PURO TEATRO Por Marcos OrdóñezHistorias de anteayerCuatro generaciones de autores/directores abordan por encargo del Lliure nuestra historia reciente en Dictadura-Transición-Democracia. Estupendo trabajo actoral, pero los textos no pasan de ser esbozos de corto vueloSOBRE <strong>EL</strong> PAP<strong>EL</strong>, el proyecto Dictadura-Transición-Democracia,que acabade estrenarse en el Lliure, nopodía ser más ambicioso: por la amplituddel periodo elegido (de 1962 a 1989) ypor la diversidad de autores/directores convocados.Reglas del juego: todos ellos debíanescribir/dirigir un texto breve sobre laEspaña del momento en que nacieron paraser interpretado por un único elenco de actores.Excepciones: Xavier Albertí dirige elepisodio de Lluïsa Cunillé y Roger Bernatemplea a una única actriz del reparto, AgnésMateus. Así pues, tenemos cuatro generaciones(Cunillé/Albertí, Roger Bernat, Jordi Casanovasy el tándem Nao Albet/Marcel Borrás,que también actúan), cuatro piezas yotros tantos espacios independientes, recreados(¡olé!) por Montse Amenós, que elespectador ha de recorrer como si de la visitaa un museo se tratase.Primera parada: 1962. Cunillé y Albertícocinan un sainete esperpéntico pasado decondimento. No basta con la enumeraciónde fetiches para dibujar una época: másbien sobra. Embuchados como en una morcillaa punto de reventar, se agolpan Raphaelen el Festival de Benidorm (¡pobreRaphael, convertido siempre en el Ángel Negrodel franquismo!), las murallas de Ávila,la Sexta Flota, Bonanza, el Contubernio deMúnich, el Atado y bien Atado, el Negritodel Cola-Cao y otros banderines. Brossa logróuna pequeña obra maestra en El sarau,que precisamente transcurría durante la nevadade 1962, pintando un paisaje moral através de frases hechas y lugares comunes,pero allí había humanidad y aquí disecación,personajes estereotipados y huecos,atravesados por breves relámpagos de locurasurreal y poesía dislocada, como el granmomento final: la muchacha que da a luzuna bombilla que se apaga, una idea queBrossa hubiera aplaudido. Las piezas brevesy “jocosas” de Cunillé, casi siempre por encargode Albertí, comienzan a mostrar unapeligrosa reiteración formal, y el tapiz históricode fondo está muy lejos de las fulgurantesfantasmagorías de Barcelona mapa desombras o El burdel.Segunda parada: 1968. Salvo el céspedartificial (la playa bajo los adoquines, etcétera)donde nos invitan a sentarnos, todo lodemás reproduce fotográficamente el hallde la madrileña Facultad de Económicasdurante el célebre recital de Raimon: pancartas,octavillas, hojas ciclostiladas con las canciones,y su poderosa voz y guitarra en directo,que Bernat ha exhumado de los archivosde RNE. En una pantalla desfilan rótuloscon escuetas informaciones sobre Nanterre,Praga, Tlatelolco, Enrique Ruano. Retumbanaplausos, coros, consignas. Falta, sinembargo, la sensación de la policía a puntode cargar. Agnès Mateus, moviéndose comoEscena de Dictadura-Transición-Democracia, que se representa en el Lliure hasta el 2 de mayo. Foto: Ros Ribasun alucinado fantasma entre el público, narra,en voz baja, los pormenores de la emotivavelada, para desbravarse luego en breves,inanes evocaciones de otros conciertos, otrajuventud. Dos frases a retener. La primera,muy del momento, en voz de Raimon: “Laviolencia nunca es nuestra, siempre es delos otros”. Ah, caramba. La segunda se leatribuye pero parece apócrifa: “De aquí acuarenta años será imposible repetir un actocomo éste. De aquí a cien sí puede serposible”. Poderosa salida del toril para unafaena sin rematar, enojosa constante en lasúltimas entregas de Bernat, pero por lo menosla instalación tiene tono y atmósfera.Tercera parada: 1978, tiempo de Transición,a cargo de Jordi Casanovas.Estamos en un plató de los estudios deMiramar donde, se nos dice, va a emitirse“el primer programa en directo para todaEspaña”. Como si no hubieran existido Amigosdel lunes o Reina por un día, entre otrosmil. El falso programa, Directo de noche, esrarito: mezcla a los Pecos gorjeando Háblamede ti (que, puestos a ser puñeteros, diríaque no cantaron hasta 1979/1980) con unaentrevista a “un escritor catalán exilado”.Entrevista que no llega a realizarse porquedesde Madrid, siempre taimados, dicen quenones. Lo mejor es la fluidez de los diálogosy el inesperado enfoque del conflicto: Montse,la heroína llegada de Londres para renovarlas aguas, es una boba malcriada y unaprogre de manual, y Carmen, la villana jerarca,exhibe una lucidez apabullante. Lástimaque nadie en su juicio pueda creerse que laartimaña de Montse para boicotear el showsea una imitación de Franco, brazo en alto,a cargo del cuitado presentador. ¿O sí?Última parada, 1989. Pasmosa transustanciaciónen el sketch de Albet y Borrás:tras haber encarnado gloriosamente a losPecos en el episodio anterior, el espíritu deEloy de la Iglesia se posesiona de ambospara insuflarles la historia de dos gays adolescentes(abertzale uno, artista el otro) queacaban acribillados por la policía y, en unaapoteosis onírica, danzan como marionetassangrientas en manos de los Geos. El problemaes que ni los Geos son los Geos, porquellevan el anagrama de SWAT a la espalda,como en una serie americana, y en el PaísVasco donde se ambienta la historia pareceque ETA ni existe ni mata: sólo hay criaturasangelicales y malos malísimos, como ese policíade película española que, antes de liarsea tiros, larga una típica retahíla racista deahora mismo sobre los negros y moros quenos roban el trabajo, etcétera. Demagogia acapazos, rematada por esa coreografía finalque hermana a Eloy con Alfredo Alaria(buscadles en Google, jóvenes), aunqueacaba siendo el episodio con más ritmo,estructura y pegada de la noche. Aquí hayun corazón, un doble corazón. Desaforado,adolescente, delirante, pero corazón al fin.El equipo actoral (Nao Albet, MarcelBorràs, Clara Cols, Biel Duran, Jordi Figueras,Lina Lambert, Agnès Mateus y JuanNavarro) es formidable, pero tras los cuatroplatos yo salgo con hambre, con voz ydientes y orejas de Bugs Bunny: ¿Esto estodo, amigos? ¿Todo lo que os ha suscitadoese hervidero de historias, de historia? Cualquierentrega televisiva de Jaime deArmiñán contaba el triple en el mismotiempo: retratos al minuto, acerados y veraces,de un tiempo, un país, unas gentes. Dictadura-Transición-Democracia. Creación y direcciónde Xavier Albertí y Lluïsa Cunillé; RogerBernat; Jordi Casanovas; Nao Albet y MarcelBorràs. Teatro Lliure. Barcelona. Hasta el 2 demayo. www.teatrelliure.com.22 <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10
MITOLOGÍAS Por Manuel VicentSeis balas para Andy WarholUna botella de cocacola, un bote de sopa, un billete de dólar, un revólver, la silla eléctrica, el rostro de Marilyn… Serante todo visible y hacer del espíritu un buen envase exterior fue lo que aportó el inventor del pop-art al mundo del arteINVENTÓ LA frivolidad como una actitudestética ante la vida y dictaminóque la esencia de las cosas sólo estáen los envases. Este creador fue AndyWarhol, nacido en Pittsburgh, Pennsylvania,en 1928, hijo de un minero del carbón,emigrante eslovaco. Después de bautizarseen el rito católico bizantino el niñoa los 13 años obtuvo la enfermedad delbaile de san Vito, que le forzaba a moverlas cuatro extremidades de forma incontrolada.Proscrito por sus compañeros decolegio debido a su rara pigmentación dela piel, postrado en cama largo tiempo yprotegido en exceso por su madre, el pequeñoAndy sólo halló salida alimentándosede héroes del cómic y de prospectoscon los rostros de Hollywood, una mitomaníade la que ya no se recuperó.Tampoco está claro que superara elsíndrome del baile de san Vito, si se tieneen cuenta que, instalado en 1949 en NuevaYork, no paró de moverse el resto de suvida en medio de un cotarro frenético dearistócratas excéntricos, artistas loquinarios,bohemios, drogadictos, modelos yotras aves del paraíso a los que, comogurú de la modernidad, comenzó a otorgara cada uno los 15 minutos de famaque les correspondían y por los que algunasde estas criaturas estaban dispuestasa morir y a matar, como así sucedió.Al principio Andy Warhol se dedicó ala publicidad, a ilustrar revistas y a dibujaranuncios de zapatos, pero hubo unmomento en que ante una botella de cocacola,un bote de sopa, un billete dedólar y el rostro de Marilyn tuvo una primerarevelación. Pensó que ciertas figurasy productos comerciales eran los verdaderosiconos de la vida americana yhabía que introducirlos en el territoriosagrado de la cultura y del arte. El pop-artque acababa de inventar necesitaba unfundamento filosófico y todo gran desparpajolanzó al mundo este manifiesto: lacocacola iguala a todos los humanos. “EnAmérica los millonarios compran esencialmentelas mismas cosas que los pobres.Ningún dinero del mundo puedehacer que encuentres una cocacola mejorque la que está bebiéndose el mendigo enla esquina. Todas las cocacolas son la mismay todas son buenas. Liz Taylor lo sabe,el presidente los sabe, el mendigo lo sabey tú lo sabes”.Su filosofía de la superficie de las cosasse presentó en sociedad en 1954, enuna exposición de la galería Paul Bianchinni,en el Upper East Side, titulada ElSupermercado Americano, montada comouna tienda de comestibles con pinturasy pósters de sopas, carnes, pescados,frutas y refrescos, mezclados con esasmismas mercancías auténticas en los estantes.La diferencia estaba en el precio.Un bote de sopa valía dos dólares en larealidad y costaba dos mil en la representación.Hoy un dólar es un dólar, pero siel billete está pintado por Warhol vale enuna subasta seis millones de dólares.Andy siguió añadiendo al arte más iconosde la vida americana, la silla eléctrica,el revólver, las cargas de la policía contralos manifestantes de los derechos humanos,los coches, los botes de sopa Campbell,los rostros de las celebridades deHollywood, mientras a su alrededor seiba condensado un grupo de seres extraños,que eran mitad cuerpo humano realy el resto ficción o decoración. Todos revoloteabanalrededor de su estudio, la famosaFactoría, en la Calle 47 y la SéptimaAvenida, empapelado por entero con papelde aluminio.El salto cualitativo lo dio este artistaante el caso extraordinario de una exposiciónde 1964 en Filadelfia cuando por unpercance del transporte no llegaron atiempo los cuadros a la galería para lainauguración. El público llenaba la salacon las paredes desnudas y Andy desdeAndy Warhol muestra sus cicatrices en una fotografía de Richard Avedon.un altillo descubrió que aquel espacio separecía a una pecera llena de crustáceosque se movían en un baile de san Vito,excitados unos por otros, como únicafuente de energía. A nadie le importabanlas pinturas. La expectación sólo la proporcionabala presencia del artista rodeadode sus criaturas, a las que todo el mundotrataba de parecerse. En ese momento tuvoWarhol su segunda revelación. La únicaforma de existir consistía en reflejarseen el espejo del otro. Si una cocacola o unbote de sopa Campbell es un icono americano,¿por qué no puedo serlo yo? Noimportaba lo que había pintado, su verdaderacreación eran aquellos extraños seresque había conseguido reunir entre cuatroparedes blancas y que no se parecíanen nada al resto de los habitantes de NuevaYork, sino sólo a sí mismos como tribu.El rostro blanco con polvos de arroz, adornadala cresta roja con plumas de marabúy el cuerpo anoréxico alicatado con cristalesde colores, de esa tribu formaban parteValerie Solanas, feminista radical, violadapor su padre, perdida desde los 15años como una mendiga por las calles deManhattan, que había escrito un guióntitulado Up your ass (Mételo por el culo);Edie Sedgwick, hija de un millonario californiano,nacida en un rancho de 3.000acres, que desembarcó en Nueva Yorkcomo modelo con toda su belleza anfetamínica,acogida por su abuela en un apartamentode 14 habitaciones en Park Avenue;la cantautora Nico, la actriz Viva,Gerard Malanga, Ultra Violet, Freddie Herko,Frangeline, el escritor John Giorno, elcineasta Jack Smith, el grupo de músicaThe Velvet Underground, Lou Reed, laschicas del Chelsea y un resto de jovenzuelossin nombre pintarrajeados que entrabany salían de La Factoría, muchos deellos dedicados sólo a mear sobre unasplanchas de cobre para conseguir con laoxidación de la orina unos matices insospechadosen los grabados, a los que a vecesse añadía mermelada de frambuesa,chocolate fundido y semen humano. Erasu parte en el cuarto de hora de fama.Esta frenética cabalgada hacia el vacíoimpulsada con películas underground, experimentoscon drogas, sexo en los ascensores,gritos en la noche, sobredosis enlos retretes, que constituía la modernidadde los años sesenta en Nueva York, terminóabruptamente cuando el 3 de junio de1968 Valerie Solanas, pasada de rosca, entróen La Factoría dispuesta a que Warholle devolviera el guión que le había entregado.No estaba dispuesto a rodarlo, leparecía demasiado obsceno, pero lo ciertoes que lo había perdido. Mételo en elculo. Fue suficiente para que Valerie sacaraun revólver, el mismo que el artistahabía pintado como icono, y le sirvieratodo el cargador, seis balazos, uno de loscuales le atravesó el cuerpo y casi lo llevóa la sepultura, de la que fue rescatadodespués de una operación quirúrgica decinco horas, cuyas cicatrices se convirtieronen un póster. “Tenía demasiado controlsobre mi vida” —dijo Valerie en eljuicio—. Pero la fama siempre encuentraa otro más famoso. Este hecho fue oscurecidopor el asesinato de Robert Kennedyunos días después. Se acabó el baile desan Vito. Desde entonces Warhol parecíaun hombre de cartón piedra, decían lasaves del paraíso que revoloteaban sobresu peluca plateada. Por otra parte EdieSedgwich también se había destruido.No importabalo que había pintado,su verdadera creacióneran aquellos extrañosseres que se parecían sóloa sí mismos como tribuUna mañana apareció muerta en la camaahíta de barbitúricos. Sólo Basquiat, elnegrito grafitero, rescatado por Warholsalió disparado hacia la gloria.Ser ante todo visible y hacer del espírituun buen envase exterior fue lo queaportó Andy Warhol al mundo del arte.Por eso este artista diseñó también sufuneral, celebrado en la iglesia bizantinadel Espíritu Santo de Pittsburgh el 22 defebrero de 1987. Su féretro era de broncemacizo con cuatro asas de plata. Warholllevaba puesto un traje negro de cachemira,una corbata estampada, una pelucaplateada, gafas de sol con montura rosa,un pequeño breviario y una flor roja enlas manos. Según las crónicas, en la fosasu amiga Paige Powell dejó caer un ejemplarde la revista Interview y una botellade perfume Beautiful de Estée Lauder. Pudohaber añadido un bote de sopa Campbell,un billete de dólar, una cocacola yun revólver. Toda América. <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10 23