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blanco uno:
los muros
blanco dos:
los museos
ra
descascarada que deja ver ladrillos gastados,
caños, marcos de ventanas, puertas, rejas, etc.; son
para él formas a desplegar, puntos de partida para
sus intervenciones que por lo visto tienen mucho
cación.
Pareciera que si bien toda la ciudad deviene
en materia prima para su obra, su visión imaginativa
Después con sus plantillas y colores provocará la
transformación formal que hará de un muro una ambigua
ventana desde la cual mirar la realidad de otra
manera: ácida, crítica, irreverente, reveladora.
Con sus imágenes contradictorias hace visible lo
demasiado visible que el occidente “bienpensante”
no quiere ver: que las viejecitas no son tan dulces, ni
todos los turistas inocentes, que los adultos no siempre
protegen, que el lobo está y caperucita sigue sola
nal
feliz; que el mismo sistema que regala dulzura a
niños -siempre y cuando consuman por supuesto- ;
es el que quema, mata, condena al hambre y al horror
a millones de chicos en el mundo.
Banksy es conocido también por colgar sin autorización
algunas de sus obras en museos. Sus primeras
intervenciones consistieron en producir parodias
de obras de arte o antigüedades que logró colocarlos
allí sin que nadie en un principio las descubriera. De
este modo, “ha expuesto” su obra en la Galería Tate
Modern de Londres; el MOMA (Museum of Modern
Art), el Museo Metropolitano de Arte, el Museo de
Brooklyn, el Museo Americano de Historia Natural de
Nueva York y el Museo Británico de Londres.
Cual sigiloso ladrón entra a las sacrosantas instituciones
del arte, pero no para robar sino para dejar
sus obras. Es que no pide permiso para hacerlo ni
se somete a los rituales de legitimación del campo
del arte. Demuestra que hay indudablemente otros
modos de entrar y de participar en un museo.
Lo que es cierto es que con ello exhibe las contradic-
piste que también reinan en esas instituciones que
llegaron a ser lo que son en gran medida gracias al
pillaje imperial y a la apropiación de tesoros de otros
pueblos y culturas. ¿Quién comete fraude entonces,
quién es la víctima y quién el villano en esa historia?.
blanco tres:
paris hilton
blanco cuatro:
él mismo
Pero ni los muros ni los museos le bastan. Ultimamente
multiplica instalaciones en lugares inesperados:
instala en pleno Disney World una escultura
en escala humana de un preso de los EE.U en la base
de Guantánamo; simula una tienda de mascota en la
West 4th y Bleeker Street en el barrio de West Village
de Nueva York a partir de una muestra -The Village Pet
Store and Charcoal Grill- que de manera bizarra articula
lo que según él son los dos pilares recreativos de la
sociedad norteamericana: la comida y los animalitos
domésticos; o interviene los CD de París Hilton; ese
ícono de la banal hipervisibilidad televisiva.
En 2006 sustituyó más de 500 copias de una grabación
de la rica heredera por otras tantas en las que manipuló
fotografías, los títulos de las canciones y hasta
la música. Tituló algunos con preguntas como: ‘¿Por
qué soy famosa?’, ‘¿Qué he hecho yo?’ y ‘¿Para qué
sirvo?’. También cambió las fotografías de la portada
del disco y del folleto interior donde aparecía Paris con
cabeza de perro o su cabeza con cuerpo de maniquí.
“Soy famosa porque me ven, no importa lo que hago”:
seguro le contestaría París a Banksy. Después de todo
ella es su contracara; su extrema inversión.
Provocador neto, ha contribuido a construir con imágenes
capitalistas una iconografía anticapitalista al
mismo tiempo, lo que lo ha convertido tanto en objeto
de culto, como de acusaciones y repudios públicos.
y autopublica
varios libros con fotografías de su obra en
varios países, además de sus obras en lienzo y sus
exposiciones, acompañadas de sus subversivos, y a
menudo agudos escritos. Su primer libro, publicado
en blanco y negro es “Banging your head against a
brick wall” (‘Golpeando tu cabeza contra una pared
de ladrillo’), seguido de “Existencilism”. En 2004 publicó
“Cut it Out” y en 2006, “Wall and Piece”. Y así,
sigue dando que mirar, dando que hablar.
Insiste en jugar a las escondidas, en no exhibirse,
en continuar inmerso en el anonimato; mientras sus
obras se hacen cada vez más visibles en la calle y
pares;
mientras imagina otra ciudad.
una ciudad en la que todo el mundo puede pintar donde
quiera. Donde cada calle está inundada con millones
de colores y pequeñas frases...”.