite de nueces
y aceite de linaza para administrarlos á
los conejos de cebo, mezclados con heno ó con
hierba. Los rampojos de uva y los residuos de
las fábricas de sidra llenan la misma indicación.
El salvado se administra también á los
reproductores, si bien en cantidad menor que
á los conejos destinados al engorde. El trébol,
la alfalfa, el trigo, el centeno, la avena, el
maíz y el sorgo, cuando aún no han llegado á
completa sazón, entran á formar parte del
pienso verde, lo mismo que entran, si bien en
cantidad menor, las hojas y tallos de muchas
plantas arbóreas, del tilo, del sauce, de la
vid, de la acacia, del olmo, de la encina, del
chopo, del fresno, del acebo, etc. Comen más
ó menos ávidamente muchas raíces carnosas,
como las patatas, las zanahorias, los tupinambos,
las remolachas, los rábanos y la
rabaniza. También comen los conejos con
avidez muchas frutas, como peras, manzanas,
melocotones, calabazas y bellotas; todas las
semillas de los cereales, avena, maíz, trigo,
centeno, cebada, panizo, ora enteros, ora molidos,
ora convertidos en papilla; legumbres
verdes, secas y aun un poco maceradas. Constituyen
una verdadera golosina para los animalitos
todos los residuos culinarios, así como
las sobras de la mesa, las cortezas de pan, la
sopa, la menestra y muchos otros preparados.
Espanet dice haber visto que un conejo roía
ávidamente el hueso de una chuleta que le
habían echado de la cocina; hueso que estaría
muy salado probablemente.
Cuando se limpien los tableros y sangrías
del jardín ó los surcos del huerto; cuando se
escarden plantas, no deberá arrojar las malas
hierbas al basurero todo aquel que se dedique
á la cría de conejos, sino que deberá lavarlas
cuidadosamente y enjugarlas después,
porque casi todas ellas serán excelente bocado
para los mencionados roedores. Si se entallecen
y dan flores las lechugas, los rábanos, las
coliflores y otras muchas verduras, también
se podrán utilizar entregándolas á los conejos
para que las conviertan en carne ó pelo. Lo
mismo puede decirse de los tallos de las pata­
tas, de las amapolas de los campos y de otras
plantas análogas, cuando los animalitos no
están viciados por las golosinas. Casi todas las
plantas citadas, después de secas, constituyen
un excelente pienso para el invierno. No sucede
lo mismo cuando se ha habituado á los
conejos á comer ciertos alimentos. Si se les
dan con frecuencia cortezas de pan, tupinambos,
cereales, coliflores y otros regalos semejantes,
los sobrios conejos acabarán por negarse
á comer heno, tortas de linaza, rampojos
y otras muchas substancias, y se volverán
impertinentes y fastidiosos, acabando por desmejorar.
Manténgase, por el contrario, un
conejo alimentándole á la espartana, en un
local en que haya solamente un poco de heno
y un poco de paja, y se verá que el animalito
hará melindres el primer día, pero acabará
por habituarse al nuevo régimen, y conservarse
sano y robusto.
Ya lo hemos indicado: cuantos se han ocupado
de la cría del conejo, convienen en recomendar
la mezcla y la variedad de los diferentes
alimentos. La uniformidad, á más de
empalagar á los conejos, acaba por alterar la
salud y determinar á la postre la degeneración
de la raza. En algún importante establecimiento
donde se explota la cría de conejos
en grande, entre los dos piensos de heno y
hierba cortados y mezclados se interpola una
pequeña ración de salvado. Un régimen exclusivo
de verde, especialmente si es muy
acuoso, debilita á los animales, vuelve insípida
su carne y los predispone á la hidropesía
y á la diarrea. Por el contrario, un régimen
compuesto exclusivamente de plantas secas,
no tan favorable al engorde, es causa predisponente
á las enfermedades flogísticas. Por lo
tanto, el régimen deberá variar según los animales
sometidos á él y según las estaciones.
El verde es más 'recomendable para las hembras
que amamantan, y está principalmente
indicado durante el estío; el régimen seco es
preferible para los machos y para las estaciones
de otoño é invierno.
Ocioso es recomendar que el forraje esté
siempre enjuto, que no contenga tierra, ni
esté enmohecido ó mezclado con plantas venenosas.
Generalmente el conejo se resiste á
comer éstas, y al mismo tiempo los alimentos
con que se hallen mezcladas; solamente cuando
el hambre le apremia come aquéllas, con
grave daño de su salud. También rechaza los
alimentos manchados con excrementos y orina,
y aun los que solamente han sido pisoteados.
De ahí la necesidad de colocar los comederos
en la forma anteriormente recomendada.
Respecto de las horas en que han de
administrarse los alimentos, ya hemos hecho
indicaciones; las más convenientes son antes
de la salida y después de la puesta del sol, es
decir, las mismas en que los conejos montaraces
salen á pastar. En verano, por ser más
largos los días, conviene darles un pienso al
mediodía. Cuando hace buen tiempo, es muy
sano para los conejos y gazapos de cualquier

CON — 252 — CON
edad salir á pastar por los parques, los cuales
deberán estar bien tapiados ó tener verjas
con alambreras. Pueden conducirse al parque
en un carrito todas las crías de una misma
edad. Las madres podrán salir por sí solas,
cruzando aberturas dispuestas en los muros
para ese fin. Es necesario evitar que pasten
juntos conejos de edades diferentes, porque
de lo contrario entablarían luchas y contiendas
desastrosas.
Los conejos cebones, especialmente cuando
se hallan fijos en cajoncitos, al estilo belga,
suelen tener constantemente alimentos á su
disposición, y de ahí que coman más de lo
necesario y lo conviertan en grasa. También
á las hembras que amamantan se suele suministrar
mayor cantidad de alimentos que á los
machos, toda vez que ellas necesitan comer
para nutrirse y para nutrir á la cría. Espanet,
que tan detenidamente ha tratado de
la cría de conejos, prescribe para su alimentación,
según su edad y sexo, el siguiente
plan:
Régimen de estío
Gazapos Machos Hembras
Kilogs. Kilogs. Kilogs.
0,400 0,850 0,650
0,040 0,050 0,030
0,016 0,015 »
» 0,025
Régimen de invierno
Gazapos Machos Hembras
Kilogs. Kilogs. Kilogs.
0,100 0,150 0,150
0,080 0,150 0,200
0,030 0,040 0,030
Harina de cebada.... » » 0,025
0,015 »
Bebidas.—Cuando el régimen alimenticio
se halla compuesto en parte ó en totalidad
de substancias verdes, no es necesario proporcionar
bebida á los conejos; por el contrario
, el régimen seco las requiere, y se han de
administrar en vasos de cinc ó de tierra. La
única bebida que se ha de proporcionar á los
conejos es el agua pura, límpida y fresca en
verano y algo templada en invierno. También
se podrá utilizar el líquido como escipiente
de algunos condimentos, de las substancias
aromáticas y amargas ya mencionadas, y de
algunos medicamentos en caso necesario.
Espanet calculó en la siguiente forma los
gastos y utilidades que la cría de conejos suponen
:
Pesetas
Quinientas raciones de hierba de 400 gramos
(una libra) una, dan 200 kilogramos
(cerca de 499 libras), que puede costar el
valor de medio jornal de la persona que
los recoge.' 0,75
Suma v sigue 0,75 -
Pesetas
¿? urna anterior 0,75
Doscientas raciones de forraje de 60 gramos,
á 10 pesetas los 100 kilogramos, forman
12 kilogramos, y cuestan 0,60
Ciento cincuenta raciones de raíces de 400
gramos, al precio de las remolachas, son
60 kilogramos 1,00
Cien raciones de avena de 30 gramos, á
12,50 pesetas los 100 kilogramos, dan 3
kilogramos 0,40
Ciento cuarenta y cinco raciones de mondaduras
pueden valuarse á 0,25
Total 3,00
Las raciones del macho pueden reducirse á
1,50 pesetas (6 reales), pues se les dan plantas
campestres y desperdicios de poco valor.
Los gazapos de los conejos comunes pueden
pasar sin granos, remolachas y patatas, bastándoles
hierba, ramas y algunos desperdicios
de huerta, lo que reduce su gasto á 0,25 (ui¡
real).
Sean 200 gazapos cebados al mes, y guardados
siete meses en el conejar. He aquí su
gasto:
Pesetas
Primer mes: hojas de col procedentes de
mondaduras ó hierbas escogidas, costando
el valor de cinco jornales para recogerlas
7,00
Segundo mes: un poco de col, hierbas de
huerta 7,00
Tercero, cuarto, quinto y sexto mes: hierbas
campestres, ramos de árbol, etc., á 5
pesetas uno 20,00
Séptimo mes: hierbas campestres, ramos
verdes, brezo, etc 6,00
Durante la última quincena, tres raciones
de grano dan para 200 gazapos 12 kilogramos
1,50
Cuatro raciones de raíces resultan 800 raciones,
de las que 400 de patatas ó 24 kilogramos
1,50
T cuatro de remolachas 1,25
Total 44,25
esto es, á 0,25 pesetas por gazapo, que se venderá
á esta edad á 1,50 pesetas; además es
sabido que á los siete ú ocho meses un gazapo
engorda sólo con brezo.
Así, 50 conejas á 3 pesetas, gastarán 150
pesetas; 5 machos á 1,50, 7,50 pesetas; esto
es, 157 pesetas para los conejos destinados á
la reproducción.
Veamos ahora cuántos gazapos darán 50
conejas: suponiendo por cada coneja 7 crías
de 7 gazapos una, darán 2.450 en 350 crías.
El sustento de 200 conejos cuesta 44,25 pesetas;
el de 2.450 costará en números redondos
550 pesetas, á las que, añadiendo las 157 pesetas
de más arriba, sube el gasto anual á 707
pesetas.

CON — 253 — CON
Distribuyendo los 2.450 gazapos para la
venta del modo siguiente:
500 de cuatro meses, á 0,90 pesetas 450 pesetas.
500 de cinco meses, á 1,10 550 —
500 de seis meses, á 1,30 (¡50 —
500 de siete meses, á 1,10 700 —
450 de ocho meses y cebados, á 2,00... 900 —
Se obtendrá un total de 3.250 pesetas.
De cuya suma, restando 707 pesetas de gastos
anuales, quedan 2.540 pesetas de producto,
ó 2.000 dejando aparte las 540 para amortización
de los primeros gastos, etc.
Este aumento de 2.000 pesetas puede aumentarse
de varios modos: 1.°, no vendiendo
los conejos hasta la edad de ocho meses, y
cebados; 2.°, escogiendo las conejas más fecundas
y mejores criadoras; 3.°, doblando el
número por medio de conejas supernumerarias;
4.°, haciendo criar las jóvenes conejas
antes de venderlas.
CONEMORPHA—Género de plantas de
la familia de las Apocináceas. En varios montes
de las Islas Filipinas se encuentra la
Conemorpha macrophylla, G. Don., variedad
Mollis, Miq., arbustillo trepador que tiene
las hojas opuestas, escotadas en la base,
anchas, ovales, de 20 centímetros de largo,
aguzadas de repente en el ápice, con las márgenes
revueltas hacia abajo y con hoyitos que
siguen el contorno, blandas y vellosas; los
pecíolos son cortos, y las flores terminales,
blancas, olorosas, dispuestas en panojas de
pocas florecitas. El fruto es un folículo grueso
, recto y triquetro. Florece este vegetal en
Julio.
CONFORMACIÓN. —Estructura de un
cuerpo organizado; relación de las distintas
partes que lo componen. (V. Formas.)
CONGESTIÓN. — Acumulo anormal de
sangre en los capilares de un órgano ó de
una parte de cualquier órgano. Las congestiones
son frecuentes, y generalmente dañosas
y mortales en los animales de labor, no siendo
raro en los de tiro, y cuando el trabajo es
penoso, ver caer los animales y morir á consecuencia
de congestiones pulmonares y cerebrales;
se dice entonces que la muerte ha sido
causada por una apoplegía de los pulmones
ó del cerebro. (V. Apoplegía.) En los cólicos
violentos hay algunas veces congestión
de sangre en el tubo intestinal, en cuyo caso
se suele dar el nombre de cólico rojo á ese
género de alteración dé los intestinos ingurgitados
de sangre más ó menos obscura y á
veces negra. Los animales atacados de esta
afección sucumben generalmente, lo cual se
reconoce fácilmente por los violentos dolores
y por síntomas bien caracterizados.
CONGRIO.—Pez muy común en el Océano
y en el Mediterráneo; llámase congre en catalán
y parenguena en Asturias. Se conocen diferentes
variedades; tales son el Conger vulgaris
(Cuv.), el Conger niger (Riss.), que
habita en el Mediterráneo y es denominado
congre negre en Cataluña, como habitan también
en ese mar el Conger myrus, Riss.; el
Conger balearicus, Delar., y el Conger mystax,
Lacep. Habitan los cougrios preferentemente
en los fondos peñascosos del mar, y en los
arrecifes y costas quebradas, sobre todo si
abundan moluscos como los mejillones ó Muscnls,
y los pececillos de roca que persiguen y
atrapan entre las rendijas y huecos de las
peñas. Con mucha frecuencia se pescan los
congrios en esas mismas rendijas, cuando
están situadas á orillas del mar, introduciendo
en ellas un volantín, lo que llaman en
Cataluña pescar á can. De ahí se desprende
que las cetarias para los congrios deben ser
profundas, grandes, peñascosas y bien pobladas
de moluscos y peces de roca, sin lo cual
crecerían poco y no se desarrollarían como
en el mar, donde llegan á pesar 40 y 50 kilogramos.
No siendo posible la fecundación artificial,
es necesario poblar las cetarias con
crías pescadas por medio de nasas, á fines de
verano ó en otoño, conservándolas en agua
de mar al sacarlas de tales armadijos y conduciéndolas
tan pronto como sea posible al
punto á que se hallan destinadas.
CONIDIA ( Criptogamia).—Nombre dado
á los órganos secundarios de reproducción,
constituidos generalmente por utrículos que
se desarrollan en el mycelium de los hongos
provistos ya de otro modo de reproducción.
CONÍFERAS (Botánica). — Familia de
plantas dicotiledones apétalas. Sus flores son
muy sencillas y casi idénticas en todas las especies
del grupo, cuyas clasificaciones se basan
en gran parte sobre el porte y dirección
de las mismas. Uno de los géneros más conocidos
es el ciprés (Cvpressus, T.), y puede
servir de base al estudio de la familia. Las
flores de ese género son unisexuadas y monoicas,
y las masculinas reunidas en gran número
sobre un eje común. Cada una de ellas consiste
en un estambré, cuyo filete se dilata en
un disco que simula la cabeza de un clavo, y
lleva generalmente en la cara inferior de la
dilatación cuatro celdillas de antera, pendientes
y dehiscentes por hendeduras longitudinales
introrsas. No se observan huellas de perianto.
Las flores femeninas, reunidas también
de una manera análoga, van acompañadas en
el eje de la inflorescencia por brácteas numerosas
bastante próximas para imbricarse. Esas
flores están desnudas; constan de un ovario
supero, sésil y abierto en la cima, que se estrecha
en un cuello corto, y cuya cavidad
contiene un solo óvulo derecho, ortotropo y
desprovisto de envolturas. La inflorescencia
se transforma después en un frutó compuesto
llamado cono, y del cual se ha formado el
epíteto de coniferas. El eje principal y las
brácteas se van endureciendo paulatinamente,
y adquieren la consistencia de la madera; las
segundas se ensanchan y abultan por su extremidad
libre, y ocultan por algún tiempo
los frutos parciales colocados en su axila.
Esos frutos son otros tantos aquenios, cuyas

CON — 254 — CON
semillas contienen bajo sus tegumentos un
embrión, rodeado de abundante albumen. Las
tuyas y los enebros presentan una organización
muy análoga, y solamente se diferencian
de los cipreses por modificaciones insignificantes;
los pinos, los abetos y otras coniferas
llamadas abietíneas presentan ya diferencias
más marcadas; el filete de los estambres es
corto, y lleva dos celdillas de anteras paralelas,
que se abren por hendeduras longitudinales
extrorsas, y cuyo conectivo se prolonga
generalmente por cima de ellas en una
lengüeta de forma y dimensiones variables.
La inflorescencia femenina es más complicada;
el número de brácteas en el eje es indefinido,
y en las axilas aparece un pequeño
ramo que se aplana muy luego de adelante
hacia atrás, y adquiere el aspecto de una
escama más ó menos espesa. Ese pedúnculo
deformado constituye las flores, iguales
á las de los cipreses por su organización,
con la diferencia de que su ovario, lejos de
mantenerse derecho, dirige la cima hacia la
base de la escama, y el cuello, si bien se conserva
abierto, termina en dos ramitas desiguales.
El embrión lleva varios cotiledones
verticilados. Con la madurez del cono se vuelven
leñosos los pedúnculos aplanados, y llegan
á cubrir los frutos y las brácteas. Los
frutos en aquenio se rodean de una ala total
ó parcial que se separa espontáneamente durante
la madurez, ó permanece adherida al
pericarpio. Así, pues, en las abietíneas las
escamas del cono son de naturaleza axil, y en
los cipreses son únicamente las brácteas modificadas.
En ciertas coniferas exóticas, como
la Araucaria, las Cunninghamia, etc., las
flores son parecidas, por la disposición de sus
partes, á las del pino, y la flor femenina puede
presentarse solitaria á la extremidad de una
rama, como se observa en el tejo común, cuyo
fruto, durante el período de desarrollo, aparece
rodeado por una especie de cúpula saciforme
y carnosa, procedente de una hipertrofia
del pedúnculo, que se agranda y acaba
por exceder al ovario. No siempre es seco el
fruto de las coniferas; á veces forma una drupa,
provista de un mesocarpo y de un hueso
más ó menos espeso, como se ve en los podocarpos
y en los ginckos.
Todas las coniferas son plantas leñosas, y
á ese grupo pertenecen los árboles más gigantescos
que se conocen, como las Sequoias,
que vegetan en las montañas del Noroeste de
los Estados Unidos. Sus hojas son alternas
unas veces, opuestas otras, rara vez verticiladas,
y de muy variadas formas y dimensiones.
Reducidas al estado de escamas estrechamente
imbricadas en los cipreses y tuyas, son
largas y afiladas en los enebros, pinos, etc.,
justificando la denominación vulgar de agujetas,
y otras veces llevan un limbo más ó
menos amplio, como se ve en los podocarpos
y ginckos. Esas hojas se presentan en ocasiones
separadas, en ocasiones agrupadas en ramúsculos
muy cortos: casi siempre son per­
sistentes, y de ahí que se haya llamado árboles
verdes á esas plantas. Sin embargo, en el
alerce son caducas. Los conos son también
muy variables en su volumen, dirección y
consistencia, y por medio de ellos y algunos
otros caracteres se han distinguido las varias
especies de coniferas, algunos de cuyos tipos
son dioicos, como los tejos (Taxus). En algunas
especies median más de dos años entre
la floración y la madurez del fruto; en otras
ésta se verifica á los pocos meses. Las coniferas
abundan en las regiones templadas y
montañosas de ambos hemisferios, formando
extensos bosques. Se han descrito unas trescientas
especies, repartidas en treinta géneros,
agrupados á su vez en varias tribus, las principales
de las cuales son las Cupresíneas, las
Taxíneas, las Abietíneas, las Araucarias, etc.
Todas esas plantas producen abundantes resinas,
que fluyen de elementos especiales distribuidos
en las hojas, en la corteza ó en la
madera. Esas substancias, llamadas también
trementinas, comunican á los diferentes órganos
gran resistencia á los agentes exteriores
de destrucción, y de ahí que la madera sea
relativamente incorruptible. Muchos pinares
y bosques de coniferas están sometidos á una
explotación regular para la extracción de resinas,
obteniéndose éstas por medio de incisiones
practicadas oportunamente en los
troncos. Esos hidrocarburos se emplean actualmente
en grande escala. Sometidas á la
destilación seca muchas coniferas, suministran
breas muy estimadas, como la de Noruega,
obtenida de varios pinos y abetos, y la de
enebro, llamada vulgarmente aceite de enebro
ó miera, que se obtiene del oxicedro (Juniperus
oxycedrus, L.), 3' que por su acritud 3'
causticidad emplea la terapéutica para la curación
de úlceras ó enfermedades parasitarias
cutáneas del hombre y de los animales. Las
resinas se emplean para la confección de muchos
barnices.
Algunas especies de la gran familia de las
coniferas producen frutos comestibles, como
el pino albar ó piñonero (Pinus pinea, L.),
y el Pi?ius pumilio, Hanke. También se consume
en China el pericarpio carnoso del
Gincko biloba, á pesar de su poco grato olor.
Otras veces la parte carnosa 3' comestible es
el pedúnculo floral, que presenta la forma de
una pera. El podocarpo y otros son utilizados
como árboles frutales en el Oriente. Las propiedades
acres de las hojas y tallos jóvenes
de algunas especies, como el Juniperus sabina,
L., se emplean desde muy antiguo como
sudoríficos y emenagogos, y contienen un veneno
que es necesario manejar con gran precaución.
El alerce de Europa da por la incisión
de sus ramas una substancia azucarada
y algo amarga que se emplea como purgante
ligero, y la corteza del pino silvestre se utiliza
para obtener una materia textil. Como
árboles maderables las coniferas desempeñan
importantísimo papel; alguuas no forman
nunca un tronco principal, y otras, como la

CON — 256 — CON
los conops son parásitos de varias especies y
no exclusivamente de una.
El segundo género de la familia de los
Conopsidos es el Myopa, diferente del precedente
por el estilo dorsal de las antenas, que
es corto y formado por tres artejos. Tienen
además ojos accesorios y una trompa doblada
en dos partes, causa de que se los haya llamado
vulgarmente moscas de cortaplumas. Entre
las veinte especies europeas la que más
abunda es la Myopa ferruginea, de color ferruginoso
brillante, de matiz amarillo dorado,
escudo dorsal marcado por tres rayas negras
longitudinales y franjas blancas transversales,
de reflejos sedosos en el abdomen. La larva
vive en los abejorros. La Myopa variegata
tiene los palpos en forma de masa, la cara
amarilla, las antenas y la frente ferruginosas,
el tórax negro cou líneas blancas anteriores,
las espaldas y costillas morenas, el
escudo con manchas blancas, las alas obscuras,
las patas ferruginosas, los muslos anteriores
gruesos, negros y con anillo blanquizco,
el abdomen negro, y con los tres primeros
segmentos ferruginosos y blancos pollos
bordes, y otros dos blanquizcos y con cuatro
manchas anteriores negras. La Myopa
oariegaia vive en Francia y Alemania.
CONSANGUINIDAD. —De las diversas
definiciones que se han dado de esta palabra,
ninguua nos parece tan exacta como la de
nuestros principales legistas: es el parentesco
que existe entre los descendientes de un mismo
tronco. Este parentesco se funda en la comunidad
de origen, y tiene sus grados, sin perder
la consanguinidad, según las generaciones
que median entre los individuos y el tronco
de que descienden.
La consanguinidad en los primeros grados
de parentesco es impedimento absoluto ó relativo
de unión sexual entre los hombres. La
de padres con hijas, madres con hijos y hermanos
con hermanas causan verdadero horror,
y se designan con el nombre de incestuosas.
Tratándose de animales, no puede ni debe tener
aplicación á las uniones sexuales la idea
moral y religiosa relativa á la consanguinidad
en los primeros grados de parentesco. Recordamos
haber sostenido esta opinión en el Consejo
superior de Agricultura, discutiendo con
su Presidente, el Sr. Candau, el cual sostenía
que en la cría caballar repugnaba el incesto
como entre los hombres.
En esta cuestión no vemos nosotros sino
el lado zootécnico estrechamente relacionado
con el económico. ¿Son convenientes ó perjudiciales
las uniones consanguíneas para la mejora
de las razas? O lo que es lo mismo: ¿qué
efectos produce la consanguinidad en la descendencia?
Los autores españoles de más reputación
que han tratado esta materia, singularmente
con aplicación á la producción ecuestre, han
condenado del modo más categórico las uniones
consanguíneas en próximo grado de parentesco.
D. Pedro Pomar, en su Informe al Rey,
y después el Marqués de Casa-Cagigal en el
llamado de los cuatro genales, por ser éste el
número de firmantes, atribuyen al influjo de
la consanguinidad deformidades en los hijos,
alteraciones del organismo, debilidad vital y
procreadora. Admitidas estas ideas como doctrina
inconcusa, de consecuencia en consecuencia
se llegó á proclamar como principio
de mejora de las razas la unión de individuos
dispares.
Decía Pomar: «Elganado está muy degenerado
por el perverso abuso, generalmente admitido,
de darles padres de la misma casta
á las propias yeguas. Para hacer bien el
cambio debe hacerse con caballos de otros climas
opuestos al del en que han nacido las yeguas,
y teniendo siempre el cuidado de cambiar
de años en años, de suerte que jamís
tomen á sus hijas ni á sus hermanas. Es la
causa de estar tan decaídas y poco fecundas
nuestras yeguadas, y de haber perdido los caballos
sus superiores calidades antiguas.»
¡Cuántos perjuicios han causado en la práctica
tales errores, sobre todo en lu cría caballar!
Los ganaderos que los han tomado por
pauta de conducta, se han privado de punto
de apoyo para dar homogeneidad á sus yeguadas,
y han procedido contra la verdad substancial
que contiene la ley de los semejantes
de Linneo. A la vista están los resultados:
prefiriéndose sistemáticamente sementales extraños
á los de la propia familia, carece la
descendencia de caracteres distintivos, perpetuándose
la falta de armonía corporal para
determinar fines de unas en otras generaciones.
Y es cosa que maravilla que las tinieblas del
error en esta materia no se hayan disipado
en naciones verdaderamente ilustradas. En
Alemania hay quien pretende todavía sostenerlo
teóricamente, y en Austria existen comarcas,
cual hemos visto en el Tirol, donde
es general y constante evitar la unión sexual
entre yeguas y caballos de próximo parentesco.
Nosotros creemos que la consanguinidad no
es por sí misma base necesaria de mejora ni
de decadencia, y, por consecuencia, que no
basta para dar a las.razas cualidades que no
tienen ó privarlas de defectos de que adolecen.
Los progenitores, sean ó no parientes
consanguíneos, no pueden dar lo que uo tienen,
y si los hijos, como es natural, nacen
con cualidades distintas que los padres, esto
obedece á leyes relativas á la individualidad,
que la ciencia establece y explica. La virtud
de la consanguinidad, si nos es permitida la
frase, consiste en elevar al mayor grado el
influjo hereditario; influjo ejercido por igual
para transmitir las buenas cualidades y los
defectos visibles, el vigor y la levadura de las
enfermedades.
Los padres pueden transmitir á sus hijos
sus caracteres, pero con una diferencia: cuando
son individuales, es decir, cuando no tuvieron
precedente en la ascendencia y se pre-

CON — 257 — CON
seutan como fortuitos, suelen no reproducirse
en los descendientes; mas cuaudo son propios
de familia ó de raza,- y por consiguiente
una repetición de los que distinguieron á una
larga serie de progenitores, puede afirmarse
como probable que continuarán repitiéndose
en los hijos y nietos.
En esto se funda la homogeneidad de la
razas definitivamente formadas; homogeneidad
tanto más consistente cuanto mayor sea
su antigüedad y más próximo sea el parentesco
de los reproductores.
Numerosos ejemplos tenemos de la constancia
con que se reproducen los caracteres de
raza ó familia adquiridos en una larga serie de
uniones consanguíneas, y de lo fortuito de la
aparición por herencia de los caracteres individuales.
El más notable es el que nos ofrece la
creación de la raza Mauchamp, según unos,
de la variedad merina de lana sedosa de Mauchamp,
según otros, cuya historia escribió
M. Ivart. En 1828 nació un cordero merino
con la lana sedosa. En 1829 cubrió ovejas de
lana ordinaria, de las cuales nacieron dos solos
ejemplares de lana sedosa. En 1831 hubo
cinco crías de lana sedosa de las ovejas cubiertas
por el citado morueco. En 1833 hubo ya
suficiente número de moruecos sedosos para
cubrir todo el rebaño. De la unión de estos
moruecos con sus hijas y hermanas sedosas no
dejó nunca de haber crías de la misma clase,
observándose: 1.°, que cuando un padre y madre
eran sedosos, lo mismo salían los hijos;
2.°, que cuando la madre no lo era, la
cría solía ser de lana ordinaria como ella. Lo
cual prueba el débil poder hereditario individual
para las cualidades accidentales, y,
por el contrario, el poder casi infalible de
la consanguinidad, como dice Sansón, para
propagarlas, porque hace la herencia necesariamente
bilateral.
Otro ejemplo del influjo de la consanguinidad
se presenta diariamente á nuestra vista.
Las uniones de próximo parentesco en línea
recta y colateral son comunes en nuestros rebaños
lanares, puesto que los moruecos se
echan entre ellos sin separar las madres ni
las hermanas. La raza manchega, v. gr., adquiere
la cabeza acarnerada, y de tal consistencia
es esta forma, que ha sido imposible á
los ganaderos que lo han procurado, darle la
recta, aun eligiendo los reproductores que la
tenían menos curva. Sólo con una constancia
de largos años se podrá lograr el resultado
apetecido.
Es digno de notarse, contra los adversarios
de las uniones consanguíneas, que ellas han
dado origen á las razas más famosas de todas
las especies. Con este sistema logró formar
Robert Backwel, según hemos ya dicho, la
célebre raza lanar Dishley, y la caballar de
pura sangre á la consanguinidad debe también
su excelencia. Todos saben que los famosos
caballos Elind-Childers, High-Plyer,
Old-Fox, Omar, Marike, Sweetbriar, Goldfinder,
Buckhunter, Chevalier de Saint-Geor­
ges , etc., nacieron de padres de parentesco
consanguíneo.
Los hermanos Colling crearon también la
raza vacuna Durham uniendo reproductores
de próximo parentesco. Los toros Hubback,
Bolingbrohe, Favourite, Comet y otros que
han dejado un recuerdo imperecedero, nacieron
de uniones consanguíneas en el más próximo
grado. Favourite fecundó seis generaciones
de descendientes suyas, hijas, nietas,
biznietas, tataranietas y con su propia
madre Fénix tuvo á Cometa.
En el Stud-book y en el Herd-book constan
las uniones consanguíneas de estas razas,
y como figuran en primera línea entre todas
las de su especie por su vigor, por su robustez,
por su potencia prolífica, es evidente
que la consanguinidad no ejerce un influjo
maléfico en la descendencia. A otras causas es
preciso atribuir los vicios y defectos con que
nacen algunos individuos de ellas.
No sólo existen hechos de esta naturaleza
en el extranjero; en España existen también
muchos, aunque no bien estudiados, que prueban
los buenos efectos de la consanguinidad,
dirigiéndose con tino las uniones sexuales. A
ella se deben las buenas cualidades y la fijeza
de caracteres de las sub-razas merinas llamadas
Negretti y Curiel, por ejemplo, y respecto
á la especie caballar es indudable que la
potencia hereditaria del caballo Esclavo ó
Soldado dependió de la pureza de su sangre,
y que á la cubrición constante, verificada por
él en sus hijas y después de sus hijas en sus
hermanas, hay que atribuir la excelencia tan
famosa y el sello característico de la ganadería
Zamorana de Jerez, que después tomó el
nombre de la Cartuja.
Esto parecerá natural considerando que la
herencia de familia realiza en el más alto grado
las principales condiciones de la ley de los
semejantes. El próximo parentesco desde un
cierto número de generaciones implica una
comunidad de mayor ó menor número de
cualidades, una semejanza física y fisiológica
siempre más notable que la que puede existir
entre individuos de origen distinto.. Sobre
todo cuando los reproductores descienden de
un mismo tronco, la ley de los semejantes se
realiza en todos sentidos, porque todas las
potencias hereditarias convergen á un fin único.
Entonces la herencia es segura respecto á
los atributos ó cualidades de la familia.
Así, pues, toda cualidad transmisible, buena
ó mala, que se manifiesta en un momento
dado en uno de los miembros de la familia, se
hace hereditaria si se reprodujo por la unión
consanguínea.
No sólo se advierte en la generación el influjo
paterno, sino también, y algunas veces
de un modo enérgico, el de los abuelos. Las
cualidades de éstos, transmitidas con tanta
mayor fuerza cuanto más pura es su raza, permanezcan
ó no ocultas en los hijos, existen
en ellos como depósito sagrado, que legan
invariablemente á sus productos. Esto es lo

CON — 258 — CON
que se llama hoy atavismo, constancia de sucesión
del abuelo, conjunto de las potencias
hereditarias de la raza.
El atavismo se manifiesta evidentemente
por la transmisión constante, á través de las
generaciones, de los caracteres típicos á los
individuos, cuyos antepasados estaban puros
de toda mezcla con otras razas. Estos individuos,
parecidos á sus abuelos, de cualidades
semejantes si eran de la misma raza, procrean
casi siempre necesariamente, en opinión de
algunos, un nuevo individuo que les es idéntico
en sus propiedades fundamentales ó específicas.
El atavismo se manifiesta también de un
modo evidente por un fenómeno no menos
infalible que se produce en la descendencia
de individuos de razas diferentes ó de propiedades
distintas, que es lo que se llama salto
atrás, reversión ó retroceso. Sobre el salto atrás
hace Nathusius las observaciones siguientes:
«La influencia de los abuelos en los descendientes
es por esencia, y en general, únicamente
indirecta. El padre y la madre tienen
desde luego las cualidades de los suyos, éstos
de los abuelos y así sucesivamente. Cuanto
mejores sean los ascendientes de los reproductores,
mayor es la probabilidad de que no haya
casos de salto atrás en la descendencia; cuanto
más tiempo haga que una cualidad se reproduce
en una raza, más verosímil es que se
muestre en las generaciones sucesivas.»
El salto atrás, por consiguiente, se presenta
con más frecuencia cuando la unión se
verifica entre individuos ó razas dispares.
De esto se deduce que cuando se trate de
transformar una raza por la cruza, conviene
que la madre carezca de abolengo consanguíneo,
para que tenga poca fijeza de cualidades,
y que el padre la tenga grande, para que
obre con energía el poder del atavismo. No
obstante esto, la madre ha de estar dotada
individualmente de las cualidades que se desean
transmitir por la generación.
Tal importancia tiene el noble abolengo en
los países en que por el estudio de los hechos
conocen su influjo en la calidad de los productos,
que los compradores inteligentes prefieren
en los caballos que han de servir para
la reproducción ó para el trabajo, la tradición
gloriosa de la prosapia, á las buenas condiciones
individuales. En esto estriba el aprecio
en que se tiene el pedigree en Inglaterra, que
no es otra cosa que la ejecutoria de nobleza
de los caballos.
Esta ejecutoria de nobleza merece tanta estimación
en Inglaterra, que ante ella queda
muy por debajo el mérito individual sin abolengo
(performances). Son excepcionales los
casos de que nazcan hijos vulgares de padres
de noble prosapia, así como obtener crías de
mérito superior de progenitores de una raza
común y sin abolengo conocido. En tal creencia
se fundan las apuestas que se hacen para
las carreras de caballos en favor de potros
todavía no experimentados. Se arriesga una
fortuna por la confianza en el influjo de la
progenie, por la fe en el atavismo.
De todo lo expuesto se deduce: 1.° Que la
consanguinidad no ejerce por necesidad un
influjo pernicioso en la descendencia.—2.° Que
el influjo es seguro, pero el ser en bien ó en
mal de los hijos depende de las buenas ó malas
cualidades de los progenitores.—3.° Que
el incesto de los animales no debe ser rechazado
por inmoral, verificándose generalmente
en los rebaños de las especies lanar y cabría.—4.°
Que el influjo de la consanguinidad
es tanto mayor en la herencia de las buenas
como de las malas cualidades, cuanto más dilatada
es la ascendencia en la cual se han verificado
uniones consanguíneas.
M. López Martínez.
CONSERVAS (Tecnología).— Desígnanse
generalmente con ese nombre las substancias
alimenticias, vegetales ó animales, preparadas
de tal suerte que, aun después de
transcurrir varios años, se encuentran en
ellas las cualidades que poseían cuando estaban
frescas. Los principales procedimientos
adoptados para obtener las conservas son la
cocción, la desecación y el empleo de agentes
preservadores y antisépticos, tales como el
vinagre, el aguardiente, etc. La preparación
de las conservas ha dado origen á importantes
industrias; los métodos de conservación se
emplean aveces en las explotaciones rurales,
y pueden prestar importantes servicios.
Cocción.—Ese procedimiento, generalmente
conocido con la denominación de método
de Apperl, quien le inventó en 1804, consiste
en introducir en botellas ó bocales, ó en cajas
de hoja de lata cuidadosamente fabricadas, ¡as
verduras ó viandas que hayan de conservarse,
después de cocerlas y sazonarlas convenientemente.
Entonces se tapan ó se sueldan cuidadosamente
los envases empleados, porque de
esa operación depende el resultado de la operación
emprendida, y se someten las substancias
de esa mauera encerradas á la acción del
agua hirviendo en un baño-maría, y durante
el tiempo que se considere necesario, según
la índole de las substancias que se preparen.
Las carnes y legumbres manipuladas de esa
suerte quedan preservadas de la putrefacción,
porque la cocción habrá destruido los elementos
dañosos que contenían, y la elevada temperatura
del baño habrá esterilizado los que
existieran en el aire encerrado en la caja. En
las casas particulares se pueden obtener por
ese procedimiento conservas de legumbres y
frutas para consumirlas durante el invierno.
Al extraer las latas del baño-maría, sus caras
superior é inferior aparecen convexas por la
dilatación del aire que aquéllas encierran, y
esa convexidad va desapareciendo con el enfriamiento,
y solamente se reproduce más tarde,
cuando se desprenden gases de las substancias
contenidas en las cajas, patentizándose
así que la operación ha dado mal resultado.
Ese procedimiento se aplica á las legumbres,
y sobre todo á los guisantes, á los espárragos

CON — 259 — CON
•y á las carnes de cualquier especie. En todas
las regiones del mundo, y especialmente en
Australia, se han montado numerosísimas fábricas
de conservas que dan origen á un importante
movimiento comercial. Últimamente
se ha introducido una modificación en el procedimiento
Appert: consiste en poner la carne
cruda en las cajas, agregar los condimentos
necesarios y el caldo; pero ese método no
ha dado, á lo que parece, los resultados que
se esperaban de él.
Desecación.—Este método de conservación
se aplica especialmente á las frutas y á las legumbres.
Las últimas, una vez mondadas,
lavadas y cortadas, se cuecen al vapor en
aparatos de alta presióu, sometiéndolas á una
temperatura de 112 á 115°, y después déla
cocción se colocan sobre cañizos en secaderos
por los cuales circule libremente una corriente
de aire cálido y seco, y de esa manera se
vuelven aquéllas frescas y quebradizas. Cuando
se destinan á la provisión de los barcos, se
comprimen con prensas hidráulicas, con objeto
de facilitar el transporte. Mojándolas en
agua, recobran su primitivo volumen y se pueden
cocer cual si fueran verduras frescas.
Para preparar las frutas se sigue otro procedimiento
distinto: se mondan y cortan en
pedazos; se someten después á la acción del
calor en estufas, y se desecan mediante una corriente
de aire caldeado. El comercio de manzanas
y peras preparadas de esa suerte ha adquirido
considerable importancia en los Estados
Unidos, donde se emplean aparatos muy
variados para la desecación.
Empleo de agentes preservativos.—Desde
hace mucho tiempo se sabe que diversas substancias
antisépticas tienen la propiedad de
preservar de la putrefacción las materias orgánicas.
Entre todos esos agentes, la sal es el
más comúnmente empleado, sobre todo para
la manteca y las carnes. La salazón se practica
en la siguiente forma: se espolvorean los
trozos de carne con sal, y se frotan para que
el antiséptico penetre en el interior de los
tejidos; después se colocan los pedazos en barricas,
y se los riega con salmuera durante
varios días; por último, se almacenan en
barriles, separándolos en series por medio
de capas de sal. El vinagre es un agente de
conservación que se emplea para ciertas verduras
y frutas. Con ese líquido se conservan
las alcaparras, los pepinillos, las aceitunas,
etcétera. El aceite se emplea con. especialidad
para conservar las sardinas. Algunas frutas se
conservan á veces en aguardiente, como los
albaricoques, los melocotones, las guindas, las
cerezas y las ciruelas. El método 'más sencillo
que se puede adoptar respecto de esos productos
se reduce á cocerlos en un jarabe, y en
echar, después de colocados en un bocal ó tarro,
una mezcla de jarabe y aguardiente, que
debe cubrir completamente á las frutas.
CONSÓLIDA.—(V. Consuelda.)
lonia inglesa del Cabo de Buena Esperanza
(África meridional). Los viñedos de Constanza
se hallan plantados en la parte baja de la
montaña de la Tabla, á 8 kilómetros del Cabo.
Los vinos son notables por su finura, su buen
paladar, su bouquet y su riqueza alcohólica,
gracias á la cual se conservan indefinidamente.
La cosecha es muy reducida. También se
venden cotí la denominación de vinos de Constanza
ciertos vinos moscateles del Cabo.
CONSTIPACIÓN ó ESTREÑIMIENTO
(Veterinaria) .—Retención de las materias
fecales en el recto. Esta indisposición se evita
disminuyendo los alimentos secos y reemplazándolos
por raíces ó hierba fresca cuando
los excrementos son duros y de color negruzco.
Desaparece con una alimentación refrescante,
y si la afección sobreviene en el período
de la lactación de las crías, se suprimen en
lo posible los alimentos secos á las madres.
Cuando estos medios son insuficientes, se recurre
á las bebidas laxantes ó á lavativas emolientes.
CONSTRUCCIONES RURALES —
(V. Apriscos, Arquitectura rural, Cuadras,
Establos, Gallinero, Granjas, etc.)
CONSUELDA.—Planta medicinal y forrajera,
de la familia de las Borragxneas. La con-
Fifjura 127,—Consuelda mayor
suelda oficinal (Symphitiim officinale) .(figu­
CONSTANZA (Vino de).—Vino de posra
127) crece en las praderas húmedas, á las
orillas de las aguas, y su raíz, fresca ó seca,
se emplea en medicina por sus propiedatre
muy celebrado, que se prepara en la co­ 1 des mucilaginosas, temperantes y emolientes.

CON — 260 — CON
Esta planta vivaz, llamada también consuelda
mayor, lengua de vaca, oreja de asno, hierba
del cardenal, tiene la raíz gruesa, fibrosa y
alargada; el tallo ramoso, fuerte, derecho y
de 40 á 65 centímetros de altura; hojas alternas
, algo consistentes, toscas, sembradas
de pequeños pelos esparcidos y de otros más
largos en los nervios; las inferiores, grandes,
ovales, lanceoladas, que se adelgazan
hacia el pecíolo, el cual es muy largo; las
superiores frecuentemente opuestas, estrechamente
lanceoladas, agudas, sentadas y
muy decurrentes. Plores (Mayo y Junio)
en pequeños racimos unilaterales, geminadas,
colgantes, blanquecinas,
amarillentas ó rosadas. Cáliz
persistente, con cinco
divisiones estrechas, lanceoladas,
aguzadas, derechas.
Corola tuberculosa, acampanada,
tubo recto, alargado;
limbo con cinco lóbulos
, ¿ cortos, triangulares, obtusos
, encorvados hacia fuera,
ifiW cerrado en la garganta por
cinco escamas inclusas, ales-
^ nadas, glandulosas en los
Fisura 128 bordes, aproximadas en for-
Ovario ma de cono. Cinco estambres
inclusos; filamentos sin
apéndice; anteras más largas que el filamento.
Ovarios fov., figura 128), cuatro, ovoideos,
trígonos, rodeados por un disco (el) saliente
y plegado. Del centro de los ovarios se levanta
un estilo sencillo, provisto en su base de
dos ángulos salientes (a). Estigma obtuso.
Fruto formado de cuatro aquenios separados,
ovales y rugosos.
La consuelda de hojas rudas (Symphilum
asperrimum) ha sido propuesta desde más de
un siglo como planta forrajera. Cultivada en
las tierras fértiles y frescas, puede segarse
cada año dos ó tres veces, produciendo gran
cantidad de forraje verde. Desgraciadamente
esta planta produce muy poca semilla, y se
propaga por hijuelos de los pies, resultando
el cultivo difícil y costoso. Es una planta vivaz;
sus tallos, ramosos y erizados de pelos;
sus hojas son ovales, lanceoladas, muy agudas
y ásperas; sus flores son á la vez azules y purpurinas.
CONSUMO (Economía rural).— ¿QUÉ ES
Eij CONSUMO?—La idea vulgar del consumo
de cualquier cosa útil equivale á la idea de
destrucción, de desaparición, de pérdida y
aun de aniquilamiento de lo consumido; pero,
si bien se mira, se advierte que aun cuando
al consumir un objeto se destruya de tal manera
que deje de ser lo que fué, aun cuando
desaparezca en tales términos que se haga
imperceptible su existencia, desde el momento
en que se ha consumido, aun cuando
se pierda de modo que ya no pueda recobrarse
tal objeto, no se aniquila, no se reduce
á pura nada, pues así como al producir
cualquier objeto no se ha creado en su pro­
ducción la materia que lo constituye, al consumir
no se extingue tampoco la materia que
forma el objeto que se consume; lo mismo el
Consumir que el producir no es otra cosa que
metamorfosear, cambiar la forma de los cuerpos
, descomponer unos, mezclar ó combinar
otros, y hasta convertir lo material en inmaterial
ó viceversa.
La necesidad de consumir obliga á producir,
y el consumo es el fin de la producción.
El consumo y la producción son fenómenos
correlativos, coexistentesy simultáneos; consumiéndose
la semilla en la tierra, se produce
la planta; consumiéndose la hierba del prado,
se produce la fuerza en el animal; y si las cosas
producidas, materiales ó no, no se consumen
de súbito á medida que se van produciendo
, ellas van disipándose lentamente, y se
transforman de tal manera que, en general,
es inconveniente la modificación.
No se puede producir sin consumir algo
para la producción, ni se puede consumir lo
producido sin que del consumo resulte algún
producto nuevo. La diferencia entre el consumo
y la producción está en que se dice que
hay consumo cuando se piensa en el objeto
que se trasmuta; y se dice que hay producción
cuando se piensa en el objeto que resulta
de la trasmutación.
TODO SE CONSUME.— Queramos ó no, útil
ó inútilmente, todo se consume; cuestión de
tiempo: una columna de jaspe durará siglos;
un caballo vivirá treinta años; las frutas se
pierden á los pocos días; la leche de hoy ya
no sirve mañana, y flores hay que se marchitan
en cuanto se abren. El interés del consumidor
está en aprovecharse de las cosas mientras
conservan la virtud especial que adquirieron
en su producción, sin dar lugar á que
espontáneamente se amortigüe, y en tratar
de conseguir que las cosas conserven su utilidad
para el consumo por más tiempo del que
por naturaleza les corresponde.
CLASES DE CONSUMOS.—Se dice que hay consumos
productivos, como los abonos que se
echan en las tierras para mejorar su composición,
y consumos improductivos, como la pólvora
que se gasta en salvas; pero los consumos
improductivos, si los hay, tienen otro
nombre, se llaman despilfarros por desperdiciar
la utilidad que podría sacarse de lo que
se malgasta. Lo que sucede es que unas mismas
cosas pueden proporcionar utilidad de diversas
clases y en diversos grados, y siempre
interesa obtener el mayor y mejor partido de
las cosas. Pueden consumirse las cosas para la
satisfacción de nuestras más apremiantes necesidades,
ó para saciar nuestros apetitos, ó
para nuestro recreo simplemente. Pero no da
lo mismo consumir de una manera que de
otra, y es cuestión de grandísima importancia
saber consumir, esto es, saber gastar.
Modo de consumir.—El saber consumir no
consiste en consumir poco, sino en consumir
de tal manera que el valor del objeto consumido
no se aniquile estérilmente, ni mucho

CON — 261 — CON
menos, engendrando un perjuicio, ha de reaparecer
bajo otra forma, y aun no sólo de un
modo equivalente, sino con el aumento que
corresponde á la acción que la inteligencia
humana y diversos agentes naturales ejercen
en la transformación que experimenta el objeto
consumido.
Los animales nos ofrecen muchos ejemplos
de la economía con que su instinto les hace
consumir; la Naturaleza se muestra también
muy económica en la producción de sus fenómenos;
pero el hombre, y especialmente el
industrial que acomete empresas de interés,
necesita aguzar mucho su entendimiento para
consumir y producir provechosamente. Cuanto
mejor conozca el labrador las condiciones
de los agentes naturales que influyen en la
producción vegetal y animal, y las modificaciones
de que tales agentes son susceptibles;
cuantos más medios tenga á su disposición
para consumirlos en beneficio de nuevas producciones;
cuanto mejor sepa conservar y
transformar algunos de los productos obtenidos,
y cuanta más maña se dé para darles salida
en el mercado, mejor uso habrá hecho
del tiempo, de su inteligencia, de su trabajo
y de su capital; es decir, habrá consumido de
mejor modo, y mayor podrá ser la ganancia
que obtenga por resultado; y si no puede asegurarse
que lo sea, consiste en que no siempre
salen las cosas á medida de su deseo, ni la
producción depende exclusivamente de su voluntad
, pues hay causas superiores á su poder
que pueden influir perniciosamente en la solución
del problema que se propone.
Derrochar sabe cualquiera sin necesidad de
aprendizaje, pero para llegar á saber consumir
se necesita muy buena gana de aprender,
y hace falta reunir un gran número de datos
experimentales, y hay que hacer muchas comparaciones
entre diversos resultados, y se requiere
mucho tino para poder atribuir á cada
agente la parte que le corresponda en la producción;
es muy difícil saber consumir.
M. Sánchez Bruil.
CONSUMOS CContribuciones indirectas
).—I. El impuesto de consumos recae sobre
las substancias alimenticias. Es seguramente la
contribución que desde tiempos antiguos (1)
se viene buscando su reemplazo, y escribiendo
en favor y en contra con cuantas
razones han podido sugerirse á hombres eminentes
y deseosos del bien público. Pero es lo
singular que si por cada ciento que la han
combatido hay uno que la defienda, y á pesar
de que la mayoría de los pueblos en masa
pidieron siempre y piden hoy su abolición,
ella sigue siendo, con diferentes nombres, la
que se emplea y recauda con más facilidad.
(1) Según Conde, parte segunda, capítulo XLI, en
tiempo de los moros en España hubo impuestos sobre
la venta y el consumo de todos los géneros alimenticios;
impuesto que los pueblos soportaban con disgusto,
por ser insoportables, y además contrarios á
las leyes del Profeta; el Corán.
Desde el siglo xni que resucitaron los consumos
con el nombre de acisas ó sisas, millones
y cientos, rentas provinciales, derrama, personal
, prestación personal y hoy consumos, unas
veces como contribución directa y otras como
indirecta, que comprendieran en su pago á
las clases que, por los medios de que disponen,
no contribuyen por territorial, urbaua,
industrial, etc., etc. El punto objetivo de
tales impuestos fué siempre, desde la antigüedad
más remota hasta nuestros días (1).
que las clases pobres pagasen contribución
con que ayudar á los gastos generales de la
sociedad de que forman parte, y les proporciona
la seguridad personal, enseñanza gratuita,
alivio en sus enfermedades con los
establecimientos de beneficencia, etc., etc.
Según se ve, el impuesto hoy llamado de
consumos, que está comprendido en las contribuciones
indirectas, ha sido alguna vez convertido
é incluido en las directas. Largo sería,
y ocuparíamos algunos tomos, si hubiésemos
de relatar el origen de las variaciones y el
poco suceso que con ellas se ha tenido. Algo
diremos, para reasumir las diversas opiniones
emitidas, en asunto de tanta importancia, en
nuestro juicio. Aunque sea más caro y vejatorio
cobrar el impuesto de consumos, lo cual
aumenta la odiosidad contra él, siendo más
fácil de hacer efectivo el pago por los contribuyentes
en sus gastos diarios, lo que realizan
al comprar las subsistencias, que pagar
por trimestres al cobrador la cuota señalada
al año, que pocas veces pueden efectuar las
clases jornaleras. Esta dificultad, que es general,
sostiene el impuesto de consumos, cuyos
gastos de administración y cobranza ascienden
á más de un 400 por 100 que los de los
otros con que pueden reemplazarse, si bien
éstos no se realizan con igual facilidad que
aquéllos.
II. Entre los pocos que han escrito en
favor de la contribución de consumos, se
cuenta á M. Agault, que dice:

CON — 262 — CON
demostrado en España la desigualdad de esa
contribución, porque el pobre, que regularmente
tiene más hijos que el rico, paga más
en proporción, porque consume más, y lo
paga en los objetos de primera necesidad, que
son los que entran en mayor cantidad en sus
consumos. La historia acredita que este método
de contribuir hizo subir el precio de los
jornales y de las manufacturas, y arruinó las
artes, la industria y la agricultura. La contribución
de consumos ocasiona graves vejaciones
en su cobranza, porque son precisas
fórmulas minuciosas, registros y pesquisas
que llenando de amargura la vida, encarecen
los precios por el sacrificio del tiempo que
ocasiona al labrador y al comerciante, que
emplean sus capitales en la compra y venta
de los géneros sujetos á la contribución. Derramar
contribuciones sobre los consumos es
quitar los medios de consumir, detener el
aumento y la producción, por la que se entorpece
y destruye la población.»
Nuestro inmortal Jovellanos, en su célebre
informe sobre la ley agraria, en su párrafo
307, nos dice: «No es-tampoco cierto que los
derechos cargados sobre los consumos recaigan
precisamente sobre los consumidores. Es verdad
que así sucederá siempre que el vendedor
dé la ley al comprador, porque eutonces embeberá
en el precio de venta el gravamen de
la contribución. Mas cuando el vendedor, en
vez de dar la ley, la reciba del comprador,
¿no es claro que aspirando éste á la mayor
equidad posible en el precio, tendrá el vendedor
que contentarse con la mayor ganancia
posible? Este último caso es tal vez el más
ordinario y frecuente entre nosotros. Mas
teniendo en cuenta que es un principio cierto
y una máxima prudente de economía, apoyada
en la razón y en la equidad, que, todo
impuesto debe salir del superfino y no del necesario
, de las fortunas de los contribuyentes,
porque cualquier cosa que se amengüe de la
subsistencia de una familia podrá causar su
ruina, y con ella la pérdida de un contribuyente
y la esperanza de muchos. Como en
este caso se halle una gran porción del pueblo
rústico, y señaladamente los jornaleros
que en los países agrícolas son el brazo derecho,
es visto cuan injusta será la contribución
sobre consumos y cuáu funesta al cultivo
, ora disminuya el número de jornaleros,
ora encarezca su salario.»
Si á lo expuesto por Jovellanos se añade
que esos frutos, como el vino, aceite, cereales,
etc., etc., recargados con los impuestos
de consumos, han pagado anticipadamente la
contribución territorial, industrial, etc., sobrecargados
en los gastos de producción con
el aumento de los jornales que al mayor valor
de las subsistencias originan los consumos,
bien puede decirse con muchos que se han
declarado contra esos impuestos, que son la
mayor calamidad que aflige hoy á nuestros
pueblos. Y se nos dirá: ¿Tan pobres de conocimientos
son nuestros hombres de gobierno
que no encuentran otra manera de crear recursos
para subvenir á las cargas del Estado,
que se sobrepongan á esas dificultades y perjuicios
que originan á la comunidad? Nosotros
contestaríamos franca y categóricamente: no
lo han encontrado aún. Para comprobar este
dicho, nos ayudan hechos recientes.
Por la ley de 16 de Abril de 1856 se estableció
la derrama ó mi impuesto directo para
sustituir el de consumos. Al compás del himno
de Riego los pueblos los hicieron desaparecer,
lo cual había ya tenido lugar antes en
otras épocas, como lo tuvo después. Para
reemplazar los ingresos y cubrir el déficit se
creó en 1856 una contribución directa denominada
derrama, así como en 1868 tuvo lugar,
á impulsos de la revolución, el famoso impuesto
personal, que ambos vinieron á reemplazar
el sistema tributario de D. Alejandro
Mon, que estableció en 1845 la contribución
de consumos, suprimió los nombres de varios
impuestos que tenían este carácter y se cobraban
con diversas denominaciones.
La derrama, como la contribución personal,
duraron poco tiempo, y nosotros tuvimos
ocasión de oir en algaradas populares: que
pongan los consumos y que pague el que tenga.
Esto implica que preferían el impuesto indirecto
al directo, ó mejor dicho, que ambos
dejaban que desear.
La derrama, como la contribución personal,
así como la prestación personal, no son otra
cosa que la capitación (1), que es una reminiscencia
de la servidumbre de la Edad media,
en que la organización de la sociedad antigua,
las jerarquías exceptuaban las clases superiores
de pagar impuestos, á los que sujetos
quedaban sólo la plebe. La única diferencia
en la clasificación es que hoy nadie se exceptúa;
que lo mismo el noble que el plebeyo
pagan la contribución, para cuyo fin la base
del impuesto es la clasificación. Pero al clasificar
los contribuyentes en diez clases, por
ejemplo, poniendo á un bracero tres días de
trabajo, que pueden representar 6 pesetas de
valor, y ser la clase inferior; y á la superior
30, que importan 180, habrá de resultar,
como así sucedió, lo que hoy acontece con las
cédulas personales, invirtiendo la escala, que
la primera clase paga 100 pesetas, cuando los
pobres jornaleros tienen que hacerlo de 50
céntimos. En el primer caso resulta que un poderoso
cuyas rentas, suman millones cumple
con 100 pesetas, y un pobre que con dificultad
reúne los 2 reales que á su clase corresponde,
los ha de dar por un papel que nada
le sirve; pero unidos á los 24 reales de los
días de trabajo, suman una cantidad difícil
de reunir por él. Todo demuestra que si es
fácil decir y establecer el principio de que
todos deben contribuir para las cargas del
(1) Dozy dice que la clasificación hecha por los
árabes para exigir de los cristianos de España la con-'
tribución fuá personal ó de capitación. (V. Capitación.)

CON — 263 — CON
Estado en razón de sus haberes, en la práctica
es una paradoja. En el estado de los conocimientos
actuales sobre la distribución de
los gastos necesarios para cubrir los presupuestos
de gastos con igualdad, se supone la
mejor forma el impuesto progresivo (1); de él
trataremos en otro sitio (véase Impuestos) (2),
y,también lo haremos de Sisa, Millones, etc.,
pasando á tratar sobre consumos, como impuesto
que hoy nos grava, encarece las subsistencias,
eleva los jornales, dificultando la
libre circulación hasta un extremo increíble,
en esta época que tanto se preconiza la libertad.
Para probar lo contrario, diremos que
hoy que no se pagan pontazgos ni portazgos,
los pueblos situados al Este de Madrid, y que
no tienen más remedio que atravesar la corte
para dirigirse á otras poblaciones, se les exige
un 3 por 100 del valor de los frutos sujetos al
impuesto de consumos, bajo el nombre de
tránsito (véase esta palabra), y no sólo se
impone este gravamen, que refluye en perjuicio
de los productores en la mayoría de los
casos, pues los compradores reducen del precio
del artículo ese 3 por 100, sino que teniendo
fijadas horas para el tránsito, los que
llegan antes ó después de ellas sufren una
detención perjudicial. ¿Es concebible tal disposición
del Ayuntamiento de Madrid?
III. Si comparamos el importe de ingresos
totales de los presupuestos presentados por
el Ministro de Hacienda D. Alejandro Mon
en 1845, que ascendieron á 306.058.238 pesetas,
con los del Sr. Puigcerver en 1887, que
suman 949.520.972, se advierte una diferencia
de más en este último de 643.462.734 pesetas.
Esto es, dos terceras partes más, sin
contar el déficit que resultará al fin del ejercicio.
Mon presupuso en aquella época por ingresos
de la contribución de consumos 45 millones
de pesetas; Puigcerver presupone 93 millones,
esto es, 3 millones de pesetas más del doble
entre los años 1846 á los 1887 y 1888, que
resultan ser cuarenta y dos años transcurridos.
El caso primero supone un progreso de
producción anual capaz de pagar un aumento,
anual también, de más de 15 millones de pesetas,
lo cual es más que dudoso; y el haberse
aumentado los impuestos de consumo en más
del doble, implica una de dos cosas: ó que se
ha duplicado la población consumidora, ó elevado
las tarifas del impuesto. Esto suponiendo,
como suponemos, buen deseo de no gravar
á los pueblos sin antecedentes que lo justifiquen.
Lo que es cierto y no hay para qué que-
(1) P.Bautista Dávila, en 1651, propuso una contribución
tínica y progresiva. En las Cortes de Calatayud,
en 1678, que se lucieran seis clases todos los
habitantes de Aragón, sin incluir los pobres, que
pagaran de 6 á 40 sueldos por cabeza.
(2) Según el proyecto de presupuestos para el año
de 1887 y 88, la Dirección de impuestos, además del
de consumos, tiene hasta trece más.
toarse la cabeza con números es, que el secreto
consiste en el creciente aumento que
han recibido, sin justificado motivo, todos los
ramos que componen los ingresos del Estado;
pues el 12 por 100 consignó Mon á la contribución
territorial urbana y pecuaria, y hoy se
ha elevado al 25, con 4 más para provinciales
y municipales. Así se ve en los respectivos
presupuestos que Mon pidió 75 millones de
pesetas con el fin indicado, y Puigcerver presupone
177 millones, esto es, 102 millones
más.
Se justifican menos estos crecientes aumentos
sabiendo la gran mejora que han recibido
los ingresos de la renta de Aduanas, que
Mon estimó en 30 millones de pesetas, y Puigcerver
evalúa en 135 millones, ó sean 120 millones
más. Mejorados los ingresos de las rentas
eventuales del Estado, éste debiera haber
reducido proporcionalmente las contribuciones
directas é indirectas; pero no ha sido así,,
sin embargo que es lo indicado por los preceptos
más elementales de una buena administración
pública. El país donde están
aplicados, y se decretan con la condición de
transitorios, y sostienen después los impuestos
de consumos sobre el pan, alimento casi único
del pobre y el que más paga, como llevamos
dicho por consumos, está su administración
juzgada.
Las tarifas establecidas en 1845 para la
recaudación de los derechos de consumo sobre
especies determinadas resultan en ocho clases,
según se ve en el estada de la página 264.
No creemos oportuno decir nada sobre la
tarifa citada sin antes poner la que hoy rige,:
y poder, al comparar ambas, deducir las consecuencias
de nuestro movible sistema de tributación.
Las alteraciones continuas que nuestros
hacendistas introducen, siempre con la
idea de aumentar los ingresos, causan tanto
perjuicio en la marcha económica del país
como los aumentos, y ambas causas juntas establecen
un desconcierto entre los administrados
y los administradores, que son la causa
principal del malestar de todos, como se demuestra
en la tarifa 1." de la página 265.
La segunda tarifa adjunta á la que precede,
es un progreso de la ley de 1885, comparada
con la formada en 1845 por Mon. Este puso
una sola, ahora se han puesto dos, y la segunda,
que es especial para las capitales de provincia
y poblaciones de más de 20.000 habitantes,
aunque menos extensa que la de 1857,
es un progreso, según hemos dicho, pero no
para los habitantes de España, sino para la
Hacienda pública de ella, que no pensando
en más que sumar ingresos, para cobrar algunos,
gastando en administrarlos más que
rinden. Pero, ¿qué importa? El principio es
que nada quede sin pagar, por aquello de la
igualdad ante todo. En esta segunda tarifa,
que copiamos en seguida, el artículo que más
nos llama la atención es la paja y las hierbas
para los ganados; se conoce que las que á
otros fines se destinen están exentas. También

CON" — 264 — CON
TARIFA DE DERECHOS DE CONSUMO DE ESPECIES DETERMINADAS.—Ley de 1S45
ESPECIES
Vinos de todas clases.
' Hasta 20"
De 20 á 23° inclusive.
Aguardiente
I De 23 á 26" id
De 26 á30° id
' De 30 á34° id '..
i De 31° arriba :'.
Licores.
Aceite de oliva.
CARNES MUERTAS
Vaca, buey, ternera, carnero, cordero y
macho cabrío
Tocino fresco, manteca y carnes frescas....
Tocino salado, manteca ídem, brazuelos, ja-,
món. chorizos, morcillas, salchichón y,
demás embutidos y compuestos
Cecina de \ T
aca, buey y macho cabrío
CARNES EN VIVO
Toros, bueyes y vacas de cuatro años arriba
Novillos y novillas de dos á cuatro años...
Terneras hasta dos años
Carneros, borregos y borregas :
Orejas
Corderos lechales hasta fin de Abril
ídem desde 1." de Mayo á fin de Junio
Cabrío hasta fin de Abril
ídem desde 1.° de Mayo á fin de Noriembre
Cerdos cebados
ídem sin cebar de más de medio año
ídem crías hasta seis meses
DERECHOS UNIFORMES EM TODO EL REINO
Sidra y chacolí
Cerveza
Jabón duro
ídem blando
UNIDAD
de peso
ó medida
Arroba.
Libra.
Uno.
Arroba.
o O
Rs.
0,21
5,00
6,00
7,00
8,00
10,00
11,00
12,00
2,00
0,0J
0,04
0,06
0,04
17,17
12,00
9,00
1,00
0,24
1,00
1,20
1,00
2,00
10,00
6,00
1,17
0,24
2,17
5,00
3,00
1,02
6,00
7,00
8,00
9,00
11,00
12,00
CENSO DE POBLACIÓN
Rs.
1,20
7,00
8,00
9,00
10,00
12,00
13,00
14,001 lñ,00
2,17 3,00
0,02
0,04
0,06
0,04 0,04
20,00
12,00
9,00
1,00
0,24
1,00
1,20
1,00
2,00
10,00
6,00
1,17
0,05
0,05
0,08
45,00
30,00
24,00
3,17
1,17
2,00
2,20
1,00
2,17
12,00
8,00
2,00
4 '
Rs.
2,12
8.0ü
9,00
10,0!)
11,20
13,00
14,00
17,00
3,17
0.05
0,05
0,08
0,05
50,00
33,00
24,00
3,17
2,00
3,17
4,17
1,17
2,17
12,00
8,00
2,17
Rs.
3,00
9,00
10,17
11,17
13,00
14,00
15,17
19,00
4,00
0,06
0,06
0,10
0,03
53,00
40,00
30,00
4,00
2,00
4,00
5,00
1,17
3,00
15,00
10,00
3,00
Rs.
3,17
11,17
12,00
13,00
14,00
16,00
18,00
21,00
4,17
0,08
0,06
0,10
0,06
60,00
40,00
30,00
4,00
2,00
4,00
5,17
1,17
3,00
15,00
10,00
3,17
Ci, CT
Rs.
4,17
12,00
13,28
14,28
15,28
17,28
19,28
23,00
5,00
0,07
0,07
0,12
0,06
65,00
45,00
35,00
4,17
3,00
4.17
6,00
2,00
3,17
24,00
12,00
4,00
La clase 6." se aplica á los puertos habilitados que lleguen á 2.601 habitantes y no excsdan de 4.600.
La 7.", á los puertos qu3 tengan más de 4.600 habitantes.
debieran estar los alimentos del ganado de labor
y los empleados en los transportes; aquéllos
por pagar en territorial, y éstos en industrial,
para cuyo fin se reduce de la cuenta de
gastos su alimentación, sin contar los gastos
de consumo. Por no molestar con repetir lo
que todos sabemos, no hacemos conocer todos
los artículos que hoy pagan derechos de consumo;
nos bastará decir que son todos los de
comer, beber y arder (véase la tarifa 2.", página
265).
Nosotros hemos sostenido y sostenemos que
el censo de población para establecer una escala
progresiva en los impuestos de consumos
es una de las infinitas injusticias que se
cometen á sabiendas; pues nadie ignora que
ese método de aumentar el impuesto dificulta
el consumo y favorece el fraude; con
más que un vecino de Vallecas pague por consumos
1, y otro de Madrid, que está limítro­
Rs.
6,17
14,00
16,00
17,00
18,00
20,00,
23,00
28,00¡
6
0,03
0,08,
0,12|
0,03
70,00
50,00,
40,00,
5,00,
3,00,
5,00
7,00,
2,00¡
4,00
30,00
14,00,
4,00
fe, lo verifique por 10, no es justo. Todos 1 ó
todos 10 es lo que debe ser.
Nosotros hubiéramos establecido en los artículos
un tipo módico, pero uniforme en todas
las poblaciones de España; pues todos los
españoles tenemos derecho á pagar por igual
los tributos, y de esta suerte se extinguiría
el contrabando, que en gran escala se hace
eii las grandes poblaciones, por razón de los
derechos tan altos que pagan las substancias
alimenticias.
Inquiriendo el término medio que resulta
de la tarifa de 1845 en la clase del consumo
de vino, por ejemplo, resulta de las ocho clases
de poblaciones entonces puesta, que la
arroba de vino sale á 3 reales, ó sean 75 céntimos
de peseta según hoy se cuenta. Aunque
se hubiese puesto este gravamen á la arroba
de vino en toda España, sobre ser soportable,
el contrabando que se hace entre las peque-

CON — 265 — CON
TARIFA NUM. 1.- -IMPÜESTOS DE CONSUMOS PARA, TODA CLASE DE POBLACIONES
Ley 16 de Junio de 1885
ESPECIES
I Vacunas.. ) M u e r t a s e n f r e 3 e 0...
E n c e o i l m 6 sala

CON — 266 — CON
500. De esto aparece (siempre refiriéndonos
al vino) que la primera clase , que entonces
pagaba 24 maravedís por arroba, comparada
con la de hoy que satisface 2 pesetas 50 céntimos
por 100 litros, ó lo que es lo mismo, que
pagará el doble, un real y 14 maravedís.
Pero como la tarifa de 1845 hasta la sexta
clase no puede compararse con la primera de
1885 en lo relativo á población, es visto que
de la primera á la sexta se han suprimido, y
hoy pagan igual los habitantes de un villorrio
de 100 habitantes que una ciudad de 5.000. Así
nos alegraríamos se hiciera en toda España,
según ya digimos; pero una vez establecido el
censo de población para las clases del impuesto
de consumos, nos parece injusto haber variado
la escala de 1845 en la forma que se ha
hecho, duplicando el valor de los impuestos.
De aquí resulta que los más pobres son los
más perjudicados. Todo conspira á la adopción
de una cuota igual para todas las clases,
medio de igualarlas, de favorecer la producción
y el consumo.
Los derechos de consumo establecidos por
la Hacienda, siendo como son excesivos, sufren
un recargo de 100 por 100 para gastos
municipales, con los que están ligados los
provinciales, que tienen que pagar los pueblos.
Y como las especies de más consumo
son de ordinario las más recargadas para el
Tesoro, al duplicar las cuotas, se las hace
subir de tal modo que casi se imposibilita su
nso, con los perjuicios consiguientes, que
tantas veces hemos hecho notar.
Si la índole de la obra para que este artículo
escribimos no nos exigiera ser breves,
demostraríamos en la comparación de nuestras
tarifas entre sí, como lo hemos hecho
con el vino, la gran subida que se ha hecho
en todos los artículos, lo injusto de la clasificación,
á la vez que lo fácil que sería de
adoptar tipos únicos para todas las clases de
subsistencias, y pago igual para todas las poblaciones.
De esta manera se evitaría el contrabando
en las grandes poblaciones en general
y el mayor consumo.
Las tarifas moderadas en la contribución
que nos ocupa causan el aumento del consumo,
aumento en la producción, y como su
consecuencia, mayores ingresos en el Tesoro
público y mayor riqueza en lo general de la
nación. Lo contrario ofrece resultados opuestos.
Téngase esto presente para obrar, pu.es á
todos interesa.
J. de Hidalgo Tablada.
CONTABILIDAD AGRÍCOLA (Economía
rural).—1. No pocos confunden la contabilidad
con la teneduría de libros, que si bien
son dos cosas correlativas, difieren en su
esencia.
La'contabilidad es el arte que establece los
medios y manera de determinar las cuentas
que resultan del capital empleado, abonando
ó cargando en cada una las cantidades gastadas,
y las ganancias ó pérdidas resultantes en
las operaciones realizadas y terminadas. Esas
cuentas, que se agrupan bajo diferentes nombres,
no es en este sitio donde corresponde
hacerlo; pertenece á la distribución del capital
(véase esta palabra); aquí sólo corresponde
tomar los datos reales y efectivos, reunirlos
y aplicarlos, con el fin de saber los resultados
favorables ó adversos que pueden
ocurrir en la inversión del capital.
Toda empresa agrícola, como otra cualquier
industria, al establecerse, necesita un capital
que en su conjunto se compone de variados
objetos, y que impulsados por el trabajo que
la inteligencia dirige á producir, se descompone
en varios actos, de los cuales ha)- que
formar juicio anticipadamente; y como puede
ocurrir, y ocurre en lo que á la agricultura
concierne, que varíen los resultados, hay que
acumular en cada caso particular las impensas,
y abonarle los productos, reales y efectivos,
para compararlos, una vez obtenidos, con
las apreciaciones de inducción, á fin de corregir
los errores, según la ciencia y la práctica
enseñan. Esto quiere decir que la contabilidad
establece y determina los elementos de
cada cuenta, y la teneduría de libros hace los
asientos de eilas, para consignar por el saldo
las ganancias y pérdidas de cada uno. Así
definidos, como creemos resultan en su esencia,
la contabilidad y la teneduría de libros
son dos cosas que. las personas encargadas
de cada una de ellas pueden llevarlas con
independencia, y aun ignorar cada una la
manera de conseguir los antecedentes y práctica
de obrar de la otra. Siempre será mejor se
entiendan por ambas, ó como ocurre cuando
las explotaciones agrícolas son pequeñas 3' al
frente de todo está una persona sola.
En las grandes explotaciones el que las
dirige es el que lleva la contabilidad, determina
las cuentas y las pasa á la teneduría de
libros para que hagan los asientos correspondientes,
etc., etc.
II. Como en el DICCIONAKIO que ha de
publicarse este artículo se enlazan los asuntos
de una palabra con los que la anteceden y
suceden, para evitar duplicaciones de conceptos,
en el que nos ocupa, que constituye
digámoslo así la esencia del empleo del capital
(véase esta palabra), y dar después á la
teneduría de libros la marcha que ha de seguir,
claro está que hemos de suponer aquí
los casos y. manera de formar las cuentas.
Nosotros no seguiremos el errado camino,
según creemos, de confundir la contabilidad
de la agricultura propiamente, con las industrias
á que pueden dedicarse sus productos.
Nosotros daremos á éstos el valor corriente
en venta, y los cargaremos á la industria que
los ha3'a de transformar, pues en ella deben
aparecer todos los elementos necesarios al
erecto de operar la transformación, sus gastos
y productos. De esta manera solamente es
como puede conseguirse conocer en sus detalles
lo que rinde la agricultura y lo que produce
la industria; pues nada tiene que ver
que nosotros que cogemos trigo, por ejemplo,

CON — 267 — CON
y que en lugar de venderlo en grano lo transformamos
en harina, teniendo al efecto una
fábrica, porque así nos conviene, confundamos
en la cuenta de cultivo de trigo el producto
de las harinas, que es una industria
separada. Si tenemos viñas produciremos uvas,
pero no vino, que es uua industria á la que
cargaremos el valor de las uvas, que en su
tiempo pudimos realizar. Así haremos con las
demás producciones en su estado natural, y
en las industrias según su objeto y resultados.
Con el fin indicado dividiremos este artículo
en tres partes:
1. a
Agricultura propiamente.
2. a
Ganadería de renta ó granjeria.
3. a
Industrias rurales.
III. 1. a
AGRICULTURA PROPIAMENTE.—La
contabilidad es la brújula que guía al agricultor
en el proceloso mar de tan complicada
cuan difícil ocupación. Cuando, como generalmente
ocurre, no hace otra cosa que labrar,
sembrar, recoger, vender los frutos y sumar
lo que ha quedado en efectivo como resultado
de la campaña, si es que algo quedó, se ignora
cuál de las tierras sembradas, granos, etc.,
son los que más producto han ofrecido, y
exigen más atenciones por ser los más convenientes.
En tales casos, los más frecuentes
por desgracia, á los que hemos interrogado
y querido inculcar la idea de ¡o ventajoso
que es establecer cuentas separadas y exactas,
han creído quedar satisfechos con decir:
«como no tengo que dar cuentas á nadie, excuso
perder tiempo en formarlas; sin esto,
que creo inútil, puedo decir lo que más me
conviene de una manera aproximada y me
basta». A los que tal concepto tienen formado
de la contabilidad, así como á los que por
llevar una gran explotación forman cuentas,
les aconsejamos tengan un libro en el que,
anotando según vamos á decir todos los elementos
de cuenta, le ofrezcan las ventajas
de poder apreciar los resultados positivos de
las operaciones que en su labranza practiquen.
Se comprende que ese libro debe contener
una forma que satisfaga tanto al opulento
labrador que, entregándolo al tenedor de libros
para que colocando las cuentas le dé un
balance de todas y marque las ganancias y
pérdidas de cada una, coino al modesto propietario
que con el solo libro de contabilidad
pueda venir en conocimiento del resultado de
su trabajo y capital.
El modelo del libro, que llamaremos de
registro, puede ser de más ó menos hojas,
según el número de tierras, clases de edificios,
ganados de labor, etc., que se lleven en explotación,
teniendo en cuenta que cada una
debe constar eu dos hojas, una á la izquierda
y otra á la derecha, teniéndolo abierto. En la
hoja izquierda se anotará el valor de la finca,
que se llevará á una casilla. Ese valor, si fuese
propio, será el de la adquisición, y si arrrendada,
el de la renta. En seguida, y casilla separada,
la contribución que por ella se paga;
en otra los censos; en otra casilla, en la misma
hoja, se pondrán los gastos de cultivo de
cada año; en otra casilla, siempre en dicha
hoja, el de los abonos empleados; en otra el
délas semillas sembradas; en otra los gastos
de escardas; eu otra los de siega; en otra los
de trilla; en otra los de limpia; en otra los de
transporte á los almacenes, y, en fin, la suma
en prorrata, la parte que corresponda por
almacenaje, y la general para sumarlas todas.
Lo expuesto indica que la hoja izquierda, en
que se lleve la cuenta de una tierra que se
siembra de cereales, habrá de tener por lo
menos doce ó trece casillas, por ¡o que convendrá
que el libro sea apaisado. Cada año se
abrirá un libro ó se separarán las cuentas.
La hoja de la derecha contendrá las casillas
necesarias para anotar el producto en número
de hectolitros ó fanegas de grano y sus clases,
el de kilogramos de paja, el valor de la rastrojera
y las de precios de los granos y paja,
cuando se realizan, poniendo el total metálico
en la última casilla, lo mismo en el caso de
venta que en el de que se consuman con cualquier
fin en la explotación, y cargándolos
en el primer caso á la cuenta de caja, en la
que estará anotada la procedencia de los ingresos,
abonándolos á la cuenta que corresponda,
y en el segundo á la del que los hubiese
consumido. Igual cargo hará si en lugar
de la venta ó consumo que hemos supuesto,
se entregan los granos á la fábrica de harina,
aunque sea nuestra. El objeto es facilitar la
liquidación de las cuentas 3' 110 confundir las
operaciones de unas con otras. La hoja derecha
tendrá, según este caso, siete casillas.
Sumadas las de las dos hojas, resultará en la
de la izquierda el total de gastos, y en la de
la derecha el de productos. Estos, comparados
con los gastos (restando de ellos el importe
del valor de la tierra), nos ofrecerá el líquido
ó ganancia que ha resultado eu total;
y éste, comparado con el valor de la tierra,
marcará el tanto por ciento que ha producido
el valor de ella. Con las restantes sumas de
cada casilla de la hoja izquierda, comparada
con la del total de la derecha, se viene en conocimiento
del tanto por ciento á que ha salido
(en el año por supuesto) cada uno de los
gastos de producción. Anotados estos datos
de comparación, al cerrar las cuentas, creemos
tendrán suficiente con ellos los que polla
poca importancia de sus explotaciones no
puedan llevar la teneduría de libros; los que
lo verifiquen, al balancear las cuentas los obtendrán,
según veremos después, sirviéndoles
para formarlas, según llevamos dicho, las
anotaciones indicadas hasta .sumar las hojas
en que están los datos, cuyas sumas servirán
al tenedor de libros, como todo el libro de
registro, para confrontación de las cuentas
en ellos establecidas.
Haremos algunas observaciones para terminar
este ejemplo que hemos puesto, para que
se pueda establecer la cuenta de una tierra
sembrada de cereales, sea de trigo, y darnos

CON — 268 — CON
cuenta del resultado, ya sea sin ulteriores
asientos, ó como preliminares de ellos:
1." Los abonos empleados es lo común
que surtan sus efectos por más de un año, y
de consiguiente deben cargarse en cada uno
en la proporción que los aprovecha.
2." Cuando se siembran plantas que mejoran
la tierra, como tiene lugar con las habas,
etc., se cargan á las siembras que le siguen
parte de los gastos de cultivo de las
habas, por el beneficio que reciben, y descargan
á ellas de igual cantidad.
Es excusado decir en este sitio, donde todos
los ejemplos deben tener la idea de generalidad,
que variando la aplicación del empleo
de la tierra, hay que variar los nombres de
los gastos que exijan las plantas y los productos
conseguidos; así se nos evita poner uno
para cada caso. Siendo de tierras de lo que
se trate, ya sean destinadas á siembras de
cereales, ya estén plantadas de vid, olivos,
árboles frutales, plantas forrajeras, árboles
de monte, etc., su cuenta en dos hojas, según
hemos dicho ya; en una, la de la izquierda,
con la denominación de gastos, contendrá
el valor de la finca y cuantos gastos
originen, clasificados y cada uno en su respectiva
casilla , cuyo total se llevará á la última
que los suma todos, y la de la derecha
de igual suerte con los productos, á los fines
ya indicados.
II. Los edificios destinados á la explotación
propiamente, su valor y entretenimiento
se comprende que, siendo necesarios á diversos
usos de ella, cada uno debe sufrir el
cargo que le corresponda. Las cuadras, pajares,
graneros para conservar el pienso, guarda
arnés, etc., se cargará á la cuenta del ganado
destinado á la labor, y se les abonará el
trabajo que ejecuten y los estiércoles que
rindan.
Así, en las hojas del libro que estén determinadas
para las fincas urbanas, la hoja de la
izquierda tendrá en la primera casilla el valor
de los edificios destinados á la labor, separando
el de la habitación del dueño si unida á
aquél estuviese, y se pondrá en otra separada.
Cuantos gastos originen se pondrán en
casillas separadas á continuación, ya sean los
de contribuciones, censos, reparaciones, conservación
, etc. En la hoja derecha serán puestos
por el orden indicado los productos, que
se cargarán á las cuentas' que correspondan,
como son los que usen los empleados en la
casa que sirven á lo general de la explotación
, cuyos gastos generales se cargarán en
parte proporcional á todas las cuentas; á los
ganados de labor, por alojamiento de ellos y
de los locales necesarios para el personal de
asistencia y de alimentación; á los estiércoles,
por los estercoleros; á las aves, etc., etc.
Hemos separado en las fincas urbanas todo
lo que no sea correspondiente y necesario á
la explotación, pues no es extraño ver anejo
á ellos edificios espléndidos, casi palacios, que
los dueños disfrutan y que en su cuenta de­
ben constar, así como los gastos personales y
de la familia, que en ningún caso han de confundirse
con los otros, que pueden muy bien
producir una renta de consideración con respecto
á su importancia, y sin embargo no
alcanzar para cubrir los gastos del dueño.
Si en el edificio estuviese establecida alguna
industria, como por ejemplo, fabricación
de vinos, alcohol, lechería, vaquería, etc., etc.,
á cada una, que tendrá su cuenta, según veremos
después, se cargará la parte que ocupe.
Si hubiese talleres de herrería, carretería, etc.,
llevando sus dos hojas, como se ha dicho, en
la izquierda los gastos, en la de la derecha
resultará como producto el cargo que se haga
á los que hayan recibido el trabajo ejecutado,
ya sea en arados, rejas, carros, etc. Con estos
datos se forma la cuenta de los talleres, que
tendrán sus dos hojas correspondientes. En la
de la izquierda, los gastos; en la de la derecha,
los trabajos ejecutados, con los precios
que correspondan.
III. La cuenta de caja.—La caja recibe 3'
paga en metálico y valores corrientes (billetes
de banco). En la hoja izquierda del libro
de registro escribe las cantidades que recibe,
anotándolas con la explicación de su procedencia,
y en la hoja derecha explica las salidas
y su objeto. En estas anotaciones (como
en todas de las que hemos hablado y diremos)
se pone siempre la fecha, nombre de la
persona que hace la entrega ó causa la salida,
y el de la cosa ú objeto que la causa.
Algunos, en labores de poca importancia,
llevan un libro con la denominación en la
hoja izquierda cargo y en la derecha data;
con él se entienden sin más escritos. Pero fácil
es comprender que para cada caso han de
menester revisar todo el libro, que confundidos
todos los datos, según se suceden, necesitan
reunirse por separado, lo cual se encontrará
hecho siguiendo nuestro método.
IV. Cuenta de deudores.—En hojas separadas,
y en la forma expresada, se abrirá la
cuenta de los que por cualquier causa nos
deban, poniendo en la hoja izquierda la explicación
de la procedencia de la deuda, su vencimiento
y su total, y en la de la derecha el
pago.
V. Cuenta de acreedores.—La cuenta de
aquellos á quienes debamos estará como la
anterior, con la sola diferencia, y esto es importante,
de que la cantidad que debemos y su
origen, plazo en que debe pagarse, debe anotarse'en
la hoja de la derecha. En la de la izquierda
se anotará el pago.
VI. Cuenta de almacenes.— Los almacenes
que reciben los frutos de la explotación,
y que al darlos entrada se abonan á las fincas
de que proceden, no siempre y en toda clase
de frutos resultan" al final de la venta igual
medida; además, cuando se Conservan los frutos
almacenados, por creerse que se conseguirán
veutajas en aplazar la venta más allá
de la época de la recolección , resulta un comercio
que ofrece pérdidas ó ganancias, se-

COJf — ¿(JO — CON
-gún que vienen los temporales; y como en
esta operación se invierte un capital, debe tener
su cuenta separada de la producción del
suelo. Así los cereales que produzcamos, al
ingresar en los almacenes, les pondremos el
precio corriente en la época de verificarlo, y
de esta manera resultará abonada con él la
cuenta de producción y los almacenes cargados
de ella.
La hoja derecha de la cuenta del almacén,
si fuese uno solo en que se reúnan varias especies
de granos, tendrá tantas casillas cuantas
sean su precio de entrada, los gastos que
originen y el total valor de todas en la última,
y en la de la izquierda, las de salida de
igual forma, esto es, la casilla para especie,
precio y total valor. Confrontando los totales
de cada casilla, se ve los beneficios ó perjuicios
que han resultado al fin'de la operación,
y con las de totales el general.
Ya digimos que las salidas para alimentación
de los animales y otros usos de la explotación
que necesiten cereales, etc., se cargan
en la hoja respectiva, la izquierda, al precio
corriente en metálico del objeto que lo ha
de consumir, y se abona en la derecha, de la
de los almacenes.
VIL Cuenta del ganado dedicado á la labor.—En
sus hojas respectivas y separadas
pondremos la cuenta dé los animales empleados
en la labor. En la hoja izquierda, y en casillas
separadas, dando principio por el valor
de ellos, seguirán los gastos en hectolitros,
litros ó kilogramos, etc., y su valor, según
cuesten ó precios corrientes si se sacan de
nuestros almacenes (ó se compren); cuanto
sea necesario para la alimentación; jornales
de asistencia y trabajo; veterinarios, herraje,
arrendamiento de las cuadras, etc., etc.,
sacando á casilla general el importe parcial
para obtener la suma general, como en los
casos anteriores se ha dicho. Cuando ocurra
alguna baja por muerte de algún animal de
labor, ó sea desechado por inutilidad para el
servicio, se cargará su importe y se pasará á
la hoja derecha de la cuenta de ganancias y
pérdidas. En la hoja derecha de la cuenta de
ganado de labor se pondrán, con el encasillado
correspondiente, los trabajos ejecutados por.
ellos, estimados al precio qué hubiesen costado
si hubiésemos .arrendado las yuntas. Comparando
el total de ambas hojas, se ve la diferencia,
y haciendo distribución del total de
la hoja izquierda con los días de trabajo anotados
en la derecha, vendremos en conocimiento
del precio á que nos sale la obrada, etc.
De esta manera se averigua la cantidad que
debe cargarse por obrada en cada tierra, transporte
i trilla, etc., en que el ganado se ha empleado.
Palta hacer una observación importante.
La suma total de la hoja izquierda tiene cargado
el valor de los animales, y el de los útiles
que éstos necesitan para el trabajo; unos
y otros se suman su importe, y distribuido
en los años que por término medio está apre­
ciado duran en cada localidad, se resta el importe
de los años que falten para la amortización,
y de la cantidad total de toda la cuenta
de la última casilla de valores se resta cada
año el importe que ha de cargarse en los sucesivos.
Si esto no se hiciera, fácilmente se
comprende que resultaría cargada al trabajo
una cantidad indebida por el valor de los animales
y efectos. Obrando como acabamos de
decir, se amortiza el capital en los años respectivos,
y al formar el inventario en cada
ejercicio resultará la cuenta de ganado con
ei valor descontado de los años que nos ha
servido. Igual tendrá lugar respecto de los
aperos, que como el ganado pueden servir
varios años, y entre ellos debe resultar distribuido
su valor, cargando en cada uno la
parte consumida, que con los alimentos y jornales
de los huebreros ó gañanes, son el cargo
real que debe hacerse á las yuntas, para
saber lo que su trabajo nos cuesta.
VIII. Cuenta de abonos.—Los estiércoles
que nuestros animales producen, ya sean los
de trabajo y las aves, ó los que tengamos necesidad
de comprar, pues sin abonos no hay
producción remunerada, generalmente hablando,
deben tener su cuenta, y constar en la
hoja de ía izquierda, en casillas separadas, sus
clases y procedencias, su valor, estimado en
precios corrientes si es de nuestro ganado, y
de su coste si lo hubiésemos comprado, sacando
el total valor á la casilla última. En esa
hoja constarán también, eifsu casilla especial,
el arrendamiento estimado de la parte de edificio
que ocupen, y en otra los gastos que originen
para prepararlos hasta el momento de
darlos salida con destino á su aplicación á las
tierras. En la hoja derecha constará también
por casillas de clases y peso ó medida, con su
previa explicación de los nombres de las tierras
en que se empleen. El valor que en este
acto de salida se cargará ha de ser el que resulte
del total importe de la suma de cada casilla
de la hoja izquierda, comparados con las
unidades de peso que resulten al distribuirlos
ó emplearlos. Las anotaciones éstas (de la hoja
derecha) servirán para hacer el cargo á las
tierras en que resulten empleados los abonos,
según hemos dicho al tratar de la manera de
formar la cuenta á las tierras, y el abono en
la cuenta del ganado que lo haya producido,
ó á la caja si dinero nos ha costado. Las salidas
se anotarán en la hoja izquierda, de donde
partirá el cargo á cada cuenta. Las sumas
totales de ambas hojas nos indicarán, con las
parciales, las diferencias que resultan tanto
en las entradas como eii las salidas, y la cantidad
gastada en volver á la tierra la parte de
fertilidad que retiran las cosechas, y si éstas
ofrecen los resultados que esperarse debe de
los gastos ejecutados. Saber apreciar de una
manera positiva, como ofrece los datos que
preceden, si la tierra necesita más abonos, si
son bastantes los empleados y sus clases, si
hay que variarlos, etc., es de una importancia
suma para conseguir resultados remuue-

CON :70 — CON
radores eu una empresa de suyo difícil, y
que la creencia de lo contrario es el origen
del mal que aqueja á la agricultura española.
IX. Cuenta de prados.—Es raro que una
gran explotación no tenga terrenos destinados
á pastos permanentes, y también suelen
llevarse tierras á pasto y labor, esto es, que
se labran y siembran uno ó varios años, y después
se dejan otros para pastos. Aquí tratarnos
del aprovechamiento de los pastos. Para
formar la cuenta del producto de una tierra
empleada en esta clase de producción,
habremos de considerar esa como si la vendiésemos
á un extraño, bien sea en pasto, ya
sea segadas eu. verde las plantas ó convertidas
en heno. En la hoja izquierda del libro
de registro formaremos la cuenta de los gastos
originados por el prado, tales como su valor
en la primera casilla, ó renta si arrendado
fuese, censo si lo tieue; en otra, escardas,
abonos, riegos, etc., etc., en cada una, y el total
general eu la última. En la de la izquierda
anotaremos el producto, ya sea en kilogramos
ó carretadas de heno ó de forraje verde,
su valor y clase, ó el número de animales y
su especie que lo han pastado, si así se efectuase
el aprovechamiento de las hierbas producidas
por el prado , y en la última casilla
los totales en valor. De la comparación de las
sumas totales resultará el producto del prado,
que se distribuirá por unidades de superficie.
El cargo ó consumo del producto de los prados
aparecerá en" la hoja izquierda de las
cuentas del ganado de labor, si en éste se emplea,
ó en la.de deudores, para que la satisfaga
á la explotación el ganado de renta, que
debe considerarse una industria separada.
X. Cuentas de las viñas, olivares y montes.—Cada
una de esas denominaciones tendrán
su cuenta especial, cargándoles en la hoja
izquierda de las dos destinadas á cada una,
eu la forma que venimos diciendo, cuantos
gastos nos originen, y en las de la derecha
los productos, que serán: en la vid, las uvas,
que pasarán á ser cargo, á los precios que
tengan en la época de la recolección, á la fabricación
de vinos, según digimos, y si se venden,
ingresará su importe en caja el metálico,
ó si se verifica la venta á plazo, se anotará en
la cuenta de deudores. Los sarmientos se consignarán
también como producto, según la manera
de realizar su salida. En los olivares se
formará su cuenta en igual forma, cargando
del mismo modo en la hoja izquierda de su
cuenta en casillas separadas los gastos, y en la

CON — 271 — CON
con ellos se repone este contratiempo y se
reintegra cuando sobra.
Hemos hecho cuanto nos ha parecido por
presentar los ejemplos de contabilidad más
frecuentes y de una manera breve y fácil de
comprender, tanto para el caso de que con
ellos se pueda un tenedor de libros en partida
doble entender, como el que no lo tenga ó no
quiera gastar en él se pueda manejar, en particular
en las explotaciones pequeñas.
2." GANADERÍA.—Aunque esté averiguado
y se practica con frecuencia que la agricultura
debe hermanarse con la ganadería, que
ambas se auxilian mutuamente y aumentan
los producios respectivos, pues la agricultura
presta á la ganadería alimentos, y la ganadería
á la agricultura la da abonos, no por eso
deben confundirse ambas producciones. La
agricultura llevará sus cuentas como hemos
dicho; la ganadería, según vamos á exponer,
por cuyo sencillo medio se conoce con facilidad
los productos de cada una.
El libro en que hemos de establecer las
cuentas de la ganadería será separado del de
la agricultura, aunque con la denominación
de registro. Abierto, se establecerá, comp es
de rigor en las cuentas, él nombre á que se
refiere, poniendo en cada una una especie de
ganado. En la hoja izquierda se anotará el
número de cabezas, separando por casillas
los machos de las hembras, las crías por edades,
y á continuación los gastos de personal,
alimentación , etc., etc. Se pondrá en casillas
separadas las clases de alimento que se ha
consumido en el ganado y su importe, según
digimos al tratar de prados, rastrojera, etc.
La hoja derecha contendrá en sus respectivas
casillas la cantidad de productos obtenidos,
ya sea por los estiércoles, leches, pieles de
los animales que se mueren y no se aprovecha
la carne, y en fin, el valor de las reses,
ya sea que se vendan ó que las traslademos
á la cuenta de cultivo, por ser ganado de trabajo.
Confrontadas las sumas de ambas hojas, y
apreciando las existencias de cada clase de
animales y su valor, comprenderemos las ganancias
ó pérdidas ocurridas en cada año.
Aunque varíen de nombre las clases de
animales que pueden sujetarse á la granjeria,
como la forma de las cuentas es la misma,
excusamos entrar en más detalles. En el artículo
Teneduría de libros aparecerán completos..
3. a
INDUSTRIAS RURAI.ES.—-El haber sepa­
rado las cuentas de la agricultura, de la
ganadería é industrias rurales, tiene por objeto
retratar los hechos tales como tienen
lugar en la práctica, y porque no deben confundirse
y aplazar resultados, que cada uno
puede marchar con más ventajas separadamente.
Pero esto no quiere decir que en un
mismo dominio, explotación, finca ó como se
quiera llamar, no puedan existir y marchar
con independencia cada una de las tres operaciones.
Al contrario, las creemos más pro­
vechosas. Los residuos de fabricación de ciertas
industrias rurales (véase esta palabra) se
quedan sin uso ó se venden á poco precio si
no se tiene ganado que los aproveche, y este
producto de la industria será mayor cuanto
más á la mano se tengan los animales que los
han de consumir. Pero así como la cuenta de
ganado, para saber lo que éste rinde, debe
estar separada, la de la industria, cuyo punto
objetivo no suele ser el ganado, sino la producción
de alcohol, azúcar, harina, etc., etc.,
debe tener su cuenta- separada, para conocer
sus resultados.
Cada industria de las que se emplean en
transformar los frutos naturales que da la
tierra debe tener su cuenta separada. En la
hoja izquierda de su registro especial, y separadas
por casillas, resultará el cargo del valor
de las. máquinas, personal, frutos que han de
transformarse, etc., etc., y en la de la derecha
el producto conseguido por la fabricación
, los desperdicios que se pueden emplear
en alimento ó convertirlos en abono. Las sumas
totales de ambas hojas, al compararlas,
ofrecerán el resultado; advirtiendo que en la
cuenta del cargo ha de resultar por el concepto
de maquinaria sólo la parte que esté
calculada anualmente para su amortización y
reposición.
Como al tratar de las industrias rurales se
han de dar detalles que si aquí pusiéramos
resultarían duplicados, creemos suficiente lo
expuesto para la contabilidad de la ganadería
de renta é industrias rurales.
J. de Hidalgo Tablada.
CONTADA EN BLANCO—Cuenta de
las piezas de madera que ha producido una
corta de árboles cuando, ya labradas, están
todavía junto á los tocones de los árboles de
que proceden. Suele hacerse esta contada al
mismo tiempo que se hace la de los tocones,
y tiene por objeto asegurarse, de que las maderas
proceden de los árboles previamente
destinados á la corta, y no de otros cortados
fraudulentamente.
En los montes públicos no se permite la
extracción del monte de las maderas procedentes
de las cortas autorizadas sin que proceda
el recuento de tocones y contada en
blanco, como medio de comprobar la legitimidad
de la tala; operación que verifican los
empleados del ramo.
CONTAGIO (Medicina veterinaria) . —•
Transmisión de una enfermedad, susceptible
de comunicarse de un individuo que la padece
á otros que se hallan sanos. Las condiciones
en que ha de verificarse la transmisión varían
según las especies mórbidas. Unas afecciones
exigen para transmitirse relaciones estrechas,
ó sea contacto directo, y para otras basta que
el animal sano absorba los organismos parasitarios
ó líquidos .virulentos procedentes del
enfermo, de manera que la transmisión puede
realizarse en ocasiones á distancias considerables
del foco de infección. El contagio, dice
Cadiot, se verifica por medio de un virus fijo,

CON CON
de un elemento viviente especial para cada
afección. El germen de la virulencia no reviste
la forma gaseosa, como pudiera creerse.
El virus volátil, agenté de la transmisión de
las enfermedades contagiosas á larga distancia,
es en realidad un virus fijo que mantiene en
suspensión la atmósfera, como los esporos de
los microbios fermentos que se encuentran
asociados con los polvillos del aire. El virus
volátil es de la misma naturaleza que el virus
fijo, y para una enfermedad determinada el
agente de la virulencia volátil es igual al de
la virulencia fija, existiendo diferencia únicamente
en el vehículo. Conducido por el aire
en unos casos, se asocia en otros á los humores
y aun á veces á los tejidos del organismo.
Solamente obra en los animales cuando el
cuerpo de éstos se halla en estado de receptividad.
Para vivir y pulular, para determinar
los síntomas de la enfermedad cuyos agentes
son los elementos virulentos, necesitan un
terreno favorable. De ahí que no contraigan
indefectiblemente.la enfermedad todos los animales
expuestos á un contagio, y que algunos
sean refractarios á ella ó gocen de inmunidad,
la cual puede ser natural ó adquirida. .Ciertos
agentes contagiosos modifican los líquidos y
sólidos de los seres vivos que han sufrido ya
un ataque, de tal manera que esos se convierten
en medios impropios para la vida y la
multiplicación de los agentes. Precisamente
en esa particularidad se basan las inoculaciones
preventivas.
Cuando se advirtió que los animales sanos
puestos en contacto con otros enfermos adquirían
á su vez el padecimiento, y eran capaces
también de transmitirle á otros animales,
se dedujo que se desprendía de los atacados
algo que infundía al animal sano la'misma
afección que padecía el que se hallaba inmediato
á él. Los experimentos de inoculación
emprendidos para determinar la naturaleza
de ese' algo patentizaron que bastaba una
pequeña cantidad de materia tomada de un
animal atacado por una enfermedad contagiosa,
para provocar la enfermedad en el organismo
que recibiera aquélla, y para que se
multiplicase en una proporción indefinida. Lo
que caracteriza principalmente el fenómeno
del contagio es esa multiplicación hasta lo
infinito del elemento contagioso introducido
en cantidad infinitesimal. Desde hace tiempo
se habían entrevisto las analogías que existen
entre esos fenómenos del contagio y los
de la fermentación; esa correlación está hoy
demostrada, y en cuanto se descubrió el se-
ci -
eto de las fermentaciones, se reveló inme­
diatamente la naturaleza del contagio.
Todos los líquidos de origen orgánico, dice
el autor citado, tales como la sangre, la orina,
la leche, las serosidades, el vino, la cerveza,
los mostos de uvas, de granos y de frutas,
cuando se hallan expuestos á la acción del
aire, cambian de estado, de composición y de
propiedades, y la primera condición para que
esas modificaciones se manifiesten es el con­
tacto del aire. Efectivamente, las substancias
orgánicas substraídas á ese contacto no experimentan
modificaciones esenciales. Mas
¿cómo obra el aire en ellas? Se ha creído durante
mucho tiempo, bajo la autoridad de
Lavoisier, que esa acción del aire en la fermentación
era un fenómeno puramente químico,
un fenómeno de oxidación. Los experimentos
de M. Pasteur han demostrado que
aun cuando haya oxidación en las fermentaciones,
no es, sin embargo, el oxígeno del
aire la causa determinante del fenómeno.
Cuando las materias fermeutescibles se hallan
en presencia del aire puro, no llegan á fermentar.
De donde se deduce la conclusión
rigurosa de que no es la acción química del
aire la condición esencial de la fermentación
en.las materias orgánicas. Esa. condición se
encuentra en el aire, pero no reside esencialmente
en alguno de sus elementos constitutivos.
Esa condición es la presencia de seres
infinitamente pequeños, dotados de una prodigiosa
actividad de pululación, y que por
esa misma actividad forman las condiciones
del cambio de estado en las materias orgánicas
con las cuales se ponen en relación. El:
fermento, ha dicho M. Pasteur, no es una
substancia muerta, es un' ser vivo cuyo germen
se encuentra en el aire. Entre los fermentos,
algunos llamados por eso aerobios,
viven perfectamente al aire libre, y obran
sobre las materias orgánicas, oxidándolas y
fijando sobre ellas el oxígeno que aquéllos
toman de la atmósfera; otros, los fermentos
anerobios, los más activos, no pueden vivir
al aire libre. Arrancan á las moléculas de las
materias orgánicas el oxígeno necesario á la
conservación de su vida, y provocan así descomposiciones
y combinaciones nuevas, formadas
por los elementos que quedan libres 7
.
Pero todas las fermentaciones, cualquiera que
sea su naturaleza, son función de la vida de
los microbios, á los.cuales sirve de vehículo el
aire.
Esas observaciones dieron mucha luz respecto
de los fenómenos del contagio. La demostración
experimental de que el agente de
las enfermedades contagiosas produce efectos
en dosis infinitesimales, y de que, una vez
provocados esos efectos, la partícula inoculada
se encuentra multiplicada en cantidad prodigiosa
dentro.del organismo al cual se inoculó,
basta para, indicar la naturaleza del elemento
contagioso. Sólo puede ser una partícula
viviente, porque solamente la vida posee esa
facultad de multiplicación. En esto se ve una
analogía entre el elemento del contagio y el
fermento. Y esa multiplicación del virus hasta
el infinito implica necesariamente la asimilación
, mediante la pululación, de los elementos
constituyentes del medio en que se
ha introducido. Ejerce en ese medio un cambio
de estado análogo al que produce el fermento
en la materia orgánica sobre la cual
obra. Desde hace tiempo se sabe que la propiedad
virulenta es inherente tanto á los

CON — 27.3 — CON
sólidos como á los líquidos, y aun á los gases
que emanan del cuerpo enfermo. Pero ¿á qué
se halla íntimamente ligada esa propiedad
virulenta? ¿Qué elemento la posee? ¿Qué es
el virus? Hace veinte años hubiera sido imposible
contestar á esas cuestiones aclaradas
por M. Chauveau, profesor de la Escuela de
Veterinaria de Lyon. En todo humor virulento
hay una parte fluida, que mantiene en
suspensión elementos sólidos. ¿Reside la virulencia
en la primera, ó en los segundos? El
laborioso investigador demostró que la poseen
los elementos figurados ó sólidos exclusivamente.
En ellos se encuentran elementos celulares
y granulaciones libres. Hoy se sabe
que las granulaciones moleculares son organismos
dotados de vida, parásitos, microbios,
en fin, como han patentizado los cultivos
sucesivos.
Sembrando en determinadas condiciones
una serie de frascos llenos de un líquido apropiado
para el cultivo, con una partícula del
virus que se ha de cultivar en el primer frasco
, con una tomada de éste en el segundo,
con una del segundo en el tercero y así sucesivamente,
el líquido del último frasco,
que puede ser el vigésimo, el trigésimo ó el
centesimo, resultará tan virulento como el
primero. Después de tantas diluciones, es imposible
admitir que haya persistido la virulencia,
si solamente depende de la gota originaria.
Forzosamente ha de ser inherente á
los corpúsculos que han ido pululando en los
frascos. Si bien es cierto que no se ha demostrado
aún experimentalmente que todas las
enfermedades contagiosas y transmisibles son
de naturaleza parasitaria, es ya' innegable
para muchas de ellas. Perroucito en Italia y
Toussaint en Francia lo han patentizado respecto
del cólera de las gallinas; Pasteur,
Chamberland y Roux respecto del carbunco
bacteridiano, la septicemia y la infección purulenta;
Arloing, Cornevin y Thomas respecto
del carbunco bacteriano ; Bo'uchard, Capitán
y Charrin respecto del muermo; Koch
respecto de la tuberculosis, y Nocard y Mollereau
respecto de la mamitis contagiosa.
El grupo de enfermedades internas de naturaleza
microbiana irá aumentándose á medida
que se multipliquen las investigaciones.
Los micro-organismos, que son los agentes
de los contagios, se'manifiestan bajo la forma
de bastón ci tos (bacterias y bacilos) ó de corpúsculos
redondeados (micrococos). La multiplicación
de las bacterias y de los micrococos
se verifica por segmentación, por división.
Los bacilos se multiplican también por
segmentación; pero cuando están colocados en
ciertas condiciones favorables á su evolución,
adquieren una disposición filamentosa y dan
esporos esféricos ú ovales; elementos muy resistentes
á las causas de destrucción y que
conservan enérgicas las propiedades de los
bacilos de que proceden. Los virus, lo mismo
que los fermentos, pueden ser aerobios ó auerobios.
La bacteridia carbuncosa es el tipo
de los microbios aerobios; introducida en la
sangre, se multiplica en ese medio hasta el
infinito, y en un período muy corto la convierte
en un líquido impropio para el sostén
de la vida. En el bacilo del carbunco sintomático
ó bacteriano se tiene un ejemplo de bacilo
anerobio. No puede vivir en la sangre; si
se introduce en ella, sólo causa una fiebre
efímera, que desaparece rápidamente; pero
halla en la trama íntima de los tejidos un medio
favorable para las manifestaciones de su
vida; allí desempeña el papel de fermento
anerobio, se asimila el oxígeno de la materia
orgánica viva y produce fenómenos completamente
semejantes á los que provocan los
fermentos de la putrefacción.
La resistencia de los agentes contagiosos á
las causas de destrucción es muy variable;
durante mucho tiempo se ha creído que la
virulencia desaparecería de los líquidos y de
los tejidos poco después de la muerte, y las
investigaciones científicas han demostrado que
era errónea esa creencia. La mayoría de los
agentes específicos sobrevive mucho tiempo á
los animales en que se han desarrollado; el
elemento contagioso del muermo se conserva
durante meses enteros, al igual de los propios
de la peripneumonia y de la viruela del carnero.
Pasteur ha demostrado que la virulencia
carbuncosa se conserva durante un largo
período de años en los puntos en que han sido
sepultados los cadáveres carbuncosos. El aire
húmedo favorece la destrucción dé los agentes
contagiosos, y una rápida desecación mata
á la mayoría de ellos. Los destruyen indefectiblemente
el fuego y las substancias químicas
muy activas. En algunas enfermedades se
efectúa el contagio por medio de seres microscópicos
más elevados en la escala orgánica que
los elementos virulentos. Las tinas y los herpes
se transmiten por medio de hongos ó por
sus esporos; las sarnas, la lepra del cerdo, la
trichinosis, la pneumonía verminosa y la-caquexia
acuosa, por medio de insectos ó entozoarios.
Esos parásitos causan alteraciones
más ó menos profundas en los órganos invadidos,
perturban la nutrición y ocasionan
desórdenes morbosos variables, inas no originan,
como los virus, cambios deestado en las
materias orgánicas. En definitiva, cualquiera
que sea la diversidad de los efectos que provocan,
los agentes contagiosos son seres vivos, y
todos los fenómenos que producen son el resultado
de su actividad vital.
• CONTRACCIÓN Y DILATACIÓN DE
LAS MADERAS—(V. Propiedades físicas
de las maderas.)
CONTRAESPALDERA ó ESPALDE­
RA Á TODO VIENTO (Arboricultwa frutal).—La
contráespaldera, forma muy usual
en arboricultura frutal, se distingue de la espaldera
en que no se establece, como ésta,
contra un muro, en el que se afianzan sus
ramas para imprimirles las inflexiones convenientes
y protegerlas de la acción del frío, del
calor y de la lluvia, cuando la planta que las

CON — 274 — CON
arroja no sufriría impunemente al aire libre
sus efectos.
La contraespaldera, que se emplea siempre
para frutales menos delicados, se arma al aire,
bien sea contra enverjados, ó bien contra un
alambre, ó contra una serie de apoyos que
permiten afianzar las ramas á la altura que
se desea. Se aplica á todos los árboles, menos
al melocotonero.
La contaespaldera es simple y doble, porque
establecida al aire libre, lo mismo puede
armarse contra una sola cara que contra las
dos. Varía mucho en sus formas.
Es muy frecuente aislar cuadros de cultivo
con manzanos enanos, empleando cordones
horizontales, que no ofrecen dificultad y sí
bastante resistencia como valla. Los cordones
horizontales de que tratamos no exigen ni
enverjados ni apoyos de ningún género, formándose
con su propia base, y enlazándose
los pies con injertos.de aproximación en sus
ramas.
Los cordones horizontales pueden ser de un
solo brazo ó de dos, que son los más á propósito
para las contraespalderas de manzanos
enanos, tan útiles en los jardines frutales ó
huertas, cuanto que creciendo dichos arbolitos
con mucha rapidez, se pueden constituir
muy pronto.
No tardan en fructificar, y dan mucho producto.
Además, como profundizan poco sus
raíces, pueden plantarse en las orillas de los
cuadros, sin perjudicar á las demás plantas.
Para conseguir estos cordones se plantan
los- arbolillos á los dos años de ingeridos, con
tal de que dispongan siempre de dos ramas
opuestas y de igual fuerza á 0,40 metros sobre
el injerto. Se ejecuta la plantación en líuea,
de manera que dichas ramificaciones sean paralelas,
si han de constar de dos ó más órdenes
de ramas. Entre cada pie ha de mediar la
distancia de 1,50 metros si se injertan sobre
enano, y 2 metros en patrón distinto. A la
altura de 40 centímetros del suelo se tenderá
un alambre galvanizado. Después del transplante
se cortará la tercera parte á dichas
ramas, dejándolas así hasta la-poda inmediata,
en cuya época se bajan los indicados brazos,
dándoles la dirección horizontal y sujetándolos
al alambre. En los vastagos laterales se
practican las operaciones necesarias para convertirlos
en fructíferos, favoreciendo además,
en cuanto, sea posible, el desarrollo del brote
terminal de cada brazo. Se repiten aquéllas
en los años siguientes, pero dejando intactas
las prolongaciones.
Los cordones horizontales unilaterales sólo
se diferencian de los anteriores en que cada
árbol se compone de un solo brazo, que se
injerta cuando todos se dirigen hacia un mismo
lado.
Las coutraespalderas pueden constituir cordones
verticales y oblicuos, espirales y en forma
de arco; pero fundándose- su establecimiento
en los mismos principios que la espaldera,
que ha de servir de base para desarrollar
la doctrina acerca de estas formas forzadas",
habremos de referir al lector al artículo más
fundamental que dedicaremos á las plantas
que se arman contra un muro.
D. Navarro Soler.
CONTRAREGUERA.—Regadera ó canal
oblicuo, hecho en las tierras de regadío, para
que las aguas no arrastren la labor y se distribuyan
por igual en los surcos ó eras.
CONTRATO.—Es el convenio por el cual
una ó más personas se obligau con otra ú
otras, á dar, hacer ó dejar de hacer alguna
cosa. Se diferencia del simple pacto en que
éste es un término general que significa toda
especie de acuerdo de dos ó más personas,
con ó sin intención de obligarse, y de la obligación
en que ésta es el vínculo que resulta
del contrato, y que nos constituye en la neeesidad
de ejecutarlo. Pero desde el momento
eu que nuestro derecho no admite las diferencias
del romano entre pactos y contratos, se
puede decir que todo pacto serio es obligatorio.
La ley 1. a
, título I, libro X de la Novísima
Recopilación, que debiera hallarse inscripta
en todas partes en letras de oro y todo
hombre saberse de memoria, causó una profunda
.y eficaz revolución en el derecho patrio,
borrando diferencias histórico-jurídicas,
y volviendo por los fueros de la razón. Paresciendo,
dice la famosa ley, que alguno se quiso
obligar á otro por promisión ó por algún contrato,
ó en otra manera, sea tenudo de cumplir
aquello que se obligó y no pueda poner excepción
que no fué hecha estipulación, que quiere
decir prometimiento con cierta solemnidad de
derecho, ó que fué hecho el contrato ú obligación
entre ausentes, ó que no fué hecho ante Escribano
público, ó que fué hecho á otra persona
privada en nombre de otra entre ausentes ó que
se obligó alguno, que daria otro ó lutria alguna
cosa; mandamos que todavía valga la dicha
obligación y contrato que fuere hecho en cualquier
manera que parezca que uno se quiso obligar
á otro.' Es, pues, perfectamente válido
todo contrato verbal, por carta, en papel simple,
en el sellado, ante notario, en un acto
de conciliación, en cualquier forma; consistiendo,
bajo este aspecto, la diferencia entre
ellos en que cuanto mayores sean las formalidades
que revistan, mayores garantías les da la
ley por de pronto, siu que esto quiera decir
que no puedan ser redargüidos de nulos ó dé
falsos. Porque el contrato hecho de palabra
no suele tener más justificación que la prueba
testifical, tan falible de suyo, ínterin el autorizado
por un notario por sí sólo hace fe; dos
testigos contestes y sin tacha hacen prueba,
según la ley 32, título XVI, Partida 3. a
De
aquí que aconsejemos la intervención de este
funcionario siempre que sea posible; y no
precisamente porque hoy, según la muletilla
de rúbrica, haya menos formalidad en las
gentes, las cuales en todas épocas han sido y
son buenas y malas, sino por las contingencias
que evita. En algunos contratos, sin embargo,
exige la ley que se solemnicen por es-

CON — 275 -r- CON
critura pública. Si los autores de las leyes del
timbre se hubiesen inspirado en la realidad
de las cosas y no en cálculos financieros fantásticos
, es probable que por muy descuidados
que fueran los contratantes y por inveterada
que sea la costumbre de redactar los
contratos en papel simple, lo hicieran en el
sellado, dando así mayores garantías al contrato
y. proporcionando más recursos á la
Hacienda; pero, ¿cómo se ha de cumplir el
artículo 28 de la ley del timbre de 31 de Diciembre
de.1881,-que previene que los documentos
privados se extiendan en el mismo
papel que los públicos, cuando precisamente
se hacen en aquella forma para evitar los
grandes gastos que ocasiona la contratación
pública y solemne? Y por cierto que dicha
ley no pena la infracción del precepto, sin
que por consiguiente sea exigible multa ni
reintegro alguno, en nuestra humilde opinión,
porque aquí no caben analogías, ni en
materia penal es lícito ampliar el castigo á
aquellos casos, que taxativamente no estén á
él sujetos. Y 3 -
a que hablamos de penalidades,
permítasenos protestar con toda la energía
de nuestra alma contra la prohibición del
artículo 32 de dicha ley de que se dé valor en
juicio á todo documento privado délos obligados
á llevarle que no tenga el timbre móvil
de 10 céntimos del año á que corresponda,
en donde por falta de tan poca monta se imponen
tan duras 3' 3'a desusadas prohibiciones.
Verdad es que toda" la ley está pidiendo
á gritos una reforma radical.
Los contratos se dividen: 1.° En consensúales,
en los cuales basta para su perfección
el consentimiento expreso y terminantemente
declarado, compra-venta (1), arrendamiento,
etc., por más que no haya obligación donde
falte consentimiento; bajo cuyo último punto
de vista todos los contratos podrían llamarse
consensúales; y en reales, que son los que,
además del convenio, requieren la tradición
ó entrega de la cosa ó la prestación de un
hecho: préstamo ó mutuo 3' comodato, depósito
y secuestro.—2.° En unilaterales, ó sea cuando
una sola de las partes se obliga como en el
mutuo; bilaterales, cuando se obligan recíprocamente,
por ejemplo, la compra-venta, llamados
también sinalagmáticos; é intermedios,
comprendidos á veces bajo la denominación
de los bilaterales, cuando al principio sólo se
obliga uno de los otorgantes y el otro lo hace
ó puede serlo por un acto posterior, v. gr., el
comodato.— 3." En onerosos, aquellos por los
que las partes contratantes adquieren derechos
3 7
subdividir en conmutativos, donde cada uno
de los otorgantes se obliga á dar ó hacer una
cosa cierta, determinada y calculada, como
equivalente á la que recibe; y en aleatorios,.
donde las ganancias y las pérdidas dependen
de un acontecimiento incierto, el de seguros
y otros. Se dividen también los contratos en
nominados, ó que llevan nombre especial por
la ley, el de sociedad, etc., 3' en innominados,
sin nombre especial, pero que sacan de su
misma causa su fuerza obligatoria; los segundos
se hallan comprendidos en las fórmulas
del derecho romano, reproducidas en la
ley 5.
contraen ohligaciones respectivamente;
y lucrativos, por los que una parte otorga
á la otra un beneficio por pura liberalidad.
Esta división viene hasta cierto punto á sella
misma que la del número 2.°, si bien ésta
se refiere á las personas obligadas, y la de
onerosos 3' lucrativos á las ventajas ú obligaciones
contraídas. Los onerosos se pueden
(1) Para el contrato de compra-venta véase Venta.
a
, título VI, Partida 5. a
, do ut des, do ut
facías, fació ut des, fació ut facías. En de
buena fe, que son aquellos en que el juez puede
conocer 3' sentenciar por las reglas de justicia
las cuestiones que se susciten entre las
partes sobre puntos que no hubieran expresado;
y contratos de estricto derecho aquellos
en que no puede extenderse la obligación á
más que á lo que los contrayentes hubiesen
pactado ó las leyes hubiesen establecido. En
principales ó existentes independientemente
de otro cualquiera, el arrendamiento, etc., y
accesorios los que tienen por objeto asegurar
la obligación del contrato á que se unen, careciendo,
en su consecuencia, de existencia
propia, como la fianza, la hipoteca. Los contratos,
para concluir este extremo, omitiendo
otras divisiones de escasa valía, se llaman
verbales cuando toman su fuerza de la congruencia
entre la pregunta ,y la respuesta;
restos del formularismo romano; y literales
los que sólo dependen de una confesión escrita,
y que más que verdaderos contratos son
una presunción legal de su. celebración, mediante
á estar sujetos durante dos años á que
el deudor que aparece confesando haber recibido
una cantidad en préstamo que no ha entrado
en su poder, reclame el documento ó
niegue la deuda si se le pide, teniendo entonces
el acreedor que probar la veracidad de la
entrega, salvo si el primero hubiese renunciado
en el vale esta excepción, conforme así
resulta de la ley 9. a
, título I, Partida 5."
Los requisitos de los contratos son de tres
clases: esenciales, que son los que constituyen
su propia naturaleza y sin los cuales no puede
existir el contrato, v. gr., la cosa 3' el precio,
donde éste medie; naturales, que son los que
llevan consigo, aunque no se manifiesten, pudiéndose
prescindir de ellos sin influir en la
esencia del contrato, como la evicción en la
venta, y accidentales, los que no siendo de
esencia ni hallándose determinados por la ley,
dependen exclusivamente de la voluntad de
las partes: las condiciones, plazos, etc.
Son esenciales en todos los contratos:
1.° El consentimiento, que no debe estar viciado
por el error sobre la cosa misma (ley 20,
título V, Partida 5. a
), ó sobre su esencia
(ley 21, id., id.), ó acerca de la persona, en
el caso de que la consideración á ésta haya
sido la causa principal de la obligación, ó
respecto á la naturaleza del negocio. Ni por

CON — 276 — CON
falta de libertad, siendo nulo el contrato celebrado
por violencia y por miedo (leyes 28,
título XI, Partida 5. a
; 9. a
, título V, libro
Fuero Juzgo, y 4. a
, título XI, libro I, Fuero
Real), habiendo violencia cuando para arrancar
el consentimiento se emplea una fuerza
física irresistible, y consistiendo el miedo en
un temor racional y fundado de sufrir un mal
inminente en su persona, su fortuna y su honor;
debiendo ser la fuerza y el miedo de tal
naturaleza que hagan impresión igual en un
varón fuerte que en uno débil, y teniéndose
presente que si bien en rigor quedan obligados
los que contratan en semejantes condiciones,
pueden oponer una excepción que excluye
perpetuamente la demanda. Ni tampoco
puede viciarse el consentimiento por el dolo,
que tanto quiere decir como engallo, según la
ley 1. a
, título XVI, Partida 7. a
, siendo de dos
clases, una que da causa al contrato, produciendo
su nulidad, y resulta cuando el que no
tiene ánimo de contraer es inducido á ello, y
el otro, incidente ó incidental, cuando uno
contrajo espontáneamente, • pero fué engañado
en el precio ó de otra manera. Ni, finalmente,
por lesión, que es cansa suficiente para
viciar el contrato, aun sin mediar engaño, por
ser contrario á la equidad; lesión que se llama
enorme ó enormísima, según que el engaño
consista en algo ó en mucho más de la mitad
del justo precio.
2.° La capacidad de los contrayentes. La
tiene todo aquel á quien no le está prohibido
contratar, estándolo el loco ó desmemoriado,
el menor de siete años, el pupilo que es menor
de catorce y mayor de siete, y el mayor de
catorce y menor de siete que tuviese guardador,
excepto si éstos obtuvieren algún provecho,
en cuyo caso valdría el contrato en cuanto
al importe de la utilidad que reportaran
(leyes 14, título XI, Partida 5. a
, concordando
con la l. Jl
, título IV de la misma Partida, y
la 7.", título XI, libro I, Fuero Real, ambas
sobre el loco ó desmemoriado; 17, título VI,
Partida 6. a
, y la 10, título V, libro II, Fuero
Juzgo, y la citada del Fuero Real sobre los
menores de catorce años); el pródigo con
guardador, quedando aquél obligado únicamente
como el pupilo (ley 5. a
, título XI, Partida
5. a
, que añade que el mayor de catorce y
menor de veinticinco años, sin guardador, ó
sea curador, puede obligarse, facultándole la
ley para que si se sintiese engañado ó lo hizo
en su daño, pida la sustitución); el padre
con el hijo que tenga en su poder, si no fuese
acerca del peculio castrense ó cuasi castrense
(ley 6. a
, id., id., que concuerda con la 8. a
y tenga la libre administración de sus bienes,
pueden contratar, pero la segunda no puede
salir fiadora sino en ciertos casos, ni estando
casada fiar á su marido, ni obligarse mancomunadamente
con él, á menos que se probase
que la deuda se había convertido en provecho
de la misma. No se hace mérito de ciertas
prohibiciones impuestas á determinadas personas
para celebrar algunos contratos, por ser
más propio exponerlas en ellos.
3.° El objeto del contrato. El último no
puede existir sin cosa, hecho ó riesgo que sea
su objeto. La cosa ha de estar en el comercio
de los hombres, y no es menester que exista
de presente, bastando que pueda existir. Los
hechos, ó sean toda clase de servicios, han de
ser posibles, lícitos y determinados. Los riesgos
son sólo los que con arreglo á derecho
pueden tomar sobre sí los otorgantes, no los
prohibidos por las leyes que se ocupan de los
contratos aleatorios.
4." Causa. Es la utilidad recíproca de las
partes ó la beneficencia de una de ellas, y ha
de ser verdadera, no siéndolo si no existe el
motivo que se supone para su celebración, sin
que sea preciso conste en el instrumento, y
lícita ó no contraria á las leyes y buenas costumbres';
según establece la ley 38, título XI,
Partida 5.
, título
XI, libro I, Fuero Real) , y la mujer, sin
licencia de su marido, siendo nulos los contratos
que la mujer ejecutase si no fuesen ratificados
expresa ó tácitamente por el segundo,
salvo en compras de muebles al contado
y otros casos (artículos 49, 50 y 51 de la ley
de Matrimonio civil). Tanto el hombre mayor
de veinte años, como la mujer de esta edad
que no esté casada ni bajo la patria potestad,
a
, que declara nula la obligación por
causa ilícita. Son pactos reprobados por esta
última razón: 1.° El de renunciar al dolo futuro
(ley 29, id., id.), y no es válida tampoco la
renuncia á pedir que 'se deshaga el engaño que
haya podido mediar en unas cuentas (ley 30,
ídem, id.).—2.° El de pagar lo que se ha perdido
en juegos prohibidos, siendo nulos los
pagos, vales, empeños y escrituras (ley 15,
título XXII, libro XII, capítulo 8.°, Novísima
Recopilación).—3." El llamado de cuota litis,
prohibido por la ley 14, título VI, Partida
3. a
, hecho entre el abogado y el cliente de
percibir aquél cierta parte de la cosa litigiosa.—4.°
Los pactos comisorio y anticrético,
unidos á veces al contrato de mutuo.—5.° Los
de futura sucesión y otros. Es nula la renuncia
de leyes prohibidas y de las que conceden
un beneficio en favor de ciertas clases del
Estado.
Son efectos naturales de los contratos: El
cumplimiento de las obligaciones en ellos contraídas.
Que sólo obliguen á lps contratantes ó
á sus herederos (ley 3. a
, título XI, libro I, Fuero
Real), y á sus causa-habientes, excepto
cuando al contraerlas se ha buscado especialmente
la idoneidad y prendas de la persona
obligada. La obligación de dar consiste en entregar
aquello á que se comprometió el deudor,
en el lugar ó sitio convenido, conservándola
en el ínterin cuidadosamente, ó indemnizando
si se constituyese en mora; daños por los cuales
debe enteuderse el valor de la pérdida que
se haya experimentado, y perjuicios, menoscabos
ó intereses, ó sea la ganancia que ha dejado
de percibirse. La de hacer ó no hacer, en
caso de inejecución, para evitar la violencia
que se cometería compeliendo á alguno á un

CON — 277 — CON"
hecho, se resuelve en otra de daños y perjuicios.
Las causas por las cuales puede pedirse
la indemnización de daños y perjuicios originados
por algunos de los contrayentes, son.el
dolo, negligencia, Contravención á lo pactado,
aunque sea en el modo de ejecutarlo, y morosidad,
en el cumplimiento de la obligación.
Las reglas para la interpretación de los contratos
es inútil que las expongamos. Todas las
admitidas están inspiradas en la equidad, y
en ella y en el buen sentido hay que inspirarse
para comprender bien la inteligencia de las
cláusulas de una obligación. Quien sienta vivamente
en su pecho el amor á la justicia;
quien tenga una inteligencia tan clara que
lleve la luz allí donde los demás no vean más
que tinieblas, ese y no otro será el verdadero
jurisconsulto.
En el artículo de este DICCIONARIO, Obligaciones,
y en los referentes á los diversos
contratos, se completa y desarrolla la doctrina
del presente, en el cual excusado es añadir
que nos hemos concretado á exponer la legislación
común, sin penetrar en los extensos,
ricos y por desgracia casi inexplorados dominios
de la foral, por ser ésta una tarea de
seguro superior á nuestras fuerzas, no obstante
el interés con que la miramos; trabajo
que además alargaría considerablemente los
límites de este DICCIONARIO.
M. Fernández de la Vega.
CONTRAVENENO (Química y Toxicología).—Denomínanse
así las substancias capaces
de provocar una reacción en las substancias
venenosas ingeridas, de manera que éstas
no causen daños después en el organismo, ó
los determinen menores que los producidos
por las substancias venenosas ingeridas antes.
En realidad es incumbencia de la toxicología
médica el detenido estudio de los antídotos
que han de administrarse á las personas ó
animales envenenados; pero sentando que el
más eficaz es el vómito, no creemos oportuno
guardar aquí silencio acerca de los antídotos
químicos, substancias que, administradas al
paciente, son susceptibles de transformar.el
veneno dentro del organismo en otra más ó
meuos inocente. Así, contra los envenenamientos
causados por los ácidos fuertes produce
excelentes resultados la magnesia calcinada,
diluida en agua. No sucede lo mismo con
la sosa ó potasa cáusticas, aun cuando también
sean capaces de neutralizar el veneno,
porque precisamente esas substancias son tan
corrosivas como los ácidos enérgicos, y tampoco
es conveniente administrar dosis notables
de carbonato magnésico, porque este
compuesto, en contacto con los ácidos, desarrolla
gran cantidad de ácido carbónico gaseoso
y dilataría excesivamente las paredes
del vientre, el cual no podría sufrir una distensión
notable, máxime hallándose corroído
en parte por el veneno.
Una de las reglas generales que han de seguirse
en el empleo de los antídotos es la de
procurar que éstos pasen al estado insoluble
en cuanto sea posible , con objeto de que sea
fácil echarlos con el vómito y ser expelidos
cuanto antes del organismo. Esta regla tiene,
empero, sus excepciones. Por ejemplo, cuando
se trata de un reciente envenenamiento saturnino
(sales de plomo), es decir, cuando la
mayor parte del veneno se encuentra todavía
en el tubo digestivo, esa regla es excelente, y
practicando lo que prescribe se puede impedir
la absorción del plomo; pero cuando el
veneno está ya en parte absorbido precisa recurrir
á otros medios, y así, para el caso de
envenenamiento saturnino, si éste se ha realizado
paulatinamente, es necesario administrar
al enfermo substancias capaces de transformar
el compuesto de plomo en substancias solubles
que puedan ser eliminadas con la orina.
En ese caso, el mejor antídoto es el yoduro de
potasio, usado en dosis reducidas y durante
mucho tiempo. De lo dicho se desprende cuan
errónea era la opinión de los médicos antiguos,
que recomendaban como antídotos monstruosas
preparaciones polifarmacas, cuyos numerosos
ingredientes, en último caso, únicamente
podrían llenar el objeto de destruir ó
contrarrestarse recíprocamente, por ser la acción
de los unos opuesta á la acción de los
otros.
La química moderna ha patentizado que á
cada veneno corresponde un antídoto diferente,
ó por lo menos á cada grupo. Así las
substancias tánicas son útiles en los envenenamientos
producidos por alcaloides y muchos
compuestos metálicos; la magnesia, contra los
ácidos. De todos modos, conviene tener en
cuenta que la desaparición de las perturbaciones
causadas por intoxicación se debe, no
solamente á la acción química de los antídotos,
si que también á los demás remedios á
que posteriormente haya de recurrirse. En el
envenenamiento producido por las cantáridas
y el fósforo, por ejemplo, no deberán administrarse
al paciente substancias grasas y
oleosas, aun cuando parezca necesaria la acción
de los emolientes, porque las substancias
grasas tienen la propiedad de disolver el fósforo
y la cantaridina, y acabarían por difundir
más y más el veneno en el organismo.
Como la acción de los venenos es generalmente
rápida y debe acudirse á combatirla en
la mayoría de los casos desde los, primeros
momentos, los farmacéuticos deben tener á
mano constantemente ciertos antídotos que
pueden denominarse generales, y que son aplicables
en todos los casos, y como primer recurso
en aquellos en que no sea conocida la
naturaleza del veneno. Mialhe recomendó
para tal objeto el sulfuro de hierro hidratado
mezclado con magnesia, por poseer e^ compuesto
la propiedad de transformar las sales
metálicas en sulfuros inocentes, si bien en
cambio ofrece el inconveniente de disolver el
ácido sulfhídrico en contacto con los ácidos;
además, no es de fácil preparación, y se conserva
con mucha dificultad sin alterarse.
Para los envenenamientos causados por los

CON — 278 — CON
alcaloides, el ácido cianhídrico y los compuestos
metálicos, ha propuesto Dorvault una
mezcla en partes iguales de magnesia calcinada,
de peróxido de hierro y de carbón animal
lavado; compuesto que ofrece, como el anterior,
el inconveniente de alterarse con facilidad.
Jeannel recomendó se tuviera preparada
una disolución de sulfato de hierro en un recipiente,
y en otro una mezcla de magnesia
calcinada, carbón animal y agua destilada, en
las proporciones respectivamente de 80, 40 y
800 gramos. Llegado el caso de emplear el
contraveneno, se disuelve en el acto esta mezcla
con el sulfato de hierro, y se prescriben de
50 á 60 gramos del antídoto así obtenido, en
el momento de usarle. Con él se hacen insolubles
los preparados de arsénico, de cinc y de
digital; se saturan completamente los ácidos
libres, pero obra de una manera bastante imperfecta
sobre los hipocloritos alcalinos y las
sales de cobre, y no ejerce acción alguna sobre
la morfina y la estricnina del líquido en
que se hallen disueltas.
El empleo del yoduro de almidón como antídoto
ha sido recomendado por Ranieri Bellini,
sobre todo contra el azufre, los sulfuros
alcalinos y terrosos, los álcalis cáusticos, el
amoníaco y en ciertos casos los alcaloides.
También obra como agente de eliminación en
los envenenamientos metálicos que se producen
paulatinamente, como los del plomo y del
mercurio. En todo caso, después de ingerido
el antídoto, es necesario provocar el vómito,
á fin de extraer del estómago los productos
desprovistos de acción á que haya dado aquél
origen, por lo mismo que de lo contrario, es
decir, permaneciendo en el aparato digestivo,
se corre el riesgo de que vayan recobrando su
prístina energía las substancias venenosas.
Esto en cuanto á las personas; respecto de
los animales domésticos, que también se hallan
expuestos á sufrir envenenamientos peligrosos,
completaremos las precedentes indicaciones
en el artículo Envenenamiento.
CONTRIBUCIÓN DE .INMUEBLES,
CULTIVO Y GANADERÍA—La cantidad
que para levantar las cargas del Estado, la
Provincia y el Municipio se paga por los propietarios,
cultivadores y ganaderos, cuya base
es la utilidad calculada. Llámanla vulgarmente
contribución territorial, aunque con bastante
impropiedad.
Si la índole de esta publicación lo consintiera,
y no fueran tan débiles nuestras fuerzas,
quizá no bastaría un cuaderno para tratar con
la amplitud necesaria este punto tan importantísimo
para la agricultura y para la riqueza
general del país. En la necesidad, pues, de
concretar estos trabajos cuanto sea dable, y
en la imposibilidad de abarcar cuanto referente
á este impuesto debiera decirse, porque
nos faltan alientos para tanto, nos limitaremos
á exponer lo absolutamente indispensable
para dar una sucinta idea de la naturaleza de
este tributo, su historia, su actual organización,
sus reformas proyectadas, las que cree­
mos más convenientes, los perjuicios que á la
agricultura irroga su mala administración, y
las causas principales de que esta contribución,
que debiera ser la mejor administrada,
sea la que se encuentra .en peores condiciones
de cuantas en conjunto forman el haber con
que el Estado, la Provincia y el Municipio
cuentan para atender á sus gastos.
Siendo ó debiendo ser su base la utilidad
calculada de los edificios, fincas rústicas, el
cultivo de éstas y la ganadería, elementos de
difícil ocultación, y caso de haberla de comprobación
fácil, de tal suerte ha obrado la
Administración en este impuesto, que acaso
no haya otro más injustamente repartido, en
términos que mientras para algunos no es
sino una ligerísima carga, y á veces ni aun
ligerísima, para otros es de tal modo pesada
que no la pueden soportar.
Cuáles sean las causas de esta inexplicable
situación del impuesto es lo primero de que
vamos á ocuparnos, empezando por hacer la
historia del mismo, que ella nos dirá las más
fundamentales, y cómo, en vez de corregirse
los que puede decirse son vicios originarios,
han ido agrandándose á medida que las necesidades
del Tesoro, siempre crecientes, hicieron
preciso el aumento de los tipos tributarios
para obtener mayor cantidad con que atender
á las cargas del presupuesto; la injusticia en
el reparto ha llegado á tal punto, que de todos
los ámbitos de la nación parten amargas quejas
que en los actuales momentos han obligado
á los altos poderes del Estado á fijar su
atención en el estado de nuestra agricultura,
de nuestra ganadería, y parece procuran los
remedios necesarios, aunque presumimos no
lograrán sus buenos deseos, porque los medios
escogitados no son los más apropiados para
llegar al fin apetecido.
Establecida la contribución de que nos ocupamos
en 1845, en sustitución de varios impuestos
y gabelas que á la propiedad, la agricultura
y ganadería afectaban más ó menos
directamente, como eran los tributos Ce paja
y utensilios, frutos civiles, cupo territorial de
contribución de culto y clero y otros, sin que
sea visto negar ni por un momento los buenos
propósitos del ministro reformador, es lo cierto
que se hizo sin la preparación conveniente,
careciendo la Administración de los datos estadísticos
necesarios; sin base fija que ofreciera
la probabilidad al menos de un reparto
equitativo, pecado original de que no podrá
librarse sin grandes sacrificios, y que fué la
causa de hacer el impuesto de cupo repartible
en vez de ser de cuota individual. Si en lugar
de precipitar la reforma se hubieran elevado
los anteriores tributos en la cantidad precisa
á las necesidades del Tesoro, y algo más para
preparar la reforma, haciendo una estadística
parcelaria, siquiera defectuosa, pudiera haberse
implantado este tributo en condiciones
de buena organización, y aunque siempre con
alguna injusticia involuntaria, que inherentes
suelen ser á las reformas, podrían ya estar

CON 2' ¡79 — CON
reparadas y ser hoy el impuesto mejor organizado,
y el más equitativo y justo en su exacción.
Pero se hizo todo lo contrario; se tuvo
solamente en cuenta la necesidad del Tesoro
y la gloria del reformador, en vez de buscar
las utilidades para saber lo que obtenerse podía
en favor del presupuesto; se vio lo que
éste precisaba, y se derramó entre las provincias,
sin conocer las utilidades; se encargó á
aquéllas repartieran entre sus pueblos la parte
que á cada uno correspondiera; se compelió
á los pueblos á repartir el cupo que la
provincia le señalara entre los propietarios,
cultivadores y ganaderos; lo esencial era hacer
la reforma y obtener 300 millones de reales.
Así fueron los resultados alcanzados.
Como la Administración no tenía datos
estadísticos bastantes para repartir el cupo
total, resultaron desigualdades é injusticias
de importancia al designar los cupos provinciales.
Al repartir las provincias su respectivo
cupo entre los pueblos, las desigualdades se
agrandaron, ya por la causa arriba indicada,
ya porque influyendo la pasión en la derrama,
resultaron unos pueblos favorecidos, mientras
que otros resultaban muy perjudicados. Y
por último, viéndose los pueblos compelidos
á derramar y obtener el cupo que la provincia
les señalara, entre los contribuyentes de la
localidad, las pasiones tomaron alto vuelo, y
se vio en la inmensa mayoría de los casos que
los más gravados fueron los hacendados forasteros,
que, lejos de la Junta repartidora, no
conociendo las operaciones de ésta, ignorando
los recursos que utilizar pudieran y desconociendo
cuándo podían hacerlo, fueron los más
perjudicados con la precipitación de la reforma,
que dio lugar á que un tributo que la
justicia y la equidad aconsejan sea de cuota,
se estableciera siendo de cupo repartible; vicio
del que aún no ha podido librarse, á pesar de
recientes esfuerzos, tan plausibles como inútiles.
No fueron éstos solamente los inconvenientes
del planteamiento de la contribución, sino
que se estableció una lucha entre los pueblos,
las provincias y la Administración, que Ha
hecho antagónicos, por no decir enemigos, los
intereses del Estado y el contribuyente, cuando
debieran ser armónicos; lucha que si siempre
y en todas partes es peligrosa, en nuestro
país produce terribles consecuencias , por lo
mismo que aquí hasta el más místico no cree
pecaminoso defraudar al Estado, porque considera
que obra eu ley de defensa; error á
que ha dado lugar en gran parte la Administración
por esa desconfianza en que por regla
general se inspiran todos sus funcionarios.
La Administración, persuadida sin duda
de las-injusticias del reparto para 1845, rebajó
50 millones del cupo general para 1846, y
dio comienzo á la formación de un amillaramiento
que hacía base del reparto, que fué
por donde debió empezar; pero los resultados
que se obtuvieron fueron muy deficientes, y
sin embargo, en. 1849 se elevó de nuevo el
cupo total á 300 millones, disponiéndose que
ni el cupo provincial ni el municipal, ni la
cuota individual excediera del 12 por 100 de
la riqueza; proposito plausible, pero ineficaz,
porque no conociéndose la riqueza del contribuyente,
del pueblo, ni de la provincia, el problema
se planteaba mal. Si se hubiera procurado
primero conocer la riqueza, obtener de
ésta el 12 por 100 y la resultante tomarse
como ingreso para el presupuesto, la modificación
hubiera sido provechosa; pero invertidos
los términos, es decir, siendo forzoso obtener
300 millones y no pudiendo pasar del 12
• por 100 el cupo provincial, el municipal y la
cuota individual, y siendo lo desconocido la
riqueza imponible, esto es, la base del impuesto,
preciso fué elevar ésta tanto cuanto era
necesario para, sin exceder el tipo tributario,
obtener los 300.millones, y resultó lo propio
que en 1845, la desigualdad en las provincias,
algunas de las cuales ni aun aquéllos imperfectos
datos estadísticos quisieron facilitar,
y ésta es la hora que, después de cuarenta
años, la Administración no ha logrado
que hagan amillaramientos buenos ni malos,
ni. tienen apéndices, y sólo hacen repartimientos
sobre la base de la riqueza que al principio
se les señalase, con los aumentos que exigencias
de la Administración han conseguido.
En 1856 se elevó el cupo total á 350 millones,
pero siempre al tipo de 12 por 100; de
modo que fué preciso obtener aumento de la
riqueza líquida imponible. La Administración
lo consiguió, ¿pero cómo? no fué por declaraciones
espontáneas de los contribuyentes;
tampoco por comprobaciones sobre el terreno
sino en contadísimos casos; lo consiguió
por la presión que la administración provincial
ejercía sobre los pueblos, que ante los peligros
de la comprobación admitían aumentos
eu la riqueza, y sucedió lo que era natural;
cada jefe de provincia oprimía á los primeros
pueblos que, obedientes al mandato, se presentaban
á conferenciar, y luego que había
logrado aumento bastante para obtener el
cupo provincial nuevo sin salir del 12 por
100, cesaban de oprimir á los pueblos reza-
.gados; injusticia notoria y que dejaba una
triste enseñanza, cual es que el que mejor se
presta á cumplir sus deberes sale perjudicado.
Los pueblos siguieron defendiéndose con
recargar á los hacendados forasteros, sobre
todo á los propietarios que á gran distancia
residían; pero bien luego, sobre todo en las
Castillas, se vieron privados de esta injusta
defensa, porque circunstancias que después
enumeraremos, aumentaron de extraordinario
modo la demanda de colonias, y los propietarios,
aprovecháudose de tan favorables circunstancias,
pactaron con los cultivadores
que corrían de cuenta y cargo de éstos los tributos
ordinarios y extraordinarios que sobre
la riqueza territorial se hallaban establecidos
ó en adelante se establecieran.
Eu 1858 se elevó el cupo á 400 millones y
á 14 el tipo tributario; más tarde, á 430 y

CON — 280 — cox
14,10 respectivamente, consiguiéndose aumentar
la injusticia de la carga, pues mientras
al que tenía su riqueza oculta en nada Se
le gravaba, al contribuyente honrado se le
hacía cada vez más pesada.
Persuadida sin duda la Administración de
que ese sistema jamás conduciría k corregir
los defectos del tributo, antes bien no hacía
otra cosa que aumentarlos, quiso hacer un esfuerzo,
y en parte le hizo en 1860 practicando
un amillaramiento que ultimado, aunque
no en todas las provincias, en 1862, es el que
sirve de base en la actualidad á este impuesto
en la mayoría de los pueblos, con las modificaciones
de los apéndices anuales y las
comprobaciones parciales.
Amantes de la verdad no hemos de ocultar
que algo se hizo, y que eran buenos los propósitos
de la Administración;.pero no bastaron
á evitar que la desigualdad continuase;
es más, esta medida, que realizada en buenas
condiciones pudiera haber resultado altamente
provechosa á la Administración y al
contribuyente, no dio los resultados apetecidos.
Si en vez de gastar el producto de la
desamortización en muchas cosas que á la sazón
no eran necesarias, se hubiera aplicado en
gran parte á la formación de una buena estadística
parcelaria, á hacer por lo menos un
buen registro de las fincas que hubieran de
contribuir, y un buen recuento de la ganadería,
hubiera podido realizarlo por sí la Administración;
pero se hizo todo lo contrario; se
quiso echar sobre los contribuyentes y los
pueblos el gasto del amillaramiento, y esto
imponía necesariamente la obligación de asociar
á la obra de la Administración los pueblos
y contribuyentes; tuvieron éstos que
hacer las declaraciones y aquéllos los amillaramientós,
y sucedió lo que era natural y lógico
, que las relaciones no decían la verdad,
y los amillaramientos distaban mucho de la
misma, porque temerosos de la desconfianza
de la Administración, persuadidos de que más
tarde volverían las exigencias de ésta, que tal
enseñanza les dejara lo acontecido en años
anteriores, buscaron en muchos casos la defensa
en la ocultación de las unidades contributivas,
porque sabían que en la formación
de las cartillas evaluatorias tendrían grave
lucha con la Administración provincial, en
la que habían de salir vencidos, y resultó lo
que temían, que la Administración buscó su
defensa en las cartillas, logrando así en el conjunto
elevar la riqueza líquida imponible; pero
como siempre, con una injusticia evidente,
pues mientras al que ocultaba no lograba hacerle
tributar lo debido, al contribuyente honrado
que había declarado la verdad, al pueblo
que falto de protección política se aproximó
á la verdad al practicar el amillaramiento,
la elevación de las cartillas hizo que la carga
fuera ya abrumadora.
Coincidían en aquella época varias causas
que si entonces no se creían que pudieran perjudicar
á la riqueza del país y á la industria
agrícola, bien luego se vio el daño que las
causara.
En efecto; para hacer la valoración de las
unidades contributivas habían de tenerse en
cuenta los precios de las especies producidas
en el decenio anterior, deducidos el año en
que le tuviesen más alto y más bajo, las unidades
de producción de cada finca y la calidad
de éstas.
Las guerras europeas por un lado; el movimiento
de la riqueza territorial, efecto de la
desamortización por otro, y además el gran
impulso que se diera á las obras públicas por
entonces, aumentaron considerablemente la
demanda de cereales y legumbres, en términos
que los precios se elevaron como nunca se
había visto sino en años calamitosos; y por lo
tanto, el elemento principal para hacer la
cartilla evaluatoria perjudicó, y no poco, á
la riqueza contributiva.
El modo de llevarse á cabo la desamortización;
el miedo en los colonos á perder su
modo de vivir si no se hacían propietarios; el
natural afán de adquirir, y la aparente facilidad
del pago por ser á plazos, aumentó extraordinariamente
el valor sobre todo de las fincas
rústicas, por la gran demanda que de ellas
había, y aun en casos por la vanidad, obligando
á los nuevos propietarios á roturar todos
los prados para así obtener de las tierras
vírgenes grandes cosechas con que atender al
pago del excesivo coste de adquisición; y como
quiera que en los cinco ó seis primeros años
tenían cosecha anual y buena, sin tener en
cuenta que eso era debido al descanso en
que la tierra venía, hicieron que considerasen
de mejor calidad la tierra, que la fijasen mayores
unidades de producción, y por lo tanto,
los elementos todos que constituyen la base
de las cartillas evaluatorias fueran desfavorables
al contribuyente.
Bien luego se convencieron de ello cuando
disminuyó la demanda de cereales; cuando la
tierra se fué cansando de producir por tanto
esquilmarla; cuando por la escasez de prados
decreció la ganadería y faltó el único abono
que en la mayor parte del país es posible utilizar;
cuando las esperanzas de fácil transporte
de los productos por las líneas férreas se
convirtieron en tristes desengaños por la codicia
de las empresas y la impericia de la Administración,
que no ha sabido contenerla; cuando
no teniendo capital bastante para satisfacer
los últimos plazos de las fincas rematadas, se
vieron obligados los agricultores á someterse
á la usura, que se enseñoreaba en la inmensa
mayoría de las comarcas, porque el cebo de
los valores del Estado y las operaciones con
el Tesoro ahuyentaban los grandes capitales
numerarios de la agricultura, llevando á los
centros la plétora de dinero, dejando anémica
á la principal riqueza del país, entregado á
capitales liliputienses que lograban el 25 y el
30 por 100 desde Marzo á Septiembre; cuando,
por último, los campos de Odesa y las llanuras
de la virgen América nos hicieron una

COK — 281 — CON
ruinosa competencia que aniquiló las fuerzas
productoras. Entonces los contribuyentes, los
pueblos, los provincias, se convencieron de
que aquellas alegrías del 52 al 62 habían de
costarles muy caras.
En tanto la Administración, entregada á
esa desconfianza que aumentaban las pocas
comprobaciones que hacía, no viendo la
transformación que la riqueza urbana, rústica
y pecuaria había sufrido, impelida, cierto es,
por las apremiantes necesidades del presupuesto
y la angustiosa situación del Tesoro,
hijas de nuestras malditas luchas intestinas,
aumentaba el cupo general, que llegó á elevarse
á 720 millones de reales y al tipo de 23
por 100, sólo para el Estado, que excedió de
1.000 millones y del 27 respectivamente, por
la necesidad en que se encontraban los Municipios
de recargar el máximum autorizado por
la ley, para atender á los gastos de los pueblos
y las provincias. Creyendo que la ocultación
descubierta por las comprobaciones parciales
era general en todos los pueblos y
provincias, buscaba la defensa contra el contribuyente
en la elevación del tipo y del cupo,
sin tener en cuenta que al de mala fe, que tenía
oculta toda su riqueza, no le hacía tributar
ni un céntimo; que al que tenía oculta la
mitad no le imponía sino del 12 al 14 por 100,
y en cambio al contribuyente honrado, al pueblo
desvalido, le abrumaba de tal suerte que
le imposibilitaba el vivir, matando en absoluto
la producción, aminorando el cambio, disminuyendo
el consumo, á la vez que empeoraba
la situación del presupuesto y la del Tesoro,
ofreciendo así más cebo para que el capital
numerario no saliera de los grandes centros
de vida, y se ahuyentara cada vez más
de la agricultura, la industria y el comercio.
Es más, ni siquiera se ocupó de hacer un
nuevo amillaramiento que reparase la injusticia
general del hecho en 1862, aumentado
del modo antedicho, en lo que, no solamente
prescindía de la transformación que sufriera
la base del tributo, sino que hasta se olvidaba
del precepto legal de que el amillaramiento
no puede, al menos no debe durar más que
diez años, dando lugar á que los 25 apéndices
agregados ya al hecho en 1862 hayan producido
tal confusión en este punto, que bien
pudiéramos lanzar el reto de que no existe
funcionario público capaz de puntualizar en
un año los bienes por que contribuya cada
uno de los vecinos y hacendados forasteros de
una municipalidad de 500 vecinos: confusión
aumentada por las pasiones locales y las intemperancias
del caciquismo, que han dado
lugar á altas y bajas inconcebibles, y á que se
vea que los más poderosos, si se mezclan en
estas cuestiones, aumentando su riqueza, baja
su cuota contributiva á costa de míseros labriegos,
ignorantes ó desprovistos de todo
favor, ó á costa de los propios del pueblo, que
pagan en ocasiones cuotas elevadas sin tener
un celemín de tierra: hecho que hemos visto
en muchos pueblos, y que no ve la Adminis­
Día—IV.
tración provincial, que no hace más que examinar
si está repartida la totalidad del cupo,
y si la riqueza líquida es la correspondiente á
la cantidad exigible, dado el tipo á que salga
en la localidad, sin descender al examen detallado
de los apéndices y repartimientos:
bien que no tiene, ni bastante personal, ni
por regla general lo suficientemente idóneo,
ni tiempo para hacer otra cosa, pues que en
pocos días han de examinar un oficial y un
auxiliar los apéndices y repartos de más de
300 pueblos, si no se ha de retrasar el cobro
delprimer trimestre del año económico para
que se hacen.
A curar todos estos males tendía la reforma
de 1878; á reparar estas injusticias se encaminaba
la reforma de 1881, que no aplaudiremos
como se merece, y la razón de esta
manera de obrar nuestro apellido la ofrece,
pues pudiera creerse que la gratitud nos
obligaba; reforma no bien comprendida, calificada
de perturbadora por la pasión, sin tener
en cuenta que era y es el único medio
de llegar al fin apetecido, con poco tino suspendida
primero y con poca prudencia anulada
más tarde.
Tenía como principal fin aquella reforma
aminorar desde luego las injusticias que entraña
el repartimiento, para extinguirlas en
adelante; era su medio principal cambiar la
naturaleza del impuesto, haciéndolo de cuota
individual en vez de ser de cupo repartible,
asegurando al contribuyente de buena fe, no
sólo la rebaja del tipo tributario, sino que
no se le aumentaría mientras no se depurase
toda la riqueza contributiva; es más, se le
daba la esperanza, que se hubiera trocado en
realidad, de que aún se bajaría el tipo, y por
lo tanto la cuota, al término dé la obra, ofreciendo
en cambio un castigo para aquellos que.
no cumpliendo con sus deberes ni ayudando
á la Administración á verificar la riqueza,
base del tributo, dificultaban la reforma.
Bastaría que ésta se fundase en alterar la
esencia del impuesto, haciéndolo de cuota en
vez de ser de cupo, para que todos la hubieran
proseguido, aunque por el pronto hubiese
sufrido algo el presupuesto, lo que no admitimos,
porque no hay razón de justicia que
abone, ni aun siquiera de utilidad que disculpe
el que el impuesto sea de cupo repartible.
Todo español está obligado á levantar las
cargas del Estado, la Provincia y el Municipio
según sus haberes; pero ni la ley escrita
ni la natural exigen ni pueden exigir que un
ciudadano pague las faltas de otro, ya sea por
desgracia, ya por mala fe, ya por la impericia
ó la pasión de los repartidores. Si un contribuyente,
por una desgracia, se hace insolvente,
no hay razón que justifique que lo pague
su convecino ó un terrateniente de la localidad,
sino que lo pierda el Estado. Si un contribuyente
de mala fe elude el pago, es irritante
que otro satisfaga á la Administración
lo que aquél defrauda, y si las Juntas admiten
bajas caprichosas ó altas sin fundamento,
19

CON — 282 — CON
y reparten de modo que resulten inevitablemente
partidas fallidas, ellos deben ser los
responsables, no el contribuyente honrado,
que no tiene más obligación que pagar la cuota
que por sus utilidades le corresponda.
No hay que esperar que el contribuyente
denuncie á su convecino, que aparte de la
odiosidad que en sí lleva la denuncia, ofrece
el peligro de la venganza, y nadie se atreve
con el poderoso; el único que puede descubrir
es el pueblo, y éste nada gana con declarar
más riqueza en el momento que el cupo
de la provincia se ha de repartir entre los
pueblos, y el de aquéllas entre la nación; y
en tanto que el contribuyente no tenga las
seguridades que se le ofrecían por la reforma
del 81; mientras abrigue el temor, mejor dicho,
la seguridad de que obrando de buena fe
ha de ser perjudicado, no espere la Administración
que la sinceridad brille en sus declaraciones
, mucho más con la enseñanza que la
historia le ofrece en cuarenta años de vida
que el impuesto lleva. Si dicha reforma hubiera
continuado, á estas horas se habría adelantado
mucho, y hubiéramos llegado, si no á
la verdad absoluta de la riqueza contributiva,
que esto es punto menos que imposible, á una
cosa bastante aproximada; hubiesen desaparecido
muchas injusticias; hubiese disminuido,
y no poco, la lucha que existe entre el contribuyente
y la Administración, y pudiera
hacerse un alto en que la carga no fuese tan
onerosa por estar mejor repartida, y con menos
sacrificio llegar á hacer la estadística parcelaria,
de absoluta necesidad si el tributo ha
de tocar los límites de la justicia.
Nos hemos detenido tanto en la parte histórica,
que nos vemos precisados á abreviar
el resto de nuestro trabajo, en parte adelantado,
pues que en lo expuesto hemos indicado
el estado actual del impuesto.
Fúndase éste, como ya hemos dicho, en la
utilidad calculada de las fincas rústicas, urbanas
y ganadería; para fijar esa utilidad se buscan
las unidades de producción en el amillaramiento,
ó sea la relación de los bienes que
cada uno tiene dentro del término municipal,
hecha por las declaraciones de los contribuyentes,
coleccionadas por la Junta municipal
y el Ayuntamiento, y para valorar la producción
de cada unidad tributaria están las
cartillas evaluatorias, que es el término medio
de lo que de cada una se obtiene en diez
años, deducidos los dos en que hayan tenido
más alto y más bajo el precio las unidades
de producción. Esto por lo que hace á
la riqueza rústica y pecuaria, que en cuanto
á la urbana se fija la utilidad sin atender al
decenio; en las grandes capitales, por lo que
producen en renta ó producirían si se arrendasen,
deduciendo el 25 por 100 por huecos
y reparos; en las pequeñas poblaciones estableciendo
tres ó cuatro categorías ó clases y
amoldando á ellas todos los edificios sujetos
al tributo, y en cuanto á los molinos, fábricas,
ete., se deduce el 66,66 por 100 de la
renta, y se toma como riqueza líquida imponible
el 33,33.
Señalado así el producto anual calculado á
cada unidad tributaria; multiplicado por éste
el total de unidades contributivas de cada vecino
ó propietario, se obtiene la riqueza líquida
imponible, que sirve de base al repartimiento
que hace la Junta y el Municipio, aplicando
á cada contribuyente, ó sea ásu riqueza líquida
imponible, el tipo tributario, aumentado
con la parte necesaria para cubrir partidas
fallidas. Esto para todos los pueblos que siguen
tributando por el sistema antiguo; que aquellos
en que por entrar á disfrutar de la reforma
de 1881, no es en realidad para ellos contribución
de cupo y sí de cuota; ésta se obtiene
aplicando el tipo á la riqueza que según
los resúmenes de cédulas resulte de cada uno,
con las variantes que ofrezcan los apéndices
anuales, que no son ó no deben ser otra cosa
que resúmenes de las altas y bajas que resulten
de las transmisiones de la propiedad ó de
nuevos descubrimientos de riqueza ó pérdida
total de la misma; debiendo añadir, para dar
sucinta idea de la base del tributo, que en la
riqueza urbana todo el impuesto se carga al
propietario, y en lo rústico, si la propiedad y
su disfrute está en una misma mano, se hace
lo propio; pero si está dividido, si el propietario
no es á la vez cultivador, entonces la
cuota se distribuye entre los dos, aplicándose
al primero la parte que corresponda por la ;
renta que percibe y el resto al segundo, pues
que entre ambos se reparte la utilidad calculada.
Existen algunas exenciones temporales, ya
totales, ya parciales, tales como las de los
nuevos edificios por el primer año de su construcción;
las de las colonias agrícolas, que,
aparte de otras ventajas, tienen la exención
del aumento del tributo durante quince años;
los plantíos de vid, que durante los mismos
años no tributan como tales plantíos ni como
viñedos, sino que siguen tributando como lo
hiciesen antes de la transformación del terreno,
y lo propio sucede con los olivares, sólo
que es mayor el período de la exención.
Examinados así en conjunto los principales
preceptos por que se rige el impuesto, no
parece que puedan entrañar tantos inconvenientes;
pero silos examinamos detenidamente,
veremos que ellos son la verdadera causa
de los males que acarrean á la agricultura y
á toda la riqueza del país.
Dejando á un lado la manera de hacerse el
amillaramiento vigente, que no tiene por base
una estadística parcelaria, ni siquiera un registro
de fincas; pasando por alto que los apéndices
se han hecho á capricho, no exigiendo
la presentación de los documentos traslativos
de dominio, ni subiendo á unos lo mismo que
á otros se baja; prescindiendo de otros defectos
que fuera prolijo enumerar, vengamos á
las cartillas evaluatorias y las exenciones, y
por su esencia, por la manera de llevarse á
cabo, nos persuadiremos de que éste es el prin-.

CON — 283 — CON
cipal fundamento de las enormes injusticias
del reparto.
Por sensible que nos sea confesarlo, porque
hemos pertenecido á la Administración, nos
vemos obligados á consignar que la principal
causa de los males que acarrean las cartillas
evaluatorias vigentes se debe á que la Administración
, con rarísimas excepciones, se compone
de funcionarios muy dignos, muy probos,
muy celosos, pero que por punto general
desconocen la propiedad y el cultivo, ignoran
cómo se realiza la producción y el cambio, y
atentos sólo á buscar en la uniformidad de los
trabajos la facilidad de llevar á cabo los que
creen ser su única misión, causan incalculables
perjuicios que urge reparar, si quiere, evitarse
la ruina de la principal riqueza de la
nación.
Si quisiéramos aducir pruebas del desconocimiento
que la Administración tiene del modo
de ser de la riqueza y de la producción, tendríamos
tarea para mucho tiempo y necesitaríamos
un libro para enumerarlas; pero basta
con que citemos algunas para que nuestros
lectores se persuadan de la verdad de estas
aseveraciones.
Una Administración que en el reglamento
general de estadística afirma que no es mayor
la utilidad de una finca cercada que la de
otra abierta; una Administración que en resolución
de 9 de Noviembre de 1878 afirmó
que sembrar de garbanzos una tierra en trashoje,
ó sea en lugar de descansar y ser barbechada,
gana en fuerzas productoras, cuando
nadie ignora que es la producción que más
esquilma la tierra; una Administración que
conceptúa de igual producto, dada la unidad
productora, á una finca de grandísimas dimensiones,
con su casa de labor en el centro de la
misma, que los bocadillos de tierra que se ven
en las cartillas y provincias del Norte; una
Administración que no admite como labores
necesarias, deducibles sus gastos, el asurcar, el
rejacar y el escarde, sobre todo en trigos y
cebadas; una Administración que parte del
error de que no puede haber más que tres
calidades en los terrenos de pan llevar, y
solamente dos en los viñedos y olivares; una
Administración, en fin, que al señalar las
exenciones hace iguales los plantíos del Mediodía
de España que los de las llanuras de
Castilla y las montañas del Norte, no puede,
en verdad, ofenderse porque se diga que no
tiene la competencia necesaria para llenar debidamente
su misión.
Pues bien: buscar la uniformidad cuando
es varia hasta lo infinito la riqueza territorial
y el cultivo, resulta un absurdo al pretender
aquélla, que será muy cómoda, pero altamente
injusta. No hay dos provincias iguales; es
más, dentro de la provincia no hay dos zonas
idénticas; más aún, dentro de las zonas no
hay dos pueblos semejantes, ni en éstos pudiera
decirse dos fincas completamente iguales;
y si es tanta la variedad, ¿á qué buscar
la unidad cuando se trata del tributo? Com­
párese hasta la organización de la propiedad,
y se verá que del Guadarrama para el Sur la
propiedad se concentra á medida que al Sur
se llega, á excepción de las huertas de Murcia,
Alicante y Valencia, y esto por razones
especiales, y se subdivide para el Norte, llegando
casi á lo inconcebible cuando á la costa
cantábrica nos acercamos; mientras en muchas
zonas de Andalucía, 100, 200 ó 300 pares
de labor no tienen que atender sino al sustento
de una familia, en Castilla, León, Asturias
y Galicia atienden á multitud de familias,
y hasta esto debe tener en cuéntala
Administración, porque no es lícito prescindir
de la manera de ser las cosas.
El cultivo de las grandes fincas es mucho
más productivo que el de las pequeñas porciones:
primero, porque eu aquél todo el producto
es para el dueño ó colono; en éstas, fuera
de las producciones mayores, el aprovechamiento
de rastrojera y barbechera es de común
aprovechamiento; segundo, porque en la finca
grande los gastos del cultivo son menores y
ia recolección más barata; en las pequeñas
tierras, en llegar con los pares á la arada y
en las vueltas, se pierde la mitad del tiempo;
y tercero, porque en las primeras la custodia
y defensa de las cosechas es fácil, y en las
segundas es punto menos que imposible; pues
si aparte de otras mil diferencias que pudieran
citarse, las enumeradas patentizan lo vario
de la producción, ¿cómo se explica que la
Administración imponga la unidad al hacerse
las cartillas evaluatorias? No nos cansaremos
de repetirlo: puesto que la variedad más absoluta
constituye la esencia de la riqueza base
del tributo, la Administración no puede buscar
la unidad sino en los principios fundamentales
del impuesto, esto es, que todos
paguen según la utilidad calculada que tengan;
que la utilidad sea la resultante de deducir
de los productos ordinarios que aproveche
el cultivador, los gastos precisos para obtener
esa producción. Hay pueblos en que no son
bastantes tres calidades de terreno para hacer
con justicia la evaluación, pues se ponen cuatro
ó cinco; será el trabajo más minucioso,
pero se acercará más á la verdad. Se precisa
eu unos pueblos cuartear las tierras para
obtener producto y en otros no; se necesita
en unos asurcar y en otros no; se aprovecha
en unos por el que disfrutan las fincas todos
sus productos y en otros no; pues todo debe
tenerse en cuenta para hacer la cartilla evaluatoria;
en una palabra,'cada pueblo necesita
la suya, hecha en consonancia con la manera
de ser de la producción. Que esto ofrece
trabajo á la Administración, que lo ofrezca;
que no tiene datos bastantes para hacerlas,
pues llévese á la Administración personas que
conozcan el génesis de la producción prácticamente,
que conozcan la manera de ser de
los pueblos, y que conozcan también las localidades,
y ellas serán el mejor elemento que
la Administración puede utilizar contra los
que pretendan defraudar ¡os intereses del

сох
Estado, perjudicando á sus convecinos y á sus
conciudadanos. Hemos vivido y vivimos en
los pueblos; hemos vivido en la Administración
, y la práctica nos ha enseñado que sólo
de este modo, y después de mucho trabajo,
podrá llegarse á la aproximación á la verdad,
única aspiración que puede tener la Administración
y el contribuyente.
Todo lo que hemos expuesto, que principalmente
se refiere á la parte de cultivo, es
perfectamente aplicable á la ganadería. En
esta riqueza la variedad es, si cabe, más infinita
, y sin embargo la Administración siempre
buscando la unidad, dando resultados tan sorprendentes
que dentro de una misma zona,
•en dos pueblos limítrofes de los más parecidos,
mientras en el uno se supone un producto
líquido á cada cabeza de ganado lanar de
15 reales á unos, en el otro no pasa de 4, y
en cambio dos pueblos, uno con ganaderías
que apenas si exigen gastos, y otros en que
éstos se equiparan á los productos, la riqueza
líquida imponible base del impuesto es igual,
y por lo tanto para aquéllos la carga es ligera,
para éstos se hace de todo punto imposible el
sostenimiento de esta riqueza, que debe inspirar
mayor cuidado á todos, pues el día que
desaparezca, la agricultura quedará agonizante
, pues que si la tierra no recupera las fuerzas
que con la producción pierde, dejará de
criar, y es preciso no olvidar que el único
abono que la generalidad de los agricultores
puede utilizar es el que la ganadería proporciona
, pues los abonos minerales, á más de ser
muy caros, sería en muchos puntos poco menos
que imposible su aplicación por no ser
bien conocida, debiendo además tener en cuenta
que los ensayos podrán hacerlos los grandes
agricultores pero no los pequeños, que
si pierden una cosecha de lo poco que labran,
causarían su ruina y la de su familia.
Nos hemos extendido tanto que nos vemos
•obligados á acortar nuestra tarea, limitándonos,
para terminar, á ocuparnos de dos reformas
que se han iniciado en 1885 y en el año
actual, y del efecto que han producido recientes
quejas de agricultores y ganaderos, y los
medios que la Administración escogita para
buscar alivio á los gravísimos males que padece
la principal riqueza del país.
En 1885 se promulgó una ley en que se
•ordenaba que al hacerse los nuevos amillaramientos,
la totalidad de la cuota se cargara al
propietario, aunque el disfrute estuviese dividido
entre éste y el colono; reforma es ésta
que si desgraciadamente se llevara á cabo, produciría
lamentables resultados. Cierto es que
ahorraría trabajo á la Administración; pero
dada la situación actual de esa riqueza, en la
que ha disminuido la demanda de tierras en
cultivo y aumentado la oferta, quizás por excesivas
exigencias de los propietarios, establecer
antagonismos entre dueños y cultivadores,
dejar á éstos libres de la tributación, cargarla
toda sobre aquéllos sería de funestísimas consecuencias,
á más de ser contrario al precepto
— 284 —
CON
constitucional. Exige éste que cada uno pague
por la utilidad que tenga, y se nos ocurre
preguntar: ¿obtiene lucro el colono? Es evidente.
¿Pues cómo si alcanza utilidad ha de evitar
la carga? ¿Con qué razón ni justicia se ha
de hacer responsable al propietario' y las fincas
de la utilidad que se obtiene con el capital
mueble y la industria? ¿Se ha de hacer
solamente porque la Administración trabaje
menos? Mediten nuestros hombres de gobierno
mucho este punto, y de seguro la reforma
intentada se dejará en el olvido.
En el año actual se ha proyectado otra reforma,
que consiste en dividir los tres conceptos
de que se compone el impuesto, es decir,
lo urbano, lo rústico y lo pecuario. Si á esto
se limitase la reforma, la tributaríamos toda
clase de alabanzas, que riquezas de índole tan
diversa, de tan distinta naturaleza, no deben
ser objeto de una sola tributación. Pero la reforma
va más allá; en lo urbano se busca la riqueza
imponible, de modo que los perjudicados
son los habitantes del campo y pequeñas
poblaciones; en lo rústico se basa en la reforma
intentada en 1885, y en lo pecuario se señala
desde luego un tipo igual de riqueza líquida
para todos los pueblos de la Península, por
ese constante afán de la Administración de
buscar la unidad, que tanto monta señalar una
cuota igual por cada cabeza, y bastará hacer
una simple observación para que sus autores
fijen de nuevo su atención en este asunto, de
vitalísimo interés para la riqueza pública, ya
que felizmente no ha llegado á ser ley el proyecto.
Se señala la cuota de 3 reales por cada
cabeza de ganado lanar en toda España. Pues
bien; ¿produce lo mismo el ganado lanar
en Extremadura y en las montañas que la
separan de Castilla, que en las llanuras de
ésta? ¿Creen que pesa tanto el vellón merino
del llano de Castilla, como el del puerto de
Tornavacas, divisorio de Castilla, y la tierra
de Plasencia? ¿Vale tanto la arroba de lo uno
como de lo otro? ¿Cuesta lo mismo la manutención
del ganado estante que la del trashumante?
¿Es la misma la utilidad del abono
para el que dispone de todo lo de su ganado,
con más el del trashumante, que la que obtienen
los pobres ganaderos de Castilla, que
pierden todo lo de los meses de otoño, invierno
y parte de la primavera? ¿Cuesta lo mismo
la guardería de los rebaños de las dehesas
de grandes dimensiones, que un mayoral y un
zagal custodian cómodamente 500 y más cabezas
, sin que apenas tenga que pagar daños
el dueño del ganado, que en la subdividida
Castilla, donde no pueden guardar arriba de
300, y esto con mucho trabajo y gran exposición
de causar daños? Pues si son tan distintas
las utilidades; si son tan diversos los
gastos de producción; si son tan diferentes
los precios de las crías y de las lanas; si unos
tienen producto y medio, y otros medio producto
del abono, ¿cómo exigir la misma cuota
á todas las cabezas de ganado lanar? Esto

CON — 285 — CON
resultaría notoriameute injusto en sí, y más
si en cuenta se tiene el tipo señalado. Tres
reales por cada cabeza en Castilla, dado el actual
tipo tributario, supone á cada cabeza una
utilidad líquida de 15 reales, cuando apenas
si alcanza en venta el precio de 40 reales.
Quizás y sin quizás estas reformas hayan
sido la gota que ha hecho que rebase la
paciencia de que tantas pruebas han dado
agricultores y ganaderos, dando ocasión á
que la alarma haya llegado hasta la representación
nacional, y que no habiendo tenido
tiempo de procurar los males que tan hondamente
aquejan á la agricultura y ganadería,
ha sido causa de que el Gobierno se preocupe
de esta cuestión, que es de grandísimo interés
para todo el país. Pero, sentimos decirlo, el
medio escogitado, ó sea la creación de una
numerosísima Comisión de información, y que
ha de llevarse á cabo en los meses menos á
propósito para esta clase de trabajos, por
grande que sea la competencia de las personas
que la compongan, no ofrecerá otro resultado
, como decía pocos días hace un ilustrado
diario político, que el amontonamiento de
papel escrito, gastos de publicación si se hace,
y después relegarlo todo al olvido. Somos los
primeros en reconocer el buen propósito, pero
no dudamos en afirmar que los resultados no
corresponderán á las esperanzas.
Si la Administración contara en su seno
con personal conocedor de la riqueza y su
modo de producir, fácil sería ahora al poder
central saber la verdad, y en corto espacio de
tiempo; de ahí nuestras quejas, tantas veces
repetidas, de que no se busque ¡a idoneidad
para los cargos públicos.
Búsquese, hágase una estadística parcelaria,
sin prevenciones.por £arte de la Administración;
háganse buenas cartillas evaluatorias, y
tantas como pueblos lutyan de tributar; gástese
en esto lo que innecesariamente se invierte
en servicios que, ó son innecesarios, ó
dan tregua; hágase de cuota el tributo para
que nadie pague sino por sus utilidades; hágase,
en fin, la reforma buscando la justicia,
y nada más que la justicia, y á la vez que se
obtendrá la equidad en el impuesto, la Administración
tendrá el conocimiento exacto de
los males que aquejan á la principal riqueza
del país, y podrá buscar los remedios convenientes,
y evitar las consecuencias de la desesperación
de los contribuyentes, que nadie es
capaz de calcular.
C. Rico.
CONTRIBUCIÓN INDUSTRIAL Y DE
COMERCIO.—Aunque aquí pudiéramos tratar
sobre la contribución de subsidio, lo verificaremos
en otra parte, para indicarlas contribuciones
que en lo antiguo se cobraron bajo
ese nombre, á la vez que las que hoy se realizan
con el mismo, y las dificultades y contratiempos
que originan á las industrias agrícolas.
El subsidio industrial y de comercio, en la
forma que antes se pagaba, y de que en la pa­
labra Subsidio hablaremos, era más gravoso
por la forma que el hoy satisfecho; pero tanto
á la industria como al comercio se perjudica
con esas gabelas que en no pocos casos
son una prohibición, en lugar de la libertad
que exige su desarrollo.
J. de Hidalgo Tablada.
CONTRIBUCIÓN PERSONAL (Impuestos
directos).—Al tratar de la contribución de
capitación hemos indicado cuanto á ésta creemos
convenir en una publicación de la índole
de la que nos ocupa; sólo añadiremos que en
algunas provincias y varios pueblos se encuentra
establecida la prestación personal, (véase
esta palabra), que de ordinario ofrece recursos
útiles á la comunidad de los pueblos para
destinarlos á obras públicas y su conservación.
J. de Hidalgo Tablada.
CONTRIBUCIÓN TERRITORIAL —
I. Las naciones bien regidas en la distribución
de los impuestos tienen cuidado de verificarlo
de modo que sean lo menos gravosos.
Así Inglaterra, por ejemplo, procura que la
propiedad territorial pague el 12 por 100 del
total de los ingresos necesarios para saldar
las cuentas de gastos del Estado (1). En la
distribución á los inmuebles, cuyo máximum
es de 10 por i 00. siendo la renta superior á
200 libras, el 5 k 150, y queda exceptuado de
impuesto todo producto inferior á 60 libras.
El total impuesto, 37 millones de pesetas (2).
El producto de los colonos ó arrendatarios
del suelo fué computado en el equivalente
á 8
/ 4 de la renta en Inglaterra y 1
¡. 2 en Escocia
(3). Las Repúblicas italianas, que fueron
las que más discurrieron para inquirir la manera
de aplicar con equidad los impuestos y
la igualdad en su distribución, y en el siglo xv
formaron el catastro bajo la base de cédulas
de declaración de la propiedad, su producto,
etc., como hoy tiene lugar en España, según
diremos después, el máximum de imposición
era el 7 por 100 del producto líquido
del inmueble (4).
En los Estados Unidos no es general el
método seguido por los Estados, pues suele
cada uno tener su marcha especial para cubrir
sus obligaciones particulares y Jas generales.
En una gran mayoría las obligacionespesan
igualmente sobre los capitales. El 2,50
por 1.000 del valor de las tierras lo paga también
el capital de los Bancos de descuento y
giro, y el 3 por 100 el dinero prestado y sobrelas
mercaderías vendidas; 1 por 100 sobre los
coches de lujo; 2 por 100 sobre las vajillas de
plata ú oro; en general, los impuestos gravan
(1) La Hacienda pública de Inglaterra, por Parnell.—M.
Mili.: Contribuciones de la India inglesa,
v. I, página 278.
(2) Des finances de l'Anglaterre, par H. Lassalle.
(3) Historia de los impuestos generales, por Parice.
(4

CON — 286 — CON
á los capitales y no sobre el trabajo (1). En
los casos que se impone sobre el producto, el
interesado hace la declaración de los que tiene;
esta declaración se supone hecha bajo juramento,
y su inexactitud castigada como
perjurio. Si el asesor elegido por sufragio universal
cada dos años pone reparos á la declaración,
se eligen dos contribuyentes convecinos
(freeholders), que son arbitros de poner
lo que falta (2).
En Alemania, como en todas las naciones,
los impuestos han sufrido más ó menos
variaciones, unas veces convenientes á los administrados
(al Estado), y otras á los administradores
(el Gobierno) (3), y la nación
que nos ocupa no ha sido la que menos ha
.trabajado, ideando desde la contribución progresiva,
cuyo invento se atribuye á los italianos,
hasta la de capitación por clases (4).
En cualquier caso los impuestos resultan del
3 al 6 por 100 del producto líquido evaluado.
Los contribuyentes pueden recurrir contra la
cuota impuesta, ya sea personalmente, ó por
medio de peritos (vertrancus manner), á los
que dan la facultad de examinar su fortuna y
entenderse con la Comisión nombrada para el
reparto. El Imperio prusiano tiene clasificados
los diferentes países que forman la Confederación,
y cada uno concurre con su contin-
.gente, según nos manifiesta Dietiaxi en su.
.Miltheilunge des Slalisiischen. La tendencia
manifiesta de ese país por los impuestos directos
ha sido siempre advertida, reemplazando
los consumos por una capitación por
clases y dobles derechos de sucesión y donaciones.
De los pocos datos que poseemos del Imperio
ruso podemos deducir que se exige el
10 por 100 del producto líquido en general
de las industrias, y 1 á 2 por 100 del capital
comercial (5). La obra de M. L. de Togoborski
sobre las fuerzas productivas de la Rusia
da luz bastante para apreciar mejor que ordinariamente
se hace de tan vasto imperio.
(Véase Rusia.)
Francia, antigua y moderna, puede decirse
que casi tuvo y tiene el mismo sistema
tributario que España respecto á la contribución
territorial. La ley de 3 frimaire, an VII,
relativa á la repartición, á la manera de cubrir
la contribución territorial en Francia; el
Consejo de los ancianos y el de los quinientos
respectivamente, formaron el Reglamento,
-compuesto de 8 títulos y 155 artículos, que
casi todos copiados á la letra fueron traduci-
(1) De la democracia en America, tomo III, pagina
369.
(2) M. Maitland: Property and income-tax, pagina
64.
(3) Zur linkommeusteuer frage von ]S. JBaums-
•tarte, pagina 69.—Bévue d'Edimbourg, Janvier de
1856, pagina 118.—Sistoria de Federico II, tomo
III, pagina 1788.
(4) M. Simon, pagina 734.
(5) La Busia y los rusos. por Tourgueneff.
dos al castellano, siendo el fundamento del
sistema tributario para la contribución de inmuebles,
cultivo y ganadería (véase esta palabra)
que en 1845 estableció el ministro de Hacienda
D. Alejandro Mon, y que con algunas
variaciones existe hoy. La diferencia que existe
en la actualidad entre Francia, que á principios
del siglo nos indicó la manera de obrar,
es que allí está generalmente bien repartido
el impuesto, y en España empezó'por plantearse
mal, y así continúa. Principió la contribución
por gravar la riqueza con un 12 por
100 del producto líquido evaluado, y ha seguido
aumentándose hasta el 22,80, y en algunos
casos el 25, que hoy se paga; resultando
con frecuencia que, sin embargo de seguir
todas las provincias de España un mismo régimen,
el cupo del lesoro sale á diferente
tanto por 100, hasta haber algunas que pagan
por el 15 por 100 y otras por el 24. Entre los
pueblos las diferencias se distinguen en iguales
proporciones, y todo es barullo y desconcierto.
El origen proviene de haber planteado
mal la contribución, dando carácter permanente
á los cupos de los 300 millones de reales
repartidos en 1845, y después haber ido
subiendo hasta 711 millones por que contribuye
dicha riqueza.
Si según se ha ido depurando la riqueza se
hubiese aumentado ó disminuido el cupo, hoy
contribuirían todos los terratenientes por
igual tanto por 100, y no se daría el espectáculo
de desorden de unos pagar por el 15 y
otros por el 23, y además quedar demostrado
que somos los españoles los que más pagamos
por contribución territorial en Europa y parte
de América. Esto explica el estado de nuestra
agricultura y la crisis que le ha creado la
libertad comercial caái absoluta á que nos
ha llevado el señor ministro de Estado. No
hay posible competencia, aunque se diga lo
que se quiera, entre dos productores de una
clase que el uno paga pocos impuestos, yel
otro muchos y crecidos. La diferencia permite
franquear las distancias y bajar los precios
, cuya concurrencia no es sostenible por
el que más paga. Aquí viene á propósito la
doctrina de M. Thiers, que sostiene que los
impuestos, cualquiera que sea su naturaleza,
se pagan en último resultado por los consumidores,
atendiendo que obrando el impuesto
como un aumento de gastos de la producción,
el productor necesita reintegrarse de ese gasto
á la venta del fruto, si no ha de arruinarse,
pues es evidente que la producción cesa
desde el momento que no se reintegra los gastos
y algún beneficio.
II. La contribución territorial en España
resulta organizada hoy bajo una base que
hace tiempo propusimos (1) su modificación.
Confundir la contribución que grava á la tierra
con la que paga el colono ó arrendatario
(1) En 1860 remitimos á D. Juan Bautista Trúpita,
Director general del Banco, lina Memoria que
extractaremos.

CON — 287 — CON
que la cultiva, y el ganado, cuyas dos cosas
son tan variables, es contrario á la índole del
impuesto. La contribución impuesta á la tierra
debe pagarse por el dueño de ella ; la
industria colónica, como tal, debe pagar el
subsidio correspondiente mientras se ejerza,
y la ganadería igualmente. De este modo la
tierra no tendrá que soportar partidas fallidas
del cultivo ó riqueza colónica y de la ganadería.
Separado lo amovible de lo que es permanente,
la cuota del cupo de territorial y
la riqueza evaluada para cubrirlo tiene alguna
permanencia, y no resulta gravada con las
bajas de los colonos y de los ganados; motivo
frecuente de reclamaciones de los pueblos, y
á que la Administración contesta, obligada,
que si hay baja en una clase, subida habrá en
otra con que nivelar el capital. De esto resulta
un gravamen injusto contra los terratenientes,
que son en último término los que
pagan las bajas de la riqueza colónica y de la
ganadería.
La base para determinar el impuesto es la
evaluación de la riqueza (véase esta palabra),
la cual se verifica según las reglas establecidas
en el reglamento de Septiembre de
1845 y orden de la Dirección general de 7 de
Mayo de 1850. La cartilla tiene las cuentas
de gastos, productos y el líquido imponible
que resulta, y está sujeto al impuesto. Esas
cuentas clasifican las tierras en tres clases,
primera, segunda y tercera, únicas que admiten
, sea cual fuese su aplicación, á siembras,
plantíos, pastos, huerta, etc., tengan riegos
•ó sean de secano. Las cuentas y la clasificación
se efectúan por las Juntas periciales ó de
evaluación, nombradas parte por los Ayuntamientos
y parte por la Administración. Esta
aprueba las cartillas con las cuentas de gastos
y productos, que son la medida de la capacidad
tributaria, y como de ordinario ese documento
no está bien formado, la distribución
del impuesto resulta mal repartida, no sólo
de las provincias entre sí, sino de los pueblos
de cada provincia, y en ellos entre los contribuyentes.
Los propietarios presentan al Ayuntamiento
y Junta pericial una declaración jurada en
que conste las tierras que les pertenecen, su
deslindé, aplicación, valor y producto.
Con esos dos documentos se procede á hacer
el amular amiento, en que se agrupa toda la
propiedad y se cierra con el resumen del número
de hectáreas de cada clase que resulta
y el capital líquido imponible que ofrezcan,
entre el cual se reparte el cupo de la contribución.
Esto es, en compendio, el resultado de
infinitas disposiciones hasta hoy acordadas,
pero que en la práctica se han alterado cqn
perjuicios que afectan á la verdad del resultado
que se busca y es necesario conseguir,
sin lo que es una farsa indigna la que se está
representando hace años entre los pueblos y
la Administración; farsa conocida de ambas
partes, y de que cada una hace lo que puede
para sacar partido.
En lugar de esperar el resumen del amillaramiento
después de hecho, se exige por la
Administración al presentar la cartilla evaluatoria
él resumen de un documento sin
hacer, y aplicando los tipos de la cartilla á las
clases y número de hectáreas en cultivo que
se supone resultará cuando esté el amillaramiento
hecho, se suma el capital total imponible,
que si conviene á la Administración se
conforma, y si no aumentando los tipos evaluatorios,
elevando el número de hectáreas
de tierra de primera y rebajando el de segunda
y tercera, llega al capital que se busca por
la Administración, sin más fundamento que
aumentar y siempre aumentar, con razón ó
sin ella, pues nadie sabe la verdad, y aprobada
la cartilla y el resumen, se procede á hacer
el amillaramiento, que fácil es comprender
resulta cualquier cosa, y de ordinario su resumen,
que ningún interés hay en hacerlo,
es otra cosa bien distinta de lo convenido
antes de hacerlo. Con esta marcha, ¿qué ha de
resultar? Lo que hemos dicho: una farsa que
por los años que lleva merecía un remedio
radical; pasar á otra época de más formalidad,
y sobre la base de los capitales reconocidos y
amillarados, inquirir la verdad relativa, variar
la distribución de los cupos según lo que
cada pueblo arrojara, y en adelante establecer
el cupo á un tanto por 100 directo con los
contribuyentes, y quitar la mancomunidad
fijada hoy, que tantos perjuicios origina á los
pueblos y á la Administración.
El obligar en la clasificación de las tierras
á encerrarse en el estrecho círculo de tres
clases, origina daños sin cuento, y como en la
naturaleza existen más clases, es una exigencia
contraria á la verdad, con notorio perjuicio
de ambas partes, pues se dificulta la manera
de hacer con equidad la distribución del impuesto.
Para la conservación del amillaramiento y
justificar el movimiento de la propiedad amillarada
se hace todos los años un apéndice al
amillaramiento. Este documento, que sin la
riqueza colónica ni la ganadería confundida
con la riqueza territorial y urbana sería un
documento fácil y de cortas dimensiones, pues
sólo tendría que relatar el movimiento natural
de estas dos últimas clases de riqueza,
determinando las altas y bajas de los propietarios
por ventas ó herencias, al hacerlo de
los colonos en un país que los arrendamientos
es costumbre hacerlos por corto tiempo, es un
trabajo ímprobo y del cual resultan las partidas
fallidas, porque el colono, que no suele
pagar la renta, mal pagará los impuestos. Separar
la riqueza colónica é imponerle como
una industria que es un subsidio, como ya
digimos, es una necesidad útilísima para la
Administración y los administrados. El movimiento
de altas y bajas, natural en la ganadería,
exige su separación de la contribución
territorial, que en ninguna parte está confundida
con ella.
Con los amillaramientos, una vez aprobados

CON — 288 — CON
por uo haber reclamaciones contra ellos, se hacen
los repartos del cupo, que expuestos al
público y no teniendo reclamaciones, se aprueban
por la Administración y procede á su
cobranza.
Las faltas de exactitud en los pagos por
trimestres en los cinco días marcados por los
recaudadores, da lugar á un procedimiento
administrativo, con recargos y costas, y la
venta del inmueble en pública subasta por las
dos terceras partes del valor que resulte del
líquido producto por que se paga, considerando
el capital al 5 por 100 en lo rústico y
al 4 por 100 en lo urbano.
Los Ayuntamientos y Juntas periciales que
falten á los deberes que imponen los reglamentos
y disposiciones vigentes en la confección
de los documentos de la estadística administrativa,
están sujetos á multas y penas
muy fuertes, entre las que se cuentan pagar
los impuestos que no se recauden en tiempo
oportuno por su morosidad; pero lo cierto es
que ese excesivo rigor escrito nunca se lleva
á la práctica, por la razón de que las grandes
amenazas quedan por sí mismas sin fuerza de
aplicación.
III. Expuesto (cou.la concisión necesaria
al sitio en que esto escribimos) lo que hemos
creído respecto á la contribución territorial en
España y otras naciones, sólo añadiremos que
ínterin no se busque el medio de evaluar la
riqueza por una tercera persona que no sea la
Administración, interesada en exagerarla por
más y los pueblos por menos, seguirá la farsa
de sacar el mejor partido unos y otros, sin
que de nada sirva legislar y dar disposiciones
que nadie está dispuesto á cumplir.
J. de Hidalgo Tablada.
CONTRÍN.— Peso usado en Filipinas,
equivalente á,39 centigramos.
CONTUSIÓN. —Daño que recibe alguna
parte del cuerpo por golpe que no causa herida
exterior. Cuando un cuerpo contundente
rasga la piel, á la solución de continuidad
que resulta se llama herida contusa. Las causas
más frecuentes de las contusiones son los
golpes que con palos ó piedras se dan á los
animales, la presión continuada de los atalajes,
las caídas, los tropezones, las cornadas y
las coces que se propinan unos á otros. Según
el volumen, figura y fuerza con que obre el
cuerpo contundente, será el efecto que produzca,
desde la simple rotura de algunos vasillos
subcutáneos, hasta la magullación completa
de las partes cubiertas por la piel. Las contusiones
recientes se tratan al principio con
refrigerantes, baños ó lociones con agua fría
y vinagre ó con el agua de vegeto, y luego
con emolientes y ungüentos suavizantes, como
el populeón, el cerato, etc.
Existen infinidad de contusiones que reciben
diversos nombres, según la región que
afectan, y de las cuales tratamos en los artículos
correspondientes. (V. Alcance, Cinchera,
Codillera, etc., etc.)
CONUCO.—Parcela de tierra que conce­
den en Cuba los dueños á sus esclavos para
que éstos la cultiven por su cuenta.
CONVERSIÓN.—Eu selvicultura se entiende
por conversión uu cambio fundamental
en la marcha del aprovechamiento de los
montes, cuando éste no se acomoda á las circunstancias
intrínsecas y extrínsecas de la localidad.
Estos cambios pueden ser de un método de
beneficio á otro, de uu método de corta á
otro, y de una especie á otra. Nosotros vamos
á hacer una ligera exposición de lo más substancial
de este importante asunto, copiando
en algunas partes el trabajo didáctico que se
debe, según opinión general, al distinguido
dasónomo Pascual, cuya erudita pluma trabajó
siempre sin descauso en favor de la agricultura
y los montes.
CONVERSIONES DE MÉTODOS DE BENEFICIO.—
I. CONVERSIÓN DE MONTE BAJO EN ALTO.—Se
ejecuta esta conversión cuando el suelo y el
vuelo se prestan al beneficio de monte alto, y
cuando se puede atrasar el aprovechamiento
de los productos. Para esta con versión los
chirpiales han de estar sanos y robustos, y la
localidad debe ser de gran feracidad.
Es errónea la opinión de que los chirpiales
no se pueden convertir en árboles, y lo es
mucho más la de que las semillas de los árboles
procedentes de chirpiales son inútiles para
la reproducción. Lo que sí es cierto, es que se
puede establecer un espacio largo para el primer
turno, porque los árboles procedentes de
chirpia son muy poco precoces y poco vivaces.
La conversión se puede verificar de tres
distintas maneras:
1.° Dividiendo el monte en tantas partes
como número de años tiene el turno que se
admite para el beneficio de monte alto, y cortando
cada año uuá de aquellas partes.
Cou este método se llega poco á poco á establecer
el turno deseado, pero al principio
se pierde mucho, no sólo en productos, sino
en porvenir, porque se llega muy pronto con
los cortas á rodales que son muy viejos para
el brote y muy nuevos para la diseminación.
2.° Retrasando las cortas hasta que el
monte principie á llevar semillas fecundas,
procediendo en este caso á la división correspondiente.
Este procedimiento evita los
inconvenientes del anterior, pero tampoco es
de recomendar, porque durante mucho tiempo
no se puede esperar otro aprovechamiento
que el pequeño producto de las claras.
3.° Conservando el turno que tenga el
monte, y dejando al practicar la primera roza
gran número de resalvos por medio de los
cuales se obtiene la conversión en monte alto.
II. CONVERSIÓN DE MONTE MEDIO EN ALTO.
Puede hacerse ésta por el sistema de cortas
preparatorias y por el de conversión directa.
El primero exige las operaciones siguientes:
1.° Adopción de un turno transitorio, de
manera que á su terminación los árboles más
viejos se encuentran en estado de regenerar
naturalmente el monte, y los más jóvenes

CON — 289 — CON
pueden prosperar hasta el fin del turno definitivo.
2.° División del turno transitorio en dos
períodos ó subturuos iguales, durante los
cuales se recorra la extensión de la serie con
las cortas de conversión.
í!.° Determinación de la posibilidad de las
cortas de conversión por superficies iguales.
Este sistema tiene la gran ventaja de asegurar
la regeneración del vuelo naturalmente,
pero también ofrece sus desventajas. En
primer lugar, produce.una súbita disminución
en la capacidad de la corta anual, y en segundo,
ofrece el peligro, muy grave á veces, de
criar árboles procedentes de cepas que deben
permanecer en pie hasta una edad avanzada.
Cierto es que para atenuar estos inconvenientes
se aconseja la ejecución de cortas especiales
en las series colindantes para llenar
el déficit que resulta de las cortas preparatorias,
y también la reducción del primer turno
de monte alto, con relación á la edad de
las cepas y de la ¡ongevidad de las especies;
pero entonces resulta que para evitar un inconveniente
se cae en otro, porque si se efectúa
la primera regeneración de monte alto
en un espacio de tiempo muy corto, habrá
necesidad de explotar en el turno siguiente
existencias que no habrán llegado á su cortabilidad,
de modo que sólo podrá estar constituido
definitivamente el monte alto regular á
la terminación del segundo turno.que siga al
primero adoptado como provisional.
Por todas estas razones los dasónomos prefieren,
en el caso de la clase de conversión de
que se trata, adoptar el sistema que se llama
de conversión directa.
Para comprender bien el procedimiento
que este sistema exige, supongamos un monte
medio beneficiado al turno de treinta años,
cuya superficie sea de 600 hectáreas, y que se
trata de convertirlo en monte alto de baya y
roble, beneficiado al turno de ciento veinte
años.
Comenzaremos por admitir este turno como
de conversión, y ¡o dividiremos luego entres
períodos de cuarenta años. La distribución
del aprovechamiento quedará entonces repartida
como sigue:
Primera distribución, que constará de diez
cortas de edad de veintiuno á treinta años; segunda
distribución, que constará de diez cortas
de edad de once á veinte años; tercera distribución,
que constará de diez cortas de edad
de uno á diez años.
En el primer período se aprovecharán las
existencias de la primera distribución por
medio de cortas diseminatorias, aclaradoras
y finales, y el repoblado que se obtenga de las
reservas se completará por medio del cultivo.
AI mismo tiempo se reunirán en una sola subserie
las 400 hectáreas de monte bajo restantes
, y se aprovecharán por partes de 1
En el segundo período se regenerarán de
la misma manera 200 hectáreas de monte
bajo, comprendiendo las cortas de la subserie
que tengan de cuarenta á veintiún años. Se
continuará además la explotación del monte
bajo por partes de
¡ l S ) de
superficie, teniendo cuidado de reservar un
cierto número de resalvos para que sirvan
para facilitar más adelante el repoblado.
1
/ i0 de superficie sobre
200 hectáreas de la tercera distribución, y se
ejecutarán cortas, de mejora, aclareo y limpia
en el vuelo anteriormente regenerado.
La posibilidad de las cortas de regenera-.
ción se fijará por volumen. La de las demás
cortas, por superficie.
Cuando el monte medio de cuya conversión
se trata está dividido en pequeñas series
y sea necesario reunir ó agrupar algunas de
ellas para formar una de monte alto, entonces
la conversión puede hacerse por los mismos
procedimientos de cultivo, y por medio de
una combinación de explotaciones análoga á
la precedente. Sirva para el caso un ejemplo.
Supongamos que se trata de convertir en
una sola serie de monte alto, tres series de
monte medio beneficiado al turno de veinticinco
años y que ocupen una superficie de
200 hectáreas.
Si el turno aplicable al monte alto que
debe reemplazar al monte medio fuese de
ciento veinte años, lo dividiríamos en tres
períodos de cuarenta años cada uno, destinando
á cada uno de ellos una serie de monte
medio.
Considerada como una subserie cada una
de estas destinaciones, la primera se regeneraría
en el primer período, en tanto que se
continuaban en las otras los aprovechamientos
por separado por cortas de 1
¡ i 0 de la superficie,
con sujeción al beneficio de monte
medio.
En el segundo períodp se regeneraría la
segunda destinación, sometiendo ala vez la
primera á los cláreos necesarios, y la tercera
al beneficio de monte medio por cortas también
de 1
/ i0 de la superficie.
En el tercer período, por fin, se regeneraría
la tercera destinación, y al mismo tiempo
se harían las cortas regularizadas en el repoblado
regenerado.
Si en vez de tres series de monte medio debiese
comprender cuatro la de monte alto,
bastaría entonces dividir el turno en cuatro
períodos en vez de tres, y la transformación
se efectuaría de la misma manera; pero si la
serie de monte alto no debiese comprender
más que dos de monte bajo, entonces habría
que modificar la regla precedente para no dar
á los períodos una duración demasiado larga.
Del mismo modo tendría que atenderse á la
constitución de las distribuciones, si las series
de monte medio que debiesen agruparse
fuesen muy desiguales.
Por lo demás, cualesquiera que seau las
circunstancias que se presenten, no pueden
ofrecer nunca obstáculos serios, ni á la aplicación
del método, ni al establecimiento de un
buen plan de aprovechamiento.
El procedimiento de que acabamos de ha-

CON — 290 — CON
blar evita los peligros y dificultades que trae
siempre consigo el de cortas preparatorias;
pero también exige gastos, considerables á
veces, por la necesidad de acudir al repoblado
artificial.
Sin embargo, estos mismos gastos pueden
reducirse mucho combinando los dos métodos
del modo que vamos á indicar, presentando el
ejemplo de un caso particular.
Supongamos un monte medio beneficiado
al turno de treinta años y destinado á ser
convertido en monte alto, que á su vez esté sujeto
al turno de ciento veinte años. Dividiendo
éste, como turno de conversión, en tres
períodos de cuarenta años, claro está que si
puede constituirse la segunda destinación con
una masa de chirpia de buen porte, estado
y espesura, y en la que además domine la especie
de que se quiere formar el monte alto,
tendrá más cuenta que seguir en ella el beneficio
de monte medio, someterla á un plan de
cortas regulares para facilitar la regeneración
natural en el segundo período. Las explotaciones
seguirían en este caso la marcha siguiente:
PRIMER PERIODO.—Primera distribución.—
Cortas de regeneración, en las cuales las reservas
sean las que efectúen en su mayor parte
la repoblación, completándose ésta por medio
de siembras.
Segunda distribución. — Cortas preparatorias.
Tercera, distribución.—Cortas de monte
medio.
SEGUNDO PERIODO.—Primera distribución.—
Cortas de aclareo, mejora y limpia.
Segunda distribución.—Cortas regulares de
regeneración, en las cuales los chirpiales más
desarrollados del monte medio concurran con
los resalvos á la repoblación.
Tercera distribución.—Cortas de monte medio,
ó cortas preparatorias, según sea el estado
de la vegetación, la composición y espesura
del repoblado de esta distribución al
terminar el primer período.
TERCER PERIODO.—Primera distribución.—•
Cortas de aclareo.
Segunda distribución.—Cortas de aclareo y
limpia.
Tercera distribución.—Regeneración natural
ó artificial, según el tratamiento que se
haya aplicado en el segundo período á las
existencias de la tercera distribución.
La combinación de que acabamos de hablar
no es la única que puede realizarse entre las
de su género, pero el indicado ejemplo pone
de relieve el partido que se puede sacar de la
combinación de los dos métodos, que es lo
que deseábamos dar á conocer.
III. CONVERSIÓN DE MONTE AETO A ME­
DIO.—La conversión del monte alto á medio
proporciona muchas ganancias durante los
primeros años, pero puede producir graves
daños si no se hace con el orden debido.
Cuando un monte alto beneficiado al turno
de ciento veinte años se ha de convertir en
monte medio al turno de cuarenta, y por consiguiente
se divide el monte en cuarenta cortas
en vez de las ciento veinte en que antes
estaba dividido, la corta se hace desde este
momento tres veces mayor, y el monte da al
principio más productos que anteriormente
daba.
También se pueden criar brinzales desde
el principio de la conversión por medio de las
cortas á cláreos sucesivos, pero por este método
se llega sucesivamente con las cortas á
rodales muy nuevos en general, y aun á algunos
demasiado nuevos para la diseminación
y muy viejos para el brote. En este caso no
se obtiene el repoblado por la acción única
de la naturaleza, y faltan también los árboles
maderables.
Se vence el primer obstáculo empleando el
cultivo allí donde no se logra el repoblado
por medio de la naturaleza, y el segundo por
el método siguiente:
Supongamos que sea un monte alto, beneficiado
á ciento veinte años, que se haya de
convertir en monte medio, beneficiado á cuarenta;
en este caso se seguirá la marcha siguiente:
1.° El monte se distribuirá en las clases de
edad que siguen: Primera clase, con plantas
de uno á cuarenta años; segunda clase, con
plantas de cuarenta y uno á ochenta; tercera
clase, con plantas de ochenta y uno á ciento
veinte.
2.° La primera edad se dividirá en cuarenta
cortas, y cada año se cortará una, de
modo que los árboles padres que se han de
reservar se veden para lo sucesivo; de los
árboles de cuarenta años quedarán por hectárea
los que exija la cría futura de los resalvos,
según la localidad.
3.° La segunda clara se reserva completamente
en el primer turno.
4.° La tercera clara se divide, como la
primera, en cuarenta cortas; no se corta cada
año una de ellas, sino que se tratan los rodales
de esta clase como monte alto, estableciendo
cortas á cláreos sucesivos y criando plantas
nuevas. Por lo demás, se deja un número de
resalvos proporcionado á la localidad.
En los primeros cuarenta años hay que
hacer dos distintas clases de operaciones, á
saber: unas en los rodales nuevos donde el
repoblado se obtiene por el brote, y otras en
los rodales viejos donde el repoblado se obtiene
por diseminación.
Al terminar los primeros cuarenta años la
primera clase tendrá chirpiales de uno á cuarenta
años y resalvos de cuarenta á ochenta,
y además alguno que otro árbol de más edad
procedente del anterior monte alto.
La tercera clase contendrá brinzales de uno
á cuarenta años, resalvos del anterior monte
alto.
La segunda clase contendrá brinzales de
ochenta y uno á ciento veinte años.
Al llegar á este punto se podrá cortar al
mismo tiempo en todas las tres clases, pero

CON — 291 — CON
cuidando de no distribuir mucho las cortas,
porque entonces se reducirán á dos clases.
Agregúese la primera clase á la segunda, y
se crían brinzales en la segunda clase, según
las reglas de la dasotomía.
Cuando no se puede seguir la serie de cortas
y se desea introducir en un monte sin
orden el principio de la división del suelo, se
distribuirán las cortas del modo que convenga
al porvenir del monte medio. Para su localización
se tomarán en cuenta todas las circunstancias
locales, atendiendo poco ó nada á la
edad de los rodales. A fin de que con esta
desigualdad de edad se puedan plantear las
cortas antes ó después de lo que exige el terreno
, no se elegirá un turno ni muy largo
ni muy corto.
Durante el curso del primer turno pueden
presentarse, respecto á la edad de los rodales,
los casos siguientes:
1.° Que el rodal se halle en una edad en
que brote con lozanía y en que sea útil para
el aprovechamiento.
2.° Que el rodal no sea muy viejo para el
brote, pero que sea demasiado nuevo para el
aprovechamiento.
3.° Que sea viejo para el brote y bueno
para la diseminación.
4.° Que para la diseminación sea nuevo y
para el brote viejo.
En el primer caso se procederá como prescribe
el método general de monte medio.
En el segundo hay que determinar si los
gastos de apeo se cubren con los productos.
Siendo esto así, se puede cortar el rodal, cualquiera
que sea su edad, porque de otro modo
los árboles se llegarían á pasar y no llegarían
á brotar durante el segundo turno. Si los productos
no cubren los gastos, es ventajoso reservar
el rodal hasta la época en que llegue á
ser útil para la diseminación.
En el tercer caso se crían los brinzales por
cortas á cláreos sucesivos, y se trata el rodal
de un modo general.
En el cuarto hay que determinar si convendrá
preferir el cultivo á un plan de cortas.
Si se opta por este último extremo, debe
hacerse durante el primer turno una clara
más fuerte que la costumbre general, pero no
tanto como en una corta disemiuatoria; con
esta operación se obtiene un producto, se favorece
el crecimiento y se prepara la diseminación
para el turno inmediato.
Hay mucha ventaja en la alternativa de las
cortas. Como no siempre es preciso cortar el
monte en la edad que fija el turno, se pueden
obtener grandes ventajas anteponiendo ó postergando
la época de la corta. Cuando se llega
con la numeración de las cortas á rodales
viejos que deben repoblarse por diseminación
y hay otro rodal que conforme á su numeración
debe cortarse muchos años después, pero
que contiene planta nueva que brota con
lozanía y que después no brotará del mismo
modo, se suele preferir esta corta y se deja la
que corresponda, porque lejos de causar daño
el retraso, acarrea provecho positivo cuando
se presenta un año de abundante fruto.
En estas conversiones se deben aprovechar
los años de fruto, y por consiguiente se deben
dejar los rodales en que falte la diseminación.
IV. CONVERSIÓN DE MONTE ALTO EN MONTE
BAJO.—Ofrece esta conversión poca dificultad.
Basta para ello determinar, de un lado, las
partes del monte donde las cepas están en
buen estado para el brote, y de otro, aquellas
en que esto no sucede. En las primeras se
aplica desde luego el beneficio de monte bajo,
pero en las segundas hay que crear un nuevo
repoblado, sea por medio de cortas de repoblación,
sea por medio de siembras ó plantaciones,
á fin de establecer después el beneficio
de monte bajo.
Sea, por ejemplo, un monte alto de cien
años de turno que se quiera convertir en un
monte bajo al turno de veinticinco años. Si las
cepas pueden dar buena chirpia hasta los cincuenta
años, todos los rodales de esa edad se
sujetan á la roza en cortas sucesivas anuales
de 1,25 de la superficie. El resto del monte,
que tendrá árboles de cincuenta y uno á cien
años, se sujetará á las cortas de repoblación,
de modo que en el espacio de veinticinco años
se obtenga un repoblado de edad gradual, al
que se aplicará el mismo beneficio y turno
que á la superficie anterior.
V. CONVERSIÓN DE MONTE BAJO EN MONTE
MEDIO.—Esta operación no consiste más que
en dejar sucesivamente en el monte bajo, al
hacer las rozas anuales, el número y clase de
resalvos que por unidad de superficie haya
de contener el monte al ser transformado en
monte medio, con arreglo al turno que para
éste se adopte. Todo depende en este caso de
la buena elección de los chirpiales que hayan
de transformarse en resalvos, porque por lo
demás, las rozas del monte bajo se reproducen
normalmente, sin variación alguna, conforme
al turno á que el monte se beneficie.
VI. CONVERSIÓN DE MONTE MEDIO EN MON­
TE BAJO.—Más seucilla es aún, si cabe, esta
conversión que la anterior, porque queda reducida
á ir cortando en los tranzones que se
rozan cada año, los resalvos que contengan, de
modo que al finalizar el primer turno del
monte bajo quede el monte desprovisto de
todos los resalvos, y por lo tanto convertido
en un simple monte bajo.
CONVERSIONES DE CORTAS DISCONTINUAS A
CORTAS CONTINUAS.—Si un monte aprovechado
en la actualidad por el método de cortas discontinuas
se hubiera de aprovechar por el
método de cortas continuas, y para esto se
dividiera en un número de cortas, y sin más
se fuera aprovechando las cortas por el orden
de su colocación, las primeras darían pocos
productos y en las últimas se llegarían á
pasar los árboles en la actualidad ya aprovechables.
Para evitar este inconveniente se adopta el
método que sigue:
Se establece un plan de cortas para todo el

CON — ¿92 — CÜP
monte, y se divide éste según la serie de cortas.
En su formación se atiende más á la buena
colocación de las cortas que á los rodales
actuales. Después se divide el turno que se
baya admitido en tres períodos próximamente
iguales, y se determina lo que se debe cortar
en cada uno de ellos.
El aprovechamiento se obtiene de la manera
siguiente: Lo que se haya de repoblar en
el último período se va aclarando de manera
que se corten todos los árboles viejos que no
puedan llegar sin pasarse hasta aquel período.
Los rodales destinados al segundo período
se reservan, aprovechando tuncamente lo que
pudiera llegar á pasarse, y en los rodales
destinados al primer período se aplica desde
luego el método de cortas continuas.
Si se tuviera un monte alto de haya y se
fijara el turno á ciento veinte años, cada período
sería de cuarenta años.
Pero en esta clase de conversiones es mucho
mejor tomar la mitad del turno, porque
se pueden reservar eu todas las cortas árboles
de un turno para otro, lo cual facilita que se
llegue al orden con más prontitud, que se
mejore el terreno y que se aumente algo el
producto correspondiente al primer período.
Aunque el estudio de la igualación de productos
es objeto de la dasocracia, sin embargo,
en la dasotomía se puede notar que lo
poco que dan los rodales aclarados durante el
primer período se compensa con los productos
de los rodales destinados al tercero.
Antes de llegar con las cortas á los rodales
de este período, se hallarán éstos completos,
porque se han limitado los cláreos. Lo que les
falte en productos se compensará por los cláreos
de las cortas durante el primer período
y por los cláreos de los rodales destinados al
tercer período donde haya árboles ya pasados.
Al plantear las cortas en el tercer período se
hacen las claras en los rodales ya repoblados,
y con sus productos se elevan los rendimientos
del tercer período.
En los montes aprovechados por el método
de cortas discontinuas hay mezcladas plantas
de diversas edades. Es claro que no se cortan
las muy nuevas, y no se dejan en pie las muy
viejas, pero es tan difícil como necesario determinar
el momento en que se debe principiar
á cortar la planta nueva, pues ésta determinación
influye notablemente en la renta.
En las pendientes secas, en los climas cálidos,
y en general donde el repoblado encuentra
dificultades, peligros y gastos, se deben
reservar- las plantas nuevas, aunque no se
hallen en buen estado, pero jamás se deben
conservar las plantas enteramente dominadas,
con el objeto de hacer de ellas un nuevo rodal
, pues aun la madera sirve, cuando menos
en estos casos, de abrigo natural.
CONVERSIÓN DE UNA ESPECIE DE PLANTA A
OTRA.—Es útil esta clase de conversiones
cuando la especie de planta que forma el suelo
del monte no es á propósito para la localidad
; cuando no corresponde á las necesidades
del consumo; cuando se espera aumento en la
renta con la introducción de otra especie, y
cuando por este medio se pueden obtener los
productos en un corto plazo.
El modo de proceder en este caso no exige
aclaraciones especiales. El selvicultor no tiene
más que aplicar al monte de que se trata,
á medida que se vayan haciendo las rozas ó
cortas finales en cada año, el sistema de repoblación
artificial más adecuado á la localidad
y á la especie leñosa ó arbórea que se quiera
introducir, en sustitución de la que forme el
vuelo del monte. Por este medio resulta hecha
la conversión total al terminar el primer turno
, por la suma de las parciales, hechas año
por año en cada una de las cortas.
J. Jordana y Morera.
CONVOLVULÁCEAS (Botánica).—Familia
de plantas dicotiledóneas, que tienen el
cáliz con cinco sépalos muy pocas veces entresoldados,
formando cinco dientes; la corola
es gamopétala, con cinco lóbulos, ó á lo menos
con cinco pliegues; los estambres ascienden
á cinco, y el ovario lleva dos ó cuatro
celdas; un estilo, raras veces dos, y un estigma
en cada una de las dos divisiones que
suele tener este último. Hay convolvuláceas
arbóreas, arbustivas 3' herbáceas, con los tallos
derechos ó volubles de derecha á izquierda,
y con las hojas alternas, sin estípulas,
sencillas, enteras ó lobuladas. Las flores antes
descritas son regulares, y están sostenidas
por pedicelos axilares ó terminales., sencillos
ó tricótomos, y acompañados de brácteas.
CONVOLVÚLEAS.—Tribu de la familia
de las Convolvuláceas, que tienen el embrión
cotiledóneo; carpelos soldados formando uno
solo, y fruto capsular dehiscente. Los géneros
más importantes son los siguientes: Con-
•volvulus, L.; Ipomma, L.; Calysiegia, K. Br.;
JEvolvulus, L.; Polymeria, R. Br.; Bonarnia,
Thou.: Argyreia, Lour., etc.
COOKIÁ.—(V. Huampit.)
COPAIBA (Botánica).—Coa este nombre,
en la Isla de Cuba y en el Brasil, se distingue
la especie Copaifera officinalis, de la
familia de las Leguminosas, subfamilia de las
Cesalpíneas.
Árbol que crece naturalmente en la América
meridional, de 18 á 20 metros. Leño rojo;
ramas extendidas; ramos lampiños, de color
moreno ceniciento y en forma de ángulos entrantes
3'salientes; hojas alternas, pecioladas,
compuestas de tres á ocho hojuelas alternas,
largamente peduuculadas, ovales, agudas, enteras,
lampiñas, lustrosas, punteadas, algo
coriáceas, acompañadas en la base de dos estípulas
caducas. Flores blancas, pequeñas, hermafroditas,
colocadas eu racimos ramificados,
flojos, axilares. Cáliz formado de cuatro sépalos
extendidos, dos laterales, uno anterior y el
otro posterior; este último más ancho que los
otros tres, pues él solo representa dos hojuelas
del cáliz, cuyo vestigio se encuentra muchas
veces hacia su vértice, más ó menos profundamente
escotado. No tiene corola. Estam-

cor — 293 — COI'
bres, diez, libres, iguales, en dos filas; filamento
libre; antera pequeña, redondeada,
amarillenta. Ovario sostenido por un pie corto,
semilocular, biovulado, coronado por uu
estilo inclinado y después levantado, que termina
en un pequeño estigma. Fruto (vaina)
de pie corto, orbicular, oblicuo, comprimido,
puntiagudo, lampiño, bivalvo, que contiene
una semilla colgante, provista de un ala en
forma de saco, que envuelve más ó menos
completamente la base.
La principal producción de este árbol es
una óleo-resina fluida llamada impropiamente
bálsamo.
El bálsamo de copaibase obtiene practican-
Fi ffnra 129,—C
do durante el verano una incisión en el tronco
del árbol con un hacha, ó un agujero con
una barrena. Una sola abertura puede dar 6
kilogramos de líquido; se hacen dos ó tres á
cada árbol. Este jugo es líquido, transparente,
incoloro si es reciente; se vuelve de color
amarillo de limón con el tiempo; su olor es
fuerte y penetrante; su sabor amargo muy
desagradable; casi insoluble en el agua, se disuelve
en el alcohol absoluto, el éter y los
aceites esenciales.
El Brasil, Venezuela, San Salvador, las
Guyanas, etc., son los países de producción
de donde el bálsamo es exportado á todas
partes. Esta planta no es, por otra parte, el
único vegetal que da el bálsamo de copaiba;
se extrae también de los Copaifera guyanensis,
C. nítida, C. Martii, C. Langsdorfii,
C. coriácea, C. B'eyrichi.
El bálsamo de copaiba se administra en do-
sis de 4 á 20 gramos por día, én tres ó cuatro
veces. Da origen á una porción de formas farmacéuticas,
tales como las de emulsión, de
jarabe, de bolos, de pildoras, de cápsulas. Se
da igualmente en lavativas; se asocia frecuentemente
á la cubeba, y sé usa en el tratamiento
de las inflamaciones catarrales de
ciertas mucosas.
COPAIFERA — Género de la familia de
las Leguminosas. (V. Quiebra-hacha.)
C0PANG.-(V. Acacia.)
COPCOP—(V. Eugenia.)
COPEI.—Árbol de la Isla de Cuba, que corresponde
á la especie Clusia rosea, L., de la
familia de las Outíferas. Se halla en las costas,
aiba del Brasil
y está lleno de un jugo gomo-resiuoso muy
abundante. Se sirven de él en Cuba como medicamento,
y en las Antillas se emplea para
sustituir á la brea, obteniéndose en abundancia
por medio de incisiones que se hacen en
el tronco del árbol durante el mes de Abril.
Este vegetal es de magnífico porte, y tiene
grandes flores rosadas, constituyendo además
uno de los adornos de los invernáculos de Europa
por la hermosura de sus grandes hojas,
algo parecidas á las de la magnolia de flores
grandes. Adquiere una altura de 10 metros.
Exige para el cultivo tierra ligera. Se multiplica
por estaca.
El Copeysillo, Clusia alba, D. G, no adquiere
el aspecto arbóreo sino en la corpulencia
y fuerza de sus tallos y ramas, las cuales
necesitan para sostenerse del apoyo de un vegetal
robusto.
También es muy buscada para los inver-

COR — 294 — COR
náculos, á causa de la belleza de sus grandes
hojas, la especie Clusia flava, L., que es originaria
de la Jamaica. Forma un árbol de 7 metros
de alto, cuyas hojas son grandes, redondas,
muy enteras, opuestas y cartilaginosas.
Las flores, que son amarillas, aparecen en
verano.,
. COPIN.—Medida de áridos, usada en Asturias,
equivalente á medio celemín.
COPLA.—Uno de los nombres que en Cataluña
recibe el árbol Populus nigra, L. (Véase
.Álamo.)
CORAMBRE.—Conjunto de cueros ó pellejos,
curtidos ó sin curtir, de algunos animales,
y con particularidad de toro, vaca,
buey ó macho cabrío. (V. Odre.)
CORAZÓN ABIERTO—Vicio de las maderas,
que consiste en una ó más fendas ó rajaduras
de corta extensión, cuyo ancho mayor
corresponde al duramen ó corazón del árbol;
rara vez es mayor de dos ó de tres el número
de estas fendas; sus bordes no presentan hongos
filamentosos, y el color natural de la madera,
en la parte fendada, es igual al de la
parte no afectada, é indica su estado de sanidad.
Además, las fibras presentan sensiblemente
la misma tenacidad en las fendas que
en el resto de la sección del árbol. Este vicio
se presenta con mucha frecuencia en las piezas
de grandes dimensiones.
Lo natural en las personas poco prácticas
en maderas, es confundir el corazón abierto
con la pata de gallina, y de ello suele resultar
que á veces dejan indebidamente de utilizarse
algunas piezas de madera de muy buena calidad
, y de formas y dimensiones muy estimadas
en construcción naval. Esta confusión se
explica por la forma de las rajas, que es la
misma que presenta la pata de gallina, y la
causa de uno y otro defecto es la misma también
, pero con la diferencia de que en la pata
de gallina los tejidos se hallan profundamente
alterados, siendo así que en el corazón
abierto la alteración no se ha producido aún,
presentando la madera en que el vicio existe
tanta resistencia como la de otros puntos sanos
del árbol.
Resulta, en efecto, que en una edad algo
avanzada, cuando la circulación en las capas
anuales del árbol va siendo menos activa que
en las que le siguen más exteriormente, la diferencia
entre la densidad de unas y otras
capas, que antes estaba en favor de las del
corazón, está ahora en favor de las que le rodean
inmediatamente, y al reducirse la madera
de volumen, por la evaporación del agua
se forman esas fendas, cuyo mayor ancho corresponde
á las capas que menos resisten; pero
estas capas, por haber perdido algo de su
primitivo vigor, no han dejado de conservar
buenas condiciones de resistencia é inalterabilidad,
aunque las capas que la rodean sean,
como lo son en efecto, más vigorosas y menos,
alterables que ellas.
Hay en la vegetación una marcha que se
puede llamar ascendente y otra descendente.
En la primera, los tejidos más jóvenes son los
menos resistentes y los más alterables, y la
mayor resistencia é inalterabilidad corresponde
á los tejidos que llegan á su máximo desarrollo,
esto es, á ser los más viejos. Pasado
este período empieza el de descenso, en el
cual las capas leñosas pierden más de su vigor
á medida que va haciendo más tiempo que llegan
á su máximo desarrollo, perdiendo muy
poco las que hace poco tiempo fueron las más
vigorosas, que es el caso del corazón abierto,
y descomponiéndose por completo las que
haciendo muchos años que empezaron á decaer,
han dejado de existir, produciéndose
una fermentación que, no sólo descompone por
completo sus tejidos, sino que compromete,
por su contacto, la conservación de la madera
sana inmediata, que es el caso de la pata de
gallina.
Puede aplicarse la madera de corazón abierto
en construcción naval, á baos, ligaduras
y otras piezas enterizas. Para tablonería tiene
el inconveniente de no poder aprovecharse la
parte rajada. (V. Vicios y enfermedades de los
árboles y de sns maderas.)
CORAZÓN DE LA MADERA—Se dice
de las capas interiores del tronco y ramas de
los árboles dicotiledóneos, que son más duras
y antiguas que las demás que con aquéllas
constituyen el leño. Es voz sinónima de duramen.
(V. ,JM'adera.)
CORAZÓN HUECO.—Defecto de las maderas
, ocasionado por mala corta de la parte
central de las mismas. Se produce cuando al
caer el árbol deja éste unido al tocón una
parte de la madera no cortada por el hacha,
quedando por consiguiente, en la parte derribada
, un hueco que en muchos casos pasa de
un metro de longitud. Este defecto, que, como
se ve, da por resultado una reducción en el
volumen de la madera utilizable, suele tratar
de ocultarse por los contratistas de maderas
de arsenales (sobre todo cuando la parte hueca
que queda es de poco diámetro), con tacos
ó tapones de la misma, labrados y ajustados
perfectamente á la parte buena, disimulando
además el contorno del tapón con marcas
hechas con el riscador ó con el martillo. Este
fraude se descubre fácilmente limpiando con
el hacha ó la azuela los topes de las piezas.
Si las capas anuales de la parte en que
se suponga el fraude no coinciden con las del
resto de la sección, el engaño es evidente.
(V. Vicios y enfermedades de los árboles y de
sus maderas.)
CORBE.—Medida antigua por cestas ó canastos.
CORCHO.—Parte exterior de la corteza
del alcornoque (Quercus súber, L.), que es
generalmente objeto de aprovechamiento para
la fabricación de tapones y otros usos. Veamos
el modo de describirlo con más precisión
científica:
La corteza toda del indicado árbol se compone
de dos zonas concéntricas muy distintas
y de naturaleza muy diferente. La interior, que

COR — 295 — COR
está en inmediato contacto con el leño, está
formada por una substancia grauugienta, poco
elástica, mezclada con tejido fibroso, constituj'endo
la parte activa de aquel órgano, ó
sea el líber de todas las plantas leñosas dicotiledóneas.
Es lo que los prácticos denominan
madre, y también casca 6 curtido en Andalucía,
por la gran cantidad de tanino que
contiene. La segunda zona, más exterior, es
más gruesa que la precedente, y se compone
de una substancia esponjosa, blanda, elástica,
compresible y poco permeable, que es el
verdadero corcho. Puede considerarse esta
zona como una parte inerte de la corteza, que
participa del crecimiento del árbol, pero que
no contribuye á las funciones activas del vegetal,
como sucede con el líber, que concurre
á la formación de las capas corticales y leñosas
que cada año se forman en los troncos y
ramas de los árboles.
La escasa vitalidad del corcho explica el
por qué puede ser separado del árbol sin que
se resienta la vida de éste, en cuyo principio
descansa la teoría y práctica del descorche.
Al formarse un año tras otro las correspondientes
capas ó anillos leñosos y corticales,
sucede que las de este último órgano van
como empujando y apretando á las exteriores,
hasta que acaban por desgarrarlas, formándose
en la superficie del tronco profundas grietas
longitudinales. La capa anual que se forma
en la corteza es en realidad doble, porque
cada una de las zonas corticales crece de por
sí, teniendo lugar este crecimiento en la superficie
interior de las últimas capas formadas.
La del líber es muy delgada y apenas se distingue,
pero la del corcho es, por el contrario,
muy visible y gruesa. Debe decirse además
que, á semejanza de lo que pasa con los demás,
árboles, las capas anuales del corcho están
guarnecidas interiormente por una serie de
celdillas de color más obscuro que permiten
distinguir unas capas de otras y contar con
esto los años que el corcho teuga.
Es un error craso pensar que los árboles
viejos sueltan el corcho por sí solos. Esto sólo
puede suceder parcialmente y por causas accidentales,
esto es, cuando el tronco ó ramas
madres están atacados de alguna enfermedad
cancerosa por la cual se produzca el levantamiento
de alguna parte del corcho que esté
junto á la herida. / .
La corchiza, la primera corcha ó el bornizo,
que todos estos nombres recibe el corcho
virgeu formado de primera vez, se arranca de
los árboles para dar lugar á la formación del
segundero ó fino, que ya tiene un valor comercial
de importancia.
Respecto á esta reproducción cortical, las
opiniones andan muy encontradas. Preteuden
los prácticos que después del descorche ó pela,
como dicen en Andalucía, toda la capa del
curtido ó madre, esto es, el líber, es repelido
al exterior por la primera capa del corcho segundero,
fundándose para ello en que apenas
se encuentra curtido en los árboles recién
descorchados. Según su opinión, la casca existente
en el momento del descorche se convierte
en capa exterior del corcho nuevo. De pasar
así las cosas, la casca vendría á formar
una capa inerte que se podría arrancar sin
poner en peligro la vida del árbol. Esto es lo
que precisamente se ha hecho alguna vez por
vía de ensayo, recogiendo una buena parte
del curtido después de la pela, por medio de
un raspado general del tronco; operación que
se ha creído además ventajosa por suponer
que el corcho segundero presentaría así una
superficie lisa, en vez de la rugosa y agrietada
que de ordinario adquiere cuando no se
raspa el tronco. Por este procedimiento, además,
si el éxito fuese seguro, se podrían cubrir
muchas veces los gastos de la pela con el
valor del curtido; pero los. ensayos hechos
no parece que respondan, desgraciadamente,
á lo que de aquella inducción debía esperarse.
Según la opinión de muchos fisiólogos y
forestales, al parecer la más admisible, el corcho
segundero se forma de este modo: la madre
ó líber, después del descorche, y bajo la
acción reparadora de la savia, se divide en dos
partes: una exterior que se deseca, y otra interior
más delgada que conserva su vitalidad.
Entre esta última, que está adherida al leño, y
en comunicación con el líber de la parte superior
no descorchada y la capa exterior desecada,
se forma la primera capa del corcho
segundero. A su vez la parte desecada del líber
se extiende hasta que llega á estar debajo
del corcho bornizo, un poco más arriba
del corte donde termina la pela. Donde esta
parte desecada termina comienza la formación
del corcho segundero, cuya primera capa se
anastomosa en este punto con la que se ha
formado á la vez debajo del corcho bornizo,
y de la que no es en cierto modo más que una
simple prolongación.
Formada ya la primera capa del corcho segundero,
la cubierta suberosa continúa creciendo
con regularidad, lo mismo que el leño,
dependiendo el grueso de las capas formadas
anualmente, de la edad, vigor y condiciones
generales de vegetación del árbol.
Los árboles que viven en terrenos bajos y
húmedos suelen criar un corcho grueso, blando
y excesivamente poroso. Por el contrario,
los que ocupan posiciones elevadas, con exposición
al Poniente, y descansan sobre un suelo
pobre, suelen producirlo muy delgado, con
lo cual pierde su elasticidad, resultando que
á igualdad de peso tiene menos materia aprovechable.
Los corchos mejores son los que
proceden de árboles que ocupan situaciones
medianamente elevadas, expuestas á Levante
ó Mediodía.
El corcho está atravesado interiormente,
en sentido perpendicular á su superficie, por
canales de color pardo, más ó menos numerosos,
que no son otra cosa que los radios medulares.
De forma cilindrica al principio, adquieren
después la figura elíptica por la presión
lateral, acabando por aplastarse completa-

COI i — 296 — COR
mente, y formando por su reunión una especie
de rayas leñosas, anchas, muy visibles, sobre
todo en la corchiza vieja. Hay algunos de
estos corchos que aparecen como veteados de
fajas pardas que llegan á tener 3 centímetros
de altura. Las celdillas que revisten el interior
de estos canales se destruyen con mucha
facilidad, ocasionando la formación de cavidades
que se rellenan con una materia pulverulenta.
Estas cavidades producen otros tantos
agujeros ó grietas en el corcho cuando se
trabaja, haciéndole perder parte de la impermeabilidad,
que es una de las cualidades
que le dan mayor valor. En la cara interna
de las panas de corcho los canales medulares
se manifiestan bajo la forma de pequeñas aberturas
, más ó menos regulares, alargadas generalmente
en sentido de la albura y rodeadas
de una ligera protuberancia. El mayor ó
menor número de estos orificios, así como su
tamaño, pueden servir para juzgar de la calidad
del corcho por la relación que guardan
con la mayor ó menor cantidad de las grietas
y cavidades interiores del mismo.
Después del descorche, la parte desnuda
de la madre se cubre de numerosas excrescencias
que forman á modo de una hernia en la
superficie y presentan una figura lenticular
alargada en el sentido del eje del tronco. Se
corresponden todas ellas con las aberturas de
los canales medulares del corcho, á cuya formación
deben contribuir, sucediendo, sin embargo
, que así como la materia incrustante
de éstos se obscurece y descompone, la de
aquéllos, que es blanquecina y de aspecto córneo,
se blanquea más y se endurece al contacto
del aire. Las indicadas excrescencias lenticulares
persisten en este estado en la parte
del líber, que se endurece, formando como
unas espinillas que penetran á veces hasta la
primera capa del corcho segundero, disminuyendo
el valor de éste por los muchos desperdicios
que deja al ser trabajado. A la segunda
ó tercera pela estas espinillas desaparecen del
todo.
De la comparación del corcho segundero
con el bornizo cogido en el mismo árbol resulta
que el primero tiene menos canales medulares
que el segundo, aumentando, por lo
tanto, su homogeneidad. Aumentando asimismo
su compacidad, su superficie exterior está
menos agrietada y las capas anuales son más
elásticas por haber estado menos comprimidas
durante el período de su formación. Igual mejora
, aunque menos pronunciada, se observa
en el corcho de tercera pela, comparado con
el segundero. Desde aquélla en adelante, el
corcho adquiere y conserva la plenitud de sus
mejores cualidades.
El crecimiento del corcho es muy variable.
Los datos que se poseen sobre el particular son
muy escasos, cosa tanto más extraña cuanto
que parala formación de un buen plan de aprovechamiento
es indispensable conocer la ley
del crecimiento general de la especie, y mejor
aún la de los montes de localidades particu­
lares cuyas condiciones de existencia sean
iguales ó muy semejantes. El Sr. Lamey, ilustrado
ingeniero del cuerpo forestal de Francia
, comprendiendo la importancia de este
conocimiento, hizo pocos años ha, en la Ai -
-
gelia, estudios detenidos sobre esta materia,
que merecen consignarse por el gran partido
que de ellos se podría sacar para la ordenación
de los alcornocales que se encuentran en
toda la región de nuestra Andalucía baja.
El fruto de dichas tareas lo consignó el
Sr. Lamey en dos estados: uno, resultado medio
de observaciones numerosas, que expresa
el crecimiento anual de las capas de corcho
desde el año primero al decimocuarto, en cada
una de las tres categorías corrientes en el comercio,
ó sean corchos finos, comunes ú ordinarios
y gruesos; y otro cuyas cifras, correspondientes
á diversos corchos de la misma
clase, son la expresión del grueso medio de
todo el corcho en cada uno de los años á que
la observación se refiere, ó sea desde el primero
hasta el decimocuarto.
El cuadro correspondiente al crecimiento
de las capas anuales es el que sigue:
Grueso del corcho
5 °
Corcho grueso
Mets. Mets. Metros
Formado el primer año 0,0017 0.0037 O.OO-.O á 0,0052
ídem el segundo 0,0025 0,0040 0,0015 á 0.0070
ídem el tercero........ 0,0023 0,0038 0,0052 á 0.0087
ídem el cuarto ,0.0022 0,0036 0,0048 á 0.0062
ídem el quinto. !0,0021 0,0034 0,0043 á 0.0057
ídem el sexto
.0.0020 0.0032 0,0040 á 0.0052
ídem el séptimo ,0,0019 0,0028 0,0037 á 0,0017
ídem el octavo . 0,0017 0,0025 0,0035 á 0,0045
ídem el noveno 0,0015 0,0022 0.00S2 á 0,0042
ídem el décimo 10,0013 0.0020 0.0030 á 0,0040
ídem el undécimo 0.0012 0,0018 0.0027 á 0.0037
ídem el duodécimo. .... '0,0011 0,0018 0,0025 á 0,0035
ídem el decimotercero., 0,0010 0,001.6 0,0022 á 0,0035
ídem el decimocuarto... 0,0010 0,0010 0,0020 á 0,0032
El que expresa el grueso medio del corcho,
según la edad, arroja el resultado siguiente:
Grueso del corcho
Mets.
A la edad de cinco años.
A la de seis.
A la de siete
A la de ocho
A la de nueve.
A la de diez
A la de once
A la de doce
0,0215
A la de trece
0,0225
A la de catorce 0,0235
c.o O
o o o
Mets.
0.0217
0,0>15
0,0270
0.0292
0 0312
0,0330
0,0348
0.0364
0,0380
Corcho grueso
Metros
0,0248 á 0,0318
0,0288 á 0,0370
0.0325 á 0,0417
0,0370 á 0.0462
0 0102 á 0,0501
0.0432 á 0.0514
0.0459 á 0,0581
0,0181 á 0.0616
0,0506 á 0.0651
0,0526 á 0,0683
No se expresa el grueso de los corchos finos de
cinco á once años por su pequeño espesor. Aun á la
edad de catorce años los hay que apenas tienen 15
milímetros.
Excusado es advertir que estos números no
representan valores absolutos, poraue en la

COR — 297 — COR
naturaleza se presentan todas las graduaciones
intermedias, pero pueden muy bien considerarse
como los tipos más frecuentes y
comunes. Hay que recordar también que la
progresión decreciente del grueso del corcho
Jio se presenta en los arboles con la igualdad
Figura 130.—JRecolección del corcho
que el estado expresa, siendo muy común
encontrar capas anuales más gruesas que las
formadas en años anteriores; fenómeno que
se explica fácilmente, y que puede tener lugar
cuando á un año de mucha sequía sucede
otro abundante en lluvias.
Las primeras capas del corcho segundero
son siempre más gruesas que las que se forman
al mismo tiempo en la parte no descortezada
del árbol, porque no están sujetas
como éstas á la presión de otras más antiguas.
Poco á poco, sin embargo, disminuye el in-
Dic.—IV.
dicado grueso, y se restablece. el equilibrio
entre una parte y otra, adquiriendo entrambas
el mismo espesor y continuando ya así
por mucho tiempo, sin que el crecimiento
sufra más que una disminución lenta.
La densidad del corcho, como la de la madera,
varía con la naturaleza
y edad del árbol
de donde procede. A
igualdad de volumen, el
corcho delgado ó fino es
más denso que el grueso
ó basto. Dentro de
una misma clase, la
densidad aumenta con la
edad. Según M. Brisson
(Annuaire du bureau
des longitudes), la densidad
del corcho es de
0,240. El Sr. La.mey
cree, sin embargo, que
esta cifra es demasiado
alta, atribuyéndole más
bien la expresión de un
máximum que de un
término medio. Guiado
por sus observaciones,
asegura aquel forestal
que la densidad de los
corchos comunes llega á
0,200 para los que tienen
diez años de edad.
Digamos también, como
dato de algún interés,
que el estéreo de
corcho pesa, según el
Sr. Marmín, 130 kilogramos.
En cuanto á la producción
en corcho de
os árboles sujetos á este
beneficio, y respecto á
i recolección y preparación
del producto
para entregarlo á las industrias
que se ocupan
de su manufactura, se
han dado ya los detalles
necesarios en el artículo
Alcornoque, al cual remitimos
á los lectores,
llamando la atención sobre
el adjunto grabado,
que representa la opera-
ción del descorche, tai como se ejecuta en
los alcornocales de Cataluña
J. Jorriana y Morera.
CORCHO.—Árbol de Jas Antillas, que
corresponde á la especie Ochroma lago-pus,
Swartz, de la familia de las Esterculiáccas. En
otros puntos de América se llama palo de
balsa.
Es. vegetal de 6 á 7 metros de alto, con las
hojas cordiformes, de cinco lóbulos dentados,
pubescentes, verdes por encima, amarillentas
por debajo, persistentes y abundantes. Las
20

COR — 298 — COR
flores son blancas. La madera es sumamente
ligera, estando representada su densidad por
0,175; es también muy blanda, por cuya razón
se emplea en canoas y balsas para la conducción
de efectos, para suavizar las navajas de
afeitar y para muchos de los usos á que se
destina el corcho.
Cultívase este árbol en los jardines de Europa,
á la vez que el Ochroma tomentosa,
Willd., de la misma procedencia. Suele adquirir
éste la misma altura que el anterior;
tiene las hojas cordiformes, con tres lóbulos,
y tomentosas por debajo. Sus flores también
son blancas. Requiere en Europa invernáculo
cálido.
CORCHORUS.— Género de plantas de la
familia de las Tiliáceas, con el cáliz caedizo,
de cinco sépalos; pétalos en igual número;
muchos estambres; estilo casi nulo; estigmas
de dos á cinco; caja eu alesna ó redondeada,
y las ventallas septíferas eu su medio; semillas
en dos series.
Corchorus olilorius.— Las cajas son oblongas,
casi rollizas, lampiñas, quintiloculadas;
hojas aovado-oblongas, aserradas; aserraduras,
inferiores terminadas en cerda larga. Es
planta anual y florece en Septiembre.
Corchorus trilocularis.— Tiene los tallos
derechos, lisos, rollizos, con hojas alternas,
aovado-oblongas, aserradas, y los dientes de
las aserraduras inferiores generalmente setáceos;
pedúnculos casi opuestos á las hojas,
cortos, bífidos ó bifloros, trígonos, ásperos y
trivalvos. Es anual y florece en Agosto.
CORCHOSO.— Semejante al corcho en la
apariencia ó condición.
CORDEAR.—Trazar con una cuerda empapada
en una substancia tintórea, sobre los
chaflanes hechos en el tronco del árbol derribado,
las líneas que marcan la dirección de
las aristas de la pieza que por la labra debe
obtenerse de aquél. (V. Labra de las maderas.)
CORDERINA.—La piel del cordero.
CORDERO.—I. PARIDERA.—En España no
hay completa conformidad,sobre el significado
de esta palabra. En unas partes se llama
borrego al hijo desde que nace hasta que se'
separa de la madre; en otras, y así está en el
Diccionario de la lengua, se llama recental
mientras mama; en otras, y son las más, se
da aquel nombre á la cría desde que nace
hasta que es castrado.
De las especies de ganado quizá no haya
ninguna cuyas crías necesiten tantos prolijos
cuidados como las del lanar en el momento
de nacer y después, mientras van unidas á las
madres. Por eso los autores que han escrito
sobre el ganado lanar se han detenido muy
particularmente á explicar cuál debe ser la
conducta de los pastores, á fin de salvarlos
corderos de los innumerables peligros que los
rodean. Desgraciadamente para nosotros, son
inútiles la mayor parte de sus observaciones.
El sistema de cría seguido eu España varía
esencialmente del adoptado en las naciones
más adelantadas, y á causa de ello carecen de
aplicación las reglas que establecen; sin dejar
de dar cuenta de ellas por si ahora excepcionalmente,
ó andando el tiempo, puede alguno
aprovecharlas, nos atendremos en este artículo
á lo que nos ha enseñado nuestra propia
experiencia, y á la práctica seguida por los
pastores más cuidadosos. Hablaremos primero
de lo concerniente á la cría del ganado trashumante.
Conviene manifestar que la paridera se verifica
casi en todas partes en época inoportuna,
bien que uo es posible sea de otro modo,
á causa del tiempo en que se hacen los viajes
de trashumación. Las ovejas suelen empezar
á parir en el mes de Noviembre, y si la cubrición
fué tardía y lenta, por ha'ber salido
mal el ganado de primavera ó por haber pocos
moruecos disponibles, dura hasta muy entrado
Diciembre. Fácil es comprender que,
dominando en ese tiempo las lluvias 3 7
las nevadas,
no es posible vengan los corderos al
mundo en peor ocasión. Gran número de los
que nacen en medio de uro de esos crudos
temporales, sobre todo si es de noche, perecen
, y si el año es escaso de hierba sucede que
los que se salvan viven enfermizos, por 110
alimentarlos suficientemente las madres, extenuadas
por el hambre.
Pero la época de la paridera no se puede
variar sin riesgo de mayores males. Si se adelantase,
los corderos no podrían resistir el
largo viaje de las sierras á los pastos de invierno,
y perecerían de fatiga en la cañada;
si se retrasara, tendría que ir la cría unida á
las madres en el viaje de las tierras llanas á
los pastos de agostadero, y madres é hijos
quedarían extenuados.
N0 existen los mismos inconvenientes si se
trata de variar la época de la paridera al ganado
estante; así es que suele ser distinta,
con la diferencia de dos á cinco meses , eu las
varias regiones de la Península. En unas se
efectúa en Septiembre, en otras en Febrero y
aun en Marzo.
Acerca de esto surge esta cuestión: ¿cuál es
el mejor tiempo de paridera? No juzgamos
acertado establecer una regla fija é invariable.
Lo más conveniente es acomodarse á las condiciones
especiales de cada localidad, teniendo
presente que lo importante es que el cordero
tenga hierba tierna desde que cumple
tres semanas hasta que se separa de la madre.
En las comarcas cálidas y donde es costumbre
sembrar centeno, ó se dispone de algarroba ú
otras legumbres para que el ganado tenga el
alimento necesario, es muy útil la paridera
temprana. Ofrece dos ventajas: poder llevar
al matadero la cría.áprimeras carnes, que es
cuando está más alto el precio, y tener tiempo
suficiente para el ordeño. Donde no existen
aquellos recursos y son rigurosos los inviernos,
nos parece muy preferible la paridera
tardía. De este modo con la oveja sola
estará más descargada la dehesa durante los
meses que menos pasto tiene, y aquélla.no

COR — 299 — COR
alimentará al hijo cuando la tierra le ofrece
abundante alimento. Véase, como ejemplo,
lo que á nosotros nos ha ocurrido.
Eramos ganaderos en la provincia de Cuenca.
La dehesa de nuestra propiedad era de
esparto y tomillo. El clima frío. La paridera,
según costumbre del país, tenía lugar eu
otoño, y rara vez quedábamos satisfechos de
la cría. Atravesaba el invierno endeble, y las
ovejas llegaban á la primavera sumamente
flacas. En un viaje á Inglaterra observamos
las ventajas que tenía la paridera de primavera.
A nuestro regreso resolvimos que la cubrición
se verificase de modo que los corderos
viniesen á nacer en Febrero. Por demás está
decir que los pastores se opusieron fuertemente
al cambio, y que los demás ganaderos
lo censuraron, anunciándonos un desastre.
Tuvimos la fortuna de acertar desde el primer
año. Las ovejas llegaron con mejor vellón al
esquileo; los corderos se adelantaron en poco
tiempo á los de la comarca, y utilizaron la
espiga sin bajas, rebosando salud, y en otoño,
época de la venta, fueron los primeros
comprados y los más caros que pagaron los
mercaderes.
II. DE LA CHÍA Y CUIDADOS QUE REQUIE­
RE.—La ganadería trashumante carece de cobertizos
para la paridera, á causa de invernar
generalmente eu dehesas arrendadas. Los
propietarios se cuidan más de gastar en la
corte el producto íntegro del arrendamiento,
que en proporcionar comodidad al arrendatario,
y éste, aun siendo el contrato para
largo tiempo, rehusa construir en finca ajena.
Los corderos nacen á la intemperie, lo
cual es de fatales consecuencias' fuera de las
comarcas muy cálidas. Para evitar que mueran
arrecidos y las madres los desconozcan y
rechacen, si la paridera se verifica en noches
lluviosas, conviene mucho encerrar en un
chozo, cuando se recoge el rebaño, las ovejas
que están próximas á parir. Si no hay chozo
á propósito, los pastores cuidadosos hacen un
corralito de ramaje, y en uno de los lados
construyen una techumbre de lo mismo. En
él colocan las ovejas más adelantadas, y así
la cría está libre, por lo menos, de que el
agua le lave la piel y de que la azoten los
vientos fuertes.
Grande es la atención que merece el cordero
desde su primera hora, de parte de los
pastores. Si el' parto se verifica hallándose el
rebaño de careo, uno de ellos debe estar á la
vista para lo que ocurra. Si el parto viene
bien, que es lo ordinario, dejará á la oveja
tranquila. Nacido el cordero, y después de
lamerlo la madre, lo llevará en brazos á la
majada. La madre le seguirá, y tan pronto
como se junte con él, lo volverá á lamer y
amamantar. La madre y el hijo se conocen,
por numeroso que sea el rebaño, en el olfato
y en el balido.
Algunas, mostrándose poco solícitas, sea
porque son primerizas y les duele la ubre, sea
porque tienen dañados los pezones, huyen
de los hijos cuando éstos se aproximan. En
este caso, lo mismo que cuando hade criar
por cualquier motivo al cordero oveja distinta
que su madre, el pastor debe cuidar que
aquél no sea rechazado. Es lo que se llama
ahijar.
El ahijeo es una operación que requiere
paciencia y habilidad. Para practicarla debidamente
, el pastor debe conocer individualmente
todas las reses, á fin de no aproximar
á la ubre de una oveja cordero que no sea el
suyo.
El ahijeo se facilita de varios modos: atando
la oveja á una estaca para que no huya del
cordero, empellejando, ó sea cubriendo con la
piel del hijo, estando fresca, al adoptivo, ó
frotando á éste con las secundinas que arroja
la oveja después del parto. En estos dos últimos
casos la nodriza, engañada por el olfato,
cree que nutre á su propio hijo.
La operación del ahijeo tiene poca importancia
en la ganadería estante, y en general
siempre que se cría sencillo, es decir, cuando'
cada madre lleva su cordero; pero no sucede
Jo mismo en el trashumante, porque en él es
frecuente doblar. Doblar es desollar parte de
la cría, dejando solamente una parte de ella,
más ó menos crecida, según el estado de la
dehesa. Ocioso parece manifestar que se han
de sacrificar los corderos más endebles y los
de madres más decaídas y flacas; que cuanto
más abundante de hierba sea el año, menos
corderos se han de desollar, y que se
han de dejar para nodrizas las ovejas más
robustas.
Como la paridera dura un mes y más, y por
punto general se mata la mitad de la cría, la
operación del ahijeo es larga y exige cuidados
muy prolijos. Acerca de ella dice el rabadán
D. Manuel del Río, en su Vida pastoril,
lo siguiente:
«Suponiendo que hay cien cabezas paridas;
que está precipitado el atajo, chicada de reserva
y recentínas; que está en la fuerza de
la paridera, en la necesidad de doblar degollando
todas las noches quince ó veinte borregos,
y arrimando otros tantos á las que diariamente
quedan horras, resulta aumentarse
otro atajo de pares; con una y otra se forma
nueva alonada, y todas las noches es preciso
darlas tantas compañeras de la chicada de
reserva cuantas sean las que entren, para lo
cual las habrá ojeado por la tarde el rabadán.
Desollados los borregos, se ponen jos pellejos
delante de sus madres, se saca una cría délas
de reserva, y el rabadán ordena para cuál
oveja se ha de empellejar, observando la madre
y madrastra que la ha de dar, y procurando
sea buena con mala; empellejada así la
cría, un pastor la mete en el atil, y si hay
tomizas á mano la liga de>los cuatro pies y se
la pone á la madrastra en frente del hocico,
que creyendo es su hijo, se pacifica. Algunos
se contentan sólo con atar la cría de la mano,
pero esto es muy perjudicial, porque se inquieta
mucho, berrea, la madrastra lo extra-

COK — 300 — COR
ña, y si la madre lo oye contesta; todo lo que
se evita ligándolos como se ha dicho; además,
se consigue también por este medio el que
se hagan gana de mamar, y que se agarren
con facilidad á la madrastra cuando se sueltan,
sin molestia suya ni del pastor. Esto
mismo es necesario hacer con cuantos se empellejen.
» Hasta que las ovejas coman no debe entrar
nadie en las chicadas, pero sí velar mucho
para que no se cambien; á cosa de las dos de
la tarde se van eschicando una por una y
ojeando en la reserva las crías malas que se
han de degollar y las que se han de sacar á
doblar. Algunos retrasan esta operación por
el interés del cuajo; pero esto es muy dañoso,
porque, como se acaba de decir, toda cría
mala debe morir en el día.
»E1 engorrono es un método muy útil de
ahijar; éste consiste en quitarle inmediatamente
la cría á una oveja que la pare mala,
ponerla otra buena ligándola para que tenga
inmediatamente dos madres, sin necesidad de
ponerla á la estaca. Los que la practican llenan
ciertamente su deber, aunque no suelen
lograrlo en los años abundantes, porque una
sola madre harta á la cría; pero en los escasos
es muy ventajoso, y ahorra mucho trabajo
á los pastores y á los ganados. Los que se
ahijan de este modo es preciso tenerlos sólo
tres ó cuatro días para asegurarse que mamantan
á las dos madres.
«Después de ligados y empellejados los borregos,
se recogen las paridas del día en un
corral separado: hecho esto, el rabadán manda
al. zagal que se vaya al chozo para disponer
en él lo necesario, y á otro pastor á recoger
las yeguas si son montañesas, y á atar los
burros si son sorianos; él se queda con el compañero
revisando el estado de las operaciones
que ha hecho,. mamantando los borregos de
las alonas viejas, .y colocando otra estaquilla
al pie opuesto á la mano de que están atadas;
si alguna de las nuevas está inquieta,
se la ata de las dos patas, lo que es muy conveniente
para evitar que bregando se ensortije.
Cuando el rabadán crea que ya ha pasado
suficiente tiempo desde que se ataron y
empellejaron las crías, las suelta 3' hace mamantar;
en este intervalo han hecho gana, y
al momento se agarran á la teta, á no ser alguna
que sea negada, á la que se castiga con
volverla á ligar. Si hay muchas otoñadas, y
•aún siguen pariendo otras, debe quedarse un
pastor á la vista mientras los demás cenan;
pero si no, pueden ir todos, y el zagal dará
una vuelta de cuando en cuando.
sEn algunas partes los pastores no se retiran
al chozo hasta después de ahijado el rebaño,
y con una culata puesta al lado de las atonas
pasan la noche; de este modo ven á todas,
y pueden evitar en el momento los daños que
«ucedan; pero esto sólo puede hacerse en dehesas
de mucha leña, porque en los campos rasos
es imposible el frío.
«Llegada ¡a hora de mamantar y de reco­
gerse los pastores, todos, á excepción de uno
que queda en el chozo, recorren las redes y
hacen la maniobra; en seguida se reconoce el
corral de las preñadas, y con el gancho se
recogen todas las crías del modo que ya se ha
dicho, cuidando que las ovejas no se levanten
ni espanten; concluidas las operaciones, se
vuelven al chozo los que son de él, y los demás
se van á los chozuelos. A las once ó las
doce de la noche se vuelve á amamantar, é
igualmente á la madrugada, antes de raj'ar el
alba; á esta hora se quitan los pellejos con
cuidado, y si se puede, al tiempo que está mamando
el borrego. La segunda vez que mamantan
se atan todas del pie, y en la tercera
se desatan para que se echen 3' descansen.
»Se puede empezar á deschicar por la mañana
mu3 r
temprano; para esta operación se hincan
tantas estacas cuantas sou las ovejas que
están atadas, y que se las degollaron ó arrimaron
borregos; de la chicada de reserva se
sacan las madres 3' se atan al lado de las
crías, cuidando de 110 cambiar ninguna, porque
si no toda la operación se equivoca; para
esto se elige primero aquellas eu que no ha\ r
la menor duda, y después las dudosas; concluida
la operación, se deben reconocer de
nuevo según estén atadas, 3' ellas mismas manifestarán
con su inquietud ó tranquilidad si
tienen ó no su cría. Después separa á las atonas
viejas, y si hay alguna ahijada se saca
por el mismo orden qué la madre y se ata al
lado de su compañera; se dejan en este estado
para recorrer el corral de las preñadas y sacar
las que hayan parido; en fin, se empieza por
soltar las atonas viejas, retirándolas cnanto
sea posible, para que no enreden á los pares
nuevos y á las chicadas.
»E1 rabadán 3' el compañero registran los
pares del día anterior para ver si alguna madre
ó madrastra no están"mamantadas; en
este caso le hace la señal 3' pone á la vista
las dos madres, 3 r
si es año bueno puede dejar
alguna sencilla con la media señal; el compañero
acomoda cada dos con su borrego, suelta
el atadijo, 3' en todo el día no las une; entre
tanto, los demás pastores sueltan los pares
del día,-y en. esta maniobra se emplean tres,
si los hay; uno tira de la cría-, y los otros dos
cada uno de su oveja, 3^ así sucesivamente,
colocando los pares separados, hasta que cada
uno crea tiene su cría.»
III. CRÍA DOBLE Y SENCILLA. —Importa
ahora dilucidar la cuestión relativa al doblado
ó endoblado. Unos defienden la operación por
sacar igual la cría, matando los defectuosos;
por salvar la madre endeble, dejándola horra;
por dar dos madres á los corderos de mejor
calidad. Hay también pastores que doblan
con exceso, inducidos por el interés. Esto sucede
cuando el dueño de la cabana les cede,
como adheala, el producto de la venta del
cordero ó de su piel, que reservan para los comisionados
que envían los curtidores de pieles
ó los guanteros. El citado D. Manuel del
Río escribe lo siguiente:

COR — 302 — COR
más ó menos graves en las madres. Sin embargo
de esto, cuando al destete ha de seguir
el ordeño y la cría es robusta, puede hacerse
de una vez la separación, para evitar que se
sequen las madres ó se disminuya la secreción
láctea.
En estos últimos tiempos se ha intentado
por algunos lactar los corderos con biberón.
Hemos visto el establecido en la Escuela de
Agricultura de Griguon, Francia, cuyos resultados
se nos aseguró eran satisfactorios. El
biberón consiste en un dornajo de hoja de lata,
al que se adaptan, por la parte inferior de los
lados, unos pezones de caucho parecidos á los
de las ovejas. La leche se da á la temperatura
de 35 á 40°, y en la cantidad de 75 centilitros
á 2 litros por cabeza, distribuida en cuatro
veces.
Nos parece que el uso del biberón supone
un sistema de cría muy adelantado, por lo
cual en España no se adoptará por ahora. Nos
guardaremos de recomendarlo donde las ovejas
estén bien alimentadas, pues no hay leche
que supla á la de las madres. Sin embargo,
puede ser útil en ciertos casos, tales como
cuando se queda huérfano el cordero y cuando
los partos son dobles. Aun en este caso
son precisas dos circunstancias: que abunde
en el mercado á bajo precio la leche de cabras
ó de vacas, y que se tengan encerraderos
bien dispuestos para la operación.
: En algunas partes es costumbre tener encerrados
los.corderos durante el día, de suerte
que van sin ellos al pasto las madres, estando
juntos únicamente de noche. La razón
de esta práctica es evitar que la cría se fatigue
cuando es muy largo el careo, é impedir
el desmedro de las madres si el año es escaso
de hierba.
En el extranjero quedan generalmente también
los corderos encerrados mieutras van á
pacer las madres.
El sistema nos parece bien si se da á la
cría un suplemento de heno, de algarroba, de
zanahoria, etc., que es lo que se hace en
Francia y Alemania principalmente, pues con
él los corderos están bien alimentados y las
madres no son excesivamente molestadas por
ellos; pero nuestro juicio es desfavorable cuando
se tiene en ayunas la cría mientras permanecen
las madres en la dehesa. Los animales
que permanecen tanto tiempo sin mamar
se desarrollan con gran lentitud, y lo
poco que ganan las madres queda compensado
con lo mucho que pierden los hijos ó con
lo que retrasan para lo futuro.
En 'la ganadería trashumante es costumbre
general que los corderos vayan siempre con
las madres. Como las majadas están en las
mismas dehesas, no se cansan con seguirlas, y
se evita que las madres se debiliten, dejando
para el ganado de parir lo mejor de la dehesa,
por lo abundante de la comida y por lo abrigado
de los vientos reinantes.
El influjo de la buena y abundante alimentación
en la primera edad dura siempre, así
como el daño sufrido por la escasez de comida
y por la transición repentina del estado de
hambre al de hartura, y al contrario. Siempre
se criará raquítico y miserable el cordero que
no halla, inmediatamente después de la lactancia,
hierba tierna para alimentarse, por
más que después tenga abundante pasto. Mejorará
en este caso, es indudable, pero tendrá
un gran retraso en su desarrollo, lo cual se
resuelve en pérdida para el ganadero. 'Póngase
presente que hoy más que nunca depende
del cuidado de la cría la prosperidad de los
rebaños y la utilidad de la clase.
M. López Martínez.
CORDIA.—Género de plantas de la familia
de las Borragíneas. En los montes de las
Islas Filipinas se encuentran las especies arbóreas
siguientes:
Cordia Myxa, L. Nombres vulgares, Anonang
y Bibili.—Tiene las flores estériles unas
y otras fértiles, mezcladas y dispuestas en
panojas umbeladas; drupa rodeada popel cáliz
hasta su mitad, carnosa, con una nuez que
contiene una semilla grande y celdillas para
otras. Hojas alternas, lanceoladas, anchas,
aguzadas, enteras, algo ásperas y vellosas en
las dos caras; pecíolos cortos. Florece en
Marzo.
Es árbol bastante común, que llega á tener
una altura de 9 y más metros. La madera
sirve para instrumentos de música y tambores.
Cordia dichotoma, L.— Flores en panoja
dicotoma, todas fértiles. Hojas anchas, lanceoladas,
obtusamente aserradas, con los bordes
revueltos hacia abajo, lampiñas. Árbol
parecido al anterior y cuyas aplicaciones son
las mismas.
Cordia? ignota, P. Blanco. Nombre vulgar
, Báñalo.—Árbol cuyo tronco adquiere el
grueso de un hombre. Tiene las hojas semilanceoladas
y lampiñas. El fruto es una drupa
con cinco ángulos en el extremo superior,
un aposento y muchas semillas angulosas.
Florece en Julio.
La madera es fácil de trabajar, olorosa y
de color negro sucio; es muy propia para
cajas de escopetas, á cuyo objeto es bastante
buscada.
En las Antillas son más ó menos frecuentes
á su vez las especies que siguen:
Cordia ellipiica, Swartz. Nombre vulgar,
Baria blanca.—Árbol bastante grande, que se
cría en la Isla de Cuba. Tiene la corteza delgada,
con la epidermis blanca, quebradiza, y
que se desprende por todas partes. Las hojas
son lanceoladas, ásperas y de unos 10 centímetros
de largo. Las flores están dispuestas
en panoja, son olorosas, y las abejas las buscan
mucho. Come el fruto el ganado vacuno
y de cerda.
Se distingue la madera por su color blancoamarillo
y vetas negras longitudinales, interrumpidas
como las fibras, siendo la sección
transversal muy vistosa á causa de éstas; presenta
además vetas que van del centro á la

COR — 304 — COR
la orilla izquierda de la caudalosa corriente,
hasta más abajo de Sopera, en donde se separa
hacia el Occidente, pasando al Oeste de
Valenzuela, al Este de Alhendín, y por la
parte oriental del río de Priego hasta su nacimiento,
dirígese desde este puerto al arroyo
Soleche, pasando entre él y el Higueral, hasta
el río Genil, é inclinándose al Norte de
Iznajar; cruza el río por frente del arroyo
Pecejil, y sigue por él hasta las sierras inmediatas,
confinando con el territorio de la provincia
de Málaga. El límite meridional comienza
en este punto para dirigirse hacia el
Oeste por la meseta que divide las vertientes
del Genil y del Guadalhorce, pasa al Norte de
Villauueva de Tapia, Alimanos y Rincón, y
termina á poca distancia de Alameda por el
Norte. El límite occidental, que se inclina un
tanto hacia el Noroeste, avanza primero por
el Norte de Casariche, sigue por el Este de
Herrera la Salada y Pozo Ancho , y cortando
el arroyo Salado en dirección al Oeste
del Palmar y de la Luisiana, continúa luego
en línea.recta hasta la confluencia del Genil
con el Guadalquivir; pasa entre la Puebla de
los Infantes y Hornachuelos, por el nacimiento
del arroyo de Guadalora, San Basilio del
Tardón, al Este de San Nicolás del Puerto;
corta el río Bembezar al Oriente de Alanix,
y por encima del cerro de Calaveruela termina
en la sierra, al Oeste de Cuenca, punto de
partida elegido para esta sumaria descripción.
MONTAÑAS Y ítíos.—La provincia de Córdoba
se puede considerar en dos secciones naturales,
la sierra y la campiña, ambas muy
feraces, pero la última sobre todo. La extensión
de ésta ocupa una cuarta parte de la total
de la provincia, siendo por lo tanto muy
accidentada la topografía de ésta. Tres sierras
se levantan en ella: al Norte, la cordillera
Mariánica ó Sierra Morena; en el medio,
las sierras de Córdoba y los Santos, y al Sur,
la sierra de Priego, sin contar varios núcleos
de alturas aislados. La primera que separa
las cuencas hidrográficas del Guadiana y del
Guadalquivir se inicia, como es sabido; entre
las provincias de Ciudad Real y Jaén; lanza
numerosas estribaciones por el Sur, hacia la
segunda, y á partir del límite oriental de la
provincia de Córdoba, se dirige hacia el Noroeste,
con los nombres de sierra de Santa
Madrona y sierra de Almadén, formando la
vertiente septentrional del Guadalmez, á poca
distancia de este río. Las estribaciones de la
sierra de Santa Madrona, que avanzan hacia
el Sur, se elevan al Oeste del arroyo de las
Yeguas, forman nna serranía que corre de
Este á Oeste, no lejos del Guadalquivir, y que
continúan cerca de éste con el nombre de sierra
de Córdoba, en dirección Sudoeste, y después
en dirección hacia el Oeste con el nombre
de sierra de los Santos. Al Norte de ésta
se levanta un laberinto de cerros que limita
por el Sur el llano de los Pedroches, elevado
729 pies sobre el álveo del Guadalquivir y
1.575 sobre el nivel del Océano. Todas esas
sierras son generalmente ondeadas y descubiertas,
ofreciendo en la provincia pocas cimas
majestuosas; las vertientes son prolongadas
y suaves, y las quebradas indican una
forma esquistosa que encierra gran cantidad
de níquel sulfurado, minas de azogue, de plomo
y aun de plata. Al Sur de ese conjunto de
serranías está la campiña, distribuida eu grandes
propiedades y numerosos cortijos, y en el
límite meridional de la campiña y de la provincia
se alzan las sierras de Lucena, Cabra,
Priego, Rute é Iznajar, que contienen hermosos
mármoles y jaspes, y abundan en plantas
medicinales, al decir de los botánicos.
De los ríos que riegan la provincia, algunos
pertenecen á la hoya hidrográfica del
Guadiana, y los más á la del caudaloso y celebrado
Guadalquivir. Entre los primeros están
el Zújar, que limita por el Noroeste la
provincia de Córdoba, y recibe de ella, por la
derecha, las aguas de los arroyos Tamijal,
San Pedro y Pellejero, y el Guadatmez, afiuyente
de aquél, que forma el límite Nordeste
de la provincia, y recibe en ella las aguas
del Ciguiñuela y otros arroyos. El Guadalquivir
penetra en ella por Villa del Río; la
atraviesa de Este-Nordeste á Oeste-Sudoeste,
recorriendo unos 110 kilómetros dentro de
ella, y pasando á la provincia de Sevilla por
Palma. En diversas épocas fué navegable
el Guadalquivir por la provincia de Córdoba;
en la actualidad la navegación es muy
peligrosa y difícil. En esa circunscripción
recibe el caudaloso río, por la derecha, el
tributo del río de las Yeguas, del Guadahnellato,
del Guadalbarbo, del Guadiato y del
Bembezar, y por la izquierda, el del Salado
de Porcuna, el Guadajoz y el Genil. El río de
las Yeguas, que divide las provincias de Córdoba
y Jaén, nace en los confines de Ciudad
Real, cerca de Fuencaliente, corre al Oriente
del partido judicial de Montoro, y entra en.
el Guadalquivir, frente al castillo de la Aragonesa
(Jaén). El Guadalmellato nace cerca
de la venta de los Ruices, en la dehesa de
Siete Villas de los Pedroches, y con las aguas
del Varas, procedente, del cerro en que se
halla la venta delRincón, desemboca en el
Guadalquivir, á media legua del puente de Alcolea.
El Guadalbarbo brota á 4 kilómetros
de la villa de Espiel, y unido al Cuznaque,
el cual brota cerca de las ruinas del castillo
de su nombre, desagua entre el citado punto
y Córdoba. El Guadiato se origina no lejos
del sitio en que nace el Zújar, que corre en
opuesta dirección, ó sea en el cerro de la
Calaveruela, y enriquecido con el tributo de
varios arroyos, se incorpora al Guadalquivir
entre Posadas y Almodóvar. El Bembezar
nace en la provincia de Badajoz, cerca de
Tra-Sierra y Llerena; entra en la de Córdoba
por el límite meridional del partido de Fuente-Ovejuna,
y confluye con el Guadalquivir
cerca de Hornachuelos. El Salado de Porcuna
nace cerca de Martos, y después de recorrer
la provincia de Jaén, penetra eu la de

COR — 305 — COR
Córdoba por el Este, para desaguar eu el Guadalquivir.
El Guadajoz procede de las sierras
de Alcalá la Real, entre esta ciudad y la
de Jaén;, recibe las aguas de los riachuelos
Sagrilla, Caiceua, Priego, Locubín, Víboras,
Marbella, Gadalnioral, y las de varios arroyos;
pasa al Mediodía de Castro, y desemboca
en el Guadalquivir, 3 kilómetros al Oeste de
Córdoba. El Genil, procedente de Sierra Nevada,
penetra por Iznajar en la provincia de
Córdoba, y confluye cerca de Palma con el
Guadalquivir, enriquecido con las aguas del
Sauadilla, Cereso, Higueruela, Soleche, La
Hoz, Anzur, Cascajar, Cabra ó Monturque
y Salado.
CLIMA.—Siendo tan accidentado como es
el suelo de la provincia de Córdoba, dicho se
está que el temple ha de ser muy diverso,
según las diferentes comarcas ó zonas que se
consideren; es apacible y benigno en las vegas
del Guadalquivir y demás ríos principales,
especialmente durante la primavera, y muy
caluroso en verano, si bien en muchos puntos
le refrescan las extensas plantaciones de árboles
frondosos. En las serranías se hacen
sentir también los calores durante el estío, y
en invierno desciende el termómetro notablemente;
de suerte que las diferencias de.las
temperaturas máxima y mínima son muy cousiderables.
Así, pues, en las regiones elevadas
se puede equiparar el clima con el de la provincia
de Jaéu, y en las bajas con el de la de
Sevilla. En las primeras la temperatura media
es en el año de 16° centígrados; en el invierno,
de 7°; en la primavera, de 15°; en el
verano, de 25°, y en el otoño, de 16°, siendo
la máxima media de 39° y la mínima de 3 O
bajo cero, y en la región baja de 18° la temperatura
media en el año, de 10° la del invierno,
de 17" la de la primavera, de 28° la
del verano y de 19° la del otoño, siendo de
44° la máxima, y la mínima de 1°,5 bajo cero.
Caen en la primera región 225 milímetros de
lluvia durante 25 días en invierno, 170 milímetros
durante 24 días en la primavera, 40
durante 7 días en verano, y 170 durante 20
días en otoño, es decir, al año 605 milímetros
en 76 días, siendo 146 los despejados, 155 los
nubosos y 64 los cubiertos; en la región baja
se.calcula que caen 108 milímetros de lluvia
durante 22 días en invierno; 83 durante 18
eu primavera; 21 durante 4 en verano, y 93
durante 15 en otoño, ó sean 305 milímetros
durante 59 días del otoño, siendo 201 los
despejados, 115 los nubosos y 49 los cubiertos,
partiendo de que se puede asimilar el
clima de las dos regiones de la provincia á las
de Jaén y Sevilla, como queda dicho, y prescindiendo
de algunas diferencias debidas á
influencias locales. La atmósfera es pura, el
cielo alegre y despejado, y los vientos bastante
regulares, dominando los del Sudoeste.
PRODUCCIONES.—Al igual que en las demás
provincias andaluzas, abundan las minas en
la de Córdoba; en las vertientes de Sierra
Morena, y en los términos de Peñarroya, Bél-
mez, Espiel y Villaharta, ó sea en un ancho
valle ceñido al Sur por la cadena central y al
Norte por el estribo que divide las vertientes
de los dos pequeños ríos Cuzna y Guadiato,
hay un importante yacimiento de carbón mineral,
de calidad excelente, de media legua
de anchura en muchos sitios, y que corre de
Este á Oeste por espacio de unos 50 kilómetros,
desde cerca de Fuente Ovejuna hasta las
inmediaciones de Ovejo. La potencia y número
de capas de combustible son bastante considerables;
arde con mucha llama; produce
un fuego muy intenso y bastante cantidad de
ceniza, y coutiene alguna pirita de mineral;
el de Espiel es más puro, da meuos llama,
produce calor más intenso y deja pocas cenizas.
Las montañas que rodean ese valle están
cruzadas por filones de hierro, de cobre y de
galenas argentíferas, que debieron ser explotadas
en grande escala durante remotas épocas,
á juzgar por las excavaciones.
La flora de la provincia de Córdoba es una
de las más ricas de España, como que en ella
figuran las plantas de las comarcas más frías,
de las templadas del centro y de las meridionales.
De ahí su gran importancia bajo el
aspecto agrícola. En los parajes de las sierras
abundan las maderas y leñas, los pastos, las
colmenas, los cereales y las frutas. También
se cosecha algún vino, y la cosecha de aceite
es muy importante por la calidad y la cantidad;
la región baja ó campiña produce cuantiosas
cosechas de trigo, cebada, legumbres,
hortalizas, frutas, naranjas y celebrados aceites.
Los olivares ocupan una exteusióu de
95.757 hectáreas.
El cultivo de la vid ocupaba 15.470 hectáreas,
ó sea 1,26'por 100 de la extensión total
de la provincia, cosechándose 323.494 hectolitros
de vino al año. Según el secretario de
la Junta de Agricultura, Industria y Comercio
de la provincia, constituye una gran riqueza
la fabricación del vino y del aguardiente
en los pueblos de Montilla, Aguilar, Lucena,
Villaviciosa, Rute, Doña Mencía, Cabra
y otros. Los vinos de Montilla son celebrados
por su fuerza alcohólica; la exportación de
los obtenidos en los Moriles de Aguilar va
aumentando de día en día y perfeccionando
su elaboración; llegarán á competir cou los
mejores de España. Aun cuando de menor
fuerza alcohólica, los de Villaviciosa y los
procedentes de la parte de la sierra son apreciables
como vinos de pasto. Los aguardientes
de Rute, Cabra, Carcabuey y Doña Mencía
son preferidos á los más celebrados de otras
comarcas. La constante elevación de los precios,
siquiera se proceda cou inexplicable
lentitud, sirve de estímulo á algunos propietarios
para la\ introducción de mejoras en la
elaboración; pero por punto general la mayoría
de los viticultores continúan las tradicionales
y en muchos casos censurables rutinas.
Las especies de vid preferidas y que
ocupan casi todos los viñedos son las denominadas
Jaén, Molla?-, Albulo, Don Bueno

COR — 306 — COR
y Castellana, clasificadas por Rojas Clemente
entre las vides de hojas borrosas, y las llamadas
Pedro Jiménez, Moscatel, Corazón de
cabrito, Santa Paula de Granada y Baludí,
comprendidas entre las vides de hojas pelosas.
Sin dejar de estimar las restantes, prefieren
el Pedro Jiménez en Montilla, Aguilar, Puente
Genil, Lucena y Cabra; la Jaén y Castellana
en Villaviciosa; la última en Espiel,
Bélmez y Villanueva del Rey, y la llamada
Don Bueno en Rute. Las labores que se dan
á las viñas en la provincia son el amugronamiento,
la poda, la cava y la bina, que dicen
empolvillar en algunos pueblos. Los jornales
y efectos del trabajo del obrero varían con
las localidades. Por término medio un hombre
cava en un día 8 áreas por 1,50 pesetas, y
poda 500 cepas por 1,75. En Montilla se
calcula por fanega de tierra el coste total de
las labores de la vid en 125 pesetas, y la
recolección ó vendimia en 18; en Villaviciosa
se calcula en 101,50, ó sean 49,50 por 33 jornales
á 1.50 pesetas, 32,00 por 8 jornales de
yunta á 4 pesetas, y 20,00 por 5 de acarreo.
En Bélmez, Espiel, Villanueva del Rey y
demás pueblos de la sierra se calcula el gasto
en 63 pesetas, distribuidas del modo siguiente:
6 jornadas de arado, á 5 pesetas, 30 pesetas;
cava, 5 pesetas; poda, 8, y recolección,
20.
El número de hectáreas de viñedo es de
959 en el partido judicial de Aguilar, de 857
en el de Baena, de 104 en el de Bujalance, de
2.179 en el de Cabra, de 33 en el de Castro
del Río, de 1.179 en el de Córdoba, de 1.479
en el de Puente Ovejuna, de 786 en el de
Hinojosa, de 1.193 en el de Lucena, de 1.361
en el de Montilla, de 1.220 en el de Montoro,
de 233 en el de Posadas, de 687 en el de
Pozoblanco, de 1.808 en el de Priego, de 244
en el de la Rambla, y de 1.148 en el de Rute.
El rendimiento en fruto no se puede fijar a
priori, pero depende de las influencias meteorológicas,
de la clase de terreno, del esmero
en el cultivo y de la variedad á que las vides
pertenecen. Siendo favorable el tiempo y bueno
el terreno, se computa en 200 arrobas la
cosecha de vino por fanega de tierra en los
términos de Cabra, Aguilar, Lucena, Puente
Genil y demás de la campiña, y en 120 arrobas
en los pueblos de la sierra, Villanuevadel
Rey, Bélmez, Villanueva de Córdoba,
Espiel, etc., etc. Por hectárea es la producción
de 12,50 hectolitros en Aguilar; de 5 en
Baena; de 5 en Bujalance; de 12,50 en Cabra:
de 5 en Castro del Río; de 10 en Córdoba; en
Fuente Ovejuna, 7; Hinojosa, 6; Lucena,
12,50; Montilla, 12,50; Montoro, 6; Posadas,
5; Pozoblanco, 6; Priego, 13; Rambla, 6, y
Rute, 15. Predomina en la provincia de Córdoba
el vino de Montilla, que según las localidades
y el esmero en la fabricación, se deuomina:
vino generoso blanco, vino tinto y vino
dulce ó Pedro Jiménez. El vino generoso blanco
no tiene mezcla alguna; es el resultado de
la fermentación de los mostos; el vino tinto
se compone de mosto blanco, procedente del
mosto y de la uva de igual color, y de mosto
cocido llamado arrope; y el vino dulce se
compone de mosto de uva soleada hasta convertirla
en pasa, paralizando después la fermentación
natural mediante la adición de
alcohol. Poniendo á hervir el mosto se obtiene
el arrope, que puede emplearse para dar
color á los vinos, convirtiendo en tintos á los
obtenidos de uva blanca. En algunos puntos
se mezclan frutas con la uva para obtener
vinos aromatizados, pero tales caldos solamente
se emplean en el consumo doméstico.
El vinagre no se obtiene por procedimientos
especiales, sino de los mostos que después
de la fermentación resultan ácidos, determinándose
espontáneamente y con la accióu del
tiempo su fortaleza y su bondad. No se adiciona
substancia alguna, y se conserva el líquido
en tinajas. Ya hemos indicado que se
obtienen aguardientes de buena calidad, y
que esa producción es importante. Respecto
de la cantidad de vino quemado y aguardiente
producido, no se tienen datos rigurosamente
exactos. En Baena se obtienen 60 hectolitros
ele 200 de vino; en Cabra, 3.000 de
12.500; en Córdoba, 1.400 de 5.000; en Lucena,
1.300 de 4.000; en Montilla, 1.400 de
4.500; en Posadas, 10 de 35; en Priego, 1.307
de 5.162; en Rambla, 80 de 225, y en Rute,
3.600 de 15.000, comprendiendo por supuesto
todos los pueblos de los partidos judiciales
que de esas poblaciones toman el nombre. Se
exportan al año unos 46.000 hectolitros de
vino y 5.000 de aguardiente para las restantes
comarcas de España y para el extranjero. Los
vinos se ponen á fermentar en tinajas, y se
conservan en pipas ó botas de 30 á 40 arrobas.
En Villanueva del Rey y otras pueblos
de la sierra se emplean únicamente tinajas de
barro para la fabricación y conservación; los
vinos son comunes, sin ninguna clase de mezcla
ó compostura, y Se cuecen con la madre,
ó sea el hollejo. La fabricación del aguardiente
no ofrece nada de particular; se emplean
exclusivamente los alambiques llamados
alquilaran, aparatos cuyo recipiente tiene de
30 á 40 arrobas de cabida, que se colocan
empotrados sobre material de ladrillo y barro,
de tal manera que se forme un horno por la
parte inferior para que aquéllas reciban el
fuego directamente. El alcohol obtenido de la
primera condensación se deposita en tinajas
de 8 á 10 arrobas. Para dulcificar ó anisar el
aguardiente y obtenerle de 20 á 22° se echa
de nuevo en el recipiente, mezclado con agua
y anís ó matalauva, en la proporción de
cuartillo y medio de agua por cada 10 arrobas
de líquido; se le somete á nueva condensación,
y obtenida ésta se añade el agua necesaria
para reducir la graduación, y se conserva en
tinajas para la venta.
• La ganadería, que tanta importancia ha
tenido en la provincia de Córdoba, va decayendo
de día en día, hasta tal extremo que
hoy se halla reducida en más de un 50 por

COR — 307 — COR
100, á juzgar por los amillaramientos, si bien
es de advertir que en esa comarca es donde
han llegado tal vez á mayor grado las ocultaciones.
El Sr. La Puente, en un estudio publicado
hace poco tiempo (Octubre dé 1886),
atribuye esa decadencia, entre otras causas, á
las detentaciones de las servidumbres pecuarias
y á la disminución de las dehesas, consecuencia
del imprudente afán de roturar. En
681.013 hectáreas calcula la extensión de
montes y pastos, mientras que la superficie
laborable mide 618.323, ó sean 403.460,26
destinadas al cultivo de los cereales, 191.045,09
al del olivo, 18.714,96 al de la vid y 5.103,26
al de regadío. Para hacer más palpable la
decadencia compara los resultados de los recuentos
hechos en Septiembre de 1865 y en
Abril de 1886, y resulta que en un período de
veintiún años ha quedado reducido el número
de cabezas de 863.639 á 435.840; de manera que
aparecen hoy 11.280 cabezas de ganado caballar,
en vez de 28.367; 13.140 del mular, en
vez de 62.819; 12.622' del asnal, eu vez de
37.005: 26.980 del vacuno, en vez de 52.272;
255.284 del lanar, en vez de 401.228; 65.905
del cabrío, en vez de 119.545, y 50.629 del de
cerda, en vez de 198.403. De las 435.840 cabezas
existentes se destinan á uso propio 628
caballares, 359 mulares y 687 asnales; á las
labores agrícolas, 21.616 vacunas, 9.274 caballares,
12.515 mulares y 11.207 asnales, y á
granjeria, 5.364 vacunas, 1.378 caballares, 266
mulares, 728 asnales, y todo el ganado lanar,
cabrío y de cerda naturalmente. El partido
judicial que mayor número de caballos cuenta
es el de Córdoba, con 1.857, y el menor Rute,
con 63; en ganado mular aparece en primer
término Hinojosa, con 1.815 cabezas, y en
último Priego, con 84; en asnal, Pozoblanco,
con 2.115 cabezas, y Rute, con 101 respectivamente;
en vacuno la Rambla, con 4.231, y
Rute, con 43; en lanar, Pozoblanco, con
91.954, y Lucena, con 258; en el cabrío, Córdoba,
con 13.898 cabezas, y Rute, con 193; y
en ganado de cerda, Pozoblanco, con 13.008
cabezas, y Rute, con 292. Por el número
total de reses ocupa el primer lugar Pozoblanco,
con 126.420, y el último Rute, con
1.703.
Teniendo en cuenta que no se destinan á
las labores agrícolas las reses caballares y
asnales, deduce el Sr. La Puente que con
11.210 yuntas de ganado vacuno y 6.253 de
ganado mular se trabaja la superficie laborable,
que es de 346.804 hectáreas, incluyendo
la dedicada á olivar, la del cultivo anual ó de
ruedos, y la hoja de barbecho en el cultivo
trienal, es decir, que corresponden á cada
yunta 160 hectáreas, y 60 áreas en el partido
de Rute, y 9 hectáreas y 47 áreas en el de la
Rambla, existiendo una desproporción inexplicable
, á no tener en cuenta lo defectuoso
de los amillaramientos. La desproporción entre
la extensión del terreno dedicado al cultivo
y el número de reses, tanto de trabajo
como de granjeria, es patente; pero aun re­
sulta más para quien sepa que, según acredita
la experiencia, una explotación de 64 hectáreas
(100 fanegas), ó sea la tercera parte
de un cortijo de 192 hectáreas, debe alimentar
20 bueyes, 10 vacas, 6 yeguas, 6 burras,
12 marranas de cría y 12 marranas primales.
Deduciendo de ese total los bueyes de labor, y
reduciendo las 24 reses de cerda á su equivalente
eu cabezas de ganado mayor, resultan
26 reses de venta para un cortijo de 192
hectáreas de cabida, ó sean 13 centésimas de
cabeza por hectárea; proporción que no se podrá
aumentar considerablemente en mucho
tiempo, gracias al estado actual de la agricultura
cordobesa, con su sistema de barbechos
y su hoja de sembradío, que turna en
rotación de tres años, y por no cultivarse
plantas forrajeras.
De todas las especies de ganado, la que acusa
mayor decadencia es la caballar, como hace
notar el Sr. La Puente. En 1841 , al establecerse
en la capital un depósito de 14 caballos
sementales, había en la provincia 11.300, de
entre los cuales no excedían de cuatro años
4.342; en la actualidad sólo existen 11.280 cabezas
de ganado caballar, 126 caballos sementales,
222 domados, 5.030 yeguas de vientre,
1.688 potros y 1.436 potrancos, ó sean en junto
8.572 reses, si nos atenemos á los. datos del
Ministerio de la Guerra, porque en el de Hacienda
solamente aparecen amillaradas 1.378
cabezas de ganado caballar de todas clases.
Calcúlase en 1.342 crías, machos y hembras,
las que anualmente se obtienen , y eso que el
Ministerio de la Guerra tiene establecido un
depósito de sementales en Córdoba, el cual
cuenta con 90 caballos, 48 de los cuales fueron
destinados á la cubrición dé yeguas durante
la primavera de 1886, y eso que la remonta
compra caballos á los criadores particulares;
de manera que en el citado año adquirió 177,
ó sean 2 ya domados, 2 potros de cuatro
años , 81 de tres y 90 de dos.
VÍAS D E COMUNICACIÓN.—No es la provincia
de Córdoba bajo ese aspecto una de las
más favorecidas, mas tampoco una de las más
abandonadas. Siguiendo el valle del Guadalquivir,
cruzan .por ella la carretera general de
Madrid á Andalucía y el ferrocarril del Mediodía,
pasando por Montoro, Córdoba, Almodóvar
del Río, Posadas y Palma del Río, y
facilitando el tráfico notablemente con la provincia
de Jaén, la de Sevilla, y el Centro,
Norte y Oriente de España. Desde Córdoba
parte con dirección al Noroeste, y para dirigirse
á Extremadura por el valle del Guadiato,
la línea de Espiel y Bélmez, y también
desde la capital de la provincia se dirige á
Málaga por Montilla, Aguilar y Puente Genil
otra importante vía férrea, es decir, que la
provincia cuenta con ferrocarriles para enviar
sus productos hacia el Norte, el Este, el
Sur y el Oeste. No es tan afortunada respecto
de las carreteras. Córdoba comunica por
caminos de herradura con casi todos los pueblos
enclavados en la parte septentrional de

COR — 308 — COR
la provincia; una carretera sube en dirección
á Espiel y Bélmez, y por Villaharta, Puerto
Calatraveño, Pozoblanco, Pedroche y Torrecampo
se dirige uu mal camino á Ciudad Real,
en tanto que otro, siguiendo desde Villaharta
la dirección septentrional por Casa de Sepúlveda,
Alcazarejo y Santa Eufemia, avanza hasta
Almadén del Azogue. Por el Norte de la
provincia, y penetrando desde la provincia de
Ciudad Real, cruza otro camino hasta la de
Badajoz, pasando por Pedroche, Dos Torres,
Puente la Lancha, Valsequillo y Cuenca. La
campiña y parte meridional de la provincia
se halla favorecida por mejores vías de comunicación.
Desde Córdoba, y siguiendo la dirección
Sudoeste, parte una carretera eu dirección
á la Carlota, á Ecija y á otras importantes
poblaciones de la provincia de Sevilla; á unos
40 kilómetros de la capital se separa de esa
carretera otra que pasa por Fernán-Núñez,
Montilla, Aguilar j Monturque y Lucena, enlazándose
aquí con* la que desde la provincia
de Jaén, por Baeua; Doña Meucía, Cabra,
Lucena, Encinas Reales y Benamejí, avanza
hasta Antequera y Málaga. Los caminos de
herradura son numerosos también en esa parte
meridional de la provincia de Córdoba;
desde ésta se dirige uno por Castro del Río á
Baena; otro desde Villa del Río, por Bujalauce,
Castro, Montilla y Santaella, baja á Ecija,
y otro pone en comunicación á Alcaudete
con Priego y Rute.
COREA (Veterinaria). — Esta dolencia,
llamada también baile de San Vito, porque á
fines del siglo xv los habitantes de Ulu (Francia)
acudían á la capilla del mencionado santo
para implorar su protección contra el padecimiento,
es una neurosis que consiste en contracciones
irregulares é involuntarias de uno
ó más grupos de músculos. Es muy frecuente
en el perro, eu el cual aparece casi siempre á
consecuencia del llamado moquillo, y se observa
muy raras veces en el caballo y en el buey.
. La dolencia se denuncia ó revela su existencia
por contracciones clónicas, generales
ó locales. NÓ es rara en este padecimiento la
forma hemiplégica, es decir, aquella en que
las contracciones se extienden solamente á
una mitad del cuerpo. Ordinariamente la dolencia
es continua, manifestándose las contracciones
en períodos de igual duración;
otras veces es remitente ó intermitente. A
pesar del padecimiento, la acción de la voluntad
domina los músculos afectados, que no
tienen, sin embargo, toda su libertad de
acción, y que se hallan embarazados en sus
movimientos normales. No experimentan con
esta enfermedad perturbación alguna los actos
reflejos fisiológicos, como son la defecación y
la orina, ni las funciones vegetativas, que
continúan efectuándose regularmente. Ordinariamente
cesan durante el sueño los movimientos
coréicos.
Muy raras veces comienza ó se inicia el
mal por un estado agudo, y son aún todavía
más raras las ocasiones en que acaba rápida­
mente con la existencia de los animales. Por el
contrario, se presenta casi siempre con tipo
crónico, siendo larga su duración, que alcanza
meses y aun años enteros. En este caso los
pacientes conservan durante mucho tiempo
señales de salud aparentemente, y sólo mucho
más tarde aparecen débiles y anémicos, complicándose
la corea con otras dolencias cróuicas
de diferentes órganos, y también en circunstancias
dadas con la parálisis.
La dolencia termina casi siempre con la
muerte, principalmente en los perros, en los
cuales generalmente va acompañada de gran
debilidad, resultado del padecimiento que la
precediera, y que es, según queda dicho, el
moquillo, enfermedad de que hablamos en el
lugar correspondiente.
Como causas de la corea se señalau ciertos
desarreglos de los centros nerviosos ó de otros
órganos importantes. Aparece después de las
fiebres eruptivas, y muy especialmente después
de las diarreas que van acompañadas de
síntomas nerviosos, cual frecuentemente sucede
en la terminación del moquillo, que padecen
los perros jóvenes. Desde luego, reflexionando
sobre los síntomas que caracterizan
la corea, se ve que el sistema nervioso se halla
alterado por una irritación que, aunque poco
intensa, es suficiente para producir la mezcla
confusa de síntomas paralíticos y convulsivos
que se presentan en esta afección.
Conócese la existencia del mal por una especie
de claudicación ó imposibilidad de mantener
las extremidades en reposo, ya esté el
animal echado, ya se halle en pie; aquéllas se
hallan en una relajación continua, más ó menos
pronunciada y funesta. En unas ocasiones
el mal invade una sola extremidad, en otras
dos y á veces las cuatro, que en el último caso
se extienden y contraen alternativamente, experimentando
el perro sacudidas violentas y
continuas que le abaten y que en ciertos individuos
se extienden á la cabeza, al cuello y al
tronco, para producir á veces la parálisis de
los miembros abdominales.
El tratamiento que se aconseja contra ese
padecimiento en el perro, al mismo tiempo
que una alimentación muy tónica, es el alcanfor
mono-bromado, el fósforo y el valerianato
de cinc, empleando dos granulos dosimétricos
de cada uno, administrándoles seis ú ocho
veces al día, según la intensidad del mal. En
las reses mayores se ha usado cou grau éxito
el hidrato de cloral, en la dosis de 20 á 30 gramos,
y el alcanfor mono-bromado, en la dosis
de 4 á 6.
COREGONES (Piscicultura) (Coregones
lavarelus, Cuv.; Lavareto, Huerta).—- Peces
salmonídeos con que Artedi formó un género
tan natural que sus especies han sido confundidas
unas con otras muchas veces; así que
se suelen describir juntos el C. lavaretus; el
C.fera, Junín; farra ó ferra de Huerta; el
C, polea, Cuv.; el ñyémalis, Junín; bezola de
Huerta, y el C. marcena de Valen. Aun cuando
se halla en los lagos del centro de Europa,

COR — 309 — COR
la mayor parte de esas especies pertenecen á
las regiones circumpolares, y no es fácil aclimatarlas
en las aguas de nuestra Península.
Tienen los coregones gran semejanza con
las brecas; sin embargo, se distinguen de éstas
al primer golpe de vista por la aleta adiposa,
característica de la familia á que pertenecen.
Su carne es delicada; se descompone
pronto, y no, puede conservarse como la de los
salmones. Generalmente los peces que nos
ocupan no alcanzan una longitud mayor de 35
centímetros, y los mayores pesan de 2 á 3
kilogramos. Las especies más conocidas viven
en los lagos de Suiza, y tal vez se podrían
aclimatar en los lagos y lagunas de nuestras
montañas, sobre todo en la región septentrional,
donde se podrían conducir los huevos
ya fecundados , toda vez que es muy difícil
transportar los peces vivos, por la facilidad
con que mueren y por su delicadeza.
El C. lavar etus vive en los lagos de Ginebra,
de Zugg, de Constanza y en el Rhin;
desova en Septiembre y Octubre, y busca los
fondos de cascajo y las corrientes rápidas. El
C.fera se pesca en un banco de cantos que
hay en el lago de Ginebra; comienza á desovar
en Diciembre y Enero, al decir de M. Costa,
buscando los bajos fondos y las aguas vivas,
sobre suelo pedregoso. El C. palea vive diez
ó doce meses en el fondo del lago Neufchatel;
prefiere también los suelos pedregosos, y se
aproxima en Noviembre á las orillas. El
C. ha emolís, llamado gravanche por los pescadores
del lago de Ginebra, llega á medir
30 centímetros de longitud, y es de carne más
dura y sabrosa que la del C. fera. Aparece
nadando en bandadas á flor de agua, y produciendo
con la cola un ruido análogo al que
producen los patos cuando buscan gusanillos
en el cieno, de manera que advierte su llegada
á los pescadores. Desova en Diciembi'e,
sobre los fondos cascajosos del lago, y desaparece
á los veinte días, según Junín. El C. maraña
ó Madui mar ene, de Berlín, procedente
del lago Madui, situado á 16 kilómetros de
Stettin, es muy celebrado por los alemanes;
se cría también en los lagos de Hitzdorfer y
Callifer; desova en Noviembre, y puede ser
trasladado entre nieve entonces para poblar
lagos ó charcas que se hallen próximas al
punto de origen.
Esos salmonídeos solamente se podrían obtener
en España adquiriendo huevos fecundados
en Alemania, Holanda ó Suiza, para sembrarlos
al vuelo á lo largo de los ríos, entre
las plantas acuáticas y sobre fondo de grava
algo fangoso los del C.fera, según M. Costa
aconseja. Para que no perezca la simiente es
necesario echarla en sitios de poco fondo, en
que penetre la luz directa á duras penas y
corran las aguas con facilidad. Precisamente
M. Gerbe demostró ya que aun cuando no
estén sumergidos los huevos de los salmonídeos,
se verifica en ellos la incubación, bastando
que haya humedad donde se hallen depositados.
Pueden colocarse, por lo tanto, en­
tre capas de musgo, que se rociarán de vez
en cuando, y al aproximarse el nacimiento
del pez, es decir, cuando éste ejecuta movimientos
bruscos y frecuentes dentro de su envoltura,
adquieren los ojos un color bronceado
vivo y se agrupan en masa las gotitas oleosas
de la vesícula umbilical, se sumergirán los
huevos en el agua, colocándolos en las rejillas
de vidrio de los incubaderos artificiales, para
que al nacer los pececillos puedan respirar por
su especial órgano. Los coregones nadan con
facilidad desde el momento de su nacimiento,
y pueden ser colocados en las viveras á que
se les destine, criándolos como á las truchas
y salmones.
COREMA.—(V. Comarinas.)
C0RIANDR0.-(V. Cilantro.)
CORIARIA—(V. Reo.)
CORIMBO.—Especie de inflorescencia en
la cual las flores nacen en diferentes puntos
del tallo y se elevan casi á la misma altura
como la umbela; de ahí el nombre de falsa
umbela que algunas veces se le ha dado.
CORINTO (Comercio).—Vid de uva
blanca, muy extendida en las islas del archipiélago
griego, de granos pequeños y sin pepitas.
Las pasas de Corinto entran por mucho
en el gran comercio de uvas secas que hace la
Grecia con los otros países.
CORIZA C Veterinaria).—Esta afección,
llamada también romadizo y catarro nasal, se
halla caracterizada por la inflamación de la
mucosa que tapiza las cavidades nasales. Se la
observa en las diversas especies de animales
domésticos, pero es más frecuente en el caballo,
por lo sensible que se manifiesta á los
cambios de temperatura.'
La coriza puede ser aguda 6 crónica. Las
causas ordinarias de la coriza aguda son el enfriamiento,
la humedad, la supresión súbita
de la transpiración cutánea por efecto de una
corriente de aire frío ó de la lluvia, siendo
muy frecuente en otoño, á causa de las noches
y madrugadas frías que suelen reinar en esta
estación. También suele ser causa de la coriza
la irritación directa de la mucosa nasal por
efecto del polvo de los caminos y el que se
desprende de los forrajes averiados, de emanaciones
amoniacales ó de la acción de otros
gases irritantes.
La enfermedad principia por una fiebre ligera,
algo de abatimiento, y en algunos animales
poco apetito. La mucosa nasal tiene un
color rojo uniforme; está seca, inyectada, y
la boca pastosa. A las veinticuatro ó cuarenta
y ocho horas después de la aparición de la enfermedad,
empieza á destilarla nariz una serosidad
clara, acuosa, incolora, cayendo agotas
ó á hilos en mayor ó menor abundancia, entre
frecuentes resoplidos. La materia destilada se
va espesando poco á poco, formándose delgadas
costras grisáceas por su desecación alrededor
de las cavidades nasales; nunca se
presenta sanguinolenta, ni ofrece la coloración
verde ni la consistencia pegajosa de la
destilación del muermo. En la mayoría de los

COR — 310 — COR
enfermos sobreviene una ligera tumefacción
de los ganglios de la garganta, pero la glándula
del coriza es siempre poco voluminosa,
aplanada, blanda y casi indolente.
Las más de las veces la afección termina
por resolución, disminuyendo poco á poco la
destilación, para desaparecer á los ocho, diez ó
quince días, y adquiriendo la mucosa su color
natural y sus caracteres ordinarios.
Cuando la coriza se hace crónica, la mucosa,
más en un lado que en otro, está siempre
infiltrada, gruesa, pálida, y la surcan venas
varicosas, lo que hace su coloración irregular;
la destilación es más abundante durante el
trabajo que en el reposo; suele ser viscosa,
blanquecina, más ó menos turbia, puriforme,
y exhala siempre un olor desagradable.
En el ganado vacuno la coriza se anuncia
por un estado febril intenso; desaparece el
apetito y la rumia; el hocico está seco; los
ojos lagrimosos; la mucosa nasal, fuertemente
inyectada, presenta en algunos casos un color
violáceo, y toda la cabeza se pone ardorosa,
dolorida y pesada.
En el carnero y el perro la coriza se manifiesta
por frecuentes estornudos y una destilación
mucoso-purulenta.
El tratamiento de esta dolencia consiste en
resguardar, los animales del frío y de la humedad
, darles dos ó tres fumigaciones diarias
de vapor de agua tibia y someterlos á una
alimentación ligera, compuesta especialmente
de empajados y agua blanca de salvado ó de
harina de cebada. Los brebajes acuosos, endulzados
con miel; los electuarios compuestos de
kermes, de miel y de polvo de regaliz ó de
malvavisco, favorecen la resolución del coriza
agudo. Para el crónico se ha ensayado, sin
gran éxito, las inyecciones en las cavidades
nasales de soluciones astringentes, como la
solución del sulfato de cinc ó de cobre, el
agua de creosota ó fenicada y las "fumigaciones
empireumáticas.
CORMIERA.—Nombre que recibe el arbolillo
silvestre Amelanchier vulgaris, Mench,
de la familia de las Pomáceas. Se le dan también
los nombres siguientes: Cornejuelo (Burgos,
sierra de Besantes), Curniol (Cataluña,
Monseny, Berga, Bagá, Cardona, Poblet, etcétera),
Gnülomera (serranía de Cuenca),
Guillomo (Guadalajara, Trillo, Arbeteta, Armallones,
etc.), Durillo (sierras de Alfacar
y de Dilar), y Poniera (Alicante, sierra de
Mariola). Se encuentra además este árbol en
la Sierra Nevada (Dornajo, Trevenque, etc.),
y en las Provincias Vascas y de Navarra,
Santander, Logroño, Soria y Madrid (sierra
de Guadarrama).
Este arbolillo, que alcanza una altura de 1
á 2 metros y á veces más, echa muchos brotes
ascendentes, delgados, es poco ramoso y de
poca hoja, siendo su color pardo ó gris. Las
yemas son agudas, alargadas, de color pardonegruzco,
brillantes y lampiñas. Busca por lo
general las exposiciones cálidas y terrenos
algo accidentados, pedregoso-calizos. Es de
advertir que nunca forma rodales, encontrándose
salpicado en escaso número con otras
especies arbóreas. En la Provenza comen el
fruto, llamado allí amelanche, de donde se ha
tomado el nombre genérico. La madera no
tiene aplicación. Su densidad es de 0,914
á 0,976.
CORNEJA.-(V. Córvidos.)
CORNEJO.—Este nombre se da en general
á varias especies leñosas del género Cornus,á\e
la familia de las Córneas, que se cultivan
bastante en los jardines. Las principales
son las siguientes:
Cornus sanguínea, L.—Este hermoso arbusto,
único del género, espontáneo en los
montes españoles, de donde ha pasado á los
jardines, se encuentra en Cataluña, Aragón,
Navarra, Provincias Vascongadas, Santander,
Logroño, Serranía de Cuenca, Guadalajara,
Granada, Málaga, Iluelva y otras pro^
vincias. Su verdadero nombre, por lo menos
el que le da el vulgo de las respectivas localidades,
es el de Sanguino en Aragón y Sanguinyol
en Cataluña, no el de Cornejo encarnado
que le dan algunos autores.
DESCRIPCIÓN.—Hojas opuestas, de pecíolos
cortos, con cuatro ó cinco pares de nervios
laterales, arqueado-convergentes hacia el ápice,
elíptico-acuminadas, enteras, concoloras;
Flores blancas, que aparecen después de las
hojas, dispuestas en cormibos compuestos,
terminales, desprovistos de involucro en la
base. Fruto del tamaño de un guisante, globuloso,
coronado por los dientes del cáliz,
apenas carnoso, negro, amargo, no comestible.
Forma esta planta un arbusto de 2 á 5
metros de alto, con ramas derechas, levantadas,
siendo la corteza del tallo de color pardo
y estando finamente agrietada á lo largo y al
través. Brotes derechos, aguzados, casi lampiños,
de color sanguíneo brillante, especialmente
en la primavera. Canal medular casi
redondo. Las hojas toman el color rojizo en
otoño. Florece en Mayo y Junio. Se reproduce
rápidamente en los montes por diseminación,
por brotes y por acodos naturales. Resiste
mucho la cubierta ó abrigo de los árboles,
tanto que se propaga demasiado á veces, cubriendo
el suelo en un grado perjudicial al
repoblado del monte.
PRODUCTOS.—La madera de este cornejo , á
causa de la lenta vegetación de la planta, es
dura, compacta, elástica y tenaz. Tiene los
poros agrupados de cuatro en cuatro y de cinco
en cinco. Se emplea en tornería, y también
para mangos de herramientas, tutores, aros,
bastones, bieldos, etc. La corteza fresca del
sanguino exhala un olor acre, que recuerda
el de la chinche. El pericarpio del fruto contiene
un aceite que puede servir para el alumbrado,
llegando á la proporción de un 34 por
100 en peso. La planta alimenta en la Alcarria
un vasto tráfico interior, porque sirve
para formar en los jardines de Madrid y sus
cercanías perfiles y setos.
Cornus mas, L. Nombre vulgar, Cornejo

COK — 3 1 1 — COR
macho.—Esta especie, á pesar de lo que se lee
en algunos autores, no parece que se encuentre
espontánea en los montes españoles, al
paso que es muy frecuente en los de Francia.
DESCRIPCIÓN.—Hojas casi iguales á las de
la especie anterior, pero más tiesas y con
pelos ralos, diseminados en ambas caras, especialmente
en la inferior, más pálidas y ligeramente
tomentosas en las axilas de los
nervios. Flores amarillas, en pequeñas cimas,
agrupadas bajo la forma de umbelas simples,
laterales, pancifloras, que aparecen antes que
las hojas, y están colocadas en el centro de
un involucro de cuatro foliólos cóncavos.
Fruto nuculano, elíptico, del tamaño de una
aceituna, muy áspero al principio, acíduloazucarado
después, y de color rojo translúcido.
Florece en Marzo y fructifica en Octubre.
Forma un arbolillo de 6 á 8 metros de altura,
de tallo derecho, irregular, acanalado,
con la corteza de color amarillo parduzco.
Ramas opuestas, con las ramillas cubiertas de
pelos abundantes, persistentes, que durante
el invierno hacen palidecer y vuelven mate
el color sanguíneo de aquéllas. Canal medular
de forma hexágona. Crece esta planta con mucha
lentitud, y puede vivir siglos.
PRODUCTOS.—La madera es dura, como lo
indica el nombre genérico, y tiene espejillos
angostos, veta marcada y poros casi iguales,
en grupos de dos ó de tres. Sirvió en la antigüedad
para hacer lanzas y venablos. Compacta,
pesadísima y blanco-rojiza, se emplea
hoy en maquinaria para hacer piezas que han
de sufrir mucho rozamiento; es linda y pnlimentable;
también se usa en. ebanistería y
obras de taracea. Su peso, secada al aire, es
de 0 , 9 4 3 á 1,014. Hay que advertir que se
agrieta si no está bien seca. Con las ramas
nuevas se hacen aros fuertes. La corteza contiene
un 8,7 por 1 0 0 de tanino. El fruto, cuando
está maduro, es comestible. Se cultiva
poco.
Cornus alba, L. Nombre vulgar, Cornejo
blanco.—Hojas más grandes que las del sanguino.
Flores blancas y más tardías. Frutos
blancos, parecidos á perlas. Este arbusto es originario
del Canadá, y se cultiva en los jardines
porque en otoño los embellece con sus
frutos blancos y sus ramas encarnadas: Su
madera tiene espejillos muy angostos, veta
bastante encarnada, poros cerrados, casi iguales,
pareados y tal cual vez de tres en tres.
Es de color rojo de coral durante el invierno.
Se emplea en tornería.
Cornus ccerulea, Lam.—Procede de la América
del Norte, como todas las especies siguientes.
Flores blancas. Frutos de color azul,
bastante lindos.
Cornus alternifolia, L.— Flores blancas y
frutos de color de violeta.
. Cornus circinata, L'Herit.—Hojas redondas.
Cornus florida, L.—Árbol de 1 0 á 1 2 metros
de alto, con hojas muy anchas. Las flores,
que aparecen en Mayo, son amarillas, muy
pequeñas, y están rodeadas de un involucro
blanco ó rosado que parece una gran corola.
Cormis paniculata, L'Herit.—Árbol cuyos
frutos rojos, dispuestos en racimos, persisten
hasta la primavera.
CULTIVO GENERAL D E LOS CORNEJOS. — Se
multiplican todas estas especies por semilla,
acodo ó injerto, hecho sobre patrón del cornejo
macho. Les basta una tierra de condiciones
ordinarias, y aun admiten bien la cretácea.
Les conviene más bien el sol que la
sombra. La especie florida exige humedad, y
se da mejor en tierra de brezo.
CORNEZUELO DE CENTENO (Sclerotium
clavus, D. C; Spermaidia clavas, Fries
(figura 131).—Cuerpo sólido, de 1 á 3 centímetros
de longitud y de 2 á 4 milímetros de
ancho, casi cilindrico, algo triangular ó cuadrangular,
y más ó menos arqueado, que se
parece á un pequeño cuerno ó espolón de
gallo. Es de color violeta obscuro al exterior,
á veces agrisado, y señalado siempre por un
surco longitudinal y grietas transversales. Su
~h olor recuerda el
de los hongos, y
i
1
•fifi
¥•
\ • \ i-
mi,
Fitíuiva 131
Cornezuelo de centeno
se parece al de
pescado podrido
cuando comienza
aquél á descomponerse;
el sabor,
primero débil, es
particularm ente
astringente. Consistente
y compacto
es el cornezuelo
, de fractura
blanca, con un
tinte vinoso en los
bordes; el polvo es de color ceniciento. Durante
los años lluviosos abunda en las espigas de
centeno (figura 1 3 2 ) ; se desarrolla antes de la
fecundación, y en cuanto aparece el ovario,
que permanece rudimentario, en la parte superior
de éste y en el interior de la gluma se
presenta una materia líquida y viscosa (Sphacelia
segelum, Lev., ó Espermogonia, Tul.)
que suelda juntos los órganos de la vegetación
y se opone á la fecundación. De esa substancia
pegajosa (figura 133, A) nace nn cuerpo blando,
viscoso, de color blanco amarillento b, que
se eleva y agranda, arrastrando la epidermis
velluda del ovario o, y rechazando este órgano
hacia abajo, de manera que muy pronto
queda reducido á un punto negro. Ese cuerpo
es el cornezuelo que sale de la espiga (figura
1 3 3 , B), arrastrando consigo la esfacelia
a, que permanece adherida á la parte
terminal de la nueva producción y se seca al
cabo de algún tiempo, faltando en el cornezuelo
del comercio.
Este cornezuelo es un micelio tuberculoso;
si se coloca superficialmente en una tierra húmeda
cuya temperatura sea suave y que esté
al abrigo de la luz, da origen á cierto número
de Claviceps purpurea, Tul., Sphceria purpurea,
Fries (figura 1 3 4 ) , que se reconoce

COR — 312 — COR
por su pie a y su sombrerillo globuloso b,
provisto de esporos. Cuando éstos germinan
sobre una flor no fecundada de centeno, producen
el cornezuelo, y éste, en las condiciones
dichas, la Sphceria ú hongo completo, capaz
de fructificar y reproducirse.
El cornezuelo debe conservarse en sitio seco
y en vasijas bien cerradas, porque se altera
Figura 133.—Espiga-de centeno provista
de cornezuelo
fácilmente y es atacado por un sarcoptes
semejante al del queso. Contiene ergoíina,
aceite craso, materia grasa crislalizable, ácido
cerótico, mucosa ó trehalosa, materias extractivas
ó colorantes, albúmina, fungiría, fosfato
ácido de potasa y de cal, y formicalo de propilamina
(Winckler). El aceite es espeso, insípido,
inodoro, soluble en el éter y en el alcohol
caliente; solamente es activo cuando se
obtiene por medio del éter, porque entonces
contiene la substancia obscura del cornezuelo.
La ergotina de Wiggers es de color rojo obscuro,
pulverulenta, amarga, ligeramente acre,
de olor nauseabundo y neutra; se parece
mucho al rojo de cinconina, insoluble en el
éter y en el agua y soluble en el alcohol; su
energía es sesenta veces mayor que la del cornezuelo,
y no debe confundirse con la ergotina
de Bonjean , extracto hidra-alcohólico. El
Figura 133.—Cornezuelo de centeno y su estacelia
principio azucarado es muy parecido al del
azúcar de caña., y solamente reduce el óxido
de cobre después de una ebullición prolongada.
Wenzell ha extraído los
alcaloides ecbolina y ergotina,
que están combinados
con un ácido especial, el ergótico;
el primero produce
los mismos efectos que el
cornezuelo. Este ataca también
al trigo, la cebada, la
grama, la cizaña y muchas
ciperáceas. Únicamente se
ha experimentado el del trigo,
y se considera tan útil
como el de centeno.
Figura 13*.—Cornezuelo
de centeno
con Clavieeps
purpurea.
El cornezuelo y la ergotina,
administrados en dosis
terapéuticas al hombre y á
la mujer no embarazada,
produce ligeras perturbacio­
nes en el estómago, sequedad en la garganta,
palidez en la piel y dolores de vientre. Se
dilata la pupila, se retarda la circulación, el
pulso se vuelve pequeño y duro, aumenta la
diuresis, disminuyen el sudor y la secreción
láctea hasta llegar á suprimirse, y se,contraen
las'arterias pequeñas. En altas dosis produce
perturbaciones cerebrales, y mezclado en mucha
cantidad de harina ó de centeno produce
el llamado ergolismo convulsivo, si predominan
los síntomas nerviosos, ó el gangrenoso en

COR — 313 — COR
otros casos. En la mujer embarazada sobrevienen
al cuarto de hora ó á la media hora
de administrado, retortijones y contracciones
uterinas, contrayéndose las arteriolas y la del
útero, y dilatándose la pupila. La presión de
la sangre aumenta por la contracción de los
vasos y cesan las hemorragias. De ahí que se
emplee el cornezuelo en los partos difíciles,
cuando el cuello está dilatado. La administración
ha de hacerse oportunamente, para no
provocar la muerte de la madre y del niño.
También se recomienda el cornezuelo contra
las hemorragias, sobre todo las uteriuas, sean
ó no puerperales. Su acción sobre las fibras
lisas se utiliza para combatir la parálisis de
la vejiga y los intestinos. Se emplea igualmente
en algunas afecciones del corazón, cuando
está indicado un calmante enérgico y poco
duradero. La ergotina, administrada al exterior
(10 gramos por cada 100 ó 200 de agua),
es un medicamento de gran valor para contener
las hemorragias causadas por lá abertura
de los capilares ó vasos de poco calibre y que
no necesitan ligadura.
Se prescribe el cornezuelo en polvo, en la
cantidad de 30 á 40 centigramos, para usarle
cuatro ú ocho veces en el período de veinticuatro
horas, y solamente se prepara en el
momento de emplearle; eii cocimiento, y en la
proporción de 3 á 4 partes por cada 500 de
agua; en jarabe, á la dosis de 50 á 100 gramos;
en extracto, á las de 2 decigramos á 2
gramos; en extracto hidro-alcohólico (ergotina
de Bonjean), á las de 2 decigramos á 2
gramos, y en jarabe de ergotina, á las de 30
á 60 gramos y más. El contraveneno del cornezuelo
y sus preparados es el tanino.
CORNICABRA.—Arbusto muy común en
los montes de España, que corresponde á la
especie Pistacia terebinthus, L., de la familia
de las Terebintáceas. Crece en los países meridionales
de Europa, en Levante y costa
Norte de África. En España se encuentra en
Andalucía, Extremadura, Castillas, Valencia
, Cataluña, Aragón, Provincias Vascongadas,
etc.
DESCRIPCIÓN.—Hojas caducas, pecioladas,
oposito-imparipinadas, de siete á once folio-
Ios sentados, oblicuamente ovales-oblongos ó
elíptico-lanceolados, mucronados, enteros,
lampiños, bastante coriáceos, verdes y brillantes
por encima, mate y más pálidos por
debajo. Flores en tirsos compuestos, laterales,
que nacen de la ramilla de dos años, casi tan
largas como las hojas. Fruto drupa casi seca,
apiadada, globular, roja, después parda, del
tamaño de un guisante. Florece en Abril y
fructifica en Septiembre.
Es un arbusto ó arbolillo de corteza gris
rojiza y lisa al principio. Las yemas son gruesas,
ovales, obtusas, lampiñas, con escamas
de color rojo pardo, alternas ó imbricadas.
CLIMA, SITUACIÓN Y TERRENO.—No suele resistir
temperaturas medias anuales inferiores
á -+- 13". Vive en terrenos pobres, pedregosos
y secos, y abunda en los calizos, siendo por
lo demás poco exigente respecto á todos los
accidentes propios de localidad, entendiéndose
ésta bajo el concepto forestal.
CULTIVO.—Se puede criar la cornicabra en
tierra suelta y ligera, cuando las plantitas
tengan de cinco á seis años. En invierno conviene
abrigarlas. Se obtienen más fácilmente
de semilla bajo uua capa de mantillo, trasladándolas
después á los tiestos y luego pasándolas
al lugar de asiento.
PRODUCTOS.—La madera tieue mucha albura,
y es blanca ó blanco-amarillenta, con
aguas ó vetas verdosas ó rojizas. Bieu sazonada
es de color pardo-castaño, á veces bastante
obscuro, no faltándole también un bonito
juego de aguas ó vetas. Es compacta; admite
bien el pulimento, y se usa eu ebanistería,
taracea, tornería y escultura. Su peso específico
es de 0,757 á 0,876.
Según Bowles, algunas de las raíces de esta
planta, que son más gruesas que el tronco,
tienen madera muy hermosa, variada de blanco
y pardo, que se trabaja bien al torno y se
pulimenta fácilmente. En Orihuela, añade, se
hacen de ella infinitas cajas y botes para tabaco,
que se venden en España y en el extranjero;
algunas representan animales, árboles y
otros accidentes, como las dendritas de mineralogía,
cuya circunstancia las hace muy curiosas.
La leña de la cornicabra es bastante
buena. La corteza desprende gotas de trementina
blanca muy olorosa, tan abundantes
según las localidades, que no se puede á veces
aprovechar la sombra de estos arbolitos
por la caída de aquella substancia. Dichas
gotas se solidifican pronto y forman la famosa
trementina de Chin del comercio. En Argelia
se llama leh (laca), ó alk por los árabes. Un
árbol grande puede producir allí de 200 á 400
gramos de esta resina al año.
En España, sin duda por ser el clima más
frío, no se manifiesta esta secreción apenas,
y no es, por lo tanto, dicha resina objeto de
explotación.
Puede comerse el fruto de la cornicabra,
que es un poco ácido y refrigerante. La almendra
es aceitosa^. En cuanto á la corteza,
pasa ésta por astringente.
ENEMIGOS Y ENFERMEDADES.—Hablando de
la cornicabra dice Bowles: «Pícale un insecto
para depositar sus huevos, y esto produce
una agalla roja, de color de coral, y como
la agalla crece, prolongándose más de media
pulgada, y toma la figura de un cuerno de cabra,
llaman vulgarmente á este alfónsigo
cornicabra».
La picadura del insecto de que se trata no
parece, por lo demás, causar perturbación
notable á la vida de la planta, la cual sigue
desarrollándose con lozanía. El fenómeno es
tan común, que no se ve una sola planta qué
no presente aquellas agallas características,
merced á las cuales puede reconocerse y distinguirse
en seguida.
CORNICAL.—Nombre que en las Islas
] Canarias, doude se encuentra espontánea, se
Día—IV. 21

COR — 314 COR
da á la planta Periploca Lavigala, Ait. (Véase
Periploca.)
CORNIGACHO. —Aplícase al toro ó la
vaca que tiene los cuernos ligeramente inclinados
hacia abajo; cuando se elevan demasiado
sollama cornialto; si se separan en el último
tercio, como los de las vacas, corniavacado
ó espaso; si se dirigen hacia adelante, cornidelantero;
bien encornado y largo de astas, veleio;
bizco, cuando uno de los cuernos baja
más que el otro. Las palabras cornicorto, corniapretado,
corniabierto, indican bien la disposición
de las astas. Brocho se llama al que
tiene las puntas en forma de paréntesis; mogón
al que le falta una de las dos puntas. La
res que no tiene encornadura se llama mocha.
CORNIJUELO.—(V. Cormiera.)
CORNUS.—Género de plantas de la familia
de las Córneas. (V. Cornejo.)
COROLA.—Segunda cubierta de las flores
completas, contando desde el exterior, que cubre
los órganos de la generación, 3' está adornada
por lo común de bellos colores. (Véase
Botánica.)
CORONA (Veterinaria). — Región intermedia
al casco y la cuartilla. Constituyen su
base el hueso del mismo nombre y los fibrocartílagos
laterales del pie. Sírvela de límite
iuferiormente el rodete del casco, y por arriba
la línea saliente y.normal de los fibro-cartílagos,
que se pronuncian al través de la piel,
hacia los lados y plano posterior de la región.
Su conformación debe ajustarse estrictamente
ala cuartilla, así como sus defectos acarrean
idénticos males. También debe estar
exenta de tumores óseos ó cartilaginosos. El
tumor óseo que se forma en la parte anterior
de la corona, cerca del rodete, titulado sobrepie
6 sobre-mano, eleva la expansión terminal
de los extensores, ocasionando intensas cojeras.
CORONA DE REY.-(V. Maravilla.)
CORONA IMPERIAL (Fritillaria impe-.
rialis, L.).—Planta de raíz bulbosa, gruesa y
amarillenta, de olor desagradable. Tallo de 3
á 4 pies de altura, terminado por seis, ocho
ó más flores verticiladas, cabizbajas y sustentadas
por pedúnculos delgados. Sobre estas
flores salen una porción de hojas terminales
}' derechas, más pequeñas que las radicales,
que por su forma y disposición se asemejan á
una corona. La corola es campanuda, y en la
base de sus seis pétalos hay una cavidad en
la que se encuentra una gota de un líquido
azucarado, cuando la flor está bien abierta y
antes de marchitarse. Florece á primeros de
Abril, y despide un olor desagradable.
Hay gran número de variedades, sencillas
y dobles, de color encarnado más.ó menos
vivo, naranjado, anteado, amarillo, caña, 3 7
manchadas ó listadas. Algunas producen una
segunda y hasta una tercera corona ó verticilo
de flores. Se multiplican y cultivan como
las azucenas.
C0R0NAD0S.-(V. Extraña.)
CORONG.—Se da este nombre en las Islas
Filipinas á un árbol de mediano porte, del gé­
nero Chailletia, familia de las Chailletáceas,
cu3 7
a especie no nos es conocida.
DESCRIPCIÓN.—Hojas alternas, de 12 á 14
centímetros de largo, aovadas, oblongas, enteras
y lampiñas. Flores en las ramas. Fruto
ba3 7
a superior, globosa, con dos ó más nueces,
venosas, triangulares, 3 7
un ángulo muy
obtuso, por su parte opuesta excavadas, con
una cicatriz ancha.
CUALIDADES.—Tiene el fruto el tamaño de
una ciruela globosa, y es de pulpa muy encarnada,
comestible y bastante sabroso. Comunica
á la ropa el.mismo color; mancha que
se quita con dificultad. Las semillas, son duras,
grandes, como las de las ciruelas, planas,
venosas y excavadas por dentro, y por
la parte exterior en un ángulo obtuso como
ya se ha dicho.
CORONILLA— (V. Coletuy.)
CORONILLA DEL REY—En Sierra Morena
dan este nombre al arbustillo silvestre
Globularia alypum, L. (V. Globularia.)
CORRAL.—Es un espacio cercado y descubierto
que sirve en el campo para diferentes
usos. Dada nuestra organización agrícola
3 7
nuestras costumbres, el corral desempeña
en la vida rural un papel importante; en él
están generalmente las aves de corral, y todos
los animales de la granja le ocupan por
más ó menos tiempo, bien mientras se preparan
los atalajes en el ganado de labor,
cuando se limpian los establos 3 7
apriscos del
ganado de renta, cuando éste sale y vuelve
del pastoreo. Las leñas destinadas al consumo
se guardan en los corrales; los carros y
demás aperos de labranza de uso constante
se hallan también con frecuencia en aquéllos,
pudiendo decir en general que los corrales,
además de los servicios á que principalmente
se destinan, sirven para todo lo imprevisto.
A ser posible, conviene que dentro de los
corrales se hallen los abrevaderos, por la gran
comodidad que resulta para dar de beber á
los ganados al salir y volver del campo.
No es fácil precisar las dimensiones que los
corrales han detener para llenar cumplidamente
su destino; la importancia y condiciones
especiales de la casa de labranza en que
se hallen hacen variar aquéllas por completo.
De todos modos, siempre que haya facilidad
debe procurarse, por la gran economía que
resulta, que las tapias de los corrales no tengan
el solo objeto de cerrar éstos, sino que
constituyan parte de las cuadras, establos,
pajares, etc., etc., es decir, que el corral, que
por lo común siempre afecta formas regulares,
tenga, si no todos, varios lados cerrados
por edificios útiles al labrador.
Si nada de esto sucede, ó sólo uno de sus
lados lo constituye un edificio y el resto hay
que cercarlo con tapias, es preciso buscar, según
las localidades, los materiales más duraderos
y económicos; estos materiales suelen
serlos mampuestos, ladrillos y la tierra hecha
adobes en forma de tapiales, resultando
también buenas cercas las que se hacen com-

COK — 315 — COR
binando estos materiales; y excusado parece
advertir que en el caso de combinarlos deberán
ir siempre los más resistentes á los puntos
más expuestos á deteriorarse, co^no son los
ángulos, puertas, etc.
Si la fábrica empleada en la cerca es de piedra
ó ladrillo, materiales que resisten bien
la influencia de los agentes exteriores, no hay
necesidad de revestimiento alguno; en el caso
de emplear la tierra, convendrá defenderla
revocándola ó empleando la cal al exterior,
según se va construyendo.
Cualquiera que sea la fábrica empleada en
las cercas, el coronamiento debe disponerse
de modo que las aguas escurran, para impedir
el deterioro causado por la filtración; los ladrillos
sentados de plano, las tejas, los juncos,
mimbres y ramaje, sujetos con tierra arcillosa
y dispuestos á dos aguas en forma de
tejado, sirven perfectamente para este objeto.
Los corrales que tienen una especial aplicación
para apartaderos de gauado bravo., ó
para industrias rurales determinadas, necesitan
en cada caso condiciones especiales que
no podemos detallar en los estrechos límites
de este DICCIONARIO.
C. Rodrigáñez.
CORRECTIVOS.—(V. Enmiendas.)
CORREDERA.— Muela superior del molino
ó aceña, que es la que se mueve para moler
el grano.
CORREDERA—(V. Cucaracha.)
CORRENTÍA.—En la provincia de Aragón
se llama así á la inundación artificial que
se hace cuando, después de haber segado el
campo y antes de darle la primera labor, se
llena éste de agua para que, pudriéndose el
rastrojo y las raíces que han quedado, sirvan
de abono á la tierra.
CORTA.— Tiene en selvicultura dos acepciones
esta palabra: una se refiere á la operación
de cortar ó derribar los árboles, teniendo
sólo aplicación en monte alto, ó en los resalvos
de monte medio (cuando se trata de la
chirpia de monte bajo la operación se llama
entonces roza), y otra que se contrae á las
existencias ó masa leñosa del espacio ó terreno
sujeto anualmente al aprovechamiento,
cualquiera que sea el método de beneficio que
esté establecido en el monte de que se trate.
Nos ocuparemos, siquiera sea brevemente,
de los dos conceptos, siguiendo la doctrina
del dasónomo Pascual, que es el que primero
se ocupó didácticamente de esta materia en
España.
A.—CORTA ó DERRIBO D E LOS ARBOLES.—
La operación del derribo de los árboles se
puede hacer arrancándolos con todas ó la mayor
parte de sus raíces, ó separando de éstas
el tallo. El arranque á cuajo proporciona la
ventaja de obtener troncos largos, de aprovechar
los tocones y de utilizar las raíces. Es
operación fácil cuando las raíces son horizontales
y someras; difícil si son verticales y profundas,
ó el terreno es fuerte ó duro. En los
terrenos pantanosos y pendientes es perjudi­
cial , porque mueve mucho el suelo y ocasiona
arrastres de tierras.
Hay máquinas para arrancar de cuajo los
árboles, pero todas sou costosas y poco practicables.
El método más común se reduce á
descubrir las raíces con el azadón y á cortarlas
á cierta distancia del tronco, por la parte
más delgada; levántase después el cuerpo de
las raíces con palanca ú otra máquina, y se
derriba el árbol por medio de una maroma, ó
se deja en pie hasta que el viento ó la gravedad
lo derriben. El descuaje, sin embargo, no
está en uso en los montes españoles, porque
la operación resulta cara con respecto al valor
de los productos. Lo que se hace es separar el
tronco de las raíces, empleando el hacha, y
muy poquísimas veces la sierra. Esta se usa
más en el extranjero. El uso del hacha es más
rápido que el de ia sierra, si bien tiene la desventaja
de que se pierde mucha madera en
astillas, además de la que queda en el terreno
formando el tocón.
Hay gran variedad de hachas, pero todas
ellas se pueden dividir en dos grandes grupos:
hachas de hachero y hachas de fabriquero.
Están las primeras destinadas al apeo de los
árboles de grandes dimensiones, y las segundas
al de los arbolitos y arbustos.
Los cortes que se ejecutan con el hacha se
llaman á peón y á despalme. El primero se
practica por dos hacheros que hacen cortes en
toda la circunferencia del tronco. El corte á
despalme ó en pico de flauta se ejecuta por
dos hacheros que dan dos cortes opuestos,
uno más profundo que otro, por el lado en
que tenga la inclinación ó caída el árbol.
Hay que tomar algunas precauciones en el
derribo de los árboles, á fin de disminuir los
daños que causan al caer, sobre los contiguos
que están en pie. He aquí los más importantes;
1.° Cuidar de que en la caída no hieran ó
rompan á los que están á su alcance y deban
permanecer en pie.
2.° Procurar que no se maltraten ni se
hagan pedazos en la caída.
3.° Dar siempre el corte bajo, de modo
que el tocón, que es el pedazo inferior del
tronco que queda unido á las raíces, tenga
poca altura, para aprovechar más madera.
4." Evitar que el árbol derribado se quede
acaballado ó engarbado sobre otro contiguo,
para no tener que cortar éste también, no estando
destinado á la corta, si ha de caer al
suelo el primero, que es lo que se desea.
B.—CORTAS PROPIAMENTE DICHAS.—En este
sentido la corta equivale á la operación de
cortar cada año una parte de los árboles de
un rodal, con objeto de establecer cierto orden
regular en el aprovechamiento y en la
regeneración del suelo por medio del repoblado.
Hay que atender, para determinarlas,
á su orientación, capacidad, localización, estación
y método, ó clase de las que hayan de
ejecutarse.
Orientación.— Se entiende por orientación

COK — 316 — COK
el orden en que deben seguir las cortas las
unas á las otras. Se orientan las cortas de
modo que se logren los objetos siguientes:
1.° Dejar resguardada la parte del rodal
que haya de quedar en pie para que el viento
no doble , rompa ó arranque los árboles.
2.° Favorecer los efectos de la diseminación.
3.° Disminuir los daños que causa la saca
de los productos.
4.° Atenuar los daños de los agentes atmosféricos.
Cuando no se puede lograr este objeto por
medio de la orientación, se consigue dejando
en la orilla del monte por donde soplan los
huracanes y los vientos fuertes, masas de árboles
ó abrigos. Se dice entonces que las cortas
se hacen á monte cubierto.
Capacidad.—La capacidad de las cortas no
se puede fijar de una manera general. Las pequeñas
y esparcidas tienen los inconvenientes
siguientes:
1." La vigilancia es difícil y penosa.
2.° Los árboles de las últimas clases de
edad perjudican á los de las primeras.
3.° Se complica la ordenación del aprovechamiento
de pastos y de la caza.
4.° Se aumentan los gastos de guardería.
5.° Se multiplican los carriles.
6.° Se aumenta el trabajo de comprobación.
Las cortas grandes tienen á su vez las siguientes
desventajas:
1.° Se aglomera el trabajo en un solo
punto.
2.° Se impide la justa distribución de productos
entre los mercados limítrofes al monte.
3.° Se causan perjuicios á las servidumbres.
4.° Se expone una gran cantidad de existencias
á los daños de los agentes atmosféricos
y de los insectos.
5.° Se complican las aplicaciones del cultivo
, siempre más difíciles en las grandes superficies
que en las pequeñas.
6.° Se aumentan los gastos de la" saca en
las operaciones de arrastre.
Localización.—&e entiende por localización
la determinación de los parajes en que se deben
hacer anualmente las cortas. Se llama
serie de corlas la reunión de las que se hacen
en el espacio de un año. Las reglas de la localización
son las siguientes:
1." Los rodales viejos se curtan siempre
antes que los nuevos.
2. a
Los rodales cuyo crecimiento no corresponde
á la calidad del terreno deben anteponerse
en la corta jilos más viejos.
3. a
Cuando entre los rodales aprovecha­
bles hay algunos cadañegos ó con brinzales
sanos, deben cortarse antes que aquellos que
no tienen brinzales ó que son veceros.
4. a
Los rodales de monte bajo que no bro­
tan ya, deben rozarse así que se aprovechen
aquellos que todavía brotan.
5." Las cortas deben distribuirse de ma­
nera que no dificulten el aprovechamiento de
los pastos, y de modo que se facilite la saca
de los productos.
6. a
Se debe procurar que las cortas tengan
entre sí cierta continuidad, sucediéudpse
las unas á las otras.
7. a
Se localizan las cortas también de
modo que los productos no se saquen, ni por
los rodales nuevos, ni por medio del repoblado
formado por los brinzales.
Estación de las cortas.—La estación de las
cortas se elige con relación á la calidad de los
productos y con relación al repoblado.
Con respecto á la calidad, las cortas se hacen
durante el período de la vegetación de
invierno, porque se cree que los productos
obtenidos en esta estación son de mejores
cualidades, y no suelen ser tan atacados pollos
insectos.
La influencia de la luna no está admitida
hoy en estas operaciones. Córtase en cualquiera
estación del año, en los casos siguientes:
1.° Cuando es indispensable satisfacer necesidades
urgentes.
2.° Cuaudo hay falta de hacheros.
3.° Cuando no se puede penetrar en el
monte durante el invierno por la abundancia
de las nieves.
4.° Cuando hay que cortar árboles rotos,
arrancados ó atacados por los insectos.
Con respecto al repoblado, se hacen las cor-,
tas atendiendo á los principios en que se fundan
los distintos métodos que se siguen para
su ejecución.
Métodos de cortas.—Las cortas tienen por
objeto la repoblación del monte, independiente
de su fin económico en cuanto al aprovechamiento
de los productos que comprenden.
El sitio donde se hacen estas operaciones sue-
Je llevar el nombre de corta algunos años
después del derribo y repoblado; así se dice
corta de un año, de dos, de tres, por rodal
de uno, de dos, de tres verduras, á proporción
de las veces ó años que ha echado hoja.
Los métodos de cortas se dividen en dos
clases: métodos de cortas continuas, y métodos
de cortas discontinuas ó por entresaca.
Las cortas continuas se realizan con relación
á la superficie, y proporcionan productos
de dimensiones iguales entre sí, porque proceden
de rodales regulares. Las cortas discontinuas
se localizan por pies de árboles,
huroneando, salpicando ó escarabajeando el
monte; los productos no son uniformes, porque
se cortan de entre un número de plantas
de diversas edades, algunas comprendidas en
ellas.
a. Corlas continuas. — Las cortas continuas
se dividen en cortas de repoblación y
cortas de conservación. Las de repoblación
transforman el rodal de su estado actual al
de su origen ó á otro más perfecto, y dan,
por consiguiente, los elementos del repoblado.
Las cortas de conservación favorecen el crecimiento
del rodal, y sirven para sacar las
pjlantas perjudiciales á''su vegetación; se Ha-

COR — 317 — COR
man vulgarmente claras, y también entresacas.
Se llaman productos principales los procedentes
de las cortas de repoblación, y productos
intermedios los que se logran por las dé
conservación.
a'. Cortas de repoblación.—Los métodos
de cortas de repoblación se reducen:
1.° A cláreos sucesivos.
2.° A hecho con árboles padres.
3.° A hecho por fajas alternas.
4.° A hecho por fajas concéntricas.
5.° A hecho simplemente ó á mata rasa.
1. A cláreos sucesivos.—Este método tiene
por objeto criar un rodal nuevo con el
auxilio de una parte del viejo. La marcha se
reduce á cortar una parte del rodal, á dejar
otra para la diseminación, y á exponer gradualmente
las plantas nuevas á la influencia
de los agentes atmosféricos por el clareo sucesivo
de las viejas. Este método se compone
de cuatro operaciones, que por sus respectivos
objetos reciben los nombres siguientes:
corta preparatoria, corta diieminatoria, corta
adoradora y corta final.
Corta preparatoria.—Tiene por objeto:
1.° Cubrir el importe de la renta cuando
no se puede hacer la corta diseminatoria por
no haber llegado el rodal á su pubertad.
2.° Favorecer la fructificación de los rodales.
3.° Preparar el terreno para la diseminación.
4.° Disminuir algo la cantidad de productos,
de modo que se pueda dar gran extensión
á la corta diseminatoria.
Se diferencia la corta preparatoria 'de las
claras ó entresacas en que aquélla se hace en
rodales ya maduros ó destinados al repoblado.
Corta diseminatoria.—Esta operación sirve:
1.° Para preparar el suelo á fin de que las
semillas encuentren en él las circunstancias
favorables á su germinación.
2.° Para lograr que se verifique la diseminación
en abundancia y con igualdad.
3.° ' Para proporcionar á los brinzales cubierta,
sombra y abrigo.
Prepárase el terreno por medio de la labor
que hace el pisoteo del hombre y de los animales
al tiempo de hacer la corta, labra y
saca de los productos, y cuando esto no basta,
permitiendo la entrada al ganado moreno
ó dando una labor ligera por medio de la rastra.
Se logra la diseminación con abundancia
é igualdad, eligiendo para árboles padres los
más fructíferos y dejándolos distribuidos con
uniformidad. La corta debe estar terminada
en el momento de la diseminación, y antes de
la defoliación si es posible; pero antes de
esto debe graduarse, según la especie y la localidad.
Se llama cubierta la proyección horizontal
de las copas. La acción de la cubierta sobre
los brinzales es constante y puede perjudicar
á la nutrición; la sombra ejerce su acción sobre
los brinzales, pero depende de las diver­
sas posiciones del sol durante el día; es útil
por la influencia del lumínico. Ambas constituyen
el abrigo. Este se gradúa por medio
del número, formas y espaciamiento de los
árboles padres.
Corta adoradora.—En esta operación se
abre la bóveda formada por los árboles padres
para favorecer el desarrollo de los brinzales,
pero de modo] que se impida la invasión de
las malas hierbas. La época propia para esta
operación depende de la especie y de la localidad.
Generalmente se corta la mitad de los
árboles padres reservados en la corta diseminatoria.
En las operaciones de apeo, labra y saca de
los productos hay que evitar que los brinzales
experimenten daños. Para esto se toman
las pi-ecauciones siguientes:
1.° Se cortan ó aclaran las ramas de los
árboles antes de su derribo, para que en la caída
no perjudiquen á los brinzales.
2.° Se procura que la caída se verifique
hacia los puntos en que los árboles no hagan
daño á los brinzales.
3.° Se desenrama con prontitud y se da
un plazo corto para la saca de los productos.
Corta final. — Esta operación tiene por
objeto:
1.° Cortar los árboles padres reservados
en la corta aclaradora.
2.° Completar el repoblado.
Esto se logra cortando los árboles padres
cuando los brinzales llegan á tener el desarrollo
necesario para constituir rodal, porque
en este caso el abrigo es ya inútil y se
completa el repoblado por medio de los-árboles
reservados y con la reposición de marras.
Los árboles reservados satisfacen á los
fines siguientes:
1.° Dar belleza al monte.
2.° Obtener maderas de dimensiones extraordinarias.
3.° Completar el repoblado por medio de
la diseminación.
Las marras de los diseminados se reponen
con plantas; rara vez ó casi nunca por medio
de siembras, porque por este medio no se
obtendrían rodales regulares.
2. A hecho con árboles padres.—Se hace
la corta á hecho dejando algunos árboles padres
para que, diseminando, efectúen el repoblado.
3. A hecho por fajas alternas.—Se divide
el rodal en un cierto número de fajas rectangulares,
y se va cortando alternativamente
cada una de ellas.
4. A hecho por fajas concéntricas.—Se trazan
círculos concéntricos y se van cortando
los árboles comprendidos entre las circunferencias.
Este método se llama también por
espesillos.
5. A hecho simplemente ó á mata rasa.—
Se corta todo el rodal, dejando el suelo completamente
despoblado, y se obtiene el repoblado
por medio del cultivo.
Las cortas á hecho no se pueden aplicar

COR — 31 8 — COR
cuando los brinzales necesitan abrigo. Son
siempre costosas por los gastos de cultivo, y
perjudiciales en los terrenos secos y áridos;
por consiguiente, son preferibles los métodos
en que el repoblado se obtiene por medio de
la diseminación.
a" Cortas de conservación.—Como el objeto
de las cortas de conservación es ir suministrando
á cada rodal el espacio de tierra
y atmósfera proporcionado al volumen que
va alcanzando en los períodos sucesivos de
su vegetación, hay que considerar las circunstancias
siguientes:
1." La edad que deben tener los rodales
para principiar las claras.
2. a
El modo de hacer las operaciones.
3. a
El período de.las claras, ó sea el núme­
ro de años que deben pasar entre una y otra
clara.
Respecto á la edad en que se deben principiar
las claras, están conformes las opiniones
con elegir aquella en que los rodales den señales
de irse limpiando de sus ramas inútiles
poco antes de que se lleguen á formar en él
dos partes distintas, una dominante y otra
dominada, porque en este caso la parte dominada
se compondrá de árboles secos y muertos
y, por consiguiente, sin valor notable. La
falta de demanda obliga muchas veces á retrasar
la edad de las claras.
Acerca del modo de hacer las claras hay
diferentes reglas, según el objeto del producto.
Siempre se cortan los árboles dominados ó en
vías de serlo, ya porque no prometen productos
mejores, ya para conservar la continuidad
de su espesura por medio de los dominantes.
Aclárese muy poco cuando se desee que los
árboles se ahilen, para obtener maderas muy
altas en proporción de su grueso; aclárese
poco cuando se desee criar árboles de tronco
alto, y aclárase algo más cuando se desee
criar árboles de medio cuerpo ó talla. Hay
que evitar en este último caso que no se lleguen
á achaparrar las plantas, porque en vez
de crecer en alto, echando un tronco derecho,
se extienden en ramas laterales, por lo común
torcidas, nudosas y horizontales.
Esta determinación sirve para fijar el período
en que se deben hacer las claras, el
cual se refiere siempre al tronco, y se hacen
por períodos de cinco ó diez años.
b. Cortas discontinuas ó por entresaca.—
Este método se reduce á cortar cada año los
árboles más hermosos y gruesos, sin consideración
al repoblado, y sólo atendiendo á las
exigencias de la demanda. Córtanse por tanto
los árboles que tienen las dimensiones necesarias
para los usos de la industria, y se dejan
en pie los delgados y enfermizos. Los inconvenientes
de este método son los siguientes:
1.° El monte queda compuesto de plantas
delgadas, disformes y chamosas, después de
transcurrir un corto período.
2.° Los brinzales no medran por la desigualdad
de alturas que establece la desigualílad
de edades.
3.° Las operaciones causan grandes daños
por el derribo de un árbol corpulento en
medio de muchos de edades diversas.
4.° El aprovechamiento de los pastos es
de difícil ordenación, porque en todas las localidades
hay brinzales tiernos, y, por consiguiente,
más ó menos atacables.
5.° La falta de uniformidad complica las
operaciones del inventario y de la comprobación.
6.° La guardería es difícil, porque hay
que fijar la atención á la vez en muchos parajes
del monte. •
Únicamente se emplean las cortas discontinuas
en los casos siguientes:
1.° En los climas muy rígidos, donde no
se puede lograr el repoblado por ninguno de
los otros métodos, y donde es más conveniente
tener algo malo que no tener nada.
2.° En los montes que sirven para resguardar
un país de la acción de los vientos, de las
nieves y desprendimiento de rocas.
3.° En los terrenos compuestos de arenas
voladoras.
4.° En las orillas de los ríos, cuando se
considera útil para su fortificación el método
de beneficio de monte alto.
5.° En las márgenes de las carreteras en
que se desea conservar siempre la sombra y
belleza que proporcionan las masas de árboles.
Observación.—Para todo lo relativo á las
cortas en monte bajo, véase el artículo Roza.
' J. J. de Herrán.
CORTABILIDAD.—Significa en selvicultura
la edad en que los árboles de un rodal ó
monte deben ser cortados. La cortabilidad varía
según diferentes conceptos, pudiéndose
dividir en física ó natural, absoluta, económica,
industrial y compuesta.
La primera se fija generalmente con relación
á la edad en que los árboles dan semilla fecunda
y abundante para poder asegurar por medio
de las cortas diseminatorias el repoblado
del monte. También se determina por el máximum
de longevidad de los árboles, con relación
á su especie, al terreno y al clima, pero
raras veces tiene aplicación, adoptándose tan
sólo en casos muy raros, como, por ejemplo,
cuando se quiereu conservar ciertos rodales
por su influencia en el clima local, por lo que
contribuyan á evitar los desprendimientos de
tierras ó nieves, ó bien por motivos de ornato.
La cortabilidad absoluta es lo que marca la
edad del mayor crecimiento medio de los .árboles.
Se adopta cuando se da toda la preferencia
á los productos en especie, y se quiere
obtener, por tanto, el máximum de producción.
Para fijarla hay que tener en cuenta los
principios siguientes:
1.° El crecimiento medio aumenta á la
par del crecimiento anual.
2.° El crecimiento medio sigue aumentando,
aunque disminuya el anual, en tanto que
éste sea más grande que el primero, dentro
de un mismo año.
3.° EL crecimiento medio llega á su máxi-

COR — 319 — COR
mum cuando se iguala al anual dentro de un
mismo año.
4.° El máximum del crecimiento medio
anual cae forzosamente dentro del período descendente,
de los crecimientos anuales, de donde
se sigue que el espacio de tiempo que separa
el máximum anual del máximum medio es
mayor ó menor, según las condiciones de vegetación
de las especies arbóreas.
La determinación exacta de esta cortabilidad
exige numerosos ensayos y experimentos
propios, de la dendrometría, cuya exposición
no es de este lugar. Como reglas prácticas en
cierto modo para conocer la marcha del crecimiento
de los árboles, se pueden indicar las
siguientes:
1. a
Cuando los brotes anuales son vigoro­
sos y largos, el follaje abundante y de buen
color, la corteza uniforme, las ramas jóvenes,
elásticas y potentes, y la extremidad de la
copa bien pronunciada, entonces se puede inferir
que los árboles se encuentran en el período
de crecimiento ascendente.
2. a
Cuando los brotes se debilitan y acor­
tan , y se pronuncia menos la guía de la copa,
puede creerse que el crecimiento ha llegado
á su máximum ó que está estacionario.
3. a
Cuando la parte superior de la copa se
-redondea, y cuando en otoño se ponen amarillas
las hojas déla cima, cayendo antes que las
de las ramas inferiores, es señal de que disminuye
el crecimiento.
4. a
El agrietamiento de la corteza, su des­
prendimiento del tronco, el derrame de savia,
la invasión de musgos, liqúenes ú hongos,
las manchas negras ó rojizas en el exterior
del tallo y el desecamiento de las ramas terminales
que forman la cúspide de la copa son
señales de grave decrepitud y aun de la muerte
próxima de los árboles. .. . • • •
Cuando el objeto del productor ó del dasónomo
es obtener del monte la mayor renta posible
en dinero, entonces se llama económica
la cortabilidad que se eligen Las reglas para
determinarla están íntimamente enlazadas con
la relación que haya entre la renta líquida de
la propiedad y el capital empleado para producirla,
ó, lo que es lo mismo, el interés.
En toda localidad se encuentra establecido
de una manera más ó menos fija este interés
con relación á cada clase de propiedad, y por
lo tanto:, para obtener de un monte la renta
más alta será preciso constituir el vuelo y
fijar el terreno de modo que la relación entre
la renta y el capital empleado en la finca no
sea menor en ningún caso que el tipo de interés
corriente para aquella clase de fundos.
A veces, y esto es muy común, las exigencias
del mercado exigen que la cortabilidad se
fije á la edad necesaria para obtener de los árboles
productos de edad mayor ó menor, á fin
de asegurar su inmediata y más productiva
venta. La escala que en este concepto se puede
recorrer es larga, pues es evidente que la demanda
varía con las localidades, yéndose en
esto desde la producción de maderijas, rollos
ó maderas de corta dimensión en general,
hasta las de marco más grande, arboladuras,
etc. Cuando rige sólo este criterio para
fijar la edad de corta, se dice entonces que se
determina la cortabilidad industrial.
Por último, la cortabilidad compuesta es
aquella que tiene por objeto obtener á la vez
la mayor producción en especie con la mayor
renta en dinero, y también casi siempre los
productos de más aprecio comercial é industrial.
Es, pues, una combinación de las cortabilidades
anteriores. Se acomoda mucho al
interés particular, que busca siempre el mayor
provecho absoluto. Al Estado, encargado
de vigilar y defender los intereses colectivos,
le basta muchas veces armonizar sólo las cortabilidades
natural é industrial, sacrificando
en parte la renta máxima en dinero, con tal
de que asegure la conservación de ciertos
montes que ejercen influencias trascendentales
en el clima, y regularice el curso normal
de los mercados, contribuyendo á que estén
provistos de la clase de productos que reclamen
las necesidades más apremiantes de los
pueblos.
CORTA-PAJAS.—Estos aparatos sirven,
como indica su nombre, para cortar las pajas
en fragmentos de menor ó mayor longitud, y
del mismo modo los forrajes frescos y los
henos. Los objetos que deben realizarse en
su construcción pueden resumirse en los siguientes:
1.° Conducir la paja fácilmente á la
acción del cuchillo, sin gran empleo de-fuerza.—2.°
Ofrecer á la sección cortante una
cantidad y una longitud de pajas con ó sin
intermitencia, y variable á voluntad.—3." Cortar
fácilmente, con limpieza y sin choques.
Numerosos modelos ingleses y franceses llenan
satisfactoriamente estas condiciones en
todo ó en parte.
Según la disposición de sus cuchillos, se dis -
tinguen: 1.° El cotia-pajas de palanca, del cual
es variedad el corta-pajas de guillotina.—
2.° El corla-pajas de disco, cuyos cuchillos están
fijados en un volante vertical.— 3." El
corta-pajas de cilindro, en el cual los cuchillos
van unidos á un cilindro.
Según la relación del movimiento, pueden
también distinguirse los corta-pajas de tornillo
sin fin, de engranajes, de biela, etc.; los
de movimiento continuo, que sostienen constantemente
materia á cortar por la sección de
cuchillos, ó los intermitentes en el caso contrario;
y, en fin, los corta-pajas de manubrio,
de malacate ó movidos al vapor; todo ello sin
contar los cortadores especiales de sorgo, juncos,
etc. Los más generalmente usados en el
día son los corta-pajas de disco, en los cuales
éste viene á ser un volante que lleva dos cuchillos
á manera de radios, y que bien sirve
(el volante) para recibir el movimiento de una
correa sin fin, que le transmite un motor
cualquiera, ó bien tiene un manubrio ó manivela
para moverlo á brazo.
La figura 135 representa uno de los mejores
tipos de la última clase, con movimiento

COR — 320 — COR
rotativo, de Meixmoron-Dombasle, visto del
lado del árbol ó eje del volante; y la figura
136 demuestra la disposición de los engranajes.
A medida que gira el volante, la paja,
colocada en la caja de madera que hacen ver
Figura 135
-Gorta-pajas de Meixmoron-Dombrsle
los dos grabados, y apretada por un contrapeso,
se conduce á la acción cortante de las
láminas ó cuchillas por medio de dos ciliu-
jfj|l
Figura 136.—Vista del corta-pajas por el lado de engranajes
dros, que se llaman alimentadores, los cuales
giran en sentido contrario y obran á manera
de laminadores.
El corta-pajas de M. Bodin (figura 137) es
también un excelente instrumento, construído
casi bajo los mismos priucipios. En este
caso tenemos igualmente un -volante armado
de cuchillos que cortan la paja en fragmentos
de 10 á 20 milímetros de longitud.
Las láminas ó cuchillos del corta-pajas de
disco varían en el número de uno á tres. La supresión
momentánea
de una ó dos láminas
ofrece el medio de aumentarproporcionalmente
la longitud del
forraje cortado. Las
láminas deben ser de
acero bien templado;
el corte debe atacar
oblicuamente á la
paja; se les da á veces
una curvatura interior
ó exterior, y se
dispone de modo que
las láminas pasen rozando
la boca de hierro
de la caja de alimentación.
La parte
inferior de esta boca
de la caja se halla
formada en algunos
instrumentos por una
barra de acero con
viva arista, que favorece
la acción de los
cuchillos, obrando
para el corte á manera de una tijera. Cuándo
ios cilindros son de movimiento continuo,
para evitar la presión de la paja se colocan
los cuchillos con cierta
oblicuidad al plano vertical
de la boca de caja, con objeto
de facilitar el corte.
Puede calcularse aproximadamente
en volumeu el
trabajo del corta-pajas,
multiplicando la magnitud
representada en la sección
de la boca de caja, por la
velocidad media del paso
de la paja. Sea la boca 0,25
metros de anchura y 0,08
metros de alto; tendremos
0m 2
,02 de superficie en la
sección. Siendo la veloci­
dad de 0,6 metros por mi­
nuto , resulta que 0m 2
,02 X
X 0m,6 = 0^3^12, y por
hora 0m s
,72. Si el peso del
metro cúbico de paja, al estado
de compresión en que
pasa por los cilindros alimentadores,
es de 75 kilogramos,
será el peso cortado
en la hora de 54 kilogramos.
La práctica da por hora, en cantidades
medias, con la longitud de 10 á 15
milímetros, los fragmentos cortados.
En corta-pajas de manubrio:
Un hombre 40 kilogramos.
Dos hombres.... J00 — •

COR 321 COR
En corta-pajas con malacate ó á vapor:
Un caballo, sangre 600 kilogramos.
Dos caballos, vapor.... 1.200 —
El precio de la operación á brazo suele
resultar en 30 á 50 céntimos de peseta por
*" Figura 137.—Corta-pajas
metro cúbico de paja, y con motores de sangre
ó de vapor en 15 á 25 céntimos. Lo que
indicamos respecto de la paja puede relacionarse
en nuestro país á los henos y forrajes
Figura 138.—Corta-juncos
frescos, los cuales para el pienso deben cortarse
en fragmentos de 10 á 12 milímetros, y
algo más largos, de 15 á 30, cuando hayau
de someterse á la preparación de alimentos
fermentados.
Para cortar los juncos se emplean unos mecanismos
parecidos á los corta-pajas, con unas
fuertes láminas ó cuchillos, y unidos frecuentemente
á un aparato quebrantador, que con­
siste en cilindros acanalados de fundición,
sistemas Bodin, Barrel y Exal, Petit de Tours,
etcétera, ó bien en un molino de nuez cónica,
sistema Carsand y Terolle, de Quimper, ó en
fin, en cilindros armados de dientes ó cuchillos
que pasan rozando entre sí al girar los cilindros,
para destrozar y machacar
los tallos á la manera que lo verifican
los peines fijos, sistemas de Saint-
Martiu y Maídan, de Burdeos; Weedlake
(figura 138), etc. Estos aparatos
son algo complicados, y necesariamente
de crecido precio, no siempre
al alcance de los agricultores, que
necesitan quebrantar y cortar esta
especie de materias. M. Bodin separa
el quebrantador de su corta-juncos
especial y muy sólido (figura 139).
Su mecanismo consiste en lo siguiente:
A, polea motriz ó receptora; A',
manubrio ó manivela; B, cuchillo;
C, eje motor sobre el cual se fija un
excéntrico D, regido por la varilla E;
la biela F baja ó eleva la palanca J,
cuyo curso arregla la manilla /, por
la cual se determina la longitud del
corte; á esta palanca va fijado el corchete
ó gancho K; este gancho fuerza
á la rueda dentada M, colocada
sobre el eje del cilindro alimeutador
de abajo; este cilindro conduce al
superior por medio de un engranaje que se
halla al lado opuesto; L, dedo ó corchete para
detención, y por último, V, volante.
CORTA-RAÍCES.—Las raíces alimenticias,
como las de remolacha, zanahoria
y nabos, ó los tubérculos, como
la patata y otros, se administran á
los animales en fragmentos ó bajo la
forma de pulpa. Esta división ó fraccionamiento,
indispensable para las
raíces voluminosas, facilita en todo
caso la mezcla de tales substancias
con los forrajes, salvados, harinas,
etcétera. El fraccionamiento podrá
hacerse en parte menos voluminoso
para las pequeñas especies que para
las grandes, cuya finura permita el
paso por el esófago, por efecto de la
blandura de su materia. Los cortaraíces
efectúan su acción reduciendo
tales partes vegetales á pedazos de
mayor ó menor volumen, á lonjas ó
rebanadas, y á prismas alargados,
según los casos. Llámanse pulpadores
ó raspadores los que reducen las raíces
á pulpa más ó menos grosera.
Análogamente á lo que hemos dicho respecto
de los corta-pajas, hay corta-raíces de
palanca, de disco y de cilindro. Los cultivadores
en pequeña escala cortan las raíces gruesas
con un cuchillo ordinario, ó con hacha de
mango, ó con el pequeño mecanismo tan frecuente
en todas las tiendas de ultramarinos,
donde sirve para partir el bacalao, ó también
con una pala bien afilada, ó, en fin, con el

COK — 322 — COK
hierro en forma de ó afectando la de una S,
que siempre consiste en un mango de madera,
en el cual enchufa el cubillo de hierro, cuyo
Figura 189.—Corta-juncos Bodin
corte presenta alguna de las dos formas indi- I
cadas. Para el empleo de los dos últimos ins- |
Figura 140.—Corta-raíces
trumentos la operación se hace echando las
raíces en una fuerte artesa de madera, donde
después se golpean y dividen con los hierros
antes descritos, usados á manera de pisón.
Uno de los más sencillos corta-raíces entre
los que ofrecen condiciones de mecanismos
especiales al objeto, es el que
representamos en la, :
figu­
ra 140. Se reduce á un banco
de madera con bastidor triangular,
sobre tres pies ligados
por barrotes inferiores,
apoyándose sobre dicho bastidor
una tolva también de
madera, cuyo fondo cierra la
cuchilla, de doble filo por
ambas márgenes, que representa
la figura 141. Pudiendo
girar la expresada cuchilla
sobre un perno vertical,
para la operación se coge por
el mango i? y se mueve alternativamente
hacia ambos lados,
cortando á izquierda y
derecha las raíces que salen
de la tolva.
Los corta-raíces de disco varían
algún tanto en sus detalles
de construcción, y se fabrican
mucho en Francia por
gran número de constructo
" PEGASO "~ res. Es de los mejores y arreglado
de precio el de M. Pinet,
que representa la figura
142. La tolva B es grande, cerrada por
abajo con una lámina de hierro, cuyo mango
M permite dejar una
abertura mayor ó menor
para que vayan saliendo
las raíces á medida
que gira el disco cónico
A, y su sección, en
el sentido A B, se demuestra
en la figura 143.
El expresado disco va armado
de seis cuchillas
que hacen el corte de las
-„Tí raíces.
..Se construyen también
excelentes cortaraíces
de cilindro, que
hacen maj'or cantidad
¡¡¿taa»^ de obra y producen el
, ' : mejor efecto, aunque su
p B E precio es más elevado.
Omitimos su descrip-
¿==?2í7=í ción, por no alargar este
'¿r J^~'~\. escrito, para ocupar-
— . . nos de los aparatos que
_ =-=£^-v-- reducen á pulpa las
" raíces.
R
-'; R
" RASPADORES D E RAÍ-
-^••¿t** OES.—Reducidas á pulpa
las raíces, se mezclan
más perfectamente á los
forrajes cortados ó picados,
á los cuales comunican mejor cierta humedad
convenieute. En Francia es bastante
general esta operación de hacer pulpas en las

COR — 323 — COR
fábricas de féculas, de azúcares-y de aguardientes,
empleándose de consiguiente bajo
dicha forma la mayor parte de las raíces. En
1 f I I 1*1 f-jiilrffiitf
Caunf- r>r.
Figura 141.— Cuchilla del corta-raíces
Inglaterra, donde los nabos constituyen la
más importante masa de raíces forrajeras, se
han creado instrumentos especiales para las
Figura 142.—Corta-raíces
granjas. Los raspadores de Bentáil y de Biddel
son los mas acreditados y extendidos.
Este último (figura 144) se compone de un
cilindro i?/arniado de dientes en su periferia,
y que gira en el fondo de una tolva A ¡ á impulso,
bien de la polea receptora D cuando
se mueve por medio de malacate, ó bien de
volante C cuando la acción se ejerce por operarios
sobre el manubrio JE. Cuatro apoyos ó
pies F, ligados por abajo, sostienen el bastidor
rectangular, donde también se apoyan la
tolva y eje del cilindro inferior, como asimismo
la caja G, destinada á recoger la pulpa,
para irla sucesivamente sacando en otras
vasijas.
La cantidad de trabajo ó de obra hecha
con estos aparatos varía mucho, en relación
al tamaño de los fragmentos cortados; pero
se puede admitir que dividiendo las raíces en
pedazos de 25 á 50 gramos, el resultado por
hora de trabajo será como sigue: Con cuchillo
á mano, de 40 á 60 kilogramos. Con pequeño
corta-raíces de palanca, de 80 á 100. Con
corta-raíces de disco ó de cilindro, dos hombres,
de 400 á 500 kilogramos.
Se concibe que la cantidad será menor si se
reduce el volumen de los fragmentos, quedando
en 3
/ 4 si se cortan las raices en pequeños
prismas, ó en 2
/ 3 si se hace pulpa grosera.
Fácil es calcular también el resultado por
caballo de fuerza, cuando se
adoptan motores animales ó
de vapor.
CORTA-SORGO —Los
mejores instrumentos de esta
clase constan de una tabla de
alimentación, donde se colocan
los tallos de sorgo, que
van siendo atraídos por dos
cilindros sobrepuestos, uno
liso y otro estriado, los cuales
los quebrantan al mismo tiempo
que los van presentando á
la acción del tambor de cuchillas
cortantes. Este se halla
formado de tres ruedas de
fundición, sobre las cuales están
clavadas, á iguales distancias,
doce láminas ó cuchillas
en disposición helisoidal. El
tambor indicado da trescientas
vueltas por minuto, y se
Figura 143.
pone en movimiento por medio de una polea
colocada en la prolongación de su eje. Una
polea loca permite deslizar fácilmente la correa
que transmite el movimiento, para detener
instantáneamente el tambor sin parar el
motor. En el otro extremo del eje del tambor

COR 324 COR
existe un piñón que comunica el movimiento
á los cilindros compresores por medio de una
rueda dentada. Cortados y quebrantados los
tallos de sorgo, caen sobre un plano inclinado,
cuya parte superior está horadada de agujeros,
ó en forma de criba, para que escurra el
jugo, que se recoge en un recipiente, y de
donde se extrae por medio de una llave ó canilla
situada en una de sus extremidades inferiores.
Este aparato es igualmente aplicable
para cortar los tallos de maíz, aunque en muchos
casos puede servir análogamente para
,/ fíjm.
Il
Figura 141.— Raspador de raices.
dicho objeto el corta-pajas representado en la
figura 137. •
CORTEZA.—En selvicultura se estudia el
aprovechamiento de las cortezas por su aplicación
á los curtidos, tintes, filatura y corcho.
Constituye á veces un estudio muy importante
de los montes.
En los diferentes artículos de este DICCIO­
NARIO en que se describen las principales especies
forestales, se da cuenta detallada de los
indicados productos.
En España son objeto de mayor aprovechamiento
las de encina, alcornoque y roble
(véase Casca), aplicadas todas al curtido de
pieles. Tienen igual aplicación las de pino,
Pinus halapensis, Mili., y P. piuca, L., que
también se consumen en gran cantidad. La
proporción de tanino que éstas contienen
viene á ser por término medio de 7 á 9 por
100, si bien se citan análisis de cortezas del
segundo de dichos pinos,que han dado de 19
á 25 por 100; cantidad que parece algo excesiva.
Además de las especies citadas, contienen
también tanino, aun cuando no son objeto de
un aprovechamiento industrial de importancia,
las siguientes, que viven en los montes de
España:
Abedul (Betula verrucosa, Ehr.) , abeto
CAbies pectinata, D. C), aliso (Alnus glutinosa,
Will.); arrayán (Myrlus communis, L.),
brezo (diversas especies del género Erica),
castaño (Castanea vesca, C),
chopo (diversas especies del
género Populus), espino (Cratmgus
monogina, Jacq.), lentiscos
CPistacia lentiscus, L.),
endrino (Prunus spinosa, L.),
fresno (Fraxinus oxyphylla,
Bieb.; Frax. excelsior, L.), gayuba
(Arbutus uva-ursi, L.),
granado (Púnica granatum,
L.), haya (Fagus sylvatica,
L.), laurel (Laurus nobilis,
L.), morrionera (Vibumum
lantana, L.), noga 1 (Juglans
regia, L.), olmo (Ulmus campestris,
L.), pino (Pinus syloeslris,
L.; P. montana, Durei;
P. laricio, Poir; P. pinaster,
Sol), pinsapo CAbies pinsapo,
Bois.), quejigo (Quercus lusitanica,
Lamk.), melojo (Quercus
toza, Bosch), sauce (diversas
especies del género Salix),
tilo ( Tilia grandifolia, Ehrh.,
Tilia intermedia, D. C).
Para dar una idea de la importancia
del producto de que
nos ocupamos, añadiremos que,
según los datos estadísticos publicados
por el malogrado ingeniero
D. Luis de la Escosura en
la Revista forestal, económica y
agrícola, tomo II, página 124,
había en 1869 eu España unas
1.240 tenerías ¡ que consumían la cantidad de
cortezas curtientes que expresa la relaciónsiguiente:
Kilogramos
Roble 17.000.00.0
Encina
Alcornoque
Pino
Zumaque
Roldó
Arrayán y lentisco.
15.000.000
8.000.000
7.000.000
2.000.000
200.000
ioo.ooo
Total. 19.300.000
Redondeando esta cifra en 50 millones de
kilogramos, y fijando á la unidad el valor
medio en el monte de 10 céntimos de peseta,
que no es en ningún modo exagerado, resulta
que el valor del curtido que se consume anual-

COR — 325 — COR
mente en nuestro país asciende probablemente
á 5 millones de pesetas, cuya cantidad da
una idea de la importancia real que tiene este
aprovechamiento, mirado por muchos con
un desdén que ciertamente no merece.
Para completar el conocimiento de lo relativo
á esta materia, léanse también las descripciones
de las especies leñosas que se hacen
en esta obra, en las que se da cuenta de las
condiciones especiales de la corteza curtiente
que de cada una de aquéllas se obtiene cuando
pueden considerarse como tánicas. Véanse á
la vez los artículos Casca y Descorlezamienlo.
CORTIJO.—Los Diccionarios de la lengua,
incluso el de la Academia, definen este sustantivo
diciendo que significa posesión de tierra
y casa de labor.
D. Juan Alvarez Guerra, en su traducción
aumentada del Rozier (1843), dice al consignar
la palabra cortijo que se vea casa de labor,
y después añade expresivamente: «Ya que
no sea posible acercar nuestros campos á las
casas, acerquemos á ellos nuestras habitaciones,
y así se hará cuando podamos vivir con
seguridad en los campos».
Emplea luego la palabra cortijo como sinónima
de casa de labor, lo cual contradice en
cierto modo la significación más generalizada,
puesto que en las localidades donde es típico
el cortijo se acostumbra decir la casa del cortijo,
lo cual demuestra que es inapropiada la
interpretación de dicha sinonimia, y que el
cortijo lo abarca todo, tierras acortijadas- y
sus caseríos.
Una expresión del mismo Alvarez Guerra,
al tratar de las grandes posesiones, confirma
-nuestra opinión, diciendo: «Cuanta más extensión
se da á un cortijo menos se aumenta,
en iguales circunstancias, el número de trabajadores».
Aquí és evidente que la significación
de cortijo es la de explotación agrícola
particular.
No lo interpretan así los Sres. Collantes y Alfaro
en su Diccionario de Agricultura (1855),
aunque dicen que se llama cortijo en Andalucía
lo que en otras provincias se denomina
alquería, torre, granja, masía, etc. Esto no
es exacto, porque en Andalucía se distinguen
perfectamente las condiciones del cortijo, de
muchas otras fincas de campo que reciben
diversos y particulares nombres, según las
localidades. El referido Diccionario remite al
lector á que vea la palabra granja, en la cual
dice: «Las voces granja, alquería, cortijo ó
casa de labor son sinónimas para nuestro objeto,
pues representan la misma cosa, y de
esta cosa, que es la explotación rural, nos
vamos á ocupar en este artículo con la debida
extensión».
Nosotros, por las razones antes expresadas,
creemos que cortijo es variedad de explotación
agrícola, con caserío.
Dada esta apropiada significación, se halla
perfectamente dentro de los cotos redondos
acosarados, ideal del insigne D. Fermín Caballero.
Sin embargo, éste, por no tener bas­
tante conocimiento de los cortijos andaluces,
interpretó con poca propiedad sus condiciones,
y así se lee en su obra de Población
rural, página 63:
«Existe, no obstante, otra parte de población
agrícola separada de los centros; pero
lejos de residir en casas sueltas (esto no es
exacto) forman reuniones de cortijos hasta con
90 hogares. De unos 100 cortijos que cuenta
la vastísima jurisdicción de Jerez de la Frontera,
pocos son los que están solos (la mayoría),
hallándose conjuntos 5, 10 y en mayor
número, como sucede por lo general en aquellas
provincias; de manera que sus cortijadas
son lo que en las demás se llaman aldegüelas
y lugarcillos.»
Desvirtúa esta interpretación el Diccionario
de la Academia española, que define la palabra
cortijada diciendo: «Conjunto de habitaciones
fijas, levantadas por los labradores ó
dueños de un cortijo».
Se advierte, por consecuencia, el desconocimiento
personal que tenía el Sr. Caballero
de la campiña de Jerez, y lo equivocados que
fueron los informes que le transmitieron, pues
de no ser así, hubiera reconocido en el cortijo
el tipo de la gran explotación agrícola de
cereales, en coto redondo por lo general, y
con una ó más casas de labor, próximas ó distantes,
según la extensión de la superficie
acortijada; todo explotado por un solo dueño
ó empresario agricultor.
Por nuestra parte, consideramos que el
cortijo andaluz es, en el concepto de organización
cultural, un modelo de condiciones
apropiadas para la explotación económica de
los cereales, con asociación de pastos naturales
y complemento de-las dehesas ó praderas
arbustivas de los árabes. Sus procedimientos
de cultivo exigen reformas para obtener los
beneficios que puedan conseguir los adelantos
mecánicos modernos; pero la organización
debe estudiarse antes de criticarla por examen
superficial.
,La etimología de cortijo es corte, según todas
las opiniones, y sus significados en diversos
idiomas son los siguientes:
En latín, curtile, alquería.
En italiano, corlile, y más generalmente
podere.
En francés del siglo xn, courtia.
En francés moderno, courtil y ferme.
En provenzal, cortil.
En ginebriiio, courti.
En walón, corti.
En inglés, farm-house, granja y casa.
La tierra típica de los cortijos de Andalucía
es la provincia de Sevilla.
Allí, como en Jerez, se distinguen dos grados
de importancia agrícola para la explotación
de cereales, y por regla general la denominación
de cortijo no suele darse más que á
las fincas cuyas labores exigen el empleo de
más de ocho yuntas. Las fincas que se cultivan
con menor número de yuntas ó pares de labranza
se llaman ranchos.

COR — 3 2 6 — COR
Como se ve, la diversa denominación se
funda principalmente en la cantidad de trabajo
que exige el cultivo, y si éste es continuado,
por sembrarse las tierras todos los años,
puede resultar que merezca la calificación de
cortijo una finca de 1 5 0 ó de 2 0 0 hectáreas, y
si se siembra el terreno al tercio, deberá tener
al menos 4 5 0 ó 5 0 0 hectáreas. Hay cortijos
que tienen hasta 1.500 hectáreas de tierras
laborables.
La división de las tierras de la explotación
para un cortijo de 5 0 0 hectáreas se puede
establecer, en condiciones ordinarias, del
modo siguiente:
Hojas ó parcelas Hects. Hects.
1.'' Barbechos blancos ú limpios... 100 1
ídem semillados de habas 15 .- 105
ídem id. con varios plantas 50 )
2." Sementera de trigo 100^
ídem de cebada 85 5 235
ídem de avena, escaña y forrajes 50 1
3." Manchones de corteza para pastar el
ganado y barbechar al año siguiente.. 100
Total 500.
JSTOS suministra interesantes datos para este
cálculo un inteligente agricultor práctico de
Sevilla, nuestro amigo D. Antonio Rodríguez
de Torres, que fué ayudante y jefe de prácticas
en la Granja-Escuela de aquella provincia,
durante el tiempo que estuvo bajo nuestra
dirección ( 1 8 6 7 - 6 9 ) .
El Sr. Rodríguez de Torres añade á los
datos que uos remite para dicho cálculo, las
.palabras siguientes:
«Generalmente supera la proporción sembrada
cada año al tercio del cortijo, porque
siempre se echan cebadas en los mejores suelos
del rastrojo, repitiendo la siembra, lo cual
da más utilidad que el trigo en el barbecho,
y aun se siembran eu los mismos rastrojos
varios granos para alimento del ganado.»
Anota el numero de huebras que requiere
el cultivo de un cortijo de la superficie expresada
como consignamos á continuación:
Numero Número
de huebras de huebras
Para la barbechera, dando tres
hierros yuntos y uno alomado
Para el barbecho semilladode
habas
Para el id. de las demás semillas
Cohechos para la sementera..
Siembra de cebada
ídem de trigo
1.000 \
i
148 >
\
618 I
300 \
334 f
400 (
1.766
. y Q.
1 -
- d
ídem de avena y escaña 200 1
*
Total 3.000
Después añade el expresado señor:
«El término medio de trabajo de una yunta
en cada día, sea revecera ó sencilla, se calcula
en media aranzada ( 2 4 áreas), aunque esto
varía mucho según la clase y tempero de la
tierra, pues si ésta es compacta y gramosa se
emplean 3 huebras de bueyes por aranzada
(resultan 1 6 áreas por huebra), y cuando son
francas, sin maleza y en regular estado de
humedad, la huebra suele llegar á 3
/ 4 de aranzada
( 3 2 áreas).
»También hay que teuer en cuenta que con
los arados de vertedera se adelanta mucho
más que con los de madera, y que eu la primavera,
cuando los bueyes comen hierba, las
huebras son mucho más largas que cuando se
alimentan con paja y la escasa ración de semillas
que se acostumbra á dar en los cortijos
á estos animales.
. »Todo esto se refiere á las localidades donde
aran yunto, porque hay algunas en que se
labra á medio lomo, y de este modo resultan
huebras mucho mayores.»
En otra nota dice el Sr. Rodríguez de Torres
que deben estimarse 2 0 yuntas de bueyes
para el laboreo de un cortijo con 5 0 0 hectáreas,
dando las 3 . 0 0 0 huebras en ciento cincuenta
días, y añade:
«El mismo trabajo diario hacen dos yuntas
reveceras que una sencilla. Así es que en la
temporada de siembra, cuando se trata de
concluir con toda la brevedad posible, los bueyes
más fuertes trabajan sencillos, ó sea todo
el día, y los novillos y ganado endeble se revezan
á medio día, entrando otros en su lugar.
Resulta de esta combinación que durante la
sementera se pouen en besana 2 5 ó más yuntas,
y cuando pasa la urgencia se reducen á
1 5 , ¿ando el término medio de 2 0 diarias.
Después, cuando se mantienen las yuntas en
el manchón, vuelve á organizarse el trabajo
de las 2 0 si llega á advertirse necesidad por
estar atrasadas las operaciones á consecuencia
del mal tiempo.
»En esto del mal tiempo hay una desigualdad
notable en los diversos años, porque en
algunos se pierden cuatro meses ó más de los
nueve que corresponden á la temporada de
trabajos. En otros años sólo se pierden dos
meses ó meuos. Los hay que ofrecen recios
temporales, á consecuencia de los cuales las
tierras se aporrean y ensucian, en términos
que las labores se ejecutan con gran dificultad,
y la superficie de tierra, mal arada en
cada huebra, se reduce á la mitad de la que se
labra bien en años favorables.»
Concluye advirtiendo-que como en un cortijo
de 5 0 0 hectáreas sólo se labran cada año .
4 0 0 , aparece que la'superficie cultivada por
cada yunta de bueyes es la de 2 0 hectáreas.
El personal necesario de un cortijo de la
extensión expresada lo fija del modo siguiente:
Personal permanente asalariado (1)
Por día
Un aperador, con sueldo diario 10
Un hacedor 8
(1) En el importe de estos salarios está incluido
el valor del pan, aceite y gratificación que se acostumbra
dar al aperador y hacedor al concluir la
recolección de granos.

COR — 327 — COR
Por día
Reales
Un guarda 7
Un casero 6, r
0
Un zagal ó chanca 4,50
Un boyero. 6,50
Un zagal de bueyes 5,50
Personal temporero
Reales
Veinte gañanes, que se calculan ocupados
durante cinco á cinco y medio meses (165
días) en los trabajos de arar, en el cohecho,
sementeras y barbecheras, descontando has
paradas forzosas de lluvias, se les paga á 0
reales diarios, y en total cada día 120,00
Dos sembradores durante dos meses, á 10 reales
cada uno, y los dos cada día 20,00
Doce moseros para las faenas de la era durante
dos meses, que, incluyendo la comida,
se gradúa á 7 reales diarios, y en total
por día 84,00
Cinco carreteros, á 8 reales cada uno, y por
día 40,00
Dos yegüerizos trilladores, á 0 reales, y por
día 18,00
Un zagal de trilla 6,00
Un velador para cuidar las yeguas 8,00
Además deben calcularse 2Q peones ocupados
durante cuarenta días, término medio,
en los trabajos de escardar las sementeras. Se
les paga á 5 reales jornal, y cada día 100
reales.
Se estima por separado la siega, por ser
costumbre contratar dicha operación á destajo,
en los tipos de 28 á 40 reales por aranzada,
y el arranque de pequeñas legumbres,
como los arvejones, garbanzos y yeros, en 30 á
45 reales por fanega de puño, pagándose más
los últimos. En general, para los cálculos correspondientes
á este capital circulante de mano
de obra, puede estimarse la siega de cereales
y de habas en 17 pesetas por hectárea y aun
en 18, comprendido el gasto de la barcina ó
saca de mieses.
Estos datos permiten formar la cuenta de
mano de obra de un cortijo de 500 hectáreas,
en los términos siguientes:
Pesetas
Personal permanente, por día 12 pesetas, y
por año 4.380
Personal temporero de gañanes en la temporada
4.500
Personal temporero de escardas 1.000
Personal temporero de trilla 2.640
Destajo de siega: 300 hectáreas, á 18 pesetas. 5.400
Capital en mano de obra. ......... 17.920
De este cálculo se deduce que en un cortijo
de tales condiciones el personal ocupado
en el cultivo representa el gasto de 35,85 pesetas
por hectárea, y en números redondos
puede decirse que el de 36 pesetas. Pudiera
calcularse aun en 40 pesetas si se tienen en
cuenta otros conceptos.
Además del ganado de trabajo, consistente
en 20 yuntas, término medio, que puede estar
representado por 40 ó por 80 bueyes, según
que labran á sencillo ó á revezo, se estima
para esta clase de cortijos como ganado de
renta 100 vacas; 50 yeguas, 200 cerdos y 500
ovejas, para cuyo sostenimiento ó manutención
en el año hace falta el complemento de
pastos en una dehesa de 500 á 600 hectáreas,
poco más ó menos, según fuere su clase y
productividad. Se pueden mantener las vacas
en las tierras del cortijo desde principios de
Julio á fines de Septiembre, así como las yeguas
y los cerdos. Las ovejas se tienen desde
Abril á Junio para el majadeo de los terrenos'
limpios, y hasta Septiembre para que
aprovechen la rastrojera. Se comprende, por
lo demás, que estas temporadas de aprovechamientos
son variables, por las circunstancias
de los años y la naturaleza de los terrenos.
Añade el Sr. Rodríguez de Torres curiosas
observaciones sobre la distribución de los
trabajos, diciendo: «Después de concluidos
los dos meses de era, se dedican los operarios
á la limpia de regranzas, techar almiares,
limpiar de pajazas inútiles las eras. Estos despojos
de granzones se deben emplear para
quemarlosy dedicar las cenizas al abono de las
tierras; también pueden aprovecharse echados
en el fondo del estercolero. Desocupadas las
yuntas, dedícanse éstas á ir sacando con las
carretas el estiércol, que se transporta á las
hazas ó sitios donde se deben sembrar habas
ó forrajes. En estas operaciones se invierte
una quincena, con la gente de la era regularmente,
aunque dándoles menos jornal.
»A mediados de Septiembre empieza de
nuevo la arada, domando novillos y dando la
labor conocida con el nombre de cohecho,
ordinariamente en seco. Esta temporada aumenta
en cosa de medio mes el número de
huebras del cálculo anterior, que puede llevarse
á 3.300 huebras en muchos casos.»
Las tierras sembradas [según queda dicho
antes, sus rendimientos por hectárea y producción
total del cortijo se puede expresar
en un cuadro de este modo:
Rendimientos
Sementeras Número
— de
Hectáreas hectolitros
100 sembradas de trigo, á 11 hectolitros,
dan 1.100
85 sembradas de cebada, á 16,50. 1-402
45 sembradas de avena y escaña,
á 20 900
15 sembradas de habas, á 18 270
50 sembradas de semillas (arvejones,
garbanzos, yeros, etc.),
á 12 600
JSTO siendo nuestro propósito más que consignar
estas indicaciones generales, sólo nos
resta advertir una vez más que las cifras anotadas
deben tenerse como muy variables, según
las diversas condiciones de los diferentes
cortijos, de los accidentes climatológicos del
año, etc.; pero aun de tal suerte pueden servir
tales cifras para fijar un poco los juicios
acerca de tal explotación acortijada.
Pero nos falta aún establecer cuáles son
las construcciones más generales en estos cortijos,
y comentaremos las ideas, copiando al-

COR — 328 — COR
gunas líneas escritas en Septiembre de 1864,
y publicadas en el periódico sevillano que por
aquel tiempo aparecía con el título de la Agricultura
española. Decíamos entonces sobre el
cortijo de Gambogaz:
«La amabilidad del Excmo. Sr. D. Ignacio
Vázquez, dueño de este cortijo, nos proporcionó
el gusto de visitarlo en el último mes
de Julio. Sabíamos desde hace tiempo la decidida
afición por el cultivo del respetable é
ilustrado patricio, sus profundos conocimientos
en la ciencia agronómica, y sus desvelos
y esfuerzos por inspirar en los demás sus
convicciones por promover ese adelanto, tan
necesario en la ciencia agrícola. Las Exposiciones
verificadas en Sevilla; los ensayos de
máquinas efectuados antes que en ninguna
otra provincia se pensase seriamente en tal
objeto, y las gestiones, en fin, tan repetidas de
diferentes corporaciones sevillanas cerca del
Gobierno, siempre han debido al Sr. Vázquez
eficaz iniciativa ó entusiasta cooperación. Natural
era, pues, que deseásemos conocer el
gran campo de acción de este eminente y celoso
agrónomo, donde con el ejemplo práctico
ejercía tan útil apostolado.
»No sabremos definir bien nuestras impresiones
al penetrar en las extensas oficinas del
cortijo de Gambogaz. Los viejos muros de
aquel antiguo edificio, sabiamente meditado
en su distribución, en su amplitud y sus detalles,
recuerdan la vida monástica ilustrada,
y allí se advierten sus inteligentes previsiones.
Allí cómoda habitación para el jefe, con
independencia de las demás oficinas; allí dependencias
para toda clase de criados; grandes
cuadras y establos, extensos graneros y
pajares, y más extensos patios, todo encerrado
bajo la mano del jefe puede decirse, y en
disposición éste de ejercer una activa vigilancia
en todas partes. El detenido examen de
los diversos detalles hace comprender que en
el tiempo que aquello se hizo no se desconocían
en España las buenas reglas de distribución
de los edificios rurales, cuya existencia
parece aún ignorada hoy día, al ver los mal
fraguados caseríos de muchos cortijos. Y si
los unos sabían lo que tantos otros ignoraban,
hay que convenir en que el saber de
aquellos tiempos constituía una especie de
monopolio en provecho de los que podían
aprender. De cualquier modo fuese, que no
nos importa mucho cuando no tratamos de
hacer historia antigua, lo cierto es que presidió
exacto conocimiento de todas las necesidades
agrícolas á la construcción de la casa
de labor de Gambogaz.
»Hoy esta misma finca se encuentra notablemente
mejorada por su actual poseedor.
De parte de los graneros se ha podido formar
una buena casa de recreo, con toda clase de
comodidades, y en lo demás hay mucho reformado,
y lo que no lo está se halla cuidadosamente
conservado. En Gambogaz, sin
haber un lujo inútil, existe ese agradable confort
que no hay razón para excluir de las
granjas, como saben apreciarlo los viticultores
de Jerez en las casas tan limpias y agradables
de sus haciendas de viñedos.
»En todas las dependencias del cortijo se
nota orden y método, y todo da á conocer
que existe una dirección inteligente. Como en
el Copero (otro cortijo de Sevilla), vimos un
taller de carpintería y herrería, y en general
nos parece que nada falta ni nada sobra; este
es el secreto de la buena administración de
las fincas rústicas. El molino de aceite se halla
montado á la altura de los conocimientos
modernos.
»Eu uno de los patios del cortijo vimos ya
recogida la hermosa yeguada de los Sres. Vázquez,
que cuidan con todo el esmero de inteligentes
criadores. Anualmente se verifica
escrupulosa selección, y todo el ganado endeble
se desecha; además cuentan con buenos
sementales y con excelentes pastos. De este
modo es como pueden irse formando buenas
castas de caballos, que no adolezcan de tantos
defectos como es frecuente notar en el
mayor número de los del país.»
Omitimos copiar la descripción que hicimos
de las buenas norias de hierro que se
empleaban en la elevación de aguas en varios
puntos del cortijo, así como de reformas interesantes
en los carros y carretas destinados
al acarreo de frutos; de sus excelentes trillos
de acerados discos de Aspe, y de su material
tan perfecto de máquinas agrícolas, entre las
que figuraban arados de vertedera, rodillos
desterronadores, rastras ó gradas de variadas
formas, sembradoras de Smith, segadoras mecánicas
de Wood, máquina trilladora á vapor
de Ransomes, y tantos otros mecanismos que
citamos ahora sólo en demostración que ya el
material moderno de instrumentos perfeccionados
había adquirido condiciones de aplicación
práctica en varios cortijos de Andalucía.
No añadiremos más sobre Gambogaz, limitándonos
á decir que su esclarecido propietario
(q. s. g. h.), y cuyo nombre debe ser inmortal
en los anales de la historia agrícola de
España, mediante la aplicación racional de 1
los principios agronómicos modernos, llegó á
reunir una fortuna tan considerable como que
vino á ser el primer contribuyente por territorial
, cultivo y ganadería de Sevilla, y á su
muerte dejó á sus numerosos hijos (casi todos
labradores) riqueza bastante para continuar
todos sosteniendo el brillo y notabilidad
de la antigua casa labradora. Estos ejemplos
de agricultura práctica, fundada en los adelantos
de la ciencia moderna, no son de olvidar,
siquiera para hacer ver que esta clase de
medios de producción racional son los más
eficaces para hacer florecientes y poderosos
los Estados. ,
En resumen, podemos decir que el sistema
de edificación en los cortijos varía por cuanto
hay caseríos de esta clase con agrupadas
dependencias, formando uno ó más patios
centrales, y los hay también de construccio-

COR — 329 — COR
ues aisladas, más ó menos próximas unas á
otras respectivamente. El Sr. Rodríguez de
Torres relaciona las dependencias más precisas
de este modo: Habitación para el dueño
ó administrador; habitación para el aperador;
gañauía ó grande aposento para el arreador,
gañanes y zagales; cuarto independiente para
el guarda; otro para el casero, con depósito
para los víveres y enseres de labor; cobertizo
para arados, carretas y demás aperos, con
capacidad suficiente para la carpintería; establo
grande, con cuarto contiguo para los boyeros;
cuadra extensa; gallinero; dos graneros,
con capacidad suficiente para contener
3.000 fanegas de grano, teniendo en cuenta
que por lo general sólo se almacenan en la
casa del cortijo los granos y semillas que se
destinan á las siembras y consumo interior,
pues los demás productos sólo están en depósito
interino, y pronto se llevan á los almacenes
de las poblaciones.
Los pajares en los cortijos se suelen hacer
al aire libre, mediante la formación de almiares,
dejándolos unos de otros á suficiente distancia
para evitar la extensión de los siniestros
en casos de incendio. Sin embargo, hay
algunos cortijos que poseen graneles pajares
de cal y canto.
Otros datos interesantes recibimos de la
provincia de Córdoba referentes á las fincas
acortijadas, que tiene la bondad de remitirnos
nuestro compañero el ingeniero agrónomo don
Juan de Dios de la Puente. Dice lo siguiente:
«Se llama cortijo en esta provincia de Córdoba
á todo predio rústico donde se beneficia
ó explota el cultivo cereal por el sistema de
tres hojas, dividiendo al efecto la extensión
total en tres porciones iguales, que se llaman
barbecho, hoja de siembra y rastrojo ó erial.
»E1 personal fijo ó permanente, tomando
como tipo un cortijo en buenas condiciones
de explotación, es como sigue: Aperador, que
gana de 1,50 á 2 pesetas y comida; sota-aperador,
que gana algo menos; casero, que recibe
de 17 á 18 pesetas al mes y comida;
pecuador, con 21 á 22 pesetas al mes y la
comida; capataz de cerdos, 20 pesetas al mes
y trato; otro tanto gana el rabadán ó pastor;
vaquero, tiene de 17 á 18 pesetas al mes y
trato; mandadero ó hatero de cerdos, y lo
mismo el de las ovejas, ganan cada uno de
12 á 13 pesetas al mes y trato; revecero, que
es el que tiene cuidado de conducir las yuntas
á la besana para el revezo, y gana de 12 á 13
pesetas al mes y comida; chanquero, que es
el encargado de llevar el agua á los diferentes
puntos donde están los trabajadores, y gana
de 11 á 12 pesetas por mes y la comida; novillero,
10 pesetas al 'mes y trato; borriquero,
lo mismo que el anterior; zagales de pastor y
de cerdos, cada uno 7 á 8 pesetas al mes y
trato; yegüero, gana de 22 á 23. pesetas al
mes y trato; zagal de yeguas, 10 pesetas. Los
gañanes también reciben la comida y de 75
céntimos á una peseta diaria de jornal.
»E1 trato consiste en pan, garbanzos, toci­
no, vinagre, sal y aceite, calculadas las cantidades
de dichos artículos para el consumo
de una semana.
» Además del dicho, que es el personal fijo
6permanente, hay otro que se llama temporero,
que es el auxiliar de las operaciones agrícolas
diversas, llamándose así por ajustarse
durante temporadas ó viajadas, que son desde
San Miguel á Los Santos, ó desde esta época
á San Andrés, y aun de esta fecha á Navidad
, etc., etc., pues se cuentan hasta trece
temporadas eu todo el año. Los jornales, ó son
por ajustes, ó los regula la Hermandad de labradores
para cada viajada.
»No se conoce en esta provincia el nombre
de ranchos. En el radio ó ruedos de las poblaciones
existen las hazas, porciones de terreno
que se cultivan por un sistema intensivo,
dividiéndose la tierra en tres suertes, que
se siembran de trigo, cebada y una leguminosa
respectivamente, abonando la legumbre
para beneficio de la alternativa.
«También hay algunos cortijos que por su
mucha extensión ó por otras causas se hacean
ó porcionan, llamando á las diversas suertes
pegujares. Cada uno de éstos se labra por el
mismo sistema alterno de los ruedos. No hay
límite, por lo demás, que marque la diferencia
entre el haza y el cortijo. Hay de éstos
desde 70 fanegas de extensión total hasta
1.500 y aun más, no siendo raro encontrar
algunos con 600 á 800 fanegas superficiales
de tercio.
»Las casas ó dependencias de labor, llamadas
más propiamente asiento del cortijo, son
por lo general como sigue: casa, cocina y
despensa; alfolí para el trigo; otro para las
demás semillas; casilla para la madera ó aladrería;
pajar; establo ó tinalón para el ganado
vacuno, con un corralón contiguo ó
descansadero; ahijadero para la cría de cerdos;
zahurdón para la piara de este ganado;
becerrera para el destete de los terneros;
caballeriza para los sementales, caballo y
garañón; cuadra para las burras; gallinero.
»La construcción es de barro, con el que
se forman los muros mezclando alguna piedra
ó madera. Se cubren estos edificios con chamiza
ó paja, y pocos con teja. Estas casas de
chamiza ó pajiza, como vulgarmente se llaman
, pertenecen por lo general á los labradores
ó arrendatarios, y se traspasan de unos á
otros con los aperos del cortijo.»
Gráficas y bien expresivas son las indicaciones
de nuestro amigo, las cuales vienen á
demostrar las diferencias de organización que
existen en el cortijo andaluz, tan distinto en
detalles de una á otra región andaluza, aunque
el tipo de la finca agrícola conserve señalado
carácter.
Grandes fincas de sembradura en campiñas
extensas, con edificaciones adecuadas á las necesidades
del cultivo: he aquí este carácter.
Allí el labrador vive, ó pasa largas temporadas
, ó por lo menos su actividad en cabalgar
á toda hora, suple, en cierto modo, el defecto
Día—IV. 22

COR — 330 — COR
de no tener constante residencia campestre.
Pero si allí no permanece siempre el empresario
agricultor, que reúne muchas veces otras
/representaciones sociales á que le llama su acomodada
posición, en el cortijo está como jefe
de explotación el aperador, que si reuniera
conocimientos suficientes á las frecuentes condiciones
que posee de inteligencia natural y
de honradez, constituiría el más acabado modelo
del agricultor práctico, acostumbrado á
las fatigas de una vigilancia perseverante y
discreta. Si á estos tipos de laboriosidad y de
costumbres en la economía agrícola, se les
pudiera educar de modo que se apoderase su
entendimiento de esa práctica de siglos que
está escrita en los buenos libros de agronomía,
entonces se vería toda la influencia de la
ciencia que desdeñan los rutinarios, que no
siempre corresponden á la clase de los aperadores.
Estos rústicos, de toscas apariencias,
pero de tan gran corazón, que conocen y
admiran á Dios en las obras que forman el
objeto constante de sus observaciones y el recreo
de sus ratos de meditación, son los hombres
que mayor eficacia han prestado á nuestra
propaganda agronómica cuando, penetrados
de la utilidad de la reforma ó del adelanto,
hau llegado á constituirse en apóstoles de la
idea del progreso. Así, pues, el cortijo, en el
concepto de explotación agrícola, tiene la ventaja
económica de albergar al verdadero labrador.
En el cortijo se reúnen para unir sus esfuerzos
todos los operarios de labranza, sin
que les distraiga otro género de atenciones.
Allí, á la mano, están las yuntas y los aperos
del cultivo; hay almacenes donde guardar los
arados y todas las herramientas agrícolas; hay
graneros y pajares para conservar los materiales
de sustento; tiene un sitio adecuado el
estercolero; cada ganadería disfruta de los establos
convenientes á su alojamiento, para
aprovechar los pastos de las tierras y para
que las materias fertilizantes de sus deyecciones
puedan contribuir al aumento de productividad.
De forma que todo se halla ordenado
á las condiciones de una agricultura racional.
¡Qué alegría cuando entra el caminante en
un cortijo!.... Al pisar el caballo las vecindades
del caserío, corren de uno áotro lado, alborotando,
las gallinas; canta el gallo, y los
perros ladran; pero las voces de los de la casa
sosiegan á la jauría, y al decir el jinete ¡Alabado
sea Dios!, el casero ó la casera le contestan
Por siempre; y no falta algún zagal que
vaya á coger la rienda de la cabalgadura cuando
el forastero echa pie á tierra. ¡Qué agradable
hospitalidad, y cuántos encantos, que
son desconocidos donde no hay esas blancas
casas de los cortijos!....
B. Abela.
CORTINA, CORTINAL—Pedazo de tierra,
cercado, inmediato á pueblo 'ó casa de
campo, que ordinariamente se siembra todos
los años.
CORUÑA (Geografía agrícola). — Provincia
española, situada al Noroeste de la
Península, entre los 4 o
y 5 o
35' de longitud
occidental del meridiano de Madrid, y entre
los 42° 35' y 43" 50' de latitud septentrional;
ocupa una superficie de 7.973 kilómetros cuadrados,
y se halla poblada por 595.585 habitantes,
distribuidos en 907 pueblos; de manera
que la densidad de población es de 74,7
habitantes por kilómetro cuadrado. Confina
al Norte y al Oeste con el Océano, desde la
desembocadura del río Ulla hasta la del Sor;
en este punto comienza el límite oriental, que,
siguiendo la corriente del río hasta su nacimiento,
pasa al Este de los Puentes de García
Rodríguez, corta el río Eume por el puente
de Manciñeira, y se dirige por la altura de
Castrilláu hasta Santa María de Apanal. Comienzan
aquí los límites naturales que, pasando
el Eume y el Ladra, y buscando el Marco
de Curra, Serrón de Lobo, alto del Cadieiro,
sierra de la Loba y ermita de San Vitorio,
continúan luego por Cambas; dirígense á la
sierra llamada Cordal de Motonto, y á la altura
de Mamoa de Buño cortan la carretera de
Madrid á la Coruña, cerca de Leguaria; se remontan
por las cimas de Cova de la Serpe y
del Campelo; pasan por el desfiladero de las
Pías, por el monte del Corno del Boy, por la
altura de Mamoa y montes de Bacariza, hasta
la confluencia del Pambre con el Ulla, y por
último, siguen el curso de este último río
hasta su desembocadura en el mar, es decir,
hasta la costa.
Esta se extiende desde ese punto, ó sea desde
la ría de Arosa hasta la del Sor, ó sea la del
Barquero ó Vares. En su desarrollo de 265 kilómetros,
partiendo de esa última ría, encontramos
la punta de la Estaca (la más septentrional
de la ría de Santa María de Ortigueira),
el cabo de Aguillones (así llamado por una
serie de agudos islotes que surgen al Noroeste
del mismo), la rada de Cariño, el cabo de Ortegal,
las puntas del Cuadro y de Candelaria, la
ría de Cedeiro, la rada de Valdoviño, la punta
Ponxeira, el cabo Prior, el Prioriño grande
, las rías del Ferrol, de Ares y de Betanzos,
el puerto de Puentedeume, el famoso
puente sobre el Eume (de cerca de 1.000 metros
de longitud y 50 ojos), la punta de Lousada,
la ría de la Coruña, las puntas de Torrella,
Dejo y Seijo Blanco, la torre de Hércules,
el castillo de San Antón, el puerto de
Santa Cruz, la ría del Burgo, el castillo de
San Diego, los arenales de Bens, Suevos y
Barrañán, los puertos de Cayón, Razo y Avino,
las entenadas de San Adrián y Sairuga,
el puerto de Barico, la ría de Corme, el
puerto de Lage, el cabo de Beo, la punta
del Monte, el cabo Vilano, la bahía de Camarinas,
el puerto de Mugia, los cabos de
Torriñana, Nava, Finisterre y Ceé, la ría de
Corcubión, las puntas de los Remedios y de
Lens, las rías de Muros y Noya, el puerto de
Son, el cabo de Corrubedo, la playa del Castro,
el puerto de Santa Eugenia, y por últi-

COR — 331 — COR
ino la ría de Arosa, entre las provincias de
la Coruña y Pontevedra.
ASPECTO TOPOGRÁFICO. — El territorio de la
provincia de la Corana es muy accidentado,
especialmente en la parte que ocupa la cordillera
que desde los Pirineos se dirige al desfiladero
de las Pías. En el espacio que dejan entre
sí las montañas que cruzan en todas direcciones
esa provincia, asentada en parte sobre la
vertiente septentrional ó cantábrica, y en parte
sobre la occidental ó lusitánica, se extienden
amenos y frondosos valles, casi todos ellos regados
por alguno de los numerosos ríos que recorren
ese territorio. Los más dignos de mención
entre esos valles son el de Santa Marta,
formado por el río Mera y separado del de
Sor por la cordillera de la Taladora. Es uno
de los más deliciosos por su arbolado, sus viñedos,
sus fértiles campos, sus pastos y praderas.
También es en extremo fértil el de
Jubia ó San Saturnino, especialmente á partir
de la feligresía de ese nombre. El de Eume,
montuoso por lo general, es sumamente
ameno en las cercanías de la ría; los de Bajoy
y Lambre son feracísimos 3' ofrecen agradables,
perspectivas en las inmediaciones de la
ría de Betanzos; el de Arteijo está bañado por
tres riachuelos, y produce abundantes cosechas
de trigo, maíz, frutos 3' legumbres, además
de pastos excelentes 3' gran cantidad de
leña; el de Bergantiños se halla fecundado
por las aguas del Ayones, y el de Camarinas
es en extremo montañoso; le baña el río
Puerto, 3' le hermosean las riberas de la ría.
Por último, deben ser mencionados los valles
de Arzúa, de Sor y de Rianjo. Las cordilleras
que cruzan la provincia 3'que forman un verdadero
laberinto, son de poca elevación, 3'
están cubiertas por lo general de montes y
verdura. La sierra más importante se halla
formada en las últimas prolongaciones de la
cordillera cántabro-astúrica, y en el desfiladero
de las Pías se divide en dos ramales, uno
que termina en el cabo de Fiuisterre, 3' otro
en el cabo Cillero. En los confines de esa provincia
con la de Lugo forma una cadena la
serie de cerros que, dirigiéndose de Sur á
Norte, forman el límite occidental de la vertiente
cantábrica, prolongándose desde los
confines de Portugal por las provincias de
Orense, Pontevedra y Coruña, hasta el cabo
Vares. En esa cordillera, y en la última de las
mencionadas, destacan los núcleos denominados
Coba de Serpe, sierra de la Loba (en donde
nacen los estribos del Montonto) 3 7
sierra
de la Faladoira, que corre desde el Cajado
hasta el cabo de Vares. Al Occidente de esa
cordillera se levantan el Monte Blanco, los
montes que desde las Travesas van á parar
al cabo Miñano, el Pindó, los montes de Carnota
3' Louro, el Bocelo, los montes del
Amenal con su elevado cerro del Pico Sacro,
la cordillera del Tambra, la altura del Castelo,
los montes de San Marcos, Pedroso, Codeso
y Treito, y los de Confurco y Barbanzo.
Ríos.—Son numerosos los que riegan esa
provincia, naciendo en su territorio todos, excepto
el Ulla que forma el límite meridional.
Difícil tarea sería enumerarlos y mencionarlos
arroyos que les tributan su corriente, descendiendo
de aquel laberinto de valles 3' cerros.
Los principales que desaguan directamente
en el Atlántico, comenzando la enumeración
por el Norte, son: el Sor, procedente de las
vertientes del Freijo, y que desemboca junto
á la ría de Vares, después de bañar gran
parte de la feligresía riberas del Sor, corriendo
de Sur á Norte, y marcando una
parte del límite oriental de la provincia; el
Valco, que nace en la Fraga de Baladán y
desagua en el mar, junto al pueblo de su
nombre; el río de Santa Marta, navegable en
toda su extensión de 2 leguas, abundante en
pesca, y que al terminar en una pequeña playa,
recibe las aguas de varios riachuelos, entre
ellos el Ortigueira 3' el Mayor; el de Mera,
que nace en el pico de Ribeira, recibe varios
arroyos en las faldas de éste; arroyos procedentes
de la Fraga de Devezo y de San Juan
de Freijo, y desemboca en la ría de Santa Marta.
El Cóndumiñas, cuyas fuentes se encuentran
cerca de Capelada, que se une con la corriente
del Pontigas, y desagua en la ría de
Cedeira, á la cual van á parar también el Esteiro
y el Loira, formados ambos por las aguas
de varios arroyos; el Jubia, procedente de las
Somozas, que recoge el caudal de numerosos
arroyos, baña el partido de Narón, y desagua
en la ría del Ferrol; el Eume, que comienza á
formarse en los montes de Jistral, pasa por
el pueblo de Puentes de García Rodríguez,
llega á Puentedeume, y desagua en la ría de
este nombre; el Mandeo, que procede de la
altura llamada Coba da Serpe, se une con el
Mendo cerca de Betanzos, 3' desemboca en la
célebre ría de ese nombre; el Mera, que nace
en la tierra de Mesia, recibe el tributo de varios
ríos y arroyos, y termina junto al Pasaje;
el Aliones, que después de atravesar la
sierra de Bergantiños 3' aumentar su caudal
con el de varios riachuelos y arroyos, desagua
en la ría de Laje y Corene; el Lezaro, que fertiliza
la comarca cu3'o nombre lleva, recibe en
Olveira el tributo del Zanfoga, y se precipita,
formando hermosa cascada, en la ría de
Corcubión; el Tambre, que nace cerca del antiguo
monasterio cisterciense de Sobrado, cruza
comarcas montuosas y poco fértiles, recorre
por espacio de una legua el valle de Noya,
y desemboca en la ría que toma nombre de
esa población, 3' por último, el Ulla, que nace
en las montañas próximas á la villa de Mellid,
baña el territorio de Ulla, recibe á media
legua del convento de Píerbón las aguas
del Sor, 3 7
desagua en la ría de Arosa, junto
al puerto del Carril.
CLIMA.—Gracias á la influencia de las brisas
del Océano y á la poca elevación de las
sierras, el clima de la provincia que nos ocupa
es benigno y sano; la temperatura no desciende
mucho en invierno, ni se eleva exageradamente
en verano, sobre todo en las

COR — 332 — COR
cercanías de la costa; solamente en la región
meridional son los calores bastante sensibles
durante el estío; en cambio las neblinas y las
lluvias son muy frecuentes en toda la provincia,
siendo por lo tanto el clima excesivamente
húmedo. Las observaciones meteorológicas
hechas en la Corufla y en Santiago de Compostela
dan idea bastante exacta del clima en
cada una de las regiones de la provincia, ó
sean la costanera y la interior. Durante el
decenio de 1865 á 1874, según el Observatorio
astronómico y meteorológico de Madrid,
las temperaturas medias fueron en Santiago
de 8°,2 en invierno, 12,0 en primavera, 18,5
en verano y 13,7 en otoño, siendo la media
del año 13°,1, la máxima 34,9 y la mínima
2 bajo cero. Durante el año cayeron por término
medio en el decenio citado 1.748 milímetros
de agua, ó sean 634 durante 52 días
en invierno, 430 durante 43 en la primavera,
156 durante 24 en el verano y 510 durante
43 en el otoño, siendo, durante el año, 85 los
días despejados, 150 los nubosos y 130 los
cubiertos, y los vientos dominantes Nordeste-Sudoeste.
En la Coruña, durante el año de
1875, según el Anuario del mencionado centro,
las temperaturas medias fueron de 7°,8
centígrados en invierno, de 10,8 en primavera,
de 15,4 en verano, de 13,7 en otoño y de
11,9 durante todo el año, siendo la máxima
26,5 y la mínima 0,5 sobre cero. Llovió en invierno
durante 21 días, en primavera durante
26, en verano durante 7 y en otoño durante
47, siendo 139 los días despejados, 162 los
nubosos y 62 los cubiertos, y el Nordeste el
viento dominante; es decir, que el clima de
la costa no es tan húmedo ni mucho menos
como el del interior de la provincia, ni tan
pronunciadas las diferencias de temperatura
en las diferentes estaciones.
!
PRODUCCIONES.—Dadas las condiciones topográficas
y el clima de la provincia, dedúcese
fácilmente cuáles serán las principales
producciones agrícolas; así se cosecha en ella
trigo, maíz, centeno, mijo, cebada, habas,
avena, patatas, frutas, lino, vino y hortalizas;
abundan también las maderas de construcción,
especialmente los pinos, robles y
castaños. El cultivo de cereales ha adquirido
gran desarrollo en los últimos decenios; antes
apenas producía las cantidades necesarias
para el consumo de la provincia, y actualmente
alimenta un importante y activo movimiento
de exportación. Hay también abundantes
y excelentes pastos, y de ahí que se
halle muy desarrollada la industria de la cría
de ganados de toda clase, tanto para labor y
granjeria, como para consumo y salazón. La
caza es numerosa, y la pesca constituye una
gran riqueza para las poblaciones de la costa.
El número de hectáreas plantadas de vid
en la Coruña es verdaderamente reducido,
puesto que en 1877 no pasaba de 204,63. En
ellas se cosechan 1.817 hectolitros de vinos
blancos y tintos, 33 hectolitros por hectárea,
que se expenden á los precios medios de 23,09
y 22,77 pesetas hectolitro respectivamente.
La escasez de la producción vitícola es debida
á la situación geográfica de la provincia, á
su proximidad al mar, y de consiguiente á los
recios é impetuosos vientos que azotan aquellas
comarcas (de manera que sólo es dable
cultivar la vid en los valles abrigados) y á la
poca elevación de la temperatura. Los calores
del estío no alcanzan la conveniente intensidad
como en regiones más septentrionales,
pero también más alejadas de la costa y de
clima menos húmedo. A pesar de todo, se cultivaba
la vid con buen éxito hace algunos años
en valles donde sólo existen algunas parras en
la actualidad. Tal sucedía en los distritos bañados
por el curso inferior del Tambre, en
los terrenos inmediatos al Callas, partido de
Corcubión, antes de unirse ese río con el Pindó,
en Camarinas, á orillas del río del puerto;
en los distritos de Abejondo, Cambre, Oza, y
parte de los de Carral y Oleiras, hasta que
hubieron de ser arrancadas las cepas á consecuencia
de la invasión del oidium hace treinta
años, cual sucedió también en la marina de
Betanzos, regada por los ríos Mandeo y Eume,
lo mismo que los distritos de San Pedro de
Oza, Paderne, Castro, Puentedeume, Lada,
Ares, Jene y Cabanas, donde se conservan
algunos viñedos. El río Jubia, ya cerca del
Ferrol, y en las circunscripciones de Neda y
Mugardos, cruza también algunos pagos plantados
de vid, y á consecuencia de los estragos
del oidium desaparecieron los viñedos del valle
del Mera. Hoy solamente se hallan dedicados
á esa explotación los terrenos pedregosos que
no sirven para otras, ó que no es posible arar
á consecuencia de lo pronunciado de la pendiente;
únicamente en las cuencas del Ulla y
Ledesma existen algunos viñedos de consideración
, ya porque hubiese maj'or número de
plantaciones antes de la invasión del oidium,
ó porque la aplicación del azufre permite que
se coseche algún vino en los distritos de
Touro y Boqueijón, llamados Ulla alta, y en
los de Vedra, Dodro, Son, Padrón, Boiso,
Puebla y Rianjo.
Generalmentese destinan á la vegetación
de la vid terrenos arcillosos con subsuelo de
roca impermeable y algunos de acarreo. Las
variedades cultivadas como procedentes de
comarcas meridionales y más cálidas son impropias
para la obtención de buenos mostos,
de manera que el fruto cosechado está falto
de glucosa y de otros principios inmediatos
indispensables para la buena constitución de
los vinos. Las variedades más generalmente
cultivadas son blancas, y se designan con los
nombres de albarella y laureira. También se
cultivan algunas variedades de uva tinta de
poco color, como la llamada lobal, habiendo
otras muchas, hasta el punto de que un
propietario de Boqueijón ha obtenido por
medio de siembras sucesivas tantas que difícilmente
tendrá una docena de cepas iguales.
En atención á que la excesiva humedad de la
tierra impediría la maduración del fruto, si

COR — 333 — COR
éste se hallara en contacto con el suelo, se
da á la cepa una forma alta y con rodrigón, y
generalmente se forman emparrados con las
vides, bajos en los campos y tan altos en los
caminos y corrales, que pueden transitar sin
dificultad bajo ellas los carros cargados. El
método de poda es el conocido con el nombre
de vara y pulgar; la operación se practica
por lo común desde Octubre á Diciembre, es
decir, en cuanto se termina la vendimia, y
algunos propietarios la retrasan hasta el mes
de Febrero. Eu el período que media entre
Diciembre y Marzo se cavan profundamente
las viñas, empleando una azada de dos largos
picos, que remueve y esponja perfectamente
la tierra; en la época de la floración, ó sea
á mediados de Junio, se da otra cava algo
más superficial, y desde que se generalizó el
empleo del azufre contra el oidium se azufran
las cepas tres veces en cada cosecha, ó más si
la enfermedad adquiere gran desarrollo. En
los viñedos se suelen cultivar también algunas
plantas forrajeras durante la época en
que las cepas están desnudas; práctica probablemente
perjudicial á la vida del arbusto.
Para abonar los viñedos se emplea la aulaga
( Ulex europea), vulgarmente llamada tojo
en Galicia, bieu llevándola directamente á las
viñas desde el monte, ó bieu después de mantenerla
durante algún tiempo en los corrales
y caminos para que se descomponga, para
depositarla en el campo al tiempo de ejecutar
la poda y enterrarla al hacer la primera
cava.
Por lo general se vendimia en los primeros
días de Octubre, trasladando el fruto en tinas
de madera á los lagares. En éstos se pisan á
la par los racimos sin madurar y los maduros,
y mezcladas las uvas dañadas con las que no
lo están, con objeto de obtener la mayor cantidad
de caldo posible, alegando que peor lo
ha de poner el arriero. Desde allí se traslada
el mosto á unas cubas colocadas en pie, como
las tinajas, para que sufra la fermentación
tumultuosa; cubas que suelen estar tapadas,
y en las cuales se mantiene introducida la
extremidad de una caña encorvada ó formando
ángulo, de manera que la otra extremidad
vaya á sumergirse en un barreño con agua.
Terminada la fermentación, á los cinco ó seis
días es trasladado el caldo á cubas bien acondicionadas
y colocadas en las bodegas, exprimiendo
los orujos con la prensa de viga. Eu
el mes de Marzo se trasiega el vino por primera
vez, y en el de Agosto por segunda, si
aún le conserva el cosechero en esa época.
Las cubas suelen ser de tablas de castaño, y
á veces de roble; unas y otras se construyen
en el mismo país, lo mismo que los elegantes
jarros y ollas, de madera también y empegados
interiormente, con que se ejecutan los
trasiegos cuando no se emplean calabazas de
16 y 18 litros, criadas en la misma provincia.
Los viuos son de mala calidad, pobres en
alcohol y más pobres aún en aroma, á pesar
de ser estimados como vinos de mesa. Algunos
cosecheros, como el Sr. Neira Flórez, de Santiago,
han logrado mejorar notablemente sus
productos. De todos modos, y á pesar de la
tradicional sobriedad de los gallegos, la cosecha
no basta para cubrir las exigencias del
consumo. La extremada división del terreno
es un obstáculo para el mejoramiento del
cultivo de la vid.
La ganadería constituye una de las principales
industrias agrícolas de la provincia; de
manera que la Coruña figura entre las diez y
seis provincias que constituyen el primero de
los tres grupos formados por el Sr. Jimeno
Agius, atendiendo al número de reses caballares
, vacunas, lanares y de cerda que aquélla
posee; aparece incluida en el segundo grupo
por el ganado cabrío, y eu el tercero por
el mular y lanar. En 1865 existían en la provincia
de la Coruña 40.075 cabezas de ganado
caballar, 4.605 del mular, 2.222 del asnal,
257.739 del vacuno, 453.867 del lanar, 76.783
del cabrío y 120.447 del de cerda.
VÍAS D E COMUNICACIÓN -
.—Como en todas las
provincias costaneras, la principal vía de comunicación
en la Coruña es el mar, con sus
numerosos puertos, ensenadas y rías. Con el
interior de España comunica la provincia desde
1883 por medio del ferrocarril del Noroeste,
que desde la capital se dirige por Betanzos-
. y Lugo á Castilla la Vieja y á Madrid. Del
proyectado ferrocarril que desde el Ferrol ha
de dirigirse por Betanzos, Santiago y el Carril
á Pontevedra, para unirse en Túy con la
línea portuguesa, solamente está en explotación
la sección de Carril á Santiago. Las carreteras
más importantes signen la misma
dirección que las líneas férreas, sin identificarse
con ellas completamente, y los demás caminos
sólo sirven para mantener las relaciones
y facilitar el tráfico local, que no es muy
activo por cierto, á no ser respecto de la ganadería.
CORVA ( VeterinariaJ.—Tumor óseo que
toma este nombre por la línea que describe,,
y que se desarrolla sobre la tuberosidad interna
de la extremidad inferior de la tibia..
Los golpes sobre la cara interna del corvejón
y los violentos esfuerzos en el arrastre son lascausas
que producen la corva. Un tumor duro,
indolente, la caracteriza, y es más ó menosvoluminoso;
como tiene asiento en el punto
de unión de una articulación, produce cojera
á poco que se desarrolle. La corva resiste á
los resolutivos y á los fundentes más activos,,
como el ungüento de cantáridas y mercurio,,
la pomada de yoduro y de biyoduro de mercurio
, el jaboncillo amoniacal, etc., recomendados
por muchos; así que suele ser máseficaz
el fuego eu puntas, cuando la corva es
poco antigua y poco voluminosa.
CÓRVANO BLANCO.—Árbol de segunda
orden, que se encuentra en la Isla de Santo
Domingo, y cuya especie botánica no se conoce
con exactitud. La corteza presenta estomas
dispuestos á modo de vetas punteadas.
La textura de la madera es idéntica á la dei

capá, si bien el color es más verdoso y sus
fibras más pronunciadas. Rompe á tronco, y
se hace de ella el mismo uso que de la madera
de pino. Su peso específico es de 0,78.
CORVAZA.—Es un tumor huesoso que se
forma en la parte lateral externa de las cañas
posteriores, cerca del corvejón. Es de la misma
naturaleza que la corva; procede de las mismas
causas, y se intenta su curación con iguales
recursos, pues no se diferencian más que
en el sitio.
CORVEJÓN, JARRETE.—Nombre dado
al conjunto de las articulaciones formadas por
la tibia y los huesos del tarso y metatarso. La
parte anterior del tarso, centro de los movimientos
de flexión, se denomina pliegue del
corvejón; la parte posterior y más prominente
se llama punta del corvejón, y el espacio hondo
que queda entre ésta y el extremo terminal
de la pierna constituye el hueco ú hoyo
del corvejón.
El corvejón es el principal centro de movimiento
del miembro posterior; debe ser sólido,
ancho, y presentar un ángulo de cierta
dimensión precisa; si es maj'or ó menor se
considera defectuoso; en el primer caso, ó sea
cuando el ángulo es demasiado abierto, el
corvejón se llama recto, ó se dice que el caballo
és derecho sobre sus corvejones: cuando es
más cerrado de lo regular, el corvejón se llama.
acodado; da al animal mucha fuerza de impulsión,
pero sus movimientos son más brillantes
que rápidos, el animal es débil en esta
parte y se arruina pronto; el corvejón recto
produce movimientos muy duros, y suaves el
corvejón acodado. El corvejón que manifiesta
bien las eminencias naturales de los huesos
que lo componen se llama enjuto, y es buena
condición; si la piel demasiado gruesa y el
tejido celular excesivo encubren estos huesos,
se llama entonces empastado. Corvejones blandos
ó flojos son los que se dirigen hacia adentro
ó afuera en la marcha del animal, é indican
poca firmeza. Los caballos que tienen los
corvejones muy separados se dicen huecos de
piernas. Los cerrados de piernas, patojos ó
zancajosos son aquellos en que las puntas de
los corvejones están muy próximas, casi tocándose;
es una deformidad que hace á los
animales muy malos para la silla.
CÓRVIDOS ( Ornitología).—Las aves de
esta familia tienen voz ruda y desagradable;'
sin embargo, esta voz es capaz, no sólo de
inflexiones muy variadas que expresan las
afecciones del animal, sino que puede imitar
también los gritos de otros animales, y hasta
en cierto grado la palabra del hombre. Su
plumaje es generalmente de color obscuro; su
pico muy fuerte, y se alimenta de granos, así
como de insectos, gusanos y de cualquier carne
animal. La especie más notable por su
plumaje es el grajo (Garrulus glandarius),
que tiene el dorso y el vientre de color gris
rojizo, y las grandes plumas de las alas, blancas
y negras; las cubiertas de las alas están
rayadas transversalmente de azul, blanco ó
— 334 — COK
negro, y suministran al cazador un adorno
con que engalana ufano su sombrero; su cola
es negra, y sobre la cabeza tiene largas plumas
de gris azulado y manchadas de negro,
que puede erizar en forma de copete. El grajo
se alimenta habitualmente de bellotas, de diversas
simientes ó almendras de frutos, pero
á veces hace presa también de pajarillos. Su
carne es bastante buena de comer.
El género Corvus, tipo de la familia, tiene
por principales especies: el Corvus corax ó
cuervo ordinario, que, semejante á un ave de
presa, ataca á los pequeños animales en un
área muy extensa, y se alimenta también de
carroñas, que va á buscar á largas distancias.
Tiene el color negro-pardo, con visos pavonados,
y es un ave muy perjudicial, porque
los daños que causa en los frutos, granos y
substancias vegetales no son compensados por
los servicios que nos presta destruyendo algunos
animales nocivos. Las cornejas se distinguen
de los cuervos por su pico más pequeño
, cola redondeada y plumaje poco denso
y mate. Se conocen dos especies: la corneja
negra C Corvus corona) y la corneja cenicienta
ó cuervo con manteleta ( Corvus cornix), que
tiene la cabeza, gorja, alas y cola negras, y
el cuerpo ceniciento obscuro. Las dos habitan
exclusivamente el antiguo continente, y tienen
idénticas costumbres. Lo mismo que los
cuervos, son voraces y carnívoras; pero como
sus instintos son proporcionados á su talla,
no destruyen más que los pequeños animales
que nos perjudican, siendo considerable la
cantidad de insectos, de roedores y otros pequeños
vertebrados que destruyen. La chova
(Corvus monédala) , que suele anidar en lo
alto de los campanarios, de costumbres parecidas
á las de las cornejas, y viven eu bandadas
numerosas. Su alimento se compone de
insectos de todas clases, que van á buscar hasta
en el lomo de los animales. Las baj-as, los
frutos, granos, etc., entran también en la alimentación
de las chovas. A los cuervos se
asemeja la urraca ó pica caudala, ave muy
conocida y caracterizada por el contraste del
blanco y del negro de su plumaje, así como
por la longitud de su cola; protege su nido
con un cobertizo hecho de una red de ramos
espinosos.
CORVINA Ó CORVA (Corvina nigra,
Valen.).—Pez que vive en las costas del Mediterráneo,
y entra á'bandadas en las albuferas
ó lagos salobres y en las embocaduras de
los ríos, si bien no remonta nunca más allá
del sitio en que se mezclan las aguas dulces
con las saladas del mar. Desova durante la
primavera sobre los cantos arrastrados pollas
grandes avenidas de los ríos, y que cubren
á veces las playas inmediatas á las bocas de
desagüe. Aliméntase ese pez de crustáceos,
insectos y plantas marinas, y probablemente
se podría criar en cetarias y albuferas, transportándole
desde el mar por medio de barcasviveras
recién cogido, ó dejándole penetrallibremente.
En la época de la reproducción

eos
— 335 —
sería fácil lograr que criase en viveros de agua
de mar renovada. Aun cuando no sea muy
estimada la corvina, suele venderse á 2 pesetas
ó más el kilo én los mercados del interior.
CORVO ó ARQUEADO—(V. Aplomos.)
CORYLUS—(V Avellano.)
CORYPHA.—(V. Anahao, Buri.)
CORZO ( Cervus capreolus, L.).—Es cuadrúpedo
rumiante, muy ligero y tímido, semejante
al ciervo, menor que el gamo, rabón
y de color gris rojizo; tiene las cuernas pequeñas,
verrugosas y ahorquilladas hacia la punta.
Estos animales viven por parejas, y no
son raros en nuestros montes. El corzo es una
caza de excelente carne; no es tan nocivo á
los bosques como el ciervo, y sus principales
enemigos son los lobos y las zorras, por lo que
destruyendo estos últimos es como se asegura
la conservación de los'corzos en un monte.
CORZUELO.—Porción de granos de trigo
que, por no haber despedido la cascarilla al
tiempo de trillarse, se separa de los demás
cuando se aecha.
COSCOJA ó COSCOJO.—Este nombre es
el que más generalmente se aplica en España
al arbusto Quercus coccifera, L., de la familia
de las Cupuliferas.
Menos comunes son los de Maraña, Matarubia,
Coscolla blanca (Alcoy: Sierra Mariola),
Carrasquilla (Burgos: sierra de Besantes),
Carrasca (Huelva: sierra de Aroche),
Chaparra (Murcia: sierra de España), Coscoll
(Cataluña y Valencia) y Garrich, (Cataluña.
DESCRIPCIÓN.—Hojas con pecíolo corto (2
á 5 milímetros), duras y rígidas, algo acorazonadas
en la base, aovado-oblongas; limbo
de 2 á 4 centímetros de largo y de 1,50 á 2
de ancho en las formas más comunes, con la
margen más ó menos ondeada y dentada, los
dientes pinchudos, alguna vez enteras, de un
verde claro y 1
lampiñas en ambas caras, ó ligeramente
vellosillas en el envés al desarrollarse.
Amentos masculinos pocos, por lo común
muy cortos, de 1 á 3 centímetros. Frutos
(glandes) solitarios ó reunidos dos ó tres
sobre un pedúnculo corto y engruesado en
su extremo superior; cúpula ó cascabillo arredondeado,
con escamas tomentosillas, apretadas
las inferiores casi siempre y lo mismo las
superiores, pero las intermedias más ó menos
levantadas y extendidas, y aun revueltas y
punzantes en la forma común; bellota oblonga,
cubierta por la cúpula hasta su mitad próximamente.
El tronco es derecho rara vez, por lo común
de poca altura, más ó menos tortuoso, ramificado
casi á flor de tierra, formando más bien
mata que arbolillo; corteza lisa y sólo resquebrajada
en la parte inferior de los troncos
viejos, pardorcenizosa ó pardo-obscura y lampiña
en las ramas, y más ó menos pubescente
en las ramillas tiernas. Las raíces no son muy
profundas, echa bastantes someras, que producen
abundantes brotes ó hijuelos. Florece
eos
la coscoja de Abril á Mayo, y madura sus frutos
al fin del verano del año siguiente al de la
floración.
FORMAS.—En los montes españoles se hallan
algunas formas bien caracterizadas de
esta especie. Las que no ofrecen dudas taxonómicas
son las siguientes: a, Vera; b, Imbricata
(es el Quercus pseudo-coccifera de otros
autores); c, Integrifolia; d, Angustifolia;
e, Tomentosa.
ÁREA y HABITACIÓN EN ESPAÑA.—El área
de la coscoja ocupa la parte más inmediata al
mar de la región mediterránea: abunda más
en la mitad occidental que en la oriental. Por
el Norte ño pasa de la Istria, y por el Sur se
extiende hasta Siria.
En España forma unas veces rodales extensos,
otras veces sola, y con frecuencia mezclada
con matas de chaparro, quejigo, madroño,
lentisco, brezo, ladierna, etc., en toda Andalucía,
Extremadura, Castilla la Nueva y Sierra
Morena. También es frecuente en los reinos
de Valencia y Murcia, Castilla la Vieja, en
el litoral de Cataluña, y en la parte meridional
de Aragón y de Navarra. Escasea en Álava.
CLIMA, SITUACIÓN, EXPOSICIÓN -
Y TERRENO.—
Convienen á la coscoja una temperatura algo
templada, y los sitios soleados y secos, mejor
que los sombríos y húmedos. Parece que vegeta
mejor también en las laderas y colinas
que en los grandes llanos. Hacia Algeciras y
Tarifa se encuentra casi al nivel del mar, al
paso que sube hasta encontrar el pino silvestre
en la provincia de Huesca, encontrándose
también al parecer en Sierra Nevada.
Los terrenos areniscos y pedregosos son los
que más le convienen, si bien no rechaza tampoco
los calizos, siendo poco exigente bajo
este punto de vista, como no lo es tampoco
respecto á la exposición.
PRODUCTOS Y APLICACIONES.—La madera
tiene las capas anuales muy visibles; poros
comunes, los iniciales mayores que los restantes,
y con una faja ancha y muy aparente,
agrupados por dos algunas veces y casi siempre
solitarios; tiene muchos espejillos, y éstos
bastante anchos. Es muy homogénea, densa
y dura; presenta poco densos los radios medulares,
y podría dedicarse á los mismos usos
que la encina si adquiriese dimensiones para
ello; pero como no es así, sirve sólo para combustible
ó leña meuuda, reuniendo al efecto
buenas condiciones. Su densidad es de 0,969
á 1,141.
El cisco ó carbón menudo de coscoja se estima
mucho, y la corteza puede usarse como
casca curtiente.
En años secos y sitios abrigados se desarrolla
en abundancia sobre las ramas de las coscojas
jóvenes el quermes grana ó granula
CLecanium ilicis), insecto cuya recolección
se verificaba antes eii gran escala por murcianos
y valencianos, principalmente en Sierra
Morena. Daba la grana un hermoso tinte
rojo, pero fué relegado más tarde al olvido,
cuando se extendió la cría de la cochinilla del

eos
nopal (Coccus cacti), producto que á su vez
ha perdido toda su importancia desde que la
química ha descubierto diversos tiutes minerales,
no sólo más económicos, sino más hermosos
, entre ellos la serie que se deriva de la
anilina.
.. COSCOLL.—(V. Coscoja.)
COSCOLLA BLANCA.—(V. Coscoja.)
COSCOLLA NEGRA.—(V. Encina.)
COSECHA.—Cualquiera de los frutos que
se recogen de la tierra, como trigo, cebada,
vino, aceite, etc. |[ Temporada en que se recogen
los frutos. |[ Ocupación de recoger los
frutos de la tierra. (V. Recolección.)
COSERÁ.—EnlaRioja, suerte ó porción
de tierra que se riega con el agua de una
tanda.
COSPES.—¡En la sierra de Guadarrama
dan este nombre los hacheros encargados de
la labra de las maderas en los montes, á los
montones de astillas gruesas que colocan debajo
de los troncos para que guarden una
posición horizontal y puedan ser labrados con
facilidad. (Y. Labra de las maderas.)
COSPILLO. — En Aragón llaman así al
orujo de la aceituna después de molida y prensada.
COSSUS (Entomología). — Lepidópteros
de la tribu de los Cossios, familia de los Cossidos.
La tribu de los Cossios 6 Lignivoros
se compone de insectos muy dañinos para los
bosques, porque sus orugas roen el interior
de los troncos. Comprende solamente dos
familias, los Cossidos y los Zeuzeridos. La
primera, única que nos interesa en este momento,
sólo comprende tres géneros, el más
importante de los cuales es el género Cossus,
que da su nombre á toda la tribu. Sus especies
son poco numerosas. El tipo y la única
especie importante es el Cossus ligniperda,
llamado vulgarmente taladro, gusano rojo ó
roe maderas. Se halla esparcido por toda Europa,
y aun se ha encontrado su larva en los
algarrobos. La mariposa tiene las antenas de
una longitud igual á la del coselete y la cabeza
reunidos; son dentadas en ambos sexos, y
en toda la longitud por el borde interno, pero
más profundamente en los machos; blancas
por el borde externo y negras por el dentado.
El tórax y la frente se hallan cubiertos de pelos;
los palpos son cilindricos, bastante espesos
y cubiertos de escamas, y el tórax convexo.
La parte superior de la cabeza y las anteriores
del tórax son rojizas. Una franja negra curva,
provista en la parte anterior de pelos blancos,
rodea el coselete. El abdomen es escamoso,
espeso, poco prolongado, y en las hembras
lleva un taladro. Su color es igual al de las
alas, con líneas blanquizcas. También están
cubiertas de escamas las patas; las posteriores
de los machos estáu encorvadas y provistas
de dos pares de espolones. Durante el descanso
se colocan las alas en posición abovedada;
las superiores son de color gris ceniciento,
blanquizcas en algunos sitios, con una verdadera
red, más ó menos confusa, de pequeñas
— 336' — COT
líneas negras, onduladas y transversales, más
marcadas en las extremidades de las alas; las
inferiores son igualmente de color gris ceniciento
y con rayas negras. El Cossus adulto
se encuentra durante el mes de Junio en estado
de insecto perfecto sobre los árboles
plantados en los caminos, en los verjeles,
etcétera, etc.
La oruga de ese insecto es amarillenta, brillante,
con los segmentos del dorso formando
anchas placas de color de ladrillo. Arroja por
la boca un líquido acre, de olor muy fuerte, y
ataca ante todo los olmos, los sauces, los álamos
blancos y los árboles frutales. Abriendo
en el interior de los troncos galerías de varios
metros de longitud, causa con frecuencia la
muerte de los más robustos árboles ó los debilita
de tal suerte que facilita la tarea destructora
de los scolicios y otros insectos roedores.
Contra esos insectos, que se han multiplicado
á veces en algunos países hasta el
punto de destruir bosques enteros, el único
remedio eficaz consiste en inspeccionar frecuentemente
los árboles, y cuando se observen
en ellos huellas de serrín, introducir por
los agujeros un alambre de hierro encorvado
en forma de anzuelo. Se empuja hasta, que haya
llegado al fondo de la galería; se le vuelve
entonces en diversos sentidos, y se mata de esa
suerte la oruga en su refugio, ó se logra agarrarla
y sacarla al exterior.
Las demás especies del Cossus son: el
Cossus thrips, sub-género Hypota, de la Rusia
meridional; el Cossus paradoxus, de la Rusia
oriental; el Cossus terebra, de Alemania, y
el Cossus maemurtrei, de la América del Norte.
El Cossus caistrum, del sub-género Hypota,
se encuentra á veces en las cercanías de
Montpellier. El género Slygia, representado
por el Stygia australis ó Terebellum, es bastante
común algunos años en ciertas comarcas
del Mediodía de Francia durante los meses de
Junio y Julio. El último género de los Cossidos
es el de los Endagria, representados por
el Endagria ulula ó pantherina, de antenas
bidentadas en el macho y biciliadas en la hembra,
con la cabeza, cuerpo y palpos muy vellosos.
COSTERO.—Cualquiera de las dos tablas
exteriores que sale de una pieza ó trozo de
madera cuando se asierra á lo largo. Como
estas piezas sujetas al aserrío no tienen una
escuadría perfecta, resulta que los costeros
tienen la cara interior más ancha que la externa,
siendo ésta á la vez un poco convexa
por la imperfección de la labra de la pieza de
que proceden. Estas condiciones disminuyen,
como es natural, el valor de los costeros, comparado
con el que tienen las demás tablas que
da el aserrío de un madero ó troza.
COTILEDÓN—(V. Botánica.)
COTO (Cotlusgobio) (Piscicultura).—Pez
que vive en los ríos y arroyos de aguas claras
y fondo arenoso; tiene la cabeza grande; ancha
y aplanada la boca, como desgarrada, y en el
lomo una aleta que llega hasta la cola. Es de

COT — 337 — COT
pequeña talla; habita debajo de las piedras, y
desova escondiendo la postura en un agujero,
donde el macho, según creencia vulgar, vigila
por la seguridad de su descendencia.. La
carne es agradable, y adquiere color rojizo al
cocerse; mas por su pequeña talla no suele
ser presentado el pez en las mesas de los
ricos. Es uua presa viva que persiguen las
anguilas, truchas, salmones, percas, lucios
y otros peces, y que se debe. utilizar para
alimentarlos y cebarlos en las cetarias.
GOTO.—Se confunde á veces esta voz con
monte, bosque y dehesa. Según el doctor Rosal,
coto vale lugar vedado; de cauto (lat.), que
es lo mismo; de aquí cotarro y cotorro, pedazo
de tierra ó monte cercado, que dice soto ó
sotillo, y cotorrera la que á tales lugares se
retira con hombres, como á lonja de sus torpes
mercaderías, que de cárcava dicen carcaveras.
De donde también lo que dicen de las cortas
de leña en el monte he comprado un corro de
leña, como cotorro, perdida la media sílaba,
y acotar hacer coto ó prohibido.
Según Covarrubias, coto es la dehesa ó término
cerrado donde está vedado y defendido
el entrar á pastar.
La misma Real Academia dice también coto
el terreno vedado. Se dijo coto redondo por
muchos autores lo que la misma Academia
llama término redondo, es decir, el territorio
exento de jurisdicción de todos los pueblos
comarcanos; pero esta acepción no responde
bien al concepto forestal ni al agrícola.
El infatigable D. Fermín Caballero, en su
proyecto de ley para el fomento de la población
rural, define la finca rural diciendo que
es el pedazo de tierra unido, ó sea coto redondo,
de la cabida que suele cultivar un labrador
regular de la comarca, etc., y también llama
coto acasarado al cortijo, masada, masía ó
tierra cercada ó libre, con casa de labor en ella.
Algunas veces coto se confunde con egido,
pero éste es término común de pastos, y propiamente
hablando, nadie tiene que ver con
el coto.
Entre los forestales modernos se da generalmente
el nombre de coto al monte vedado
para ganados y también para caza. Esto es lo
más común. Así se dice terreno acotado por
terreno vedado á la entrada de ganados, y
coto de caza por el monte que se veda á este
ejercicio.
J. Jordana.
COTO ACASARADO.—No hay nación
en Europa tan interesada como España en la
formación del coto acasarado. Tener una heredad
de bastante extensión para que con su
producto pueda sostenerse una familia; construir
en esa heredad una casa en que el dueño
fije su residencia; aislar la hacienda en el término
jurisdiccional, de suerte que ni tenga
que estar gravada con servidumbres de paso,
ni sea preciso constituir para el servicio de
las labores mancomunidad de aguas y pastos
con otros vecinos, son circunstancias de influjo
poderoso para el progreso agrícola.
D. Fermín Caballero ha expuesto con recto
criterio las ventajas que resultan para el cultivo,
para las buenas costumbres de las familias
y para la paz de los pueblos del acaparamiento
de las fincas; nosotros, aceptando
como exactas sus observaciones, nos proponemos
completar su trabajo examinando la
cuestión bajo distintos puntos de vista.
La aversión más ó menos fuerte á vivir eu
el campo necesariamente se ha de convertir
en tendencia más ó menos enérgica á vivir en
centros populosos. Donde hay espíritu rural
el aumento de la población da por resultado
la multiplicación de caseríos y de aldeas; donde
el absentismo domina se traduce en ensanche
de las villas, de las ciudades y de la
corte, notándose que es mayor proporcionalmente
el de las poblaciones de más vecindario.
La concentración urbana no puede ser juzgada
de un modo cerrado. En absoluto podemos
decir que es perjudicial á los intereses
agrícolas; pero esos intereses uo son los únicos
atendibles en la sociedad; hay otros de
suma importancia á los cuales es favorable, y
de aquí nace la necesidad, para ser justos, de
que uo sea radical la opinión contra ella.
No cabe duda de que la concentración urbana
facilita la comunicación entre los vecinos
y acelera la terminación de los negocios.
La aproximación de las viviendas evita la
pérdida de tiempo que han de emplear los
ciudadanos para auxiliarse en sus muchas relaciones.
Mas por esto mismo, á medida que
la concentración se aumente, disminuirá el
número de poblaciones, y por consiguiente
será más dificultoso el trato entre ellas.
Como regla general se puede establecer que
conviene haya grandes centros urbanos para
todo lo que necesite población aglomerada, y
urbanización diseminada para todo lo que requiera
trabajo aislado, ó siempre que éste
haya de aplicarse independientemente del
concurso ajeno, en cuyo caso se halla el agrícola.
Los que atienden más que á la economía
rural á la centralización política y administrativa,
procuran por los medios de que disponen,
la formación de grandes centros de
población; los que ponen el interés agrícola
sobre todos los intereses, conceptúan que la
absorción de la aldea por la ciudad es una
verdadera calamidad para la producción y un
gran peligro para el sosiego público.
El trabajo industrial necesita pueblos; el
trabajo rural reclama familias, como se decía
en las Juntas de Agricultura de 1849. Para
el tiempo y sazón, para brazos, para observación
y vigilancia, para la cría de animales
útiles, para el acarreo de las mieses y abonos,
para la elección de bestias de labor, para la
moral pública y privada, para todo, en fin,
la familia agrícola, la agricultura y el Estado
, todos ganan en el sistema de labores pobladas.
La industria, por el contrario, no se
puede establecer sin la acumulación de bra-

COT — 338 — COT
zos, y al comercio es indispensable además
la acumulación de capitales, la unión de los
esfuerzos, el espíritu de asociación. Esto es
lo que hicieron los fenicios y los griegos, y
dedicándose en los centros populosos á aumentar
el valor de los frutos de la tierra, exportándolos
á largas distancias, lo cual no
habrían podido verificar con el aislamiento
de las moradas, y consagrándose por completo
á la labranza , como los celtas y los iberos,
contribuyeron al bienestar del país, aumentando
su ilustración y sus goces.
El coto acasarado es general en los países
extranjeros mejor cultivados. En Inglaterra,
por ejemplo, la gran fabricación se establece
y existe en las ciudades, tales como Manchester,
Leeds, etc., mientras no hay cultivador,
sea propietario ó arrendatario, que no tenga
como centro de sus operaciones agrícolas su
propia casa.
Generalmente fuera de España hay pocas
villas, muchos burgos y gran número de caseríos.
Excelente orden rural. Aquí tenemos
muchos grandes centros urbanos, pocas aldeas,
y casi no existen caseríos. El sistema'es
muy desastroso.
Sálgase de Madrid; ¡qué cercanías! decíamos
en una conferencia pública dada en el
Ministerio de Tomento; y á poco de perder
de vista la capital, ¡cómo se dilata sin fronteras
la soledad, y en el centro de la Península
se encadena desierto con otro desierto!
Las guadalezas, los montes de Toledo, los
despoblados de Alcoba, de la Puebla, de Sácemela,
de la Alcudia, de Sierra Morena,
¡qué desolación! Jarales impenetrables, aguas
perdidas, vegas abandonadas, algún ganado
cabrío, he aquí lo único que ve el viajero por
esos yermos interminables. Lo único no; hay
una cosa que hiere inás tristemente los ojos:
¡la cruz clavada en las encrucijadas para recuerdo
de los crímenes que allí se han cometido!
Es tanto más de lamentar esta situación,,
cuanto que apenas hay comarca que no brinde
con sus atractivos y con su fertilidad á ser
habitada. Claro es que el cultivo no ha de ser
en todas uniforme, ni la población se ha de
diseminar en el mismo grado. Sobre esto puede
establecerse una regla general: en Asturias,
Galicia, las Provincias Vascongadas,
Valencia, Barcelona, la vega de Granada,
donde quiera que la tierra sea sumamente
fértil, la propiedad esté fraccionada, la abundancia
de las aguas y otras circunstancias faciliten
al cultivo intenso, pueden y deben
ser numerosas las aldeas, granjas y cabanas;
en gran parte del centro de España, en los
montes de Cuenca, Jaén y Soria, en todos
los puntos en que es difícil y costoso el cultivo
de la tierra é indispensable el predominio
del sistema forestal y de pastoreo, preciso es
que sea mucho más extensa la porción de terreno
señalado á cada familia para su subsistencia
, y es natural que no sea tan densa la
población campestre.
Si teniendo esto en cuenta el vecindario se
descentralizase, aun sin crecer la población,
se animarían nuestros campos; perdería su
aspecto salvaje una gran parte de la Península;
se aumentaría extraordinariamente la
suma de trabajo en bien de los propietarios;
al propio tiempo sería posible el aumento de
jornal, en bien de la clase obrera, y la riqueza
creada con ese trabajo sería- distribuida, gracias
á la circulación, entre todas las clases.
Los tratadistas de economía rural han hecho
diversos cálculos respecto á las pérdidas
causadas por la distancia de las labores de la
residencia domiciliaria. Relativamente á los
acarreos, M. Block formula el siguiente cuadro
, suponiendo que dos caballerías arrastran
un carro con carga de 78 arrobas, y que el
trabajo es de diez horas:
Distancia Viajes Arrobas
1.110
Delá 700 — 11,01 Sli8
De lá 1.030 - 712
De 1 á 1.400 — 7,07 608
De 1 á 1.750 0,08 520
De 1 á 2.100 — 5,00 468
403
373
Delá3.150 - 4,30 338
De 1 á 3.500 — , . 4,00 312
En este cuadro se prueba palpablemente
en qué proporción con la distanciase van disminuyendo
los viajes, y por consiguiente, va
en aumento el coste de acarreo. En muchos
pueblos de Castilla y la Mancha sólo se hacen
tres viajes para la saca de mieses, y en algunos
dos para el transporte de la uva. Claro es
que el viaje cuesta doble que si la distancia
fuese de 1.700 varas, y sobre el triple que si
estuviese á 400.
El profesor Thiinen ha estudiado la distancia
con relación á los sistemas de cultivo.
Para hacer ver lo perjudicial que es á la producción,
supone varios círculos concéntricos
alrededor de un centro populoso. En los más
inmediatos á la ciudad se cultivan las plantas
cuyos productos pueden soportar grandes
gastos de transporte: la horticultura: en los
siguientes se sigue el sistema cereal é industrial,
más ó menos intenso; viene en los siguientes,
que son los exteriores, el sistema
pecuario y el forestal, porque no habría cultivo
útil y económico.
La diferencia de estos diversos sistemas con
relación al producto se manifiesta por un
cálculo hecho por M. Royer. Según él, en el
período forestal es mínima la producción; en el
pastoral la representa por 1.000 kilogramos
de heno seco por hectárea; en el cereal, por
3.000 á 5.000 kilogramos; en el hortícola la
producción llega al máximum; al máximum
llega también la intensidad del cultivo y la
actividad de.la familia.
De suerte que, no pudiéndose cultivar en
la región central de España, ni en la Bética y

COT — 339 — COT
demás comarcas en que escasea el coto acasarado
las plantas agrícolas. é industriales, á
causa de la distancia en que viven el dueño y
el cultivador de la hacienda, por necesidad se
han de seguir los sistemas de menos producto
bruto: el cereal, el pastoral y el forestal.
Y como á cada modo de cultivo corresponde
un estado peculiar de civilización, resulta
que al sistema forestal corresponde el estado
salvaje, en el cual obra singularmente la naturaleza;
al sistema cereal corresponde el período
que podemos llamar de transición, en el
cual domina el trabajo corporal, combinado
con la acción de los elementos; y al período
hortícola corresponde el estado de civilización
más adelantada, en el cual predomina el
empleo del capital y la aplicación de las ciencias.
De suerte que, por una consecuencia lógica,
explicada y formulada por la ciencia económico-rural
la distancia de la heredad de
la casa de labranza, los gastos de cultivo se
aumentan, el producto bruto disminuye, el
sistema intenso se hace imposible, la producción
se obtiene principalmente por la acción
del tiempo y del trabajo, y el país se
halla fatalmente condenado á vivir realmente
en el estado salvaje más ó menos modificado,
ó cuando más, en uno de transición, con todas
sus eventualidades desgraciadas, con todas sus
escaseces, con todos sus trabajos.
Y porque la aglomeración urbana es causa
de que haya bocas que consuman y no brazos
que cultiven, es por lo que, en lugar de ser
cuestión meramente agrícola, se convierte en
cuestión nacional la del coto acasarado. La
producción se estaciona mientras no crece el
trabajo, y la población no se aumenta; y si se
aumenta, es en estado de pobreza, no aumentándose
ios medios de subsistencia; ¿y cómo
ha de suceder esto con el cultivo extenso,
con la falta de población rural, dejando las
tierras en descanso uno ó más años, y renunciando
á la producción de las semillas más
productivas, y por consiguiente más exigentes
de capital, de brazos y de abonos ?
El aumento de consumo sin el aumento de
producción da origen á la carestía en el mercado,
á causa de lo cual en España, con fincas
abundantes, con tierra barata, con jornales á
bajo precio, los artículos de primera necesidad
están sumamente caros, y las familias
proletarias no ganan para vivir. Por la intensión
de cultivo una hectárea sostiene en Inglaterra
2 vacas, ó un número proporcional
de ovejas y cerdos; por la extensión de cultivo
en España una oveja suele necesitar de
invernada de 1 á 3 hectáreas, de lo cual resulta
que la producción de carne, en igual extensión
de tierra, es diez veces menor; donde
la población está diseminada, todos los individuos
de la familia trabajan, de lo cual resulta
que á precio igual de jornal respecto á donde
sólo el jefe trabaja, por estar la población
aglomerada, sus recursos se multiplican en
proporción á los hijos.
Por último, con la población aglomerada
los caminos vecinales- escasean, y el transporte
de los frutos desde las fincas se suele verificar
alomo, lo cual recarga la producción en
grado sumo, sin beneficio del agricultor, con
grave daño del que consume. Según la experiencia
prueba, una caballería que sólo puede
llevar á lomo 2 quintales, llevaría en carro
por buen camino hasta 20 quintales.
El transporte de los abonos, el tiempo que
es indispensable perder antes y después de
las labores para recorrer la distancia que media
entre la habitación y el fundo, son circunstancias,
sin enumerar otras muchas, que
van absorbiendo el valor de las cosechas, hasta
reducir á 0 la utilidad del propietario.
. El agrónomo alemán, citado, Enrique de
Thünen, director de la hacienda de Tellou,
ha publicado observaciones y cálculos interesantes
acerca de lo que grava el coste de producción
la distancia. Según él, siempre que
ésta se aumenta entre la hacienda y el edificio
central en 1.000 metros próximamente, la
renta territorial de un predio de 280.000 metros
cuadrados disminuye en 815 pesetas.
Según este cálculo, fórmala siguiente tabla:
Pesetas
A 0 metros de distancia la renta será ... 1.151,
A 210 3.3S9
A 420 2.521,
A 630 2.196
A 810 892
A 1.050 77
A 1.070 0
Aunque esta tabla no sea de exacta aplicación
fuera de Alemania, es indudable que el
principio en que se funda es verdadero, y que
es incalculable lo que pierde la renta territorial
en España con la gran distancia de la
casa de labor de las haciendas.
M. López Martínez.
COTO REDONDO.—No basta el coto acasarado
para constituir la propiedad territorial
del modo que aconseja la economía rural, para
aumentar los productos y disminuir los gastos
de cultivo; es preciso que lo complete el
coto redondo.
Entendemos por éste, no sólo la finca que no
contiene dentro de su perímetro otra de propiedad
ajena, sino también por extensión y
analogía, el caudal territorial reunido sin interrupción
bajo una sola linde. El bello ideal
del agricultor inteligente es que el terreno
que cultiva, cualquiera que sea su extensión,
esté reunido en una pieza. Su vigilancia es en
este caso fácil y sencilla; la guardería de las
cosechas es poco costosa, y hay posibilidad de
realizar mejoras de gran importancia, tal
como, por ejemplo, si la atraviesa un río, la
construcción de una presa para establecer el
riego, ó la fundación de una colonia.
Con la parcelación de la propiedad es sumamente
difícil el coto acasarado. ¿Quién ha

COT — 340 — COT
de fabricar una casa morada eu una tierra que
vale menos que el coste de edificación? Por
el contrario, las ventajas de la vivienda campestre
sou mayores cuanto más á la vista tiene
el dueño sus intereses.
Conociendo los legisladores la utilidad del
coto redondo, utilidad pública tanto como
particular del labrador, en estos últimos tiempos
no pocos han dictado disposiciones con
objeto de evitar la parcelación. Han ideado
exceptuar de derechos de registro los cambios
de fincas hechos con una mira de acumulación
, y en Alemania se ha hecho obligatoria
la variación del catastro de los pueblos cuando
la solicita la mayoría del vecindario. Redijese
así en una sola pieza la propiedad; se
abren de un modo conveniente vías de comunicación
; se da acceso á los ganados á las
fuentes y á los ríos, y se regulariza la figura
de las heredades.
Es de notar que siempre que se ha tratado
de reformar el catastro, ha habido algunos
que se opusieron tenazmente, por afecto á fincas
recibidas de sus mayores, ó por temor de
salir perjudicados; pero después de verificada
la reforma, esos mismos se daban constantemente
por satisfechos.
Hablando de un labrador cou una yunta
que tiene su hacienda dividida en cincuenta y
un pedazos, se expresa así el Sr. Caballero:
«Y ya que he presentado el caso práctico del
labrador con cincuenta y una suertes dispersas,
veamos concretamente otras consecuencias
perniciosas que le resultan. Estableciendo
una derrota, lamas corta y ordenada que
permite la topografía, para ir de tierra en
tierra, le es forzoso discurrir por un trayecto
de casi 5 1
/ 2 leguas, ó sean 30 kilómetros; pero
como anda y desanda trozos de este camino
todos los días de trabajo, resulta que recorre
al año una distancia ele 300 leguas; tarea y
tiempo excusados para quien reside en cotocasería.
Esa misma hacienda desparramada
tiene ciento sesenta y cuatro lindes de pedazos
ajenos, y veintiocho caminos y veredas que
le tocan; medierías y contérminos que fuerzan
al roce de intereses cou infinitos otros propietarios.
Desarrollada en una línea toda la
extensión de las referidas lindes, arroja una
longitud de 16.500 metros, por cuyas dilatadas
fronteras puede recibir daños, usurpaciones,
mezcla de semillas é interminables demandas.
Dígase, eu vista de estos datos ciertos,
si cabe mayor calamidad en nuestra
agricultura, y si hay nada semejable al mal
de la subdivisión. Fallen los hombres desapasionados
si yo estoy fuera de razón cuando
afirmo ahincadamente que sin formar fincas
rurales de las hazas pequeñas, no es posible el
fomento de la población agrícola, ni la perfección
de la labranza.»
Otro mal no menos grave, no mencionado
por los autores, resulta de no teuer el caudal
territorial en coto redondo, y es el no poder
hermanar para su mutua ayuda la ganadería
y el cultivo. No hay manera de que el labra­
dor, donde el cultivo es extenso, pueda mantener
un rebaño si su propiedad está fraccionada.
El ganadero, por su parte, tiene necesidad
de entenderse con varios propietarios
para adquirir un cuartel de la cabida necesaria
para sostener el número de reses que posee.
¡ Y á cuántos disgustos da lugar la formación
de esos cuarteles y la distribución de los
pastos! Ora impide el arrendamiento de un
término municipal un vecino de mala intención
que segrega de la comunidad sus hazas
esparcidas; ora se disputan encarnizadamente
los mejores cuarteles aquellos ganaderos que
poseen en ellos fincas enclavadas; ora se disfrutan
sin pagar, los pastos de las pequeñas
hazas.
Sin embargo de los inconvenientes de la
parcelación de la propiedad rústica, es muy
poco lo que se adelanta en España eu la formación
délos cotos redondos, y lo peor es que
así continuaremos durante muchos años. Dudamos
que haya Gobierno con valor para presentar
á las Cortes un proyecto de ley haciendo
forzosa la reforma de los catastros
municipales cuando la pida la mayoría, y dudamos
más que haya mayoría de vecinos que
la solicite si existen en la minoría propietarios
influyentes ó turbulentos que se opongan.
«Se niegan á arreglos, dice el citado Sr. Caballero
, porque no están bien persuadidos de
las ventajas que trae el unificar la propiedad.
Desconfían de los arbitrajes humanos, porque
su recelo les hace sospechar que siempre
hay parcialidad ó embrollo, y prefieren el
azar de la suerte. Quieren que todos los pedazos
se partan, ya porque el interés ciego
se los representa todos como mejores, ya porque
la envidia les infunde el diabólico pensamiento
de que nadie se lleve un entero, aunque
todo se haga trizas, ya porque el odio los
precipita en el abismo de someterse á estar
mal, con tal que los demás no estén mejor.
A los optimistas que juzguen de otra manera
más favorable estos hechos, los invito á que
hagan la estadística de la generalidad de las
particiones; á que estudien la crónica reservada
de las testamentarías de-los pueblos, y
entonces discutiremos. Por ahora me limito
á consignar que, así las casas como las tierras,
se dividen de una eu otra sucesión hasta
lo infinito, haciendo de miserables viviendas
pocilgas insalubres, y de las pequeñas hazas
trozos inaprovechables; males de que toda
persoua racional se lamenta, y que los mismos
actores no pueden defender; pero males
que se multiplican un día y otro día á vista
de la autoridad, que se encoge de hombros, y
de la ley, que parece muda. No se concibe que
se piense en favorecer con otros beneficios
secundarios á quien se deja sin aire que respirar,
y sin teatro acomodado en que ejercitarse;
parece tan ridículo como ocuparse de
arreglar la cabellera y componer los vestidos
de una pobre náufraga, en vez de sacarla del
abismo.»
A pesar de tales dificultades, nos hemos re-

CEA — 341 — CRA
suelto á exponer las ventajas del coto redondo,
por si logramos estimular á algún propietario
á seguir, por excepción, el ejemplo que nos
ha legado nuestro colaborador el inolvidable
Marqués de Perales. Propósito constante suyo
fué reunir en un solo pedazo las parcelas que
poseía en un término municipal, y por conseguirlo
ño perdonaba gasto ni sacrificio. Su
constancia venció todos los obstáculos, pudiendo
citarse como prueba sus magníficas
haciendas Caño-gordo, término de Madrid;
La Casa de Prados, término del Espinar, y
sobre todo la dehesa de Vega nueva, término
de Herencia. Para redondear ésta adquirió
más de doscientos pedazos.
M. López Martínez.
COTONEASTER—(V. Griñolera.)
COTRAL Ó CUTRAL—Dícese del buey
cansado y viejo, y de la vaca que ha dejado
de parir, que se destinan ordinariamente á la
carnicería.
COTUFA (Cyperus esculentus).—Hierba
de. caña triangular, lisa, hojosa en la base, de
raíces pobladas de tubérculos, de hojas tan
largas como la caña, aquilladas, con bordes
y quilla ásperos, y de flores en umbela sencilla
ó compuesta. Los tubérculos se llaman
chufas; se cultivan en el reino de.Valencia; se
aprecian por su. sabor azucarado, que hizo
idear al químico Sr. Luna la posibilidad de
extraer de ellos una cantidad respetable de
azúcar, y sirven al mismo tiempo para las
horchatas y helados que con abundancia se
consumen en España. En las Islas Filipinas se
comen también, así como en Egipto, en donde
, á lo menos en siglos pasados, formaba el
alimento favorito de los habitantes del Delta.
COYUNDA. — Correa fuerte y ancha, ó
soga de cáñamo, con que se uncen los bueyes
al yugo.
COZ.—Extremo muy grueso del tronco del
árbol después de cortado. Equivale á raigal,
CRANGONES (Crangon vulgaris, Huerta).—Crustáceo
semejante al camarón, y con
el cual le confunden muchos, por ser sus costumbres
semejantes á las de aquél. Vive en
las playas pedregosas 3' cubiertas de cantos
rodados. Durante la primavera nada á flor de
agua, y se confunde aveces con la cría de las
sardinas. Es tan sabroso y útil como el camarón
para la alimentación de peces encerrados
en cetarias, 3' se podría propagar también
echando en los estanques las hembras cargadas
de huevos durante la primavera y el verano,
época de su reproducción. Para pescarlos
y obtener la simiente necesaria se emplean
las camaroneras cebadas con sardinas, y cogiéndolas
al paso con ese arte.
CRATJ1GUS.— Género de plantas de la
familia de las Pomáceas. Comprende algunas
especies exóticas cultivadas en los huertos y
jardines, y otras más ó menos arbóreas que
son frecuentes en los montes de la Península,
y tienen marcado carácter forestal. Helas
aquí:
1. a
Cralagus oxyacanta, Jacq. Nombre
vulgar, Espino albar.—Se cría esta especie
en Galicia, Asturias, Cantabria, Navarra.
Aragón, ambas Castillas 3' terraza granadina.
DESCRIPCIÓN.—Hojas ovales, cuneiformes,
dentadas casi desde la base, comúnmente
trilobadas en el ápice, con los lóbulos poco
profundos, inciso-dentados, con los nervios
convergentes, lustrosas 5' de color verde intenso.
Flores con las divisiones del cáliz triangulares,
muy abiertas; dos ó tres estilos. Fruto
pomo ovoideo ó subglobuloso, bi ó trinocular.
Florece en Abril y Mayo.
Forma esta especie un arbolillo de ramas
generalmente lampiñas, espinosas, abiertas,
reflejas ó erguidas. En algunas localidades
adquiere proporciones completamente arbóreas.
Nuestro erudito Pascual decía á propósito
del espino albar: «Vive casi siempre solo; tal
cual vez forma rodal, como en el Espinar de
Zaldive, en Navarra, 3' en alguna otra localidad.
Esta planta recuerda las bellezas de primavera;
su sol, sus flores, su nueva vida; los
ramos floridos de espino adornaban las bodas
imperiales en el mundo pagano; de espino era
la antorcha de Himeneo 3 7
las que alumbraron
el rapto de las Sabinas; en el Norte de Europa
y en el Norte de España la verdadera religión
ha protegido esta planta; á su sombra
se han construido varias ermitas; entre su
follaje se ven colocadas alguuas imágenes; en
sus troncos huecos se hallan capillas dedicadas
á la Virgen; de aquí espineras seculares, colosales;
de aquí aquellos discos de 0,33 y de
0,66 metros de diámetro, procedentes de la
Mesa Real de Urbasa, cuyas dimensiones
tanto sorprendían á los habitantes del centro
de España, donde el espino se trata en monte
bajo, á fin de tener matorral querencioso á la
caza de la perdiz; donde el espino sólo tiene
importancia entre los muchachos por la golosina
de sus frutillos, ó sea las majuelas, 3'
donde del espino 110 sacan partido sino .los
arbolistas para injertar púas de manzano 3'
peral, y tener castas más resistentes que las
puestas en franco. Ni aun apenas se usa para
setos. Esta madera, con radios medulares algo
angostos, veta poco marcada, poro casi igual
y cerrado, y con una densidad de 0,735, es,
entre las europeas, una de las más sólidas; es
casi tan correosa 3' verguía como el boj, dura
y susceptible de pulimento; sirve para hacer
piezas pequeñas de tornería, cabos de azadón,
martillos de herrería, molinillos de chocolateras,
cucharas, vasos y bujerías, y cuando
hay piezas grandes se emplea en la construcción
de máquinas. Está bien puesto el nombre
genérico, atendiendo á la mucha dureza de
sus maderas, que siempre los griegos llamaro:.
kratos al majuelo.»
Debemos añadir á la precedente noticia que,
según los ensayos hechos en la Escuela forestal
de Nancy, la densidad de la madera de
que se trata tiene por extremos los coeficientes
de 0,745 y 0,891.

CRA — 342 — CRA
2. 11
Cratagus monogyna, Jacq. Nombres
vulgares, Espino, Espino albar, Espino blanco,
Espino majuelo, Espino majoleto, Espinera
(Asturias), Escuero y Espino bizcobeño
(Rioja), etc., etc.—Es este árbol frecuente
en los setos y orillas de los ríos y arroyos,
encontrándose casi en las mismas localidades
que el anterior.
DESCRIPCIÓN.—Hojas pecioladas, ovales,
cuneiformes, casi lampiñas y enteras en la
base, de ordinario profundamente divididas
en tres, y más á menudo en cinco lóbulos
agudos, inciso-dentados, divergentes, así como
los nervios medios; color verde claro, lustroso.
Dientes del cáliz lanceolados, reflejos, extendidos
ó erguidos; un solo estilo. Fruto
pomo ovoideo ó globuloso, rojo, farináceo,
uninocular y algo soso al paladar. Florece en
Abril y Mayo, y fructifica en Septiembre y
Octubre.
Forma este árbol una copa espesa, espinosa,
cuyas ramas son vellosas y la corteza lisa,
de color gris-ceniciento claro; más adelante
adquiere el color pardo-rojizo y se agrieta,
presentando á la vez escamas.
En buenas condiciones puede adquirir una
altura de 8 á 10 metros, con un metro de circunferencia.
Se da bien este árbol en todos los terrenos,
pero parece preferir los ligeros y frescos.
Las flores son blancas y algunas veces rosadas.
El fruto, bastante abundante cada año
cuando el árbol vive al aire libre, germina al
año ó tarda diez y ocho meses, según que se
haya sembrado al principio de la primavera
ó en el otoño. Las plantitas gozan de una
vida muy activa, y hasta los seis ú ocho años
suelen crecer en cada uno de 20 á 30 centímetros.
Pasada esta edad el crecimiento es
más rápido.
Comen los muchachos las majoletas, que
son desabridas, dulzonas y astringentes.
Empléase este espino para setos vivos, que
son impenetrables y de mucha duración en
terrenos que no sean areniscos ni áridos, á
causa de sus ramas espinosas y apretadas, y
por lo bien que resiste el corte sin desguarnecerse.
También se emplea como patrón para
injertar frutales de la misma familia.
La madera es blanca ó ligeramente rosada,
dura, pesada (0,746 á 0,776 peso específico),
con manchas medulares y nudos que á veces
toman el color negro del ébano. Recibe bien
el pulimento, y sirve para obras de torno,
piezas de máquinas sujetas á rozamiento, pero
tiene el inconveniente de que se tuerce y
agrieta mucho. Como combustible es muy
apreciable.
3. a
Crataigus granatensis, Boiss. Nombre
vulgar, Espino majoleto.—Árbol de 5 á 7
metros de altura, que se cría en los valles de
Sierra Nevada (Guejar, Barranco de Cazoleta
, etc.).
4. a
Cratagus brevispina, Kze.— Especie
propia de las sierras de Algeciras y de Tarifa,
y de la serranía de Ronda. Es probable que
los tres últimos Cratagus acabados de citar
sólo sean formas de una sola y misma especie
botánica.
ESPECIES EXÓTICAS CULTIVADAS.—Son varios
los Cratagus que se cultivan en las huertas y
jardines. Entre otras citaremos las siguientes:
Cratagus pyrifolia, Ait.— Originario de
América. Tiene los frutos comestibles.
Cratagus coccínea, L. Nombre vulgar, Espino
real.—Originario de las riberas y lindes
de los bosques de los Estados Unidos. Alcanza
allí la altura de 4 á 6 metros, y por sus espinas
sirve también, como la especie anterior,
para hacer impenetrables los laberintos de
Europa.
Cratagus crus-galli, L. Nombre vulgar,
Espolón de gallo.—Dan valor á esta especie de
los montes de Virginia, cultivada en nuestros
jardines, y que adquiere 4 á 8 metros de alto
y 0,10 á 0,15 metros de diámetro, sus espinas
fuertes y largas; así es que la jardinería antigua
la empleaba para formar laberintos, como
se observa en el Jardín del Príncipe, del Real
Sitio de Aranjuez.
Tiene este arbolito las hojas trasovadocauciformes,
casi sentadas, algo dentadas, lustrosas,
lampiñas y bastante persistentes. Las
flores son blancas y forman ramillete. Aparecen
en Mayo y Junio.
Cratagus corallina, LTIerit (C. cordata,
Ait).—Arbolillo oriundo de la América septentrional.
Flores muy abiertas y pequeñas;
frutos de color rojo de coral al fin del verano;
hojas cordiformes, ovales. Esta planta es muy
rústica y espinosa. Acopa bien.
Cratagus linearis, Pers.—Especie muy curiosa,
con las ramas horizontales y las hojas
espatulado-lineares. Injertado de púa sobre el
espino majuelo, forma con sus ramas á modo
de un parasol muy extendido, que presenta
un aspecto regular.
CULTIVO.—Todos los Cratagus se reproducen
con facilidad, multiplicándose muy bien
por injerto principalmente. Por medio del
cultivo se han conseguido del Crat. oxyácaniha
flores dobles, blancas ó de color de rosa,
que constituyen uno de los adornos de nuestros
bosquecillos de primavera, así como se
ha obtenido una porción de variedades que se
diferencian en la altura del tronco, y en el tamaño
y escotadura de las hojas.
Los setos y cercados de espino albar se forman
de dos modos: ó sembrando la simiente,
ó plantando los pies arrancados de los montes
ú otros sitios en que crece espontáneamente.
Por Octubre, que es cuando el fruto está
ya maduro, se arranca y se entierra inmediatamente
en un cajón ó maceta lleno de tierra
suelta, mezclada con arena que no esté muy
húmeda ni muy seca, para lo cual se regará
cuando lo necesite, y se coloca durante las
heladas en un sitio abrigado, pasadas las cua-.
les se sacan las semillas y se siembran de 2
á 10 centímetros de separación, en surcos de
tierra ligera, distantes entre sí unos 30 centímetros.
De las dos simientes, la que brota

ORA — 343 — CRÉ
peor se arranca, y así queda espacio suficiente
para las escardas y demás labores. Al año se
corta el tallo á 3 centímetros del suelo para
que la planta brote con más fuerza; operación
que se repite al año siguiente, si no ha adquirido
todo el vigor necesario, y pasados tres
años'ya se puede transplantar.
Antes de desenterrar las plantas, se abrirá,
para ponerlas, una zanja de 40 centímetros de
profundidad y otro tanto de ancho, ahuecando
la tierra del fondo á fin de que no encontrando
obstáculos las raíces, penetren verticalmente
en vez de hacerlo en dirección horizontal,
como sucedería si no precediera esta labor
preparatoria. En seguida se sacarán de la almáciga
los pies que han de transplantarse, cuidando
de no romper ni cortar las raíces, y se
irán poniendo, á medida que se vayan sacando,
en la zanja abierta, á 35 centímetros de
distancia entre sí por las dos orillas, de modo
que cada planta de una orilla esté en medio
de las dos de la orilla opuesta, resultando
así un vacío entre la planta de la izquierda y
la más inmediata de la derecha de 17 centímetros,
y de 37 y 42 entre las dos filas. Después
de terminada esta operación, se cortarán
todos los tallos á 3 ó 5 centímetros de la
tierra, y á fines del invierno siguiente se volverán
á cortar á la altura de unos 20 centímetros
, pues con estas cortas se fortifican las raíces
, se robustecen los tallos y engruesan las
ramas.
Esta operación del transplante se hará, á
no ser el país muy frío, en Noviembre ó Diciembre,
porque de este modo adquieren alguna
fuerza las raíces para resistir las primeras
sequedades del verano.
También se forman los setos de espino albar
arrancando, como hemos dicho, los pies que
se crían en los montes y transplantándolos;
pero no prenden tan bien, y quedan, por consiguiente,
claros que después no se pueden
llenar, porque el sitio descubierto está ocupado
por las raíces de las plantas inmediatas.
CRAT^IVA.—(V. Balai manoc.)
CRATOXYLON.— Género de plantas de
la familia de las Hipericíneas. En los montes
de las Islas Filipinas se crían las dos especies
siguientes:
Cratoxylon Hornschuchü, Blum.—Nombre
vulgar, Guyong guyong.
DESCRIPCIÓN.—Tronco con el extremo de
las ramas de dos filos, y un grueso de 1 á 2
decímetros. Hojas opuestas, escotadas en la
base, ovales, enteras, sembradas de puntos
negros y con dos estípulas. Flores en panoja,
con los pedúnculos opuestos y las corolas encarnadas.
Fruto cajilla con tres aposentos, y
en cada uno muchas semillas, con una ala ancha.
Florece en Agosto. Los herreros emplean
en las fraguas el carbón de la madera de este
arbolillo.
Cratoxylon formosum, B. et Hook.
DESCRIPCIÓN.—Ramas comprimidas. Hojas
opuestas, ovales, con una escotadura en el
ápice y lampiñas; pecíolos cortísimos. Flores
en número de dos ó tres en la base de los ramillos;
pétalos de la corola de color de rosa,
con un apéndice ondeado en las orillas, inserto
hacia la mitad por la parte interior;
estambres en gran número, dispuestos sobre
tres membranas que se arriman al germen y
se dividen arriba en muchos hilos, que son los
filamentos; entre cada membrana hay una
glándula corta. Fruto cajilla con tres aposentos,
y muchas semillas comprimidas y terminadas
por una ala. Este arbolillo florece en
Marzo.
CRÉDITO AGRÍCOLA.—Puede definirse
del modo siguiente: la confianza que inspiran
los agricultores, en virtud de la cual adquieren
valores ajenos, con la obligación de devolverlos
ó cumplir ciertos actos en el lugar,
la forma y el tiempo convenidos con el dueño;
se distingue del territorial en que éste
tiene por base la finca rústica, y el agrícola
se funda en los frutos eventuales del cultivo
ó en la moralidad del cultivador.
El establecimiento del crédito agrícola
como institución es uno de los problemas
más difíciles de resolver en los tiempos presentes.
Los cultivadores lo miran como elemento
de salvación en sus momentos de apuro;
los Gobiernos, como poderosa palanca de
progreso y de riqueza. No es maravilla que los
economistas estudien su origen, su utilidad,
el modo de asegurarse la devolución del capital
prestado, los medios de atenderlo, la
intervención que debe tener para ello el poder
público.
Recientemente ha examinado el Sr. Montero
Ríos las diversas cuestiones relacionadas
con él en su discurso de recepción en la Academia
de Ciencias morales y políticas, y aun
cuando no pensemos de la misma manera,
bueno es que nuestros lectores conozcan la
opinión de un hombre tan respetable.
Respecto á su origen en España, dice:
«Cerca de tres siglos hace efectivamente
que instituciones de crédito agrícola vienen
ofreciendo sus saludables beneficios á las clases
labradoras, porque no otra cosa que verdaderos
establecimientos de este crédito eran
aquellos repuestos de granos, establecidos en
muchos pueblos con el enorme capital que
todos sabemos; omitiendo hablar de las vicisitudes
de los Pósitos y de los abusos cometidos
en su administración, por no ser lugar á propósito,
diremos que en 1841 publicó el Gobierno
las bases para el establecimiento en
las capitales de provincia y pueblos importantes
de la Monarquía de Bancos de socorros
ó de labradores, que habían de formarse por
subscripciones de particulares y corporaciones,
y también con las existencias y bienes de
los Pósitos, si los pueblos, oportunamente excitados
por los Jefes políticos á esta transformación,
prestasen su asentimiento; concediéndose
á los nuevos establecimientos, para el
mejor éxito de sus operaciones y para que
sirviesen de estímulo, gracias y franquicias
como las de eximirles del pago de toda con-

CRÉ — 344 — CRÉ
tribución por su capital eu acciones. Ni el
país respondió al llamamiento, ni aquel Gobierno
, ni los que inmediatamente le sucedieron,
se sabe que insistieran en tan patrióticas
excitaciones.»
De diversa índole son los obstáculos que
se oponen al establecimiento del crédito agrícola;
el fabricante edifica y abre su fábrica, y
no sólo encuentra al siguiente día quien se
asocie, sino que durante el período de desarrollo
y explotación le auxilie con préstamos
, hasta sin más garantía que su palabra y
su firma.
El industrial establece su industria, y desde
el primer instante cuenta con el auxilio del
que tiene las primeras materias, y que son
las que precisamente le sirven para el desarrollo
de aquélla.
El comerciante habilita un local y lo llena
al día siguiente de géneros, que los fabricantes
le dan en comisión ó le venden á largos
plazos, sin cuyo auxilio no habrían podido, ni
.unos, ni otros, abrir y sostener sus establecimientos;
y todo esto sin más garantía que la
buena opinión de que gozan en el pueblo, y
de la honradez con que se han conducido
siempre.
Se ofrece después el propietario, y ya el
crédito de éste es muy otro en su procedimiento.
No es la garantía una factura suscrita;
no es un pagaré ó una letra de cambio á
plazo más ó menos largo, sino que ha de
constituirse una hipoteca, é hipoteca precisamente
sobre bienes liberados y que no tengan
carga alguna oculta, porque entonces no existe
el crédito territorial, como veremos en su
correspondiente artículo; de modo que el propietario,
aun cuando de la misma favorable
opinión, y teniendo mayores garantías reales,
no alcanza su crédito el grado de facilidad
que el de los anteriores; ¿y por qué esa aberración?
Pero viene el agricultor: es un hombre honrado
, laborioso y adornado de cuantas prendas
pueden concurrir en la persona para gozar
del crédito personal; pues este infeliz, aun
cuando lleve en colonia feraces campos; aun
cuando sus sementeras ofrezcan opimos frutos,
este infeliz, repetimos, no goza de crédito,
no encuentra más auxilio que el del usurero
que le arrebata su cosecha por el préstamo
de una cantidad miserable, ó le arruina y
le pierde, si ha tenido la desgracia de que una
nube, ó un sol abrasador, ó una plaga de insectos
hayan devastado su campo.
Ante este hecho innegable, ¿se puede esperar
que nazca y prospere el crédito agrícola?
Creemos que no.
Y la razón de esta negativa está en la manera
de ser y de vivir de nuestra sociedad.
La clase de fabricantes es poco numerosa;
le sigue la de industriales, y después la de comerciantes;
pero estas tres clases, comparadas
con las de propietarios y agricultores, son sumamente
exiguas; en aquéllas se conocen sus
individuos, se relacionan porque se necesitan,
y se crean entre ellos costumbres que se traducen
en reglas de conducta, que producen
esa facilidad en las operaciones del crédito, que
son su vida; y los propietarios y los agricultores,
que son tan numerosos, ¿podrán nunca
existir de la misma manera, ni establecer
esas relaciones mutuas entre el propietario y
el agricultor para auxiliarse respectivamente
dándose el crédito que se merecen?
De nuevo volvemos á repetir que es imposible.
Entre propietarios y agricultores existe la
misma lucha que entre el capital y el trabajo;
y mientras los propietarios y capitalistas traten
de explotar al agricultor y al obrero; y
mientras el agricultor y el obrero luchen desesperadamente
para obtener lo que á su trabajo
se debe, lo cual no será posible, pues es
la cuestión vital de todos tiempos, no podrá
existir el crédito agrícola, y aún menos que
el del trabajo, el cual, viendo que su precaria
existencia necesitaba un auxilio en las grandes
crisis, ha creado el obrero, para satisfacerlo,
las sociedades cooperativas, así como el
agricultor suspira por los Bancos agrícolas,
porque ve que en ellos encontraría la fuente
que habría de proporcionarle los recursos salvadores
de su vida y de su hogar.
En el artículo de Bancos agrícolas hemos
manifestado ya qué clase de establecimientos
deben ser éstos: una institución nacional, perfectamente
organizada; no esas sociedades
usureras que, cubriéndose con el manto de
una filantrópica misión, explotan y arruinan
al pobre labriego, más que el mismo avaro
que hace alarde de inclemente avaricia.
El crédito agrícola, pues, nacerá de esos
Bancos agrícolas por cuyo establecimiento
tanto hemos luchado y seguimos trabajando,
esperando en la Providencia que se nos escuche
y atienda, cuando se convenzan todos que
con discursos y otros procedimientos por el
estilo, así como por el empirismo que se enseñorea
de la inteligencia de la mayoría, no se
consigue crear esas fuentes que signifiquen el
capital que concede crédito al laborioso agricultor
y le presta lo que necesita para el cultivo
de la heredad que explota, tan sólo por
un módico y solo interés; interés que también
se convierte en su provecho, y sin más gastos
ni más pérdidas de tiempo que el que le cueste
ir desde su casa á la de la Administración del
Banco agrícola de su lugar.
El Sr. Montero Ríos cree, nosotros no,
que para generalizar el crédito agrícola es
indispensable que los Bancos que presten se
dediquen á otras empresas.
«¿Cómo inmovilizar, dice, por plazos algo
dilatados, como tienen que serlo las operaciones
del crédito de'aquella clase, capitales que
son ó pueden ser exigidos en más breve término?
Los establecimientos de crédito agrícola
que no tengan otra mira ni acometan otra
clase de operaciones que las que propiamente
se designan con tal nombre, ó han de cerrar
sus arcas á los depósitos, limitándose sus ope-

CRE — 345 — CRE
raciones á su propio capital y cerrando su
porvenir é inhabilitándose para extender su
acción beneficiosa y subvenir á las necesidades
de la agricultura del país en que se hallen
establecidos, ó bien violentar y hacer inútil
el préstamo agrícola, comprimiéndolo dentro
de los límites angustiosos del mercantil, ó
bien desafiar temeraria y locamente peligros,
preparándose á sabiendas una indefectible catástrofe.»
Ta contestamos á estas observaciones que
conocíamos, en nuestro artículo Bancos agrícolas,
porque vienen sirviendo 1
de lugares
comunes á todos los que se ocupan de tan
importante materia, manifestando que los
Bancos agrícolas no podrían vivir sin dedicar
sus fondos á la explotación de otros créditos,
y precisamente la experiencia nos ha demostrado
que semejantes mixtificaciones son la
muerte de semejantes establecimientos.
Pero sigamos oyendo al eminente jurisconsulto
Sr. Montero Ríos, por más que disentamos
de su opinión:
»Por esto, los que al estudio de tan importantes
cuestiones se dedican, apreciando las
lecciones de una triste experiencia, asientan
que para que el crédito se difunda por los
campos y satisfaga en incesante progreso las
exigencias de la agricultura, es preciso que
los institutos fiduciarios agrícolas no se circunscriban
á las puras operaciones de fin rural,
sino que con ellas entretejan y combinen
las mercantiles; que operen sobre efectos á
largo y á corto plazo; sobre descuentos, procedimiento
normal del crédito comercial, y
sobre préstamos, forma casi obligada del agrario;
ya para que, aumentando así el número
de sus operaciones, se acrezca el de sus
utilidades y eleve el de los beneficios que difundan,
ya para que puedan mantenerse en
pie, no sólo ante los ordinarios eventos, sino
también en las crisis imprevistas. ¿Habrá necesidad
de recordar que los Bancos de Escocia
y los populares de Italia y Alemania, las
dos clases de institutos hoy modelo de crédito
agrícola, no son instituciones privativas de
este crédito? Por eso, respondiendo á este
que cupiera elevar á la categoría de dogma
económico, los Bancos de esta clase necesitan
poder moverse en esfera más dilatada que la
estrictamente del crédito agrario, y vivir vida
más vigorosa, teniendo para esto el alimento
necesario á su actividad y no el insuficiente
que en la mayor parte de nuestras regiones
tendrían si sólo se hubieran de moyer dentro
del círculo de las operaciones rurales.»
Acerca de la reforma de nuestra legislación
en lo que al crédito agrícola se refiere, hace
el Sr. Montero Ríos las siguientes reflexiones,
que merecen ser conocidas:
«En Francia, en Italia, en Alemania, en
todas partes, en suma, donde la agricultura
demanda al crédito capitales para su mejoramiento,
ya que no para su misma subsistencia,
es dificultad la indicada que preocupa gravemente
el ánimo de cuantos á estos estudios se
DTC—IV.
dedican; y la lealtad con que expongo la cuestión
y sostendré mis opiniones después, me
obligan á reconocer que hasta el presente no
existe una solución que sea para todos unánimemente
aceptable. Recientemente el Ministro
de Agricultura de la vecina República
abrió una información en que fueron oídos
sobre cuestión tan grave todos los centros
agronómicos de Francia, y los más ilustrados
labradores y economistas que hacen de la agricultura
el objeto predilecto de sus estudios.
Sus informes fueron entregados á la publicidad,
y sirven de triste testimonio para probar
que aún no ha llegado el tiempo eu que pueda
sostenerse como unánimemente aceptada
Una solución á tan difícil y trascendental problema.
»Con el temor, pues, que es natural cuando
se trata de cuestiones sobre que la ciencia y
la práctica no han pronunciado todavía su
última palabra, me permitiré exponeros la
solución que, por otra parte, parece contar
con ma3'Or número de sufragios. O se inutiliza
para el crédito el haber del cultivador,
que es frecuentemente su única y efectiva riqueza,
ó si esto no ha de suceder, hay que
transformar profunda y esencialmente nuestra
secular legislación civil, relativa al contrato
de prenda y al derecho real que de él
emana. Y esta transformación debe consistir
en que la prenda, agrícola pueda constituirse
sin aplazamiento, sin desapoderamiento del
deudor y á domicilio del mismo, como si fuera
una hipoteca mueble.
»Reconozco las dificultades prácticas de la
reforma, y la que se presentará para conciliar
derechos respetables, evitando frecuentes conflictos;
pero no cabe desconocer su fundamen- '
to jurídico y económico.
»Si atendéis á la naturaleza y carácter jurídico
de las cosas que constituyen el patrimonio
del individuo, y que son objeto de las relaciones
que se determinan por el derecho, no
hallaréis la razón por qué la cosa que se
ofrezca en garantía de una obligación ha de
quedar en poder del deudor cuando es inmueble
(hipoteca) y ha de pasar al del acreedor
cuando es mueble (prenda).
»E1 Derecho romano, en la época de su esplendor
y siglos antes que alteraran su pureza
las escuelas de sus glosadores y comentaristas,
había declarado por boca de Ulpiano
que la prenda se constituía, no sólo por la
tradición, sino por la mera convención, y aun
cuando no se entregase la cosa, el si non traditnm
esl (Digesto, capítulo 1.°, título VII, libro
III). Nuestro sabio D. Alfonso X tenía
conciencia de la sana doctrina cuando establecía
como carácter diferencial entre la prenda
judicial y la convencional, el que las cosas en
la primera no quedaban obligadas hasta su
entrega, pero sí en la última, maguer non
hayan la tenencia dellas aquellos que las resaben
á peños (ley 13, título XIII, Partida
3. a
), porque esta diferencia demuestra que
el ilustre legislador no consideraba como esen-
2 3

CRE — 346 — CRE
cial al derecho de prenda el desplazamiento de
la cosa pignorada.
»E1 derecho, por otra parte, ¿no admite diversidad
de maneras de tradición que no son
otra cosa que símbolos y ficciones? El constitutnm
possessorium, en el que la tradición se
opera por el reconocimiento que hace el que
enajena de poseer de allí en adelante la cosa á
nombre de otro, ¿no lleva directamente á la
prenda sin desplazamiento?
»¿Mas á que acudir á siglos tan remotos y
á orígenes que no por gloriosos dejan de ser
tachados como expresión de una ciencia que
desde entonces hizo incontestables progresos,
cuando la legislación actual de los pueblos
cultos ofrece abundantes datos en pro de la
tesis que mantengo? Los privilegios generales
y especiales sobre ciertos muebles que
nuestras prácticas determinaban hipotecas tácitas
y privilegiadas, como el del propietario
sobre los muebles que guarnecen la finca
arrendada, ¿no son en realidad una verdadera
prenda, sin desapoderamiento del dueño
deudor? El derecho en que consisten, ¿no es,
á pesar de esto, un derecho real ó (mixto)
como el de hipoteca?
«Reconozcamos que el desplazamiento de la
prenda, ó sea su tenencia por el acreedor, no
tiene otra legitimidad que una razón de mera
conveniencia, que consiste en evitar la dificultad
práctica que en la generalidad de los
casos podría tener el acreedor pignoraticio
que no tuviese en su poder la prenda para
hacer efectiva la obligación por cuenta de la
garantía.
»Mas, por otra parte, cuanta utilidad en el
orden económico ofrezca la reforma, se echa
luego de ver reparando en que existen grandes
masas de riqueza que no hay posibilidad de
dar hoy en prenda, ni en hipoteca, y á las que
convendría llamar á la vida del crédito para
no inutilizarlas para el dueño y para el acreedor
mismo , ya que ni el uno ni el otro, durante
el tiempo de la pignoración, puedan
hoy aprovechar la cosa pignorada, y aplicarla
siquiera á los usos de su natural destino.
Los bosques y montes poblados cabe sin duda
hipotecarlos con el precio en que se hallan
arraigados; mas aun sin contar con los mayores
gastos y formalidades que implica la hipoteca,
si el vuelo no pertenece al dueño del
suelo, ¿qué hará el dueño del arbolado?
¿Cómo dar en prenda las toradas, vacadas,
yeguadas y las valiosísimas cabanas que constituyen
la fortuna de nuestros ricos ganaderos
y la principal de algunos labradores? En
algún país se elude la dificultad económica
anteriormente indicada de la consignación á
domicilio, por medio del arriendo al acreedor
del local ó finca donde se hallan los muebles ó
semovientes empeñados. Cierto que por aquel
medio no son estas riquezas completamente
muertas para su dueño; pero sobre que por
tal procedimiento se cae en la complicación
que puede producir un contrato más entre
las mismas personas, ¿no podrá aquél aplicar­
se á todos los casos de obligación pignoraticia?
¿De qué manera se aplicará el sistema tratándose
de un rebaño trashumante?
»Es verdad que esta masa variadísima de
efectos agrícolas, aunque no sean en realidad
susceptibles de empeñarse, es verdadera riqueza
que puede el dueño vender y realizar,
y que por lo tanto robustece su crédito personal;
y es verdad también que el agrícola no
es posible, ni aun sería conveniente, que se
organizase con el exclusivo carácter de crédito
mobiliario; pero esto no obsta para que no
sea de incontrastable evidencia la ventaja de
dotarle ampliamente, por la reforma legal que
defiendo, de un elemento tan valioso y del
cual hoy le priva el derecho vigente.
»Con este elemento importantísimo serán
posibles esas combinaciones del crédito personal
con el rural que ya han ensayado con éxito,
á pesar de las trabas de la ley, las instituciones
bancarias populares. Con que la garantía
mobiliaria supla por una firma, ya es
bastante. Porque hay que tener en cuenta que
los Bancos se rigen por reglas generales y no
por prácticas casuísticas; y que si la prudencia
aconseja, para no exponerse á contingencias
desastrosas, no operar sobre una sola firma,
por respetable que ésta sea, aquélla permite
facilitar el crédito á quien ofrece además,
como si fuera un aval, una garantía mueble.
»Tiempo es ya de transformar el crédito mobiliario,
que hoy subsiste tal como nació allá
en las remotas edades del Derecho quiritario,
organizándolo de un modo más racional, á
fin de que, en vez de servir para mejorar la
situación económica de quien á él acuda, no
sirva para arruinarlo ó siquiera empobrecerlo,
privándole de todo goce y beneficio en lo
que constituye quizás la parte principal de su
fortuna, por tener que pasarla á manos de
aquel cuyo capital solicite, para no recobrarlo
hasta que se lo devuelva. El desplazamiento
de la prenda, sobre todo cuando ésta consiste
en elementos activos de producción agrícola,
es incompatible con el desarrollo del
crédito, de que tanto necesita la agricultura.
3>Si esta reforma llega á plantearse en nuestra
legislación civil, y la experiencia demuestra
su bondad y eficacia, llegará quizás un día
en que por la natural expansión que caracteriza
la actividad de las ideas, se amplíe al crédito
industrial y aun al doméstico, como ya
trató en 1883 de hacerlo, aunque sin éxito
por aquella vez, la Comisión del Senado francés
al informar acerca del proyecto que el
Gobierno de la República había presentado el
año antecedente sobre los institutos del crédito
agrícola. Hoy por hoy, surge en primer
término el planteamiento de la reforma para
la agricultura, si ésta ha dé llegar á gozar,
como goza la industria fabril, de los beneficios
del crédito. Sin ella, por otra parte, continuará
siendo letra muerta la facultad que el
Código de Comercio concede á los Bancos y
sociedades agrícolas de prestar sobre frutos,
cosechas y ganados.

CRE — 347 — CRE
«Reconozco que la reforma, por la variedad
y complicación de sus efectos, exige un estudio
detenido para no lastimar intereses legítimos
que viven y tienen su amparo en la actual
legislación. Los obstáculos de esta clase surgen
por doquiera en el vasto campo del Derecho.»
Prescindimos de otras cuestiones importantísimas
relativas al crédito agrícola, porque
basta lo dicho para que se conozca lo fundamental
que debe saberse respecto de unas y
otras ideas; y sólo añadiremos que ese crédito
agrícola podrá nacer, en nuestro concepto,
cuando se creen los Bancos agrícolas, que es
su fuente; pero Bancos que han de nacer como
de institución nacional. M. Henao y Muñoz.
CRÉDITO TERRITORIAL.—Aun cuando
siempre existieron hombres como existieron
inmuebles, no por eso existieron verdaderamente
con aplicación á ciertas instituciones,
ni el crédito personal, ni menos el
crédito territorial; esta denominación es moderna,
y nacida al calor de las múltiples
relaciones que los hombres entablan para
proporcionarse una vida más cómoda y tranquila
por medio de unos recursos, si no permanentes
en su esencia, al menos en el procedimiento.
El hombre que goza de una reputación intachable,
y cumple fiel y exactamente con los
compromisos que en la sociedad contrae, ese
hombre tiene crédito, y á cualquier capitalista
que acuda en demanda de intereses, obtendrá
cuanto le sea necesario. Pues de la misma
manera, siguiendo la comparación, el que
posea un inmueble que dar en garantía de una
cantidad pedida en préstamo, tendrá inmediatamente
la cantidad deseada, si se sabe
que ese inmueble es de la perfecta propiedad
del propietario; que no tiene sobre sí gravamen
alguno, de modo que al cumplimiento
del plazo el inmueble puede ser vendido, ó
pasar á manos del prestamista, sin que nadie
venga á molestar al comprador, ó al nuevo
dueño, con ningún género de tercería, ni con
ninguna especie de prestaciones ó cargas.
De esto se deduce, que tanto el uno, cuanto
el otro crédito, reconocen por base de su existencia
la publicidad, que da opinión al hombre,
así como también presenta los inmuebles
perfectamente deslindados, libres de toda
carga, ó si las tienen, las ofrece claramente
definidas, al par que reconoce por dueños á
personas también tan determinadas, que no
puede abrigarse la más pequeña é insignificante
duda; en una palabra, que dueño y heredad
son de todo punto ciertos y determinados.
Una vez que esto exista, existe virtualmente
el crédito territorial, porque hay predio
que hipotecar en garantía de un préstamo, lo
que no sucedería así si fuera de dudosa propiedad
y de libertad cuestionable. Por eso,
hasta que no vino la ley de 8 de Febrero de
1861 reformando nuestra defectuosa legislación
hipotecaria, no pudo pensarse por nadie
de una manera seria en la creación de institución
alguna basada en el valor que representaba
nuestra riqueza inmueble.
Bien pronto, y aun á pesar de las deficiencias
de la nueva ley, se vio que la publicidad
que aquélla daba á todos los derechos sobre la
propiedad inmueble, hacía pensar á los hombres
de negocios, al par que empezaba á considerarse
mucho más apreciable la riqueza territorial,
la que hasta entonces no había sido
considerada generalmente sino como objeto
de explotación.
¿Y cómo no había de suceder así? Hasta la
promulgación de esta ley eran varios y desconocidos
los derechos sobre el inmueble, y
por consiguiente, al hipotecarse éste á favor
de un crédito, el prestatario al reclamar el
pago de aquél, podía verse burlado, como )o
íbera entonces muchas veces, porque había
otro gravamen anterior que no estaba inscripto,
pero que su derecho era preferente.
Por eso la nueva ley hipotecaria, para acelerar
más la constitución del crédito territorial,
no se limitó en su ejecución á los derechos
nacidos después de su promulgación, porque
entonces, repetimos, el crédito territorial no
habría tenido vida sino hasta la extinción de
los derechos anteriores, que sin el requisito
de la publicidad podían perjudicar á tercero;
así es que se tuvieron precisamente que acomodar
al nuevo sistema hipotecario, derechos
que se habían constituido, y que existían con
arreglo al sistema practicado por las Contadurías
de hipotecas.
Sin embargo, el término de un año que se
concedió para que todos los derechos ya existentes
adquiriesen las condiciones de publicidad
y especialidad que habían de darles
eficacia legal respecto de los terceros, no fué
bastante, no sólo por la ignorancia é incuria
de los propietarios, sino también porque se
tropezó con grandes dificultades, y con cuantiosos
gastos para hacer aquéllos la inscripción
de sus derechos.
Varias fueron las disposiciones que pensó
y que aun dictó entonces el Gobierno; pero
lejos de conseguir el objeto, introdujo mayores
confusiones, y excitó más vivamente los
deseos de los que pensaban gozar de los beneficios
que en lontananza les ofrecía el planteamiento
del anhelado crédito territorial. El
período de transición de uno á otro sistema,
que se había apreciado por la ley del 61 en
un año, llevaba ya seis sin resultados favorables
definitivos, y acaso la prórroga indeterminada
que siguió á la primera alentó la es_peranza
de algunos en el descuido de llevar
sus derechos al Registro, sin comprender que
los perjuicios habían de ser para ellos, que
no teniéndolos perfectamente determinados y
claros, no podían aspirar al crédito de sns inmuebles,
ni más ni menos, siguiendo la comparación,
que la persona que se obstina en seguir
una conducta dudosa, que no puede.ofrecerla
en garantía del cumplimiento de sus
compromisos y honradas palabras.

CRE — 348 — CRE
En este estado vino la ley hipotecaria de
21 de Diciembre de 1869 á llenar las deficiencias
de la de 8 de Febrero de 1861, y ya desde
este instante, y con la aplicación de esta
ley, pudo decirse que se había constituido la
base fundamental del crédito territorial, y
que los prestamistas sobre hipotecas tenían
completa seguridad de que sus derechos hipotecarios
no habían de ser perjudicados por
otros derechos que no les hubiera sido posible
conocer, ó porque se declarase que el hipotecante
no era el dueño de los bienes, no obstante
de que como tal apareciese en el Registro
público. Por eso, para el objeto de la ley hipotecaria,
para el crédito territorial, lo esencial
es que el Registro dé á conocer las fincas
gravadas y el importe de los gravámenes, sin
que sea absolutamente necesario que se designen
las personas que tienen derecho á exigir
el cumplimiento de la obligación garantizada,
lo cual se acreditará en los tribunales
de justicia cuando fuere oportuno.
De esta manera, dijeron los autores de la
reforma de la ley de 1861, y con razón, por
haberlo demostrado después el tiempo, cuando
rigió como ley, el crédito territorial quedó
convenientemente establecido en España,
porque pudo prestarse sobre hipoteca de
bienes que hubieran sido liberados, con seguridad
completa de que se haría efectivo el derecho
hipotecario; de manera que venía á
realizarse el bello ideal tan deseado de que
•VMa certificación del registrador referente á
dichos bienes, podría ser admitida como si fuera
un título de la Deuda pública; que los propietarios
tengan además la ventaja de que su
¡propiedad esté fijada y asegurada por aquel medio,
en términos que no necesiten ningún otro
•título para justificarla. Por eso, para que aquéllos
puedan conseguir tan importantes beneficios,
supliendo la deficiencia de la ley del 61,
han procurado que no se vean precisados á
íhacer grandes gastos en la instrucción del expediente
de liberación, establecen las reglas
.que son las de la legislación vigente, así como
itambién se dictan otras para que los que no
tengan interés en liberar sus bienes, porque
no hayan de venderlos ó gravarlos, ó que en
¡razón á la confianza personal que inspiren á
¡los adquirentes, puedan verificarlo por el mismo
valor que si hubiesen sido liberados, deben
publicar por el Registro su título ó el he-
• cho de la posesión, á fin de que por todos sea
respetado su derecho por medio de esa inscripción,
que es más fácil y económica que la
iprimera.
Tan grande fué la confianza que inspiró la
reforma introducida por esta ley de 21 de Diciembre
de 1869, que ya la banca y los hombres
de negocios creyeron que el crédito territorial
era un hecho, basado en un sistema
hipotecario tan discreto y conveniente; así es
.que los Bancos de París y de los Países Bajos
pretendieron crear un Banco Hipotecario en
España; solicitud que se resolvió con la promulgación
de la ley de 2 Diciembre de 1872,
que autorizaba al Gobierno para que pudiera
otorgar la facultad á los Bancos citados
de crear el Banco Hipotecario de España. El
cómo y para qué se creó este establecimiento,
pueden verlo nuestros lectores en el artículo
que lleva ese epígrafe, así como también los
escasos beneficios que ha producido á la agricultura,
que ha seguido por la pendiente de
la decadencia en tan alto grado, que su triste
clamoreo no ha podido menos de herir los
oídos de las Cortes y del Gobierno, que han
resuelto abrir una información parlamentaria
en averiguación de los males que tan hondamente
contristan á nuestra decaída agricultura,
y la investigación de los medios que
deben emplearse para remediar aquéllos.
También pueden ver nuestros lectores en el
artículo Baíleos agrícolas que habíamos previsto
este lamentable y tristísimo acontecimiento,
y que indicamos del mismo modo
algunos de los medios que creemos convenientes,
y como los más seguros y á propósito para
la regeneración de la Agricultura española.
De todo lo que llevamos expuesto resulta,
pues, que el crédito territorial irá alcanzando
verdadera importancia á medida que se
vaya perfeccionando nuestro sistema hipotecario,
que es su alma, por decirlo así, y que
los propietarios se convenzan de la necesidad
que tienen de la inscripción de sus derechos
en el Registro de la Propiedad, para que sus
bienes aparezcan tan perfectamente liberados
de esos gravámenes, que aun quedan algunos
ocultos, que no haya nadie que tenga el más
pequeño escrúpulo de prestarle con hipoteca
sobre sus inmuebles á la simple presentación
de la certificación expedida por el registrador
de la Propiedad sobre el estado de los
mismos.
Sin embargo, los que han creído y creen
que el crédito territorial es el salvador de
la agricultura, han sufrido y están sufriendo
el más triste desengaño. El crédito territorial
es muy conveniente para ayudar al propietario
en algunas ocasiones, pero nunca para
salvarle de un cataclismo, porque la hipoteca,
si no se cancela pronto, es la carcoma que destruye
la propiedad para su dueño, como el
orín al acero.
El crédito territorial, por lo que se acaba de
decir, es conveniente ó perjudicial al propietario,
según la aplicación que éste dé á la cantidad
tomada en préstamo. Si se emplea en
mejorar las fincas, según un plan bien concebido
y desarrollado, puede ser salvador; si,
por el contrario, se destina á cubrir gastos y
saldar compromisos ajenos al cultivo, será
causa cierta de ruina. Sanear un terreno pantanoso,
alumbrar aguas para riego, limpiarde
maleza un suelo arable de primera calidad,
plantar árboles frutales donde el clima y
otras circunstancias sean á propósito, adquirir
abonos, mejorar el material agrícola á fin de
ejecutar las labores más económicamente y de
modo más perfecto, son operaciones altamente
l beneficiosas que pueden duplicar los produc-

CHE — 349 — CRE
tos. Poco importa en este caso gravar las
fincas con el interés exigido por el prestamista
hipotecario. Con la ganancia obtenida será
posible amortizar el préstamo, y el propietario,
gracias al crédito territorial, conseguirá
dar á su hacienda un valor en capital y renta
que no hubiera obtenido jamás ateniéndose á
sus propios recursos. Lo contrario sucederá
si la cantidad tomada á préstamo se dedica á
lujo y diversiones de la familia, á vivir en la
corte, á crear en los hijos necesidades que no
puede de ordinario satisfacer. Excediendo en
este caso los gastos á los ingresos, la ruina es
segura. El acreedor llegará á ser dueño de la
finca hipotecada por mucho menos de lo que
vale.
Hay muchos que maldicen el crédito territorial
al considerar estos perniciosos efectos,
y asientan como doctrina inconcusa que en
otras naciones será bueno, pero que en España
debe proscribirse. Es un error; el crédito
territorial es beneficioso en sí, como que significa
auxilio del que tiene, al que carece de
capital numerario; el bien ó el mal de las
consecuencias estriban en el tino y prudencia
con que se emplean.
Por eso en las infinitas combinaciones que
puedan idear los hombres de negocios, jamás
creemos que el crédito territorial pueda servir
para más que para dar garantía á las pretensiones
de los propietarios en sus demandas
de préstamos, al par que la tranquilidad en la
posesión de esos bienes, que no podrá arrancárselos
nadie, ni poner en duda su dominio
cuando sus derechos estén perfectamente inscriptos
en el Registro de la Propiedad.
M. Henao y Muñoz.
CREMA.—Nata de la leche. (V. Leche,
Manteca y. Nata.)
CREMÓMETRO—Instrumento destinado
á medir la cantidad de nata'jque contiene la
leche. Consiste
en una probeta
de cristal, de 18
á 20 centímetros
de altura y 3 ó
4 de anchura
yin
-A
- n
iti
Figura 145.—Cremómetro
(figura 145),
graduada en
céntimos de su
capacidad á partir
de lo alto. Se
llena este recipiente
de leche
hasta el 0 de la
escala, evitando
que quede espuma
, y se deja en
reposo por veinticuatro
horas,
durante cuyo
tiempo asciende
á la parte supe­
rior una masa de crema; se lee en el tubo el
número de grados que ocupa, y por consiguiente
, la proporción en la leche. Como que
la nata que normalmente debe contener la
leche buena ha de marcar de 10 á 12° en este
aparato, cuando sólo señala 8 ó menos, ó la
leche es pobre en manteca, ó se ha extraído
nata de ella.
No debe confundirse el cremómetro con
los aparatos destinados á indicar la densidad
de la leche, los cuales son areómetros especiales
, llamado^ galactómetros ó lacto-densímetros.
En las vaquerías, cuando se quiere comparar
la riqueza en nata de la leche de muchas
vacas, se pueden emplear muchos cremómetros,
colocados en una tabla de madera ennegrecida.
Estos tubos son movibles. Cuando se
ordeña una vaca, se toma uno, que se coloca
en un sitio, después de haberlo llenado de leche;
se inscribe debajo el número ó el nombre
de la vaca, y cuando la nata ha subido,
basta una simple lectura para comparar la riqueza
en crema de las leches contenidas en
todos los tubos.
CRÉMOR (Crémor tártaro) (Industria).—
Denominación aplicada al bitartrato
potásico de la química. Sal incolora ó de
aspecto más ó menos blanco, de sabor ligeramente
ácido, que se presenta en cristales duros,
pertenecientes al sistema ortorómbico, cuya
densidad es 1,45.
El crémor tártaro es poco soluble en el agua
fría, insoluble en el alcohol (por lo cual se
deposita ó separa de los mostos y vinos á medida
que se desarrolla este producto), bastante
soluble en el agua hirviendo (en cuya
propiedad se fundan los procedimientos de
extracción y purificación por cristalización)
y en los ácidos minerales (que por esto se
emplean como disolventes en la fabricación
de los productos tartáricos). A 0 o
, 100 partes
de agua disuelven 0,32 partes de crémor; á
20°, 0,57, y á 100°, 6,90.
Sin detenernos en los caracteres químicos y
demás propiedades de esta sal, cuyo estudio
detallado no puede ser objeto de este artículo,
vamos á ocuparnos de la misma bajo el punto
de vista industrial, el más interesante de todos,
por constituir la fabricación de productos
tartáricos una explotación de gran importancia
como industria derivada de la vinícola
á base de primeras materias tan abundantes
como lo son en nuestro país los residuos de la
fabricación del vino. Hasta hace pocos años
éstos sólo han sido aprovechados como abonos,
ó se han desechado como materia completamente
inútil; sólo en algunas comarcas ha
sido destinado el orujo á la fabricación de
aguardientes, con tan poco éxito como es notorio;
hoy todos los residuos procedentes de
la vinificación van adquiriendo su justo valor
como primeras materias para la obtención
combinada de aguardientes y tártaros, siendo'
-un hecho verdaderamente extraordinario la
curiosidad é interés grande que ha despertado
en nuestro país esta industria, representada
ya por algunas importantes fábricas que actualmente
funcionan y no pocas en proyecto

CRE — 350 — CRE
ó en instalación, no obstante ser ésta una explotación
relativamente nueva, sobre la que
hay muy poco escrito y de la que apenas se
ha publicado nada práctico en el extranjero
mismo.
Los residuos aludidos son las heces, los tártaros
y el orujo, de cuya explotación nos
ocuparemos sucesivamente.
[. TBATAMIUXTO DE LAS HECES ó LIAS.—
1. Primeras materias.—'Las heces, primera
materia de esta fabricación, pueden ser líquidas,
tal como resultan en el fondo de los toneles
ó tinajas que han contenido el vino, ó
secas, que es el producto que se obtiene prensando
ó filtro-prensando aquéllas para separar
el vino y secando la pasta resultante.
La composición de las heces del vino es
bastante variable, tanto bajo el punto de vista
cualitativo como cuantitativo, dependiendo
de la naturaleza de la uva con que haya sido
preparado aquél y de las condiciones en que
se le fabrique. La principal diferencia estriba,
bajo este punto de vista, en que el vino haya
sido ó no enyesado. En el primer caso la mayor
parte ó toda la materia tartárica contenida
en la lía consiste en tartrato calcico; en el
segundo caso el compuesto de ácido tártrico
es el bitartrato potásico ó crémor, al que siempre
suele acompañar una pequeña proporción
de tartrato calcico que existe naturalmente,
aunque no se haj'a empleado el yeso. Es muy
frecuente encontrar lías, especialmente secas,
en las cuales ambas sales existen en cantidad
de importancia, á causa de haber sido enyesado
parcialmente el vino.
Cualquiera que sea el estado en que se encuentre
el ácido tártrico en las lías, siempre
es posible obtenerle industrialmente en su
totalidad, constituyendo crémor ó tartrato
calcico como productos intermedios, y posteriormente
crémor refinado ó ácido tártrico
respectivamente.
Hasta fecha muy reciente ha sido general
destinar á una ú otra producción las heces
según eran ó no enyesadas, y éstas, ó bien las
más ó menos ricas en crémor, se trabajaban
directamente para obtener por cristalización
un crémor impuro ó cristaux de lie, y luego
tratar separadamente el residuo si había lugar,
siendo un tanto rico en tartrato calcico; pero
existiendo este producto en cantidad de alguna
consideración, suele ser preferible, tratándose
de fabricar crémor, obtenerle por
transformación, añadiendo en el tratamiento
la potasa suficiente para producir la sal potásica.
El sistema de fabricación es entonces de
tal naturaleza que no sólo se obtiene el crémor
indiferentemente con cualquier suerte de
primera materia, sino que la instalación necesaria
para prepararle como producto intermedio
ó segunda materia se adapta toda ella
muy bien para producir el tartrato calcico,
también como materia intermedia, y poder
emprender, por consiguiente, la fabricación
del ácido tártrico después.
2. Operaciones preliminares.—La prime­
ra, muy importante por depender de ella
no sólo el precio á que deberá adquirirse la
primera materia, sino el tratamiento que
debe dársela en las operaciones de la industria,
es practicar un ensayo ó análisis de la
misma.
Si se trata de lías líquidas no suele hacerse
un ensayo especial de la materia tartárica,
como no sea por circunstancias excepcionales,
ni sería práctico en las condiciones en que
esta primera materia suele afluir y recibirse
en las fábricas. En todo caso, midiendo ó pesando
una muestra (según se compre á volumen
ó á peso), y filtrándola ó secándola rápidamente
para abreviar esta molesta y lenta
operación (sin preocuparse de que se altere
por el calor, puesto que el dosado de la materia
tartárica se hará al fuego), se puede determinar
el tartrato calcico y bitartrato potásico
por el mismo procedimiento que en las
heces secas, según luego se indica.
La operación que debe considerarse indispensable
al adquirir las heces líquidas es la
de graduarlas, ó sea investigar la fuerza alcohólica
de su vino; aunque esto parezca largo
y molesto, resulta tan práctico por el sencillo
medio que hemos planteado, fundado en una
rápida filtración y el empleo del licuómetro
y el areómetro, que es la base para la adquisición
de las primeras materias líquidas en
todas las fábricas montadas, sin haber ocurrido
dificultades que en modo alguno se salvan
siguiendo otro camino. Verificado el ensayo
con estos sencillos útiles, se obtienen los dos
datos indispensables: la riqueza alcohólica y
la riqueza en pasta, ó sea en hez seca que
contiene la lía líquida. Es claro que conociendo
el grado alcohólico del vino y la cantidad
contenida de pasta, está averiguado el precio
á que podrá pagarse la hez líquida.
Tratándose de heces secas y demás materias
similares, se debe proceder á su ensayo volumétrico
para determinar, tanto el bitartrato
potásico ó crémor que contengan, como el tartrato
calcico.
Al efecto, una vez elegida la muestra de
modo que represente bien la partida, se pulveriza
en su totalidad, se mezcla bien y se
pesan con toda exactitud una ó varias porciones
de un gramo cada una, que es cantidad
suficiente para efectuar el ensayo. Esto se
practica con los útiles propios del análisis
volumétrico, y con los líquidos ácido y alcalino,
debidamente valorados á este efecto, obteniéndose
con una sola pequeña muestra los
resultados en peso relativos tanto al bitartrato
como al tartrato. Estos ensayos, si son indispensables
para la compra de las materias,
no lo son menos para saber el modo de trabajarlas
y de conducir las operaciones de
fabricación, por lo cual deben conservarse
los datos obtenidos y ordenar debidamente las
partidas ensayadas.
Relativamente á las heces secas debe considerarse
como operación preliminar el molerlas;
el molido debe verificarse en un buen

CRE — 351 — CRE
molino, dado que la hez es tan tenaz que se
resiste considerablemente á la pulverización.
Suele ser indispensable romper los fragmentos
de mayor volumen, si éste es considerable,
antes de proceder á moler, es decir, una trituración
preliminar. Si no se dispone de triturador,
se hace pasar primeramente la materia
por el molino, con la piedra alta para
obtenerla en grano grueso, y después se baja
la piedra y se muele definitivamente; el polvo
debe ser todo lo más fino que pueda conseguirse,
á fin de que actúen debidamente los
reactivos en las operaciones y no queden sin
atacar é inútiles los granos que resultarían
de una mala pulverización.
Una vez molidas las heces, están en disposición
de trabajarse; también puede trabajarse
desde luego la pasta reciente de las heces
aún húmeda, que no podría, ni es necesario,
molerse; pero en este caso no hay que olvidar
que el batido ó agitación en las operaciones
debe ser más atendido y perfecto, porque
dicha pasta se resiste bastante á desatarse.
Respecto á las heces líquidas, debe considerarse
como operación preliminar el prensarlas;
esto puede verificarse disponiendo la
materia en pequeños sacos de terliz ú otra
tela análoga fuerte, que se atan y se someten
á la acción de una prensa ordinaria, después
de hacinarlos algún tiempo sin presión en
una plataforma llamada destilador, para que
por sí sólo fluya la mayor parte del líquido ó
vino. Pero es preferible para esta operación
emplear filtro-prensas, aparatos de fácil y
cómodo manejo; los sistemas preferibles son
los de Dehne y de Wegelin y Plübner, que
convendrá todavía vayan provistos de aparato
de lavado.
La pasta húmeda que se obtiene del prensado
ó de la filtro-presión, que suele contener
un 50 por 100 de líquido, es la que se trabaja
en tal estado para obtener la materia tartárica,
ó más generalmente se seca por los cosecheros
, para venderla y trabajarla en las fábricas.
El vino resultante puede utilizarse
como tal vino si las heces no estaban aguadas
ó alteradas; generalmente se necesita aclararlo;
pero el destino que suele dársele es la
destilación para obtener alcohol, que puede
ser de mu}' buena calidad si el vino estaba
limpio.
3. Obtención del crémor en bruto. —Cuando
las heces son ricas en bitartrato potásico
ó crémor, se extrae éste directamente por
disolución en el agua y cristalización ; operación
que, aunque sencilla, exige grandes
cuidados al objeto de obtener la debida separación
del residuo insoluble.
Verifícase la disolución en grandes calderas
ó depósitos de cobre ó hierro, de preferencia
el primero, que pueden calentarse á fuego
directo ó á vapor; en este último caso pueden
servir hasta vasijas de madera, sólidamente
construidas. El caldeo á vapor ofrece las ventajas
de ser más económico, más fácil de conducir,
no exigir horno y evitar que padezcan
las calderas, como sucede con el fuego directo,
que las deteriora considerablemente, y aun
puede perjudicar el resultado de las operaciones
, actuando el calor con demasiada energía
sobre el residuo ó depósito, que desciende
al fondo de la caldera, llegando á quemar
éste. El caldeo á fuego directo ofrece la
ventaja de conservar una temperatura mayor
durante el reposo de las cocidas cuando se
retira el fuego, evitando que el líquido cristalice
durante el reposo antes de darle salida;
y por otra parte, no introduciéndose agua,
como sucede en el caldeo á vapor libre, se
puede precisar mejor la cantidad de dicho
líquido con que se opera, y no se lleva agua
limpia á la cocida, como lo es la procedente
de la condensación del vapor; la tendencia
debe ser siempre á no operar sino con aguas
madres claras de los cristalizadores que después
se indican. Los inconvenientes señalados
respecto al vapor libre se atenúan mucho
atendiendo á que puede preverse casi con completa
exactitud la cantidad de agua de condensación
que debe entrar en cada operación
para deducirla al cargar la caldera, y á que
habiendo siempre una pérdida de agua bastante
sensible por varios conceptos, es preciso
reponerla, siquiera el agua condensada
no convenga exactamente cou el déficit que
se obtenga. En definitiva, es preferible el caldeo
á vapor, y en todo caso ténganse presentes
las ventajas ó inconvenientes señalados, para
atenderlos ó remediarlos en los términos posibles.
El caldeo á vapor con serpentín cerrado
es claro que no presenta los inconvenientes
del vapor libre, no habiendo condensación.
No es fácil precisar la cantidad de agua que
debe emplearse para la disolución; habrá de
servir de norma la que exige la de crémor
que se cargue en la caldera á la temperatura
de ebullición, siempre aumentada prudencial -
mente á fin de evitar que el crémor cristalice
inmediatamente que se retire el fuego, sin
dejar reposar las impurezas, como sucedería
si el agua correspondiera exactamente al punto
de saturación ó de máxima solubilidad del
crémor. Pero, de todos modos, hay que atender
además á que la cantidad de agua sea tal
que permita la debida separación del residuo
ó depósito que se forme, sobre todo en el caso
de separar por decantación el líquido de dichos
residuos. En las heces pobres, que rinden
mucho y voluminoso depósito, es preciso
emplear mucha agua para conseguir la separación
de éste, resultando muy desproporcionada
la relación entre el agua y el crémor;
por esto es sumamente difícil designar de antemano
la carga de las calderas, sin conocer
antes la riqueza y naturaleza de la primera
materia.
Las primeras operaciones se hacen con agua
ordinaria; después se opera siempre con aguas
madres procedentes de aquéllas, ó sea con las
aguas en que ya se han formado cristales de
crémor impuro. Conseguida la ebullición, se
sostiene ésta de diez á cuarenta minutos, se-

CRE — 352 — CRE
gún la magnitud de la caldera y la riqueza
de la cocida. El caldeo á vapor con serpentín
abierto contribuye eficazmente á la agitación
del líquido; pero trabajando á fuego
directo ó con serpentín cerrado, es preciso
agitar activamente durante la operación por
medio de un agitador mecánico ó sirviéndose
de remos.
En algunas fábricas, verificada la cocida,
se deja cristalizar y enfriar en la misma caldera;
en otras se pasa toda la cocida íntegra
á otro depósito en cuanto ha hervido; en muchas
se hace una separación entre el líquido
y el residuo, una vez la operación terminada.
En este último caso se deja reposar algún
tiempo el contenido de la caldera después de
suspender la ebullición, para que se depositen
la mayor parte de las impurezas, y después
se da salida al líquido que sobrenada, dirigiéndole
á los cristalizadores; al efecto es necesario
un sifón ó una llave emplazada á la debida
altura, para que no pueda salir á éstos el residuo
ó parte más espesa.
Los cristalizadores son unas vasijas ó depósitos
de cobre, hierro ó madera, donde se deja
enfriar el líquido procedente de las cocidas
para que cristalice; de ellos se hace también
indicación al hablar del tratamiento del orujo,
y allí remitimos al lector; en los mismos deben
quedar las aguas completamente tranquilas,
para no interrumpir la cristalización.
Cuando se ha operado con aguas claras, podrá
no observarse ésta ó se notará poco, pero habiendo
empleado aguas madres se verán pronto
pequeños puntos cristalinos, ó una telilla ó
película en la superficie del líquido, que sucesivamente
adquiere más consistencia hasta
que éste queda frío; llegado este momento es
cuando se retiran las aguas de los cristalizadores,
abriendo una llave ó quitando un tapón
que deben tener todos cerca de su fondo. Estas
aguas se reúnen en un pozo, y con ellas se
proveerá á las cocidas sucesivas.
Cuando se haya verificado el enfriamiento,
en los cristalizadores ó en las calderas mismas
se recogerá el crémor impuro cristalizado, ó
crislaux de lie, separando primero por medio
de una espumadera el que se halle en la superficie
del líquido (para que no caiga al fondo
y se mezcle con el depósito formado), sacando
después el agua, retirando aparte lo
que se encuentre en el fondo y haciendo caer
á éste, una vez limpio, todos los cristales ó
materia adherida á las paredes, para recogerla
á su vez, quedando el cristalizador vacío y
en disposición de recibir nueva carga.
En todos los casos indicados se presenta el
grave inconveniente de resultar bastante cantidad
de crémor interpuesta en el residuo. Si se
deja enfriar la cocida en la caldera misma de
cocción, ó se traslada toda entera á otro depósito,
es claro que se vuelve á obtener el mismo
material sobre que se operó, sin más diferencia
que quedar cristalizado, aunque no totalmente,
el crémor, en cuyo estado se presta á
su separación del residuo; si se ha decantado
después de dejar reposar algún tiempo en la
caldera de cocción, queda hecha en gran parte
la separación del residuo; pero como el reposo
tiene que ser muy corto, para evitar el enfriamiento
y no perturbar la cristalización,
siempre sale á los cristalizadores una cantidad
considerable de lodo ó impurezas; el último
sistema es el preferible, pero hay que lavar
el residuo de los cristalizadores como si fuera
el obtenido en las calderas, para separar los
pequeños cristales de crémor impuro que
quedan interpuestos.
El lavado se reduce á desleír la materia en
gran cantidad de agua madre que, después
de agitar y dejar reposar ligeramente, se
vuelve á retirar, cuidando de no arrastrar
cristales, y sí las partículas ligeras que constituyen
las impurezas. Para mejorar el producto
puede emplearse, para terminar la operación,
una pequeña cantidad de agua clara, que puede
servir para reponer las pérdidas que se obtienen
de aguas madres. La operación indicada
es muy práctica tratándose de los cristales
relativamente puros que se retiran de la superficie
y las paredes de la vasija en que se ha
cristalizado; pero respecto al material que se
acumula en los fondos, supone un trabajo ímprobo,
impertinente y sucio, cuyo resultado al
fin no suele ser satisfactorio, perdiéndose mucho
tiempo y una parte de la riqueza, después
de mover la gran cantidad de aguas madres
que supone. Estas aguas se reúnen y se dejan
reposar, para volverlas á emplear en la fabricación
una vez claras.
En cuanto á los residuos de las cocidas, especialmente
cuando se han dejado reposar y
sacado á los cristalizadores, deben ser filtroprensados
y lavados, utilizando siempre estas
aguas, que son casi como las de cocida y calientes
en el caso señalado, por lo cual se habrá
evitado su enfriamiento.
Como el tartrato calcico se halla siempre
asociado al bitartrato potásico ó crémor en
las heces, y aquel producto queda casi en su
totalidad en los residuos, es natural preocuparse
de la utilización de dicho producto.
Aunque las heces no sean propiamente ó totalmente
enyesadas, es lo más frecuente que
el tartrato calcico merezca la pena de ser explotado;
en este caso no deben desecharse los
residuos que se vienen mencionando, sino que
deben ser tratados como las primeras materias
enyesadas para utilizar dicha riqueza; sólo de
este modo se obtiene un residuo verdaderamente
empobrecido, como debe resultar en
toda industria. El destino del mismo, ya exhausto
de toda materia tartárica, es á abonos,
la destilación seca ó su carbonización, ó como
combustible.
Como se deja comprender, el sistema de repetir
operaciones sobre la primera materia ó
sus residuos no puede menos de ser dispendioso
y poco práctico; por esto sólo se puede
aconsejar el tratamiento indicado en los casos
en que las heces sean bastante ricas en crémor
y contengan muy poco tartrato calcico; si son

CRE — 353 — CRE
pobres, ó éste representa una riqueza de alguna
importancia, lo que procede es destinarlas
á obtener dicho tartrato, como para fabricar
el ácido tártrico, ó bien, si se quiere el crémor,
prepararle por transformación, por cuyo
medio se consigue en este estado toda la riqueza
en ácido tártrico de las heces, sin los
inconvenientes que quedan indicados.
Para obtener de las' heces el crémor por
transformación, la primera operación de fabricación
es tratarlas por el ácido sulfúrico.
Esta operación se verifica en tinos de madera
forrados de plomo (este forrado es preciso hacerle
soldando las chapas precisamente con
plomo y no con soldadura, lo que requiere un
aparato especial y cierta práctica en el operario
que le maneje), provistos de un agitador
mecánico; el número y dimensiones de
estos depósitos dependen de la escala de la
fabricación ó cantidad de materia que quiera
tratarse; deben llevar junto al fondo un ancho
tubo, para dar salida al contenido, y otro
orificio en el fondo mismo, convenientemente
tapado, para la limpieza.
Se comienza poniendo en el tino alguna
cantidad de agua; sobre ella, y agitando, se
añade la cantidad de heces pulverizadas que
se desee trabajar, y luego se añade el ácido
sulfúrico con precaución, para que su reacción
con el agua no proyecte la materia; la cantidad
de ácido sulfúrico ha de calcularse en
vista de la riqueza y composición de las heces
que han debido ser ensayadas, para que
se formen los sulfatos de las bases potasa y
cal lo más exactamente posible; en cuanto al
agua, sólo se añadirá la precisa para obtener
una papilla, fácil de agitar; la agitación debe
ser perfecta, con lo cual debe terminarse la
reacción en frío ó simplemente entibiada;
conseguido tal objeto, se añade agua hasta
completar la vasija, se sigue agitando, y se
da salida al líquido á los tinos de reposo.
Estos tinos son sencillamente unos depósitos
de madera, de la misma capacidad próximamente
que el del agitador; convendrá que
estén también forrados de plomo, pero no es
necesario. En el foudo, ó cerca del fondo, lleva
cada uno el correspondiente tubo de decantación,
de un sistema especial, al objeto de
separar lo más perfectamente posible, después
del reposo, el líquido claro, del residuo. Además
están provistos estos tinos, en el foudo
mismo, de un orificio que se cierra mediante
un tapón de madera ó goma, terminado en un
largo vastago que permite, desde la superficie
del tino, tapar ó dar salida al contenido.
Abierta la llave del tubo de decantación,
se separa mediante éste todo el líquido claro,
que se hace pasar al tino de precipitación, y
después se da salida al residuo ó barro depositado
en el fondo de los de reposo, sirviéndose
de una canal de madera para conducirlo
á un depósito del que se surte el filtro-prensa.
Mediante este aparato se hace la separación
de la parte sólida ó pasta, del líquido que la
baña en dicho residuo. Como dicha pasta sue­
le salir aún del filtro con un 50 por 100 próximamente
de líquido, y éste es de la misma
naturaleza del separado por decantación, conviene
aprovecharle, lavando dicha pasta una
vez terminada la prensada; al objeto el filtroprensa,
enteramente análogo al indicado para
las heces, es preciso lleve el correspondiente
aparato de lavado. Lavada la pasta, se retira
ésta y se recoge en otro depósito el líquido
obtenido por la filtro-presión. La pasta se
destina á combustible (después de seca ó muy
oreada) , á abono ó á fabricar los carbones ó
negros, que (como las sales amoniacales que
pueden obtenerse como derivados) tienen útiles
aplicaciones en la industria; el líquido se
utiliza como el procedente de la decantación
de los tinos de reposo, procuraudo su empleo,
antes que todo otro, eu las nuevas operaciones
de descomposición, pues las aguas de lavado
del filtro, siendo más débiles que los
líquidos no diluidos, debe evitarse el precipitarlos
directamente como las otras, que se tratarán
del modo siguiente:
Ya el líquido en el tino de precipitación, se
comienza esta operación preparando la cantidad
de potasa que exige la combinación del
ácido tártrico de la disolución para formar el
bitartrato ó crémor. Para saber la cantidad
de sal potásica que debe incorporarse en cada
operación es preciso ensayar dicho producto
para conocer su riqueza (que es bastante variable
en el comercio) y partir de la composición
de las heces, que ya habrá servido de
base para calcular el ácido sulfúrico. Deducida
la cantidad necesaria, se disuelve la sal en
uua cantidad prudencial de agua (que puede
ser agua madre de crémor, agua de lavado
del filtro ó el mismo líquido que se destina á
la precipitación, siempre que se eche en la
operación toda la materia líquida ó sólida que
se forme al disolver), y se procede á añadirla
paulatinamente en el tino de precipitación.
Este consiste en un tino ó depósito análogo
á los indicados, pero que conviene sea de
alguna mayor capacidad y de mayor diámetro
, aunque tenga menos profundidad, á fin
de evitar en lo posible los inconvenientes que
ocasiona la formación de espuma; va provisto
de un agitador mecánico igual al del tino
de descomposición, y de un ancho orificio con
llave inmediato al fondo, para dar salida á
todo el contenido.
Se comienza la operación removiendo fuertemente
el líquido mediante el agitador; se va
añadiendo la disolución potásica en pequeñas
porciones, y se continúa activamente la agitación
hasta concluir la dosis de potasa y dalla
operación por terminada. Conseguido esto,
y sin suspender la agitación, se saca toda la
materia, por la llave citada, al tino ó tinos de
reposo.
Estos segundos y últimos tinos de reposo
son, como los primeramente citados, de madera
sencilla y provistos de la correspondiente
llave de salida; ésta no debe arrancar del
fondo mismo, puesto que el crémor precipita*

CRE — 354 — CRE
do supone cierta altura sobre el nivel del
mismo, pero en todo caso pueden disponerse
unos pequeños codillos ó los tubos de decantación
mencionados.
La precipitación del crémor es muy rápida
(mucho más que la que ha lugar en los tinos
de reposo de las heces tratadas por el ácido
sulfúrico), y una vez conseguida aquélla
y observado que no queda polvillo alguno de
dicho producto en suspensión (aunque el líquido
no sea completamente claro, porque
esto no sucede casi nunca), se da salida al
agua y se recoge el crémor. Para esto deben
servirse los operarios de paletas de cobre muy
limpias, pudiendo dejarse el producto de una
operación para otra, á fin de que se acumule
y sea más fácil recogerle, además de ganar
tiempo.
El agua, que es verdadera agua madre de
crémor, por más que la impurifican numerosos
productos solubles, se conduce á un depósito
para emplearla en vez de agua clara
(que siempre se debe evitar introducir) en
las operaciones de descomposición sucesivas.
Al efecto sobre el pozo habrá una bomba que
arrancando de él, comunique con el tino de
descomposición, conviniendo que dicha bomba
pueda ser movida á mano y á vapor.
Con el agua indicada se vuelven á comenzar
las operaciones por el orden expresado,
evitando á toda costa el emplear agua clara.
Pero al cabo de cierto tiempo, ó sea cuando
las aguas han experimentado varias rotaciones,
resulta que llegan á ser demasiado impuras
y espesas para que puedan seguir sirviendo
en la fabricación. En este caso es preciso
desentenderse de ellas; pero conteniendo
cierta riqueza, ya por ser aguas madres de
crémor, que siempre tienen cierto valor, ya
porque habrá sido difícil precisar en todas las
operaciones las cantidades justas de ácido sulfúrico
y de potasa, se debe aprovechar dicho
crémor, ó el ácido tártrico ó la potasa que
resten en exceso por dicha circunstancia.
Lo primero, antes de proceder á utilizar la
riqueza como agua madre, se debe precisar el
ácido tártrico ó la potasa que existan como
exceso, para añadir cualquiera de los dos que
falte; al efecto se emplean dos reactivos (que
se facilitan preparados) que acusan respectivamente
el ácido tártrico y la potasa con gran
precisión, sin más que filtrar (muy limpio) en
un tubo de ensayo una pequeña cantidad del
agua y añadir unas gotas del reactivo; se agita
fuertemente á intervalos durante diez minutos,
al cabo de los cuales se observarán
unos pequeños copos, cristalitos ó polvillo
blanco si hay realmente un exceso de la substancia
á quien corresponde el reactivo. Averiguado
esto, se añade en las aguas el ácido
tártrico ó la potasa, según lo hayan indicado
los reactivos, hasta que ninguno de estos dos,
sobre dos muestras distintas, acuse precipitado
ó señal alguna. (La potasa se echa disuelta
en pequeñas porciones; para añadir ácido
tártrico no habría más que servirse de las
aguas de descomposición, reposadas en los tinos
correspondientes.) Conseguido el objeto
indicado, se procede á utilizar el líquido ya solo
como agua madre.
Para esto se le eleva al tino de descomposición
, se añade el ácido clorhídrico ó sulfúrico
que exija la cantidad de potasa correspondiente
al volumen que haya de agua madre,
se agita y se pasa al tino de precipitación. Si
las aguas resultaren muy sucias, se las deja antes
en los tinos de reposo. Una vez en el tino
de precipitación, se añade la creta ó la cal, en
estado de lechada, que sea necesaria para obtener
la neutralización, con lo cual se tendrá
todo el ácido tártrico precipitado al estado de
tartrato calcico. Se habrá agitado durante la
operación, y terminada ésta se pasa el todo á
los tinos de reposo; verificado éste, se sacan
las aguas y se recoge del fondo el tartrato
calcico. Las aguas ya pueden tirarse.
En la precipitación indicada es preciso procurar
que no quede ácido en las aguas, puesto
que sería completamente perdido al retirarlas;
pero tampoco conviene echar un exceso
grande de creta ó de cal, que después exigiría
un gasto inútil de ácido sulfúrico al trabajar
dicho tartrato.
El destino del tartrato calcico impuro que
se obtiene (si se empleó en las aguas el ácido
sulfúrico tendrá mucho sulfato calcico ó yeso,
pero que no perjudica) es descomponerle por
el ácido sulfúrico para obtener crémor, como
si se tratara de la primera materia. Puede
emplearse ¡lavado y secado ó sin secar, pero
habiendo ensayado su riqueza para saber el
ácido que habrá de emplearse. Será conveniente
secar y reunir lo de varias operaciones
que vaya resultando en el transcurso de
la fabricación, para obtener una cantidad de
alguna consideración, y ensayarlo y trabajarlo
á un mismo tiempo.
4. Refinación del crémor.—El crémor impuro,
ya sean los cristaux de lie, ya el que
en polvo fino resulta de la fabricación expuesta,
puede secarse y venderse desde luego
(se paga por grados ó tanto por 100 de riqueza,
según la que acuse en el ensayo). El
secado puede hacerse sencillamente dejándole
escurrir y exponiéndole al sol en bastidores;
pero en las fábricas bien montadas lo
que se hace es turbinarle ó someterle á la
acción de la fuerza centrífuga en un hidroextractor,
recién recogido y húmedo; también
hay filtros neumáticos al objeto. Además de
turbinar dicho crémor, conviene lavarle para
aumentar su riqueza y obtener un producto
de mejores condiciones; el lavado se hace en
el mismo hidroextractor, vertiendo agua madre
limpia en pequeñas porciones mientras
gírala centrífuga, y después que haya acabado
de salir el agua sucia interpuesta en el
mismo crémor.
Tratándose de continuar la fabricación
para obtener el crémor blanco, debe procurarse
conseguir lo más puro posible el crémor
bruto y turbinarle como se ha dicho, pero no

CRE — 355 — CRE
es necesario secarle. Sabida aproximadamente
la humedad cou que se le retira de la turbina
, se sabe también la cantidad de producto
seco que se introduce en la refinación; el
estado húmedo del crémor en polvo hasta facilita
su disolución para refinarle.
La refinación del crémor se practica en
calderas de cobre de forma tronco-cónica,
cuya parte más estrecha corresponde al fondo,
siendo conveniente que la inclinación de
las paredes no sea excesiva, á fin de que en
ellas no se depositen las impurezas, que deben
ir al fondo y que ensuciarían el producto. El
caldeo puede hacerse á vapor ó á fuego directo;
en este caso se necesita horno, como es
consiguiente, y aun cuando se caldee á vapor,
se supone la obra de ladrillo necesaria para
asegurarlas, y un relleno de arena ó tierra seca
que permita conservar el calor de las cocidas
análogamente á los hornos.
La operación de refinar se hace disolviendo
el crémor impuro en agua la más limpia
y pura que sea posible, hirviendo hasta
que la disolución sea completa y dejando
luego enfriar para que cristalice. La cantidad
de agua que debe emplearse varía algo con el
sistema de caldeo, riqueza del crémor bruto y
volumen de las calderas; si se pone más agua
de la debida, se gasta combustible inútilmente,
y no se obtiene una cristalización tan
gruesa y abundante; si se pone poca agua ó
estrictamente la precisa, ó no se disuelve todo
el crémor que se ponga, ó, aunque se disuelva,
se obtiene una cristalización tan .rápida que
desmerece considerablemente el producto, resultando
los cristales pequeños y empastados,
ó formando placas, en vez de sueltos.
Si el crémor bruto procede de lías blancas
ó amarillas, suele ser bastante puro para no
exigir más que el agua para obtenerle cristalizado
y blanco; las mismas heces rojas pueden
dar un producto que no necesita otra cosa
si se ha obtenido por transformación ó precipitado;
pero si existiera marcadamente el
color rojo, hay que emplear un poco de negro
animal (negro lavado y purificado, pues no
vale el ordinario), y arcilla pura para conseguir
un producto blanco; puede bastar el negro
animal, y la dosis de ambos productos depende
de las condiciones del crémor bruto.
El negro ó la arcilla se añaden después del
crémor, y siempre desleídos en agua y no
secos.
Verificada la operación y disuelto todo el
crémor, habiendo sostenido algún tiempo la
ebullición, se deja enfriar y reposar la cocida
en la misma caldera; una vez frío el líquido,
se da salida al agua madre y se recoge el crémor
cristalizado que aparece en la superficie,
en las paredes y en el fondo de la caldera; se
recoge primero el de la superficie (antes de
sacar el agua, con una especie de espumadera
grande), y después se retira lo del fondo, que
estará sucio y necesita volverse á cristalizar;
limpio el fondo, se recoge lo adherido á las
paredes, que son las que dan más contingente.
El producto blanco obtenido se lava y se seca
al sol (conviene antes turbinarlo) en bastidores;
lo sucio se vuelve á trabajar como crémor
bruto, y si no se moliera sería necesario
alargar la operación y agitar mucho para facilitar
la disolución, que es lenta y difícil tratándose
de cristales algo gruesos. Las aguas
madres, si no resultan muy coloreadas, pueden
tener aplicación para operaciones en que entre
un producto muy sucio, que no habría de
quedar ultimado con una simple cristalización
en agua. Pero en general el destino de estas
aguas es para el lavado del crémor sucio del
fondo; para el lavado del crémor bruto en la
centrífuga y de las pastas del filtro-prensa, y
en fin, para las operaciones de fabricación
del crémor bruto indicadas, acabando por ser
precipitadas para obtener tartrato calcico,
como se ha dicho, antes de tirarlas.
El crémor refinado debe ser completamente
transparente, é incoloro ó blanco; generalmente
se presenta muy blanco, en cristales
pequeños, en cuyo caso ofrece un aspecto opaco
y más ó menos mate, soliendo contener
una cantidad bastante apreciable de tartrato
calcico; sal que constantemente suele acompañar
al bitartrato potásico, á menos que éste
sea preparado químicamente puro, tal como
se obtiene en los laboratorios.
II. TRATAMIENTO D E LOS TÁRTAROS.—Recibe
la denominación de tártaro bruto, ó simplemente
tártaro, la materia que bajo la forma
de costras ó una capa más ó menos cristalina,
se presenta en las paredes interiores de las cubas
ó toneles en que se conserva el vino. Dicho
producto es siempre mucho más rico que
las heces en materia tartárica, pudiendo consistir
casi exclusivamente en crémor, tartrato
calcico ó una mezcla de ambos.
Cuando los tártaros proceden de vinos no
enyesados, constituyen un producto comparable
á los cristaux de lie ó crémor bruto que
se obtiene en el tratamiento de las heces y el
del orujo. En tal caso deben destinarse á la
fabricación del crémor, verificando su refinación
en los términos que se han indicado. Sin
embargo, por rica y relativamente pura que
se presente esta primera materia, siempre suele
contener una cantidad no despreciable de
tartrato calcico que, efectuada la refinación,
se deposita en el fondo de las calderas; por
esto los residuos de las operaciones deben ser
tratados como primera materia rica en tartrato
calcico, para obtener este producto ó el crémor
por transformación.
Los tártaros procedentes de vinos totalmente
enyesados constituyen una excelente primera
materia, propia para la obtención del
ácido tártrico; deben ser destinados, pues, á
la preparación del tartrato calcico ó á la del
crémor por transformación si conviniere, ta!
como queda expuesto relativamente á las heces.
Cuando los tártaros están constituidos por
una mezcla de crémor y tartrato calcico, en la
que éste represente una fracción importante,
es lo probable convenga prescindir de obtener

CRE — 356 — CRE
el bitartrato directamente por cristalización, cedimiento seguido en la fabricación del vino;
"decidiendo la conversión de toda su riqueza bajo este último punto de vista, la principal
en crémor por transformación ó en tartrato diferencia estriba, como en las heces, en que
calcico para preparar después el ácido tártrico se haya ó no verificado el enyesado del mosto.
ó venderle como tal á las fábricas de este pro­ En general, puede calcularse que la riqueza
ducto.
en materia tartárica oscila entre medio y 5
El trabajo de los tártaros siempre es más por 100 en peso, según varíen aquellas cir­
fácil y práctico que el de las heces, manejáncunstancias y según haya sido más ó menos
dose mayor cantidad de riqueza en menos vo­ prensado el orujo ó esté más ó menos fresco,
lumen, con nienos gastos de mano de obra, puesto que la mayor ó menor cantidad de
menor inversión de capital en aparatos y me­ mosto ó vino influye considerablemente en el
jor aprovechamiento de los residuos que, por peso del orujo, y por consiguiente en el tanto
por 100 de materia tartárica.
Si el orujo al fabricar
el vino no ha sido enyesado,
la materia tartárica
consiste en el bitartrato
potásico ó crémor,
y una insignificante cantidad,
casi inapreciable,
de tartrato calcico; y si
ha sido enyesado completamente,
dicha materia
consiste exclusivamente
en tartrato calcico, aunque
puede existir alguna
cantidad de bitartrato,
que será un tanto considerable
si el enyesado ha
sido incompleto; por esto
es muy frecuente encontrar
en el orujo una mezcla
de ambos productos.
2. Aparato Martínez
Añíbarro. — Consiste en
un cilindro ó caldera de
destilación y cocción, un
depósito refrigerante y
de agua caliente, y una
bomba.
La caldera de destilación
y cocción es un
Figura 1

CRE — 357 — CRE
ra, permite comunicar ésta con el depósito de
agua caliente.
El depósito refrigerante y de agua caliente
es un gran tanque de forma cilindrica y de
dimensiones convenientemente estudiadas, de
acuerdo con la magnitud del aparato y trabajo
que haya de efectuar. Cuando se trata de
materias ricas en alcohol y tártaro, para evitar
que por la duración excesiva de cada operación
llegue á calentarse el agua madre en
términos de no salir el aguardiente suficientemente
fresco, se adopta la disposición indicada
en la primera figura, que permite, estando
dividido el tanque en dos secciones, refrescar
con agua fría ordinaria, á cuyo efecto lleva
los accesorios necesarios el cuerpo inferior,
que es el destinado á este objeto; el superior
sirve esencialmente para obtener agua madre
Figura 147
-Aparato Martínez Añíbarro; proyeoción horizontal
muy caliente, y con esto una importantísima
economía de combustible.
Dentro del depósito que nos ocupa, en sus
dos tercios inferiores, se halla el serpentín
refrigerante, que por su parte superior, y
mediante el cuello de cisne, comunica con
el cilindro, atravesando el depósito la inferior,
que sale al exterior formando un pequeño
tubo, conductor del aguardiente á las
barricas ó al depósito destinado á recibirle.
Hacia el tercio superior del depósito corresponde
la llave que se ha mencionado en el cilindro
para comunicar aquél con éste; y más
arriba, cerca del borde del depósito, hay otro
robinete en la dirección del cilindro, al que
se adapta una manga de goma. Un tubo recto,
de altura mayor que el depósito superior, va
colocado verticalmente dentro de éste, teniendo
abierto su extremo inferior y el superior
provisto de un embudo que debe comunicar
con un depósito cualquiera de suficiente capacidad.
La bandeja que acompaña al apara­
to, y que debe suspenderse en el borde del
refrigerante, sirve para colocar pequeñas
cantidades de bisulfato potásico, que se disuelven
en las aguas cuando es necesario, por alterarse
éstas ó por ser el orujo más ó menos
rico en tartrato calcico.
Una bomba aspirante é impelente, dispuesta
al alcance del operario que sirve el cilindro,
está destinada á surtir, arrancando de un
pozo, el depósito últimamente mencionado,
que á su vez surte al primero.
En las inmediaciones del aparato de destilación
deben hallarse los cristalizadores, que
son unos pequeños tinos ó depósitos de cobre,
hierro ó madera de forma tronco-cónica ó de
pirámide truncada, cuya sección menor corresponde
al fondo. La capacidad de los cristalizadores
puede variar mucho, y debe estar
en armonía con la cabida
del cilindro, con la carga
que éste reciba, y aun con
la naturaleza y riqueza del
orujo. Son las capacidades
más corrientes las de 500
y 1.000 litros. De las dimensiones
de los cristalizadores
depende el número
de los mismos, que está,
como es consiguiente, en
razón inversa de aquéllas;
en general, para hacer un
trabajo desahogado se debe
disponer entre todos los
cristalizadores de una capacidad
próximamente
diez veces mayor que la
del cilindro de destilación;
en los países fríos ó épocas
en que se sostiene baja la
temperatura puede reducirse
dicha capacidad, sien­
C^Í íAa
do á veces necesario aumentarla
en el caso contrario.
Los cristalizadores deben ser colocados en
series convenientemente alineadas y ordenadas,
emplazándolos á tal altura que su borde
superior quede más bajo que el fondo de la
caldera de destilación, por lo cual ésta debe
ir sobre una plataforma debidamente alta, que
por otra parte facilita la descarga del cilindro,
y la manipulación y conducción fuera de la
fabrica, del orujo después de destilado. Quedarán
, por lo tanto, los cristalizadores al nivel
mismo del pavimento de la fábrica, conviniendo
esté enladrillado el que ocupen dichos
cristalizadores, y con ligeras pendientes
dispuestas de tal modo que afluyan á una ó
varias canales ó regatas, debidamente alineadas,
y á su vez con una ligera pendiente que
permita conducir por sí mismas las aguas á
un pozo situado debajo ó cerca del depósito
refrigerante, y del cual se surte la bomba
que queda mencionada. El pozo ha de ser sólido
, convenientemente revestido para evitar
filtraciones y de una capacidad por lo menos

CRE — 358 — CRE
igual á tres cristalizadores. En resumen, todos
los líquidos contenidos en éstos podrán
ir á parar en corriente á dicho pozo, y á
cuyo objeto todos los cristalizadores llevan
cerca de su fondo una llave ó un orificio provisto
del correspondiente tapón.
Tomado el orujo de los depósitos ó zanjas
en que se le almacena ó conserva, se le conduce
al cilindro de destilación, cargándole por
la puerta correspondiente que se ha indicado.
Verificada la carga con arreglo á la capacidad
del cilindro, y cerrada la puerta después de
haber hecho su ajuste con banda de caucho
ó cordón de amianto (del mismo modo se
habrá verificado con la puerta de descarga),
se procede á introducir el agua correspondiente,
lo cual se efectúa mediante la llave
que comunica con el depósito refrigerante,
que de antemano ha debido llenarse. La cantidad
de agua para cada operación se gradúa
mediante el tubo de nivel que lleva el refrigerante
, dejando indicada de antemauo la altura
de la carga con los ovalillos de goma, que
pueden correrse á lo largo del tubo. Acto
continuo se procede á caldear el aparato,
abriendo la llave coi-respondiente al serpentín
inferior, que comunicará con una pequeña
caldera de vapor, y en defecto de ésta, con
una caldera de chapa ordinaria, análoga á la
de los alambiques ó alquitaras comunes. Al
comenzar la operación se abre toda ó casi toda
la llave, á fin de acelerar el caldeo hasta que
el contenido del cilindro esté próximo á hervir;
se regula la marcha de la operación sirviéndose
del robinete de aire, que se cerrará
en el momento en que comience la destilación:
llegado este caso, se acorta el paso de la
llave de vapor, regulándola de modo que el
aparato quede en su marcha regular, lo cual
indicará la salida del aguardiente más ó menos
abundante.
Mientras se ha efectuado la operación ha
debido llenarse de nuevo el depósito superior;
terminada aquélla (lo cual se averiguará por
medio de un alcohómetro de bajos grados, perfectamente
comprobado), se cierra la llave de
vapor é inmediatamente se abre el robinete
de aire, dando acto continuo salida al contenido
líquido del cilindro. A este efecto se
abre la llave que se halla al nivel del fondo
del cilindro, y por medio de tubos fijos ó movibles,
ó de una manga de goma, se hace llegar
el líquido caliente á un cristalizador, cuya
llave ú orificio inferior estará cerrado. Después
de vaciar el agua del cilindro, se riega el
orujo con el agua más caliente del depósito,
abriendo la llave superior de éste y sirviéndose
de un pequeño tubo ó manga de goma
para distribuirla con igualdad sobre el contenido
del cilindro. Si el orujo es muy rico en
tártaro, y especialmente si es enyesado, esta
operación es muy importante, dependiendo
de dicha riqueza la mayor ó menor cantidad
de agua que se emplee; toda esta agua caliente
irá tambjén á los cristalizadores. Si la duración
de la destilación fuese excesiva y se
calentara demasiado el refrigerante, conviene
también dar esta salida al agua caliente para
refrescarle. Una vez que haya salido todo el
líquido del cilindro, se abre la puerta de descarga
y se extrae por medio de un rastrillo ó
tridente el orujo destilado; se cierra de nuevo,
y se repiten por su orden las operaciones indicadas
para la destilación siguiente. Debe
limpiarse periódicamente el cilindro, levantando
y sacando las placas del doble fondo
para dejar libre de pepitas y materias extrañas
el compartimiento inferior. (La limpieza
debe hacerse también extensiva periódicamente
á los fondos del refrigerante, del
pozo y del depósito de aguas madres.) El
trabajo que se ha indicado se continúa hasta
que se hayan llenado todos los cristalizadores
disponibles, hasta cuyo momento se habrán
surtido los depósitos con agua ordinaria. En
adelante se sube á éstos, por medio de la bomba,
el agua fría que habrá en el pozo procedente
de los cristalizadores; este es el trabajo
ordinario y verdadera marcha de la fabricación,
pues en adelante no debe entrar nada
absolutamente de agua ordinaria, ó se debe
evitar á toda costa que haya necesidad de
acudir á ella.
El aguardiente flojo ó flemas puede venderse
como tales ó redestilarlas en el mismo aparato
, ó bien, y esto es lo preferible, tratarlas
en un aparato rectificador para obtener, ya
espíritus, ya anisados de fuertes grados; en
cuanto á la materia tartárica, se halla en los
cristalizadores, recogiéndose del modo que se
indica á continuación.
3. Tártaro bruto. — Las aguas calientes
que salen de cada operación se habrán descargado
en los cristalizadores, procurando
queden completamente tranquilas, una vez cerrada
la llave del tubo que las condujo. Frías
estas aguas, se las da salida abriendo la llave
ó quitando el tapón que lleva el cristalizador
cerca de su fondo; esta operación debe verificarse
de acuerdo con la cantidad de aguas
que exija la destilación, según se necesiten
para las cargas de la caldera, para refrigerar,
ó el pozo y depósito estén más ó menos llenos.
Vacío un cristalizador, se procede á recoger
con un paletón toda la materia ó barro que
se encuentre en el fondo, depositándola en
pozales ó pequeños tinos para dejarla reposar
y verter en seguida por decantación el agua
que sobrenade; acto continuo, y por medio
de un raspador, se desprenderá la materia
más ó menos cristalizada que se hallará adherida
á las paredes, haciéndola caer al fondo
y recogiéndola también en pozales. Si se había
operado con aguas madres, llegándose á
formar una película ó costra consistente en la
superficie del líquido, se habrá comenzado
por retirarla con una espumadera antes de
dar salida á éste, según se indicó al tratar de
las heces. Vaciado por completo el cristalizador,
conviene, por lo menos de cuando en
cuando, lavarle y frotarle para dejarle limpio.
Si el orujo había sido enyesado, la mayor par-

ORE — 359 — CRE
te ó todo el tártaro, se hallará en el fondo,
formando un barro suave, constituido principalmente
por tartrato calcico; si sólo estaba
parcialmente enyesado ó no había sido tratado
por el yeso, se encontrará el tártaro adherido
y en estado más ó menos cristalino, estando
formado en su mayor parte por bitartrato
potásico.
Puédese, por lo tanto, hacer una separación
aproximada de dichos dos productos, recogiendo
primero la materia del fondo, que suele
ser más abundante en tartrato calcico, y
después la separada de las paredes, que suele
ser rica en bitartrato.
Ambos productos, ó la materia total recogida
de las paredes y fondo, pueden ser secados
desde luego y enviados al mercado; pero suele
convenir lavarlos, aunque sólo sea imperfectamente,
antes de proceder al secado, á fin de
aumentar su riqueza y facilitar éste, descartando
una buena parte de impurezas.
El lavado se practica del mismo modo que
el de los cristaux de lie, indicado al hablar de
las heces. El secado es una operación mwj
sencilla, de la que, para terminar, diremos'
dos palabras.
Después de lavado el tártaro, ó inmediatamente
después de cogido de los cristalizadores
si no se quiere lavar, se procederá á secarle,
sin tenerle amontonado húmedo, lo cual le
expondría á alterarse.
El secado se efectúa en lienzos ó bastidores
formados por un marco de madera, al que se
sujeta una tela ó lienzo sin teñir; las dimensiones
generalmente adoptadas son unos 75
centímetros de largo por 50 de ancho. El tártaro
húmedo se distribuye en moderada cantidad
sobre estos bastidores.; cuanto menos se
carga es más rápida la desecación, avanzándose
más en trabajo que acumulando demasiada
cantidad de materia. Los bastidores se
tienden al sol directo, dándolos la debida inclinación
, y si no hay sol, en sitio ventilado y
no húmedo, evitando en todos los casos que
los bastidores toquen en plano ó superficie
alguna, y mucho menos en el suelo, dado que
se debe procurar que el lienzo esté al aire y
ventilado por sus dos caras; por esto conviene
mucho disponer dichos bastidores en ligeros
armazones de listón de madera, que facilitarán
notablemente esta operación, y economizan
terreno y mano de obra.
J. M. Martínez Añíbarro.
CRESCENTIA.—Género de plantas de la
familia de las Bignoniáceas. En los montes de
las Islas Filipinas se encuentra el arbolillo
Crescentia alata, B. II. et Kunt, llamado allí
Hoja cruz.
DESCRIPCIÓN.—Arbolitos de 3 á 5 metros
de alto, espontáneos en los montes de las Visayas,
con el tronco derecho, muy ramoso.
Hojas amontonadas en los nudos, de tres hojuelas
en cruz, de donde ha tomado el nombre
vulgar; las dos laterales sentadas, la del medio
peciolada y más larga, unas veces lineales,
otras en forma de cuña, escotadas en los
ápices y membranosas; pecíolos comunes, largos
y alados. Flores solitarias, pocas en número,
grandes, carnosas, de color morado sucio,
de mal olor; nacen en el tronco; pedúnculos
cortísimos. Fruto baya encarnada, dura,
globosa, que no se rompe, del tamaño de una
granada, con un aposento y muchas semillas.
Dícese que el cocimiento de las hojas de
este vegetal es un buen remedio contra los esputos
de sangre, y se usa en Tambobong. En
las Antillas se hallan las especies que siguen:
Crescentia cujide, Sprengel. Nombre vulgar,
Güira.—Hállase en los montes de la Isla
de Cuba. Es árbol de regular tamaño, que
tiene la corteza blanca, algo gruesa, separándose
fácilmente la cubierta corchosa del parénquima.
Las hojas se encuentran en el ápice
de los ramos, pegadas al tronco, y son
oblongo-lanceoladas y agudas en la base.
La madera no tiene albura; es blanco amarillenta
, de fibra recta y de fácil labra. Se
agrieta algo al sol, y se emplea en yugos y
arados. Rompe en la flexión á tronco, sin acabar
de separarse las fibras; en la tensión rompe
también á tronco, y en la torsión á lo largo.
Su peso específico es de 0,62.
De la cascara del fruto se hacen vasijas
como tazas, de las que se sirven las gentes en
el campo, llamándolas güiras, y en la Vuelta
de Abajo jigüera.
Crescentia, Sps. Nombre vulgar, Güirilla.—
Árbol de 6 á 8 metros de alto y con un tronco
de 3 á 5 decímetros de grueso, que se cría espontáneo
en los montes de la Isla de Cuba.
Su especie botánica no está bien determinada.
Tiene dicho árbol la corteza entera y reticulada,
no muy adherida al leño; su color es
blanquecino verdoso.
La madera es toda duramen, coloreada de
amarillo rojizo, con fibras reticuladas, dura y
apenas porosa. Se trabaja fácilmente. Su densidad
es de 0,78. Se agrieta algo al aire libre,
y rompe en la flexión á tronco, y en la tensión
y torsión en astilla larga, pudiéndose usar
ventajosamente en las construcciones por sus
buenas cualidades físicas.
CRESTA DE GALLO—(V. Amaranto.)
CRETA.—Es una piedra caliza á la que
acompañan con frecuencia algo de arena, arcilla
ó fragmentos de pequeños fósiles. Según
su pureza, y la cantidad y propiedades de esos
cuerpos que entran en la mezcla, así varían
sus caracteres, pero en general se distingue
por ser áspera al tacto, friable, pulverulenta
y deleznable; tizna los dedos; se deslíe casi
por completo en el agua, y cuando contiene
arcilla ofrece cierto apegamiento á la lengua.
Según Ehrenberg, observada al microscopio,
resulta que está compuesta de una parte
cristalina esencialmente mineral, y de otra
orgánica, formada por la acumulación de los
despojos de animales microscópicos tan sumamente
pequeños, que se calcula en 10 millones
los que contienen 500 gramos de creta.
Las aplicaciones de la creta son en general
bastante reducidas; en lo que más se emplea

CRE — 360 — CRE
es en limpiar metales, convertida en polvo
fino, y á la fabricación de la tiza para los encerados.
Esta fabricación es sumamente sencilla
, pues basta desleír en agua y decantar
varias veces hasta separar los cuerpos extraños
que la creta contenga, formando con el
resto, cuando la pasta adquiera la consistencia
necesaria, las barras, que es la forma de
más circulación en el comercio, ó cualquiera
otra que se desee, pues aquélla sólo depende
de los moldes que se empleen. Pero la importancia
de la creta no consiste en esas aplicaciones;
el interés de su estudio en geología agrícola
depende de formar los terrenos cretáceos.
El terreno cretáceo, el más moderno de los
secundarios, compuesto de calizas, arcillas,
margas y areniscas, ocupa en España, según la
autorizada opinión del geólogo Sr. Vilanova,
una banda que desde Figueras se prolonga por
toda la falda de los Pirineos en Cataluña,
Aragón y Navarra, paralela á la que se halla
en Francia, en iguales condiciones á la que
se une en Fuenterrabía, Estas dos bandas de
terreno cretáceo fueron separadas por el levantamiento
de los Pirineos.
En la vertiente Norte de la cadena cantábrica
aparece también el terreno cretáceo; el
de Fuenterrabía corre por San Sebastián y
Santander hasta el cabo de Peñas, y continúa
en la falda Sur de esa misma cadena otra faja
cretácea que se une en Vitoria con la de los
Pirineos. Estos depósitos cretáceos se extienden
en la parte superior del Ebro desde Reinosa
á Frías, y de Norte á Sur desde Castro-
TJrdiales hasta Oña, con un desenvolvimiento
de 80 kilómetros, destacándose un ramal cretáceo
hasta las inmediaciones de León.
Entre las provincias de Soria y la de Burgos
se destaca otra masa cretácea que descansa
sobre las rocas jurásicas de las sierras de
Burgos, y se pierde bajo los depósitos terciarios
de Castilla, se prolonga por la región
superior del Duero, vuelve al Suroeste, sigue
la sierra de Somosierra y Guadarrama, y llega
hasta cerca de Villacastín, en la provincia de
Segovia, adosándose á las vertientes de la
cadena en iguales condiciones de posición que
lo hace la de los Pirineos y costa cantábrica.
Paralela al anterior aparece otra faja cretácea
del lado Sur del Guadarrama, y paralela al
anterior, que desde Valdemoriílo se extiende
á Torrelaguna, Tamajón, próximo á Hiendelaencina,
en la provincia de Guadalajara, que
alcanza 1.600 metros de latitud.
El núcleo de la región cretácea del centro
se encuentra en la sierra de Cuenca, comenzando
en el promontorio donde está emplazada
dicha ciudad, y siguiendo al Noroeste 80
kilómetros hasta Trillo. Al Este continúa hacia
Valencia y Castellón, elevándose en Peña
Golosa á.más de 1.800 metros.
También los depósitos cretáceos se encuentran
entre los límites de Aragón y Cataluña,
formando un extenso triángulo de más de
100 kilómetros de lado.
C. Rodrifráñez.
CREVECCEUR (Aves de corral). —La
gallina llamada de Crevecatur, nombre de
una población del departamento del Oise, en
donde se encuentra en toda su pureza, es
sin duda alguna una de las mejores que se
presentan en los mercados franceses. Su esqueleto
es más ligero que el de las razas de
Houdan y la Fleche, y su carne más fina y
delicada, más blanca y más predispuesta al
cebo. Es la primera raza de Francia y una de
las mejores del mundo.
CARACTERES Y PROPIEDADES DEL GALLO.-—
Este soberbio y fiero animal, cuya cabeza está
envuelta por un largo y abundante moño,
que cae á los lados, tiene cuerpo voluminoso,
casi cuadrado y corto, y muy bien constituido
sobre patas muy fuertes; su dorso, casi horizontal
y muy poco inclinado hacia atrás; pechuga,
alas, muslos y patas bien desarrolladas;
miembros cortos; cabeza muy grande y
moñuda, con corbata; cresta doble, formada
por cuernos; carúnculas ó barbas largas y
pendientes; orejas cortas y partidas; plumazón
completamente negra en los buenos ejemplares,
y de los colores negro, amarillo y
blanco en los ordinarios.
El cuerpo es más voluminoso que el del gallo
de Houdan, y su lomo ancho; carne muy
abundante, y la capa de plumas muy cubierta,
incluso en los muslos. Su alzada en actitud
de reposo es de 45 centímetros desde la
parte superior de la cabeza hasta la inferior
de las patas; pero en la de pelea llega á 50 ó
55, según sean más ó menos cortas Tas cañas
de los muslos y las patas. Desde el lomo á la
parte inferior de éstas alcanza de 32 á 33 centímetros.
La fisonomía de la cabeza ofrece algún parecido
á la del gallo de Houdan, midiendo 8
centímetros de longitud. La cresta, en forma
de cuernos, como los de la figura 148, imprime
al gallo de esta raza la apariencia de un
diablo. Aunque determinando siempre cuernos,
varía la cresta en la abertura de éstos,
presentándose unas veces paralelos, rectos y
carnosos, y otras más ó menos abiertos, aunque
reunidos en la base, pero siempre puntiagudos.
La longitud de la cresta varía desde
5 á 8 centímetros.
Las orejas, blanquecinas, alcanzan dimensiones
ordinarias, y casi se esconden entre las.
plumas del moño. Cuelgan las carúnculas ó
barbas carnosas, que miden de 7 á 10 centímetros.
Las narices abiertas, anchas, salientes
y corcovadas. El iris color aurora, y la
pupila negra.
La caña de las patas es gruesa, variando en
longitud de 7 á 9 centímetros; ofrecen cuatro
dedos más gruesos y largos que los del gallo
de Houdan; el color de las patas afecta tintas
desde el negro al azul pizarra obscuro.
La plumazón es enteramente negra, lustrosa
y con reflejos é irisaciones bronceadas,
azules y verdes en la pechuga, y en las plumas
largas y estrechas del dorso, alas y cola.
El moño afecta color blanco algunas veces en

CR E — 301 — CRI
las plumas posteriores, que, como las anteriores,
las de vuelo y las de la cola, son sumamente
largas y rectas. Algunos gallos tienen
la pechuga y las plumas del vuelo de color
de paja.
El andar del gallo crevecoeur es grave, y
fiera su actitud. Pesa en la edad adulta de
3,50 á 4,50 kilogramos, alcanzando completo
desarrollo en alzada, peso y .calidad á los
cinco meses.
CARACTERES Y PROPIEDADES D E LA GALLI­
NA.—Cuerpo bien proporcionado y muy parecido
al de las gallinas cochinchinas, no sólo
Figura 148.—Cresta del gallo Crevecoeur
en la forma, sino también en el volumen; alzada
considerable, á pesar de lo limitado de
sus patas; cabeza grande, con moña de dimensiones
variables.
El cuerpo es más grueso que el de la galliua
de Houdan, ofreciendo, por la anchura de
su lomo, mucha analogía con los bueyes de la
raza Durham, y presentando, como ellos, amplias
superficies que rellenan masas de carne
superior y de grasa. La alzada desde la cabeza
á las patas es de 45 centímetros, y de 35 desde
el lomo al mismo sitio.
La cabeza es muy grande y bien armada.
La moña varía en dimensiones y forma, pues
unas veces está compuesta de plumas bastante
cortas, que caen poco, y dejan francos y espeditos
los ojos, mientras otras ofrecen un
tocado tan abundante, que oculta casi por
completo la cabeza y se interpone entre la
vista, hasta el punto que la gallina sólo puede
mirar á tierra. La moña presenta en muchos
casos plumas irregulares, más órnenos
puntiagudas, largas y redondas; lo que contribuye
á darle una apariencia mayor y de
forma casi esférica. La corbata es larga, grande
. colgante, y más gruesa por abajo que por
arriba. Las carúnculas ó barbas, muy pequeñas.
Las orejas, pequeñas también, blanquecinas
y partidas. Las narices y el pico como
las del gallo, y también el iris y la pupila.
La plumazón enteramente uegra, á excepción
de la moña que es negra el primer año,
un poco blanca después de la primera muda,
y más blauca en proporción que avanza en
edad. Se encuentran, sin embargo, buenas gallinas
de color gris y blancas; las primeras sou
bastante raras, y las segundas mucho más.
Las cañas de las patas son gruesas, cortas, y
de color negro y azulado intenso de pizarra.
Día—IV.
Doce gallinas deben pesar, por término medio,
36 kilogramos, ó 3 kilogramos una con
otra; pero hay algunas sobresalientes que llegan
á pesar 4 kilogramos á los dos años.
Son muy buenas ponedoras de hermosos
huevos, que pesan con frecuencia de 60 á 65
gramos, pero malísimas incubadoras, ó mejor
dicho, nulas en este sentido, como sucede á
todas las razas que invierten un largo período
de tiempo en poner; rompen no pocas veces
los huevos, y para suplir este defecto se
confían los suyos á otras cluecas de más paciencia,
constancia y afición á empollar, como
á las cochinchinas, brahma­pootra y
t\ otras. Las pollas empiezan á poner á los
fij cuatro meses, principiando en Enero.
JA Las posturas son tan abundantes como
]№ / precoces, y los huevos muy blancos.
J Es la especie en que la gallina se
W''>1 aproxima más en peso al gallo, y una
as mí
s t c a s
ym ^ e
^
* s n
'
'
7 fáciles de criar
^ de todas las gallinas francesas. Hace
muchos años que se aclimató en las
|$r costas de Asturias, desde donde nos
regalaron una soberbia pareja el año
de 1868.
D. Navarro Soler.
CRÍA CABALLAR.—I. CONSTANTE AN­
HELO DE FOMENTAR LA CRIA CABALLAR. Eli
el artículo Caballo hemos expuesto lo que
conceptuamos parte principal del animal, considerado
en sí mismo; en éste vamos á estudiarlo
colectivamente en sus relaciones con
la legislación española, para investigar las
causas de su decadencia y deducir el modo
genérico de que su cría sea útil al ganadero
y provechoso su servicio á la sociedad. De
paso advertiremos que al exponerla doctrina
hemos de repetir algunos argumentos empleados
en informes que hemos tenido el honor
de redactar en nombre de Juntas establecidas
de Real orden. La situación ecuestre es la
misma; nuestra opinión no ha variado; ¿qué
mucho que se parezca el razonamiento?
Cuando los reyes españoles, terminada la
reconquista, pensaron en regularizar la administración
del Estado, uno de sus primeros
y más constantes cuidados fué atender á que
prosperase en número y calidad la producción
ecuestre. Medidas de diversa índole, y todas
de importancia, se han dictado en todos tiempos
con aquel fin, y bien puede asegurarse
que si el sentido económico y la organización
de los medios empleados, constituyendo sistema,
hubieran correspondido al buen deseo,
tendríamos que registrar continuos adelantos
en vez de constante decadencia.
No es nuestro propósito trazar la historia
crítica de la legislación española relativa á
este asunto, pero bueno es que demos cuenta
de las disposiciones principales, para que se
tenga idea clara y precisa, tanto del deseo de
proteger la cría caballar, como del errado camino
seguido por los monarcas para conseguir
su propósito.
La protección empezó á mediados del si­
24

CRI — 362 — CRI.
glo xiv, á causa de los robos de que erau
objeto los ganaderos de yeguas, de parte de
los gitanos y otras gentes de mal vivir; pero
hasta mediados del siglo xvi no empezó á
regularizarse el apoyo oficial á la cría. Daremos
cuenta de algunas disposiciones, á fin de
que se tenga idea del empeño con que se ha
procurado su fomento, aunque no se haya
acertado en los medios empleados para conseguirlo.
Felipe II, en Octubre de 1562, encargó á
los corregidores todo lo concerniente al examen
de los caballos que habían de servir de
sementales, á la distribución de pastos y excitación
á los ganaderos para que se dedicasen
á sn cría. Entre otras cosas, decía el monarca:
ccy los dichos nuestros corregidores, cada uno
en su jurisdicción, haga juntar los regidores
y oficiales del regimiento, y llamar persona
que tenga practica y noticia de estas cosas, y
entre todos platiquen qué forma y orden se
puede tener para que la casta de los caballos
se conserve y aumente, asi en número como
en vondad, y hagan cerca dello las Ordenanzas
que les pareciere, y las envien al Nuestro
Consejo para que se provea lo que convenga».
Felipe IV encargó en 1659 la cría caballar
á una Real Junta de caballería, que fué formada
de nuevo eu 1725., compuesta de generales.
El clero ha intervenido también en el fomento
de la especie. El ministro D. José
Patino refrendaba en 17 de Noviembre de
1734, en San Lorenzo, la Real orden siguiente:
«limo. Sr.: Con la ocasión de estarse ejecutando
en Andalucía la remonta general de
la caballería y dragones de cuenta de la Real
Hacienda, se han experimentado notables defectos
y descuidos en la observancia de lo
resuelto para la conservación de los caballos,
su aumento y seguridad de buenas razas, de
que resulta al servicio el correspondiente
daño; y queriendo el rey recurrir al remedio,
me manda remita á V. S. el adjunto papel,
donde la práctica de los oficiales exponen lo
que han visto ó adquirido por noticia en la
Andalucía, para que examinando V. S. los
inconvenientes, pueda disponer las providencias
que considere necesarias al fin de tener
caballos de calidad y con abundancia; en inteligencia
de que por ambos defectos hasta
ahora, dispensando mucho, no se ha fenecido
la compra de los 1.500 caballos, habiéndose
permitido que tomen los de tres años hechos
por la precisión de aumentar el número, no
obstante de que consta en las relaciones de
registro dadas á la Junta, sobre cuyo importante
asunto me avisará V. S. lo que dispone,
para noticiarlo á S. M. Dios guarde á V. S.
muchos años como deseo.—Josef Patino.—
Sr. Obispo de Málaga.»
Fernando VI, en la Ordenanza de intendentes
corregidores de fecha 13 de Octubre
de 1749, de carácter más bien económico,
encomendaba á los mismos el cuidado sobre
la conservación y aumento de la cría de caba­
llos. «Cuidarán, decia, los intendentes corregidores
de que se conserve y aumente la cria
de caballos generosos y de casta escogida,
porque de ello no solo resulta la común utilidad,
sino es muy particular conveniencia á
mi servicio, por lo que conduce ala fuerza de
mis reinos, la facilidad de remontar mis tropas
y habilitarse los naturales en el uso y manejo,
y á este fin les ordeno y mando cuiden de que
se cumplan y ejecuten precisamente las Reales
órdenes é Instrucciones que tengo dadas, y
que por la via correspondiente me den cuenta
de lo que conviniere adelantar para su logro.»
Las medidas protectoras no se limitaron á
las que podemos llamar de organización, sino
que se extendieron á la concesión de privilegios
exorbitantes y á intervenir en la administración
privada de la industria.
En 9 de Noviembre de 1754 se permitió
que llevase cada rebaño de 1.000 cabezas 7
yeguas, con la condición que los jacos fuesen
capones. Con igual fecha se dispuso que si las
hierbas que tenían no fuesen á propósito, el
ganado caballar fuese conducido donde conviniere.
En 13 de Enero de 1770 se prohibió que
entrasen con las cabanas potro serrano entero,
ni más de 7 yeguas de carga, para evitar
que la especie se bastardease en Andalucía,
Murcia y Extremadura.
Por diversas disposiciones legales, compiladas
en !a Real ordenanza de 1775, se eximió
á los criadores de ser prendados por deudas,
á los pastores de ser incluidos en sorteos de
quintas ni presos por denuncia, ni ejecutado
el ganado y los pastos en que estuviese, por
falta de pago de las contribuciones.
En 8 de Septiembre de 1789 se mandó proveer
de pastos y rastrojeras gratuitamente al
ganado caballar, dándole preferencia á los
demás ganados en los arrendamientos.
Desde la Ordenanza de 1790 se pagaba del
fondo de propios el coste de caballaje á los
criadores que tuviesen menos de 20 yeguas.
Los pastos y rastrojeras se señalaban á los
caballos sin coste en los baldíos y tierras de
aprovechamiento común.
A más todavía se extendió la acción oficial:
á organizar el fomento, dando mil formas al
servicio y variando de plan, según se veían
fracasados los medios antes en práctica. Para
enseñanza de hoy conviene recordar la legislación
española sobre esta materia.
La Real cédula de 8 de Septiembre de 1789,
que recopila los privilegios que venían publicándose
desde Felipe lí, dice en su artículo
3.°, entre otras cosas:
«AÍ criador que tenga 12 ó mas yeguas de
vientre propias, ó 3 caballos padres aprobados
para la monta por tiempo de tres años
continuos, no se le prenderá por deudas, á
menos que no sean por rentas ó derechos pertenecientes
á mi Real Hacienda, y será libre de
huéspedes, alojamiento (que no sea de mi familia
ó Casa Real), repartimiento de trigo,
paja, cebada ú otros bastimentos, carros y

CRI — 363 — CRI
bagajes para el servicio de mi ejército, aunque
sea de mi Real Casa ó sus proveedores,
tutela, curaduría, mayordomía, depósito, propios
y cobranza de bulas, levas, quintas y
sorteo para el servicio y reemplazo de mi
ejército ó de las milicias. El que tenga 4 yeguas
ó 2 caballos padres será libre de alojamiento
y huéspedes, levas, quintas y sorteos
para la tropa y milicias, y el que tuviere 3
yeguas ó un caballo padre será libre de alojamiento
y huéspedes, y podrá, como los anteriores,
usar de pistola de arzón cuando montare
á caballo.»
El artículo 4." añade:
«Los guardas, mozos y sirvientes empleados
para la custodia de las yeguas, caballos padres,
potros y sus pastos tendrán el mismo
privilegio en cuanto á sus personas que sus
respectivos amos, con tal que estén reseñados
por la justicia del distrito donde sirvieren
seis meses antes de la publicación de la quinta,
leva ó sorteo para el reemplazo del ejército ó
milicias, y no podrán ser presos por las causas
de denuncia, respondiendo para las penas
con sus bienes ó con los de sus amos.»
Del artículo 9." merecen ser conocidos los
siguientes párrafos:
«La elección de pastos en dominio privado
se ha de excusar hacerla en las tierras de labor,
siempre que pueda verificarse en las de
pasto á poca distancia de su propio término, en
el de los pueblos inmediatos donde las haya de
esta clase, y se arrienden ó vendan á forasteros,
para lo cual tendrán privilegio de preferencia
á otra especie de ganado la de yeguas y potros,
y ha de tener efecto, sin embargo de
cualquiera litigio movido ó que se moviere
contra el señalamiento, pues hasta sus resultas
han de disfrutar de él los criadores, con
sns yeguas ó potros.»
«Para evitar los perjuicios que suelen experimentar
las yeguas en el tiempo de la trilla,
y horas de suelta y descanso, ó por destinarlas
á este trabajo en sus propios pueblos, á
mucha distancia de sus dehesas y rastrojeras,
ó en pueblos distintos á donde sus amos las
envían para dicha faena, se encarga muy particularmente
á las justicias no impidan que
en las mencionadas horas, durante el tiempo
de la trilla, pasten y descansen las yeguas en
los rastrojos, ribazos ú otros terrenos cercanos
á las parvas, y en los que se hayan criado
las mieses que beneficien; y cuando por arbitrio
ú otro motivo se vendiere la espiga y
rastrojera de dichos terrenos, ha de tenerse en
consideración dicho disfrute de las yeguas.»
«Si el número de yeguas y potros fuere
muy corto para hacer señalamiento, podrá
proporcionárseles acogida en los de los pueblos
inmediatos, pagándose del caudal de propios
lo en qne se ajustare por cada cabeza.»
Nuestro objeto con estas citas no es otro
que hacer ver en qué manera las circunstancias
se imponían en lo antiguo, como se imponen
hoy, eii el ánimo de los Gobiernos,
para que procurasen de un modo especial, y
con medidas extraordinarias, el fomento de
este ramo de producción, que es más que una
fuente de riqueza, una gran fuerza nacional.
Una nueva reforma sufrió la Delegación de
caballería del reino en 23 de Septiembre de
1796. Decía el monarca «que había tenido ó.
bien separar del Consejo esta Delegación, aunque
toiuy satisfecho del celo y acierto con que
habia desempeñado este encargo; pero considerando
que la multitud de negocios de otra
clase que ocupaban incesantemente sus desvelos
no le permitían dedicarse á este con toda la
INTENSIÓN que exigía su importancia, la cometía,
con la dirección de la Escuela de Veterinaria,
á una Junta que se creaba, compuesta
del teniente general D. Luis de Godoy, presidente».
La Junta creada en 1708 pudo servir de
base á la reforma, porque verdaderamente es,
la que, por su índole, más semejanza tiene
con las organizadas en estos tiempos. Se le
confirieron atribuciones propias de fomento,
y sus disposiciones tenían carácter general.
Lástima es que la significación de la persona
que se puso al frente y los tristes acontecimientos
que sobrevinieron impidiesen su desarrollo
, pero al fin queda una lección de su
existencia: la de que no hay otro medio para
conseguir, en bien de la cría caballar, el fin
que todos nos proponemos.
Poco á poco, aunque por intervalos, se fué
regularizando, y ya en 1828 fué publicado en
Sevilla el siguiente edicto:
«El coronel de caballería D. Mariano Mantilla,
etc.
»Hago saber: Que el Supremo Consejo de
la Guerra, deseando por todos medios que se
cumpla lo mandado por el rey Nuestro Señor
(q. D. g.) en favor del restablecimiento
y fomento de la cría de caballos, determinó,
con anuencia de S. A. R. el Sermo. Sr. Infante
D. Carlos María, su vicepresidente, que
se trajesen algunos caballos enteros de Normandía,
de castas escogidas, con objeto de
que sirvan para padres, cruzándolos con las
razas de los de España. Que éstos se pongan
á cargo de los visitadores del ramo en varias
provincias, para que, colocados en un depósito
bajo su vigilancia y cuidado, puedan cubrir
las yeguas de los que quieran prestarse
á este ensayo, sin derecho ni estipendio alguno.
Que los potros procedentes de estos caballos
se les compren á la edad de año y medio,
á precio convencional y dinero contante por
dicho Supremo Consejo. Que se críen en una
dehesa hasta la edad en que puedan prestar
servicio; y habiéndome entregado tres caballos
con este objeto, lo manifiesto al público
para que los criadores que quieran disfrutar
de este beneficio se presenten en las casas de
mi morada, que son calle de San Pedro Mártir,
número 29, desde el (lia 1." del próximo
mes de Marzo en adelante, entendidos de
que las yeguas á que se han de echar los caballos
serán de buena casta, alzada y anchura
correspondiente; que las han de traer al sitio

CRI — 364 — CRI
que yo señale, según previene la Real instrucción
que se me ha remitido por dicho Supremo
Tribunal, y de que instruiré á los interesados.
Y para que llegue á noticia del público
he dispuesto se fije el presente en los sitios
acostumbrados de esta ciudad y se inserte en
el Diario.
sSevilla 9 de Febrero de 1828.—Mariano
Mantilla.—Por mandado de S. S., Francisco
Miguel de Eguilar, secretario.»
Como se ve, las leyes protectoras de la cría
caballar han sido numerosas, pero todas ineficaces,
porque otras neutralizaban sus efectos
, como vamos á demostrar.
II. DISPOSICIONES LEGALES CONTRARIAS AL
FOMENTO B E LA CRIA CABALLAR.—Que todos
deseaban el fomento de este ramo de producción,
es indudable; pero que los errores económicos
á que rendían culto eran causa de que
jamás se realizasen sus buenos propósitos, es
no menos evidente. ¡Qué absurda centralización!'¡Qué
ingerencia administrativa tan desastrosa!
¡Qué desacierto tan continuo sobre
los fines de la reforma! Hubo leyes de fiscalización
que la hacían molesta y odiosa por
todo extremo; las hubo que destruían el germen
del estímulo, poniendo trabas absurdas
al tráfico, y las hubo que convertían la cría
de caballos en un verdadero castigo. Citaremos
algunas leyes por vía de ejemplo, para
-que no se tengan por exagerados nuestros
juicios.
Leyes fiscales.—Al vender los potros, que
no podía ser antes de cumplir tres años, era
preciso al ganadero participarlo á la justicia,
bajo la pena de 50 ducados. El comprador, si
era forastero, estaba obligado á tomar una
guía y afianzar de presentar la tornaguía de
donde iba á parar el potro; de no hacerlo era
tratado como extractor á provincia con las
cuales la contratación de caballos no era permitida.
Si el potro fallecía, debía dar cuenta, manifestando
la piel en fresco. En caso de no hacerlo
se le imponían las penas de extractor.
Bajo la pena de 100 ducados estaba obligado
á marcar los potros al tiempo del destete
y cortar dos dedos de la oreja derecha de las
potrancas.
Si los potros estaban un día más de los dos
años de edad con las yeguas, se imponía 50
ducados de pena al ganadero, y otros 50 si
permanecían en la dehesa más de cuatro años.
Otras muchas disposiciones de carácter fiscal
podríamos citar parecidas á éstas, pero no
las juzgamos necesarias, para probar que los
legisladores hacían imposible la cría después
de las dos indicadas en último lugar.
No puede, en efecto, llegar á mayor grado
el absurdo económico que obligar á los ganaderos
á sacar en época fija los potros de las
dehesas, sin darles los medios necesarios para
•el amarre.
Leyes contra el tráfico.—La ley 1. a
, libro
XXX del Ordenamiento de Alcalá, con-
'firmada por varios monarcas, y últimamente
por D. Fernando y Doña Isabel, pragmática
de 15 de Octubre de 1499, es como sigue:
«Tenemos por bien que cualquiera que sacare
caballos, ó rocin., ó yegua, ó potro fuera
de nuestros reinos, quier sea Alcayde ó
Merino ó otro Oficial, ó otra qualquier persona
de qualquier cualidad ó condición que sea,
pierda lo que de lo susodicho sacare, y todos
sus bienes, y muera por ello; y lo mismo
haya lugar sacando muía ó mulo, ó muletos
ó muletas, grandes ó pequeñas, asi de freno
como de albarda y cerriles: y que la dicha
pena haya lugar contra el que sacare, aunque
sea caballero, ó escudero hijodalgo. Y" mandamos
que si los dichos Alcaydes y personas susodichas
sacaren los dichos caballos y bestias
ágenos para los poner en salvo, á los que los
sacan y á los sacadores, que hayan la misma
pena de muerte y perdimiento de sus bienes.»
Otra ley prohibía vender, trocar, dar ni
mandar á extranjero del reino bestias caballares
y mulares.
Yéase otra disposición de fecha más reciente:
«Igualmente prohibe S. M. la saca de potros
para el reino de Valencia, á menos que tengan
cinco años y se reconozcan defectuosos al
real servicio, con la misma pena que queda
expresada á los extractores. Participólo
á V. S. de su Real orden para que se halle en
esta inteligencia. Dios guarde á V. S. muchos
años. El Pardo 24 de Febrero de 1766.—El
Marqués de Squilace.D
Don Enrique II, en 1377, dictó leyes que
fueron confirmadas por varios monarcas, y últimamente
por D. Carlos I, en 1534, del tenor
siguiente:
«Tenemos por bien que ninguno de nuestro
Señorío ni fuera del, dentro de las 12 leguas
de los mojones no pueda vender, ni dar,
ni trocar, ni mandar en su testamento bestias
caballares y mulares á otro hombre fuera
de nuestro Señorío, y defendemos á todos los
de fuera de nuestro Señorío, que los no compren,
truequen ni resciban por donación, ni
por testamento, ni por otra manera, y cualquier
de los de nuestro Señorío que contra
esto hiciere, que pierda el caballo, ó rocin, ó
yegua ó potros, ó bestias mulares que desta
guisa enajenare, y la mitad de sus bienes, y
muera por justicia, y los de fuera de nuestro
Señorío que contra esto ficieren hayan y les
den la misma pena de muerte, y les tomen
quanto tuvieren.»
Excusado es que nos esforcemos en hacer
patente lo absurdo de estas disposiciones, tanto
en lo que ordenaban, como en las penas que
imponían, bastando la simple lectura para
comprender la imposibilidad que había de
que la cría caballar prosperase. Pero aún había
otras más censurables bajo este concepto.
Leyes arbitrarias.—Don Carlos II, por resolución
de 30 de Abril de 1669, disponía lo
siguiente:
«De aqui adelante se echen á las yeguas
buenos caballos, escogidos avista de las justi-

CRI — 365 — CRI
cías de dicha ciudad, y de cada uua de las
ciudades, villas y lugares de dicho reino; so
pena que el que echare yeguas á caballos sin
ser primeramente escogidos, vistos y reconocidos
ser tales, pierda las yeguas, y mil maravedís
mas de pena, aplicados en la forma que
disponen las dichas leyes.»
Don Fernando VI, por Real cédula de 21
de Febrero de 1750, obligaba á los dueños de
paradas á mantener en cada puesto lo menos
cuatro sementales de la marca de siete cuartas.
Don Carlos IV, por resolución de 5 de Febrero
de 1798, dispuso lo siguiente:
«Para proporcionar que haya en los pueblos
caballos padres para las yeguas sueltas, ó de
criadores de corto número, con el menor gravamen
posible del fondo de sus propios, ninguna
persona podrá en adelante mantener garañon
de monta, aun sin parada pública, y para
el uso de sus yeguas, á uo ser que mantenga al
mismo tiempo caballo padre; y los que tuvieren
más que un garañón, habrán de mantener
precisamente por cada dos garañones un
caballo padre, con la obligación de franquearlos
para la monta de las yeguas sueltas que
tuviesen cabimiento después de servidas las
del dueño particular.»
Asombra que en tantos siglos los legisladores
no llegasen á comprender el principio
económico que sirve de base á la prosperidad
de la riqueza pública, y.que á pesar de sus
buenas intenciones, permaneciese ofuscado su
espíritu por la más completa ignorancia.
Todas estas leyes, atentatorias al principio
de libertad individual en el manejo de sus intereses,
único saludable para la prosperidad
de toda industria, fueron por todo extremo
irritantes, y tan insoportables que los ganaderos
forzosamente tuvieron que abandonar
la caballar.
La sustitución del criterio del ganadero por
el del legislador fué de efecto tan desastroso
que un autor decía en un informe al rey:
«Confinados en esta provincia los caballos,
y por la mucha afición que entre los españoles
habia en todas las demás á su ejercicio, se
aumentó en ella el consumo, porque no se hallaban
en otra parte (época digna de notarse
por V. M. para lo que convenir), y asi, trayéndoles
cuenta á los andaluces, criaban muchos
muy buenos, sin ordenanzas que no las
habia, ni registros, ni mas formalidades, ni
multas, ni ocasión de que se les siguieran
gastos á los vecinos, como se les siguen de los
otros ganados, que cada uno cría, vende ó
compra libremente y á sil voluntad, según le
acomoda.
»Pero se mudaron las costumbres como los
trajes, y cambió de rumbo la galantería, que
hacia que todos los caballeros tuviesen caballos
comunmente, y picaderos en todos los pueblos
de las capitales y cabezas de partido, y no
consumiéndose mas el género sino por militares
de los cuerpos de caballería, ni trayendo
cuenta á los andaluces criarlos por la mayor
decadencia que se experimentó, sin duda
se establecieron ordenanzas que bien se concibió
la dificultad de que no se corrompiesen
cuando se llenaron de privilegios; pero como
al mismo tiempo lo están de sujeciones que no
tienen los demás ganados, y que dan mas lucro
al °, ue
los cria, fue este el punto en que
persuadido el Gobierno superior del acierto,
se puede decir que decretó aquella destrucción
misma que se proponía evitar.
»Es menester estar en que las mejores providencias
para un fin, dadas por la superioridad,
se barrenan y convierten en perjudiciales
cuando de su observancia no se le sigue
algún lucro al vasallo, ó cuando por ella se le
estorba otro mayor que puede lograr por su
albedrio y sin sujeciones, siendo esto lo que
está sucediendo en el dia en toda Andalucía.
Se nace un potro al criador, y si en aquel
dia necesitase de 20 reales no encontrará
quien se los dé por él, en atención á su inutilidad,
ni á el año ni á los dos años (exceptuándose
por ahora los regimientos), en cuyo
tiempo debe ser ganado yeguar, deben actuarlos
de oficio, buscan el menor descuido del
criador, á veces tan frivolo, como si la oreja
de la yegua está medio dedo cortada de menos
ó no para exigirle la multa de 100 ducados,
con que se aburre y no quiere continuar
con este ganado, deshaciéndose de las yeguas
en cuanto no las necesita para la trilla,
como ya va no necesitándolas, y como no las
necesitará dentro de breves años, porque se
introduce en Andalucía trillar con trillos, y
con muías y machos.»
III. ERRORES DE LOS TRATADISTAS SOBRE
EL MODO DE DESARROLLAR Y MEJORAR LA ESPE­
CIE.—Se advierte al estudiar la historia, con
relación á la cría caballar en España, que no
hay circunstancia que no tienda ó contribuya
á su desmedro. Hemos examinado el espíritu
contrario de la legislación; veamos ahora el
de los tratadistas hípicos y el dominante en
la sociedad entera, inclusos los ganaderos, de
cuyo estudio deduciremos, para ser justos, que
si el origen del mal estaba, como está hoy, en
el error de todos, no hay razón para culpar
de él á clases determinadas, como no la habría
para buscar el remedio en el concurso 6
en el apoyo de un elemento social aislado.
Los tratadistas de más reputación no han
acertado jamás á dar un buen consejo sobre
la materia, y los ganaderos, completamente
extraviados en sus ideas, nunca han sabidobuscar
individualmente, ó asociándose, la salvación
en sus propios recursos, limitándose en
sus desastres y desfallecimientos á pedir sin,
cesar franquicias y privilegios, que eran un peligro,
cuando no la ruina de otras industrias.
Cuando el mal de la ganadería caballar fué
tan grande que se juzgó por todos de urgente
necesidad el remedio, ¿á qué causas atribuían
la decadencia, y qué remedios proponían
para evitarla?
Forzoso es decir que no hubo uno solo que
acertase en esto, que era entonces, como lo es.
hoy, lo más importante.

ClU — 366 — CRI
Citaremos algunos ejemplos.
Don José de Arcos y Moreno señala como
causa principal de decadencia, «la prohibición
de sacar caballos que se hizo precisa con el
motivo de la guerra contra los sarracenos, lo
cual, dice, dio lugar á que faltara el comercio
tan lucrativo con los extranjeros, de aquella
grande abundancia de caballos que celebran
las historias».
No es posible negar el influjo pernicioso de
las leyes prohibitivas en el progreso de las
industrias, y ya hemos manifestado nuestra
opinión sobreesté punto; pero ese, que es un
motivo de ruina, no es su causa eficiente;
como prueba de ello basta indicar que la libertad
de exportación existe hace muchos
años, y sin embargo no ha variado nuestra
situación ecuestre.
Los tenientes generales Marqués de Pozo
Blanco, D. Juan de Cereceda y el Marqués
de liuehena dicen en un discurso sobre el
menoscabo del cuerpo de caballería del ejército,
«que estriba en la falta de pastos comunes
y separados para yeguas y potros, siendo
raro el pueblo que los tiene acotados, y sólo
se señalan por providencias y carecer los particulares
que no tienen dehesa propia, del beneficio
en que estriba la facilidad de tener
yeguas».
Otros hipólogos han manifestado la misma
opinión, alguno de ellos en fecha muy reciente.
¿Qué tiene que ver el adehesamiento común
con la mejora de las razas hípicas? ¿No es,
por el contrario, un motivo de abandono en
los ganaderos el pastoreo comunal? Es indudable,
y así lo proclama la razón y lo acredita
la experiencia.
Para que un criador atienda con la debida
solicitud á todo lo que constituye la organización
administrativa de una empresa rural,
agrícola ó pecuaria, ha de ser por necesidad
dueño absoluto y exclusivo para la dirección
y para el disfrute. Si no dispone de la dehesa,
¿cómo ha de calcular el número de animales
que la han de pastar para que estén bien mantenidos?
¿Y cómo sin alimentación suficiente
y regular ha de mejorarse en el grado posible
la calidad de una raza, y estando en lucha continua
con los convecinos para el disfrute á
diente de las hierbas, ha de aumentarse numéricamente
el ganado en la cantidad indispensable?
No hay un solo criador en ningún país que
se haya hecho célebre por haber perfeccionado
una raza, que no disponga de la dehesa,
sin género ninguno de condominio.
Los Sres. Pascual y Casas, profesor aquél
y director éste de la Escuela de Veterinaria
de esta corte, atribuyen la decadencia á la
falta de mercado. Véase cómo se expresan:
«Una de las causas principales de la decadencia
de la cría de caballos consiste absolutamente
en su escasa y mala venta, pues en
la industria rural, lo mismo que en la fabril,
Jo difícil no es producir, sino vender; y como
no se puede fomentar una fábrica sino facilitando
la conveniente venta de sus productos,
tampoco se puede fomentar ningún ramo rural
sin facilitar la de los suyos. Si se quiere
fomentar la cría de caballos, hay que proporcionar
á los que emplean en ella sus capitales,
las justas ganancias que les son debidas, y en
vez de huir los capitales de ella, la buscarán,
porque los capitales buscan los réditos.»
Somos de dictamen de que estos autores
equivocan la causa con el efecto. Falta ciertamente
el mercado; pero, ¿por qué falta?
¿Quién proporcionará la ganancia debida al
ganadero? Esto es lo que se debe explicar para
que resulte utilidad eu la práctica, y esto es
lo que no dicen los autores citados.
Por último, casi todos ellos y algunos más
de época más reciente, y más ó menos famosos,
fijan como causa principal de la decadencia
del ganado caballar la prosperidad de la industria
mulatera.
Esta opinión ha sido tan general y arraigada
, que ha llegado el caso de proclamarse sin
contradicción, como principio inconcuso, que
la cría mular y la caballar son antitéticas en
un estado; que no es posible la prosperidad
de ésta eu tanto que aquélla sea tolerada.
(V. Muías.)
Juzgamos de primera importancia hacer de
este resultado algunas deducciones íntimamente
relacionadas con la cuestión que se debate.
El legislador se ha esforzado durante
siglos, aunque por medios equivocados, por la
conservación y mejora de la cría caballar; y
tenido vivo empeño por el exterminio del ganado
mular, ¿por qué no ha logrado contener
la decadencia de aquélla ni conseguir la desaparición
de éste? La ciencia económica nos
da explicación de estos hechos, al parecer contradictorios.
El ganado caballar no ha prosperado
porque el criador no hallaba utilidad
en la cría; el ganado mular no ha desaparecido
porque el agricultor y el trajinante tenían
necesidad, impuesta por la familia y por el
Estado, de cultivar los campos y transportar
los productos, y no hallaban animal que reemplazase
ventajosamente á la muía.
He aquí explicado el error del sistema antiguo;
he aquí enunciado el fundamento del
sistema que ha de seguirse en lo sucesivo. Si
para el ganadero hubiese habido utilidad, ese
estímulo le habría impulsado á coadyuvar á
los propósitos del poder público, sobreponiéndose
á las restricciones legales; si al propietario
terrateniente se le hubiese ofrecido, en vez
de la ínula, un caballo más fuerte que ella
para el arrastre y más resistente en el trabajo,
es decir, un instrumento motor de mejores
cualidades, de seguro lo habría preferido
sin necesidad de leyes penales, inducido por
su propia conveniencia. Mas resistía y resiste
aún tenazmente el reemplazo, porque á cambio
de un animal sobrio, rústico y duro, se le ofrecía
y se le ofrece otro inservible para las faenas
rurales, por más que sus atributos de gallardía
y ostentación le mereciesen grandes alabanzas.

CKI — 367 — C1U
Pruébalo expuesto, sin que quede género de
duda á nuestro parecer, que es preciso seguir
rumbos nuevos para que la cría caballar prospere
en España. Desdicbada es la herencia
que hemos recibido de.nuestros mayores; sería
imperdonable contumacia en nuestro daño,
adoptar y repetir hoy los juicios y disposiciones
condenadas en ellos por el irrebatible argumento
del resultado.
IV. CAUSA DE LA DECADENCIA DE LA CRIA
CABALLAR E.\ ESPAÑA, Y GRADO DE SU POSTRA­
CIÓN y ATRASO.—.Fuera de estas leyes, había
una causa primordial que impedía el auge de
la industria ecuestre; causa que palpitaba lo
mismo en las disposiciones que tendían directamente
á protegerla, que en las medidas que
indirectamente la atacaban. Era no ver jamás
en el caballo un motor vivo, un elemento de
trabajo. El legislador, efectivamente, lo apreciaba
como recurso de distracción de la nobleza,
ó por su necesidad para la organización
del ejército. Nadie lo consideró como producto
fabricado ni como agente de producción;
nadie, por consiguiente, lo sometió en la protección
ni en la cría á los principios económicos
que deben servir de base, á todas las
industrias, y se refieren al mercado, al capital,
al interés, al trabajo, á fin de que haya
siempre utilidad para el dueño, para el adquirente,
para el Estado en general.
En las antiguas leyes, lo mismo que en los
informes emitidos en diversas épocas, é igualmente
que en las obras principales sobre la
especie, se habla del caballo de raía, del caballo
fino, es decir, del de silla, propio por su
alzada y vigor para soportar las fatigas militares.
Pero el caballo de silla, en todos los usos
á que se destina, es el que tiene menos relación
cou las presentes necesidades sociales,
y atender á él casi exclusivamente, como si
fuera la única ó la principal base de la producción,
equivale, como se ha hecho siempre
y ahora mismo se hace, á invertir los términos
de fomento, protegiendo la raza de utilidad
accidental limitada, y abandonando ó
posponiendo las de utilidad permanente en las
naciones, las que marcan en la riqueza pecuaria
un elevado grado de progreso.
Inconvenientes económicos de la cría caballar.—Atentos
todos-, tratadistas, legisladores
y ganaderos, á las causas próximas y á los
efectos inmediatos, jamás comprendieron la
cuestión en su totalidad; y desconocido en su
origen el mal, y carecieudo de un fin comprensivo
y sintético, al dar unos consejo, faltábales
la regla que ilumina y el argumento
que convence; al procurar otros el fomento,
sacrificaban los derechos más sagrados á un
interés transitorio; y al intentar los últimos
la reforma, pugnaban con la razón, que podía
hacerla grandemente beneficiosa para sí,
y no menos fecunda para el Estado. Terrible
fué la consecuencia: accidentes hípicos sin
valor, ocupando en la opinión pública el lugar
correspondiente á las bases fundamentales de
la perfección; excitaciones incesantes áseguir
caminos tortuosos y sin término ventajoso
para nadie; leyes diametralmente opuestas á
los intentos de quien las dictaba; la ofuscación
y el absurdo disputándose el imperio en las
esferas de la teoría y de la práctica ecuestre.
Por desdicha del país, vivimos aún bajo ese
funesto imperio; mas si por sentimiento de
justicia se pueden excusar errores de tiempos
pasados, comunes á todos los pueblos, por
deber de recta severidad es preciso condenar,
sin atenuar la culpa, á los que en los tiempos
presentes participan de aquellos errores, ó no
obran, por abandono, con arreglo á las verdades
aprendidas.
La industria caballar obedece en las vicisitudes
de su existencia, y hasta en su existencia
misma, á las leyes económicas, pues el imperio
de éstas es absoluto en todas las esferas
en que se ejercita la actividad humana. Infringirlas
vale tanto como buscar la perdición;
acatarlas equivale á ponerse en el camino de
la riqueza.
El fundamento de estas leyes es el interés
del individuo, fuera del cual no hay verdaderos
estímulos parala aplicación, ni camino
llano y seguro para alcanzar el acierto.
No es posible establecer de un modo permanente
empresas de ningún género sin el
aliciente de la utilidad; y, por el contrario,
cuando ésta remunera suficientemente la inteligencia,
el trabajo y el capital empleados,
el hombre hace verdaderos prodigios, pareciendo
como que multiplica su poder en el
dominio de los medios de que se vale.
La cría caballar en España no ha sido remuneradora
para el ganadero por las causas
que expondremos, y la consecuencia natural
ha sido su postración. En vano se le ha excitado
unas veces exponiendo el agrado con que
el monarca vería que se consagraba á tal industria,
y otras estimulándole en nombre de
la patria. Si la empresa era ruinosa, el agrado
del monarca no era bastante razón para
el sacrificio, y el interés de la patria no podía
fundarse en la pérdida del ganadero, pues ni
la patria es rica cuando son pobres los ciudadanos,
ni nunca éstos la sirven mejor que
cuando crean elementos de prosperidad, haciendo
productivo su trabajo.
Esta falta de interés del ganadero en la
cría caballar procedía de dos causas muy distintas:
una era la condición misma de la especie,
menos económica que la de las demás, y
otra el espíritu restrictivo y opresor de la legislación
hasta tiempos muy recientes.
Se comprenderá la causa primera con sólo
considerar que el caballo es sólo un motor, en
tanto que el buey es un motor también, y
además constituye un artículo de consumo de
primera necesidad, y la oveja, que no es instrumento
de transporte, sirve para satisfacer
dos necesidades de la vida: comer y vestir. Se
concibe la familia sin el motor, pero no sin
estos recursos de subsistencia.
Por eso se advierte como un hecho general

CRI — 368 — CRI
que á medida que crece la población humana
ocupa mayor espacio de terreno el cultivo
agrícola, que provee directamente al alimento.
Aun en iguales condiciones, el ganadero prefiere
indistintamente las especies de consumo
á las de arrastre, porque mientras éstas no le
ofrecen más medio de ganancia que la venta,
casi siempre dificultosa, aquéllas, gracias á
sus esquilmos, son un recurso de utilidad
diaria, y las reses, desde el momento que
nacen, tienen abiertas para la contratación
las puertas del mercado.
La cría del caballo tiene para el ganadero,
además, otros dos grandes .inconvenientes:
uno es la gran desigualdad del precio del macho
y de la hembra, y,otro la lentitud de su
desarrollo, los riesgos que corren, y los gastos
y cuidados que requieren los potros hasta
que se ponen aptos para el servicio.
Y no paran con la doma las dificultades
económicas de la cría del caballo para el ganadero.
La época de amarre aumenta para él
los gastos en gran manera. Son tantas las que
le ofrece la conservación de los potros desde
la edad de cuatro años, que se puede asegurar
que para los pequeños y medianos granjeros
son una verdadera causa de ruina; lo es
continuar sosteniéndolos en la dehesa, y lo es
mantenerlos á pesebre, por la imposibilidad
en que se hallan de darles la instrucción conveniente
para venderlos en tiempos más ó
menos remotos con alguna utilidad, y aun
para venderlos quizá sin ella, si quisiera no
exponerse á perjuicios mayores conservándolos
en su poder.
Los precios, efectivamente, nunca han sido
remuneradores en España. Según los documentos
que hemos visto en algunos archivos,
no pasaban de 700 reales á mediados del siglo
pasado, y al fin de él de 1.500; la generalidad
de los caballos se vendían por bastante menos.
¿Qué propietario, por tan miserable cantidad,
había de sentirse estimulado para la
cría, y mucho menos para la mejora?
En las naciones en que hay nna aristocracia
rica y poderosa; en aquellas otras en que
los propietarios viven habitualmente en el
campo, é inspeccionan diariamente las operaciones
del cultivo de su hacienda; en aquéllas,
por último, en que es grande y crece sin cesar
la prosperidad de la industria y del comercio
, claro es que la venta de caballos ha
de ser mucho más fácil, y por consiguiente
más vivo el estímulo del criador que el que
se tiene en España para dedicarse á esta industria;
y sin embargo, son muy contadas las
comarcas en que no se nota marcadísima tendencia
á preferir la cría de otras especies. En
la misma Francia, cuya estadística nos revela
el extraordinario desarrollo que ha tenido eu
estos últimos años, se oyen sin cesar en las
asambleas deliberantes y en las academias
científicas voces elocuentes que expresan esta
idea. El barón de Mackau, en la discusión
sobre los presupuestos de 1878, decía lo siguiente:
«La agricultura es una industria ni más ni
menos que la fabril; es un gran taller nacional.
En unas partes se fabrica trigo; en otras
caballos ó bueyes, y según las necesidades ó
el interés del momento, el agricultor se dedica
á una clase de fabricación más bien que á
otra. Ahora bien; mientras el precio reglamentario
de los caballos para el ejército se
ha aumentado desde 1846 en una séptima
parte, el de la manteca se ha elevado en el
mismo período de 1,25 á 2,70 francos, y el de
la carne, de 0,705 francos á 1,28. Por consecuencia
natural, el ganadero que encuentra
grandes dificultades en vender un caballo admisible
para la remonta, que necesita mantener
durante cuatro años, corriendo riesgos de
todas clases, para el cual debe tomar un criado
más hábil, y por consiguiente más caro,
ese ganadero, que tiene casi la certeza de que
al cabo de ese tiempo se le ofrecerá, si es que
se le ofrece, un precio que está muy lejos de
ser femuuerador, abandona la cría del caballo
y se consagra con preferencia á la del
ganado vacuno, que tiene más segura venta
y le da mayor ganancia.»
Si esto sucede en Francia, á pesar de la
protección dispensada á la cría caballar, de lo
mucho que mejora y del aprecio que merecen
algunas razas, ¿qué no podrá decirse en España,
donde falta apoyo y sólo existen las razas
de menos aplicación á los usos agrícolas y
comerciales?
V. CUALIDADES DE NUESTRAS RAZAS Y ES­
TADO DE LA CRIA.—Hemos criado alguna vez,
y en muy contadas comarcas, caballos veloces
y gallardos , pero inútiles para la labranza y
el transporte. ¿Qué había de suceder sino cerrarse
el mercado para ellos, el mercado, que
es la condición indispensable para que prospere
la producción?
Faltando compradores', carecieron de utilidad
los ganaderos, y la consecuencia fué abandonar
la cría, ó descuidar que conservasen
las razas las cualidades que las hicieron célebres
en otros tiempos.
Según algunos autores, hubo un tiempo en
que podían contribuir los reinos con 79.900
caballos para el servicio militar, en esta forma:
Castilla la Vieja, la Nueva y reino de León. 24.000
Los cuatro reinos de Andalucía y Extremadura
20.000
Aragón y Cataluña 14.000
Valencia y Murcia 8.000
Navarra 3.000
Galicia 2.000
Vizcaya 2.900
Calcúlese lo distantes que nos hallamos de
poder surtir la remonta del ejército con tal
contingente.
Aún haremos más palpable la decadencia
numérica, poniendo de manifiesto los datos
estadísticos de la población ecuestre, sacados
de documentos fehacientes. Véanse á continuación
:
Los cuatro reinos de Andalucía tenían en

CRL — 370 —
CRt
castas de los señores Duque de Gor, Marqués
del Salar, general O'Lawlor, viuda de Barajas
y alguno que otro particular. En la provincia
de Almería no se cría casi ningún caballo; los
que existen son en lo general procedentes de
otras provincias. En la de Málaga se encuentra
limitada la cría particular en los distritos
de Antequera,. Campillo, Alora y otros pueblos
del Olalla; pero son muy pocos los productos
buenos, porque echan el mayor número
de yeguas al garañón. En la serranía de
Honda se crían caballos pequeños, pero de
buenas anchuras, resistentes, de bastante genio
y muy apropiados para caballería ligera.
En la provincia de Córdoba se producen caballos
de gran nobleza, gallardía, ligereza y
movimientos flexibles; las mejores castas son
las del mismo Córdoba, y hacia la parte del
Carpió, Villafranca, lado de Palma, Almodóvar,
Posadas, Peñaflor y sus cercanías. En
el reino de Sevilla se hallan bastantes, sobre
todo en la campiña de Jerez, aunque no tienen
ya las cualidades de los de las castas de la
Cartuja, de los Zamorasy otras. En el campo
de Gibraltar se encuentran buenos caballos
en Tarifa, Jimena y Vejer, de bastante alzada
y anchuras, firmes y con hermosísimos aplomos,
aunque torpes en sus movimientos. La
Marisma da caballos de alzada proporcionada,
aunque más bien son altos que bajos, pero
son fáciles de resabiarse, y hacerse repropios
el mayor número de potros marismeños
por ser muy broncos, en razón de dejarlos
en toda libertad, sin ver al hombre hasta
que se les ata. Los mejores caballos de Sevilla
y sus cercanías se crían en Morón, Montellano
y Utrera. La provincia de Huelva no
produce los caballos tan estimados que en algún
tiempo dio, y los que proporciona son
oriundos de otras provincias de Andalucía. En
Ecija dan muy buenos caballos las castas de
los señores Marqués de la Garantía, Arcos,
Estrella, Díaz y otros; son muy semejantes á
los de la campiña de Jerez, aunque los ecijanos
tienen mayor alzada.
»La Extremadura produce poquísimos caballos,
en razón de que echan las yeguas al
garañón, entre otras muchas causas que han
dado.y dan lugar á su decadencia. En la Extremadura
alta, si se exceptúan Plasencia,
Trujillo y Cáceres, es muy poco el número de
sus producciones; sin embargo, existen en este
último punto las castas de los señores Vizconde
de la Torre, Marqués de Santa Marta,
García, Carrasco y otros, que han dado y dan
caballos muy hermosos, aunque un poco pequeños.
En la Extremadura baja se encuentran
algunos caballos de bastante alzada y robustez
en las vegas del Guadiana. Los de los
Barros son más pequeños, pero de más energía.
Los mejores se encuentran hacia Jerez
de los Caballeros, Burguillos y Fregenal.
»En el reino de Valencia y Murcia hay alguna
que otra raza, pero son de cuello corto,
y temperamento más bien linfático y flojo, ya
por el influjo del clima, ya por la naturaleza
de los alimentos. En Aragón se crían hermosísimos
caballos, aunque es verdad son pocos,
grandes, de cabeza y cuello hermosos, grupa
redondeada, extremos fuertes y finos, articulaciones
firmes, anchas y limpias, que pueden
competir en formas y resistencia con los
extranjeros llamados de raza fina. En Castilla
se producen algunos de buen servicio,
pero el mayor número son ya de raza cruzada
con extranjera. En las demás provincias, así
como en muchas de éstas, toda la atención la
absorben las ínulas, y sólo por cumplir con
la ley que obligaba á echar la tercera parte de
las yeguas al caballo, criaban algunos potros,
aunque pocos, porque solían matarlos así que
nacían (á no ser que prometieran ser muy
buenos), á fin de echar las yeguas á los nueve
días de haber parido al garañón.»
Juzgamos esta opinión bastante exacta, no
siendo mucho lo que ha mejorado la situación
general desde entonces. Hoy, como en aquella
fecha, son muy pocos los ganaderos que tienen
cabal conocimiento de la buena doctrina
zootécnica; hoy, como entonces, apenas hay
quien obedezca en la elección de reproductores
las reglas prescriptas por la ciencia, y cuya
inobservancia origina los efectos más desastrosos.
¡Qué falta de homogeneidad en las ganaderías!
¡Qué escasez de ejemplares que satisfagan
completamente las exigencias de un
hipólogo entendido! Sobre todo, y esto es lo
esencial, ¡qué falta de criterio en el punto capitalísimo
de modificar las razas según las necesidades
sociales de la época presente! ¡Qué
falta de vigor, de resistencia, de constitución
robusta y sana, de vitalidad, si así podemos
decirlo, y al propio tiempo, de formas adecuadas
para los usos á que pueden destinarse,
de idealidad típica aun con respecto al de silla,
que es el que en mal hora continúa siendo
preferido!
Hablando en tesis general, la ganadería
caballar se halla en España en un estado
deplorable; al recorrer los centros de producción,
apenas se halla un establecimiento regularmente
montado. En unos están los potros
constantemente expuestos al rigor de las
temperaturas extremas; en otros jamás se almacenan
provisiones para las épocas en que
el suelo queda desnudo de hierba; en otros
está encomendada la elección de reproductores
al capricho de inexpertos, ignorantes ó
descuidados yegüerizos; en otros predomina
el criterio de la economía, más propiamente
llamada miseria, en los pastos, en los pastores,
en el desecho de los animales; en otros
no se lleva el menor apunte sobre el resultado
de cada reproductor, macho ó hembra, ni
sobre el defecto que es preciso combatir, y la
buena cualidad que es preciso adquirir ó propagar;
en otros no se conoce la contabilidad,
tan necesaria para calcular el valor de cada
operación y graduar el capital que debe invertirse
en la granjeria. Y cuenta que nos referimos
á yeguadas, es decir, á establecimientos
con alguna organización; que las cosas

CRI — 371 — CRI
pasau mucho peor eu la cría ordinaria y general
de caballos. Eu ésta, ora las piaras van
agregadas á los rebaños trashumantes, ora se
echan á concejo, viviendo de ambos modos en
estado completamente salvaje. Las yeguas son
beneficiadas muchas veces en cualquier época
del año y por cualquier jaco hatero escapado
de la majada. Jamás se asea á los animales, y
desde la más tierna edad son cargados y forzados
eu el trabajo con terribles golpes.
Verdad es que tal abandono es efecto natural
del poco interés que ofrece la cría; pero,
no obstante esto, justo es censurar á los ganaderos.
¿Qué perderían con atender mejor á
los animales? Si su esmero no es tenido en
cuenta en el precio, ¿cabe dudar que obtendría,
á causa de él, sobre los desidiosos, la preferencia
en el mercado? Y tamaña incuria es
doblemente vituperable, porque llega á reformas
que apenas exigen capital ó no exigen
ninguno, por lo cual apenas hay yeguada salvada
del naufragio.
. VI. IDEA FUNDAMENTAL DE LA REFORMA
ECUESTRE.— La historia hípica española nos
patentiza cuál debe ser nuestro modo de obrar
de hoy en adelante para que la población
ecuestre adquiera las cualidades de que carece
y sean pagadas éstas á más alto precio en
el mercado. La causa capital de la decadencia
ha sido el exclusivismo del gusto y de la protección
á un tipo único; la idea fundamental
de la reforma ha de ser formar razas diversas,
proteger sin distinción el desarrollo de todas
las aptitudes, y si alguna preferencia cabe, se
ha de mostrar en favor de los caballos de uso
más general y más útil.
Ya hemos visto que en lo antiguo se tenía
una idea completamente equivocada sobre el
papel que representa el caballo en la economía
rural, doméstica y política. Unos lo criaban
por aprovechar las extensas dehesas que poseían;
quién por satisfacer la vanidad de clase;
ora se fomentaba para distracción de la
juventud de la nobleza; ora por la necesidad
de sostener el arma de caballería en el ejército;
ni uno solo lo consideraba en sus dos puntos
de vista de producto fabricado y agente
de producción; ni uno solo, por consiguiente,
lo hizo objeto de las leyes económicas que
rigen todas las industrias, cuyas leyes se refieren
al mercado, al capital, al interés, al
trabajo; al provecho del dueño, del agente,
del consumidor, del país eu general.
En la época preséntese necesita cousiderar
la cría caballar de un modo menos vago, menos
arbitrario y caprichoso; es preciso que se
le considere, respecto al propietario, como un
capital de renta; respecto al adquirente, como
una máquina que presta servicios y da productos;
respecto al economista, como un medio
de transformar ciertos valores en trabajo
útil, de tal suerte que resulte siempre ganancia
de la producción y del empleo; que el
gasto de la cría y de su sostenimiento sea
menor que la suma de riqueza creada por su
medio.
Se comprenderá fácilmente que la doctrina
indicada entraña una gran reforma en esta
materia, sin la cual quedarían baldíos en el
porvenir, como quedaron en el pasado, ios
esfuerzos hechos por la prosperidad ecuestre.
A esta reforma contribuirá el ganadero procurando
que el conjunto de los caracteres de
la raza responda lo más posible al uso á que
se destina, en lo cual consiste la perfección;
contribuirá el adquirente calculando y resolviendo
los problemas de que depende que
esa máquina animada dé un rendimiento máximo
; contribuirá el Gobierno combinando
los medios de fomento, á fin de que cada raza
satisfaga una necesidad social, que es el modo
de que el país entero se interese y utilice la
mejora de este ganado.
No nos lisonjeemos de que la reforma, en
su conjunto y en sus detalles, es fácil ni breve;
al contrario, exige tiempo y sacrificios
generales y continuos; pero no á precio menor
se consiguen grandes adelantos, y sólo uniendo
la instrucción, la constancia, el celo y el
capital se alcanzará que en todas las localidades
y en todos los servicios se salden con ventaja
las operaciones de la cría y el empleo del
caballo.
En la cría caballar existen dos intereses: el
del criador y el del dueño del caballo, terrateniente
ó traficante; no rivales, sino armónicos.
El criador necesita mercado, condición
económica que decida su preferencia. Ahora
bien: ¿es posible confundir en uno solo el interés
del labrador y el del ganadero, á fin de
que con un mismo sistema se atienda por
igual á la utilidad de ambos? Es posible, y el
sistema es aquel que representa la solidaridad
de ambos intereses. Si el agricultor encuentra
caballos adecuados para el uso á que haya
de destinarlos, comprará caballos más bien
que asnos y ínulas; si el ganadero cría caballos
propios para las labores agrícolas y para
los transportes, los venderá fácil y ventajosamente.
De suerte que, siendo la causa de la falta
de mercado el no criar caballos que satisfagan
las necesidades sociales sobre ciertos servicios,
y no criándose caballos con estas condiciones
de bondad y baratura, para que sean
preferibles como motores á otros animales, por
no haberse comprendido la relación entre las
aptitudes corporales y los servicios, y la relación
económica entre cada clase de servicio y
la utilidad del Estado, se deduce la consecuencia
necesaria de que el sistema que más
directa y provechosamente conduce al fomento
de la especie caballar es el desarrollar en
ella las cualidades adecuadas para los empleos
más generales y precisos, y desarrollarlas de
manera que el empleo sea barato para el comprador,
á la vez que la producción provechosa
para el ganadero.
Esto se conseguirá con la especialización
de las razas, y con la unión de la cría y el
cultivo.
Pero el caballo de silla, en todos los usos á

CRI — 372 — CRI
que se destina, es él que tiene menos relación
con las presentes necesidades sociales, y atender
á él casi exclusivamente, como si fuera la
única ó la principal base de la producción,
equivale, como se ha hecho siempre y ahora
mismo se hace, á invertir los términos de fomento,
protegiendo la raza de utilidad accidental
limitada, y abandonando ó posponiendo
las de utilidad permanente en las naciones,
las que marcan en la riqueza pecuaria un
elevado grado de progreso.
Cuando los pueblos se hallaban en perenne
estado de guerra, y el medio de viajar era á
caballo, y se hacía el comercio á lomo por la
escasez de vías de comunicación, el uso de
silla era el que satisfacía más cumplidamente
las necesidades sociales; pero las circunstancias
de las naciones han cambiado mejorándose,
y las aptitudes de los caballos deben ser
modificadas también en el mismo sentido, pues
de lo contrario, las primitivas serían anacrónicas
con el adelanto de los demás elementos
de prosperidad pública. Al estado normal de
paz entre los pueblos; á la multiplicación de
los caminos, gracias á los cuales los viajes y
el transporte se hacen en carruaje; á las mismas
exigencias de la moda, que son ostentar
el lujo en coche, deben corresponder caballos
de corpulencia, de articulaciones vigorosas,
de andar reposado, de gran fuerza para el
tiro. Es decir, que las razas que comprenden
estos tipos son un verdadero adelanto bajo el
punto de vista de la utilidad que producen,
respecto á todas las que comprenden los tipos
de silla.
Aún podría servir el buey para las labores
campestres por su fuerza, y la muía para las
faenas agrícolas é industriales que requieren
celeridad; pero como la celeridad es una condición
de buen cultivo, y la facultad de reproducirse
lo es para que se perpetúe el valor
pecuario, los grandes reformadores de razas,
gloriosos por su perspicacia y beneméritos por
los inmensos servicios que á la sociedad han
prestado, han procurado unir á la especie la
fuerza del buey y la celeridad de la muía. Y
ciertamente lo han conseguido y aun elevado
esas cualidades con la especialización ó apropiación
de las razas.
Los españoles, limitando nuestros esfuerzos
como Gobierno, como ganaderos ó como escritores,
á la mejora del caballo airoso y
gallardo, representamos el estado de cultura
de que se hace intérprete Abd-el-Kader en
las siguientes líneas:
«Es verdad que todos los caballos de la Argelia
son de raza árabe, pero muchos han
decaído de su nobleza, porque son los que se
emplean frecuentemente en la labranza, en la
trilla, en arrastrar fardos y eu otros trabajos
semejantes, nada de lo cual hacían los árabes
de otros tiempos. Mi padre (Dios lo haya
perdonado) solía decir: No hay bendición
para nuestra tierra desde que hacemos que
nuestros corceles sirvan de bestias de arrastre
ó de carga. ¿No ha hecho Dios el caballo para
la carrera, el buey para el arado y el asno
para la carga?»
Si Abd-el-Kader se hubiese limitado á ensalzar
las cualidades del caballo de silla, nada
diríamos contra su opinión, porque son de
mucho valor en los reducidos usos en que en
la actualidad se ostenta; pero el antiguo emir
formula en doctrina el hecho desdichado de
nuestra historia hípica, y eso es preciso rechazarlo
eu nombre de una civilización más perfecta
que la del desierto. No: el caballo no
ha nacido sólo para la carrera, y á los ojos
de los pueblos cultos aparece más uoble cuando
representa un valor más alto en la escala
de la producción; cuando su trabajo, puesto
que no es más que un motor, proporciona al
hombre mayor suma de utilidad.
A esta consideración se debe la formación
de las razas de trabajo, clasificadas por sus
aptitudes, la cual es una de las conquistas
más fecundas de la inteligencia sobre el reino
animal.
Numerosos son los usos á que el caballo se
destina, y numerosas son también las aptitudes
desarrolladas en él, que lo han hecho
especialmente propio para cada servicio. Los
hay adecuados para carrera, para trote, para
caza, para paseo, para el ejército, para tilburí,
para berlina, para lando, para el arado,
para camino, para posta, para ómnibus, etc.
Las aptitudes para estos diferentes usos no
son tan exclusivas que el predominio de una
haga incompatible al caballo para los demás
servicios; el que posee una aptitud determinada
pnede tener diversas aplicaciones; pero
sólo en el servicio para que es adecuada su
aptitud puede prestar el máximum de su trabajo.
El sistema de apropiación es en la cría caballar
de tanta ventaja económica como la
división del trabajo en la industria. Bien se
comprende que no todos los propietarios han
de adquirir un caballo apto para cada servicio,
porque si esto se hiciera siempre, el capital
pecuario excedería muchas veces del límite
marcado por su riqueza; pero como no hay
ninguno que no tenga que ejecutar en su hacienda
ó en su industria una faena preferente,
para desempeñarla buscará el caballo más
apto, pues en ella estriba su subsistencia y su
ganancia. Es un gran bien que esa aptitud no
sea exclusiva, porque así le será permitido
dar al caballo otras aplicaciones secundarias,
lo cual es para la pequeña propiedad indispensable;
el pequeño propietario necesita emplearlo
en dos, tres y más fines; pero á medida
que el propietario se enriquezca y se
aumente la importancia de la hacienda, cada
faena será más contiuua, y en el momento en
que ésta exija para sí sola el empleo de un
motor, convendrá tenerlo de aptitud especial,
porque entonces empieza á tener aplicación
la ventaja económica del principio de la división
del trabajo.
A cada aptitud corresponde una cualidad
física; cada servicio requiere un atributo es-

CRÍ 373 CRE
pecial de raza; mas así como no hay línea
divisoria infranqueable entre dos servicios,
del mismo modo entre los atributos, sobre
todo entre ciertos atributos, no existe disparidad
completa, y se confunden en el máximum
de uno y el mínimum de otro cuando los caballos
no están vigorosamente caracterizados;
cuando lo están, es decir, en los tipos que
constituyen el bello ideal de las razas, existen
una forma corporal y un sello moral, si se
permite la frase, que indican al menos conocedor
el uso particular á que debe destinarse.
Para que se comprenda, en interés general,
el fin que se deben proponer con la especialización
nuestros criadores, basta que
consideremos tres empleos genéricos, y por
consiguiente, que clasifiquemos en tres grupos
las razas más aptas para desempeñarlos
en sus grados extremos:
Caballos de silla.
Caballos de arrastre agrícola.
Caballos de coche.
En España son necesarias las aplicaciones
que indican esos grupos, y es evidente que el
interés público exige que se procure con el
sistema de apropiación formar razas con cualidades
especiales perfectamente caracterizadas.
Mientras todos los caballos sirvan para
todos los usos, y todos los criadores se propongan
formar caballos para satisfacer todos
los gustos y necesidades, la cría caballar seguirá
en un deplorable estado de ruina.
Aquí es necesario el caballo de silla para la
organización del ejército. Esta será imperfecta
si no están bien surtidos los institutos
montados.
Aquí es necesario el caballo de carga, del
cual no se ha ocupado ningún hipólogo de
nuestra patria, sin embargo de ser éste el empleo
más general que se da á la especie entre
nosotros, y de que así será por mucho tiempo.
De carga son los que van de hateros en
los rebaños; los que llevan los vendedores
ambulantes y matuteros; los que sirven para
el acarreo de frutos en los pueblos de sierra,
ó los que sostienen los propietarios rurales
para varios servicios menores de la granja.
Mientras las vías de comunicación no se multipliquen
y mejoren, el caballo de carga será
generalmente empleado entre nosotros.
Aquí es necesario el caballo de arrastre,
porque la mejora del cultivo sólo se puede
ejecutar con animales de tracción poderosa.
Si se han de adoptar los instrumentos más
perfectos para barbechar, para desterronar,
para arrancar las malas hierbas; si se han de
transportar los grandes fardos que son objeto
de comercio, sin necesidad de esas reatas de
muías, que son un signo vergonzoso de atraso
y no debe permitir en las poblaciones una
autoridad celosa, no hay más remedio que
crear esos colosos, para cuya potencia parece
que no hay resistencia posible.
Aquí es necesario el caballo de coche, exigencia
de la moda, exacta medida de la inteligencia
ecuestre de los ganaderos, si los gran­
des señores han de ostentar el lujo en las
excelentes cualidades del motor animado más
útil de la creación.
En el actual régimen político de los pueblos,
los Gobiernos no deben aspirar á dirigir y
administrar con un criterio exclusivo las industrias,
ni aunque lo pretendieran, sería posible
que realizasen ese plan de verdadero socialismo.
El Estado no es un taller, y hay que
evitar que quede anulada por la acción del
poder público la iniciativa individual, principal
fuente de riqueza.
Esto expuesto, se pueden establecer las siguientes
conclusiones:
1. a
La historia y la ciencia económica en­
señan que el fomento de la cría caballar es
ilusorio si no se acomoda ésta á las necesidades
sociales, único modo de que haya mercado seguro,
expresión visible de la ventaja del comprador
y de la utilidad del ganadero.
2. a
El sistema que más directa y prove­
chosamente conduce al fomento de la especie
es el de la formación del caballo de tiro, que
es el que satisface la necesidad del trabajo
agrícola, del de transporte y del de tren de
lujo, basando la cría en su unión con el cultivo
agrario.
Al llegar á este punto surge la cuestión siguiente:
¿Cómo se conseguirá dar alas razas
en su grado máximo la aptitud correspondiente
á cada servicio? La dilucidaremos con la
extensión debida más adelante. f V. Cruza,
Especialización, Selección.)
VIL DATOS COMPARATIVOS SOBRE EL CA­
BALLO DE TIRO COMO MOTOR.—Posible es que
al leer las precedentes reflexiones muchos
arguyan contra ellas, opinando que en vez de
esforzarse por crear en España el caballo de
tiro, el caballo de agricultura, sería mejor
procurar el reemplazo de la muía por el buey
en la labor de la tierra y en el transporte de
frutos. Nosotros afirmamos sin vacilar que el
caballo es el motor vivo más útil. El ganado
vacuno, como elemento de tracción, es muy
inferior al caballar: ni tiene tanta fuerza, ni
tanta rapidez; y esta última cualidad, conveniente
en todas partes, porque de ella depende
la oportunidad, y por consiguiente el buen
resultado de muchas operaciones, es absolutamente
precisa en la mayor parte de las provincias
de España, en las cuales distan comúnmente
varios kilómetros las fincas cultivables
del caserío en que pernoctan las
yuntas.
En estos países se cree, y la experiencia
prueba que con razón, que tan conveniente
es en la esfera económica la especialización
de las especies para los empleos que son más
propios de su naturaleza, como la especialización
de las razas según los diversos usos á
que pueden destinarse. Conforme con esta
doctrina, el ganado vacuno se destina principalmente
por la mediana y la gran propiedad
á la producción de la carne, de la leche y del
estiércol, siendo extraordinariamente más
útiles para el ganadero y para la sociedad en

general las cualidades de precocidad para el
cebo y lechera que la de fuerza para el trabajo.
En España se cree por muchos que el ganado
vacuno es también más fuerte y resistente
que el caballar, y no hay que maravillarse
de tal creencia cuando se hace la comparación
entre nuestros excelentes bueyes de
arrastre y los malos jacos que se emplean en
las labores agrícolas. También se ha discutido
sobre el particular en otras naciones; pero las
repetidas pruebas que se han hecho han desvanecido
toda duda respecto á las ventajas del
caballo como máquina animada. A la vista tengo
algunos datos comparativos cuya publicidad
en España juzgo de gran conveniencia.
Pruebas hechas en Bélgica: En 1857 se
hizo una apuesta de 2.000 francos entre dos
propietarios de las cercanías de Mons, según
se lee en Le Siecle de 29 de Marzo de ese
año, sobre la velocidad de unos caballos y
unos bueyes arrastrando igual carga, máxima
ó extrema, en un trayecto de 23 kilómetros.
Véase el resultado: M. Torard partió á las
dos y treinta y siete minutos de la tarde de
Bousson con un carruaje cargado con 5.000 kilogramos
de remolacha. Tiraban de él cuatro
caballos, y recorrieron la distancia hasta Chevres
en tres horas y seis minutos.
M. Hoyois condujo un carretón con igual
carga, arrastrado por cuatro bueyes, y recorrió
la misma distancia en tres horas y trece
minutos.
Como se ve, los caballos alcanzaron una
ventaja de siete minutos, siendo de notar que
pudieron arrastrar desembarazadamente la
carga considerada máxima para los bueyes.
Pruebas hechas en Francia: M. J. Renouard,
director de los Establecimientos agrícolas
de Arronaise, cantón de Ussigny, ha
hecho en grande escala ensayos más razonados
y decisivos. Los verificó en una hacienda
de 500 hectáreas, con cincuenta bueyes de
razas distintas y un número igual de caballos
belgas y ardeneses. El precio de unos y otros
animales fué próximamente igual, de 600 á
800 pesetas.
La comida de los bueyes se componía de las
substancias siguientes, que para mayor claridad
fijó por cabeza y con su respectivo valor:
Substancias Valor
30,00 kilosramos.de pulpa 0,30
3,00 kilogramos de paja cortada.. 0,10
2,50 kilogramos de heno, ó el equivalente
en avena ó centeno quebrantados 0,45
Forraje de avena 0,25
Total gasto por buey 1,10
La comida de los caballos se componía de
Substancias Valor
0,00 kilogramos de avena entera 1,08
3,75 kilogramos de heno 0,65
5,00 kilogramos de paja de trigo 0,15
Total gasto por caballo 1,88
El'gasto del caballo excedía, como se ve,
en 78 céntimos, ó sean 3 reales próximamente;
mas en cambio la diferencia del trabajo
del caballo sobré el del buey resultó mucho
mayor proporcionalmente á esa cantidad.
Véase lo dicho por el mismo M. Renouard:
«En diferentes circunstancias, mas siempre
en condiciones enteramente iguales,lo mismo
en cuanto al terreno que en cuanto á los instrumentos
de cultivo, he hecho labrar, pasarla
grada y el rodillo con el mismo número de
yuntas de bueyes y de caballos, y constantemente
la ventaja de éstos, sin necesidad de
voces y latigazos, á los diez minutos era de
más de un tercio.
»Más considerable es aún la alcanzada en el
arrastre. Durante los meses de Octubre y Noviembre
hemos transportado á la fábrica de
azúcar, distante 2 kilómetros, 2 millones de
kilogramos de remolacha, trayendo de retorno
pulpa en la cantidad de 3 á 4.000 kilogramos.
Los tiros eran de cuatro caballos ó bueyes,
y los carruajes eran llevados á través de
los campos. Cuando el suelo estaba endurecido
por las heladas y los caminos eran pedregosos,
estos animales marchaban con gran dificultad,
y nunca pasaba el número de viajes
que hacían de la mitad del que hacían los caballos.
A causa de tener el pie hendido y no
retener bien el callo, ora le hieren las piedras
puntiagudas, ora se escurren ó hunden en el
barro, no pudiendo salir de lo que se llama el
atasco. No hubo más remedio, por consecuencia
de todo, que abandonar el ganado vacuno.»
Los mismos resultados han dado los ensayos
hechos en Inglaterra. En Escocia la
velocidad media de los buenos caballos de
labranza es la siguiente: 0,555 metros por
segundo en un trabajo de siembra; 0,414 metros
por segundo en un trabajo de barbechera,
siendo el surco de 0,27 metros de ancho
y de 0,22 metros de profundo; 0,38 metros
por segundo en un trabajo de roturación,
siendo el surco de 0,23 metros de ancho y de
0,18 metros de profundo; 0,65 metros por segundo
en una labor de grada, y 0,60 metros
por segundo tirando del escarificador.
Esta velocidad da por día, calculando diez
horas de trabajo, la labor de 50 áreas; la ejecutada
por los bueyes no pasa nunca de 20
áreas, siendo el surco de 0,22 metros de ancho
por 0,18 de profundo.
Se ve por estos datos que en todas partes
son tan poderosos los caballos como los bueyes
, y mucho más rápidos, quedando probadas,
por consiguiente, sus ventajas como motores.
Es de advertir que establecemos reglas generales,
y habrá casos especiales en que convenga
el empleo del buey en la mediana y
gran propiedad; pero las excepciones no destruyen
el principio, y el principio es que el
caballo es mejor animal dé tracción que el
buey, porque pudiendo tanto, es más veloz;
porque el valor del exceso de trabajo que eje-

cuta es proporcionalmente mayor que la diferencia
de gasto de manutención, y porque las
aptitudes principales del ganado vacuno son
la producción de la carne, la de la leche y la
del fiemo.
Terminaremos aquí el artículo sobre la cría
caballar, no porque la materia esté agotada,
sino porque sólo nos hemos propuesto dar
idea de ella, rectificando algunos errores
que han sido causa de su desmedro, é indicando
el camino que es preciso seguir para que
se desarrolle numéricamente y mejoren sus
cualidades.
M. López Martínez.
CRIADERO. — Una de las partes en que
se divide la almáciga en los cultivos forestales.
A él se transplantan y en él se crían las
plantas obtenidas en el semillero y vivero, á
fin de que gozando de maj'or espacio, puedan
crecer con desahogo y adquirir aquel grado
de altura y fuerza que necesitan para ponerse
de asiento.
Las labores del criadero están reducidas á
escardas y riegos graduados, según la estación
y la especie de cada planta. La poda debe
ser económica y dirigida con discreción para ir
guiando la planta á convertirse en árbol alto,
robusto y derecho, que es el fin de las almácigas
forestales.
También hay que tener mucho cuidado con
la destrucción de los insectos.
CRIADILLA DE TIERRA (Trufa).-
Es una seta ú hongo (Suprophyto), ó sea de
las que se alimentan de los productos de la
descomposición de las hojas y de los restos de
ciertos vegetales, muy especialmente de las
Amentáceas. Así es que se encuentra ordinariamente
cerca de las encinas, de los ojaranzos,
plátanos, castaños, avellanos, abedules
y de muchas coniferas, etc.
Como todas las setas y las plantas sin clorofila,
la trufa, inspirando el oxígeno, vive generalmente
contigua á las raíces y raicillas,
porque, según Boussingault, contiene mayor
cantidad de oxígeno el aire de las tierras más
pobladas de raíces. Pero, para que tengan mayor
aptitud para la producción de la trufa,
han de ser además arcillo-calcáreas, ligeras y
porosas, por la arena y cascajo menudo con
que deben mezclarse; contener algo de hierro,
y ocupar una situación un tanto inclinada, á
fin de que las aguas no se detengan en ellas
mucho tiempo, y disponer de bastante espesor
ó fondo, ó reposar sobre un subsuelo suficientemente
permeable para dar paso á las
aguas que descienden de los terrenos superiores.
Por último, la tierra para las trufas será
tanto más fecunda, cuanto sea más seca que
húmeda, y reúna á las condiciones mencionadas
una riqueza dada de humus.
Es muy común preguntar qué es la trufa, y
de dónde viene, sin que el mundo científico
haya hallado todavía una respuesta que pueda
considerarse satisfactoria.
Lo único que se sabe es que reina como soberana
en el campo gastronómico,; y que no
hay banquete distinguido y elegante en que
no tome parte la trufa eu las salsas y rellenos,
prestándose admirablemente á todas las combinaciones,
así como para aromatizar ¡os más
exquisitos platos, cuyo mérito realza en alto
grado al prestarles su asociación.
Tal vez se estime tanto la trufa, porque
además de constituir un alimento raro y delicioso,
es cara y oculta un misterio en su manera
de producirse.
No es nuevo, ni mucho menos, el aprecio
que hace de la trufa el arte culinario, toda
vez que los antiguos la conocían perfectamente.
Los romanos la llamaban tuber, de cuyo
nombre hicieron los italianos turíiiffi, y los españoles
trufa, figurando como plato exquisito
en sus suntuosos banquetes el fruto, que puede
calificarse de una de las producciones más
extrañas del reino vegetal.
La trufa, que oculta uno de los problemas
que están todavía por resolver, ha dado origen
auna serie de hipótesis á cual más absurdas,
al querer entrar en explicaciones sobre lo
que es y de dónde viene.
Ateneo aventuró la opinión, admitida más
tarde por los modernos, de que la fruta era
una producción espontánea de la tierra, naciendo
y adquiriendo su desarrollo natural eu
los sitios arenosos.
Un periódico alemán emitió no hace muchos
años la peregrina opinión de que la fruta es
una extravasación mórbida de jugos vegetales,
análoga hasta cierto punto á la agalla, y
debida á una causa semejante á la que produce
esta última, ó sea á la picadura de un insecto.
«En los meses de Julio y Agosto, dice el
articulista, una pequeña mosca de cuerpo puntiagudo
y alas azules penetra en la tierra para
buscar las raíces de las encinas y otras substancias
alimenticias, á que es muy aficionada;
pica la raíz con su penetrante dardo; hace una
incisión ó hendedura, y deposita en ella sus
huevos. De la hendedura sale después una
materia viscosa en forma.de pequeño tubérculo,
que necesita, para desarrollarse, permanecer
adherido á la raíz , porque recibe de la
savia los principales elementos de que se compone.
Los huevos depositados por la mosca
quedan en estado de incubación hasta que la
trufa empieza á madurar, y entonces es cuando
germina y se verifica el acto del nacimiento.
Así que la larva está desarrollada por completo,
se encierra en un cascarón, permaneciendo
en estado de crisálida y transformándose después
en mosca.»
Tal vez el autor de las precedentes líneas
haya sorprendido moscas de esta especie volando
sobre las truferas, porque es sabido que
los recolectores de trufas aseguran que se
dejan guiar por la presencia del insecto para
poder descubrir el precioso tubérculo; pero
es más probable que atraiga á esas moscas el
olor fuerte que exhala la trufa. Semejante
opinión no parece de gran fundamento, no
habiéndose hallado adherencia aparente entre

el susodicho tubérculo y las raicillas de la encina,
y no habiéndose encontrado huevecillos
de la mosca en las trufas sanas.
El origen y existencia del género tuber son
muy dudosos, á causa de la falta de esporos ó
gérmenes reproductores conocidos. Lo mismo
sucede respeeto del tubérculo extravasado, por
la ausencia del producto directo de la picadura;
quedando en pie la cuestión, sin que pueda
resolverse clara y satisfactoriamente.
Un naturalista, sin embargo, asegura haber
visto los esporos que se echan de menos;
dice que las trufas blancas están salpicadas de
puntos rojos; que las negras tienen también
una inmensa cantidad de ellos,y que son más
gruesos, más abultados y más subidos de color.
Examinados separadamente estos puntos,
parece que presentan el aspecto de cuerpos
orgánicos, que se desarrollan sin auxilio de
las raices, y que viviendo por absorción, producen
nuevos tubérculos. Ya se comprende
por cuánto entra la hipótesis eu la exposición
de semejante teoría.
Se nota la misma.divergencia de opiniones
que sobre la trufa, en lo referente á los terrenos
en que se cría. Unos suponen que no
se halla sino á la sombra del ojaranzo; otros
la colocan al pie de las encinas, y otros aseguran
que nace en las inmediaciones de los
chopos. Pero la verdad es que la trufa vegeta
en todas partes, lo mismo en las espesuras de
los bosques que en las' llanuras descubiertas,
aunque prefiere los terrenos flojos, arcillosos
y calcáreos, más secos que húmedos. Las trufas
que se cogen en sitios de esta naturaleza
son las mejores y más estimadas.
También le son igualmente indiferentes las
condiciones climatológicas, porque lo mismo
se cosechan trufas en los trópicos, que en las
riberas del mar glacial. En los ardorosos desiertos
de África se encuentra una trufa llamada
terfez, de cascara lisa, forma redonda,
y tan blanca por dentro cómo por fuera, de
la que hablaron Plinio, Avicena y León el
Africano. Su carne es excelente, y se cuece en
agua, en leche ó en caldo.
Sin embargo, en un trabajo dirigido al
presidente del Instituto agrícola catalán de
San Isidro por el vicecónsul de España en
Montpeller, M. Bonnet de Apt, persona muy
autorizada por su saber, y que como cultivador
de trufas ha hecho concienzudos estudios,
se indica que la altitud de los sitios en que se
producen las trufas en Vaucluse no alcanza
más de 800 metros. Pero se entiende de aquellos
en que nacen las trufas negras, los Tuber
brumate y T. melano-sporum; las trufas blancas,
T. mstimim y T. mesenlericum, se elevan
hasta 1.000 metros aproximadamente. Estas
últimas se llaman trufas de verano, porque
en otro tiempo se recolectaban en los meses
de Mayo á Agosto, lo que les valió igualmente
los nombres provenzales de Mdieuco y
Aoustenco. Se las hacía secar cortándolas-en
rodajas, y se vendían en dicha época en la feria
de Beaucaire á centenares de quintales,
376 — CE I
pero hoy apenas se consumen algunas cuando
están todavía frescas.
Dígase lo que quiera, la trufa fructifica
todo el año cuando la temperatura y la humedad
lo permiten, y tanto es así, que mónsieur
Bonnet ha recolectado el T. cestivum en
invierno y también lo ha hallado en el mes
de Junio.
«Como todas las setas, dice, está provista la
trufa de un aparato de vegetación ó mycelium,
figurando la planta en las Fanerógamas; es el
blanco de las setas de los criaderos. El mycelium
de la trufa se compone de filamentos
muy sueltos, y por consiguiente, es muy difícil
descubrirlos en la tierra; es blanco en las
trufas brumales y melanósporas, y de un amarillo
rojo dorado en las de estío, si es que el
observado en Junio pertenecía efectivamente
al individuo que le envolvía. El aparato de
reproducción, el fruto, ó la misma trufa, que
contiene semillas ó esporos, nace del mycelium.
Cabe el honor á M. Tulasne de haber descubierto
el primero el aparato de vegetación ó
mycelium en las truferas de Poitou.»
La trufa es, pues, una seta completa, que
puede vegetar y reproducirse de la misma
manera que sus congéneres, sin tener nada de
ningún vegetal extraño, cualquiera que sea,
y por tanto no hay árbol ni vegetal trufero,
en el sentido ordinario de la palabra, que haga
producir la trufa ó transmita por herencia
esta facultad á individuos que provienen de
bellotas ó de granos. Dicha facultad debe atribuirse
únicamente al suelo. Sin embargo, no
se convertiría en trufera un suelo que poseyera
la altura, la composición química, las
propiedades físicas y la inclinación que la
trufa reclama, si no estuviese sombreado hasta
cierto punto, si su clima especial no hubiera
sido modificado por la presencia de los
árboles.
Ya hemos visto que una tierra muy rica en
raíces contiene entre sus moléculas un aire
muy oxigenado, propio para la respiración de
la trufa; pero el oxígeno contenido en esta
tierra, combinándose con las bases alcalinas,
con los componentes del humus, contribuye á
la nutrición de la trufa, y su presencia, bajo
estas diversas formas, es tan indispensable
como el mycelium. La trufa ha de vivir de su
propia vida, y absorber de la tierra que le rodea
los alimentos que le son necesarios. Es
por los poros, de que su corteza está erizada,
por donde aspira las disoluciones y los
gases que sostienen su existencia y contribuyen
á su desarrollo.
En un trabajo interesantísimo, publicado
en 1875 por M. J. C. Planchón en la Revue
des deux mondes, recuerda que el Conde de
Gasparin decía axiomáticamente: «Si queréis
tener trufas, sembrad bellotas»; máxima que
lleva ya años de comprobación en el Poitou
y en Yienne, dando dicha siembra grandes
utilidades al poco de efectuada, pues en los
primeros no se obtiene cosecha.
M. Bonnet dice que si la trufa no es para-

Gill — 377 — CK I
sito, y si no hay árboles realmente truferos,
tampoco hay bellotas truferas.
Un antiguo inspector forestal de Vancluse
manifestaba en 1878, á propósito de las bellotas
llamadas truferas, lo siguiente:
«La repoblación de los encinares de Ventoux
de Bedoin se extiende ya más de 2.000
hectáreas. Para procurarse anualmente las bellotas
necesarias á trabajos de tanta importancia
fué preciso recurrir al comercio por medio
de subasta, ofreciendo una cantidad determinada.
El proveedor fué un mercader del término
de Apt, M. Bourgne Felipe de Bounieux,
y todas las entregas se hicieron al precio
ordinario de 7,50 francos el hectolitro
por término medio. Pues bien; parte de esas
bellotas procedían, no de monte tallar, sino
de ramillas de altos árboles aislados, de encina
verde ó blanca: siendo de advertir que no
se hallaban trufas al pie de estos árboles. En
cuanto.á la mayor parte de las bellotas sembradas
y recolectadas en los bosques comunales
y particulares, sólo un cierto número podían
proceder de pies truferos. Si, pues, la
propiedad trufera dependiese de las bellotas
empleadas, la producción en las siembras del
Ventoux debiera manifestarse sólo por manchas,
siendo así que puede uno convencerse
de lo contrario por el aspecto del trabajo de
los cerdos, viendo que la producción es general.»
M. Bonnet y su padre las han cogido en
una parte de su propiedad que jamás había
producido trufas ni debía producirlas, vista
la naturaleza del terreno. Estos árboles no
truferos han favorecido asimismo la aparición
de las trufas sobre otra parte de esta
misma propiedad en que el terreno se presta
á su vegetación.
Creación de truferas artificiales. — Según
el citado trabajo de M. Bonnet, una trufera
de esta clase consiste en un bosque plantado
ó sembrado en líneas más ó menos espesas, según
lo que cada uno se propone, esperando
la producción criptogámica con cultivos intercalados
en las bandas de tierra que separan
las líneas de árboles.
Si se elige un terreno que permita el empleo
del arado, se trazarán de tres á cinco
surcos, y en el del centro depositará de cinco
á seis bellotas por metro una mujer que seguirá
al gañán.
En las laderas de las montañas de rápida
pendiente se sembrarán en hoyuelos sobre los
terrenos pedregosos, ó en agujeros alineados
en lo posible; pero la dirección de las líneas
no será nunca la de la pendiente, á fin de evitar
que las corrientes de las aguas arroyen
las siembras y arrastren las bellotas. Sin embargo,
siempre que se pueda, se orientarán
las líneas exactamente del Nordeste al Sudoeste,
de manera que el sol de la una de la
tarde haga penetrar sus rayos, durante el invierno,
de un extremo á otro entre las líneas
de árboles. En las exposiciones calientes y
abrigadas de terrenos secos y bajos conviene
dar la preferencia á la encina verde; en una
altitud más considerable, en tierras relativamente
frescas, á la encina roble, al avellano,
etc.
Cuanto mayor sea la facilidad para los ataques
de los ratones de campo, de las urracas
y de otros animales, tanto más cerca y profunda
ha de hacerse la plantación, sin embargo
que no debe exceder el límite de 10 á 20
centímetros como profundidad máxima. Si
además se hallare expuesta á la devastación
de los roedores, de las garzas, cuervos y otros
animales que apetecen las bellotas, convendría
cubrirlas con un poco de salvado ú otra
substancia semejante, después de envueltas en
tierra; operación que practicándose en otoño
después de la lluvia, y estando ya el terreno
suficientemente enjuto, hace que el salvado y
las otras materias entren rápidamente en descomposición
y aparten por su mal olor á los
enemigos de las bellotas, favoreciendo al propio
tiempo la germinación primero, y el desarrollo
de los árboles jóvenes después.
La administración forestal, que no puede
cuidar estas semillas como los particulares,
las espacía mucho más que éstos. Deposita en
la tierra 2 hectolitros de bellotas de encina
verde, y 3 hectolitros de encina roble por hectárea
en la siembra hecha, con el arado ó á
surcos, y la mitad de dichas cantidades en la
siembra en hoyuelos ó agujeros, ó sea de treinta
á cuarenta bellotas por metro lineal de surco;
M. Bonnet ha puesto muchas menos, sin
quedar descontento.
En el caso c|e no poderse hacer la siembra
en Noviembre, época de la cosecha de 1
bellotas
, ó si hubiese temores de que no pudiera
terminarse antes de los grandes fríos, deberá
estratificarse la semilla en un hoyo abierto en
lugar abrigado, ó mejor dentro de toneles,
donde se pondrá primero una capa de arena
bien seca, luego un lecho de bellotas, y así
sucesivamente, concliryendo por una capa de
arena de 20 á 25 centímetros de espesor. Colocados
estos toneles en lugar seco y fresco,
reúnen la ventaja de que conservan muy bien
la semilla, así como su fácil transporte al punto
donde debe utilizarse en Febrero ó Mayo,
después de los grandes fríos. Otros se contentan
con poner las bellotas en toneles, ó en
otros recipientes que llenan de agua, cuidando
de renovarla cuando presenta indicios de
fermentación.
Si el único objeto es la producción trufera,
ofrece más ventaja el comenzar á establecer
las líneas de árboles á 3 ó 4 metros de distancia,
y los plantones de 50 centímetros á un
metro sobre las líneas. Si, por el contrario,
esperando la venida de la trufa, que generalmente
no se verifica hasta los cuatro ó seis
años y algunas hasta los diez, á contar desde
la época de la siembra, se prefiere sacar de la
tierra otro producto con cultivo intercalado,
especialmente de vid, valdrá más espaciar
éstas de 5 á 6 metros. Las labores dadas á las
viñas ó á otras plantas serán útiles á las se-
Dic.—IT. 25

CRI — 378 — CR1
millas, y más tarde, cuando los árboles hayan
crecido, será siempre fácil ensanchar los espacios,
suprimiendo alguna fila para doblar y
aclarar las tiras, por la supresión de cierto
número de pies en cada una de ellas. Si se
arrancan con cuidado todos estos pies jóvenes,
podrán replantarse y aumentar la superficie
del sitio trufero.
En caso de que fuese llano y algo duro el
terreno de entre' tiras, convendrá darle en
Abril una ligera labor, y escardarlo en Junio
una ó dos veces superficialmente con el azadón.
Estos cultivos tienen por objeto el esponjar
y meteorizarla tierra, librándola al
propio tiempo de las malas hierbas, y consiguiendo
por estos medios aumentar la producción
y la belleza del producto.
El Sr. Bonnet cree, además, á pesar de los
consejos que están en boga entre los prácticos
franceses, que es útil entresacar de las tiras
todas las ramas que, prolongándose demasiado
, crean un obstáculo al paso del gañán
y de la yunta, sin dar á esas ramas el tiempo
de desarrollarse, pues ha visto emplear este
sistema en la propiedad de M. Constaur, inteligente
cultivador de trufas de Bedoin. Por
otra parte, el arranque de una gruesa rama,
practicado en un árbol de mucho diámetro,
puede provocar en ciertas circunstancias la
desaparición de una trufera protegida por
ella.
Los prácticos cuidadosos del Perigord llenan
las excavaciones hechas por los cerdos
con un compuesto de hojas muertas, malas
hierbas y otros despojos de los vegetales.
Puesto que las trufas nacen en tierras de pan
llevar, puede asegurarse que cierta cantidad
de abono, puesto en la tierra en que se producen,
dista mucho de perjudicarles, como
algunos quieren suponer. En la Drode y en
el Perigord muchos cultivadores cubren las
truferas con el hollejo prensado de las uvas,
antes de la desaparición de sus viñas; pero
M. Bonnet cree además que nada sería tan
útil para preparar la producción de una trufera
como la siembra en su tierra de las mondaduras
ó desperdicios de la misma trufa. Se
ha dicho que este sistema no ha dado buen
resultado á M. Rousseau, pero se ignora si
ha abusado de la cantidad de desperdicios,
siendo además de notar que sus truferas se
hallaban en aquella época en plena producción;
la trufa es una substancia esencialmente
rica en principios nitrogenados y salinos, y
constituye un abono de primer orden, del que
no es posible abusar impunemente.
Según se ha visto ya, los árboles prestan
alimento á la trufa y la protegen únicamente.
De nada serviría sembrar ó plantar un terreno
de los más propicios á la producción trufera,
si el viento, las aguas, los insectos y
otros animales vinieran á devastarlo.
¿Por qué no se imita á la naturaleza y se
sigue el ejemplo de los cultivadores piamonteses,
que siembran entre los árboles fragmentos
y desperdicios de las trufas? Los pia-
monteses llaman á esas setas podridas «trufas
madres». Un antiguo uso, conservado después
de una experiencia secular repetida de año en
año, debe ser bueno en todas partes.
Nuevo método de cultivo de la trufa.—En la
sesión celebrada el 27 de Abril de 1887 polla
Sociedad nacional de Agricultura de Francia
, dio cuenta M. Bouquet de la Grye de un
nuevo método de cultivo de la trufa. No se
conoce, dijo, más que la estructura anatómica
de este hongo hipógeno (Tuber melanosporum),
y no se puede asegurar si su reproducción
es por los esporos ó por el mycelium. Se
ha observado algunas veces que la trufa se
desarrolla perfectamente en los suelos ligeros,
calcáreos y secos, poblados de árboles muy
claros y limpios de hierbas. Se cree también
que muestra más afición á las claras del rededor
de los árboles de diez á doce años por lo
menos; la encina verde, la encina negra (Tanzin)
y la encina cabelluda son, al parecer, las
más favorables para la producción.
Hace muchos años que se procura utilizarlos
terrenos despoblados propicios á la formación
de truferas en Perigord y Vancluse, y se
descepan viñas con este objeto. Antes se dirigía
la especulación á producir bellotas y plantas
de encina llamadas truferas; pero hoy se
ha llegado á reconocer que no existe una especie
particular exclusivamente propia, ó con
mayores títulos, por lo menos, para destinarla
al cultivo de la trufa.
M. Kiéfer, inspector agregado á los bosques
de Uzés, ha buscado en su región zonas
propias para la reproducción de las trufas. A
fin de disminuir el período de espera, que es
bastante largo cuando se recurre á la plantación
, ha elegido emplazamientos que reúnen
naturalmente condiciones favorables, que ha
hecho cavar á 30 centímetros de profundidad,
y sobre ellos ha esparcido una pequeña cantidad
de clorhidrato de amoníaco, porque ha
observado que la trufa exige mucho nitrógeno
para la composición de sus tejidos. En cinco
años apenas, desde 1882 á 1886, ha llegado á
recolectar, en una superficie de 10 áreas que
le han servido de campo de ensayo, 425 trufas,
que han pesado 5.995 kilogramos, que
corresponden aun rendimiento de 60 kilogramos
por hectárea. Hoy dispone M. Kiéfer de
más de 300 campos de ensayo en plena explotación.
M. Kiéfer ha recurrido aún á otro procedimiento:
ha cubierto ciertos sitios con tierra
de truferas en producción, habiéndose mostrado
muy productivas estas tierras transportadas.
Actualmente se practica en grande escala
este procedimiento en el bosque comunal
de La bastide d'Engrais ( Gard), siendo muy
satisfactorios los resultados que se obtienen.
M. Bouquet de la Grye ha hecho notar, por
último, que Francia es el único país que produce
la verdadera trufa negra de buena calidad
, é insiste sobre el importante valor que
ha suministrado al comercio esta explotación.
M. Prilleux señala terrenos sin ningún va-'

CRI — 3' 79 — CRI
lor, en el Lot, que han sido utilizados con
truferas.
Tentativas que debieran acometerse en España
para establecer el cultivo de la trufa.—
Hace algunos años que el ilustrado general de
artillería, Excmo. Sr. D. Pedro de la Llave,
al publicar en la (rácete agrícola del Ministerio
de Fomento parte de un artículo dado á luz
por M. J. C. Planchón en la Revue de deux
mondes, con el título La truffe ei les iruffires
artificielles, llamó la atención acerca del abandono
en que se encuentra en España la producción
de las criadillas de tierra, ó sea las
trufas españolas, entregadas enteramente á
los cuidados de la naturaleza y nada más.
Es cierto, dice, que las de Extremadura,
por ejemplo, no tienen el perfume de las afamadas
francesas; pero aun así, son de muy
agradable sabor, y debieran ser más conocidas
en la buena cocina de lo que lo son realmente
, pues abundan las personas que no las han
probado nunca.
En Cataluña ofrecen un aroma más pronunciado,
lo que.no tiene nada de extraño si se
observa que las trufas del Piamonte, aunque
de un excelente aroma y sabor, difieren bastante
de las francesas, por la influencia que
debe ejercer el terreno en las condiciones de
este raro tubérculo al producirlo espontáneamente.
Cree también el señor general la Llave que
aun sin propagar en un breve plazo su consumo
en nuestro país, pudiera ser motivo de
exportación para el extranjero, vista la enorme
diferencia de precios que existe entre este
tubérculo de Perigord y el que se encuentra
en montes de la provincia de Madrid, juzgando
que sin necesidad de emplear las criadillas
españolas en Francia para la sofisticación,
pudieran ser muy bien aceptadas con su propio
nombre en mesas de grandes fondas ó
casas de lujo, sirviéndose desde luego en proporciones
razonables, y no en las microscópicas
de la trufa que sabe todo el que por Francia
ha viajado.
Nosotros opinamos también que debe acometerse
con decisión en España el cultivo de
la trufa, no sólo para dejar de ser tributarios
al extranjero de este tubérculo delicado, que
se generaliza cada vez más en nuestras mesas
de lujo, sino también como medio de aumentar
nuestra producción con un artículo de
elevado precio, hoy que hay necesidad de suplir
con otros nuevos los antiguos que van
dejando de ser remuneradores, ó alcanzan
una depreciación que no consiente seguir cultivándolos
económicamente como hasta aquí.
Dándose tan bien en la generalidad de la
Península las encinas, y disponiendo de terrenos
ligeros, secos y poco elevados, que
alcanzan un precio reducido, si es que se estiman
en algo, debiera acometerse en diversos
puntos á la vez la creación de truferas, á
fin de comparar sus productos y elegir los
que más aceptación pueden conseguir en el
comercio.
Improvisándose hoy, por decirlo así, la
producción de trufas desde que se emplean
los procedimientos de los Sres. Kiefer y Bouquet
de la Grye que hemos descrito, se lograría
conocer pronto la aptitud de diferentes
terrenos en diversos puntos de nuestro país,
y las especiales coudiciones culinarias de las
distintas trufas en cada localidad. Esta empresa,
que debiera acometer el Gobierno, para
imprimirle orden y regularidad, habría de
conducirse por los ingenieros de montes para
que ofreciese garantías de éxito y pudiese servir
de estudio á los particulares.
Ante la regeneración de nuestros cultivos,
que se impone cada día con mayores exigencias,
no es de despreciar ninguna producción
útil, como dice el señor general la Llave.
En la extensa Memoria de M. Planchón,
antes citada, se insertan muchas noticias estadísticas
que demuestran la gran riqueza que
ha producido á diferentes departamentos de
Francia la siembra de bellotas para obtener
trufas al cabo de algunos años, citándose el
caso de un labrador que habiendo comprado
una tierra malísima por 500 francos, saca de
ella ya (quince años después de la compra),
y en una campaña de recolección de tres á
cuatro meses, una renta de 1.500 francos.
En el departamento de Vancluse aprecia
M. Chatin en 3.800.000 francos el producto
de las-trufas, gracias á las siembras; pero
prolongaríamos demasiado este trabajo si nos
detuviéramos en los muchos y plausibles datos
citados por M. Planchón, que hace notar
que este sistema de siembras ha de contribuir
poderosísimamente á la regeneración forestal,
procurando millaradas de encinas, árbol de
tanta importancia en los montes.
I). Navarro Soler.
CRIBA.— Cuero circular agujereado, con
cerco de madera, que sirve para separar el
trigo y otras semillas, de las impurezas y de
los granos de malas hierbas que aparecen
mezclados con aquéllas, después de beldadas.
Los agujeros de las cribas son de diferentes
tamaños, y de ahí que unas sirvan para separar
la neguilla y granos redondos, y otras
para separar los bromos y otras semillas de
forma longitudinal. El manejo de esos sencillos
y primitivos útiles exige del operador
cierta habilidad, á fin de separar al mismo
tiempo y en forma de granzas, diversos residuos,
como la cascarilla, pequeños trozos de
tierra, pajas, etc. El diámetro de las cribas
varía según las localidades. A veces se sustituye
el cuero agujereado con redes metálicas,
ó con planchas agujereadas también.
La clasificación ó separación de los granos
y semillas se consigue asimismo con el auxilio
de ingeniosos aparatos que fabrican hoy los
constructores de máquinas agrícolas con la
denominación de cribas clasificadoras. En el
procedimiento de ordinario seguido en nuestro
país, el escogido de los granos y de las semillas
se hace con cribas ó cedazos, cuyas mallas
tienen distintos diámetros; pero el trabajo

CKl — 380 — CRÍ
resulta así demasiado lento, y por lo tanto, de la importancia de esos aparatos. La criba
poco económico para el labrador. En las gran- cilindrica, de origen alemán (figura 149),
des explotaciones y en todas aquellas fincas es simplemente un cilindro ó criba de cinc
donde la cosecha sea de alguna importancia, agujereado, con mallas, cuyos diámetros van
b'igura 149.—Criba mecánica
es preferible hacerlo coa las cribas clasifica- creciendo desde la tolva hasta el extremo
doras, que reúnen á la celeridad en la faena. opuesto. La criba va sujeta por fuertes cinla
ventaja de ser fácilmente manejables y la chos ó aros, que tienen un eje común, alre-
de ser tan pequeño su coste que puede satisfacerlo
un medianamente acomodado agricultor.
l

CRI — 382 — CRI
lleva además un ventilador para aventar el
srraiio y unos cepillos de crin dura que lim-
Figura 152—Máquina Tüureka para limpiar y clasificar el trigo
Figura 153.—Cric
pian el trigo del tizón y demás materias extrañas
que pudiera llevar adheridas á las membranas
exteriores del fruto:
Esta máquina, muy usada hoy en todas las
fábricas de harinas del sistema austro-húngaro,
es de construcción sólida y ocupa
muy poco espacio. Los fabricantes
construyen cinco modelos, que designan
con los números consecutivos desde
el 0 hasta el 4, ambos inclusive. El
modelo más pequeño, número O, cuesta
770 pesetas, y prepara en cada hora
de 350 á 400 kilogramos de trigo,
mientras que el de mayor tamaño, número
4, cuesta 2.530 pesetas, y prepara
en la hora de 3.600 á 4.000'kilogramos
de trigo. Este modelo es el preferible
para las grandes fábricas], donde
es necesario recurrir á los procedimientos
más económicos y rápidos de elaboración.
CRIC. — Especie de cremallera encajada
en una pieza fuerte de madera
y cuya rama lleva en la parte superior
una plancha ó platillo que forma la
cabeza del aparato. Ese instrumento
sirve para elevar ó suspender fardos ó
masas pesadas, y se coloca entre el piso
y el objeto que haya de elevar. El cric
se emplea con frecuencia para sostener
carruajes cuando se desea desmontar
las ruedas. Un aparato de esta clase,
que se usa mucho en la Borgoña para
los trasiegos, es el inventado por monsieur
Montoy, negociante de Beaune,
que consiste en una cimbra férrea A,
que recibe en su parte superior los dos
Figura 154.— Cric
cabos de una horquilla de hierro B, que se
unen después formando una sola barra, terminada
en un pequeño garabato que coge la

CRI — 383 — CRI
pipa por su parte anterior. En el espacio ó
hueco que dejan libres las dos ramas de la horquilla
existe un tornillo de hierro C, con su
manivela y tuerca correspondiente; á esta última
pieza se une, formando un todo, otro
pequeño garabato D, que coge á la pipa por
detrás.
El modo de utilizar este aparato se ve en
la figura 153. Una vez apoyado el cric en el
suelo, mediante la cimbra A, se sujeta el
garabato de la horquilla B al aro o reborde
anterior del tonel, y puesto ya el otro garabato
D en el posterior, se comienza á dar
vueltas á la manivela del tornillo; sube la
rosca, y la cuba se eleva así sin sacudidas ni
trabajo , vertiendo su contenido. Puede también
emplearse este aparato en las cubas ó toneles
apilados, pero entonces se apoya la cimbra
del cric sobre las cubas inferiores, como
indica la figura 154. El trasiego se verifica
después en las mismas condiciones que en el
caso anterior.
CRIMNO.—Harina gruesa de espelta y de
trigo, de que se hacen comúnmente las gachas
ó puches.
CRIN.—Conjunto de cerdas que tienen algunos
animales en la cerviz y en la parte superior
del cuello.
CRIPTOGAMIA (Botánica). — Liuneo
denominó criptógamos á los vegetales cuyos
órganos de reproducción no estaban bien estudiados
y eran difíciles de descubrir; Jussieu
los denomina acotiledones; Necker, ágamas;
Lindl, acrogéneas; Bichat, arhizas; Decandolle,
celulares, y Richard, inembrionadas.
Necker, al decir plantas ágamas, ó sea privadas
de órganos de reproducción, fué poco
exacto, porque esta opinión, aceptada por
varios autores, no es sostenible hoy, que es
más conocida su organización. Hay pocos vegetales
que estén desprovistos de órganos reproductores.
Las plantas inembrionadas, dice Richard,
principian la serie vegetal. Recorriendo la
marcha que presentan las primeras ramas del
conjunto de todas las familias del reino vegetal,
se ve su organismo pasar por todos los
grados, desde la forma más sencilla que puede
imaginarse de utrículos esféricos, hasta las
que se encuentran en los vegetales provistos
de embrión.
Así los Protococcus son vegetales compuestos
únicamente de una simple vesícula llena de
granulaciones de varios colores. En este punto
el reino vegetal se aproxima más al reino
animal, que tiene por punto de partida un
ser vesicular simple, que no difiere de la vesícula
vegetal en más que por la propiedad de
moverse que tiene. Las dos series, animal y
vegetal, principian de igual .manera; pero se
alejan tanto más la una de la otra, según que
se complican y perfeccionan. Así, no es en los
vegetales más perfectos, sino al contrario, en
los sencillos, en los que hay que buscar la analogía
con el reino animal.
Examinadas en siu conjunto las plantas
criptógamas, tienen una estructura más sencilla
que las que tienen embrión. Así, un gran
número no están compuestas de más que del
tejido utricular, y de aquí el nombre de plantas
celulares que les dio Decandolle; sin embargo,
en un gran número de esos vegetales
se encuentran vasos parecidos á los de las
plantas fanerógamas; tal son, por ejemplo, las
licopodiáceas, las equisetáceas y los heléchos.
La estructura anatómica de las plantas que
aquí tratamos puede ofrecer las siguientes
variaciones:
a. Pueden estar formadas únicamente por
utrículas distintas, aisladas, representando
cada una un individuo completo; tal son, por
ejemplo, en el género Protococcus, de la familia
de Algas, en la lepra, etc., etc.
b. Las utrículas pueden estar sobrepuestas
las unas en seguida de las otras, y'representar
cordones envueltos en una materia
gelatiniforme y amorfa, como en los Nostochs.
c. Las utrículas alargadas, unidas, formando
filamentos simples ó ramosos, como, por
ejemplo, la Confervafluviatilis.
d. Un gran número de otras plantas de la
tribu de las confervas se componen de grandes
tubos simples ó ramosos, continuos ó
cerrados interiormente.
e. Las utrículas, en reuniéndose, constituyen
láminas ó membranas de formas variadas,
ordinariamente de varias capas sobrepuestas,
como, por ejemplo, en las ulve ó alque.
f. En los fucus, hongos, liqúenes, musgos,
etc., no sólo se encuentra el tejido utricular
ordinario, sino filamentos más ó menos
largos, análogos á las nervuras de las plantas
fanerógamas.
g. En fin, vasos verdaderos como falsas
traqueas, y aun de verdaderas, se observan en
los heléchos, licopodiáceas, equisetáceas, y se
combinan con las diferentes formas del tejido
utricular.
Como cada una de las plantas comprendidas
en la denominación á que corresponde este
artículo será tratada en su sitio respectivo,
nos limitaremos aquí á dar una ligera idea
de los órganos de nutrición y. de la reproducción.
Órganos de la nutrición.—Los órganos de
la nutrición en las plantas inembrionadas se
presentan en dos formas generales bien diferentes:
1. a
Esos órganos suelen estar dispuestos
irregularmente en láminas ó filamentos
irregulares: se denominan anfígamos los vegetales
que ofrecen esa organización, porque
su acrecimiento tiene lugar indistintamente
por todos los puntos de su periferia.—•
2. a
Cuando se componen de un eje y de órganos
apendiculares, y su crecimiento tiene lugar
solamente por la parte alta del eje, se les
da el nombre de acrógenes.
En el primer caso, toda la planta consiste,
algunas veces, en una expansión membranosa
de varia consistencia, sencilla ó irregularmente
tubulada, plana ó cilindrica, que se denómina
fronde en las algas, la mayor parte de

CRI — 384 — Clll
los hepáticos, y de thallus en la familia de los
liqúenes.
Cuando hay un eje y órganos apendiculares,
el eje se divide en dos partes: la una aireana,
que es el tallo propiamente; la otra la cepa,
que puede ser perpendicular, horizontal ó
rastrera. El tallo puede adquirir proporciones
considerables, ponerse duro y leñoso, como se
observa en los heléchos arborescentes. En
cuanto á su estructura íntima, varía mucho
según la familia que se estudia. Así en los
musgos, characeas, se componen únicamente
de tejido celular alargado ó de tubos cortos;
en las licopodiáceas, heléchos, etc., ofrece
verdaderos vasos situados en el centro del
tejido utricular.
De la parte subterránea del eje nacen fibras
simples ó numerosas que representan la raíz.
En las especies que no tienen eje, como las
algas, liqúenes, hongos, etc., se encuentra una
especie de filamentos como las raíces que sirven
para fijar el vegetal, pero que no contribuyen
en nada para su nutrición.
Las hojas, es decir, los órganos apendiculares
del tallo existen en los musgos, las licopodiáceas
y ciertos hepáticos; los órganos
foliáceos de los heléchos parecen ramos alargados
de hojas propiamente.
Órganos de la reproducción. — Según ya
digimos, las plantas criptógamas no están del
todo desprovistas de órganos de reproducción.
Hay solamente que en algunos casos no son
distintos de los órganos de la nutrición.
La disposición de los órganos de la generación
en las plantas criptógamas puede relacionarse
en cuatro tipos principales:
1.° No hay órganos especiales para la reproducción;
cada parte puede convertirse en
dar nacimiento á nuevos individuos; en este
caso los órganos de la generación se confunden
con los de la nutrición. De este modo se
reproducen los Protococcus y un gran número
de Confervas, en que cada célula alargada y
la materia orgánica que contiene puede ser el
lugar de desarrollo de un nuevo individuo.
2.° La materia orgánica esparcida en todas
las partes de la planta concluye por concentrarse
en un punto solamente, en el que se
forman cuerpos especiales que cada uno tiene
su envoltura particular, y que cada uno da
nacimiento á individuos de la misma especie.
Esos cuerpos, análogos en sus funciones á las
simientes de las fanerógamas, se denominan
sporos, sporulos ó congyles, que unas veces
se encuentran en la masa general del individuo,
y otras en algún punto limitado de su
superficie.
3.° El tercer tipo de disposición de los
esporos es estar unidos en receptáculos de
forma y estructura muy variada, que tienen
diferentes nombres según las familias. Se nombran
esporanges en los fucus y otros thalassiophilos;
apothecions y scutellas en los liqúenes;
urnes en los musgos y cápsulas, ó teques en los
heléchos y hongos.
4.° Los órganos sexuales machos, sea cual
fuese su forma, se les da el nombre general
de anteridia. Evidentemente la reproducción
tiene lugar por órgauos parecidos á los de las
plantas fanerógamas; los receptáculos representan
el pistilo; las anteridias son análogas
á los estambres.
¿Cuál es la organización de un esporo?
Los esporos tienen una organización muy
sencilla. En general son utrículas llenas de
materia orgánica amorfa. Esas utrículas son
muy pequeñas, algunas de forma aovada ó
globulosa; las hay que presentan el fenómeno
digno de observarse de ser movibles, y por
consecuencia, según ya hemos dicho, tienen
todos los caracteres de procedencia animal.
En resumen, las plantas inembrionadas, consideradas
en sú conjunto, tienen en realidad
órganos de reproducción que pueden compararse
á los órganos sexuales de las embrionadas,
aunque sean los de las anteriores menos
desarrollados.
Las familias de las plantas criptógamas son
poco numerosas, y todas forman dos grandes
divisiones, según Richard, y ya hicimos notar:
las anfígamas y las acrógenas. Las primeras
tienen una estructura únicamente celulosa,
es decir, completamente desprovista
de vasos, de tallo ni órganos apendiculares;
las segundas tienen una estructura célulovascular,
que tienen en general órganos dispuestos
en un tallo con apéndices laterales, en
que el crecimiento tiene lugar por la extremidad.
La primera se compone de las algas, hongos,
liqúenes, hepática, musgos, characea,
licopodiáceas, equisetáceas; la segunda los
heléchos, marciláceas, etc. Cada una de esas
familias, y sus divisiones, nombres y utilidad
que pueden reportar, se encuentran descritas
en su lugar correspondiente, pues las familias
que comprende la denominación de criptógamas
ó inembrionadas contienen muchas
plantas útiles á la agricultura y no pocas
dañosas, y ambas clases interesa conocerlas al
agricultor.
J. de Hidalgo Tablada.
CRISÁLIDA (Entomología). — Denomínanse
así los insectos cuando pasan por el
segundo estado de su desarrollo, antes de adquirir
su forma definitiva. Las larvas se denominan
entonces también ninfas. Casi siempre
cuando el animal se encuentra en estado de
crisálida se mantiene en completo reposo y
cesa de crecer. Sus partes se oprimen unas
contra otras, y adquieren mayor consistencia.
No siempre se hallan las crisálidas expuestas
al aire libre; con mucha frecuencia la larva se
forma un abrigo en el cual se encierra, cual
se observa en todas las orugas. Los entomólogos
que han estudiado las metamorfosis de los
insectos pueden reconocer la especie á que pertenecen,
por la forma, dimensiones y color de
una crisálida.
CRISANTEMO DE LA CHINA (Crisanthemum
indicum, L.).—Planta notabilísima,
introducida en Aranjuez en 1797 por los

CRI 385 CRO
hermanos Boutelou, que la trajeron de Inglaterra.
En Andalucía se llama flor de Roma
y sangre de Francia. Es pereune, de tallo
anual, casi leñoso, cerca de un metro de alto
y muy ramoso, y de flores dobles de un púrpura
obscuro, axilares, solitarias, terminales y
pedunculadas. Hay variedades de color encarnado,
rosa, morado, amarillo, naranjado y
mezclados. Resiste los fríos; y florece en Octubre,
Noviembre y Diciembre.
Se siembra en Marzo, Abril y Mayo, y se
propaga muy bieu esquejando las extremidades
de los tallos en Junio, Julio y Agosto.
En macetas y cajones prueban mejor los esquejes.
Prenden igualmente cou facilidad por
acodo. Se plantan de asiento desde los semilleros,
cuando tienen 3 ó 4 dedos de altura.
Ahijan mucho, por lo cual se propagan fácilmente
por división de raíces, hecha en Enero
y Febrero. Para conseguir flores de gran tamaño
se suprimen los botones laterales á medida
que se muestran, y se deja únicamente el
principal, que termina el tallo.
CRISOBALANUS (ArboriculturaGénero
de plautas de la familia de las Rosáceas,
constituida por pequeños árboles ó arbustos
originarios de las regiones tropicales. Las hojas
son sencillas y alternas; las flores en cimas
axilares ó terminales. Se comen los frutos de
algunas especies, principalmente los del CTirysobalanus
icaco.
CRISOCOMO (Arboricultura) . — Género
de plautas de la familia de las Compuestas,
constituido por matas ó arbustos procedentes
del África austral. Las hojas son enteras y lineales;
las flores amarillas, y dispuestas eu capítulos.
Se cultiva eu los jardines el crisocomo
dorado (Ckrysocoma áurea), porque forma
matas de hermoso verdor, y porque sus
numerosos capítulos, de color de oro, van apareciendo
sucesivamente y eu gran número durante
gran parte del estío. Se despuntan las
ramas jóvenes para que la planta se convierta
en mata; alcanza una altura de 40 á 50 centímetros.
El crisocomo de hojas de lino, indígena
de Francia, se incluye hoy en el género
Linosyris.
CRISOMELIANOS ó CRISOMELIOS
(EntomologíaJ.—Ultima tribu de los Coleópteros
tetrámeros, que comprende gran número
de insectos, casi siempre de reducidísimas
dimensiones, y que nuuca exceden del tamaño
medio de los insectos del orden. Adornados
con colores brillantes y de reflejos metálicos,
como su nombre indica, los crisomelianos varían
mucho eu la forma. Unos tienen el coselete
más estrecho que los élitros, y presentan
el aspecto de los cerambicios á primera vista;
pero la mayoría son de figura más recogida y
globosa. Unas mil especies se cuentan, distribuidas
en el mundo entero. Se alimentan con
las partes blandas de los vegetales, y su número
es tal en ocasiones que causan grandes estragos,
siendo las larvas mucho más voraces
que los adultos. Unas viven al aire libre, y otras
en el interior de los vegetales, pero siempre
sobre las partes blandas. Las Donacias y otras
especies se mantienen en el cuello de las plantas
acuáticas; algunas minan el interior de
las hojas, el parénquima y los nervios, entre
las dos epidermis; varias viven sobre las hojas,
y se suspenden de ellas para convertirse
en ninfas; pero las más singulares son las larvas
coproforas, es decir, las que forman con
sus excrementos una especie de capa ó estuche
protector. Las crioceras y otras se introducen
en tierra para transformarse, y algunas
efectúan su metamorfosis sobre las hojas;
tal ocurre con las Casides, y varias larvas
blanquizcas, largas y encorvadas por la parte
posterior, que.se ocultan en pequeñas vainas.
No citaremos todas las subdivisiones de la
tribu, entre las cuales figuran las Donacidas,
las Criocerides, las Clitridas, las Criptocefelides,
las,Eum.olpidas y las Crisomélidos.
CROTÓN. — Género de plantas de la familia
de las Euforbiáceas. Se encuentran en los
montes de las Islas Filipinas, entre otras, las
especies leñosas siguientes:
Crotón tigliuin, L. Nombre vulgar, Tuba
camaisa.— Arbolillo de 2 á 3 metros de alto.
Figura 155.—Crotontiglio
con el tronco escabroso y las ramas superiores
medio ahorquilladas. Hojas alternas, aovadas,
alargadas, aguzadas, finamente aserradas,
sembradas por las dos caras de pelillos ásperos,
y con dos glándulas pequeñas en la base;
pecíolos cortos, con dos estípulas en la base.
Flores monoicas, las masculinas en menor
número que las femeninas, y colocadas en la
parte superior. Fruto cajilla seca, con la cu-

CRU — 386 — CRU
bierta delgada, erizada de pelillos tiesos, de
tres cápsulas, y en cada una una semilla.
El fruto indicado es muy venenoso, y lo
usan los indios para envenenar los perros y
emborrachar los peces y cangrejos. Machacado
con un poco de agua y mojando con ésta
cualquiera parte del cuerpo, produce una
erupción útil en ciertos casos. El jugo causa
gran escozor en la lengua.
Crotón drupaceum, P. Blanco. Nombre vulgar,
Balanti, aunque este nombre corresponde
más propiamente á la Excacaria sicca,
P. Blanco. Las hojas del crotón aquí descrito
se parecen á las de este último, y'de ahí
la equivocación ó comunidad de denominaciones.
El arbolito de que aquí se trata tiene el
tallo de unos 10 á 12 centímetros de grueso,
con las hojas alternas, escotadas en la base,
aovadas, aserradas, ásperas en las dos caras,
y dos glándulas con piececito en la base por
debajo, y además otra semejante en cada aserradura.
El fruto es una drupa globosa, durísima,
poco carnosa, tricoca, con tres semillas
huesosas.
Crotón lacciferum, P. Blanco. Nombres
vulgares, Bilán, Ginabang, Samac.—Hojas
abroqueladas, aovadas, aguzadas, con dientecitos
pestañosos, vellosas, con una púa en
la reunión de los nervios de la cara inferior,
de 28 centímetros de largo; pecíolos larguísimos,
con dos estípulas pequeñas en la base.
Flores en panoja; las de los pies femeninos
axilares. Fruto cajilla erizada de puntas, con
tres celdillas y en cada una una semilla negra
en la madurez. Arbolillos de 3 á 6 metros
de altura, cuyas flores se llenan de insectos.
Son bien conocidos por la resina encarnada y
pegajosa que despiden cortando las ramas, la
cual se emplea en los barnices y para pegar
la tablas de las guitarras. Esta resina, parecida
á la verdadera laca, no es olorosa. Los polvos
de la raíz se usan como vomitivo en las
calenturas. La corteza y fruto se emplean en
llocos para dar fuerza al vino llamado basí.
CRUCIFERAS (Botánica y Horticultura
J.—Vasta familia de las plantas dicotiledóneas,
una de las más naturales y mejor circunscritas;
compreude únicamente especies herbáceas,
anuales ó bisanuales, vivaces, á veces y
subfrutescentes. Las hojas son alternas, sin
estípulas, enteras ó cortadas. La inflorescencia
consiste en racimos ó en panículas; ordinariamente
corimbiformes al iniciarse la floración,
pero que se van prolongando más á medida
que van desarrollándose las flores. Estas
tienen idéntica estructura en todos los géneros
de la familia, yes notable por su sencillez
y por el contraste con la que se observa
•en todas las demás familias. El cáliz se halla
formado por cuatro foliólas ó sépalos libres;
la corola por cuatro pétalos unguiculados, con
limbo abierto, y que forman la cruz que ha servido
para dar un nombre verdaderamente característico
á la familia. Los estambres son
seis y tetradínamos, es'decir, desarrollados
desigualmente y divididos en dos grupos, uno
de dos estambres más cortos y otro de cuatro
estambres más largos, los cuales forman dos
pares opuestos. El ovario es libre y central,
bilocular, formado por dos cárpelas y terminado
por dos estigmas; al madurar se convierte
en una cápsula bivalva y bilocular, muy
variada en sus formas y en las proporciones
entre su longitud y su grosor. Se la da el nombre
especial de silicua, siempre que su longitud
es cuatro ó cinco veces mayor que su anchura,
y el de silícula cuando es corta y casi
tan ancha ó más ancha que larga. Las silicuas
son siempre polispermas; las silículas, por
el contrario, contienen muchas veces un número
de granos reducido, y en algunos casos
dos y aun uno solamente. Los granos están
desprovistos de perispermo, pero como compensación,
la parte cotiledónea del embrión
se halla muy desarrollada en ellos.
Las cruciferas vegetan principalmente en
los climas templados y fríos del hemisferio
septentrional; rara vez se las encuentra en
los trópicos, y dado caso de que vegeten en la
zona tórrida, solamente lo verifican en terrenos
muy elevados sobre el nivel del mar, ó
más bien en montañas de gran altitud. Todas
las partes de esas interesantes plantas se hallan
impregnadas de un jugo acre más ó menos
concentrado, según las especies, pero que
nunca es venenoso. La mayoría de ellas contienen
además, y en considerable proporción,
azufre y ázoe, substancias cuya existencia se
revela cuando se inicia la putrefacción en las
plantas, por desprenderse entonces emanaciones
amoniacales y sulfurosas. Los granos ó
semillas son muy ricos en aceite; así algunas
especies se cultivan exclusivamente para obtener
ese producto, cual ocurre con la colza,
la nabina, algunas variedades de col, la carnelina,
etc. Pero no son esas plantas oleíferas
las únicas especies agrícolas de la familia; las
de raíces carnosas, como las rutabagas, nabos
comunes y gallegos ó turneps, tienen también
grandísima importancia para la explotación
de una granja, como valioso elemento para la
alimentación de los ganados, la producción de
carne y de leche, y aun la de abonos, tan necesarios
para conservar la fertilidad del suelo.
En el cultivo de huerta alcanzan también
capital importancia las cruciferas, y aun en
la ornamentación de los jardines. Esas plantas
suministran las hortalizas utilizadas desde
más remotas épocas y aun las más esenciales
para la combinación de las comidas. Basta citar
las berzas, cuyas variedades se han multiplicado
de una manera asombrosa durante millares
de años en que vienen siendo objeto de
cultivo, bastando citar en comprobación de
ello el repollo, la col de Milán, la coliflor, los
brócolis, la berza-rábano, etc., y además los
rábanos, la col de Bretaña, el rábano rusticano,
la col marina, la mostaza, los berros y
otras muchas plantas que fuera enojoso citar.
'No pocas cruciferas son medicinales, y todas
ellas poseen propiedades anti-escorbúti-

CEU — 387 — CRU
cas, como la codearía y otras especies que
crecen en las cercanías del mar. Entre las
cruciferas ornamentales hay algunas célebres
por la hermosura de las flores ó por su aroma,
como el alhelí amarillo, especie indígena
¡ frutescente y vivaz, que obtiene ventaja
en la comparación con las especies exóticas
más celebradas, y el alhelí de flores purpurino-violadas,
que se convierte fácilmente en
doble por el cultivo, y que constituye por sí
sola la especialidad industrial de algunos jardineros.
Pudieran citarse otras muchas plantas
indígenas ó exóticas, pertenecientes á esa
especie, todas ellas rústicas, de fácil cultivo, y
que por lo común florecen en la primavera.
CRUDIA.— Género de plantas de la familia
de las Leguminosas, subfamilia de las Cesalpíneas.
(V. Malatumbaga.)
CRUGIÁ.—Planta sufruticosa, de la familia
de las Escrofularíneas, que corresponde
á la especie Digitalis obscura, L. Se encuentra
en varios montes de las provincias de Andalucía,
Murcia, Alicante, Castellón , Cuenca,
Guadalajara, Soria y Valencia. En esta última
se llama clavellina borde.
Es planta muy lampiña, de hojas lanceoladas
ó lineares lanceoladas, enterísimas. Las
flores, que aparecen en Junio y Julio, están
dispuestas en racimo laxo, siendo las corolas
de color amarillo dorado por dentro, con líneas
obscuro-leonadas. Se cultiva esta especie
en los jardines, pero forestalmente considerada
no tiene importancia alguna.
CRUP.—Angina laríngea grave, caracterizada
por la formación de falsas membranas
en la cavidad de la laringe y de la tráquea.
Rara vez se observa en los animales domésti-
* eos, y cuando se presenta es en los animales
jóvenes. (V. Angina.)
CRUSTÁCEOS (Historia natural).—Clase
de animales que se caracteriza por tener un
esqueleto tegumentoso, córneo unas veces, incrustado
de carbonato de cal otras, dándole
consistencia pétrea, y sincerando el nombre
de crustáceos; la cabeza y el tórax se hallan
soldados ordinariamente en una sola pieza,
con un escudo llamado caparazón que la recubre.
Existen tales diferencias en la conformación
de las diferentes especies de crustáceos,
que es difícil exponer muchos caracteres
comunes á todas ellas; de ahí la necesidad de
limitarse á consignar que el cuerpo consta de
una serie de anillos ó segmentos desiguales,
cada uno de ellos provisto de apéndices laterales,
órganos de manducación en unas ocasiones,
patas ó aletas en otras. Los ojos son
simples ó compuestos, según las especies, colocados
en pedúnculos movibles, poseyendo
también esos animales por lo común uno ó dos
pares de antenas, especies de cuernos filiformes
muy alargados. Las patas del par anterior
terminan con frecuencia en una pinza
que las convierte en órganos de prensión. Son
acuáticos, y Tespiran por branquias casi todos
los crustáceos; branquias, ora encerradas en el
tórax-, ora-fijas en los miembros abdominales,
formando penacho. La.reproducción es ovípara,
y los hijos parecidos á los padres en unos
casos, no experimentando otros cambios que
los de la piel, y en otros difieren mucho de
los progenitores, y sufren metamorfosis notables;
muchos de esos animales poseen la facultad
de reemplazar los miembros perdidos.
Esta clase comprende solamente unas mil quinientas
especies, y como presentan éstas en
su conformación diferencias tan considerables,
ha sido menester dividirla en muchos órdenes
y familias, recurriendo para distinguirlos, al
número, posición y estructura de las patas.
Muchos naturalistas reducen esos órdenes á
cinco, á saber: Thoracostráceos, Arthrostráceos,
Aspidostráceos, Sifonostomos y Testacostráceos.
CRUZ (Zootecnia).—Se llama asíala figura
que forman los huesos que están en la parte
alta del lomo, al fin del espinazo. Sírvenla
de base las apófisis superiores de las primeras
vértebras dorsales. En el caballo de silla conviene
la cruz alta, bien aparente, ancha de
base y circunscrita, en cuyo caso se dice alto
de cruz ó de agujas. Para el de tiro no importa
que sea baja, á condición de que sea carnosa,
sin degenerar en blanda, que es á lo que
se llama bajo de cruz ó de agujas, denominando
empastada ó débil á la cruz que además de
baja se presenta fofa y de poco vigor. Las yeguas
tienen la cruz más baja que los caballos,
aun siendo de idéntica raza, lo cual explica el
por qué en ellos es menos elevado y esbelto el
tercio anterior.
La cruz en el buey no debe ser alta y cortante,
sino ancha de una á otra espalda, y formar
una línea recta con el lomo; esta disposición
indica un desarrollo mayor de carne en
esta región. En el carnero, la disposición de
la cruz debe ser idéntica á la del buey.
CRUZ DE JERUSALEN ó RAMILLE­
TES DE CONSTANTINOPLA (Lychnis
chalcedonica,L.).—Esta planta perenne, así
llamada por su semejanza con la cruz de los
caballeros de San Juan ó de Malta, tiene tallos
derechos, cilindricos y vellosos, de un
metro de altura, con las flores formando cimas
terminales. La especie natural es de color
de fuego, pero hay otras blancas, rosa y
de flor doble, color de fuego y blanca. Florece
de Junio á Septiembre, y se siembra en parajes
sombríos por Marzo y Abril, en terrenos
ligeros, para transplantarla en otoño con cepellón,
á 2 pies de distancia.
Todas las variedades, las de flor doble sobre
todo, se propagan por esqueje, de la misma
manera y con los mismos cuidados que las
clavellinas, y se plantan por el otoño. Es también
empleada la división de raíces.
CRUZAMIENTO.—Hace mucho tiempo
que se sostienen vivísimas discusiones sobre
el verdadero sentido de esta palabra, y las
ventajas ó inconvenientes de la operación
significada por ella. En la época (presente se
han multiplicado los puntos debatidos con
sutilezas y distinciones, no siempre de verda-

CllU — 388 ~r- CRU
dera importancia. Por nuestra parte, como el
objeto que nos proponemos en esta obra es
más bien establecer reglas prácticas que discutir
teorías, expondremos sin difusos razonamientos
la doctrina que nos parece más
conforme con la ciencia, y cuya aplicación
juzgamos más útil para la mejora de la ganadería
española.
Sostienen unos que hay cruzamiento siempre
que se unen individuos de familias distintas;
otros opinan que sólo existe cuando la unión
se verifica entre el padre de una especie y la
madre; de otra, como sucede con el asno y la
yegua. Nosotros creemos que en el lenguaje
vulgar esta palabra tiene un sentido lato, y
puede decirse con igual propiedad cruza de
familias, de razas y de especies. Pero el tecnicismo
científico tiene un valor convencional,
y lo que importa para entenderse es
fijarlo cou toda claridad. Según el común sentir,
la palabra cruza se aplica especialmente á
la unión de razas distintas, y como esta unión,
procurada por el ganadero, tiene un fin práctico
de utilidad, se puede definir el cruzamiento
de este modo: es la unión de dos individuos
de la misma especie, pero de razas distintas,
con objeto de mejorar la menos buena, comunicándole
algunas ó todas las cualidades de
la superior que la cruza.
La primera cuestión, que ha sido y aun sigue
siendo objeto de debate, se refiere al
efecto que el sistema produce en las razas.
En el siglo pasado establecieron los autores
de más reputación como principio de doctrina,
no la conveniencia, sino la necesidad de
la cruza para evitar la degeneración de las
razas. Bufíbu y Bourgelat fueron los principales
sostenedores de esta tesis, admitida con
entusiasmo en Italia y en España, especialmente
por los hipólogos. Brugnone, director
de la Escuela de Veterinaria de Turin, expresó
en términos precisos esta teoría en su Tratado
de establecimientos hípicos. Véase cómo
se expresa:
«La especie caballar es la que más pronto
degenera. Por tal razón, si se descuida durante
largo tiempo introducir en una yeguada
sementales extranjeros, ésta concluirá por no
dar más que productos mal construidos, mal
configurados y llenos de defectos. Es el motivo
que ha inducido á todas las naciones á
mezclar ó cruzar, según se dice, las razas,
haciendo cubrir las yeguas indígenas por caballos
extranjeros, y las yeguas extranjeras
por caballos indígenas. El abandono de este
principio esencial ha sido la causa principal
de la degeneración de las razas.
»Con el fiu de lograr el mejor resultado del
cruzamiento de las razas, es necesario que se
verifique teniendo en cuenta los climas. El
caballo de un país cálido compensa y corrige
los defectos de la yegua de un país frío y
oiceversa. Así, por ejemplo, los sementales
árabes, berberiscos y españoles deben cubrir
yeguas inglesas, francesas y alemanas, y los
dinamarqueses, alemanes y procedentes de
otros países septentrionales son buenos para
echados á yeguas españolas, italianas ó berberiscas.
En una palabra, la cruza da resultados
tanto mejores cuanto más opuestos son
los climas de que los reproductores proceden.
»Pero si los caballos se bastardean en su
propio país, la degeneración es más rápida en
los extranjeros importados. La consecuencia
de esto es que los reproductores extranjeros
procrean hijos de excelentes cualidades, pero
los hijos de éstos empezarán á degenerar, adquiriendo
los caracteres distintivos de las razas
del país, creciendo en cada generación la
decadencia. Es preciso, en atención á esto, no
sólo cruzar las razas, sino renovarlas sin cesar
si se quiere conservarlas puras y bellas.»
Hemos copiado estos párrafos, que contienen
tantos errores como líneas, por ser un fiel
trasunto de las ideas de la mayoría de nuestros
ganaderos. Tal doctrina es más bien de
anarquía que de reforma pecuaria; anarquía
que no puédemenos de producir, donde quiera
que reine, la confusión más completa dentro
de las especies y en todas las especies,
pues lo que se dice de la caballar tiene cabal
aplicación á la lanar, á la vacuna y á la de
cerda. Es la antítesis esta doctrina de la relativa
á la especialización, y con ella se destruye
el atavismo, se impide el predominio
de las aptitudes, se quita fijeza á los caracteres,
queda privado el ganadero de toda
regla de cálculo para dotar por medio de la
generación á la descendencia de las cualidades
deseadas. Comprendemos que algunos
zootécnicos alemanes sostengan la superioridad
del influjo individual en la procreación
al de la ascendencia; pero con la doctrina
que combatimos no es posible obtener ejem- •
piares que satisfagan al gusto de la moda y
las exigencias de los servicios.
En esos párrafos están enunciados los sistemas
llamados de compensación y de refresco
de la sangre, puestos en gran boga por nuestros
autores hípicos. El sistema de compensación
con relación á la cruza se funda en la
creencia de que uniendo individuos de cualidades
contrarias, se obtienen productos dotados
de otras intermedias. De la unión de un
caballo de cabeza acarnerada y de una yegua
chata resultaría un potro de cabeza de perfil
recto. Esto no se puede establecer como regla
, y Nattusius entre los alemanes, y Sansón
entre los franceses, sostienen con razón que
tal doctrina es grandemente perniciosa. La
mejora de las razas por medio del cruzamiento
se obtiene más fijamente con reproductores
parecidos que siendo dispares. Con arreglo
á la ley de los semejantes, lo que resultaría
de un caballo de cabeza acarnerada y de
una yegua chata sería un potro acarnerado ó
chato, según predominase en la generación
el influjo paterno ó el materno. Lo preferible
para disminuir la curvatura frontal, si de este
defecto se trata, es cubrir las yeguas con sementales
de cabeza recta.
El refresco de la sangre consiste en cubrir

CRU — 389 — CRU
con sementales de otra ganadería las hembras
de la propia. No se puede condenar en absoluto
este refresco, si la sangre que se puede
llamar refrescante es de superior calidad que
la refrescada. Lejos de eso, elegir para mejorar
la propia ganadería sementales más perfectos
de otra, de mejores formas, con las aptitudes
que se desean más desarrolladas, es grandemente
ventajoso, y es lo que deben practicar
todos los ganaderos para hacer que las razas
que poseen sean más precoces, presten mejor
servicio, y en último resultado sean más
útiles, económicamente hablando. Lo que no
puede admitirse es el principio absoluto, tal
como lo pi -
oclamó el gran Buffon, y repitieron
después varios autores, exagerándolo. Dijo
aquél que todas las razas occidentales, siendo
oriundas de un país meridional, están fatalmente
condenadas á degenerar, por cuyo motivo
es preciso, para que conserven sus atributos,
refrescar su sangre con reproductores
del país originario. No hay tal decadencia
fatal, y los hechos lo prueban de un modo
concluyente. La raza merina, llevada de España
á Francia y Sajonia, en vez de degenerar,
ha mejorado de un modo extraordinario, tanto
en corpulencia como en cantidad y calidad
de la lana; la raza de caballos andaluces ha
mejorado también en Austria, según hemos
dicho al hablar de los imperiales.
Era imposible que la doctrina de cruza, tal
como fué expuesta por el eminente naturalista
y sus discípulos, no fuese impugnada; y lo
fué, verificándose una reacción exagerada en
sentido contrario. M. Iluzard, al fin del siglo
pasado, dijo que el cruzamiento, en vez de
mejorarlas razas, las desnaturaliza; Baudement
ha sentado como principio inconcuso en
la época presente que con este sistema no se
forman razas, sino que se destruyen. Nosotros
creemos que no las desnaturaliza ni destruye
cuando se aplica á variedades de una misma
especie; lo que hace es modificarlas más ó
menos profundamente, según el clima en que
se verifica la cruza y las condiciones respectivas
de las razas cruzadas.
De esta controversia surge la cuestión relativa
á la utilidad del sistema. ¿Es conveniente
la cruza? Muchos ganaderos españoles
sostienen la negativa, especialmente tratándose
de la cría caballar, fundándose en las
opiniones de Huzard y Baudement. En la
nuestra es útilísima verificándola con recto
criterio, y hasta preferible en muchos casos á
la selección consanguínea.
El objeto del ganadero no se limita á desarrollar
una cualidad ó evitar un defecto de
la raza que posee; se extiende á modificar, hasta
cambiarlas por completo, sus cualidades
características, y esto es lento y difícil con la
selección. Un reproductor no puede dar lo
que no tiene, y si carece de la aptitud que se
busca para la descendencia, ¿cómo la ha de
transmitir por la generación?
Cierto es, tratándose de la especie caballar,
que no hay raza desposeída en absoluto de las
aptitudes propias para todos los fines; es más:
no hay caballo que no aproveche en algún
grado para todos los servicios; pero hay tal
distancia á veces entre ese grado y el que se
desea adquiera la raza, que, aunque cada generación
marque un adelanto, el ganadero
que empieza la reforma no puede esperar
verla terminada. El caballo gallego anda al
camino; mas ¡cuánto tiempo se necesita para
que por el método de selección llegue á ser
un buen tipo de silla! El caballo extremeño
tira; pero ¡cuántos años no se requieren para
que sea especial de este servicio! Y si esto es
lento y difícil, sin embargo de que no designamos
aptitudes opuestas, ¿qué no sucederá
si se tratase de hacer el caballo andaluz de
tiro pesado, y de convertir el catalán en tipo
de carrera? Cuando se quiere alcanzar una
cualidad que no tiene la ganadería que se posee,
cualquiera que sea su especie, no hay
más que emplear el cruzamiento, por el principio
de que la procreación no crea aptitudes,
sino que las transmite.
Aun suponiendo que con el sistema se desnaturalicen
ó destruyan las razas, no hay
razón para rechazarlo en muchas ocasiones.
¿Qué importa eso cuando es lo que se pretende
conseguir con la cruza? ¿Qué importa
tampoco que la que cruza pierda algún valor
en la descendencia? Si el fruto de la operación
adquiere en cierto grado las cualidades deseadas,
eso es suficiente para que se emplee con
utilidad en determinadas circunstancias.
La experiencia consagra esta tesis: No hay
nación en el mundo que no haya empleado el
método del cruzamiento en la especie vacuna,
en la lanar, en la de cerda y en la caballar
sobre todo, con admirable resultado; y podemos
añadir que al cruzamiento deben su origen
casi todas las famosas razas de que Europa
se gloría.
A la cruza de la pura sangre se debe la
regeneración de la cría caballar en ambos
mundos; á la cruza de las razas vacunas
Durham y de aptitud lechera holandesa y
suiza son deudoras casi todas las naciones de
considerables adelantos.
Cierto es que los resultados no son siempre
satisfactorios. En España los tenemos de todas
clases; son excelentes los obtenidos de la cruza
de las citadas razas de leche holandesa y
suiza con la montañesa de Santander, con las
vacas de Trujillo y con las vascas y otras;
pero son desastrosos los de la cruza de las
razas lanares inglesa Dislhey y South-Down
con varias indígenas. Los sementales, adquiridos
á precios muy elevados, han perecido á
poco de la importación, no pudiendo soportar
el rigor de nuestro sol canicular, y la. descendencia
ha perdido las cualidades de las
regeneradoras.
La cruza de nuestro ganado de cerda extremeño
con sementales de las razas de Essex
y de Berk ha dado muy buen resultado.
Acabamos de nombrar razas regenerador as,
y esto nos mueve á dilucidar otra de las cues-

CRU — 390 — CRU
tiones más importantes sobre la materia, á
saber: cuáles deben considerarse tales, y cuál
es su grado de influjo en la generación.
Hacemos caso omiso de los debates sostenidos
modernamente acerca de las razas que
pueden regenerar, y de si es propio decir que
con la cruza se regeneran las razas. Nosotros,
en obsequio á la brevedad, formularemos
nuestra opinión en las siguientes conclusiones:
l." Con la cruza se pueden mejorar las
razas comunes.
2. a
Es regeneradora, con relación á una
raza, otra más perfecta ó de cualidades más
relevantes.
3. a
Las razas puras son las que influyen
en la generación más cierta y seguramente.
4. a
­ Las razas cruzadas sólo deben em­
plearse como regeneradoras cuando han de
cruzar otras de peores condiciones.
Se funda nuestra opinión en la doctrina
expuesta al hablar de la consanguinidad (véase
esta palabra). Sólo las razas puras tienen
fijeza de caracteres, y es proporcionada á esa
fijeza la seguridad con que se transmiten á la
descendencia.
Y he aquí por qué razón no se puede fijar
de un modo absoluto, con verdad, el grado en
que cada sexo influye en la generación. Se'
dice, por ejemplo, que es de media sangre
árabe la potra hija de un padre de esta raza
y de una madre de otra; que es de dos tercios
de sangre el potro nacido de la unión, del padre
y de esta hija, ó de otra yegua de media
sangre. Estas frases calificativas no son rigurosamente
exactas. Puede suponerse que el
influjo de ambos reproductores sea igual si lo
es el atavismo de las dos razas, y en este caso
se podrá decir que es de media sangre el producto
primero, y de tres cuartos el segundo;
pero ¡si la raza materna tiene menos consistencia
que la paterna, por descender de otras
cruzas, el hijo participará de la raza árabe
más de la mitad, y realmente tendrá más de
media sangre.
Sin embargo, á fin de poderse entender en
este punto y de tener alguna regla probable
ó aproximadamente exacta de cálculo en las
cruzas, se han inventado diferentes fórmulas
para expresar las pérdidas y adquisiciones de
sangre por el acto generador, y pesar la dosis
proporcional de las dos distintas sangres que
corren por las venas del producto cruzado.
Diremos antes de dar cuenta de algunas de
esas fórmulas, que unos opinan que con el
cruzamiento continuo la raza materna queda
completamente absorbida por la paterna al
cabo de algunas generaciones, en tanto que
otros sostienen que la raza común jamás queda
al igual de la que cruza, pues por grande que
sea el número de generaciones obtenidas con
el cruzamiento continuo, siempre quedará en
el producto una fracción de la sangre materna
que empaña la pureza. Si á un vaso lleno
de agua, dicen, se echa una gota de vino, el
líquido deja de ser puro, por mínima que sea
su impureza.
Véase la fórmula de los primeros: >
Designando por P el atavismo de la línea
paterna, por ibfel de la materna, en caso de
cruza P y M tienen necesariamente valores
iguales y opuestos, que representaremos por
i 00. En cada generación resultará de esta
cruza un producto que designaremos por F,cuyo
valor será igual á 100. Haciendo funcionar
los signos y los números representativos
de los fenómenos de la herencia, tendremos:
Generación Producto
1:
3. a
F = 50 P + 50 II­­
F = S5 P +15 M =
F = S7,5 P + 12,5 Ж­­
F = 100 P + 0 M :
100....
100....
100....
100...
1." .
2.°
3.°

COR — 391 — COR
CUABA.—(V. Amyris.)
CUADRA.—El local destinado á albergar
los caballos', mulos y asnos, se conoce en general
por el nombre de cuadra.
Esta puede tener distintas aplicaciones, según
que se dedique al ganado de trabajo ó al
de cría; otra tercera aplicación es la del ganado
de lujo, que uo hacemos más que consignarla
por salir fuera de las condiciones
de este DICCIONARIO. Si tuviéramos que entrar
en este estudio, aun concretándonos á lo
más importante, tendríamos que escribir un
extenso artículo; tal es el número de detalles
y la diversidad de materiales y procedimientos
que hoy se emplean en la construcción de
las caballerizas.'
La primera cuestión á resolver, que es el
emplazamiento de las cuadras, no se desvía de
las condiciones generales que afectan á todos
los edificios del campo; para todos ellos es
necesario buscar sitios sanos, alejados de los
focos de infección, como estercoleros, lugares
pantanosos, industrias que arrojen productos
nocivos, etc., etc. La orientación, variable según
los climas, debe ser por lo general en el
nuestro la del Mediodía, por ser éstos los
aires más cálidos, y ser sumamente perjudiciales
las corrientes frías ; pues con la temperatura
elevada de las cuadras, ó el calor desarrollado
por el trabajo, los cambios bruscos
de temperatura determinan una porción de
enfermedades y de graves accidentes, especialmente
sobre el caballo.
Así como el aire en determinadas condiciones
viene á ser un terrible enemigo para
el ganado, la carencia de él dentro de las cuadras
es también un inconveniente de no poca
importancia que hay que evitar, armonizando
el volumen de cada local con el número de
Figura li¡6.—Cuadra modelo
animales que contenga; este volumen varía,
aunque ligeramente, según los diversos tipos
y razas; aun tratándose del mismo tipo, el
cubo de aire necesario para cada caballo ha
sido apreciado con alguna diferencia por los
autores que se han ocupado del asunto, pues
al paso que Vogeli lo estima en 42 metros cúbicos,
Dumas lo reduce á 23, y una Comisión
de la Academia de Ciencias francesa, huyendo
de ambos extremos, establece la cantidad
de 30 metros cúbicos de aire por cabeza; cifra
que se concilla perfectamente con las dimensiones
que cada animal necesita para estar cómodamente
alojado, y para que los servicios
se hagan fácilmente.
Aceptando el término medio de las dimensiones
más comúnmente admitidas, puede fijarse
para cada plaza un ancho de'1,50 á 1,70
metros, por un largo de 3,50 metros, contando
en este número el ancho del pesebre; además
hay que dejar detrás de cada animal un paso
de 1 á 1,50 metros, y si se cuenta con los colgaderos
de madera para los arneses, colocados
en la pared opuesta á la de la pesebrera, tendremos
una longitud total de 6 metros. La
altura oscjla entre 3 y 4 metros, siendo la
más aceptada la de 3,30 metros; con estas dimensiones
el cubo de aire que resulta está en
armonía con las cifras consignadas anteriormente.
La luz y la ventilación, condiciones esenciales
de la vida, deben proporcionarse en las
cuadras de modo que aumenten ó disminuyan
á voluntad fácilmente, según las necesidades
del momento. Las ventanas, á ser posible, estarán
colocadas detrás del ganado, ala altura
necesaria para que la luz entre de alto abajo;
sus cierres serán muy sencillos para que se
manejen desde el suelo por medio de cuerdas

COR — 392 — COR
ó cadenas. Además pueden establecerse chimeneas
de ventilación, cuyos buenos efectos son
de todo el mundo conocidos.
La disposición y colocación de las ventanas
las está indicando claramente la figura 156;
sus dimensiones son 1,65 metros de ancho
por 1,20 de altura. En la figura 157 está indicada
una ventana vista por su interior, y
se ve en ella el marco de hierro con vidrios,
que se abre más ó menos por medio de una
cuerda y dos poleas. En verano puede dejarse
caer este marco contra el muro ó pared, y
sustituirlo exteriormente por pequeñas y ligeras
esteras que dejen paso al aire, aun cuando
le tamizan ó filtran, por decirlo así; en
invierno, si la cuadra está demasiado fría, se
Figura 157.—Ventana de la cuadra
vista desde el interior
aplican esteras más gruesas en vez de las anteriores,
y que pueden arrollarse ó extenderse
por medio de dos cordeles.
El ventilador, sin embargo, es de todos los
medios de ventilación propuestos para las
cuadras, el menos empleado y el más conveniente
sin ningún género de duda. La solución
completa del problema de las condiciones técnicas
de un ventilador no es de este lugar, y
nos llevaría además muy lejos de nuestro propósito,
por cuyo motivo haremos solamente
algunas indicaciones de carácter práctico. He
aquí los diámetros que deberán tener estos
ventiladores para un número dado de caballerías,
según que se construyan de madera ó
de palastro y de orificios libres:
Diámetro
í
? l í m
- de caballerías
si el ventilador es de
del ventilador madera
Núm. de caballerías
si el ventilador es de
palastro
0*1,17 4 . 5
0m,19 5 7
0m,22 . 6 . 9
Ora ,25 8 12
0111,27 10 14
Om^O 12 17
Om ,33 14 21
La madera, el palastro y el cinc son los materiales
preferibles para la construcción de
los ventiladores. Como base del cálculo puede
tomarse la cifra de 10 metros cúbicos de aire
á renovar por cabeza y por hora.
Cuando se trata de los primeros ventilado­
res, ó sea de los de madera, es preferible la
sección cuadrada, por ser la más sencilla.
En cuanto á los ventiladores de palastro,
débese adoptar la forma cilindrica, como la
más favorable bajo el doble punto de vista
del tiro y la construcción. Pero para que
funcionen útilmente, los ventiladores metálicos
deben estar provistos en su exterior de
una envolvente que se oponga al enfriamiento
del aire interior, lo que produciría la detención
ó disminución por lo menos del tiro.
Entre las muchas substancias malas conductoras
del calórico que pueden emplearse para
Figura 15a Figura 159
Ventilador de madera Ventilador de cinc
formar esta envolvente, debemos indicar la
tierra gredosa, mezclada con paja cortada que
aumenta la tenacidad, aplicándola de modo
que forme un espesor de 6 á 8 centímetros;
en vez de esta capa aisladora ú otras análogas,
puédese emplear una envolvente de madera
que deje bastante espacio libre, con el objeto
de que pueda circular el aire de la cuadra entre
su pared interior y la exterior del ventilador.
Por último, si se quiere un metal que
se oxide menos que el palastro en contacto
con el aire húmedo, se puede recurrir al cinc
laminado.
Con el objeto de evitar la acción de los
vientos sobre el tiro de los ventiladores se
puede recurrir con éxito á la exposición que
indican las figuras 158 y 159. La 158 es un
ventilador completo, construido de madera,
y la 159 lo es de cinc; ambos están provistos
de sombrero ó remate, que á la vez que salva
el inconveniente indicado, imposibilita la entrada
del agua de lluvia en el aparato, y pollo
tanto en la cuadra. El tubo de cinc está
embadurnado en su exterior de la mezcla expresada
de tierra gredosa y paja menuda. Los
ventiladores llevan en su parte baja su correspondiente
moderador, que no entra más

CUA — 3 9 3 — CUA
que una válvula en A, circular de madera, y
en B, plana y de metal, palastro ó cinc.
Para comprender mejor las precauciones
necesarias al establecimiento de un ventilador,
supongamos que la figura 1 6 0 representa la
planta de una cuadra que tiene 5,20 metros
de profundidad, 4 , 3 0 de longitud y 2 , 4 0 de
altura. Si la puerta P y las tres ventanas A,
B y C no están herméticamente cerradas, el
aire frío podrá introducirse simétricamente y
en cantidad próximamente igual por dos eos-
Figura 100.—Planta de una cuadra
tados opuestos de la cuadra. En tal caso, es
evidente que la abertura del ventilador estará
colocada lo más ventajosamente posible en el
centro O del cielo raso; pero si el aire nuevo
no tiene ningún acceso por el lado B C, el
aire viciado, aun cuando el tiro ño se disminuya,
no será impulsado igualmente de todos
los puntos de la cuadra hacia el ventilador,
Figura 161.— Planta de una cuadra con falla,
para ocho cabal'erías
estableciéndose corrientes de A á O y de P
á O, mientras que la masa de aire comprendida
en la parte opuesta permanecerá casi en
equilibrio. En este caso, la abertura del ventilador
deberá aproximarse al lado B C y
colocarse hacia el punto m; que si, por ejemplo,
se le situase en el punto n, la ventilación
sería menos eficaz, y casi nula si se estableciese
en K y se suprimiese la ventana A.
Las puertas necesitan tener un ancho mínimo
que permita el paso de los ganados con
sus atalajes; ancho que puede fijarse en 1,30
ó 1,50 metros, y para que resulte proporcionada
necesita la puerta una altura de 2 metros.
Para evitar que los ganados se lastimen
con las aristas de las puertas, se colocan rodillos
de madera; el diámetro de estos rodillos
es de 0 , 1 0 metros: su largo, 0,90 metros, y
se colocan á un metro del suelo, aunque esta
altura puede variar con la alzada. El uso de
los rodillos indicados, aunque poco frecuente
en nuestro país, es sumamente barato, y
debe emplearse siempre, no sólo en las cuadras,
sino en todos los edificios destinados á
encerrar ganado.
El interior de las cuadras debe estar perfectamente
revocado, sin dejar huecos ú oquedades
que dificulten la limpieza, ni que sirvan
de refugio á los miasmas y á los insectos; el
zócalo, si no es de piedra, conviene revestirlo
de materiales algo hidráulicos para que no se
alteren con los orines ni con el agua que con
tanta abundancia se gasta en la limpieza; el
resto de las paredes, lo mejor y lo más barato
W S «
1 fl-
1 jl
1 |L
• w
1
S-
I I I I i
Jl .
PL
Figura 162,—Planta de una valla modelo
es que se hallen dispuestas para blanquearlas
con lechada de cal siempre que convenga.
El suelo, que tiene que resistir el choque de
los cascos y el desgaste continuo de las herraduras,
puede ser de materiales muy diversos:
al elegirlos se huirá igualmente de aquellos
que proporcionen una superficie tan unida que
resbalen en ella los animales fácilmente, como
de aquellos materiales que por su estructura
esponjosa ó por las juntas que dejen entre sí,
dificulten la limpieza y la desinfección en
caso necesario; los empedrados, adoquinados
de piedra, madera ó hierro, el asfalto y las
piedras artificiales fabricadas de exprofeso
pueden emplearse, según los precios que alcancen
en la localidad donde se construya; el
mismo ladrillo, sobre todo el santo, por su mayor
dureza, colocado á sardiner y con mortero
hidráulico, proporciona un excelente suelo.
Cualquiera que sea el material elegido en
su colocación, se dejará una pendiente de 0,02
á 0,03 por metro, que terminará en la reguera
dispuesta para recoger las deyecciones líquidas,
y arrastrarlas á los sumideros; la pendiente
de estas regueras suele ser también de
0 , 0 2 á 0 , 0 3 por metro.
Las dimensiones de las pesebreras, por término
medio, son de 1 á 1,10 metros de altas,
por una profundidad de 0 , 2 0 metros; de modo
que el fondo del pesebre queda elevado del
Día—IT 2 6
.P

CIJA — 394 — CÜA
suelo 0,80 ó 0,90 metros; el ancho interior
de los pesebres varía entre 0,35y 0,40 metros;
para los henos y forrajes verdes necesita el pesebre
como complemento, de las rastrilleras,
que son como unas escalas de madera, cuyos
travesanos dejan entre sí un espacio de 0,15,
colocadas horizoutalmente encima, y á lo largo
de la pesebrera, con cierta inclinación hacia
adelante; inclinación que se obtiene desviando
la parte superior 0,40 ó 0,50 metros
de la pared, á la que se sujeta la rastrillera
por medio de barras fijas distribuidas convenientemente.
La disposición preferible de las pesebreras,
aunque la menos empleada, es aquella que
permite dejar un callejón ó pasillo intermedio
para el reparto de alimentos, cuando la
distribución y dimensiones de la cuadra lo
permiten; con el mismo pasillo pueden servirse
dos órdenes de pesebreras.
La colocación de las pesebreras da lugar á
que las cuadras se dividan en cuatro grupos:
Figura 103.—Alzada de una valla ue cuadra
simples y dobles en sentido longitudinal, y
simples y dobles también en sentido transversal.
Hoy en día hay pesebreras de todos
precios y condiciones, desde las de mármol,
piedras artificiales y hierro esmaltado, hasta
las más rústicas de fábrica ó madera. De ellas
hablaremos con detenimiento en el artículo
Pesebrera.
Las separaciones entre plaza y plaza, que
siempre sou muy convenientes, pueden ser
fijas y móviles; las fijas pueden tomar formas
muy variadas, y las móviles, que se simplifican
hasta ser un simple palo ó madero que se
apoya por un lado en la pesebrera, y por el
otro está suspendido de una cuerda ó cadena,
colgada del techo. Para atar los caballos al
pesebre, prescindiendo de los sistemas de puro
lujo, el más generalizado es fijar una ó dos
argollas, sólidamente sujetas, en la parte exterior
del pesebre.
En toda cuadra, y sobre todo si hay un n limero
regular de cabezas, tiene que dejarse
un espacio ó habitación, capaz de contener
una cama, para el mozo de vigilancia. Otro
departamento indispensable, si la cuadra tiene
alguna importancia, es el guadarnés, local
que, como indica su nombre, tiene por objeto
guardar los arreos del ganado; tratándose de
un corto número de cabezas, puede suprimir­
se esta dependencia colocaudo en la pared de
detrás de las caballerías colgaderos de madera
que sobresalen unos 0,60 metros próximamente.
La habitación para guardar los piensos
si. la cuadra no está aislada, se reduce á
una caja de madera para el grano, que cierre
sólidamente y se halle elevada del suelo lo
bastante para preservarla de la humedad.
Figura 161.--Sección de una valla de cuadra
La distribución interior de las cuadras puede
ser sumamente variable, mucho más si forma
parte de una casa de labor, en cuyo caso
hay que armonizar con las necesidades de
ésta y con el emplazamiento de graneros y
pajares para que la distribución de alimentos
resulte rápida y sencilla. En la imposibilidad
de abarcar todas las combinaciones de distribución
que pueden hacerse, nos limitaremos á
dar á conocer los tipos principales.
La figura 161 representa una cuadra sim-
Figura 165.—Valla de cuello de cisne
pie, con las pesebreras dispuestas en sentido
longitudinal; como se ve claramente por el
grabado, hay ocho plazas; el guadarnés no
existe, está sustituido por los colgaderos ya
mencionados, y en uno de los ángulos está
colocado el cuarto para el mozo, que sirve
al propio tiempo para encerrar las cajas de
granos.
Si en la parte superior de las cuadras existen
pajares, éstos se comunican por una manga
que deja las pajas en unos cajones de madera,
desde los que se distribuye. '
Las cuadras de cría se hacen también de
distinto modo; como tipo de ellas puede citarse
la construida en lujares por el Excelentísimo
Sr. Duque de Veragua.
También es una disposición muy generali-

CU A — 395 — CUA
zada para las cuadras de cría, y aun para losanimales
de trabajo de mucho precio, el tener
departamentos para una sola cabeza, llamados
box, con un corral allí descubierto.
Las figuras 162, 163 y 164 representan: la
primera, el plano de una valla modelo; la segunda,
la alzada de la misma; y la tercera,
una sección. Estas figuras indican con la suficiente
claridad todos los detalles de una
buena construcción. Un caballo de talla ordinaria
se encontrará convenientemente alojado
en un establo que tenga las dimensiones siguientes:
Metros
Longitud' 1! F. 3,50
Anchura Ó P... 1,70
Altura por delante, en el pesebre Q R 1,20
Altura detrás, en la grupa TV 1.05
En las cuadras dispuestas en separaciones
se reemplaza á veces el rastrillo y el pesebre
comunes por una cesta y una arqueta completamente
independientes, colocadas una y
otra en el eje de la separación. En este caso
es casi indispensable el sistema de sujeción de
atar la caballería, que hemos indicado antes.
El modelo de la valla llamado de cuello de
cisne, recomendado por algunos autores y representado
en la figura 165, no preséntalas
ventajas que se le suponen, y en cambio tiene
algunos inconvenientes, por lo que no recomendamos
su adopción en las Cuadras. Es, en
efecto, demasiado corto y sobrado alto, aprisiona
mucho al caballo, y dificulta el movimiento
del aire en la cuadra. Este modelo ha
sido adoptado particularmente para alojar los
animales que se dedican á la reproducción,
pero aun en este caso es desventajoso su
empleo.
CUADRA.—Cuarta parte de una milla.
CUADRANTAL (Pesos y Medidas).—
Medida de líquidos que usaban los romanos,
de figura cúbica y de cabida de 48 sextarios.
Es el ánfora de los griegos.
CUADRANURA.—Con este nombre, y
más generalmente con el de pata de gallina,
se conoce una enfermedad que se produce en
los troncos de los árboles, y que consiste en
varias hendeduras muy extensas, cuya parte
más ancha corresponde al corazón del árbol, y
cuyos bordes, lisos y obscurecidos por la fermentación,
suelen hallarse cubiertos de hongos
microscópicos, blanquecinos y filamentosos.
(V. Pala de gallina.)
CUADRILLAS DE GANADEROS.—
Asunto es éste poco estudiado en nuestros
días, sin embargo de su gran importancia en
la historia pecuaria de España. Esto nos mueve
á consagrarle una página, deduciendo de
empolvados documentos cuáles fueron su índole,
su organización y sus facultades.
El Concejo de la Mesta fué un Tribunal
supremo privilegiado. Verificábanse ordinariamente
sus juntas dos veces al año: una en
primavera y otra en otoño. Para que su acción
fuera eficaz, le era preciso conocer los
daños sufridos por la cabana en toda la Península,
y á la vez que sus acuerdos fuesen
ejecutoriados en todas partes. Esto hacía necesario
que su organización fuese extensa, y
se ramificase por las villas y por los campos.
La jurisdicción se ejercía jerárquicamente
por los alcaldes ordinarios, por los alcaldes
de alzadas, por los alcaldes de apelaciones y
por los alcaldes mayores entregadores. Los
alcaldes, como los demás oficios, eran elegidos
por las cuadrillas de ganaderos reunidas
en concejo.
Las leyes 1. a
y 4. ,a
, título II, y 1. a
, título
XI del Cuaderno de Mesta, ordenan el
modo de hacer la elección. En ellas se indican
su jerarquía y sus facultades. Dice la ley 1.",
título XXII:
«Los Alcaldes Ordinarios se nombren en
cada Concejo, como se contiene en el título
segundo, los quales solo tienen jurisdicion de
conocer las Causas civiles que vn Hermano
pone á otro, estando eu el Concejo, é no de
otra manera: el qual acabado, cessa su jurisdicion,
é no puedan vsar mas del dicho
Oficio.»
Dice la ley 1. a
, título XI:
«Cada vna de las quatro Quadrillas sea
obligada de nombrar dos personas buenas de la
dicha Quadrilla, que sean Alcaldes, para que
los agraviados de los Alcaldes de Quadrilla, ó
de otros qualesquiere del dicho Concejo, puedan
ir ante los dichos Alcaldes de Alzadas y
alegar, y aprobar lo alegado, ó no probado, y
lo nuevamente alegado ante ellos, porqué no
hayan de esperar á hazerlo en el Concejo, los
quales dichos Alcaldes tengan solamente jurisdicion
para recibir las dichas presentaciones,
é admitir las dichas probanzas, é mandárselo
dar, para que lo presenten en el dicho
Concejo.»
Sobre los alcaldes de apelaciones estaba
mandado que para ser elegidos habían de tener
lo menos 500 cabezas de ganado, y en
cuanto á los mayores entregadores, que su
principal instituto era la defensa de los ganados
de la cabana, deshacer los agravios que
se hicieren á los mismos, y cuidar de que se
respetasen las cañadas y demás, servidumbres.
Había 'en el reino 129 cuadrillas, y éstas
estaban comprendidas en los cuatro partidos
en este orden: 49 el de Soria, 15 el de Cuenca,
39 el de Segó vía y 25 el de León. El conjunto
de las cuadrillas de cada partido se llamaba
también hermandad ó cuadrilla, distinguiéndose
con los apelativos de soriana, de
Cuenca, segoviana y leonesa.
Una instrucción circulada en 1816 indica
de un modo preciso los deberes y la autoridad
de los alcaldes con relación á las cuadrillas.
Según ella, debían hacer anualmente una
estadística pecuaria, comprensiva de los ganaderos
y del número de ganado, con expresión
de la especie y de la circunstancia de
ser trashumantes, trasterminantes ó estantes.
También estaban obligados á celebrar
anualmente Mestillas, para tratar de todo lo

CUA — 396 — CUA
que interesase ala cuadrilla; por ejemplo, recoger
las reses extraviadas, entregarlas á los
dueños, señalar tierra á los rebaños dolientes
de enfermedad contagiosa.
Los alcaldes habían de entender en los pleitos
y causas que se moviesen entre los hermanos
de Mesta y sus criados en lo tocante á
la Real Cabana; debían averiguar los rompimientos
, acotamientos y usurpaciones que se
hicieren en sus respectivas cuadrillas, y celar
por que no se vejase á los ganados con exacciones
indebidas ni molestias, ni se exigiese
á los mismos, cuando ellos causasen daño, más
«que el importe de éste.
A consecuencia del restablecimiento de la
Constitución y de la ley del 3 de Febrero de
1823, se resolvió en Real orden de 3 de Octubre
de 1836, que los alcaldes ordinarios y
Ayuntamientos constitucionales se encargasen
de las funciones que estaban encomendadas
á los alcaldes de Mesta, y las desempeñaren
con arreglo á la Constitución, y á las leyes
y reglamentos vigentes del ramo de ganadería;
cuya Real orden fué circulada á los señores
jefes políticos en 5 de Noviembre siguiente,
y en 10 del mismo por la Presidencia á los
•alcaldes cesantes y constitucionales, con las
prevenciones oportunas para su cumplimiento;
una de ellas es que las cuadrillas serían
presididas por el alcalde constitucional de la
cabeza de partido, si éste formase una sola. Si
comprendiese varias, serían las demás presididas
por el alcalde del pueblo en cuyo término
celebrara cada una sus juntas.
En lo antiguo tenía cada cuadrilla un escribano,
elegido también por ella, y á quien
daba el título el Honrado Concejo; mas habiendo
cesado la jurisdicción contenciosa de
los alcaldes de Mesta, nombró desde 1837 en
igual forma un secretario.
La ley 1. a
, título L del cuaderno de Mesta,
•establecía que cada cuadrilla nombrase un
procurado?; con obligación de saber si en el
término de la misma había ocupaciones de los
. pastos y terrenos comunes, y se cercaban los
abrevaderos y majadas. A costa de la cuadrilla
había de concurrir á las juntas generales,
á dar razón de sus gestiones en favor de la
•clase.
En la instrucción para gobierno de las cua-
•drillas, dada en 26 de Agosto de 1802 y circulada
nuevamente en 25 de Junio de 1816,
se daba á estos funcionarios el nombre de
procuradores fiscales; se les encargaba la defensa
de los negocios de la cuadrilla en común
, y se fijaba su duración en cuatro ¿ños.
Por circular de 20 de Eneró de 1836 se encargó
á las cuadrillas remitiesen certificación
del nombramiento de su procurador fiscal,
para formar un registro en la Presidencia, lo
cual se les ha reencargado posteriormente,
con especialidad en acuerdo de la Junta, general
de 29 de Abril de 1837.
La formación de la matrícula anual de ganaderos
y ganados de todas especies, con la
debida distinción de trashumantes, trastermi-
nantes y estantes, es uno de los servicios que
prestaban las cuadrillas. Con estos importantes
datos estadísticos, la Presidencia podía
dispensar protección oportuna y acertada á la
trashumación.
Esta matrícula no se hizo jamás con regularidad
y exactitud.
El alcalde presidente de cada cuadrilla (según
el capítulo X de la misma instrucción)
debía tener particular cuidado de que en los
términos de los pueblos se hallasen, libres las
cañadas y demás servidumbres, poniendo el
debido remedio apenas tuviese noticia del
exceso; y cuando no pudiese ponerlo por cualquier
circunstancia ó motivo, había de hacer
la debida información del hecho, con testigos
fidedignos, y remitirla á la Presidencia.
El capítulo XI le encarga asimismo hacer
las debidas averiguaciones de los rompimientos
y acotamientos de pastos públicos que se
ejecutaren en los términos de su cuadrilla
sin la debida facultad superior, dando cuenta
igualmente, con justificación de los excesos.
Consiguiente á la Real orden de 17 de Mayo
de 1837 referente á este punto, y por circular
de 31 del mismo, se encargó á las cuadrillas
que celasen su puntual observancia, haciendo
al efecto las reclamaciones oportunas
ante quien y como correspondiera, y evacuasen
los informes que se les pidiesen por las Diputaciones
provinciales para la instrucción de
los expedientes sobre nuevo acotamiento de
terrenos públicos, cuando se solicitara este
arbitrio.
Del mismo modo, en cumplimiento del capítulo
XII de la indicada instrucción, debía
celar el alcalde presidente de que no se hiciesen
vejaciones ni molestias á los ganados, ni se
les llevase portazgo ni pena de ordenanza, sino
sólo el importe del daño; en razón de lo cual
haría también la debida averiguación y consultaría
á la Presidencia con la mayor claridad
y distinción, para la resolución conveniente.
En el caso de que alguno de los excesos
mencionados en los capítulos antecedentes no
hubiese tenido el debido remedio, se disponía
en el XIII que el alcalde presidente cuidase
de dar parte de ellos á la subdelegación del
partido y comunicarlos al procurador fiscal
de cañadas.'
Los encargos de los procuradores fiscales y
empleados de las cuadrillas se hallan confirmados
y prorrogados en general por el artículo
3.° de la Real orden del 15 de Julio
de 1836, y más especialmente por la precitada
de 3 de Octubre del mismo año, que encargaba
á los alcaldes constitucionales se
arreglasen á las leyes y reglamentos vigentes
del propio ramo.
En circular de 28 de Noviembre del repetido
año de 1836, por acuerdo de la Junta
general de 9 de Octubre, se encargó á los procuradores
fiscales de las cuadrillas que cuando
advirtiesen que algunas.de las servidumbres
pecuarias y pastos comunes se ocupaban
ú obstruían, ya por arbitrariedad de los Ayun-

CUA — 397 — CUA
tamientos, ó ya porque consiguiesen de la
superioridad por sorpresa la autorización para
ello, llamasen la atención del Sr. Jefe político
y Diputación provincial, haciendo ver
el perjuicio é injusticia causado á los ganados,
para su corrección y remedio.
También se circuló á las cuadrillas, en 8 de
Marzo de 1839, la Real orden de 24 de Febrero
anterior, sobre exención de derechos y
conservación de las servidumbres, con objeto
de que interpusieran, en caso necesario, el
auxilio del Sr. Jefe político de la provincia
para su más exacto cumplimiento.
Últimamente, en el artículo 6." de la circular
de 9 de Noviembre de 1844 se dispone
que cuando por los alcaldes, guardas y
otros agentes de la administración municipal
se pusiere algún obstáculo á los ganados para
el libre uso de las cañadas, servidumbres y
pastos comunes, conforme á los derechos declarados
en las leyes y Real orden de 13 de
Octubre anterior, los procuradores fiscales
de cuadrilla diesen parte al respectivo procurador
fiscal de cañadas para que solicitara
la corrección de los delitos cometidos ó tolerados;
y si este funcionario desatendiese sus
justas quejas, se presentasen al Jefe político y
á la Presidencia.
En el artículo 7.° de la propia circular se
encargaba, así á los procuradores fiscales de
las cuadrillas como á los alcaldes presidentes
de ellas, que hiciesen notoria la citada Real
determinación á los ganaderos de todas especies,
para que cooperasen por su parte á cumplir
las intenciones de S. M. y los esfuerzos
de las demás autoridades, de la Presidencia y
de los funcionarios del ramo, facilitando los
datos necesarios, asistiendo á las Juntas y
cumpliendo con las demás obligaciones de ordenanza.
Dedúcese de todas estas disposiciones la
gran importancia de las cuadrillas en el servicio
pecuario, y al propio tiempo lo difícil
que era encargar á otros funcionarios el desempeño
de sus funciones de vigilancia. Las
referentes á la formación de la estadística no
cuadraban bien á la índole del cargo, y por
eso fueron segregadas de él; el ejercicio de
las otras ha sido tan conveniente que sin él
la ganadería hubiera desaparecido en la violenta
transición del antiguo al nuevo régimen.
Es indudable que fué intento de todos los
Gobiernos poner en consonancia la organización
de las cuadrillas de ganaderos con el
nuevo orden político y administrativo de la
nación, á fin de salvar, en bien de todos, los
amenazados intereses pecuarios. El Ministerio
de 1854, aprobando el reglamento para el
régimen de la ganadería, redactado por entendidos
ganaderos, uno de los cuales había
sido antes, y otro fué después ministro de la
Corona, realizó esa concordia, preparando con
gran tino la desaparición de las cuadrillas, sin
asustar á la clase y sin herir ninguno de sus
legítimos derechos. El artículo 7.° del citado
reglamento está redactado en estos términos:
«Los ganaderos del reino, para su representación
en las Juntas generales, se considerarán
distribuidos en cuatro cuadrillas principales.
Cada una se compone de los pertenecientes
á un departamento de sierras y otro
de tierras llanas ó meridionales, y cada departamento
comprende las provincias que á
continuación se expresan:
«Primera cuadrilla: De Soria y Córdoba.
^Departamento de Soria.—Soria, Logroño-
' y Burgos.
^Departamento de Córdoba.—Córdoba, Sevilla,
Cádiz y Málaga. •
«Segunda cuadrilla: De Cuenca y Toledo.
»Departamento de Cuenca.—Cuenca, Guadalajara
y Teruel.
^Departamento de Toledo.—Toledo, Ciudad
Real, Albacete, Valencia y Castellón.
«Tercera cuadrilla: De Segovia y Granada.
y>Departamento de Segovia.— Segovia, Madrid
y Avila.
^Departamento de Grañada.—Granada,
Almería, Jaén, Murcia y Alicante.
«Cuarta cuadrilla: De León y Badajoz.
líDepartamento de León.—León, Palencia,
Valladolid, Zamora y Salamanca.
^Departamento de Badajoz.—Badajoz, Cáceres
y Huelva.
»EI presidente señalará la cuadrilla y departamento
á que haya de corresponder cada una
de las provincias á que de nuevo se extienda
la Asociación.»
No hay más que fijarse en los términos del 1
precedente artículo para comprender la radicalísima
reforma realizada en la antigua legislación
sobre este asunto. Desaparecían las
129 cuadrillas subalternas, y las 4 regionales
quedaban sin autoridad propia en los asuntos
pecuarios. Su intervención Se reducía á la
elección de vocales ó personeros para asistir
á las Juntas generales.
Grande fué el influjo de las cuadrillas en la
suerte de la cabana durante siglos. Con ellas
se sostuvo el espíritu corporativo de la clase;
con ellas pudo ésta luchar con la de propietarios
terratenientes y sobreponerse á sus derechos
é intereses. El poder omnímodo de lascuadrillas,
aun fundado en gran manera en
la sinrazón y la injusticia, es una prueba
patente de lo que es la asociación para valeren
sociedad, y puede servir de lección á todas
las clases productoras para lo sucesivo. El
productor pierde fuerza á medida que se aisla;
la clase la adquiere según extiende su organización
y concentra el esfuerzo. Lo que
tiene que hacer es amoldar esa organización
al estado social de cada época.
Fundándose en tal consejo de prudencia, al
redactarse el nuevo reglamento en 1877, las
cuadrillas fueron reemplazadas por las Juntas
de ganaderos; éstos eran libres para constituirlas
, y la Presidencia, con la Comisión permanente
y los visitadores, absorbiendo su acción,
han dado unidad al plan de defensa de
los intereses pecuarios, sin lo cual de seguro en
muchos casos se habría olvidado el salvador

CUA — 398 — CUA
espíritu de concordia, habría surgido de nuevo
la rivalidad enconada entre agricultores y
ganaderos, y la exclusiva fraternidad de éstos
hubiera impedido su necesaria unión con
aquéllos.
M. López Martínez.
CUAJADA.—Parte caseosa y grasa de la
leche, que por medio del calor ó de un ácido,
ó bien del alcohol ó del tanino de ciertas
plantas, se separa formando cuajo, propio
para hacer queso, y dejando el suero eu su
estado líquido.
CUAJALECHE.^ Nombre con que se
designa la mayor parte de las especies del
género Oalium, de la familia de las Rubiáceas.
(V. Galium.)
CUAJAN!-(V. Cerasus.)
CUAJAR.—Ultimo de los cuatro estómagos
de los rumiantes, en donde se opera la
digestión de los alimentos. Interiormente se
halla una membrana mucosa, blanca y esponjosa,
con numerosos 'pliegues que secretan el
jugo gástrico. Con el cuajar de los terneros
que todavía no han comido forraje y han sido
sometidos al régimen exclusivo de la leche, se
prepara el cuajo que sirve para coagular la
leche.
CUAJO.—Materia contenida en el cuajar
de los rumiantes que aun no pacen, y sirve
para cuajar ó coagular la leche. También se
llama cuajo á la substancia con que se cuaja la
leche. (V. Queso.)
CUARTAL (Pesos y MedidasJ.—Medida
agraria usada en la provincia de Zaragoza,
equivalente á 2 áreas y 384 miliáreas. || Medida
de capacidad para áridos, cuarta parte
de la fanega de Aragón, que equivale á 5 litros
y 6 decilitros. || Duodécima parte de la
cuartera.
CUARTÁN.—Mecjida de capacidad para
áridos, usada en la provincia de Gerona; equivalente
á 18 litros y 8 centilitros.
CUARTERA.—Medida de granos que se
usa en Cataluña; se divide en 12 cuartales, y
cada cuartal en 4 picotines. La cuartera, tiene
algo más de 15 celemines de los dé Castilla, y á
su correspondencia el cuartal y el picotín. ||
Medida agraria, equivalente en la provincia
de Tarragona á 708 deciáreas y á 7.034 centiáreas
en las Islas Baleares.
CUARTERADA.—Medida agraria usada
en las Islas Baleares, equivalente á 10.165
varas cuadradas, ó á 7.103 centiáreas.
CU ARTERO.—En Andalucía llaman así
á la persona á quien se encarga la fieldad y
cobranza de las rentas de granos de los cortijos.
Dícese así porque suele ser la cuarta parte
la que se paga al dueño de la tierra.
CUARTEROLA.—Barril que hace la
cuarta parte de un tonel.
CUARTILLA.—Medida de capacidad para
áridos, cuarta parte de una fanega, equivalente
á 1,387 centilitros. || Cuarta parte de
una arroba.
CUARTILLA.—En las caballerías, parte
fjue media entre los menudillos y la corona
del casco. La cuartilla, para ser bien conformada,
debe ser ancha y tener una dirección
intermedia á una línea vertical y horizontal.
Con relación á su longitud, ha de ser proporcional
á los demás radios huesosos, pues los
muy largos y los muy cortos determinan los
defectos que en el exterior del caballo se
designan con las palabras de largos y cortos
de cuartillas; cualidad ó condición de la que
se deducen las reacciones suaves ó duras de
las marchas del caballo, y que casi siempre
coinciden con la conformación general de los
miembros.
Los exostosis de la cuartilla determinan
claudicaciones, impidiendo el movimiento libre
á los tendones y ligamentos; además la
región de la cuartilla es el asiento de las
grietas y del arestín, enfermedades de la mayor
importancia y con marcada tendencia á
la cronicidad.
CUARTILLO (Pesosy Medidas).— Medida
de capacidad para áridos, cuarta parte de
un celemín, equivalente á 1.156 mililitros. ||
Medida de líquidos, cuarta parte de una azumbre,
equivalente á 5.042 mililitros.
CUASIA DE SURINAM (Qnassia amara).—
Arbusto de 2 ó 3 metros de altura
Figura 168.—Cuasia de Surinam
(figura 166), cuyas partes son todas muy
amargas; ramos que nacen irregularmente;
corteza cenicienta; hojas alternas, pecioladas,
compuestas, imparipinadas, con tres ó cinco
hojuelas sentadas, oblongas, puntiagudas en

CUA =- 399 — CÜB
las dos extremidades, lampiñas, enteras, con
nervios rojizos y salientes; pecíolo común,
rojizo, alado, membranoso como en el limonero.
Flores rojas, inodoras, hermafroditas,
en racimos alargados, con pedículo corto, articulado,
que sostiene dos bracteillas laterales
y que nacen en la base.de una pequeña bráctea
espatulada y encorvada; cáliz pequeño,
con cinco divisiones ovales, profundas; corola
con cinco pétalos alternos, con los sépalos
más largos que el cáliz, lineares, ligeramente
acanalados, erguidos, que forman una especie
de tubo alargado; diez estambres colocados
en dos verticilos; filamentos filiformes, muy
largos; anteras ovoideas, oblongas, biloculares,
introrsas; ovario globuloso, con cinco
costillas y cinco celdas uniovuladas; estilo
sencillo, filiforme; estigma globuloso, en cabezuela,
con cinco dientes aproximados. El
fruto consiste en cinco drupas separadas, negras,
ovoideas, sostenidas por el disco convertido
en receptáculo rojizo; cada drupa contiene
uua nuez ünilocular, monosperma, que
contiene una semilla sin endospermo.
Crece espontáneamente en Surinam, y se
cultiva en muchas partes de la Guyana. Se
usa mucho la raíz, conocida con el nombre de
leño de cuasia. Se encuentra en el comercio en
forma de bastones cilindricos, de 3 á 5 centímetros
de diámetro. La corteza, muy delgada,
es lisa, blanquecina, manchada de gris,
poco adherente; el leño es amarillento, ligero,
de textura bastante fina. Es inodora, dotada
de un amargo fuerte y franco, más pronunciado
en la corteza que en el leño. La raíz
de cuasia del comercio se mezcla á menudo
con la de Quassia excelsa, Swartz (Biltera
febrífuga, Bellange), que es menos amarga y
menos apreciada. El leño de cuasia se encuentra
en las boticas en virutas delgadas.
Las formas farmacéuticas y dosis en que se
emplea son: en tisana por infusión ó maceración,
5 partes por 1.000 de agua; en polvo, 3
decigramos á 2 gramos; en tintura, en lavativas
y en vino. El leño de Quassia excelsa, que
se presenta en pedazos voluminosos, sirve para
fabricar copas que comunican al agua que en
ellas se poue por espacio de algunos minutos,
el sabor amargo de la cuasia; pero aparte de
que los vasos así construidos deben empobrecerse
cada vez más del principio activo, tienen
además el inconveniente de tomar rápidamente
un olor á enmohecido.
Es -un amargo franco, desprovisto de toda
astringencia, que tiene la ventaja, aun en altas
dosis, de no acelerar la circulación ni aumentar
la calorificación. Su acción tónica sobre
los tejidos y el tubo digestivo, aunque efectiva,
no va acompañada de estreñimiento, náuseas
y evacuaciones albinas que produce el
empleo de algunos tónicos. Es tóxica para los
animales inferiores, y á esta propiedad debe
el entrar en la confección de los papeles mata-moscas.
El extracto, empleado en altas dosis
en el hombre, puede ocasionar vértigos y vómitos.
Se ha administrado en todas las circunstancias
en que está indicado el empleo de los
tónicos. Se ha recomendado como febrífuga.
Es tóxica para los ascárides y los oxiuros,
empleándose también en lavativas para matar
estos entozoarios.
CUBA (Geografía agrícola).— Nombre
de la isla mayor y más occidental del archipiélago
de las Antillas; se halla situada en la
parte más septentrional de la zona tórrida,
entre los 19° 49' y los 23° 13' de latitud Norte,
y los 69° y 80° de longitud occidental del
meridiano de Madrid, siendo sus partes más
salientes: al Este, la punta de Maisi; al Norte,
los cabos de Hicacos y Lucrecia; al Oeste, el
de San Antonio, y al Sur, la punta del Inglés,
inmediata al cabo Cruz. Se halla limitada la
isla: al ¡STorte, por los canales de la Florida,
Ocampo 3' Viejo de Bahamá; al Este, por el
estrecho ó Paso de los Vientos, que la separa
de Haiti y de las dos Inaguas; al Sur, por la
parte del mar de las Antillas, que se extiende
eutre las Islas de Pinos, del Caimán y de la
Jamaica; al Suroeste, por el estrecho del Yucatán,
y al Noroeste, por el golfo de Méjico.
Es una isla muy prolongada de Este á Oeste
y muy estrecha de Norte á Sur; tiene 306 leguas
su costa septentrional, y 324 la meridional,
la más irregular y arqueada; mide 1.221
kilómetros de longitud y 250 en su mayor
anchura, desde la punta de Lucrecia á cabo
Cruz, teniendo solamente 42 de anchura en
su parte más estrecha, ó sea desde el puerto
de Mariel al de Majana. Comprende una extensión
superficial de 3.824 leguas de 20 al
grado, sin contar unas 200 de las islas y cayos
adyacentes.
El clima, especialmente en la costa Noroeste,
es cálido y húmedo, advirtiéndose naturalmente
algunas modificaciones en las diferentes
comarcas, á consecuencia de la influencia
de los accidentes del terreno y de los vientos
dominantes. Los vientos del Norte refrescan
durante los dos últimos y los dos primeros
meses del año la costa septentrional, desde
Matanzas al cabo de San Antonio, siendo
entonces comparable en esa comarca el temple
al de Andalucía durante los meses de Marzo
y Abril. En la vasta región central la temperatura
es más elevada, y sobre todo en los
parajes situados al abrigo del viento Norte.
Conforme se avanza hacia el Oeste, se advierte
que es mucho más elevada la temperatura
en las costas y terrenos bajos, en tanto que
las elevadas sierras de la parte oriental de la
isla determinan un descenso de temperatura
muy perceptible en diversas localidades, de
tal suerte que en algunas se llega á sentir el
frío en invierno, y la diferencia entre la temperatura
de dos inmediatas es á veces de 15 y
más grados en el mismo día y hora, según la
posición topográfica de aquéllas. La temperatura
máxima rara vez excede de 35" centígrados
en los parajes más abrigados, ni desciende
de 10° en los más elevados sobre el
nivel del mar; de manera que no se tienen no-

CUB — 400 — CUB
ticias de que haya-nevado ó helado alguna vez,
y á lo sumo se han notado indicios de escarcha
en los más altos cerros. Los calores más
intensos se sienten desde la segunda quincena
de Junio hasta la primera de Septiembre, prolongándose
en ocasiones más allá de este límite.
En Santiago de Cuba, población rodeada
de sierras, y donde no se dejan sentir los vientos
frescos, marca el termómetro á veces hasta
45° centígrados. Por término medio se cuentan
anualmente en Cuba 100 días de lluvia, copiosísima
y torrencial por lo común, cayendo
una capa líquida de algunos metros de espesor,
al decir de algunos observadores. Las estaciones
son dos: lluviosa y seca; la primera
reina desde Mayo hasta Septiembre, y sin elevar
mucho la temperatura causa un malestar
especial en todos los habitantes. Las lluvias y
tronadas son entonces muy frecuentes y violentas,
si bien las tormentas que merezcan
tal nombre rara vez pasan de 30 en un año.
Los huracanes producen gravísimos daños durante
las temporadas de los equinoccios, cuando
mayores estragos causan el vómito negro
y las intermitentes, y cuando más espléndida
es la vegetación. La violencia de los tornados
ó huracanes supera á cuanto pudiera
imaginar quien no ha observado los efectos de
esos terribles fenómenos meteorológicos; y no
solamente arrancan árboles seculares y derriban
edificios, sino que han llegado á torcer
los cañones viejos colocados en el muelle de
la Habana para amarrar los buques. La parte
oriental de la isla, donde menos frecuentes
son los huracanes, que el barómetro anuncia
con antelación, está sujeta en cambio á frecuentes
terremotos; que no hay manera de predecir.
La duración del mayor día solar es en
Santiago de Cuba de 13 horas y 20 minutos,
y en la Habana de 13 y 24; el sol pasa por el
cénit de la primera población durante 32 días,
y por el de la segunda durante 10; de manera
que aquélla tiene la sombra en dirección al
Sur 64 días y la segunda 20.
Aun cuando no de gran elevación, son numerosas
las ondulaciones y grupos montañosos
de la Isla de Cuba, pudiendo clasificarse éstos
en tres secciones: oriental, central y occidental,
todos ellos coronados por una vigorosa
vegetación silvestre. En la región occidental,
llana al Geste hasta las ensenadas de Guadiana
y Cortes, surge una cordillera cuya principal
masa se aproxima á la costa septentrional,
y que se prolonga en una longitud de 222 kilómetros
hasta la sierra del Anafe, cerca de la
bahía de Mariel. Esa cordillera se denomina
de Guanicanicb ó de los Órganos, y después
de Aguacate, destacando al Este el paso de
Guaijabón, con cerca de 900 metros de altura.
Hacia el Este abundan los criaderos de
mármol blanco y gris, de calidades inferiores,
y en los numerosos y elevados cerros del núcleo
, vetas cobrizas é indicios de minerales de
otras especies. Las laderas y cumbres están
cubiertas de añosos y frondosos árboles, y entre
ellos pinos gigantescos, y los valles son fe­
racísimos. A partir del meridiano de Mariel,
van declinando esas masas, y en Santiago de
las Vegas y el Bejucal se alzan otras eminencias
menos elevadas, que se prolongan durante
110 kilómetros en dirección al Este, acercándose
á la costa septentrional por Jaruco y
Matanzas, donde se enlazan con la sierra de
Guanabacoa, presentando cimas de 400 metros
de altitud. En el 'interior de esas sierras
hay excelentes aguas minerales, y entre las laderas
terrenos muy adecuados para el cultivo.
El grupo central, á gran distancia del anterior,
comienza á pronunciarse por varias ramificaciones
entre los ríos Arimao y Manatí
al Sur, y los de Sierra Morena y Máximo
al Norte, levantándose, á partir del meridiano
de Cienfuegos, las lomas de San Juan, y cerca
de Villaclara las escabrosas sierras de Escambray,
con minerales cobrizos y argentíferos,
y origen de ríos numerosos. Entre Cienfuegos
y Trinidad surge la sierra de Yagua, con
alturas de 1.000 metros próximamente; hacia
Sancti Spiritus, las lomas de la llosa y Marcela,
con minerales de cobre, y por último,
las sierras de la Gloria y del Banao, con cimas
de 800 metros la última. Distingüese por su
espesura el grupo de Guamuhaya, y hacia la
costa Norte, desde Cárdenas hasta San Juan
de los Remedios, la llamada Sierra Morena ó
de Sagüa la Grande, al Oriente de la cual
destaca otro grupo considerable de más de
500 metros de altitud, designado con los
nombres de sierras de Matahambre y Cunao,
prolongándose, al parecer, con el nombre de
sierra de Cubitas, hasta Puerto Príncipe. Los
puntos más notables son la sierra de Jatibonico
por el Oeste, y con dirección al Noroeste,
hasta cerca de Caibarién, donde recibe la
denominación de Bamburanao; por el Este, las
lomas de Simón, Tuabaguey y Camaján, y
por el Sur, las de Artemisal y Rompe. A unos
55 kilómetros Oeste-Sudoeste de esa serie
montañosa, y al Este de la cañada de la Yana,
se extiende la aislada sierra de Cunagua ó Judas,
elevándose después de una nueva depresión
con ondulaciones, el grupo central, cerca
de la costa septentrional y del pueblo de Jibara,
con las lomas de Manatí, Dumañuecos,
la silla de . Jibán y las masas calcáreas de
Candelaria y Sarraceno, y al Sur de Holguín,
con las montañas de Baitiquiri, Pilón y Cuaba;
al Noroeste, las de Breñosa y Muía, y las
de Bijafu, Tacajo, Baguano, Tacamaca, del
Fraile, la Cruz y Almiqui, en la que se encuentra
oro al Nordeste y al Este de la mencionada
población. Todas estas sierras destacan
estribos más ó menos elevados hacia el
Norte. El grupo central ocupa unas 120 leguas
cuadradas marítimas, que aún no han sido
colonizadas en su máxima parte, no obstante
la feracidad del terreno y la excelencia y
abundancia de los pastos.
El gran grupo oriental se inicia casi á continuación
del precedente, cerca del cabo Cruz,
con la extensa y elevada cordillera llamada
Sierra Maestra, que se extiende durante un

CUB — 402 — CUB
espacios la caliza ó serpentina, como en el
asiento mismo de la Habana. A veces se hallan
los terrenos tan cargados de humus que
presentan un color negruzco, probablemente
debido á la materia carbonosa de vegetales
que han contribuido á su formación. La tierra
que más influye en la prosperidad agrícola
de Cuba, por ocupar extensas comarcas y ser
adecuada para el cultivo de la caña y del café,
es la colorada, que se supone caracterizada
por nodulos de óxido de hierro existentes
antiguamente en la subyacente caliza terciaria,
y que han desaparecido de ella por la
acción del agua y de los agentes atmosféricos.
Esa tierra, siempre fértil, ocupa las mesetas
más elevadas de las cercanías de la Habana,
hasta la Macagua por el Este, Batabanó por
el Sur, y por el Oeste hasta cerca del meridiano
de Guanajay, si bien interrumpen esa capa
á veces las calizas sobre que reposa y las serpentinas
en que se suele apoj'ar la caliza. La
circunstancia de haberse encontrado un colmillo
de hipopótamo en esa tierra, cerca de
Bainoa, ha inspirado la creencia de que pertenece
al terreno cuaternario, como verdadero
almagre. Bajo formas más ó menos análogas
á las citadas, según que procedan de terrenos
calíceos, silíceos, arcillosos, metamórfieos ó
plutónicos, los aluviones cubren superficies
más" ó menos extensas al Norte del grupo
occidental, alo largo de la costa, entre los
meridianos de Bahía Honda y Mantua, en
todo el territorio comprendido al Sur de Holguín
y en la parte más montuosa de la isla,
entre Mayarí y la Sierra Maestra.
Es igualmente interesante el -terreno zoofítico,
que continúa formándose en derredor
de la isla, y que constituye la base de numerosos
cayos ó isletas y de parte del litoral.
Para probar que la isla pertenece á la época
actual, han hecho notar algunos geólogos la
particularidad de que en el embarcadero de
Juraguá un banco horizontal calizo, compuesto
de meandrinas, madréporas y otros
zoófitos, se eleva sobre un lecho de conglomerado,
cuyos elementos proceden de la cercana
Sierra Maestra, y que reposa á su vez
sobre un granito de grano grueso, muy feldespático
y de poca mica, es decir, que en
un período muy reciente debió elevarse la
costa 9 metros ó más desde cabo Cruz al Sur,
hasta Jibara al Norte, comprendiendo todo
el litoral de la región más oriental de Cuba.
También en el resto de la costa septentrional
y en el mismo puerto de la Habana continúan
esos zoófitos su incesante labor. No falta
quien sospeche que muchos de esos terrenos
considerados como modernos, pudieran ser
cuaternarios, ya que tan difícil es establecer la
separación entre unos y otros. Lo indudable
es que en el asiento de la Habana y en sus alrededores
existe el terreno cuaternario, y que
puede citarse un bauco poco desarrollado de
marga arcillosa en el fondo meridional de la
bahía, cuyos fósiles son todos modernos. Algunos
manchones de ese depósito se presen­
tan en la serie de lomas calizas que corren al
Oeste de la Habana, y hasta Matauzas al
Este. Los terrenos que indudablemente se
refieren á la época cuaternaria son algunos
conglomerados, ya calizos, ya de rocas metamórficas,
y hasta de hierro oligisto, tenidos
por cemento ferruginoso, y que se encuentran
diseminados en una gran extensión de terreno.
Pero en todo caso el terreno terciario es el
más importante de los que constituyen el suelo
de la Isla de Cuba, ya que en algún tiempo
debió cubrir toda la superficie. Se encuentra
en las partes del litoral no cubiertas por las
calizas madrepóricas y aluviones del terreno
moderno ó cuaternario, ó por el limo en los
sitios cenagosos; forma el asiento de los cayos
ó islotes que rodean la isla; abunda en la Península
occidental, al Sur de la sierra de
Guane, desapareciendo solamente en algunas
partes bajo los aluviones, y se extiende al
Sur de todo el grupo montañoso occidental y
hasta la jurisdicción de Villaclara, con leves
interrupciones, debidas á los terrenos serpentínicos
que asoman al Norte en Guanajay,
Regla, Guanabacoa, Bejucal y Madruga, y á
pequeños manchones de terreno moderno ó
cuaternario, si no se tiene en cuenta que la
tierra colorada indica que es terciario el subsuelo.
Entre Santa Clara y Sancti Spiritus el
terreno terciario se encuentra limitado casi á
una banda situada al Norte, hallándose sobre
ella San Juan de los Remedios, y á otra situada
al Sur, ó sea al Oeste de Trinidad. También
en la jurisdicción de Puerto Príncipe son
reducidas las superficies de terreno terciario,
siendo las más importantes la parte occidental
de la sierra de Cubitas, y las de Najaca y el
Chorrillo,- que se encuentran á 11 y 13 leguas
respectivamente al Sudeste de Puerto Príncipe.
Ese terreno corre en una zona de 6 leguas
de ancho hasta la Sierra Maestra por el Sur,
y por el Norte hasta el puerto de Manatí, estrechándose
hasta medir 5 leguas de anchura,
ó interrumpido por dioritas y rocas magnesianas.
En el extremo oriental de la isla adquiere
gran desarrollo el terreno terciario, después
de aparecer á poca distancia de Holguín, y
durante unas 12 ó 13 leguas, hasta Palma
Soriano, junto al río Cauto. Ese terreno rodea
toda la bahía de Santiago de Cuba , penetrando
en el interior á algunas leguas de distancia,
corriendo por la costa desde Guantánamo
al Sur, hasta la bahía de Ñipe al Norte, y
constituyendo algunas sierras^, como las del
Canasto, Líbano 3' Taurus, que se elevan á
800 metros sobre el nivel del mar y contienen
cavernas notabilísimas. También es terciario
el Yunque de Baracoa, que se eleva á unos
1.000 metros de altitud, y por ese y otros
datos se deduce que debe ser enorme el espesor
de esa clase de terrenos, habiéndose reconocido
capas de él en Cienfuegos á 110 metros
de profundidad, y siendo opinión general que
sus formaciones son marinas, puesto que no

CÜB — 403 — CUB
contiene fósiles de agua dulce. Las rocas de
que se compone son principalmente las calizas
y las margas; las primeras casi puras en algunos
sitios, groseras en unos puntos, compactas
y finas en otros, como la piedra litográfica
casi, cargadas de sílice unas veces,
blandas como la creta otras, areniscas y
deleznables en ocasiones, hasta emplearse
como tales en los morteros para construcción.
También se presenta el yeso en cantidades escasas,
y nunca las pudingas terciarias que se
sepa. La inclinación de las capas, los hundimientos
y los tajos ó farallones anuncian
grandes trastornos causados por erupciones
y hundimientos. Sospéchase que existen en
la Isla de Cuba las tres formaciones del terreno
terciario, y abundan en ellas el asfalto
y la sal, que impregna las margas arcillosas
de Holguín y el Cauto.
La clasificación de los terrenos secundarios
ofrece bastantes dudas, por no existir fósiles
bien conservados. Forman las montañas que
comienzan en la sierra de Mantua y terminan
después de un trayecto de 30 ó 40 leguas,
al Este-Nordeste, cerca de Guanajay. El cretáceo
existe probablemente en las cercanías de
la Habana, y aun bajo el mismo asiento de
esta ciudad, y acaso á él pertenece una roca
muy silícea que se ve entre Guaracabuya y
Remedios, y que es blanca, compacta y fina.
El pedernal se presenta en nodulos á veces, y
generalriiente en fajas de nna línea hasta 6
pulgadas de grueso, con colores diversos, amarillo
, rojizo, gris y negro, formando capas casi
verticales, cuya dirección es de Este 10° Sur,
á Oeste i 0 o
Norte, con buzamiento al Norte.
También se cree que pertenece á esos terrenos
gran parte de la sierra del Cobre. Como
jurásica es considerada una caliza obscura y
aun bituminosa, que se enlaza en ocasiones
con una marga muy calcárea y llena de vetas
de arcilla ferruginosa, con restos de amonites,
y que constituye el núcleo de las montañas
del grupo occidental, y forma en el centro y á
lo largo de él nna franja de una á 2 leguas,
desde el Paso Real de Guano hasta el meridiano
de Cabanas ó del Mariel, pasando por
el Sumidero y el Resolladero, donde la atraviesa
el río Cuyaguateje, por el Abra, el
Ancoa y cayo de San Felipe, en cuyo punto
se bifurca, dirigiéndose una faja por el Norte
y otra por el Sur de la Chorrera; la primera
para desaparecer en la Palma bajo los aluviones
ferruginosos, y la segunda para seguir
hasta San Andrés y Caiguanabo , donde aparece
otra bifurcación cnyas ramas siguen al
descubierto hasta San Diego de los Baños
una y hasta la sierra de Anafe otra, cubriendo
todo el suelo de esa parte de la isla. A uno
3' otro lado de esa formación, interponiéndose
á veces entre sus bifurcaciones y con más
elevados picos, existe otra zona más ancha,
de 3 leguas á veces, que se considera como
triásica, y con los terrenos jurásicos forma
las eminencias del núcleo montañoso occidental
de la isla, corriendo á lo largo de las cor­
dilleras de los Acostas, de los Órganos, etc.,
hasta San Diego de los Baños, desapareciendo
al Sur bajo calizas y margas de terreno terciario,
y al Noroeste al contacto de terrenos
paleozoicos que, al decir de algunos, existen
en aquella comarca, teniendo en cuenta la
inclinación de las capas, la existencia de pizarra
arcillosa casi negra, carbónica á veces,
y la de una arenisca gris, muy dura, con granos
de pirita de hierro en ocasiones, cuyo
aspecto es igual al de las areniscas y pizarras
silurianas. También existen indicios de terreno
paleozoico en las inmediaciones del puerto
de Manatí, al Suroeste, del cual se eleva el
cerro de Dumañuecos, aislado y formado
por una cuarcita muy tenaz.
El autor á quien seguimos en esta breve
descripción, después de explanar algunas
consideraciones acerca de la extensión de
la zona serpentínica de Cuba, aurífera en
muchos parajes, manifiesta dudas acerca de
si existen ó no terrenos primarios, estratificados
ó azoicos, aun cuando se encuentra la
micacita en la jurisdicción de Ilolguíu y forma
el gneis algunas capas del grupo central
de montañas, al Sudeste de Cumanayagua,
entre Cienfuegos y Trinidad, sospechando
que dicha capa sea reciente y su estructura
cristalina debida á erupciones relativamente
modernas. Descendiendo de las mencionadas
montañas hacia el Norte, dejando á un lado
una meseta granítica y sienítica que se extiende
al Norte y al Oeste del pueblo del mismo
nombre, y ya en Manicaragua, otra serie
de rocas anuncia una formación metamórfica
menos elevada, pero más poderosa y extensa,
con muchos criaderos minerales. Tal es la
formación serpentínica, apenas interrumpida
en toda la longitud de la Isla. Aparece en el
hato de Cabezas, 3 leguas al Noroeste de
Mantua; en la Chorrera, á 6 leguas de Pinar
del Río, donde se dilata más; en las Pozas,
Bahía Honda, el Mariel, Guanajay, Bañes y
Punta Brava; en el meridiano de la Habana,
al Este de Guanabacoa; en la jurisdicción del
Bejucal, continuando hasta 8 leguas al Este
de la Habana, y ocupando en Madruga considerable
extensión, á más de elevarse á 200
metros de altura sobre el nivel del mar. También
se encuentra esa formación en la jurisdicción
de Cárdenas, y á 15 ó 16 leguas al
Sudeste de la Esperanza, y en las cercanías
de Villaclara se desarrolla ampliamente, Hegando
hasta los terrenos graníticos del Sur,
cerca de Manicaragua, y por el Este hasta
más allá de Camajuani, para tocar en la zona
cretácea de Pedernales y extenderse hacia el
Sur, penetrando acaso en las jurisdicciones de
Trinidad y Sancti Spiritus, y encerrando las
minas auríferas de Guaracabuya. En el departamento
central es mayor su amplitud, y llega
á la sierra de Cubitas por el Norte, á 9
leguas por el Nordeste y á 13 por el Suroeste,
hasta las sierras de Najaro y Chorrillo,
apareciendo también en Dumañuecos, en San
Miguel de Nuevitas.y en las Tunas, siquiera

CUB — 404 — CUB
no se mantenga al descubierto en toda la extensión
indicada. Serpentínica es la roca dominante
desde las Parras á Buenaventura, con
vetas auríferas en algunos puntos, como es
serpentínica la que sirve de caja al cobre de
San Fernando de la Palma; serpentínica parte
del terreno que se extieude hacia Jibara;
se ha hallado la serpentina en Mayáis, y tal
vez exista en el extremo oriental de la Sierra
Maestra. El espesor de ese terreno es probablemente
escaso, y su altitud no excede de 70
metros en Puerto Príncipe, y de 200 en Guaracabuya
y Madruga. La diorita, formando
á veces dykes; la diálaga metaloides, el asbesto
y la calcedonia, la piedra ollar, la caliza
magnesiana, los yacimientos de oro, que
sólo en ese terreno existen dentro de Cuba,
los de cobre, los de cromo, el asfalto y el hierro,
magnético á veces, caracterizan los terrenos
serpentínicos, que cambian en ocasiones
en pizarra clorítica, conteniendo clorita
fibrosa verde en Guaracabuya y Villaclara.
Los terrenos eruptivos, plutónicos y volcánicos
no han sido estudiados con detenimiento.
El granito aparece en algunos puntos, entre
Manicaragua, la falda septentrional de la
sierra de Cumanayagua y el río Arimao, por
ejemplo, entre Puerto Príncipe y Nuevitas,
cerca de las minas de Bayatabo, eu las inmediaciones
del pueblo de las Timas, eu las de
Santiago de Cuba y al pie de la vertiente Sur
de la Sierra Maestra, entre Baiquiri y el
puerto de Juraguá, elevándose muy pocos
metros sobre el nivel del mar. Los pórfidos
cuarzosos y feldespáticos, muy hermosos á
veces, se presentan generalmente en dykes,
tanto en el Oriente como en el Centro, donde
atraviesan la serpentina. En el alto del Pico
Turquino (2.482 metros) se han recogido rastros
de pórfido arcilloso, y en muchos parajes
se encuentran cantos sueltos de pórfido,
pudiendo citarse los arroyos Seco y de San
Sebastián, cerca de Pinar del Río, y la desembocadura
del Yumuri. La roca eruptiva más
abundante en toda la isla es la diorita, llamando
así todas las rocas trópicas que tienen
el anfibol por base, y de cuyas variedades
hay ejemplares numerosos. La mayor altitud
á que se han encontrado ha sido la de 500
metros en la loma del Infierno, perteneciente
al grupo central, y situada entre Trinidad y
Villaclara. Eu la Isla de Cuba no hay volcanes
ni señales de cráteres apagados, pero la
frecuencia de los terremotos hace sospechar
que está en relación inmediata con otras islas
volcánicas de aquellos mares.
Dada la dirección de las sierras de la isla y
lo reducido de la anchura de ésta, compréndese
bien que no se pueden citar en Cuba ríos
de largo curso; en cambio no escasean los de
tercer orden, los arroyos y los feracísimos
valles. Entre éstos es justamente celebrado el
del Yumuri, que se extiende de Sur á Norte,
media legua al Oeste de Matanzas, en forma
de herradura, limitada por una serie de pintorescas
lomas, y se halla recorrido en el sen­
tido de su mayor longitud por el río Chico y
por el manso Yumuri. En ese valle, de 2
leguas de longitud y una de anchura, se obtienen
abundantes cosechas de legumbres,
raíces alimenticias, maíz, arroz y forrajes.
El valle de Guiñes, atravesado por el río de
la Catalina ó Mayabeque, y que cierra por el
Norte y Noroeste una cadena de lomas procedentes
de la sierra de Jaruco, compite con
el anterior eu los llamados frutos menores
por los cubanos. Digno es también de mención
el valle de la Siguanea, que mide unas 3leguas
de longitud desde el Abra, por donde
sale el Jibacoa ó río del Ay,-hasta la cascada
de la Siguanea, por donde corre el río Hanabanilla,
afluyente del Arimao. Ese valle es
muy insalubre á causa de las numerosas lagunas
que en él se forman y de las varias corrientes
que le cruzan.
Al Nordeste de la sierra de Guamuhaya, y
áuuos 50 kilómetros de Trinidad, se encuentra
el valle de Jibacoa, dividido en dos partes
por la garganta que existe entre la loma
del Avispero y la del Urami. Mide 3 ó 4
leguas de longitud y una de anchura; se
anega con frecuencia; sirve de lecho á un
arroyo, afluyente del río Jibacoa, procedente
del de Siguanea, y está poblado de frondosísimas
selvas. El Jibacoa se esconde en las
alturas llamadas Francas, para reaparecer al
Norte del Yabunal; y como el sumidero tiene
poca cabida, durante los períodos lluviosos
se forman numerosos pantanos en el valle. En
la misma jurisdicción existen los valles de
San Luis y Polo Viejo; en la de Colón, el de
Macurijes, y en la de Pinar del Río, los de
Montiel, Galalón, Luis Lazo, Hoyo la Mar,
Pineda, Moutezuelo y el Quemado.
Fecundizan el suelo de la Gran Antilla más
de 200 ríos y muchas corrientes, que desaparecen
eu la estación seca. Naturalmente son
de mayor curso los que riegan la parte más
ancha de la isla, y así, entre el cabo Cruz
y Nuevitas corren los caudalosos Cauto y
Contramaestre, y en la sección más occidental
y estrecha de Cuba no hay río ninguno.
Los principales que desaguan por la costa
septentrional son el de Sagua la Grande, Sagua
la Chica, Sagua de Tanamo, Toar, Saramaguacán,
Mayáis, Palma, Jatibónico del
Norte, Cruces, Almendares, Canimar y Yumuri.
El Sagua la Grande proeede de variosmanantiales-de
la sierra de Escambray; tiene-
35 leguas de curso; corre por la jurisdicción
de Villaclara en dirección Oeste y Noroeste,
y tuerce después hacia el Norte y á la jurisdicción
de Sagua, para verter sus aguas en el
canal de Bahamá, frente á Cayo Palomo, pollina
desembocadura de 300 metros de ancho,
donde hay algunos buenos fondeaderos para
barcos que sólo tengan 2,50 metros de calado.
Recoge el tributó del río Roble y de
muchos arroyos, y es vadeable por varios
puntos. El río de Sagua la Chica, que forma
en gran extensión el límite entre las jurisdicciones
de Villaclara y Remedios, nace en las

CUB — 405 — CUB
lomas del Descanso, y desagua por tres bocas,
atravesando la ciénaga de la costa septentrional
, recogiendo por la izquierda afluyentes
tan importantes como el río de Agabama,
Ocboa, Tuinicú y el arroyo Vieja Juana, y
por la derecha el río de los Jaqueyes, que
baja de las lomas de Ciego Potrero; el arroyo
de Camarones, procedente de'las lomas de
Santa Clara; el del Seborneo', y el de Camajuani.
El Sagua la Chica tiene 25 leguas de
curso; sus aguas son potables hasta el corral
de San Lázaro; es vadeable en varios puntos,
y navegable para goletas costeras hasta 3
leguas aguas arriba de la desembocadura. El
río de Sagua de Tanamo, que con un curso
de 22 leguas riega las jurisdicciones de Guantánamo
y Santiago de Cuba, corre primero en
dirección al Este, después hacia el Nordeste,
para torcer hacia el Norte y desaguar en la
costa, entre las puntas de Cebollas y Tanamo.
Recibe por la derecha el arroyo de Santa
Catalina y el de Castro, procedente del Tibisial;
el principal afluyente es el río de San
Miguel. El Sagua es navegable en un trayecto
de 4 leguas, á partir de la desembocadura.
El río Toar ó Toa nace en las cuchillas
de Santa Catalina; se divide en dos brazos;
uno corre hacia el Sur y baja del punto donde
se enlazan las cuchillas del Piñal, de Santa
Catalina, de Toa y la sierra de Moa, y el
otro corre al Este-Sudeste, faldeando por el
Sur las cuchillas de Toar y otras varias por
el Norte. Por ese punto pasa la divisoria de
las aguas de la isla. Cerca de la sierra de Frijol
dobla su corriente hacia el Nordeste, para
dirigirse al Este luego, faldear la sierra de
Yunque y desaguar al Norte, cerca de Baracoa,
después de un curso de 20 leguas y de
regar la jurisdicción de ese punto de Oeste á
Este. Por la derecha le tributa sus aguas el
arroyo Quivijón, y por la izquierda el de Mal-
Nombre y el río Jiguani. Al Nordeste de la
ciudad de Puerto Príncipe nace el caudaloso
Saramaguán, de 20 leguas de curso, para
correr en la dirección Este y Este-Nordeste,
hasta la desembocadura por la ensenada de
Mayanavo en la de Nuevitas. Entre sus numerosos
afluyentes de la derecha es el más
importante el río de la Concepción; por la izquierda
solamente vierten en él los arroyos
Magantilla y Mercedes. El Saramaguán corre
por un extenso llano, y sólo faldea las alturas
de Baroto, Negra y Bayatabó, formándose
en su orilla izquierda las lagunas de Montalbán.
Entre las corrientes que desaguan en la
bahía de Ñipe, es la principal el río Mayari,
que nace á ,unas 3 leguas de Tiguabos; riega
importantes haciendas y cruza la ciénaga
antes de desembocar. Recibe en su carrera de
20 leguas numerosos y caudalosos afluyentes;
es'navegable durante unas tres leguas, hasta
cerca de Mayari, y entre sus tributarios de
la izquierda deben citarse el arroyo Peladero,
procedente de las lomas de Fray Benito; el
río Jaraguén, que nace cerca de las fuentes
del Tiguabos, y separa las dependencias de las
sierras de Manaca y Sagua Baracoa; el río de
Caoba, formado en la sierra de Ñipe, como
el Cayo del Rey, afluyente del Cauto. Por la
derecha recibe las aguas de Yaguari, que
nace en las faldas meridionales de Micaro; el
río Frío, que surge entre esa sierra y la del
Cristal, y los arroyos de Sábalo y la Seiba. El
tortuoso y navegable río de la Palma, cuya
cuenca inferior y media es muy ancha, por
reunirse varias- corrientes en el corral de San
Blas, el Managuises, el Ciegas y el Potrerillo,
después de sinuoso curso, desagua al
Este de Santa Clara, terminando su carrera
de 16 leguas próximamente. En las lagunas ó
regaderas de Palmacitos, situadas en la falda
meridional de la sierra de Matahambre, nace
el río de Jatibónico ó Hatibónico del Norte;
corre hacia el Norte, y recibe por su izquierda
las aguas de varios arroyos y del río Sierra,
y por la derecha las del Piedras, para ocultarse
después durante un trayecto de 6 kilómetros
bajo la sierra de Jatibónico y reaparecer
en la vertiente septentrional de la loma
de Mesino, formando varias cascadas. Avanza
después con dirección al Norte, entre las
jurisdicciones de Remedios y Sancti Spiritus.
y desagua á una milla de la punta de Judas,
no sin recoger las aguas de varios arroyos é
ir perdiendo caudal por los sumideros que encuentra
en su curso, reduciéndose su anchura
de 40 á 4 varas, y. ofreciendo varios vados,
peligrosísimos por acudir á ellos muchos caimanes.
Calcúlase su curso en 5 leguas, y son
importantes las haciendas que fecundiza. En
las lagunas de Cayamas nace el río de las
Cruces, y su curso sinuoso y de unas 14 leguas,
se dirige al Nordeste para torcer después
hacia el Norte y desaguar en la ciénaga, llevando
ya las aguas del Cañas, que afluye por
la derecha, y las de varios arroyos que afluyen
por la izquierda. El río Almendares, Cariguaguas
ó de la Chorrera baja de la loma del
Gallo; forma entre los corrales de Sabanilla
y Jiaruco la extensa laguna de Curbelo; corre
paralelo á la línea férrea de la Habana á
Guiñes, y desagua á legua y media al Oeste
de la capital, entre la punta de los Roques
y punta Brava, no sin alimentar la antigua
zanja real y regar numerosas fincas. En
la bahía de Matanzas vierte, entre otros, el
río de Canimar, enriquecido por muchas corrientes,
como el río Cidra con el de la Palma;
el de las Mosas, procedente de la falda
oriental de la sierra de Caobas, y que corre
hacia el Norte; el Yaiti ó Limones Grandes,
que nace eu la loma de Santa Ana, y el Moreto-,
Charco largo ó Guamanaco, así llamado
de la sierra de este nombre. También riega la
jurisdicción de Matanzas, como queda apuntado,
el Yumuri, que desciende del Pau de
Matanzas, con el nombre de río de Corral
Nuevo; corre de Oeste á Este: inunda unos
terrenos al Sudeste del valle que le da nombre,
y cruzando por la ciudad de Matanzas,
desagua en su puerto. Otros muchos ríos vier-

сив — 406 — CUB
tea sus aguas por la costa septentrional; no
los citaremos, por no prolongar exageradamente
esta sumaria descripción.
Los más caudalosos y de más largo curso
que desaguan por la costa meridioual de la
isla son: el Cauto, Saza, Agobama ó Manatí,
Jatibónico del Sur, Yateras, Cuyaguateje,
Najaza ó Santa Cruz, San Pedro ó Sauta
Clara, Hatiguanico, Jobabo, Damuji, Arimao,
Palacio, San Diego y Guiñes. El Cauto
es el mayor de todos los ríos de Cuba; nace
en la falda septentrional de las altas sierras
del Cobre; corre durante una legua y media
hacia el Nordeste, hasta recibir las aguas del
Casaba; dirígese después hacia el Norte, recibiendo
el Yarabayo y el arroyo Blanco; traza
nuevas curvas, enriqueciendo su caudal
con el del arroyo Bermejo, el Guaniuim, el
Muniacán con el Majagual y el Cayo del Bey
que baja de las sierras de Ñipe, y por último,
tuerce hacia el Oeste para desaguar en la ensenada
.de Virama, después de atravesar la
ciénaga del Buey, recoger por la izquierda
las aguas del Cauquilla, del Bananca colorado,
de la laguna grande y de Juanes, la cañada
de las Cabezadas, los ríos Contramaestre,
Cautillo y Bayamo, y las pequeñas corrientes
del Cauto y de los Arroyos. El curso del
Cauto es de 80 leguas, siendo navegable durante
22. La segunda corriente de Cuba es el
río Saza, que cruza la jurisdicción de Guaracabuya
y desagua en la costa Sur, frente al
cayuelo de Saza adentro, después de tributarle
por la derecha sus aguas el Calabazas, Tuinicu,
Yayabo y Banao, el Tibisial, el Aguacate
, el Manacas y otros, y por la izquierda
el Hacha, Caunas y Taguasco. Las cercanías
del Saza son muy insalubres, y el río navegable
durante 9 de las 35 leguas que recorre.
El Agabama ó Manatí nace en la sierra
de su nombre, corre hacia el Sur, no sin trazar
pronunciadas curvas, y desagua entre las
ensenadas de las Brujas y del Jobabo, siendo
potables sus aguas únicamente en el trayecto
que recorre por la jurisdicción de Villaclara.
Abunda en pesca común, y en su boca
pululan los caimanes y manatíes. Afluyen á
ese río: por la derecha, el María Rodríguez,
el arroyo de Minas Ricas, el Mabeyuca, el
Juaya, el Seibabo, el río Ay ó de los Negros
y el Chumaca, de aguas insalubres; y por la
izquierda;, el Agabama, el Guaracabuya, el
Cangrejo, el Lipiato, el Juan Velázquez, el
Caracucey y el Mumaya. El curso del Agabama
es de 25 leguas, y pasa por las jurisdicciones
de Villaclara, Trinidad y San Juan de
los Remedios. El Jatibónico del Sur es la corriente
más importante de la jurisdicción de
Sancti Spiritus; nace, coíno el del Norte, en
los charcos ó regaderos de Palmaritos, en la
vertiente meridional de la sierra de Matahambre;
recibe afluyentes de poca importancia, y
desagua en la costa meridional, después de un
curso de 25 leguas. El Yateras, de 24 leguas
de curso, nace cerca del Sagua de Tanamo, y
desagua al Este de la punta de Mal año.
El más importante de los ríos que bañan
la parte occidental de la isla es el Cuyaguateje,.que
tiene su origen en la sierra del Infierno;
atraviesa por el interior de unas lomas
para reaparecer en el Rosalladero, partido de
Pinar del Río, seguir un trazado sinuoso y
desaguar en el lado occidental del golfo de­
Guaniguanico, por una costa pantanosa. Recibe
numerosos afluyentes; riega feraces vegas,
y tiene un curso de unos 120 kilómetros. Los
demás ríos que hemos mencionado, y que desaguan
en la costa meridional, son de análoga
importancia y reciben también muchos afluyentes,
formando varios saltos pintorescos,
hasta de 130 varas de elevación. También
contiene la isla grandes albuferas, algunas
la de Guauey, en la costa Norte, de 12 leguas
de longitud y 4 de anchura. La de la Guanaja,
la de Morón, la del Sabizal, y en la costa
meridional la de Cortes ó del Pirata y la de
Guadiana, son dignas de mención. Las lagunas
son igualmente numerosísimas, y su denominación
exigiría no poco espacio.
PRODUCCIONES VEGETALES.—Por las condiciones
climatéricas, geológicas y topográficas,
la Isla de Cuba es uno de los países de flora
más rica y variada; la descripción de todas
las plantas que allí crecen exigiría muchas
páginas de este DICCIONARIO; prosperan allí
todos los vegetales de la zona intertropical y
muchos de las zonas templadas. Así se ven el
algarrobo, la caoba, el caracolillo, el cedro,
el ébano, el cerillo, el espino, el granadillo,
el guayacáu, la palma real, el yayajabico, el
naranjo, la sabina, el nogal, etc.; maderas de
construcción, como la del abay, ácana, agracejo,
almendro, arabo, ateje, ayna, azulejo,
baria, bayna, bijaguara, boj, cabima, cabo
de hacha, caguairán, camagua, carne de doncella,
cocuyo, cuaba, enajaní, cuajará,.chicharrón,
dagame, encina, frijolillo, guaisaje,
guama, guano espinoso, guara, guarima,
guarimilla, hicaco, jaguilla, jaimiqui, jata,
jatia, jiqui, jocuna, jubabán ó cabo de hacha,
júcaro, jurabaina, libisa, macagua, maca, macurije,
maguira, ocuje, palo de caja, palo de
bomba, patabán, pino, quiebra­hacha, roble
real de olor, sabicú, sabina, seiba, tengue,
vigueta, yaba, yaicuage, yasti, yamaguey,
yamao, y ana, yanilla y yaya. Los vegetalesmedicinales
ó dañosos, notables por sus aceites,
gomas ó resinas, son numerosísimos también,
así como los destinados á condimento
y los que proporcionan materias textiles, entre
los cuales figuran el algodonero, el bambú,
muchas variedades de bejuco, el camelote,
la caña de Castilla, la daguiya, el guama,
el guin, el guisaso, el jeniquén, varias especies
de junco y la majagua. Eutre las plantas tintóreas
deben mencionarse el añil ó jilquete, la
bija, el cairel, el fustete, la guaraná macho,
el guatapaná ó dibidibi, el nazareno, el palo
campeche, el del Brasil y la yuquilla. Además
de muchas plantas, arbustos y árboles cuyo
uso es todavía desconocido y cuya enumeración
sería impropia de este trabajo, podrían

CUB -~ 407 — CUB
citarse muchas hierbas adecuadas para pastó
de los ganados, como la bahama, bermuda ó
hierba del prado, el bejuco marrullero, la
bibona, el bledo, el bucare, el caguaso, el
cañamazo, el canutillo ó pitillo, la caramaruma
ó culantrillo criollo, el carricillo de monte,
la cerraja, el guayabillo, la nea, la pata
de gallina, el rabo de zorra, el ramón, el
ramoncillo, el romerillo, la súrbana, el trébol
y las hierbas de Guinea, de Castilla y cepa.
Los vegetales que producen frutas ó granos
comestibles son tantos que la agricultura y
arboricultura cubanas podrían alcanzar un
desarrollo verdaderamente portentoso y proporcionar
alimento á numerosísima población.
Esas plantas, designadas por orden alfabético,
son las siguientes': aguacate, ajonjolí ó
alegría, anón, anoncillo ó mamoncillo, arroz,
arveja, berengena, cacao, café, calmitillo,
caimito, calabaza, cañista, caña, cidro, ciruelo,
coco, corojo, chayatera, chicaro, chirimoyo,
datilero ó palma, fríjol, garbanzo, granado,
grosello, guanábano, guandú, guayabito,
tres especies de guayabo, hicaco, higo,
jagua, limero, limonero, maíz, mamey amarillo
y colorado, mamón, mamoncillo, mango,
marañón, melón, mijo, naranjo, níspero ó
sapote, árbol del pan, papayo, pepino, pina,
plátano, poma-rosa, tapóte, tamarindo, toronja,
uvero y volador. Entre las raíces, tubérculos
ó bulbos alimenticios se utilizan el
boniato, la cebolla, el cebollín, la cúrcuma ó
llerén, la escorzonera, galanga, guagui, jiquima,
malanga, maní, nabo, ñama, patata,-rábanos,
remolacha, sagú ó yuquilla, zanahoria
y yuca. Entre las legumbres comestibles deben
citarse la acedera, la acelga, el aji dulce
(de que hay varias especies), el apio, el berro,
el brócoli, la col, la escarola, el espárrago, la
espinaca, el grengué ó grenguebé, la habichuela,
la lechuga, el pepino cimarrón, el
pimiento, el quimbombó y la verdolaga.
lío es necesario advertir que algunas de
esas plantas son exóticas, y que han sido importadas
de Europa, ni que la mayoría de
ellas crecen espontáneas y no han sido sometidas
á cultivo. Entre las que constituyen la
base de la agricultura cubana, ocupan preferentes
lugares el azúcar, el tabaco y el café,
de los cuales se habla extensamente en los
artículos respectivos, exponiendo noticias, datos
y consideraciones que no juzgamos necesario
ni conveniente extractar ó reproducir
aquí; á esos artículos remitimos por lo tanto
al lector, para que forme idea de la enorme
riqueza que esos cultivos proporcionan á
Cuba.
FAUNA.—Dadas las condiciones climatológicas
y la riqueza de la flora en la perla de
las Antillas, no es de maravillar que también
sea rica su fauna, y que vivan numerosas
especies de animales en aquel suelo, y en las
aguas saladas ó dulces. Es digna de notarse
la particularidad de que existan pocos animales
ponzoñosos ó dañinos, y que solamente
sea temible el cocodrilo ó caimán en las
costas y ciénagas del Sur. De los cuadrúpedos
que encontraron los descubridores al desembarcar,
el guabiniquimar, el quemi, el
aire, el mojui, el perro mudo, el cori ó curiel
y la jutia ó hutia, solamente existen hoy
los dos últimos, siendo el más notable la
jutia, mamífero de poco más de media vara
de longitud, prescindiendo de la cola, de forma
de rata y de color pardo claro. Se alimenta
de vegetales, y habita en las ramas y troncos
de los árboles. Su carne, algo insípida, es
parecida por su sabor á la del conejo de Europa,
y la consumen los campesinos. Entre
las varias especies del género se citan la conga,
el carabali, la valenzuela y la mandinga,
distinguiéndose únicamente á simple vista las
dos primeras. La conga es de mayor tamaño,
rabo corto y rapado, parecida á la rata y
muy propensa á la domesticidad; la segunda,
de cabeza aguzada y rabo largo, con el cual
se agarra á los árboles, no se domestica fácilmente.
El alquimi ó tacuache, tal vez el llamado
aire por los indígenas, es idéntico al
tejón de Filipinas y de varias regiones de
Asia y África. Es insectívoro é inofensivo
cuando no se le hostiga; tiene alguua semejanza
con la musaraña; está desprovista de
pelo la mitad posterior del cuerpo, y provista
la otra mitad de largas cerdas que se erizan
cuando se encoleriza el animal. El pelo de la
cabeza es blanco y corto, y bastante largo el
hocico, así como los dedos y las uñas. El
curiel habita en las cavernas y en los árboles;
fué llamado cori por los indígenas; se alimenta
de vegetales, habita en los bosques y se
domestica con facilidad. También existen muchas
especies de murciélagos, y perros y gatos
monteses, que no deben ser considerados como
indígenas, y que causan en las campiñas tantos
daños como los lobos y las zorras de Europa.
De ganados puede decirse que existen tantas
especies como en España desde la primera
época de la colonización. El de cerda ganó
en desarrollo y delicadeza de carnes, sin duda
por las excelentes condiciones de las raíces y
demás alimentos; el vacuno y el caballar se
propagaron también rápidamente, y su cría
exige pocos cuidados. El número de caballos
y yeguas iguala al de personas en estado de
montarlos. También se aclimataron bien el
ganado cabrío y el lanar, cuyo vellón es muy
pobre, y que no se multiplica por no serle
favorable el clima, lo mismo que la caza de
piel gruesa, exceptuando los conejos, que se
crían en muchas haciendas. Las liebres son
casi desconocidas y los jabalíes pocos. Los
ciervos son numerosos en algunas comarcas
y muy estimada su carne, si bien en el Bejucal
y en Guiñes su precio no es muy elevado
, gracias á la facilidad de cazar aquéllos.
Las especies de aves son también muy numerosas
y recorren una extensa escala, desde
el diminuto y caprichoso tomeguín hasta el
pavo real. Las gallináceas son muy estimadas
por la delicadeza de su carne; las tórtolas y

CUB — 408 — CUB
codornices muy comunes donde se cosecha
maíz; las palomas torcaces, las chochas, becacinas
y aves acuáticas', como el flamenco y
los patos silvestres, entretendrían agradablemente
á los cazadores, si el clima no fuese
tan ardiente. Entre las aves cantoras se citan
el sisonte, el zorzal, el martín, el carpintero,
el ruiseñor cubano, los jilgueros y las calandrias.
La familia de las cotorras es poco
numerosa, siendo el perico ó catey la que más
abunda. Los canarios, ruiseñores y mirlos no
figuran entre las aves de Cuba, y el voraz gorrión
solamente desde hace medio siglo. En
junto se cuentan 8 especies de aves, que también
viven en la América meridional; 119 que
habitan en la septentrional; 51 comunes á
ambas partes del nuevo continente; 13 que se
encuentran también en Europa; 6 oriundas
de ambas Américas; 15 del Archipiélago -
de
las Antillas, y 45 privativas de Cuba, ó que
no se han encontrado en otra parte hasta
ahora.
La familia de los reptiles se halla también
representada por numerosas especies. Los caimanes
y cocodrilos, que suelen confundirse,
habitan en las embocaduras de los ríos solitarios,
en las grandes lagunas y en las ciénagas,
lejos de los centros de población. STo
hay animales venenosos; no se conocen las víboras,
y la ponzoña de los alacranes importados
de Europa pierde allí su virulencia. Las
tortugas y cangrejos de gran tamaño son numerosos
en el litoral; las grandes tortugas ó
jicoteas suministran una carne delicada, como
la de la ternera, si bien menos nutritiva. El
anfibio mamífero más estimado es el manatí,
que se solaza en los ríos solitarios, y cuya
carne, tan alimenticia como la de algunos cuadrúpedos
terrestres, se conserva bien una vez
salada; la grasa ó aceite posee virtudes medicinales,
y de la piel se fabrican bastones transparentes
de color de topacio, y látigos verdaderamente
formidables. Las gigantescas culebras
llamadas majas.huyen siempre á la vista
del hombre; llegan á medir 5 varas de longitud;
persiguen de noche á las aves domésticas
y áíos pequeños cuadrúpedos: se baten con el
cocodrilo y el toro, y habitan en los bosques, y
en los techos de las habitaciones aisladas. El
caimán rara vez ataca alas personas; no asilos
feroces cocodrilos. En época de lluvias pululan
por doquier los sapos y las ranas. Entre
los lagartos figuran el bayoya, el chipojo,
grande y de hermoso color verde, la yiguana,
el cayuayo, la mabuya, la salamanquita y la
culebrita de cuatro patas. La jicotea es una
tortuguilla de agua 'muy parecida al galápago
, el carey otra muy apreciada por su concha
, y la jigantesca caguana, muy estimada
por sus huevos.
Respecto de los peces, puede decirse que nó
falta ninguna especie peculiar de los mares de
las zonas cálidas, y algunos como el porgo y
el dorado, son de excelente sabor; en los ríos
los más comunes son la liza, alimento de los
antiguos pobladores; la guabina, la biajaca,
el dajao, el catibo, el foturo, la anguila, el
mapo y el guaijacón. Hay descritas más de
700 especies de peces; algunos contraen una
enfermedad, la ciguatera, que convierte en venenosa
su carne y cuyo consumo está prohibido.
El carnívoro y voluminoso tiburón causa
muchas víctimas en los puertos y costas,
de manera que es muy peligroso bañarse en
el mar. También abundan los moluscos, tanto
marítimos como terrestres, en la Isla de Cuba,
distinguiéndose los segundos de los que viven
en las demás Antillas. Denominan los habitantes
de aquélla caracoles á todos los testáceos
univalvos, cagnara á las Conchitas circulares
y cobos k los univalvos cónicos ó espirales
por una extremidad. Se han descrito 332 especies
y 260 variedades de moluscos, según
el Sr. Poey, y aún se cree que faltan muchas
por describir. Entre los cefalópodos son los
más notables los pulpos y calamares; entre
los acéfalos, el longorón, la ostra, el ostión,
la almeja, la coquina, la madreperla y la broma
ó Conchita de mar, tan perjudicial para
las embarcaciones; abundan también las babosas
y lapas, el cobo, la sigua y el macao,
cangrejillo que mata á los demás moluscos y
se instala en su concha; se conocen 40 especies
de la familia cyclostomácea; 48 de la helicinácea,
181 de la helicea, 18 del género bulimus,
18 del achatina, 5 del buccina, 67 del
helix ó conchas globulosas y 12 de la familia
auriculácea, que viven en la boca de los ríos.
Muchas especies de insectos poco venenosos
y molestos todos se conocen en la isla; la
abeja, introducida en 1763 por el obispo don
Pedro Morell de Santa Cruz, se ha propagado
de una manera prodigiosa, y produce grandes
cantidades de cera y de miel. Pululan las
moscas y las pulgas, y una especie de éstas,
la nigua, difícil de distinguir á simple vista,
molesta á los cerdos, se introduce en la piel de
las personas, y especialmente entre las uñas
y los dedos de los pies, y en veinticuatro horas
determina una inflamación peligrosa por
la rapidez con que se multiplica el insecto. Se
extrae éste de muchas maneras y sin peligro,
á menos que se humedezca la parte dolorida,
en cuyo caso muere el paciente del tétanos
por lo general. Las hormigas son numerosas;
la bibijagua ataca á los cafetos y á muchos
árboles frutales; la brava y huyuya á las personas,
y á los animales en los campos; la boticaria
ó satánica en las casas; el comején
convierte en polvo las maderas de construcción
y los papeles; ciertas cucarachas pululan
por doquier; los mosquitos infestan toda la
isla, y especialmente las costas y cayos; la
polilla es más dañina que en Europa; de las
arañas, la peluda es enorme y con sus picaduras
provoca una ligera fiebre, y la consiguiente
molestia, lo mismo que el alacrán. Al orden
de los ápteros masticadores pertenecen
la langosta, el camarón, los cangrejos. Los
ciempiés, el gusano meón, la cochinilla de
tierra y la de mar se encuentran representados
por doquier. La abeja criolla ó cubana,

CUB — 409 — CUB
desprovista de aguijón, produce una cera negruzca
y blanda, llamada cera virgen y lacre
de colmena. Hay dos especies de avispas: una
que establece sus panales en los techos de las
casas, y es inofensiva, y otra que vive en el
campo, y cuya picadura es bastante sensible.
Al orden de los coleópteros pertenece el cocuyo
6 cucuyo, parecido á una cucaracha voladora,
y cou dos discos luminosos fosfóricos
detrás de los ojos y en el vientre; se encierra
enjaula, y se utiliza eu algunas campiñas
para alumbrar. De las 300 especies de
mariposas ó lepidópteros sólo conoce el vulgo
algunas, como la sanjuanera, de alas amarillas;
la tatagua ó bruja, nocturna, de color
obscuro y la mayor de todas, y la palomilla
C Cárambus sacharelis), que deja en las plantas
de tabaco el bicho verde ó veguero. Entre las
300 especies de moscas figura la yalofe, negra
y algo venenosa: el jején, casi imperceptible; el
rodador; la guasusa; los mosquitos, y A tábano.
Como queda dicho, es relativamente reducida
la extensión de terreno cultivado en la
perla de las Antillas; así es que las praderas
son vastísimas y alimentan gran número de
reses; así es que hay en Cuba 300.000 de la
especie caballar, 30.000 de la asnal, un millón
de la vacuna, 100.000 de la lanar y cabría, y
hasta un millón de cerdos. Las praderas ocupan
1.600.000 hectáreas, y las tierras cultivadas
900.000; existen más de 8 millones de
hectáreas incultas ó cubiertas de bosques impenetrables
y vírgenes. La población no excede
de 1.400.000 almas, ó sean 12 ó 13 habitantes
por kilómetro cuadrado. La capital, la
Habana, cuenta unos 200.000 habitantes; siguen
por su importancia y población: Matanzas,
con 45.000; Puerto Príncipe, con 30.000;
Santiago de Cuba, con 26.000, y Sancti-Spiritus,
con 11.000. Los principales puertos son:
la Habana, Matanzas, Cárdenas, Remedios,
Santiago de Cuba, Cienfuegos y Guantánamo.
Los productos que constituyen el principal
objeto de las exportaciones, son el azúcar, el
café, el tabaco, el aguardiente de caña, las
melazas, el cacao, las maderas tintóreas y de
ebanistería, la miel, la cera, los cueros, cañas
y juncos. La producción total de azúcar oscila
entre 500.000 y 700.000 toneladas, según
que la cosecha sea abundante ó no.
• De la Isla de Pinos y de los numerosos cayos
que rodean la isla no haremos mención
especial, por no tener importancia bajo el aspecto
agrícola.
CUBA (Enología).—Recipiente de madera
que sirve para contener agua, vino, aceite
ú otros líquidos. Se compone de tablas un
poco combadas por su mitad, unidas y aseguradas
con aros de hierro, madera, etc., y
los extremos, que resultan circulares, se cierran
también con tablas.
Como en el artículo Envases se describirán
minuciosamente las demás especies de cubas
y sus aplicaciones, no entramos aquí en pormenores
acerca de esos aparatos.
CUBEBA (Piper cubeba, L.; Cubeba offi- \
Dic—IV.
cinalis, Miq.; Piper caudatum, Hout.).—Arbusto
poco elevado (figura 167), trepador,
dioico, con los tallos flexibles, articulados,
lampiños; ramos cortos ; hojas alternas, muy
aproximadas, lampiñas, enteras, coriáceas,
penninervias; las inferiores ovales, brevemente
aguzadas; las superiores oblongas, más
pequeñas, redondeadas en la base. Flores
sentadas, dispuestas en amentos solitarios
opuestos á las hojas, colocados aisladamente
en la axila de brácteas oblongas y sentadas:
corola y cáliz nulos. Las masculinas con dos
estambres laterales; filamento articulado: anteras
globulosas, biloculares; las femeninas,
ovario sentado, oval, coronado con tres ó cinco
estigmas triangulares, encorvados, cubier-
Figura 167.—Cubeba
tos de pelos rígidos. El fruto es una baya
globulosa, comprimida en la base y estrechada
en una especie de pedúnculo más largo que
ella, de lo que proviene su nombre de pimienta
de cola.
La cubeba es originaria de Java, pero se
cultiva, en la India, en la Isla Mauricio y en
América. Se usa el fruto desecado, conocido
en el comercio con el nombre de cubeba. Es
globuloso, de color moreno negruzco, de superficie
como poliédrica; es estrecha en su
parte céntrica é inferior, en una prolongación
que simula un pedúnculo. Debajo de la parte
cortical arrugada que representa la cubierta
carnosa del fruto fresco, se encuentra tina
cascara leñosa, dura, esférica, incompletamente
llena por una semilla, blanquecina,
oleosa, con episperma moreno. El olor de
este fruto es aromático, y su sabor á la vez
acre, aromático y amargo. Sus propiedades
residen, al parecer, en la semilla. Se la sustituye
algunas veces con las bayas de cubeba
cernina. Estas son negras, rugosas, coronadas
de una punta. La cubeba es de mala calidad
cuando contiene muchas semillas blanqueci-
27

I
CÜC — 410 —
CUC
ñas, deformadas, vacías, ligeras, casi insípidas
, que son semillas abortadas.
La cubeba se tolera mejor y es menos nauseabunda
que la copaiba, y comunica menos
olor á la orina. En dosis de 10 á 15 gramos
produce una ligera sensación de calor en el
estómago, activa la digestión y aumenta el
apetito; produce algunas veces, pero pocas,
cólicos y deposiciones más frecuentes que de
costumbre, y más á menudo estreñimiento.
El exantema que se manifiesta bajo su influencia
es raro y sin gravedad. En dosis
elevadas causa sed, calor en el epigastrio, cefalalgia,
con menos frecuencia perturbaciones
en las funciones cerebrales, que se manifiestan
por convulsiones y parálisis parcial.
La cubeba es, como la copaiba, un agente
precioso en el tratamiento de la blenorragia,
pero tiene sobre ésta la ventaja de no perturbar
las funciones digestivas; como no obra
más que sobre el trayecto de la orina, su influencia
es nula sobre la blenorragia vaginal.
Se ha recomendado en la incontinencia de
orina por atonía del cuello de la vejiga, ó
por presencia de lombrices en el intestino.
-CTJBI.—En la Isla de Mindanao dan este
nombre á un árbol de la familia de las Artoeárpeas,
cuya especie no está aún bien determinada.
La madera es de color amarillento
parduzco, con visos verdosos; su textura es
medianamente compacta; los poros son numerosos
y de pequeño tamaño, presentándose diseminados
con uniformidad en toda la extensión
de los anillos leñosos.
También se encuentra este árbol con bastante
abundancia en los montes de las Islas
Visayas, empleándose allí la madera en la
construcción civil, principalmente como madera
de hilo. Según se dice, es de larga duración.
Su elasticidad es de 0 á 00,34 metros; su
resistencia límite á la carga, de 41,237 kilogramos;
el peso en el aire de la pulgada cúbica es
de 7,540 gramos, y el específico de 0,581.
GTJBILI. — En las Islas Filipinas seda
este nombre al árbol Euphoria cubili, P. Blanco
, de la familia de las Sapindáceas.
Tiene las hojas alternas ú opuestas, aladas
con impar; hojuelas de cuatro á cinco pares,
lanceoladas, enteras, lampiñas y tiesas; pecíolos
comunes hinchados en la base; los propios
cortísimos y acanalados. Flores terminales
en panojas grandes, racimosas. Fruto, tres
cocos ovales, tuberculados, bivalvos, con una
semilla grande envuelta en un arilo carnoso,
y escotadas en los bordes. Florece en Abril.
De este árbol, que es grande, se sacan buenas
tablas. Las semillas, del tamaño de una
nuez, se comen cocidas ó tostadas; crudas dan
vahídos de cabeza.
CUBRIR—(V. Monta.)
CUCARACHA (género Blatta, de Linneo).—
Cucarachas, curiarías 6 correderas llama,
el pueblo á unos escarabajos negros ó parduzcos,
de olor nauseabundo, que abundan de
sobra en comunes, cocinas, despensas, etc.,
destruyéndolo todo, y que hasta dan asco al
matarlos por razón de su blandura. Por eso
en las casas particulares se las amontona en
un rincón y se las quema con paja ó virutas
de madera, aunque son preferibles los buenos
polvos insecticidas. También se pueden matar
todas las mañanas gran cantidad, colocando
al anochecer, en el sitio infestado por las cucarachas,
una vasija de porcelana ó de tierra
barnizada interiormente y bastante honda.
En uno de los lados de la vasija, ó mejor aún
todo alrededor, se coloca un plano inclinado
de madera, tierra ó cualquier otra materia
que facilite á los insectos el acceso á los bordes
del recipiente. En el fondo de éste se pone
Figura IOS.—Cucaracha
un cebo que los atraiga, como, por ejemplo,
restos de comida y materias grasas principalmente.
De esta manera las cucarachas, al
llegar al orificio, se dejan caer para satisfacer
su apetito, y quedan prisioneras por no poder
salir, á causa de las paredes lisas de la vasija.
En la Habana, donde estos iusectos son una
verdadera plaga, se les persigue por medio
de los sapos, que andan libremente por la
casa. Cuánto interesa su destrucción, no importa
encarecerlo, puesto que esos no son,
para nosotros, de ninguna utilidad.
CUCLILLO (Ornitología) (Cuculus).—
Pájaro del orden de los trepadores, familia
de los Cucúlidos. Se caracteriza por un cuerpo
esbelto, un pico corto, débil, algo arquea^
do y gradualmente comprimido hasta la punta.
En la especie común, ó sea el cuclillo gris
( Cuculus canorus), el dorso del macho es de
color ceniciento, azulado ó gris ceniciento obscuro;
el vientre, gris blanco, con ondulaciones
transversales negras; la garganta, las mejillas
y los lados del cuello son de color gris ceniciento
puro; las alas, negro-plomizas: la cola,
negra manchada de blanco; el ojo, amarillo
vivo; el pico, negro con la base de la mandíbula
inferior amarilla, lo mismo que las patas.
La hembra ostenta además bandas rojizas
poco marcadas en la nuca y en el cuello. El'
cuclillo se alimenta con insectos pequeños de
diversas especies, coleópteros, orugas, moscas,
gusanos y aun limazas; de manera que
es un poderoso auxiliar de la agricultura, y
sobre todo de la selvicultura, á pesar de ha-

cue — 41 1 —
cer mucho daño á los pájaros pequeños. El
cuclillo gris vive en todos los bosques de
Europa, Asia y Africa. La hembra deposita
¡os huevos en los nidos de muchos pájaros
cantores pequeños, y cuando sale el nuevo
cuclillo del cascarón los padres adoptivos le
alimentan cual si fuera hijo suyo. Como el
intruso es muy voraz y más fuerte que los
otros polluelos, devora toda la comida y los
mata de hambre, cuando no los arroja fuera
del nido. Los padres verdaderos, que rondan
constantemente éste para vigilar la conducta
de la engañada pareja con el intruso, acaban
por llevarse á éste en su compañía tan pronto
como sabe volar. .
CUCULLO ó CUCUYO.— (V. Bumelia.)
CUCURBITÁCEAS (Botánica).—Familia
de plantas dicotiledóneas, muchas de las
cuales se cultivan y tienen el tipo floral alterado,
y cuyos verdaderos tipos son la Fevillea
y la Lvffa. Este género tiene las flores regulares,
unisexuadas y monoicas; las masculinas,
con receptáculo cupuliforme, presentan cinco
sépalos libres que alternan con cinco pétalos
también independientes. Los cinco estambres,
igualmente libres, se hallan superpuestos á los
sépalos, y su filamento lleva una sola cavidad
de antera flexuosa irregularmente y de dehiscencia
extrorsa. El receptáculo se halla
revestido interiormente de un tejido glanduloso
bastante espeso, y lleva á veces un gineceo
rudimentario. El perianto de la flor
femenina es semejante al de la masculina, y
se inserta sobre una ampliación del receptáculo,
mientras que éste forma en la parte
inferior un saco más ó menos prolongado,
destinado á contener el ovario infero y adnato.
El perianto va acompañado por cinco estaminoides
conformados de diferentes maneras.
El ovario, sobre el cual destaca un estilo
bastante largo que se divide por la cima en
tres ramas estigmáticas bilobadas, es unilocular
y lleva en el interior tres placentas parietales,
bastante voluminosas para llenar casi
completamente la cavidad y semejar á un ovario
trilocular al primer golpe de vista. Cada
placenta lleva un número indefinido de óvulos
anátropos, dispuestos en dos series verticales
muy separadas, y cada una de las cuales
se halla aproximada á una de las series de
las placentas vecinas. El fruto que sucede á
ese ovario, carnoso durante bastante tiempo,
se seca en el período de madurez y se abre
finalmente por la cima, desprendiéndose un
pequeño opérculo. En ese momento aparece
formado por un tejido fibroso, reticulado, semejante
á un tejido grosero. Los granos contienen
bajo su tegumento, triple á veces, un
voluminoso embrión, desprovisto de albumen.
Las lufas son hierbas anuales, de tallos
trepadores, con hojas palmatilobadas y alternas,
zarcillos ramosos extra-axilares y con
las flores masculinas reunidas en cimas ó racimos
cortos, en tanto que las femeninas se
presentan generalmente solitarias. Todas son
axilares ó laterales con relación á la axila de
cue
la hoja. Ofrece de singular la organización de
las cucurbitáceas el hecho de que los estambres
ó estaminoides acaben por separarse en
sentido horizontal, á medida que se acerca la
flor á la edad adulta. Llegado ese período,
solamente uno de ellos se mantiene en frente
del sépalo; los otros cuatro se reúnen de dos
en dos y resultan opositi-pétalos. Ese fenómeno
se manifiesta especialmente en las cucurbitáceas
sometidas á cultivo. Algunos caracteres
secundarios que estriban en la forma de
los estambres, en el número de placentas, en
la estructura del perianto 3' del fruto, etc.,
sirven para distinguir los géneros. Entre éstos
figuran los Cohombros, ordinariamente monoicos;
los Cilrullus, de Neck., que se diferencian
de los anteriores por la falta de
apéndice en las anteras, y tienen además
ramificados los zarcillos; las Brionías (Bryonia,
T.), con las cavidades de las anteras en
forma cíe media luna, los estambres en pares
3' con los filetes unidos, el ovario con pocos
óvulos 3' el fruto en ba3'a globosa, siendo
hierbas dioicas, trepadoras 3' de rizoma tuberculoso
impregnado de fécula; las Calabazas
(Cucúrbita, L.), bastante análogas á los cohombros;
los Chayotas (Sechium., P. Br.),
una de cuyas placentas se desarrolla solamente
y lleva un ovario, siendo él fruto monospermo,
3' el Sechium edule, una hierba
vivaz, provista de zarcillos muy ramificados
y de hojas digitadas.
Por último, ciertas cucurbitáceas tienen
las anteras biloculares, carácter saliente del
género Telfairia, Ilook, y tal vez de las Augurios,
de Plum. Por el conjunto de su organización
ofrecen las cucurbitáceas analogías
con las campanuláceas, las pasiflóreas, las
aristoloquias y las begoniáceas. Los órganos
de la vegetación son también característicos
en esas plantas, con sus zarcillos y sus hojas
digitinervadas, alternas y desprovistas de estípulas.
Las flores son hermafroditas mi;^
rara vez, si bien en ocasiones contienen las
flores femeninas estambres fecundos. Con mu}'
pocas excepciones las cucurbitáceas son plantas
de los países cálidos, que vegetan en ambos
mundos. Se conocen unas seiscientas especies,
divididas entre setenta géneros 3' varios
grupos. Las cucurbitáceas tienen propiedades
muj' diferentes; sus frutos, llenos á veces de
líquidos azucarados ó insípidos, son muy apreciados
como alimento; otras especies son venenosas
por contener substancias óleo-resinosas
en sus tejidos, y se utilizan como medicamentos.
ÍTo es necesario hablar aquí de lacalabazas,
melones, sandías y cohombros, que
se describen en artículos separados. Entre las
especies medicinales europeas citaremos la
Bryonia dioica, Jacq.; la coloquíntida oficinal
(Citrullus colocynthis, Schrad) , y los frutos
del Ecballium elaterium, llich., ó cohombra
del diablo, todos los cuales suministran purgantes
que han de manejarse con precaución.
Los granos ó pepitas de la calabaza (Cucúrbita
pepo, L.) se administran como vermí-

CUE — 412 — CUE
fugos y teníeidas. El embrión de los frutos
de las cucurbitáceas contiene aceite, que se
puede emplear en el alumbrado y en la fabricación
de jabones. El rizoma de las brionías y
algunas otras especies suministra gran cantidad
de fécula, que se puede transformar en
alcohol. El fruto seco y fibroso de ciertas
lufas, desembarazado de su ligera envoltura
y sometido á una preparación mecánica conveniente,
reemplaza á las esponjas para diversas
aplicaciones domésticas, y así se denomina
el de la Luffa cylindrica, originaria de la
ludia, paponja, torcida de cohombro y espotija
vegetal. La lagenaria se utiliza para hacer
vasos destinados al transporte de líquidos, ó
sea para preparar las calabazas de peregrino.
Algunas especies se cultivan como plantas de
adorno y desempeñan el papel de lianas, ostentando
frutos de forma y colores agradables.
CUCHILLEJA.—(V. Bupleuro.)
CUCHILLO.—Hablando de tablazón, se
llaman cuchillos las dos tablas que salen inmediatamente
después de los costeros 6 piezas exteriores,
al aserrar longitudinalmente un madero
ó troza. Tienen estas tablas, por lo tanto,
las dos superficies planas, pero una más
estrecha que otra, á causa de la imperfección
de la escuadría de los maderos ó trozas sujetos
al aserrío.
CUELLO (Anatomía).—Parte de los animales
comprendida entre la cabeza y el cuerpo.
Se compone de partes duras y blandas; las
primeras se hallan constituidas por las vértebras
cervicales; las segundas, los vasos, los
músculos, varias glándulas y la piel. Tiene el
cuello dos bordes, llamados cerviz el superior
y traqueal el inferior, y dos caras, llamadas
tablas en algunos animales. El cuello debe
ser proporcionado á la longitud del cuerpo;
cuando forma un arco en la parte superior se
llama cuello de pichón; cuando el arco se forma
en la inferior se denomina cuello de ciervo.
La depresión que se observa á veces en el nacimiento
se conoce con elnombre de degolladura;
la cerviz demasiado gruesa se designa
con la denominación de gato, y de gato vencido
si se inclina á uno de los lados del cuello.
{Véase Caballo.)
En Botánica se llama cuello á la parte de
la planta intermedia entre la raíz y el tallo.
CUENCA ( Geografía agrícola).—Provincia
española situada entre los 39° 35' y 40°
33' de latitud, y los 0° 24' y 2 o
42' de longitud
oriental del meridiano de Madrid. Comprende
una extensión superficial de 17.193
kilómetros cuadrados, con 296.258 habitantes,
distribuidos en 426 poblaciones. Confina por
el Norte con la provincia de Guadalajara; por
el Este con las de Teruel y Valencia; por el
Sur con las de Albacete y Ciudad Real, y por
el Oeste con las de Madrid y Toledo. El límite
septentrional comienza en la sierra de
Albarracín, cerca de las fuentes del Tajo;
continúa en dirección Noroeste casi paralelo
á la corriente del río, hasta el punto en que
se le une el Oceseca, y formando un arco, que
avanza hacia el Norte por las cumbres eu
que nacen el Guadiela y varios arroyos que
desaguan en este río y el Cuervo, se acerca á
Valsalobre y Valtablado, al Sur de Villanueva
de Alcorcón y Recuenco, y tomando desde
esa comarca la dirección del Sudoeste, pasa al
Sur de Salmerón, hasta un riachuelo que nace
al Sur de ese pueblo y desagua en el Guadiela,
y se confunde con la margen de este río
hasta tocar en la sierra de Altomira, frente
á Buendía, doude comienza el límite occidental,
que sigue las cumbres de la mencionada
sierra, inclinándose hacia el Sudoeste, á partir
de la ermita de Altomira; pasa al Sur de
Saceda Trassierra, hasta el nacimiento del río
Calvache, y desciende paralelo al Tajo, hasta
tocar en él en Villamanrique. A partir de ese
punto avanza hacia el Sur, inclinándose ligeramente
al Sudeste; cruza por el Oeste de
Huelves y de la ermita de Riansares; pasa
después entre Villamayor 3' Villanueva del
Cárdete, y entre la Mota del Cuervo 3 T
el
Toboso, 3' termina al Norte de Pedro Muñoz,
comenzando el límite meridional á partir de
ese puuto. El límite meridional corta el Záncara
al Oeste de Pro venció; avanza por el
Norte de Minaj'a y la Roda, para cortar el
Júcar al Norte de Villalgordo, y continúa por
el Norte de Casas de Montilleja, las Navas
de Jorquera, Villamalea, por el Sur de Sedaña
y Villarpardo, para tocar cerca de Venta
del Moro en el Gabriel. El límite oriental
de la provincia sigue durante breve traj'ecto
el curso de ese río; le corta al Norte de Villatoya,
en dirección á la sierra de Martes;
pasa por dicha sierra, al Este de Jaraguas, y
al Oeste de Caudete, por el nacimiento del río
Ranera, al Oeste de Aliaguilla, en dirección
á la sierra de Negrete, cortando el Guadalaviar
por bajo de Santa Cruz é inclinándose al
Oeste por la orilla del río Arcos, para atravesar
el Guadalaviar nuevamente, seguir por
el Norte de Torrefuerte y Mojón de los Tres
Reyes, hasta encontrar el río Cabriel, por el
cual termina en la sierra de Albarracín.
ASPECTO TOPOGRÁFICO.—La provincia de
Cuenca, en su parte media y oriental, es una
de las más montuosas de España, es decir, son
muy accidentados los partidos judiciales de
Huete, Cuenca, Cañete y Priego; bastante
los de Tarancón y Motilla del Palancar, y
sin eminencias que llamen la atención los de
Belmonte y San Clemente. El núcleo montañoso
de que se desprenden las sierras que se
alzan en la provincia de Cuenca, como las
del Sur de Teruel 3' del Noroeste de Valencia,
es la sierra de Albarracín, y pertenecen por
consiguiente á la cordillera ibérica, que divide
en sus varias agrupaciones las vertientes
del Atlántico y del Mediterráneo. Al Oeste
de la sierra de Albarracín, 3' separadas de
ella por el valle superior del Tajo, se elevan
las altas montañas de Tragacete, que se enlazan
con los montes Universales, 3' de los cuales
surgen al Norte 3' en dirección al Sudoeste,
á partir del derro de San Felipe, la sierra

CUE — 413 — CUE
de Canales, y al Sur la sierra de Valdemica,
que se desarrolla entre los partidos'de Cuenca
y Cañete, y sigue la dirección meridional para
terminar en las jurisdicciones de los lugares
de la Huerta y la Laguna. Por el Norte, y
procedente al parecer de las Parameras de
Molina, penetra la serie de alturas que constituyen
la llamada serranía de Cuenca y la
de Bascuñana, continuación ésta de aquélla,
y se reúnen al Norte de la capital citada con
la sierra de Canales, para avanzar hacia el
Sur durante algunas leguas y lanzar al Oeste
de Cuenca, y en dirección occidental, los llamados
Altos de Cabrejas. Al Sudeste del que
hemos considerado como núcleo principal, surge
la sierra de Magallón, que enlaza con la
de Javalambre, en la provincia de Teruel; la
de Altaneja, que penetra hasta Ares, en el
partido judicial de Chelva, y la de Mira, que
se extiende por las comarcas meridionales del
partido de Cañete, y en la cual se elevan, cerca
de Atiaquilla, el cerro Mazmorra, y más
al Norte, el pico llamado Bañeras, tan extraordinariamente
elevado que se distinguen
desde él las costas de Valencia. También son
dignas de mención las sierras de los Palancares
de Cuenca; la de San Terón, entre el
Cubillo y Vallanca; las de Zafrillo y Iiuélamo;
las montañas de Cabeza de San Pedro; el
pico de la Cuerda, la Muela y el Nonegrillo.
Las mencionadas sierras están en su mayor
parte cubiertas de espesos y altos pinares, que
producen gran cantidad de madera, y de chaparros,
lentiscos, romeros y otros arbustos y
plantas medicinales, abundando también la
piedra de cantería y los jaspes de varios colores.
Esas sierras están cubiertas de nieve durante
ocho ó nueve meses del año. Entre los
puertos ó pasos sólo merece citarse el de las
Lomas, al Oeste de Talayuelas.
Ríos.—Nace al Oriente de la provincia, en
el punto llamado Fuente García, y en la falda
del alto cerro de San Felipe, término de Tragacete,
el caudaloso Tajo, pero no pasa por
ella, sino que la rodea por el Este y Norte,
recibiendo el tributo del Guadiela, que nace
en el confín septentrional de la provincia y se
enriquece con las aguas del Cuervo, del Escabas,
del Guadamejud y del Huete, que
confluyen con aquél por la margen izquierda
y descienden de las sierras de Canales y Bascuñana.
En los altos de Cabrejas nacen el
Oiguela y el Záncara, afluyentes del Guadiana,
recibiendo el segundo por la derecha el
Osa y por la izquierda el Aus, y al Oriente
de Tragacete nace el caudaloso Júcar, que
pasa por la ciudad de Cuenca, corre de Norte
á Sur y recibe por la izquierda el tributo de
varios arroyos, penetrando en la provincia de
Albacete por Villalgordo y en la de Valencia
por Cofrentes, para desaguar en el Mediterráneo
por Callera. En el mismo cerro que el
Júcar, y por la falda oriental, nace el Cabriel;
recibe por la derecha las aguas del Guadazaón
y por la izquierda las del Moya; fertiliza las
hermosas huertas que hay en los términos de
Mina, la Pesquera y Villalgordo de Cabriel, y
termina su curso, después de penetrar en la
provincia de Albacete, uniéndose en el valle
de Cofrentes con el Júcar. Además de los ríos
mencionados, riegan la provincia el Oliana, el
Mina, el Tórtola, el Trabaque, el Saona, el
Moscas y el Huesear.
CLIMA.—En realidad la provincia de Cuenca
comprende dos zonas bajo el aspecto climatológico:
la occidental y meridional por
una parte, y la central y oriental por otra. En
ésta el clima es húmedo y frío en invierno, y
cálido y húmedo en verano, y en aquélla frío
y seco en invierno, y excesivamente cálido
en verano. Generalmente las sequías no causan
tantas pérdidas como en las provincias
limítrofes de Albacete, Ciudad Real y Toledo,
mas tampoco suelen ser tan abundantes
las cosechas en los años buenos.
PRODUCCIONES.— Los montes de la provincia
de Cuenca, aun habiendo sido talados hace
años en tales proporciones que fueron motivo
de escándalo para la nación entera, están aún
en muchos puntos poblados de pinos, robles,
eucinas, carrascas y los arbustos propios de
la región central de la Península, y sirven
de albergue á rebaños de alguna consideración.
Las producciones agrícolas, reducidas
á algunos cereales, centeno, avena, cebada, y
aun trigo, cáñamo, lino, legumbres y algunas
frutas en las comarcas montuosas, son en las
vegas y planicies idénticas á las generales de
la zona en que se encuentra la provincia; así
que se cosechan cereales, azafrán, aceite de
olivas, vino, legumbres y hortalizas de muchas
clases y frutas de diverso género. Como
quien vio á Frades vio todos los lugares, para
que nuestros lectores formen idea de lo que
es la agricultura en la provincia de Cuenca,,
recogeremos algunas noticias de las que hace
tiempo, fen 1879, expuso en una serie de artículos
el Sr. Valera Jiménez, médico de
Quintanar del Rey, no sin advertir que ey
lamentable el atraso de la agricultura en la
provincia que nos ocupa, y grande la ignorancia
de los labriegos.
Tan apegados á las rutinas como refractarios
á toda innovación, hasta el extremo deque
los mozos y obreros hayan conseguido
que algún labrador rico y algo despreocupado
renunciase á las mejoras proyectadas, para
labrar las tierras emplean el antiguo arado
egipcio, compuesto de cama de madera ó de
hierro, dental de madera, esteva de madera 6
de hierro, pescuño, orejeras, reja de hierro,
timón de madera y vasijada ó aguijada de
madera ó de hierro. También emplean el
garabato con rama de madera ó de hierro,
y que sirve, como la araña, para realzar el
vegetal y matar la hierba, arrastrando el
instrumento una sola caballería. Asimismo
emplean arados de dos rejas para labrar la»
viñas. La azada, el azadón y la legona sirven
para la cava, la cava-bina y para sacar suelo,
según expresión del país. Las labores son poccprofundas,
y la gala de los labradores estriba

CUE — 414 — CUE
en hacer los surcos derechos. Sigúese el sistema
de barbecho, desconociéndose la rotación
ó alternativa, y reduciéndose el esmero eu la
labranza á dar muchas vueltas á las tierras
que están en barbecho. En el terreno llamado
de muela ó de guijarrales se siembra trigo
candeal á partir de principios de Octubre, á
puño ó á voleo, y se obtiene grano de 96 á 100
libras de peso la fanega. De día en día van
perdiendo la aceptación que antes gozaron, el
trigo rubión, el claro y la jeja pardilla. La
cebada se siembra en tierra de guijarro ó fresca
, y con frecuencia la consumen los ganados
eu verde ó en alcacer, lo mismo que el centeno
, para el cual son buenas todas las tierras,
y que se emplea también como pasto
verde para las ovejas y los corderos. En algunos
pueblos se siembra escaña y avena,
aun cuando por lo general en cantidades reducidas.
Para los garbanzos se suelen destinar
las tierras pardas de vega, sin que se logre
obtenerlos de calidad recomendable; las
almortas ó guijas, los fríjoles ó judías y los
guisantes se cultivan en guijarrales, obteniéndose
regulares cosechas. Para las habas se escoge
tierra parda, lo mismo que para el anís,
en las pocas localidades en que se cultiva. Las
patatas se plantan en terreno de regadío ó de
secano: las primeras en tierras pardas, las segundas
en toscarizas, obteniéndose cosechas
que aún serían más abundantes y mejores si
no se apresurasen los labradores á sacar los
tubérculos antes de tiempo. Los melones y
sandías, gracias á la elevada temperatura del
estío, suelen ser notables por su tamaño y la
dulzura de su carne. El azafrán es otra de
las plantas que maj'ores utilidades producen
á la clase jornalera y á los labradores de pocos
recursos (véase Azafrán): el alazor se
cultiva todavía en algunos puntos para pienso
de las caballerías y aun para adulterar el
azafrán; el zumaque solamente se utiliza para
teñir los toscos trajes que se usan en los lutos.
En las huertas se crían pimientos, tomates,
ajos, cebollas, nabos, zanahorias, remolachas,
calabazas, pepinos, lechugas, escarolas,
espinacas, cardos, berzas, coles, majocas y
algunas otras hortalizas.
Entre los abonos, casi solamente se conoce
el estiércol de cuadra, del cual no se saca todo
el partido posible. Generalmente para almacenarle
en el corral ó descubierto de cada
casa ó en los contornos del pueblo, abren los
labradores un simple hoyo ó barranco, en el
cual depositan el estiércol de las cuadras, el
tamo, la paja, las hojas secas de los pinos y
otros árboles, los desperdicios de la comida,
cuanta broza se encuentra á mano; dan anualmente
unas cuantas vueltas al montón; le rocían
con agua cuando no llueve; acarrean la
basura en el mes de Septiembre para formar
con ella montones en las hazas, y extienden
todos éstos más tarde, cuidándose poco de que
se evaporen ó no los principios volátiles y de
que se filtre la parte líquida. La girle de las
ovejas "se distribuye de una manera análoga,
cuando no se conduce el rebaño á las mismas
tierras para redearlas. Las labores de las tierras
se ejecutan en la forma que en las otras
comarcas de ambas Castillas, empleándose
muías y burras para las faenas, según la fortuna
de cada labrador.
Los jornales suelen ser poco elevados en la
provincia de Cuenca, aun en estos años eu
que comienza á notarse alguna escasez de
brazos á consecuencia de la emigración. Por
punto general se pagan en metálico y en vino;
los trabajadores que continuamente están en
una misma casa suelen percibir jornales másreducidos.
Desde el mes de Octubre hasta el
de Mayo los jornales suelen pagarse á peseta
ó peseta y 25 céntimos con vino, cuando
el trabajo consiste en cavar patatares, olivares,
viñedos, etc. En la vendimia ganan los
hombres una peseta y las mujeres 63 céntimos,
por término medio; en la escarda les da
el propietario vino además; en la siega se les
da de comer y 2 pesetas diarias á los hombres,
y aun 2,50 y una á las mujeres, además
del aguardiente por la mañana, y al concluir
la faena la maja siega, que consiste en
una buena olla con el correspondiente pan, y
vino y tortas de aceite del mejor candeal. Los
auxiliares de acarreo y trilla ganan desde 90
á 1,25 céntimos diarios, además de la comida,
vino y aguardiente; los muchachos, de 25 á
50 céntimos, según su edad y aptitudes, y comida.
Los mozos de labor ganan unas 750 pesetas
al año, incluyendo la comida, la soldada
y la aniaga, consistente en trigo candeal y
aceite. Los roseros cobran de 5 á 6 céntimos
por cada libra de rosa de azafrán que cogen,
y además aguardiente por la mañana, alguna
merienda y la maja rosa, ó bien 50 céntimos
en sustitución.
Acerca de los rendimientos que se obtienen
generalmente en las explotaciones agrícolas,
ha hecho el ya mencionado Sr. Valera varios
cálculos que dan idea del porvenir de la agricultura
en gran parte de la provincia de
Cuenca, y que reproducimos á continuación:
INGRESO
Demostración aproximada de las utilidades que
rinde una fanega de tierra y cada, cabeza de
ganado, con las caballerías que se emplean
en la labor.
CANDEAL
Producto íntegro íil aíío en fa­
ldera en primera clase el se-
CLASES DEL TERRENO
1. a 2. a 3
18 8 4
12 » »
30 8 4
Precio medio de cada fanega.. 40 40 40
1.200 320 160
La paja, á diez cuartos arroba. 200 45 20
5 3 2
Producto 1.405 308 182

VINAS
Producto íntegro en arroba de
vino
Precio medio de cada arroba..
Importan.
La casca vale
Iilem la'leña ó poda.
Producto.
OLIVOS (i)
Producto íntegro ett arroba de
aceite '.
Precio medio de cada arroba. •
Tmjiortan-
La leña de poda vale- • • •'
'Producto...
PINARES
Producto íntegro de leña vendida
en el pinar
Precio medio de cada carga.
Producto..
AZAFRANALES
Prodncto íntegro en libras de
azafrán
Precio medio de cada libra...
Utilidad.
Producto.
ERAS
CÜE — 415 — CUJE
CLASES DEL TERRENO
X."
- a
j •
70 42 24
8 8 8
500 33« 102
;i0 16 8
w 12 8
000 3(51. 208
8,50 5 3
50 50 50
-1.25 250 150
18 15 12
1.« 265 162
12 0 6
2 2 2
21. 18 12
13 10
100 100 »
1.300 1.000
22 »
Producto.
22
»
(1) Aun cumulo desde el invierno de 1875 se carece
de aceite por la helada, se estampan sus utilidades
según existieron antes.
OVEJAS (HATO DE 200)
Por 160 crías, á 55 rs. una, deducidas las que
Reales
se malogran 8.800
Por 21 arrobas de lana, á 65 rs
1.560
Por tí arrobas de añinos, á 55 rs
330
Por el esquilmo de leche ó queso
Por el valor de pieles y carnes de unas 25 re­
375
yes que se pueden perder al año
400
Por el valor de 70 carros de basura, á 25 rs.. 1.750
Producto
13.215
CABALLERÍAS DE LABOR
Muías Burras
Por el producto de 12 carros de basura 300 180
Por 15 días de acarreo, á fi rs. diarios. 00 »
Producto 450
180
CABALLERÍAS DE USO PROPIO Burras
Por el producto anual á 2 rs. diarios (se descuentan
sesenta días de huelga) 610
Por el producto de la basura 90
Producto.
700
RESUMEN Reales
Producto de candeal en fanega de tierra-. 1.975
ídem en vino ídem 1.178
ídem en aceite ídem 870
ídem en pinares ídem 54
ídem en azafrán ídem 2.300
ídem en eras 22
ídem en ovejas (hato de 200 cabezas). 13.215
ídem en caballerías de labor (muías y burras)
030
ídem de uso propio (burras) 700'
SALIDA
Demostración aproximada de los gastos que
ocasiona una fanega de tierra y cada cabeza
de ganado, con las caballerías que se emplean
en la labor.
CANDEAL
Por las fanegas de candeal para
sembrar
Por coste de yuntas en días de
labor
Por los gastos de mozo
Por desperfectos de aperos..
Por la escarda
Por la siega de dos años en la
primera clase, y uno en la segunda
y tercera
Acarreo de mies
Por la trilla
Limpieza y entroje
Total de gastos
VIÑAS
Para limpieza de sierpes. ..
Poda y recoger la leña..
Por las obradas necesarias.
Por la cava
Por el desbrojo
Por la vendimia
Por acarreo
Por pisa y lagareo
Total de gastos
OLIVOS
Jornales de poda y acarreo...
Obradas de labor
Cavas
Coger el fruto y conducirlo. .
Total de gastos
AZAFRÁN
Por 110 jornales para sacar
suelo
Por 77 fanegas de cebolla
Por 22 jornales para siembra..
Por 2'í id. para cavas ordinarias
•
Por coger y sacar el fruto
Por el carbón para tostarlo
Por los cedazos para ídem
Total de gastos.
ERAS
Por gastos de conservación
Total de g tstos
CLASES DEL TERRENO
í.a 2. a 3- a
160 50 40
111,80 83,86 55,00
70,80 53,10 35,40
0,40 6,04 4,70
14 10 »
54 22 20
30 12 8
120 24 14
17 4 2
265,90 180
12 9 6
28 24 20
06 72 60
18 15 12
15 12 9
9 6 4
18 10 0
20 12 7
216 160 120
26 24 20
06 84 60
30 27 24
51 30 18
203 165 122
660 660
385 385
132 132
132 132 „
494 380
60 30
5 3 . »
1.888 1.722
12

CUE — 416 — CUE
OVEJAS (HATO DE 200) Reales
Por 25 crías para reponer las que se desgracian,
á 55 rs. una 1.375
Por el salario de dos pastores 1.196
Por la aniaga de ídem 1 • 160
Por un ayudante en ciertas temporadas 265
Por el calzado para los pastores 60
Por el gasto de dehesa. 1.600
Por el ramaje y gorullo, etc 480
Por manutención del perro 60
Por la sal que consumen 63
Por el esquileo 126
Por desperfecto de utensilios .103
Total de gastos 6.485
BURRAS.—USO PROPIO Reales
Por el capital invertido, durando como unos
doce años, sale cada uno á 34
Por la cebada que consumen 340
Por la paja ídem 227
Por el desperfecto y gasto de aparejo 0
Total de gastos 610
RESUMEN
Gastos en candeal 1.037
ídem en viñas 496*
ídem en olivos " 490
ídem en azafrán 3.590
ídem en eras 12
ídem en ovejas. 6.485
ídem en caballerías de uso propio 610
Ea la cuenta del azafrán hay que tener
presente que los gastos se hacen durante los
cuatro años por que se toman las tierras.
En todo el cultivo hay que descontar: la
contribución territorial, la de consumos, arbitrios
municipales y sal, el rento de las tierras
y algún otro gasto que tal vez se haya
escapado á la observación. (La contribución
de un par de muías importará unos 700 rea-
Jes cou la de territorial y de consumos.)
Y aun suponiendo que el labrador sea dueño
legítimo de las fincas que cultiva, es necesario
tener en cuenta que la ganancia líquida
demostrada en párrafos anteriores se indica
sin contribuciones y gastos dichos más arriba;
en una hacienda sana, y para cuyo cultivo
110 necesita pedir á la usura ninguna cantidad;
en un año sin hielos y sin contratiempos
de ningún género, y en cuyo caso tal vez perdería
el labrador, ó su ganancia sería tan exigua
que no remuneraría ni con mucho los
constantes y rudos desvelos, fatigas y trabajos
de todo un año, los cuales se van aumentando
cada un día más con el de las contribuciones
y el poco producto de las tierras, que
tal como hoy las cultivan y abonan, tienen
que dar cada año menos, así como el hallarse
la hacienda tan repartida y tan distantes unas
hazas de otras, que hacen siempre perder
muchos días de trabajo.
La falta de aldeas en que se esté á la vista
siempre de lo que se cultiva, evitando el tener
que ir lejos, hacer sendas y estropear sembrados,
los robos de los frutos, el afán de los
barbechos, etc., todo ello contribuye en muy
mucho á disminuir el presupuesto de ingresos,
aumentando el de gastos, que se hace
exorbitante.
Las tierras para patatas se suelen tomar
sólo por un año, pagando de 16 á 22 reales
por celemín cebadal en la cabana.
Las tierras para labrar se pueden tomar
por cierto número de años, pagaudo anualmente
de 14 á 20 reales, según la clase, pagando
lo mismo de barbecho, siembra y resiembra.
La tierras y olivares que tienen mucha
grama suelen darlos sin retribución pecuniaria;
pero entregándolos al cabo de tres, cuatro
ó seis años en que se contrata á grama muerta,
es decir, sacado suelo y sin señal siquiera
de grama, teniendo derecho á sembrar únicamente
fríjoles, habas, guijas, patatas y azafrán,
ó si acaso dos cosechas, ó una de cereales
sin resiembra, cultivando con el azadón
un año de intermedio para no esquilmar el
terreno.
DETALLES
Demostración aproximada de los gastos que.
ocasionan en cada año un par de muías dedicadas
á la labor.
Reales
Un par de muías vale de 5.500 á 6.000 reales,
que, trabajando doce años, le corresponde
á cada uno 500
Por el 3 por 100 de interés anual del capital
invertido 18U
Por 120 fanegas de cebada 2.400
Por 14 ó 15 carros de paja 1.050
Por 2 arrobas de sal 7
Por 40 herraduras 80.
Por la iguala del albéitar 21
Por gastos de medicamentos 40
Por esquilar, hacer los cuellos y cuartillas. 21
Por 68 libras de aceite para alumbrado de
cuadra 13ó
Por 5 mantas de lana, que valen 70 reales • 350
Por gastos de aparejos, colleras, guarniciones,
cabezadas y látigo, que valen 700 las
guarniciones, 38 las cabezadas y 4 el látigo
40
Por el salario del mozo 3.000
Por cuarenta días, uu ayudante de recolección
280
Por veinticinco días, un trillador 100
Por dos rejas, gastándose una tercera
parte 13
Por calzar, echar puntas y aguzar las rej as. 160
Por lo que pierde la azuela y la aguijada.. 3
Por lo que pierden dos arados de cama de
hierro 10
Por los gastos de dental, uno cada dos
meses... • 43
Por lo que pierde un yugo completo 14 '
Por ídem un timón 2
Por ídem una esteva 3
Por gastos de aperador 20

(JIJE — 418 — OUE
secundarias por la menor proporción en que
se cultivan, aconteciendo lo propio en los indicados
anteriormente. Tales son, entre otras,
la Tortepua, negra y blanca, en Villarejo de
la Peñuela; la Porrera, en las Hinojosas; el
Tinta gordo y la Chuniaga, en Belmontejo; la
Quiebra-tinajas, en Carrascón de Haro; la Tinta-Velasco,
en Villar de Caños; la Blanca, en
Vara de Rey y Olivares del Júcar; la Verdal
ó Verdala, la Racial, tinta y blanca, la Moscatel,
la Pintaillo, la Ben, Malvar, etc. Existen
además el Albulo castellano, el negro, la
Garnacha, los Moscateles menudos y Real
ludori, con las demás variedades para mesa y
cuelga, como la Jaén, Gallera ó Huevo de
gallo, Gordera ó Gordala, Tela de vaca, Datilera,
San Diego, Ausoles, Angores, Paseras
de plantas, Rojales, Cenizosas y algunas otras
innominadas de secundaria producción. En
algunas localidades usan nombres genéricos
aplicados á variedades diversas. La Moravia
de los parrales nunca adquiere el color intenso
de la Moravia de las cepas, como ocurre
también con la Burgidera de Saelices, la
Negral de Tarancón. la Rucial de Rubielos
Bajos, la Bobal de la Motilla, y la Quiebratinajas
de Carrascón de Haro y de Almodóvar
del Pinar. De lamentar es verdaderamente
que contando con tantos y tan excelentes
elementos, los vinicultores de la provincia de
Cuenca no perfeccionen la fabricación, y obtengan
las ventajas y utilidades que podrían
procurarse, ya que tan fácil es hoy dar salida
á los productos.
La ganadería no alcanza en la provincia de
Cuenca todo el desarrollo que las condiciones
topográficas de esa región permiten; con
todo, constituye un importante ramo de riqueza.
Al hacerse el último censo de ganadería
veinte años ha, se contaban 7.218 reses
caballares, 43.142 mulares, 42.971 asnales,
8.460 vacunas, 573.945 lanares, 75.782 cabezas
de ganado cabrío y 44.360 de cerda; de
manera que la provincia figura entre las 16
provincias más favorecidas respecto del ganado
lanar y mular; entre la segunda serie de
16 respecto del cabrío, y entre la última
serie de 17 respecto del caballar, asnal y de
cerda. En la mayoría de los pueblos de la
provincia la ganadería no es otra eosa que
una explotación suplementaria, bien por la
escasez de pastos, bien por la mala elección
de castas, y de consiguiente por la mala calidad
de las lanas y la poca abundancia de la
leche. Las reses lanares suelen ser estantes, y
á lo sumo trasterminantes, cambiando á veces
de pago, según las estaciones, para apacentar
los rebaños, es decir, conduciéndolos por sitios
frescos durante las estaciones calurosas y
por sitios abrigados durante las frías, y alimentando
los corderos y las madres durante
el invierno en sembrados destinados á ese fin.
Algunos labradores ricos poseen dehesas amojonadas,
procedentes de terrenos de propios,
arrendadas ó cambiadas con otros ganaderos.
En ese caso los hatos ó rebaños se albergan
en las llamadas aldeas, y solamente son conducidos
á las poblaciones en las épocas del
esquileo y pampaneo. Los moruecos forman
generalmente hatos separados; se cubren las
reses en el mes de Agosto por lo común, y en
ocasiones á fines de Junio, para obtener crías
tempranas, y rabotar en el mes de Marzo y no
en Abril. Al ser destetados los corderos, ó
sea en Junio, se venden al precio de 10 á 11
pesetas. Entonces se fabrican algunos quesos
y se esquilan los ganados, para vender la lana
sucia á 15 ó 18 pesetas; lana que compran
con frecuencia los fabricantes de Aleo}' para
mantas y rajetas. Los rebaños, según su importancia,
son cuidados por un mayoral y un
zagal; por mayoral, trasmayoral y zagal, ó por
mayoral, trasmayoral, zagal y migajero. Los
maj-orales reciben la aniaga de una fanega de
trigo candeal, cuatro libras de aceite y los
tres trcintas, que consisten en 30 reses de piojar,
30 reales de calzado y 30 ducados al año,
al decir del Sr. Valera y Jiménez. El guarda
del piojar tiene derecho á la mitad de la lana
y de los corderos, ó cobra 6 pesetas por cada
res de cría y 4 si es de vacío. Las enfermedades
que padece el ganado lanar son la zangariaua
ó diarrea, la boquera y la cuchareta,
que se observan en los corderos y en las ovejas;
el bazo, la modorra, el dolor entripado, las
piedras del hígado y de los pulmones, la solitaria
, la gusanera, la ceguera, y abscesos en la
cabeza y en la cara. También causa estragos
en algunos años la viruela. Las aldeas ó apriscos
no tienen las condiciones que la higiene
reclama: las tainas son bajas, estrechas y de
poca cabida, de manera que el ganado se hacina
en invierno , y contrae catarros y otras
afecciones; la basura es extraída únicamente
una vez al año, así es que los ganados descansan
sobre un piso húmedo y con excre­
mentos en fermentación. íío haj r
diversidad
de compartimientos en las tainas, ni las habitaciones
de los pastores están debidamente
acondicionadas. Se alimentan éstos generalmente
con torta y gazpachos, y no tienen
otra habilidad que la de estazar alguna piel.
Usan montera de pieles, pañuelo ó sombrero
á la cabeza, abarcas, borceguíes ó zapatos en
los pies, polainas en las piernas, calzón corto
y aun pantalón, chaleco y chaqueta ó pellica
con su zamarra, faja y camisa, bolsa para llevar
las tortas y el cayado ó garrote , habiendo
algunos que llevan canana por servirse de
la escopeta. En las aldeas tienen el camastro
al lado de la lumbre; consiste en un poyo de
barro y piedras, ó en una cama si están casados.
Los utensilios consisten en el caldero, la
alcuza del aceite, el costal de la harina, la
taleguilla de la sal, algún cántaro para agua,
el cachero, el tortero, la masera, algún puchero,
la caldereta y una ó más jarras para
beber el agua, un botijón con miera, la botijilla,
del aguardiente, los cencerros del ganado
y las tijeras de rabotar ó esquilar. Además
de los ganados que forman rebaño, hay
algunos atajos ó puntas que duermen en las

CUE — 419 — CUB
poblaciones y pastan cerca de ellas, lo mismo
que la mayoría de las cabras.
. «Para la fabricación de los escasísimos quesos
que hacen eu el pueblo, dice el Sr. Valera
y Jiménez refiriéndose á Quintanar del
Rey, traen los pastores desde las aldeas en
unas cántaras ó cántaros nuevos, cada un día
sí y otro no por lo regular, y aun cada dos ó
tres días, la leche de las ovejas, y los dueños,
con ayuda de los mismos pastores, la
colocan en ollas cerca del fuego, en donde,
echándolas el cuajo, se ponen en condiciones
para que salga.el queso. Encima de un banco
con estrías para dos ó tres quesos, y alrededor
de ellas, ponen una pleita estrecha en forma
de corona, y en ella van apretando con las manos
la cuajada para escurrir el. suero, que se
va depositando en una caldera ó barreño; llenas
ya las pleitas, colocan una tabla encima
con algún peso, y los abandonan por cierto
tiempo, guardándolos para el uso, y los ponen
alguna sal. El suero se da gratis á cuantas personas
lo solicitan, que se lo beben con placer.
Este método de fabricación, como se comprenderá,
da unos quesos de escasa calidad, y parece
mentira que con tantas cabezas de ganado
resulte tan poquísima cantidad de leche, y
por consiguiente de quesos; de manera que,
adicionando estas dos pérdidas al poco valor
de la lana y al no muy excesivo tampoco de
las carnes, resulta que la agricultura saca relativamente
muy poco provecho de su ganadería,
y que sólo se fijan los labradores en el
estercolado, cosa que, por otro lado, se hace
también de muy mala manera.
Sin previa preparación del terreno; sin tener
en cuenta la extensión de éste y la de las
cuadras ó corrales, con arreglo al número de
cabezas que conducen, verifican los pastores
el redeo , que practicado sin ilustración, tiene
que salir de cualquier manera. Tienen cuatro
escaleras con estacas, formando un conjunto
muy pesado y de difícil transporte, que llevan
á los terrenos y que sujetan al suelo haciendo
agujeros por medio de un hierro, y las
sogas necesarias para atar unas teleras á
otras; no llevan caseta para el perro y el pastor,
y tienen las ovejas en el redil el tiempo
que se les figura. Esta manera de redear tiene
grandes inconvenientes, y en mi concepto
muy pocas ó.ninguna ventaja, deduciéndose,
pues, que la utilidad real de la ganadería del
pueblo, estribada, al parecer, en este redeo
y en la basura de los corrales y tainas, pierde
muchísimo de su valor, por más que á ellos
les parezca lo contrario.»
Tampoco los labradores de la provincia de
Cuenca revelan conocimiento en la cría de
los demás animales domésticos y aves de corral;
ni los alimentan y ceban con regularidad
y método, ni saben escoger las razas que
mayores utilidades podrían procurarles, ni se
cuidan de elegir buenos procreadores.
VÍAS DE COMUNICACIÓN.—El tráfico es poco
activo en la provincia de Cuenca, especial 1
mente en las comarcas orientales; de ahí que
no se haya mostrado gran empeño por construir
carreteras y ferrocarriles. Hasta ahora
sólo cruza la provincia una línea férrea; la
que desde Aranjuez se dirige á Cuenca por
Taraucón y ha de terminar en Valencia. Las
carreteras más importantes son: la que desde
Madrid, cruzando el Tajo, pasa por Belinchón,
Tarancón, Carrascosa del Campo y
Horcajada, para terminar en Cuenca; la que
une esta población con Guadalajara y, penetrando
por Alcocer, cruza por Canalejas, Cañaveras
y Villar de Domingo García; la que,
procedente de Calatayud, pasa por Laguna
Seca, Poyatos, las Majadas y Sotos, siguiendo
la dirección de Norte á Sur y cruzando
por Cuenca por inclinarse al Sudeste, por
Puentes, Almodóvar del Pinar, Campillo de
Alto Buey y Minglanilla, donde enlaza con
la carretera general de Madrid á Valencia; y
por último, ésta, que desde Tarancón recorre
la parte más llana de la provincia que nos
ocupa, y pasa por Saelices, Montalvo, Villar
de Cañas, Villares del Sax, Cervera, Olivares,
Val verde, Houtecilla, Buenache de Alarcón,
Olmedilla, Motilla del Palancar, Castillejo
de Iniesta, la Granja y Minglanilla, para penetrar
luego en la provincia de Valencia. Desde
Teruel se dirige á Cuenca otro camino
bastante importante, que pasa por Tragacete
y se une en Majadas al procedente de Calatayud.
Los caminos carreteros y de herradura
son numerosos naturalmente, y rara vez se
hallan bien conservados. Uno de ellos pone
en comunicación á Priego con Huete y Tarancón;
otro á Tarancón, Torrubia del Campo
y Hontanaya; con Belmonte y San Clemente
, para dirigirse por Sisante, el Picazo y Villanueva
de la Jara, á Iniesta, Granja y Minglanilla;
otro, también bastante frecuentado,
se dirige desde Cuenca á Cañete, Salvacañete,
Vallanca y Adamuz, y otro desciende desde
la capital por Albaladejo, Huentecilla y
Honrubia, hasta San Clemente.
CUERDA (Pesos y Medidas). — Medida
de ocho varas y media; en la isla de Puerto
Rico, medida superficial equivalente á 3.929
centiáreas; en la Mancha, fanega de sembradura.
CUERDA DE PICADERO—Consiste en
un cordón del grueso de un dedo próximamente,
y del largo de 6 á 8 metros, provisto
de unportamozo en cada punta, cuyo conjunto
toma el nombre de cuerda de picadero. Su
material puede ser el cáñamo, la pita ó la
seda. Es el instrumento más útil de que se vale
la equitación si se usa con conocimiento, y el
más nocivo cuando se maneja sin acierto.
En las escuelas del arte ecuestre sirve para
la doma de los potros, como medio para la
corrección de la mayor parte de los vicios y
resabios del caballo, y también se usa en casos
determinados con el objeto de que haga
ejercicio el que por algún incidente especial
no se le puede poner la montura ni pasear de
otro modo, haciéndolo dar algunas vueltas á
la cuerda en el picadero ú otro paraje adecúa-

CUE — 420 — CUE
do. En algunas escuelas se utiliza en las primeras
lecciones que se dan á los alumnos, cuando
el caballo que se le hace montar no inspira
confianza ó en el jinete concurren condiciones
excepcionales.
Su uso data de tiempos bien remotos; sus
aplicaciones varían eu atención á las necesidades
y usos del país donde la emplean, y según
el conocimiento ecuestre del que de ella
se vale ó la idea que tiene de sus buenos ó
malos resultados.
Este útil, tan necesario en la equitación, es
muy difícil conocerlo, y más aún saber emplearlo
en conciencia y manejarlo con precisión;
de aquí el fundamento de sus detractores;
los que la vituperan, es porque la desconocen
por completo, pues desgraciadamente para
los caballos y para el arte, son muy escasos
los que alcanzan un mediano conocimiento de
ella, y rarísimo el profesor que llega á poseerla.
Su aplicación es más delicada que la de
todos los demás instrumentos de que nos valemos
para educar al caballo. De la cuerda se
coge.un excelente fruto, y con ella se resabian
y destruyen muchos caballos.
Seguir el ejemplo de los que teniendo al
potro horas enteras dando vueltas á la cuerda,
y á fuerza de tirones y golpes descomunales
é intempestivos con ella sobre el cabezón
, creen dominarlo y corregir sus vicios, es
un absurdo.
El movimiento circular que en este trabajo
se establece es muy penoso para el animal,
si de él se abusa, y unido á los loques fuertes
ú otros excesos que se cometen, dan por
resultado la relajación de las articulaciones,
de la columna vertebral, espaldas, etc., ó
cuando menos la debilidad de algún músculo
importante; esto en la parte física, que en la
que se relaciona al servicio, trae siempre el
aburrimiento, y como consecuencia las resistencias
y los resabios.
Eu España, dadas las condiciones que rodean
á los potros, por la manera de criarlos
al estado salvaje, ó sea por el sistema pastoril,
se hace preciso el uso de la cuerda en el
principio de la doma, porque con ella se da
obediencia al potro, se le acostumbra á recibir
todos los arreos [sin violencia, á sufrir el
peso del jinete sin exposición de parte de éste,
y por último, sirve de guía para la enseñanza
de aquél en todas las lecciones ó trabajos
preliminares, pues con ella se le traza la senda
por donde ha de llegar á la meta de su
completa educación; por cuya razón en nuestro
país es donde los que se dedican ala equitación
deben estudiar la cuerda y emplearla
en el pleno uso que marca el fin para que fué
inventada.
En la mayor parte de los países europeos
donde la cría caballar se hace por los sistemas
mixto ó de estabulación, la cuerda no
tiene tanta aplicación, ó no es tan necesaria,
ni la usan más que en casos determinados
muy secundarios; así que no la conocen á
fondo, ni la manejan con la debida perfec­
ción, por cuya razón en aquéllas cuenta con
infinitos detractores.
Entre nosotros también se oye á muchos
vituperarla, y hasta cierto punto con razón,
pues la falta de tacto en unos, la temeridad
ó el abuso en otros, y la carencia absoluta de
conciencia en los más, ha dado lugar á la ruina
de muchos caballos, y á que se resabien
bastantes potros, por cuyos hechos se creó la
mala atmósfera que vienen sosteniendo los
que la usan y manejan inconscientemente.
ISTo juzgamos de este lugar la explicación
detallada de todas las teorías que á la cuerda
pueden aplicarse, ni la descripción minuciosa
á que se prestan todos los lances y accidentes
que eu su importante uso suelen ocurrir; pero
sí muy conveniente indicar el modo de emplearla,
con las condiciones que la han de
adornar para alcanzar su mejor servicio.
La cuerda debe manejarse siempre con la
mano derecha, aunque suele haber algún caso
en que ha de pasarse á la izquierda, particularmente
en las primeras lecciones, pero son
muy contados, siendo de todo punto indispensable
que una y otra reúnan las condiciones
que reclaman para la buena mano de brida,
tanto en la finura de sus operaciones,
como en lo exquisito de su tactilidad.
Las direcciones del cuerpo del hombre que
la maneja, bien combinadas con las operaciones
de la mano, son indispensables para hacer
eficaces y seguros los efectos y resultados
de la cuerda; quiere decirse que haciendo
más ó menos recto, agudo ú obtuso el ángulo
que establece el radio de ella con la cabeza
del animal, se da ó quita potencia, y se establece
la correspondencia recíproca y necesaria
entre el hombre y el caballo; este es el medio
eficaz para obtener positivos resultados,
sin necesidad de emplear movimientos bruscos
ni trabajos desordenados, librando al potro
de heridas en la ternilla de la nariz, que
tanto lo exasperan, y que son testimonio fiel
de la falta de pericia en el que lo dirige.
Las cualidades esenciales que han de adornar
á la cuerda sou flexibilidad y ligereza; en
lo primero se encuentra el medio de hacer
prontos y eficaces los movimientos de la mano
que la maneja, y con lo segundo se consigue
que éstos se transmitan agradablemente, pues
las vibraciones que comunican el mando lo
ejecutan por medio de ondulaciones formadas
por la cuerda, que son tanto más duras y desagradables
cuanto mayor es el peso de ésta;
por tanto, es preferible la pita ó la seda al
cáñamo, que siempre es más pesado.
Como la cuerda generalmente se usa ayudada
de las correas de picadero ó la fusta, es
muy pertinente que el ayudante á quien se
confíe una ú otra cosa reúna ciertos grados de
inteligencia, con el fin de que su falta de pericia
no desvirtúe las indicaciones del profesor,
dando resultado negativo los efectos de
aquélla, como acontece siempre que se encarga
de ellas un profano.
Tampoco debe seguirse el ejemplo de los

CÜE — 421 — CTJE
que manejan la cuerda haciendo que la parte
sobrante se encargue de llevarla un tercero,
pues ésta debe residir siempre en la mano
izquierda del que la maneja, recogida en dobleces
regulares para que no arrastre ni se
enrede. De este modo puede en todos los casos
y accidentes obrar la cuerda por la excesiva
voluntad del profesor, sin encontrar las
dificultades que toca al tener que contar con
la voluntad del otro.
En conclusión, la cuerda no ha de emplearse
nunca, ni aun en los casos nías desesperados,
como correctivo brusco ó castigo duro,
ni mucho menos para agotar ó rebajar las
fuerzas del potro; es mucho más sublime su
aplicación en el arte: sólo debe servir como
intérprete fiel que. comunique los pensamientos
del hombre á los instintos del animal;
como medio de enseñanza el más claro, suave
y sencillo, y por último, de base elemental en
la doma de los potros, en que por su estado
salvaje, ó temperamento díscolo ó esquivo, se
haga, necesario su auxilio.
Mírese siempre con prevención al que por
tradición vulgar, ó guiado por teorías equivocadas,
abuse de tan importante instrumento,
y de la misma manera al que la desecha 3' vitupera,
pues unos y otros hablan 3' obran sin
acierto, viciando cada vez más la mala atmósfera
que inconscientemente han esparcido
aquéllas: álos unos, porque con el uso exagerado
destruyen ó resabian al animal en que lo
emplean, 3- á los otros, porque sin conciencia
desechan 3' se privan del auxilio de un agente
de tal valía que desconocen por completo; 3'
deséchense las vulgaridades que en esta materia
cunden, aprovechando, por lo que valen,
los servicios que alcanzar puede el mundo
ecuestre de tan útil instrumento.
J. Hidalgo y Terrón.
CUERNOS (Anatomía).—Partes salientes
más ó menos prolongadas que existen en las
cabezas de algunos animales, y están constituidas
por una substancia sólida, fibrosa, de
color blanco, gris ó negro. Esa substancia es
una verdadera aglutinación de pelos, que
presenta, como, éstos, un órgano productor
vascular muy sensible y una parte segregada
tanto más dura cnanto más exterior es. Cuando
se arrancan los cuernos, quedando intacto
el bulbo, vuelven á salir lo mismo que los
pelos. La denominación de cuerno se aplica
especialmente á los de los rumiantes, que son
simples, persistentes 3^ huecos, y los leñosos
3 r
caducos que presentan los animales del gé­
nero Ciervo se llaman astas, y se han usado
en veterinaria.
Por los cuernos se puede conocer la edad
de las reses vacunas; nacen á los veinte días
de nacer el ternero, y se desarrollan primero
bajo una prolongación de la epidermis; ésta
se esfolia á los catorce ó quince meses, 3' deja
descubierta la substancia córnea sub3'acente.
A partir de esa época adquiere particular
vigor el cuerno, ciya superficie es 3 r
a lisa y
brillante. La base se va volviendo nudosa,
formándose en ella todos los años un nuevo
círculo. Con los anillos se forman también
surcos que sirven para determinar la edad. A
los cinco años desaparecen los dos círculos primitivos
ó superficiales, de manera que para
los cálculos deberá tomarse por punto de partida
el surco trienal, siempre muy perceptible,
ó el anillo que le sigue, 3' que se forma
cuando la res cuenta cuatro años de edad. En
la concavidad del cuerno se perciben los anillos
ó surcos mucho mejor que en la parte
convexa. Naturalmente se ha de tener presente
que esas reglas no son absolutamente
seguras, y exigen mucha práctica en el que
ha de aplicarlas.
En anatomía se llaman cuernos á ciertas
partes que por su forma se parecen á los
cuernos de los rumiantes, como los cuernos
de Ammán, situados en el cerebro; los cuernos
del útero, 3 7
los cuernos del liioides.
Los cuernos frontales de las reses vacunas
ofrecen en su desarrollo particularidades notables;
su forma y dirección se relacionan
con la evolución típica; la segunda se puede
modificar por ciertos procedimientos, es decir,
valiéndose del calórico 3' de aparatos especiales.
En los machos se hallan más desarrollados
que en las hembras, acaso por la
influencia de la gestación 3"- de la lactancia.
Las segundas sienten comezón en los cuernos
al entrar en el período de celo, 3' la influencia
de la castración del macho en el desarrollo
de aquéllos es patente. Los de las vacas viejas
que han sido buenas lecheras quedan empequeñecidos;
los de las estériles son largos,
abiertos y de anillos poco marcados, lo mismo
que los de las vacas castradas. Los antiguos
sabían ya que con la castración se
desarrollan más los cuernos y siguen dirección
distinta. La extirpación del núcleo de los
cuernos frontales en el ganado vacuno produce
efectos dignos de mención. Como hay
muchas razas desprovistas naturalmente de
cuernos ó que los tienen solamente rudimentarios,
se cuestiona si descenderán de animales
que tuvieran esos apéndices, 3' si la extirpación
puede ó no transmitirse por herencia.
La generalidad de los fisiólogos, después de
no pocos experimentos, resuelve esas dos
cuestiones en sentido negativo. En cambio la
extirpación aumenta la producción de carne
y de leche, sin duda porque los elementos
nutritivos que habían de absorber los cuernos
son utilizados para otros fines por el organismo.
M. Numan observó que después de extirpados
los cuernos, una cabra producía más
leche que otra más fuerte 3' de alzada mayor.
También ha acreditado la experiencia la opinión
de que son mejores vacas lecheras las
que tienen los cuernos poco desarrollados 3"
finos; algunas vacas que carecían de cuernos
han producido por día 2 ó 3 litros de leche
más que otras de condiciones análogas que
los conservaban, 3' por otra parte, la leche era
de calidad superior, más rica en caseum y con
un 17 ó un 20 por 100 más de crema.

CUB — 422 — CUE
Eu conclusión: la supresión de los cuernos
dificulta el conocimiento de la edad de las
reses y priva de un medio para sujetar á los
animales, pero en cambio determina un aumento
de producción, amansa al animal y no
impide que se aprecie la edad por los dientes.
Ajuicio de líibbe, la mutilación esa es recomendable,
porque los cuernos no llenan realmente
un fin útil, ni para las reses que los
llevan, ni para sus propietarios; de
modo que no siendo difícil criar
animales sin cuernos, los ganaderos
deben tender á esa práctica,
considerando dichos apéndices como
instrumentos peligrosos y perjudiciales,
puesto que privan á la
economía de jugos alimenticios que
no consumen enteramente para su
propia nutrición. Si los cuernos son
pesados y voluminosos, la masa
huesosa del frontal deberá ser proporcionada
y el peso de la cabeza
reclamará mayor gasto de fuerza
muscular, á expensas de las partes
útiles.
CUERO DURO.-Árbol que
abunda en el centro de la Isla de
Cuba, y cuya especie botánica no
está bien definida. Alcanza una altura
de 8 á 10 metros, con un tronco
de 5 á 6 metros y un diámetro
de 5 á 6 decímetros. Su madera es
cenicienta, compacta, dura y muy
resistente en todos sentidos, sobre
todo á la tensión, en cuya circunstancia
la igualan muy pocas maderas.
Sirve para toda clase de construcciones
, y sobre todo con mucha
ventaja para postes y péndolas,
ruedas hidráulicas, ejes de máquinas,
etc. Rompe á lo largo en todos
sentidos, astillando por las aristas.
Su peso específico es de 1,02.
CUERRÍA—En Asturias llaman
así al cercado pequeño y circular
de piedra seca, de un metro de
alto, donde se echan las castañas
recién cogidas para que acaben de
madurar y puedan separarse más
fácilmente del erizo.
CUERVO—(V. Córvidos.)
CUESCO.—Hueso de la fruta, como el de
la guinda, el durazno, etc. || En los molinos
de aceite, piedra redonda en que la viga aprieta
los capachos.
CUEVA.—Las cavidades subterráneas, ya
sean construidas por la mano del hombre ó
naturales, se conocen en general por el nombre
de cuevas, aplicándolo también á los sótanos.
Las cuevas artificiales más usadas son las
que se hacen en los edificios con el doble objeto
de utilizarlas directamente y de reservar
la planta baja de aquéllos de la humedad del
suelo. Para la construcción de estas cuevas ó
sótanos se empieza, por desmontar el terreno
hasta la profundidad necesaria, empezando
entonces á cimentar y á levantar los muros,
sobre los que se voltean arcos ó se tienden
pisos de hierro, llamándose entonces sótano
á la parte que queda debajo de ellos.
Pueden hacerse también cuevas artificiales
de exprofeso siguiendo uno de dos sistemas: ó
desmontar levantando luego los muros, sobre
los que se voltean los arcos, ó abrir una espe-
Figura 169,—Culantrillo del Canadá
cié de túnel, revistiéndolo en caso necesario
de fábrica si el terreno no ofrece bastante
consistencia.
Las cuevas naturales no ofrecen más trabajos
necesarios que los de saneamiento para
poder utilizarlas.
Estas construcciones subterráneas tienen
una porción de aplicaciones, entre las cuales
pudiéramos citar la de destinarlas á bodegas,
ala fabricación de quesos y mantecas, y al
cultivo del champignou; en cualquier caso,
los principales extremos que deben tenerse
en cuenta son la solidez y el saneamiento, y
como éste, por bien hecho que esté, siempre
es imperfecto, necesita de ventiladores dis-

CTJL — 423 — CTJL
puestos de modo que puedan graduarse las corrientes
de aire á voluntad.
Una de las clases de cueva usadas muy frecuentemente
en agricultura son aquellas que
quedan después de la explotación de las canteras;
empleo que se explica perfectamente,
por cuanto todas las galerías y trabajos
subterráneos que se ejecutan se hacen con el
objeto de extraer la piedra, y el aprovechamiento
que hace más tarde el agricultor resulta
sumamente económico.
G. E.
CUGrULA.—(V. Avena loca, página 624,
tomo II.)
CUIXINS DE MONJA—(V. Cadira.)
CULANTRILLO—Se da este nombre á
muchas plantas de la familia de los Heléchos,
cuya mayor parte pertenece al género Adian-
Figura 170.—Culantrillo de pozo
luni. Se conocen muchas especies, siendo las
principales el del Canadá y el de pozo.
Culantrillo del Canadá (Adiantum pedatum).—Esta
planta (figura 169) tiene el rizoma
horizontal, hojas (frondes) de 3 á 5
decímetros de longitud; pecíolo liso, lampiño,
de color rojo brillante, sencillo por abajo, dividido
en su extremidad superior en dos ramas
opuestas, divergentes; las subdivisiones
de estas dos ramas están completamente insertas
en el lado interno, lo que constituye
la disposición de las hojas llamadas en pedal.
Las hojuelas, de color verde puro, con pedúnculo
muy corto, triangulares, cuneiformes,
de borde superior, arqueado y provistode
profundos dentellones, representan como
la mitad de una hoja. La planta viene del
Canadá; su olor es agradable y su sabor estíptico.
Se multiplica por división de los rizomas,
y se cultiva mucho en los jardines en tierra
húmeda y á la sombra.
Culantrillo de pozo (Adiantum capillas ceneris).
— Rizoma de 10 centímetros de longitud
(figura 170), grueso como un cañón
de pluma, oblicuo, peludo en la superficie,
que presenta por debajo raicillas finas y deja
salir por encima hojas (frondes) siempre
verdes, de 15 á 20 centímetros de largo, de
pecíolos delgados, lisos, de color negro rojizo,
relucientes, con algunas divisiones alternas,
y hojuelas separadas, alternas, pecioladas,
cuneiformes, cortadas en lóbulos en su borde
superior, lampiñas. Crece en casi todo el Me"diodía
de Europa, en sitios húmedos y pedregosos,
grutas húmedas y al lado de las fuentes.
Se propaga como la anterior.
En la medicina doméstica se emplea mucho
la infusión de las hojas para facilitar la espectoración
en los reumas y catarros, y calmar
los ardores, del pecho y la acritud de la garganta,
CULASI.—Se aplica este nombre en las
Islas Filipinas á dos arbolitos de la familia de
las Comhreláceas, que viven en las playas del
mar, y corresponden alas especies siguientes:
l." Pelaloma alba, P. Blanco.—Tiene las
hojas carnosas, amontonadas en los extremos
de las ramas, de figura de cuña, escotadas en
las orillas y en el extremo. Flores blancas en
espiga. Fruto drupa pequeña, poco carnosa,
cónica al revés, hinchada en el medio, con la
nuez muy dura, fibrosa y una semilla semejante.
Florece en Mayo.
Adquiere este arbolillo una altura de 3 á 4
metros; da por incisión una especie de bálsamo,
que mezclado con aceite es bueno para
las herpes y sarna. La madera es dura, y se
aplica á la construcción de casas.
2. a
Petaloma coccínea, P. Blanco.—Esta
especie tiene las hojas opuestas, carnosas,
amontonadas en los extremos de las ramas,
de figura de cuña, escotadas en las orillas y
en el ápice. Se hace este árbol tan grande
como el anterior. Las flores son encarnadas,
de color muy vivo.
CULEBRA (Zoología) (género Coluber,
deLinneo).—Reptil del orden de los ofidios,
que presenta gran uniformidad en la estructura
de su cuerpo; tiene numerosas vértebras
movibles, así como las costillas, que dependen
de ellas y que sirven para la locomoción. Sus
ojos carecen de párpados; la cabeza es pequeña,
y la bocapuede dilatarse mucho porque
los huesos de las mandíbulas están unidos por
ligamentos extensibles, no soldados entre sí
sólidamente, de lo que resulta que las culebras,
lo mismo que todas las serpientes, pueden
engullir animales más grandes que ellas,.

CTJL — 424 — CUL
Los dientes son agudos, y están soldados con
las mandíbulas, pero no los usan para la
masticación de su presa, que tragan entera,
siendo un error creer que riegan con su baba
el bocado, á veces enorme, antes de deglutirle.
La digestión es laboriosa; mientras dura
permanecen como aletargadas, pero después
de una comida abundante pueden resistir el
ayuno por mucho tiempo. En realidad, con
el nombre de culebras se designan especies
muy comunes entre nosotros y que son completamente
inofensivas. La más común en
España es la culebra de collar ó Tropidonotus
natrix, cuya longitud media es de 75 centímetros,
pero que excede del metro á veces.
Su color es gris plomizo, con manchas negras
y blancas en el vientre, y un collar amarillo
pálido ó blanquizco en la nuca. Se alimenta especialmente
de ranas y pececillos. La Coronelía
ISEVÍS, esparcida en toda la Europa central
y meridional, es de piel lisa por no tener las
escamas carenadas; su color es moreno amarillento,
con vetas jaspeadas negras y grises; y
la Dryophis ahaetulla, de la América del Sur,
que vive en los árboles, es de color verde espléndido,
con reflejos metálicos. También figura
entre las culebras la llamada serpiente de
Esculapio, que la antigüedad dedicó al dios
de la medicina, por afirmarlos creyentes en
la mitología que ese dios se había transformado
muchas veces en dicha culebra. Las culebras
que no fascinan á sus víctimas ni chupan
la leche de las mamas, al decir de todos
los naturalistas, son titiles á la agricultura,
porque para alimentarse destruyen muchos
roedores y otros animalitos.
CULIAT.—Nombre tagalo que clan en las
Islas Filipinas al arbusto trepador y silvestre
Thoa edulis, P. Blanco, de la familia de las
Onetáceas. Las ramas cuelgan-de los árboles,
sobre los que se encarama. Tiene las hojas
opuestas, como dos veces aladas, sin impar, y
las hojuelas ovaladas, aguzadas, enteras y
lampiñas. Las flores son monoicas, y están insertas
en un receptáculo común cilindrico. El
fruto es una cajilla aovada, con la cubierta
lampiña por fuera, y tapizada por dentro con
pelos tiesos; contiene una celdilla, y en ésta
hay una semilla cuneiforme.
El fruto cocido, y mejor si se tuesta en el
rescoldo, tiene el sabor de la castaña, pero
sin tostar no se puede comer porque se llena
la boca de los pelos que tiene por dentro la
cascara.
CTJLING- MANOC—Este nombre se da
en las Islas Filipinas á un árbol del género
Canlhium, de la familia de las Rubiáceas,
cuya especie no está aún bien determinada.
Su madera se usa en construcción por sus
buenas cualidades. También se emplea en ebanistería.
Su color varía desde el blanco sonrosado
al rojo de ladrillo; en las tintas subidas
se presenta por lo general con vetas y manchas
más claras; la textura es bastante compacta;
los poros se marcan bien y ofrecen un
color blanquizco que los hace resaltar; es
vidriosa; no tiene olor sensible, y rompe en
astilla larga. Su elasticidad es de 0,002 metros;
la resistencia máxima á la carga, de
46,699 kilogramos; el peso de la pulgada cúbica
al aire, de 9.939 gramos, y el específico,
de 0,773.
CULTIVADOR—I. Algunos que se han
ocupado de la definición de este nombre, dicen
ser sinónimo de agricultor, y que son
ociosas las diferencias que se han tratado de
establecer (1). En la misma obra vemos que
se dice: «Para ser agricultor se necesita tener
una instrucción especial, combinada con
aptitudes particulares. Es necesario poseer el
gusto, tomar las costumbres y haber recibido
una educacióu completa, teórica y práctica.
No es necesario que esté muy instruido en el
manejo del arado, como varios lo suponen:
le basta conocerlo bien para juzgar los obreros
que lo emplean. Lo que le importa saber
son las cieucias de cuyas aplicaciones se
han asegurado los progresos de la agricultura:
química, física, mecánica, historia natural:
sin contar los conocimientos generales que
constituyen en el día á la sociedad moderna,
el fondo de instrucción de todo hombre bien
educado. El buen agricultor debe saber aplicar
al descubrimiento de las propiedades del
suelo, los conocimientos que prestan la química,
la física, la geología y la fisiología
vegetal. Para, dirigir las construcciones y
obras de riego, debe saber arquitectura é hidráulica.
Para juzgar las máquinas empleadas
en el cultivo y las industrias agrícolas,
debe conocer á fondo la mecánica. Como importa
que conozca bien la ganadería, los
cuidados que exige para su fomento y conservación
de la salud: sin conocimientos generales
de veterinaria no puede conseguirlo. Para
velar por todo, tanto en el campo como en
la casa de labor; vigilar con igual cuidado
los establos, las cuadras, la confección de estiércoles
, etc., como los almacenes, atalajes,
herrería, carpintería, etc., ala vez que la administración
y contabilidad de la explotación:
se necesitan, como hemos dicho, aptitudes
especiales y extensos conocimientos de las
ciencias auxiliares de la agricultura.»
. Esto nos dice Barral en su Diccionario, que
se publica en estos momentos.
II. Molí, nuestro profesor de mecánica
agrícola en el Conservatorio de Artes de París,
en su Encyclopédie pratique de l'agricultnre,
tomo Y publicada en 1871, columna
915, dice: Cur.TivATEUR, voy., Agricullcur.
En el tomo 1. columna 341, se lee:
(lAgriculienr.-—Esta palabra es una calificación
dada á los hombres que se ocupan de
la agricultura. Los términos cultivador, agricultor
y agrónomo no son sinónimos. El cultivador
es el artesano (artisan). Para él la
agricultura no es más que un oficio, que explota
según las tradiciones y errores de sus
(1) Dictiomiaire d' Aoricultnre, encnclnp Mi p. agri-
colé complete, par J. A. Barral.

CUL — 4: =25 — CUL
antepasados; que no las modifica ni perfecciona,
como no sea por los ejemplos prácticos
que pueda copiar. A la extremidad opuesta
de esa escala está el agrónomo, que, ya sea
que practique ó que se limite á la teoría de la
agricultura, sólo trata bajo el punto de vista
de la ciencia. Entre estas dos clases está el
agricultor, que, como el cultivador, hace de la
práctica de la agricultura su ocupación exclusiva;
pero favorecido por una instrucción
general superior á la que éste último tiene,
eleva la agricultura al grado de arte. Tal es
la clasificación dada por Thaer, que responde
á las diferentes fases que la agricultura presenta:
oficio, arte y ciencia; ó lo que es lo
mismo, añadiremos nosotros, cultivador, agricultor,
agrónomo. El cultivador es, pues, impotente
para modificar el camino seguido; en
una palabra, no puede hacer nacer el progreso.
El agricultor, al contrario, auxiliando la
práctica con la teoría, hace de la agricultura
una profesión y su ocupación exclusiva.»
Molí termina el artículo Agricultor de esta
manera: «Si el número de cultivadores no debe
pasar de ciertos límites en interés de la riqueza
nacional, el de agricultores nunca será bastante
para los que son de desear se diseminen
en todo el país, con el fin de que existan algunos
en cada pueblo.»
III. El Barón de.Morogues, al tratar del
cultivador, da una gran importancia á esta
clase, y divide su artículo en cinco párrafos:
1." Los cultivadores y su clasificación. En éste
manifiesta: «El cultivador es el que cultiva la
tierra ó que dirige su cultivo; se da este nombre
á todos los que se ocupan directamente
del grande, del mediano ó pequeño cultivo de
la tierra.»
Esta clasificación, como se ve, no responde
á la definición de la palabra cultivador, toda
vez que aquí se confunden en ella todas las
jerarquías que emplean su trabajo, ya sea
corporal ó intelectual, en el cultivo del suelo
agrario. El Barón se fijó más eu la importancia
indiscutible de favorecer el número de
cultivadores, como medio de aumentar la
producción agrícola, que de determinar las
cualidades intelectuales que debieran tener
esos agentes del cultivo para elevar los productos
al máximum á que pueden y deben
llegar. Pero confunde las denominaciones;
pues si bien un cultivador que explota una
gran finca le será más fácil verificarlo de
una pequeña, el que explota una pequeña sin
más conocimientos que los necesarios al efecto,
no encontrará tan expedito el camino
como el otro.
IV. F. N. Schwartz, director del Instituto
Real de Wurtemberg, en sus Preceptos de
Agricultura, en el tomo IV, página 189, dice:
«VA agricultor instruido é ilustrado se mueve
con más libertad: su marcha es más rápida,
pero algunas veces menos segura que
la del simple cultivador práctico, que sabe
reemplazar lo que le falta de ciencia pura con
una gran circunspección, gran habilidad en
la ejecución y por mejoras constantemente
progresivas. Como los conocimientos teóricos
no son suficientes en agricultura, el hombre
instruido y sabio no merece el nombre de agricultor
sin ser al mismo tiempo práctico. Esto
quiere decir que, no sólo debe estar iniciado
en la teoría, si también completamente conocer
la práctica; sin esta última condición no
puede ser más que un agricultor superficial,
que desde el momento que pone manos en la
obra, se convierte en un simple rutinario, lo
cual perjudica en gran manera los estudios
agronómicos. Marschall ha dicho: «Cada díu
»me convenzo más de que no puede conducir-
»se bien una explotación agrícola solamente
»con la pluma.» A esto hay que añadir que si
es verdad que la agricultura no puede aprenderse
sin los libros, tampoco ha de olvidarse
el estudiar el libro de la naturaleza, que enseña
la experiencia.»
V. Alvarez Guerra, en la traducción del
Diccionario de Agricultura del Abate Rozier.
tomo V, página 73, dice: ((Cultivador, labrador,
agricultor. Estas tres palabras tienen dos
acepciones. Por la primera y segunda se entiende
el hombre que cultiva sus campos ó
los de otros, y por la tercera, el que hace trabajar
sus propios campos ó los que tiene
arrendados, y también el hombre instruido
que hace trabajar sus tierras, no por rutina,
sino por principios fundados en la experiencia,
en el estudio y en la observación. El
número de éstos es más raro que el de los que
se creen agricultores, que desde su gabinete
dan ciegamente reglas de una ciencia que ignoran,
y componen Memorias, copiando de
aquí y de allí retazos sacados frecuentemente
de autores tan poco instruidos como ellos.>>
. VI. Cansaríamos inútilmente á nuestros
lectores si siguiéramos buscando la definición
del nombre cultivador en otros autores.nació •
nales y extranjeros, antiguos y modernos:
pues tanto en ellos como en los que dejamos
indicados, no hay concordancia, si bien todos
están de acuerdo en asignar al agricultor condiciones
que en ninguna manera puede decirse,
como Parral. que son sinónimos cultivador
y agricultor. Siendo así; ¿cómo se explican
los conocimientos que en la misma obra su
asignan al agricultor, según hemos visto al
principio de este artículo? Sin embargo, en
el Diccionario de Domínguez se lee: ((Agricultor,
el que labra ó cultiva la tierra. El que
enseña la agricultura ó trata de ella.»
En el gran Diccionario de la lengua francesa.
porBescherelle Ainé, se dice: ((Agrien! -
tetir, sinónimo compuesto. Agricultor, cultivador,
colono. El agricultor está unido al arte;
el cultivador, á un dominio; el colono, á los
campos, y más particularmente al suelo extranjero.»
Nosotros aceptamos la definición de Mol!
con las aclaraciones de Schwartz. El cultivador
es el práctico que sabe reemplazar con su
habilidad lo que le falta de la ciencia pura;
ocupa, como dice Molí, el principio de la es,-
Dic.—IT 28

CUL —- 420 — CUP
cala;-le sigue el agricultor, y á la cabeza está
el agrónomo; cada uno tiene su puesto, cuyos
nombres, ni pueden confundirse, ni son sinónimos.
Que el primero, que es el práctico que
razona, es "la clase más generalizada en España,
y de aquí la lentitud en el progreso de
la agricultura, es exacto, así como lo es que
ese progreso tan deseado y necesario no llegará
á realizarse, ó al menos se tardará, en
razón del tiempo que tarden nuestros agricultores
y agrónomos, que son los llamados
á verificarlo, en anudar las teorías con las
prácticas. Llegado ese caso de demostración
útil, los cultivadores practicarán las mejoras
y el progreso será realizable. ínterin se practiquen
los adelantos fundándose en teorías
que, por más ciertas que sean, nadie las
practica, los cultivadores no adelantarán un
paso; al contrario, su costumbre de imitación
al ver que esas teorías son realizables y se
manifiestan con demostraciones prácticas, les
hará emprender las mejoras con increíble
prontitud y ventajosos resultados para la agricultura
española.
J. de Hidalgo Tablada.
CULTIVADOR.—En el artículo Máquinas
agrícolas trataremos de las diferentes que
se usan bajo el nombre de cultivadores.
J. de Hidalgo Tablada.
CULTIVO (Economía rural).— Conjunto
de trabajos mediante los cuales se extraen
del suelo los productos útiles al hombre. En
tal sentido la acepción de esa palabra se confunde
con la de agricultura; en otro más restricto
significa práctica ó conjunto de prácticas
que obedecen á diferentes sistemas agrícolas,
y de ahí la variedad de métodos de
cultivo, subordinados siempre á tres grandes
influencias, á saber: naturaleza del suelo, clima
y mercados. Los procedimientos de cultivo
que se pueden emplear en una explotación
rural, y que han de guardar entre sí
cierta dependencia, constituyen lo que se
llama sistema de cultivo. El estudio de los sistemas
de cultivo constituye hoy una importante
rama de la agricultura y de la economía
rural, que expondremos detalladamente en
la palabra Sistema. Con frecuencia se emplea
la palabra cultivo unida á calificativos muy
generalizados, y así se dice grande, mediano
y pequeño cultivo, cultivo alterno, cultivo mejor
ador, cultivo esquilmante ó depauperante,
cultivo intensivo, cultivo extensivo, cidtivo forzado,
cultivo intercalar, cultivo en línea, á,
yunto, en tablar, etc. En el pequeño cultivo el
personal de la explotación está reducido a!
labrador y su familia; en el cultivo mediano
ó de mediantín figuran además algunos auxiliares
y obreros; en el gran cultivo, ó mejor
cultivo en grande, el personal es muy numeroso.
En el primer caso el conjunto de las
tierras cultivadas suele tener pocas hectáreas
de extensión por término medio; en el cultivo
mediano, de 50 á 60, y en el cultivo en grande
la extensión es superior. Cultivo alterno
«s aquel en que las diferentes cosechas se su­
ceden en un mismo campo con regularidad
(véase Alternativa); mejorador es aquél en
el cual se aumenta la fertilidad del suelo; depauperante,
lo contrario; intensivo, aquel en
que se procura acrecer la producción con la
compra de abonos ó alimentos para él ganado;
extensivo, aquel en que solamente se
utilizan los recursos de la explotación para
aumentar ó conservar la fertilidad del terreno;
forzado, aquel en que se trata de obtener
productos muy tempranos ó tardíos; é intercalar,
la práctica consistente en dividir el suelo
en zonas para obtener á la vez diferentes
cosechas. (V. Sistemas de cultivo.)
CULLEN.-(V. Psoralea.)
CUNALÓN.—(V. Diospyros.)
CUPANG ó COPANG.—(V. Acacia.)
CUPANIA.—Género de plantas de la familia
de las Sapindáccas. Las especies leñosas
y silvestres más notables de los montes de las
Islas de Cuba y Filipinas son las siguientes:
Cupania oppositifolia, Rich. Nombre vulgar,
Macurije.— Este árbol se cría en la Isla
de Cuba, donde abunda en la costa del Sur,
en las orillas de los arroyos y en las pendientes
de las montañas. Adquiere una altura de
10 á 12 metros, por un diámetro de 50 á 60
centímetros. Tiene las hojas aladas, opuestas
y á veces alternas, cuyas seis hojuelas son
enteras, coriáceas, lisas, elípticas y venosas
por debajo. Las flores, que son monoicas, están
dispuestas en racimos terminales, de color
castaño como las ramas, y el cáliz es cupuliforme,
de cinco lóbulos. El fruto es una cápsula
de una, dos ó tres valvas de diversa
forma, con la semilla globosa.
La corteza de este árbol es de color moradoverdoso
y delgada; se desprende con facilidad.
La madera es de color blanco-amarillento,
dura, compacta, limpia, y carece de albura.
Rompe en diagonal en la flexión y tensión, y
á tronco en la torsión. Su peso específico es
de 0,85. Es excelente para toda clase de construcciones.
Las abejas buscan mucho las flores de este
árbol, dando una miel de superior calidad.
El cocimiento de las hojas es buen específico
para la erisipela.
Cupania tomentosa, Swartz. Nombre vulgar,
Guara.— ;
Arbol antillano, de madera dura
y fuerte, de muchas aplicaciones en carpintería,
carretería y tonelería.
Cupania pleuropteris?, Blum. Nombre vulgar,
Tiquis tiquis.— Así se llama en las Islas
Filipinas este arbolito silvestre, cuyo tronco
alcanza un grueso de 10 á 14 centímetros,
común en las entradas de los bosques. Tiene
las hojas, ya opuestas, ya alternas, escurridamente
aladas, con impar, y las hojuelas lanceoladas,
enteras, lampiñas, con dos glándulas
leñosas en la base por la parte inferior. Las
flores son terminales, hermafroditas, y forman
panojas muy grandes. El fruto lo forman tres
cajillas secas, globosas, con el estilo en medio,
unidas y comprimidas (una ó dos generalmente
abortan), sentadas dentro de la flor, COTÍ

CUR — 427 — CUR
la cubierta coriácea y frágil, y uua semilla en
cada una. Florece este vegetal en Octubre y
Noviembre. Dícese que sus hojas emborrachan
á los peces. El cocimiento de las raíces es
amargo, y se usa en algunas partes en lugar
de la quina.
Cupania regtdaris, Blum. Nombre vulgar,
Salab.—Arbolillo común en las playas y en
los bosques de las Islas Filipinas, donde adquiere
una altura de 3 á 4 metros. Tiene las
hojas opuestas, aladas, sin impar, con cuatro
ó menos pares de hojuelas lanceoladas, enteras
y lampiñas, con los pecíolos cortísimos;
las flores, que nacen en las ramas, dispuestas
en panojas, y el fruto es una cajilla oval,
truncada, de tres ó cuatro lados, con tres ó
cuatro aposentos, y en cada uno una semilla
oval, ceñida hasta el medio con un arilo carnoso
y granujiento. Florece en Enero. Los
extremos de las ramas son notables por el color
de fuego que tienen las hojas. El fruto es
también rojo.
CUPRÉSSUS.—(V. Ciprés.)
CTJRAG.—(V. Bejuco.)
CURBANA.—Nombre que se da en la Isla
de Cuba al canelo de las ludias occidentales
ó falso canelo de Winter, Canella alba, Muray,
familia de las Gidíferas.
En Puerto Rico se llama canelo. Su madera
sirve eu esta última isla para la construcción
de casas de campo.
En la Isla de Cuba tiene á los cuarenta
años de edad 8 á 10 metros de altura, con un
tronco de 4 á 5 metros de largo y de 0,50 á
0,75 metros de grueso. La madera se emplea
allí para arados, vigas, varas y otros usos.
Da este arbolillo la canela blanca, ó falsa
canela de Winter, que circula en pedazos arrollados
de 2 á 5 milímetros de grueso, y es de
color blanco rosado, más bajo por dentro. El
olor es aromático, agradable y bastante parecido
al de la canela verdadera; el sabor un
poco acre y amargo. En las Antillas se sirven
de la canela blanca como de un condimento
para reemplazar á la canela de Ceylan.
CURCULIONES (Entomología).-Tribu
de insectos coleópteros, pertenecientes al grupo
de los Cryptopentameros, llamados también
Rhynchophoros y gorgojos. Se conocen al simple
golpe de vista por uua especie de pico
muy largo á veces, corto otras, áspero ó delgado
, recto ó curvo, y formado por una prolongación'
de la cabeza, y que se distingue
perfectamente del pico de los hemípteros,
constituido por el aparato bucal. Esos insectos
pueden ser lampiños ó peludos, y su color
varía mucho también; en unos es obscuro, y
en otros se observan reflejos metálicos muy
notables. Las larvas de los curculiones tienen
ordinariamente encorvado el cuerpo, la cabeza
córnea y provista de mandíbulas morenas,
cortas y robustas; los palpos son de dos ó
tres artejos; el labio inferior escotado, con
palpo bi-articulado: las antenas en forma
de tubérculos rudimentarios, con una seda.
Esas larvas son ciegas casi siempre, y las que
viven al aire-libre tienen de uno á tres'ojueliJs
á cada lado. Las patas están casi constantemente
reemplazadas por mamelones.
Los rinchophoros son fitófagos, y causan á
veces grandes daños en los vegetales, sobre
los cuales viven frecuentemente en estado
perfecto y siempre cuando son larvas. Apenas
hay planta que no cuente con parásitos de
esa especie; cuando son adultos, los agricultores
los designan con nombres diversos. Viven
en ese estado al descubierto por lo general,
y cuando son larvas en los tallos, si bien
las de ciertas especies se pasean por las hojas.
Además de los mamelones que hemos mencionado,
tieuen un segmento anal grueso y carnoso,
con el cual se sujetan fuertemente, y
además, mediante un humor segregado, por los
mamelones, según se cree. Para transformarse
en ninfa elaboran un capullo, formado por
un filtro compacto de hilos tramados en todas
direcciones, pero á través de los cuales se ve
el insecto. La mayoría de las larvas habitan
en el interior de las plantas; algunas minan
las hojas entre ambas epidermis ; otras,
como los rinquitos, forman rollos con esas
hojas; algunas habitan en los botones de las
flores CAnthonomus), y muchas roen el interior
de los frutos (Bolantinus, Calandra, etcétera).
Gran número de esos insectos viven
en la médula de los tallos herbáceos (Apiurn,
Liceús, etc.), y producen aveces abultamientos
en forma de agallas; también se encuentran
bajo las cortezas (Hilobius, Pissodes,
etcétera) ó en la madera (Aníliribus, Cryplorhynchas,
etc.). Los Otiorhynchus r¿)en la
superficie de las raíces, y el interior los Ceulorhynchus,
los Calandra y los Baridios.
Es muy difícil establecer una clasificación
de los Rincójbros, á causa de la homogeneidad
de la tribu; hoy se les divide en dos grupos:
los Ortlioceros ó recticornes, y los fructicornes;
figuran en el primer grupo los géneros
Bruchus, Anthribns, Choragus, Rhynchiies.
Apion y Ocharnpns, y en el segundo los géneros
restantes.
CÚRCUMA (Cúrcuma tincloria, Grub.;
Amonum cúrcuma, Jacq.).—De la familia de
las Amomáceas. Se conocen dos variedades,
que sólo difieren por caracteres poco importantes.
La cúrcuma tiene el rizoma tuberculoso,
blanquecino el exterior, amarillo el interior,
del cual nacen muchos apéndices prolongados,
digitados y fibrillas, unas de extremidad
aguda, otras terminadas por pequeños
tubérculos en forma de aceituna. Hojas de
cuatro á cinco, pecioladas, envainadoras* el¡ la
base, anchas, en parejas, puntiagudas en ambas
extremidades, lampiñas, surcadas por debajo,
con nervios laterales oblicuos, y aromáticas
por el frotamiento. Flores amarillentas,
que forman una espiga central, floja, compuesta
de brácteas sobrepuestas, abiertas, verdosas,
blanquecinas en los bordes y que más
tarde toman un color moreno pálido. Cáliz
doble, tubuloso, con tres divisiones cortas al
exterior y cuatro al interior, una de ellas nV;ÍK

cus — 428 — CVT
.grande y trilobulada. Ovario con tres celdas
de muchos óvulos; estilo delgado, terminado
por estigma en forma de copa, y fruto (caja)
hilocular, trivalvo, polispermo.
La cúrcuma crece en las Indias orientales
y en la China, y se usan los rizomas. Las formas
comerciales varían según la parte de rizoma
que ha dado el producto; se conocen tres
clases: 1. A
El redondo (figura 171).—2. A
El
Figura 171,—Cúrcuma redondo Figura 172.—Cúrcuma oblong
oblongo (figura 172).— 3. A
El largo (figura
173)Í Los cúrcumas redondos y oblongos
son de color amarillo sucio el exterior y amarillo
de huevo el interior. El cúrcuma largo
•es cilindrico; su superficie gris, á veces algo
verdosa, pocas amarilla, al interior rojo-mo-
Figura 173;—Cúrcuma largo
rena. El sabor de las raíces es aromático, algo
amargo; su olor análogo al del jengibre.
La materia colorante amarilla que contiene
ese cúrcuma largo es resinosa; se presenta en
hojas de color de canela; da un polvo amarillo;
es soluble en el alcohol, y se vuelve de
color rojo de sangre en contacto de los álcalis.
El cúrcuma es un excitante de las funciones
digestivas que se emplea como condimento
en los países cálidos.. Sirve en farmacia para
dar color á algunos ungüentos, ceratos y
aceites medicinales, y se ha empleado algunas
veces para colorar la manteca de vacas.
CURMOL.—(V. Cormiera.)
CURTIDO.—La corteza (líber) del alcornoque,
despojada del corcho, que se aplica al
adobo y curtido de pieles. Este nombre es peculiar
de Andalucía. (V. Casca.)
CUSCUTA (Género Cuscuta, de L.).—Las
•cuscutas se llaman además tiñuelas, rascalinos,
cabellos y barbas de capuchino, y pertenecen
á diferentes especies, pero las más comunes
en España son la C. major y la C. minor.
Estas plantas parásitas, de la familia de las
Convolvuláceas, que tanto perjudican á la alfalfa,
trébol, cáñamo, etc., principian por
germinar en tierra, pero sus tallos filiformes,
sin hojas ó con escandías que las sustituyen,
se desprenden de las raíces, y perecen si no
hallan plantas donde adherirse; pero como no
suelen faltarles vegetales que las apoyen, emiten
raicillas que se introducen en sus tejidos
para reclamarles parte de su savia. Son dañinas
cuando se apoderan de
algún sembrado ó plantación,
porque matan á menudo
de raíz las especies sobre
que moran, ó por lo menos
no las dejan medrar con
aquella lozanía que fuera
menester.
La cuscuta (Cuscuta europaia)
es una planta herbácea,
cuyos tallos son largos,
con filamentos capilares, ramosos
. de un color amarillo
rojizo y provistos de pequeñas
escamas en vez de hojas.
Las flores son blancas ó rosáceas,
reunidas en paque­
tes globulosos, sésiles y laterales,
comprendiendo cada
agrupación de diez á treinta flores. Cada flor
produce una cápsula casi globulosa, con dos
celdillas que contienen dos semillas y se
abren horizontalmente. Las semillas son muy
pequeñas, redondeadas; tienen gran analogía
con las semillas del tabaco, y conservan en
tierra mucho tiempo su facultad germinativa.
La gran cuscuta (Cuscuta major) se desarrolla
principalmente sobre las leguminosas;
la pequeña (Cuscuta minor) se encuentra
casi siempre sobre los brezos, el tomillo, etc.;
la cuscuta que vive sobre el lino es la Cuscuta
epilinum.
Remedios para destruirlas se han ideado varios,
pero eficaz no hay otro más que cortar á
raíz de tierra las plantas invadidas por la cuscuta;
se recogen con cuidado, y se las transporta,
dentro de un saco, fuera del campo ó alfalfar.
Hecho esto, se riega toda la superficie
segada con una regadera de lluvia fina que
contenga una solución de caparrosa verde ó
sulfato de hierro (4 ó 5 kilogramos por 100
litros de agua). Bajo la acción de esta agua
vitriólica, los fragmentos de tallos que exis-
-4en en el suelo ó se hallan enrollados al cuello
de la alfalfa, toman un color obscuro y
pierden su vitalidad.
Todos los tallos de cuscuta que se han sacado
de las praderas artificiales deben quemarse
, siendo una grave falta echarlas al estercolero
y darlas como alimento al ganado
lanar ó vacuno.
CUTRAL.—(V. Cotral.)
CYCAS—(V. Pitogo.)
CYRTOCARPA—(V. Amoguis.)
CYTISUS.—Género de plantas de la familia
de las Leguminosas. (V. Escoba, blanca.)

CH
CHAL­
CHA.—Nombre genérico que dan los chinos
al te, por lo cual se le ha conservado esta
denominación en Filipinas y en algunos países
de la América española.
CHAILLETIA.—(V. Corong.)
CHALOTE.—El chalote, llamado también
escaluña (Allium ascalonicum, Lino.), es una
planta perenne, originaria de Palestina, desde
donde fué introducida en nuestros jardines.
Los antiguos la llamaban cebolla de Ascalón,
del nombre de un pueblo de Palestina que ya
no'existe. Pertenece á la familia de las Liliáceas,
y aunque esencialmente condimentaría,
presta grandes servicios en la cocina.
ESPECIES y VARIEDADES.—Sin embargo que
el Sr. Boutelou consideraba una sola especie
las dos que se cultivan en España, juzgando
que el mayor tamaño de los bulbos de la llamada
especie grande podía depender muy bien
de la mejor calidad de la tierra y de un cultivo
más esmerado, hoy admiten los horticultores
extranjeros tres especies distintas de
chalote: la pequeña, la francesa y la de Jersey
, llamada también de Rusia y danesa.
ha.pequeña, que es la que se cultiva en España,
es muy fina, blanca, alargada, de mucha
duración, pero muy exigente en la calidad
del terreno, pues no prospera más que en
buenas tierras sueltas. Es la única variedad
que posee el sabor fino y característico que
hace tan apreciable esta hortaliza.
El chalote francés ú ordinario, la variedad
grande á que se refería el Sr. Boutelou, dándole
carácter accidental, es blanco y prolongado
también, pero con una túnica ó película
exterior grosera. Su mayor volumen y su estructura
no permiten confundir esta especie
con la precedente, llamada también chalóle
grueso de Alenzón.
El chalote de Jersey, ó la tercera especie
mencionada, es muy rústico y productivo, y
prospera en todos los terrenos. Aunque de un
gusto menos delicado que los dos anteriores,
se prefiere en el extranjero al chalote ordinario
por ser más temprano, no obstante no
CUAL
conservarse tan bien. Su bulbo es grueso, de
color rojo intenso, redondo, pero un poco
anguloso.
CLIMA, SOEEO y ABONO.—Siendo tan perjudiciales
al chalote la sequía como la humedad,
que determina la putrefacción del bulbo, conviene
para su cultivo una frescura moderada.
El suelo debe ser substancioso, aunque
suelto, pues la tierra arcillosa le perjudica. Le
convienen estiércoles repodridos, y sobre todo
cenizas, hollín y palomina de preferencia;
pero rechaza los abonos líquidos, que le recalieutan
y arrebatan, y sirven, por otra partepara
atraer su enemigo capital, una mosca
que aova sobre él y transforma los huevecillosen
larvas que destruyen los bulbos.
MULTIPLICACIÓN.—Puede multiplicarse el
chalote por semilla ó por la plantación de
bulbos. El método regular es por división de
sus cebollas ó bulbos, porque si se practicacon
simiente tardan los bulbos dos ó más años
en alcanzar el* tamaño necesario para el consumo.
Y sin embargo, la casa Vilmorin anuncia
en sus catálogos semilla de chalote, conobjeto
tal vez de regenerar la pureza de lascastas
y facilitar el cultivo en países donde
ofrece dificultades el proporcionarse bulbos
para sembrar.
En dos épocas puede verificarse la plantación
en la región central de España y otrascomarcas
análogas:por Octubre y Noviembre,
y por Enero.
Prosperan admirablemente en terrenos ligeros
y areniscos, pero substanciosos, distribuyéndolos
por lomos de 28 en 28 centímetros,
en los que se señalan tres líneas, dos á
los lados y la tercera en el centro del caballón
, y plantando un bulbo en cada uno de
los hoyos someros, que se abren á distancia
de 14 centímetros entre sí. Pueden plantarse
igualmente por surcos en eras llanas á 14 centímetros
también de distancia. Deben plantarse
someros los bulbos, porque en caso contrario
no se desarrollan en grueso lo queacostumbran
y se crían desmedrados, por canv-

СНАМ — 430 .—­ CHAM
primirse los unos con los otros. La cubierta
de tierra que se les echa no debe pasar de centímetro
y medio por encima de la raíz, pues
no perjudica en manera alguna el que los bulbos
queden descubiertos en parte y fuera de
tierra.
La especie de Jersey se planta en eras, á 15
centímetros de distancia unos bulbos de otros,
y á algunos centímetros más la gruesa de
Alenzán ó el chalote francés, ó contraplantándolos
entre los fresales.
CULTIVO.—Todos los cuidados se reducen
á la limpieza de malas hierbas, á algunas labores
al terreno y á riegos repetidos muy de
tarde en tarde, por ser planta á qnien perjudica
mucho la humedad.
RECOLECCIÓN DE LOS HULIÍOS.—Se arrancan
éstos para conservar durante el invierno, cuando
se marchita la hoja y se pone descolorida,
que es la señal más segura de cesar la vegetación
y haber llegado los bulbos á su complemento
y perfección. Antes de guardarlos
se deberán secar perfectamente al sol, limpiando
las cebollas de toda la tierra que hayan
sacado adherida á ellas. Sus hojas tienen el
mismo sabor que la cebolla, y pueden gastarse
para los mismos usos, cortándolas cuando
estén verdes y lozanas, sin temor de que sufran
ni padezcan los bulbos.
Usos Y APLICACIONES.— Se prefiere el chalote
á­la cebolla común por ser menos acre y
de olor no tan fuerte, no obstante que su
gusto es muy parecido. Se destina en la cocina
para ensaladas, y en los guisos en que se acostumbra
emplear la cebolla, con la ventaja de
no sentirse la incomodidad que proporciona
el olor de la última al cortarla.
ENUMIGOS. — Sucede con frecuencia que palidecen
y amarillean las hojas del chalote durante
el curso de su vegetación, en las huertas
húmedas y en los años lluviosos. Se dice entonces
que se calientan ó arrebatan. Se atribuye
esta enfermedad al exceso de agua, y
para impedir que se desarrolle y agrave, concluyendo
por podrirse completamente, basta
con descalzar ó descarnar los bulbos con la
mano, separando la tierra que los recubre y
poniéndolos en contacto con el aire. Gracias
á esta prevención se contiene el progreso del
mal casi siempre, y las hojas vuelven á adquirir
su color natural. En las sequías prolongadas
sufre de la misma manera el chalote,
mostrando decidida tendencia á subir á flor.
Desde que se nota el tallo floral, ó mejor aún,
desde que se dispone á subir, se suprime con
las uñas.
En las tierras arcillosas húmedas se desarrolla
también un pequeño gusano blanco,
procedente de la aovación del insecto, conocido
por mosca del chalote.
CHAIVLEROPS.—(V. Palmito.)
CHAMICERA.—El pedazo de monte que,
habiéndose quemado, tiene la leña sin hojas
ni corteza y muy negra del fuego.
CHAMIZO.—El tizón ó leño medio queanado.
CHAMPAGNE (Vino de) ( Viticultura y
Enología).—Vino espumoso preparado en las
comarcas antiguamente llamadas Champaña,
y que hoy constituyen el departamento francés
del Marne. Esos vinos, una de las principales
riquezas de la nación vecina, se caracterizan
por contener gran cantidad de ácido
carbónico, cuya salida se ha impedido tapando
herméticamente los recipientes antes de
que termine la fermentación alcohólica. Esta
termina en las botellas mismas en que se expende
el líquido. Se puede aumentar el valor
de éste adicionándole un jarabe azucarado. A
medida que se va formando el gas, se acumula
primero en la parte superior de la botella y
después satura el líquido. Cuando se destapa
la botella cesa bruscamente la presión; se
escapa del líquido el ácido carbónico, formando
innumerables burbujas, y se forma en la
superficie una chispeante espuma. Ese vino
se fabrica especialmente en las cercanías de
Reims y Epernay, y los viñedos se extienden
por los cerros que existen entre la primera
de esas poblaciones y Vertus, formando una
zona casi recta y de poca amplitud. El valor
de los productos varía según la naturaleza del
suelo, la exposición y el sistema de cultivo.
Las localidades más celebradas por sus vinos
son Ay, Bousy y Verzenay. Generalmente tienen
más cuerpo los vinos de la llamada montaña
de Reims, donde se hallan enclavadas
las poblaciones de Sillery, Verzenay, Mailly,
Berzy, Ambonnay y Bousy, y son más dulces
los caldos de la ribera del Marne, ó sean
los de Mareuil, Ay, Hautvilliers, Dizy, etc.;
más delicados y ligeros, los de las colinas de
Epernay, Pierry, Cramant, Avize, Mesnil,
etcétera. Con todos ellos, antes de ser puestos
á la venta, se hacen manipulaciones y mezclas,
con objeto de preparar con vinos de otras
procedencias vinos del tipo de cada marca.
La clase de las cepas ejerce mucha influencia
en la condición de los vinos de Champagne;
las preferidas son tres variedades del Pineau
tinto: el verde, el dorado y el verde­dorado;
sigue en importancia la Epinetle, y se
consideran como inferiores la Gamay, y sobre
todo la Gouais. Generalmente se prefieren las
uvas negras para fabricar los vinos blancos
de Champagne. Las vides se cultivan generalmente
por el método llamado de amugronamiento,
según el cual la cepa se convierte á
los pocos años en un inmenso parral subterráneo,
cuyos ramos cubren la superficie del
suelo. Por lo mismo los trabajos de cultivo se
han de hacer á brazo exclusivamente. Generalmente
se abonan los mugrones el primer
año, y más tarde se sostiene la producción
desparramando en los viñedos tierra tomada
de los llamados ceniceros en el país. La vendimia
se ejecuta con cuidado sumo. No todos
los viñadores siguen igual marcha para dar
salida á sus productos; generalmente venden
la uva antes de cortarla y en el momento de
la madurez, y los negociantes son los encargados
de exprimir el fruto y elaborar el vino¡

GUAM — 431 — CHAP
Algunos cosecheros J
fabrican por sí mismos el
mosto, le echan en barricas, le trasiegan y le
retienen durante los dos primeros meses, para
venderle durante el mes de Enero á los negociantes;
y otros, los menos, lo embotellan y
venden después los cascos á los negociantes.
Finalmente, las encargadas de transformar
los vinos definitivamente son algunas grandes
casas comerciales de Reims, Epernay ó
de Avize.
La industria de los vinos de Champagne,
hasta el siglo xvn, solamente se fabricaban
vinos rojos comunes, bastante apreciados. En
esa época algunos cosecheros, deseosos de
obtener mayores utilidades, elaboraron vinos
de color rosado, y á fines de ese siglo aparecieron
los vinos espumosos, siendo el iniciador
de la nueva industria un fraile, Domingo
de Perignon, benedictino, de la abadía de
Mautvilliers, que desempeñó durante cuarenta
años, á partir de 1688, las funciones de
procurador de, la abadía. Gracias á él, que señaló
la época en que había de vendimiarse y
la forma en que se habían de manipular las
uvas y los mostos para obtener de fruto tinto
vinos límpidos y espumosos bien embotellados,
los viñedos de la abadía llegaron á constituir
una importante riqueza, porque los
frailes guardaron religiosamente el secreto de
la fabricación, y sólo á mediados del siglo xviu
lograron obtener vinos espumosos ó de Perignon
los propietarios de las poblaciones antes
citadas.
El vino comprado á los cosecheros ú obtenido
de la uva adquirida es trasegado durante
el.invierno á cubas de 250 hectolitros, en las
cuales se mezclan los caldos de diferentes procedencias
con objeto de obtener siempre el
mismo tipo de vino, empleando grandes paletas,
que son agitadas dentro de las cubas
para conseguir que se mezclen bien los vinos.
Óesde esos recipieutes se trasiega el vino á
unos toneles alineados en espaciosas bodegas,
abiertas en terreno cretáceo. A mediados de
Mayo se emprende la operación de embotellar,
porque la segunda fermentación determina en
esa época la formación de la espuma. Las botellas
se cierran cuidadosamente, y una pequeña
armazón metálica mautiene sujeto el tapón al
cuello de esos recipientes. Naturalmente las
botellas se han de lavar bien antes de utilizarlas,
y en la actualidad se emplean para ello
máquinas especiales, así como para extraer
los tapones, que han de ser de finísimo corcho,
y para colocarlos. Centenares de obreros,
varones y hembras, se consagran á esas faenas
en las bodegas de lleims y de Epernay,
algunas de las cuales tienen de 25 á 30
kilómetros de desarrollo. Las botellas se colocan
primero horizontalmente, formando grandes
pilas, y cuando se observa que en ellas
se va formando un depósito, señal de que
aparece la espuma, se colocan en porta-botellas
especiales, llamados pupitres, donde se
mantienen ligeramente inclinadas, con el tapón
hacia abajo. Haciéndolas girar lentamen­
te sobre su eje todos los días, se logra qüe-el
depósito descienda paulatinamente hasta el
tapón. Entonces se practica la operación llamada
degorgeage. Consiste ésta en destapar
la botella para extraer el sedimento y en reemplazar
la pequeña cantidad de vino que sale
al mismo tiempo, con un jarabe de azúcar
cande disuelto en vino blanco, encabezado
con buen aguardiente. La proporción de jarabe
que se agrega varía según que se trate
de hacer viuo dulce de Champagne ó vino
seco. Después se tapa la botella con un nuevo
corcho, se le sujeta con alambres y se le lacra,
terminando las operaciones de la fabricación.
Las botellas se almacenan en las bodegas
entonces, hasta que se presente ocasión
de vender el vino, el cual no adquiere todas
sus cualidades hasta que no transcurren tres
ó cuatro años.
Como el comercio de vinos de Champagne
ha adquirido en esta época tan considerable
incremento, los fabricantes compran durante
la vendimia uvas de otras comarcas, y especialmente
en la Lorena y el Orleanés, para
aumentar las cantidades del preciado líquido.
En algunas regiones se elaboran también vinos
similares al Champagne, como en la dé
Saumur, y en algunas españolas se podrían
obtener resultados verdaderamente sorprendentes,
aumentando la riqueza general del
país.
Cuando tratemos de la vinificación nos ocuparemos
con mayores detalles acerca de la
elaboración de esos vinos, que tanta importa'ncia
han alcanzado en el presente siglo.
CHAMPERCIA — (V. Malulucban.)
CHANCRO.—Enfermedad de los árboles
que proviene de la raíz, y que consiste en la
afluencia excesiva de savia en una parte del
árbol, que dificulta su circulación, acidulándose
dicho líquido y produciéndose resquebrajaduras
por las cuales rezuma la savia,
transformada en un líquido acre, fermentable
y de color rojizo.
Otros autores lo definen por las manchas
longitudinales, de color blanquecino ó amarillento,
que aparecen en los troncos y son producidas,
al parecer, por la extravasación de
jugos fermentados, cuya regularidad en la
circulación por el interior del árbol ha sido
alterada.
Se manifiesta este mal antes de la supuración
de la savia, por las manchas blancas ó
rosadas que aparecen en la parte superior de
la corteza del árbol, y que van descendiendo
á medida que progresa la enfermedad.
Puede considerarse este accidente como una
griseta. Su aspecto en la madera es el mismo
que el de ésta, y sus consecuencias tanto ó
más graves. (V. Vicios y enfermedades de los
árboles y de sus maderas.)
CHAPARRA.— Chaparra ó chaparro, y
también mataparda y matacán, se dice de la
encina cuando está en mata ó cuando por lo
joven forma un arbolillo pequeño. Es voz muy
común entre la, gente que frecuenta los mon-

CHAS — 4-32 — CHAY
tes. Por pinito general, los bosques formados'
por plautas de esta clase se benefician en monte
bajo por rozas para el aprovechamiento de
las leñas, carbones y á veces de la corteza ó
casca. Toman con mucha frecuencia el nombre
genérico de chaparrales.
En cuanto al origen de la voz chaparro, no
falta quien la haga derivar del vocablo americano
chapairo, que parece aplicarse en el
nuevo continente á una especie de encina exclusivamente
americana.
En la provincia de Murcia llaman chaparra
á la coscoja (Quercus coccifera, L.). (Véase
Coscoja, Encina.)
CHAPODAR.—-Cortar las ramas del árbol
ó los sarmientos de la vid. Distingüese del
podar en que esto se hace cortando las ramas
por su nacimiento ó yema con arte y método,
y el chapodar es cortar por el medio ó fin de
las ramas, para dar paso al aire y evitar que
el árbol gaste su virtud en ramas inútiles.
(V. Poda.)
CHAPODO.—Entre la gente de monte se
llama así el pedazo rollizo en que se parte
cada rama cuando su diámetro está comprendido
entre unos 8 y 12 centímetros, poco más
ó menos. Los pedazos menores toman el nombre
de chapodillo.
Chapodar, es cortar con arte y método las
ramas para dar paso al aire en la copa del árbol,
y evitar que gasté sus jugos en ramas
inútiles. Se diferencia de la poda en que ésta
se hace cortando las ramas por su nacimiento,
mientras que la otra operación consiste en
cercenar las ramas" por su mitad ó hacia su
extremo.
CHARCA.—(V. Balsa.)
CHARMILLA—(V. Carpe.)
CHARNECA.—El Diccionario, de la Academia
de la lengua hace sinónima esta voz de
lentisco, pero los escritores agrícolas y forestales
más reputados (Arias: Adiciones á la
Agricultura general de Gabriel Alonso de Herra,
edición de 1817, tomo IT,, página 437), lo
aplican á la cornicabra. (Pistacia terebinthns,
L.). (V. Cornicabra.)
CHASCA—(V. Chavasca.)
CHASQUEAR—Entre la gente de monte
que se dedica á la fabricación del carbón vegetal,
chasquear es revestir con chasca ó leña
muy menuda, de astillas, restos de cortezas,
tallos de matojos ó céspedes, toda la superficie
exterior de la leña que forma los hornos
de quema, sujetando dicha cubierta con una
capa de tierra húmeda bien apelmazada con la
pala. (V. Carbonización en los montes.)
CHASSELAS (Ampelografia) . — En el
tomo II, página 240 de este DICCIONARIO, sección
X, hemos dicho respecto de la especie
de vid Chasselas y sus sinónimos. A ese sitio
pueden acudir nuestros lectores para inquirir
en compendió las cualidades que la distinguen,
y nombres que en Alemania, Francia
y España se le dan.
Las uvas de la especie Chasselas que hemos
examinado en Fontainebleau (Francia) es la
que en España se denomina malvar, que se
cultiva en grande escala para fruta, y que en
Madrid se vende con estimación hasta el mes
de Diciembre, procedente de Colmenar de
Oreja y de Morata de Tajuña, en particular
de estos dos pueblos, aunque en otros de la
provincia existen también. Madura temprano.
Las uvas, cultivadas las cepas en suelos
guijarrosos fértiles, toman un, color sonrosado,
que les aumenta su mérito para la venta,
y que permiten fabricar vino blanco especial,
que bien cuidado, como lo hacemos nosotros,
alcanza, mejorando, hasta veinte años. La
misma especie, cultivada en suelos húmedos
ó de riego, aumenta la producción de un
modo extraordinario; pero la clase de uva
resulta verdosa y de mala conservación, se
pudre mucho, y si llueve cuando está madura
en la cepa, por la causa de podrirse, uo sirve
para guardarla, ni para vino aprovecha tampoco;
sólo se emplea el caldo en la fabricación
de aguardiente, aunque sea de poco rendimiento.
El suelo influye de tal manera en la producción
de uva de esta especie de planta, que
podemos afirmar, porque en distintos la cultivamos,
puestas las plantas por nosotros,
que en cada uno presentan diferente aspecto
y cualidades la uva, llegando hasta haber
dejado sin vendimiar algunas plantas hasta
fin de Noviembre sin advertir alteración,
cuándo en otro terreno se pudren en la cepa
desde mediados de Septiembre hasta primeros
de Octubre, si asisten las otoñadas tempranas.
Para conservar la uva en el clavo y en la
cepa largo tiempo sin alteración, debe plantarse
lá cepa malvar en suelo guijarroso; para
gran producción de fruto, en terreno de riego.
J. de Hidalgo Tablada.
CHAVASCA.—La leña que procede de los
ramillos delgados de los árboles y arbustos'
que se emplea para quemar, cuando se desea
una llama viva y pronta. Constituye una parte
de los despojos de las cortas y rozas en los
montes. También se le da el nombre de chasca.
CHA VASCO.—Según Zapater, recibe este
nombre en Albarracín (provincia de Teruel)
la encina. Quercus Hez, L. (V. Encina.)
CHAYOTA.—La chayota de Cuba ó chaiotl
de Méjico, llamado también chayóte en Valencia,
chayota en Tenerife y alicayoia en la
Gran Canaria, es en sentir del Sr. D. José de
Viera y Clavijo (1), una especie de pepino
(Cucumis prophetarum, Lin.; Cucumis indicus
strialus, Plesk). Según el entendido naturalista
canario, puede haber tomado la
chayota este nombre de haberla tal vez equivocado
con otra especie del mismo género
que los autores llaman Chote ó Cucumis chale,
de Lin. El reputado botánico Sr. Colmeiro
considera al chayóte de Cuba ó chaiotl de
Méjico como una cucurbitácea correspondiente
á'la especie Sechium edule, Sus.
(!) Diccionario de Historia natural de las Islas.
Canarias.

CHA Y — 433 — CHAY
Como quiera que sea, el Sr. Viera y Cía vijo
describe así la chayota de Canarias, de que
vamos á ocuparnos:
«Es una especie de pepino, cuyos tallos sou
sarmentosos, cuadrilaterales, estriados y casi
lampiños; las hojas son grandes, acorazonadas,
con cinco puntas por el contorno, siendo
la del extremo la mayor y más puntiaguda;
están además orladas de algunos dientecillos
distantes unos de otros, y son ásperas, velludas,
nerviosas, de un verde obscuro por dentro
y más blanquecino por fuera. De sus pe-
. Figura 174.—Chayota blanca, vista al exterior
zoues nacen unos fuertes zarcillos, que se
dividen en cuatro ramales, enroscándose en
forma de tirabuzón, y afianzándose de cuanto
pueden asir para ayudar á la planta á que
trepe y se extienda con desembarazo y lozanía.
Del mismo encuentro de las hojas y los
zarcillos brotan las flores, muy pequeñas y
de'color pábdo, que unas son masculinas, y
femeninas las otras. Aquéllas tienen un cáliz
de cinco puntas delgadas, un pétalo partido
en tres ó cinco divisiones y cinco estambres,
constando las femeninas de lo mismo, á excepción
de llevar un ovario inferior al cáliz,
con puntero amarillo, coronado de tres remates
obtusos en lugar de. estambres. Este ovario
se convierte en una calabacilla, más ancha
por arriba que por abajo, plegada ordinariamente
en diez ó doce ángulos, y erizada con
algunas espinitas blancas y suaves, sirviéndo­
le un costurón de opérculo, en cuyo centro
hay una pepita longitudinal.
La chayota se multiplica por su pepita;
pero en Valencia se prefiere hacerlo con un
fruto completo, porque da mejores resultados.
Es planta que produce mucho, pues son
muy frecuentes los frutos pareados que brotan
de los sobacos de las hojas, y que algunos
llegan á pesar en Canarias 2,50 kilogramos.
La chayota tierna suministra una excelente
ensalada cocida, que está dotada de pro-
Figura 175.—Sección central ile la chayota blanca
piedades humectantes; también se apetece
mucho en Valencia para tortillas, no sólo por
su gusto delicado, sino también porque se
coge á fines de Noviembre y principios de
Diciembre, en que no abundan los calabacines.
Es planta vivaz, de mucha duración, que
sólo pierde sus tallos en el invierno, y muy
á propósito para cubrir cenadores y enverjados,
por la valentía con que trepa á los sitios
más altos y por el mucho tiempo que conserva
fresca su hoja.
Habiendo hecho traer las dos variedades
que se cultivan en la Orotava (Tenerife), la
blanca y la verde, que sólo se diferencian por
el mayor tamaño de la primera, y habiéndolas
hecho grabar con el mayor esmero, vamos
á representarlas en dos situaciones: al exterior
para que se adviertan los pliegues de su rugosa
piel y las espinitas, y en una sección

CHED — 434 — CHED
interior, para poner de manifiesto su grande
pepita.
La figura 174 representa la chayota blanca,
vista por la parte exterior. La piel es blanca
lechosa, y blanca la carne.
La figura 175 representa una sección central
de la chayota blanca, con la pepita al descubierto:
A A, pulpa ó carne; B, la pepita.
• La figura 176 representa la chayota verde,
•vista por el exterior. La piel es de color verde
r
Figura 17b'.—Chayota verde, vista al exterior
claro, como la de los pepinos, pero blanca la
carne.
La figura 177 representa una sección central
de la chayota verde, con la pepita al descubierto:
A A, pulpa ó carne; B, pepita.
Aunque ya tuvimos ocasión de reseñar esta
cucurbitácea en las Crónicas de la, Agricultura,
y de recomendar su cultivo conforme acabábamos
de verlo en Valencia, insistimos de
nuevo en la conveniencia de que se generalice
en nuestras costas del Mediterráneo, y provincias
de Cádiz, Sevilla y Huelva, donde
llegarían á apreciar en lo que vale el delicado
fruto de la chayota de Canarias.
D. Navarro Soler.
CHEDDAR (Lechería). — Queso duro,
suave y de gusto agradable, que se fabrica,
especialmente en América, con la leche de
vacas poco desnatada ó sin desnatar, y que
á veces se adiciona con nata ó materia grasa.
La leche, á que frecuentemente se, agrega un
poco de suero y materia colorante, se 1
cuaja á
la temperatura de 28 á 31°. Tarda solamente
veinte minutos en cuajar; se divide después
la cuajada, y se calienta hasta que sea su
temperatura de 40° próximamente. Se deja
reposar la masa durante algunas horas, separando
de ella una parte del suero, y cuando
está bien madura la cuajada, lo que se reconocerá
mediante la acción de un hierro caliente,
se acaba de dividir con el cuchillo ó por
Figura 177.—Sección central de la chayota verde
medio de un molino especial; se iucorpora la
sal en la proporción de 3 á 4 milésimas del
peso de la leche; se reúnen después los fragmentos
en una tela; se pone en uu molde de
cinc, y se somete todo, primero á una ligera
presión, qne se va aumentando al mismo
tiempo que se vuelve la masa y preparan los
quesos con un cuchillo. La presión varía de
7 á 30 kilogramos por cada kilogramo de
pasta. A las veinticuatro horas próximamente
se transportan los quesos á bodegas cuya
temperatura deberá ser de 18 á 20" centígrados
para los quesos grasos y de 24 á'27 para
los desnatados. La maduración dura mes y
medio por lo menos para los quesos de poco
tamaño, y mucho más tiempo para los grandes,
cuyas dimensiones se han exagerado á la
verdad para llamar la atención. Se han llegado
á fabricar quesos de 997 kilogramos pieza;
los ordinarios pesan de 18 á 60 kilogramos.
El verdadero queso de Cheddar se conserva

CHES — 435 — CHIL
perfectamente; su masa debe ser homogénea,
plástica y desprovista de ojos; la corteza, que
se prepara con manteca ó aceite, ha de ser untuosa
y lisa.
CHERVA.—(V. Ricino.)
CHESTER (Lechería).—Queso fabricado
en Inglaterra, y que también ha comenzado
á fabricarse en varias comarcas de Europa.
Es duro, á veces quebradizo, pero siempre
de gusto suave y blando; es un queso graso
que se elabora con leche de vacas. A la leche
coloreada con achiote, azafrán ó caléndula
se le añade cuajo á la temperatura de 27 á
32° centígrados, de manera que tarde en cuajar
una hora próximamente. Se quebranta la
masa metódicamente durante veinticinco minutos,
y se separa una parte del suero; se divide
nuevamente la cuajada después de un
breve reposo, y no sin retirar todo el líquido;
se cubre con una plancha llena de agujeros,
y sobre la cual se coloca un peso poco considerable,
unos 15 kilogramos, si se juzga que
esa cantidad basta para hacer escurrir el suero;
de lo- contrario, se aumentará la carga.
Esos pesos se refieren á un queso normal de
27 kilogramos próximamente. Cuando cesa de
escurrir se divide nuevamente la masa y se la
somete á una nueva presión de 50 á 60 kilogramos;
luego se amasa todo con sal, se envuelve
en una tela y se coloca el pan en un
molde de madera ó de metal agujereado. Entonces
se prensa fuertemente, facilitando el
escurrido del suero con sólo pinchar con agujas
ó ramas metálicas la masa, introduciéndolas
por los agujeros, 3-después se vuelve, divide
3' prensa el queso nuevamente, hasta
que no escurra nada de él. La última presión,
que ha de ser muy enérgica, dura varios días,
3- se eleva á la fuerza de 30 kilogramos por
cada kilogramo de queso. Terminada esa operación,
se saca el queso 3' se mantiene flotando
en salmuera durante varios días, ó se frota
con sal. La costra se afirma, sobre todo si
la masa no es mirj' grasa, y se introducen los
quesos enteros durante un instante en agua ó
suero caliente. Se los seca después y se los
transporta á bodegas frescas, á la temperatura
de'15" centígrados próximamente, donde
se los volverá de vez en cuando. La maduración
se realiza con lentitud suma; dura algunos
meses para los quesos pequeños, 3' se prolonga
hasta diez y ocho meses 3' aun dos años
para los quesos ma3'ores, ó sean los de 50 kilogramos
por término medio. Cuando se fabrica
cuidadosamente 3' está bien sazonado,
el Chester es un queso excelente; su olor no
es desagradable; el color rosa de salmón que
presenta la pasta, manchada á veces con algunas
enmoheceduras verdes; su consistencia
firme y parecida á la de la cera; su gusto suave
y ligeramente ácido, convierten ese queso
en un postre 1UU3' estimado. De ahí que se
fabriquen grandes cantidades de esa preparación
láctea en Inglaterra, en Holanda, Dinamarca
y Alemania, y hasta en la América
meridional. Ese queso ofrece además la ven­
taja de conservarse bien sin sufrir alteración.
CHICADA.—Rebaño de corderos enfermizos
y tardíos, que por necesitar de más regalo
apartan los pastores del resto del ganado
para que, andando más despacio y. pastando
la mejor hierba, se restablezcan.
CHICOS.—Se da este nombre en Filipinas
al fruto comestible del árbol Achras sapota,
de la familia de las Sapoíácean, 3' también al
árbol mismo. (V. Sapoie.)
CHÍCHARO— (V. Guisante.)
' CHICHARRÓN—Árbol que se cría en las
Islas de Cuba y Santo Domingo, y corresponde
á la especie Chicharronia intermedia, Rich.,
de la familia de las Comhretáceas. Se eleva á
una altura de 12 metros, adquiriendo un grueso
de 56 á 60 centímetros. Las hojas son alternas,
ovales, obtusas, y están agrupadas al
extremo de las ramas. Las flores están dispuestas
en espiga, 3' el fruto es una sámara.
La corteza es gris y adhereute. A su vez, la
madera es fuerte para el trabajo, elástica^'
muy resistente á la tensión, de duramen excéntrico,
negruzco y de albura verdoso-amarillenta,
con fibra recta. Se usa bastante en
carretería, y en trapiches, ruedas de molino,
hidráulicas 3' dentadas. Se puede aplicar á
toda clase de construcciones. Rompe en diagonal
larga, astillando en la tensión 3' torsión,
y quiebra á tronco, sin acabar de separarse
las fibras en la flexión. Su peso específico es
de 0,95.
Ha3' una variedad de madera más obscura
ó casi negra, menos abundante.
CHICHARRONIA. - (V. Chicharrón.)
CHILE ( Geografía).—Región importante
de la América meridional, situada entre la
gran cordillera de los Andes 3' el Océano Pacífico.
Se extiende entre los 2U 3' 44° de latitud
Sur, 3' los 26 y 27° de longitud occidental,
formando por consiguiente una faja de terreno
larga y estrecha. Confina al Norte con el
Perú; al Este, con Bolivia y la República
Argentina; al Sur, con el estrecho de Magallanes,
y al Oeste, con el Pacífico. Comprendía
una extensión superficial de 35 millones de
hectáreas, pero ese territorio se ha ido ensanchando
constantemente, ya por las anexiones
de terrenos antes pertenecientes á Bolivia
3' el Perú, 3' que los chilenos impusieron en
-, 1883 para ajusfar la paz, ya por la sumisión
'y vencimiento de diversas tribus salvajes,
como la de los araucanos. Como que está
cruzado por los Andes 3' sus estribaciones, el
territorio de Chile es 111113' montuoso y accidentado.
Por lo mismo es su clima más templado
que en otras comarcas de la América
meridional situadas bajo la misma latitud. La
población excede poco de 2 millones de almas,
3' la densidad no llega á 6 habitantes por kilómetro
cuadrado.
Chile es muy rico en minas de metal y en
3'acimientos de guano 3' nitrato de sosa, cu3 r
os
productos forman los principales elementos
del comercio de exportación. La agricultura
ha adquirido gran desarrollo en las pro-

CHIN — 436 — CHIN
vincias meridionales durante los últimos veinticinco
años. En esas provincias, y especialmente
en la de Santiago, el terreno es feraz
y la colonización se ha acelerado á fuerza de
sacrificios. Salvo en las cercanías de las grandes
ciudades, las explotaciones agrícolas están
constituidas por extensas haciendas ó
granjas, donde se cultivan cereales y se crían
ganados. Las reses vacunas se crían para vender
las pieles, y las ovejas por los rendimientos
que se obtienen de la lana. La producción del
trigo se evalúa en más de 5 millones de quintales
métricos; de modo que Chile produce
el trigo necesario para su consumo, y desde
hace algunos años exporta más de millón y
medio de quintales á Australia y á Europa.
Sigue en importancia entre los cereales la cebada,
cuyas exportaciones varían según los
años, y así se elevaron á 32.000 quintales
métricos solamente en 1882 y á 163.000 en
1883. También exporta Chile de 100.000 á
150.000 quintales de harina. En las grandes
explotaciones se emplean todos los instrumentos
de la mecánica moderna, máquinas de vapor,
trilladoras, segadoras, etc. Se ha ensayado
el cultivo de la remolacha en las cercanías
de Santiago para reemplazar el azúcar de
caña, que los peruanos importan en la república
que nos ocupa. También se cultiva el
lúpulo en grande escala, y funcionan más de
80 cervecerías en las diferentes provincias.
El cultivo de la vid ha adquirido igualmente
gran desarrollo durante los últimos años;
constantemente se hacen nuevas plantaciones,
y la cosecha se aproxima á un millón de hectolitros.
Casi todos esos viuos son flojos y no
tienen bouquet, de manera que difícilmente
se pueden transportar en barricas, y continúa
siendo cuantiosa la importación de vinos europeos.
La explotación de los yacimientos de guano
y de nitrato de sosa proporciona grandes
recursos al país. La actividad de ese comercio
ha aumentado con la anexión de la provincia
peruana de Tarapacá, que contiene valiosos
depósitos de salitre. Las exportaciones de
guano fueron de 33.815 toneladas en 1882 y
de 175.430 en 1883; las de nitratos fueron de
489.346 toneladas en 1882 y de 584.800 en
1883. Este producto representa el capítulo
más importante de las exportaciones. Los
principales productos animales de Chile son
los cueros curtidos, las lanas comunes, y las
de vicuña y alpaca. El comercio de Chile se
efectúa por mar; los Andes dificultan las comunicaciones
con el interior del continente.
Los guanos y nitratos se envían á Inglaterra
para ser distribuidos desde allí á diferentes
países. El comercio con España no ha alcanzado
la importancia debida.
CHINA (Geografía).—Vasto imperio
que ocupa la mayor parte del Asia oriental.
Se extiende entre los 18 y 51° de latitud Norte,
y los 69 y 141 de longitud oriental del meridiano
de París. Se calcula su superficie en
10.608.000 kilómetros cuadrados, y limitado
al Este por el Océano Pacífico, tienen sus
costas 4.800 kilómetros de longitud. Ese extenso
territorio se halla regado por caudalosísimos
ríos y por una red de canales. Las diferencias
de clima son muy considerables, según
las distintas regiones; en las meridionales reina
el de los trópicos, y en las más septentrionales
tocan ya á los límites de la zona templada
por el Norte. La población se eleva á
450 millones de habitantes, y está distribuida
con mucha desigualdad, de manera que en
unas comarcas la densidad es excesiva y en
otras hay muchos territorios casi completamente
desiertos. Hasta estos últimos treinta
años el celeste imperio era casi completamen­
te -
desconocido, gracias á su sistema de aisla­
miento; la cultura de ese estado es muy singular
y antigua. Limitado por el mar al Este,
por los hielos de la zona polar al Norte, por
tribus bárbaras al Oeste y por elevadas cordilleras
al Sur, había sido poco visitado por
los europeos, y sus naturales no le abandonaban
nunca. Hoy sucede lo contrario, y millares
de chinos viven en las islas oceánicas y en
América., y el comercio de importación en
China se eleva á 1.000 millones de pesetas
anuales por lo menos', acercándose á esa cantidad
la cifra de las exportaciones.
La agricultura china ofrece caracteres especiales:
se cultivan con esmero los valles,
las planicies, las mesetas y las montañas poco
elevadas, y generalmente en condiciones inmejorables
casi. Los agricultores forman una
importante y muy considerada clase de la población
, y ocupan los primeros rangos de la
jerarquía social. En Chiua se distinguen cuatro
clases de ciudadanos: los letrados forman
la primera, como representantes del grupo
que piensa; los agricultores la segunda, como
representantes de la clase que alimenta la sociedad;
los industriales y comerciantes la tercera,
y los militares la última. La contribución
territorial no excede de una peseta por
habitante, y el arrendatario no tiene que pagar
arriendo en los años de mala cosecha. Generalmente
los agricultores viven con mucho
desahogo, ya sean propietarios, ya arrendatarios
simplemente. Las explotaciones son
poco extensas por lo común, pero gracias al
cuidado con que las cultivan, al prudente
empleo de abonos y de riegos, y á un incesante
trabajo, la producción es muy elevada; los útiles
agrícolas son muy sencillos, y los braceros
son bien remunerados. En algunas provincias
ha alcanzado tal densidad la población, que
no bastando el terreno para el cultivo, se
construyen balsas en los ríos y canales, y en
ellas se establecen granjas flotantes, destinadas
especialmente á la cría de patos.
Los principales animales domésticos son los
mismos que en Europa, además del búfalo.
Los cultivos de huerta están muy desarrollados
en todo el país, y los productos vegetales
varían notablemeute según las regiones. En
la meridional se cultiva ante todo el arroz,
el maíz, la caña de azúcar, el te, el bambú,

CHIN — 4 3 7 — CHIR
el alcanforero, el sorgo, el lino, el tabaco y
la adormidera. La China exporta cantidades
de tabaco cada vez mayores; el cultivo es muy
esmerado, y la calidad mejor de día en día, de
manera que esa hoja comienza á gozar cierta
nombradía en el mercado de Londres. Las
remesas de arroz son muy considerables para
la región septentrional, que no produce esa
planta. La región templada ó central produce
trigo, arroz, sorgo, te y algodón; son también
muy numerosas en ellas las plantaciones
de moreras y naranjos, y de ahí que haya adquirido
tanto desarrollo desde la antigüedad
la sericultura en China. En la región septentrional
solamente se cultivan la cebada y algunas
leguminosas, entre las cuales ocupan
las habas el primer lugar.
En el celeste imperio se explotan casi todos
los árboles frutales de Europa, pero las variedades
son distintas y algunas especies son
características, como el guyacana y ciertas
vides, cuya aclimatación se ha intentado en
nuestro continente. Los chinos poseen extraordinaria
habilidad para producir árboles
enanos, y no conocen apenas la selvicultura,
de manera que están casi completamente desnudas
las laderas de las montañas. El comercio
se hace en el interior del país por medio
de caravanas, y en las costas por varios puntos,
algunos de ellos muy importantes, como
los de Cantón, Hong-Ivong y Shanghar. Los
principales artículos de exportación son el
tabaco, las sedas y el te, del cual se envían
al extranjero anualmente unas 1 2 0 . 0 0 0 toneladas.
CHIN ANTA.— Peso común que se usa en
Filipinas; décima parte del pico, igual á 1 3
libras y 1 2 onzas, ó á 6 kilogramos y 3 2 6
gramos.
CHINCAPÍN.—Nombre vulgar del arbusto
Castanea pumila, Mili., de la familia de las
Cnpulíferas. (V. Casiano.)
CHINCHE (Cimex leclularios, de Linneo).—Es
un hemíptero de alas rudimentarias,
de cuerpo muy deprimido y de color
obscuro rojizo. Sea ó no originario de Europa,
lo seguro es que lo tenemos con sobrada
abundancia, y que realiza en nuestras casas
la existencia de las arpías, que infestaban
cuanto en su contacto se ponía. Su forma
aplanada le permite substraerse á las más
enconadas persecuciones, pues le bástala más
mínima depresión ó la rendija más insignificante
para guarecerse. A esta circunstancia
agrega otras dos que le favorecen para no ser
víctima de sus instintos sanguinarios, como
quiera que resiste extraordinariamente el frío
y el hambre. Con todo, cuando se le ofrece
oportunidad, se sacia de sangre, adquiere enorme
volumen, vuélvese muy pesado, y suele
entonces caer en poder de sus enemigos. Su
constancia en el ataque es tal que aun poniendo
los pies de la cama dentro de vasijas de
agua, no se logra el objeto apetecido, porque
rechazado por la inundación, que no puede
salvar á nado, se sube al techo y se deja caer
encima de la persona que tranquilamente
duerme, confiada en el éxito de su estratagema.
Muchos son los medios propuestos para
destruir á estos iusectos hediondos, pero es
inútil buscar otro por ahora que sea más infalible
que la limpieza á toda prueba y una
persecución activa é incesante.
CHIRIMOYO—(V. Anón.)
CHIRIVÍA.—La chirivía común (Pastinaca
comiin, L.), de la familia de las Umbelíferas,
es una planta bisanual, que se cría
espontáneamente en Inglaterra, Bélgica y
otras partes de Europa; su raíz es muy pequeña
y blanquecina; las hojas aladas, con impar,
profundamente recortadas y cubiertas
de vello; nace del centro de éstas un tallo
grueso, acanalado, de 1,12 á 1,65 metros de
longitud, con varios ramos alternos, que terminan
todos en parasoles de flores amarillas;
florece en Junio y maduran en Agosto sus
simientes. La planta cultivada se diferencia
de la silvestre por su mayor alzada, así como
también por tener las hojas menos recortadas
y casi sin vello, y principalmente por el tamaño
de su raíz.
VARIEDADES. — Se conocen tres: la larga,
muy parecida á la variedad silvestre, que
actualmente se cultiva poco, á pesar de alcanzar
la longitud de 4 0 centímetros; la semilarga
de Querney, de hermosa raíz, llena,
de buena configuración, con una depresión
circular de cuyo centro salen las hojas, en
tanto que la raíz es completamente rellena en
todo su alrededor; la redonda, de raíz de forma
ancha y poco larga en su cuello, que
mide fácilmente de 1 2 á 1 5 centímetros de
grueso y 8 á 1 0 en el eje de la raíz.
Chirivía larga común (figura 178).—Raíz
fusiforme, casi cilindrica, muy larga y gruesa
y un poco cónica, pero con punta prolongada;
piel amarillenta y carne blanca muy aromática.
Algunas veces se bifurca y ramifica su
raíz. Se cultiva para forraje en los terrenos
propensos á sequedad y profundos.
Ch. semilarga (figura 179).—Variedad hermosa
y excelente, que se cultiva preferentemente
como hortaliza en las huertas, y también
para los animales, ofreciendo una ligera
concavidad en el cuello.
Ch. redonda (figura 180).—Raíz corta, muy
cónica y bastante gruesa en proporción; piel
amarilla y carne blanca, un poco amarillenta.
Es variedad más temprana que la semilarga
y de muy fácil conservación.
CULTIVO PARA HORTALIZA EN ESPAÑA.—
Clima y suelo.—Apetece las cercanías de las
costas marítimas, y las tierras sueltas y substanciosas,
siempre que no tengan demasiada
sombra de árboles y dispongan de suficiente
ventilación, porque en esta clase de suelos se
introducen las 'raíces profundamente y engruesan
con facilidad, obteniéndose un buen
producto de raíces grandes y tiernas, objeto
principal del cultivo. Les favorece un clima
apacible y moderadamente húmedo; pero hoy
existe el convencimiento de que pueden dar

C1I1R — 438 — OJIJR
buenos resultados en todas partes si se aplican
abonos convenientes.
Abonos— En Valencia, Murcia y costas de
Andalucía se abona con estiércol repodrido.
Labores preparatorias.— Cavar el terreno
á 40 ó 50 centímetros de profundidad, des-
Figura 178
Chirivía larga
Figura 17A Chirivía
semüarga de Guerney
terronarlo y allanarlo, tajando después eras ó
almantas.
Siembras.—Se desparramará muy clara la
Figura ISO.—Chirivía redonda
simiente, y se cubrirá pisando las eras tajadas
y allanadas, y rastrillando después ligeramente
la superficie para que quede bastante
enterrada. Es muy buen método también
sembrar á chorrillo en surcos de 2 centímetros
de profundidad, distantes entre,síde 18
á 20, porque así se escardan y binan con más
facilidad y menos peligro las plantas. Puede
sembrarse la chirivía por Octubre y Noviembre,
ó por Febrero y Marzo, según los climas.
Ciútico.— Practicada la siembra, se regará
á mano, á no tener la tierra suficiente humedad
para determinar ó favorecer la germinación.
Al efecto suele convenir regar de pie
el terreno algunos días antes, darle una entrecava,
y proceder á la siembra, como se ha
dicho antes. No se deben escasear los riegos
en tiempo de calor, particularmente cuando
se está formando y perfeccionando la raíz. Se
darán escardas-por Abril y Mayo, aclarando
las plantas en los sitios en que resulten espesas;
labores que pueden ejecutarse á mano ó
con el almocafre, pues al mismo tiempo se
ahueca la tierra y se refresca la planta, que
agradece mucho la labor. La distancia á que
han de quedar los pies será de 15 centímetros
por lo menos, aunque favorece más el crecimiento
la de 18 á 20 centímetros.
No se acostumbra generalmente en España
transplantar las chirivías, á pesar de que adquieren
mayor tamaño de este modo.
Recolección de las raices.—No deben arrancarse
para el consumo hasta haber cesado
por completo su nutrición, porque ínterin
está en movimiento la savia, no tienen las
chirivías perfeccionado el sabor, que tanto se
aprecia y que pierden tan pronto como vuelve
á funcionar la savia. Después de arrancadas
se les cortarán las hojas, dejando limpia
de raíces la tierra y conservándolas entre arena,
con la que se les recubre de 4 á 6 centímetros.
La chirivía resiste sin resentirse los
fríos de nuestros inviernos, brota nuevos tallos
á la primavera siguiente, y produce y
perfecciona su simiente.
Se pueden obtener tres cosechas de ensaladas
después de una de chirivías de verano, y
sembrar éstas á continuación de una cosecha
de cebollas blancas. También se pueden sembrar
entre zanahorias tempranas, recolectándolas
á un mismo tiempo que éstas. Se pueden
sembrar igualmente entre guisantes, judías
y habas, para consumirlas en invierno.
Recolección de la simiente.—Por Enero y
Febrero se plantarán raíces de las chirivías
más gordas^ lisas y derechas, con el fin de recoger
simiente, poniéndolas á distancia de 50
centímetros, para que puedan esparcirse con
amplitud sus tallos florales y madurar la semilla,
bien ventilados y sin obstáculos. Se sujetarán
á tutores al empezar á espigarse, atándolos
con orillo para que el viento no los
doble ni los inutilice. El único cultivo que
exigen es escardar á menudo .el terreno, y regar
con frecuencia durante el calor. Como esta
planta se desgrana fácilmente, se recogerá la
semilla por las madrugadas, cuando aún conserva
la humedad de la noche y esté unida á
los parasolillos. Después se extenderá sobre un
lenzón, y pasados dos ó tres días se apalearán
y recogerán todas las semillas,' cuyo poder,
germinativo sólo dura un año en buen estado.
Usos v APLICACIONES.—Se comen las raíces

CI1IR — 439 — 01UR
en la olla y en varios guisos, como los nabos
y zanahorias, y son de fácil digestión y mucho
alimento. Se destina la hoja para forraje,
y sus raíces al cebo y alimento de los ganados.
Composición y riqueza alimenticia, según el
distinguido profesor de química Sr. Sáenz
Diez:
Agua..'..' ••• • 72,21
.Substancias proteicas 1,86
Cenizas 32
Substancias no nitrogenadas 25,01
100,00
1.034 gramos de raíz de chirivía equivalen á
100 de carne fresca de vaca.
Cultivo forrajero.—La chirivía es algo más
exigente en la calidad de tierra que la zanahoria;
demanda un suelo más profundo, algo
arcilloso y franco, y que contenga sales alcalinas.
En Bretaña, donde se cultiva mucho, las
labores preparatorias se reducen á una labor
profunda de arado en el otoño, y en otra, no
tanto, en Enero ó Febrero, para envolver el
estiércol, que se aplica seguido de un trabajo
manual de palas bretonas, ó con hierro encorvado,
para deshacer los tormos, profundizar
los surcos, rectificarlos y limpiarlos hasta
la profundidad de 40 á 50 centímetros.
Durante este trabajo se dispone la tierra en
almantas ligeramente convexas, de 3,50 metros
ó más de anchura.
Dispuesto el terreno y abiertos los surcos
que han de aislar las almantas con la tierra
que se saca, se pasa un rastro, y á continuación
un rulo que deshace los tormos y sienta
el terreno.
Se puede prescindir del trabajo de las palas
haciendo funcionar dos arados, uno tras
otro, sobre los mismos surcos, y mullir la capa
laborable con arado subsuelo.
En la Baja Bretaña se entierrau abonos
marinos, y en las inmediaciones de Saint Pol
de Lyon 60 ú 80 metros cúbicos de estiércol
muy hecho.
Se hace la siembra del 15 de Febrero al
15 de Marzo, á voleo ó en surcos, distantes
entre sí 40, 50 y hasta 60centímetros, distribuyendo
la semilla á mano ó con máquinas
sembradoras, pero mezclada con cuatro ó cinco
veces su volumen de cenizas. En seguida
se entierra con una grada á 2 ó 3 centímetros
de profundidad á lo más. Se emplean por hectárea
de 4 á 5 kilogramos de semilla de la cosecha
anterior.
Nace á los quince ó veinte días, y se binan
las plantas á los dos meses, cuando ya presentan
tres ó cuatro hojas. A fin de Mayo se
aclaran para que queden las plantas á 15 ó
20 centímetros; pero volviendo á darles segunda
bina á fines de Junio ó principios de
Julio, cuando empiezan á cubrir la tierra y á
defenderse por sí mismas de las malas hierbas.
Las chirivías pueden pasar el invierno en
tierra, por su gran rusticidad; pero cuando
es excesivamente lluvioso el clima ó conviene
destinar el suelo á otros cultivos, se arrancan
á fines de Noviembre y se conservan en silos
ó cuevas. Deben arrancarse con azadas de
dientes, abriendo previamente una zanja en
la primera almanta para continuar el tajo ó
banco hasta la última, porque la mucha longitud
de las raíces dificulta bastante la operación.
La chirivía bien cultivada produce en el
cantón de Lonesven (Finisterre) 40.000 kilogramos
por hectárea, término medio.
Es doblemente alimenticia la chirivía que
la zanahoria, pues mientras 2.000 gramos de
raíces de ésta equivalen en poder nutritivo á
100 gramos de carne fresca, según el reputado
químico Sr. Sáenz Diez, se llega al mismo
resultado con 1.034 de raíces de chirivías.
Los animales comen mejor la raíz cruda
cuando está bien limpia y convenientemente
troceada; pero se suele administrar también
cocida. En uno y otro caso debe desecharse
toda raíz helada. La comen bien los caballos
y las vacas, dando éstas mucha leche, rica en
crema y muy buena por consiguiente para
la fabricación de manteca. También come el
ganado con mucho apetito las hojas y los tallos,
hasta que comienzan á arrojar flor.
M. Le Bian, propietario de las inmediaciones
de Brest (Francia), que no usa otro
alimento para sus caballos durante muchos
meses del año, considera la chirivía perfeccionada
que cultiva, como el mejor y más barato,
pues sólo emplea en tres piensos 18 kilogramos
por día, que resultan á 2 céntimos
por kilogramo, ó sea 2 francos los 100 kilogramos.
En la Bretaña (Francia) y en las islas inglesas
de Jersey y Guernesey se da á las vacas
lecheras una ración de 24 kilogramos
para las de regular alzada, produciendo algunas
250 kilogramos de manteca por año, y
estimándose el producto medio en 175 kilogramos.
Para cebar los cerdos se cuecen las chirivías
y se mondan, poniéndoles un poco de harina
de cebada, con lo que se consigue que se pongan
gordos en corto espacio de tiempo, y resulta
una carne delicadísima.
También son buenas las chirivías para alimentar
los carneros, y con más especialidad
las ovejas de cría, por la mucha y buena leche
que producen.
En los ensayos practicados porM. Girardin
para determinar los terrenos de mayor producción,
obtuvo los siguientes datos:
En raíces En hojas
Kilos Kilos
En suelo calcáreo 1,456 0,256
ídem id. arcilloso 0,480 0.10S
En arena humífera 0,460 0,076
ídem id. de aluvión 0,328 0,148
De las cifras precedentes resulta que el suelo
calcáreo produce mayor cantidad de raíces

CHRY — 440 — CHÜP
de chirivía y hojas, y el arenoso de aluvión
menos raíces que todos los demás terrenos,
así como la arena humífera la menor proporción
de hojas.
D. Navarro Soler.
CHIRPIA.—El conjunto de los brotes,
renuevos ó vastagos que proceden de las cepas
de los árboles ó matas rozadas, por cuyo
procedimiento se obtiene la reproducción del
vuelo del monte.
La roza se aplica siempre en el método de
beneficio de monte bajo y en el de monte
medio.
Es acepción contrapuesta á la de hrinzal,
que corresponde á las plantitas obtenidas polla
germinación de las semillas caídas de los
árboles en el monte alto.
.A su vez se entiende por chirpial todo brote
de las cepas. Es palabra muy usada en selvicultura.
CHIRPIAL.—Brote de las cepas de los
árboles ó arbustos. (Y. Chirpia.)
CHIVATO.—Chivo que pasa de seis meses
y no llega al año.
CHIVO.— Cabrito. || Poza ó estanque donde
se recogen las heces del aceite.
CHOCASAPES.—En la provincia de Valencia
se aplica, con bastante vaguedad este
nombre á los Cistns monspeliensis, L.; C. salvicefolius,
L., y C. clusii, Dun., de la familia
de las Cistáceas. (V. Cislus.)
CHOCHA.-(V ; Becada.)
CHOPO.—(V. Alámo.) .
CHOPO BLANCO—(V. Álamo.)
CHOPO LOMBARDO—(V. Álamo.)
CHOPO TEMBLÓN—(V. Álamo.)
CHURDONES— (V. Rubus.)
CHOTO/—Cabritillo que mama, y en algunas
partes se llama así también al ternero.
CHOVA.-(V. Córvidos.)
CHRYS OPHYLLUM.—Género de plantas
de la familia de las Sapotáceas. Comprende
algunas especies arbóreas que viven en los
montes de la Isla de Cuba y en la de Santo
Domingo. He aquí las más conocidas:
CKrysophyllum caimito, L. Nombre vulgar,
Caimito.—Árbol de la Isla de Cuba, muy conocido
por su fruto, que abunda bastante.
Adquiere una altura de 8 á 10 metros. Tiene
la corteza de color rojo-blanquecino, compacta,
y con la epidermis muy delgada. Las hojas
son alternas, ovales, verdes por encima y de
color castaño por debajo. Las flores son pe­
queñas y blanquecinas, y el fruto redondo,
comestible, siendo su cascara astringente.
La madera casi no tiene albura, es dura, de
fibra recta y de color amarillo de Siena, que
obscurece mucho con el barniz, Rompe en
astilla larga en la flexión, á tronco en la tensión
y á lo largo en la torsión. Se puede emplear
ventajosamente en la construcción y
ebanistería. El peso específico es de 0,94.
Chrysophyllum oliveformis, Lam.— Árbol
de 6 á 8 metros de altura, con un tronco de 4 á
5 metros y un diámetro de 2 decímetros. Se
cría en la Isla de Cuba. Tiene la corteza más
bien delgada que gruesa, y la epidermis áspe-
I ra, blanquecina y muy delgada. Las hojas son
alternas, ovales, de color verde por encima y
castaño por debajo. Son de pequeño tamaño
las flores y de color blanquecino. El fruto se
parece por el tamaño á uua aceituna pequeña
y es de color morado obscuro.
La madera de este árbol es dura, compacta,
elástica, de color amarillo-verdoso, de mucho
duramen, fuerte, y de fibra recta y nada porosa.
Rompe en diagonal en la flexión, casi á
tronco en la tensión y á diagonal corta en la
torsión. Es poco usada por sus cortas dimensiones,
pero puede emplearse ventajosamente
en' carruajes y otras obras dé' ebanistería y
carpintería, por su gran elasticidad, resistencia
y finura. Su peso específico és de 1,02.
Crysophyllum sp. Nombre vulgar, Café cimarrón.
— Árbol cuya especie botánica uo
está bien determinada. Se cría en la Isla de
Santo Domingo. Es pequeño, y tiene la corteza
delgada, blanquecina, poco adherida. La
madera es de consistencia uniforme, de color
amarillo claro, con poros y fibras poco visibles,
lo que le da mucha belleza después de barnizada.
En la tensión rompe á tronco; en la flexión
en diagonal corta, y en la torsión en astilla
larga. Se puede emplear en las construcciones,
y particularmente en instrumentos y
muebles. Su peso específico es de 0,74.
CHUPA.—(V. Cotufa.)
CHUMBO, BA.-(V. Higo chumbo.) II
(V. Higuera chumba.)
CHUPA.—Medida de capacidad para líquidos
que se usa en Filipinas, octava parte
de la ganta, igual á 3 copas ó á 73 centilitros
y 5 mililitros. || Medida de capacidad para
áridos que se usa en Filipinas, octava parte
de la ganta, igual á un tercio de cuartillo ó
á 37 centilitros.

DAC
DABOECIA. — Género de plantas de la
familia de las Ericáceas. (V. Tambarillo.)
DACRYDIUM.—Género de plantas de la
familia de las Coniferas. Comprende varias
especies arbóreas, dioicas, siempre verdes y
de gran talla, cuyo porte es muy vistoso. La
maduración del fruto es bianual.
1.° Dacrydiwm cupressinum, Soland. Nombre
vulgar, Rinao.—Forma extensos bosques
en la parte media y austral de la Nueva Zelanda.
Árbol de 30 á 35 metros de altura, de
tronco recto y hojas marcescentes; corteza de
color pardo ó rojiza, más adelante de un gris
ceniciento; ramas esparcidas, extendido-patentes,
á veces reflejas; ramillas dicotomas,
delgadas, casi filiformes en los extremos, todas
muy colgantes. Hojas alternas, de 5
milímetros de largo, subuladas, muy aproximadas,
casi opuestas, gruesas, tiesas, casi
cilindricas, de color verde gris ó cobrizo,
bruscamente acuminadas en el ápice, formando
un agudo mucrón. Semillas colocadas bajo de
una escama gruesa, siendo el tegumento exterior
flojo y carnoso, y la nuececilla huesosa,
muy abierta en el ápice.
Con los jugos resinosos de las ramillas del
rinao se puede preparar una bebida tónica,
antiescorbútica, succedánea de la cerveza, pero
la cual es preciso usar con moderación porque
puede producir náuseas y vértigos.
'2.° Dacrydium laxifolium, Hook. fil.—•
Vive espontáneo en la cordillera Ruahine,
monte Tongariro y montañas de Nelson (Nueva
Zelanda), á unos 2.000 metros de altura
sobre el nivel del mar. Arbusto de un metro
de alto, rastrero, de ramas flojas y delgadas.
Hojas de dos clases; las inferiores esparcidas,
de 5 milímetros de largo, aciculares, coriáceas;
las superiores ovales, imbricadas, carenadas
por el dorso. Frutos terminales, solitarios,
erguidos.
3.° Dacrydium elalum, Wall.—-Oriundo
de Sumatra. Árbol grande, muy ramoso, de
tronco cilindrico, con corteza gris-cenicienta,
ligeramente agrietada; ramas numerosas, es-
D
DAC
parcidas, á veces reflejas, pero las superiores
derechas; ramillas abundantes, delgadas y
colgantes. Hojas alternas, muy aproximadas,
extendidas; las del tallo y parte inferior de
las ramas más cortas y más distantes, ensanchadas,
decurrentes en la base; las de los
ramillos extendidas, aciculares, casi cilindricas
ó ligeramente anguloso-comprimidas, de
8 á 15 milímetros de largo, lisas, de color
verde claro; en los árboles adultos estas hojas
son muy pequeñas, escamosas y estrechamente
imbricadas. Semillas ovoideas, obtusamente
tetrágonas.
4.° Dacrydium colcnsoi, Hook.—Procede
de Nueva Zelanda, donde vive hasta la altitud
de 1.300 á 2.000 metros. Arbusto polimorfo, de
unos 4 metros de altura, con las ramas largas,
extendidas ó echadas, á veces inclinadas y colgantes.
Hojas polimorfas en una misma rama
ó uniformes, todas coriáceas, de color verdeobscuro
y lustrosas; unas lineares, truncadas,
de 6 á 15 milímetros de largo, muy carenadas;
otras escamosas, subtriangulares, obtusas,
de unos 2 milímetros de largo, muy
aproximadas é imbricadas, haciendo adquirir
á las ramas jóvenes una forma tetrágona.
Amentos masculinos terminales, solitarios,
sentados, compuestos de cinco ó seis anteras
imbricadas, con el conectivo oval y truncado.
Semillas pequeñas, coriáceas, laterales, axilares,
insertas sobre un disco horizontal resinoso.
5." Dacrydium Franklinii, Hook. fil.—
Vive en Tasmania, cerca del río Huon y hacia
el puerto de la Macquerie. Hermoso árbol
de 20 á 25 metros de altura por 4 á 6 de circunferencia,
del que no puede formarse idea
exacta por los individuos cultivados en Europa,
que no pasan de la talla de arbustos, y
cuyas ramas se crían delgadas y colgantes.
Tiene el árbol en cuestión hojas pequeñas,
escamosas, muy aproximadas y echadas, cóncavas
por debajo, carenadas por encima, y tan
agudas que los ramillos son pinchudos. Amentos
masculinos solitarios, dispuestos en el ex-
Dic—IV. 29

DAG — 442 — DAL
tremo de las ramillas, de 4 á 5 milímetros de
largo y 2 de ancho, ovoideo-redondeados en
los extremos y compuestos de escamas de color
rojo leonado ó amarillo. Semillas reunidas en
espigas terminales. Da este árbol excelentes
maderas, y los jbosques australianos que lo
sustentan han sido y son objeto de una gran
explotación.
6.° Dacry&ium cupressiforme, Hort.—
Oriundo de la Nueva Zelanda. Arbusto compacto
en los cultivos europeos, con ramas
delgadas y extendidas, y ramillos delgados,
subcilíndricos ó ligeramente angulosos, tetrágonos
por la inserción de las hojas. Estas son
escamosas, cortas, ligeramente convexas y
carenadas por encima, llevando á cada lado de
la costilla central una línea glauca.
CULTIVO. — Todas las especies de Dacrydium
son notables por su porte y fuetes particular.
Lo son aún más, si se quiere, por la
gran variedad que presentan las hojas en un
mismo individuo, pudiéndose considerar bajo
este punto de vista como el verdadero Proteo
del género, el Dac. colensoi, de formas
aparentes tan distintas que se hace á veces
muy difícil de determinar específicamente.
Por lo demás, la multiplicación más fácil
de estos árboles y arbustos es la de semilla.
También se emplea mucho la de estaca, obteniendo
éstas de las ramas laterales. Prenden
con facilidad, pero los plantones suelen necesitar
tutor.
El injerto sólo se suele aplicar al Dac. clatum,
porque la experiencia ha demostrado
que los individuos procedentes de estaca se
crían débiles y tienen corta vida. En invierno
suelen necesitar estas plantas invernadero
frío.
D2EM0N0R0PS.—Género de plantas de
la familia de las Palmas. (V. Bejuco.)
DAGAMB.—Árbol de la Isla de Cuba que
corresponde á la especie Calycophyllum candidissimum,
D. C., de la familia de las Rubiáceas.
Es recto, sin ramaje hasta el ápice, el
cual está reducido á poco follaje. A los diez ó
veinte años de edad alcanza una altura de 12
á 15 metros y un diámetro de 4 á 6 decímetros.
La corteza es muy delgada, de color pardo-blanquecino
y poco adherente. Las hojas
son ovales, acuminadas, lampiñas por encima
y algo pelosas por debajo. Las flores son blancas,
numerosas; el fruto está formado por una
cápsula pequeña y truncada. Lo apetece el
ganado.
La madera es casi toda duramen, limpia, y
de igual resistencia por todas partes, de color
gris amarillento, compacta y de fibra recta.
Es bastante elástica y muy fuerte, y útil para
todas las construcciones de barcos y casas,
pudiéndose usar también en máquinas, carruajes
y cureñas, presas, etc. La viruta,
aunque larga, enrosca bastante y es áspera.
Rompe todo á lo largo en fibras largas y delgadas
, y se hace después de la torsión una
torcida. Su peso específico es de 0,90.
DAGUILLA.—Árbol que se cría en los
montes de las Islas de Cuba y de Santo Domingo
, y corresponde á la especie Lagetia lintearia,
Lamk, de la familia de las Timeleáceas.
Se llama también Palo de encaje.
Los ejemplares de esta planta son tan raros
en los herbarios europeos, como comunes
las muestras del líber de sus tallos. Dicho órgano
es de color blanco, y está dispuesto en
hojas delgadas y reticuladas, que forman como
un encaje elegante y delicado. De ahí el nombre
de Palo de encaje.
A pesar de esta singularidad, apenas tiene
usos útiles. Los habitantes de las comarcas
donde vegeta este árbol suelen hacer con este
líber cuerdas notables por su resistencia y
blancura, y los torcedores de cigarros atan
con tiras del mismo líber, teñidas de amarillo,
los paquetes de calidad superior.
La madera casi no tiene albura, pero es fácil
de trabajar. Su color es amarillento, con
grandes manchas verdosas, que hacen la superficie
con cambiantes de este color más ó
menos subido, y más agradable aún por sus
vetas, aunque poco pronunciadas, figurando
un jaspe verdoso. Rompe á tronco en la tensión
y á astilla larga en la torsión. Puede servir
como madera de lujo para ebanistería. El
peso específico es de 0,54.
En la misma Isla de Cuba vegeta también
la Lagetia valenzuelana, A. Rich. Se encuentra
en la Vuelta de Abajo, y se denomina
Daguilla como la anterior. En la Guadalupe
se cría á su vez la Lagetta funifera, que se
emplea en la fabricación de cuerdas fuertes y
sólidas.
DAIS.—Género de plantas de la familia
de las Timeleáceas. Se encuentra en las Islas
Filipinas el Dais laurifolia, P. Blanco, que
es un arbolito de 4 á 5 metros de alto, y presenta
además los caracteres siguientes: Hojas
opuestas, de unos 20 centímetros de largo,
lanceoladas, enteras y lampiñas: pecíolos
cortísimos. Flores axilares blancas, reunidas
sobre un pedúnculo común largo, y con un
involucro de más de ocho hojuelas lanceoladas
y apiñadas, dentro del cual se hallan más
de veinte florecillas sentadas. Fruto baya superior,
aovada, aguzada, con una semilla,
cuya corteza es coriácea y fibrosa. La corteza
despide un olor fastidioso.
DALAGUIT.—Nombre que se da en las
Islas Filipinas al árbol Ficus indica, L. (Véase
Ficus.)
DALANDÁN.—Se da este nombre en las
Islas Filipinas al Citrus auranlium, L., de la
familia de las Auranciáceas. Es árbol cultivado
que corresponde á nuestro Cagel.
DAL ANDÓN.—(V. Ticla.)
DALANGIAN.—(V. Artocarpus.)
DALANTA— (V. Zizyphus.)
DALIA (Jardinería). — La dalia llamó
nuestra atención por sus hermosas y variadas
flores, gran desarrollo de sus tallos, y principalmente
por el buen lugar que se presta á
ocupar para adorno como planta perenne, y
su fácil multiplicación, que llegamos á conse-

DAL — 444 — DAM
inviernos hasta 8° con sólo tener cuidado de
cubrir el sitio con hojas ó paja seca; en la
primavera retoñan los tubérculos. Pero como
el aficionado á jardines, así como el jardinero
de oficio, criar y multiplicar las variedades
son dos cosas indispensables, la propagación
de las plantas debe hacerse bajo principios
ordenados por la ciencia, para que ambos
satisfagan su deseo: el jardinero, con el lucro
de conseguir nuevas variedades; el aficionado,
con la satisfacción de obtenerlas. Al efecto
recogerá anualmente los tubérculos que
produce la planta y los conservará en el invernáculo
(véase esta palabra), clasificados por
las cualidades de sus flores y altura de sus
plantas, con el fin de sembrarlas, mezclándolas,
para que hermoseen y se hibriden (véase
Hibridación), ya sea artificial ó naturalmente.
Como planta de jardín, y.hoy muy conocida
en España, excusamos entrar en detalles
de todos conocidos sobre la siembra de sus
raíces tuberiformes , que es el medio general
de multiplicación de las variedades conocidas.
Para obtener nuevas variedades por medio de
la hibridación se recogen las semillas de las
plantas hibridadas y se siembran en gráneos
(véase Gráneos), en los que después de florecer
las nuevas plantas así obtenidas se clasifican
y ordenan.
La elección de las semillas de la dalia exige
un cuidado particular, porque la florescencia
suele tener accidentes que deben prevenirse
en lo posible. Para producir una buena planta
hay que obtener la semilla de plantas bien
cultivadas y fecundadas (hibridadas) con inteligencia.
El medio más ventajoso para recoger
la simiente es tomarla de las mejores flores
plenas y debajo de los tres primeros rangos
del centro de la flor. Las primeras flores que
echa la planta son más fuertes y vigorosas, y
de ellas deben tomarse las semillas.
La aptitud de la dalia para la fecundación
es tal que estando agrupadas diferentes variedades,
se hibridan naturalmente. Para conseguir
variedades de colores determinados se
plantan unidas y aisladas las que se deseen
multiplicar. En el momento que el disco empieza
á aparecer, se cubre con una gasa que
impida la fecundación natural procedente de
otras plantas más inferiores; según se abren
las flores se les introduce el polen (véase esta
palabra) de las variedades que se desean mezclar,
repitiendo la operación según se dice
(véase Hibridación); las semillas que después
se elijan para sembrar se cogerán, no del centro
de la flor ni de la circunferencia, sino de
la parte intermediaria.
Para conseguir cuantos detalles se deseen
en la multiplicación de la dalia, por injertos,
esquejes, siembra, tubérculos, clase de flores,
instrumentos, etc., véase nuestro Manual yo.
indicado, y para el sitio que debe ocupar en la
decoración de jardines, el Tratado de jardinería
y floricultura de D. P. J. Muñoz y Rubio,
librería de los Sres. Cuesta, Madrid.
«X. de Hidalgo Tablado.
DALONOT — (V. TJrtica.)
DALLADOR.—El que siega la hierba con
el dalle.
DALLE—(V. Guadaña.)
DAMASQUINA ( Tagetespalula, Lin.).—
Tiene un tallo de 2 pies, derecho, rollizo y
ramoso; florece abundantemente en otoño y
verano, y exhala un olor desagradable. Las
más apreciadas son las de flores de un color
purpureo-obscuro, mezclado de amarillo. Hay
variedades enanas, y otras más pequeñas todavía,
de 10 centímetros de altura, y de flor
muy doble, amarillo claro, amarillo dorado y
naranjado.
DAMMARA. — Género de plantas de la
familia de las Coniferas, notables por las
grandes dimensiones que adquieren en su país
natal, donde forman árboles de 40 y más metros
de altura, si bien en nuestros climas quedan
reducidos á proporciones mucho menores.
La floración es dioica, y la maturación del fruto
bianual.
Las especies que el indicado género comprende,
son las siguientes :-
1.° Danimara orientalis, Lamb. — Habita
las Molucas, Java, Sumatra é Islas de la Sonda,
donde parece que es bastante abundante.
Forma un árbol muy resinoso, de 20 á 35 metros
de alto y 2 á 3 de diámetro. La madera
es blanca, de fácil labra, y susceptible de un
buen pulimento; pero de mediaua calidad,
porque se descompone pronto. Tiene dicho árbol
la corteza de color gris-ceniciento, y la de
las ramas lisa y á veces rojiza. Las ramas son
verticiladas, extendido-reflejas y erguidas en
el extremo, y las ramillas extendidas, opuestas
ó esparcidas y ligeramente comprimidas
en la juventud. Las hojas son pecioladas,
elíptico-obtusas, derechas, gruesas, coriáceas
, muy enteras, verdes y lisas por las dos
caras, de 6 á 12 centímetros de largo y 3
á 4 de ancho; las de los individuos jóvenes
son más lanceoladas y puntiagudas. Los conos
son subglobosos, de escamas aplicadas, redondeados
en el ápice, de 8 á 10 centímetros
de largo y unos 5 de ancho; las escamas son
gruesas y apretadas. Tienen además las semillas
una ala obtusa que sobresale del lado de
la escama.
Fué introducida esta especie en Europa el
año 1804. La variedad palleus tiene la corteza
de las ramas de color verde blanquizco.
Produce este árbol una gran cantidad de resina,
la cual es transparente, blanda y viscosa
al principio, despidiendo, cuando está líquida,
un olor aromático que pierde al desecarse.
Para llegar á este estado, pasa gradualmente
del color blanco primitivo al color de succino.
2." Dammara australis, Lamb.—Vive en
la parte boreal de Nueva Zelanda, en los bosques
de Tamasán, hacia el estrecho de Mercurio,
en la orilla Norte de las islas, en Wangaroa
y hacia Hokianga por el lado occidental.
Árbol de 40 á 50 metros de altura y 2 ó
más de diámetro, con el tronco algo desnudo
de ramas inferiormente; corteza de color gris

DAM — 5 — DAN
ceniciento, que se desprende enplacas delgadas,
y se hace lisa, adquiriendo el color pardo
más adelante, llamas aproximadas, casi verticiladas,
raras veces esparcidas; ramillas
opuestas ó temadas, alargadas, delgadas, poco
ramificadas. Hojas sentadas, alternas, rara
vez opuestas, opuesto-subdísticas, de 4 á 7
centímetros de largo y 1 á 2 de ancho, persistentes,
elípticas, gruesas, coriáceas, de color
verde metálico ó parduzco, á veces con
manchas por encima, de color rojo cobrizo
por debajo, atenuadas y obtusas en el ápice.
Conos ovoideos ó turbinados, derechos, de 5
á 7 centímetros de diámetro, con las escamas
agudas en el ápice, cuneiformes, coriáceas, imbricadas
y muy lisas. Semillas, una debajo de
cada escama, de color pardo y provistas de
una ala fina, membranosa, entera, oblicua y
pálida hacia su extremidad. Este árbol fué introducido
en Europa en el año de 1823. Sujmadera
es blanca, muy resinosa, de superior calidad,
rivalizando con la del pino silvestre
para arboladuras. Se obtiene también de la
indicada especie una gran cantidad de resina,
con la que elaboran los indígenas de Nueva
Zelanda el color indeleble con que se pintan
el cuerpo.
3.° Dammara ortusa, Lindl.—Vive en la
Isla de Aniteure, una de las Nuevas Hébridas.
Árbol grande, algo parecido al anterior,
del que se diferencia por su menor tamaño, y
por la forma de sus hojas y conos. Tiene las
hojas oblongas, redondeadas en el ápice, de
8 á 10 centímetros de largo y uuos 3 de ancho.
Los conos tienen unos 8 centímetros de
largo por 4 de diámetro, siendo cilindricos,
redondeados en los dos extremos y obtusos;
las escamas son redondeadas, convexas en la
extremidad, cerca de cuatro veces más largas
que anchas y muy distintas de las del D. australis
por sus puntas extendidas. La madera
de este árbol es de buena calidad, y se emplea
en las construcciones navales.
4." Dammara moori, Lindl. — Habita la
Nueva Caledonia. Árbol de poco más de 12
metros de alto, uno de los más elegantes
del género. Hojas estrechamente lanceoladas,
acuminadas, de 10 á 15 centímetros de largo
y uno de ancho. Conos más pequeños que en
la especie D. australis.
5.° Dammara macropliylla, Lindl.—Vive
en la isla Vanicolla, una de las del grupo de
la Reina Carlota. Árbol de 30 metros de altura,
que difiere del D. orientalis por tener
las hojas y conos más grandes. Tienen aquéllos
una longitud de 15 centímetros y una
anchura de 5, afectando la forma o val-aguda.
Conos muy semejantes por la forma y tamaño
á los del cedro del Líbano, ovoideo-obtusos,
con las escamas planas, estrechamente aplicadas
en el ápice, y mucho más anchas que
largas.
CULTIVO.—Si bien en su país natal son los
Dammaras los árboles resinosos más corpulentos,
en Europa no crecen, ni con mucho,
tanto, y no se pueden considerar más que
como simples plantas de adorno ó colección.
Cuando hay semillas, la siembra es el mejor
medio de reproducción que,se puede emplear;
pero cuando faltan éstas, debe acudirse
á los injertos. Se hacen éstos sobre patrón
de Araucaria brasilensis ó A. imbrícala, sobre
todo para el D. orientalis, que no se
reproduce por estaca. El D. australis se
multiplica bien por este ultimo método, pero
no da individuos derechos sino cuando las estacas
provienen de la guía del árbol ó de las
yemas adventicias crecidas al pie de ésta. Necesitan
estas plantas eu nuestros climas invernadero
templado durante ¡as épocas frías.
DAN CALAN.—(V. Calophyllum.) "
DANG-LIN.—(V. Grewia.)
DANGLIN ASO.—Se llama así en las Islas
Filipinas el arbolillo Helicteres hirsuta,
Blum., de la familia de las Esterculiáceas.
DESCRIPCIÓN. — Hojas alternas, oblicuas,
algo acorazonadas, alargadas, aguzadas, con
cuatro nervios, dos veces aserradas, blandas
y vellosas; pecíolos cortísimos. Flores terminales,
en racimos pequeños; anteras blancas.
Fruto cónico, de 5 centímetros de largo,
muy erizado de cerdas blancas, compuesto de
cinco cajillas largas, puntiagudas, simplemente
aproximadas y que se separan en la
madurez, cada una con un aposento y muchas
semillas semi-romboidales. Florece en Julio.
DANUBIO (Danubius ó Ister de los antiguos
).—Gran río de Europa, que nace en el
gran ducado de Badén, á los 47" 58' latitud
Norte. Atraviesa el Wurtemberg, la Baviera,
el Austria, la Hungría; separa la Hungría,
la Valaquia, la Moldavia y laBesarabia de la
Servia y la Bulgaria, y desemboca eii el Mar
Negro por cinco embocaduras, entre los 45° 32'
y 47° 34/ de latitud Norte, recorriendo en todo
su curso 2.700 kilómetros. Sus principales
afluentes son: por Ja derecha, el Iller, el
Lech, el Trascu, el Ens, el Traseu, el Raob,
el Drave, el Mur, el Save, el Marava y el
Isker; por la izquierda, el Breuz, el Wernitz,
el Altmuhl, el Nab, el Regen, el Ilz, el
March ó Morava (diferente al anterior), el
Grau, el Theis, el Ahita, etc., etc.
Los principales sitios que riegan sus aguas
son: Sigmaringen, Ulnia, Ratisbomia, Passau,
Lintz, Viena, Presburgo, Grau, Pesth y
Buda, Pstervaradin, Belgrado, Sesnandria,
Widdin, Nicopoli, Selistra, Turma, Brahilov,
Galatz, Ismail.
Las rápidas corrientes del Danubio (7 kilómetros
por hora) hacen difícil su navegación
, y la escasez de puentes su paso. En sus
márgenes se encuentran vastas lagunas y sitios
pantanosos, desde Hungría hasta sus embocaduras
en el mar.
Las orillas de ese gran río son en su mayor
parte fértiles, y producen en abundancia cereales
y legumbres, que siendo su curso el de
465 leguas, le hacen el más importante de
Europa en productos agrícolas por las comarcas
que atraviesa.
J. de Hidalgo Tablada»

DAN — 446 — DAN
DAÑO.—Detrimento causado en las cosechas
por los animales ó por los hombres. Para
evitarlos debe organizarse bien la guardería
rural, y es necesario que los labradores persigan
á los animales dañinos, cazándolos en
unas ocasiones, y empleando lazos, trampas,
venenos, etc., en otras para exterminarlos. La
vigilancia contra los descuidos y mala voluntad
de los hombres es más necesaria allí donde
no estén cercadas las heredades.
DAÑOS EN LOS MONTES— Reproduciendo
en su mayor parte el trabajo del eminente
dasónomo Pascual, que á su vez trasladó
el texto del ilustre profesor alemán H. Cotta,
dividiremos la materia en cuatro capítulos,
según que los daños de que se trata sean causados
por el hombre, por los animales, por
los vegetales ó por los agentes inorgánicos.
I. DAÑOS POR EL HOMBRE. — Pueden ser
éstos de diversas clases, y de ellos vamos á
hacer una ligera enumeración.
Daños á los hitos.—Se causa esta clase de
daños alterando la situación de los hitos ó
destruyéndolos del todo. Es de necesidad,
pues, que las personas encargadas de la conservación
de los montes tengan mucho cuidado
de que no se destruyan ó alteren aquellas
señales; de que los caminos, corrientes de
agua y demás líneas naturales que determinen
el límite de las fincas en todo ó en parte,
no sean cambiados de dirección, y de, que se
puedan reconocer siempre bien, estando francos
y expeditos todos los lindes. Iguales precauciones
deben tenerse cuando éstos estén
formados de setos vivos ó muertos, tapiales,
cercas ó zanjas.
Es buena precaución, porque se evitan
cuestiones ulteriores, la de no emprender ningún
trabajo de restablecimiento de hitos ó
demás objetos que sirvan para marcar los límites
de los montes, sin que estén presentes
los propietarios ó sus representantes, y los
de las fincas que colinden con aquéllos.
Esta clase de daños, y lo mismo puede decirse
de todos los que se causan en los montes
por la acción directa ó con el concurso
del hombre, sólo pueden combatirse con una
buena guardería, siempre que la propiedad
esté bien organizada, la situación económica
de las respectivas localidades se desarrolle en
condiciones normales, las leyes estén ajustadas
al derecho, y la administración de justicia
funcione con regularidad y prontitud.
Las funciones administrativas del servicio
público forestal y las .leyes penales son en
definitiva la base sobre que descansa la defensa
de los montes contra los daños que en ellos
puede causar el hombre. Para conocer, por
lo tanto, los medios de defensa en el sentido
de que aquí se habla, es preciso estudiar con
algún detenimiento la legislación especial del
ramo que á estos particulares se contrae.
Daños por el tránsito.—Si éste se verifica
por caminos de antemano establecidos, no
pueden causarse daños de importancia; pero
si el tránsito tiene lugar á través del monte,
entonces pueden perjudicarse los repoblados
jóvenes con el pisoteo. Lo mejor es siempre
redimir en la medida de lo posible las servidumbres
de tránsito, porque facilitan con su
uso la perpetración de otras clases de daños,
tales como los de cortas y substracciones
fraudulentas.
Daños por talas y substracciones de producios
principales.—Son éstos, de entre los que
el hombre ejecuta directa é inmediatamente
por sí, los más graves y más perjudiciales. Se
llevan á cabo por medio de cortas, rozas, podas,
extracciones de tocones y tala de leñas
de toda clase, no sujetas á ningún principio
dasonómico de cría ni conservación. Cuando
se trata de aprovechamientos legalmente autorizados,
se cometen, excediéndose los compradores
ó contratistas de los límites señalados
á sus respectivos aprovechamientos, en
número, especie, edad y calidad de los árboles
y demás productos que aquéllos debían
comprender. En los demás casos, estos disfrutes
se realizan aisladamente y con carácter
fraudulento, siendo el móvil de todos el goce
de los productos substraídos ó el lucro que de
ellos puede obtenerse por medio de la venta.
Los montes españoles han sido víctimas y
siguen siéndolo aún de esta clase de daños,
que no bastan á extirpar las leyes penales ni
la guardería de que aquellas fincas son objeto.
En estos medios de corrección hay un vicio
manifiesto que, más que en la esencia de los
textos legales, se encuentra en las corruptelas'
introducidas en la aplicación de los preceptos
de custodia y castigo de los delincuentes. El
resultado de todo es que la propiedad forestal
no es respetada, y de ahí, dejando á un lado
otra clase de daños de que nos ocuparemos
más adelante, la desaparición de los montes,
que todo el mundo lamenta y que nadie combate
de un modo radical en el terreno de la
práctica.
Daños por los pastos.— Como el hombre
conduce los ganados al pasto, los daños que
aquéllos causan al monte se comprenden naturalmente
en esta sección. Los ganados causan
daños á los montes desbrotando y comiendo
los renuevos y hojas de los árboles de todas
edades; doblando, descortezando y rompiendo
las plantas jóvenes; atacando las raíces de la
planta joven y vieja; deteriorando el suelo
con el pisoteo; produciendo el arrastre de
tierras de las partes altas montañosas, al fondo
de los valles, y haciendo hoyos en los terrenos
blandos.
Ganado cabrío.—Las cabras son, sin disputa,
el ganado más nocivo á los montes. Comen
de todo, aun de las cosas ponzoñosas,
pues ninguna les daña; son tan golosas como
comedoras; apetecen y cogen las hojas de los
árboles, los renuevos ó pimpollos y hasta las
cortezas mismas. El mal que causan se extiende
á todo el monte donde pastan, porque
se complacen en buscar los parajes solitarios
y trepan á los árboles más elevados; penetran
por lo espeso sin miedo de dañarse ni espi-

DAN — 447 — DAN
narse, burlando la vigilancia del cabrero, por
dispuesto que sea. La acción destructora de
las cabras es siempre constante, porque no
temen los efectos de los agentes atmosféricos,
ni aun en las horas del día en que los rigores
de la intemperie reducen las otras especies á
la quietud y al sueño. Además, la cabra tiene
tanta fuerza al manotear, defendiéndose de los
insectos alados, que descubre las raíces y aun
troncha las guías más lozanas. Así es que para
conciliar su cría con la multiplicación de las
plantas leñosas, se han propuesto diferentes
medios; pero de cuantos se han ensayado, hasta
ahora ninguno ha tenido un resultado favorable
, aunque se ha recurrido á los violentos y
extraños de cortarle los tendones de los músculos
flexores del pie. 151 método más sencillo de
los que se han imaginado hasta el día para aminorar
los daños de las cabras, consiste en poner
un lazo ó traba con una cuerda desde uno
de sus cuernos á la pata del mismo lado; mas
los cabreros tienen buen cuidado en quitar el
lazo á las cabras así que vuelven las espaldas
los guardas de los montes.
Los legisladores han tratado en todas épocas
con la mayor severidad á las cabras, vedando
su entrada en los montes públicos é
imponiendo fuertes multas á los transgresores;
pero á pesar de este rigor sigue siendo este
ganado el azote de los montes españoles, por
la impunidad en que quedan los dañadores, á
quienes por influencias que no es del caso
citar, no se les aplica todo el rigor de la ley.
En Francia está prohibida la entrada del ganado
cabrío en todos los montes públicos, á
excepción de los prados cerrados.
Ganado caballar.—Después del cabrío, éste
es el ganado más perjudicial á los montes.
Apetecen los caballos las hojas y brotes tiernos
de los árboles y arbustos, y son los que
más daño hacen con el casco, por su gran superficie
y por la lentitud con que pastan. El
caballo pone la mano derecha más adelantada,
y empieza de este modo á pastar; cuando no
alcanza, se arrodilla con la mano adelantada,
y comprime los tallos de las plantas con el
casco, caña y rodilla. Al marchar coloca el
talón del casco donde tenía la lumbre de la
herradura, de donde resulta una senda cuyas
dos líneas paralelas están indicadas por las
huellas, que destruyen mucha hierba. En las
dehesas bien dirigidas se suelen escardar estas
huellas, para favorecer el crecimiento del pasto.
Para evitar estos efectos se ha propuesto
en algunos puntos, y se practica en muchos,
que el ganado caballar entre trabado en el
monte; pero además de que esta práctica hace
que los caballos se vuelvan estevados, tiene
también el gran inconveniente de que hacen
con los saltos hoyos muy profundos. Además
de todo esto, los animales que, como el caballo
y el asno, tienen incisivos en las dos mandíbulas,
despuntan con más facilidad la hierba
corta que los que carecen de ellos. Por esta
razón el caballo escoge la hierba más fina, y
deja que se multiplique y fructifiqué la más
tosca, y en esto consiste precisamente que
empeoren los pastos exclusivamente de caballos,
y de aquí la necesidad de alternar en
ellos el ganado caballar con el vacuno.
Las ínulas son tan poco delicadas que apetecen
toda clase de hierbas, y en el mayor
número de casos suelen ser muy útiles en los
bosques donde pastan, porque comen las hierbas
de los sitios bajos, casi siempre poco nutritivas
y muchas veces perjudiciales.
Ganado vacuno.—Los rumiantes, careciendo
de incisivos en la mandíbula anterior, no
pueden despuntar sino con dificultad las hierbas;
y el ganado vacuno, teniendo los labios
muy gruesos, no puede cortar más que las
hierbas largas, y por esta razón no hace daño
á los pastos que abundan de hierbas finas; no
obstante, cuando el suelo está blando, se lleva
consigo el manojo de hierba que ha formado
con la lengua, y por otra parte, causa daños
formando un gran hoyo con los pies. La huella
es la mayor después de la del caballo, porque
profundiza mucho con los dedos. Es bien
conocida de la gente de los montes la diferencia
que hay en la marcha entre los machos y
las hembras de esta especie, distinguiéndose
por ser diagonal, acaso para evitar el comprimir
las mamas. Las hembras son siempre
más frugales y hacen menos daño que los machos,
pero unos y otros doblan con frecuencia
los árboles jóvenes ó brinzales con las piernas,
y dañan también los troncos; de modo que
este ganado se considera como el más perjudicial
después del de las dos clases anteriores.
Los bueyes son también muy nocivos, porque
son más voraces y golosos del pasto, al
que no están de ordinario acostumbrados.
Ganado lanar.—Este ganado, tímido y pacífico,
no produce tantos daños como las otras
especies; no obstante, comen y cortan la hierba
más baja, roen la corteza blanda, echan á
perder la raíz, y toman las hojas y yemas tiernas,
no solamente de las especies de hoja
plana, sino también de las resinosas cuando
carecen de mejor alimento. Con la lana derriban
además las yemas y las cegan.
Así y todo, cuando la vegetación arbórea
ó leñosa en general llega á tener una altura
de un metro y medio ó poco más, queda ya á
salvo de los ataques de 1
este ganado, que no
se encarama como el cabrío.
Por lo demás, estos animales levantan, por
su modo de andar, como todos saben, grandes
polvaredas, las que, depositándose sobre las
hojas de las plantas, paralizan las funciones
de nutrición.
Ganado de cerda.—Este ganado se considera
por muchos motivos tan nocivo á los
montes como el cabrío. Sin embargo, es preciso
confesar que en los montes altos y viejos
es más útil que nocivo, á pesar de que devora
muchas semillas. Los cerdos, hozando, facilitan
el asiento de las simientes en el suelo, y
con ello su germinación. Por otra parte, como
gustan de lugares húmedos, devoran muchos
insectos, y no pocas lombrices y ratones.

DAN — 448 — DAN
Para evitar los daños que causan hozando,
ó bien se les rompen dos colmillos, ó bien se
les atraviesa por el hocico un anillo de metal
ó un pedazo de alambre, retorciendo después
sus puntas.
OBSERVACIONES GENERALES ACERCA BEL DAÑO
QUE CAUSAN LOS GANADOS.—Las especies leñosas
de hoja plana son más atacadas de los
ganados que las resinosas, pero en cambio á
la menor lesión sufrida por éstas las perjudica
más.
Las plantas jóvenes á su vez son más atacadas
también que las de cierta edad, siendo
este daño más grande en tiempo húmedo que
en tiempo seco.
Las especies que menos se resienten del
dieute del ganado son los alisos, sauces, álamos
y abedules. Las más sensibles sou las
hayas, fresnos, arces, olmos y robles.
Por razón de su más rápido crecimiento, la
chirpia que procede de los brotes de cepa ó
raíz se libra más pronto de los ataques de los
ganados que los arbolillos ó brinzales que proceden
de semilla, cuyo desarrollo es más
lento.
La naturaleza del suelo entra por mucho
también en esta cuestión, porque cuando es
muy fértil activa el desarrollo y la espesura
de las plantas, con lo cual se logra que los
daños sean menores para cada uña de ellas,
siendo el mismo el número de reses que entre
al pasto.
Influye asimismo la situación del terreno y
su consistencia, pues en superficies inclinadas
ó pendientes, ó en terrenos húmedos, blandos
y resbaladizos, el ganado ataca hasta las raíces,
que se descubren con facilidad y producen
arrastre de tierras.
Es evidente también que la escasez de hierba
ha de hacer que las reses ataquen más á la
vegetación leñosa que cuando el pasto es
abundante, y el pastadero extenso y bien poblado.
Son medidas que en todo caso deben tomarse,
para evitar los daños en cuestión, las
que siguen:
1. a
Los rodales vedados se distinguirán
con señales claras y de poco coste.
•2. a
No se dejará entrar ningún ganado en
el monte sin pastor responsable de su custodia.
3. a
El ganado permanecerá de noche en
las majadas.
4. a
El ganado mayor deberá llevar cen­
cerros.
ó." No entrará el ganado en el monte antes
del desarrollo de la hoja, sino después que
el brote esté endurecido.
6. a
Se procurará evitar la entrada en los
brinzales durante la época de las lluvias.
7. a
Los caminos pastoriles estarán limitados
con zanjas.
8. a
En los repoblados jóvenes se prohibi­
rá la entrada de las distintas clases de ganado
con relación á la talla de las plantas y al modo

DAN — 449 — DAN
ningún caso ir detrás de los carros que conduzcan
leñas, ni entrar en los sitios de cortas
hasta que estén levantados los productos.
Tampoco se permitirá que los rebuscadores
lleven hachas, azadas ni instrumento alguno
de corta ó arranque, ni caballerías, ni
carruajes, ni medio alguno de transporte. Los
que no cumplan estas disposiciones, y los que
de esta gracia hagan uu objeto de comercio,
deben ponerse á disposición de la autoridad
competente.
Daños por el aprovechamiento de frutos.—
Hay que distinguir en esta clase los frutos
que sirven para la alimentación del ganado de
cerda (montanera), tales como la bellota, hayuco
y castaña, y los que se extraen sólo para
otros usos, como las avellanas, bayas comestibles,
semillas de diversas clases destinadas á
la siembra, etc.
En toda recolección y disfrute de los productos
indicados hay que cuidar de que los
brinzales no experimenten perjuicio; que sufran
los caminos, y que no se favorezcan ni
ocasionen las infracciones y abusos.
Se denunciará además el ganado que se
encuentre fuera de los parajes designados
para la montanera ó de los caminos que conduzcan
á ella. Se cuidará también de que los
compradores del fruto no introduzcan en el
monte mayor número de cerdos que los señalados
en las condiciones de compra. Deben ser
denunciados los arrendatarios que hagan caer,
recoger ó comer á las reses cualquiera otro
fruto ó semilla diverso délos que constituyan
la montanera.
Daños por la extracción de resinas. — Este
aprovechamiento, estudiado con bastante
acierto por la Administración pública en España,
está sujeto á ciertas reglas generales de
forzosa aplicación á los montes públicos, determinadas
por las disposiciones legales vigentes
en la materia. (V. Resinación.)
De ellas se desprende que debe considerarse
como perjudicial á los árboles, la labra de
los troncos, cuando éstos no tienen un diámetro
mayor de 25 centímetros á la altura de un
metro del suelo; que cada año no debe hacerse
más que una entalladura de 50 á 90 centímetros
de alto, según los años, de 11 centímetros
de ancho y de 15 milímetros de
hondo; que las entalladuras han de hacerse de
abajo hacia arriba en los años sucesivos, hasta
llegar el quinto, en que se dé por terminada
una cara ó chaflán, que debe tener la altura
total máxima de 3,40 metros; que al abrir nueva
cara se haga ésta por el lado opuesto de la
que esté terminada; que el número total de
las que se abran ó labren en uní tronco resulte
ser de cuatro, opuestas en el sentido de los
diámetros dos á dos; y por último, que una vez
terminadas las cuatro caras, se puedan abrir
con el mismo orden y procedimiento otras cuatro
en la parte no descortezada, comenzando
así el período de labra á muerte, que se procura
venga á coincidir ó á caer en el último
decenio de la edad á que deba ser cortado el
árbol, según el plan de aprovechamiento del
monte.
Todo lo que sea contrario á estos procedimientos
debe considerarse como dañoso, y evitarse
ó corregirse por medio de una asidua
vigilancia, ejercida sobre los hacheros ó resineros.
Daños por la recolección de las plantas menudas.—Cuando
el aprovechamiento de plantas
menudas se conceda á los pobres, se fijará
por el propietario el número de personas, las
localidades y las condiciones de recolección.
Estas licencias deben darse por escrito, y se
recogerán á los que abusen de ellas, además
de ser puestos á disposición de la autoridad
competente si el caso lo exigiere.
Daños á la caza.—Los daños que el hombre
hace á la caza consisten principalmente en
la substracción fraudulenta, y se pueden disminuir
con una buena vigilancia, con leyes
severas, y con reglamentos de policía que dificulten
la venta de la caza hurtada.
Conviene que nadie entre á cazar en monte
ajeno, sin licencia por escrito del propietario;
que los guardas detengan á todo el que no
lleve este requisito, y que en los partes de
denuncias de daños se expresen hasta los menores
detalles.
La ley de caza vigente en España es bastante
perfecta, y garantiza, en la medida de lo
posible, la caza legal contra la fraudulenta, á
la vez que atiende con esmero á la reproducción
de los animales, estableciendo épocas de
veda, que se avienen con las de reproducción
y primera edad de las distintas especies que
forman la base de aquel ejercicio.
Daños á la pesca. — Conviene que nadie entre
á pescar en charcas, lagos, estanques, ríos
y arroyos sin licencia escrita del dueño* Se
cuidará de que en las aguas destinadas á la
cría de la pesca no se laven ropas ú otros objetos,
ni se arrojen basuras ó cenizas, ni se
maleficien las aguas, ni se echen á nadar perros,
ni se embalsen linos ó cáñamos. En los
partes de denuncia por daños á la pesca deben
incluirse todos los detalles del daño, para
que los tribunales puedan j uzgar debidamente.
Daños por el laboreo de las canteras.—El
aprovechamiento de las canteras puede ocasionar
los daños siguientes: deterioro del suelo
forestal; destrucción de los árboles; substracción
fraudulenta de productos.
En todo caso conviene tener presentes las
reglas que siguen:
1. a
No se permitirá el aprovechamiento
de las canteras sin autorización especial del
propietario del monte.
2. a
Se marcarán los límites de las canteras
con hitos claros y fijos,
3. a
Se señalarán los caminos destinados
para la conducción y transporte.
4. a
~So se permitirá que las piedras se
arrastren por las laderas pobladas- de monte.
5. a
Se harán colocar los escombros de
modo que no causen perjuicio al monte ni
impidan el tránsito.

DAN — 450 — DAN
6. a
Las excavaciones se harán rellenar del
mejor modo posible.
7. a
Las excavaciones que no se puedan
rellenar se fortificarán convenientemente.
• 8." Se hará que las canteras se trabajen
conforme á las reglas del arte.
II. DAÑOS POH LOS ANIMALES.—Entre los
mamíferos hay algunos que, aunque insectívoros,
destruyen muchas plantas, cortando las
raíces por medio de sus excavaciones, como
sucede con el topo. Los osos son omnívoros y
causan también muchos daños. El tejón, las
garduñas, los meloncillos, las comadrejas, los
hurones persiguen la caza, y la nutria no es
menos perjudicial á la pesca.
Los roedores son perjudiciales por los daños
que causan consumiendo los frutos y aun
royendo las cortezas, como sucede con la ardilla,
que tantas semillas destruye en los pinares
, y con el ratón campesino, que causa daños
considerables. La liebre común y el conejo
son útiles como producto de caza, y son perjudiciales
cuando se admite en esta producción
el principio de la caza ilimitada.
Entre los paquidermos figura el jabalí, que
con sus hozaduras favorece los efectos de la
diseminación en los montes, pero que hallándose
en número desproporcionado causa también
un gran daño á la producción leñosa.
El ciervo, el gamo y el corzo son dañinos,
pero poco perjudiciales cuando se hallan en
número relativo á la extensión del monte.
Cuando la caza mayor está regularizada,
se pueden disminuir los daños que causa
cercando el terreno donde discurre, y aun
proporcionándole comida durante el invierno,
con lo cual no ataca las cortezas de los
árboles jóvenes.
Los erizos, las zorras y las lechuzas son
grandes enemigos de los ratones, y bajo este
punto de vista se debe favorecer su propagación
, si bien las dos últimas especies atacan
también con furor á la caza de pelo. También
lo son, en términos generales, todas las
aves de rapiña. Entre los pájaros, son perjudiciales
á la producción forestal las especies
granívoras, como algunas del género Fringilla,
los pico-cruzados, etc. El martín pescador
es perjudicial á la pesca. Entre las Gallináceas
hay algunas especies del género Tetrao que
también causan daño.
Los animales más dañinos á los montes
son los comprendidos en la clase de los insectos.
He aquí los más importantes:
. COLEÓPTEROS.—JBostrichus typograplms, F.;
B. pinastra, B.; B. laricis, F.; B. abictiperda,
B.; B. villosus, F.; Hylesinus piniper-

DAN — 451 — DAN
2.° Extendiendo el tejido de sus raíces de
modo que no puedan las plantas leñosas absorber
el alimento necesario para su nutrición.
. 3.° Ahogando con su crecimiento las plantas
del vuelo.
4.° Dejando en el terreno un despojo perjudicial.
Las que pueden considerarse como más dañinas
son éstas: Erica vulgaris: nombre vulgar,
Brezo.— Vaccinium myrtillus, liáspano.—
V. vitis idaa.—Sparlium scoparium.— Clematis
vitalba, Hierba de los pordioseros.—Rabus
fruticosus, Zarzamora.—Rubus ca>sius.—
R. idarns, Chordones.
En las localidades pantanosas son perjudiciales
además: Ledumpalustre.—Erica tetralix.—Andrómeda
poly folia.— Empelrum nigrum.
— Vaccinium idiginosum.
Entre las plantas que no son leñosas figuran
también en la clase de nocivas las siguientes:
Scirpus, todas las especies.—Juncus,
todas las especies.—Nardus slricta
Elyums, todas las especies.—Agrostes, todas
las especies.— Carex, todas las especies.—Heléchos,
todas las especies.—Polytrichum, todas
las especies.—Sphagnum, todas las especies.—Minum
palustre.
La roza de las plantas leñosas en estío, el
arranque de las herbáceas antes de la fructificación
y la labor del terreno, son los medios
más seguros y eficaces para la destrucción
de las plantas perjudiciales.
IV. DAÑOS POR LOS AGENTES INORGÁNI­
COS.—Daños por el frío.—El frío es dañoso á
las plantas, porque unas veces detiene su vegetación
, otras las daña parcialmente y algunas
las mata. El primer daño se observa en los
países fríos, presentándose la vegetación raquítica.
El segundo se observa en la helada de
los brotes, de las flores y frutos, y en las hendeduras
de los troncos. El tercero, cuando
baja tanto la temperatura que se destruye
completamente el árbol.
Una buena disposición de las cortas; la
desecación de los terrenos pantanosos; la conservación
de los rodales ó masas de protección;
los abrigos de ramas y juncos á las diseminadas;
el cultivo de plantas protectoras
entre los brinzales, tales son los medios que
pueden emplearse para evitar ó aminorar los
daños indicados.
Daños por el calor.—Los rayos del sol, no
sólo son perjudiciales á la germinación, sino
que lo son á los tallos de los árboles grandes,
como se observa en las hayas, en las que por
el lado del Mediodía se suelen formar cánceres
si se lacera ó arranca la corteza en alguna
extensión mayor ó meuor del tronco.
Para evitar estos daños conviene orientar las
cortas, donde sea necesario, de Norte á Sur;
hacerlas por fajas estrechas, y dejar más resalvos
si se trata de monte medio. Los abrigos
con ramaje; los hoyos más profundos; la
cría de plantas protectoras; la plantación
profunda; el resguardo facilitado con musgos,
hojarasca y piedras, son los procedimientos
mejores para combatir los efectos del calor
excesivo en las siembras y plantaciones.
Daños por los- vientos.—Los vientos son
perjudiciales por el arranque y rotura de los
árboles, y por su influencia en la ordenación
del aprovechamiento. Las cortas en las especies
provistas de raíces someras, como los abetos,
no deben orientarse del lado de donde
soplan los vientos fuertes. En los terrenos
sueltos hay que tener también mucho cuidado
con la dirección de las cortas, porque el viento
puede deszocar ó derribar fácilmente los árboles.
En los montañosos, los vientos son aún
más de temer que en los llanos, porque proceden
de diversas direcciones, á causa de las
formas del terreno; por consiguiente, no siempre
se pueden hacer las cortas como lo exige
la corriente del viento.
Para evitar los daños que causan los vientos
se recomienda la conservación en pie de
algunas fajas de árboles protectores ó capas
de monte, no sólo en las lindes, sino también
en algunos puntos del interior de la finca,
donde el viento azote más.
Los daños procedentes de los huracanes se
pueden atenuar por medio de los cultivos
mezclados, es decir, colocando especies resistentes
á los vientos entre las que fácilmente
son destruidas por ellos.
Daños por la nieve.—El peso de las nieves
depositadas en las copas de los árboles los
suele tronchar cuando son jóvenes. Esto sucede
sobre todo en los pinares. Donde hay temor
de este accidente, hay que evitar que los
resalvos sean delgados ó ramosos si se trata
de monte medio, y si se trata de monte alto,
se deben hacer claras con alguna frecuencia y
reponer las marras por medio de plantíos.
Daños por las nieblas, escarchas y aguanieve.—Las
nieblas causan gran daño á todas
las especies leñosas, sobre todo en las regiones
montañosas, porque los vapores se condensan
alrededor de las ramas en tanta cantidad
que no pueden resistir su peso.
Como los árboles aislados son los más expuestos
á ser rotos por las nieblas, y los
expuestos corren el mismo peligro por las
nieves, y ambos daños además se verifican en
una misma localidad, hay que buscar un justo
medio entre estos extremos. Para esto se
conservan poco espesos los rodales nuevos, que
son los que están más expuestos á sufrir por
la nieve, y se conserva la espesura de los rodales
viejos, que tanto padecen con las nieblas.
Los daños de las escarchas y agua-nieve se
manifiestan cuando, después de una fuerte helada,
se inicia un deshielo repentino ó una
lluvia algo duradera. Estos daños se evitan del
mismo modo que los causados por las nieblas.
Daños por el agua.—Pueden considerarse
divididos en dos clases: los causados por las
aguas estancadas, y los producidos por las
aguas corrientes. Son perjudiciales las aguas
estancadas, porque, originan pantanos y marjales
inútiles para el cultivo, y porque sus
exhalaciones producen bajas de temperatura

DÁÑ — 452 — DAN
perjudiciales á los brotes tiernos. El remedio
más eficaz es el desagüe.
Las aguas corrientes son perjudiciales, porque
arrancan y arrastran consigo el suelo y
vuelo; porque cubren el terreno útil con arenas
y piedras; por las inundaciones prolongadas
que descomponen las plantas nuevas, y
por el hielo, ya acarreado, ya fijo, que produce
choques ó extrangula los brinzales por la
compresión de los tallos.
Se evitan ó disminuyen estos males por los
medios siguientes:
1." Plantando con sauces ú otros árboles
parecidos, las orillas de los ríos y arroyos, y
estableciendo en ellos el método de beneficio
de monte bajo.
2.° Limpiando los cauces de los ríos y rectificando
los recodos más peligrosos.
3.° Prohibiendo el arranque del césped en
las comarcas montañosas, donde los ríos corren
por grandes pendientes, y haciendo además
obras de defensa, como diques, empalizadas,
presas, etc.
4." Dando dirección á las corrientes temporales,
de modo que no inunden ó invadan
los caminos.
Daños por el fuego.—Se ocasionan los incendios
en los montes por las hogueras encendidas
durante el verano, por fumar, por
las armas de fuego, por el carboneo, por descuido,
por interés, por malicia, y también
por las chispas eléctricas. Pueden considerarse
, por lo tanto, como originados en la mayoría
de los casos por el hombre, y en este
concepto deberían haberse incluido en el capítulo
primero; pero la circunstancia de poderse
producir también con independencia de
la voluntad de las personas, hace que los reseñemos
en este lugar.
Como medidas preventivas contra los incendios
se pueden indicar las siguientes:
1. a
Las chimeneas y hogares de las casas
forestales se construirán con las precauciones
correspondientes, y se deshollinarán con la
frecuencia que la seguridad buscada exija.
2." Los hornos y fábricas que puedan considerarse
peligrosos, como los de cal, yeso,
tejares, productos resinosos, etc., no se establecerán
en los montes sin las precauciones
correspondientes.
3. a
Los almacenes de madera, leña, car­
bón y demás combustibles se situarán en parajes
exentos de riesgo. Se evitará entrar de
noche en dichos almacenes, aunque sea con
farol, y en los de carbón ó paja se prohibirá
absolutamente entrar con luz y fumar.
4. a
Las cenizas de los pueblos ó casas en­
clavadas ó próximas á los montes se arrojarán
en sitios distantes de los lugares donde el
fuego pueda prender á las plantas ó pasto.
5. a
Se procurará no encender braseros ni
en los balcones ni en las ventanas que miren
al monte.
6. a
No se amontonarán pajas ni basuras
de cuadra, ni esteras, sino en los parajes resguardados.
7. a
No se podrá encender lumbre en el
monte sin licencia del propietario, ni sin señalar
el paraje y modo de hacerlo.
8. a
Los que tengan licencia para encender
fuego deberán quemar solamente leñas muertas
y secas, y de ningún modo ramaje, haciendo
siempre el hogar en un hoyo de unos
4 á 5 decímetros de profundidad, y matando
la lumbre á su debido tiempo, de modo que
no haya ocasión de daño.
9. a
La vigilancia ordinaria se aumentará
durante la estación calurosa, en la cual, agostados
los pastos, se produce fácilmente el
fuego.
10. Se vigilarán con frecuencia los puntos
de estancia y tránsito de los segadores, labradores,
jornaleros, pastores y toda clase
de operarios que trabajen ó transiten por el
monte ó por los terrenos limítrofes.
11. Las armas de fuego se atacarán cou
lana durante el estío, para evitar que con los
tacos se prenda fuego al pasto.
12. En el estío se prohibirá el uso del tabaco
de fumar, por la exposición de que produzca
fuego el descuido de arrojar yescas,
fósforos ó cigarros encendidos.
13. Se procurará disminuir el número de
licencias de tránsito durante el verano, concediéndolas
con la cláusula de que no se fume
al transitar, ni se haga cosa alguna que
pueda producir incendio.
14. Durante el verano se establecerán atalayas
de observacióu en los puntos más elevados
del monte.
15. Se establecerán campanarios ó telégrafos
ópticos en las casas forestales para comunicar
la noticia del fuego, á fin de que se
suministren con oportunidad los auxilios correspondientes.
16. En cada casa forestal habrá un depósito
de hachas, sierras, podones, espuertas,
terreros, azadones, regaderas y demás útiles
para cortar y extinguir el fuego.
17. Se cuidará de la limpieza y roza de las
rayas ó corta-fuegos.
Se distinguen tres clases de fuegos en los
montes:
1.° El fuego corredor, que se propaga por
la superficie del suelo, alimentándose con las
plantas pequeñas.
2.° El fuego alto, que se propaga por el
vuelo.
3.° El fuego subterráneo, que se propaga
por las turberas.
Entre las disposiciones para cortar los incendios,
la más importante es el orden. Debe
haber uno que mande y proporcione los auxilios
necesarios, y otro que tenga la dirección
facultativa, y á cuyas órdenes estén todos los
operarios.
El fuego corredor se apaga fácilmente por
medio de golpes con ramas de retama ó de
otra planta algo tupida y elástica; pero el del
vuelo es difícil ó casi imposible de extinguir
pronto allí donde no hay corta-fuegos. El
procedimiento consiste en cortar los árboles

DAP — 453 — DAP
en una extensión proporcionada, y en forma
de faja, al lado contrario y en sentido normal
á la dirección que el fuego lleva. En todos los
casos importa reconocer desde luego la dirección
del viento, que es el que determina la
marcha del fuego, para establecer los puntos
de ataque, y rodear el espacio incendiado por
el lado contrario á la marcha de las corrientes
de aire.
Una vez cortado el fuego, se determinará:
1.° La situación del terreno quemado.
2.° La cabida aproximada.
• 3.° El tiempo que haya durado.
4.° La especie y edad de los rodales quemados.
5.° La relación de los medios empleados
para extinguir el incendio.
6." Los operarios que se hubiesen distinguido
cortando el fuego, y los que no hayan
llenado su deber.
7.° Las autoridades, fuerza pública de toda
clase y vecinos que hubiesen contribuido á la
extinción.
A las ocho días después de cortado el fuego
se extenderá una relación que comprenda:
1." La cabida exacta del terreno quemado.
2.° La tasación de los productos perdidos
y chamuscados, y la de ios daños y perjuicios.
3.° La apreciación del influjo que el incendio
tenga sobre el plan general de aprovechamiento.
4.° Los procedimientos que haya que seguir
para repoblar el terreno incendiado.
J. Jordana y Morera.
DAO.—(V. Paliurus.)
DAPDAP— (V. Erythrina.)
DAPHNE.—Género de plantas de la familia
de las Timeleáceas. Comprende varias especies
arbustivas que viven en los montes, y son
muchas de ellas objeto de cultivo en los jardines.
Las propiamente forestales apenas si
sirven más que como leña ó combustible, y
aun así valen poco, porque no suelen formar
rodales extensos en España, como los brezos y
las jaras.
Las especies que se encuentran en los montes
españoles son las siguientes:
I." Daphne mezereum, L.—En Cataluña
se llama Olivereta. Esta mata suele alcanzar
una altura de un metro; tiene los tallos y ramas
derechas; la corteza lisa, gris, con puntos
obscuros; el líber es cáustico y de olor
desagradable. Hojas tardías, caedizas, oblongas
ó lanceoladas, tres ó cuatro veces más
largas que anchas, cuneiformes en la base,
agudas en el ápice, garzas en el envés, de 6 á
8 centímetros de largo y 1,5 á 3,5 de ancho;
pecíolo casi nulo. Flores precoces, de color de
rosa, á veces blancas, olorosas, en hacecillos
laterales, sentados y agrupados á lo largo de
las ramas, terminadas por un penacho de hojas.
Fruto baya verdosa al principio, roja
cuando madura. Florece en primavera, y suele
reflorecer en otoño. Los frutos se tienen por
venenosos. Existe en los Pirineos, y se cita en
los montes de Galicia, sierra de Guadarrama
y en Rivas. Prefiere esta especie la montaña
(hasta 2.000 metros de altitud) al llano, y los
bosques y matorrales frescos á los sitios secos
y desnudos. Se cultiva en los jardines y se multiplica
de semilla. Hay una variedad de flores
grandes y encarnadas.
2." Daphne laureola, L. — Llámase por
algunos adelfilla, y en Cataluña sanet de pajeros,
según Costa. Es una mata de un metro
escaso de altura, con ramas gruesas y flexibles,
y corteza pardo-amarillenta ó verdosa,
con los cojinetes de las hojas muy marcados.
Hojas persistentes, lanceoladas ó triovadooblongas,
agudas, lustrosas y de color verde
obscuro en el haz, más pálidas en el envés,
gruesas, correosas, amontonadas en el extremo
de las ramas, de 4 á 6 centímetros de largo
y de 1 á 1,50 de ancho, sentadas y adelgazadas
en pecíolo aparente; nervio central
muy marcado, los laterales poco. Flores con
perigonio verdoso ó amarillento, en racimillos
axilares de pocas flores. Fruto aovado,
negro en la madurez. Hay una forma, latifolia,
Cosson, con las hojas de 7 á 10 centímetros
de largo y 2 á 3 de ancho. Florece la
adelfilla de Marzo á Abril en el Sur, y de
Abril á Mayo y aun más tarde en el Norte
de España.
Vive en Cataluña, Aragón, Navarra, Provincias
Vascongadas, Santander, Asturias,
Burgos, Logroño; se cita en Galicia, y también
existe en las sierras de Algeciras, de
Ronda, de Segura y Cazorla y de Sierra Nevada.
Como la especie anterior, prefiere la montaña
al llano, los sitios poblados á los desnudos,
y los suelos calizos á los demás. Se han hecho
ensayos de fabricación de cuerdas y papel con
las fibras del líber de esta planta. Toda ella,
y en particular la corteza, es acre, corrosiva
y elástica.
* También se cultiva esta especie en los jardines.
Requiere tierra ligera, substanciosa, sombra
y frescura. Se multiplica de semilla. Sirve
de patrón para injertar los otros daphnes.
3." Daphne Philippi, Hortul. — Es más
bien una variedad de la anterior. Habita en
los Pirineos. Difiere del Daph. laureola por
tener sus hojas esparcidas por las ramas y no
amontonadas; por sus flores casi tan cortas
como las brácteas y no mucho más largas que
ellas, y por su más pequeña talla. También
se cultiva en los jardines. Las flores, rosadas
y olorosas, duran casi todo el año.
4. a
Daphne gnidium, L.—Es el torvisco
de los castellanos, ó malapoll de los murcianos
, valencianos y catalanes. Forma una mata
de un metro de alta, con ramas derechas y
mimbreadas, y las ramillas tiernas, pelosillas.
Hojas lanceolado-lineares, de 2,5 á 4 centímetros
de largo y de 5 á 8 milímetros de
ancho, sentadas, agudas, mucronadas, lampiñas
y correosas. Flores en racimillos terminales.
Perigonio caedizo, blanquecino ó amarillento.
Fruto baya aovada ó casi globosa,
verdosa al principio, al fin roja. Florece

DAP — 454 — DAP
durante el verano, durando á veces la florescencia
hasta el otoño. Los frutos y la corteza
son acres y drásticos. Se usan para levantar
ampollas y curar la sarna.
Exceptuando quizás las Provincias Vascongadas
y Asturias, se halla el torvisco en
todas las demás, aumentando hacia las del
Mediodía, pero siempre en matas aisladas,
sin formar rodales. Prefiere los montes bajos
y matorrales de suelo suelto y cascajoso, sin
temer las exposiciones más secas y cálidas.
También es objeto de cultivo en los jardines.
5. a
- Dapluie alpina, L.—Mata pequeña, de
2 á 6 decímetros de altura, muy ramosa, con
las ramillas jóvenes blanco-pelosas, las viejas
lampiñas y la corteza rugosa transversalmente.
Hojas lanceolado-cuneiformes ó trasovadooblongas,
de 2 á 3 centímetros de largo y de
6 á 8 milímetros de ancho; pecíolo casi nulo,
sedoso-vellosas cuando jóvenes, después lampiñas
en el haz, pero pubescentes en el envés y
en la margen, caedizas, amontonadas al extremo
de las ramas. Flores terminales, casi coetáneas
con las hojas ó tardías, blancas, olorosas
(principalmente por la noche), sentadas. Fruto
rojizo. Florece eu primavera ó verano.
Se indica en los Pirineos. Busca las colinas
y laderas pedregosas. En los jardines se cultiva
al aire libre, y se multiplica por semillas
é injerto.
6. a
Daphne Cneorum, L.—Matilla de 1 á
3 decímetros de altura, muy ramosa, con ramas
extendidas ó tendidas y rastreras, desnudas
en la parte inferior, hojosas y pubescentes
en la superior. Hojas espatulado-lineales
ó lineares cuneiformes, obtusillas, ó algo
escotadas y mucronadas, de 1 á 2 centímetros
de largo y de 3 á 5 milímetros de ancho,
pecíolo nulo, lustroso-coriáceas, persistentes,
de color verde obscuro en el haz, pálidas en
el envés. Flores casi sentadas, reunidas al extremo
de las ramas, con brácteas. Perigonio
sonrosado, oloroso. Fruto baya amarillo-rojiza,
del tamaño de un guisante. Florece de
Mayo á Julio, y suele florecer de nuevo en
otoño. Vive en los Pirineos y cordillera cantábrica,
llegando hasta Galicia y corriendo
desde la región baja á la alpina. Asienta en
las rocas húmedas y en las praderas, prefiriendo
los terrenos calizos.
En jardinería se cultiva en tierra de brezo
suelta, con exposición al Norte. Se multiplica
de semillas, poniendo el semillero á la
sombra. También se reproduce por injerto y
acodo. Sufre la poda. Hay una variedad de
flores blancas y otra de hojas jaspeadas.
7. a
Daphne oleoides, Schreb., var. jasmi-
nea.— Matilla de 2 á 4 decímetros de alto,
muy ramosa, de corteza pardo-obscura, lisa y
marcada por las cicatrices de las hojas caídas;
ramillas derechas ó extendidas. Hojas oblongas
ó lanceolado-trasovadas, obtusillas, persistentes,
coriáceas, pelosas por el envés cuando jóvenes,
después lampiñas ó con algunos pelos,
echadas, de color verde-obscuro, y lustrosas
por el haz, pálidas y en pequeñas glándulas
por el envés, de 1,5 á 3 centímetros de largo
y de 5 á 7 milímetros de ancho. Flores tardías,
en hacecillos terminales, sin brácteas;
perigonio sedoso, blanquecino-amarillento ó
pardo-rojizo. Fruto baya roja cuando madura.
Florece en verano, y habita en la Sierra
Nevada, Sierra de Mariola y provincia de
Jaén (tal vez en Sierra Segura). Se halla entre
los matorrales, eu la región montana y
alpina, y sobre suelos calizos.
8. a
Daphne Vellaioides, Rodríguez Feme-
nías (Dph. Rodriguerii, Teix.).—Descubierta
en la isla de Menorca por el indicado botánico
, y descrita por el Sr. Barceló, en su
Flora de las Baleares, como sigue:
«Mata de tallo derecho, ramosísimo, y las
ramas ascendentes, de corteza agrisada. Hojas
pequeñas, coriáceas, trasovado-oblongas,
obtusas, sub mucronadas, lustrosas y de un
verde obscuro en su haz, pálidas y punteadas
por el envés, con la costilla blanquecina y prominente;
flores olorosas, sentadas, dos, cuatro
ó cinco, fasciculadas, ó solitarias en la axila
de las hojas superiores. Perigonio pubescente,
verdoso ó purpurescente, con las lacinias
oblongas, escotaditas. Fruto aovado agudo,
verde obscuro. Florece de Marzo á Abril.—
Menorca: Mongof're-nou. (Rodr.)—Islote de
Colón, al Norte de Menorca (Carreras).»
Las especies de las Islas Filipinas son las
que á continuación se expresan:
9. a
Daphne fmuda, L. Los indios la lla­
man Salago y Malasampaga.—Tronco con
las ramas medio ahorquilladas, alcanzando
una altura de 2 á 5 metros. Hojas opuestas,
algo acorazonadas, aovadas, muy aguzadas,,
enteras y lampiñas; pecíolos cortísimos, y por
encima con un canal alado. Flores terminales
en umbela simple. Fruto baya superior,
con una semilla globosa, de cubierta coriácea
y delgada. Florece en Junio.
Es común esta planta en las playas marítimas.
La corteza es muy tenaz, y se puede hacer
fácilmente papel de ella. Basta para estoecharla
en agua, y sacarla al día siguiente ó
á los dos días. Se vuelve al agua después de
seca, y se la pisa bien con los pies y se deja
secar al sol. Esta operación se continuará por
algunos días, hasta que la pasta tome la blandura
que se desee. Tiene ésta el color ceniciento.
Las hojas son purgantes.
10. Daphne indica, L. Llamada también,
como la anterior, Salagoy Malasampaga.—
Hojas opuestas, aovadas, alargadas, aguzadas,
enteras y lampiñas; pecíolos cortísimos,,
con canal un poco alado. Flores terminales
con umbela, rojas ó blancas, de olor agradable,
y que aparecen de Febrero á Mayo.
Las hojas son purgantes como las de la especie
anterior. En Europa se cultiva en invernáculo
templado. Hay diversas variedades,
las cuales se multiplican por injerto sobre eí
Daph. laureola.
11. Daphne aquilaria, P. Blanco. Nombre
vulgar, Arandón.—Arbolitos del grueso,
del muslo y de poca altura, con el tronco de-

DAP
recho y ramoso. Hojas opuestas, de 5 centímetros
de largo y 2 de ancho, ovales, enteras,
lampiñas y carnositas, con los nervios
laterales poco manifiestos; pecíolos cortísimos.
Flores axilares, hermafroditas, en panojas
de poquísimas florecitas. Fruto drupa muy
pequeña, del tamaño de un guisante, oval,
poco carnoso; la nuez es coriácea y frágil,
conteniendo una semilla. Florece en Junio.
El duramen de la madera en algunos arholillos
es negro, con manchas blancas, especialmente
en los que han sido lastimados
por los vientos ú otro contratiempo. Sus astillas,
quemadas, dan un olor muy suave y aromático,
y despiden entonces resina. Las raspaduras
se toman en agua ó vino, y son amargas
y estomacales. La corteza es filamentosa.
Entre las especies de otras procedencias
que más frecuentes son en los jardines, citaremos
las que siguen:
12. Daphne política, L.—Originaria de las
costas del Alar Negro. Tiene un metro de altura,
siempre verde: las ramas son muy flexibles,
y las hojas ovales elípticas, lampiñas y
coriáceas. Florece de Marzo á Mayo. Las flores
son numerosas, delgadas, verdosas, olorosas
y geminadas, y están dispuestas en pequeños
racimos hojosos en el extremo de las
ramas. Se pone de asiento, pero con abrigo,
en invierno.
13. Daphne Altaica, L. — Semejante al
Dapline Alpina, pero más hermosa. Vegeta
bien en las umbrías.
14. Dapline collina, Sen. (Daph. oleafolia,
Lam.).—Arbusto procedente de Italia,
que alcanza una altura de 1 á 1,30 metros.
Tiene las ramas rojizas: hojas persistentes, espatulado-lanceoladas,
de color verde-obscuro
por encima, vellosas por debajo. Las flores,
que aparecen de Abril á Junio, están
dispuestas en grupos axilares y terminales,
siendo de color rosa pálido por dentro. Despiden
un olor suave. Quiere esta planta tierra
de brezo y abrigo en invierno.
15. Daphne Delphini, Hortul.— Híbrida
del indica y collina. Florece de Noviembre
á Abril. Flores más grandes, de color más
subido y más suaves que las de la última especie.
Requiere invernáculo cálido, y se multiplica
por injerto:
16. Daphne Versaliensis, Hortul.—Intermedio
entre la anterior y el D. Cneoruni.
Tiene las flores rosadas y olorosas. Duran la
mayor parte del año.
17. Daphne Fortunei, Luidl.—Arbusto de
la China. Planta de adorno en Europa. Quiere
para su cultivo tierra de brezo ó tierra ligera,
fresca y con sombra. Se multiplica por injerto.
Púnese en invernáculo ó de asiento con
algunas precauciones.
18. Daphne papyrifera.—Procede de Java
y el Japón. Se ha usado para hacer papel.
19. Daphne cannabina. — Oriundo de. la
Cochinchina. Ha tenido la misma aplicación
que la especie anterior.
J. Jordana y Morera.
I
— 455 —
DAR
DAPO.—Nombre que los indios de las Islas
Filipinas aplican indistintamente á casi
todas las plantas parásitas, sea cualquiera la
familia á que pertenezcan. (V. Loranthus.)
DAPO SA CAJOI.—Se distingue con
este nombre en las Islas Filipinas el arbusto
silvestre y parásito, Loranthus tomentosus,
P. Blanco, de la familia de las Loraniáceas.
(V. Loranthus.)
DAPO SA PAJO.—Así se designa en las
Islas Filipinas el arbusto Dendrophthoe Filippinensis,
Cham., de la familia de las Loraniáceas,
que vive parásito sobre los mangos y
otros árboles. Tiene las hojas opuestas, escurridas,
lanceoladas, casi enteras, lampiñas y
carnosas. Flores axilares y laterales, en racimos,
con tres hojuelas pequeñas en la base
de cada florecita. Fruto cajilla con seis semillas.
DARIANGAO.-(V. Adaán.)
DARWIN (Carlos Roberto).—Nació en
Shrevcsbury en 1809 y murió en fin de Abril
de 1882. Después de dar vuelta al mundo, vivió
casi siempre retirado y enfermo en Down,
condado de Kew. No ejerció cargo público
ninguno, y á esto y al gozar de una fortuna
holgada debió el poderse consagrar completamente
á la observación y al estudio.
Pocos personajes contemporáneos han ocupado
la atención pública en tanto grado como
Darvvin, ni dejado huella tan profunda en la
esfera científica. La historia de su vida es la
historia de sus obras, y éstas son tan numerosas
y variadas que bastan por sí solas para
formar una biblioteca.
Siendo cosa ajena á nuestro propósito hacer
un juicio crítico de todas ellas, y en la
imposibilidad , por otra parte, de emitirlo con
cabal conocimiento por no haberlas leído todas,
nos limitaremos á enunciar sus títulos,
para dar idea de la vasta capacidad del autor,
y para que aquellos de nuestros lectores que
deseen enterarse de lo que hoy se llama el
Darwinismo, puedan elegir la que más les
convenga. He aquí el catálogo: El origen de
las especies ó la lucha por la existencia; De la
variación de los animales y de las plantas en el
estado doméstico; L,a descendencia del hombre
y la selección sexual; De la fecundación de las
orquídeas por los insectos y del buen resultado
del cruzamiento; La expresión de las emociones
en el hombre y en los animales; Viaje de
un naturalista alrededor del mundo; Los movimientos
y costumbres de las plantas trepadoras;
Las plantas insectívoras; De los efectos de
la fecundación cruzada y directa en el reino
vegetal; De las diferentes formas de flores en
las plantas de la misma especie; De los gusanos
en la formación de la tierra vegetal; Geología
de la América meridional; Transacciones geológicas,
etc.
El sistema de Danvin, llamado transformismo,
tiene dos aspectos: el filosófico y religiosa,
y el naturalista. Acerca del primero sólo nos.
cumple decir que las ideas del autor son tan
atrevidas y pugnan tan abiertamente con la

DAR — 456 — DAS
revelación, que ni el cristiano ni el católico
pueden admitirlas. En cuanto al aspecto naturalista,
es dado afirmar que asombra la perspicacia
del sabio y la facultad maravillosa que
demuestra para deducir de sus infinitas observaciones
teorías generales y principios de
doctrina.
La base del transformismo es la siguiente:
Las plantas, lo mismo que los auimales, pueden
, al desarrollarse, tener caracteres que los
diferencien ligeramente de sus primogenitores;
estas variaciones orgánicas, estas modificaciones
individuales, según exposición de
M. Duval, pueden ser transmitidas á los descendientes.
Así, por ejemplo, en medio de
A'arias plantas de flores blancas con pequeña
corola, habrá alguna de la misma clase de
corola más ancha y de matiz rosáceo. Recogiendo
la simiente de esta variedad y sembrándola
con cuidado, se obtendrá una nueva
generación en la cual serán mucho más numerosas
las flores de corola ancha y de matiz
rosáceo, y hasta entre estas mismas habrá
algunas que sobrepujen á las demás en lo
ancho de la corola y en el matiz rojizo. Eligiendo
la semilla de estas últimas, se verá en la
generación siguiente acentuarse más y más el
tipo de flor ancha y rojiza, y por elecciones
sucesivas y siembras regulares se llegará á
poseer una variedad definitiva y fija, es decir,
una especie que se reproducirá siempre con
el carácter que se ha querido llevar á la exageración.
Tal es el método seguido por los
ganaderos para producir razas particularmente
adaptables á determinados servicios. En
estos casos el hombre interviene para perpetuar
y desarrollar, por medio de la transmisión
hereditaria, las modificaciones individuales
espontáneas, y verifica lo que se llama
selección artificial.
En cuanto á las plantas y á los animales
salvajes, nótase que entre unas y otros aparecen
también variedades individuales, y la selección
se verifica por las condiciones ambientes,
por el medio exterior, por las solas fuerzas
de la naturaleza, por lo cual se llama selección
natural. Esto es lo que constituye la lucha
por la vida ó concurrencia vital.
Darwin ha encontrado la ley de este combate
por la existencia en todas las escalas del
mundo orgánico. Siendo así que siempre nacen
varios individuos de una misma pareja, la población
viva del globo, animal y vegetal, debería
crecer indefinidamente; y suponiendo
una sola especie animal y vegetal primitivamente
existentes, cada una de estas especies
acabaría, no habiendo cosa que se opusiese á
su expansión, por multiplicarse hasta el punto
de invadir toda la tierra; los individuos de
la especie de que se trata se multiplicarían
en un grado tal que el espacio y el sustento
no les bastasen. En este caso los individuos de
esta especie única se verían obligados á luchar
entre sí para disputarse el sitio y la comida;
los más favorecidos, es decir, los más fuertes,
los mejor provistos de medios de ataque y de
defensa, de aptitudes para substraerse al influjo
de las condiciones contrarias, serían los
que subsistiesen y se reprodujesen, y esta
lucha produciría una selección de los fuertes
á costa de los débiles.
En las condiciones de la concurrencia vital
la selección natural es obra del tiempo; obra
del tiempo es que los caracteres ventajosos
con que algunos individuos están dotados desde
su nacimiento, se acentúen sucesivamente
en sus descendientes, dando lugar á formas
que constituyen al principio simples variedades,
elevando después estas variedades al rango
de especies y las especies al de familias, y
por último, sucesivamente al de órdenes y
clases. El encadenamiento anatómico de los
tipos, según esta teoría, que juzgamos inadmisible,
es debido á una transformación gradual
y constante.
Bajo el punto de vista práctico, el transformismo
de Darwin ha sido fecundo en consecuencias.
De él se han deducido reglas ciertas
sobre la selección, principio general de
mejora de la ganadería y de las plantas, y sobre
la adaptación de las razas á los diversos
climas.
Leyendo algunas de las obras de Darwin,
queda persuadido el agricultor de la necesidad
délos conocimientos científicos para perfeccionar
los productos y para comprender
importantísimos fenómenos de la producción
animal y vegetal. En vista de tan profundas
investigaciones, con venzámonos los españoles,
de ordinario refractarios á la ciencia, de
que sólo con ella es dado al hombre enseñorearse
en su provecho, bajo el punto de vista
agrícola y zootécnico, de la tierra y de la atmósfera,
de las plantas y de los animales.
M. López Martínez.
DASOCRACIA.—Es la parte de la ciencia
forestal que se ocupa de la ordenación de los
montes para obtener de ellos una renta constante
é igual en lo posible, formada por la
mayor y más útil cantidad de productos en
especie.
El vocablo procede de las dos voces griegas
dasos, monte, bosque, y crasin, ordenar, distribuir,
gobernar, etc. (V. Dasonomía.)
DASONOMÍA. —Se entiende por tal la
ciencia que trata de la cría, conservación,
cultivo y aprovechamiento de los montes. El
organismo etimológico de esta palabra arranca
del griego, mediante la combinación de las
voces dasos, bosque, monte, y nomos, ley, de
modo que dasonomía equivale á ley ó leyes
que rigen ú los montes.
Esta denominación glosológica, tal vez no
muy exacta, aunque de origen muy moderno,
puesto que no cuenta más que unos cuarenta
años (1), ha tomado ya carta de naturaleza
(1) Débese al erudito dasónomo y primero de los
ingenieros de montes españoles, T>. Agustín Pascual,
poco tiempo hace arrebatado á la ciencia por una
muerte tan inesperada como sentida, la introducción
de este vocablo y la de los análogos, de estructura

DAS — 457 — DAS
entre nosotros, usándose hasta en los documentos
oficiales, y casi puede decirse que ha
pasado á ser patrimonio de todas las clases
ilustradas de España. Algunos ingenieros pretenden
, sin embargo, que carece de rigurosa
exactitud ó precisión, y preferirían que se
sustituyese por la voz dasología, tratado de
los montes, con el fin de comprender en su
estudio todo lo que con la riqueza forestal se
relaciona, independientemente ó además del
conocimiento de las leyes naturales por que
se rigen aquéllos.
Los alemanes, dada la facilidad con que su
idioma se presta á la formación de palabras
compuestas, han adoptado el vocablo Forstwissenschaft,
ciencia de montes, de forst, foresta,
wissen, conocimiento científico, y schafl,
desinencia procedente de schaffen, constituir;
y los franceses dicen á su vez Science forestière,
sin acudir, á semejanza de los alemanes,
á la glosología griega. España es seguramente
la única nación que posee hoy un vocablo propiamente
científico para designar la ciencia
forestal.
Como ya se ha dicho, la dasonomía se ocupa
de la cría, conservación, cultivo y aprovechamiento
de los montes, esto es, de su reproducción,
natural ó artificial, y de la obtención
y distribución de sus productos; de
donde se sigue una división natural de la dasonomía
en tres partes, según sea uno ú otro
el objeto del estudio. De ahí la dasótica (1),
que trata de la cría natural del monte por
medio de la recolección de los productos y de
los medios de conservación; la selvicultura,
que estudia la obtención del repoblado por ei
cultivo, y la dasocracia (de dasos, monte, y
crasin, ordenar, distribuir, gobernar, etc.),
que se ocupa de la ordenación para obtener
el mayor, más útil, igual y constante rendimiento
en especie.
A su vez la dasótica, teniendo por objeto la
cría ó reproducción natural del vuelo de los
montes y su conservación, se divide en dasotomía
(de dasos, monte, y tomín, cortar), parte
de la ciencia que estudia el modo de criar el
monte por medio de la recolección de los productos,
ó sea de las cortas, dando á esta pala-
griega , que determinan las divisiones de primer orden
en que la dasonomía se desglosa para su ordenado
estudio.
Como ensayos de este género de glosología, apuntó
también las voces alsoloqía, de alsos, bosque, y
Ingos, discurso, ciencia de montes; dasotecnia, ó arte
alsológica, y algunas otras tan ingeniosas como inusitadas,
que no se han generalizado todavía entre los
forestales españoles.
(1) Fórmase esta palabra de dasos, monte, bosque,
sobreentendiéndose techné, arte ó cosa concerniente;
de modo que dasótica significa cosa concerniente
á los montes, ó arte de los montes. Como se ve,
el vocablo tiene vicio de vaguedad, porque también
la dasonomía es arte de los montes, ó trata de lo concerniente
á ellos, según sea el punto de vista que se
tome para.iuzgar la materia forestal.
Dic.—IV.
bra su mayor extensión, y en guardería, que se
ocupa del conocimiento de los medios de que
debe valerse el dasónomo para defender á los
montes de los daños de que pueden ser objeto.
El cuadro general de la ciencia de montes
puede expresarse, por lo tanto, del modo que
sigue:
Dasotomía: Repoblado
DASONOMÍA:
Cría, conserva
ci ó n,
cultivo y
aprovechami
e nto de
los montes.
Dasótica:
Cria y
conservación..
por medio de cortas y
rozas.
Guardería: Medios
para combatir los daños
que pueden sufrir
los montes.
Selvicultura: Repoblado por medio
del cultivo (siembras y plantaciones).
Dasocracia: Ordenación ó distribución
del aprovechamiento.
Fundándose algunos dasónomos españoles,
de notoria autoridad en la materia, en que la
voz selvicultura puede extenderse muy bien
al concepto de la cría y cultivo, sustituyen
la voz dasótica por ésta, reduciendo entonces
la división de la dasonomía á las dos partes
principales de reproducción y aprovechamiento,
denominadas respectivamente selvicultura
y dasocracia.
La diferencia, después de todo, tiene más
de puritanismo de forma que de trascendencia
de fondo, aun cuando siempre sean de lamentar
estas discordancias, por la confusión,
siquiera sea momentánea y aparente, que traen
al estudio cuando en él se inician los principiantes.
Más extraño es aún que aquella terminología
no haya sido aceptada todavía en los programas
oficiales que rigen para la enseñanza
en la Escuela especial de Ingenieros de montes.
En el reglamento de dicha Escuela aparece
dividido el estudio d.e la dasonomía en las siguientes
partes, que constituyen otras tantas
asignaturas:
Selvicultura.—Cría y cultivo.
Xilometría.— Determinación de las masas
leñosas.
Ordenación.—Distribución del aprovechamiento.
Tasación y valoración.
Economía política forestal.
Derecho administrativo y legislación de
montes.
No se determina en dicho reglamento la
categoría de estas asignaturas, ni se expresa la
subordinación que tengan unas respecto de
otras, si bien se observa desde luego que en
la selvicultura va comprendida la dasotomía;
de modo que muy bien puede decirse que en
el campo de la enseñanza oficial lo que prevalece
es el principio de la división de la dasonomía
en selvicultura y dasocracia ú ordenación.
La xilometría y la tasación y valoración
pueden muy bien considerarse como ramas
subordinadas en cierto modo á la dasocracia,
y la economía, el derecho y la legislación forestal
como complemento de la materia, entrando
en los grupos de las ciencias funda-
30

DAT — 458 — DAT
mentales y principales que con relación á los
montes estableció el célebre Cotta; en los de
las ciencias principales y auxiliares, según la
clasificación de Hartig, ó bien en la categoría
de ciencias preparatorias, al tenor de la división
propuesta por Hundeshagen.
Los ingenieros de montes, apóstoles por vocación
y por oficio de la doctrina dasouómica,
darían prueba de estimar en lo mucho que
vale el buen orden y la buena distribución
con que deben exponerse las materias que
abraza la ciencia forestal bajo sus múltiples
aspectos, si, poniéndose de acuerdo, convinieran
todos, especialmente los que difunden la
doctrina en'la cátedra y en la prensa, en aceptar
una división racional, que lo mismo satisficiese
las necesidades de la claridad para el
estudio, como las exigencias lexicográficas de
los eruditos y hombres de ciencia.
DASÓTICA.—Así se denomina la parte-de
la ciencia forestal que estudia, en primer término
, el modo de criar ó reproducir naturalmente
el vuelo de los montes por medio de la
recolección de los productos, y después los
procedimientos de conservación y defensa/contra
los daños á que la indicada riqueza está expuesta
en todos conceptos. (V. Dasonomía.).
DASOTOMIA—Parte de la ciencia forestal
que estudia el modo de criar ú obtener el
repoblado del monte por medios naturales,
utilizando al efecto las cortas ó rozas, que se
ejecutan para el beneficio ó explotación de los
productos leñosos. Está formada esta palabra
de las dos voces griegas, dasos, monte, bosque,
y tomín, cortar. (V. Dasonomía.)
DÁTIL.—El fruto de la palmera datilera
se llama dátil. Su forma es cilindrica, de doble
tamaño al de una bellota. El fruto se coge
verde un poco antes de madurar, y expuesto al
sol toma un color rojizo, y su sabor se vuelve,
de áspero y astringente, dulce y muy azucarado.
La pulpa carnosa, suculenta y muy dulce,
presenta una ligera cualidad astringente, unida
á cualidades eminentemente mucilaginosas
atemperantes, sobre las que se fundan las
cualidades medicinales que se les atribuyen.
Desde tiempo de Hipócrates se emplean en
decocción para las diarreas. Se creen á propósito
para fortificar el estómago, la matriz y
los intestinos. En ese sentido se recomiendan
en el marasmo, debilidad de las fuerzas, hemorragias
y flujos del vientre. Algunos autores
han recomendado los dátiles por sus buenos
efectos en el tratamiento de las enfermedades
de los ríñones y de la vejiga; también
se han preconizado para la gota. Está hoy muy
acreditado su uso contra la tos, los constipados
y otras afecciones pulmonares.
Según ha observado M. Chaumeton, ese
fruto, que se importa en Europa de África,
suele llegar en un estado de alteración considerable,
privado del jugo y comido de gusanos,
en cuyo estado sus efectos son variables.
Los dátiles son muy estimados por sus propiedades
alimenticias, aunque se les asigna
ser de difícil digestión, producir dolor de ca­
beza, peso en el estómago y cólicos; pero estos
accidentes tienen lugar en las personas delicadas
y débiles, que los comen en cantidad
excesiva. No es exacto, como algunos dicen,
que producen la melancolía, obstrucciones,
oftalmías y otras enfermedades de la vista,
porque en África, en las localidades que sólo
se alimentan de los dátiles, sus habitantes suelen
padecer esas enfermedades, pues donde
esa alimentación tiene lugar, la extremada
miseria en que los habitantes viven es el motivo
que se atribuye á los dátiles, sobre lo
que Chaumeton dice que sin ellos, verdadero
tesoro del desierto, que sólo la palmera se
puede producir, no podría existir ningún
habitante; la palmera, según en su lugar diremos,
les proporciona habitación, utensilios,
líquidos y alimentos.
Los dátiles se prestan á hacer con ellos
jarabes, varios pasteles y artículos de confitería,
y fermentándolos con la adición de
agua, se fabrica una especie de vino mivy agradable,
y por la destilación un aguardiente, al
que se le adicionan aromas, y está en gran
uso como bebida en la mayor parte de la
Arabia.
La simiente del dátil sirve entre los árabes,
como en España el cornezuelo, para provocar
los partos, y Riviére las prescribe contra la
incontinencia de la orina. También remojados
con agua se usan para alimento de los bueyes
y camellos.
El buen cultivo de las palmeras, mejora,
como en las demás plantas, el fruto y los dátiles
especialmente.
J. de Hidalgo Tablada.
DATILERA ó DATILEÑA (Variedad
de uvas).—En la página 249 del tomo II de
esta obra hemos tratado, bajo la palabra Ampelografía,
de la sinonimia de esta variedad
de uva, y la descripción de la vid que la produce;
á aquel sitio nos referimos, y pueden
dirigirse aquellos de nuestros lectores que deseen
los detalles correspondientes.
J. de Hidalgo Tablada.
DATILÍFERA ( Phatnix datilifera,
L.).—Género de palmera de la región mediterránea,
cuya altura llega algunas veces á
25 ó 30 metros. Tiene la particularidad de que
su tronco no se eleva sobre la tierra cuandcla
semilla nace, que es el hueso del dátil,
hasta que. una bulba espesa, redonda, que
todos los años se renueva y produce hojas,
llega al grueso que el árbol ha de tener. Llegado
ese tiempo, en el cual tarda más ó menos
años, lo menos cinco y lo más según el clima
y suelo, la bulba ó botón se eleva poco á poco
sobre la tierra, y ofrece á la vista un tronco
compuesto de la base de las hojas antiguas
que se le han cortado. Por la caída anual de
las hojas el tronco continúa tomando elevación.
La porción inferior de los pecíolos queda
unida al tronco, y forma asperidades salientes.
Cuando llegan á su altura los datileros,
su tronco forma diferentes secciones ó anillos,
según los años, y su copa se corona por un

DAT — 459 — DAU
ancho tufo de hojas largas y en parte inclina­ que puede decirse es el único recurso del
das, en festón de 3 ó 4 metros de largo, de hombre. Su fruto es la providencia y amparo
espesas hojas. De las axilas de las hojas salen único de alimentación en varios sitios y largos
unas espatas muy largas, de una sola pieza, viajes, especialmente para los árabes.
que se abren para dar paso á una panícula muy La producción de tan importante árbol no
ramosa, cargada de pequeñas flores sésiles, se limita á sólo los dátiles; casi todas las par­
dioicas, las unas hembras, las otras machos, tes de él se emplean con utilidad. De su tron­
situadas en individuos distintos. La panícula co, por medio de sangrías, se retira un licor
hembra lleva numerosos frutos, dispuestos en denominado vino de palmera; se extrae de los
racimos colgantes muy largos. Son los dátiles árboles machos ó de las hembras ya casi es­
de que hemos tratado eu otro lugar.
tériles por la vejez, porque es probado que las
Los datileros crecen en los terrenos arenis­ sangrías apuran las plantas. El licor extraícos
y algo húmedos de Berbería, en países do es lechoso, dulce y refrescante; pero á las
calientes, en Siria, Italia y en la parte de veinticuatro horas se agria, si antes que esto
Francia que limita cou el Mediterráneo, y tenga lugar no se pone á hervir en una calde­
en España en el litoral, y en particular en ra, aplicándole fuego lento y activo hasta que
Elche, donde abundan.
se ponga dorado, y por la evaporación toma un
Los árabes los cultivan y multiplican sem­ punto de concentración mayor ó menor; espubrando
el hueso del dátil al principio de la mándolo, según sea necesario, se obtiene la
primavera, y también por retoños de las raí­ miel rubia, ó un arrope que añejado es tan bueces
ó por los de las axilas de las hojas enteno como el de uvas, y del que se hace uso para
rradas al efecto. En Elche se efectúa del curar heridas ó llagas en la boca, etc. Los
mismo modo, de semilla ó por los hijuelos troncos de las palmeras viejas se aprovechan
barbados y de los cogollos desgarrados; estas para las construcciones; las hojas maceradas
plantaciones ó siembras tienen cuidado de re­ en el agua, adquieren cierta resistencia que las
garlas con frecuencia y de reservarlas algún permite usarse para la fabricación de varios
tiempo del sol en los grandes calores, hasta muebles útiles en la economía domestica, ces­
que se advierte estar asegurada la planta. tas , sombreros, etc. Los pecíolos dan filamen­
Algunos afirman que el último medio de multos con los que se fabrican cuerdas, y los huetiplicación
indicado es el más seguro, y que sos del dátil ya digimos se emplean para ali­
por él se consigue tener plantas hembras, que mento del ganado, y según nos dice Ha-fer,
son las que producen fruto de mejor calidad de ellos extraen en China el jugo que venden
y de hueso más pequeño, con lo que se, afina en pastillas bajo el uombre de tinta china.
el mérito de los dátiles. Los machos, con alguno
que otro de distancia en distancia, basta
para fecundar un bosque de palmeras; el
polen fecundante lo conduce el aire á la flor
hembra, y en algunos casos se recoge y transmite
á ellas artificialmente; medio practicado
desde la antigüedad más remota.
Existen varias especies de palmas, de las
que nos ocuparemos en su lugar; aquí sólo lo
hacemos de la datilífera, de que tanto partido
sacan los propietarios de Elche y algunos
de Valencia en particular. Cultivan dos especies,
que las distinguen por sus frutos en
dátiles dulces y dátiles ásperos. Los dulces se
Los datileros no llevan fruto hasta los comen sin aderezo; los ásperos, para comerlos,
veinticinco ó treinta años si son procedentes se rocían con vinagre común y hay que tener­
de semilla, y los procedentes de retoños cuanlos bien cubiertos un par de días, pasados los
do más á los diez. La transplantación de esta cuales se hallan con un gusto agradable que
clase de árboles, por corpulentos que sean, es conservan seis días, y después se echan á per­
hoy una operación segura y que hemos preder; por esto se aderezan sólo los que se han
senciado estando en Sevilla. En el convento de consumir en ese tiempo.
de San Bernardo, situado en el barrio de
Triana, había en 1857 varios datileros seculares,
según su altura; el Duque de Montpensier
los compró para trasladarlos á los jardi­
J. de Hidalgo Tablada-
DAU A— (V. Calypthranth.es.)
DAUAG.—(V. Capparis.)
DAUBENTON (Luis Juan María).—La
nes de su palacio de San Telmo. Los árboles
se arrancaron con un gran cepellón, y colocados
eu dos camiones unidos por medio de maderos,
fueron trasladados al frente del pórtico
del edificio, en la fachada del jardín; con el
auxilio de varias cabrias puestas en pies derechos-,
se elevaron las plantas de manera que
los cepellones se colocaran bien en los hoyos
preparados al efecto; tapados y regados convenientemente,
arraigaron sin dificultad. De
igual suerte se transplantaron las palmeras
que existen en la Plaza de Jerez de la Frontera.
biografía de este personaje merece ocupar un
lugar en las páginas del DICCIONARIO ENCI­
CLOPÉDICO por el influjo que ejerció en su
tiempo en la propagación del gauado merino
en Francia.
La vida de Daubenton es poco fastuosa y
accidentada; lo mismo que la de todos los héroes
del trabajo, carece de hechos brillantes y
ruidosos, consistiendo su mérito en el bien
proporcionado á la humanidad desde el modesto
gabinete de estudio ó desde la humilde
aldea en que hicieron observaciones y descubrimientos
de la mayor importancia.
El producto de un árbol de regular fecun­ Nació en 1716 en Montbar (Cóte-d'Or).
didad es de consideración, y más en los sitios I Se dedicó en sus primeros años á la carrera

DAU — 460 — DAU
eclesiástica; después á la medicina, y últimamente
á la historia natural, en la cual hizo rápidos
progresos. Fué colaborador de Buffon,
su compañero de infancia, el cual le encargó
de la descripción anatómica de los animales.
Buffon se había reservado hablar principalmente
de sus costumbres.
Fué admitido en la Academia de Ciencias
eu 1744; nombrado profesor en el Colegio de
Francia, en el de Alfort y en el Museo, y
nombrado senador en 1799.
Pero su celebridad no proviene del desempeño
de estos cargos, siuo de la acertada dirección
que dio á su ganadería, y de lo que influyó
con ella á la mejora de la lanar francesa.
Hasta principio del siglo pasado, la cría
del ganado merino había sido privativa de
España, sin duda por la creencia de que sólo
podría prosperar con el sistema trashumante
aquí seguido. Las demás naciones nada habrían
hecho por adquirir la raza ni aclimatarla;
pero al fin, el deseo de que las fábricas de paños
no tuvieran necesidad de surtirse eu España,
hizo que los Gobiernos procurasen á toda
costa importar pequeños rebaños de nuestras
principales cabanas. (V. Merina, Raza.)
No fué Francia la nación que más se apresuró
por importar la ganadería merina, pero
al fin siguió el ejemplo de otras, y en el último
cuarto de siglo pasado logró poseer un
•corto número de reses de nuestras mejores
eabañas. Poco satisfactorios fueron los primeros
resultados obtenidos, y de cierto se hubiera
desistido de la cría de nuestra famosa raza á
no ser por la excepcional inteligencia de Daubenton.
Este aplicó sus conocimientos de historia
natural á la mejora de la ganadería lanar,
y en la lucha reñidísima que se empeñó entre
los llamados rutinarios y reformistas, hizo
que éstos triunfasen, gracias á la demostración
práctica que presentaba á los ojos de sus
contemporáneos, deducida de sus ensayos.
Véase lo que dice el mismo Daubenton
acerca del motivo que indujo al Gobierno
francés para importar en Francia la ganadería
merina española: «En 1776 Daniel Carlos
Trudaine, intendente de Hacienda, creyendo
que los españoles cerrarían las fronteras á la
exportación de lanas cuando estableciesen
bastantes fábricas para emplearlas, y el gravísimo
perjuicio que se seguiría de tal medida
á la fabricación francesa de paños finos, pensó
seriamente en el modo de prevenir tamaña
contingencia, y lo consiguió, libertando á la
nación del enorme tributo que pagaba por
compra de lanas á los ganaderos españoles;
tributo que ascendía antes de la revolución á
24 millones de francos.» .
La dificultad para realizar tal propósito
estaba en ignorar cómo había de criarse el
ganado merino, y el mejor método que se había
de seguir para que adquiriesen los indígenas
las excelentes cualidades lanares que
distinguían al importado. Sobre ésta y otras
cuestiones consultó el intendente Trudaine á
Daubenton, que gozaba ya de gran fama por
las observaciones que había hecho respecto al
cruzamiento de razas. A consecuencia de la
consulta, el Gobierno adquirió carneros y
ovejas del Kosellón, de Flandes, de Inglaterra
, del Tibet y de España, cuyo ganado encomendó
al cuidado de Daubenton, y éste lo
estableció en un terreno que conceptuó á propósito,
por ser algo montuoso, cerca de Montbar,
en Borgoña.
Mantuvo el ganado constantemente al aire
libre, contra la opinión de muchos; las reses,
como había previsto, se mantuvieron en el
mejor estado de salud, y de ello dio parte á
la Academia. Hizo cubrir las ovejas cuya lana
estaba cargada de percañinos, con los moruecos
de mejor calidad, para ver el efecto de la
cruza en la descendencia, y quedó verdaderamente
sorprendido del resultado; los corderos
nacidos de tal unión sacaron una lana, aunque
no tan fina como la del padre, mucho mejor
que lo era la de la línea materna. Numerosos
fueron los ensayos que continuó haciendo,
de todos los cuales dedujo que destinando á
la cubrición de ovejas mestizas durante varias
generaciones carneros ó moruecos de raza
pura, al fin y al cabo los productos adquieren
las cualidades características de la línea paterna.
En tanto que esto sucedía con la ganadería
cuidada por Daubenton, en otros departamentos
fracasaba completamente la prueba de
la aclimatación. El intendente Trudaine había
repartido las 200 reses adquiridas en España
en 1776, á ganaderos de diversas comarcas.
Sea porque las alimentaron mal, sea porque
tuvieron poco esmero en la cría, sea porque
las cruzas se hicieron sin regla ni criterio, en
unas partes se empequeñeció la raza, en otras
predominó en la descendencia la raza indígena,
en otras se perdió totalmente la casta á consecuencia
de las enfermedades contraídas. Daubenton
triunfó de. las dificultades de tal
suerte que en 1783 hizo fabricar paños con
los vellones de sus reses, y los tejidos resultaron
tan suaves y finos como los de lana española.
Continuaron las pruebas en las fábricas
de Abbeville y de Loubier, y por último, en
la de tapices de los Gobelinos de París, y en
todas el resultado fué el mismo, quedando demostrado
que Francia en el porvenir no había
de necesitar surtirse de nuestra cabana
para alimentar su industria fabril.
Daubenton hizo públicas sus observaciones
en diferentes Memorias, entre las cuales merece
especial mención su Manual para uso de
los pastores. En él resplandecen el buen sentido
y los grandes conocimientos del autor.
Durante mucho tiempo ha sido mirado en
Francia y aun en el extranjero como una especie
de evangelio pecuario. Las reglas que
contiene son tan exactas para conservar la salud
de los ganados, para el buen régimen de
los pastores en los careos, y para cuanto se
refiere á la cubrición y á la cría, que aun hoy
día merecen la estimación alcanzada al publicarse
por primera vez.

DEB — 462 — DEC
cas ó ninguna también las fincas incautadas
por la Hacienda por falta de pago de los
impuestos, y no encontrar postor en las subastas
públicas, á fin de cobrar las cuotas y
gastos originados en los apremios.
La Hacienda procede por la vía de apremio
contra los deudores á ella por las cantidades
que se encuentren en descubierto.
Los débitos á la Hacienda pública pueden
estar en primeros ó segundos contribuyentes.
Son los primeros contribuyentes aquellos que
deben responder de las cuotas que se les ha
fijado en el reparto local, y segundos los recaudadores
ó depositarios del importe de dichas
cuotas.
Las medidas coactivas que se emplean contra
los contribuyentes son de tres grados:
1." Conminación al pago con recargo y
señalamiento del plazo para verificarlo.
2.° Apremio con ejecución y venta de bienes
muebles.
3.° Apremio con ejecución y venta de bienes
inmuebles.
Estas medidas se aplican gradual y sucesivamente,
sin hacer uso de una de ellas hasta
que se hayan apurado los recursos de la
anterior.
El Keal decreto de 23 de Junio de 1850, en
sus artículos 4.° y 5.°, etc., dice: «Los apremios
de primero y segundo grado se comprenderán
en lo sucesivo en un solo'despacho, que
deberá expedirse el día 6 del segundo mes de
cada trimestre. El apremio de primer grado
se concretará á imponer á cada contribuyente
moroso el recargo de 4 maravedís en real
de los que constituyen su débito El de segundo
grado, ó sea la ejecución con venta de
bienes muebles, tendrá lugar al cuarto día
se exigirá á cada contribuyente en el apremio
de segundo grado, además de los 4 maravedís
por real sobre los débitos:
Desde 1 á 1.000 reales, el.... 10 por 100
Desde 1.001 á 3.000 reales, el 6 por 100
Desde 3.001 á 5.000 reales, el.. .. i por 100
Desde 5.001 en adelante, el 2 por 100
En el apremio de tercer grado se exigirá
sobre los recargos correspondientes al primero
y segundo grado:
Desde 1 á 1.000 reales, el. ... 5 por 100
Desde 1.091 á 3.000 reales, el 3 por 100
Desde 3.001 á 5.000 reales, el 2 por 100
Desde 5.001 en adelante, el 1 por 100
Esto se refiere á los deudores como primeros
contribuyentes, que son los que aquí nos
interesan.
Esos recargos graduales de menor á mayor,
según los débitos, no eran en nuestro juicio
muy equitativos. En el día, según la Instrucción
para los procedimientos contra los deudores
á la Hacienda pública, publicada en 20 de
Mayo de 1884, que es la vigente, preceptúa
respecto al asunto que nos ocupa:
«Artículo 16. Se procederá por la vía de
•apremio contra todos los contribuyentes que
no paguen sus respectivas cuotas en los plazos
marcados.
»E1 apremio es de tres grados:
»E1 primero consiste en el recargo de 5 por
100 sobre el total importe del recibo talonario.
»E1 segundo en la ejecución contra los bienes
muebles y semovientes, y nuevo recargo
de 9 por 100 sobre el dicho importe.
»Y el tercero en la ejecución contra los bienes
inmuebles y recargo del 10 por 100.
»E1 importe del recargo de primer grado
corresponde á los recaudadores, y el de los segundo
y tercero á los comisionados ejecutores,
constituyendo la única retribución de estos
últimos.»
Los deudores á la Hacienda pública, ya lo
sean por contribuciones ó impuestos, como
primeros ó segundos contribuyentes, ya como
interesados en la compra de inmuebles subastados
por la Hacienda con tal motivo, harán
bien en examinar con detenimiento la instrucción
de Mayo de 1884.
J. de Hidalgo Tablada.
DECAGRAMO.—Peso de 10 gramos.
DECALITRO.—Medida de capacidad que
tiene 10 litros.
DECÁMETRO—Medida de longitud que
tiene 10 metros.
. DECDEC.—Así se llama en las Islas Filipinas
un arbolito silvestre, de unos 2 metros
de alto y 6 á 8 centímetros de diámetro, que
corresponde á la especie Quilesia sericea,
P. Blanco, de la familia de las Chailetiáceas.
Tiene el tronco derecho y ramoso; las hojas
alternas, anchas, lanceoladas, enteras, algo
ásperas por arriba y por abajo sedosas, con
los pecíolos cortísimos, provistos d^ dos estípulas
pequeñas, y las flores pequeñas, en racimo
compuesto. El fruto es una baya alargada
por los lados, con un surco que la divide
en dos; en el lugar del tabique y en cada
aposento una nuez de figura de corazón, y
semejantes á un garbanzo, con la cubierta
huesosa y escabrosa, y con alguna que otra
puntita. Florece en Enero.
El género Quilesia lo estableció el Padre
Blanco como dedicatoria al religioso agustino
P. Antonio Quilez, que dio á conocer el
Decdec.
El fruto de dicho arbolillo es del color y
consistencia de la carne; se parece á un pequeño
albaricoque, y cuando está maduro se
come y es sabroso.
DECIÁREA. —Medida de superficie que
tiene la décima parte de una área.
DECIGRAMO. —Peso que es la décima
parte de un gramo.
DECILITRO. —Medida de capacidad que
tiene la rdécima parte de un litro.
DECÍMETRO—Medida de longitud que
tiene la décima parte de un metro. El decímetro
cúbico equivale á 46 diezmilésimos de pie
cúbico, ó á 79 pulgadas cúbicas y 833 milésimas.
DECOLORACIÓN (Fisiología y Palolo-

DEC •—• 463 — DED
gía).—El objeto de este artículo es llamar la
•atención sobre la fisiología y patología, que
tienen el encargo de explicar los cambios de
color que sufren los sólidos y los líquidos por
consecuencia de las alteraciones mórbidas á
que están expuestos. Para el patologista es
necesario saber las causas que de pronto hacen
perder á la sangre el color rojo-purpúreo
y la transforman en rosa pálido, ó cambiar la
tinta cetrina de la orina en pardo obscuro,
amarillo obscuro, etc.; debe saber por qué la
piel se vuelve de un blanco lechoso cou sombras
rojas, amarilla, negra, verde, etc., como
ocurre en ciertas enfermedades. Esos cambios
proceden todos de una causa cuyas disposiciones
mórbidas de algunos órganos anuncian
su origen y medios de curarlos.
En los vegetales la falta de su color natural
es, como en los animales, el anuncio de
un estado anormal, que las ciencias explican
la causa y medios de curar los vegetales. Estos,
cuando no sean indígenas, procedan de
otra latitud y clima, pueden afectar caracteres
que la variación les imprime.
La privación de la luz y del sol decoloran
los tejidos, y debe cuidarse de examinar si
una variación de color que significa la clorosis
(véase esta palabra), puede proceder de
ésta ú otras causas.
La edad debe tenerse presente que es una
causa de la pérdida de color en los líquidos
(véase Vinificación y Enología). Los ensayos
hechos por Pasteur (1) han dado mucha
luz sobre asunto tan importante, de que
en su lugar nos ocuparemos.
J. de Hidalgo Tablada.
DECREPITUD.—Llámanse decrépitos ó
caducos.los árboles puntisecosy viejos que no
tienen fuerza vegetativa bastante para determinar
el ascenso de la savia hasta la cima, en
cuyo caso se va formando en su parte inferior
una gran cantidad de materia leñosa que dificulta
cada vez más el paso de la savia, hasta
que sobreviene la muerte del árbol.
La madera pierde su elasticidad, y es difícil
de labrar, oponiendo resistencia á los instrumentos
cortantes; se vuelve además quebradiza,
y presenta un color blanco sucio y á
veces parduzco, en cuyo caso aparece algo
húmeda; desprende un olor característico.
Este defecto inutiliza por completo las maderas
para la construcción. (V. Vicios y enfermedades
de los árboles y de sus maderas.)
DECÚBITO.—Posición que adoptan los
animales al echarse en el suelo ó cama, ó que
se les hace adoptar con algún objeto, y sobre
todo para practicar operaciones quirúrgicas.
El decúbito puede ser lateral, supino ó dorsal
cuando aquéllos descausan sobre el dorso, y
en pronación ó externo abdominal si descansan
sobre tales regiones. El deciíbito es uno de
los síntomas de muchas enfermedades; los
animales se echan cuando sufren padecimien-
JStudes sur Je vin. ses* maladies, causes que les
pravoquent, procedes nouveaux*
tos del vientre y dé la pelvis, y se echan y
levantan alternativamente si experimentan
dolores intensos en las visceras que contienen
esas cavidades, dirigiendo miradas á las paredes
abdominales al mismo tiempo. Al tratar
de las diferentes enfermedades se indica cuál
es el decúbito que los animales adoptan durante
ellas.
DEDALERA.—Es el nombre vulgar de la
digital purpúrea (Digitalis purpurea, L.);
planta perteneciente á la familia de las Escrofulariáceas,
tribu de las Dígitáleas, y á
Figura 181.—Dedalera
laclase Didinamia, orden Angiospermia, de
Linneo.
Crece en Galicia, Moncayo, San Ildefonso
y en otros puntos, como en la provincia de
Madrid, en Somosierra, Paular, Guadarrama
y Miraflores de la Sierra. Es planta bienal,
tomentosa, de tallo sencillo ó poco ramificado,
de algo más de medio metro de altura,
con hojas angostadas; las superiores sentadas.
Las flores son grandes, rosadas, con algunos
puntos purpúreos en el interior, marginados
de blanco. Tiene sabor amargo. Florece en
Junio y Julio. La digital es inodora, pero
frotadas sus hojas entre los dedos despiden
un olor nauseoso que desaparece por la desecación.
La forma de la corola, parecida á la de
un dedal, es el origen del nombre que lleva.

DEF — 4C4 — DEF
Se emplea como medicamento y para la
obtención del principio activo denominado digitalina,
cuerpo que la química orgánica estudia
entre los glucósidos, de acción venenosa.
Ha sido objeto de estudios muy detenidos
y que han producido resultados brillantes en
la medicina, toxicologíay farmacia, pero que
no tienen oportunidad en el concepto agrícola,
que es el correspondiente á este libro.
J. Olmedilla.
DEFENSAS DEL CABALLO.-Califícanse
así todas las operaciones ó movimientos
que ejecuta el caballo contra la voluntad del
hombre que lo educa, lo maneja ó lo guía,
bien sea montado, en el coche ú otro servicio
cualquiera, resistiéndose á obedecer sus indicaciones
ó exigencias.
Las defensas son naturales cuando las hacen
los potros recién venidos de las dehesas,
para ser encerrados en las caballerizas y sometidos
después á la doma, por la extrañeza
que les causan los objetos que por primera vez
se les acercan, así como para librarse de la
opresión de cinchas, montura, baticola, guarniciones,
etc.; esto se entiende en los que se
crían por el sistema pastoril, pues en los que
se emplea el de estabulación y mixto no es
tan frecuente este género de defensas, por el
trato que adquieren con el hombre que los
cuida y la costumbre de usar algunos de los
arreos, como cabezada, manta, cinchuelo, etc.
Son las de menos importancia, y no ofrecen
grandes dificultades cuando aquellos animales
se someten á la dirección de un profesor
entendido, puesto que deben estar corregidas
antes de dar comienzo á las lecciones que han
de servir como primeros rudimentos ó base
de su educación, evitando por medio del arte
su reproducción; cosa muy fácil de conseguir,
pues estas defensas son de poca duración y
las olvidan los potros para no recordarlas
más, si se han tratado convenientemente en el
principio de la doma, ora sea por los mozos
de cuadra, ora por los encargados de la doma,
y más tarde por los jinetes que los manejen
en los primeros servicios que prestar deban.
Son defensas artificiales ó de resistencia, y
que constituyen los resabios, todas las que
tienen su origen en los abusos cometidos y
que constantemente se cometen con estos nobles
animales.
Cuando el caballo indica alguna resistencia,
que todavía no tiene el carácter de defensa,
es siempre dimanada de una causa legítima y
poderosa, y puede ser vencida con la razón y
la prudencia, ó pasar adelante con la ausencia
de estos medios. Las causas que dan generalmente
lugar á las resistencias son el no
comprender lo que se le exige, porque se le
mande mal; la falta de recursos para ejecutarlo,
bien por carecer de fuerzas ó por algún
defecto accidental, y la poca voluntad para
el trabajo, resultante de su mal temperamento.
En todos estos casos el arte, y sólo el arte,
es el llamado á precaver las defensas, pues ni
aun como resistencias puede calificarse lo que
no ejecuta porque no sabe ó no puede practicar
el animal, y que viene luego á ejecutar
en el momento que desaparecen los obstáculos
que á ello se oponían.
Las que por falta de inteligencia ó malos
tratamientos se han convertido en resabio, y
el animal consentido en ellas, las toma como
recurso para sobreponerse al hombre y librarse
del trabajo, no tan sólo merecen toda la atención
, sino que son temibles en la mayor parte
de los casos.
Las defensas más conocidas en equitación
son:
Los botes, que ejecuta el animal bajando la
cabeza para levantar la grupa cuanto puede,
en cuya actitud emplea sacudidas con los remos
y el lomo tan repetidas y violentas, que
le son al jinete imposibles de resistir, pues
sucede con frecuencia que algunos potros se
quitan la montura, rompiendo cinchas y baticola,
ó sacándola por la cabeza.
Esta defensa está comprendida entre las
que instintivamente usa el potro en sus primeras
impresiones por librarse de aquellos
arreos que más le molestan, como también del
hombre que se le pone encima, si esto se hace
antes de tiempo. Es muy raro encontrar algún
caballo que después de haber perdido su
parte salvaje, de estar algún tiempo encuadrado
y ser regularmente domado, tome esta
defensa ó continúe en ella, á no ser un animal
de pésimo carácter ó completamente resabiado,
en cuyo caso suele ser preferible dedicarlo
al tiro ú otro servicio cualquiera, que invertir
el tiempo y el trabajo en corregirlo,
porque esta clase de caballos rara vez llegan á
servir bien, y si lo hacen es con un jinete que
los tenga siempre dominados.
Se han visto en esta defensa algunos potros
sacarse la silla por todo el tercio anterior, sin
romper las cinchas mi desabrocharlas, por supuesto
rompiendo la baticola. Esto demuestra
lo raro de la actitud que toma el animal en
ella, y lo difícil que le es al jinete resistirla,
pues las sacudidas fuertes que recibe sin coordinación
ni dirección fija, en la posición falsa
en que se encuentra colocado por aquella actitud
del caballo, dan lugar á que caiga á tierra,
aunque sea un hombre muy fuerte sobre
la silla, más por el daño que experimenta ó
por el cansancio producido por sacudidas tan
violentas, que por la falta de serenidad ó
firmeza. Es, entre todas las defensas, la que
menos pueden resistir los hombres.
Saltos descompuestos.—Su definición está en
la voz misma. Esta defensa la toman los potros
la mayor parte de las veces por librarse
de los efectos del bocado; suele acontecer
cuando se empiezan á mandar de la boca antes
de tiempo, haciéndoles sentir con exceso los
efectos de la embocadura y de la barbada; si
el animal es muy sensible de asientos ó del
barboquejo, puede traer serias consecuencias.
Los caballos hechos la toman por los abusos
del jinete, particularmente cuando son
muy castigados por las espuelas, y siempre

DEF — 465 — DEF
que se les ejercita demasiado en los saltos sin
objeto que salvar (vulgarmente llamados lanzadas
), pues estos saltos es preciso mandarlos
con tirones del bocado, fuertes espolazos
y siempre por medios violentos, es decir, con
todos los motivos que pudieran dar lugar á la
defensa, mejor dicho, que son la manera de
provocarla en el caballo que no hubiera pensado
jamás en valerse de ella.
La empinada.—Consiste en elevarse el caballo
de adelante hasta colocar las espaldas
en línea vertical con la cadera.
Esta defensa la hacen los caballos de distintos
modos: unos empinándose más ó menos,
pero siempre en un sitio, peinando ó sin
peinar (la acción de peinar es dar manotadas
al aire); otros ganando terreno adelante, andando
sólo con las piernas y peinando siempre;
otros, después de la empinada, dan un salto
adelante; otros ala empinada acompañan
una vuelta rápida sobre las piernas ó tornillazo,
y otros, después de elevar y dar el salto,
disparan un par de coces ó dan una enlomada,
ganando la mano abajo, como si quisieran
botarse; éstas y las de tornillazo son las más
temibles, las unas porque hallándose el jinete
con el cuerpo adelante para contrarrestarla,
se encuentra en peligro de caer por la cabeza
si no está pronto á echarse atrás al despedir
el par de coces, y á ganar arriba la cabeza del
caballo para contenerlo, y las otras porque
nunca están el caballo y el jinete más expuestos
á caer que en el momento de dar la vuelta.
La defensa de la empinada es de las más
temibles, tanto por la exposición del caballero
si el caballo cae de espaldas, cuanto por ser la
más difícil de desterrar por los pocos medios
que se encuentran para corregirla.
El principal motivo que la provoca suele
ser el uso del bocado autes de tiempo, por
cuya razón vienen los entables, y con ellos
generalmente las empinadas.
Desbocarse.—Esta la suele tomar el potro
cuando no tiene la boca formada para librarse
de la presión del bocado, si el jinete trata de
violentarle. También lo hace por asombro ó
haber sido mandado por una mala mano que
le haya endurecido la boca hasta hacerlo perder
la sensibilidad; al emprenderla, unas veces
gana la mano arriba y otras abajo; el que
la gana arriba lo hace despapando hasta dejar
el bocado sin mando; cuando la gana abajo,
lo hace encapotando hasta que llegan las anillas
ó la barreta de la brida á la garganta ó
parte inferior del cuello, en cuya posición
pierde también el bocado su potencia.
El plantarse.—Esta defensa la toma el caballo
por las causas siguientes: por querencia,
por confusión, por asombro, por ser frío de
lomo, y por costumbre y consentimiento; también
hay algunos que se plantan si se les aprietan
las cinchas con exceso; otros que el abuso
de las espuelas los acobarda hasta provocarla,
y varios potros que suelen hacerlo por sacarlos
á la calle antes de tiempo, y sin conocer
obediencia ni ayudas; si á esto se agrega el
que sea de carácter flemático y cobarde, el jinete
no encontrará medios de sacarlo adelante,
porque le son indiferentes los castigos.
Los tornillazos.—Consisten en una media
vuelta rápida que da el caballo á uno ú otro
lado, cuando menos lo espera el jinete, y siempre
contra su voluntad. Los asombros son por
regla general la causa de esta defensa, porque
la emplea por huir del objeto que le causa el
espanto. También las querencias suelen provocarla,
siendo muy frecuentes en los que están
entablados. En este caso, y aun en alguno
de los anteriores, si el jinete es temerario y
poco entendido, puede acarrear las defensas
de las coces, echarse á las paredes y tirarse
al suelo, cuyos vicios puede también tomar el
caballo que se planta, lo mismo que el que se
defiende con las empinadas, pues son defensas
tan íntimamente ligadas que rara vez toma el
animal una sin la concurrencia cuando menos
de una de las otras dos; quiere decirse que al
plantarse suele acompañar el tornillazo ó la
empinada, ó las dos, y que ocurre lo mismo
con cualquiera de éstas.
Como las coces, arrimarse á la pared ó tirarse
al suelo tienen su definición en sí, no es
necesario hacerla, aconteciendo lo propio con
otra porción de vicios y resistencias que emplea
el caballo, de que no nos ocupamos por
no ser fácil describirlas, pues como siempre
son efecto de alguna provocación, el estado
de excitación nerviosa en que se coloca al animal
le hace practicar ciertos movimientos y
tomar actitudes imposibles de definir.
A estas defensas pueden agregarse una porción
de vicios de menos consideración, que
toma el caballo las más veces por la mala
educación, otras por los malos instrumentos
de que se valen algunos para doctrinarlos y
la peor aplicación de ellos, y algunos por defecto
físico, siendo más frecuentes en los destinados
para silla que en cualquiera otro servicio
de los que el mundo ecuestre exige de
este útil cuanto dócil y doméstico animal.
J. Hidalgo y Tem'ón.
DEFOLIACIÓN.—Fenómeno natural de
la caída de las hojas de los árboles. Cuando es
prematura, palideciendo dichos órganos, suele
ser producida por las heladas tardías, calor
excesivo ó vicio accidental del líber.
Esta enfermedad suele ser mortal, y la
madera de los árboles por ella atacados no
tiene buena aplicación á las construcciones,
de las que debe ser excluida. Algunos autores
dan el nombre de filoplosia á la defoliación.
(V. Vicios y enfermedades de los árboles y de
sus maderas.)
DEFORMIDAD.—Vicio de la conformación
exterior del cuerpo; puede ser congénita
ó contraída después del nacimiento en los animales;
unas deformidades son curables y otras
incurables, y algunas pueden atenuarse ó disimularse
mediante operaciones quirúrgicas ó
con diferentes aparatos. Siempre hacen desmerecer
á los animales, aun cuando no siem-pre
los inutilizan para los fines á que se hallan

DBG — 466 — DEG
éstos destinados. También se observan deformidades
en las plantas.
DEGENERACIÓN.—Desaparición de alguna
ó algunas de las cualidades que caracterizan
á las especies vivientes, es decir, que
es un retroceso, en sentido contrario al perfeccionamiento.
La degeneración es determinada
por causas muy diversas, y se observa
lo mismo en los animales que en las plantas
cuando aquéllos están sometidos á la domesticidad
y éstas al cultivo. Entregados los seres
vivientes á sí mismos; abandonados en el
estado selvático ó silvestre; colocados siempre
bajo la influencia de las mismas causas climatológicas
y atmosféricas, en las mismas condiciones
de reproducción y multiplicación, las
especies vivientes se mantienen idénticas á sí
mismas, no se perfeccionan, pero tampoco
degeneran, á no ser que emigren los animales
á otros climas ó sean trasladadas las semillas
de las plantas á sitios donde experimenten
nuevas y extrañas influencias.
La falta de cuidados, los cambios de terreno,
de sistema de cultivo y otras circunstancias
determinan la degeneración de los vegetales.
Así, una cepa de las variedades que se
cultivan en Jerez de la Frontera, trasladada
á la Mancha, por ejemplo, pierde las cualidades
que más la recomiendan; las de Borgoña
degeneran también en las orillas del Rhin,
del Ródano ó del Loira. El trigo, los garbanzos,
las judías, las patatas, etc., que son
excelentes en una región, no prosperan en
otra inmediata; de ahí la necesidad de renovar
las semillas de tiempo en tiempo. Las flores
dobles, cultivadas en nuestros jardines, son
degeneraciones de los tipos de que proceden,
aun cuando las consideremos como productos
perfeccionados. El naturalista considera casi
todos esos vegetales como desnaturalizados
con relación á sus tipos primitivos. Para obtener
hermosas flores se destruyen sus órganos
productores y se convierten en pétalos, y por
consiguiente se dificulta ó impide la fecundación
y la formación del grano, que no producen
generalmente las flores dobles. También
los frutos que se obtienen artificialmente degeneran
cuando son abandonados ó transplantados
á países poco adecuados á su índole.
No puede decirse lo mismo de los animales
que viven en estado de domesticidad; el cambio
de patria, la unión de sexos, los cruzamientos
mejor ó peor combinados por el hombre,
la elección de alimentos que el mismo
impone al animal, el trabajo, la moda, los
caprichos y necesidades del ganadero ó criador
, las exigencias del comercio y del consumo,
todo contribuye á cambiar más ó menos
directamente la organización, el temperamento
y la forma general ó parcial del cuerpo
de los animales. A veces la degeneración,
considerada en el sentido estricto de la palabra,
es provocada por el hombre para aumentar
las utilidades que de la cría y cebo de
animales se promete. Así se provoca la degeneración
de algunas especies, á fin de que;
sean más aptas para el cebo, para la producción
de leche ó de lana, para que ésta sea más
fina, etc., etc., y solamente se logra á costa
de la salud, fuerza y vigor de los animales.
Bajo el aspecto económico la degeneración
se entiende de otra manera, y por eso se puede
decir que degenera todo animal que no se
acomoda á los fines que la domesticación le
impone. Así, el carnero perfeccionado es el
que más se aleja del tipo primitivo de su especie,
y el que proporciona lana más fina y
mayor cantidad de carne, es decir, que degenerará
cuando se vaya acercando al estado
selvático y no dé los productos en la forma
y cantidad que los cálculos y combinaciones
del hombre exigen. El buey inglés de Durham,
preparado para que engorde fácilmente;
las vacas flamencas, lecheras excelentes; las
castas gallegas, que proporcionan carne exquisita,
son variedades degeneradas bajo el
aspecto del tipo. El cerdo, cuyo tipo originario
es el jabalí, se encuentra en el mismo caso,
y las razas más perfeccionadas para la salchichería
y el consumo son las más degeneradas
consideradas zoológicamente.
Lo que se acaba de decir respecto de los
animales que proporcionan alimentos no es
aplicable al caballo. Al modificar este animal
de manera que responda mejor á los diferentes
servicios á que se le destina, es necesario
desarrollar en él toda la fuerza, todo el vigor,
toda la sobriedad y toda la rusticidad de su
estado selvático, aumentando además las cualidades
útiles. De ahí que se procure darle
más volumen y mayor alzada, á fin de que
sea más apto para soportar ó arrastrar pesos.
Además es necesario desarrollar su inteligencia
por medio de la educación; su flexibilidad,
su agilidad y su vigor por medio de ejercicios
discretamente combinados, y por último, tratamos
de modificarle ó producirle de manera
que responda bien á las necesidades y exigencias
a que ha de atender, mediante buenos cruzamientos
ó ayuntamientos y mediante una
alimentación apropiada. Mas no se crea que
dan siempre resultado esas combinaciones;
las mejoras de las razas se han debido muchas
veces á coincidencias y cambios casuales, y
sobre todo á la mejora de los mismos forrajes,
exceptuando por supuesto el perfeccionamiento
de algunas razas europeas de cerdos y ovejas
, debido á la propagación y cruzamientos
de castas especiales, como el cerdo de Ñapóles
y la oveja merina de España. En cambio han
desaparecido en algunos países razas que eran
verdaderamente útiles y recomendables ó han
perdido su valor por cruzamientos contraproducentes.
Así, pues, para sacar todo el partido
posible de los animales domésticos, es necesario
evitar que degeneren bajo el aspecto económico
y agrícola, teniendo en cuenta las influencias
que con el transcurso del tiempo han
determinado los perfeccionamientos que en
ellos se observan y los recursos que han proporcionado
las ciencias naturales, y las observaciones
y experiencias de los prácticos.

DEG — 467 —- DEH
DEGLUCIÓN—Es uno de los actos mecánicos
de la digestión, en virtud del cual
los alimentos, convenientemente divididos por
los dientes en la masticación, y humedecidos
por la saliva en la insalivación, llegan al estómago,
pasando antes desde la boca á la faringe
y esófago. Puede verificarse con los
sólidos y líquidos. Los alimentos sólidos se
hallan reducidos en este caso á una pasta
blanda, que sé adapta perfectamente al tubo
que tiene que recorrer.
Los diversos movimientos en cuya virtud
el alimento se traga, se suceden con extraordinaria
rapidez. En un primer tiempo recorre
la cavidad bucal el alimento, llegando hasta
el istmo de las fauces; en un segundo tiempo
recorre la faringe, y en un tercer tiempo recorre
el esófago hasta llegar al estómago.
El bolo alimenticio es movido en la boca
mediante la presión ejercida por la lengua,
desde su punta á la bóveda palatina. Una vez
llegado aquél al istmo de las fauces, sobreviene
uua contracción enérgica de los músculos
milo-hioideos, que determinan la entrada
de los alimentos en la faringe.
Llegado este momento, recorre la faringe,
que representa un tubo mu.}' corto, con gran
rapidez, que se eleva principalmente por los
músculos que levantan el hueso hioides y el
cartílago tiroides, hasta que llega el bolo alimenticio
al principio del esófago, en virtud
del movimiento peristáltico, y favorecido por
el grueso de la túnica muscular de este conducto.
La acción de la gravedad contribuye
á precipitar la marcha del bolo alimenticio,
pero es una causa muy accesoria, como lo
prueba el que hay animales que pacen la
hierba en una posición tal, que la cabeza se
halla más baja que el estómago.
Los movimientos de la inspiración tienen
también con este acto fisiológico una gran
influencia aceleratriz. M. Goubaux la comprobó
experimentalmente adaptando un tubo
al esófago de un caballo, é inyectando una
gran cantidad de agua, de manera que el
tubo permanezca lleno, y observó que á
cada movimiento de inspiración descendía el
líquido en el tubo en la dirección del estómago.
En el segundo tiempo de la deglución la
comunicación de la faringe con la vías aéreas
se halla por completo interceptada.
La saliva desempeña un papel importante
en los fenómenos mecánicos de la deglución,
pues facilita de un modo extraordinario que
los alimentos se deslicen á través del tubo
esofágico.
La deglución es uno de los ejemplos más
brillantes de los actos reflejos del sistema
nervioso, y la médula oblongada es el centro
de estos fenómenos nerviosos, que tienen por
vías centrípetas los ramos sensitivos del trigémino,
del gloso-faríngeo y del neumo-gástrico,
juntamente con los filetes que se anastomosan
del facial y del espinal.
J. Olmedilla.
DEHESA.—El nombre genérico de dehesa
(defensa ó tierra defendida y acotada) parece
que tuvo su origen en un privilegio de don
Alfonso el Sabio, permitiendo el acotamiento
de 3 aranzadas de tierra por yugo de bueyes.
De esto infieren algunos que en aquella
época todas las tierras eran abiertas ó baldías
después de levantadas las mieses, y que las
excepciones á esta regla general se hicieron
en favor del cultivo y de sus principales
agentes los bueyes de labor.
Eu el libro VIII del Fuero Juzgo, títu­
lo III, ley 9. a
, se lee:

DEH — 468 — DEH
DEHESA CONCEJIL, Ager compascuus. DE­
HESA PRIVADA, Patrum, i; Pascua, a:., decía
Nebrija. DEHESA, Pascua, pecuaria, orum,
compascuus ager. DEHESAR, Agrum pascuis
destinare, dicen D. E. de Miguel y el Marqués
de Morante.
FEDERICO DIEZ considera la voz propia y
peculiar del romance español.
La ley 2. a
, título XXV, libro VII de la
Novísima Eecopilación, promulgada en Córdoba
por D. Fernando y Doña Isabel á consecuencia
de la conquista de Granada, esto es,
á 3 de Noviembre de 1490, dice: «Mandamos
que ninguna ni algunas personas á quien
nos habernos hecho ó hiciéremos merced de
cualquier cortijos y heredamientos y tierras
en los términos délas ciudades, villas y lugares
del Reino de Granada, que sin nuestra
licencia y especial mandado no los puedan
DEHESAR, ni DEHESEN, 111 DEFENDER, ni DE­
FIENDAN la hierba y otros frutos que naturalmente
la tierra lleva, ni lo puedan guardar
ni guarden; salvo que quede libremente para
que los vecinos de las dichas ciudades, villas
y lugares, y sus términos, lo puedan comer
con sus ganados y bestias y bueyes de labor,
NO ESTANDO PLANTADO Ó EMPANADO».
En este documento se emplea la voz DE­
HESAR, pero en otros se decía ADEHESAR; por
ejemplo, en la famosa ordenanza de Avila y
en los epígrafes de la edición de la Novísima.
La Academia de la lengua ha dicho: ADEHE-
SAMIENTO, S. m., la acción de adehesar: Actus
deslinandi agrum aut possessionem, utpascuis
inserviat.—Zúñiga, Anal, de Sev., libro XVII,
número 2.°: «Consta de escrituras y de título
de adehesamiento de ciertas tierras de Palomares.»—ADEHESAR,
v. a. Hacer dehesa alguna
tierra: Agrum pascendis gregibus constituere,
destinare.—Zabala, Repres. al Rey, parte 2. a
ducirse el vuelo, entrando forzosamente el
monte en una de las tres únicas categorías
dasonómicas que la ciencia admite, á saber:
monte alto, medio ó bajo.
Se infiere de esto que dehesa no excluye la
idea de arbolado, porque el abrigo, la sombra
y el abono que éste proporciona es muy útil
y necesario. Así es que en las buenas dehesas
del Sudoeste de España hay invernadero, agostadero,
montanera y carboneos. En otras en
que domina el arbolado alto se hacen cortas.
Las leyes vigentes sobre desamortización
establecen la clase de dehesas boyales, que son
las destinadas ó que se destinen de entre los
demás bienes de los pueblos al pasto del ganado
de labor de las poblaciones respectivas,
caso de no tener exceptuada de la desamortización
alguna otra finca forestal, al tenor de lo
dispuesto en el artículo 2.° de la ley de 1.° de
Mayo de 1855. La extensión que de estas dehesas
boyales deba conservarse, la fija el Gobierno
atendiendo á las necesidades de cada
pueblo. (Artículo 1.° de la ley de 11 de Julio
de 1856.)
En algunas provincias se roza el monte
bajo de las dehesas, se amontona y se le prende
fuego, para abonar con sus cenizas el suelo;
es lo que se llama roza ó rozo; hecho esto,
siémbrase la tierra en seguida por un año, y
levantada la cosecha se destina otra vez á
pasto. De aquí resultan las dehesas á pasto y
labor.
El nombre suele tener hoy en muchas localidades
un significado más geográfico que
rural. En las riberas del Tajo, por ejemplo,
se han roturado durante estos últimos años
muchísimas dehesas, y á pesar de no haber en
ellas ni un palmo de pastos, ni un solo árbol,
y estar destinadas al cultivo de cereales, con­
, servan aún su primitivo nombre.
página 3, folio 163 í «No sólo repartir las Por lo demás, hay que advertir que en
suertes que quisieran á tomar los vecinos, Aragón suelen emplear la voz BOALAR como
sino dar muchas grandes á particulares equivalente á dehesa boyal. Según el doctor
para ADEHESARLAS.»—DEHESA: parte ó porción Borao (Dic. de voc. Aragón), vale herbaje,
de tierra acotada, destinada regularmente para y además porción de terreno destinado al pas­
pasto de ganados. Pascua.—-DEHESA CARNI­ to de los ganados del abasto público ó al de
CERA: la destinada para pasto de los ganados las caballerías de la labor de los vecinos. Tam­
pertenecientes al abasto de algún pueblo.— bién ACAMPO vale dehesa en Aragón, esto es,,
DEHESAR, a. Hacer dehesas de las tierras la porción de hierba que de los pastos comu­
comunes: Agrumpascuis destinare.—DEHESE­ nes se destina y acota á cada ganadero para
RO, m. ant. El guarda de la dehesa: Pascuo- que por cierto tiempo del año lo paste sólo
rum cusios.
su ganado.
En el concepto exclusivamente científico, A veces la voz PARDINA, usada en cierto
dehesa debe equivaler á monte, como extensión sentido, equivale igualmente en Aragón á
de tierra cubierta de plantas silvestres y es­ prado ó dehesa, aunque se aplica más al despontáneas,
si bien destinada al pasto de los poblado ó yermo poblado en otro tiempo.
ganados; y como este aprovechamiento pue­ Terminaremos este artículo recordando que
de hacerse compatible, cuando la ordenación en Sierra Nevada se llaman BORREGUILES los
está bien calculada y dirigida, con el goce de prados naturales de hierba fina y corta. La
la hierba, de ahí se sigue, que puede haber, voz viene de borrego, y no de la semejanza
como en efecto hay, dehesas con arbolado, en de las manchas de nieve con los vellones,
las que se aprovechan las leñas ó maderas y como opina M. de Bory. Se encuentran los
los pastos, considerados éstos en dicho caso borreguiles en la cabecera de los valles, y de
por el dasónomo como productos secundarios. éstos reciben aquéllos sus nombres; así se
La dehesa se clasifica entonces por el forestal, dice: los borreguiles de San Jerónimo, Dilar
atendiendo á la naturaleza y modo de repro­ y San Juan.

DEH — 469 — DEH
DEHESAS BOYALES (Economía rural).—Se
dice que por un privilegio de don
Alonso el Sabio se permitió el acotamiento
de 3 aranzadas de tierra por yugo de bueyes,
de cuyo origen proceden las dehesas boyales
(véase Dehesas). Aunque el interés económico
de esa clase de auxilio, importante para los
labradores pobres, no se resuelve con determinar
la época histórica de la institución, no
dejaremos de indicar que sospechamos tenga
la misma procedencia en España que todos
los bienes de propios. Se sabe que los romanos,
cuando establecían una colonia, un pueblo
, etc., los magistrados encargados del reparto
de las tierras asignadas al término, tenían
cuidado de dejar una porción para el
uso común de todos los vecinos ó pobladores;
éstos únicamente tenían el derecho de entrar
con sus ganados al aprovechamiento de los
pastos, y no podían introducir en ellos ganado
mayor, sino en número de cabezas limitado
(1). Ni creemos que por la época á que se
refierp el privilegio, y teniendo en cuenta que
siempre se ha considerado ser necesarias 6
aranzadas de tierra para mantener una bestia
mayor, se indicara para una yunta de bueyes 3,
sea otra cosa que alguna aclaración de servidumbre.
No hemos encontrado ese privilegio,
que si existe tendría por objeto corregir
alguno de los infinitos abusos que el aumento
de población trajo sobre la administración de
los bienes comunes de los pueblos, dense la
denominación que se quiera, lo cual está justificado
por las leyes (2), y en particular la 9. a
y 17, que prueban las diferentes condiciones
en que se dictaron.
La ley de 1.° de Mayo de 1855 é instrucciones
para su cumplimiento (véase Desamortización
) , en su artículo 2.°, Excepciones de
los bienes declarados en venta: 9° Los terrenos
que son hoy de aprovechamiento común,
previa declaración de serlo, hecha por ei
Gobierno, oyendo al Ayuntamiento y Diputaciones
provinciales respectivas. Cuando el
Gobierno no se conformare con el parecer
en que estuvieren de acuerdo el Ayuntamiento
y la Diputación provincial, oirá previamente
al Tribunal contencioso :administrativo
ó al cuerpo que hiciese sus veces, antes de
dictar su resolución.
En virtud del párrafo anterior, los pueblos
que fundaban su sistema de cultivo en la
base de tener pastos gratis en las dehesas boyales,
formaron expediente y consiguieron exceptuar
de la desamortización los terrenos que
desde tiempo inmemorial venían usando para
las yuntas de labor y ganado lanar y vacuno,
sin exigirse retribución por ello. Esos medios
de alimentación de las yuntas de bueyes de
labor, que sobre la economía consiguiente del
pienso , entra la de jornaleros que exigen las
muías para su asistencia en la cuadra, y aun
(1) Legis ttiorice f ragmenttim.
(2) Ley 1.", título 25, libro VII de la Novísima
Recopilación, y 2. a
, 3. a
, 4.\ 5. a
, B.", 7. a
, 8. a
, 9. a
, etc.
los bueyes cuando en el tinado se han de alimentar,
da por resultado un trastorno en la
marcha seguida donde las dehesas boyales
existen y se suprimen, como hoy intenta el
Gobierno vendiéndolas, que de seguro la población
agrícola desaparecerá tras la desamortización
de dichas dehesas. Nunca debiera hacerse
tal cosa, y menos hoy, con la crisis
agrícola que nos devora.
Supóngase por un momento un pueblo de
Castilla de los que vienen poseyendo desde
tiempo inmemorial una dehesa boyal en que
alimenta 100 yuntas de bueyes, y las vacas y
crías necesarias para reponerlas. Con esas
yuntas labran y recogen los cereales suficientes
para la alimentación de los vecinos, con
lo cual y su sobrante cubren las necesidades
generales, pagan impuestos, etc. La dehesa,
base del entretenimiento de las yuntas, se
declara en estado de venta. En el acto las
100 yuntas se quedan sin medios de alimentarse,
y los dueños tienen que conducirlas al
matadero y dejar de erial las tierras que labraban,
porque si bien en la dehesa no se
obtenía el alimento completo de todo el año
para las yuntas y las vacas para reponerlas,
se conseguía un 70 por 100; éste no lo tiene
el labrador, y habrá de dejar el oficio, ó variar
el ganado boyal por el mular para seguirlo.
La diferencia que es consiguiente á uno ú
otro sistema de labranza (véase Labor con
midas y con bueyes) no es de este sitio tratarla.
Sin que en absoluto seamos partidarios de
Arrieta, la práctica nos ha enseñado que la
labor con muías, sobre ser muy costosa por
el gran capital que absorbe en amortización
del ganado, no en todas condiciones reemplaza
al buey con utilidad, y mucho menos puede
hacerlo de la noche á la mañana en países
como hemos visto en las Castillas. En ese
país, una mujer arando con una yunta de
vacas, puesto en el yugo un capacho en que
llevaba un niño. Esa yunta, que terminado el
trabajo se suelta en la dehesa y la mujer coge
su hijo y se traslada al domicilio, desde que
falte la dehesa, hay que reformar la marcha
de arar, ó mejor dicho, habrá de desaparecer
el trabajo, pues con las muías no puede hacerse
lo que la mujer verifica con las vacas.
Claro está que el sistema de labranza con
bueyes y las dehesas boyales por auxilio es
de lo más primitivo, y debe hacerse por introducir
las reformas necesarias para que mejore,
lo cual principia por tener las yuntas á
pienso todo el año, y que cada propietario
tenga las tierras necesarias y adecuadas, con
el fin de que en ciertas temporadas puedan
las yuntas pastar al aire libre, que tanto les
conviene. Pero sin preparar esas aplicaciones,
vender las dehesas boyales por el Gobierno,
es matar de una plumada infinidad de pueblos
que hoy viven contando con esa base
para la alimentación de sus animales de labor.
La clase labradora carece de capitales para
emprender una reforma como la á que se le
obliga si se venden las dehesas boyales; mas

DEL — 470 — DEL
siendo el 80 por 100 del valor de ellas de los
pueblos y el 20 del Estado, pudiera éste obligarles
á la entrega de su parte, y dejar como
propiedad de los vecinos las dehesas. Esto,
aunque no muy equitativo, sería mejor para
los pueblos, que vender las dehesas y darles
un 80 por 100 en papel, con el cual no pueden
alimentar sus bueyes ni buscar auxilios
para verificarlo. Además, si el pueblo es dueño
de cuatro quintas partes del capital que
la dehesa representa, ¿es justo que el condueño
á quien pertenece la quinta le obligue á
enajenarla? Lo lícito será entregarle la quinta
parte y constituir los vecinos la propiedad
del todo.
También pudiera el Estado separar la quinta
parte de la superficie de las dehesas boyales
y venderla, dejando las otras cuatro á los
condueños, que la usaran en común. Esto
acortaría en un quinto el aprovechamiento;
pero la venta de toda y su conversión en papel
sería la muerte del cultivo, y los perjuicios
á que daría lugar incalculables, no sólo
al cultivo de las tierras y producción consiguiente,
sino á la de carnes, que tauta falta
hace en España.
J. de Hidalgo Tablada.
DELIMA.—Género de plantas de la familia
de las Dileniáceas. Viven espontáneas en
las Islas Filipinas las dos especies leñosas
siguientes:
Delima sarmentosa, L. Nombre vulgar,
Malacalmón. — Arbusto sarmentoso cuando
es joven, que se encuentra en los matorrales,
y especialmente en los montes de Tayabas.
Tiene las hojas alternas, ovales, más estrechas
por abajo, aserradas, con pelo muy corto
y áspero, y los pecíolos cortos. Las flores
son axilares, y forman panoja laxa y racimosa.
El fruto es una cajilla con arilo, de un
hermoso color encarnado en la base de las semillas.
Florece en Julio. Las hojas sirven,
por su aspereza, para limpiar la madera. Las
flores tienen olor muy fuerte, algo agradable.
Las ramas gruesas, cortadas, dan agua buena
para beber en bastante cantidad.
Entre las variedades de coloración de la madera
de este árbol merecen citarse la jaspeada
y la colorada. La primera presenta sobre un
fondo rojo de ladrillo, vetas y manchas negruzcas;
sus poros son poco perceptibles, y
los radios medulares, numerosos y muy marcados.
La segunda es de color rojo, con algunas
vetas y manchas plomizas, con los.poros
abundantes y bastante marcados. Abunda
más que aquélla. Ambas son de algún uso en
construcción civil. -
Delima áspera, P. Blanco.—Alcanza una
altura de 2,50 metros, y tiene el tronco derecho.
Las hojas son alternas, aovadas, pelosas,
aserradas, con las escotaduras espinosas y los
pecíolos cortísimos. Flores dispuestas en racimos
recompuestos; fruto cajilla pequeña,
superior, cónica, con una semilla globosa, ceñida
hasta el medio por un arilo membranoso,
deshilado en las orillas. Florece en Julio.
Las hojas son muy ásperas por el pelo que
tienen.
DELTA (Geografía física).—Cuando un
río, antes de entrar en el mar ó en un lago, se
divide en varios brazos, algunas veces divergentes,
de manera que forman los costados
de un triángulo cuya base es el mar, se denomina
delta el suelo formado de los aluviones
que abrazan los costados del río. Ese
nombre, dado por los antiguos al espació
triangular comprendido entre las dos principales
embocaduras del Nilo, á causa de su
parecido con una letra griega, fué después
admitido para determinar los terrenos que las
corrientes, al entrar en la mar, forman en las
embocaduras de los ríos. Los deltas son lá
plenicia aluvial formada en la embocadura,
cuyas pendientes son apenas sensibles, y que
elevándose por la continuación de los aluviones
, hacen variar de lecho el río, aumentando
la extensión de los terrenos de aluvión.
El delta del Nilo es el más célebre del Mediterráneo.
El Egipto entero, según sus patriarcas
, fué un don del Nilo, lo Cual parece
ser verdad en la parte aluvial situada por
más abajo de Meufis. Hoy la cabeza del delta
está á 30 leguas de la mar. Apoyándose en el
texto de Homero y otros autores de la antigüedad
, se ha razonado bastante sobre la marcha
progresiva de los aluviones del Nilo, y
queriéndose servir de ella como de un cronómetro
para determinar la época de la última
revolución del globo, según dice Guérin.
Equivocadamente se ha supuesto que la marcha
progresiva del delta ha sido proporcional
al tiempo transcurrido, siendo así que es
menor á medida que avanza en la mar y es
más expuesta á las corrientes.
El Rhin, que se divide cerca de Cléves, en
ese sitio está el origen de su delta, que está
cerca de 80 millas de las costas, y parece que
desde los tiempos históricos, lejos de aumentarse
, ha disminuido por la acción de la mar.
Entre los deltas oceánicos, los más importantes
son los del Ganges y Bussampooster,
ríos que descienden del Himalaya, cadena de
montañas la más alta del globo, uniéndose
antes de entrar en el mar, en medio de sú
inmensa anchura, que hoy está reunida en un
delta solo; la superficie del delta del Ganges,
sin comprender la de su afluente, es más
de un doble mayor que la del Nilo. Su vérti 1
ce está á más de 73 leguas de su base; la parte
comprendida entre los dos trazos principales
del Ganges tiene 66 leguas de longitud, lo
que forma una superficie de 2.400 leguas; en
su parte inferior es un laberinto de ríos y lagunas.
Desemboca en el mar por seis bocasprincipales,
y la cantidad de limo que conducen
es tal, que el mar pierde su transparencia,
que no recobra hasta 20 leguas de las costas.
El Niger tiene el delta en el golfo de Guinea
, se prolonga al interior á más de 80 leguas
de la ribera, sobre la que ocupa una
longitud de 100. Esa superficie se ha estimado
en la mitad de la que ocupa Inglaterra.

DEM — 471 — DEN
Sería interminable citar los sitios en que
los grandes ríos entran en el mar, y cuyos
deltas forman islas más ó menos extensas, y
cuyas superficies tienen aprovechamiento para
la agricultura (véase Ríos). Entre los ríos de
España, el Guadalquivir y el Ebro son los
que presentan deltas más extensos. El primero
desemboca en el Atlántico, en la provincia
de Cádiz, y el segundo en el Mediterráneo,
por los Alfaques, provincia de Tarragona.
La región marina del Guadalquivir ocupa
una extensión de 6.664 kilómetros cuadrados
desde Sevilla al mar (1). La dehesa gallega,
las marismas, que fueron el fundamento para
elevar á título de Castilla á un servidor de
Fernando VII, Aguado; la isla mayor, en que
se acogen de invernada millares de cabezas de
ganados. Pasado Sevilla, río abajo, hasta la
embocadura con el mar, el río Guadalquivir
forma en su delta extensos sotos con nombres
diferentes, que en las grandes avenidas
se inundau en parte, sin embargo de que las
no ocupadas por las aguas son suficientes
para acoger los animales que en ellas pastan,
creando una riqueza de importancia en los
pueblos á que pertenecen. Sanlúcar de Barrameda,
en cuyo término está la unión del
río con el mar, tiene en los terrenos del delta
una gran riqueza en pastos.
El Ebro, en el delta de la derecha, y terrenos
municipales de Amposta, San Carlos de
la Rápita y Tortosa, hay una extensión de
30.000 hectáreas de terreno feracísimo, que
sólo se cultiva con distintos resultados una
faja estrecha, paralela al río, que por su mayor
elevación no tiene en tanta escala como
el resto el inconveniente de ser pantanosa
ó salitrosa, por su escasa elevación sobre el
mar. La parte izquierda es inmensa, poblada
de terrenos más ó menos encharcados ó secos
que se riegan, pero en su mayor parte
con poco aprovechamiento. En épocas distintas
se han hecho ensayos para cultivar el
arroz, y aunque los resultados fueron satisfactorios
y mejoraron la salubridad del país,
en 1862 el Gobierno prohibió el cultivo é
hizo perder crecidas sumas á la Compañía
arrocera, que dio premio por acotar los terrenos
y disponerlos al efecto. Canales de riego
y navegación que la Real Compañía del
Ebro dispuso al efecto hubiesen convertido el
delta en suelos productivos, de insalubres y
estériles, á pesar de su gran fertilidad.
J. de Hidalgo Tablada.
DEMULCENTES—Se da este nombre á
los medicamentos y agentes curativos que
disminuyen la contractilidad de los tejidos vivos
sobre que se aplican. Su acción es opuesta
á la de los tónicos, principalmente de los
denominados tónicos astringentes.
En este caso se hallan un gran número de
substancias, descritas en su lugar correspondiente
todas las que tienen oportuna y debida
(1) Reconocimiento hidrológico del Valle del Guadalquivir,
por 1). P. A. de Mesa, 1804.
colocación en esta obra y merecen mencionarse
por tener un interés agrícola más ó
menos directo.
DENDROMETRÍA.—Es la parte de la
Estereométria forestal ó Xilometría, que enseña
los procedimientos para cubicar ó determinar
el volumen total ó fraccionario de los árboles
aislados, y también el de las partes en que
éstos se dividen, según la naturaleza de sus
órganos, tales como el tronco, rama, copa, tocón,
cepa, raíz y corteza.
Se ha formado este vocablo de las raíces
griegas dendron, árbol, y metron, medida.
" La materia es bastante larga para ser expuesta
con todo desarrollo en una obra como
la presente. Nos limitaremos, por lo tanto, á
dar noticia de los puntos más capitales, remitiendo
al lector que desee más ampliación,
á las obras especiales que de esta parte de la
dasonomía se ocupan.
Para los fines que la dendrometría persigue,
hay que estudiar de un lado el modo de
hacer las mediciones de los árboles y sus partes,
y de otro los procedimientos de cubicación
y aforo, de cuyas partes pasamos á OCUT
parnos.
I. MEDICIÓN DE LOS ÁRBOLES.— Las dimensiones
necesarias para calcular el volumen
de un árbol son la altura y el diámetro ó la
circunferencia de su tronco.
Métodos prácticos para la medición de alturas.—Como
en los montes es necesario casi
siempre operar con rapidez, suelen por este
motivo preferirse muchas veces los métodos
prácticos, que, por otro lado, requieren bastante
práctica. El uso de instrumentos puede
considerarse como un medio para que el operador
adquiera la práctica necesaria para
aforar á simple vista.
Uno de los procedimientos prácticos consiste
en aplicar un patrón lineal sobre el tronco
, y luego, á ojo, apreciar el número de veces
que esté comprendido en el árbol. Para
esto suele emplearse un bastón de un metro
de longitud, dividido en centímetros, y el
cual recibe el nombre de bastón forestal. En
su defecto puede servir una rama bien derecha,
sobre la cual, con la cinta graduada, se.
señalan las divisiones correspondientes. Algunos
bastones forestales tienen en su interior
una varilla de hierro, á modo de estoque,
que sirve para aumentar la longitud del bastón
hasta 2 metros, con lo cual resulta menos
error en la comparación, por estar dicha longitud
contenida en el tronco menor número
de veces.
Puede servir también para el caso una varilla
cualquiera, un lápiz, por ejemplo, situándose
el observador á una distancia tal
del árbol, que las dos visuales dirigidas por
los extremos de aquél, comprendan sobre
el tronco una longitud conocida, medida de
antemano; después se va subiendo el lápiz
hasta que la visual superior pase á ser la inferior,
y así se continúa hasta llegar á visar
el extremo del árbol que se quiere medir. El

DEN — 472 — DEN
número de operaciones efectuadasmultiplicado
por la longitud conocida, dará la altura
buscada.
Puede hacerse esto de una Tez, empleando
un bastón largo, dividido en partes iguales:
se coloca para esto el observador á una distancia
tal del árbol que la visual dirigida al
vértice pase por el extremo del bastón; se ve
luego el número de divisiones que comprenden
las dos visuales dirigidas á los extremos
del árbol, y midiendo sobre éste la longitud
que corresponde al tronco comprendido entre
las visuales dirigidas por dos divisiones consecutivas,
se deduce con la multiplicación de
esta medida por el número total de divisiones
que comprenden las dos visuales á los extremos
del árbol, su longitud ó altura.
La altura de que se trata puede obtenerse
más exactamente por medio de una cuerda
ó cinta graduada que lleve en su extremo inferior
un peso para que se mantenga tirante.
Un hombre se sube al árbol para suspenderla
desde la parte superior.
Dendrómetros. — Son instrumentos destinados
á obtener las dimensiones de los árboles
en pie, conocida su distancia al punto de
estación en que se coloca el operador, para
poder deducir de ellos el volumen del árbol.
Los hay que dan las alturas y diámetros,
pero suelen ser bastante molestos en su manejo.
Aquí nos ocuparemos sólo dé los que dan
las alturas.
Las condiciones que debe reunir un buen
dendrómetro pueden reducirse, según M. Regneault,
á las siguientes:
1. a
Aproximación segura y suficiente. En
esta clase de operaciones forestales se tolera
un error de 0,1 metro en las alturas, y 0,01
metro en los diámetros y aun más.
2. a
No exigir cálculos, limitándose éstos
á multiplicaciones ó divisiones por la unidad
seguida de ceros, ó á lo más á tomar la mitad,
el tercio ó el cuarto.
3. a
No ser precisa la condición de esta­
cionar á la distancia de 10 metros del árbol,
pudiendo verificarse entre 5 y 30 metros para
elegir el sitio desde donde se pueda visar mejor
y más fácilmente el árbol.
4. a
Poderse verificar la operación con bre­
vedad, pues así lo requiere el gran número
de observaciones que deben verificarse para
una determinación de existencias leñosas de
un monte ó rodal.
5. a
Sencillez é independencia de los movi­
mientos, á fin de poder determinar separadamente
los diámetros y las alturas, y caso de
hacerse al propio tiempo esta operación, que
sea de un modo fácil y breve.
6. a
Determinación directa de la altura del
árbol desde la base, independientemente de
la pendiente del terreno.
7. a
Posibilidad de operar un solo indi­
viduo.
8." Ser el instrumento muy portátil, de
poco volumen, no requerir estuche, y siempre
que sea posible tener solidez, ser de fácil
rectificación, y en caso de desarreglarse, que
se pueda componer fácilmente.
Los dendrómetros más conocidos, de mayor
sencillez y fácil manejo, son los siguientes:
Escuadra de Duhamel.—Sirve para determinar
las alturas, y está formada por un
triángulo rectángulo isósceles, hecho de madera,
que puede tenerse en la mano ó colocarse
sobre un bastón terminado por un regatón
de hierro para clavarlo en el suelo (figura
182).
Para operar con este instrumento se coloca
el observador á una distancia tal del árbol
que, dirigiendo una visual
por la hipotenusa
a d, pase ésta por el
punto A, cuya altura se
quiere determinar, manteniéndose
el cateto a b
de la escuadra en posición
vertical, comprobada
por un perpendículo
ó plomada que se sus-
Figura 182.-Escuadra pende de a.
de Duhamel El_ triángulo A B d,
semejante al a b d, tendrá
'A B igual á B d, de modo que, midiendo
sobre el terreno la distancia que haya
desde el árbol al punto de observación, se
conocerá el valor de la altura A B del árbol,
debiéndose
|jj añadir á este
resultado la
magnitud B
M para tener
la altura total
del tronco.
Este instrumento,aplicado
á los montes,
tiene el
inconveni ente
de no ser
P'-M, j siempre de fá-
J*. ®> j cil empleo,
o r (
Figura 183.-Plancheta ordinaria P
u e
l
? a
es­
pesuradificulta en muchos casos el que el observador se
pueda colocar á la distancia necesaria para
poder visar bien la cima del árbol. Resulta
además que si éste se encuentra en un sitio
elevado, de tal suerte que, colocado el observador
á la distancia conveniente, esté el aparato
en un plano horizontal inferior á la base
del tronco, no tiene aplicación el instrumento.
Plancheta ordinaria.—Este instrumento,
que, como el anterior, sólo da las alturas,
consiste en una tabla de madera de forma
rectangular (0,30 metros de largo por 0,10
de ancho), cuyos lados son perfectamente
rectos (figura 183).
Lleva dos pínulas de metal A B, dispuestas
de modo que se pueda dirigir una visual
paralela al lado mayor del instrumento. En el
centro a va suspendido un perpendículo a d.
El punto h de la arista inferior dista 10 cen-

DEN —>473 — DEN
tímetros del punto a de que pende la plomada,
señalándose en dicho punto h el cero, de
modo que cuando la arista A B esté horizontal,
la plomada cubre aquel punto. La línea
h p se divide en centímetros y milímetros.
Por el dorso lleva la plancheta un anillo, ó
sea por donde se coge para operar.
Para observar con este instrumento se dirige
una visual A H de modo que pase por la
parte superior del tronco, y se anota la división
por que pasa el perpendículo. Resultan en
esta posición dos triángulos semejantes a h d,
en los cuales la relación que hay entre los lados
homólogos a h y A D es la misma que
hay entre h a y H D. Para facilitar el cálculo
se construye a k de la longitud de un decímetro,
y colocándose el observador á 10 metros
de distancia del árbol, resulta que la relación
entre a h y A JD es de 1 : 100, y por lo tanto
la relación entre h d y H D será también de
1 : 100, ó lo que es lo mismo, cada centímetro
contado en la escala de la plancheta, representará
un metro de altura en el tronco, y cada
milímetro un decímetro. Si el observador se
colocase á 20 metros, la relación sería de
1 : 200, y cada centímetro de la escala representaría
2 metros de altura.
A la longitud obtenida por esta operación
debe añadirse la que haya desde el punto D
hasta la superficie del terreno R en la parte
inferior del tronco, ó bien se puede visar á
dicho punto, verificando la misma operación
que antes y sumando después los dos valores
obtenidos de este modo.
Esta plancheta tiene el defecto de que para
su manejo exige dos observadores: uno que
vise el extremo superior del tronco, y otro que
mire y anote, cuando esto sucede, la división
por donde pasa el perpendículo. Exige además
qué se estacione á una distancia exacta de 10
metros, 20 ó un múltiplo, lo cual no siempre
es posible.
Plancheta de cuadrícula.—Es igual á la anterior,
con la modificación de tener trazadas
en sentido paralelo á la línea graduada, otras
líneas con igual división, equidistantes entre
sí una división de la escala. Con esta plancheta
no hay necesidad de hacer estación á la
distancia exacta de 10, 20, 30 metros, etc.,
sino que el operador se coloca á cualquiera
distancia. Se mide ésta, y el número u de unidades
que tiene, sean metros, varas ó pies,
sirve para determinar el índice de la graduación
en la plancheta, que queda fijado por la
intersección del perpendículo con la paralela,
que dista del punto a de suspensión, u divisiones.
El número de éstas, comprendido desde
el cero á dicha intersección, es el de unidades
en metros, varas ó pies que tiene la altura
buscada.
La medición se verifica observando la cima
y el pie del árbol, y sumando ó restando
los resultados, según que el operador esté
á, un nivel superior ó inferior á la base del
tronco.
Plancheta forestal. — Consiste en un cua-
Dic—IV.
drado de madera A B C B, con cuatro pínulas
dispuestas para poder dirigir visuales, según
la dirección de los dos lados colgantes
ABy AD (figura 184).
En el vértice A tiene suspendido un perpendículo
A P, y los lados D C y C B están
divididos en grados que corresponden á los
diversos ángulos que A P forma con A D,
estando 0° en D, 45° en C y 90° en B.
En el triángulo WB (VB, horizontal
que pase por B), resulta:
VV'= T'^tang a.
Y la amplitud de este ángulo la da D P.
Al dorso de la plancheta hay tablas con los
valores de las tangentes, para facilitar el
cálculo de la anterior forma.
Para operar se dirige por la alidada A D
la visual á la base
W"V'
a e
l árbol, y se ob-
w-.. tiene de un modo
igual el valor correspondiente
á
V V.
Este instrumento
no es ventajoso
en la práctica,
porque requiereoperaciones
aritméticas.
B e n dr ó metro
Figura 184
Plancheta forestal
Regneault. — Con
este dendrómetro
tampoco hay que
estacionar á una
distancia fija. Consta de dos reglas A a (figura
185), de las cuales la última puede moverse
en sentido longitudinal por una ranura que
hay á dicho fin en la regla A. La a está divi-
Figura 185.—Dendrómetro Regneault
dida en centímetros desde el punto a, y la A
lo está en centímetros y milímetros á ambos
lados del punto H, en el cual está colocado el
cero de la escala.
Para usar este instrumento, el observador
se coloca á una distancia exacta en metros del
pie del árbol, y corre la regla a de modo que
desde a hasta H haya tantos centímetros como
metros diste el operador del árbol. Después
visa el punto H y anota el número de divisiones
que hay desde H hasta d, punto por el
que pasa el perpendículo, lo cual hace otro
31

DEN — 474 — DEN
observador, ó bien el mismo, sujetando con el
dedo pulgar de la mano izquierda el hilo sobre
la escala de la regla A cuando está hecha
la enfilada á II y el perpendículo permanece
en reposo. La distancia ó altura buscada resulta
ser de tantos metros y decímetros como
centímetros y milímetros comprenda la escala
desde el cero hasta la intersección con el hilo
de la plomada.
La operación se repite luego visando el
punto P, que es la base del árbol, obteniéndose
en la parte
de escala H M
el valor de D P,
que agregado al
de I) antes
obtenido, da la
longitud total
del tronco.
Cuando el observador
se halle
en un plano
inferior á la base
del terreno,
en este caso se
Figura 186.—Dendrómetro
de Huet
restan los dos
valores obtenidos,
visando al
pie y al extremo
del árbol, siendo la diferencia la altura que
se busca.
Fundados en estos mismos principios, Masqueller,
Presler y otros forestales han ideado
Hit
Figura 187.—Dendrómetro de Sanlaville
varios dendrómetros, cuyo uso ó manejo se
comprende á la vista del instrumento.
Dendrómetro de Huet.—Se compone de dos
reglas de madera E D y A B (figura 186),
unidas entre sí por medio de un eje C, alrededor
del cual pueden girar, siendo condición
para operar que E C sea igual k A C. Estando
en posición vertical la regla E D, y
siendo E C igual á C A, en los triángulos
semejantes A C E y A P S debe resultar
también que S P sea igual á P A, y como el
punto A está á poca altura del suelo, se puede
tomar en vez de P A, su proyección P M,
cuya longitud será la del árbol, con un ligero
error. Este instrumento es de sencillo manejo^
pero algo inexacto.
Dendrómetro de Sanlaville. — Lo forman
dos reglas graduadas B Hy R S (figura 187),
de las cuales la horizontal tiene en su extremo
un disco metálico A H, con una abertura
A, que sirve de ocular para dirigir la visual;
y la otra regla, que guarda la posición
vertical al estar el instrumento en estación,
tiene una corredera R con otro disco que,
cuando está situado en la intersección de las
dos reglas, determina, en unión con el otro
disco, una línea horizontal;
la regla R S
puede correr á lo largo
de la horizontal
H B, y aplicarse sobre
ella á fin de ser
más transportable el
instrumento, el cual
_. _ . , así doblado toma la
Figura 188.-Dendrometro f o r m a d e U Q b a s t ó n_
de arco de crrculo L a r e g l a R $ t i e n e
señalado un punto m,
cero de la graduación, que con el ocular determina
una visual que debe pasar por el pie
del árbol.
En los triángulos VA V y m A n, se establece
la proporción
m n : V V ::mH:H H';
de lo cual se deduce
II H'
V V
m II
Para operar se mide la distancia HII' y
se corre la regia R S de modo que m II tenga
tantas divisiones como unidades de medida
(metros, por ejemplo) tiene aquella distancia.
Se dirige después la visual al pie del
árbol haciendo que éste pase por m, y luego
se mueve la corredera R hasta que con A
determine una visual A n V que pase por el
vértice del árbol, y el numero de la división
que marque la corredera R indicará los metros
que tiene la altura buscada.
Este dendrómetro no se usa mucho por la
lentitud con que se opera con él.
Dendrómetro de arco de círculo.—Está fundado,
como la plancheta forestal, en la fórmula
trigonométrica a = b tang a, aplicable
al triángulo rectángulo (figura 188) A B C,
en el cual A B = B C tang A C B. Este
ángulo A C B es igual al a, medido en la
graduación del semicírculo que está unido al
anteojo M. Hay tablas que dan los valores
de A B, ó sea la altura del árbol para los
diferentes que puede tener B C y la tangente
de A C B. Al valor obtenido se agrega la
longitud B K para tener la altura total desde
el suelo.
Dendrómetro de Bouvard.-—Se funda en el
principio antes expresado, pero es un instrumento
más expedito, y por lo tanto muy
usado en las prácticas xilométricas. Lo forman
dos tablitas rectangulares sobrepuestas,

DEN — 475 — DEN
dejando intermedio un espacio donde oscila
un perpendículo que termina por un arco
graduado, suspendido del eje A (figura 189);
la graduación es doble y simétrica á los dos
lados de la línea de fe del perpendículo. Una
abertura hecha en la tabla deja ver la graduación
del arco, y el índice fijo m que tiene
la arista de la abertura coincide con el cero
de la graduación cuando la visual que determinan
las pínulas V V es horizontal. Un resorte
con uii botón B deja en libertad el
perpendículo cuando se le comprime.
Al operar con el instrumento para averiguar
la altura de un árbol haciendo estación
á cualquiera distancia del mismo, se deja en
libertad el perpendículo y se dirige una visual
á la parte superior del tronco por las pínulas
V V; obedeciendo á la gravedad, el perpendículo
conserva vertical su línea A cero
cuando deja de oscilar, y entonces, soltando
el botón B, queda fijo el arco, y el índice m
de la plancheta señala una graduación sobre
él. La amplitud angular entre el cero del perpendículo
y el índice de la plancheta es la del
ángulo que forma la visual V V con el horizonte,
es decir, la inclinación del rayó visual.
Si la graduación determinase, como en
los círculos graduados, parte de la circunferencia,
para obtener la altura del árbol habría
que multiplicar la tangente de dicho ángulo
por la distancia horizontal que separase el
punto de estación del pie del árbol (a= b
tang a.), y requeriría el empleo de tablas;
pero como las divisiones del limbo son las
correspondientes á ángulos cuyas tangentes
para el radio 1 son 0,01, 0,02, 0,03, 0,04, etc.,
bastará multiplicar la distancia horizontal por
el número correspondiente de la graduación
del arco, que coincide con el índice, para tener
la altura buscada.
Así se obtiene la altura sobre el plano horizontal
que pasa por el ocular. Para tener la
total del árbol se dirige la visual á los dos extremos
superior é inferior del tronco; se suman
las lecturas dadas por el índice de la
plancheta sobre el arco graduado, y se multiplica
dicha suma por la distancia de la estación
al árbol. Para evitar las multiplicaciones
pueden calcularse tablas para diversas distancias
horizontales con los resultados de la
multiplicación de dichos factores, cuyas tablas
se fijan en la cara posterior del dendrómetro.
Este instrumento tiene la gran ventaja de
que se puede manejar por un solo operador,
no exigiendo el concurso de otra persona para
hacer las lecturas en la graduación.
MEDICIÓN DE LAS CIRCUNFERENCIAS.—Las
circunferencias pueden medirse por medio de
cintas ó cadenillas divididas en centímetros.
No nos detenemos en describirlas porque no
se diferencian de las ordinarias generalmente
más que en la longitud, que puede reducirse
si se quiere á 3, 4 ó 5 metros, no siendo necesario
que pasen de 10. Estas cintas ó cadenas
suelen llevar un ganchito en el extremo,
el cual se prende en la corteza á fin de que
no se caigan al rodear el tronco del árbol si
es uno solo el operador.
El uso de la cinta para medir las circunferencias
está sujeto á errores, porque la imperfección
de la corteza, los nudos y las ramas
que puede tener el tronco, impidiendo el
ajuste perfecto de la cinta sobre él, dan para
la circunferencia un valor bastante mayor
que el real. Además, si se coloca inclinada la
cinta alrededor del tronco, se obtiene una sección
mayor que la horizontal, y por lo tanto
su perímetro es mayor también que la circunferencia
que se busca.
MEDICIÓN DE LOS DIÁMETROS.—Usase para
esto el compás forestal, que algunos ingenieros
llaman forcípulo. Está formado este sencillo
instrumento por una regla graduada B P
(figura 1 9 0 ) , de un metro de largo ordinariamente,
que lleva otras dos reglitas de unos
f ^
Figura 18!)
Dendrómetro de Bouvard
Figura 190
Compás forestal
60 centímetros de longitud perpendicularmente
á ella, dispuestas: la M fija en su extremo
, y la otra N movible sobre dicha regla
B P. El cero de la graduación que lleva
la regla larga coiucide con la arista interior
de la reglita fija M B, y á partir de él sigue
la división en centímetros.
Para operar con este instrumento se coloca
horizontal de modo que las dos reglitas abracen
el tronco del árbol, cuyo diámetro es
igual á la porción de regla graduada comprendida
entre las dos reglitas, dada por la graduación.
La medición se debe hacer siempre en punto
del tronco que presente un diámetro medio
(regularmente á la altura del pecho del hombre,
ó sea á 1,30 metros del suelo), determinando
la medida con aproximación de un
centímetro.
El compás forestal es más exacto en sus
resultados que la cinta, porque el error que
dimana de la oblicuidad de ésta alrededor del
tronco es mayor que el que puede cometerse
por la falta de horizontalidad del compás al
medir un diámetro. Este instrumento es, por
otro lado, más expedito que la cinta.
Hay que recordar también que, según se ha
comprobado por repetidos experimentos, los
volúmenes de los árboles en función de las
circunferencias obtenidas por la medición directa
de la cinta, exceden al volumen real, y
que, por el contrario, deducidos de los diámetros
dados por el compás forestal, son más
aproximados.
En algunos métodos de cubicación se necesita
conocer el diámetro medio de los troncos

DEN — 476 — DEN
de los arboles, y en este caso debe tenerse
presente que la expresión de la semisuma de
los dos diámetros extremos es más exacta que
la medición del diámetro á la mitad de la
altura, por cuanto los errores que se cometan
por las desigualdades del tronco pueden ser
compensados con la semisuma.
II. CUBICACIÓN.—Troncos.—La geometría
da las fórmulas para determinar exactamente
el volumen de los sólidos que afectan formas
regulares; pero como los troncos de los
árboles no reúnen esta circunstancia, de aquí
resulta que no es posible conseguir este resultado
más que aproximadamente, lo cual no
es un inconveniente de importancia, porque
las tasaciones forestales no exigen una rigorosa
exactitud.
En su consecuencia, para calcular el volumen
de un tronco, se le compara á un cuerpo
geométrico y se toma el volumen de éste (calculado
por la fórmula correspondiente), y se
multiplica después, para obtener el volumen
real ó dendrométrico, por el factor de conversión
ó coeficiente mórfico, de que se hablará
más adelante.
Comúnmente el tronco de los árboles se
compara a un tronco de cono, á un cono ó un
cilindro, cuyos volúmenes están representados
por las fórmulas siguientes, en función
de los radios y alturas:
Val. t.c.=-T.H (ir- -r-R'S + R S'J.
Vol. c.
Vol. cil. = - T . H R * .
2
O bien expresados en valores de los diámetros:
Vol.t.c. = -^TZH (D*- + D'*--\-D D').
Vol.c. = — ~HD\
12
Vol. cil. =-ilff5!.
4
Y también calculados por las circunferencias:
Vol. t. c. = —— II ( C- -\- -\- C C).
12 TC
Vol. c. = H C s
.
12 TZ
Vol. cil. = — H C-.
4 ir
Cuyas fórmulas se deducen unas de otras por
la sustitución de los valores
D C
R = —,- R = .
2 2 TÍ
El factor constante se puede aceptar como
muy aproximado con los siguientes valores:
— = 0,785; — = 0,2617;
4 12
1 1
= 0,08; = 0,0265.
4 TC 12 Tt
Con las fórmulas del tronco de cono se toman
los valores del radio, diámetro ó circunferencia
en los dos extremos del tronco
del árbol; en los del cono se consideran los
valores correspondientes á la parte baja; en
los del cilindro, el valor á la altura de 1,30 metros
sobre el suelo.
También se suele tomar á veces para medir
el tronco de los árboles el valor de la circunferencia
media, en cuyo caso su volumen, calculado
como cilindro, representando Ry R' los
radios mayor y menor del árbol, es:
¡R + R' \ 2
Vol. cil. =T:H( ).
La diferencia entre este valor y el que se
obtendría aplicando la fórmula del volumen
del tronco de cono se deduce restando las
fórmulas siguientes:
Vol. t. Vol cil. = — TC IT
3
(R2 + R'2+ RR'J — TC H I —^ 1 =
= — TT H (4 R--
12
•4 R'2 + 4 RR') =
T. H (3 R- -\-3 R'- -\- (i R R') =
12
12
•.II(RZ+R'-2 — 2RR') =
12
K J
Cuya expresión representa el volumen de
un cono cuyo radio sea la mitad de la diferencia
de los radios extremos del tronco del árbol,
con igual altura que el tronco de cono;
el cilindro da, por lo tanto, un volumen menor
que el tronco de cono.
En la práctica se usa esta sustitución tomando
los cilindros de base media, calculando
después por medio de varias experiencias
el error que con ello se comete y deduciendo
un factor de relación, que se emplea para corregir
los cálculos cuando las operaciones deben
hacerse con mucha exactitud, lo cual no
es frecuente.
Coeficiente mórfico.—Acabamos de indicar
la necesidad de conocer un factor de relación
ó conversión para hacer desaparecer el error
que se comete cubicando los árboles como
figuras geométricas regulares. Sirve esto,
como se ve, para pasar del volumen calculado
al volumen real, y suele llamarse en dendrometría
coeficiente mórfico (de morplios, forma).

DEN — 477 — DEN
Veamos lo que en realidad sucede al tratar
de hacer las cubicaciones.
Los troncos de los árboles presentan una
forma cónico-truncada algo irregular, pero
que permite descomponerlos en trozos cilindricos,
en trozos de cono truncado, y en un
cono terminal, que es el raberón. La sección
vertical dada por el eje del árbol está limitada
por curvas, ordinariamente convexas, rara vez
cóncavas. Él volumen dendromélrico ó real de
un tronco se obtendrá, pues, descomponiéndolo
en trozos de modo que cada uno tenga
una forma geométrica regular, y calculando
el volumen de éstos con exactitud.
Para hallar, pues, el factor de conversión
f para pasar del volumen calculado como si
el rollo fuese un cilindro, ó un tronco de
cono, ó un cono, y el volumen real del mismo,
basta determinar la relación
Vol. real
/ = •
Vol. calculado
Para ello se hacen repetidas experiencias
con árboles de prueba, y de ellas se deduce
un término medio para valor de f. Este factor
de conversión varía, no sólo en las especies
arbóreas, sino que también en una misma
especie, según sea la situación, exposición, y
en general todos los elementos que influyen
en la vegetación.
Por esto conviene determinar los factores
de conversión por agrupaciones homogéneas
relativas á magnitudes, localidades y especies
botánicas.
COPA.—Para fijar la relación entre el volumen
de los ramos que forman la copa y el
del tronco, se determina el valor correspondiente
de diversos árboles de experiencia, y
de ellos se deduce el coeficiente, que suele
1 1
ser de — á —, según sean las especies arbóreas
y la espesura en que se hayan criado las
plantas.
LEÑAS DE TODA CLASE. — Comprendemos
aquí lo mismo las enterizas que las de raja,
que procedan de las raíces, cepas, troncos y
ramas de todas clases. El volumen de todas
ellas puede obtenerse por el procedimiento
de cubicación indicado para los troncos; pero
como por lo común la forma de los tueros es
muy irregular, las operaciones serían sumamente
largas y engorrosas. Hay necesidad,
por lo tanto, de acudir al sistema hidrostático.
Para ello se pesa la leña al aire, y luego
se sumerge en un depósito lleno de agua
(hay aparatos especiales para esto, todos ellos
bastante sencillos), pesándola de nuevo en
esta situación, y la diferencia entre los dos
pesos obtenidos es el peso de un volumen de
agua igual al volumen de la madera, determinándose
la relación del peso al volumen polla
igualdad que existe entre el kilogramo y el
decímetro cúbico en el sistema métrico. Así,
pues, si la diferencia obtenida en los pesos
hubiese sido de 1.420 kilogramos, el volumen
de la leña sería de 1.420 decímetros cúbicos,
ó sea un metro cúbico y 420 decímetros cúbicos.
Si se emplea para estas cubicaciones un recipiente
de capacidad conocida y graduado
en sus paredes á diversas alturas, se puede
simplificar mucho la operación. En este caso,
y así están dispuestos los aparatos que para
dichos fines se construyen, se llena de agua
el depósito y luego se introduce la leña que
se quiere cubicar, la cual naturalmente desaloja
del recipiente un volumen de agua igual
al de la materia leñosa. Esta, después de extraída,
deja el estanque con el agua á un nivel
inferior al que tenía antes de la inmersión.
Con estos datos se calcula el volumen del
agua desalojada por la leña, y éste, con toda
exactitud, el de la materia indicada, que es lo
que se busca.
Este procedimiento se emplea para determinar
ó hallar los factores de conversión para
pasar del volumen real de las leñas al geométrico
aparente que tienen reunidas ó agrupadas
bajo determinadas formas, con las que
dejan muchos huecos ó intersticios entre sí
(estéreos, cárceles, cargas, etc.,-según las
unidades de medida usadas en las diversas
localidades).
CORTEZAS.—Poco hay que decir respecto al
modo de obtener el volumen de las cortezas.
Esta determinación es conveniente cuando se
trata de aprovechamientos de casca ó corcho.
El volumen buscado se obtiene entonces determinando
el total del tronco y el del siste^ma
leñoso (excluido por lo tanto el grueso dela
corteza) , y restando después uno de otro..
La diferencia representará el volumen de la
corteza. Hay tablas en que estos volúmenes
están expresados por su relación de tanto por
ciento con los del tronco y del árbol.
B. Plá y Rtive.
DENDROMETRO.—Instrumento que sirve
para obtener las alturas de los árboles en
pie, y á veces también los diámetros. (Véase
Dendrometría.)
DENDROPHTHOC—(V. Dapo sa
Pajo.)
DENSIDAD.—Llámase así la relación entre
el peso de un cuerpo y el de un volumen
igual de agua destilada y á la temperatura de
4° sobre cero, ó sea á la de su mayor densidad.
A veces en los estudios agrícolas es necesario
determinar aproximadamente las densidades
de los minerales, de las piedras de construcción,
etc., etc. Eso se consigue fácilmente siguiendo
un procedimiento que se puede emplear
con fragmentos de varios centenares de
gramos. Se opera con una balanza ordinaria,
siendo la más cómoda la de platillo de Roberval.
Para determinar el peso específico se
comienza por pesar el cuerpo; después se coloca
sobre uno de los platos de la balanza un
vaso casi lleno de agua y de suficiente capacidad,
por ejemplo, un tarro de confitura,
equilibrando el otro platillo con cualesquiera
objetos y completando la tara con arena ó

DEN — 478 — DEN
perdigones. Hecho eso, el cuerpo que se somete
á la experiencia, sujeto por medio de un
hilo, se sumerge completamente en el agua,
pero sosteniéndole con el hilo, de manera que
no toque el fondo ni las paredes del vaso. Entonces
se rompe el equilibrio, porque el vaso
resulta más pesado que antes. Se agregan luego
sobre el otro platillo pesos marcados hasta
restablecer el equilibrio de la balanza, y el
peso agregado representa el peso de un volumen
de agua igual al volumen del cuerpo. El
pesodel cuerpo al aire libre, dividido por el
peso de su volumen de agua, representa la
densidad.
Cuando se desea determinar esa densidad
con mayor exactitud se recurre á los procedimientos
ordinarios descritos en física. Para
determinar la densidad de un líquido, de la
leche, por ejemplo, se tara con cualquier objeto
una vasija ó envase vacíos; se llena el vaso
con el líquido cuya densidad se pretenda determinar,
y los pesos que se adicionen al otro
platillo de la balanza para restablecer el equilibrio
representarán el peso del líquido en
cuestión. Se vacía entonces el vaso, y se pesa
nuevamente lleno de agua. El primer peso,
dividido por el segundo, dará la densidad
buscada.
La densidad de la leche es de 1,033; la del
vino, de 0,999, igual á la de la sidra próximamente;
la de la cerveza varía entre 1 y 1,03;
la de la esencia de petróleo, substancia muy
inflamable, varía entre 0,70 y 0,74; el petróleo
de Kerosene, mucho menos peligroso, tiene
una densidad variable de 0,75 á0,81; los aceites
tienen una densidad comprendida entre
0,91 y 0,98, y el aceite de oliva puro es una
de las substancias más ligeras.
DENSIDAD DE LAS MADERAS.—
(V. Propiedades físicas de las maderas.)
DENSIDAD DE LOS MOSTOS.—(Véase
Mostos y Vinos.)
DENTADURA (Anatomía y Fisiología
).—Llámase así al conjunto de dientes de
que están provistas las mandíbulas de los animales,
y que sirven para la prensión y masticación
de los alimentos.
DENTAL (Maquinaria agrícola).—En
los arados, el dental es la parte que sienta en el
suelo, entra en la cama, y sobre él se asienta
la reja, que se acuña con el pescuño, ajusfando
y fijando el ángulo de entrada en la tierra;
esto tiene lugar en los arados timoneros de
cama de hierro ó de madera. En los otros, en
lugar de sentar la reja sobre'el dental, se une
al costado de él por medio de tornillos. En unos
y otros hay dentales en que las rejas, provistas
de un enchufe, se fijan en ellos sujetándolas
con un pasador que atravesando, el dental
por la parte del asiento en el suelo para el
enchufe de la reja, y también el timón ó
cama, dando de este modo más seguridad al
conjunto. El dental, que en los arados timoneros
usados en España sin modificación alguna,
es de madera de encina ó de álamo negro,
su roce con la tierra exige que se releveu
con frecuencia, para evitar que se gaste la
cama. Los carreteros de los pueblos, que con
hacer dentales obtienen un gran beneficio, se
oponen, de acuerdo con los gañanes, átoda modificación
del arado en que no entre el dental
de madera. Para convencernos de ello mandamos
hacer dentales de hierro, y los carreteros
y mozos decían que se trabajaba peor con
ellos; que eran mejores los de madera; que
abrían más la tierra, y pesaban menos al alzar
el arado en las vueltas. En efecto; pero el
dental de madera, para que tenga fuerza en
el escodo y no se rompa, ha de ser grueso, y
como obra en la tierra como una cuña, opone
más resistencia cuanto más grueso es, y visto
está que cuando hay que echar dental nuevo
al arado es cuando éste marcha mejor. Los
dentales y camas de hierro permiten con buenos
pesamos sujetar bien la reja y esteva,
y al arado en suelos compactos hacer una labor
profunda con menos fuerza que si el dental
es de madera, y también la cama, que servirá
para terrenos calizos y sueltos.
' Los arados españoles, por las agrupaciones
de los pueblos y excesiva división de la propiedad
que obliga á llevar de uno á otro lado
los instrumentos de labor, se sostienen sin
modificaciones, pues siendo muy elementales,
y en su mayoría de madera, pesan poco y son
fáciles de transportar. Cuando la población
agrícola está diseminada en el campo en cortijos
ó quintas, las modificaciones son más fáciles
y la gente del campo es más sumisa para
aceptar los adelantos.
J. de Hidalgo Tablada.
DENTAL ó DENTARIO.—Calificativo
que se emplea para indicar el conjunto ó sistema
de dientes, y el estudio acerca de su organización
y enfermedades. El sistema dentario
, que tan necesario es para que un animal
triture y prepare bien los alimentos y haga
las digestiones con regularidad, sirve tanto
al naturalista como al agricultor para conocer
la edad de los animales, y desempeña pollo
mismo un gran papel en la venta de ganados.
DENTEJÓN.—Yugo con que se uncen los
bueyes á la carreta.
DENTERA.—Irritación producida en las
encías por la acción de alimentos ácidos ó de
frutos verdes y secos. Se observa con frecuencia
en muchos animales domésticos, y especialmente
en el caballo cuando se sustituye
con forrajes verdes la alimentación exclusiva
de forrajes secos. Esa irritación se manifiesta
por la dificultad en tomar las comidas. El mejor
procedimiento para evitar el desarreglo
' consiste en cambiar gradualmente el género
de alimentación de las reses.
DENTICIÓN (Trabajo de la) (Fisiología
).—Generalmente se designa con el nombre
de dentición la función vital en virtud de
la cual se forman los órganos dentarios y
llegan á su completo desarrollo. En realidad
el trabajo de la dentición se inicia en el feto
antes del parto, y continúa hasta la edad en

que todo el sistema dentario ha alcanzado su h
completo desarrollo. La dentición produce á
los animales sufrimientos más ó menos prolongados
y dolorosos. De todas maneras, en
tanto que se está verificando, la cabeza se mantiene
en un estado fluxional, que se manifies-i
ta por el abultamiento de la cara, por lo apa-
, gado de los ojos, por fluxiones y por anginas
más ó menos violentas y refractarias á desaparecer,
según las especies y razas de los
animales. Esos caracteres se manifiestan con
mayor intensidad en los animales linfáticos y
de cabeza carnosa; en las razas finas que la
tienen más afilada y seca no son tan frecuentes
ni graves. Durante la dentición es necesario
cuidar bien á los animales; no se les distribuirán
alimentos duros y de difícil masticación;
se triturarán los granos que constituyan
la base del pienso, y convendrá someter
hasta cierto grado de cocción todas las substancias
alimenticias que exijan una trituración
enérgica, lo cual solamente puede ser eficaz
y recomendable cuando haya terminado la
dentición. Todos los vertebrados mamíferos
tienen dos denticiones sucesivas: una temprana
ó caduca, y otra definitiva ó permanente.
Los dientes que brotan durante la primera
se llaman dientes de leche ó caducos; los que
brotan durante la segunda se llaman dientes
de adulto. Las formas y sinnúmero de estos
últimos, que constituyen la. fórmula dentaria,
proporcionan en zoología la mejor característica
del género natural.
Los productos de esas dos denticiones se
desarrollan en el espesor de los maxilares,
empleando un período más ó menos largo
para llegar á su completo desarrollo, según
la especie de los animales, y también según
las leyes de la herencia y el sistema de alimentación.
El marfil ó dentina y el esmalte
interior y exterior que los componen provienen
de órganos especiales del folículo dentario,
y se desarrollan antes de que el. diente haga
su aparición rompiendo la envoltura del maxilar.
En el feto el diente caduco ó su folículo
únicamente está más próximo á esa pared; el
permanente más lejano y colocado encima del
otro, pero más retrasado en su evolución. En
las reses caballares, vacunas, lanares y de
cerda los dientes caducos son visibles en el
momento del nacimiento, y están casi completos,
y á lo sumo transcurren algunas semanas
hasta la completa evolución. En ambas
denticiones aparecen incisivos y molares; los
primeros ocupan la entrada de la boca, formando
arcos, y los segundos los bordes palatinos
de los grandes submaxilares y las ramas
descendentes de la mandíbula, donde forman
series ó hileras. Solameute en la dentadura
permanente aparecen los dientes caninos ó
colmillos, de forma cónica, y que en los géneros
de animales en que existen ocupan el punto
medio del espacio comprendido entre el
último incisivo y el primer molar, desarrollándose
á ambos lados de las dos mandíbulas.
Los bóvidos ó reses vacunas y los óvidos ó
— 479 — DEP
.roses lanares carecen de incisivos en la mandíbula
superior, y están reemplazados por
unalespecie de callo fibro-cartilaginoso. Las
reses caballares y de cerda tienen seis en cada
mandíbula, mientras que las otras tienen ocho
en la inferior solamente. Están dispuestos por
pares; los centrales en contacto unos con otros
por los bordes, y se llaman pinzas, medianos
y exiremos. Las reses vacunas y lanares tienen
dos pares de dientes intermedios, primero
y segundo; los de aquél están en contacto
con las pinzas, y los de éste se hallan situados
entre los del primer par y los extremos. En la
dentadura caduca las cuatro especies de que
venimos hablando sólo presentan tres molares
en cada una de las cuatro series, ó sea un
total de doce, porque durante el primer mes
de vida no hay espacio para más; en la dentadura
permanente se cuentan veinticuatro
molares, llamándose premolares á los tres
primeros de cada serie, y los otros molares
simplemente, ó molares verdaderos.
DENTIVANA.—Dícese de la caballería
que tiene los dientes muy largos, anchos y
claros. ,
DEPOSITO.—Contrato real unilateral, por
el que uno recibe la cosa ajena con obligación
de guardarla y restituirla, en la misma especie.
Depósito se llama también la cosa depositada.
Este contrato es de tres clases: voluntario,
que se hace sin apremio alguno, por la
sola voluntad de las partes; necesario, por
otro nombre miserable, que se verifica por
causa de seguridad en los momentos de una
catástrofe, y el secuestro, en cuya virtud se
encomienda á persona abonada la conservación
de la cosa litigiosa hasta la terminación del
juicio: ley 1. a
, título III, Partida V.
El depósito es gratuito por su esencia, no
pasando el dominio y la posesión de las cosas
dadas en depósito al que las recibe, como no
sea de las que se suelen contar, pesar ó medir,
y que se entreguen por cuento, peso ó
medida, en cuyo caso pasa el dominio al que
las recibe, con la obligación de volverlas.y dar
otro tanto y tal como lo que recibió: ley 2. a
,
ídem, id. En las demás leyes del mismo título
y Partida se consignan los deberes del depositario
en la conservación del depósito y respecto
á la devolución de la cosa depositada.
DEPRIMAR.—Acción de hacer pastar ó
despuntar en Marzo ó en Abril la hierba precoz
ó primeriza que se desarrolla en las praderas
naturales ó en los terrenos permeables
y fértiles. Tiene por objeto la operación procurar
alimentos á los ganados cuando aquéllos
escasean, ó evitar que se tumbe la hierba
en Mayo á consecuencia de su gran desarrollo.
En íTormandía. y en Plandes las vacas
lecheras y destinadas á proporcionar elementos
para la fabricación de manteca son llevadas
á deprimar las praderas. Precisamente se
obtiene una manteca exquisita en ese caso, y
no se disminuye la cosecha de heno siempre
que no se mantenga á los ganados durante
mucho tiempo en las praderas. La operación

DER — 480 — DER
de deprimar solamente puede hacerse cuando
el terreno es sano y el tiempo seco. En las
praderas húmedas las reses adquieren padecimientos
de los pies, y de ahí que se sieguen
aquéllas á veces en vez de deprimarlas.
DERECHOS REALES (Impuesto sobre)
y TRANSMISIÓN DE BIENES —
Entre los diferentes elemeutos que constituyen
el haber de la Hacienda pública, figura
el impuesto sobre derechos reales y transmisión
de bienes, que si en lo antiguo carecía
de importancia y nutría poco las arcas del
Tesoro, desde la publicación de la Ley Hipotecaria
, y sobre todo desde que su administración
fué encomendada al cuerpo de oficiales
letrados de Hacienda, refundido hoy en el
de abogados del Estado, fué adquiriendo gran
desarrollo y se elevó su producto á más de 30
millones de pesetas anuales.
Aunque su historia es larga, pues que puede
asegurarse arranca de las antiguas alcabalas,
en realidad nació, como la mayor parte de
los actuales tributos, en el año de 1845, llamándosele
impuesto hipotecario, más tarde de
traslaciones de dominio, y al presente con el
que sirve de encabezamieuto á este artículo.
Impuesto directo y gravando al capital, no
le faltan impugnadores; verdad es que no hay
tributo que no los tenga, porque en España
y en todas partes, en materia de tributos, el
bello ideal sería que no existiesen; pero dada
la ¡necesidad de su existencia, no siendo el
Estado una providencia que atienda á las necesidades
de los asociados, é indispensable que
éstos atiendan á las necesidades del Estado
para la realización de todos los servicios que
le están encomendados, no tenemos reparo
en afirmar que, si algún impuesto tiene las
verdaderas condiciones de tal, es el de que
nos ocupamos, porque éste es ¡la retribución
del servicio que el Estado presta!
Adquiere uno por herencia, por legado,
por donación, compra, permuta, etc., y el
Estado le garantiza el derecho que adquiere,
y el favorecido paga el servicio que le prestan.
Podrá quizás decirse que la retribución
no siempre es proporcionada al servicio prestado
, pero esto no altera la verdad enunciada,
esto es, que en su esencia se ve el servicio
y se ve la retribución.
La principal razón de ser, por algunos tan
impugnada, es por gravitar sobre el capital
y no sobre la renta; y como quiera que algunas
transmisiones, como las que se realizan
por herencia ó legado entre extraños ó parientes
de lejano grado, satisfacen el 10 por
100, cantidad superior á la renta que en dos
años produce por término medio el capital
inmueble en nuestro país, le consideran exuberante
hasta el extremo.
Pero á poco que se medite sobre esto, se ve
claramente que exageran los que tal afirman.
Si esas transmisiones abundasen; si se verificasen
á menudo; si tuviesen lugar con cierta
periodicidad análoga, podrían tener razón
para pedir que se disminuyese el tipo, pero
no la supresión del impuesto; pero sucede
todo lo contrario; esas transmisiones son pocas
y no se realizan sino al plazo en que cambia
una generación; y como ésta no tiene lugar
por un orden regular, sino cada 30 ó más
años, divídase ese 10 por 100 entre 30, y se
verá que no es tan gravoso; y si esto puede
decirse cuando el tipo tributario es el ](),
cuando baja al 1 por 100, como sucede en las
sucesiones más frecuentes, que son las directas,
la cantidad que el impuesto representa es tan
insignificante, que no es posible la impugnación.
Y sin embargo, el sujetar á tributo las
sucesiones directas es lo más combatido del
impuesto, y apenas si pasa una discusión de
presupuestos que no se presente alguna enmienda
pidiendo se exceptúen del pago, como
en algunas épocas se hizo; excepción que
siempre hemos combatido, porque dada la
existencia del impuesto, exceptuar es crear
privilegios, y éstos siempre tan odiosos, aunque
se trate de transmisiones de padres á hijos,
y toda vez que el hijo, cuando adquiere,
tiene la garantía de su adquisición y el Estado
le presta el servicio, natural es que le pague,
como le satisface el hermano, el sobrino y todos
aquellos á quienes la ley instituye herederos,
á falta de expresa voluntad del causante.
Pero dejando á un lado este género de consideraciones,
y relacionando el impuesto con
la agricultura, que debe ser nuestro fin principal,
dado el objeto de esta publicación, nos
concretaremos á este aspecto del tributo, y
con pocas consideraciones llenaremos nuestro
cometido.
Perjudica á la agricultura, no tanto por
su importancia, cuanto por percibirse de una
vez, tanto que en ocasiones dadas obliga al
adquirente á tener que hipotecar los bienes,
recargando el impuesto por el interés de la
hipoteca, que si no lo percibe el Estado, lo
desembolsa el particular adquirente.
Si un extraño obtiene una gran herencia
ó un cuantioso legado, tiene que empezar
por hacer un desembolso del 10 por 100, y
si no tiene numerario, se ve obligado á acudir
al préstamo para evitar el procedimiento
de apremio consiguiente átoda falta de pago.
Algo se ha hecho desde 1872 para hacer
más llevadero el impuesto, concediendo facultades
en los centros para otorgar prórrogas
con el abono de 6 por 100 de interés anual;
pero nos parece aún poco, y creeríamos conveniente
que, limitando la medida en los casos
precisos para no retardar al Tesoro la realización
de las cantidades liquidadas, deberían establecerse
desde luego plazos para estos casos,
y así el adquirente que tiene que satisfacer el
5, 6, 7 y 10 por 100, podría obtener de los
mismos bienes lo bastante á solveutar su débito
sin necesidad de acudir al crédito, bastante
costoso para todos los agricultores.
Esto nos lleva como por la mano á ocuparnos
de otro aspecto del impuesto que tiene

DER — 481 — DER
importancia suma para la agricultura; nos referimos
al tributo que se paga por la constitución,
reconocimiento, modificación y extinción
de la hipoteca.
Persuadidos de que el.remedio más eficaz
que puede aplicarse á los males de la agricultura
es facilitar el dinero barato, hemos de
ser partidarios de todo aquello que favorezca
al crédito agrícola, y adversarios de todo
cuanto dificulte el crédito hipotecario; y eu
verdad que lo dificulta, y no poco, el impuesto
de que hablamos, pues aun cuando el tipo
es muy bajo, sumado á lo que es preciso pagar
por timbre, derechos del notario y del
registrador en un país donde los préstamos se
hacen á corto plazo, y donde por regla general
al préstamo se acude en casos de necesidad
solamente, y contadísimas veces por utilidad,
ya es de consideración; y dicho se está
que cuando la necesidad impele, la ley del
mercado favorece siempre al prestamista, que
impone como primera obligación al prestatario
la de satisfacer todos los tributos que por
consecuencia del contrato se adeuden.
Para evitar estos males creeríamos conveniente
que, así como se ha facilitado la permuta
de las fincas rústicas, por lo ventajoso
que es á la agricultura las propiedades grandes,
debería no exceptuarse del todo, pero sí
rebajarse el impuesto y aminorarlo cuanto
más largo fuera el plazo, siempre que se tratara
de esta clase de préstamos y la hipoteca
para garantizarlos.
Y no se diga que esto que pretendemos es
un privilegio para la clase agrícola, sino una
protección de que otras gozan. ¿No se concede
algún beneficio á los que adquieren edificios
recientemente construidos en la zona de
ensanche para alentar estas construcciones?
Pues más justo, más equitativo y más conveniente
sería la pequeña protección que pedimos
para la agricultura.
Lo propio podemos decir respecto á los
arrendamientos. Es la cuestión de arrendamientos
uno de los problemas más difíciles de
resolver de cuantos se relacionan con la agricultura,
y es altamente conveniente favorecer
los arrendamientos largos, para que la
riqueza pública tome el incremento que en su
desarrollo precisa. Bien sabemos que no todo
puede hacerse con leyes, pero también sabemos
que las leyes son á veces un obstáculo al
desenvolvimiento de la riqueza del país.
Haced arrendamientos cortos, y dejadlos
pendientes de que una herencia ó una venta
los declare terminados, y haréis antagónicos
los intereses del cultivador y los del propietario,
que deben ser armónicos, en bien de
los dos.
Hecho un arrendamiento á 40 reales año,
que es lo ordinario, sobre todo en las Castillas,
teniendo el cuidado de que una transmisión de
la propiedad declare acabado el contrato, y el
colono cifra su interés en obtener el mayor
número de cosecha posible dentro de la duración
del contrato, y de aquí el trabajar, de aquí
el que abunden las legumbres, y que no se
cuide de mejorar la finca, ni siquiera abonarla
como es debido, porque se expone á
que las ventajas de su trabajo las obtenga el
que le suceda en el disfrute de los productos
de la tierra.
Hágase un arrendamiento á veinte años,
dése al colono la seguridad de que aunque
cambie de dueño la tierra, el arrendamiento
seguirá mientras él cumpla todas sus obligaciones,
y se tratarán las fincas como cosa propia,
y no se trabajará sino de algarroba, etc.,
que abonará cuanto sea posible, y hasta podrá
transformarse la naturaleza de la finca, convirtiendo
en frondoso viñedo lo que es hoy
ligero terreno de tercera, de escasa producción
, y el colono habrá ganado, y el propietario
habrá aumentado el valor de su propiedad,
y la riqueza general habrá ganado mucho.
Pues bien; esto se consigue en parte en las
leyes fiscales haciendo que paguen menos los
arrendamientos cuanto más largos sean, y
en las leyes civiles dando la misma fuerza á
este contrato que tienen otros que no acaban
por muerte y venta, como sucede al arrendamiento.
De esperar es que, andando el tiempo, á eso
se llegue, sobre todo .cuando en la administración
entren los elementos que conozcan la
manera de ser de la riqueza del país y el génesis
de la producción, y á ello caminamos,
porque para lograrlo no es necesario sino que
la clase agrícola despierte del letargo en que
se encuentra, y vemos con gusto que se va
despertando, y nadie mejor que ella puede
lograr tan legítimos fines, toda vez que es
tan numerosa.
Mucho pudiéramos decir acerca de este
impuesto, pero sería alargar estos trabajos, y
esto no debemos hacerlo.
C. Rico.
DERMESTIDOS (Entomología) . — Tribu
de insectos del orden de los Coleópteros,
sección de los Pentámeros. Esa tribu comprende
muchos géneros, de los cuales el dermesto
es el más conocido. La especie más
común es el dermesto del tocino (Dermestus
lardarius), de' 7 á 8 milímetros de longitud y
color negro, con la base de los estuches cenicienta
y con puntos negros. La larva, cubierta
con pelos negruzcos poco espesos que forman
una borla ó mechón en la extremidad del
cuerpo, lleva tres pares de patas córneas, y
las mandíbulas son fuertes y cortantes. Las
larvas de los dermestos son muy carniceras;
se alimentan de las substancias en putrefacción
con avidez, y son muy temibles en las
carnicerías y salchicherías. La larva del dermesto
del tocino causa también estragos en
los gusanos de seda, comiéndose las crisálidas,
y destruyendo las hembras y sus huevos. De
ahí la conveniencia de guardar las semillas
en sacos de tela fina para evitar que los ataque
el dermesto.
DERMIS.— Es la capa más profunda y de
más importancia de que está formada la piel

DER — 482 — DER
de los animales. Su espesor es variable, según
las especies, los individuos y las diversas regiones
del cuerpo que se examinen. Se compone
de una cara profunda y otra superficial
ó papilar. La cara profunda tiene gran número
de alvéolos cónicos, cuya base corresponde
al tejido adiposo, y cuyo vértice se dirige á
la superficie libre. La superficie exterior tiene
multitud de diminutas eminencias, variables
por su longitud y su volumen, que son las
papilas. A estas papilas van á desembocar los
nervios cutáneos, mientras que los vasos sanguíneos
y linfáticos forman redes alrededor
de las mismas. Se distinguen tres especies de
papilas: las gruesas, que se hallan en el punto
en que el tacto está más desarrollado; las
medianas, situadas debajo de las uñas, y las
menores, que se encuentran en todas las partes
del cuerpo.
El dermis está formado de fibras laminosas,
fibras celulares, manojos elásticos, materia
amorfa, capilares y nervios. Las fibras laminosas,
las elásticas y los elementos musculares
lisos forman la porción más profunda del
dermis.
La capa superficial del dermis contiene
materia amorfa en su mayor parte, encontrándose
algunas fibras laminosas y elásticas,
y núcleos embrio-plásticos. En ésta es donde
se hallan encerradas las papilas. Dichas papilas
son nerviosas y vasculares. Algunas de
éstas reciben también nervios, pero se encuentran
principalmente en las primeras.
Los vasos linfáticos forman una red eii toda
la superficie de las papilas. Entre el epidermis
y el dermis se halla el pigmentum ó materia
colorante de la piel, á la que deben los animales
el color que los caracteriza.
J. Olmedilla.
DERRIBADO, DA.—Dícese de las ancas
de una caballería que por el extremo son algo
más bajas de lo regular.
DERRIBAR UN CABALLO.-Abatirle
ó echarle á tierra. Se practica generalmente
cuando ha de practicarse en el animal una
operación quirúrgica ó hay dificultades para
herrarle. También se derriban los bueyes y
otras reses domésticas para análogos fines.
Generalmente se abaten los animales en los
corrales ó sobre los estercoleros, pero cuidando
siempre de cubrir el sitio con paja fresca.
Se emplean trabas, ó sean fuertes correas de
cuero, de 20 pulgadas de longitud por 2 de
ancho y media de grueso, provistas de hebillas
para fijarlas y una anilla para sujetar el
lazo. Conviene que las trabas estén rellenas
de estopa, pelo, crin, etc., para que no lastimen
la piel. La cuerda ó lazo ha de ser larga,
de 4 á 6 metros y de buen cáñamo, debiendo
atarse una de sus extremidades á la anilla.
Una vez dispuesto el lecho sobre el cual ha
de ser abatido el animal, se coloca éste al
borde; un auxiliar le sujetará la cabeza con
la muserola del ronzal; otro, á la altura de la
nuca, mantendrá las riendas del filete ó el
ramal que se haya pasado por la boca; el ayu­
dante, en el momento de obrar, tirará con
fuerza de la cabeza del animal sobre la cama,
dando una vuelta; hacia la cola se colocará
también otro auxiliar, que también tirará del
animal para que caiga sobre la cama. Se pondrá
una traba sobre cada menudillo, bien sujeta
para que no pueda soltarla el caballo, y
de manera que la hebilla quede hacia la parte
de afuera, y los anillos dirigidos hacia atrás
en los remos delanteros y hacia adelante en
los traseros. La traba á que se sujete el lazo
se fijará en el remo delantero opuesto al lado
sobre que haya de echarse el animal, y colocadas
las trabas con las precauciones que la
prudencia aconseja, es decir, levantando una
extremidad; mientras se traben las otras se
mete el cabo libre del lazo de fuera adentro
en el anillo de la traba colocada en el miembro
posterior, y después de dentro afuera en
el anillo de la traba colocada en el miembro
delantero del lado sobre el cual se desea que
la res caiga, y en fin, de dentro afuera en el
anillo al cual está sujeto el lazo, é indicada á
los ayudantes la señal para que cada uno ejecute
el movimiento que le está encomendado,
el operador reunirá sucesivamente las extremidades
del animal hacia el centro de gravedad,
al mismo tiempo que los ayudantes tiran
de los lazos paulatina y progresivamente,
y una vez aproximados suficientemente los
miembros, aquél tomará el lazo y los auxiliares
tirarán casi horizontalmente y á la altura
del suelo para que el animal caiga sin violencia
sobre la cama, y el ayudante mantendrá
extendida la cabeza del animal para evitar
que haga esfuerzos. Hecho esto, el mismo
operador tomará el cabo del lazo, le pasará
nuevamente por todos los anillos de las trabas,
las sujetará por medio de un nudo en el cuaí
pondrá un puñado de paja para apretar bien,
y colocará á la res en ia posición que para
hacer la operación proyectada sea más conveniente.
DERRIBO DE ÁRBOLES—Operación
que se practica para echar abajo los árboles,
arrancándolos con todas ó la mayor parte de
sus raíces, ó separando de éstas ó del pie del
tronco el tallo y la copa á él unida. (Véase
Corta.)
DERRIS.—Género de plantas de la familia
de las Leguminosas, subfamilia de las Papilionáceas.
Vegetan en los montes de las
Islas Filipinas las dos especies leñosas siguientes:
Derris uliginosa, Bert. Nombre vulgar,
Silasila.—Arbusto trepador cuyo tallo adquiere
el grueso de 6 á 8 centímetros. Tiene las
hojas opuestas, de 8 á 10 centímetros de largo,
aladas con impar, y las hojuelas en número
de dos ó tres pares, aovadas, alargadas,
aguzadas, sin escotadura en el ápice, tiesas,
enteras y lampiñas. Las flores forman racimos
umbelados, y cada umbelilla tiene tres flores.
El fruto es una legumbre semicircular muy
comprimida, llena de venillas y con una- ala
ancha en unas partes y en otras más angosta,

DES — 483 — DES
que da vuelta á las dos suturas, y dentro una
semilla ai-riñonada que llena todo el hueco.
Florece en Julio. Los indios usan las ramas
para atar, lo mismo que las de otros muchos
arbustos.
Derris diadelphus, P. Blanco (Plerocarpns).
Nombre vulgar, Silasila.—Arbusto de
la misma talla que el anterior, con las hojas
opuestas, aladas con impar, y las hojuelas
escotadas en la base y en el ápice, aovadas,
aguzadas, enteras y lampiñas. Fruto legumbre
oval, con una ala como la especie precedente
y con dos ó tres semillas. Florece en
Junio.
DERROTA.—Camino, vereda ó senda de
tierra. En Asturias llaman así al alzamiento
del coto ó permiso que se da para que entren
los ganados á pastar en las heredades, después
de cogidos los frutos.
DESACOLLAR. —En la Eioja significa
cavar las cepas alrededor, dejándoles un hoyo
en que se detenga el agua.
DESAHIJAR.— Apartar en el ganado las
crías de las madres, y también significa enjambrar,
jabardear mucho las abejas, empobreciendo
á la madre ó dejando la colmena
sin maestra.
DESAHUCIAR.—Quitar á uno la esperanza
de lograr lo que desea. [| Desesperar de
conseguir la curación ó de salvar á alguna
persona, animal ó cosa. || Dar por terminado
el contrato ó compromiso contraído entre diferentes
partes.
DESAHUCIO—Según Escriche, es el acto
de despedir el dueño de una casa ó heredad
al inquilino ó arrendatario, y también el de
despedirse el inquilino ó arrendatario del dueño
por no querer continuar en el arrendamiento,
cumplido que sea el tiempo señalado
en el contrato.
Juicio de desahucio, según los continuadores
del mismo, es el procedimiento breve y sumario
que se entabla á instancia del dueño de
la finca para que la deje libre su inquilino ó
colono á disposición de aquél, en virtud del
desahucio con que le requiere anteriormente.
Este juicio se tramita con sujeción á lo prevenido
en el título XVII de la Ley de Enjuiciamiento
civil de 1881, cuya sección 1. a
, referente
á las disposiciones generales, dice así
literalmente:
«Art. 1.561. El conocimiento de las demandas
de desahucio corresponde exclusivamente
á la jurisdicción ordinaria. Esta competencia
alcanza á ejecutar la sentencia que
recayere, sin necesidad de pedir ninguna clase
de auxilio.
»Art. 1.562. Los jueces municipales del
lugar ó distrito en que esté sita la finca conocerán
en primera instancia de los desahucios,
cuando la demanda se funde en una de las
causas siguientes: 1." En el cumplimiento del
término estipulado en el contrato.—2. a
neral de cada pueblo.—3.
En haber
espirado el plazo del aviso que para la
conclusión del contrato deba darse con arreglo
á la ley, á lo pactado ó á la costumbre ge­
a
En la falta de pago
del precio convenido.
»Art. 1.563. Conocerán de estos juicios
los jueces de primera instancia que sean competentes,
conforme á la regla 13 del artículo
63 (que dice será juez competente el del
lugar en que estuviere sita la cosa litigiosa, ó
el del domicilio del demandado, á elección del
demandante): 1." Cuando tenga por objeto el
desahucio de un establecimiento mercantil ó
fabril, ó el de una finca rústica cuyo precio
de arrendamiento exceda de 1.500 pesetas
anuales, aunque se funde la demanda en alguna
de las causas señaladas en el artículo
anterior.—2.° Cuando la demanda respecto á
toda clase de fincas se funde en una causa que
no sea de las comprendidas en dicho artículo.
»Art. 1.564. Serán parte legítima para
promover el juicio de desahucio los que tengan
la posesión real de la finca á título de
dueños, de usufructuarios, ó cualquiera otro
que les dé derecho á disfrute, y sus causa-habientes.
»Art. 1.565. Procederá el desahucio y podrá
dirigirse la demanda: 1.° Contra los inquilinos,
colonos y demás arrendatarios.—2.° Contra
los administradores, encargados, porteros
ó guardas puestos por el propietario de la
finca.—3.° Contra cualquiera otra persona que
disfrute ó tenga en precario la finca, sea rústica
ó urbana, sin pagar merced, siempre que
fuese requerido con un mes de anticipación
para que la desocupe.
»Art. 1.566. En ningún caso se admitirán
al demandado los recursos de apelación y de
casación, cuando procedan, si no acredita al
interponerlos tener satisfechas las rentas vencidas
y las que con arreglo al contrato deba
pagar adelantadas, ó si no las consigna en el
juzgado ó tribunal. En este caso se requerirá
al demandante para que reciba dichas rentas,
dando resguardo á favor del arrendatario
, y si no quisiere recibirlas, se depositarán
en el establecimiento público correspondiente.
El pago de las rentas se acreditará con el
recibo del propietario, ó de su administrador
ó representante.
»Art. 1.567. Si el arrendatario no cumpliese
lo prevenido en el artículo anterior,
se tendré por firme la sentencia y se procederá
á su ejecución. También se tendrá por desierto
el recurso de casación interpuesto por
el arrendatario, cualquiera que sea el estado
en que se halle, si durante la substanciación
del mismo dejare aquél de pagar los plazos
que venzan ó los que deba adelantar.
»Art. 1.568. Todos los términos designados
en este título para la substanciación de
los juicios de desahucio y ejecución de la sentencia
serán improrrogables, y transcurridos
que fuesen, se considerará perdido el derecho
de que no se haya hecho uso, sin necesidad
de escritos de apremio ni rebeldía.
»Art. 1.569. Los jueces de primera instancia
observarán las prescripciones establecidas
para las Audiencias en el título XXI

DES — 484 — DES
de este libro, en cuanto á la preparación y
admisión en su caso, de los recursos de casación
que las partes traten de interponer contra
las sentencias que los mismos dicten en
esta clase de juicios.»
En los siguientes artículos, que comprenden
hasta el 1.608 inclusive, trata la Ley
de Enjuiciamiento del procedimiento para el
desahucio en los Juzgados municipales y en
los Juzgados de primera instancia, y de la
ejecución de la seutencia de desahucio. Siendo
lo más notable en el procedimiento ante los
Juzgados municipales que, con arreglo al artículo
1.579, cuando la demanda de desahucio
se funde en la falta de pago del precio estipulado,
no será admisible otra prueba que la
confesión judicial, ó el documento ó recibo
en que conste haberse verificado el pago; y
respecto á la ejecución de la sentencia, que
conforme al artículo 1.596, luego que ésta sea
firme, se apercibirá de lanzamiento al demandado
si no desaloja la finca dentro de ocho
días si se trata de una casa-habitación y que
habiten, con efecto, el demandado ó su familia;
quince días si de un establecimiento mercantil,
fabril, de tráfico ó de recreo; veinte
días si de una hacienda, alquería, cortijo ú
otra cualquiera finca rústica que tenga caserío
y en la cual haya constantemente guardas,
capataces ú otros sirvientes, llevándose á efecto
el lanzamiento en el acto, dice el artículo
1.597, si el desahucio se hiciese de una
finca rústica que no tuviese ninguna de las
circunstancias últimamente expresadas, ó de
una casa no habitada por el demandado ó su
familia, sin que sea obstáculo, preceptúa el
1.600, que el inquilino ó colono reclame como
de su propiedad labores, plantíos ó cualquiera
otra cosa que no se pueda separar de la finca.
DESALAR. — Acción de substraer de un
terreno la sal ó cloruro de sodio que se haya
acumulado en él en proporción mayor del 1
por 100, porque en tal caso solamente vegetan
bien las plantas de la zona marítima, que es
donde abundan esos terrenos, que también se
encuentran á veces en el interior de las comarcas,
pero á poca distancia de las costas.
En todas ellas, á consecuencia de la capilaridad,
la sal se eleva á la superficie, y perjudica
á la vegetación de las leguminosas «y de los
cereales. También es perjudicial el agua de
mar cuando, á consecuencia de las grandes
mareas, inunda las praderas y tierras arables.
De ahí en muchos casos la necesidad de desalar
los suelos destinados á praderas, ó al cultivo
de forrajes, cereales y leguminosas. El
procedimiento más sencillo para lograrlo es
deslavar con agua dulce, reteniéndola en pequeños
diques; darla salida cuando se ha cargado
de sal, y reemplazarla cuantas veces sea
necesario hasta que no se cargue de esa substancia.
Se adquiere la certeza de que está desalado
el suelo, cuando no se forman en él
eflorescencias salinas después de calentarle el
sol durante ocho ó quince días consecutivos.
Para que no se formen esas eflorescencias se
cubren en ocasiones esas tierras con una capa
de cañas ó de paja, pero es preferible el deslavado
siempre que el agua abunde. También
las aguas desalan los terrenos ganados al mar,
pero solamente al cabo de varios años, y siempre
que se levanten diques en forma conveniente.
También dan resultados las zanjas que
se abren para que fluya por ellas el agua salada
del subsuelo; de todas maneras, el drenaje
es un complemento del lavado, sobre todo
cuando no existeu comunicaciones subterráneas
con el mar y no se renueva el depósito
salino en el interior de los terrenos.
DESAMORTIZACIÓN DE LA PROPIE­
DAD TERRITORIAL— I. Si se averigua la
historia de la propiedad territorial, se observa
que desde el momento de constituirse uació
la desamortización (véase Propiedad territorial).
Nos sugiere esa concreta idea saber
prácticamente que la tierra que no es propia
del que la cultiva no fructifica tau eu abundancia
como la que es su dueño el que la riega
con el sudor de su frente, con el fin, de tener con
qué alimentarse. Por esto nos dice Thiers que
la propiedad es la recompensa del mérito y del
trabajo; el trabajo es el origen verdadero de la
riqueza pública, úuicabase de la prosperidad
de las naciones (1). No menos significativo con
relación á nuestro tema es lo que dice Proudhon
(2): «La propiedad es el principio fundamental
por el que pueden explicarse las
revoluciones». Si á esto se añade, como dice
Plores Estrada (3): «Al trabajo del hombre
es debido todo el valor real; el trabajo sacó
al hombre del estado salvaje; es el que en un
país civilizado presenta los productos de todo
el mundo; es el que rompió los campos, descuajó
los bosques, mitigó los climas, sujetó
los ríos, etc., etc.» En estos momentos, ¿por
qué se subleva la Irlanda contra la dominación
inglesa?
Si el trabajo y la propiedad del suelo en
que se emplea es tau útil á la sociedad, natural
es que ésta, para favorecer su fomento y
desarrollo, haya pensado desde el primer momento
en la manera de facilitar lo más conveniente
á la comunidad. Y no podía menos de
ser así; no podía, de continuar como en su origen,
siendo del rey ó del Estado la tierra, como
tuvo lugar en la India y el Egipto, repartiendo
á los trabajadores el terreno para que
lo trabajaran, á condición de dar la mitad de
los productos al rey ó al Estado, que con esas
rentas se sostenía. La India sigue todavía ese
sistema, pues aun después de la dominación
inglesa; desde el momento que el que tiene la
tierra falta al pago, designado, se la quitan.
En Egipto hubieron de distribuir la propiedad
del suelo entre los sacerdotes, los guerreros
y los labradores (4). Los sacerdotes y
(1) Thiera: La proprieté.
(2) Théorie de la proprieté, par Proudhon.
(3) Curso de "Economía polítict, capítulo II.
(4.) L. Beyíúer: De Véconomie publique et rurale
des Egyptiens et des Carthaginois.

DES —• 485 — DES
guerreros tenían las tierras sin pagar nada;
los labradores pagaban la quinta parte del
producto en especie, siendo desposeídos cuando
no satisfacían el canon.
El pueblo hebreo, al entrar en posesión de
la tierra prometida, sus jefes, Moisés primero
3' Josué después, la dividieron entre sus tribus,
excluyendo del reparto á la tribu de
Leví, que dedicada al culto, no le quedaba
tiempo para labrarla; pero no se reservaron
para sí ni para el Estado ninguna participación
en la tierra, que quedó independiente de
todo vínculo directo con el soberano, y sólo
sujeta al pago del diezmo y primicias para el
culto ó casta sacerdotal (1).
Los judíos conservaron largo tiempo la
propiedad de las tierras como venida de las
manos de Dios, y en su consecuencia el soberano
no podía privarlos de ellas ni imponerles
tributos sin acuerdo y conformidad de los
jefes de las tribus, reunidos en asamblea. Sin
embargo, los reyes con el tiempo violaron
la posesión de la tierra, pero la propiedad
individual nació del pueblo hebreo, aunque
éste conservó la institución del jubileo, por
el cual cada cincuenta años los inmuebles
enajenados se restituían á las familias ó personas
de que procedían (2). Pero según el
historiador Josefo, una disposición modificaba
la práctica, como si se dijera, desamortizaba
la tierra, que Moisés prohibió se vendiera á
perpetuidad; era esa, que al devolver los bienes
enajenados, se ajustaba la cuenta de lo
que habían costado y producido, y si las costas
excedían de los productos, no se verificaba
la devolución sin que el interesado en obtenerla
pagase la diferencia. Véase cómo con la
constitución de la propiedad nació la desamortización,
tanto más necesaria cuanto mayores
fueron las trabas que estableció la primitiva
organización y mayores los abusos cometidos
por los poderes públicos. Hasta la primera destrucción
del templo por los asirios, el pueblo
de Israel siguió el sistema de retracto; pero
conocidos sus inconvenientes, al verificar su
restauración con la de la patria, no se restableció
aquel antiguo derecho, que quedó suprimido
ó desamortizado. Es el primer acto
de esta especie que registra la historia de la
legislación, á nuestra manera de ver.
La Grecia y Roma, republicanas por la forma
de las creencias religiosas, ó sea la reli-.
gión en la familia, dieron á la propiedad del
suelo agrario sus caracteres. Los dogmas y
prácticas de esa religión contribuyeron á la
individualidad, la inalienabilidad, la inviolabilidad
3' demás que caracterizan el dominio.
Los dioses de aquella religión eran el fuego
sacro, que debía estar sin intermisión ardiendo
en cada domicilio, y los antepasados de
cada familia; de modo que ese culto tendía á
dar á la propiedad individual un carácter dis-
(1) Reyíiier: L'économie publique et rurale des
árabes et de Juifs.
(2) Levitico, capítulo XXV, versículos 8-13.
tinto del que hemos visto donde se declaraba
colectivo, ó sea del rey ó del Estado. Cada
casa y cada familia, poseyendo sus dioses particulares,
tenían un altar, que una vez colocado,
no podía trasladarse á otro sitio sin dificultades
religiosas; junto á él habitaba la
familia que desempeñaba las ceremonias del
culto, con lo cual se establecía un estrecho
lazo entre ella y el espacio que ocupaba el
dios del hogar, que sólo servía para cada familia.
El aislamiento del hogar y de la vista
pública, hacía que se estableciera un recinto
sagrado, que estaba, según las creencias, protegido
por el dios de la familia; ese recinto,
no sólo cobijaba la casa-habitación, sino que
alcanzaba á contener los ganados y tierras de
labor. De aquí el proverbio griego: «La religión
enseñó al hombre á construir su casa».
De aquí nació la propiedad individual y privada
del mismo recinto, con derechos tan sagrados
como que de ellos participaban los
dioses que en él habitaban. Las lindes incultas
que separaban las propiedades de los terrenos
eran sagradas é imprescriptibles; en
ellas se colocaban hitos de madera ó piedra,
con ceremonias 3' sacrificios religiosos que los
hacían sagrados, como imagen del dios Término;
el que invadía un campo, quebrantando
los límites, cometía un sacrilegio que era castigado
con la vida.
La civilización, el carácter independiente
de aquellos pueblos, la variación de creencias
que en su desenvolvimiento tuvieron, modificaron
el respeto que tenían sus ascendientes
á los dioses de cada familia, quedando las
costumbres adquiridas bajo su influjo de respeto
á la propiedad territorial y al domicilio.
Desamortizaron é hicieron transmisible la tierra,
siendo el segundo ejemplo de desamortización
del suelo que en la historia creemos
encontrar.
En Grecia y Esparta, á usanza de Oriente, la
propiedad originaria correspondía al Estado.
La República distribuyó las tierras entre los
ciudadanos con tal igualdad que Licurgo cre-
3'ó haberse llegado al imposible de la igualdad
de fortunas, para lo que se prohibía
vender los bienes inmuebles bajo pena de
infamia, excepto en casos justificados de necesidad
extrema (1). La utopia del legislador
respecto de la conservación de igualdad
de fortunas conc!u3'ó por gestión del Eforo
Epydates (2); se desamortizó la propiedad,
sin que el intento de los reyes Agis y Cleomene,
que quisieron volver á los tiempos antiguos,
pudieran conseguir nada, ni poder dominar
el sentimiento de libertad hacia el
dominio individual de la tierra y libre disposición
de ella.
Pudiéramos añadir más citas, en particular
de las épocas en que Roma, señora del
mundo entonces conocido, repartía las tierras
á los legionarios, como hizo Sila, César 3'
(1) Plutarco, Licurgo.
(2) Plutarco, Agis 7.

DES — 486 — DES
Antonio, que siendo triunviro repartió entre
sus soldados 118 ciudades; pero como al llegar
á España nos encontramos con la legislación
romana, de que aún se conservan restos, allí
diremos de ella.
II. La desamortización civil dio principio
en Inglaterra por el triunfo que venían consiguiendo
los principios individualistas, y la libre
disposición de los dueños de la tierra, aun
en la propiedad eclesiástica, con más ó menos
lentitud, y no siempre por las mismas vías,
aunque con iguales vicisitudes.
Desde que se establecieron los mayorazgos
(véase esta palabra), en Inglaterra como en
otras naciones (según veremos después), los
tribunales y las leyes trastornaron sus efectos
para hacer libre la disposición del dominio.
Eduardo I alzó la antigua prohibición de enajenar
los feudos (véase esta palabra), así
como el estatuto de donis conditionalibus, que
dio origen á los mayorazgos, desde luego fué
interpretado con la condición de no durar
la vinculación más tiempo que la vida de la
persona llamada á poseerla y la del sucesor
inmediato. Los mayorazgos, al nacer en reemplazo
de los bienes feudales, cuando ya habían
perdido el privilegio de no ser responsables
de las deudas de sus poseedores, marcan que
entonces como hoy la desamortización seguía
y sigue la tendencia de libertad absoluta del
dueño de la propiedad para disponer de ella
como más le plazca.
Desde Eduardo I hasta Enrique VIII, por el
método common recovery, la amortización fué
ilusoria, pues por los medios puestos enjuego
por los tribunales, y cumpliendo algunas
disposiciones más ó menos favorables, la desamortización
se abría paso. Enrique obtuvo
del Parlamento una ley que obligó á los poseedores
de mayorazgos á que los arrendaran
á largo plazo, y para enajenarlos pedir al rey
permiso, pagando ciertos derechos, por los
que se concedía la venta, y para llevar á efecto
ésta se pagaban otros derechos ala corona.
Enrique VIII llevó á la práctica el deseo de
Enrique VII de que los mayorazgos pudieran
enajenarse excepto los fundados por la corona
(1). También permitió enajenarlos para
pago de deudas al Estado, y después la reina
Isabel dio permiso para destinarlos á obras
de beneficencia. El procedimiento de common
recovery y fine, usado hasta tiempo de Guillermo
IV, lo abolió este rey y dio disposiciones
que evitaban pretexto para usar con más
libertad los beneficios de la desamortización.
Esta, sin embargo, no se ha introducido aún
en las tierras, por lo común feudales, conseí'vándose
el derecho hereditario de primogenitura,
hasta contarse casos de haber familias de
los conquistadores que en el siglo xi se repartieron
las tierras. El carácter primitivo de acumulación
de la propiedad se conserva hasta el
punto de que 15 millones de hectáreas de iie-
(1) Blackstone: Commentaries on the law of Englani.
rra están en poder de 30.000 propietarios (1).
La propiedad municipal en Inglaterra, como
en lo general de Europa, proveía á las corporaciones
de medios para ayudarse en sus
necesidades; pero en general sucedía estar
mal administrada, al extremo de que en 1835
se ordenó que se arrendara en subasta por
períodos de lo menos treinta años, para justificar
la renta y superficie de que procedía.
Existen en Inglaterra tierras de dominio directo
de algún señor feudal, pero que tienen
la obligación de dar parte al común de los vecinos
ó vasallos del feudo, en aprovechamientos
de pastos, de leñas, etc. (2). Además existían
antiguamente los common fields, campos
comunes que los vecinos de un término aprovechaban
para los ganados después de levantar
la siembra, ó según costumbre y acuerdo del
común; Enrique III dio principio á la desamortización
de esos terrenos, permitiendo á
los señores acotar y cultivar todas las tierras
que no fueran necesarias para los usos comunes;
Eduardo I amplió esta facultad á los terrenos
comunales; Jorge III facultó el cerramiento,
y á ejemplo de Jorge II, amplió el
derecho de cerramientos. Después, por leyes
posteriores, se han distribuido á título de
censo ó de largos arrendamientos las tierras
de feudos entre los labradores, dando á éstos
quince partes de diez y seis, y una para el
señor, las que han quedado como propiedad
libre, y los campos comunes entre los individuos
de la localidad. En 1780, según Penny
cyclopedia, 12.500.000 fanegas de tierras comunes
se adjudicaron á los labradores que
tenían de 100 á 1.000 fanegas, con objeto de
que estuvieran en manos de ricos propietarios
que las pusieran en cultivo.
En Inglaterra hay, pues, mucha propiedad
amortizada, pero no es por falta de medios
para disponer la manera de desamortizarla.
Los que han escrito sobre la reforma del
clero en Inglaterra, y en particular el historiador
Burnet, dicen que siendo antes de
aquélla las rentas 20 millones de libras esterlinas,
el clero, los frailes y demás instituciones
monásticas tenían 14 millones; esto es, que
de 20 poseían 14; así la reforma, considerada
como asunto político, dio gran impulso á
la distribución de las riquezas que entraron
en circulación en Inglaterra.
III. La Francia tuvo, como las demás naciones,
al lado de la propiedad de libre disposición,
las alodiales, feudales, mayorazgos,
tierras comunales, de propios, municipales, etc.
(1) í\ de Tapies: La France et l'Anglaterre, página
20.
(2) En los términos deMalagón, Puente el Fresno
y la Porcuna, en la provincia de Ciudad Real, pertenecientes
al Duque de Medinaceli, por servidumbres
análogas, los pueblos utilizan el suelo casi en totalidad,
siendo casi nulo el producto del Duque, que
paga las contribuciones; esto lo hemos comprobado
al hacer la estadística administrativa de la provincia
en 1855.

DES — 487 — DES
Luis XIV, como su antecesor Luis XII y
como Enrique IV, considerando que los bienes
comunales eran tan inalienables como los
de la Iglesia, autorizaron á los pueblos para
rescatar los vendidos durante las turbulencias,
devolviendo ó reembolsando su importe en
cierto numero de aflos. Luis XIV, sin embargo,
suprimió algunos derechos feudales, como
,1a talla, mano muerta, milicia, gabela, ayuda,
y repartió en varias provincias entre los vecinos
tierras de aprovechamiento común, con
la obligación de pagar un módico censo anual.
Las servidumbres señoriales en principios del
siglo xvn, en particular las de servidumbre
común de los pueblos, se autorizó á aquéllos
para rescatarlas, dando á éstos su valor. En
el reinado de Luis XV se promulgó el edicto
prohibiendo á manos muertas adquirir bienes.
La desamortización , que venía hacía tiempo
iniciada, favorecida unas veces y otras contrariada,
recibió un gran impulso en 1789 con
la revolución, negándose los colonos y arrendatarios
á pagar los derechos señoriales. El
4 de Agosto cíe ese año acordó la Asamblea
constituyente la abolición de todas las instituciones
feudales, que fueron declaradas después
redimibles, así como también los diezmos
suprimidos, y después, hasta 1793, los acuerdos
de la Asamblea quitaron cuantas ' trabas
tenían las tierras y la propiedad civil.
La Convención nacional, en Agosto de 1793,
declaró extinguidos todos los créditos débitos
de la República en favor de los pueblos, adjudicando
al Estado todos los bienes municipales,
y mandó venderlos como nacionales.
Los bienes de la nobleza, los del clero, los de
beneficencia habían sido ya enajenados á cualquier
precio, y la revolución completó la desamortización,
triunfando el principio individualista
sobre el del Estado dueño, y el de la
sociedad con la propiedad colectiva, en todo
ó en parte. Los restos de la propiedad amortizada
que quedaban, los mayorazgos ó propiedades
vinculadas, la revolución de 1848,
que decretó la abolición de los títulos de nobleza,
decretó la ley de 11 de Mayo de 1849,
según la que quedaban libres desde luego los
bienes vinculados.
Con la brevedad conveniente al sitio en que
este artículo se ha de publicar, hemos dicho
algo sobre la desamortización en su origen,
para que al tratar de ella en España se vea
cómo obraron los ingleses y franceses para llevarla
al estado actual. Que la propiedad territorial
amortizada no permite el progreso
del cultivo ni el desarrollo de las riquezas
como cuando es libre, es tan evidente y sabido
que excusamos demostrarlo; que la desamortización
proporciona ese beneficio, es evidente;
pero que la extrema división que en ciertos
casos lleva á la propiedad de la tierra no es
beneficiosa, lo trataremos en otro sitio (véase
Grande, mediana y pequeña propiedad) (1).
(1) Véase Curso de Economía rural española, por
Hidalgo Tablada, tomo I.
Para terminar lo que hemos creído decir
sobre el asunto que este artículo comprende,
añadiremos un hecho notable de la historia,
copiando á Baudrillart: «.C'estpar des mains
bourgeois que les prioiléges bourgeois furent
détruits et la condition general de la .nation
élevée améliorée.»
IV. En España no se conoció la propiedad
feudal con este nombre; existió con otros, porque
había propiedades de grande extensión
de que el señor se reservaba el dominio de la
tierra, á la vez que el útil pertenecía á los colonos
bajo la obligación de varios servicios
militares y políticos, y las restricciones de la
facultad de disponer del uno y otro dominio,
en perjuicio de los que debían heredarlo, ya
como señores, ó como colonos, vasallos, etc.
Los que aceptaban el dominio útil de la propiedad
, quedaban por sólo esto sujetos á
prestar fidelidad al señor del directo, y ayudarle
en la paz y en la guerra, y el señor de
prestarlos al jefe del Estado. A esta clase de
propiedad se daba en España los nombres
de señorío, tenencia, encomienda, mandación,.
prestimonio, tierra, en lugar de feudo que se
denominaba en lo general de Europa.
Bajo tales denominaciones, los señores tenían
sobre sus vasallos los mismos derechos
que el rey sobre sus subditos, con el aumento
de la influencia que daba ser el dueño del
dominio directo; organización que dio lugar
con el tiempo á grandes trastornos de los señores
entre sí, de éstos con el rey y de los
vasallos con sus señores.
Las diferentes vicisitudes que la propiedad
territorial sufrió, según los conquistadores
que la dominaron, hasta que los españoles
expulsaron de la patria á los árabes, fué en razón
del origen del conquistador y las costumbres
que importaron. Los visigodos, conquistadores
de la España romana, por el principio
de que el conquistador se hacía dueño del país
conquistado, se apropiaron las dos terceras
partes del suelo, dejando á los vencidos la otra.
Los soldados, según su jerarquía, y la iglesia
arriana que profesaban los godos, se repartieron
las dos terceras partes del terreno conquistado
á España, que fueron legitimadas según
se establecieron (1). Ya en 531 en el Concilio
de Lérida vemos que se adoptó una determinación
contra los eclesiásticos que al morir
los prelados invadían sus bienes. La libertad
de disponer de los bienes de la Iglesia se demuestra
en el acuerdo del segundo Concilio
de Braga, condenando al Obispo que sin necesidad
de la Iglesia y sin conocimiento del
clero enajenara bienes eclesiásticos. De aquí
resulta que la desamortización de los bienes
de la Iglesia empezó en el siglo vi en España.
Según nos dice Conde (2), los árabes en su
conquista no se repartieron la propiedad del
terreno que los dueños tenían; sólo lo hicieron
de la que quedó abandonada, ó de la que
(1) Eor.jud. Primus titulns de Electione.
(2) Historia de los árabes en España.

DES — 488 — DES
tuvieron que apoderarse con la fuerza de las
armas; impusieron una capitación, que era la
manera de exigir los impuestos en su país, y
quería decir igualación. La propiedad individual,
transmitida por venta, donación ó herencia,
conmutándose el dominio pleno ó bien
restringido, era la manera de usar la propiedad,
en lo que no había limitación (1).
La recouquista, que fué larga y sangrienta,
varió las formas de poseer la tierra. Los reyes
de Asturias, como herederos de los reyes
godos, estimaban pertenecerles por derecho
de conquista las propiedades tierras que ganaban
de los moros; toda la parte del botín
de la guerra se repartía entre los soldados de
España, después de sacar la parte del rey;
pero el territorio uo entraba en suerte, pues
todo correspondía á la corona. El rey, como
dueño absoluto de las tierras conquistadas,
necesitando defenderlas y poblarlas, las pobló
ó no, según las circunstancias. Las ciudades
importantes que comprendían grandes comarcas
con sus villas y aldeas, las daba á los condes
para su defensa, administración y gobierno,
reservándose el rey la propiedad. Los
condes recibían en premio parte de los impuestos,
y contribuían con lo que estaba asignado
para el Erario. También algunos prelados,
como el obispo de Lugo, Odoario, obtuvieron
tales cargos en sus diócesis.
De la reconquista nacieron las propiedades
alodiales y las behetrías (véanse estas palabras).
Las Cortes de Valladolid en 1351 (2),
«para evitar la discordia, é muertes, é peleas,
é contiendas que entre vecinos y pobladores
de las behetrías ocurrían, se repartieron entre
los naturales de ellas ó que las tengan,
haciéndoles merced y dándoles los derechos
que tiene el Rey. Que se repartau en partes
iguales».
He aquí otro caso de desamortización de la
propiedad del suelo, pero siempre precedido
de hechos de fuerza y de violencia, por no
comprender que no es el rey mejor el que
más propiedad tiene, sino el que más sabe
impulsar la producción de las que sus administrados
poseen.
La propiedad territorial quedó organizada,
en interés exclusivo de la familia, por las leyes
de Toro, pero á costa de romper sus vínculos
con el Estado y de un cambio profundo de la
organización social. No desaparecieron, sin
embargo, los señoríos ni las encomiendas, que
han llegado á nuestros días, pero se modificaron
las condiciones interiores, pues habían
perdido sus derechos de mando y gobierno,
quedando como un privilegio, un honor y no
un cargo de gobierno, con carácter de federación;
el rey y la Iglesia eran los que
mandaban, y no los poseedores de villas y lugares
señoriales.
Nos extenderíamos demasiado si algo dijésemos
de la forma cómo se constituyó y ha
(1) Leyes de moros, títulos 241, etc.
(2¡ Ordenamiento de fijnsdalgo, número 13.
llegado á nuestros días la propiedad territorial
de los reinos de Aragón, Navarra y Cataluña,
que vinieron después de las épocas citadas
á formar cuerpo de la nación española,
y cuya variedad de fueros y legislación administrativa,
otra que el resto de nuestra patria,
se discute aún y no siempre de una manera
pacífica.
Si ya hemos visto ejemplos de disposiciones
encaminadas para poner en circulación libre
los bienes pertenecientes al Estado, á los municipios
y á manos muertas, el Suplemento de
la Novísima Recopilación, ley 1. a
, libro I, título
V, dice: «Con acuerdo de mi Consejo y
con motivo de la considerable disminución
que han tenido las rentas dé mi Corona por
las guerras, escasez, epidemias y otras calamidades
que han afligido estos reinos y aun
sufren en parte mis amados vasallos, tuve á
bien mandar que en mi real nombre se hiciese
presente á nuestro muy Santo Padre Pío VII
el crítico estado de la Monarquía, los empeños
en que se encontraba y la necesidad de
proporcionar al Erario medios eficaces de
ocurrir al desempeño de sus inmensas y urgentísimas
obligaciones, suplicando á Su Santidad
que con este importante objeto se sirva
concederme facultad para enagenar bienes
eclesiásticos con la calidad de reconocer á sus
poseedores una renta igual á la que líquidamente
le rindiesen los mismos bienes, estableciéndola
sobre la Real Caja de Consolidación
de vales, con especial hipoteca de todos sus
arbitrios. Enterado el Santo Padre de la gravedad
de las causas expuestas en las que precede,
expidió con fecha 14 de Junio último el
Breve apostólico que ha tenido á bien mandar
en la presente Real cédula.» Sigue el
Breve y 52 artículos para su ejecución.
El Breve de Su Santidad, en uno de sus
párrafos, dice: «Pero inmediatamente que
de la manera y forma arriba anunciada se hubiera
hecho la designación de los indicados
bienes y que estuviese unánimemente arreglado
ó regulado su respectivo producto y
rendimiento anual, y además de esto por el
Rey Carlos se hubiera constituido real, efectiva
y perpetuamente á cualquiera persona y
comunidades eclesiásticas y lugares ó fundaciones
ó legados piadosos, y también á los conventos
y monasterios de las órdenes regulares
de uno y otro sexo, aún exentas, una igual
cantidad anual correspondiente ó proporcionada
á los insinuados frutos ó productos, y
que ha de pagarse siempre con toda integridad,
sin ninguna, ni aun la más mínima dilación
ni derimicion, aunque sea con el título
de la contribución vulgarmente llamada valimiento,
ni de ninguna duración, ni de los
gastos que ocurran por razón de cobranza; y
libremente en dinero efectivo á cada uno polla
Real Caja de consolidación y extensión
(sobre la cual gravamos la conciencia del rey
Carlos), entonces y no antes los anunciados
bienes, sin requerir para esto ningún consentimiento
de los prelados, ó sea arzobispos y

DBS — 489 — DES
obispos, priores, prebostes, abades, abadesas,
cabildos, rectores, ó sea curas párrocos, conventos,
monasterios y personas, cualquiera
que sean, que los obligan, cualquiera dignidad
eclesiástica con que se hallen distinguido,
por eminente que sea, se considerarán por
desmembrados y separados de los bienes de
las iglesias, y aplicados y destinados ó apropiados
libremente á la expresada Real Caja de
consolidación y extensión (véase esta palabra)
y para el alivio de otras gravísimas y urgentísimas
necesidades del reino de España, según
que Nos desde ahora para entonces, en
atención á las referidas y gravísimas causas,
por un don de gracia especial, con la autoridad
apostólica respectivamente, los desmembramos
y separamos y aplicamos y apropiamos;
igualmente desde ahora para entonces
subsistimos y subrogamos perpetuamente la
cantidad anual que ha de pagarse por el Real
Erario, como va prevenido, en lugar délos
bienes desmembrados y separados, con las
mismas cargas y obligaciones á favor de cada
uno de sus peculiares poseedores. Hechas las
cuales demostraciones y separaciones y respectivas
aplicaciones y apropiaciones, damos
plena facultad al mismo Rey Carlos para que
válida, libre é ilícitamente pueda, por el
precio que se pudiera hallar y bien le pareciera,
según su Real prudencia y arbitrio,
vender, traspasar, asignar y enagenar los
mencionados bienes con sus frutos de cualquier
género; los que en la forma sobre dicha
serán adjudicados á la Real Corona, bien que
á efecto de que el precio que sacase de la indicada
venta, traslación, asignación 3' enagenacion,
se invierta puntualmente en la extinción
y cancelación de las monedas representativas,
llamadas Vales Reales 3- en las necesidades
y urgencias del mismo reino Pero
es nuestra voluntad que el mencionado Rey
Carlos cuide diligentemente de que los enunciados
bienes no sean de ningún modo enageuados
por sus ministros, ni de otra manera
alguna en virtud de los presentes, fuera del
valor correspondiente á la renta anual libre
de 200 ducados de oro de cámara, gravando
sobre esto su conciencia.»
La guerra con Francia 3- el deseo de Carlos
IV de salvar á Luis XVI, que al fin murió
guillotinado por la revolución francesa,
fué la causa final que obligó al rey de España
para pedir al Pontífice el auxilio de la
desamortización concedida por el Breve, de
que hemos copiado lo más esencial. De aquí
arrancó en España la idea de desamortizar
todo lo amortizable: mayorazgos, bienes de
la iglesia, de propios, de beneficencia, etcétera,
etc., según indicaremos brevemente (1),
3' tomando por base la idea de enjugar la
deuda del Estado, en lo que aparecía, y en el
(1; Véase Massa: Diccionario jurídico y administrativo,
tomo IT. Desamortización, que contiene,
desde Carlos IV hasta Octubre de 18>í). la parte legislativa
respecto de este asunto.
Dic—IV.
fondo la política de hacer prosélitos con los
que adquirían los bienes desamortizados; esto
en la mayoría de los casos, dominando siempre
la idea política á la económica, las miras
políticas de los partidos avanzados, 3' nunca
lo más conveniente á la riqueza 3' su fomento
en la familia española.
Hemos dicho y visto por lo que antecede,
que la tierra amortizada no puede dar rendimiento
como cuando el que la trabaja la posee
libremente, 3'puede traspasar, venderé
disponer á su arbitrio de ella, 3' de aquí la
lucha incesante de la propiedad individual y
libre contra la amortizada. Pero si á eso hemos
visto tender en todos tiempos á los que nos
precedieron, desde la más remota antigüedad,
en las naciones que tuvo lugar hace siglos la
desamortización, al verificarla se hizo de manera
que se cumpliera el objeto principal, á
la vez que la comunidad de la nación tuviera
las ventajas que podía conseguir. Nosotros,
por una de esas casualidades que en la vida
ocurren, fuimos preguntados por D. Juan
Bruil, Ministro de Hacienda, en lo relativo
á la venta de los bienes que por la ley de
Ma3'o de 1855 se constituían en bienes nacionales;
hicimos un trabajo que leímos en su
casa al Sr. Ministro, y se lo dejamos, quedando
en avisarnos; pasados muj- pocos días,
nos avisó, nos dijo estaren todo conforme 3'
que lo había entregado al Director de Bienes
Nacionales, Sr. Joutoya, para su estudio, 3'
tener una discusión los tres; nos reunimos, 3"
el Sr. Jontoya, después de celebrar nuestro
trabajo, de acuerdo con el Sr. Bruil, dirigiéndose
á éste, dijo: «.Si se tratara en el asunto
de sacar el maj'or provecho de la venta de los
bienes nacionales, lo que dice el Sr. Hidalgo
tendría razón de ser: pero como esa operación
es puramente política, deben darse esos
bienes aunque sea de balde, cou el fin de quitar
la posibilidad de la reacción.» Ningún razonamiento
del Ministro ni nuestro pudo hacer
retroceder al Sr. Jontoya, que no admitió
la variación de poner en armonía posible las
ideas de buena economía con la idea política;
todo lo rechazó, 3' presentó su dimisión de
Director; nosotros nos retiramos ya en lo
cierto de lo que algunas veces habíamos oído
y de que dudábamos, y era que la desamortización
tenía por fin enjugar la deuda del
Estado 3' fomentar las obras públicas, por
más que aquélla alcanzaba á miles de millones
3' sobraban al efecto; la deuda no se pagaría,
las obras no se realizarían, 3^ los bienes
nacionales desaparecerían como por arte de
encantamiento. (Véase Deuda del Estado,
Títulos de la Deuda.)
La prueba, aunque con brevedad, la diremos:
Cuando en 1850 se presentó á las Cortes
el proyecto de unificación de la Deuda, por
existir un interés con el 3 por 100, con el 4
y.con el 5. según la liquidación que el 31 de
Diciembre de 1849 se hizo por la Dirección,
el total de todas las deudas del Estado eran
12.381.605.524 reales vellón; en los presu-
32

DES — 490 — DES
puestos generales del Estado para el año de
1887 al 1SS8 se proponen 274.861.752 pesetas
para pago de los intereses de la Deuda publica
(1). Estos intereses corresponden á un
capital de 9.161.727.300 pesetas, ó sean
36.644.909.200 reales vellón; resultando que
en treinta y siete años, en lugar de disminuir
la deuda á favor de las ventas de la desamortización,
se ha triplicado ; ¿cómo se puede explicar
esto? Nosotros lo haríamos tal vez de
una manera apasionada, y por si nos equivocamos,
nos abstenemos de hacerlo, no sin
la idea de verificarlo en otra parte. (Véase
Gastos 'del Estado y Progreso de la agricultura
española.)
J. de Hidalgo Tablada. .
DESAMORTIZACIÓN DE LA PRO­
PIEDAD TERRITORIAL.—LEYES VIGEN­
TES.—Su ESTADO ACTUAL.—Por lo que va expuesto
queda probado que en nuestra antigua
legislación existen disposiciones más ó menos
atinadas sobre desamortización, pero ninguna
que la establezca de un modo general y bajo
un sistema ordenado. La ley de 1.° de Mayo
de 1855 es la que la instituyó ampliamente
y de un modo definitivo. Según su artículo
1.°, se declaran en venta los predios
rústicos y urbanos, censos y foros pertenecientes
al Estado, al clero, á las órdenes
militares, á las cofradías, obras pías y santuarios,
al secuestro de D. Carlos, á los propios
y comunes de los pueblos, á la beneficencia,
á la instrucción pública, y cualesquiera
otros pertenecientes á manos muertas.
Como se ve, la ley no puede ser más categórica
ni revestir mayor carácter de generalidad.
Por el artículo 2.° únicamente se exceptuaron
de la enajenación los edificios y
fincas destinados al servicio público y á morada
de los obispos y párrocos, los bienes de capellanías
eclesiásticas destinadas á instrucción
pública durante la vida de los actuales poseedores,
los montes y bosques cuya venta no
creyese oportuna el Gobierno, las minas de
Almadén, las salinas y los terrenos de aprovechamiento
común, previa declaración de
serlo.
De la. luminosa discusión que tuvo lugar en
las Cortes con motivo de la presentación de
esta ley, se deducen las razones que tuvo el
Gobierno para redactarla. Las principales son
las siguientes: 1. a
- Poner en circulación una
inmensa masa de bienes, apenas productivos
disfrutándose en común, é imposible de mejorar
permaneciendo en manos muertas.—
2." Amortizar en parte la Deuda pública y
atender debidamente á las necesidades del Estado.—3.
a
Fomentar la producción agrícola
reduciendo á cultivo los yermos y baldíos
susceptibles de él.—4. a
Interesar más y más
en favor de las instituciones y del orden público
á la población compradora.
Los propósitos del Gobierno se han realizado
en gran parte, aunque no en el grado
(1) Gaceta de Madrid de 15 de Marzo de 1SS7.
que habría sido de desear. Sea por la premura
con que se procuró llevar á cabo la desamortización,
sea por la carencia de datos que
había respecto á los bienes enajenables, sea
por la gran dificultad de hallar un cuerpo pericial
inteligente y honrado, fueron innumerables
los abusos cometidos en perjuicio del
Estado. En unas partes por falta de fijar los
linderos los compradores se han apropiado terrenos
no comprendidos en la venta; en otras
la mensura ha sido inexacta y la tasación caprichosa;
en algunas han sido comprendidas
entre las exceptuadas fincas sujetas á la enajenación,
resultando de todo gran confusión y
desorden, y que hayan adquirido los poco escrupulosos
á bajo precio bienes de grandísima
importancia por su extensión ó sus productos.
Aunque los términos de la ley parecen absolutos,
lo mismo en la regla que en las
excepciones, sin embargo, á poco de su ejecución
se conoció su deficiencia y se hizo preciso
corregirla con nuevas disposiciones legales.
Por otra parte, el distinto criterio de los Gobiernos
que se han ido sucediendo en la accidentada
época que hemos atravesado, ha sido
causa de que el espíritu que la informa se
amplíe ó se restrinja con otras leyes. El número
de éstas, de los decretos, Peales órdenes
y circulares del Centro directivo, con
más las consultas del Consejo de Estado y las
sentencias del Tribunal Supremo, son en tal
número, que su compilación ocupa un grueso
volumen, publicado bajo la denominación de
Munual de desamortización civil y eclesiástica.
La cuestión relativa á la venta de los montes
ha sido una de las más debatidas y acerca
de la cual más contradictoriamente se ha
legislado. A ello ha contribuido en gran manera
la vaguedad de los términos en que está
redactado el artículo de excepción. Puede
decirse que ésta quedó á discreción del Gobierno.
Bien pronto se comprendió que, á fin
de evitar la arbitrariedad administrativa, se
hacía indispensable dictar reglas fijas á que
se sujetase su desamortización. Contal objeto
se publicó en 26 de Octubre de 1855 uu Real
decreto clasificando los montes y bosques
para los efectos de su venta. Dividiéronse en
montes reservables, en montes de enajenación
dudosa y en montes sujetos á la ley de desamortización.
Los incluidos en las dos primeras
categorías fueron tantos, que puede decirse
que quedó sin eficacia la ley desamortizadora
respecto á esta clase de fincas. En 27
de Febrero de 1856 se limitaron las excepciones
contenidas en éste por otro Real decreto,
y después de varias disposiciones en que alternaban,
según las circunstancias, el espíritu
desamortizador ó el favorable á la conservación
de los montes por el Estado, sólo quedan
reservables los de pinos, hayas y robles.
Grandes perjuicios sufrió el Estado con las
primeras ventas de montes. Los compradores
solían destruirlos con talas y carboneos, y
después de realizar grandes ganancias, los

DES — 491 — DES
abandonaban, declarándose en quiebra. El
Gobierno, aleccionado por tan triste experiencia,
exigió fianza á los compradores por
el valor del arbolado en 30 de Octubre de
1862, y desde entonces, no sólo la desamortización
no causó la ruina del arbolado, sino
que éste se mejoró al entrar en dominio particular
las fincas que lo contenían. La cuestión
de fianzas y garantía para la conservación de
los montes quedó definitivamente regularizada
por ley de 9 de Enero de 1877.
La excepción de venta de las dehesas boyales
y fincas de aprovechamiento común ha
dado lugar á innumerables expedientes y sido
causa de que quede sin efecto, sin razón ni
motivo en muchos casos, la ley desamortizadora.
Los pueblos, y singularmente los particulares,
bien avenidos con el disfrute gratuito
de tales bienes, han promovido expedientes
de excepción y conseguido que no se enajenen
, gracias á las influencias políticas que
solían poner en juego.
La gran precipitación con que apreciaban
los peritos muchas fincas, así como el no exigir
la ley en un principio garantía á los que
tomaban parte en las subastas, dieron lugar
á que varios adquirentes, y sobre todo los
primistas, se arrepintiesen después de la adjudicación,
y ora se diesen en quiebra, ora
solicitaran la nulidad de la venta. Fueron infinitas
las incidencias suscitadas con este motivo.
La legislación sobre el particular ha
sido contradictoria, mas al fin se ha establecido
por Real orden de 7 de Abril de 1869, oído
el Consejo de Estado, que en los expedientes
de ventas de fincas sobre falta ó exceso de
cabida no se admita la doctrina de los cuerpos
ciertos, y se fallen atendiendo ala cabida, calidad
y demás circunstancias de la finca.
Según sentencia del Tribunal Supremo de 17
de Octubre de 1870, la nulidad procede tínicamente
cuando hay error substancial en la
venta de una finca. El error en el precio no
es causa de nulidad. •
Es ajeno de este lugar hacer un examen
crítico de la legislación desamortizadora, así
como dar cuenta detallada de las disposiciones
legales sobre la enajenación de capellanías
y de censos, sobre la indemnización en caso
de nulidad, sobre la reclamación de los pueblos
para que se reserven los bienes de aprovechamiento
común, sobre la división de las
fincas enajenables, sobre cesión de las fincas
adjudicadas, sobre investigación é inscripciones
intransferibles, sobre los postores fraudulentos,
sobre redención de foros y subforos, y
otras más que no mencionamos; sólo nos importa
manifestar, como cosa propia de la índole
de este artículo, que todavía existe lucha
terrible entre los partidarios de la amortización
y los desamortizadores, con relación á la
gran masa de bienes que aún pertenecen en
España á manos muertas.
Según datos publicados por el Ministerio
de Fomento, existen aún de montes reservados
4.790.000 hectáreas, y de no reservados
2.334.000 hectáreas, que hacen un total de
7.131.000 hectáreas. El valor de esta masa
forestal se puede calcular en 3.609.600.000
pesetas.
El Sr. Camacho, en su Memoria sobre la
Hacienda pública en España, ha defendido
con tesón la venta de los montes públicos y
de las dehesas boyales, y la inversión de sus
productos en obras de utilidad pública para
el Estado. Véase cómo se expresa: «Es un
axioma económico, por nadie combatido, que
la propiedad en manos del Estado muere; en
manos del particular vive, se desarrolla, crece,
porque aquél no es buen administrador,
éste lo es; aquél representa el interés ajeno,
éste el propio. Esta verdad no existe sólo en
las regiones de la ciencia, la vemos en el mundo
de la realidad.
»Recórranse las fértiles campiñas de Extremadura;
véase la laboriosa provincia de Salamanca
, en las que la mayor parte de los montes
son de propiedad particular; compárense
con los pinares de Soria, Segovia ó Cuenca, y
se verá palpablemente que mientras aquéllos
se conservan, crecen, prosperan, éstos merman,
perecen.
»Es más: compárense dentro de cada provincia
los públicos y los privados, y se observará
una diferencia tan marcada, que el más
miope podrá apreciarla con toda exactitud.
»Si pues el principio científico está corroborado
en la realidad, la lógica aconseja no
negar el principio, y una vez admitido, todas
las declamaciones de los opositores á esta idea
no resisten al razonamiento más pobre.
»En efecto; una de las objeciones principales,
quizás la más poderosa que se emplea
contra la venta de los montes, es que su conservación
es de absoluta necesidad, pues sin
ellos las condiciones climatológicas variarían
en términos que la agricultura perecería y
hasta la salud pública se resentiría notabilísimamente;
pero aparte de que los montes no
enajenados, por las especies arbóreas que contienen,
no son los más á propósito para la conservación
de la humedad, que favorezca la
evaporación y la periodicidad de las lluvias,
ni sus apretadas hojas permiten la absorción
de miasmas perjudiciales á la salud, ¿no son
sanas las provincias de Salamanca, Cáceres y
Badajoz? ¿No se encuentra en ellas la agricultura
tan desarrollada como en las demás''
¿No tienen las mejores ganaderías boyales,
lanares, mulares, caballares y de cerda? Pues
si en ellas los montes casi todos son de propiedad
particular, ¿por qué no esperar que
en todas las provincias suceda lo propio?
»¿En qué consiste que la ganadería se sostiene
y aumenta en esas provincias, que alimentan
á gran parte de los ganados de Castilla
la Vieja, y han perecido las célebres cabanas
de Segovia, y tras ellas huyeron, para no
volver, sus renombrados paños? En que aquellos
montes están vigilados por el ojo del amo,
y éstos están entregados al interés extraño.
»Se supone, es cierto , en muchas poblado-

DES — 492 -- DES
lies de España, un espíritu destructor del arbolado;
pero es natural que en todo caso
destruya lo ajeno y no lo propio; que esto,
además, cuenta con la defensa del dueño, interesado
constante, tenaz; aquéllo con la acción
pública, indiferente, débil por regla general.
»Luego las condiciones climatológicas no
cambiarán, y en todo caso será en sentido favorable,
puesto que es axiomático que los
particulares cuidan más de sus árboles que la
Administración délos que á otros pertenecen,
y la demostración es evidente; véanse los árboles
plantados por la actividad individual,
cuéntense y compárense con los plantados por
la Administración.»
Los argumentos del Sr. Camacho son concluyentes:
pero como la desamortización de
los montes y de las dehesas boyales hiere ciertos
intereses, al proponerla al Ministerio en
fecha reciente, pareció ocasionada á conflictos
políticos, su idea no fué aceptada, y dejó de
pertenecer á él. El Ministro de Hacienda actual,
desamortizador por convencimiento, ha
presentado un proyecto de venta de las dehesas
boyales; pero no siendo fácil preveer, al escribir
este artículo, la smodificaciones que sufrirá
en las Cortes, nos abstenemos de examinarlo.
Nuestra opinión es que la desamortización
completa, en plazo más ó menos lejano, tendrá
lugar, porque es ventajosa para la nación.
Pero importa que se realice más atinadamente
que hasta ahora, para que no produzca
los inconvenientes que con ella en esta primera
época la población rural ha experimentado.
Es indudable que, gracias á la desamortización,
ha podido subir el tipo del impuesto
territorial á la enorme cifra á que hoy asciende;
pero es indiscutible que el afán de adquirir
propiedad sin tasa ni medida ha sido causa
de que muchos compradores se hayan creado
una situación sumamente apurada y hasta
ruinosa. Unos para pagar los plazos tomaron
dinero á préstamo, hipotecando la hacienda
saneada que poseían; otros vendían fuera de
sazón los frutos, y la gran mayoría, al retirar
el último pagaré, se halló sin recursos para
•explotar debidamente los terrenos adquiridos.
Son propietarios de extensas fincas, pero viven
con menos holgura, por no tener en la
proporción que recomienda la ciencia económica
el capital mueble y el inmueble.
Mayor, si cabe, ha sido el trastorno causado
á la ganadería. Al desaparecer de un modo
rápido y general el baldiaje, se enajenaron
las antiguas cabanas; los adquirentes de dehesas,
prometiéndose con la roturación grandes
ganancias, no pensaron en la industria
pecuaria; á más de eso, escaseando cada vez
más los terrenos de piso tieso, los pastos se
han encarecido, con todo lo cual los rebaños
disminuyen de año en año por no ser lucrativo
sostenerlos.
De esta suerte la desamortización, tan beneficiosa
en principio-, ha dado motivo, por
lo mal que se ha llevado á cabo, para que
continúe la agricultura como en los siglos
medios, sin las mejoras que proporciona el
empleo del capital pecuniario, y siu el necesario
y provechoso auxilio de la ganadería.
M. López Martínez.
DESBARBAR (Cultivo de la vid y del olivo
).—En las nuevas plantaciones de la vid y
olivo es costumbre arrimar á las plantas tierra,
formando un cono mayor ó menor, con el
fin de sostener los nuevos brotes sobre la superficie
del suelo, en particular las vides que
se crían sin tutores y se han de fundar sin
ellos. El desbarbar consiste en quitar la tierra
arrimada, abrir las plantas y cortar las raicitas
que han echado hasta la profundidad de
la labor ó tierra movida en las labores ordinarias,
ejecutadas con el azadón ó el arado.
Quitando de esa manera las barbas que las
nuevas plantas echan, se fuerza el crecimiento
de las raíces profundas, con lo cual se vigorizan;
y en España, que de ordinario la
sequedad se hace sentir en las raíces someras,
se evita esta contingencia, que origina grandes
perjuicios á la vid y olivo que en su origen
no se hau dirigido al fin de evitarlos. Hay
más; las raíces que se dejan crecer á poca
profundidad, las mueven las labores, y el resultado
es contrario al buen desarrollo del vegetal,
pues enferma por el poco crecimiento
de las raíces del fondo, que son las que le sostienen
en épocas de sequedad.
En los olivos que se dejan crecer sin desbarbarlos,
se crían tuberosidades en el nudo
vital (véase esta palabra), lo cual produce en
exceso chupones, engruesa y perjudica la producción.
Como en la vid, las raíces poco profundas,
las que se crían al alcance de las labores,
éstas las dañan, mueven y desordenan,
en perjuicio del crecimiento del árbol.
Tantas veces cuantas se caven los pies de
las dichas plantas, otras tantas será útil y conveniente
desbarbarlas, y principalmente en
los primeros años de crianza y dirección.
J. de Hidalgo Tablada.
DESBARBAR LA MADERA—Cuadrarla
toscamente en el monte con el hacha.
(V. Labra de las maderas.)
DESBECERRAR.—Destetar los becerros
ó separarlos de sus madres.
DESBORDAMIENTO.—Llámase así el
efecto producido por una corriente, arroyo,
río, ó por una charca, laguna ó lago, cuyas
aguas aumentan hasta rebasar las márgenes.
La influencia de los desbordamientos es muy
variada. Las aguas que después de caer abundantes
lluvias bajan de terrenos poco accidentados,
aumentan el caudal de las corrientes,
sin causar daños por lo general; pero
cuando proceden de elevados valles y son generales
las lluvias, ocasionan casi siempre
crecidas anormales que siembran el espanto
entre las gentes que ocupan los terrenos ribereños.
Esas crecidas se extienden á veces por
las tierras en ambas orillas de la corriente, las
inundan y suelen producir desastres terribles.
En algunas cuencas extensas, esas inundaciones
se verifican con periódica regulari-

DBS — 493 — DES
dad durante las estaciones lluviosas, que en
Europa suelen ser la primavera y el otoño,- y
en las regiones intertropicales el estío. Al entrar
en las vegas ó en las llanuras las aguas
torrenciales pierden parte de su velocidad,
van depositando el limo y las arenas que
arrastran, y elevándose su nivel, acaban por
romper ó rebasar los diques y producir desgracias
cou sus inundaciones, siendo imposible
en la mayoría de los casos evitar el desbordamiento.
En épocas ordinarias, tanto los
arroyos como los ríos están formados por
aguas límpidas; pero cuando los aguaceros y
tempestades ó la fusión de las nieves aumenta
el caudal, esas aguas se vuelven turbias,
terrosas, y arrastran muchas veces arena,
grava y guijarros. Generalmente cuando las
aguas están turbias y han cruzado por terrenos
arcillosos ó esquistosos, ó por terrenos calcáreos
dislocados, las arenas se depositan en el
fondo del lecho y es acarreado el limo. Cuando
es muy rápida la corriente, el fondo del
lecho suele ser móvil, á consecuencia déla
traslación de la grava y de los guijarros. Los
aluviones depositados por las aguas durante
los desbordamientos son arenosos ó terrosos.
De esta índole son los que se forman ordinariamente
en la desembocadura de los ríos.
Los desbordamientos, según hemos dicho,
causan efectos muy variados. Unas veces depositan
sobre las tierras inundadas un limo
de gran fertilidad; otras arroyan el suelo, dejando
profundos regueros, y otras amontonan
arenas, grava y guijarros. A esos desbordamientos
son debidas precisamente las formaciones
de terrenos feraces en los valles y vegas
que recorren los ríos caudalosos, y el constante
acrecimiento de los deltas formados por
corrientes caudalosas como el Ebro, el Po, el
Nilo, el Írak-Arabi, el Indo, el Ganges, el
Mississippí, etc., al desaguaren los mares. De
lo dicho se deduce que los desbordamientos
pueden ser útiles ó dañosos á los cultivos,
según la época en que se verifican, la naturaleza
de los terrenos inundados, la índole del
agua y la clase de los cultivos. Cuando se
realizan durante el invierno, es decir, desde
el mes de Diciembre hasta el de Febrero, ó
inundan praderas naturales ó cereales de otoño,
no suelen causar graves daños generalmente,
á menos de que se prolonguen durante mucho
tiempo. Lo mismo el trigo que las praderas
naturales, pueden permanecer bajo el agua
sin inconveniente durante diez ó doce días,
sobre todo cuando el agua no es muy corriente.
Sin embargo, para que las inundaciones
invernales no perjudiquen ni á los cereales de
otoño ni á los prados naturales, es necesario
que el suelo sumergido se seque con rapidez,
así que la corriente queda encerrada entre sus
ordinarias márgenes. De lo contrario, una
helada puede causar mayores daños que el
mismo desbordamiento.
Las inundaciones que se verifican en Mayo
y Junio tienen siempre consecuencias desastrosas,
por lo mismo que sorprenden á las |
plantas en plena vegetación y cuando su desarrollo
herbáceo es mayor. Entonces las aguas
tumban las plantas, las llenan de limo ó las
soterran, de manera que no se pueden utilizar
en muchos casos. Los desbordamientos
que durante los meses de Febrero, Marzo ó
Abril cubren terrenos de césped, ofrecen la
ventaja de depositar limo y matar los topos,
los ratones de campo y las larvas de algunos
insectos. Los agricultores que posean tierras
expuestas á ser cubiertas por las aguas durante
las grandes crecidas, deberán abrir zanjas
ó limpiar las que puedan existir ya, para
facilitar la rápida salida de las aguas. La rápida
desecación del suelo acrece considerablemente
los beneficios dé los desbordamientos
que se verifican en otoño, en invierno y en
los comienzos de la primavera. Cuando ha estado
sumergido un trigo de invierno durante
varios días, y en los meses de Febrero ó
Marzo, y el agua ha depositado sobre el terreno,
y también sobre parte de las hojas, alguna
cantidad de limo, así que el viento ó el sol
dejan el suelo seco, convendrá rastrear la tierra,
rompiendo la costra que se haya formado,
desprendiendo las hojas adheridas á ella y
facilitando la penetración del calor atmosférico.
La misma operación deberá ejecutarse en
las praderas en que la inundación haya dejado
una capa de limo. Cuando los desbordamientos
hayan destruido los cultivos de primavera
ó de estío, y hayan depositado sobre el suelo
una capa de varios centímetros de espesor, es
necesario mezclar por medio de labores el
limo con la tierra arable, y sembrar plantas
estivales que aún podrán dar cosecha. No
siempre es fácil el cultivo de terrenos que se
inundan durante la primavera ó en los primeros
días del estío.
En la mayoría de los casos los desbordamientos
causan desastres que los Gobiernos
deben prevenir hasta donde sea posible, ó remediar
con auxilios ó condonación de tributos.
Solamente las periódicas y regulares inundaciones
del Nilo, cuya corriente es muy suave,
se pueden considerar como seguramente beneficiosas;
las producidas por el deshielo de los
ríos en países fríos causan estragos por el
choque de los témpanos, que son arrastrados
con rapidez por la corriente. Cuando esos
quedan depositados sobre los campos, conviene
transportarlos á las zanjas, si la tierra no
es una pradera natural.
DESBORRAR.—Quitar á los árboles, y
principalmente á las moreras pequeñas, los
cogollos ó tallos que arrojan por el tronco
para que no roben fuerza á la guía.
DESBRAVAR.—(V. Doma.)
DESCABEZAMIENTO. — Operación de
carácter dasonómico, que consiste en cortar
todas las ramas de un árbol, dejando el tronco
despojado de ellas á cierta altura del suelo.
Por medio de esta operación se da lugar al nacimiento
de brotes que se aprovechan periódicamente,
como los de monte bajo, y se reproducen
por largo tiempo, hasta que el tronco

DES — 494 — DES
pierde su vigor por efecto de la edad ó de alguna
enfermedad. A veces se limita esta operación
al corte de las ramas laterales tan sólo,
y al de las secas ó enfermizas, constituyendo
entonces lo que se.llama escamonda.
Llámase descabezamiento ó desmoche á hecho
cuando se cortan todas las ramas del árbol.
Llámase descabezamiento ó desmoche por
entresaca cuando no se cortan todas las ramas,
sino ya una en un punto, ya otra en
otro, pasándose entonces al método de poda,
el cual, por la habilidad que exige en el operario,
no se considera ni se puede considerar
como método de beneficio, al menos parala
práctica en grande escala.
Los productos del descabezamiento y de la
escamonda consisten, pues, generalmente en
leñas propias para los usos domésticos, pero
también pueden proporcionar piezas útiles
para varias industrias. Algunas de estas piezas
suelen ser buscadas á causa de sus nudos
y de su dureza; pero sucede con frecuencia
Figura 191
que no están sanas, á causa del poco cuidado
con que el corte se verifica. El medio más
acertado para evitar este inconveniente cuando
del desmoche se trate, consiste en no verificar
la corta del tronco en una sola sección
(figura 191), porque entonces, depositándose
las aguas en la superficie de la misma, producen
la caries, que se propaga en seguida al interior
del tallo, dejándolo-hueco é inútil para
toda aplicación. Lo más conveniente es practicar
el descabezamiento en dos ó tres ramas
madres, y de esta manera nacerán de ellas
nuevos brotes, al paso que el tronco del árbol
quedará intacto y conservará todo su valor
(figura 192).
En la escamonda no se corre igual riesgo.
Los árboles sometidos á este tratamiento viven
más tiempo y pueden utilizarse convenientemente
cuando han alcanzado dimensiones
considerables. Esta depende de que, estando
la cima del árbol cubierta constantemente de
ramas, las aguas pluviales rebotan por la superficie
de los cortes y no penetran con tanta
facilidad en el interior del tronco. Pero si el
descabezamiento tiene el inconveniente de
apresurar la ruina del árbol, proporciona en
cambio brotes más abundantes, más fuertes y
más útiles que los que se obtienen por medio
de la escamonda.
Altura á que debe ejecutarse el descabezamiento
ó desmoche.—El desmoche se ejecuta
ordinariamente á una altura del suelo que varía
de 1 hasta 6 ó 7 metros. Los troncos desmochados
se suelen dejar más bajos en las
orillas de los arroyos y ríos, en los suelos pendientes,
etc., para contener las tierras; se les
da, por el contrario, más altura cuando están
en medio de campos ó prados.
Como los árboles desmochados se encuentran
principalmente en las praderas y lindes
de los caminos y campos, se concibe fácilmente
que cuanto más elevados sean, menos dañarán
á las plantas que crecen bajo su cubierta,
•privándoles menos de las influencias atmosféricas.
Especies arbóreas propias para el descabezamiento—'Fofas
las especies arbóreas de hoja
Figura 192
plana pueden sufrir el descabezamiento, pero
las más propias para éste beneficio son los
álamos, sauces, fresnos, tilos, olmos, alisos,
arces, carpes y robles.
Los álamos suelen producir por este medio
madera nudosa, con la cual se fabrican hermosos
muebles.
El roble es la especie leñosa más á propósito
para este método de beneficio si únicamente
se atiende á la producción de maderas y
leñas, y no se puede emplear otro método
cuando se aprovecha por su corteza para
casca.
Los fresnos admiten muy bien el descabezamiento,
y dan, así tratados, gran cantidad
de leña. En las orillas de varios ríos de España
hay bastantes huelgas ó fresnedas así beneficiadas.
Los abedules admiten mal el. desmoche.
Influencia del desmoche en los pastos.—Se
puede decir que los carpes, olmos, arces, hayas,
alisos y fresnos son los menos perjudiciales.
Los robles, abedules, álamos y sauces perjudican
algo más, porque su hojarasca es
amarga y astringente, así como porque de-

DES — 495 — DES
bajo de ellos se crían musgos y hierbas poco
ó nada sabrosas. Los olmos, alisos, carpes,
hayas y arces, y también los fresnos, robles,
álamos y sauces, proporcionan ramón al ganado,
haciéndose la recolección desde el mes de
Agosto hasta que termina la caída natural de
la hoja.
Distancias entre los árboles. — Dependen
éstas del objeto del aprovechamiento. En general
deben quedar distribuidos los árboles de
manera que no se lleguen á tocar las extremidades
de las ramas en la época de su mayor
crecimiento.
Estación.—Marzo y Abril son los meses
más á propósito para el descabezamiento y la
escamonda, salvo las modificaciones que exijan
las diferencias de clima. La tínica razón
que puede justificar la corta de las ramas á
fines del verano es el aprovechamiento del
follaje como ramón para el ganado.
Modo de ejecutar la corta.—Cuando los árboles
que han de desmocharse son todavía jóvenes
ó de una edad regular, es ventajoso
cortar los brotes á ras del tronco; pero cuando
envejecen y la corteza se vuelve coriácea, vale
más hacer el corte algo más arriba, á fin de
que los nuevos brotes encuentren una corteza
tierna que puedan atravesar con facilidad. Lo
mismo puede decirse respecto de los árboles
escamondados.
Los primeros cortes se hacen junto al mismo
tronco, pero más tarde se deja subsistir la
parte inferior de las ramas, tanto para facilitar
la salida de los brotes, cuanto para alejar
del cuerpo del árbol heridas que á la larga podrían
perjudicarle.
Los instrumentos que se empleen para las
operaciones expresadas (hachas, hachuelas de
mano, podones, etc.) deben ser bien cortantes,
á fin de que la sección producida por el
corte quede limpia y sin astillas. Debe cuidarse
además de que estas secciones ó cortes queden
oblicuas respecto al horizonte, para evitar
la filtración de las aguas.
De igual modo se procede respecto de la
escamonda, dirigiéndose el instrumento de
abajo á arriba, para evitar el desgaje de las
ramas débiles.
Turno de aprovechamiento.—El turno que
ordinariamente se adopta para el descabezamiento
es de tres á seis y hasta diez años, según
la clase de piezas que se desea obtener y
el crecimiento más ó menos rápido de las diferentes
especies arbóreas. Los sauces y los
álamos, que brotan con gran actividad, pueden
explotarse cada tres, cuatro ó cinco años,
mientras que es necesario prolongar algo más
el turno de las otras especies.
Ventajas que proporcionan los árboles descabezados.—
Hay algunos países, por ejemplo,
las provincias inmediatas al Rhin, en que todas
las tierras destinadas al pasto, y las orillas
de los ríos y arroyos, están plantadas de árboles
sometidos al desmoche. Estas plantaciones
defienden las orillas contra la invasión de las
aguas, y resguardan las habitaciones y las tie­
rras cultivadas de los aludes que pudieran
destruirlas, mientras que, sometidas á cortas
periódicas, proporcionan combustible abundante.
Las repetidas plantaciones en nada disminuyen
la extensión de los cultivos agrarios,
pues sólo ocupan los sitios improductivos, las
localidades pantanosas, las lindes de los prados
y demás terrenos en donde no puede penetrar
el arado.
Todas las vías fluviales deberían estar cubiertas
de árboles tratados por descabezamiento.
Es de sentir que una explotación tan
útil, y que al par puede ejecutarse con suma
facilidad y sin perjuicio alguno para la agricultura,
ofreciendo grandes ventajas á los
propietarios, se halle todavía tan descuidada.
DESCABRITAR.—Destetar los caballos.
DESCASQUE-—Operación que tiene por
objeto desprender de los tallos la corteza que
los cubre, con objeto de utilizarla para el curtido.
Viene de casca, que es lo mismo que
corteza curtiente. (V. Descortezamiento.)
DESCEPAR (Viticultura).— Cuando un
plantío de viña, por causa de vejez ó enfermedad,
exige que se arranquen las plantas, el
acto de ejecutarlo se llama descepar. Igual
denominación tiene la operación del desciego
ó descepe en los terrenos de pinar, monte poblado
de árboles, terrenos de palmar, etc.
(V. Descepar, Selvicultura.)
En viticultura hemos visto más de una vez
descepar plantíos atacados de \a.clorosis (véase
esta palabra), cuando aplicando los medios
que enseña la ciencia se hubiesen repuesto y
evitado los perjuicios consiguientes. También
los hemos visto descepar porque, situados en
terrenos inclinados, y habiendo tenido poco
cuidado en las labores, las plantas de la parte
alta se habían quedado con poca tierra. Fiualmeute,
el caso más natural es que, llegada la
vejez decrépita de un plantío, hay que desceparlo.
El descepe es lo común verificarlo abriendo
la cepa hasta el acodo (véase Acodo), y cortando
en él la planta, se dejan en la tierra, en
el fondo del hoyo,.las raíces y parte tendida;
este método es el más breve, y en apariencia
el más económico, pero en realidad no.es así.
La parte que queda enterrada comúnmente
brota y hay que arrancarla, costando más
trabajo que la cepa, pues hay que abrir nuevamente
el hoyo hasta el fondo para sacar la
parte que quedó enterrada y que ha brotado.
Es más económico, y con poco gasto más se
consigue el objeto, al descepar, buscar el todo
del acodo y raíces que contenga, haciendo de
una vez la operación de arranque.
Si el descepar una viña tiene por objeto
destruir el termes (véase esta palabra), insecto
que apoderado de un plantío lo esteriliza y
destruye, el medio mejor es quemar las cepas
en el mismo terreno. Nosotros hemos visto
desaparecer parras que teníamos en nuestra
casa con motivo de haber traído á ella cepas
arrancadas de una viña atacada del termes

DES — 490 — DES
(carie ú hormiga blanca): El enemigo más
terrible de la vid, y del que pocos se lian preocupado,
es el indicado, que propagado en el
término que escribimos, en el térmiuo de las
tierras largas, lleva destruidas muchos miles
de plantas de vid tintas, y á nosotros la mejor
viña que poseemos.
El advertir el mal causado y estudiar su
origen nos hizo conocer el termes, de que no
habíamos oído hablar ni se han ocupado los
viticultores.
J. de Hidalgo Tablada.
DESCEPAR. — Desarraigar, desenterrar,
arrancar de raíz los tocones, cepas y raíces de
los árboles y arbustos.
DESCEPE ( Arboricultura y Selvicultura
).—La operación de descepar. Se aplica en
los montes para arrancar los tocones, cepas y
grandes raíces de los árboles ó arbustos. Tiene
lugar principalmente cuando se quiere
cambiar la especie ó especies que constituyen
el vuelo, y también para renovar el monte
bajo cuando las cepas han perdido su vitalidad
por estar envejecidas.
Esta operación, costosa y trascendental,
exige antes de practicarse un detenido estudio
de las ventajas é inconvenientes que en general
ofrecen todos los descepes. Es menester,
por lo tanto, estudiar la cuestión bajo los
puntos de vista siguientes:
1.° Naturaleza del suelo. — 2.° Clima.—
3." Especie leñosa existente y su método de
beneficio.—4.° Repoblado existente y valor
del suelo.—5.° Gastos del descepe.—6.° Demanda
de leñas ó maderas.—7." Destino que
se haya de dar á las cepas.
Nos ocuparemos, siquiera sea ligeramente,
de cada uno de estos puntos.
1.° Naturaleza del suelo.—La extracción
de las cepas y de las raíces remueve y ahueca
el terreno, aumenta . momentáneamente su
fertilidad á causa de lo mejor dispuesto que
queda para participar de las influencias atmosféricas,
y queda, por fin, en buena disposición
para ser sembrado; pero así que transcurre
algún tiempo después del descepe, vuelve
el terreno á adquirir consistencia y acaba
por endurecerse más que antes, faltando
además el abono que producen las raíces
que se pudren eu el terreno cuando no se extirpan.
Hay que recordar además que el descepe
sólo se practica una vez al fin del turno, siendo
la duración de éste de bastantes años, y
claro está que hecho á tan grandes intervalos,
no puede remover el terreno como el arado
que todos los años surca los campos; de donde
se sigue que calculándolo todo, los montes
ganan con facilidad tanto como pierden al ser
descepados.
Por lo demás, el descepe es decididamente
perjudicial en los casos siguientes:
a. En las faldas de las montañas escarpadas
ó muy pendientes cuyo terreno sea suelto
, porque desapareciendo el enlace y trabazón
que procuran las raíces, las aguas pluvia­
les arrastrarían toda la tierra, dejando la
roca del subsuelo al descubierto.
b. En ¡os terrenos de arenas voladoras,
por la facilidad de que éstas sean arrastradas
por los vientos así que desaparezca el
vuelo, á menos que al descepe no siga inmediatamente
el repoblado del mismo terreno.
c. Cuando el terreno es compacto y húmedo
y el subsuelo es de arcilla impermeable,
porque entonces los hoyos y cavidades que
resultasen del descepe se llenarían de agua y
dejarían el terreno completamente encharcado.
2." Clima. — Cuando el monte tiene repoblado
, el descepe es perjudicial si el clima es
frío, pero no sucede lo mismo cuando éste es
templado. En el primer caso las cepas sirven
de abrigo á las plantitas, y en el segundo más
bien las perjudican por la excesiva protección,
contrabalanceada en este caso por la mayor
fuerza de la temperatura propia de la localidad,
según las estaciones. De todos modos,
hay que tomar en cuenta siempre las exigencias
naturales y particulares de la especie de
que el monte está poblado, en cuanto á la
protección que pueda necesitar la chirpia ó
los brinzales contra el desamparo en que los
vaya á dejar la desaparición de las cepas consideradas
como elemento de abrigo.
3.° Especie leñosa existente y su método
de beneficio.—El descepe de algunas especies,
el roble por ejemplo, cuesta casi siempre más
que lo que vale la madera y leña que la operación
produce. En este caso es más conveniente
sustituir el descepe por una roza á flor
de tierra, dejando, como es consiguiente, las
raíces en el terreno.
En el monte bajo no se practica nunca el
descepe como operación corriente, pero se
ejecuta sin obstáculo ninguno para sustituir
las cepas viejas que brotan mal ó no dan ya
brotes, con lo que se facilita el mayor brote
de las restantes y la producción de sierpes ó
brotes de las raíces más jóvenes que quedan
en el terreno. Cuanto más profunda es la excavación
que se practica, más abundante es
el brote de raíz; de modo que la operacióu,
además de los productos que rinde, mejora
notablemente el repoblado de la finca.
4.° Repoblado existente y valor del suelo.—
Cuando el monte está bien poblado es preciso
tener en cuenta el valor corriente de los productos
maderables. Si este valor es alto, puede
suceder que descontados gastos deje el descepe
todavía utilidades después de vendidas las
cepas, y en este caso la operación podría realizarse
con ventajas, aun cuando se destruye
alguna parte del repoblado joven al ejecutar
el arranque. Con todo, antes de tomar una
determinación sobre el particular, conviene
comparar los resultados probables, viendo si
no sería mejor, bajo el punto de vista económico,
sustituir el arranque por una roza de
los árboles hecha á flor de tierra, y utilizando,
por lo tanto, más cantidad de madera en cada
tronco.

DES — 497 — DES
También deben tenerse en cuenta los gastos
que exigiría el nuevo repoblado del terreno
descepado y las contingencias á que éste tendría
que estar expuesto antes de entrar en
pleno desarrollo; inconvenientes que deja salvados
la conservación del que existe, con la
ventaja de tener ya algunos años de vida, lo
cual supone un anticipo de tiempo de cierta
consideración en la percepción de los productos
maderables ó leñosos.
5. a
Gastos del descepe.—Cuando hay mo­
tivos poderosos para ejecutar el descepe, claro
está que la consideración del gasto que aquél
ocasiona debe pesar poco en el ánimo del selvicultor.
Tratándose de semillar el terreno,
entonces la operación debe dirigirse de modo
que consiguiéndose dicho fin, no se extraigan,
sin embargo, todas las raíces ni aun todas las
principales, para que los gastos de descepe
sean menores. En todos los demás casos, si el
valor de las cepas arrancadas no compensa
Figura 193.—Arrancador de diente
los gastos de la operación, debe prescindirse
de ella, como desde luego se comprende.
6.° Demanda de leña ó de maderas.—Una
carestía ó una abundancia transitoria de productos
leñosos, con objeto de particular utilidad
que se desee satisfacer, la extracción de
pez, por ejemplo, cambia á menudo las condiciones
generales de la cuestión, haciendo
que el descepe sea más ó menos ventajoso.
Por regla general el descepe de las especies
resinosas, los pinos principalmente, da una
gran cantidad de leñas, que debe tenerse muy
en cuenta. Los precios corrientes del producto
en el mercado, dentro del movimiento en
cierto modo anormal, en alza ó baja que aquéllos
hayan sufrido, debe dar la medida para
acordar la ejecución del descepe ó desistir de
este propósito.
7.° Destino que se haya de dar á las cepas.—El
modo de sacar el mejor partido de
las cepas es el de separar primero todas las
partes curvas ó angulosas que puedan servir
para la carretería, construcción naval, etc.
En este caso es preciso sacar las cepas enteras
para linear en ellas las piezas de más aprovechamiento.
En general, es evidente que cuando se trata
de dar á estos productos un destino particular
y de mucho aprecio, la operación podrá
recomendarse, pero no deben perderse de vis­
ta los inconvenientes que tiene el descuido
en la adopción de determinadas precauciones,
que representan á veces una verdadera pérdida.
Así, por ejemplo, la prolongada permanencia
de las cepas arrancadas en el monte;
las substracciones de que pueden ser objeto, y
los daños generales inferidos al predio por los
matuteros y operarios cuando se trata de
hacer pegueras, suelen causar de ordinario
más perjuicios que ventajas económicas puedan
esperarse del valor de los productos que
han de obteuerse de las leñas arrancadas.
Hace falta, en todo caso, examinar con detenimiento
el pro y el contra de la cuestión,
teniendo en cuenta todas las condiciones especiales
de la localidad y las intrínsecas del
monte, para resolver en definitiva lo que sea
más provechoso.
CONSIDERACIONES GENERALES.—Las consideraciones
precedentes determinan los puntos
en que debe fijar el forestal su atención para
conocer las ventajas ó desventajas del
descepe. Considerada la cuestión en
términos generales, fuerza es decir que
las opiniones andan muy divididas.
Piensan unos que la extracción de las
cepas es conveniente en absoluto, porque
ocupan inútilmente el terreno;
otros, por el contrario, son opuestos
al descepe porque no quieren que se
prive al monte del abono que produce
la descomposición de aquellos restos
orgánicos. Unos y otros abordan el
problema con excesiva limitación de
juicio, porque sólo toman en cuenta
una de sus fases. El dasónomo discreto
obrará mejor estudiando con detenimiento los
diferentes casos y circuustaucias de que acabamos
de ocuparnos, siempre que trate de resolver
alguna cuestión de descepe.
Arranque de las cepas.—Bajo el punto de
vista mecánico, la extracción de las grandes
raíces de los árboles se hace más fácilmente
cuando el tronco se halla todavía en pie que
cuando ha sido cortado, porque dicho tronco
puede servir de palanca. En este caso se abre
una zanja alrededor del árbol, se descubren
las principales raíces y se cortan las más próximas
á la superficie del suelo, teniendo cuidado
de cavar más por la parte en que se
quiere que aquél caiga. Hecho esto, el árbol
empieza á conmoverse, y se determina su derribo
tirando de una cuerda que se ata lo más
alto posible á una de las ramas principales,
cuando no se confía al viento exclusivamente
el cuidado de tumbar el árbol. Pero este caso
de extracción no corresponde al verdadero
descepe de que venimos hablando. Es en realidad
una operación de desmonte, y como tal
no debe ser tratada en este lugar.
El descepe propiamente dicho consiste en
el arranque de tocones y raíces principales,
cuando de antemano se ha cortado el tronco
ó chirpia que sustentaba la cepa, y de la extracción
de esta parte del vegetal es de la que
vamos á ocuparnos.

DES — 498 — DES
Cuando las cepas no son muy grandes y 1
escaso el número de las que hay que extirpar,
se suele practicar el arranque con azada y hacha,
descalzando las raíces principales y cortándolas
luego á cierta distancia del tronco.
Para separar luego la cepa del sitio que ocupa
se emplean cuerdas casi siempre, haciéndose
el tiro á mano. En España puede decirse que
todos los descepes se hacen así, porque no se
Figura 191.—Arrancador Waldtenfel
ha generalizado el uso de otra clase de herramientas
que las indicadas; pero en el extranjero,
especialmente en Alemania y en los Estados
Unidos, se emplean para esta operación,
desde hace mucho tiempo, diferentes aparatos
que aumentan la fuerza de tracción y aceleran
Cric ó t
mucho el trabajo. Daremos una ligera idea de
los más comunes y aceptados.
Los tipos de arrancadores á que pueden
referirse todos los usados en Alemania son los
siguientes (Arrillaga: Mein, sobre la .parte
dasonom. de la Exposición universal de Viena,
1875.):
1." El diente de destocooar, reducido á un
gancho cuya punta se introduce en la parte
inferior del raigal, y va unido por uno ó dos
eslabones á una palanca de segundo orden
que, apoyándose en la cabeza del tocón mismo,
hace grandes esfuerzos y vence una resistencia
considerable (figura 193).
2.° La tenaza ó tijera de Schuster. Cuélgase
una tijera parecida á la que se emplea
para elevar materiales en las obras, de una
cadena que se arrolla en el eje del torno, compuesto
de una rueda y un piñón sinfín, movida
ésta por una mauivela, todo ello montado
sobre un banco, de madera. Se engancha la
teuaza á una de las
raíces, y se la obliga
á perder tierra dando
vueltas al torno.
3.° El llamado
Waldtenfel (diablo
de monte) es uno de
los artificios más antiguos
para derribar
árboles, que desde
muy atrás venía
usándose en Suiza y
en los Alpes stirios
y bávaros, cuando
Walo de Greierz le
dio á conocer. Ha
sufrido muchas modificaciones,
y consiste
esencialmente
en una gran palanca
de madera, herrada
en su extremo superior
para recibir tres cadenas en la forma
que representa la figura 194. La cadena A se
sujeta á un punto fijo del terreno, y se engancha
la B al tocón ó árbol que se trata de
arrancar; se maniobra con el extremo inferior,
de modo que sucesivamente se van ganando
eslabones con las cadenas cortas
sobre la cadena B, obligando así
al tocón ó árbol á inclinarse hasta
ceder.
4." El cric ó gato se emplea
también para desarraigar, según
expresa la figura 195. De estos cuatro
tipos tienen el primero y el tercero
grandes ventajas por la facilidad
en la construcción.
Los arrancadores de tocones que
_ se emplean en los Estados Unidos,
_j¡g aunque de muchas y muy variadas
formas, se pueden reducir á seis
tipos, á saber: de garfio, motón,
barra dentada, torno, tornillo y cabrestante.
El destocouador de garfio es igual en sus
órganos elementales al de diente de los alemanes,
si bien más perfeccionado, puesto que
en el norte-americano la palanca está montada
sobre dos fuertes ruedas que le sirven de punto
de apoyo. El garfio se clava en el tocón, el
cual se sujeta además por una cadena al pie
de la palanca, de modo que tirando de ella
hacia atrás se verifica el arranque con bastante
prontitud. El poco peso de este aparato
y la facilidad con que puede trasladarse
de un lado á otro, lo hacen preferible

DES — 499 — DES
en la mayor parte de los casos á los demás,
cuando los tocones no están muy arraigados
y se desea gran celeridad en el trabajo (figura
196). Es más embarazoso el destoconador
de motón, porque exige ser montado sobre
un fuerte caballete, del cual pende el
juego de motones, y además una barra estriada
en donde se cuelga la cadena que agarra
el tocón. El tiro se hace por la cuerda del
motón inferior (1).
Iguales ó muy semejantes condiciones tiene
el destoconador de barra dentada. Se arma"
éste verticalmente sobre un caballete, y de
su extremidad inferior se cuelga la cadena de
tiro con que se amarra el tocón. La barra que
por la cadena tira del tocón, se eleva por medio
de dos palancas laterales, las cuales, y
con el auxilio de cuerdas que pasan por unas
poleas en que aquéllas rematan y de las que
tiran los operarios, se van abriendo buscando
la posición horizontal, y de este modo elevan
la barra, arrancando la cepa.
El mecanismo del arrancador de lomo es
casi igual al de las norias, puesto qu% se reduce
á un tambor que engrana con la rueda
dentada del torno, donde se va arrollando la
cadena que sujeta el tocón á medida que se
hace el tiro. El aparato está montado sobre un
fuerte caballete cu}'0 centro se coloca encima
del tocón. La fuerza se comunica al torno
por .la tracción de una caballería que da vueltas
alrededor, y está unida al varal que sale
del eje del tambor.
La extracción con el arrancador de tornillo
es muy lenta, pero en cambio es probablemente
la más fuerte. Se reduce el aparato á
(1) Para más detalles en todo lo relativo á los
destoconadores norte-americanos véase el libro del
Sr. Jordana (José): La Agricultura y los montes de
los Estados Unidos. Madrid, 1830, páginas 275 á 281.
un grueso tornillo sostenido por una armadura
de hierro, que se monta sobre un pequeño
carro de cuatro ruedas, por cuyo centro,
y debajo del tablero, salen dos varas de
hierro que sostienen el gancho donde se amarra
la cadena con que se sujeta el tocón. Estas
varas están unidas sólidamente á la parte
inferior del tornillo, el cual gira en sentido
ascendente á beneficio de una corta palanca
de hierro, que también se mueve á mano.
El arrancador de cabrestante ofrece la ventaja,
lo mismo que el de torno, de poder ser
puesto en movimiento por una caballería, la
cual se unce al extremo del varal que parte
del eje del aparato, y va dando vueltas alrededor
de él, haciendo girar á su vez el cabrestante,
sobre cuyo cubo ó base se arrolla
la cadena, que por medio de un motón ejer-
o o
ce el tiro sobre el cable ó cadena que está
atada al tocón. Este cabrestante se monta con
mucha,solidez sobre una pequeña plataforma
de hierro, sostenida por dos zapatas robustas.
La estabilidad completa deL aparato se consigue
atándolo por medio de una fuerte cadena
ó cable á un poste ó tocón colocado en dirección
contraria al que es objeto del arranque.
En estos últimos años se han generalizado
mucho los arrancadores de polea, colgada ésta
de un sólido trípode, y los de barras dentadas
verticales, armadas en un caballete de cuatro
pies, en los cuales la fuerza se comunica al
aparato por palancas cuyo brazo del lado de
la potencia es muy largo, de modo que con un
esfuerzo relativamente pequeño se levantan
pesos ó se vencen resistencias muy grandes.
Estos 'aparatos, así dispuestos, se pueden poner
en función á mano con gran facilidad.
En los de polea (figura 197) se cuelga
ésta del centro del trípode por medio de una
fuerte cadena. La palanca tiene su punto de
apoyo en la parte superior de la armadura de

DES — 500 — DES
la polea, que es dentada, pendiendo del extremo
de la del brazo de la resistencia, que es
muy corto, un estribo de hierro que se agarra
ó sujeta en los dientes de la garrucha. La
cadena con que se ata el tocón va unida lateralmente
á la garrucha, donde sus eslabones
se enganchan, á medida que va subiendo, en
una especie de piñón dentado que forma un
todo con la garrucha y gira por lo tanto con
éste sobre el mismo eje. Imprimiendo á la palanca
un movimiento de arriba abajo, el brazo
déla resistencia se eleva, y con él el estribo
que está enganchado en los dientes de la polea,
arrastrando á ésta en igual dirección, ó
lo que es lo mismo, haciéndole girar leuta-
Figura 1P.7.—Arrancador de polea
mente, y produciendo la correspondiente tracción
elevatoria en la cadena, sujeta el tocón.
El trabajo se hace con lentitud, pero se consigue
un gran esfuerzo de arranque con muy
poca fuerza de impulsión, por cuyo motivo, y
por la facilidad de trasladar el aparato, y también
por su bajo precio, estos arrancadores se
emplean mucho en todos los Estados Unidos.
ÜSÍo suelen costar allí más que 200 pesetas, y
tienen además la ventaja de poderse disponer
también para tracciones en sentido horizontal.
En el arrancador de barras dentadas el esfuerzo
se comunica también por medio de una
doble palanca que guarda la posición horizontal
cuando el aparato está en reposo. En su
centro, del cual pende el garfio y cadena que
amarra el tocón, hay una mortaja de hierro,
donde encaja la base de las dos barras verticales
que el aparato tiene. Subiendo y bajan­
do la palanca, estas barras son empujadas alternativamente
hacia arriba, pasando á través
de la pequeña plataforma en que remata el
caballete de sostén del arrancador. A su paso
por dicha plataforma son agarradas por sus
estrías ó dientes por unosgatillos que permiten
su coutinua elevación, pero nunca su descenso.
Así se consigue una tracción continua muy
eficaz con un escaso gasto de fuerza. Como el
anterior, este aparato es de fácil traslación,
y de gran sencillez en su manejo y en su estructura.
Hay modelos de dos clases: uno que
puede levantar pesos de 18 toneladas, y otro
cuyo esfuerzo llega hasta 27 toneladas. Los
precios son respectivamente de 325 y 400 pesetas,
con un aumento de 20 y 30 pesetas
por los accesorios de ganchos,
cadenas, cables, anillos, etc.
Si se atiende á las condiciones locales
de nuestro país, es indudable que
estos arrancadores son los que se debieran
generalizar, con preferencia á
los de cualquiera otra clase. Su baratura
es grande, su solidez mucha, el
manejo es muy fácil, el transporte ó
traslación puede hacerse sin dificultad
alguna, y la sencillez de su mecanismo
los pone al abrigo de roturas y otros
accidentes que en ciertas máquinas
causan perjuicios de consideración por
la paralización del trabajo y por la dificultad
de hacer las composturas que
los desperfectos exijan, tanto más costosas
y difíciles de realizar cuanto más
atrasado es el país y cuanto más distante
se encuentra el lugar del trabajo
de los centros mecánicos donde existan
establecimientos propios para estas tareas.
En cuanto al arranque por medio
del vapor, no parece que hasta el presente
haya tenido buen éxito este procedimiento
en buenas condiciones económicas
y mecánicas. Hace algunos
años una Compañía Norte-americana
hizo algunos ensayos, aplicando el aparato
inventado por M. Andreu Gilchrist.
Se ejecutó el arranque aplicando la
fuerza de tracción producida por una máquina
de vapor de 12 caballos, la cual se estacionaba
cerca de cada árbol. Amarrados éstos cou cables
de alambre, eran arrancados de cuajo
cou mucha prontitud. En cinco horas fueron
arrancados 300 árboles de cien años de edad
cada uno. De dicho número sólo se quebraron
6, atribuyéndose este percance á la inexperiencia
de los operarios, que colocaron el cable
á mucha altura en los troncos.
Son las únicas noticias que tenemos de la
aplicación del vapor en los montes para las
operaciones de arranque de árboles ó tocones.
Como medio de extraer los tocones ó cepas,
también se han hecho ensayos con la dinamita
y otras substancias explosivas. Aun cuando
este procedimiento no ha adquirido tampoco
carácter de general aplicación, parece, sin

DES — 502 — DES
ya hendida de antemano por medio de instrumento
cortante, ó no hendida si los trozos son
muy pequeños, é introduciendo la segunda
Figura ] 98.—Herramientas para descortezar,
usadas en los Estados Unidos
por la fisura del corte longitudinal, extraen
fácilmente la casca.
»En otras localidades (Zaragoza) suelen
Figura 199.—Herramientas para descortezar, usadas en Alemania
ahorrar el uso del mazo, golpeando los brotes
y tallos unos contra otros hasta que se reblandece
la corteza y pueden arrancarla.
»En la provincia de Cáceres, cuando se
efectúan las podas, entresacas y limpias, si el
rematante tiene demanda de corteza, la separa
del tronco usando el mismo procedimiento
de los golpes, y si no la carboniza
con la leña ó la deja podrir en
el monte.
»En algunos montes (provincias
de Burgos y Valladolid), para facilitar
la operación del arranqne,
cuando la efectúan en invierno, calientan
al fuego los trozos de leña
y ramaje, y después, por percusión,
logran, no sin trabajo, separarla.»
En la provinciade Barcelona y
en algunas de Andalucía la operación
se practica con una hachuela
de mano, haciendo en el tallo
y ramas sujetas al descargue varias
incisiones longitudinales y circulares,
hecho lo cual se sacan con
gran facilidad á tirón las diversas
placas ó fajas en que toda la corteza
queda dividida por efecto de
aquellos cortes.
En algunos países del extranjero
(Alemania y Estados Unidos
sobre todo), donde los trabajos forestales
se hacen con más cuidado, se emplean para
esta última parte de la operación unas herramientas
de hierro,
cortas y de mano,
dispuestas á modo de
espátula generalmente
y provistas de un
mango de madera colocado
en sentido
transversal al eje de
la herramienta ó en
el de su prolongación.
Sus dimensiones varían
según el grueso
de los tallos ó ramas
que se descortezan.
Las hay rectas ó curvas,
planas y cóncavas
, para poder aprovechar
en todos los
casos la corteza de
las ramas más delgadas,
según indican
las figuras 198 y 199.
Cuando la corteza
está muy adherida al
tronco y no cede fácilmente
á la acción de
dichas herramientas,
se golpea antes con
un mazo de madera
de mango corto y an­
cha boca, para preparar
así la desunión
del leño y corteza, y dar acceso seguro á los
arrancadores sin correr el peligro de quebrar
las fajas ó tiras que se intenta sacar deltallo.
Aún no hace muchos años que en ciertas

DES — 503 — DES
localidades de España se descortezaban en
pie los tallos, produciéndose, como era de rigor,
la muerte de los chirpiales ó brinzales
así maltratados.
Los ingenieros encargados del servicio forestal
de los montes públicos de España han
acabado con esta viciosa práctica, y hoy ya no
se descortezan las plantas en pie, sino que se
cortan ó rozan primero, como ya se ha dicho,
se saca de ellas la corteza después, y el tallo
mondado se utiliza para leña ó carbón.
«Una vez arrancados los trozos de corteza,
se suelen dejar junto al árbol de que proceden
, puesta hacia arriba la cara interna, á
fin de facilitar la evaporación del agua, dice el
Sr. Castel, y antes de concluir el trabajo, próximo
á finalizar el día, se recogen y depositan
en un lugar determinado, ya disponiéndolos
de modo que se apoyen dos á dos por sus extremidades
superiores, mientras apoyan ó descansan
las otras en el suelo, bien extendiéndolos
irregularmente en un punto seco y aireado,
sin que lleguen á amontonarse, evitando de
este modo un principio de enmohecimiento,
signo seguro de la incipiente descomposición
interna que, alterando la calidad y cantidad
de los principios curtientes, hace perder gran
parte de su valor á las cortezas beneficiadas.
«Pocos días bastan para que éstas se hallen
completamente secas, y entonces, formando
haces con las de mayor longitud, y conduciendo
el resto en cestos, sacos, etc., se almacenan
hasta que llega el día de entregarlas al
mercado.»
Una de las precauciones más recomendadas
tratándose de la casca, es la de que no se
moje cuando, después de arrancada, se tiende
para orearla. Una simple lluvia basta á veces
para hacerla perder mucho en calidad ó
para inutilizarla por completo. El efecto que
se produce es la disolución del tanino en el
agua, y por tanto, la pérdida de aquella substancia
en la corteza que la contenía. En cuanto
á la corteza del pino, excusado es decir que
se saca del tronco por medio del hacha.
Por lo demás, añadiremos respecto al descortezamiento,
que tanto para poder operar
en todo tiempo, cuanto para ahorrar mano
de obra, no ha faltado en el extranjero quien
haya introducido la maquinaria en esta operación,
sin que sepamos si ha llegado á generalizarse
este procedimiento en términos
que pueda recomendarse como el más ventajoso
y expedito de todos.
El primer invento de esta clase se debe á
M. Maitre, el cual le dio á conocer en 1864.
Tiene por objeto el arranque de la corteza
por medio del vapor, actuando éste á una
fuerte presión sobre los trozos de tronco ó
ramas alojados en una caja de hierro, que descansa
sobre una caldera donde el vapor se engendra.
Este, merced á la fuerte presión á
que está sujeto, pasa á través de la corteza
hasta llegar al cambium, el cual se reblandece
y permite la fácil separación de la parte
cortical de la leñosa.
Más tarde el sistema indicado sufrió algunas
modificaciones, introducidas por M. ISomaison.
Consisten éstas en que, en vez de usarse
el vapor en estado de presión, se utiliza tan
sólo como vehículo del calor á través de las
fibras de la madera. Los inventores pretenden
que elevando rápidamente la temperatura de
una madera verde, los líquidos que ésta contiene
entran en ebullición y se escapan, haciendo
que la madera se descortece con facilidad.
Parece que los ensayos se han repetido
bastante, y aunque no sabemos que la aplicación
de estos inventos haya obtenido general
aceptación, el primer impulso está ya
dado, y es de esperar que el problema tendrá
al fin favorable solución.
De los procedimientos para extraer, no la
corteza ó curtido, sino el corcho del alcornoque,
se dan las correspondientes noticias al
tratar de dicho árbol, á cuyo respectivo artículo
remitimos á los lectores. Véanse además
los artículos Casca y Corteza.
J. Jordana.
DESCORTEZAR (Cultivo de la vid).—
Casi todos los insectos que atacan á la vid,
tanto al fruto como á las hojas, á los árboles
frutales igualmente, y en particular \a.}>iral
de la vid y del manzano, la polilla, el cuquillo
ó escarabajuelo, etc., etc., anidan en las
cortezas, en las cuales hacen su invernadero,
según se verá al tratar de cada uno de los
insectos mencionados. El arboricultor como el
viñador, agobiado de ordinario por los gastos
de cultivo, y no pocas veces ignorando los
medios de destruir tanto enemigo como le
cercena el fruto de su trabajo, no se cuida de
poner en práctica los medios de conseguirlo,
entre los que el más importante es descortezar
las plantas.
La práctica de descortezar empieza por
abrir alrededor de la planta un hoyo en que
se reúnan las cortezas al caer, y en el cual
después de hecha la operación se entierren y
apisonen. Después, ya sea con los guantes de
mallas (véase Cepa, figuras 40 y 41 del tomo
IV), con tranchetes, etc., etc., según los
casos, se procede á la operación de descortezar,
quitando en la vid toda la parte que está
hueca, por el acrecimiento de dentro á fuera
que verifica la planta.
Hecho el descortezado en la vid y frutales,
se procede á cubrir con ungüento de injertadores
todas las hendeduras, huecos ó senos en
que los insectos puedan guarecerse y anidar.
Tales operaciones, que repetidas con la frecuencia
que los casos exijan garantizan los
productos necesarios y merecidos al infatigable
trabajo que emplea el cultivador, es más.
económico y seguro que perseguir al enemigo
ya á la vista y con medios de defensa, no pocas
veces invencibles, siendo así que se le ha
tenido todo el invierno inerte y á nuestra disposición
en sus guaridas, que destruiremos
en poco tiempo por medio del descortezado.
J. de Hidalgo Tablada.

DES — 504 — DES
DESCUADRILLARSE.—Derrengarse la
bestia por el cuadril.
DESCUBRIR (Cultivo de la vid).—'En
no pocos sitios de España en que se cultiva
la vid, en particular en la Rioja, se hace con
sumo esmero la labor de descubrir las cepas.
Esta operación se efectúa en el invierno, y
los que la ejecutan con arte la efectúan quitando
la tierra con el azadón del rededor de
la cepa, formando con ella cuatro montones
orientados á los cuatro vientos. En esta disposición
se conservan hasta la primavera, que
al deshacer las moléculas ó montones cubren
la planta hasta cierta altura. Esa labor, no
sólo facilita deshacer los nidos de insectos que
se cobijan ó guarecen en aquel sitio, sino que
expuesta la tierra á las influencias atmosféricas,
aprovecha los abonos naturales, y que
las lluvias ó nieves penetren á mayor profundidad
y no circulen por la superficie, como
tendría lugar si no estuviese descubierta la
cepa. Esa labor modifica en gran manera las
propiedades físicas de las tierras, con ventajas
del desarrollo de las plantas.
También es muy útil descubrir el pie de
los árboles frutales, y muy principalmente en
los secanos, con lo que se consiguen las ventajas
indicadas para la vid.
Al hacer la operación de que nos ocupamos
puede verificarse, si necesario fuese, la de
descortezar (véase esta palabra).
J. de Hidalgo Tablada.
DESDENTADO (Zoología).—Orden de
animales mamíferos que carecen de incisivos,
y á veces de caninos y molares.
DESECACIÓN.—Existen algunos terrenos
cuyo estado constante de humedad impide
su aprovechamiento para la explotación agrícola;
en general, los terrenos húmedos, sea
por la causa que quiera, pueden sanearse
practicando en ellos la operación llamada
drenaje, que más adelante daremos á conocer;
pero hay casos excepcionales en que la
humedad procede únicamente de aguas ó capas
permeables inferiores, y entonces suele
emplearse con buenos resultados el método
de desecación de Elkington, cuyos principios
son sumamente sencillos, aunque su aplicación
es algo variada.
Este método consiste en practicar en el centro
de las capas subterráneas de agua cierto
número de zanjas profundas, de tal modo que
se corten é intercepten las aguas antes de llegar
á la superficie del terreno, y tengan fácil
salida á puntos más bajos que el terreno que
se ha de sanear.
La disposición de las capas acuíferas ó permeables
y de las impermeables que las contienen
varían hasta el infinito, de modo que
es imposible establecer reglas fijas para el
saneamiento de terrenos, y sólo con una larga
práctica y una atenta observación del terreno
en cada caso particular puede llegarse á obtener
buenos resultados, siendo de absoluta
precisión practicar sondeos y calicatas en diferentes
puntos para darse cuenta exacta de
la coustitución geológica del terreno que se
trata de sanear.
Las zanjas de desecación llevan en su fondo
una tubería de barro, de diámetro proporcionado
á la cantidad del agua á que deben
dar salida, y después se recubren para que
no intercepten las labores agrícolas; estas
zanjas y encañados varían en sus direcciones
según la disposición de las capas acuíferas,
pero generalmente se dirigen transversalmente
á la pendiente del terreno, enlazándose
unas á otras; su profundidad depende de la
de los yacimientos permeables que mantienen
la humedad.
Para mayor claridad pondremos dos ejemplos
de los dos casos que más generalmente
sueleu ocurrir en los terrenos húmedos: Supongamos
(figura 200) un montículo arenoso
p, que descansa sobre un terreno arcilloso
a a y le recubre en parte de su base; las
Figura 200
aguas se concentrarán en la parte inferior

DES — 505 — DES
profundidad de 3 metros, se coloca el encañado
á esta profundidad, siempre que se pueda
procurar una salida conveniente á las aguas;
en el caso contrario se procede á formar lo
que comúnmente se conoce con el nombre de
desecación por pozos ascendentes ó artesianos.
Para esto se coloca la cañería como ya hemos
dicho, á una profundidad conveniente, y
se abren á su lado y de distancia en distancia
pozos ó agujeros que se profundizan hasta el
fondo de la capa ó manto permeable; en la
figura 200, o será el fondo de la cañería y q
será el fondo de los pozos á su lado; á consecuencia
de la presión que soportan las capas
inferiores del agua, ésta se eleva en el pozo,
Figura 201
llegando hasta la cañería, por la que sale, dejando
saneado todo el terreno situado sobre
el nivel de esta cañería.
Estos pozos ascendentes tienen una sección
rectangular ó circular, dándoles las dimensiones
precisas para que puedan trabajar los
Figura 202
operarios; si han de tener una gran profundidad,
se. hacen con barrena ó sonda de pozos.
Algunas veces afluyen las aguas de una
misma capa permeable en puntos muy lejanos
unos de otros, como sucede en la figura 201,
en la que se presentan fuentes en los puntos a
y b; el método de desecación de Elkington
es en este caso sumamente económico, porque
con una sola cañería, situada en b, se sanea
toda la zona humedecida por la capa de agua;
por esta causa á veces una zanja practicada á
través de un terreno pantanoso y elevado deseca
otros terrenos húmedos situados más bajos.
Recíprocamente suele suceder que la humedad
de un terreno inclinado (figura 202)
proceda de capas acuíferas distintas como pqr,
siendo entonces necesario practicar varias
sangrías ó encañados á través del terreno
húmedo para poder recoger el agua procedente
de las diversas capas permeables.
Puede suceder que la capa impermeable
sobre que descansa el manto de agua no tenga
sino un pequeño espesor q; que debajo de
ella se encuentre otra capa permeable que se
extienda á gran distancia por debajo del nivel
del terreno que se trata de desecar; cuando
coinciden estas cifcunstancias se puede dar
una salida natural á las aguas perjudiciales,
sin necesidad de recurrir á las zanjas y encañados,
practicando pozos ó sondeos que taladren
esta capa impermeable, por los que el
agua se escape á las capas inferiores; este
procedimiento exige tener la seguridad de
que la capa permeable inferior no contiene
aguas que puedan subir á la superficie, en
cuyo caso nos resultarían pozos ascendentes
que, en vez de quitar el agua, añadirían más
humedad al terreno.
Cuando las fuentes que cubren un terreno
forman corrientes naturales, es suficiente en
algunas ocasiones ensanchar su salida y abrir
una zanja que facilite la corriente del agua
para que disminuya la humedad del terreno,
dando al agua paso fácil y libre.
En el artículo Drenaje daremos más detalles
relativos al modo de colocar las cañerías
y practicar las zanjas.
M. García López.
DESECHO.—Residuo que queda después
de escoger lo más útil y lo mejor de las cosas;
vísase mucho esa palabra entre agricultores é
industriales.
DESFIBRADORAS.—Máquinas para extraer
mecánicamente la fibra de los tallos y
de otros órganos de ciertas plantas filamentosas.
Llámanse también descorlezadoras, especialmente
cuando su acción se limita á quitar
la corteza de los tallos, separando la parte
interior ó cañamiza y quedando las fibras
unidas con la epidermis, formando tiras fibrosas
ó cintas (lanières).
Nada diremos de la parte referente al cáñamo
y al lino, todo lo cual deberá verse en
los artículos correspondientes; y sólo nos
referiremos á las operaciones de desfibrado y
descortezado correspondientes al ramio, para
adelantar cuanto hoy pueda decirse sobre esta
planta, que tanto ocupa la atención de los
agricultores.
Los procedimientos de enriado empleados
con buen éxito para el cáñamo y el lino, no
dan buenos resultados para el ramio y otras
plantas textiles análogas, en que las fibras
están íntimamente adheridas unas á otras por
medio de una materia glutinosa de difícil desagregación.
Aparte de las operaciones químicas intentadas
con más ó menos éxito, el procedimiento
mecánico de descortezado y desfibrado
parece ser hoy el preferido para dichas plantas.
Para proceder con orden en este artículo
admitiremos dos clases de máquinas:
l. 1
* Descorlezadoras, las cuales obran aplas­
tando los tallos entre cilindros, separando la
cañamiza y dejando la parte utilizable ó comercial
en forma de cintas (lanières).
2. a
Desfibradoras, las cuales no sólo qui­
tan la cañamiza, sino que, por medio de un
frotamiento, arrancan también la epidermis ó
película, quedando las fibras sueltas y limpias,
en estado de pasar al blanqueo.
Día—IT 33

DES — 506 — DES
La historia de estas máquinas es antigua y
por demás accidentada, puesto que, basada la
acción de todas ellas sobre principios conocidos
en la industria del cáñamo y del lino, ha
sido preciso á los inventores aguzar su ingenio
, ya para motivar el sinnúmero de privilegios
que se han solicitado, ya para vencer
pequeñas dificultades que presenta el ramio,
á cuyo trabajo se han dedicado principalmente.
En la actualidad, todavía no puede darse
por resuelta la cuestión; pues al mismo tiempo
que cada inventor hace la apología de su
máquina, continúan las modificaciones, y los
inventos y los privilegios; señal inequívoca
de que algo falta para llegar á resolver el
problema á gusto de los consumidores. La
verdad es que tampoco se tiene muy en cuenta
que cada máquina necesita trabajar con
tallos de ramio que estén en condiciones especiales,
siendo imposible, ó poco menos, lo-
R
Figura 203.—Descortezado Roland
grar que una misma máquina sirva para el
ramio verde y para el seco, y para tallos de
todas longitudes y diámetros, y hasta para
distintos vegetales.
Por esta razón nos vemos obligados á tratar
el asunto bajo el punto de vista histórico, •
presentando algunos tipos de máquinas, sin
entrar en detalles, impropios de la índole de
esta publicación, y apuntando los casos en
que cada uno de estos tipos se ha utilizado ó
puede utilizarse.
La máquina representada en la figura 203
es la descortezadora Roland, la cual es al propio
tiempo desfibradora, y puede utilizarse
para otras plantas análogas al ramio. Se compone
de un par de cilindros alimentadores A A
de hierro, acanalados, los cuales rompen los
tallos y-los hacen avanzar, presentándolos á
la acción de los cilindros batidores, cuyas
cuchillas separan la epidermis, hacen caer la -
parte leñosa ó cañamiza al suelo, y queda
la hilaza, que es recibida en un tablero exterior.
Las primeras descripciones de estas máqui­
nas , dadas por el inteligente operario D. Rafael
Pinedo, por los años 1868 ó 1869, cuando
viajaba como maquinista en los vapores
que iban á los Estados Unidos, concuerdan
en general con la anterior y con todas las que
se han ensayado después. El aplastamiento de
los tallos siempre tiene lugar entre dos cilindros
acanalados; el modo de eliminar la epidermis
siempre es por frotamiento.
Entre los diferentes privilegios tomados en
España, consta el que solicitó Robert Stanham
Collyer, de Calcuta, en Marzo de 1880,
aplicable á todas las plantas couocidas bajo el
nombre genérico de hierba de la India, usando
para ello una máquina compuesta de un
tambor ó cilindro giratorio de gran diámetro,
sobre cuya parte superior actúan varios pequeños
cilindros acanalados y de superficie
rugosa, además de un par de cilindros lisos,
que son los que expelen la fibra al exterior.
Esta máquina funcionaba con los tallos previamente
reblandecidos en agua caliente, penetrando
dentro de la máquina un chorro de
la misma para facilitar el desgomado. Al salude
la máquina se sujetaban las fibras á la acción
de líquidos alcalinos para completar el
desgomado.
En Febrero de 1883 solicitó otro privilegio
D. Antonio Berthet, de Rouen. El aparato
aplastaba también los tallos por medio de
cilindros acanalados, desagregando la cañamiza
y completando el descortezado por medio
de un tambor con cuchillas, semejante á
los de la máquina Roland. Obligados los tallos
á pasar por entre estas cuchillas y las paredes
de la caja cilindrica, dentro de la cual
se movía el tambor, y estando el eje de ésta
ligeramente inclinado, en vez de estar normal
á la dirección de las fibras, quedaban los
filamentos libres de toda materia extraña. Según
la descripción anterior, sacada del mismo
privilegio, parece que la máquina Berthet
debería ser descortezadora y desfibradora; sin
embargo, de la relación de unas pruebas que
se hicieron en 1885 en Argelia, extractamos
estas palabras, que demuestran que la máquina
Berthet dista mucho de ser un modelo de
perfección :
«Veinticinco mil kilogramos de tallos verdes
de ramio dieron, por medio de la máquina
Berthet, unos 1.550 kilogramos de cintas
fibrosas (lanières). Con máquina más perfeccionada
hubiérase obtenido un rendimiento
mucho mayor.»
Ya en esta época aparecen dos inventores
que se disputan el terreno palmo á palmo con
sus máquinas desfibradoras, las cuales presentan
realmente una verdadera novedad. Tales
son los Sres. Favier y Billion. El primero tomó
privilegio por su máquina en Junio de 1880,
en Francia, si bien posteriormente sufrió dicho
invento varias modificaciones. La máquina
representada en la figura 204 mide aproximadamente
3,50 metros de largo por 0,75
de ancho.
En la máquina Favier merece muy especial
!

DES 507 DES
atención la boquilla, en la cual se introducen
horizon taimen te los tallos uno á uno; dentro
de esta boquilla hay una cuchilla que hiende
longitudinalmente los tallos para que se abran
y para que al aplastarse posteriormente por
medio de los cdindros. dejen descubierta la
cañamiza y desarrollada en un plano toda la
parte cortical, lo cual se logra por la misma
conformación interior de dicha boquilla.
Al salir del canal en que penetra, el tallo
abierto y algo comprimido, pasa por una serie
de cilindros que lo aplastan completamente,
quedando reducido á una cinta que por una
cara presenta la cañamiza aplastada y por la
otra la corteza ó epidermis con las fibras. Pasa,
finalmente, á otros cilindros quebrantadores
que rompen la cañamiza, separándola en fragmentos
de medio centímetro de largo, que
caen debajo de la máquina.
Obtenido de este modo el descortezado en
la primera parte ó primera mitad de la máquina,
pasa inmediatamente
la cinta por una
serie de cilindros acanalados
que, ejerciendo sobre
ella una fuerte fricción,
rompen la materia
mucilaginosa que une los
filamentos y hacen desprender
la película que
los cubre, saliendo aquéllos
completamente limpios
por el otro extremo
de la máquina.
Todos estos cilindros
reciben el movimiento
de un árbol ó eje lateral
que lleva tantos ¡uñones
cónicos como pares de
cilindros tiene la mát,
quina.
; El privilegio de Bi-
~ Ilion data de 1882. En
s la máquina Billion los
| tallos se introducen en
z sentido vertical entre
i dos pares de cilindros
s; que los aplastan, encon-
? trando en su descenso.
5 entre el tercer y cuarto
s cilindro laminador, una
3 cuchilla formada por la
intersección de dos superficies
cóncavas, concéntricas
con las superficies
convexas de los cilindros;
pasa inmediatamente
entre varios pares
de cilindros acanalados,
cuyo objeto es romper la
cañamiza, separándola
de la corteza, sufriendo
finalmente un frotamiento
á fin de hacer desprender
completamente la
epidermis.
Para poder descortezar
gran número de tallos
á la vez, divide Billion
los cilindros por
medio de discos equidistantes,
formando así tantos
canales paralelos como tallos entran á la
vez en la máquina.
Billion pidió privilegio eu España en Diciembre
de 1883; sin embargo, la prueba oficial
no tuvo lugar hasta 1886, á causa del
pleito entablado contra aquél por Favier y la
Sociedad anónima La Ramie Française, quienes
reclamaron por usurpación de privilegio;
pleito que, empezado en 1882, terminó en 24

DES — 508 — DES
de Noviembre de 1885 á favor de dicho Billioa.
La prueba oficial tuvo lugar eu Madrid con
una máquina que distaba mucho de presentar
todos los detalles con que Billion ha procurado
mejorar el trabajo de su desfibradora, no
Figura 205.—Desfibradora de Senet
pudiendo, por lo tauto, establecer con entero
conocimiento de causa una comparación con
el trabajo de la desfibradora Favier, que fuñ­
ciona en Torroella de Montgrí (provincia de
Gerona) por cuenta de la Sociedad La Ramie
Française desde el 27 de Agosto de 1886,
y cuyas primeras pruebas datan de Agosto
de 1883.
Mientras creían algunos que las máquinas
Favier establecidas en Torroella habían resuelto
completamente la cuestión económica
Figura 206.—Deslibradora de Kaulek
en este ramo de fabricación, y mientras otros
dudaban acerca de su elección, confiando quizás
en que la máquina de Billion les libraría
del monopolio que iba á ejercer en España la
citada Sociedad de La Ramie F.ancaise, los
productores echaron sus cálculos y los hombres
cient'í*.cos estudiaron este lluevo
ramo de producción bajo otro
punto de vista, inclinando la opii\
nión pública en contra de estas máquinas,
que por su excesivo valor
(que no bajará de 6.000 pesetas
cada una), y por los costosos y engorrosos
gastos de instalación que
necesitan, están fuera del alcance
de la inmensa mayoría de nuestros
agricultores; presentando además
el inconveniente de que para hacer
anualmente una buena campaña
tienen que instalarse en un centro
productor y monopolizar todo el
producto cosechado dentro de un
extenso radio, aumentando el valor
del producto por razón de los transportes
de la materia bruta desde
puntos quizás muy distantes de la
fabrica donde funcionen las máquinas.
Preocupó con razón á las personas científicas
la pérdida de la cañamiza, rica en elementos
minerales extraídos de la tierra por
el vegetal y transportados á mayor ó menor
distancia del punto donde pudieran aprovecharse
para restablecer el equilibrio en las
tierras, alas cuales se les pide dos cosechas
anuales por lo menos. Estas y otras consideraciones
despertaron el deseo de poseer
pequeñas máquinas agramadoras ó descortezadoras
que á su poco coste reunieran la cir-

DES — 510 — DES
quiera que sea su calidad. Su producción trabajando
en seco es de 125 kilogramos de cintas,
procedentes de 500 kilogramos de tallos.
Trabajando en verde produce 125 kilogramos
de cintas, procedentes de 2.500 kilogramos de
tallos recién cortados; lo cual indica que el
trabajo en verde es mucho más rápido que
en seco. La máquina pesa 6,25 kilogramos,
ocupa un metro superficial y necesita una
fuerza de tres cuartos de caballo. Su precio
en París es de 1.500 francos, siendo representante
de M. E. Armand, en Barcelona, para
toda España 3' Ultramar, D. A. Alier Vila-.
reías, Cambios nuevos, número 7.
Como puede verse en la figura 208, la máquina
de Armand en sus elementos esenciales
no se diferencia notablemente de las mencionadas.
En esta clase de máquinas el éxito
Fisura 200.—Máquina pa:a la extracción de la fibra de la pita
depende, no solamente de la buena proporción
entre sus elementos y de la marcha de
los cilindros, sino que influyen notablemente
pequeños detalles de construcción que sólo
pueden apreciarse con la práctica.
Finalmente, citaremos la máquina recién
presentada por W. E. Death's, que está de
venta en Londres, 141, Fenchurch Street, en
casa de Collyer Davies et Cos., q u e ofrece, según
sus constructores, ventajas de todo género
sobre las anteriores , pero que esencialmente
ó en principio tampoco se diferencia
de ellas, puesto que consta de un tambor central
acanalado, sobre el cual funcionan dos ó
tres cilindros de menor diámetro, también
acanalados. Puede trabajar los tallos en seco
ó en verde. En el primer caso funcionan tres
cilindros; en el segundo caso tan sólo dos.
Una de las ventajas que tiene esta máquina
es la de poder hacer girar los cilindros en dos
direcciones, de modo que á voluntad del operador
pueden los tallos avanzar ó retroceder.
Todo el que haya presenciado el inconveniente
que en ciertas ocasiones presentan algunas
de las máquinas descritas, arrollándose
las fibras en los cilindros y ocasionándose con
este motivo paralizaciones y operaciones engorrosas
para desenredar la fibra, comprenderá
la importancia que tiene aquel detalle.
Esta máquina puede, según su inventor, servir
para el áloes, el yute, la pina y otras
fibras.
Creemos que tiene mucho interés para
nuestro país la extracción de la fibra de la
pita; operación que en el campo se hace á
mano, machacando las hojas y peinando las
hebras resultantes. Se han ideado muchas máquinas
para hacer esta operación industrialmente
y aplicarlas á explotaciones importantes.
Citaremos dos tipos distintos de máquinas
que pueden emplearse para este objeto:
La primera es la de Messager, de Troyes,
representada en la figura 209, la cual puede
ser movida á brazo ó mecánicamente por medio
de un motor cualquiera. Las hojas de
pita llegan por medio de una tela metálica sin
fin á la acción del cilindro A, armado de pequeños
dientes de hierro, pasando por entre
éste y un rodillo armado también de dientes.
Mucho mejor es, aunque
más costosa, la máquina inventada
por el asturiano
D. Demetrio Prieto, y construida
en los talleres de los
Sres. Puig y .Negre, de Barcelona,
Ronda de San Antonio.
En dicha máquina, una
vez aplastadas las hojas por
una serie de cilindros, quedan
sujetas á la acción de
unos cepillos cilindricos que,
girando con gran velocidad,
arrancan la película y toda
la parte carnosa de las mismas,
quedando las fibras intactas,
y saliendo completamente limpias y
paralelas por el otro extremo de la máquina.
Funcionan en Méjico con excelentes resultados
algunas máquinas de este sistema, salidas
de la citada casa constructora.
R. Manjarrés.
DESFOLLONAS— Quitar en verano algunas
hojas á la vid para que los racimos reciban
fácilmente la luz y acción del sol.
DESFONDAR—Hacer las labores llamadas
desfondos.
DESFONDOS.—Labores más profundas
que las ordinarias, pues suelen ahondar más
de 0,30 metros, aunque no suelen pasar de
0,50 metros. A veces se hacen nada más que
para remover la tierra de capas inferiores, y
otras veces se hacen para mezclar la tierra de
debajo con la de encima, elevándola hasta la
superficie; tanto en un caso como en otro, tienen
grandísimo interés estas labores, pero no
siempre son necesarias, y ni aun siquiera son
siempre convenientes.
Cuando el exceso de cohesión de la tierra
de las capas inferiores á la que forma el suelo
activo, impide ó dificulta mucho la filtración
del agua y el desarrollo de las raíces penetrantes,
está indicada la labor de desfondo,
pues con ella se conseguirá disminuir la cohesión,
y como consecuencia sucederá que la
tierra admitirá en su seno muchísima más
agua que antes, sin que se estanque ya en la
superficie, y sin que se pierda por filtración

DES — 511 — DES
toda la que en la tierra se ha embebido, porque
á medida que se va evaporando la de encima
va elevándose capilarmente la que en
depósito se conserva debajo, y sucederá también
que las raíces penetrantes profundizarán
con la ayuda del agua y sin la oposición de
la cohesión disminuida, y las raíces someras
gozarán de la humedad que va subiendo cuando
laque estaba por sus alrededores va faltando,
y las plantas de una y otra clase de
raíces podrán resistir prolongadas sequías
mucho mejor que si no se hubiera desfondado
el terreno. Si la tierra tenaz de capas inferiores
es mejor que la del suelo activo, ó tan
buena al menos, conviene que el desfondo se
haga de tal manera que se invierta la colocación
de las capas ó que al menos se mezclen
las unas con las otras, pues con esto se mejora
la superficie, y así que los agentes atmosféricos
ejerzan su influjo, ya se nota el
aumento de fertilidad; pero si la tierra de
debajo es muy pobre, ó no conviene desfondar,
ó el desfondo ha de limitarse á remover
la tierra profunda, sin traer nada de ella á la
superficie. Cuando es muy suelta la tierra de
capas inferiores, no hace falta mullirla, ysi
además es de peor condición que la del suelo
activo y se desfonda de manera que se mezcla
con la de éste ó que ocupe su sitio, el desfondo
es operación perjudicial.
Las laboi-es de desfondo llegan á hacerse
necesarias cada diez años , poco más ó menos,
pues al cabo de ese tiempo se comprimen mucho
las capas inferiores que de suyo no sean
sueltas, y la tierra activa se esquilma considerablemente,
no sólo por la continuada producción,
sino porque parte de las materias
más útiles desciende con el agua hasta una
profundidad mayor de aquella á que llegan
las raíces.
Estas labores se practican á brazo, ó con
arados de gran resistencia, ó de uno y otro
modo en combinación.
a. Si se desfonda á brazo, con pala, se hace
la labor en dos veces. Conviene empezar por
dividir el terreno en fajas cuya anchura no
pase de 12 metros, y cada peón, marchando
de izquierda á derecha, abre á lo ancho de
cada faja una zanja de cerca de 0,30 metros
de profundidad, echando delante de sí la tierra
arrancada. Hecha la zanja entra cada
peón en la que ha abierto, y marchando hacia
atrás por ella, la profundiza más, y va
echando á su izquierda, sobre la tierra que
antes arrancó, la que nuevamente va arrancando;
con este segundo trabajo ya se ha hecho
la labor de unos 0,50 metros. Se abre una
segunda zanja al lado de la primera, una tercera
junto á la segunda, y así sucesivamente
se va abriendo cada una en dos veces, ya que
de una vez no puede profundizarse tanto, y
va cegándose cada zanja con la tierra que resulta
al abrir la siguiente.
Si no conviniera elevar á la superficie la
tierra que ha de arrancarse en la segunda labor,
se limitará el trabajador á removerla.
b. Si se desfonda con fuerza animal, con
arado, también hay quehacer en dos veces la
labor, pues difícilmente podrá alcanzar el
surco en una sola vez 0,50 metros de profundidad.
Yendo, un arado detrás de otro y disponiéndolos
de manera que el segundo pueda
elevar hasta la superficie, con su gran vertedera,
la tierra que toma de más abajo, se
hace fácilmente el desfondo.
c. Si se dispone de grandes arados de vertedera
movidos por vapor, puede profundizarse
de una vez hasta 0,50 metros y más,
sobre todo si tienen los arados varias rejas,
unas tras otras, dispuestas de manera que
cada una profundice más que la anterior.
d. Si el desfondo no ha de elevar la tierra
de capas inferiores, porque baste mullirla,
pueden emplearse los arados llamados de subsuelo
, ó topos por otro nombre, que si van
detrás de arados ordinarios de vertedera, ó si
además de llevar la reja de subsuelo llevan
otra alta con su vertedera correspondiente, se
prestan bien para desempeñar este servicio.
e. La labor de pala puede combinarse con
la de un arado ordinario, yendo los peones por
los surcos para mullir la tierra del fondo si
no hiciera falta otra cosa, ó para arrancarla y
subirla si conviniera. M. Sánchez Brnil.
DESGAJAR.—Cuando una yunta arrima
la espalda sobre el timón del arado, la lanza
del carro, y haciendo fuerza empuja sobre
ellos lomeando, se dice que desgaja; se dice
igualmente cuando sujeta al yugo, sin estarlo
al carro ni al arado, se empujan de espalda
un animal al otro; esto suele ocurrir cuando
las fuerzas difieren y su alzada también. El
animal menos fuerte hace por defenderse del
que le domina; nivelando las fuerzas y alzada
de las yuntas, no es lo regular que desgajen.
Cuando por el peso del fruto, ó en el invierno
con la nieve, etc., se troncha una
rama, se dice se ha desgajado, si es que esto
tiene lugar en su unión cou el tronco del árbol.
Para evitar esto se ponen horquillas que
sostengan el peso de las ramas que por su situación
y forma estén expuestas á tal accidente.
Cuando por causa de una gran nevada
se advierte el peligro de que algunas ramas se
desgajen, se recomienda sacudirlas para descargarlas
del peso; pero esto, que da un resultado
evidente respecto de quitar el peso, lo
ofrece contrario en cuanto á la influencia que
la humedad que queda adherida á la rama al
caer la nieve de ella, ofrece sobre la parte leñosa.
La nieve, al desprenderse de la rama, la
deja humedecida, y esta humedad, que se hiela
ordinariamente en seguida, perjudica más que
dejar la nieve que por sí sola se caiga, aunque
desgaje alguna rama. (Y. Hielo.)
La rama que se arranca cou violencia del.
punto donde nace, se dice se ha desgajado ó
desgarrado. Sea que por efecto del aire y carga
de fruto, ó por la nieve, etc., etc., cuando
irha rama se desgaja, debe acudirse con los
medios que el arte de curar los árboles indi-

DBS — 512 — DES
ca para curar la herida causada al árbol en el
sitio en que la rama se haya desgajado; no
hacer sería exponerse á que la planta se desgracie,
se hagan goteras, entre la caries, etc.
(V. Goteras, Caries, Nidos de insectos.)
J. de Hidalgo Tablada.
DESGANA.—Inapetencia, anorexia, falta
ó pérdida del apetito y síntoma común á casi
todas las enfermedades graves; de manera
que sólo desaparece cuando éstas se curan, y
no con la administración de amargos y aperitivos.
(Y,. Anorexia é Inapetencia.)
DESGLANDTJLAR.—Extirpar las glándulas.
Se ha practicado la operación en las
fauces hinchadas del caballo, para curar ú
ocultar el muermo, pero siempre sin resultado.
DESGRAMAR.— Arrancar ó quitar la
grama.
DESGRANADERA.— Instrumento para
desgranar.
DESGRANAR.—Sacar el grano de una
cosa; separar de los pedúnculos que los sostienen
los granos de las uvas. El instrumento
Figura 210.—Mesa de celosía para separar el escobajo
con que se ejecuta la operación se llama desgranadera.
JSTO vamos á entrar en este momento en la
tan debatida cuestión de si conviene ó no
separar el escobajo de los racimos al tiempo
de pisarlos; es asunto que merece más detenido
examen por su importancia, y ya se lo
dedicaremos cuando tratemos de los vinos.
Pero dando por supuesto que se separe el escobajo
en totalidad ó en parte en determinados
casos, avanzaremos algunas ideas sobre
los mejores aparatos que se emplean al efecto,
en pequeña y grande escala, y recomiendan
por su sencillez y economía.
Aunque no es nuevo el primero, ha recibido
útiles modificaciones que obligan á tenerle
cada día en mayor aprecio.
El segundo constituye un poderoso medíS
para desgranar la uva en los establecimientos
de mucha consideración, y que es desconocido
en España. :
Mesa de rejilla.—Uno de los aparatos más
generalizados para desgranar la uva y separar
la raspa, es indudablemente la mesa de rejilla,
que más ó menos modificada y más ó
menos perfeccionada, se emplea de tiempo
atrás en los lagares de Rioja, en el Medoc y
en muchos centros productores de vino en
Italia.
El que se usa en Rioja consiste en una mesa
tosca de madera, que lleva en vez de tablero
un marco ó bastidor, sobre el que apoyan y
están clavados listones cruzados, que determinan
mallas, al través de las cuales pasan
los granos y queda encima la raspa. Esta mesa
se coloca.sobre un boquete que se deja en el
tablado que se forma sobre los lagos de fermentación
para cubrirlos.
Dos, tres ó más operarios frotan sobre la
especie de criba los racimos, y separan el escobajo
después de desprendidos los granos.
Como la garnacha, máznela y tempranillo,
que son las variedades de uvas que se tratan
allí en estas mesas, son bastante blandas,
se consigue, no'sólo desraspar perfectamente,
sino estrujar los granos,
que ya van despachurrados á los lagos.
El enrejado de hierro ó madera que
se usa en el Medoc y en Italia (figura
210), sé»coloca horizoutalmente sobre
cuatro pies. Se van echando los
racimos sobre esta criba, y tres operarios
los restriegan rápidamente con
las manos ó con pequeños rastros de
madera, imprimiéndoles un movimiento
de vaivén ó cuasi rotatorio; los granos
atraviesan las mallas ó vanos, y
caen en el plano inclinado que está
debajo, resbalando con algún mosto
para irse á reunir en la tina, en tanto
que la raspa, libre de los granos, queda
sobre las mallas ó celosía, desde
donde se empuja á otro recipiente.
En algunas comarcas francesas se
aplican á las mesas cuatro operarios en
vez de los tres que representamos, los
cuales'desgranau perfectamente un hectolitro
de uva en dos y medio minutos, ó 240 hectolitros
por día, suficientes para producir 100
hectolitros de mosto.
Los lados de la mesa miden 1,30 metros;
las paredes del bastidor ó bordes, 25 á 30
centímetros de altura; las mallas ó huecos
determinadas por los listones que se cruzan,
2 centímetros cuadrados, y los pies un metro
de elevación.
En vez de listones cruzados de madera se
valen algunos cosecheros de cañizos algo
claros.
Desgranadora de vaivén.—Recientemente
se ha introducido en Italia una desgranadora
muy potente (figura 211) para cuando se
dispone de una gran cosecha. Consta de dos,
partes esenciales: la inferior, fija, y la superior,
móvil.

DES — 513 — DES
La inferior ofrece la forma de una angarilla,
construida con dos barrotes semiarqueados,de
2,40 metros de longitud, distantes entre
sí 75 centímetros y unidos por una serie
de travesanos de madera que determinan un
hueco de 2 centímetros de uno á otro; cruzan
á éstos en ángulo recto otra serie de lámiuas
de hierro estañado; disposición que
origina una especie de emparrillado consistente
, por cuyas mallas pasan los granos, pero la
raspa no. Sobre las traviesas de madera sefijan
80 dientes de hierro estañado, con 12
centímetros de longitud y 3 de grueso, que
alternan como las púas de un rastrillo, á distancia
de 10 centímetros en todos sentidos.
La parte superior es una tolva móvil, montada
sobre un ligero carretón de cuatro ruedas
de hierro, que recorre la ruta encarrilada
y casi arqueada de la angarilla. En el fondo
de la tolva se advierte una abertura que,
oculta por el movimiento oscilante de una
palanca triangular, produce la salida de la
uva y regulariza la cantidad como un distribuidor.
Arriba y en todas las extremidades
encajan dos filas de dientes iguales á los primeros,
produciéndose un movimiento de vaivén,
como el de una máquina de cardar. En
las dos extremidades de la tolva hay una argolla
de hierro con la que se imprime el esfuerzo.
Para 30 ó 40 kilogramos de uva se necesita
impulsar cinco ó seis movimientos de vaivén,
operando sobre la parrilla en el centro de la
máquina; al efecto se imprime á la tolva una
rápida carrera, empujándola hacia los dos
extremos, desde donde cae el escobajo por las
dos opuestas aberturas que indica el grabado.
En lugar de la tina para recibir los granos,
aconseja el profesor Sr. Pollacci, que ha visto
funcionar satisfactoriamente esta máquina,
que se coloque una caja como las que se emplean
para conducir las uvas en carretas.
Todo el aparato pesa 90 kilos, y cuesta 280
pesetas puesto en la estación de Turín.
DESGRANZAR. —Quitar ó separar las
granzas.
DESGRASAR.—Quitar la grasa á las lanas
ó tejidos.
DESHALDO.—Marceo; acción de trasquilar
y quitar el pelo á las bestias en el mes de
Marzo. [| Corte que hacen los colmeneros al
entrar la primavera, para quitar á los panales
lo reseco y sucio que suelen tener en la parte
inferior.
DESHERRAR.—Quitar las herraduras de
los cascos; operación que debe ejecutarse evitando
que se estropee la tapa ó se desportille
el casco. La ejecuta el herrador levantando la
extremidad, quitando las redobladuras con el
cuchillo ó corta-casco, metiendo la boca de
las tenazas por debajo de uno de los callos,
reuniendo los ramales, apoyando la mano izquierda
en las cumbres
del casco, haciendo obrar
á las tenazas con la mano
derecha, y formando un
punto de apoyo sobre el
casco, hasta que los clavos
se hayan separado ó
conmovido, para extraerlos
después.
DESHIELO.-—Liquidación
ó fusión del hielo
producido por la congelación
del agua, cuando
la temperatura desciende
bajo cero. La contenida
en las plantas, al helarse,
aumenta de volumen, y
separa las paredes de los
vasos en que se halla
contenida, destrozando
Figura 211.—Desgranadora de vaivén
los tejidos en muchas
ocasiones y volviéndolos
quebradizos y duros. Cuando el deshielo se
opera gradualmente, las plantas sufren poco
ó nada; pero cuando aquél se realiza bruscamente
bajo la acción directa de los rayos solares,
los órganos vegetales quedan á menudo
destruidos y aun perecen las plantas no pocas
veces. En las comarcas montañosas el deshielo
de las nieves, provocado por lluvias templadas
y por la acción de los vientos cálidos,
determina inundaciones que devastan los valles;
aun los témpanos de hielo arrastrados
por los torrentes causan daños terribles en
las plantaciones, descortezan ó encorvan los
árboles débiles ó jóvenes, y los arbustos de las
márgenes de las corrientes. (V. Hielo, Helada
y Nieve.)
DESHILAR.—Dícese entre hacheros, de
la última parte del trabajo de la labra de los
troncos de los árboles derribados, que tiene
por objeto afinar y alisar las caras de las piezas
de madera que de aquéllos se obtienen.
(V. Labra de las maderas.)
DESHOJAR, DESLECHUGAR y DES­
PAMPANAR.—Son nombres por los cuales
se quiere decir lo mismo, según las provincias
y pueblos de España en que la vid se-

DES — 514 — DES
cultiva, y que por lo frondoso del terreno y
calidad de la uva exige ésta que se quiten algunas
hojas en las plantas, con el fin de que
el aire y el sol circulen para su completa madurez.
Como todas las prácticas del cultivo
de las plantas, los que las ejecutan deben saber
cómo hay que hacer, con el fin de que se
llene el objeto sin perjuicio.
Al quitar las hojas debe tenerse cuidado de
no hacerlo más que de aquellas que estorban
la circulación del aire y de la luz en sentido
horizontal, reservando las que cubren el racimo
en su posición vertical, especialmente
en la orientación en que si el país es propenso
á nieves de verano, hay que reservarles del
granizo que pueda ocurrir.
Para comprender las importantes funciones
de las hojas como órganos de la nutrición,
dicen los botánicos que se despoje una planta
de todas sus hojas y que se quiten según
que eche otras nuevas, y se verá cómo la
planta muere, pues faltando la succión por
las raíces y la absorción de la atmósfera, faltarán
los materiales de nutrición. Esto indica
que el deshojado sólo debe hacerse en la parte
más necesaria y lo sólo absolutamente preciso,
con el fin de no debilitar el desarrollo
de la planta y del fruto á la vez. Sin embargo
del principio expuesto y de aplicación general,
pueden sacarse consecuencias en casos
extraordinarios, que con su aplicación se obtengan
ventajas, aumentando por consiguiente
el deshojado.
Cuando en un terreno feraz en extremo se
tiene plantada una viña cuya uva tiene pocos
grados de azúcar, porque sus multiplicadas
hojas activan la circulación de los jugos; si
al deshojarla se verifica con alguna libertad,
el fruto mejora por la mayor circulación
de aire, de luz y menos jugos en circulación
eu la planta. Esto lo hemos ensayado con resultados
excelentes en tierras de regadío,
tanto en las uvas tintas para vino como en
las vigeriegas y malvares.
Por lo dicho, y para facilitar á nuestros
prácticos varias soluciones bien elementales
de que no se dan cuenta y obran á ciegas, no
podemos menos de encarecerles estudien con
atención la botánica elemental. (V. Órganos
de la nutrición y de la respiración.)
J. Hidalgo y Tablada.
DESHUESADORA—Reconocida umversalmente
la superioridad del aceite de oliva
que procede de la pulpa de la aceituna sobre
el que procede de la masa obtenida moliendo
la aceituna entera, á causa de la perniciosa
influencia que el aceite de la almendra ejerce
sobre el de la pulpa, los cosecheros y constructores
de máquinas han estudiado los medios
mecánicos más convenientes para separar
la pulpa del hueso, á fin de extraer de ella un
aceite superior al que se obtiene comúnmente
por los medios ordinarios.
Las máquinas que se han inventado con
este objeto se llaman deshuesadoras, si bien
algunos inventores les han dado el nombre de
despulpadoras. Si se atiende al efecto inmediato
que produce la máquina, razón de ser tiene
esta última denominación; pero considerando
que, por más que la acción de la máquina obre
directamente desgarrando la pulpa, la parte
que se trata de eliminar como secundaria es
el hueso, es más lógico llamarlas deshuesadoras.
Fácil es encontrar los rudimentos de estas
máquinas en el irapetum, (véase Aceite) y en
otros aparatos usados ya por los antiguos habitantes
del Lacio, quienes no conocían otro
medio de elaborar el aceite que prensando la
pulpa separada del hueso, teniendo una idea
perfecta de la mala calidad que el hueso y la
almendra comunican al aceite, según se deduce
de lo que dice Catón: Ñeque nucleis ad
oleum utatur: nam si utetur oleum mole sapiet.
(De re rustica.)
Disponiendo de poderosos medios mecánicos,
y con el deseo de facilitar las operaciones
y abaratar el producto, fabricándolo en
mayor escala , prescindióse de aquella buena
práctica, hasta el punto de olvidarla por
completo.
El refinamiento de nuestras costumbres y
de nuestros gustos desenterró aquella antigua
práctica, y hoy puede decirse que el bello
ideal del productor de aceite de olivas es obtener
el aceite de la pulpa sola, con la misma
facilidad con que se obtiene de la aceituna
entera.
Eu Julio de 1883, la Junta directiva de la
Asociacióu de Amigos de la Agricultura, establecida
en Madrid y creada para evitar la total
ruina de los olivareros por medio de la
elaboración de aceites de aceituna deshuesada,
llamó á los constructores ó inventores
para una exposición ó concurso de deshuesadoras
y de toda clase de aparatos para prensar
y extraer el aceite de la pulpa de la aceituna,
cuya exposición debía tener lugar en Aranjuez.
En dicha convocatoria se.citan los nombres
de los inventores Villaverde, de Cádiz;
Blázquez-Prieto, de Madrid; Evangelista, de
Loja; Zalabardo, de Córdoba; Beltrán de Lis,
de Antequera; Eombuena, de Madrid, y
otros varios, así nacionales como extranjeros;
pero de muchos de ellos puede decirse que
sus inventos llamaron un momento la atención,
pero han desaparecido de la escena,
quedando dueños del campo tan sólo dos ó
tres que continúan luchando con toda clase
de contrariedades, sin que hasta ahora podamos
augurar de quién será el triunfo definitivo.
Para completar, hasta donde es posible, las
noticias relativas alas deshuesadoras, empezaremos
por indicar el descarnador de olivas
del ingeniero griego G. Basiliades. La aceituna
se coloca en una tolva, debajo de la cual hay
un rodillo distribuidor que la dirige al espacio
anular que queda entre un tambor de paletas
vertical, giratorio, y la envolvente fija,
cilindrica, perforada. El eje vertical del tambor
lleva una polea, y en su extremo superior

DES — 515 — DES
un tornillo sin fin, que hace mover el rodillo
distribuidor por medio de un engranaje.
Las aceitunas son proyectadas con fuerza
por las paletas del tambor contra la pared
interior de la envolvente perforada, lo cual
produce el desgarre y separación de la pulpa.
La forma interior de esta envolvente es tal,
que por dos veces sou rechazadas las aceitunas
hacia el centro, volviendo las paletas á
rechazarlas contra la pared perforada. Cuando
llegan á la parte inferior del aparato, toda
la pulpa desgarrada ha atravesado el cilindro
perforado, y los huesos salen limpios del aparato
por unos tubos convenientemente dispuestos
al efecto.
. El tambor vertical da 500 vueltas por minuto;
el rodillo distribuidor sólo da 16 vueltas.
El conjunto de este aparato no es más
que una modificación del aparato de Aurigon
yPavrilowski, de que se hace mención en el
artículo Aceite.
Aparte de esto, el Sr. Evangelista, de Loja,
continúa trabajando con su despulpadora,
cuya descripción dimos en el artículo Aceite,
haciendo constar en el folleto que acaba de
publicar, que su aparato ha funcionado tres
años consecutivos, produciendo de 2,50 á 3
fanegas de oliva despulpada por hora, con la
fuerza de 40 kilográmetros, es decir, con
poco más de medio caballo de vapor; dato
que por sí solo sería suficiente para asegurar
el éxito de este aparato, pues que en efecto
hace ver que la despulpadora Evangelista
puede responder á las exigencias de un molino
de condiciones ordinarias, pudiendo, por
lo tanto, aplicarse en mayor escala agrupando
varias despulpadoras movidas por un solo
motor.
La depreciación del aceite es causa de que
los cosecheros y fabricantes estén poco dispuestos
á repetir las pruebas que podrían
hacer desaparecer las dudas que muchos abrigan
acerca de los resultados de la despulpadora
Evangelista, así como déla deshuesadora
de Zalabardo, de Córdoba, cuya descripción
dimos en el artículo Aceites; de la del
Sr. Villaverde, cuyas últimas modificaciones,
propuestas á consecuencia de las pruebas hechas
en 1885 en Aranjuez, no han visto la
luz pública, y de otras que pueden haber dejado
de llegar á noticia nuestra.
Agrégase á estas dudas la dificultad de que
la adopción de la deshuesadora entraña todo
un sistema nuevo en la fabricación del aceite,
pues el prensado no puede tener lugar por los
métodos ni con las prensas ordinarias; después
de lo cual fácilmente se comprenderá
que, aun cuándo cifren algunos, y con razón,
el porvenir y el crédito de otros aceites en el
deshuesado (véase Aceites, Cofín), ni hemos
llegado á la solución en el terreno técnico y
económico, ni es fácil que se cambie de repente
el sistema de fabricación en una época
fatal por todos conceptos á todos los ramos de
la agricultura española, y mucho más para
los cosecheros de aceite; siendo por esta ra­
zón más y más laudables los esfuerzos de
aquellos cosecheros y constructores que dedican
su actividad y aventuran su capital á la
resolución de un problema difícil bajo todos
conceptos, por más que lo vemos planteado
desde muy remotos tiempos.
Después de lo dicho, y observando con
atención los diferentes mecanismos hasta hoy
aplicados á obtener el deshuesado de la aceituna,
veremos que los medios empleados son:
1.°, la percusión; 2.°, la fricción; 3.°, el dislaceramiento
ó desgarramiento.
El primer método, ó sea la percusión, tiene
su origen en el antiguo pisado y apaleado
para la extracción del aceite de talega. En los
inventos modernos vemos usada la percusión
en los aparatos de León, Padrós, Beltrán y
Mañés, indicados en el artículo Aceite.
El segundo método, ó sea la fricción, es el
que se usaba en el antiguo irapetum; y bajo
otra forma lo encontramos en los aparatos
Marquisan y Sieuve, citados en dicho artículo.
Los diferentes aparatos compuestos de
rulos estriados en una ú otra forma, muelas y
rulos suspendidos, en que la acción de los
órganos del aparato de fricción se limita á la
pulpa de la aceituna, sin llegar á romper el
hueso, pertenecen también á este segundo
método. El aparato Subniger, el de Evangelista
y muchos de los más importantes, obran
por fricción.
Al tercer método, ó sea por dislaceramiento
ó desgarramiento, pertenecen algunos de
los aparatos más recientes, pudiendo citarse
como dos tipos muy distintos el sistema Villaverde
y el de Basiliades.
Finalmente, la acción de la fuerza centrífuga
se ve empleada con éxito en muchas deshuesadoras,
ya para separar el hueso de la
pulpa (sistema Evangelista y otros varios), ya
para producir directamente la dislaceración,
como en el aparato Fombuena y muchos
otros.
R. Manjari'és.
DESINFECCIÓN.—Acción ó efecto de
desinfectar.
Desinfectante.—Lo que se emplea ó usa
para desinfectar.
Desinfectar.— Quitar á una cosa la infección
ó la propiedad de causarla, destruyendo
los olores pútridos ó evitando su desarrollo.
Se dice también desinficionar.
Infección.—Acción ó efecto de infectar ó
inficionar.
Se dice también infición, y es sinónimo de
contagio.
Tal es, según la última edición del Diccionario
de la Academia, el significado de las palabras
objeto de este artículo.
Según los trabajos de Pasteur, las enfermedades
contagiosas, epidémicas ó inficiosas, son
debidas al desarrollo en el organismo de seres
sumamente diminutos, llamados microbios,
bacterios y bacillos ó vibriones, según
su forma; siendo ésta en muchas ocasiones
bastante difícil de precisar, hasta con el auxi-

DES — 516 — DES
lio del microscopio, por cuya razón se denominan
todos en general bacterios.
Los bacterios nocivos, causa de las enfermedades
inficiosas, presentan algunas reacciones
químicas especiales, aunque poco características;
de modo que se reconocen principalmente
por la propiedad de engendrar la enfermedad
por inoculación.
Afortunadamente los bacterios no pueden
vivir más que en determinadas condiciones,
y cuando éstas faltan, el organismo los rechaza.
Cuando aquéllas les son favorables, entonces
los bacterios lo invaden, se reproducen
con una rapidez prodigiosa, y modificando las
condiciones de vitalidad de los órganos, crean
un estado morboso especial.
En tiempo de epidemia tiene el hombre medio
de defenderse de estos bacterios inficiosos;
y medios de defensa tiene también cuando
la epidemia se ceba en una determinada
especie de animales.
Aparte de los métodos de inoculación, de
que se tratará á su tiempo, sólo citaremos
aquí como medio de defensa, de los desinfectantes;
nombre bien apropiado á ciertos agentes,
puesto que siendo los bacterios la causa
de la inficióu, y viviendo aquéllos en líquidos
donde hay substancias en putrefacción, la
mayor parte de dichos agentes quitan el olor,
destruyendo la causa del mismo.
Uno de los medios más enérgicos de destrucción
de los bacterios es el calor, bastando
para ello una temperatura de 60 á 70°. Sin
embargo, hay gérmenes que presentan mucha
mayor resistencia, por ejemplo, el baci-
11o de la tuberculosis, para cuya segura destrucción
se necesitaría una temperatura de
130 á 150°, lo cual hace inaplicable este método
en la práctica, debiéndonos atener á la
acción de ciertos agentes químicos.
Los agentes químicos empleados como desinfectantes
pueden obrar de tres maneras distintas:
1.° Destruyendo los cuerpos olorosos producidos
por la putrefacción.
2.° Formando combinaciones insolubles
con los productos putrescibles.
3.° Destruyendo los bacterios.
El sulfato y cloruro cúprico, las mismas
sales de cinc, el sulfato ferroso ó caparrosa,
el cloruro férrico y otras varias sales metálicas
obran, no sólo fijando el hidrógeno sulfurado
y los compuestos amoniacales producidos
por la putrefacción, sino que además
coagulan las materias albuminoides y gelatinosas,
haciéndolas imputrescibles ó retardando
por lo menos su descomposición. Análogas
combinaciones forman dichas materias
con la alúmina del alumbre, con el tanino y
con la cal.
Como ejemplo de compuestos químicos que
destruyen los bacterios, citaremos algunos resultados
obtenidos por M. Miquel con los bacterios
de las aguas de las alcantarillas, cultivados
en caldo de buey después de neutralizado,
cuyo líquido es eminentemente putrescible.
Para hacer estéril un litro de este líquido
é impedir el desarrollo de bacterios, se necesitan
0,07 gramos de cloruro mercúrico ó sublimado
corrosivo, cuerpo eminentemente antiséptico
que se recomienda por lo mismo en
disolución, en caso de enfermedad contagiosa,
como el mejor desinfectante para lavar los
vasos de noche, orinaderos, excusados, así
como para desinfectar las deyecciones, rociar
el suelo cuando está impregnado de productos
pútridos, y hasta para lavar las ropas que
haya usado un enfermo de enfermedad inficiosa.
Sin embargo, el sublimado corrosivo es
un agente altamente venenoso, por cuyo motivo
no puede ponerse eu manos de personas
ignorantes ó poco cuidadosas, siendo en este
caso preferible usar cualquiera de los agentes
que se citan á continuación, por más que,
como se verá en la adjunta lista, se necesita
mayor cantidad de desinfectante para esterilizar
un litro del líquido anteriormente nombrado
:
Sulfato cúprico 0,í)0 gramos.
Bicromato potásico 1,20 —
Cloruro de cinc 1,00 —
Thymol 2 -
Fenol 3,20 —
Permanganato potásico 3,50 —
Alumbre 4,50 —
Tanino 4,80 —
Acido bórico 7,50 —
i Salicilato de sosa 10 —
Sulfato ferroso 11 —
En vista de estos resultados, se comprenderá
que no en balde se recomienda hace años el
sulfato de cobre como un excelente desinfectante
que puede sustituir al cloruro de mercurio
en todos los casos, aumentando su eficacia
cuando se le mezcla sal común en las proporciones
convenientes para que todo el sulfato
cúprico quede convertido en cloruro por doble
descomposición.
Conviene advertir que el fenol y el-thymol,
tan recomendados como desinfectantes en las
últimas invasiones coléricas, sólo obran sobre
los bacterios estando en disolución y en dosis
muy elevadas; siendo más difícil que su
acción alcance á ios gérmenes que están generalmente
en suspensión en el aire, en cuyo
caso hay que usar ésta y otras materias con
las cuales se intenta desinficionar el aire, la
ropa ú otras cosas, en forma de fumigación.
Se entiende por fumigación la acción de
fumigar; fumigar es lo mismo que sahumar
con materias gaseosas ó reducidas al estado
de vapor ó de gotas sumamente pequeñas,
formando una especie de rocío por medio de
aparatos llamados pulverizadores ó inhaladores.
Hay que tener en cuenta, sin embargo,
que muchas veces las fumigaciones son tan
sólo sahumerios caseros, que consisten en humos
que van acompañados de materias aromáticas
cuyo efecto principales sustituir el olor
infecto por otro olor agradable, lo cual se logra
quemando azúcar ó hierbas aromáticas

.JES — 517 — DES
sobre las ascuas; y aun cuando podría decirse
que en todas estas fumigaciones se producen
materias empireumáticas é hidrocarburos olorosos,
cuyos productos no están exentos de
propiedades antisépticas, no debe suponerse
que su acción sea tal que pueda darse como
segura la destrucción de los gérmenes de putrefacción
por tan sencillo medio.
He aquí dos recetas usadas para pulverizaciones:
Agua alcohólica 1 litro.
Fenol ó ácido fénico 25 gramos.
Otra más eficaz:
Agua 1 litro.
Acido bórico 10 gramos.
Thymol •. 1 —
La desinfección de un local cualquiera es
completa si antes se ha producido en él un
desprendimiento de gases nitrosos en cantidad
bastante para que el olor no llegue á ser
molesto.
Estas fumigaciones nitrosas se obtienen poniendo
en un bote de vidrio, barro ó porcelana,
una moneda de cobre, ó pedazos de cobre
ó hierro viejo, encima de los cuales se derrama
un poco de ácido nítrico ó agua fuerte
del comercio. Inmediatamente se producen
unos vapores rojos que se esparcen por la atmósfera.
Un volumen de este vapor basta para
2.000 volúmenes de aire inficionado, después
de lo cual se completa la desinfección con el
thymol.
El líquido resultante de la acción del ácido
nítrico sobre el cobre ó el hierro es una sal
que se aprovecha para desinfectar las letrinas,
vasos, etc., etc.
Otros medios hay para producir los vapores
nitrosos, pero no ofrecen ventaja alguna
para la clase á quien principalmente se dedica
este DICCIONARIO. Citaremos en corroboración
de lo dicho un experimento que el profesor
Yallin practicó en un antifiteatro de
anatomía de París, de 150 metros cúbicos de
cabida. A las cinco de la tarde hizo desprender
en dicho antifiteatro unos 9 litros de vapores
nitrosos, habiendo colocado en el mismo
local una jaula con conejos. Al día siguiente
por la mañana los animales continuaban perfectamente
sanos y el antifiteatro completamente
desinfectado, habiendo sido destruidos
todos los gérmenes de bacterios y desaparecido
el mal olor.
Concretando la cuestión de la desinfección
á los casos que más aplicación pueden tener á
la economía agrícola, propongámonos los ejemplos
siguientes:
1.° Desinfección de una atmósfera viciada
á consecuencia de enfermedad inficiosa, así en
las personas como en los irracionales.
Pueden usarse en este caso las fumigaciones
nitrosas antes indicadas, seguidas de las pulverizaciones
con el thymol.
. A falta de aparato pulverizador, basta ro­
ciar el suelo y los umbrales de las puertas y
ventanas con una disolución de:
Thymol 6 gramos.
Alcohol 25 —
Agua.: 600 —
Agítese el líquido antes de usarlo.
También puede prescindirse de esto colocando
varios platos con aceite esencial de trementina
(aguarrás) ó lavando el suelo con
ácido clorhídrico.
Las fumigaciones de cloro y las de ácido
sulfuroso son también medios eficacísimos. A
esto debe agregarse, siempre que sea posible,
el encalado de las paredes. El desprendimiento
de cloro se obtiene por medio del cloruro de
cal del comercio, ya sea que se eche un poco
de este ingrediente bien desleído en la misma
cal con que se va á blanquear las paredes, ya
sea que se dejen en la habitación, bien cerrada,
unos cuantos platos con cloruro de cal,
el cual, en contacto con el aire, va dando un
desprendimiento de cloro muy lento. El desprendimiento
es más rápido y la acción más
intensa si se añade al cloruro un poco de un
ácido cualquiera, aunque no sea más que el vinagre.
En cuanto á las fumigaciones de ácido sulfuroso,
se obtienen simplemente quemando
azufre; 30 gramos de azufre por metro cúbico
de capacidad de la cámara, bastan en todos
los casos para una completa desinfección,
hasta tal punto que el virus tuberculoso que
haya permanecido en tal atmósfera, pierde la
propiedad de engendrar la enfermedad por
inoculación. (Vallin: Revue d'hygiene.)
2.° Desinfección del agua para aplicarla
sin peligro á la economía- animal. —El uso de
un agua de mala calidad es una de las causas
más comunes de propagación de las enfermedades
inficiosas.
El agua de los pozos, y hasta la de los ríos
y arroyos, está frecuentemente inficionada
por las filtraciones del suelo, de las letrinas,
de los albañales y de las aguas sucias procedentes
de diferentes industrias. Cuando reina
una enfermedad de carácter epidémico, si no
se tiene una completa seguridad de la buena
calidad del agua que ha de servir para beber
ó para la cocina, lo mejor es hacer hervir
cada día la cantidad que se necesita para el
consumo. Además, puede echarse en el agua,
cuando hierve, un poco de te, lúpulo, centaura
ú otra planta amarga ó aromática, y
bebería mezclada con vino.
La filtración al través del carbón produce
también la desinfección del agua.
Cuando no se tiene la seguridad más completa
de que no puede haber en un pozo filtraciones
procedentes de lavaderos, letrinas,
etc., más vale renunciar á servirse de
dicha agua. Lo mismo debe entenderse para
el caso en que se desarrolle una enfermedad
epidémica entre el ganado. (Y. Filtración.)
3.° Desinfección de líquidos excrementicios,
aguas de las alcantarillas y otros líquidos

DES — 518 — DES
infectos, con el objeto de utilizarlos para abono.-—Los
escritores antiguos no están muy
acordes acerca de la aplicación de los líquidos
excrementicios como abono, siendo bastante
general la creencia de que comunicaban
malas cualidades y un olor pútrido á las plantas
. Columela mismo, que recomendaba la
orina como un excelente abono, decía que debía
emplearse con preferencia después de haberla
dejado depositada durante mucho tiempo,
reprobando el uso de las deyecciones
humanas como abono de las huertas.
La desinfección de dichos líquidos, cuando
no lo han sido en el momento de la extracción
de la letrina (véase), tiene su razón de
ser, aun cuando hayan desaparecido las preocupaciones
de nuestros antepasados. Por una
parte lo exige la fijación de una porción de
productos amoniacales fertilizantes,-que de
otro modo se pierden en la atmósfera; y por
otra parte, la comodidad y la higiene exigen
que desaparezca de una explotación agrícola
todo peligro de infición. Para este efecto pueden
usarse las sales metálicas de que queda
hecha mención, y en defecto de ellas, el yeso
molido en polvo muy fino, el cual fija también
el amoníaco al estado de sulfato amónico; sal
mucho más fija que el sulfuro y el carbonato
amónico, que se forman en el acto de la putrefacción.
Los ingleses han intentado el empleo del
cloruro férrico para la desinfección en vasta
escala de líquidos infectos procedentes de las
alcantarillas y de las casas particulares. Ya
hemos indicado antes el efecto que produce
esta sal sobre las sales amoniacales, fijando
su base y su ácido, coagulando además todo
compuesto albuminoide; pero estas ventajas
quedan generalmente contrarrestadas por el
inconveniente del elevado precio del compuesto
usado como desinfectante.
Por lo demás, iguales ingredientes pueden
usarse para la desinfección de toda clase de
abonos líquidos, pastosos ó sólidos, excluyendo
siempre la cal, cuya acción sería contraproducente,
pues que tendería á hacer desprender
el amoníaco.
Debemos también hacer mención de la
acción absorbente y desinfectante del carbón
en polvo, así como de otras materias carbonosas,
tales como el negro animal procedente
de las refinaciones de azúcar, la tierra vegetal
carbonizada, y hasta la misma tierra arcillosa
bien desecada, cuyas materias activan
además la desecación de ciertos abonos líquidos,
con virtiéndolos prontamente en una especie
de mantillo fpoudrette) casi inodoro y
de larga coservación.
El azufrado de la sangre procedente de los
mataderos de caballos, en los países en que el
matadero de los caballos inútiles no es la
Plaza de Toros, es otro medio de desinfección
que permite trasladar á grandes distancias
esta materia primera para ciertas industrias
químicas.
En la actualidad, el ácido salicílico, em­
pleado como agente de conservación ó antipútrido
, permite el transporte á distancia, de
la sangre, de la gelatina, de los huesos y de
otras materias orgánicas de fácil putrefacción.
No queremos dejar de hacer mención de
los' productos breosos empleados también
como desinfectantes; y sin entrar en consideraciones
acerca de la composición de la brea
del gas del alumbrado, sólo indicaremos el
buen uso que de esta substancia antipútrida
se hace para embetunar ó calafatear depósitos
de agua, los cuales en el campo pueden
hacerse con pipas viejas, y la desinfección
de materias orgánicas en putrefacción por
medio de la brea ó coaltar del gas, dividida
por medio del yeso ó de la tierra vegetal bien
seca ó carbonizada.
Esta mezcla, allá por los años de 1860, se.
recomendó con el nombre de desinfectante
de Corne y Demaux. La manera de prepararla
es la siguiente: Se toman cien partes de
yeso cocido ó tierra seca ó carbonizada, y seis
jiartes de brea, que se mantiene algo caliente
para que esté líquida. En un mortero de hierro
se pone una porción de yeso ó ¡tierra caliente
, y se le echa la brea de modo que pueda
mezclarse completamente, incorporándole
el resto del yeso ó tierra poco á poco, mientras
se revuelve continuamente para que el conjunto
resulte homogéneo.
La desinfección de las letrinas y abonos líquidos
es más perfecta cuando la mezcla se
hace con yeso que cuando se fabrica con tierra.
De todos modos, éste es un excelente medio
de activar la solidificación de los abonos
líquidos, así como su desecación y desinfección.
La mezcla del yeso con la brea puede hacerse
en molinos ó aparatos mezcladores á.
propósito cuando se trabaja en mayor escala.
4.° Desinfección de substancias sólidas,
carnes, etc.—El poder desinfectante del carbón
es bien conocido; su uso, sin embargo,
bien limitado. Los cazadores pueden conservar
frescas las piezas que cazan al principio de
una jornada, aun cuando sea en tiempo caluroso
, abriendo la pieza, sacándole las tripas
y rellenándola con cisco de carbón, que pueden
obtener ellos mismos en el monte, quizás
á la par que condimentan su frugal almuerzo..
Las carnes que presentan un poco de tufo
se desinfectan con sólo dejarlas en contacto con
el carbón. Hay un adagio castellano que dicer
«La perdiz á la nariz», que da á entender que
la carne es más tierna pasado algún tiempo
después de muerta, que demasiado reciente;
pero si se apetece tierna, no es razón que sedesee
que tenga olor alguno que revele el menor
síntoma de descomposición. Esto se evita,
con el contacto de carbón, ó dejando las carnes
en agua en la cual se apagan y se dejan
algunas ascuas.
La desinfección de carnes que han de utilizarse
para la comida no puede tener lugar
con los polvos de Corne y Demaux, pues les
comunicaría un sabor ingrato á brea. Sin embargo
, estos polvos pueden tener otras útiles

DES — 519 — DES
aplicaciones, sea que se hayan obtenido con
el yeso, ó con la tierra pulverizada y seca.
Cuando se recomendaron estos polvos, quisimos
experimentar su eficacia; y no sólo la
vimos comprobada como desinfectante de luceras
y heridas gangrenosas en el hospital de
Sevilla en 1860, con los heridos procedentes
de la guerra de África, sino que además el
siguiente experimento comprueba hasta que
punto pueden ser eficaces estos polvos para
evitar un foco de corrupción á consecuencia
del hacinamiento de substancias orgánicas en
el campo, ó del abandono de animales muertos
cerca de sitios habitados.
Pusimos para este experimento una cantidad
de residuos ó desechos del matadero en
un barreno, abandonándolo en una sala mal
ventilada. A las cuarenta y ocho horas, no
sólo estaba inficionada aquella sala, sino que
el mal olor era insufrible en las salas contiguas.
Cubrimos entonces dicha materia con
una capa de polvos desinfectantes, y se dejó
en este estado. Al cabo de una hora había
desaparecido el mal olor, así de aquella sala,
como de los locales contiguos.
ü. Manjarrés.
DESLECHAR.—Quitar á los gusanos de
seda la hoja que desperdician en las frezas
y otras inmundicias, para que no dañen á
aquéllos.
DESLECHUGAR.—(V. Deshojar.)
DESLINDAR—(V. Deslinde.)
DESLINDE DE LAS TIERRAS - (Véase
Amojonamiento.)
DESLINDE Y AMOJONAMIENTO DE
LOS MONTES PÚBLICOS—Son montes
públicos, según la legislación vigente, los del
Estado, los de los pueblos y los de los establecimientos
públicos, cualquiera que sea su
naturaleza.
En consonancia con el espíritu del derecho
común, el deslinde de los montes de que se
trata tiene por objeto en primer término determinar
la pertenencia legítima del predio,
examinando para ello los documentos que
acrediten la procedencia, el dominio, la extensión
y circunstancias de la finca, para conocer
el alcance de los derechos de todas las
partes interesadas. Sigue después el deslinde
propiamente dicho, que en cierto modo equivale
á un apeo, puesto que por él se fijan los
límites del perímetro general del monte, levantándose
después el plano del mismo, con
lo cual puede decirse que queda hecha la operación,
material de medir la superficie deslindada,
que es en lo que consiste el apeo ordinario;
y por último, terminan las operaciones
por el amojonamiento, cuyo objeto es fijar de
un modo permanente los vértices del polígono
que forman las lindes de la finca.
El objeto del deslinde y amojonamiento es,
pues, según se infiere de lo dicho, dividir las
heredades colindantes, confusamente separadas,
previa determinación de su pertenencia,
y estableciendo después los mojones que fijan
ó determinan las líneas de separación de un
modo permanente. Los procedimientos que
deben seguirse y las formalidades que hay
que llenar para ejecutar el deslinde de esta
clase de fincas, están determinadas y expresadas
con la minuciosidad correspondiente en
el reglamento de 17 de Mayo de 1865, hoy
vigente, dictado para la ejecución de la ley
de montes de 24 de Mayo de 1863.
La" autoridad administrativa es la que entiende
en estos asuntos, y cuando éstos pasan
á ser contenciosos, conocen de ellos los Consejos
provinciales, reservándose las demás cuestiones
de derecho civil á los tribunales competentes.
Haciendo caso omiso de los trámites especiales
de estos expedientes y del personal que
en ellos entiende, el hecho en sí difiere poco
ó no difiere del deslinde ordinario de los predios
particulares ó del de términos jurisdiccionales.
La única diferencia que existe en cuanto á
los efectos económicos, administrativos y legales,
consiste, y cuenta que no carece de
verdadera importancia, en la prohibición impuesta
á los dueños particulares de montes
que colinden con uno público, una vez declarado
el estado de deslinde de éste, y de no
hacer ninguna clase de cortas en toda la extensión
ó faja de terreno que en cada caso se
señale por el ingeniero de montes del distrito.
Tiene por objeto esta prohibición garantir
las existencias leñosas ó maderables del monté
que se va á deslindar, caso de que los particulares
colindantes tratasen de hacer alguna
corta en provecho propio en los sitios cuya
pertenencia sea dudosa, y que como resultado
del deslinde pudieran resultar como pertenecientes
al monte público objeto de aquella
operación.
La limitación del derecho particular en defensa
de los intereses' colectivos se extiende
todavía más en este caso, porque los propietarios
de montes que linden con el que se va
á deslindar, no sólo no pueden hacer corta
ninguna en la zona dudosa que marque el ingeniero,
sino que tampoco pueden utilizar ó
aprovechar los demás productos, cualquiera
que sea su clase, sin que aquel funcionario,
en unión de un perito designado por el interesado,
ó un tercero en casó de discordia,
fijen la especie y cantidad de los que puedan
utilizarse sin daño ó menoscabo de los montes.
Hay que advertir también que cuando por
resultado del deslinde se reconoce á favor de
un particular la propiedad del terreno respecto
del cual se hubiese limitado la libertad de
los aprovechamientos, se alza la prohibición
impuesta; pero si el reconocimiento de la
propiedad es sólo de una parte, entonces subsiste
la prohibición en cuanto al resto, mientras
la Administración no sea vencida en la
vía contencioso-administrativa ó en la de los
tribunales, según los casos.
Respecto de los terrenos considerados como
de propiedad particular que colinden ó estén
dentro de los límites señalados á un monte

DES — 520 — DES
público, se respeta la posesión del que la
tenga mientras dure la operación del apeo,
tanto de las líneas exteriores del monte público
como de las interiores que tocan á los
terrenos enclavados, ó mientras los tribunales
de justicia no declaren por sentencia firme
el derecho de propiedad.
Importa conocer asimismo que los dueños
de los terrenos confinantes con montes públicos
exceptuados de la desamortización y
no deslindados, pueden reclamar de la Admi-
Fig-ura 212
nistración que proceda á su deslinde, en cuyo
caso debe verificarse éste á la mayor brevedad
y como si fuese acordado de oficio.
Durante la operación de todo deslinde, los
vértices de los ángulos del perímetro del predio
se marcan con piquetes, levantándose el
correspondiente plano. Más tarde, cuando
aprobado el
deslinde y
cumplidos todos
los requisitos
legales
que el reglamento
más
arriba citado
establece para
este caso, se
ejecute el
amojonamien­
Figura 213
to, se colocan
hilos maestros ó de primer orden, hechos de
piedra ó mamposteria, en los puntos extremos
de toda parte de la línea perimétrica que separe
términos jurisdiccionales entre sí, ó monte
público de monte particular, y otros más
pequeños, de segundo orden, en los vértices
del perímetro donde deben hallarse los piquetes
implantados al ejecutar el deslinde.
Los indicados mojones ó hitos han de llevar
grabadas las iniciales M P (monte público),
y han de tener la forma de una pirámide
regular, truncada, con las dimensiones que
expresan las figuras 212 y 213.
Por til timo, diremos para acabar con lo
más esencial de esta clase de deslindes y amojonamientos
, que los dueños de los terrenos
confinantes con el monte público deslindado
que quieran rodearlos con cerca ó zanja á lo
largo de los límites demarcados, pueden hacerlo
, siempre que lo verifiquen dentro de su
propio término, sin ocupar parte alguna del
monte colindante, ni causar á éste perjuicio
alguno, so pena de tener que indemnizar los
que causen.
Son muchos en España los propietarios de
terrenos confinantes con los montes públicos,
y por lo tanto conviene á todos estar muy al
corriente de la legislación especial que rige
en materia de deslindes y amojonamientos.
Afortunadamente las disposiciones vigentes
son muy pocas. Se reducen al reglamento de
24 de Mayo de 1865, que al principio hemos
citado, y unas cuantas Reales órdenes posteriores
aclaratorias de algunos artículos de
aquel reglamento. Las fechas de estas disposiciones,
dictadas todas por el Ministerio de
Fomento, son las siguientes: 4 de Mayo de
1863; 14 de Noviembre de 1865; 2 de Marzo,
17 de Octubre y 5 de Noviembre de 1866; 22
de Junio de 1875; 16 de Mayo de 1882.
DESMOCHAR.—Cortar al árbol todas las
ramas en el punto de su unión con el tronco.
Equivale á afrailar. (V. Descabezamiento.)
DESMOCHE ó DESMOCHO—Operación
que se practica en los árboles cortándoles
todas las ramas por el paraje en que se unen
al tronco, dejándoles en aquel sitio una especie
de cabeza. Se usa en el método de beneficio
por descabezamiento (véase esta palabra).
DESMODIUM.— (V. Payang-payang.)
DESMONTE.—Con este nombre se designa
la operación de rebajar la superficie de un
terreno; cuando este rebajo tiene por objeto
facilitar el paso, disminuyendo la pendiente,
como sucede en las carreteras y canales, la
anchura del desmonte está limitada por las
dimensiones que el camino ó canal hayan de
tener en su perfil transversal, y recibe más
especialmente el nombre de trinchera. La índole
de la presente obra nos aparta de las explicaciones
que pudieran darse acerca de los
. grandes desmontes de obras públicas, pues
estos trabajos, más que de agricultura, son especiales
y propios para un tratado de construcción;
respecto á los pequeños canales ó
acequias, encontrarán nuestros lectores en los
respectivos artículos los detalles necesarios.
Cuando el desmonte ó rebajo del terreno
tiene por objeto disponer una superficie accidentada
para dejarla en disposición de utilizarla
en las explotaciones agrícolas, sólo
suele ser necesario mover la capa superior del
terreno, que ordinariamente está bastante
blanda para ser removida con pala ó azada.
Las operaciones de desmonte son tres: cava,
carga y transporte. En los terrenos ordinarios
yahemos dicho que juegan principal papel la
pala y la azada; si su consistencia aumenta porque
la profundidad sea mayor, se hace necesario
el uso del pico ó zapapico, y cuando la
profundidad del desmonte pasa de un metro ó
metro y medio, se practica el trabajo llamado

DES — 521 — DES
desmonte por chimeneas, que consiste, cuando
el tajo ó trinchera tiene la altura dicha,
en practicar á pico unos cortes de desmonte
que penetren en la masa á fin de dejarla aislada,
formando dos ó tres prismas que después
se excavan por su base, de modo que sólo queden
sostenidos por sus extremos; hecho esto, se
clavan por la parte superior de estos prismas,
y retirados de su frente una distancia igual á
su altura, tres ó cuatro pilotes ó grandes cuñas
con punta de hierro, que se hacen entrar
á fuerza de mazo, hasta que los prismas, desprendidos
del resto del terreno, caen en fragmentos
de fácil transporte.
Un cavador en terreno ordinario puede desmontar
en diez horas de trabajo de 8 á 12 metros
cúbicos; un palero cargador en el mismo
tiempo puede cargar á la pala, sobre carros ó
en depósito, hasta 20 metros cúbicos. Los
transportes de las tierras excavadas se verifican
con carretilla cuando el punto de descarga
no está á más de 100 metros de distancia;
cuando excede este límite resulta más
conveniente el empleo de carros y volquetes.
M. García López.
DESMONTE. — Acción y efecto de desmontar
, ó sea cortar el monte enteramente ó
en parte. (V. Roturar.)
DESMONTE—Se entiende por tal en la
Liébana (provincia de Santander) la extracción
de las maderas labradas del monte de
donde proceden. (V...Zabra de las maderas.)
DESNATADORA. —Instrumento ó apa-
Pigura 214.—Desnatadora
rato con que se separa la nata de la leche.
Hasta hace pocos años, para separar la nata se
dejaban los cuencos ó recipientes que contenían
la leche en una habitación cuya temperatura
fuera uniforme, y aún se sigue ese procedimiento
en muchas queserías; pero en las
grandes explotaciones montadas con verdadero
carácter industrial se ha comenzado á emplear
aparatos llamados desnatadoras, que simplifican
mucho la operación. Sabido es que en
verano la nata sube á las veinticuatro horas,
y en días de tormenta suele tomar un gusto
ácido, producido por la fermentación rápida
de la leche. En invierno la operación exige
Día—IV.
cuarenta y ocho horas, y algunas veces más
tiempo, según la temperatura, no consiguiéndose
con facilidad extraer la totalidad de la
nata, y pudiendo suceder, á causa de este retraso
, que aquélla se altere.
El empleo del hielo ha suministrado á los
países del Norte el medio de aumentar el rendimiento
y de mejorar la calidad de sus productos.
La reputación de las mantequillas de
Dinamarca es debida principalmente á este
sistema.
Estos inconvenientes han inducido á los señores
Burmeister y Wain á reformar las desnatadoras
adoptando aparatos centrífugos para
el objeto, cuyas principales ventajas son las
siguientes:
La separación de la nata puede hacerse inmediatamente
después del ordeño, ó bien si es
preciso, después de un largo transporte de la
leche, aun cuando proceda de vacas cargadas
de algún tiempo. Puede desbatarse completamente
en cualquier época, y lo mismo en invierno
que en verano. Durante la marcha del
aparato, por medio de un sistema regulador
especial, puede moderarse el desnate, llevándole
hasta el punto que se crea conveniente,
y obtener crema más ó menos densa. La rapidez
con que se efectúa la operación hace que
la mantequilla resulte de superior calidad.
La fuerza centrífuga limpia de cuerpos extraños
la leche y la nata, dejando un producto
perfectamente puro.
Los aparatos descritos se fabrican de diferentes
tamaños, habiéndolos
que pueden manipular
800 litros por hora,
siendo, por lo tanto,
de gran utilidad en los
establecimientos agrícolas
de importancia.
DESNATAR.—Quitar
la nata á la leche ú
otros líquidos: operación
que tiene mucha importancia
en la industria de
la lechería. (V. Leche-
"DESOLLADTJRA,
MATADURA (Veterinaria).—
Herida superficial
de la piel, generalmente
poco extensa, y
producida por el roce de algún cuerpo áspero
y duro, ó por algún golpe dado oblicuamente.
Suele ser un accidente leve sin consecuencias,
y se cura sin grandes dolores con el transcurso
del tiempo, y en cuanto desaparece la causa
que la produjo, y sobre todo aplicando manteca
fresca, agua de malvas, ungüento de altea,
infusión de flor de saúco, aceite y agua
batidos, etc., etc. Al esquilar al ganado lanar
suelen causarse algunas desolladuras, que desaparecen
fácilmente untándolas con aceite y
vino, mezcla á que algunos añaden un poco
de carbón. Cuando la silla ó albarda desuella
ó mata á una caballería, es preciso falsear los
34

DES — 522 — DES
bastos, descargándolos de pelote en la parte
por la cual han causado la herida, y se lava
la matadura con vino caliente para aplicar en
seguida un parche con cerato simple, siempre
que la parte esté dolorida. Lo mismo debe
hacerse con las desolladuras que produzca
cualquier parte de los arreos y las que suele
hacer la grupera en derredor de la cola.
DESORTJGrAR.—Al tratar de los insectos
nocivos á la agricultura, á los montes y á
los árboles frutales, pueden nuestros lectores
advertir el gran número de enemigos que han
de combatir, y su descripción, costumbres,
multiplicación y daños que causan, estudiando
los seis órdenes en que se encuentran
comprendidos (1): los coleópteros, ortópteros,
hemípteros, himenópteros, lepidópteros, dípteros.
La. propagación y los daños causados por
los insectos son bien sabidos por los propietarios,
y en particular por las orugas que invaden
los plantíos de ordinario, sin que los labradores
sospechen ni comprendan de ordinario
cómo es posible el desarrollo tan rápido
de tal inmensidad de insectos. Falta que se
hagan cargo que toda oruga proviene de un
huevo. La hembra lo deposita en paraje
apropiado, para que al nacer encuentre de
qué alimentarse. El huevo da vida á la oruga
cuando el calor atmosférico llega á cierto
grado. Hay orugas que viven en sociedades
numerosas, en nidos qué construyen al efecto,
como se ven, por ejemplo, en los pinares,
pendientes de las ramas, y se dejan permanecer
en ellos hasta que la primavera las
aviva, y en pocos días dejan sin hojas inmensidad
de plantas. Las que se desarrollan y
viven solitarias hay que apreciar tal circunstancia
para perseguirlas.
En los cambios de piel que experimentan
las orugas; en su transformación en crisálida
y después á insecto perfecto, todas esas transformaciones
deben conocerse, y en ellas perseguir
al enemigo desde que está encerrado
en huevecillo, que, estudiando las costumbres
de su progenie, es el período más largo que
tenemos para atacarlo.
No bastará á un agricultor inteligente y
celoso destruirlos huevecillos, las orugas, inutilizar
las crisálidas ni cazar las mariposas
que invaden sus plantíos, si sus convecinos,
menos celosos y entendidos, no hacen igualmente;
de nada aprovecha que uno defienda
su propiedad, si el dueño de la inmediata no
lo hace. En España, la agricultura, falta de
código rural y de policía de los campos, se
advierte que los insectos se propagan con rapidez
por la falta,de unidad de acción en perseguirlos
y exterminarlos en el tiempo que
con más ventajas puede hacerse.
En Francia, donde no puede negarse existe
(1) Ensayo de zoología agrícola V forestal, por
Blanco y Fernández.
JSntomologie ou Tíistoire naturelle des insectes (~Encyclopédie
Soret). Cuatro tomos y un atlas.
más orden en estos asuntos, aunque en otros
estemos nosotros al tanto, según nos dice
Valserres, al principiar el siglo xvm fueron
nombradas comisiones científicas para que estudiaran
la Entomología agrícola; en. 4 de
Febrero de 1732 se dio un decreto que por vez
primera disponía la destrucción de los insectos;
ordenaba que todos los propietarios ó
colonos estaban obligados á destruir los nidos,
bolsas ú orugas, so pena de cincuenta libras
de multa; con más ó menos rigor siguió,
y la ley del año cuatro del 26 del Ventoso,
con los artículos del Código penal, siguieron
siendo la legislación sobre el asunto, hasta 5
de Enero de 1839 que se estableció lo siguiente:
«Artículo 1." Los gobernadores (préfets)
tomarán las medidas necesarias para destruir
los insectos perjudiciales á la agricultura.—Artículo
2.° En el término de cada pueblo
las medidas prescritas por los gobernadores
de la provincia serán ejecutadas bajo la vigilancia
de los alcaldes (maires). Todo propietario
ó colono que descuide de lo dispuesto en el
tiempo fijado, será castigado con las multas
marcadas por el artículo 471 del Código penal.
Además será compelido á ejecutar lo dispuesto
por su cuenta ó determine el alcalde se
verifique. Los gastos los arreglará el gobernador,
según indicaciones del subgobernador.
Se hará relación individual ó colectiva, que
será ejecutoria con orden del gobernador,
salvo en el caso de recurso al Consejo provincial.
El cobro de los gastos se llevará á efecto
como las contribuciones directas.» En 1849
y 1854 se mejoraron las antiguas disposiciones;
en último término, existen en Francia
disposiciones legislativas que ordenan la manera
de obrar para destruir los insectos perjudiciales
á la producción agrícola y forestal.
En la legislación española nada existe respecto
del asunto que nos ocupa, ó al menos
no lo hemos visto; así se observa que los años
que aparece la oruga en un plantío y el propietario
se afana por destruirla, sólo tiene la
ventaja que así prepara alimento á las de los
plantíos vecinos, que se mudan al suyo, ó á él
vienen á depositar sus crías las mariposas que
huyen de los árboles cuyas hojas han desaparecido
por las orugas.
Reasumiendo, pues, en otro lugar aparecerán
más detalles; al desorugar no debe sólo
separarse y echarse al suelo las bolsas ó nidos;
lo que procede es quemarlas ó enterrarlas
profundamente; no es suficiente estar
abajo las orugas délos árboles, sino que se
deben perseguir y matar, sin lo que vuelven
á subirse.
En nuestro juicio, el estudio de la Entomología
agrícola debía propagarse hasta las escuelas
de educación primaria, al fin de que
llegaran algunas nociones á los centros rurales,
y establecer disposiciones legislativas y
penales que obligaran á perseguir los insectos
individual ó colectivamente, según los
casos.
J. de Hidalgo Tablada.

DES — 523 — DES
DESOVE DE LOS PECES.-Es el acto
de la separación natural de los huevos eu las
hembras de los peces, y de gran importancia
en las funciones de reproducción de estos
seres.
Se desprenden dichos huevos del ovario de
la hembra, generalmente aislados. Su tamaño
es muy variable; gran número de peces los
producen del volumen de una semilla de adormidera.
Su número es considerabilísimo, pues
en algunas especies excede de un millón en
cada postura. De tal suerte se explica la considerable
multiplicación de muchas especies,
que no se extinguen á pesar de hallarse constantemente
sujetas á una incesante persecución,
ya por el hombre ó por otras especies
de pescado que los utilizan.como.indispensable
alimento.
Para la pesca es necesario tener presente
la época del desove, á fin de que no disminuya
el número de las especies útiles, así como
también evitar qué sean en este período menos
apreciables como alimento. •
J. Olmedilla.
DESPALILLAR—Quitar los palillos ó
venas gruesas de la hoja del tabaco antes de
torcerlo ó picarlo.
DESPAMPANAR.—(V. Deshojar.)
DESPAMPLONAR.—Esparcir ó apartar
los vastagos de la vid ó de otra planta cuando
están muy juntos.
DESPANAR.—Levantar y sacar las mieses
de las hazas después de segadas.
DESPAPAR.—En equitación se aplica
esta voz á uno de los defectos que presenta
el caballo en la colocación de su cabeza, que
para estar bien colocada ha de presentarse
en una línea vertical, ó sea perpendicular al
suelo, mirada desde la nuca á la parte inferior
ó punta del labio de arriba, ó anterior mejor
dicho.
Cuando dicha parte se retira de la vertical,
dirigiéndose hacia adelante, se dice que el caballo
despapa, creciendo el defecto tanto cuanto
se separa de la referida línea, elevando la
cabeza; suele llegar en algunos á tal grado de
exageración, que la colocan horizontal, en
cuyo caso llaman algunos al caballo estrellero
ó que lleva el pico al viento.
Este defecto dimana algunas veces de una
viciosa conformación, pero generalmente está
provocado y sostenido por la mala educación
dada al caballo ó por los efectos que producen
la pésima calidad y peor aplicación de los
instrumentos que vulgarmente se emplean
para gobernarlo.
En los caballos enteros se observa más el
vicio de despapar que en los castrados, por
el mayor desarrollo que adquieren en el cuello;
y si se agrega que la mandíbula inferior
se presenta carnosa ó cerrada, no deja hueco
para que el engarce de aquél y ésta se verifiquen
cómodamente, y la colocación resulta
defectuosa, cuya dificultad no es tan frecuente
en los capones, por quedarles el cuello
siempre delgado y flexible, como consecuen­
cia natural de la operación que sufren (que
se observa lo propio en el toro, el mulo, etc.);
así que en España suelen verse más caballos
con el vicio de que se trata, por la costumbre
de usar la mayor parte enteros, que en los
países donde todos son castrados.
El vicio de despapar acarrea algunos inconvenientes
para el uso del caballo, lo mismo
montado que en el tiro, aunque no tantos
ni tan graves como el de encapotar, que se
dará á conocer en su lugar respectivo.
J. Hidalgo y Terrón.
DESPEADURA (Veterinaria). — Contusión
que causan en el casco las piedras, guijo
y la tierra dura cuando un animal anda durante
algún tiempo desherrado. Si se desgasta
mucha parte córnea, las consecuencias pueden
ser graves. Se remedia el mal herrando al
animal con desahogo y empleando clavos delgados.
Cuando la contusión sea considerable,
se mantendrá quieto al animal y se aplicarán
cataplasmas de malvas á la parte herida, á
fin de que el dolor disminuya antes de herrarle.
En los perros, la despeadura, que es
muy frecuente, se parece á la infosura de los
caballos, y se ponen doloridos, calientes y
muy inflamados los tubérculos plantarios, desarrollándose
en muchos casos calentura. Cuando
es leve la despeadura se cura por sí sola.
Si la inflamación es local y reciente, se envolverá
la pata en una cataplasma de hollín y
yeso mate, desleído en vinagre. pudiendo aña-
.dirse una clara de huevo; si no cede serán las
cataplasmas de malvas, harina de linaza y un
poco de asafétida para que el perro no se las
coma. En ocasiones es preciso sangrar y hacer
sajas en la pata, lavando en seguida la parte
con agua fría, en la cual se echará un poco
de extracto de Saturno. Si llegan á formarse
materias, el veterinario deberá darlas salida.
DESPICHAR.—En Andalucía llaman así
á la operación de desgranar la uva para que,
no quedándole cosa alguna del escobajo, salga
el vino más agradable al gusto.
DESPIMPOLLAR.—Quitar á la vid los
brotes viciosos ó excesivos, dejando á la planta
la carga que buenamente pueda llevar.
DESPOJOS DE CORTA—La parte de
la copa, las ramas amputadas y las astillas
que quedan en el monte después de derribados
y labrados los árboles. (V. Labra de las
'fflCld&Tcu$- J
DESPRENDIMIENTO DE LA CORTE­
ZA.— Enfermedad que sufren los árboles
cuando están sujetos á una temperatura muy
alta. Consiste en la muerte y desecación de la
epidermis y de algunas capas corticales que
se desprenden del tronco en placas irregulares,
dejando el líber al descubierto, y dando
lugar á la fermentación del cambium, el cual
se extiende á mayor ó menor profundidad en
el duramen, según los casos.
Algunos botánicos atribuyen este daño á
la acción de las grandes sequías, cuando van
precedidas de una humedad bastante prolongada.
Cuando el mal no ha hecho progresos,

DES — 524 — DES
la albura antigua se distingue de la formada
al sufrir el árbol la enfermedad, por la diferencia
de color. Cuando el accidente es intenso
, produce la muerte del árbol.
Es poco frecuente esta enfermedad en los
montes próximos á la costa, porque en ellos
la temperatura no se eleva casi nunca lo bastante
para ocasionarla. En los montes de la
Liébana suelen presentarse algunos casos de
este daño, si bien son afortunadamente raros.
(V. Vicios y enfermedades de los árboles y de
sus maderas.)
DESPULPADORAS.—(V. Deshuesadora.)
DESPUNTAR.—Cuando las siembras de
cereales se hacen temprano y los años concurren
, las plantas, en particular los trigos, toman
mucho desarrollo, y conviene, en tiempo
seco y con oportunidad, meter el ganado
lanar para que le dé un despunte; esta práctica
se observa en algunos puntos y da resultado.
La razón es que con el despunte la
siembra, mientras se rehace para crecer, arraiga,
ahija, y después su altura es menor y se
evita que se revuelque, como tendría lugar
sin el despunte.
El despunte se aplica por algunos ganaderos
para alimentar los corderos en los años
que las siembras se prestan, aunque algunos
siembran tierra con ese objeto, y después de
darles uno ó más despuntes, la dejan crecer y
recogen la cosecha mayor ó menor, según el
temporal concurre y los despuntes se han
verificado con mejor ó peor dirección.
También se llama en las prácticas agrarias
despuntar, cortar las puntas á los sarmientos
de la vid en el tiempo de florecer el racimo,
con el fin de que éste cuaje mejor, no se corra
la uva y que los aires no arranquen los sarmientos
de algunas especies de vid; las tempranillas
blancas, por ejemplo, que con facilidad
se desgajan.
Despuntar se llama cuando en un vivero
de árboles se cortan las guías á los nacidos
de semillas para que se detengan en su altura
y engruesen, ó para transplantarlos á otro
sitio.
Cuando en un hato de ganado se elige lo
mejor y se separa, se dice que está despuntado.
J. de Hidalgo Tablada.
DESQUEJAR.—Formar esquejes de los
retoños ó hijuelos que se desgajan del tronco
de las plantas, para que prendan por transplante.
DESQUEJE. —Acción y efecto de desquejar.
DESRONAR.—En Murcia significa quitar
á los árboles las ramitas ruines para que tomen
más vigor las otras.
DESROÑAR.—En la Sierra de Guadarrama,
según el tecnicismo práctico de los hacheros
, desroñar es la operación por la cual
se quita con el hacha, á un lado y otro del
tronco del árbol derribado que debe labrarse,
una faja de corteza del ancho de un decímetro
próximamente, para trazar la línea que
han de seguir las aristas de la pieza ó piezas
de madera que ha de producir la labra. (Véase
Labra de las maderas.)
DESTAJERO, DESTAJO (Economía
rural).—El problema más difícil y que más
importa resolver con tino al agricultor es el
del trabajo (véase esta palabra). El trabajo á
jornal ó destajo es conveniente según las circunstancias,
clases del trabajo, las costumbres
de la localidad, y que abunde ó escasee el
personal.
Entendemos por circunstancias el estado ó
período de adelanto en que se encuentra la
agricultura en la localidad de que se trate;
por clase de trabajo, cuando se intenta variar,
mejorando el cultivo ó marcha seguida en la
misma; costumbres, el empleo que del trabajo
se venga haciendo, y abundancia ó escasez
del personal, porque es sabido que hay pueblos
á que concurren en ciertas épocas del
año trabajadores de otros, pero que fuera de
ese período no alcanzan los brazos de los domiciliados.
Cada una de esas condiciones hacen variar.
Los trabajadores nómadas se inclinan de ordinario
á prestar sus servicios á destajo; los
sedentarios es lo general que lo presten á
jornal.
La falta absoluta puede decirse de educación
entre la clase trabajadora agrícola; la
penuria en que viveu los cultivadores, agobiados
por los múltiples impuestos que gravan
á la propiedad y sus productos, de lo
cual resulta que el trabajo es hoy más costoso
que antes, todo concurre á que se prefiera el
destajo, como medio de obtener el trabajador
más remuneración, y el que lo emplea alguna
economía de tiempo y dinero. Pero esa combinación,
que es ventajosa para ambos, no
siempre es posible llevarla á la práctica como
la teoría lo enseña, pues el destajero desea
hacer mucho para cobrar mucho, sin cuidarse
de la bondad del trabajo; el que lo emplea
quiere mucho, bueno y barato, resultando de
ese hecho de intereses encontrados y falta de
educación de los obreros, perjuicios que obligan
generalmente á desechar los destajos y
optar por el trabajo á jornal, que es menos
remunerador para el jornalero y para el que
los emplea.
Hay, sin embargo, ciertos trabajos agrícolas
que de ordinario se hacen á destajo. Tal
son la siega de cereales y prados, á la que en
las grandes explotaciones reemplazan las máquinas
(véase Segadoras); las labores de
agostado (véase Desfondo); la recolección de
aceituna (véase Olivo), y alguna otra á las
que concurren los trabajadores de varias localidades
, que, según su concurso, pueden los
propietarios conseguir sea más perfecto el
trabajo, pues la verdad es que los trabajadores
agrícolas, cuando escasean, son exigentes
en demasía, sin tener en consideración que
cuanto más exigentes se muestran más obran
en su perjuicio.
Al establecer el cultivo, una de las bases

DES — 525 — DES
más principales que deben estudiarse es la
costumbre de las clases trabajadoras. Donde
exista el hábito honrado de trabajar á destajo
puede contarse que prospera la explotación,
aunque el personal escasee; en otro caso debe
pensarse mucho establecer el cultivo intensivo,
pues si el personal de la localidad no tiene
condiciones adecuadas, por más que el que
se lleve de fuera las tenga, éste se somete á
aquél, y las consecuencias son desastrosas de
ordinario.
El trabajo de los destajistas nómadas puede
ser un recurso de gran provecho si su
empleo no perjudica á los intereses de los
trabajadores de la localidad; en este caso debe
evitarse en cuanto sea dable emplearlos, para
no ocasionar coaliciones y aun incendios que
por vengarse suelen efectuar.
Algunas empresas agrícolas hemos visto
fracasar porque, fiadas en la concurrencia de
los destajistas nómadas, han provocado antagonismos
con los del país, menos hábiles para
ejecutar los trabajos, y por lo tanto no podrían
hacerlos al precio que aquéllos, proporcionando
discordias que sólo con retrasar la
época de las operaciones perjudicaban al que
los necesitaba con urgencia.
2\To siempre ofrece los resultados que la
teoría enseña, que la tierra y el trabajo barato
son elementos de hacer buen negocio; en
tales condiciones, de ordinario la población
está poco habituada al trabajo inteligente, y
menos á la concurrencia, la que su inexperiencia
y falta de ilustración rechaza, y dificulta
el progreso de la industria, del que resulta
el bienestar y abundancia.
J. de Hidalgo Tablada.
DESTALONAR (Veterinaria).—Rebajar
el casco de una caballería desde el medio de
la palma hacia atrás.
DESTALLAR.—Quitar los tallos inútiles
y viciosos á los árboles, etc.
DESTEO.—Llámase así en algunas comarcas
de Castilla la Vieja, especialmente en la
provincia de Valladolid, al acto por el cual
se quitan de la parte baja de los troncos de
los pinos, las astillas teosas, que se destinan
al alumbrado de las habitaciones de las clases
pobres, sirviendo también para encandilar la
lumbre de las hogueras. Como alumbrado,
es la tea uno de los peores, por el mucho humo
que despide, sirviéndole sólo de contrapeso
su baratura y la resistencia que la llama
presenta al viento.
El entendido ingeniero de montes, Sr. Romero
y Gil-Sanz, dice á propósito del desteo
(El pino piñonero en la provincia de
Valladolid, Valí., 1886, páginas 267 á 268) lo
que sigue: «Son de consideración los perjuicios
que reciben los dueños de los predios por
entorpecer y á veces concluir la vida de los
pinos. Se comprende que así sea, sabiendo que
lo que empieza por la corta de unas cuantas
astillas no se deja por los mismos sujetos, ú
otros distintos, hasta no quedar los troncos
terminados á manera de pico de flauta, cuya |
porción delgada se halla representada á lo
sumo por la mitad de la circunferencia que
medía el tronco al nivel del suelo, y llega á
interesar proporcionalmente al mismo en longitudes
que alcanzan de 1 á 2 metros de altura.
Como si no fuera bastante lo expresado,
con frecuencia se reconocen pinos desteados
y completamente quemados en la parte del
tronco que ha sido despojada, y esto contribuye
á secar más el pino, entorpecer en mayor
proporción la marcha regular de la savia
y preparar el árbol, aún más de lo que estaba,
para su caída inmediata. Así sucede, en efecto,
con todos los pinos en que se ha apurado
el desteo, pues caen al suelo á la menor ráfaga
de viento fuerte. Los días en que sopla el
viento cou energía, bien se conoce en los
montes en que abundan los pinos desteados,
siendo conveniente para el que recorre aquéllos
en tales días, separarse de los últimos si
se quiere evitar el ser aplastado por alguno
de los mismos. Es decir, que como consecuencia
segura, hay que esperar de los desteos el
derribo de los pinos en plazo corto; y aunque
es cierto que después de caídos por los vientos
pueden utilizarse como madera, ó al menos
como leña, es de advertir que siempre
valen menos que si se hubieran cortado antes
de ser desteados, y en todo caso se pierde el
crecimiento que podían haber adquirido en el
monte, si bruscamente, y contra lo que á la
finca convenía, no se hubiera interrumpido
la vida de los pinos, tal vez en el mejor período
de desarrollo».
En vista de todo esto, y como sana regla
de selvicultura, debe proscribirse en todos los
montes el arranque de teas de los pinos vivos
y en pie, autorizándose sólo la extracción de
las délos tocones que quedan en el lugar de
las cortas donde éstas tengan lugar,-considerándose
siempre dicho desteo como un aprovechamiento
secundario de mayor ó menor
importancia, según sea la demanda de aquel
producto; indicio cierto, por lo demás, donde
es solicitado, de pobreza y aun miseria en los
habitantes de la localidad donde su uso está
generalizado.
DESTERRONAR (Cultivo de las tierras
).—Cuando se labra la tierra sin estar en
condiciones adecuadas (véase Sazón) de humedad,
si ésta es excesiva ó poca, se levantan
terrones, y según los instrumentos ó máquinas
que se emplean para las labores de alzar,
binar, etc., los prismas de tierra que quedan
exigen la labor de desterronar. Esta se efectúa
con rastras, gradas, rulos, más ó menos
potentes, con el fin de dejar la tierra suelta.
Cuando, como se verifica en las Provincias
Vascongadas, se da la primera labor á la tierra
con la laya, como ésta sólo se emplea en
tierras fuertes ó compactas, los prismas de
tierra que se levantan son muy grandes, y
necesario es deshacerlos. En esos países, siguiendo
sus costumbres tradicionales, deshacen
los terrones con mazos, lo cual exige un
trabajo costoso y entretenido, que abreviarán

DBS — 526 — DES
mucho empleando los rulos y la grada alternativamente;
ésta para remover el suelo y
poner los terrones en condiciones de que el
rulo los deshaga.
Generalmente en España, donde se usan
los arados terroneros sin vertedera, y rara
vez se labra la tierra cuando no está en sazón,
no se tiene costumbre de desterronar, por ser
pocas veces necesario, y si ocurre serlo, se
emplea al efecto una rastra.
Donde se usan los arados de vertedera, los
cuales constituyen un sistema de labrar la
tierra, ese sistema exige como complemento
indispensable la grada y rulos para desterronar
y preparar el suelo en buenas condiciones
para que reciba la semilla.
Los terrenos que por cualquier causa exigen
la labor de desterronar y ésta no se efectúa,
no están en buenas condiciones para la
siembra, y desgraciadamente vemos con frecuencia
verificarla así, sabiendo que se obra
contra el fin para que se hacen gastos de consideración.
Las gradas y rulos deben tenerse
en toda labranza bien organizada, y nunca
debe darse por labrada y dispuesta para la
siembra una tierra que dejó el arado, el azadón
ó laya llena de terrones que no pueden
cubrir las simientes.
J. de Hidalgo Tablada.
DESTETE.—Acción de apartar á los animales
jóvenes de las mamas de la madre, á
fin de que pierdan el hábito de nutrirse con
leche y se habitúen á tomar otros alimentos.
Como la transición de un régimen á otro, si
se realizase bruscamente, sería peligrosa en
grado sumo , es necesario adoptar todo género
de precauciones. Desde luego el destete no
ha de ser ni prematuro ni repentino; en el
primer caso, los animales jóvenes no podrían
alimentarse bien por no haberse desarrollado
la dentadura; en el segundo, las perturbaciones
gástricas que provocaría el destete serían
graves y constituirían un obstáculo para el
buen desenvolvimiento y robustez de las crías.
Lo mejor es imitar en éste, como en otros casos,
á la naturaleza. La debilidad, el enflaquecimiento
, la tristeza, los escirros, los cánceres,
los abscesos y otras afecciones suelen
ser las consecuencias del destete hecho en
malas :
condiciones. También ha de elegirse
para él una estación apropiada, y temporada
en que sea favorable el estado de la atmósfera,
es decir, seco y caliente más bien que
húmedo y frío, porque la transpiración abundante
evita los infartos, que se forman con
facilidad en las razas finas. La lactancia natural
deberá prolongarse cuanto sea necesario
para que el destete se realice en buena estación
, siempre que no haya de seguirse perjuicio
á la madre, y determinar la pérdida de sus
carnes y de la buena calidad de los productos,
ó alteraciones en el organismo difíciles de corregir.
Dicho se está que el clima influye en
el adelanto ó atraso del destete, y que los animales
se desarrollan y vigorizan más pronto
en los templados.
En circunstancias ordinarias, la época
más adecuada para el destete será el momento
en que haya terminado la primera dentición
de las crías, ó sea cuando pueden éstas
masticar bien los alimentos; pero ha de ser
aquél gradual y paulatino; se comenzará por
dar á los animalitos piensos blandos y de fácil
digestión, apropiadosála especie, y así, á
los herbívoros, agua blanca preparada con salvado
fino y harinoso; semillas de gramíneas
y leguminosas maceradas; raíces abundantes
en principios azucarados, como las zanahorias,
remolachas y chin vías; heno fino, y por
último hierba fresca, el más sano, nutritivo y
barato de los alimentos. Para los carnívoros
se preferirá la sangre y la carne tierna, variando
las substancias para excitar el apetito,
y en todo caso no deberán faltar las aguas
frescas y puras. En los comienzos del destete
se mantendrá á las crías separadas de las madres
durante breves ratos, y éstos se irán
prolongando para que se habitúen unas y
otras á no verse. Para que las madres no experimenten
perturbaciones, y con objeto de
limitar la secreción láctea, se disminuirá
algo el pienso, ó se las suministrarán substancias
menos nutritivas, y convendrá someterlas
á un ejercicio moderado. Cuando á pesar de
todo siga siendo abundante la secreción láctea,
se las ordeñará durante algún tiempo,
hasta que aquélla desaparezca, si no ha de
especularse con la leche. Cuando no es posible
separar á los hijos de las madres, se les
pondrá un cabezón flojo que no les impida
comer, y que tenga puntas que molesten y no
dañen á las madres, para que no les consientan
mamar. Si las hembras dan varias crías
en cada parto, para proceder al destete ha de
tenerse en cuenta el desarrollo de cada hijo,
porque de lo contrario unos resaltarían por el
retraso y otros por la anticipación.
Con los rumiantes, chotos, corderos, etc.,
deben adoptarse mayores,precauciones si cabe
, como que no es fácil que el rumen, casi
rudimentario en los primeros meses de la
existencia del animal, comience á funcionar
bruscamente. De ahí la frecuencia de las diarreas
y de los constipados, y el tener que someter
los chotos muchas veces á una segunda
lactancia, afrontando inconvenientes graves,
sobre todo cuando se hace el destete antes de
que tenga seis meses la cría. Tampoco deberán
encerrarse los chotos juntos, porque topan
, juguetean y se hacen daño. Los corderos
, deberán mamar más tiempo cuanto más temprano
nazcan, porque están menos desarrollados,
los alimentos abundan menos y las
influencias atmosféricas los perjudican más;
de ahí que el período de lactancia varíe entre
dos y seis meses. También conviene suministrar
á los corderos durante el destete alimentos
especiales, heno fino, sobre todo de leguminosas
, retoño de hierba y agua con harina,
dispuesta en platos poco hondos para que la
laman ó chupen en vez de bebería. En Alemania
se echa en esa preparación un poco de

DES — 527 — DES
ajo, para matar las lombrices y gusanos, que
tanto dañan á los corderos. Cuanto al destete
de los potros, el desacuerdo es grande respecto
de la edad del animal en que deberá
realizarse; siguiendo las indicaciones de la
naturaleza, muchos creen que debe hacerse á
los seis meses, es decir, cuando el nuevo feto
comienza á moverse en el vientre de la yegua;
algunos creen que las crías se desarrollan mejor
mamando durante el verano, y la verdad
es que las prácticas varían según las comarcas.
En el Norte de España se deberá proceder
al destete eu la primera quincena de
Agosto, por haber ya excelentes pastos; en el
Mediodía, agostados estos, es necesario que
los potros mamen hasta el otoño. En casi todas
las yeguadas se deja en libertad á las
crías para mamar durante el tiempo que tengan
por conveniente; pero como á veces es
necesario anticipar eí destete, precisa encerrar
á los potros en caballerizas, ó mejor en
potriles y cercas para que no vean á las madres,
siquiera se pongan furiosos y relinchen,
no faltando ocasiones en que se tiren al suelo,
se revuelquen y estropeen. Cuando sean encerrados
en caballerizas, es necesario dejarlos
sueltos y que haya bastante paja en el suelo
y no escasee la comida y la bebida, ni falte
una persona encargada de vigilarlos, acariciarlos
y amansarlos.
En los potriles se distraen más fácilmente
comiendo hierba, y olvidan mejor á las madres,
no contraen malos resabios, ni las enfermedades
propias de una estabulación prematura,
pero en cambio no se amansan tampoco.
Para mayores detalles acerca del destete,
consúltense los artículos del DICCIONARIO en
que se habla de cada especie de animales domésticos
en particular.
DESTETILLAR (Cultivo de la vid).—
Las yemas adventicias que las cepas echan
fuera de los sitios normales de la vegetación,
se denominan telillas, pegadizos, etc. El desarrollo
de ellos es en general perjudicial á la
cepa, aunque suele haber casos en que por su
buena situación se aprovechan con el fin de
rebajar la planta. Por esta circunstancia conviene
que el destetillado lo efectúe una persona
entendida, un podador que sepa apreciar
las ventajas é inconvenientes de las yemas adventicias,
para que quiten las que no sirvan y
dejen las que sean útiles. Estas se cortan los
sarmientos á la longitud que convenga, y de
este modo se vigorizan y evita que el aire los
arranque, como suele ocurrir con esta clase
de sarmientos.
Hay variedades de vid que son propensas á
producir las yemas de que tratamos, y que
exigen que anualmente los podadores verifiquen
el destetillado, pues en esta operación
preparan la poda definitiva. En otro caso la
forma de las cepas se trastorna y perjudica
la producción. (V. Poda de la vid.)
J. de Hidalgo Tablada.
DESTILACIÓN—Acción ó efecto de destilar.
DESTILAR.—Separar una substancia volátil
de otra fija ó menos volátil por medio
del calor, recogiendo el producto volatilizado
en una parte del aparato, donde se condensa
por enfriamiento.
Cuando la materia que se sujeta á la acción
del calor es sólida y el producto que se volatiliza
se solidifica inmediatamente, tomando la
forma cristalina ó pulverulenta, la operación
se llama sublimación, y el producto obtenido
es un producto sublimado.
Cuando el objeto de la destilación es únicamente
separar una substancia volátil de
otras fijas, la destilación se llama simple. Tal
es, por ejemplo, la destilación del agua con
el objeto de quitarle las sales fijas que la impurifican,
las cuales quedan como residuo fijo
después de la operación.
La destilación se llama compleja cuando se
trata de separar dos ó más cuerpos que se
vaporizan á diferentes temperaturas. Tal es,
por ejemplo, la destilación de una mezcla de
agua y alcohol con el objeto de separar este
último.
Si siendo más compleja la naturaleza del
líquido se trata de obtener diferentes productos,
cuyo punto de ebullición es distinto, la
operación toma el nombre de destilación fraccionada.
Tal es el caso de la obtención de los
diferentes productos contenidos en los petróleos,
en los aceites de esquistos y en las breas
que proceden de la descomposición ígnea de
las hullas, en la fabricación del gas del alumbrado.
En todo aparato destilatorio se consideran
dos partes distintas. En la primera la mezcla
ó materia bruta es sometida á la acción del
calor, reduciéndose á vapor el cuerpo vaporizable.
En la segunda se condensan los vapores
, recogiéndose el cuerpo destilado al estado
líquido ó sólido.
El aparato destilatorio más sencillo y más
elemental se reduce á una retorta de vidrio
donde se coloca el líquido que se va á destilar,
y un recipiente esférico donde se condensan
los vapores condensables.
El calentamiento de la retorta puede tener
lugar á fuego directo de carbón, de alcohol
ó de gas; en baño-maría (de agua, aceite, etc.),
ó en baño de arena, según la temperatura
que necesitamos producir. El recipiente condensador
puede estar enfriado exteriormente
por medio de mezcla frigorífica ó con un chorro
de agua que caiga sobre un papel ó trapo
que envuelve dicho recipiente, tal como se
ve en la figura 215. Si hay interés en saber
la temperatura de la destilación, se usa una
retorta tubulada, y en el cuello ó tubuladura
superior se coloca un buen corcho atravesado
por un termómetro. Entre la retorta y el recipiente
puede colocarse una alargadera, con
lo cual se logra aumentar algo más la superficie
de enfriamiento y alejar el aparato condensador
de la hornilla ó aparato de calentamiento
(figura 216).
Tanto el aparato productor de vapores,

DBS — 528 — DES
como el aparato condensador, pueden variar
de forma y disposición. Como aparatos de
ensayo en pequeña escala para laboratorios
sólo citaremos el refrigerante de Liebig, que
puede adaptarse lo mismo á una retorta que
á un matraz. Dicho refrigerante, representado
en la figura 217, consta de un tubo de
vidrio, colocado dentro de otro de mayor diámetro,
de cobre, cinc ú hoja de lata, por el
Figura 215
cual circula agua fría que viene de un depósito
superior d, vertiéndose por el tubo C; de
este modo la corriente de agua fría que penetra
por la parte inferior del tubo b va en
sentido contrario á la de los vapores que circulan
por el tubo interior, procedentes de una
Figura 216
retorta ó matraz a, condensándose éstos perfectamente
en forma de un líquido que se recibe
en el frasco c. (V. Agua destilada.)
Cuando es necesario destilar mayores cantidades
de líquido, entonces se usan los aparatos
llamados alambiques, de los cuales se
ha hablado extensamente en el artículo correspondiente.
El metal de que se construyen las diferentes
partes de un aparato destilador varía según
la naturaleza de la substancia que se
destila. El cobre, las más de las veces esta-
nado interiormente, es el material preferible.
Las dimensiones de todas las partes de un
aparato destilatorio dependen de la cantidad
de producto que se quiere obtener en un
tiempo dado. De este dato se deduce la cantidad
de combustible que se necesitará, conocida
la potencia calorífica del mismo, así como
la extensión de la superficie de calentamiento
y otros elementos del aparato.
El uso que principalmente se hace en
las industrias agrícolas de los aparatos de
destilación es en la fabricación de alcoholes
y aguardientes.
Aunque en los artículos correspondientes
se han indicado extensamente las diversas
formas de dichos aparatos, tomaremos
como ejemplo este caso para indicar
de qué modo se procede.
El caso más sencillo sería aquel en que
se tratase de separar una cantidad conocida,
por ejemplo, 100 kilogramos de alcohol
puro, de una cantidad cualquiera de
agua y substancias fijas.
Sabemos que la temperatura de ebulli-
^ ción del alcohol es 80°, y que su calórico
t
¿^ m
latente de vaporización está representado
por 207 calorías, siendo su calórico específico
0,622. De aquí deducimos que para
reducir á vapor un kilogramo de alcohol
á 0 o
se necesitan 80 x 0,622 -+- 207 = 257 calorías"
aproximadamente.
El número de calorías necesarias para evaporar
un kilogramo de agua es 650 (véase
Caloría), y la relación que hay entre el número
de calorías que necesita el alcohol y las
que necesita el agua
está expresada por
ó sea, para simeso'
4
plificar, —. Como un
kilogramo de hulla
puede vaporizar de 6
á 7 kilogramos de
agua, el mismo kilogramo
de hulla podrá
6 + 10
vaporizar = lo
«logramos de alcohol.
En cuanto á la superficie
de calentamiento
de la caldera,
olla ó alquitara, sabemos
que en todo aparato evaporatorio bien
establecido, un kilogramo de hulla puede reducir
á vapor 6 kilogramos de agua, necesitándose
un metro cuadrado de superficie de
calentamiento para obtener 15 á20 kilogramos
de vapor acuoso. Luego la misma cantidad de
calor podrá volatilizar — veces más de alco-
4
hol, ó sea de 37 á 50 kilogramos. Así, pues,
llamando ¿> á la superficie de calefacción, tendremos
: S = — = 2,7 metros cuadrados,
37

DES — 529 — DES
siendo la cantidad de combustible necesaria
por hora = 6,66 kilogramos, de cuyas
cantidades se partirá para calcular las dimensiones
de la rejilla, la sección y altura de la
chimenea, etc., etc.
Respecto de los aparatos de condensación,
consisten éstos generalmente en un recipiente
llamado refrigerante, que contiene un tubo
ó serpentín, ú otra capacidad bañada exteriormente
por el líquido refrigerante. Los vapores
recorren el serpentín ó la capacidad destinada
á la condensación, en sentido contrario
al del líquido refrigerante, como sucede en
el refrigerante de Liebig antes indicado. El
líquido refrigerante, que puede ser agua ó el
mismo líquido que entrará después en el
alambique, penetra siempre por el fondo ó la
Figura 217
parte más baja del refrigerante, saliendo calentado
por la parte superior.
En estos aparatos puede calcularse la superficie
de condensación y la cantidad necesaria
de líquido refrigerante.
La superficie de condensación depende de
la naturaleza y temperatura del líquido refrigerante,
de la naturaleza y cantidad de
vapor que se ha de condensar en un tiempo
dado y de la naturaleza del metal de que está
construido el aparato condensador.
Conviene aprovechar el calor que roba el
líquido refrigerante, y con este objeto se disponen
los aparatos de modo que se emplee
como refrigerante el mismo líquido que se va
á destilar. De este modo entra ya caliente en
la caldera y economiza mucho combustible.
(V. Alambiques-con calienta-vinos, página
537, tomo I.) En la destilación de líquidos
fermentados hay que tener en cuenta que se
trata de mezclas de agua y alcohol, esto es,
de dos líquidos que se vaporizan á distintas
temperaturas, y por lo tanto estamos en el
caso de una destilación doble ó compuesta.
En los alambiques ordinarios no se obtiene
por destilación alcohol puro, sino un alcohol
de cierta graduación, mezcla de alcohol y de
agua en proporciones distintas (véase AlcoholJ.
Hay, pues, que tener en cuenta la naturaleza
y el grado de concentración del producto
que se quiere obtener para calcular el
número teórico de calorías que necesitaremos,
y deducir después por lo tanto la cantidad
que necesitaremos de un combustible dado.
En este caso se recurre á los alambiques con
aparato analizador ó con columna rectificadora,
sobre cuya manera de funcionar se dieron
todos los detalles necesarios en el artículo
Alambique.
Todos estos aparatos están fundados en los
principios siguientes:
1.° Una mezcla de agua y alcohol hierve
á una temperatura tanto más
baja cuanto menos agua y más
alcohol contiene.
2.° Cuando una mezcla de
vapores de agua y de alcohol
entra en un aparato refrigerante,
los primeros vapores que se
condensau son los más acuosos,
y los últimos los más alcohólicos.
3.° Cuando una corriente de
vapor de agua poco cargada de
alcohol encuentra un líquido alcohólico
cuya temperatura es
inferior á la de dichos vapores,
la condensación del vapor acuoso
produce vapores alcohólicos.
Resulta de aquí que si una corriente
de vapor de agua se eleva
por una columna vertical y
un líquido alcohólico marcha
en sentido contrario, esto es,
de arriba abajo, de modo que
entre ambos haya mucho contacto,
el líquido irá constantemente calentándose
y empobreciéndose de alcohol, mientras
que los vapores irán siendo de cada vez más
alcohólicos (Rojas). En el aparato de Egrot
y en los demásaparatos destilatorios descritos
en los artículos Alcohol y Aguardiente se podrán
observar estos tres principios.
Téngase en cuenta que si bien aquí, para
mayor claridad, nos concretamos al caso de
una mezcla de agua y alcohol, dichos principios
son aplicables al caso general de separación
de dos líquidos cuyo punto de ebullición
sea distinto, siendo tanto más fácil la solución
cuanto más distinta sea dicha temperatura;
por cuya razón la separación del sulfuro de
carbono y el aceite en la fabricación del aceite
de orujo por medio de aquel disolvente, es
más fácil que la separación del alcohol y el
agua.
En las industrias agrícolas la destilación se
aplica principalmente á tres casos:
1." A la destilación de líquidos fermentados,
con el objeto de obtener aguardiente ó
alcohol.

DES — 530 — DEX
2.° A la separación del aceite del sulfuro
de carbono ó de los aceites ligeros de brea
que han servido para su extracción de los
orujos.
3.° A la obtención de aguas aromáticas.
El primer caso, ó sea la destilación de
líquidos fermentados con el objeto de obtener
aguardiente ó alcohol, ha sido tratado con
toda extensión en los artículos Aguardiente,
Alambique y Alcohol. En nuestro país ha tenido
una gran importancia la destilación de
vinos para la obtención de espíritus, muy
apreciados por sus excelentes condiciones. La
destilación de líquidos fermentados procedentes
de otras frutas, así como de granos, patatas
y raíces, constituye una industria poco
conocida todavía en España y de problemática
importancia, si, como es de presumir, el
exceso de producción de vino y la falta de
exportación obliga á volver á destilar una
gran parte de nuestros vinos y volver á fabricar
verdaderos espíritus de vino. En el
artículo Alambique encontrará el lector cuanto
se necesita para la elección de un buen
aparato destilatorio, sea para obtener aguardientes,
sea para fabricar desde luego espíritus
rectificados. Una circunstancia hay que
tener presente en la destilación de nuestros
vinos, y es el aprovechamiento de las vinazas
resultantes, por la cantidad considerable de
crémor tártaro que de ellas se puede extraer.
(V. Crémor.)
La separación del sulfuro de carbono ó de
las esencias de brea en la fabricación de los
aceites de orujo ofrece un caso especial de
aplicación del vapor acuoso como medio
de calentamiento en la destilación, y de ello
nos ocuparemos extensamente en el artículo
Orujo.
Finalmente, la obtención de aguas aromáticas
es una aplicación especial de la destilación,
de la cual se dieron todos los detalles
necesarios en el artículo correspondiente.
Fw. Manjarrés.
DESTRAL. — Del latín dexlralis. Hacha
de dos cortes para partir leña y otros usos.
En Cataluña se da el nombre de destral al
hacha de una boca, y por lo tanto, de un solo
corte.
DESVAHAR.—Quitar lo marchito ó seco
de una planta.
DESVASTIGAR (Poda de los árboles y
de la vid).— En los árboles frutales, en particular
los ciruelos, membrillero, olivo, etc.,
ocurre con frecuencia que al pie de las plantas
retoñan vastagos, llamados chupones, que
si no se quitan en tiempo oportuno, causan
perjuicios de consideración al desarrollo del árbol
y á su producción. El acto de quitar esos
retoños se denomina desvasligar. La operación,
para ser fructuosa, debe dirigirse descubriendo
al pie de las plantas los vastagos y cortarlos
con tranchetes de podar, de manera que sin
herir el tronco salga el vastago por completo.
No debe darse lugar á que esos vastagos se
desarrollen, como algunos ejecutan, con la
intención de servirse de ellos para formar viveros
ó injerteras; tal procedimiento es contrario
al interés del que tal ejecuta.
En los olivos, como en los demás árboles,
los chupones ó vastagos, retallos, etc., deben
quitarse cuando ya los tienen, y deben evitar
su producción al criar los árboles, según hemos
dicho. (V. Desbarbar.)
J. de Hidalgo Tablada.
DESVIEJAR.—Entre ganaderos, separar
ó apartar del rebaño las ovejas ó carneros
viejos.
DETIENE BUEY—(V. Gatuña.)
DEXTRINA.—Es el principio en que se
transforma la fécula inmediatamente por la
acción de varios cuerpos que ejercen sobre
ella cambios químicos. Puede decirse, valiéndose
de una frase vulgar, que es el almidón
hecho soluble. Los agentes capaces de ocasionar
este cambio son los ácidos, álcalis, fuego
y fermentos. La fórmula química de la dextrinaes
С 12
ЫЮ O 10
.
Bajo la influencia de la diastasa, el almidón
puede convertirse en dextrina antes de
llegar á la formación de la glucosa.
Su aspecto es el de una masa transparente,
algún tanto parecida á la goma, que atrae la
humedad del aire y es muy soluble en el agua,
habiéndose hecho de sus propiedades aplicaciones
de grande interés, tanto industriales
como médicas, y que tiene importancia agrícola,
por ser un derivado de un producto cereal.
Según Berthelot, la dextrina es un triglucósido
simple, es decir, cuerpo derivado de
tres moléculas de glucosa, por vía de combinación
sucesiva.
Ha sido estudiada detalladamente por Persoz
y Payen, y en estos últimos tiempos por
Bondonneau, Musculus, Gruber, Mering y
O'Sullivan. Existe en gran número de productos
vegetales, el maná de fresno y otros.
Se la encuentra también en la orina de los
diabéticos, en la sangre de los animales, y muy
particularmente en la carne de caballo. Según
Poiseuille y Lefort, no se halla en la sangre
de los perros alimentados con carne. Claudio
Bernard ha probado que en la de los herbívoros
no es constante su presencia. Así es que
encontró dextrina en la sangre de un conejo
alimentado con trigo, y no la pudo hallar en
otro alimentado con zanahorias.
Se prepara por los procedimientos siguientes:
1'.° Sometiendo el almidón á una ligera
torrefacción.—2.° Haciendo reaccionar la diastasa
sobre el almidón, cuidando que la operación
se detenga antes de que se produzca
azúcar.—3.° Sometiendo el almidón á la acción
de los ácidos diluidos.
Para las muchas necesidades industriales,
se fabrica la dextrina por tres procedimientos
diferentes. El primero, descubierto por
Payen, consiste en la transformación del almidón
en dextrina, bajo la influencia de los ácidos
diluidos. Se mezclan 1.000 kilogramos de
fécula y 300 de agua á la que se haya adicionado
2 kilogramos de ácido nítrico de 36°.

DEX — 531 — DÍA
Se deseca la mezcla al aire y se pulveriza, colocándola
en capas delgadas en cajones, á la
temperatura de 115°, por espacio de hora y
media. También se puede conseguir igual resultado
por la acción del agua acidulada con
ácido sulfúrico.
Otro método consiste en calentar á la temperatura
de 75° una parte de almidón, 50 de
agua y 0,05 de malta en polvo, que es la cebada
germinada. Debe calentarse cuidadosamente,
y cuando todo el almidón se ha hecho
soluble, se hierve aquella mezcla durante algunos
minutos, se filtra el líquido y se evapora
en una caldera de vapor, provista de un
agitador mecánico, hasta que adquiera consistencia
de jarabe. Debe cuidarse de evitar que
salga la dextrina mezclada con glucosa y con
fécula, como acontece si no se gradúa la temperatura
y la acción del fermento.
Recibe este nombre por la propiedad que
posee de desviar fuertemente á la derecha el
plano de polarización de la luz.
Es sólida, amorfa, soluble en agua y en el
alcohol diluido, insoluble en el alcohol anhidro.
Presenta la misma composición que el almidón
y la goma arábiga, pero se la distingue
porque no es coloreada por el yodo, porque el
ácido nítrico á la temperatura de la ebullición
transforma la dextrina en ácido oxálico,
al paso que á la goma la convierte en ácido
múcico, y en que la dextrina no precipita por
el subacetato plúmbico.
La barita y la cal forman con la dextrina
compuestos insolubles en el agua. No precipita
la dextrina con el sulfato ferroso, y enturbia
una disolución de cloruro estannoso. No
reduce el reactivo cupro-potásico.
Su olor y sabor son parecidos á los que ofrece
el pan tostado.
Sometida la dextrina á la acción del calor
hasta que se desprenden vapores picantes,
queda como residuo un compuesto al que se
ha denominado pirodextrina, que es insípido,
inodoro é inalterable al aire, y produce ácido
oxálico por la acción del ácido nítrico.
Los nombres con que en la industria se conoce
la dextrina suelen ser los de leiocoma,
goma de Alsacia y almidón tostado, cuyas
denominaciones se emplean frecuentemente
en los repetidos casos en que se utiliza con
variedad de objetos.
La dextrina de mala calidad se reconoce á
simple vista, porque su color es más blanco,
cruge entre los dedos, se disuelve incompletamente
en el agua fría, y deja cuando este líquido
se calienta, un residuo fijo que indica
le han adicionado yeso, ó también creta, reconocibles
por sus caracteres propios.
Puede la dextrina reemplazar á la goma
en casi todas sus aplicaciones. Se emplea en
tintorería para la aplicación de mordientes,
en cirugía para la preparación de algunos
vendajes que adquieren al secarse una dureza
extraordinaria, pudiendo después separarse
mediante la acción del agua caliente.
Para la conservación de la dextrina é impe­
dir que fermente, se le adiciona una cantidad
insignificante de un aceite esencial, como la
esencia de trementina. El mismo resultado se
consigue con el ácido fénico y la bencina, que
hacen el oficio de agentes antisépticos.
J. Olmedillíu
DEYECCIÓN.—Esta palabra no se encuentra
en la última edición del Diccionario
de la Academia, donde sin embargo se ve el
adjetivo deyeclo, del latín deiectus, que califica
de anticuado, y cuyo significado es vil,
despreciable.
No son, por cierto, despreciables para el
agricultor las deyecciones de los animales,
sean líquidas, sean sólidas; antes bien, como
se verá en los artículos Excremento y Heces,
y como se puede ver en los artículos Abono y
Desinfección, son de utilidad reconocida desde
la más remota antigüedad, y su aprovechamiento
constituye el medio más racional para
devolver al suelo las substancias minerales
que se han asimilado los vegetales. E.M.
DIABETES. —Palabra derivada de dos
griegas, que significan yo paso al través. Es»
una enfermedad cuyo síntoma más importante
consiste en una evacuación extraordinaria
de orina, en muchos casos con azúcar y en
otros sin ella, por lo cual se ha dividido en
diabetes azucarada é insípida.
Se presenta en algunos animales, si bien es
mucho menos frecuente que en la especie humana.
Su origen todavía se halla envuelto en
la obscuridad de las sombras, y es uno de esos
problemas científicos que, como tantos otros,
esperan completa resolución y la satisfactoria
explicación de su esencia. Los fisiólogos han
podido demostrar la presencia del azúcar en
la orina de los animales á quienes se había
causado una lesión en el cuarto ventrículo
cerebral por medio de una aguja.
La existencia del azúcar en la orina es el
motivo de haber dado también á la diabetes
! sacarina los nombres de glucosuria y melituria,
y en este caso la materia azucarada no
es por los ríñones producida, sino por ellos
expulsada de la sangre, ejerciendo únicamente
estos órganos las funciones de separadores.
La primera hipótesis dada para explicar el
origen de la diabetes sacarina ha sido hacerla
consistir en una detención, en la transformación
del azúcar absorbido por los vasos sanguíneos.
Otra explicación es hacer derivar la
enfermedad de una transformación demasiado
rápida de las substancias amiláceas en azúcar,
es decir, una actividad orgánica extraordinaria
en la sacarificación de la fécula.
Desde que Claudio Bernard descubrió que
el hígado produce una substancia glicogénica,
ha tenido bastantes partidarios la hipótesis
de que depende la glucosuria de una afección
del hígado, siquiera falte á esta opinión el
apoyo y fundamento de la observación clínica,
tan necesaria en este linaje de investigaciones.
Las enormes cantidades de orina incolora

DÍA — 532 — DÍA
expulsadas; su aumento de peso específico; la
sed,,enflaquecimiento, y sobre todo la presencia
del azúcar en la referida orina, son
los síntomas más característicos y las señales
indudables para diagnosticar con acierto esta
afección. La química, sin embargo, es la que
puede llevar á resultados más seguros en este
caso, pues tiene medios exactos para la determinación
del azúcar en la orina, pudiendo
descubrir en las mismas, cantidades extraordinariamente
pequeñas, y hasta dosificarla
con la exactitud más rigorosa.
Un procedimiento sumamente sencillo para
esta investigación, consiste en colocar 10
centímetros cúbicos de orina en un tubo de
ensayo, añadir 4 gramos de potasa cáustica
y hervir. En caso de que exista azúcar, toma
el líquido una coloración amarilla, que por enfriamiento
pasa al color rojo anaranjado, llegando
á tomar un aspecto semejante al vino
de Málaga. Pero el método que generalmente
se sigue es el uso del licor cupro-potásico,
constituyendo los reactivos conocidos con los
nombres de Felhing y Barreswill. Para preparar
el líquido Felhing valorado, se disuelven
34,65 gramos de sulfato cúprico cristalizado,
perfectamente puro, en 200 gramos de agua
destilada; por otra parte, 173 gramos de tartrato
potásico, igualmente puro, en 600 gramos
de lejía de sosa de la densidad de 1,12;
se adiciona la disolución de sulfato cúprico á
la de tartrato, } r
se diluye en agua hasta completar
un litro. Con este reactivo se aprecia la
glucosa, por la circunstancia de producirse con
esta substancia el óxido cuproso bajo la forma
de un precipitado rojo; 10 centímetros cúbicos
de la disolución del reactivo precipitan
5 centigramos de glucosa, que deberán privar
por completo al líquido del hermoso color
azul celeste intenso que posee, dejándole incoloro.
Para efectuar la dosificación se toma la orina
que se va á analizar, se la diluye en diez á
veinte veces su volumen de agua, se vierten
10 centímetros cúbicos de la solución cúprica
en una cápsula de porcelana con 40 centímetros
cúbicos de agua, y se calienta casi hasta
la ebullición. Entonces se vierte la orina diluida
en este líquido casi hirviendo, hasta que
la solución cúprica se haya enteramente reducido.
El sülfido hídrico ó el cianuro ferroso-potásico,
adicionados al líquido filtrado,
indican el fin de la reacción.
Si en lugar de diluir en una.gran cantidad
de agua, se opera directamente con la orina
sin precaución, puede suceder que la solución
cupro-potásica no acuse la menor proporción
de azúcar, pues las substancias salinas
de la orina en solución concentrada, paralizan
la acción del reactivo.
El líquido recomendado por Barreswill es
análogo al de Felhing, y se prepara del modo
siguiente: bitartrato potásico (crémor de tártaro),
50 gramos; agua, medio litro; hiérvase
la mezcla para favorecer la disolución. Por
otra parte, se prepara: carbonato sódico, 40
gramos; sulfato cúprico, 30; potasa cáustica,
40 gramos, disuelta en la cuarta parte de un
litro de agua. Se reúnen todos estos cuerpos,
se completa con agua hasta la capacidad de
un litro, y se hierve la mezcla para favorecer
la reacción, filtrando después el líquido, si
no estuviera suficientemente diáfano para ser
destinado á los trabajos de investigación.
Es un reactivo que se emplea también con
mucha frecuencia, y cuyos resultados, igualmente
satisfactorios, nada dejan que desear.
Otro medio de reconocimiento de la glucosa
en la orina es la fermentación, para lo
cual se pone en contacto con la levadura de
cerveza, determinando la cantidad de ácido
carbónico desprendido.
También puede determinarse la glucosa
por el polaríscopo, ó sacarímetro denominado
de penumbras, fundado en la acción que la
luz ejerce sobre la glucosa; y hallándose dispuesto
el aparato, como sucede con el de
Laurent, de tal suerte que puede fácilmente
leerse en el círculo graduado que le acompaña,
el número correspondiente al tanto por ciento
de glucosa existeute en un líquido. Tiene este
procedimiento la ventaja de no necesitar más
reactivo que la luz, aun cuando se halla sujeto
á algunos errores de apreciación.
Tal es lo que se refiere al diagnóstico. En
cuanto al tratamiento de la diabetes sacarina,
se han recomendado varios procedimientos
más ó menos eficaces, y cuya descripción no
es lo más pertinente en este sitio, por lo cual
se omiten.
En cuanto á la diabetes no sacarina, se caracteriza
por la emisión de gran cantidad de
orina, pero de peso específico muy bajo, lo
contrario de lo que acontece en la glucosuria,
y la cantidad de úrea eliminada eu un
tiempo dado, excede con mucho á la cantidad
normal. Su cnrso y duración son variables, y
tiene mayor importancia en la patología humana
que en la veterinaria. J. Olmedilla.
DIAFANÓMETRO.—No se aplica este
nombre á ningún aparato especial, sino al estuche
ó caja que contiene los utensilios necesarios
para ensayar la pureza de los alcoholes
por medio del ácido sulfúrico de 66°. Este
procedimiento ha sido popularizado por Savalle,
de modo que dicha caja ó estuche toma
el nombre de diafanómetro de Savalle.
El neceser diafanométrico y el procedimiento
para usarlo se ha descrito minuciosamente
en el artículo Adulteración. (Véase el
tomo I, página 305.)
La operación está fundada en que el alcohol
químicamente puro no da con el ácido sulfúrico
coloración alguna, mientras que el alco-
40
hol de vino que contiene de materias
1
r 10.000
esenciales da con el ácido cierta coloración
que varía en su matiz é intensidad de la que
se produce con los alcoholes de industria que
no están completamente rectificados y puros.
La comparación del matiz obtenido con el

DÍA — 533 — DÍA
de las láminas de vidrio coloreado dan una
idea del grado de pureza del alcohol.
Este procedimiento puede realmente considerarse
como industrial; deja, sin embargo,
que desear bajo muchos conceptos, y no tiene
la exactitud de los procedimientos analíticos
que se indican al tratar de la adulteración de
los aguardientes.
E. M.
DIAFRAGMA (Veterinaria).— Se da
este nombre en anatomía, al tabique musculoso
que separa en los animales la cavidad torácica
de la abdominal. Es un órgano impar y
no simétrico. En los animales superiores se
inserta por delante en la cara posterior del
esternón, por sus paredes laterales en la cara
interna y borde superior de los cartílagos de
las seis últimas costillas, mediante digitaciones
que se entrecruzan con los músculos transversos
del abdomen; por debajo se inserta en
dos arcos, ó fibrosos ó aponeuróticos, uno interno
y otro externo.
Las arterias del diafragma proceden de las
llamadas diafragmáticas inferiores, que nacen
de la aorta y los nervios, se derivan del centro
frénico, rama del plexo cervical y del
plexo solar.
Su misión fisiológica es aumentar el diámetro
vertical del pecho, y ejerce por lo tanto
un papel de la mayor importancia en la respiración;
por lo cual es muy conveniente que
el agricultor conozca, siquiera ligeramente, la
importancia de un órgano que puede ser origen
de algunas enfermedades en los animales
de uso agrícola.
J. Olmedilla.
DIAGNÓSTICO ( Veterinaria).— Palabra
derivada de las dos griegas oía entre, y ^iyywu%(x¡,
yo conozco ó distingo. Es la parte de la patología
que enseña el valor de los signos distintivos
de las enfermedades, y conduce á la
determinación de su sitio y naturaleza. Es el
más seguro fundamento de la terapéutica, ó
sea del tratamiento de las enfermedades.
Los medios de adquirir este conocimiento
son tan variables como las mismas enfermedades.
La exploración de los órganos es uno
de los datos más importantes que hay que tener
en cuenta en este caso; las secreciones y excreciones;
los signos del hábito exterior, muy
diversos según los animales de que se trate,
son otros tantos factores que entran en la resolución
de este problema, que ofrece grandes
dificultades, puesto que el que diagnostica se
ve privado de los datos suministrados por el
mismo enfermo, como acontece en la medicina
racional.
J. Olmedilla. .
DIAPREA.—Especie de ciruela redonda,
de color algo más encarnado que la de flor, y
cuyo hollejo no se quita con facilidad; despide
bien el hueso, aunque no totalmente limpio
, y cerca de él es un poco agria.
DIARREA (Patología veterinaria).—
Nombre con que se designa un desarreglo,
síntoma de diversas afecciones, que consiste
en la frecuencia de las deyecciones albinas.
En la mayoría de los casos la diarrea es debida
á un estado patológico de la mucosa intestinal;
solamente en contadas ocasiones es causada
entre los animales domésticos por una
simple hipersecreción de la mucosa intestinal;
hipersecreción de naturaleza nerviosa ó indeterminada.
En realidad, la diarrea puede ser
mucosa, serosa ó puriforme, é ir ó no acompañada
de dolores cólicos. Es con frecuencia
un síntoma de la enteritis, y se considera á
veces como idiopática, cual ocurre con la diarrea
de los animales jóvenes, digna de especial
atención por ser el único síntoma de desarreglo
que se observa en ellos á menudo. Esa
especie de diarrea, que se presenta en los potros
y terneros cuando aún están mamando, y
que determina la muerte de muchos de ellos,
se observa raras veces en los corderos y en
los lechones. Generalmente se presenta durante
los quince primeros días de vida para
esas reses; los enfermos tienen fiebre, aparecen
tristes y no buscan las mamas para extraer
el líquido alimenticio. Se mantienen echados,
y si se les obliga á levantarse y á andar, su
paso es vacilante. Las evacuaciones son frecuentes;
los excrementos completamente líquidos,
amarillentos ó grises, y una vez secos
se quedan adheridos á las crines de la cola.
Precisamente esta circunstancia es la que revela
la existencia del padecimiento. Cuando
se prolonga la afección , los animales van
languideciendo, el pelo pierde su brillo, sienten
dolores en el vientre, y á las deyecciones
de color amarillento suceden otras sanguinolentas.
La aparición de esos dolores se explica fácilmente.
Cuando se prolonga la enfermedad,
la diarrea determina la congestión y escoriación
de la mucosa intestinal á consecuencia
de la irritación provocada por la acción de los
líquidos acres y corrosivos sobre la superficie
de la mucosa, realizándose en el intestino, el
mismo fenómeno que en la piel que circunda
al ano, irritado también bajo la influencia de
las mismas materias excrementicias, y en
donde aparece la rubicundez y la ulceración
muy luego. Entonces es cuando se presenta
la fiebre, y el vientre de los enfermos se hace
sensible á la presión. El número de defecaciones,
que era de cinco á seis al día, va aumentando
cada vez más, y aquéllas se vuelven
fétidas, y si llegan á convertirse en serosas y
sanguinolentas, el padecimiento se debe caracterizar
de grave. En los potros se presenta á
veces como complicación de ese desarreglo
una oftalmía caracterizada por la opacidad de
los humores, sobre todo en la cámara anterior
del ojo, por el aumento de densidad en la
córnea y por el lagrimeo. También se ha observado
la oftalmía con carácter de complicación
en los becerros y en las aves de corral;
pero aún es más alarmante el hecho de que
alterne con el extreñimiento la diarrea, y la
aparición de convulsiones epileptiformes. La
enfermedad suele durar de cinco á diez días.

DÍA — 534 r— DÍA
y nunca es tan rápida que no se desarrollen
todos los síntomas.
Las causas de la diarrea en los animales
jóvenes son muy diversas. Durante mucho
tiempo se ha atribuido esa afección al enfriamiento;
mas lo erróneo de esa opinión resalta
con sólo advertir que la enfermedad se desarrolla
en los animales que viven en estabulación
con mayor frecuencia que en los que
viven al aire libre. Ordinariamente se puede
atribuir la diarrea á cambios en el régimen
alimenticio, que determinan alteraciones en
la leche de la madre bajo influencias que hasta
ahora ha sido imposible determinar. Probablemente
ciertas enfermedades de las madres
influyen poderosamente en los hijos que
Jactan, y así se ve que la fiebre aftosa de las
vacas determina la diarrea en los terneros.
Delafond entiende que altera las condiciones
de la leche la alimentación demasiado nutritiva
y el uso de substancias azoadas. Análogo
efecto deben producir también los alimentos
poco nutritivos, y sobre todo los forrajes averiados.
Con tal régimen hay un exceso de los
corpúsculos granulosos blancos que abundan
constantemente en los calostros, y escasean
relativamente los demás elementos de la leche.
Esos corpúsculos, verdaderos leucocitos
aglomerados y esporos tal vez de algún micodermo,
aparecen en la leche cuando la madre
siente el celo, ó sean ocho días después
del parto generalmente, y la leche experimenta
determinadas alteraciones. También
aparecen cuando las madres se encuentran
enfermizas ó débiles, se espantan por cualquier
causa ó se ven atormentadas por las
moscas, cuando se congestionan las mamas y
cuando se estanca la leche por falta de succión.
Probablemente el estado nervioso producido
por la acción del frío obra en igual
sentido sobre la leche. Si tan fácilmente se
altera la leche de la madre, compréndese que
las alteraciones sean más frecuentes y profundas
en la lactancia artificial bajo múltiples
influencias, y especialmente bajo la de los
cambios atmosféricos. No es esto negar la
existencia de otras causas de la diarrea, como
la dentición, las malas condiciones higiénicas
y la ingestión de entozoarios por el animal
que padece la diarrea. No debe confundirse
con la afección que nos ocupa la diarrea que
determinan los alimentos impropios de la edad
de los animales jóvenes, cual suele ocurrir
con el primer heno.
Entendidos veterinarios creen que la diarrea
de los animales jóvenes es debida principalmente
á una irritación del recto y del colón
, en los cuales se manifiesta primero un
estado catarral especial, consistente en una
alteración de los folículos, pero sin inflamación
y con verdadera atonía, no observándose
nunca lesiones en el intestino delgado y en el
estómago. Los ganglios linfáticos de las partes
enfermas aparecen voluminosos, rojos é
infiltrados de un líquido rojizo; lesiones causadas
sin duda por los parásitos microscópicos
mencionados anteriormente, y que impiden
la absorción intestinal. Algunos continúan
sosteniendo la opinión de que existe una excitación
nerviosa de las túnicas musculares
de los intestinos y un verdadero espasmo capaz
de provocar la secreción del flujo; otros
entienden que la diarrea de los animales jóvenes
es causada por numerosos microfitos
que se extienden por las partes posteriores
del tubo digestivo, y que determinan la detención
de la bilis en las partes anteriores.
Indudablemente esos microfitos se desarrollan
por el exceso de líquidos y originan un aumento
de secreción en las mucosas musculares.
Según Zurn y otros observadores, existen
micrococos en la diarrea de los animales
jóvenes.
De lo dicho se desprende cuánta debe ser
la cautela del veterinario al establecer el tratamiento
contra el padecimiento en cuestión,
por lo mismo que no es conveniente recurrir
á una medicación demasiado activa, que pudiera
resultar contraproducente y determinar
una flegmasía gastro-intestinal. Desde luego
debe averiguar cuáles sean las circunstancias
en que el animal ha contraído el padecimiento,
y tal vez cambiando las condiciones higiénicas
y el régimen alimenticio de la madre
logre contener la diarrea. A veces se evita
que la leche se altere empleando los bicarbonatos,
y especialmente el de sosa y los alcalinos;
en algunos casos se pueden combinar
con los analépticos y los aromáticos, con harina
de leguminosas y con hinojo. En algunas
circunstancias debe someterse á las madres,
como se desprende de las indicaciones hechas
acerca de las causas de la enfermedad, á una
alimentación ligera, consistente en piensos líquidos,
adicionados con una cantidad regular
de bicarbonato de sosa. Cuanto á las crías, teniendo
en cuenta que se puede tolerar sin
inconvenientes graves la existencia de la diarrea
durante dos ó tres días, es preciso en
ocasiones buscar tana hembra que las amamante,
ó recurrir á la lactancia artificial. Desde
luego es necesario tener al auimalito en
sitio abrigado, y darle desde el principio brebajes
mucilaginosos, sobre todo de agua albuminosa
endulzada con glicerina, preferible á
la de arroz y á los cocimientos de adormidera,
y para modificar el flujo intestinal se utilizan
laxantes como el aceite de ricino, la glicerina
y la magnesia, agregando un poco de ruibarbo
ó de genciana para tonificar el tubo digestivo.
Algunos veterinarios recomiendan que
se administren por la mañana y por la noche
pequeñas lavativas fenicadas y tibias; otros
Jas de almidón, dextrina ó permanganato de
potasa en una solución de medio por 100, y
algunos las juzgan contraindicadas.
La diarrea sintomática, muy distinta de la
anterior, puede ser crónica ó aguda. Su origen
se ha de buscar, bien en una afección del
intestino, bien en la de cualquier órgano más
ó menos distinto, bien en una afección de
carácter general. Así se observa en la enteri-

DIC — 535 — DIC
tis aguda ó crónica, con ulceración ó sin ella;
en la indigestión; en la obstrucción intestinal;
en diversas afecciones verminosas, y en ciertos
casos de intoxicación. También se observa en
la hidropesía intestinal, en las roturas de
abscesos ó quistes, cuando la salida de los
líquidos característicos de éstos se ha de verificar
por el tubo intestinal. En enfermedades
generales, como la fiebre aftosa, la viruela,
otras varias eruptivas, la tifoidea, el
carbunco y la peste bovina, determinan igualmente
la diarrea, y ésta acompaña á la reabsorción
purulenta y á ciertos estados caquécticos,
alternando con el estreñimiento
á veces. La diarrea sintomática origina pronósticos
muy variables, según la causa que la
produce.
DIASTASA (Química).—Substancia
azoada, amorfa, soluble en el agua, insoluble
en el alcohol, que se desarrolla durante
la germinación de los granos de los cereales
y de los tubérculos de la patata. La diastasa,
que se ha clasificado entre los fermentos llamados
solubles, obra sobre el almidón para
transformarle en dextrina y en glucosa, acción
que se utiliza para sacarificar los granos que
sirven de primera materia en las industrias
de la cervecería y de la destilería.
DIASTASIS — (V. Luxaciones.)
DIASTOLE.—Movimiento de dilatación
de las cavidades del corazón y de las arterias,
y por el cual se introduce la sangre en el corazón.
(V. Circulación.)
DICCIONARIO AGRÍCOLA.—Algunos
de nuestros amigos nos han argüido sobre la
utilidad y difícil estudio de la agricultura,
ganadería, ciencias y artes que componen el
conjunto de la agricultura general, en lín Diccionario,
que, como es natural, explica y aplica
por nombres el compendio de todo. Han
dado su opinión favorable á varios tratados
completos que formarán una enciclopedia. Dicen
que un artículo de ordinario es deficiente
para tratar el asunto á que se refiere, y que
no pocas veces se pone véase tal ó cual cosa, y
al buscarla no se encuentra, quedando sin
completar la idea. Tales argumentos no tienen
aplicación al DICCIONARIO presente, cuya
combinación tiene previstas esas faltas, y cuyos
editores, dispuestos, como tienen acreditado
en tantos años de profesión, no escasean
medio para que la obra sea todo lo completa
que cabe en el estado actual de los conocimientos
agronómicos, al formar un libro español
propiamente, como no hay otro, y en
su último tomo darán un apéndice que contenga
las palabras que al referirse á ellas en
algún artículo, hayan podido quedarse sin explicar.
Respecto de la manera de usar nuestro DIC­
CIONARIO para combinar los asuntos como si
fuesen tratados especiales de cada cosa, diremos,
dando algunos ejemplos, que con él se
puede saber cuanto se desee sin más que formar
previamente un índice de la consulta.
Supongamos que se desea modificar ó crear
una casa de labor en cierta localidad, y que
hemos de construir las dependencias, adquirir
el terreno, animales de labor y de granjeria,
buscar el personal idóneo al efecto, calculando
el uso ventajoso que hemos de hacer de
los productos, según los mercados ó consumo
más útil, para poder venir en conocimiento
del resultado de la explotación.
En tal estado, la palabra clima nos explica
la referencia del que hemos elegido; tierras
de labor, las cualidades de éstas; abrigos naturales,
cómo deben considerarse cuando éstos
existen; exposición, sus ventajas según el
clima y suelo; construcciones, materiales que
deben emplearse, distribución que se dará á la
granja, según nos explican las palabras habitación,
cocina, cuadras, tinado, graneros, pajares,
etc., etc., fuentes, pozos, abrevaderos
El método cultural que se adopte marca la
clase de ganado; ambas pueden estudiarse en
sistemas de cultivo y ganados de labor. La ex-,
tensión de la granja, terreno, su clase, etc.,
ya estudiado, indica la clase de ganado de
granjeria, según que se alimenten en estabulación
permanente, mixta ó transitoria, etc., lo
cual nos enseñan los artículos que llevan esos
nombres. La administración y contabilidad que
debe llevarse la indican estos nombres.
Es, pues, evidente que los artículos del DIC­
CIONARIO que publicamos responden á su denominación
de enciclopédico, pues además de
lo dicho en los artículos relativos á las industrias
rurales, legislación, etc., etc., así como
á la selvicultura y cultivos especiales, se puede
estudiar en todos sus detalles cuanto parcial
y general se desee, buscando en los artículos,
según digimos y hemos hecho ligeramente en
el ejemplo que hemos puesto.
Creemos que con lo dicho se convencerán
los que suponen ser mejor una colección de
tratados que un Diccionario de agricultura
general, que no están en lo cierto.
J. de Hidalgo Tablada.
DICIEMBRE (Trabajos agrícolas del
mes de) (Observaciones meteorológicas).—
Es generalmente frío, nebuloso y húmedo
este mes, resolviéndose en lluvias ó nieves
más ó menos considerables hacia mediados,
en que remite el tiempo, para dar lugar á un
período frío, seco y helador, que aumenta su
intensidad al paso que avanzan los días en
busca del año nuevo. Cuando el tiempo ofrece
las variaciones que hemos indicado, el año
marcha bien para producir cosechas satisfactorias.
Si Diciembre y Enero son uniformemente
secos y fríos, hay que desconfiar mucho
de obtener cosecha en tierras sembradas
sin suficiente humedad, como sucedió en Castilla
en 1867 y 68, en que empezó á germinar
el trigo cuando estaba muy avanzada la primavera,
pero tan lánguida, pobre é ineficazmente,
que los granos que no quedaron inutilizados
por los hielos, sólo dieron señales de
vida para extinguirse poco después las endebles
matitas. Es el mes más desapacible de
todo el invierno; pero así y todo, es tanto

DIC — 536 — DIC
mejor en las regiones meridionales cuanto
más frío y seco se pronuncie. Generalmente
ese mes es el más frío del año en el hemisferio
septentrional; en Europa, por lo común, el
suelo está cubierto de nieve y la tierra helada
durante ese período del año, y de ahí que
los trabajos de campo se paralicen casi por
completo. Este mes fué llamado Deciqnber, el
décimo por los romanos, á causa de ser el último
entre los diez que señalaba su calendario
antes de la reforma de ÍTuma Pompilio. En
ese mes se celebran las fiestas de Navidad, y en
muchas comarcas agrícolas se pagan los arriendos
y el salario de los criados y mozos de labranza.
El invierno astronómico comienza el
22 de Diciembre, época del solsticio de invierno.
Durante ese mes deberá ocuparse el buen
agricultor en poner en claro sus libros auxiliares,
en hacer su inventario y en arreglar
sus escrituras para establecer el balance de
las ganancias y pérdidas. Terminadas las labores
del campo, en las regiones centrales y
septentrionales de Europa los labradores se
dedican á sacudir y limpiar el grano, á preparar
los linos y cáñamos; en la región meridional
de Europa, á la recolección de la aceituna,
á la fabricación del aceite y á la poda
de la vid. Se hace la suelta de los vinos en
los países que se emplean lagos para fermentar,
y se cargan con ellos las cubas; se trasvasan
ó trasiegan los que fueron desalojados de
los trullos ó toneles á últimos de Septiembre
ó principios de Octubre en los países meridionales,
y continúa el rehenchimiento de los
vasos que contienen vinos nuevos, al compás
de la evaporación que se verifica. Empieza la
venta de los que ya están en disposición de
salir al consumo. Los molinos de aceite empiezan
á funcionar en proporción que avanza
la recolección de la aceituna. También se cuida
de desgranar el maíz en las regiones en
que se cosecha ese cereal, y en todas partes
se pueden hacer reparos y composiciones en
los útiles y edificios dependientes de la explotación.
Algunos labradores hacen en ese mes
las siembras tardías, sobre todo allí donde no
se dejan barbechos, porque no siempre es
posible terminar las labores oportunamente;
pero ese retraso tiene inconvenientes graves
respecto del trigo, porque si cae una helada
cuando está en leche, se destruye completamente
la plantación; además es necesario
echar una tercera parte más de semilla por
lo menos, y de todos modos deberá sustituirse
el trigo de otoño por el de primavera.
En muchas partes se dedican los labradores
á arreglar los árboles y á la corta de leñas, y
á recoger hojas, brezos y malezas para basuras,
que extienden en los puntos por donde
transita mucha gente y mucho ganado para
que la trituren, y mezclan después con cal,
fosfatos ó guano. Como las heladas endurecen
el piso, es fácil acarrear estiércoles y otras
materias, como las aguas de estiércol, que se
emplean para abonar prados y llevar á éstos,
cuando son turbosos y húmedos, negro animal
y fosfatos fósiles, que casi siempre producen
buen efecto en terrenos tales.
Cuando lo permiten los temporales se debe
proseguir el descuaje de los montes, la roturación
de las praderas y la cava de los terrenos
en que se haya arrancado árboles. Si es necesario,
deberán abrirse zanjas en las tierras muy
húmedas, y se trazan regueras en los prados
ó se limpian las que existan ya.
En los huertos se hacen también muchas
labores, como el transporte de tierras, la formación
de arriates, la destrucción de matas y
los cambios de trazados, si no son las heladas
persistentes. Se pueden sembrar ciertas variedades
de guisantes; se recalzan ó aporcan las
plantas de romana temprana; se replantan
las coliflores, y se acollan los espárragos. Algunos
plantan lechugas en sitios abrigados,
remolachas tempranas, cohombros, melones
cantaloups, puerros, patatas marjolín, rábanos,
etc., etc. También se disponen abrigos, y
sobre todo para cubrir ciertas plantas, como
los fresales, y se coloca en los arriates y canias
calientes estiércol de cuadra seco para
evitar la acción de las heladas. En esa época
hay todavía muchas hortalizas, como berzas
de diferentes variedades, acederas, espinacas,
escorzoneras, perejil, ignamos de China, batatas,
coliflores, apio, cardo, lombardas, achicorias,
escarola, remolacha, patatas, cebollas,
espárragos, lechugas, estragón, etc., siempre
que se adopten las debidas precauciones. Se
siembran lechugas tempranas, berzas, guisantes,
habas, perejil y algunas otras plantas. Es
necesario ocuparse de descubrir las alcachofas
atadas durante el día y siempre que la temperatura
lo permita, pero cuidando de taparlas
por la noche. Deben arrancarse las raíces que
no soportan bien el frío, como las remolachas,
zanahorias y nabos. Aunque los hielos moderados
favorecen más que perjudican á las coles
de Milán, deben ponerse al abrigo de los rigores
del invierno antes de que empiecen á
tomar intensidad.
En las huertas de frutales, con tal de que
no hiele demasiado, no hay inconveniente en
proseguir la poda de los árboles, tales como
los perales y manzanos, durante las horas de
más calor. También conviene bañar los árboles
con agua de cal, á fin de destruir los musgos
y liqúenes que los hayan invadido, y se
reparan los enverjados y soportes de toda clase.
Se siembran en esa época castañas, avellanas,
nueces, membrillos, manzanas, etc., y se
raspan las semillas de piel dura, como almendras,
huesos de albaricoque y ciruela, para
apresurar su germinación. En los-jardines se
practican labores análogas.
Floricultura.—Se pueden plantar ranúnculos,
anemones, tulipanes, jacintos, narcisos
y demás cebollas que no tuvieron colocación
en tierra en los meses anteriores, pero buscando
siempre exposiciones abrigadas al Mediodía.
Se procura con esmero sostener la
temperatura en las estufas é invernaderos,

DIC — 537 —
pero sin dejar de airear y dar luz á las el desarrollo de las más recomendadas pro­
plantas para que no se ahilen.
piedades del tocino, 3' de consiguiente se hará
El ganado exige cuidados especiales du­ uso del trigo, las habas 3' los guisantes sobre
rante ese mes; se continuarán observando con todo. También es recomendable aumentar el
las reses caballares los cuidados que ya. se número de comidas, disminuyendo la cantidad
recomiendan para el mes de Noviembre; se de substancia en cada una. Aun cuando el
proseguirá el engorde de los bueyes, mante­ frío molesta poco á los cerdos cebados, no
niéndolos en establos bien abrigados y sin es­ debe olvidarse que engordan con ma3'or rapicatimar
el pienso. Allí donde abunden los nadez en los recintos abrigados que en los exbos,
se utilizarán éstos, y donde haya fábricas puestos á la acción de los vientos de cualquier
de azúcar de remolacha, deberá desempeñar un dirección; de ahí que las porquerizas deban
papel importante en el pienso la pulpa, que estar en comunicación con el establo si son
nunca habrá de administrarse sola, sino mez­ pequeñas, ó que se caldeen en las grandes exclada
con heno ó paja menuda, para evitar plotaciones. De las demás condiciones higié­
diarreas. En algunas comarcas pueden ennicas que han de tener, no trataremos aquí.
viarse los ganados á las praderas durante ese También se han de mantener abrigados el ga­
mes, pero será necesario dai'les por la noche llinero y el palomar, 3' colocar en ellos de dos
heno ú otro pienso seco. Se deberán separar­ en dos días agua templada para bebida de las
las ovejas de cría que estén muy avanzadas, aves. Es igualmente necesario inspeccionar
del resto del rebaño, y convendrá mantener las colmenas durante las heladas fuertes, para
el aprisco caliente y seco, pero cuidando de tapar todos los agujeros 3' hendeduras que
que se ventile bien cuando se hallen pastando puedan haberse formado, excepto el de entra­
las ovejas. Cuando éstas no encuentren sufida y salida, 3- se distribuirá miel en ellas, si
ciente pasto, deberá dárselas pienso, y si salen se han agotado las provisiones de las abejas,
poco, es necesario que tengan á su disposición durante los días serenos 3' de sol por supues­
agua en abundancia para beber y aun piedras to. Como el conejo 3' otros animales de caza
de sal gemina. Es beneficioso convertir el causan grandes destrozos en los tallares, roagua
en ferruginosa, echando en ella hierro 3'endo la albura y la corteza, es necesario
viejo. Cuando se prepare manteca, se cuidará perseguirlos ó suministrarles comida.
de introducir la base de la mantequera en
agua caliente, para que la temperatura de la
crema varíe entre 14 y 16" centígrados. Si no
se pueden tener los ganados en los establos y
cuadras por no poderlos sostener á pienso seco,
se llevan á los invernaderos habilitados, con
buenas majadas 3' cobertizos, á fin de suministrarles
pastos, forrajes 3' paja con que sostenerlos
en carnes ó acabar su cebo, según el
pienso de que se dispone. No se sacan á pastar,
aun con buen tiempo, hasta las diez de
la mañana, en que se ha evaporado la escarcha,
3' se les hace volver con sol; pero no
saldrán de ninguna manera de las majadas y
cercados contiguos cuando hace mal tiempo ó
está miy pesado el suelo. Se tendrán con separación
los becerros y crías de menos de dos
anos, para que no les arrebaten su pienso los
mayores, y se procurará el mayor esmero 3'
limpieza en las ferradas 3' corralizos, dando
salida á las aguas sucias á los estercoleros,
para que no se encharquen los pisos en esta
época de fríos, en que tanto aumenta la secreción
de la orina. El mes de Diciembre es entre
labradores la época,de la matanza de los
cerdos, 3' de consiguiente la temporada en que
hay que adoptar más precauciones para el
cebo de esos animales, puesto que, á medida
que adquieren grasa, son más exigentes en la
alimentación. Es necesario aumentar la ración
en cantidad 3' calidad, y de ahí la, necesidad
de que sea mayor la proporción de aquellos
elementos nutritivos que, como los granos,
contienen gran masa de substancias asimilables
en pequeño volumen. Durante los quince
ó veinte días que preceden á la matanza, se
darán á los animales comidas que favorezcan
DICOTILEDÓNEAS (Botánica) .—Nombre
dado primeramente por De Jussieu y después
por De Candolle á uno de los primeros
grupos en que estos célebres botánicos dividieron
las plantas.
Las cotiledóneas, llamadas de esta manera
por estar provistas de cotiledones, fueron llamadas
fanerógamas por Linneo, por tener
bien manifiestos los estambres 3' los pistilos
de sus flores, 3' las llamó vasculares De Candolle
por la abundancia de vasos que tienen
en todas las épocas de su vida. Están caracterizadas
por sus semillas, compuestas de un
embrión rodeado de vesículas y provisto de
un cotiledón simple ó múltiple; por su organización
vascular, 3 r
por los estomas de su epidermis.
Se dividen en dicotiledóneas y monocotiledóneas.
Las plantas dicotiledóneas tienen dos cotiledones^
si tienen más están dispuestos en
verticilo; su tallo está compuesto de dos distintas
clases de tejidos: una forma la corteza
y otra un cuerpo fibroso, 3 r
sus hojas son angulinérveas,
reticuladas j'de nervios ramificados.
En las especies arbóreas el cuerpo fibroso
constituj'e la madera, llamada leño en su
parte interna, donde está completamente formada,
3 r
albura al exterior, por donde está
formándose; en el eje del tallo existe la médula,
que se comunica con la corteza mediante
conductos llamados radios medulares, y el
grueso del tallo aumenta anualmente por la
formación de una capa leñosa junto á las que
se engendraron en años anteriores: de donde
resulta que la madera del interior es más antigua
y más dura que la externa; 3' esta circunstancia
de producirse por. fuera el incre-
Dic—IY 35

DIC — 538 — DID
mentó, ha dado lugar á que las plantas dicotiledóneas
se llamen exógenas por otro nombre.
Las dicotiledóneas se dividen en cuatro grupos,
atendiendo á algunos caracteres de sus
flores: talamifloras, calicifloras, corolifloras
y monoclanúdeas.
M. Sánchez Bruil.
DICOTILEDÓNEOS—Vegetales de dos
cotiledones. (V. Dicotiledóneas.)
DÍCTAMO (Dictamus, Lin.).—I. Fresnillo.—
Género de la familia de las Rutáceas
de J. y de la Decandria monoginia de Linneo.
Sus caracteres genéricos, cáliz caduco, muy
pequeño, con cinco divisiones profundas , cinco
pétalos desiguales, diez estambres, filamentos
inclinados lateralmente, erizado de tuberosidades
glandulosas; un ovario superior
un poco pediculado. El fruto está compuesto
de cinco cápsulas comprimidas; cada una contiene
dos simientes.
El Dictamus albus, díctamo real ó blanco,
es una planta digna de ocupar un puesto en
los jardines. Agradable por sus hojas lucientes
y abundantes, que por sus bellas espigas de
flores blancas ó purpurinas, lo es también por
el fenómeno luminoso que ofrece en los días
buenos del estío, al salir la aurora, como á los
crepúsculos. Todas sus partes están cubiertas
de gran número de vesículas ó de glándulas
llenas de un aceite volátil que en los grandes
calores produce alrededor de la planta Un
fluido etérico que, arrimando una vela encendida,
ese fluido se inflama, y sin perjudicar
á la planta, forma una aureola luminosa.
Se cultiva en los países cálidos; no resiste
las heladas.
II. Esta planta, cuya celebridad como medicinal
alcanza á la más remota antigüedad,
según los relatos de los escritores griegos y romanos,
y que hizo escribir á Virgilio el siguiente
verso:
TLic Venus, indigno nabi concuasa dolare
Dicbamnus genitrix cretcea carpit ab Ida
JPicbscibus caulem foliias eb flore comantem
Purpureo; non illa feris incogniba capris
Qramina quum bergo volueres htssere sagitbíB.
Hoy la observación severa ha despojado al
díctamo de sus quiméricas y mitológicas virtudes
medicinales.
Las hojas y los tallos del díctamo producen
un olor fragante, y un sabor fuerte, aromático
y amargo. Por la destilación se extrae
una cantidad pequeña de aceite volátil, de color
amarillo rojizo, de gusto áspero-aromático,
de olor muy penetrante, que pasa casi en totalidad
á la tintura alcohólica que con la planta
se prepara.
La raíz tiene un olor fuerte y aromático,
sabor ligeramente agrio y amargo. Aunque
' esta planta produce mejores efectos cuando se
cría silvestre, y en el país de su origen, de
donde se provee á la farmacia, no siempre
surte los efectos que se le asignan, porque
procede de los jardines, sin embargo, se la
considera que reanima las fuerzas musculares,
remedia la debilidad de los humores serosos y
sirve como vermífugo de las primeras vías; la
raíz en polvo, incorporada con un jarabe, se
administra también (1).
J. de Hidalgo Tablada.
DICHOPSIS. —Género de plantas de la
familia de las Sapotáceas. (V. Anusep.)
DIDÁCTILO.— Denominación aplicada á
los animales cuyo pie se divide en dos dedos,
como, por ejemplo, los rumiantes.
DIDELFOS.— Son animales vertebrados
mamíferos, que están caracterizados por tener
huesos marsupiales y bolsa ó repliegues en el
abdomen. JSÍO tienen placenta ni cloaca.
Su alimentación es varia, y su sistema dentario
ofrece grandes modificaciones. En algunas
especies hay más de seis incisivos en la
mandíbula superior, con los caninos bien manifiestos,
y en otras hay solamente dos incisivos
en la inferior; los molares son unas veces
comprimidos, otras erizados de puntas
cónicas. La longitud del tubo digestivo y la
forma del estómago son variables.
En los órganos de la generación hay grandes
modificaciones. Los testículos están fuera
del abdomen y colocados delante del pene; la
matriz está formada de dos porciones laterales
en forma de tubos, cada una de las cuales
comunica con la vagina por orificio distinto.
Las mamas, con frecuencia numerosas, se hallan
en el abdomen, formando un semicírculo
ó semielipse, y una de ellas en la línea media.
El embrión no se fija en la matriz, por
carecer de placenta el cordón umbilical.
Se encuentran en América y con más abundancia
en la Australia. Se dividen en zoófagos
y fitófagos, atendiendo á su alimentación,
relacionada con su sistema dentario; los primeros
tienen caninos bien desarrollados, y los
segundos carecen de estos dientes.
J. Olmedilla.
DIDINAMIA (Botánica). — Clase de
plantas del sistema de Linneo, caracterizada
por tener órganos sexuales visibles, cou flores
hermafroditas, cuatro estambres libres y desiguales,
dos más largos que los otros dos. Es
la clase que forma el número catorce en el
orden de las establecidas por el ilustre naturalista
sueco, y suprimida después por algunos
que modificaron dicha clasificación, como
aconteció con Cavanilles, que la incluyó en la
tetandria, ó sea plantas que tienen cuatro
estambres, sin atender á la condición de la
igualdad relativa de los mismos.
En la didinamia se establecen dos órdenes:
el primero llamado gymnospermia, ó de semillas
desnudas, y el segundo angyospermia, ó
de semillas cubiertas.
Están comprendidas en la clase didinamia
gran número de plantas útiles por diversos
conceptos. La salvia, el cantueso, el romero,
tomillo, espliego, hisopo, y la mayor parte
de las comprendidas en la familia de las La-
(1) Jílore medícale, par MM. Chaumeton, Poiret.,
Chamberet, etc., tomo III. —

DIE — 539 — DIE
biadas, que se emplean en la industria, en
la medicina y en la farmacia por sus preciosos
aromas y sus cualidades dignas de gran
estima.
J. Olmedilla.
DIENTES (Anatomíay Fisiología).—Órganos
compuestos de substancias duras, compactas,
que afectan diferentes formas, según
las funciones que están llamados á desempeñar.
Se hallan implantados en las mandíbulas,
y sirven para la prensión de los alimentos,
para su masticación, y á veces, sobre todo en
los carnívoros, como armas de ataque y defensa.
Por su densidad, su aspecto físico y su
composición química, los dientes tienen analogía
con los huesos, y difieren de éstos por
la manera de formarse y los usos á que se destinan.
En efecto; esos órganos tienen grandes
analogías con los cuernos y los pelos por la
forma en que se desarrollan y por su estructura.
Tienen también una matriz de formación,
un bulbo que los segrega, y como aquéllos
, brotan y crecen hasta su completo desarrollo.
Configurados como un tubérculo en
un principio, los dientes se forman en el fondo
del alvéolo, separan las láminas óseas de
los maxilares á medida que van creciendo,
acaban por desgarrar la encía que los cubría
y forman las series ó hileras que todo el mundo
conoce. Los dientes están compuestos de
dos substancias muy distintas: una interna, de
color blanco amarillento, denominada marfil,
y otra externa, que cúbrela precedente, y es
más dura y compacta que aquélla; es de color
blanco nacarado, y se llama esmalte. A medida
que aumenta la edad de los animales, se
forma una tercera substancia que se ha llamado
impropiamente sarro.
Según los puntos de los maxilares cuyos
dientes examinemos, la forma de esos órganos
es distinta, no solamente en el mismo animal,
sino en las diferentes especies de animales
que se conocen. En el caballo, por ejemplo,
los incisivos se hallan colocados en la parte
anterior á la extremidad de los maxilares, y
se ajustan de manera que constituyen verdaderas
pinzas para sujetar los alimentos. Las
mismas caras superiores se hallan provistas
durante la primera edad de una cavidad mediana
transversal, que forma desigualdades,
las cuales facilitan la prensión de la hierba
fina, é impiden que se escape ésta. En cierta
manera esas desigualdades semejan á las de
las pinzas que se emplean en las artes, en la
zapatería, carpintería, etc., cuyas ranuras
transversales evitan que se escapen los objetos
que se trata de sujetar. Así el caballo puede
cortar las más finas y menudas hierbas casi
al ras del suelo. Si examinamos los dientes
llamados molares, veremos que su cara superior
es cuadrangular, para facilitar su ajuste
y disposición en serie, á la manera de las losas
ó ladrillos de un pavimento. El conjunto de
esos molares así dispuestos forma una superficie
llana y prolongada', que corresponde con
otra igual del maxilar opuesto y ofrece las
mismas asperezas. Se comprende, pues, que
cuando frotan una contra otra esas dos superficies
rugosas, gracias al movimiento de las
mandíbulas, se trituren las substancias interpuestas,
como el grano entre las dos piedras
de un molino ó cualquier substancia bajo la
acción de la lima. Los molares no desempeñan
otra función en los herbívoros; obran como
verdaderas muelas de molino que desmenuzan
los alimentos, y sus asperezas se renuevan insensible
y constantemente. La naturaleza ha
facilitado la acción de los órganos dentarios
formándolos de substancias diferentes por su
densidad; la substancia ebúrnea, como menos
dura, se gasta más pronto que el esmalte, el
cual forma siempre salidas, y de ahí que la
tabla del diente pueda siempre frotar y conserve
las asperezas que facilitan sus funciones.
En el buey, en la cabra y en el carnero,
como en todos los rumiantes, las mandíbulas
presentan casi idénticas disposiciones que en
el caballo para morder y triturar los alimentos.
Pero los incisivos no tienen los mismos
caracteres en esos animales. La mandíbula superior
está desprovista de esa especie de dientes,
los cuales se hallan sustituidos por un
callo fibroso. Los incisivos de la mandíbula
inferior tienen la figura de pequeñas paletas,
con el borde cortante, que sirven para cortar
la hierba más bien que para sujetarla, y también
para arrancarla comprimiéndola contra
el cuello de la mandíbula superior.
En los cerdos, que se alimentan de raíces
y de frutos, y que pueden ser considerados
como omnívoros, las mandíbulas se parecen á
las del hombre por su conformación. Sus incisivos
están inclinados hacia adelante para
coger los objetos; están provistos de dientes
caninos ó colmillos, y éstos adquieren gran
desarrollo en los machos que no han sido sometidos
á la castración, sobre todo en el jabalí,
que se sirve de ellos como de una arma temible.
En el perro y en el gato el conjunto de
órganos dentarios es cortante, con excepción
de algunos pequeños tubérculos colocados en
las bases de las coronas. Esas especies de dientes
sirven para cortar la carne en la forma en
que se ejecutaría con unas tijeras. Los incisivos,
pequeños y diminutos en los carniceros,
sirven para sujetar los alimentos, y sus funciones
son de poca importancia. Los caninos son
los que esos animales utilizan para sujetar la
presa, empleándolos cual si fueran garfios, y
los que sirven para desgarrar las carnes.
Los dientes, precioso recurso para la clasificación
de los animales en zoología, son 40 en
el caballo, incluyendo los colmillos; 36 en la
yegua solamente, y 32 en las reses lanares,
cabrías y vacunas; el cerdo tiene 12 incisivos,
4 caninos y 28 molares. También sirven esos
órganos á los agricultores para conocer la
edad de los animales. (V. Edad.) Los órganos
del sistema dentario, según se desprende
de lo dicho, se dividen en tres series: dientes
incisioos, caninos ó colmillos y molares; los
I primeros ocupan la entrada de la boca, donde

DIE — 540 — DIB
forman arcos,- los segundos los bordes palatinos
de los grandes submaxilares y las ramas
descendientes de las mandíbulas, donde forman
series; los colmillos ó caninos, de forma
cónica siempre, y que sólo aparecen en la segunda
dentición, ocupan el punto medio entre
los caninos y molares, y aparecen en ambas
mandíbulas y á los dos lados.
Generalmente los animales domésticos no
padecen enfermedades de los órganos dentarios;
en cambio son frecuentes las irregularidades
en la colocación, en el desgaste, las
caries y las fracturas. Los herbívoros ejecutan
la masticación por medio de movimientos
bastante complicados, ó sea en sentido lateral
y en sentido de adelante hacia atrás y de
atrás hacia adelante, que se llaman movimientos
de diducción, y de propulsión y retropulsión.
Además, en el caballo el arco dentario
superior es más ancho que el iuferior,
y de ahí la desigualdad en el desgaste y las
irregularidades, determinadas en ocasiones
por la dirección viciosa de los dientes ó polla
caries. En ese caso los molares superiores
presentan en su parte externa salientes que
hieren los carrillos, convierten en dolorosa la
acción délas mandíbulas y provocan una abundante
salivación. En tales casos, los animales
acaban por dejar de comer y retienen á veces
alimentos entre el aparato dental y los carrillos,
con lo que la boca exhala un olor fétido.
El tratamiento de ese desarreglo consiste en
limar las puntas salientes. La caries dental se
caracteriza por la desagregación más ó menos
paulatina de la substancia de los dientes. A
veces se localiza en un punto del órgano,
apareciendo con frecuencia en la cara superior,
y en ocasiones en las laterales; aumenta
en profundidad poco á poco; traza una cavidad;
ésta se llena de materias en fermentación,
y exhala un olor infecto. Se han señalado
como causas de esa afección los traumatismos,
ciertas substancias alimenticias, la acción química
de las aguas y la de los condimentos ácidos.
Pero únicamente se puede afirmar que el
padecimiento se transmite casi siempre por herencia.
Los dolores que acompañan á la caries
hacen la masticación lenta y difícil; cuando
se exacerban, los animales dejan de comer,
mantienen la boca abierta durante algunos
instantes, dejan caer los alimentos al suelo ó
en el pesebre, y sale de la boca una saliva viscosa
y característica. Los alimentos ingeridos
quedan mal triturados, y de ahí las malas digestiones,
la nutrición insuficiente y el enflaquecimiento.
También exhala hedor la boca
en esos casos, porque las resesretienen alimentos
á medio masticar entre las encías y las mejillas,
y el órgano careado presenta á veces
una mancha negra que se deja penetrar por
la sonda, y otras una cavidad más ó menos
extensa y profunda, no faltando tampoco en
ocasiones un flegmón ó tumefacción en la encía,
considerable con frecuencia y debido á
una periostosis alveolar. El único tratamiento
que puede recomendarse contra la caries en
el caballo y en el buey es la extirpación. En
el perro no se ha observado basta ahora ese
padecimiento. También son raras las fracturas
de dientes en los animales; por lo común
son debidas á caídas, á golpes violentos sobre
la parte inferior de la cabeza. Es inútil entonces
intentar reunir los fragmentos; hay que
limitarse á arrancar la parte que ha de desprenderse
, y á limar los ángulos y aristas que
presente la parte que haya de conservarse.
Cuando uno ó varios dientes supernumerarios,
llamados dientes de lobo, entorpecen la
función de las mandíbulas, es necesario proceder
á su extracción. Generalmente suelen
ser esos dientes de leche, que no se caen y
hacen tomar direcciones anormales á los de
la edad adulta.
DIETA (Veterinaria).—Régimen de abstinencia
alimenticia más ó menos rigurosa,
según el género de enfermedad que la reclama.
La dieta es un medio para debilitar, que
se emplea con frecuencia en las enfermedades
inflamatorias, especialmente cuando los
pacientes son animales jóvenes. Muchas veces
es un procedimiento indicado por la misma
naturaleza para el tratamiento de las enfermedades
, y hasta tal extremo que los mismos
animales se someten á él, rechazando toda
clase de alimento. Cuando los enfermos conservan
el apetito es preferible á una dieta
absoluta la llamada dieta blanca, ó sea la alimentación
con bebidas en que se hayan disuelto
harinas.
DIEZMO. —Parte de los frutos, generalmente
la décima, que pagaban los fieles á la
Iglesia; derecho de 10 por 100 que se pagaba
al rey, del valor de las mercaderías que se
traficaban y llegaban á los puntos, ó entraban
y pasaban de un reino á otro, donde no estaba
establecido el almojarifazgo/Llamábase tal tributo
diezmo de la mar ó diezmo de puerto seco,
conforme el paraje donde estaban las Aduanas.
Los diezmos eclesiásticos se clasificaban en
reales, personales y mixtos. Los reales ó prediales
se percibían de los frutos de la tierra,
trigo, vino, aceite, etc.; los personales, de
las ganancias ó adquisiciones obtenidas por
industria, como la caza, los productos manufacturados
y las utilidades comerciales, y mixtos
eran los que se cobraban de cosas procedentes
en parte de la industria y en parte de
los predios, como los percibidos de los corderos,
de las lanas, de la leche, de los molinos,
de las pesqueras, etc.; diezmos que también
se consideraban como reales. La diferencia
entre los diezmos reales y los personales estribaba
en que los primeros se pagaban á la
iglesia del distrito en que se hallaban situados
los predios ó heredades, y los segundos á
la iglesia en que se recibían los Sacramentos;
aquéllos sin deducir gastos, y éstos hecha esa
deducción. También se dividían los diezmos en
antiguos y nuevos, que se pagaban según costumbre,
ó eran impuestos por la autoridad
eclesiástica sobre algunas cosas que antes no
las pagaban, ó en la misma cuota al menos.

DIE — 541 — DIE
Los interesados podían recurrir en el segundo
caso al Supremo Consejo y posteriormente
al Supremo Tribunal de Justicia, y aun al
juez de primera instancia en alzada contra la
autoridad eclesiástica, y los mencionados tribunales
resolvían definitivamente.
No nos toca aquí discutir la legitimidad de
la supresión de los diezmos por el poder civil;
respecto de la conveniencia de esa supresión,
las opiniones están muy divididas, siquiera
la generalidad se incline á considerarla
beneficiosa para la agricultura. Los que la
juzgan perjudicial, advierten que era el impuesto
más llevadero para los contribuyentes,
más pingüe para el Estado y más adecuado
para el sostenimiento de la Iglesia. La supresión,
lejos de aliviar á los labradores, dicen,
ha inferido graves perjuicios al que cultivaba
tierras propias, porque en lugar de una contribución
en especie, pagada cuando había
medios, voluntaria y proporcional á lo qué se
recogía, se han impuesto después contribuciones
en dinero, forzosas y de cuotas fijas, sea
buena ó mala la recolección. Los colonos salieron
perjudicados, porque los propietarios
aumentaron el precio de los arriendos.
Las prestaciones decimales, combatidas con
vigor desde mediados del pasado siglo por los
que comenzaban á echar las bases de la economía
política, recibieron un golpe grave aquí
en España el año 1821; fueron restablecidas
en todo su vigoren 1823, y desde 1834 á 1841
fueron sufriendo modificaciones que acabaron
por su extinción total en el último año citado.
Por decreto de 29 de Junio de 1821 quedaron
reducidas las cuotas decimales y primiciales
á la mitad, cuyo producto se destinó
exclusivamente á la dotación del culto y clero,
siendo los partícipes legos indemnizados
con bienes raíces rústicos y urbanos, censos,
foros, rentas y derechos del clero, y de las
fábricas de las iglesias. Derogado ese decreto
por otro que expidió la regencia en 6 de Junio
de 1823, se pidió nuevamente la supresión
por ley de Julio de 1837, la cual disponía
que todos los derechos que componían la
coutribución llamada de diezmos y primicias
deberían cobrarse durante aquel año; pero
declaraba que pertenecían exclusivamente al
Estado, y de su importe total habría de aplicarse
la mitad á las obligaciones del culto,
clero y partícipes legos, en proporción de sus
respectivos derechos, y la otra mitad al Tesoro
público. Otra ley de 30 de Junio de 1838
mandó que continuaran aquel año las mismas
prestaciones, reservándose el Gobierno la tercera
parte de los productos y cargando sobre
las dos restantes, además de las obligaciones
antes enumeradas, la mitad de las asignaciones
de los regulares de ambos sexos, la mitad
de las cuotas de los partícipes legos y de los
establecimientos de instrucción, beneficencia
y hospitalidad, y la mitad de cualquiera otra
carga de justicia que tuviere el acervo decimal.
No habiéndose resuelto esa grave cuestión
en forma definitiva, se mandó por Eeal |
decreto de 1.° de Junio de 1839 que se pagase
la mitad del diezmo y primicia con calidad
de á buena cuenta de lo que las Cortes votasen
para sostener el culto y clero, y cubrir
otras obligaciones perentorias del Estado; se
facultó á los contribuyentes para pagar en
especies ó en dinero; se reservó para el Estado
el tercio de los productos, y se redujo á la
mitad el derecho de los copartícipes en los
tercios restantes, según la ley de 30 de Junio
de 1838.
En 16 de Julio de 1840 se promulgó la ley
de dotación del culto y clero, por la cual, quedando
la primicia destinada exclusivamente
al culto divino, pero fijando su máximum en
una fanega de trigo ó su equivalente, se señaló
para el clero el 4 por 100 de todos los
frutos de la tierra y productos de la ganadería
sujetos á la antigua prestación decimal;
se conservó á los establecimientos piadosos y
benéficos el derecho á percibir sus consignaciones
proporcionalmente, y se libertó al acervo
común de las pensiones alimenticias de lasreligiosas,
para las cuales se aplicaron los
fondos de Cruzada. Por fin, en 31 de Agosto
de 1841 se promulgó una ley que derogaba
la anterior; fundó la dotación del culto y clero
sobre los derechos de estola, productos de
memorias, obras pías, celebración, rentas de
beneficios eclesiásticos poseídos por personas
legas aunque capaces de órdenes sagradas,
rendimiento de capellanías y beneficios de libre
presentación, y 75 millones de reales vellón,
repartidos entre todas las provincias del
reino, quedando suprimida definitivamente
toda clase y cuota de diezmos y primicias.
DIFTERIA f Veterinaria J.— Estado mórbido
general, caracterizado al principio por
una fiebre más ó menos intensa, y que se localiza
después en las mucosas, las cuales se
inflaman y se cubren de falsas membranas
amarillentas, llamadas exudaciones crupales.
Se presenta esa afección muy raras veces en
las reses lanares y de cerda, y en cambio es
frecuente en todos los volátiles domésticos.
En las reses vacunas se localiza en el aparato
respiratorio (angina) ó en los intestinos (enteritis).
En la angina diftérica se observan
síntomas graves, á saber: fiebre, falta completa
de apetito, suspensión de la rumia, tos
frecuente y ronca, dolores en la garganta á
la menor presión, respiración penosa, constipación,
circulación acelerada é inyección de
las conjuntivas. Durante los accesos de tos,,
los enfermos expelen con frecuencia trozos
de falsas membranas, produciéndose entonces
una momentánea mejora, para observarse al
cabo de algún tiempo que los síntomas recobran
su gravedad. Muchas veces se advierten
de día ó de noche exacerbaciones de algunas
horas, seguidas por remisiones de mayor duración.
En el cerdo no se definen tan bien los
síntomas del padecimiento; se nota principalmente
inapetencia, tos y grandes dificultadespara
respirar. La marcha de la angina es muy
diversa, según las circunstancias; con mucha

DIF — 542 — DIF
frecuencia es rápida, y termina con la muerte
cuando no interviene pronto y con remedios
enérgicos el veterinario. Cualquiera forma
que revista, solamente por excepción bastan
los esfuerzos de la naturaleza para que la curación
se realice.
La enteritis diftérica es mucho más rara
que la angina; se revela su aparición por la
inapetencia, los dolores abdominales y la
fiebre. Los excrementos son secos en un principio,
y están cargados de mucus; después se
reblandecen y son expelidos con trozos de
falsas membranas más ó menos espesas. Estas
presentan en ocasiones una forma cilindrica,
análoga ala del tubo intestinal en que se han
formado, y en otras esos coágulos fibrinosos
cilindricos tienen una longitud de varios metros,
y se han confundido á veces con el
mismo intestino. Después de expulsadas las
falsas membranas, el padecimiento suele seguir
el proceso de la resolución, los enfermos
recobran el apetito, pero persiste la diarrea
á menudo durante semanas enteras, y la convalecencia
se prolonga. Se ha preteudido que
esas afecciones de naturaleza diftérica podían
desarrollarse bajo la influencia de causas muy
comunes; se ha invocado como una de ellas la
mala constitución de los animales, y aun los
enfriamientos y la acción brusca del frío en
los animales cuando se hallan transpirando;
pero hoy día, aun cuando no sea bien conocida
la naturaleza de la diarrea diftérica, se
la considera como una enfermedad parasitaria,
determinada por un germen específico, un
micrococcus ó un hongo. Como todas las enfermedades
parasitarias, solamente tiene al
parecer una causa: el contagio.
Se combate la angina diftérica de las reses
vacunas con la sangría, la medicación revulsiva,
sinapismos en el antebrazo y en la parte
plana de los muslos, fricciones vexicantes en
la garganta y en la parte superior del cuello;
con brebajes eméticos, genciana, sauce, bayas
de enebro ó nebrina, y también con estimulantes,
cuando se notan en los enfermos síntomas
de gran debilidad. La enteritis pseudomembranosa
se trata con bebidas alimenticias
tibias, adicionadas con ácido fénico ó
tintura de yodo. Siempre deberán aislarse los
animales, y habrá de procederse á la desinfección
del local, ya sea establo ó porqueriza.
Ya hemos dicho que la difteria es una enfermedad
muy frecuente en las diferentes especies
de volátiles; en los gallineros, pajareras
y palomares causan tantas pérdidas que
no es exagerado suponer que muera atacada
de ella la cuarta parte de las aves, siendo
más frecuente que en las demás especies, en
los faisanes, las perdices, las palomas, y los
colines ó cocolines de Méjico. Aun en un mismo
género de aves hay especies ó variedades
en que se ceba con especialidad, observándose
eso en las perdices rojas con relación á las perdices
pardas, y en los faisanes de variedades
raras con relación á los faisanes más comunes.
Las formas en que se presenta esa difteria son
sumamente variadas; se pueden encontrar lesiones
en todos los aparatos orgánicos, necesitándose
á menudo practicar la autopsia para
averiguar dónde se había localizado el padecimiento;
en otras ocasiones se puede determinar
cuál es el órgano afectado, aun antes de
que el animal muera, cual ocurre con las formas
bucal, faríngea, oftálmica, cutánea y
nasal. La difteria bucal y faríngea, llamada
también crup y chancro, - se caracteriza por
formaciones amarillentas, caseosas y más ó
menos duras eu las mucosas de la boca y de
la faringe. A veces consiste en un simple barniz
amarillo que cubre la lengua (pepita);
otras se traduce por una lesión más grave y
más extensa. Se observa sobre la lengua y
sobre los lados de ésta, hacia la base, una
zona tumefacta, realzada y que sostiene una
producción diftérica amarillenta y adherente
á la superficie enferma (chancro), y cuando
tiene el padecimiento su asiento en la garganta,
determina alteraciones fáciles de observar
abriendo el pico de las aves enfermas. La
difteria nasal se reconoce por una fluxión serosa,
por los frecuentes estornudos ó por la
formación de depósitos amarillos en el fondo
de las narices ó en la hendedura palatina.
Casi siempre coexiste con la forma oftálmica,
que se revela por el lagrimeo, la tumefacción
de las pupilas y el desarrollo entre éstas y el
ojo, de falsas membranas que cubren más ó
menos completamente el globo ocular. La
materia diftérica puede acumularse en la cavidad
de la órbita, desviar el ojo y formar por
debajo de él, en la parte anterior ó posterior,
abultamientos análogos á los abscesos. Las localizaciones
muscular y cutánea de la difteria
son más raras que las precedentes. Consisten
en unos nodulos desarrollados en los puntos
superficiales de los músculos ó en. el tejido
conjuntivo subcutáneo. La piel, levantada á
mayor altura que ordinariamente, se adelgaza
y acaba por romperse ó perforarse, y hallándose
al descubierto el islote diftérico, su
extracción es fácil. Las localizaciones viscerales
de la difteria se traducen por síntomas
variables. Aun cuando los enfermos continúen
alimentándose, se observa en ellos á veces un
enflaquecimiento progresivo, y al cabo de un
período más ó menos largo sobreviene una
diarrea persistente que acaba con aquéllos.
La afección en sus diferentes formas se presenta
unas veces con carácter agudo y otras
con carácter crónico, y aun en ocasiones con
grandes períodos de remisión. Su duración
varía entre límites muy lejanos y que oscilan
entre algunos días, y seis meses, un año y hasta
dos. Las formas secas, y á las cuales no
acompaña el catarro, no extenúan á los animales
y son muchas veces compatibles con la
vida. Las aves no experimentan malestar
apreciable, pero pronto ó tarde surgen fenómenos
de expulsión que debilitan á los animales
y acaban por causarles la muerte. La
difteria de las aves es esencialmente contagiosa;
su período de incubación varía desde

DIG — 543 — DIG
cuatro días á dos semanas; no se transmite á
las demás especies de animales domésticos ni
al hombre. Su agente específico es de diferente
naturaleza que el de las afecciones diftéricas
en las reses vacunas y de cerda.
Así que se advierta la presencia de la difteria,
es necesario proceder al aislamiento de
los enfermos y de los animales sospechosos;
después deberá desinfectarse el local, limpiándole
minuciosamente y lavándole primero con
agua caliente y después con ácido sulfúrico
disuelto en la proporción de 25 gramos por
cada litro de agua. Se distribuirá á los animales
enfermos el grano en gamellas especiales,
á fin de evitar que le manchen con las deyecciones,
que á su vez pueden contener gérmenes
diftéricos. Durante un período de un mes
ó seis semanas, y aun más largo si fuese preciso,
se dará á los enfermos y á cuantos animales
hayan estado expuestos al contagio,
para beber, agua con 2 gramos de ácido sulfúrico
por cada litro. Deberán separarse con
un punzón romo las producciones diftéricas
de la boca, la garganta y los ojos, y después
se modificará el estado de las superficies enfermas,
si son la mucosa bucal ó la faríngea,
con la tintura de yodo ó el nitrato de plata, y
si es la mucosa ocular, con el licor de Van
Swieten. Cuanto á los tumores diftéricos subcutáneos,
se hacen en ellos incisiones, se extrae
la substancia que contengan y se cauterizan
sus paredes con la tintura de yodo. Se
puede consumir sin escrúpulo alguno la carne
de las aves atacadas por la difteria.
DIGESTIÓN (FisiologíaJ.—Función animal,
la más importante de la nutrición, en
virtud de la que se preparan los alimentos
para ser conducidos al torrente circulatorio,
después de haber experimentado profundos y
trascendentales cambios.
Comprende diversos actos, que se conocen
con el nombre de fenómenos mecánicos y químicos.
Entre los primeros se hallan la prensión
de los alimentos, la masticación, deglución
y defecación, y comprenden los segundos
la insalivación, quimificación y quilificación.
Es, pues, una función compleja, y resultado
de varias operaciones fisiológicas.
La prensión de los alimentos se verifica
de diversos modos, según las especies animales.
Ya son las extremidades torácicas, ya la
misma boca, ó también algún órgano que se
halle destinado especialmente al referido empleo.
Una vez introducidos los alimentos en el
interior de la cavidad bucal, se encuentran
sometidos á la acción de las mandíbulas y de
los dientes, para que tenga lugar la masticación.
Este acto tiene por objeto dividir los
alimentos sólidos, para que sufran más fácilmente
la acción de los líquidos del tubo digestivo.
La masticación perfecta facilita la
buena digestión. Los alimentos vegetales necesitan
todavía una masticación mayor. Por
eso los animales que se alimentan de substancias
vegetales, mascan más tiempo sus ali­
mentos que los carnívoros. Los caballos viejos,
cuya dentadura está ya muy desgastada,
estarían expuestos á una muerte por insuficiencia
en los alimentos, si no tuviesen el indispensable
cuidado de dividir la paja y triturar
el grano que se les da para su alimentación.
La masticación se practica con los dientes,
cuya forma es adecuada á sus usos. Así es que
los incisivos no tienen en rigor superficie de
masticación, están destinados á cortar ó dividir
las substancias, como lo dice su nombre;
al paso que los molares son los que presentan
una verdadera superficie de masticación, y
son los que más propiamente efectúan esta
operación.
La carne y materias nitrogenadas se digieren
tanto mejor cuanto la masticación ha
sido más perfecta. Pero esta operación, sin
embargo, no hay necesidad de llevarla muy
lejos, pues los animales carnívoros no hacen
más que desgarrar los alimentos, sin someterlos
á una perfecta división. Las substancias
vegetales necesitan una masticación más cuidadosa,
porque se hallan encerradas en cubiertas
duras y refractarias por lo general á
la acción de los jugos digestivos. Los antiguos
decían, y con razón, que la digestión
primera se hace en la boca, dando la debida
importancia, no tan sólo á la división puramente
mecánica de los alimentos, sino á la insalivación,
ó sea á la mezcla de los cuerpos
con la saliva, donde comienzan á realizarse
fenómenos digestivos interesantes.
Divididos los alimentos por los dientes y
humedecidos por la saliva, pasan de la boca á
la faringe, después al esófago y de éste al estómago,
á cuyos actos se da el nombre de deglución,
que tiene lugar lo mismo con los
sólidos que con los líquidos. Todos los movimientos
en virtud de los cuales es tragado el
alimento se suceden con gran rapidez. El primer
tiempo de la deglución es el que está
sometido á la influencia de la voluntad; los
otros dos, es decir, desde que llega el bolo
alimenticio al istmo de las fauces, son completamente
involuntarios, pues se apodera de él
la faringe por una especie de movimiento
convulsivo ó espasmódico, recorriendo este
espacio con gran rapidez, para pasar después
al esófago, donde se favorecen los movimientos
por el grueso de la túnica muscular de
este conducto, y además se encuentran bajo
la inmediata influencia de los nervios pneumogástricos.
De consiguiente, las partes que hasta
este momento ha recorrido la materia alimenticia
en el tubo digestivo, no son sino
sitios de paso.
Pero en el estómago ha de permanecer
bastante tiempo para experimentar la acción
de los jugos digestivos. El estómago se dilata
para recibir los alimentos, puesto que antes
se halla considerablemente contraído y comienzan
en él una serie de movimientos que
favorecen la digestión estomacal, presentando
á la acción del jugo gástrico las diversas porciones
de la masa alimenticia.

DIG — 544 — DIL
En algunos animales se observa que tienen
muy gruesa la túnica muscular del estómago,
y este hace las veces de aparato masticador,
como acontece con las aves, cuyo pico no hace
más que coger la semilla, y la llamada molleja
la tritura cuando ha sido reblandecida
por el jugo gástrico. Para comprobar los movimientos
del estómago, se pone al descubierto
este órgano en un animal vivo y se observa
un movimiento vermicular que dura algunos
minutos. Esta observación puede hacerse en
el estómago del perro. Por tanto, experimenta
el estómago durante la digestión, movimientos
lentos y continuos, indispensables
para la perfecta interposición y mezcla de
sus jugos con los alimentos.
Terminada la digestión estomacal, pasa la
masa alimenticia á los intestinos delgados,
recorriendo el duodeno; se mezcla con la bilis
y el jugo pancreático, para pasar al yeyuno
y al íleon, llegando á la válvula de Bahuino,
que determina la separación entre los intestinos
delgados y los intestinos gruesos. Son
después recibidos por la primera porción del
intestino grueso, ó sea el ciego, desde donde
suben por el colón ascendente, atraviesan la
S del colón, y llegan finalmente al recto, desde
donde salen al exterior, en virtud del acto
denominado defecación.
Los fenómenos químicos de la digestión
son sumamente curiosos. La saliva, que es el
líquido existente en la cavidad bucal, obra
como disolvente de los alimentos, al propio
tiempo que comienza á ejercer en ellos verdaderas
metamorfosis químicas. Eu la insalivación
empieza á transformarse la fécula en
dextrina y en azúcar. La saliva humana es
más activa en este concepto que la del caballo
ó del perro. La modificación que la saliva
imprime á las féculas no es instantánea, pues
necesita algún tiempo para efectuarse y hacerse
sensible.
El jugo gástrico obra sobre los alimentos
en el estómago para efectuar la digestión estomacal
ó quimificación. Es un líquido segregado
por gran número de glandulitas, que
se hallan en las paredes internas del estómago.
Su reacción es acida, y sirve para reblandecer
y disolver determinados alimentos, teniendo
mayor actividad sobre las substancias
llamadas sulfuro-azoadas, sin que ejerza acción
determinada sobre las grasas ni los cuerpos
neutros. Contiene agua (98,28 por 100),
mucus, pepsina, ácidos láctico y clorhídrico,
y varias sales (cloruros y fosfatos).
La pepsina es una substancia sulfuro-azoada,
que obra á la manera de un fermento, y
como tal se conduce en los fenómenos de la
digestión estomacal, que es una verdadera fermentación.
El jugo gástrico disuelve, pues,
las substancias albuminoideas y las transforma
en un cuerpo isómero propio para ser absorbido.
Resulta de un conjunto de reacciones,
la formación de laspeptonas, que son
debidas al cambio de las materias proteicas
por la influencia de la pepsina. Las substan­
cias neutras no azoadas se transforman en
glucosa, y las grasas se saponifican y emulsionan.
Llegan los alimentos á los intestinos delgados,
en donde el jugo pancreático, de reacción
alcalina y de propiedades algún tanto
análogas á las de la saliva, emulsiona y saponifica
las grasas, preparándolas admirablemente
para la absorción. Sobre las féculas
tiene una acción sacarificante pronunciada.
En la segunda porción del intestino duodeno
se derrama la bilis por el conducto colédoco.
Tiene la bilis funciones químicas y
fisiológicas importantes. De naturaleza alcalina,
emulsiona y saponifica las grasas que no
han sufrido estos cambios en los anteriores
trayectos.
En toda la extensión del intestino segrega
la membrana mucosa una substancia que obra
sobre la masa alimenticia. Las glándulas que
segregan este cuerpo son las llamadas de
Lieberkuhn, existentes en número extraordinario,
y este líquido tiene asimismo su misión
importante en los fenómenos digestivos.
Después de haber recorrido los alimentos
todo el intestino delgado y sufrido diversas
acciones químicas, penetran en el intestino
grueso, donde atraviesan sus diversas partes
de ciego, colón y recto,mezclándose con algunos
líquidos de olor fétido, segregados por varias
glándulas, para ser expulsados al exterior
por el ano, como substancias que el organismo
considera inútiles para las funciones vitales.
Tal es, en resumen, la serie de actos que
comprende una función orgánica, que tiene
lugar en todos los animales superiores, y por
tanto de importancia para el cuidado de los
que son de utilidad agrícola. Los alimentos
se han descrito con la debida extensión, en la
palabra correspondiente.
J. Olmedilla.
DIGITADO.—Aplícase á los animales mamíferos
que tienen sueltos los dedos de los
cuatro pies.
DIGITALIS.—Género de planta de la familia
de las Escrofularíneas. Comprende dos
especies leñosillas que se encuentran espontáneas
en varios montes de España, una la
Digitalis laciniata, Lindl., que vive eu la
sierra de Estepona, y otra la Digitalis obscura,
L., cuya habitación en España es mucho
más extensa. (V. Crugia.)
DIGQUIT DIGQÚIT.—(V. Pisonia.)
DILATACIÓN (Física).—Propiedad general
inherente á todos los cuerpos, que consiste
en aumentar de volumen por el calor.
Es un hecho de muy antiguo conocido, y que
no sólo es del dominio de la ciencia, sino del
conocimiento vulgar. Puede demostrarse en
los sólidos por un sencillo y conclnyente experimento,
que es el llamado anillo de Saint-Gravesand.
Consiste en tomar un cilindro, ó bien
una esfera de metal, que ajuste exactamente
á un anillo igualmente metálico. Se calienta
fuertemente el cilindro por medio de una lám-

DIL — 545 — DIL
para de alcohol, y se nota que ya n0 ajusta al
anillo, lo cual prueba que el aumento de temperatura
ha producido asimismo un aumento
de volumen.
Los líquidos también se dilatan, como se
demuestra llenando de cualquiera de éstos un
aparato compuesto de un recipiente y un tubo
delgado de vidrio. Se calienta el recipiente y
se observa elevarse el líquido en el tubo. Para
los gases puede también servir el mismo aparato
lleno de aire ó del gas cuya dilatación
se quiera experimentar, y podrá apreciarse
que la cualidad de que se trata es general y
abarca á todos los cuerpos, cualquiera que sea
su estado.
En los sólidos hay que distinguir dos especies
de dilatación: la denominada lineal y
la cúbica; la primera se refiere á una sola dimensión,
y la segunda comprende la dilatación
en volumen. Se llama coeficiente de
dilatación lineal al aumento que adquiere la
unidad de longitud de un cuerpo cuando
su temperatura se eleva de 0 á 1°, y coeficiente
de dilatación cúbica es el aumento que
adquiere en el mismo caso la unidad de volumen.
El coeficiente lineal de los cuerpos sólidos
está representado por el aumento de la unidad
de longitud al pasar el cuerpo de la temperatura
de cero á ¿grados, en cuyo caso el
aumento estará representado por la siguiente
fórmula: fl-i-Kt).
La dilatación cúbica se aprecia admitiendo
un cubo formado del cuerpo que se desea,
donde la dilatación, por tanto, ha de ser uniforme
en todas las dimensiones, y el problema
estará reducido á desarrollar la fórmula
(1+KJ 3 , que es 1 +á K-h-3 K* + K*, don­
de despreciando el cuadrado y el cubo de K,
queda para el coeficiente cúbico 3 K, es decir,
el triple del lineal.
Aunque estos coeficientes varían de un'cuerpo
á otro, existe entre ellos respectivamente
una relación sencilla, de tal suerte que el
coeficiente de dilatación cúbica puede considerarse,
con muy ligero error, igual al triple
del coeficiente de dilatación lineal.
La experiencia demuestra que los coeficientes
de dilatación lineal de los metales son
sensiblemente constantes entre 0 y 100°, es
decir, que para un mismo número de grados
puede admitirse sin error sensible que la dilatación
aumenta de una manera constante y
uniforme. Pero según las investigaciones de
Dulong y Petit, el coeficiente se hace mayor
entre 100 y 200°, continuando el aumento entre
200 y '300 hasta el punto de fusión. El
acero templado forma, sin embargo, una excepción
á esta regla, pues su coeficiente decrece
cuando la temperatura excede de ciertos
límites.
En los líquidos hay que considerar tan
sólo la dilatación cúbica, que se divide en absoluta
y aparente. Dilatación aparente es el
aumento de volumen que adquiere un líquido
contenido en una vasija que se dilate menos
que él, como acontece en los termómetros
respecto á la dilatación del mercurio y del
alcohol. Dilatación absoluta es el aumento
real que adquiere el volumen de un líquido,
abstracción hecha de toda dilatación de la vasija
que le contiene.
De igual manera que para los sólidos, se
llama coeficiente de dilatación de un líquido
el aumento que adquiere la unidad de volumen
cuando la temperatura se eleva de 0 á
.1°; pero hay que distinguir, con arreglo á
lo que acaba de exponerse, dos coeficientes de
dilatación: uno el que corresponde á la dilatación
aparente, y otro el que se refiere á la
dilatación absoluta.
Los gases son los cuerpos más dilatables, y
al propio tiempo en los que ofrece el fenómeno
de la dilatación mayor regularidad.
Los coeficientes de dilatación de los diversos
gases sólo difieren entre sí en cantidades
extraordinariamente pequeñas. Gay-Lussac ha
dado acerca de la dilatación de los gases, las
dos siguientes leyes, notables por su sencillez:
1. a
Todos los gases tienen el mismo coeficiente
de dilatación que el aire.
'2. a
El coeficiente conserva el mismo valor,
cualquiera que sea la presión experimentada
por los gases.
El aparato denominado termómetro de aire,
como indica su nombre, está fundado en la dilatación
de este fluido. Su descripción no es
propia de este sitio, pero baste decir que es
extraordinariamente sensible, y que su empleo
exige cuidados y conocimientos que no
suelen emplear las personas ajenas á la ciencia.
Una de las aplicaciones sin duda alguna
más trascendentales de la dilatación de los
cuerpos, es la determinación ó medida del
calórico sensible. Los aparatos que con tal objeto
se construyen se denominan termómetros,
y se describirán en su lugar correspondiente.
Debe tenerse muy en cuenta la dilatación
de los cuerpos para los efectos que se producen
en la práctica en muchas operaciones industriales.
Así el hierro, por ejemplo, cuando
se emplea en la fabricación de tubos para la
conducción de aguas, ó en la construcción de
instrumentos agrícolas, deben conocerse bien
los cambios de volumen que por la dilatación
experimenta, para evitar gravísimos inconvenientes
que tendrían lugar en otro caso. La
construcción de péndulos de compensación
es otra de las aplicaciones más útiles del estudio
de la dilatación.
J. Olmedilla.
DILUVIANO (Geología y Agrología).—
Calificación con que se designan las capas superficiales
ó profundas del suelo, cuya formación
ó remoción se atribuye á las aguas del
diluvio. Los terrenos diluvianos son respecto
de los terrenos antiguos lo que los aluviones
respecto de los valles, con la diferencia de
que aquéllos se han formado más violentamente,
y son productos de mezclas más imperfectas
y de elementos menos tenues que

DIN — 545 — DIN
los aluviones. El suelo arable generalmente, y
•en muchos casos el subsuelo, es de origen diluviano.
Rarísima vez están formados por elementos
homogéneos, y sus capas se caracterizan
también por la presencia de bloques más
ó meuos voluminosos, de rocas cuyos ángulos
se han desgastado y que pertenecen á terrenos
alejados de aquel en que se encuentran.
Esos terrenos ocultan en muchos casos las
primitivas capas del suelo, y no solamente en
las llanuras y en los valles, sino que también
en las más elevadas mesetas. Participan
naturalmente esos terrenos de los defectos y
cualidades de los elementos cuya mezcla los
constituye, y así son fríos y húmedos si dominan
las arcillas arcillosas y las arenas, ardientes
si abundan las calizas y porosas, y ligeros
cuando es la arena la predominante. Su
grosera composición favorece en muchos casos
el desarrollo de los árboles forestales.
Bajo el aspecto industrial, esos terrenos,
principalmente si se encuentran bajo los aluviones
fluviátiles y en las cercanías de montañas
de granito, ofrecen ricos yacimientos
de mineral de hierro, de cobre, de estaño, de
granate, de ágata y otras piedras de adorno,
y además osamentas de grandes rumiantes y
paquidermos, y colmillos de elefante sobre
todo. La explotación de esos yacimientos metalíferos
es generalmente más beneficiosa que
la de los filones de las montañas, porque no
exigen obras tan costosas como éstos.
DILTJVIUM.—Nombre dado por los geólogos
á las formaciones diluvianas cuaternarias
depositadas por las violentas corrientes
que señalaron las últimas revoluciones del
globo. Llámanse también aluviones antiguos,
y no son generalmente tan fértiles como los
modernos. (V. Aluvión.)
DILLENIA—(V. Catmón.)
DIMLR.— En Asturias significa echar al
suelo con largas varas ó pértigas, el fruto ya
maduro de los nogales, castaños, manzanos y
otros árboles.
DIÑADA.—(V. Brezo.)
DINAMARCA (Geografía agrícola).—
Pequeño estado, el más pequeño de los tres
que forman la antigua Escandinavia, limitado
al Oeste por el Mar del Norte, al Norte y
Este por el Skager-Rack y el Cattagat, y al
Sur por Alemania. Está comprendido entre
los 53 y 58° de latitud septentrional, y los 5 y
13 de longitud oriental del meridiano de París.
Mide 3.814.000 hectáreas de superficie, ó
sean 6.935.222 toneladas dinamarquesas, y
comprende la península de Jutlandia y una
docena de islas que componen el archipiélago
danés. Esas islas forman próximamente la
tercera parte de la extensión total. Pertenecen
á Dinamarca las islas de Eeroe y la Islandia
en Europa, y la Groenlandia y tres pequeñas
Antillas en América. Gracias á estar
circundada de mares casi completamente, Dinamarca
goza un clima suave con relación á
su latitud. En la capital Copenhague la temperatura
media del año es 7,4° centígrados, la
del otoño 8,1, la de invierno 0°, la de primavera
5,6 y la de estío 15,8. Las temperaturas
extremas,en una serie de quince años fueron
32,5° centígrados en Junio y 25° bajo 0 en
Febrero. En el interior de la península de
Jutlandia el frío es más riguroso que en las
costas; la cantidad de lluvia anual, según los
países, varía entre 585 y 665 milímetros, siendo
de 152 á 155 el número de días lluviosos;
generalmente la primavera es la más seca de
las estaciones.
Cuanto á la constitución geológica, según
M. Tissérand, el diluvium ocupa todo el litoral
del Mar Báltico en la Jutlandia y en las
islas del archipiélago dinamarqués; las rocas
erráticas que contiene son graníticas ó gneis
de los Alpes escandinavos; la parte septentrional
de esa península pertenece á la formación
cretácea, y el resto del país está formado
por aluviones modernos que aparecen en todo
el litoral del Mar del Norte. Generalmente
las tierras de diluvium son fértiles^ á las formaciones
cretáceas corresponden terrenos calcáreos
y secos; los aluviones modernos son arcillosos
casi siempre. También se encuentran
anchas depresiones, constituidas poruña arena
silícea, que descansa sobre una especie de toba
impermeable. La superficie del suelo presenta
una serie de llanuras onduladas, ó bajas por
lo comíín, y á los litorales del Norte y Noroeste
corresponden vastas dunas. Haj- numerosas
lagunas, lagos y turberas, y ha sido necesario
emprender costosos trabajos de desecación
y construir numerosos y resistentes diques,
sobre todo desde hace un siglo, para
convertir en tierras cultivables amplias extensiones
antes completamente improductivas.
El drenaje ha desempeñado un papel
importante, habiéndose saneado 176.000 hectáreas
hasta 1866 y 645.000 hasta 1881. Según
los datos publicados por la Real Oficina
de Estadística, el territorio de Dinamarca se
descompone en la siguiente forma:
«s«o fl.sflrt test
Hects. Hccts. Hects.
Tierras arables 1.113.031 1.141.598 1.259.183
Prados, pastos y baldíos
1.312.585 1.442.835 1.537.291
Montes y bosques... 175.503 175.508 203.043
Huertas » » 24.842
Terrenos no agrícolas
1.213.302 1.051.488 788.068
3.814.427 3.814.427 3.814.427
Las tierras arables están dedicadas al cultivo
de cereales especialmente; éstos ocupan
1.040.000 hectáreas, ó sea más de la cuarta
parte de extensión del país. Figura en primer
término la avena, después la cebada, el centeno
, el trigo y el sarraceno, cosechándose muy
exiguas Cantidades de éste. Los rendimientos
de esas plantas son bastante elevados;
la cebada y la avena alimentan un importante
comercio, con Inglaterra sobre todo.

DIN — 547 — DIN
Después de los cereales siguen en importancia
la patata y las plantas farináceas alimenticias,
que ocupan 78.000 hectáreas. Una superficie
de 150.000 está dedicada á las plantas
forrajeras y alas raíces, siquiera esos cultivos
se vean fuertemente contrariados por las sequías
primaverales, habiendo duplicado la
extensión destinada á tales plantas durante
los diez últimos años. En cambio la producción
de las plantas industriales ha disminuído
mucho, quedando reducida á 6.000 hectáreas,
la décima parte de ellas para la colza.
Los prados y pastos comprenden una extensión
de un millón de hectáreas, y si se
agregan las 150.000 hectáreas de tierras arables
consagradas á las plantas directamente
forrajeras, se deducirá que una tercera parte
del territorio dinamarqués se halla dedicado
á la alimentación de reses. Cierto que los
pastos figuran en ese total por 584.000 hectáreas
, y que dan una alimentación muy variable;
pero aun se deben agregar unas 58.000
hectáreas que permanecen en eriazo verde.
Por otra parte, el ganado consume las dos
terceras partes de farináceos alimenticios.
Desde hace diez años se ha extendido mucho
la práctica de ocupar durante dos ó tres años
los terrenos con mezclas forrajeras. La producción
de cereales y de forrajes forma, por
lo tanto, la base principal de los sistemas culturales
en Dinamarca. Gran parte de la cosecha
de centeno y cebada es transformada por
numerosas destilerías y cervecerías que existen
en el país; los residuos de esas fábricas se
utilizan para alimentación de los ganados,
lo mismo que las pulpas de remolacha de
tres fábricas de azúcar, que preparan 4.000 ó
•5.000 toneladas de ese producto, y que se hallan
establecidas en Hccjbygaard, Kakskow
y Odenssee.
No es de maravillar, por lo tanto, que la
ganadería tenga excepcional desarrollo en ese
país. El sistema de cultivo es semipastoral, y
no descansa sobre la recolección de un solo
producto, puesto que produce grasas y leche.
No son de temer, por lo mismo, los años de
hambre y ruina, pero en cambio, cuando aumente
la densidad de población, valdrán más
las tierras y será necesario cambiar de sistema
y métodos, adoptando el cultivo forrajero
intensivo y asociando la producción de leche
y carnes á la de cereales. Esa transformación
está ya indicada por el aumento de ganados
en los cuarenta años, según patentizan las
cifras siguientes:
183« 1831 1*9«
Beses caballares. 325.000 31(5.870 352.272
Eeses vacunas... 834.173 1.238,803 1.348.321
Eeses lanares.... 1.105.000 1.842.481 1.719.24!)
Eeses de cerda... 322.10S 412.121 503.567
Ese aumento no es sólo de los últimos años;
comparando los censos de 1778 y 1838, se ve
que en esos sesenta años el aumento había
sido ya de 82 por 100; en los años siguientes
ha sido más paulatino el incremento, pero
aún resulta de 50 por 100 en las reses vacunas,
una de las principales especulaciones de
la agricultura dinamarquesa. Los caballos se
emplean para los trabajos de campo; los cerdos
se alimentan con los residuos de las queserías;
las ovejas, con los pastos, y las reses
vacunas se destinan á la producción de leche
y de carne, contándose de 800.000 á 900.000
vacas lecheras en todo el territorio. El ganado
vivo alimenta un importante comercio de
exportación, y así salen anualmente de Dinamarca
de 10.000 á 80.000 reses vacunas, de
40 á 50.000 lanares y de 185.000 á 200.000
cerdos, siendo Inglaterra el principal mercado
, ya que esta nación concede á la pequeña
que nos ocupa el privilegio de importar reses
vivas.
En casi todo el país se explota en grande
escala la industria lechera; generalmente cada
granja posee su lechería, en la cual se transforma
el líquido en manteca, que es el principal
producto comercial. Existen bastantes
lecherías, sostenidas mediante la asociación de
varios ganaderos ó granjeros que poseen un
número reducido de vacas. Si no siempre han
sido imaginadas por los dinamarqueses las
prácticas modernas que estriban en el tratamiento
mecánico de la leche, en cambio han
sido muy perfeccionadas en ese país, cuyas
lecherías son verdaderos modelos, dignos de
ser imitados. En la mayoría de ellas se prepara
la manteca según procedimientos científicos,
y todos los esfuerzos, tanto en la alimentación
de las reses, como en los sistemas de
fabricación, propenden á obtener rendimientos
máximos y productos de mejor calidad.
Cuanto á la fabricación del queso, solamente
alcanza una importancia de segundo orden.
Gracias á los esfuerzos del comercio y á las
mejoras introducidas en las lecherías, la exportación
de mantecas danesas ha adquirido gran
desarrollo; desde 1864 hasta 1884 ha cuadruplicado
su importancia. En 1865-66 apenas
excedió de 4 millones de kilogramos; en
1869-70 fué ya de 6.262.000 kilogramos; en
1873-74, de 14.782.000, y en 1883-84 ha excedido
de 17.700.000 kilogramos.
Esos resultados son debidos principalmente
á la no interrumpida difusión de conocimientos
técnicos apropiados al desarrollo de las
industrias agrícolas. Varias lecherías se han
convertido en verdaderas escuelas, en las cuales
se reciben aprendices, casi siempre hijos
de labradores, para iniciarles en los métodos
perfeccionados, gracias ala ciencia y á la práctica.
Las cuestiones de lechería son tratadas
con extensión en los establecimientos de enseñanza
agrícola. El año 1873 se estableció una
sección especial en la escuela de agricultura
establecida en Tune, con objeto de instruir á
los muchachos en la fabricación de la leche.
Por último, la Keal Sociedad de Agricultura
ha sostenido varios profesores nómadas ó viajantes
que han difundido sus enseñanzas por
todas las comarcas del pequeño Estado. Las
principales industrias agrícolas son, sin em-

DIN — 548 — DIN
bargo, las de destilación y las cervecerías;
funcionan con regularidad tres fábricas de
azúcar de remolacha, y prosperan varias fábricas
dedicadas á la construcción de máquinas
agrícolas. Dinamarca exporta, especialmente
para Alemania, considerables cantidades del
lúpulo necesario para la preparación de las
cervezas. Si bien el cultivo de hortalizas y
frutas ha hecho progresos notables, como el
clima de Dinamarca no es favorable para tales
producciones, se importan anualmente en
gran cantidad, lo mismo que las legumbres.
Las industrias forestales tienen muy poca importancia
en ese país.
La población de Dinamarca se ha duplicado
desde los comienzos del presente siglo; desde
934.000 almas que contaba en 1801, se había
elevado hasta 1.785.000 en el año de 1876. La
densidad de la población es actualmente de 47
habitantes por kilómetro cuadrado, es decir,
que la población específica es reducida, puesto
que el pequeño reino debería contar 2.500.000
habitantes para que resultara tan poblado
como Francia. La población rural es de
1.351.000 almas, y forma las tres cuartas partes
de la total.
Hasta los últimos años del siglo хлап no se
substrajo Dinamarca al régimen feudal; una
legislación agrícola liberal, dice Sagnier, la
abolición de las prestaciones personales, la supresión
de las propiedades del común y el establecimiento
de la primera enseñanza obligatoria
fueron medidas que permitieron á los
labradores pasar del estado de siervos al de
hombres libres. La consecuencia más importante
fué que por una evolución lenta, pero
continuada, el suelo pasó casi completamente
á poder de los que le fecundaban con el sudor
de su rostro, y en la actualidad, por cada
diez agricultores, solamente existen dos que
cultiven tierras arrendadas. Otra consecuencia
de esa reforma social fué la división de
la propiedad sin que llegara á desmembrarse,
digámoslo así, y hoy la extensión media
de las explotaciones agrícolas es de 15 á 20
hectáreas. La evaluación de las explotaciones
se hace en Dinamarca según una base
ficticia de impuesto territorial, llamado tonel
de harikorn; todas las tierras se hallan clasificadas,
según sus condiciones, en 24 grupos,
y para el impuesto se ha tomado por base el
tonel de harikorn, equivalente á 72.000 varas
cuadradas danesas de una tierra del grupo
24.° Según ese sistema, las propiedades se
hallan divididas en 1.928 de 12 ó más toneles
de hartkorn, 71.873 de 1 á 12, y 132.836
de menos de un tonel de hartkorn. De los
73.801 que comprenden las dos primeras categorías
y que forman en realidad las verdaderas
explotaciones agrícolas, 64.970 son
explotadas directamente por los propietarios
ó por arriendo ordinario y 8.831 por el sistema
llamado livsfoeste; sistema de arrendamiento
que data de tiempos antiguos, y que
era de rigor para las tierras que habían de
roturarse. Se pacta por toda la duración de
la vida del colono y su mujer. El fw.ster tiene
derechos reales más amplios que los del colono
ordinario.
La división de la propiedad, la explotación
directa y la asociación han asegurado hasta
ahora el bienestar de Dinamarca y la han
permitido substraerse á las crisis que han sufrido
en varias épocas otros países de Europa.
También ha contribuido á ello sin duda alguna
la difusión de la enseñanza agrícola, que
comenzó por el estudio de la veterinaria, á
consecuencia de haberse creado un colegio
en Copenhague el año 1773. En la actualidad,
á la enseñanza superior de agricultura se dedica
la Real Academia agrícola de Fredericksborg,
cerca de la capital, y existen además la
escuela de agricultura técnica de Odenssee, la
escuela rural de Lingby, la escuela de agricultura
de Tune, la granja­escuela de Ncergaard
y la escuela de riegos de Hesselwig. Las
sociedades agrícolas sostienen además muchos
aprendices en las granjas, secundando los esfuerzos
de la Real Sociedad de Agricultura
fundada en 1769 y de las setenta sociedades
locales que organizan concursos y congresos,
sosteniendo muchas publicaciones. También
existen en Dinamarca instituciones de crédito,
un banco agrícola, la sociedad danesa de
landas, etc., que secundan los esfuerzos de
los agricultores.
DINÁMICA. — Comprende, en la física y
mecánica, el estudio de las fuerzas en movimiento.
Así se conocen diversos tratados en
los estados de los cuerpos, con los nombres
de hidrodinámica, aerodinámica, etc. De igual
manera que en el estudio del calórico, se denomina
por analogía termodinámica á la parte
del mismo que se ocupa de los fenómenos
de movimiento ocasionados por el calor.
DINAMITA.—Substancia explosiva compuesta
por lo común de 75 partes de nitroglicerina
y 25 de substancias absorbentes, que
pueden ser sílice pulverizada, yeso, ceniza, etcétera.
Para usar la dinamita se han empleado
cartuchos de peso variable, determinando la
inflamación por medio de cápsulas de fulminato
de mercurio, cuya explosión provoca la
descomposición instantánea de la dinamita y
la formación de una enorme masa de gas. Los
agricultores pueden emplear ese agente para
desmenuzar el terreno, deshacer los troncos
gruesos de árbol, etc., etc. El desmenuzamiento
del subsuelo y de las capas inferiores
en las tierras arables por medio de minas de
dinamita, es un procedimiento que no ofrece
ninguna dificultad práctica; únicamente exige
que el fondo ofrezca resistencia, y que la tierra
esté seca y sea compacta. En los terrenos
húmedos ó elásticos los efectos son menos poderosos.
Se obtienen excelentes resultados con
ese procedimiento cuando se pretende hacer
desaparecer masas de rocas pedregosas, que
impiden la ejecución de un trabajo regularen
algunos suelos arables. Mas no se crea que la
dinamita puede sustituir á las labores profundas,
siquiera las facilite notablemente. Cuan­

DIN — 549 — DIN
do se pretenda destruir troneos de árboles que
conserven las raíces, es necesario separar previamente
las laterales, y se emplearán tantos
cartuchos como aconseje la experiencia, teniendo
en cuenta que el numero de gramos
de dinamita deberá igualar al de centímetros
que mida el diámetro del árbol. El coste de
la dinamita varía mucho según las circunstancias
de localidad.
DINAMÓMETRO (Mecánica).-Instrumento
que sirve para apreciar la resistencia
de las máquinas y evaluar las fuerzas motrices.
Es necesario el empleo del dinamómetro
para calcular el gasto de trabajo que los
instrumentos y máquinas agrícolas exigen,
puesto que entre varios aparatos que sirvan
para el mismo fin, debe preferirse siempre
aquel que reclame menor esfuerzo. Además,
la comparación de dos instrumentos por medio
del aparato que nos ocupa, permite averiguar
cuál es el que requiere menor gasto de
fuerza para que se pongan en movimiento sus
órganos, y de consiguiente, cuál es el que proporciona
mayor cantidad de trabajo útil; no
siendo necesario advertir aquí que precisamente
absorben mayor suma de trabajo aquellas
máquinas en que los frotamientos son más'
enérgicos, y cuyas piezas se desgastan y deterioran
más fácilmente por lo mismo. En las
máquinas y aparatos agrícolas el trabajo se
verifica de dos maneras: ó en línea recta, ó
por medio de un movimiento circular continuo;
para medir las fuerzas en el primer caso
se han de emplear los llamados dinamómetros
de tracción, y en el segundo los llamados dinamómetros
de rotación. Se pueden construir
dinamómetros que midan la fuerza ó el trabajo
por su directa unión con la resistencia ó
con la máquina y dinamómetros que mediante
ingeniosa combinación, y estableciendo
comparaciones con una resistenciadeterminada
que se provoque, producen el mismo resultado.
A los dinamómetros de la primera especie
pertenecen todas las balanzas, simples
ó compuestas, toda vez que miden la energía
de la gravitación de un cuerpo hacia la tierra.
También es dable apreciar con esos instrumentos
la intensidad de otras fuerzas,
pero se prefieren diversos aparatos que dan el
resultado apetecido con mayor seguridad, comodidad
y rapidez.
Los Sres. Schafter y Buddenberg, mecánicos
alemanes, han inventado un dinamómetro
útil para determinar las resistencias que en la
tracción han de vencer los aparatos y máquinas
agrícolas. Fúndase la construcción de ese
instrumento en la propiedad que poseen los
resortes de acero de doblarse, tanto más
cuanto mayor es el esfuerzo que sobre ellos
se ejerce para recobrar después la posición
primitiva en cuanto la acción cesa. Constituye,
por lo tanto, el principal elemento del
dinamómetro citado, un resorte de acero encorvado
en forma parabólica, que se ha de
distender, cuando se aplica, en el sentido de
su eje mayor.
Mediante un mecanismo colocado en medio
del resorte, se hacen tan sensibles las variaciones
de forma experimentadas por éste,
que se aprecian cou una gran exactitud en
una escala donde las señala un aguja. Otra segunda
aguja, que no cambia de posición al
cesar la tracción ejercida sobre el instrumento,
indica el máximum de energía desarrollada
en el mecanismo durante el tiempo que ha
permanecido en acción. Ese dinamómetro
ofrece, como los inventados antes que él, la
imperfección de no determinar la fuerza media
que es preciso emplear para vencer la resistencia
, siendo así que conviene en la mayoría
de los casos poder calcular esa fuerza.
Para salvar tal deficiencia, se han unido
á los dinamómetros, registros como
el que agregó Burg al dinamómetro de
resorte que inventó Regnier. Cuando se
ha de medir la suma total de fuerza de
M tracción ejercida, se recomienda en primer
término el aparato inventado por
el general francés Morin, en el cual los
cambios de forma que experimenta el
resorte se van marcando sucesivamente en
una banda de papel que se desarrolla en una
longitud proporcional al camino recorrido.
De los dos lapiceros que contiene el aparato,
uno traza constantemente una línea recta, y
el otro un perfil anguloso que semeja al de
una cordillera de montes muy accidentada
(figura 218). La línea recta O A es la del
lapicero superior, la sinuosa MM' la del inferior;
las ordenadas np y n' p' dan la medida
de los esfuerzos de tracción, puesto que
señalan las separaciones de las láminas; las
abscisas Op y Op' dan la medida de los espacios
recorridos, puesto que les son proporcionales,
y de esa manera tendremos todos los
elementos necesarios para calcular el trabajo.
La extensión superficial comprendida entre
ambas líneas, y para cuya determinación se
han inventado varios planímetros, entre ellos
el de Beuviére, dividida por la longitud de la
línea recta, indica la fuerza media empleada,
siempre que se conozca la energía de la fuerza
que es necesaria para que el resorte se doblegue
hasta cierto límite. Determinar esta
energía es fácil. En efecto; supongamos que se
han reunido por medio de piezas de hierro colocadas
en las extremidades, dos láminas de
acero, las cuales lleven en su parte media, y
dirigidas hacia el exterior, un gancho ó anilla
cada una (figura 219). Si la superior se sujeta
á un punto fijo y se aplica al gancho inferior
la fuerza que se desea medir, ésta ejercerá su
acción sobre ambas láminas, y encorvándolas,

DIN — 550 — DIN
provocará la separación de los puntos medios;
y como esa separación guarda relación directa
con el peso empleado, dentro de ciertos límites
por supuesto, porque ningún resorte es
indefinidamente resistente y elástico, la manera
de apreciar la acción de un peso ó fuerza
Figura 210.—Resorte dinamométrieo
dada es sencilla en sumo grado, y se comprende
que interponiendo el dinamómetro entre
el yugo de la yunta y el arado, ó entre el atalaje
de un vehículo y éste, se podrá apreciar
bien el esfuerzo que han de hacer los animales
de tiro para poner esos aparatos en movimiento,
ya que ese resorte de que hablamos
es elemento esencial de los dinamómetros
•m
Bi-n- "7o
I r°
1
1*1 I 1
if ^
Figura 220.—Dinamómetro de traslación
que nos ocupan. Pueden adoptarse láminas
de acero de cualquier forma, mas se prefieren
aquellas cuya cara exterior es parabólica,
porque en tal caso el resorte ofrece igual resistencia
en todos sus puntos, y la flexión de
la flecha, ó sea la curvatura de la lámina, es
una mitad menor que en el caso de ser las láminas
prismáticas, es decir, que soporta el
resorte parabólico mayor peso.
Con estas indicaciones se comprende bien
el valor y utilidad de los dinamómetros en
que se da al papel un movimiento de traslación,
del cual resultan curvas de cuya área se
puede deducir el trabajo efectuado, como sucede
en el dinamómetro inventado por Poncelet
para medir el tiro de carruajes, barcos, arados,
etc. (figura 220). Para que ese aparato
proporcione los datos que se pretende obtener,
basta establecer el papel en que ha de hacerse
el trazado, en dos cilindros, sobre uno de
los cuales ¿-se arrolla, mientras' que se desarrolla
en el otro l. El movimiento se comu­
nica por una correa que pasa por el eje del
carruaje y sobre una polea colocada en la extremidad
del eje n. A este eje está adherido
un bramante que se arrolla sobre el cubo m,
montado en el eje del tamborg, y que, al desarrollarse,
transmite al papel una velocidad de
traslación independiente del cambio de diámetro
que resulta de su arrollamiento. Estando
la velocidad del papel en una relación conocida
con el espacio real recorrido, y siendo
indicada la tensión del muelle por la distancia
comprendida entre esa curva y la raya trazada
por el estilo cuaudo la tensión es nula, es
evidente que el área de la curva, que representa
el producto del esfuerzo por el espacio
recorrido, expresa en una relación conocida
la cantidad de trabajo investigado.
Los llamados dinamómetros totalizadores
permiten medir directamente todo el trabajo
mecánico efectuado en determinado período,
porque los mecanismos empleados dan una
representación del trabajo realizado multiplicando
el de cada instante, que esos instrumentos
señalan automáticamente. Inventados
por Morin y Poncelet, y perfeccionados por
Valet, se fundan en el principio de que el
número de vueltas de una rueda puede ser
proporcional al trabajo realizado, al camino
recorrido, por ejemplo, y en el de que también
es proporcional al otro factor la tracción
ó presión ejercida, sobre todo á la
intensidad de la fuerza, el rozamiento
producido sobre esa rueda
por un pequeño cilindro que cambia
de lugar á consecuencia de la
flexión ó distensión de un resorte
de acero, cuyos giros se marcan en
un contador. Ese instrumento es
verdaderamente útil, pero el construido
por Bentel es más adecuado
para medir la energía y duración
de la fuerza en aquellos casos en
que son inevitables las sacudidas
y los choques; sin embargo, también
son inevitables con éste ciertas inexactitudes,
á consecuencia del frotamiento entre las
ruedas y los cilindros. Otro grupo de dinamómetros
está formado por aparatos que llevan
una lámina ó espiral de acero entre la resistencia
y el puuto en que se ejerce la fuerza;
resortes que se doblan á consecuencia de la
rotación ó que marcan los movimientos en un
pequeño espacio, como la aguja de un reloj,
mientras la resistencia no supera á su elasticidad.
A ese grupo pertenece el dinamómetro
de Kurbel, perfeccionado por Fuchs é ideado
primeramente por Kegnier y por el general
Morin. Hachette construyó la balanza dinamométrica,
en la que se determina la suma
de la fuerza por la presión que sufren las
extremidades de una palanca horizontal; pero
indudablemente uno de los más perfectos entre
los dinamómetros de rotación es el inventado
por Hartig, basado también en la interposición,
entre el motor y la máquina, de un
árbol auxiliar y de una polea de transmisión,

DIO — 551 — DIO
sobre la cual marca un resorte de acero las
resistencias que se han de vencer. Mediante
un lapicero que lleva la polea en ciertos dinamómetros
de rotación, bajo la impulsión del
resorte, traza sobre una banda de papel, apoyada
en cilindros movibles, una curva sinuosa,
cuyas desviaciones indican las flexiones
del resorte, y el área de la curva señalada
sobre el papel representa el trabajo desarrollado
como en ciertos dinamómetros de tracción.
En otros, cual el empleado por la Real
Sociedad de Agricultura en Inglaterra para
apreciar la fuerza de sus trilladoras, se halla
modificada la disposición del resorte de un
modo ingenioso.
Imposible é innecesario es dar aquí noticias
de todos los.dinamómetros que la inventiva
humana ha ideado eu el segundo tercio de
este siglo; nos contentaremos con mencionarlos
del ingeniero naval M. Desduits, M. Chabaneix
y M. Vuaillet. El general Morin, persuadido
de que no era dable medir por los
sistemas y procedimientos indicados la tracción
de los aparatos desprovistos de ruedas
motrices, imaginó un carro dinamométrico
que se interpone entre el atalaje y el instrumento
con que se hacen los ensayos. El dinamómetro
se coloca sobre el carro de tal manera
que sea movida la banda de papel por las
ruedas de ese carro, y solamente se indique
coíi el lápiz el esfuerzo que exige el instrumento
ensayado. Generalmente se prefiere
emplear otro dinamómetro en el cual es movido
el papel por medio de un aparato de
relojería, y cuyas principales piezas sou análogas
á las del anterior. Para obtener indicaciones
bastante precisas con ese segundo dinamómetro
, es preciso que no se interrumpa
el movimiento durante el tiempo empleado
en la experiencia, por lo mismo que el desarrollo
de la banda de papel es independiente
de la marcha del aparato. El cálculo del trabajo
realizado, según las indicaciones del dinamómetro,
exige tres factores, á saber: El
área comprendida entre la curva trazada por
el lapicero movible y la línea recta trazada
por el lapicero fijo; la separación de las láminas
de acero, producida por el peso de un
kilogramo, y la longitud de la banda de papel
que corresponde á un metro de camino recorrido
por el instrumento; factores que dan
origen á una sencilla fórmula, según la cual
el trabajo es igual á la expresión aritmética
del área comprendida entre las dos líneas
marcadas en el papel, dividida por el producto
del número que indica la separación determinada
entre las láminas por el esfuerzo de
un kilogramo, y de la longitud de la banda
de papel correspondiente á un metro de camino
recorrido.
DINCALIN—(V. Calophyllum.)
DINERO— (V. Moneda.)
DINGLAS—(V. Calypthranth.es.)
DIOICO (Botánica).—Nombre dado á las
plantas cuyos sexos están separados y aparecen
en individuos diferentes. El cáñamo es
una planta dioica; las flores femeninas están
en unos tallos y las masculinas en otros. Después
de la fecundación se arrancan los tallos
masculinos para facilitar el desarrollo de la
planta. También es un árbol dioico la palmera,
cuyas hembras se fecundan á veces artificialmente
con ramas de palmeras masculinas,
cuando los dos sexos vegetan separados por
largas distancias. Los habitantes de los países
donde vegetan esos hermosos árboles atribuyen
gran importancia á la operación, de la
cual depende en muchas ocasiones casi absolutamente
la subsistencia de las familias.
DIONEA . (Dionaia muscipula).— Hierba
bisanual, llamada también atrapa-moscas, notable
porque á la extremidad de sus hojas
hay un limbo formado por dos lóbulos semiovales,
llenos de glándulas, y con el borde
lleDO de barbas, que se cierran en cuanto se
posa un insecto en ellos, y solamente se abren
cuando el incauto queda muerto. La planta
crece en los sitios húmedos de la Carolina.
DIORITA.—Roca compuesta de feldespato
albita y del anfibol llamado horublenda. Falta
en su constitución el cuarzo, en lo cual se
distingue esencialmente de otras rocas graníticas.
Su origen es ígneo, y se descompone polla
acción química del aire sobre las substancias
que la constituyen. Se presenta bajo la forma
de masas y filones, y es susceptible de buen
pulimento. Se usa como piedra de adorno en
algunas construcciones.
DIOSMA.—Género de plantas de la familia
de las Celestríneas. En las Islas Filipinas
se cría la especie Diosma serrata, P. Blanco,
que forma un arbusto ó arbolillo endeble, de
2 á 3 metros de altura, con ramas de unos
3 centímetros de grueso, y que se echan sobre
los árboles contiguos. Tienen las ramas á
modo de unas glándulas en la base y con
puntos que las hacen escabrosas. Los demás
caracteres son: hojas esparcidas, de 14 á 16
centímetros de largo y 12 de ancho, semiovales,
aguzadas repentinamente en el ápice,
aserradas y lampiñas; pecíolos cortísimos. Flores
terminales en panoja racimosa. Fruto cajilla
del tamaño de un garbanzo, con tres tabiques
imperfectos y tres aposentos, y en
cada uno una cajita con su cubierta y tabique
propio, dos aposentos y semillas solitarias,
fijas en el fondo de la cajilla. Florece en Abril.
En los jardines de Europa se cultivan diversas
especies de este género, procedentes casi
todas del Cabo de Buena Esperanza. Las más
comunes son las siguientes:
Diosma uniflora, L.—Ramos pubescentes,
de color amarillo pálido; hojas casi siempre
solitarias, ovales, estrechas, gruesas, punteadas
por debajo. Flores ciliadas en los bordes,
estrelladas, Mancas por encima, rosadas por
debajo, con una línea purpurácea en medio de
los pétalos; cáliz rojizo. Aparecen en Mayo.
Diosma speciosa, var. umbellata, S. — Ramos
rojos; hojas ovales, lanceoladas, punteadas
por debajo; flores anchas, dispuestas en
umbela; capullos rojos; pétalos brillantes y

DIO — 552 — DIO
blancos por encima, rojizos por debajo y con
una línea purpurácea en medio. Aparecen en
Abril y Mayo, en número de tres á cinco en
cada umbela.
Diosma ovala, Thumb.—Arbusto de hojas
opuestas ó verticiladas, en número de tres,
ovales-elípticas; flores de color blanco puro y
brillante por encima, rosadas por debajo, y
con una faja de color de púrpura en medio;
filamentos blancos, provistos de pelos viscosos;
cáliz rojizo y punteado.
Las especies Diosma latifolia, de flores de
color blanco de leche; Diosma ciliata, Diosma
ambigua, entrambas de flores de color blanco
rosado, y la Diosma capilata, arbusto de 2 metros
de alto, cuyas flores, blancas todas, están
reunidas en capítulos alargados, son menos
comunes que las anteriores en los jardines.
CULTIVO.—Todos estos arbustos se cultivan
en estufa templada, en tierra de brezo arenosa.
Se multiplican por semillas, colocadas en
tiestos en sitio templado. La tierra se mantiene
fresca y se meten los tiestos en el suelo.
En Septiembre se transplantan á tiestos más
grandes bajo un cubierto, abrigándolos con
paja larga durante el día. La luz se le suministra
lentamente. Las estacas puestas en primavera
se cuidan del mismo modo.
DIOSPYROS.—- Género de plantas de la
familia de las Ebenáceas. En los montes de
las Islas Filipinas se crían algunas especies
arbóreas muy apreciables por las cualidades de
sus maderas. Otras son objeto de cultivo eu
diferentes comarcas.
Las de mayor importancia son las siguientes:
Diospyros. embriopteris, Pers.—Recibe los
nombres vulgares de Amaga, Mabolo y Talang.
Este árbol, que mezclado con otras especies
del mismo género se halla en los montes
de Tayabas y otros del archipiélago, adquiere
una altura de 11 á 12 metros, y tiene las
flores dioicas, unas solitarias axilares y otras
terminales en espiga; baya grande, muy pelosa,
con ocho ó más aposentos, y en cada
uno una semilla oval, convexa por fuera y
afilada por la compresión de las otras, muy
dura, córnea, rodeada de pulpa filamentosa
que se adhiere fuertemente al hueso. Hojas
alternas, casi lanceoladas, pelosas por debajo,
escotadas; en algunas dos glándulas en la base
y un estilete en el ápice, con otras dos filas de
glándulas pequeñísimas por debajo, á lo largo
del nervio central; las nuevas de color garzo
y vellosas; pecíolos cortísimos.
La amaga se encuentra por lo común sólo
salpicada y es poco abundante; la madera es
amarillenta, manchada-de negro parduzco,
que con el tiempo va tomando un color pardo,
cada vez más intenso, hasta ennegrecerse como
el ébano: su textura es muy compacta; rompe
en astilla corta y á tronco; se aprecia mucho
para la construcción de muebles finos. El fruto
es comestible, pareciéndose algo en el olor
al membrillo. Para comerlo hay que quitarle
los pelos que lo cubren.
Diospyros pilosanthera, P. Blanco.—Árbol
de la misma familia que el anterior, conocido
con los nombres de Bolongeta ó Bolongita.
Tiene las flores axilares, sésiles, en número de
seis ó más; baya con diez semillas córneas, semicirculares
y adelgazadas por los dos lados,
convexas al exterior. Hojas alternas, lanceoladas,
enteras, lampiñas y tiesas, con dos ó
tres hoyos á manera de glándulas en la base,
por la cara inferior; pecíolos cortísimos.
La madera es rojo-clara ó rojo-obscura, con
vetas ó manchas negras, de textura sólida,
poros poco marcados y viruta fina, correosa
y ondeada; rompe en astilla corta. Es frecuente
este árbol en varias provincias, como eu
Tayabas, Pangasinán, Nueva Ecija, Bataán y
Bulacán, pero siempre salpicado, nunca solo.
Es dicha madera de may buen uso para carenaje,
construcciones y ebanistería. Elasticidad,
0,003 metros; ruptura á una carga de 34,967
kilogramos; peso específico 0,789, y peso al
aire 8,015 gramos (pulgada cúbica). El fruto
se come y es como una guayaba pequeña.
Diospyros malacapai, P. Blanco. Nombre
vulgar, Malacapai.—Hojas alternas, con algunas
glándulas esparcidas, en especial en el remate.
Flores axilares, solitarias, ó de dos en
dos ó tres en tres. Fruto baya globosa con
cuatro aposentos y en cada uno dos semillas
huesosas. Es árbol pequeño, de madera amarilla,
con algunas manchas negras. Dicen que
ahuyenta las chinches, pero esto sólo sucede
cuando es nueva la madera.
Diospyros lolus?, P. Blanco. Nombre vulgar,
Canomoi.—Según la descripción de aquel
botánico, tiene este árbol las hojas alternas,
lanceoladas, con dos glándulas nada más en
la base y apenas vellosas por abajo. Flores
axilares, sentadas, en grupos de más de ocho
florecitas, todas masculinas. El fruto es muy
venenoso, y sirve para matar los peces. Dícese
que hace salir precipitadamente del agua
hasta el caimán. Las flores son muy olorosas.
Las raspaduras de la corteza y hojas sirven
para combatir las herpes.
El verdadero Diospyros lotus, L., se llama
vulgarmente Guayacana. Es un árbol originario
de Berbería, naturalizado en España,
de 8 á 10 metros de alto. En Madrid y Aranjuez
puede vegetar al aire libre, y se multiplica
fácilmente por esquejes, estacas, acodos
y barbados. Tiene las hojas lanceoladas y enteras;
las flores, que aparecen en Junio y Julio,
son dioicas y axilares.
Parece que en muchos parajes de la América
del Norte los habitantes se alimentaron
mucho tiempo de su fruto; además sacan de
su tronco una goma, haciendo incisiones en
él durante la primavera y estío.
La madera de este árbol tiene espejillos angostos,
veta bastante marcada, poros casi
iguales, aislados ó en grupos de tres y tal
cual vez de á cinco y poco abiertos. Es compacta
, verguía, útil en la carretería y también
recibe el pulimento. Se le atribuyen las virtudes
del guayaco, y de aquí el nombre vulgar
de guayacana, así como el específico del

DIO — 553 — DIO
lotus de Homero y de Ulises, á pesar de que
sus frutos son muy desagradables.
Sin ser este árbol de bosque, es muy útil
para plantíos, donde alcanza la altura de 8 á
12 metros. Plinio dice que tenía cuatrocientos
cincuenta años el loto del templo de Diana en
Roma; habla del loto de las Vestales, y describe
el de la plaza de Vulcano, plantado por
Rómulo.
Exige este vegetal para su cultivo tierra
suelta, ligera y fresca, y buena exposición. Se
multiplica de semilla en tiestos, colocados en
cama templada.
Diospyros Kaki, L.—Adquiere este árbol
una altura de 40 y más metros. El fruto es
del tamaño de una manzana pequeña, de olor
agradable, parecido al del membrillo; de carne
sabrosa, medio amarilla, blanda y con unos
hilitos que la atraviesan. La corteza de dicho
fruto es tan delgada que forma una simple
película. En el Japón tienen los habitantes
un recurso de subsistencia con su fruto. Las
hojas son ovales, puntiagudas por los dos extremos,
y las flores blancas.
En el Mediodía de Francia se cultiva al
aire libre; en París en invernáculo. Requiere
tierra suelta, ligera ó de brezo. Se multiplica
por injerto de aproximación ó de púa, sobre
patrón de D. lotus.
Diospyros biflora, P. Blanco. Nombre vulgar,
Talang.—Árbol de 6 á 8 metros de alto,
con las hojas alternas, semi-lanceoladas, con
dos glándulas nada más en la base, por debajo,
enteras, lampiñas y algo tiesas; el pecíolo
es cortísimo y carece de glándulas. Flores
masculinas, axilares, en número de dos, bastante
olorosas; aparece en Junio.
Diospyros nigra, P. Blanco. Nombre vulgar,
Zapote negro.— Árbol indígena en las
Islas Filipinas, que alcanza una altura de 6 á
8 metros. Los indios curiosos también lo cultivan.
Tiene las hojas alternas, lanceoladas,
tiesas, lampiñas y con glándulas pequeñísimas,
esparcidas en la cara inferior. Las
flores son axilares y solitarias, y tienen el
pedúnculo muy corto. El fruto es una baya
globosa, con la corteza coriácea, la pulpa negruzca
y con muchas semillas. Se come, pero
no es sabroso.
Las hojas y la corteza son cáusticas. Florece
este árbol en Julio.
Tal vez corresponde este árbol á la especie
Diospyros ebenasler, Retz; cultivado en algunos
huertos de Manila y raro en los paseos.
Según el Sr. Vidal, el Diospyros nigra, L.,
llamado en aquel archipiélago luyong, tiene
la madera de color negro, más intenso y uniforme
que !a del camagón, con vetas pardas
ó amarillas en el duramen. Es muy apreciada
en ebanistería, y se emplea también en la
fabricación de la pólvora. Su elasticidad es
de 0,0022 metros; la resistencia máxima, de
40,028 kilogramos; el peso de la pulgada cúbica
en el aire, de 13,200 gramos, y el peso específico,
de 1,153.
Diospyros, sp. Nombre vulgar, Camagón.—
Dic— IV.
Es un árbol de segunda magnitud, bastante
escaso en aquellas islas, donde se encuentra
salpicado en rodales de otras especies. Su madera
es negra, con vetas pardas ó rojo-amarillentas
estrechas, y con otras grandes y manchas
negras; la textura es sólida ó muy sólida;
las fibras, longitudinales y comprimidas, y
los poros, alargados, estrechos, poco marcados.
Adquiere buen pulimento; rompe casi
á tronco, y su viruta es algo áspera, compacta
y nada enroscada. Se aprecia mucho en
ebanistería por su color y pulimento. Aplicándole
los resultados de los experimentos
hechos con el luyong ó ébano, porque no se
han hecho todavía con el camagón, resulta
que su elasticidad es de 0,0022 metros; la
resistencia máxima, de 40,028 kilogramos; el
peso de la pulgada cúbica en el aire, de 13,200
gramos, y el peso específico de 1,153.
Diospyros, sp. Nombre vulgar, Cunalón.—
Árbol de tronco ramoso y derecho. Hojas alternas,
anchas, lanceoladas, con los bordes
doblados hacia abajo y el ápice obtuso, enteras
y lampiñas; pecíolos cortísimos. Flores
en panojas pequeñas y racimosas. Fruto baya
globosa, jugosa, con cuatro aposentos y en
cada uno una semilla oblonga, convexa por
fuera y con un canal, angulosa por dentro,
córnea, muy dura y cubierta por un arilo
delgado. Florece en Octubre.
Las hojas y el fruto, que se vuelve muy
negro en la madurez, se emplean en Cebú y
en Leite para teñir de negro las telas de algodón
y abacá, sin otra adición.
Para obtener más pronto el color negro, se
tiñen antes las telas con añil una ó dos veces,
pero esto no es indispensable.
La madera es buena para tablas.
Diospyros ebenum, Retz. Nombre vulgar,
Ébano.—Árbol originario de Ceylan, que se
cría también en la Isla de Cuba, donde abunda
en los terrenos bajos y húmedos, y en los
rasos de las sierras.
Su crecimiento no es bien conocido, pero parece
que de cuarenta á cincuenta años puede
llegar á tener de 10 á 12 metros de alto, con
un tronco de 6 á 8 metros de largo y de 1
á 1,50 de grueso. Tiene la corteza y las ramas
agrisadas, las hojas de color verde obscuro y
las flores reunidas.
La madera es pesada, compacta, dura y
fina; tiene el duramen negro, y la albura entre
amarillenta y blanquecina. Se distingue
además por lo vidriosa; rompe oblicuamente
en astillas sin fibras, y la viruta es corta, áspera
y poco enroscada. Sirve para puños de
sables, taracea y para obras delicadas de ebanistería.
Su peso específico varía de 1,00 á
1,25.
En Cuba se encuentran además los ébanos
real, blanco, carbonero y mulato, cuya clasificación
botánica no está todavía bien definida.
Los dos últimos son árboles de buenas dimensiones,
con la corteza rojiza y la madera fuerte,
compacta, casi toda formada por el duramen,
que es muy obscuro; el del primero tiene
3G

DIP — 554 — DIP
la propiedad de rayar de negro; el del segundo
presenta vetas bronceadas.
El ébano blanco es todo de igual color, blanco
amarillento, duro y compacto. Todos ellos
son muy buenos para obras expuestas á la
presión, tensión y torsión. El ébano real sólo
resiste bien á la presión y torsión. Estas maderas
se emplean todas en ebanistería, y rompen
en diagonal corta y casi á tronco.
Diospyros Virginiana, L. Nombre vulgar,
Ébano, de Virginia. — Hermoso árbol de la
América del Norte que florece en Junio y Julio;
tiene las hojas anchas, ovales-lanceoladas,
bastante parecidas á las del peral, y las flores
pequeñas y verdosas. El fruto es una baya
bastante gruesa, redonda, amarillenta y comestible.
Se cultiva en Madrid al aire libre, y suele
alcanzar 5 metros de altura; en su país natal
llega hasta 12 metros. Se multiplica por semillas
en cama caliente.
La madera se emplea mucho en tornería,
mangos de herramientas y varas de carruajes.
Es compacta, parduzca y con vetas negras.
Su densidad es de 0,71.
DIOTIS. — Género de plantas de la familia
de las Compuestas. En el cabo de Trafalgar
se encuentra silvestre, formando parte de los
eriales y matorrales, una especie leñosilla de
este género, la Diotis candidissima, Desf.
Esta planta, que carece de importancia forestal,
es derecha y está cubierta de tomento
muy denso, blanquecino, de donde toma el
nombre específico. Tiene además las hojas alternas,
aovadas ú oblongas, medio abrazadoras
y obtusas; las flores, que son amarillas,
están dispuestas en cabezuelas solitarias, en el
ápice de los ramos, formando corimbo. El fruto
es un aquenio anguloso, sin alas ni vilano.
Florece en Junio.
DIPLODISCTJS.—Género de plantas de la
familia de las Tiliáceas. (V. Banago.)
DIPSÁCEAS ó DIPSACÁCEAS (Botanica).
— Familia de plantas Dicotiledóneas,
cuyos caracteres se pueden conocer estudiando
las escabiosas, y muchas de cuyas especies
viven cerca de nuestras habitaciones, ó son
cultivadas en los jardines. Esa familia fué establecida
en 1823 por Coulter. Las escabiosas
(Scabiosa, L.) tienen las flores irregulares,
hermafroditas y dispuestas en capítulos; ocupando
cada una de ellas la axila de una bráctea.
El receptáculo es saciforme, y lleva en la
parte inferior de la flor un calicillo que presenta
el aspecto de una copa almenada. El cáliz,
inserto en el contorno del saco receptacular,
presenta cinco divisiones profundas y
aristadas. La corola es gamopétala; su tubo,
más ó menos oblicuo, termina en un limbo de
cinco divisiones desiguales, y otras tantas más
pequeñas están situadas más atrás, habiendo
algunas flores con el perianto tetrámero. De
todos modos, el androceo lleva solamente
cuatro estambres insertos sobre el tubo de la
corola, y dos anteras biloculares, introrsas y
dehiscentes á lo largo. El pistilo consiste en
un ovario infero, sobre el cual hay un estilo
indiviso que termina en un abultamiento iestigmático.
Ese ovario sólo tiene una cavidad,
con un óvulo adherido muy arriba á la pared
posterior, y anátropo. El fruto es un aquenio,
y la grana está provista de abundante albumen
que circunda al embrión. Las escabiosas
son hierbas ó matas de hojas opuestas y sin
estípulas. Los capítulos llevan en su base un
involucro formado por brácteas estériles en
dos series.
Las morinas se distinguen fácilmente de las
escabiosas por ser su cáliz bilabiado, y porque
sus flores, en vez de estar dispuestas en
capítulos, forman en la axila de las hojas superiores,
glomérulos que parecen verticilos.
Las corderas (Dipsacus) tienen también inflorescencias
en capítulo, pero su calicillo, que
es muy tubuloso, adquiere un gran desarrollo;
el cáliz tiene el borde indiviso, y su corola
no presenta nunca más de cuatro divisiones:
una anterior, otra posterior y dos laterales.
Los demás caracteres recuerdan los de
las escabiosas. Las carderas son herbáceas y
casi del mismo porte que los cardos; su involucro
llega á ser muy grande. Las cephalarias
pueden considerarse como carderas de
involucro corto.
Las dipsáceas contienen unas ciento veinte
especies, distribuidas en un reducido número
de géneros; todas vegetan en el Antiguo Mundo
, y especialmente en las regiones mediterráneas
y orientales; tienen muchas afinidades
con las valerianáceas y las compuestas, de las
cuales se distinguen fácilmente por la presencia
del albumen en las semillas y por el calicillo
que llevan las flores. Bajo el aspecto técnico,
esa familia ofrece gran interés. Al género
Dipsacus pertenece efectivamente la cardencha
ó Dipsacus fullonum, cuyos capítulos sirven
para peinar las telas de lana. La industria
utiliza la disposición de las brácteas florales,
que se vuelven leñosas y encorvadas, formando
gancho por la punta. Como plantas de
adorno se cultivan: la Scabiosa atropurpúrea,
L., ó flor de las viudas; la S. caucásica,
Bieb.; la Marina longiflora, Valí.; la Cephalonia
alpina, Schrad.; el Dipsacus aurens,
Sehark., etc., etc.
DIPTÉROCARPUS.—Género de plantas
de la familia de las Dipterocárpeas, que comprende
diversas especies arbóreas de los montes
de las Islas Filipinas, cuya importancia
forestal es grande. He aquí su descripción:
Dipterocarpus Grijfithii, Miq. (D. grandijiorus,
P. Blanco). Nombre vulgar, Apitón.—
Flores terminales en racimo de tres á cuatro
florecitas y dos brácteas muy grandes, lanceoladas
y coloridas en la base; cada florecilla
con su bracteola; drupa seca, estrechamente
unida al vientre del cáliz, pero no adherente,
oval; dos alas erectas, grandes, lanceoladas,
con tres nervios, y otras intermedias más
pequeñas: la nuez delgada y leñosa, con una
semilla de cinco lóbulos profundos. Hojas alternas,
aovadas, aguzadas y apenas obtusa-

DIP — 555 — DIP
mente aserradas, lampiñas. Florece en Marzo.
Es árbol de primera magnitud, cuyo tronco
destila una gomo-resina olorosa y espesa,
parecida á la que en el comercio se conoce
con el nombre de malapaho, empleada para
barnizar los muebles, pero á la cual no puede
sustituir.
La madera es de color ceniciento-verdoso
ó pardo-verdoso, con manchas más claras ó
blancas; la textura fina; la consistencia vidriosa;
no tiene olor notable, y rompe en
astilla larga. Este árbol abunda bastante al
SurdeLuzón, Mindoro, Visayas, Marinduque,
etc.
En construcción se emplea la madera labrada
y también en tablones, sin que por eso
pase de ser-de tercero ó cuarto orden. Elasticidad,
0,005 metros; resistencia máxima á la
carga, de 21,624 kilogramos; peso en el aire
de la pulgada cúbica, 7,565 gramos, y peso
específico, 0,615.
Dipterocarpus vernicifluus, P. Blanco. Nombres
vulgares, Balao, Malapaho y Panao.—
Hojas alternas, anchas, lanceoladas, vellosas
por debajo y consistentes; pecíolos cortos,
hinchados en los dos extremos. Flores terminales
en panojas espigadas. Fruto nuez globosa,
del tamaño de una avellana, no soldada
con el cáliz, sino cubierta y muy arrimada á
él, y coronada con las partes del mismo cáliz,
ya muy crecidas, de las cuales dos son muy
grandes y otras dos alternas, cortas y redondeadas
en el extremo. Florece en Junio.
Es árbol que á veces se hace de primera
magnitud, aunque comúnmente no pasa de
segunda; frecuente en varias provincias de las
islas, como las de Mindoro, Payabas, Bataán,
Visayas, etc. Produce la gomo-resina llamada
balao ó malapaho, fluida y olorosa, que se
emplea para barnizar muebles, cuadros, etc.,
y es objeto de algún comercio, aunque de
poca consideración. Fluye de los árboles dicha
resina por incisiones hechas en el tronco.
La madera tiene un color blanco-amarillento
ó ceniciento-verdoso, con manchas cenicientas;
también se presenta con tintas rojizas-claras
y amarillento-rojizas; su textura es
floja, pero con gradaciones tales que á veces es
propiamente sólida; circunstancia más común
que la anterior; los poros son poco marcados.
Se usa bastante en construcción civil, y
menos en la naval; también se hacen con ella
bancas (canoas), aunque no es de las más empleadas
con este objeto. A veces las variedades
rojizo-amarillenta y de textura sólida se
dan por ipil, al cual es bastante inferior; sin
embargo, con un detenido examen se distingue
bien de aquél, sobre todo fijándose en el tamaño
y en la distribución de los poros. Puede
calificarse como madera de segundo orden.
De las experiencias hechas resulta para la
elasticidad un alargamiento de 0,0037 metros;
para la resistencia máxima á la rnptura, cargando
31,545 kilogramos; peso en el aire de
la pulgada cúbica, 5,090 kilogramos, y el específico
de 0,393.
Dipterocarpus guiso, P. Blanco. Nombres
vulgares, Guiso, Guisoc. — Ramas negras.
Hojas alternas, aovadas, alargadas, enteras,
lampiñas, correosas y con los nervios inferiores
salientes; pecíolos cortísimos. Flores en
panojas de pocas florecillas. El cáliz, en la
madurez, es adherente y corona el fruto, formado
por una nuececilla de una semilla.
Este árbol, que florece en Junio, se hace de
primera magnitud, y abunda en todas las islas
de aquel archipiélago, especialmente en las
del Sur; es muy importante bajo el punto de
vista forestal. La madera es de color rojizoclaro
ó rojo-ceniciento, de fibra ondeada, fuerte
y correosa, con poros numerosos y bastante
marcados; los radios medulares de primer
orden son anchos y espaciados, y los secundarios
finos y muy juntos, todos claramente
visibles. Esta madera es estimada para construcciones
civiles y navales, empleándose también
en carrocería y carretería para ruedas.
Hay bastantes variedades, fundadas en las
diferencias de la madera, pero para cuya de- •
terminación faltan datos precisos y concretos.
Como resultados medios de los ensayos
hechos con la madera del guijo, pueden consignarse
los siguientes: elasticidad, 0,0035
metros; resistencia máxima, 40,7469 kilogramos;
peso de la pulgada cúbica en el aire,
9,73 gramos; peso específico, 0,685. Creen
algunos forestales que la carga máxima que
se acaba de expresar es algo exagerada si se
compara con la de otras maderas filipinas más
resistentes, por ejemplo, el dungón.
Dipterocarpus trinervis, P. Blanco. Nombre,
vulgar, Mayapis.—Tiene las hojas alternas,
de unos 12 centímetros de largo, aovadas,
anchas, lanceoladas, enteras, lampiñas y membranosas
, con los pecíolos cortísimos. Las flores
son terminales, con corola amarilla, y
forman panoja. El fruto es una cajilla con tres
aposentos, con las semillas de dos en dos.
Arroja este árbol una resina olorosa, de color
melado obscuro. Florece en Junio.
La madera es rojiza, con vetas y manchas
plomizas, blanda y de poca duración. Por su
poco peso y fácil labra se usa bastante para
cajones ordinarios, y algo también para bancas
ó canoas. Los términos medios de los experimentos
hechos con esta madera arrojan
el resultado siguiente: elasticidad, 0,004 metros;
resistencia máxima, 26,915 kilogramos;
peso en el aire de la pulgada cúbica, 6,839
gramos, y peso específico, 0,511.
Dipterocarpus polyspermum, P. Blanco.
Nombre vulgar, Tangili, Palosapis?—Árbol
de primera magnitud, que tiene las hojas alternas,
aovadas, alargadas, membranosas y
lampiñas, coli los pecíolos cortísimos. Las
flores son pequeñas, terminales, y forman pauojas
racimosas. El fruto es una baya con dos
aposentos y en cada uno algunas semillas.
La madera es de color rojo tostado y de
textura bastante fina, con poros grandes y
numerosos; rompe á tronco. Se emplea mucho
para la construcción de canoas (bancas) y

DIQ — 556 -- DIQ
también aserrada. Su elasticidad es de 0,004
metros; la resistencia máxima, de 29,676 kilogramos;
el peso en el aire de la pulgada cúbica,
de 7,59 gramos, y el específico, de 0,603.
El árbol designado por el Padre Blanco
con el nombre de Palosapis tal vez sea de
esta misma especie, según sospechas de este
eminente botánico.
DÍPTEROS (EntomologíaJ.—Orden de la
clase de los insectos de metamorfosis completas,
que tienen al parecer dos alas solamente,
las del par anterior, porque las demás se hallan
reemplazadas por órganos vibrátiles. Las
alas son oblongas, membranosas y diáfanas.
La cabeza es globosa, hemisférica, articulada
y movible; lleva dos grandes ojos de facetas,
y ordinariamente tres ocelas ó manchas de
figura de ojo. Las piezas de la boca se hallan
siempre dispuestas para chupar; las mandíbulas
constituyen órganos de perforación, así
como un apéndice impar. El tórax y el abdomen
están íntimamente unidos entre sí; el
abdomen se compone de varios segmentos, de
cuatro á siete; las dimensiones de las patas
varían según los géneros; en unos son muy
largas, y muy cortas en otros; terminan por
un tarso de cinco artejos, el último de los
cuales está armado de dos ganchos, y á veces
llevan pelotas ó ventosas, gracias á las cuales
el insecto se puede mantener sobre las superficies
pulimentadas, caminando con el cuerpo
invertido. Las larvas de los dípteros carecen
siempre de patas, y á veces se hallan éstas
sustituidas con mamelones. El cuerpo se compone
de doce articulaciones; la cabeza es blanda,
y la boca está provista de dos ganchos;
casi todas las larvas son carnívoras; ordinariamente
sufren una muda antes de pasar al
estado de ninfas; sin embargo, no mudan á
veces. El orden de los dípteros se divide en
dos grupos ó sub-órdenes: el de los nemoceros
y el de los bracoceros. Los primeros son ordinariamente
velludos, á veces plumosos ó pectinados,
hallándose casi siempre separada la
cabeza del coselete por un cuello corto; las
antenas, que en ocasiones son muy largas,
están compuestas de once á diez y seis artejos.
Los bracoceros se distinguen de los precedentes
por hallarse su cabeza en contacto
más íntimo con el coselete; las antenas, siempre
cortas, no tienen más de dos ó tres artejos.
El orden de los dípteros comprende
gran número de especies, distribuidas por todas
las regiones del globo terrestre. Casi todas
son carnívoras, y su principal misión consiste
en acelerar la descomposición de las substancias
animales. Los entomólogos agrupan esas
especies en varias tribus, siendo las más interesantes
para el agricultor, ora por comprender
especies útiles, ora por ser dañinas: entre
los nemoceros, los tipulios, géneros tipula, cecidomia,
etc., y los asilios; y entre los bracoceros,
los tábanos, los sirfios y las moscas.
DIQUE.—La acepción de esta palabra en
agricultura es defensa de las orillas y cauces
de los ríos. Los grandes trabajos que se prac­
tican en los ríos principales y en las costas
marítimas exigen para su descripción é inteligencia
obras y tratados especiales, en cuyo
campo no entraremos por ser de índole ajena
á este DICCIONARIO, y sólo nos ocuparemos de
las defensas en los arroyos y barrancos, que
es lo que más comúnmente puede ocurrirle al
agricultor.
Los pequeños torrentes y los barrancos de
fuertes pendientes están expuestos á desbordamientos
y crecidas, tanto más peligrosas,
cuanto mayor sea su pendiente y la velocidad
que por ella adquieren las aguas, que en ocasiones
arrastran los frutos, los abonos y hasta
la tierra arable; estos males pueden evitarse
y corregirse por medio de diques oportunamente
dispuestos.
El trazado de estos diques exige un gran
cuidado: debe estar formado por alineaciones
rectas, enlazadas entre ellas por curvas del
mayor radio posible, evitando los cambios
bruscos de dirección. El conjunto del trazado
debe seguir la dirección general del barranco,
pero evitando los ángulos y bruscas irregularidades,
que producirían remolinos en las
aguas, facilitando el ataque y destrucción de
las obras. El espacio entre los diques paralelos
trazados á cada lado del arroyo, depende
de la cantidad de agua que haya de pasar, y
el pie de los diques por el lado del barranco
debe, á ser posible, estar formado por prado,
á fin de evitar el que el agua le destruya y
arrastre.
Las extremidades del dique deben estar
perfectamente aseguradas en terreno firme;
esta recomendación es de suma importancia,
porque de este modo se evita el que las aguas
pasen á la parte posterior del dique y le destruyan
por la espalda, arrastrando al paso los
terrenos que se trata de proteger.
El sistema más económico para construir
un dique, y el más á propósito en los trabajos
rurales, consiste en formar un caballón de
tierra de cualquier clase, revestido de tierra
vegetal y tepes, plantando en ¡a parte superior
un seto de espinos ó cualquier otro arbusto
análogo; la dimensión del dique depende
de su altura; para diques que no excedan
de 3 metros de altura se da en la corona un
ancho de 0,60 metros, con un talud de tierra
de 1,50 de base por 1 de altura por ambos
lados; cuando se dispone de operarios hábiles,
se procede del modo siguiente: se clavan en
el terreno, de 20 en 20 metros, jalones cuya
cabeza resulte 0,50 metros más alta que las
aguas de mayor crecida que se haya conocido
en el barranco; álos lados de estos jalones se
clavan piquetes que marcan el pie del talud
interior y exterior del dique; terminado el piquetaje,
se empieza por quitar los tepes y tierra
vegetal que haya en la zona comprendida
por el dique, poniéndola aparte para usarla lúe -
go en el revestimiento; se conducen después
las tierras y materiales que hayan de formar
el dique, y se las apisona fuertemente, regándolas
á menudo por capas de 0,30 metros de

as
altura, dándolas la forma del perfil adoptado
para el dique; cuando éste se haya terminado
hasta la altura de los jalones, se recubre de
tierra vegetal y de tepes, que se riegan, y se
siembra encima espinos y otras plantas de
raíz, para que se entrelacen y den más solidez
á la construcción.
Las aguas de los arroyos torrenciales suelen
destruir las márgenes, quitando terrenos
á la agricultura; las orillas atacadas de este
modo pueden defenderse por medio de enrocamientos
de piedra, con faginas, etc. Generalmente
se defienden las riberas clavando
en su pie una serie de estacas un poco inclinadas
hacia el terreuo, entrelazándolas
con ramaje de taray, álamo, mimbre, etc., y
el espacio que resulta entre este seto y la orilla
se rellena de piedra y tierra fuerte. Si la
acción destructora de la corriente es más fuerte,
se pueden poner dos filas de estacas muy
menudas, bien entrelazadas de ramaje, y el
intervalo entre ellas se rellena de grava y
piedra menuda; estas dos filas de estacas deben
dejar entre ellas uu espacio por lo menos
de un metro; las estacas son generalmente de
chopo ó álamo blanco, que agarran dentro del
agua, formando al cabo de algún tiempo un
seto vivo muy resistente; las faginas y ramaje
pueden también plantarse en el terreno por
uno de sus extremos y contribuir con su vegetación
á la defensa de la orilla.
Cuando la orilla arrastrada no tiene tierra
vegetal y es sólo terreno cascajoso, en el que
no se pueden clavar las estacas, se construyen
cestos de ramaje de 0,50 á un metro de diámetro,
que se rellenan de grava y cascajo, y se
sumergen en la orilla, formando una fila como
si fueran los sillares de un muro; sobre ellos
se coloca una segunda fila, y luego se clavan
las estacas de modo que los atraviesen, rellenando
detrás del enfaginado, como antes hemos
dicho.
Los trabajos en las riberas deben ejecutarse
con precaución, para evitar las quejas y reclamaciones
de los propietarios ribereños de
la vecindad del sitio en que se trabaja.
M. García López.
DISCIPLINA DE M0NJE.-(V. Persicaria.)
DISECCIÓN.—Es la operación que tiene
por objeto separar de una manera ordenada y
metódica los diferentes órganos ó partes de
los mismos, de un animal ó vegetal, para su
estudio é investigación. Tiene por principal
misión la práctica de la anatomía, porque en
ella se comprueban los datos adquiridos eu
los estudios teóricos, bien sea por medio del
libro ó la explicación oral, formando puede
decirse el complemento de tan importante
enseñanza. Es asimismo indispensable para
tener cabal idea de la anatomía. Hay varias
reglas para practicar estas diversas operaciones,
pero sus detalles no son de este lugar.
DISENTERÍA (Patología veterinaria).—
Afección intestinal que tiene por principal
síntoma una diarrea muy líquida, abundante,
— 557 — D1S
fétida y sanguinolenta muchas veces. Se presenta
en ocasiones esa afección á consecuencia
de una inflamación del colón ó del intestino
grueso, y va acompañada de tenesmo y
cólicos, siendo en tal sentido uno de los síntomas
de la colitis. En otras ocasiones aparece
con carácter maligno y epizoótico ó enzoótico,
produciendo grandes estragos en las reses
vacunas y lanares, y aun en las de cerda. En
el caballo se observa pocas veces, y eu el perro
se vuelve fácilmente crónica. Hay una disentería
sintomática de diversas enfermedades epizoóticas,
mas de esa no trataremos aquí; la
que nos ocupa, muy común cuando la estabulación
era menos usual, y eu los países que
aún mantienen sus ganados en pastos al aire
libre y en las acémilas de los ejércitos, ofrece
todos los síntomas de una enteritis grave
(véase Enteritis); los enfermos aparecen con
los ojos hundidos, la mirada vaga, el pelo erizado,
la temperatura de la piel irregular, el
hocico seco ó viscoso, la leügua sucia, el aliento
fétido y el vientre muy sensible. Se observa
la inapetencia muy luego, y se altera la rumia.
Se manifiesta la afección eu un principio
con calofríos, borborigmos, estreñimiento, ligeros
cólicos, sed excesiva á veces, y pulso
pequeño y rápido. Las materias fecales, blandas
al principio solamente, son después fluidas
y más tarde sanguinolentas. Los animales se
echan y se levantan á cada momento, y presentan
encorvada hacia arriba la columna
vertebral. En ocasiones la disentería se presenta
bruscamente. La fiebre, que aparece casi
desde los primeros momentos, es á veces francamente
inflamatoria, y con mayor frecuencia
adinámica, produciéndose en este caso una
gran debilidad, siendo las evacuaciones albinas,
los esfuerzos para defecar repetidos é
inútiles, y muy fétidos los gases expelidos.
Conforme va desarrollándose el padecimiento,
los síntomas se agravan, y cuando son sanguinolentas
las materias expelidas, se presenta la
escoriación del ano, la flogosis del recto, y durante
los esfuerzos para defecar se puede ver
una parte de la mucosa de color lívido y negruzco.
Cuando la enfermedad se inclina á
una terminación favorable, los síntomas ceden
poco á poco, pero la membrana mucosa
se mantiene muy susceptible y expuesta á que
se repita la flegmasía durante mucho tiempo.
Cuando la enfermedad se agrava son cada vez
más abundantes y repetidas las deyecciones,
los movimientos convulsivos, los dolores vivísimos,
extremo el abatimiento, y termina
con la muerte del animal, desorganizándose la
mucosa intestinal con extraordinaria rapidez.
En muy contados casos se hace crónica la enfermedad,
y el animal muere por consunción;
pero generalmente, y cualquiera que haya de
ser el desenlace, se desenvuel ve el padecimiento
en un período variable de dos á quince
días. Los individuos robustos y bien cuidados
suelen sanar si la afección no es muy intensa;
no así los débiles y alimentados en malas
condiciones.

DIS — 558 — DIS
Aun cuando se observan lesiones en el intestino
delgado y hasta en el estómago, las
principales existen en el intestino grueso. El
epitelium aparece denudado en ciertos puntos;
la mucosa impregnada de serosidad y
poco coherente, sembrada de manchas amarillas
superficiales; el tejido celular submucoso
muy infiltrado también en los casos graves,
observándose entonces en la mucosa vastas
escaras diftéricas é infiltraciones de serosidad
en la túnica muscular también. En el peritoneo
y el colón se distinguen algunas lesiones,
y los ganglios linfáticos del segundo se hinchan
y congestionan. El epitelium de los tres
primeros estómagos de los rumiantes se desprende
con facilidad, y el cuarto estómago ó
cuajo, inflamado generalmente, presenta erosiones
profundas, no hemorrágicas. Se cree
que no son los micrococos de las diarreas, sino
otro hongo microscópico que vegeta en las
plantas, 3' cu3 r
os gérmenes flotan en el aire,
las células granulosas y numerosísimas que se
han observado en los fluidos del intestino.
También se han considerado como causas de
la disentería los malos pastos y la humedad
de los sitios pantanosos; mas lo que debe admitirse
es que tales circunstancias y tales sitios
son favorables al desarrollo de los gérmenes
de infección. Lo cierto es que la disentería
es frecuente entre los animales que comen ó
beben substancias alteradas y abundantes en
criptógamas y micrococos, y que la afección
se propaga allí donde hay focos de descomposición
ó putrefacción. Hoy está reconocido
que no es contagiosa, sino que se desarrolla
simultáneamente en muchos individuos por
infección miasmática.
Para combatir ese padecimiento aconsejan
en primer término los Sres. d'Arboval y Zundel
el cambio de régimen y de pastos; algunos
escritores recomiendan la dieta, pero los
más entendidos la consideran peligrosa, sobre
todo cuando el animal enfermo tiene apetito.
De ahí que prescriban los analépticos, el buen
heno, las substancias harinosas, los tónicos,
los astringentes, como la corteza de encina,
si se administra oportunamente, el acetato de
plomo, el sulfato de hierro, y sobre todo el
ácido fénico, por sus propiedades astringentes
y parasiticidas. También producen buenos
resultados el agua fenicada como bebida y los
brebajes que contengan 5 gramos de ácido
fénico por cada litro de infusión de manzanilla,
para administrarlos al día tres veces.
Cuando se tema provocar una indigestión en
las reses vacunas, se alternará con un brebaje
de ácido clorhídrico alcoholizado en un cocimiento
de genciana. También se pueden emplear
los astringentes en lavativas, siendo
preferible una disolución de permanganato de
potasa. Se recomiendan igualmente las fricciones
secas en la piel ó excitantes con esencia
de trementina y el abrigo, á fin de determinar
una reacción enérgica. La sangría, las
bebidas aciduladas, las mucilaginosas y los
narcóticos son contraproducentes, por lo mis­
mo que debilitan más y más á los enfermos.
DISFAGI A. —Dificultad ó imposibilidad
de tragar. Obsérvase con frecuencia en los
herbívoros, que sin dolor, aparente al menos,
ni en la garganta ni en el esófago, encuentran
dificultad para la deglución de los alimentos
sólidos y líquidos, llegando algunas veces
hasta la imposibilidad de verificarla. Es síntoma
de las afecciones de las primeras vías
digestivas ó respiratorias.
DISLOCACIÓN.-(V. Lujación.)
DISNEA.—Es síntoma de muchas lesiones
morbosas, y consiste en una dificultad de la
respiración que la hace más breve 3' rápida;
obsérvase principalmente en las lesiones del
tórax, y suele acompañar al último período
de algunas afecciones graves.
DISPEPSIA.—Digestión difícil fes consecuencia
de varias afecciones de los órganos
digestivos y de algunas otras partes, generalmente
de una irritación ó inflamación de dichos,
órganos.
DÍSTICO (Botánica).— Adjetivo con que
se califican las flores ó las hojas de las plantas
cuando se hallan dispuestas en dos series
á lo largo de un eje común.
DISTOCIA. —Parto laborioso ó difícil.
(V. Parto.)
DISTOMA, DISTOMATOSIS (Veterinaria).—(V.
Caquexia acuosa.)
DISURIA.—Expulsión difícil, dolorosa ó
incompleta de la orina, producida por diferentes
causas.
DITA.—Se llama así en las Islas Filipinas
el árbol silvestre Alstonia scholaris, Br., de
la familia de las Apocináceas. Alcanza una altura
de 14 y más metros. Tiene el tronco lleno
de protuberancias, como restos de púas, 3'
las ramas verticiladas. Hojas en estrella, en
número de cinco, seis ó más, de 12 centímetros
de largo, casi elípticas, aguzadas en el
extremo; pecíolos cortísimos, con una glándula
puntiaguda en la parte interior de la
base. Flores terminales, blancas, en racimos
umbelados. El fruto, de más de 25 centímetros
de largo, formado por dos folículos retorcidos
como un cordel, en donde se alojan las semillas
en hilera y no sobrepuestas; son dichas
semillas cilindricas, y tienen un vilano peloso
en cada extremo. Florece en Abril.
La corteza despide, al ser herida, un jugo
lechoso, pegajoso y mu3' amargo. También lo
es la corteza, que se presenta blanquecina 3^
granugienta. Es muy útil como febrífugo en
sustitución de la quina. Para su aplicacióu
se solea la corteza por unos días, se mezcla
después hasta hacerla polvo, 3' se administra
en dosis de una mitad de la que los médicos
suelen recomendar para la quina.
, De la madera hacen los indios artesillas,
porque es blanca y fácil de trabajar. En la
India, los muchachos usan de unas tablitas
de éste árbol para escribir, 3'borran cuando
quieren lo escrito; de ahí el nombre específico
(scholaris) que lleva.
DIT-AN.— (V. Bejuco.)

DOB — 559 — DOC
DITTELASMA.—(V. Guisián.)
DIURÉTICO— Dícese de lo que tiene virtud
para facilitar la orina.
DIVIESO, FURÚNCULO, GABARRO
CUTÁNEO-.—Es un tumor duro, circunscrito,
con dolor, calor y rubicundez, el cual consiste
en la inflamación de las prolongaciones
celulares de la piel que acompaña á los vasos
y nervios que van á parar á su superficie.
Casi siempre termina por la gangrena del
cono del tejido celular y areola fibrosa que le
contiene, y por su expulsión simultánea en
forma de una masa blanca y blanduja, llamada
raíz ó clavo. La caída de éste indica el fin
del padecimiento, y la llaga que resulta sobre
la piel no tarda en cicatrizarse. Procede de la
poca limpieza de cuanto sea capaz de irritar
la piel, y á veces también de enfermedades
del tubo digestivo. Aunque el furúnculo puede
presentarse en todas las partes del cuerpo,
lo hace con más frecuencia en los remos, atacando
con preferencia al caballo y constituyendo
el gabarro cutáneo. A veces se presenta
un tumor solo; otras aparecen muchos á un
mismo tiempo, ó se suceden con rapidez. Se
pondrán cataplasmas de malvas, miga de pan,
leche y cocimiento concentrado de adormideras
si hay mucho dolor; en cuanto se desprenda
la raíz, se pondrá digestivo. Algunas
veces hay que dar un botón de fuego.
DOBLE ALBURA.—Llámase así, y también
heladura anular, la zona circular formada
por algunas capas anuales en los troncos
de los árboles, que tienen un color diverso,
más claro ó más pronunciado que el de los
anillos contiguos. En algunos casos dicha zona
se reduce á un solo sector.
En cuanto á su modo de formarse, explícase
por la suspensión ó alteración que en la
fuerza vital de algunas capas de la albura
producen á veces los fríos intensos, extendiendo
sus efectos á toda la circunferencia
del árbol ó sólo á una parte de ella. De aquí
resulta que estas capas, cubiertas por las que
se forman en los años siguientes, no llegan á
transformarse en madera, quedando entre las
más exteriores y las más interiores de la parté
maderable del árbol unas fajas anulares,
blancas y muy alterables, que toman el color
pardo ó amarillo cuando tiene lugar la descomposición.
Estas fajas son las que constituyen
la doble albura. La madera que padece
esta enfermedad es muy propensa á ser atacada
por los insectos.
• La intensidad del mal, en su marcha progresiva,
presenta los aspectos siguientes: 1.° Las
capas dañadas se diferencian del resto de la
madera tan sólo por un color más claro, siendo
de igual contextura que éstas y reuniendo
los caracteres que indican una bueua calidad.
Esta madera es propensa á los ataques de los
insectos, y tiene poca duración y solidez, empleándose
sólo como madera de sierra.—
2.° Las capas de doble albura están formadas
por anillos muy estrechos y porosos, sin presentar
síntomas de alteración en los tejidos.
Tampoco se emplea esta madera en construcción
, por cuanto además de la poca resistencia
de la parte que corresponde al extremo
del tronco, reúne á sus condiciones higrometrías
perniciosas, mucha facilidad para absorber
la humedad de la atmósfera, y gran
tendencia á descomponerse y á propagar la
pudrición á las maderas sanas con que esté
en contacto.—3.° La parte superior del tronco
dañado está constituida por un tejido poroso,
blando y deleznable, impregnado de savia de
color negruzco ó pardo que exhala un olor
fétido y nauseabundo, cuyo carácter indica
un grado más avanzado de la descomposición
de la madera, la cual sólo se emplea como
combustible en su parte dañada; el resto puede
en algunos casos aprovecharse como madera
de raja y sierra de clase inferior.
Cuando la doble albura es de tal extensión
que no es posible extirparla con la labra, sacando
de la parte enteramente sana una pieza
que por su figura y dimensiones esté comprendida
en las tarifas reglamentarias ó marco
usado en los arsenales, no hay más remedio
que desechar el árbol para la construcción
naval. En los demás casos de poca extensión
de esta enfermedad puede sin inconveniente
aprovecharse la parte sana.
La doble albura es muy frecuente en los
montes de la Lióbana y en todos los que están
situados á grandes alturas sobre el nivel
del mar, siendo muy difícil de conocer en los
árboles en pie.
La madera recién cortada presenta la diferencia
más marcada entre las capas de doble
albura y las restantes sanas; diferencia que
disminuye aparentemente al secarse la madera,
siendo difícil de distinguir entonces, mayormente
si aquélla es de color blanco, en
cuyo caso perjudica menos á la madera la
existencia del defecto.
Cuando se sospecha la existencia de la doble
albura en una madera cualquiera, puede hacerse
aparecer bañando la superficie con agua,
la cual pone entonces de manifiesto el color
distinto de una y otra zona. Es preferible
emplear el agua caliente á la fría, porque
aquélla funde el sebo y demás substancias
grasieutas con que algunos madereros impregnan
las capas de doble albura para ocultar
este defecto. (V. Vicios y enfermedades de los
árboles y de sus m.aderas.)
DOCTOJÁN.—Arbusto voluble, de tronco
leñoso, que se cría en algunos montes de las
Islas Filipinas. Tiene las ramas de cuatro
lados en el extremo voluble, y por la parte
inferior de muchos lados irregulares, que se
interrumpen mudando de dirección. Las hojas
son alternas, de 6 centímetros de largo, semiovaladas,
aguzadas, gruesecitas y correosas;
pecíolos cortísimos. Las flores son axilares, y
están dispuestas en racimos de pocas florecitas.
El fruto es una drupa oval, con la nuez
coriácea, redonda por fuera, con una excavación
plana por dentro y una semilla. La especie
botánica no está bien definida.

DOL — 560 — DOM
D0D0N2EA.— (V. Calapinai.)
DOLDOL. —(V. Boboi.)
DOLICOCEFALO (Zootecnia). — Denominación
que empleó por vez primera Retzins
para calificar los cráneos humanos prolongados
y distinguirlos de los cráneos cortos, que
el mismo autor llamó braquicéfalos (véase
esta palabra). Entre esos dos tipos reconocidos
por Retzius en la morfología de la cabeza
humana, Broca señaló otros intermediarios,
entre los cuales figuran los subdolicocéfalos.
Hay muchos motivos para creer que no son
realmente naturales esos tipos, sobre todo
después de haberse hecho estudios experimentales
sobre los animales de diferentes es-:
pecies.
En la zootecnia, que ha adoptado los términos
introducidos por el anatómico sueco,
su significación es más precisa en.cuanto que
se aplica únicamente á la arquitectura ó tipo
de la caja cerebral. De los dos diámetros de
esa caja, medidos por su parte exterior, el
longitudinal es mucho mayor en los animales
dolicocéfalos, lo que no ha puesto nadie en
duda hasta ahora. Únicamente se ha pretendido
sostener que eso ocurre siempre, y que
por consiguiente, todos los animales, y especialmente
los caballos, son dolicocéfalos; error
debido á la deficiencia de los medios empleados
para determinar las medidas. La observación
y la experiencia han patentizado que
hay animales braquicéfalos, como los hay dolicocéfalos,
y unos y otros se caracterizan, no
por una diferencia más ó menos arbitraria en
la relación de los diámetros, como en la craneología
humana, sino por una diferencia de
tamaño bastante perceptible para ser apreciada
á primera vista. En los equídeos especialmente,
el tipo dolicocéfalo se considera generalmente
como menos hermoso bajo el aspecto
estético ó artístico. Como eso es cuestión de
gusto, no hay para qué discutir acerca de
ello, y de ahí que aquí hayamos de atenernos
á lo concerniente á la característica de las
razas ó especies animales.
DOLIÓOS.—Medida griega equivalente á
doce estadios.
DOLICHANDRONE—(V. Toi.)
DOLOR (Fisiología). — El dolor es una
seusación molesta, difícil de definir , sobre
todo en los animales, que no pueden darse
cuenta ni expresar cómo lo sienten. Todas las
impresiones desagradables que se sienten en
el cuerpo las ocasiona una causa irritante que
se relaciona con una parte del organismo. El
dolor no constituye de ordinario una enfermedad
propiamente; es un sencillo fenómeno
simpático, un síntoma, una percepción que
hace sentir la lesión de un órgano. Así, todo
dolor es efecto de una ó varias partes del
cuerpo; efecto determinado por una causa estimulante,
directa ó indirecta; un agente irritante,
mecánico, físico ó químico; un trabajo
mórbido, cuyo carácter es la exaltación de la
acción vital. El dolor, siendo constantemente
una afección esténica, los emolientes, refres­
cantes, sedativos, erupciones sanguíneas y los
narcóticos lo combaten (1).
M. F. E. Guerin dice: Si el dolor no puede
sentirse sin la mediación de los nervios, es
evidente que cuantos más reciba un órgano
más susceptible será de sensaciones dolorosas.
Sin embargo, es digno de hacer observar que
los nervios, que sirven para transmitir el dolor,
y el cerebro que lo percibe, no son órganos
dotados de sensibilidad. Experimentos múltiples
efectuados por Haller, Bichat, Legallois,
Fodera y Flourens no dejan ninguna
duda sobre esta aserción. Para que el dolor
se transmita por los nervios y sea sentido
por el cerebro, existen ciertas condiciones
anatómicas y fisiológicas que es fácil comprender;
es necesario que no haya ninguna
interrupción en el tronco nervioso que ha de
percibir la sensación.
El sexo, la edad, el temperamento y otras
muchas circunstancias hacen que sean más ó
menos agudas las sensaciones dolorosas. En su
energía, como en su uaturaleza, varían en
razón de las causas que las producen y de la
organización de la parte en que se sienten.
J. de Hidalgo Tablada.
DOMA.—La acción de domar ó hacer dóciles
los animales; en el Diccionario de la lengua,
el verbo domar abraza varias definiciones
y presenta cierta analogía con desbravar;
pero en el lenguaje hípico-ecuestre puede establecerse
cierta diferencia, definiendo las dos
voces en sus verdaderas aplicaciones.
La operación de desbravar se reduce vínicamente
á quitarle al potro cerril la parte de
bravura que trae del campo, ya por la falta
de trato con el hombre, ya por la lozanía en
que lo haya colocado la holganza en que ha
vivido; y al caballo domado que pasó mucho
tiempo en la cuadra y sale enlomado ó juguetón,
rebajarle el vicio que adquirió con el
descanso ó la inacción; por tanto, siempre
que hay necesidad de disminuir la fuerza ó la
energía que puede emplear el animal en perjuicio
del hombre, es bien aplicada esta voz.
La doma aplicada al caballo significa ó
abraza cuantas operaciones se emplean para
domesticar al potro, haciéndole perder la
parte salvaje que trae de la dehesa, hasta
completar su educación poniéndole obediente
y útil en todos los servicios que prestar deba
en el mundo ecuestre y á la sociedad en general
, pues sabido es que este animal está ejerciendo
un importantísimo papel en la vida de
las naciones desde los primitivos tiempos.
No es de este lugar, ni necesario, hacer el
relato de los infinitos lances ó hechos en que
tiene probada su superioridad sobre los demás
animales domésticos respecto á sus servicios,
ni mucho menos el encomio del puesto
que ocupa en los países civilizados; pero sí de
afirmar que todo se destruye por su base si
no se doma convenientemente.
(1) M. Montrel d'Arboval: Diccionario de Medicina,
etc.: 'Veterinaria.

DOM — 561 — DOM
Cuando el hombre eligió el caballo , prefiriéndolo
á todos los demás cuadrúpedos, fué
porque sus condiciones físicas le revelaron un
excelente porvenir para el trabajo que reclamar
pudieran sus necesidades.
En aquella época se recogía del campo el
potro que parecía más aceptable para el servicio
que por entonces había de prestar, y
aquellas gentes hacían una doma especial, á la
usanza de la época ó costumbre del país, empleando
los instrumentos en tales tiempos conocidos,
y los caballos llenaban cumplidamente
su cometido, dando todo género de
servicios, sin otra garantía para el hombre
que la alcanzada por él con las observaciones
que paulatinamente iba recopilando.
Estas le dieron á conocer que el animal elegido
reunía á sus buenas cualidades físicas
una notable inteligencia, una nobleza sin límites
y tal calidad de temperamentos, que de
tan sobresalientes dotes podía conseguirse, no
aquel animal común y grosero que venía utilizando,
sino un instrumento aceptable en la
mayor parte de los actos de la vida, y aprendió
que la obra aquélla, presentada por la naturaleza
, la hacían más ó menos útil y grandiosa
la habilidad y tacto del hombre en los
primeros rudimentos que emplear debía para
seguir y terminar su educación.
En tal convencimiento se reunieron datos,
se establecieron reglas y se fijó la base para
facilitar aquella enseñanza, á cuyo conjunto
llamamos equitación, siendo su fundamento
la doma.
De la primera doma pende todo lo bueno
y todo lo malo que después ha de ejecutar el
caballo en la vida íntima que se le precisa
hacer con los seres racionales. En esta doma
se acostumbra al trato agradable de las personas
que lo han de manejar, pierde la extrañeza
que naturalmente deben causarle todos
los arneses ó arreos que con precisión tienen
que emplearse, tanto en el tiempo de ella
como en los oficios que ha de aprender y
ejecutar más tarde en su vida doméstica.
En la primera doma adquiere el potro el
hábito de obedecer, ó aprende la manera de
resistirse á las exigencias del hombre, por medio
de las defensas. En ella se le da confianza,
se alarga en el paso y se extiende en los
demás aires, ó se desconfía, se embeben, acortan
y endurecen todos sus movimientos. En
fin, se prepara y dispone para recibir la segunda
enseñanza, sin oponer resistencias á
las indicaciones del q-ue le guía, ó se hace vicioso,
picaro y desobediente á cuanto se le
manda.
En una palabra, se le coloca en el estado
de civilización suficiente para que sus inclinaciones
varíen, hasta el punto de ser útil y
obediente, lo mismo al hombre de campo que
al apuesto caballero ó á la tímida y débil amazona.
'
Con la buena doma empleada en el caballo,
saca la sociedad de él todo el fruto que se propuso
al hacerlo partícipe é instrumento me­
dianero de sus glorias y fatigas; el caballo
bien domado hace al guerrero valeroso, da
importancia á los ejércitos, sirve de recreo é
higiene al que con estos fines lo elige, y tan
pronto da esplendor á la grandeza arrastrando
lujosos carruajes, como utilidad al labrador
é industrial labrando la tierra ó conduciendo,
desde el diligente ómnibus, hasta el
pesado carro de transporte, todo con la mayor
mansedumbre y con tal voluntad como
si pretendiera adivinar las intenciones del que
lo guía ó maneja, convirtiéndose en un verdadero
doméstico en todos casos y accidentes.
Por el contrario, el caballo mal domado es
un mueble inútil, y por regla general viene
á convertirse en un enemigo de todo el que
se le acerca ó trata de exigirle cualquier servicio.
He aquí las razones por qué los hombres se
dedicaron á estudiar este provechoso animal,
creando más tarde un arte, cual fué la equitación,
dedicada exclusivamente á él, para
separarlo de todos los demás animales domésticos,
y el por qué se hace aquí la definición
de la doma aplicada al caballo.
No existe, ni puede admitirse entre los
hombres estudiosos y entendidos del mundo
ecuestre ó que profesen la equitación, el potro
indomable, si es domado con inteligencia;
lo que sí se encuentra son muchos caballos
resabiados por la ausencia de aquélla ó los
malos tratamientos y los abusos que, inconscientemente
ó por capricho, se cometen con
ellos, lo mismo en el servicio del tiro como
en el que prestan montados.
El afán ó la monomanía de ser todos jinetes
ó cocheros, sin más razón que el porque
sí, da lugar muchas veces á que se practiquen
desaciertos, de los que resulta el potro más
dócil, rebelde, y el que se hubiera hecho un
caballo agradable en todos sus servicios, convertido
en un animal díscolo, vicioso é inservible.
La doma puede dividirse ó apreciarse en
dos épocas distintas, aunque ligadas tan íntimamente
que la una es consecuencia lógica
de la otra, pero siempre observando la calidad
y condiciones del potro, para establecerla
convenientemente.
Las dos épocas mencionadas son: la que se
invierte en la doma, de cuadra con el potro
que se cría salvaje por el sistema pastoril,
que es la primera y base de la otra, que se
emplea en los picaderos ó por los encargados
de su enseñanza, hasta completar su educación
en los distintos usos á que se destina. La
calidad y condiciones que se deben tener en
cuenta, consisten en el sistema de cría y recría
á que haya estado sometido el animal;
pues el que se crió por el de estabulación, ó
sea encuadrado, no necesita tantos cuidados
en la doma de cuadra, puesto que viene familiarizado
con el hombre desde que nació, acostumbrado
á una porción de faenas que al otro
le mortifican y causan extrañeza porque no las
vio jamás.

DOM — 562 — DOM
Sentado el principio de la no existencia del
potro indómito, se podrá conceder que el cerril,
ó que se cría en el campo, esté sin civilizar,
y por su estado salvaje lo desconoce todo
é ignora cuanto se le ha de exigir después
para enseñarle el oficio á que el hombre lo piensa
dedicar. La doma de cuadra queda dicho
es en la que se dan al potro cerril los primeros
rudimentos de civilización, y la educación
que le sigue es la que le enseña el oficio que
ha de desempeñar. Al caballo se le educa
para silla, se le enseña para tiro, etc., etc., y
dentro de esta educación se aplica á distintos
usos; pues bien, cada uno de éstos es un oficio
que debe aprender y que ejecuta mejor
cuanto más lo practica, si está bien dirigido.
Es sabido que cada potro presenta su carácter
particular, debido á su temperamento,
y que todos los caballos no reúnen idénticas
condiciones para ejecutar una misma cosa, ni
de la misma manera, particularmente cuando
se trata de manejos artificiales.
Con el potro fácil caben en las reglas establecidas
para la doma menos alteraciones que
en los animales difíciles, pues en éstos el arte
ha de ejercer su verdadera influencia, empleando
los principios que tiene consignados,
aunque estableciendo las variaciones que sean
necesarias , pues en esto no caben reglas fijas.
Los medios violentos rara vez son pertinentes,
sea la que fuere la calidad y temperamento
del caballo; mas como está en un caso
tan excepcional comparado con los demás animales,
se ve provocado constantemente en el
curso de su vida por exigencias tan extrañas
que le son imposibles de soportar, pues generalmente
se suple la inteligencia con la temeridad,
posponiendo el arte á los medios utópicos
y á los malos tratamientos, ajenos todos
á las buenas condiciones en que debe practicarse
la doma.
Del mulo, el asno y demás animales sólo
se exige que hagan su trabajo, y á esto se reduce
su doma; al caballo se le pide tanto, y
son tan innumerables los papeles que se le
hacen desempeñar, que casi puede decirse
que su doma es interminable y su educación
nunca llega á un estado perfecto, porque además
de los servicios naturales á que está obligado,
se le dedica á entretener al público en
los circos ecuestres; se le somete á satisfacer
los caprichos ó manías de tal ó cual aficionado,
que pide lo que no sabe y castiga sin saber
por qué; y, por último, se le condena á morir
en los circos taurinos, luchando con dos fieras
á la vez, que son el toro y el picador, dándole
allí la recompensa de los buenos servicios
que haya prestado. En todos los casos
referidos se obtiene mejor resultado del que
recibió una buena doma. Testigos de esta verdad
incontestable son los mismos picadores
de toros, que pueden afirmar lo que hasta en
esos últimos y críticos momentos influye en
el caballo las consecuencias de haber sido domado
y educado convenientemente.
Por lo tanto, fíjese bien la atención en este
punto importantísimo, que lo es sin duda alguna
para el ganadero, para el labrador y
para todo aquel que de cualquier modo tenga
que aprovecharse del caballo domado.
J. Hidalgo y Terrón.
DOMBASLE (Biografía).—Carlos José
Alejandro Mateo de Dombasle, natural de
ISTancy, donde vio la luz en 1777, y muerto en
1843, fué uno de los agrónomos franceses que
más han contribuido á los progresos de la
agricultura durante el presente siglo. Después
de profundos estudios acerca del estado de la
agricultura en Francia y en varios países,
convencido de que las mejoras agrícolas se
habían de basar en la instrucción y en el empleo
de útiles é instrumentos adecuados á la
índole de las faenas del cultivador, Dombasle
creó el año 1822, en Roville, la primera escuela
de agricultura que ha existido en Francia,
y agregó á ella una fábrica de instrumentos
aratorios. Construyó el arado que lleva su
nombre y otros varios útiles; organizó concursos
de arados; hizo comprender la importancia
del empleo de la marga en las tierras
arcillosas, y se consagró á importantes investigaciones,
y especialmente á las relativas á
la fabricación del alcohol y del azúcar. En
Roville dirigió á muchos discípulos que han
llegado á ser eminentes agrónomos, y ejerció
también gran influencia con la publicación de
importantes obras; las principales son: Analeu
agrícolas de Roville, 9 volúmenes; Calendario
del buen cultivador (1821); Instrucciones
para la destilación de los granos y de las patatas
(1827); Instrucciones para la fabricación
de azúcar de remolacha por el procedimiento
de maceración (1839), y Tratado de agricultura,
5 volúmenes, obra postuma publicada
en 1861 por un nieto del célebre agrónomo.
También tradujo éste la obra del alemán
Thaer acerca de los Instrumentos de la agricultura,
y la del inglés Sinclair titulada Agricultura
razonada y práctica. Tan patentes son
los servicios prestados por Dombasle á los
agricultores y tan popular su nombre en la
nación vecina, que hace pocos años le fué erigida
una estatua en su ciudad natal, en Nancy.
DOMESTICACIÓN. —Reducción de un
animal selvático al estado doméstico, y sumisión
de él al hombre para atender á las necesidades
ó placeres de éste. El sabio naturalista
Bouffbn fué el primero en hacer resaltar la
importancia que la domesticación tiene, y
M. Geoffroy Saint-Hilaire, en luminoso informe,
demostró ya eu 1849 las ventajas que podrían
obtener la agricultura, la industria y el
comercio domesticando animales que nos son
desconocidos aún. Tan descuidado ha estado
el acto de aclimatar en los últimos tres siglos,
que no se ha domesticado ningún animal
desde el descubrimiento de América. De las
treinta y cinco especies domésticas que poseemos,
treinta y una han sido adquiridas en
Asia, Europa y la América septentrional; del
resto del mundo solamente se han utilizado
en ese sentido cuatro especies, y no cierta-

DON — 564 — DOR
uno hace á otro del dominio que tiene en alguna
cosa. Es de dos modos: por contrato entre
vivos ó por causa de muerte.
Limitándonos á las primeras, diremos que
pueden hacerlas todos los mayores de veinticinco
años que tengan la libre administración
de sus bienes: ley 1. a
, título IV, Partida V.
Las leyes 2. a
y 3. a
establecen las limitaciones.
Puede hacerse de cuatro maneras, según la
ley 4. a
, á saber: sin ninguna condición, con
ella, cuando están presentes el que la hace y
el que la recibe, y cuando el donante está ausente
, en cuyo caso puede hacerlo por escrito
ó por apoderado. No siendo al Estado, para
sacar cautivos, rehacer iglesia ó casa derribada,
ni por dote ó donación por razón de
casamiento, ni á iglesia, lugar religioso ú
hospital, no se pueden donar más de 500 maravedises
de oro, á no ser por medio de escritura
pública, aprobada por el juez de primera
instancia competente: ley 9. a
, id., id.
Sobre los 500 maravedises de oro todavía no
sabemos á ciencia cierta su verdadero valor.
La ley 69 de Toro prohibe donar todos los
bienes, aunque sean sólo los presentes. Las
leyes 8. a
y 10. a
del citado título IV, Partida
V, determinan las causas por las que se revoca
la donación.
Las donaciones por razón de casamiento
tampoco son objeto de este artículo.
D0NCEL.-(V. Absintio.)
DONCELLA.—Uno de los nombres con
que en la Isla de Puerto Rico se designa el
árbol Byrsonima lucida. (V. Aimiqui.)
DONCELLA PELONA.—(V. Aimiqui,
Byrsonima.)
DON DIEGO DE DÍA (Convolvulus tricolor,
Lin.).—Semejante al Don Diego de
noche, desenvuelve sus hermosas flores campanudas
de tres colores durante el día, permaneciendo
cerradas de noche y en días nublados.
Florece desde Mayo hasta Agosto, y
sus flores, vistosas y abundantes, presentan
los colores azul, blanco y amarillo. Se siembra
de asiento por Marzo y Abril.
DON DIEGO DE NOCHE (Mirabais
jalapa, Lin.).—Llamado también Don Pedro
y Don Juan de noche y Arrebolera. Tiene
una raíz ahusada y carnosa, de un pie de largo,
y tallo herbáceo recto, de 2 á 3 pies, con
flores en corimbos terminales. Florece desde
Junio hasta principios del invierno. Las flores
se abren después de puesto el sol, para volver
á cerrarse por la mañana. Hay variedades de
flor blanca, encarnada, amarilla y jaspeada.
Se siembran en Mar?o, de asiento ó en semillero,
para transplantar por'el otoño. Florecen
en los semilleros en el primer año, y se
sacan con cepellón por el otoño, para reponer
los parajes que lo necesitan. Se plantan también
en tiestos y al abrigo de una pared. No
sienten los fríos, y se mantienen frescas las
raíces por muchos años; pero donde sobrevengan
grandes heladas deben conservarse
entre arena, en un sitio abrigado, para plantarlas
en primavera al aire libre.
DOOL.- (V. Ben.)
DORADA (Piscicultura) C Chrysophrys
aurata, Cuv. et Valen.; Sparus aurata, Linnep).—Pez
del género Sparus, que una vez
visto no se confunde con ningún otro, y tiene
seis dientes en cada mandíbula, una media
luna dorada en derredor de los ojos y una
mancha negra sobre la cola. En la antigüedad
fué ya muy apreciado ese delicado pez, que
los griegos consagraron á Venus como emblema
de la fecundidad. Es uno de los que criaron
los romanos en sus piscinas, y el sobrenombre
de Órala que Sergio llevó y legó á
su familia, en opinión de algunos, provino de
la abundancia de doradas que criaba en el
lago Lucrino ese inventor de los viveros marinos.
Parece ser que las importó de las costas
de Cerdeña y de la Provenza, y combinó su
cría con la de las ostras. Habiendo producido
la venta de los viveros á la muerte del riquísimo
patricio una suma de 2 millones de pesetas,
reducida la cantidad á nuestra moneda,
la industria indudablemente adquirió un extraordinario
desarrollo. Columela dice que se
criaron muchos róbalos y dorados en los lagos
Velino, Sabatino, Vulsinense y Cincino, y
según es bien sabido, en nuestros días entran
esos peces voluntariamente, y se establecen
en las albuferas y estanques litorales que tienen
libre acceso al mar, viviendo indiferentemente
en las riberas de éste, en las desembocaduras
de los ríos y en las aguas salobres de
los mencionados lagos. Muchos prefieren las
doradas de agua dulce á las que se crían en el
mar; pero lo cierto es que la carne de ese pez
es en todas partes buena y estimada, por lo
cual conviene que los piscicultores modernos
sigan el ejemplo de los antiguos, enriqueciendo
las aguas dulces con especie tan sabrosa, ya
que vivé y se propaga en todos los mares, desde
el Ecuador á los Polos.
Teniendo la dorada como tiene armada la
boca de dientes fortísimos, es sumamente voraz,
y de ahí que se desarrolle notablemente.
Se alimenta con pescado menudo, conchas
y aun con ciertas algas, que comunican á las
carnes la firmeza y el perfume que las caracteriza.
Llegan á pesar 6 y 8 kilogramos, pero
las más delicadas son las doradas de 1 á 2,
cuando están frescas y se asan á la parrilla,
de manera que constituyen un manjar de los
más exquisitos que se conocen. Parece ser .
que las doradas del Nilo y de las pequeñas
Antillas son aún más delicadas que las de
Cerdeña y las costas argelinas, las cuales se
expenden en París durante los meses de Abril
y Mayo principalmente. Es un pez que ofrece
gran porvenir á los piscicultores del Mediterráneo,
siempre que se ocupen en propagarle,
sobre todo si se utilizan puntos como
el Estany de Castelló, junto al golfo de Rosas;
el Estany de la Caleta, que comunica
con los Alfaques; las Albuferas; el Mar Menor,
y muchos sitios de las costas de Cataluña
y Valencia.
Para conseguir esto último conviene que

DOR — 565 — DOR
pongan en comunicación con el mar las albuferas
ó estanques que destinen á esos peces,
franqueando las golas en la época del desove,
el cual se verifica desde el mes de Junio hasta
fines del estío. En las desembocaduras de los
ríos suelen desovar las doradas sobre los cantos
rodados ó palets, como los llaman los catalanes,
pero no es fácil la recolección de esas
huevas á menos de que se construyan unos
cajones poco profundos y bastante anchos
para llenarlos de grava ó peladillas y colocarlos
en sitios adecuados en calidad de desovaderos
artificiales. Dichos cajones, como advertía
D. Mariano de la Paz G-raells, se pueden
armar sobre unos rodillos fijos por sus
ejes á los lados, para que una vez cargados
puedan correr fácilmente por el fondo, y sea
dable sumergirlos y retirarlos por medio de
una cuerda atada á una argolla fuertemente
asida al armazón de madera. Cuando sean encerradas
las doradas en cetarias reducidas, de
donde no les sea fácil salir, es necesario proporcionarlas
alimento, multiplicando á la par
los pececillos y los moluscos, que triturarán
aquéllas con sus fuertes molares.
DORADILLO (Variedad de vid).—Un
ciertos terrenos expuestos al Mediodía, y de
composición guijarrosa, las uvas blancasjíaenes,
las malvares, etc., adquieren por la luz
que los guijarros reverberan, un color dorado
que les da el nombre de doradilla. Esas mismas
especies de planta, sentadas en otras clases
de terreno, no adquieren tal color las
uvas, y de estos fenómenos resultan los múltiples
nombres de una misma variedad. (Véase
Ampelografia.)
J. de Hidalgo Tablada.
DORKINGr (Aves de corral).—Las aves
de esta raza son las más estimadas en Inglaterra,
donde alcanzan precios considerables
y figuran en las primeras mesas. Están también
muy extendidas en Francia, ya puras,
ya mezcladas con las razas de Crévecceur y
la Fleche. Son muy precoces, de carne blanca,
de exquisito gusto, muy jugosas y de
condiciones especiales para no perder grasa
por el condimento; pero en cambio son muy
delicadas las aves de esta raza, y exigen ciertas
prevenciones para preservarlas del hielo
y de la humedad, por efecto de su débil constitución.
Caracteres y propiedades del gallo.— Es de
arrogaute estampa; casi tan airoso como el
gallo español, y un poco redondeado, grueso
y cubierto de abundante plumazón; cuello
muy poblado; cresta sencilla; barbillas y orejas
muy largas; esqueleto ligero y fino; cola
de mediana longitud, y cinco dedos en cada
pata.
Es, como hemos dicho, de carne abundante,
muy blanca y fina, y predispuesta siempre á
adquirir grasa.
Es difícil determinar la alzada. Su cabeza
es grande y sostenida por un cuello grueso,
que presenta una enorme muceta ó collarín.
Su cresta es sencilla, alta y ancha, prolongada
s
hacia atrás, derecha y regularmente dentada,
con grandes puntas; es algunas veces gruesa
y plegada, con especialidad en la variedad
blanca. Barbas ó carúnculas largas, anchas
y colgantes. Mejillas ó carrillos cubiertas de
plumas blancas, pequeñas y cortas. Orejas
bastante largas, rojas en las extremidades, y
de color azul marino y nacarado en la inmediación
del conducto auditivo. Pico grueso y
encorvado por encima, negro y amarillo. Iris
color de aurora intenso y pupila negra.
El gallo de la raza de Dorking ofrece caracteres
bien marcados en las patas. Estas y
sus cañas son de mediana longitud, gruesas,
carnosas, color azul blanquecino rosado. Los
dedos son también gruesos, en número de
cinco, y de la misma naturaleza que las patas,
que tienen mucha analogía con las de Houdan.
El gallo Dorking plateado, que es la variedad
más característica, tiene la muceta y los
espolones de hermoso color pálido, con pequeñas
manchas negras esparcidas. El lomo,
amarillo rojizo vivo. Las plumas que cubren
las alas ostentan un hermoso color negro, con
reflejos azules purpúreos muy brillantes. Los
¡jares, muslos y vientre, negro mate. Las
plumas grandes del vuelo, blancas; las grandes
de la cola, negras; las que cubren la cola
y la garganta, negras también, con reflejos ó
cambiantes verdes y bronceados.
Varía tanto la plumazón del gallo y la gallina,
que no es posible describirla con alguna
precisión. Pesa en la edad adulta de 3,50 á
4,50 kilogramos. El gallo es bondadoso y de
grave aspecto; sus barbas y espesa muceta le
dan un aire patriarcal.
Caracteres y propiedades de la gallina.—
Sus principales caracteres consisten en tener
plegada la cresta, que es sencilla y algunas
veces doble, dentada y de medianas proporciones
ó pequeña. Su cuerpo es redondo; su
cola plegada, y sus patas gordas y con cinco
dedos cada una. Sus ojos y la naturaleza de
sus patas son iguales á las del gallo; también
alcanza la alzada, el porte y el peso de la gallina
Crévecceur, con la que tiene muchas
analogías.
Las plumas de la cabeza y corbata son blancas
en los bordes y negras en el medio, formando
una región diferente de la del cuerpo.
Los bordes de los carrillos y el contorno del
cuello, por bajo del pico, están cubiertos de
plumas negras, pequeñas y cortas, cuyo conjunto
determina una especie de collar, sin
unirse por detrás. El penacho ó moña es gris
pálido claro; el lomo gris marrón obscuro,
que tira á rojo en los ¡jares y en la capa de
las alas; las plumas grandes de los alones son
atigradas, y negras las del vuelo; la pechuga,
marrón claro; los muslos, gris obscuro y rojo;
la alcachofa, gris, y las plumas grandes de la
cola, obscuro negruzcas.
Lo más característico de la plumazón consiste
en una línea blanca casi pura que parte
del cañón y le sigue en toda la longitud de la
parte visible. Esta línea viva, muy marcada

DOR — 566 — DRA
en' el dorso, lomo y cubierta de las alas, pierde
su intensidad á medida que se prolonga
por las partes inferiores y las extremidades.
Podrían contarse muchas variedades en esta
especie, atendiendo á la plumazón, en la que
se encuentran, como en las gallinas comunes,
todos los colores, desde el blanco hasta el
negro, pasando por todos los tonos.
Es muy buena ponedora 3' temprana, de
huevos de mediano tamaño, que los empolla
perfectamente.
En Inglaterra se alirtientan las aves de
Dorking con una pasta de harina de cebada 3'
avena mezcladas, ó con maíz3' cebada cocida;
pero es conveniente irse con pulso respecto
al maíz, porque engrasa demasiado pronto las
aves. En Francia 3' en España se sigue el mismo
régimen de alimentación ú otro análogo
cuando se introducen estas aves directamente
de Inglaterra, siendo muy prudente no adoptar
de improviso modificaciones esenciales en
el régimen. Cuando se explotan en parques y
corrales es de rigor que el piso que recorran,
y sobre todo los gallineros, estén fundados
sobre terreno seco.
En los Estados Unidos se crían notables
variedades, completamente blancas, oriundas
de Inglaterra.
La raza Dorking, nombrada así de la palabra
inglesa do?\ que significa bordón, y de la
Tiing, rey (bordón de rey), tuvo por propagador
al célebre criador de aves en Inglaterra,
Mr. Jischer Hobbos, que aseguró que
entre las muchas especies ensayadas no había
encontrado ninguna más á propósito para las
casas de campo ordinarias que la Dorking. ISTo
demanda cuidados particulares; es notable polla
hermosura de su plumazón, como por su
precocidad, peso, extraordinario volumen y
delicadeza de su carne. Sin embargo, en contraposición
de estas cualidades, no faíta quien
aconseja que se va3'a con pulso en adoptarla,
efecto de su delicada constitución para resistir
los fríos y la humedad. Pero como raza para
cruzamiento está llamada la Dorking á desempeñar
un gran papel en la mejora de nuestras
castas meridionales.
DORMIDA.—Tiempo en que el gusano de
seda duerme y descansa, dejando de comer,
lo que sucede por tres veces antes de hacer
los capullos. || Paraje donde las reses y las
aves silvestres acostumbran á pasar la noche.
DORMIDERA—(V. Adormidera.)
DORNAJO.—Especie de artesa, pequeña
y redonda, que sirve para dar de comer á los
cerdos, ,para fregar ó para otros usos.
DORÓNICO.—Clase diez y nueve singenina
poligamia superflua de Linneo.
Eldorónico se conoce por su flor amarilla,
radiada, pequeña, que podría ser el adorno de
los jardines, como lo es de los bosques de los
Pirineos y-los Alpes, 3 r
también, según Cutanda,
en el Pardo, Escorial y Guadarrama (1).
(I) Flora compendiada de Madrid y su provincia,
por D. Vicente Cutanda.
Según dicho señor describe, la planta es algo
vellosa y glandulosa en lo alto; tallo poco ramoso,
estirado; cepa rastrera y con renuevos;
hojas algo denticuladas, las inferiores redondeadas,
acorazonadas en la base y con largo
pecíolo; las medianas abrazadoras, con dos
orejitas, redondeadas, las superiores sentadas,
también abrazadoras; flores solitarias, terminales,
grandes, amarillas; receptáculo velloso.
Las propiedades físicas del dorónico están
más desarrolladas en la raíz que en la flor; así
es que aquélla es la única qne se emplea en la
medicina. Cuando es reciente, es blanca y carnosa,
y cuando se seca es dura y fácil de pulverizarla.
Fresca es aromática 3' de sabor
dulce subastringente; de ella se extrae un extracto
acuoso muy abundante, del que se saca
un pequeña cantidad de espíritu que contiene
el sabor y el olor de la planta.
Las opiniones más contradictorias existen
sobre las propiedades medicinales del dorónico,
Maranta, Chinus, Cortseus, Mathiole, la
consideran venenosa; Cortunes y Dessénicus
cuentan que los hombres y los perros sucumben
á su acción. Sin embargo, Conrad Gessner,
después de haberse tragado dos dracmas de la
raíz del dorónico, dice que sólo advirtió algo
de inflamación del epigastrio, y cierta debilidad
general que un simple baño tibio hizo
cesar. Ese ilustre naturalista comió varias veces
las hojas de esa planta fresca, sin tener
novedad. Lo empleó alguna vez con suceso
contra los vértigos 3' la epilepsia, y en este
último caso lo empleó Albinos; en infusión en
el vino ó en la cerveza, se administra en Inglaterra
con objeto de facilitar la menstruación
(1). En general, la medicina moderna
hace poco uso de la planta descrita, conforme
con las ideas emitidas por el célebre Linneo,
que la clasificó entre las sospechosas.
J. de Hidalgo Tablada.
DORSO.— (Véase en el artículo Caballo,
tomo III, página 347.)
DORYCNÍUM.—Género de plantas de la
familia de las Leguminosas."(V. Escobón.)
DOSALBO.— Aplícase á la caballería que
tiene blancos dos pies.
DRAC33NA.—Género de. plantas de la familia
de las Esmiláceas. (V. Erogo.)
DRACMA.—Moneda.antigua de plata que
valía cuatro sextercios. || (Farmacia). Octava
parte de una onza, equivalente á 3 escrúpulos
ó á 3.594 miligramos.
DRAGACE.—Árbol de regulares dimensiones
que se cría en la Isla de Cuba, y cuya
especie botánica nos es desconocida. Tiene la
corteza negra, áspera y poco adherente. La
madera es dura, poco igual, fibrosa, ceniciento-negruzca,
con algunas vetas negras y
lineares, muy elástica, y bastante resistente á
la presión y tensión. Rompe á media madera
en la flexión y tensión, y de pronto á diagonal
corta en la torsión. Es poco usada, sin
duda por ser poco abundante, pero puede
| (1) Flore medícale, par Turpin, tomo III.

DRA — 567 — DRE
emplearse muy bien en construcciones. El
peso específico es de 0,91. La corteza suele
ser atacada por un insecto, quedando la madera
sana.
DRAGO. — Árbol hermoso de la región
marítima, que con la extrañeza de su porte
contribuye á la originalidad del paisaje de
Canarias. Encuéntrase espontáneo en las rocas
escarpadas de algunos barrancos de Tenerife.
Corresponde á la especie Dracana
draco, L., y es notable como planta arbórea
monocotiledónea por la doble irregularidad
de sus ramas ahorquilladas, que se ramifican
mucho, y el crecimiento desmesurado de su
tronco en grosor. Tiene las hojas ensiformes,
coriáceas, de 70 á 80 centímetros de largo y
4 de ancho, espinosas en el ápice y amontonadas;
las flores están dispuestas en panoja
terminal, y las brácteas son enterísimas y
cortas. El fruto, del tamaño de una guinda,
toma el color rojo cuando está en sazón.
El célebre drago de la Orotava, y cuyo
ahuecado tronco estaba ya así en tiempo de la
conquista (1464), medía más de 14 metros de
circunferencia, y era quizás el árbol más antiguo
de Canarias. Dícese que ha sido destruído
por una tempestad en estos últimos años.
Aunque el drago es indígena de Tenerife,
casi todos los del valle de Orotava son cultivados.
En aquel país se suelen ver paseos
formados de estos árboles. Se citan como sanos
y lozanos el de Realejo de Arriba, cuya circunferencia
mide unos 4 metros á la altura
de un metro del suelo; uno cerca de Icod de
los Vinos, y otro en el valle de las Palmas,
cerca del Tagauma.
En la plaza de Cádiz viven algunos dragos
procedentes del Jardín Botánico, en donde
se dice que fueron plantados de unos vastagos
obtenidos de un antiguo árbol de esta especie
que se asegura existía desde remotos tiempos
en el sitio que hoy se llama plaza de Mina.
Este vegetal se llamó antiguamente árbol
de los Geriones, del nombre de los primeros
pobladores de Cádiz, los cuales, después de
muertos por las tropas de Hércules Libio,
fueron enterrados al pie de dicha planta, y
por eso mana del drago un jugo de color de
sangre. El Padre Mariana habla también del
árbol Gériol de la Isla Gaditana, que destilaba
un licor como sangre, de todo lo cual se infiere,
descontando la parte fabulosa de los
relatos, que el drago vivía desde muy antiguo
en aquella parte de la región andaluza.
Se obtiene del tronco de este árbol, por medio
de incisiones transversales no muy profundas,
un jugo resinoso de color encarnado que
se concreta al contacto del aire. Desprendido
del tronco dicho producto con un raspador,
y purgado de los cuerpos extraños, se vende
en el comercio con el nombre de sangre de
drago, substancia que tiene varias aplicaciones
en la medicina, en pintura y en la preparación
de los barnices.
Esta planta debería extenderse mucho, tanto
por su utilidad cuanto por su hermosura,
en las provincias meridionales de España. Se
multiplica por brotes, que son siempre escasos
y salen de la parte lateral del tronco, y mejor
aún por semilla. Requiere terreno suelto, algo
húmedo; atmósfera húmeda y cálida, y casi
ninguna labor.
PRINCIPALES ESPECIES EXÓTICAS CULTIVA­
DAS.—Dracana indivisa, Forsts.—Originaria
de Nueva Zelanda. Tallo arborescente, de 3 á
4 metros de alto, terminado por un manojo de
bonitas hojas ensiformes, de 70 centímetros
de largo por 10 á 12 de ancho, reflejas, muy
venosas, con fondo verde y fajas alternadas de
color anaranjado vivo y blanco pálido. Se cultiva
en estufa, en tierra algo compacta y
substanciosa, ligeramente húmeda.
Dracana crythroracliis, Moore.—Del mismo
porte y procedencia que la anterior. Notable
por el color rojo brillante del nervio
central, y por el tinte más pálido de los secundarios.
Exige el mismo cultivo.
Dracana cannafolia, Hort.— Oriunda de
la Australia. Tronco cilindrico, alto; hojas
elípticas, de 50 centímetros de largo, tiesas,
de color verde glauco; pecíolo de 40 centímetros
de longitud, con los bordes arrollados
por encima, tomando la forma de un tubo rajado
longitudinalmente por la parte superior.
Se cría en invernáculo frío y en tierra de
brezo.
Dracana Humphii, Hort.—Tronco arborescente,
con hojas gruesas, coriáceas, ensiformes,
reflejas, de bordes ondulados, con una
faja estrecha blanca. Es planta muy hermosa
que requiere invernáculo templado.
Dracana umbraculifera, Jacq.—Oriunda de
la Isla Mauricio. Tallo arborescente; hojas de
un metro de largo, reflejas, de cuyo centro
nace una panícula corta, compacta, compuesta
de flores delgadas, purpuráceas por fuera,
blancas por dentro, de 35 centímetros de largo,
y que se reproducen durante dos meses.
Dracana congesta, Hort.— Tallo sencillo,
derecho, de 1 á2 metros, abrazado por la base
de las hojas, que son envainadoras, estrechas,
de 40 centímetros de largo, y color verde
obscuro. Flores de color de lila, dispuestas en
largas panículas axilares. Resiste bien el clima
templado-frío. Se cultivan además algunas
otras especies de este género, y muchas variedades
, con las que se enriquece la jardinería
de adorno.
DRÁSTICO—Se da este nombre al medicamento
que tiene la propiedad de ser purgante
muy activo. A este grupo pertenecen la
brionía, cohombrillo amargo, coloquíntida,
escamonea, eléboro blanco y negro, jalapa y
turbit. Hay fórmulas variadas en la farmacia
veterinaria, de las cuales forman parte algunos
de estos cuerpos.
DRENAJE.— IDEAS GENERALES.—La palabra
drenaje se aplica en agricultura, en su
más lata expresión, á todas las operaciones
que tienen por objeto facilitar la salida de las
aguas perjudiciales ó nocivas á la vegetación
y al cultivo de las plantas. Sin embargo, la

DEE — 568 — DEE
acepción concreta.de esta palabra suele limitarse
á las operaciones cuyo objeto es dar
salida á las aguas ya citadas, por medio de
cauces ó conductos subterráneos.
La palabra drenaje, así como sus derivados
drenar, dren, etc., que tendremos necesidad
de repetir con frecuencia en este artículo,
se derivan del verbo inglés to drain; estas expresiones
han tomado carta de naturaleza en
nuestro idioma, porque no había términos españoles
que expresaran exactamente el significado
que se ha convenido en dar á estas
diferentes palabras.
Admitido que el empleo de sangrías ó canales
subterráneos remonta á épocas sumamente
antiguas, tanto que Palladius describe
en sus obras las que para este objeto empleaban
los romanos, resultará, sin embargo, que
el drenaje, tal como en el día se practica, difiere
bastante y aventaja mucho al que antiguamente
se hacía. Con efecto; las sangrías
subterráneas no servían en épocas remotas
sino para desecar los terrenos húmedos, en
circunstancias especiales, mientras que el
drenaje moderno no se limita á desecar los terrenos
pantanosos, sino que se distingue especialmente,
constituyendo un gran progreso,
por su aplicación al saneamiento completo de
los terrenos arcillosos y de los terrenos llamados
fríos y crudos que, recibiendo gran
cantidad de aguas pluviales acumuladas en
ellos en las épocas de grandes lluvias, quedan
retenidas por la impermeabilidad del subsuelo.
Funciones que desempeña el agua en la vegetación
y perjuicios que ocasiona un prolongado
exceso de humedad en el terreno.—Para
que un terreno sea fértil, no basta que contenga
las materias sólidas minerales y orgánicas
que concurren á la nutrición de los vegetales;
es necesario además que contenga
cierta cantidad de agua; sin el concurso de
ésta, las plantas quedarían completamente
privadas de la alimentación que toman del
terreno, porque faltando el disolvente de los
jugos nutritivos, no pueden éstos ser absorbidos
ni arrastrados á todos los puntos del vegetal
que ha de alimentarse con ellos. La presencia
del agua es también necesaria para que
las materias orgánicas que se encuentran en
los terrenos y en los abonos experimenten la
descomposición que las ha de transformar en
substancias asimilables.
La cantidad de agua necesaria para la vegetación
no es la misma en todas las circunstancias
, variando según la naturaleza de las
plantas, su grado de desarrollo, el clima y la
naturaleza del terreno en que se cultivan; se
concibe fácilmente que es imposible determinar
de un modo exacto esta cantidad de agua,
pero haremos observar que, si por una parte
el agua es indispensable para la vegetación,
por otra el grado de humedad no puede elevarse
de cierto límite sin perjuicio de la fertilidad;
pasado éste, ya de un modo continuo,
ya temporalmente, empiezan á producirse
una serie de fenómenos cuya consecuencia es
detener el desarrollo de las plantas y empobrecer
los productos.
En la composición de los terrenos laborables
entran diferentes substancias, entre las
que la arcilla, la cal y el humus ó mantillo
tienen la facultad de absorber y retener en
sus poros una cantidad de agua más ó menos
considerable. Si por otra parte se considera
el terreno bajo el punto de vista de su constitución
mecánica, se le encuentra formado
de suficiente número de partículas de varias
dimensiones, desde el grano de arena gruesa,
que se distingue fácilmente á la vista, hasta
el polvo impalpable de que está formada la
arcilla; estas partículas aglomeradas, formando
el terreno ordinario, dejan entre sí espacios
ó intersticios que hacen posible comparar
el terreno á una masa porosa cruzada de pequeños
canales.
Cuando la lluvia cae sobre un terreno seco,
como el que acabamos de describir, penetra
desde luego en los huecos ó canales, pero las
partes del terreno que pueden absorber alguna
humedad se apoderan del agua, desocupando
estos pequeños canales, resultando de
aquí que la tierra no ha perdido la porosidad
aun cuando las partes de que se compone
contengan cierta cantidad de agua; en estas
condiciones, los terrones se deshacen en la
mano sin mancharla de barro, produciendo
una impresión de frescura; y si se calienta un
peso dado de tierra á la temperatura de 100"
centígrados, pierde una cantidad de agua que
varía en peso del 15 al 23 por 100 del peso
de la tierra tomad a; este estado del terreno
es el que más conviene para la vegetación.
Si sobre un terreno húmedo en las anteriores
condiciones sobreviene una nueva adición
de agua, el líquido deberá alojarse en
los canales ó intersticios, sin que éstos logren
quedarse vacíos como antes había sucedido,
y en este caso se encontrará alterada la constitución
mecánica del terreno, porque habrá
perdido su porosidad; si por cualquier causa
este estado de humedad excesiva se prolonga
por algún tiempo, la vegetación se encontrará
muy perjudicada en estos terrenos.
Estos perjuicios, originados por un exceso
de humedad, se manifiestan claramente á la
vista del observador, y aun cuando todos proceden
del mismo origen, varían en intensidad
según el mayor ó menor tiempo que el
agua permanezca estancada en el terreno. Los
terrenos llamados pantanosos, en los que la
permanencia del agua es constante, son los
que con más intensidad sienten los efectos
perjudiciales; en general, los terrenos de esta
especie son impropios para el cultivo; las labores
son imposibles, y la experiencia ha demostrado
que no pueden prosperar en ellos
la mayor parte de las plantas útiles, y sólo
suelen dedicarse, aunque con medianos resultados,
á pastos.
Existen además otra clase de terrenos que
por su naturaleza ó su posición absorben y retienen
durante un tiempo más ó menos largo

DRE — 569 — DRE
las aguas pluviales que caen sobre ellos, las
cuales se estancan durante cierto período, por
más que el resto del año están en buen estado
de sequedad; á esta clase pertenecen las arcillas
fuertes, llamadas terrenos fríos y crudos;
aun cuando esta clase de terrenos no son
impropios para el cultivo, no dejan, sin embargo,
de perjudicar á la producción los estancamientos
de agua que en ellos se producen
todos los años; los terrenos de estas condiciones
en las épocas de sequedad forman un
suelo duro y compacto, difícil de romper con
los instrumentos de labranza; en las épocas
de lluvia, la tierra húmeda y pastosa ofrece
una considerable resistencia á los arados y
atalajes, exigiendo, por lo tanto, el laboreo
de esta clase de terrenos más tiempo y más
gastos que el de los terrenos secos y ligeros, y
obteniéndose como resultado peores cosechas
y más sucias, por el excesivo crecimiento que
en ellos obtienen las plantas nocivas y parásitas.
Añadiremos para terminar, que los efectos
producidos por el estancamiento de las
aguas en el terreno, no sólo perjudican al cultivo
y vegetación de las plantas, sino que hacen
sentir su perniciosa influencia sobre los
hombres y los animales.
Los ganados que pastean en terrenos, húmedos
están constantemente atormentados
por insectos de todas clases, tales como mosquitos,
cantáridas, moscas, tábanos, etc.; la
raza bovina contrae afecciones pulmonares
que la diezman; la raza lanar se expone á adquirir
tina y otras afecciones, y, finalmente,
las emanaciones desprendidas de un terreno
frío y húmedo inficionan la atmósfera, ocasionando
fiebres endémicas y otras enfermedades
que afectan á la población del país.
Por todo lo dicho se comprende fácilmente
que el drenaje no debe considerarse únicamente
como una mejora agrícola, sino como
un poderoso recurso para transformar el clima
de ciertas localidades, haciéndole más saludable.
Antiguos métodos empleados en el saneamiento
de terrenos húmedos.—Antes de llegar
al procedimiento de drenaje subterráneo
moderno, aplicable á toda clase de terrenos,
recurrieron los cultivadores, para atenuar los
inconvenientes del estancamiento de las aguas,
á dos medios principales, que son: dar á las
labores formas especiales y determinada dirección
á los surcos, y abrir zanjas y fosos que
recogieran las aguas; estos medios son tan im-,
perfectos que rara vez se logra con ellos sanear
bien un terreno húmedo, por la sencilla
razón de que con ellos sólo se logra á lo sumo
dar salida á las aguas que duermen sobre la
tierra, pero no hacer desaparecer la humedad
que impregna el terreno debajo de la costra
superior, y, sobre todo, secar el subsuelo.
El sistema de varios conductos cubiertos y
profundos que desagüen en un colector que.
lleve las aguas fuera del terreno, constituyen
un sistema perfecto de saneamiento, conservando
el terreno una superficie continua, sin
fosos ni ondulaciones; estos conductos ó drenes
quitan al terreno en todo tiempo el exceso
de humedad, dejando sólo la frescura necesaria
para la vegetación, y mantienen el suelo
en un estado de porosidad que le permite
recibir y absorber nuevas dosis de lluvias y de
aire. Antes de llegar las aguas llovidas á los
drenes, humedecen la tierra con uniformidad,
distribuyendo á.las raíces de las plantas las
materias fertilizantes que han tomado en la
atmósfera, y comunicando á las capas inferiores
del terreno el calor que han robado
en la superficie. Después de cada lluvia se
produce en el terreno una renovación de aire
que aumenta la fertilidad y la temperatura
media.
Los drenes cubiertos pueden colocarse átal
profundidad que el agua haya dejado en el terreno
su temperatura y los principios nutritivos
que arrastre consigo. Por último, un
drenaje subterráneo ,bien instalado no exige
sino accidentalmente gastos de entretenimiento
y reparación.
Diferentes métodos de drenaje y ocasiones
en que se aplican.—La humedad de los terrenos
laborables procede de dos causas diferentes,
como ya hemos indicado: 1. a
, de fuentes ó
manantiales de aguas del fondo que se elevan
del subsuelo á la superficie; 2.", de la acumulación
de las aguas de lluvias en las capas ó
sobre las capas de determinada clase.
La humedad que se manifiesta en los terrenos
pantanosos debe generalmente su origen
á la primera causa; las aguas que observamos
en muchos terrenos altos en ciertas épocas del
año durante el invierno y primavera, ó en épocas
de lluvias, deben atribuirse á la segunda;
suelen concurrir á veces ambas causas.
Para sanear los terrenos húmedos por causa
de aguas procedentes de manantiales subterráneos
, se ha recurrido en Inglaterra á un
procedimiento muy antiguo, conocido con el
nombre de método de desecación Elhington,
del nombre del agricultor que le empleó y
perfeccionó á fines del pasado siglo.
Este método está fundado en un principio
racional, y consiste en atacar directamente la
causa que engendra la humedad, interceptando
los manantiales antes que lleguen á
la superficie del terreno, procurando á las
aguas una salida fácil á conveniente profundidad
para que no perjudiquen al terreno superior.
Para sanear los terrenos en los que la humedad
es producida por la acumulación y permanencia
de las aguas pluviales, se recurre á
un método especial de drenaje, empleando
conducciones subterráneas, cuya profundidad,
distancia y posición están reguladas por las
condiciones particulares en que se encuentra
cada terreno. Este método ha recibido varios
nombres, pero más generalmente se le distingue
cou la denominación de drenaje completo,
y es el que recibe las aplicaciones más numerosas,
por no decir que el solo que actualmente
se emplea, y de él nos vamos á ocu-.
Día—IV. 37

DRE — 570 — DRE
par, examinando las principales condiciones
que influyen en la eficacia y economía de los
trabajos de saneamiento.
Estas condiciones principales son: 1. a
Posición
que los drenes deben ocupar con relación
ala inclinación del terreno.—2. a
Profundidad
á que deben colocarse.—3. a
Espacio que debe
quedar entre ellos.—4. a
Forma de los conductos
y materiales que entran en su composición.—
5. a
Dimensiones.—6." Longitud de los
drenes.
1. a
Posición de los drenes.—En un siste­
ma de drenaje completo bay siempre dos clases
de drenes: unos tienen por objeto desecar
uniformemente el terreno, y otros recogen
Figura 221
las aguas reunidas en los primeros y las conducen
á los puntos de desagüe; se designa á
los primeros con el nombre de drenes de saneamiento
ó desecación, y á los segundos con
el de colectores.
La posición que los drenes de desecación
deben ocupar está indicada por la forma del
terreno, debiendo en lo posible aproximarse
á las líneas de mayor pendiente, con lo cual
el agua tiene más fácil salida en los drenes, y
una vez recogida en ellos, no es fácil vuelva á
humedecer terrenos que estén colocados más
bajos que los que las han producido. Para ¡a
aplicación de esta regla se desprecian las pequeñas
irregularidades del terreno; suponiendo
que el espacio que se trata de sanear está
compuesto de un cierto número de planos
más ó menos inclinados, en cada uno de estos
planos se escoge la pendiente media que ha
de dar la dirección de la colocación de cada
serie de drenes, estableciéndolas en líneas paralelas
entre sí para cada uno de estos planos,
de modo que resultarán tantas series de
drenes paralelos como planos.de diferente inclinación.
La figura 221 da una idea de la disposición
del drenaje; el terreno tiene un punto culminante,
marcado con la cota 51, desde el que
desciende en tres direcciones marcadas con línea
gruesa, que son puntos bajos; se le puede
considerar por lo tanto formado por tres planos
inclinados, cada uno de los cuales tendrá
su sistema de drenes paralelos entre sí, según
indican las líneas finas, los cuales verterán
en los drenes colectores, representados por las
líneas gruesas.
Algunas veces, en circunstancias particulares,
es necesario poner drenes de
desecación en dirección transversal á la
pendiente del plano, cuando hay al lado
del terreno que se sanea tierras húmedas
más elevadas, ó cuando se tiene inmediato
un canal ó cauce de agua susceptible de
producir filtraciones. En estos casos se
ataja la humedad exterior aislándola por
medio de uua sangría transversal, como
la representada en la cota 34, que se enlaza
con la parte inferior de los tubos de
drenaje.
Otra circunstancia que influye en la posición
de los drenes es el desarrollo de las
raíces de ciertos árboles, tales como el
fresno, sauce, etc., las cuales recorren largas
distancias en busca de humedad, introduciéndose
á veces y desarrollándose de
tal modo dentro de los conductos, que llegan
á obstruirlos; para evitar esto es preciso
determinar la situación de los drenes
en los terrenos en que haya plantaciones,
de modo que pasen lo más lejos posible de
los árboles; por la misma razón es conveniente
no aproximar los drenes á los cierres
de setos vivos que suelen limitar la
propiedad en algunas comarcas.
Posición de los drenes colectores.—Los
drenes colectores que reciben y conducen
á un punto conveniente las aguas procedentes
de los drenes de desecación, tienen por
objeto además evitar los inconvenientes de un
gran foso al que desembocarían éstos, llevando
con tal disposición los peligros de sor obstruidos
en su boca de salida por los desprendimientos
de tierras que siempre ocurren en
las zanjas al descubierto.
Los drenes colectores deben ocupar las partes
bajas del terreno, hacia las que se dirigen
las aguas recogidas por los drenes de desecación;
en la figura 221 los drenes colectores están
representados por las líneas gruesas.
Deben tenerse presentes para su colocación
las indicaciones que hemos hecho al ocuparnos
de la colocación de los drenes desecadores,
respecto á las raíces, árboles, plantaciones, etc.
El ángulo de encuentro de los drenes desecadores
con los colectores puede variar como
se quiera, teniendo sólo en cuenta que la di-

DRE — 5 7 1 — D R E
r e c c i ó n d e l a g u a n o t e n g a q u e e x p e r i m e n t a r
b r u s c o s r e t r o c e s o s .
2. a
p e r i e n c i a q u e u n e x c e s o d e p r o f u n d i d a d n o
p e r j u d i c a á u n b u e n d r e n a j e , y u n d e f e c t o
Profundidad á que deben colocarse los
p u e d e h a c e r i n e f i c a c e s l o s t r a b a j o s y g a s t o s
drenes.—Esta c o n d i c i ó n e s u n a d e l a s m á s e m p l e a d o s , s e d e b e , p o r r e g l a g e n e r a l , p e c a r
i m p o r t a n t e s e n u n s i s t e m a d e d r e n a j e , y p o r
m á s b i e n d e e x c e s o d e p r o f u n d i d a d e n l o s
l a r g o t i e m p o s e h a n d i s p u t a d o l a p r e f e r e n c i a
d r e n e s .
e n I n g l a t e r r a d o s s i s t e m a s o p u e s t o s : e l p r i m e ­
H a s t a a h o r a n o n o s h e m o s o c u p a d o d e l a
r o , l l a m a d o d e S m i t h , c o n s i s t e e n c o l o c a r l o s
s i t u a c i ó n p a r t i c u l a r d e l o s t e r r e n o s q u e s e
d r e n e s d e s e c a d o r e s á 7 5 c e n t í m e t r o s d e p r o ­
t r a t a d e s a n e a r , y s i n e m b a r g o , d e b e t e n e r s e
f u n d i d a d c o m o m á x i m u m , y e s p a c i a r l o s e n t r e
m u y e n c u e n t a , p o r q u e s u c e d e á v e c e s q u e
s í á c o r t a d i s t a n c i a u n o s d e o t r o s ; e l s e g u n d o ,
p o r f a l t a d e f o s o s d e b a s t a n t e p r o f u n d i d a d ó
l l a m a d o d e P a r k e s , r e p o s a , p o r e l c o n t r a r i o , e n
d e p u n t o s b a s t a n t e b a j o s p a r a d a r s a l i d a á l a s
e l e m p l e o d e d r e n e s á 1 , 2 0 m e t r o s d e p r o f u n ­
a g u a s , s e t o c a n d i f i c u l t a d e s p a r a d a r á l o s
d i d a d , b a s t a n t e s e p a r a d o s u n o s d e o t r o s .
d r e n e s l a p r o f u n d i d a d q u e d e b i e r a n t e n e r
S i n q u e p o d a m o s d e c i r e n a b s o l u t o l a p r o ­
p a r a l o g r a r u n s a n e a m i e n t o p e r f e c t o .
f u n d i d a d á q u e l o s d r e n e s d e b e n c o l o c a r s e ,
C u a n d o n o e x i s t e e n l a s c e r c a n í a s d e l t e r r e ­
p o r q u e e s t o d e p e n d e d e l a s d i f e r e n t e s c a l i d a ­
n o q u e s e t r a t a d e s a n e a r u n r e c e p t á c u l o b a s ­
d e s y p e r m e a b i l i d a d d e l o s t e r r e n o s , c r e e m o s
t a n t e p r o f u n d o p a r a r e c i b i r l a s a g u a s p r o c e ­
q u e e l d r e n a j e p r o f u n d o e s e l q u e m e j o r e s
d e n t e s d e l d r e n a j e , y h a y á c i e r t a d i s t a n c i a
r e s u l t a d o s d a e n l a p r á c t i c a ; p a r a f i j a r e s t a p r o ­
p u n t o s m á s b a j o s , p u e d e u t i l i z a r s e e s t a c i r ­
f u n d i d a d e n u n t e r r e n o d e t e r m i n a d o e s n e c e s a -
c u n s t a n c i a p a r a c o l o c a r l o s d r e n e s b a s t a n t e
p r o f u n d o s y c o n d u c i r e l a g u a r e c o g i d a e n
l o s c o l e c t o r e s p o r m e d i o d e u n a g a l e r í a ó
^ t u b e r í a g r u e s a , h a s t a l l e g a r á v e r t e r e n
/ f e s t o s p u n t o s , a t r a v e s a n d o l a s p r o p i e d a d e s
/ v e c i n a s s i e s n e c e s a r i o .
' C u a n d o n o e x i s t e n , n i a u n á l a r g a d i s -
j ^ , t a n c i a , p u n t o s b a j o s p a r a r e u n i r l a s a g u a s ,
p u e d e b u s c a r s e e n e l s u b s u e l o u n a c a p a
% p o r o s a ó p e r m e a b l e c a p a z d e a b s o r b e r , l a s
a g u a s d e l o s t e r r e n o s s u p e r i o r e s , c o n s t r u ­
FiRura 222
y e n d o l o q u e s e c o n o c e c o n e l n o m b r e d e
p o z o s a b s o r b e n t e s , q u e r e c o g e n l a s a g u a s
r i o c o n o c e r s u n a t u r a l e z a y l a c o m p o s i c i ó n d e
d e l o s d r e n e s c o l e c t o r e s .
l a s c a p a s q u e c o n s t i t u y e n e l s u b s u e l o ; e s t e c o ­
F i n a l m e n t e , c u a n d o f a l t a n l o s d o s m e d i o s
n o c i m i e n t o s e l o g r a p r a c t i c a n d o s o n d e o s ó c a ­
q u e a c a b a m o s d e i n d i c a r , s e r e c o g e n l a s a g u a s
l i c a t a s e n é p o c a s d e h u m e d a d ' , y e x a m i n a n d o
p r o c e d e n t e s d e l d r e n a j e e n b a l s a s ó r e c i p i e n ­
e n e l l a s l a c o m p o s i c i ó n d e l t e r r e n o y e l m o d o
t e s c o n s t r u i d o s e x p r o f e s o y d e c a p a c i d a d
d e o b r a r l a s a g u a s s o b r e e l s u b s u e l o ; s u e l e n
s u f i c i e n t e , y c u a n d o e s t á n l l e n o s s e a g o t a n ,
h a c e r s e d e 1 á 2 m e t r o s d e p r o f u n d i d a d , y
c o n d u c i e n d o e l a g u a á l o s r í o s ó c a u c e s i n ­
3 ó 4 p o r c a d a h e c t á r e a ; s i s e e n c u e n t r a u n
m e d i a t o s , p o r m e d i o d e m á q u i n a s h i d r á u l i ­
t e r r e n o i m p e r m e a b l e , e s i n ú t i l p r o f u n d i z a r
c a s ; e s t e ú l t i m o m e d i o e s g e n e r a l m e n t e m u y
m á s ; c u a n d o e s t a s c a l i c a t a s a c u s a n t o d a s u n
c a r o .
t e r r e n o i g u a l y u n i f o r m e e n t o d a l a s u p e r f i ­
L o s d r e n e s c o l e c t o r e s d e b e n c o l o c a r s e á u n a
c i e q u e s e t r a t a d e s a n e a r ' , s e p u e d e a d o p t a r
p r o f u n d i d a d d e 8 c e n t í m e t r o s m á s b a j o s q u e
u n a p r o f u n d i d a d c o n s t a n t e p a r a t o d o e l s i s t e ­
l o s d r e n e s d e s e c a d o r e s , d e m o d o q u e e l a g u a
m a d e d r e n a j e .
p r o d u z c a u n a p e q u e ñ a c a í d a e n s u p u n t o d e
P a r a j u z g a r c o n a c i e r t o l a n a t u r a l e z a d e l
e n c u e n t r o ; d e e s t e m o d o s e d e t e r m i n a u n a
t e r r e n o , n o d e b e f o r m a r s e o p i n i ó n d e e l l a i n ­
c o r r i e n t e m á s a c t i v a e n e l l o s , y s e e v i t a n l o s
m e d i a t a m e n t e d e s p u é s d e a b i e r t a s l a s c a l i c a ­
d e p ó s i t o s d e m a t e r i a s a r r a s t r a d a s q u e , a g l o ­
t a s , s i n o d e s p u é s d e q u e h a y a t r a n s c u r r i d o
m e r á n d o s e e n l a e m b o c a d u r a d e l o s d r e n e s
s u f i c i e n t e t i e m p o p a r a q u e e l a g u a b u s q u e s u s
d e s e c a d o r e s , p o d r í a n o b s t r u i r e l j a s o d e l a s
s a l i d a s p o r l o s c o s t a d o s y f o n d o d e l a s e x c a ­
a g u a s . a
v a c i o n e s ; d e b e o b s e r v a r s e c o n c u i d a d o s i e l 3 . Distancia entre los drenes.—Para d e ­
s u b s u e l o e s p o r o s o y p r o d u c e a g u a a l e x c a ­
t e r m i n a r l a d i s t a n c i a q u e h a d e q u e d a r e n t r e
v a r e n é l ; s e d e b e n o b s e r v a r l o s e f e c t o s d e l a
u n a s e r i e d e d r e n e s , h a y q u e t e n e r e n c u e n t a
c a p i l a r i d a d e x a m i n a n d o h a s t a q u é a l t u r a s e
l a p e n d i e n t e d e l t e r r e n o , l a p r o f u n d i d a d d e l
m a n t i e n e l a h u m e d a d e n l a s z a n j a s , y n o s e
d r e n a j e y l a c l a s e d e l t e r r e n o s o b r e q u e s e
p e r d e r á d e v i s t a q u e e s s i e m p r e n e c e s a r i o
o p e r a .
q u i t a r a l t e r r e n o l a m a y o r c a n t i d a d d e a g u a
N o e s f á c i l d a r r e g l a s e x a c t a s p a r a d e t e r ­
p o s i b l e , y s o b r e t o d o n o d e j a r l a q u e . e n c a ­
m i n a r e s t a s d i s t a n c i a s , s i e n d o n e c e s a r i o r e c u ­
p a s s u b t e r r á n e a s p r o c e d e d e o t r o s t e r r e n o s
r r i r á e x p e r i e n c i a s d i r e c t a s ó p r o c e d e r p o r
m á s e l e v a d o s . I Ñ T o e s f á c i l , r e p e t i m o s , d a r r e ­
a n a l o g í a . E l c u a d r o s i g u i e n t e c o n t i e n e c i f r a s
g l a s e x a c t a s p a r a d e t e r m i n a r l a p r o f u n d i d a d ,
e n t r e l a s q u e p u e d e v a r i a r l a d i s t a n c i a e n t r e
q u e e n c a d a c a s o d e p e n d e d e l a s r a z o n e s y a
l o s d r e n e s , s e g ú n l a s d i f e r e n t e s c l a s e s d e
e x p r e s a d a s ; p e r o h a b i e n d o m a n i f e s t a d o l a e x ­
t e r r e n o ; e s t o s d a t o s s o n c o n r e l a c i ó n á d r e -

DRE — 5 7 2 — DRE
najes practicados á 1,20 metros de profundidad:
Naturaleza del terreno • Distancia Distancia
mínima máxima
Metros Metros
Arena gruesa 16 18
Arena ferruginosa 13 15
Arena terrosa, grano fino... • 10 12
Arena arcillosa 12 14
Tierra arcillosa plástica 6 7
Arcilla compacta, tierra de
bataneros 8 9
Arcilla ordinaria 9 11
Tierra arcillosa blanda 11 14
Tierra grasa con fango 9 12
Tierra con turba pantanosa.. 11 14
Tierra caliza cal vera.... 8 11
Para obtener la distancia entre drenes por
medio de ensayos directos, hay que tardar
algún tiempo en las experiencias; uno de los
procedimientos que pueden seguirse consiste
en establecer, á la distancia que se presume
suficiente, dos drenes paralelos y á igual profundidad;
entre estos drenes se practica una
excavación, y en ella se examina después de
algún tiempo á qué altura se mantiene el agua
debajo de la superficie del terreno; si el agua
baja lo suficiente, sobre todo después de la
época de lluvias, puede aceptarse la distancia
como buena; y si el ensayo no satisface, puede
repetirse, variando en más ó en menos esta
distancia, según se juzgue necesario, en vista
de la altura del agua en la excavación.
Otro procedimiento preferible al anterior,
porque da resultados más precisos, consiste
en marcar sobre el terreno la colocación de un
dren de ensayo D (figura 2 2 2 ) ; se practican
en el terreno, siguiendo una línea normal á
la dirección del dren, una serie de agujeros
de una profundidad igual á la que se haya de
dar al drenaje; estos agujeros estarán espaciados
entre sí de metro en metro, y el primero
a, distante del dren D de 3 á 5 metros,
según sea la naturaleza del terreno; se pone en
cada agujero una chimenea hecha con tubos
superpuestos, alrededor de los cuales se oprime
bien la tierra, y después se construye el
drenaje D, examinando el efecto producido al
cabo de algún tiempo sobre el agua que contienen
las chimeneas. La distancia á que produce
efectos útiles el dren D estará dada por.
la distancia D c, que le separa de la chimenea
e, en la que el agua haya descendido hasta el
nivel de la conducción del drenaje, y la distancia
ó separación entre los tubos de drenaje
podrá ser doble de esta longitud.
Finalmente, se puede comprobar el resultado
de un drenaje examinando las cosechas
sobre un terreno saneado: si entre el intervalo
de dos drenes consecutivos no resultaren diferencias
en el vigor y desarrollo de las plantas
que cubren el terreno, se puede asegurar
que el resultado del drenaje es perfecto; si,
por el contrario, en los centros de los espacios
entre drenes la vegetación se presenta
más floja, más irregular y de peor color, es
una advertencia que debe aprovecharse en los
drenajes sucesivos para estrechar las distancias
entre ellos.
4." Forma de los conductos y materiales
que entran en su composición.—Para que el
drenaje llene la misión á que se destina, es
necesario que presente en su fondo un espacio
vacío en el que pueda penetrar y circular
el agua sin encontrar resistencia, marchando
en dirección de los tubos colectores. Varios
procedimientos se
t¡ í.,

DRE — 573 — DRE
anchas y mucha mano de obra, por lo que el
drenaje resulta caro.
Los drenes practicados con ladrillos ordinarios
son de larga duración; suelen disponerse
en la forma indicada en la figura 224, pero
estos drenajes resultan excesivamente caros;
suelen sustituirse los ladrillos por unas piezas
de barro semicilíndricas que se colocan en ei
?"
Figura 225
fondo del foso sobre ladrillos planos, conforme
se indica en la figura 225.
A primeros del siglo actual, M. John Read
introdujo el empleo de drenes tubulares de
barro cocido, que llevaban una ranura en el
sentido de su generatriz para permitir la entrada
del agua; el procedimiento de fabrica-
Figura 226
ción de estos tubos, elemental en su origen, fué
perfeccionándose, hasta llegar á obtenerlos
por medio de máquinas; la forma también ha
variado, adoptándose diferentes perfiles de
sección, entre los cuales los que más se han
usado son los representados en la figura 226,
y los cilindricos, únicos que se emplean en
el día.
Estos tubos eran de 0,30 metros de largo,
con un diámetro de 0,05; pero M. Parkes ha
demostrado posteriormente que en los drenes
de desecación basta generalmente un diámetro
de 0,025.
Dos objeciones se han hecho al sistema tubular
de drenaje: la primera consiste en la
Figura 227
dificultad de dar á los tubos cilindricos una
posición estable sobre el fondo plano de las
zanjas, y evitar su desplazamiento cuando se
pone la tierra encima de ellos para recubrir
la excavación; la segunda es que cuando los
tubos están colocados, el agua no puede entrar
en ellos más que por los intervalos que resultan
entre los extremos de los caños; ambas
objeciones carecen de importancia; en primer
lugar, si se teme por la estabilidad de los
tubos de sección circular, será en el caso de
que el fondo de la zanja sea plano; pero como
los instrumentos con que éstas se practican
están, como luego veremos, dispuestos de modo
que el fondo del foso resulte semicilíudrico,
resultará que el tubo quedará alojado en la
zanja como en un estuche, sin tomar movimientos
que cambien su posición; además, en
el día es corriente el empleo de manguitos
adoptando la disposición representada en la
figura 227.
Respecto á la cantidad de agua que puede
pasar por las juntas, vamos á verificar un
cálculo en las condiciones peores. Suponiendo
los drenes espaciados de 20 metros y los tubos
de un diámetro de 0,025 y 0,30 metros de
longitud, y que sobre el terreno ha caído una
copiosa lluvia de 0,01 metro de altura de agua
en el espacio de doce horas, cuya agua debe
pasar toda y salir del drenaje en un espacio
de cuarenta y ocho horas. En estas circunstancias
cada junta debe dejar pasar un volumen
de 60 litros del agua que haya caído en
una zona de 20 metros de larga por 0,30 de
ancha, ó lo que es igual, 1,25 litros por hora;
creemos que nadie dudará de que esta cantidad
de agua pueda pasar por la unión de dos
tubos que dejan una abertura libre de más de
un centímetro cuadrado.
Los tubos suelen ponerse punta con punta,
si bien muchas veces se les reúne por
medio de manguitos ó collares, como
antes hemos dicho; esto tiene lugar
especialmente cuando el fondo de ios
fosos está formado por tierras demasiado
blandas. Recientemente se han sustituido
en Bélgica los manguitos por tubos
de enchufe como los representados en la figura
228, en A vista exterior y B corte longitudinal.
5. a
Dimensiones y pendiente de los dre­
nes.—La dimensión de los drenes depende de
la cantidad de agua que ha de pasar y de la
pendiente que tengan; ordinariamente se escoge
un tipo de tubo de la máxima dimensión
necesaria, y este modelo es el que se emplea
en todo el sistema; ya hemos indicado que el
tipo ordinario del
dren suele ser de
0,025 de diámetro,
y con esta dimensión
se han
formado tablas
que daremos á
conocer más adeante.
Los drenes
colectores varían
desde 0,04 á 0,08
Figura 228
metros de diámetro.
6. a
Longitud de los drenes.—Después de
repetidas experiencias se ha formado la siguiente
tabla, que indica la longitud que pueden
tener los drenes hechos con tubos de
0,025 de diámetro para diferentes pendientes
y separaciones de tubos.
Por medio de la mencionada tabla es fácil
determinar en todos los casos la longitud
á que puede llegarse con los drenes de tubos
de 0,025, cuando la distancia entre drenes
está dada de antemano por la naturaleza
del terreno y cuando la pendiente de este

DRE — 574 — DRE
mismo se ha comprobado por medio de una
nivelación:
SEPARACIÓN
de los drenes
LONGITUD DE LOS DRENES
de desecación para una pendiente de
en metros 0,002 0,005 0,010 0,015 0,0-20
7,00 130,69 225,92 332,80 416,39 485,83
8,00 114,35 197,68 292,08 364,34 425,10
9,00 101,71 175,82 259,77 324,04 378.08
10,00 91,69 158,51 234,20 293,14 340,86
11,00 83,26 143,93 212,66 265,28 309,52
12,00 76,41 132,09 195,17 243,45 281,05
13,00 71,14 122,98 181,71 226,06 261,46
14,00 65,35 112,9« 166,90 208,19 243,91
15,00
61,13 103,07 156,13 191,76 227,24
16,00 57,44 99,29 146,71 183,01 213,55
Cuando la disposición del terreno es tal que
los drenes de desecación llegan á una longitud
superior á la marcada en la tabla anterior, se
aumenta su diámetro á partir del punto en
que pasan de la distancia marcada, sustituyéndolos
por otros de 0,035. Se puede también
cortar las líneas de drenes de desecación
por un dren colector colocado hacia la mitad
de la longitud total.
Los drenes colectores varían en su longitud,
pero no deben pasar de 250 metros de
largo; cuando las circunstancias obligan á
ponerlos de mayores longitudes, se practican
de 200 en 200 metros chimeneas ó registros,
como se indican en la figura 229; estos registros
llevan su tapa de madera, y sirven para
ver si las aguas marchan ó si hay interrupciones.
Cuando se reúnen varios colectores
también es conveniente poner registros de
esta clase que recojan el agua de varios y la
den salida por otro de mayor diámetro, como
se indica en la proyección horizontal de la
citada figura 229.
Procedimiento para la ejecución de los trabajos
de drenaje.—Los trabajos de drenaje
comprenden cinco operaciones diferentes, que
son: 1. a
Trazado de los drenes de desecación.—2."
Transporte y arreglo de los materiales
empleados para hacer los drenes.—
•3. a
Apertura de fosos.—4. a
Construcción de
drenes.—Y 5. a
Relleno de las zanjas.
1. a
Una vez que se ha hecho el estudio
del terreno que se ha de sanear, y determinado
el número, profundidad y dirección de los
drenes de desecación y colectores, se procede
á marcar sobre el terreno el ancho y dirección
de los fosos por medio de surcos que se
trazan valiéndose de jalones y cuerdas.
2. a
Determinada la posición de los drenes
conforme acabamos de indicar, es conveniente
llevar sobre el terreno los materiales que
se han de emplear en el fondo de los fosos;
su transporte puede hacerse con más facilidad
antes de la apertura de las zanjas, y se evita
de este modo el peligro de que la aproxima­
ción y movimiento de los carros produzca
desprendimientos en las zanjas abiertas. La
descarga de materiales, sobre todo si son tubos,
debe hacerse con cuidado, para evitar
roturas; conforme van llegando los materiales
se van colocando á lo largo del trazado de
las zanjas, eji uno de sus lados, y ordenándolos
de modo que se puedan ir empleando sin revolverlos.
3. a
Los trabajos de excavación en las zan­
jas de drenaje debeu acometerse siempre por
los puntos más bajos del terreno, con objeto
de dar salida fácil á las aguas que se encuentran
al abrir los fosos, ó á las que pueden so-
Figura 229
brevenir durante la ejecución de los trabajos;
por esta razón en cada sistema de drenes se
hace primero el colector, empezando por su
desembocadura y avanzando hacia los puntos
más altos; después se atacan sucesivamente, y
de abajo arriba, todos los drenes de desecación,
teniendo cuidado de no profundizarlos
más que el colector en que desembocan, para
evitar encharcamiento de aguas que estorban
al trabajo.
La ejecución de las excavaciones es igual
para toda clase de drenes; sólo varía con la
naturaleza del terreno en que se trabaja. La
clase de materiales destinados á formar los
drenes no tiene influencia sobre la dimensión
de las excavaciones; si se trata de emplear
piedras, dando á las zanjas una profundidad
de 1,20 metros, debe abrirse la zanja con un
ancho de 0,50 metros en su parte superior y
0,20 metros en el fondo; cuando se emplean
ladrillos, el ancho superior debe ser de 0,60 y.

DRE — 575 — DRE
el inferior de 0,30, y cuando se hayan de
emplear tubos, sólo tendrán un ancho superior
de 0,40, y el inferior variará de 0,08 á
0,16, según el diámetro de los tubos; es conveniente
disminuir en lo posible el ancho de
los fosos, no sólo para economizar trabajos
de movimiento de tierras, sino para evitar
que el fondo de la excavación se levante en
cierta clase de terreno por la presión de las
masas laterales.
Cuando el terreno en que se han de abrir
las zanjas es bastante consistente para no temer
desprendimientos, se procede del siguiente
modo, suponiendo que se han de abrir fosos
de 1,20 metros de profundidad: el opera­
rio tiende, según la dirección del dren, un
cordel de 25 á 30 metros de largo, que sujeta
con estacas por sus extremos, y practica, sirviéndose
de este cordel como de maestra, una
incisión profunda en el terreno, valiéndose
de una pala ó una azada; hecho este primer
trazo, coloca su cuerda paralelamente á él, y
separada la distancia que deba tener el ancho
de la boca superior de la zanja, y repite la
operación, habiendo obtenido así dos trazos
paralelos que determinen la excavación.
El operario empieza á cavar la zanja marchando
hacia atrás, levantando con la pala ó
la azada, según la dureza del terreno, una
primera capa de 30 centímetros de altura,
que va depositando fuera de la excavación, á
un lado de ella, formando un caballete que
después puede ser vuelto á la zanja con facilidad.
Un segundo operario sigue al primero, el
cual va profundizando la zanja, levantando
otra cava de otros 30 centímetros; para esta
operación hace generalmente uso de la pala
de limpiar acequias, representada en la figura
230, primera herramienta, con la que corta
un trozo de tierra que recoge y lanza á
brazo con la pala al lado de la zanja.
Un tercero y un cuarto operario siguen relativamente
á los anteriores, profundizando
cada vez más la zanja, empleando, según las
necesidades del terreno, las herramientas que
indica la figura 230, hasta llegar á obtener la
profundidad que se desea; el último operario
lleva una larga azada acanalada que le permite,
llegar al fondo de la zanja y darle una
forma redondeada en su fondo.
La operación más importante
en este trabajo
es el dejar el fondo de las
zanjas en una línea de
pendiente, sin ondulaciones
ni baches; algunos
drenadores se guían para
ello por el agua que corre
por el fondo del foso,
y otros se sirven de reglones
con niveles de
perpendículo, en los que
va marcada la dirección
de la plomada para la
pendiente que se desea;
el medio más seguro es
marcar puntos de rasante
del fondo antes de terminar
la excavación, empleando
para ello las niveletas
de peón caminero,
y terminando después
en la zanja entre los diferentes
puntos de nivel
marcados, sin profundizar
más que lo necesario.
Suele suceder con frecuencia
que al llegar á
cierta profundidad, el terreno
presenta poca consistencia,
por cuya razón es imposible que
las zanjas se conserven en estado de limpieza
el tiempo necesario. En este caso se ejecuta
la excavación en la parte de terreno firme,
y la tierra móvil sólo se saca en el momento
de poner los drenes, para lo cual, al lado de
la cuadrilla que los va colocando, va otra de
excavadores que preparan la zanja para recibir
inmediatamente los tubos ó piedras que
se hayan de emplear, cubriéndolos en seguida.
Cuando las partes superiores del talud amenazan
desprenderse, se las acodala con tablas
y maderos, como indica la figura 231, siendo
conveniente, por regla general, practicar las
operaciones de apertura de zanjas en tiempo
seco.
Colocación de los drenes. — Terminada la
apertura de zanjas, se procede ala colocación
de los drenes; si éstos son de piedras planas
ó ladrillos, nada de particular ofrece su colocación,
de la que ya en otro lugar nos hemos

DRE — 576 — DRE
'ocupado; las piedras se colocan escogiendo
las más planas y regulares para formar las
canales. Los drenes de ladrillo exigen más
cuidado, y deben ser, como los de piedras, colocados
por un operario que tiene que estar
en el fondo de la zanja, y al cual le van dando
los materiales á medida que los va necesitando.
Cuando los drenes son tubos de gran dimensión,
se colocan generalmente á mano,
porque las zanjas que los han de recibir tienen
suficiente anchura para que pueda estar
dentro un operario. Los tubos de diámetro
pequeño se colocan en sus zanjas, que son
proporcionalmente estrechas, por un operario
que permanece en la superficie del terreno
y emplea un instrumento
muy ingenioso,
representado en la figura
232. Este instrumento
se compone de una
varilla de hierro a b, de
0,26 de largo, ligeramente
aplanada en un extremo,
y lleva en el otro un
disco b, algo mayor que
el diámetro de los tubos
y menor que el de los
manguitos. La varilla
1
Wm
¡fe* 8
Figura 231 Figura 232
está asegurada sobre una armadura de hierro
que termina por un mango de madera de 2,05
metros de largo; al útil acompañan varias
piezas de recambio semejantes á las a b, que
sirven para colocar tubos de diferentes diámetros.
El operario que emplea esta herramienta
se coloca sobre la zanja de modo que ésta
quede entre sus piernas; introduce la varilla
a en el tubo que trata de colocar, y dando
después á la pieza a una posición vertical, la
empuja hasta que el tubo apoye sobre el disco
b, y éste entre dentro del manguito enchufado
en el tubo; coloca entonces el aparato de
modo que la varilla y tubo estén horizontales
y el mango quede vertical, y le hace bajar en
la zanja hasta que el extremo libre del tubo
enchufe en el manguito ya colocado, ó en el
agujero del tubo colector si es el primero
que coloca en la cañería; colocados los tubos
en la posición que deban tener, da un ligero
golpe de aprieto, y saca suavemente el aparato,
de modo que tubo y manguito queden colocados
én su puesto, retirando el aparato solo,
en posición vertical, para repetir la operación
con otro tubo; en buenas condiciones, un
operario práctico, trabajando en zanjas de
1,20 metros de profundidad con el aparato
descrito, puede colocar 400 tubos, guarnecidos
con sus manguitos, en una hora de trabajo.
Cuando no se emplean los manguitos, el
trabajo es más lento y complicado, porque
hay que tener cuidado en las uniones, haciendo
que los tubos queden bien juntos y alineados,
para lo cual hay necesidad de calzarlos
con piedras ó con tierra.
Cuando el terreno es poco compacto y se
reblandece con el agua, formando en el fondo
de las zanjas una capa de fango en la que se
sumergen los tubos por su propio peso y pueden
por esta Causa
quedar obstruídos,
es necesario
sacar el lodo antes
de colocar los
tubos; en este caso
es conveniente
empezar la colocación
de las partes
altas en las
partes bajas, barriendo
los lodos
delante del que
va colocando los
tubos, -
hasta lle­
Figura 233
gar al colector,
que se colocará el último; es muy útil en este
caso preparar á los tubos un lecho ó asiento
de paja sin cortar, con objeto de que no se
entierren en el fondo blando de la zanja.
Si el terreno del fondo de las zanjas es tan
malo que no es posible la colocación de los
tubos ni aun como acabamos de indicar, se
puede formar un fondo artificial procediendo
del siguiente modo: luego que la zanja está
dispuesta, el operario encargado de la colocación
de loS tubos coloca cierta cantidad de
arcilla, que apisona ligeramente en el fondo,
colocando en seguida el tubo encima, cubriéndolo
inmediatamente con otra capa de arcilla,
que introduce en los dos lados del tubo y
aprieta con cuidado, rellenando lo antes posible
la zanja.
El extremo superior del último tubo de
cada dren debe quedar bien cerrado por medio
de una piedra plana ó un ladrillo, y cubierto
de trozos de cacharro ó pedazos de
tubo, á fin de que pueda entrar el agua sin
arrastrar tierra.
En la ejecución de los drenes colectores
hay que tener gran cuidado en los encuentros
con los drenes de desecación; el mejor medio
que se adopta es el del empleo de tubos especiales;
el tubo del dren colector tiene en su
costado una abertura elíptica, como representa
la figura 233, destinada á recibir el extremo
ligeramente encorvado ó tallado en

DRE — 5' •77 — DRY
forma de pluma, del primer tubo del dren de
desecación.
Estos tubos vienen preparados de fábrica,
si bien no sería difícil arreglarlos sobre el terreno
con herramientas á propósito y un poco
Figura 231
de cuidado ai cortarlos. Cuando el encuentro
tiene lugar entre dos tubos del mismo diámetro,
es necesario colocar en el punto de unión
del tubo continuo un trozo completo de manguito,
y practicar en él un agujero que reciba
el extremo del otro tubo, como se representa
en la figura 234.
Relleno de las zanjas.—Colocados los tubos
de drenaje, se procede al relleno de las zanjas
, cuya operación puede terminarse de dos
maneras, si bien es necesario primero rellenar
una primera capa á brazo, empleando la
tierra más compacta que haya salido de los
fosos al practicar las excavaciones; esta primera
capa, de 0,40 metros de altura, debe apisonarse
fuertemente con los pies, y mejor aún
con pisones.
Hecho esto, se acaba el relleno á brazo ó
con la trailla; en el primer caso, los operarios
se sirven de la pala ordinaria si la tierra
está pulverulenta, ó de la azada dentada si
está algo húmeda. Cuando se trata de emplear
Figura 235.—Dromedario aplicado á la noria
la trailla, es indispensable poner primero la
capa de 0,40 metros que antes hemos indicado,
y después se lleva la tierra al fondo del
foso por medio de un aparato tirado por dos
caballerías que marchan por los lados de la
zanja.
Es conveniente hacer el relleno de la primera
capa inmediatamente después de la colocación
de los tubos, para evitar que los desprendimientos
de tierra puedan alterar la colocación
de los drenes y obstruirlos.
M. García López.
DROMEDARIO (Zootecnia).—Es el camello
dromedario la segunda especie del camello
(véase este nombre), que interesa estudiar,
pues la otra es ya tan rara que se
encuentran pocos individuos de ella, según
nos dice Guyot, en Judea, Siria, etc., que
son los países de su origen. Es, pues, según
hemos dicho, que técnicamente lo que la generalidad
entiende por camello es el dromedario.
Eu el Jardín de Plantas de París le hemos
visto tirando de una noria, según la figura 235.
Sin embargo, la estructura del animal se presta
poco al tiro circular y al esfuerzo consiguiente;
es mejor para la carga y países secos,
suelos areniscos, etc., según digimos en
el artículo Camello. J. de Hidalgo Tablada.
DRUPA (Botánica).—Pericarpio carnoso
de ciertos frutos, sin valvas ó ventallas y con
una nuez dentro.
DRYAS.—Género de plantas de la familia
de las Rosáceas. En el Pirineo catalán (Coll
de Jou, Puigmal) forma parte déla maraña
de los montes más elevados una especie vivaz
de este género, la Dryas octopelala, L., que

DUE — 578 — DUL
vive también en los Alpes. Las flores, que son
blancas, se desarrollan en Junio, produciendo
un bonito efecto. Sirve esta planta en los jardines
para adornar las colinas de roca artificial.
Requiere tierra de brezo y exposición al
Norte.
• DÜABANGA.—(V. Loctón.)
DUCLAP.—(V. Zizyphus.)
DUCLITAN.—(V. Sideroxylón.)
DUCHA (Medicina veterinaria).—Medio
terapéutico empleado para prevenir ó combatir
ciertas enfermedades de los animales, y
que consiste en la proyección de chorros de
agua á temperaturas que varían según las
afecciones que se hayan de combatir. Se emplean
las duchas frías contra las contusiones,
congestiones cerebrales, etc., para enfriar las
partes enfermas, y que obran como astringentes.
Las duchas calientes, por el contrario,
relajan las partes enfermas, calman los dolores
y obran como emolientes; las frías entonan
los tejidos, los retraen é impiden el aflujo
de sangre y las hinchazones. Según el fin
para que se apliquen las duchas, pueden contener
en disolución diferentes cuerpos que
aumenten su acción terapéutica, como el sulfato
de hierro ó de cinc, el acetato de plomo,
ú otros astringentes que se disuelven en
agua fría; la linaza, el malvavisco y otras
substancias.emolientes se mezclan con el agua
caliente destinada á las duchas. Estas se pueden
administrar con una jeringa ó una bomba
de mano, y han de provocar una acción
rápida y enérgica. Ese resultado depende de
la temperatura del agua, que provoca reacción
tanto más enérgica cuanto más fría está;
del estado molecular del líquido, y así su
energía es mayor cuanto más dividida esté;
de la fuerza de proyección, y de la duración
de la ducha. Una ducha demasiado prolongada
puede provocar desórdenes graves en la
economía animal. También ha de recurrirse
al ejercicio muscular para que la reacción sea
mayor. Después de enjugar bien y cubrir convenientemente
al animal, es necesario hacerle
andar con paso ligero y aun al trote, si su
estado lo permite, y llevarle luego á un recinto
abrigado, mas no tanto que no puedan
funcionar bien los pulmones del enfermo.
Cuando el estado de éste sea incompatible con
el ejercicio, convendrá,provocar la reacción
por medio de fricciones, cuidando de envolver
con franela después la parte en que se
halla localizado el padecimiento. El número
de duchas diarias varía de una á cuatro para
los accidentes más frecuentes á que son aplicables,
y le ha de señalar el facultativo en
todo caso.
DUELA (Selvicultura).—Cada una de las
tablas, generalmente convexas, con que se fabrican
las pipas, barriles y toneles. Esas tablas
se obtienen hendiendo las maderas en la
dirección que marcan sus fibras. Las duelas,
cortadas con la sierra, serían impropias para
la confección de toneles destinados á contener
líquidos, porque fluiría/el líquido, ocasionan­
do considerables pérdidas, por los orificios
de las fibras y vasos que hubiera cortado el
instrumento. La madera de encina, y sobre
todo la de roble, es la preferida con razón,
pero se puede emplear también la de castaño
y haya para hacer duelas. El fresno se emplea
para los toneles que han de contener
kirsch, porque éste se conserva así sin adquirir
color. Se utiliza la madera de hqjaranzo
para envases de ciertos aceites, y la de haya
para substancias secas. Para que una madera
sea recomendable es preciso que su tejido sea
homogéneo, las fibras rectas y paralelas, y
que no tenga nudos ni macas. Las duelas se
deberán fabricar en seguida que se haya cortado
el árbol. Los troncos se han de dividir
en trozos cuya longitud ha de variar naturalmente
según la que hayan de tener los toneles
que se desee construir. Colocados los trozos
derechos, se hienden por medio de cuñas
en dos medios cilindros, que se irán subdividiendo
á su vez. El operario, con una cuchilla
especial que forma ángulo recto con el mango,
va arrancando luego el corazón de cada trozo
y después la albura, de manera que no
queden señales de ella; después hendirá los
trozos ya adelgazados perpendicularmente y
en el sentido de los rayos medulares, y continuará
la operación hasta preparar tablas de
las dimensiones convenientes.
Se distinguen dos clases de duelas: las que
sirven para formar las paredes de los toneles,
y las que han de constituir los fondos: éstas se
suelen llamar traveseros y traviesas, y su longitud,
como las de las duelas propiamente dichas,
solamente se pueden determinar cuando
se ha precisado la capacidad que ha de tener
el envase. Las duelas generalmente se venden
con las demás piezas que han de necesitarse
para construir la cuba, barrica ó tonel. En España,
y especialmente en la provincia de Tarragona,
la tonelería es una industx'ia verdaderamente
importante; en Francia no basta
para cubrir las exigencias del consumo, y así
en 1883 se importaron 51 millones de duelas
de encina y 7 millones de duelas de otras especies
arbóreas. Austria, Alemania y los Estados
Unidos son las naciones que mayor número de
duelas exportan, utilizándose para ese fin en
la primera los bosques de la Esclavonia, de
la Bosnia y de la Herzegovina.
DUERO.— (V. Ríos.)
DUGUAN.—(V. Myristica.)
DUHAT— (V. Calypthranthes.)
DULCAMARA. — Planta indígena cuyo
nombre científico es Solanum dulcamara, L.,
perteneciente á la familia de las Solanáceas
y á la clase Pentandria, orden Monoginia de
Liuneo. Lleva también los nombres de solano
dulce-amargo y trepador.
Es muy común á lo largo de los muros, y
se reconoce con facilidad por su porte, que
son tallos delgados y trepadores, leñosos; sus
flores violadas, y los frutos, que son pequeñas
bayas de color rojo escarlata. Su altura es de
1 á 2, metros. Las hojas son alternas, peciola-

DUN — 579 — DUN
das, ligeramente pubescentes; las flores están
dispuestas en cimas opuestas á las hojas, y las
bayas son ovoideas. Los tallos son lisos y medulosos
en su interior, que cuando la planta
está viva ó fresca, tienen una epidermis verdosa,
la cual adquiere un color gris amarillento
por la desecación, y son empleados
como medicamento de muy frecuente uso. El
nombre de dulcamara es debido al sabor pri-
Figura 23S.—Dulcamara
meramente amargo y después algún tanto dulce
que los referidos tallos presentan.
En los tallos es donde existe el alcaloide
denominado por Desfoves solanina, y donde
Wittstein ha descubierto también otro alcaloide
que distingue con la denominación de
dulcamarina.
Se emplea en la obtención de la solanina y
en la preparación de varios medicamentos,
como son jarabe, extracto, cocimiento, etc.
El agricultor no la utiliza directamente; antes
bien puede perjudicar al desarrollo de otros
vegetales.
J. Olmedilla.
DUMAYACA.—(V. Caryota.)
DUNAS.—Viene esta palabra del flamenco
dayne, y de origen céltico, dan, lun, colina.
Se expresa con ella la extensión de arenas
movedizas ó voladoras que se encuentran en
las orillas ó cercanías del mar, donde por la
acción de los vientos son arrastradas á distancias
diversas, formando montecillos irregulares
que cambian de lugar sucesivamente por
el impulso inconstante de aquel meteoro. Las
dunas, no sólo llevan consigo la infertilidad ó
improductibilidad de su suelo movedizo, sino
que adelantando hacia el interior de la tierra
firme, invaden los terrenos cultivados y sepultan
bajo espesas capas de arena los campos,
las huertas y aun las mismas poblaciones.
La agricultura, por lo tanto, está muy interesada
en el cultivo de las dunas, con el fin
de contener los estragos que causan y obtener
de su ingrato é improductivo suelo algún rendimiento
que venga á aumentar la riqueza
general. Afortunadamente, la ciencia no ha
sido impotente contra aquel elemento devastador,
y hoy se conocen ya varios procedimientos
para sujetar y cultivar con éxito feliz
aquellos arenales. La empresa más grande
que de este género se conoce es la de la fijación
de las famosas dunas del golfo de Gascuña,
ó sea las landas de Burdeos, en Francia,
cuya extensión desde la desembocadura
en el mar del Adour hasta la de la Gironda es
de 240 kilómetros, con una anchura que varía
de 3 á 12 kilómetros, comprendiendo una superficie
que se estima en 95.000 hectáreas.
El proceso seguido para la repoblación de
estos vastos arenales es tan curioso como ius-
. tructivo, y acerca de él vamos á decir algu-
' ñas palabras. El curso de los fenómenos naturales
de la movilización de las arenas tiene
lugar de este modo: en las playas bajas y arenosas
que forman el litoral comprendido entre
aquellos dos ríos, la marea deposita cada
vez que sube una gran cantidad de arena fina.
Mientras dura la baja mar, el viento la impulsa
hacia el interior de cada vez más, siendo
reemplazadas éstas por las nuevas que deposita
la alta marea subsiguiente. De aquí resulta
la formación de montículos que alcanzan hasta
70 metros de altura, y presentan una pendiente
suave del lado del mar y otra muy
abrupta del lado de la tierra firme, por efecto
de los desprendimientos que se producen.
La invasión de las arenas aumenta cada año
unos 4,30 metros, según las observaciones
hechas, siendo de 75 metros cúbicos por metro
lineal de costa la masa arenácea que es
transportada por el viento.
Los estragos que en los campos y poblaciones
contiguas causaba la invasión de las arenas,
hizo pensar seriamente en su fijación,
lográndose este fin por medio de zarzos ó
estacadas planas, implantadas sobre el suelo, y
con la siembra de plantas de raíces penetrantes
y de escasas exigencias nutritivas, tales
como el Calamagrostis arenaria, la Festuca
subulicola, la Euphorbia par alias , un Convolvulus
y otras semejantes. Cubierto así el suelo
de vegetación pratense, se introdujo luego
el Pinus pinaster, Soland, especie especialmente
adecuada á aquella clase de terreno,.

DÜN — 580 — DUN
con lo cual convirtiéronse en bosques frondosos
las antes escuetas y estériles arenas,
impidiendo además los estragos de su invasión.
Estos trabajos se hicieron sólo en los
sitios algo separados de la costa; pero merced
á la poderosa iniciativa y sagacidad del célebre
Bremontier, se completó después la
obra de repoblación hasta las mismas orillas
del mar, habiendo comenzado los trabajos el
año 1787.
Actualmente se procede como sigue: Establécese
antes de hacer las siembras, una especie
de valla de defensa, compuesta de una
empalizada paralela á la costa, y situada á
unos 100 metros de distancia de la misma,
formándola con tablas de 1,60 metros de largo,
12 á 15 centímetros de ancho y 3 de grueso
, que se introducen en la arena hasta una
profundidad de 20 centímetros, á contar desde
el fondo de una zanja ó surco de unos 40 centímetros
de hondo, que de antemano se abre
en el suelo. De este modo las tablas quedan
enterradas en una extensión de 60 centímetros;
siendo de advertir que no deben tocarse,
sino que se deja entre unas y otras un espacio
hueco de 2 centímetros.
Las arenas voladoras se detienen delante
de esta empalizada, y van formando un talud
suave hacia el mar, en tanto que la arena,
que pasa por entre los huecos de las tablas,
cae suavemente al pie de ellas y sirve para
sostenerlas mejor. Fórmase así una duna, la
cual se va levantando poco á poco por medio
de la elevación que á su vez se imprima á
las tablas por medio de una báscula de garfios.
Para asegurar más el pie de la empalizada,
se coloca detrás una línea de piquetes ó estacas
de 2,50 metros de largo, entre los que se
entrelazan ramos flexibles. Estos piquetes se
introducen 50 centímetros en el suelo, no colocándoles
el ramaje al principio más que
hasta un metro de altura. A medida que la
duna se eleva, y se hace lo mismo con la empalizada,
se va poniendo nuevo ramaje en los
piquetes, hasta que quede cubierta toda su
altura. Llegado este caso, se planta nueva hilera
de estacas sobre la antigua', ya soterrada,
porque se comprende bien que ésta no
puede levantarse artificialmente como la empalizada
de tablas.
Sigue después la operación de consolidar el
terreno por medio del Calamagrostis arenaria,
que se coloca en matas de cinco ó seis tallos, á
la distancia de medio metro. Tiene la ventaja
esta cañita que á medida que arraiga en la
arena echan sus tallos raíces adventicias que
se entrelazan mucho. Deben emplearse por
hectárea 300 fajos de 10 kilogramos cada
uno', y además 6 kilogramos de semilla de la
misma planta. Esta semilla se extiende á voleo,
bastando el pisoteo de los operarios para
cubrirla.
Cuesta la empalizada á razón de 2,50 á 3
francos por metro; dura, por término medio,
unos cinco años cuando las tablas son de albura
de pino no inyectado con sales metáli­
cas. La conservación y su elevación cuestan
unos 50 céntimos por año. Las estacadas salen
á 30 céntimos el metro lineal, debiéndose
renovar todos los años.
Si la duna litoral sufre la enfilada de los
vientos, entonces se construyen sobre el talud
de la parte de tierra otras empalizadas
destinadas á contener las arenas, estableciéndose
en dirección angular con la anterior -
. Entre
la barra del Adour y la desembocadura de
la Gironda hay una extensión de dunas de
más de 200 kilómetros, perfectamente conservadas
por este procedimiento.
Conseguido por el medió expuesto el abrigo
contra los vientos, comienzan los verdaderos
trabajos de repoblación, esparciendo
sobre el suelo semillas mezcladas, de pino
marítimo, retama, aulaga y canilla. La proporción
en que se mezclan cuando la operación
se hace por cuenta del Estado, es la de 10
kilogramos de semilla de pino, 9 de retama
y aulaga, y 4 de canilla por hectárea, cubriéndose
todo con matojos, retamas ó juncos.
Esta última planta es mejor que la retama
para sujetar las arenas, y también porque
abona más el suelo. A medida que llegan al
lugar de la siembra los haces de estas plantas,
un trabajador los desata y los extiende, y
otro les coloca encima, á la distancia de 50
centímetros, una palada de tierra, para sujetarles
sobre el suelo.
La distribución de la semilla y la colocación
de este abrigo deben ser operaciones simultáneas.
Al terminar los trabajos del día
se refuerza la última capa de matojos, para que
el viento no la levante durante la noche. De
otro modo se puede perder el trabajo de muchos
días, porque tras una capa sigue otra, en
tanto el viento dura.
Las semillas de pino, retama y aulaga casi
nacen á la vez, notándose que los pimpollitos
son tanto más vigorosos cuanto mayor es el
número de plantas de aquellas dos especies. Si
éstas faltan, hay que tener mucho cuidado en
conservar la cubierta protectora, por lo menos
durante cuatro años, siendo necesario á veces
renovarla con bastante frecuencia.
Al cabo de algunos años se puede adelantar
la zona de repoblación hasta la misma orilla
del mar. Pero, hágase esto ó no, es indispensable
mantener cerca de ella una empalizada
por el procedimiento que se ha indicado, á fin
de que sirva de muro protector de las repoblaciones
interiores.
Se calcula en unos 500 francos el costo total
de repoblación de una hectárea de arenas
por el procedimiento descrito. Este gasto no es
tan grande como parece á primera vista, si se
tiene en cuenta que la primera empalizada sirve
de defensa á todas las zonas interiores que
están detrás de ella. El mayor gasto lo origina
la conservación de las empalizadas y estacadas,
y el transporte desde lugares distantes,
y por senderos arenosos, de los arbustos y
matojos que sirven para formar la cubierta
protectora de las siembras.

DUN — 581 — DUN
En otros países, aunque análogos, se siguen
procedimientos algo distintos para fijar las arenas
voladoras. Vamos á dar noticia de algunos
de ellos, para acabar de exponer todo lo
más importante que á este particular se contrae.
Al efecto reproduciremos casi literalmente
algunas curiosas noticias de las que sobre
este punto contiene la obra del ingeniero de
montes D. Salvador Cerón (Industria forestal-
agrícola), publicada en 1879, de la cual,
por su interés y utilidad, se ocupó mucho la
prensa cuando en su día se dio á luz.
En el litoral del Báltico, donde hay extensas
dunas, se practica la sujeción y cultivo de
las mismas, primero poniendomatas de Elymus
arenarius y Arundo arenaria, gramíneas que
encepan mucho. Estas matas ó golpes se disponen
en cuadrados de 4 metros de lado, formando
como los escaques de un tablero de
damas, y cuidando de que los lados sean paralelos
ó perpendiculares á la dirección de
los vientos dominantes, que son allí los del
Noroeste. Las dunas del interior se van poblando
después con brezos y plantones de
pino silvestre de tres á cuatro años, plantados
con cepellón. Por este sistema cuesta la repoblación
de la hectárea unos 200 francos, comprendiendo
el importe de la cubierta con que
se abrigan las plantaciones, formada de ramaje
de pino, brezo y retama.
En Stettin, situado también en el litoral del
Báltico, hay una faja de arena movible de 15,5
kilómetros de largo y 2 de ancho. Considérase
allí dividida esta faja, páralos fines del cultivo,
en tres zonas distintas, que se repueblan
de diverso modo. La que confina con la playa
se sujeta con las gramíneas antes dichas; la
inmediata se repuebla con brezo, sacado de la
zona inferior, orientándose las plantaciones
en filas contrarias á la dirección del viento
más constante y fuerte, ó sea el Noroeste.
La tercera zona se va repoblando directamente
con el pino silvestre, cuya especie prospera
mucho. Cuando está completo el repoblado
de esta zona, se extiende el arbolado á la segunda,
en donde encuentra éste ya preparado
el terreno por los brezos, á la vez que se propaga
en la primera esta última planta, hasta
que en su día se introduce también aquí el
pino.
El pino se propaga por plantación, sacando
los arbolitos de los viveros que de antemano
se establecen en los arenales en sitios abrigados.
La edad á que se hace el transplante es
la de tres ó cuatro años.
Las dunas de Deliblat, en Hungría, comprenden
8 leguas cuadradas, y las arenas for-.
man en ellas cerros que á veces alcanzan 40
metros de altura. La repoblación se hace con
plantaciones de acacia, chopo, pino silvestre
y pino de Austria, sacando los plantones de los
viveros convenientemente establecidos. Este
cultivo se distingue de los demás de su especie,
en que se prescinde en él del establecimiento
de vallas, empalizadas, estacadas y
ramajes, haciéndose desde luego la planta­
ción bajo el concepto de que los gastos de la
reposición de las muchas marras que se producen
no suben tanto como el costo de aquellas
operaciones.
Por lo demás, la fijación de las dunas no es
tarea á que sólo se hayan dedicado los europeos.
En los Estados Unidos se han ejecutado
en diversas épocas operaciones de esta
clase muy importantes. Figuran en primer
término las de las dunas del cabo Cod, donde
el Gobierno ha empleado sumas enormes con
aquel objeto. La planta que ha servido para
sujetar las arenas es una pratense gramínea,
el Calamagrostis arenaria, que forma allí matas
de hojas largas, y alcanza una altura de
30 á 50 centímetros. Sus raíces sujetan mucho
las arenas, habiendo sido reconocidas ya
las ventajas que bajo este punto de vista ofrece
hace bastante tiempo, puesto que se sabe
que fué empleada con aquel fin en los pilmeros
tiempos de la colonización del país. El
procedimiento seguido en 1876 por los ingenieros
encargados de este trabajo fué el de
sacar de los marjales contiguos cepellones de
aquella hierba, de unos 25 centímetros cuadrados,
y plantarlos en la arena á la distancia
de 60 centímetros unos de otros, después de
alinearlos en surcos de antemano trazados.
En el indicado año se plantaron por este procedimiento
10.000 cepellones.
El profesor Hitchcock ha recomendado para
el mismo fin dos especies de Hudsonia, que viven
espontáneamente en los mismos sitios habitados
por el Calamagrostis.
En el indicado cabo Cod, y en las Islas
Nantucket y Martha's Vineyard, en Massachussets,
se han hecho asimismo plantaciones
de pinos, especialmente del Pinus rígida, que
han dado buen resultado, así como del de Escocia,
Austria y Córcega, procedente de Europa,
los cuales han prendido mejor que las
especies indígenas.
En la costa de La Florida se emplea con
grande éxito la hierba de Bermuda (Cynodon
daclylon), cuyas matas están formadas
de hojas cortas y aplanadas contra el suelo,
entre las cuales se levantan los tallos florales,
que tienen algunos centímetros de alto. Las
raíces se extienden mucho, se entrelazan y penetran
con facilidad en la arena, sujetándola
fuertemente. Esta planta es la que ha servido
también para fijar las dunas de Saint-Augustine,
en la misma Florida.
En las cercanías de Cayo Hueso (Key
West), alcanzando hasta la ensenada de Júpiter,
la fijación de las arenas marítimas se
ha conseguido por medio del cocotero, que se
reproduce con gran facilidad.
En la orilla del Este del lago Michigan hay
también grandes y extensas dunas que han
causado muchos daños. Junto á la ciudad de
este nombre llegan á tener los montículos 50
metros de altura y más aún en Grand Haven,
donde fué invadida por las arenas no hace
muchos años la estación del ferrocarril que
había en el lado Norte, junto al puerto. Por

DTJN — 582 — DUN
la parte del Sur del río, las arenas han llegado
hasta la misma ciudad. Hasta el presente
no se ha hecho más que favorecer la propagación,
por diseminación natural, de los árboles
que forman los montes contiguos; pero
este procedimiento es muy lento y se están
estudiando ya medios más rápidos y eficaces.
En los terrenos estériles de Charlottesville
(Virginia) se ha introducido con muy buen
éxito la aliaga de Europa, TJlex europoeus,
que crece mucho y sirve para preparar el suelo,
disponiéndolo para recibir después los árboles
que hayan de constituir la vegetación
leñosa permanente.
Hasta aquí la reseña, sobradamente ligera,
de lo más importante que se ha hecho en el
extranjero respecto á la fijación y cultivo
de las dunas. En España, aun cuando estos
arenales movedizos no alcanzan mucha extensión
en nuestras costas, hay algunas, sin embargo,
que merecerían fijar la atención del
Gobierno, para convertirlas, como aquéllas,
en terrenos productivos. Por de pronto, la
iniciativa particular se ha adelantado ya en
algunas partes á la acción oficial, como sucedió
con las dunas del Este de la ciudad de San
Sebastián, que fueron sujetadas de cuenta del
dueño de aquellos terrenos, D. José Gros,
en una faja cuya línea fronteriza con el mar
abrazaba una extensión de 1.000 metros.
Sieudo muy cara la obtención del ramaje para
formar, según la práctica de las Landas, la
cubierta protectora del suelo, el Sr. Gros optó
por establecer empalizadas y setos vivos, y
por cubrir las arenas con tierra vegetal arcillosa,
sacada del subsuelo de la finca. Empezáronse
los trabajos por la duna ó loma más
próxima al mar, estableciendo fajas paralelas,
cubiertas de tierra arcillosa en manchones
desiguales, según era la instabilidad de las
arenas, y en dirección perpendicular á la del
viento dominante; formáronse á la vez setos
vivos, plantaciones lineales de taray y caña
común. Preparado de este modo el terreno,
sucedió que al levantarse las arenas por la
acción del viento, se detenían al pie de los
setos, formando una duna artificial que aumentábala
resistencia de aquéllos, los cuales,
cuando acababan por quedar enterrados, se
renovaban por otros que aumentaban la altura
de este dique de defensas, favorables á
los terrenos interiores. Contenida así la invasión
de las arenas, se hizo una siembra de pino
en las zonas situadas detrás de las empalizadas,
repitiendo la operación á medida que el
dique se extendía más y más. Los piñones
germinaron bien, y los pimpollos crecieron
con vigor y lozanía, sirviendo después de protectores
á los setos vivos inmediatos, y poniendo
á cubierto de los vientos las zonas interiores,
destinadas al cultivo agrícola. El cultivo
de estas fajas se ha hecho por zonas paralelas,
entre ribazos de protección sujetados con
tarayes puestos de estaca, planta que prende
muy bien y de la que se obtienen en su día
varales que sirven para tutores.
Ejemplo de una sujeción de arenas semejante
á la descrita se encuentra también al
Oeste de la ciudad de Tarifa, muy cerca del
mar. Los vallados los forman allí lindes protectoras
de setos vivos de caña común.
Por lo demás, si en esta clase de trabajos
es poco lo que se ha hecho en España, no faltan
, sin embargo, estudios ó proyectos ejecutados
por algunos ingenieros que no esperan
más que el impulso del capital para convertirse
en provechosa realidad. Entre ellos figuran
los de las dunas del cabo de Trafalgar y
del golfo de Rosas, debidos á los inteligentes
ingenieros de montes Sres. Cerón y Artigas
respectivamente. Oigamos cómo se expresa el
primero acerca de las arenas voladoras de la
costa gaditana:
«A la derecha del río Barbate, dice el señor
Cerón, próximo al cabo de Trafalgar, en su
desembocadura, y entre el caserío de Bolonia
y la dehesa de Betis, ocupan las arenas voladoras
una extensión de más de 400 hectáreas;
superficie que de día en día se va acrecentando
con los fuertes Levantes, allí tan frecuentes,
y que en dichas localidades ejercen precisamente
su acción y fuerza, robando á los montes
comarcanos anualmente una zona de terreno
de alguna consideración. Al examinar
detenidamente la forma y contextura de los
terrenos, se comprende fácilmente que no sería
posible asegurarlos con siembras por los
medios ordinarios.
»Para la fijación de estas arenas de una manera
estable y segura, hay que proceder de la
siguiente manera: en el cuadrante E., ó sea
por donde sopla el Levante, se deberá trazar
una línea quebrada en su centro, ángulo de
125° interno, formando una especie de tajamar;
sobre esta línea se hará un vallado de
1,25 de alto por un metro de base inferior y 25
centímetros en la superior, construido con
arena y ramaje de los pinos y monte bajo que
vegetan en sus inmediaciones. En la cima de
este muro se colocarán, en el mes de Noviembre,
céspedes de la planta gramínea
Arundo arenaria, fácil de obtener por criarse
cerca de estos sitios, la cual reúne las mejores
circunstancias para sujetar esta clase de terrenos,
tanto por su rápido crecimiento, como
por sus numerosas y profundas raíces.
»Para más seguridad en el éxito de la consolidación
del vallado es conveniente sembrar
entre los céspedes algunas semillas de retama
monosperma, que con tanta frecuencia se cría
en los arenales de la costa. De esta manera,
y así las cosas, á la espalda del vallado, ó sea
en el terreno que se trate de poblar, se elige
una zona de 50 metros de anchura, en la que
se colocarán céspedes convenientemente distribuidos.
Entre éstos, que con el vallado servirán
de protectores, se sembrarán piñones
del piño marítimo ó del piñonero, por ser especies
que vegetan bien en esta clase de terrenos.
Para mejor favorecer su desarrollo,
convendrá mezclar con el piñón, semilla de la
retama de que se ha hecho mérito, con lo

DUN — 583 — DUN
cual podrá obtenerse el repoblado de la zona
elegida. Al siguiente año, sin necesidad de
otro vallado, se elegirá otra zona paralela á
la primera para repoblarla, y así se continuará
hasta conseguir cubrir con plantas todo el
arenal.
»De esta manera las arenas que arrastra el
viento, al chocar con el vallado, se desparraman
, parte por la superficie y parte por el pie
delvailado, sirviendo de dique de contención, y
evitando así la invasión del terreno cultivado.
»En la zona posterior, en que no hay que
temer la aglomeración de arena, bastará extender
algunas gavillas de leña para que sirva
ésta de cubierta á la superficie y sembrar el
piñón entre ellas, con cuya protección germinará,
produciendo plautas nuevas.
Ȇtras especies de utilidad conocida, que
prosperan bien en los arenales secos, podrán
sembrarse también con el pino, tales como la
sabina, ailanto, argán, alcaparra y tornasol,
todas ellas bastante á propósito para esta
clase de terrenos próximos al mar, y cuyos
productos son bien conocidos.
»La alcaparra es una planta de raíces perennes,
leñosas, abuudantes, revestidas de una
corteza fuerte, á propósito para sujetar las
arenas; pierde el tallo en el invierno; apetece
atmósfera seca, algo salada, y se propaga por
semilla, retoño y raíces, siendo el medio mejor
este último, porque la planta adelanta más su
crecimiento. Los botones de la flor, que por
cierto son abundantes, se conocen con el nombre
de alcaparras, y se dan por espacio de dos
ó tres meses. Como las alcaparras son tanto
más estimables cuanto más pequeño es el botón
, en tiempo de primavera se cosechan por
la mañana los más tiernos, unos días antes de
que pudiera abrirse la flor. Cogidos los botones,
se les deja mustiar para que evaporen
parte del agua de vegetación; después se les
adoba en tarros sin vidriar, con vinagre y sal.
Este producto, de una planta que apenas necesita
cultivo, da crecidos rendimientos con
relación á lo que en sí es.
»E1 argán es un arbolito de poca altura,
siempre verde, espinoso, bastante copudo, de
madera dura y pesada; forma extensos y espesos
bosques en los terrenos pobres, cálidos
y secos en el continente africano, entre Mogador
y Marruecos. Esta especie podría propagarse
en las dunas por la semejanza y parecidas
condiciones de terreno y clima á las
en que crece, y dar rendimientos de importancia,
hermoseando y dotando al país con una
nueva especie.
»E1 tornasol, aunque especie herbácea, da
bastante producto para que su propagación
deje de ser beneficiosa, sobre todo en esta
comarca en que laselvicultnra debe reformarse,
adoptándose todas las plantas que con más
ó menos facilidad se acomoden á la naturaleza
del terreno y clima. De la materia colorante
del tornasol hacen gran uso los pintores, así
como los químicos, por la propiedad que tiene
de enrojecer ácidos.
»E1 ailanto, tan común en nuestros paseos,'
si bien sus maderas y leñas no son de las mejores,
tiene la ventaja de que arraiga y crece
perfectamente en las arenas movibles, pudiéndose
establecer en él la industria sericícola
por medio del Bombyx cinthia, como ya se
ha practicado en las Laudas en 6 hectáreas
de extensión. El ailanto sé beneficia en monte
bajo, y el gusano vive perfectamente en las
hojas, dando dos producciones, una en Julio
y otra en Octubre. En las Laudas generalmente
se pierde esta última cosecha, porque
las hojas mueren con las primeras heladas y
el gusano no tiene con qué alimentarse. En
esta provincia no había que temer estos males,
porque las heladas son raras.:»
Del proyecto del Sr. Artigas, demasiado
extenso para ser reproducido aquí por completo,
daremos á conocer los puntos siguientes
(1): comienzan las dunas del golfo de Rosas
(provincia de Gerona) en Ampurias y terminan
en Torroella de Montgrí. La línea que
une estas dos poblaciones sigue poco más ó
menos la dirección de Norte á Sur, y el eje de
las dunas sigue también, con ligeras desviaciones,
igual dirección. El viento que levanta
y arrastra las arenas es el llamado allí tramontana,
ó sea el que sopla del Norte, Noroeste
y Nordeste. En el pueblo de San Martín de
Ampurias, las arenas amenazan sepultar algunas
tierras y aun algunas casas, habiéndose
formado para su defensa, setos vivos
de taray (Tamarix gallica, L.), remedio que
no es bastante eficaz.
En la primera región de estas dunas, esto
es, desde la desembocadura del río Fluviá
hasta la montaña Gran, entiende el Sr. Artigas
que debería sustituirse el seto vivo de taray
con empalizadas de tablones á la distancia
de 80 á 100 metros de la orilla del mar, y
dispuestos del mismo modo que se colocan en
las landas de Burdeos, para establecer la jrñmera
línea de defensa, que limita allí lo qrfe
llaman duna litoral. En el talud que las arenas
formarían luego al chocar contra la empalizada,
deberían colocarse en una zona de 10
á 12 metros de ancho, céspedes de Arundo
arenaria, L. (Psamma arenaria, R. S., burrom
de los catalanes), sembrándose entre
ellos semillas de otras especies herbáceas ó
semi-leñosas, espontáneas en los terrenos comarcanos,
tales como algunas especies de
Ononis, Artemisia, Teucrium, etc. Caso necesario
se deberían reforzar los tablones con
una estacada posterior, entrelazada con ramaje.
A su debido tiempo, la empalizada se
levantaría por medio de la báscula de garfios,
como se hace también en las landas. Esta región
tiene de 8 á 9 kilómetros de litoral, y
comprende una superficie de 100 hectáreas.
En la segunda región, ó sea en la parte de
las dunas que pasa ó está en la montaña
Gran, las arenas entran por el ángulo Nor-
(1) Véase el folleto de dicho señor, publicado en
Madrid el año 1883, con el título de Dunas.

DUN — 584 —
oeste, formando una faja cuyo ancho es de
unos 300 metros, que se estrecha unos 100 al
llegar al frente de un pequeño rodal de pinos
que hay junto al caserío llamado Torre Farrana,
en donde se ensancha de nuevo, llegando
á tener 800 metros en dicho punto. La longitud
de esta región es de cerca de 4 kilómetros,
y la superficie de 180 hectáreas. La planta
que más abunda es el burrom, y entre algunas
plantaciones de vid se ven varios pies
de pino piñonero.
La tercera región comprende los montes
ó colinas de arena que se extienden desde el
collado Coll de las Soi-ras hasta el camino
de Torroella al pueblo de Estartit, Esta
zona es la más característica de las dunas y
forma casi un triángulo isósceles, que tiene
por base el Coll de las Sorras, de unos 440
metros, y por altura poco más de un kilómetro.
La extensión superficial de aquélla es de
31 hectáreas, poco más ó menos. El espesor de
la capa de arena es de 34 metros junto á la
huerta de Rexach. Las arenas siguen la dirección
de Noroeste á Sudeste, poco más ó menos,
y pasan tocando, cubriéndolas casi, las
paredes del caserío y huerta de Rexach, una
de las mejores fincas del Ampurdán, hasta que
la falta de aguas y la invasión de las arenas
comenzó á invadirla. Los dueños de este predio
trataron hace cuarenta años de contener
la invasión de las arenas con plantaciones de
burrom, pita y otras plantas, sembrando además
en la cumbre pino piñonero.
La duna avanza unos 4,50 metros por año,
interceptando ya el camino de Torroella al
Estartit, entrando en los campos del manso
Marral.
Las plantas espontáneas más comunes en
las dunas de que se trata son las que siguen:
Psamma arenaria, R. S.; nombre vulgar, Burrom.—Pancratium
maritimum, L.; nombre
vulgar, Lliri mari.— Ononis antiquorum, L.—
O? natrix, L. — Echinophora spinosa, L.—
Teucrium capiiatum, L.; nombre vulgar, Berba
de San Pons.—Euphorbia paralias, L.—
Tamarix galilea, L.; nombre vulgar, Taray,
Tamarit.— Cyperus schoenoides, Gris.—Iíelichryspn
sachas, D. C.—Rumex acetosa, L.;
nombre vulgar, Acedera, Grellas ó Agrellas.—Microlonclius
salmanticus, D. C.—Sideriles
hirsutus, L.—Artemisia glutinosa, Gay.
Los procedimientos que para repoblar las
dunas, establecida ya la línea de defensa en
el litoral, recomienda el Sr. Artigas, son
como sigue: la primera operación que debe
hacerse, dice, consiste en señalar ó replantear
en el suelo la zona que se intente repoblar en
el año, á la cual debe dársele la figura de un
trapecio, de unos 200 á 300 metros de altura.
Junto á la duna litoral las bases del trapecio
serán paralelas á la empalizada de aquélla,
pero en los otrossitios se le dará la dirección
conveniente, según sea la configuración del
suelo y la dirección del viento que más daños
pueda causar á las 1
siembras ó á las operaciones
de que luego nos ocuparemos, al tratar de
éstas. En los lados de dicho trapecio se fijarán
tablas análogas á las de la duna litoral.
Si se hiciera la siembra sin cubrirla de ramaje
ó protegerla por otros medios, el viento
se llevaría en algunos sitios la semilla y en
otros la cubriría desigualmente de tierra, de
modo que no daría resultado; así es que, después
de esparcida á voleo la semilla, debe
fijarse el suelo, es decir, debe evitarse que
el viento mueva la arena. El procedimiento
que al parecer ha dado mejor resultado para
este objeto, tanto en los departamentos de las
Laudas y la Gironda, como en los demás de
la Coubre, es el siguiente: se llevan al sitio
que deba repoblarse unos 2.000 haces de leña
por hectárea, de un metro de circunferencia
y 1,30 de largo; se colocan, por niños, en el
suelo de uno en uno y paralelamente á las
bases del trapecio, empezando por la más
distante del mar ó del sitio de donde sople el
viento, y á la distancia de 2 metros. Cuando
se han distribuido los haces en una faja de 20
metros de ancho, entonces se echa la semilla
á voleo. Esparcida la semilla, se desatan los
haces, y con la leña se cubre el suelo, cuya
operación suele hacerse por mujeres; seguidamente
algunos operarios, provistos de palas,
forman de 50 en 50 centímetros montoncitos
de arena de unos 6 centímetros de altura,
que fijan ó sujetan la cubierta al suelo.
Para formar los haces suelen emplearse, y
dan muy buen resultado, aulaga ( Ulex europtzus,
L.) , retama de escobas ( Genista escoparia,
D. C), brezo y ramas de pino. Las
ramas de chopos y sauces no deben emplearse,
porque protegen ó resguardan poco el suelo
si se las destina al indicado objeto. Las ramas
deben colocarse de modo que el tronco ó extremo
más grueso esté del lado del mar, y las
ramillas de una faja cubran, á modo de empizarrado,
los extremos más gruesos de la faja
precedente, hasta un tercio, poco más ó menos,
de la anchura de ésta, ó sea de la longitud de
las ramas de que está formada.
M. Goury protege el suelo y semilla de otro
modo. En vez de colocar tendidas ó echadas
las ramas, las coloca derechas, introduciéndolas
convenientemente en el suelo á la distancia
de 6 decímetros, formando triángulos isósceles.
Para la siembra pueden emplearse por hectárea
18 kilogramos de semilla sin ala de
pino rodeno (Pinus pinaster, Soland), 3 de
aulaga, 3 de retama de escobas y 3 de burrom.
Si hubiese dificultad en obtener buena semilla
de pino rodeno, pudiera sembrarse la de pino
carrasco, por lo menos en algunos sitios, y
también el pino piñonero. Al año ó año y medio
de la siembra suelen tener los pinos de 4
á 5 centímetros de altura; á los cuatro años
pueden tener ya medio metro, y á los nueve
ó diez años 5 metros. La cubierta protectora
del suelo de que antes hemos hablado debe
subsistir por lo menos cuatro años, época en
la que suelen podrirse las ramas secas, sobre
todo las de pino. Tanto el pino como la aulaga,
retama y burrom nacen á la vez, y se

observa que el pino se desarrolla muy bien
con el abrigo que le prestan esas especies, y
á los cuatro años han alcanzado todas la altura
suficieute para proteger el suelo contra la
impetuosidad del aire. A los seis ó siete años
el pino domina ya á las demás plantas, y se
trata el monte, convertido ya en pinar, conforme
á las reglas de la dasonomía.
La huerta de liexach dista de la desembocadura
del Ter unos 6 kilómetros, y á un
kilómetro más allá, hacia el Sur, empiezan
las dunas de Bagur, por dirigirse hacia este
pueblo, bien que su origen está en la playa
de País. Aquí sería necesario fijar la duna
litoral en una extensión quizás de un kilómetro,
y el resto repoblarse análogamente á lo
arriba dicho.
El ingeniero de montes I). José Sáinz de
Baranda, que visitó esta localidad en 1870,
exclamaba al ver los daños que causaban las
arenas voladoras: «\Y nada se hace para sujetar
las arenas que forman las dunas de aquella
costa, y para convertir en terrenos productivos
aquellos inmensos arenales!»
La sujeción y cultivo de las dunas, diremos
como remate de este artículo, debe emprenderse
ó por lo menos auxiliarse por el Gobierno
con eficacia y prontitud, para evitar á
los pueblos los desastres que ocasionan las
arenas movedizas, y para convertir en terrenos
fértiles y productivos los que hoy no son
más que áridos, tristes é infecundos yermos
arenosos.
J. Jonlana y Morera.
DUNGON.—(V. Sterculia.)
DUODENO (ZoologíaJ.—Primero de los
intestinos delgados, así llamado por tener
unos doce dedos de largo. Comunica directamente
con el estómago, y remata en el yeyuno.
DURACINA.—Especie de vid descrita pollos
autores latinos, y que hoy conocemos con
el nombre de ut:a Jaén, vid Jaén; hay dos
variedades, negra y blanca. Ambas están descritas.
(V. Ampclografía.)
DURACIÓN DE LAS MADERAS —
(Y. Propiedades físicas de las maderas.)
DURAMADRE ó DURAMATER (Zoologia).—
Membrana exterior del cerebro y
de la médula espinal.
DURAMEN.—Se designa con este nombre
(> con el de corazón de la madera, el conjunto
de las capas leñosas anuales del tronco y ramas
de los vegetales dicotiledóneos, que son más
antiguas y más duras que las demás que con
aquéllas constituyen el leño. (V. Madera.)
DURAZNERO ó DURAZNO.—Árbol
variedad de melocotón, cuyo fruto es algo
más pequeño. (V. Melocotón.)
DURAZNILLO—Árbol variedad de durazno,
y fruto de este árbol.
DURHAM (Raza vacuna).—La universal
y justa fama que ha alcanzado esa raza
nos mueve á.dedicarle este artículo en el DIC­
CIONARIO. Dos efectos producirá su atenta lectura:
uno enseñar á nuestros ganaderos un
método seguro de mejora de la ganadería, y
otro excitar á los que resuelvan adoptar el
sistema de cruza y vivan en país de clima y
pastos á propósito para criar reses de engorde
, á seguir el ejemplo de aquellos criadores
extranjeros que han adoptado reproductores
Durham como base de perfeccionamiento.
Esta raza es originaria de las riberas del río
Tees, que separa los condados de York y de
Durham. En lo antiguo se distinguía por sus
buenas cualidades, pero adolecía también de
defectos que la hacían desmerecer del concepto
público. Era lechera, de color rojo ó
blanco, de gran corpulencia, de poco hueso,
de pecho profundo, de extremidades finas y
de piel muy suave. Sus defectos más notables
consistían en ser muy larga de patas, tener el
tórax demasiada extensión desde el esternón
á la cima del escápulo, y ciertos radios óseos
desviados del tronco por su longitud. Estas
formas, que daban á los animales grandes disposiciones
de actividad física, los hacía glotones
y de tardío desarrollo.
Según los datos recogidos por M. Lefevre
de Sainte Marie, el peso de los bueyes Durham
era, por término medio, el siguiente:
Carne, próximamente 800 kilos.
Grasa 104 --
La raza empezó á mejorar desde el primer
tercio del siglo pasado, gracias á los inteligentes
cuidados de algunos ganaderos. Hacia
1750 fué célebre el toro Dalton-Duke, hasta
el punto de venderse en 1.475 pesetas, precio
entonces extraordinario.
¿Se cruzó después la raza Durham con la
holandesa, de cuyo cruzamiento nació el reproductor
á que principalmente se debe la
perfección que I103' la distingue? Este es punto
muy controvertido, 3' en el cual no nos
ocuparemos, por juzgarlo de escasa importancia
para los españoles.
Lo que se sabe de positivo es que laque se
puede llamar transformación de la raza empezó
hacia el año de 1770, 3' que la gloria de
haberla iniciado, y, lo que vale más, de haberla
realizado por completo, pertenece á los dos
hermanos Koberto y Carlos Colling.
Roberto tenía veinte años 3^ Carlos diez 3'
nueve. Aquél, establecido en Barmton, adquirió
nombradía de hábil ganadero; éste, avecindado
cerca de Darlington, en Ketton, le sobrepujó.
Su ganadería fué á los pocos años la
más famosa del país. Carlos Colling no escribía,
3' era muy reservado en sus operaciones.
Contemporáneo del reputado Backewell, visitó
áéste en Dishle3'-Granje, y sin duda se aprovechó
de su gran experiencia para hacer sus
ensayos.
La verdadera mejora de la raza empezó con
el toro Hubback, comprado por Carlos Colling
á Roberto. Este, perspicaz como pocos,
comprendió inmediatamente lo que le podía
valer, 3' se negó á que cubriera otras vacas que
las suyas. Hubback era lo que se llama macizo,
de piernas cortas y de gran finura. Su piel
Día—IV 38

DUR — 586 — DUR
era notable por su flexibilidad, y su pelo sedoso
se renovaba tarde en primavera. Sus
cuernos eran pequeños y lisos; su mirada viva,
pero dulce, y su carácter sumamente tranquilo.
Sus hijos se distinguieron por la uniformidad
de las formas y por la facilidad de engordar.
Si Hubback inició la transformación de la
raza, el toro Favourite fijó en ella indeleblemente
las magnificas cualidades adquiridas.
Entre los dos reproductores había una diferencia
esencial: el primero quedó pronto inútil
para la cubrición. Carlos Colling observó que
la propensión excesiva al engorde propendía
á la infecundidad, y por medio de uniones
dirigidas con gran perspicacia, obtuvo á Favourite,
que pudo procrear hasta la edad de
diez y seis años. Favourite era el tipo ideal de
la raza: de anchuras extraordinarias, de un
vigor á toda prueba y de una solidez extrema.
Carlos Colling juzgó llegado el momento
de fijar esas cualidades, y al efecto empleó el
sistema in and in. Favourite cubrió á sus hijas
y á sus nietas hasta la sexta generación, y de
este modo obtuvo tal uniformidad de formas
y sello tan indeleble de caracteres en la descendencia,
que desde entonces acá la raza se
ha reproducido tal como era en todos los países.
Sucede con ella exactamente lo que con
los caballos de pura sangre.
El éxito alcanzado prueba una vez más que
la consanguinidad no es causa de decadencia,
ni engendra vicios de conformación, ni da la
esterilidad por resultado. ¿Qué más? Favou-
Figura 237.—Tipo del toro Durham
rite cubrió á su madre Phenix, y de esta unión
nació Cornet, toro tan famoso que en 1810 se
vendió por 26.250 pesetas. Véase el tipo del
toro Durham en la figura 237.
No se necesita más que mirar la lámina
para conocer sus atributos distintivos. El cuerpo,
según la exacta descripción de II. Chamard
, es voluminoso, estando sostenido por
patas cortas y finas; la espalda redonda; la
cruz extensa; el lomo recto; la grupa sumamente
ancha. La cabeza es pequeña y cónica,
pero espaciosa por la región frontal. Prepondera
en estos animales el sistema digestivo, y
el pecho se halla tan desarrollado en algunos
que es causa de gran dificultad para mar-
char. Las líneas generales del cuerpo son cuadrangulares,
y el tronco parece un tonel alargado.
' De su gran aptitud para la fabricación de
la grasa resulta un inconveniente: la blandura
ó pastosidad de los músculos, consecuencia
natural de la interposición á través de las
fibras carnosas, de una gran cantidad de tejido
celular, en cuyas mallas se deposita la
grasa. No puede decirse que se extingue el
foco vital, pero la energía de las funciones
de relación y la irritabilidad general han sido
sustituidas en cierta medida por la actividad
de las funciones de la vida organizadora.
Carlos Colling no se propuso en primer
término aumentar el peso de las reses, sino
hacerlas precoces y relativamente sobrias, y
disminuir las partes de menos valor parala
alimentación pública. El peso de un buey

DUR — 587 — DUR
Durham era, por término medio, de 1806
á1808:
Carne 617 kilos.
Grasa 100 —
Pero un hijo de Favourite, Durham-Ox,
fué de peso tan extraordinario que se juzgó
fenomenal, y extendió por toda Inglaterra la
reputación de la raza. Pesaba en vivo 1.370
kilos, y fué expuesto durante seis años por
todos los condados. En Febrero de 1801 se
vendió por 3.500 pesetas; en Julio se ofreció
por él la cantidad de 50.000 pesetas.
El entusiasmo de la nación por Carlos Colling
y su ganadería creció extraordinaria-
mente. Puesta ésta en venta por subasta voluntaria
en 1810, se la disputaron encarniza-
'damente los más ricos propietarios. Se componía
de 42 reses de todas edades, y valieron
al dueño 168.896 pesetas. Sus admiradores le
regalaron una magnífica obra de arte, de plata,
en la que grabaron esta dedicatoria:
«Presentada á M. Carlos Colling, el gran ganadero
de la raza vacuna corni-corta, por los
criadores cuyos nombres siguen, en prueba
de gratitud por los servicios que les ha prestado
con las mejoras que ha realizado, y como
testimonio de aprecio á su persona.»
Para que se tenga idea cabal de la raza,
expondremos algunos datos precisos que expresan
numéricamente su excelencia.
Aumento de Impartes de superior calidad.—•
El producto ordinario en carne de los anima-
Figura 238—Tipo de la vaca Durham
les Durham es 66 por 100 del peso en vivo.
En Francia un buey cebado de las mejores
razas no da más que 61 por 100. De suerte
que la diferencia en un buey de 500 kilos es
28. Esta diferencia procede del mayor peso
de la piel, de la cabeza y de las patas.
Sigamos adelante. De un examen comparativo
hecho hace algunos años, resulta lo siguiente:
Producto de una vaca Durham por
100 kilos de carne: primera calidad, 36,654
kilos; segunda calidad, 38,721 kilos; tercera
calidad, 24,622 kilos.
Un buey Salers dio por 100 kilos: primera
calidad, 32,197 kilos; segunda calidad, 21,2
kilos; tercera calidad, 48 kilos.
En la época del ensayo valía la carne de primera
calidad 1,55 pesetas kilo, 1,25 pesetas el
kilo de segunda, y 0,90 pesetas el de tercera.
La vaca Durham de primera calidad valió
302,25 pesetas, siendo su peso de 195 kilos.
La de segunda calidad, 257,50 pesetas, con
un peso de 206 kilos.
La de tercera calidad, 117 pesetas, y su peso
131 kilos.
Dieron un total de 676,75 pesetas y 532
kilos, resultando el kilogramo á 1,27 pesetas.
El buey Salers dio el producto siguiente:
Primera calidad, 292 pesetas, siendo el peso
189 kilos.
Segunda calidad, 147,50 pesetas, siendo el
peso 118 kilos.
Tercera calidad, 252 pesetas, siendo el peso
280 kilos.

DUK — 588 — dyi;
Dieron un total de 691,50 pesetas y 587
kilos, resultando el kilogramo á 1,17 pesetas,
ó sea una diferencia de 10 céntimos por kilo,
que llega á 50 pesetas pesando un buey 500
kilogramos.
Si se añade á esta cifra la que representa
el mayor rendimiento en peso de carne á 41,21
pesetas, tendremos por la res Durham de
peso de 500 kilogramos, una ventaja total de
90,21 pesetas, sin aumento de gasto de comida.
Sentimos que no se hayan hecho experiencias
de esta clase en España con las razas
indígenas.
Cualidad lechera.—No todas las ramas de
la raza tienen esta cualidad igualmente desarrollada.
La que procede de la vaca Duchesse
es en este concepto la más apreciada. La vaquería
de M. Whitaker, que constaba de 10
vacas, daba diariamente 269.297 litros, ó sea
por vaca 26,929 litros. Véase el tipo en la
figura 238. .
Precocidad.—Esta cualidad es la principalmente
característica de la raza; no hay otra
que la tenga en tan algo grado, siendo de
advertir que la transmite por medio de la
cruza á las demás razas desde la primera generación.
Esta circunstancia ha sido causa de
que se considere como regeneradora por excelencia
en todo el mundo, y que los ganaderos
de todas las naciones que quieran aumentar
la precocidad de las que poseen, busquen
reproductores Durham. Francia es uno de los
países en que más se ha propagado, y para
que se vea lo que vale la cruza, ponemos á
continuación el resultado de unas experiencias
respecto á desarrollo, hechas en la vaquería
de Dampierre:
Un Durham-Charoles pesó en vivo: al año,
302 kilos; á los dos años, 620 kilos; á los tres
-años, 710 kilos.
Tin Durham-Charoles pesó en vivo: al año,
382 kilos; á los dos años, 750 kilos; á los tres
años, 730 kilos.
Un Durham normando pesó en vivo: al
;ifio, 355 kilos; á los dos años, 655 kilos; á los
tres años, 785 kilos.
Un Durham normando pesó en vivo: al
año , 303 kilos; á los dos años, 635 kilos; á los
fres años, 690 kilos.
Dieron un total: al año, de 1.342 kilos; á
los dos años, de 2.660 kilos; á los tres años,
de 2.918 kilos.
Término medio por cabeza: al año, 335
kilos; á los dos años, 655 kilos; á los tres
años, 729 kilos.
Se ve que el mayor desarrollo se tiene el
primer año, y que disminuye mucho en el
tercero, aun cuando el gasto de comida sería
mayor. Esto revela con toda evidencia que
conviene llevar al matadero las reses en cuanto
empieza á declinar la actividad de la que
se llama vida organizadora. La raza de que
hablamos llega á su completo desarrollo á los
tres años.
España es quizás la nación europea donde
menos se ha propagado, y en la cual menos
se puede propagar á causa del clima seco, de
la temperatura elevada y de la falta de.praderas
durante la mayor parte del año. Sin
embargo, en las provincias del Norte y del
Noroeste darían excelentes resultados, y esta
consideración nos ha movido principalmente
á dar las precedentes noticias de la raza vacuna
de engorde hoy más famosa y que alcanza
en el mercado precios más altos.
Para terminar sólo añadiremos que para
que conste la pureza de la raza se publica
desde 1822 el libro genealógico de los animales,
ó sea el General shorl horned herdbooh, á
semejanza del stud-book destinado á registrar
los caballos de pura sangre.
Los que se dedican á la cría de la raza
Durham se proponen la venta de reproductores.
En España no se conoce esta industria,
así es que los ganaderos hallan poco estímulo
para invertir grandes capitales en la mejora.
Los toros Durham se pagan de 1.000 á 1.300
pesetas, y con esto tienen compensación los
sacrificios de cuidado y dinero que se hacen
en el sostenimiento de la ganadería.
M. López Martínez.
DURILLO.—Arbusto de nuestros montes
que corresponde á la especie Vihurnum linus,
L., de la familia de las Caprifoliáceas. También
se llama así en las sierras de Alfacar y
de Dilar el arbolillo silvestre Amelanchier
vidgaris, Moeuch, de la familia de las Pomáceas.
(V. Cormiera, Vihurnum.)
DYROXTLUM —(V. Turríea.)

ECO — 590 — ECO
en nuestra España, tan escasa de lluvias, y sin
embargo, la mayor parte de las aguas de los
ríos que la surcan van al mar, sin casi aprovecharlas,
especialmente en las regiones en
que los árabes no las canalizaron. Sin embargo,
en el siglo pasado y lo que va de éste se
han aprovechado muchos.
J. de Hidalgo Tablada.
ECIDIO Ó ^CIDIUM.—Pequeño hongo
parásito, que se desarrolla en las hojas, las
flores y hasta los frutos de ciertos vegetales.
Forma manchas blanquecinas sobre las hojas,
y suele atacar con frecuencia al agracejo.
ECLAMPSIA.—Afección nerviosa observada
en las perras que amamantan, y caracterizada
por la parálisis de las extremidades,
convulsiones, contracciones de las mandíbulas
y una salivación espumosa más ó menos abundante.
La duracióu del ataque es de uno á dos
días. Se combate la afección con pequeñas y
frecuentes dosis de una mezcla de 100 grafios
de jarabe simple y uno de cloroformo.
ECMEA.—Planta epifita, originaria del
Perú, de la familia de las Bromeliáceas, cultivada
en los invernáculos de Europa. Tieue
las hojas en forma de lanza aguda, y sou canaliculadas;
las flores amarillentas, dispuestas
en panículas.
ECONOMÍA POLÍTICA.—La economía
política es la ciencia que enseña las leyes relativas
á la producción, á la distribución y al
'Consumó de la riqueza social. La ciencia que
nos enseña cómo se realizan la apropiación y
la modificación de los objetos para aplicarlos
á la satisfacción de las necesidades de la sociedad
en general, es la economía política.
•Sus teorías prescinden de la situación económica
de los pueblos en particular, para demostrarles:
a.— Cómo salen las riquezas de las manos
de los productores para distribuirse entre los
miembros de la sociedad.
b. — Cómo las emplean los hombres para
satisfacer sus necesidades, y de qué modo
.más pronto ó más tarde llegan á consumirse.
Se discute si la economía política es una
•ciencia ó un arle (1), y la mayoría se inclina
á que participa de los dos; la ciencia observa,
explica y deduce reglas; el arte aplica éstas,
y resulta un enlace estrecho, que hace que se
confundan la ciencia y el arte, aunque con facilidad
se distinguen cuando se someten al análisis.
Según la definición indicada, la economía
política comprende toda clase de producciones,
su distribución y consumo; pero como
la sociedad moderna, propende á la especialización,
ha distribuido y tomado de ella las
leyes especiales y principios adecuados á la
Economía rural, sin que éstas separaciones ó
secciones de la ciencia general dejen de estar
comprendidas en su extensa denominación de
Economía política.
J. de Hidalgo Tablada.
(1) Gh. Coquelin: Dicbionnairii de VEconomie po-
Htique..
ECONOMÍA RURAL—I. CONCEPTO DE
ESTA CIENCIA.—Pocos ramos de los conocimientos
humanos han dado lugar á tantas controversias
como éste. Discútese, sin que los autores
se hayan puesto todavía de acuerdo
acerca de su origen y desenvolvimiento, sobre
su verdadera naturaleza, y hasta respecto á
las partes que la constituyen.
Para persuadirse de ello no hay más que
leer las dos mejores obras de Economía rural
publicadas en España, cuyos autores son los
Sres. Morquecho, ya difunto, y el Sr. Hidalgo
Tablada, co-Director de este DICCIONARIO.
En ellas se analizan las definiciones dadas por
los más famosos tratadistas alemanes, franceses,
ingleses é italianos, y no hay una sola
que satisfaga por completo á los contradictores.
Por nuestra parte, con objeto de no dar
á esta obra carácter de polémica, que cuadra
mejor á los tratados esencialmente doctrinales,
seguiremos un sistema distinto para dar
idea de la economía rural, que es expresar lo
que hay de análogo en todo aquello en que convienen
los mismos autores que se impugnan.
Todos están conformes en los puntos siguientes:
1.° La economía rural es ramo de la
ciencia agronómica distinto que la agricultura
y la zootecnia.—2.° En lo antiguo se tenía
noción de la economía rural, y se fijaron preceptos
exactos sobre ella; pero sólo en los
tiempos modernos se han establecido, formando
cuerpo de doctrina, los principios cardinales
en que se funda.—3.° El fin de la economía
rural es ordenar los elementos que se
refieren á la producción agraria del modo más
conveniente para que ésta sea lucrativa al
agricultor.
La economía rural, según esto, y en su
sentido más lato, es la parte de la ciencia
agronómica que trata de los elementos constitutivos
de las empresas rurales, y los combina
en ellas de suerte que sean lucrativas á los
agricultores.
Esta definición manifiesta la importancia
de la economía rural; importancia que crece
según van siendo más complejas y sujetas á
un criterio científico las diferentes operaciones
rurales. Siendo su trabajo esencialmente
de organización, y debiendo acomodarse ésta,
para que sea acertada, al estado social de la
comarca, á la legislación del país, á las costumbres
nacionales, claro es que ha de relacionarse
con la civilización general de los
pueblos. De esto resulta por una parte que es
indispensable cierto conocimiento técnico de
los diferentes ramos que constituyen la agronomía
en toda su extensión, y además de los
elementos que podemos llamar externos, que
directa ó indirectamente influyen en el cultivo
de la tierra y en la cría de los animales
domésticos.
La economía rural, considerada así, ha ido
ensanchando su esfera de acción, y los tratadistas
, empezando por estudiarla bajo un punto
de vista particular y privado con relación
al cultivador, han concluido por estudiarla

ECO — 591 — ECO
en sus relaciones con el Gobierno y el grado
de progreso de las naciones. Los alemanes
Thünen, Gaaritz, Roscher; los ingleses Yóniíg
y Sinclair; los franceses Gasparin, De Lavergne
y Le Coteux; el italiano Malaguti, y los
españoles citados Sres. Morquecho é Hidalgo
Tablada, entre otros muchos que podríamos
citar, hacen comprender que es como el complemento
de todas las ciencias que se relacionan
con la producción rural.
En estos últimos tiempos una circunstancia
de inmensa trascendencia ha contribuido á
dar mayor valor á la ciencia de que se trata:
la concurrencia. A causa de ella, no basta al
agricultor producir, ni á los pueblos producir
mucho; es preciso producir barato, y aun esto
es poco en muchos casos para que no sea causa
de ruina la abundancia; es indispensable,
para triunfar en la lucha, que el producto
tenga cierto grado de perfección. Para producir
trigo ú obtener lana es suficiente sembrar
la semilla ó criar una vaca; mas para que la
cosecha represente en el mercado un valor superior
al gasto de cultivo, y los vellones tengan
la finura y sean de la calidad que el comprador
desea, se requiere tener en cuenta las
circunstancias climatológicas, la clase de terreno,
el precio de los jornales, si hay compradores,
cuidar de que no entren en la hacienda
rateros, emplear el capital necesario
para la escarda, segar y trillar del modo más
económico, buscar la raza más apropiada á la
localidad, más lechera y que se nutra con
menos alimento; se requiere además tener en
constante estado de fertilidad la tierra para
que el producto de un año no se obtenga privándose
con la esterilidad de productos sucesivos;
que haya mercado para la leche ó quieu
sepa convertirla en queso ó manteca, y por
último, se requiere, además de todo esto, y
de otras cosas que se omiten, que el dueño
vigile por que el trabajador no huelgue, por
que se ejecuten bien las labores, por preservar
el ganado de enfermedades, y asiente con
exactitud el coste de cada operación y el ingreso
de cada esquilmo para poder hacer el balance
de las pérdidas y ganancias, y estudiar,
observando los buenos ejemplos, el modo de
evitar las primeras y aumentar las segundas.
Esto es la economía rural, y de ahí nace
que los autores la juzguen resumen de todos
los conocimientos agrarios, criterio elevado
de las mejoras agrícolas y pecuarias, ciencia
de armonías y de equilibrio entre las partes
que constituyen la producción de la tierra, y
entre las relaciones intrínsecas y extrínsecas
de una empresa de labranza.
De ahí nace la diferencia esencial entre la
agricultura, y comprendemos con esta palabra
el cultivo y la ganadería, y la economía
rural. La agricultura da reglas para producir;
la economía rural establece principios para
que sea útil la producción, entre los cuales
enumera los siguientes un autor moderno:
«Hay que obedecer y acomodarse á la ley de
los climas. La intensidad de los cultivos, ó lo
que es igual, el producto bruto debe ser relativo
con la fertilidad de la tierra; el capital
de explotación ha de guardar proporción con
la riqueza territorial ó con la intensidad de
los cultivos. Toda agricultura progresiva tiene
por fundamento el sistema de concentración
de las labores y de los abonos; el cultivo
de las plantas agotantes tiene que estar en
equilibrio y relación con el de las plantas fecundantes;
en todo caso debe predominar el
factor ó la fuerza de la producción más barata,
la naturaleza unas veces, el trabajo otras,
y el capital siempre que abunda y exige un
mínimo interés. Las explotaciones rurales tienen
que ajustarse á las condiciones del mercado,
pues como dice Lavergne, no hay buena
práctica agrícola sin una buena situación
económica; en la agricultura progresiva se
puede marchar con el concurso predominante
del tiempo ó con el del capital, según sea la
actividad con que se desenvuelva la civilización
y riqueza general del país.»
De aquí nace, finalmente, la obligación de
los Gobiernos de ayudar directa é indirectamente
á los agricultores para que la producción
sea abundante, buena y barata. La economía
rural tiene dos aspectos, que son la
base de dos divisiones: aspecto privado, peculiar
de la acción particular del cultivador, la
cual tiene por objeto la acertada constitución
de la granja, y aspecto público, peculiar de
la acción gubernativa, la cual se dirige, después
de enseñar al agricultor, á facilitar la venta
ventajosa del fruto de su trabajo, que es lo
que constituye la economía política agrícola.
La razón de esta última es de fácil explicación.
El agricultor no es un ser aislado en el
universo, ni la familia rural una colectividad
independiente en el Estado, sino que aquél es
unidad del conjunto humano, y ésta parte integrante
del orden social. De un lado, á causa
de esto, la situación económica de la clase agrícola
es el vivo reflejo del grado de progreso
de una nación, y de otro, el bienestar de los
productores se convierte en vigor y prosperidad
de los Estados. Por eso ha podido decir con
entero acierto el primer agrónomo de Europa,
el conde de Gasparin, que «los sistemas de
cultivo son á la vez un efecto y una indicación
del estado social de un país. A medida
que la civilización adelanta y que crece la
población, cada sistema tiende á encerrarse
en los límites que la naturaleza del suelo determina».
Otro economista agricultor, monsieur
de Lavergne, ha dicho también que «la
condición agrícola de un pueblo no es un hecho
aislado, sino que es una parte del gran
todo; que no hay buena práctica agrícola sin
una buena situación económica: la una es el
efecto, la otra la causa». Y por último, para
abreviar citas, el insigne profesor actual de
Leipzig, Guillermo Roscher, ha demostrado
perfectamente que á todo cambio en el desarrollo
de la civilización corresponde un modo
especial de cultivo.
El poder público, por tales consideraciones,

ECO 592 — ECO
no fomenta los intereses rurales, abriendo escuelas,
organizando prácticas y ensayos, construyendo
vías de comunicación, elevando los
derechos arancelarios, concediendo primas de
exportación en atención á la utilidad del agricultor,
cultivador ó ganadero, sino atendiendo
al bien general, que se funda en la producción
abundante, en la difusión de la riqueza,
os;
p¡ C o
-3 ^ o
'.SS
I Explotación.-
Dominio..
1 Capital •
I Trabajo.,
Estiércol..
y en la circulación rápida y desembarazada.
Creemos que lo expuesto basta para que se
tenga idea exacta de la índole y extensión de
la economía rural. Sin embargo, bueno será
precisar sus extensos límites, y para ello
figurar en un cuadro sinóptico las múltiples
materias que comprende. Este trabajo es debido
á M. Molí.
agricultor, cultivador; aptitudes morales, intelectuales y físicas; ins­
¡Agrónomo,
trucción; medios de adquirirla.
Dueño de la casa.
Extensión: Grande, mediana y pequeña labranza.
Composición: Importancia relativa de las diversas naturalezas del fundo; riqueza
del suelo.
Fraccionamiento ó acumulación de la propiedad.
Edificios: Dimensiones, estado, situación relativa á las tierras.
Localidad: Caminos, población, ventas, impuestos.
Estimación: Renta; clasificación económica de las tierras, prados, viñas, etc., etc.
Títulos de uso: Posesión, arriendo, asociación, etc.
Capitales agrícolas: Capital del fundo, dividido en capital de adquisición, capital
de mejoras, crédito territorial.
— Capital de explotación, dividido en capital impuesto, muerto
y vivo, y capital circulante.
— Cantidad de cada uno, consumo y reproducción.
Su parte en la producción^ proporción entre el trabajo y las fuerzas naturales:
cultivo intensivo y extensivo.
( Temporiles } Suma del trabajo; ventajas
Trabajo del hombre.... < Jornaleros > é inconvenientes; ajuste;
(Destajistas ) precio del trabajo.
i Caballos.
Í
Ventajase inconvenientes \ Muías.
Elección, combinaciones, *, Asnos,
precio del trabajo i Bueyes.
' Vacas.
Vapor, electricidad.
Carácter é importancia; empobrecimiento producido por las cosechas.
Por los animales producto­
Producción del estiércol, calculada
res.
\ Precio á que resulta.
1 Compras. *
I Valor comparado de diversos estiércoles. .
\ Cantidad necesaria para un cultivo dado; estática agrícola.
Períodos culturales.
Su destino.
i rotación de co-
\ scchas
Í
( Por los forrajes y camas.

ECO — 593 — ECO
II. LA ECONOMÍA RURAL Y I.A PRODUCCIÓN
AGRÍCOLA. — Quédese para los expositores y
tratadistas de esta ciencia el desenvolver y
explicar las diversas materias apuntadas en el
cuadro anterior. También se examinan muchas
de ellas con más ó menos extensión en
este DICCIONARIO en las correspondientes palabras.
En lo que resta del presente artículo,
para que nuestras consideraciones tengan un
sentido práctico, parécenos oportuno sintetizar
la doctrina manifestando, aunque sea
con gran concisión, lo que vale en el progreso
de la agricultura la aplicación de los principios
de la economía rural, y las funestas
consecuencias de la inobservancia de sus preceptos.
¿Cómo armoniza el agricultor los diversos
elementos culturales, á fm de sacar de la hacienda
la producción más abundante con el
menor gasto posible? Acomodando la índole de
la empresa á las circunstancias locales; empleando
en la empresa el capital necesario;
dando al capital la inversión más acertada;
comprendiendo en esa inversión la producción,
la transformación industrial de las cosechas,
la venta de los productos. Reuniendo para
todo esto la práctica á la ciencia, la vigilancia
del detalle y la actividad en la iniciativa.
Difícil es fijar teóricamente y á priori en
cada caso especial, la regla de armonía entre
estos diversos elemeutos, pero lo es mucho
más poder y saber aplicarla. Difícil es determinar
concretamente y con precisión la manera
de que el labrador se enriquezca; pero es
más difícil que el labrador tenga suficientes
medios y recursos de enriquecerse, siendo
así que los obstáculos que se oponen á ello
están fuera del alcance de su poder, son superiores
á su voluntad. ¿Cómo es posible que
combine planes de mejora si carece de instrucción;
que realice las reformas costosas si
carece de capital numerario; que obtenga lucro
de los planes mejor concebidos y ejecutados
si no es leal y obediente el trabajador,
si no le ampara la Administración en el ejercicio
de sus derechos ?
Por eso decía con razón un orador: «El arte
agrícola, considerado bajo el punto de vista
de los procedimientos mecánicos, del conocimiento
de los terrenos, de las plantas cultivables
y de los animales domésticos se halla
tan adelantado, que apenas deja que desear.
No sucede lo mismo con la economía rural.
Esta ciencia tiene por objeto la apreciación
de las circunstancias culturales, económicas,
comerciales y políticas que deben influir en
determinadas posiciones en la elección de los
medios de toda clase que es preciso emplear,
tales como las plantas de cultivo preferibles,
las especies de ganado y razas que conviene
criar, la clase de abono más útil, etc. El
estudio de los principios generales de la economía
rural debe ser la base de la práctica
agrícola. Ilumina al labrador y dirige su marcha,
preservándolo de contingencias desastrosas,
puesto que le da la clave de los resul­
tados posibles. Esta ciencia, eminentemente
práctica en el fondo, mas la cual entraña las
teorías más trascendentales, es la parte más
atrasada de la agronomía. A que se propague
y desarrolle deben tender los hombres de
ciencia más competentes.»
Hacia el desarrollo de esta ciencia tienden
efectivamente los esfuerzos de los agrónomos
ilustrados, y á que impere la idea económica
en el cultivo se dirigen cada día con más empeño
los agricultores más progresistas. Por
eso donde el individuo no basta para organizar
convenientemente una empresa agrícola,
se constituye la asociación, y cuando faltan
recursos para hacer frente á las necesidades,
se crea el crédito territorial.
Pero si es cierto que la economía rural no
está tan adelantada como fuera de desear respecto
á ciertas reglas de aplicación, las cuales
pueden ser objeto de debate, y de cuya
exactitud no hay otro juez que eí agricultor,
no es menos cierto que contiene principios
generales de bondad absoluta, y que son
como la raíz de que arrancan los adelantos
más asombrosos, en cuanto á producción, de la
época presente. El economista no puede fijar,
á causa de la variedad de accidentes que concurren
en las haciendas y en sus dueños, qué
proporción, por ejemplo, ha de haber entre
el capital inmueble y el móvil; qué regla de
proporción se puede establecer en cada caso,
en cuanto á utilidad, entre el sistema forestal,
el de pasturaje y el labrantío. Tal incertidumbre
científica sobre estas cuestiones, y
cien más que podemos llamar de relación, causan
la desesperación de los agricultores. Cuando
alguno, hallándose en situación apurada,
desea variar de plan, pregunta al hombre de
estudio; el hombre de estudio, que es prudente,
evade la contestación, pues los problemas
de carácter administrativo y de práctica
local sólo pueden ser resueltos por el interesado,
residente eu la localidad; y éste, envuelto
en las tinieblas de la duda, niega ó maldice
la ciencia, que no ilumina su razón ni le
salva de la ruina.
No; la ciencia económica no es inútil para
la producción, por más que no responde siempre
de un modo satisfactorio á los deseos del
cultivador. Si respondiese, ¿qué papel tocaría
desempeñar al criterio de éste? Basta, para
apreciar su importancia que su doctrina se
apoye en principios de universal aplicación
y de exactitud indiscutible. Los sintetizaremos
en los siguientes:
1.° El desequilibrio de los elementos constitutivos
de la empresa agrícola, clima, tierra,
capital, trabajo, dirección inteligente, acarrea
indefectiblemente la ruina del empresario.
2.° Cuanto más suban en bondad y en cantidad
esos elementos, más se aproximará al
máximum la producción.
3.° La utilidad del agricultor consiste en
el producto neto; la de la sociedad, en el producto
bruto. El poder público, por su deber
de atender al bien social, está obligado á pro-

ECO — 594 — ECO
curar que resulte de la profesión agrícola
producto neto al cultivador.
Primer principio de economía rural. — Su
exactitud es tan evidente, que no hay más que
enunciarlo para probarla. Desgraciadamente
muchos agricultores españoles y no pocos extranjeros
meditan poco en esto, siendo la consecuencia
no saber á qué atribuir la prosperidad
en unos casos, la ruina en otros. Para
ellos no hay otra explicación satisfactoria que
la fatalista de Xa. fortuna. Uno gana porque es
afortunado, otro pierde porque la suerte le es
adversa. No; la causa de la diferencia estriba
en la observancia ó inobservancia, siquiera
sea inconsciente, de aquel primer principio.
Si no se tiene en cuenta ni la temperatura,
ni las épocas de lluvia, ni los vientos reinantes,
y se contrarían estas circunstancias con
el cultivo, será inútil el trabajo, perdido el
capital que se emplee. Esto ha sucedido á los
que han tenido empeño en reemplazar las razas
de nuestro ganado lanar con las inglesas
New-Leicester ó Sout-Down. Pagaron los ejemplares
adquiridos á extraordinario precio; los
cuidaron con esmero especial para aclimatarlos,
y todo lo perdieron. Cuantos animales
de una y otra raza se importaron, perecieron
á poco tiempo, siéndoles insoportable nuestro
clima seco canicular.
Lo mismo sucederá cuando sea de excelente
calidad la tierra y benigno el clima, si falta el
capital necesario para la empresa. El defecto
general y grave de la agricultura española es
carecer, el que á ella se dedica, de recursos
proporcionados á la extensión de la hacienda.
Asusta al economista ver que la inmensa mayoría,
empeñándose en empresas rurales superiores
á sus fuerzas, son áios ojos de la sociedad
opulentos propietarios, y en la vida interior
están constantemente agobiados por los mayores
apuros. Escasean las labores, regatean el
alimento al ganado, venden sin tiempo los frutos.
El resultado es tener míseras cosechas é
hipotecar las fincas, pagando por las cantidades
tomadas á préstamo un interés más alto
que lo que valen aquéllas.
También se esteriliza el capital numerario,
y son inútiles los demás elementos constitutivos
de la empresa agraria si uo hay dirección
ó ésta es poco inteligente. No establecer subordinación
en la dependencia, y dejar, por
debilidad de carácter, que cada cual obre
como le parezca en la tarea que le está designada;
no llevar cuenta exacta del coste y rendimiento
de cada operación de cultivo; gastar
infructuosamente la renta ó invertir el capital
numerario sin tener en consideración la
importancia de aquello en que se emplea; no
calcular para compras, ventas y cambios, ni
el lugar adecuado ni la ocasión oportuna, son
circunstancias que minan los cimientos de una
granja, y acaban por sepultar entre sus ruinas
la fortuna y el crédito del agricultor más
acaudalado.
Principio segundo. — No basta para que
prospere una empresa agraria, que exista la
debida relación entre los diversos elementos
que la constituyen, sino que es preciso, obedeciendo
á la ley del progreso y contribuyendo
á él en lo posible, que cada uno de esos
elementos intervenga ó figure en la relación
en grado máximo. Si el productor obrase en
esfera independiente como en los primeros
tiempos, su anhelo se limitaría á satisfacer el
hambre y resguardar el cuerpo de la intemperie;
en este caso le bastaría que aquella relación
se verificase en inferior escala. ¡Tierra
mediana, escaso capital, trabajo rudimentario,
elemental iniciativa! Pero las necesidades
se multiplican; se agota la fecundidad del
suelo; se aumentan los medios de acción;
surgen la rivalidad de intereses y la concurrencia
de esfuerzos; se crean sucesivamente
la familia, la clase, el estado, y en tal situación
no basta producir, sino que es preciso
producir mucho, y cada día más y mejor.
La evolución social engendra la ley económica,
y por ley económica, que no se puede
infringir sin sufrir el castigo de la miseria, el
agricultor tiene que ejercitar sus facultades
para enseñorearse con dominio creciente de
cuanto pudo influir en la consecución de aquellos
fines.
Clim.a.—En vez de resignarse á los rigores
de éste, los suavizará en la medida de sus necesidades.
Templará el ardor del sol, funesto
para los animales, con plantación de árboles
de sombra; pondrá las plantas á,cubierto de
las heladas con nubes artificiales de humo;
suplirá la lluvia canalizando ríos ó abriendo
norias para el riego, y hasta graduará la temperatura
por medio de estufas, y precipitará
el desarrollo de la vegetación aplicando las
corrientes eléctricas.
Tierra.—Ya no la hay estéril. Con la química
se ha logrado el prodigio de conocer
cómo se nutren las plantas y las substancias
que necesitan asimilar para su desarrollo. A
fuerza de análisis se puede fijar cuál es el
cultivo propio de cada una, y hacer que sea
feraz perpetuamente. No hay que contentarse
con labrar y abonar; se calcula con arreglo
á la calidad del subsuelo y á la semilla que se
ha de confiar á la tierra, la profundidad que
debe tener el surco; se prepara el abono más
barato ó el más eficaz en cada caso. La granja
progresiva tiene algo de laboratorio, y tanto
más adelantará cuanto sean más numerosas
las combinaciones de los elementos fertilizantes
y con más tino se apliquen á cada tierra
aquellos de que carezca: auna, yeso; á otra,
algas marinas; á otra, estiércol de cuadra; á
otra, abonos artificiales; á otra, marga. No se
perdonará medio por mejorar la tierra. Unos
traerán guano del Perú, otros exportarán el
mineral de fosforita de Logrosán, otros recogerán,
para convertirlos en abono, los huesos
esparcidos hasta en los cementerios y campos
de batalla.
Por desdicha, los agricultores españoles,
salvo los de las huertas de Valencia y Granada,
y algunos de Cataluña y otras limitadas

ECO — 595 — ECO
regiones, distan mucho de poder realizar esas
mejoras territoriales; mas en eso justamente
estriba su atraso relativamente á otros pueblos,
y por consecuencia la crítica situación
•en que se hallan. Aquí la tierra sólo brinda
con su fertilidad natural, en tanto que en naciones
más adelantadas son inmensamente superiores
sus fuerzas productivas por consecuencia
de la aplicación del trabajo, del capital
y de la inteligencia.
Capital.—A medida que la esfera de ésta
se dilata con los grandes medios de que se dispone
para el cultivo y la producción animal,
claro es que la intervención del capital se hace
más indispensable. La proporción en este
punto se halla en relación con la diferencia
que existe entre el sencillo batidor con que
se desgrana la espiga, y las máquinas de trillar
movidas por el aparato Siemens.
Esto ha dado un giro nuevo á la economía
rural. A la idea del ahorro ha sustituido la
del amplio empleo del capital. Ya no se discute,
por ser cosa averiguada, que según crece
el capital en el nivel de lo necesario, se aumenta
la producción vegetal y animal, y se
asegura el producto. La agricultura más progresiva
no es la que tiene más tierra para
un capital dado, sino la que dispone de más
capital para una extensión dada de terreno.
El capital todo lo vivifica; el empleo del
capital en la medida que requiere la magnitud
de la hacienda fecunda el suelo, premia
el trabajo y es garantía de ganancia.
Para que el progreso agrícola se realice,
dice Courcelle, hay necesidad de una condición
que domine á todas las demás: que el
agricultor posea un capital proporcionado á
su labranza. ~No es posible fijar con exactitud
esa proporción, pero se puede establecer
como un principio universal y fecundo, que
el capital móvil debe ser suficiente para la
empresa, comprobándolo el hecho de que los
países en que el capital móvil es más conside r
rabie son aquellos en que la agricultura es
más floreciente.
La retirada del capital de la agricultura
para emplearlo en cosas extrañas á ella es de
consecuencias fatalísimas para el cultivador y
para el Estado. Basta para convencerse de ello,
considerar que, gracias á él, y tomando las formas
más variadas, la tierra se fecundiza, se facilitan
las labores, se aumenta la producción
y se abarata el gasto de cultivo.
El capital móvil, que es del que nos ocupamos,
comprende los abonos, los ganados, los
instrumentos, las provisiones, las semillas y
•el numerario. El capital territorial, base de
la riqueza agrícola, sólo con la ayuda del
•circulante, que también se llama de explotación
, puede hacerse productivo y conser-
A-arse.
Mucho vale el trabajo del hombre, pero
las grandes mejoras sólo se alcanzan con el
•empleo del capital. La productividad resulta

ECO — 596 — ECO
1.000 pesetas por hectárea, mas por término
medio se calcula en 500 pesetas. En cuanto á
los propietarios, que son los que principalmente
costean las mejoras territoriales, hacen
gastos fabulosos á este fin, en vez de substraer
íntegramente el numerario, é invertirlo, como
los nuestros, en espléndidas fiestas cortesanas.
El Duque de Bedfbrd ha empleado 20 millones
de pesetas en mejorar su hacienda, de una
extensión de 300.000 hectáreas. Bien merecida
tiene la estatua que se le ha elevado en una
plaza de Londres, en que se le representa
apoyado en un arado.
El economista suizo Guiquis dice:
«La tierra es á la vez el acreedor más exigente
y el deudor más exacto. ISTo da más que
lo que se le presta, pero da todo lo que se le
presta. El labrador inglés no teme hacerle
adelantos de capital, porque sabe que le serán
bien reintegrados. A esto llama embarcar su
capital; ningún pueblo sabe tan bien como él
desembarcarlo.»
En Francia el capital de explotación no es
tan grande; sin embargo, hay haciendas en
que llega á 1.000 pesetas por hectárea; puede
citarse entre ellas la conocida de Grignqn,
fundada por el célebre M. Bella.
¡Cuánto dista de esta proporción el capital
empleado en la labor agrícola por los propietarios
y colonos españoles! El propietario
nada suele gastar en mejoras territoriales, y
el colono, según datos exactos que poseemos,
sólo dedica al cultivo de 165 á475 pesetas. El
resultado de tal diferencia no es menos enorme.
En tanto que hay aquí tierras labrantías
cuyo precio es 10 pesetas por hectárea, siendo
su rendimiento nulo ó negativo, en Inglaterra
hay tierras cuyo valor por hectárea llega á
50.000 pesetas, y en Bélgica las hay que producen
por igual extensión á razón de 9.000
pesetas de arrendamiento.
«Tengo la esperanza, dice un autor contemporáneo
, de poder contribuir á la prosperidad
nacional, influyendo en la opinión pública con
escritos y con ejemplos; induciendo á los grandes
propietarios, á los capitalistas, á llevar el
superfluo de su caudal al cultivo de la tierra.
Esta colocación del dinero no es tan brillante,
es verdad, como el juego de los efectos públicos;
pero tampoco le acompañan los mismos
riesgos de espantosos reveses, y los buenos
resultados que con ella se alcanzan no arrancan
lágrimas de dolor á nadie, sino que, al
contrario, van seguidos de las bendiciones
del pobre. Cuando el gran propietario mejora
su hacienda, haciéndola más productiva, irradia
á su alrededor el bienestar y el contento.»
El trabajo.—Ricardo dice que el trabajo es
el fundamento del valor de las cosas, y aunque
nuestra opinión no es tan absoluta, la
verdad es que gracias á él parece que se vivifica
la naturaleza. Veamos lo que pasa.
En la industria humana hay una inmensa,
una inconmensurable industria natural, cuyos
secretos son ignorados aun por el más sabio,
tíases y sales se hallan esparcidos en el suelo
y en la atmósfera. La electricidad, la afinidad,
el viento, la lluvia, la luz, el calor, la
vida, han ocupado sucesivamente y con frecuencia
nuestra voluntad para transformar,
unir, dividir, combinar estos elementos; y esta
industria maravillosa, cuya actividad y cuya
utilidad se escapan á nuestra apreciación y
aun á nuestra imaginación, no tiene, sin embargo,
ningún valor. Este aparece con la primera
intervención del hombre, que en este
negocio, tauto y más que en el otro, tiene
que realizar un trabajo complementario.
Véanse algunos ejemplos de la virtud creadora
del trabajo.
En el valle de Chiana.—Había en este valle
100 kilómetros cuadrados de lagunas pestilenciales,
que eran un foco de infección para
las comarcas vecinas. La población era escasísima,
y esa vivía enferma y moría á edad
temprana. Apenas se cultivaba la tierra, y
su valor era nominal.
Al concluirse los trabajos en 1840, todo
cambió de aspecto. El suelo está cubierto de
una capa profunda de aluviones artificiales,
de fertilidad extraordinaria. Cultívanse los
cereales, las plantas oleaginosas, las tintóreas,
el cáñamo, las semillas de prados artificiales,
etcétera. Las 8 grandes haciendas que poseía
allí la corona de Toscana se dividieron en 150
granjas. La población creció hasta el punto
de ser en 1860 de 400 almas y llegar diez años
después á 7.000.
El saneamiento de las marismas de Toscana
ha dado iguales resultados. Su extensión era
de 120 kilómetros cuadrados. La población
hacía dos siglos que había emigrado. Terminada
la obra, desapareció la causa de las enfermedades.
Se construyeron vías públicas,
pozos artesianos y fuentes comunales. Creció
la población, y hoy es de 120 habitantes por
kilómetro.
El valor del terreno era de 150 pesetas por
hectárea, y llega la renta por hectárea á 2.500
pesetas.
El encauzamiento del río Isére, desde el torrente
de l'Aghy hasta la frontera francesa,
ha dado resultados no menos asombrosos en
aumento de riqueza y población. Al encargarse
el Gobierno francés de las obras, después
de la anexión del territorio, adquirió 10,50
hectáreas en 500.000 pesetas.
El justiprecio en 1863 era 705.670 pesetas.
El justiprecio en 1866 era 1.502.000 pesetas.
El justiprecio en 1899 será 1.875.000 pesetas.
La población que cultiva, contenta con su
suerte, no piensa en abandonar sus queridos
hogares para buscar una incierta posición
más brillante en medio de los peligros de las
ciudades.
Id á Holanda, y según escribe Thiers, examinad
sus verdes y frondosas praderas, pobladas
de robustos becerros; hundid en la tierra
un palo, y á 3 ó 4 pulgadas hallaréis una
arena estéril. Aquella hierba espesa que se

ECO — 597 — ECO
convierte en leche, luego en queso, y que en
esta forma circula por el mundo entero, debe
su producción á un estiércol de creación puramente
artificial. Por medio de un dique que
forman ramas de sauces, secuestran una porción
de arena del mar; con el tiempo, los sedimentos
amontonados por el flujo y reflujo consolidan
el dique. Después de haber substraído
aquella arena al agua de mar, la disponen de
modo que sólo pueda recibir agua del cielo ó
de río, logrando así desalarla puco á poco. La
hierba en un principio no crece en la trabajada
arena mny frondosa; tiene más de junco
que de gramínea. Establecen luego vaquerías
en las recientes praderas ; dejan acumular en
ellas el excremento fecundo de las vacas, y
acaban, en fin, por crear una tierra artificial
de extremada fertilidad. ¿Qué había otorgado
el Estado? Una porción del fondo de la mar.
Sobre este fondo el trabajo individual creó
una capa vegetal, y, en consecuencia, aquella
lujosa verdura que encanta la vista.
Y si tanto vale el trabajo para la producción
, no es de menos interés considerar cada
clase de trabajo con relación al progreso agrícola.
Curiosos estudios comparativos se han hecho
para precisar la relación económica que
hay entre el trabajo del hombre, el del bruto
y el del vapor, aplicado á la agricultura. De
ellos se deduce que la labranza se abarata á
medida que se perfecciona, y que la perfección
de la maquinaria se convierte en economía.de
cultivo, ó sea baratura de producto.
El trabajo del bruto es más económico que
el del hombre. Es preferible, porque se le
puede exigir mayor esfuerzo, y porque es más
rápido en las labores. El trabajo al vapor tiene
la inmensa ventaja de poder ser continuo
y enérgico á voluntad.
Siendo la jornada media del hombre de
diez horas, su trabajo máximo se efectúa al
ejercer un esfuerzo de 5 kilogramos 28 centésimas,
con una velocidad de 0,74 metros. El
trabajo por día será de 140 kilográmetros.
La jornada media del caballo de labor es
de nueve horas de trabajo efectivo, el cual,
según Courtois, se puede representar por
1.830.000 kilográmetros en números redondos.
Un caballo de vapor produce un trabajo
efectivo por jornada de once horas de 2.970.000
kilográmetros.
De estos datos resulta, después de hacer
las sumas y deducciones necesarias, que el
millón de kilográmetros sale á 40 reales por
término medio con el trabajo humano; que
con el trabajo animal cuesta el millón de kilográmetros
á 7 reales, y que sólo cuesta 6
ejecutándose el trabajo á vapor.
Respecto al empleo de esta fuerza, hay que
considerar especialmente la exactitud y perfección
del trabajo. No hay necesidad de interrumpirlo
cuando es urgente terminar la tarea,
y por su medio se verifican desfondos que
están fuera de la fuerza de los animales, y que
•ejecutados por el hombre serían costosísimos.
Dirección científica de la hacienda.— Recomendamos
á los labradores mediten mucho
sobre esta materia, que es.una de las más
complejas de la economía rural. Toca los límites
de varias ciencias y tiene algo de personal,
refiriéndose tanto al carácter como á la
inteligencia. Es la economía rural en acción,
y en tal concepto su importancia, comprendiéndose
la del agricultor como jefe de la
explotación rural y la de los medios empleados
para organizar el cultivo, á fin de que
resulte de él ganancia, va creciendo según
se complican y perfeccionan las operaciones.
Procuraremos dar exacta idea de la cuestión,
indicando sus puntos de vista generales.
Cada mejora realizada en agricultura requiere
un grado más de instrucción y de actividad
en los que á ella se consagran. El
progreso rural proporciona inmensas ventajas
, pero en compensación impone grandes deberes.
Antiguamente, cuando la labranza era
un oficio vil y deshonroso, hasta el punto de
que sólo esclavos, siervos ó adscritos á la gleva
lo ejercían, el dueño terrateniente no sacaba
más provecho de la propiedad que la renta
indispensable para mal sustentarse y vestirse;
pero tampoco tenía otra obligación, para
evitar su ruina, que la vigilancia. En la época
presente la hacienda territorial es, además de
fuente de comodidad, base de consideración
suprema; y el agricultor, en cambio, para ser
digno de su favorable y favorecida posición,
necesita conocer lo mejor que se hace, y además,
porqué es mejor; todo lo mejor que se
practica, y, sobre todo, cómo se podría subir
un grado más en la escala del adelanto.
Esto significa claramente que el agricultor,
siu dejar de aquilatar la práctica, se ha de
inspirar en la ciencia.
Bien sabemos que esta palabra aterra.al ignorante;
cierto es que la gran actividad intelectual
y corporal que requiere su aplicación,
causa espanto al indolente, pero no se alcanza
la prosperidad con la ignorancia y la pereza.
No hay medio: ó ciencia aplicada con todas
sus consecuencias de trabajo más inteligente,
de mayor empleo de capital, de más
energía é iniciativa para la reforma, ó ruina
para el agricultor por la concurrencia, miseria
para el jornalero por falta ó escasez de salarios,
esterilidad de los campos por el abandono
del propietario, debilidad del Estado por
la escasez del producto bruto de la tierra.
Puede decirse que la sencillez de las operaciones
agrarias guarda relación con el grado
de atraso, así como que á medida que la
agricultura progresa, las operaciones se complican
y la tarea del propietario se hace más
difícil, pero también más meritoria, si cumple
con el deber de la actividad, si juzga que no
tiene dignidad ni merece consideración el que
no paga los beneficios que recibe de la sociedad
con su trabajo, y si sacrifica su reposo por
vencer los inconvenientes que se oponen al
continuo aumento de la producción.
En la agricultura rutinaria la producción

ECO — m — eco

ECO — 599 ECO
mo bajo el punto de vista de la producción
agraria.
Los partidarios de la escuela economista
pretenden que los principios del libre-cambio
son la base y substancia de la ciencia; el sistema
protector no cabe en los límites de su
imperio. Opinión tan exclusivista y exagerada
es errónea ajuicio nuestro. ¿Cómo ni por
qué han de constituir la ciencia económica
los principios radicales del libre-cambio?
¿Cómo ni por qué han de quedar excluidas
de su esfera las ideas razonables de un patriótico
proteccionismo? No: la doctrina del
libre-cambio no es de bondad absoluta como
lo es la moralidad, ni su aplicación es de tal
necesidad, que sin ella, cual había de suceder
con el olvido de la justicia, quedaría sumida
en un caos horrible la sociedad humana. Su
bondad es relativa, y por eso la conveniencia
de su aplicación es contingente. La utilidad
que proporciona varía hasta convertirse en
causa de exterminio, según las circunstancias.
Ciertamente el libre-cambio tiene una razón
de existencia, y por eso no le rechazamos
en absoluto; pero también su limitación más
ó menos extensa tiene un fundamento sagrado
, y por eso condenar el proteccionismo por
su naturaleza económica es un verdadero,absurdo.
Tal pasa con el derecho de propiedad,
por ejemplo, tal como el de contratación. El
hombre puede disponer de lo suyo, y hacer
objeto de especulación su servicio personal y
el fruto de su trabajo, y sin embargo, la ley
consagra la expropiación, y no hay país civilizado
en que no se sujete á reglas la facultad
de concertarse los hombres entre sí, aun para
fines lícitos y honestos.
La razón del libre-cambio estriba en la conveniencia
de multiplicar las relaciones sociales.
Si la sociedad fuera una sola y gran familia,
nada habría que decir contra él, porque no
existirían pueblos objeto del proteccionismo.
Así, bajo el punto de vista humano, el librecambio
tiene su base en la fraternidad. Pero la
sociedad está dividida en naciones; el hombre,
sin dejar de ser semejante á otro, es diferente
de él como ciudadano, y los pueblos, además
de existir uu interés solidario entre todos,
en el cual se funda el,lazo que los une, lazo
de consideración recíproca y de mutuo respeto,
tienen costumbres distintas, gobiernos diversos,
tendencias rivales. Ahora bien; si dentro
de una misma nación no son libres los ciudadanos
para contratar como les parezca, ¿qué
mucho que no exista libertad absoluta entre
los pueblos dentro de la sociedad general para
cambiar sus productos?
¡Abajo las fronteras! exclaman sin cesarlos
libre-cambistas en su deseo de que se realice
la unidad humana; pero ¿y mientras esa aspiración
no se realice, y haya pueblos ignorantes
é ilustrados, y gobiernos protectores y tiránicos?
La destrucción de las fronteras traería
en pos la absorción del débil por el fuerte.
¡Desdichados de nosotros ese día, frente á
frente de los gigantes que nos rodean y nos
miran con ojos de codicia! Las fronteras no
caen á la voz del visionario; las fronteras son
hoy la defensa del pigmeo contra el coloso,
del pigmeo en industria fabril, en producción
agrícola, en medios de gobierno, contra el coloso
en ilustración científica, en artes de aplicación,
en iniciativa y actividad para las grandes
empresas.
La lucha entre los pueblos no ha cesado;
sólo ha variado de índole y carácter. Antiguamente
era sangrienta, y se reñía en los campos
de batalla; ahora es silenciosa y un tanto artera,
y se libra en los mercados. En lo antiguo
se procuraba conquistar para engrandecerse
con las armas en la mano; en ¡os tiempos
presentes se aspira á dominar para enriquecerse
por medio de la concurrencia. El resultado
viene á ser el mismo, sin embargo de
aquellas diferencias. Entonces la victoria hacía
esclavo al vencido del poderoso; ahora el
triunfo del libre-cambio hace esclavo al país
que produce peor ó más caro, de aquel que por
tener tierra más feraz ó gobierno más cuidadoso
de cumplir sus deberes, produce mejor
ó más barato.
Contra la desigualdad de las naciones en la
lucha mercantil están, para defensa de las
más atrasadas en producir y menos favorecidas
por la Administración ó por el clima, las
tarifas arancelarias. Las aduanas no se pueden
considerar únicamente como establecimientos
de recaudación ú oficinas de estadística
comercial, sino también y principalmente
como medios de equilibrar las ventajas y
desventajas de los pueblos, para que en la
concurrencia los débiles no queden anulados
ni lleguen los poderosos á ser omnipotentes.
España se encuentra en aquel caso, y sólo de
un modo los propietarios terratenientes, colonos,
cultivadores y ganaderos estarían en condiciones
iguales para luchar en ¡os mercados
con los labradores de Rusia y de los Estados
Unidos, con los fabricantes alemanes de alcohol
ó de vinos imitados de Cette, y con los
productores de carne y ¡ana de Australia y
Buenos Aires: si los Gobiernos cruzasen el
suelo de vías de comunicación para que los
transportes fuesen baratos; si difundiesen la
enseñanza para que supiese el labriego los medios
perfeccionados de cultivo y los sistemas
económicos de cría; si no esquilmaran la clase
con tributos excesivamente onerosos. Desatender
por completo los intereses rurales y proclamar
desde las alturas del poder el librecambio,
y hacerlo obligatorio en los tratados
diplomáticos, equivale á arrojar indefensa la
clase productora nacional á la insaciable voracidad
de los países extranjeros.
Bien hacen en proclamar el libre-cambiolas
naciones que pueden vencer en la concurrencia;
el agricultor español, que con él quedaría
arruinado, no tiene otra salvaguardia
para sus intereses que el proteccionismo, en
el grado justamente preciso para poder vender
sus frutos á precio no inferior al coste del
cultivo.

ECO .— G00 — ECH
Momentáneamente, y en ciertas crisis, importa
principalmente al Estado el producto
bruto; pero si el agricultor liquida sus operaciones
en pérdida, de grado ó por fuerza
abandonará la labranza que lo arruina, y faltará
á la nación lo que constituye el nervio
de su poder, los recursos propios de subsistencia.
Por tal razón es deber del poder público
procurar por todos medios, incluso el de
elevar las tarifas arancelarias, la utilidad del
productor, que al fin y al cabo, sirviendo de
base á la contratación, á la empresa y al tributo,
se convierte en bienestar general.
Hoy se impone por modo irresistible la necesidad
de armonizar los intereses del productor
y del consumidor, los del contribuyente
y del Estado. El secreto para que quede satisfecha
está eii hallar la fórmula con la cual
haya mucho producto bruto para la sociedad
y no deje de ser neto el producto para el
agricultor. No huyn exclusivismo de escuela
económica en la gobernación del Estado; nosotros
transigimos desde el campo del proteccionismo;
afortunadamente los libre-cambistas
más autorizados convienen en que el progreso
agrícola exige soluciones conciliadoras
en el ordeu económico. Véase cómo se expresa
sobre este punto el Sr. Castelar:
«Yo creo que debe procederse por el pronto
en la cuestión de nuestras relaciones mercantiles
, como se procede ahora en otras cuestiones
análogas : no mirando al ideal sólo, mirando
á la realidad también, á la realidad que
se impone soberanamente. Así, juzgo debe
huirse para resolver los asuntos en curso, del
criterio exclusivamente proteccionista y del
criterio exclusivamente libre-cambista. Lo
que hacemos en la abolición de la pena de
muerte, lo que hacemos en las relaciones eutre
la Iglesia y el Estado, hagámoslo en el
problema económico. El ideal es la libertad,
como la supresión completa de la pena de
muerte y la separación entre la Iglesia y el
Estado son otros ideales no menos justos y no
menos admitidos por nuestra razón, y no menos
adorados por nuestra voluntad. Pero todos
los ideales han de reducirse algo al entrar
en la realidad, y todos han de tener en cuenta
el tiempo, y tanto las circunstancias históricas
como las circunstancias ambiantes,
cuando pasan de puras teorías á impura práctica.
»E1 estado económico es muy grave. Llegamos
al tiempo de las vacas flacas, después
de haber pasado por el período de las vacas
gordas. La depreciación de la plata y los problemas
relativos así al bimetalismo como á
las acuñaciones, traen perturbadas las relaciones
económicas. Productos nuestros tan
ricos y copiosos como el azúcar han perdido
mucho en el mercado universal. Los armamentos
excesivos y las escuadras acorazadas
traen todos los presupuestos en déficit, y gravan
con gravámenes horribles la producción
y el trabajo, que no pueden vivir bajo el régimen
pretorianeseo, en boga hoy, ni bajo
las amenazas de guerra universal hoy relampagueantes.
Si á esto se añade que las.cosechas
de nuestros vinos se van estancando, y
que las competencias de otros países van sobreponiéndose
á las nuestras en artículo tan
español, comprenderáse cómo se obscurecerán
los horizontes y cómo se arreciarán los conflictos.
Su gravedad se aumenta cuando se
considera su doble carácter nacional é internacional.
En la cuestión de los alcoholes, por
ejemplo, cuando nosotros nos quejamos de
que Alemania los produzca y los traiga, nos
responde Alemania que impidamos el empleo
en el ordinario consumo de, materias producidas
por ella tan sólo para el consumo industrial.»
Basta lo expuesto para que se tenga exacta
idea de la importancia de ¡a economía rural,
y para que todos se persuadan de que desconocerla
ó no aplicar sus principios con recto
criterio es la causa eficiente del malestar que
nos aqueja. Sobra producción en España, y
sin embargo la nación es tributaria de los demás
países; no tenemos contabilidad ni mejoramos
el cultivo, y la consecuencia es convertirse
la agricultura en carga insoportable y
llegar á ser la propiedad territorial aborrecible
, como sucedía en los tiempos calamitosos
de la decadencia romana.
M- López Martínez.
ECZEMA (Veterinaria).—Puede ser simple
ó impetiginoso. Se observa en toda clase
de animales, y especialmente en los jóvenes,
por falta de ejercicio ó mala alimentación. Se
caracteriza por la formación de vesículas aglomeradas
sobre el dermis hiperemiado, que segregan
una serosidad purulenta. En el .perro
forma dartros húmedos, que se presentan en
las orejas y en los costados; en el caballo aparece
sobre las piernas, á veces con fiebre, para
convertirse en crónico y sucederse unas erupciones
á otras. Se combaten esos eczemas con
antiflogísticos, lociones ó baños alcalinos, y
aun con el arsénico y sus preparados. También
se recomienda el licor de l'Vuler á la
dosis de 40 á 50 gramos para las reses mayores;
de 10 á 20 para las lanares y cabrías, y
de 1 á 2 para el perro. El eczema impetiginoso
se caracteriza por pequeñas pústulas, aglomeradas
generalmente, y que forman costras
espesas y amarillentas. En los caballos se localiza
entre las crines y cerca del punto en
que se apoya el collar, espesándose el dermis,
y formando pliegues y abultamie.ntos. Para
curar ese eczema se recomienda la limpieza
ante todo, el reblandecimiento de las costras
y las aplicaciones vexicantes con aceite de
laurel. También da resultados el azufre ó
almidón en polvo, y se debe seguir en todo
caso el régimen analéptico.
ECHADURA.—Acción de echarse; pero
no suele tener uso siuo hablaudo de las gallinas
cluecas, cuando se las ponen los huevos
para que los empollen. || Echadura de pollos.
Nidada de ellos.
ECHADURA. —El grano mezclado casi

EDA — 602 — EDA
elementos que consume. Para conocer más ó
menos exactamente la edad de los animales
sirven los dientes, que además de servir para
la clasificación de aquéllos en zoología, son
los órganos más precisos y adecuados para ese
fin, siquiera varíe el aspecto y condiciones de
todos los de animales con él transcurso del
tiempo. Pero las modificaciones que experimentan
los dientes no se realizan en las mismas
edades respecto de las diversas especies
domésticas, y de ahí que sea necesario estudiar
por separado las señales que indican las
diferentes edades en cada una de ellas.
Edad del caballo.—Dada la importancia de
los servicios que este animal presta al hombre,
y por lo mismo que muchas de las indicaciones
que se hagan respecto de él son aplicables
á otras reses domésticas, no nos parece
fuera de lugar tratar aquí de la manera de
conocer la edad en ese animal, debiendo advertir
que utilizaremos la minuciosa descripción
contenida en el interesante libro de Don
Santiago de la Villa, titulado Exterior de los
principales animales domésticos.
Los dientes del caballo adulto son cuaren-,
ta, veinte en cada mandíbula, que, como es
sabido, se dividen en incisivos, caninos y molares.
Los primeros tienen la forma de una
pirámide de tres caras, encorvada del uno al
otro de sus extremos, y cuya parte cóncava
se halla dirigida hacia el fondo-de la boca. La
curva descrita por cada incisivo, en el sentido
de su longitud, es más pronunciada en los dos
de en medio (pinzas ó palas), menor en los
medianos, y todavía menor aún en los exiremos
ó angulares. Esa curvatura va disminuyendo
notablemente con el uso y edad de los
animales, ni es tampoco idéntica la forma de
los incisivos en toda su longitud. Si se examina
por separado uno de esos dientes, perteneciente
á un caballo de cuatro años, se verá
que afecta hacia la superficie triturante una
forma elipsoidea, prolongada en sentido transversal
, ó sea de uno á otro lado; un poco más
abajo se redondea el diente; descendiendo algo
más, resulta triangular, y hacia la raíz está
tan deprimido por los lados que resulta biangular.
Como el diente va saliendo de la encía
á medida que se desgasta por el frote, se
comprenderá que con el tiempo presentará
las formas indicadas por el grabado (figura
239); y como el fenómeno se desarrolla
con bastante regularidad, sobre todo desde
los ocho años en adelante, sirve para determinar
la edad de las reses caballares.
Cuando no ha comenzado aún el desgaste,
en todo diente incisivo existen dos cavidades:
la externa, correspondiente á la corona ó parte
libre, y que ocupa la superficie triturante,
afectando la forma de un cono curvo, deprimido
de adelante atrás y hundido en su vértice
hacia abajo y atrás, hasta la profundidad
de unos 12 ó 15 milímetros, por lo cual se
llama cornete dentario externo, y la otra.concavidad,
que es interna, pertenece á la raíz, contiene
la pulpa del diente, se comunica con el
alvéolo, y asciende por el interior del marfil
hasta cruzarse con la terminación de la externa,
quedando delante y separada de ella
por una finísima capa de esmalte, que las sirve
de tabique de separación; cavidad á que se
da el nombre de cornete dentario interno. El
primero ó externo se halla circunscrito por dos
bordes, uno anterior y otro posterior; aquél,
Figura 243
el primero que rompe la encía, es más alto, prolongado
y cortante (figura 240), y con el frote
se desgasta hasta nivelarse con el posterior, lo
que constituye el fenómeno llamado rasamien-
B'igura 214 Figura 245
to. El esmalte que cubre la parte libre del diente
se repliega y penetra en la cavidad dentaria
externa, tapizando sus paredes; llega hasta
su fondo, y aun se interna en el espesor del
marfil. De modo que, los bordes del diente
que no ha comenzado á rasar se hallan también
cubiertos por el ¡esmalte; no así después,
y sobre todo el anterior, de manera que con
el tiempo queda aisladp, el'esmalte de la cavidad
dentaria, del esmalte de circunvalación
del diente, y aparece desnudo entre los dos el
marfil y bajo la forma de una banda amari 7, ;
lienta. Entonces se distinguen tres cosas.en,
la tabla del diente: la banda de esmalte que le
circunda, ó esmalte de circunvalación, a (figura
241); la.porción que ocupa el centro, ó es-.

EDA — 603 — EDA
malte central, b, y entre ellos la banda amarillenta
del marfil, de nueva formación, llamada
estrella dentaria, c. Con el desgaste acaba por
desaparecer el esmalte central, y se agranda
la estrella, hasta invadir por último toda la
tabla del diente.
No debe olvidarse que también el caballo tiene
dos denticiones, y que el rasamiento se verifica
en ambas de igual manera y por el mismo
orden, ó sea las pinzas primero, los medianos
luego y los extremos después; así es que también
se puede determinar con bastante precisión
la edad del animal hasta que cumple
los ocho años, época en que concluyen de manifestarse
los fenómenos precitados. Los dientes
caducos ó de la primera dentición se distinguen
de los permanentes por su pequenez
y blancura, por las finas estrías que sustituyen
á las acanaladuras, y sobre todo, porque
la corona ó parte libre está como separada de
la raíz, gracias á una depresión circular ó
cuello (figura 242), que no se observa en los
dientes de la segunda dentición. Hay, sin embargo,
casos en que las pinzas y medianos de
leche son casi tan grandes como los que han
de reemplazarlos; circunstancia que deberá
tenerse en cuenta al determinar la edad.
Los colmillos del caballo (figura 243) afectan
la forma de un cono curvilíneo. Su parte
libre, encorvada y dirigida hacia afuera,
presenta dos caras, externa é interna, separadas
por dos bordes cortantes, anterior y
posterior. La primera cara A es suavemente
estriada en el sentido de su longitud; la segunda
B lleva eu su parte media un pequeño
relieve cónico, y además dos acanaladuras
B', separadas por él. La extremidad libre,
sitio á que confluyen los dos bordes mencionados,
termina en punta. Los colmillos de la
mandíbula inferior son más largos y salientes
que los de la superior; de ahí que no coincidan
unos con otros, y que sean irregulares su
desgaste y su frote. En la yegua solamente de
tarde en tarde se observan los colmillos en
estado rudimentario. Los colmillos blancos,
puntiagudos, y con bordes y relieve interno
regulares y afilados, se ponen amarillentos
con el tiempo y llegan á desgastarse, y aun
borrarse la punta, los bordes y las acanaladuras
de la cara interna. La erupción de los colmillos
se verifica entre los tres y los cuatro
años y medio del animal.
Los molares, antes de desgastarse, presentan
la forma de un prisma cuaárangular algo
encorvado en el sentido de la longitud. La corona
, algo más larga que ancha, presenta cuatro
caras. Por la anterior y posterior se corresponden
, excepto por los extremos de las ramas,
en que se estrechan y resultan libres la
cara anterior del primer molar y la posterior
del último. En la cara externa de los molares
superiores existen dos acanaladuras longitudinales;
en la de los inferiores una solamente,
y en la interna de unos y otros una sola también.
La tabla dentaria es oblicua de dentro á
fuera en la mandíbula superior y de fuera á
dentro en lainferior, y muy áspera, ondulada
con cierta regularidad, formando los relieves,
depresiones y hundimientos, una B gótica,
vuelta hacia el interior de la boca. Los tres
primeros dientes molares son caducos y reemplazados
por otros con cierta regularidad.
Con el desgaste va saliendo al exterior la parte
más delgada de las muelas; cambia la curva
incisiva en la dirección de la mandíbula inferior
, que se hace más horizontal, y en el espesor,
que disminuye
, y los caballos
viejos presentan
por lo mismo
más angostos los
carrillos, la cara
'y el extremo de
a cabeza.
De las anteriores
indicaciones
se desprende que
los incisivos suministran
datos
Figura 216
más fijos é importantes
para conocer
la edad del ca­
ballo, y particularmente los inferiores, fáciles
de explorar, y que los colmillos, molares, las
modificaciones de la curva incisiva, la dirección
de las mandíbulas y el espesor de los
brazos del maxilar inferior son modificaciones
que solamente como datos auxiliares y en
Figura 247
casos excepcionales se pueden utilizar. Esto
sentado, vamos á exponer los indicios y señales
de la edad de las reses caballares.
1.° Sabido es que los potros nacen por lo
general sin ningún diente incisivo, y que las
palas (figura 244) aparecen desde el sexto a!
duodécimo día del nacimiento, completándose
la erupción al mes próximamente, ó sea
cuando el borde posterior de esos incisivos
casi se nivela con el anterior. Desde el mes
á los cuarenta días aparecen los medianos
(figura 245), y los extremos (figura 246) desde
el tercero al décimo mes. El rasamiento
de los incisivos caducos se verifica en muy
diversas épocas, según las circunstancias; las
pinzas ó palas rasan generalmente á los diez
meses; al año los medianos, y á los quince ó

EDA — 604 — EDA
veíate meses los extremos; es decir, que á los
dos años han rasado todos (figura 247). Sin
embargo, es fácil determinar la edad en el
período que nos ocupa. Dado que el potro
nace en los meses de Marzo ó Abril; que la
erupción y el rasamiento se adelantan en los
individuos de constitución robusta, sobre todo
eu los países cálidos, y se retrasan en los
potros débiles y oriundos de países fríos y
razas bastardeadas ó comunes, si examinamos
«a potrillo en el mes de Diciembre, por ejem-
Figura 218
pío, cualquiera que sea el estado de sus incisivos,
deduciremos que tiene ocho ó nueve
meses; si en Agosto, que tiene de cuatro á
cinco, ó de diez y seis á diez y siete. Se conoce
lo primero en que todavía no han salido más
que las pinzas y los medianos, y en que están
todos los incisivos frescos, dado que se haya
Figura 249
•adelantado la erupción de los medianos, es
decir, que no han comenzado á rasar y presentan
la cavidad interna íntegra y manifiesta,
además de que la escasa alzada del animal
y lo poco pronunciado de sus formas patentizan
su juventud. Distingüese lo segundo en
el mayor desarrollo del potro; en que tiene
rasadas las pinzas y los medianos, y comienza
á nivelarse el borde de los extremos.
También es conveniente tener en cuenta
que las tres primeras muelas, las caducas,
brotan á poco de nacer el animal; al año la
primera persistente, ó sea la cuarta, y á los
dos la quinta, época en que también suele
ser reemplazada la primera de leche; es decir,
que en caso de duda las muelas menciona­
rl
das confirman las indicaciones de los dientes.
2.° Para determinar la edad desde los dos
hasta los ciuco años se ha de tener en cuenta
que en ese período caen los dientes de leche
y son sustituidos por los permanentes. A los
dos años y medio desaparecen las palas caducas,
y en el medio año siguiente son sustituidas
(figura 248). Entre los tres años y
medio y los cuatro son reemplazados los medianos
de leche (figura 249), y desde los
cuatro y medio á los cinco los extremos (figu-
Figura 250
ra 250). De manera que el potro tiene en su
mandíbula inferior á los tres años doce incisivos
permanentes, que son las palas, y cuatro
de leche, los medianos y los extremos; á los
cuatro años tiene cuatro iucisivos de reemplazo,
las pinzas y los medianos, y dos de leche,
los extremos; á los cinco posee todos los inci-
Figura 251
sivos permanentes, y toma el nombre de caballo
por haber llegado á la plenitud de su
desarrollo. En la yegua, la gestación, según
M. Traeger, retrasa la salida de los dientes
caducos y la erupción de los persistentes. A
los cinco años los extremos del caballo presentan
todavía cubierto por la encía el borde
interno; carácter que no debe olvidarse, por
ser muy constante. En el período que nos
ocupa, ó sea de los tres á los tres años y medio
, es reemplazada también la segunda muela,
y de cuatro á cuatro y medio la tercera.
La sexta ó última muela permanente aparece
entre los cuatro años y medio y los cinco, es
decir, que á los cinco años han salido ya los
incisivos y molares persistentes, destacándose

EDA — 605 — EDA
ya bastante fuera del alvéolo los colmillos,
pero frescos y blancos, con la punta aguda y
bien pronunciados todos los detalles, cualquiera
que sea la época en que hayan aparecido.
Por último, en esa edad todos los incisivos
inferiores muestran su parte libre ó
corona complanada de adelante atrás y muy
prolongada de un lado á otro, sobreponiéndose
de una manera casi perpendicular los
dientes de ambas mandíbulas.
ligara 253
ra 251). Los medianos rasan á los siete (figura
252). Los extremos, que á los cinco años
no tocan todavía á los de la mandíbula superior
y conservan aún su borde interno cubierto
por la encía, le presentan ya libre á los
seis años, y se rozan con los de arriba. Entonces
principia su rasamiento, que continúa
á los siete años y termina á los ocho (figura
253), edad en que habrán rasado todos los
incisivos de la mandíbula inferior; por lo tanto,
habrá cerrado el caballo, como vulgarmente
se dice con no mucha propiedad, puesto que
se puede distinguir la edad del animal, por
muchos años que cuente de vida. Además de
las variaciones indicadas, se observa durante
el período en cuestión que la tabla dentaria ó
superficie triturante se deprime algo por los
lados y va afectando la forma oval, primero
en las pinzas, luego en los medianos,'|y por
último en los extremos, al mismo tiempo que
disminuye paulatinamente hasta borrarse casi
totalmente la cavidad dentaria externa, de
que sólo queda el esmalte central, apareciendo
entre éste y el borde anterior de los incisivos
la estrella dentaria, particularmente en
las pinzas y medianos; en los extremos se dibuja
algún tiempo después. Así, pues, la edad
Figura 254
de ocho años se caracteriza por el rasamiento
de todos los incisivos de la mandíbula inferior,
por la forma oval de aquéllos, por la
desaparición de la cavidad dentaria externa,
y por la presencia del esmalte central y de
la estrella dentaria de Girard. También suministran
datos los colmillos para fijar la edad
Figura 255
de seis, siete y aun ocho años. A los seis y
siete todavía conservan casi intactos los bordes,
punta y acanaladuras internas; á los ocho
se manifiesta bien definido el desgaste. Por
otra parte, en los extremos superiores aparece
el llamado gavilán por nuestros albóitares,
especie de punta ó remolón que nace en la
parte superior de los dientes extremos superiores
álos seis años, y nunca antes.
4.° Para averiguar la edad desde los ocho
á los doce años, no existen datos tan precisos
como los anteriores, y solamente se puede
determinar con la aproximación de un año.
Se caracteriza ese período por la forma redondeada
de la tabla dentaria en los incisivos
inferiores, presentándose sucesivamente en
las pinzas, medianos y extremos; por la dis-

EDA — 605 — EDA
sniímción gradual del esmalte central y aumento
de la estrella dentaria, y por el rasamiento
sucesivo de los incisivos superiores.
Figura 250 .
Las pinzas inferiores pasan de la forma oval
á la redonda á los nueve años (figura 254);
Figura 257
•el esmalte central disminuye y se aproxima
en ellas hacia su borde posterior, y aumenta
Figura 258
al mismo tiempo la banda amarillenta ó estrella
dentaria. A los diez años (figura 255)
se observa la misma modificación en los medianos,
y á los once en los extremos (figura
256). A los doce (figura 257) es completa
la redondez en todos los incisivos inferiores;
desaparece casi por completo el esmalte central,
y se prolonga la estrella hacia el borde
posterior. El rasamiento de los incisivos superiores
se verifica á los nueve años en las
pinzas, á los diez en los medianos y de once
Figura 259
á doce en los extremos. Además, los dos arcos
incisivos, superior é inferior, que á los
Figura 200
cuatro ó seis años se sobreponen casi perpendicularmente,
en este período comienzan á
Figura 261
hacerse ya angulares en su punto de unión;
fenómeno que se pronuncia cada vez más.
5.° Para determinar la edad de los caballos
en el período que media desde los doce á
los diez y siete años, época en que desaparece
el esmalte central y se cambia en triangularla
forma oval, no debe olvidarse que á los
trece años comienzan á ponerse triangulares
.-ti

EDA — 607 — EDA
-Jas pinzas (figura 258), y á los catorce lo están
ya por completo (figura 259). De catorce
á quince sufren la misma transformación los
medianos (figura 260), y á los diez y seis se
inicia en los extremos (figura 261), terminando
á los diez y siete (figura 262). El esmalte
central se borra totalmente en las pinzas á los
trece ó catorce años; en los medianos un año
más tarde, y en los extremos á los quince ó
diez y seis, extendiéndose la estrella dentaria
hasta ocupar la tabla entera. Mas esos cambios
no se realizan con rigurosa precisión, y
Figura 202
así á veces persiste el esmalte central en las
pinzas hasta los diez y seis años. Como va disminuyendo
la curva de los arcos incisivos, las
pinzas sobresalen ya de una manera perceptible
á los trece ó catorce años, los medianos
á los quince, y los extremos á los diez y seis ó
Figura 203
diez y siete, adquiriendo la tabla dentaria por
lo mismo cierta oblicuidad, angostándose y
aproximándose las ramas opuestas de cada
línea de dientes, y deprimiéndose y adelgazándose
la parte ósea alveolar correspondiente
á ambas mandíbulas, causa de que la cabeza
, sobre todo en su parte anterior, aparezca
más estrecha y afilada.
6.° El período desde los diez y siete á los
veintidós años es en realidad continuación del
anterior; durante él se angosta el triángulo
dentario por ambos lados; á los diez y ocho
años, en las pinzas (figura 263); á los diez y
nueve se iuicia el fenómeno en los medianos
(figura 264), sieudo perfectamente ostensible
á los veinte (figura 265), y á los veintiuno
se manifiesta eu los extremos, para concluir á
los veintidós, época en que comienza á dibujarse
ya la forma biangular en las pinzas, para
irse extendiendo á todos los dientes á los veinticinco
años (figura 266) y acentuarse cada
vez más hasta los treinta (figura 267), edad
en que el caballo no puede prestar servicio
alguno. Durante la vejez, los dientes se achican
y deprimen lateralmente, las encías palidecen
y se descarnan, las mandíbulas adquie-
Figura 261
ren dirección casi horizontal, los brazos del
maxilar posterior se ponen como nudosos y
se adelgazan notablemente, coincidiendo esos
cambios con la demacración general, y con la
aparición de algunas canas en las sienes y órbitas
de los caballos que tienen capa obscura.
Figura 265
No debe olvidarse que al fijar la edad de.
un caballo se deberá decir que la va á cumiplir
cuando se le observa poco antes d.é la
primavera, y que la ha cumplido si se, le reconoce
después de esa estación. f '
No siempre se modifican los dienfes con la
indicada regularidad; á veces resultan modificados,
ó por causas naturales, ó ppr los tratantes
y ganaderos dados al frauda; en todo caso
se dice que los animales son/¿le mala boca, y
debiera llamárselos de dientes defectuosos. Hoy
está averiguado que la corona mide 16 milímetros
de longitud, por término medio, y
pierde anualmente por el (desgaste 3 milíme-

EDA — 608 ! .11 \
tros en los caballos de regalo y 4 en los bastos
ó comunes. De esa base se parte para determinar
la edad en los animales de dientes
defectuosos. Cuando tienen una longitud anormal
á los años que el animal represente, se
agregarán tantos más como veces está contenido
el número 3 ó el 4 en la diferencia entre
la longitud media y la de los dientes
del caballo, ó sé restará cuando los dientes
sean demasiado cortos. La excesiva longitud
va con frecuencia acompañada de cambios en
la forma y dirección de los dientes, y de la
extremidad anterior
de las
mandíbulas,
cual sucede en
los caballos picones
y belfos,
y de ahí nuevas
dificultades
para determinar
la edad. En
los primeros sobresalen
los incisivossuperiores;
en los segundos
los infe­
Figura 266
riores, de ma-
ñera que las dos filas incisivas no apoyan
y rozan de una manera regular; los dientes
que sobresalen se gastan más por la parte
posterior, y los otros por la anterior, ofreciendo
aquéllos más longitud que éstos, é indicando
menos edad de la que tiene el animal
realmente. De ahí que se suponga una edad
intermedia entre
las que marcan
las dos filas de incisivos,
si bien no
se puede abrigar
seguridad completa
de acierto.
Tampoco es fácil
determinar la
edad cuando tienen
los caballos
el vicio de morder
los objetos
Figura 267
que están á su alcance,
porque los
dientes se gastan
entonces de una manera muy anómala, aparte
de indicar en ocasiones ese vicio desarreglaos
orgánicos que inutilizan á los animales,
cual\ ocurre con el vicio llamado tiro con
¡mulo de apoyo. En tales casos se puede determinar;
la edad con pocas seguridades de
acierto, atendiendo al frescor del paladar, de
las encías, -de los incisivos y colmillos; á lo
más ó menos^edondeado de la cara; á lo afilado
del borde posterior de la mandíbula inferior
en su porción re\cta, y á las formas externas y
vigor del animal.\A veces presenta el caballo
el defecto de tener sobredientes, ó sean ocho
incisivos, es decir; dos más pequeños recostados
sobre los extremos, que se pueden to-
mar por dientes de leche. La cavidad dentaria
externa no se borra siempre á su debido
tiempo, y de ahí el defecto de dentivano, que
aparece más á menudo que en los demás, en
los incisivos extremos, salvándose el error
atendiendo al estado de las pinzas. Si son
dentivanos los medianos, se observarán las
pinzas y los extremos; si las pinzas solamente,
los extremos y los medianos, y si todos los
incisivos inferiores, se examinarán los superiores
y el estado de la curva incisiva. También
hay caballos falsos dentivanos, calificándolos
así cuando el esmalte central que queda
á continuación del rasamiento persiste después
de los doce ó trece años; mas ese defecto
es de poca entidad, porque la base para el
cómputo estriba en que los dientes afecten ó
no la forma triangular.
Los vendedores de mala fe, para adelantar
la edad en el período de tres á cinco años,
arrancan los medianos de leche y facilitan la
salida de los permanentes así que han salido
las pinzas de reemplazo, y después ejecutan
lo mismo con los extremos caducos. Sin embargo,
es fácil descubrir el fraude; si la operación
ha sido ejecutada recientemente, la
denuncian la hinchazón y el dolor, ó algún
trozo que quede en el alvéolo; y en caso contrario,
el aspecto de las pinzas, que se conservarán
frescas, además de la oblicuidad de los
incisivos permanentes, cuya salida se ha anticipado.
Cuando el caballo ha pasado de los
ocho años, confiando en que á partir de esa
época es más difícil determinarla edad, los
embaucadores emplean dos procedimientos,
ambos encaminados á lograr que el caballo
represente menor edad de la que realmente
tiene. Consiste el primero, bastante burdo
por cierto, en aserrar los dientes, sin comprender
que así aparenta más edad el caballo
á los ojos del verdadero inteligente; que denuncia
el fraude el espacio que ha de quedar
forzosamente entre los incisivos superiores y
los inferiores, y que siempre dejan señales de
sierra ó lima. Estriba el segundo procedimiento
en remedar en los incisivos inferiores la
cavidad que conservan en su superficie de
frote antes del rasamiento total, y para ello
se excava con un buril en la parte media del
diente, ó bien cerca del borde anterior si todavía
existe el esmalte central, dando después
al hoyo practicado ese aspecto obscuro que
posee la cavidad natural. Esa operación fraudulenta
se llama burilar el diente ó contramarcar
la edad, y la cavidad obtenida se
denomina contramarca ó marca artificial. El
fraude se descubre muy luego, siempre que
el explorador no se alucine y tenga en cuenta
que no hay armonía entre el aspecto de los
incisivos y el resto de la dentadura. Así,
cuando se pretenda hacer pasar por caballo
de seis ó siete años un animal de nueve á diez,
por ejemplo, lo redondeado de las pinzas denuncia
el censurable hecho, y el caballo contramarcado,
ni presenta íntegros los incisivos
superiores, ni los colmillos con aquel frescor

EDA — 609 — EDA
propio de la edad que se pretende simular, aun
cuando se limen y agucen, porque las acanaladuras
quedan entonces borrosas. En los
caballos de catorce ó quince años denuncia
el fraude la forma triangular de las pinzas y
medianos, y la dirección angulosa de las filas
de incisivos. La cavidad practicada con el
buril, por otra parte, dejará huellas de la laminilla
de esmalte central, y en todo caso carecerá
del reborde de esmalte que rodea siempre
á la natural, á más de no tener la amplitud
de ésta.
EDAD DEL ASNO Y DEL MULO.—También puede
servir la dentadura para determinar la edad
del asno y el mulo, atendiendo en ellos alas
mismas particularidades que en el caballo;
pero es de advertir que en esos animales se
desgastan los dientes menos, y además hay
muchos dentivauos, de manera que hay que
asignarles uno ó dos años más de los que se
fijarían para el caballo cuyos dientes presentaren
el mismo aspecto que el observado en
los asnos y mulos.
EDAD DEL BUEY.—Para averiguarla se puede
atender al estado de los dieutes y al de los
cuernos. Los dientes son treinta y dos, veinticuatro
molares y ocho incisivos, y en algunos
casos existen otros cuatro molares suplementarios,
que no tienen importancia alguna
para el objeto de averiguar la edad de la res.
La composición de esos dientes es igual á la
de los del caballo; constan, pues, de marfil,
esmalte y cemento, sieudo más delgada la capa
de esmalte que reviste la tabla dentaria, y de
ahí que se gaste antes en el buey. Todos los
ocho incisivos se hallan colocados en la parte
anterior de la mandíbula inferior, formando
un semicírculo que corresponde en la mandíbula
superior á un rodete cartilaginoso, cubierto
por la mucosa bucal, y que palidece y
se pone dura y callosa. Por la posición se dividen
los incisivos en pinzas ó palas, primeros
medianos, segundos medianos y extremos.
Son todos menos gruesos y más cortos que
los del caballo, y afectan la forma de una pequeña
pala (figura 268), cuyo mango ó parte
más estrecha, recta y cilindroide, corresponde
á la raíz, y cuya parte más ancha constituye
la corona ó porción libre, hallándose
ambas separadas por una depresión circular
llamada cuello. Cuanto á la dirección, muéstranse
muy tendidos hacia adelante, asemejándose
á los de los caballos viejos, lío están
fijos en los alvéolos, sino que gozan de un movimiento
de arriba abajo parecido al de las teclas
de un piano, con objeto de que no hieran
el borde de la mandíbula superior que les sirve
de punto de apoyo. La parte libre ó corona,
complanada de adelante atrás, ofrece dos
caras, anterior ó externa A, y posterior ó interna
B, y tres bordes, uno anterior y dos
laterales. La primera cara, algo convexa, presenta
estrías finas, ouduladas y longitudinales,
y de distinta profundidad, que con el
tiempo llegan á borrarse completamente. La
cara posterior, plana ó inclinada de adelante
atrás y de arriba abajo, tiene eu su parte media
una ligera eminencia piramidal, circunscrita
por dos acanaladuras bastante profundas,
situadas una á cada lado. Por esa cara
rozan los incisivos en el borde de la mandíbula
superior, y se desgastan en ella muy luego
la pequeña capa de marfil y las acanaladuras,
realizándose el fenómeno llamado nivelación.
Apenas iniciado ese desgaste, asoma
hacia el borde libre del diente una banda
amarillenta transversal, que ensanchándose
con la edad, se vuelve cuadrada primero y redonda
después.
En aquellos dientes eu que todavía no ha
comenzado el roce, el borde anterior ó libre
es cortante, convexo é inclinado hacia afuera,
Figura 268
de manera que la línea incisiva virgen se
muestra toda ella redonda y como dividida
en dos segmentos iguales y también redondos
por un espacio que dejan entre sí las pinzas.
Lo cortante, la convexidad del borde libre y
la redondez de la fila incisiva desaparecen
gradualmente por efecto del roce, al principio
en las pinzas y sucesivamente en los demás
incisivos, hasta quedar todos seguidos y horizontales
casi, constituyendo esto un verdadero
rasamienlo. También en el ganado viejo
los dientes se aproximan menos entre sí, gracias
á que va quedando solamente la parte
más delgada. De los dos bordes laterales, el
interno es convexo, y cóncavo el externo en el
sentido de la longitud, acusándose hacia éste
la inclinación ó ladeamiento del borde anterior.
Todos los primeros incisivos del buey
son también caducos, más pequeños y estrechos,
más inclinados hacia afuera, más blancos
y de esmalte más transparente que los de
la edad adulta, hallándose también más marcado
el espacio que separa á las pinzas.
Los veinticuatro molares están colocados
por series iguales en ambos lados de cada mandíbula
, y en fila más estrecha y corta que en
el caballo. Las asperezas de su tabla son también
más elevadas y puntiagudas, más abundante
la materia cementosa y con un reflejo
como dorado hacia la cara externa de la fila
molar. Las tres primeras muelas son caducas;
la primera sale á los seis ó doce días del na-

EDA _ 610 — EDA
cimiento, y las otras dos la preceden si es primera, y que al mes se hallan bien desarroque
no las tiene el ternero al nacer. La según- liadas todas, pero que la cuarta ó primera perda
es reemplazada a los diez y ocho meses; manente brota á los seis meses, la quinta á los
la primera a los dos años ó dos años y medio, quince y la sexta á los dos años, verificándose
Fisura 269 Figura 270 gura 271
y la tercera hacia los tres. La primera muela
permanente, ó sea la que ocupa el cuarto
lugar, brota al año y medio; la quinta á los
Figura 273 Figura 271
dos o dos y medio, y la sexta á los tres por
lo regular. Las muelas supernumerarias, cuando
existen, brotan á los diez meses, y caen
Figura 272
el reemplazo de las dos primeras caducas hacia
ios dos años y medio, brotando la segunda
un poco antes que la primera, y que la tercera
Figura 275
aparece hacia los dos años y medio ó tres. Esas
diferencias tan marcadas entre las afirmaciones
de los dos observadores, solamente se pueden
Figura 276 Figura 277 Figura 278
definitivamente al aparecer la primera de
reemplazo. Esto en opinión de M. Girard;
M. Simonds, profesor del Colegio de Veterinaria
de Londres, cree que nunca nacen los
terneros con ninguno de los tres molares caducos;
que la erupción de la segunda y tercer
muela suele anticiparse en verdad á la de la
explicar en el supuesto de que el segundo haya
examinado solamente ciertas razas precoces.
Los cuernos, que, como es sabido, son dos
y se hallan colocados en la parte superior de
la cabeza, representan dos estuches huecos,
de grosor y longitud variables; son de forma
cónica; están encorvados hacia afuera y hacia

EDA — 611 — EDA
arriba, y se bailan sostenidos por un soporte
ó prolongación ósea frontal cada uno. Su cara
externa, fibroide al parecer, no es completamente
lisa, sino que se muestra formada por
una serie de anillos transversales, más ó menos
salientes y separados entre sí por otros
tantos surcos. Esos anillos se forman de uno
en uno por años y hacia la base del cuerno,
junto al rodete que en tal sitio constituye la
piel, de la cual se separan gradualmente y
por el orden con que crece el órgano, para
Figura 279
dejar espacio en que se desarrolle otro nuevo.
Así, pues, cada anillo marca un año de
existencia, con exactitud tanto mayor cuanto
mayor haya sido la regularidad del crecimiento.
Esto sentado, para determinar la edad de
Figura 280
las reses vacunas se ha de atender á las siguientes
bases: l. 11
Erupción y rasamiento de
los incisivos caducos. — 2." Erupción y rasamiento
de los incisivos de reemplazo.—•
3." Cambios experimentados en la forma y
dirección de la tabla dentaria, y en el volumen
y separación de los incisivos.— 4." Número
de anillos transversales de los. cuernos.—Y
5." Como medio de comprobación, erupción y
reemplazo de las tres primeras muelas y salida
de las permanentes.
Primer período.—Termina á los cinco ó
seis meses, y está caracterizado por la salida
de los incisivos caducos. El ternerillo nace
ordinariamente con las pinzas (figura 269), y
á los cinco días aparece ya con los medianos
(figura 270), si no los presenta ya al nacer.
Los segundos medianos (figura 271) aparecen
del quinto al décimo día; los extremos (figura
272) hacia el decimoquinto ó vigésimo;
es decir, que al mes se han completado ya
todos los incisivos caducos, pero la fila no
adquiere toda su redondez hasta el medio año,
época en que termina la erupción de los extremos.
También al mes han brotado ya las
tres primeras muelas. Mas no siempre pasan
así las cosas; muchos ternerillos, acaso por
Figura 281
herencia ó precocidad, nacen con seis ó con
los ocho incisivos; particularidades que trascienden
también al orden en que se verifica
el rasamiento, en lo que influye por otra parte
y de una manera más eficaz el régimen
alimenticio, el clima, etc.; circunstancias to-
Figura 282
das que han de tomarse en cuenta para calcular
la edad.
Segundo período.— Abarca desde los seis
hasta los diez y ocho meses. Durante él se
efectúa el rasamiento de los incisivos caducos
y la erupción de la primera y segunda muelas
permanentes, ó sea de la cuarta y la quinta.
Las modificaciones de los incisivos caducos
hasta los cuatro, cinco ó seis meses son de
poca importancia; álos seis ó siete, las pinzas
comienzan á desgastarse (figura 273); su borde
libre se deprime, perdiendo la convexidad,
y aparece más bajo que el de los medianos;
fenómenos todos que se completan hacia los
diez meses, época eu que ha brotado también
la cuarta muela ó primera permanente. El

EDA — 612 — EDA
lasamiento délos primeros medianos, aunque
comienza bastante antes, no se determina hasta
el año, hallándose entonces ya su borde anterior
al nivel del de las pinzas y más bajo que el
de los segundos medianos (figura 274). Estos
rasan á los quince meses (figura 275), y entonces
se presentan las pinzas como raigones
descarnados y vacilantes, si es que no se han
caído ya. Por ese tiempo aparece también la
quinta muela, ó sea la segunda permanente.
En el período de quince á diez y ocho meses
rasan los extremos, y todos los incisivos se
hallan nivelados y caedizos, de tal modo que
basta el más ligero esfuerzo para arrancarlos
(figura 276). También según la mayor ó menor
precocidad de las razas y la consistencia
de los primeros alimentos, se adelanta ó no el
rasamiento de los incisivos caducos; por consiguiente,'es
necesario ser precavidos para cal-
iSill
Figura 283
cular la edad, porque la res examinada pudiera
ser de las que se desarrollan rápidamente.
Tercer período.—Comprende el tiempo que
media entre los diez y ocho ó veinte meses y
los cinco años, y se caracteriza por la erupción
sucesiva de los dientes de reemplazo.
A los diez y ocho, veinte ó veinticuatro meses
brotan las pinzas de adulto (figura 277);
á los dos ó tres años, los primeros medianos
(figura 278); á los tres ó cuatro, los segundos
(figura 279); á los cuatro ó cinco, los
extremos (figura 280); de suerte que á los
cinco años han aparecido todos los permanentes,
y la fila incisiva se presenta perfectamente
redondeada. En resumen, la salida
de las pinzas de reemplazo marca dos años;
la de los primeros medianos, tres; la de los
segundos, cuatro, y la de los extremos, cinco
; en las razas antiguas, y no en las mejoradas
y precoces, por supuesto. Respecto de estas
últimas, por desgracia escasas en España
todavía, según M. Simonds, salen las pinzas
permanentes á los veinte meses, ó retrasándose
á los dos años, época en que aparece la
sexta muela ó tercera permanente. A los dos
años y cuatro meses rompen la encía los primeros
medianos, completando su evolución á
los dos años y medio, época en que las dos
primeras muelas temporarias son reemplazadas
por las permanentes. A los dos años y nueve
meses se efectúa la muda de los segundos medianos,
que están completamente fuera de la
encía á los tres. En el período de dos años y
medio á tres se verifica igualmente el reemplazo
de la tercera muela. Por último, á los
tres y tres meses salen los extremos, hecho
que á veces se adelanta dos meses ó se retrasa
hasta los cuatro años; es decir, que en las
Figura 284
razas precoces, los incisivos todos brotan durante
los primeros cuatro años á más tardar.
Cuarto período.—Comprende la vida de las
reses vacunas desde los cuatro ó cinco años
hasta los nueve ó diez, y durante él quedan
rasados los cuatro pares incisivos en el orden
en que han ido apareciendo. A los cuatro ó
Figura 285
cinco años, según los casos, se inicia el rasamiento
de las pinzas ó paletas, y á los seis
está bien pronunciado, así como el desgaste
de las acanaladuras y relieve medio de la tabla
dentaria (figura 281). El rasamiento de
los primeros medianos, aun cuando no completo
, es bastante perceptible á los siete años
(figura 282); el de los segundos, á los ocho
(figura 283), y el de los extremos, á los nueve
(figura 284). A los diez años está completamente
nivelada la fila incisiva (figura 285),
empieza á descender el nivel hacia las pinzas
y los primeros medianos, que se deprimen ó
excavan por su parte inferior con el frote de
la mandíbula superior. La estrella dentaria es
ya muy ostensible, y los incisivos, más cortos
ya, aparecen separados unos de otros.
Quinto período.—Se extiende desde los diez

EDA — 613 — EDA
años hasta el término de la existencia de la
res, y se caracteriza por las diversas formas de
la estrella dentaria, por la mayor separación
de los dientes y por la notable disminución
de su volumen. A los ocho años la estrella se
vuelve cuadrada en las pinzas y primeros medianos
, circunscrita en éstos además por una
especie de ribetito blanco (figura 286). A los
doce años la cuadratura de la estrella se propaga
á los medianos segundos y á los extre-
Figura 280
mos; todos los incisivos se manifiestan más
separados y más cortos que en el período
anterior; ei ribetito blanco aparece en todos
ellos, y la concavidad de la superficie de frote
es ya muy pronunciada (figura 287). Más
tarde, la estrella dentaria se redondea, losin-
Figui-a 287
cisivos se aislan cada vez más, y acaban por
degenerar en unos raigoncillos amarillentos,
redondeados y poco fijos. En este último período
es difícil ya precisar la edad, mas tampoco
hace falta, por haber terminado realmente
la vida activa de las reses vacunas.
Como los dientes ofrecen en muchos casos
irregularidades de forma, crecimiento ó erupción,
es necesario apelar al aspecto de los
cuernos entonces para calcular la edad, y de
ahí el valor de esos órganos. Al nacer el ternerillo,
en la parte superior de la cabeza y á
cada lado del frontal se observa un núcleo
calloso algo prominente y móvil, que durante
el primer mes adquiere ya la forma de pitan,
casi derecho y flexible todavía, y más ó meaos
lustroso. A los cinco ó seis meses, más, des­
arrollado, tiende á encorvarse, y al año se
muestra el cuerno formado ya, denso y de
variable longitud, según las razas y el sistema
de cría. En esa época se distingue en la
base del cuerno un surco circular que aisla ó
limita el primer anillo ó rodete. Al segundo
año se marca en el mismo sitio otro surco y
otro anillo igual, que empujan los del año
precedente hacia la punta. Al tercer año se
renueva el fenómeno, y éste se va reproduciendo
en los años sucesivos, no pronunciándose
tanto como los siguientes ,los tres primeros
surcos y anillos, y llegándose á borrar con la
edad, hasta el extremo de no ser visibles á los
cinco ó seis años. De ahí la necesidad de contar
por tres años el primer rodete ostensible,
Figura 288
cuando el buey ha llegado á su total desenvolvimiento
, para determinar la edad. ¡Según
eso, el grabado figura 288 marca siete años.
Mas también existen irregularidades en el
desarrollo de los cuernos; también se confunden
los rodetes y surcos, y entonces no se
puede calcular la edad de las reses por ellos.
También los especuladores de mala fe liman
ó escofinan los rodetes para que se tome
á las reses vacunas por más jóvenes de lo que
en realidad son, y también trazan surcos con
el objeto opuesto; pero ha de ser muy inexperto
el observador para no descubrir el fraude;
de todos modos, el encargado de calcular
la edad de un animal no debe guiarse únicamente
por el aspecto de los cuernos ó por el
estado de los dientes, sino que ha de examinar
unos y otros antes de dar su fallo definitivo
, y así burlará las asechanzas y malas artes
de los defraudadores.
EDAD DEL CARNERO T DE LA CABRA.—Se determina
atendiendo á los dientes únicamente,
porque los cuernos no tienen señales precisas
y en muchas castas no existen. El número y
ía disposición de los dientes en esos animales
son los mismos que en el buey, pudiendo
aparecer también los cuatro molares suplementarios.
Los incisivos no vacilan en sus
alvéolos como los del buey; están bien ceñido»

EDA — 614 — EDA
por la encía y más derechos, por lo que se
acelera el desgaste del hordé anterior ó libre,
y como aparecen antes que los de ias reses
vacunas, los períodos antes indicados son también
más breves. También son los dientes del
carnero y la cabra menos complanados y más
estrechos, adelgazándose igualmente desde la
parte superior á la raíz, sin presentar cuello.
Su cara anterior, blanca y pulimentada, aparece
teñida hacia la encía por una materia
cementosa negra; la interna ó posterior, algo
dispuesta en declive, presenta dos amplias
acanaladuras, separadas hacia el centro por
una sencilla arista y matizadas de negro en
toda su extensión. El borde libre es convexo
ó redondeado, y se dice que ha rasado cuando
deja de serlo. Así que rasan los incisivos, preséntase
en ellos, hacia la parte anterior de
la superficie de frote y detrás de su borde
libre, la estrella dentaria, línea amarillenta
que se va ensanchando y cambiando de forma
con la edad. Los ocho incisivos caducos son
mucho más pequeños que los.permanentes, y
el cemento negruzco que recubre los molares
es más abundante que en el buey, siendo caducos
también los tres primeros. Por lo regular
al año ha salido ya la quinta muela, y á
los dos años la sexta.
Primer período.—Comprende el tiempo que
media entre el nacimiento y los quince ó diez
y ocho meses, época en que aparecen y se rasan
los incisivos de leche ó caducos, que no tienen
importancia bajo el aspecto que nos ocupa,
porque en esa época se aprecia la edad por
el desarrollo y aspecto exterior de la res. Generalmente
los corderos y cabritos nacen sin
ningún diente; en la primera semana rompen
las pinzas y los primeros medianos; los segundos
hacia el noveno ó décimo día, y al vigésimo
ó vigésimoquinto los extremos, coincidiendo
su aparición con la de las tres primeras
muelas de la mandíbula, ó sean las temporarias.
Al mes tienen éstas y los incisivos bastante
desarrollo para que los animales puedan
pacer y alimentarse sin el concurso de la
madre en cierto modo. Sin embargo, la fila
incisiva no adquiere su redondez ó evolución
total hasta los tres meses (figura 289), época
en que se verifica la erupción completa de los
extremos. A partir de ese momento comienza
el rasamiento de los cuatro pares incisivos
caducos por el orden de su aparición, pero
con tanta irregularidad que no es posible señalar
épocas fijas. Si la raza es de desarrollo
lento, las pinzas caducas rasan á los cuatro ó
cinco meses, los medianos á los seis ó.siete,
los segundos medianos á los ocho ó nueve, y
los extremos á los diez ó doce. Así, al año la
fila incisiva ha perdido toda su redondez, y
los dientes, achicados y deprimidos, comienzan
á vacilar. Mas esos cambios sólo se prestan á
cálculos poco aproximados, y sólo puede deducirse
en igualdad de circunstancias, que es
más joven, por ejemplo, aquella cuyas pinzas
han rasado, que aquella en que han rasado los
medianos ó los extremos. 1
Segundo período.—Abarca el tiempo que
media entre los quince ó diez y ocho meses y
los cinco años, y se caracteriza por la erupción
de los incisivos de reemplazo. En el comienzo
de ese período las pinzas caducas son
sustituidas por las permanentes (figura 290),
que no se confunden con ningún diente caduco.
A los dos años aparecen los primeros medianos
(figura 291), á los tres y medio los
segundos (figura 292) y á los cuatro ó cuatro
y medio los extremos (figura 293), es decir,
que á los cinco años están completos los inei-
Fig'ura 289 Figura 290
sivos de reemplazo, y hasta se halla iniciado
el rasamiento en las pinzas y primeros medianos.
Alguna vez abortan los. extremos en sns
alvéolos y no aparecen al exterior; circunstancia
contra la cual es necesario estar prevenidos.
Figura 291 Figura 292
Tercer período.—Se extiende desde los cinco
á los nueve años, y durante él se verifica
el rasamiento de los incisivos, el de las pinzas
hacia los seis años, el de los primeros medianos
á los siete, el de los segundos á los och.)
y el de los extremos á los nueve (figura 294),
pudiendo adelantarse ó atrasarse el fenómeno
según las razas y la dureza de los alimentos.
Desde los seis años ofrece poco interés práctico
el conocimiento de la edad en las reses
cabrías y lanares, y como indicio de vejez se
debe tener en cuenta el sucesivo descarnamiento
de los dientes, su ennegrecimiento y
movilidad, el fruncimiento de la cara, el ahitamiento
de los labios y hocico, la mayor extensión
de la estrella dentaria, la caída y rotura
de algunos dientes, etc., etc.
Las indicaciones precedentes se refieren á
las razas de desarrollo lento, como suelen ser
las españolas; en las precoces aparece la cuar-.
ta muela ó primera permanente á los tres
meses ya; la quinta ó segunda permanente á

EDA — 615 — EDA
los nueve, época en que el cordero cuenta
veintiocho dientes, ó sean veinte molares y
ocho incisivos. A los diez el desgaste ha interesado
la parte ancha de los incisivos caducos,
y parece que se separan algo unos de otros; al
año brotan las pinzas de reemplazo, y algunas
veces se retrasan hasta tres meses después;
al año y medio sé ve ya fuera de la
encía la sexta muela, tercera permanente, y
sólo á los dos años se completa su erupción,
apareciendo en las mismas épocas, según los
casos, los medianos primeros. A los dos años,
Figura 293
Figura 291
cuando ha concluido la erupción de la sexta
muela, son reemplazadas las tres primeras ó
caducas. Tres meses después brotan los segundos
medianos, si los primeros han salido
al año y medio, ó á los dos años y nueve meses
si éstos han brotado álos dos años. Nueve
meses después suelen salir los extremos, retrasándose
á lo sumo hasta los cuatro años.
De todas maneras, al terminar su erupción
se notan ya señales de desgaste en las pinzas
y primeros medianos, cuyo borde libre es seguido
en vez de convexo, y hasta suele ofrecer
muescas triangulares que le cortan de
adelante atrás.
EDAD DEL PERRO.—También sirven los dientes
para conocerla, aun cuaudo no con gran
exactitud. El perro posee cuarenta y dos dientes,
doce incisivos, cuatro caninos ó colmillos
y veintiséis molares. Los seis incisivos superiores
se desarrollan más que los inferiores, los
medianos más que las pinzas y los extremos
más que los medianos. La corona se halla separada
de la raíz por un cuello bien pronunciado.
En el diente fresco ó recién salido la
cara anterior está finamente estriada, y es de
excepcional blancura; la posterior se halla
dispuesta en declive hacia la raíz y aislada de
ésta por un borde saliente, cuyos extremos
concluyen en los lobulillos ó eminencias terminales
del diente. Este, llamado también
borde superior, es cortante y trilobulado; detalle
que da á los dientes del perro el aspecto
de una hoja de trébol ó de una flor de lis. El
desgaste afecta á esas tres eminencias, y especialmente
á la más saliente ó de en medio, cuya
desaparición origina el rasamiento completo.
Los caducos, que desaparecen en breve, son
más puntiagudos y pequeños que los permanentes,
y están, recién salidos, bastante separados
entre sí. Los colmillos son largos y for-
tísimos, cónicos, encorvados hacia atrás y con
inclinación lateral hacia afuera, puntiagudos
y blancos antes de comenzar el desgaste, obtusos
y amarillentos después. Los dos superiores,
en vez de hallarse unidos á los incisivos, dejan
un pequeño espacio entre ellos y los extremos,
aun cuando su desarrollo sea mayor que el de
los inferiores. Los primeros colmillos son caducos,
y también relativamente finos, largos
y poco voluminosos. De los veintiséis molares
corresponden doce á la mandíbula superior y
catorce á la inferior, y su superficie triturante
está provista de lóbulos más ó menos aguzados
para desgarrar los alimentos. Las tres
primeras muelas de la mandíbula superior
son pequeñas, caducas, de un solo lóbulo, y
se llaman falsas; la cuarta ó carnicera es más
grande y bilobulada; las dos últimas son de
superficie casi plana ó poco tuberculosa. En
"a mandíbula inferior las cuatro primeras de
cada lado son falsas, caducas y unilobuladas;
"a quinta ó carnicera, bilobulada, y las dos
restantes, de superficie poco tuberosa. Las
puntas de las lobuladas se vuelven con el
tiempo obtusas y llegan á desaparecer.
Al nacer el perro suele presentar todos los
dientes de leche, ó en caso contrario los echa
en las tres primeras semanas (figura 295); en
el período de dos á cuatro meses caen las pinzas
y los incisivos medianos, y aparecen los
permanentes de reemplazo (figura 296); á los
cinco meses son reemplazados los extremos y
colmillos, y la evolución de los permanenres
se completa á los ocho meses por lo común
(figura 297), y antes en los perros corpulen-
Figura 295 Figura 290
tos que en los pequeños. A ese breve período
sucede el del rasamiento. En el primer año
conserva la boca toda su frescura (figura298);
á los dos han rasado ya las pinzas inferiores
y ha comenzado el desgaste de los medianos
(figura 299); á los tres han rasado por completo
los medianos (figura 300) y comienza el
desgaste de las pinzas superiores; á los cuatro
principian á rasar los extremos inferiores
(figura 301) y concluye el rasamiento de las
pinzas superiores; á los cinco es total el rasamiento
de los extremos inferiores (figura
302), se inicia el de los medianos superiores,
y todos los dientes comienzan á amarillear.
A partir de esa edad los dientes de) perro
solamente suministran signos vagos, y se
vuelven más amarillentos y deformes cada

EDA — 616 — EDA
vez los extremos y colmillos, más alisados los
lóbulos de las muelas, más negros y separados
entre sí los incisivos. En la vejez se encanece
el pelo hacia la nariz, ojos y frente; se
engruesa y frunce el hocico ; se depila y encallece
la punta del corvejón ; se espesa la
piel, apareciendo como escamosa por el dorso,
y hasta sobreviene la mudez, ceguera y
sordera seniles. En algunos ratoneros la mandíbula
inferior es más prolongada que la superior,
por lo cual no rasan los incisivos de
Figura 297 Figura 298
abajo con los de arriba, aparentando menos
edad de la que en realidad tienen.
EDAD DEL GATO.—-Sirven para conocerla,
con ligeras variantes, las mismas reglas que
se-han expuesto para conocer la del perro.
EDAD DEL CERDO.—La breve vida de la ge-
Figura 31»
á
m
neralidad de tales animales excusaría el tratar
del modo de conocer aquélla, si no conviniera
conocerla para la elección de reproductores,
y determinar la precocidad y cualidades
de las razas. También se determina por
el aspecto de los dientes, que son comúnmente
cuarenta y cuatro: doce incisivos, cuatro
colmillos y veintiocho molares, que á veces
son más ó menos, resultando cuarenta
ó cuarenta y seis dientes. Los seis incisivos
de cada mandíbula ofrecen notables diferencias.
Las pinzas y medianos superiores se
asemejan á los de los solípedos por su forma
y la cavidad que presentan en la tabla; las
pinzas y medianos inferiores, rectos y prolongados
hacia adelante, guardan cierta analogía
con los de los rumiantes y roedores;
los extremos de ambas mandíbulas son más
pequeños que los demás incisivos, y se encuen-
tran como aislados, con el borde libre escotado
como el de los carniceros, patentizándose
por la forma de la dentadura que el cerdo es
animal omnívoro. Los cuatro colmillos ó defensas
se desarrollan en el verraco más que
en el cerdo castrado y que en la hembra; los
dos superiores son más gruesos y cortos que
los inferiores, y afectan aquéllos la forma conoidea
y éstos la prismática. Continúan creciendo
durante toda la vida del animal; llegan
á salir fuera de la boca, desviando los
labios; se encorvan hacia atrás y hacia afuera,
y se cruzan los superiores con los inferiores.
Las muelas, en número de seis ó siete en
cada lado de ambas mandíbulas, van aumen
taudo de volumen á partir de la primera, y si:
superficie de frote tiene una forma interme-
Figura 301
1 v' :í
Figura 302
dia entre la de las muelas de los carnívoros y
de los herbívoros. Hasta los dos años y medio
ó tres se puede conocer con exactitud la
edad del cerdo , y eso por la erupción de los
dientes caducos y de los permanentes, siendo
de notar la circunstancia de que en el cerdo
nacen primero los colmillos y los incisivos
extremos, luego las pinzas y últimamente los
medianos. Para precisar la edad del cerdo se
puede dividir en dos períodos.
Primer período.— Comprende desde el nacimiento
hasta los cuatro ó seis meses, y se
caracteriza por la erupción de los dientes de
leche. El cerdo nace casi siempre con los colmillos
extremos de ambas mandíbulas, y íí
los veinte días ó al mes, á más tardar, aparecen
las pinzas de la mandíbula inferior. A1
mes y medio ó á los dos meses rompen las
pinzas superiores y los medianos inferiores,
í

EDA — 6 17 — EDA
anticipándose algo aquéllas á éstos. A los
tres meses próximamente brotan los medianos
superiores, completándose así por ese
tiempo todos los dientes caducos, si bien su
evolución total no termina basta los cuatro
meses. Desde los cuatro basta los seis meses se
completa la de los extremos y colmillos superiores
primero, y después la de los extremos,
colmillos y pinzas inferiores, aunque esto se
adelanta ó se retrasa, según el régimen alimenticio,
la raza, el clima y otras circunstancias.
Segundo período.—Abarca el tiempo transcurrido
desde que el animal tiene seis meses
hasta que cumple dos años y medio ó tres.
Durante él son sustituidos los dientes caducos
por los permanentes. Desde los seis á los
diez meses caen los colmillos ó incisivos extremos
de la mandíbula superior y son reemplazados;
al año ocurre lo mismo con los
correspondientes de la mandíbula inferior. A
los quince meses en las razas precoces y bastante
después en las tardías, se renuevan
todas las pinzas, precediendo generalmente
la renovación de las superiores. De manera
que á los dos años tiene ya el cerdo los colmillos,
los incisivos extremos y las pinzas de
reemplazo , apareciendo en todos síntomas de
desgaste y la base de los colmillos rodeada
por un círculo negruzco. Los incisivos medianos
, muy reducidos de volumen y movedizos,
son los únicos dientes de leche que el
animal conserva. Estos caen y son sustituidos
entre los dos años y los dos años y medio, y
á los tres, por consiguiente, aun las razas de
más lento desarrollo, tienen completos los
dientes permanentes. Las pinzas, los incisivos
extremos y los colmillos aparecen ennegrecidos
y bastante desgastados, conservándose
frescos los medianos. Desde los tres años
en adelante no hay para calcular la edad otros
datos que el continuado desarrollo de los
colmillos; á los cuatro años son ya tan prolongados
los inferiores que levantan el labio superior;
á los cinco asoman fuera de la boca;
á los seis, más largos aún, se contornan hacia
atrás y arriba en forma de espiral.
EDAD DE I.OS VEGETALES.—Como los animales,
los vegetales pasan por tres períodos: juventud,
edad adulta y vejez; períodos de duración
muy variable según las especies. Las
plantas anuales nacen y mueren en pocos meses;
otras, las bisanuales, viven dos años; otras
producen cada año un tallo que desaparece,
en tanto que se conserva viva la misma raíz,
y otras, las plantas leñosas, arrojan primero
un sencillo tallo que se va ramificando después,
y que aumenta en diámetro y altura durante
un número de años considerable á veces.
En las plantas anuales se considera como
edad juvenil el período que media entre la
germinación y la floración; edad adulta el
que separa á la floración de la madurez de las
semillas, y vejez el breve que precede á la
muerte de la planta. La misma clasificación
se puede aceptar para las plantas vivaces
que arrojan anualmente brotes. Cuanto á las
leñosas, la cuestión varía según el orden de
las grandes familias naturales, no pudiéndose
en realidad determinar con precisión, dado el
estado de la ciencia, la edad de un árbol monocotiledóneo
ó acotiledóneo, á pesar de que
pueden servir de guía la altura, las ramificaciones
y el volumen. No sucede lo mismo con
los dicotiledones vivaces, cuya edad se puede
determinar aproximadamente por el número
de capas leñosas que presenta, la sección transversal
del tallo. En efecto, cada año se forma
una zona de madera que afecta caracteres
diferentes en primavera y en otoño. Durante
el primer período de la vegetación, los vasos
y las fibras son anchos, mientras que en estío
las fibras leñosas están apretadas, y presentan
paredes espesas y comprimidas. Los primeros
elementos de un período vegetativo se distinguen,
por lo tanto, de los últimos del período
precedente. Así se forma una serie de capas
perfectamente distintas sobre la sección del
tallo. Cada capa corresponde ordinariamente
á un año. Pero á consecuencia de diversas
circunstancias puede ocurrir que se formen
dos capas en el mismo año; por esa razón, las
indicaciones de las capas solamente son aproximad
vas. En las regiones templadas, donde
la vida se detiene durante varios meses, las
sucesivas capas se marcan perfectamente; por
el contrario, en las regiones tropicales, donde
la vegetación no se detiene, las capas se confunden
con mucha frecuencia y el reconocerlas
es generalmente difícil. Algunos han pretendido
determinar la edad de los árboles por
las ramificaciones, partiendo de que cada generación
de ramas representa un año; mas
por la irregularidad con que las ramas se desarrollan
, ese método está sujeto á muchos
errores, aun cuando aquéllas no desaparezcan
con el tiempo sin dejar huellas, cual ocurre
á veces. La longevidad de los árboles es muy
variable, y en Europa desaparecen casi todos
antes de tiempo á los golpes del hacha. Como
de gran vejez se citan algunos robles de Frontainebleau;
el tilo de Neustadten, Wurtemberg;
el de Friburgo (Suiza), plantado en
1476; un roble de Saintes, departamento del
Loira inferior, cuya edad no baja de mil ochocientos
años; un castaño del monte Etna, cuya
edad se pierde en la noche de los tiempos;
otro árbol de Tenerife, y muchos baobabs del
Senegal, célebres por el número de sus años
de vida. En California se han cortado Sequoias
y Wellingtonias de varios millares de
años, á juzgar por el número de las capas
concéntricas de sus troncos, y en diversos
países de Asia hay árboles célebres por su
antigüedad.
EDAM (Queso de) (Lechería) .—Es un
queso duro, elaborado con leche de vacas en la
Holanda septentrional principalmente. También
se le llama queso de Holanda y cabeza
de moro, por ser esférico. Mide por término
medio 15 centímetros de diámetro, y cada
pieza pesa de 2 á 4 kilogramos. Su pasta es
Drc—IV. 40

EDA — 618 — EDE
firme y de color amarillento. La fabricación
es bastante complicada. Se cuaja la leche á la
temperatura de 32 á 36°; se calienta ó se enfría
un poco según las estaciones, cuando no
tiene la temperatura conveniente. Se agrega
al cuajo un poco de annato, que es la materia
colorante del achiote, para tinturar de
amarillo el coágulo, sirviéndose de cubos de
madera; se divide la cuajada con precaución
con un rectángulo formado por barras de metal
llamado lira, y después de tenerla algún
tiempo en reposo, se reúne la cuajada sobre el
fondo del cubo con una escudilla redondeada
de madera, y con la misma escudilla se separa
casi todo el suero. Después se coloca sobre la
cuajada con un peso de 10 á 20 kilogramos
encima, y la presión determina la salida de
suero, que se decanta cuidadosamente. Después
de repetir la operación cuatro veces, se puede
considerar depurada la cuajada, la cual habrá
de mantenerse á la temperatura de 28 á 32°.
Compacta y elástica entonces, se echa en
moldes de madera, dentro de los cuales es
fuertemente oprimida con las manos, procurando
no tapar los agujeros por donde el
suero ha de escurrir. Cuando el queso está ya
bastante firme, se saca del molde y se le mantiene
sumergido durante uno ó dos minutos
en un baño de suero á la temperatura de 52
á 55°; después se le vuelve á colocar en el
molde, se le prensa nuevamente con las manos,
se le extrae al cabo de un rato de manipulación,
y se le envuelve en un trozo de tela
clara, para colocarle luego nuevamente en el
molde, que se cubrirá con su tapa correspondiente.
Por fin se colocan los moldes bajo una
prensa, y el suero que vaya fluyendo se echa
en el depósito destinado á bañar los quesos al
principio de su elaboración. La presión ha de
durar una ó dos horas en invierno, y seis ó
siete en verano, y aun doce para los quesos
destinados á la exportación. Terminada la
presión, se sacan los quesos de los moldes para
colocarlos, sin tela de ninguna especie, en
un molde más pequeño, que comunica al queso
una forma más redondeada. Esos moldes
se van colocando uno al lado de otro en una
caja de madera, con el fondo inclinado y provisto
de una abertura para que escurra por
ella el líquido que fluya de los quesos. El primer
día se agrega una ligera capa de sal; el
segundo se ruedan los quesos sobre esa capa
y se los vuelve á colocar en los moldes, para
repetir la operación cotidianamente por un
espacio de nueve á doce días, hasta que se
pongan duros los quesos. Entonces se sumergen
durante algunas horas en salmuera, se
lavan y se ponen á secar, para colocarlos luego
sobre tablas en una bodega seca y aireada.
En esa pieza no debe descender nunca
la temperatura á menos de 6 o
sobre cero en
invierno, ni elevarse á más de 22° en estío,
debiendo adoptarse las precauciones necesarias
para que no penetre la humedad y se enmohezca
el queso. Durante el primer mes es
necesario volver cotidianamente los quesos
sobre las tablas; durante el segundo, cada dos
días, y por último, dos veces por semana únicamente.
Al terminar el primer mes se ejecuta
una manipulación especial, consistente en
mantener los quesos sumergidos durante una
hora en agua á la temperatura de 20 á 25",
en rasparlos y ponerlos á secar al aire antes
de volverlos á colocar en su sitio. Esa manipulación
se repite á los quince días, y entonces
se frotarán los quesos con aceite de linaza.
Cuando se hallan en ese estado se dice que
los quesos están blancos, y se los da color con
diferentes materias, según el país á que se
hayan de enviar; generalmente el color que
se les da es rojo; á veces se ponen á la venta
sin tal requisito. Ese color se obtiene con una
mezcla colorante de 61 partes de agua, 36,5
de tornasol y 2,5 de rojo de Berlín. Pintados
los quesos con esa mezcla, se frotan con un
poco de manteca de vacas y se empaquetan
en cajas de madera, divididas en varios compartimentos
por medio de tablillas. También
se aplica el tornasol con telas ó trapos impregnados
con ese tinte de color violeta. Basta
frotar dos veces los quesos de Edam con
esos trapos para que adquieran un color fojo
obscuro. Los quesos destinados á ser remitidos
á la Gran Bretaña se tiñen con achiote disuelto
en aceite de linaza.
Cien kilogramos de leche sin desnatar dan
10 ú 11 de queso fresco, reduciéndose el peso
á 8 ó 9 kilogramos cuando se afinan los quesos.
Los que han sido mal preparados corren
el riesgo de desfigurarse y llenarse de hendeduras,
alterándose entonces con rapidez suma.
Los buenos quesos pueden soportar viajes
larguísimos. La producción del queso de Edam
en la Holanda septentrional se calcula en unos
40 millones de kilogramos anuales. En los
mercados del país, y especialmente en los de
Alkmaar y Purmerenda se venden al año de
10 á 12 millones de kilogramos, y la exportación
se eleva á 25 ó 28 millones, constituyendo
una de las principales fuentes de riqueza
de aquella región de los Países Bajos. En
diferentes épocas se ha ensayado la fabricación
de quesos de Edam en varias naciones,
y en Francia sobre todo, no habiendo dado
resultado tales ensayos.
EDEMA (Veterinaria).—Hidropesía subcutánea
más ó menos extensa, frecuente en
todos los animales. Puede ser idiopática ó
sintomática, y debida á contusiones, traumatismos
y abscesos. También son causas de ella
las enfermedades que entorpecen la circulación
y las afecciones cardíacas. Los caballos
viejos están muy expuestos á padecer edemas,
que se presentan en las extremidades principalmente.
También se desarrollan á menudo
en los enfermos crónicos y en las reses que
padecen la caquexia acuosa. Los síntomas del
edema son: abultamiento, en el cual queda
marcada la impresión del dedo y poco dolor.
Las escarificaciones dan salida á la serosidad.
Se desarrollan en las regiones en que es abundante
el tejido celular, y en el vientre y ex-

EDU — 619 — EDU
tremidades. Para que desaparezca el edema
hay que suprimir la causa ante todo, practicar
la punción de los abscesos y curar las llagas
cuidadosamente. Se recomiendan también las
fricciones resolutivas y vesicantes, y cauterización
en puntas.
EDETANIA (Geografía antigua).—^Según
el mapa publicado por el P. Flórez, el
acotamiento de las poblaciones que comprendía
el país de los edetanos eran: Edeta, hoy
Liria; Segobriga, Segorbe; Cesaraugusta, Sagunto,
Valencia, etc., situadas al Este de los
celtíberos (1). Según Lafuente, en el siglo vm
antes de Jesucristo arribaron á las costas del
país de los edetanos unos navegantes focenses
(2). Según Ptolomeo, era una de las regiones
más hermosas y ricas de la España tarraconense,
que se extendía desde Zaragoza hasta la
embocadura del Júcar. Sus límites al Sur eran
los contéstanos; abNorte los ilérgetes y cosetanos;
al Este el mar, y al Oeste los celtíberos.
J. de Hidalgo Tablada.
EDUCACIÓN PRIMARIA ELEMEN­
TAL.—Hemos de limitarnos en esta palabra
á la que creemos necesaria para el fomento y
desarrollo de la agricultura, que debe ser una
como preparación del hombre y de las masas
del pueblo para la realización en grande escala
de los nobilísimos fines de ella. Nada diremos
referente á la enseñanza, que después
se ha de tratar extensamente.
Si siempre ha sido la agricultura de una
necesidad vital para el hombre, hoy, merced
á los adelantos de la vida moderna, tiene importancia
mayor en las naciones civilizadas.
Y en relación con esta importancia deben estar
los medios que hay que adoptar por los
que se dedican á su honrosa profesión en
nuestra España, para sacarla de los estrechos
límites de una vergonzosa rutina. En China
no se desdeñaban, desde muy antiguo, sus
emperadores de romper el suelo con su arado
de plata; y en la misma Roma sus grandes
hombres se ocuparon de la Re agraria, mereciendo
la misma haber inspirado á Virgilio
sus Geórgicas, el más perfecto de sus poemas.
El arte de la agricultura no está hoy relegado
por nuestra civilización cristiana á los
ilotas y á los esclavos, como en Grecia y en
los pueblos sibaritas del Oriente; ese arte ennoblece
al que lo profesa y al que lo fomenta.
Pero como es tan complicado, exige cierta
preparación en los pueblos, y una ayuda eficaz
y sabia tutela de parte de los Gobiernos
desde su misma cuna. Así desaparecerán añejas
preocupaciones y dará fecundos resultados.
Se hace preciso ante todo que la juventud,
desde su niñez, empiece á concebir ideas
grandes sobre agricultura. Los padres deben
mostrar á sus hijos con orgullo los toscos
instrumentos con que proveen á su subsisten-
(1) Clave historial, por el P. Mtro. Fr. Enrique
Flórez.
(2) Historia general de España, por Lafuente;
tomo I, página 317.
cia, é infiltrarles la afición á las cosas y ocupaciones
agrícolas, sin olvidar el hermoso y
cristiano lema «ganarás el pan con el sudor
de tu frente».
Después, en las escuelas elementales, bien
montadas y mejor dotadas, deben éstas, que
son como semillas de la educación doméstica,
ser fomentadas por celosos maestros teórica
y prácticamente, haciendo ver á los jóvenes
que la profesión de labrador tiene por base la
religiosidad, la honradez y la pureza de costumbres,
tanto privadas como públicas; y que
el arte que sabe arrancar á la tierra el alimento
del hombre, es el más noble y digno,
el más útil y necesario, siendo como el cimiento
de todo el edificio social. Han de cuidar
también los maestros, y en esto pueden
prestarles eficacísima ayuda el cura con su
palabra y el alcalde con su vigilancia y ejemplo
, de abolir los hábitos de pereza y holganza,
que matan el amor al trabajo, los vicios
de la embriaguez y de la blasfemia, pecado
horrendo, tan opuestos á la sencillez de la
vida del labrador, que debe vivir alejado de los
centros de inmoralidad y de corrupción, de
disipación y de libertinaje, que destruyen los
capitales, impiden las economías y fomentan
la usura, creando necesidades ficticias que
conducen al agricultor á su perdición y á su
ruina.
Mucho pueden ayudar al maestro en esta,
tarea de la educación un celoso cura párroco
y un Municipio que sepa su deber, guiado
por un alcalde diligente. No hay duda, decimos
con un notable publicista: un pueblo
que tenga la envidiable fortuna de estar regido
en lo religioso por un sacerdote celoso
de su deber; en la educación por un buen
maestro, ilustrado y amante de su profesión,
y en lo administrativo por un alcalde honrado
y diligente, es un pueblo dichoso.
El pueblo que logre reunir estos tres importantes
elementos de cultura, será ilustrado,
será culto, será rico; rico aunque sea pobre,
porque la pobreza no es la miseria; se
puede ser pobre y ser feliz. El pobre lo es
verdaderamente, y hasta se le puede llamar
miserable, si es ignorante, si no puede disfrutar
del gran consuelo de la lectura, si no
puede expresar en el papel su pensamiento.
Ser ignorante es la mayor, la más vergonzosa
miseria. El que lo es tiene forzosamente que
dedicarse á los trabajos más rudos, puesto
que no puede hacer uso de su inteligencia.
Donde no hay maestro de escuela, ó si le
hay está despreciado y las gentes no tienen
interés en que eduque á sus hijos, no ha de
buscarse educación. La holganza, la embriaguez,
los juegos brutales, las malas pasiones,
son los signos característicos de la ignorancia.
Pueblos que viven en ese embrutecimiento,
alejan de sí á los demás, no dan salida á sus
productos, no están bien administrados ni
disfrutan las ventajas de la beneficencia y de
la higiene, y viven, en fin, Ja vida más precaria
y miserable.

EGA — 620 — EGI
Donde están unidos estrechamente en el
amor al prójimo el maestro, el cura y el alcalde,
la salud, la alegría y el bienestar purifican
el ambiente y hermosean la localidad,
por pobre que sea.
El maestro, enseñando á los niños y observándolos
para estimular las buenas inclinaciones
y combatir las malas, forma la inteligencia
de los que han de ser luego hombres
honrados, buenos esposos y excelentes padres.
El cura, proclamando las verdades de la
religión, todo amor y dulzura, consuela á los
que dudan, alienta á los que desfallecen y es,
en fin, el heraldo de la fe, la esperanza y la
caridad.
El alcalde, dirigiendo rectamente los intereses
comunales: procurando siempre mejoras
en la localidad; poniendo empeño en evitar
abusos y hasta el menor motivo de escándalo;
procurando trabajo para todos y que no
haya mendigos; defendiendo ante el Gobierno
y aun ante el mismo trono si es preciso
los derechos y la justicia de sus administrados
, y llevando, en fin, una administración
diáfana, honrada é irreprochable, contribuye
eficacísimameute á la felicidad de sus convecinos
y se hace digno de la gratitud de sus
compatriotas.
No nos cansaremos de repetirlo: el pueblo
en que estos tres elementos se reúnan, y en el
que se realice cuanto llevamos dicho, será
feliz y podrá ser tomado como modelo de
educación.
J. García Gutiérrez.
EFEDRA.—(V. Ephedra.)
EFLUVIO.—Emanación gaseosa, frecuentemente
inodora ó invisible, que se desprende
de los cuerpos. Llámase miasmático al principio
deletéreo que se eleva de los suelos pantanosos
y húmedos, y que convierte la atmósfera
en malsana para el hombre y para los
animales, sobre todo para el carnero. Las cercanías
de las lagunas y charcos, principalmente
cuando el calor activa la evaporación
de los líquidos y la descomposición de las materias
orgánicas, ofrecen graves peligros para
la salud. Los hombres absorben allí gérmenes
y miasmas causa de fiebres de curación difícil,
cuando no ocasionan la muerte; los carneros
contraen la caquexia acuosa; los caballos
y reses vacunas diversas enfermedades cuya
gravedad varía según la robustez de los animales,
las condiciones del país y el régimen á
que se hallan sometidos. Únicamente los trabajos
de desecación y saneamiento pueden
hacer desaparecer los efluvios y emanaciones,
con las causas que los producen.
EGAGRO (Zoología).—Cabra salvaje, según
la etimología griega de ese vocablo, compuesto
de la voz aix-aigos, cabra, y agros,
campo. Ese mamífero, cuyo nombre científico
es capra mgagrus, presenta muchas analogías
con la cabra de Europa; vive formando
manadas en el Cáueaso, la Armenia, la Persia
y el Thibet. Esa especie natural es de
complexión más fuerte, de talla más elevada
y de colores más obscuros que la cabra doméstica.
El cuerpo es gris rojizo por la parte
superior, con una línea dorsal negra, y la cola
negra también; la cabeza es de color obscuro
y roja por los lados; los cuernos están encorvados
en forma de arco hacia la parte posterior,
y no se.revuelven hacia los lados en el
macho. Los intestinos de ese animal contienen
concreciones córneas, llamadas bezoares orientales.
EGAGROPILA (Medicina veterinaria).
Concreción que se encuentra á veces en los
órganos digestivos de las cabras y otros rumiantes;
afecta la forma de una bola cubierta
de borra, y parece formada por los pelos que
ha tragado el animal al lamerse y que los
movimientos del estómago agrupan. En esas
egagrópilas se encuentran restos vegetales y
substancias calizas, así como también cuerpos
impropios para la alimentación y que los animales
han ingerido. A veces tienen esas concreciones
considerable volumen, y pueden ocasionar
cólicos que producen la muerte. En
ciertas épocas de gran mortandad para las reses
lanares se encuentran egagrópilas en los
estómagos de muchos de los animales que sucumben.
EGÍLOPE (Botánica).—Planta de la familia
de las Gramíneas, interesante sobre todo
por su afinidad con el principal de los cereales
cultivados, el trigo. Algunos botánicos han
afirmado que el trigo es una transformación
gradual de una especie de egilops. Este género,
creado por Linneo, comprende dos especies,
la JEgilops triaristata y la JE. ovata, propia,
como la primera, de los sitios estériles y de
las comarcas meridionales de Europa, y de espiga
y tallo más largos que aquélla. Son plantas
anuales, cuyos tallos, en forma de matas,
alcanzan de 20 á 30 centímetros de altura. La
espiga, corta y oval, está formada por tres ó
cuatro espiguillas; solamente son fértiles las
inferiores, que encierran tres ó cuatro flores,
de las cuales las superiores son masculinas. El
grano es oblongo, velludo en la cima y convexo
por la parte exterior. Por el lado interno
presenta un surco longitudinal. Un botánico
de Aviñón, M. E. Requien, encontró algunas
variedades de JEgilops ovata, cuyas espigas
se asemejaban á las del trigo, y las supuso pertenecientes
á una especie que llamó JEgilops
triticoides. M. Esprit Fabre observó después
que tales plantas son casi siempre estériles;
sin embargo, habiendo obtenido algunos granos,
los sembró en su huerta y obtuvo plantas
vigorosas, que se parecían al trigo llamado de
Adge; semejanza que al cabo de varias generaciones
llegó á ser completa, hasta el punto
de no ser posible distinguir de las espigas del
trigo las espigas del JEgilops triticoides. De
ahí que M. Dunal, de Montpeller, dedujera
el año 1852, en una Memoria, que el trigo es el
resultado de una serie de cambios experimentados
por la JEgilops ovata. El doctor Godron
advirtió después que el JEgilops triticoides es
barbudo cuando vegeta en las cercanías de un

EGI — 6: 121 —
trigo barbudo, y lampiño cuando crece al lado
de un trigo sin barbas. Supuso, por lo tanto,
que era un ser híbrido, procedente de la
JEgilops ovata y del trigo. La experiencia patentizó
que tal suposición era fundada, y que
fecundada segunda vez por el polen dei trigo,
el 2Egilops trilicoides origina una nueva variedad,
llamada por Jordán JEgilops spettoeformis,
del que obtuvo el doctor Godron numerosísimas
hibridaciones, según la variedad de
trigo empleada para la fecundación. El 2Egilops
spettceformis, obtenido en el jardín de
M. Pabre, dio hasta cuarenta generaciones sin
que se modificase la planta, y así se comprobó
la creencia de que no puede transformarse
en trigo, sino que con el polen de ciertos
trigos produce dos hibridaciones sucesivas,
la segunda de las cuales se convierte en fértil
con facilidad y se continúa durante varias
generaciones, patentizándose la fijeza de las
especies vegetales. Algunos botánicos incluyen
el JEgüops en el género Trüicum (trigo).
EGIPTO (Geografía).— Ese pueblo, de
origen etíope, tiene en su historia marcada
la tradición de donde recibió sus instituciones
civiles y religiosas, que hoy están bien
distantes de la civilización que se supone á
sus originarios y á la grandeza de sus antiguas
ciudades destruidas. Los antiguos monumentos
prueban la existencia de un pueblo
numeroso, ilustrado y rico. Cuando Alejandro
se amparó del Egipto por los años 332 antes
de la Era cristiana, contaba ya ese país 2168,
y se dice que su civilización es la más antigua
del mundo. Alejandro nos dice la Historia
que no cambió en nada la administración del
país; sin embargo, la larga dominación de los
persas en Egipto introdujo hábitos y reformas
como consecuencia del contacto de ambos
pueblos.
El desarrollo de las artes, de la industria y
de la agricultura lo atestiguan las inmensas
riquezas de las ruinas gigantescas de Tebas,
Menfis y otros sitios, en que la inteligencia
se queda absorta al ver tanto trabajo acumulado,
sin saber qué admirar más, si el adelanto
á que habían llegado las artes en épocas
que son desconocidas, ó los inmensos
medios necesarios para destruir tanta grandeza.
JSTO hay duda que ese esplendor de los
antiguos pobladores de Egipto se refiere á
tiempos en que la noble emulación, que hace
al hombre pretender distinguirse entre sus
conciudadanos, le impulsa para que mejore y
adelante, pues la celebridad que se une al
suceso y se liga á la fortuna, es la esperanza
que hace soportar largos y penibles trabajos.
Las obras de riego ejecutadas, y algunas
hoy sin uso, en las orillas del Nilo (véase esa
palabra), no son menos sorprendentes que
las ruinas de los pueblos referidos, y como
ellos, lo que por interpretaciones deducidas
cada uno á su modo, se han creído fijar la
época de su ejecución. Los esfuerzos combinados
de toda Europa dan hoy celebridad á
M. Lesseps por la ejecución del canal de
Suez, que, según Herodoto, Neehos, que reinó
en Egipto por los años 691 á 683 antes de la
Era vulgar, lo puso en ejecución y costó la
vida á 120.000 trabajadores sólo al principiar
el colosal proyecto. Esto quiere decir que hacía
dos mil quinientos años que se había proyectado
y principiado el canal de Suez cuando
M. Lesseps hizo el segundo proyecto y
tuvo la suerte de llevarlo á buen término.
La repartición de las tierras regadas por la
canalización del Nilo dieron origen al catastro,
á la agrimensura para medir la tierra y
cobrarlos impuestos que, según las utilidades,
se pagaban al Estado. Empleados especiales
llevaban el registro donde estaban marcadas
y descritas las propiedades. Cada pueblo
tenía el registro de su término y nombres
de los propietarios, con la repartición de los
impuestos. Cuando algún propietario reclamaba
por exceso de contribución, los visitadores
visitaban las fincas é informaban al efecto.
Los registradores tenían un jefe que vigilaba,
y también lo hacía de los pesos y medidas.
Este jefe tenía tal importancia que figuraba
en el ceremonial de los reyes; llevaba el
registro del país por medio de los registradores,
que escribían las traslaciones de dominio
de la propiedad.
El Egipto antiguo suministraba cereales á
Tiro (1), á la Siria (2), Atenas y otros países
griegos. El lino y seda en hilaza y en telas
era objeto de su comercio (3). Las telas de
algodón y el cultivo de la planta en el Alto
Egipto fué conocido desde la antigüedad más
remota (4).
La agricultura antigua, como la moderna,
tiene por fundamento las crecidas y desbordes
del Nilo, que ocurren en la primavera; el río
sale de madre al fin de Abril en Khartun,
llega á Dougola á mediados de Mayo, y en
Junio al Cairo; su declinación ó fin de la
inundación principia á mediados de Septiembre.
Las crecidas normales se elevan de ordinario
á 23 codos, en cuyo caso las aguas se
esparcen sobre todos los terrenos de cultivo
de invierno , con cuyo limo los fertiliza. Además
de las tierras inundadas por el Nilo,
900 canales derivados de él, entre los que
se cuentan más de 100 navegables, y que todos
tienen .220.000 kilómetros de largo, auxilian
la producción del suelo agrario y el comercio
de los frutos.
La superficie que hoy ocupa el Egipto se
calcula en 50 millones de hectáreas, sin incluir
en él el Sudan, que tiene 240 millones.
El valle del Nilo constituye la parte agrícola
principal del Egipto; el valle en su ancho
tiene 12 kilómetros el máximum, y contiene
sobre 4 millones de hectáreas de tierra en
cultivo, bajo la influencia de un clima casi
tropical, con exceso de calor y sequedad la
(1) Isaías, capítulo 23, versículo 3.
(2) Génesis, capítulo 42.
(3) Eois, libro VII, capítulo 10. ¡
(4) Herodoto, libro Il.-Plinio, libro XIX..

EGI — 622 — EHR
¡mayor parte del año. Desde Noviembre á Febrero
las lluvias concurren.
El Nilo, á 130 kilómetros de su embocadura,
se divide en varios brazos que forman su delta.
El Nilo, antes de salir de la parte del valle
en que sus aguas se aplican, hay una serie de
diques y canales que las regularizan y llevan
hasta las montañas que cierran el valle por
que corre. Esos trabajos y la importancia que
en ese país se dio siempre á las aguas de riego
se demuestran con el lago que Moeris, rey de
Egipto, por los años 1711 al 1740 antes de
Jesucristo (1), hizo construir para recoger
las aguas altas y tenerlas á disposición de los
regantes; ese lago, situado en la Heptanomide,
á 10 millas del Nilo, según los geógrafos
antiguos, tenía 600 kilómetros de circunferencia;
pero Pomponius Melale asigna sólo 30;
nada tiene esta diferencia de particular, sabiendo
que este último escribía por el año 43
antes de la Era cristiana, esto es, unos mil
setecientos años de la construcción del lago
Moeres, conocido hoy bajo el nombre de Birket-el-Mrun,
bastante más reducido que en el
tiempo de Mela.
El cultivo de las tierras en Egipto se divide
y varía según las tres regiones en que naturalmente
se divide el país: alto, medio y bajo
Egipto. Varían también según que se riegan
las tierras con los canales y lagos, ó que las
inunda el río en las épocas de sus desbordes.
El cultivo de cereales se extiende á unas
900.000 hectáreas de tierra, de las que la mitad
se siembran de trigo eii Noviembre y se
coge en Mayo. La cebada se recoge en Abril.
El maíz se siembra en fin de Mayo y Junio, y
se recoge en otoño. El sorgo permite dar dos
cosechas al año en el alto Egipto. El arroz se
cosecha en el delta del Nilo.
Las legumbres, habas, lentejas, guisantes,
etcétera, se cogen en abundancia; las patatas
se cultivan en corta escala eu algunas huertas.
Más de medio millón de hectáreas se emplean
en el cultivo del algodonero en el bajo
Egipto, cuya cosecha produce sobre 3 millones
y medio de quintales de algodón; casi en
su totalidad es transportado á Inglaterra, así
•como algunos productos de otras plantas textiles.
El producto por hectárea de tierra se estima
de 12 á 16 hectolitros el trigo; de 10 á 12
la cebada; de 8 á 11 las habas; de 230 á 400
kilogramos el algodón; de 16 á 20 quintales
el arroz; la caña de azúcar sobre 20 toneladas.
La población, sin contar el Sudan, que se
evalúa en 12 millones de habitantes, el Egipto
solamente tiene 6 millones, cuyas nueve
décimas partes son agricultores.
El valor de las tierras por hectárea es desde
25 á 400 pesetas, según su calidad y aplicación.
Los últimos precios los tienen las que
producen el arroz, el algodón y la caña de
(1) Dictionnaire universel d'histoire et de geographie,
par Bouillet.
azúcar, y también las destinadas á hortalizas.
Las bestias de carga sou el asno y el camello;
para las labores usan los búfalos y ios
bueyes; el ganado mular, aunque en corta
escala, se emplea también.
Los estiércoles del ganado mayor son generalmente
empleados en la lumbre en las
poblaciones rurales faltas de arbolado y combustible;
la palomina, que se produce en
abundancia en los palomares comunes, se
reparte entre los vecinos, y es el abono principalmente
usado.
La apertura del canal de Suez ha dado mucho
impulso ala producción en Egipto, que
exporta algodón, cereales, azúcar, sésamo,
etcétera, para Inglaterra, Italia, Francia, etc.
Las caravanas que procedentes del Sudan
vuelven á él, constituyen el comercio interior,
que con el exterior está valorado próximamente
en 580 millones de pesetas; la exportación
se calcula en 400 huilones.
La agricultura del Egipto no cultiva hoy
algunas plantas que en lo antiguo tuvieron
verdadera importancia. El motivo es que el
alzamiento progresivo de las tierras por los
sedimentos de las aguas han limitado la aplicación
de los vegetales, que sólo bajo la influencia
de una humedad excesiva podían vivir,
y porque nuevas aplicaciones industriales
han hecho caer en desuso las plantas; entre
éstas daremos como ejemplo el Papyrus (Cyperus
papyrus de Linneo) , que fué antiguamente
uii vegetal de alta importancia para
los egipcios. Teofrasto ha hecho una referencia
exacta; los antiguos, como los modernos,
nombran al papyrus bar di ó babur; antes se
empleaba en la fabricación de papel, tejidos
ordinarios y cordelería. El nudo vital de la
planta servía para alimento, y las raíces, por
su dureza, para fabricar vasos. Su cultivo ha
desaparecido porque exigía suelo con aguas
permanentes, poco profundas y limpias, que
antes se encontraban y hoy escasean. Además
la invención del papel le quitó la importancia,
y sólo quedan algunas que otras plantas silvestres
en los terrenos pantanosos del lago
Menzalch; su desaparición empezó en el siglo
v. El nelumbo, planta acuática comestible,
que sólo vive cubierta por las aguas dulces,
se cultivó antiguamente según Teofrasto; hoy
no existe en Egipto; se encuentra en las orillas
de los ríos de la India.
J. de Hidalgo Tablada.
EHRETIA — Género de plantas de la familia
de las Borragíneas. En los montes de las
Islas Filipinas viven las especies siguientes:
1. a
Ehrelia lavis, Roxb.; Carmonea heterophylla,
P. Blanco. Nombre vulgar, Manguii,
Alangil (véase esta palabra).
2. a
Ehretia Blancoi, D. C. Nombre vul­
gar, Itmón-dalaga.—Arbolito de 3 á 4 metros
de alto, endeble y voluble, del grueso de 20
á 30 centímetros, con las hojas alternas, ovales,
de 10 á 12 centímetros de largo, enteras
y lampiñas; pecíolos cortísimos. Flores blancas
, olorosas, parecidas á las del café, termi-

EJI — 623 — EL/E
nales, dispuestas en panojas umbeladas, casi
•corimbosas, sin brácteas. Fruto baya globosa,
del tamaño de un garbanzo, amarilla, con
cuatro huesecillos, cada uno con dos aposentos,
y semillas solitarias, de las que una regularmente
aborta. Florece en Septiembre.
3." Ehrelia onava, D. C. Nombre vulgar,
Onava.—Arbolillo de unos 30 centímetros de
grueso, con las hojas alternas, algo acorazonadas
, ovales oblongas las antiguas y las nuevas
lanceoladas, aserradas y ásperas, con pelo
corto; pecíolos cortos. Flores terminales en
panoja. Fruto baya con cuatro semillas, dividida
en dos hemisferios, de dos aposentos
cada uno. Florece en Agosto. La madera es
dura y se emplea para hacer arados.
EJERCICIO (Higiene).— Serie de movimientos
y esfuerzos que ejecutan los animales.
Les es necesario el ejercicio, sobre todo
cuando son jóvenes, para couservar la salud
y asimilarse bien los alimentos. Así se observa
que corren espontáneamente, que juegan
y luchan entre sí para ejercitar sus fuerzas y
desarrollar sus músculos. En ellos el ejercicio
es instintivo; se le inspira la misma naturaleza,
que vela constantemente por la conservación
de las especies, por su desarrollo y por
su reproducción. Si se quiere que los animales
se conserven sanos, es necesario, por tanto,
someterlos á un ejercicio conveniente,
cuando no trabajan de una manera proporcionada
á sus fuerzas y vigor. En todo caso,
nunca habrá de ser el ejercicio fatigoso, sobre
todo para los animales jóvenes, que no podrían
soportarle sin riesgos. Por lo tanto,
debe ser siempre graduado, y en armonía con
la edad y fuerza de las reses. El ejercicio,
manteniendo á éstas en libertad, y siempre
que sea posible, es el más recomendable, porque
los mismos animales son los mejores jueces
en semejante materia. En las épocas de
celo, salvo contadas excepciones, no se entregan
á ejercicios más violentos y prolongados
de lo que exige su propia naturaleza.
EJIDO.—El campo ó tierra que está á la
salida del lugar, que no se planta ni se labra;
es común para todos los vecinos, y suele servir
de era para descargar y limpiar las mieses.
Viene este vocablo del latín exitus, salida, y
se refiere, por lo tanto, á la situación del terreno
con respecto á la población á que pertenece.
Usase en Castilla, donde, van desapareciendo
los verdaderos ejidos-, á los que
sustituyen las eras propias de los vecinos.
El erudito D. Agustín Pascual daba á lá
voz un concepto más forestal que agrícola:
«Algunas veces, dice, coló se confunde con
ejido, pero ejido es término común de pastos, y
significa monstruo ignívomo, el egoísta, el
ignorante, el que no conoce la producción forestal,
y, por consiguiente, no la ama. Ejido
es el demonio forestal, prosigue con su humorístico
é hiperbólico estilo; el genio del mal, el
Ahrimán de los montes. Destruyendo las masas
de vegetación permanente, trae las sequías,
aumenta los desastres de las inundaciones, y
sume á los pueblos en la miseria y el hambre».
No faltan tampoco indicios por los que pueda
inferirse que en el pasado siglo, ejido ha
tenido alguna significación de propiedad individual
y no común. Tal parece ser al menos
el sentido de los siguientes versos de una popular
comedia de Matos:
Juan Labrador, ¿qué os parecen
los músicos?
Que son diestros;
pero mejor me parecen
As mi exido los jilgueros.
Por lo demás, la voz, en vez de generalizarse,
parece como que va reduciéndose en
su uso, y por lo que hace á su índole forestal,
puede casi decirse que no tiene hoy ni
sentido bien definido, ni aplicación corriente.
EL.35AGNUS.—Género de plantas de la
familia de las Eleágneas. (V. Árbol del Paraíso.)
EL.250CARPUS.—Género de plantas de
la familia de las Tiliáceas. Hállanse en los
montes de las Islas Filipinas las especies leñosas
siguientes:
Elceocarpus calomala ,P'. Blanco (Ageratium).
Nombre vulgar, Calomala.—Este árbol
silvestre tiene las hojas amontonadas, lanceoladas
, aserradas y lampiñas. Las flores son
axilares, y forman racimos simples; el pedúnculo
propio es largo. El fruto es una cajilla de
tres aposentos, superior. Florece en Agosto.
La madera es dura, y la emplean los naturales
en la construcción de sus casas.
Elceocarpus lanigerum, P. Blanco (Eroteum).
Nombre vulgar, Hagonoi sa lasang.—
Arbolillo silvestre cuyas hojas son alternas,
aovadas, alargadas, con cinco nervios, aserradas
con dientecilios y con los pecíolos cortísimos.
Las flores son axilares, y forman
panojas umbeladas. El fruto es una cajilla de
tres ángulos, tres aposentos y muchas semillas
lenticulares, mezcladas con una especie
de lana. Las ramas son negras.
Elaocarpus integrifolius, P. Blanco. Nombre
vulgar, Birlag.—Árbol de segundo orden,
con las hojas semi-lanceoladas, obtusamente
aguzadas y ensanchadas hacia el medio; pecíolos
cortos. Flores muy pequeñas, en umbela.
Fruto drupa, cou el núcleo arrugado, de
cinco aposentos. Florece en Marzo. Los indios
usan la madera para hacer canoas.
Elaocarpus floribundus, Blum. Nombre
vulgar, Cabilte.—Árbol grande, que se da en
Cebú, con las hojas alternas, oblongas, largamente
aguzadas y obtusamente aserradas, menos
en la base. Flores axilares en racimos.
Fruto drupa oval, del tamaño de un guisante,
con el hueso duro, un aposento y una semilla.
En los cultivos europeos suele encontrarse
en los jardines la especie
Elmocarpus cyancus, Sims., que procede de
la Australia y,adquiere ún metro de altura.—
Tiene este arbusto las hojas alternas, oblongo-lanceoladas,
dentadas y persistentes. Las
flores son blancas, y forman racimos colgan-

ELA — 6 ¡24 — ELA
tes. Los pétalos presentan franjas. Suele tener
el fruto, que es de un bonito color azul índigo
, el tamaño de una aceituna pequeña.
Se cultiva en tierra de brezo y estufa templada
en el invierno; la multiplicación se obtiene
por estaca. ,
ELAIOMETEIA. —Palabra derivada de
las dos griegas elaion, aceite, y metron, medida,
la cual se aplica al conjunto de procedimientos
empleados para reconocer la cantidad
de aceite contenido en un orujo ó en otra
materia bruta oleaginosa. El aparato ó instrumento
que sirve para este fin se llama
elaiómetro ú oleómelro.
No debe aplicarse esta denominación á instrumentos
que sólo sirven para reconocer la
naturaleza ó procedencia de un aceite, como
sucede con el de Lefevre, que es un elaióscopo
tí oleóscopo, y no un elaiómetro ú oleómetro
(véase esta palabra). El elaiómetro más
conocido y más usado, tanto para determinar
la cantidad de aceite contenido en un orujo,
como en una semilla oleaginosa, es el de
Berjot, de Caen.
Se compone este aparato de un vaso de vidrio
A (figura 303), en cuyo cuello c, esmerilado,
enchufa la alar­
\ t::
B
c n
F ii
E
fÜ
0¡:
A
Figura 303.—Elaióme
tro de Berjot
gadera B, también de
vidrio. Dicho frasco tiene
otro cuello, donde por
medio de un tapón de
goma elástica, se adapta
una pequeña bomba de
metal G. Dicha alargadera
lleva en su eje una
varilla metálica, terminada
por un diafragma
JD, la cual tiene además
otros dos diafragmas
movibles E E. Estos
diafragmas tienen una
porción de agujerillos, y
cada uno de ellos lleva
una rodela de fieltro F F.
Cuando se trata de determinar la cantidad
de aceite contenido en una materia, se toma
una porción conocida de ésta, por ejemplo,
100 gramos, y se reduce á harina en un molinillo
que está contenido en la caja ó estuche
elaiométrico, ó bien se desmenuza por otro
medio cualquiera si no se presta á aquella
operación; se sacan del cilindro B los dos
diafragmas movibles E E, con sus fieltros; sobre
el fieltro que cubre el diafragma fijo D se
pone la mitad próximamente de la materia
preparada y se recubre con el primer diafragma,
encima del cual se pone el fieltro correspondiente
, colocando sobre éste la otra mitad
de la expresada materia, y sobre ésta el último
diafragma con el tercer fieltro. Hecho
esto, se echa en la alargadera una cantidad
de sulfuro de carbono, el cual va penetrando
al través de los diafragmas, añadiendo poco á
poco nuevas cantidades de sulfuro, hasta que
se ve que toda la masa está bien impregnada
de líquido. Pasados algunos minutos, se pro-
cura mover un poco la varilla central para
que el exceso de sulfuro encuentre paso por
entre el tapón inferior y las paredes de la
alargadera, y se activa el descenso del líquido
al fondo del vaso de vidrio, haciendo el
vacío en el aparato por medio de la pequeña
bomba aspirante G. La presión atmosférica
obligará al sulfuro á descender en el vaso A,
arrastrando consigo el aceite que ha disuelto.
Se echa otra cantidad de sulfuro, y se
hace otra vez el vacío, y así se continúa hasta
que se ve que el sulfuro sale incoloro. Para
estar seguros de que la materia ha soltado ya
todo el aceite que contenía, se levanta la alargadera,
y se recibe una gota del sulfuro que
filtra, sobre un papel de filtro. Si el sulfuro no
contiene aceite, después de evaporado uo deja
mancha alguna sobre el papel.
La cantidad de sulfuro que se emplea para
100 gramos de orujo ó semilla molida es tan-
Figura 304,
to menor cuanto más tiempo se deja en digestión,
pudiendo hacerse la operación con 250 á
300 gramos cuando la digestión dura una ó
dos horas, así como se necesitan de 400 á450
cuando se hace la operación rápidamente. La
disolución del aceite en el sulfuro de carbono
contenido en el vaso A se vierte en una cápsula
de cobre estañado N (figura 304) , colocada
dentro del baño M, el cual recibe, por
medio del tubo P, el vapor acuoso que procede
de una pequeña caldera de cobre J, colocada
dentro de un cilindro de plancha metálica
agujereada, que forma como un hornillo calentado
por medio de una lamparilla de alcohol
que descansa sobre un pie K. Este pie ha de
tener cierta elevación, á fin de que los vapores
de sulfuro de carbono que se levantan de
la cápsula N, y que por ser muy densos se
esparcen alrededor del baño de vapor M, se
encuentren en contacto con la llama de la
lamparilla y lleguen á arder. El tubo P va
unido á la caldereta y al baño por medio de
dos tapones de goma elástica Hy O. La envolvente
cilindrica se separa de la lamparilla
cuando es necesario por medio del mango L. La
evaporación del sulfuro dura, poco más ó menos,
veinte ó veinticinco minutos, y se reconoce
que está completamente eliminado cuando
ha cesado la ebullición en la cápsula y ha
desaparecido el olor de aquel líquido. En este
momento se separa la caldereta del hornillo
y se reemplaza por la cápsula, para que se caliente
hasta que el aceite va á entrar en ebullición
, á fin de estar seguros de que el aceite

ELA — 625 — ELA
uo retiene nada de sulfuro de carbono. En tal
estado se pesa la cápsula con el aceite, y de
este peso se descuenta el peso de la cápsula,
que se sabe de antemano, y que se tiene señalado
ó grabado en el fondo en la misma, obte­
niéndose de este
modo el peso del
aceite extraído.
Cualquiera laboratorioquímico
medianamente
provisto cuenta
con aparatos digestores
propios
para verificar
operaciones análogas
á la que se
acaba de describir,
y á esta clase
de aparatos pertenece
el de Scheibler,
fundado,
como todos los
t-Ji
demás, en la propiedad
que tiene
el sulfuro de carbono,
la esencia
de petróleo ú otro
líquido igualmente
volátil, de disolver
el aceite y
otras materias
grasas, abandonándolas
después
por evaporación.
El aparato de
Scheibler, representado
en la figura
305, consta del
extractor A B,
compuesto de dos
tubos de vidrio
concéntricos, de
los cuales el interior
A tiene un
filtro a (figura
306), de fieltro,
amianto, algodón,
etcétera. Sobre
este filtro se carga,
por medio del
embudo T, la
'aceituna desecada
á una temperatura
de 110 á 120°
y triturada, ó el
Figura 305.—Aparato Scheibler orujo ú otra materia
bruta aceitosa.
Se coloca en seguida este tubo dentro del
tubo B (figura 307), poniéndolos en comunicación
por la parte superior con el refrigerante
de Hoffinan D, y por la inferior con el
matraz c. Montado el aparato, se introduce el
sulfuro de carbono por el embudito d, cayendo
el disolvente por el tubo central sobre la
materia, y pasando por el filtro a, vá á parar
al matraz c. Se calienta éste, sea directamente,
con gas ó con un baño-maría, ó por cualquiera
otro medio, y el disolvente, reducidoá
vapor, sube, calentando el tubo que contiene
la substancia aceitosa; penetra por los agujeros
o o en el refrigerante, y cae nuevamente
dentro del matraz, después de atravesar toda
la pulpa caliente y de disolver el aceite que
ésta contenía. De este modo se va reuniendo
en dicho matraz todo el aceite contenido en la
materia por medio del sulfuro, que vuelve á
reducirse á vapor tantas veces como se quie-
Figura 300
Aparato Scheibler
Figura 307
Aparato Scheibler
ra, hasta obtener un orujo completamente exhausto.
Después de esto se desmonta el aparato
y se elimina todo el sulfuro, calentando
suavemente el matraz por medio de un bañomaría,
ó por medio del vapor acuoso, quedando
sólo en el matraz el aceite ó grasa,
el cual se puede pesar, y descontando del peso
total el peso del matraz, se tendrá el peso del
aceite total contenido en los 50 ó más gramos
de materia que se está ensayando.
Merece, finalmente, la atención el moderno
elaiómetro de Ckiandi, de Marsella, que por
aplicarse á mayores cantidades de materia, y
por su disposición especial, es el aparato destinado
á funcionar en las fábricas que han de
comprar grandes cantidades de orujos de distintas
procedencias.
Se compone este aparato de tres piezas prin -

ELA — 626 — ELA
cipales, unidas entre sí por tubos de estaño
puro. La pieza número 1 (figura 308) se compone
de un matraz de vidrio A, con dos cuellos.
El cuello C recibe el tubo que conduce el
sulfuro cargado de aceite, y del cuello B arranca
el tubo e, que comunica con el refrigerante
O. Todos los tubos están perfectamente
ajustados por medio de tapones de corcho.
Dicho matraz inmerge en un baño-maría E,
cuya agua se calienta por medio de la lámpara
de alcohol F. Tanto el baño como la lámpara
están encerrados en la caja de cobre O.
Figura 308.—Elaiómetro de Ckiandi
El matraz descansa sobre un trípode, estando
además sólidamente fijado por una lámina
de goma elástica, en forma de corona a, comprimida
por dos planchas de hierro, una fija
y otra movible. Cerrado de este modo el bañomaría,
el vapor acuoso que se produce no tiene
más salida que por el tubo/, por donde puede
asimismo verterse el exceso de agua que
tal vez se haya puesto al llenar el baño, por el
embudo g. Si durante la operación se necesitara
añadir agua al baño, se calentará previamente
aparte.
La pieza número 2 se compone de un recipiente
metálico que contiene el agua que ha
de enfriar el serpentín O, donde se condensan
los vapores de sulfuro de carbono. Este
recipiente está sostenido por medio de dos
columnas, de las cuales en la figura sólo se
ve parte de una N.
El serpentín O lleva en su parte superior
una esfera metálica, que es la que recibe los
vapores de sulfuro por el tubo J, que comunica
con el e e. Dicha esfera está provista de
uu tubo de seguridad d, de vidrio, que contiene
en z un poco de mercurio que hace el
efecto de una válvula de seguridad. El recipiente
O recibe el agua fría por medio de un
tubo que va hasta el fondo del mismo, que
lleva un embudo x en su parte superior. Como
la alimentación se procura que sea continua,
el agua, á medida que se va calentando, rebosa
por un tubo lateral. Cuando
convenga vaciar del todo este
recipiente se abrirá la llave h.
El sulfuro condensado en el
serpentín sale por el tubo i i y
penetra en la pieza número 3
que contiene el orujo.
El depósito de orujo H es de
cinc, y tieue dos aberturas. Por
la superior K se carga el orujo
que se quiere ensayar, tapándose
en seguida por medio de un
buen tapón de corcho. La abertura
lateral M da salida al sulfuro
que lleva el aceite en disolución,
el cual por el tubo b b
vuelve al matraz A. El tubo L
está soldado con el i i, por el
cual llega el sulfuro que ha de
atravesar la columna de orujo
de abajo arriba. La llave R sirve
para extraer el sulfuro que
queda bañando el orujo al final
de la operación. El depósito H
está fijo entre las dos columnas
autes citadas.
La marcha de la operación es
la siguiente: Colocado el matraz
A sobre el trípode, y perfectamente
ajustado con la abrazadera
de goma elástica, se pone
agua fría en el baño-maría y se
carga el depósito H con 500
gramos de orujo, teniendo cuidado
de introducir previamente,
tanto en el fondo del depósito como en el
cuello M, un poco de algodón ó cáñamo. Cargado
el depósito, se establecen todas las comunicaciones
por medio de los tubos de estaño,
y se cierra la llave inferior R. En esta
disposición se vierte muy despacio el sulfuro
por la bola x, estando quitado el tapón k. El
sulfuro baja por el tubo i i y penetra en el
depósito por su parte inferior L, bañando el
orujo, hasta que rebasando por M, pasa por
el tubo b b y va á parar al matraz A. En esta
operación se emplea próximamente un litro
de sulfuro. Se cierra en tal estado herméticamente
la abertura K, y se continúa vertiendo
sulfuro por la bola x muy despacio.
El sulfuro, atravesando la masa de orujo de
abajo arriba, va disolviendo el aceite, y esta
disolución, de un color amarillo verdoso, va
á parar dentro del matraz A. Cuando el líqui-

ELA — 627 — ELE
do ocupa la mitad de la capacidad de dicho
matraz, se coloca el tubo de seguridad d cou
un poco de mercurio en z,y se aprietan bien
todos los tapones.
Encendida la lámpara de espíritu de vino,
pronto se nota que el mercurio es rechazado
hasta la bola del tubo de seguridad, para dar
paso al aire dilatado del interior del aparato.
Al cabo de algún tiempo entra el líquido del
matraz en ebullición, y entonces se regulariza
la marcha del aparato.
La operación dura unas cinco horas, y
durante todo este tiempo hay que tener cuidado
de renovar el agua del refrigerante O,
pues si los vapores de sulfuro no se condensan
en el serpentín, escapan por el tubo de seguridad.
La operación se da por terminada cuando
el sulfuro que entra en el matraz por el
tubo b b es completamente incoloro. Para
estar seguros de que toda la materia grasa se
ha disuelto, se apaga la lámpara, se quita el
tapón K, é inmergiendo una tira.de papel en
el líquido contenido en la parte superior del
depósito H, se saca y se activa la evaporación
del sulfuro de que está impregnada, soplando.
Si contiene aceite, quedará el papel
manchado, y si el sulfuro es puro no queda
mancha alguna en el papel. En este caso se
abre la llave R para vaciar y recoger todo el
sulfuro que impregnaba el orujo; se cierra
otra vez; se vuelve á adaptar el tapón K, y
encendiendo la lámpara, se continúa calentando
hasta que cesa la ebullición del líquido
contenido en el matraz A, lo cual es señal de
que el aceite está libre del sulfuro, puesto que
la presencia de éste es lo único que podía
motivar la ebullición del líquido á la temperatura
que puede producir el baño-maría.
Quítase entonces el tubo b b, y con un buen
tapón se cierra la abertura M del depósito
número 3. Se introduce en seguida por el cuello
C del matraz un tubo de vidrio afilado,
cuyo extremo inmerge casi hasta el fondo del
aceite, ajustándolo por medio de un corcho á
dicho cuello y poniéndolo por medio de un
tubo de goma elástica en comunicación con
un fuelle, é inyectando aire dentro de la masa
de aceite, se expelen las últimas porciones de
sulfuro que podía aquél retener, condensándose
en el refrigerante. A los cinco ó seis minutos
de insuflación se da la operación por
terminada, se apaga la lámpara y se desmonta
•el aparato.
La pesada del aceite puede hacerse en seguida,
vertiéndolo mientras está caliente; pero
como de todos modos queda una cantidad notable
mojando el interior del matraz, mejor
es pesar éste con el aceite que contiene, sin
separar el tubo afilado, que queda dentro, y
vaciarlo después, lavándolo en seguida dos ó
tres veces con sulfuro de carbono, para volverlo
á pesar después de seco. La diferencia
entre estas dos pesadas da la cantidad exacta
de aceite contenido en los 500 gramos de
orujo.
R. Manjarrés.
ELASTICIDAD DE LAS MADERAS.—
(V. Propiedades físicas de las maderas.)
ELCANA.—Género de plantas de la familia
de las Chailletiáceas, dedicado por el Padre
Blanco al famoso navegante español Sebastián
de Elcano.
Comprende un arbolito de los montes de las
Islas Filipinas, que tiene las hojas esparcidas,
de 16 centímetros de largo y 3 de ancho, lanceoladas,
oblongas, enteras y lampiñas, con
los pecíolos cortísimos. El fruto es una drupa
oval, carnosa, comprimida, del tamaño de
una nuez, con la pulpa exterior muy negra y
amarga, y una cicatriz poco notable en uno de
los dos lados planos, por donde en la madurez
se abre en dos; encierra una nuez con
la cubierta exterior dura, coriácea, asurcada,
corchosa por dentro, con su tabique doble,
dos aposentos y dos semillas solitarias, cubiertas
por uno de sus lados anchos y desnudas
por el otro.
ELÉBORO (Botánica).—Género de plantas
de la familia de las Colchicáceas, que comprende
varias especies, entre las cuales son las
más importantes el eléboro blanco ( Veratrum
álbum, L.), el V. nigrum, L. y el V. viridi, U. S.,
que en realidad debieran llamarse veratros,
para no confundirlos con otrasplantas de la
familia de las ranunculáceas, que llevan el
mismo nombre genérico, y son: el Elleborus
niger, cuyo rizoma, de sabor acre y amargo,
se emplea como purgante; el eléboro fétido
(Elleborus fcelidus, L.), vermífugo usado por
los veterinarios; el eléboro verde (Elleborus
viridis, L.), empleado para combatir las enfermedades
de la piel, y el eléboro de Oriente
(Elleborus orientalis, Lamk), que se preconizó
en otro tiempo contra la locura. El eléboro
blanco (figura 309), que vegeta en el
Norte de España, en los'Pirineos, los Alpes,
la Auvernia y el Jura, es una planta de raíz
perpendicular, tuberculosa, carnosa, prolongada,
del grueso de un dedo pulgar, con
fibras aguzadas y reunidas en manojo, cuyo
tallo, de un metro de altura, es recto, estriado,
pubescente, muy hojoso, de hojas alternas
muy grandes, pubescentes por el envés,
blandas, con muchos nervios y plegadas,
siendo las inferiores elípticas, obtusas y
envainadoras en la base, lanceoladas y agudas
las superiores. Las flores, que aparecen en los
meses de Julio y Agosto, son hermafroditas,
blanquecinas ó verdosas, con pedúnculo corto
, y dispuestas en racimos extendidos y erguidos
en forma de espiga; el terminal es
mucho más largo que los otros, y el conjunto
constituye una panoja de 4 á 6 decímetros.
Las brácteas, ovales y lanceoladas, igualan
ó son más largas que los pedunculillos.
El perigonio presenta seis divisiones muy
profundas, pubescentes, lanceoladas, aserradas,
extendidas, derechas y persistentes. Los
estambres son seis, insertos en la base de las
divisiones; las anteras reniformes y biloculares,
que se abren transversalmente; los tres
ovarios soperos y soldados entre sí por la

ELE 628 ELE
parte interna, ovales-oblongos, adelgazados
por arriba y terminados en un estilo acanalado
y divergente. El fruto consiste en tres
cajas soldadas por abajo, que se separan por
arriba y se abren por la parte interna. Las
semillas son numerosas, y están comprimidas
en folículos con testa muy floja, que forma
una ala membranosa. Se puede reproducir el
eléboro blanco por medio de semillas, que se
siembran cuando están maduras, mas es preferible
emplear pedazos de raíz, que se colocarán
bajo tierra en primavera.
Figura 309.—Eléboro blanco
En farmacia se usa mucho la raíz del eléboro,
que generalmente se exporta de Suiza,
donde se recolecta en primavera y en otoño.
Contiene veratrina, jervina, ácido jérvico,
galalo ácido de veratrina, materia colorante
amarilla, almidón, leñoso y goma. La veratrina
, abundante en las raicillas y en las capas
exteriores de la raíz, es incolora, pulverulenta,
muy acre; provoca en pequeñas dosis estornudos
violentos; se disuelve mal en el agua,
pero es muy soluble en el alcohol y en el
éter, y adquiere una coloración escarlata polla
influencia del ácido nítrico en frío. La raíz
del eléboro blanco se usa en polvo á la dosis
de 1 á 3 decigramos, como emeto-catártico;
en tintura á dosis de 1
/ 2 á 2 gramos, y en
infusión para uso externo en la proporción
de 60 por 1.000. Es un veneno narcótico-acre
muy violento, que ejerce una acción enérgica
sobre la piel y las mucosas. Inspirado en polvo,
produce violentos estornudos, y administrado
al interior, provoca la salivación y
determina sensación de calor en el estómago.
Cuando la dosis es elevada, provoca vómitos,
diarrea y accidentes coleriformes, aumentando
la secreción urinaria y la transpiración
cutánea. El tanino y el yoduro yodurado de
potasio son los contravenenos que se recomiendan
para combatir la acción del eléboro.
Además de emplearse como estornudatorio, á
causa de la acción emética, purgante y
antiespasmódica, se recomienda el eléboro
en la anasarca, la gota, las congestiones
cerebrales, la parálisis, el reumatismo articular,,
la peritonitis puerperal y las afecciones
del sistema nervioso. Se usa en forma
de pomadas y de lociones para combatir
la sarna, la tina, el prurigo, la pitiriasis
versicolor y para destruir los piojos;
pero su empleo en este caso tiene inconvenientes,
y es necesario siempre vigilar los
efectos del medicamento. Como snccedáneos
se emplean el Veratrum nigrum, que
casi tiene las mismas propiedades, y en
América el V. viridi, que es necesario emplear
en mayores dosis.
, ELECTRICIDAD.— Sus APLICACIONES
A LA AGRICULTURA. — Dos problemas, y
nada más que dos, pueden hoy presentarse
en el estudio de la electricidad en sus
relaciones con la agricultura:
Influencia de la electricidad en el desarrollo
de los vegetales.
Aprovechamiento de la electricidad
como fuerza motriz en los diversos trabajos
del campo.
En los dos se han obtenido ya algunas
soluciones, y la aplicación de éstas ha dado
resultados, quedando, no obstante, muchísimo
camino que recorrer si han de sacarse
del agente indicado todos los provechosos
recursos que es,capaz de suministrar.
Dividimos nuestra exposición en dos
secciones, en consonancia con los dos problemas
que acabamos de enunciar.
INFLUENCIA DE LA ELECTRICIDAD.—El juego
de las electricidades terrestre y atmosférica
influye de un modo muy beneficioso en la
vida regular y desarrollo de los vegetales cultivados.
Comparadas dos plantas, colocada una en
las condiciones normales y á cubierto otra de
la acción de dicho agente, se observa:
Que la primera adquiere mayor altura que
la segunda.
Que las flores se presentan más pronto y
en mayor número en aquélla que en ésta.
Que en el mismo sentido resulta ventajoso
el desarrollo de las hojas y frutos.
Que el peso total de la cosecha es mayor
en el primer caso que en el segundo.
La exactitud de estas afirmaciones ha quedado
establecida por numerosos experimentos

ELE — 629 — ELE
de Orondean en la Estación agronómica de
Nancj', de Leclerc en Mettray, y de Celis. He
aquí los procedimientos empleados por el primero.
Se transplantan á un suelo de composición
conocida, disponiéndolos uno al lado de otro,
dos pies de tabaco, de peso igual y en igual estado
de desarrollo. Después de cerciorarse de
que han arraigado, se cubre uno de ellos por
una alambrera de hierro, con mallas de un
decímetro cuadrado, cuya altura se eleva á
un metro 60 centímetros, siendo su sección
horizontal el cuadrado de medio metro. Las
aristas verticales de este paralelepípedo rectángulo
sobresalen algo á modo de pararrayos.
Nótase entonces que se desarrolla menos y
más lentamente la planta colocada bajo el enrejado
descrito, y no sometida por tanto al
juego de las electricidades atmosférica y terrestre;
márcase este retraso de un modo muy
especial en la florescencia, más viva y más
rica en la planta abandonada, que en ésta su
compañera.
Experimentos análogos realizados sobre dos
plantas de maíz, del mismo peso é igual vigor,
han suministrado datos idénticos; menor desenvolvimiento
de las flores, menor longitud
del tallo, menor peso total en el pie colocado
bajo el enrejado metálico.
Véanse las cifras obtenidas por el agrónomo
francés en ambas series de investigaciones
:
Tabaco
p. ... Pie
l e 1 r £
con enrejado
Altura de la planta 1,67 mets. 1,42 mets.
Diámetro del tallo á 0,50
metros de la raíz 2,50 cents. 2,00 cents.
Peso del tallo con raíces 670,00 gr. 560,00 gr.
Número de hojas grandes
14 '13
ídem pequeñas 6 6
Peso de las hojas grandes
410 gr. 230 gr.
Peso medio de una id... 30,20 — 25,60 —
Peso de las hojas pequeñas
70,00 — 70,00 —
Peso medio de una id... 11,7 — Jl,7 —
Número de flores. 89 45
Maíz
P i e l i b r e
con fñrejado
Altura del tallo 1,85 mets. 1,65 mets.
Circunferencia media.. 9,00 cent.'- 6,5 cents. 2
Peso del mismo 572,00 gr. 413,00 gr.
Número de hojas 12 12
Longitud délas mayores 1.20 mets. 1,10 mets.
Peso de las hojas 217,00 gr. 132,00 gr.
Longitud de la mazorca 26,00 cents. 12,00 cents.
Poso de la misma 25,00 gr. 12,00 gr.
Bajo el punto de vista de la composición
química, resultan aún más favorecidas las
plantas que se han desarrollado al aire libre
que las que han vegetado bajo la alambrera
metálica, sin intervención de la electricidad;
es en aquéllas mayor que en éstas la proporción
de nitrógeno y menor la de cenizas, según
puede verse en las cifras siguientes:
Nitrógeno en el total. •.
Nitrógeno por cien partes
de substancia seca.
Cantidad por ciento de
cenizas en las hojas...
ídem id. en los tallos...
Tanto por ciento de nitrógeno
en las hojas..
ídem id. en los tallos. •
Tanto por 100 de ceniza
en las hojas
ídem en los tallos
Tabaco
Maíz
Pie libre
5.464
4,22
20,49
Pie libre
Pie
con enrejado
4,115 gr.
3,85 —
— 22,97 -
— 22,54 —
Pie
con enrejado
2,967 gr. 2,765 gr.
2,07 — 1,48 —
8,11 -
7,65 —
10,41 —
10,20 -
Los experimentos son bastante numerosos
y concordantes para que se pueda afirmar que
la electricidad atmosférica y terrestre determina
en conjunto el mejor desarrollo de los
vegetales cultivados y una composición química
más ventajosa en la masa de éstos.
Mas para que se comprendan las aplicaciones
prácticas que pueden tener esos resultados
en la distribución de las plantas en los
campos, es necesario añadir á la anterior descripción
la de otras series de estudios ejecutados
también por M. Grandeau.
Junto al tronco lie los grandes árboles y
bajo el amparo de sus ramas se reducen á cero
las tensiones eléctricas.
Un electrómetro Thompson, construido con
esmero por la casa Iihumkorff, sirvió para
ejecutar las diferentes medidas comparativas.
Situado sobre una tabla de coles, y á 10 metros
de una catalpa, no experimentó alteración
alguna mientras se le mantuvo en contacto
con el suelo; acusó luego una tensión eléctrica
débil á un decímetro de la tierra, y mostró
en último término la existencia de enérgicas
tensiones á 9 decímetros de altura. Trasladado
junto al tronco del árbol, ó dispuesto eu
cualquiera de los puntos que cubren sus ramas,
reveló la falta completa de influencia
eléctrica á diferentes alturas, comprobándose
la misma carencia de indicaciones á las distancias
de 1 y de 2 metros de la catalpa.
La presencia de un pino de 12 á 15 metros
de elevación ejercía igual influencia sobre
una masa de lilas próximas á su ramaje; el
electrómetro permaneció inalterable, mostrando
la absoluta falta de tensiones eléctricas
sobre los floridos arbustos.
Idénticos fueron los resultados obtenidos
bajo un emparrado de 4 metros de altura,
habiendo probado además la repetición de los
experimentos á diferentes horas, la constan-

ELE — 630 — ELE
cia de estas acciones en todos los períodos
del día.
Sobre la asociación de los datos recogidos
ha fundado el autor de los trabajos expuestos
las siguientes proposiciones:
Primera.—Que los árboles grandes, los emparrados
y cenadores, ó las masas considerables
de vegetación, atraen la electricidad
atmosférica, y substraen á su influencia las
plantas y objetos próximos, funcionando del
mismo modo que podría funcionar un enrejado
metálico ó alambrera colocada sobre ellos.
Segunda.—Que la esfera de acción de un
árbol no se limita para este género de hechos
al área comprendida dentro de las proyecciones
de su superficie foliácea, sino que se extiende
algo más allá.
Tercera.—Que es posible suprimir la influencia
de la electricidad atmosférica sobre
una planta colocándola en la proximidad de
un árbol alto.
Otra tercera y última serie de experimentos
del mismo autor sirve de demostración
directa para estas conclusiones.
El desarrollo de una planta de tabaco colocada
bajo un castaño se comparó con el de
otra de idénticas condiciones situada á distancia
del árbol. También en este caso fué
mayor el peso, mayor la energía de vegetación,
mayor el número de flores, y más rápida
la florescencia en el vegetal no protegido
por otras masas vegetales. Mientras que la
planta de tabaco libre produjo 41 fruto y un
peso al final de 434 gramos, la defendida por
el castaño dio sólo 20 y no pasó su peso en total
de 284 gramos, 30 centigramos.
La mayor ó menor conveniencia de la
composición química resultó en desventaja
de la planta próxima al árbol, ofreciendo ésta
mayor proporción de cenizas y menor de
substancias hidrocarbonadas.
Debe, sin embargo, tenerse en cuenta un
hecho que obliga á reconocer la existencia de
otras influencias superpuestas á la de las tensiones
eléctricas. La separación de condiciones
entre el pie plantado al aire libre y el co^
locado bajo el castaño, no se ha ido marcando
de un modo regular; las diferencias no han
aumentado día tras día, ni han disminuido,
sino que tan pronto han sido mayores como
menores. Las plantas sometidas á los experimentos
arraigaron en su nuevo emplazamiento
el 22 de Abril, y las medidas comparativas
comenzaron á ejecutarse en Agosto; véanse á
continuación las diferencias de altura que
presentaron los tallos en diferentes días de
este mes y de Septiembre:
Tabaco
Diferencia
Fecha de la observación de altura entre
los dos tallos
20 de Agosto 21 centímetros.
27 de id 15 _ —
31 de id 5 ' —
7 de Septiembre 10 —
Los dos pies, que tienen al principio igual
altura, llegan á ofrecer una diferencia de 24
centímetros en la longitud de sus tallos; disminuye
luego ésta hasta un mínimum de 5, y
vuelve á crecer en seguida, descubriéndose
así la existencia de períodos durante los cuales
ha experimentado la planta colocada bajo
el castaño, impulsos de desarrollo relativamente
mayores que los experimentados por
su compañera. No puede, por tanto, admitirse
el hecho de la influencia eléctrica en la forma
absoluta en que lo admite M. Grandean
como una consecuencia inmediata de sus investigaciones
en 1877 y 1878.
Nosotros hemos ejecutado una serie de experimentos
sobre las plantas criptógamas en
el campo del microscopio, y los resultados
obtenidos en el estudio de éstas pudieran servir
de guía en un estudio sobre los elementos
histológicos ó células de las fanerógamas, y
hallarse en ellos la explicación de las aparentes
anomalías que acabamos de exponer.
Si se someten á la acción de las corrientes
las spirogyras y otras algas del mismo grupo,
se advierte que en tanto que aquéllas son débiles,
ó no llegan por lo menos á determinado
grado de intensidad, realizan los vegetales
microscópicos sus funciones, la nutrición, segmentación
de células, etc., etc., con mayor
vigor y actividad; si la intensidad del flujo
eléctrico aumenta algo, se hace menor al mismo
tiempo su benéfica influencia, y llega un
momento en que su acción se torna de beneficiosa
en perjudicial.
La determinación de la mayor ó menor
energía que en cada momento presentan las corrientes
de la tierra y atmosféricas, es de absoluta
necesidad para conocer en qué grado y
medida favorecen ó retrasan el desarrollo de
las plantas cultivadas; mientras tanto que esto
no se haga, sólo podrá decirse que en el transcurso
de un cierto período, gracias á la compensación
parcial de acciones que resulta del
incremento y decremento de aquellas corrientes,
y mirado el fenómeno en conjunto, es únicamente
como resulta beneficiosa la influencia de
las electricidades terrestre y atmosférica.
Los experimentos de Leclerc en Mettray
sirven de confirmación á los de M. Grandean
y se prestan á idénticas observaciones.
APROVECHAMIENTO DE LA ELECTRICIDAD
COMO FUERZA MOTRIZ Y TRANSMISORA EN LOS
DIFERENTES T R A n A j o s DEL CAMPO.—Para citar
datos concretos sobre esta cuestión es preciso
referirse en primer término á los experimentos
ejecutados en Sermaize con aplicación de
los aparatos debidos á los ingenieros monsieures
Chrétien y Félix.
La máquina motriz de una fábrica de azúcar
sirve como motor de origen, y pone en movimiento
una poderosa máquina de Gramme;
la electricidad engendrada por ésta se transmite
á 1 ó 2 kilómetros, y hace marchar á otras
dos máquinas de Gramme de menor potencia;
el movimiento alternativo de dos mecanismos
iguales enlazados á las últimas, arras-

ELE — 631 — ELE
ira primero en un sentido y luego en el
opuesto á un arado que abre en la tierra vegetal
los surcos que se desean abrir. Este es,
brevemente indicado', el cuadro de las transformaciones
necesarias para aprovechar en
los trabajos agrícolas una fuerza situada á
distancia del sitio en que es preciso ejecutarlos.
Se presta admirablemente para ello el carácter
de reversible que tiene la máquina de
Gramme; movida la primera por un motor de
gas ó de vapor, da corrientes eléctricas; impulsadas
las segundas por estas corrientes, se
ponen en marcha y suministran trabajo. Si
para motor de origen se toma en vez del de
gas ó de vapor, una rueda hidráulica con un
salto de agua, ú otro mecanismo propulsado
por el viento, la serie de transformaciones se
realizará del mismo modo, y la energía de los
agentes naturales podrá ser utilizada en la
forma y sitio en que sea más conveniente.
El motor de origen de la fábrica de azúcar
de Sermaize proporciona para el trabajo del
arado una fuerza útil de ocho caballos.
La máquina Gramme, inmediatamente propulsada
por el motor, adquiere una velocidad
de 1.600 vueltas por minuto.
La electricidad engendrada por ella se envía,
auna distancia media de 300 metros, á
las otras dos máquinas de Gramme, utilizándose
un conmutador para dirigirla alternativamente
á una y á otra.
Los mecanismos enlazados á éstas consisten
en unas cabrias de tracción, cuyos órganos
principales y más visibles son grandes tambores
enlazados par una serie de engranajes
á las máquinas Gramme; cuando éstas se mueven,
giran aquéllos. Cada uno de los mecanismos
á que aludimos se halla dispuesto en un
carretón metálico de cuatro ruedas, con la máquina
Gramme que le corresponde. Sobre los
tambores se arrollan cables enlazados al carretoncillo
en que va el arado. Los carretones
metálicos portadores de las máquinas Gramme,
y los tambores, se sitúan uno á un extremo
del campo y el otro al opuesto, en la línea en
que se desea abrir los surcos. Cuando la electricidad
se envía á una de las máquinas Gramme,
gira ésta, hace girar al mismo tiempo al tambor,
se arrolla sobre su superficie el cable, y
tira del carretoncillo con el arado; éste se mueve
en dirección contraria desde el momento
en que se dirige la corriente eléctrica á la máquina
de Gramme, emplazada en el otro extremo.
Las cabrias poseen un movimiento automático
de traslación lateral, que determina
la formación de surcos paralelos; sin esta disposición
pasaría siempre el arado sobre el
mismo surco.
En cada mecanismo hay realmente dos tambores
, dispuestos para producir dos velocidades
diferentes: con la mayor se determina en
el carretoncillo una marcha de 67 metros por
minuto; con la menor se reduce la velocidad á
50 metros en la misma unidad de tiempo. La
velocidad de traslación lateral es de 16 me­
tros. Los tambores dan: el mayor, 27 vueltas
, y el menor, 14 por minuto.
En el carretoncillo pueden emplearse arados
de una ó de dos rejas, según que los terrenos
sean respectivamente muy resistentes
ó ligeros; cuando se emplean las dos rejas se
consigue labrar en cada minuto unos 20 metros
cuadrados. Los surcos ofrecen la profundidad
de 2 decímetros, y 275 milímetros de anchura.
Además del arado, funciona en Sermaize un
aparato para descargar las remolachas de que
se surte la fábrica de azúcar; la aplicación de
la electricidad transmitida á este mecanismo
proporciona una economía del 40 por 100 de!
trabajo manual antes empleado.
La relación entre la fuerza total gastada y
la que resta como útil después de descontarse
la que se pierde en estas transmisiones, varía
mucho según la distancia á que la fuerza se
transmite, el diámetro de los cables por donde
pasa de unas á otras máquinas Gramme la
corriente eléctrica y otros factores análogos
que han de tenerse en cuenta: en términos
generales puede decirse que con alambres,
cuya sección sea de 10 milímetros cuadrados,
y para distancias que no excedan de 2 hilómetros,
se eleva al 50 por 100 el efecto útil
obtenido.
B. Serrano í'atigati.
ELECTROPUNTURA—(V. Acupuntura.)
ELECTROTERAPIA (Patología veterinaria
).—Ciencia que tiene por objeto la aplicación
de la electricidad á la curación de las
enfermedades. Está en mantillas aún, digámoslo
así, pero los ensayos hechos y los resultados
obtenidos eu muchos casos patentizan
que andando el tiempo, y dado el afán con
que hoy se estudia la acción de la electricidad
en toda clase de organismos, se podrá
utilizar en grande escala el misterioso fluido
como poderoso recurso terapéutico. Ciertos
médicos han comenzado á emplearle en grande
escala, y algunos veterinarios han hecho
experiencias que no hemos de describir aquí,
porque no han rebasado aún la esfera de los
ensayos é investigaciones científicas, y solamente
en los tratados de patología veterinaria
tienen cabida. Baste consignar que se puede
aplicar en medicina la electricidad estática,
la dinámica y las corrientes por inducción, y
que los éxitos obtenidos en algunos casos han
sido sorprendentes. En cirugía presta la electricidad
importantes servicios, ya como medio
de exéresis, ya como agente terapéutico,
reemplazando la acción del instrumento cortante
y de las substancias cáusticas empleadas
para destruir algunos tejidos, y sustituyendo
con ventaja la cauterización actual y la cauterización
potencial. Como el agente eléctrico
puede obrar, bien transformándose en calor,
bien descomponiendo los tejidos, de ahí la
distinción entre galvanocaustia térmica y galvanocaustia
química. Aquélla se puede utilizar
aplicando el calórico en la simple cauteriza-

ELE — 632 — ELE
ción ó sirviéndose de instrumentos enrojecidos
para ejecutar operaciones y evitar hemorragias,
así como se ha empleado con éxito la
ligadura gálvanocáustica en la ablación de tumores
voluminosos, situados en cavidades profundas.
De ahí la invención de termocauterios
y gálvanocáudicos, aquéllos de sencillas, y éstos
de variadas formas, si bien los cauterios
empleados como complemento de los segundos
son análogos todos y solamente se diversifican
por algunos detalles. La galvanocaustia química,
impropiamente llamada también acupuntura,
produce la cauterización por la acción
de los ácidos y las bases, depositados los primeros
en el polo positivo y las segundas en el
negativo. La escara obtenida es igual á la formada
por los tópicos usuales hasta ahora, y se
forma con mayor rapidez, además de ser fácil
siempre introducir electrodos en las partes
profundas, á que no es dable hacer llegar los
medicamentos. Sabido es que las escaras determinadas
por los ácidos son secas, duras y
retráctiles, como las obtenidas con el cauterio
actual, mientras que las producidas por
los tópicos básicos son blandas y dan una
cicatriz de mejores condiciones; de ahí que,
según los casos, haya de elegirse como electrodo
actuante el polo positivo (ácidos) ó el negativo
(bases). La acción de los líquidos puestos
en libertad alrededor del polo actuante es
además bastante diversa, y así el polo positivo
, gracias á los ácidos que en él se depositan
cuando se electriza la sangre ó cualquier otro
líquido que contenga en disolución fibrina ó
albúmina, goza la propiedad de coagular esos
líquidos,}' de ahí la cura de los aneurismas
por la electro-puntura. Toda pila de corriente
continua puede servir para la galvanocaustia
química, con tal de que la intensidad de
aquélla sea suficiente. Por lo mismo que se
actúa comúnmente sobre la piel desnuda ó
con ayuda de agujas introducidas en medio
de los mismos tejidos orgánicos, la resistencia
es mucho más débil que en la mayoría de
las operaciones electroterápicas. Las agujas
empleadas son: ó simples agujas de acero, ó
agujas de acero revestidas en su parte superior
de una capa de barniz aislador, ó mejor
de una capa de cristal muy delgado que forma
una capa consistente en la superficie del
metal.
Las aplicaciones de la galvanocaustia química
son numerosas: una, ya indicada, es el
tratamiento de los aneurismas; otra la cauterización
tubular, llamada así por Tripier, en
la cual se pueden emplear, además de las
agujas, trocares de tamaños variados, con
objeto de cauterizar y alterar los bordes de
las heridas profundas, para evitar que se cierren
inmediatamente y dar salida á los depósitos
morbosos formados á cualquiera profundidad.
Convendría que las agujas y trocares
fuesen de un metal inatacable por las bases
ó los ácidos, de platino ú oro.
Para la aplicación de la electricidad á enfermedades
internas es necesario disponer de
excitadores, y á juicio de algunos producen
los baños eléctricos resultados excelentes. Los
excitadores, cualquiera qne sea su género,
se fijan en mangos de madera cuando el operador
haya de manejarlos; pero si se trata de
aplicar corrientes continuas por el mismo enfermo,
se hallan aquéllos constituidos generalmente
por láminas de estaño guarnecidas
de yesca y de piel. Es conveniente tener el
mango de uno de los excitadores provisto de
un interruptor. En los antiguos aparatos de
inducción los excitadores estaban constituídos
por cilindros huecos de cobre, que el paciente
sostenía en sus manos; más tarde esos
cilindros se fijaron en un mango, y esponjas
mojadas introducidas en el interior permitían
usarlos como los tapones actuales; pero son
preferibles los tapones y los botones de carbón
guarnecidos de yesca y de piel de gamuza;
los tapones se empapan en agua autes de
usarlos.
Numerosas son las afecciones para cuya curación
se ha ensaj'ado la aplicación de la electricidad,
y así algunos han obtenido buenos
resultados en los vértigos, en el hipo, en el
corea, y M. Debout, después de interesantes
investigaciones, dedujo que la electricidad
estática, actuando sobre el centro espinal y
los nervios que de él parten, posee notable
eficacia contra el corea, acaso superior á la
de los medicamentos más eficaces; que aun no
siendo tan segura la acción en los coreas parciales
é irregulares, es notable en ciertos casos
también, y que tal vez las demás electricidades
procurarán igualmente la curación. También
se han ensayado, con éxito á veces, las corrientes
continuas para combatir la congestión
y la anemia cerebral, y el alemán Lcowenfeld,
en sus estudios, dedujo las siguientes
conclusiones: 1. a
Las corrientes de dirección
descendente (polo positivo en la frente, polo
negativo en el cuello) determinan un estrechamiento
de las arterias de la pía-madre.—
2. a
Las corrientes ascendentes determinan la
dilatación de las arterias.—3. a
Las-dirigidas
transversalmente por la cabeza provocan la
dilatación por el lado del ánodo y la retracción
por el lado del cátodo.—4. a
Las corrientes
de inducción en dirección antero-posterior
producen un aumento de masa sanguínea en
el cerebro. En la hemiplegia y parálisis consecutivas
se considera generalmente útil el
empleo de la electricidad, así como en la atrofia
locomotriz y en muchas de las parálisis
parciales, periféricas y tóxicas; y respecto de
•las neurosis, es ventajoso, tanto el empleo de
la electricidad estática, como el de la dinámica
por punto general, mas no preferible á otros
medicamentos, y á veces resulta contraproducente.
No debe aplicarse en otros reumatismos
que el lumbago y las lesiones musculares
ocasionadas por los esfuerzos, y en cambio
no falta quien recomiende con empeño la faradización
y la galvanización en el reumatismo
articular, en las lesiones de origen gotoso,
en la atrofia reumática y en las consecutivas

ELE — 633 — ELE
á las lesiones articulares. Puede asimismo la
electricidad prestar servicios en los accidentes
de asfixia y síncope, debidos á envenenamientos
, y particularmente en las anestesias clorofórmicas,
en las asfixias por el óxido de
carbono y en los tumores erectiles venosos
ó arteriales, provocando la coagulación de la
sangre, representando el polo positivo por
muchas agujas, y cuidando de no introducir
la aguja negativa en el tumor, porque los
álcalis que se depositarían tienen la propiedad
de fluidificar los tejidos, produciendo una escara
blanda que pudiera dar ocasión á hemorragias
peligrosas.
Lo que han estudiado con especial atención
los electricistas ha sido la curación de los
aneurismas de la aorta por medio de la electropuntura..
Petrequin estableció ya un método,
completado desde 1842 á 1845, para la
curación de los aneurismas quirúrgicos, y Ciniselli
sacó partido de sus experiencias para el
tratamiento de los aneurismas de la aorta en
1856; Dujardin-Baumetz y Petit han ampliado
esos estudios, inventando y perfeccionando
entre unos y otros numerosos aparatos, y sin
poder sentar conclusiones definitivas, es ya
dable admitir que una coagulación directa por
la acción de la corriente positiva produce
modificaciones rápidas y profundas por una
parte y además una acción irritante en el saco.
En todo caso, la aplicación de la electrólisis
á la curación de los aneurismas torácicos solamente
ha producido mejorías más ó menos
pasajeras. A otras muchas afecciones se han
aplicado la faradización y la galvanización;
por ejemplo, á la parálisis de la vejiga, á la
incontinencia, al hidrocele, á la orquitis, á
la espermatorrea, á la impotencia, á los
fibromas uterinos y varias afecciones de la
mujer, á la parálisis del esófago, á la dilatación
del estómago, á la constipación, á las
afecciones anales , á las del recto, á la hernia
extrangulada, á la oclusión intestinal, á las
afecciones del oído, á las oculares, y al diagnóstico
de diferentes padecimientos, obteniéndose
en algunos casos resultados sorprendentes
y alternando en otros los fracasos y los
éxitos. De todos modos, dado el entusiasmo y
tesón cou que muchos hombres de ciencia se
dedicau á las investigaciones y experiencias
electroterápicas, de esperar es que en breve
se llegue á conclusiones positivas respecto de
muchas de las afecciones sometidas á la electrización.
ELEFANCÍA Ó ELEFANTIASIS (Veterinaria
).—-Enfermedad de la piel que se observa
á veces en los animales domésticos.' Es
un padecimiento crónico, que se caracteriza
por un abultamiento indolente de la parte
inferior de las extremidades, siendo más frecuente
en las posteriores y elevándose rara
vez por cima del jarrete. La elefantiasis se caracteriza
primero por la rubicundez de la piel,
y después por el aumento del grosor de ésta, y
por erizarse los pelos que la cubren. Es una
verdadera esclerosis de la piel y del tejido
conjuntivo subcutáneo. Esas partes se transforman
en un tejido lardáceo. Esa afección,
cuyas causas no están bien determinadas aún,
es muy difícil de curar y exige muchos cuidados.
Los veterinarios aconsejan generalmente
contra ella los baños fríos y las duchas casi
exclusivamente. Los vejigatorios y el fuego
son perjudiciales en realidad.
ELEFANTE—Mamífero del orden de los
paquidermos, que vive y se propaga en los
países tropicales, y que desde la más remota
antigüedad ha logrado domar el hombre, sobre
todo en la India, donde se emplea frecuentemente
como bestia de carga. No se ha
conseguido domesticarle realmente, y de ahí
que solamente se reproduzca cuando vive en
estado selvático.
ELEMENTO. — En química, la palabra
elemento se usa hoy como sinónimo de cuerpo
simple, esto es, cuerpo que hasta ahora no ha
podido descomponerse, siendo, por lo tanto,
considerado como compuesto de una sola y
única materia.
Dicha palabra tiene otros varios significados
que no es del caso mencionar y que no
explica muy claramente la última edición del
Diccionario de la Academia. Diremos, sin
embargo, que en lenguaje poético, y hasta en
lenguaje vulgar, se da muchas veces el nombre
de elemento líquido al agua, y se llama
elemento gaseoso al aire; reminiscencias de
tiempos antiguos, en que el agua y el aire
formaban parte délos cuatro elementos: agua,
aire, tierra y fuego, según la doctrina del
antiguo filósofo Empédocles, de Agrigento;
opinión que, acogida por Aristóteles y sus
discípulos, reinó en la ciencia basta el siglo
pasado. Conviene, sin embargo, saber que no
tenían los antiguos noción clara y precisa de
lo que eran cuerpos simples y cuerpos compuestos,
sino que el nombre de elemento era
la expresión de cualidades de la materia. Así,
la idea de lo húmedo y frío correspondía al
agua; el elemento húmedo y caliente era el
aire; el seco y caliente el fuego, y el seco y
frío la tierra. Stahl, fundando la teoría del
flogisto, dio margen á que Lavoisier, con sus
experimentos para combatirla, sentara los
verdaderos fundamentos de la química moderna,
descubriendo la composición del aire
atmosférico. Desde entonces se tiene una idea
clara y precisa de lo que es un cuerpo simple
ó elemento y lo que es un cuerpo compuesto.
Se admiten hoy de 60 á 70 cuerpos, que se
consideran como cuerpos simples ó elementos,
algunos de ellos tan raros y tan escasos en la
naturaleza, que hay motivo para sospechar
hasta de su verdadera existencia. Acaso repitiendo
los experimentos ó empleando medios
de investigación más precisos, algunos de los
que se tienen por elementos ó simples pueden
descomponerse, y quizás algún otro tenga que
borrarse de la adjunta tabla por no estar bien
demostrada su existencia.
Cada cuerpo simple ó elemento lleva un
nombre especial, consagrado por el uso, en
Drc.—IV. 41

ELE — 634 — ELE
los que se conocen de más remota antigüedad,
ó derivado de sus más notables propiedades,
ó del mineral de donde se extraen. A cada
elemento corresponde un símbolo ó abreviatura
para su fácil representación, cuyo símbolo
consiste en la primera letra del nombre
latino del cuerpo ó elemento, acompañada de
otra de las componentes del mismo nombre,
en caso de confusión.
He aquí la tabla de los elementos ó cuerpos
simples conocidos hasta hoy, no incluyendo
algunos de dudosa existencia. Junto á algunos
de ellos va su nombre latino, para que se
vea el origen de su símbolo:
Aluminio Al.
Antimonio fSlibinm) Sb.
Arsénico As.
Azufre (Sulfur) S.
Bario Ba.
Bismuto Bi.
Boro Bo.
Bromo : • • • Br.
Cadmio Cd.
Calcio Ca.
Carbono C.
Cerio Ce.
Cesio...... Cs.
Cloro ' Cl.
Cobalto Co.
Cobro (Cuprum) Cu.
Cromo Cr.
Didimio Di-
Erbio Er.
Estaño (StannumJ Sn.
Estroncio fStrontium) Sr.
Fluor Fl.
Fósforo (Plioxphoruní) Ph.
Galio Ga.
Glucinio Gl.
Hidrógeno • H.
Hierro (Werrum) Fe.
Ilmenio II.
Indro In.
Iridio Tr.
Itrio v... It.
Lantano La.
Litio Li.
Magnesio Mg.
Manganeso Mn.
Mercurio (BidrargiriumJ Hir.
Molibdeno Mo.
Niobio ¡ Nb.
Níquel Ni.
Nitrógeno ó Ázoe (Nitrogenium) N.
Oro (Aurium) Au.
Osmio • Os.
Oxígeno O.
Paladio Pd.
Plata CArgentum) Ag.
Platino Pt.
Plomo (Plumbum) Pb.
Potasio (Kalium) K.
Eodio Bo.
Eubidio Eb.
Eutenio • En.
Selenio Se.
Silicio ' Si.
Sodio CSatrium) Na.
Talio TI.
Tintalo Ta.
Teluro • Te.
Terbio? Tr.
Titano Ti.
Torio To.
Tungsteno (Wolphragmium) AV.
Urano U.
Vanadio V.
Todo Y.
Zinc Zn.
Zirconio Zr.
De estos elementos son gaseosos á la temperatura
ordinaria el cloro, el hidrógeno, el
oxígeno y el nitrógeno; líquidos, el bromo y
el mercurio, y sólidos los restantes.
Los químicos antiguos dividieron estos elementos
en dos grandes grupos, comprendiendo
en el primero los metaloides ó no metálicos,
y en el segundo los metales. En los elementos
metaloides colocaban todos aquellos que, según
ellos, carecían del brillo especial que distingue
á los metales, que conducían mal el
calor y la electricidad, y que formaban con el
oxígeno los ácidos minerales de más importancia.
Los metales eran cuerpos dotados de
un brillo especial, llamado metálico, que conducían
el calórico y la electricidad, siendo
electro - negativos respecto de los metales.
Además, las combinaciones que formaban con
el oxígeno se distinguían por su carácter básico,
contándose por consiguiente entre ellos
los álcalis, los álcalis tórreos, las tierras y
muchos otros óxidos metálicos.
En las obras de química de veinte años
atrás se encuentran generalmente citados
como metaloides los siguientes: Hidrógeno,
flúor, cloro, bromo, yodo, oxígeno, azufre,
selenio, teluro, nitrógeno, fósforo, arsénico,
boro, carbono y silicio.
La química moderna, fijándose más en los
caracteres químicos que en los físicos, se desentiende
de esta división para agrupar los
elementos en familias, según analogías de
otro orden. De aquí resulta que en las obras
modernas vemos al antimonio y al bismuto
entre los metaloides, y hasta al estaño y al
oro, el llamado rey de los metales, los encontramos
formando entre los elementos no metálicos.
El vulgo difícilmente se convencerá
de que estos elementos no son metales, y sin
que puedan marcarse de una manera exacta
los caracteres que distinguen los metales de
los metaloides, siempre en el lenguaje vulgar,
dichos cuerpos se considerarán como metales
para los usos comunes ó de aplicación á las
artes y á la industria.
De todos los cuerpos simples ó elementos
hay uno cuyo estudio es de primera importancia
para la química orgánica. Tal es el
carbono, de tal manera que se dice que la
química orgánica es la química del carbono.
Este metaloide, dotado de afinidades múlti-

ELI — 635 — EMA
pies y variadas, se presta á las exigencias de
las condiciones vitales, formando infinitas
combinaciones con el hidrógeno, el oxígeno y
el nitrógeno.
Sin embargo, alguno de los demás elementos
representan también un papel importante
en el organismo, entrando muchas veces en
las combinaciones orgánicas para formar principios
inmediatos en los cuales su presencia
es esencialmente indispensable para la constitución
de los mismos. Así, el azufre forma
parte de la composición de la albúmina del
huevo, como el fósforo la forma de la materia
cerebral, siendo indispensable también para
la formación de los fosfatos tórreos, sin los
cuales ni el cereal forma el grano, ni en el
animal se puede formar-el esqueleto.
Fu. Manjarrés.
ELIMO (Botánica).— Género de plantas
de la familia de las Gramíneas, que comprende
un reducido número de especies. Sus espiguillas
están dispuestas de dos en dos ó de tres
en tres; son sésiles ó poco menos sobre las depresiones
dísticas de un eje común, cuya configuración
semeja la del eje de los trigos; es
decir, que la inflorescencia es una espiga compuesta
, y cada espiguilla contiene dos ó tres
flores hermafroditas por lo común. Las glumas
son casi iguales; la glumilla inferior redondeada
por el dorso y provista de una arista ó mutica,
según las especies. Los estilos son laterales,
plumosos y anchos; el cariopso redondeado
por la parte posterior, muy acanalado en la
cara interna, y está muy adherido á las glumillas
que se desprenden con él. Los elimos
(Elymus, L.) son hierbas vivaces en algunos
casos, anuales generalmente, parecidas á la
cebada por su porte, diferenciándose de ella
únicameute por el número de flores que cada
espiguilla contiene. Se conocen unas veinte
especies, algunas de las cuales vegetan en
Europa; las más interesantes de éstas son el
E. europmus y el E. arenarius, propia la primera
de las montañas, y la segunda de los
arenales marítimos. Aquélla, apetitosa para
las reses domésticas, tiene espiguillas bifloras,
provistas de aristas sobre las glumas
y glumillas; el tallo es corto y fibroso. El
E. arenarius tiene una inflorescencia de 40
centímetros de longitud, formada por espiguillas
muticas, geminadas en la cima y en
la base de la espiga. Es una gran hierba vivaz,
de rizoma muy rastrero, que sirve para afirmar
las arenas, como su compañera la C'alamagostris
arenaria, Roth. Los animales la
comen cuando es tierna, pero desgraciadamente
se endurece pronto y se convierte en
impropia para pasto. Calcúlase que produciría
25.000 kilogramos de forraje por hectárea,
una vez sometida á cultivo.
ÉLITRO:—C a
da una de las dos piezas del­
gadas y convexas que cubren la parte superior
del vientre de varios insectos, y que sirven
por lo común para encerrar las alas. Son, ó
enteramente duras, como en el escarabajo, ó
flexibles como en la langosta. En los élitros
de las cantáridas es donde se halla principalmente
la materia vesicante que contienen.
ELOTE.— Mazorca tierna de maíz que,
cocida, se consume en Méjico en grandes cantidades
como alimento de la gente común.
EMANCIPACIÓN.—La dimisión, renuncia
ó abdicación que hace el padre de la patria
potestad que tiene sobre el hijo, ó bien el
acto por el cual se desprende el padre de la
patria potestad sobre alguno de los hijos:
ley 15, título XVIII, Partida IV (Escriche).
Según esta ley, bastaba que el padre y el hijo
compareciesen personalmente ante el juez ordinario,
prestando ambos su consentimiento;
y conforme á la 17 del mismo título y Partida,
era necesario escritura pública para que
se pudiera probar la emancipación y no se
pusiese en duda, expresándose en la ley 93,
título XVIII, Partida III el modo de otorgarse
la escritura de emancipación. La ley 4. a
,
título V, libro X de la Novísima Recopilación,
dispuso que ninguna emancipación se
concediera sin dar primero cuenta al Consejo
Real, acompañando los documentos justificativos,
y que no haciéndolo así fuere nula. La
ley de 14 de Abril de 1838 y la Real orden de
19 del propio mes exigieron se acudiese al
Rey, instruyéndose en el Juzgado de primera
instancia competente una información en virtud
de orden de la Audiencia del territorio;
información que pasaba luego á la Audiencia,
donde, previo dictamen fiscal, se informaba
lo que se estimaba procedente, remitiéndose
todo al Gobierno. Estas informaciones para
dispensa de ley se tramitan hoy conforme á lo
prevenido en los artículos 1.980 al 1.993 de la
Ley de Enjuiciamiento civil. Cuanto va dicho
se refiere á la emancipación voluntaria.
Forzosamente puede ser obligado el padre
á emancipar al hijo por cuatro razones: la
1. a
, cuando el primero castiga cruelmente al
segundo; la 2. a
, cuando prostituye á sus hijas;
la 3. a
, cuando admite lo que alguno le dejó
en testamento bajo la condición de que emancipare
á su hijo; la 4. a
, cuando habiendo uno
adoptado á su entenado ó hijastro menor de
catorce años, acude éste al juez, después de
haber cumplido dicha edad, pidiendo la emancipación
por hallarse descontento de su padrastro
con justo motivo: ley 18, títuloXVIII,
Partida IV.
Por la ley 47 de Toro, el hijo ó hija casado
y velado había de ser tenido por emancipado
en todas las cosas para siempre; y por la 48
había de tener para sí el usufructo de todos
sus bienes adventicios, que el padre debía entregarle
sin reserva.
A las anteriores emancipaciones hay que
añadir la que establece el párrafo segundo
del artículo 64 déla Ley del Matrimonio civil,
según el cual se reputaría emancipado de derecho
el hijo legítimo desde que hubiera entrado
en la mayor edad. Estas son las principales.
No se crea que por la emancipación el hijo
puede ejercer todos los derechos de padre de

EMB — 636 — EMB
familia, cualquiera que sea su edad, pues hasta
los veinticinco años necesitará de tutor y
curador, á menos que obtenga venia ó dispensa
de edad para administrar sus bienes, nunca
para vender ni obligar bienes raíces; dispensa
que se le concede por los mismos trámites de
la ley y Real orden de 1838, antes citadas.
M. Fernández de la Vega.
EMBACHAR.— Meter el ganado lanar en
el bache ó sitio donde se encierra para que
sude antes de esquilarle.
EMBALAJE.—La gran importancia y extensión
que ha adquirido el comercio de frutas,
hortalizas y otros productos agrícolas,
sobre todo desde que se generalizó la navegación
de vapor y se multiplicaron las líneas
férreas, sincera el cuidado con que en algunos
países se enseña la manera de empaquetar
esos productos, y de ahí que merezca capítulo
aparte el embalaje, ó sea la preparación de
los objetos para su transporte. En España,
cuyas naranjas, manzanas, uvas, pasas y hortalizas
desde hace algunos años alimentan un
activo comercio interior, y son exportadas á
Inglaterra y Francia en grandes cantidades,
los embalajes tienen especial importancia, y
han de variar naturalmente según la diversa
naturaleza de los productos que han de contener.
No todos éstos ofrecen la misma consistencia,
y así se ha de distinguir, por ejemplo,
entre las frutas de carne blanda y las
de carne consistente ó firme. Para embalar
bien es necesario que el operador tenga á su
disposición cestas, seras, cajas de madera,
según la naturaleza de los objetos, hojas y
recortaduras de papel, paja, heno, hojas, clavos
, bramantes, cintas é hilo fuerte.
Para empaquetar frutas de carne blanda es
necesario cogerlas un poco antes de que maduren
por completo, para que resistan mejor
las sacudidas y golpes del viaje; mas no han
de estar tan verdes que no maduren durante
el tiempo empleado en el transporte. Se envolverán
separadamente con una materia bastante
elástica para que no se golpeen entre
sí; se emplearán cajas de madera blanca, ligeras
y de 6 á 8 decímetros cuadrados de superficie
, según el- tamaño de las frutas, cuidando
siempre de que cada caja contenga dos capas
de fruta á lo sumo. También se han de llenar
las cajas bien, para que el contenido no se agite
con las sacudidas. En vez de cajas de madera
se pueden adoptar canastillas como las que
se utilizan para transportar la fresa y las uvas.
Los melocotones habrán de formar una sola
capa en el embalaje, y han de descansar sobre
recortaduras dé papel, ó ir envueltos de uno
en uno en hojas de vid, ó separados entre sí
con algodones ó heno fino, sin que queden
entre ellos espacios que les permitan agitarse
con los movimientos del transporte. Sobre la
capa de melocotones se coloca otra de recortaduras
de papel, y de esa manera podrán
llegar intactos á París y aun á Londres. De
análoga manera se embalan las ciruelas y los
higos. Las cerezas y guindas, se disponen en
igual forma, pero colocando dos ó tres capas
en cada caja ó cesta. Las uvas, cuando hayau
de remitirse á grandes distancias por ferrocarril,
se embalan en canastas, separando los
racimos unos de otros con pámpanos ó papel
sin cola, y colocando dos capas de racimos á
lo sumo en cada caja. Algunos embalan las
fresas y frambuesas, las frutas más delicadas
para el transporte, en vasijas de tierra cocida
y porosa, de un litro de cabida, y rellenas con
recortaduras de papel, para colocarlas luego
en grandes canastos y entre mullido. A Madrid
llegan desde Aranjuez y Valencia en
cestas planas, con dos ó tres capas de fruto
separadas por hojas verdes.
Las frutas de carne firme requieren por lo
general menos cuidados que las precedentes.
En esa categoría se pueden incluir casi todas
las especies de manzanas y peras, para las
cuales se puede utilizar el mismo embalaje.
Este ha de consistir en cajas ó canastas bastante
sólidas, y de tal cabida que el peso total
no pase de 20 kilogramos, con objeto de que
las sacudidas sean menos violentas. En el fondo
y á los costados de esas cajas ó cestas se
colocará uua capa de musgo ó de hierba; sobre
esa capa se coloca la primera serie de frutas
bastante apretadas, envueltas previamente
en una hoja doble de papel sin goma, y separadas
entre sí por recortaduras de papel; se
van superponiendo tantos lechos de peras ó
manzanas como pueda contener el cajón ó
canasta, pero separando los diferentes lechos
por medio de recortaduras de papel. Conviene
que los recipientes tengan asas ó agarraderos
de cualquier especie que faciliten el transporte.
Cuando hayan de ser transportadas las frutas
durante el invierno y sean de temer las
. heladas, para defenderlas de éstas convendrá
colocar la caja dentro de otra más capaz, de
manera que quede entre ambas un espacio
vacío de 10 centímetros, el cual se rellenará
con paja ó musgo bien secos. También se podrán
emplear en ese caso dos toneles, colocados
uno dentro de otro.
Los" procedimientos enumerados se aplican
únicamente á las frutas de primera calidad,
es decir, á aquellas que se pueden expender á
precios bastante elevados, y que reintegren
los gastos hechos para el embalaje. Tratándose
de frutas comunes, sobre todo cuando no
hayan de recorrer grandes distancias, se puede
simplificar mucho el embalaje. Los melocotones,
albaricoques ó higos se colocan en
canastos más anchos que altos, y que no contengan
nuuca más de tres capas de fruta superpuestas
y separadas con hoja fresca. Las
ciruelas, cerezas y uvas, frutas algo más resistentes
que las anteriores, se colocan en
cestas mayores, y solamente se deberá emplear
la hoja para guarnecer el fondo y las
paredes del envase. Las grosellas pueden soportar
sin inconveniente una presión mayor,
y de ahí que se coloquen en grandes canastas,
guarnecidas con hojas únicamente. Las frambuesas
son las frutas de más difícil transpor-

EMJB — 637 — EMB
te. Se disponen en cestitas guarnecidas con
hoja fresca y que puedan contener á lo sumo
2 ó 3 kilogramos. Es casi imposible transportarlas
á distancias considerables, á menos de
que no se imite á los hortelanos de Plombières,
que las envían en pequeños toneles á
Londres y París, á donde llegan en estado de
mermelada, y se utilizan únicamente para la
preparación de helados y jarabes. Las peras y
manzanas se embalan en grandes cestas, guarnecidas
de paja ó de heno, separando las diferentes
capas con otra de hierba.
EMBALAJE DE LOS PLANTONES.—Cuando los
pies que se hayan de transplantar han de ser
conducidos á distancias de alguna consideración,
es necesario primero atarlos en haces ó
paquetes de 100 á 200 plantones, según el
desarrollo de éstos, y envolver las raíces con
musgo fresco, que se cubrirá con paja. En
cuanto á los plantones de las coniferas, es necesario
sacarlos cuidadosamente con un pan
de tierra ó cepellón, porque las raíces de esos
árboles se secan rápidamente cuando están
en contacto con el aire atmosférico.
EMBALAJE DE LOS HUEVOS.—Es empresa
delicada embalar y conducir á largas distancias
un producto tan frágil como los huevos
, y sin embargo, en la práctica recorren
grandes trayectos por las vías terrestres y
marítimas, sin que las averías influyan notablemente
en la disminución de la mercancía.
Los productores, los recoveros y los que se
dedican á este comercio en grande escala para
• mandar considerables expediciones á las colonias
americanas y diferentes puntos del extranjero,
están muy diestros en el manejo de
los huevos, que embalan con tanta prontitud
como seguridad, en banastas, cuévanos, corvos,
cajones y toneles, sin preocuparse de la
fragilidad de la mercancía, ni tomar extraordinarias
precauciones para evitar que se casquen.
La capacidad de los envases varía hasta
lo infinito, pero es bastante común acomodarlos
para poder contener un millar de huevos.
En la parte de Levante de la provincia de
Almería, donde los recoveros acaparan muchos
huevos en los pueblos y cortijos del río
Almanzora para llevarlos al mercado de Granada,
se valen de capachos llamados allí corvos,
que se construyen con pleita de esparto
y se fortifican interiormente armándolos con
aros de sierpes de granado, que cruzan con
varetas entrelazadas del mismo árbol. Estos
corvos ofrecen en su fondo y paredes la suficiente
consistencia para no ceder y poder sufrir
cualquier golpe exterior durante la expedición
de cuatro días á lomo de caballería ó
en carros, no de los mejor acondicionados.
El embalaje se verifica colocando un lecho
de paja menuda en el fondo de los capachos,
y sobre este lecho otro de huevos, con el extremo
más grueso hacia abajo y sin tocarse;
sobre los huevos se pone segundo lecho de
paja y un tercero de huevos, alternando ambos
lechos hasta llenar los corvos ó capachos,
que se recubren por último con un lecho más
espeso de paja, y se tapan con un disco de
estera.
Para los transportes en carros se emplean
cuévanos ó cestas más rebajadas que los capachos,
generalmente cilindricas ó de base
oblonga.
En las largas expediciones por ferrocarril
ó buque se hace uso de sólidas cajas de madera
ó palastro y de toneles, siguiendo el mismo
sistema de embalaje que hemos indicado al
tratar del río Almanzora, ú otro parecido.
Esto sólo tiene aplicación al transporte de
los huevos que han de ser objeto de consumo,
pues para los de incubación se suelen tomar
otras precauciones, siquiera no produzcan los
ventajosos resultados que se proponen los comerciantes,
y aficionados. Cuando se transportan
en carruaje y camino de hierro, las
sacudidas continuas ofrecen el gravísimo inconveniente
de remover los humores constitutivos
del huevo, llegando apenas á la décima
parte los que responden á la incubación,
aunque sea corto el trayecto que recorran.
Aun los que llegan á empollar presentan
por lo común pegados los pollos que nacen á
la membrana fibrosa que cubre la cara interna
de la cascara, siendo necesario grandes
' precauciones para despegar sus plumas. La
herida más pequeña que experimenta el pollo
al nacer le pone en grave peligro de muerte.
Se consigue despegar sus plumas empleando
un pincelito empapado en aceite de almendras
dulces, ó vertiendo mejor en la cascara cierta
cantidad de clara de otro huevo fresco, tibia,
en agua caliente.
El medio de transporte menos expuestopara
conducir lejos los huevos consiste en colocarlos
entre paja menuda ó retrillada de
trigo, ó entre tamo, pues de este modo' disfrutan
de frescura y de la elasticidad necesaria
para neutralizar los efectos de las sacudidas.
Ante todo es necesario el aire para la
endosmosis y exosmosis de los gérmenes fecundados.
Ño han dado buen resultado el
salvado, serrín, el algodón en rama ni la borra
de la seda. En cortas expediciones es preferible
llevarlos en la mano en cestas, pues
así se sortean mejor los embates y sacudidas,
porque los movimientos bruscos de los carruajes,
aunque tengan muelles y buenas sopandas,
son siempre perjudiciales. Es más fácil
que lleguen sin lesión á su destino los huevos
frescos, porque estando llenos de líquido no
experimentan la conmoción interior que los
de algún tiempo, por efecto del vacío que determina
la evaporación de parte de sus líquidos.
EMBALSADERO.—Lugar hondo y pantanoso
en donde se suelen recoger las aguas
llovedizas ó las de los ríos cuando salen de
madre y se hacen balsas de agua.
EMBALLESTADO (Veterinaria).— Contracción
nerviosa en los pies y manos de los
animales, ocasionada por alguna dislocación,
contusión, etc. i
EMBARGO.—Escriche le define diciendo

EMB — 638 — EMB
que es la ocupación, aprehensión ó retención
de bienes hecha con mandamiento de juez
competente , por razón de deuda ó delito; definición
que, como se ve, se concreta al embargo
en lo civil y criminal. Puesto que administrativamente
también se verifican embargos,
ejemplo los que se ejecutan por el no
pago de contribuciones é impuestos, para que
fuera completa la definición debía añadir que
ia retención no sólo podía ser hecha en virtud
de mandamiento de juez, sino de autoridad
competente, teniendo en cuenta el significado
restrictivo de la palabra juez.
En vano Escriche recomienda, inspirado en
la equidad y en la justicia, que se tenga cuidado
de incluir solamente los bienes propios
del reo y no los de la mujer, si ésta acreditase
con su carta de dote que son suyos, ni los
de sus hijos, ni mucho menos los de un extraño,
permitiendo, en cambio, que habiendo
fundamento para creer que alguna finca ó alhaja
es del deudor ó reo, se embargue, aunque
no se sepa de cierto que lo sea. Con tanta
ley baldía, con tanto artículo inútil, el legislador
no ha tratado de poner coto, ni los tribunales
tampoco se han cuidado de remediar
un mal de todos los días y que á todas horas
se causa: el de que se embarguen bienes cono-*
cidamente ajenos y cuyo dominio á favor de
distinta persona que la del deudor consta de
documentos fehacientes en muchas ocasiones
y que en algunas se exhiben en el acto del
embargo. En buen hora, y es mucho admitir,
que se embargaran aquellos bienes que con
fundamento se presumiesen del deudor, á pesar
de que aparezcan de otro en virtud de
esas ventas simuladas ó fraudulentas que suelen
hacerse para eludir responsabilidades; pero
cuando la parte actora, y aun el propio escribano,
saben que no son del demandado, ¿por
qué se han de sujetar á embargo, causando un
perjuicio cierto á su dueño, que entonces no
tiene más que dos caminos que tomar, ó el
más llano de dejarlos perder, ó salir á su defensa
con los gastos crecidos consiguientes?
Y lo que decimos no es hipotético; lo hemos
visto en nuestra ya larga carrera forense, y
el remedio ni siquiera le vislumbramos, porque
no se ha intentado atajar el mal.
En lo civil el embargo puede ser preventivo,
cuando éste procede, conforme á los artículos
1.399, 1.400 y 1.401 de la vigente Ley
de Enjuiciamiento civil, ó sea cuando realmente
se teme por el actor que los bienes del
demandado corren peligro, y en cuya concesión
es preciso que los jueces sean en extremo
cautos, para no irrogar daños considerables á
los deudores. En caso contrario, el embargo
se decreta y lleva á efecto sin el carácter de
preventivo ó provisional, concurriendo los
requisitos prevenidos en diversos artículos de
Ja citada ley. Son dignos de mención: El 1.448,
que prohibe embargar las vías férreas, etc. EÍ
siguiente, que establece igual prohibición respecto
al lecho cuotidiano del deudor, su mujer
é hijos, las ropas del preciso uso de los
mismos, y los instrumentos necesarios para el
arte ú oficio á que el primero pueda estar dedicado.
Y los artículos 1.451 y 1.452, que sólo
autorizan el embargo de la cuarta parte de
los sueldos ó pensiones si no llegaren á 2.000
pesetas cada año; desde 2.000 á 4.500 pesetas
por la tercera parte, y desde 4.500 pesetas en
adelante por la mitad, sirviendo de tipo para
regular el embargo, la cantidad líquida, cuando
la ley grave los sueldos ó pensiones con algún
descuento.
Las prohibiciones de los artículos 1.448 y .
1.449 se han hecho extensivas en lo criminal
por la vigente Ley de Enjuiciamiento criminal,
artículo 598. Y este embargo en las causas
sí que está pidiendo también reforma.
Porque, según el artículo 589, basta que del
sumario resulten indicios de criminalidad contra
una persona, para que por el juez se la
mande que preste fianza suficiente á asegurarlas
responsabilidades pecuniarias que en definitiva
puedan declararse procedentes, decretándose
en el mismo auto el embargo de bienes
bastantes para cubrir dichas responsabilidades
si no prestase la fianza. Justo, justísimo
que el verdadero autor de un delito sufra las
consecuencias de sus actos. Mas la experiencia
nos enseña que, sin excepciones numerosas,
todo procesado, por el mero hecho de serlo
, ve en primer lugar amenazada su preciosa
libertad, no obstante las importantes reformas
introducidas recientemente, y á seguida,
mejor dicho, coincidiendo con aquella pérdida,
puestos sus bienes en entredicho; y áveces
deteriorados y poco menos que perdidos,
resultando en definitiva que, ó el procesado es
absuelto, y entonces la ley aparece severísima
y la sociedad no le indemniza, ó si es culpable
recibe grave daño en su fortuna. En
suma, una verdadera ruina, por regla general,
para el sujeto á la acción de los tribunales,
reo con frecuencia, y esto es lo más notable,
de uno de esos .delitos de tan poca
cuantía que jamás debieran llevar aparejada
esa larga serie de vejaciones.
La Instrucción para el procedimiento contra
deudores á la Hacienda pública de 20 de
Mayo de 1884, aplicable también á los débitos
que resultan á favor de las Diputaciones provinciales
y Ayuntamientos, en su artículo 28,
dice que pueden ser embargados todos los
bienes muebles y semovientes del deudor, incluso
los ganados y todos los frutos agrícolas
ya recolectados, y además, pero sólo á falta
de aquéllos, los frutos á la vista próximos á
la recolección, las rentas, los alquileres y las
pensiones ó sueldos de cualquier especie, exceptuándose
sólo del embargo los bienes siguientes:
1.° Los ganados destinados á la labor
y al acarreo de frutos de las tierras
cultivadas por el deudor, según resulte del
amillaramiento.—2.° Los carros, arados y demás
instrumentos y aperos de labranza.—
3.° Los libros, instrumentos y herramientas
que el deudor necesite para el ejercicio personal
de su profesión, arte ó industria.—

EMB — 639 — EMB
presenta el animal y completar su enseñanza;
4.° La cama del deudor é individuos de su familia
que vivan en su compañía.—5.° La ropa
de uso diario de las mismas personas.— Y
6.° Los uniformes, equipos y armas de los
militares, con arreglo á su grado. Respecto á
los sueldos, establece lo mismo esta Instrucción
que la Ley de Enjuiciamiento civil. Comparando
la última con la Instrucción, se advierte
desde luego que la primera limita de
tal modo lo que puede salvar el deudor del
embargo, que aplicada literalmente sería durísima.
Un progreso notamos en la Instrucción
actual cotejándola con la de 3 de Diciembre
de 1869, consistente en que en la
primera se exceptúan los libros y las ropas
del embargo. A los autores de las leyes de
Enjuiciamiento civil les tuvo sin cuidado,
tanto á los que redactaron la de 1855 como la
de 1881, que un abogado, médico ó ingeniero
se quedara sin libros. Más racional la legislación
administrativa, los exceptúa expresamente
para evitar toda duda, llevando su
magnanimidad hasta dejar al labrador sus ganados
y carros, no obstante tratarse del fisco.
Nosotros desconocemos la filosofía de ambas
legislaciones. Quizás consista en que á los
particulares que reclaman sus derechos se les
debe proteger con más fuerza que al Estado,
que al fin y al cabo su hacienda es la de todos,
y entre todos á poco podemos tocar para
cubrir estos déficits. Quien debe, se halla obligado
á pagar. Lo que ninguna ley de estos
tiempos puede autorizar es que se imposibilite
al deudor de vivir, que es lo primero y principal,
sin que esto sea defenderlos ni menos
patrocinar la mala fe de los tramposos.
Del embargo en lo mercantil trata el Código
de comercio de 1881, y no es aquí muy
pertinente.
M. Fernánde i de la Vega.
EMBARRAR (Apicultura).— En algunas
partes se jarrean las colmenas con tierra gredosa
en su parte interior, con lo cual se abrigan
las abejas, y á éstas se les economiza trabajo,
porque en menos tiempo embetunan el
vaso antes de trabajar en la formación de los
panales, que sin embetunar la colmena no
verifican (véase Colmena). También se jarrean
, y es lo más común, con yeso.
Al sentarla en el colmenar se tapan las juutas
del asiento con tierra, y si las tapas dejan
huecos, se cubren también con barro.
J. de Hidalgo Tablada.
EMBOCADO (Vinificación).—El vino
que por su suavidad es apacible al gusto, se
llama embocado, palabra que indica el término
medio entre dulce y seco. En los vinos
tintos de pasto el defecto de salir embocados
algunos años procede de que la falta de lluvias
en el verano iace que el mosto tenga
más. de 15° del areómetro, y según excede
sale embocado ó dulce, cuya calidad le hace
desmerecer de valor. EÍ exceso de madurez de
la uva hace que se convierta en azúcar el tártaro
, que la fermentación del mosto sea lenta,
el color del vino tinto poco vivo y el sabor
dulce, si no se modifica el caldo por los medios
que la ciencia y la práctica aconsejan.
J. de Hidalgo Tablada.
EMBOCADURA.—La pieza ó parte principal
del bocado, del bridón y filete, por ser
la que se introduce dentro de la boca del caballo;
su forma y dimensiones han de guardar
la mayor analogía posible con la conformación
del animal, porque en la embocadura
estriba la mayor parte del efecto que ha de
producir cada uno de dichos instrumentos en
los distintos mandos que se emplean sobre el
caballo.
Se han conocido infinitas clases y formas
de embocaduras, sujetas á criterios más ó menos
extraviados,.y sostenidas por el capricho ó
la ignorancia, que tanto cunde en los hombres
que por necesidad ó afición montan á caballo,
ó se valen de él en cualquiera otro servicio.
La embocadura más aceptable será aquella
que reúna las condiciones de suavidad y dominio,
tan necesarias en la mayor parte de los
casos; como será nociva é impertinente si carece
de alguna de estas dos cualidades. Las
que más se aproximan á la verdad son las comunes,
que se usan en los bocados llamados de
cuatro anillas; en los enteros que se llevan con
el filete, y en los jerezanos conocidos por de
asa de caldera, que puede ser la misma con
una pequeña diferencia, y la de cuello de pichón,
que se encuentra en los bocados sevillanos;
pero no la que con el mismo nombre
usan hoy los garrochistas, que uuida á unas
camas desproporcionadas, y perrillos y barbadas
irritautes,forman una máquina descomunal
y rara, á la que dan el nombre de bocado
de acosar; porque ésta, tal como se usa, no
obedece á razón lógica ninguna, mientras la
verdadera de cuello de pichón está perfectamente
entendida para ciertas bocas difíciles,
siendo de gran aplicación en los arreos llamados
de campo, porque el uso ha hecho que
éstos y los de asa de caldera sean los bocados
de que se sirven más todos los hombres
de campo en Andalucía, Extremadura y demás
localidades donde la necesidad reclama
la silla vaquera ó albardón jerezano, albardilla
ú otra montura análoga, que son las adecuadas
á las faenas de acosar y derribar reses
bravas, como para estar muchas horas sobre
ellas y conducir el equipo que estos ejercicios
requieren.
En los demás países fuera de España son
poco conocidas las embocaduras últimamente
citadas, pues que tampoco se usan los arreos
aludidos, por más de que en Italia se usó mucho,
unida á unas camas de cola de león ó
curvas, y se les conocía con la denominación
de bocados italianos, después de la desaparición
de la jineta.
Nada más erróneo que la costumbre inveterada
de cambiar constantemente las embocaduras
, lo mismo en los caballos de silla que
en los dedicados al tiro, pretendiendo con
este solo hecho corregir todos los vicios que

EMB — 640 — EMB
esto no es otra cosa que un extravío de la razón
, ó la manera de buscar un medio que supla
la falta de inteligencia, tan frecuente entre
los hombres encargados de ella en uno y
otro servicio. Sabido es que los caballos todos
tienen idéntica forma de boca, sujeta á muy
ligeras variaciones, por cuya razón la embocadura
debe ser la misma, sufriendo solamente
las modificaciones de aquélla, que sólo pueden
consistir en dar más ó menos grueso ó espesor
á los cañones, y estrechar ó hacer más
ancha toda ella; cuestión puramente de dimensiones,
y rara vez de forma, porque su potencia
la adquiere con el concurso de las camas
yJa barbada, y la reunión de las tres
piezas constituye la máquina que sirve para
mandar el caballo y corregir los vicios de la
colocación de su cuello y cabeza. (V. Bocado
y Barbada, figuras 83, 84, 85, 86, 87 y 88,
que son los más aceptables.)
J. Hidalgo y Terrón.
EMBOCAR (Equitación).—Es aplicar al
caballo con inteligencia la embocadura más
análoga á la conformación de su boca y sensibilidad
de sus asientos, colocándosela convenientemente
, á fin de que obre con facilidad
y sin lastimarle sobre estas partes; el caballo
que tiene la embocadura bien puesta, y que
la hechura y dimensiones de ésta son conformes
á las reglas de equitación, se dice que
está bien embocado.
EMBODEGAR.— Embodegar se dice
cuando se colocan en la bodega, para guardarlos,
el vino, aceite, alcohol, vinagre, etc. (véase
Bodega). Las condiciones en que deben
estar situadas las bodegas para recibir los
caldos que en ellas se han de conservar varían
según ellos y su objeto; es decir, según que
hayan de estar más ó menos tiempo antes de
emplearlos. Respecto de las bodegas para vino,
hemos dicho ya; no así para las otras clases
de caldo que hemos indicado.
Las condiciones en que debe embodegarse
el aceite son contrarias á las del vino; éstos
deben estar bajo una jnfluenqia de una temperatura
baja; aquéllos al contrario, pues se
traban y aun hielan cuando el termómetro
desciende á -f- 2", y en tal situación, si se
colocan al sacarlos del molino, tardan en ponerse
claros hasta que la temperatura se eleva
á -f- 16°. Así se ve que, al contrario de
orientar las bodegas para vino al Norte y
buscar la temperatura que los conserva, se
establecen las que se emplean para conservar
aceite, en orientación al Mediodía. Nosotros,
siguieudo la costumbre de algunos pueblos de
Andalucía, al sacar el aceite de las campanas
del molino lo llevamos al almacén de aclaro,
cuyos vasos, abrigados con el orujo, hacen
que el aceite se aclare con prontitud, á lo que
le ayudamos con un polvoreo de sal común,
cuyo cloruro, que ataca los colores vegetales,
quita la parte verdosa. Así que está el aceite
claro, lo trasegamos de primeras, y después
de un segundo trasiego, á vasos separados, y
con el abrigo del orujo se conserva.
Al embodegar los aguardientes y alcoholes
hay que tener cuidado que éstos se conserven
á una temperatura relacionada con la base de
que los pesa-aguardientes están graduados
partiendo de la temperatura de 15° centígrados,
y si al graduarlos para la venta tienen
más temperatura, las tablas de corrección de
Gay-Lussac indicarán menos grados (véase
AlcoholJ y al contrario. No deben embodegarse
en condiciones de alta temperatura, pues
la dilatación del líquido puede llegar hasta
romper los vasos, y además las evaporaciones
son mayores que estando bajo la influencia
de menor temperatura; por ejemplo, la de 10
á 15° es buena; pero siempre debe recurrirse
á las tablas de correccióu de los grados que
marque el pesa-aguardientes y los de temperatura
que marque el caldo.
La bodega en que se fabrique y conserve
el vinagre debe estar orientada al Mediodía,
ventilada, y lejos de donde el vino esté colocado.
El calor, que agria á los vinos, favorece
el desarrollo del ácido acético, y la acción
del oxígeno del aire, que se evita con cuidado
actúe sobre el vino que se guarda, hay
que favorecerla en este caso. (V. Vinagre.)
J. de Hidalgo Tablada.
EMBOJAR.—Preparar y componer las
ramas de la boja alrededor de una pieza, para
que los gusanos de la seda puedan subir por
ella, y desbabando hacer sus capullos.
EMBOJO.—Enramada que se pone á los
gusanos de la seda para que hilen. (V. Gusanos
de la seda.) ,
EMBOLAR.—Operación que se practica
por diversos procedimientos en los cuernos
del ganado vacuno para aminorar los daños
que pueden causar las reses á otros animales
ó al hombre. En Inglaterra y Francia se coloca
una bola de madera en cada cuerno del
individuo embolado. Esas bolas suelen tener
7 centímetros de diámetro, y están perforadas
de manera que los agujeros tienen forma cónica.
Se introducen las extremidades de los
cuernos en esas bolas, en tal forma que quedan
perfectamente ajustadas. En las plazas de
toros españolas suelen colocarse en los cuernos
para embolar los toros, fundas de cuero
grueso rellenas de estopa, que se sujetan por
medio de fuertes correas á la frente de la res.
EMBOLIA.—Enfermedad ocasionada por
un coágulo que, formado en un vaso sanguíneo,
y arrastrado por la circulación de la sangre,
va á obstruir un vaso menor.
EMBOLO.—Disco ó chapa circular que por
medio de un eje ó varilla se hace mover alternativamente
en el sentido longitudinal de un
cuerpo de bomba ú otro instrumento, para
enrarecer ó comprimir uu fluido. La simple
impulsión del émbolo comprime ó expele los
líquidos. (.V. Bomba.)
EMBORRACHACABRAS.—(V. Reo.)
EMBORRACHAR.—Se entiende por esta
palabra cuando, por haber echado caldo de
más en las alquitaras (véase Destilación) ó
aparatos destilatorios, al principiar á hervir y

EMB — 641 — EMB
dilatarse el líquido, éste sale por la culebrina,
caliente y en las mismas condiciones que se
puso en la caldera. Para evitarlo se deja una
parte vacía, á prevención de evitar el accidente
, que de ordinario se advierte al calentarse.
Emborrachar se dice cuando por beber
vino ó licores en demasía, se pierde el uso libre
y racional de la inteligencia, por causa
del atontamiento que produce la embriaguez.
(V. Higiene de las bebidas alcohólicas.)
J. de Hidalgo Tablada.
EMBOTELLAR.—El embotellado de los
vinos, aceites y licores es uno de los medios
para la conservación de los caldos. Con ese fin
la industria moderna ha inventado varias máquinas
para embotellar, lavar las botellas, ponerles
cápsulas, etc., de cuyas máquinas nos
ocuparemos en otro sitio, para facilitar su
conocimiento cuando tenga lugar su aplicación
principal. (V. Vino, su fabricación y
conservación, y también Licores.)
J. de Hidalgo Tablada.
EMBOZA.—Cuando los fondos de los toneles
y botas se vician y forman desigualdades
de dentro afuera ó de fuera adentro, los
toneleros andaluces dicen que emboza.. Esto
sucede cuando al apretarlos se les hace una
presión mayor que la necesaria, y las duelas
son endebles, que no pueden resistirla. (Véase
Tonelería.)
J. de Hidalgo Tablada.
EMBRIAGAR.—El sistema antiguo, que
aún conservan algunos, de esprimir la uva
con vigas (véase esta palabra) los pies de
orujo, se hace sujetándolos con maromas de
esparto llamadas briagas, y se dice embriagar.
Este método, hoy reemplazado por la mayoría
con los cubillos, la única ventaja que á éstos
llevan consiste en que con las briagas ó maromas
se puede dar al pie las dimensiones que
convenga, y los cubillos la tienen determinada
y fija; pero con éstos es más breve la operación,
pues una vez puestos en el sitio de
prensar, se llenan sin que se desbaraten, como
ocurre con las briagas, si el que forma el pie
no tiene bastante práctica para hacerlo.
J. de Hidalgo Tablada.
EMBRIÓN.—Existe gran divergencia respecto
á la extensión que debe darse á la palabra
embrión, ó sea en cuanto á las fases de
la vida- en las cuales los seres han de ser designados
con este nombre. Para unos autores,
debe ser aplicado á los individuos desde el
momento en que el óvulo fecundado comienza
á evolucionar, hasta que puede tener una
vida independiente en el mundo exterior. Según
otros, debe quedar limitado al período
intrauterino ó de incubación. Algunos opinan
que solamente debe llamarse embrión al ser
durante la época de su vida en que los órganos
existentes son nada más que transitorios
y destinados á preparar la formación de los
definitivos, designándose en el tiempo que le
resta aún de evolución con el nombre de feto.
Esta última manera de ver es la que cuenta
con mayor número de partidarios; pero tam­
bién existe entre éstos poco ó ningún acuerdo,
porque queriendo limitar numéricamente esa
época de la vida, y siendo así que el tiempo
que tarda en efectuarse el desarrollo varía por
multitud de circunstancias, resulta que, según
los seres que se consideren, podrán recibir el
nombre de embrión ó de feto, quizá en igual
época de la vida, á partir de la fecundación.
Existen todavía otros inconvenientes para
admitir esa división que se quiere establecer
en el período evolutivo de los seres organizados.
Recibe, en general, el nombre de Embriología,
la parte de la Morfología que estudia
el desenvolvimiento de los seres vivos; y
de admitir aquella división, habría necesidad
de limitar el significado de ese nombre y el
alcance de la rama de la ciencia que hoy comprende,
creando otras dos partes cuando
menos: la Ovología, ó bien la ovogenia y ovonomía,
y la Fetología, ó sea fetogenia jfetonomía.
Por estas razones juzgamos mucho más
ventajoso dar al nombre embrión la mayor
extensión posible.
El conocimiento verdaderamente científico
del desarrollo embrionario, es en relación muy
moderno; pues aun cuando Aristóteles consignaba
ya en algunas de sus obras que el
corazón (punclum saliens) era el primer ór-
. gano que se desarrollaba en 'el pollo (lo cual
deja comprender que se dedicó algo á esta
clase de estudios), sólo en la última mitad del
siglo XVII se comenzaron á hacer observaciones
y experiencias serias y metódicas por
Harvey y Malpighi, que prosiguió en el siglo
XVIII Wolff con notable sagacidad, y admirable
intuición y espíritu crítico. Puede
decirse con justicia que este último fué el
que creó la Embriología, ó por lo menos la
Embrionomía, que hasta nuestros días han venido
completando y perfeccionando los constantes
y notables trabajos de multitud de
hombres eminentes, como Bollinger, Pander,
Baer, Coste, Seiler, Velpeau, Bischoff, Mu-
11er, Rathke, Meckel, Gotte, Lereboullet,
His, Balfour, Kowalewsky, Saleusky, Kolliker,
Duval, Balbiani, etc., etc. En la actualidad
se concede á los estudios embriológicos
toda la importancia que realmente tienen,
porque se han comprendido las- íntimas relaciones
que unen el desarrollo embrionario con
la historia natural; la ontogenia y la filogenia
se completan mutuamente.
Varias son las hipótesis ó teorías que se
han ideado para explicar el desarrollo del embrión.
Figura entre las más antiguas la lla­
mada de la evolución, y también de la ¡¡reexistencia
de los gérmenes (que t 1
) necesario no
confundir con la teoría de la evolución, de Lamark
y Darwin), de la cual fué Haller decidido
campeón. En ella se supone que el cuerpo
completo del futuro individuo preexiste
ya formado, bien en el óvulo, según pretenden
los ovistas (Malpighi, Haller, Schwammerdam),
ya en el esperma, como quieren los espermatistas
(Leuwenhoek, Spallanzani), cuando
se trata, por sjipuesto, de seres sexuales.

EMB — 642 — EMB
La fecundación no tendría más objeto, cuando
existiera, que proporcionar materiales nutritivos
al individuo en miniatura para el crecimiento
de todas sus partes.
Una modificación de esta hipótesis, ó si se
quiere una exageración, es la denominada del
encajonamiento de los gérmenes, según la cual,
el primer individuo de cada especie contendría
en sí los gérmenes de todos sus descendientes,
sucesivamente encerrados los unos
en los otros.
Ambas hipótesis reciben el nombre común
de singenésicas, por suponer á todos los seres,
pasados, presentes y futuros, creados simultáneamente
en el origen primero.
Una tercera teoría es el panspermismo, ó
teoría de las moléculas orgánicas, inventada
por Buffbn. Para este célebre naturalista, los
seres vivos son una aglomeración de moléculas
orgánicas, comparables á individuos vivos,
cada una de las cuales sería un perfecto modelo
del cuerpo de que forman parte. Diseminadas
estas moléculas en el momento de la
muerte, continuarían viviendo por sí en libertad,
ó bien entrarían á formar parte de
otros seres organizados, constituyendo nuevas
combinaciones.
Las teorías de Herbert Spencer, Bechamp,
y la pangénesis de Darwin, tienen muchos
puntos de contacto con la anterior.
Por último, la teoría más generalmente admitida
hoy es la llamada de la epigénesis,
creada por Wolff, el célebre adversario de
Haller. En concepto de los partidarios de esta
teoría, que es la que está más en consonancia
con los datos científicos, el desenvolvimiento
de los organismos se efectúa por una serie de
formaciones nuevas, y ni en el óvulo ni en
el espermatozoide existe individuo alguno formado,
ni indicio siquiera de formas ulteriores.
Así, pues, según las opiniones modernas, y
concretáudonos lo más posible á los seres superiores,
diremos que el embrión se origina por
las metamorfosis de un óvulo ó de un huevo;
ó, mejor dicho, que el óvulo es la primera fase
evolutiva del embrión. De consiguiente, habremos
de decir algunas palabras acerca de él.
Hace tiempo que se viene asimilando el
óvulo á una célula perfecta, suponiendo que
desde el momento en que aparece en el ovario
hasta que es fecundado por el espermatozoide,
está compuesto por un protoplasma (vitelus),
una membrana de envoltura (membrana
vitelina), un núcleo (vesícula germinativa ó
de Purkinje) y un nucléolo (mancha germinativa
ó vesícula de Wagner); y como quiera
qué de este óvulo dimanará después un ser
complejo, hombre, caballo, gallina, rana, etc.,
se admitía, y aun se admite por muchos, que
el origen de todo organismo y aun de la misma
organización era una célula perfecta.
«Todo ser viví y todo elemento de un ser
vivo es una célula ^precede de una célula.»
Investigacionesrecientespruebanla inexactitud
de estas afirmaciones. El óvulo, al principio
de su evolución ó de s,u vida, no es una
célula perfecta, sino un verdadero amibo, sin
membrana de envoltura, la cual adquirirá
más tarde, después de ser fecundado.
Este elemento nos ofrece un bellísimo ejemplo
de vida latente. Nace á expensas de una
célula germinativa en el período embrionario
del individuo de que forma parte; sufre una
especie de enquistamiento en el órgano que lo
contiene, y allí experimenta la primera impulsión
evolutiva, ó, si se quiere mejor, el
complemento de sus condiciones vitales intrínsecas
ó individuales; pero allí permanece
inerte, sin reaccionar, sin evolucionar, sin vivir,
hasta tanto que las condiciones exteriores
le son favorables; tiene las condiciones vitales
individuales, pero le faltan las de medio ó
extrínsecas, y está en vida latente.
En ese mismo sitio en que existe, encerrado
en la vesícula de Graaf del ovario ó en el
ovisaco, recibe una primera impulsión evolutiva,
que si en algunos seres, los superiores,
sólo le da aptitud para recorrer algunas fases
de su desarrollo, en otros, en los inferiores,
se la da para evolucionar por completo. Balbiani
lo ha descubierto y demostrado; esta
impulsión consiste en una verdadera fecundación:
la fecundación antelativa en algunas
clases de la escala zoológica, que es preciso
no confundir con la fecundación espermática.
El óvulo estaba formado primitivamente,
al parecer, de una porción de protoplasma
con un núcleo (vesícula germinativa); y así
constituido, sin experimentar ninguna modificación,
no estaba apto para reaccionar, aun
cuando penetraran en su interior uno ó varios
espermatozoides, y después de fecundado
por ellos se colocara en condiciones adecuadas.
Pero en cierta época de su vida, un elemento,
que nace de las células germinativas
que lo rodean, penetra en su interior, se fusiona
químicamente con la porción de protoplasma
vitelino de que se encuentra rodeado,
dando lugar así á la formación de un glóbulo
que, por su papel fisiológico ulterior, recibe
el nombre de pronúcleo hembra; marcha este
pronúcleo hacia el centro del óvulo, empujando
á la vesícula germinativa que lo ocupa,
y que no tarda en desaparecer, formando los
núcleos polares; he aquí ya el óvulo fecundado
y apto para sufrir su evolución, siempre
que encuentre condiciones convenientes.
Y véase cómo estos curiosos estudios han
venido á demostrar que los seres más perfectos
del mundo orgánico, los mismos individuos
de la especie humana, son verdaderos
hermafroditas. Descubrimiento grandioso que
pone en evidencia que en la reproducción,
cual sucede en los demás fenómenos vitales y
en todos los del Universo, sólo existe la variedad
dentro de la unidad; porque, con efecto,
ese óvulo puede ya reaccionar y comenzar
su evolución sin necesitar la acción fecundante
de los espermatozoides, recorriendo fases
muy avanzadas de desarrollo.
Pero, como queda ya dicho, aún necesita
para ello estar en buenas condiciones exterio-

EMB — 643 — EMB
res é intrínsecas, y. quizá los espermatozoides
no obran en los seres superiores sino dándole
alguna de estas condicionas, que aquí es muy
fácil confundir.
Los espermatozoides son también elementos
procedentes de una fecundación antelatiya,
de un óvulo idéntico al que existe primitivamente
en el ovario; el macho es, como la
hembra, un individuo hermafrodita. Cuando
uno de estos espermatozoides se pone en contacto
inmediato con el óvulo, bien sea á expensas
de un coito natural ó por una penetración
artificial, tiende á introducirse en su interior,
merced á sus movimientos; llega un
momento en que su cabeza penetra en la masa
vitelina, y en el mismo instante las partes
más externas de ésta sufren una especie de
conmoción particular ó retracción brusca que
determina la extrangulación primero y decapitación
después, del elemento macho, dejando
dentro la cabeza, fuera la cola é impidiendo
la eutrada de todo otro que no hubiera
penetrado al mismo tiempo. ¿Cómo y por qué
se verifica esta retracción instantánea? ¿Obra
el espermatozoide como agente excitador?
¿Es sólo un agente dialítico? Nada se sabe
respecto á estas cuestiones, así como tampoco
sobre si la condensación de las capas externas
del protoplasma se debe á una acción química
directa ó indirecta, provocada por la porción
de elemento macho que queda fuera, y
que desaparece por delicuescencia.
Una vez en el interior del óvulo la cabeza
del espermatozoide, se combina químicamente
con la porción de vitelus que está en íntimo
contacto con ella, resultando, como es
natural, una masa de composición química
y caracteres físicos distintos á los que tiene
el resto del vitelus; éste obra sobre ella ejerciendo
presión en todas direcciones y por
igual, dando por resultado el que tome la
forma globular, y así queda ya formado el
pronúcleo macho ó vesícula emhriógena macho,
que empujada por las corrientes intra-protoplásmicas,
marcha al centro del óvulo. Llega
por fin á dicho centro, pero en él encuentra
al pronúcleo hembra que resultó de la primera
fecundación, y en el mismo instante los dos
pronúcleos se unen, se influencian, se compenetran,
se fusionan y dan origen á lo que se
denomina núcleo central ó de segmentación.
¡He aquí en qué consiste la tan ponderada
y al parecer misteriosa fecundación de los
individuos apellidados sexuales; sólo es una
conjugación celular, fenómeno muy común en
los organismos inferiores! ¡Y he aquí establecido
un nuevo lazo de unión entre los metazoarios
y los protozoarios, precisamente en los fenómenos
vitales que más parecían separarlos!
En realidad de verdad, una diferencia se
encuentra entre ambos procedimientos de reproducción:
en los protozoarios, la conjugación
es seguida de una-segmentación protoplásmica
que da margen á muchos individuos
independientes los unos de los otros; en los
metazoarios la conjugación y segmentación
subsiguiente sólo producen un individuo.
Pero esta diferencia es más bien aparente que
real, puesto que es muy fácil comprender
que siendo los organismos superiores una verdadera
colonia de organismos rudimentarios,
la segmentación en los metazoarios como en
los protozoarios, da origen á muchos individuos
sencillos, que quedan reunidos, asociados,
formando colonia y constituyendo de
esta suerte el individuo complejo.
A partir del momento en que se efectúa
esta segunda fecundación, el óvulo, colocado
en condiciones adecuadas, experimentará una
serie continua de cambios ó metamorfosis ordenadas
y sucesivas, hasta convertirse en un
ser más ó menos análogo á los padres. El primero
de estos fenómenos es la segmentación del
vitelus, ó sea su división en dos, después en
cuatro, ocho , etc., esferas de segmentación.
Pero ésta establece una diferencia en los
óvulos, según que sea total ó parcial. En todos
los óvulos hay dos clases de vitelus, ó sea
de protoplasma: un vitelus de formación, á
expensas del cual se verificará primero la
segmentación y después la formación del
nuevo ser, y un vitelus de nutrición, que indica
ya por su nombre el papel que ha de
desempeñar; mas ambos vitelus no tienen la
misma disposición en todos ellos; en unos se
encuentran íntimamente mezclados y confundidos
, denominándose por esto huevos simples
ú holoblaslos (huevos de mamífero); en otros
están separados, formando el de nutrición la
mayor parte, y se apellidan huevos compuestos
ó merqblastos (huevos de ave). La segmentación
en los primeros es total, pero puede
ser igual, en cuyo caso se llamarán huevos
archiblastos (Haickel), ó desigual, denominándose
amfiblastos; en los segundos es siempre
parcial, y se apellidan discoblastos ó periblastos,
según el sitio y forma que tomen.
Después de la segmentación, el óvulo se
presenta bajo el aspecto de una vejiga rellena
de glóbulos, que por su presión sobre la parte
interna de la membrana dan á aquél la
apariencia de una mora, por lo que recibe la
denominación de mora, mórula ó monérula.
Cada una de las esferas exuda un líquido
que se acumula en el centro de todas ellas,
empujándolas hacia la periferia, transformando
la mórula en una especie de vejiga rellena
de líquido, cuya pared interna está formada
por una capa de glóbulos vitelinos ó esferas
de segmentación; entonces se llama vesícula
blastodérmica, blastócera 6 blástula. Aquí termina
la evolución de algunos seres inferiores
(protozoarios) ( magosfera plánula de Hasckel,
por ejemplo); pero en otros (metazoarios),
el blastodermo se divide en dos hojas,
según sostienen algunos embriólogos, ó se
invagina, según quieren otros, resultando
dos hojas distintas: una externa (ectodermo,
hoja sensitiva, hoja de la vida animal), y otra
interna Cendodermo, hoja trófica, hoja vegetativa);
esta forma embrionaria es la gásirula
de Hasckel, común á muchos invertebrados,

EMB — 644 — EMB
y aun á algunos vertebrados (amfioxus), en
la cual quedan per vivens numerosos seres
(esponjas, pólipos, etc.).
A partir del momento en que se verifica la
foliación del biastodermo, el desenvolvimiento
que continúa se hará, según los seres, siguiendo
el tipo radiado (zoófitos) ó el bilateral
(clases superiores). Entre las dos hojas
mencionadas se forma una tercera (mesodermo,
hoja media del biastodermo), que se encuentra
siempre en los zoófitos, hidras y medusas;
pero en la mayor parte de los seres no
tarda en dividirse en dos, de las cuales la
más externa se llama,fibro-cidúnea, y la otra
fibro-intestinal.
En los vertebrados se fusionan y confunden
todas estas hojas en la región que recibe el
nombre de área germinativa. En ésta aparecen
la línea primitiva, que se convertirá después
en gotera medular y eje nervioso, y la
cuerda dorsal, que después será columna vertebral.
Al llegar á este grado de evolución se
termina el desarrollo de algunos seres (amjioxus
y ascidios, según Ifeckel y Kowalewsky),
mas en otros continúa hasta formarse
sucesiva ó simultáneamente todos ó casi todos
los órganos que han de caracterizar su
tipo específico.
En los estrechos límites que se conceden á
un artículo de esta índole, no es posible mencionar
siquiera esa admirable sucesión de formas
que va adquiriendo el embrión hasta
convertirse en un individuo perfecto; pero sí
debemos preguntarnos qué causa las determina,
qué fuerza ordena y regla su continuidad,
porque, en una palabra, de un elemento
tan simple cual es el óvulo, surgirá un
protozoario, un insecto, un pez, un mamífero,
según los casos, pareciéndose siempTe algo,
ó mucho, pero pudiendo diferir más ó menos
de los padres que lo engendraron.
En el estado actual de la ciencia, debemos
desechar desde luego ese enorme cúmulo de
misterios y entidades metafísicas con que
nuestros antepasados (y aun algunos contemporáneos)
pretendían explicar el fenómeno.
Dos causas son suficientes á determinarlo: la
herencia en toda su amplitud, y la adaptación
y variabilidad. En virtud de la primera, todos
los individuos tienden á presentar los caracteres
morfológicos y las aptitudes fisiológicas
de sus padres; debido á la segunda, todos
los individuos tienden á diferenciarse en
mayor ó menor grado de aquellos que les dieron
origen, si no se encuentran en idénticas
condiciones de desarrollo. Es indispensable
decir cuatro palabras sobre estas cuestiones.
Un ser vivo cualquiera aparece sobre la
superficie del globo. Desde el momento de su
aparición, un conflicto continuo se establece
entre él y el medio que le rodea, al cual toma
incesantemente materia. El medio, pues, obra
sobre el ser, lo influencia de continuo, tiende
á modificarlo según su composición y sus condiciones
físicas, á hacerlo variar; y el ser se
adaptará á su medio, variará en consonancia
con él ó morirá. Supongamos que el ser no
muere, que se adapta, que varía, que se modifica
en su forma, en su composición, en la
modalidad especial de sus fenómenos fisiológicos;
esta adaptación será incesante de cada
momento; esas variaciones, cambios ó metamorfosis
serán continuas: hoy una, mañana
otra ú otras.
Llega un día en que ese individuo se reproduce,
daudo origen á dos, cuatro ó más cuerpos
organizados. La herencia interviene y se
impone. Esos nuevos individuos, parte que
son de la materia que componía al padre,
tienden á presentar la composición, la forma,
los fenómenos que á él lo caracterizaban, pero
no las que tenía en el momento de darles origen,
pues ellos no nacen como era aquél cuando
adulto , sino como era cuando nació á su
vez. Transcurre la vida de estos hijos, y en
cada uno de sus momentos, de sus fases, de
sus épocas, experimentan ciertas modificaciones,
al parecer espontáneas, contrarias quizá
á la iufluencia del medio; aparecen ciertos
elementos d órganos, desaparecen otros, se
atrofian, ó se hipotrofiau ó se hipertrofian algunos
Modificaciones que son las mismas
que experimentó el padre bajo la acción del
medio, y que en los hijos se efectúan en la
misma época de la vida en que aquél las adquirió,
ó adelantándose en una época algo
anterior. Por eso en todos los hijos hay tendencia
á parecerse entre sí y á los padres; por
eso muchos seres recorren durante su época
embrionaria formas que el padre ó antecesores
presentaron en la edad adulta.
Pero no todos los hijos son iguales, idénticos.
Y es que desde el momento de su aparición,
desde los albores de su vida embrionaria,
ellos fambién están sujetos á la acción
modificadora del medio, que les hará variar,
quizás á todos en el mismo sentido, quizás á
cada uno de modo diverso á como lo hacen
los demás; variaciones que comunicarán á sus
hijos al par que las por ellos heredadas, de lo
cual resultará que los nietos tendrán algo
del abuelo y algo más que el abuelo.
Pero tampoco todos los hijos se parecen á
los padres. Y es porque las modificaciones
que les imprime el medio pueden muy bien
ser antagonistas de las particularidades orgánico-vitales
adquiridas por sus antepasados,
en cuyo caso éstas no aparecen en ellos y sí
otras distintas.
Nos es imposible entrar en detalles sobre
estas cuestiones, las más difíciles sin duda alguna
de la Biología en general y de la Embriogenia
en particular. La herencia es muy
simple en sus manifestaciones, y muy fácil
de comprender en esa admirable multitud de
seres inferiores que sólo consisten en un conjunto
protoplásmico, sin diferenciación alguna,
y cuyo proceso reproductor está reducido
ádividirse en dos el individuo padre; tal sucede,
por ejemplo, con algunas moneras (protamibos,
myxastrum radians, myxodictyum social,
etc., etc.), en los cuales no es difícil com-

EMB — 645 — EMB
prender que el embrión ha de ser idéntico al
individuo originario, Pero la cuestión cambia
de aspecto si consideramos el fenómeno en un
ser superior, en un mamífero, por ejemplo,
pues que en ellos intervienen dos individuos,
cada uno de los cuales tiene sus caracteres
propios que tiende á comunicar al hijo; y
como quiera que estos caracteres de uno y
otro progenitor podrán ser análogos y compatibles
, en cuyo caso se sumarán, pero también
pueden ser diversos sin ser antagonistas,
apareciendo todos en el embrión, ó diversos y
antagonistas anulándose, resulta siempre que
el hijo se diferencia del padre y de la madre.
De consiguiente, el desarrollo y caracteres
del embrión han de variar necesariamente,
según el procedimiento de reproducción que
le haya dado origen. Pero varían también
en relación con la manera de verificarse el
primero, puesto que establece notables diferencias
en sus relaciones con el medio exterior
y en la forma de efectuarse estas relaciones.
En algunos seres el grumo de materia
protoplásmica que ha de constituir un nuevo
individuo sale al exterior en el momento de
formarse, y en él sufre su ulterior evolución;
en otros permanece algún tiempo dentro del
organismo generador, y allí recorre algunas
fases de su desarrollo.
Detengámonos un momento en los animales
mamíferos domésticos, los más importantes
para nosotros. El óvulo fecundado penetra en
una cavidad orgánica de la madre, el útero ó
matriz; se adhiere á sus paredes, y allí permanece
un tiempo variable, según las especies
, hasta que su evolución está muy adelantada.
Véase cuál es este tiempo, según
M. Milne Edwars:
En la coneja 4 semanas.
En la gata 8 —
En la perra 9 —
En la cerda 17 —
En la oveja 21 —
En la cabra 22 —
En la vaca 40á43 —
En la yegua y burra 43 —
En la camella 13 meses.
Gurlt considera dividida la época de la gestación
en siete períodos, cuya duración en algunos
mamíferos domésticos se expresa en el
siguiente cuadro:
Períodos Yegua Vaca Oveja y cabra Cerda Perra
i.° Dos semanas. Dos semanas. Dos semanas. Dos semanas. Dos semanas.
2." 3." y 4." semanas. J3." y 4." semanas. 3." y 4." semanas. 3. a y 4." semanas. 3." semana.
o o j De la 5." á la 8."
1 semana.
,o í De la 9." á la 13."
í semana.
5o \l)e la 11." ala 22. a
1 semana.
6 „ 1
De la 23." á la 34."
j semana.
De la 5. a
á la 8."
semana.
De la 9." á la 12."
semana.
De la 13."ála 20."
semana.
De la 21." á la 32."
semana.
De la 5." á la 7."
semana.
De la 7." á la 8."
y 9." semana.
De la 10." á la 13."
semana.
De la 4." á la 6."
semana.
4." semana.
De la 6." á la 8."| - „
s e m a n a
semana. °- -
De la 8."á la 10."
semana.
6 " semana.
De la 13. a
á la 18."
semana. ^"se 1 1 3
^ -"!;-"^"— -
7 o I De la 35." á la 48.", De la 33." á la 40." De la 19." á la 20." De la 15." á la 17."
1 semana. semana.
semana.
semana.
9." semana.
Las dimensiones del embrión en cada uno de estos períodos se expresan en este otro cuadro:
Períodos Yegua Vaca Oveja y cabra Cerda Perra
1.» El óvulo fe cundado presenta i m diámetro medio de 2 milímetros 256 milésimas.
2° |l3mm. 535 miles. 9 mm: 023 miles. 10 mm. 151 miles. 10 mm. 151 miles. | 4 mm. 512 miles.
3." | 54 milímetros 48 milímetros 34 milímetros 48 milímetros J 24 á 27 milímetros
4." | 162 milímetros | 140 milímetros 94 milímetros 81 milímetros 68 milímetros
5.° 352 milímetros 325 milímetros | 102 milímetros 135 milímetros j 94 milímetros >
6.° | (550 milímetros 650 milímetros | 325 milímetros 189 milímetros 135 milímetros
7." I
Nacim." | 1.137 milímetros 812 milímetros 490 milímetros 243 & 270 milimet. 162 á 221 milimet. J

EMB — 646 — EMB
En el momento del parto, el peso del embrión
es, según Colin (de Al-fort):
Embrión (ó feto) de yegua,
término medio... 36 á 40 kilogramos.
ídem de vaca, id 2/31 del peso de la madre.
ídem de perra, id 0,410 kilogramos.
ídem de oveja, id 4,500 —
ídem de cerda, id 2,400 —
Durante toda la gestación, el embrión es
un verdadero parásito de la madre, y es claro
que ésta ha de influir notablemente en su desarrollo
y caracteres, así como también que
cualquier modificación que experimente en
esa época de su vida se ha de reflejar en él.
Cuestión importantísima y digna de tenerse
en cuenta, pues nos indica un medio de modificar
de un modo indirecto el embrión, sea
cualquiera la mira que con ello nos propongamos,
y al propio tiempo la necesidad de tener
gran cuidado con las influencias que pueden
obrar sobre la madre durante su preñez.
Pero se ha notado un fenómeno curioso,
cuya interpretación ha suscitado grandes
controversias, y que tiene una culminante
trascendencia. Cuando una hembra ha sido
fecundada en una época cualquiera de su vida
por un macho, y luego lo es en otra época lejana
de aquella por otro macho distinto, los
embriones procedentes de esta segunda fecundación
pueden tener algunos caracteres
PLACENTA.
Ì Di;
Aglomerada.
Simple. I
del macho que determinó la gestación primera
ó anterior. Más claro: si una hembra blanca
de la especie humana cohabita con un negro,
quedando embarazada, y tres, diez ó
más años después tiene relaciones con un
hombre blanco como ella, los hijos que le
nazcan de este segundo marido ó amante
pueden ser negros como el primer marido, ó
muíalos. A nuestro juicio, la explicación más
racional de este fenómeno es la que ha dado
recientemente M. Fauvelle. Según él, el producto
de la primera unión sexual impregna á
la madre de las propiedades que él debe á su
padre, y la madre queda impregnada después
del parto, pudiendo á su vez impregnar á los
hijos que tenga en lo sucesivo.
A poco esfuerzo se comprende la inmensa
importancia que tienen todos estos hechos, en
particular para los ganaderos, pues si no los
tienen en cuenta, se exponen á ver variar
los caracteres de una raza que quieren conservar
incólumes ó sin modificación.
Pero es evidente que la influencia ejercida
por la madre sobre el embrión, aun circunscribiéndonos
á los mamíferos domésticos, ha
de estar, en relación con la clase de conexiones
que existan entre uno y otro durante todo
el período de la preñez, y en este concepto
creemos no será inútil el siguiente cuadro
que las expresa en el hombre y mamíferos
domésticos:
n._ ( Disco- placentarios
Hombre, mono, carniceros,
roedores.^ Z o n o. pj a c e n t a r i (
I Sin-placentarios
[ Conejo, rata, ratón, hom-
I bre, mono.
j Perro.
( Pato.
» Múltiple ( Superficie uterina { Oveja-. )
) convexa (Cabra-. > Cotiledonados.
\ ídem id. cóncava.. Vaca... )
. I Solípedos, cerdo, dromea
d
" 1 dario.
Mas la influencia de la madre sobre el nuevo
ser no sólo se ejerce por la herencia y durante
el período de la gestación, si que también
en todo el de la lactancia. He aquí otro
dato de provechosas enseñanzas é importantes
aplicaciones.
Para concluir, sintetizaremos todo lo expuesto,
diciendo con los partidarios del transformismo
ó darwinismo: El embrión no es otra
cosa que la recopilación en un breve espacio
de tiempo de todas las formas que sucesivamente
han ido tomando sus antecesores,
desde la aparición en el globo terráqueo de
la materia organizada amorfa, hasta el individuo
que lo engendró»; pero añadiendo por
nuestra cuenta: «modificadas por la adaptación».
La ontogenia es, pues, una filogenia
muy abreviada, con las diferencias consiguientes
á la adaptación embrionaria ó materna en
los períodos de gestación y lactancia.
J. Alcolea.
EMBE0SQUILAR.—Meter el ganado en
el redil.
EMBUDAR EMBUDO.—Para trasegar
de una á otra vasija de boca estrecha, como
por ejemplo, á toneles, cubas, etc., se usan
instrumentos llamados embudo, que se construyen
de lata ó madera; éstos se emplean en
algunas localidades para el uso de las bodegas,
en que se tienen las maderas para fabricar
y conservar el vino; aquéllos para colocarlos
en los pellejos cuando se mide el
aceite ó el vino, vinagre, etc. También en
los pueblos, cuando los Ayuntamientos tienen
arrendados los pesos y medidas (véase Pesos
y Medidas), los embudos construidos para
vino son de cobre, y los del aceite de lata.
Lo usual de este instrumento, de todos conocido,
así como las dimensiones de mayor ó
menor tamaño, según su empleo, ya para llenar
botellas, barriles, cubas, pellejos, etc.,
nos evita entrar en detalles sobre su tamaño
y forma. Sólo diremos que para embudar en
los toneles, cubas, etc., y evitar que el embudo
se tuerza y se vierta el caldo, debe hacerse
de un pedazo de madera un asiento que,
introducido el cañón del embudo por el centro
, se coloque en la abertura de la cuba ó
tonel, y,teniendo la madera por la parte inferior
la cuba de la vasija, se sujeta á ella y
el embudo queda sin el movimiento, que sin
la madera le hace vacilar y volcar el caldo.

EMB — 647 EMB
El grueso del pedazo de madera, así como su
aucho y largo, será proporcional al género
del cañón del embudo, para que éste quede
vertical y seguro en la boca de la vasija.
Los embudos que se aplican para llenar los
toneles son generalmente de hoja de lata, y
forman, por lo común, una pirámide truncada
é invertida (figura 310), con un tubo largo.
Últimamente se han perfeccionado los
que sube en la vasija donde se echa el vino.
Como los vinos depositados en sitios húmedos,
sobre todo si tienen escasa fuerza alcohólica,
corren el peligro de que se forme
moho ó flores del vino en la superficie del líquido,
comunicando á éste mal sabor, ó determinando
la fermentación acética, por absorber
el moho el oxígeno del aire y ponerle en
contacto con el alcohol en las mejores condi-
Figura 31D.—Embudo para llenar toneles Figura 311,— Embudo perfeccionado por Bignon
embudos de tal manera, que no se derrama
el vino ni al llenar los toneles ni al cebarlos ó
rehenchirlos. El operario puede verter el vino
en el embudo sin preocuparse de cuándo
concluirá de llenarse el tonel, porque
llegado ese caso se cierra por sí
misma uua válvula próxima á la boca
de la panza del embudo y situada dentro
de éste, produciendo un ruido que
advierte al operario para que no continúe
echando vino. Gracias á esa válvula,
no se pierde una gota de vino, porque
la boca permanece cerrada y el
mástic con que se suele embadurnar
por fuera cubre perfectamente el cierre
con las paredes del tonel. La figura 311
representa un embudo perfeccionado
por M. Bignon. El tubo manguito a es
de cobre, muy cónico, con válvulainferior,
que sube ó baja moviendo un
manubrio, mediante el cual se cierra la bonda
en cuanto se llena el tonel, y no se derrama ni
la más pequeña cantidad del vino de que se
halla cargado el embudo A. Para cargar el
tonel se mueve el manubrio en sentido contrario
al anterior. El embudo lleva también
un tubito que arranca de la parte baja, sube
tocando Ja pared cónica y desemboca en o,
siendo su objeto dar salida al aire desalojado
por el vino que entra en el tonel. También
lleva á veces una escala graduada por litros,
que permite comprobar la cantidad de líquido
ciones para que se oxide y se desarrolle rápidamente
la fermentación acética, importa mucho
impedir el enmohecimiento, y en caso de
Figura 312—Embudo especial con tallo encorvado
que se inicie, expulsar pronto y por completo
el moho formado. Entre los varios procedimientos
que pueden seguirse para lograrlo,
es uno de los más cómodos y recomendables
el recientemente puesto en práctica por los
austríacos, y que consiste en la aplicación de
un embudo especial con tallo encorvado (figura
312). Ese aparato es de hoja de lata charolada
en toda su parte superior, hasta la marca
C; desde ese punto desciende un tubo de
caucho, que termina en el tubo de cristal ú
hoja de lata b, encorvado como el dibujo in-

EME — 648 — EMI
diea. El tubo de caucho se puede cerrar rápida
y herméticamente por medio de las pinzas
a, impidiéndose de ese modo que el líquido
de la cuba se vierta por cualquier accidente,
quedando completamente incomunicado
con la atmósfera.
Para usar ese embudo se coloca eu las pipas
sostenido por tres pies que le mantengan
en posición vertical, como indica la figura, y
una vez en esa disposición se echa por él vino
en el envase, ya lleno de ese líquido. El vino
sale por el tubo encorvado, y va á colocarse en
capas bajo la superficie en que se ha desarrollado
ó puede desarrollarse el moho. El líquido
agregado de esa suerte empuja hacia arriba
la superficie en que se halla el moho y éste
va vertiéndose fuera de la pipa, sin que se revuelva
con el vino, cual ocurre empleando embudos
ordinarios , para hacer que desborde el
líquido del envase. Para impedir después de
esto la formación de moho y resguardar nuevamente
de la fermentación acética al vino,
conviene echar por el embudo un poco de vino
muy alcoholizado, de 20° poco más ó menos;
vino que penetrará por el tubo curvo b, y se
extenderá formando una capa por la parte superior
de la masa líquida, permaneciendo constantemente
en esa posición, puesto que es más
ligero que el vino de la pipa, impidiendo la
formación de moho y constituyendo una verdadera
garantía para la conservación del vino
que peligraba. Para que el éxito sea completo,
debe repetirse de cuando en cuando la
adición del vino alcohólico, y mantener bien
cerrados todos los orificios de la pipa y las
pinzas que sujetan el tubo de caucho. Los
mismos vinicultores pueden construir el embudo
comprando las pinzas, que son las conocidas
en el comercio con el nombre de pinzas
de Mohr.
EMÉTICO.—Dícese del medicamento que
sirve para promover el vómito; pero más especialmente
se aplica esta denominación al
tártaro estibiado ó tártrato de potasa y antimonio,
sal incolora, sólida, de sabor acre, y
soluble en quince partes de agua fría y tres de
agua hirviendo. Se emplea al exterior en pomada
y en loción; al interior en disolución,
bajo la forma de bebida y de brebaje, para los
rumiantes y solípedos. Se administra en dosis
de 4 á 16 gramos á las reses mayores; en las
de 1 á 2 á los animales de mediana alzada, y
á las de 5 á 20 centigramos á los perros. Los
principales efectos del tártaro estibiado al exterior
son la aparición de pústulas, y aun la
caída de la piel si se prolonga la aplicación,
y al interior las propias de un vomitivo ó
emetocatártico enérgico, según que los animales
vomiten ó no vomiten. Cuando es absorbido
obra como sedativo y contra-estimulante,
evacuante y diurético. También se
utiliza como revulsivo al exterior, y al interior
se recomienda especialmente como vomitivo,
en los envenenamientos, en los embarazos
gástricos, en las afecciones de los
bronquios y en diversas pneumonías.
EMIGRACIÓN DE LOS CAMPOS.-
I. TENDENCIA DE LA CLASE PROLETARIA Á EMI­
GRAR DE LOS CAMPOS , Y SU PERNICIOSO EFECTO
EN LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA. En el artículo
Absentismo hemos expuesto el hecho y las
consecuencias de la deserción del propietario
de su propiedad territorial; en el de Familia
rural manifestaremos los terribles resultados
para la producción agraria del deseo de la
mujer á vivir en grandes poblaciones; vamos
á reflexionar en éste sobre la emigración campestre
de la clase obrera.
La cuestión es sumamente compleja y digna
de meditación; eu estos últimos tiempos la
han dilucidado autores de gran nombradía,
distinguiéndose por los datos que aducen y la
novedad de sus raciocinios, M. Legoit y monsieur
Fregier. En sus obras Du progrès des
aglomerations urbaines et de l'émigration rurale
en Europe, de que es autor el primero;
Des classes dangereuses dans les grandes villes,
escrita por el segundo, se evidencian los
funestos resultados que resultan de la emigración
de los campos, en el orden político, en el
orden moral y en el orden de la producción
agrícola. Por nuestra parte, limitaremos nuestras
observaciones á este último punto de vista.
La tendencia de los trabajadores á vivir en
las ciudades está fuera de duda, y por cierto
que no es caprichosa, sino que tiene su razón
y un fundamento legítimo. Por falta de albergues
no pueden residir en las fincas en que
trabajan; por escasear el capital en los lugares,
salen de ellos eu busca de jornal seguro y suficiente
para el sustento de la familia. Allí
donde hay fuentes de riqueza, ha dicho el
Sr. Malladas, allí acude en tropel una gran
masa de habitantes, ansiosos de disfrutarlas y
crearse de seguida un centro de atracción;
donde, por el contrario, son escasos los productos
ó las fuentes se agotan, hay otro centro
de dispersión que no cesa, pues la población
aumenta en progresión geométrica, y los
manantiales de alimentación se estacionan ó
sólo aumentan en progresión aritmética.
En España siguen tres rumbos distintos
los trabajadores campesinos, comprendidos
ambos sexos: unos salen temporalmente del
suelo natal, con objeto de hallar ocupación en
ciertas comarcas.
De Aragón, Cataluña y Navarra salen hacia
Francia bastantes naturales en busca de
trabajo; sabido es quede Galicia van muchos
á Portugal con el mismo objeto; que de allí
y de Asturias vienen en gran número á determinadas
ocupaciones, y que durante el Agosto
son innumerables las cuadrillas de gallegos
que recorren el centro de Castilla verificando
la siega. De Aragón y de la Mancha alta se
dirigen periódicamente á las provincias andaluzas
no pocos trabajadores á ocuparse en
la recolección y molienda de la aceituna, y
de diferentes comarcas salen en determinadas
estaciones á verificar en otras, ora el carboneo,
ora el transporte de maderas, ora el pastoreo,
ora la fabricación de ladrillo, etc.

EMI — 649 — EMI
Está clase de emigración, no sólo no perturba
las ordinarias faenas de cultivo en las comarcas
de que parte, sino que constituye un
habitual modo de vivir en, sus habitantes.
Salen en la época en que no hallarían trabajo
en el lugar de su vecindad, y vuelven cuando
hay ocupación para ellos y sus familias.
Estos movimientos de población, cuando
son espontáneos, equilibran el trabajo y las
necesidades, y evitan aquí el exceso de brazos,
que acarrearía la miseria por falta del preciso
jornal; allá la falta de obreros, que traería en
pos de sí también la miseria por escasez de
producción.
El hecho grandemente perjudicial á la agricultura
, y del cual se ocupa menos el público,
si es que le presta atención, es el relativo ai
alejamiento del proletario de la tierra á que
aplica su trabajo.
El grado de este alejamiento varía mucho
en España. En las provincias del Norte, las
gallegas y asturianas, Santander, León y la
Vasconia, en parte de Zaragoza y Cataluña,
en la huerta de Valencia, Castellón y Murcia,
en la vega de Granada, el bracero vive cerca
de la tierra que cava, de la viña que vendimia,
de la huerta que riega; en el resto de
España tiene la habitación á larga distancia,
llamándose con razón lugareño, no campesino.
Entre la proximidad del bracero á la heredad
y el cultivo intensivo, y su ausencia y el
cultivo extensivo, hay una correlación perfecta.
A medida que la distancia se acorta, la
labor se concentra y perfecciona hasta llegar
á la horticultura: conforme la distancia se
aumenta, la labor se extiende y regatea, hasta
desaparecer y entrar en el sistema pastoril,
como sucede en Extremadura y parte de las
provincias de Cuenca, Ciudad Real, Toledo
y otras.
El alejamiento del cultivador de las fincas
produce desastrosos efectos en el sistema meramente
agrícola, bajo el punto de vista económico
y en el orden social. En el sistema
agrícola es causa de que el cultivo no sea esmerado
, y de que el agricultor adopte por
necesidad, no el de las plantas y semillas más
propias del suelo y clima, y de superior rendimiento
, sino el de aquellas otras que vegetan
puede decirse espontáneamente ó con escasa
intervención del hombre, aunque sea
económico su producto.
En el orden económico tiene el inconveniente
grave de acortar el tiempo de trabajo
útil y de aumentar los gastos de cultivo. Malo
para el propietario, porque con esto le falta
el primer elemento para poder luchar en la
concurrencia del mercado, que es la baratura
de la producción; malo para el trabajador,
porque cuando para aquél no hay ganancia,
no es posible que suba el jornal.
Y claro es que estos inconvenientes se han
dé reflejar en el orden social. Despobladas
las comarcas más favorecidas; abandonados á
la producción espontánea, que es el estado
salvaje de la agricultura, los terrenos más
Dtc—IV.
fértiles, piérdense para la nación tesoros que
están á la vista, por no haber quien los recoja
y transporte.
Otros marchan á establecerse en la corte ó
á los centros industriales. Esto es de gran
perjuicio para la agricultura, y á veces da
motivo á desequilibrios de gran trascendencia
social; sin embargo, el hecho es inevitable,
en tanto que no varíen las presentes circunstancias
sociales.
M. Woloski dijo en la Sociedad Central de
Agricultura, en 1869, sobre el particular lo siguiente:
«El crecimiento de la población en las ciudades
no es un hecho aislado y particular en
Francia; nótase en mayor escala aún en los
Estados Unidos, en Austria, en Alemania, en
toda Europa. Este hecho significa progreso
del cultivo. Los habitantes de las ciudades son
consumidores; los del campo, productores. Estos,
siendo menos, producen más, gracias al
empleo de los instrumentos perfeccionados, y
el superfluo de la producción agrícola aumenta
el bienestar general. Producimos más y
mejor que hace cincuenta años; la comodidad
de todos aumenta; la emigración de los campos
á las ciudades no es, pues, en cierta medida,
un hecho sensible; el equilibrio se restablecerá
por sí mismo en las proporciones más
económicas.»
El equilibrio se restablecerá ciertamente,
pero entre tanto se agravará la crisis por que
pasa el agricultor. Este, que no puede pagar
jornal tan subido como el industrial, porque
su utilidad es menor, se verá forzado á disminuir
las labores del cultivo, ó á mermar esa
utilidad, si quiere competir con el industrial
para retener á los obreros. Porque, no hay que
dudarlo, el trabajo campestre es el más duro
y peor retribuido, por lo cual es preferido el
urbano, aunque tiene grandes inconvenientes.
Prefiere el célibe el servicio doméstico de la
ciudad, porque proporciona mayores distracciones
y mejor alimento; prefiere el casado el
industrial, porque en los talleres se alcanza
más elevada consideración, y es posible el
ahorro teniendo ordenada conducta. Sentimos
el hecho por lo que perjudica al cultivo agrario,
pero no podemos censurar, como hacen
muchos, que el jornalero aspire á mejorar de
situación, yendo á donde quiera que en su
juicio pueda conseguirlo.
Con relación ala agricultura, no en todas
las naciones ni en todas las provincias de una
misma nación tiene igual gravedad la deserción
de los trabajos rurales. En Francia, por
ejemplo, se juzga que la tiene grande, y entre
lo mucho que se ha escrito sobre el particular,
citaremos lo que,exponía M. de Toqueville
en una Memoria presentada á Luis
Napoleón en 1859:
«El movimiento de emigración de los campos
á las ciudades pone á los agricultores en
un estado de malestar é inquietud que podría,
si se agrava, convertirse en un verdadero
desastre.
42

EMI — 6. ¡•50 — EMI
»Este movimiento es además un gran peligro
social. Aumenta sin tasa ni medida en las
grandes poblaciones esa masa de proletarios
imprevisores que viven al día, pierden las
creencias religiosas y buenas costumbres, y
son el origen de una generación débil, prematuramente
corrompida, destinada á recurrir
tarde ó temprano á la candad pública, cuando
no "Va á parar á los presidios.
• »Y cuando por consecuencia de una de esas
perturbaciones industriales, que es imposible
preveer ni evitar, el trabajo falta á esos desgraciados,
que no se han podido habituar al
ahorro, lo reclaman como un derecho y se
arman contra una sociedad que no puede modificar
las leyes de la producción y del consumo.»
Según la estadística de 1881, la población
francesa está clasificada del modo siguiente:
Agricultura 18.204.788
Industria 9.324.107
Comercio 3.843.447
Transporte y marina 800.741
Ejército y fuerza pública 552.851
Profesiones liberales • 1.829.768
Rentistas y empleados 2.148.773
Individuos sin profesión 727.588
Profesiones desconocidos 173.816
Total 37.405.290
De este dato resulta una observación importante
en favor de la población agrícola,
por su virtud de resignación y sus instintos
pacíficos. Diez y ocho millones de franceses
dedicados á la agricultura no son un peligro
para el sosiego. Si se acumulan más de 3
millones para trabajos industriales en los centros
populosos, la paz estará constantemente
amenazada.
En Irlanda, que es un caso excepcional, la
emigración es sumamente beneficiosa.
A causa de la gran miseria que hubo en los
años de 1846 y siguientes, la población agrícola
de aquella isla comprendió que no tenía
más remedio que abandonar los patrios lares.
En siete años se embarcaron para América
1.500.000 personas. Y sucedió que hallaron
en la nueva patria libertad y riqueza. Los
primeros emigrantes enviaron á sus parientes
y amigos, para pago de pasaje, inmensas cantidades.
Se calcula que ascendieron en cinco
años á 100 millones de reales.
Los propietarios se dieron el parabién de
este persistente enrarecimiento de la población
proletaria. Por una parte pudieron reducir
el impuesto de los pobres, que los arruinaba,
y por otra, disminuyendo á menos de
la mitad el número de 700.000 granjas que
había en Irlanda, ha sido posible dedicar á
magníficas dehesas de pasto las tierras que no
producían avena ni patatas, ó introducir el
gran cultivo, sirviendo de base la cría de ganado
y la maquinaria perfeccionada.
En España la ausencia de los trabajadores
de las poblaciones rurales aumenta excesiva­
mente los gastos de cultivo, y somete á los
cosecheros á las exigencias de aquéllos. En
ciertas épocas del año, tales como en las de
recolección de frutos, sobre todo en la de la
siega, suelen ocurrir grandes conflictos entre
los muchos que solicitan trabajo y los pocos
que lo ofrecen. Con la población rural actual
no se puede atender oportuna y económicamente
al cultivo; ¿qué sucederá si continúa:
la deserción , cualquiera que sea el motivo
que la cause?
Puede afirmarse que España es, entre las
naciones principales de Europa, la que puede
contar con meuos brazos para el cultivo de
la tierra. Pero es de notar una circunstancia
que constituye un verdadero desastre para la
agricultura, y es la concentración extremada
de esa población.
Hay otros, por último, que dejan el suelo
natal para buscar sustento ó fortuna lejos de
la patria, y son los que propiamente se llaman
emigrantes.
La emigración es mucho más de lamentar
que la ausencia del trabajador de las poblaciones
rurales para establecerse en las fábricas
ó en la corte, porque no sólo priva de brazos
á la agricultura, sino de ciudadanos á la patria.
Generalmente se ha exagerado el contingente
de los emigrados. Una corriente parte
de las provincias de Levante, y se dirige á
las playas africanas; otra parte de las provincias
del litoral cantábrico, y se dirige á América.
La emigración á América de las provincias
del litoral cantábrico, según datos de crédito,
es mucho mayor, siendo de advertir que las jóvenes
que se embarcan, casi todas de Navarra
y Guipúzcoa, no van como hermanas ni como
hijas; van alucinadas por las sugestiones de
viíes especuladores. La emigración de Levante
alcanza á familias enteras, las cuales, como
observa D. Melitón Martín ocupándose en
este asunto, llevando consigo los afectos más
tiernos y poderosos, puede ser que digan adiós
para siempre á sus hogares.
Otra diferencia es que, así como los emigrantes
del Noroeste suelen permanecer en situación
precaria, muchos de las provincias del
litoral cantábrico adquieren considerables riquezas
, que traen á la madre patria si regresan
, y de las cuales en todo caso participan
sus pueblos natales y sus familias. Importa
tener presente esta circunstancia, para no
apreciar solamente la emigración por el perjuicio
indudablemente sensible que causa ala
agricultura. Citaremos un dato fehaciente.
De la provincia de Pontevedra emigraron
en el quinquenio de 1876 á 1880, 5.113 jóvenes
y adultos á las repúblicas sur-americanas.
Una sola casa pagó en un año por letras
procedentes de Montevideo y Buenos Aires
cerca de 5 millones de reales. Se asegura que
hoy no bajarán las remesas de fondos de 2 á 3
millones de reales anuales. ¿Hay quien dude
que esta cantidad compensa en gran manera
la falta de brazos, pues su inversión y circu-

EMI — 651 — EMI
lación ha de proporcionar necesariamente
bienestar á los residentes?
La emigración temporal de unas provincias
á otras, ó á las naciones vecinas, es bastante
considerable, mas sin embargo, no afecta á
los intereses rurales. Sólo cuando los trabajadores
salen para ocuparse en obras de importancia,
como las de construcción de ferrocarriles
, altera el precio de los jornales y dificulta
el cultivo.
II. CAUSAS DE LA EMIGRACIÓN DE LOS CAM­
POS Y MEDIOS PROPIOS DE EVITARLA. — Prescindiendo
de muchas cuestiones relacionadas
con esta materia, de que nuestros lectores
podrán enterarse hojeando las obras citadas,
indicaremos solamente la parte práctica, y
que para nosotros es más importante.
En el expediente formado á consecuencia
del Informe abierto por la Junta sobre la
emigración española y medios de contenerla,
se hallan datos muy pertinentes al asunto
que nos ocupa, cuyo resumen se halla en la
Memoria publicada por la misma.
Insertaremos en extracto las contestaciones
más comprensivas, y las cuales puede
decirse son como el reflejo de la opinión pública
sobre este trascendental asunto.
Región de Levante.— Según informe de los
Sres. D. Antonio Alvarez Aranda, ingeniero
agrónomo de la provincia de Almería, y la
Junta provincial de Agricultura, Industria y
Comercio, las causas de la emigración son: las
sequías persistentes, la alta temperatura, las
frecuentes y terribles inundaciones, el excesivo
número de jornaleros que hay en la provincia,
y falta de vida propia por el abandono en
que se les tiene; y los medios para contenerla,
el fomento de la agricultura, industria y comercio,
sin distinción alguna; facilitar la industria
minera; supresión del derecho de portazgo
sobre los minerales, así como del impuesto
sobre el producto bruto que pagan
las explotaciones mineras; ejecución de las
obras del, puerto de ' a
capital.
Según informe de la Diputación provincial
de Almería, las causas de la emigración son:
la despoblación de montes; inundaciones; excesivos
impuestos; falta de obras públicas de
importancia y de establecimientos fabriles;
decadencia de la industria minera y disminución
del esparto, principal elemento de la riqueza
del país; y los medios para contenerla,
la apertura de vías de comunicaciones, especialmente
la construcción de las carreteras de
Vera á Garzucha, de Huercal-Overa á Vélez
Rubio, y de Fondón á Ugíjar, y la del ferrocarril
de Linares á Almería y de Murcia á
Granada.
El informante D. Juan de Mata García, de
Alhama de Almería, señala como causas de la
emigración la falta de trabajo y de ocupaciones
lucrativas; la postración creciente de
la agricultura, industria y comercio; y precisa
como medios para contenerla, la repoblación
de montes y plantíos; alumbramiento de
nuevas fuentes; modificación de las cartillas
de amillaramiento de la riqueza rústica, y
rebaja de la contribución de consumos; evitar
los rigores y abusos en la cobranza de los impuestos;
ferrocarriles de Linares á Almería,,
y de ésta, por Sierra Almagrera, á Lorca y
Murcia; carretera de Málaga á Murcia, y
obras en el puerto de Almería.
Los informantes Sres. D. Benito Bentué
y D. José Marín Mogallón, ingenieros agrónomos,
y la Junta provincial de Agricultura,
Industria y Comercio de Granada no señalan
causas de emigración, pero indican
como medios de contenerla la instrucción del
jornalero; remoción de los obstáculos que se
oponen á la producción; facilitar el transporte
de los brazos útiles de una á otra provincia
y á las Antillas; vigilar y castigar las agencias
de emigración; colonización interior y
exterior; franquicias á los inmigrantes; formación
de un verdadero catastro, y grandes
reformas en todos los ramos de la Administración
pública.
Según informe de la Junta provincial de
Agricultura, Industria y Comercio de Murcia,
las causas de la emigración obedecen á
la escasez de lluvias; la frecuencia de aluviones
torrenciales; la reserva; la desacertada
elección de cultivos; falta de vegetación de
los montes, y de dirección inteligente en el
aprovechamiento de las aguas; el atraso de
las industrias agrícolas; la defectuosa organización
de las corporaciones populares, y lo
excesivo de los impuestos; pero los medios
para contenerla pudieran ser la repoblación
de los montes; derivación y encauce de las
ramblas; construcción de pantanos; mejoramiento
del cultivo, ganadería é industrias
agrícolas, y construcción de una granja modelo.
Según informe de la Sociedad económica de
Amigos del país, de Murcia, las causas de la
emigración soií: las guerras y discordias civiles,
el deseo de eludir la acción de los tribunales
de justicia, la falta de ocupación de
braceros y labradores por la obstinada sequía,
y la decadencia de la industria minera en la
sierra de Cartagena; y los medios para contenerla,
la construcción de obras públicas, fomento
de la agricultura, rebaja de los impuestos,
construcción de canales de riego ó
derivación de las aguas torrenciales.
Según el informante D. Vicente San Juan,
ingeniero agrónomo de la provincia de Murcia,
obedece la emigración ala falta de lluvias;
las inundaciones; la usura; el equivocado
sistema de cultivos; la creciente exportación
de esparto de la Argelia, con perjuicio
de los de la provincia, y la postración de la
industria minera; y servirían como medios
para contenerla, la repoblación de montes,
construcción de canales, creación de sociedades
de crédito agrícola, establecimiento de
una granja modelo, rebaja de los derechos
arancelarios y construcción de obras públicas.
D. Pedro Díaz y Gasón, de Murcia, informante,
señala como causas de la emigra-

EMi — 652 — EMI
cioii la miseria, la falta de lluvias, el deseo
de eludir la ley de quintas y la acción de los
tribunales, y la crisis agrícola y minera; y señala
como medios para contenerla, la creación
y aumento de medios de trabajo y de riqueza,
construcción del canal de Huesca y colonización
de Marruecos.
El informante D. Buenaventura Bachiller,
ingeniero jefe de montes del distrito de Alicante,
indica como causas de la emigración
las prolongadas sequías; el aniquilamiento de
la riqueza forestal y de los espartizales; el
desarrollo de la industria de espartería, que
facilita á las mujeres y niñas ganar jornales,
mientras los varones están en África; y señala
como medios para contenerla, el desarrollo
del trabajo, repoblación de montes para favorecer
las lluvias, reducción á cultivo de terrenos
incultos, colonización, apertura de
vías de comunicación, y fomento en grande
escala de la industria de espartería.
Según el informante D. Blas Loma y Corradi,
de Alicante, las causas de la emigración
son la escasez de lluvias, lo excesivo de
la tributación y de los gastos de cultivo, y
la desmoralización administrativa; y los medios
para corregirla, el favorecer la agricultura
y las pequeñas industrias; dotar al país
del agua de que carece por medio de canales,
diques, pantanos y exploraciones; modificar
en sentido más liberal posible la ley de aguas
y de sociedades: concretar los derechos en el
aprovechamiento de las aguas, de modo que
á la sombra de los existentes, no se prive á
nadie de adquirir otros.
Región cantábrica.— Según informe de la
Diputación provincial de Álava, las causas
de la emigración son: lo excesivo de los tributos
, los atrasos de la guerra, el servicio militar
y la pobreza del suelo; y los medios para
corregirla, el aumento de la población rural y
fomento de la agricultura por la formación
de cotos redondos equivalentes á un arriendo.
La Junta provincial de Agricultura, Industria
y Comercio de Álava, informante, no
indica cuáles sean las causas de la emigración,
pero señala como medios para corregirla el
procurar la acumulación de la propiedad, subdividida
con exceso, y dedicar capitales al
fomento de la agricultura.
Según el informante D. Adolfo Comba y
García, ingeniero agrónomo de la provincia
de Álava, las causas de la emigración son: el.
exceso de la población; el deseo de hacer fortuna;
la falta de instrucción, y las guerras civiles;
y los medios para contenerla, protegerla
industria rural; mejorar la agricultura, fomentando
los riegos y el arbolado, 3' dar á
ios obreros las mismas ventajas que los comisionados,
ofreciéndoles la colonización de terrenos.
Según informe de la Diputación provincial
de Vizcaya, las causas de la emigración son:
el deseo de mejorar rápidamente de fortuna,
fundado en el buen resultado que obtienen
los parientes 3' allegados; 3'los medios para
corregirla, la paz duradera, fuente de la riqueza
pública 3 7
del bienestar de los pueblos.
La Junta provincial de Agricultura, Industria
3' Comercio de Vizca3'a, informante,
señala como causas de la emigración el deseo
de mejorar de fortuna rápidamente al amparo
de sus parientes; y considera medios bastantes
para contenerla, la paz y tranquilidad
políticas; el fomento de la agricultura y el
desarrollo de las obras públicas é industrias
á que se presta la provincia, y el castigo de
los agentes.
Según informe de la Diputación provincial
de Orense, las causas de la emigración son : el
aumento de impuestos, la excesiva división
de la propiedad, la usura 3' falta de industrias,
3' el escaso jornal de los braceros; y los
medios para corregirla, la rebaja de los impuestos,
formación de un catastro verdad, ejecución
de vías de comunicación, favorecer la
exportación de ganados con buenos tratados,
bancos agrícolas 3' otros establecimientos' de
crédito, y una lej' para facilitar la redención
de cargas reales perpetuas que pesan sobre la
propiedad.
Según el informante D. Juan Prou, ingeniero
de montes del distrito de Orense, las
causas de la emigración son : la escasez de capitales;
la mezquindad de salarios; el exceso
de gravámenes; la excesiva subdivisión de la
propiedad, 3' la falta de vías de comunicación;
y los medios para corregirla, la equitativa distribución
de los impuestos: instituciones de
crédito; redención de foros y demás cargas;
fomento de la industria pecuaria; apertura
de vías de comunicación, 3' desarrollo de la
exportación de ganados por medio de buenos
tratados.
Según el informante D. José Vázquez Moreiro,
ingeniero agrónomo de la provincia de
Orense, las causas de la emigración son: la
falta de trabajo, escasa retribución de los jornales,
la usura, los foros y subforos, los juicios
llamados de prorrateo y la carencia de capitales
de explotación, la falta de industrias
y de vías de comunicación, 3' la paralización
del comercio; y los medios para corregirla, la
reforma de la recaudación de los impuestos,
creación de bancos agrícolas, redención de
foros 3 r
subforos, fomento de la ganadería,
construcción de obras públicas y apertura de
nuevos mercados á la ganadería.
El informante D. Pedro Mateo Sagasta, ingeniero
jefe de montes del distrito de Pontevedra
, indica como causas de la emigración
las últimas guerras civiles, lo excesivo de los
impuestos, las quintas, las malas cosechas;
la inmoralidad administrativa de los Ayuntamientos
rurales y la usura; y señala como
medios para contenerla; el ilustrar á los emigrantes
, facilitarles el pasaje á nuestras Antillas,
construcción de ferrocarriles, reducción
de impuestos, moralizar la administración
municipal, abreviar el servicio de las
armas, fomentar la agricultura é industrias,
extirpar la usura y reformar la administra-

EMI — 653 — EMI
ción de justicia, creación de estaciones agronómicas
y granjas modelo.
La Junta provincial de Agricultura, Industria
y Comercio de Oviedo, informante,
señala como causas de la emigración el deseo
de mejorar su estado y de proporcionar mejores
medios de subsistencia; estrechez y penuria
anejas al estado actual de la propiedad,
y la aversión al servicio de las armas; y señala
como medios para corregirla, el acrecentar
las producciones de la provincia para subvenir
al exceso de su población; cambiar la marcha
del trabajo; fomentar la instrucción, extendiendo
la enseñanza primaria y agrícola;
creación de Escuelas de artes y oficios, Cajas
de ahorros y Montes de piedad; rebajar los
impuestos; reforma de la ley de colonias agrícolas,
y de la de reemplazo y reserva del ejército.
Región Ínsula?:-—Según informe deD. Tomás
de Lara, gobernador de, la provincia de
Canarias, las causas de la emigración son : el
exceso de población, la falta de trabajo y la
reducción de cultivo de la cochinilla; y los
medios para corregirla, la construcción de
obras públicas, desarrollo del cultivo del tabaco,
concesión de terrenos en la Isla de Cuba
á los emigrantes canarios sin gravamen
alguno durante un período de seis años á
ocho, y la cantidad necesaria para compra de
animales é instrumentos propios para el cultivo
agrario.
Según informe de la Diputación provincial
de Canarias, las causas de la emigración son:
el rápido aumento de la población indígena,
las largas sequías, la excesiva división de la
propiedad y la depreciación que ha sufrido en
los mercados extranjeros la cochinilla; y los
medios para contenerla, una buena ley de colonias
agrícolas, creación de bancos agrícolas,
el fomento de la industria pesquera, el
impulso de las obras públicas, sobre todo
muelles y carreteras.
La Junta de Agricultura, Industria y Comercio
de la provincia de Canarias, informante,
indica como causas de la emigración
la miseria, la falta de trabajo y las sequías;
pero señala como medios para contenerla el
fomento de la agricultura, industria y obras
públicas; apertura de vías de comunicación;
colonización en la Isla de Cuba, reglamentando
la emigración á la misma.
D. Clemente Figueras, ingeniero jefe del
distrito de Canarias, como informante, señala
como causas de la emigración la falta de trabajo
y la depreciación que ha sufrido la cochinilla
por la competencia que le hacen los
tintes minerales y artificiales; y señala como
medios para contenerla, dar trabajo á la clase
necesitada, proteger la instalación y desarrollo
de grandes industrias.
Regiones varias.— Según el informante don
Zoilo Espejo, director de los Anales de Agricultura
y de la Revista de la Sociedad Económica
matritense, las causas de la emigración
son: las sequías; las inundaciones y la pérdi­
da de cosechas en Levante, y el desnivel constante
entre la población y las subsistencias
en el Norte y ¡SToroeste; y los medios para
corregirla, la colonización de terrenos como
el valle de Alcudia, y medidas enérgicas y radicales
para resolver el problema social de la
emigración, y desarrollo de la riqueza agrícola
de la patria. .
Según el informante D. Antonio Ribera,
director de El Pabellón Nacional, las causas
generales de la emigración son: la desigual
distribución de los impuestos, lo crecido de
éstos, la carencia de medios de locomoción,
el atraso agrícola, la falta de arbolado y de
canales de riego, la escasez de industrias agrícolas
y el desarrollo de la usura; como causas
particulares, la división de la propiedad, el
exceso de población y la pobreza del suelo en
el Norte y Noroeste, y la falta absoluta de
trabajo en algunas de Levante; y los medios
para corregirla, la rebaja de los impuestos y
fomento del trabajo, y facilitar la colonización
del archipiélago filipino.
Según informe de D. Julián Llórente y
Fernández, secretario general de la Academia
médico veterinaria, las causas de la emigración
son: la postración de la agricultura,
la muerte de las artes, la paralización de las
industrias, el descrédito y desconfianza general
,- las inundaciones y las sequías, la miseria
y la usura, y el defectuoso sistema de enseñanza;
y los medios para corregirla, unir
en uno solo el estudio de la agricultura, ó
sea el cultivo de los campos, y la veterinaria,
y formar radical y profundamente el sistema
de enseñanza.
D. Juan Ginés y Borras, de Barcelona,
como informante, no indica cuáles sean las
causas de la emigración, pero señala como
medios para corregirla la canalización de ríos
y canales para el riego de terrenos incultos;
establecer colonias agrícolas; colocación de
los emigrantes de África en las obras públicas;
construcción de carreteras y caminos vecinales,
realizando para plantear estos remedios,
por el Ministerio de Fomento, un importante
empréstito en condiciones distintas'
de los realizados hasta el día.
Este extracto, sacado del referido• expediente
de información, en el cual tomamos
parte, prueba que la cuestión, tanto en sus
causas como en sus efectos, es sumamente compleja,
como lo son todos los grandes hechos
sociales. Las opiniones emitidas por los informantes
son distintas, pero no contradictorias;
y es que el mal, si no en su origen, varía, al
parecer, en sus múltiples manifestaciones.
Entre los remedios propuestos, unos son
filosóficos, como los que se relacionan, por
ejemplo, con la autoridad paterna y las buenas
costumbres; otros son políticos, como los
que se fundan en el sufragio y en el sosiego
público; otros económicos, como los que consisten
en la organización del crédito y en la
ejecución de ciertas obras; otros agrícolas,
como los que se dirigen á la buena adminis-

E M E — 654 — EMP
tración de la hacienda y á la aplicación al cultivo
de los prodigiosos adelantos de las ciencias.
A poco que se reflexione, se advierte que
estos remedios no se excluyen, sino que antes
bien se completan, por lo cual todos deben
ser usados simultáneamente por individuos,
clases y Gobiernos, á fin de que el resultado,
en bien de la sociedad, sea tan general y duradero
como general y duradero ha sido el
efecto producido por las causas así remotas
como inmediatas á las de la emigración.
Conocida la opinión pública acerca de esta
materia en sus principales manifestaciones,
nuestra tarea tendrá por objeto sintetizarla
en sus puntos cardinales, indicar su mutua
correlación para poner en claro la unidad de
todos los pareceres y exponer las consecuencias
lógicamente derivadas del espíritu rural
en favor de la diseminación de la población
rural, del aumento de la riqueza agrícola y
de la paz de los Estados.
Gran número de publicistas, alarmados de
la emigración de las provincias del litoral,
han indicado que sería conveniente alguna
disposición legal que la restringiera directa ó
indirectamente. No somos de esa opinión.
Eso sería restablecer las leyes sobre adscripción
á la gleva. Las razones que aconsejan
respetar el derecho del trabajador para buscar
fortuna donde crea hallarla, están expuestas
con sentida frase por el Sr. Moret en la Memoria
de la Junta de emigración. «Esta, decía,
se presenta desde luego y á primera vista
como el tínico remedio que el emigrante
encuentra á su miseria; remedio que, por su
misma dureza y dificultad, supone ya que
otros más fáciles y más sencillos le son negados
en su propia patria. El hombre que la
abandona, va siempre huyendo de un mal superior
á la tristeza y melancolía que en todo
corazón despierta el abandono de su país y
la separación de aquellos seres que le son queridos
y de aquellos lugares que le dieron el
ser; y negarle, por lo tanto, ese consuelo y
coartar su libertad, sería.criminal tentativa.»
El autor de estas líneas, examinando el
asunto bajo otro punto de vista, y no ciertamente
por el del interés agrícola, se expresó
de este modo en su voto particular:
«La emigración en sí, humanamente considerada,
nada tiene de censurable, antes bien,
fundándose en el deseo natural de mejorar de
suerte, es un recurso para el desdichado de
una región y un medio de que se extienda la
civilización por las más atrasadas. Gracias á
ella, se equilibra la población, yendo el exceso
de unas partes á convertir los desiertos en
prósperas naciones; gracias á ella, se unen las
razas más distantes con los lazos del comercio,
y se realiza la unidad de la especie, confraternizando
los habitantes de los puntos
más apartados del globo.
»No; no es lícito condenar la emigración
en términos absolutos como hacen muchos, ni
merece la menor censura el que tiene alien­
tos para atravesar los mares, con menosprecio
de los peligros, en busca de un bienestar que
le niega el pobre techo que le cobija, la obscura
aldea en que reposan los huesos de sus
mayores. ¡Cómo censurarle! ¿Pues no sirve
de estímulo al progreso ese afán, ingénito en
nosotros, de ir subiendo en la escala del saber,
de la posición y de la riqueza? ¿Habrá
alguno entre los que han meditado y escrito
sobre la emigración; entre los que sugeridos
por un sentimiento noble, que no se haya esforzado
por pasar á la ciudad, de la ciudad á
la corte, de la corte á recorrer los lugares
más famosos del universo?
»Y en ello no hay mal; antes bien*, de esas
emigraciones, más ó menos pasajeras ó permanentes,
resultan ventajas sin cuento á todas
las naciones. El emigrante se enriquece, con
provecho de su patria, con los tesoros de saber
y experiencia de los pueblos que visita, y
á la vez va sembrando por ellos la fecunda
semilla de sus ideas, de su valor para acometer
las grandes empresas y de su prudencia
para llevarlas á término dichoso.»
Pero esto es en cuanto tiene aplicación á
los hechos particulares y se refiere i la libertad
del emigrante; pero en cuanto á la emigración
de los campos en sí misma, no puede
menos de considerarse de fatalísimos resultados
para la producción agrícola.
M. López Martínez.
EMINA.—Antigua medida de capacidad
para los granos, que en algunas partes equivale
á 21,80 litros y en otras á 24,95.
EMINEA.—Antigua medida de superficie,
cuyo valor varía, según las localidades, de 4
áreas 93 centiáreas á 16 áreas 48 centiáreas. |[
Se da el mismo nombre á una medida de capacidad
para los granos, cuyo valor es, según
las localidades, de 21,46 litros, 24,65.ó 28,88
litros.
EMOLIENTE.—Dícese del medicamento
que sirve para ablandar una dureza ó tumor.
EMPADRONAMIENTO (Estadística).—I.
El empadronamiento general de los
individuos de que se compone un pueblo, una
nación, un imperio, etc., fué de todos los
tiempos conocida su utilidad, pues en tanto
se conoce el número de la población que compone
un estado, se puede juzgar de su importancia,
y de los medios de fomentar la riqueza
y su valor.
La primera noticia que se tiene en España
de los empadronamientos parte del tiempo de
Augusto, emperador romano, que mandó llevar
á efecto el censo ó empadronamiento general
de todos los habitantes del imperio, cuyo
decreto expidió hallándose en Tarragona, y
coincidió con el nacimiento de Jesucristo. Se
dice que el mismo emperador escribió de su
propia mano el resumen del empadronamiento
, añadiendo al final, según Tácito, el consejo
de no extender más los límites del imperio.
Antes de esta época se conocía en Roma el
número de ciudadanos y el valor de su fortu

EMP — 655 — EMP
na, pues por los años de 442 antes de Jesucristo
se crearon los censores, cuyas funciones
eran llevar el censo de la población y la fortuna
de cada ciudadano. Esa magistratura, que
al principio fué reservada á los patricios, por
los años 339 antes de la Era cristiana fué
también permitida á los plebeyos. Los censores
se abolieron por Augusto. Los datos estadísticos
del empadronamiento, ó la reunión de
los del censo de población y de la riqueza, se
ve data de muy antiguo, y que Roma, en esto,
como en otras muchas cosas, fué la primera
á ensenar su utilidad y necesidad para la buena
administración del Estado.
Esto sabido en todos los tiempos, en todos
se conoció, como hoy, lo difícil de sumar con
exactitud todos los habitantes de una nación.
Pliuio enumera los pueblos que componen
la Península ibérica en tiempo de la dominación
romana, de lo que Osorio dedujo que la
población de entonces ascendía á 70 millones
de habitantes, que Viardot redujo á 40, los
que no han sido aceptados por las personas
versadas en tales asuntos; pero de ello se deduce
la importancia que siempre se dio á los
datos que se dirigen á inquirir el número de
habitantes de una nación. Dejemos esas épocas
lejanas, que citamos por mera curiosidad,
y vengamos á las más cercanas.
II. Según D. Tomás González, maestre
escuela de la Catedral de Palencia, la población
de España en tiempos de Isabel la Católica
era de 9.320.691 (véase Población de
España). El censo oficial ó empadronamiento
verificado en 1768 dio por resultado una población
de 9.309.814 individuos. En 25 de
Julio de 1786, Floridablauca, ministro de
Carlos III, mandó formar un nuevo empadronamiento,
y prevenía: «Que las justicias,
por sí ó por diputaciones de Ayuntamientos,
acompañadas del cura, visitaran todo el pueblo,
ó por parroquias, calle, ita, formando
lista del número de almas ó de individuos de
cada casa, habitación ó refugio dentro del
pueblo, ó en su campo y jurisdicción, conforme
á la edad de cada uno, y con expresión
del oficio que ejerciera, sin tomar por eso sus
nombres, arreglándose al modelo que se acompañaba,
y que después el corregidor, asistido
de los curas, formase el estado de todo el
pueblo y lo remitiese al intendente, á fin de
que éste formase el de todos los pueblos de
la provincia y se pueda levantar en la Corte
el resumen general de la nación».
Del resumen indicado resultó un total de
10.541.321 individuos, 5.220.299 varones y
5.320.922 hembras.
Por Real orden de 14 de Mayo de 1857 se
previno que se formara un censo general de
toda la población de España y sus islas adyacentes,
fijándose el 21 de Mayo para llevar á
efecto el empadronamiento general. Este trabajo
, que es una gloria del reinado de Isabel
II y un triunfo de la Junta general de
Estadística, arrojó el resumen de 15.464.340
habitantes. Los confeccionadores de este tra­
bajo creyeron haber hecho uu buen servicio,
sin embargo de dudar haber llegado á la exactitud
relativa en estos asuntos, pero más en
consonancia con la verdad que los ejecutados
en 1822 y 1837.
En 1877 tuvo lugar, el 31 de Diciembre, el
censo, recuento ó empadronamiento general,
bajo la dirección del Instituto Geográfico y
Estadístico; casi al final del año 1879 se publicó
en la Gacela el resultado, del que aparece
que en aquella fecha había en España
16.731.570 habitantes, que eran varones
8.244.976 y hembras 8.486.502; que existían
en España y sus posesiones 501 partidos judiciales
y 9.314 ayuntamientos; que dividieron
las provincias, para los efectos del censo, en
43.510 secciones, y se recogieron 4.236.072
cédulas. El número de transeúntes españoles
en aquella fecha era el de 445.937, y el de
extranjeros 13.907, y el de ausentes españoles
564.466 y 1.088 extranjeros. La provincia de
mayor población ó número de habitantes es la
de Barcelona, cuya cifra alcanza á 826.015, y
la de menor Álava, que sólo llega á 94.945.
La Gaceta del 28 de Septiembre del año
corriente de 1887 ha publicado el Real decreto
de 20 del mismo é instrucción para la ejecución
del nuevo censo de población, decretado
por la ley de 18 de Junio del mismo año.
El empadronamiento general tendrá lugar en
la noche del 31 de Diciembre de este año al
1.° de Enero de 1888, en la Península é islas
adyacentes. De presumir es, teniendo en cuenta
los medios de ejecución de que hoy se dispone
por el Instituto Geográfico, el celo con
que tiene costumbre de desempeñar cuanto
está sometido á su dirección, que el empadronamiento
será verdad, y su resumen, ó mucho
nos equivocamos, ó se aproxima á 19
millones de habitantes.
J. de Hidalgo Tablada.
EMPAJADA.—Mezcla de hierba y paja
menuda que se da como alimento á los solípedos.
Las empajadas, que se dan como refrescantes
cuando el estado del animal lo requiere
, y que es además un pienso más nutritivo
que el ordinario, se componen de paja menuda,
de salvado ó harina de diferentes cereales y
agua. El todo ha de revolverse bien durante
dos ó tres minutos. Las empajadas no deben
administrarse con demasiada frecuencia y sin
necesidad.
EMPAJAR.—Rodear ó cubrir un vegetal
de paja para preservarle del frío. También se
empajan algunos arbustos, como el frambueso
y el grosellero, para impedir que los pájaros
devoren el fruto. Con objeto de conservar las
aves y otros animales pequeños destinados á
los gabinetes de Historia natural, se empajan
algunas veces.
EMPALIZAR.—En horticultura es lo mismo
que poner rodrigones para afianzar tallos
y ramas, obligándoles á que tomen una dirección
dada y contribuyan á dar á las plantas
formas caprichosas, como sucede en las contra-espalderas,
donde suelen ser poderosos

EMP — 656 — EMP
auxiliares, y algunas veces en las espalderas
mismas.
En agricultura, empalizar suele ser algunas
veces sinónimo de establecer estacadas.
En algunos puntos llaman empalizar á hincar
estacas profundamente, dejándolas que
sobresalgan poco del suelo, con el fin de contener
la denudación de las tierras por las
aguas. Se emplean con más frecuencia en las
arenosas, y muy especialmente en las márgenes
de los ríos, para oponer obstáculos al movimiento
de la arena que se quiere retener,
obligando al agua á deslizarse suavemente
por encima de la estacada.
También se recurre en agricultura á la empalizada
para los bancos ó escalones de tierra,
cuando escasea la piedra en los terrenos
en ladera, así como para cercar cuadros, áfin
de preservarlos de los instintos destructores
de los conejos y otros animales que se elevan
poco para producir daños en los planteles y
viveros.
Se empalizan igualmente los troncos de los
árboles próximos á las carreteras, con el propósito
de evitar su descortezado y estropeo
por los animales que se detienen cerca de
ellos.
EMPANAR.—Sembrar las tierras, y también
sofocarse los sembrados por haberse echado
demasiada simiente. La costumbre de ciertos
países de sembrar demasiada tierra y de
no cambiar de cultivos mediante alternativas
bien combinadas, impide los verdaderos progresos
de la agricultura,
y es un
obstáculo al bienestar
de las poblacionesagrícolas.
En muchos
puntos se comete
el error de considerar
la cantidad
de trigo sembrado
como la base
de la producción
de una granja, y
se olvida demasiado
que para
producir bien es
necesario abonar
mucho, y que una
hectárea de tierra
bien estercolada producirá más que dos
bien empanadas y con poco abono. Toda clase
de producciones forrajeras deberían por lo
mismo ocupar mayor espacio en las explotaciones
, con objeto de alimentar más ganado
y producir mayor cantidad de abono; de esa
suerte ganarían las tierras y los labradores. «Si
quieres cosechar trigo, cultiva prados», dicen
en algunas regiones donde se halla verdaderamente
adelantada la agricultura.
EMPARRADO (Cultivo de la vid).—Ya.
hemos dicho las especies de cepa que son más
adecuadas para formar los emparrados propiamente
(véase Ampelografía), que no son
otra cosa que poner en las lindes de las viñas
liños de plantas espesas, á los que se da impropiamente
el nombre de emparrados. Estos
son los que con maderas ó hierro se fundan
altos, en bóveda que puede pasarse por debajo,
dirigiendo las vides de modo que cubran
con sus sarmientos y hojas la bóveda indicada.
La vid, como planta trepadora que exige
poda anual, se presta para hermosear con sus
frutos y hojas los paseos de las huertas y jardines,
ya sea formando emparrados de formas
diversas con hierro, maderas ó espalderas.
También los hemos visto sujetos á los árboles
puestos en la linde de los paseos, y cruzar las
vides de una parte á otra de ellos formando
bóveda. Al tratar de las plantas de adorno,
jardines, etc., entraremos en más detalles.
J. de Hidalgo Tablada.
EMPARVAR.—En el artículo Trilla,
Trillar las ritieses, entraremos en los detalles
de esta operación, .que lo primero que exige
es tener bien dispuesto el sitio en que se han
de colocar las mieses (véase Era) para trillarlas,
que es lo que se denomina emparvar.
J. de Hidalgo Tablada.
EMPEGA. — Pega ó materia dispuesta
para empegar. || Señal ó marca que se hace
con pez al ganado lanar.
EMPEGAR.—Las tinajas en que se pone
el mosto para fermentar hay que empegarlas
para que sirvan al efecto. No es, como suponen
algunos, que el caldo fermentado en los
vasos así dispuestos saca el gusto & la pez;
Figura 313.— Empeltre
ésta barniza sólidamente el interior de ¡a tinaja,
sin prestar otro servicio que quitar la
porosidad al barro, que sin ese auxilio filtraría
el caldo y perdería mucho calor del desarrollado
por la masa fermentable, cosas ambas
que perjudicarían la buena aplicación que se
reconoce en las tinajas para fermentar los
mostos. No sucede lo mismo con los pellejos
en que se transporta el vino; siendo el estado
de la pez para empegarlos flexible y suelta, el
caldo toma algo de sabor, perceptible para los
que no están acostumbrados á beberlo.
J. de Hidalgo Tablada.
EMPELTRE (Cultivo del olivo).— Entre

EMP — •657 — EMÚ
las variedades de olivo se encuentra la empeltre,
cuyo nombre se cree procede de ser injerto;
así lo hemos advertido en las infinitas
plantas que hemos examinado en los buenos
plantíos que hay situados en las riberas del
Ebro y otros varios puntos de la Rioja, Navarra
y Zaragoza, de donde hemos traído las
que cultivamos desde 1855 en esta localidad
(Morata de Tajuña).
En la figura 313, b representa la forma de
las hojas, cuyo color en la parte superior es
verde obscuro, y en la inferior verde vivo; las
fibras están poco marcadas, carnosas.
El fruto a tiene de altura, término medio,
28 milímetros y 16 de diámetro; pesa 4 gramos;
y el hueso c, que suelta la parte pulposa
con facilidad y se queda limpio, pesa 8 decigramos.
La pulpa es blanca en el interior y
violeta al exterior; pesa 3 gramos 2 decigramos.
Esto le hace que sea una de las variedades
que rinden mucho aceite, el que es de
una calidad excelente.
La aceituna es buena para adobar.
El árbol es de poco porte, poco propenso á
los nudos, agallas ó verrugas. Madura el fruto
temprano, y lo produce en abundancia y
anualmente; resiste bien el frío. Requiere tierras
fértiles; se aviene al riego en suelos permeables,
y abonándolo paga con usura el
trabajo. Como árbol que fructifica mucho, ramea
poco, y en las podas y escamondas debe
irse con cuidado, quitar poca leña, sólo con la
idea de renovación de las ramas.
Su multiplicación en Aragón se efectúa
injertando de canutillo en los viveros las ramas
que en fierran para obtener brotes, que
cuando llegan á un centímetro de grueso las
injertan, y á los dos años lastransplantan.
Recomendamos la variedad de olivo descrita
, por ser de pronto y abundante llevar el
fruto excelente que produce.
J. de Hidalgo Tablada.
EMPIREUMA—Olor y sabor particulares,
generalmente ingratos, y á veces hasta
nauseabundos, que toman las substancias animales
y algunos vegetales sometidos á fuego
violento.
EMPIRISMO—Cuando, unido al charlatanismo
y presunción, se encarecen las bondades
de la práctica ó de la ciencia, sin conocer
los resultados de la primera ni las aplicaciones
de la segunda, así como si se sostiene
que tal ó cual cosa debe ejecutarse estrictamente
como lo indican las dos, sea cual fuese
el sitio ó lugar, tratándose de la agricultura
y ganadería, á ese sistema se llama empirismo.
Los que niegan las bondades de la ciencia
aplicada y sólo creen en las de la práctica,
profesan el empirismo.
La ciega rutina de la práctica es tan perjudicial
al agricultor como al agrónomo que
todo lo funda en las teorías agronómicas, y
no da importancia á las prácticas seculares,
que el examinarlas y conocer las teorías sobre
que reposan han dado lugar á la aplicación
de las ciencias á la agricultura, y for­
mado la ciencia de la producción agraria. En
nuestro juicio, en la aplicación bien concertada
de la teoría y la práctica, según las condiciones
en que estemos colocados para la producción,
consiste el suceso, que es la prueba de
haber acertado en los medios aplicados. Hermanar
la ciencia y la práctica es separarse del
empirismo.
J". de Hidalgo Tablada.
EMPIZARRAR.—Cubrir con pizarras ei
techo de un edificio. (V. Pizarra.)
EMPLASTO.—Medicamento más ó menos
consistente, que se reblandece con el calor y
se adhiere á las partes á que se aplica. Los
emplastos empleados en veterinaria son generalmente
resinosos, y su acción puede ser
tónica, excitante y aun irritante, según las
substancias de que se hallen compuestos. Se
los coloca sobre los tumores que se pretende
hacer desaparecer; sóbrelos ríñones, resentidos
á consecuencia de violentos esfuerzos;
sobre las articulaciones cuando aparecen cojeras
por distensión, etc.
EMPOLLAR.— Calentar el ave los huevos
poniéndose encima de ellos para sacar pollos.
(V. Incubación.)
EMPOZAR.—Poner el cáñamo á enriar en
pozas ó charcas para que se cueza. (V. Cáñamo.)
EMPRADIZAR—Hacer prado un terreno,
echando hierbas propias para el pasto.
(V. Prados.)
EMPRIU.—Voz con que en Cataluña se
designa el derecho ó servidumbre de pastos
en los terrenos comunales que los vecinos de
un pueblo tienen sobre los de otros colindantes.
(V. Adeniprio, Alera farol.)
EMULSIÓN. — Preparación farmacéutica,
y también casera, líquida y generalmente de
color de leche. Las farmacéuticas se hacen
con agua sola, ó añadiéndose alcohol y clara
de huevo, ó un mucílago para disolver gomoresinas,
resinas, bálsamos ó aceites crasos y
trementinas. Las sencillas ó caseras se preparan
con almendras, chufas, pepitas de melón
ú otras simientes, majándolas en un mortero
y echando agua en él poco á poco. Vulgarmente
se llama horchata.
EMULSOR (Tecnología) —De síg nan se
con ese nombre los aparatos que se emplean
para facilitar la mezcla de grasas con ciertas
substancias, y para desmenuzarlas, reduciendo
aquéllas á un estado de mayor fluidez. Como es
sabido, la leche desnatada con las centrífugas
sólo contiene una pequeñísima cantidad de
substancia butirosa, y por consiguiente, los
quesos elaborados con ella son de mala calidad.
De ahí que en América se haya pensado
en incorporar á esa leche una materia grasa,
habiéndose adoptado generalmente la óleomargarina,
y practicando de consiguiente una operación
inversa á la del desnatado para fabricar
los llamados quesos artificiales; quesos
que por cierto no son comparables en ningún
caso con los obtenidos de leche natural, mas
que pueden servir para atender las exigencias

EMU — 658 — EMU
de ciertos consumidores modestos, además de
servir para utilizar la leche desnatada. La tarea
de mezclar íntimamente con ésta, ó emulsionar
una grasa, de manera que se obtenga
un líquido artificial que presente el aspecto
de la leche natural, en la cual se encuentra
la manteca en suspensión bajo la forma de
pequeñísimos glóbulos, no es tan fácil como
pudiera creerse á la primera impresión. El
Figura 314.—Etnulsor de Laval
primer mecanismo para ese fin fué ideado en
América hacia el año 1881, y por el nombre
del autor se llamó Cooley emulsión Machine.
En Inglaterra, Mr. Lawrence, el conocido inventor
del refrigerante para la leche, se ocupó
también en resolver el problema, pero al
parecer con éxito poco satisfactorio. En Dinamarca
obtuvo el Sr. Benzon privilegio de invención
en 1884 por un aparato que dio resultados
excelentes; aparato que ha sido empleado
en muchos puntos y en algunas localidades
de Italia especialmente, pero ninguno
de esos inventores ha satisfecho en realidad
las exigencias que han de llenar los aparatos
de esa especie.
Todos los mencionados reclaman gran cantidad
de fuerza para ser puestos en movi­
miento , y solamente son útiles para las grandes
queserías, no para las lecherías que disponen
de una cantidad de leche relativamente
limitada, y que solamente poseen elementos
de fuerza para poner en movimiento una desnatadora
centrífuga. Por otra parte, la emulsión
por medio de los mecanismos citados reclama
gastos de alguna consideración , tanto
para la adquisición de la máquina, como para
montar los elementos de transmisión
indispensables. De ahí la importancia
de estudiar la manera de aplicar á las
desnatadoras un aparato que pueda
obrar con la misma energía que la centrífuga,
sobre todo si era dable adoptar
el mismo tambor, modificado convenientemente
para obtener la emulsión.
A resolver el problema se han
dedicado últimamente el Sr. G. de Laval
, de Stokolmo, y los Sres. Burmeister
y Waiu, de Copenhague. Los últimos
son los que le han resuelto en la
forma más económica. Utilizan como
máquina de emulsión el tambor de su
centrífuga, haciendo penetrar é determinadas
temperaturas y en determinadas
proporciones la leche desnatada
y la margarina; suprimen el tubo
de salida de la leche desnatada, y por
consiguiente dan salida á la emulsión
por el tubo de descarga de la crema.
La velocidad necesaria para obtener
esa emulsión es la misma que ha de
emplearse para el desnatado de la leche.
En conclusión, para transformar
la desnatadora en emulsora basta adquirir
un recipiente adecuado para colocar
la margarina.
El doctor de Laval ha imaginado á
su vez un aparato especial para sustituir
el tambor de la desnatadora, y de
ahí el emulsor que vamos á describir.
La figura 314 da una idea de la construcción
del principal elemento de ese
aparato, y la 315 presenta la sección
del emulsor con sus accesorios. Ese
aparato está compuesto de dos discos
de acero c y d (figura 315), como partes
principales, atornillados fuertemente
uno á otro, y que al unirse forman la cavidad
en que se introducen por un embudo e
los líquidos que se han de mezclar. Antes de
proceder á la superposición de un disco sobre
el otro, se colocan sobre los bordes del inferior
cuatro pedacitos de papel, en posiciones
opuestas de dos en dos. De tal manera se obtiene
una estrecha hendedura f, por la cual
sale forzada la emulsión á causa de la presión
que se desarrolla en los dos líquidos, sometidos
á una rápida rotación. La leche desnatada
y la margarina, á consecuencia de la acción
de la fuerza centrífuga, tienen que abrirse
camino á través de la hendedura en un estado
de gran subdivisión, y esa subdivisión permite
que se realice la mezcla íntima de esas
dos substancias, las cuales se descargan bajo

EMÚ — 659 — ENA
la forma de emulsión por el tubo h. El emulsor
puede mezclar de 25 á 30 partes de grasa
en 100 de leche. Naturalmente se ha de diluir
esa emulsión de manera que se obtenga una
leche capaz de contener un tanto por 100 de
grasa previamente fijado. Para la fabricación
de quesos artificiales, la práctica ha aconsejado
que se agregue á la emulsión tanta cantidad
de leche desnatada que se pueda obte-
Figura 315.—Sección del 'emulsor de Laval
ner un líquido con 1 ó 1,50 por 100 de grasa.
Antes de comenzar la emulsión, conviene elevar
á cierta temperatura tanto la leche desnatada
como la grasa. Cuando se emplee la margarina,
la temperatura de ambas substancias
no debe ser inferior á 50 centígrados. También
es recomendable la práctica de calentar
por lo menos una parte de la leche desnatada
hasta esa misma temperatura, á fin de obtener
una mezcla más íntima entre esa leche y la
emulsión. Para montar el aparato es necesario
ante todo colocar en el sitio conveniente un
recipiente de hierro estañado, y en forma de
cono truncado, que sirve para impedir que
caiga alguna gota de la emulsión sobre el árbol
de rotación. Después se coloca la parte inferior
d del emulsor, y se atornilla sobre ella la
parte superior c, ajustando por último la tapa
superior, también de hierro estañado, sobre
la cual se ponen los dos recipientes, que deben
contener: uno la leche desnatada, y otro
la grasa. Una de las primeras cosas á que hay
que atender es regular el descenso de los dos
líquidos de manera que cada recipiente deje
fluir la cantidad del líquido en él contenido
necesaria para la emulsión. Se
logra eso haciendo descender más ó
menos por las acanaladuras correspondientes
los dos bastones ó barretas k y
l. Así que el aparato adquiere la velocidad
ordinaria de 6.500 á 7.000 vueltas
por minuto, se introducirá la leche
en el emulsor, y cuando la leche comienza
á salir por el tubo de descarga
h, se hará afluir la grasa, procurando
que continúe entrando por algún tiempo
la leche desnatada en el emulsor,
aun después de haber cesado el descenso
de la grasa.
Según las indicaciones de la casa
constructora, el emulsor descrito puede
engrasar 260 litros de leche por
hora. El aparato, con sus accesorios
aplicable á la desnatadora ordinaria,
cuesta unas 300 pesetas en Stokolmo.
También construye otros de menores
dimensiones, que se pueden colocar en
el afuste de la desnatadora de mano y
de tambor vertical.
EMUNTORIO fAnatomía).— Todo
órgano destinado á dar salida á las
excreciones naturales ó artificiales.
Con ayuda de estos órganos la economía
lanza fuera de sí las materias extrañas
y heterogéneas, ya le hayan vevenido
del exterior, ya se hayan formado
en su seno.
ENAJENACIÓN.—El acto por el
cual se transfiere á otro la propiedad
de alguna cosa á título lucrativo, como
la donación, ó á título oneroso, como
la venta ó permuta. El que no puede
enajenar una cosa tampoco la puede
gravar, según la ley 10, título XXXIII,
Partida VIL La ley impone ciertas
limitaciones al ejercicio de esta facultad
, aun tratándose del verdadero dueño, y
no obstante que éste tenga capacidad para
vender, como por ejemplo, tratándose de bienes
litigiosos. Y otras veces le obliga á enajenar
por motivos de utilidad pública. Véanse
los artículos Venta y Expropiación, y en ellos
se encontrará el complemento de la doctrina
de este artículo.
M. Fernández de la Vega.
ENANO. — Dícese de lo que es diminuto
en su especie. En el reino animal, lo mismo
que en el vegetal, se encuentran á veces individuos
cuyo crecimiento se ha entorpecido,
bien por causas accidentales y desconocidas,
bien por combinaciones debidas al hombre.

ENC — 660 — ENC
Los árboles frutales principalmente ofrecen
muchos ejemplos de variedades enanas, sobre
todo en las cercanías de las grandes ciudades,
y se vendeu en los mercados como objeto de
curiosidad. Así se ven manzanos, perales, cerezos,
limoneros, etc., cultivados en cajones
y macetas, y que dan fruto. (V. Arboles
enanos.)
Cuanto á los animales enanos, se ven entre
los individuos de todas las especies, siendo la
canina la que mayor número de variedades
ofrece. También entre los herbívoros domésticos
aparecen no pocos enanos, pero la particularidad
debe atribuirse á la influencia del
clima, alimentación, etc., más bien que á las
combinaciones del hombre. Los animales de
los países áridos y secos son siempre más
pequeños que los de aquellas comarcas ricas
en productos vegetales. Así los caballos de
regiones montañosas y escasas en pastos son
enanos con relación á los de las llanuras feraces;
ejemplo de ello son los caballos gallegos y
asturianos en España; el de las landas y Córcega
en Francia, verdaderamente enanos en
comparación de los enormes caballos flamencos;
las vacas bretonas son también enanas
con relación á las del Contentin ó de Flandes.
Lo mismo se observa en las reses lanares de
diferentes comarcas; entre los carneros de la
Mancha y los de las serranías de Extremadura
hay una diferencia considerable.
ENANTE (Botánica).—Género de plantas
de la familia de las Umbelíferas. Casi todos
los enantes tienen propiedades venenosas
para los animales, que se guardan muy bien
de comerlos. Esas plantas crecen principalmente
en los sitios húmedos y pantanosos. El
enante azafranado, conocido en algunas partes
con el nombre de cicuta acuática, contiene en
sus raíces tuberculosas un jugo venenoso muy
enérgico. El enanto acuático, designado también
con la denominación de Phellandrus, es
venenoso para el caballo, y no lo es, al parecer,
para el buey, que algunas veces le come.
ENCABESTRADURA.— Herida contusa
producida en la parte posterior de la cuartilla,
y especialmente en los miembros abdominales
, por el frote del ronzal ó de cualquiera
cuerda con que se ata á los animales. Es grave
esa dolencia, porque corta transversalmente
la piel, y produce contusión en los tendones
flexores del pie, causando mucho dolor y
cojera. Cuando la contusión interesa la piel
solamente, desaparece por lo común con la
quietud en una caballeriza seca, con baños de
agua y vinagre, y algunas unturas de aceite
lavado. Pero cuando están inflamados los tendones,
lo que se conoce por el vivo dolor que
la res herida siente, conviene administrar baños
de malvas con unas gotas de extracto de
Saturno, y cubrir la herida con digestivo y
planchuelas de estopa. A veces se forman úlceras
más ó menos profundas, con bordes duros
y callosos, que en el caso de ser descuidadas
dejan cicatrices rugosas y blanquecinas,
de naturaleza córnea, y que es necesario
extirpar curando las heridas que resultan, en
la forma que para la primitiva queda indicada.
ENCABESTRAR.—Poner el cabestro á
los animales; hacer que las reses bravias sigan
á los cabestros para conducirlas donde se
quiera; echar la bestia la mano sobre el ronzal
con que está atada, de modo que no pueda sacarla
y se exponga á causarse las heridas ó
contusiones que constituyen la encabestradura.
ENCABEZAR ( Vinificación) .—Esta palabra
tiene varias aplicaciones: Cuando se inscribe
á alguno en el padrón ó encabezamiento
para el cobro de los impuestos y otros efectos,
se dice encabezar. Convenir los pueblos y ajustarse
en una cantidad por uno ó varios tributos
, se dice encabezar. Cuando en los terrenos
en pendiente las lluvias arrastran á la parte
baja la capa del suelo activo, y se sube la tierra
bajada para fertilizar la parta alta, se dice
encabezar. Finalmente, cuando se echa aguardiente
al vino, ó se mezcla uno flojo con uno
fuerte, se dice encabezar.
De manera que el verbo encabezar tiene
para nuestro propósito cuatro asuntos distintos
de que habremos de ocuparnos.
I. Del primero y segundo trataremos en
la palabra Impuestos, para evitar duplicidad
de conceptos.
II. Costoso sobre manera es llevar la tierra
arrastrada de las partes altas, en los terrenos
en pendiente; para evitar en lo posible
tales perjuicios aconsejamos cuando se labren
con el arado, que se dirijan las labores de
manera que nunca se verifiquen en dirección
de la pendiente, sino oblicuasá ella, ó en sentido
horizontal. También se pueden evitap'los
arrastres dividiendo el suelo en bancales, y al
principio de cada uno se hace una zanja que
recoja las aguas del anterior, y se establece
así el aprovechamiento de las aguas de lluvia,
como tiene lugar en los riegos por desborde.
Estos medios son, con poco cuidado que se
tenga, más útiles y económicos que acarrear
las tierras arrastradas abajo para reponer los
altos.
III. El encabezamiento de los vinos, ya
sea echándoles alcohol ó mezclando los endebles
con otros más fuertes, ó sea verificar el
coupage, como dicen los franceses, es un asunto
que cada vez va aumentando los perjuicios
á la fabricación de los vinos. En el comercio
de buena fe, cuando el encabezamiento tiene
por objeto prestar al vino los elementos necesarios
de conservación con el auxilio del alcohol
de vino, cuando se mezclan dos clases
de este líquido, porque al hacerlo el resultante
de la mezcla tiene mejores cualidades que
cada uno de los componentes separados, la
operación es lícita y el caldo mejorado un adelanto.
Pero como de esa práctica han nacido
los abusos de imitar con drogas y alcoholes
industriales las cualidades naturales de los
buenos vinos, de aquí la necesidad de los laboratorios
municipales, el análisis de los vinos
y las disposiciones que han puesto lími-

tes y regularizado el encabezamiento de los
vinos.
Nosotros aconsejaremos que cuando se desee
un viuo muy alcohólico, al fabricarlo se
mezcle al mosto la cantidad de alcohol que
sea suficiente á conseguir los grados que se
deseen obtener. El alcohol mezclado al mosto
al fermentar se asimila al caldo, y tiene el vino
mejores condiciones que cuando después
de formado se le añade, en cuyo caso sólo se
mezcla con él, y siempre está en la parte
alta del líquido, como que es un cuerpo más
ligero que el vino. Las infinitas clases de vino
y variación de grados alcohólicos, y los de
éste, impiden marcar la cantidad que debe
adicionarse; pero la práctica enseña á cada
uno pronto, y para encabezar los vinos se destila
un litro, medio, etc., con el aparato Salieron
(véase Alcohol), y según los grados, ó
sea tanto por 100 que ofrezca y el que deseemos
deba tener, así le añadiremos. En las
aplicaciones del alcohol á los mostos al cocer,
si marcan (véase Pesa-mostos) 11°, la práctica
admite que el vino obtenido tendrá 10 por
100 de alcohol, y con esta base se añadirá lo
necesario al límite que'convenga. Esto, según
llevamos dicho, dará mejor resultado que añadir
al vino hecho el alcohol.
Sirve para dar fuerza al vino que producen
los mostos flojos, la adición á éstos, al cocer,
de azúcar de caña, que según sabemos es de la
misma clase que la de la uva, y sólo aquélla
debe usarse, teniendo en cuenta que para elevar
un grado á un hectolitro de mosto hay
que añadirle de 1.500 á 1.600 gramos de azúcar
de caña, repetimos. (V. Azúcar.)
Hasta hace pocos años el encabezamiento
de los vinos en España, aunque conocido de
tiempo inmemorial y practicado en los vinos
tintos de consumo ordinario, en particular los
consumidos en las grandes poblaciones, para
facilitar el fraude de poder adicionarles agua
después de pagar los derechos de puertas, lo
cual indirectamente protegen los excesivos
impuestos, aun así la escala que hoy tiene el
encabezamiento es debida á la exportación de
vinos de pasto á Francia. En este país el alcohol
paga 154 pesetas por hectolitro, y no se
permite adicionarlo al viuo sin el pago de derechos.
Los vinos españoles entran con la graduación
de 15 por 100 de alcohol, y mezclados
estos vinos con los franceses, que la generalidad
tienen de 7 á 9, economizan el gasto del
encabezamiento. Para llevar-á efecto esta ganancia
los franceses en España han establecido
bodegas en que componen vinos de pocos
grados, y elevándolos hasta 15 que permiten
los tratados, hacen circular en su país por
2 francos que paga el hectolitro en las aduanas,
medio de alcohol y medio de vino, que,
como dice muy bien E. Cadol refiriéndose á
París, una vez dentro de puertas añaden agua
hasta que queda reducido á 8 ó 9 o
, y venden
al precio del vino el agua, y nada pagan por
el alcohol.
El coupage, dice Gaubert, refiriéndose á
— 661 — ENC
París, proporciona al comercio grandes beneficios;
pero á costa de verificar grandes engaños
para procurarse 24 barricas de vino de
Burdeos, obran del siguiente modo:
Francos
4 barricas de Burdeos, á 120 francos, suman. 480
5 barricas de Burdeos, á 110 — — 550
8 id. devino deSologne, á 00 — — 720
4 de vino de Sannois, á.. 70 — — 280
1 de Narbona, á 150 — — 150
2 de agua, á 000 — — 000
24 que cuestan 2.180
El verdadero Burdeos se vende, en término
medio, á 115 francos la barrica, y resulta el
total 2.760 francos, lo cual ofrece un beneficio
de 580.
E. Cadol añade que los vinos de buena calidad,
y sobre todo los que tienen bouquel natural,
no deben nunca someterse al coupage,
pues dos vinos superiores, si se mezclan, forman
uno de malas condiciones, de poca duración
y gusto poco franco.
J. de Hidalgo Tablada.
ENCABRITARSE. —Actitud difícil en
que el caballo levanta el cuerpo y le apoya sobre
los miembros posteriores. Requiere grandes
esfuerzos de los músculos, cuyo centro
reside en los ríñones y en los corvejones. En
ocasiones los animales que ejecutan ese movimiento
se caen hacia atrás, lo que ocasiona
graves accidentes, especialmente en los caballos
débiles. Esa actitud es de corta duración
y puede ser efecto de diferentes causas. Los
caballos padres la adoptan con frecuencia y
por necesidad en el período de la monta, dándose
el caso de que algunos, al ver á la yegua,
dan algunos pasos en dicha posición para
acercarse á ella. Otras veces se encabritan los
animales para defenderse del jinete que cabalga
sobre ellos.
ENCALAR.—En agricultura, echar cal en
los terrenos y en las plantas. El encalado se
practica con éxito en las tierras desprovistas
de materia calcárea, aumenta su fecundidad
y modifica la índole de las plantas que en
ellas crecen, determinando la desaparición de
algunas, las cuales son reemplazadas por otras
de mejor calidad. Los terrenos á que debe
aplicarse la cal son los arcillosos, los arenis-
.cos y arcillo-silíceos, los esquistosos, los guijosos,
los graníticos, los turbosos y los de
abundante mantillo. En general, la cal produce
buenos resultados cuando se aplica con
discreción en las tierras donde crecen con
abundancia la ginesta de escobas, el brezo, el
helécho, la digital, la pequeña matricaria, el
espino negro, la acedera, la grama, los juncos
y los carrizos. En cambio no se encalan
ordinariamente los suelos en que vegetan los
cardos, las amapolas, el melampiro de los trigos,
la achicoria silvestre, la esparceta, etc.,
porque esas plantas no prosperarían si no fuese
calcáreo el terreno. El encalado aumenta
notablemente la cosecha de las leguminosas

ENC — .662 — ENC
forrajeras y de los cereales, aumentando el
peso del grano de éstos. En muchas comarcas
del Centro y Oeste de Francia se han establecido
numerosos hornos de cal, para suministrar
esta materia á los agricultores, que la
aplican en grande escala. Se pueden emplear
tres clases de cal como elemento fertilizante:
la cal Xa, grasa, la magra y la magnésica. La
primera procede de calizas más puras, y cuando
está bien calcinada, al ser apagada aumenta
considerablemente de volumen; la segunda se
obtiene calcinando piedras calcáreas impuras,
y contiene arenas y materias ferruginosas; y
la tercera, la menos útil de las tres, va mezclada
con gran cantidad de magnesia, es muy
enérgica y disminuye la feracidad de los terrenos.
Como materia fertilizante, la cal se
aplica según tres procedimientos diferentes:
1.° Consiste el primer procedimiento, practicado
especialmente en Francia y en España,
en preparar compuestos de cal y de tierra.
Durante el tiempo muerto que sigue á la sementera,
se amontona en la parte más baja
de la heredad la tierra que el arado ha ido
acumulando allí paulatinamente, y que suele
ser de buena calidad, mezclando con ella céspedes,
basura de los caminos, cieno de los
pantanos, de las zanjas y de los corrales, etc.
Dispuesto el montón en forma de prisma triangular,
se le deja reposar hasta que termina el
invierno. En Febrero ó eu Marzo á más tardar
se apaga la cal que haya de utilizarse
para las siembras de primavera, y la que se
haya de emplear en la semencera de otoño se
apagará desde fines de Junio hasta el mes de
Septiembre. Al apagar la cal se cava bien el
montón, con objeto de desmenuzar la tierra,
y á medida que se remueve el prisma, se reforma
y se deja en la parte superior del montón
una reguera, con objeto de echar en ella
la cal viva. Una vez depositada esta substancia
allí, se cubre con una capa de tierra de 15
á 20 centímetros, dándola una forma convexa,
para evitar que las aguas de lluvia penetren
hasta la cal viva. A los cuatro ó cinco
días se cierran todas las hendeduras formadas
á consecuencia del aumento de volumen
de la cal, y algunos días después se
mezcla tan íntimamente como sea posible la
cal con la tierra, y se rehace el montón por
tercera vez. Al cabo de varios días se podrá
distribuir la composición sobre el campo á
que se halle destinada. No siempre se establece
junto á uno de los linderos de la heredad
el montón' en que se haya de extinguir la cal;
á veces se levanta en medio de la tierra que
se pretende encalar, porque de esa manera es
más fácil distribuir ei compuesto. En ocasiones
se procede de otra manera para preparar
la mezcla de cal y tierra: se extiende primero
una capa de tierra de 25 centímetros de espesor;
sobre ella se dispone un lecho de cal viva;
se agrega tierra nuevamente, después cal, y
sucesivamente así hasta que se haya estratificado
toda la tierra. Se hace la mezcla cuando
la cal ha perdido toda su causticidad.
2.° El llamado por algunos autores método
italiano, estriba en disponer la cal sobre una
tierra bien mullida, con auxilio de diversas
labores de arado y de rastra, en pequeños
montones que disten 6 ó 7 metros entre sí.
Diariamente es necesario inspeccionar todos
los montoncitos, con objeto de tapar las hendeduras
que se abran en la tierra con que esté
cubierta la cal, y cuando ésta se haya apagado
ó reducido á polvo, se mezcla con la tierra
y se rehacen los montones, cuidando de cubrir
bien los trozos de cal que aún no se hayan
desmenuzado. Ocho días más tarde se remueven
nuevamente los montones, para abandonarlos
todavía á sí mismos, ó se extienden
sobre el terreno, siempre que el tiempo esté
seco, para incorporarlos inmediatamente á la
capa arable.
3.° El método alemán es muy diferente de
los anteriores. Exige que se deposite la cal
viva bajo un cobertizo para que pierda naturalmente
su causticidad y se reduzca á polvo.
Este se aplica sobre los tréboles y las alfalfas
cuando estas leguminosas forrajeras, ocupen
terrenos en que no tenga ninguna acción el
yeso crudo ó calcinado. Para distribuir esa
cal en polvo deberá elegirse un día claro,
siendo preferible operar por la mañana, cuando
el viento esté echado y haya desaparecido
el rocío. Sus efectos son con frecuencia notables
y superiores á los que produce el yeso
sobre la vegetación de las leguminosas en localidades
donde se halla vmy generalizado
su uso.
La cal que se aplica siguiendo los dos primeros
métodos indicados, debe también ser
distribuida en días serenos y cuando el suelo
no esté húmedo; de ahí que sea una inconveniencia
el dejarla abandonada durante varios
días á la acción de la lluvia. Cuando se hidrata
bajo la acción de una lluvia prolongada y
se incorpora con la capa arable en tal estado,
forma grumos con las partes silíceas, y éstas
se conservan en el interior del suelo, durante
varios años, sin producir ningún efecto útil
para los vegetales que se cultivan. Cuando sedistribuyen
bien la cal y la tierra, se ejecutará
después un rastreo enérgico para iniciar su
incorporación á la capa arable, y se hará una
labor de profundidad mediana. Siempre se
comete una verdadera falta cuando se entierra
la cal á profundidad considerable, porque en
ese caso se coloca por lo común fuera del alcance
de la mayoría de las raíces de las plantas
que son ávidas de aquélla.
La cantidad de cal que se aplica por hectárea
varía según las localidades, y también
según la mayor ó menor frecuencia con que
se hayan de hacer las encaladuras. En Flandes
y en Bélgica se emplean 15, 25 y 35 hectolitros
de cal por hectárea y por año, según que
hayan de repetirse cada nueve, doce ó quince
años. En la región del Oeste de Francia, donde
se sabe apreciar la importancia y alcance
de las encaladuras, se emplean generalmente
4 ó 6 hectolitros de cal por hectárea y por

ENC — 663 — ENC
año, y se aplica la cal de cuatro en cuatro
años ó de seis en seis. Esa dosis es la más racional
cuando la cal es de calidad perfecta,
según ha confirmado la experiencia constantemente.
No debe olvidarse que el empleo de
la cal no dispensa en manera alguna de la
obligación de abonar las tierras en que aquélla
haya de echarse. Si cuando se aplica bien
puede aumentar la cal los rendimientos de los
terrenos cultivados, también llega á disminuirlos
y aun á esquilmar la tierra cuando se
repite mucho la aplicación de esa substancia,
y cuando no va precedida ó seguida de una
estercoladura que guarde la necesaria relación
con la cantidad de cal empleada..
También tiene importancia el encalado de
los árboles frutales, tales como los manzanos,
perales, ciruelos, etc., que se cubren muchas
veces de musgo, liqúenes y otros parásitos
cuando vegetan en terrenos que son demasiado
secos, demasiado húmedos ó demasiado
pobres. Entonces, no solamente son cortos sus
brotes anuales, sino que dan poca ó ninguna
fruta. Precisamente con objeto de aumentar
su vigor y hacerlos rriás productivos se los
embadurna con lechada de cal, bien á fines
de otoño, bien durante el invierno. Esa lechada
se aplica con una brocha grande ó una
escoba, y también con una bomba ó jeringa
de mano, pudiendo emplearse hoy los aparatos
inventados para distribuir en las viñas la
lechada de cal, mezclada ó no con el sulfato
de cobre, que se recomienda para prevenir ó
combatir los estragos de la peronóspora. Para
que esa lechada carbonatada obre con la mayor
eficacia posible, debe tenerse el cuidado de
desembarazar previamente los troncos y las
principales ramas de las cortezas viejas, musgos
y liqúenes que haya adheridos á ellas. Esa
operación se ejecuta con un raspador ó un
cepillo metálico. Los troncos, una vez raspados,
presentan mucho menor número de anfractuosidades,
y la lechada de cal recubre
con mayor facilidad la corteza. Embadurnados
de esa suerte los árboles, adquieren un aspecto
blanquizco, que persiste durante varios
anos, cuando se ha preparado bien la lechada
de cal. Así que desaparece ese embadurnado,
se observa que se ha rejuvenecido la corteza,
que está lisa y que se parece mucho á la que
cubre los árboles jóvenes, vigorosos y perfectamente
sanos.
Ejecutando ese encalado cada tres ó cuatro
años, se logra en los huertos y en los verjeles
poseer árboles frutales notables por su vigor
y el hermoso aspecto de sus cortezas. Ese
encalado ofrece otra ventaja que no es conveniente
pasar en silencio. En cierta medida, si
no á impedir, contribuye á moderar el desarrollo
del pulgón. En muchos jardines y
huertos bien cuidados, y contra cuyos muros
hay árboles frutales formando empalizada,
tales como parras, albaricoqueros, melocotoneros,
etc., será necesario proyectar la lechada
de cal, no solamente sobre los árboles, sino
que también sobre los muros. Ese embadur­
nado , además de la ventaja de cubrir las ramas
con lechada de cal, ofrece la de blanquear
el revoque que cubre el muro. lo que favorece
la madurez de los frutos cuando los muros
tienen la exposición al Mediodía, porque su
superficie absorbe y retiene menor cantidad
de calórico durante los días abrasadores del
estío. En resumen, el encalado de los árboles
frutales en todas las comarcas produce el beneficioso
efecto de prolongar la longevidad de
esas plantas, y hacerlas más vigorosas y productivas.
Respecto del encalado de los granos
y otras aplicaciones de la cal, consúltese el
artículo Cal.
ENCAMADO, ENCAMARSE (Agricultura
).—Dícese de cualquier sembrado que por
efecto de las lluvias fuertes acompañadas de
viento, ó por otras causas, se inclina de manera
que unos tallos quedan recostados sobre'
otros, especialmente cuando en los cereales y
legumbres se halla ya muy desarrollada la semilla.
El encamado puede ser, por lo tanto,
espontáneo ó accidental, y presenta diferentes
grados, desde una inclinación de los tallos
poco perceptible, hasta su colocación en sentido
horizontal, de manera que se apoyen unos
en otros. El encamado espontáneo se debe únicamente
al peso de las plantas, y el accidental
es ocasionado por los fenómenos atmosféricos
indicados antes, que contribuyen á aumentar
el peso de la parte superior de la planta ó á
acentuar la inclinación que ya determina el
peso de la espiga. Los efectos del encamado
pueden ser más ó menos desastrosos, según la
época en que se verifique, es decir, según el
desarrollo de las plantas, y según que se doblen
más ó menos violentamente los tallos y
se dificulte la circulación de la savia. Cuando
los cereales y gramíneas se encaman espontáneamente
, granan mal y la paja no es de tan
buena calidad como en circunstancias normales;
cuando es accidental y muy pronunciado
el encamado, es frecuente el hecho de que se
pudran las cañas y no llegue á granar ó no
pueda utilizarse el grano apenas. Es de advertir
también que en igualdad de circunstancias
varían las consecuencias del encamado
, según las épocas y los terrenos en que
vive la planta. Cuando el fenómeno se realiza
de una manera incompleta, ó sea cuando el
ángulo de inclinación es de 45 á 60" y el encorvamiento
no ha sido brusco, el único inconveniente
es la dificultad de segar las mieses,
habiéndose dado casos en que la planta
se endereza por sí misma.
Durante mucho tiempo han creído ciertos
agrónomos que el trigo y demás cereales se
encamaban por no contener los tallos suficiente
cantidad de sílice; pero de los análisis
hechos por Isidoro Piérre resulta que las
cenizas del trigo encamado contenían en muchos
casos mayor cantidad de sílice que las
de los no volcados, bajos y claros; que la mayor
proporción de sílice se halla en las hojas
y no en los fallos, y que en éstos la parte que
menos contiene es la inferior, ó sea la que ha

ENC — C64 — ENC
de soportar mayor peso. Por eso no es de extrañar
que los abonos ricos en sílice soluble y
los polvos feldespáticos, que tanto se han recomendado
, no hayan evitado el encamado de
los cereales. De todos modos, como la paja de
los cereales volcados tiene mal aspecto, el grano
rara vez grana bien y es de buena calidad,
sobre todo si se halla mu}' atrasada la vegetación
al producirse el fenómeno y no han transcurrido
ocho días por lo menos después de la
floración, los agricultores deben adoptar toda
clase de precauciones para evitar que aquél
se realice, y para ese fin han de dar labores
profundas alas tierras, elegir variedades de
caña sólida, no sembrar espeso ni aplicar
abonos muy azoados al trigo, sino á las plantas
que hayan de precederle en la rotación,
cuando los terrenos sean muy fértiles.
Mas si á pesar de todas estas precauciones,
sea por efecto de haber empleado abonos muy
enérgicos, ó por ser la tierra habitual ó eventualmente
rica de materias vegetales, ó porque
la temperatura cálida y húmeda ha favorecido
la vegetación del trigo, echa éste hojas
tan grandes y tan lozanas que el campo
de trigo toma el aspecto de un prado, y las
matas se extienden en parte por el suelo y
privan á los tallos tiernos del aire y de la luz,
que tan necesarios son para que adquieran
la rigidez conveniente, á fin de que después
de espigar no se vuelquen ó encame la sementera;
para moderar este exceso de vegetación,
que como se ve es en perjuicio del grano si se
manifiesta pronto en la primavera, conviene
cortar con la hoz la extremidad de las hojas,
sin tocar en lo posible al tallo de la planta;
trabajo delicado que exige de parte del cultivador
una grande atención para que la cereal
no sufra detrimento ni se debilite demasiado.
Los gastos de la operación no son considerables,
y el follaje obtenido es un excelente
alimento para el ganado. Se confía ordinariamente
á las mujeres, y para ejecutarla debe
escogerse un tiempo templado, en que no
reinen vientos secos y fríos. El deshoje se
hace por el mes de Marzo en la región del
Mediodía, y por el mes de Abril en la septentrional.
Otro medio de moderar la excesiva abundancia
de vegetación de las hojas, y de evitar
los perjuicios que de ella pueden resultar á
las espigas, es hacerlas pastar por las ovejas;
pero no deja de presentar inconvenientes porque
los rebaños no pueden introducirse en
ias mieses sin perjudicar mucho al cereal si
está algo crecido, y mientras éste es joven no
puede el labrador preveer si necesitará positivamente
debilitarle. Si, no obstante, se cree
deber recurrir á este procedimiento, no deberá
practicarse más allá de principios de Abril,
haciendo pasar el rebaño á la ligera, sin permitirle
detenerse en ningún punto del campo.
A pesar de lo dicho y de lo que la razón
aconseja, en muchas comarcas de nuestro país
se pretende que los panes pastados son los
que mejores rendimientos dan, y es que no
reflexionan en que cuando tal procedimiento
se aplica es precisamente cuando la mies se
presenta en las más excelentes condiciones, y
su pérdida no es fácil sin temporales muy
crudos. Desgraciadamente, los pastores encargados
de ejecutarla no se inquietan mucho del
daño que se habrá de irrogar á la recolección,
ocupándose sólo del bien que ha de resultar á
sus rebaños; así es que una operación que debiera
redundar en provecho del trigo, se convierte
á veces en un daño irreparable, cuando
el dueño del campo no sea al propio tiempo
propietario dé las reses.
En algunos países cálidos acostumbran los
labradores hacer pastar sus trigos á fines de
otoño y principios de invierno, porque sembrando
temprano después de las primeras lluvias
de Septiembre ú Octubre, y á veces en
tierra seca, germina el grano en breve con
la primera humedad, y con el calor se desarrolla
la vegetación rápidamente con fuerza
y lozanía en las tierras demasiado feraces, y
se encuentran los campos en disposición de
ser pacidos antes del invierno, lo cual conviene
hacer desde luego, pues la experiencia
demuestra que, después de un invierno suave,
como suelen serlo los de aquellos países,
la sequía y los calores de primavera serían
graves obstáculos para que el trigo volviese
á retoñar.
El hacer pasar el ganado por los trigos á
fin de que con el perjuicio que causan á la
planta retarde ésta la vegetación, penetre
mejor el aire y el sol en el campo, y robustezca
por consiguiente á los tallos próximos
á salir, es un daño remediado por otro, porque
sería mejor evitarlo con un cultivo más
adecuado, con una racional estercoladura y
con la siembra en líneas.
En las leguminosas de tallos largos, como
los guisantes y judías provistas de zarcillos
que las permitan trepar en derredor de otras
plantas y de los objetos próximos á aquéllos,
y que por lo común se tienden ó inclinan
sobre el suelo, el encamado se evita fácilmente
colocando estacas para que trepen por ellas.
Respecto del trébol y otras plantas, no es posible
evitar que se arrastren por el suelo, y
que se manchen y pudran las hojas inferiores.
B. Anisró.
ENCAMAR.—En términos de monte es
colocar en posición próximamente horizontal
los troncos de los árboles derribados que
deben labrarse. (V. Labra de las maderas.)-
ENCANALAR ó ENCANALIZAR.—
Conducir el agua por canales, ó hacer que un
río ó arroyo entre por un canal.
ENCANDELAR.—Echar los árboles flores
á manera de rapacejos, como el nogal,
castaño, etc.
ENCAÑADO.— Conducto hecho de caña
para conducir el agua. También se llama así
al enrejado ó celosía de cañas que se pone en
los jardines para enredar y defender las plantas,
ó para hacer divisiones y espalderas.

ENC — 665 — ENC
ENCAÑADURA.—Caña del centeno entera,
sin quebrantar, que sirve para henchir
jergones y_albardas.
ENCAÑAR.— Tratándose del carboneo
en los montes, es la operación de colocar en
su debida posición las rajas ó tacos de leña
que han de formar el horno destinado á la
carbonización. Es voz muy generalizada entre
los operarios que se dedican al indicado
trabajo. (V- Carbonización en los montes.)
ENCAÑAR.—Crecer la caña de los panes
hasta el punto de descubrir la espiga. || Poner
cañas que formen vallado para sostener las
plantas, como se hace en los tiestos de claveles.
|| Conducir el agua por. encañados ó conductos,
tí obligarla á que entre por ellos.
ENCAÑIZADA—Atajadizo que se hace
con cañas en las lagunas, en los ríos ó en el
mar, para mantener algunos pescados sin que
puedan escaparse. Las más importantes son
en nuestra Península las de Tortosa, Cartagena
y la de la Albufera, situada á unos 12
kilómetros al Sur de Valencia, y separada del
mar por una faja de arena en forma de dunas
que tiene unos 2 kilómetros de anchura y
unos 17 de longitud. Forman ese gran depósito
las aguas sobrantes de más de cuarenta
acequias que salen del Guadalaviar y el Jilear,
regando varios terrenos y diversos manantiales,
salados en su mayoría, que brotan
en la cuenca misma de la laguna. El agua de
las acequias se vierte principalmente por seis
ramales; de ellos cuatro penetran en las cercanías
de Catarroja, Barracas del Pastor y
del Salar, y los otros dos entre Silla y Almusafás.
El terreno que rodea la Albufera, á
causa de la humedad, es sólo apropiado para
el cultivo del arroz; la vegetación es exuberante,
y la misma laguna, cerca de su ribera,
está llena de cañizales, espadáñales y junqueras,
que forman extensos macizos. El fondo
varía según los sitios, aumentando desde Norte
á Sur, donde el depósito se halla más libre
de carrizales; cerca de la Gola la masa de
agua mide de 12 á 16 pies de profundidad.
Por esa garganta ó canal comunica con el
mar la laguna, pasan los peces desde aquél y
de aquél á ésta, y en ella es donde se halla
establecida la encañizada, para que sin impedir
la salida de las aguas, la pesca no vuelva
al mar, y cerrar la Gola, como los pescadores
dicen. Para ello se coloca en el canal una
fila de estacas muy gruesas de más de 4 metros
de longitud, y una armazón de cañas entrelazadas
con cordeles, á manera de los toldos
ó cañizos con que se cubren los carromatos.
Para mantener firmes las estacas se colocan
horizoutalmente sobre ellas varias viguetas
de unos 20 centímetros de grueso. A esa fuerte
estacada se atan varias sogas de esparto crudo,
compuestas de veinte hilos, y que llaman
trabas las gentes del país. Tienen unas 50
brazas de longitud, ó sean 84 metros, y por
el otro extremo se sujetan á ciertos maderos
gruesos clavados en la margen. En la línea de
estacas, cañas y cuerdas hay aberturas para
dar entrada á ciertos armadijos de cañas ó
gallineros, situados al nivel de la superficie
del agua, para que se introduzcan en ellos los
peces. Esos gallineros están formados por tres
paredes de cañizo también, y tienen una capacidad
de 3 ó 4 metros cuadrados, y se apoyan
en la encañizada por la parte opuesta á
la corriente, formando una serie de recintos
á 3,50 metros unos de otros. En la pared
opuesta de cada gallinero hay otra abertura
á la cual se acomoda la boca de una gran
nasa, ó ambudat en valenciano, de manera que
no pueda escapar ninguno de los peces que
por el gallinero entre, y que sirve para recoger
y conservar la pesca viva hasta que
se presentan los arrieros. Con objeto de que
puedan entrar y salir los barcos en la Albufera,
se deja en la encañizada un portillo
cerrado por una red de hilo grueso y malla
bastante estrecha, de 8 varas de longitud y 5
de anchura, y con varias piedras de 5 ó 6
arrobas pendientes de ella, y que la hacen
llegar hasta el fondo, en tanto que varias estacas
clavadas en el fondo mismo, y cuya altura
no impide el paso de los barcos, imposibilitan
que la red sea empujada por la
corriente fuera de la línea de la empalizada.
También se coloca otra pequeña encañizada
en el Ballet ó Sangría situada en las cercanías
de la Gola. Para construir la grande, que
ocupa una línea de 400 varas y penetra de
12 á 15 pies, se necesitaron 2.000 haces de
cañas y un gasto de 4 á 6.000 reales. El descuido
que hace tiempo se tiene con ese aparato,
que ha funcionado durante cinco siglos
con el mayor esmero, explica, á juicio de los
inteligentes, la escasez de pesca que hoy se
advierte en la Albufera, con daño de los pescadores
de Valencia y de todas las poblaciones
que no disten más de 5 leguas de las
orillas de la laguna.
EN C AP AC HAR.— Dícese comúnmente
de la aceituna que después de molida se pone
en capachos para que la exprima la viga. En
Andalucía significa recoger todos los sarmientos
de una cepa, atándolos y formando
con ellos una especie de capa ó cubierta, poniendo
lo más espeso de ella hacia donde da
el sol, para resguardar de él los racimos.
ENCAPOTAR.—Es uno de los vicios que
presenta el caballo en la colocación de su cabeza;
consiste en la desviación de la línea
vertical que naturalmente debe conservar, según
la equitación reclama del que está bien
educado. En la voz despapar está manifestado
que es otro vicio sostenido por igual causa,
aunque en sentido inverso del que se trata,
pues que en éste la parte inferior de la cabeza
se retira déla línea indicada, inclinándose hacia
la del cuello con dirección al pecho, así
que crece más el defecto cuantos más grados
se separa de ella. Para conseguirlo, encorva
el animal las vértebras cervicales hasta la
nuca, dando al cuello una posición violenta y
poco conveniente para los efectos del bocado.
La equitación mira el defecto de encapa­
nte—IY. 43

ENC — 666 — ENC
tar como uno de los que más se oponen al
buen equilibrio que el caballo debe conservar
para la ejecución fácil y segura de todos los
aires y manejos, prefiriendo el vicio opuesto,
aun á costa de sacrificar en algo la parte estética,
porque el caballo que encapota lleva
siempre las extremidades anteriores recargadas
de una cantidad de peso mayor á la que
están destinadas á conducir, y como consecuencia
de esto, se gastan más y se arruinan
antes que las de los otros, estando más expuestos
á caer, tanto en los aires violentos,
como en los saltos ó cualquier movimiento
forzado que le pida su jinete, por la pesadez
que presenta siempre el tercio anterior, haciéndose
todos estos inconvenientes extensivos
á los caballos que se dedican al tiro, y de
aquí el uso de los engalladores, que se han hecho
indispensables con los que sirven en los
coches de lujo con este defecto.
Los caballos que encapotan suelen verificarlo
por defecto de construcción, por vicio
adquirido en la doma, y por las malas condiciones
del bocado que se empleó para doctrinarlos
ó que sigue empleándose en el uso que
de ellos se exige.
Muchos caballos que tienen el vicio de que
se trata toman la defensa de desbocarse, que es
temible por la actitud en que colocan el cuello
y la cabeza, pues retraen tanto la mandíbula
posterior, que llegando las camas del bocado
á la parte inferior del cuello, pierde aquél su
potencia, hasta el extremo de quedar el jinete
ó el cochero que los maneja sin ningún género
de dominio para contenerlos ó gobernarlos.
La buena doma y aplicación de un bocado
conveniente son los únicos medios de precaver
ó evitar que el potro tome tan deplorable
vicio, como también sirven para corregir y
equilibrar al que lo tenga ya adquirido.
Entre los hombres ecuestres ajenos á la
equitación cunden distintas opiniones respecto
á las buenas ó malas consecuencias que
puedan acarrear los vicios de despapar y encapotar,
alegando cada cual sus razones en
pro del criterio que tiene formado; sostienen
algunos que el caballo encapotado es más elegante;
pero es lo cierto, lo recomendado por
los prácticos conocedores del arte hípico, que
prefieren al que despapa, porque sirve mejor
y tiene más vida en el servicio.
i. Hidalgo y Terrón.
ENCASTAR. — Mejorar una raza ó casta
de animales mezclándolos con otros de mejor
calidad y propiedades.
ENCASTILLADO.—Defecto del casco,
que consiste en la estrechez de las cuartas partes
y de los talones. Puede ser natural cuando
depende de la conformación del casco, y accidental
cuando es originado por un mal método
de herrar. Para corregir el defecto de que
tratamos se recomiendan diferentes sistemas
de herrado, pero hasta ahora sin resultado.
ENCAUZAR.—Abrir cauce, encerrar ó
dar dirección por un cauce á cualquiera corriente
de aguas. (V. Dique.)
ENCEBADA MI ENTO — Enfermedad
que contraen las bestias caballares por beber
mucha agua después de haber comido buenos
piensos.
ENCEBADAR.—Dar á las bestias tanta
cebada que les haga daño, y también contraer
una caballería el encebadamiento.
ENCEFALITIS (Patología veterinaria).
Enfermedad del cerebro que se observa con
frecuencia en el caballo y muy rara vez en los
demás animales domésticos. En ocasiones se
designa la encefalitis con la denominación de
vértigo. (V. Vértigo.)
ENCÉFALO.—Masa nerviosa contenida
dentro del cráneo-, y que comprende el cerebro,
el cerebelo y la médula oblongada.
ENCELLA. — Molde ó forma que sirve
para hacer quesos y requesones. Ordinariamente
es de mimbres ó estera.
ENCELLAR.—Formar el queso ó requesón
en la encella.
ENCEPAR.— Echar raíces y penetrar
bien en la tierra las plantas y los árboles.
ENCERRADERO.—Sitio donde se recogen
los rebaños cuando llueve, ó se los va á
esquilar, ó están recién esquilados.
ENCINA.—Este árbol, que forma tal vez
los montes más extensos de España, y cuya
importancia forestal y agrícola no ha menester
de encarecimiento, corresponde á la espe-
Figura 316.—Hojas y fruto de la encina común
cié Quercus ilex, L., familia de las Cupulíferas.
Llámase también en muchas localidades
carrasca ó carrasco, y en Cataluña ahina.
Cuando forma mata, ó por su corta edad no
pasa de la talla de arbolito, se designa con los
nombres de chaparra ó chaparro, mataparda,
matacanes (Murcia, sierra de España), coscolla
negra (Aicoy, sierra Mariola) y chavasco
(Albarracm, según Zapater).
DESCRIPCIÓN.—El eminente botánico señor
Laguna describe forestalmente este árbol como
sigue: «Sistema radical bastante desarrollado,
con raíces gruesas y profundas cuando el sue-

ENC — 667 — ENC
lo lo permite, y en otras someras y extendidas,
principalmente en los terrenos de poco
fondo, de las cuales salen numerosos brotes ó
hijuelos. Tronco, derecho ó algo torcido, ramificado
por lo común á poca altura, con las
ramas madres ó brazos y las que de ellas nacen
erecto-patentes; las ramillas delgadas, extendidas
y aun algo colgantes á veces, formando
el conjunto una copa bastante ancha y arredondeada;
corteza pardo-obscura .ó pardo-cenizosa
en el tronco, con grietas estrechas y
no profundas á lo largo, y otras aún menores
en dirección horizontal, dando así á toda ella
un aspecto menos áspero y resquebrajado que
el que presenta la corteza de los robles y melojos;
en las ramas gruesas es casi lisa, y en las
ramillas tiernas cenizoso-tomentosas. Madera
compacta, dura, pesada, de color más obscuro
que el de la de los robles, y sin que se
marquen en ella los vasos grandes, tan característicos
y fáciles de ver en aquéllos; radios
medulares anchos, desiguales, numerosos. Hojas
con pecíolo corto (de 3 á 4 milímetros),
y limbo de 2 á 4 centímetros de largo y de
1,50 á 3 de ancho por lo común; la forma es
muy variable, siendo la más frecuente la aovado-arredondeada
ú oblonga y obtusa, con la
margen del limbo entera ó casi entera, que
corresponde á la variedad llamada hallóla
(Q. bailóla, Desf.) por muchos autores, pero
se hallan también encinas con el borde de sus
hojas aserrado ó dentado-espinoso (forma agrifolia,
in D. C., Prod. I, c); unas y otras son
casi siempre truncadas, arredondeadas ó algo
acorazonadas en la base, duras, correosas, de
un verde obscuro en el haz, y más ó menos
tomentosas y blanquecinas en el envés; estípulas
caducas.
» Amentos masculinos numerosos y colgantes
(vulgo candelillas), rara vez solitarios; florecillas
verdoso-amarillentas, con perigonio de
cuatro á siete sépalos obtusos; anteras por lo
común con puntita (el conectivo prolongado).
»Frutos aislados ó en corto número, casi
sentados ó con pedúnculo corto; cúpula arredondeada
en su base, casi hemisférica, con las
escamas bastante apretadas casi siempre, tomentosillas,
las superiores más pequeñas y
agudas, y alguna vez un poco levantadas.
Florece la encina de Abril á Mayo, y madura
y disemina sus frutos de Octubre á Noviembre.
»Son bastante variadas las formas que la encina
presenta en nuestros montes, y no menos
diversas entre sí que las del quejigo; hay dos
generalmente conocidas, que Alf. De-Candolle
menciona en el Prodromus (tomo XVI,
página 39) con los nombres de agrifolia y
ballota; la primera con hojas dentado-espinosas
y casi lampiñas en el envés, y la segunda
con hojas por lo común arredondeadas y enteras
ó casi'enteras, y blanquecino-tomentosas
en su cara inferior.»
Aparte de esas dos formas, de las cuales la
primera se ha querido hacer pasar por algunos,
sin bastante motivo, como especie, hay en
España algunas otras dignas de mención. De
lo que acerca de las mismas consigna la Flora
forestal española, extractamos lo siguiente:
A.—Por sus hojas
a. Forma laurifolia.—Se encuentra bien
caracterizada en varios puntos próximos á la
costa de la provincia de Santander.
b. Forma oleafolia. — Muy escasa en el
camino que va de Jaca á San Juan de la
Peña, cerca ya del Monasterio (provincia de
Huesca).
B.—Por sus hojas y frutos
Forma gracilis.—Hojas lanceoladas, agudas,
ondeadas en la margen y con pocos dientes
gruesos ó enteros. Frutos de dos á cuatro,
en racimo pedunculado.
El Sr. Laguna vio esta forma en un paseo
de Bilbao llamado La Salve 6 Campo Volantín,
sin haber podido hallarla en la Liébana,
donde ha sido indicada por Schanfuss, según
Willkomm.
C.—Por sus cúpulas
a. Forma calycina.— Cúpulas angostadas
en la base, oblongo-alargadas, de 2 á 3 centímetros
de alto y 1,5 de aucho en su borde,
cubriendo la bellota hasta más de su mitad;
hojas elíptico-aovadas, casi enteras. Se halla
en el valle de la Alcudia (Sierra Morena).
b. Forma ex pansa. — Cúpulas anchas,
acampanadas, de 1 á 1,5 centímetros de alto,
de 2 ó algo más de ancho, con el borde engrosado
y más ó menos irregularmente plegado
y arrugado, cubriendo algo menos de la
mitad de la bellota; hojas aovado-arredondeadas.
Se encuentra en el valle de la Alcudia.
c. Forma brevicúpidata.—Cúpula corta, de
4 á 6 milímetros de alto y de 10 á 15 de ancho,
cubriendo sólo la base de la bellota. Se
encuentra en la misma localidad que las dos
anteriores.
«En el término de Cehejín, provincia de
Murcia, dice el Sr. Laguna, existe una encina,
ejemplar único, cuyas bellotas son de forma
ordinaria, pero de tamaño tan pequeño
que las mayores entre ellas apenas alcanzan el
de un garbanzo; al ilustrado naturalista don
Ángel Guirao debemos el conocimiento de
esta forma, verdaderamente microcarpa.D
El crecimiento de la encina es lento, aunque
en ciertas localidades llegue en diez años
á 4 y 5 metros de altura. Su actividad vegetativa
se dirige desde luego á fijarse sólidamente
en el terreno, y sólo álos cinco ó seis años,
sobre todo si se descabeza, es cuando medra
más. De todos modos, su altura no suele pasar
de unos 10 metros, á no ser en circunstancias
excepcionales. El crecimiento en grueso es
todavía menos rápido relativamente, y cuando
el árbol llega á 8 ó 10 metros, tanto éste
como aquél disminuyen mucho.
La longevidad de la encina es considerable,
pues llega á doscientos y trescientos años, conservando
las cepas su energía vital por espacio
dedos siglos en los montes bajos sometidos
á un acertado tratamiento. A juzgar por va-

ENC — 668 — ENC
rias citas de antiguos autores, su existencia
puede prolongarse hasta una edad mucho más
avanzada que la que hemos indicado anteriormente.
Parece también, según otros más modernos,
que en el monte Vaticano existía,
años hace, una encina que llevaba en el tronco
una inscripción en caracteres etruscos de
bronce, y cuya edad se hacía remontar á los
orígenes de Roma, en donde era considerada,
como árbol sagrado. Consérvase igualmente
memoria de algunas encinas que por aquellos
tiempos estaban en el sitio que ocupaba ia
antigua ciudad de Tibur. Según los documentos
que á este particular se refieren, Tiburlus
pasaba por hijo de Amplúaraus, que pereció
cien años antes de la guerra de Troya, y las
encinas citadas fueron el oráculo que aquel
héroe consultó y del cual recibió la orden de
fundación de la ciudad. Habiendo sobrevivido
por algún tiempo estos árboles á Plinio, que
floreció en la segunda mitad del primer siglo
de la Era cristiana, resulta que su existencia
debió dilatarse, cuando menos, unos mil doscientos
años. La posibilidad de que tales versiones
sean ciertas, y de que la encina pueda
llegar á una edad tan avanzada, es verosímil
hasta cierto punto, cuando se sabe que hace
pocos años existía aún en Escorca (Mallorca)
un árbol de esta especie cuya circunferencia
era de 15,50 metros, lo cual, dada la lentitud
de su crecimiento, aun bajo las mejores condiciones,
supone una edad muy respetable.
Aunque menos notables, podemos citar algunos
ejemplos de encinas que han llegado á
adquirir grandes dimensiones. Las administraciones
del Real Patrimonio presentaron en
la Exposición de Agricultura de 1857 varios
discos de más de un metro de diámetro, procedentes
del Pardo, la Alcudia, San Lorenzo
y el Espadañal. En la Provenza, distrito municipal
de la Tour-d'Aigues, existía en 1872,
é ignoramos si vive aún, una hermosa encina,
sana y robusta, de 3,50 metros de circunferencia
á un metro del suelo, con una altura total
de 14 metros. Su edad se calculaba en doscientos
años. El volumen total del tronco y
sus ramificaciones era de 100 estéreos, y producía
anualmente de 10 á 12 hectolitros de
bellota, los cuales, calculados á 5 francos, representan
una renta anual de 50 á 60 francos.
En otros puntos del mismo distrito municipal
se encuentran otros árboles de la misma especie,
de dimensiones muy parecidas á las del
que acabamos de citar.
DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA.—La encina es
un árbol natural del Mediodía de Europa, del
Norte de África, de Cochinchina y otros puntos
de Asia. Su curva boreal parte de los 48°,
y alcanza su límite superior en las pendientes
del Etna, en donde sube hasta la Rocca della
Capre, á 890 metros sobre el nivel del mar.
Llega en nuestro país formando árbol hasta
1.680 metros de altitud, y achaparrada hasta
1.960 en la provincia de Granada; en las cercanías
de Madrid sube desde 570 á 830 metros.
Caracteriza principalmente en España la ve­
getación de la mesa central, exceptuando las
montañas elevadas, bajo una latitud de 43° 70',
una temperatura media anual de -+- 15°,5
á -f- 18°; de -f- 23°,5 en el estío; de -f- 7 o
en el
invierno; un suelo compuesto de colinas secas
y áridas; luz muy viva, y lluvia anual de 0,26
metros. El límite inferior de temperatura medía
que puede soportar es de -f- 12°.
Los encinares son muy escasos en la zona
septentriorial de la Península que cubre la
terraza pirenaica y el sistema cantábrico. Existen,
sin embargo, algunas encinas aisladas
en el Mediodía de la provincia de Lugo, especialmente
en el partido de Quiroga, enlazándose
con los rodales de la misma especie
arbórea que, sin formar verdaderas masas forestales
, se extienden por el partido de Valdeorras,
en el Nordeste de la provincia de
Orense. A pesar de los ensayos que en otro
tiempo se hicieron para propagarla, es la encina
muy poco abundante en la provincia de
Asturias, y aunque en el partido judicial de
Belmonte es más frecuente, se encuentra en
un estado poco satisfactorio. Los encinares
de la Liébana presentan ya cierta gradación
de clase de edad, pues abundan las de primera,
cuarta, quinta y sexta. Los más importantes
son los de Toceño, Cabrojo, Quintani-
11a, Caldas, Pineras, Comijares, Vielba, Luey
y Muñorrodero. En las Provincias Vascongadas
se encuentran algunos en Irún, Oyarzun,
Durango y Bilbao. Abunda y se usa mucho
la encina en Navarra y Aragón, aunque en la
primera de estas comarcas, en donde se beneficia
por escamonda, tiene poca importancia
como especie maderable. Son, no obstante,
algo notables los encinares de la cuenca del
Arga, falda meridional de la sierra que lleva
los montes de Alair y Orrani, y paraje denominado
el Carrascal. Más extensos son los que
se ven en las Amezcoas, no lejos de las Peñas
de San Fausto, y los que salpican las dilatadas
llanuras que se extienden por el Mediodía
de la sierra de Guara, en donde la encina
vive social con el pino rebordenco ó borde
(Pinus hcdapensis, Mili.). Algunos matorrales
de encina de escasa importancia se extienden
por el Mediodía de la provincia de Lérida,
partidos de Balaguer y Solsona, siendo
más frecuentes los montes de dicha especie
en la provincia de Geroua, cuya región media
caracteriza, extendiéndose por el alto
Ampurdán y montañas de Olot. En Vich es
objeto de preferente aprovechamiento para
carretería é instrumentos de labranza.
Por la parte meridional de las provincias
de Gerona y Lérida se enlazan los encinares
de la zona anterior con los de la oriental ó
mediterránea, que comprende una parte de las
pendientes de la terraza pirenaica y del sistema
ibérico. Son poco extensos los del valle
del Ebro, pero algo más importantes los de la
provincia de Teruel, sobre todo en su parte
baja ó septentrional, partidos de Segura y
Castellote. Los más notables del reino de Valencia
radican en las sierras de Mariola y Ai-

ENC — 669 — ENC
tona, en donde se encuentra el famoso Carrascal
de Alcoy, en el cual la encina está subordinada
al pino carrasco, y en el partido de
Albocacer, de la provincia de Castellón.
Los serrajones de la sierra de Alcaráz, perteneciente
ya á la zona meridional ó africana,
que comprende el sistema granadino, y parte
de las pendientes del ibérico y mariánico, sustentan
algunos encinares entre el alcornoque
y la maraña siempre verde de que se hallan
cubiertos. En la región inferior de Sierra Segura
se encuentran el enebro, el lentisco y
la enciua como especies subordinadas, pero la
última domina en la región superior. En la
provincia de Córdoba se ven extensos encinares
en los partidos de Hinojosa y Pozo Blanco,
en donde radica la notable dehesa de la
Jara. También lleva algunos la Sierra Elvira,
seca y árida por lo común. Los hay
igualmente hacia el Norte y Noroeste de la
vega de Granada, en la sierra de Gador, en la
Contraviesa, en la sierra de Lujar y en la célebre
Axerquia, al Sur de la sierra de Antequera.
Mezclada con el alcornoque y el acebuche
se ve la encina en los valles formados
por los cerros de la sierra de Grazalema ó del
Pinar, y puebla grandes extensiones de las
sierras de Baza y Caniles. Los encinares del
Marquesado proveen de leñas á los habitantes
de aquella región de la provincia de Granada,
y moderan los daños de las avenidas y
aludes de Sierra Nevada. Encinas, robles y
quejigos son las especies dominantes en los
territorios de .Lanjarón, río Sucio y río Chico,
Carataunas, Capileira, Petres y Portugos.
No son menos frecuentes los montes de encina
en la meseta de Ronda y en la región inferior
de la serranía del mismo nombre, donde aquélla
domina á las demás especies congéneres,
con la que vive social, como se ve en las laderas
del término de Jimena, próximas al río Guadiaro;
en Ronda, al Sur del río de esta villa;
en Igualeja, al Éste del río Genal, y Norte y
Oeste del río Algarra; en Benaoján, al Oeste
del Guadiaro; en Casares, al Este del Genal;
en Jubrique, á las márgenes de los arroyos de
Analabalote, y en Archidona, cerca del arroyo
de los Borbollones. La cuenca del Guadalquivir
es pobre de encinares, pero entre Estepa
y Arcos hay bastantes de la. forma bailóla.
Algunos, algo notables también, se encuentran
en los partidos de Moguer, Huelva y la
Palma, y especialmente en el de Ayamonte,
al cual pertenecen los del Marquesado de Gibraleóu
y del Condado de Niebla.
La zona occidental ú oceánica que comprende
á Galicia y Portugal carece de encinares
en la región del Norte, formada por las
provincias de la Coruña, Pontevedra, y parte
de Lugo y Orense, con las pendientes portuguesas
de la izquierda del Miño. Los encinares
de las provincias orientales de la nación
portuguesa cubren principalmente las cuencas
del Duero, Tajo y Guadiana, dándose la
mano con los del centro de España.
La extensa zona que abraza la planicie cen­
tral y algo de sus pendientes se distingue por
el predominio de la encina, cuyos montes caracterizan
singularmente la región occidental
y el centro de las cuencas hidrográficas. En
la parte del Norte se ven pequeños rodales
de encina que se extienden por el llano de
Burgos y región inferior de la provincia de Soria,
por las de Palencia, Valladolid, León y
Zamora, adquiriendo mayores proporciones
en los valles de las comarcas meridionales.
En las provincias del Oeste, como Salamanca,
Cáceres y Badajoz, hay extensos encinares,
tal cual vez mezclados con montes de
otras especies del mismo género, notables por
su riqueza. Montes de encina puede decirse
es lo único que se ve en la región alta de Extremadura,
fuera de los olivos, viñedos y cereales
que se cultivan en el ruedo de las poblaciones.
No menos importantes son en la
Extremadura baja, región de Jerez de los Caballeros,
Zafra, Villafranca, Hornachuelos é
Hinojosa. Pero al lado de las vastas dehesas
de esta zona y de los plantíos en que la encina
se cultiva de un modo análogo al olivo, y
cou el esmero é inteligencia práctica propia en
este particular de los extremeños, se ven en
la cordillera divisoria entre el Tajo y Guadiana,
extensiones interminables de malezas de
encina, en que ésta se beneficia al turno de un
año, á fin de proporcionar pasto á los ganados.
Oquedales de enciua y roble para pasto,
bellota, labor y leña; montes carboneables que
se rozan cada diez años, y montes raquíticos
cuya altura no pasa de 1 á 1,50 metros, son los
que abundan en la Alcarria. Notables desde
muy antiguo soulos encinares de la campiña de
Madrid, en la pendiente meridional de la cuenca
del Tajo, y entre la región del Quercuspubescens
por el Norte y la del Q. coccifera por
el Sur. Sobresalen entre ellos el de la Casa de
Campo, de unas 3.000 hectáreas, y debido á la
iniciativa de Felipe III; El Pardo, Viñuelas y
Moraleja, de unas 36.0.00, creados por la voluntad
de Carlos I; los de Boadilla, Villaviciosa,
Rincón, Aldea del Fresno, Navalcarnero,
Escorial, Galapagár, Valdemorillo, y
más al Oeste los extensos montes que se extienden
desde Talavera hasta el río Alagón.
Por último, en la parte Sudoeste de la provincia
de Ciudad Real descuella el magnifico
valle de la Alcudia, cuyo hermoso encinar es
tan frondoso que contiene en algunos sitios
1.500 pies por hectárea.
CONDICIONES DE EXISTENCIA.— Puede considerarse
la encina cómo el árbol destinado
providencialmente á substraer á su innata esterilidad
las montañas de los países meridionales,
pues vegeta, si no con mucha lozanía, al
menos con gran perseverancia en los suelos
más áridos y menos profundos de las mismas.
Prefiere los terrenos sedimentarios, como
los de la formación de Madrid y los de la central
de la cuenca del Duero, demostrando por
los suelos calizos una predilección que no se
observa en las demás especies congéneres.
Sólo ocupa pequeñas áreas en los terrenos

metamórneos, como se ve en los cuarteles de
la parte baja de San Lorenzo y Ríofrío. Suele
encontrarse en los terrenos plutónicos, como
con bastante frecuencia en el granito acontece
en Extremadura. Es, por último, muy rara
en las formaciones volcánicas, por lo menos
en España, donde sólo se encuentra en aquéllas
alguna que otra encina, sin formar rodales.
Quiere este árbol las tierras sueltas y areniscas,
y buye de las gruesas y pesadas, vegetando
bien en los suelos secos y en los que
contienen gran cantidad de cantos rodados,
^. así como en las vertientes de las montañas
puramente calizas; pero se desarrolla mucho
mejor y llegaá adquirir dimensiones extraordinarias
en el fondo de los valles estrechos, en
donde la capa vegetal presenta un espesor
bastante considerable. Útil siempre en alto
grado, ya física, ya económicamente, abriga y
conserva el suelo, contribuye á regularizar el
•curso de las aguas, embellece las faldas de las
montañas, y forma enjlos/valles espesos y dilatados
rodales de abundante y rica producción.
Prospera mucho en los terrenos de las costas
del mar, y se acomoda á todas las exposiciones
, aunque parece preferir las del Mediodía,
en las cuales adquiere su madera mayor
densidad y mejores condiciones, siendo, sobre
todo, su corteza más rica en tanino.
El notable desarrollo de su sistema radical
le permite resistir los embates de los vientos
del Norte, y la°robustez de su temperamento
soporta las heladas intensas, los calores fuertes
y las sequías largas.
MÉTODOS DE BENEFICIO.—Monte alto.—En
el Diccionario de Agricultura de los Sres. Collantes
y Alfaro se lee lo siguiente: «Benefícianse
los encinares en monte bajo y en monte
medio; no hemos visto en España ni un solo
encinar beneficiado en monte alto, tomando
este método como lo define la ciencia.» Estas
son todas las noticias que sobre el particular
hemos encontrado en las obras españolas que
nos ha sido posible consultar, y poco más las
que nos suministran las de allende los Pirineos.
Monte medio.—-Para poder aplicar con propiedad
al método de beneficio que se sigue en
la mayor parte de los encinares españoles la
denominación de monte medio, es preciso advertir
la definición que consigna Parade, para
quien no es aquél más que un monte bajo, en
el cual se conservan en pie un cierto número
de árboles durante un período de tiempo correspondiente
á tres ó más turnos de los subresalvos.
Los montes de encina situados en el núcleo
de la zona forestal de esta especie, ó sea en
aquellas comarcas cuyas condiciones de localidad
favorecen en alto grado, no sólo el crecimiento
y desarrollo individual de los árboles,
sino también la producción del fruto, se
aprovechan principalmente en razón de la importancia
y utilidad de este último con relación
al mantenimiento del ganado de cerda,
y al efecto los montes bajos se convierten en
montes medios y en oquedales. Para lo pri­
ENC — 6' 70 — ENC
mero se ejecuta en la época conveniente la
roza del matorral de encina que constituye la
parte baja, y se apostan, como se dice en Extremadura,
algunas matas para formar los
resalvos. Dicha operación no consiste más
que en respetar al tiempo de hacer la roza, las
matas más lozanas y mejor distribuidas; en
suprimir en ellas todos los vastagos más defectuosos,
dejando sólo un cierto número
para escoger más tarde el que ha de formar
el árbol, y en abrir un alcorque alrededor
del aposto para facilitar la reunión de las
aguas y el riego de aquél. A los dos 'ó tres
años pueden cortarse todos los vastagos laterales,
y dejar sólo el central ó el que ofrezca
mejores condiciones de forma y robustez. En
lo sucesivo se cuidará de guiarlo, ó sea limpiarlo
con frecuencia para favorecer su desarrollo
en altura y evitar que se deforme. A los
diez ó doce años el resalvo ya está formado.
Una vez obtenidos de este modo todos los
resalvos, puede el monte someterse en lo sucesivo
simplemente al régimen forestal como
monte medio, ó á un método mixto, con virtiéndole
en oquedal si el suelo ofrece buenas
condiciones agrarias. Los oquedales son muy
frecuentes en Andalucía y Extremadura, viéndose
en ellos árboles añosos, de dimensiones
colosales, que producen grandes cantidades
de bellota, elemento esencial de la riqueza
pecuaria de dichas localidades.
Fuera de la reposición de los resalvos, operación
que atendida la longevidad de la encina
sólo es necesaria muy de tarde en tarde, y
que puede ejecutarse, ya por medio de siembras,
ya dejando que el terreno se cubra de
nuevo de matas para apostarlas y guiarlas de
la manera indicada, la única operación necesaria
para la conservación del suelo y para
favorecer la producción del fruto es la poda.
Esta operación es casi siempre innecesaria
en los montes altos, porque la espesura que
según los preceptos científicos deben tener
los rodales, no permite á la luz penetrar por
debajo de las copas y favorecer el desarrollo
de las ramificaciones inferiores, las cuales, á
medida que los árboles se elevan, perecen y
se desprenden paulatinamente sin necesidad
de suprimirlas y sin dejar señales de su inserción
en el tronco. Sólo en el caso de que haya
rodales muy claros y de que por esta causa
los árboles se ramifiquen mucho ó adquieran
formas defectuosas, podría ser útil la poda,
de la cual debe huirse todo lo posible, porque
practicada en grande escala produciría
gastos de mucha consideración.
Cuando los árboles se crían aislados ó á
grandes distancias entre sí, tienden, sobre
todo si no proceden de semillas y han estado
anteriormente en espesura, á cubrirse de arriba
abajo de ramas chuponas que atraen la
savia para emplearla en provecho propio y
en perjuicio del tronco y de la guía, cuyo vigor
y desarrollo se debilitan notablemente.
Las consecuencias de este fenómeno pueden
llegar hasta hacer que ésta se seque y deter-

ENC — 67 1 — ENC
mine la muerte prematura del árbol; pero
aun cuando los efectos no lleguen por lo común
á tal extremo, dan siempre lugar á que
el tronco sea muy nudoso, y por consiguiente
poco á propósito para proporcionar maderas
de construcción y para una multitud de
industrias. Es indudable que la poda de los
árboles que se*crían bajo las condiciones indicadas
es altamente conveniente, y recomendable
por tanto para los resalvos del medio
y para los árboles que forman el vuelo de
los oquedales, tanto más cuanto que considerada
casi siempre la encina como árbol frutal,
puesto que el fruto es un producto más abundante
y estimado, exige la intervención de
la mano del hombre para mejorar dicha producción
en cantidad y calidad.
La poda determina siempre una perturbación
más ó menos grande en la marcha de la
savia y en las funciones normales de la vegetación,
y esa perturbación, tanto más perjudicial
para el árbol cuanto mayor es la actividad
de los jugos, puede ser origen de derrames,
heridas, úlceras y otros accidentes
que lleguen á producir la muerte prematura
de aquél. Para evitar estos inconvenientes
debe ejecutarse la operación durante aquella
época del año en que la vegetación es menos
activa, esto es, desde fines de Octubre á mediados
de Marzo, siendo preferible, dentro
de este período, la temporada correspondiente
á fines de invierno, porque empezando
poco más tarde la actividad de la vegetación,
los cortes se cicatrizan más pronto y están
expuestos por menos tiempo á la influencia
de los agentes atmosféricos.
Lo primero que debe procurarse es enfaldar
el árbol, ó sea formar una copa que arranque
de la altura conveniente, y que esté compuesta
de ramas igualmente vigorosas y distribuidas
con regularidad. Esto se consigue
empezando á podar los árboles cuando no
cuentan todavía más que ocho ó diez años, y
repitiendo después la operación con frecuencia,
ó sea cada dos ó tres años. Es muy errónea
la práctica seguida en algunas partes,
donde se deja transcurrir un largo número de
años entre dos podas consecutivas. Esta costumbre
obliga á suprimir ramificaciones de
un diámetro considerable, cuyos cortes son
de gran superficie, tardan mucho en cicatrizarse
y ofrecen mayor acceso á los agentes
que pueden determinar enfermedades en el
árbol. Otro inconveniente no menos grave de
este sistema es que. esas ramificaciones que
luego han de suprimirse, consumen una gran
cantidad de savia, con pérdida absoluta para
la producción sucesiva. La poda, repetida
con frecuencia, salva todos esos males. Las
ramas suprimidas son entonces de escasas dimensiones;
la superficie de los cortes, pequeña;
fácil la cicatrización de las heridas; exigua
la cantidad de savia asimilada por ellas
y perdida para el desarrollo ulterior del árbol,
y poco profunda la perturbación que en
su marcha experimente aquélla.
Para que el árbol adquiera formas regulares
, es preciso que el tronco quede limpio de
ramificaciones en toda la mitad inferior de su
altura, por lo cual á dicha distancia del suelo
se empieza á enfaldarlo, cuidando de que
las ramas madres queden repartidas con la
conveniente simetría. En las demás partes de
la copa hay que tener siempre la misma precaución,
haciendo que la savia se distribuya
por igual, sin alterar el equilibrio de los órganos
vegetales., Al efecto se procurará que
al lado opuesto de cada rama vaya otra que
tenga dimensiones próximamente iguales, que
esté simétricamente colocada y que solicite á
la savia con igual energía que aquélla. Deben,
pues, suprimirse aquellas ramas que hayan
adquirido un desarrollo desproporcionado respecto
de sus análogas, ó que disputen á la
guía su predominio; algunas de las que formen
verticilo ó partan de un mismo punto
del tronco, escogiéndolas de modo que las
que queden estén bien distribuidas; uno de.
los dos brazos de cada rama que se bifurque
desde su mismo punto de inserción, y, por
último, aquellas ramificaciones que por su excesivo
desarrollo puedan producir ó hayan
producido la inclinación del árbol en un sentido
ó en otro. Además de estas reglas, hay
que tener también en consideración que siendo
el objeto de la poda en los encinares el favorecer
todo lo posible la producción del fruto
, hay que descargar el árbol de muchas ramificaciones
secundarias que sólo llevan yemas
de hojas, y que impiden que la luz, agente
principal de la elaboración, de aquél, pueda
llegar hasta aquéllas en que abundan las yemas
florales. La práctica es el guía más seguro
en esta materia, sobre la cual no es posible
dictar reglas precisas, pero debe considerarse
como tal la de desahogar los árboles, ó
sea quitarles lo reviejo, las ramas secas ó
dañadas y todas aquellas que pueden ser origen
de una enfermedad y de accidentes más
ó menos frecuentes, ó producir, por lo menos,
una pérdida inútil de jugos.
La materialidad de la operación se ejecuta
por medio del hacha cuando las ramas son
bastante gruesas, y con una podadera si son
de poco diámetro. Los cortes deben quedar
lisos, sin asperezas ni rugosidades en las cuales
pueda detenerse el agua, y para conseguir
mejor este objeto deben hacerse inclinados
hacia el exterior, cuidaudo al practicarlos de
que la corteza no se desprenda del cuerpo leñoso.'
La amputación puede hacerse á raíz de
la superficie de la rama en que se halle inserta
la que se suprime, si ésta no es de grandes
dimensiones, evitando que quede adherida á
la primera ninguna porción del talón ó base
de la segunda. Si, por el contrario, la rama
suprimida es muy gruesa, debe dejarse una
porción de ella de longitud variable, desde un
decímetro á medio metro, pero cuidando de
que en este tetón, como se llama vulgarmente,
queden siempre algunas ramillas en activa
vegetación, para que conserven la vitalidad

ENC — 6 ¡72 — ENC
de aquél é impidan que secándose determine
defectos ó enfermedades en el árbol. Otra
precaución muy útil es la de cubrir la superficie
de los cortes muy considerables, con un
mástic ó betún de los que se usan comúnmente
para injertar, á fin de que los preserve de
las influencias desorganizadoras.
El tratamiento de los subresalvos, cuando
los hay, ó sea cuando el monte no constituye
oquedal, puede subordinarse á las reglas que
expondremos á continuación.
Monte bajo.—La época más favorable para
la roza de la encina es la que hemos señalado
para la poda, esto es, desde fines de Octubre
á mediados de Marzo, suspendiéndola durante
las fuertes heladas, porque éstas exponen
las cepas á deteriorarse y á morir. Se emplea
para ejecutar dicha operación, una hacha
bien afilada, á fin de que el corte sea limpio
y la corteza forme alrededor de él un tajo circular
sin desgarradura. Deben darse los cortes
entre dos tierras, por poco más arriba del
cuello de la raíz, y recubrirse las cepas con
tierra ú hojarasca, para resguardarlas, así de
los grandes fríos, 'como de los calores y sequías.
Esta recomendación es muy interesante,
y por no haberla atendido convenientemente
se han perdido muchas veces extensos
repoblados, sobre todo en las exposiciones septentrionales.
El turno de los montes bajos de encina
debe oscilar entre quince y veinticinco años.
En algunas localidades francesas el turno
más común es el de veinte años, y antiguamente
era el de doce, diez y aun ocho años.
De esta manera no se obtenían más que ramillas
delgadas de poco valor, y las cepas se
esquilmaban pronto, por hallarse expuestas
con mucha frecuencia á los efectos de los
agentes atmosféricos. Hace algún tiempo que
esta costumbre ha desaparecido, y que se ejecuta
la roza cada quince ó veinte años, intervalo
durante el cual los brotes han adquirido
ya su mayor crecimiento medio, y los productos
dimensiones bastante considerables, siendo
por consiguiente de más valor. Encinar hay
en Francia que aprovechado al turno de doce
años, producía apenas 100 francos por hectárea,
mientras que al turno de 20 produce
hoy 300.
Con objeto de destinar sus maderas á aplicaciones
especiales, pueden dejarse, si se cree
conveniente, algunas reservas en las cañadas,
en los terrenos de fertilidad excepcional, en
los límites del monte ó en las orillas de aquellos
caminos que atraviesan á media ladera
las faldas de las montañas.
En los montes mezclados de encina y roble
el turno debe variar de veinte á veinticinco
años, según la proporción relativa de las especies.
En estos montes pueden establecerse
reservas en mayor ó menor cantidad, según
la densidad del repoblado. La espesura es en
ellos más uniforme que en los encinares puros,
pero hay que tener presente que el roble tiende
á desalojar á la encina, y como ésta es en
realidad la especie más apreciada y la que protege
más el suelo, debe contrarrestarse aquella
tendencia por medio de los aprovechamientos.
La mezcla de la encina con el pino de Alepo
constituye también buenos repoblados, La
espesura se conserva muy bien, y las dos especies
se protegen recíprocamente, desarrollándose
sin obstáculo, siempre que no se deje
al pino apoderarse del terreno, y se cuide de
apear los árboles demasiado grandes, que concluirían
por ahogar á la encina, cuyos productos
son de más valor. El pino de Alepo lleva
por lo común semillas fecundas muy joveu,
y llega á su cortabilidad máxima á los cincuenta
años. En estos montes convendrá adoptar
el turno de veinte años, apear en cada corta
los árboles más viejos y vigorosos, rozar las
cepas de encina y limpiar las pimpolladas.
Deberán también conservarse las matas de
boj y otras plantas leñosas, para proteger el
suelo y conservar la humedad.
Cualquiera que sea la marcha que se siga
en el aprovechamiento, debe cuidarse mucho
de rozar los brotes raquíticos y más ó menos
secos por efecto de la cubierta, de los daños
de los ganados, etc. Los propietarios y jomar
leros suelen dejarlos porque no tienen valor
alguno y para evitarse trabajo, pero esto es
un abandono muy censurable, porque dichos
brotes concluyen por desaparecer, dando lugar
á los claros que se ven muchas veces en
los rodales. Si,por el contrario, se rozan, brotan
con vigor, y producen tallares más espesos
y lozanos.
CULTIVOS.— Los métodos de cultivo aplicables
á la encina se reducen á la siembra y la
plantación, y aun esta última ofrece'dificultades
considerables. Al ocuparnos de las reglas
que en la práctica deben observarse, nos
concretaremos á los preceptos de verdadera
aplicación, prescindiendo de generalidades
ajenas á la índole de este escrito.
SIEMBRA.—La recolección de las bellotas
para la siembra debe hacerse en tiempo seco,
porque la humedad dificultaría su conservación,
exponiéndolas á descomponerse.
La operación se ejecutará después que hayan
caído por sí mismas al suelo, ó bien vareando
los árboles y colocando debajo de ellos
unos lienzos para recogerlas. Es necesario en
seguida extender las bellotas en un sitio muy
ventilado, disponiéndolas en capas de poco
espesor, para que pierdan la humedad excesiva,
que pudiera ser causa de alteración; luego
, pueden conservarse durante el invierno de ia
manera siguiente: Se escoge una superficie
plana y bien seca, en la cual se extiende una
capa de hojas, secas también,- de unos 30 centímetros
de espesor; se colocan sobre ella, en
montones cónicos de un metro de altura, las
bellotas, recubriéndolas con una capa de hojas
del mismo grueso que la anterior; en seguida
se pone otra de 16 á 20 centímetros, de
musgo seco, y se cubre todo con paja, abriendo
alrededor una zanja circular, para evitar
el acceso de la humedad.

ENC — 673 — ENC
Otro procedimiento consiste en colocar las
bellotas en silos ú hoyos, que pueden ser hasta
de manipostería cuando han de servir de un
modo permanente. Eu el fondo se pone una
capa de paja, encima otra de bellota de 30
centímetros de espesor, luego otra de paja y
así sucesivamente hasta la parte superior, que
se cubre con paja y hojas secas, poniendo
encima unas tablas, sobre las cuales se echa y
apisona bien la tierra, para preservar á las
bellotas del frío y de la humedad.
En algunas localidades se ponen aquéllas
en cajas ó toneles con agujeros, y se conservan
dentro del agua. En otros puntos se meten
en cajas por capas que alternan con otras de
arena de río bien seca y que no contenga substancias
terrosas, debiendo ser la capa superior
de cerca de 25 centímetros por lo menos. Los
cajones llenos de este modo se depositan en
un sitio fresco y sobre postes de madera, para
que no estén en contacto del suelo.
Las bellotas para sembrar deben estar en
sazón, bien curadas, y han de ser gordas y
dulces. En Madrid se prefieren las de la sierra
de Guadalupe, porque siendo tempranas, se
pueden sembrar á últimos de Octubre, cuando
todavía no están maduras las de la tierra. La
bellota, para ser buena, debe llenar, completamente
su cubierta exterior, y partiéndola longitudinalmente
por la mitad, debe presentarse
blanca, fresca y lustrosa, y conservar intacta
la radícula que se observa en la parte superior.
Si presenta manchas azuladas ó negruzcas;
si tiene olor á moho ó alguna picadura,
es prueba de que ha perdido su facultad
germinativa. También puede apreciarse ésta
echando las bellotas eu agua, pues las que
sobrenaden serán malas, ó por el peso, que
puede determinarse por comparación con otras
de cuya buena calidad haya completa certeza.
La siembra puede hacerse á golpes ó por
surcos. En uno y otro caso convendría, aunque
no suele hacerse, dar al terreno una labor
bastante profunda con la azada ó el arado,
quitando las piedras grandes, pero no los guijarros
pequeños, que conservan la frescura y
permeabilidad del suelo; condiciones esenciales,
porque no hay que perder de vista que
ia encina tiene un sistema radical que tiende
á desarrollarse con igual vigor en profundidad
y lateralmente, y que por consiguiente hay
que facilitarle los medios para que las raíces
puedan penetrar en la tierra y nutrirse bien.
Si se hace la siembra á golpes, éstos deben
estar muy próximos, y las bellotas á una profundidad
variable de 5 á 10 centímetros, según
los terrenos. La cantidad de semilla que
hay que emplear varía de 3 á 4 hectolitros por
hectárea, distando los golpes un metro. La
época más conveniente para la siembra es la
de fines de otoño y principios de primavera.
Debe binarse el terreno al cuarto año, y rozar
las plautas á la edad de siete á ocho.
La siembra á surcos exige análogas precauciones.
Los surcos pueden abrirse con el arado
á 2 metros de distancia entre sí, y las
bellotas se siembran á chorrillo. La operación
puede ejecutarse en la misma época anteriormente
indicada, procurando igualmente que
las bellotas queden enterradas á la profundidad
que hemos dicho. Los cuidados posteriores
son los mismos que reclaman las siembras
á golpes. La cantidad de semilla debe variar
de 10 á 12 hectolitros por hectárea.
El mal éxito de las siembras de bellota de
las cercanías de Madrid depende del poco espesor
á que se suelen hacer, lo cual da lugar á
que la humedad del suelo se evapore y sea
invadido por las malas hierbas, que sofocan
las plantas nacientes.
La caza y los jabalíes causan mucho daño
á las siembras de bellota, debiéndose por lo
tanto preservarlas por medio de setos muertos.
PLANTACIÓN.— En el Tratado de Agricidiura
de Ebn-el-A\vam se lee lo siguiente:
«Mauricio dice que si alguno tuviese por necesario
hacer el plantío de las bellotas, lo haga
de los plantones criados en los montes, poniendo
después otros tantos de los que salieren
aventajados, si quisiere y le fuera más
fácil. La encina es árbol silvestre que nace de
suyo en montes, entre piedras, y en terrenos
duros y no duros, cuyo pie arraiga más y se
hace más corpulento en tierra donde hay
agua. Otros dicen que conviene á la encina en
los llanos la especie de tierra semejante á la
montesina, en que nace por sí, que se pone de
su plantón, criado en el semillero; que en los
vasos de sus bellotas frescas, sanas y perfectamente
maduras, con la punta hacia arriba,
hendida sutilmente la cascara, y que su plantón
se traslada también de la selva, ejecutando
en todo este régimen lo expresado arriba,
el cual crece en altura y no le daña el riego.»
De dos maneras puede, segúu esto, hacerse
h\ plantación de la encina: ó por medio de
plantones procedentes de algún árbol de la
misma especie, ó por plantones obtenidos en
las siembras hechas en almácigas y macetas.
Para lo primero hay que atenerse al precepto
de Herrera, el cual dice: «Puédense poner de
dos maneras: ó de barbados, ó de su fruto, que
de ramo muy pocas veces acierta. Los barbados
se han de poner cuando hobieren dos ó
tres años, y el hoyo no sea muy hondo, y sea
ancho, y hanse de poner por Ebrero y Enero
, y para esto sean de los barbados que nascieren
algo lejos de las encinas, que son mejores,
y sáqueulos con las mas raices que ser
pudiere.» .
Según los comentadores de dicho autor, los
transplantes prueban muy mal á la encina, y
deben desecharse enteramente cuando se trate
de repoblar un monte ó de formarlo de nuevo.
Boutcher añade á su vez «que aquél es
muy dificultoso, porque cuando no se rompe
la raíz, echa por la parte inferior, y dentro de
la tierra, una especie de raíz tuberculosa con
muchas fibras delicadas, lo cual es un inconveniente
grande para el buen éxito».
Cuando á pesar de todo se quiere hacer la
operación por medio de plantones procedentes

ENC — 674 — ENC
de semilla, pónganse las bellotas en los semilleros
algo ralas, á palmo unas de otras, como
recomienda Herrera; procúrese resguardarlas
de toda clase de daños, y desmóchense los
brinzales cuando estén algo crecidos, para que
medren con más vigor. Cuando sólo se trate
de obtener un corto número de plantones, lo
más conveniente es poner las bellotas en macetas,
como se hace generalmente en los viveros
de Londres. De esta manera las plantas
brotan vigorosamente, sin experimentar el
menor contratiempo, y cuando se las traslada
de la maceta al hoyo abierto previamente, se
desarrollan con extraordinaria rapidez, si el
suelo y la situación son favorables.
. CUALIDADES Y APLICACIONES DE LOS PRODUC­
TOS.—Recomienda Boutcher el uso de la encina
para setos, asegurando que se hacen espesos
y llegan á 12 y 14 metros de altura en
poco tiempo, si bien cree que no deben plantarse
junto á los edificios, á causa de la mucha
humedad que conservan las hojas caídas durante
las lluvias de Abril y Mayo. En Cron-
•vvall se prefiere este árbol á cualquiera otro
para las plantaciones que se hacen á la orilla
del mar, como árbol de adorno y como especie
protectora en los plantíos municipales. Si
á estas cualidades se añaden las de sus numerosos
y variados productos, se reconocerá
cuan sensible es que no se haya atendido
convenientemente en nuestro país á la conservación
y fomento de los encinares, de cuya
destrucción se lamentaba ya el capitán Cook,
el cual dice en uno de sus escritos que cela
encina es ahora, por desgracia, el único combustible
que se usa en la mayor parte de las
Castillas, lo que hace disminuir diariamente
los escasos árboles que quedan. La manera de
ejecutar las cortas aumenta también el daño,
y las prácticas de los lugareños, permaneciendo
casi invariables, hacen subir de punto las
fatales consecuencias de este mal. A causa de
esto, el tronco brota débilmente. Los brotes
se cortan jóvenes y cuando tienen poco vigor,
y esta operación, repetida con frecuencia,
destruye con el tiempo los árboles, y el país
se transforma en los extensos rasos que hoy
se ven».
Mayor atención merece seguramente una
especie arbórea tan útil y apreciable.
Madera.—La madera de encina consta de
capas leñosas, compuestas esencialmente de
tejido fibroso y subdivididas en zonas estrechas,
concéntricas y festonadas comúnmente
por el parénquima leñoso, de color más claro;
los vasos son sensiblemente iguales y finos;
no foi-man una zona porosa distinta en la parte
interna de cada anillo, sino que, por el contrario
, se agrupan con las celdillas leñosas en
líneas flexuosas radiadas, que se prolongan
casi sin interrupción por todas las capas, lo
cual hace que las líneas circulares correspondientes
á los crecimientos anuales se presenten
muy confusas. Los radios medulares son
desiguales, muy anchos, abundantes, y forman
espejillos muy unidos y compactos, de
color más obscuro que el resto. La madera
joven es blanquecina, la más perfecta, de un
matiz claro uniforme, sin que se vea en ella
bien marcada la albura; el duramen y los nudos
se tiñen con frecuencia de un color pardo
negruzco más ó menos intenso. Es dicha madera
una de las más pesadas, oscilando su
peso específico entre 0,903 y 1,182. Esta
última circunstancia impide que sea susceptible
de ciertas aplicaciones, sobre todo en la
construcción naval, en la cual se prefieren
otras maderas menos pesadas, pero se emplea,
sin embargo, en los buques para piezas pequeñas.
Tampoco se presta muy bien á las
obras de raja, pero satisface muchas necesidades
en la carretería, construcción de aperos
de labor, ejes de carros y toda clase de piezas
que hayan de sufrir un gran rozamiento. Es
asimismo muy propia para tornería, y dócil al
escoplo y á la gubia; puede enriquecer el taller
del ebanista, presentando á veces muestras
en que el gateado y gusanillo, las aguas y
desvanecidos campean lindamente sobre las
tintas delicadas y caprichosas. Algunas veces
se abre y agrieta al secarse, pero, según parece,
puede evitarse este inconveniente teniéndola
sumergida previamente en el agua por
algún tiempo. De todos modos, esto no disminuye
en nada sus buenas cualidades para la
construcción civil, en la cual se emplea con
preferencia por su resistencia y duración, si
bien no suelen obtenerse piezas de grandes
dimensiones, porque la encina no alcanza una
altura muy considerable.
Leña y carbón.—La leña de encina es para
los españoles el combustible por excelencia,
aunque desgraciadamente falta en muchas localidades.
Esta preferencia es justamente merecida,
porque arde con mucha llama, desprende
gran cantidad de calórico y dura mucho tiempo.
Según los ensayos hechos por D. Julián
Pellón y Rodríguez, la encina de la Alcudia
da 3.150 calorías, la encina verde de Paimogo
2.604, y la procedente de la misma localidad
y expuesta al aire libre durante un año, 3.147.
Empleada en los altos hornos, produce una
fundición de calidad superior. El ramaje se
aplica al consumo doméstico y al de los hornos
de pan.
En la orilla derecha del Ebro y en la parte
central de la provincia de Zaragoza se consume
mucha leña de encina, de la cual se emplea
una gran parte en el carboneo, y otra se
extrae para Valencia y Barcelona.
El carbón de encina posee una gran potencia
calorífica, y es de mucha duración. Los
experimentos hechos por el ilustrado ingeniero
de montes, D. Eduardo Serrano, en el monte
Viñuelas, de las inmediaciones de Madrid,
nos permiten consignar aquí algunos datos
susceptibles de aplicación en circunstancias
análogas sobre los resultados que se obtienen
en la fabricación de este producto.
He aquí las conclusiones numéricas á que
llegó aquel ingeniero en sus minuciosos ensayos:

ENC — 675 — ENC
Coeficientes de apilamiento ó factores de
conversión del estéreo al metro cúbico de leña y
recíprocos.
Primer experimento. — Leña de encina y
roble, dominando aquélla; menuda, nudosa,
torcida y de corteza rugosa:
Metros
cúbicos
Volumen de un estéreo Y = 0,460
Factor para pasar del estéreo al metro
cúbico F = 0,40
Recíproco F' = 2,13
Peso del estéreo en kilogramos P =517
Densidad D = 1,12
Segundo experimento.—Leña de encina y
roble, dominando éste; algo gruesa, torcida y
de corteza rugosa:
Metros
cúbicos
Volumen de un estéreo Y = 0,410
Factor para pasar del estéreo al metro
cúbico F = 0,44
Recíproco F' = 2,27
Peso del estéreo en kilogramos F =480
Densidad ' j) = 1,09
Tercer experimento.-—Leña menuda, recta,
de corteza algo lisa, dominando la encina:
Metros
cúbicos
Volumen de un estéreo Y = 0,500
Factor para pasar del estéreo al metro
cúbico F = 0,50
Recíproco F' = < 2,00
Peso del estéreo en kilogramos P =506
Densidad z> = 1,01
Cuarto experimento.—Leña de encina únicamente;
diversidad de dimensiones; corteza
muy rugosa:
Metros
cúbicos
Volumen de un estéreo Y = 0,339
Factor para pasar del estéreo al metro
cúbico F = 0,40
Recíproco F' = 2,17
Peso del estéreo en kilogramos P =440
Densidad D = 1,02
Términos medios
Metros
cúbicos
Volumen medio de un estéreo Y = 0,450
Coeficientes medios de apilamiento... j
Peso medio del estéreo en kilogramos. P = 4,82
Densidad media D = 1,07
Como ensayos de carboneo, el mismo ingeniero
construyó cuatro horneras verticales
por el sistema español, poniendo mucho cuidado
en el encañe, y siendo el principal objeto
determinar las relaciones en peso y volumen
entre las leñas empleadas en la carbonización
y el carbón resultante.
=
Las cantidades totales empleadas y obtenidas
fueron las siguientes:
Número de estéreos de leña 229
Volumen en metros cúbicos 103,05
. , Peso total en kilogramos, dedum
cido del peso medio del estéreo
Peso del metro cúbico lleno, en
110.378
kilogramos 1.071
Metros cúbicos (apilados) de carbón obtenido
76
Peso del metro cúbico en kilogramos....
Peso total en kilogramos, del carbón ob­
290
tenido
Relación del volumen de carbón al de
23.200
leña 0,33
ídem del peso de carbón al de leña 0,21
Fruto.—La encina, árbol sagrado de los
etruscos, no sólo proporcionó abrigo en otros
tiempos al griego y al romano cuando, como
dice Virgilio, fatigado por el trabajo
« sicubi nigrum
ilicibics crebis sacra nemus accubet umbra»
sino también dulces y abundantes frutos, ó
como decía Horacio, tíligna nuirilus glande"»,
para satisfacer la más apremiante necesidad
cíe la existencia. Hoy, después del transcurso
de tantos siglos, existen todavía algunas localidades
, tales como varios pueblos de montaña
en nuestra Península, los departamentos
del Gard, Var, Vaucluse en Francia, y otros
en diversos países, en que se usa la bellota
para alimento del hombre, empleándola en
la fabricación del pan. Estos son, sin embargo,
casos excepcionales y circunscritos á un
corto número de poblaciones miserables, pues
prescindiendo de ellos, es aún más raro hoy
que en tiempos de Plinio el uso de la bellota
como postre, y cuando esto sucede, sólo se
emplean las más escogidas y de las variedades
más apreciables. Conocido es también el
uso que se hace de la harina de bellota para
la mixtificación de otros productos, y fama
universal ha adquirido por los pomposos, hiperbólicos
y extravagantes anuncios con que
se ha ofrecido al público el aceite de bellotas,
de cuya autenticidad y eficacia no podemos
dar fe. Recordaremos también que M. Bounotte,
profesor de Economía rural, publicó
hace tiempo una instrucción para elaborar
una cerveza extraída de las bellotas.
Pero la aplicación verdaderamente importante
de este fruto es la que de él se hace á
la alimentación del ganado de cerda, ó sea á la
montanera. Constituye ésta eu España un producto
secundario, que en muchos montes, y
señaladamente en Extremadura, suele tener
mayor valor que los productos primarios.
Para dicho objeto se utiliza también la bellota
de roble, la de alcornoque, el hayuco, la
castaña, la endrina, la acebuchina y la cereza
silvestre, pero entre todos estos frutos merece
la preferencia el de la encina, porque,
según dice Herrera hablando de este árbol,
«la bellota es muy recio mantenimiento, y de

ENC — 6 76 — ENC
mucha substancia, y engorda mucho; y en algunas
partes, antes que supiesen sembrar ni
coger pan, pasaban con ellas, como dice Virgilio,
y el ganado con ellas engorda mucho, y
hace carne tierna, sabrosa y de buen peso».
La bellota de roble da mal sabor á la carne,
y el hayuco, aunque la hace tierna y ligera,
le comunica malas cualidades para la conservación.
La montanera suele dar principio en Extremadura
por San Miguel (29 de Septiembre)
y terminar por San Andrés (30 de
Noviembre); pero el ganado malandar, denominación
que explicaremos más adelante, no
suele retirarse del monte hasta el 8 de Diciembre.
El modo de cebar el ganado varía mucho
de un pueblo á otro. En unos puntos se baldía
el monte durante un período determinado,
que por lo común es el que hemos indicado
anteriormente; en otros, el dueño sólo puede
aprovechar la bellota por un tiempo más ó
menos limitado, pasado el cual se baldía ó uo
se permite entrar más ganado, por estar sembrado
el suelo. La división de la propiedad
del suelo y vuelo que existe en muchos montes
es un obstáculo considerable á la buena
ejecución de la montanera, y origen de daños
de gran trascendencia para los encinares.
Los cerdos entran en el monte en piaras de
cien cabezas, confiadas al cuidado de dos porqueros.
La primera noche duermen en un
punto en que haya bastante fruto en sazón, y
por consiguiente, alimento por algunos días.
Al siguiente se les hace dar la vuelta al
monte, vareando al propio tiempo los árboles
para que puedan comer la bellota que cae, si
en el suelo no la hubiese, y de este modo toman
querencia á la tierra, y no se salen de los
límites recorridos. En los días sucesivos se
repite este paseo, sin tener tanto cuidado con
ellos, porque no sólo no se salen ya del monte,
sino que por la noche vuelven todos por sí
mismos al sitio de su dormida. Se prosigue de
esta suerte en lo sucesivo, dejándoles comer
como la mitad de lo que ellos quieran, hasta
que las bellotas están bien maduras, en cuyo
caso se va aumentando gradualmente el pasto,
dejándoles, por último, comer cuanto deseen.
Durante este tiempo se varean, como hemos
dicho, los árboles para hacer caer el fruto.
Esta operación se ejecuta primero con un palo
de 2 varas de largo; posteriormente con el marco,
que es ya de 4 varas; luego con la zurriaga,
que es de 6 varas, y por último, con la
manganilla, que es un palo de 5 varas, al extremo
del cual va unido, por medio de correas,
otro más delgado y de la misma longitud.
Por este medio se consigue que se desprendan
y caigan todas las bellotas, aun las que
se encuentran en las ramas más elevadas.
Los extremeños aseguran que el vareo de las
encinas favorece su producción ulterior, y
que al año siguiente el fruto es más abundante.
Si con razones científicas quisiera sostenerse
esta opinión, no podría ser de otro
modo que suponiendo que el vareo, al ocasionar
la ruptura de varias ramas más ó menos
gruesas, produce efectos semejantes á la
poda. Sin embargo, aunque así sea realmente,
es fácil calcular las heridas, desgajes y derrames
de jugos que la ruptura de las ramas
ha de originar, y la censura que merece esta
costumbre, sobre todo cuando no se cuida de
atenuar sus funestos efectos procediendo con
la debida prudencia.
Eu Extremadura se determina el número
de cabezas de ganado que pueden entrar en
el monte, dividiendo éste en octavos, nombre
que se da á una superficie indeterminada,
pero en la cual hay el fruto necesario para
alimentar quince puercos, cada uno de los
cuales equivale á ocho puercas ó cabezas rehechas.
Las cabezas se rehacen de la manera
siguiente: cada dos puercas equivalen á tres
marranos; dos marranos, á tres marranillos, y
dos marranillos, á tres lechones. Por último,
explicaremos dichas denominaciones, añadiendo
que los extremeños llaman lechones á
los cerdos durante el primer año de su vida;
marranillos, de uno ó dos años; marremos, de
tres en adelante, cambiando esta denominación
por la de cebón ó matanza cuando pasan
de 9 arrobas; las hembras reciben las mismas
denominaciones, con la diferencia de que después
del tercer parto se llaman puercas. -
Cada ganadero, teniendo en cuenta la equivalencia
indicada, rehace su ganado á puercas
, y sabiendo que cada ocho de éstas equivalen
á un puerco, y que un octavo contiene
alimento para quince de éstos, pide la fracción
de octavo ó el número de octavos que
para su ganado necesita. Los ganados cebones
ó destinados á la matanza, y las hembras
reservadas para la cría, son alimentadas en
el monte en la forma explicada anteriormente,
mientras que el ganado de vida, ó sea el
que no está destinado á la matanza ni á la
cría, por no tener la edad ó condiciones convenientes,
se nutre solamente con la hierba
que hay en el monte y con la bellota que á su
paso encuentra en el suelo, y muchas veces
se conduce á un monte distinto de aquel en
que se halla el ganado de cebo, pero con la
condición precisa de no varear las encinas ni
aprovechar más fruto que el caído. A este
ganado llaman malandar.
Terminada la montanera el día 30 de Noviembre,
se sacan los ganados del monte, y
desde entonces es preciso mantenerlos á pienso,
dándoles grano ó bellota, que se compra al
efecto. El fruto que desde dicho día queda en
los árboles, es propiedad del dueño del suelo,
y cuando corresponde al común de vecinos,
entran éstos con zurriagas y manganillas á
varear las encinas para arrebatarle el fruto
que quede, cometiéndose con este motivo daños
de gran consideración.
Hasta el mes de Diciembre se ve ganado de
cerda en los encinares, pero esto no es más
que efecto de contratos particulares, en virtud
de los cuales aquellos dueños de montes

ENC — 677 — ENC
que lo son de suelo y vuelo, y que por consiguiente
pueden disponer á su antojo del fruto
que queda en los árboles después de la montanera,
arriendan esta bellota, que se llama
granillera, y las hierbas á los ganaderos para
la alimentación del ganado malandar, y estos
arriendos no se hacen ya por cabezas rehechas
, sino por el total de los cerdos que entran
en el monte.
La tasación de la montanera no suele hacerse
hasta el mes de Agosto, que es cuando
el fruto se encuentra ya bastante desarrollado
y no hay tanto peligro de pérdidas posteriores
en la cosecha por efecto de las influencias
atmosféricas. También puede hacerse la tasación
comparativamente, ó sea con relación
á la cantidad de fruto obtenido en años de
cosecha normal, y de esta manera se dice que
la montanera es completa, de tres cuartos, de
la mitad, de la cuarta parte, salpicada ó perdida,
según la mayor ó menor cantidad de
fruto que llevan los árboles.
Los descuajes hechos durante los últimos
años en los encinares han disminuido mucho
el producto general de la montanera.
Casca.— Otro producto importante de la
encina es la casca ó corteza interna, que se
aplica al curtido de pieles. La casca de encina
es la que contiene mayor proporción de tanino,
entre todas las que á dicho uso se destinan.
Sus rendimientos duplican el valor de una
corta, y la operación que para obtenerla se
ejecuta es poco costosa y semejante á la que
se emplea en el aprovechamiento del corcho.
(V. Descortezar/liento.)
Las cascas se aprovechan durante la época
de movimiento de la savia. Las recogidas en
otoño suelen tener un 4 por 100 de tanino;
las recogidas en primavera llegan á tener un
6 por 100.
ENEMIGOS Y ENFERMEDADES.— Las enfermedades
que sufre la encina son numerosas y
variadas , aunque no bastante conocidas, por
la poca solicitud que se aplica á estos estudios.
Las heridas, úlceras, cánceres y venteaduras
producen con frecuencia estragos en este árbol,
y el fruto padece, cuando se halla en
capullo, la enfermedad llamada melosilla, que
determina su caída y la pérdida de la cosecha.
Los insectos que atacan á la encina son
bastante numerosos, aunque unos más dañinos
que otros. Entre los hemípteros está el
pulgón de la corteza de encina (Apliis quercus,
Latr.), que se distingue de las demás especies
del mismo género por ser muy pequeño,
de color moreno rojizo y carecer de antenas;
su trompa es tres veces más larga que el
cuerpo. Esta especie, como todas sus congéneres,
vive sobre las ramitas tiernas, hojas y
aun en las capas corticales, dando lugar con
sus picaduras á la formación de unos tubérculos
ó vejigas en cuyo interior hay millares de
individuos.
Aunque los pulgones tienen muchos enemigos
entre los demás insectos, se pueden
destruir directamente recogiendo y quemando
dichas bolsas ó vejigas, rociando las plantas
atacadas con un cocimiento de hojas de tabaco
, nogal y saúco, ó con fumigaciones de tabaco
, cuidando de que el humo no toque á las
hojas.
Entre los lepidópteros diurnos se encuentra
el Argos de la encina (Polyommalus quercus,
Latr.), cuyas alas son morenas por encima
y tienen una ó dos manchas azules sobre
las superiores en uno de los dos sexos; por
debajo sou todas agrisadas, teniendo una raya
blanca cerca del borde posterior. Las alas inferiores
tienen una colita y dos puntos de color
leonado en el ángulo anal.
La zigena de la encina (Zygcena queráis,
Latr.), de la familia de las Crepusculares,
es de color verde negruzco; tiene en las
alas superiores seis puntos transparentes y dos
en las inferiores; sobre el abdomen presenta
una faja amarilla.
La Lasiocampa quercus, Latr., correspondiente
á la familia de la Nocturnas, es una
mariposa de color ferruginoso, más obscuro en
los machos que en las hembras, y cuyas alas
superiores están atravesadas por una raya
amarilla; en medio de las inferiores hay un
punto blanco.
Por último, el Bombyx dispar, Latr., que
es el más dañino de todos, es de un color ceniciento
obscuro, rojizo; las alas superiores tienen
en el haz dos rayas transversales negruzcas
y ondeadas; las inferiores son más claras
y.apenas rayadas. La hembra es mayor que
el macho, blanquecina, y tiene sobre las alas
superiores unas rayas negruzcas en zig-zag.
El macho es más pequeño, más obscuro que
la hembra y sus antenas son pectinadas.
En Castilla la Vieja, especialmente en las
provincias de Zamora y Salamanca, se conoce
este insecto con el nombre vulgar de lagarta.
Su desarrollo es tal que constituye una verdadera
plaga. Los encinares de aquella parte
de España vienen siendo víctimas en gran
escala de la larva de dicho insecto desde el
año 1860. Desde esta época hasta el año 1883
ha invadido la lagarta 167.500 hectáreas de
monte de encina, según el cálculo del ilustrado
ingeniero de montes D. Antonio García
Maceira, encargado por Real orden de 17 de
Enero de 1882 del estudio de la indicada invasión.
El mismo ingeniero calcula en 50 millones
de pesetas el valor del daño causado en
los encinares por aquel lepidóptero en el período
de tiempo que queda indicado.
Los medios que pueden emplearse para destruir
todos estos insectos son: 1." Recogerlos
huevecillos, algunos de los cuales, como los
de la lagarta, son fáciles de reconocer por hallarse
recubiertos con una especie de borra
que les da el aspecto de yesca, hongo ó esponja,
debiéndose registrar al efecto todas
las ramas bajas, por la parte que mira al suelo,
así como los vallados, maderos y sitios
próximos, en que las hembras suelen depositar
sus ovaciones.—2." Matar las orugas aplastándolas
contra el árbol ó haciéndolas caer al

ENC — 678 — ENC
suelo por medio del humo. Para lo primero
se esperará á la época en que se verifique la
muda de la piel, que es cuando suelen reunirse
en las axilas de las ramas inferiores, que se
registrarán con cuidado. Para lo segundo se
construirá con alambre una especie dé cucurucho,
en forma de cono truncado, cuya base
mayor, de 15 á 20 centímetros de diámetro,
esté hacia arriba, y sostenga un aro en el cual
haya un cubillo para introducir y sujetar en
él una larga vara. Antes de salir el sol, cuando
las orugas estén aletargadas por el fresco
de la noche, se ponen en el interior del aparato
dos ó tres pliegos de papel viejo escrito ó
de periódicos, un poco arrugados y mezclados
con algunos pedazos de papel de estraza, que
se encienden en seguida. El humo que se desprende
se dirige por debajo de los nidos de
las orugas; de este modo caen y se recogen
para quemarlas.—3.° Matando las mariposas,
ya con manga, ya por el fuego. Este método
es de inciertos resultados, por la dificultad de
ejecutar la operación antes de la puesta.
Cualquiera que sea la utilidad de estos procedimientos,
es indispensable, para destruir
una plaga, que se ejecuten simultáneamente
en todos los puntos en que aquélla se presente.
De poco serviría extinguirla en una localidad,
si por abandono se dejase subsistir en
otra inmediata, pues pronto volvería á desarrollarse.
Al terminar estas noticias sobre una de las
especies arbóreas más útiles de nuestros montes,
repetiremos las siguientes palabras del
eminente dasónomo Pascual, consignadas en
la Memoria sobre los productos de la agricultura
española reunidos en la Exposición general
de 1857: «De las cosas que hay que hacer
en este país, ¡y no son pocas por desgracia!
es una de las más urgentes el obtener, mediante
concurso y premio, una monografía
dasonómica de la encina».
R. Jordana y Morera.
ENCINILLA.—Parece que este nombre
se aplica en algunas provincias de España á
una mata muy pequeña que corresponde á la
especie Teucrium chammdrys, L. (V. Teucrium.)
ENCISO.— Terreno á donde salen á pacer
las ovejas luego que paren.
ENCLAVADURA—(V. Clavadura.)
ENCLOCAR. — Ponerse clueca un ave,
como gallina, ánade, etc.
ENCOBAR.— Echarse las aves y animales
ovíparos sobre los huevos para empollarlos.
ENCOMIENDA DE SANTIAGO (Amarillis
formosissima, Lin.), llamada también
Flor de lis, Hermosa Raquel y Amacayo de
Méjico.—Tiene un­ bulbo grueso; hojas anchas,
largas y duras; el bohordo, que nace de
un lado de las hojas, es grueso, rojizo, algo
aplastado, y se termina por una espata de dos
piezas, que tiene una flor y á veces dos, grande
y hermosa, de color de fuego, y con venas
longitudinales purpúreas y aterciopeladas. El
conjunto de la flor se asemeja á una cruz de
Santiago. Los bohordos de la'flor nacen de un
lado del bulbo, y cuando se ha marchitado
empieza á producirlas por el lado opuesto.
Florece desde Marzo hasta Septiembre, y en
la región central no perfecciona sus semillas,
por lo cual hay que propagarla por medio de
sus bulbos.
ENCORCHAR.—En algunas partes dicen
encorchar al acto de coger las abejas y colocarlas
en las colmenas, lo que en otras se conoce
con el nombre de enjambrar.
En equitación se llama encorchar cuando
el caballo con malicia eleva ellomo y baja la
cabeza al mismo tiempo, para sacar al jinete
de la silla y echarlo al suelo.
En la práctica de la vinificación, se llama
encorchar las tinajas, encorchar las botellas,
toneles, etc., el acto de poner los corchos en
esos vasos para echarles el vino ó espíritus.
Los corchos deben elegirse al efecto que el
tamaño venga al agujero que con él se ha de
tapar, pues muy expuesto es cuando hay que
emplearlos en las tinajas y botellas, el que
sean mayores que lo regular, y al apretarlos
romper los vasos.
Los corchos deben elegirse poco porosos y
fabricados de modo que sus fibras no estén
al través en sentido horizontal, pues se descabezan
; tener pocos poros en sentido longitudinal
del corcho, porque dejan pasar el caldo.
En el artículo Trasiego de los vinos para
su conservación trataremos de la preparación
de los vasos vinarios, y nos extenderemos
sobre un asunto que aquí sólo indicamos
por seguir el turno de las palabras.
J. de Hidalgo Tablada.
ENCORVADURA ('Arboricultora)—
Operación que consiste en inclinar hacia el
suelo las ramas de los árboles frutales, dándolas
una forma semicircular ó de aro de círculo
, y cuyo objeto es apresurar la fructificación
de las frutas en los árboles de excesivo
vigor, y evitar que en éstos se desarrolle exageradamente
la madera. Sabido es, en efecto,
que las yemas fructíferas no se forman en las
ramas demasiado vigorosas; los trapenses del
Luxemburgo, en las cercanías de París, dueños
de grandes verjeles, inventaron el procedimiento
de encorvar las ramas de los frutales,
colocando en su extremidad libre una piedra;
y como el procedimiento dio excelentes
resultados, otros arboricultores emplearon,ya
ligaduras y ataron las ramas inferiores á estacas
colocadas formando círculo en derredor
de los árboles, y las inmediatamente superiores,
á éstas; las de la tercera serie, á las de la
segunda, y así sucesivamente. En los árboles
que forman espaldera se encorvan las ramas
laterales sobre cada brazo extendido en forma
de cordón. La encorvadura no se debe prolongar
mucho tiempo, porque extenúa los árboles,
y en todo caso solamente se ha de practicar
con algunas ramas, y cuando los árboles sean
muy vigorosos.
ENCUBAR (Vinificación).—№ acto de
echar el vino en las cubas se llama encubar.

EJSTD — 679 — EJSTD
(V. Vasos vinarios.) En varias provincias de
España en que el mosto se fermenta en trullos,
como dicen los catalanes; enlagos, según
los riojanos, etc., que son unas albercas de
manipostería de más ó menos capacidad, pero
que algunos llegan á muchos miles de hectolitros,
cuando en esas condiciones se pasa
la fermentación tumultuosa, para que pase la
insensible se trasiega el mosto á cubas de
madera, y es lo que se llama encubar.
J. de Hidalgo Tablada.
ENCUENTRO (Exterior).— Colocado á
los lados de los pechos, el encuentro no es
otra cosa que el punto de unión de la espalda
y brazo. En el caballo de tiro, en que los pechos
han de ser extensos y carnosos, los encuentros
se presentan debidamente separados
y poco prominentes; pues si á tal servicio se
aplicaran caballos de encuentros enjutos y
muy pronunciados, se les expondría á contusiones
ocasionadas por los atelajes, que les inutilizaría
por más ó menos tiempo para el trabajo,
y además la tracción ejercida resultaría
incompleta y enojosa. Por el contrario, en el
caballo de silla, la distancia de encuentro á
encuentro no debe ser excesiva, y la región se
ostentará evidente y descarnada, aunque espaciosa.
Cuanto más largos é inclinados estén
la espalda y brazo, más pronunciado será el
encuentro y viceversa; de manera que lo muy
saliente de los encuentros es cualidad obligatoria
para el caballo de silla, sobre todo para
el de carrera.
ENCHARCAR.—Cuando se riega una tierra
y se tiene poco cuidado en verificarlo con
arreglo al objeto, y se excede en la cantidad
de líquido, según las propiedades físicas de
ellas, pues sabemos que las poco permeables
se encharcan con el exceso de agua, las plantas
sufren varias enfermedades, y ocurre en
algunos casos lo que indicamos al terminar el
artículo Endosmosis.
Cuando las lluvias son frecuentes, ocurre lo
mismo en las clases de tierras indicadas, como
también en los desbordes de los ríos, arroyos,
etc.
En todos los casos que tal ocurra, para
evitar las contingencias de la pérdida de la
cosecha, debemos recurrir á los medios que
están indicados por la ciencia y por la práctica.
(V. Drenaje ó saneamiento de las tierras.)
Suele ocurrir que se encharquen las tierras
exprofeso, cuando las aguas turbias de los
aluviones tienen en disolución materias fertilizantes,
y por ese medio las depositan en
el suelo. (V. Entarquinar, Enlegamar, etc.)
J. de Hidalgo Tablada.
ENDEHESAR.—Meter el ganado en la
dehesa para que engorde.
ENDEMIA.— Cualquiera enfermedad que
reina habitualmente, ó en épocas fijas, en un
país ó comarca, y depende de causas permanentes
y conocidas.
ENDIBIA.-(V. Escarola.)
ENDOBLADO.—Se llama así al cordero
criado por dos ovejas. (V. Cordero.)
ENDOCARDITIS —Inflamación del endocardio
ó membrana que tapiza las cavidades
del corazón. La padecen todos los animales,
y puede ser aguda ó crónica, esencial ó
consecutiva.
Las causas son obscuras ó desconocidas, y
los síntomas son tristeza, abatimiento, debilidad,
inapetencia, opresión, respiración corta,
acelerada; los latidos del corazón rápidos,
tumultuosos; se observa distintamente en las
aurículas y ventrículos; el pulso es desigual,
duro, y á veces intermitente. El menor ejercicio
produce la disnea y sudores abundantes.
Por la auscultación es fácil reconocerla. Hay
además palidez de las mucosas, infiltración de
los miembros y calambres en las extremidades
posteriores.
El tratamiento que se emplea es el antiflogístico.
Sangrías, vexicatorios en la región
del corazón, sedales. Al interior se administra
la siguiente fórmula: digital, 4 gramos;
nitrato de potasa y bicarbonato de sosa, 10
gramos de cada uno. La curación es siempre
problemática y efímera.
ENDOSMOSIS y EXOSMOSIS (Física
y Fisiología).—Un célebre físico dice: «Los
fenómenos de endosmosis descubiertos por
M. Dutrochet merecen fijar la atención de
los físicos y de los fisiologistas (1).»
M. Dutrochet, en 1826, fijó la manera de
efectuarse los fenómenos de endosmosis, que
quiere decir corriente entrante; y exosmosis,
que significa corriente saliente; al efecto inventó
el endosmómetro. Este instrumento está
compuesto de una vejiga ó bolsa membranosa,
en la que por su abertura se introduce
un tubo de cristal, al que se adhiere herméticamente
por medio de una ligadura. La vejiga,
si se llena de una disolución muy engomada
ó de otro líquido más denso que el agua,
como, por ejemplo, leche, albúmina, una disolución
de azúcar, y después se pone en un
vaso lleno de agua, en seguida se observa que
el nivel se eleva en el tubo á una altura que
puede alcanzar á varios, decímetros, y que se
baja el nivel del vaso en que está sumergido
el endosmómetro, délo cual se deduce que
una parte del agua pura ha pasado al través
de la membrana para ir á mezclarse con el líquido
interior. Se demuestra pasado algún
tiempo que el agua en que está colocado el
endosmómetro contiene goma. Es evidente
que hay una corriente en los dos sentidos, y
de aquí la teoría de que hay endosmosis en
los líquidos cuyo volumen aumenta, y exosmosis
por lo que disminuye. Si se pone agua
pura en la vejiga membranosa y se introduce
en agua engomada, la endosmosis se produce
del agua pura hacia el agua engomada, esto
es, que el exterior se eleva. La altura de ascensión
varía en el endosmómetro según la
diferencia de líquidos. De todas las substancias
vegetales, el azúcar disuelta es la que á
(1) M. Pouillet: Physique experiméntale, et Météoroloyie.

END — 680 — END
densidades iguales tiene más poder de endosmosis;
de todas las substancias animales, es la
albúmina. La glutina , al contrario, tiene poca
fuerza. En general, los líquidos más densos
son los que tienen más poder de endosmosis,
exceptuando el alcohol y el éter, que con relación
al agua actúan como los líquidos más
densos. Con los ácidos, según están más ó
menos mezclados, hay endosmosis del agua
hacia el ácido ó del ácido hacia el agua.
Ha demostrado M. Dutrochet que para que
los fenómenos de endosmosis se produzcan,
es necesario: 1.°, que los líquidos sean heterogéneos
y susceptibles de mezclarse, como
el agua y el alcohol, por ejemplo, mientras
que con el agua y el aceite no tiene lugar;
2.°, que los dos líquidos tengan diferentes densidades;
3.°, que la separación que físicamente
tienen entre sí los líquidos, sea permeable en
alguno ó en los dos.
Todas las substancias vegetales y animales
son permeables; en cuanto á las substancias
inorgánicas, como la pizarra, la creta, la porcelana
de gourdcé, la tierra de pipas poco cocida,
son tanto menos permeables cuanto menos
sílice contienen. La tierra de pipas, que
es más aluminosa que la porcelana, es más
permeable. Al través de las masas inorgánicas
las corrientes son débiles, pero se pueden continuar
indefinidamente. Las membranas orgánicas,
al contrario, se desorganizan prontamente
y la endosmosis cesa.
Se han propuesto varias teorías de la
endosmosis. Los unos la atribuyen á una corriente
eléctrica que se dirige en el mismo
sentido que ella. Otros la han atribuido á una
acción capilar unida á la fluidez de los dos líquidos.
Se ha admitido también que la endosmosis
era debida á una desigualdad viscosa de
los líquidos. En fin, se ha atribuido ese fenómeno
á la mayor permeabilidad de las porciones
de uno ú otro líquido. De todas esas hipótesis,
ninguna explica la endosmosis de un
modo satisfactorio. Aunque así sea, el fenómeno
parece relacionarse con las mismas causas
que la capilaridad (véase esta palabra);
sin embargo, se observa que la elevación de
temperatura que activa la endosmosis , debilita
y contraría las acciones capilares.
Los gases presentan verdaderos fenómenos
de endosmosis. Si dos gases de diferente naturaleza
se separan por una membrana seca,
hay sencillamente una mezcla, es decir, corriente
igual de ambos; pero si la membrana
está húmeda, hay endosmosis, esto es, corrientes
desiguales. Para hacer el experimento se
pone una vejiga llena de ácido carbónico en
otra mayor que contenga oxígeno; esta última
se llena de ácido carbónico, lo cual demuestra
que hay endosmosis del ácido carbónico
hacia el oxígeno.
Los ftsiólogistas, dice Pouriau, admiten
hoy la endosmosis como la causa principal de
la ascensión de la savia en los tejidos vegetales.
Las espongiolas de las raíces de las plantas
se encuentran en el suelo en contacto con
el agua más ó menos cargada de los elementos
minerales y orgánicos disueltos, y bajo
el doble fenómeno de la capilaridad y endosmosis
absorben los elementos vitales de las
plantas. Sin embargo, la fuerza capilar, no
pudiendo elevar la savia á más de 50 centímetros,
la endosmosis es la que provee del medio
y manera de hacerla llegar á la extremidad
de los vegetales. Este movimiento se explica
sabiendo que la savia, cuando penetra
en el tejido celular, es menos densa que la
que aquél contiene, pues está ésta más elaborada;
debe, pues, producirse en las células una
corriente de endosmosis, parecida á la que explica
la teoría de ese fenómeno; por él asciende
la savia, hasta llegar á todas las alturas
de las plantas en su parte superior. Por ese
fenómeno se puede explicar también la rotura
de los vasos, células y fibras, así como
el podrirse algunos frutos y plantas, cuando
los riegos en exceso ó las lluvias excesivas
tienen las raíces bajo la influencia de una superabundante
humedad que la mayoría de las
plantas no requieren ni resistir pueden.
J. de Hidalgo Tablada
ENDRINO.—Este nombre se aplica eu España
á un arbusto común en los montes, que
corresponde á la especie Primus spinosa, L.,
de la familia de las Amigdáleas. En algunas
provincias recibe los nombres de arañan. (Aragón)
, marañan (Rioja), arlo negro y espino
negro. Es común en las regiones forestales de
Cataluña, Aragón, Navarra, Provincias Vascongadas,
Santander, Galicia, las dos Castillas,
Cáceres, Jaén, etc. También se encuentra
formando setos y bosquetes.
DESCRIPCIÓN.—Hojas ovales ó algo lanceoladas,
dentadas, más ó menos pubescentes.al
principio y después casi lampiñas. Flores pequeñas,
blancas, que aparecen antes que las
hojas ó al mismo tiempo que éstas, solitarias
ó geminadas, con pedúnculos lampiños - ó
casi pubescentes. Fruto drupa globosa, del
tamaño de un garbanzo grande, azulada, muy
áspera y acerba, con nuez rugosa. Florece en
Abril, y madura sus frutos en Septiembre ú
Octubre.
Forma esta planta un arbusto de 1 á 4 metros
de alto, con ramos pubescentes, y la
corteza de color pardo-negruzco y lustrosa.
Es bastante variable en su conformación', según
seau los terrenos donde se críe, pues
unas veces aparece como un arbusto abierto
ó extendido, muy difuso y muy espinoso, con
las hojas y frutos pequeños, y otras como un
arboliílo poco espinoso, con las hojas y los
frutos más grandes (Prunusfrutieans, Weihe).
Las raíces son robustas y penetrantes, y arrojan
con facilidad brotes, por lo cual se considera
esta planta como invasora, y por lo
tanto perjudicial.
Las endrinas tienen aplicación para la preparación
de algunas bebidas alcohólicas. Cuando
están del todo maduras, las usan algunos
para dar color artificial á los vinos de mala
calidad. Los labradores españoles consideran

ENE — 681 — ENE
señal de mal agüero cuando es muy abundante,
y de aquí el refrán de año de muchas
endrinas pocas hacinas. La corteza contiene
tanino, y combinados sus jugos con sales férricas,
da tinte negro.
Es muy dura la madera de. esta especie, y
presenta un veteado agradable, teñido de color
pardo-rojizo vivo. Tiene espejillos bastante
anchos, y poro cerrado, desigual y en grupos
de cinco á seis. Su densidad es de 0,699 á
0,944; admite bien el pulimento, y es dócil á
la labra. Tiempo atrás se empleaba bastante
en ebanistería para embutidos.
La planta forma buen monte bajo, porque
el brote es muy lozano cuando se roza hasta
alguna profundidad. En tierra de Calatayud
se injerta en endrino el melocotón.
Se distinguen también con el nombre vulgar
de endrinos las dos especies leñosas siguientes,
que viven, como la anterior, en los
montes:
Prunns insititia, L.—La Comisión de la Flora
forestal española la cita en Honda (Tajo
de Pompeyo) y en el Escorial (provincia de
Madrid). Otros autores dicen que se cría en
Cataluña, Castilla, Guadarrama, Irún y Fuenterrabía
(setos), Galicia (bosques y setos) y
en otras partes.
DESCRIPCIÓx.—Hojas ovales-lanceoladas,
pubescentes al principio, sobre todo en los
nervios de la cara inferior, después lampiñas;
estípulas lineares, pubescentes. Flores bastante
grandes, de color blanco puro, que aparecen
antes que las hojas ó al mismo tiempo
que éstas, ordinariamente geminadas, con pedúnculos
pubescentes. Drupa negra ó amarilla,
jaspeada de rojo, globosa, grande, colgante,
con nuez rugosa. Florece en Marzo y
Abril, 3' madura sus frutos de Julio á Septiembre.
Alcanza este arbusto ó arbolillo una altura
de 1 á 5 metros; tiene las ramas extendidas,
y las ramillas derechas, robustas, aterciopeladas
y subespinosas. Esta especie, según algunos
botánicos, es el tipo silvestre del ciruelo
cultivado de frutos redondos. Se emplea
para patrón de los injertos de frutales. Presenta
la madera espejillos angostos; es mivj*
dura 3' compacta; está veteada de rojo, 3' admite
bien el pulimento.
Pruuus llamburii, Boiss.— Planta leñosa, de
un metro de altura 3' muy ramosa. El primero
que la encontró en flor fué M. Kambur, y
después la vio en fruto M. Boissier. Se cría
en los matorrales espesos de la región alpina
de la Terraza granadina, Sierra Nevada, cerca
del cortijo de la Víbora, 3' en San Jerónimo,
la Cartejuela, etc., hasta el Dornajo.
ENEA, ESPADAÑA (Typha angu'stifolia
3- T. lalifolia).— Género de plantas de la
familia de las Tifáceas, caracterizado por sus
espigas unisexuales, cilindricas ó globulosas,
insertas en el mismo eje; sus estambres son
numerosos, más ó menos soldados en la base
y abortados casi todos; la antera es cuadrilobada,
3' el ovario de las flores femeninas está
rodeado de sedas, sobre las cuales sobresalen
los estigmas, y sostenido por un pedicelo acrescente.
La espadaña de largas hojas (Typha latifolia)
se eleva á 1 ó 2 metros de altura, 3' la
distingue la particularidad de que las hojas
se elevan más que las cañas; las espigas masculinas
3' femeninas se hallan en ella contiguas;
los estigmas, ensanchados 3' más largos
que las espigas, dan á la femenina un aspecto
escamoso. Vegeta esa enea en los fosos, al
borde de los estanques, y en las aguas cenagosas
3' poco profundas. Florece en estío, y sus
hojas se utilizan para la confección de esteras,
asientos de sillas, etc., y para cubrir tejados
de chozas ó formar cobertizos. Los kalmucos
utilizan como alimento las raíces de esa planta,
que forman un rizoma carnoso 3' feculento.
En algunas comarcas europeas se adoban
con vinagre los brotes tiernos. En Asia se
aplica el jugo en cocimiento contra la gonorrea,
la disentería 3' otras enfermedades. El
polen de esa planta es muy abundante 3 7
tan
inflamable como el del licopodio, al cual sus-
titu3 T
e con frecuencia.
La espadaña de hojas estrechas ó enea (Typha
angustifolia) se distingue de la precedente
en que su espiga femenina es cilindrica 3^ está
separada de la masculina, dándola un aspecto
velludo los estigmas filiformes. Las hojas, radicales
todas, sobresalen sobre la caña, cuya
altura varía entre 60 centímetros y 1,30 metros.
Se encuentra la planta en los mismos sitios
que la del género precedente, y se aplica
á los mismos usos.
ENEBRO.—Se distinguen en España con
este nombre las especies, leñosas todas, del
género Juniperus (familia de las Coniferas,
tribu de las Cupresíneas), cu3'os principales
caracteres, para diferenciarlos de las sabinas,
que también corresponden al mismo género,
son los siguientes:
Flores dioicas; frutos globosos, redondeados,
eu forma de falsa-baya G gálbulo carnoso,
compuesto de escamas soldadas y verticiladas
de tres en tres, con tres semillas ó menos por
aborto, de cubierta leñosa ú ósea, provistas
en su parte inferior externa de hoyitos resinosos.
Hojas libres, extendidas, verticiladas
de tres en tres, aciculares, pinchudas, más ó
menos garzas y acanaladas por el haz, verdes
3 7
aquilladas por el envés.
Los enebros, 3' lo mismo puede decirse de
las sabinas, abundan mucho en los montes
españoles, á los que imprimen carácter muchas
veces, por la gran extensión que en los
mismos alcanzan. Hay también especies exóticas
de importancia forestal y bastante generalizadas
en jardinería. De todas ellas vamos
á dar una noticia abreviada.
ESPECIES QUE VIVEN EN nos MONTES B E NUES­
TRA PENÍNSULA.—1.° Juniperus oxycedrus, L.
Nombres vulgares, Enebro, Broja (Burgos:
sierra de Besantes), Ginebra (Cataluña y
Baleares).
DESCRIPCIÓN.— (Flora forestal española.)
Dir.-TV. 44

ENE — 682 — ENE
«Arbusto ó arbolillo que rara vez excede de 6
á 7 metros de altura; tronco derecho, ramoso;
ramas extendidas, á veces algo colgantes, redondas
y con ramillos tiernos, anguloso-trígonos;
hojas lineares ó lanceolado-lineares,
pinchudas, presentando en su base dos líneas
blanquecinas, comprendidas entre la línea media
algo saliente y la margen, que son verdes;
por el envés presentan un color verde uniforme
y una quilla aguda; largas de 12 hasta 18
ó 20 milímetros, y anchas de 1 á 2 milímetros;
extendidas hasta formar casi un ángulo
Figura 317.—Enebro común: A, amentos femeninos;
B, amentos masculinos; O, escamas de los amentos
masculinos; D, involucro urceolado de los amentos
femeninos.
recto con el eje de la rama. Amentos masculinos,
globosos ú oblongos, casi sentados,
mucho más cortos que las hojas, rojizo-amarillentos;
gálbulos solitarios, brevemente pedunculados,
más cortos que las hojas ó casi
iguales á ellas, redondeados, verdes al principio,
después rojizos, lustrosos ó con polvillo
garzo; semillas tres ó menos por aborto, ovales,
comprimido-angulosas en su parte superior.
Florece este enebro durante el invierno
y principios de la primavera.
Atendiendo principalmente á caracteres sacados
de la forma y color de los frutos, pueden
distinguirse tres variedades ó formas, que
algunos autores consideran como buenas especies,
y son las siguientes:
a. Lobelii.—Frutos ovales ó casi en forma
de peonza, más ó menos pruinosos.
b. Umbilicata.— Frutos redondos, umbi­
licados en la base, más ó menos pruinosos.
c. Rufescens.— Frutos redondeados, no
umbilicados, rojo-lustrosos.
ÁREA.—Extiéndese este enebro por la región
mediterránea, desde Portugal y Marruecos
en la parte occidental de ésta, hasta ¡a
Siria y el Cáucaso en su parte oriental, subiendo
por el Norte hasta la Istria y la Croacia,
ocupando unos 12° en latitud y algo más
de 50 en longitud, límites que aún deben
ensancharse si, como indica Parlatore, en el
herbario de Boissier se hallan ejemplares (de
la forma rufescens) procedentes de la Isla de
la Madera.
HABITACIÓN EN ESPAÑA.—Aunque abundando
más en la mitad meridional de la Península,
extiéndese, sin embargo, por toda
ella, á excepción quizas de las cuatro provincias
gallegas, y de Vizcaya y Guipúzcoa. Separando
las tres formas arriba mencionadas,
hemos recogido: el J. Lobelii, dice el autor de
la Flora forestal española, en la dehesa de la
Albufera de Valencia, donde ya lo citaron los
Sres. Willkomm y Lange, y además cerca de
Trafalgar, de Vejer y de Barbate (Cádiz); el
J. umbilicata, en Huesca (Boltaña y Fiscal),,
en Avila (valle del Alberche) y en Sierra
Morena; el J. rufescens, en Sierra Nevada, en
Sierra de Cazorla (Jaén), en Sierra de Salinas
(Alicante), cerca de Murviedro, en Sobrón
(Álava), etc., etc. Las dos últimas formas se
hallan á veces reunidas. Es también frecuente
este enebro en las Baleares, principalmente
su forma rufescens, á juzgar por los caracteres
que le asigna el Sr. Barceló en su Flora.
LOCALIDAD.—Encuéntrase este enebro en
toda clase de terrenos, excepto en los pantanosos,
pero prefiere los arenosos, sueltos y
ligeros, los peñascosos y los de glera ó cascojo,
aunque sean calizos, á los arcillosos, fuertes
y compactos. Vive bien en todas las exposiciones
, pero mejor en las laderas y colinas
cálidas y soleadas, que en las pendientes sombrías
ó que en los valles húmedos y profundos.
La forma Lobelii se halla sólo en las arenas
marítimas; las otras dos, especialmente la
rufescens, sube hasta mezclarse con el J. communis
en la región subalpina, pero por lo
común habitan en las regiones baja y montana
(0—1.000 metros).»
PRODUCTOS Y APLICACIONES.—La madera
del J. oxycedrus es homogénea, de grano muy
fino, susceptible de buen pulimento, de color
pálido, leonado ó amarillo-parduzco muy claro,
con lindas ondulaciones. Despide un olor
penetrante y agradable que le es característico,
y tiene buen empleo en ebanistería, siendo
preferida para la fabricación de lapiceros. Las
capas anuales se cuentan mal. La densidad
es de 0,651 á 0,734. La leña arde pronto, con
llama viva, pero estalla al arder. El carbón
es de buena calidad.
Se obtiene de esta planta por destilación
un aceite empireumático, el aceite de cada, de
olor muy fuerte, que se emplea en medicina
y veterinaria, y también la miera, aplicada

ENE — 683 — ENE
como vermífugo para curar la roña del ganado.
Los frutos pueden servir para alimentar
el ganado en invierno.
•2." Juniperus communis, L. Nombres vulgares,
Enebro, Grojo (Logroño).
DESCRIPCIÓN.—(Flora forestal española.)
«Arbusto rastrero ó arbolillo de poca altura
(4 á 6 metros), con tronco derecho y ramas
extendidas, redondas; ramillos trígonos, extendidos
ó colgantes; hojas largas (12 á 20
milímetros), patentes, rígidas, pinchuda^
acanaladas y garzo-blanqueciuas en su haz,
excepto la margen que es verde; por debajo
son de un verde uniforme y obtusamente
aquilladas; amentos masculinos globosos ú
oblongos, mucho más cortos que las hojas,
rojizo-amarillentos; gálbulos solitarios, pero
numerosos y como amontonados á veces, pequeños
(5 á 8 milímetros de diámetro), globosos
ó elipsoideos, verde-garzos al principio,
después algo rojizos ó violáceos, y por fin
negruzcos ó negro-azulados y pruinosos; semillas
tres ó menos por aborto, aovado-oblongas,
angulosas en su parte superior. Florece
este enebro al principio ó fin de la primavera,
según las localidades.
De las diversas variedades que de esta especie
se hallan enumeradas en las obras descriptivas,
sólo hemos visto en nuestros montes
la siguiente:
12. A
J. communis. variedad alpina (Gaud.:
Fl. hele); J. nana (Willd.: Sp. plañí.). Nombres
vulgares, Enebro, Enebro rastrero, Jabino
(sierra de Guadarrama), Sabino, Sabina
(Soria, Osonilla).
Distingüese principalmente del tipo de la
especie en presentarse en forma de mata tendida,
por lo común redondeada y bastante
ancha (1 á 2 metros de diámetro), con sus
hojas cortas (6 á 10 milímetros) y anchitas
(1 á 2 milímetros) , menos pinchudas que en
el enebro común, y no extendidas como en
éste, sino levantadas y casi recubriéndose
unas á otras por hallarse bastante próximos
los verticilos; los frutos son casi iguales á los
de la especie, pero tan largos ó casi tan largos
como las hojas, lo que en la mata les hace
aparecer como mayores que los de aquélla.
ÁREA.—Abraza la del J. communis toda la
Europa, desde Portugal á Laponia y desde
Inglaterra al Cáucaso, entrando en Asia por
la Siberia y llegando hasta Kamtschacka; pero
más extendida aún la variedad enana ó alpina,
se encuentra en varios puntos de la América
boreal, en el extremo septentrional de África
(Argelia), y avanza en Asia hasta el Himalaya.
HABITACIÓN EN ESPAÑA.—Hállase el enebro
común, aunque sólo sea en ejemplares aislados,
en todas ó casi todas nuestras provincias,
pero con más frecuencia en las septentrionales;
reemplázalo eu las meridionales el enebro
de la miera, hallándose el primero en éstas
por lo común en la forma nana ó alpina, y
siempre en las altas montañas (Sierra Nevada,
serranía de Ronda, etc.).
LOCALIDAD.—Más frugal aún que el J. oxycedrus,
vive el J. communis en toda clase de
terrenos, hasta en las humedades en que aquél
prospera, y en todas las exposiciones, aunque
en el Mediodía de Europa prefiere los suelos
arenosos, pedregosos y frescos, y las altas
pendientes y cumbres en que los meteoros
acuosos son frecuentes. Vive en los llanos y
aun en la orilla del mar, en la parte septentrional
de su área, pero en España vegeta
principalmente en las regiones montañosa y
alpina, subiendo á más de 2.000 metros de
altitud, y hasta cerca de 3.000 metros la variedad
nana (Pirineos, Sierra Nevada).»
PRODUCTOS Y APLICACIONES.—La madera de
este enebro es de color blanco-amarillento,
con el duramen amarillo-parduzco ó rojizo.
Es muy tenaz, compacta, duradera y ligeramente
aromática. Su peso específico cuando
está muy seca es de 0,550. La leña es bastante
buena. Come sus frutos el ganado, y de ellos
se obtiene un aceite esencial muy oloroso, así
como un licor antiescorbútico, el gin (ginebra),
de mucho consumo entre los marinos.
CULTIVO.—Con referencia á los enebros que
se encuentran en los montes de España, dice
el Sr. Laguna (Flora for. esp.): «La selvicultura
se cuida poco ó nada^ menos tal vez
de lo que debiera, de los enebros y de las sabinas;
algo más los atiende el cultivo de adorno
en parques y jardines. Dos causas contribuyeron
principalmente á esa especie de desdén
hacia estas plantas: primera, su lento crecimiento,
y segunda, las dificultades más supuestas
que reales de su cultivo. Ya Gabriel
Alonso de Herrera decía: «son los nebros árboles
monteses que en ninguna manera se
pueden domesticar». Y, sin embargo, pueden
multiplicarse, no sólo de semilla, como las
Abielíneas, sino también de acodo, y aunque
con más dificultad, y según opinión de respetables
selvicultores, hasta de estaca; métodos
no aplicables á aquéllos, al menos á las especies
europeas.
»Los ejemplares sacados del monte, reviejos
casi siempre, y con profundas y mal formadas
raíces, son sin duda de difícil transplante, y
lo probable es que en la mayoría de los casos
se pierdan; pero siémbrense semillas frescas,
bien maduras, en semilleros á propósito ó entre
matas claras de monte bajo, en suelo arenoso-arcilloso,
ligeramente labrado, y se tendrán
plantitas que á los dos años de nacidas
podrán transplantarse perfectamente, y que
serán excelentes para formar buenos setos vivos.
Siémbrese en otoño, y si á la siguiente
primavera no nace lo sembrado, no por eso
se desespere de que nazca, pues no es raro
que estas semillas tarden dos y aun tres años
en germinar. Y ya que no cultivemos los enebros,
á lo menos no destruyamos imprevisoramente
los que aún nos-quedan, y cuya conservación
puede ser de primera necesidad,
sobre todo en algunas altas cumbres donde no
existe otra vegetación leñosa; en algunos arenales
movedizos, donde otro cultivo sería casi

ENE — 684 — ENE
imposible , y en algunas parameras, donde estas
plantas son el único abrigo para los ganados,
y el solo combustible existente.»
ESPECIES BE OTRAS LOCALIDADES.—3.° Juniperus
drupácea, Labill. — Habita la Siria
septentrional, el monte Cassio (Djebel Lasara)
y otras localidades. Se cree que se encuentra
también en el Peloponeso. Eamas
cortas, algo angulosas. Hojas temadas, patentes,
de 8 á 15 milímetros de largo y 2 á 3
de ancho; las inferiores más cortas, subovales,
elípticas, pinchudas, algo cóncavas por encima,
señaladas con dos líneas glaucas separadas
por una faja verde, convexas y carenadas
por debajo; ramillos fructíferos muy cortos
(unos 6 milímetros), rodeados de hojas ternadas,
cortas, ovales, puntiagudas en el ápice.
Gálbulos ovales-obtusos ó subglobosos, de
20 á 25 milímetros de largo, y á veces más,
solitarios, compuestos de nueve escamas carnosas
, dispuestas en tres verticilos muy soldados
entre sí, y cubiertos de un polvo glauco.
Núcula ovoidea, leñosa ó huesosa, muy
dura, con tres celdillas anteriores, y á veces
una sola por aborto de las otras dos. Los frutos
son pulposos 3' comestibles.
4.° Juniperus cedrus, Webb.—Se encuentra
en la Isla de Tenerife, Cañadas del Pico
y Caldera de Palma. Árbol de ramas patentes:
ramillos muy numerosos, cortos, y ramillas
angulosas, cubiertas en su juventud de
un polvillo glauco, á veces muy abundante.
Hojas numerosas, muy aproximadas, sobre
todo en las ramillas; las inferiores ovales
lanceoladas; las superiores lineares, agudas,
ligeramente carenadas por debajo, un poco
cóncavas por encima, á veces muy glaucas.
Gálbulos esféricos, solitarios, casi sentados,
de 8 á 10 milímetros, casi lisos, sin más líneas
salientes que las soldaduras de las escamas,
que son redondeadas, de color rojo-pardo, y
están recubiertas de un polvo glauco-azulado.
5." Juniperus, Webbii.— Vive en el Pico de
los Muchachos, en Isla de la Palma. Árbol que,
según Webb, llega á tener de 60 centímetros
aun metro de diámetro, con las ramas patentes
y reflejas; ramillas alargadas, delgadas y
á veces colgantes. Hojas temadas, muy extendidas,
distantes, poco angostadas en el ápice,
sub-obtusas, delgadas, muy poco carenadas
por debajo, casi glaucas. Gálbulos subglobosos.
de unos 6 milímetros de diámetro, de
color rojo leonado, algo glauco, casi lisos, excepto
en el ápice, donde aparecen tres tubérculos
pequeños, cilíndrico-cónicos, derechos.
Las ramillas fructíferas son escamosas,
y tienen unos 2 milímetros de largo.
6." Juniperus Canadensis, Lodd.—Oriundo
del Canadá. Algunos autores lo consideran
como igual á la forma nana del J. communis.
Arbusto extendido que apenas llega á un
metro de altura; ramas erguidas; ramillas
extendidas, inclinadas ó algo colgantes en los
extremos. Hojas temadas, de un centímetro
de largo, patentes, muy encorvadas hacia la
rama que las sustenta, verdes, lustrosas, con­
vexas por fuera, con la carena ligeramente
redondeada ó angulosa, muy poco cóncavas
por debajo, con una línea glauca en medio,
estrechas, conservando su anchura normal
hasta cerca del extremo, en donde terminan
bruscamente con un mucrón agudo y algo rojizo.
Es planta poco delicada para el cultivo.
7.° Juniperus rígida, Sieb. et Zuce.—Habita
en la Isla de Nippon (Japón), siendo
frecuente en la cordillera Hakone, desde 100
ii 1.200 metros de altura sobre el nivel del
mar. Árbol de 5 á 8 metros de alto, con las
ramas extendidas y las ramillas colgantes,
cortas, de corteza amarillenta. Hojas temadas,
muy tiesas, de 10 á 18 milímetros de largo,
gruesas en medio, convexas, redondeadas y
ligeramente carenadas por debajo, cóncavas y
muy glaucas-por encima, terminando en punta
larga, afilada, muy aguda. Gálbulos solitarios,
globosos ó algo oblongos, lisos, violáceos,
casi sentados ó insertos sobre ramillas
muy cortas, recubiertas de hojas ovales-acuminadas
y cortas.
8." Juniperus taxifolia, Hook et Arntt.—
Vive en Bonin-Sima. Ramas angulosas. Hojas
temadas, verticiladas, ligeramente obtusas,
lineares, algo caniculadas y marcadas
con dos líneas glaucas, por debajo de un ligero
surco á cada lado de la carena. Gálbulos globosos
, subsesiles, más cortos que las hojas.
CULTIVO EN LOS JARDINES. — Los enebros
son poco exigentes en cuanto á la naturaleza
del suelo. Las semillas deben recolectarse así
que están maduras, y como tardan mucho
en germinar, lo mejor es estratificarlas con
arena silícea, no empleándolas para la siembra
más que cuando estén próximas á su natural
germinación. Las plantitas deben ser
pasadas pronto del semillero al vivero ó al
lugar de asiento, proporcionándoselas abrigo
durante algún tiempo.
También pueden ponerse los enebros de
barbados plantándolos de asiento á los cuatro
años, y haciendo esta operación antes de
que empiecen los fríos más intensos del invierno.
J. Jordana y Morera.
ENELDO—(V. Aneto.)
ENERO (Calendario agrícola) .—Sabido
es que éste es el mes más frío del año; que
durante él se pueden ejecutar pocas labores
agrícolas, y que la servidumbre se debe dedicar
por lo general á trabajos interiores de la
granja, á picar paja y heno, á acribar y limpiar
el grano, á hacer reparos fáciles en los
arneses y útiles de labranza, á revisar los forrajes,
y á calcular su cantidad y la forma
más adecuada en que se podrán distribuir,
bien para cambiar el régimen de los ganados
y aumentar ó disminuir el pienso, bien para
venderlos ó comprarlos, según los casos. En
los países donde es necesario hacer bajo techado
la limpieza de las semillas, y sobre todo
de los tréboles, de la alfalfa, de la lupulina
y de ciertas variedades de avena, se deberá
terminar la faena en este mes. Cuando el

ENE — 685 — ENE
buen estado de los caminos permita la salida
de yuntas y carros, se pueden dedicar los
criados á acarrear leñas y toda clase de combustible
, brezos, retamas y otras plantas para
cama, y juncos, cañas, cieno y turba para
abono. En esa época se deben estercolar también
las tierras destinadas á cultivos de primavera,
remolachas, patatas, cáñamo, etc.,
sobre todo cuando el suelo es muy permeable
ó está en plano inclinado", y las nieves y heladas
no impiden ejecutar la labor. También
se transportan las margas á los barbechos, y
sobre todo si se han de cultivar plantas escardadas
, repartiéndolas sobre los campos en
montones estrechos, que no se distribuirán
hasta el momento en que se haya de ejecutar
la primera labor. Asimismo se conducen las
margas á los campos sembrados de trébol y
alfalfa, y á los prados artificiales, dejándola
depositada en pequeños montoncitos cuando
no se prefiere extender el abono desde luego,
ya que los forrajes brotan perfectamente á
través de la marga, cuando está bien repartida.
También se arroja á veces sobre los trigos
y centenos, pero ésta no es práctica que
se haya generalizado en nuestra península.
Por lo mismo que el mes de Enero es tiempo
muerto, como dicen los labradores, podrán
dedicarse á remover y acondicionar bien los
basureros, amontonando el estiércol entre capas
de tierra colocadas á conveniente distancia
, y según se aconseja en los artículos Estiércol
y Abonos. Cuando se deja el estiércol
en los establos y caballerizas durante varias
semanas, lo que debe practicarse en invierno,
y sobre todo cuando se mezclan con él retamas,
ginestas, brezos, juncos, boj y otras
plantas análogas que suministran excelente
cama para los ganados, será necesario distribuir
cotidianamente los excrementos que las
reses amontonan cerca de los pies, para que
no sea incómoda la posición de las bestias.
Cuando éstas son alimentadas con piensos líquidos
ó no hay disponible material abundante
para cama, convendrá hacer regueras para
que escurran las orinas hacia el basurero ó
hacia un depósito de abono líquido.
CUIDADOS QUE EXIGE EL GANADO.—Naturalemente,
como las muías y demás animales de
"trabajo tienen poco que hacer durante el mes
de Enero, se puede reducir su ración un tanto,
disminuyendo, téngase bien entendido, la
calidad, mas no el volumen, porque en invierno
sobre todo conviene que las reses no
tengan el estómago vacío, y de ahí que no
deba escasearse la paja y el heno, y donde sea
posible las zanahorias y las patatas cocidas.
También es recomendable que los caballos beban
en la cuadra, principalmente cuando solamente
se les puede facilitar agua de nieve.
Dada la temperatura que generalmente reina
durante el mes que nos ocupa, ocioso es advertir
que deberán mantenerse casi constantemente
cerrados los establos y cuadras, y
que se han de evitar cuidadosamente las corrientes
de aire, sin impedir por supuesto la
ventilación y la entrada de luz, ni dar lugar
á que se eleve demasiado la temperatura, ya
que la atmósfera húmeda y caliente es en alto
grado perjudicial para las bestias. En los animales
de cebo, á "medida que avanza el engorde,
es preciso mejorar el pienso, y así se
comenzará á distribuir tortas y granos triturados,
aumentando gradualmente la proporción
á medida que el cebón adquiere grasa
y sea más escrupuloso y exigente. Cuando se
administren alimentos cocidos es necesario
cuidar de que no estén fríos, máxime si se
tiene en cuenta que los piensos templados favorecen
el engorde. Generalmente paren las
vacas en ese mes, cuando se las sabe dirigir
con previsión; esa función se realiza sin dificultad
alguna, sobre todo siempre que las
hembras han dado ya varios terneros. Para
que sea el parto menos penoso en las primerizas
y para facilitar la secreción de la leche, se
suele administrarlas tortas de lino desleídas
en agua tibia durante la semana que precede
al parto. El local donde se verifique éste deberá
estar bien templado, y no se ha de escatimar
el alimento á las reses parturidas. El
mes de Enero es poco adecuado para la cría
de terneros, y de ahí que se destinen generalmente
al matadero. Los añojos deben ser bien
alimentados con heno, raíces y aun grano, si
se desea que se desarrollen en condiciones satisfactorias,
siquiera los resultados no hayan
de apreciarse inmediatamente.
Si las ovejas paren en Marzo, es necesario
separarlas del rebaño en Enero, para proporcionarlas
una buena alimentación, buen heno,
zanahorias, remolachas, alguna patata y aun
avena si. están algo débiles, y darles de beber
agua en que se hayan diluido tortas de colza.
De todas maneras, no ha de aumentarse la
ración hasta el extremo de que esas reses engorden
, porque en tal caso sería el parto más
laborioso. Cuando las ovejas paren en ese mes,
no convendrá tampoco nutrirlas con exceso,
porque segregarían una leche muy grasa, y
por lo tanto perjudicial para los recentales.
De ahí la necesidad de suprimir duraute los
últimos quince días antes del parto y en los
primeros después de él, todo alimento que favorezca
de una manera especial la secreción
de la leche, como el grano, el ricial y las patatas,
pudieudo continuarse administrando
las tortas desleídas en agua tibia, mas en
pequeña cantidad. Solamente al cabo de dos
semanas, y cuando se vayau haciendo más
exigentes los corderos, se podrá aumentar la
ración de las madres, formando con éstas grupos,
según la época en que hayan parido. El
resto del rebaño, moruecos, carneros , machorras
y primales, será alimentado con paja,
alguna algarroba y raíces. Cuando el labrador
tenga paja de sarraceno podrá repartírsela á
las reses lanares en esa época sin inconveniente
alguno, ya que la comen con apetito y no
causa indisposiciones como en las épocas lluviosas
y templadas. En el mes de Enero terminan
generalmente los partos tempranos de

ENE — 686 — ENE
las ovejas, y de ahí la necesidad de vigilarlas
y tener de noche luz encendida en el aprisco.
Después del parto se permitirá que la madre
lama á la cría, y si se resiste aquélla, se espolvoreará
la segunda con sal, lo mismo que si se
tratase de las vacas, para que ejecute esa operación
tan conveniente; se lavan los pezones de
la oveja; se verá si están sanos; se separará la
lana en caso afirmativo, y se recluirá á la madre
con el hijo en el compartimiento correspondiente,
donde'se los retiene durante dos días á
lo sumo, á menos de que la oveja se niegue á
adoptar á su hijo, lo que suele ocurrir con las
primerizas, y sea necesario introducir los pezones
cada dos ó tres horas en la boca del
cordero, hasta que haya adquirido vigor para
mamar por sí mismo. Conviene que las madres
beban solamente aguas templadas. Al
ser incorporados al hato de reses de cría la
madre y el hijo, convendrá marcarlos con la
misma señal, por si fuera necesario volver á
mantenerlos reunidos. Algunos ganaderos llevan
un registro en que consta el día en que
nació cada cordero y cuál fué su madre. Esos
corderos tempranos se han de someter á los
mismos cuidados que los tardíos, y deberán
mantenerse á cubierto de los fríos propios de
la estación, sin evitar que respiren aire puro,
ni dar ocasión á que se acaloren demasiado.
En los rebaños trashumantes no se suelen
adoptar tantas precauciones, por lo mismo
que invernan en localidades templadas.
Los cerdos cebados y las marranas preñadas
reclaman también especiales cuidados durante
el mes de Enero, y sobre todo una abundante
y mullida cama en que puedan abrigarse bien,
principalmente si no son templados los cortijos
y porquerizas. También conviene darles
templado el alimento, empleando agua tibia
para prepararle, y administrándole en pequeñas
raciones para que no se quede frío é inspire
repugnancia á los animales. Mas tampoco se
les darán líquidos hirviendo, que les ocasionan
graves indisposiciones y aun la muerte á veces.
Como durante los días lluviosos y templados
disminuye el apetito en los cerdos, se estimulará
cambiando los alimentos, sobre todo
tratándose de reses sometidas al engorde.
También se aconseja con el mismo objeto el
mezclar algunos granos de antimonio con la
comida. Deberá evitarse que las marranas paran
en ese mes, y cuando no se logre, es preciso
protegerlas á ellas y á los lechones contra
los rigores del frío, encerrándolas en un recinto
bien templado.
Las aves, y especialmente las pavas, exigen
locales bien abrigados en el mes de Enero, si
se desea obtener de ellas producto. Cuando el
frío sea intenso, se las dará la comida en el
gallinero mismo y se las pondrá agua tibia,
siempre que hiele; lo mismo se hará con las
palomas, que comenzarán á emparejarse en
esa época. Cuando el gallinero esté bien abrigado
y sea abundante él alimento, las gallinas
comenzarán á poner en esa época, cumpliéndose
el adagio que dice: Por San Antón la
gallina pon, y aun algunas se manifestarán
lluecas en algunos casos; circunstancia que no
habrá de utilizarse naturalmente para ponerlas
á empollar. También los patos y gansos
comienzan á emparejarse durante ese mes, de
manera que no se los puede someter á cebo,
si bien se les facilitará el alimento suficiente
para que no se debiliten. En cambio se continuará
cebando los capoues destinados á la
venta, observando bien las reglas que para el
caso se prescriben respecto de la comida, la
bebida y el abrigo.
HORTICULTURA X JARDINERÍA. — Cuando el
estado de la atmósfera lo permita, se continuarán
en las huertas las labores profundas de
los terrenos que se hayan de sembrar en primavera
y se transportarán los abonos. Si la tierra
no está eudurecida por los fríos ó cubierta
de nieve, se ejecutarán las remociones de
tierra, las nivelaciones, el trazado de las huertas,
jardines, etc., y siempre que el temporal
sea crudo, se emplearán las horas de trabajo
en reparar el material de la huerta y jardín y
los útiles; en preparar enverjados, cañizos, etc.,
y en acondicionar cuanto pueda ser necesario
cuando comience la actividad en las faenas. En
la huerta se sembrarán algunos guisantes tempranos
sobre tierra ligera y con buena exposición
al Mediodía, de manera que se caliente
con facilidad y se oree pronto en caso de ser
lluvioso el tiempo. Naturalmente, la mayoría
de las plantaciones se hacen en el mes de Enero
bajo campanas y cañizos, en camas calientes
y bajo toda clase de abrigaños. La preparación
de las camas es la principal tarea de esa época
invernal; en ellas se siembran zanahorias cortas
precoces y puerros, para transplantarlos á
tierra abierta en los comienzos de Abril, y hacia
los últimos días del mes que nos ocupa se
echará en camas la semilla de melones, de cohombros
verdes y blancos, de tomates, de judías
de Holanda y de achicoria fina. También
se plantan ciertas variedades de lechugas,
coliflores tiernas y lechugas romanas tempranas.
Se continúan templando los espárragos
plantados en Diciembre ó en el mismo mes de
Enero. Cuando la temperatura no sea demasiado
rigurosa, se podrá descubrir la cima de
las alcachofas, del apio, etc., y quitar duran^
te algunos momentos las campanas, cañizos y
esteras de abrigo, para que las plantas reciban
aire y luz, pero á condición de abrigarlas así
que el sol desaparece. Por el contrario, cuando
sea el frío muy intenso, será necesario aumentar
los abrigos, doblar las esteras ó cubrir
las tiernas plantas con basura ó paja.
A cielo raso se cosechan en Enero espinacas,
que será necesario también cubrir en
caso de nevadas; escorzoneras, peregil, puerros,
canónigos, coles de Milán y de Bruselas.
Del invernadero de legumbres se deben
continuar sacando cardos, coliflores, apio,
apio-rábano, escorzonera, achicorias, coli-nabos,
zanahorias y patatas. Las cebollas y legumbres
secas se conservarán en recintos á
cubierto de la humedad. El cultivo forzado de

ENE — 687 — ENE
tas camas produce especialmente espárragos
blancos y verdes, lechugas ordinarias y lechugas
romanas. Por último, en cueva se
obtienen achicorias de barba de capuchino y
setas, que también se cosechan al aire libre,
pero protegiéndolas con espesas capas de estiércol.
En el huerto de frutales se acondicionarán
los terrenos para las plantaciones que se hicieron
en el otoño ó para aquellas que han de
hacerse en primavera. Se abonan y mejoran las
tierras que contienen ya árboles, cuando éstos
lo necesiten, siendo conveniente extender
el estiércol en derredor del tronco, sin enterrarle
durante algún tiempo, porque las
aguas de lluvia y de nieve bastan para hacer
que penetren hasta las raíces las partes solubles
de la basura. Hasta el mes de Febrero ó
el de Marzo no será necesario soterrar el estiércol
con una ligera cava, es decir, hasta
que comience la época de las labores del huerto.
Se estratifican en arena las almendras y
huesos de diferentes árboles, y se preservarán
del frío y de la humedad las canastas en que se
coloquen esas semillas, ya almacenándolas en
la cueva, ya soterrándolas junto á una pared
con exposición á Levante, ó en una platabanda
algo elevada sobre el nivel general del terreno.
Mientras no hiele se podrán podar los
manzanos, perales, ciruelos, cerezos y parras
en espaldera, cuidando de dejar los tocones
algo más salientes que cuando han pasado ya
los fríos rigurosos. Durante las temporadas en
que hiele es preciso abstenerse de podar, porque
salta la madera, el corte no es limpio y
la yema inmediata puede sufrir mucho con
esta operación. Se separarán también anticipadamente
las empalizadas de los árboles
que se hallen colocados á lo largo de las paredes,
ó cuyas ramas hayan estado sostenidas
por medio de atadijos, y se limpiará la espaldera
de toda la broza y hojas muertas adheridas
á la pared ó á la empalizada. También se
bañarán con lechada de cal bastante clara los
árboles cubiertos de musgo y liqúenes, con
objeto de limpiarlos de esas vegetaciones perjudiciales,
porque desaparecen éstos así mucho
mejor que recurriendo á los raspadores. Igualmente
se lavarán con una brocha las ramas á
las cuales haya adheridos insectos, con objeto
de mantenerlas bien limpias. Tampoco ha de
olvidarse en Enero el buscar palos, clavos y
ataderos para las empalizadas, ni el lavar los
que ya se hayan utilizado, para matar los huevecillos
de insectos que puedan contener.
Ha de protegerse el frutero contra el frío y
la humedad, y no es conveniente que se airee
mucho. Con las debidas precauciones se podrán
tener en Enero muchas variedades de
peras, entre ellas algunas para ser cocidas,
manzanas blancas y rojas, uvas en buenas
condiciones, sobre todo de cuelga, y frutas
secas de todo género, á poca que sea la previsión.
Para los que no tienen estufa, el jardín de
recreo se presta en Enero á pocas labores. Será
necesario únicamente cuidar algunas plantaciones
ya hechas, preparar el terreno, renovar
el césped y arreglar los paseos de árboles,
tarea que debe ser la principal eu el mes que
nos ocupa. Cuando haya que plantar especies
resinosas, no debe cometerse la imprudencia
de hacerlo antes del mes de Marzo, y cuando
el suelo esté oreado, á no ser en comarcas
muy templadas y de condiciones favorables
para esa operación. También se entresacan
los macizos de árboles y arbustos muy espesos,
siempre que no caigan heladas, y se pueden
emprender algunos de los más penosos
trabajos. En la estufa se han de cuidar mucho
las plantas; se airearán y se dejará que las
bañe el sol, siempre que sea posible, manteniéndolas
protegidas contra el frío en todo
caso. Al riego se habrá de proceder con la
mayor circunspección. De esa manera se logrará
que aparezcan ya rosas de navidad,
camelias, tulipanes, narcisos, tusílagos olorosos,
y que florezcan los durillos, etc.
VITICULTURA. — Paralizada la vegetación,
las labores que se ejecutan eu los viñedos durante
el mes que nos ocupa son de preparación
más que de verdadero cultivo. En ambas
Castillas, en Navarra, Aragón, moutaña de
Cataluña, Maestrazgo de Valencia y parte de
Extremadura y de la Andalucía alta, las operaciones
de viticultura se reducen durante el
mes de Enero al acarreo de estiércoles muy
consumidos y de substancias para corregir los
terrenos; á practicar zanjas para sanear las
viñas bajas en que puedan detenerse las aguas
de lluvia, y á reparar los vallados y cercas.
Cuando cesan los hielos y no se ha ejecutado
la poda, podrá darse á las cepas la primera
labor; en caso contrario, la operación deberá
retardarse. De todos modos, la profundidad de
la labor habrá de variar según la naturaleza
del suelo, y la de las vides meridionales no
deberá pasar de. 15 centímetros, ni de 10 la
de las comarcas del Centro de la Península.
Esa primera labor tiene por objeto desahogar
la cepa para que se enjuguen y extirpen mejor
las raicillas, y el aprovechar las aguas de
lluvia propias de la estación para que se ponga
la tierra en buenas condiciones. Se emplea
el azadón, el zapapico ó el arado, según la
calidad del suelo y el sistema de cultivo adoptado.
En las tierras calientes y tempranas de
las regiones del Centro y Norte se aprovecha
la segunda quincena de Enero para podar las
viñas, cuando están situadas en sitios defendidos
de los hielos, y son claros y tranquilos
los días, dejando en todo caso que pasen las
primeras horas de la mañana para que la escarcha
desaparezca y no trabajando tampoco
cuando la tarde vaya cayendo. Al mismo tiempo
se pueden estercolar esas viñas sin ningún
inconveniente. En las regiones costaneras del
Mediterráneo y otras templadas se hundirán
durante el mes de Enero las cepas que hayan
de amugronarse, para suplir faltas ú obtener
barbados robustos con que suplir las cepas
perdidas ó sustituir las de mala calidad. Con-

ENE — 688 — ENE
viene también que en esa época se ocupen los levantada por los operadores cubre una parte
cosecheros eu recorrer, sanear y limpiar las de la leña, y después con el deshielo los hijue­
cubas y toneles que se hau de emplear en los los y retoños quedarían enterrados en gran
trasiegos, y ejercerán la más exquisita vigi­ parte. Además, el frío intenso es causa de.que
lancia para observar los aros, cinchos ó cellos, salten astillas de los troncos, y así se compro­
los cuales saltan fácilmente á consecuencia de mete su vida, es decir, que resultaría doble
la contracción que el frío determina. Se dará pérdida: pérdida en el momento de la corta,
suelta á los vinos cuyo contacto con la casca porque se queda mucha leña en el suelo, y
se haya prolongado, y se continuarán relle­ pérdida para lo futuro, por correr el riesgo
nando ó cebando los envases conforme se va­ de que no arrojen brotes los árboles.
yan vaciando á consecuencia de la evapora­ Durante el mes de Enero se ha de procurar
ción y la trasudación por sus paredes. Tam­ á todo trance terminar los trabajos de saneabién
se ha de proceder á la destilación de la miento .comenzados durante el otoño, porque
casca, turbios y heces que quedan en el fondo la fundición de las nieves ó lluvias abundantes
de los envases al trasegar los vinos. Cuando pudieran ser más tarde un obstáculo para
éstos no presenten buen aspecto por las malas continuar esas faenas, siendo importante en
condiciones en que se hiciera la vendimia, ó alto grado que las aguas tengan salida, para
por otras causas, ó por no haber terminado que no perjudiquen más tarde á las planta­
la fermentación, se adoptarán las precauciociones. Algunas zanjas abiertas con discreción
nes debidas, ó si ésta ha terminado, se azufra­ en un monte cuyas maderas se explotan, facirán
, se adicionarán con vinos sanos, y se tralita á veces mucho el trabajo de los leñadores
segarán ó pondrán en venta, según sus con­ y la saca de productos, que habrían de permadiciones.necer
en otro caso abandonados durante va­
OLIVICULTURA.— Cuando no ha terminado rias semanas, porque la humedad del suelo
la recolección de la aceituna y los fríos son in­ impide que penetren los carruajes. En Enero
tensos, no se talarán ni podarán en manera al­ se cavan también los terrenos destinados á
guna los olivos en Enero; se proseguirá la re­ semillero, y después del deshielo se plantau
colección, y se regarán, á ser posible, las plan­ los que se hayan de repoblar por transplante.
tas para prepararlas á la primera labor, que A fines de ese mes se apoderan de los árboles
se podrá comenzar á fines del mes, si lo per­ los aserradores y carpinteros, y preparan todo
mite el tiempo. Antes se estercolarán los pies género de tablas y vigas, seguros de que los
abriendo una zanja ó anillo circular en derre­ hielos no constituyen un impedimento para
dor de la planta, salvando la cepa y las raíces sus faenas; los fabricantes de zuecos comien­
superficiales que hayan de ser conservadas, y zan á instalarse en los bosques, y los de aros
cubriendo luego el estiércol echado en el foso van preparando las latas que han de convertir
con tierra que no se deseqjie y desjugue. Co­ en arcos al siguiente mes. El aserrado ejecumo
en algunas comarcas comienza la molientado en esa época ofrece grandes ventajas
da de la aceituna, es necesario inspeccionar y sobre el ejecutado en la primavera, porque la
limpiar las máquinas, útiles y enseres, y co­ desecación se efectúa paulatinamente y no se
menzar la operación por las aceitunas prime­ abren hendeduras en la madera como en la
ramente recolectadas.
época en que ya pica el sol, ni saltan esquirlas
SELVICULTURA.—Ocioso es advertir que du­ bajo la acción de la sierra. También es el mes
rante el mes de Enero las labores en los bos­ de Enero el más conveniente para entresacar
ques dependen de los temporales, y que cuan­ los árboles, porque aún no se ha movido la
do nieva ó el terreno se halla cubierto de savia. La corteza, muy adherida á la planta
blanca capa, ha de paralizarse forzosamente entonces, no se separa bajo la acción del ins­
todo género de trabajo, pudiéndose utilizar á trumento empleado; las heridas se cicatrizan
lo sumo la capa de nieve endurecida para mejor; la madera cortada se seca en mejores
arrastrar sobre ella maderas que de otra suer­ condiciones, sin perder sus buenas propiedate
habrían de permanecer en el monte mucho des, y al ser sometida á la combustión des­
tiempo, por ser imposible transportarlas. Por prende mayor calor y menos humo, no segre­
medio de cadenas, los bueyes pueden arrastrar gando los líquidos y las exudaciones formadas
sobre la nieve una carga que no llevarían so­ por la savia, que se conservan en la leña corbre
terreno húmedo, y que sería imposible tada durante la primavera.
extraer con aparatos de ruedas. También se Como complemento de lo dicho, debemos
pueden portear sobre la nieve, y con una es­ agregar que. sieudo el mes de Enero una épopecie
de trineos, maderas trabajadas durante ca de completa paralización para los braceros,
los meses anteriores. Esos trineos se constru­ y estando los jornales muy baratos, se pueden
yen con facilidad y con unos cuantos maderos acometer muchas obras de reconocida utili­
de poco valor, uniendo dos con varios travedad, y que los mismos labradores pueden
sanos. Así se puede arrastrar un estéreo de ejecutar y dirigir, como es la reparación y
leña, bastando dos hombres para conducir en arreglo de los caminos y sendas, de las rega­
breves días una importante corta, y para evideras y pozos, de los apriscos y otras constar
el inconveniente de que crucen las cabatrucciones rústicas. Naturalmente, siendo esa
llerías los tallares. Cuando hiele es necesario época de tanto vagar, el labrador que no haya
suspender la corta de árboles, porque la tierra | arreglado su contabilidad al terminar el año,

ENF — 689 — ENF
debe reparar esa falta y. trazar también los
planes y cálculos respecto de los cultivos que
haya de emprender y de la marcha de la explotación.
ENERVACIÓN.—Estado de debilidad
debido á la disminución de fuerzas de los animales
domésticos á causa de enfermedades,
pérdida de sangre, excesos del coito, de trabajos
fuertes, continuados ó violentos, y de
tina alimentación escasa ó de malas condiciones.
Cuando un animal llega á este estado,
cae en un abatimiento de fuerzas completo,
está inapetente, la acción muscular es muy
lenta y difícil, la piel aparece seca, el pelo
erizado y los ojos tristes. El reposo, una buena
alimentación y los cuidados higiénicos bien
entendidos son los medios á que se recurre
para restablecer las fuerzas de los animales y
combatir su debilidad.
ENFALDAR.—Cuando se cortan las ramas
bajas de los árboles para que crezcan y
fomenten las de la parte superior, se dice enfaldar,
remangar, etc. (V. Escamujo.)
En los olivos, las ramillas que penden de
las ramas principales y se dirigen al suelo
por el cuidado que se tiene de limpiarlas y
renovarlas con frecuencia, se denominan faldas,
haldas, etc., según los países y el cuidado
que se tiene de dirigir los olivos en esa forma,
en cuyas faldas llevan mucho fruto. En pocas
partes hemos visto tanto cuidado para
conservar esos elementos de producción del
olivo, como en los pueblos de Lucena, Cabra,
Montilla, etc., en la provincia de Córdoba,
nuestra patria. En Lucena se cavan los pies
de los olivos en una extensión igual al diámetro
de su copa, con el fin de que el ganado
de labor, al arar la tierra, no tenga que pasar
por dentro de las faldas del árbol, que llegan
al suelo y forman un pabellón. En contra hemos
visto en Sevilla, en invernadas escasas de
hierbas, meter en los olivares el ganado, en
cuyo caso las haldas se las comen y hay que
enfaldar alto. JSTO es esto decir que en la provincia
de Sevilla no se cuiden los olivos por
los que no tienen gauados que cobijar en ellos
en las invernadas; los que esto hagan pueden
contar que sacrifican gran parte del fruto del
árbol, á la necesidad de asistirlos con los pastos
del olivar, que en su mayor parte son las
ramas. Al tratar del olivo, su cultivo y limjiias,
nos extenderemos más en este asunto.
J. de Hidalgo Tablada.
ENFERMEDADES DE LOS ANIMA­
LES.—Alteraciones más ó menos graves de
la salud. La vida de los animales, como la de
los vegetales, es una consecuencia de las fuuciones
normales de los órganos que los constituyen.
Cuando obran causas extrañas ó mórbidas
sobre esas funciones, perturbándolas,
resultan enfermedades, generales ó parciales,
ocasión de pérdidas más ó menos sensibles
para el agricultor, no solamente á causa de la
muerte de los animales, sino por los gastos
que la curación exige, la disminución del valor
de las reses que no mueren y la interrup­
ción de los trabajos que los pacientes debieran
haber ejecutado. Las enfermedades generales
epizoóticas devastan frecuentemente las campiñas
y llevan la desolación á las comarcas en
que la cría de ganados constituye el único
recurso de los habitantes. La perineumonía
de las reses vacunas es una de esas enfermedades.
Las contagiosas son también un azote
que hay que combatir vigorosamente así que
se inician, porque no es fácil preveer la importancia
de las pérdidas que han de ocasionar.
La sarna, el carbunco, el tifus contagioso y
otras muchas afecciones son enfermedades que
van transmitiéndose de unos animales á otros,
y que se han de combatir ante todo aislando
á los atacados. Las enfermedades pueden ser
agudas ó crónicas. Son agudas aquellas que
recorren rápidamente los períodos de su proceso,
de manera que los pacientes mueren ó
sanan en pocos días, y las crónicas, por el
contrario, se van desenvolviendo con lentitud,
su tratamiento exige mucho tiempo y gastos
más ó menos considerables, y resulta con frecuencia
inútil, porque hay muchas enfermedades
crónicas que son incurables. Por medio
de precauciones higiénicas se podrían prevenir
muchas enfermedades, principalmente investigando
las causas que las producen, y
haciéndolas desaparecer cuando son conocidas.
Como tratamos de cada enfermedad en artículos
especiales, no creemos necesario describirlas
aquí una por una.
ENFERMEDADES DE LAS MADE­
RAS.—Se consideran como enfermedades de
las maderas todas las alteraciones químicas
sufridas por sus tejidos, cuyo carácter distintivo
consiste en la facilidad de que adquieran
incremento y se propaguen al resto de la
madera, ocasionando su inutilización ó destrucción
más ó menos completa. Cuando estas
alteraciones afectan tan sólo al organismo
físico, entonces se consideran como simples
vicios ó defectos. (V. Vicios y enfermedades
de los árboles y de sus maderas.)
ENFERMEDADES DE LAS PLAN­
TAS.—Como en diversos artículos, y especialmente
en los relativos á cada planta, tratamos
de ellas con la conveniente extensión,
parécenos ocioso hacer un trabajo especial.
ENFISEMA (Patología veterinaria).—
Afección determinada por la penetración del
aire en el tejido celular ó conjuntivo. Sus dos
variedades principales son el enfisema pulmonar
y el enfisema subcutáneo. El primero, muy
común en las reses caballares, en las cuales
provoca el asma, es debido á la penetración
anormal del aire en el tejido interlobular ó
dilatación de las vesículas pulmonares, y de
ahí que se subdivida en enfisema interlobular
y enfisema vesicular. La aparición de ese enfisema
puede ser brusca, á consecuencia de
esfuerzos violentos, saltos, carreras rápidas,
etcétera. También se va desarrollando á veces
lentamente, y en ese caso se manifiesta por
una progresiva irregularidad en la respiración,
que se descubre fácilmente por el mo-

ENF — 690 — ENF
virulento de los costados. Esa irregularidad
se produce por el descenso del flanco en dos
tiempos separados por un momento de detención.
Ese síntoma varía de intensidad según
la gravedad y desarrollo del padecimiento, y
según que el animal haya hecho ó no ejercicio,
y esté ó no en ayunas. Con la percusión se
advierte resonancia del tórax; desaparece el
ruido vesicular normal; el resuello es silbante,
crepitante, seco y á veces húmedo si existen
mucosidades; la tos más ó menos fuerte,
abortada y seca, y en ocasiones frecuente.
Mientras los animales tosen se oye el ruido
que el escape de gases produce en el ano. La
secreción líquida se parece á la clara de huevo;
se oye un ruido especial al nivel de la
faringe, y como consecuencia del enfisema se
dificulta la circulación, y se producen abultamientos
y derrames. Para curar el enfisema
es necesario modificar el régimen alimenticio
de los animales; darles poco heno; dar tiempo
á que digieran la comida antes de llevarlos á
trabajar; evitar que los intestinos se carguen
excesivamente, porque se dificultaría la respiración,
y emplearlos resinosos, brea, incienso
y ácido fénico. También han producido
buenos resultados la belladona y el estramonio.
El remedio más eficaz es el ácido arsenioso,
á la dosis de un gramo al día en dos tomas,
mezclado con salvado mojado, y continuando
durante algún tiempo la administración del
medicamento, pero con interrupciones que
permitan la expulsión del arsénico almacenado,
para evitar de esa suerte los peligros de
la intoxicación.
El enfisema subcutáneo, según se desprende
de lo dicho, es debido á una infiltración
gaseosa en el tejido celular subcutáneo. Las
principales causas de su presentación son las
llagas de la piel que comunican con las vías
respiratorias, las fracturas de la tráquea, la
dislaceración pulmonar por alguna costilla
fracturada, las soluciones de continuidad en
la piel próximas á algún punto donde son extensos
los movimientos, como en las extremidades
anteriores ó posteriores. Los síntomas
de esa afección son: tumefacción de la piel,
indolente, elástica, fácil de deprimir, sonora
á la percusión y crepitante. La presión de la
mano desaloja el aire infiltrado. Ese enfisema
puede ser general ó parcial. Se combate ejecutando
desbridamientos más ó menos numerosos;
oprimiendo, cual si se amasasen las
partes enfermas; ejecutando fricciones secas,
y aplicando fomentos excitantes.
ENFITEUSIS.—Contrato en virtud del
cual el dueño de algún predio rústico ó urbano
cede á otro su dominio útil para largo
tiempo ó para siempre, con la carga de un canon,
pensión ó rédito anual que se paga al
cedente, quien conserva el dominio directo.
Esa palabra, de origen griego, significa nuevo
cultivo, plantación ó mejora, porque en
un principio solamente se daban en enfiteusis
las heredades incultas ó susceptibles de ser
mejoradas. El que entrega la cosa se llama
propietario ó dueño directo, y el que la recibe,
enfiteuta ó dueño útil. La enfiteusis, especie de
arrendamiento, solamente se puede constituir
con bienes inmuebles, susceptibles de mejora
y por el plazo de un decenio á lo menos, y
reconoce más facultades que el arrendamiento
en el que recibe la cosa, siendo la pensión
menor. Se diferencia de .la venta, el mutuo, la
donación y demás contratos, en que el primitivo
dueño conserva el dominio directo; y del
feudo, cuando no va acompañado de la enfiteusis,
en que aquél impone servicios personales
solamente. La enfiteusis puede ser eclesiástica
ó laical, la primera de las cuales requiere
ciertas solemnidades que no se exigen
en la segunda; perpetua y temporal; hereditaria
, familiar y mixta, según que se confiera
con la facultad de ser transmitida á cualesquiera
herederos legítimos ó extraños, á
los descendientes solamente, sean ó no herederos,
de manera que la hereditaria se trae
á colación y la familiar no, y de aquélla se
ha de sacar el tercio y quinto, y ésta se ha de
distribuir por partes iguales entre todos los
hijos; la mixta es la que está concedida á uno
para él y sus herederos descendientes, es decir,
que haya de pasar la cosa á los que reúnan
esas dos cualidades. La enfiteusis deberá
constituirse en escritura pública, ó á falta de
ella, el enfiteuta, según los autores, ha de reconocerla
ó probar el dueño el ejercicio de los
derechos y obligaciones del contrato. Cuando
la enfiteusis se concede por cierto número de
vidas, han de contarse todas las de los que
vayan poseyendo; mas cuando se concede por
generaciones, todas las personas de un mismo
grado, todos los hijos de un poseedor, por
ejemplo, todos los nietos, etc., se cuentan por
una generación. En la enfiteusis concedida
simplemente hasta la tercera generación ha
de ser el nieto del primer enfiteuta el último
poseedor, y si se concede hasta la tercera generación
del primer adquirente, acabará en los
biznietos. La enfiteusis concedida sin expresión
de tiempo ni de personas se presume
perpetua, y se transmite á todos los herederos
del enfiteuta, legítimos ó extraños. La razón
de que la enfiteusis haya de ser perpetua ó
durar diez años por lo menos, estriba en que
para ser provechosa al dueño directo y al útil
es necesario que éste tenga tiempo para mejorar
el predio y para obtener las ganancias
debidas á su trabajo. No hay ley que fije la
cuantía del canon ó pensión, que puede consistir
en dinero ó en frutos; muchos opinan
que aquél no debe exceder de uno y medio
por ciento, con relación al valor de la finca.
El enfiteuta puede usar y gozar libremente
de la cosa enfitéutica, y ejercer acción real
contra cualquier perturbador ó usurpador,
siempre que no deje pasar tres años consecutivos
sin pagar el canon. Le pertenecen los
frutos ordinarios y extraordinarios; los incrementos
por aluvión ó avulsión, y ios tesoros
que en la finca se descubrieran , y acabada la
enfiteusis podrá reclamar el pago de las me-

ENF — 691 — ENF
joras introducidas, cuando no mediara pacto
expreso, aun realizándolas contra la expresa
voluntad del dueño directo, en opinión de muchos
y notables jurisconsultos, por lo mismo
que el contrato enfitéutico confiere al dueño
útil todos los derechos, excepto el dominio
directo, habiendo de estimarse el valor de las
mejoras por el que tengan en el momento de
espirar la enfiteusis. En cambio no podrá repetir
las mejoras hechas contra la inhibición
del dueño directo, si en el contrato se pactó
la necesidad de su consentimiento ó que cediesen
en beneficio de dicho dueño, sin derecho
á repetir las expensas. Tampoco podrá
reclamar el abono de las que hiciere el enfiteuta
en virtud del pacto ó para conservar la
finca en el buen estado en que la recibió, ó
bien por haberla recibido estéril, inculta ó
ruinosa, con la condición de hacerla fructífera
y mejorarla. Puede el enfiteuta vender la
cosa enfitéutica con sus mejoras, á condición
de advertir previamente al dueño, é indicarle
el precio por si deseare hacer uso del derecho
de retracto, fádiga ó tanteo, y de aguardar
dos meses si callare. lío tiene lugar ese derecho
de tanteo, es decir, de tomar la finca por
el tanto contra el tercero que hubiere inscrito
su derecho en el Registro de la propiedad.
La segunda condición es que el comprador de
la enfiteusis sea solvente y no de manos muertas,
ó más poderoso que el dueño directo. Cuando
la cosa enfitéutica se vende para pagar
deudas del enfiteuta, se ha de requerir también
al dueño directo, por si quiere hacer uso
del retracto ó tanteo. El enfiteuta puede donar
, legar y constituir en dote inestimada la
cosa enfitéutica, sin pedir la aprobación del
dueño directo, porque en esos casos no transfiere
el dominio útil ni la obligación de pagar
el canon. También puede arrendarla ó permutarla,
si bien lo más seguro es requerir en
este segundo caso al dueño, mas no tiene capacidad
para darla en enfiteusis. En caso de
que se vendiere el dominio directo, goza preferencia
el enfiteuta para el tanteo. El enfiteuta
está obligado á pagar el canon, aun en caso
de esterilidad é invasión, y habrá de reparar
las pérdidas parciales; no así la total por caso
fortuito. También debe pagar las contribuciones
públicas, aun cuando lo equitativo sería
que pesaran sobre el dueño directo y el útil;
pero en la práctica, y segúu las leyes rentísticas,
parece que los dueños directos deben pagar,
como los perceptores de censos, el 12 por
100 del importe del canon.
El dueño directo está obligado á no poner
ni consentir entorpecimientos al enfiteuta en
el goce de la finca, mas puede mejorar ésta
siempre que no impida el ejercicio del dominio
útil. Si el enfiteuta deja de pagar el canon
durante dos años en la enfiteusis eclesiástica
y tres en la laical, cae en la pena de comiso, y
el dueño podrá apoderarse de la finca sin decreto
del juez, á no ser que el enfiteuta haya
dejado de pagar por ignorancia ú otra causa
legítima; por ser acreedor del dueño directo
en igual suma por otra razón ; por no haber
querido el dueño directo recibir el canon cuando
el enfiteuta se lo ofrecía; por haber recibido
el canon después de una interrupción de
dos ó tres años en el pago, y por prestarse el
enfiteuta á pagar la mora ó tardanza, pagando
el canon dentro de los diez días siguientes al
último plazo. La práctica y la razón de todas
maneras aconsejan que el dueño directo acuda
al juez en caso de comiso. Está facultado asimismo
para privar de la cosa enfitéutica al
dueño útil en caso de que éste la venda ó empeñe
á manos muertas ó á persona de quien no
sea fácil cobrar el canon, ó en el caso de no
requerir á aquél para que haga uso del derecho
de retracto, fádiga ó tanteo, no privándole
sino de la parte que vendiere. Igual facultad
asiste al dueño cuando la finca se haya perjudicado
de un modo muy notable, y no obtiene
el resarcimiento del deterioro, acudiendo, empero,
siempre al juez. Cuando se enajénala
cosa enfitéutica, tiene el dueño directo el derecho
de exigir el laudemio ó luismo, que es
la quincuagésima parte del valor ó precio del
fundo, á no ser que en la escritura de la enfiteusis
se hubiera pactado otra cosa. El laudemio
se ha de calcular por el valor de la finca
al hacerse la transferencia, y no se paga cuando
por fallecimiento del enfiteuta pasa la cosa
á los herederos necesarios ó forzosos; cuando
la dividen varias personas que ya la poseían
en común; cuando antes de la entrega se rescinde
la venta, y cuando la confiere el padre
en dote para la hija.
La enfiteusis acaba por la destrucción total
ó casi total de la cosa enfitéutica, de modo
que quede menos de la octava parte; por la
consolidación ó reunión de los dominios directo
y útil; por la pena de comiso; por muerte
ó transcurso del tiempo por el cual se concedió;
por prescripción; por redención, y por
virtud de renuncia ó abandono de los derechos
que asisten al perceptor ó censualista.
Hay otros contratos análogos al de enfiteusis
(véase Foro). El aforamento de Portugal y
el beldem-regt de Groninga no son otra cosa
que enfiteusis. El segundo es un arrendamiento
hereditario, en que el usufructuario de la
finca paga un canon fijo anual, y uno eventual,
convenido de antemano, á cada cambio de
poseedor, siendo transmisible el usufructo
por sucesión, cesión ó venta. Los agrónomos
holandeses atribuyen á ese sistema de arrendamiento
la prosperidad á que ha llegado la
agricultura en la provincia de Groninga, porque
el labrador no tiene reparo en mejorar
más y más la finca. En la isla de Jersey y en
la Lombardía, con la denominación de contrato
de Livello, se encuentran también enfiteusis.
ENFITEUTA.—Persona que tiene el dominio
útil y está obligada á pagar el canon
de la enfiteusis.
ENFITÉUTICO.—Lo que se da en enfiteusis,
como campo ó fundo enfitéutico, y lo
que pertenece á ella, como censo enfitéutico.

ENG — 692 — ENG
ENFLAQUECER, ENMAGRECER .—
(V. Enflaquecimiento.)
ENFLAQUECIMIENTO.—Estado de un
animal que no tiene el volumen y las carnes
correspondientes á su especie, variedad y alzada,
ya por no haberse desarrollado suficientemente
, ya por haber perdido una parte de
su masa. El enflaquecimiento resulta de la
disminución mayor ó menor de la grasa y del
tejido muscular, dejando aparecer ó aumentando
las salidas óseas, marcadas bajo la adelgazada
piel. Cierto grado de enflaquecimiento
es compatible con la salud y hasta conveniente
en los animales que han de hacer un
trabajo activo y penoso, ó movimientos tan
violentos como los de las carreras de caballos.
-No se puede decir lo mismo del enflaquecimiento
producido por la falta de nutrición,
por un ejercicio inmoderado ó por las enfermedades.
El enflaquecimiento de las reses es
el indicio de la ignorancia ó abandono en las
explotaciones agrícolas. Afortunadamente los
labradores van abandonando el error consistente
en gastar poco para nutrir los ganados, y
donde no son esclavos de la rutina aumentan
la producción forrajera notablemente. También
puede ser el enflaquecimiento resultado
de la vivacidad, impaciencia é impresionabilidad
de los animales, sobre todo en los
jóvenes, que ocasionan pérdidas á la economía
con los esfuerzos inútiles á que en muchos
casos se entregan. A veces en los adultos
el enflaquecimiento es provocado por un aumento
de trabajo sin aumentar la ración, poíno
darles tiempo para que hagan las digestiones
ó por ser defectuosos los alimentos. Se
caracteriza el enflaquecimiento por lo enjuto
de las ancas, por la estrechez del pecho y de
los costados, y por la delgadez de los muslos
y otras partes. Para combatir el enflaquecimiento
es necesario alimentar razonablemente
los ganados, hacer que ejerciten sus fuerzas
musculares con regularidad, y cuidarlos
bajo todos los aspectos en la forma que su
especie requiera, sin olvidar nunca que lo barato
es caro.
ENFRIAMIENTO.—Descenso de la temperatura
de un cuerpo; en los animales causa
á veces enfermedades más ó menos graves de
los órganos respiratorios principalmente. Las
reses de labor son las más expuestas á los enfriamientos.,
y de ahí la necesidad de preservarlas
de ellos con mantas y otros abrigos,
evitando que pierdan bruscamente el calor
cuando se hallan transpirando. Las toses, los
catarros, las enfermedades del pecho, especialmente
en las estaciones de bruscos cambios
atmosféricos, no reconocen otra causa..
(V. Bronquitis, Pleuresía, Pneumonía y Tisis.)
ENGALLADO.— Se aplica al caballo que
lleva la cabeza bien colocada, erguida y airosa
cuando marcha.
ENGALLADOR.— Correa que, partiendo
del bocado y sujeta al cuello del caballo, le
obliga á levantar la cabeza.
ENGARGANTAR. — Meter el pie en el
estribo hasta la garganta, lo cual es peligroso
en el momento en que el jinete pierde la silla
y es arrojado de ella por consecuencia de algún
bote ú otra causa.
ENGATILLADO—Aplícase al caballo y
al toro que tienen el pescuezo grueso y levantado
por la parte superior.
ENGAVILLAR.— (V. Agavillador y
Agavillar.)
ENGELHARDTIA.—(V. Pingol.)
ENGENDRO. - (V. Feto.)
ENGOLLAR.— Hacer que el caballo, por
medio del freno, lleve la cabeza y pescuezo
recogidos y en la debida proporción.
ENGORDE.— I. LA CUESTIÓN D E ENGORDE
EN ESPASA.— Engordar es poner los animales
en el máximo de peso que son capaces de adquirir.
El arte de engordar consiste, según
esto, en la práctica por la cual consigue el
hombre que los animales destinados al consumo
alcancen el mayor peso en el tiempo más
corto y con el menor gasto posible. Generalmente
se usan como sinónimas las palabras
engorde y cebo, pero no pocas veces se les da
significación diferente. Con la palabra cebo se
designa el exceso de gordura.
Puede afirmarse que la cuestión de engorde
se halla en España en estado rudimentario.
En otros países es objeto de profundos estudios
y de eusayos prolijos, tanto de parte de
los fisiólogos, como délos economistas. Gracias
á ellos, se ha descubierto científicamente
la razón del engorde, y se va estableciendo
con exactitud casi matemática el valor de las
diversas clases de alimento con relación al
producto neto que puede proporcionar al ganadero
la unidad de peso de carne obtenida en
cada edad y en cada especie. En España nadie
se ocupa en tales investigaciones; para
hacerlas faltan al ganadero conocimientos, á
los hombres de ciencia campos de experiencia
y recursos pecuniarios, á los Gobiernos afición
y espíritu patrio para ocuparse en el fomento
de los intereses materiales. Este contraste
explica el constante y maravilloso progreso
de la ganadería en las demás naciones
cultas de Europa, y el estado de decadencia,
que llegará á ser de completa ruina, eu que se
halla entre nosotros la industria pecuaria.
Triste es, por otra parte, que al hablar de los
adelantos hechos en la materia, por carecer de
datos teóricos y prácticos basados en pruebas
hechas en nuestros establecimientos de enseñanza,
nos veamos obligados á valemos de
los que nos suministren los autores extranjeros.
Nuestra completa ignorancia de la doctrina
relativa al engorde, así como el abandono de
los criadores y recriadores en el arte del cebo,
son una de las causas de que falte en la administración
de la ganadería el espíritu económico
indispensable para que la industria pecuaria
se salde en ganancia, y de que el surtido
de carnes se verifique en inconvenientes condiciones
para el público.

ENG — 6 9 3 — ENG
En España se mira el engorde como un accidente,
no como un sistema esencial en la
cría de reses. Sólo se atiende con cierto esmero
al cebo del ganado de cerda; en cuanto al
de carneros y bueyes, el ganadero se muestra
generalmente pasivo. Con el orden de pastoreo
al aire libre y de manutención con la hierba
que brota espontáneamente la tierra, el
estado de gordura de las reses depende de los
accidentes atmosféricos. Todas suelen tomar
carnes en primavera y enflaquecer en invierno,
siendo cosa triste que la gordura de los
animales no vendidos para el consumo sirva
no más que para que puedan resistir las futuras
escaseces. Con el engorde estacional alterno
de los carneros y buej'es pierde el ganadero
casi en totalidad los gastos hechos en determinadas
épocas, y prueba de ello es que
si vende cuando enflaquecieron los animales,
los compradores fijan el precio según su estado
actual, sin tener en consideración el que
tuvieron anteriormente. De esto resulta una
pérdida constante para el ganadero; acumulados
los gastos invertidos durante varios años
en el sostenimiento de los animales, su importe
total asciende á más que el de venta.
Sólo puede ganar el recriador que compra á
bajo precio á la entrada de la primavera ó del
verano, siendo abundantes las hierbas en estas
estaciones; que si no lo son, el ganado continuará
enflaquecido, siendo imposible llevarlo
al matadero. El sostenimiento del ganado
durante otra estación aumenta considerablemente
el coste de la producción de la
carne, lo cual, no sufriendo alteración el precio
de venta en el mercado, se resolverá en
verdadera pérdida para el ganadero.
II. TEORÍA DEL ENGORDE. — La ciencia
fisiológica todavía no ha dicho su última palabra
sobre esta importante materia. Sábese de
cierto, por las investigaciones de Lawes et Gilbert,
que en el aumento de 1 0 0 libras del peso
vivo del animal spmetido á la operación del
engorde haj r
de 6 0 á 6 5 de grasa, de 7 á 8 de
materias proteicas, de 1 á 1,5 de materias minerales
y de 2 5 á 3 0 de agua. Domina por
consecuencia la grasa en el engorde de los
animales. En cuanto á la formación de la grasa
en la economía animal, todo cuanto se ha
dicho hasta ahora ha sido hipotético. Oportuno
será que digamos en breves palabras
cuál es el estado de la cuestión, no tanto pollo
que pueda interesar á los ganaderos, que
no será mucho, atendido el escaso conocimiento
que tienen de la química, sino para
que comprendan el influjo de la ciencia en la
reforma pecuaria, y á la vez con objeto de
que los hombres de estudio hagan las deducciones
de aplicación que estimen conveniente
á fin de.enseñar el modo de precipitar con
economía de gastos el engorde de los animales.
Discútese en la actualidad la siguiente tesis
: ¿ se forman las grasas á costa de las ma-,
terias proteicas , ó de los hidratos de carbono
que contiene la ración de alimento ? Varios
autores alemanes, entre ellos TVolff, Voit, Pet-
tenkofer y Bischoff sostienen que las materias
proteicas contribuyen principalmente á
la formación de las grasas; Liebig, los ingleses
Lawes y Gilbert, y muchos franceses, sostienen
con no menos decisión que los hidratos
de carbono juegan el principal papel en dicha
formación.
Andrés Sansón opina que esta cuestión encierra
dos problemas distintos: uno puramente
especulativo, y otro práctico. Respecto al
primero dice: que siendo cosa sabida que las
materias proteicas no se digieren, ó mejor dicho
, no se asimilan si no van acompañadas de
cierta cantidad de hidrato de carbono y de
materias grasas; que en los herbívoros el máximum
de engorde corresponde á un límite
determinado de esta cantidad, llamada relación
nutritiva, es cosa evidente que el respectivo
influjo de los dos términos de esta relación no
pueden ser explicados satisfactoriamente respecto
á las reacciones que están fuera de
nuestro alcance por cálculos atómicos, extraños
al método experimental. Bástenos saber
que la nutrición de los animales sólo puede
verificarse con el concurso de esos dos
principios inmediatos, los hidratos de carbono
y las materias proteicas.
En cuanto al problema práctico, se puede
establecer que el engorde es el resultado de
la diferencia entre el gasto y las pérdidas del
organismo animal; que el gasto es directamente
proporcionado á la cantidad y á la digestibilidad
de los alimentos ingeridos, y que las
pérdidas son inversamente proporcionadas á
la tensión de la atmósfera, en la cual vive ese
organismo, y directamente á las cantidades
de movimiento y de trabajo que ejecuta.
La condición esencial del engorde es en definitiva
que las substancias que contribuyen á la
formación de la grasa entren en gran cantidad
en la alimentación. Pero esta condición, como
dice M. Monjauze, no basta por sí sola, ó al
menos sus resultados serían muy tardíos, si no
se le asociase otra importantísima, cual es disminuir
la actividad de los aparatos orgánicos,
cuya función tiende á acelerar la combustión
vital. Según esto, es preciso evitar en los animales
sometidos al engorde las pérdidas que
resultarían necesariamente del ejercicio estimulado
de las funciones respiratorias, musculares
y secretorias, las cuales no pueden
producir sino consumiendo para su uso cierta
cantidad de materias destinadas á transformarse
en grasa.
Conviene advertir que no existe incompatibilidad
absoluta entre la formación de la
grasa, y la producción del trabajo y de la leche;
la experiencia diaria prueba que el engorde
puede realizarse no obstante el ordeño,
y sin embargo de que los órganos musculares se
hallen en actividad productora de fuerza; pero
como todo lo que el organismo produce, fuerza,
leche, grasa, lana, etc., es la expresión
de una transformación de su materia, es evidente
que cuando dicho organismo está obligado
á varias elaboraciones simultáneas, las

ENG — 694 — ENG
"unas contrarían á las otras en proporción á
las actividades respectivas de las funciones
que las ejecutan.
III. REGLAS IMPORTANTES SOBRE EL EN­
GORDE.—Se han hecho varios ensayos para determinar
los resultados económicos del engorde
y para resolver el problema de si el método
extensivo es preferible al intensivo, ó por el
contrario, éste es más ventajoso que aquél.
Los resultados obtenidos no pueden tener
carácter de exactitud'general, ni serla expresión
de lo que infaliblemente resultaría con
toda clase de ganados y con las distintas razas.
Se comprende la razón de esta diferencia:
los alimentos no son igualmente nutritivos
en todas partes; el clima no es igualmente
favorable para el engorde; las razas no son
igualmente precoces, y los individuos son en
diverso grado aptos, según la perfección de
sus formas.
Esto manifestado, y sin negar la importancia
de los ensayos sobre la materia, que la tienen
grande, nos basta saber, considerado el
estado de nuestra ganadería, que la cuestión
de engorde tiene dos aspectos, uno zootécnico
y otro económico, y que en uno y en otro se
pueden establecer reglas generales de utilidad
para la clase. ,
Bajo el punto de vista zootécnico conviene
tener presente las siguientes:
1. a
El que se dedique á la recría debe es­
coger para engorde animales que durante su
vida hayan estado bien alimentados, y especialmente
en su primera edad.
2. a
La mejor edad para el engorde es la
adulta. Mientras dura el desarrollo los animales
crecen más bien que engordan; en la
vejez no se asimilan tan bien los alimentos,
su apetito es menor y el engorde es más lento
y costoso.
3. a
A los animales que se ponen en cebo
se les debe alimentar abundantemente. La
parsimonia en la comida retarda la operación.
4. a
La regularidad en las formas influye
mucho en el buen resultado de la operación.
Sobre todo es indispensable que sea amplia la
cavidad torácica.
5." A medida que avanza la operación
conviene estimular el apetito de los animales
y mejorar la calidad de los mismos, variándolos
si es posible.
Véanse ahora algunas reglas de orden principalmente
económico:
1. a
En España generalmente cuesta menos
el engorde que se llama extensivo, ó sea en
las dehesas, estando los animales en completa
libertad.
2. a
El engorde por el sistema intensivo
sólo debe emplearse cuando el valor de la carne
es alto y fácil procurarse alimentos baratos.
3. a
Por punto general es difícil y costoso
el engorde en dehesas pobres de pastos.
4. a
La mejor época para la operación va­
ría en cada localidad. En las que abunda la
hierba tierna es la mejor época de engorde la
primavera; donde escasea la hierba y abun­
dan las mieses la época mejor es mientras
dura la rastrojera.
5. a
Importa mucho apresurar el engorde
de los animales.por lo ventajoso que es adelantar
la venta. Las primeras carnes son generalmente
las que valen más, y es de importancia
para el ganadero realizar pronto el
capital pecuario de venta.
6. a
La castración favorece extraordinariamente
el engorde, así como el reposo, la temperatura
un poco elevada, el aire sano, y para
ciertos animales, cuales son las aves de corral,
la obscuridad más ó menos completa.
IV. LA PRACTICA DEL ENGORDE.— Hay varios
tratados sobre el modo de engordar cada
especie de ganado, y en los periódicos extranjeros
se publican diariamente recetas alimenticias
á propósito para abreviar la operación,
sea aumentando el apetito, sea excitando la
digestibilidad. Véanse algunas.
Empleo del arsénico para el engorde de animales.—Se
ha empezado á hacer estudios para
asegurarse si es conveniente engordar los animales
domésticos con el empleo del ácido arsenioso.
Los estudios hechos por los profesores
Ercolani y Selmi, de Italia, aunque no terminados,
prueban, al parecer, que los cerdos
engordan bien y prontamente con dicha substancia.
A un lechón de dos meses, pesando
próximamente 10 kilos, se le administraron
10 centigramos de arsénico al día por espacio
de un mes, al cabo de cuyo tiempo pesaba 25
kilogramos, y otros catorce días después, con
el mismo tratamiento, pesaba 34. Sirva esto
para el que quiera hacer el experimento.
Empleo de la carne en el engorde del ganado
de cerda.—En los Estados Unidos del Norte
de América se utiliza la carne en el engorde
de los cerdos bajo forma de un polvo que
llaman allí harina de carne, y que no es otra
cosa que los residuos pulverizados y desecados
de la fabricación del extracto de carne de
Liebig. La harina de carne es un alimento
muy nutritivo que contiene en estado seco 83
por 100 de materia nitrogenada y 13 por 100
de materias grasas. Es fácilmente digestible,
pero no debe emplearse sola en el engorde,
porque los cerdos sometidos á un régimen
alimenticio tan nitrogenado se verían expuestos
á sufrir graves accidentes. En América se
usa en la proporción de 250 á 300 gramos por
cabeza cada día, mezclándola con patatas, forrajes
ricos en materias hidrocarbonadas, y
otras.
Conviene también adicionar á la mezcla
preparada algunos granos de cloruro de potasio
ó de fosfato de potasa, para sustituir
principios minerales que la carne perdió en
la ebullición.
En nuestro país puede aceptarse este procedimiento
de engorde en aquellos puntos
donde sea fácil adquirir con economía carne
de caballo, de asno ó de otro animal que no
presente condiciones para el consumo del
hombre. Bastará en este caso dividir la carne
en pequeños trozos, que pueden luego cocerse

ЕЖ; — 695 — ENG
en una caldera con patatas, harina, coles, nabos
, etc., hasta que resulte una masa algo
caldosa, que se dará á los cerdos como alimento.
Figura 318.—Caja para engorde
V. ENGORDE ARTIFICIAL D E LAS AVES.—
Esta industria está casi completamente abandonada
en España. Censurable es tal abando­
Figura 319.—Cebadora compresiva
no, que priva á los agricultores de un pingüe
rendimiento, y es causa de que se enriquezcan
á costa nuestra los campesinos pirenaicos.
El engorde de las aves de corral se ha llevado
en el extranjero á una perfección ex­
traordinaria. El adelanto comprende dos partes
principales: la clase de alimentos, y los
aparatos usados en la operación. Nos ocuparemos
de éstos, asegurando que si en los pueblos
próximos á los grandes centros
de consumo se estableciesen, los que
tomaran la iniciativa se crearían
una renta superior á la que obtienen
del cultivo de algunas fanegas
de tierra.
Uno de los aparatos de cebo mecánico
más sencillo y de mejor empleo
es la caja de engorde, que
construyen MM. Roullier y Arnoult
en sus talleres de Gambais,
cerca de Houdan (Seine­et­Oise).
Las aves destinadas al engorde se
colocan en una caja (figura 318)
cerrada en su parte superior por un
enverjado, también de madera, con
sus puertas ó trampas correspondientes,
para dejar libre acceso á
las aves que habitan en cada uno de los compartimientos
en que ésta se divide. La temperatura
de dicha caja puede modificarse á
voluntad fácilmente, á fin de proporcionar
á las aves allí encerradas
el grado de calor que necesitan para
vivir en buenas condiciones. El grabado
representa un modelo para
ocho pollos; pero los Sres. Roullier
y Arnoult las construyen de diferentes
tamaños, acomodándolas al
número de aves que desee encerrar
en ellas el agricultor que haga el
pedido.
La cebadora compresiva de los
mismos constructores es la que representa
la figura 319. Se compone
de un bastidor B, formado por cuatro
montantes de maderamen cuyo
extremo superior se asienta un platillo
que á su vez sirve de apoyo
á una vasija metálica de forma
circular C. Debajo de este platillo
se fija una plancha, sobre la cual se
colocan las aves que se quieren alimentar;
y por último, en la parte
inferior existe un pedal, que obra
por medio de dos cadenas sobre
una palanca F, unida á un mástil
de madera E, el cual termina por
el extremo I en un émbolo agujereado.
La segunda de las cadenas D
obra asimismo sobre un émbolo que
obliga á la pasta á introducirse en
el buche del animal que se ceba.
Nada más sencillo que el modo
de obrar de este aparato. Preparada
la ración alimenticia de modo que
forme una papilla más ó menos espesa,
se coloca en el vaso cilindrico, y obrando
el obrero sobre el pedal, pasa el alimento
al buche del ave. La alimentación con este
aparato se hace con una regularidad y precisión
absoluta. La sencillez del mecanismo

ENG — 696 — ENG
recomienda la adopción de tal aparato, que
une á estas ventajas la de su poco precio, que
es para un número limitado de aves el de 80
francos. El desleidor de la pasta cuesta sólo
más de 20 francos.
La papilla que se emplea para este cebo
suele componerse de harina de cebada con
agua en las dos primeras raciones que se dan
á cada pollo. Para las raciones sucesivas es
preferible amasar la harina de cebada con leche
ó con suero del que resulta de la fabricación
de quesos. Regularmente los pollos
sometidos al engorde necesitan tres raciones
diarias durante unos quince días. Cada una
de estas raciones se debe calcular en la pro­
Figura 320.—Cebadora mecánica
poreióifde 15 á 18 centilitros, según MM. E.
Roullier, Árnoult y E. Arnoult. A los quince
días empieza á manifestarse la grasa formada
hacia las rabadillas del ave, y es el
momento de añadir á la papilla 10 gramos de
grasa ó manteca de cerdo de segunda calidad
por cada ración de un pollo. Este último período
de engorde sólo dura de cuatro á cinco
días. Se puede emplear también la harina de
maíz amasada ó desleída con suero de leche,
pero nunca con agua, porque la carne del ave
cebada adquiere un color azulado en lugar de
quedar blanca.
El cálculo de gastos que establecen los criadores
expresados para el engorde de 100 pollos
á la edad de cuatro meses es como sigue:
1.000 kilogramos de harina de cebada,
á 20 francos quintal métrico 200 francos.
150 de grasa ó manteca de cerdo, á 1,20
francos el kilogramo 18 —
Coste anterior de los pollos hasta empezar
el engorde 30 —
Suero y demás gastos menudos 40
f
Total 288 francos.
A lo cual ha}' que agregar
el interés y amortización
del capital empleado en la
industria, y el costo de los
cuidados correspondientes,
etc.
Uno de los industriales
que más crédito han adquirido
en París en la industria
que nos ocupa es monsieur
Martin, cuyo establecimiento
modelo se encuentra
en el Jardín de Aclimatación
del Bois de Bologne,
donde tiene instalada una
cebadora mecánica como la
que representa la figura 320,
y que es idéntica también á
la que posee el Instituto
agrícola de Alfonso XII en
Madrid.
Nos parece inútil entrar
en la descripción del aparato
, cuya forma se advierte
bien en el grabado de la
figura 320. Todo el aparato
es giratorio, con el objeto
de que al elevarse el operario
en el cajón sostenido pollas
cadenas y contrapesos
que se indican, pueda ir administrando
las raciones de
üimentos correspondientes
\ cada uno de los pollos encerrados
en sus compartimientos
respectivos. Monsieur
Martin da en los prospectos
de su establecimiento
las explicaciones siguientes:
«Cada uno de los grandes
aparatos puede contener 210 aves. La duración
del engorde de los pollos es de veinte días,
recibiendo tres raciones por día. Los ánades ó
patos necesitan tomar cuatro raciones diarias,
y les basta quince días de engorde. Un solo
operario puede administrar en una hora las
raciones que necesitan 400 á 500 aves. Para
esto se coloca en el ascensor de la cebadora;
introduce el tubo de alimentación en la boca
del pollo; apoya el pie sobre el pedal, y pasa
la ración necesaria de papilla al buche del ani-

ENL — 697 — EJSTM
mal. Una aguja marca en el indicador del aparato
la ración, administrada en centilitros. La
operación se verifica con gran rapidez y sin sufrimiento
para las aves. La placa roja colocada
en el frente de la casilla ó compartimiento
de cada ave indica en centilitros la ración que
se la debe dar. Fácilmente el operario hace
girar con la mauo el aparato para ir sucesivamente
dando su ración á las diversas aves.
Cuando termina la operación en el primer
piso, ó sea el más bajo, se eleva en el ascensor
al segundo , después al tercero, etc. Cuando
termina hace bajar fácilmente el ascensor.
El régimen alimenticio es saludable para las
aves, no acusando la experiencia más pérdida
que la de 1 á 2 por 100. El procedimiento se
aplica á todas las especies de aves, como pollos,
pavos, patos, gansos, etc. La papilla
debe ser casi líquida, y formada con harina de
cebada y de maíz desleída en agua y suero.»
Repetimos lo que hemos manifestado en
otros artículos al hablar de ensayos. Si el aparato
se halla en el Instituto de Alfonso XII,
¿por qué no se experimenta?; y si se experimenta,
¿por qué no se hacen públicos los resultados?
Es lastimoso adquirir máquinas por
cuenta del Estado y almacenarlas en los Museos,
para entretenimiento de los visitantes.
M. López Martínez.
ENGRANERAR,.—Encerrar el grano;
ponerlo en el granero ó panera.
ENJALMA.— Especie de aparejo de bestia
de carga, como una albardilla ligera.
ENJAMBRAR, ENJAMBRE (Apicultura).-'—En
el artículo Abeja hemos dicho cuanto
al asunto se refiere; á él debe recurrirse
para encontrar lo que se entiende por enjambrar,
enjambre, etc., y también los útiles necesarios
al efecto, especialmente para recoger
los enjambres y ponerlos en las colmenas.
J. de Hidalgo Tablada.
ENJUICIAR, ENJUICIAMIENTO. —
Es el orden ó método que se sigue en la instrucción
de un proceso criminal ó los trámites
á que se ha de sujetar un negocio civil. En
esta palabra se comprenden todas las actuaciones
judiciales, trámites y término de ellas;
personas ante quién y por quién pueden seguirse,
y en fin, todo lo demás de que tratan y
se ocupan las leyes de procedimientos, tanto
en lo civil como en lo criminal; su estudio
completo sería un tratado de práctica forense
ajeno en absoluto á la naturaleza de esta obra.
Enjuiciar, pues, es someter ajuicio y los trámites
de él á cualquier persona, cosa ó derecho.
M. García Gutiérrez.
ENJUNDIA.—Gordura que las aves tienen
en la overa, como la gallina, la pava, etc.
ENLAMAR, ENLEGAMAR, ENTAR­
QUINAR (Abonos).— En los terrenos que
se riegan con aguas de aluviones fértiles, pollos
sedimentos que depositan, según hemos
dicho en el artículo Encharcar, se usan las
aguas con objeto de utilizar los abonos. También
se emplean para elevar la superficie del
suelo por medio de las materias que enchar­
cándolas dejan, y á esto se llama enlamar, entarquinar
y enlegamar, según las provincias
en que se verifique la operación.
Este artículo exigiría gran desarrollo para
conocer los medios de aprovechar las aguas
turbias, cuyo limo es fértil; pero sólo diremos
algunas generalidades, aplazando hacerlo
con extensión en las palabras Formación de
los terrenos agrícolas y Riegos con aguas turbias,
etc.
Entre los infinitos medios de fertilizar el
suelo agrario que en España se tienen despreciados,
es uno el empleo de las aguas de aluviones,
que en su mayoría son fértiles. En las
zonas que hoy tienen un sistema de riegos, y
que es lo ordinario usar la's aguas claras, en
cuyo caso son escasas, riegan poca superficie;
si con el fin de emplear las turbias y de invierno
se establecieran canales é hicieran derivaciones
con objeto de aprovecharlas en el
colmatage. como dicen los franceses, y con
cuyo medio, recogiendo y depositando las
aguas turbias en una tierra poco fértil, dejándolas
que en ella precipiten las substancias que
tienen en suspensión, eleva la superficie con
terreno útil al cultivo, y esto se verifica en el
tiempo en que de ordinario las aguas no se
aprovechan y su abundancia suele perjudicar
en las riberas, resultando perjuicios en lugar
del beneficio que se podía conseguir.
La acción fecunda de las aguas turbias y la
fertilidad que el limo puede depositar en la
tierra está muy poco estudiada entre nosotros;
sólo en algunas localidades, como en las
inmediaciones de Lorca, Almería, etc., hemos
visto emplearlas con conocimiento.
No una vez sólo hemos visto hacer gastos
de consideración para evitar que las aguas
de un arroyo no entren en la tierra en los
aluviones, que sin dirección ni aplicación causaban
daños; si dirigidas las aguas cual se debiera
, abonaban el suelo, ¿cuánto valdrían?
Valdrían que los gastos hechos en separarlas
de entrar nada producen, y el guiarlas para
riego sería como si en el agua se echaran
substancias para regar con abonos líquidos.
J. de Hidalgo Tablada.
ENMIENDAS (Agrología) . — Rarísima
vez sucede que las tierras tengan sus propiedades
físicas tan en armonía con las necesidades
de la vegetación que puedan las plantas
desarrollarse bien sin resentirse del exceso ó
defecto de la cohesión, permeabilidad, capilaridad,
higroscopicidad, etc., etc.; y aun cuando
se encuentre una tierra de esas condiciones,
no hay que esperar que las conserve indefinidamente,
pues lo más probable será que al
cabo de poco tiempo alguna de las propiedades
físicas, ya que no todas, se haya alterado
de tal modo que influya perniciosamente en el
desarrollo de la vegetación.
Si se quiere conseguir que las tierras estén
siempre bien dispuestas para la producción,
no basta cuidar de que contengan las substancias
alibles que las plantas han de tomar pollas
raíces; hace falta además modificar las pro-
Dic--IV 45

ENM — 698 — ENM
piedades físicas que se hayan perturbado, hasta
restablecer la perdida armonía. Esta modificación
de las propiedades físicas es lo que
constituye la enmienda de las tierras.
Las enmiendas no siempre se hacen adicionando
substancias materiales al suelo; pero
cuando se enmienda añadiendo algo, se da el
nombre de enmiendas á los materiales añadidos,
y es fácil confundirlas con los abonos. Sin
embargo, basta observar que las enmiendas
producen principal 6 inmediatamente modificaciones
físicas, aunque á la larga suministren
á las plantas algún principio necesario
para su incremento, y los abonos modifican
especialmente las propiedades químicas, aunque
puedan también llegar á producir alguna
alteración en las propiedades físicas de las
tierras. '
Como la sílice, la caliza y la arcilla son los
componentes dominantes y entran los demás
relativamente en cantidades muy pequeñas,
deben las tierras casi todas sus propiedades
físicas á la presencia de aquellos tres cuerpos,
y el predominio excesivo de alguno de ellos extrema
algunas propiedades de tal modo, que
se resiente la vegetación considerablemente.
La propiedad cuya directa modificación
interesa más es la cohesión, aunque al propio
tiempo se modifiquen también la permeabilidad,
la higroscopicidad y algunas otras, y
cambie la acción y la duración de los abonos.
Pero cuando interesa modificar de propósito
la humedad de las tierras, puede conseguirse
directamente disminuyendo la excesiva ó aumentando
la escasa, desecándolas ó saneándolas
en el primer caso, y regándolas en el segundo;
de estas modificaciones especiales, que
no constituyen enmiendas en el sentido usual
de la palabra, se tratará en los artículos Desecación,
Saneamiento y Riegos.
CLASES D E ENMIENDAS.—Pudiendo escasear
en la tierra tanto la sílice como la caliza ó la
arcilla, las enmiendas de que se hace uso corresponden
á una de estas tres clases: silíceas,
calizas ó arcillosas, sin embargo de que algunas
otras substancias, y los riegos y las labo-.
res, producen muchas veces las modificaciones
necesarias.
Enmendar una tierra es cosa fácil, pero
pocas veces económica; así es que suele
prescindir de las enmiendas el agricultor, contentándose
con el paulatino efecto de los riegos,
y dando más ó menos labores, y de mayor
ó menor profundidad, según convenga. En
algunas ocasiones basta una labor profunda
para que, mezclándose el subsuelo con el suelo
, se enmienden las tierras.
I. ENMIENDAS SILÍCEAS.—Como las propiedades
de la sílice son tan opuestas á las de la
arcilla, están indicadas las enmiendas silíceas
para los suelos arcillosos. La tenacidad, la adherencia,
la higroscopicidad que estos suelos
tienen excesivamente desarrolladas, y la permeabilidad
que es tan deficiente, se modifican
cuanto se quiera por la acción de la sílice;
no obstante, el efecto no será muy duradero
por la débil unión que se establece entre la
sílice y la arcilla, lo cual hace que, al practicar
labores algo profundas, la arena silícea,
como más pesada y más suelta, descienda hasta
el fondo de la tierra removida, volviendo á
estar la parte superior del suelo en tan malas
condiciones como antes de enmendar.
Los limos arenosos de algunos ríos son más
á propósito que una arena silícea cualquiera.
La incineración produce en los.suelos arcillosos
un efecto análogo al de las enmiendas
silíceas. La costumbre de quemar los rastrojos
cuando están completamente secos es muy
conveniente, porque además de reducirlos á
ceniza, que sirve de abono, se pulveriza la costra
seca de la tierra, disminuyéndose su cohesión;
y la costumbre de hacer hormiguerosen
las tierras arcillosas también es buena
por motivos análogos.
II. ENMIENDAS CALIZAS.—También éstas se
emplean en las tierras arcillosas con el mismo
objeto que las enmiendas silíceas, pero aún
se usan más en donde quiera que superabunden
materias orgánicas sin descomponer, que
ocasionen en ese estado la esterilidad de las
tierras, porque una vez descompuestas ó mineralizadas,
son un manantial de fertilidad
asombrosa; así es que las tierras que más
ganan con las enmiendas calizas son todas
aquellas que espontáneamente se llenan de
heléchos, retamas, juncos, acederas, de malas
hierbas de cualquiera denominación y las
que están recién roturadas. A las tierras turbosas,
á las ferruginosas y á todas cuantas
tengan la cal en cantidad escasa, también les
convienen.
Entre las enmiendas calizas figuran la cal,
la caliza y la marga.
a. Cal.—La acción cáustica, vulgarmente
conocida, que ejerce la cal viva sobre las substancias
orgánicas, la ejerce también sobre las
hierbas y toda ciase de restos orgánicos la
cal que se distribuye por las tierras, aunque
disminuyendo la energía de su acción con el
grado de pureza que ostente.
Entre las enmiendas de este grupo, la cal
es la que más rápidamente y en más alto grado
produce sus efectos, entre los cuales se
cuenta también la elevación de temperatura de
los suelos fríos y la destrucción de multitud
de larvas y semillas que después se hubieran de
convertir en insectos y plantas perjudiciales.
La cal se emplea sola ó mezclada con estiércol;
en ambos casos se forman montones
en el campo, á 6 ó 7 metros de distancia, dejándolos
expuestos á la acción de la humedad
del aire para que la cal se apague y pulverice.
Si se quiere que la acción sea lenta y que la
cal retenga bien el agua absorbida, y el ácido
carbónico y el amoníaco que se desprenden
del estiércol, deben cubrirse los montones con
una ligera capa de tierra, cuidando de tapar
las grietas que, por el aumento de volumen
que sufre la cai, se abren en los montones..
Después se esparce la cal por el terreno con la
mayor igualdad posible.

ENO — 699 — EiSTO
Se emplean varias clases de cal, y las principales
son tres: la grasa, la seca y la hidráulica,
sin que ninguna de ellas sea cal completamente
pura. La cal grasa es la que resulta
de la calcinación de la caliza; es la más activa,
y por tanto la que eu menor cantidad se emplea.
La cal seca tiene mucha arena, buena
para enmendar los suelos arcillosos, y la hidráulica
mucha arcilla, á propósito para los
suelos silíceos.
b. Caliza. —Produce los mismos efectos
que la cal, pero débilmente, por estar ya la
cal combinada con el ácido carbónico.
c. Marga.—La marga, mezcla natural de
caliza, arcilla y sílice, se califica de distinto
modo, según cuál sea el componente predominante:
si tiene mucha caliza, se llama marga
caliza y también marga pedregosa; si tiene
mucha arcilla, se llama arcillosa ó fuerte; y si
tiene mucha sílice, se llama marga silícea, y
también marga arenosa; se halla en muchos
terrenos, en capas de variable espesor, debajo
de la tierra labrantía.
Las margas tienen propiedades bastante
distintas, según la clase á que correspondan.
Las mejores son las calizas, las cuales producen
en los suelos los mismos efectos que la
cal, pero más lentamente, y por tanto durante
más tiempo y sin ningún peligro, y se distinguen
fácilmente de las otras por su mayor
dureza, por su blancura y por desleírse pronto
en el agua. A las calizas siguen eu importancia
las arcillosas, muy á propósito para enmendar
los suelos silíceos, y caracterizadas
por su color intenso amarillento ó rojizo, por
la íntima unión de sus partículas, y por formar
pasta con el agua, desliéndose poco y con
dificultad. Las menos estimadas son las margas
silíceas, aplicables casi nada más que para
enmendar los suelos arcillosos; éstas se conocen
en sus colores grises, en la débil unión
de sus partículas y en que se deslíen en el agua
con gran facilidad, sin poder formar pasta.
Con la marga, lo mismo que con la cal,
sola ó mezclada con estiércol, se forman montones
en el campo, y después se esparcen uniformemente,
procurando que sea en tiempo
seco, y mejor en invierno que en verano.
III. ENMIENDAS ARCILLOSAS. —Así como
las enmiendas silíceas son tan del caso páralos
suelos arcillosos, por las propiedades tan opuestas
de la arcilla y la sílice, así las enmiendas
arcillosas son las más adecuadas para los suelos
silíceos. La excesiva soltura y la aridez de
estos suelos se corrigen cuanto se quiera con
la arcilla.
Los limos arcillosos son muy á propósito
para enmendar los suelos silíceos. La inundación,
cuando las aguas turbias llevan arcilla
en abundancia, también produce una enmienda
favorable.
M. Sánchez llruil.
ENOBARÓaÍETRO.— (V. Extracto del
vino.)
ENOLOGÍA (Vinificación).—La palabra
Enología está compuesta de dos griegas, vino
y discurso, que quiere decir arte de hacer el
vino, y por extensión, de conservarlo. Tratadosobre
el arte de fabricar y conservar el vino..
Las publicaciones modernas de la índole de
este DICCIONARIO reúnen en la palabra Vinificación
cuanto á la enología corresponde, y
nosotros, conformes en la idea que facilita ala
generalidad que comprende mejor por vinificación
que por enología, remitimos á nuestros
lectores, á aquella palabra para ver lo
que diremos sobre tan importante asunto.
J. de Hidalgo Tablada.
ENÓMETRO (Física).—El enómetro es
un instrumento para medir la fuerza del vino.
(V'. Hidrómetro de Syhes, Pesa-vino, etc.)¡
J. de Hidalgo Tablada.
ENOTERMO (Enología).— Aparato empleado
para calentar los vinos con objeto de
que se conserven bien, y de matar los gérmenes
que pudieran determinar fermentaciones
dañinas. La calefacción de los vinos es operación
que ya practicaban los antiguos, pero
que por servirse de procedimientos empíricos,
sólo servía para apresurar la madurez de los
vinos tintos de buena calidad. La temperatura
de 25, 30 ó 35° no produce efectos tan satisfactorios
como el calentamiento momentáneo
y rápido de 55 á 60°. A preparar los resultados
que hoy se obtienen, gracias á los
descubrimientos y consejos del insigne Pasteur,
ha contribuido M. Appert, que en 1804
obtuvo del Gobierno francés un premio de
12.000 francos por sus procedimientos para
conservar las substancias animales y vegetales,
y especialmente el vino. Se ocuparon de lo
mismo posteriormente Gervais, Ulises Novellucci
y Ridolf; en 1840 M. Vergnete-Lamotte
obtuvo ya resultados excelentes aplicando
el método Appert, y cuatro años más tarde
pudo afirmar que la calefacción del vino á 73°
servía para conservarle, mas no para mejorarle.
En 1865 M. Pasteur poseía ya un privilegio
de invención para el calentamiento de los
vinos, y dio carácter industrial á esa operación
mediante procedimientos racionales, después
de demostrar que el micoderma del vino
ó las substancias albuminoideas, como pretende
la escuela química, se coagulan á una
temperatura de 70 á 75° centígrados, se vuelven
insolubles y se precipitan, manteniéndose
el líquido inalterable, siquiera pueda debilitarse,
perder su fragancia y volverse insípido.
Los vinos .flojos no se pueden someter
á- elevadas temperaturas de más de 40 ó 50°
centígrados; pero como el alcohol es un obstáculo
para las fermentaciones secundarias,
no es necesario tampoco. Antes de describir
los dos principales enoterrnos inventados últimamente,
debemos dar á conocer las siguientes
reglas que para la calefacción de los vinos
ha formulado el italiano Sr. Ottavi:
„ 1. a
Que conviene un calor elevado (60
á 80°) á los vinos licorosos, dulces y ricos en
alcohol, cuyos caracteres se aproximan á los
de Sicilia y meridionales de España y Portugal.
Estos, no sólo adquieren condiciones es-

(ESTO — 700 — ENO
tables de conservación, sino también precio
y carácter muy pronunciado de vinos viejos.
Esta es la razón por qué calentando un vino
añejo á unos 70°, pasa rápidamente á la decrepitud,
y pierde todo su valor si no es blanco.
2." No deben someterse á ira fuerte calor
los. vinos especiales cuyo mérito consiste en
su perfume particular.
3." El calentamiento en contacto del aire,
además de envejecer el vino , le descolora con
tanta más energía cuanto más intensa sea la
Figura 321.—Eaotermo Carpené
acción del calor; pero si se opera sin este contacto,
no es tan sensible la acción de la luz.
4." Por esta acción descolorante se puede
aplicar el calentamiento en alto grado á los
vinos muy cargados de color, pero bastante
ricos en alcohol. En este caso podrá convenir
alguna vez operar en contacto del aire y de
la luz.
5."' El calentamiento que llamaremos moderado
(45° c.) será aplicable, por regla general,
á todos los vinos de mesa que contengan
de 12 á 14 por 100 de alcohol y no sean
de calidad superior.
6. a
Por último, tratándose de vinos que
no pasen de 10 por 100 de alcohol, vinos más
ó menos agrios y ásperos, deberá.suprimirse
el calentamiento.
De todo lo expuesto se deduce que es preferible
las más veces el sistema de calentamiento
á temperatura moderada, cuando los
vinos de pasto son de buena calidad.
Práctica del calentamiento artificial. — En
la práctica pueden presentarse dos casos: vinos
embotellados y vinos en toneles. En el primero,
el procedimiento es muy sencillo y practicable
hasta en las grandes bodegas.
Se deberá ante todo tapar las
botellas con máquina y afianzar el
tapón con bramante ó alambre.
Entre la parte inferior del tapón y
el vino habrá de quedar un espacio
de 3 centímetros; espacio que la
experiencia ha juzgado bastante
para la dilatación del vino al calentarse.
En una cámara que no sea demasiado
alta se colocará una estufa, y
para dar salida al humo se pondrá
en comunicación con la chimenea
por medio de un largo tubo que
vaya á parar á la misma.
A fin de economizar espacio se
situarán derechas las botellas; abajo
ó al pie de la estufa se pondrá
una botella llena de agua, en la
cual se introducirá un termómetro
que indique la temperatura mínima
de la cámara. Se encenderá con
cok, y se tendrá siempre cuenta del
grado de calor que se desarrolla.
Cuando la temperatura se haya manifestado
por algunos minutos en el
grado que el cosechero juzga conveniente
á cada vino, se dará por
terminada la operación.
Tratándose de un pequeño número
de botellas, se puede recurrir
al baho-maría en el aparato inventado
por Antal-Eramm, de Budapest,
Se compone de una estufa de
palastro con calorífero, que comunica
con un reservatorio en que se
colocan las botellas sobre el agua.
En poco tiempo puede elevarse la
temperatura hasta 60° c. y calentar
de una vez 200 botellas.
Pero si el calentamiento del vino ha de tener
lugar en toneles, no es tan expedita la
marcha. La mecánica, no obstante, ha venido
en auxilio de la vinificación, dotándola de
varios enotermos, que no son otra cosa que
máquinas calentadoras bastante sencillas y de
poco coste.
Enotermo Carpené.— El Dr. Carpené es el
inventor de un aparato calienta-vinos que
presenta sobre los construidos hasta el día la
inapreciable ventaja de su sencillez. Este aparato,
que representamos en la figura 321, consta
de un tubo A, por donde entra el vino que
se quiere calentar; de un tino de madera lleno
de agua B; de un serpentín C, que pasa

ENR — 702 — ENS
miéndolos al sol, como ocurre con las tomateras
tardías, y las calabazas vinateras y de adorno.
Se enraman también las plantas arbóreas
para sombrear los frutos, con el objeto de retrasar
la madurez ó librarlos de ojos de sol,
y en algunos casos las hortalizas delicadas, á
fin de proteger las flores y los tiernos tallos
de la acción de fríos muy intensos.
Se enraman asimismo los cenadores, cubriéndolos
con plantas trepadoras á propósito,
y que enraman mucho y ocupan extensa
superficie, para producir sombra en el verano,
y se forman enramadas con plátanos y
otros árboles de gran crecimiento, cuyos brazos
se cruzan, entrelazan y unen por injerto
natural de aproximación, constituyendo un
sombraje ó cubierto agradable en el verano
en las inmediaciones de las viviendas, donde
el clima no permite que puedan prosperar los
parrales.
Se da, por último, el nombre de enramada
á aquella parte de los bosques, bosquetes y
arboledas en que se compenetran, enlazan y
cruzan entre sí los brazos y ramas de los árboles
próximos, impidiendo todo acceso de los
rayos solares.
D. Navarro Soler.
ENR ASTRAR.—Hacer sartos délos capullos
de que se ha de sacar la simiente de la
seda, enhilándolos por un lado, sin que penetre
todo el casco del capullo.
ENREDADERA—Nombre que en la Isla
de Cuba se da al arbusto Barbieria polyphylla.
También llaman así en Aragón á la Clematis
vitalba, L. (V. Barbieria y Clematis.) •
ENREDADERA CAMPANILLA (Ipomma
violácea, L.).—Tallo hasta de 4 metros'
de largo, con flores campanudas, azules, moradas,
violadas, blancas ó abigarradas. Se suele
sembrar al pie de los árboles delgados, sobre
los que trepa, y se cubren paredes, guirnaldas,
etc. Se siembra de asiento en Marzo
y Abril.
ENREJADURA (Veterinaria).—Herida
contusa que la reja del arado causa ordinariamente
en los pulpejos, en los tendones de la
parte posterior de ia cuartilla y en la caña de
los miembros abdominales. A veces resulta
herida la cápsula sinovial de la articulación de
la cuartilla con la corona, ó de este hueso con
el tejuelo. Según su profundidad, laenrejadura
puede ser simple ó grave. En la primera solamente
se interesa la piel; en la segunda se
presentan á menudo la calentura, las convulsiones
, etc., y el dolor es muy vivo. Para curarla
en el primer caso se lavará la herida con
agua y vinagre; se cubre con planchuelas
empapadas, en ese líquido para contener la
inflamación, y se procura evitar el contacto
del aire con un aposito; para curarla en el segundo
caso, después de lavada la herida en la
forma dicha, se aplicarán planchuelas mojadas
en esencia de trementina ó tintura de áloes, y
se puede hacer también uso de algún escarótico,
como el ungüento de cantáridas y los
polvos de euforbio. Si persiste el dolor por
ineficacia del tratamiento, convendrá hacer
una sangría, dilatar la herida y cubrirla con
una cataplasma anodina. Por último, se recurrirá
al cauterio actual si el enfermo no se
alivia, facilitando la esfoliación del tendón, y
se dividirá éste cnando haya motivos para temer
el trismo. Si está herida la cápsula sinovial
, se podrá mantener sin mover el aposito
durante seis ú ocho días, á no advertirse accidentes
graves. Cuando el animal cojee después
de curado, será conveniente pasearle con
moderación y aplicarle algún vexicante.
ENRIAMIENTO.—(V. Cáñamo, páginas
585 y 586, tomo III.)
ENRODRIGAR— (V. Rodrigar.)
ENSAYO (Zootecnia).—Prueba á que se
somete un animal para adquirir la certidumbre
de que está apto para prestar el Servicio
á que se le destina. No deberá prescindirse de
ensayar á los animales siempre que esto sea
posible, ya se utilicen para la silla, ya para la
carga, ya para el tiro, porque es difícil juzgar
de una manera absoluta acerca de la aptitud
de cualquier res, si no se la somete á
una detenida prueba. En las ferias y mercados
no es siempre fácil someter á prueba los
animales de labor; de ahí la necesidad de que
los compradores adopten muchas precauciones
para no ser engañados. Los animales reproductores
se deben someter también á ensayos
ó pruebas de resistencia y velocidad.
(V. Prueba.)
ENSAYO DE LOS ACEITES.-(Véase
Elaiometría.)
ENSAYO DE LOS LÍQUIDOS ALCO­
HÓLICOS— (V. Aleohometría.)
ENSAYOS DE AGRICULTURA GE­
NERAL.—Nada hay más difícil en las mejoras
del cultivo agrario que estimar los resultados
conseguidos por los ensayos que deben
preceder á toda reforma que no esté en práctica
en la localidad en que haya de emprenderse.
Para que un ensayo cuente con condiciones
de estimar el resultado, hay que repetirlo
varios años, y examinar con diligencia
suma cuanto pueda influir en su pro y contra
en el país de su origen y en el que se ensaya.
El suceso depende de la exactitud en apreciar
en el sitio de origen, las influencias agronómicas
y régimen cultural bajo que se desarrollan
los vegetales ó animales que son objeto
del ensayo. La más mínima negligencia en ese
examen y en la comparación de los hechos que
en los ensayos tienen lugar, pueden ser motivo
de suponer imposible de conseguir lo que sólo
depende de un detalle, no pocas veces insignificante,
y por el cual se abandona una riqueza
que á poca costa pudiera conseguirse. De
aquí la necesidad de no abandonarlos al primer
año porque el resultado sea adverso en
los ensayos, ni porque sea favorable confiar y
comprometer grandes intereses en ellos. La
índole de la producción agraria requiere mucha
paciencia; ir sin apresuramiento al fin que
nos propongamos; esperar años enteros, y en
ellos estudiar las mejoras, sus dificultades é

ENS — 703 — ENS
inconvenientes, y tener por una suerte favorable
si en ese tiempo advertirnos alguna
falta cometida, para corregirla al siguiente
año; en éste otra, y hacerlo al tercero, etc.
Solo así se consiguen los adelantos en agricultura
en general; de esamanera, después de
grandes sacrificios, pocas veces agradecidos y
nunca bien pagados, se consiguen reformas
que á un país lo hacen rico, y pobre al que con
«us esfuerzos consigue demostrar el camino
que han de seguir sus conciudadanos, á los
que aprovechan las vigilias de aquel que los
ha enseñado.
De esos resultados, de todos conocidos, nace
la necesidad de las escuelas prácticas de agri-
•cultura, tan recomendadas desde el tiempo de
Columela; en ellas, por cuenta del Estado, se
hacen los ensayos y se practican las mejoras,
•que, una vez advertida su importancia, se generalizan,
sin sacrificio del que las encuentra
sin dificultades, que para vencerlas ha hecho
los gastos la comunidad, como es justo sea. Pero
esas escuelas, cuyos servicios aún no se han
sabido apreciar, porque parece que los adelantos
agrícolas infunden ingratitud, se las
censura que gastan más que los establecimientos
del país que siguen una marcha normal, y
bajo la influencia de tal subterfugio suelen morir
los establecimientos de enseñanza agraria.
En efecto; esos centros de instrucción tienen
un personal costoso si se compara con los de
explotaciones normales; hacen gastos de ensayos,
de excursiones agronómicas, etc., etc.;
todo lo cual, que es en provecho de la generalidad,
ésta no lo estima cual debiera, al
•contrariólo censura; pero, sin embargo, se
aprovecha de los adelantos que nada le cuestan
directamente, lucrándose de los beneficios,
que pocas veces confiesa su procedencia.
J. de Hidalgo Tablada.
ENSEÑANZA AGRÍCOLA.—La enseñanza
agrícola ha sido siempre mirada con
preferente atención por los Gobiernos y por
los agricultores, á fin de aplicar al cultivo los
adelantos de las ciencias modernas.
Persiguiendo el agricultor el fin de obtener
de sus explotaciones el mayor beneficio posible,
claro está que debe conocer cuantos procedimientos
y sistemas le permitan aumentar
los productos y disminuir los gastos. Pero
esta función de enseñanza, como toda instrucción,
no puede estar á cargo del individuo y
sí de la colectividad.
Si pasamos la vista por lo que en esta materia
han hecho otras naciones, vemos que
todas ellas han dedicado grandes esfuerzos y
considerables recursos á instruir al agricultor,
factor principal de la industria agrícola.
Los establecimientos de enseñanza agrícola
extranjeros, de los que luego haremos una
ligera reseña, han contribuido poderosamente
al fomento de la riqueza agraria é impulsado
á ésta por el camino del progreso.
En España, ya en el siglo xvi, Herrera,
Columela y Deza abogaban por la creación
de cátedras de agricultura, como medio de
impulsar el progreso moral y material de los
pueblos.
Gaspar de Jovellanos, en 1794, demostraba
el vacío que se dejaba sentir en la enseñanza
agrícola, y exponía la necesidad de promover
los adelantos agrícolas por medio de la instrucción.
Las Sociedades Económicas, creadas por
Carlos III, gestionaron después medidas convenientes
á la agricultura, y las Cortes de Cádiz
en 1813 decretaron que en todos los pueblos
principales, ó por lo menos en las capitales
de provincias, se establecieran escuelas prácticas
de agricultura, dotadas de los fondos municipales
de los respectivos distritos, debiendo
además las Sociedades Económicas formar cartillas
rústicas, acomodadas á la inteligencia de
los labradores y á las circunstancias de los
países.
Esta disposición fué completada por una
Real orden de Enero de 1815, mandando establecer
seis cátedras de agricultura en las provincias
de Castilla la Nueva, Castilla la Vieja,
Andalucía, Extremadura, Galicia y Leóu, pagadas
de los propios y arbitrios de las respectivas
provincias, y una cátedra de botánica
aplicada á la agricultura, que había de instalarse
en el Jardín Botánico de Madrid.
Este mismo año se encargó también á los
directores de Hospicios y Casas de Misericordia
procurasen la adquisición de algunas huertas
para que los pobres recogidos se ocupasen
é instruyesen en las labores del campo.
Los geómetras y agrimensores, creados desde
antiguo con grandes privilegios, quedaron
reglamentados en 1834, debiendo ser examinados
y expedidos sus títulos por las Academias
de Nobles Artes, y en 7 de Septiembre
de 1847 se creó la clase de directores de caminos
vecinales y canales de riego, encargados
del trazado, dirección y ejecución de estas
obras, sumamente necesarias á la agricultura.
Desde 1848 empezaron á abrirse concursos
para premiar obras elementales de agricultura
española, y hasta nuestros días se han sucedido
con frecuencia esta clase de certámenes,
ya respecto á agricultura en general, ya
referentes á algunas de sus ramas, como viticultura,
olivicultura, horticultura, etc.
En 1849 la Diputación de Santander solicitó
y obtuvo la creación de una casa-modelo
de labor, con objeto de demostrar prácticamente
los cultivos ventajosos al país, ensayar
y aplicar los instrumentos de cultivo útiles á
la provincia, adquirir razas selectas de ganado,
y formar un plantel de buenos labradores
que difundiesen los conocimientos agrícolas.
En esta misma época tomó más vuelo la enseñanza
agrícola, que ya se comprendió debiera
empezar por principios elementales desde
los estudios primarios, y se dispuso que
en lo sucesivo se estudiasen en las escuelas de
primera enseñanza Elementos de agricultura,
al par que las otras materias que entonces
constituían el plan de estudios, debiendo consistir
en lecciones de memoria y ejercicios de

ENS — 704 — ENS
lectura, obligatorios para todos los alumnos.
Pronto se conoció, sin embargo, que la
enseñanza agrícola debía tener un carácter
esencialmente práctico, si había de ser comprendida
y propagada con éxito, y en Noviembre
de 1849 un Peal decreto, redactado
por Seijas-Lozano, creó tres escuelas prácticas
de agricultura, una en el Centro, otra en
el Mediodía y otra en el Norte de España.
De aquí tomó ya verdadero carácter la'enseñanza,
pues esas escuelas tenían por objeto
formar el profesorado encargado de divulgar
y hacer progresar los conocimientos agronómicos,
como también instruir á los hijos de
los propietarios, y crear mayorales y capataces
del campo aptos para las buenas prácticas
manuales del cultivo.
Al citado decreto acompañaba un programa
detallado del plan de estudios de las escuelas,
condiciones que habían de reunir los alumnos
y disciplina de la enseñanza.
En 1850, el mismo ministro perfeccionó la
enseñanza, clasificándola en tres clases: elemental,
de aplicación, y superior de aplicación.
.
I La primera, para los jóvenes de diez años
q"ue, poseyendo la instrucción primaria, quisieran
ampliarla en tres años de carrera, obteniendo
al final el título de agrimensores ó
peritos agrónomos. La segunda, propia para
obtener el de agrónomos facultativos, autorizados
á desempeñar las cátedras de agricultura
en las escuelas elementales, y las plazas
de directores de caminos vecinales. La tercera
tenía sólo por objeto ampliar la enseñanza en
haciendas-modelo.
Los estudios de aplicación se establecieron
en Barcelona, Granada, Sevilla, Valencia, Salamanca
y Zaragoza, contando con el material
siguiente: Gabinete de física, de química y
de historia natural; herbario; instrumentos y
máquinas; biblioteca y campo experimental.
En 1852 se regularizó la enseñanza de agrimensores
y aforad ores, ampliaudo sus estudios,
y se incorporó, juntamente con la de
directores de caminos vecinales, á la Escuela
especial de Arquitectura. Durante el mes de
Noviembre de 1854 se organizó el Colegio de
Castel-Ruiz, Escuela de Agricultura eu 'Pudela
de Navarra, formulándose un completo
plan de estudios y reglamento que ha regido
durante mucho tiempo.
Por Real decreto de 24 de Enero de 1855
quedó suprimida ¡a enseñanza de maestros de
obras y directores de caminos vecinales, creándose
en su lugar otra de aparejadores de obras,
subsistiendo la de agrimensores, y dictándose
los correspondientes reglamentos de asignaturas
y exámenes.
A pesar de todo lo hecho hasta entonces,
la enseñanza agrícola permanecía diseminada,
sin constituir un plan general y una vigorización
uniforme; parecía evidente la necesidad
de organizar una escuela central para la
enseñanza superior y profesional, y establecer
la elemental y secundaria como precursora de
ésta. Obedeciendo á estos fines, se nombró
en Julio de 1855 una Comisión encargada de
redactar las bases para establecer una Escuela
central de Agricultura en Aranjuez, traduciéndose
en hechos sus trabajos por medio de
un Real decreto, siendo ministro de Fomento
el Sr. Alonso Martínez, por el cual dio una
verdadera y lógica organización á la enseñanza
de la agricultura y carreras agrícolas, que
después solamente hau necesitado perfeccionarse
por disposiciones complementarias.
La enseñanza quedó dividida en dos clases:
tecnológica y científica. La primera, cuyo
objeto era dar la instrucción práctica agrícola,
fundada en el conocimiento de las reglas
que la constituyen; formar por principios labradores,
capataces, mayorales, jardineros,
hortelanos y arbolistas, y propagar el uso de
los métodos de cultivo reconocidos como ventajosos.
La segunda, que tenía por fin crear la carrera
del profesorado agronómico y ampliar
la instrucción de los que, sin seguir esta carrera,
quisieran perfeccionar sus conocimientos
para servirse de ellos como propietarios ó
como cultivadores.
Los alumnos de la primera sección recibían
al terminar "sus estudios el título de peritos
agrícolas, que les autorizaba para medir y
tasar fincas que no pasasen de 30 hectáreas,
y para auxiliar los trabajos de la estadística
agrícola.
Los alumnos de la segunda sección obtenían
el título de ingenieros agrónomos, aptos
para medir y tasar fincas, cualquiera que fuera
su extensión; para desempeñar las cátedras
de agricultura, y para servir en ¡as plazas facultativas
de la formación y renovación de la
estadística agrícola, debiendo ser preferidos,
tanto los ingenieros como los peritos, para
ejecutar los actos periciales propios de su carrera
á los que no hayan hecho sus estudios
en la Escuela central ó á los que no tengan
título facultativo.
Al decreto acompaña el reglamento de admisión
de alumnos y plan de estudios de la
Escuela; la enseñanza de los ingenieros duraba
seis años, cuatro preparatoria y dos tecnológica;
la de los peritos, cuatro años de estudios
de aplicación. Las provincias y municipios
podían enviar alumnos pensionados.
A este decreto y reglamento se mandó se
ajustasen en lo sucesivo todas las escuelas,
granjas-modelos ó establecimientos de cualquiera
denominación en que se estudiase la
agricultura.
En la Ley de Instrucción pública de 9 de
Septiembre de 1857 quedaron comprendidas
todas las escuelas especiales y superiores, y
por lo tanto la de ingenieros agrónomos, enumerándose
en ésta las asignaturas que comprendía,
y que eran: Algebra, Geometría y
Trigonometría, Geometría analítica, Geometría
descriptiva, Geodesia, Mecánica, Física,
Química, Análisis química, Mineralogía, Botánica,
Zoología, Geología, principios gene-

ENS — 705 — ENS
rales de Agronomía, Fisiografía agrícola, Fitotecnia
y Zootecuia, Industria rural, Economía
rural, Historia crítica de la Agronomía,
ejercicios gráneos y trabajos prácticos.
La enseñanza de agrimensores quedó comprendida
por esta ley entre las profesionales,
y la de peritos agrícolas entre las de ayudantes
y demás subalternos de los cuerpos de
ingenieros, debiendo los reglamentos que se
dictasen determinar sus estudios y trabajos
prácticos. Esta ley señaló además la forma de
hacer los estudios universitarios superiores,
especiales y profesionales, y los programas de
asignaturas que fueron aprobados en 30 de
Septiembre de 1858.
Durante el año 1861 se creó la Escuela
práctica de Agricultura ó Granja-modelo de
Marbella, y se ordenó á los gobernadores que
se dirigiesen á las Diputaciones provinciales,
para que en sus presupuestos consignasen
cantidades á fin de plantear estudios de
aplicación á la agricultura, industria y comercio,
cuyos estudios fueron refundidos y
sirvieron para la carrera de agrimensores, peritos
, tasadores de tierras y peritos mercantiles,
químicos y mecánicos; la carrera de
peritos agrónomos siguió en las escuelas de
Aranjuez y de Tudela.
Al año siguiente se abrió una información,
dirigida á los gobernadores de provincias,
acerca del estado de la enseñanza agrícola y
medios de contribuir á su propagación, comprendiendo
todo cuanto se refiere á aquélla,
conveniencia de establecerla y forma de realizarlo,
y poco después se nombró una Comisión
que propusiera lo que considerase oportuno
para reunir la Escuela de Montes, la de Agricultura,
la Cabana-modelo y el Depósito central
de caballos padres.
En 11 de Julio de 1866 se dicta la primera
ley de enseñanza agrícola en España, dividiéndola
en tres clases: superior, profesional
y elemental.
La primera, con objeto de crear ingenieros
agrónomos que, estudiando la ciencia en su
mayor extensión, fuesen aptos para el profesorado,
y para organizar y dirigir explotaciones
agrícolas.
La segunda, para formar peritos agrícolas
que poseyeran conocimientos teórico-prácticos
bastantes para tasar y medir tierras, y
dirigir una explotación establecida; y
La tercera, para crear capataces con conocimientos
prácticos bastantes para ser buenos
y útiles operarios de agricultura.
Para la superior se mandaba establecer una
escuela general central; para la profesional,
cinco regionales, y para la elemental, granjas
escuelas en todos los pueblos que lo solicitasen,
j por lo menos una en cada provincia;
la primera duraba cinco años, dos de preparatoria
y tres de especial; la segunda, cuatro
años.
En 3 de Noviembre de 1868 fué suprimida
la Escuela central de Agricultura de Aranjuez,
precisamente cuando empezábala dar resulta­
dos, y esa disposición fué tan mal acogida
por la opinión pública, y la necesidad de la
enseñanza agrícola tan notoria, que poco después,
en 28 de Enero de 1S69, fué restablecida
en la posesión del Real Patrimonio denominada
La Florida (Madrid), donde actualmente
se encuentra formando parte del Instituto
agrícola de Alfonso XII, y con la denominación
de Escuela general de Agricultura. (Véase
Escuela general de Agricultura.)
Este mismo año se dispuso que el Estado
dejase de sostener las escuelas de maestros de
obras, aparejadores y agrimensores que existían
en provincias.
En Noviembre de 1875 se creó una estación
agronómica en la Escuela general de
Agriculturaj siendo el primer centro de esta
índole organizado en España, y cuyo objeto
fué estudiar y experimentar en el terreno
científico los problemas de la agricultura,
para enseñanza y ejemplo de nuestros labradores.
Dicha estación, que aún existe, se ha
reorganizado por Real decreto de 14 de Octubre
de 1887. La tarifa que rige para los
trabajos particulares es la de 7 de Diciembre
de 1875.
En 1.° de Agosto de 1876 se aprobó por las
Cortes la ley de enseñanza agrícola que hoy
rige, que fué la base de cuantas disposiciones
se han dictado hasta el día.
En virtud de esa ley, se estableció como
obligatoria en todas las escuelas del reino la
enseñanza de una cartilla agraria; se creó una
cátedra de agricultura elemental en todos los
institutos de segunda enseñanza, obligatoria
para los estudios generales del bachillerato;
se reorganizaron los estudios de la Escuela
de Agricultura; se mandó practicar los
análisis que los agricultores solicitasen en todos
los laboratorios químicos dependientes de
los establecimientos que sostiene el Estado;
fueron inauguradas las conferencias agrícolas
en las capitales y en los pueblos de la monarquía
á cargo de todos los funcionarios que
cobrasen sueldo del Estado, de la provincia ó
del municipio, y publicado bajo la protección
de la Dirección general de Agricultura el periódico
quincenal titulado Gacela agrícola
del Ministerio de Fomento, que aún existe, y
por último, se creó una biblioteca agrícola, á
cargo del Ministerio de Fomento.
De esta ley, que tanto ha influido en el
progreso agrícola de España, quedan las cátedras
elementales de agricultura, La Gaceta
agrícola y la biblioteca.
Las conferencias desaparecieron por falta
de oyentes, y porque no despertaron el interés
de las clases agrícolas, cuya instrucción
estaba muy lejos de poder utilizar esta enseñanza.
Las consecuencias de esta ley y el impulso
que iban adquiriendo los servicios agrícolas
en España, fueron causa de la organización
del servicio agronómico por Real decreto de
14 de Febrero de 1879.
Por él se encomendó á los ingenieros agro-

ENS — 706 — ENS
nomos los trabajos de estadística agrícola y
pecuaria; las exposiciones, pósitos y amillaramientos;
las plagas del campo; la enseñanza
agrícola; las granjas-modelos y estaciones
agronómicas, vitícolas y antifiloxéricas; los
expedientes relativos á agricultura, ganadería
é industrias derivadas que se tramitasen pollas
oficinas del Estado, y se les confirmó en
las secretarías de las Juntas provinciales de'
Agricultura, Industria y Comercio, de las
que estaban encargados desde 1874.
Presentada la filoxera en la provincia de
Málaga, y á fin de que no se propagase al
resto de España, en 24 de Noviembre de 1879
se creó en dicha provincia una estación vitícola,
que debía ocuparse además de todo lo referente
á la conservación y mejoramiento de
tan preciado arbusto. Iniciada ya la instalación
en las provincias de establecimientos
agrícolas que estudiasen y resolviesen los problemas
propios de cada región, en Febrero de
1880 la Diputación provincial de Valencia solicitó
y obtuvo autorización para establecer
en aquella capital una estación agronómica,
que fué elevada á granja-modelo en Junio
de 1882,
Otras provincias solicitaron que el Estado
las auxiliase para crear establecimientos análogos
que principalmente se ocupasen de los
problemas de la industria vinícola, que tanto
porvenir iba adquiriendo; el Estado, respondiendo
á estos deseos, mandó comprar en Mayo
de 1880 el material necesario para instalar
cinco estaciones vitícolas y enológicas, que
fué concedido á las Diputaciones de Zaragoza,
Valencia, Tarragona y Málaga, debiendo esas
corporaciones consignar en sus respectivos
presupuestos las cantidades indispensables
para su sostenimiento y del personal subalterno
afecto al servicio de las mismas, y proporcionando
local conveniente para su instalación
y para campo de experiencias.
Al año siguiente se adquirió también por el
Estado el material necesario para cuatro estaciones
agronómicas, que fué destinado alas
Diputaciones de Granada, Sevilla, Valladolid
y Zaragoza.
Todos estos trabajos, que pueden considerarse
como preparatorios para el establecimiento
de la enseñanza agrícola en las principales
provincias de España, tuvieron su
complemento y adquirieron organización regular
con el Real decreto de 23 de Septiembre
de 1881, creando cuatro granjas-modelo en
Sevilla, Granada, Valladolid y Zaragoza.
El objeto de ellas fué propagar los conocimientos
agronómicos, presentando modelos de
cultivo, ganadería é industrias rurales, en
armonía con las condiciones de la localidad, y
el ensayo y análisis de abonos para garantía
de los agricultores.
Formar por principios buenos labradores,
capataces, mayorales, hortelanos, jardineros
y arbolistas. Ensayar é introducir el cultivo
de nuevas especies vegetales, así como la cría,
mejora y multiplicación de las razas selectas
de animales domésticos, distribuyendo entre
los labradores semillas, plantas y sementales
de las razas perfeccionadas. Utilizar las máquinas
modernas, y verificar ensayos públicos
para que puedan ser conocidas y apreciadas
por los agricultores.
Estas granjas forman parte de la enseñanza
agrícola, á cargo del Ministerio de Fomento,
que satisface los sueldos del personal facultativo
y proporciona el material de instalación.
Las provincias, por su parte, pagan los gastos
de finca, edificios, peones y personal subalterno.
Cada granja consta de casa de labor,
con habitaciones para los alumnos y dependencias;
tierras de secano y regadío, con huerta
y vivero de árboles frutales, forestales y
de adorno; ganados de labor y de renta, en
armonía con la naturaleza de la explotación
y.cultivos dominantes; departamentos parala
instalación de industrias propias de la localidad;
máquinas, aperos y herramientas; museo
agronómico; gabinetes de historia natural,
física, química, y colecciones de semillas y
herbarios; observatorio meteorológico; biblioteca,
y, por último, campo de ensayos, independiente
del de explotación.
El personal consta de uu director, ingeniero
agrónomo; un ayudante, perito agrícola;
un veterinario, un maestro de instrucción
primaria, un capellán, un médico , un conserje,
y los hortelanos, jardineros y peones que
sean necesarios.
La enseñanza de los alumnos, esencialmente
práctica, consiste:
1." En la ejecución manual y razonada de
los trabajos y operaciones que se ejecutan en
la explotación, y en las experiencias del establecimiento.
2.° En el conocimiento de las plantas, semillas,
animales, máquinas y demás que forman
las colecciones de los gabinetes y museos.
3.° En las lecciones orales y lectura de
obras adecuadas.
4.° En excursiones agrícolas.
La enseñanza dura tres años, divididos en
semestres, durante los cuales alternan los
alumnos en los trabajos de cultivo y recolección;
en el de huertas, viveros y jardines; en
el cuidado de los animales de trabajo y de
renta, y en los que exijan las industrias agrícolas
de la explotación.
Los alumnos que después de haber permanecido
tres años en la granja diesen pruebas
de aptitud en los exámenes, reciben el título
de capataces agrícolas, y deben ser preferidos
para los destinos propios de su clase en el
Estado, la provincia ó el Municipio.
Para ingresar como alumno en estas granjas
basta saber leer, escribir y las cuatro reglas
fundamentales de la aritmética. Pueden
ingresar por su cuenta, ó pensionados por las
Diputaciones provinciales, Ayuntamientos ó
particulares.
Las cinco estaciones vitícolas creadas hasta
el día tienen por objeto practicar análisis de
tierras, abohqs y plantas; efectuar ensayos

ENS — 707 — ENS
de análisis, mostos, vinos, vinagres y alcoholes;
hacer experiencias y estudios organográficos,
químicos y meteorológicos referentes á
la vid ó sus enfermedades ; á los sistemas de
poda, cultivo, y elaboración y fabricación de
vinos, así como también dar un curso teórico
práctico de viticultura, gratuito y público.
Su material consta de un observatorio meteorológico
, un gabinete micrográfieo, un laboratorio
químico, las máquinas necesarias
y un campo de experiencias. El personal se
compone de un ingeniero director, un ayudante,
y los peones y bodegueros necesarios.
Están sostenidas en forma igual á las granjas
modelo.
En vista del incremento que tomaba la filoxera
en España, en 9 de Diciembre de 1881
se crearon tres estaciones antifiloxéricas en
Pamplona, Pigueras y Vélez-Málaga, encargadas
de ensayar cuantos procedimientos se
aconsejen para evitar la difusión de la plaga,
' y de cultivar las especies y variedades de la
vid más resistentes al insecto, y verificar cuantos
estudios químicos y observaciones microscópicas
se relacionan con el asunto.
Su organización es igual á la de las estaciones
vitícolas y enológicas.
Pero todos estos buenos propósitos del Gobierno
para fomentar la agricultura y la instrucción
del labrador se vieron defraudados
por el error de confiar el sostenimiento de los
centros agrícolas á las Diputaciones provinciales
y Ayuntamientos, cuya situación económica
no es la más propia para soportar nuevos
gastos.
Por otra parte, la experimentación agrícola
no puede existir sin recursos conocidos y
seguros, á fin de evitar que una vez planteada
la solución de un problema ó el estudio de
una operación cultural, quede sin terminar
por falta de recursos y sean inútiles los gastos
y trabajos hechos, llevando el desaliento á los
encargados de realizarlos y la desilusión á los
agricultores.
Los interesantes y útiles trabajos verificados
en Grignon, Montpellier, Gembloux, Nancy,
y estaciones agronómicas alemanas é italianas,
han tenido por base la seguridad en
los gastos de sostenimiento, y la estabilidad y
aptitud de un personal elegido con todo cuidado.
Dado el estado de la ciencia actual, los
establecimientos encargados de divulgarla y
hacerla progresar con aplicación á la agricultura
pueden dividirse en tres grupos:
1.° Los que tienen un carácter esencialmente
científico, como son las estaciones agronómicas
, destinadas á investigar los problemas
agrícolas y á propagarlos, una vez conocido
su buen resultado.
2.° Los que revisten carácter científico é
industrial y abarcan además la enseñanza del
obrero, como son las granjas experimentales
y granjas escuelas, encargadas de plantear
sobre el terreno, y en concepto industrial, los
problemas que afectan á la agricultura de una
región, después de haber sido previamente
estudiados en la granja; procurar además la
instrucción de los capataces y obreros agrícolas,
como medio de propaganda de los buenos
procedimientos del cultivo.
3.° Los que tienen un fin exclusivamente
industrial, como las granjas modelos, que no
son otra cosa que explotaciones análogas alas
de la región, y que por medio de un buen
cultivo aspiran á obtener el mayor beneficio
dentro de las condiciones naturales y económicas
iguales á las de los agricultores que forman
aquélla.
I Los campos de experiencias y de demostración
no son otra cosa que secciones de la
granja experimental ó de la granja modelo,
referentes á un cultivo ó una comarca dada.
Los principales establecimientos agrícolas
del extranjero son : los Institutos agronómicos
de Berlin, París, Viena, para la enseñanza
superior; las Escuelas profesionales de
Gembloux (Bélgica), Montpellier, Grignon,
Grand Jouan (Francia), Colegio real de Cirencester,
agrario de Dowton (Inglaterra),
Academias agrícolas de Hohenheim, Poppelsdorf
y Worms (Alemania); Escuelas de
Milán y Portici (Italia), y numerosas cátedras
de agricultura en las Universidades alemanas
y departamentos franceses. Existen
además escuelas especiales de viticultura, horticultura,
riegos, sericicultura, olivicultura
y ganadería en casi todas las naciones, sin
contar las estaciones agronómicas y forestales,
sostenidas unas por el Estado y otras por
sociedades agrícolas.
Pocas son las disposiciones que se han dictado
sobre enseñanza agrícola en nuestras
provincias de Ultramar, y realmente hasta
1881 nada se había hecho de carácter práctico
y de resultados positivos; mas á partir de
esta fecha ha comenzado á mirarse con interés
la conveniencia de colocar á nuestras colonias
en esta materia á la altura por lo menos
de la metrópoli.
La enseñanza agrícola, elemento esencial
de prosperidad, no podía permanecer olvidada,
cuando otras naciones procuraban buscar á
sus productos mercados seguros, compitiendo
con sus similares en bondad y baratura,
merced á los progresos llevados á sus campos
con el auxilio de la ciencia moderna.
Ya en 1860 se creó y organizó una Escuela
de Agricultura en Cuba, cerca de la Habana,
encargada de dar la enseñanza profesional de
peritos agrícolas y la elemental de capataces,
mayorales y horticultores, con atribuciones,
plan de estudios y reglamentación análogas
á toda la Península, encargada de esta
clase de enseñanza.
AI siguiente año se creó en Manila una
Escuela de Botánica y de Agricultura, con
objeto de enseñar las nociones de estas ciencias,
y formar buenos cultivadores prácticos.
Estas escuelas han desaparecido, quedando
solamente una escuela particular de agricultura
en la Habana, y una cátedra de agricul-

ENS — 708 — ENS
tura y botánica eu el Jardín Botánico de
Manila, á cargo de la Inspección general de
Montes.
Por Real decreto de 15 de Julio de 1863
se aprobó el plan de Instrucción pública para
Cuba, en el cual quedó incluida la enseñanza
elemental de agricultura en las escuelas de
instrucción primaria; las nociones teóricoprácticas
de agricultura, de mecánica industrial
y de química aplicada á las artes en los
Institutos de segunda enseñanza, y la de agrimensores
en las profesionales.
En cuanto á la de ingenieros agrónomos,
manda la ley que, al igual de los demás ingenieros,
sólo pueda estudiarse eu los establecimientos
creados al efecto en la Península.
Hoy sólo existe en Cuba la carrera de agrimensores
en la Escuela profesional de la Habana
y en la de Manila.
En 1881 se creó la Comisión agronómica
de Filipinas, reorganizada eu 1884, y encargada
de estudiar la producción agrícola y pecuaria,
y los medios de fomentarla, dar la enseñanza
teórico-práctica del cultivo agrario y
sus industrias derivadas á los labradores y
alumnos, recibiendo estos últimos al terminar
su enseñanza el título de agrónomos prácticos.
Para este objeto existen dos granjasmodelos,
una en Luzón y otra en Visayas.
La crisis económica de Cuba en 1886 fué
causa de que se creasen entonces dos estaciones
agronómicas en Cuba, que hoy se hallan
establecidas en Pinar del Río y Santa
Clara.
El objeto de su creación fué hacer estudios
referentes á los cultivos, su mejora, implantación
de otros nuevos, reforma de la ganadería,
mejora de las industrias y aprovechamiento
de residuos.
El material consiste en campos de experiencias,
cajas de vegetación, laboratorio químico
y fisiológico, observatorio meteorológico,
establos de experimentación, biblioteca y
museos.
El personal lo forman un ingeniero agrónomo-director,
un ayudante, un escribiente,
un capataz, y los mozos y peones necesarios.
En 22 de Abril de 1887 fué aprobado el reglamento
de estas estaciones.
Mas con objeto de excitar el celo de los agricultores
de Cuba, é impulsarles en el camino
del progreso, en Octubre de 1886 se abrió un
concurso para premiar en aquella isla las explotaciones
ó granjas mejor organizadas, tanto
cultural como económicamente; la aclimatación
de nuevas especies, y los mayorales y
obreros del campo que demostrasen mayor
aptitud manual en las operaciones del cultivo.
Este procedimiento, encaminado á vencer la
apatía de los agricultores, es seguro que dará
excelentes resultados, y que los premios serán
cada vez más numerosos, al igual de lo que
sucede en otras naciones. En resumen, la enseñanza
agrícola se encuentra hoy organizada
en la forma siguiente: en la Península, la de
ingenieros agrónomos en la Escuela especial
de este nombre, instalada eu La Florida (Madrid);
la de licenciados en Administración
rural y peritos agrícolas, en las escuelas profesionales
que existen en el mismo punto; la
de capataces y obreros agrícolas, en la granja
central y granjas experimentales.
En Ultramar no existen más que la enseñanza
de agrimensores en las escuelas profesionales
de la Habana y Manila, y las de capataces
y obreros en las granjas-modelo de
Filipinas.
Además se enseña la agricultura elemental
en las escuelas de instrucción primaria y en
los Institutos de segunda enseñanza, formando
en estos últimos parte de los estudios generales
del bachillerato.
Consignaremos, para terminar, que en breve
se organizarán en distintas regiones de España
ocho escuelas dé agricultura, destinadas á
fomentar la enseñanza por medio de la experimentación
, demostración y de la educación
de obreros agrícolas.
Además, cada granja quedará autorizada
para establecer los campos de demostración
que juzgue necesarios en cada punto de la
comarca cuya agricultura exija esta enseñanza.
Para corregir los defectos y escasos resultados
que hasta el día se han obtenido de las
granjas-modelo y estaciones vitícolas, antifiloxéricas
y agronómicas, por las causas ya
consignadas, el Gobierno las instalará, previo
concurso, en las fincas que se ofrezcan por las
provincias que se designe por una Comisión
facultativa. Los gastos de personal y sostenimiento
correrán á cargo del Estado, así como
el de cierto número de alumnos obreros. Las
corporaciones y los particulares podrán, sin
embargo, mandar los alumnos pensionados
que tengan por conveniente, y cuya instrucción
será gratuita. Con esta reforma es seguro
que la enseñanza práctica de la agricultura
se difundirá rápidamente por España, sirviendo
de complemento á la superior agronómica,
en la cual nada tenemos que envidiar
á las naciones más adelantadas.
También parece seguro que en breve quedará
organizada en Manila una escuela de
agricultura para la enseñanza de peritos y
obreros agrícolas, y ocho estaciones agronómicas
para ensayos y experimentación de la
industria rural.
B. Bonisana.
ENSIFORME.—Se dice de una hoja en
forma de espada.
ENSILAR (Economía rural).—Hablando
con propiedad, ensilar es el acto de poner
.en silos. Los silos, que desde la antigüedad
más remota usaron los países de clima seco y
calientes para conservar los cereales de la
perniciosa influencia y daños causados por los
insectos, la alucita, el gorgojo, etc., son graneros
subterráneos, de forma cónica, ordinariamente
hechos en suelos impermeables ó
revestidos con manipostería.

ENT — 709 — ENT
Los romanos conocieron los silos y la conservación
de los cereales, en particular el trigo,
en ellos; pero los granos ensilados contraen
un olor y dan un gusto á las harinas
que les hace desmerecer de precios y aplicaciones
si se comparan con los que se conservan
en graneros. (V. Silos.)
En España y en la Argelia se encuentra,
aunque en pocas localidades, todavía la conservación
de granos ensilados, que antiguamente
era costumbre casi general, no sólo por
la poca regularidad de las cosechas, que hacía
tener guardado el sobrante de los años abundantes
para los escasos, sino también porque,
guardados bajo tierra, en épocas de ser frecuente
la necesidad de abandonar las poblaciones
en tiempo de la reconquista, al volver
á los pueblos se encontraban los granos. En
muchos pueblos de España hay sitios conocidos
con la denominación de los silos, calle de
los silos, y en no pocos, al abrir los cimientos
para edificar, se han encontrado silos antiquísimos
rellenos de tierra, y que en el fondo aún
tenían algún grano de trigo y paja podrida.
Nosotros tenemos construido un aljibe en un
silo que encontramos al abrir un cimiento. El
silo estaba lleno de tierra, y entre ésta encontramos
varios restos de platos y de ánforas
de origen romano y árabe; medido el vacío,
que estaba hecho sin revestir, en tierra
bermeja, dio 6 metros de profundidad por 3
de anchura. Son frecuentes estos encuentros
en varios pueblos de España.
J. de Hidalgo Tablada.
ENSILLADO.—(V. Caballo, página 348,
tomo III.)
ENS OLER AR.—Echar ó poner soleras á
las colmenas.
ENTABLADO (Equitación). —Se dice
está así, al caballo que se niega á volver á uno
ú otro lado, ó sea á obedecer las indicaciones
que con las riendas se emplean en la acción
de las vueltas.
No todos los caballos que se resisten á dicha
operación están entablados, ni la resistencia
dimana siempre de la misma causa; son
varias las que pueden contribuir, no sólo á que
no vuelva, sino á que por alguna de ellas
sobrevenga el entable.
Para que sea aplicada con propiedad esta
voz, es indispensable que la negativa del animal
venga acompañada de la dureza del cuello,
promovida por la contracción de sus
músculos, de cierta insensibilidad ó adormecimiento
en los puntos sobre que obran los
instrumentos que se emplean para gobernarlo,
y de la obcecación maliciosa y constante
en negarse á la obediencia, empleando alguna
defensa más ó menos grave y acentuada.
Este es el vicio más general y que con más
frecuencia toman los caballos, y cuando llega
á serlo, da lugar á casi todas las defensas; dificulta
el buen servicio que prestar deben
estos animales, y proporciona muchos sustos
y algunos contratiempos á los que de ellos
se valen careciendo de arte para manejar­
los, pues su falta de pericia provoca las más
veces la resistencia, ó, cuando menos, afirma
más en el vicio al que lo tiene adquirido.
Con frecuencia se ve á muchos hombres
ecuestres estudiar medios, buscar recursos y
empeñar luchas , las más veces sin fruto, para
corregir los caballos que se presentan entablados;
cada cual atribuye á una causa distinta
la resistencia del animal; unos (que es lo
más común), á la poca flexibilidad ó endurecimiento
del cuello; otros, á la mortificación
que proporciona en la boca del animal algún
mal bocado; aquél dice que un padecimiento
en la vista ó alguna de sus extremidades debe
ser la causa.
Los entables es infalible y probado que
dimanan, como todos los vicios, de la errónea
dirección en la doma del potro, de los abusos
que cierta clase de aficionados cometen con
los caballos, y de la torpeza de los malos jinetes.
Ya está consignado (véase Doma) que los
potros en el campo nada aprenden de bueno
ni de malo, y que de la misma manera que no
saben ninguno de los manejos que se les enseñan
después, tampoco tienen aprendida ninguna
defensa ó vicio de las que la mala dirección
ó absurdas exigencias del hombre le hacen
adquirir; así es que ningún potro viene
entablado; este vicio lo adquiere después;
cuando empieza su doma no sabe volver á
ningún lado, pero más ó menos torpemente
obedece, y vuelve á una y otra mano, y continúa
ejecutándolo hasta terminar su enseñanza,
sin resistencias ni entables, si es dirigido
siempre por una mano hábil ó un jinete entendido:
este mismo potro se entabla en cualquier
período de su doma ó en alguna época de su
servicio, si desgraciadamente cae en manos
de un mal jinete ó un instructor impaciente,
y se acentúa en algunos el vicio al punto de
hacerse inservibles, pues toman por no obedecer,
al lado de su resistencia, toda clase de
defensas, con una obstinación exagerada, imposible
de describir. ¿Este potro tenía más
flexibilidad en el cuello cuando vino de la dehesa?
No; empezó obedeciendo, y así hubiese
seguido si no se le precipita ó precisa por una
provocación cualquiera á que establezca la
resistencia, base de la dureza que presenta en
el cuello en el momento de la lucha; dureza
que desaparece muchas veces con el cambio
de trato ó de jinete; aquí está probado que la
causa del vicio no estuvo en el caballo y sí
en un tratamiento equivocado.
La falta de acierto en la aplicación del bocado
da lugar á que sus insinuaciones se comuniquen
mal y que el animal se resista á obedecerlas;
por consiguiente, que se crea entable
un caso accidental que termina en el acto
que desaparece la causa; culpa será también
este incidente de la carencia absoluta de conocimientos
en el hombre que lo maueja.
La opinión que se inclina á creer que ciertos
padecimientos físicos pueden dar lugar á
la dificultad para las vueltas, es bastante

ENT ¡O — ENT
más lógica, pero tampoco puede dársele la
razón en absoluto, puesto que el caballo
tuerto, cojo, etc., obedece y sirve sin estar
entablado, si no median las causas que lo
provocan en los demás. Por tanto, puede afirmarse
que el vicio de que se trata no reconoce
otro origen que la torpeza del hombre;
pruébanlo palpablemente los hechos constantes
que se vienen sucediendo, y que habrán
tenido ocasión de observar todos los profesores
que se hayan detenido algo en el estudio
de su carrera.
Se atraviesa un período en la doma del potro
sumamente expuesto para ocasionar el
vicio: es aquel en que empiezan los mandos
con la brida sola, por las causas consignadas
en las teorías sobre el bocado, referentes á su
modo de obrar con el efecto contrario de las
riendas; precisamente son los entables de más
consideración y más difíciles de corregir los
promovidos por esta causa, atendiendo la época
y ocasión en que se contraen; pues los
resabios aprendidos por los abusos que con
los potros se cometen antes de que adquieran
el hábito de obedecer, son de peores condiciones
que los provocados por una causa
accidental en el caballo que fué bien domado
anteriormente.
Muchas veces se ve que un caballo que ha
venido prestando sus servicios con toda confianza
en la más completa obediencia mientras
fué manejado por un jinete hábil, cambia
su sumisión en resistencia, y su nobleza
en malicia al ser tratado por otro que lo excita
y lo confunde, y que su primera defensa
es entablarse; en la doma las exigencias prematuras
provocan casi siempre el mismo resultado
, y siempre, en fin, que en una grande
faena se apura mucho al caballo, se le
cansa y se le aburre, pierde la sensibilidad de
la boca y se entabla á una ú otra mano, y á
veces á las dos, pues se niega á obedecer á
cualquier lado. Este, como todos los casos anteriores,
se verifica en un momento dado, es
decir, que.en dos minutos se entabla un caballo,
sea la que fuere la causa que lo provoque.
Ahora bien; este caballo, en estos dos minutos,
¿se ha quedado tuerto, se ha inutilizado
de alguno de sus remos, ó ha perdido la
flexibilidad que hasta ese momento tuvo? No,
y mil veces no; este animal lo que hizo fué no
obedecer tal vez á una exigencia equivocada,
demostrar su desagrado á una pretensión absurda,
ó defenderse enérgicamente de un mal
tratamiento que injustamente se empleó; es
verdad que desde ese momento puede, partir
el resabio, y hasta llegar á su grado máximo.
Puede hacerse una excepción á estas afirmaciones,
y es la de los caballos que padecen
vértigo; en dicha afección está justificada
la resistencia; es inevitable en muchos casos,
y siempre imposible de corregir, como lo es
que el caballo en ese estado pueda servir bien
para nada ni á nadie.
En resumen, acójase con reserva el calificativo
entablado, pues no siempre está legí­
timamente aplicado, ni es producido por las
causas que inconscientemente se suponen; y,
de cualquier modo, este vicio es fácil de corregir
empleando el arte oportunamente, cuando
no está su origen en algún defecto físico de
la magnitud del últimamente mencionado.
J. Hidalgo y Terrón.
ENTADA.—(V. Acacia.)
ENTALLAR.—Se dice en agricultura entallar,
entallecer ó echar tallos, cuando las
plantas empiezan á brotar y las semillas á
germinar. En este estado las siernbras suelen
exigir algunas operaciones; las plantas anuales
y los árboles también demandan dirección,
suprimiendo algunos tallos mal situados,
con el fin de que los que lo están bien
se desarrollen con más pujanza.
En los sembrados de trigo que al entallecer
se manifiestan con gran pujanza, y el tiempo
concurre en algunos sitios, se meten en ellos
los ganados lanares, para que les den un despunte,
con lo que al brotar de nuevo se evita
que al granar se echen por demasiado acrecimiento.
J. de Hidalgo Tablada.
ENTALLERAR.—En la Liébana (provincia
de Santander) es colocar convenientemente
sobre el suelo los troncos de los árboles
que se derriban con destino á la marina,
para que puedan labrarse con comodidad y
perfección. (V. Labra de los árboles.)
ENTARQUINAR.-

ENT — 711 — EXT
nosotros debemos dilucidarlas, bien que con
la brevedad posible.
El caballo entero se distingue del castrado
por ¡a voz, por la fiereza, por la brillantez
que ostenta en el ejercicio de sus facultades.
Su relincho, ora agudo, ora estridente ó tembloroso,
según las circunstancias, excita el
entusiasmo de los apasionados á la hipología.
Por él adivinan ó creen adivinar las emociones
del noble bruto: el ardor guerrero, la
excitación que le produce la proximidad de
, la yegua, el placer de hallarse entre los compañeros.
Sus actitudes son soberanamente altivas.
Cuando irgue la cabeza, fija los ojos y
abre las fosas nasales para dar salida á enérgicos
resoplidos, impone con su ingénito orgullo.
El león aterra, el caballo admira. Únicamente
al caballo entero tienen aplicación
estas palabras de la Sagrada Escritura:
«¡Ved el caballo guerrero! dijo el Señor á
Job. ¡Tiene tensos sus músculos, robustos
sus ijares! Su alma indomable no conoce el
miedo. Ved salir el fuego de sus narices humeantes.
Se complace en herir, en golpear la
tierra con su sólido pie; se vanagloria de su
fuerza. Alzando la cabeza, llama con sus relinchos
á los combatientes lejanos; ansia precipitarse
en medio del encarnizamiento; se
ríe ó mofa de la muerte; llena el freno de espuma,
y en,sus transportes furiosos hiende la
tierra. ¡Cómo se hincha su corazón y se agita
á la presencia de la espuela relumbrante!
¡Con qué fiereza avanza, sin que las puntas de
las lanzas le arredren, mientras que sus ojos se
fijan en el brillo del escudo, refractando su resplandor!
Por orgullo generoso ahoga el sentimiento
de su dolor, se hace insensible á la
flecha que balancea en sus ijares. Responde con
sus relinchos al sonido agudo de los clarines y
trompetas, hasta que cae acribillado de heridas,
y su último suspiro es el único que da.»
La vida del caballo entero se. concentra en
el sistema nervioso; su cuarto anterior se desenvuelve
á expensas del trasero; el cuello engruesa,
en tanto que comparativamente se
desarrollan poco las ancas. En los capones
predomina de ordinario el temperamento linfático,
por lo cual son de carácter más pacífico
y más propensos á la gordura.
A causa de estas diferencias se viene discutiendo
hace mucho tiempo entre los hipólogos
sobre las ventajas é inconvenientes de
la integridad de los caballos. Los pueblos de
Oriente y Mediodía prefieren la fogosidad y
la pompa, y no los castran; los pueblos del
Norte son principalmente partidarios de las
llamadas cualidades positivas, y únicamente
suelen conservar enteros los destinados para
sementales. En Inglaterra sólo se suelen conservar
enteros los caballos que se destinan á la
reproducción, y lo mismo sucede en Alemania.
En Francia se preferían en lo antiguo los enteros,
pero de algún tiempo á esta parte los
legisladores vienen dictando disposiciones en
favor de la castración. Citaremos algunas.
En 1848, poco después de proclamada la
República en esta nación, uua Comisión compuesta
de cuarenta vocales, presidida por el
Ministro de Agricultura, se propuso que se
determinase por una ley la castración de todos
los caballos que no fuesen idóneos por sus buenas
cualidades para la reproducción. La proposición
no fué aprobada, pero se adoptaron
conclusiones restrictivas sobre el empleo del
caballo, un tanto análogas á las disposiciones
contenidas en las Ordenanzas de 1765, 1768
y 1773.
En España ha existido un criterio distinto
cuando se legislaba para las provincias del
Mediodía que cuando se legislaba para las del
Norte. Favorecíase en aquéllas directa é indirectamente
la integridad del caballo, á causa
de no considerarlo bajo su aspecto económico.
Véase una ley de esta clase:
«El rey ha resuelto se prohiba por punto
general en los reinos de Andalucía, Murcia y
provincias de Extremadura y Mancha, el que
se pueda castrar potro alguno sin que preceda
presentarlos sus dueños á sus respectivas justicias,
y se reconozca ser inútiles al real servicio
y destino á padres, tomando la licencia
por escrito, con las reseñas de los potros para
que tengan este-permiso, con la pena del comiso
y treinta mil maravedises por cada cabeza
á los contraventores.»
En la actualidad dominan otros principios:
el de la libertad del ganadero para hacer lo
que crea conveniente.
Por mucho tiempo se ha sostenido que la
castración tardía ofrecía grandes ventajas;
creíase que estando completamente formado
el animal, resistiría mejor la operación y no
se alterarían con ella en tanto grado la grupa
y el cuello, y no se disminuiría su energía
tanto como siendo temprana.
Hace un siglo, los hipólogos más famosos se
pronunciaron contra esta doctrina, alegando
en favor de la temprana que con ella no se
impide que el animal adquiera las cualidades
más preciosas, tales como la alzada, la elegancia
y la fuerza, á causa de no trastornarse
ningún equilibrio ni destruirse ninguna armonía
de las funciones vitales, puesto que
entonces se limita á impedir se despierte la
función inerte y pasiva que reside en los órganos
que se substraen.
No creemos que los efectos de la castración
temprana tengan ese carácter negativo, sino
que se extienden á más: aligera la cabeza, da
elegancia al cuello, flexibilidad á la espalda y
finura á los cabos, y desarrolla y da fuerza á.
las partes posteriores.
Cuando el caballo es adulto hánse verificado
los grandes cambios que la pubertad provoca.
Bajo la influencia de los órganos generadores,
las partes anteriores del cuerpo, como
va dicho, se desarrollan mucho más que lasposteriores;
la fuerza y el vigor están en su
apoyo; hasta el pelo es más lustroso. El carácter
está formado, 3' el animal tiene un sello
de independencia y fogosidad que frecuentemente
lo hace vicioso.

ENT — 712 — ENT
¿Qué sucederá si en ese tiempo se le priva
de ios atributos del sexo? Veámoslo. La región
anterior tiende á disminuir; las partes
blandas pierden de volumen; el cuello se adelgaza;
los muslos, planos y flacos, no pueden
adquirir el desarrollo que les falta, y en toda
la economía se revela la falta de proporciones
y la ausencia de las formas armoniosas que
constituyen la hermosura del caballo.
Por último, los animales pasan repentinamente
de esta energía, de esta fiereza brillante,
debida á la existencia de los órganos generadores,
á un estado de atonía, resultado
inevitable de la supresión de esos órganos, que
habían influido ya poderosamente sobre todo
su ser. Así, pues, las consecuencias de la castración
tardía son: desarrollo irregular, forma
defectuosa, pérdida de vigor y carácter
rebelde.
Nada de esto sucede con la castración temprana,
pues ni perturba ningún equilibrio, ni
destruye ninguna energía en las funciones
vitales. En los órganos arrancados sólo existía
una fuerza inerte y pasiva que se impide
despertar.
Apagado desde tierna edad el ardor de los
deseos genésicos, tan naturales en el sexo, los
animales tienen un carácter más pacífico y
dócil.
No puede establecerse como regla general
y constante que serán éstos los efectos, ni
puede fijarse de un modo absoluto la edad en
que la operación ha de efectuarse. Puede, sí,
darse por seguro que es preferible el período
de la lactancia. En España se continúa, según
la antigua doctrina, verificándose tarde, lo
mismo en los caballos que en los corderos, en
tanto que en Inglaterra se verifica temprano,
y respecto del particular los resultados dan
razón á los ingleses. Esta doctrina va generalizándose
también en Francia, y tenemos á
la vista una circular del general Fleury, reputado
director que fué de los Establecimientos
ecuestres (tiaras), en que la recomienda,
añadiendo que cuanto más temprano se practique
la operación será más ventajosa.
Respecto á la mutilación en leche, véase la
opinión de M. Brettargels:
«Después de salir del Colegio de Veterinaria,
dice, he castrado muchos potros desde la
edad de diez días hasta la de cuatro meses, y
me he persuadido de que esa es la mejor época
de la vida para obtener buen resultado.
Practicada á esta edad la castración, influye
poco eu la salud de los animales, y al cabo de
diez días se hallan perfectamente bien.»
M. Juatt, en The Horse, se expresa de este
modo: «La edad en la cual debe practicarse
la operación depende de la raza, de la forma
del animal y del uso á que se destine. La de
cuatro á cinco meses es la más á propósito
para los que se destinan á la agricultura, pero
nunca debe practicarse después de la lactancia.
Si los potros permanecen enteros , el ganadero
se ve obligado á separarlos de las potras
á los dos años ó antes».
Los inconvenientes de esta separación son
incalculables, pudiéndose citar, por vía de
ejemplo, el aumento de personal, la dificultad
de hallar dehesas potriles, y la necesidad en
que se ven los criadores de vender los potros
al precio que se les ofrece cuando empiezan
á sentir el estímulo genésico, y no hallan medio
de hacer la separación de sexos.
Cuánto complica esto la administración pecuaria
y en qué grado aumenta los gastos
de producción, no es fácil que lo comprenda
quien no ha tenido yeguada. Ora es precisoen
determinadas épocas del año buscar pastores
temporeros, muy caros si son buenos y
muy malos si son baratos; ora es de necesidad
distribuir la ganadería en distintos términos
municipales, por lo dificultoso de hallar
en uno mismo dehesas suficientemente separadas,
con lo cual es menor la vigilancia del
dueño; ora se confunden los animales de ambos
sexos, cuando hay el menor descuido de
parte de los yegüeros; descuido muy excusable
cuando la confusión tiene lugar de noche,
sabiéndose que se olfatean de muy largas distancias
y no impiden los trabones recorrerlas.
Los inconvenientes de esta confusión son
tan grandes que por impedirlos y hacer así
posible que se verifique la cubrición con regularidad,
es decir, en época oportuna, con
exclusión de las yeguas de malas cualidades
y sin abuso de los sementales, algunos legisladores
españoles han preceptuado la separación.
Proponíanse evitar los perniciosos efectos
de la ley antes citada, ordenando la integridad,
y lo hacían con una disposición no
menos absurda, como sucede casi siempre que
el poder público, traspasando sus naturales
límites, interviene en la administración de los
intereses particulares.
Véase lo que dispone la ley 11, título XXIX,
libro VII de la Novísima Recopilación:
«11. Después que los potros hayan cumplido
la edad de dos años, se han de separar
precisamente de las yeguas y conducirlos á
la dehesa señalada para ellos ó pastos propios
ó arrendados de sus dueños, hasta los cuatro
en que deben atarse. Y para evitar las dudas
sobre el tiempo en que los cumplen, se declara
que sin distinción de tardíos ó tempranos
se deben separar, los unos de las dehesas
de yeguas, y los otros de las de potros para
atarlos, desde 25 de Marzo en adelante hasta
fin de Mayo; y si pasado este mes se mantuviesen
los potros de dos años con las yeguas,
ó los de cuatro con los de menos edad, se exigirán
50 ducados por cada cabeza de las que
encontraren.
»Y para que este gravamen sea de menos
inconveniente, se harán los señalamientos de
pastos á proporcionada distancia de los de
yeguas, y aquellos precisamente se han de
cercar á costa de los propios, de tapia, seto de
zarza, espino ú otro arbusto proporcionado,
bardo ó zanja que impida la salida de dichos
potros y entrada de otros ganados; ó igualmente
deberán cercarse las dehesas de yeguas;

ENT — 713 — EXT
pero si por su mucha extensión ó disposición
del terreno no fuese fácil sin crecido costo, se
podrá omitir, menos en la parte que linde con
caminos reales, pues en toda la extensión inmediata
á ellos se han de cercar de modo que
se impida la entrada de todo ganado, cabana ó
carretería, por privilegiada que sea, y eviten
los pretextos que suelen alegarse de ignorar
ser acotado el terreno por falta de señales
evidentes que los indiquen, y lo mismo se
ejecute en las divisiones de otras dehesas.»
Los inconvenientes de la integridad son
mayores si cabe desde el momento del amarre,
cualquiera que sea el destino que se dé al caballo.
Es cierto que los caballos enteros son
más potentes que los castrados y que las
yeguas, por ser más grandes los diámetros
musculares, y claro es que puede ser mayor
la suma de trabajo total que pueden desplegar.
Pero no es lo importante esa fuerza total á
la aplicación, sino la utilizable, la que el industrial
beneficia; y como el caballo entero
consume una gran parte de ella inútilmente,
cuya parte excede á la diferencia que existe
realmente entre su mayor capacidad mecánica
y la del caballo castrado, es evidente que de
liecho desaparece su superioridad como motor.
La Compañía general de los Ómnibus de
París hace muchos años que practica sobre el
particular minuciosos estudios, de los cuales
resulta que es menos conveniente el empleo
de los caballos enteros que el de los castrados
y de las yeguas. Véase una nota de M. de Lavalard,
director de las caballerizas:
AÑOS
« e: 2
o
S rt
o
' ?" 9
Tanto por
ciento del
efectivo. .
CABALLOS ENTEROS
Num. 0
efectivo..
total
de los
muertos. .
Tanto por
ciento del i
10B0 15,07 254 3,50
1873 ... 842 1J.8L 140 2,08
738 10,30 204 2,85
876 11,8-1 208 2,80
Promedio.... 8SU 12,25 204 2,80
CABALLOS CASTRADOS
268 14.60 02 5,00
200 11,86 29 1,63
178 9,58 41 2,20
232 0,03 52 2,21
Promedio.... 222 11,79 54 2,20
De estos datos se deduce como cosa cierta,
que en trabajo igual la desventaja está de parte
de los caballos enteros, puesto que la avería
sufrida por ellos, comprendidas la mortalidad
y el desecho, era de 15,05 por 100, en
tatito que la de los castrados no pasó de 13,90
por 100.
Esta proporción se ha confirmado en los
años sucesivos; así es que cada vez es menor
el número de caballos enteros en el servicio.
Pero en nuestra opinión, el inconveniente
Dic—IV.
mayor de la integridad es el hacer imposible
el empleo de las yeguas. En otras naciones
trabajan éstas solas ó con caballos, al paso
que en España, por ser los enteros un constante
peligro, las yeguas excepcionalmente
hallan empleo.
La consecuencia es no tener aquí éstas un
precio proporcionado á su coste, como que no
hay quieindas quiera si no ha de destinarlas á
la cría, en tanto que en el extranjero lo tienen
equilibrado al del caballo, por lo mismo
que como él llevan jinete, arrastran coche y
sufren el yugo.
En cuanto al servicio militar, sabido es que
entre nosotros sólo se admiten en él los caballos
enteros.
Por fortuna, la opinión va variando, gracias
á los estudios sobre el particular hechos
de poco tiempo á esta parte. Hace algunos
años se nombró una Comisión, bajo la presidencia
del Sr. Marqués de la Pezuela, de la
cual formaban, parte, entre otros entendidos
hipólogos, los Sres. Duque de Veragua y
D. Nicolás Casas, y la mayoría emitió dictamen
favorable á que se admitiesen para la remonta
del ejército los castrados. En el mismo
sentido había representado antes la Sociedad
Económica Matritense, y últimamente ha sido
general el acuerdo en el mismo sentido tomado
por una ponencia de que era vocal el que
estas líneas escribe, nombrada por la Comisión
de estudio de la cría caballar, de que es presidente.el
Sr. Marqués de Alcañices.
Pero en estas cosas no debe obrarse sin tener
cierta seguridad en el buen resultado.
Para esto convendría se hiciesen ensayos y se
obrase con constancia y energía por el Gobierno,
según el sistema que se conceptuase
preferible. Si, como creemos, lo era el de la
castración, respetando la libertad de los criadores,
podría inducírseles de un modo indirecto
á que la practicasen. Quizá bastase ordenar
que no adquiriese potros enteros la
Comisión de remonta, y elevar un poco á los
troncos de esta clase la cuota impuesta por el
Ayuntamiento de la corte.
La cuestión merece, por ser eminentemente
económica, á la vez que zootécnica, que lo
mismo el Gobierno que los particulares la dediquen
más atención que la han dispensado
hasta ahora.
M. López Martínez.
ENTERORRAGIA —Expresión con que
se designa la hemorragia intestinal, accidente
grave, por lo común consecutivo á la congestión
intensa del intestino.
ENTOMOLOGÍA. —Ciencia que se ocupa
del estudio de los insectos. Deberían todos los
agricultores tener conocimientos de entomología
en lo que respecta al conocimiento de
los insectos dañinos y de la manera de destruirlos.
ENTONELAR.—Se dice entonelar al acto
de poner líquidos en los toneles. Para verificar
la operación hay que disponer los vasos
según la clase de caldo y el objeto que la di-
46

ENT — 714 — ENT
rige, ya sea para transportarlo ó para conservarlo
almacenado. En todo caso los toneles
deben estar bien limpios y preparados,
sea cual fuese su estado, sin lo cual los caldos
se exponen á tomar el gusto ó sabor del
barril, cayo defecto se corrige difícilmente,
y conviene evitarlo por todos los medios
conocidos. Tratándose de maderas ya usadas,
ó sea que han servido para entonelar
vinos, se aconseja por personas experimentadas
que se pongan en los toneles, según su
capacidad, de 200 á 300 gramos de ácido sulfúrico
concentrado; se tapa y da vueltas en
todos sentidos; el ácido penetra bien todos los
puntos de la madera que han principiado á
alterarse, ahueca y desprende las heces del
caldo pegadas á las paredes y efectúa un lavado
muy bueno y económico; pasado el tiempo
que se considere suficiente para que actúe
el ácido, que recomendamos se use cuando el
tonel se vacíe para dejarlo limpio, en lugar
de dejarlo sin limpiar hasta que se haya de
usar otra vez, que es el método de perder las
maderas; cuando haya actuado el ácido, se
echa fuera del tonel, y éste se enjuaga con
agua fría dos ó tres veces, hasta que se advierta
que no sale acida. Si el tonel está sucio de
mucho tiempo, en la primera agua que se
ponga se echará la cadena, para de este modo
quitar de las paredes internas la parte ahuecada
por el ácido.
También se lavan los toneles con lejía, con
agua de cal, agua salada, y después se enjuagan
con agua caliente hirviendo.
Independiente de las alteraciones naturales
á que los caldos están propensos, es muy importante
que las vasijas tengan las condiciones
necesarias para evitar las que puede proporcionar
por falta de limpieza de los vasos,
la cual se conseguirá fácilmente, según hemos
dicho, y limpiándolas inmediatamente después
de vaciarlas, aunque no se hayan de
llenar hasta pasado algún tiempo. Ese deben
pasarlo limpias y bien acondicionadas.
Respecto de las maderas nuevas, véase Envinar.
J. de Hidalgo Tablada.
ENTOSIGAR ó ATOSIGAR—Inficionar
con tósigo ó veneno. (V. Envenenamiento.)
ENTOZOARIOS (Zoología). — Animales
parásitos de formas y volúmenes variados que
durante ciertas enfermedades se desarrollan
en los tejidos, en los intestinos ó en otras cavidades
de los animales. Son entozoarios las
lombrices que viven en los intestinos, en la
vejiga de la orina, en el hígado, en los ríñones
, en los senos frontales y en las cavidades
nasales. En los músculos y eii otros tejidos del
cerdo constituyen la enfermedad llamada lepra;
en el cráneo de los carneros, la llamada
torneo, etc.
ENTRAPAR.— Echar en la raíz de cada
cepa 3 ó 4 libras de trapo viejo, volviéndola
á cubrir con la tierra, con cuya operación
cobra fuerza y produce mucho fruto.
ENTRECASCO.—Defecto llamado tam­
bién entrecorteza que presentan las maderas, y
cuya existencia se conoce á simple vista, si bien
es difícil precisar su extensión. Suele producirse
por la unión de dos ramas entre sí, ó por
la soldadura de un tronco y una rama, disminuyéndose
por esta causa la resistencia de la
madera en aquel sitio por efecto de la separación
de las fibras del tronco; separación que
tiene lugar en virtud de su incompleta adherencia,
y por bien soldadas que estén las ramas
que lo originan, siempre en la parte superior
de la soldadura se reconoce ésta por la
presencia de una cicatriz longitudinal; puede
calcularse, aunque sin certeza, la extensión
del entrecasco por el ángulo que formau las
ramas, y por el grueso de las mismas. Este
defecto no perjudica la calidad, y se pre'senta
con más frecuencia en los árboles de buena
madera, á causa, como sucede en el roble, de
que la mejor madera corresponde á los árboles
de crecimientos más rápidos y de anillos
anuales más gruesos; y como una de las circunstancias
que acompañan á la actividad de
la vegetación es la mayor tendencia á desarrollarse
las ramas en dirección vertical, resulta
que las ramas madres que naceu próximas
unas de otras, crecen muy unidas y paralelas,
dando lugar con frecuencia, por su soldadura,
á la formación del defecto de que se trata.
(Plá y Ra ve: Trat. de mad. de const. civil y
naval.)
El entrecasco es frecuente en el roble al -
bar ( Quercuapedunculata, Wild.), porque en
esta especie, y cuando los árboles están en
todo el vigor de su desarrollo, los ángulos
que forma el tronco con las ramas principales
son muy agudos, y lo que en un principio
corresponde al vértice del ángulo qneda después
con corteza y albura enteramente cubierto
por la madera que resulta del rápido
crecimiento del tronco y de la rama, resultando
de aquí que el nuevo vértice del ángulo
queda separado del primero por cierta extensión
de madera, quedando, por lo tanto,
completamente cubierta la corteza y albura
del vértice primitivo.
Resulta otras veces el entrecasco, de hachazos,
golpes ó rozaduras que destruyen
parte de la albura y de la corteza, y al ser
sustituida ésta por otra en el desarrollo ulterior
del árbol, queda generalmente cubierta
en parte por la nueva madera que se forma.
Cualquiera que sea la causa del entrecasco,
la parte del árbol que lo contiene no es en
manera alguna aplicable á la construcción
naval. Aparte de que de este vicio resulta la
madera debilitada por una solución de continuidad,
la prontitud con que fermenta la albura,
abundantemente provista de substancias
azoadas, puede en muy poco tiempo dar lugar
á la descomposición de los tejidos sanos
que le rodean. Es, pues, necesario que este
vicio sea completamente extirpado en la labra,
y su mayor ó menor gravedad depende
del punto del árbol en que se encuentre y de
la extensión que alcauce.

ENT — 715 — ENU
Por lo demás, la madera que rodea al entrecasco
es completamente sana, y en muchos
casos este vicio es un indicio de la buena calidad
del árbol, porque para producirse es
necesario gran rapidez en el desarrollo de los
tejidos; circunstancia peculiar de las especies
más estimadas. (V. Vicios y enfermedades de
los árboles y de sus maderas.)
ENTRECAVAR. —Cavar ligeramente sin
ahondar.
ENTRECORTEZA. — (V. Entrecasco.)
ENTRELAZAMIENTO—Vicio que presentan
algunas maderas y que reviste poca
gravedad. Consiste en que las fibras están
algo desviadas de la dirección normal que
han de tener unas respecto de otras. De esta
desviación resulta la madera menos resistente
y más difícil de trabajar.
«A estos inconvenientes, dice el Sr. Bona,
se suele agregar el de su mayor peso específico
, porque con este defecto las fibras suelen
estar muy comprimidas, y el aumento de peso
por un lado, con la disminución de resistencia
y dificultad en la labra por otro, obligan,
cuando el entrelazamiento de las fibras es
grande en las maderas, á desistir de su aplicación
á la construcción de buques.»
Este vicio es poco frecuente en el roble y
mucho menos en el haya. En cambio se presenta
á menudo en algunas maderas de las
Antillas, tales como el chicharrón, ocuje, quiebra-hacha
y otras. (V. Vicios y enfermedades
de los árboles_y de sus maderas.)
ENTRELIÑO.—El espacio que media entre
las filas de olivos ó vides plantadas en almantas
regulares se dice por los viticultores
entreliños.
En algunos puntos, tanto de España como
de Francia, hemos visto sembrados los entreliños
de hortalizas, y también, aunque pocas,
de cereales. Cuando esto tiene lugar, se advierte
que las plantaciones están dejando entre
cepa y cepa lo menos 3 metros de distancia,
y que las siembras no llegan al pie de la vid
con 0,75 metros. No es muy buen método
sembrar los plantíos, y si en ciertas condiciones
los entreliños de olivos no llevan mal la
siembra, en general las vides se deterioran
con las siembras, y éstas rinden poco de ordinario.
Sin embargo, en Burdeos y otros puntos
de Francia las viñas llevan entreliños de
hortalizas; en Andalucía los olivares de los
ruedos los siembran de cereales, así como lo
verifican en las Islas Baleares.
Que los entreliños de los árboles frutales
que exigen riegos para beneficio de las plantas
principales se siembren con hortalizas, se
comprende y es provechoso; pero el olivo y la
vid, que en los regadíos prosperan mal y dan
mal fruto, es enteramente contra el interés del
cultivador, que si hasta cierto tiempo puede
cultivar unidos el olivo y la vid con otras
plantas á la vez, no podemos menos de decir
que es improcedente 3' perjudicial, como no
sea que se trate de arrancar el plantío.
J. de Hidalgo Tablada.
ENTREMISO.—Banco largo, con listones
de madera por todos lados, donde se hacen los
quesos.
ENTRENUDO ó MERITALLO.—Porción
de un ramo comprendida entre dos nudos
ó entre dos inserciones de hojas.
E N T RE PAL M A D 0.—Contusión de la
palma que termina por supuración, según los
antiguos. Es sinónimo de palma contusa y escorza.
Se conoce en la cojera y en el dolor que
siente el animal al comprimir la parte con la
boca de las tenazas. Se remedia dando salida
al pus, quitando parte de la palma ó toda ella.
También se usa el término entrepalmadura.
ENTREPANES.—Tierras no sembradas,
entre otras sembradas.
ENTREPELADO—Calificativo que se
emplea al describir el caballo que sobre capa
obscura tiene pelos blancos en toda la extensión
del cuerpo. Antiguamente se creía que
esos caballos son más fuertes y ágiles que los
demás; suposición que no tiene fundamento
alguno.
ENTRESACA.—Dícese de la corta'que se
efectúa en los montes para utilizar los árboles
que reúnen condiciones de aprovechamiento,
según el destino que hayan de tener los productos,
dejando en pie los que carecen de
aquellas condiciones, y prescindiendo de todo
plan técnico de repoblación natural y regularización
del vuelo; circunstancia que queda
subordinada al fin meramente económico de
la explotación. En los montes ordenados no
se ejecutan esta clase de cortas, condenadas
por las buenas doctrinas dasonómicas. (Véase
Corla.)
ENTRESURCO—El espacio que media
entre dos surcos se denomina entresurco. En
el cultivo intensivo se suelen sembrar entre
los cereales y otras plantas que se recolectan
temprano, algunas en el fondo del surco, las
cuales exigen para nacer y desarrollarse la
sombra de aquéllas, que una vez cosechadas
dejan en el suelo que luego se cultiva, otras
que proporcionan nuevos productos, y á esta
práctica útilísima, que se aplica cuando el clima
y suelo lo permiten, se denomina siembra
entre surcos. Entre esas plantas entran las que
se emplean para prados, como el trébol, esparceta
ó pipirigallo, así como otras estivales,
patatas, tomates, etc., que la agricultura y la
ganadería aplican para adelantar los productos
del suelo por la combinación expresada..
J. de Hidalgo Tablada.
ENTREVUELTA. —Surco corto que el
que ara da por un lado de la besana para enderezarla
si va torcida.
ENTROJAR.—Guardar en la troje frutos,
y especialmente cereales.
ENTRUJAR. — Guardar en la truja la
aceituna.
^ ENUCLEACIÓN (Cirugía veterinaria).—
Extirpación de un tumor, que se diseca y extrae
á la manera que se extrae el hueso de una
frnta. Se practica esa operación para extraer
los higos ó verrugas de la muía y del caballo.

EJSTLT — 716 — ENV
ÉNULA CAMPANA (ínula helenium,
L.; Áster helenium, Scop.; A. officinaUs, All.;
Corvisartia helenium, Mor.).—Planta de la familia
de las Compuestas, que ha dado su nombre
á la subtribu de las Inúleas (figura 323),
que mide 1 ó 2 metros de altura, y es de raíz
larga, gruesa y carnosa, rojiza exteriormente,
blanca por dentro y olorosa. El tallo es recto,
fuerte, cilindrico, ramoso y velludo; las hojas
alternas, grandes, gruesas, dentadas, de color
verde pálido, rugosas por encima, algodonosas,
muy venosas por debajo; las radicales, ovales,
lanceoladas, adelgazadas en el pecíolo; las
del tallo tanto más pequeñas cuanto más ele-
Figura 323.—Euula campana
vadas, sentadas, en forma de corazón y semiabrazadoras.
Las flores, que se abren en los meses
de Julio y Agosto, son amarillas, dispuestas
en cabezuelas de 8 centímetros de diámetro,
solitarias en cada división del tallo; el involucro
está formado por muchas filas de hojillas
imbricadas;'las externas foliáceas, en muchas
filas; las internas estrechas, coriáceas y en
una fila. El receptáculo es ancho, plano, desnudo,
presentando pequeños alvéolos, en los
cuales se contienen las flores, que son femeninas,
liguladas, con ovario fértil y un óvulo
erguido en la circunferencia, y hermafroditas,
de corola tubulosa, regular y de cinco lóbulos
en el centro; los estambres son cinco, singenésicos,
y las anteras están provistas de dos
sedas en la base, siendo el ovario fértil. El
fruto es un aquenio tetrágono, truncado en el
vértice, coronado de un vilano, con una sola
serie de sedas capilares y ásperas. Se cría en
las praderas húmedas de Francia, en las alamedas,
y en varias comarcas del Centro y Norte
de España. Se reproduce por medio de semillas
y trozos de tallo, reclamando tierra
algo húmeda y fresca.
Usase en medicina la raíz, que se recoge en
la primavera y el otoño, cuando la planta
cuenta dos ó tres años de vida, para desecarla
al sol ó en una estufa medianamente caldeada.
Cuando es muy gruesa la raíz se divide
en rodajas pequeñas. Es de olor fuerte, sabor
aromático, amargo y acre, y una vez desecada
adquiere color gris y olor á lirio. Además de
resina, aceite volátil, cera, extracto amargo,
goma, albúmina, fibra y sales de potasa, de
cal y de magnesia, contiene la helenina ó inulina,
aceite volátil concreto, siendo éste y la
resina blanda los principios activos. Sus propiedades
han sido utilizadas en la dispepsia
atónica, en los catarros pulmonar y bronquial
, en el asma y en las fiebres exantemáticas,
cuando tarda en presentarse la erupción.
Es un emenagogo que se asocia frecuentemente
con el hierro en el tratamiento de la clorosis
con dismenorrea. Los antiguos la creían alexítera,
porque es tónica excitante y sirve
para combatir la depresión que causan ciertos
venenos en la economía. Su pulpa ó polvo se
une á veces con la grasa, y esta pomada se
aplica en fricciones contra la sarna. También
se ha indicado el cocimiento de esa raíz como
antipsórico, y la pulpa en cataplasmas como
detersivo eu las úlceras saniosas. Es un amargo
aromático, estimulante suave de los órganos
digestivos y circulatorios, y excita, por
consiguiente, secreciones principales. A altas
dosis produce náuseas y vómitos. Se administra
la raíz de la énula campana en cocimiento
ó infusión en la proporción de 15 á 30 por
1.Ó00; en jarabe, á la dosis de 30 á 100 gramos
; en tintura, á la de 5 á 10 gramos; en
vino, á la de 50 á 100; en extracto, á la de
1 á 8, y en polvo, á la de 4 á 10. Esta raíz entra
en el jarabe de artemisa compuesto y en
el de erísimo.
ENVASAR.—El acto de echar en las vasijas
vino, aceite, vinagre, etc., se dice envasar.
Pero, en nuestro concepto, aquí esa palabra
exige algunas explicaciones. Para envasar
el vino necesariamente el caldo y la vasija
deben tener las condiciones necesarias al efecto
(véase Envinar, Trasegar, Aclarar, etc.).
Respecto del aceite, vinagre, alcohol, etc.,
véanse estas palabras, y también Embudo y
Embudar.
J. de Hidalgo Tablada.
ENVENENAMIENTO (Patología veterinaria).—Perturbación
causada en la economía
animal por la ingestión ó absorción de
substancias tóxicas. Cuando la acción de éstas
es rápida, el envenenamiento se califica de
agudo, y cuando es lenta se llama intoxicación.
La acción nociva de los venenos depende
generalmente del exceso de la substancia
tóxica introducida en el organismo, puesto
que algunas substancias que son venenos vio-

ENV 17 — ENV
lentísimos administradas á grandes dosis, se
prescriben cotidianamente en cantidades reducidas
á los enfermos, y producen resultados
excelentes. Play substancias más ó menos
venenosas para unos animales que no ejercen
ninguna acción dañosa en otros, como las hay
que son tóxicas para el hombre y no lo son
para otros vivientes. Bajo ese aspecto son
muy notables las diferencias entre los carnívoros
y los herbívoros. Los síntomas que las
intoxicaciones producen son muy variados.
Cuando se advierten síntomas inusitados en
un animal, por ejemplo, cólicos, vómitos, estupor,
etc., conviene averiguar si está envenenado
ó no, para aplicar inmediatamente un
tratamiento curativo. Con este se pretende:
a) ó alejar directamente el veneno introducido
en el estómago; b) ó hacerle inactivo suministrando
aquellas materias que forman
con él compuestos insolubles, y por lo mismo
inofensivos, ó que envuelven las substancias
tóxicas; c) ó también se procura embotar la
sensibilidad del organismo contra la acción
del veneno; d) ó finalmente, combatir ó al
menos mitigar los efectos consecutivos cuando
ya se hayau presentado.
Él alejamiento directo de la substancia tóxica,
que, según se comprende fácilmente,
sólo es asequible cuando se emprende la curación
inmediatamente después de ocurrido
el envenenamiento, se procura obtener en los
animales que pueden vomitar, administrando
eméticos, sosteniendo el vómito provocado
por las mismas substancias venenosas, propinando
grandes cantidades de agua tibia ó de
leche, y en los rumiantes, si bien muy raras
veces, por medio de la gastrotomía.
Cuando hay motivos para suponer que ha
pasado ya el veneno á la sangre, ó que todavía
se halla en ella, siempre que no exista una
especial contraindicación, se podrá practicar
.una copiosa sangría.
Tratándose de venenos acres se emplea
como vomitivo la ipecacuana, y para los venenos
narcóticos el sulfato de cinc, no el tártaro
estibiado, porque éste produce fácilmente
la diarrea. Solamente se han de adoptar
medidas contra el vómito cuando éste sea
muy violento y lleve mucho tiempo de duración.
En este caso se tratará de reprimirle
con líquidos que contengan ácido carbónico,
con la tintura de opio ó con el extracto de
beleño.
Para hacer inactiva la substancia tóxica se
emplean los llamados contravenenos, que han
de usarse siempre en forma líquida, en gran
cantidad y á dosis frecuentemente repetidas,
máxime en aquellos casos en que se encuentra
solidificada la substancia venenosa. Hay
también remedios sencillos que son útiles en
los envenenamientos producidos por diversas
substancias, y de aquí que se adopten en los
primeros momentos, porque es fácil adquirirlos.
Así, por ejemplo, se empleará la albúmina
(clara de ímevo) y el suero de leche en
los envenenamientos causados por substancias
metálicas en general; el agua de jabón y el
carbonato de potasa, en los envenenamientos
producidos por los ácidos, el arsénico y el
plomo; el ácido acético, la leche y el suero de
manteca, en los envenenamientos causados por
la potasa cáustica y los narcóticos. Cuando
no se conoce la especie del veneno introducido,
se podrá ensayar también una mezcla en
partes iguales de protóxido de hierro, magnesia
calcinada y carbón.
Como medios envolventes se usan, particularmente
si se trata de venenos acres, las
substancias mucilaginosas, ó se diluye la materia
nociva cou mucha agua ó con otros líquidos.
Se puede embotar la sensibilidad del
organismo contra la acción del veneno con
diversos medicamentos; así, por ejemplo, tratándose
del envenenamiento causado por la
nuez vómica, con la administración de narcóticos
y con la inspiración de vapores de éter
ó de cloroformo. Esto tiene generalmente por
principal fin, al mismo tiempo que alejar un
peligro inminente, el ganar tiempo para poder
adoptar otros medios adecuados.
Si la substancia tóxica ha producido ya
una inflamación en el estómago ó en los intestinos,
como ocurre cou los venenos acres
vegetales y animales, con muchos preparados
metálicos, con los ácidos minerales concentrados,
y en grado menor con los venenos
narcóticos y acres de procedencia vegetal, se
tratará la flogosis según las reglas indicadas,
prefiriendo los remedios mucílago-oleosos ó
los mucilaginosos solos, y si se cree necesario,
hasta las sangrías, no recurriéndose á éstas
siempre que se presenten fenómenos nerviosos
, síncope y asfixia.
Los venenos fueron divididos en cinco grupos
por Tardieu, á saber: 1.° Irritantes, corrosivos
ó escaróticos : yodo, cloro, ácido sulfúrico,
ácido nítrico, hidroclórico, acético,
oxálico, tártrico y álcalis concentrados. —
2.° Hiposténicos: arsénico, fósforo, sublimado
corrosivo, etc. — 3." Estupefacientes: plomo,
belladona, beleño, tabaco, cicuta, etc.—
4." Narcóticos: opio.—5.° Neurasténicos: nuez
vómica y ácido prúsico.
En las intoxicaciones con venenos irritantes
los síntomas son: desaparición del apetito y
de la rumia; irritación violenta de las primeras
vías digestivas; escaras más ó menos extendidas
en la mucosa de la boca, que pierde
su epitelio; expulsión de la saliva; sed
viva; vómitos en ciertos animales; dolores
abdominales intensos; cólicos, ansiedad, sudores;
escasez de orina, estremecimientos y
depresión de las fuerzas. Cuando el tóxico
es un ácido, las materias expelidas enrojecen
el papel de tornasol. Entre las substancias
acidas de la clase que nos ocupa figuran las
mencionadas anteriormente. Entre las alcalinas,
el amoníaco, el agua de Javelle, etc., que
provocan la expulsión de excrementos suaves
al tacto, y vuelven azul el papel rojo de tornasol.
Entre los vegetales se deben enumerar la
coloquíntida, la sabina, la ruda, el euforbio.

ENV — 7 1 8 — ENV
el cólchico, los ranúnculos y las clemátides.
Entre los animales, las cantáridas, que accionan
sobre el aparato urinario, provocando
frecuentes deseos de orinar y la hematuria.
El tratamiento que se ha de adoptar contra
esos venenos se basa en la administración de
vomitivos; en favorecer los vómitos, si es que
se inician espontáneamente; en el empleo de
purgantes, si el envenenamiento data de algunas
horas, ó á' falta de ellos, en la aplicación
de lavativas que contengan sal común, y, por
último, en la punción del rumen y extracción
de los alimentos ingeridos. Para neutralizar
la acción del veneno se usa el agua albuminosa,
la clara de huevo, el bicarbonato de sosa,
el carbonato de cal, la magnesia y las bebidas
abundantes. Contra los alcalinos se prescriben
las aguas acídulas.
Cada clase de venenos determina síntomas
especiales y característicos, y así los ácidos
sulfúrico, nítrico y clorhídrico provocan sed,
náuseas y vómitos; los excrementos producen
efervescencia sobre el suelo; enrojecen el papel
de tornasol; adelgazan el pulso; determinan
sudores y calofríos; las escaras de la boca
son negras cuando la intoxicación se ha verificado
con ácido sulfúrico, amarillas con el
ácido nítrico y más ó menos rojas con el clorhídrico,
debiéndose aplicar en los tres casos
el tratamiento indicado antes. Los ácidos oxálico
y tártrico producen menos irritación que
los anteriores en las vías digestivas, dolores
abdominales más intensos, frecuentes deposiciones,
descenso de temperatura y vacilación
en la marcha, siendo el tratamiento
contra su acción idéntico al señalado para
todos los ácidos. Los álcalis cáusticos, potasa,
sosa, el agua de Javelle, el amoníaco, no
provocan efervescencia en el suelo, devuelven
el color azul al papel de tornasol enrojecido,
son grasientos y de la suavidad del jabón, y de
olor de orina; las erosiones de las primeras
vías digestivas no están bien marcadas, las
heces son sanguinolentas y de olor característico
cuando es debida al amoníaco la intoxicación.
Se combate el envenenamiento con
aguas aciduladas y avinagradas, y con abundancia
de agua ó líquidos que contengan ácido
carbónico. La coloquíntida, el euforbio, el
cólchico, la ruda, el ranúnculo, etc.^determinan
tristeza, inquietud, irregularidad en
la temperatura, cólicos, vómitos, retortijones
y dolores de vientre, fuertes pujos, expulsión
de gases y secreciones sanguinolentas. Por eso
es necesario separar de los forrajes las plantas
en cuestión y limpiar de ellas los prados. La
intoxicación que producen se combate con la
abundancia de bebidas mucilaginosas y líquidos
aromáticos, y, en último término, con la
punción del rumen y la extracción de los alimentos.
Las cantáridas provocan frecuentes
deseos de orinar, hematuria y deposiciones
dolorosas, como se ha dicho; se combate su
acción con vomitivos, bebidas alcalinas, la leche,
la magnesia, cocimientos mucilaginosos,
con alcanfor, el opio y la morfina; y en los pe­
rros con las fricciones de linimento alcanforado
sobre la región renal y sobre las paredes
abdominales. Deben evitarse las substancias
oleosas.
El envenenamiento con tóxicos hiposténicos,
arsénico, fósforo, sales de cobre y de
mercurio, sublimado corrosivo, emético y digital,
se caracteriza por accidentes generales
consecutivos á la absorción, y que consisten en
una depresión rápida y profunda de las fuerzas
vitales, y en cierta irritación intestinal á
veces, pero nunca muy marcada. Los animales
presentan una fisonomía triste y algunas
perturbaciones en el aparato digestivo; en
ocasiones la salivación es abundante, y en
algunos casos se observa estreñimiento y en
otros diarrea. Las grandes funciones se paralizan;
aparecen las convulsiones primero, y
una extraordinaria postración de fuerzas después.
Los latidos del corazón son fuertes y
tumultuosos, y el pulso es pequeño, blando y
á veces intermitente. La piel se va enfriando
gradualmente, y se presentan en ciertos puntos
del cuerpo sudores viscosos y fríos. Cuando
los enfermos han de sucumbir, caen en un
estado siucopal, y muy luego sobreviene la
muerte por asfixia.
Los síntomas especiales que denuncian la intoxicación
con el arsénico son la falta de apetito;
la insalivación; los esfuerzos para deglutir;
la sed; el dolor de garganta; dolores abdominales;
la escasez de orina, que es siempre de
color obscuro; la ansiedad de la respiración; la
frialdad de la piel; la concentración del pulso;
la dificultad en andar, y á veces la parálisis.
El tratamiento tiene por base el uso del
sesquióxido de hierro hidratado, en una dosis
doce veces mayor que la del arsénico. Si no
se conoce la cantidad de veneno absorbida ó
ingerida, se administrarán á lasreses mayores
de 50 á 100 gramos de sesquióxido, á los perros
de 6 á 12 en el agua caliente, y se repetirá*
esta dosis de tres á cinco veces, con intervalos
de media hora. También da buenos
resultados el hierro acético soluble en los envenenamientos
con ácido arsenioso y aun cou
ácido arsénico, en cuyo caso no sería tan eficaz
el sesquióxido de hierro hidratado. Del
hierro acético soluble, que, según Hertwig,
se prepara mezclando una parte de sesquióxido
de hierro hidratado, tres de ácido acético
y doce dé agua, se dará cuatro ó seis veces á
los perros pequeños una cucharada, y á los
grandes una dosis cuádruple, en intervalos de
un cuarto de hora. Puede emplearse también
contra el arsénico y sus preparados, el sulfato
de hierro con la magnesia calcinada, en la
proporción de 30 gramos de sulfato disueltos
en 240 de agua, y 15 gramos de magnesia calcinada,
para administrar á los perros cada
cuarto de hora en dosis de una á cuatro cucharadas;
el hígado de azufre, la leche de
magnesia, la lechada de cal, el agua de jabón,
el agua azucarada, la albúmina, el carbóu
animal, el cocimiento de almidón y los brebajes
mucilaginosos con sulfato de magnesia

EN Y 19 — ENV
ó con sal de G-laubero. Debe evitarse á todo
trance el empleo de la grasa y del aceite.
El ácido arsenioso, con la simple denominación
de arsénico, y también con la de óxido
blanco de arsénico, alcanza cierta boga para
la destrucción de ratones y ratas, y de ahí
que se emplee con frecuencia en pastas y diversas
preparaciones para matar esos animales.
El inconveniente de esa práctica estriba
en que muchas veces se deja el veneno al alcance
de los gatos, perros y aves de corral,
que comen la preparación y resultan intoxicados.
Cítanse varios casos de gallinas envenenadas
de esa manera, y algunos de ellos se
curaron administrando un cocimiento de linaza,
en la dosis de tres vasos al día y en diferentes
tomas, media dieta al segundo día, y
alimentación compuesta de leche y una pequeña
cantidad de pan. Con las barreduras de
las paneras en que se han colocado preparados
arsenicales para matar los ratones, se han
producido también numerosos envenenamientos
de aves de corral, por haber echado aquéllas
al basurero donde escarbaban éstas. Lo
mismo ocurre respecto de los cerdos que hozan
en los campos, cuando se emplean para
matar los ratones y las ratas pastas de harina
mezcladas con arsénico ó sublimado corrosivo
(deuto-cloruro de mercurio), ó granos cocidos
con agua en que se haya echado el veneno.
Algunos curanderos y vendedores de específicos
preconizan con harta frecuencia emplastos
y bizmas en que mezclan los arsenicales
para combatir algunos padecimientos de los
ganados, y como cargan con frecuencia esas
preparaciones imprudentemente, no es raro
el hecho de que resulten intoxicadas aun las
reses mayores, y que mueran después de presentar
fenómenos nerviosos, parálisis, convulsiones,
perturbaciones en la circulación,
síntomas que revelan la existencia de lesiones
en el tubo intestinal, etc., etc., ó que tarden
mucho tiempo en reponerse.
El envenenamiento con el fósforo se~provoca
á menudo por el empleo de pastas de
fósforo para matar la miseria de los ganados,
y se caracteriza por dolores abdominales, cólicos
, dolor cuando se ejerce presión, disnea,
agitación, vómitos, temblores, pequenez de
pulso, fuertes y precipitadas palpitaciones de
corazón, calambres, y coma, por ultimo, en
muchos casos. En todos se observa, bien en
las materias expulsadas, bien en los eructos,
el especial olor del fósforo, presentando las
mucosas un tinte ictérico. Para combatir ese
envenenamiento se recomienda el mucílago,
la albúmina, la gelatina, la leche y después
el agua clorada, sola ó asociada con la magnesia
calcinada, en la proporción de ocho á
uno; el sesquióxido de hierro hidratado; el
hipoclorito de magnesia, compuesto de una
parte de magnesia calcinada y cincuenta de
agua clorada, y la esencia de trementina (en
los perros 10 gramos por dosis),- emulsionada
con una yema de huevo ó una solución
gomosa. No deben emplearse los oleosos.
El tártaro emético, y en general los preparados
antimoniales, producen vómitos, evacuaciones
albinas, salivación, abatimiento,
temblores, espasmos tetánicos, cólicos violentos
y descenso de temperatura. Contra él se
prescribe el tanino, las agallas, la corteza de
roble y los opiados. Las sales de cobre determinan
vómitos tenaces, dificultad en la respiración,
abatimientos y cólicos. Si existen en
los excrementos huellas del veneno y se acidulan,
introduciendo después una barrita de
acero, se cubrirá de cobre. Bouchardat recomienda
eficazmente el empleo del hierro reducido
, las aguas albuminosas y clara de huevo.
El envenenamiento con el cobre, sobre
todo bajo la forma de cardenillo, es muy frecuente
, á consecuencia ..de usarse mucho las
vasijas y calderos de cobre entre los agricultores.
El cardenillo se disuelve fácilmente por
la acción del calor en ciertos alimentos ácidos
y con las grasas. La presencia de ese compuesto
en el estómago de los animales se revela
por la acidez y sequedad de la boca; por los
repetidos esfuerzos para vomitar ó los vómitos
abundantes; por la frecuencia de las deyecciones
albinas y á veces sanguinolentas; por la
timpanización y estado dolorido del vientre;
por la irregularidad y frecuencia del pulso;
por la dificultad de respirar; por los vértigos,
los calambres, las convulsiones, y en último
resultado por la muerte. A menudo se observa
en los animales intoxicados con el cardenillo,
una viva inflamación de todas las membranas
del estómago y de los intestinos, y perforaciones
causadas en éstos por escaras que al
desprenderse dejan agujeros por los cuales
penetran las materias excrementicias en toda
la cavidad del abdomen. Como uno de los remedios
más eficaces contra los.envenenamientos
ocasionados por el cardenillo, se recomiendan
las claras de huevo, gracias á la facilidad
con que esta substancia, aun á la temperatura
ordinaria, descompone el cardenillo. Esa albúmina
se debe administrar disuelta en el agua,
y en grandes cantidades, para neutralizar los
efectos del veneno. Seis claras de huevo en
doce ó quince cucharadas de agua constituyen
la dosis que se ha de propinar á un perro
de regular alzada el primer día, dándoselas
en tres ó cuatro tomas, para continuar
al día siguiente administrando el contraveneno.
Se aumenta ó secunda la acción de éste en
los posteriores días con cocimientos atemperantes,
leche y lavativas emolientes. Los cerdos
y los perros están muy expuestos á ese
género de intoxicaciones.
Las sales de mercurio producen análogos
efectos y abundante salivación; su acción se
neutraliza con clara de huevo, leche y almidón
y hierro reducido, no empleando nunca
la sal común. La digital provoca á la par cierta
excitación y aplanamiento; respiración y
latidos del corazón acelerados; pulso pequeño;
inyección de las mucosas, que adquieren
color violado; frialdad en la piel; descenso
general de la temperatura; frecuencia de ori-

ENV — 720 — ENV
na, y postración completa. Para contener y
contrarrestar los efectos de ese tósigo se recurre
á los mucilaginosos, al alcanfor, á la esencia
de trementina, al amoníaco y á las bebidas
aromáticas.
La acción de los venenos estupefacientes,
plomo, belladona, atropina, beleño, estramonio,
tabaco, cicuta y alcohol, se caracteriza
principalmente por una perturbación del sistema
nervioso; por las alucinaciones ó el
profundo sopor que los animales experimentan;
á veces por vértigos y convulsiones; por
perturbaciones de la sensibilidad y de la movilidad;
la respiración penosa; la lentitud del
pulso, que es fuerte siempre, y por el coma
que precede á la muerte, casi siempre sin
agonía. A veces el efecto de esos venenos es
fulminante. El plomo y sus preparados provocan
cólicos secos, constipación, dolores y retracción
de vientre, vacilación en la marcha,
rigidez en las extremidades, pulso pequeño,
disminución de las secreciones, descenso de
la temperatura y la formación de una lista
azulada en las encías. Se combaten esos efectos
con la sal de Glaubero ó el sulfato de
magnesia (tratándose de perros, en la dosis
de 2 á 8 gramos, para administrarse dos ó
tres veces en intervalos de un cuarto de hora),
el sulfato de hierro, el ácido sulfúrico diluído,
las substancias tánicas, el yoduro de potasio
, el agua de jabón, la leche, las bebidas
mucilaginosas y oleosas, el carbón, la magnesia,
y además el opio en el envenenamiento
crónico saturnino. La belladona, el tabaco y
la hierba mora causan pesadez, inercia muscu-.
lar, dificultad ó imposibilidad en la marcha,
pequenez de. pulso, inyección de las mucosas,
cianosis, relajación de los esfínteres, sudores
y vómitos. Los hongos que se desarrollan en
las materias alimenticias, el del pan enmohecido,
por ejemplo, pueden producir envenenamientos
de esa índole. Es necesario provocar
el vómito y purgar á los pacientes, administrarles
infusiones astringentes ó aromáticas,
alcohol, café, alcanfor, yoduro de potasio ó
duchas de agua fría sobre la cabeza.
Los veninos narcóticos, el opio y sus derivados,
sobre todo la morfina y la codeina,
ejercen una acción característica que se ha
denominado narcotismo, que comienza casi
siempre por excitación, agitación é inquietud,
y provoca después un profundo embotamiento,
pareciendo que los animales sueñan, para
quedar después anestesiados y paralíticos. La
temperatura, que se eleva al principio, va descendiendo
paulatinamente hasta el momento
de la muerte. Los mismos efectos producen
la adormidera y la amapola. La postración,
lá inercia de los intestinos, la retracción de
la pupila y la soñolencia persistente se combaten
con vomitivos, infusión fuerte de café,
agua acidulada y cocimientos astringentes. El
tejo (Taxus baccala) causa eu el caballo con
frecuencia vacilación en la marcha, coma,
temblores, convulsiones, cólicos, náuseas, vómitos
y disminución de la temperatura, y
contra esos efectos se recomiendan los purgantes,
los vomitivos, los cocimientos de agalla,
el café y las bebidas acídulas.
Los síntomas generales de los nenenos neurasténicos,
nuez vómica, estricnina, ácido prúsico,
son la violenta excitación de los centros
nerviosos; el aumento de sensibilidad; los
temblores; la rigidez de todo el cuerpo, y
sobre todo del cuello y la espina, dorsal, que
parecen una barra inflexible; las contracciones
tetánicas, que se manifiestan por accesos;
la contracción permanente de los músculos
de la respiración; la paralización de la hematosis,
y la muerte por asfixia. El envenenamiento
por el ácido prúsico es verdaderamente
fulminante. La estricnina, la nuez vómica
y las tortas de fabuco ó fruto del haya provocan
los síntomas indicados, y éstos se combaten,
aun cuando pocas veces con éxito, con
vomitivos, tártaro emético, estafisagra, tintura
de yodo ó de acónito, éter é inyecciones
de atropina. El ácido prúsico, el cianuro de
potasio y las tortas de almendras amargas, además
de los síntomas indicados, producen la
pérdida de la sensibilidad, la fijeza de la mirada,
la coloración de las mucosas, la cianosis,
el escape de la orina y la parálisis, apareciendo
la lengua pendiente. Para intentar
la curación de los enfermos es necesario recurrir
á los vomitivos, al amoníaco, á los
brebajes de agua clorada, á las lavativas y á
las afusiones frías.
Los envenenamientos accidentales observados
generalmente en los herbívoros son causados
por plantas tóxicas que los animales ingieren
con los forrajes, como la cizaña, el tejo, la
neguilla, el eléboro fétido, el acónito, el laurelcerezo,
el ranúnculo, el euforbio, el cólchico de
otoño, la cicuta, las tortas de aceite de fabuco,
la amapola, la mercurial anual y el enanto
azafranado. Los hongos determinan casi
siempre un envenenamiento rápido, si bien el
provocado por algunas especies es muy Ieuto,
como el del cornezuelo (véase Ergotismo).
Eutre las substancias vegetales que pueden
causar envenenamientos en los ganados, figuran
diferentes producciones vegetales leñosas,
y sobre todo los retoños del roble y del fresno,
que los animales comen con avidez, particularmente
después de inviernos rigurosos.
El sabor acerbo y estíptico de esos brotes, y
la acción astringente que ejercen en los tejidos
vivos, ocasionan en los tejidos de los órganos
digestivos de los animales, desórdenes
tanto más graves cuanto menor es la cantidad
ó peor la calidad de los forrajes secos que ingieren
durante su permanencia en el establo;
cuanto más jóvenes son las reses, más irritable
su temperamento y más considerable la
cantidad de brotes ingeridos. Los accidentes
que causa ese género de alimentación son
muy frecuentes eu las comarcas cubiertas de
monte; así es que gran número de reses sucumbe
durante la primavera. Esa afección se
denomina mal del bosque. Es una verdadera
gastro-enteritis por intoxicación; se manifiesta

ENV — 721 — ENY
por la supresión súbita de todas las evacuaciones,
por la fuerza y frecuencia del pulso, y por
una uotable elevación de la temperatura del
cuerpo. Después aparece el ardor en la boca y
una sed inextinguible, desapareciendo el apetito;
los ojos lacrimosos; las conjuntivas rojas;
los párpados se hinchan; las orinas son espumosas,
rojizas y abundantes; los excrementos
duros, sanguinolentos y de fétido olor; el pulso
delgado, intermitente y débil; la saliva espesa
y viscosa; las convulsiones y quejidos de
los animales, frecuentes. También se presentan
entonces síntomas de otro orden, como la
irritación cerebral simpática, estremecimientos
y temblores parciales de los músculos, exaltación
pronunciada en la sensibilidad, centelleo
de los ojos, agitación extremada, vértigos,
furor, y por último, además de la secreción de
excrementos fétidos, la de mucosidades espesas
y fétidas por las narices. Los quejidos
aumentan constantemente, la respiración se
vuelve más fatigosa cada vez, el animal se echa
ansioso, y por último muere. En ocasiones esa
serie de fenómenos tardan de diez á veinte días
en desarrollarse, y por punto general mueren
los animales, sobre todo si son jóvenes y robustos,
y el envenenamiento se presenta con
caracteres agudos. Para combatirle, lo primero
que ha de hacerse es sacar á los ganados
del monte; hacer evacuaciones sanguíneas en
cantidades pequeñas y con bastante frecuencia;
administrar al interior bebidas gomosas
y mucilaginosas, lavativas emolientes ligeramente
nitradas y laxantes en ocasiones, para
facilitar la salida de los excrementos. Cuando
se presente la mejoría se dará á los animales
como pienso hierba fresca y de buena calidad,
raíces cocidas, paja buena, harinas disueltas
en agua y baños de vapor de agua, dirigidos
al vientre, para enjugar después éste y cubrir
la res enferma con abrigos de lana. Durante la
convalecencia son convenientes los paseos, y
los animales no deberán someterse al régimen
ordinario de alimentación sino paulatinamente
y cuando la mejoría se sostenga durante
varios días consecutivos, pudiendo usarse con
mucha prudencia algunos estimulantes para
contrarrestar los efectos de esa medicación
debilitante, y no prolongar exageradamente
la convalecencia.
También puede ser venenosa la bistorta
(Polygonum bisiorta), planta que crece en los
sitios húmedos y en los montes, mezclada con
la hierba de los pastos; es de sabor muy astriu
gente á causa de contener mucho tanino, y el
abuso de esa planta, cuando está fresca, produce
inflamaciones muy graves en la membrana
mucosa del aparato digestivo, semejantes
á las que causan los vastagos del roble, de
la encina y del fresno. Se emplea contra ellas
un tratamiento idéntico. Entre los venenos
que llaman acres algunos toxicólogos, abundan
también las plantas que vegetan mezcladas
con las que constituyen los mejores pastos,
y poco después de haber sido ingeridas,
producen ardor y sequedad en la. boca; aspe­
reza en la garganta; dolores cólicos de vientre;
evacuaciones abundantes y penosas; fiebre
violenta, acompañada de vértigos, vacilación
en la marcha, lentitud en la respiración y circulación,
y convulsiones que preceden á la
muerte. La brionía, los acónitos y casi todos
los ranúnculos que vegetan en las praderas
bajas y húmedas, y que ya hemos citado, pertenecen
á esa clase de venenos. Los animales,
ganosos de verde, los comen cou avidez,'y se
exponen á sufrir graves accidentes y á veces la
muerte. Algunos autores afirman que es igualmente
venenosa para los animales una planta
que crece en las huertas, en las viñas, y por
lo general en todos los sitios cultivados, la
mercurial (Mercurialis annua), que se desarrolla
vigorosamente en las tierras feraces,
donde en ocasiones se podría segar antes de
que arroje flores para aumentar la cantidad
de f
abonos. Generalmente las desdeñan los
animales que comen forrajes verdes en abundancia
; no así las vacas alimentadas con
pienso seco, las cuales la comen mezclada con
otras hierbas y experimentan en los pezones
de las. mamas una irritación tal que no se
dejan ordeñar y segregan menor cantidad de
leche cada vez. A los seis ó siete días de
comer esa planta todas las mucosas aparentes
de esas reses se ponen rojas; elévase la
temperatura general del cuerpo; se reseca
la piel; el pulso se vuelve duro, lleno y acelerado;
las mamas se quedan enjutas; se advierte
una ligera timpanitis, y gran sensibilidad
en la región lumbar; cesa la rumia;
desaparece el apetito, y los excrementos expulsados
son duros y secos. Para combatir el.
mal es necesario desde luego suprimir el forraje;
administrar 4 dracmas de amoníaco en
una botella de agua fría para que la timpanitis
desaparezca; imponer una dieta severa; administrar
bebidas y lavativas aciduladas, y
aplicar lociones emolientes á los riñoues' y á
las mamas. Al día siguiente -se observará en
el animal una gran postración, y se practicará
una sangría de 3 kilogramos; se le someterá
al régimen refrigerante; se continuará con
las bebidas y lavativas emolientes, y se colocará
un sedal en la papada. A los doce días de
la invasión entran las reses en el período de la
convalecencia, y eso habiendo comido durante
seis días la mercurial, lo que prueba que
con un poco de vigilancia y cuidado se evitan
los estragos de la venenosa planta. El
análisis químico ha descubierto en la mercurial
un principio amargo purgante, un aceite
volátil acre y diversas substancias. El principio
activo, por ser volátil, se evapora rápidamente
después de la desecación, y de ahí que
muchos no consideren como venenosa esa
planta.
. La germinación comunica á veces propiedades
tóxicas á ciertos tubérculos, y así las
patatas entallecidas ó germinadas provocan
en el ganado accidentes graves, debidos ala
solauina, uno de los más poderosos narcóticos
que determina la parálisis de las extremidades

posteriores. Basta una pequeña cantidad de
sulfato de solanina para matar un conejo, y los
residuos de la fabricación del aguardiente de
patatas germinadas originan también la parálisis
de las extremidades en las reses mayores.
No proseguiremos en la tarea de enumerar
plantas y substancias venenosas, porque habríamos
de dar á este artículo las dimensiones
propias de un tratado de toxicología; terminaremos
advirtiendo que en los reconocimientos
los veterinarios deberán hacer cuidadosas
observaciones clínicas; examinar los alimentos
y los pastos; recoger las secreciones y las diferentes
visceras, si el animal muere, y hacer
análisis físico-químicos, si bien esto es incumbencia
especial de los hombres consagrados
especialmente al estudio de la química.
B. Aragó.
ENVERAR.—Empezar las uvas á variar
de color, tomando el de maduras.
ENVERO.—Color que toman las uvas cuando
empiezan á madurar, y la uva ó grano de
ella que tiene este color.
_ ENVINAR (Vinificación).—El Diccionario
de la lengua dice que envinar es echar
vino en el agua. Eu vinificación envinar constituye
la operación que precede á echar vino
en ios toneles, barricas, cubas y cualquier vaso
de madera que exige prepararlo antes de poner
en él el caldo. En algunos sitios llaman á
esta operación avinar; aquí lo indicamos, aunque
creemos ser propio decir envinar, ó sea
preparar la madera para poner el vino después.
No hay gran acuerdo entre los que se han
ocupado de dar reglas de aplicación práctica
para el envinado de las maderas, y especialmente
cuando éstas son nuevas, que los vasos
no han tenido aún líquido para conservarlo.
Al tratar de la palabra Entonelar hemos dicho
lo que es práctica generalmente admitida para
preparar las maderas ya usadas; aquí diremos
sobre las nuevas para ponerlas en disposición
de emplearlas,-asunto al que no se da, generalmente
hablando, la importancia que merece.
Cuídase poco de la clase de madera empleada
y de su composición química, que algunas
las inutiliza para la construcción de toneles,
y de aquí los fracasos, dudas y dificultades.
AI tratar de los vasos vinarios, diremos sobré
las cuestiones siguientes, que entre otras
influyen sobremanera en la bondad de los
toneles: ¿De qué madera deben construirse
los vasos vinarios? ¿Qué espesor deben tener
las duelas?
Aquí trataremos qué cuidados y qué precauciones
deben tomarse para evitar el mal
gusto del vino puesto en maderas nuevas.
Para tratar asunto tan importante, pues de
él depende el resultado, tenemos á nuestra
disposición los trabajos y escritos de tres químicos
muy conocidos por su saber (1); de
(1) El zumo de la uva, por Bouet y Bonfill.—Ex%mtn
analytique des bois de chine employes dans la
tonnellerie. eb de leur action sur les vins, par M. Faure.—Travail
des vins, par E. J. Maumené,
ellos, hemos tomado y practicado consejos,
que nos han dado resultados satisfactorios en
sus aplicaciones.
M. Faure dice: «Existe gran número de
variedades de duelas ó fragmentos de madera
de encina dispuestos de manera que con ellos
se puede fabricar toneles, barricas, cubas, etc.
Todas las variedades y procedencias pueden
reunirse en cuatro grandes series, que se subdividen
en varias suertes.
tiPrimera serie.—Esta comprende las maderas
del Norte llamadas duelas de Dantzig,
de Lubeck, de Riga, de Memel y de Stettin.
Hay en Dantzig dos especies de encina: una
que se expide en vigas, tirantes, tablas y
duelas, que se llama encina de Vochynée; es
madera dura, fina y cerrada, muy estimada
para las construcciones navales. Las duelas
de esta procedencia se pagan á más precio;
son maderas de las mismas dimensiones que
las de Memel, y se asegura que tienen el mismo
origen. La encina del Vístula ó de Galicie
es menos dura; las duelas de esa procedencia
están trabajadas al estilo de las de Stettin,
pero son menos regulares en grueso y ancho.
Gran parte de esas maderas se transportan á
Dantzig flotando por el agua, por lo que tienen
cierto color obscuro.
^Segunda serie.—La serie segunda se forma
con maderas de América, de donde se
transportan confundidas las duelas de New
York, de Filadelfia, de Baltimore, de Boston
y de Nueva Orleans.
~»Tercera serie.—Bajo el nombre de madera
de Bosnia se venden las duelas procedentes
del mar Adriático.
y>Cuc

ENV — 723 — ENV
residuos parecían tener la misma naturaleza, |
y sin embargo, diferían por la cantidad de
sus compuestos. Todos tenían color amarillo
cera más ó menos obscuro; la composición de
la materia es de dos clases: una soluble en el
éter é insoluble en el alcohol frío; la otra soluble
en frío en los dos.
La materia insoluble en el alcohol frío es
de color blanco, sin sabor ni olor apreciables;
se funde al fuego; mancha el papel como los
cuerpos grasos, y tiene todos los caracteres de
la materia grasa contenida en la corteza de la
encina, y que se designa con el nombre de cerina.
La. otra materia extraída por el éter, que
es soluble en frío, en el alcohol y en el éter,
tiene un color ámbar; el calor la humedece
sin fundirla; puesta sobre el carbón encendido,
arde esparciendo humo y un olor balsámico
particular, y un sabor que recuerda el de las
duelas. El ácido azótico la disuelve y colora
de rojo violeta; los álcalis la disuelven también
y coloran de amarillo obscuro; la saturación
del álcali por un ácido la precipita bajo
la forma de polvos blancos, que cuando se
secau vuelven á tomar su color ámbar primitivo.
Considérase esta substancia una resina
particular llamada quercina. La solubilidad de
estas substancias en los licores espirituosos
hace comprender su acción sobre el sabor que
los vinos y los alcoholes adquieren en los toneles.
La quercina extraída por el éter va siempre
acompañada de una pequeña cantidad de .
materia colorante, de ácido gálico y de tanino,
del que se tratará después; aquí se trata de la
cerilla y la quercina, principios extraídos de
las duelas por el éter, y cuyas proporciones
se marcarán después.
Segundo vehículo. — Cien gramos de cada
clase de los polvos procedentes de las duelas,
tratados separadamente por el alcohol hasta
que éste no tenía acción sobre ellos, y luego
el licor con la disolución destilado hasta las
cuatro quintas partes y el residuo puesto en
cápsulas, según el modo antes dicho, evaporándolo
hasta la consistencia de extracto seco,
pesado y anotado. Cada residuo alcohólico se
pesó y se deslió en cantidades iguales de agua
destilada; una gran parte se disolvió; filtradas,
las soluciones presentaron el mismo color bajo
diferentes matices; las partes insolubles que
quedaron en los filtros se separaron y conservaron
separadamente para después examinarlas;
se pesaron y se designaron A.
Las soluciones filtradas se descompusieron
con una solución de gelatina en cantidad suficiente
para precipitar todo el tanino; los
precipitados, puestos en los filtros, después
de lavados y secos, se pesaron con exactitud y
se tomó nota del peso.
Los.líquidos de que el tanino se había separado,
en que la solución de gelatina no producía
efecto, precipitaron aún en negro de
hierro, que se atribuyó á la presencia del
ácido gálico, y adicionado en cada uno de los
líquidos un gramo de magnesia calcinada, después
de veinticuatro horas de contacto y agi­
tación frecuente, se filtró nuevamente para
separar la magnesia; el líquido quedó sin acción
sobre las sales de hierro; los precipitados
magnesiauos se lavaron, secaron y pesaron;
la diferencia que presentaron se anotó con
exactitud.
Los licores separados de los precipitados
magnesianos tenían un color cetrino que parecía
al amarillo observado en las soluciones
de los éteres, echando en cada uno sub-acetato
de plomo hasta que la materia colorante
fué precipitada por completo; se filtraron; los
precipitados se lavaron y descompusieron con
algunas gotas de ácido sulfúrico de poca fuerza;
añadiendo en seguida alcohol hirviendo,
éste se coloreó de amarillo, y su evaporación
dejó un residuo de una materia colorante citrinada
(color de limón), que es sin duda la
misma que suministra el quercus tincloria, y
que conservó el nombre de quercitrina; después
de seca se pesó.
Puestos en alcohol puro los precipitados A
quedados en los filtros de las primeras soluciones
acuosas, se disolvieron en gran parte,
comunicándole un color ámbar y un sabor
que recordaba las duelas; evaporado el alcohol,
dejó por residuo una materia resinosa de
olor balsámico, soluble en el éter, teniendo
todos los caracteres de la quercina; su peso
fué anotado.
En resumen, los diversos productos obtenidos
por el alcohol sobre los polvos de las
duelas son de cuatro especies: el tanino, el
ácido gálico, la quercitrina y la quercina,
cuyas cantidades diremos después.
Tercer vehículo.—El agua tiene una acción
disolvente superior al alcohol y al éter sobre
las duelas. Según las operaciones precedentes,
100 gramos de polvos de cada especie de duelas
han sido tratados aisladamente por el agua
destilada hasta su completo lavado. La evaporación
lenta de cada solución ha dejado un
residuo extractiforme de color obscuro, de
sabor áspero estíptico, de olor poco pronunciado,
pero en el que se advertía el de las
duelas. Ese residuo, formado de todas las materias
solubles contenidas en las duelas, se
ha pesado con exactitud y anotado. Recogidos
con cuidado, presentaron diferencias considerables
desde 8,50 hasta 22,75.
El agua caliente actúa con más energía sobre
las duelas; las muestras sometidas al agua
hirviendo hasta que cesó su acción llegaron
á perder de 11,75 hasta 29,50 de su peso, según
la clase, advirtiendo que la operación se
hizo con duelas que no habían sido conducidas
por el agua.
Tratados los residuos extractiformes por el
éter y por el alcohol sucesivamente en frío y
en caliente, después por agua destilada fría y
también caliente, dio una materia amarga,
abundante en unas maderas y menos en otras;
también mucílago , albúmina, y finalmente,
separar por completo la parte leñosa.
Para terminar el análisis de las duelas, se
recogieron las sales minerales que cada mués-

ENV •24 — EN Y
tra contenía, calcinando al efecto 100 gramos
de cada una en cápsulas de platino; las cenizas
obtenidas fueron una centésima parte, poco
más ó menos, advirtiéndose que la madera
que no se le había privado de las partes solubles
ofrecía una cantidad de cenizas casi igual
á la que se le habían quitado todas las materias
solubles. El color délas cenizas era gris,
ligeras, sin ceder al agua ni al alcohol ningún
principio soluble, y se disolvían casi por
completo en el ácido hidroclórico débil, haciendo
una ligera efervescencia. En ellas existe
el sulfato de cal, alúmina y óxido de hierro;
la parte insoluble es la sílice.
Del conjunto de la operación aparece que
las duelas contienen: 1.°, cerina; 2.°, quercina;
3.°, quercitrina (materia colorante amarilla);
4.°, tauino; 5.°, ácido gálico; 6.°, materia
extractiva amarga; 7.°, mucílago; 8.°, albúmina;
9.°, leño; 10, carbonato de cal; ll, sulfato
de cal; 12, alúmina; 13, óxido de hierro; y
14, sílice.
Entre los principios que constituyen la madera
de las duelas, los hay de una innocuidad
completa, sea porque existen en pequeña cantidad
, ó porque son insolubles en los líquidos
espirituosos; por esta razón sólo nos hemos
ocupado de los que por su cantidad, solubilidad,
color, olor, gusto, etc., pueden ejercer
alguna influencia sobre los líquidos que se
ponen en los toneles, cubas, etc. Por esto la
cerina, albúmina, leñó- y las sales minerales
se han dejado aparte, y reservado para el examen
minucioso la quercina, el tanino, la materia
extractiva, la materia mucilaginosa, la materia
colorante y el ácido gálico.
Quercina.— Ya se ha dicho que esta substancia
es de apariencia resinosa, muy soluble
en el alcohol, bastante en el éter y mucho en
el agua pura, si no está asociada al mucílago
ó materia extractiva, que es lo ordinario en la
madera de las duelas.
De la quercina procede el olor particular
de la madera de encina y roble, y á su abundancia
deben algunas maderas del Norte el
olor balsámico que comunican á los líquidos
que en ellas se conservan. Las duelas que contienen
más quercina son las que tienen menos
materia mucosa; en todas las maderas de
encina se halla esa resina, pero en algunas en
tan pequeña cantidad, que los líquidos encerrados
eu ellas no adquieren la suavidad que
se encuentra en los conservados en las duelas
del Norte.
Tanino.—Es una substancia bien conocida
por su sabor áspero , astringente, acerbo, que
se encuentra en los vegetales y en la encina;
es uno de los principios conservadores. El
tanino tiene la propiedad de coagular varios
principios inmediatos de otros vegetales, y formar
con ellos combinaciones insolubles que
modifican su naturaleza, disminuyendo ó debilitando
sus caracteres distintivos. Así la albúmina,
la materia colorante, la materia extractiva,
se precipitan en los líquidos eu que
están disueltas unidas al tanino, y con él for­
man combinaciones que se precipitan , perdiendo
su solubilidad. De aquí se deduce y
comprende el cambio que se advierte en los
líquidos desprovistos de tanino y cargados de
materia colorante, de albúmina y de mucílago,
cuando se colocan eu una vasija nueva de
madera de encina. Eu seguida el tauino contenido
en la madera se disuelve, se combina
con los principios indicados y los arrastra con
él en forma de depósito. El caldo resulta por
esto descolorido y despojado; si el tanino predomina,
adquiere un gusto áspero y acerbo
que lo caracteriza.
Materia extractiva.—Se llama materia extractiva
una substaucia soluble que se colora
al aire ó por la concentración, aunque tenga
lugar en el vacío. Tiene un color obscuro,y
sabor amargo más ó menos pronunciado; se obtiene
por la evaporación completa de la savia,
ó de la infusión de los vegetales. La dificultad
de obtenerla pura ha hecho dudar de su existencia.
Algunos químicos han pensado que es
un compuesto de diversos principios solubles
de los vegetales. Siempre que se evapore la
infusión de uno ó varios vegetales, se obteudrá
un producto que contendrá, independiente
de los principios particulares de los vegetales
sometidos á la operación, una materia obscura,
amarga, que se disuelve en el agua y el alcohol
de poca fuerza, que se seca completamente
al calor, y que resulta quebradiza y luciente;
esta es la materia extractiva, de que diremos
más adelante. Los álcalis la disuelven y aumentan
la intensidad de su color; los ácidos minerales
la decoloran en parte y disminuyen su
solubilidad.
Materia mucosa.. — Se denomina materia
mucosa, gomosa ó mucílago, el producto inmediato
de los vegetales, que se disuelve eu
el agua con más facilidad cuando está caliente
que fría; se la da consistencia, viscosidad,
que la hace dar espuma cuando se agita. No
tiene sabor, ni olor ni color, pero se acedifica
con prontitud si se abandona su solución al
aire libre á una temperatura elevada. El mucílago
es insoluble en el alcohol y el éter;
acompaña de ordinario á la materia extractiva,
con la que tiene gran afinidad,,y á su
presencia es debida su extrema solubilidad en
el agua.
Materia colorante amarilla.— Independiente
de la materia extractiva colorada, común
á todos los vegetales, la madera de encina contiene
otro principio colorante amarillo limón,
que le es peculiar, y que se ha designado bajo
el nombre de quercitrina. Es poco abundante
en la madera de que se hacen las duelas; es
soluble en el éter y el alcohol; no tiene olor
ni sabor, pues su gusto, un poco amargo, es
poco apreciable; el color azafranado que comunica
á los líquidos alcohólicos nos hace
mencionar esta materia, sin lo que la hubiéramos
colocado con los productos inertes de
la encina.
Acido gálico.—W ácido gálico es particular
á los vegetales astringentes y también á la

ENV •25 — ENV
encina; acompaña al tanino, con el que tiene
gran afinidad.
El ácido gálico es más soluble en el alcohol
y en el éter que el tanino; su solución acuosa
no precipita la solución de gelatina. Tiene
más afinidad por el óxido de hierro, que retira
en todas sus combinaciones, y forma un precipitado
azul negruzco; la coloración de ese
precipitado es más ó menos intensa, según el
grado de oxidación del hierro. La madera de
encina contiene poco ácido gálico, pero su
acción sobre las sales de hierro es tan sensible
que basta una pequeña cantidad para
producir un cambio notable en el color de los
líquidos ferruginosos con que se encuentra en
contacto. Tales son los caracteres particulares
y distintivos de cada uno de los principios solubles
contenidos en la madera de que están
las duelas fabricadas; ahora entraremos á examinar
la acción que ejercen sobre los vinos y
los licores, alcohólicos.
Vinos blancos.—Los vinos blancos, en los
que se había macerado la madera de Dantzig
y de Stettin, no cambia sensiblemente de color;
el tanino no le dio más que una ligera aspereza,
en parte aromatizada por el sabor
balsámico de la quercina. Este sabor agradable
se armoniza perfectamente con la savia
del vino, de donde parecía emanar, de tal suerte
que los vinos blancos siu savia y sin aroma
adquieren por su contacto con las maderas
de Dantzig y de Stettin un aroma que no
deja de ser agradable.
Los mismos vinos blancos que se pusieron
en maceración en las maderas de Lubeck, de
Higa y de Memel adquirieron una coloración
muy marcada y un sabor áspero que impedía
distinguir el gusto balsámico de la quercina
que esas maderas habían suministrado en cantidad
apreciable.
Las maderas de América tienen poca acción
sobre los vinos blancos; ni los coloran,
ni comunican olor ni sabor, sino una ligera
amargura, apreciable en los experimentos hechos,
pero que no debe ser igual en maderas
bajo la forma ordinaria. Esto consiste en
que la madera de encina americana tiene poco
tanino, poca quercina, domina la materia extracto-mucosa,
y como ésta es poco soluble
en los vinos licorosos, esta clase de madera
conviene para los vinos blancos en particular.
Las duelas de Bosnia son las que más se
marcan sobre los vinos blancos delicados; la
gran cantidad de tanino que contienen da al
alcohol una aspereza y un sabor desagradable;
además de la materia extractiva que cede
en abundancia, lo colora más ó menos, resultando
que algunos vinos, después de estar algún
tiempo en esa madera, toman al contacto
del aire una tinta negra, debida al ácido gálico
retirado de las maderas, que reacciona sobre
los vinos blancos ricos en substancias ferruginosas.
Según esto, debe evitarse alojar vinos
blancos delicados en vasos de madera de Bosnia,
reservando ésta para los vinos comunes,
sobre todo los tintos.
Las maderas del país no presentan los mismos
inconvenientes que las de Bosnia; ésta
ofrece más tanino y materia extractiva que
aquélla. En resumen: el orden en que deben
clasificarse las duelas con relación á los vinos
blancos, es: 1.° Las americanas, que son sin
acción aparente.— 2.° Dantzig y Stettin, que
les dan un sabor agradable.—3." Lubeck, Riga
y Memel. que modifican el color y le dan una
ligera aspereza.—4.° Angulema, Dordoña y
Bayona, que alteran el color y el gusto.
Vinos tintos.—Los vinos tintos adquieren
también modificaciones más ó menos marcadas
por su contacto con la madera de encina; pero
tienen elementos que los vasos pueden eliminar
ó aumentar, sin que la calidad de los vinos
se altere tan sensiblemente como en los
blancos.
Según se ha indicado en el análisis de los
vinos de la Gironda, el tanino és uno de los
elementos constitutivos cuya cantidad proporcional
importa mucho para la depuración y
conservación de los vinos tintos; siendo esto lo
cotidiano, suelen llegar años que están hasta
desprovistos de una cantidad suficiente de tanino;
en este caso se comprende la ventaja que
habrá de colocar el caldo en vasos cuyas maderas
cedan al líquido el tanino que le falte,
para fermentar y despojarse del mucílago y
de la superabundancia de color; los vasos á
propósito en ese caso son los de madera de
Bosnia ó duelas del país.
Sin embargo, los vinos delicados que hay
que conservarles sus cualidades hay que colocarlos
en barricas de madera del Norte, particularmente
en las de Dantzig y de Stettin.
Lo dicho sobre los vinos blancos y tintos se
aplica á los alcoholes, aguardientes, etc., teniendo
en cuenta que la quercina, tanino y la
materia colorante son los agentes que pueden
actuar en ellos; que los disuelve el espíritu al
ponerlo en contacto con las duelas. Las de
América son las que dan menos, según ya digimos.
Las que comunican la savia más agradable
son las de Dantzig, de Stettin, Riga y
Angulema, según están puestos de mejor á
peor.
Las que dan más son las duelas de Bosnia,
de Memel y de Lubeck.
Las maderas del Norte y de Angulema, que
son las que tienen menos materia extractiva
amarga, y la mayor cantidad de quercina y
de quercitrina, deben preferirse para guardar
los aguardientes hasta que adquieran el gusto
á rancio que tanto valor les da.
No siendo posible procurarse toneles apropiados
á la naturaleza de los vinos que se desean
guardar, ni conocer en los vasos la procedencia
de las maderas, sabiendo, como ya
sabemos, las diferencias que entre ellas existen,
de aquí el que se hayan puesto en práctica
las manipulaciones de preparación de los
vasos nuevos antes de ponerles el caldo espirituoso
que es costumbre conservar én ellos.
Por esas manipulaciones, de que nos vamos á
ocupar con conocimiento de causa, se ponen

ENV — 726 — ENV
los caldos finos al abrigo de hacerlos estar en
un largo contacto con el tanino, materia extractiva,
etc., contenidos en la madera.
Se recordará que los álcalis actúan sobre la
materia extractiva, la dan un color más obscuro
y facilitan la solución, mientras que los
ácidos minerales debilitan el color y la solubilidad
de ese principio; es, pues, evidente que
en lugar de lavar, como es costumbre, las
barricas nuevas con aguas alcalinas, tal como
lejías de cenizas, lechadas de cal, soluciones
de potasa, todos vehículos que producen un
efecto opuesto al que se desea, es necesario
lavar con agua acidulada; para esto hay que
echar en las barricas nuevas 20 litros de agua
de fuente, añadiéndole 500 gramos de ácido
sulfúrico. Esa mezcla se deja veinticuatro horas
en el tonel, agitándola de manera que de
cuando en cuando se humedezcan las superficies
internas por completo; después la mezcla
se puede echar en otra barrica que exija igual
operación; en seguida se enjuaga la que se
quede vacía cou agua fresca para quitarla el
ácido; vaciada ésta, se enjuaga con agua hirviendo
y se vacía, dejándola enjugarse veinticuatro
horas.
Hay que tener presente que las maderas
nuevas se preparan para echarles el vino, ó se
envinan, con las aguas aciduladas, y las maderas
usadas, con las aguas alcalinas; es como
mejor se ponen en estado de prestar nuevos
servicios.
Las maderas nuevas está reconocida la necesidad
de tenerlas en agua ó llenar los toneles
antes de usarlos, con el fin de que se di­
1 Series
1. a
LUGAR
de procedencia
de las duelas
suelvan las substancias solubles; por esto es
bueno emplear maderas que hayau sido conducidas
por agua, ó que hayan estado en ella
cuarenta días, con lo que la materia extractiva
y mucosa se ha aminorado, que son las
que más perjudican á los vinos de poca fuerza,
lacios y cargados de mucílago, los cuales
se agrian en seguida.
De lo expuesto resultan las siguientes conclusiones:
1. a
Que las maderas de las duelas emplea­
das en la tonelería contienen todas iguales
principios, pero que varían las proporciones
según del sitio de que proceden.
2. ,a
Que los principios solubles de la ma­
dera de las duelas pueden influir de una manera
notable sobre la calidad de los líquidos
espirituosos que en ellos se conservan, y especialmente
sobre el vino.
3. a
Que esta acción es más apreciable sobre
los vinos blancos que sobre los tintos, y
más sobre los delicados que sobre los bastos.
4. a
Que las maderas de América y las del-
Norte contienen menos principios solubles
que las de otras procedencias.
'5. a
Que las duelas de América, de Dant-
zig y de Stettin son las que ejercen menos
acción sobre los espíritus en general, y que
los vinos encuentran en las dos últimas elementos
de couservación y de bonificación.
6. a
Que los álcalis exaltan el color y la
solubilidad de la materia extractiva de las
duelas; que los ácidos minerales, al contrario,
debilitan el color y la solubilidad de esos
principios.
Composición química de la madera empicada en la tonelería (1)
MATERIAS SOLUBLES EN EL
ÉTER ALCOHOL AGUA
Cerina Quercina
Tanino Quercitrina
Acido
gálico
Extractivo
jVíucílago
Alúmina
0,150 0,950 2,500 0,680 0,170 8,900 1,250 0,250
Stettin 0,105 0,920 3,100 0,670 0,210 9,100 1,300 ' 0,250
< Lubeck 0,210 0,900 3,803 0,640 0,230 8,200 1,400 0,210
0,185 0,910 4,400 0,650 0,315 10,450 1,200 0,215
0,155 0,870 3,950 0,690 0,270 11,100 1,250 0,100
2." 0,115 0,630 1,700 0,350 0,110 6,250 3,800 0,290
3." 0,170 0,825 9,900 0,720 0,360 15,150 2,100 0,420
( 0,145 0,805 6,750 0,690 0,220 11,500 1,900 0,310
4. a
! Dordona 0,140 0,780 6,900 0,580 0,270 11,750 1,950 0,270
Bayona 0,145 0,690 8,850 0,695 0,290 14,250 2,265 0,390
Creemos lo expuesto suficiente al fin de lo 1
que comprende este artículo, aplazando para
el de Vasos vinarios más detalles, pues hasta
la época en que la madera está cortada influye
mucho en sus aplicaciones vinarias, llegando
el caso de que uuas evaporen 5 por 100 al año,
mientras* otras lo hagan de 27, ó sea un 22 de
perjuicio en la cantidad, sin los de la calidad.
J. de Hidalgo Tablada.
MATERIAS INSOLUBLES
Leño
85,150
84,235
84,510
81,675
81,615
86,705
70,355
77,680
77,360
72,445
Peso
de las
materias
14,850
15,765
15,190
18,325
18,385
13,295
29,645
22,320
22,640
27,555
Cenizas
de roo
gramos
0,410
0,405
0,400
0,510
0,515
0,500
0,610
0,520
0,535
0,580
Natu
ra] e ?.a
de 1
cenizas
5 o
3 I
ENVOLTURA—Tegumento que cubre ó
rodea un objeto para protegerle. La naturale-
(1) Todas las operaciones se lian hecho con separación
sobre 100 gramos de cada duela reducida &
polvo.
(2) Las cenizas de la madera de las duelas todas
están compuestas de los mismos principios, cuyas
proporciones difieren poco.

EN Y '27 — ENY
za provee ingeniosamente de envolturas cuanto
necesita protección para conservarse ó perpetuarse.
Los granos se hallan rodeados de
una envoltura resistente que protege el germen
del vegetal que aquéllos han de producir.
Las yemas de los árboles están defendidas
contra la acción de los agentes atmosféricos
por envolturas escamosas, barnizadas en ocasiones
por substancias ó líquidos viscosos que
las preservan del frío y de la humedad. En
las yemas del álamo, del castaño y otros árboles
abundan esas materias. El feto está rodeado
también dé envolturas que le retienen
en el útero de la madre por una parte, y que
además le ponen en comunicación con el organismo
de aquélla para que se alimente y
desarrolle hasta el momento del nacimiento.
Esas envolturas son arrojadas del útero al
mismo tiempo que el joven animal, y son de^
signadas por los anatómicos con los nombres
de placenta, de cortón, de alantoides y de
amnios (véanse estas palabras). También tienen
los huevos sus envolturas, la más externa
de las cuales es, en los de las aves, calcárea.
Los vegetales están envueltos por la corteza;
los animales por la piel, y á veces por las
escamas, etc. Los órganos de la visión, tan
delicados y tan preciosos, tienen envolturas
especiales, de naturaleza y disposición diferentes.
(V. Ojo, Pupila y Esclerótica.)
ENYESADO.—Usase esta palabra en vez
de enyesadura, que es la que más propiamente
expresa la acción ó efecto de enyesar. Enyesar
el vino es lo mismo que emplear yeso
en su fabricación, sea que se eche esta materia
sobre las uvas al pisarlas, ó sobre el mosto
antes de fermentar ó después de la primera
fermentación. Es operación muy usada en
España y en Italia, siendo práctica muy antigua.
Según Plinio, los viticultores africanos de
su tiempo sabían corregir la aspereza de sus
vinos ordinarios por medio del yeso y de la cal
(Gypso necnon calce). Practicábase también
esta operación en las islas de Zacyntho, Leúcade
y Creta.
Herrera, en su Tratado de Agricultura general
(1777), dice sobre esta práctica: «En
algunas partes, al pisar, echan yeso molido en
el vino, y lo tal sale mas blanquecino de
color, y no se aceda tan pronto; mas el tal
vino tiene muchas tachas, aviva y enciende
la salud, quema el hígado y daña el huelgo,
quema el estómago, y cria piedra y arena en
los ríñones y vejiga, y es matador de todo
aquel que lo usa beber.»
Más de un siglo hace que se escribieron
estas palabras, y todavía existe la mala costumbre
de enyesar el vino, y á pesar de los
portentosos adelantos de la ciencia, todavía se
discute acerca de la utilidad del yeso en la
fabricación del vino y de su influencia sobre
la economía animal, y cuando un Gobierno
ha querido, no impedir, pero sí limitar el uso
del yeso en esta fabricación, ha encontrado
tantas dificultades y tal oposición que ha sido
preciso revocar ó aplazar la resolución.
De las citas anteriores se desprende bien
claramente que el objeto que se proponían los
antiguos era neutralizar la acidez del vino,
confundiendo quizás la acidez natural dei
zumo de la uva con la debida á un principio
de fermentación acética que presentarían sus
vinos ordinarios fabricados en las malísimas
condiciones que nos cita Herrera. Sin pretender
explicar, como nuestros químicos, la acción
del sulfato calcico sobre el bitartrato potásico,
cuya composición les era desconocida,
buscaban tan sólo un agente de neutralización
que con algunas calidades de yeso puro es
seguro que no podrían lograr, por cuyo motivo
añadían cal. Después de todo, esta práctica
no era considerada como un buen procedimiento,
á juzgar por el modo como lo califica
Herrera.
He aquí cómo explica el Sr. Bonet la acción
del yeso, así sobre el mosto como sobre el
vino (De la fermentación alcohólica del zumo
de la uva. Memoria premiada por la Real Academia
de Ciencias. Madrid, 1858):
«En cuanto al yeso, cuya mezcla hemos
visto tenía lugar, ora con el vino, ora con él
mosto, y también con las uvas mismas, su
modo de obrar es algo más complicado. Desde
luego, siendo cocido, empieza hidratándose
y robándole al vino una cierta cantidad de
agua. A su vez, si esta hidratación se efectúa
en todos los puntos del vino, como al momento
el yeso hidratado se reúne en el fondo
del mismo por su insolubilidad en un líquido
rico en alcohol, al precipitarse arrastra mecánicamente
los cuerpos interpuestos, produciendo
entonces la clarificación del líquido.
»Es indudable, de otra parte, que el yeso
reacciona sobre el bitartrato de potasa del
mosto, lo mismo que sobre el del vino, resultando
de un lado tartrato de cal insoluble,
y de otro sulfato de potasa soluble. Sucediendo
esto en el mosto, como el fermento se disuelve
mejor en un líquido acidulado con el
ácido tártrico ó que contenga bitartrato de
potasa, que en otro que carezca de estos agentes,
y también de otros ácidos orgánicos, como
el acético, es indudable que entonces la adición
del yeso debilitará ó moderará la marcha
de la fermentación, por no ser tan abundante
la cantidad de fermento activo ó soluble.
Y si entonces tarda más en formarse el
vino , y si el que se fabrica es tinto, permaneciendo
por más tiempo en contacto con el
hollejo de la uva, saldrá de color más subido
que cuando este contacto no es tan prolongado.
Mas si el yeso se añade al vino ya hecho,
produciendo ya todos los efectos que al principio
se han indicado y reaccionando también
sobre su bitartrato de potasa, cual se acaba
de ver, precipita á su vez una parte de su materia
colorante. Por esto se observa que el
vino que ha sido tratado con él, es más claro
y menos colorado que el que no se trató con
el yeso mencionado.»
Conviene saber que el yeso se usa de tres

EXY — 728 — EN Y
maneras distintas en la fabricación del vino:
1." Espolvoreando con él las uvas al tiempo
de pisarlas.—2.° Sobre el mosto antes de la
fermentación.—3." Sobre el mosto ya fermentado
ó transformado en vino.
Pobre recurso es el empleo del yeso como
deshidratante si el objeto es tener mostos más
ricos en azúcar ó vinos más alcohólicos, puesto
que hay para el caso otros medios mucho
más lógicos. Echando el yeso sobre las uvas en
el momento de pisarlas, se disminuye la cantidad
de mosto, puesto que queda una parte de
éste retenido por la masa yesosa; y si se usa
sobre el mosto ó sobre el vino ya hecho, tampoco
se logra este objeto, pues que no es tanta
la cantidad de yeso que se echa que valga
la pena de tener en cuenta la cantidad de
agua que absorbe; y si tanta fuese, no sólo habría
deshidratación, sino que mermaría el producto
por causa de la cantidad retenida por
el yeso, que si bien éste al hidratarse roba
agua al líquido para combinarse con ella, no
deja por esto de retener interpuesta una parte
de mosto ó de vino, formando una masa
pastosa con él.
En el Congreso de Viticultores que tuvo
lugar en Madrid en Junio de 1886, citando
como modelo la fabricación de vinos en Jerez,
Sanlúcar y Puerto de Santa María, se
dijo que allí no se enyesan los vinos, sino que
se enyesan las uvas, poniéndoles antes de
empezar á pisar, de 5 á 6 kilogramos de yeso
puro por carretada de uvas de 60 arrobas,
poco más ó menos, citando inmediatamente el
siguiente pasaje de nuestro ilustre agrónomo
D. Esteban Boutelou, en el cual pondera la
necesidad de que los vinos tengan cierta cantidad
de tártaro: «La fortaleza de los vinos,
dice, se debe al tártaro, y su espirituosidad al
azúcar. Se ahilan con frecuencia los vinos si
proceden de uvas muy azucaradas, pero faltas
del tártaro necesario.» Del discurso á que
aludimos parece desprenderse que poniendo
el yeso sobre la uva no hay descomposición
del bitartrato contenido en el zumo de la
misma, siendo así que la reacción entre el
yeso y los principios constituyentes del mosto
es siempre la misma.
La destrucción del bitartrato del mosto
por medio del yeso con la mira de obtener el
vino de un color más subido, no tendría razón
de ser en los vinos de color pálido. En
los vinos de color, sobre haber otros medios
naturales para obtener el mayor grado de coloración
posible que puede dar de sí cada
clase de uva, es muy dudoso que se produzca
el efecto que suponen muchos autores.
Este efecto, ni está umversalmente sancionado
por la práctica, ni tiene á mi entender
explicación científica completamente satisfactoria.
En 1867 el Instituto agrícola catalán de
San Isidro emprendió un estudio délos vinos
catalanes, empezando por circular un.extenso
interrogatorio á todas las subdelegaciones que
esta corporación tiene en las cuatro provincias
de Cataluña, así como á todos sus socios, tanto
residentes como corresponsales, y á los
principales centros agrícolas, abarcando las
Baleares, parte de la costa del Mediterráneo y
algunos puntos de Andalucía. Formaban parte
de este interrogatorio las preguntas siguientes:
«Si se mezcla yeso; si se pone en su estado
natural, solamente molido, ó si se cuece primero
en el horno, como el yeso que usan los
albañiles.
»Qué cantidad de yeso se usa, y si se echa
sobre la misma uva al tiempo de pisarla, ó
cuándo se echa. Qué ventajas se encuentran
eu el uso del yeso.»
Obtuvo el Instituto un gran número de
contestaciones, y á pesar de que Cataluña es
una de las comarcas en donde es fama que
más uso se hace.del yeso, en todas las contestaciones
se veía una gran falta de convicción
al indicar las ventajas de esta práctica, que se
conserva en muchos puntos rutinariamente, y
que en otros tiende á abandonarse, siendo fácil
que se consiguiere su completo abandono,
por poco que los propietarios pusieran de su
parte, y si las personas científicas no contribuyesen
á conservarla buscando explicaciones
á una operación cuyo objeto en su origen probablemente
no era otro que neutralizar los
ácidos de los vinos mal elaborados, por medio
de la cal, de la creta ó de los carbonatos que
accidentalmente acompañan á los yesos.
De dichas contestaciones se deduce que en
algunos puntos se valen de la piedra de yeso
más ó menos pura y molida, sin previa calcinación.
Otros dan cierta importancia á la calcinación
del mineral. Los más, sin preocuparse
poco ni mucho de la pureza del yeso ni de
su estado de hidratación, lo usan tal como lo
emplean los albañiles para las construcciones.
Algunos lo usan tan sólo cuando la uva está
verde, absteniéndose de echarlo en las uvas
sazonadas. La inmensa mayoría emplea el
yeso echándolo sobre la uva al pisarla; pocos
lo echan sobre el mosto en el lagar ó en las
botas donde fermenta, y poquísimos, son casi
nadie, que lo eche sobre el vino elaborado. En
cuanto á las ventajas del yeso, no son unánimemente
reconocidas, y aunque los más suponen
que el vino enyesado es más fuerte,
más subido de color ó más negro, que se le
quita de este modo la parte de dulce, ó qué se
hace más enjuto y más astringente, otros, en
lugar de estas ventajas, encuentran que es
inútil, que lo hace áspero, de mal sabor, y
hasta hay quien lo califica de repugnante y
perjudicial, teniendo una influencia maléfica
sobre el aparato digestivo y sobre los ríñones
, como las aguas selenitosas.
Respecto de las reacciones á que da lugar la
presencia del yeso, hay también diversidad de
opiniones. Los que han leído alguna obra de
enología admiten la teoría expuesta por la
mayoría de los hombres científicos, diciendo
que el sulfato calcico reacciona sobre el bitartrato
potásico, dando lugar á la precipita-

ENY — 729 — ENY
eión de tartrato calcico, quedando disuelto en
el vino el sulfato potásico procedente de la
doble reacción. Otros no ven más que una
neutralización del exceso de ácido del mosto,
recomendando su uso únicamente en el caso
en que la uva no esté madura, para quitarle
el sabor á verde. Hay quien, sin darse cuenta
del por qué, asegura que facilita la segunda
fermentación.
La índole de esta publicación no es la más
á propósito para discutir las reacciones químicas
que pueden tener lugar al añadir el
yeso ó sulfato calcico al mosto ó al vino; sin
embargo, es indudable que muchos estampan
afirmaciones á priori, con poco conocimiento
de causa. Consúltese cualquiera obra de análisis
química, y en todas ellas se encontrarán
corroboradas estas palabras, que copiamos del
Tratado de Análisis química de Pressenius:
«La disolución de sulfato calcico en exceso
no precipita ala del ácido tártrico; en un tartrato
alcalino neutro sólo forma un débil precipitado
al cabo de un tiempo bastante largo.»
Este precipitado, aun cuando llegue á formarse,
es bastante soluble en el bitartrato
potásico, así como también en el ácido acético.
Hemos ensayado y comprobado estas reacciones,
conocidas de todos los químicos, con
disoluciones de yeso puro y de bitartrato potásico
puro en líquidos alcohólicos de la misma
fuerza que nuestros vinos ordinarios. Estos
líquidos disuelven cantidades de yeso y
de crémor suficientes para comprobar dichas
reacciones; pero mezclados no dan de pronto
precipitado alguno, y sólo lo dan cuando se
neutraliza la acidez del bitartrato con el amoníaco
ó el agua de cal.
Sin que neguemos en absoluto que después
de mucho tiempo haya formación de un precipitado
cuya composición no se ha estudiado
bastante, aconsejaremos siempre que se desista
de-la práctica de enyesar el vino, y no alegaremos
contra esta rutina la razón que dan
muchos higienistas de que el sulfato potásico
tiene sobre el organismo tal ó cual influencia,
puesto que á estas razones no les debemos
dar una importancia absoluta: en primer
lugar, porque hemos comprobado que
la reacción del sulfato calcico sobre el bitartrato
potásico no es tan sencilla ni fácil de
explicar como se pretende,. mucho menos en
el vino, donde hay muchas causas-que tienden
á complicarla; en segundo lugar, porque hay
que contar siempre con las impurezas del
yeso, y finalmente, porque en último resultado,
entre la acción del bitartrato potásico
y la del sulfato sobre la economía no se puede
deducir ventaja á favor de ninguno de los
dos sino después de ensayos de mucha duración,
hechos con individuos que se sujetaran,
unos al régimen riguroso del vino enyesado,
y otros que no usaran más que vino de igual
procedeucia sin enyesar; ensayos muy difíciles
de hacer y que no tenemos noticia que se
hayan hecho en sitio alguno.
Die—IV.
Por estas razones consideramos que las disposiciones
que han intentado adoptar algunos
Gobiernos limitando el enyesado á una cantidad
de ácido sulfúrico equivalente á 2 gramos
de potasa, obedece tan sólo,áconsideraciones
poco ó nada precisas, pudiéndose calificar de
una miedosa puerilidad todo lo que no sea
aconsejar y hasta prohibir en absoluto el enyesado
de los vinos, alegando, entre otras razones,
las siguientes:
1. a
Porque nuestro empeño ha de ser siem­
pre presentar al comercio los tipos naturales
de nuestros vinos, lo cual sólo se obtendrá
dejando que los principios naturales constituyentes
de nuestros mostos reaccionen unos sobre
otros, sin intervención de materia extraña
que perturbe las reacciones cuyo resultado
ha de imprimir los caracteres típicos á nuestros
vinos.
2. a
Porque nada gana en bondad el sabor
de un vino enyesado, adquiriendo, por el contrario,
un sabor ingrato, debido á las sales potásicas
que pueden formarse cuando se enyesa
fuertemente, y á las impurezas del yeso, que
neutralizando los ácidos naturales del mosto,
que dan un sabor acídulo agradable á nuestros
vinos y desarrollan en ellos éteres de olor aromático
agradable, apagan el color brillante
rojo del vino, poniéndolo más obscuro, introduciendo
en él una porción de sales calcicas.
3. a
Porque no es posible admitir la inno­
cuidad de los vinos enyesados desde el momento
en que se admite, y está probado, que
las aguas que encierran cierta cantidad de
yeso y otras sales calcicas producen ciertos
desórdenes en nuestra economía.
En Septiembre de 1884 la municipalidad de
Buenos Aires aprobó las ordenanzas sobre
venta de vinos adulterados, entre cuyos artículos
se leía el siguiente:
«Desde el 1.° de Enero de 1886 no podrán
ser vendidos vinos enyesados, y desde el 1."
de Marzo de 1885 no se tolerará el comercio
de aquellos que contengan más de 2 gramos
de sulfato potásico (sic) por litro.»
Esta disposición levantó una nube de reclamaciones
en España y en otros países que
exportan vinos á la República Argentina, y
el cumplimiento de dicha disposición tuvo
que aplazarse, teniendo en cuenta las existencias
que podría haber de vinos enyesados
antes de la publicación de aquella ley, y la
cantidad de sulfatos que pueden tener naturalmente
los mostos desde que se hace un uso
tan general del azufre y de los sulfuros para
combatir ciertas enfermedades de la vid, así
como el ácido sulfúrico formado á consecuencia
del azufrado de los envases ó del mismo
vino.
Desde luego puede preguntarse á qué ley,
principio ó consideración obedece el fijar 2
gramos como límite de bondad, y por qué no
pueden fijarse 1,50 ó 2,50 gramos. Si el enyesar
el vino es malo, condénese en absoluto, y
| no se transija; y si se considera una operación
| inocente, es inútil fijar límites que por un lado
47

ENY — 730 — ENY
los pondrá la naturaleza alcohólica del líquido,
y por otro el gusto del consumidor.
Marty, después de determinar el ácido sulfúrico
contenido en un gran número de vinos
no enyesados de varias procedencias, ha encontrado
como mínimum por litro 0,194 gramos
de sulfato potásico, y como máximum
0,583 gramos. El Laboratorio municipal de
París considera como enyesado, para los efectos
del comercio, todo vino que tiene más de
un gramo por litro.
Hemos tenido ocasión de ensayar un gran
número de vinos procedentes de distintos puntos
de las provincias catalanas; vinos que nos
los han facilitado como puros distintos socios
del Instituto agrícola catalán de San Isidro,
y en ninguno de ellos hemos encontrado mayor
cantidad de ácido sulfúrico que la que corresponde
á medio gramo de sulfato potásico.
Iguales medidas é iguales dificultades se
han tocado en Francia para lograr que los
vinos no fueran admitidos en el comercio teniendo
mayor cantidad de 2 gramos de sulfato
potásico. Los diputados franceses de los departamentos
meridionales, interpelando á los
Ministros de Comercio y de Justicia acerca
de la prohibición de vender vinos que contengan
más de 2 gramos de sulfato potásico
por litro, han conseguido el aplazamiento de
dicha ley hasta el 25 de Agosto de 1888, anunciándose
que durante este período de tiempo
el Gobierno hará nuevos estudios y experiencias.
Bajo el mismo aspecto ha sido considerada
la cuestión del enyesado en Italia y en España,
y en todas partes, calculando que el rigor
de semejante medida pueda lastimar intereses
de personas ajenas á toda idea de fraude, se
va aplazando el llevar á efecto aquella disposición,
y aconsejando el abandono de una práctica
que ya umversalmente se condena.
ínterin, el límite de 2 gramos es ya considerado
como un máximum del cual no se puede
pasar en las transacciones comerciales, por
cuyo motivo daremos el método de ensayo
que se sigue para comprobarlo.
Los franceses han dado el nombre de líquido
de Marty al líquido normal que sirve para
determinar la cantidad de sulfato potásico
que debería contener un vino si en este estado
estuviera el ácido sulfúrico que se determina,
y llaman gipsómetro ó yesómetro de Salieron
al estuche dentro del cual este fabricante de
instrumentos coloca los reactivos, los tubos,
la bureta y los vasos que sirven para practicar
este ensayo comercial.
El líquido normal se obtiene disolviendo
5,608 gramos de cloruro bárico puro cristalizado,
en agua destilada que contenga 100 centímetros
cúbicos de ácido clorhídrico puro;
añadiendo después de disuelta aquella sal la
cantidad de agua destilada necesaria para
completar un litro.
Un litro de este líquido precipita una cantidad
de ácido sulfúrico correspondiente á 4
gramos de sulfato potásico; por consiguiente,
5 centímetros cúbicos corresponden á 0,02
gramos de dicha sal.
Para proceder á un ensayo se toman dos
tubos que cada uno tenga marcado con una
raya el volumen de 20 centímetros cúbicos.
Se pone en ambos una cantidad de vino del
que se quiere ensayar, que llegue exactamente
hasta dicho trazo ó raya. Se vierten en uno
de los tubos 5 centímetros cúbicos de líquido
normal de cloruro bárico, y en el otro 10
centímetros cúbicos. Se agitan los líquidos y
se dejan durante algún tiempo en reposo;
Figura 324.—Gipsómetro ó yesómetro de Salieron
después se filtran. Se ensayan estos líquidos
filtrados con unas gotas de líquido normal. Si
el primero no precipita otra vez, es señal de
que el vino no está enyesado ó que lo está
muy poco, puesto que el resultado del ensayo
acusa menos de un gramo de sulfato potásico
por litro; si, por el contrario, hay precipitado,
el ensayo acusará más de un gramo de dicha
sal; entonces se pasa á practicar el mismo
ensayo con el líquido filtrado del segundo
tubo, y si no precipita, la cantidad de sulfato
está entre 1 y 2 gramos. Pero si con el líquido
del segundo tubo se obtuviere precipitado,
puede asegurarse que el vino en cuestión contiene
una cantidad de ácido sulfúrico equivalente
á más de 2 gramos de sulfato potásico
por litro.
Supongamos que habiendo obtenido un resultado
que acusa una cantidad de sulfato

EPH — 731 — EPH
potásico comprendida entre 1 y 2 gramos por
litro, se desea tener un resultado más preciso.
En este caso se toman nueve tubos de
ensayo numerados, y se vierte en cada uno
de ellos 20 centímetros cúbicos de vino, encima
del cual se pone con la bureta, en el
número 1, 5,50 centímetros; en el número 2,
6 centímetros; en el número 3, 6,50 centímetros,
y así se continúa hasta el número 9, en
el cual se vierten 9,50 centímetros de líquido
normal. Después de agitar dichos tubos y reposar
durante algún tiempo, se filtran los líquidos
en otra serie de nueve tubos, también
numerados, y los líquidos filtrados se vuelven
á ensayar con algunas gotas de líquido normal,
observando el resultado cuidadosamente
por transparencia. Supongamos que el líquido
contenido en el tubo número 4, que recibió
7 centímetros cúbicos de líquido, ha precipitado
todavía, mientras que el tubo número 5,
que es el que recibió 7,50 centímetros cúbicos,
ya no precipita; entonces deducimos que la
cantidad de ácido sulfúrico que tenía un litro
de aquel vino está comprendida entre 1,4 y
1,5 gramos.
Es indudable que el método de precipitación
de los sulfatos por medio de la sal bárica,
lavado y desecación del precipitado producido,
para pesarlo luego en la balanza de
precisión tal como se practica en los laboratorios
de análisis, es más exacto, pero para las
transacciones comerciales es más que suficiente
el método que acabamos de exponer.
R. de Manjarrés.
ENYUGAR,.—Uncir y poner el yugo á los
bueyes ó muías de la labranza.
ENZOOTÍA (Patologíaveterinaria).—Enfermedad
que se declara en varios animales
de una misma comarca bajo la influencia de
una causa local. Diferenciase ese género de
epidemias de las epizoóticas, en que éstas se
propagan sin limitación alguna, y siempre
que es introducido en un país el agente morbífico
especial; en tanto que las enzootias son
causadas exclusivamente casi por agentes locales,
que es necesario hacer desaparecer para
evitar sus estragos.
EPERLANO (Piscicultura).—Delicado y
curioso pez asalmonado (Osmerus eperlanus),
que se pesca en las aguas saladas que forman
la embocadura de casi todos los ríos durante
las noches del mes de Julio, época en que el
eperlano vuelve al mar. Ese pez, muy común
en el Atlántico, es raro en el Mediterráneo,
y no se ha logrado criar en vivero de agua
dulce. Se distingue por su hocico prolongado,
su ancha boca y lo pequeño de los dientes iutramaxilares.
Se conocen dos variedades: el
O. eperlanus, de Europa, de 15 á 25 centímetros
de longitud, y el O. viridescens, que
abunda en los ríos de las cercanías de Boston
y en los lagos de América, perdiendo en volumen
y sabor cuando habita en los últimos.
EPERUA.— (V. Ipil.)
EPHEDRA.—Género de plantas de la
familia de las Gnetáceas. En los montes de
España suelen encontrarse las especies siguientes:
Ephedra vulgaris, Rich. Nombres vulgares,
Belcho, Uvas de mar.—Mata muy ramificada,
con las ramas tendidas ó levantadas,
rectas, ásperas; altura de 30 centímetros á
un metro; amentos masculinos pedunculados,
solitarios ó geminados, ó de tres en tres, al
extremo de los pedúnculos; flores femeninas
(óvulos) geminadas, en amentos solitarios ó
geminados, pedunculados; frutos rojos, carnosos,
casi globosos; semillas aovado-oblongas
, planas en la cara y convexas en el dorso.
Florece esta planta en primavera, y madura
sus frutos al fin del verano.
Se extiende por los bordes del Océano y
Mediterráneo en Francia y en Argelia. En
España se encuentra esparcida por Navarra,
Cataluña, Aragón, Valencia y ambas Castillas.
Vive principalmente en los arenales y
pedregales de la región baja.
Por sus raíces rastreras, cundidoras y de
fácil brote, el belcho se recomienda por algunos
forestales para sujetar ó consolidar las
arenas de las dunas. Desde este punto de vista,
por lo tanto, tiene bastante interés forestal
este arbusto.
Ephedra fragilis, Desf. Nombres vulgares,
Calnadillo, Canadillo, Hierba de las coyunturas.—En
las Baleares lo llaman Gineslra
borda y Trompera. Forma mata ramosísima,
derecha, y con frecuencia extendida y casi
trepadora; las ramas, casi de un metro de
largas, son estriadas, y tienen articulaciones
fácilmente separables cuando están secas. El
fruto es rojizo, poco carnoso, aovado-oblongo
ó aovado-globoso. Florece en primavera.
Vive esparcida, y es algo frecuente en el reino
de Murcia, Andalucía, Baleares y Portugal.
Prefiere los ribazos y rocas de las regiones
inferior y montana, desde el nivel del mar hasta
1.000 metros de altitud.
Ephedra scoparia, Lange.— Plállase en el
bajo Aragón, Castilla la Nueva, Andalucía
alta, sierra de Albarracín y en la de María,
según Willkomm. Florece de Abril á Mayo,
y madura sus frutos de Junio á Julio. Forma
una mata de 20 á 40 centímetros de alto, muy
ramosa, con ramas delgadas, erectas, amontonadas,
y cuyas articulaciones se conservan
bastante sin separarse; los entrenudos son
cortos (de 1,50 á 2 centímetros), estriados y
asperillos; los amentos masculinos apenas exceden
de 2 milímetros de diámetro; los femeninos
son oblongos, de 5 á 7 milímetros de
largo, descansando sobre pedúnculos de 3 á
6 milímetros, con escamas de un color rojo
de cinabrio y semillas de un rojo obscuro en
los frutos maduros.
Algunos autores (Willkomm, Lange, Amo)
citan además como existente en términos de
Aranjuez, Toledo, Murcia y Málaga la especie
Ephedra altissima, Desf., que se distingue
de la Eph. scoparia por sus amentos masculinos,
numerosos y dispuestos en panoja, y por
ser un arbusto que según Desfontaines llega

EPII — 732 — EPH
á alcanzar 4 á 8 metros de altura; sus ramas
no se desarticulan fácilmente; sus frutos son
ovales y rojos, y sus semillas aovado-oblongas
y obtusas. Florece esta especie en invierno, y
el autor de la Flora forestal, Sr. Laguna,
asegura que no la ha visto en sus excursiones,
creyendo que por lo menos las citas referentes
á Aranjuez y Toledo deben referirse á las
Eph. fragilis y vulgaris.
Todas las Ephedras citadas en este artículo
viven muy localizadas, y apenas tienen importancia
forestal. Las especies exóticas, algunas
de ellas cultivadas en los jardines, son en su
mayor parte las que á continuación se indican
:
AMENTOS FEMENINOS UNÍ ó BIFLOROS: SEMI­
LLAS CON TEGUMENTO CARNOSO.—Ephedra
Tweediana, G. A. Mey.—Procede de Buenos
Aires, cerca de Bahía-Blanca. Arbolillo dioico,
de ramas flojas, flexuosas, casi tuberculosas.
Amentos masculinos sentados, agregados
en las articulaciones. Vainas ó estuches marginados,
profundamente bífidos, el interno
más corto que el núcuio, que es ovoideo cuando
está maduro.
Ephedra americana, Willd.-—Habita en
Quito, en las rocas de las márgenes del río
Gualabamba, á 2.100 metros de altura sobre
el nivel del mar. Arbusto monoico, de ramas
derechas y escabrosas. Amentos masculinos,
con pedúnculo corto; los femeninos ovales,
con cinco vainas marginadas, bífidas, la interna
igual al fruto.
Ephedra rupestris, Benth.—Procede también
de Quito. Vive en las hendeduras de las
rocas del Antisana. Arbusto dioico, rastrero,
de ramas flexuosas; Amentos ovulíferos, bifloros
, comúnmente con cinco vainas casi bífidas
en la base; la interna igual al núculo.
PRIMERA SECCIÓN.—Amentos femeninos bifloros.
Núculos convexos de un lado y planos
de otro.—Ephedra Andina, Pcepp.—Andes de
la parte austral'de Chile, Perú, Pico de Toledo
, á 5.200 metros de altitud. Arbolillo de
4 á 5 metros de alto, con las ramas y ramillas
tuberculosas. Amentos masculinos articulados,
reunidos en un pedúnculo inserto cerca
del extremo de los ramillos. Amentos femeninos
rodeados de vainas bífidas, con bordes
blancos; las interiores de igual longitud que
el núculo, que es de forma o val-oblonga, y
blanco, carnoso y dulzón.
Ephedra stenosperma, Schrenk et C. A.
Meyer.—Oriundo de la Songaria, cerca del
río Saryssu. Ramillos tuberculosos. Amentos
femeninos con vainas bífidas, marginadas,
escariosas, la más inferior semi-bífida. Semilla
linear, de igual longitud que la vaina.
Ephedra botryoides, Fisch et C. A. Meyer.
Ramas muy extendidas ó deflexas, tuberculoso-escabrosas.
Vainas tubulares, bidentadas.
Amentos masculinos oblongos, dispuestos en
racimos sobre un pedúnculo lateral, articulado,
recurvo. Anteras sentadas, en número
de cuatro generalmente.
Ephedra Helvética, C. A. Meyer.—Habita
en Suiza, cercanías de Sión, y en las rocas de
la ciudadela de Turbillon, etc. Arbolillo de
ramas derechas. Amentos pedunculados insertos
en las articulaciones. Anteras ocho comúnmente
, las de tamaño medio estipitadas.
Amentos femeninos subglobosos, derechos,
con tres vainas marginadas, bífidas, las más
interiores de igual longitud que el núculo,
que es sub-ovoideo.
Ephedra intermedia, Schrenk et C. A. Meyer.—Vive
en las colinas de la Songaria, én
la cumbre del monte Tarbagatal. Arbusto
subfruticoso, de ramas derechas y tuberculosas.
Amentos bruscamente pedunculados, insertos
en las articulaciones de las ramas; los
femeninos casi derechos, con tres vainas submarginadas,
la interior profundamente bífida
y más larga que los núculos, que son subovoideos.
Ephedra alata, Duc.—Vive entre el Cairo
y Suez, y en los desiertos arenosos que hay
entre Suez y el Sinaí. Arbolillo frutescente
de un metro de alto, con las ramas cubiertas
de un vello muy fino. Amentos masculinos
sentados, solitarios, axilares ó aglomerados
en el extremo de las ramillas. Anteras cuatro
comúnmente. Amentos femeninos sentados,
ovoideos, con vainas casi bipartidas, membranosas,
marginadas, de igual longitud que
el núculo, que es ovoideo, acuminado, agudo
y trígono.
Ephedra lomatolepsis, Schrenk. — Se encuentra
en Songaria, á orillas del lago Balchasch.
Arbusto subfrutescente, con las ramas
derechas, tuberculosas. Flores dioicas; los
amentos femeninos agregados en el vértice,
de pedúnculo continuo, sentados, subglobosos.
Vainas cuatro, casi bipartidas, con faja
ancha membranosa en los bordes, iguales en
longitud á los frutos, que son ovoideos y subobtusos.
Ephedra campylopoda, C. A. Meyer.—Habita
en la isla de Creta, Grecia, Macedonia y
Dalmacia. Arbusto trepador. Amentos masculinos
sentados, agregados en las articulaciones
de las ramas; éstas terminadas por dos
flores. Anteras sésiles. Amentos femeninos
bifloros, con pedúnculo oculto en los entrenudos
, reflejos. Vainas lampiñas, las inferiores
cortas, cupuliformes, casi truncadas; las interiores
bilobadas en el ápice, iguales á los
núculos.
Ephedra alte, C. A. Meyer.—Vive en la
Arabia. Es frecuente en las rocas del valle de
Ráfide, cerca de Bertam; en las cercanías de
Persépolis, y en diversos puntos de la parte
boreal y austral de Persia. Tronco arborescente,
con ramos derechos é híspidos. Pedúnculos
articulados en las ramas, verticilados,
continuos ó interrumpidos por los nudos.
Amentos masculinos agregados en el vértice
de un pedúnculo común. Anteras sentadas,
cuatro comúnmente. Amentos femeninos ovales
y bifloros. Vainas submarginadas, las inferiores
cupulíferas, confusamente bilobadas;
las más interiores semi-bífidas en el ápice, de

BPH — 733 — EP1
igual longitud que los miculos, que son de
forma oval.
Ephedra kumilis, Willd.—Vive en los terrenos
arenosos de la provincia de Puno
(Perú), alrededor del lago Chuquito ó Titicaca,
á 3.950 metros de altura sobre el nivel
del mar.' Fructifica en Febrero. Arbusto ó
mata de un decímetro de altura, casi enterrada,
con rizoma ramoso, algo cespitosa.
SEGUNDA SECCIÓN.—Amentos femeninos unifloros.
Núculos convexos por los dos lados.—
Ephedra procera, Fisch et Mey.—Oriunda
del Cáucaso, la Armeuia y la Persia. Ramas
derechas, puntuadas. Nacimiento de los amentos
en las articulaciones de las ramillas; los
masculinos sentados. Anteras casi sésiles,, comúnmente
en número de ocho; los femeninos
insertos sobre un pedicelo corto. Vainas bífidas,
casi marginadas, la más interna inclusa,
más corta ó igual en longitud al núculo, que
es oblongo.
Ephedra monosperma, Gmel.—Se encuentra
en la Siberia y la Mongolia china. Ramas
derechas, tuberculosas. Arranque de los amentos
en las articulaciones de las ramillas; los
masculinos sentados. Anteras casi sésiles, comúnmente
en número de seis; amentos femeninos
dispuestos sobre un pedicelo corto, continuo.
Vainas marginadas, bífidas, las más
interiores cou tubo incluso, doble ó más de
largo que el núculo, cuya figura es subovoidea.
Algunos autores consideran como especies
dudosas las que siguen:
Ephedra ciliata, Fisch et Mey. — Oriunda
del Gilán.
E. anlisyphililica, Berland.—-Méjico oriental,
provincia de Cohahuila, cercanías del río
del Norte.
E. aphylla, Forsk.— Alturas de las inmediaciones
de Roseta (Egipto).
E. Oerardiana, Wall.—Regiones frías y elevadas
de las montañas de Kunawa, en el Himalaya.
Las Ephedras son notables por su forma y
su casi carencia de hojas, reemplazadas por
escamas algo membranosas. Se asemejan un
poco á los Gnetiim, y mucho á los Equisetum.
Los tallos son articulados, y las ramas delgadas,
flexuosas, con ramillas filiformes, colgantes,
y también articuladas como los tallos;
les dan un aspecto que recuerda el de las
Casuaríneas.
Algunas especies son de buen efecto en los
jardines por sus frutos y por la abundancia
de sus ramillas colgantes, cuyo conjunto les
da un aspecto pintoresco. Las hay que resisten
bien el frío de la zona templada en Europa,
pero muchas de ellas exigen el abrigo de la
estufa en invierno.
Para plantarlas de asiento debe elegirse un
terreno seco y suelto, y una exposición cálida
y abrigada. Casi el único medio para reproducir
estas plantas cuando se quiere asegurar
el éxito es el de la siembra. Para las especies
rastreras puede emplearse el de división, sa­
cando muletillas ó brotes con parte de la raíz,
los cuales se plantan en tiestos colocados en
sitio donde tengan abrigo.
EPICARP10 (Botánica).— Epidermis
exterior de los frutos, así como el endocarpio
es la interior. En las frutas secas se distingue
con dificultad, y en las carnosas es fácil separarle
de la pulpa que está bajo él. Vulgarmente
se denomina piel, como en las ciruelas,
uvas, etc. Suele ser brillante, á no segregar
un barniz ceroso, que se suele llamar flor,
como en la ciruela, si es que no se prolonga
en células que forman una pelusilla, cual la
que cubre los melocotones. Lo mismo que
la epidermis interior se cubre en los frutos de
hueso de una capa más ó menos espesa de tejido
escleroso, se adhiere al epicarpio á veces
cierta cantidad de tejido resistente á consecuencia
de la modificación de las porciones
exteriores del mesocarpio; de ahí que ciertas
bayas presenten una especie de corteza cuando
están maduras, pudiéndose citar como
ejemplo los cohombros y las calabazas.
EPIDEMIA (Patología) —Enfermedad
general que ataca al hombre, y que corresponde
á la epizootia de los animales.
EPIDENDRO (Epidendrum) (Jardinería).—
Género de plantas orquídeas, de la
América meridional. Son plantas herbáceas, de
tallos carnosos; hojas coriáceas; flores solitarias
ó agrupadas de diversos modos. Se conocen
muchas especies, pero las más cultivadas
son el E. atropurpureum, de flores de un color
púrpura violáceo, con lobela rosa vivo; el
E. phmniceum, de flores de color rojo obscuro,
con lobela blanca; el E. Hamburyi, de flores
púrpura obscuro, con manchas blancas y rojas,
y el E. macrochitum, de flores violetas ó róseas.
EPIDERMIS.—Capa superficial de la piel
de los animales. La corteza de los vegetales se
halla también provista de una epidermis que
se desprende á veces por capas delgadas y
grises. La epidermis de los animales, cubierta
de pelo, es una especie de barniz seco, extendido
sobre toda la superficie de la piel, para
proteger la capa media, llamada cuerpo mucoso
ó reticular. Este es el asiento de la materia
colorante que tan diferentes matices comunica
á la piel. La epidermis está desprovista
de vasos y de nervios; por su composición
química tiene grandes analogías con los pelos
y la substancia córnea.
EPIDOMETRÍ A.— Es la parte de la Estereométria
forestal ó Xilometría, que enseña á
investigar y conocer el volumen de los crecimientos
de los árboles de un rodal, ó de las
masas arbóreas que constituyen el .vuelo de
los montes.
Este conocimiento es de absoluta necesidad
para establecer las bases de la ordenación que
ha de regular el aprovechamiento científico
de las fincas de aquella naturaleza.
Débese al dasónomo español Pascual, que
tan aficionado se mostró á las cuestiones lingüísticas,
lexicográficas y glosológicas, la introducción
en España de este vocablo, poco

EPI 34 — EPL
usado á lo que parece en las naciones europeas
que más cultivan la dasonomía.
La voz está formada de las dos palabras
griegas epidoma, epidomatos, incremento, aumento,
y metron, medida; mas como quiera
que no son sólo los vegetales los cuerpos
susceptibles de aumento ó crecimiento, el
concepto queda indeterminado de tal modo,
que lo mismo puede referirse á plantas, que
á animales ó minerales. Debería decirse, por
lo tanto, Epidometría forestal, para indicar
su aplicación dasouómiea, ó anteponer á la
voz alguno de los radicales xylon, madera,
ó dendron, árbol, para fijar bien el sentido
ó alcance técnico de aquel vocablo. Mientras
tanto, y como no pretendemos pasar por innovadores,
aceptaremos la voz en el sentido
en que la han usado los forestales que en
España la apadrinan, dándole carta de naturaleza
en materias dasonómicas.
Para los fines de toda ordenación, lo que
el dasónomo' necesita es conocer el crecimiento
futuro de las masas leñosas, y esto se deduce
siempre del crecimiento pasado.
Entre los procedimientos que se siguen
para llegar á este fin, es uno de los mejores
el ideado por el inmortal dasónomo alemán
Enrique Cotta, á quien tanto debe la ciencia
forestal.
Según este ilustre profesor, el crecimiento
de todo árbol depende de la especie, de la edad
y de la localidad. Cada especie botánica presenta
una marcha de crecimiento que le es
propia, más lenta en la juventud y más activa
á cierta edad, pudiendo ser favorecida ó
disminuida en los diferentes períodos de la
vida de los árboles por la naturaleza de las
capas que componen el suelo. También puede
ser modificada esta marcha por circunstancias
exteriores, tales como los aclareos de los rodales,
limpias, etc. Así,'pues, hay que admitir
que si las capas anuales de los árboles son hoy
de gran espesor, lo serán también más adelante,
en proporción á la edad de las plantas, si
éstas viven sobre un terreno de fertilidad invariable;
ó por el contrario, que serán delgadas
si hoy lo son, siempre que el terreno reúna
las mismas condiciones.
En el caso de que el terreno no fuese de
buena calidad más que hasta cierta distancia
de la superficie, presentándose después á mayor
profundidad con peores condiciones nutritivas,
entonces es evidente que el grueso
de las capas anuales de los troncos de los árboles
será menor más adelante, cuando las
raíces penetren en las capas de calidad ínfima.
Esta e.s la realidad de los hechos; pero de
todos modos se comprende que el crecimiento
actual es el que debe servir de regulador para
determinar el crecimiento futuro.
El procedimiento práctico para llegar á la
realización de estas investigaciones consiste
en practicar en los troncos de los árboles, á la
altura de 1,50 metros del suelo, entalladuras
horizontales bastante profundas para que se
puedan contar y medir las diez ó veinte capas
anuales últimas. Esta operación se practica
en árboles de gruesos y edades diferentes, y
con ella se adquieren los datos siguientes:
1.° Cuál es el espesor de los diez ó veinte
anillos leñosos últimos.
2.° Cuáles son más gruesos, si los modernos
ó los antiguos, deduciéndose de ahí la
marcha progresiva, creciente ó decreciente, del
crecimiento.
3.° En qué árboles se manifiesta el mayor
crecimiento, y en cuáles se observa el menor.
Si además de esto se toma en consideración
la naturaleza del lugar y las circunstancias
exteriores que pueden influir en el crecimiento
futuro, se tendrán todos los antecedentes
para formarse una idea del crecimiento que
adquirirán los árboles en los diez ó veinte
años sucesivos.
Además del grueso de las capas anuales, se
mide también la altura que tenían los troncos
diez ó veinte años atrás, contando para esto
los verticilos de las ramas, ó mejor cortando
los raberones por diferentes partes hasta que
la sección de los mismos presente los diez ó
veinte auillos que corresponden al crecimiento
último, en igual número de años.
En vez de hacer entalladuras eu los troncos
para contar y medir los crecimientos, los alemanes
Usan hoy el barreno de Pressler, sencillo
y curioso aparato, de muy fácil manejo,
que sólo se diferencia substancialmente de las
barrenas comunes en llevar la hélice sobre cilindros
huecos, con la cual se extrae un taruguillo
cilindrico del tronco. En este pedacillo
de madera, después de aplanado y coloreado,
se pone de manifiesto el número de capas leñosas
atravesadas por el barreno, pudiéndose,
por lo tanto, contar y medir con toda comodidad.
Reunidos los datos de alturas y gruesos que
se acaban de indicar, se puede ya proceder al
cálculo de los crecimientos futuros.
Cotta supone que el grueso de las capas ó
crecimientos en los diez años siguientes será
igual al que el árbol toma en los diez precedentes,
y así obtiene el crecimiento que se
busca, cuya expresión es como sigue:
Volumen actual^.^.^. If
del tronco o
Volum. del tronco
dentro ctet tro„co =_„ H (#^3)2
de io anos 3
Crecim.o dui-anK_ _ H r , R , g -, 3 _ R i
los 10 anos Í> i \ ' ;
3
= -TZH(2 ÄS-r-Ss)
3
r • r. A- 1 /2.R 8-f-o" 2
\
Crecim. 0
medio _ ,_ yy I I
futuro ai año— .j "* ? 1
Hartig, que comparte con Cotta la gloria

EPI .35 — EPI
de haber dado alto vuelo en Alemania á los
estudios dasonómieos, supone que el volumen
del crecimiento durante los diez últimos años
es igual al de los diez siguientes, y al efecto
determina el volumen interior de diez años
atrás, segregando las diez capas. Supone además
constante la altura del árbol, y resta
aquel volumen del volumen actual y total del
tronco, obteniendo así el volumen del crecimiento
durante los diez años últimos.
La expresión matemática de este procedimiento
es como sigue:
Volumen act ual rr 7^0
del tronco
1
— .-, "•
1 1
'
Volum. del tronco _ rr r i-> £ \ 9
T C H
hace I 0años...=7 (-« — ° h
Crecim. 0
durante ff \ ni í » S \ 2 1
t l
•losiodlts.aiioi.— ., "• L i£
—(,-« — ° ; J
= -nH(R i—R 2
= ^TZ H (2 R 5 _ 8 2
) .
3
+2R o -o 2
)
En vista de lo expuesto resulta que, según
Hartig, el crecimiento futuro medio anual es:
y según Cotta, es:
1 2Ro — $-i
= - it 22" -
10
1 2Ro + 8*
= —-,
3 10
siendo la diferencia entre estas dos fórmulas
1 2& 2
1
- - 22 = — - H S ' 2
3 10 15
Por lo tanto, el método de Cotta da un
resultado mayor al calcular el crecimiento
futuro.
Conocidos los medios de determinar los crecimientos
futuros de los árboles aislados, se
pueden conocer desde luego los de las masas
ó rodales que estén formados por plantas
de la misma especie, edad y calidad, bastando
para el caso multiplicar el resultado medio
obtenido en los árboles tipos, por el número
de árboles del rodal.
También suele seguirse la regla práctica de
adoptar como crecimiento medio anual de una
masa la cantidad que resulta de dividir el volumen
dendrométrico total de los árboles que
la forman, por el número de años que la masa
ó rodal tiene.
Otro de los medios empleados es el de aplicar
las tablas de crecimientos ó productibilidad,
de antemano formadas, como resultado
de numerosas y detenidas observaciones y experimentos.
Las más populares son las generales
de Cotta, en las que para las diferentes
.
y más comunes especies arbóreas de los montes
de Alemania se expresan las existencias
por hectárea, por edades de veinte en veinte
años y en diez distintas calidades. La diferencia
que resulte entre las existencias de dos
edades é igual calidad, representa, como es
natural, el incremento buscado.
Más partidario Hartig, (Jada la variabilidad
del crecimiento , de los experimentos especiales,
formó varias tablas parciales para localidades
reducidas y aun para montes determinados.
En España no se han formado todavía
tablas de esta naturaleza, si bien conviene no
olvidar que la mejor tabla es siempre la que
el ingeniero forma por sí mismo, adquiriendo
directamente los datos en el monte que trata
de ordenar.
La epidometría, de la que apenas hemos
hecho aquí más que apuntar ligeramente el
alcance, constituye hoy un estudio sistemático,
largo y complicado, en el que interviene,
con bastante profusión, el cálculo matemático
superior.
Los que deseen conocer á fondo esta materia,
deben consultar las obras alemanas más
recientes; los Elementos de tasación forestal,
de Piccioli, traducidos al castellano por el ingeniero
de montes Sr. Alvarez Sereix, y la
Ordenación y valoración de montes, del distinguido
.inspector del ramo Sr. Olazábal.
EPÍFILO (Jardinería).—Género de plantas
de la familia de las Cactáceas, originario
de las regiones cálidas de América. Son plantas
epífitas, de tallos ramosos y de flores
grandes que tienen colores brillantes. Se cultivan
varias especies en los invernaderos de
Europa, especialmente el epífilo truncado
(Epipliylum truncatum), de tallo articulado,
sobre el cual aparecen flores de un color rojo
vivo, y el epifilo de flores sonrosadas (E. speciosnm),
cuyas flores, del indicado color, alcanzan
una longitud de 50 á 55 centímetros.
EPÍFISIS (Anatomía).—Eminencia ósea
que en los animales jóvenes no forma parte
de los huesos. En los viejos se halla soldada
con el hueso de manera que no quedan huellas
de, la primitiva sutura.
EPÍFITA.—Dícese de las plantas que viven
sobre otros vegetales, pero sin sacarles su
alimento. Sus raíces quedan suspendidas en el
aire ó se hallan adheridas sobre la corteza; se
llama también á estas plantas falsas parásitas.
EPIGASTRIO (Anatomía).— En el hombre,
región superior del abdomen ó vientre,
que se extiende desde donde termina el hueso
central del pecho hasta dos dedos por encima
del ombligo; sus lados se designan con el nombre
de hipocondrios.
EPIGINO (Botánica). — Corola, estambres
ó cáliz situados sobre el oyario.
EPIGLOTIS (Anatomía). — Cartílago
algo parecido á una hoja de verdolaga, sujeto
á la parte posterior de la lengua, el cual, bajándose,
tapa la glotis al tiempo de la deglución,
para impedir que penetren en la tráquea
partículas de los alimentos ingeridos.

EPI — 736 — EPI
Cuando por cualquier accidente la epiglotis
no cierra completamente la glotis y penetran
en la tráquea partículas alimenticias, los animales
toseu con violencia á consecuencia de
la irritación que aquéllas provocan en la laringe,
y lanzan de esa suerte cualquier cuerpo
extraño que pudiera introducirse en los bronquios
por la tráquea.
EPILEPSIA, MAL CADUCO, MAL DE
CORAZÓN Ó GOTA CORAL (Patología
veterinaria). — Enfermedad incurable hasta
ahora,, observada á veces en los animales y
considerada en algunos puntos como vicio redhibitorio.
Es una afección nerviosa, caracterizada
por accesos convulsivos intermitentes,
que hasta las aves padecen en ocasiones. El
animal epiléptico puede presentar todas las
señales de perfecta salud. Cuando le sorprende
un acceso, cae bruscamente, los músculos se
contraen violentamente, y las extremidades y
la cola se ponen rígidas. Cuando los animales
son atacados durante la marcha, van retardándola,
y acaban por detenerse súbitamente
y presentar los graves síntomas propios del
padecimiento: temblores; convulsiones; insensibilidad
completa; rechinamiento de dientes;
dilatación de las pupilas; agitación de los ojos,
que giran violentamente dentro de las órbitas;
boca espumosa; aberturas de la nariz dilatadas,
y respiracióu fatigosa. Esos ataques duran
solamente algunos minutos por lo general; los
síntomas se van atenuando, y desaparecen
rápidamente; los animales se levantan en seguida
que el ataque cesa, pero durante un
breve rato revelan abatimiento y fatiga. Al
poco tiempo se ponen á comer, si tienen forraje
á su disposición; se seca el sudor que los
cubría, y no presentan más señales del acceso
que las contusiones sufridas. La epilepsia puede
ser esencial y sintomática. Las causas de la
esencial no se hallan todavía bien determinadas;
se considerau como tales las contusiones
y fracturas de la cabeza, las exostosis de la
cavidad craneana, las lesiones crónicas de las
meninges, el terror, y en el hombre ciertas
influencias morales. La epilepsia sintomática
es generalmente debida á la presencia de vermes
en los intestinos, y su tratamiento estriba
en matar los parásitos y hacer que los animales
los expelan. Cuando se presentan los accidentes
epilépticos por primera vez, están indicados
por lo mismo los vermífugos. Contra la epilepsia
esencial, ya queda indicado, la medicina es
impotente; solamente han dado algunos resultados
el bromuro de potasio, á la dosis de 4,
6, 8 y 10 gramos por día; el óxido de cinc;
la valeriana, y la hidroterapia, pero en la mayoría
de los casos son ineficaces. La aparición
de los accesos es siempre irregular en esa
afección. Unas veces median semanas enteras
, y aun meses entre dos ataques, y otras se
suceden éstos eu el espacio de pocos días, y
aun se rrepiten en el mismo día.
EPÍLOBO (Botánica).—Género de plantas
dicotiledóneas, comprendido en la familia
de las Onagrariáceas. Sus flores son regulares
y hermafroditas; cáliz de cuatro sépalos, soldados
en tubo largo, tetrágono, con el limbo
caedizo después de la floración; cuatro pétalos
y ocho estambres, con polen no viscoso. Caja
linear, obtusamente tetrágona, abriéndose en
cuatro valvas, y semillas con cabellera. Los
epílobos sou hierbas generalmente vivaces,
matas á veces, de hojas opuestas ó alternas,
de flores solitarias y axilares, ó dispuestas
en la cima de las ramas en racimos ó espigas.
Se conocen unas cincuenta especies, más ó
menos comunes, en las diferentes zonas templadas
ó frías de ambos mundos. Casi todas las
especies crecen en sitios húmedos y sombríos.
Generalmente sus propiedades son poco pronunciadas,
y los animales los comen con gusto.
Los suecos emplean los tiernos brotes y los rizomas
del Epilobium rosmarinifoliuní, Hamck,
corrió alimento, preparándolos como espárragos.
Las hojas de ciertas especies, y sobre todo
del E. letragonum, L., se emplean á menudo
para la confección de cataplasmas, que se juzgan
dotadas de propiedades resolutivas. En las
regiones polares, donde son escasas las plantas
textiles, se utilizan las agujetas de los granos
de los epílobos para fabricar una especie de
hilos. Algunas variedades de ese género son
apreciadas como plantas de adorno por la hermosura
y abundancia de sus flores, y por la
elegancia de su porte. Pertenecen á ese número
el E. hirsutum, L.; Adelfilla esjñnosa ó Rosadelfilla,
que sirve para adornar los estanques;
el E. spicatum, Lamk., llamado vulgarmente
Laurel de San Antonio, especie de 1 á 2
metros de altura, hojas alternas, flores violáceas,
reunidas en enormes racimos ramificados,
que sirven para adornar los macizos y
platabandas. Se multiplican con semillas ó
con trozos de rizoma, que se separan especialmente
en la primavera.
EPIPLOCELE (Patología veterinaria).—
Hernia del epiploón por el anillo inguinal, que
raras veces se presenta en el caballo como
accidente de la castración á testículos descubiertos
, lo mismo que el enterocele, al incidir
la envoltura vaginal. La poca extensión
del epiploón en ese animal explica que se presente
en él muy de tarde en tarde el epiplocele;
en cambio es bastante frecuente éste en
las reses cuyo epiploón forma una ancha duplicatura.
Esa hernia no causa grandes dolores;
el tumor desigual y pastoso que forma en
la ingle se reduce sin producir el ruido especial
de otras hernias; se extrangula pocas
veces y sin revestir gravedad. El epiploón
adquiere fácilmente adhesiones con el saco
hemiario.
EPIPLOÓN (Anatomía).—Tela formada
por una expansión serosa del peritoneo, y que
envuelve el estómago, el hígado, los intestinos
y el bazo. Contiene los vasos quilíferos,
los linfáticos, las arterias y las venas que se
dirigen á los intestinos. En esa membrana se
acumula una cantidad de grasa más ó menos
considerable, según el estado de los animales.
Entre las láminas del epiploón se acumula la

EPI — 737 — EPI
manteca de los cerdos. Las diversas partes
delepiploóü se denominan: gastro-esplénica, la
que une el estómago y el bazo; hepalo-gáslrica,
la que se extiende desde la escotadura
esofágica del hígado á la pequeña curvatura
del estómago; gastro-cólica y espleno-cólica,
las que partiendo del estómago y bazo, van á
formar la porción flotante entre los intestinos,
después de rodear las gruesas cúrvaduras
del colón. En el buey, el epiploón forma dos
partes, una que va desde la cisura superior
de la panza á la pequeña curvadura del cuajo,
y otra que va desde la gran curvadura de éste
á la cisura inferior de la panza.
EPISCIA (Jardinería).—Género de plantas
de la familia de las Gesneráceas, originaria
de la América tropical. En las estufas
europeas se cultiva \a,J2piscia bicolor, pequeña
planta herbácea, vivaz, de grandes flores
azulado blanquizcas, orladas de rojo escarlata,
que nacen sobre pedúnculos radicales.
EPISPÁSTICO.— Dícese de cualquiera de
ciertas substancias que, aplicada sobre la piel,
determina en ella ampollas ó vejiguitas llenas
de serosidad.
EPISPERMA.—Membrana exterior de la
piel de la semilla.
EPISTAXIS (Veterinaria). —Hemorragia
nasal, frecuente en los animales domésticos.
Es provocada por diversas causas, y casi siempre
es de naturaleza traumática. Las causas
pueden ser externas ó internas. Las primeras
son los golpes sobre la cara, que provocan
fácilmente en la mucosa de la nariz roturas
vasculares; el calor excesivo; las caídas, y muchas
veces alguna sanguijuela que se introduce
en la nariz al beber agua las reses. Las internas
suelen ser las alteraciones de la sangre
ó un estado pletórico que se revela por ese
accidente. La sangre de esas hemorragias fluye
gota á gota, generalmente por una nariz, y sin
formar espuma como en la hemoptisis. Con
los resoplidos se expulsan algunos coágulos.
Cuando es escasa la hemorragia, desaparece
generalmente por sí sola; cuando abundante,
es necesario recurrir á las aspersiones de agua
fría sobre la cabeza ó á inyecciones con soluciones
muy astringentes, y hasta al taponamiento
de las fosas nasales, que impidiendo
la respiración, exige la traqueotomía, y debe
durar poco tiempo. En ocasiones es preciso
proceder á la sutura de la nariz por donde
sale la sangre. Cuando se sospeche que provoca
la hemorragia alguna sanguijuela, hay que
inyectar cocimiento de tabaco ó agua salada
para que el anélido se desprenda. M. Defays,
de un experimento hecho con buen éxito en
un caballo, cree poder concluir que debería
recomendarse un tratamiento consistente en
introducir en la cavidad nasal en que se presente
la hemorragia, un pedazo de intestino
fresco ó seco, ligado por una extremidad; en
hacerle penetrar por medio de una sonda hasta
la faringe, y en llenarla después, por medio
de una jeringa, con agua fría, oxicrato ó agua
de Rabel. Gracias á la presión uniforme que
ejerce el intestino lleno y frío sobre todos los
puntos de la cavidad nasal, se restaña la hemorragia.
Según Defays, se debería obtener
el mismo efecto con la simple insuflación del
intestino.
EPITELIO.—Epidermis de las membranas
mucosas. En ciertos órganos, y sobre todo en
los orificios naturales, está muy marcado; en
otros órganos apenas es perceptible.
EPITELIOMA—(V. Cáncer.)
EPIZOARIO.—Animal parásito que vive
en la superficie del cuerpo de los animales,
como la pulga, el piojo, el arador de la sarna
ó acaro, etc., _ etc.
EPIZOOTÍA ( Veterinaria).—E n fe r m edad
general que ataca á los animales de una
ó varias comarcas, bajo la influencia de causas
á veces desconocidas. Las epizootias se
desarrollan unas veces en una sola especie de
animales, y otras en varias ó en todas las especies
de una región, llamándose también en
este último caso panzoolías. Las epizootias
son, respecto de los animales, lo que las epidemias
respecto del hombre, y han causado
estragos en todas las épocas y en todos los
países. Además de las enfermedades comunes
á todos los animales, cada especie se halla expuesta
á padecer epizootias particulares y específicas,
tales como el muermo en el caballo,
la perineumonía y el tifus contagioso en el
buey, y la viruela en el carnero. ~&o debe confundirse
la epizootia con la enzootia. Esta es
una afección específica, privativa de una región
ó comarca, y la epizootia es un verdadero
contagio, y se propaga en todas direcciones
cou mayor ó menor rapidez, según el grado
de robustez de las reses, y las circunstancias de
tiempo, lugar y clima. En algunas épocas la superstición
ha atribuido las epizootias á causas
misteriosas y sobrenaturales, y la verdad es
que en muchos casos no se ha logrado expli-*
car las causas de su aparición, y en no pocos
se han confundido las causas predisponentes
con la verdadera causa específica. N"0 todos los
animales expuestos á una epizootia acaban por
contraerla; solamente se ceba en los que tienen
lo que se ha llamado receptividad, respetando
á los que gozan inmunidad ó son refractarios
por condiciones no bien explicadas.
La mayoría de las epizootias confieren-durante
un período más ó menos extenso la inmunidad
á los animales que las han sufrido, acaso
porque el agente específico agota los elementos
necesarios para su desarrollo y que entran
en la composicióu de las partes sólidas y líquidas
del organismo de los animales, acaso
porque esos agentes determinan ó producen
ellos mismos secreciones mortíferas y que impiden
su desarrollo; de ahí el fundamento y
base de las inoculaciones.
Las epizootias siguen siempre una marcha
regular, advirtiéndose siempre en ellas un período
de invasión, otro de exacerbación y otro
de decrecimiento, y en los individuos períodos
de incubación, de desarrollo y de declinación.
En la primera época las epizootias causan,

BQU .38 — EQU
por lo general, pocas víctimas, y solamente invaden
contados individuos; en la segunda, el
número de víctimas aumenta de un modo extraordinario
, y en la tercera, la intensidad del
mal va disiniuuyeudo y los casos son más raros
cada vez, hasta que cesan de registrarse.
Mas no se crea que las epizootias se desarrollan
siempre con esa regularidad; á veces
estallan, digámoslo así, causando verdaderos
estragos, y en ocasiones se advierte una uniformidad
completa en la manera de manifestarse.
La duración de las epizootias es también
muy variable, y está subordinada á multitud
de causas. En todo caso ocasionan gravísimas
pérdidas á la agricultura por la pérdida en ganados,
en trabajo y en abonos; de ahí que los
Gobiernos hayan adoptado en estos tiempos
medidas para impedir la aparición y desarrollo
de las epizootias, que cuando revisten carácter
contagioso arruinan una región en poco
tiempo.
ÉQUIDOS (ZootecniaJ.—Término que ha
comenzado á emplearse para designar los animales
vertebrados pertenecientes al género
Equus de Linneo. Unos naturalistas los consideran
como una familia, otros como un orden.
Se caracteriza el grupo en todo caso por
la existencia de un solo dedo, rodeado de un
casco córneo, sobre el cual se apoyan las cuatro
extremidades. De ahí precisamente la denominación
de solípedos con que se los designa.
También son característicos en esos animales
los espejuelos, placas córneas que existen
en la cara interna de las cuatro extremidades.
Pero el verdadero carácter diferencial de
ese verdadero género, como de todos los mamíferos,
es la fórmula dentaria. Las especies
naturales que forman el género Equus ofrecen
dos tipos distintos en la constitución del raquis,
por el número de vértebras que le constituyen.
Las verdaderas, prescindiendo de las
coxígeas, que son abortadas, son en uno de
aquéllos treinta y seis, siete cervicales, diez
y ocho dorsales, seis lumbares y cinco sacras,
y en el otro treinta y cinco únicamente, por
ser cinco las lumbares, cuya forma además es
algún tanto diferente. Las irregularidades que
se observan en algunos individuos son resultado
del cruzamiento de los dos tipos. De los
cuatro grupos que las especies forman, el primero
de éstos es el de los équidos caballares
(~E. caballus, de Linneo); el segundo, el de
los équidos asnales (E. asinus, L.); el tercero,
el de los équidos hemióneos (E. liemionus,
L.), y el cuarto, el de los équidos zebrinos
(E. zebra, L.). Únicamente las especies de
los dos primeros son utilizadas en concepto
de animales domésticos por el hombre, y de
ahí su mayor importancia. Los équidos caballares
forman ocho especies, cuatro braquicéfalas
y cuatro dolicocófalas. Las primeras son
el E. C. asiaticus, el E. C. africanus, el E. C.
hibernicus ó raza irlandesa y el E. C, britannicus
ó raza inglesa; las cuatro segundas, el
E. C. germanicus ó raza alemana, el E. C.frisius
ó raza frisona, el E. C. belgius y el E. C.
sequanius. Los équidos asnales forman una
raza braquicéfala, el E. A. europmis, y una
dolicocéfala, el i?. A. africanus. De cada una
de esas razas proceden diversas variedades,
que se describen en el lugar correspondiente.
EQUILIBRIO (Zootecnia).—Armonía
entre las diferentes funciones fisiológicas. Según
M. Gayot, estado orgánico peculiar de
cada raza ó de la conformación de los animales,
que determina aptitudes especiales de los
individuos ó de los grupos. El equilibrio general
ó vital se transmite á todas las variedades,
pero cada una de ellas posee además el
equilibrio orgánico que las especializa, digámoslo
así. Así el equilibrio es muy diferente
entre el caballo de pura raza y el de labor, y
de todos modos la preponderancia de una
cualidad no supone la exageración, porque
en ese caso resulta un verdadero desequilibrio.
EQUILIBRIO (Arboricultora).—Se emplea
ese término para indicar que se han desarrollado
igualmente todas las ramas de una
planta, y se dice que un árbol pierde su equilibrio
cuando se desarrollan unas más que
otras. Para mantener ó establecer el equilibrio
es necesario podar muy cortas las ramas
de la parte fuerte y muy largas las de la parte
débil; inclinar la primera y elevar la segunda;
suprimir pronto la extremidad herbácea
de los brotes de la parte fuerte, y tardaren
practicar esa operación todo el tiempo que
sea posible en la parte débil, sometiendo á
ella únicamente los brotes que sean muy vigorosos
y que de todas maneras hubieran de
sufrir esa operación por la posición que ocupan.
Es necesario empalizar pronto las ramas
vigorosas y tarde las débiles; dejar en aquéllas
la mayor cantidad de frutos que sea dable,
y suprimirlos todos en éstas, así como parte
del follaje en la parte fuerte; humedecer las
partes verdes con una disolución de sulfato
de hierro por el lado en que menos desarrollo
ofrecen; alejar éste del muro, y adosar á él
los brotes que tienen gran fuerza, cubriéndolos
siempre que sea dable, para privarlos de
la luz, y por último, plantar por bajo de las
ramas débiles pies para injertar por aproximación
aquéllos y éstos.
• EQUIMOSIS (Patología veterinaria).—
Extravasación de la sangre, consecuencia de
una alteración de este líquido ó de la rotura
de algún vaso capilar. Los subcutáneos son
casi siempre resultado de rozaduras, contusiones
y succiones; los profundos son producidos
por contracción violenta de los músculos
ó rotura de los tendones. A veces se observa
perfectamente á través de la piel, y se
advierte cómo va paulatinamente desapareciendo;
en los animales muertos de afecciones
tifoideas, muermo ó enfermedades del corazón,
la autopsia patentiza la existencia de equimosis
en diversos órganos.
EQUINOCOCOS.—(V. Cestoideos.)
EQUINORINCO.—Los cerdos y los jabalíes
albergan á veces en sus intestinos uno ó

varios individuos de una especie de vermes
conocido con el nombre de equinorinco gigante
( Echinorinchus gigas). Viene á ocupar
un puesto intermedio entre los vermes nematoides
ó los vermes redondos y los plathelmintos.
Los zoólogos y helmintólogos le colocan
en un orden especial que llaman acantocéfalos,
esto es, vermes con la cabeza provista
de una trompa armada con ganchos, sin verdadera
boca y tubo digestivo.
Los equinorincos son unisexuales, y se presentan
en diferentes grados de desarrollo. El
profesor Rivolta, que ha descrito una epizootia
de este género en los jabalíes de San
Rossore, los ha encontrado de pequeñísimas y
de grandes dimensiones. Los más cortos venían
á tener milímetro y medio de longitud:
los de longitud media, que eran machos, alcanzaban
de 7 á 9 centímetros, y los más
largos, que eran hembras, llegaban á 32 y 33
centímetros. No presentaban señales de movimiento
ni de sensibilidad; su cuerpo era
blando, y semejaba una cinta estrecha que
presentaba frecuentemente arrugas en sentido
transversal, de color sucio verdoso.
Cual sucede con todos los vermes intestinales,
los huevecillos de estos helmintos son
eliminados con los excrementos del cerdo y
del jabalí, y de consiguiente, quedan esparcidos
por las calles, los caminos y las praderas,
y aun son sepultados bajo tierra con los estiércoles.
Según las recientes observaciones
de Schneider, los huevos son recogidos, ó
mejor, engullidos en el suelo por las larvas
(gusanos blancos) del abejorro (Melolonta
vulgaj-isJ; en el estómago de estas larvas se
abren los embriones, los cuales, no hallando
en él campo adecuado para desarrollarse, se
abren camino con sus ganchitos á través de
las paredes intestinales, llegan á la cavidad
abdominal y allí se enquistan. Entre tanto, las
larvas de la melolonta, aunque infestadas de
los embriones de los equinorincos, se transforman
en crisálidas y en insectos perfectos
más tarde; insectos que durante la primavera
destruyen los tiernos gérmenes y las hojas de
muchas plantas fructíferas, de los castaños,
de las encinas, etc. Ahora bien; conocidas
son las costumbres de los cerdos y de los
jabalíes; libres ó conducidos á los pastos bajo
la dirección del porquero, hozan con afán en
busca de raíces y de insectos, y cuando engullen
larvas de melolontas ó los insectos en
estado perfecto, que se hallan infestados de
quistes de equinorinco, adquieren la infección
del equinorinco gigante en mayor ó menor
abundancia.
Lo mismo que ocurre con los cisticercos,
sucede con los equinorincos, cuyos embriones,
una vez llegados á los intestinos del
cerdo, encuentran terreno adecuado para
convertirse en animales capaces de reproducir
la especie. Disuelta la membrana cística;
libre el embrión en la cavidad intestinal, se
fija éste en la mucosa, y de ella extrae los
materiales necesarios para desenvolverse y
— 739 — EQU
llegar al estado de vermes provisto del especial
aparato generador. Durante este período
producen lesiones á veces bastante graves en
los diferentes puntos de los intestinos en que
se han fijado; lesiones que en ocasiones llegan
á originar la muerte del animal. Así, pues,
los observadores han notado:
1.° Heridas en la mucosa del tamaño de
la cabeza de un alfiler, con bordes infiltrados
de sangre y cicatrices circulares en los alrededores
del punto en que habita el vermes
(Fuchs).
2.° Tumefacciones de la mucosa alrededor
de la trompa, que el insecto mantiene clavada,
de lo cual resulta la formación de una
especie de orla en derredor de la misma trompa,
según Alessandrini y Ereolani.
3.° Perforación de la mucosa y apenas
asido el vermes con la trompa en la substancia
serosa; retracción de la trompa ó introducción
de la misma en otro punto de la mucosa.
A corta distancia del vermes se perciben
en la mucosa pérdidas de substancia ó tejidos
de cicatriz (Bruckmüller).
4.° Perforaciones de las paredes intestinales
y paso del vermes á la cavidad abdominal
(Roll).
5.° En algunos jabalíes hallados muertos
en los matorrales de Tómbolo por los meses
de Diciembre y Enero de 1871-72, el profesor
Rivolta halló las siguientes particularidades:
Los cadáveres de los jabalíes jóvenes se
hallaban sumamente flacos; el mesenterio estaba
hiperhémico; también la superficie del
intestino delgado estaba hiperhémica en algunos
puntos; sobre el omento gástrico y sobre
el mesenterio se veían algunos pequeños equinorincos
de color blanquizco, inmóviles, débilmente
adheridos, é invaginaciones en la
parte media del intestino delgado.
Sobre la cara superior del intestino, y muy
cerca de la inserción del mesenterio, se encontraban
varios nodulos, algunos un poco
elevados, de forma redondeada y de color
obscuro ó blanco obscuro sucio; otros casi
planos, de color blanquizco, con los límites
bien marcados en todos ellos. Algunos de
dichos nodulos, que eran más duros, se hallaban
adheridos á las paredes del intestino,
y al ser inspeccionados recordaban por la
forma, por el color y por la consistencia, los
llamados callos de los pies. En uno de los
jabalíes los nodulos aludidos eran bastante
numerosos, y á ellos correspondían en todos
los individuos examinados los equinorincos
mencionados anteriormente.
Aun cuando se citan muchos ejemplos de
cerdos y de jabalíes que infestados por un
considerable número de equinorincos no dieran
señales de sufrir dolores, ni dejaban de
tomar su alimento, sin embargo, pueden ser
en algunas ocasiones los equinorincos causa
de infecciones que no se deben descuidar en
las reses de cerda, sobre todo cuando sólo se
tienen alimentos escasos y malsanos.

EQTJ — 740 —
EQU
Billingham ha dado á una especie de equinorinco
qué vive en los intestinos del conejo,
sin describirla, el nombre de Echinor inchus
cuniculi ó del conejo. Bremser describe el
equinorinco polimorfo hallado en el intestino
del ánade y del ganso doméstico.
Parece ser que además de la Melolonta vulgaris
hay algunos anfibios y algunos peces
que sirven como medios de desarrollo para
el equinorinco en sus transformaciones. El
Sr. Dellarovere, veterinario de Asigliano, advirtió
en 1867 que las ranas y gámbaros de
los arroyos de aquellos contornos se hallaban
infestadas de equinorincos enquistados, y que
al parecer murieron los últimos, por haber
desaparecido de la localidad. Las ranas enfermas
pudieron mantenerse vivas, y algunas
de ellas, enviadas á Turin y observadas por
el profesor Rivolta, se conservan todavía en
el Museo Anatómico - patológico de Turin.
Los quistes que contenían equinorincos tenían
el tamaño de un grano de mijo, y eran numerosos
en la región sub-lombar y entre los
músculos de las ancas de las ranas. Abriendo
los quistes por medio de una aguja, salían pequeñísimas
larvas de equinorincos, dotadas
de movimientos bastante enérgicos.
Cuando las ranas y los cangrejos se hallan
invadidos por equinorincos enquistados, deben
excluirse de la alimentación humana,
pues si bien raras veces, también se ha hallado
el equinorinco gigante en los intestinos del
hombre. Lambi le descubrió en un niño. Todos
los helmintos que habitan en el tubo
gastro-entérico de los animales domésticos,
exceptuando la triquina, no quitan, sin embargo,
á las carnes de las reses su perfecta
salubridad. Para el tratamiento véase Helmintos
(Remedios contra los).
EQUISETÁCEAS (Botánica).— Familia
de plantas que crecen principalmente en suelos
húmedos y sombríos. Sus raíces son vivaces;
el tallo cilindrico, fistuloso, articulado y
más ó menos ramoso. Las plantas de esa familia,
que comprende las llamadas cola de
zorra y cola de caballo, utilizadas para limpiar
los utensilios de cocina, son dañinas en
las praderas y en los campos. Cuando las comen
los animales, les causan irritaciones en el
canal intestinal, y determinan una disminución
en la secreción láctea de las vacas. Algunos
han afirmado que provocaban el aborto
en las ovejas, pero no está comprobada esa
propiedad. De todas maneras, el labrador deberá
destruir esas plantas donde quiera que
las encuentre.
EQUITACIÓN.—-Arte de andar á caballo,
y de domarlos y educarlos; también se llama
arte ecuestre, bien entendido que se explica así
considerando sólo la parte práctica, pues entrando
en otro género de consideraciones, debe
calificarse como ciencia, porque para alcanzar
la perfección en ella y obrar convenientemente
en todos sus casos y accidentes, sin que sean
negativos los principios, es necesario reunir
un caudal de conocimientos anatómicos, de
geometría y mecánica que sólo el estudio puede
enseñar.
Con la anatomía se aprende á conocer las
disposiciones físicas del hombre y del caballo
para aprovecharse de ellas en la aplicación de
las reglas que se prescriben al primero, con
el objeto de que adquiera una cómoda y firme
posición, basada en su propia naturaleza, y en
la del caballo por el estudio de su mecanismo,
saber apreciar sus aires, dirigir sus actitudes
y acomodar sobre él al jinete, combinando
las operaciones de ambos, base fundamental
de los buenos resultados del arte. La
geometría enseña á conocer las proporciones,
los radios, las direcciones de los ángulos en
los remos del caballo, por lo que se aprovechan
y regularizan todos sus aires y aptitudes,
dando además idea fija de las proporciones
de los arreos que necesariamente han de
emplearse en el arte, mas del picadero donde
se han de ejecutar los manejos que la escuela
enseña; y la mecánica manifiesta el valor
de las fuerzas del jinete, combinadas con las
del animal; las de uno y otro aisladamente;
demuestra el valor de las palancas, y enseña
la verdadera potencia del bocado, etc.
La equitación en todos los países civilizados
fué siempre un ramo de buena educación entre
los grandes y personas acomodadas.
En Roma llegó á una gran altura en tiempo
de César, que fué un grande hombre á caballo,
y todos los caballeros de entonces la
aprendían con gran esmero, pues era vergonzoso
no poseerla, y una necesidad su uso,
dadas las costumbres y necesidades de aque-,
lias gentes.
El arte ecuestre, cuyo cultivo data de los
tiempos más remotos, ha sido objeto de las
investigaciones y de los estudios de muchos
historiadores.
La historia del caballo y de su sumisión al
hombre se une tan íntimamente á sus luchas, á
sus conquistas y á sus trabajos, que no podía
menos de inspirar gran interés el conocer las
bases empleadas para su primera dominación.
Es incuestionable que su conquista y su
aplicación á los difereutes servicios que prestó
más tarde, no tenía ninguna relación íntima
con las primeras necesidades de los habitantes
de la tierra.
Por mucho que se quisiere penetrar en la
historia de las naciones, sería imposible encontrar
un indicio preciso sobre el origen del
arte que nos ocupa.
Los escritos de Moisés son los que pueden
difundir alguna claridad sobre la materia, pues
son de los primitivos tiempos históricos.
La asociación del caballo á la vida activa
del hombre ha debido tener su origen en la
época de las grandes luchas de los pueblos entre
sí. Desde entonces ha debido asociarse á
su respectiva gloria; ayudar al colmo de sus
fuerzas y de su valor, dando esplendor á los
héroes de la antigüedad, pues fué el instrumento
indispensable para sus hazañas y sus
triunfos. No ha habido héroe ni conquistador,

EQU — 741 — EQU
ni ningún hombre ilustre, que no se haya
presentado delante del pueblo á caballo, ó en
carro triunfal en la época aludida.
Xenofonte y Plinio hacen mención de un
tratado de Simón, sobre la materia, que precisa
las costumbres ecuestres de los pueblos
antiguos; pero hay tanta vaguedad en las fechas
señaladas á los inventos y á los descubrimientos,
que ni por la historia del citado
autor podríamos encontrar su verdadero
origen.
Los egipcios, fenicios, asirios y aun los chinos
nos ofrecen hechos que se ligan bien con
la cuestión; el que ofrece más que estudiar es
indudablemente el pueblo egipcio.
La antigüedad del arte ecuestre y los primeros
servicios que ha prestado á la humanidad
vienen confirmados de un modo innegable
por los libros de Moisés, los que nos hablan
de los carros ecuestres en Egipto desde
el tiempo de Jacob.
El cántico de Moisés al pasar el Mar Rojo,
nos prueba que la equitación y el uso de los
carros era conocido en Egipto. La justificación
de este hecho demuestra que la aplicación
de los caballos en aquellos ejércitos para
que prestasen en ellos servicios regulares se
remontaba á una época anterior.
Según otros escritos, el uso de los carros tirados
por dos, tres y cuatro caballos fué anterior
al siglo de Moisés, y se remonta al
tiempo de Jacob; estos datos nos inducen á
creer que atendido á que el arte de enganchar
y dirigir con destreza tres y cuatro caballos
se hallaba tan adelantado, el de montar
y adiestrarlos bajo la dirección del jinete
debía ser conocido y practicado.
Los lidios, según Herodoto, eran excelentes
jinetes; combatían á caballo, manejando unas
lanzas muy largas, unos trescientos sesenta
años antes de Cristo.
Resulta de varios datos que la Grecia recibió
desde los tiempos más remotos colonias
de egipcios que introdujeron en el país el
arte de domar y utilizar los caballos, y es
casi evidente que antes de la invención de
los carros la equitación era conocida en Grecia,
y que la invención y la aplicación de
ellos ha sido posterior al arte de domar y de
adiestrar el caballo.
El abad Gedain afirma que el uso de montar
á caballo era más antiguo entre los egipcios
y los israelitas que en la Grecia, donde
no empezó hasta 1300 á 1400 años antes de
Cristo. Se cree que Abraham fué el que introdujo
el uso de los caballos y de los carros
en el pueblo israelita.
Después de Xenofonte pasaron bastantes
siglos sin que el arte ecuestre revelara en
forma didáctica sus progresos y modificaciones,
y sin que escritor alguno dejase á la
posteridad las tradiciones de su época.
Es evidente que el empleo del caballo y su
educación sufrieron transformaciones graduales,
adaptadas á las exigencias de los tiempos.
Este noble animal, con el arte se fué amol­
dando al gusto de la civilización griega y romana,
y representó un papel importante en
estas dos naciones; enganchado ó montado, en
todas partes fué el animal predilecto de los
ricos, de los guerreros y de los soberanos,
siendo el atractivo principal del pueblo en
aquellos juegos tan celebrados que apasionaron
por muchísimos años la capital del mundo.
El arte de montar y de dominar el caballo
se transmitía entonces de padres á hijos; la
práctica era su único libro; las monturas y los
estribos tardaron mucho en adoptarse entre
los egipcios.
La historia de la equitación, seguida y estudiada
en todas sus fases, nos demuestra de
un modo evidente que los progresos y las
transformaciones de este arte tan útil marchan
paralelamente con las varias aptitudes
de las distintas razas de caballos, y que han
debido ser apropiadas á las localidades, según
el temperamento y formas que la naturaleza
del suelo, el clima y los pastos hayan impreso
en los animales; es decir, que la sangre
, la mayor ó menor nobleza de la raza y
su estructura, han debido trazar la marcha
que debía seguirse y los medios que podían
emplearse para su completa dominación.
Las teorías ecuestres del siglo xvi de Italia
y de Francia, después de confirmar lo que
precede, nos demuestran que la equitación de
aquella época no tenía más objeto que la preparación
del caballo de armas, dispuesto á
evolucionar con toda seguridad y franqueza
en los combates cuerpo á cuerpo. En la misma
época, según las tradiciones del Oriente,
la equitación admitía el uso del trote y la posición
del jinete extendida naturalmente, empleando
los estribos en su cabal aplicación.
A este modo de andar á caballo se le decía
montar á la extradiota, cuya denominación se
daba á la montura y bocado de que se valían.
Las sillas estaban hechas con el fin de favoi
recer la posición y dar firmeza al jinete para
los aires altos del picadero, en que el caballo
debía ejecutar constantemente posadas, corvetas
y vueltas instantáneas.
Las teorías de Federico Grisón á principios
del siglo xvn constituyen una escuela de las
más curiosas de la segunda época didáctica del
arte ecuestre.
Este autor da reglas ya para practicar los
pasos atrás, los manejos de dos pistas, las posadas,
las piruetas y la mayor parte de los
aires altos, juzgándolos necesarios para el servicio
del caballo.
También en el siglo xvn se publicaron en
Francia, Italia, Inglaterra y Alemania algunos
tratados de equitación que dieron al arte
otro carácter, una forma más metódica.
Las fiestas, las corridas de cañas y los demás
juegos ecuestres tuvieron por objeto estimular
el gusto al más bello y útil de los
ejercicios, y de poner en evidencia á los más
hábiles y enérgicos entre los jinetes de la milicia.
Estos espectáculos ó fiestas ecuestres,
último reflejo de la caballería andante, con-

EQU — 74-2 —
EQU
tribuyeron á llevar la equitación á aquel
grado de perfección y finura que nosotros hemos
conservado tradicioualmente.
La jineta fué una manera ó estilo de andar
á caballo introducido en España por los árabes.
Las condiciones características de esta
escuela ó sistema de equitación consistían en
el uso de caballos ligeros, muy revueltos y
obedientes, sin ocuparse de otros primores;
los tenían, sí, muy prontos en las salidas al
galope y la carrera, parando en firme, y acostumbrados
al ruido de las armas y á una fatiga
constante, y en que los jinetes montasen
con los estribos muy cortos, para poderse poner
sobre ellos y manejar las armas con más
facilidad. Esta clase de equitación era la que
á los mahometanos convenía más para su sistema
de pelear á caballo, y es la que en el día
siguen en los países orientales, pues según las
noticias adquiridas, los árabes, berberiscos, etcétera,
no han adelantado un paso en su manera
de educar, enjaezar y hacer uso del caballo.
En España se empezó y siguió practicando
por mucho tiempo, valiéndose de esta equitación
, por supuesto usando el traje y los arreos
competentes para los ejercicios y fiestas, que
consistían en las escaramuzas, juegos de cañas,
carreras de parejas y otras, como también
en las diferentes suertes del toreo á caballo
, á que ya es sabido por la historia se
dedicaban los caballeros de aquel tiempo.
, Este sistema de equitación no constituye
escuela, ni sus teorías, muy variadas por cierto,
se encuentran vertidas ni coordinadas en
la forma apetecida; además que, fuera completamente
de uso, no proporciona su estudio
adelanto alguno en el arte.
A pesar de esto, diremos que aquellos jinetes
practicaban ejercicios dificilísimos y expuestos
sobre los caballos poderosos que escogían
para aquellos trabajos, auxiliados pollas
excelentes monturas sobre que iban cabalgados
y de los potentes bocados que completaban
el arnés, acompañados de los acicates
que usaban como espuelas.
La silla, cuya armadura varía totalmente
de las demás, constituía en conjunto una montura
que prestaba al jinete la mayor comodidad
y firmeza; pues dotada de dos grandes
borrenes, á semejanza de las que en el día sirven
para picar toros, defienden admirablemente
al hombre de los contratiempos del
caballo; el borrén delantero, bastante alto, y
de modo que puesto el jinete sobre los estribos
no pudiera pasar la horcajadura por encima,
porque de este modo no se salía fácilmente
por delante.
Los bocados variaban según el capricho ó
la necesidad, ajuicio del jinete, pero el que
daba carácter consistía en que la barbada la
constituía un aro de hierro engarzado en el
vértice de la embocadura, por el cual introducían
la mandíbula inferior del caballo, de
suerte que los puntos de resistencia existían,
no en el portamozo, sino en el aro de la embocadura
y el barboquejo.
El acicate (véase Espuela) constituía el
medio de empujar y determinar el caballo,
como única y eficaz ayuda; gastaban también
una clase de estribos cuadrados, con puntas ó
ángulos tan vivos que hacían las veces-del
acicate.
Tales son los detalles más notables de este
género de equitación, del que aún quedan algunos
vestigios en nuestras provincias andaluzas.
Entre esta escuela y la de brida tuvo lugar
el modo de montar á la bastarda, con silla
que también se nombraba así; ésta fué una
modificación de aquélla para pasar á la otra,
es decir, un término medio que empezó á
proporcionar la caída natural de la pierna, el
largo regular de los estribos, y que se rebajasen
los borrenes de la montura, para quedar
en las que después se denominaron sillas de
brida.
En el siglo xvín , la escuela de brida, generalizada,
seguía sus progresos en todas las naciones
europeas, sólo con las variaciones consiguientes
á la calidad y condiciones de los
caballos sobre que el arte debía ejercer sus
influencias.
En España, como en todas las naciones referidas,
se escribían obras, se propalaban doctrinas
y se hacían cuantos esfuerzos estaban
al alcance de los profesores por adelantar y
dar impulso al arte ecuestre.
La equitación era entonces atendida y
practicada por todos los hombres de más brillante
posición social, y los de menos recursos
seguían su ejemplo, pues el que otra cosa no
podía hacer, concurría á los picaderos, visitaba
las escuelas y adquiría las obras nuevas
que estaban á su alcance; dichos establecimientos
eran centros de reunión y focos de
verdadera diversión, y la equitación el ramo
de buena educación, predilecto sobre todos ¡os
demás.
La cuestión de bocados era muy atendida,
porque estaba en la mente de muchos que
este instrumento es la base de todo, y toda»
las dificultades se pretendían corregir variando
los frenos.
De todas las obras publicadas hasta fin
del siglo xvm, la que mereció los honores de
la predilección fué la publicada en Francia
por D. Francisco Rovichou de la Guériniere,
tanto por lo exacto y claro de sus teorías,
como por la reunión y cantidad de ellas, pues
ha sido el que con más extensión escribió, el
que fundó sus doctrinas sobre mejores y más
sólidos cimientos, y, por último, el que presentó
el mana itial ó filón que se ha venido
explotando hasta el día.
Estamos en el siglo xix, conocido por el siglo
de las luces para la civilización; en él han
tenido progresos todos los ramos del saber humano;
sólo la equitación va quedando en las
tinieblas. En la primera mitad del siglo, la
equitación seguía ocupando un lugar, si no
tan floreciente, al menos atendido; se escribieron
algunos libros de bastante importancia,