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Babelia 961NÚMERO 961. <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong>, SÁBADO 24 DE ABRIL DE 2010


SUMARIOBabelia 961Álvaro ColomerLa mancha delsilencioEN PORTADAL. Magi / G. Altares / A. Intxausti / C. Sánchez-Andrade / F. Jarque / Á. Pons / J. Valenzuela / N. Barrios 4El boom del cómic periodístico El empuje del periodismo gráfico en los últimos años viene de la manode un grupo de reporteros-dibujantes que narran desde su experiencia personal los conflictos que asuelan el mundoy también los dramas y las alegrías de la vida cotidiana. Notas al pie de Gaza, la obra de Joe Sacco sobre la tragedia dela franja, y Blast, el nuevo libro del francés Manu Larcenet, son ejemplos del auge de lo que algunos han calificado yacomo un nuevo género. Estos y otros libros se podrán ver en el Salón del Cómic de Barcelona entre el 6 y el 9 demayo (www.ficomic.com). Portada: ilustración realizada para Babelia por Joe Sacco (Malta, 1960)IDA Y VU<strong>EL</strong>TA Hilos cortados Antonio Muñoz Molina 10<strong>EL</strong> LIBRO DE LA SEMANA Entrevista con Colum McCann Andrea Aguilar 11Las flores del maldito Vicente Molina Foix / Lluís Satorras 12Luis Rosales. 100 años del serio alegre Elisa Silió 13La constitución de 1931, de Santos Juliá Andrés de Blas Guerrero 14PENSAMIENTO La ciencia y los políticos José Manuel Sánchez Ron 16SILLÓN DE OREJAS El mono artístico Manuel Rodríguez Rivero / Max 17ARTE La fotografía ya no refleja la realidad Alberto Martín 20EXTRAVÍOS Miniatura Francisco Calvo Serraller 21PURO TEATRO Historias de anteayer Marcos Ordóñez 22MITOLOGÍAS Seis balas para Andy Warhol Manuel Vicent 23+ .com+Eugénesis sin fronteras,imagen del libro Lacámara de Pandora, deJoan Fontcuberta. Lectura exclusiva Babelia adelanta este lunes el prólogo de Claudio Magris sobre Necrópolis(Anagrama), del autor esloveno Boris Pahor, considerada como una gran novela del Holocausto. Encuentro digital Francisco Ferrer Lerín, reciente ganador del Premio de la Crítica en Poesía por supoemario Fámulo (Tusquets), charlará con los lectores el miércoles a las seis de la tarde. El blog de Babelia en <strong>EL</strong><strong>PAÍS</strong>.com incluye noticias, comentarios, análisis, recomendaciones, imágenes yvoces del mundo de la literatura, las artes plásticas, el cine, el teatro y la música.CADA VEZ QUE muere un soldado en Afganistán, corro auna librería para ver si, entre las novedades, hay algunanovela que aborde, de una maldita vez, el tema de laimplicación española en ese conflicto. Y siempre mellevo una decepción. Me ocurre lo mismo cuando buscoobras de ficción que, habiendo pasado el suficientetiempo como para hacerlo con la perspectiva necesaria,traten sobre la presencia de nuestras tropas en Irak,aunque en estos casos encuentro algunas honrosas excepciones,como Invasor de Fernando Marías, Las cenizasde Bagdad de Antonio Lozano y Sin cobertura deEduardo Martín de Pozuelo y Jordi Bordas. Han pasadoseis años desde el repliegue de nuestras tropas enaquel país y, que yo sepa, sólo existen esas tres novelassobre un tema que llevó a todos los españoles a la calle,que motivó el mayor atentado de nuestra historia, quederrocó todo un gobierno… ¡Sólo tres novelas! Y, claro,ya en la tienda, acabo comprando alguno de los librosescritos por corresponsales de guerra, como El hombremojado no teme la lluvia, de Olga Rodríguez, o Ningunaguerra se parece a otra, de Jon Sistiaga, y agradeciendoal periodismo lo que la literatura me niega.A raíz de la muerte del soldado John Felipe Romero,víctima noventa y uno de las tropas españolas en laguerra de Afganistán (sí, he dicho guerra), he tratado dedescubrir por qué los novelistas se despreocupan de untema capital para nuestra historia y, tras hablar conescritores, editores y periodistas, he obtenido una repuesta:a los ciudadanos de este país les importa trespepinos lo que pase en la Cochinchina y, por extensión,a los narradores les ocurre lo mismo. Pero tambiénme han dado otros motivos. Alguien me ha dichoque los escritores vivimos —me incluyo— tan ensimismadosque somos incapaces de levantar la cabeza paramirar qué ocurre realmente a nuestro alrededor. Otraspersonas me han asegurado que el problema está en elMinisterio de Defensa, que no facilita el acceso a informaciónveraz. También me han comentado que la GuerraCivil continúa siendo una inmensa gamuza que sepuede seguir escurriendo. Y el mejor argumento detodos, dado por un editor, ha sido que los conflictoscontemporáneos, al contrario que Vietnam o la II GuerraMundial, no venden.Yo no sé si todas estas razones justifican la indiferenciade los escritores ante un drama de estas proporciones,pero estoy convencido de que en España persisteuna actitud francamente absurda ante las escaramuzasocurridas más allá de nuestras fronteras. Hace unassemanas, hablando con una autora de mucho prestigio,le comenté que estaba dándole vueltas a la idea deescribir sobre la guerra de Irak y ella, muy indignada,respondió: “Pues yo fui a las manifestaciones en contrade esa guerra”. ¡Como si yo hubiera ido a las a favor!Pero lo que realmente subyacía bajo sus palabras erauna actitud muy española: no interesarse por aquellosobre lo que se está en contra.Gracias a Dios que los corresponsales no actúanigual. A ellos tampoco les gusta la guerra (al menos, a lamayoría), pero hacen lo que pueden por no cerrar losojos ante una realidad que, cada cierto tiempo, escupesangre sobre el silencio. Álvaro Colomer (Barcelona, 1973) es autor de la novela Los bosquesde Upsala (Alfaguara. Madrid, 2009. 216 páginas. 18 euros).2 <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10


<strong>EL</strong> RINCÓN“No voy a pedir perdón por vender. Al revés, doy gracias a los lectores”, afirma la escritora y periodista Julia Navarro. Foto: Bernardo PérezLa vocación constante de una bailarina frustradaJulia Navarro ha trabajado en la escritura de Dime quién soy en jornadas de ocho horas diarias durante casi tres añosCONFIESA Julia Navarro (Madrid, 1953) que no podría entenderse a sí misma sin elperiodismo, pero que su verdadera vocación era convertirse en bailarina profesional.“Para seguir formándome tenía que irme fuera y no se daban las circunstancias”, cuenta.Se conformó entonces con ser cronista política, aunque la danza modeló su carácter.Gracias a esa vida de sacrificio y constancia resiste hoy una rutina monacal los meses queescribe una novela. No quiere desatender a su familia —tiene un hijo de 17 años— niabandonar el periodismo —ahora opinativo—, así que se sienta frente al ordenador decuatro de la madrugada a ocho de la mañana y, de nuevo, de cuatro a ocho de la tarde. Enmedio practica yoga y pilates. “Escribo mentalmente la novela cuando paseo con mi perroTifis. Y luego me siento. A la última he dedicado dos años y medio, más tres meses dedocumentación”, prosigue. Se refiere a su cuarto título, Dime quién soy, del que Plaza &Janés puso a la venta hace un mes 200.000 ejemplares y Círculo de Lectores 100.000. Noera una locura, ya están en la calle dos ediciones más de 10.000.Vive frente al palacio Real de Madrid y trabaja en un pequeño despacho tomado pordistintas ediciones de sus obras —está traducida a 30 idiomas— y un escritorio deherencia familiar. Un espacio ordenado al milímetro como es ella. En estos frenéticosmeses de promoción apenas lo pisa. “Sólo paso dos días de la semana en Madrid y el restopor España. Tengo que ir a América, a la Feria de Francfort…”. Dime quién soy rompe conlas novelas anteriores. No hay saltos en el tiempo. “Transcurre en el siglo XX, que es tantrágico como apasionante. Es más compleja, más de introspección, de personajes…”. Casi1.100 páginas de trama —“nunca sé cuánto he escrito porque no pongo el paginador”—en las que recorre la vida de una mujer que abandonó a su marido. Su bisnieto, periodista,es el encargado de rascar en su enigmático pasado. “Aprendo cosas de mis lectores sobremis libros. Por ejemplo, que en todos hay un periodista y algún vasco”, se sorprende.Todo lo que la autora de La sangre de los inocentes toca es oro —más de tres millonesde ejemplares vendidos de sus ficciones—, pero huye de la palabra best seller como de lapeste. “No tengo la más mínima idea de cómo se escriben. Sin ninguna publicidad con LaHermandad de la Sábana Santa, conecté, y fue una sorpresa para la editorial y para mí.Hay quien opina mal sin haber leído nada, sólo porque es un superventas. No voy a pedirperdón por vender. Al revés, doy gracias a los lectores”. Elisa Silió <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10 3


EN PORTADA / ReportajePágina de Des nouvelles d’Alain, de Emmanuel Guibert, Alain Keler y Frédéric Lemercier, publicada en la revista XXI, correspondiente a la primavera de 2010. Traducción de Manuel Silvestre. Rotulación de Bruno Spagnuolo4 <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10


NoticiasdibujadasLa documentación de la realidad encuentra en las viñetas una nueva vía de imaginarsu futuro. El Salón del Cómic de Barcelona mostrará el boom del periodismo gráfico através de crónicas sobre el 11-M, los Balcanes, Gaza, Afganistán, Líbano o Irán. Por Lucia MagiLAS DESVENTURAS del joven Stravosbajo la dictadura griega delos años treinta centran Rebétiko(Sins Entido), de DavidPrudhomme. En Notas al piede Gaza (Mondadori), Joe Saccocuenta las matanzas de civiles palestinos en1956. Zahra’s Paradise (de Amir y Khalil—seudónimos— , de momento sólo en formatowebcómic en www.cimoc.com), la historiade una manifestante desaparecida despuésde las elecciones de junio en Irán, es laapuesta de Norma para los próximos meses.Los planes editoriales testifican que loscómics han dejado atrás el país de las maravillas.Se enfrentan al mundo, sin complejos,con ingenuidad, delicadeza e ironía. Yno lo hacen sólo para contar experienciasíntimas. Cuentan la realidad exterior, tratantemas sociales, como la prevención del cáncer(Alicia en la realidad, de Susanna Martíne Isabel Francla, Norma), o históricos, comola primera guerra de Líbano (el excepcionalYo me acuerdo, de Zeina Abirached, SinsEntido), los asesinatos en Ciudad Juárez (en2009 llegó la segunda edición de Luchadoras—Sins Entido—, de Peggy Adam) o lacorrupción de la política (El negocio de losnegocios —Astiberri, 2009—, de Denis Roberty Laurient Astier).“La fantasía ha perdido su batalla contrala realidad”, dice Art Spiegelman, el autor deMaus, en el documental de Mark DanielsComic books go to war (2009). En su piso deManhattan, Spiegelman vive la caída de lasTorres Gemelas. El cielo se le cae encima,junto con fantasmas que pensaba soterrados,él que había contado la historia de sufamilia judía acosada por los nazis comouna caza entre gatos y ratones. “Había pasadolos diez años precedentes a la entrada enel nuevo milenio evitando realizar tebeos,pero desde un cierto momento de 2002 hastaseptiembre de 2003 no pude contenerme”,cuenta en Sin la sombra de las torres(Norma). “Volvía a encontrarme suspendidoen aquel punto donde entran en colisiónla historia universal y la personal”. Dark Horse,Chaos! , DC dedicaron entregas especialesal terrible atentado. Marvel salió a lascalles con una portada completamente negra.The Amazing Spider Man #36 representaa los superhéroes, mitos invulnerables devirilidad y fuerza, impotentes frente el ataquede un enemigo imprevisto. Spiderman,Capitán América, Daredevil, Doctor Doom yMagneto llegan tarde al Ground Zero. La realidadha ganado a la fantasía. Art Spiegelmanno está solo. Un telón verídico se tiendede fondo a las obras por imágenes.La última década conoce un fuerte augede lo que los especialistas empiezan a llamarperiodismo gráfico. Sin embargo, algunosejemplos fundamentales de este génerohabían visto la luz antes.Los retratos humanos de Will Eisner, losescorzos underground de Robert Crumb, indagadosy dibujados con una riqueza de detallesque roza el documento antropológico,abren la vía a Joe Sacco (Palestina y Goradze).El japonés Keiji Nakazawa necesitó 30años para representar el horror sufrido enTenía seis años cuando la bomba atómicaquemó a su familia y a todo el mundo quehabía conocido. “Tenía esas imágenes grabadasen mi memoria y necesitaba enseñarlas”,escribe Nakazawa (Hiroshima, EdicionesMangaline, 7 volúmenes). Joe Kubert hadibujado personajes clásicos como Tex, Tarzáno Sargento Rock. Pero algo cambia cuandola guerra de los Balcanes irrumpe en sucasa de Nueva York. Su amigo Ervin Rustemagic,productor y distribuidor de cómicsbosnio, se queda atrapado en la Sarajevositiada por los serbios y le va comunicandopor telefax su infierno. Kubert dibuja aquellosdespachos desde el frente, dibuja el terrory la esperanza, la angustia de un padreque quiere salvar a su familia en Fax fromSarajevo, de 1997. Marjane Satrapi, en 1999,elige el tebeo para contar su infancia en Irán(Persépolis, Norma).El siglo XXI recoge el desafío de la realidad.“El arte de las viñetas ha crecido muylentamente”, comenta David B. en BilBol-Bul, el festival de cómics de Bolonia. “Naciójunto con el cine, pero mientras éste fueconsiderado algo serio y digno desde el principio,el cómic se quedó atrapado en el limbode la diversión, bastante frívola. Ésta erasu percepción social. A finales de los añosochenta arranca su rescate”. Los libros dedibujos se sacuden el estigma intelectualque les “condenaba a tratar aventuras ficticias,con personajes fantásticos y caricaturescos.El cómic hoy se está liberando”, afirmaSusanna Martín.En su edad de la razón, el tebeo interceptala crisis de otro medio de expresión masivo,que hasta entonces había lucido la exclusivaen el testimonio de la realidad: elperiodismo. “Los medios de comunicacióntradicionales pasan por momentos difíciles,no el periodismo”, matiza Patrick de Saint-Exupéry, veterano reportero de Le Figaro,fundador y actual redactor jefe de la revistatrimestral francesa XXI. En un gran formatocoloreado, más de 200 páginas de reportajescon textos, fotografías, ilustraciones y dibujos.Con apenas dos años de vida, vende50.000 ejemplares. Saint-Exupéry tuvo la intuiciónde saciar con nuevos instrumentosformales la exigencia “de volver a las basesdel periodismo, a la escritura narrativa. A lasviejas pautas de: ‘He ido, escuchado, visto,sentido y ahora te estoy contando esta historiaporque creo que es importante”. Laapuesta por el periodismo gráfico es provocada“precisamente a causa del impasse delos medios tradicionales”. La misma apuestaen Italia funciona en el semanal Internazionale,que envía a sus colaboradores dibujantespor el mundo y publica sus reportajes.Venden 100.000 ejemplares por semana.Parece el castillo de los destinos cruzados:por una parte, el periodismo, que necesitavolver al corazón del oficio; por otra, elcómic, por fin considerado creíble, tras años“La fuerza de nuestramanera de representarla realidad es laprimera persona”,afirma Joe Sacco“Nos hemos vueltoimpermeables alsufrimiento. Los cómicsrompen este círculo”,dice Emmanuel Guibertvividos como género de segunda. La documentaciónde la realidad encuentra en lastiras, en las viñetas, una nueva vía de imaginarsu futuro. Aparte del valor artístico yllamativo del cómic, de la maquetación quepermite asumir en dosis proporcionadasimágenes e información, hay algo intrínsecoen el tebeo que lo hace particularmente aptopara contar el mundo.“La fuerza de nuestra manera de representarla realidad es la primera persona. Todoslos yo que entran en la página hacenque el relato sea vivo, sentido. Quizás noimparcial, pero sí honesto”, comenta Joe Sacco,que siempre se dibuja como un personajemás de sus investigaciones de campo.“Estamos bombardeados por informacionessobre la guerra. Esto nos provoca dosreacciones enfrentadas: paranoia y anestesia”,afirma el francés Emmanuel Guibert,también en Bolonia invitado por BilBolBul.“Nos hemos vuelto impermeables al sufrimientohumano, por defensa o descuido.Los cómics rompen este círculo vicioso”.Sus historietas, como la aún inédita en EspañaDes nouvelles d’Alain, sobre los gitanosdel este de Europa y los Balcanes, paran degolpe el río fragoroso de la información. Seacercan hasta enfocar un detalle, a una persona,entrar en ello y usarlo como punto devista para documentar lo que ocurre. La mirillapuede ser el mismo autor, como en elcaso de Sacco, curioso, desubicado, humilderecogedor de historias. Puede ser un amigoque recuerda la II Guerra Mundial (Laguerra de Alan, Emmanuel Guibert, PonentMon, 3 volúmenes). “Mi libro es fruto de laexperiencia de mi amigo reportero DidierLefèvre. Se llama El Fotógrafo ynoAfganistán,1986”, ejemplifica Guibert hablando desu obra maestra. Patrick Chappatte se dibujamientras construye sus espléndidos reportajespara el Herald Tribune y Le Temps.Siempre acompaña al lector de la mano deuna persona amiga, con su nombre, sus sueñosy miserias. Como Bruno, que por la nochevigila una mansión rica, por el día viveen una chabola en la periferia de Nairobi(Les vies des autres, inédito en España, sepuede ver en www.bdreportage.com).El reportero gráfico puede confesar tenerfrío, estar asustado o no entender las contradiccionesde una situación. “Gracias a la personalización,el lector se identifica y se acuerdade un cómic más que de un frío artículo”,afirma Guibert. Los salones vacíos de hoteldibujados por Guy Delisle en PyonYang (Astiberri,2009) describen la dictadura norcoreanamejor que miles de palabras en una revista.Las manifestaciones de los maestrosmexicanos se hacen comprensibles gracias aque Peter Kuper empezó “a ir de maneraregular a la ciudad y a enviar correos electrónicosilustrados que detallaban la realidadcomo yo la experimentaba”, escribe en <strong>Diario</strong>de Oaxaca (Sexto Piso, 2009). La esperade Nicolas Wild en un hospital de Jalalabadcuenta en una sola plancha la extensión delopio en esa sociedad: un hombre alivia laspenas de un enfermo con unos gramos dedroga: “No tengo dinero para la morfina”, sejustifica en Kabul Disco (Ponent Mon, 2009).Reporteros que van, ven, escuchan ycuentan. No pretenden comprender o juzgar.Usan su piel, sus ojos y oídos. Los cincosentidos del periodista, diría Ryszard Kapuscinski,y sobre todo el sexto: la humildad,que se fija en los hombres. En los que, bajo eljuego de poder, declaraciones y armas, siemprepierden. Las batallas de los superhéroesinvulnerables quedan lejos, en otro universo.Como los dioses del Olimpo. Como en uninverosímil país de las maravillas. <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10 5


EN PORTADA / EntrevistaEl nuevo combate de Manu LarcenetEl gran narrador de la Francia contemporánea, autor de Los combates cotidianos, da un giro a su estilo con Blast. “No meinteresan las imágenes que no sirven para nada. La imagen me gusta cuando es pura y habla”, dice el dibujantePor Guillermo AltaresTRAS TRIUNFAR con Los combates cotidianos(Norma), la historia de unfotógrafo de guerra que decide dejarlotodo para irse a vivir al campo,donde descubre no sólo el amor, sino lahistoria periodística de su vida, y El retornoa la tierra (Bang Ediciones), un poco más omenos el mismo relato pero narrado en tirasy con mucho más humor, Manu Larcenet(Issy-les-Moulineaux, París, 1969) ha dadoun giro radical con Blast (Norma), que inaugurauna serie que se prolongará durantevarios volúmenes. Frente al alegre color llenode matices de sus obras anteriores se hasumergido en un áspero blanco y negro paraconstruir el relato de un hombre que decidevivir al margen de la sociedad. La narraciónarranca con un interrogatorio policial.En una de las planchas más bellas de Loscombates cotidianos, Manu Larcenet incluyeesta frase que es todo un manifiesto desus principios artísticos. “Deslastrada detoda lógica, la poesía es la única formalibre de percatarse de lo que vale la pena.Depardon, Brassens, Miyazaki, Bonnard,Jarmush, Sempé, Tom Waits, Cézanne,Monty Python, Monet,Brel, Desproges, Klee, Cartier-BressonSpringsteen, Céline, HarveyKeitel, Baudelaire, Van Gogh. Lapoesía lo redime todo”. “No me interesanlas imágenes que no sirvenpara nada. La imagen me gusta cuandoes pura y habla, cuando sirve paraalgo, cada plano de Jarmush quieredecir algo, incluso sus silencios. Poreso en Blast hice tantas páginas de silencio”,afirma Larcenet en una entrevistaen París, celebrada en la sede de su editorialfrancesa, Dargaud.Estudió dibujo (gracias a un profesor quedetectó su talento muy pronto) y afirmaque, desde los 12 años, realiza todos los díasuna plancha de cómic. Como sus personajesde Los combates cotidianos (cuatro volúmenes)y El retorno a la tierra (cinco y losque quedan), vive en el campo, con su compañeray sus dos hijos. Una frase de JacquesBrel que aparece en Blast define suactitud ante la vida: “Cuando alguien semueve, los inmóviles dicen que huye”.PREGUNTA. ¿Por qué se ha lanzado aun cambio tan radical de estilo con Blast?RESPUESTA. Tengo una editorial que sellama Les Reveurs, donde hago lo que megusta, y tengo una producción destinada algran público en Dargaud, pero cuanto mástiempo pasa y me voy haciendo mayor, lasdos se acercan y llegarán a ser una. Mi ideaera contar una historia diferente de las queme han hecho famoso, no dejarme llevar porel mismo tebeo. Tenía ganas de hacer cuatroo cinco tomos de 200 páginas, algo largo queme diese tiempo para dibujar silencios, trabajarsobre la longitud y sin color, que es algoque hace los dibujos mucho más alegres.P. ¿De dónde surge este personaje empeñadoen vivir al margen?R. Creo que es algo que tenemos todos,todos hemos pensando en algún momentoen mandarlo todo a la mierda, en desaparecer,pero no lo hemos hecho por algún motivo,sobre todo por miedo. Mi protagonistano tiene ese miedo y es capaz de mandarlotodo a paseo. Quería crear un personaje queno fuese ni simpático ni antipático, nuncasabemos a qué atenernos con él. Lo veremosmejor en el segundo tomo.P. ¿Cuándo sale?R. No tengo ni idea, estoy en ello, llevo 60páginas. Es algo que no quiero prever, loseditores me preguntan y les respondo queestará listo cuando esté listo. Y tampoco admitocambios: si les gusta, genial; si no, losiento mucho.P. ¿Y lo seguirá haciendo compatiblecon El retorno a la tierra?R. Sí, yo quiero que sea como lo que llamomi serie Peyo, el autor de los Pitufos. Megustaría hacer esto hasta que muera. Jean-Yves Ferri, el guionista de la serie y casi elúnico amigo que tengo, cuando me escribeEl retorno a la tierra es alta cocina, está todotan bien trabajado que no tengo que cambiarnada, no hay una palabra mal puesta. Esuna de las mejores series que he hecho nunca.Me gustaría envejecer con mis tebeos.P. ¿Qué hay de real en sus tebeos?R. Bueno, el gato es mi gato, no estéticamente,pero sí de carácter. Yo realmentevivía en la ciudad y mi gata se volvió locacuando me mudéal campo.Cuando escribía Los combates cotidianos,durante un periodo de cuatro años, me fui avivir al campo, tuve dos niños, murió mipadre y asistí a la desaparición mediática delos obreros. Tenía que aparecer por algúnlado. Mezclé todo esto para hablar en estoslibros. Eran obsesiones, pero para mí ya estáterminado, he dicho todo lo que pensabasobre ello. Lo único que me quedará es lamuerte. Ahora trato de hablar del interior dela gente, la incomprensión que tenemos hacianosotros mismos, de la violencia, meparece más honesto hablar de eso porqueestá más cerca de mi existencia cotidiana.P. Sus tebeos están llenos de personasque viven en el margen. ¿Por qué?R. Bueno, son los que tienen interés. Novoy a contar historias de personas normales,bien integradas. Me apasiona contar historiasde gente que está en el dolor, en losmárgenes. Yo tampoco me siento especialmenteinsertado en la sociedad. Hay dibujosque están hechos sobre vidas clásicas, a míno me apasionan. Pero me interesa muchoel lado negro de la gente, creo que el arte, lalocura, es mucho más interesante que la norma.Adoro a Francis Bacon y es de una oscuridadextraordinaria, los cuadros de floresson cargantes.P. De todas las planchas de Blast hayuna que me ha impresionado mucho, quees cuando aparece una viñeta a página conla frase de Brel: “Cuando alguien se mueve,los que están inmóviles dicen que huye”.R. ¿No es precioso? Antes de su últimoconcierto, un presentador francés le entrevistóen su camerino y le preguntó: “¿Porqué se retira de los escenarios?”. Y Brel respondióeso, después de un gran silencio.Dice, sencillamente, una verdad.P. En Los combates“Me gustaría envejecer con mis tebeos”, cuenta Manu Larcenet, quien ha realizado este autorretrato para Babelia.cotidianos, un personaje explica que votaal ultraderechista Le Pen “por miedo”y reconoce que le da igual que le mientan,“porque todos mienten”. ¿No creeque es una definición perfecta de lo queocurre en Francia?“Hay tantos cómics que yano sabemos qué elegir, perosi escogemos diez tebeos,nueve serán de diversión,y uno será otra cosa”R. Eso es lo horrible. Porque aparte deunos cuantos extremistas estúpidos a losque es muy fácil detestar, el electorado deextrema derecha está formado por gente desesperadaque tiene miedo. No veo ningunasalida a eso, por eso es un tema que hedejado de tratar en mis tebeos. Al final, elFrente Nacional siempre vuelve. En estaFrancia me encuentro perdido. Estoy un pocodesesperado, todo lo que hemos hechono ha funcionado.P. ¿Por eso decidió irse a vivir al campo?R. La verdad es que seguí a mi mujer porun trabajo, pero ahora me encuentro muchomejor. Incluso aunque viva en una regiónmuy a la derecha. Me encuentro mejor,pero a la vez me voy convirtiendo en unmisántropo: tuve tantas esperanzas y veocómo nada funciona, que me estoy convirtiendoen una especie de oso y el hecho deno tener vecinos, de vivir en mitad del campo,me tranquiliza.P. ¿Cree que vivimos una época doradade los tebeos, que están alcanzando espaciosque antes les estaban vetados?R. Los tebeos han cambiado mucho desdelos años noventa: la editorial L’Asociation,autores como David B, una serie decreadores que han hecho explotar todo loque se hacía en el cómic. Al mismo tiempohay otros creadores que hacían tebeos deadultos, pero era muy marginal. De repente,todo el mundo se puso a hacer tebeos deautor, aunque no me guste la expresión. Resultado:ahora mismo hay tantos cómics enuna librería que ya no sabemos qué elegir,pero si escogemos diez tebeos, nueve seránde diversión, buenos o malos, y uno seráotra cosa, y esa es la que me gusta. Es verdadque es una edad dorada, porque podemoshacer lo que nos guste. Pero a la vezhay demasiados libros, tal vez sea la culpade los editores que no separan el trigo de lapaja. Pero creo que nos estamos matando anosotros mismos, salvo que tengan tu nombreen la cabeza no van a escarbar, cogeránlo que hay arriba, que muchas veces es lopeor y desde luego no es el cómic más moderno.Se ha convertido en un grannegocio, es una forma de ganar muchodinero. Si los lectores no tienentu nombre en la cabeza, estás jodido.P. ¿Por qué cree usted que los tebeossociales o el tebeo periodísticotienen cada vez más importancia?R. Joe Sacco y yo no practicamosel mismo oficio, sería casi insultarle.Él hace un trabajo mucho más radical,a mí me gusta contar historias,soy más narrador, me encuentro muyatado a la novela. Lo que me pareceextraordinario es que un medio comolos tebeos, destinados a entretener alos niños hace 20 años, se haya convertidoen un medio periodístico. Aunqueno puedo evitar preguntarme sino son más directos un texto o una imagen.P. Pero en un mundo lleno de imágenestal vez los tebeos ofrecen una visión diferentede la realidad.R. Es posible, pero tengo mis reservas.Ahora hay muchos autores que quieren haceresto, pero olvidan que para hacer estecómic comprometido, periodístico, hay quetener mucha calidad, interesarse por el dibujo,que es algo chamánico. Es un descubrimiento,es sumergirse en uno mismo, es unaexperiencia casi corporal para hacer surgiralgo que va a hablar al otro. Pero muchasveces, en el periodismo dibujado, se hacepasar el discurso antes del dibujo y, desdemi punto de vista, no hay que hacer nuncaeso. El ritmo, el color, la narración, todo esodebe estar equilibrado y muchas veces losque quieren hacer tebeos comprometidos seolvidan del lado artístico, se centran sobre laradicalidad de lo que tienen que decir. Necesitodejarme atrapar por el amor del dibujo yya sea Sempé o Crumb. Al ver una planchanecesito sentir cuál es la obsesión del tipoque la ha hecho. David, en Epiléptico, es alucinante,mezcla un amor enorme por el dibujocon la capacidad para contar su vida, eldolor que siente con su hermano. Blast. Bola de grasa. Volumen 1. Manu Larcenet.Traducción de Enrique Abulí. Norma. Barcelona,2010. 204 paginas. 24 euros.6 <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10


Salir de la callePor Aurora IntxaustiEl dibujante Miguel Fuster, en Barcelona.OCULTAR LA realidad es mentirse.No ha querido hacerlo y ha dibujadocon trazos de tela de arañala angustia y la desesperaciónde su vida en la calle. Fueron 15 losaños que Miguel Fuster (Barcelona, 1944)vivió a la intemperie, refugiado en el alcohol,cubierto por el sol y unos cartones. Sudesgraciada vida fue haciendo mella en suespigado cuerpo, machacado por el tiempo,dolorido por la indiferencia y agradecidopor esos personajes que supieron alcanzarlela mano en los momentos másdifíciles de su existencia.Sus ojos vidriosos y su facilidad de palabrallevan casi sin darse cuenta a su mundocallejero. Fumador compulsivo, solicitaque cambiemos el lugar de la cita mientraspaseamos por el barrio gótico de Barcelona.La fotógrafa le pide detenerse bajounos soportales para retratarle. Al fondo,tres hombres con sus carritos inundadosde bolsas tratan de esconderse de los disparosde la máquina. Ocultan en un sacode papel el alcohol que beben poco a poco.“La lata o la litrona de cerveza es elprimer paso para quedarte en la calle. Luegopasas al cartón de vino y de ahí no tebajas. Salir es difícil, muy difícil. Dejé debeber hace tiempo, pero sigo siendo unalcohólico. Si ahora probase tan sólo unsorbo caería de nuevo”.En la terraza del bar habla de sus añoscomo aprendiz en Ediciones Bruguera, deltiempo en que trabajaba como dibujantede cómic romántico para revistas del nortede Europa y de cómo se quedó descolgadoen la década de los ochenta de las tendenciascreativas del momento. No dio el saltoa la creación propia y el esplendor del cómicle pilló viviendo en la calle, alejado delo que ocurría en el mundo. “Mi única obsesiónera conseguir los cuatro cartones devino que necesitaba para tenerme en pie. Eldinero para comprarlo lo conseguía pintandoacuarelas de toros y flamencas para losturistas. Malvendía mis obras, pero era lamanera de ir tirando. Han sido contadas lasocasiones en las que he mendigado, no megustaba”. Salió del alcohol gracias al trabajode los voluntarios de la Fundación Arrels—desde 1987 se dedican en Barcelona a laatención de personas sin hogar— y empezócon un blog en el que con sus dibujos, cuadrosy textos empezó a contar sus vivenciascallejeras. De ahí surgió la oferta de la editorialGlénat para que hiciese un álbum contandolo que había sido su vida en la calle.Su autobiografía no es nada complaciente.“He luchado contra el resentimiento, mehe sentido muchas veces humillado al vercómo se apartaban de mí con temor, aprensióny desprecio. Antes de que me recogiesenera un espectro invadido por el alcohol,un despojo de poco más de 40 kilos”.Fuster está ilusionado con el proyectoen el que está embarcado. Tiene ganas depintar, de recuperar el tiempo perdido oparte de ese tiempo en el que supo lo queera “morir las 24 horas del día en una agoníade miedo, dolor e indignidad”. Tieneprevisto abordar otros aspectos de su vida,otros personajes que se han cruzado en suexistencia. “Creo que he encontrado unpunto interesante de trabajo en el que puedodesarrollar mi creatividad”.Las primeras viñetas del álbum reflejanunos personajes con claras influenciasde los dibujos románticos que él realizabay a medida que va avanzando sutrabajo los trazos son más duros y muestrala crudeza de su existencia. “He vividodesposeído de todo, sin ni tan siquierauna cueva para refugiarme, convertidoen una ruina gimiente. Raído por los recuerdos,hace tiempo que dejé de mortificarmesobre si soy culpable o inocente”.Su último refugio en la calle se situaba enla parte trasera de la catedral de Barcelona,bajo los arcos y tras unos arbustos.“Allí, sobre unos cartones y con unos periódicosbajo la ropa para quitar el frío,conseguía dormir hasta que a las seis llegabanlos agentes y me despertaban”. Elcobijo de la plaza fue su techo antes deabandonar la bebida. El último capítulodel álbum está dedicado a esa parte de suvida. Por él desfilan personajes reales quedía a día le ayudaban a pasar la jornada.Desde la barrendera al indigente, desdeel ciudadano que le ofrecía un colchón oel tabernero que cada noche le preparabaun bocadillo. “Me encontraba en una situaciónde deterioro tan grande que eraincapaz de pintar para conseguir unoseuros. Daba la vuelta a la iglesia y atenazadopor el terror que me causaba el quedarmesin bebida me tuve que doblegar, humillary pedir limosna”.Ese lugar de la plaza en el que Fusterdormía solo lo ocupan, cada noche, ochoindigentes. Actualmente existen en Barcelonacerca de un millar de personas quepernoctan en la calle. Miguel, 15 años en la calle. Miguel Fuster. Glénat.Barcelona, 2010. 172 páginas. 17,95 euros.miquelfuster.wordpress.com.Una posibilidad entre milCristina Durán y Miguel A. Giner BouSins Entido. Madrid, 2010128 páginas. 15 eurosHAY UNA POSIBILIDAD entre mil de que salgaadelante. Así arranca la historia de este cómicautobiográfico. Laia, la hija de esta parejade dibujantes, sufrió a las pocas horasde nacer una hemorragia cerebral que lallevó a pasar los primeros años de su vidaentre hospitales, centros de rehabilitacióny médicos. Pero Laia se aferra a la vida conuna fuerza inusual, como también sus padres,que con una mirada sensible y unaactitud admirablemente positiva consiguenguiar al lector por el nuevo mundoque les toca vivir. Estas viñetas de trazolimpio, en dos tonos, sin grandes detalles(lo imprescindible para seguir la historia)se leen con el corazón atrapado entre lacongoja y el embeleso. Hay algo constanteen el libro: en los momentos más duros ode gran vulnerabilidad, los lazos afectivosse convierten en salvavidas. Un libro revelador,que sin duda supone otro paso adelanteen la sensibilización hacia el mundo dela discapacidad, con un toque de frescura yoptimismo. Cristina Sánchez-AndradeRebétikoDavid PrudhommeTraducción de Lucía BermúdezSins Entido. Madrid, 2010104 páginas. 19 eurosLAS VIÑETAS DE REBÉTIKO desprenden unaluz especial, cálida, sensual, que envuelveal lector en el clima mediterráneo de la Greciade los años treinta, escenario perfectopara esta metáfora de la libertad incontenibleque firma David Prudhomme. Durantesólo un día seguirá la vida de cinco músicosrebetis, armados tan sólo de sus buzukis yde un arte que canta a la vida y sus dolores,igual que el fado, el tango o el blues y que,sólo por ser libre, fue censurado por la dictadurade Metaxas. Trazo y color consiguenun inesperado efecto sinestésico: lasviñetas cantan esas canciones de muerte,amor y violencia y el lector sigue el ritmo dela música a medida que pasa las páginas,contagiado de esa fuerza de libertad quetanto miedo infundió en otros. Un álbumque Prudhomme cierra con un epílogo demoledor,casi desesperanzador, pero quemultiplica todavía más los valores de unaobra que certifica que su autor tiene muchoque decir en el noveno arte. Álvaro PonsLulú, mujer desnuda (volumen 1)Étienne DavodeauTraducción de Raúl MartínezLa Cúpula. Barcelona, 201088 páginas. 20 eurosADAVODEAU LE GUSTA la distancia corta, esaque permite hablar de pequeños sentimientosentre dos amigos mientras pasean. Quizásnaderías sin importancia, pero siempre“trozos de vida”. Testimonios mínimos quele han servido para hablar sobre la problemáticade iniciar un negocio sobre agriculturabiológica, sobre el sindicalismo cristianofrancés de los años sesenta o, como ahora,sobre una mujer que descubre que su vidano es la que quería. Semanas después, susamigos comienzan a intentar reconstruir loque llevó a Lulú a no volver ese día a casa, adejar a su marido y a sus hijos. No intentanjuzgar a su amiga y lo que pasó, sólo comprenderqué la llevó a escapar. Davodeauevita que sea la propia Lulú la que hablepara estudiar, precisamente, a esa sociedadque siempre intenta juzgar a quien no siguesus dictados. Y el lector irá descubriendo larealidad de una Lulú que no era ni rebeldeni aventurera, sólo una mujer más que undía se bajó de la vida que tenía escrita. Á. P.KafkaRobert Crumb y David Zane MairowitzTraducción de Leandro WolfsonLa Cúpula. Barcelona, 2010177 páginas. 20 eurosFRANZ KAFKA no quería que en la edición deLa Metamorfosis se incluyera ninguna representacióndel insecto en el que se convierteGregor Samsa. Robert Crumb, quizá el másfamoso de los dibujantes de cómic undergroundestadounidense, sí lo ha hecho. Eneste libro, cuyo título original en inglés esKafka para principiantes, se van alternandolas figuraciones de Crumb de fragmentos denovelas, relatos y escenas biográficas del autorcheco con los textos del escritor DavidZane Mairowitz. La relación entre texto eimagen funciona con una fluidez imparable.Mairowitz introduce con facilidad al lectoren las claves que ligan las ficciones delescritor con episodios de su vida y rasgos desu perfil psicológico, mientras Crumb se deleitaen páginas que resumen La colonia penitenciaria,El proceso, El castillo, Un artistadel hambre y América. Kafka le va muchomejor a Crumb que la Biblia (su recientelibro es sobre el Génesis), tal vez porque compartenhumor y neurosis. Fietta Jarque<strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10 7


EN PORTADA / LibrosSangre siempre fresca en GazaEl reportero-dibujante Joe Sacco, creador de todo un género —el tebeo de investigación periodística—, retrata la vidacotidiana de los palestinos de la franja, marcada desde las matanzas de 1956 por el miedo, la cólera y la impotenciaNotas al pie de GazaJoe SaccoTraducción de Marc ViaplanaMondadori. Marzo, 2010418 páginas. 22,90 eurosPor Javier ValenzuelaEN LA HISTORIA UNIVERSAL de la infamia contemporánea,Gaza ocupa uno de los primeroslugares junto al gueto deVarsovia, Soweto y la Ciudadde la Alegría de Calcuta.La franja de Gaza —sé delo que hablo, he estado allívarias veces— es una pesadilla:un erial de basuras, escombros,chabolas y edificiosacribillados donde seapiñan, cercados por tierra,mar y aire por el Ejércitomás poderoso de OrientePróximo, un millón y mediode seres humanos desesperados.Llámenlo como quieran:campo de refugiados,gueto, campo de concentración,pudridero en vida.Joe Sacco ha pasado largastemporadas en Gaza.Nacido en Malta en 1960,con pasaporte estadounidense,Sacco es un reporterode tomo y lomo que, envez de contar sus historiasa través de textos, crónicasradiofónicas, piezas televisivaso documentales cinematográficos,lo hace a travésde tebeos. Sí, tebeos,historietas, novelas gráficas,cómics, ese género maravillosocon el que mi generaciónse hizo adicta a lalectura. Pues bien, en 2001 una revista estadounidenseles encargó a él y al escritorChris Hedges un reportaje sobre Gaza. Unavez sobre el terreno, Sacco recordó haberleído algo de Noam Chomsky sobre unamatanza de civiles palestinos en KhanYounis, una localidad de la franja, ocurridaen noviembre de 1956. Los dos recogierontestimonios de supervivientes y de ellos sedesprendieron imágenes atroces de varonespalestinos puestos en fila contra lastapias del lugar y sumariamente fusiladospor soldados israelíes. Aquella y otras barbariesanteriores y posteriores, concluyeronlos reporteros, sembraron en los corazonespalestinos el odio que sentían hacia los ocupantesisraelíes. Pero la revista censuró lospárrafos del reportaje relativos a aquel episodio,en el que, según un informe oficialde la ONU, perdieron la vida 257 personas.A Sacco esa “nota al pie de página” de lahistoria que fue la matanza de KhanYounis ya no se le quitó de la cabeza. En2002 y 2003 volvió a Gaza. Durante semanasrecorrió el minúsculo territorio, hablócon mucha gente, se documentó, se enteróde otra matanza de palestinos en 1956 —lade Rafah, con 111 muertos adicionales—,puso a trabajar a investigadores en los archivosde Israel… Y de ahí surgió este libro.Notas al pie de Gaza es no sólo un granViñeta de Notas al pie de Gaza, de Joe Sacco.documental sobre los sucesos de 1956, sinotambién un reportaje con detenimiento sobrela franja de hoy y sus gentes. El reportero-dibujantese sitúa como protagonista dela acción y va contando tanto la vida cotidianaque comparte con los palestinos comoel desarrollo de sus investigaciones y larecreación de las matanzas de Khan Younisy Rafah. Su grafismo, en la estela de RobertCrumb, retrata con vigor y realismo las personas,los escenarios y las situaciones delpasado y del presente. Sus datos son exactos;sus diálogos, auténticos, y su perspectivahumanista, la constante presencia derostros que miran al lector, otorga a lospalestinos esa cualidad de personas que lesniega la propaganda israelí. Los ves deprimidos,asustados, encolerizados, deseososde venganza; también manteniendo inquebrantablessu hospitalidad y su sentido delhumor.El uso de la primera persona es muyeficaz para transmitirle al lector la impresiónde que está viajando con el narrador.Sacco recorre la franja de arriba abajo, seatasca en los controles militares del ocupante,escapa a tiroteos, asiste a demolicionespor buldóceres israelíes de casas palestinas,ve pasar entierros… En la página253, un palestino le enseña los agujeroscausados en su hogar por las balas israelíesy le cuenta que sus hijos viven aterrorizados.“¡Aquí cada día es 1956!”, dice.Un tebeo puede ser un clásico del periodismo.Ese corresponsal de guerra denuevo cuño que es Sacco ya lleva varios.Su primer éxito, a mediados de los noventa,fue la novela gráfica Palestina, fruto deuna larga estancia en Gaza y Cisjordania.Luego abordó, en Gorazde y El mediador,las guerras balcánicas y, en Chechen War,Chechen Women, los dramas del Cáucaso.Muchos piensan que ha creado un nuevogénero: el tebeo de investigación periodística.Su colega Chris Hedges, premio Pulitzer,opina que el trabajode Sacco prueba que, enun momento en que losmedios están recortandoen corresponsalías, enviadosespeciales e investigacionesprolongadas, “el periodismova a volver a serlo que fue al principio: unaforma de arte”. Es una ideainteresante.“Los palestinos”, escribeSacco en el prólogo de estaobra, “no pueden permitirseel lujo de digerir una tragediaantes de que llegue lasiguiente”. Israel, que en2005 retiró de la zona a suscolonos, tiene hoy completamentecercada a Gaza y,como ocurrió en el inviernode 2008-2009, la bombardeacuando le place. Los niños,mujeres, ancianos yvarones palestinos que muerenen esos ataques son, enel mejor de los casos, “dañoscolaterales”; en el peor,“terroristas” a exterminar.Como la sangre no se secanunca en Gaza, tampocodebería hacerlo la tinta quelo cuenta. A Sacco le preguntansistemáticamenteen Estados Unidos por qué presenta el ladopalestino del conflicto y no el israelí. Surespuesta es obvia: porque durante toda suvida, los políticos y los medios de comunicaciónnorteamericanos sólo le han presentadola versión israelí. “¿Qué significa serobjetivo cuando hay un pueblo oprimido yotro opresor?”, se preguntaba en una entrevista.“Yo prefiero ser honesto: no todos losoprimidos son ángeles, pero ello no impideque sean los oprimidos”.Vuelve a hablarse de una posible iniciativade paz de Obama para OrientePróximo. La reflexión más lúcida que puedehacerse sobre el asunto ya se encuentraen la última viñeta de la página 62 deeste tebeo: “La única cuestión es saberhasta dónde piensan los israelíes imponersu victoria o hasta qué punto aceptaránlos palestinos la derrota”. Pasión autobiográficaSofía y el negroJudith VanistendaelTraducción de Cristina Casas, Eva Gorsschey Carmen Gros. Prólogo de Enric GonzálezNorma. Barcelona, 2010152 páginas. 17 eurosPor Nuria BarriosLAS GRANDES novelas gráficas poseen unafuerza y una frescura de la que adolecenmuchas novelas contemporáneas. Este esel caso de la premiada Sofía y el negro, dela artista belga Judith Vanistendael, unavibrante historia de amor entre una belga,estudiante de económicas, y un togolés sinpapeles, que ha solicitado asilo. Contadaen dos partes, como si fuese uno de esosdípticos religiosos cuya historia se exponeen varias tablas que se presentan a la vistasimultáneamente, Sofía y el negro narra larelación de esta joven pareja en un pequeñoy rico país de Europa. La primera partecuenta la historia a través de los ojos delpadre de Sofía, un periodista prestigioso yliberal. El personaje es francamente genial:conmueven y divierten, al mismotiempo, su asombro, su desconfianza, suhostilidad hacia el extranjero negro y sinpapeles de quien se ha enamorado su únicahija. “¡Pero bueno, le ha tocado la lotería!¡Tiene un piso con tía incluida!”, lesuelta furibundo a Sofía. También muestracómo el amor de los perplejos padres haciasu hija facilita el camino de la pareja.En la segunda parte, es la propia Sofíaquien, diez años después, narra su versiónde los hechos. Sofía y el negro cuenta conhumor, agudeza y dolor la historia deamor entre una blanca y un negro, peronarra sobre todo la difícil carga emocionalque muchos refugiados portan sobre susespaldas, la tremenda aventura que hanprotagonizado para llegar a Europa y elabrumador laberinto burocrático que aúnhan de recorrer para ser regularizados.Con un dibujo en blanco y negro tan atractivoy enérgico como los textos, Sofía y elnegro es una novela autobiográfica llenade vida. No se pierdan esta agridulce crónicafamiliar de una pasión. Las certeras reflexionesdel periodista Enric González sobrela inmigración abren el libro. Viñeta de Sofía y el negro, de Judith Vanistendael.8 <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10


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IDA Y VU<strong>EL</strong>TAImagen del campo de Büchenwald. Foto: ReutersHilos cortadosPor Antonio Muñoz MolinaAPESAR D<strong>EL</strong> LIGERO temblor y de latorpeza que ha ido adquiriendosu mano derecha con el paso delos años Ernest Michel todavíaconserva una letra excelente. La usa paraescribir despacio y con claridad, sobre cartulinasrayadas, palabras clave que le serviránpara despertar recuerdos, o para asegurarsede que la mente no se le queda enblanco inesperadamente, delante de unpúblico que atiende en un silencio sobrecogidoa su historia. A los 86 años, ErnestMichel continúa viajando a casi cualquierparte donde lo llaman para dar testimoniosobre sus años de cautiverio en Auschwitz,pero se ha dado cuenta de que la memoriase le está debilitando, igual que la calidadde su caligrafía. Puede revivir sin ningunadificultad escenas sucedidas en el campode exterminio hace más de sesenta años,recordar palabras, conversaciones enteras,pero en la memoria del presente se leabren cada vez más espacios en blanco. Envez de la tentación de capitular lo que sientees una urgencia todavía más acusada deseguir contando, y por ese motivo escribecosas en las fichas de cartulina y las llevaconsigo, para asegurarse de que el olvidode lo más próximo no le borra el acceso atantos recuerdos exactos y lejanos. Y elmismo acto de escribir es ya una invocación,porque fue la caligrafía lo que le permitiósobrevivir a Ernest Michel: agotado,enfermo, muy cerca de la muerte, levantóel brazo cuando en una formación alguiensolicitó un voluntario que tuviera buenaletra. Él la tenía excelente: se había adiestradocomo calígrafo antes de la guerra. Lodestinaron a la enfermería, a redactar certificadosde defunción y listas de los prisionerosque eran enviados a las cámaras degas. Trabajar sin mucho esfuerzo físico bajotechado y no a la intemperie del campomultiplicaba la posibilidad de sobrevivir,explicó Primo Levi. Copiando con su letraimpecable los nombres de los muertos ErnestMichel se salvó de ser uno de ellos:ahora escribe todavía, cada vez más despacio,la letra agrandada y más bien torpe, yel hilo de la tinta es tan obstinado y tanfrágil como el del recuerdo, y no tardarámucho en quedar interrumpido.Lo ha dicho Jorge Semprún, en su discursode hace unas semanas en la explanadainvernal de Büchenwald, donde elviento frío agitaba las banderas y los mechonesblancos de los últimos prisioneros,65 años después de la liberación del campo:uno por uno los testigos se extinguen,y dentro de poco la tarea del recuerdo corresponderáa otra generación. No es laprimera vez que Semprún reflexiona enpúblico sobre ese tránsito de la memoriaviva a la gradual vaguedad y abstracciónde lo histórico, pero sí la primera vez quelo expresa con tan desolada inmediatez,en primera persona: dentro de cinco años,dice, cuando se repita esa ceremonia, él yano estará.Semprún confía en los escritores de ficcióncomo depositarios de ese legado derecuerdos. Yo no estoy seguro de que laficción tenga mucha utilidad a la hora demantener presente lo que no debe olvidarse.Por respeto al sufrimiento de tantosmillones de seres humanos, la libertad deinventar ha de estar separada por una fronterabien visible de las narraciones rigurosasde lo sucedido. Y en un mundo en elque hay tan poco espacio público para elconocimiento de los hechos históricos,tan poca idea del lugar relativo del presenteen una secuencia temporal muyanterior a nuestras vidas, la ficción puedeservir sobre todo para banalizar y sentimentalizarel espanto, para hacerlo digeribley al mismo tiempo confinarlo en unadistancia tranquilizadora, “de época”.No hay ficción que esté a la altura delfulgor seco de los hechos. No hay ningunanecesidad de inventar cuando todavía quedatanto por saber, y sólo el conocimientolo más exacto posible concede alguna medidade restitución. El que ha vivido cuentalo que ha visto. A quienes escuchan lescorresponde la tarea de prestar atención yaprender lo más posible, para que el olvidono pueda absolver a los verdugos. Yopienso con remordimiento en tantas personasde las que pude haber aprendido y alas que no pregunté, por descuido, porindiferencia, por creer que estarían siempredisponibles. Cuánto pudimos y debimospreguntar cuando aún había tiempo,cuando estaban lúcidas y en plenitud defacultades personas que habían vivido laRepública, la guerra, la Resistencia enFrancia, los campos de concentración alemanes,la negra posguerra española: cuántashistorias como las que no ha dejadonunca de contar Ernest Michel nos hemosperdido. Leyendo su testimonio me heacordado de mi amigo Antonio Colino,que tenía más de noventa años cuando mecité con él una tarde para que me contarasus recuerdos de la guerra en Madrid. Sacódel bolsillo una hoja cuadriculada en laque había apuntado las cosas que no queríaque se le olvidaran. Pero el hilo se habíavuelto borroso, y muy poco después secortó para siempre.Gracias a la mediación de William Chislettacabo de descubrir un yacimiento dememoria del que no tenía ninguna noticia,que se ha abierto delante de mí como unpaís entero hecho de negrura: sabemosbastante de las vidas de los republicanosespañoles en los campos de concentraciónalemanes, pero yo no tenía ni ideasobre los que acabaron en los campos soviéticos.Chislett, buscador de libros sinsosiego, me ha dado noticia de un trabajode investigación doctoral de Luiza Iordache,Republicanos españoles en el Gulag(1939-1956), publicado hace dos años porel Institut de Ciències Politiques i Socialsde Barcelona. La historia despierta másangustia al comprender el poco caso quese les ha hecho a los testigos y la rapidezcon la que uno por uno se estarán extinguiendo.Jóvenes aviadores republicanosque a principios de abril de 1939 estabanterminando sus cursos de pilotos en laURSS y ya no pudieron salir del país; marinerosde buques mercantes que habíanllevado armas y suministros a la Españarepublicana y se quedaron atrapados en elpuerto de Odessa al final de la guerra; niñosen edad escolar enviados a la URSS,extraviados en la guerra y la miseria, condenadosa trabajos forzados en los camposmás crueles de más allá del CírculoPolar Ártico; militantes comunistas que alllegar a lo que habían imaginado como ungran paraíso se encontraron en el interiorde una cárcel. Querer marcharse de laURSS ya era de antemano un delito: entrelos documentos pavorosos que ha rescatadoLuiza Iordache están las pruebas de lasaña inquisitorial con que los dirigentesdel Partido Comunista Español en Moscúpersiguieron a los compatriotas o ex camaradasque se atrevieron a manifestar algunaforma de disidencia. El libro de Iordacheestá lleno de listas de nombres que yono había escuchado nunca, de libros dememorias publicados o inéditos de losque yo no tenía noticia. Una vez que elhilo se corta ya no hay manera de repararlo.Algunas formas extremas de olvido noserían posibles sin una especie de conspiracióncolectiva. Republicanos españoles en el Gulag (1939-1956).Luiza Iordache. Institut de Ciències Politiques iSocials. Barcelona, 2007. 142 páginas. 15 euros.Promises to Keep. One Man’s Journey AgainstIncredible Odds. Ernest W. Michel. BarricadeBooks, 2008. 320 páginas.10 <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10


<strong>EL</strong> LIBRO DE LA SEMANAColum McCann“Me gusta salir al mundo. Busco paisaje emocional”El escritor recrea el salvaje Nueva York de los setenta en Que el vasto mundo siga girando, novela premiada con el NationalBook Award 2009. En ella, la acción se dispara en todas direcciones y las historias se encuentran en puntos neurálgicosPor Andrea AguilarUN PAR DE CHAVALES negros queacaban de salir del instituto,una cuadrilla de obreros, variasniñeras que empujan carritos,una distinguida pareja de ancianos yun escritor comparten la concurrida esquinade la avenida de Lexington con lacalle 86 una fría tarde de finales de invierno.Es fácil identificar a Colum McCann(Dublín, 1965) entre la gente. A pesar delos palmos de nieve que cubren las aceras,él hace alarde de su sangre irlandesacon una fina chaqueta y escueta gorra.El frío no le intimida. El caos de la metrópolitampoco. Está en la masa de su novelaQue el vasto mundosiga girando, unahistoria coral situadaen el Nueva York delos setenta, galardonadacon el NationalBook Award 2009. Enella se entrecruzan lasvidas de una decenade personajes, desdeuna prostituta delBronx, que a sus 38años ya es abuela, hastauna millonaria dePark Avenue, madre deun joven soldado muertoen Vietnam, pasandopor un joven sacerdoteirlandés seguidorde la Teología de la Liberacióno un hacker.“No me intereso muchoa mí mismo”, explicaya sentado en unpub irlandés dondeuna docena de polacosapuran las cervezas yjuegan al billar. “Megusta salir al mundo,casi como si fuera periodista.Busco paisajeemocional”.Cuando escribió Elbailarín, una novelainspirada en Nureyev,vivió en San Petersburgo;con Zoli, llegó hastalos campamentos gitanosde Centroeuropa.Ahora lleva más deun año inmerso en otro tipo de viaje, elde la promoción de su novela sobre NuevaYork, que le ha llevado desde Berlín aPekín, previo paso por decenas de ciudadesestadounidenses. No muestra signosde extenuación. “Hay escritores que sequejan de este tipo de cosas, pero esoson chorradas. Si no quieren hacerloque no lo hagan”, zanja. Antes de lograrel éxito internacional con este libro,McCann pasó tres años y medio trabajandoen él y varios más con la idea en lacabeza. Fue de ronda con la policía alSouth Bronx. Repasó informes y noticias.Peinó las calles. “Nunca llevo cuaderno,al llegar a casa escribo mis notasy nunca más las vuelvo a mirar”, dice.“Lo que quiero es coger el tono, las contradicciones,la textura. Se trata de alcanzarun toque personal”. McCann se detiene,mira alrededor, y se disculpa comobuen irlandés porque el pub no es muybueno, pero, sí, reconoce, es menos impersonalque las cadenas de cafeteríascontiguas. El escritor, autor de cinco novelasy tres colecciones de cuentos, continúa:“La ficción contiene esta contradicciónde que las historias son totalmentesobre ti y a la vez no lo son. Escribespara aprender sobre un tema que teLa hazaña del funámbulo francés Philippe Petit en las Torres Gemelas en 1974 inicia la nueva novela de Colum McCann. Foto: Marcel.lí Sàenz“Una mentirarepetida el suficientenúmero de vecesse vuelve verdad”“En ese momento losescritores de ficción danun paso al frente y dicen:‘Deme a mí los datos”interesa y luego descubres lo que realmentequerías contar”.Que el vasto mundo siga girandoarranca la calurosa mañana de agosto de1974 en que el funámbulo francés PhilippePetit se paseó entre las Torres Gemelas.Se calcula que cerca de 100.00 personasmiraban absortas desde la calle y lasoficinas colindantes. Con esta hazaña—que inspiró el documental Man onwire— se abren las más de 400 páginasde esta novela. El paseo por las nubestensa la acción centrífuga que se disparaen todas las direcciones. Sin embargo,fue la caída de las Torres Gemelas el 11de septiembre de 2001 lo que puso aMcCann a pensar en primer lugar. “Petitlogró fundir lo real y lo imaginario. Muchosnovelistas hoy en día trabajan en laintersección de estos dos mundos, gentecomo Ian McEwan o Michael Cunningham”.¿Se refiere a una tendencia? “Esuna reacción a lo que ha ocurrido estosaños con la apropiación de los datos. Lainformación se ha vuelto muy mercenaria,es fácilmente manipulable”. Parailustrar su punto, recuerda la comparecenciade Colin Powell en la ONU, y cómose contaron falsedades que se presentaroncomo verdades absolutas. “Unamentira repetida el suficiente númerode veces se vuelve verdad”, apunta. “Enese momento los escritores de ficcióndan un paso al frente y dicen: ‘Deme amí los datos’. Probablemente no sea suintención declarada, pero todo esto estáen el aire, en el agua, en la cerveza”.McCann posa el botellín y se pone lagorra. Hoy celebra su última lectura públicaen Nueva York.Su esposa, Allison, le espera en la bocade metro. McCann encuentra el lugar exactoen el rellano de la escalera donde poderatisbar si el tren que discurre por la víaexprés llega antes que el local. Un ejercicionetamente neoyorquino, en el que leacompañan media docena de pasajeros.High o low, arriba o abajo, como los vagonesdel subterráneo, las historias de sunovela discurren por vías paralelas y confluyenen puntos neurálgicos. Una crisisde fe, el Gobierno de Lyndon Johnson yVietnam, forman parte del abismo, delalambre sobre el que los personajes caminan.Las historias de su libro recorrendesde un lujoso apartamento de ParkAvenue hasta un edificio desolado por elcaballo en el Bronx. Que el vasto mundosiga girando serpentea por el salvaje NuevaYork de los setenta y a golpe de azarentrecruza las vidas de su coro de protagonistas.Uno de ellos es Corrigan, unjoven e idealista sacerdote irlandés. “Meinspiré en un monje que es primo de mimujer. Durante años trabajó en elBowery. Hay gente así de decente. Escomplicado escribir sobre ellos”.McCann sólo contempló el sacerdociocomo posible vocación durante aproximadamente45 minutos, tras reponer un roboadolescente en una tienda junto a un amigo—operación que resultó ser bastantemás complicada que el robo en sí—. Hijode un futbolista, llegó a Nueva York a finalesde los ochenta y mantiene intacto sudeje irlandés. “El primeraño la odié”, confiesa.Había cruzado EstadosUnidos en bicicletay pasado varios añosen Tejas estudiando ytrabajando en un centrode delincuentes juveniles.La Gran Manzanaiba demasiado deprisa.A pesar de todo siempresintió que la ciudadpermitía a uno sentirseneoyorquino a las doshoras de haber pisadosus aceras. “Es la ciudadde todas partes y deningún sitio”, asegura.En Brooklyn, en elespacio de la editoriallibreríaPowerhouse Books,todo está dispuestopara que arranquesu lectura esta fría tarde.Más de doscientaspersonas ocupan el anfiteatroy unos bancosde iglesia, prestados parala ocasión. Una bolade discoteca pende deltecho. Colum McCannse presenta como un escritormuy poco fashionpor no vivir enBrooklyn. “Resulta embarazosoreconocerlo,pero vivo en el UpperEast Side”, dice provocandola risa del público.El primer extractoque lee es sobre Corrigan; el segundo,sobre Claire, la potentada mujer de unjuez cuyo hijo ha muerto en el frente;cierra con Tillie, la prostituta cuya voztardó seis meses en encontrar. Llega elturno de preguntas. ¿Cuál es su día perfectode trabajo? “De cinco a siete, doshoras de duermevela, de nueve a unatrabajo, luego una carrera por el parquey la tarde dedicada a otros encargos”. “Eldía perfecto no existe”, concluye. Mc-Cann aclara que no va a desvelar ningúnsecreto y cita a Doctorow para explicarque la escritura es cómo conducir en laniebla. Uno se mueve sin saber adóndeva. “Las piezas de repente encajan y entonceste preguntas: ¿por qué demoniosha sido tan complicado llegar a esto?”. Que el vasto mundo siga girando. Colum McCann.Traducción de Jordi Fibla. RBA. Barcelona, 2010.480 páginas. 21 euros. Que el món no pari derodar. Traducción de Anna Turro. La Magrana.Barcelona, 2010. 464 páginas. 21 euros. www.colummccann.com.+ .com Inicio de Que el vasto mundo sigagirando, de Colum McCann.<strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10 11


LIBROS / OpiniónLas flores del malditoClavados en la historia con un alfiler, como mariposas raras, los artistas de aura oscura y muerte temprana siguenirradiando su luz. Eduardo Hervás, Félix Francisco Casanova, Antonio Maenza, Haro Ibars, Casariego, Aliocha Coll…han trazado una potente línea de sombra en la literatura española. Por Vicente Molina FoixTODA LITERATURA CRECE en los márgenesde sus malditos, y Españaha sido acusada a menudo de carecerde ellos. Como el maldito sehace y no nace, vamos a intentar despejaralgo esta falacia y a hablar, sin salir delterritorio contemporáneo, del digno fracaso,del voluntario o forzoso espíritu negativo,de la suprema maldición que es morirsin haber llegado a publicar o matarse parano tener que escribir más.La oportuna reedición de la novela Eldon de Vorace rescata el nombre de FélixFrancisco Casanova, que descubrí con granfascinación cuando él acababa de morir antesde cumplir los 19 años, en 1976, y cuyaspocas publicaciones (era para mi gusto aúnmejor poeta que narrador) pude ir consiguiendogracias a dos amigos canarios, AlfonsoDelgado y Miguel F. Sánchez Barbudo,que le habían tratado de cerca y mefacilitaron fotos, recortes de prensa y unejemplar del ya entonces inencontrable primerlibro suyo de versos, El invernadero,regalado generosamente por el padre de FélixFrancisco y también escritor Félix Casanovade Ayala. En el autor de El don deVorace la original potencia de su mirada almundo quedaba, me atrevo a decir, magnificadapor algunos rasgos ajenos al valor artístico:la belleza efébica del muchacho, lamuerte incierta en la adolescencia, su perfilmusical, que en cierto modo le emparentapóstumamente, según lo veo yo, con otromalogrado y genial poeta del pop, el cantantebritánico Nick Drake.Pero ya antes de haberme impresionadola corta obra y vida de Félix Francisco Casanovayo había tenido estrecho contacto personalcon dos escritores que igualmente convendríasacar del más allá, Eduardo Hervásy Antonio Maenza. Ellos forman, junto aEduardo Haro Ibars, Pedro Casariego, AliochaColl (evocado hace pocas semanas enEPS por Javier Marías, que le conoció bien),Aníbal Núñez o Rafael Feo, una potente líneade sombra de la literatura española, enla que dejo de lado, por vivos, al gallegoCarlos Oroza y a Leopoldo María Panero,para muchos el más obstinado y consistentemaldito de nuestras letras.Quiero detenerme en la figura del valencianoEduardo Hervás, que se llamaba realmenteEduardo Gómez González y era conocidoentre sus amigos por el alias de La Bola,en alusión a que sus lecturas abarcaban, ytan tempranamente, la entera bola del mundo.Como F. F. Casanova, Hervás tenía ensus versos una propensión o cadencia surrealista,y las marcas inevitables del adolescente;en El don de Vorace, por ejemplo, seUn ‘hijo’ de SalingerEl don de VoraceFélix Francisco CasanovaDemipage. Madrid, 2010255 páginas. 20 eurosPor Lluís Satorrassuceden los homenajes a dos gurús de laépoca, Jimi Hendrix y Herman Hesse, y elpintor por excelencia resulta ser Van Gogh.Hervás, que se suicidó a los 22 años, mostrabatambién en su notable obra poética (cuyaedición completa, publicada por la InstituciónAlfons el Magnànim, es de 1994 yestá hoy, creo, descatalogada) algunas fijacionessimilares y las filiaciones propias deuna torturada edad de la inocencia (su libroIntervalo estaba dedicado “A mis madres”).Pero su escritura era más radical, menosveleidosamente irracionalista que la de Casanova,tal vez influido La Bola por la figuramagnética del cineasta y escritor aragonésAntonio Maenza, que creó en la Valencia delos últimos años 1960 una facción de esforzados“situacionistas” y “telquelianos”, antesde trasladar su aguerrido influjo a Barcelona,donde rodaría a partir de 1969 Hortensia/Béance,película desmesurada e incompletaque cuenta como actores a EnriqueVila-Matas, Félix de Azúa, Emma Cohen,Fabià Puigcerver, Carmen Artal y Paulo Rocha,entre otros, y en su condición de “cinemainvisible” ha conservado aromas de leyendasagrada y demoniaca. De Maenza seviene hablando bastante últimamente, peronunca se acaba de sacar a la luz su cuantioso(y en mi memoria de entonces valioso)material fílmico, que incluye dos largometrajesacabados, El lobby contra el cordero yOrfeo filmado en el campo de batalla, yelcitado “monstruo” de Hortensia/Béance, legadotodo, tras su joven muerte violenta yconfusa a finales de 1979, a Pere Portabella,que le había financiado aquel último proyectoinconcluso. También dejó Maenza espar-<strong>EL</strong> DON DE VORACE, novela publicada en 1975 cuando se haagotado el crédito del socialrealismo hasta entonces predominante,se reedita ahora y ello permite hablar sin medida de unniño prodigio y un texto maldito. Obra espontánea, producto delos dones naturales que Casanova poseía para la escritura yenriquecida por las citas culturales que tanto le atraían, estápuesta bajo la advocación de Baudelaire y es hija de su espíritu ysu estética. Cuenta las peripecias de un joven de 25 años, escritoren potencia, que tras varios intentos de suicidio fracasadosllega a la conclusión de que es literalmente inmortal, a pesar deque su novia-amante le exponga racionalmente lo contrario.Surge, así, el conflicto principal, un definido contraste entre elprotagonista y los demás personajes. El lenguaje lírico y apasionadoy el discurrir extravagante de los acontecimientos puntúanel texto de un autor obsesionado por la muerte y por el poderdel artista. Creo que el nombre que inspira sobremanera a autory personaje es el de Holden Caulfield, el protagonista de Elguardián entre el centeno, por la intención, el desarrollo y eldesenlace y así podemos considerar el resultado final como unaindicación de cómo impactó en el joven Félix Francisco la novelade Salinger. Todo bastante interesante y suficientemente valiosopara considerarlo, pero no para mitificar a un autor delque lo más importante que se puede decir es que estaba lleno deposibilidades que, desgraciadamente, se malograron. 12 <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10


100 años del serio alegreUna exposición en La Casa Encendida reivindica la figura libre de Luis Rosales, marcadodurante décadas por su militancia falangista y su amistad con Lorca. Félix Grande,Pere Gimferrer, García Montero, Caballero Bonald y otros autores celebran su poesíaIlustración de Ana Juan.cido en manos particulares un corpus substancialde inéditos literarios, habiéndose publicadosólo de él, si no me equivoco, unanovela póstuma y enrevesada, Séptimo medioindisponible.“No sé si asistiré a las bodas / de KingKong. Hoy / he recibido la noticia / de sumuerte. —Y se fue andando / por la capotade los coches. El mundo es de papel, y él un/ cigarrillo”. Es el fragmento de uno de losprimeros poemas de Hervás, coguionista asimismodel Orfeo de Maenza. Al ir ahora areleer a La Bola, he encontrado entre laspáginas de Intervalo, que estaba aún en imprentacuando el poeta se mató en octubrede 1972, una carta suya de 1968. Es corta ylacerante, pero entre sus disculpas y susarrogancias, incluye, antes de despedirsecon un “Desconsolado, Eduardo”, este pensamiento:“¿Quién es el compañero de juegosdel que juega solo?”. La carta contieneademás un poema de cuatro versos, titulado‘Señuelo’: “Un paño blanco cuadrado /se pliega / se abisma se reduce / se preproduce”(reproduzco aquí la versión en mi poder,distinta a la publicada).El maldito —y los hay muy cuerdos—juega en efecto solo con la baraja de suscalamidades, pero busca, aunque sólo seacomo contraste o desplante, la compañía delos que pueden entender su juego. Ahorabien, los que no tenemos ansia ni pacienciadel dolor, tendemos a ser impermeables a lapertinacia un tanto torturadora del vidente,que suele caracterizarse, además, por untemperamento exigente. Todo el mundo literarioy teatral del París de los años 1920 y1930 sabía que Artaud era un genio, peromuy pocos estuvieron dispuestos a acompañarleen su vociferante y destemplada locura.Sólo cuando el poeta regresa en 1946 a lacapital tras casi diez años de internamientospsiquiátricos, sus amigos le hacen homenajes,viéndole ya como a un ser-para-la muerte,que le llegaría en 1948.Quizá la flor maléfica necesite de uncultivo de invernadero, de parque protegido,únicamente apreciable en sus coloresfuertes y sus aromas acres desde los senderosde la posteridad. Pero las plantassilvestres siguen, aquí y allá, brotando, yel campo de la literatura reverdece graciasa ellas, a su raíz intrincada, a su malasombra. Y a su desaparición intempestiva,que crea primero una sensación dealivio en el jardín, hasta el momento delestallido póstumo de su simiente. Por Elisa SilióQUE VIENE <strong>EL</strong> CENTENARIO, y ahorava a resultar que el despreciableresucita!”, ha escrito con sorna FélixGrande sobre su amigo el poetagranadino Luis Rosales (1910-1992) que enmayo hubiese cumplido cien años. Reviveel “maldito, el apestado, el íncubo, el reptildel Barroco y gusano de la Poesía”, en palabrasde Grande y a los ojos de los que lecalumniaron. Rosales tenía un carné falangistadel 6 de agosto de 1936. Este dato yque la detención de Federico García Lorcatuviera lugar en la casa granadina de sufamilia —refugio de ambos bandos— fuerondeterminantes para señalar a Rosalescomo cómplice del arresto y asesinato delpoeta, aunque llegó a ser condenado amuerte por la defensa de su amigo. Por esosu hijo Luis RosalesFouz ha querido queno se politizasen los actos:“Era un liberal y notenía un concepto estupendode la políticatras la muerte de Federicoy de JoaquínAmigo. Aprendió a nocreer en las cosas, sinoen los amigos”.El hijo, embarcadoen esta empresa desdehace casi tres años,pensó que la sede delas celebraciones nopodía ser otra que LaCasa Encendida quecomparte nombre conel libro de poemas desu progenitor. La SociedadEstatal de ConmemoracionesCulturales(SECC) se sumó y comenzóa bucear en los100.000 documentos,legado del Archivo HistóricoNacional. LuisRosales. El contenidodel corazón, que seinaugura el jueves, acogecerca de 220 piezasentre arte, manuscritosy fotos. “He encontradounas postales queme mandaba cuandoyo tenía cuatro años.En ellas me hablaba deun elefante que teníaen casa y me preguntabaqué hacía con él…”.En la exposición podrácontemplarse obraplástica y cerámica dePicasso, Miró, Dalí,García Lorca, RafaelAlberti, Rafael Zabaleta,Benjamín Palencia,Gustavo Torner,César Manrique y EusebioSempere. “Esuna visión del panoramaartístico del queparticipó”, explica lacomisaria artística PalomaEsteban. “Se acercóa la pintura a travésde su madre. Antes dela Guerra Civil conocea Lorca y a Pepe Caballeroy quizá ya a Dalí. Luego, a través delas bienales hispanoamericanas y por ladirección de revistas, llega a los que trabajaronen la recuperación del paisaje y la figuradespués de la guerra”, prosigue Esteban.Mucho del legado manuscrito exhibidoproviene de la Biblioteca Nacional. “Sepasó diez años de su vida yendo. Ladigitalización consistía en apuntar todo. Yasí estudió a los clásicos del Siglo de Oro.Su libro Cervantes y la libertad, con prólogode Menéndez Pidal, le dio un gran conocimientopara su poesía”, sostiene RosalesFouz. Y le sirvió, cuenta Grande en el catálogode esta exposición, para organizar tertuliassobre “temas cervantinos, como lajusticia, la paciencia, el coraje, la libertad,la piedad, la ironía… sin desairar otrascuestiones subalternas: la envidia, las calumnias,las ovejas, los molinos de viento”.Grande, editor de la antología de RosalesPorque la muerte no interrumpe nada ycoordinador de un ciclo de conferencias enel Archivo Histórico Nacional, firma la introduccióncon otros amigos y escritores.“Rosales era ingenioso y seriamente alegre.Matizaba sus ocurrencias con un cierto balbuceofinal, invitando a la risa con un principiode la risa”, describe, por ejemplo,Antonio Gala al granadino. En él encontróEl poeta granadino Luis Rosales, en una imagen de 1972. Foto: Aurora FierroNocturno de la cal y la hiedray el muromar sin escalasesquina de anocheceresque ancla en sexos de mujeresjarcias ansiosas de talascal de tu grito sin alas.¡cuando los perfiles puros!turbios faroles madurosy esferas de sangre densasque arrojan islas inmensassobre el Atlas de los muros.Ayer, las casas tranquilas.triunfaron tus desnivelesplenos sus húmedos rielesde pestilentes pupilasLimpia angustia que desfilaspor mis arterias - reflejode su angustia y espejode inmovilidad azogado,aurora de sol mojado,y holanda de puente viejo.Por ti misma enajenada -serás de mimbre y de piedra.- gritos de cal - en la hiedrapresente y martirizada.¡cómo te quemas - Granada -sobre sábanas sencillas!¡y no habrá luz de semillasque empolve mis convulsionesen la casa con balconesy ventanas amarillas!Poema de Luis Rosales de principiosde los años treinta que se podrá ver enla exposición de La Casa Encendida,en Madrid.al padre que había perdido y que nunca lecomprendió. Le publicó sus primeros relatosen Cuadernos Hispanoamericanos yleanimó a centrarse en la narrativa. Tambiénel poeta y novelista José Manuel CaballeroBonald se muestra agradecido. ConsideraLa Casa Encendida (1947) junto con Espacio,de Juan Ramón Jiménez, el mejor poemanarrativo publicado en “nuestro medioen cualquier época” por su “innovación expresivay su capacidad indagatoria en elterritorio de la experiencia”. “Siempre hepensado que sin su ayuda mi primer librono habría sido exactamente como fue”,confiesa. “Su órbita innovadora”, piensaCaballero Bonald, “continuó con Rimas(1951), en época de sumisiones a la tradicióny de imposiciones ideológicas”.Desde entonces el premio Cervantes de1982 dirigió la mirada hacia una poesía totalen la que “los géneros literarios borransus fronteras, en la que lo épico y lo narrativono se diferencian de lo estrictamentelírico y en la que el ensayo y hasta la meditaciónfilosófica tenían cabida junto al diálogodramático de raíz existencialista”, explicaXelo Candel Vila, comisaria literaria deLuis Rosales. El contenido del corazón.Las celebraciones no terminan aquí.“El Centro Andaluz de las Letras inauguróayer en Granada unaexposición, Luis Rosales.Discípulo del aire,que rotará por localidadesandaluzas. Es didáctica,complementariaa la de La CasaEncendida”, cuentaRosales Fouz. Su primoJosé Carlos Rosalesy el pintor Juan Vidalestán detrás de estamuestra que cuentacon un catálogo escritopor Luis García Montero,Andrés Soria Olmedoo Pere Gimferrer yque se completa con laantología Ayer vendrá.Poemas escogidos(1935-1984). Visorcuenta con ocho poemasanteriores a suópera prima Abril queno sabe cuándo editará,y saca a la venta losdisco-libros La CasaEncendida y Antologíapersonal, y una nuevaedición de <strong>Diario</strong> deuna resurrección. Ennoviembre, Pre-Textospublicará La carta entera,con una parte inédita,y Esa angustia llamadaAndalucía, unensayo sobre flamencocon fotos de PedroSerna.Un derrame cerebralle afectó al habla,pero Rosales siguió recitandopoesías comolas que se oirán grabadaspor él en La NocheRosales, que La CasaEncendida celebrará el31 de mayo. Recuerdasu tesón Francisco Brines:“Advertí que se esforzabapor llegar auna normalidad en laque su vida fluyera conla máxima naturalidad.Me pareció hermosa lalección de vida”. Porque la muerte no interrumpenada. Sibilina. Sevilla,2009. 256 páginas.11,50 euros. La Casa Encendida y Antología personal.Disco-libros. Visor. Madrid, 2010. 112 y 72páginas. 14 euros. <strong>Diario</strong> de una resurrección.Visor. 112 páginas. 12 euros.Luis Rosales. El contenido del corazón. Del 29 deabril al 6 de junio. La Casa Encendida. Madrid.www.lacasaencendida.es. Hospital Real. Granada.Desde el 13 de octubre. Luis Rosales. Discípulodel aire.Biblioteca de Andalucía de Granada.<strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10 13


LIBROS / Ensayo y TeatroUna mujer baja la escaleraLa Judith de ShimodaBertolt BrechtTraducción de Carlos ForteaAlianza Editorial. Madrid, 2010200 páginas. 17,50 eurosPor Marcos OrdóñezTEATRO. PODRÍA SER una película de MikioNaruse. O del mejor Fassbinder. Podríallamarse Una mujer baja la escalera.O La señora Okichi sube a los cielos.Una heroína orgullosa e irreductible,que cae en desgracia por ser fiel a susprincipios, es elevada a los altares de laleyenda y denostada por sus conciudadanos,sufre en carne propia las maquinacionesde los poderosos y es destruidapero no vencida. Pero esta historiano la escribieron Naruse ni Fassbinder.Según la portada de Alianza, la escribióBrecht bajo el título de La Judith deGeisha, Japón hacia 1875. Foto: Roger ViolletShimoda: es un inédito, un descubrimiento.Verdad a medias. Escribir, loque se dice escribir, no la escribióBrecht: la hizo suya, la canibalizó. ¿Sehan hecho un lío? Ahora desenredamosla madeja. Flashback. Finlandia, 1940.Huyendo de los nazis, BB se refugia enla casa de su amiga y dramaturga HellaWuolijoki. Su anfitriona le descubreuna obra, La triste historia de Okichi,del dramaturgo japonés Yamamoto Yuzo,que acaba de ser traducida al ingléspor Glenn W. Shaw, y de la que tiene losderechos. BB queda fascinado por la pieza(por su modernidad, su feminismo,su crítica al patriotismo manipuladopor los poderosos) y emprende lo quellama una “reelaboración” que tienemucho de apropiación, no en vano acababade hacer lo mismo con un texto dela Wuolijoki que firmaría (él y sólo él)como El señor Puntila y su criado Matti.Así las cosas, tenemos: a) una obra japonesa,b) una traducción inglesa y, cyd)sendas traducciones al finlandés y alalemán que efectúan, mano a mano,Hella Wuolijoki y Margaret Steffin, otrade las incontables “novias” de BB. Tambiénmano a mano, W y BB se ponen ala faena: comprimen y remontan pasajes,y corre a cargo del dramaturgo laescritura de una nueva escena (la décima)y de una serie de interludios, en losque nuevos personajes analizan y comentanla puesta en escena de la tristeperipecia de su protagonista.En La Judith de Shimoda, un magnatejaponés recibe en su mansión a unosvisitantes anglosajones y para mostrarlesla esencia de su país les ofrece unarepresentación de la vida de Okichi, unmito nacional, emblema, afirma, del“patriotismo de las clases bajas”. La funcióncomienza en 1856, cuando los americanosllegan a Japón para abrir fronterasy hacer negocios con el Shogun. Elcónsul Harris se ha prendado de unageisha y la quiere en su casa, pero estápenado por ley servir a los “diablos extranjeros”.Ante la amenaza de cañonearShimoda, los miembros del consistoriopersuaden a la íntegra Okichi y ledicen que ha de cumplir todos los deseosdel cónsul. Poco más tarde, la geishadescubre que Tsurumatsu, su novio,ya había dado su consentimiento a losjerarcas a cambio de ser nombrado capatazdel puerto. Las negociacionesentre americanosy japoneses se llevana cabo, pero Okichi ha cometidoun error: apiadarsedel dolor de estómagodel cónsul y conseguirleleche recién ordeñada, loque se considera una gravetransgresión. La muchachano quiere ser perdonadapor los jueces nirecompensada por los políticospues afirma que enambos casos ha actuadosegún su conciencia. Parael magnate Akimura, lahistoria termina ahí. Perosus visitantes quieren saberqué sucedió luego,cuál fue el destino de Okichi,de modo que la funcióncontinúa, narrandosu caída de siete en sieteaños. Se reencuentra conTsurumasu, que jamás recibiólo prometido, y tratande reanudar su relación,pero el peso de latraición inicial ha abiertoun abismo entre ellos.Okichi está alcoholizada,víctima del doble peso dela leyenda: para los quese lucraron con su sacrificioes una heroína decuento; para sus vecinosse ha convertido en “laputa del americano”. Enla última escena, vieja y acabada, recibeun saco de arroz de uno de los miembrosdel consistorio y prefiere arrojárseloa los pájaros, del mismo modo queantes prendió fuego a los billetes que ledieron por su acción. Es un maravillosopersonaje, hasta el punto de que Brechtquiso escribir también un guión con suhistoria, contada por varios narradores,a la manera de Ciudadano Kane, peropoco después marchó a Hollywood y,extrañamente, no recuperó ninguno delos dos proyectos.En 2006, el investigador alemánHans Peter Neurenter, compilador delpresente volumen, pudo acceder al legadode Hella Wuolijoki y descubrió elparadójico material: la versión de unapieza ajena que parece, por trama, porlenguaje, por estructura y por intención,haber salido de la pluma del propioBrecht. Unos años antes se habíanincluido fragmentos de La Judith de Shimodaen sus obras completas y comotal se representaron, sin mucho éxito,en Alemania. El texto recuperado, dadasu brillantez, se merece una nueva oportunidad“con honores de estreno”. Reivindicandotambién, desde luego, la autoríaoriginal de Yamamoto Yuzo, undramaturgo a descubrir. Y de Hella Wolijoki,la ghost writer finlandesa de BB.(Ahí hay otra película, por cierto: TheMaking of The Judith of Shimoda). La Constitución de 1931Santos JuliáIustel. Madrid, 2009. 519 páginas. 56 eurosHISTORIA. LA EDITORIAL IUST<strong>EL</strong> ha culminadola edición de su meritoria colección LasConstituciones Españolas dirigida por MiguelArtola. Disponíamos hasta ahora devaliosas recopilaciones de esos textos constitucionales(D. Sevilla Andrés, Sainz de Baranda,E. Tierno Galván), de un puñado depanoramas de conjunto sobre la historiade nuestro constitucionalismo (L. SánchezAgesta, J. Tomás Villarroya, J. Solé Tura y E.Aja, J. Varela Suanzes-Carpegna, J. de Esteban,etcétera), así como una más ampliamanifestación de estudios monográficossobre los diferentes textos. No contábamos,sin embargo, hasta el momento conuna colección de monografías en las queademás de recogerse un amplio estudio decada una de nuestras constituciones, de laCarta de Bayona al texto de 1978, a cargode destacados especialistas, se recogiese eltexto de la correspondiente constitución yuna muy amplia antología de textos, tantodoctrinales como legales, en relación conla misma. La edición de Santos Juliá, comolas llevadas a cabo por I. Fernández Sarasola,M. Artola y R. Flaquer, J. Pro, J. Marcuello,M. Pérez Ledesma, I. Casanova, J. VarelaSuanzes-Carpegna, L. Díez-Picazo y A.Elvira Perales, resulta un texto del mayorinterés, en este caso sobre la constituciónde la II República. El autor, una reconocidaautoridad en la historia política de nuestrosiglo XX, se ha aproximado en el pasado ala coyuntura republicana desde muy diferentesángulos. Lo hace ahora desde unaperspectiva estrictamente constitucional.En su estudio, aborda los proyectos de reformaconstitucional del texto de 1876 conanterioridad a la crisis de 1923, los intentosde reanudar nuestra historia constitucionaltras la dictadura del general Primo deRivera y un planteamiento general del nuevotexto republicano. Se ofrece a continuaciónuna descripción, a modo de dietario,de la elaboración del texto y se concluyecon una detenida consideración de los dosgrandes problemas con que hubo de enfrentarsela Constitución de 1931: el problemanacional-regional y la cuestión religiosa.Mientras el primero contaría unasolución equilibrada en la fórmula del EstadoIntegral, el segundo registraría un tratamientomenos afortunado, hasta terminarconvirtiéndose en uno de los grandes motivosde inestabilidad de la vida del régimenrepublicano. La amplia antología de textosque acompaña a la publicación de la Constituciónde l931 está más orientada a darcuenta de los debates constituyentes que arecoger la legislación complementaria deltexto constitucional. Seguramente razonesde espacio explican la menor atenciónprestada a textos doctrinales, bibliográficosy de prensa, que pudieran haber completadola antología. Se trata en todo casodel libro de Santos Juliá, como los otrosocho integrantes de la colección, de unacontribución de la mayor importancia a lahistoria de nuestro pasado político-constitucional.Andrés de Blas GuerreroDesigualdad. Un análisisde la (in)felicidad colectivaRichard Wilkinson y Kate PicketTraducción de Laura Vidal SanzTurner. Madrid, 2009315 páginas. 22 eurosENSAYO. SU<strong>EL</strong>E PENSARSE que la pobreza esla causa última de problemas sociales comoel fracaso escolar, la violencia juvenil,la toxicomanía o la criminalidad. Pero enrealidad no es así, pues esas patologíasabundan en las sociedades más desarrolladas.Aunque no en todas, pues mientrasen algunas de ellas están creciendosobremanera, en otras brillan por su ausencia.¿Cómo explicar esta paradoja? Laclave no está en la pobreza sino en ladesigualdad: en la distancia que separa alas élites de los desfavorecidos. Este librode epidemiología social, escrito con ampliainformación y claridad admirablepor dos expertos británicos en salud pública,demuestra que los factores que determinanla calidad de vida están estadísticamenterelacionados con el grado dedesigualdad inscrito en la estratificaciónsocial. Para ello construyen un Índice deProblemas Sociales a partir de nueve indicadores:mortalidad, trastornos mentales,obesidad, maternidad adolescente,fracaso escolar, criminalidad, poblaciónreclusa, desconfianza cívica y falta de movilidadsocial. Después lo correlacionancon una muestra de 21 países desarrollados,así como con los 50 Estados de EstadosUnidos. Los resultados que obtienenson demoledores e incontestables. Tantopara el índice total como para cada unade las nuevas variables, los niveles másfavorables de calidad de vida se dan enlas sociedades más igualitarias: Japón ylos países nórdicos. Y en cambio, los indicadoresmás desfavorables aparecen enlas sociedades más desiguales, con EstadosUnidos y Reino Unido a la cabeza,encontrándose Francia o España en posiciónintermedia. Pero lo más significativoes que los efectos patológicos de ladesigualdad afectan no sólo a las clasesdesfavorecidas sino también a las acomodadas.Por eso, las élites estadounidenseso británicas padecen mayores problemassociales que las clases medias y bajas delos países igualitarios. Y el porqué esto esasí se debe a la envidia, mucho mayor enlas sociedades desiguales. El nivel de estrésy propensión a padecer patologíassociales depende de la comparación conlos demás, según la posición relativa quese ocupa frente a ellos. Y esas comparacionesajenas resultan tan insoportablesque afectan tanto a los superiores envidiadoscomo a los inferiores envidiosos.Pues sólo la equidad social nos libra depadecer el maligno virus de la envidiamórbida. Enrique Gil CalvoMadreMario PodestáFundacion Crein. Madrid, 2010. 227 páginasFOTOGRAFÍA. <strong>EL</strong> REPORTERO GRÁFICO argentinoMario Podestá (1951-2003) había dadomuchos tumbos por el mundo cuando enlas navidades de 1993 recayó de nuevo enCalcuta, pero esta vez le aguardaba la madreTeresa para que documentase su obra.Descubrió con ella otra cara de “la ciudadde los olores terribles, de los que nacen,sobreviven y mueren en las calles, la Ciudadde la Alegría”, la describió Podestá. Lavisita le conmocionó tanto que cada añoacudía al encuentro de Teresa, “una pequeñaniña de aspecto frágil con profundasarrugas que se me antojaban mapas de guerra”.Retrataba en blanco y negro el trabajode ésta y las misioneras de la caridad y elresultado fue Madre, un cuidado libro defotos que Podestá presentó en 2003, año desu muerte en un accidente de carretera enIrak como un “tributo” a la “vida fenomenal”que la madre le había regalado. LaFundación Crein reedita esta obra graciasa la cual Podestá aseguró haber conocido a“los niños más bellos de la tierra”. E. S.14 <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10


LIBROS / Narrativa y PoesíaEl poder de la palabraLos bohemiosMarqués de PelleportTraducción de Gabriel HormaecheaGlobal Rhythm. Madrid, 2010292 páginas. 21 eurosNARRATIVA. CONTEMPORÁNEO de Sade y exploradorprofundo de todas las corrupcionesdel Antiguo Régimen, el marquésde Pelleport fue un hombre de vida azarosa,disoluta, mercenaria y decididamentedifícil, que acabó conduciéndoloa la prisión de la Bastilla, justamente enla época en que se hallaba allí el marquésde Sade. Como el mismo Sade, Pelleportpracticó una escritura de libelo,detalle que suelen olvidar muchos lectoresde la literatura de esa época, y sunovela Los bohemios, casi enterrada desdesu publicación en 1790, es ampliamenteliteraria a pesar de tener muchode libelo. A veces su cinismo lírico (si esque cabe tal expresión) lo acerca a Rabelaisy a Quevedo, y a menudo su ironía ysu tono narrativo lo acercan a Cervantes,que es citado varias veces en el libro,y parodia frecuentemente a Virgilio utilizandosu mismo sistema comparativo. Apesar de sus divagaciones, a ratos excesivasy que hacen desaparecer la columnavertebral de la novela, Los bohemios tienela virtud de ofrecernos un retrato esperpéntico,descarnado y tremendamentehumorístico del mundo que precedióa la Revolución Francesa, de las miseriasdel clero y la nobleza, y de las penalidadesde los escritores. En el capítulo XIIIel narrador hace una defensa de los derechosde autor con un humor que hoyechamos en falta. Otra virtud de la novelaes ofrecernos todo un catálogo de laspasiones humanas: el miedo, la lujuria,la gula, el egoísmo, el narcisismo, la pasiónpor el poder… Los sujetos que transitanesta historia de clérigos lascivos yglotones, escritores desarrapados, bandidos,buscavidas y pícaros están biendibujados, aunque tienden a disolverseenseguida en el aluvión de diálogos irónicosy distanciadores. De entre todos lospersonajes, cobra especial importanciael burro que acompaña a los protagonistas.Un burro que ha leído a Séneca, yque a la vez que recuerda al de Apuleyose anticipa al asno de la última parte deAsí hablaba Zaratustra. Jesús FerreroBarrocoJosé Luis ReyVisor. Madrid, 2010100 páginas. 10 eurosPor Ángel L. Prieto de PaulaPOESÍA. A VECES LA historia de la poesíaparece retroceder estéticamente, noporque la falta de salidas invite a buscarabrigo en el seno de la tradición—incluso si se trata de la “tradición dela vanguardia” de los años veinte o dela neovanguardia del 68—, sino porquesólo volviendo atrás puede cortarse elnudo gordiano de una maraña en queha encallado el discurso lírico y proseguircamino. Es este el caso de Barroco,libro con que José Luis Rey (PuenteGenil, Córdoba, 1973) ha obtenido elXXII Premio Loewe de poesía. Ademásde ser el mejor de los suyos, descuellaen una situación donde la abundanciade buenos autores es tan evidente comola ausencia de un nombre o unacorriente que se impongan sobre el resto.Frente a la prestigiada cortedad deldecir o insuficiencia del lenguaje, Barrocoes una glorificación del poder dela palabra, que constituye la materiadel universo erigido en sus páginas;frente a las sartas de aconteceres biográficoscon marco urbano y complicidadgeneracional, el libro de Rey esNARRATIVA. SE LLAMA LUNA, como su nieta,y se apellida Walker, como su whiskyfavorito, y ha sido creada por SharonSmith para remitir el yo narrativo de estoscuentos a un personaje, una mujerde ficción, no vaya a ser que creamosque esta especialista en Galdós que viveen el galdosiano Barrio de las Letras madrileño,con un pie en la sierra malagueña,o viceversa, es la verdadera protagonistade sus historias. Y lo parecería, porqueLuna se parece a Sharon (en mássuelta y más viajera) porque las historiasvienen a buscarla mientras está en locotidiano que comparten: viajar, escribiry traducir, cuidar la huerta o abrir lacorrespondencia, o mirar esa mosca quesigue a Luna como el Lanas a Sharon. Locotidiano extraordinario, ese tiempoque se desliza por los días y sus cambiosde luz, es finalmente el tema de estelibro. Luna Walker es el tercer libro derelatos de esta norteamericana que escribeen castellano —aunque la novelaque muchos esperamos cabalga entre elespañol y el inglés— y que, en palabrasde Ian Gibson, “llegando de fuera, enriquececon su originalidad el panoramaliterario español”. Y escribe con un humorfino, que parece asentado en lamédula de las palabras y que consigueuna transparencia especial para su lenguaje.Humor que transmite en una suertede conformidad iluminadora de la vida,que no le impide penetrar en zonasoscuras de la memoria y pasar como sinquerer por los temas grandes de la literatura:la incomunicación, el amor, lamuerte. Y todo, con una falta de solemnidady de pomposidad tan de agradecer,y una perspectiva rigurosa y conscientementefemenina, que asume el paso deltiempo, las huellas del dolor y las pequeñasy grandes sorpresas cotidianas.Rosa Pereda“Pasé noches enteras escuchando la luna cisterciense”,escribe José Luis Rey. Foto: Carles Ribasliteratura que bebe en el venero de laliteratura y de las otras artes, clásicas ymodernas; y frente a la poesía comorelicario de sentimientos menudos delautor, la que aquí se nos muestra saltasentimental: Miguel, un estudiante enamoradode Verónica, una joven atrapadalas tapias del huerto confesional,apuesta por lo excesivo y se acoge alvuelo verbal y a la gramática del arscombinatoria. Letanías y reiteracionesse canalizan en versículos luminosos,ocasionalmente contestados por composicionesde ritmos pautados y poralguna serie arromanzada (‘Academia’).Hay cabriolas creacionistas, metáforaseléctricas y ramificaciones deversos que se propagan sin desmayo,con las que contrasta también algúnpoema sentencioso y de entonaciónmoral (‘Sencillez’). En el libro, queengarza imágenes y locuciones de tradicionesdiversas, lo exorbitante delbarroco (aquello que escapa centrífugamentede su órbita, lo fuera de sí)enlaza con las asociaciones surreales,en medio de un fervor de guiñosmetalingüísticos. Pero la fiesta de lapalabra no excluye los relatos de unaeducación sentimental, tan caros a suspredecesores artísticos: “Bueno, / siemprerecuerdo la ventana azul. / Las muchachasmorían al mirarse al espejo ylas aguas se abrían temblando / y allíhabía un país. / Pasé noches enterasescuchando la luna cisterciense”. Heaquí un libro de lenguaje suficiente,soberbio en su poderío, que tiende unpuente entre el pasado de anteayer y elfuturo inmediato, si es que acaba convirtiéndose,como cabe prever, en referenciapara los poetas que llegan. por las drogas y novia de Polo, propietariode bares de moda y creador de ambientes.Estructurada como una novelade personajes en la que mandan los diálogos,uno de los aciertos del relato consisteen narrar una época, dejando delado la política de oposición a la dictaduraque ya ha protagonizado buena partede los retratos de la época, pero enfrentándosea ella desde el lado de una generaciónque encontró en las drogas, y másconcretamente en la heroína, un motivomás para experimentar, sin tener ningúnconocimiento del terreno en que semovían, algo que acabaron pagandomuy caro. A. C.Luna WalkerSharon SmithAteneo de Málaga. Málaga, 2009134 páginasNuestra amiga comúnLuis BargaEdiciones AmargordMadrid, 2010198 páginas. 15 eurosNARRATIVA. “AQU<strong>EL</strong> VERANO de 1974 la brisasoplaba a espaldas de Miguel empujándolea vivir rápido, y creer que para divertirsesólo se necesita un mínimo debienestar y un máximo de libertad”. Lafrase con la que arranca la primera noveladel periodista Luis Barga refleja eseespíritu, tan cercano a los años de juventud,que impulsa a embarcarse en todotipo de nuevas aventuras. Ambientadaen Madrid en los últimos años de la vidade Franco, Nuestra amiga común se desarrollaen torno a un trío destructivo y<strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10 15


PENSAMIENTOLa cienciay lospolíticosLos líderes mundialestienen que estar preparadospara hacer frente a todaslas cuestiones científicasPor José Manuel Sánchez RonObra anónima sobre los experimentos de Benjamin Franklin durante una tormenta. Foto: Getty Images / SuperStock RMHoy no se puede—o no se debe— tomardecisiones en un sinfínde dominios sin evaluarlasa la luz de la cienciaLA CIENCIA ES UNO de los elementosmás importantes del mundo actual.Del actual y del de hace yabastante tiempo, puesto que ¿puedealguien entender el siglo XIX, el de latelegrafía y la iluminación eléctrica, el dela química de los fertilizantes y los tintes,el de la anestesia y las vacunas, sin losFaraday, Maxwell, Kelvin, Liebig, Pasteuro Koch? ¡Y qué decir del XX, la centuria dela relatividad, la física cuántica, el ADN,los ordenadores e Internet!Hoy no se puede —o no se debe—tomar decisiones en un sinfín de dominiossin evaluarlas a la luz de la ciencia.Pero las decisiones las toman los políticos,no los científicos. El poder es político—y económico —, no científico. Deuna forma brutal, Nikita Jruschov lo dejóclaro en 1961 cuando ante una nutridaaudiencia le dijo a Andréi Sájarov: “Dejela política para nosotros, que somos especialistasen ella. Haga usted sus bombas ypruébelas y no interferiremos en su trabajo;antes bien, le ayudaremos”.La cuestión es si Jruschov —o para elcaso otros como él— sabía algo de las implicacionesfísicas de las bombas que tiposcomo Sájarov fabricaban siguiendo sus órdenes.Y si no nos limitamos a cuestionesatómicas, sino a la relación de la cienciacon otros asuntos capitales en el mundoactual, entonces habría que preguntarsequé saben de ciencia los políticos de hoy.Richard Müller, un catedrático de Físicade la Universidad de California, ha escritoun libro para ayudar a todos aquellos quese plantean intentar ser algún día presidentes.Física para futuros presidentes (AntoniBosch, editor, Barcelona) se titula. “¿Le intimidala física?”, leemos en la Introducción.“¿Se hace un lío con el calentamiento global,con los satélites espía, con los misilesbalísticos y los antibalísticos, con la fisión yla fusión? ¿Cree que toda la tecnología nuclear,tanto la de las bombas como la de lascentrales de energía, es fundamentalmentela misma? ¿Le desconcierta la afirmaciónde que nos estamos quedando sin combustiblesfósiles, cuando hay quienes sostienenlo contrario?”. Y tras unas preguntasmás parecidas, concluye: “Si es así, el lectorno está preparado para ser un líder mundial”,aunque, claro, aún puede salvarse leyendosu libro. Por supuesto habría queañadir que también debería leer otros textosporque hay más ciencia que la física.Pero esta es otra cuestión.Lo que ahora me interesa es si hay muchospolíticos que necesitan de obras comoesta. O si abundan los que, como Napoleón,saben bastante de ciencia. Bonaparte,recordemos, se consideraba más que capazpara la ciencia: “Si no me hubiese convertidoen general en jefe”, llegó a decir, “mehabría sumergido en el estudio de las cienciasexactas. Hubiera construido mi caminoen la ruta de los Galileo, los Newton. Ycomo he triunfado constantemente en misgrandes empresas, pues también me habríadistinguido mucho con mis trabajoscientíficos”.Francamente, no veo muchos estadistasde este tipo en la actualidad. Y sí muchosmaniobreros de la política, personas en cuyabiografía no es posible descubrir másque el esfuerzo temprano y continuado porsobresalir en la arena política. Su carrera,su profesión, es la política. Enfrentando aesta realidad, es posible consolarse mirandohacia atrás, rebuscando en ese bosqueque es la historia. Y aunque tampoco abundenen él los gobernantes y políticos ilustradosen materias científicas, siempre se encuentraalguno. Uno de mis favoritos esBenjamin Franklin, que no gobernó pero síintervino en política: la hermosa Declaraciónde Independencia de los Estados Unidosde América (4 de julio de 1776) le debebastante. Franklin supo bien lo que cuestaganarse la vida: fue impresor, periodista,pequeño empresario, diplomático y ciudadanoconsciente (tras salvarse por los pelosde un naufragio, escribió en una carta a sumujer: “Acaso debería aprovechar esta ocasiónpara prometer construir una capilla aalgún santo; pero si tuviese que prometeralgo sería construir un faro”). También fueun notable científico que se interesó enmuy diversos campos de la ciencia; en sucorrespondencia se encuentran cartas acientíficos tan distinguidos como Cavendish,Lavoisier y Joseph Priestley. Precisamentesobre este científico inglés, que tantoaportó al conocimiento de las “distintasclases de aire”, como reza el título de unade sus obras, se acaba de publicar un interesantelibro (Steven Johnson, La invencióndel aire, Turner), en el que al hilo de labiografía de aquel hombre, que no le hacíaascos al compromiso social, y que por elloterminó sus días en Norteamérica, tambiénse habla de las relaciones que mantuvo conFranklin y con otro de mis políticos favoritos,Thomas Jefferson, el tercer presidentede los Estados Unidos. Instalado en su nuevapatria, Priestley escribió con regularidada Jefferson. Y aprovechaba para enviarle trabajoscientíficos, para que la política no lehiciese olvidarse “de su interés por la ciencia”.Seguramente no hacía falta; Jefferson,recordemos, fue el autor de un notable texto,lleno de datos y consideraciones sobregeología e historia natural: Notes on the Stateof Virginia (1785). Una rara avis en unmundo de rapaces. Física para futuros presidentes. Richard Müller.Traducción de Víctor V. Úbeda. Antonio Bosch.Barcelona, 2010. 416 páginas. 23 euros.16 <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10


SILLÓN DE OREJAS Por Manuel Rodríguez RiveroEl mono artísticoAFIRMA HENRY de Lumley (La granaventura de los primeros hombreseuropeos, Tusquets) que la adquisiciónde la simetría, primer indiciodel sentido (“humano”) de la armonía, tuvolugar hace 1,5 millones de años, en el territorioque se extiende entre el sur de la actualEtiopía y el norte de Kenia. El protagonistade ese acontecimiento fue Homo erectusque, a diferencia de su coetáneo Australopitecusrobustus, comía carne y fabricaba útilespara proveérsela y manipularla: el bifaz,esa herramienta cortante característica delas culturas achelenses, fue el primer productode esa sensibilidad “artística” de nuestrosmás lejanos parientes. Lumley sostiene quealgunas de las características de esos bifaces(el color de las piedras elegidas, la intencionadasimetría del tallado) no hacían que laherramienta fuera más funcional, sino queservían para proporcionar el primer latidode lo que podríamos llamar satisfacción estética.Por su parte, Denis Dutton, un psicólogoevolucionista partidario de una concepcióndel arte “naturalista y transcultural”,argumenta en su muy polémico (y legible)El instinto del arte (Paidós) que el surgimientoy desarrollo de las artes son resultado deun conjunto de adaptaciones evolutivas quese iniciaron hace miles de años, y que tantonuestro amor a la belleza —el “instinto artístico”—como nuestros gustos y preferenciasserían innatos y universales, y no resultadode construcciones sociales o culturales. Duttonllega a afirmar que si a miembros dediferentes culturas les atraen por igual lasrepresentaciones de paisajes abiertos conimágenes de agua y de árboles en la lejaníaes porque, de alguna manera, les “evocan”la sabana de la que, como especie, procedemos.Y propone un itinerario darwinista parailustrar cómo llegamos a convertirnos en“una especie obsesionada por la creación deexperiencias artísticas”, insistiendo (a travésde diversos ejemplos) en que la comprensiónde los procesos adaptativos que dieronlugar al instinto artístico puede contribuir a“realzar nuestro disfrute estético”. Su librosupone un paso más en el muy contemporáneomaridaje de la filosofía del arte y el neodarwinismo.Y, desde luego, un intencionadotorpedo dirigido a la línea de flotación delas interpretaciones suministradas desde laantropología y los estudios culturales.‘Freakonomics’CUANDO, FINALMENTE, me enganché (creíaque después de The Sopranos nunca volveríaa ocurrirme) a la serie televisiva The Wire—quizás la ficcionalización más despiadadaque conozco de las tensiones que subyacena la vida social de las grandes ciudades norteamericanas—ya sabía (me lo había enseñadoBaltasar Gracián en su siempre necesarioOráculo manual) que sólo “en lo máspoblado están las fieras verdaderas”. Vistadesde nuestro tiempo de precariedadIlustración de Max.medioambiental, la jungla —el ámbito enque antaño los animales depredadores imponíansu ley— pierde espacio en la naturalezay gana fuerza metafórica en la ciudad,que es donde habita la fiera más feroz. Enuno de los mejores capítulos de Freakonomics(ediciones B, 2006), el best seller cuatroveces millonario de Steven Levitt y StephenDubner, se nos explicaba por qué la mayoríade los pequeños traficantes de droga vivíanen casa de su madre. La razón es muysencilla: para que sus jefes se ganen muybien la vida, los camellos deben vivir consalarios miserables. Lo aceptan porque suaspiración no es simplemente prosperar, vivirmejor, sino convertirse un día en jefes dela banda. Ser el Califa en vez del Califa, comoquería el envidioso visir Iznogud de lacélebre historieta de Goscinny y Tabary. Enla sociedad de los narcotraficantes —todoeso se aprecia muy bien en The Wire— tambiénrige un star system muy semejante al delos políticos corruptos: al final todos quierenser el jefe o, al menos, vivir como suponenque debería vivir el (corrupto) jefe alque le hacen los trabajos más pringados.Para alguien que no está particularmenteinteresado en la economía (como yo, si mepermiten la autobiografía), el mayor atractivode Freakonomics y de su segunda parte,Superfreakonomics (que acaba de publicarDebate) es que tratan los más variados aspectosde la vida social (y también de sulado oscuro) desde un casi exclusivo enfoqueeconómico, pero forzando la paradoja ybuscando la sorpresa del lector. No pretendenexplicar la mecánica de la inflación o elcurso de la recuperación económica, perosí, por ejemplo, por qué ha caído en picadola cotización de las felaciones realizadas porprostitutas, o las razones por las que a losterroristas suicidas les convendría hacerseun seguro de vida. Y esas razones participande la lógica de la economía, lo que arrojauna luz distinta sobre asuntos que no suelenestar en su punto de mira. Levitt y Dubnerutilizan el ojo económico para observarel mundo. Y lo hacen sin perder la distancia,pero tratando el resultado con ironía y ciertaguasa. Tengo que reconocer que comencé aleer Superfreakonomics en diagonal y terminóenganchándome. No al modo de TheWire, claro. Pero con la que está cayendo,que un libro de economía te haga sonreír devez en cuando (según la vieja fórmula deenseñar deleitando) es casi un don del cielo.ProscritoUNA DE LAS cosas que más me sorprendende la (en general) discreta vida literaria británicaes la enorme cantidad y vitalidad desociedades formadas por admiradores de escritores.A veces he llegado a pensar quecada escritor reseñado en alguno de los numerososCompanions o guías de literaturainglesa tiene su club de seguidores, con sudomicilio social, sus reuniones, sus liturgiasy sus fobias y filias de grupo. Para una culturaliteraria tan displicente como la nuestra,en la que se considera de mal tono que unautor manifieste entusiasmo por la obra deun colega (especialmente si está vivo) resultasorprendente comprobar que entre losmiembros de esas asociaciones de fansabundan los escritores en ejercicio. Una delas que más simpáticas me resultan es laconsagrada a uno de mis personajes literariosfavoritos, una criatura memorable queha terminado resultando mucho más realque su creadora. Me refiero a GuillermoBrown, el célebre “proscrito” imaginado porRichmal Crompton en 1917 y cuyos relatos(reunidos en libros) se publicaron a lo largode medio siglo. Para dos o tres generacionesde adolescentes españoles Guillermo fue algomás que una válvula de escape: un ídolo,un modelo en el que inspirarse. Por eso megustaría encontrarme hoy (24 de abril) en elmeeting anual de la Just William Society(www.justwilliamsociety.co.uk), que se estácelebrando en un hotel de Stretton underFasse, en las proximidades de Rugby. Por 27libras me habría podido inscribir y participaren el almuerzo colectivo y en las conferencias(una de ellas, Guillermo y lo paranormal,promete). Y, quién sabe, quizás, entrelos asistentes, pudiera reconocer el ceceo depija de Violeta Elizabeth (quizás ya muy ajaday en las últimas), la odiosa niña rica porla que mi héroe manifestaba cierta disculpabledebilidad. <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10 17


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ARTE / LibrosLa fotografía ya no refleja la realidadLa revolución desencadenada por la tecnología digital lleva al fotógrafo Joan Fontcuberta a preguntarse cómo será ésta enel futuro. Advierte en un libro de la necesidad de superar el vocabulario analógico y enfrentar la nueva relación con lo realPor Alberto MartínEN 2008, Joan Fontcuberta dirigió unencuentro teórico que tituló ¿Soñaránlos androides con cámaras fotográficas?Bajo este provocadorenunciado pretendía provocar una reflexiónprospectiva acerca del futuro de lafotografía: ¿qué vendrá después de la tecnologíadigital? ¿Cómo será la fotografía delfuturo? En la recapitulación que Fontcubertarealizaba al cerrar el encuentro reconocía,en un sano ejercicio de autocrítica, queel intento de prospección había fallado, yque su sensación era “como si la confrontaciónentre lo analógico y lo digital no hubiesesido todavía digerida y retuviese aún,obsesivamente, la prioridad de nuestraspreocupaciones. Como si no fuésemos capaces,o por lo menos, como si nos dolierasoltar amarras con un tipo de imágenesque han sido muy importantes para forjarnuestra sensibilidad durante más de un sigloy medio”. Dos años después, con la publicaciónde una recopilación de textosagrupados bajo el título de La cámara dePandora, Joan Fontcuberta responde porsu cuenta y en extenso a aquel reto. Pero nolo hace ofreciendo una salida fácil o aventurada(según se mire) a la pregunta sobre elfuturo de la fotografía, sino ajustando cuentascon aquello que viene antes de poderpronosticar el porvenir: releyendo el pasadoy desmenuzando el presente del mediofotográfico. De hecho, en este libro, tantocomo ahondar en lo que supone ya el nuevoparadigma tecnológico de la fotografíadigital, se prepara también para revisar através de diversos ejemplos, postulados oprácticas, esa confrontación aún no digeridaentre fotografía analógica y digital, y losmotivos de nuestro apego a una culturafotográfica que para él ya debería estar superada.Una necesaria superación que recalcael propio subtítulo del libro, Lafotografí@ después de la fotografía. El emplazamientode este conjunto de textos sesitúa precisamente en el umbral de la apariciónde algo que aún no sabemos cómonombrar, pero que atisbamos que no será“la fotografía”, o al menos no aquella con laque, como dice Fontcuberta, parece queaún mantenemos una cuenta pendiente teñidade nostalgia y melancolía. A falta de laaparición de un término que designe el nuevoorden visual que acaba de empezar, laspáginas de este libro alertan con claridadsobre las distorsiones y rémoras que generala persistente utilización del viejo vocabularioligado todavía a la fotografía analógica.La persistencia de las palabras guía la persistenciade las mentalidades. Pero no setrata sólo de palabras, también de la concepciónde la historia de la fotografía y de lapropia ontología del medio. Fontcuberta insiste,por una parte, en que no nos hancontando bien la historia de la fotografía;pero confía, por otra, en que con el advenimientode las tecnologías digitales se derribepor fin el telón, y ahora “hasta los profanospuedan percibir la ‘gran mentira’ de lafotografía, o su verdadera cara, esto es, lainevitable manipulación que opera en elproceso de toda imagen”. A partir de estasadvertencias y como respuesta a ellas, Fontcubertaaparece a lo largo del libro comoun rastreador y recopilador de historias, denombres olvidados o poco conocidos, deanécdotas, de coincidencias, de paradojas,de usos cotidianos, de toda una serie deelementos que en su conjunto podrían conformarlos pilares de una especie de historiaoculta o secreta de la fotografía. Unahistoria que se sitúa en la orilla opuesta a laque ocuparía la certeza como andamiajeideológico e histórico de la imagen fotográfica.Se trataría así de poner en evidencia laalianza y cohesión entre fotografía y empirismoque ha sustentado la historia del medio,una alianza que impuso los valores deLa familia real en un montaje realizado por internautas, incluido como ejemplo en el libro La cámara de Pandora.Joan Fontcuberta entre las Spice Girls, opción de montaje ofrecida en un fotomatón de Londres.Aún mantenemos con lafotografía una cuentapendiente teñida denostalgia y melancolíaneutralidad descriptiva y verosimilitud y,en consecuencia, asentó el imperativo documentalde la fotografía. Contra este imperativoFontcuberta acumula argumentos yaporta pruebas cuya finalidad última seríacuestionar los límites que separan lo verosímilde lo inverosímil, lo real de lo imaginario.Para él, la fotografía es, antes que espejo,especulación, y sólo a través de ésta esposible atravesar las diferentes capas queconforman la realidad. Desde esta posición,la llegada del nuevo paradigma digitalvendría a abrir la puerta a una posible desestabilizaciónde los valores que han apuntaladola fotografía analógica, o aún más asu sustitución por otros. En este sentido,aunque a lo largo de este proceso de mutacióny cambio al que asistimos actualmentese hayan intentado transferir a la fotografíadigital los valores y las aplicaciones de lafotografía analógica, lo cierto es que paraFontcuberta las diferencias entre ambasson evidentes: las fotografías analógicas significanfenómenos, las digitales conceptos;la analógica describe, la digital inscribe; dela huella y la fiabilidad a lo virtual y lo especulativo;de la descripción al relato. No estaríamospues ante un proceso de simpletransformación de la fotografía fotoquímica,sino ante la introducción de “toda unanueva categoría de imágenes que ya hayque considerar ‘posfotográficas’; aunque lapregunta de si la fotografía digital es todavíafotografía seguiría, por el momento, sinuna respuesta concluyente. Lo que sí atisba,no obstante, es que imagen digital eimagen pictórica son una misma cosa, estoes, que su naturaleza estructural es la misma.Y sobre este punto, Fontcuberta avanzauna de sus más provocativas afirmaciones:“La convergencia de ambos sistemas[imagen digital y pintura] invita a pensarque en el devenir de las imágenes la evoluciónlógica hubiese sido pasar de la pinturaal infografismo. La pintura tenía que habersedesarrollado implementada por la tecnologíahasta la imagen digital. Sin embargo,no sucedió así y entre ambos procedimientosse infiltró la fotografía (…). Según eseesquema, la fotografía aparece como un accidentehistórico, una anomalía, un paréntesisen lo que cabía esperar de una genealogíaprevisible de las imágenes”. Un largoparéntesis que habría estado caracterizadopor el predominio del programa realista delmedio fotográfico, una historia, en definitiva,unitaria y monolítica en torno a los conceptosde verdad, evidencia y empirismo.La aportación más radical del nuevo ordenpropiciado por los medios electrónicos vendríaa ser, entonces, la alteración y modificaciónde estos parámetros, en suma, unefecto de “desrealización”, una disolucióndel principio de realidad que afectaría demodo definitivo a nuestra forma de construirla realidad, a la concepción que noshacemos del mundo y a nuestro modo derelacionarnos con él. Geoffrey Batchen terminabaacertadamente su fundamental estudiosobre la concepción de la fotografía,titulado Arder en deseos, con las siguientespalabras: “El final de la fotografía debe conllevarla inscripción de otro modo de ver—y de ser—. He sugerido que la fotografíaha sido perseguida por el espectro de esamuerte a lo largo de su prolongada existencia,de la misma forma que siempre ha contenidoaquella misma digitalización, la quesupuestamente le asestará el golpe mortal.En otras palabras, lo que está en juego en eldebate actual sobre la creación de imágenesdigitales no es solamente el posible futurode la fotografía, sino también la naturalezade su pasado y de su presente”. En Lacámara de Pandora, Fontcuberta respondea esas dos cuestiones: no sólo se aplica aescrutar con dedicación el pasado y presentede la fotografía, sino que también apuntahacia el surgimiento de ese “otro modo dever y de ser”. Y concluye que si, tal vez, aúnno se ha comenzado a edificar, desde luegoya están colocados los cimientos. Parafraseandoal propio autor: adiós a las imágenesdel mundo, demos la bienvenida almundo de las imágenes. La cámara de Pandora. La fotografí@ después dela fotografía. Joan Fontcuberta. Gustavo Gili. Barcelona,2010. 192 páginas. 24 euros.20 <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10


ARTE / Exposiciones¡Que aproveche!La bienal murciana, que ha propuesto a siete artistas que “devoren” sucesivamente la obra delanterior en el mismo espacio, afronta su segunda etapa con la intervención de Cristina LucasDominó Caníbal / Cristina LucasII Edición PAC (Proyecto de Artecontemporáneo). Sala VerónicasVerónicas, s/n. MurciaHasta el 10 de mayoPor Mara MiraCRISTINA LUCAS se ha zampado a JimmieDurham. La base del menú se la ha proporcionadoel comisario del eventoCuauhtémoc Medina, mexicano que rigelos destinos de la segunda edición delPAC (Proyecto de Arte Contemporáneo)bajo un epígrafe contundente: DominóCaníbal. Cristina Lucas (Jaén, 1973) paragestar los contenidos de su muestra habíaconvocado previamente un banquetedonde alumnos, profesores de Bellas Artesy periodistas que iban a cubrir el picnicdisfrutaron de una barbacoa ritual enla que se engulleron chuletas regadascon sangría en los jardines del Malecón.La carne de cerdo y cordero se preparósobre los bidones, ahora barbacoas, quehabía utilizado el lacónico Durham (Arkansas,1940) en su intento por transformarla iglesia barroca de Verónicas(“desacralizada” sede de la bienal) enuna suerte de vertedero anclado por unainquietante pintada en el ábside: “Cierratu boca abre tu”. Frase inconclusa que hacompletado Lucas con otra boca. Y a feque todos la abrieron para manducar carney hablar de arte.La mística de Verónicas se impone. Lovimos con Durham, que no supo sustraersea su privilegiado aire extático y redujosu propuesta a la de un titubeante traperode lujo, incapaz de urdir una propuestaclara entre lo profano y lo sagrado. Y lovemos ahora con Lucas, quien, desde elpolo opuesto, se ha rendido a la dramaturgiadel espacio al dejar la treintena debarbacoas ordenadas según el eje litúrgicode la planta con forma de cruz latinade la iglesia. La cruz, imagen inequívocade martirio y muerte, fue trasladada hastael lugar por los alegres comensales desdeel Malecón murciano en una procesión-congaque remitía en algún tramo alpaseíllo beatle de Abbey Road.Transpira el espacio conventual deVerónicas una disposición al culto que esVista de la instalación de Cristina Lucas en la Sala Verónicas.astutamente utilizado por Lucas. La artistaentiende que ya recorremos un lugarescenificado y lo fagocita a su favor montadoun vía crucis audiovisual con el querecrea nueve “estaciones” particulares:meditar, desechar, reciclar, transfigurar,banalizar, sacrificar, peregrinar, contemplary redimir. ¿Resultado? Por un lado,la dramaturgia del desmontaje de piedras,telas y cables dispuestos por Durhamacaba proporcionando piezas deacompasada coreografía. Por otro, latransformación de los bidones-barbacoa(o el milagro de la rueda de camión transfiguradaen gigantesco columpio) nosobliga a cuestionarnos si cuando los objetos-basurase transmutan y redimen enobjetos útiles no estaremos ante eso quesolemos denominar diseño de objetos.Todo es registrado por cámaras, inclusonuestra permanencia en el templo esretransmitida por una cámara en directo:obsérvese en lo alto, al fondo de la iglesia.En el centro, bajo un monitor querecoge una boca que come y come, podemossentarnos sobre un poliespán roídopara contemplar el callejero encuentrocaníbal. Durante una hora dentro de campovemos al consejero de Cultura PedroAlberto Cruz que asiente a las preguntasque se le hacen a la artista: ¿es el artepolítica?… Lucas y el comisario, vestidosde negro, ofician el happening conducidopor las normas de Hannibal Lecter(ella misma lo menciona en el vídeo); unquid pro quo donde quien interroga debe,a su vez, contestar a otra pregunta delcuestionado. Pueden imaginarse quiénacaba siendo el objeto del sermón culturalde dimes y diretes: el crítico de arteque no asiste a la comilona. http://www.pacmurcia.es/EXTRAVÍOS MiniaturaPor Francisco Calvo Serraller<strong>EL</strong> CASI TODAVÍA adolescente Féder sólo sabía hacer dos cosascuando se casó sin el consentimiento paterno: montar a caballoy hacer retratos en miniatura. De esta manera tan parca ydesfavorecedora nos presenta Stendhal (1783-1842) al protagonistade un relato inconcluso, titulado Féder o el marido adinerado,ahora publicado en castellano por partida doble, puesaparece en la recopilación Narraciones y esbozos (Alba) y, también,simultáneamente, como novela corta editada por separado(El Funambulista). Aunque no se sabe a ciencia cierta cuándoexactamente escribió Stendhal esta novela inacabada, queresponde en todo al prototipo del gran escritor francés denarrar las cuitas pasionales de una juventud desencantada trasla definitiva caída del imperio napoleónico, pues no hallabamotivación en una sociedad cada vez más aburguesada, essignificativo que haga sobrevivir a su protagonista no sólo mediantela profesión de especialista en retratos en miniatura,sino advirtiéndonos además que él mismo, el atolondradoFéder, era consciente de su limitado talento para tal menester,que alcanzó cierto predicamento social durante la primeramitad del siglo XIX, cuando la pintura en general empezó areportar fama al menos a unos cuantos entre sus miles depracticantes.Al contrario de lo que hoy creemos, el término “miniatura”etimológicamente procede del latino “minium”, que es un tipode rojo anaranjado, próximo a lo que tradicionalmente se conocíacomo bermellón o bermejo. Tal era el color que se utilizabaen los libros ilustrados medievales, que no en balde recibían elnombre de “libros miniados” o “iluminados”, lo que hacía quesus preciosas viñetas fueran de pequeño formato, causa quizádel error que actualmente arrastramos de usar miniatura simplementecomo algo de reducido tamaño. En cualquier caso,los libros miniados medievales y las miniaturas de nuestraépoca responden a concepciones culturales y artísticas muydistintas, como corresponde a periodos históricos separadosentre sí unos cuatro siglos.Nada tienen que ver entre sí, por de pronto, la devota acciónde un anónimo monje escribano volcado a caligrafiar pacientementeun texto piadoso, entre cuyas páginas intercala a guisade ilustración un hermoso dibujo, con la del especialista profano,que, a partir del siglo XVIII, estampa primorosamente lasfacciones de un rostro a modo de retrato de bolsillo, cual si setratase de un camafeo. Por lo demás, aunque ambas concepcionesde la miniatura compartan su reducido tamaño, no nospuede pasar por alto la divergencia de sus respectivos objetivos,porque el afán del ilustrador medieval era crear imágenesque, de alguna manera, compendiasen las claves del mundo ydel precario destino humano, mientras que el especialista enretratos miniaturizados perpetuaba un rostro de cualquiera, lamayor parte de las veces mediando en el encargo alguna razónde corte sentimental; esto es: transformando una nadería en unmundo. Aunque esta trivialización de lo artístico a la que nosvemos abocados en nuestra época sea una de las consecuenciasde su amplísima difusión, en la que los artistas y el públicopugnan con ansiedad por distinguirse con resultados hartodudosos para ambas partes, no deja de ser curiosa la derivasemántica por la que una miniatura se convierte en una pequeñezjusto en el momento donde no se puede dar un paso sintropezarte con un museo monumental. <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10 21


PURO TEATRO Por Marcos OrdóñezHistorias de anteayerCuatro generaciones de autores/directores abordan por encargo del Lliure nuestra historia reciente en Dictadura-Transición-Democracia. Estupendo trabajo actoral, pero los textos no pasan de ser esbozos de corto vueloSOBRE <strong>EL</strong> PAP<strong>EL</strong>, el proyecto Dictadura-Transición-Democracia,que acabade estrenarse en el Lliure, nopodía ser más ambicioso: por la amplituddel periodo elegido (de 1962 a 1989) ypor la diversidad de autores/directores convocados.Reglas del juego: todos ellos debíanescribir/dirigir un texto breve sobre laEspaña del momento en que nacieron paraser interpretado por un único elenco de actores.Excepciones: Xavier Albertí dirige elepisodio de Lluïsa Cunillé y Roger Bernatemplea a una única actriz del reparto, AgnésMateus. Así pues, tenemos cuatro generaciones(Cunillé/Albertí, Roger Bernat, Jordi Casanovasy el tándem Nao Albet/Marcel Borrás,que también actúan), cuatro piezas yotros tantos espacios independientes, recreados(¡olé!) por Montse Amenós, que elespectador ha de recorrer como si de la visitaa un museo se tratase.Primera parada: 1962. Cunillé y Albertícocinan un sainete esperpéntico pasado decondimento. No basta con la enumeraciónde fetiches para dibujar una época: másbien sobra. Embuchados como en una morcillaa punto de reventar, se agolpan Raphaelen el Festival de Benidorm (¡pobreRaphael, convertido siempre en el Ángel Negrodel franquismo!), las murallas de Ávila,la Sexta Flota, Bonanza, el Contubernio deMúnich, el Atado y bien Atado, el Negritodel Cola-Cao y otros banderines. Brossa logróuna pequeña obra maestra en El sarau,que precisamente transcurría durante la nevadade 1962, pintando un paisaje moral através de frases hechas y lugares comunes,pero allí había humanidad y aquí disecación,personajes estereotipados y huecos,atravesados por breves relámpagos de locurasurreal y poesía dislocada, como el granmomento final: la muchacha que da a luzuna bombilla que se apaga, una idea queBrossa hubiera aplaudido. Las piezas brevesy “jocosas” de Cunillé, casi siempre por encargode Albertí, comienzan a mostrar unapeligrosa reiteración formal, y el tapiz históricode fondo está muy lejos de las fulgurantesfantasmagorías de Barcelona mapa desombras o El burdel.Segunda parada: 1968. Salvo el céspedartificial (la playa bajo los adoquines, etcétera)donde nos invitan a sentarnos, todo lodemás reproduce fotográficamente el hallde la madrileña Facultad de Económicasdurante el célebre recital de Raimon: pancartas,octavillas, hojas ciclostiladas con las canciones,y su poderosa voz y guitarra en directo,que Bernat ha exhumado de los archivosde RNE. En una pantalla desfilan rótuloscon escuetas informaciones sobre Nanterre,Praga, Tlatelolco, Enrique Ruano. Retumbanaplausos, coros, consignas. Falta, sinembargo, la sensación de la policía a puntode cargar. Agnès Mateus, moviéndose comoEscena de Dictadura-Transición-Democracia, que se representa en el Lliure hasta el 2 de mayo. Foto: Ros Ribasun alucinado fantasma entre el público, narra,en voz baja, los pormenores de la emotivavelada, para desbravarse luego en breves,inanes evocaciones de otros conciertos, otrajuventud. Dos frases a retener. La primera,muy del momento, en voz de Raimon: “Laviolencia nunca es nuestra, siempre es delos otros”. Ah, caramba. La segunda se leatribuye pero parece apócrifa: “De aquí acuarenta años será imposible repetir un actocomo éste. De aquí a cien sí puede serposible”. Poderosa salida del toril para unafaena sin rematar, enojosa constante en lasúltimas entregas de Bernat, pero por lo menosla instalación tiene tono y atmósfera.Tercera parada: 1978, tiempo de Transición,a cargo de Jordi Casanovas.Estamos en un plató de los estudios deMiramar donde, se nos dice, va a emitirse“el primer programa en directo para todaEspaña”. Como si no hubieran existido Amigosdel lunes o Reina por un día, entre otrosmil. El falso programa, Directo de noche, esrarito: mezcla a los Pecos gorjeando Háblamede ti (que, puestos a ser puñeteros, diríaque no cantaron hasta 1979/1980) con unaentrevista a “un escritor catalán exilado”.Entrevista que no llega a realizarse porquedesde Madrid, siempre taimados, dicen quenones. Lo mejor es la fluidez de los diálogosy el inesperado enfoque del conflicto: Montse,la heroína llegada de Londres para renovarlas aguas, es una boba malcriada y unaprogre de manual, y Carmen, la villana jerarca,exhibe una lucidez apabullante. Lástimaque nadie en su juicio pueda creerse que laartimaña de Montse para boicotear el showsea una imitación de Franco, brazo en alto,a cargo del cuitado presentador. ¿O sí?Última parada, 1989. Pasmosa transustanciaciónen el sketch de Albet y Borrás:tras haber encarnado gloriosamente a losPecos en el episodio anterior, el espíritu deEloy de la Iglesia se posesiona de ambospara insuflarles la historia de dos gays adolescentes(abertzale uno, artista el otro) queacaban acribillados por la policía y, en unaapoteosis onírica, danzan como marionetassangrientas en manos de los Geos. El problemaes que ni los Geos son los Geos, porquellevan el anagrama de SWAT a la espalda,como en una serie americana, y en el PaísVasco donde se ambienta la historia pareceque ETA ni existe ni mata: sólo hay criaturasangelicales y malos malísimos, como ese policíade película española que, antes de liarsea tiros, larga una típica retahíla racista deahora mismo sobre los negros y moros quenos roban el trabajo, etcétera. Demagogia acapazos, rematada por esa coreografía finalque hermana a Eloy con Alfredo Alaria(buscadles en Google, jóvenes), aunqueacaba siendo el episodio con más ritmo,estructura y pegada de la noche. Aquí hayun corazón, un doble corazón. Desaforado,adolescente, delirante, pero corazón al fin.El equipo actoral (Nao Albet, MarcelBorràs, Clara Cols, Biel Duran, Jordi Figueras,Lina Lambert, Agnès Mateus y JuanNavarro) es formidable, pero tras los cuatroplatos yo salgo con hambre, con voz ydientes y orejas de Bugs Bunny: ¿Esto estodo, amigos? ¿Todo lo que os ha suscitadoese hervidero de historias, de historia? Cualquierentrega televisiva de Jaime deArmiñán contaba el triple en el mismotiempo: retratos al minuto, acerados y veraces,de un tiempo, un país, unas gentes. Dictadura-Transición-Democracia. Creación y direcciónde Xavier Albertí y Lluïsa Cunillé; RogerBernat; Jordi Casanovas; Nao Albet y MarcelBorràs. Teatro Lliure. Barcelona. Hasta el 2 demayo. www.teatrelliure.com.22 <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10


MITOLOGÍAS Por Manuel VicentSeis balas para Andy WarholUna botella de cocacola, un bote de sopa, un billete de dólar, un revólver, la silla eléctrica, el rostro de Marilyn… Serante todo visible y hacer del espíritu un buen envase exterior fue lo que aportó el inventor del pop-art al mundo del arteINVENTÓ LA frivolidad como una actitudestética ante la vida y dictaminóque la esencia de las cosas sólo estáen los envases. Este creador fue AndyWarhol, nacido en Pittsburgh, Pennsylvania,en 1928, hijo de un minero del carbón,emigrante eslovaco. Después de bautizarseen el rito católico bizantino el niñoa los 13 años obtuvo la enfermedad delbaile de san Vito, que le forzaba a moverlas cuatro extremidades de forma incontrolada.Proscrito por sus compañeros decolegio debido a su rara pigmentación dela piel, postrado en cama largo tiempo yprotegido en exceso por su madre, el pequeñoAndy sólo halló salida alimentándosede héroes del cómic y de prospectoscon los rostros de Hollywood, una mitomaníade la que ya no se recuperó.Tampoco está claro que superara elsíndrome del baile de san Vito, si se tieneen cuenta que, instalado en 1949 en NuevaYork, no paró de moverse el resto de suvida en medio de un cotarro frenético dearistócratas excéntricos, artistas loquinarios,bohemios, drogadictos, modelos yotras aves del paraíso a los que, comogurú de la modernidad, comenzó a otorgara cada uno los 15 minutos de famaque les correspondían y por los que algunasde estas criaturas estaban dispuestasa morir y a matar, como así sucedió.Al principio Andy Warhol se dedicó ala publicidad, a ilustrar revistas y a dibujaranuncios de zapatos, pero hubo unmomento en que ante una botella de cocacola,un bote de sopa, un billete dedólar y el rostro de Marilyn tuvo una primerarevelación. Pensó que ciertas figurasy productos comerciales eran los verdaderosiconos de la vida americana yhabía que introducirlos en el territoriosagrado de la cultura y del arte. El pop-artque acababa de inventar necesitaba unfundamento filosófico y todo gran desparpajolanzó al mundo este manifiesto: lacocacola iguala a todos los humanos. “EnAmérica los millonarios compran esencialmentelas mismas cosas que los pobres.Ningún dinero del mundo puedehacer que encuentres una cocacola mejorque la que está bebiéndose el mendigo enla esquina. Todas las cocacolas son la mismay todas son buenas. Liz Taylor lo sabe,el presidente los sabe, el mendigo lo sabey tú lo sabes”.Su filosofía de la superficie de las cosasse presentó en sociedad en 1954, enuna exposición de la galería Paul Bianchinni,en el Upper East Side, titulada ElSupermercado Americano, montada comouna tienda de comestibles con pinturasy pósters de sopas, carnes, pescados,frutas y refrescos, mezclados con esasmismas mercancías auténticas en los estantes.La diferencia estaba en el precio.Un bote de sopa valía dos dólares en larealidad y costaba dos mil en la representación.Hoy un dólar es un dólar, pero siel billete está pintado por Warhol vale enuna subasta seis millones de dólares.Andy siguió añadiendo al arte más iconosde la vida americana, la silla eléctrica,el revólver, las cargas de la policía contralos manifestantes de los derechos humanos,los coches, los botes de sopa Campbell,los rostros de las celebridades deHollywood, mientras a su alrededor seiba condensado un grupo de seres extraños,que eran mitad cuerpo humano realy el resto ficción o decoración. Todos revoloteabanalrededor de su estudio, la famosaFactoría, en la Calle 47 y la SéptimaAvenida, empapelado por entero con papelde aluminio.El salto cualitativo lo dio este artistaante el caso extraordinario de una exposiciónde 1964 en Filadelfia cuando por unpercance del transporte no llegaron atiempo los cuadros a la galería para lainauguración. El público llenaba la salacon las paredes desnudas y Andy desdeAndy Warhol muestra sus cicatrices en una fotografía de Richard Avedon.un altillo descubrió que aquel espacio separecía a una pecera llena de crustáceosque se movían en un baile de san Vito,excitados unos por otros, como únicafuente de energía. A nadie le importabanlas pinturas. La expectación sólo la proporcionabala presencia del artista rodeadode sus criaturas, a las que todo el mundotrataba de parecerse. En ese momento tuvoWarhol su segunda revelación. La únicaforma de existir consistía en reflejarseen el espejo del otro. Si una cocacola o unbote de sopa Campbell es un icono americano,¿por qué no puedo serlo yo? Noimportaba lo que había pintado, su verdaderacreación eran aquellos extraños seresque había conseguido reunir entre cuatroparedes blancas y que no se parecíanen nada al resto de los habitantes de NuevaYork, sino sólo a sí mismos como tribu.El rostro blanco con polvos de arroz, adornadala cresta roja con plumas de marabúy el cuerpo anoréxico alicatado con cristalesde colores, de esa tribu formaban parteValerie Solanas, feminista radical, violadapor su padre, perdida desde los 15años como una mendiga por las calles deManhattan, que había escrito un guióntitulado Up your ass (Mételo por el culo);Edie Sedgwick, hija de un millonario californiano,nacida en un rancho de 3.000acres, que desembarcó en Nueva Yorkcomo modelo con toda su belleza anfetamínica,acogida por su abuela en un apartamentode 14 habitaciones en Park Avenue;la cantautora Nico, la actriz Viva,Gerard Malanga, Ultra Violet, Freddie Herko,Frangeline, el escritor John Giorno, elcineasta Jack Smith, el grupo de músicaThe Velvet Underground, Lou Reed, laschicas del Chelsea y un resto de jovenzuelossin nombre pintarrajeados que entrabany salían de La Factoría, muchos deellos dedicados sólo a mear sobre unasplanchas de cobre para conseguir con laoxidación de la orina unos matices insospechadosen los grabados, a los que a vecesse añadía mermelada de frambuesa,chocolate fundido y semen humano. Erasu parte en el cuarto de hora de fama.Esta frenética cabalgada hacia el vacíoimpulsada con películas underground, experimentoscon drogas, sexo en los ascensores,gritos en la noche, sobredosis enlos retretes, que constituía la modernidadde los años sesenta en Nueva York, terminóabruptamente cuando el 3 de junio de1968 Valerie Solanas, pasada de rosca, entróen La Factoría dispuesta a que Warholle devolviera el guión que le había entregado.No estaba dispuesto a rodarlo, leparecía demasiado obsceno, pero lo ciertoes que lo había perdido. Mételo en elculo. Fue suficiente para que Valerie sacaraun revólver, el mismo que el artistahabía pintado como icono, y le sirvieratodo el cargador, seis balazos, uno de loscuales le atravesó el cuerpo y casi lo llevóa la sepultura, de la que fue rescatadodespués de una operación quirúrgica decinco horas, cuyas cicatrices se convirtieronen un póster. “Tenía demasiado controlsobre mi vida” —dijo Valerie en eljuicio—. Pero la fama siempre encuentraa otro más famoso. Este hecho fue oscurecidopor el asesinato de Robert Kennedyunos días después. Se acabó el baile desan Vito. Desde entonces Warhol parecíaun hombre de cartón piedra, decían lasaves del paraíso que revoloteaban sobresu peluca plateada. Por otra parte EdieSedgwich también se había destruido.No importabalo que había pintado,su verdadera creacióneran aquellos extrañosseres que se parecían sóloa sí mismos como tribuUna mañana apareció muerta en la camaahíta de barbitúricos. Sólo Basquiat, elnegrito grafitero, rescatado por Warholsalió disparado hacia la gloria.Ser ante todo visible y hacer del espírituun buen envase exterior fue lo queaportó Andy Warhol al mundo del arte.Por eso este artista diseñó también sufuneral, celebrado en la iglesia bizantinadel Espíritu Santo de Pittsburgh el 22 defebrero de 1987. Su féretro era de broncemacizo con cuatro asas de plata. Warholllevaba puesto un traje negro de cachemira,una corbata estampada, una pelucaplateada, gafas de sol con montura rosa,un pequeño breviario y una flor roja enlas manos. Según las crónicas, en la fosasu amiga Paige Powell dejó caer un ejemplarde la revista Interview y una botellade perfume Beautiful de Estée Lauder. Pudohaber añadido un bote de sopa Campbell,un billete de dólar, una cocacola yun revólver. Toda América. <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10 23


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