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vida. Y la vida

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EL RINCÓN<br />

Los cuentos de José María Merino son cada vez “más realistas, pero en un contexto en el que se pueden leer de forma fantástica”. Foto: Luis Magán<br />

Ficción a tiempo completo<br />

José María Merino ha reunido sus cuentos de veintidós años en Historias del otro lugar<br />

EL ESCRITOR y académico José María Merino (A Coruña, 1941) compara su <strong>vida</strong> matutina<br />

con <strong>la</strong> de un funcionario. “A <strong>la</strong>s ocho y media me siento, consulto el correo electrónico<br />

y, si estoy con algo, empiezo a tomar notas. La escritura es un continuo ensayo. Tienes<br />

que ponerte a trabajar como <strong>la</strong> bai<strong>la</strong>rina, que vue<strong>la</strong> porque entrena ocho horas”,<br />

sostiene. Las tardes, cuando tiene entre manos re<strong>la</strong>tos cortos, <strong>la</strong>s dedica al ocio. Pero si<br />

anda absorto con una ficción <strong>la</strong>rga no existen los horarios. “Me levanto de <strong>la</strong> cama a<br />

apuntar algo”. La liberación <strong>la</strong> consigue alternando los dos géneros: “El cuento es chas,<br />

<strong>la</strong> iluminación. Tengo que verlo entero aunque cambie el final. Y en <strong>la</strong> nove<strong>la</strong> entras con<br />

el machete en un territorio muy frondoso y suceden cosas. Se van creando lógicas sin<br />

saber muy bien adónde vas”. Estas semanas el funcionariado es escaso. Viaja para<br />

promocionar Historias del otro lugar (Alfaguara), una recopi<strong>la</strong>ción de los cuentos que<br />

fue publicando en diferentes títulos entre 1982 y 2004.<br />

La supervisión de esta nueva edición ha sido muy leve: “De sustancia no he cambiado<br />

nada. Algunas erratas, algunos leísmos que me chirrían con los años…”. Y, desde<br />

luego, sin ningún afán de revisar los textos para ajustarlos a lo políticamente correcto.<br />

“Ahora existe <strong>la</strong> idea de que hay que renovar los cuentos popu<strong>la</strong>res. Mis hijas se criaron<br />

escuchándolos y son unas ciudadanas hechas y derechas. A usted nunca le han contado<br />

un cuento en su infancia y por eso ahora encuentra cosas raras. ¡Qué me está contando!”,<br />

se indigna. Reconoce una evolución narrativa en estos veintidós años de minificciones.<br />

“A veces me sorprenden los primeros: ¡qué frescura! Seguramente he perdido<br />

júbilo, pero me sigue encantando escribir cuentos. Cada vez tiendo a hacerlos más<br />

realistas, pero en un contexto en el que se pueden leer de forma fantástica”.<br />

“Ahora estoy leyendo cuentos para el concurso La Hucha de Oro y hay un nivel<br />

estupendo”, se felicita Merino, quien ya no ejerce de profesor en talleres de cuentos.<br />

“Terminaba exhausto”, se justifica rodeado de unos libros que engullen el cuarto, pese a<br />

rega<strong>la</strong>r muchos y tras<strong>la</strong>dar otros a su casa de León. Los api<strong>la</strong> por temática, pero<br />

encontrar el que interesa es una odisea. Así que oír <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra “obra” o “mudanza” le<br />

produce urticaria. Tiene hasta un p<strong>la</strong>n trazado ante <strong>la</strong> trágica idea de tener que cambiar<br />

un día el suelo algo desgastado. “Cuando vaya a los países árabes voy a ir comprando<br />

alfombras y algún día lo tapizaré todo”, desve<strong>la</strong> satisfecho. Elisa Silió <br />

EL PAÍS BABELIA 29.05.10 3

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