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LIBROS / Ensayo y TeatroUna mujer baja la escaleraLa Judith de ShimodaBertolt BrechtTraducción de Carlos ForteaAlianza Editorial. Madrid, 2010200 páginas. 17,50 eurosPor Marcos OrdóñezTEATRO. PODRÍA SER una película de MikioNaruse. O del mejor Fassbinder. Podríallamarse Una mujer baja la escalera.O La señora Okichi sube a los cielos.Una heroína orgullosa e irreductible,que cae en desgracia por ser fiel a susprincipios, es elevada a los altares de laleyenda y denostada por sus conciudadanos,sufre en carne propia las maquinacionesde los poderosos y es destruidapero no vencida. Pero esta historiano la escribieron Naruse ni Fassbinder.Según la portada de Alianza, la escribióBrecht bajo el título de La Judith deGeisha, Japón hacia 1875. Foto: Roger ViolletShimoda: es un inédito, un descubrimiento.Verdad a medias. Escribir, loque se dice escribir, no la escribióBrecht: la hizo suya, la canibalizó. ¿Sehan hecho un lío? Ahora desenredamosla madeja. Flashback. Finlandia, 1940.Huyendo de los nazis, BB se refugia enla casa de su amiga y dramaturga HellaWuolijoki. Su anfitriona le descubreuna obra, La triste historia de Okichi,del dramaturgo japonés Yamamoto Yuzo,que acaba de ser traducida al ingléspor Glenn W. Shaw, y de la que tiene losderechos. BB queda fascinado por la pieza(por su modernidad, su feminismo,su crítica al patriotismo manipuladopor los poderosos) y emprende lo quellama una “reelaboración” que tienemucho de apropiación, no en vano acababade hacer lo mismo con un texto dela Wuolijoki que firmaría (él y sólo él)como El señor Puntila y su criado Matti.Así las cosas, tenemos: a) una obra japonesa,b) una traducción inglesa y, cyd)sendas traducciones al finlandés y alalemán que efectúan, mano a mano,Hella Wuolijoki y Margaret Steffin, otrade las incontables “novias” de BB. Tambiénmano a mano, W y BB se ponen ala faena: comprimen y remontan pasajes,y corre a cargo del dramaturgo laescritura de una nueva escena (la décima)y de una serie de interludios, en losque nuevos personajes analizan y comentanla puesta en escena de la tristeperipecia de su protagonista.En La Judith de Shimoda, un magnatejaponés recibe en su mansión a unosvisitantes anglosajones y para mostrarlesla esencia de su país les ofrece unarepresentación de la vida de Okichi, unmito nacional, emblema, afirma, del“patriotismo de las clases bajas”. La funcióncomienza en 1856, cuando los americanosllegan a Japón para abrir fronterasy hacer negocios con el Shogun. Elcónsul Harris se ha prendado de unageisha y la quiere en su casa, pero estápenado por ley servir a los “diablos extranjeros”.Ante la amenaza de cañonearShimoda, los miembros del consistoriopersuaden a la íntegra Okichi y ledicen que ha de cumplir todos los deseosdel cónsul. Poco más tarde, la geishadescubre que Tsurumatsu, su novio,ya había dado su consentimiento a losjerarcas a cambio de ser nombrado capatazdel puerto. Las negociacionesentre americanosy japoneses se llevana cabo, pero Okichi ha cometidoun error: apiadarsedel dolor de estómagodel cónsul y conseguirleleche recién ordeñada, loque se considera una gravetransgresión. La muchachano quiere ser perdonadapor los jueces nirecompensada por los políticospues afirma que enambos casos ha actuadosegún su conciencia. Parael magnate Akimura, lahistoria termina ahí. Perosus visitantes quieren saberqué sucedió luego,cuál fue el destino de Okichi,de modo que la funcióncontinúa, narrandosu caída de siete en sieteaños. Se reencuentra conTsurumasu, que jamás recibiólo prometido, y tratande reanudar su relación,pero el peso de latraición inicial ha abiertoun abismo entre ellos.Okichi está alcoholizada,víctima del doble peso dela leyenda: para los quese lucraron con su sacrificioes una heroína decuento; para sus vecinosse ha convertido en “laputa del americano”. Enla última escena, vieja y acabada, recibeun saco de arroz de uno de los miembrosdel consistorio y prefiere arrojárseloa los pájaros, del mismo modo queantes prendió fuego a los billetes que ledieron por su acción. Es un maravillosopersonaje, hasta el punto de que Brechtquiso escribir también un guión con suhistoria, contada por varios narradores,a la manera de Ciudadano Kane, peropoco después marchó a Hollywood y,extrañamente, no recuperó ninguno delos dos proyectos.En 2006, el investigador alemánHans Peter Neurenter, compilador delpresente volumen, pudo acceder al legadode Hella Wuolijoki y descubrió elparadójico material: la versión de unapieza ajena que parece, por trama, porlenguaje, por estructura y por intención,haber salido de la pluma del propioBrecht. Unos años antes se habíanincluido fragmentos de La Judith de Shimodaen sus obras completas y comotal se representaron, sin mucho éxito,en Alemania. El texto recuperado, dadasu brillantez, se merece una nueva oportunidad“con honores de estreno”. Reivindicandotambién, desde luego, la autoríaoriginal de Yamamoto Yuzo, undramaturgo a descubrir. Y de Hella Wolijoki,la ghost writer finlandesa de BB.(Ahí hay otra película, por cierto: TheMaking of The Judith of Shimoda). La Constitución de 1931Santos JuliáIustel. Madrid, 2009. 519 páginas. 56 eurosHISTORIA. LA EDITORIAL IUST<strong>EL</strong> ha culminadola edición de su meritoria colección LasConstituciones Españolas dirigida por MiguelArtola. Disponíamos hasta ahora devaliosas recopilaciones de esos textos constitucionales(D. Sevilla Andrés, Sainz de Baranda,E. Tierno Galván), de un puñado depanoramas de conjunto sobre la historiade nuestro constitucionalismo (L. SánchezAgesta, J. Tomás Villarroya, J. Solé Tura y E.Aja, J. Varela Suanzes-Carpegna, J. de Esteban,etcétera), así como una más ampliamanifestación de estudios monográficossobre los diferentes textos. No contábamos,sin embargo, hasta el momento conuna colección de monografías en las queademás de recogerse un amplio estudio decada una de nuestras constituciones, de laCarta de Bayona al texto de 1978, a cargode destacados especialistas, se recogiese eltexto de la correspondiente constitución yuna muy amplia antología de textos, tantodoctrinales como legales, en relación conla misma. La edición de Santos Juliá, comolas llevadas a cabo por I. Fernández Sarasola,M. Artola y R. Flaquer, J. Pro, J. Marcuello,M. Pérez Ledesma, I. Casanova, J. VarelaSuanzes-Carpegna, L. Díez-Picazo y A.Elvira Perales, resulta un texto del mayorinterés, en este caso sobre la constituciónde la II República. El autor, una reconocidaautoridad en la historia política de nuestrosiglo XX, se ha aproximado en el pasado ala coyuntura republicana desde muy diferentesángulos. Lo hace ahora desde unaperspectiva estrictamente constitucional.En su estudio, aborda los proyectos de reformaconstitucional del texto de 1876 conanterioridad a la crisis de 1923, los intentosde reanudar nuestra historia constitucionaltras la dictadura del general Primo deRivera y un planteamiento general del nuevotexto republicano. Se ofrece a continuaciónuna descripción, a modo de dietario,de la elaboración del texto y se concluyecon una detenida consideración de los dosgrandes problemas con que hubo de enfrentarsela Constitución de 1931: el problemanacional-regional y la cuestión religiosa.Mientras el primero contaría unasolución equilibrada en la fórmula del EstadoIntegral, el segundo registraría un tratamientomenos afortunado, hasta terminarconvirtiéndose en uno de los grandes motivosde inestabilidad de la vida del régimenrepublicano. La amplia antología de textosque acompaña a la publicación de la Constituciónde l931 está más orientada a darcuenta de los debates constituyentes que arecoger la legislación complementaria deltexto constitucional. Seguramente razonesde espacio explican la menor atenciónprestada a textos doctrinales, bibliográficosy de prensa, que pudieran haber completadola antología. Se trata en todo casodel libro de Santos Juliá, como los otrosocho integrantes de la colección, de unacontribución de la mayor importancia a lahistoria de nuestro pasado político-constitucional.Andrés de Blas GuerreroDesigualdad. Un análisisde la (in)felicidad colectivaRichard Wilkinson y Kate PicketTraducción de Laura Vidal SanzTurner. Madrid, 2009315 páginas. 22 eurosENSAYO. SU<strong>EL</strong>E PENSARSE que la pobreza esla causa última de problemas sociales comoel fracaso escolar, la violencia juvenil,la toxicomanía o la criminalidad. Pero enrealidad no es así, pues esas patologíasabundan en las sociedades más desarrolladas.Aunque no en todas, pues mientrasen algunas de ellas están creciendosobremanera, en otras brillan por su ausencia.¿Cómo explicar esta paradoja? Laclave no está en la pobreza sino en ladesigualdad: en la distancia que separa alas élites de los desfavorecidos. Este librode epidemiología social, escrito con ampliainformación y claridad admirablepor dos expertos británicos en salud pública,demuestra que los factores que determinanla calidad de vida están estadísticamenterelacionados con el grado dedesigualdad inscrito en la estratificaciónsocial. Para ello construyen un Índice deProblemas Sociales a partir de nueve indicadores:mortalidad, trastornos mentales,obesidad, maternidad adolescente,fracaso escolar, criminalidad, poblaciónreclusa, desconfianza cívica y falta de movilidadsocial. Después lo correlacionancon una muestra de 21 países desarrollados,así como con los 50 Estados de EstadosUnidos. Los resultados que obtienenson demoledores e incontestables. Tantopara el índice total como para cada unade las nuevas variables, los niveles másfavorables de calidad de vida se dan enlas sociedades más igualitarias: Japón ylos países nórdicos. Y en cambio, los indicadoresmás desfavorables aparecen enlas sociedades más desiguales, con EstadosUnidos y Reino Unido a la cabeza,encontrándose Francia o España en posiciónintermedia. Pero lo más significativoes que los efectos patológicos de ladesigualdad afectan no sólo a las clasesdesfavorecidas sino también a las acomodadas.Por eso, las élites estadounidenseso británicas padecen mayores problemassociales que las clases medias y bajas delos países igualitarios. Y el porqué esto esasí se debe a la envidia, mucho mayor enlas sociedades desiguales. El nivel de estrésy propensión a padecer patologíassociales depende de la comparación conlos demás, según la posición relativa quese ocupa frente a ellos. Y esas comparacionesajenas resultan tan insoportablesque afectan tanto a los superiores envidiadoscomo a los inferiores envidiosos.Pues sólo la equidad social nos libra depadecer el maligno virus de la envidiamórbida. Enrique Gil CalvoMadreMario PodestáFundacion Crein. Madrid, 2010. 227 páginasFOTOGRAFÍA. <strong>EL</strong> REPORTERO GRÁFICO argentinoMario Podestá (1951-2003) había dadomuchos tumbos por el mundo cuando enlas navidades de 1993 recayó de nuevo enCalcuta, pero esta vez le aguardaba la madreTeresa para que documentase su obra.Descubrió con ella otra cara de “la ciudadde los olores terribles, de los que nacen,sobreviven y mueren en las calles, la Ciudadde la Alegría”, la describió Podestá. Lavisita le conmocionó tanto que cada añoacudía al encuentro de Teresa, “una pequeñaniña de aspecto frágil con profundasarrugas que se me antojaban mapas de guerra”.Retrataba en blanco y negro el trabajode ésta y las misioneras de la caridad y elresultado fue Madre, un cuidado libro defotos que Podestá presentó en 2003, año desu muerte en un accidente de carretera enIrak como un “tributo” a la “vida fenomenal”que la madre le había regalado. LaFundación Crein reedita esta obra graciasa la cual Podestá aseguró haber conocido a“los niños más bellos de la tierra”. E. S.14 <strong>EL</strong> <strong>PAÍS</strong> BAB<strong>EL</strong>IA 24.04.10

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