EN PORTADA / EntrevistaEl nuevo combate de Manu LarcenetEl gran narrador de la Francia contemporánea, autor de Los combates cotidianos, da un giro a su estilo con Blast. “No meinteresan las imágenes que no sirven para nada. La imagen me gusta cuando es pura y habla”, dice el dibujantePor Guillermo AltaresTRAS TRIUNFAR con Los combates cotidianos(Norma), la historia de unfotógrafo de guerra que decide dejarlotodo para irse a vivir al campo,donde descubre no sólo el amor, sino lahistoria periodística de su vida, y El retornoa la tierra (Bang Ediciones), un poco más omenos el mismo relato pero narrado en tirasy con mucho más humor, Manu Larcenet(Issy-les-Moulineaux, París, 1969) ha dadoun giro radical con Blast (Norma), que inaugurauna serie que se prolongará durantevarios volúmenes. Frente al alegre color llenode matices de sus obras anteriores se hasumergido en un áspero blanco y negro paraconstruir el relato de un hombre que decidevivir al margen de la sociedad. La narraciónarranca con un interrogatorio policial.En una de las planchas más bellas de Loscombates cotidianos, Manu Larcenet incluyeesta frase que es todo un manifiesto desus principios artísticos. “Deslastrada detoda lógica, la poesía es la única formalibre de percatarse de lo que vale la pena.Depardon, Brassens, Miyazaki, Bonnard,Jarmush, Sempé, Tom Waits, Cézanne,Monty Python, Monet,Brel, Desproges, Klee, Cartier-BressonSpringsteen, Céline, HarveyKeitel, Baudelaire, Van Gogh. Lapoesía lo redime todo”. “No me interesanlas imágenes que no sirvenpara nada. La imagen me gusta cuandoes pura y habla, cuando sirve paraalgo, cada plano de Jarmush quieredecir algo, incluso sus silencios. Poreso en Blast hice tantas páginas de silencio”,afirma Larcenet en una entrevistaen París, celebrada en la sede de su editorialfrancesa, Dargaud.Estudió dibujo (gracias a un profesor quedetectó su talento muy pronto) y afirmaque, desde los 12 años, realiza todos los díasuna plancha de cómic. Como sus personajesde Los combates cotidianos (cuatro volúmenes)y El retorno a la tierra (cinco y losque quedan), vive en el campo, con su compañeray sus dos hijos. Una frase de JacquesBrel que aparece en Blast define suactitud ante la vida: “Cuando alguien semueve, los inmóviles dicen que huye”.PREGUNTA. ¿Por qué se ha lanzado aun cambio tan radical de estilo con Blast?RESPUESTA. Tengo una editorial que sellama Les Reveurs, donde hago lo que megusta, y tengo una producción destinada algran público en Dargaud, pero cuanto mástiempo pasa y me voy haciendo mayor, lasdos se acercan y llegarán a ser una. Mi ideaera contar una historia diferente de las queme han hecho famoso, no dejarme llevar porel mismo tebeo. Tenía ganas de hacer cuatroo cinco tomos de 200 páginas, algo largo queme diese tiempo para dibujar silencios, trabajarsobre la longitud y sin color, que es algoque hace los dibujos mucho más alegres.P. ¿De dónde surge este personaje empeñadoen vivir al margen?R. Creo que es algo que tenemos todos,todos hemos pensando en algún momentoen mandarlo todo a la mierda, en desaparecer,pero no lo hemos hecho por algún motivo,sobre todo por miedo. Mi protagonistano tiene ese miedo y es capaz de mandarlotodo a paseo. Quería crear un personaje queno fuese ni simpático ni antipático, nuncasabemos a qué atenernos con él. Lo veremosmejor en el segundo tomo.P. ¿Cuándo sale?R. No tengo ni idea, estoy en ello, llevo 60páginas. Es algo que no quiero prever, loseditores me preguntan y les respondo queestará listo cuando esté listo. Y tampoco admitocambios: si les gusta, genial; si no, losiento mucho.P. ¿Y lo seguirá haciendo compatiblecon El retorno a la tierra?R. Sí, yo quiero que sea como lo que llamomi serie Peyo, el autor de los Pitufos. Megustaría hacer esto hasta que muera. Jean-Yves Ferri, el guionista de la serie y casi elúnico amigo que tengo, cuando me escribeEl retorno a la tierra es alta cocina, está todotan bien trabajado que no tengo que cambiarnada, no hay una palabra mal puesta. Esuna de las mejores series que he hecho nunca.Me gustaría envejecer con mis tebeos.P. ¿Qué hay de real en sus tebeos?R. Bueno, el gato es mi gato, no estéticamente,pero sí de carácter. Yo realmentevivía en la ciudad y mi gata se volvió locacuando me mudéal campo.Cuando escribía Los combates cotidianos,durante un periodo de cuatro años, me fui avivir al campo, tuve dos niños, murió mipadre y asistí a la desaparición mediática delos obreros. Tenía que aparecer por algúnlado. Mezclé todo esto para hablar en estoslibros. Eran obsesiones, pero para mí ya estáterminado, he dicho todo lo que pensabasobre ello. Lo único que me quedará es lamuerte. Ahora trato de hablar del interior dela gente, la incomprensión que tenemos hacianosotros mismos, de la violencia, meparece más honesto hablar de eso porqueestá más cerca de mi existencia cotidiana.P. Sus tebeos están llenos de personasque viven en el margen. ¿Por qué?R. Bueno, son los que tienen interés. Novoy a contar historias de personas normales,bien integradas. Me apasiona contar historiasde gente que está en el dolor, en losmárgenes. Yo tampoco me siento especialmenteinsertado en la sociedad. Hay dibujosque están hechos sobre vidas clásicas, a míno me apasionan. Pero me interesa muchoel lado negro de la gente, creo que el arte, lalocura, es mucho más interesante que la norma.Adoro a Francis Bacon y es de una oscuridadextraordinaria, los cuadros de floresson cargantes.P. De todas las planchas de Blast hayuna que me ha impresionado mucho, quees cuando aparece una viñeta a página conla frase de Brel: “Cuando alguien se mueve,los que están inmóviles dicen que huye”.R. ¿No es precioso? Antes de su últimoconcierto, un presentador francés le entrevistóen su camerino y le preguntó: “¿Porqué se retira de los escenarios?”. Y Brel respondióeso, después de un gran silencio.Dice, sencillamente, una verdad.P. En Los combates“Me gustaría envejecer con mis tebeos”, cuenta Manu Larcenet, quien ha realizado este autorretrato para Babelia.cotidianos, un personaje explica que votaal ultraderechista Le Pen “por miedo”y reconoce que le da igual que le mientan,“porque todos mienten”. ¿No creeque es una definición perfecta de lo queocurre en Francia?“Hay tantos cómics que yano sabemos qué elegir, perosi escogemos diez tebeos,nueve serán de diversión,y uno será otra cosa”R. Eso es lo horrible. Porque aparte deunos cuantos extremistas estúpidos a losque es muy fácil detestar, el electorado deextrema derecha está formado por gente desesperadaque tiene miedo. No veo ningunasalida a eso, por eso es un tema que hedejado de tratar en mis tebeos. Al final, elFrente Nacional siempre vuelve. En estaFrancia me encuentro perdido. Estoy un pocodesesperado, todo lo que hemos hechono ha funcionado.P. ¿Por eso decidió irse a vivir al campo?R. La verdad es que seguí a mi mujer porun trabajo, pero ahora me encuentro muchomejor. Incluso aunque viva en una regiónmuy a la derecha. Me encuentro mejor,pero a la vez me voy convirtiendo en unmisántropo: tuve tantas esperanzas y veocómo nada funciona, que me estoy convirtiendoen una especie de oso y el hecho deno tener vecinos, de vivir en mitad del campo,me tranquiliza.P. ¿Cree que vivimos una época doradade los tebeos, que están alcanzando espaciosque antes les estaban vetados?R. Los tebeos han cambiado mucho desdelos años noventa: la editorial L’Asociation,autores como David B, una serie decreadores que han hecho explotar todo loque se hacía en el cómic. Al mismo tiempohay otros creadores que hacían tebeos deadultos, pero era muy marginal. De repente,todo el mundo se puso a hacer tebeos deautor, aunque no me guste la expresión. Resultado:ahora mismo hay tantos cómics enuna librería que ya no sabemos qué elegir,pero si escogemos diez tebeos, nueve seránde diversión, buenos o malos, y uno seráotra cosa, y esa es la que me gusta. Es verdadque es una edad dorada, porque podemoshacer lo que nos guste. Pero a la vezhay demasiados libros, tal vez sea la culpade los editores que no separan el trigo de lapaja. Pero creo que nos estamos matando anosotros mismos, salvo que tengan tu nombreen la cabeza no van a escarbar, cogeránlo que hay arriba, que muchas veces es lopeor y desde luego no es el cómic más moderno.Se ha convertido en un grannegocio, es una forma de ganar muchodinero. Si los lectores no tienentu nombre en la cabeza, estás jodido.P. ¿Por qué cree usted que los tebeossociales o el tebeo periodísticotienen cada vez más importancia?R. Joe Sacco y yo no practicamosel mismo oficio, sería casi insultarle.Él hace un trabajo mucho más radical,a mí me gusta contar historias,soy más narrador, me encuentro muyatado a la novela. Lo que me pareceextraordinario es que un medio comolos tebeos, destinados a entretener alos niños hace 20 años, se haya convertidoen un medio periodístico. Aunqueno puedo evitar preguntarme sino son más directos un texto o una imagen.P. Pero en un mundo lleno de imágenestal vez los tebeos ofrecen una visión diferentede la realidad.R. Es posible, pero tengo mis reservas.Ahora hay muchos autores que quieren haceresto, pero olvidan que para hacer estecómic comprometido, periodístico, hay quetener mucha calidad, interesarse por el dibujo,que es algo chamánico. Es un descubrimiento,es sumergirse en uno mismo, es unaexperiencia casi corporal para hacer surgiralgo que va a hablar al otro. Pero muchasveces, en el periodismo dibujado, se hacepasar el discurso antes del dibujo y, desdemi punto de vista, no hay que hacer nuncaeso. El ritmo, el color, la narración, todo esodebe estar equilibrado y muchas veces losque quieren hacer tebeos comprometidos seolvidan del lado artístico, se centran sobre laradicalidad de lo que tienen que decir. Necesitodejarme atrapar por el amor del dibujo yya sea Sempé o Crumb. Al ver una planchanecesito sentir cuál es la obsesión del tipoque la ha hecho. David, en Epiléptico, es alucinante,mezcla un amor enorme por el dibujocon la capacidad para contar su vida, eldolor que siente con su hermano. Blast. Bola de grasa. Volumen 1. Manu Larcenet.Traducción de Enrique Abulí. Norma. Barcelona,2010. 204 paginas. 24 euros.6 <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10
Salir de la callePor Aurora IntxaustiEl dibujante Miguel Fuster, en Barcelona.OCULTAR LA realidad es mentirse.No ha querido hacerlo y ha dibujadocon trazos de tela de arañala angustia y la desesperaciónde su vida en la calle. Fueron 15 losaños que Miguel Fuster (Barcelona, 1944)vivió a la intemperie, refugiado en el alcohol,cubierto por el sol y unos cartones. Sudesgraciada vida fue haciendo mella en suespigado cuerpo, machacado por el tiempo,dolorido por la indiferencia y agradecidopor esos personajes que supieron alcanzarlela mano en los momentos másdifíciles de su existencia.Sus ojos vidriosos y su facilidad de palabrallevan casi sin darse cuenta a su mundocallejero. Fumador compulsivo, solicitaque cambiemos el lugar de la cita mientraspaseamos por el barrio gótico de Barcelona.La fotógrafa le pide detenerse bajounos soportales para retratarle. Al fondo,tres hombres con sus carritos inundadosde bolsas tratan de esconderse de los disparosde la máquina. Ocultan en un sacode papel el alcohol que beben poco a poco.“La lata o la litrona de cerveza es elprimer paso para quedarte en la calle. Luegopasas al cartón de vino y de ahí no tebajas. Salir es difícil, muy difícil. Dejé debeber hace tiempo, pero sigo siendo unalcohólico. Si ahora probase tan sólo unsorbo caería de nuevo”.En la terraza del bar habla de sus añoscomo aprendiz en Ediciones Bruguera, deltiempo en que trabajaba como dibujantede cómic romántico para revistas del nortede Europa y de cómo se quedó descolgadoen la década de los ochenta de las tendenciascreativas del momento. No dio el saltoa la creación propia y el esplendor del cómicle pilló viviendo en la calle, alejado delo que ocurría en el mundo. “Mi única obsesiónera conseguir los cuatro cartones devino que necesitaba para tenerme en pie. Eldinero para comprarlo lo conseguía pintandoacuarelas de toros y flamencas para losturistas. Malvendía mis obras, pero era lamanera de ir tirando. Han sido contadas lasocasiones en las que he mendigado, no megustaba”. Salió del alcohol gracias al trabajode los voluntarios de la Fundación Arrels—desde 1987 se dedican en Barcelona a laatención de personas sin hogar— y empezócon un blog en el que con sus dibujos, cuadrosy textos empezó a contar sus vivenciascallejeras. De ahí surgió la oferta de la editorialGlénat para que hiciese un álbum contandolo que había sido su vida en la calle.Su autobiografía no es nada complaciente.“He luchado contra el resentimiento, mehe sentido muchas veces humillado al vercómo se apartaban de mí con temor, aprensióny desprecio. Antes de que me recogiesenera un espectro invadido por el alcohol,un despojo de poco más de 40 kilos”.Fuster está ilusionado con el proyectoen el que está embarcado. Tiene ganas depintar, de recuperar el tiempo perdido oparte de ese tiempo en el que supo lo queera “morir las 24 horas del día en una agoníade miedo, dolor e indignidad”. Tieneprevisto abordar otros aspectos de su vida,otros personajes que se han cruzado en suexistencia. “Creo que he encontrado unpunto interesante de trabajo en el que puedodesarrollar mi creatividad”.Las primeras viñetas del álbum reflejanunos personajes con claras influenciasde los dibujos románticos que él realizabay a medida que va avanzando sutrabajo los trazos son más duros y muestrala crudeza de su existencia. “He vividodesposeído de todo, sin ni tan siquierauna cueva para refugiarme, convertidoen una ruina gimiente. Raído por los recuerdos,hace tiempo que dejé de mortificarmesobre si soy culpable o inocente”.Su último refugio en la calle se situaba enla parte trasera de la catedral de Barcelona,bajo los arcos y tras unos arbustos.“Allí, sobre unos cartones y con unos periódicosbajo la ropa para quitar el frío,conseguía dormir hasta que a las seis llegabanlos agentes y me despertaban”. Elcobijo de la plaza fue su techo antes deabandonar la bebida. El último capítulodel álbum está dedicado a esa parte de suvida. Por él desfilan personajes reales quedía a día le ayudaban a pasar la jornada.Desde la barrendera al indigente, desdeel ciudadano que le ofrecía un colchón oel tabernero que cada noche le preparabaun bocadillo. “Me encontraba en una situaciónde deterioro tan grande que eraincapaz de pintar para conseguir unoseuros. Daba la vuelta a la iglesia y atenazadopor el terror que me causaba el quedarmesin bebida me tuve que doblegar, humillary pedir limosna”.Ese lugar de la plaza en el que Fusterdormía solo lo ocupan, cada noche, ochoindigentes. Actualmente existen en Barcelonacerca de un millar de personas quepernoctan en la calle. Miguel, 15 años en la calle. Miguel Fuster. Glénat.Barcelona, 2010. 172 páginas. 17,95 euros.miquelfuster.wordpress.com.Una posibilidad entre milCristina Durán y Miguel A. Giner BouSins Entido. Madrid, 2010128 páginas. 15 eurosHAY UNA POSIBILIDAD entre mil de que salgaadelante. Así arranca la historia de este cómicautobiográfico. Laia, la hija de esta parejade dibujantes, sufrió a las pocas horasde nacer una hemorragia cerebral que lallevó a pasar los primeros años de su vidaentre hospitales, centros de rehabilitacióny médicos. Pero Laia se aferra a la vida conuna fuerza inusual, como también sus padres,que con una mirada sensible y unaactitud admirablemente positiva consiguenguiar al lector por el nuevo mundoque les toca vivir. Estas viñetas de trazolimpio, en dos tonos, sin grandes detalles(lo imprescindible para seguir la historia)se leen con el corazón atrapado entre lacongoja y el embeleso. Hay algo constanteen el libro: en los momentos más duros ode gran vulnerabilidad, los lazos afectivosse convierten en salvavidas. Un libro revelador,que sin duda supone otro paso adelanteen la sensibilización hacia el mundo dela discapacidad, con un toque de frescura yoptimismo. Cristina Sánchez-AndradeRebétikoDavid PrudhommeTraducción de Lucía BermúdezSins Entido. Madrid, 2010104 páginas. 19 eurosLAS VIÑETAS DE REBÉTIKO desprenden unaluz especial, cálida, sensual, que envuelveal lector en el clima mediterráneo de la Greciade los años treinta, escenario perfectopara esta metáfora de la libertad incontenibleque firma David Prudhomme. Durantesólo un día seguirá la vida de cinco músicosrebetis, armados tan sólo de sus buzukis yde un arte que canta a la vida y sus dolores,igual que el fado, el tango o el blues y que,sólo por ser libre, fue censurado por la dictadurade Metaxas. Trazo y color consiguenun inesperado efecto sinestésico: lasviñetas cantan esas canciones de muerte,amor y violencia y el lector sigue el ritmo dela música a medida que pasa las páginas,contagiado de esa fuerza de libertad quetanto miedo infundió en otros. Un álbumque Prudhomme cierra con un epílogo demoledor,casi desesperanzador, pero quemultiplica todavía más los valores de unaobra que certifica que su autor tiene muchoque decir en el noveno arte. Álvaro PonsLulú, mujer desnuda (volumen 1)Étienne DavodeauTraducción de Raúl MartínezLa Cúpula. Barcelona, 201088 páginas. 20 eurosADAVODEAU LE GUSTA la distancia corta, esaque permite hablar de pequeños sentimientosentre dos amigos mientras pasean. Quizásnaderías sin importancia, pero siempre“trozos de vida”. Testimonios mínimos quele han servido para hablar sobre la problemáticade iniciar un negocio sobre agriculturabiológica, sobre el sindicalismo cristianofrancés de los años sesenta o, como ahora,sobre una mujer que descubre que su vidano es la que quería. Semanas después, susamigos comienzan a intentar reconstruir loque llevó a Lulú a no volver ese día a casa, adejar a su marido y a sus hijos. No intentanjuzgar a su amiga y lo que pasó, sólo comprenderqué la llevó a escapar. Davodeauevita que sea la propia Lulú la que hablepara estudiar, precisamente, a esa sociedadque siempre intenta juzgar a quien no siguesus dictados. Y el lector irá descubriendo larealidad de una Lulú que no era ni rebeldeni aventurera, sólo una mujer más que undía se bajó de la vida que tenía escrita. Á. P.KafkaRobert Crumb y David Zane MairowitzTraducción de Leandro WolfsonLa Cúpula. Barcelona, 2010177 páginas. 20 eurosFRANZ KAFKA no quería que en la edición deLa Metamorfosis se incluyera ninguna representacióndel insecto en el que se convierteGregor Samsa. Robert Crumb, quizá el másfamoso de los dibujantes de cómic undergroundestadounidense, sí lo ha hecho. Eneste libro, cuyo título original en inglés esKafka para principiantes, se van alternandolas figuraciones de Crumb de fragmentos denovelas, relatos y escenas biográficas del autorcheco con los textos del escritor DavidZane Mairowitz. La relación entre texto eimagen funciona con una fluidez imparable.Mairowitz introduce con facilidad al lectoren las claves que ligan las ficciones delescritor con episodios de su vida y rasgos desu perfil psicológico, mientras Crumb se deleitaen páginas que resumen La colonia penitenciaria,El proceso, El castillo, Un artistadel hambre y América. Kafka le va muchomejor a Crumb que la Biblia (su recientelibro es sobre el Génesis), tal vez porque compartenhumor y neurosis. Fietta Jarque<strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10 7