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Aristoteles - Retorica.pdf

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ARISTÓTELESRETORICAHUNAB KUPROYECTO BAKTUN


RETORICA1. El heleno tuvo secularmente naturalezade artífice. La paciencia menudade las cosas perfectas corría porsus venas. Pulió con esmeru.el mármoldel Pentélico y de Paros, hasta aquilatarla suma calidad de las superficies,las líneas y las formas. Disciplinó sucuerpo y su musculatura hasta la armoníaperfecta y pimple de las violenciasatléticas de Istmos y Olimpia. Estructuróla polis como un arte y concibióel arte como una política ciudadaña.Minimizó el •pensamiento hasta elmaiabarisma de la dialéctica y la estabilidadde la idea. Calculó la ética conla precisión de un equilibrio de tensionesentre la materia y el espíritw. Nofue ni excesivamente espiritualista, niexcesivamente materialista. Se inclinóal placer, procurando no caer en el desenfreno,y a la. arrogancia sin caer enla «j/bns». Admitió sus dioses como unasuperación de lo terreno y como una explicaciónde lo incomprensible de lavida; pero los calzó de carne sensible,para no perderlos en la inaccesibilidadde un misticismo abstracto y tambiénpara poder explicar en nina fácil analogíaantropomórfica lo me no sabia cómoexplicar.Lógicamente, tenía que estar tambiénen la mano del griego la palabra. Y estuvo.Desde las epopeyas antiguas, losprotagonistas y los héroes son artesanosdel verbo. Del verbo cálido, como mensajede humanismo íntimo. Y más aúnsi cabe, del verbo frío, colorista y sonoro,ritmo, melodía y pintura. Ese gocesumo de la palabra culminó en loshéroes de Homero, ligados todos a susNOTA PREVIAintervenciones oratorias, como a un caráctero a una sicología.La palabra hablada fue, pues, una espontaneidaddel griego. Cuando los héroesde Homero nos hablan en, su grantotalidad en estilo directo, hasta llegara ocupar este estilo casi la mitad de laIlíada y más de dos tercios de la Odisea,no hacen más que reflejar una cualidadnatural del hombre de Grecia, y unacostumbre cultivada espontáneamenteen las reuniones sociales de los hombres,verdaderas comuniones en la palabra.Así llegó la palabra hablada aadquirir casi dimensiones mágicas; Cicerónmismo consideraba al oyente masivocomo una lira: el orador debía pulsarlahablando.La temática de esta oratoria espontáneatenía un poco de todo; y tambiénun poco de nada. Era sencillamentecomunicación. Era comercio de ideas yopiniones, hechos y cosas, 'conceptos yética. Tenia, un poco de forense, otropoco de política, y mucho de expositivao narrativa.De la mentalidad mágica de la palabraderivó a la retórica tina de sus primerascaracterísticas: el acto de hablarse convirtió en una ceremonia ritual,en que el orador exhibía todos sus trucosen la pulsación de esta lira masiva.Nacida la oratoria para la persuasión—nacida, quizá también, de la mismapersuasión espontánea—, la relación deactitudes orador-oyente tomaba un matizagónico, solo que ese «agón» tendióa apoyarse en el cuidado de los exterioresy en la habilidad de citarista enpulsar a la masa. No preocupaba tantoel luchar a golpe seco de verdad. El ora-


112 ARISTÓTELES.—OBRASdor exhibía un auténtico judo de palabrasy argucias, dirigidas a dominaren breve la masa. No tanto a labrar enella ittna convicción duradera.Esa actitud, que amenazaba desviarse,recibió ya entonces un primer tirónde alerta. En los años primeros de laoratoria, ya aplicada sobre todo a lavida forense, el Areópago prohibió a losoradores divagar en torno al asunto quellevaran entre manos; no se considerabalícito, en el alto organismo judicialde la colina ateniense, entretener la elocuenciaen cosas ajenas al asunto judicialen trámite.Este hecho tiene sobre todo un caráctersimbólico de las tendencias binaríasde la oratoria espontánea: de esta primitivaépoca griega. Una prehistoria dela retórica, porque sobre ella, como talretórica, no hay documentos escritos.Para la fecha y el comienzo de la retórica-arte,o la historia retórica, habráque ir a Sicilia.Concebido por el griego el uso de lapalabra como una «¡segaría», una equivalenciade derechos al hablar en publicó,resulta evidente que la oratoriano se podía aislar de un régimen socialy político determinado. Y también resuntaevidente que el régimen más favorableno era la aristocracia ni la oligarquía,sino la democracia. No es, pues,mera casualidad que el arte retórica nacieracon la muerte de la tiranía y delrégimen aristócrata, y oligárquico.Fue en 468 cuando muere Hieran deSiracusa. En 466 es expulsado de allíTrasíbulo. cae la tiranía. Aparece la retórica.Nacida allí, en Siracusa, por obrade Córax y Tisias. Ellos fueron los primerospreceptores retóricos; exigidos porlas circunstancias sociales del desbarajustemás absoluto de la propiedad privada.Colisiones continuas de derechosllevaron necesariamfnte, fatalmente, aesta retórica siciliana al mundo de 'oforense.No se sabe de qué manera fueron Córaxy Tisias los autores de esta primera.Arte. Pudo ser obra de colaboración. Pudoser Tisias un simple escribano de Córax.Tampoco imaginamos qué seríaaquella arte primigenia. ¿Una simpleamalgama de ejemplos y preceptos?Esta primera retórica metodizada teníauna doble característica bien definida:de una parte, una dimensión emocional,que hacía del orador un «artíficede la persuasión»; por otra parte, unaactitud decididamente forense, que hacíade la trinquiñuela y la verosimilitud suarma más eficiente.El heredero más directo de esta forma,ya fijada, de discurso fue Gorgias,el sofista. Desde luego, Gorgias no fued-lscipulo directo de Tisias. Pero tambiénsu doctrina y su pertrecho retórico sefundan en el arte de lo que es persuadible,no en el arte de la verdad. Aportó,con todo, a las artes precedentes doselementos dignos de atención: el cuidadominucioso de la dicción, poetizadaincluso, nacida del afán de lucimientopropio de la escuela sofista, y el atenderespecialmente a la circunstancia ya la oportunidad—al «cairos»—para elhábil desenlace de la acción oratoria.No vamos a detenernos en los retóricosque median entre Gorgias e Isócrates.Baste una sumaria enumeración.Trasímaco (i), más sistemático queGorgias, habla también de elementosrítmicos del discurso (2), con lo que secoloca en la línea estilística de Gorgias.Euenu de Paros escribe en verso su pequeñapreceptiva retórica. Mas extensoparece fue el Arte de Antifón, tambiénsofista. Es difícil la personalidadde Pánfilo-Calipo, del que ni siquierase sabe si en realidad, fue tal binomiode oradores preceptistas (3), o fue unosolo. Teodoro de Bizancio, a quien tambiénmenciona Platón (4), aporta la superaciónde la teoría siciliana del«eikós»—lo verosímil—, y adopta la doctrinaática de la disposición en sus discursos.Con todo, sigue limitado a laoratoria forense. De manera semejanteocurre en Lictmnio, Terámenes—maestrode Isócrates—, Policrates el sofistay Alcidamas—el del vocablo rebuscado—:oscilan entre lo forense y la oratoriaepidictica o de aparato.(1) Trasímaco, cfr. Platón, Rep. 1. I; Aristóteles,Ret. IH, 1.(2) Artst. Ret., IH, «.(3) Trata la cuestión Radermacher, tArtiumscripíores», 191 y sgs.(4i> Fedro, 2«lc. 266c.


2. Con. esto desembocamos en Isócrartes y en el dilema filosofía-retórica. Alo largo de la historia que hemos esb"-zado, el afán sofista del lucimiento personaly la tendencia retórica a lo verosímily aparente de cara al triunfoforense, han resultado dos aliados, amedida el uno del otro:Isócrates, sin ser sofista, era decididamenteretórico y ambicionaba además,a toda costa, la denominación defilósofo.A Platón se le ofrecía esta denominación,tanto más peligrosa cuanto que,en su identificación espontánea entreretórica y sofística, veía en Isócratesfilósofo una amena&a contra la integridaddel mensaje de verdad que heredóde Sócrates. Este temor se veía aumenrtado por el hecho de que Isócrates habíasido también discípulo del maestro.Era, pues, un peligro para aquella decisiónvectorial con que el socratismobuscaba la verdad.En realidad, los sofistas, con su «.nuevoideal de cultura», con la ambiciónde formar una «nueva dase intelectual»,con su actitud de representantes—entoncescasi por primera vez—de una«intelectualidad desarraigada» (1), norepresentaban otra cosa que el eternosnobismo humano de la seudointelectualidad.Platón, el poeta escueto y severode la verdad, el moralista conciso e inflexiblede la adaptación a la «idea»insobornable, comprendió a fondo—desdesw ligero extremismo idealista—, elpeligro de aquella retórica sofisticada. Yreaccionó.El esquema de sofista que nos da enla primera parte del dialogo de este mismonombre--El Sofista—es una pin/uroacre, perseguida con saña tras el pretextode una definición, acerada, y es,al mismo tiempo, su crítica más exactade la sofistica. Vale la pena recoger estasdefiniciones aunque sea en extracto;dice que la sofistica es «el arte que sededica a la caza de los hombres, persuasivo,que se realiza privadamente,recibe paga en dinero y quiere parecercomo educador», que es «una venta dediscursos y nociones de virtud», que es(1) Arnold Hauser, Historia social de la literaturay el arte, Guadarrama, Madrid, 1951,págs. 137 ss.RETORICA.—NOTA PREVIA 113«una especie lucrativa del arte de discutir»,que es «ciencia imaginaria» y nola verdad (2).Que esta posición de la sofística teníaque chocar con, el afán de absolutoauténtico de Platón, nos lu puede remacharesta observación de Hans Freyer(3): «Cuando los sofistas descubrieronque el nomos es convención, comenzarona medirlo con medidas humanas,y cuando como núcleo del logos que gobiernael mundo, descubrieron la retórica,significó esto una crisis de la filosofíaverdaderamente radical, esto es, laque llegaba hasta las mismas raíces (yno sólo de la filosofía); pues la proposición,que sostiene' toda la cultura griega,de que el hombre es la medida detodas las cosas, se transformó entonces,sin que se cambiara en ella ni una palabra,en destructiva y desarraigada.»La sofistica suponía un cambio efectivode patrón en la concepción de las cosas,sin cambiar de nombre: la sustitucióndel hombre-idea—de alguna manemainmutable, por tanto—, por el hombre-convención,prácticamente arbitra'rio.La reacción de un platón ante esta actitudtenia que ser por fuerza radical.Y pudú incluso ser fatal en alguna manerapara la retórica sin un Aristótelescomo segundo tiempo.Tal vez no estaba totalmente alejadode la verdad aquel pensamiento de Hegelde que la irrupción del pensamientofilosófico fue uno de los acontecimientosque echaron a perder la polis;o prepararon su corrupción, «porque elinterés de tal pensamiento no estaba yaen el estado, sino que transformaba larealidad en idealidad, la costumbre eninterioridad'» (4). En todo caso la posturaexacerbada de Platón, ante la amenazade ver escurrírsele de los dedos laseda untuosa y escueta de la verdad absoluta,selló de momento un abismo infranqueableentre filosofía y retórica. Yaun pudo dar quizá al traste con elconcepto de la polis, tan enraizado en(21 Sciacca, Platón, pág. 249. Troquel, BuenosAires, 195».(3) Preyer, Historia Universal de Europa, página340. Guadarrama, Madrid, 1958.(4) Preyer, 1. c., pág. 336.


114 ARISTÓTELES.—OBRASel arte y las letras como en la ética yfilosofía.Que quizá él mismo adivinó algo deesas consecuencias, lo podrían demostrarsus ulteriores esfuerzos por hacer másflexible y comprensiva su posición. Pudotambién influir en él la actitud deIsócrates en su escrito Contra los Sofistas.Quizá algo de su primer viaje, labelleza indudable áe algunos discursosde Isócrates, decidió un tímido retomodel filósofo al arte de la palabra. LOcierto es que contemporizó con Isócrates.Que en el Fedro te colmó de alabanzas.Y que en el Político se aventura a concedera la retórica el calificativo de episteme—ciencia—.Pero se muestra inflexibleen lo concerniente a una denominaciónde arte o filosofía. La epistemeal fin y al cabo supondría tan solo unaciencia dirigida a convencer a la masapor medio del mito, y filosofía seria j unafuerza educadora en la verdad.3. Aristóteles, nacido en E st agirá—Tracia—, el año 3S4 a. C., fue duranteveinte años discípulo áe la Academia dePlatón.Su primera intervención'en el campode la retórica fue un diálogo de estiloplatónico: el Grilo. El Grilo es unaobra de juventud, aquiescente aún a lasinfluencias del magisterio doctrinal recibidoen la Academia. Quintiliano (1),al hablar de ese diálogo, da a entenderque no era ni mucho menos ligera laexposición del joven Aristóteles. El Grilorevelaba una originalidad sistemáticagenuino, y nueva, en la exposición de losargí mentas del Gorgias platónico, pero,seguía negando a la retorica la categoríaáe arte—«tejne»—. Las razvnes queesgrimía a favor de esta negación eranlas siguientes: que la retórica carecía deterreno propio en que desenvolverse yque, por ello mismo, no hacía más queentrar en conflicto con otras artes yciencias, en las que se inmiscuía con sufiebre persuasoria. Además no salía delámbito de la opinión, sin tan siquieraacercarse al mundo de la verdad. Insisteen el falta moral de la retórica depreparar al orador para defender cualesquierade dos opiniones opuestas so-(1) Quint. II, 17.bre cualquier tema. Esa labilidad moralera resueltamente incompatible con larecta adhesión, del platonismo a la verdady al bien.A este primer diálogo aristotélico respondióCefisodoro, atacando sencilla ydirectamente a Platón, cuyo portavoz,y no más, se creyó ser Aristóteles.Enredado asi el Estagirita en "i polémica,que barajó en estos años otros muchosnombres—Epicuro, Diógenes deBabilonia, Critolao, Carnéades, Clitómaco...—,se vio obligado a desarrollar uncurso sistemático de retórica. Algún vestigioparece quedar de este primer cursillo.Es significativo de la objetividad deltalento aristotélico ei hecho de que estapolémica, que tomó con su rigor criticonatural, le llevara pocu a poco a reconciliarsecon la retórica y a ser su máseficiente y definitivo sistematizador.Cuando años más tarde escribe la *Synagoguétejnón»—una especie de síntesisenciclopédica de todas las artes—, laretórica es ya un tema que le interesaintegrar al mundo de su saber. tFue eneste estudio, cuya fecha no nos constapor ningún dato, donde Aristóteles adquirióel convencimiento de que la retóricaal fin y al cabo merecía ser incorporadaa su sistema de conocimientos»(2).Esta evolución afectivo-intelectual acabópor cuajar en la Retórica que estudiamos.4. La Retórica de Aristóteles, decantadaen una larga reflexión crítica sobrelas artes anteriores, es una ciencianueva, una verdadera «tejne», un arte.Este era quizá el primero y el másagudo de los problemas que tuvo queplantear Aristóteles, para reivindicarlea la retórica Ja, categoría de arte. Laretorica tradicional manejaba tan soloopiniones y su fuerza era la verosimilitud.La verosimilitud, al no requeriruna plena y absoluta adhesión del entendimiento,no era verdad. Ni objetosiquiera del entendimiento, porque esteobjeto era la verdad. El Cratilo, por otraparte, exigía imperiosamente que toda«íej'ne», para serlo, manejara solo(»> Tovar, Retórica, Introduc., pág. XXV.Inst. Est. Polit., Madrid, 1953.


«¿deas». Ahí había estado la piedra deescándala. Y aquí puso su primer lazoconciliador Aristóteles.Rechazó, por de pronto, la teoréticaantigua que consideraba corno primariosen la orataria los estados emocionales.La preocupación básica del orador debeser el asunto a tratar y lo que a él serefiere; no es, pites, lo primero la atenciónvigilante a la debelación de unjuez o un adversario, por el medio quesea Hay en esta postura «el mismo implacableradicalismo ético y el mismoimpulso rectilíneo hacia la verdad ylo mejor, que conocemos por el Gorgias...»(1).Considera luego la retórica como unmétodo persuasivo, cuya temática es


116 ARISTÓTELES.—OBRAStélica. Tonar (1) dice con preferenciaque esto proviene de que la Retórica nofue escrita con prurito Se puWtcociów,sino con un fin pragmático. Habría asique considerar la obra «interminada» (2).Quizá, como decíamos, la verdad esté enuna armónica amalgama de las dos soluciones.6. Para la cronología externa de laobra no hay excesivo número de datos.Todos ellos son más bien negativos oexclusivos. Desde luego parece debió escribirseen su segunda estancia en Atenas,entre 335 y 322, por tanto. J. H.Freese se inclina por el año 330 o susalrededores (3). Razones: el último sucesohistórico que se cita es la embajadade Filipo de Macedonia a lus tebanos,pidiendo paso Ubre para *u¡ ejército,para atacar al Ática: octubre-noviembrede 339 (4). Se habla del tratadocon Corinto (5), luego de la subidaal trono de Alejandro Magno, otoño del336. Por fin, la atribución de responsabilidada Demóstenes, por Demudes, delinfortunio político de Grecia (6); perono se sabe si esta referencia era anterioro posterior a Queronea, año 338antes de Jesucristo.Es curiuso notar que en toda la Retórica,solo tres veces aparece el nombrede Demóstenes Una de ellas—ladel ¡U, 4—parece ser sin duda una referenciaal general Demóstenes, muertoen la expedición de Siracusa. Las otrasáos referencias si parecen aludir al orador—//,23 y 24—, aunque es dudoso.Hay que notar que los políticos adversariosde Demóstenes decían que lomejor que habla en sus discursos habíasido tomado en préstamo de Aristóteles(7). Dionisio de Halicarnaso, por suparte, parece inclinarse a que la Retóricano se escribió hasta después de losmás importantes discursos del orador.Estos son los datos que hay. Es imposiblecon ellos apuntar con más rigora una fecha determinada.CAPITULO 1LA RETORICA. DEFINICIÓN Y RELACIONESENTRE ELLA Y LA DIALÉCTICALa retórica es correlativa de la dialéctica,pues ambas versan sobre cosasque, de alguna manera, son conocidaspor todos y no las delimita o incluyeninguna ciencia. Por eso todos, en algúngrado, participan de ambas, ya quetodos hasta cierto punto intentan inquiriry resistir a una razón, defendersey acusar. Y de ellos unos lo hacenal azar, otros mediante el hábito quenace del ejercicio.Pero, puesto que de ambas -maneras(1) L. c., pig. XXVI.(2) Ib.(3) J. H. Freese, Aristotle, nThe Art o/ Rhetoric»,Introduction, p&g. XXII. Londres, Heinemann,1047.(4) Ret. II, ».(M Ib.LIBRO PRIMERO1354aes posible, es evidente que también paraello se podría determinar un camino;pues aquello por lo que aciertan los quesiguen un hábito y los que obran instintivamente,permite establecer o estudiarla causa, de modo que todos reconoceránque ello es obra de un arte.Ahora bien, los que han sintetizadolos tratados del bien hablar, de ningúnmodo, por así decirlo, nos han transmitidoni una parte de ella; pues los argumentosson solo propios del arte, ytodas las demás cosas son aditamentos;y nada dicen de los silogismos, lo cuales el cuerpo del argumento, y en cambiopragmatizan en torno a lo exteriordel ejercicio retórico las más de las veces;pues la aversión, la compasión, i aira y otros sentimientos del alma noafectan al asunto, sino al juez. De maneraque, si acaeciera en todos los jui-(«) Ret. n, 24.(T) Freese, 1. c., pág. XXIII.


1354 a/1354 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 1 117cios lo que sucede en algunas ciudades,y más en las que gozan de buenas leyes,nada tendrían los tratadistas que,decir; pues todos creen conveniente defenderasí las leyes, y algunos ademáslo hacen efectivo y prohiben hablar almargen del asunto, como en el Areópago,y tienen razón en esto; pues nose debe desviar al juez, inclinándolo ala ira, al odio o a la compasión; puessería lo mismo que si uno torciera laregla de que debe servirse.Está además claro que solo es propiodel que pleitea mostrar si el asunto eso no es, si sucedió o no sucedió; y sies grande o pequeño, justo o injusto, encuanto puede no haberlo decidido ellegislador, lo debe conocer el mismo juezy no ser enseñado en ello por los quepleitean.Sobre todo conviene que las leyes rectamenteestablecidas, en cuanto sea posible,determinen por si mismas todaslas cosas y dejen lo menos posible a losque juzgan: primero, porque es másfácil escoger uno o pocos prudentes ycapaces de legislar y juzgar que elegirmuchos; luego, porque las leyes se dandespués de mucho tiempo de deliberar,y los juicios son inmediatos, de maneraque es difícil que los que juzgan apliquencon rectitud lo que es justo y conveniente.Y, lo que ep mas que todo esto,que el juicio del legislador no es segúnlo particular, sino sobre lo que ha cíeser y lo universal, y en cambio el miembrode la asamblea y el juez juzgan yasbore cosas presentes y determinadas,ante las cuales está el amar y el odiar,y muchas veces juega el propio interés,de manera que en ningún modo es posibletener suficientemente en cuenta loverdadero, sino que el propio gusto o dañooscurece el juicio. Así pues, respectoa las otras cosas, como decimos, convieneque el juez sea arbitro de las menoscosas posibles; pero es necesariodejar a los jueces el decidir si algosucedió o no sucedió, si será o no será,si es o no es; pues no es posible que ellegislador haya previsto todas estas cosas.Y si estas cosas son asi, es evidenteque, cuantos determinan las demás cosas,tratan en el arte cosas marginalesal asunto, como es qué debe contenerel proemio o la narración y cada unade las demás partes; pues en estas cosasno atienden a otra cosa, sino a cómodispondrán al juez de tal manera, peronada enseñan sobre los argumentos sistematizados;es decir, de aquello dedonde uno puede venir •& ser hábil enla argumentación.Por esto, al ser el mismo el métodopara la oratoria demagógica que parala forense y al ser más noble y más ciudadanala oratoria política que la sinalagmática,nada dicen sobre aquella,sino que todos intentan reducir a artela que toca lo contractual, porque esmenos provechoso en los discursos demagógicostratar de las cosas marginalesal asunto y es de menos malicia la demagogiaque la oratoria forense, porquees más común. Pues en esta el juez juzgasobre cosas propias, de manera queno se necesita más que demostrar queasí es como dice el que aconseja; peroen los discursos forenses no es suficienteesto, sino que es provechoso arrastraral oyente; pues el juicio versa sobrecosas ajenas, de manera que, mirandoa sus cosas y escuchando lo que le» lisonjea,conceden a los litigantes, perono juzgan. Y por eso en muchos sitios,como dije al principio, la ley prohibehablar nada que esté al margen delasunto: sui los mismos jueces cuidanesto diligentemente.Puesto que es evidente que el métodoartístico se refiere a los argumentos yque el argumento es una cierta demosración—puesentonces damos realmenefe a las cosas, cuando nos convencemosde que algo está demostrado—, lademostración retórica es un entimema—y este es, por así decirlo, el más luertede los motivos de credibilidad—, y elentimema es una especie de silogismo—y sobre el silogismo de cualquier clasees propio que trate la dialéctica, o todaentera o alguna parte de ella—> es evidenteque el que mejor puede consideraresto, de qué premisas procede el silogismoy cómo se forma, este puede serun hábil razonador, a\ comprender sobrequé cosas versa el entimema y quédiferencias encierra respecto de los silogismoslógicos; pues es propio de la mismapotencia comprender lo verdadero ylo verosímil, pues los hombres son por


118 ARISTÓTELES.—OBRAS 1354 b/1355 bigual, según su naturaleza, suficientementecapaces de verdad y la mayoríade alcanzar la verdad; por eso, poseerel hábito de la comprensión penetrantede lo verosímil es propio del que tambiénlo tiene frente a la verdad.Pues, que los demás disertan bajo formade arte sobre cosas marginales alasunto y por qué se vuelven preferentementea lo forense, está claro; pero laretórica es válida porque por naturalezason más fuertes la verdad y la justiciaque sus contrarios, de manera que, silos juicios no resultan según deben, esnecesario que sean vencidos por estoscontrarios; y esto es ciertamente dignode reprobación. Además, ante algunosauditorios, ni aun poseyendo la cienciamás acrisolada, sería fácil llegar a lapersuasión hablando con esta ciencia;pues el discurso conforme a la cienciaes propio de la enseñanza y esto es imposible,antes es necesario estructurarlos discursos y los motivos de credibilidada partir de nociones comunes, dela manera como decíamos en los Tópicos,acerca de la discusión cara a caracon la mayoría del pueblo.Además es menester ser capaz de persuadira los contrarios, de la mismamanera que en los silogismos, no de maneraque realicemos ambas cosas, puesno conviene convencer a nadie de lascosas reprobables, sino para que no nospase por alto cómo es y para qué, cuandootro se sirva injustamente de estasmismas razones, sepamos deshacerlas.Pues, de entre todas las demás artesninguna va a deducir las conclusionescontrarías, sino solas la retórica y ladialéctica lo hacen, pues ambas tratansemejantemente de los contrarios. .Contodo, los asuntos contrarios que sirvende base no son semejantes, sino quesiempre lo verdadero y lo mejor son detrabazón lógica más fuerte por naturaleza,y de fuerza persuasiva más convincente,absolutamente hablando.Además, sería algo fuera de lugar si,siendo vergonzoso no poderse ayudar delpropio cuerpo, no lo fuera no valersede la razón; lo cual es más característicodel hombre que la fuerza del cuerpo.Porque si pudiera ser grandementeperjudicial el que utilizara injustamenteesta fuerza de los razonamientos, esoes cosa común a todos los bienes exceptola virtud, y más en la medida enque las cosas fueran más útiles, como lafuerza física, la salud, la riqueza, el talentomilitar; pues con tales cosas cualquierapodría ser de gran utilidad ocausar gran daño, usando de ellas justao injustamente.Así, pues, que la retórica no es deningún género definido, sino que es comola dialéctica, y que es útil, es evidente;y que su fin no es persuadir, sino considerarlos medios persuasivos para cadacaso, como en todas las demás artes—pues tampoco es de la medicina realizarla salud, sino encaminar a ello hastaallí donde sea posible; pues tambiénes verosímil atender bien a los que nopueden ya alcanzar la salud—; además,que a la misma arte le corresponde locreíble y lo que aparece digno de crédito,igual que son de la dialéctica elsilogismo y la apariencia de silogismo—pues la sofística no está en la facultad,sino en la intención- solo que allíel orador lo será según ciencia o segúnelección, y aquí el sofista lo será porintención y el dialéctico no por intención,sino por facultad—; intentemos,pues, hablar ya del método mismo, cómoy a partir de qué cosas podremos alcanzarlo que nos hemos propuesto. Denuevo, pues, como desde el principio,una vez hemos definido lo que es la retórica,digamos lo restante.CAPITULO 2DEFINICIÓN DE LA RETORICA.ARGUMENTOS QUE UTILIZASea, pues, la retórica la facultad dediscernir en cada circunstancia lo admisiblementecreíble. Pues esto no es misiónde ninguna otra arte; pues cadauna de las demás es enseñanza y persua.siónde lo que es su objeto propio,como la medicina lo es de las cosas saludablesy de las nocivas, y la geometríade las propiedades conjuntas de lasmagnitudes, y la aritmética del número,y semejantemente las restantesartes y ciencias; en cambio, la retórica,por así decirlo, parece ser capaz deconsiderar los medios de persuasión acer-


1355 b/1356 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 2 119ca de cualquier cosa dada, por lo cualtambién decimos que ella no tiene suartificio en ningún género específico determinado.De entre los argumentos retóricos,unes están fuera del arte y otros en él.Llamo extraartísticos todos los que noson hallados por nosotros, antes preexisten,cuales son los testigos, confesionesbajo tortura, documentos escritos y otrossemejantes; artísticos, en cambio, cuantospor el método y por nosotros puedenser dispuestos; de manera que convienehacer uso de aquellos e inventarestos.De los argumentos procurados por elrazonamiento, hay tres clases: unos queradican en el carácter del que habla,otros en situar al oyente en "cierto estadode ánimo, otros, en fin, en el mismodiscurso, por lo que en realidadsignifica o por lo que parece significar.Por el carácter, pues, cuando el discursose pronuncia de tal manera quehace digno de crédito al que lo declama;porque a las personas de buenascostumbres las creemos más y antes, entodas las cosas simplemente y en lasque no existe absoluta seguridad, sinodoble opinión, también enteramente.También debe esto suceder por el discurso,pero no porque se tenga prejuzgadoqué tal sea el que habla; porquesegún algunos tratadistas observan, enel arte no hay que considerar la honestidaddel que habla como de ningunaimportancia para la persuasión, sino quese puede decir casi que el carácter representala prueba más definitiva.Per los oyentes, cuando son arrastradosa un sentimiento por el discurso;pues no concedemos de igual maneranuestras opiniones estando tristes queestando alegres, o amando y odiando;en lo cual solamente decimos procuranocuparse los tratadistas de hoy. Sobreestas cosas, pues, se tratara por menudocuando hablemos de las pasiones.Por el discurso creen, cuando mostramoslo verdadero o lo que parece tal,según lo que en cada caso parece percuasivo.Puesto que los motivos de credibilidadse dan por medio de lo persuasivo, esevidente que sabe manejar estos argumentosel que sabe razonar lógicamentey el que es capaz de observar los caracteresy las virtudes, y en tercer lugarel que puede observar lo que tocaa las pasiones, qué es cada una de ellasy qué tal, y de qué cosas se origina ycómo; de manera que la retórica vienea ser como algo que ha crecido junto ala dialéctica y al estudio de las costumbreso caracteres, al cual es justo denominarpolítica. Por esto también se encubrela retórica bajo la figura de lapolítica y también los que hacen valersus derechos sobre ella, ya por ineducación,ya por jactancia o también porotras causas humanas; pues es, sí, unaparte de la dialéctica y semejante aella, como decíamos al comenzar; puesninguna de las dos es ciencia cuyo objetosea cómo es algo determinado, sinocomo ciertas facultades de procurar razones.Así pues, sobre el significado de estasy de como se relacionan unas con otras,se ha dicho casi suficientemente; delas cosas persuasivas por medio de lademostración o de la aparente demostración,igual que en la dialéctica se dala inducción, el silogismo o el falso silogismo,también aquí ocurre de modo semejante;pues el paradigma o ejemploes una inducción, el entimema es unsilogismo—y el entimema aparente unsilogismo aparente—. Llamo entimemaal silogismo retórico, y paradigma a lainducción retórica. Pues todos proponenlos argumentos para su demostracióndiciendo ejemplos o entimemas y ningunaotra cosa fuera de esto; de maneraque es totalmente necesario quecualquier cosa sea demostrada p haciendosilogismo o razonando por inducción—yesto nos es evidente por iosAnalíticos—, y es necesario que cadauno de ellos—entimema y paradigma—corresponda a cada uno de estos—silogismoe inducción.Cuál sea la diferencia entre el paradigmay el entimema, es evidente porlas Te/picos—pues allí se ha hablado primerodel silogismo y la inducción—,porque el demostrar por muchas y semejantescosas que algo es así, allí es inducción;aquí en cambio ejemplo; y, supuestasciertas proposiciones, concluirde ellas otra nueva, al margen de ellas] porcue ellas existen totalmente o en


120 ARISTÓTELES.—OBRAS 1356 b/1357 bsu mayor parte, se llama allí silogismoy aquí entimema.También resulta claro que las dos especiesde la retórica tienen su excelencia;pues, como se dice en la Metódica,en ambos se da su excelencia de semejantemodo, pues unos son ejercicios retóricosparadigmáticos y otros a base deentimemas, y semejantemente los oradoresunos son paradigmáticos y otrosentimemáticos. Pues no son menos persuasivoslos discursos a base de paradigmas,aunque son más aplaudidos losfundados en entimemas. Y la causa deestos y cómo debe ser utilizado cadauno, lo diremos más adelante; ahoraexplicaremos con más precisión estosmismos razonamientos.Puesto que lo persuasivo lo es para alguien,y unas veces se impone en seguidapor sí mismo como persuasivo ocreíble, otras parece ser probado porrazonamientos; y ningún arte atiende alo particular, como la medicina que noatiende a qué es saludable ¡para Sócrateso para Callas, sino a lo que lo espara el que es de tal género o a los queson de tal otro modo—pues esto es lopropio de un arte, ya que lo individuales ilimitado y no científico—; tampocola retórica considerará lo individualmentedigno de crédito para Sócrates o paraHipias, sino lo digno de crédito paracualquiera, como la dialéctica hace. Puestampoco aquella hace sus silogismos decualquier cosa que se ofrezca al azar—aunque así parezca a los insensatos—,sino de las cosas que precisan de la razón,así la retórica lo hace de las cosasde que se acostumbra a deliberar.Está, pues, su misión en torno a aquellascosas de que deliberamos y no tenemosun arte, y en oyentes tales queno pueden tener una visión panorámicade muchas cosas ni pueden razonar unasunto desde lejos. Pues deliberamos sobrelas cosas aparentes que parecen seradmisibles de manera ambigua; ya quesobre las cosas que es imposible sucedan,sean o se consideren de otra manera,nadie quiere dar una opinión;pues nada se conseguiría.Es admisible concluir silogísticamentey hacer inducción de las cosas concluidascon anterioridad, o bien de cosasno inferidas silogísticamente, peroque precisarían del silogismo, por no seradmitidas. Necesariamente, de entre estosrazonamientos, uno no es fácil deseguir por su longitud—pues se suponeque el que ha de juzgar es simple—;y que otros no son persuasivos, por noproceder de cosas ya admitidas o creídas;de manera que es preciso que elentimema y el ejemplo se apoyen encosas admisibles, que en su mayor partepuedan también ser de otra manera,es decir, que el ejemplo sea induccióny el entimema silogismo de pocaspremisas y, con frecuencia, menores queaquellas de que está formado el silogismoprimero; pues si alguna de estaspremisas es conocida, no es preciso decirla;pues esta la presupone el mismooyente, como al decir que Dorio ha ganadouna corona en una competición,es suficiente decir que triunfó en Olimpia;y no es necesario añadir que losjuegos olímpicos tienen coronas por premio,pues todos lo saben.Puesto que hay pocas premisas de cosasnecesarias en que se funden los silogismosretóricos-^pues la mayoría delas cosas sobre que versan los juiciosy reflexiones admiten ser también deotro modo; porque las cosas sobre quese obra, se delibera o se considera, sontodas del orden de los hechos y ningunade ellas es, por así decirlo, necesaria—,las proposiciones sobre lo que ocurrecon frecuencia y sobre las cosas admisibleses preciso deducirlas de otrastales, y las necesarias es preciso deducirlasde las necesarias—y esto nos resultaevidente por los Analíticos—; y esevidente que las premisas de que se formanlos entimemas, unas serán necesarias,la mayoría, con todo, serán de loque acostumbra suceder de ordinario,pues los entimemas se fundan sobre verosimilitudese indicios, de manera quees necesario que cada uno de estos seidentifique con su correspondiente.IX) verosímil, por tanto, es lo que sucedede ordinario, aunque no absolutamentecomo definen algunos, sino quese dice de las cosas que se admite puedenser de otra manera, siendo respectode aquello de quien es verosímil, lo quelo universal respecto de lo particular;pero de los indicios uno es como lo individualrespecto de lo universal, otro,


1357 b/1358 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 2 121como lo universal respecto de lo particular.De estos, el necesario es argumentoconcluyente (1), el no necesario encambio no tiene denominación característica,según la distinción. Llamo necesariasa aquellas cosas de que nace elsilogismo; por eso es argumento concluyenteél indicio que es necesario; puescuando se sospecha que no es admisiblerefutar la proposición, entonces secree disponer de un argumento concluyente,por demostrado y llevado a término;pues «conclusión» y «fin» son lomismo en la lengua antigua (2).De los indicios, unos son como lo individualrespecto de lo universal deesta manera: como si alguien dijera tenerun indicio de que los sabios son justos,porque Sócrates era sabio y era justo.Esto es ciertamente un indicio, perorechazable, aun cuando fuera verdad lodicho; pues es asilogístico. Otro género—deindicios—es necesario, como siuno dijera tener un indicio de que alguienestá, enfermo, porque tiene calentura,o de que ha dado a luz porquetiene leche. Y este es el único indicioentre ellos que es argumento concluyente; pues es el único que, de ser verdadero,no se puede refutar, otro es como louniversal respecto de lo particular, comosi alguien dijera: que es señal de quetiene calentura, el que respire dificultosamente.Esto es refutable, aun cuandofuera verdad; pues también es posibleque jadee el que no tenga fiebre.Qué es, pues, verosímil, qué indicio yaué argumento concluyente, y en qué sediferencian, lo he dicho ahora; pero másexplícitamente acerca de ello y por quécausa unos son asilogísticos y otros, encambio, encajan bien en el silogismo,se ha definido ya en los Analíticos.Hemos dicho ya del ejemplo que • esuna inducción y sobre qué cosas se verificaesta inducción; pero no es proposiciónque relacione la parte con eltodo, ni el todo con el todo, sino la partecon la parte, lo semejante con lo semejante,pues cuando ambas proposicionescaen bajo el mismo género y unaes más conocida que la otra, hay ejem-U) Tomo aquí la traducción que da Tovar—Inst. Est. Pol., Madrid, 1953—. El originalgriego ya significa, de suyo, testimonio o prue&a.(2) Se refiere a la lengua jónica.pío: como probar que Dionisio intentala tiranía, al pedir una escolta; puesya antes Pislstrato aspirando a ella pidióuna escolta y, habiéndola obtenido,se hizo tirano, y también Teágenes enMegara; y así todos los conocidos juntosdan lugar al ejemplo de Dionisio, delcual aún no se sabe si realmente la pidepor esto. Todas estas cosas quedanincluidas en el mismo universal: que,el que aspira a tiranía, pide una escoltapersonal.Así pues, queda dicho de dónde provienenlos argumentos que se consideranapodícticos. Por su parte, la másimportante diferencia de los entimemas,y la más preterida por casi todos, estambién la de los silogismos, en el métododialéctico; pues unos de ellos son| conformes al método retórico y al métododialéctico de los silogismos, otrossegún otras artes o disciplinas, unas yaexistentes, otras no totalmente conocidastodavía; por esto están ocultas a losoyentes; y de ellas, las que más se tocan,según su manera, pasan por alto.Más claro resultaría lo dicho con unaexplicación más amplia.' Digo, pues, que son silogismos dialécticosy retóricos aquellos de quienes formulamoslos tópicos; estos tópicos sonconceptos comunes sobre cuestiones dederecho y física, sobre cuestiones de políticay de muchas ciencias que difierenen especie, como el tópico del másy del menos. Pues no será más concluirde este un silogismo o formular un entimemaen cuestiones de derecho que encuestiones de física o de otra cualquierciencia; aunque estas difieran en especie;son en cambio específicas cuantasconclusiones deriven de las premisas entorno a cada especie y cada género,como ocurre que en cuestiones de físicahay premisas de quienes no derivaningún silogismo ni entimema referiblea la ética, y en las premisas de esta lashay de quienes no se concluye ningúnentimema o silogismo referible a la física;y de manera semejante ocurre entodas las ciencias. Aquellos razonamientosno darán a nadie una sabiduríade tipo específico; pues no se refierena un objeto determinado; estas, en cambio,en la medida en que mejor se eligierenlas premisas, dejarán formar, sin


122 ARISTÓTELES.—OBRAS 1358 a/1359 asentirlo, otra ciencia distinta de la dialécticay la retórica; pues, si da con losprincipios, no será la ciencia ni dialécticani retórica, sino aquella de quienson propios los principios.La mayoría de los entimemas son formuladosa partir de estas especies particularesy específicas, y menos de lascomunes. Pues igual que en los Tópicos,también aquí hay que distinguir enlos entimemas las especies y los tópicosde que hay que tomarlos. Llamo especiesa las premisas propias de cadagénero, tópicos a las que son comunessemejantemente a todos.Primero, pues, hablemos sobre las especies;pero antes señalemos los génerosde la retórica, cómo se dividen ycuántos son, y en ellos tomemos por separadolos elementos y las premisas.CAPITULO 3CLASIFICACIÓN DE LA ORATORIA, ATEN-DIENDO AL OYENTE, Y PRIMERAS CARAC-TERÍSTICAS DE CADA CLASEHay tres especies de retórica, según elnúmero; pues son fundamentalmenteotras tantas las clases de oyentes. Puesel discurso está compuesto de tres cosas,el que perora, aquello sobre quehabla y aquel a quien habla, y al fin deldiscurso se refiere a este, es decir, aloyente. Necesariamente el oyente es oespectador o juez y, si juez, lo es o delas cosas sucedidas o de las que van asuceder. Hay quien juzga sobre las cosasfuturas como miembro de la asamblea,y quien juzga sobre las cosas yasucedidas, como juez; y quien juzga dela capacidad: el espectador; de maneraque necesariamente resultan tres génerosde discursos retóricos: deliberativo,forense y demostrativo.De la deliberación forman parte la exhortacióny la disuasión; pues siempre,tanto los que aconsejan en asuntos privadoscomo los que hablan en públicosobre asuntos comunes, hacen una de estasdos cosas. Del pleito forman partela acusación y la defensa; pues es necesarioque los que pleitean hagan unade estas dos cosas. Del género demostrativoforman parte el elogio y la censura.Los tiempos propios de cada uno deestos son: para el que delibera, el tiempofuturo—pues aconseja sobre cosasque han de ser, exhortando o disuadiendo—;para el que juzga, el tiempo pasado—puesel uno acusa y el otro defiendesobre cosas realizadas—; para elgénero demostrativo, principalmente esel presente—pues todos elogian o censuransegún cosas existentes, aunque muchasveces acuden al pasado recordandolo pretérito y vaticinando lo futuro.El fin es distinto para cada uno deestos, y siendo tres los géneros, tres sonlos fines: el que delibera tiene como finlo provechoso y lo nocivo; pues el queexhorta aconseja lo mejor y el que disuade,disuade de lo peor, y las demáscosas las añaden accesoriamente a esto,lo justo o lo injusto, lo hermoso o lofeo; los que juzgan tienen como fin lojusto y lo injusto, y las demás cosasestos las añaden a su vez accesoriamentea esto; los que elogian o censurantienen como fin lo hermoso y lo feo, ylas demás cosas las añaden también ellosa esto.Esta es la señal de que el fin de cadauna es el dicho: que muchas veces nose disputará sobre otras cosas, sino sobreel mismo fin, como el que juzga sobreque no ocurrió o no causó daño;porque, que se comete injusticia, no loconfesaría; pues eso no sería ningunaespecie de justicia. De manera semejante,los que deliberan olvidan muchas veceslas demás cosas, pero jamás confesaríanque aconsejan cosas inconvenienteso disuaden de cosas provechosas; yasí muchas veces no reflexionan sobreque no es ilegítimo reducir a esclavituda los pueblos vecinos y a los que ennada han faltado'a la justicia. Semejantementelos que elogian y los que censuranno miran si aquel a quien aludenobró algo provechoso o nocivo, sino quemuchas veces ponen en su elogio a unoporque, habiendo preterido lo que le eraprovechoso, hizo algo hermoso, y así alabana Aquiles porque vengó a su compañeroPatroclo, sabiendo que conveniaque él muriese, pudiendo vivir; peropara este tal muerte era más hermosay el vivir tan sólo provechoso.


1359 a/1359 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 4 123De las cosas dichas resulta evidenteque, acerca de estas cosas, es necesariotener primero las premisas; pues losargumentos concluyentes, las verosimilitudesy los indicios son premisas retóricas;porque, en absoluto, el silogismonace de las premisas y el entimema esun silogismo formado de las premisasdichas.Y puesto que lo imposible no puedehaberse hecho, como tampoco ha de podersehacer en el futuro, sino solo loposible, y lo que no ha existido ni vaa existir tampoco ha sido hecho ni vaa ser hecho en el futuro, le es necesarioal que delibera, al que juzga y alque demuestra tener premisas acerca delo posible y lo imposible, tanto si hasido o no, como si ha de ser o no ha deser. Además, puesto que todos los queelogian o censuran, los que exhortan odisuaden y los que acusan y defiendenno solo procuran demostrar las cosas dichas,sino también que lo bueno o lomalo, lo hermoso o lo feo, lo justo o 'oinjusto es grande o pequeño, bien hablandosegún las mismas cosas, biencomparando unas cosas con otras, es evidenteque conviene disponer de premisassobre la grandeza y la pequeñez,la mayoridad y la minoridad, universalo individualmente, como por ejemploqué bien es mayor o menor, o qué injusticiaes mayor o menor, o qué justicia;y lo mismo respecto de las demáscosas.Se ha hablado ya, pues, de las cosasde que conviene tomar las premisas;después de esto hay que distinguir enparticular sobre cada una de estas cosas,como sobre qué temas se hace deliberación,y sobre cuáles los discursos demostrativosy, en tercer lugar, sobre quécosas son los juicios.CAPITULO 4LA ORATORIA DELIBERATIVA Y SUS TEMASPrimero, pues, hay que comprender québienes o males aconseja el que delibera,ya que no puede hacerlo en cualquiercosa, sino en aquellas cosas que esadmisible hayan sucedido o no. Cuantascosas necesariamente son o serán, esimposible que sean o hayan sucedido,sobre todas* ellas no existe deliberación.Ni tampoco sobre todas las cosas posibles;pues hay algunas cosas buenasque lo son por naturaleza o suceden porazar, entre las que pueden existir o noexistir, en las cuales no reporta ningúnprovecho deliberar; pero es evidentesobre qué cosas se puede deliberar. Talesson todas cuantas cosas pueden producirseen nosotros y cuyo principiode existencia está en'nosotros; deliberamos,pues, hasta el límite en que hallamossi las cosas son posibles o imposiblesde hacer por nosotros.Así pues, enumerar cuidadosamentecada cosa particular y dividir según especiesaquellas cosas sobre las que solemosdeliberar y aún, en cuanto sea factible,jerarquizarlas según la verdad, noes preciso inquirirlo en la presente ocasión,porque no pertenece al arte retórico,sino a otro arte más Intelectual ymás especialmente dedicada al estudiode la verdad y, con mucho, le han concedidoahora a la retórica especulacionesmás amplias que las que le son características;pues lo que hemos venidoa decir primero, de que la retórica secompone de la ciencia analítica de unaparte y de la política en torno a lascostumbres de la otra, es verdad; y essemejante en parte a la dialéctica y enparte a los razonamientos sofísticos. Vcuanto más alguno intentara estructurarla dialéctica o la retórica, no comosaberes prácticos, sino como ciencias, dejaríadesmentida su naturaleza, al disponercambiarla en ciencia de hechosobjetivos cualesquiera y no solo de razones.Con todo, en cuanto es provechosodistinguir—aueda además materia parala ciencia política—, hablemos de elloahora.Aproximadamente, aquellas cosas sobreque todos deliberan y sobre las quedisertan los que deliberan, son principalmentecinco: sobre los ingresos fiscales,sobre la guerra y la paz, sobre ladefensa del país, sobre las importacionesy exportaciones y sobre la legislación.Así pues, convendría que el que hade deliberar sobre los ingresos fiscales,conociera cuáles y cuántos son los recursosde la ciudad, para, si alguno hasido preterido, añadirlo y, si alguno es


124 ARISTÓTELES.—OBRAS 1359 b/1360 apequeño, aumentarlo; ademas deberíaconocer los gastos de la misma ciudad,para, si alguno es superfluo, eliminarloy, si alguno es demasiado grande, menguarlo; pues no solo se hacen mas ricoslos que añaden a los haberes iniciales,sino también los que disminuyen losgastos. ESto no solo cabe comprenderlopor la experiencia de las cosas propias,sino que es menester haberlo indagadoen los inventos de otros en las deliberacionessobre estos asuntos.En cuanto a la guerra y la paz, hayque conocer la fueza de la ciudad, cuántaes ya básicamente y cuánta puedellegar a ser, y qué tal es tanto la queya existe como la que es posible añadir; y además cuáles fueron las guerrasque sostuvo la ciudad y cómo las peleó.No solo es necesario conocer estas cosasde la propia ciudad, sino de las ciudadesvecinas también. Y con cuáles ofrecegarantías el pelear, de manera quese mantenga la paz con las que sonmás fuertes y sea el guerrear con lasque lo son menos. Y hay que atender alas fuerzas, si son iguales o desiguales;pues también en ello cabe el excederseo el quedarse en menos. Y referente aesto, es necesario haber estudiado no sololas propias guerras, sino cómo se resolvieronlas de las otras ciudades;pues de cosas semejantes suelen naturalmenteproducirse circunstancias semejantes.Además, en cuanto a la defensa delpaís, no se debe pasar por alto cómoestá custodiado, sino que es necesarioconocer la cantidad de la guarnición, ysu especie y los puntos en que estánlas defensas—y esto no es posible siuno no tiene conocimiento personal empíricodel país—, para que si la guarniciónes deficiente, sea reforzada y, sialguna es superflua, sea reducida y seguarden mejor los lugares favorables.En cuanto al aprovisionamiento, quégasto es suficiente para la ciudad y cuáles el alimento que nace del mismo paísy cuál el importado, y de qué cosas convienehacer exportación y de cuáles importación,para que según ello se hagantratados y acuerdos comerciales; segúneso, a dos clases de ciudades sin tachaconviene guardar más, a las que sonmás fuertes y a las que son más útilespara el comercio.Para la seguridad del país es necesariopoder examinar todas estas cosas,pero no menos necesario es atender ala legislación; pues en las leyes estála salvación de la ciudad, de manera quees necesario conocer cuántas son las formasde gobierno, qué cosas convienen acada una y por qué causas se origina ladescomposición, sean estas mismas propiasdel sistema mismo de gobierno,sean externas a él. Digo que se descomponenpor causas internas porque, fueradel absolutamente mejor de los gobiernos,todos los demás se descomponenpor relajados o por excesivamente tensos;así ocurre con la democracia, queno solo se vuelve enfermiza al relajarse,de manera que al fin viene a parara una oligarquía, sino que también enfermafuertemente por demasiado tensa;de la misma manera que la curvaturay la forma chata no solo se relajanen cuanto tales al acercarse al justomedio, sino también se descomponen alhacerse fuertemente curvas o chatas laslíneas, de manera que aquello ya de ningunamanera parece ser nariz.Es útil para la legislación no solo comprenderqué forma de gobierno es mejoro conveniente, una vez estudiadas la¿formas pretéritas, sino también conocerlas de las otras ciudades, y cuálesse adaptan mejor a cuáles. De maneraque resulta evidente que, de cara a lalegislación, son útiles los viajes alrededorde la tierra—pues allí se pueden conocerlas leyes de los pueblos—, y, paralas deliberaciones políticas, los escritosde los que relatan los hechos de lospueblos; pero todas estas cosas son objetode la política, no de la retórica.Estas son las cosas más importantessobre las cuales debe apoyar sus premisasel que va a deliberar; digamos denuevo en estas y en otras cosas, sobrequé conviene exhortar o disuadir.CAPITULO 5LA FELICIDAD: ASPECTOS, DEFINICIONESCasi para cada hombre en particulary para todos en común existe una metaen función de la cual se eligen o recha-


1360 b/1361 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 5 125zan las cosas; y esto es, diciéndolo taxativamente,la felicidad y sus diversosaspectos. De manera que, en forma deejemplo, definamos qué es, hablando genéricamente,la felicidad y de qué cosasse nutren sus diversos aspectos: puesen torno a ella y a las cosas que a ellatienden y a las que le son contrarias,giran las exhortaciones y las disuasiones; porque las cosas que la preparan,directamente a ella misma o a alguno desus aspectos, o la hacen mayor en lugarde disminuirla, conviene ponerlas enpráctica. Y las cosas que la destruyen ola dificultan o que producen lo contrariode ella, no conviene hacerlas.Sea, pues, la felicidad un bien obrarvirtuoso, o una independencia en losmedios de vida, o una vida más placenteracon estabilidad, o una abundanciade cosas y personas, con la facultad deconservarlas y usar de ellas; pues casitodos confiesan que una o la mayoríade estas cosas es la felicidad.Si, pues, esto es la felicidad, es menestersean partes o aspectos de ella lanobleza de cuna, la amistad con muchos,la amistad provechosa, la riqueza, labuena y múltiple procreación de los hijos,la buena vejez, y además las virtudesdel cuerpo, como la salud, belleza,fuerza, estatura, habilidad para la competicióndeportiva, la gloria, el honor,la buena suerte, la virtud—o sus diferentesclases, la prudencia, la fortaleza,la justicia, la templanza—; pues, deesta manera, de poseer uno los bienesque tiene en sí y los de fuera de sí, podráser absolutamente independiente;pues no hay otros bienes fuera de estos.Están en uno mismo los bienes del almay los del cuerpo, y fuera, la nobleza,los amigos, las riquezas, el honor. Creemosque a esto hay que añadir el poseerfacultades y buena suerte; pues asíla vida podrá, ser absolutamente segura.Definamos ahora, de manera semejante,qué es también cada una de estas cosas.Nobleza es que una raza o una ciudadsea indígena o antigua, y que losprimeros gobernantes hayan sido ilustresy que hayan nacido de ella muchoshombres célebres, según los que han sidoemulados; en particular, nobleza esel buen nacimiento por ascendencia masculinay femenina, y absolutamente legítimopor ambas rumas y, al Igual queen la ciudad, que los antepasados seanconocidos por la virtud, la riqueza uotra cualquiera de las cosas estimadas ytener muchas personas distinguidas enla familia, hombres y mujeres, jóvenesy viejos.La buena y múltiple procreación noes cosa oscura; pues la posee la comunidadcuando tiene una juventud numerosay buena, buena según la virtud delcuerpo, como lo es la estatura, la belleza,la fuerza, la habilidad para la competicióndeportiva; y buena en las virtudesdel alma del joven, como la prudenciay la fortaleza. En particular, labuena y múltiple procreación consiste entener muchos hijos propios y excelentes,tanto hembras como varones; en lasmujeres es virtud del cuerpo la bellezay la estatura, del alma la templanzay el amor al trabajo, pero sin servilismo,semejantemente, en privado y enpúblico, y tanto en los hombres comoen las mujeres, hay que procurar existacada una de estas cualidades; puescuantos reciben daños de las mujeres,conio los Lacedemonios, apenas son felicesen una mitad.Son partes de la riqueza la abundanciade dinero, de posesiones territoriales, laposesión de mobiliario, esclavos y ganadosque se distingan por su abundancia,su tamaño y su belleza; pues todas estascosas son seguridad, libertad y bien.Los bienes más útiles son los fructíferos,pero los más propios del ser libreson los que sirven para disfrutar; llamofructíferos los bienes de quienes se obtieneningresos, y de puro goce aquellosde que nada proviene digno de decirse,en el orden de la utilidad. La definiciónde seguridad es la posesión actual dealgo, y de manera que, según el propiogusto, se pueda hacer uso de la capacidadutilitaria de aquéllo que se posee;definición de cosas propias es cuandoestá en uno mismo el enajenarlaso no; llamo enajenación a la donacióny a la venta. En general el ser ricoconsiste más en el gozar que en el poseer;pues la efectividad de estas cosasy su uso es la riqueza.La buena fama consiste en ser tenidocomo virtuoso por todos o poseer algo


126 ARISTÓTELES.—OBRAS 1361 a/1361 ba que todos, o los más, o los buenoso los prudentes aspiran.La honra es signo de reputación debuenas obras, pues son honrados justay principalmente los que han obrado elbien, pero no es honrado el que sólopuede obrar el bien; la buena acción esla que se dirige a la salvación de la vidao sus causas, o a la adquisición de riqueza,o a la de cualesquiera de los demásbienes, cuya adquisición no es fácil,bien en general, bien aquí o en untiempo dado; pues muchos alcanzanhonra por cosas que parecen pequeñas,pero las verdaderas causas son los lugareso las ocasiones. Aspectos de la honrason los sacrificios, las conmemoracionesen verso y en prosa, los privilegios,los recintos sagrados, presidencias,sepulcros, imágenes, subsidios públicos;y, según las costumbres bárbaras, laspostraciones y los arrobamientos; y losdones que según las diversas gentes sonestimados. Y puesto que el don es entregade una posesión y signo de una honra,por eso los avariciosos y los vanidososaspiran a ellos; pues para ambosrepresenta lo que desean: porque es propiedad,que es a lo que tienden los avariciosos,y representa honra, que es loque apetecen los codiciosos de honores.Virtud del cuerpo es la salud y estaconsiste en poder servirse del cuerposin enfermedad; pues muchos están sanos,como se dice de Heródico, a quienesnadie juzgaría felices por su salud,porque carecen de todas las cosas humanaso de la mayoría de ellas (1).La belleza es distinta según cada edad.Pues la belleza del joven es tener elcuerpo dispuesto para los esfuerzos, tantolos de la carrera como los de la fuerza,siendo agradable verlos como espectáculo;por esto los vencedores del pentatlosson los más hermosos (2), porqueestán naturalmente dotados para lafuerza y para la velocidad juntamente.La belleza del hombre maduro mira a(1) Heródico de Selimbria fue un médico,maestro de Hipócrates, durísimo e incómodo ensus prescripciones regimentales y gimnásticas.Habla también áe él Platón en la República,III.(2) El pentatlos era un ejercicio atlético quecomprendía cinco juegos: salto, carrera, disco,dardo y pugilato..os trabajos de la guerra y tiende aproducir agrado pareciendo tener algode muy temible. La del anciano es poseerla suficiente aptitud para los trabajosindispensables y vivir sin pena por10 tener aquello por cuya causa la vejezse siente menospreciada.Fuerza es la capacidad de mover aotro según la propia voluntad; y necesariamenteha de ser mover a otro o bienarrastrándolo, o bien empujándolo, o levantándolo,o agarrándolo o comprimiéndolo,de manera que el fuerte lo es paratodas o para algunas de estas cosas.La virtud de la grandeza está en sobresalirentre todos en altura, grosor y anchuia,en tal medida que los movimientosno resulten demasiado pesados porel exceso. La habilidad del cuerpo parala competición deportiva consta de grandeza,fuerza y agilidad—pues tambiénel ágil es fuerte^; porque el que puedeimpulsar las piernas de tal manera ymoverlas rápidamente y a grandes zancadas,es buen corredor; y el que puedeapretar y sujetar es buen luchador;y el que puede lanzar lejos de BÍ a otrode un golpe, es buen púgil; y el quepuede ambas cosas, buen luchador depancracio; y el que puede en todas,buen pentalista.Vejez buena es la vejez buena y sindolor; porque no es feliz anciano elque envejece rápidamente, ni el que lohace lenta pero dolorosamente. Esto dependede las virtudes del cuerpo y de lasuerte; pues el que no es sano ni fuerteno estará sin dolor, y el que no tienepenalidades y puede disfrutar largavida, la soportaría con paciencia, sinla suerte. Existe, aparte de la fuerza yla salud, otra potencia de vida larga;porque muchos, sin las virtudes corporales,viven larga vida; pero esta minimizaciónno es de ninguna utilidad paralo que pretendemos ahora.La amistad múltiple y provechosa noes difícil de comprender, una vez se hayadefinido qué es un amigo, porque amigoes el que es autor de aquellas cosasque cree son buenas para el otro, hechaspor causa de este otro. Aquel aquien rodean muchos de estos, tiene muchosamigos, y aquel a quien asi rodeanhombres honestos, tiene buenos amigos.Existe la buena suerte cuando, de los


1362 a/1362 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 6 127bienes de que es causa la fortuna, levienen a uno todos, la mayoría o los mayores.La suerte es causa de algunasI cosas de que también son causa las arítes, y de muchas cosas que nada tienen} que ver con el arte, como aquellas de te uno en buena disposición de ánimo| que es causa la naturaleza; es posible e independiente; y lo suficiente; lo queI también que se den cosas al margende la naturaleza; pues puede ser causade la salud un arte, y de la belleza yla grandeza puede ser causa la naturaleza.En general proceden de la buenasuerte aquellos bienes de que se tieneenvidia. También la buena suerte escausa de bienes impensados, como si,siendo los demás hermanos feos, unoresulta hermoso; o que los otros novieron el tesoro y uno lo halló; o si laflecha hirió al más cercano y no a este;o si un día no vino, siendo siempre elúnico que venía, y los que vinieron unavez perecieron; pues todas estas cosasparecen ser de buena suerte.En cuanto a la virtud, puesto que esel tópico más apropiado para las alabanzas,cuando tratemos de la alabanza,entonces la definiremos.CAPITULO 6SOBRE LOS TÓPICOS EN TORNO AL BIENY LO CONVENIENTE. DEFINICIONES DELBIEN, CATALOGO DE BIENES Y TÓPICOSSOBRE BIENES DISCUTIBLESAsí pues, en qué cosas convenga fijesu atención el que exhorta, sea comofuturas, .sea como existentes, y en quécosas debe hacerlo el que disuade, estáclaro—para estos, pues son los contrariosde aquellas—; pero, puesto que alque delibera se le presenta como fin loconveniente, pues delibera no sobre elfin, sino sobre aquello que conduce alfin; y estas cosas son convenientes segúnlas acciones, y lo conveniente esbueno; por todo esto, debemos definiren absoluto los elementos del bien y loconveniente.Sea, pues, bueno aquello que es elegiblepor sí mismo y aquello por razónde lo cual elegimos otra cosa; y aquelloa que aspiran todas las cosas, las quetienen sentido o razón y las que, si pudieran,alcanzarían la razón; y cuantascosas la razón concedería a cada uno ycuantas cosas la razón individual de cadapersona le concedería a cada uno,esto es para cada uno el bien; y tambiénaquello con cuya presencia se sien-conserva o crea tales bienes y aquellode que se siguen tales cosas; y tambiénlos impedimentos de las cosas contrariasa estos bienes y lo que destruye estascosas contrarias.Lo que es consecuencia de algo, sesigue de ello de dos maneras: o biensimultáneamente, o bien después; comoal aprender le sigue luego el saber,y al tener salud le sigue simultáneamenteel vivir. Y las cosas que producen algo,se pueden catalogar bajo tres aspectos: uno, como el tener salud da lugara la salud; otro, como los alimentosproducen la salud; el tercero, comoel hacer gimnasia que, como cosa ordinaria,produce salud. Supuestas estas cosas,es necesario que las adquisicionesde los bienes sean buenas y también losean las pérdidas de los males; puesacompaña a lo primero el que no hayaen ello simultáneamente ningún mal, ya lo segundo el poseer un bien después.Y también lo es la adquisición de unbien mayor en lugar de uno menor y deun mal menor en lugar de uno mayor;pues en cuanto lo mayor supera a lomenor, en tanto se sigue adquisición deluno y pérdida del otro. También es necesarioque las virtudes sean un bien;pues, en proporción a ellas son bien consideradoslos que las poseen, y son creadorasy hacedoras de bienes. Aparte hemosde decir sobre cada una de ellasqué es y cómo se manifiesta. Tambiénel placer es un bien: porque todos losvivientes tienden a él por su misma naturaleza.Así pues, las cosas placenterasy las cosas hermosas es necesarioque sean un bien; porque aquellas producenplacer, y de las cosas hermosasunas son placenteras y otras son deseablespor si mismas.Para enumerarlos de uno en uno, esnecesario considerar como bienes los siguientes:la felicidad, porque es cosapor sí misma deseable y suficiente, ypor causa de ella son deseables muchascesas. La justicia, la fortaleza, la tem-


128 ARISTÓTELES.—OBRAS 1362 b/1363 aplanza, la magnanimidad, la munificenciay los demás hábitos tales; pues sonvirtudes del alma. También la salud yla hermosura, y las cosas semejantes;porque son virtudes del cuerpo y creadorasde muchos bienes, como la saludque lo es del placer y del vivir; por locual parece ser lo mejor, porque es causade dos cosas mucho más estimadaspor todos, a saber, del placer y del vivir.La riqueza: porque es la virtud dela posesión y causa de muchos bienes.El amigo y la amistad: porque tambiénel amigo es estimable por sí mismoy origen de muchos bienes, y los acompaña,de ordinario, ei poseer aquellas cosaspor las que son honrados. La capacidadde hablar y de obrar: pues todasestas cosas son fuente de bienes. Ademáslo son el talento, la memoria, lafacilidad para aprender, la agudeza, todasestas cosas: porque aun las mismasfacultades son origen de bienes. Yel vivir: pues aun cuando no vinieracon él otro bien alguno, es deseable porsí mismo. Y lo justo: pues es algo conveniente-a la comunidad.Así pues, casi generalmente todas estascosas son consideradas como bienes;en las cosas discutidas, los razonamientosse pueden deducir de lo quesigue: aquello cuyo contrario es un mal,es un bien; también aquello cuyo contrarioconviene a los enemigos; porejemplo, si el ser cobarde conviene sobretodo a los enemigos, es evidente queel valor es sobre todo útil a los ciudadanos.Y, en general, parece útil lo contrariode aquello que quieren los enemigoso de que se alegran; por eso se hadicho:sería como para que se alegrara Priamo...Esto no siempre es así, sino de ordinario;pues nada impide que algunasveces les convenga lo mismo a los contrarios;de donde se dice que los malesunen a los hombres, cuando una mismacosa es perjudicial para unos y otros.También lo que no es exagerado es unbien y lo que es mayor de lo que convienees un mal. También lo es aquellopor cuya causa se ha hecho un granesfuerzo o mucho gasto; pues es ya unbien en apariencia y se toma este comotérmino o fin, y fin de muchos esfuerzos;y el fin es un bien. De donde sedijo aquello:para que Priamo pudiera jactarse,vergonzoso ciertamente y duradero sería esperar;y el proverbio: «junto a la puerta, romperla tinaja». Y aquello a que muchosaspiran y lo que parece motivo de competición,también lo es; porque aquelloa que todos tienden decíamos queera un bien, y los muchos aparece o valeaquí como todos. Y lo que es alabado:porque nadie elogia lo que no esbueno. Y también lo que alaban losenemigos o los malos: porque es comosi todos lo confesaran unánimemente,cuando también lo hacen los que sufrenel daño; pues lo confesarán como evidente,como que son malos aquellos aquienes censuran los amigos y aquellosa quienes los enemigos no censuran. Poreso los corintios se sintieron ofendidospor Simónides (1), cuando escribió este:A los corintios no los reprende Dión.Y lo que alguien de entre los prudentes,de los hombres o de las mujeres buenos,prefiere, también es bueno, comoUlises, favorito de Atenea, o Teseo, favoritode Helena, y Alejandro, de losdioses, y Aquiles, de Homero. Y, en general,son buenas las cosas preferibles.Porque cualquiera prefiere hacer las cosasdichas, las malas a los enemigos, lasbuenas a los amigos y las posibles tambiéna estos. Estas cosas posibles son dedos clases, las que pueden ocurrir y lasque fácilmente ocurren. Son fáciles todaslas que pueden acontecer sin peña o enbreve tiempo; pues lo difícil se defineo por la penalidad que lleva o por elexceso de tiempo que supone. Tambiénlas cosas que suceden como uno quiereson buenas; porque uno quiere lo queno es malo o lo que es menos malo queel bien; y esto será asi si la pena pasainadvertida o es pequeña. Y las cosaspropias, y las que no posee nadie, y las(1) Simónides de Ceo fue un poeta líricode los que A. Hanser llama poetas al serviciode la nobleza, en las cortes de los tiranos, eneste caso Pislstrato de Atenas, siglo vi a. C. Elverso acusa a los corintios de traidores a supatria.


1363 a/1363 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 7 129cosas extraordinarias; porque así conellas es mayor la honra. Y las cosas convenientesa cada uno; y tales son lascosas adecuadas a cada uno según sulinaje o sus facultades, y aquellas cosasde que cada uno conoce tener falta, porpequeñas que sean; pues no se deseamenos poner esto por obra. Y las cosasfáciles de realizar, porque son posiblesen cuanto fáciles; y son de fácil realizaciónlas cosas de las que todos hansalido bien, o la mayoría, o los que soniguales que uno o bien inferiores. Tambiénaquellas cosas para las que se estánaturalmente dotado o de las que se tieneexperiencia; porque uno imagina queserá fácil salir bien de ellas. Y las cosasque no haría ningún hombre perverso,porque son más laudables. Y todasaquellas cosas que ocurre desear,porque no solo aparece agradable, sinotambién mejor. Y, por encima de todo,cada uno prefiere las cosas a que éltiende, así los amantes del triunfo preferiránla victoria, y para los amantesde la honra será el honor el bien preferible,y para los que apetecen riquezasserán estas, y para los demás de lamisma manera.En lo que se refiere, pues, a lo bueno ya lo conveniente, es de aquí de dondehay que tomar los argumentos retóricos.CAPITULO 7SOBRE LOS GRADOS Y CRITERIOS DEL BIENY LO CONVENIENTEPero, puesto que muchas veces, aunhabiendo acuerdo en la conveniencia dedos cosas, se disputa sobre cuál de lasdos es más conveniente, deberíamos tratara continuación del mayor bien y delo que más conviene. Sea lo que sobresalesobre algo lo que es tanto comoaquello y algo más, y lo que ha sido superadosea lo que queda como fundamento.Lo mayor y lo más lo son siempreen relación a un menos; lo grandey lo pequeño, lo mucho y lo pocolo son respecto de la medida de lo queabunda o es corriente; y sobresale logrande y queda atrás lo pequeño y deigual manera lo mucho y lo poco.Así pues, dado que llamamos bueno loARISTOTILTS.— 5deseable en sí mismo, y por sí mismo yno a causa de otro, y aquello a que todoser tiende y lo que elegiría cualquieraque tuviera razón y prudencia, y lo quecrea y conserva el bien, o aquellas cosasque se siguen del bien—porque aquellopor cuya causa algo es, es fin, y fines aquello por causa de lo cual son lasdemás cosas; y para cada uno es bienaquello que a él le hace feliz en estascosas—; supuesto todo esto, es necesarioque lo plural, obtenido por suma delo uno y lo menos, sea mayor bien quelo uno o lo menos: porque está, por encimay lo que estaba como base ha sidosuperado.Y si lo máximo en un orden está porencima de lo máximo en otro orden, lascosas aquellas están por encima de estas;y, si todas aquellas cosas superana estas, también su máximo supera almáximo de estas. Por ejemplo: si elvarón mayor es mayor que la mayorde las mujeres, también en general loshombres son mayores que las mujeres;y, si los varones en general son mayoresque las mujeres, también el varón mayorserá, mayor que la mayor de las mujeres;pues las superioridades de losgéneros son análogas, como también lasde los máximos dentro de ellas.Y, cuando una cosa es consecuenciade otra, pero no esta de aquella, la consecuenciase da o bien simultáneamentea ella, o bien consiguientemente aella o está en ella en potencia, porqueel uso del consiguiente queda fundamentadoen el otro término. Así, el vivir sesigue simultáneamente del tener salud,con posterioridad el saber se sigue delaprender, y, en potencia, del robo sacrilegose sigue el hurto, pues el que harobado algo de un templo, bien puedetambién hurtar fuera de él.Y lo que excede a lo que es mayorque' algo, es mayor que esto mayor;porque necesariamente está, también porencima de lo que es mayor. Y lo quehace que un bien sea mayor que otro,es mayor que él; porque esto es lo quellamábamos ser algo autor o causa dealgo mayor. Y de igual manera aquellocuya causa es mayor es también mayor;porque, si la salud es más preferibleque lo agradable, también es mayorbien, y la salud es mayor bien que


130 ARISTÓTELES.—OBRAS 1364 a/1364 bel placer. Y lo que es deseable por símismo es mayor que lo que no lo espor sí; por ejemplo, la fuerza es asímayor que la salud, porque la salud nose desea por sí misma y aquella sí, locual decíamos era el bien. También siuna cosa puede ser fin y otra no; puesesta última es deneable a causa de otracosa, y aquel lo es por sí mismo, como elhacer gimnasia, que es deseable con elfin de que el cuerpo esté bien.También es mayor lo que necesita menosde otro o de otras cosas, porquees más independiente o suficiente; ynecesita menos el que precisa de cosasmenores o más fáciles. Y cuando estono existe sin otra cosa o no puede venira ser sin ella, mientras lo otro, encambio, existe sin esto; porque es másindependiente lo que no necesita de otro,de manera que con claridad parece mayorbien.También es mayor bien si una cosaes principio y la otra no lo es, por lamisma razón; porque sin causa ni principionada puede ser ni venir a ser. Yde dos principios, lo que procede del mayores mayor, y entre dos causas esmayor lo que procede de la causa mayor.Y al revés, entre dos principios esmayor el principio de la mayor, y entredos causas es mayor la causa de lo mayor.Es evidente, pues, por las cosasdichas, que lo mayor puede aparecer talde dos maneras; porque, si una cosaes principio y otra no, aquella pareceráser mayor, y también si una no lo esy la otra sí; porque aquella puede sermayor fin que no principio esta; comodijo Leodamas (1) acusando a Calístrato,que el que induce a hacer algomalo comete mayor injusticia que elque lo lleva a término; porque no secometería el mal si no hubiera quienindujera a cometerlo; y dice al revés,acusando a Cabrias, que comete mayorinjusticia el que comete el mal que elque lo sugiere; porque el mal no vendríaa existir si no existiera el autor;pues por esto precisamente se induce,para que se cometa.También es mayor bien lo que es másraro que lo frecuente, como el oro es ma-(1) Orador, discípulo de Isócrates. Su cronologíaexacta, respecto de los hechos políticoscon que parece relacionado, es problemática.yor bien que el hierro, siendo más inútil;pues su posesión es de categoría superior,porque es más difícil. De otramanera es mayor bien lo abundante quelo raro, porque es de cuantía superiorsu utilidad; porque el muchas veces essuperior al pocas veces; de donde sedice:lo mejor es e! agua.Y en general es mayor bien lo másdifícil que lo más iácil; porque es másraro. En otro sentido es mayor lo másfácil que lo más difícil: porque se nosda como queremos.También es mayor bien aquello cuyocontrario es mayor mal y también lo essu privación. Y la virtud es mayor bienque la carencia de ella, y el vicio usmayor que su falta; pues aquellos sonfines y las carencias no lo son. Y aquellascosas cuyas obras son más hermosaso más feas son mayores, puesto quesegún las causas y los principios asíson las consecuencias, y según son lasconsecuencias así son también las causasy los principios.Y son mayores también aquellas cosascuya superioridad es más deseable o máshermosa; así, por ejemplo, el ver conagudeza es más deseable que el olerbien; porque la vista es más hermosaque el olfato; y el que ama a los amigoses más hermoso que el que ama lasriquezas, de manera que el amor a losamigos es mayor que el amor a las riquezas.Y recíprocamente, los excesosde las cosas mejores son mejores, y losexcesos de las cosas más hermosas sonmás bellos.También son mayor bien aquellas cosascuyo deseo es niás hermoso o mejor;pues los apetitos mayores se dirigen acosas mayores. Y las apetencias de lascosas más bellas o mejores, son mejoresy más hermosas, por la misma razón.Y aquellas cosas cuyas ciencias sonmás hermosas o más importantes, tambiénellas son más hermosas y más importantes;porque, según es la ciencia,es lo verdadero; pues cada una dominalo que le es propio. Y análogamente, porla misma razón, las ciencias de las cosasmás importantes y más hermosa.s sontambién más importantes y más bellas.Y lo que juzgarían o hayan podido juz-


1364 b/1365 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 7 131gar los discretos, sean todos, o el vulgo,o la mayoría, o los mejores, comobueno o mayor, es preciso que sea así,o simplemente o porque juzgaron segúndiscreción. Esto es común en la medidade las demás cosas; pues el qué, elcuánto y el cómo son tal como puedendecir la ciencia y la discreción. Con todo,ya lo hemos dicho al hablar de losbienes; porque hemos dado como definiciónque el bien era aquello que todoel que hubiere recibido el don de la discreciónescogería para sí; así pues, esevidente que es mayor lo que la discreciónconsidera que es más.También es mayor bien lo que existeen los mejores, sea simplemente, sea encuanto mejores; por ejemplo, el valorque es mayor que la fuerza. Y aquelloque elegiría el mejor, o simplemente oen cuanto mejor; por ejemplo, ser víctimade una injusticia antes que cometerla;porque esto es lo que elegiría elmás justo.Lo más placentero es mayor que lomenos placentero; porque todos persiguenel placer y se mueven o afanan porcausa del gozar mismo, y en estos términosse ha definido el bien y el fin; yes más agradable lo que supone menosdolor y es agradable durante más largotiempo. Y lo más bello es mayor bienque lo menos bello; pues lo hermoso esagradable o es deseable por sí mismo.Y aquellas cosas de las que más se quiereser causa, bien para uno mismo bienpara los amigos, son bienes mayores, ycuanto menos se quieren son males mayores.Y las cosas más duraderas son mejoresque las más efímeras, y las más segurasmejores que las más tornadizas;pues el provecho de las unas en eltiempo, supera al de las otras en eldeseo; pues mientras unas son deseadas,resulta mayor la utilidad de lasotras que son seguras.Si de las correlaciones y de las formasde flexión semejantes se siguenunas determinadas cosas, también se siguende igual modo las demás; porejemplo: si valerosamente es más belloy más deseable que prudentemente, tambiénel valor es preferible a la prudenciay el ser valiente al ser prudente.También lo que todos prefieren es mejorque lo que no prefieren todos. Y loque quieren los más es mejor que lo quequieren los menos; pues definimos erabueno aquello a que todos aspiran, demanera que será mejor aquello a que aspiranmás. Y también lo que así consideranlos enemigos, o los contradictores,o los que juzgan calificadamente oaquellos a quienes estos designan, pueslo uno es como si lo dijeran todos; lootro es como si lo dijeran los que sonprimeras figuras en el juicio y los quesaben.Unas veces es mejor aquello de quetodos participan: porque no participarde ello se considera deshonra; otras veceses mejor participar de aquello deque nadie o pocos participan: porquees más raro. Y son mejores las cosasmás dignas de elogio, porque son máshermosas. Y de igua! manera son mejoresaquellos cuyos honores son mayores;porque el honor es como cierto valor.Y son mejores aquellas cosas cuya deficiencialleva consigo mayores castigos.Y las que son mayores que las reconocidascomo grandes o que parecen serlo.Las cosas divididas según sus partesparecen ellas mismas mayores; porqueparecen ser más. grandes; de donde diceel poeta que Meleagro fue movido a luchar,diciéndole:Cuántos males les sobrevienen a los hombres[cuya capital es saqueada:las gentes son muertas, el fuego aniquila la[ciudad,gentes extrañas se llevan a los hijos... (1).También el sintetizarlas y el estructurarlasengrandece las cosas, como diceEpicarmo (2), por el mismo motivo quelo hace el análisis: y esto es porque lasíntesis demuestra mucha superioridad;y porque así aparece aquello como principioy causa de grandes cosas.Supuesto que lo más difícil y lo másraro es mayor bien, también las circunstancias,las edades, los lugares, los tiemposy las posibilidades engrandecen;pues, si eso es así, a causa de la capacidad,de la edad y de otras cosas semejantes,y si es así aquí o allí nacerá(1) Ilíada, IX, 692-594.(2) Por Plutarco se tienen noticias de undiálogo sobre el engrandecimiento retórico, unode cuyos interlocutores es Epicarmo.


132 ARISTÓTELES.—OBRAS 1365 a/1365 bgrandeza de lo bello, de lo bueno, de lojusto y de sus contrarios; de donde elepigrama al vencedor olímpico:Antes, llevando en mis dos hombros una rudaIcollada,llevaba pescado desde Argos a Tegea U).E Ifícrates se ensalzaba a sí mismo,diciendo a partir de qué estado se habíaelevado a tanto. Y lo que nace y crecepor sí es superior, a lo adquirido, porquees más difícil. De donde dice elpoeta:yo soy autodidacta (2).De lo grande es mayor bien la partemás grande; así Pericles dice en su discursofunerario que le ha sido arrebatadaa la ciudad la juventud, como si sele hubiera arrancado al año la primavera.Y es mayor bien lo que es útilen una necesidad mayor, como lo quees útil en la ancianidad o en las enfermedades.Y de dos cosas es mayor bienla más cercana al fin. Y lo que lo espara uno mismo y en absoluto. Y mejorlo posible que lo imposible; pues louno es posible para alguien, lo otro no.Y las cosas oue miran al fin de la vida,porque son más fin las cosas que se refierenal fin.También lo que es conforme a la verdades mejor que lo que es conforme ala simple opinión. Porque la definiciónde lo que se conforma a opinión es quelo que es opinable, si tuviera que quedaroculto, quizá no se elegiría. Por eso.parecería ser más deseable recibir beneficiosque hacerlos; porque aquello,aunque quedara oculto, se elegiría; pero,el hacer bien a escondidas no parecefuera a elegirse. Y son mejores todascuantas cosas se quiere ser o quesean, que parecer o que parezcan; porqueson más conformes con la verdad.Por eso dicen que la justicia es pequeñobien, porque allí es preferible parecerque ser; pero no ocurre así en cuantoal estar sano.También es mejor lo que es más útilpara muchas cosas, por ejemplo, lo quelo es para vivir, para vivir bien y para(1) Es de Simónides este epigrama. Véasela nota de la pág. 126.(2) Odisea, XXII, 347.el placer y para realizar cosas bellas.Por eso la riqueza y la salud parecenser el mayor bien; pues contienen todasestas cosas. También lo es lo que conllevamenos dolor y lo que se da con placer;porque es más que un bien solo,ya que se considera un bien el placery otro bien la carencia de penalidad. Yde dos cosas es mayor bien aquello que,añadido a sí mismo, hace mayor el todo.Y es mejor lo que, al estar presente, nose oculta, que lo que no se deja sentir;porque aquellas cosas tienden a laverdad. Por lo cual puede parecer mayorbien el ser rico que el ser tenidopor tal. Y lo que es preferible, para unossolo, para otros, con oirás cosas. Por esono es igual daño que uno ciegue a untuerto, a que lo haga en un ojo al quetiene aún dos; porque al primero le privade un bien más amado.Hemos, pues, hablado, casi del todoya, de las cosas de que conviene sacarlos argumentos para la exhortación ypara la disuasión.CAPITULO 8SOBRE LA IMPORTANCIA DE CONOCER LASFORMAS POLÍTICAS EN LA ORATORIADELIBERATIVA Y ALGUNAS NOCIONESELEMENTALESLo más valioso y lo más importantede todo para poder persuadir y aconsejarbien, es el conocer todas las formasde gobierno y discernir las peculiaridades,lo normativo y lo conveniente decada una. Porque todos se dejan persuadirpor lo conveniente y lo que convienees conservar la forma de gobierno. Ademáses soberana la manifestación delseñor, y la soberanía se divide según lasformas de gobierno; porque cuantas sonlas formas de gobierno tantas son lasde soberanía.Las formas de gobierno son cuatro:democracia, oligarquía, aristocracia ymonarquía; de manera que la soberaníay la instancia suprema pueden estaren parte de los ciudadanos o en latotalidad.La democracia es una forma de gobierno,en que las cargas se repartenpor sorteo; oligarquía, aquella en que


i1365 b/1366 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 9 133se reparten según ia valia de la fortunade cada uno; aristocracia, aquella enque se reparten según la educación oformación; y llamo educación a la quedetermina la ley : porque los que son fielesa las normas, son los que mandan enla aristacracia. Y es necesario que estosden muestras de ser los mejores, dedonde esta forma de gobierno tomó sunombre. Monarquía es, según dice elnombre, aquella forma de gobierno enque uno solo es señor de todas las cosas; dentro de ellas, lo que guarda ciertoorden, es reino; la que es ilimitada,es tiranía.No conviene se olvide el fin de cadauna de las formas de gobierno; pueslos que desempeñan sus funciones sonelegidos teniendo en cuenta el fin. Elfin de la democracia es la libertad; elde la oligarquía, la riqueza; de la aristocracia,las cosas que dicen reacción


134 ARISTÓTELES.—OBRAS 1366 b/1367 acada uno posee sus propias cosas, deacuerdo con la ley; injusticia, aquellopor lo que se posee lo ajeno, no segúnla ley.Fortaleza es la vutud por la que sees capaz de realizar bellas acciones enlos peligros, según manda la ley y sirviendoa la ley; cobardía es lo contrario.Templanza es la virtud por la cual seestá dispuesto a gozar de los placeresdel cuerpo, dentro de lo que manda laley; desenfreno es lo contrario.Liberalidad es la virtud de hacer beneficioscon las riquezas y tacañería eslo contrario.Magnanimidad es la virtud de hacergrandes beneficios, y mezquindad de espíritues lo contrario.Magnificencia es la virtud de hacercosas grandes y costosas y ruindad es locontrario.Prudencia es la virtud de la inteligencia,según la cual se puede deliberar rectamenterespecto de los bienes y de '.osmales, que se ha dicho se refieren a lafelicidad.Se ha dicho ya, pues, suficientementeen él momento actual, sobre la virtudy el vicio en general y sobre sus clases;respecto a lo demás no es difícil de ver:porque es evidente que lo que producela virtud es noble—porque tienden a lavirtud—, y que lo que tiene su origen enla virtud también lo es, pues esto sonlos signos y las obras de la virtud. Dadoque los signos y todas las cosas que sonproducto o atributo de la virtud son nobles,es necesario que todo cuanto significaobras de la valentía o signos deella o cosas realizadas valerosamente,sean nobles; y las cosas justas y lasobras realizadas según justicia—pero nolas recibidas justamente: porque en solaesta virtud no siempre es noble lo recibidocon justicia, pues en el ser castigadoes más vergonzoso el recibirlo justamenteque padecerlo injustamente—;y de manera semejante pasa en las demásvirtudes.Todas las cosas, cuyo premio es elhonor, son nobles. También aquellas enquienes lo es más el honor que las riquezas.Y lo es todo lo elegible que unorealiza no por causa de sí mismo; y lascosas simplemente buenas, como es loque uno hace en favor de la patria, olvidándosede sí mismo; y las cosas buenaspor naturaleza y las que no lo sonpara uno mismo; pues estas se haríansolo teniéndose por fin a sí mismo. Ytodas las cosas que uno puede hacera un muerto son más nobles que las quepuede hacer a uno que vive; porque lasque uno hace en favor de un vivo sonmás por causa de sí mismo. Y las obrasque uno hace por causa de los demásson también más nobles; porque sonmenos en favor de uno mismo. Y todoslos éxitos que se refieren a los demásy no a uno mismo.Y lo que se refiere a los que hanhecho el bien: porque es justo. Y losactos de beneficencia: porque no vuelvena uno mismo. Y las cosas contrariasa aquellas de que uno se avergüenza: porque de las cosas vergonzosas seavergüenzan los que las dicen, los que lashacen y los que tienen intención dehacerlas; como Safo, al decirle Alceo,quiero decir algo, pero me impideel pudor...dijo:Si tuvieras deseo vehemente de cosas buena*[o nobles,y la lengua no hablara cosas que están le^os de[la belleza,la vergüenza no dominaría tu mirada,antes hablarías de las cosas que son según[justicia.También lo son aquellas cosas por lasque se siente inquietud, pero no se temen; porque esto se padece en relacióncon los bienes que se refieren a la reputación.Las virtudes de los que pornaturaleza son mejores son también másnobles y también lo son los actos correspondientes,como los de los hombresson más nobles que los de las mujeres.Y las virtudes que son más provechosasa les demás que a nosotros mismos tambiénson más nobles; por eso son nobleslo justo y la justicia. Y también es másnoble la venganza de los enemigos y elno reconciliarse; porque es justo correspondercon la misma moneda y lo justoes noble, y es de valientes no dejarsevencer. Y la victoria y el honor estántambién entre las cosas nobles; porqueson deseables, aun siendo infructuosas,y muestran la excelencia de la virtud. Y


1367 a/1368 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 9 135lo son también las cosas memorables ymás las más memorables. Y las cosasque se siguen al que ya no vive son másnobles; y aquellas cosas que van acompañadasde honra, y las cosas extraordinariasy las que se dan solamente en uno.Y lo son las posesiones infructuosas: porqueson más liberales. Y también sonnobles las cosas propias de cada uno.Y todo cuanto es signo de distinción yalabanza en los diversos lugares, comoen Esp-arta es noble una larga cabellera,pues es signo de hombre libre; porqueno es fácil, llevando una larga cabellera,realizar ningún trabajo servil. Yel no ejercitar arte vulgar alguna; porquees más propio de un hombre libreel no vivir para otro.Hay que incluir también aquí, por serlas mismas, las cosas más cercanas alas que posee quien sirve de objeto enun discurso, tanto para elogio como paracensura; por ejemplo, representar alcircunspecto como frío e Intrigante, yal necio como útil, y al insensible comotranquilo, y a cada uno según sus cualidadesafines, desviando hacia lo mejor;por ejemplo, al que es colérico eiracundo, representarlo como espontáneoy sincero; al que es arrogante, comoanimoso y espléndido; y a los queestán en los extremos, como si estuvierandentro de las virtudes; por ejemplo,al insolente llamarle valiente y al libertino,liberal; porque así aparecerá alvulgo y juntamente se producirá un paralogismoa partir de la causa; porquesi uno se ha puesto en peligro de algosin necesidad, puede parecer que serácapaz de arriesgarse en lo noble, y sies despilfarrador con cualquiera, tambiénpodrá serlo con los amigos; porque esexceso de virtud hacer el bien a todos.Hay que tener en cuenta también aaquellos ante quienes se hace el elogio;porque, como decía Sócrates, no es difícilalabar a los atenienses ante los atenienses.Hay que alabar como real, porejemplo entre los escitas, los espartanoso los filósofos, lo que es entre ellosmás digno de elogio. Y, generalmente,hay que considerar noble lo que llevaestimación, porque esto parece ser análogode lo noble. Y también son noblestodas las cosas que son adecudas a unfin, como si uno es digno de sus antepasadosy de las cosas hechas con anterioridad;" porque es origen de felicidad y esnoble la adquisición de un mayor gradode honra. Y también si va más allá delo adecuado, camino de lo mejor y lomás bello, como si uno es comedidomientras tiene buena suerte y, cuandola suerte le es adversa, es magnánimoo se vuelve mayor, mejor o de espíritumás conciliador. Eso es lo que dijo Ifícrates,«de qué cosas salido, a qué cosashe llegado»; y lo del vencedor olímpico :antes. Helando en mis hombros una ruda...y lo que escribió Simónides:la que tenia el padre, el marido y los hermanos[tiranos.Puesto que la alabanza se da por lasacciones realizadas, y es propio del quees diligente lo que es según la previsión,hay que intentar demostrar que aquela quien elogiamos obra previsoriamente.ES "útil mostrar que eso lo ha hecho yamuchas veces. Por eso las coincidenciasy lo que proviene de la suerte, hay queincluirlo en la previsión; porque, si unopresenta muchas y semejantes cosas, pareceráser todo ello signo de virtud yde un propósito deliberado.El elogio es un discurso que da a conocerla grandeza de una virtud. Conviene,pues, en él presentar los hechoscomo tales virtudes. El encomio essiempre de acciones—y lo que las rodeasirve de argumento, como la nobleza decuna y la educación; porque es verosímilque de los buenos procedan los buenosy que el que ha sido educado así,sea tal—. Por eso encomiamos a losque han hecho algo. Las obras son signosde la manera de ser de cada uno,ya que podríamos elogiar al que nadaha hecho, si creyéramos con todo queera de tal manera. La acción de bendeciry de hacer feliz para unos es lomismo, pero no es lo mismo para otros,sino que, como la felicidad comprendeen sí la virtud, también la acción dehacer feliz a otro comprende estas cosas.El elogio v las deliberaciones tienenuna aparencia común; porque las cosasque se exponen en un discurso deliberativo,cambiadas según su estilo,resultan encomios. Así pues, ya que co-


136 ARISTÓTELES.—OBRAS 1368 a/1368 bnocemos qué cosas hemos de obrar ycómo debe ser cualquiera, conviene, aldecir estas cosas a manera de principios,cambiar y dar la vuelta a la frase,como que no conviene enorgullecerse delas cosas que trae la buena suerte, sinode las alcanzadas por uno mismo, pichode esta manera, vale como principio;como alabanza hay que exponerlo así:hay que enorgullecerse, no de las cosasobtenidas por suerte, sino de las logradaspor sí mismo. De manera que, cuandose quiere elogiar a alguien, hay quemirar a lo que se podría sentar comoprincipio, y cuando se quiere sentar unprincipio, hay que mirar qué es lo quepodríamos elogiar allí. La expresión, pornecesidad, será opuesta, según se cambiea lo prohibitivo o a lo no prohibitivo.También hay que servirse de muchascircunstancias de ponderación o encarecimiento,como si lo hizo él solo, o elprimero, o con pocos, o fue el que másparte tuvo en ello; porque todas estascosas llevan un tinte de nobleza. Tambiénhay que ponderar las circunstanciasde los tiempos y ocasiones; porqueestas también superan lo presumible. Ysi muchas veces ha logrado lo mismocon éxito; pues todo ello parecerá cosagrande e independiente de la suerte, anteslograda por uno mismo. Y si las cosasque le han estimulado y le han premiadofueron halladas y preparadas porél mismo; y decir si es aquel a quiense hizo el primer encomio en algún orden,por ejemplo, Hipóloco, o bien Harmodiasy Aristogitón, que fueron los dosprimeras en tener una estatua en elagora (1). De manera semejante ocurrecon los contrarios. Y, si no se hallaen él mismo con suficiencia lo que seprecisa, contrapóngasele a otros; comohacía Isócrates, por su falta de costumbreen el ejercicio de la oratoria forense.Conviene establecer comparación conla gente célebre; porque es ponderativoy noble ser mejor que gente notable.Razonablemente, la ponderación correspondea las alabanzas; porque consisteen una excelencia y la excelencia es unade las cosas nobles. Por eso, si no sepuede hacer respecto de gente célebre,(1) De esta estatua de los tiranicidas hablaPausanias. La escultura es del siglo v.conviene al menos establecer comparacióncon otros, ya que la excelencia parecesignificar virtud.Generalmente, de las formas comunesa todos los discursos, la ponderación esla más adecuada a los demostrativos;porque estos toman las casas como generalmenteadmitidas, de manera quesolo queda rodearlas de grandeza y belleza; los ejemplos son lo más apropiadopara los discursos deliberativos: porque,a partir de las cosas sucedidas conanterioridad, juzgamos las cosas futuras,vaticinándolas; y los entimemas son lomás apropiado para los discursos forenses:porque lo ya sucedido precisa másfundarse en la causa y la demostración,por ser dudoso.Todo esto se ha encaminado a ver enqué se fundan casi todos los elogios ycensuras, a qué cosas conviene que seatienda al alabar y al censurar, y dequé resultan los encomios y reproches;adquiridas estas nociones, son evidenteslas cosas contrarias, ya que la censuraproviene simplemente de lo contrario.CAPITULO 10SOBRE LA ORATORIA FORENSE: BASES DESU RAZONAMIENTOXParece conveniente tratar a continuaciónsobre la acusación y la defensa yacerca de cuántas y de cuáles premisashay que sacar los silogismos que ayudena ello. Es necesario considerar trescosas; una, por causa de cuáles y cuántascosas se comete injusticia; en segundolugar, qué disposición de ánimosuponen los que la cometen; en tercerlugar, contra quiénes cometen injusticiay qué disposición de ánimo hay enlos que la padecen. Una vez hayamosdefinido qué es cometer injusticia, digamoslo que sigue.Sea, por tanto, cometer injusticia eldañar voluntariamente a alguien contrala ley. La ley es o particular o común.Llamo ley particular aquellas normasescritas según las cuaíes se gobierna unaciudad; y ley común, aquellas normasque, sin estar escritas, parecen ser admitidaspor todos.Obran voluntariamente cuantos lo ha-


1368 b/1369 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 10 137cen a sabiendas y sin tener necesidadde obrar. Todas las cosas que se hacenvoluntariamente, no se hacen siemprepremeditadamente, pero cuantas se hacenpremeditadamente, todas se hacena conciencia. Porque nadie desconoceaquello que premeditadamente elige.Las causas por las que uno escogedañar a otros y hacer el mal en contrade la ley, son el vicio y la intemperancia;porque si varios tienen un vicio,uno o varios, en aquello en que son viciososson también injustos; por ejemplo,el avaricioso en el dinero, y el incontinenteen los placeres del cuerpo,y el blando en las cosas cómodas, y elcobarde en los peligros—porque abandonapor completo a los que se exponenal peligro junto con él, por miedo—,y el vanidoso en los honores, el de geniofuerte en la ira, el amante de venceren la victoria, el rencoroso en lavenganza, el necio por vivir engañadoen lo que se refiere a lo que es justoo injusto, el insolente por el desprecio dela opinión. De manera semejante, cadauno de los demás en cada uno de losobjetos.Pero todo cuanto se refiere a esto estáclkro, tanto por lo que se ha dicho sobrelas virtudes, como por lo que diremosluego respecto de las pasiones; queda,pues, por decir por qué motivo secomete injusticia, en qué estado de ánimoy contra quiénes.Distingamos primero, pues, qué cosasnos incitan y de qué cosas huimos,cuando nos disponemos a cometer injusticia;porque es evidente que el acusadordebe considerar cuántas y cuálescosas, de aquellas a que aspiran todoslos que cometen injusticia contra el prójimo,hay en el contrario, y el defensordebe considerar cuáles y cuántas deellas no existen en el injuriado. Porquetodos en todo obran unas veces nopor causa de sí mismos, pero otras sí.De las cosas que no se hacen por causade sí mismo, unas se hacen por casualidad,otras por necesidad; y de las quese realizan necesariamente, unas se hacenpor la violencia, otras según la naturaleza; de manera que, de todas cuantascosas no se hacen por causa de unomismo, unas se hacen por casualidad,otras impuestas por la naturaleza, otraspor la violencia.Las cosas que se hacen en favor deuno mismo y de las que uno mismo escausante, se realizan unas por costumbre,otras por apetito, sea por apetitorazonado, sea por apetito irracional. Ladeliberación es un apetito de bien—porquenadie quiere sino cuanto le pareceser bueno—; apetitos irracionales sonla ira y la concupiscencia; de maneraque todo cuanto se hace necesariamentese hace por una de estas siete causas:por el azar, por la naturaleza, por la vio.lencia, por la costumbre, por la razón,por la ira o por la concupiscencia.El ir además distinguiendo según lasedades, los hábitos u otras cosas semejantes,las acciones, es excesiva minucia; pues, si ocurre que los jóvenes soniracundos o desenfrenados, no hacenestas cosas por juventud, sino por iray concupiscencia. Ni tampoco ocurrenlas cosas por riqueza o pobreza, sinoque accidentalmente) sucede que los pebres,a causa de su indigencia, deseenriquezas, y que los ricos, por sus recursos,deseen placeres innecesarios; perotodos estos no obran por causa de lariqueza o la pobreza, sino a causa dela concupiscencia. De manera semejantelos justos y los injustos y los demás quese dice que obran por sus hábitos propios,obran en realidad por las causasdichas: o por razón o por pasión; losunos por costumbres y pasiones provechosas,los otros por las contrarias.Sucede, con todo, que a unos modosde ser corresponden unas cosas y a losotros otras; porque acaso al temperante,por ser temperante, le acompañan inmediatamenteopiniones y deseos provechososrespecto de lo placentero, y encambio al vicioso le acompañan los contrariosde estos, respecto de las mismascosas.Por eso hay que renunciar a estas distinciones,y hay que considera^ en cambio,cuáles cosas suelen seguirse de cuá?les otras; porque, de que uno sea blancoo negro, grande o pequeño, no sesigue que de ello se deriven tales o cualescosas; pero, que sea joven o viejo,justo o injusto, eso ya encierra diferencia.Y en general, hay que considerartedas las circunstancias que hacen di-


138 ARISTÓTELES.—OBRAS 1369 a/1370 aíerenciarse los caracteres de los hombres;por ejemplo, se diferenciarán enalgo al considerarse a sí mismos ricos Io pobres, con buena suerte o sin ella.De estas cosas hablaremos luego; hablemosahora primero de las que aúnnos quedan por decir.Vienen de la suerte aquellos sucesoscuya causa es indeterminada y no sucedencon algún fin, ni siempre, ni de ordinario,ni de modo regular; lo que serefiere a esto queda bien claro por ladefinición misma de suerte.Suceden por naturaleza aquellas cosascuya causa está en ellas mismas yes regular; porque siempre o de ordinarioocurre así. Pues de lo que ocurreal margen de ia naturaleza, no hay queir averiguando si sucede por alguna causanatural o por otra causa cualquiera;porque podría parecer que la suerte fueratambién la causa de tales cosas.Ocurren por violencia las cosas quese producen al margen del deseo o delos razonamientos de sus mismos autores.Según costumbre, las cosas que sehacen por haberlas hecho muchas veces.Por razonamiento, las cosas que parecenconvenir, según los bienes dichos,o como íin, o como medio para el fin,cuando se hace porque conviene; puesalgunas cosas convenientes también lashacen los viciosos, pero no por el provecho,sirio por el placer.Por causa de la ira y la cólera se realizanlas venganzas. Se diferencian lavenganza y el castigo; porque el castigotiene por objeto el que lo sufre; lavenganza tiene por objeto el que la toma,por compensarse. Sobre gué es lacólera, se verá claro en los capítulos quetratarán de las pasiones.Por concupiscencia se hacen cuantascosas parecen agradables. También loacostumbrado y habitual cuenta entrelas cosas agradables; porque muchascosas que, por naturaleza no son agradables,se hacen agradables cuando seconvierten en costumbre.De manera que, sintetizando, cuantascosas uno hace por sí mismo, son todaso buenas o aparentemente tales, agradableso con apariencias de placer. Ypuesto que las cosas que son por unomismo se hacen con gusto, y no sehacen de buena gana las que no sonpor causa del propio querer, cuantascosas se hagan de buena gana son buenaso aparentemente buenas, agradableso en apariencia placenteras- porque incluyoentre los bienes la liberación delos males reales o aparentes, o la participaciónen un mal menor en lugarde otro mayor—ya que esto es de algunamanera deseable—; y la liberaciónde las cosas penosas o aparentementetales, y la participación en daños menoresen lugar de otros mayores, tambiénse cuenta entre las cosas agradables.Hay que examinar también las COSÉISprovechosas o agradables, cuántas y cómoson. Puesto que de lo útil se hahablado ya antes, al hacerlo sobre laoratoria deliberativa, hablemos ahorasobre lo agradable.Conviene tener en cuenta que las definicionesson suficientes cuando, sobrecada punto concreto, no son oscuras niminuciosas.CAPITULO 11EN TORNO A LO AGRADABLE Y EL PLACERSupongamos que el placer es un movimientodel alma y un retorno completoy sensible a la naturaleza elemental, yque el dolor es lo contrario. Y si élplacer es tal, es evidente que tambiénes conforme a la naturaleza, y más cuantimiento;en cambio, lo que lo destruyeo lo que produce la situación contrariaes doloroso.Es, pues, necesario que sea de ordinarioagradable el moverse hacia lo quees conforme a la naturaleza, y más cuandose ha recobrado según la propia naturalezalo que se origina de conformidadcon ella y sus hábitos; porque lohabitual viene a ser como connatural,ya que el hábito es semejante a la naturaleza,porque lo que es muchas vecesestá cerca de lo que siempre sucede: y la naturaleza es esto que siempreocurre igual y hábito lo que confrecuencia,También es agradable lo que no esforzado, porque la violencia está almargen de la naturaleza. Por eso lo que


1370 a/1370 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 11 139es necesario es doloroso, y se dice conrazón:porque todo lo necesario es naturalmente obra[fatigosa.Los cuidados, los esfuerzos y las tensionesson cosas dolorosas; porque sino se han convertido en hábito, son cosasforzadas y violentas, pues de estamanera, la costumbre se hace agradable.Sus contrarios, en cambio, son agradables; por eso las distracciones, las comodidades,las diversiones intrascendenites, los juegos, el descanso y el sueñoestán entre las cosas agradables, porqueninguna de ellas es forzada. Y aquello aque tiende la concupiscencia, todo esplacer; porque la concupiscencia es elapetito de lo placentero.De los apetitos, unos son racionales ose é ún la razón, otros irracionales. Llamoirracionales a todos los que se muevena apetecer sin que medie la comprensiónde algo; y son tales los quese dice son según la naturaleza, como• los que brotan del cuerpo, como la sedy el hambre de alimento, y el deseo decada especie de alimento, y los referentesal gusto y a lo venéreo y, en general,al tacto, y los que dicen referenciaal olfato, al oído y a la vista. Son segúnrazón los que se mueven a apetecerpor persuasión; porque uno apetececontemplar y poseer muchas cosas porhaber oído hablar de ellas y haber sidoconvencido respecto a ellas.Y ya que el placer consiste en la sensaciónde una cierta experiencia, laimaginación es una sensación débil ysiempre al que recuerda o espera algole acompaña cierta representación imaginativade aquello que recuerda o espera.Y si esto es así, es evidente quetienen placeres los que recuerdan y esperan,puesto que también tienen sensación.De manera que es necesario quetodos los placeres sean o presentes parael sentir, o pasados para el recordar, ofuturos en el esperar; porque se sientenlas cosas presentes, se recuerdanlas pasadas, se esperan las futuras. Comorecordadas, no solo causan placerlas cosas que en su presente, cuandoexistían, eran agradables, sino tambiénalgunas que no eran agradables, si posteriormentehan resultado ser algo hermosoo bueno en sus consecuencias; dedonde se dijo esto:pero, es agradable, una vez a salvo, recordar las[pe-nalidatíes... (1).y también:pues luego, también con los dolores se alegra[el hombre,recordando que ha sufrido muchas cosas y que[ha obrado muchas cosas... (2).La razón de ello es que también esagradable el carecer de mal. Las cosasesperadas, cuando estén presentes, pareceráncausar gran deleite y aportargran utilidad, y serán útiles sin dolor.Y en general, las cosas que estando presentesdeleitan, también deleitan de ordinariocuando se las espera y se las recuerda.Por eso también enojarse o irritarsees agradable, según escribió Homerode la cólera:que es mucho mas dulce que miel que destila[gota, gota,porque nadie se enoja contra aquel aquien parece imposible que le alcance elcastigo; y contra los que son superioresen fuerza nadie se enoja o menos.En la mayoría de los apetitos se siguecierto placer; pues tanto si unorecuerda que obtuvo satisfacción deellos, como si espera alcanzarla, goza yade cierto placer; como los que en lafiebre están dominados por la sed y gozanrecordando que bebieron y esperandobeber; y los enamorados gozan dialogandoy escribiendo y haciendo siemprealgo que se refiera al amado; porqueen todas estas cosas, les parece, alrecordarlas, que sienten al amado. Elprincipio del amor es el mismo para todos,cuando no solo gozan del amadopresente, sino que también le aman alrecordarle ausente y les produce tristezaque no esté presente; y en las tristezasy llantos encuentran cierto placer; porquela tristeza está en la no posesión,y el placer está, en recordar y ver de algúnmodo a aquel, qué cosas hacía y(1) De Eurípides en su Andróme&a, (r., 13S N.' (2j Odisea. XV, 400 y sgs.


140 ARISTÓTELES.—OBRAS 1370 b/1371 bcómo era; por lo cual se dijo esto ycon razón:asi dijo, y a todos ellos de lo más intimo les[brotaron deseos de llorar (1).También el vengarse es agradable.Porque aquello que es penoso no alcanzar,resulta agradable lograrlo; y losiracundos se entristecen enormementecuando no se vengan, y esperándolo segozan.El vencer es también agradable, nosolo a los que viven del afán de la victoria,sino a todos; pues nace de ellouna sensación de superioridad de la quetodos tienen apetito, ligera o intensamente.Puesto que el vencer es agradable,es necesario que también lo seanlos juegos, tanto los deportivos comolos de disputa racional—ya que tambiénen estos se da la victoria—; y los detabas y pelota, los de dados y damas.Y semejantemente ocurre respecto a losjuegos que requieren esfuerzo; porqueunos se vuelven agradables, cuando unose acostumbra a ellos, y otros lo son inmediatamente,como la caza con perrosy toda clase de caza; porque donde haycompetición, también hay allí victoria.Por eso la victoria forense y el triunfode la controversia son agradables paralos que están habituados a ello y poseenpara ello aptitudes.El honor y la buena reputación sonde las cosas más agradables, porque acada uno le causan la sensación de quees en realidad tan estimable, y máscuando lo dicen los que se considera quedicen verdad. Tales son los que estáncerca, con preferencia a los más lejanos,y los compañeros y conciudadanosmás que los extraños, y los que son algomás que los que van a serlo, y ios discretosmás que los insensatos, y los muchosmás que los pocos; y esto porquees mas verosímil que digan la verdadlos mencionados que no los contrarios;puesto que de la estimación o parecerde aquellos a quienes uno menospreciao considera menos, como son los niñosy las animales, nada le importa a uno,al menos en cuanto a opinión, aunquepodamos tenerlo en cuenta por otro motivo.(1) /fiada, XXIII, 108; Odisea, IV, 183.También el amigo entra en las cosasagradables; porque amar es agradable—ya que nadie es amigo del vino, sino le gusta el vino—, y también es agradableser amado; porque también aquíse da la imaginación p sensación deser uno bueno en sí mismo, a lo cualaspiran todos los que son sensibles;porque e) ser objeto de amor es ser unoamado por sí mismo. Y también es agradableel ser admirado, por el hecho mismode ser objeto de honra. Y el seradulado y el adulador son también cosasagradables; ya que el adulador esun admirador y un amigo en apariencia.Y el hacer muchas veces las mismascosas tamoién es agradable; ya que dijimosque lo habitual era agradable. Yal contrario, también el cambiar resultaagradable; porque el cambiar va encaminadoa la naturaleza, ya que lo quesiempre es igual produce un exceso enel hábito establecido; de donde se dice:el cambio cíe todas las cosas es dulce (2).Por eso también es agradable lo que sucedede cuando en cuando, lo mismo personasque cosas; porque el cambio estáfuera de lo presente y al mismo tiempolo que sucede solo de cuando en cuandoes faro.El aprender y el admirar son también,de ordinario, cosas agradables; porqueen el admirar está implícito el apetecer,de manera que lo que es admirable esapetecible; y en el aprender está implícitoel volver a lo que es conforme a lanaturaleza.El obrar el bien y el recibirlo debetambién ser contado entre las cosasagradables; porque recibir el bien es alcanzarlo que se apetece y obrar el biensupone poseer los medios y ser superior,dos cosas estas a que todos aspiramos.Porque por ser agradable la realizacióndel bien, también es agradable a loshombres el enderezar a los que nos rodeany completar lo que es deficiente.Puesto que aprender es agradable ytambién lo es el admirar, es preciso quesean también agradables otras cosas deeste mismo orden, como lo imitativo;así la pintura, la escultura y la poesía,y todo lo que puede ser bien imitado es(2) Eurípides, Or., 234.


1371 b/1372 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 12 141agradable, aun cuando lo mismo que seimita no sea ello por si agradable; porqueno se goza sobre ello mismo, smoque se da allí un razonamiento de queesto es aquello, de manera que ocurreque se aprende algo. También son agrada^bles los acontecimientos imprevistos y elhaberse salvado por poco de los peligros,ya que todas estas cosas son admirables.Y ya que las cosas conformes a la naturalezason agradables, y las cosas afinesson entre si conformes a la natura^leza, todas las cosas congéneres y semejantesson agradables de ordinario, comoel hombre lo es para el hombre, y élcaballo para el caballo, y el joven parael joven; de donde se dicen los refranesde que «cada uno goza con el desu edad», y que «siempre se busca alsemejante», y que «cía fiera conoce a lafiera», y «el cuervo, junto al cuervo», yotros semejantes.Puesto que lo semejante y lo que esdel mismo género le es del todo agradarble a uno mismo, y cada uno experimentaesto, sobre todo de sí mismo, necesariamentetodos son, en mayor o menorgrado, amantes de sí mismos; ya quetodas estas semejanzas se fundan sobretodo en uno mismo. Y ya que todos seaman a sí mismos, es también necesariooue las cosas propias les sean asimismoagradables, como son sus obrasy sus palabras. Por eso hay gente aficionadaa los aduladores, como cosa ordinaria,y aficionados a los honores, ytambién es agradable completar las cosasdeficientes; porque con esto vienenestas cosas a ser obra de uno.Y dado que el mandar es casa muyagradable, también causa placer el parecersabio; porque el tener prudenciaes cosa de mando y la sabiduría es conocimientode muchas cosas y admirables.Además, supuesto que los hombresson de ordinario aficionados a las honras,es menester que también el estimulara los que están cerca les sea agradable,y lo es el ejecitarse a sí mismoen aquello en que uno parece superarsea sí mismo, como dice también el poeta:y a esto se esfuerza uno,dedicando la mayor parte de cada díaa lograr ser mejor que él mismo (1).(1) Eurípides, Antíope, 183.De manera semejante, puesto que eljuego es de las cosas agradables, comotambién toda despreocupación, y tambiénlo es la risa, es necesario que esténentre las cosas agradables las cosas risibles,tanto las personas, como los dichoso las acciones. Con todo, sobre lascosas ridiculas se trata aparte en loslibros sobre poética.Respecto de las cosas agradables, pues,quede dicho todo esto; las cosas penosasson evidentes por los contrarios.CAPITULO 12HABLA SOBRE LOS TÓPICOS QUE SS REFIERENAL ESTADO DE ANIMO DE LOS QUECOMBTEN INJUSTICIAS Y SOBRE LOSQUE SON VICTIMAS DE INJUSTICIASAsi pues, son estas las cosas por cuyacausa se comete injusticia; en qué situacióny contra quiénes se comete, digámosloahora.Se comete, pues, la injusticia cuandose cree que la acción es posible de realizaren sí y en relación a uno mismo,bien porque al hacerlo quede uno oculto,o sin quedarlo no deba someterse ala justicia, o cuando, sometiéndose aella, el castigo le parece ser menor queel provecho propio o de aquellos porquienes uno se interesa. Qué cosas parecenposibles y cuáles imposibles, sedirá en lo que siga, porque estas cosasson comunes a todos los géneros de discursos;piensan ser capaces de hablarbien, y los que son hábiles en el obrary los que están habituados a muchospleitos, y también si tienen muchasamistades y son ricos. Sobre todo, siellos mismos pueden contarse entre losdichos; y si no, si los apoyan a ellosamigos de esta clase, o bien sirvienteso cómplices que tengan estas cualidades;porque, gracias a estas cosas puedenobrar injustamente y quedar ocultosy no someterse a la justicia. Tambiénsi son amigos de los que sufren lainjusticia o de los jueces se atreven acometer injusticia; porque los amigosno están prevenidos contra la injusticiay se reconcilian más fácilmente antesde tratar de vengarse, y los juecesfavorecen a aquellos que son amigos su-


142 ARISTÓTELES.—OBRAS 1372 a/1372 byos y los liberan del todo o les imponenun castigo menor.Están en condiciones fáciles de poderquedar ocultos los que son contrarios alos capítulos de acusación; por ejemplo,los débiles respecto de una acusación deviolencia, y el que es pobre o feo respectode la acusación de adulterio. Tambiénson así las cosas hechas demasiadomanifiestamente y a la vista; pues nose está prevenido de ningún modo contraellas y nadie está en disposición decreerlas fácilmente. Tampoco las cosasgrandes y de tal naturaleza que nadiellevaría a cabo; porque tampoco contraestas se está prevenido, ya que todos seguardan de las cosas sabidas o acostumbradas,como de las enfermedades yde las injusticias; y en cambio, de loque nunca uno ha enfermado, nadie seguarda. También es ello posible en aquellosque no tienen ningún enemigo o enaquellos que tienen muchos; pues losunos piensan que quedarán a cubierto,porque no se estaba en guardia contraellos, los otros quedan ocultos porqueno parece verosímil fueran a atentarcontra los que estaban a, la defensivaLpor tener la coartada de que no sebrían atrevido. Y aquellos que tienenfacilidad para ocultarse, o en formas oen lugares, están también en situaciónoportuna. Y aquellos para los que, nohabiéndose ocultado, existe aún la huidadeji proceso, o el aplazarlo, o el corrompera los jueces. Y los que, si les caeel castigo o la condena, pueden evitarel pago o diferirlo largo tiempo. O elque, a causa de su pobreza, nada tieneque pueda perder. También los que tienenlas ganancias seguras, muy grandeso inmediatas, y los castigos pequeños,inciertos o lejanos. Y los que no tienencastigo proporcionado a la ventaja desu injusticia, como parece ser la tiranía.Y todos aquellos para quienes eldelito significa ganancia o lucro, y elcastigo solamente deshonra. Y los que,por el contrario, encaminan el delito asacar alguna alabanza, por ejemplo siles acontece que, al mismo tiempo, vengana su padre o a su madre—como leocurrió a Zenón—, y el castigo es en dinero,destierro u otra cosa semejante.Porque ambos delinquen y en ambasdisposiciones, fuera de que en sus caracteresno son iguales, sino opuestos.Y los que muchas veces han quedadoocultos o no han sido castigados, y losjue muchas veces han fracasado; pueshay algunos, entre estos, como tambiénentre los soldados, que siempre vuelvena la lucha. También entran aquí losque consiguen el placer al instante y lodoloroso más tarde, o bien la gananciaen seguida y el castigo más tarde; porqueestos son intemperantes por caráctery los intemperantes tienden a todo cuandoapetecen. Y también, por el contrario,cabe incluir aquí aquellos a quienes yallegó lo doloroso o el castigo y lo agradabley provechoso les viene luego ymás duradero; porque los que son temperantesy más sensatos buscan tales cosas.Y. aquellos a quienes es posible simularque obran por azar, o por necesidad,o llevados por la naturaleza, opor la costumbre, y generalmente losque han cometido ya antes alguna falta,pero no un delito. También hay quecontar aquí los que pueden alcanzarluego indulgencia. Y de igual maneratodos cuantos están en la indigencia.De dos maneras se está en indigencia;o bien de lo necesario, como los pobres,o de lo superfluo, como en el caso delos ricos. Y entran aún aquí los que estánmuy bien considerados y los quepor el contrario gozan de muy mala fama,pues los unos no parecerán, culpablesy los otros no pueden ya desprestigiarsemás.Así pues, los que están así dispuestosson los que intentan delinquir y delinquencontra las siguientes personas yen las cosas siguientes: contra los queposeen lo que a ellos les falta, sea enlas cosas necesarias, sea en las cosassuperfluas, sea en el placer; y contralos que están lejos y los que están cerca;pues el quitarles algo a los unos esrápido, y el castigo, si ha delinquido contralos otros, viene con lentitud; porejemplo, los que roban a los cartagineses.Y también contra los que no sonprudentes y no se guardan, sino son confiadosy crédulos; pues es mucho másí'ácil ocultarse a todos estos. Tambiéncontra los indolentes; porque el tratarde vengarse por algo es propio de losdiligentes. Y contra los tímidos; porqueno son combativos en su propio pro-


1372 b 1373 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 12 143vecho. Y también contra los que hansido ya victimas de las injusticias demuchos y no han tratado de vengarsede ellas, porque estos son, según el reiránU), «el botín de los misios». Y contralos que nunca han sido víctimas deinjusticia alguna y también contra losque lo han sido muchas veces; porqueunos y otros están desprevenidos; losunos porque nunca han sido objetas deinjusticia, los otros porque ya no esperanvolverlo a ser. Y contra los que han sidoacusados, o están expuestos a una malainterpretación; porque estos tales ni sedeciden a llevar el asunto judicialmente,por temor a los jueces, ni puedenintentar convencerlos, por malquistos ymal mirados. También a aquellos contraquienes se tiene un pretexto en quesus antepasados, o ellos mismos, o susamigos han obrado mal o tuvieron intenciónde hacerlo, contra los mismosque cometen ahora la injusticia, o contrasus antepasados, o contra aquellosde quienes ellos cuidan; porque, comodice el proverbio, «el mal necesita solode un pretexto». También contra losenemigos o contra los amigos; porquecontra los unos es fácil y contra losotros es agradable. Y contra los que notienen amigos, y los que no son hábilesen expresarse o hablar, o no lo son enobrar; porque, o no se deciden a emprenderla causa, o se reconcilian, o nollevan nada a término. Y contra aquellosa quienes no les es provechoso perderel tiempo esperando una sentenciao una indemnización, cómo los extranjeroso los que trabajan por su cuenta.Porque estos con poco solventan el asuntoy fácilmente cejan en su proyecto.También contra los que han cometidomuchas injusticias o tales como las quese les infieren; porque parece se estámuy cerca de no cometer injusticia,cuando es víctima de una tal injusticiacomo la que él mismo solía cometer;dicho, por ejemplo, como si uno maltrataraa alguien que por hábito hasolido ultrajar a otros. También es posiblehacerlo contra los aue han obradoel mal o lo han deliberado, o lo quie-(1) Es un proverbio, al parecer originario delTile/o, de Eurípides, que se aplica a quien nopuede defenderse.ren, o lo van a cometer; porque entonceses ello agradable y noble, y pareceestar muy cerca de no ser tampoco injusticia.Y es posible cometer aquellascosas con que se causará alegría a losamigos o a los que admiramos, o biena los que amamos, o generalmente aaquellos de cara a los cuales vivimosy obramos. También contra aquellos dequienes cabe alcanzar indulgencia. Y «contra aquellos contra quienes hay agraviospendientes y antiguas diferencias,como por ejemplo hizo Calipo en lo referentea Dión (2); porque también talescosas parecen estar cerca de no serinjustas. Y contra los que están a puntode recibir daño de otros, si no lo ocasionabanestos, de manera que ya no seaposible deliberar; como, por ejemplo, sedice de Enesidemo que envió a Gelón lospremios del cótabo (3), por haber vendidoa unos como esclavos, pues se leadelantó cuando también Enesidemo estabaa punto de hacer lo mismo. Y contraaquellos a quienes el haberles causadodaño nos permite brindarles muchasacciones Justas como fácil reparación;de esta manera Jasón el tesaJiopudo decir que convenia delinquir enalgunas cosas, para que se pudieran hacertambién muchas cosas justas.Y también son fáciles de perpetrar losdelitos que todos o muchos suelen cometer; pues parece que se habrá de alcanzarperdón de ellos. Y las cosas queson fáciles de ocultar; por ejemplo, lascosas que se gastan rápidamente, comoson las cosas comestibles. O las cosasfácilmente transformables en cuanto afigura, color o constitución; o las quefácilmente se ocultan en muchos sitios;tales son las cosas fáciles de llevar encimau ocultables en espacios reducidos.Y sobre cosas indistintas o semejantesa muchas que tiene el que comete la injusticia.Y sobre cosas de que se aver-(2V Calipo era un ateniense, amigo de Dión,a quien acompañó a Siracusa contra el tiranoDionisio. Al verse ante el peligro de los mercenarios,en cuya desgracia habla caído, tramóuna conjuración contra Dión, que este no previo.Calipo se excusó, como agraviado y enemistadocon Dión, como refiere el texto.O) El cótabo era un juego propio de losconvites, que consistía en echar vino con unacopa hacia determinados objetivos.


144 ARISTÓTELES.—OBRAS 1373 a/1374 agüenzan de hablar aquellos que han padecidola injusticia, como, por ejemplo,ultrajes contra mujeres de casa, o contraellos mismos o sus hijos. Y en aquellascosas en que el que reclama podríaparecer que lo hace por afición a lospleitos; tales son las cosas de poca montay que se suelen perdonar.Asi pues, ha quedado casi totalmenteexpuesto lo que se refiere a los estadosde ánimo en que se delinque, y a quédelitos son los que se cometen, contraquiénes y por qué motivos.CAPITULO 13QUE HABLA OS LA LEY COMO CRITERIODE JUSTICIA, SOBRE LAS CLASES DE LEYES,SOBRE LA INJUSTICIA Y SOBRE LA EQUIDADDistingamos ahora todos los delitos ylos actos según justicia, partiendo delo que sigue. Queda definido lo que esjusto y lo que es injusto respecto delas dos leyes y respecto a aquellos aquienes se refiere, de dos maneras.Llamo ley, por una parte, a la quees particular, y por otra parte, a la quees común; particular a la que viene determinadapor cada pueblo para sf mismode las cuales unas son escritas, otrasen cambio no escritas; y ley común esla que es según la naturaleza. Porquehay algo que todos adivinan que, comúnmente,por naturaleza, es justo o esinjusto, aunque no haya ningún mutuoconsentimiento ni acuerdo entre unosy otros; así, por ejemplo, aparece diciéndolola Antlgona de ¡Sófocles, quees justo, aunque esté prohibido, dar sepulturaa Polinices, puesto que ello esnaturalmente justo:pues no ahora, ni ayer, sino siempre jamásvive esto, y nadie sabe desde cuándo pudo apatrecer.Y como dice Empédocles respecto delno matar lo que tiene vida, aunque ellosea para unos ciertamente justo, paraotros en cambio injusto:pero, lo que es legítimo para todos, se extiende[sin limitespor el éter que reina sobre pueblos lejanos, por[la luz inmensurable.Y como dice Alcidamas en el Menesíaco(1):De dos modos se determina para quiéneses la justicia o la injusticia: pueslo que conviene hacer o no hacer sedetermina mirando a la comunidad oa uno de los miembros de ella. Por esotambién en lo injusto o en lo justo sepuede faltar o bien obrar adecuadamentede dos maneras: o contra uno determinado,o contra la comunidad; porqueel que comete adulterio o hiere aalguno, delinque contra un miembro dela comunidad determinado, y el que nocumple con su. obligación militar faltacontra la comunidad.Divididos ya todos los delitos, unosque son contra la comunidad y otros queson contra otra u otras personas, digamos,en resumen, qué es padecer injusticia.Padecer injusticia es recibir cosasinjustas de quien tiene intención decometerlas; ya que el delinquir ha sidodefinido antes com.o algo voluntario. Ypuesto que es necesario que el que esvictima de una injusticia sea dañadocontra su voluntad, los daños, por lo antesdicho, resultan evidentes; porquelas acciones buenas y las acciones malashan sido diferenciadas antes en sí mismasy también las acciones voluntarias,que son las que se hacen con plena conciencia; de manera que necesariamentetodas las acusaciones deben referirse oa lo común o a lo particular, y contrauna persona inconsciente o abúlica ocontra una intencionada y consciente, yde estas, una por libre y previa eleccióny otra por pasión. Respecto de laira se hablará en el tratado de las pasiones;qué cosas son las que se eligeny en qué disposiciones de ánimo se hadicho ya más arriba.Puesto que muchas veces los que reconocenhaber cometido algo, o no reconocenel capítulo de acusación en queello se encuadra o alguna otra cosa acercade aquello a que se refiere dicho capítulo—comosi se admite haber cogidoalgo, pero no haber robado; y habergolpeado a otro primero, pero no haber(1) Alcidamas fue un discípulo de Gorgias.Las palabras que se le atribuyen en un escolioal texto son: «Dios dejó a todos libres, a nadieesclavizó la naturaleza.»


1374 a/1374 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 13 145cometido ultraje; y haber frecuentadouna mujer, pero no haber cometido adulterio;o haber, sí, robado, pero no sacrilegamente(porque no era cosa que pertenecieraa algún dios); o haber trabajadola tierra, pero no tierra pública;o haber dialogado con los enemigos, perono haber cometido traición—, por todoeso convendría definir en relación contodas estas cosas qué es robo, qué esultraje y qué es adulterio, de maneraque si queremos demostrar si existe ono existe el delito, podamos declarar loque es justo. La discusión, en todos estoscasos, gira en torno a si una cosaes injusta, mala o no es Injusta; porquela maldad y el delito están en laintención, como por ejemplo, ultraje yrobo; ya que si golpeó a otro, no siemprey absolutamente tuvo que ultrajarle,sino si lo hizo por algún motivo,como para deshonrar a aquel o para darsegusto a sí mismo. Ni siempre y absolutamente,si se toma algo ocultamente,se roba, sino tan solo si se haceen perjuicio de aquel a quien se quitay para apropiárselo uno mismo. De manerasemejante a lo que ocurre respectode estas cosas, pasa en las demás.Decíamos, pues, que había dos especiesde cosas justas y de cosas injustas—ya que unas están escritas y otrasno—; se ha hablado de aquellas cosasque declaran las leyes escritas; de lasque no están escritas hay dos especies:unas lo son por exceso de virtud o demaldad, y sobre ellas hay censuras yelogios, deshonras y honores y dones;por ejemplo, el dar las gracias a quiennos hace un favor, y corresponder conotro favor a quien nos lo ha hecho, yservir de ayuda a los amigos, y cuantasotras cosas surjan de este estilo; lasotras son complemento de la ley particulary escrita.Lo equitativo parece ser justo; perolo justo es equitativo más allá de la leyescrita. Esto ocurre unas veces segúnla intención de los legisladores, otras encontra de su voluntad; en contra desu voluntad, cuando se les ha pasadoinadvertido; conscientemente, cuandono pueden precisar más, antes les esnecesario hablar en general, y si tantono, al menos de cara a lo más frecuente.También en cuantas cosas no es fácilprecisar por su indeterminación, comopor ejemplo el herir con hierro, dequé tamaño, de qué clase, a quién; puesse pasaría una eternidad enumerandolos casos concretos. Así pues, si algoes indeterminado en sus aspectos o posibilidadesy es preciso se legisle sobreello, es necesario hablar en general; demanera que si uno que tiene un anillolevanta la mano y golpea, según la leyescrita será culpable y delinque, perosegún la verdad no comete delito, y estoes lo equitativo.Y si lo equitativo es lo que hemos dicho,resulta evidente qué cosas son equitativasy qué cosas no lo son, y cuálesson los hombres inicuos; las cosas queconviene que tengan perdón, son equitativas,pero las faltas y los delitos nodeben ser juzgados en pie de igualdad,y tampoco las desgracias; porque desgraciasson sucesos que ocurren al margende lo razonable y que no procedende negligencia; y faltas son sucesos que,sin estar al margen de lo razonable, noproceden de maldad; delitos, en cambio,cuantas acciones, dentro de lo razonable,proceden de maldad; porque las cosasque se hacen por apetito nacen dela perversidad.Ser indulgente o comprensivo con lascosas humanas es equitativo. Y tambiénlo es mirar no a la ley, sino al legislador;y no al texto, sino a la mentalidaddel legislador; y no a la obra,sino a la intención; y no a la parte,sino al todo; ni qué tal es el acusadoahora, sino cómo era siempre o de ordinario.También es equitativo el acordarsemás de los bienes recibidos qusde los males, y más de los bienes queha recibido uno que de aquellos quehizo. Y es equitativo el haber soportadola injusticia recibida. Y el preferir resolverun litigio de palabra, que porla obra. Y es también equitativo el quererrecurrir mejor a un arbitraje quea un juicio; porque el arbitro atiende alo equitativo, el juez, en cambio, nvraa la ley; y con este fin precisamentese inventó el arbitro, para que dominela equidad.Así pues, ha quedado definido de e.stamanera todo lo que toca a la equidad.


146 ARISTÓTELES.—OBRAS 1374 b/1375 aCAPITULO 14CRITERIOS BÁSICOS PARA CALIBRAR LíGRAVEDAD DEL DELITOEl delito es mayor, en cuanto puedenacer de mayor injusticia; por eso losmenores delitos pueden resultar los mayores,por ejemplo, euando Calístratoacusaba a Melanopo de que había sisadotres medios óbolos sagrados a losconstructores del templo; tratándosede injusticia ocurre al contrario, que semiden aquellos casos por lo que en sipotencialmente encierran; porque el queha robado tres medios óbolos sagrados,es capaz también de cometer cualquierdelito.Unas veces, pues, la gravedad se calibraasí, otras veces se calibra por eldaño. Y de ello no hay castigo adecuado,antes todo es demasiado pequeño.Para ello tampoco hay remedio, porquees difícil e imposible; y tampoco aquellode lo que no puede reclamar justiciael perjudicado, porque ya es irremediable;porque hay que contar con que lasentencia y el castigo son un remedio.Tampoco si el que ha sufrido el daño yla injusticia se na castigado duramentea sí mismo; porque es justo que el quelo ha cometido sea castigado en mayorgrado; así, Sófocles, hablando en favorde Euctemon (1), luego que se habíadado muerte a si mismo, por haber sidoultrajado, dijo que no lo estimaría enmenos de lo que lo había estimado parasí el que lo había padecido.También son agravantes del delito elhaber cometido solo el crimen, o el primeroo después de pocos. Y también elcometer muchas veces el mismo delito.Y aquel por cuya causa se han buscadoy se han maquinado medios de perseguirloy de castigarlo, como en Argos,que es castigado aquel por cuya causaha tenido que ser impuesta una ley yaquellos delitos por cuya causa ha sidoconstruida una cárcel. Y el crimen,cuanto más fiero o salvaje es, es mayor.Y el que ha sido premeditado, tambiénes mayor. Y también lo es aquel que(11 Este Sófocles no es el poeta, sino unorador y político, posiblemente uno de los queincluye Jenofonte entre los treinta tiranos.los oyentes temen más que compadecen.Los recursos retóricos para este casoson los siguientes: decir que el acusadoha omitido o transgredido muchascosas, como por ejemplo, juramentos,contratos, palabras de fidelidad, derechosde matrimonio; pues todo ^llo suponeun exceso de delitos. Y t haberdelinquido precisamente allí donde losque cometen delito son castigados; porqueesto cometen los que dan testimonioen falso; ya que ¿dónde podría nodelinquir, si también lo hace en el tribunal?Y decir que lo ha hecho en aquellascosas en que se siente más la vergüenza,y ver si es contra aquel dequien se ha recibido bien; porque enmayor grado delinq ¡e, puesto que come-:e una acción mala y deja de hacer unajuena.También son más graves los delitosque violan las leyes no escritas; porquees de más valía el ser justo no forzadamente; ya que las leyes escritas obligancon necesidad, y las no escritas, no.Otro recurso retórico es el de cuandose obra contra las leyes escritas; porqueel que delinque, cuando son de temerlos castigos, también delinquiría, ymás, cuando no existiera el castigo.Así pues, hemos tratado en esto de lamayor gravedad del delito.CAPITULO 15SOBRE LOS ARGUMENTOSSXTRARRETORICOSHay que pasar ahora a tratar de losargumentos llamados no artísticos; porueestos son característicos de la oraoriaforense. Son cinco en número:eyes, testigos, pactos, confesiones bajoormento, juramentos.Hablemos primero, pues, sobre las lees,cómo ha de servirse de ellas el queersuade y el que disuade, y cómo hae usarlas el que acusa y el que defiene.Porque es evidente que, si la ley esritaes contraria al hecho, hay que utilizarla ley común y los. argumentos másequitativos y más justos. Y es evidenteque la fórmula «con la mejor conciencia)»significa no servirse siempre y simplementede las leyes escritas. Y tam-


1375 a/1376 a RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 15 147bien es evidente que lo equitativo permanecesiempre y nunca cambia, y tampocola ley común—ya que es una vozde la naturaleza—, y, en cambio, la leyescrita evoluciona con mucha frecuencia;de donde se dice aquello de la Antíganade Sófocles; porque ella se defiendediciendo que sepultó a Polinicesen contra de la ley de Creonte, pero noen contra de la ley no escrita:porque, ni ahora, ni ayer, sino siempre jamás...porque esto no yo lo de'bía hacer, por miedo de[ningún hombre...Argüiremos que lo justo es algo verdaderoy conveniente, pero que no es asílo que no parece justo; de manera queno lo es la ley escrita, ya que no hacela función de ley. Y diremos aún queel juez es como el perito en monedas,que juzga cuál es de mala ley y cuáles verdadera. Y también que es propiode un hombre de más valía aplicar yobservar las leyes no escritas, antesque las escritas. Y que si una ley esacaso contraria a otra ley bien consideradao a sí misma, de la misma maneraalgunas veces una manda que sea superiorlo que se disponga de comúnacuerdo, y otra prohibe que se llegue aun acuerdo universal fuera de la ley.Y si la ley es ambivalente, nos servimosde ella de manera que se pueda volvere interpretar en uno de los dos sentidosy se adapte tanto a lo que es justo comoa lo que es conveniente. Y, si las cosaspor las que se estableció la ley no tienenya vigencia, y sí la tiene, en cambio,la ley misma, hay que intentar esclareceresto y luchar en ello contra laley.Si la ley escrita es favorable al casoque tenemos entre manos, hay que decirentonces que aquello que hemos dichode «con la mejor conciencia» novale sólo para hacer justicia al margende la ley, ano también para queno se cometa perjurio, si se desconocequé es lo que dice la ley. Y, además,hay que añadir que nadie elige lo quees absolutamente bueno o simplementetal, sino lo que lo es para sí mismo. Ytambién hay que decir que en nada sediferencian el no haber ley y el no servirsede ella. Y hay que decir que enlas demás artes no sirve de nada superaren habilidad, por ejemplo, al médico;porque no daña tanto el error delmédico, como el estar acostumbrado adesobedecer al que manda, Y tambiénque el pretender ser más sabio que lasleyes, es lo que precisamente se prohibeen las leyes que merecieron alabanza.Por lo que toca a las leyes hemos distinguido,pues, de la manera dicha. Hagámosloahora respecto de los testigos;los testigos son de dos clases: unos antiguos,otros recientes; y de esos últimos,unos participan del riesgo del acusado,otros están fuera de él. Llamoantiguos a los poetas y a todos aquelloshombres famosos cuyos juicios soncélebres; como, por ejemplo, cuando losatenienses se sirvieron de Homero comotestigo en el asunto de Salamina, y losde Ténedos hace poco se sirvieron dePeriandro el Corintio contra los de Ligeo.Y Cleofonte empleó contra Critiaslas elegías de Solón, diciendo que su familiaera ya de antiguo desvergonzada;ya que, si no, nunca hubiera escritoSolón:dime a Critias, el pelirrojo, que obedezca a su[padre.Tales son los testigos, acerca de lascosas que ya han sucedido; respectode las cosas futuras también son testigoslos adivinos; así, por ejemplo, lohace Temístocles, al interpretar que hayque trabar un combate naval partiendode la cuestión de la muralla de madera.También los proverbios, como se sueledecir, son testimonios; por ejemplo, sialguien aconseja a otro no hacerse amigode un viejo, le sirve de testimonio elrefrán:nunca hagas bien a un viejo.Y si alguien delibera sobre el darmuerte a los hijos, a cuyos padres yase ha eliminado:necio es el que, habiendo matado al padre, deja[e'n vida a los hijos.Son testigos recientes todas las personasconocidas que han dado su opiniónsobre algo; porque sus juicios son


148 ARISTÓTELES.—OBRAS 1376 a/1376 bútiles a los que discuten sobre las mismascosas que ellos; así, por ejemplo,Eubulo (1), en los tribunales, utilizócontra Cares lo que Platón (2) dijocontra Arquibio, de que se extendió porla ciudad el confesar que se es malo.También son testigos válidos los quaparticiparían del riesgo del acusado, sipareciese que dicen mentira. Esos talesson solo testigos de si algo sucedió o no,de si es o no es; pero no lo son respectode la cualidad del hecho, como si esjusto o injusto, conveniente o inconveniente;en cambio, los que son de lejosson los testigos más fidedignos en relacióna estas cosa, como también los antiguos;porque no son corrompibles.Sirven de argumentos sobre testimonios,para los que carecen de testigos,el que conviene juzgar partiendo de loverosímil, es decir, «con la mejor conciencia»,y que las cosas verosímiles nopueden ser falseadas por la plata, y ademásque los argumentos de verosimilitudno pueden ser rechazados como testigosfalsos; el que tiene testigos dirápor su parte al que no los tiene quelas cosas verosímues son inútiles anteel tribunal, y que para nada se necesitaríanlos testigos si fuera suficiente atenersea las puras razones.Los testigos que se aducen son unosen favor de uno mismo, otros sobre laparte contraria; unos sobre el hecho,otros sobre el carácter o costumbre delautor del hecho, de manera que estéclaro que de ninguna manera se puedecarecer de un testimonio bueno; porque,si el testigo no lo es respecto delhecho, sea que conceda algo en favorde uno mismo, sea algo contrario a laotra parte, al menos, por lo que se refiereal carácter, podrá servir o bien afavor de la honradez de uno mismo oa favor de la maldad del contrario.Otras cosas referentes al testigo, que seaamigo, enemigo q indiferente, que seade buena reputación, mala o neutra, yotras diferencias semejantes, hay quededucirlas de los mismos tópicos de los(1) Eubulo de Anaflistos, orador adversariode Demóstenes, citado por este y Esquines.(2) La mayoría de los comentaristas se inclinanpor Platón, el cómico y poeta del sigloiv. No se sabe nada de este 1 Arquibio.que sacamos los entimemas al particular.Por lo que toca a los contratos, estees el uso que de ellos se hace en los discursos: confirmarlos o anularlos, hacerlosdignos de crédito o privarlos de él;si le convienen a uno, hay que hacerlosmerecedores de crédito y válidos; si convienena la otra parte, hay que obraral revés. En el convertir, pues, los contratosde válidos en inválidos o viceversa,no hay ninguna diferencia respectode la cuestión de los testigos; porquesegún sean los que han firmado con susnombres el contrato o según sean losencargados de su custodia, en tanto serándignos de crédito los mismos contratos;una vez admitida la importanciade un contrato a nuestro favor, hayque darle importancia; porque el contratoes una ley privada y parcial, y loscontratos no hacen válida la ley, perosí las leyes dan validez a los contratoslegales. Y, en general, la misma ley esuna especie de contrato, de manera queel que niega su crédito a un contrato ylo anula, anula las leyes. Además lamayoría de los acuerdos, precisamentelos voluntarios, se hacen mediante contratos,de manera que cuando quedansin validez, se anula el trato mutuo deunos hombres con otros. Otras cosas queconviniera decir quizá, es sencillo irlasviendo por lo dicho.Si los contratos nos son desfavorablesy están, en cambio, a favor de nuestroscontrarios, caen bien aquí, en primerlugar, aquellas cosas que uno podríaoponer a una ley que le es adversa.Porque es absurdo que, si a las leyesque puedan estar no rectamente establecidasporque se equivocaron los quelas dictaron, creemos que no es necesarioobedecerlas, es absurdo decimos que seanecesario plegarse a los contratos. Ademásque el juez es arbitro de lo justo;y con todo no hay que atender a esto,sino a lo que es más justo. Y lo que esjusto no se puede cambiar ni por engañoni con la violencia—porque es segúnla naturaleza—, y en cambio, nacencontratos entre los que están engañadosy obran presionados por la necesidad.Hay que mirar, además de esto,si son contrarios esos contratos a algunade las leyes escritas o de las comu-


1376 b/1377 b RETORICA.—LIBRO I.—CAP. 15 149nes, y entre las leyes escritas, si acasolo son a las propias o a las extranjeras,y luego si son contrarios a otros contratosanteriores o posteriores; porque losposteriores pueden ser los válidos, o bienser los anteriores los Justos y falsoslos posteriores, según sea necesario. Hayque atender además a lo conveniente,y a si es ello contrario a los jueces, yotros argumentos semejantes; ya queson fáciles de excogitar estos de unamanera similar a lo hecho.Las confesiones bajo tormento sontestimonios especiales que llevan consigoel parecer dignos de fe, porque añadencierta necesidad. Sin embargo, tampocoes difícil decir qué recursos sonadmisibles en ellos; porque si unos sonfavorables a nuestra causa, cabe aumentarsu importancia, ya que son estoslos únicos testimonios verdaderos;y si, en cambio, nos son desfavorables,y están a favor de la otra parte litigante,se pueden refutar diciendo laverdad respecto del género entero delos tormentos; porque los que son forzadosno menos dicen mentira que verdad,y los que resisten todo el tiempono dicen la verdad, y fácilmente mienten,para acabar antes. Conviene aplicara estas cosas ejemplos ocurridos queconozcan los jueces. (Conviene decirque no son verdaderas las confesionesbajo tormento; porque muchos son rudoso de piel dura y capaces de resistirnoblemente con su espíritu las violencias,pero los cobardes y los tímidos semantienen fuertes solo .hasta que venlos instrumentos de tortura, de maneraque nada hay digno de crédito en lasconfesiones obtenidas bajo tormento.)En cuanto a los juramentos, hay quedistinguir en ellos cuatro especies : pues,o .se da y se recibe, o bien ninguna delas dos cosas, o bien una cosa si y otrano, y entonces de estos o se da pero nose recibe, o se recibe pero no se da. Yaún hay otra forma, además de estas,si se ha prestado ya el juramento o poruno mismo o por el otro"No se ofrece el juramento a la otraparte apoyándose en que es fácil elperjurio y porque el que ha jurado norestituye y piensa que van a sentenciarlelos jueces, aun no habiendo jurado,da manera que así le resulte preferibleel riesgo que hay en los jueces, porqueen estos confia y en la otra parte no.Se niega alguno a hacer el juramento,porque dice que el juramento sehace a cambio de dinero, y que si fuerauno desvergonzado, de sobra habríaya jurado; porque es preferible ser desvergonzadoa algún precio que por nada;y que, por tanto, jurando ganaríaalgo, y no Jurando, no. Así pues, diceque el no jurar es por virtud y de ningunamanera por temor al perjurio. Perose puede aplicar aquí lo que dijoJenófanes, que este desafío no es equilibradoo proporcionado, puesto en unhombre impío contra un hombre quees piadoso, sino es más bien semejantea que un hombre fuerte desafiaraa uno débil a dar golpes o a recibirlos.Si se acepta el juramento, se podrfaargüir que se tiene demasiada fe enuno mismo y no en el otro. Y, dándolela vuelta al dicho de Jenófanes, habráque decir entonces que hay igualdaden que el impío conceda el juramento yel que es piadoso jure; y que sería terribleentonces que uno no quisiera jurar,en una causa en que se cree justificadoque los jueces emitan su juicio, despuésde haber jurado.Si se concede el juramento a la parteadversa, se dirá que es piadoso quererconfiarse a los dioses y que no esmenester que el adversario utilice otrosjueces que estos; porque a él se le concedela decisión. Y además, que seríaabsurdo no querer jurar sobre cosas enque otros incluso son movidos a jurar.Pue.sto que está ya claro como hayque hablar en cada caso, también loestá cómo hay que hablar cuando secombinan entre sí dos casos distintos;por ejemplo, si uno quiere prestar juramentoy en cambio no concedérseloal adversario, y si lo concede, pero elotro no lo amere prestar, y si quiereconcederlo por una parte y tambiénprestarlo él a su vez, y si ni una cosani la otra; porque es necesario que estoscasos cualesquiera se compongan delos ya explicados de manera que tambiénlos razonamientos correspondientesse componen de los ya expuestos.Si una parte ha hecho ya juramentoy este resulta luego contradictorio, hayque decir que no hay perjurio; porque


150 ARISTÓTELES.—OBRAS 1377 b/1378 ael delinquir es algo voluntario, y el perjurarciertamente es delinquir; pero Joque se hace movido por la violencia ocegado por el engaño es involuntario.Por tanto hay que incluir también aquíel hacer juramento en falso, que es hacerlocon la mente, pero no con laboca.Pero si es el adversario el que, habiendoya jurado, se contradice a símismo, hay que decir que todo lo deshaceel que no se atiene a lo que juró;porque por esto también los jueces aplicanlas leyes solo luego de haber jurado.Y hay que decir así: y ¿van estosa creer que vosotros vais a juzgar segúnlo que habéis jurado, cuando ellosno tienen en cuenta su juramento? Yañadir cuantas cosas de este mismo estilose puedan decir, ponderando esto,(Así pues, quede dicho todo esto respectode los argumentos no artísticos.)CAPITULO 1TRANSICIÓN. Y SOBRE EL CARÁCTER DELORADOR Y LAS PASIONES DEL OYENTEAsí pues, todo lo expuesto va dedicadoa ver de qué es conveniente partirpara convencer y disuadir, ensalzar ycensurar, acusar y defenderse, y quéopiniones y opiniones son útiles paralos argumentos que respaldan estas cosas;ya que en torno a esto y a partirde esto se forman los entimemas, quese dicen en particular sobre cada unade las clases de discursos.Y puesto que la retórica tiene comofin el juzgar—porque también se juzganlas deliberaciones y el veredicto deltribunal es un juicio—, es necesarioatender no solo a que el discurso seaapodíctico y fidedigno, sino también acómo ha de prepararse el mismo oradory a cómo ha de predisponerse al juez;porque importa mucho para la autoridaddel orador, sobre todo en los iiscursosdeliberativos, y también luego enlos forenses, cómo se presenta el quehabla y el que se pueda suponer que elque habla está de alguna manera favorablementedispuesto en su ánimo enrelación a los que le oyen, y respecto aestos, si se logra que también ellos esténde alguna manera dispuestos para conel orador.De qué modo, pues, deba aparecer elorador, es más útil para la oratoria deliberativa,y que el oyente esté de algunamanera bien dispuesto es más útilpara la oratoria forense; porque lasLIBRO SEGUNDOcosas no les parecen las mismas a losque aman que a los que odian, ni a losque están indignados que a los que siententranquilidad, antes las cosas les parecentotalmente otras o distintas engrado o medida; porque al que ama alque es sometido a juicio, cree que esteo bien no ha delinquido o que ha delinquidopoco; y al que odia le parecetodo lo contrario; y al que desea algocon vehemencia o al que está en la firmeesperanza de algo, si lo que va. a seres agradable, le parece que sí va a seraquello, y que va a ser bueno; pero alque nada desea y al que siente displicenciapor lo futuro, le pasa todo locontrario.De que los oradores sean dignos decrédito se señalan, pues, tres causas:porque tres son las causas que nosmueven a creer fuera de las demostraciones.Son estas tres: la prudencia, lavirtud y la benevolencia; porque losoradores sabemos recurren a la falsíaen aquellas cosas sobre que hablan odeliberan, sea por todas estas causasjuntas, sea por algunas de ellas; yaque, o bien por falta de prudencia noopinan con rectitud, o bien opinandorectamente no dicen lo que en realidadcreen por maldad, o bien, siendoprudentes y honrados, no son benevolentes,por lo cual es posible que noaconsejen lo mejor a los que han de decidirel litigio. Y fuera de estas causasno hay otra. Es, pues, necesario queel que parezca poseer en si todas estascualidades, resulte digno de crédito alos oyentes.


1378 a/1378 b RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 2 151Por qué cosas, pues, podrán parecer mente le son posibles, por eso se ha dichocon razón sobre la ira:prudentes y probos, hay que deducirlode lo que se ha dicho respecto de las virtudes;ya que, partiendo de estas cosas, la cual, mucho más dulce que la miel que destila,crece en los pechos de los hombres... (Uporquele acompaña cierto placer, porpuede uno presentar a otro y aun presentarsea sí mismo bajo estos aspectos;por lo que se refiere a la benevolencia y eso y porque se pasa el tiempo vengándoseen su interior; y la imaginacióna la amistad, hay que incluir el tema enlo que se dice acerca de las pasiones. que se le produce entonces le causaSon las pasiones aquello por lo que placer, como lo cauaan las de los sueños.los hombres, cambiando íntimamente, se Puesto que el desprecio es la actualizaciónde una opinión sobre algo quediferencian ante el juicio; les sigue alas pasiones, como consecuencia, tristezao placer; así son, por ejemplo, la tamente estimamos que los bienes y losno parece digno de estima—porque cier-ira, la compasión, el temor y cuantas males son dignos cíe un aprecio, y lootras hay semejantes a estas y sus contrarias.Conviene distinguir en cada una no es nada o es pequeño, de ningunaque tiende a ellos también; pero lo quetres aspectos—y me refiero, por ejemplo, manera lo consideramos digno de estima—;hay tres especies de desprecio:a la ira—: Cuál es la disposición deánimo de los iracundos, contra quiénes el menosprecio, la calumnia y el ultraje;porque el que menosprecia algo, losuelen irritarse y en qué ocasiones suelenhacerlo; pues de conocer solo uno tiene en poco—ya que todo lo que pareceno valer nada se menosprecia, y loo dos de estos aspectos, pero no todosellos, nos sería imposible provocar la que no vale nada, se desprecia—; tambiénel que calumnia parece menospre-ira; de manera semejante ocurre conlas demás. De la misma manera, pues, ciar, porque la difamación es un obstáculoa los designios de la voluntad,que hemos descrito las premisas sobrelas cosas ya dichas, así haremos aquí no para lograr que una cosa sea paracon estas y las dividiremos del modo uno mismo, sino para que no sea paradicho.otro. Y puesto que no es para que algosea para uno mismo, lo desprecia; yaque es evidente que este tal supone queCAPITULO 2aquello no le va a causar a él daño alguno,porque si lo temiera, no lo despreciaría;ni piensa que pueda ser porSOBRE LA IRA Y SUS FACETASello ayudado en algo que mereciera laSea, por consiguiente, la ira un impulso,acompañado de tristeza, a dar hacérselo amigo. También el que ultra-pena; porque habría pensado ya enun castigo manifiesto por un manifiesto ja desprecia; pues el ultraje es hacerdesprecio de algo que toca a uno mismo y decir algo que redunda en vergüenzao a alguno de los suyos, lo cual no era del aue lo padece, no para que a élcorrecto despreciar. Si esto es la ira, mismo le venga de ello otra cosa quees necesario que el iracundo se enoje esto, ni porque le haya ya venido estesiempre por cosas que se refieren a un algo, sino simplemente por darse esteindividuo particular, contra Cleón, por gusto; porque los oue con esto correspondena otra casa, no ultrajan, sinoejemplo, pero no contra «el hombre»;además es necesario sea porque ha que se vengan. Y la causa del placerLcho o iba a hacer algo contra él o n los que ultrajan está en que piensancontra alguno de los suyos; y además que, haciendo daño a otros, ellos sobresalenmás. Por este motivo los jóvenesde teda ira se sigue cierto placer, cau-sado por la .peranzade" v^rseT y y lo. r^^^^^^r^^npuesto que es agradable pensar que seva a conseguir aquello a que uno aspira,y nadie, por otra parte, aspira a cosasque le parecen imposibles para sí mismo,el iracundo aspira a cosas que realque,cometiendo ultrajes, sobresalenmás. La deshonra es propia del ultrajey el que deshonra a otro, le desprecia;(1) Ilíada, XVIII, 109 y sgs.


152 ARISTÓTELES.—OBRAS 1378 b/1379 bporque lo que no tiene ningún valor,tampoco tiene estimación ninguna, ni debien ni de mal. Por eso dice Aquiles enojado:me deshonró; porque, habiéndome quitado el(premio, lo retiene él.Y,como si fuera un desterrado, a quien no se honra,como enojado por esto. Y creen muchosque es conveniente ser muy consideradopor los que le son a uno inferioresen linaje, en poder, en virtud y, en general,en aquello en que se sobresalemucho, como por ejemplo en las riquezas,en que el rico es superior al pobre,y en el hablar, en que el orador es superioral que es incapaz de expresarse,y el que manda respecto del subdito, yel que se cree digno de mandar respectodel que vale para subdito. Por eso seha dicho:es grande la ira de los reyes nutridos por Zeus,y también,pero también más tarde persiste 1 el rencor (1»;puesto que también ellos se enfurecenpor la superioridad. También se esperaser considerado de parte de aquellos dequienes se piensa se debe recibir bien;y estos son aquellos a quienes uno hahecho o hace bien, él mismo o algunode los suyos, o bien piensa o ha pensadofavorecerles.Es claro, pues, por lo dicho, cuál esla disposición de ánimo en que se encuentranlos que se encolerizan, contraquiénes lo hacen y por qué causas. Yaque se enojan, cuando sienten tristeza;porque el que siente amargura es porquesiente aspiración o tendencia a algo;y tanto si directamente alguno seles opone, como por ejemplo el queimpide beber al que tiene sed, comosi no lo hace directamente, de igualmanera parece suceder esto mismo; y,si alguien les lleva la contraria, o nocolabora con ellos, o bien si se les molestaen cualquier otra cosa, cuando estánen este estado de ánimo, se enfu-(1) Ambos textos de la Ilíada, II, 196, y I,182, respectivamente.recen contra todos. Por eso los que sufren,los pobres, los que están en guerra,los que aman y, en general, losque apetecen algo y no pueden satisfacerloson enojadizos y fácilmente irritables,sobre todo para con los que despreciansu presente; como por ejemploel que está enfermo contra los que desprecianla enfermedad; el que es pobre,contra los que desprecian la pobreza;el que está en guerra, contra losque desprecian la guerra; el que ama,contra los que minusvaloran el amor; yde manera semejante en todo lo demás—y, si no, en cualquier otra cosa quealguien pueda tener en poco—; porquecada uno es llevado a su enojo por lapasión que soporta. También ocurre esto,si sucede acaso lo contrario de loque uno se esperaba; ya que lo inesperadoentristece mucho más como tambiéncomplace mucho más lo imprevisto,si ocurre según se desea. Por todo eso,,queda claro qué estaciones, tiempos, situacionesy edades son más prontos ala ira, y dónde y cuándo, y que cuandomás de lleno caen dentro de las cosasdichas, más propensas son a la ira.Los que así están predispuestos a laira, se enfurecen contra los que se ríen,se burlan y se chancean; porque cometenultraje contra ellos. Y también seenfurecen contra aquellos que les dañanen aquellas cosas que son signo de oprobio.Y necesariamente serán estas cosasde tal categoría que no les darán nadaen cambio ni son de utilidad a los quelas hacen; ya que en esto precisamentese manifiesta la insolencia. Tambiénse encolerizan contra aquellos que hablanmal y menosprecian aquello de queellos más se precian; como por ejemplolos que pretenden ser consideradosen el campo de la filosofía, si alguiense la desprecia; y los que pretenden serestimados por la perfección de su cuerpo,si se la desprecian; y de modo semejanteen lo que atañe a las demáscosas. Y eso ocurre mucho más aún, silos que son objeto de burla imaginanno poseer aquello, o absolutamente, oen tanto grado, o que no se ve; puestoque cuando uno cree sobresalir muchoen aquello en que es objeto de burlano se preocupa. Y se siente mayor enojoaún contra los amigos que contra los


1379 b/1380 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 3 153que no lo son; porque se piensa que esmás lógico recibir de ellos buen trato,que no lo contrario. También se encolerizanestos contra los que están acostumbradosa rendirles honra y consideración,si no vuelven a tratar con ellos;porque por .estas cosas piensan ser menospreciados;ya que, si no, harían lomismo qué antes solían. Y lo mismocontra los que no corresponden bien, nipagan adecuadamente. Y también se encolerizancontra los que obran cosas queson contra uno, si son • inferiores; porquea todos ellos parece que se les menosprecia,a los unos como a inferiores,a los otros como que vienen de parte delos inferiores. Lo mismo contra los queno son tehidos en ninguna consideración,si dan por su parte muestras de desprecio,se siente aún mayor enojo; ya quese supone que la ira nace del despreciode los que no tienen motivo por qué despreciar,y a los inferiores no les cuadrahacerlo; y se siente también enojocontra los amigos, si no hablan bienni hacen favores, y todavía más si obranlo contrario, y si no se sienten necesitados;como por ejemplo el Plexipo dela tragedia de Antiíón (1) contra Meleagro;porque el no conmoverse e.s señalde desprecio; ya que aquellos porquienes nos interesamos no nos pasaninadvertidos. Y contra los que se alegrande las desgracias y, en general,contra los que no se impresionan ensus desgracias personales; porque es señalde enemistad y desprecio. Tambiénse encolerizan t ntra los que no meditansi van a producir pesar con sus acciones;por eso también se enfureceuno contra los que anuncian las malasnoticias. Lo mismo contra los que prestanoídos a los errores que uno ha cometidoo los consideran: porque estostales son semejantes a los enemigos alos que le desprecian a uno; ya aue losamigos se conduelen de ello, y todos losque ven en mal estado las cosas propias,lo sienten. También contra los quenos desprecian ante cinco clases de personas: ante los que rivalizan con nosotrosen alsco: ante los que nosotros admiramos;ante los que deseamos nosfl) Plexioo era uno de los dos tíos de Meleagro,a quien este mató.admiren; ante los que nos infunden respeto;o ante los que nos respetan; sialguien nos desprecia delante de estaspersonas, sentimos enojo. También seencoleriza uno contra aquellos que desprecianaquellas cosas, en cuya defensasería vergonzoso que no acudiéramoscomo por ejemplo nuestros padres olos hijos, la esposa, o los .subditos. Lomismo contra los que no devuelven unfavor; porque el desprecio consiste enhacer algo fuera de lo debido. Tambiéncontra los aue ironizan a los que hablanen serio; porque la ironía es un menosprecio.Y se encoleriza uno contra losque favorecen a los demás, pero no anosotros mismos; porque es despectivono estimarle a uno digno de lo que atodos los demás sí. Es también causa deira la falta de memoria, como por ejemploel olvido de los hombres, aun siendocosa de poca importancia; porquetambién el olvido parece ser muestra depoca estima, ya qua el olvido procedede descuido, y la falta de cuidado escierta falta de aprecio.Queda, pues, dicho, contra quiénes seexperimenta el enojo y en qué estadosde ánimo y por qué causas. Bs evidenteque convendría que el orador prepararacon su discurso a los oyentes de tal manera,que llegaran a la situación anímicade los que están enojados, y a loscontrarios los hiciera aparecer cargadosde culpas de tal Índole, que muevan aira y en tales circunstancias que excitenel enojo de los oyentes.CAPITULO 3SOBRE LA SERENIDAD O ENTEREZADado que lo contrario de irritarse esel tranquilizarse, y la ira es contraria ala serenidad, hay que tratar ahora sobrecómo es el estado de ánimo delos que son pacíficos, y respecto de quiéneslo son y por qué causas.Sea la serenidad, pues, una detencióny una pacificación de la ira.Si se siente ira evidente contra losque nos desprecian, y el desprecio esvoluntario, es evidente que ante los queno hacen esto, o lo hacen involuntariamente,o aparentan tales cosas, se es


154 ARISTÓTELES.—OBRAS 1380 a/1380 bmanso. Y también se es manso frente alos que quieren precisamente lo contrariode lo que en realidad han hecho.Lo mismo ante los que también se portanconsigo mismos como con nosotros,ya que nadie parece despreciarse a símismo; y lo mismo ocurre ante los quese confiesan culpables y se arrepienten;porque al entristecerse, como aplicándosea sí mismos la justicia por las cosashechas, hacen cesar la ira. Actitudque recuerda el castigo de los esclavos,ya que a los que replican y niegan lescastigamos más, en cambio a los quereconocen que son castigados justamente,no les llega nuestra ira, ya pacificada.La causa de ello está en que es desvergüenzanegar lo que es manifiesto,y la desvergüenza es desprecio y faltade consideración; al menos, ante aquellosque despreciamos, no sentimos vergüenza.Tampoco sentirnos ira ante losque se humillan a sí mismos y no replican;porque parecen reconocer que soninferiores, y los inferiores temen, y nadieque teme a alguien, desprecia. Queante los que se humillan se calma laira, también los perros lo dan a entenderno hiriendo a los que se echan alsuelo. Tampoco se enojan los que obranen serio contra los que se lo toman enserio; porque les parece que se les hablaen serio, pero no que se les menosprecia.Tampoco se encoleriza uno contralos que le han hecho mayores favores.Y tampoco contra los que ruegan y suplican,porque están más abajo. Tampococontra los que no ultrajan, ni sonburlones ni despectivos con nadie absolutamente,ni con los buenos, ni conlos que son como nosotros.En general, conviene llegar a la consideraciónde lo que serena, por los contrariosde lo que enoja. Se siente serenidadante aquellos a quienes se temey se respeta; porque mientras estamosen esta disposición de ánimo, no damoscabida a la ira, ya que es imposible temery enojarse al mismo tiempo. Tampocoante los que obran por ira, seenoja uno o se enoja menos; porquesus obras no parecen movidas por eldesprecio, ya que ningún iracundo desprecia;pues el desprecio no lleva consigotristeza y la ira sí. Y tampoco sesiente la ira contra los que nos respetan.Es evidente que loe que están en estadode ánimo contrario al enojarse, sonmansos; como por ejemplo en la risa,en la chanza, en la fiesta, en la buenasuerte, en la prosperidad, generalmenteen la falta de tristeza, en el placer noinsolente y en la esperanza equitativa.Además, los que luego de algún sucesohan dejado pasar el tiempo, tampocoestán sujetos a la ira; porque el tiempola serena. La ira mayor contra unapersona determinada la aplaca la venganzatomada antes contra otra persona;por eso Pilócrates (1), al preguntársele,estando aún el pueblo enfurecidocontra él: «¿Por qué no te defiendes?»,respondió con razón: «Aún no.»«Pues ¿cuándo?» «Cuando vea que hancalumniado a otro.» Porque entonces sevuelve mansa la gente, cuando ha desahogadosu ira contra otro, lo cualocurrió en el caso de Ergófilo (2); yaque, estando el pueblo más enojado contraél que contra Calistenes, lo soltaronporque el día antes habían ya condenadoa muerte a Calistenes. Tambiénse calma la ira si se coge al ofensor.Y también si el adversario ha recibidoun daño mayor que el que está con élenojado le hubiera causado; ya que deesta manera se tiene la impresión dehaber tomado ya la venganza. Y si secree que se ha cometido una injusticiay que se ha pagado justamente, tambiénse calma la ira—ya que contra lo justono se siente ira—; porque se piensaque no sufren más de lo merecido, y esosí era causa de ira. Por eso es convenientecastigar primero de palabra; porqueasí se enfurecen menos los castigadas,aun los mismos esclavos. Y no sesiente ira si se piensa que el que sufreel castigo no sentirá que lo sufre porcausa de uno y en compensación de loque este sufrió, ya que la ira se cebaen lo individual, lo cual es evidente porla definición. Por eso dice con razón elverso:dile que fue Ulises, el destructor de ciudades (3),(1) Contemporáneo y enemigo político deDemóstenes.(2) Ambos fueron generales en la expediciónal Quersoneso.(3) Odisea, IX, 504.


1380 b/1381 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 4 155porque no se sentiría Ulises vengado siel cíclope no supiera por quién fue aquellohecho ni en compensación de quécosa. De manera que no se enoja unocontra los que no sienten ni contra losque ya murieron, porque han sufrido yael término, y no tendrán más dolor nisentirán, que es lo que pretenden losiracundos. Por eso dice con razón elpoeta, sobre Héctor ya cadáver, queriendoponer fin a la ira de Aquiles:pues tierra sordomuda ultraja furibundo (1).Está, pues, suficientemente claro quelos que quieran aplacar a otros han desacar los recursos a emplear de estos tópicos,para disponer a los oyentes de talmanera que sientan temor de aquelloscontra quienes están enojados, p quesientan respeto, o que los considereninclinados a hacer favores, o autoresinvoluntarios de sus actos, o bien muydolidos de sus acciones.CAPITULO 4SOBRE EL AMOR, LA ENEMISTAD Y ELODIODigamos hacia quiénes se siente amory odio, y por qué, luego que hayamosdefinido qué es la amistad y el amor.Sea amor el querer para alguien aquelloque se cree bueno, por causa deaquel y no de uno mismo, y sentirseademás inclinado a realizarlo según laspropias posibilidades. Amigo es el queama y es, a su vez, amado. Consideranser amigos aquellos que se hallan asídispuestos entre sí.Supuestas estas cosas, es necesarioque sea amigo el que se goza juntamentecon los bienes del otro, y el que a unacon él se entristece en las penalidades,no por otra razón que por el mismo aquien ama. Porque, cuando a uno le vanbien todas las cosas, todos se alegran deello, y cuando las cosas son adversas, seentristecen; de modo que las penas y lasalegrías son el signo manifestativo deuna voluntad que ama. son, pues, amigosaquellos para quienes son los mis-U) Ilíada, XXIV, 5*.mos que para uno los males y los bienes,y para quienes son también los mismoslos amigos y los enemigos de uno; porquees necesario que quieran lo mismoque aquellos de quienes son amigos; demanera que el que quiera para otro lomismo que quiere para sí, este pareceser amigo de aquel otro. Y se ama a losque le hacen bien a uno mismo o a losque lo hacen a aquellos por quienes unose interesa; ya sean los bienes grandes,bien sean hechos con buen espíritu, bienrealizados en determinadas circunstanciasy por causa de uno mismo, o poraquellos de quienes se piensa tienen intenciónde hacer algún favor. Y se amaa los amigos de los amigos, y a los queaman a los que también uno ama. Ya los que son amados por los que sonamados por uno. Y lo mismo a los quetienen los mismos enemigos que uno yodian a los .mismos que uno odia y alos que son odiados por los que son odiadospor uno mismo; ya que para todosestos parecen existir los mismos bienesque para uno mismo, de manera quequieren los mismos bienes que uno quiere,lo cual decíamos es lo característicodel amigo. También a los que han trabajadobenéficamente en pro de las riquezasy de la seguridad; por eso seestima a los que son liberales, a los queson valerosos y a los que son justos. Seconsideran tales los que no viven a costade otros; y tales son los que vivendel trabajo, y de estos los que viven dela agricultura, y de los demás los artesanosde una manera especial. Tambiénse ama a los que son temperantes, porqueno cometen injusticias. Y a los queaman la tranquilidad, por la misma razón.Y a aquellos de quienes queremosser amigos, si nos parecen dispuestos aserlo; tales son los que son buenos porsu virtud, y los que son bien considerados,sea entre todos, sea entre los mejoreso entre los que son admirados pornosotros o entre los que nos admirana nosotros. Lo mismo, además, los queson agradables en su trato y en su convivencia;son tales los complacientes ylos que no están siempre dispuestos aecharle a uno en cara sus equivocaciones,y los que no son amantes de la polémicay* rijosos; porque todos estos sonreñidores y los reñidores parecen querer


156ARISTÓTELES.—OBRAS 1381 a/1382 alo contrario que uno. Y los que son hábilesen soltar chanzas y en soportarlas;ya que unos y otros tienden a lomismo y son capaces de hacer burlasy soportarlas adecuadamente. Y tambiénse ama a los que alaban los bienes queuno tiene y de entre ellos, sobre todo,aquellos que uno teme no poseer. Tambiénse ama a los que son limpios en .supresentación personal, en su vestido, entoda su vida. Y lo mismo a los que nole echan a uno en cara sus faltas; porquelos que hacen ambas cosas solo sirvenpara criticar. Y también se ama alos que no son rencorosos ni guardanlas ofensas, sino que son fáciles a lareconciliación, porque imaginamos seránpara con nosotros como son paracon los demás. Y lo mismo a los que nohablan de lo que está mal y no adviertenlas cosas malas de los que están cercade ellos ni las nuestras, sino sólolas cosas buenas; porque obra así el quees bueno. Y se ama a los que no ofrecenoposición a los iracundos ni a losque tienen prisa; ya que los que obranasí son también pendencieros. Y se amaa los que de algún modo nos tratan consolicitud, como mostrándonos admiración,y considerándonos buenos y gozandocon nuestra compañía, y sobre todolos que experimentan los mismos sentimientosque nosotros en las cosas enque más deseamos ser admirados o parecerser mejores o más agradables. Yse ama a los semejantes y a los que sededican a lo mismo, a no ser que estorbeno se ganen la vida con lo mismo;porque entonces sucede aquello de quetambién el alfarero está contra el alfarero.Y se ama a los que desean lo mismo,con tal que sea posible que ellos participena su vez en ello; ya que, delo contrario, sucede también lo dicho.Y se ama a aquellos ante quienes se tienetal disposición de ánimo que no sesiente ante ellos vergüenza en las cosasopinables y tampoco se los desprecia.Y se ama a aquellos con quienes se rivalizao por quienes se quiere ser emulado,aunque no envidiado; a estos ose les ama o se quiere que sean amigos.Y lo mismo a aquellos con quienes sepuede colaborar en obrar el bien, contal que por ello no vayan a ocurrirle auno mayores males. Y también a aquellosque de un modo semejante aman alos ausentes y a los presentes; por esotambién amamos a todos los que son asipara con nuestros muertos. Y se amatambién, en general, a los que amanmucho a sus amigos y no les abandonanen sus dificultades; porque amansobre todo, entre los buenos, a los queson buenos en la amistad. Y lo mismo alos que no le engañan a uno; y talesson los que nos dicen nuestros defectos;ya que se ha dicho que no nosavergonzamos ante nuestros amigos delas cosas que están sujetas a opinión;porque si el vergonzoso no es amigo, síparece serlo, en cambio, el que no esvergonzoso. Y se ama igualmente a losque no son terribles, y a aquellos hacialos que sentimos confianza; porquenadie ama al que teme.Especies o formas del amor son elcompañerismo, la familiaridad, el parentescoy demás cosas semejantes.El favor es causa eficaz del amor, yhacerlo sin ser rogado y sin hacer verque se ha hecho; ya que asi parecehaber sido hecho tan solo por causa delmismo amigo, y no por otra cosa.Por lo que se refiere a la enemistady el odio, es evidente que cabe estudiarlosa partir de los contratos de lo dicho.Causas de la enemistad son la ira,la vejación, la calumnia. La ira procede,decíamos, de las cosas que le afectan auno mismo, la enemistad en cambio tienelugar sin que la cosa le afecte a unopersonalmente; ya que si podemos sospecharque una cosa está incluida eneste género, la odiamos. Y la ira seceba siempre en lo individual, como enCalías o Sócrates, el odio en cambiocomprendé también las cosas genéricas,ya que todo el mundo odia al ladrón yal calumniador. Y aquella admite, conel tiempo, curación; este, en cambio,no es curable. Y la una conlleva tendenciaa causar tristeza, mientras elotro tiende a causar daño; porque elque está enojado quiere sentir el dañoque causa, y al que odia nada le importaadvertirlo. Las cosas que causan tristezase sienten todas; con todo las peoresson las menos sensibles, la injusticiay la insensatez; porque ninguna


1382 a/1382 b RETORICA.—LBRO II.—CAP. 5 157tristeza causa la presencia del mal. Yla una lleva consigo tristeza, el otroen cambio no; porque el que está enojadoestá triste, y el que odia, no. Y eluno se movería a compasión si al otrole ocurrieran muchas cofias, y este encambio no se compadecería ante ningunacosa; ya que el uno quiere simplementeque aquel contra quien estáenojado, pague a su vez, mientras queel otro no quiere que exista aquel aquien odia.Asi pues, por lo dicho queda bien claroque es posible demostrar que los amigosy los enemigos lo son y, cuando nolo son, es posible hacerlos pasar por tales,y si dicen que lo son, deshacer talafirmación; y cuando están en pleitopor ira o por enemistad, es posible encuadrarlosen la categoría de amigo ode enemigo, según uno haya elegidoantes.Qué cosas son las que se temen, aquiénes se teme y bajo qué disposiciónde ánimo, quedará claro por lo que sigue.CAPITULO 5SOBRE EL TEMOR Y EL VALORSea el temor cierta pena o turbaciónque resulta de la imaginación de unmal inminente, dañoso o triste; porqueno todas las cosas malas se temen, comopor ejemplo ser uno injusto o tardo,sino cuantas puedan conllevar grandespenalidades o daños, y aun esto no,si parece lejano, sino tan solo si parececercano, como si fuera ya a suceder, yaque las cosas muy lejanas no se temen,porque todos saben que van a morir,pero como no lo consideran inmediato,no se preocupan de ello.Así pues, si esto es el temor, es necesarioque sean temibles aquellas cosasque parecen poseer una gran capacidadde destruir o de causar daños, que tiendancon fuerza a una gran tristeza. Poreso son también temibles las señales detales cosas; porque lo temible pareceestar cercano; ya que esto es precisamenteel peligro: la proximidad de lotemible. Y tales son entonces la enemistady la ira de los que tienen poderpara hacer algo; porque es evidente quequieren ponerlo por obra, de maneraque están muy cerca de la acción. Y estambién temible la injusticia que tienepoder; ya que por la decisión premeditada,es injusto el injusto. Y tambiénes temible la virtud ultrajada que tienepoder; porque es evidente que siempretiene intención de obrar, puesto queha sido ultrajada, y ahora además tienepoder para hacerlo. Y es también temibleel miedo en aquellos que puedenhacer algún mal; ya que es necesarioque quien está en tal disposición deánimo esté también preparado para hacerlo.Puesto que la masa de la gentees bastante mala y no se sabe sobreponeral lucro, y es bastante cobarde enlos peligros, es de ordinario temible estara merced de otro, de manera quelos que han sido cómplices en algún hechomalo, es peligroso que se vuelvantemibles, o que le denuncien a uno óque le abandonen a uno en el apuro. Yson también temibles para aquellos aquienes puede hacerse injusticia, los quetienen poderío para cometerla; porquede ordinario, los hombres, cuando pueden,cometen injusticia. También sontemibles los que han sido victimas dealguna injusticia o al menos se creentales, porque estos acechan- siempre laocasión. Y los que han delinquido, cuandotienen poder, son también temibles,por el temor que sienten ellos a su vezde ser víctimas de alguna venganza. Yaque se supone que esto es temible. Y sonigualmente temibles los que están enpugna por cosas que no es posible tenganal mismo tiempo los unos y losotros; porque siempre están en luchaentre sí por ello. Y lo son los que sontemibles para quien es más fuerte queuno; porque todavía más podrían dañarlea uno que aquellos, si pueden hacerloa los que son más fuertes. Y aquellosa quienes temen los que son másfuertes que uno, y por la misma razón.Y lo son también los que han eliminadoo vencido a los aue son más fuertes queuno; y los que han agredido a los queson más débiles que uno; porque, oeran ya temibles antes, o lo son ahorapor haberse crecido. Y son también temibles,de entre los que han sido víctimasde injusticia y son enemigos o rivales,no los de genio pronto y los que


158 ARISTÓTELES.—OBRAS 1382 b/1383 ano tienen doblez, sino los mansos, loshipócritas y los astutos; porque si estáncerca de uno, no se reconocen, demodo que nunca es evidente que esténlejos.Todas las cosas temibles son aún mástemibles, cuando, una vez cometida laíalta, no es posible rectificar, sino quela enmienda es totalmente imposible ono está en uno mismo, sino en los contrarios.Y también lo son las cosas enque no es posible pedir auxilio o no esíácil hacerlo. Hablando en general, sontemibles todas las cosas que, cuando lesocurren o amenazan ocurrirles a los demás,merecen compasión.Así pues, las cosas temibles y las queen realidad se temen, son casi estas lasmayores, por así decirlo; digamos ahoraen qué estado de ánimo están losque temen. Si el temor, pues, se da conel presentimiento de sufrir algún dañocapaz de producir la aniquilación, esevidente que nadie teme aquellas cosasque parece no pueden dañar en nada,ni aquellas cosas que uno piensa no vaa padecer, ni a aouellos de quienes unopiensa no va a padecerlo, ni cuando sepiensa que no van a ocurrir.- Es necesario,pues, que teman los que piensan quepueden sufrir algo, y a aquellos de quienesles puede venir esto, y aquellas cosasque pueden suceder y las veces queles puedan suceder. Pues no piensan poderpadecer daño ni los que están engran prosperidad, ni los que creen estarlo;por eso los insolentes, los despectivosy los temerarios—ya que la riqueza,la fuerza, las muchas .amistades y elpoder los hace tales—; y tampoco losque creen que ya han sido víctimas detodas las cosas temibles y están ya fríosde cara al futuro, como los que ya hansido fuertemente azotados con varas;antes, para temer, conviene que sobrevivaalguna esperanza de salvación, respectode aquello por que se lucha. Laprueba está en que el miedo nos haceconsiderados, y nadie delibera o considerasobre las cosas desesperadas.De manera que, cuando sea mejor quelos oyentes teman a alguien, es convenientedisponerlos diciéndoles que estánen condiciones de que les ocurra algo;porque también otros mayores queellos han sufrido; y mostrarles queotros, en igualdad de circunstancias queellos, padecen o han padecido, y a manosde quienes ellos no imaginaban, ytales cosas y en tales ocasiones que ellosno podían pensar.Puesto que con esto queda ya claro loque se refiere al temor y a las cosas temibles,y al estado de ánimo de todos ycada uno de los que temen, también resultaevidente de ello qué es lo valeroso,y en qué cosas se dan a conocer losvalientes y qué disposición de ánimo suponenlos valerosos; porque el valor eslo contrario del temor y lo que muevea la intrepidez es io contrario de lo temible;de manera que valor es la esperanzaacompañada de la imaginaciónde que están cerca las cosas salvadorasy de que las cosas temibles o noexisten o están lejos.Son cosas que infunden valor el quelas cosas temibles estén lejos y que esténcerca las que anuncian la salvación.Y si caben remedios o recursos,muchos o mayores, o las dos cosas a untiempo, y si no se ha sido víctima '(Leinjusticia alguna ni autor de ella, y losrivales o simplemente no existen o notienen poder, o si, teniendo poder, sonamigos o bienhechores o han recibidonuestros favores. O bien, si son más numerososaquellos a quienes conviene lomismo que a uno, o son más fuertes,o ambas cosas.Los valerosos lo son en estas disposicionesde ánimo: si creen que han triunfadomucho y no han padecido, o biensi muchas veces han llegado al bordede las cosas temibles y las han podidoesquivar; porque de dos maneras sevuelven insensibles los hombres: o porno tener experiencia o por tener seguridad,y así, en los peligros del mar, losque no han vivido una tormenta confíansuperar el futuro, y también lo esperanlos que tienen seguridad por laexperiencia pasada. Se es también valeroso,cuando* una cosa no es temiblea los que son semejantes a uno, ni alos que son menos que uno, ni a aquellosde quienes uno se considera superior;y creemos que entre estos estánaquellos a quienes hemos vencido, o personalmentea ellos, o a los que son másfuertes que ellos o semejantes a ellos.También son así los que piensan po»


1383 b/1384 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 6 159seer más y mayores cosas que aquellaspor cuya posesión vienen a ser los hombrestemibles; tales cosas son la grancantidad de riquezas, la fuerza corporal,los amigos, las posesiones territoriales,los elementos dispuestos para la guerra,o de todas clases o de los más importantes.Y tampoco se siente temor,si no se ha cometido injusticia contranadie, o solo contra pocos, o contra aquellosde quienes no se teme nada. Y, generalmente,tampoco se teme si se estáen buena situación respecto de los dioses,en otras cosas y en las que vienenconfirmadas por señales y oráculos;porque la ira da animosidad; y el nocometer injusticia, antes ser víctima deella, provoca la ira; y se supone quela divinidad acude en ayuda de los quesufren injusticias. Y tampoco se sientetemor cuando, al emprender algo, secree que nada le puede pasar a uno demomento, ni le va a pasar luego, antesha de triunfar. Y así se ha hablado yade lo que se refiere a las cosas temiblesy a las que infunden valor.SOBRE LACAPITULO 6VERGÜENZA O RESPETODe qué cosas se siente vergüenza yde cuáles no se siente, y ante quiénesy en qué estados de ánimo se siente,se verá, claro por io que sigue.Sea la vergüenza cierta tristeza o turbaciónrespecto de los vicios presentes,pasados o futuros, que parecen llevara una pérdida de la honra; y ladesvergüenza es cierto desprecio e indiferenciarespecto de las mismas cosasṠi vergüenza es lo que ha sido definido,es necesario que se sienta vergüenzade aquellas faltas que parecen servergonzosas para uno mismo y paraaquellos por quienes uno se muestra solícito;tales son todas las obras que procedende un vicio, como, por ejemplo,arrojar el escudo y huir; porque nacede cobardía. Y lo mismo robarle a unoalgo que recibió como fianza, o delinquirya que ello procede de la injusticia.Y fornicar con quienes no se debehacer, o donde no conviene, o cuando noconviene ; porque nace de la incontinencia.Y el lucrar con cosas mezquinas overgonzosas, o de quienes no se puedendefender, como, por ejemplo, de los pobreso de los muertos; de donde vieneel refrán: «sacar hasta de un cadáver»;poique esto nace de codicia y avaricia.Y también es vergonzoso no prestar auxiliocon dinero, pudiéndolo hacer, oi prestarlo menor de lo que se puede. Yhacerse socorrer por los que tienen menosrecusos que uno: también es vergonzoso.Y lo es también pedir dineroprestado, cuando uno parece mendigar,y mendigar, cuando uno parece exigir,y exigir, cuando uno parece que mendiga,y tributar alabanzas,, cuando unoparece" que las pide, y hacerlo no menos,cuando le ha sido denegada a uno unapetición; porque todo esto son señalesde tacañería. El alabar a los que estánpresentes es adulación, y el excederseal alabar lo bueno y atenuar las cosasmalas y el ser extremado en dolersecon el que se duele en nuestra presencia,y todo lo demás semejante aesto; porque todo ello son señales deadulación.Y es vergonzoso no tolerar trabajos,que toleran en cambio los que son másancianos, o llevan una vida regalada olos que se hallan en mejor fortuna, o! simplemente son de inferior capacidad.Porque todo esto son señales de molicie.Y recibir beneficios de otro, y esto muchasveces, y criticar duramente el favorque le hicieron; porque todo estoson señales de mezquindad de espírituy de bajeza. Y lo es asimismo anunciara todos los vientos las cosas propias ypregonarse a sí mismo, y afirmar quetambién son propias las cosas ajenas;porque todo ello es síntoma de fanfarronería.Y hacer de manera semejante conlos hechos que proceden de cada unode los vicios del carácter, y de sus señalesy las demás cosas semejantes, porqueson cosas infames y vergonzosas.Y no participar de los bienes de losque todos participan, o todos los queson de igual categoría o clase, o la mayoríade ellos—y llamo iguales a losde la misma nación, a los conciudadanos,a los coetáneos, parientes y, en general,a todos los que están en igualcondición que uno—; porque es vergon-


160 ARISTÓTELES.—OBRAS 1384 a/1384 bzoso no participar, por ejemplo, hasta Se respeta a los que no están expuestosa estas cosas; porque es evidentecierto grado de la educación, y semejantementede las demás cosas. Todas que ellos opinan lo contrario de todoestas causas de desvergüenza lo son esto. Y se respeta a los que no son indulgentescon los que parecen pecar;más, si parecen provenir de uno mismo; porque de esta manera parecen porque las cosas que uno mismo hace,ser en mayor grado consecuencia de un se dice que no se las reprocha uno avicio, si uno es la causa de lo que ha los que están cerca de él, y en cuantosucedido, sucede o sucederá. Los que no las hace, es evidente que las ha depadecen, han padecido o van a padecer reprochar. Y también se respeta asimismoa los que comunican esto a muchos;cuanto conduce al deshonor y al ultraje,reciben vergüenza en estas cosas; ya que en nada se distinguen el noestas cosas son las que llevan a servidumbresdel cuerpo, o a actos vergonpensosa comentar las cosas los quejuzgar y el no comunicarlo. Son prozosos,entre los cuales esta el sufrir ultraje.Y también Jo que toca a la in-siempre en acecho, y también los mal-han padecido injusticias, porque estáncontinencia, sea voluntario, sea involuntario—loimpuesto por la violencia es a los que no han faltado, más aún adicientes; porque si estos critican auninvoluntario—; porque la paciencia y el los que sí han faltado. Y también seno defenderse son consecuencia de la faltade fortaleza o de la cobardía. ción censurar los pecados de los quérespeta a los que tienen como ocupa-Las cosas que causan vergüenza son viven cerca de ellos, como son, por ejemplo,los bufones y los autores cómicos;estas y todas las que son de este mismoestilo; porque la vergüenza es una porque estos son de alguna manera maldicientesy pregoneros de las cosas. Yrepresentación imaginativa de lo quese refiere a la deshonra, y por causa antes aquellos a quienes en nada les hande esta misma y no de sus consecuencias,porque nadie se preocupa de la en la posición de los que son admirados.fallado sus esperanzas; porque estánopinión, sino de los que opinan, es necesarioque se avergüence uno ante a quienes por primera vez se les ha pe-Por eso se siente vergüenza de aquellosaquellos de quienes se tiene cuenta. Y dido algo, ya que entre ellos, de algunamanera, no había aún desmerecidose tiene cuenta de los admiradores deuno y de los que uno mismo admira, y uno; tales son los que están comenzandoa querer ser amigos de uno—ya quede aquellos por quienes uno quiere seradmirado y de aquellos a quienes se se fijan en lo mejor de uno; por esoemula y cuya opinión no se menosprecia.Se quiere ser admirado por aque-los siracusanos (1)—; y entre los anti-está bien la respuesta de Eurípides allos y se admira a aquellos que poseen guos conocidos se cuentan como talesalgún bien de los que son ordinariamenteestimados, o aquellos de quienes acnevergüenza no solo de las cosas lla-los que nada conocen de uno. Se tiecidentalmentese necesita lograr algo de madas vergonzosas, sino también de susque ellos son señores, como les ocurre a señales manifestativas, por ejemplo, nolos amantes; se emula a los que son solo de entregarse al acto del amor, sinotambién de sus signos. Y no solo aliguales; se tiene en consideración a losque son prudentes, porque dicen la verdad,y son tales los de edad avanzada bién al hablar de ellas. De semejantecometer acciones vergonzosas, sino tam-y los que han recibido una educación modo no solo se siente vergüenza deesmerada. También se siente vergüenza las personas dichas, sino también de lasde lo que está a la vista y es más patente;de donde el proverbio de que (1) Un escolio a este 1 pasaje dice que Eurípides—nose sabe si el poeta trágico o un Heu-«en los ojos están las cosas que causanvergüenza». Por eso se siente más rippides, político conocido por una inscripción—vergüenza de los que siempre van a estarjunto a uno y de los que nos con-lo que les dijo qué solo por presentarse comofue encargado de tratar una paz con Siracusa.Encontró mal dispuestos a los ciudadanos, porceden mayor atención, porque unos y admiradores, debían aceptar las condiciones deotros están ante los ojos.los atenienses.


1384 b/1385 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 7 161que se lo van a manifestar a ellas, como,por ejemplo, los criados o sus amigos.En general, no se tiene vergüenzani de los que despreciamos mucho porsu poca fidelidad a lo verdadero^-porquenadie se avergüenza de los niños ode los animales—, ni se siente igual vergüenzaante los conocidos que ante losdesconocidos, sino aue ante los conocidosse siente vergüenza de las cosasque se juzgan vergonzosas de verdad y,ante los más lejanos, de lo que se refierea las costumbres admitidas.La vergüenza es posible sentirla enestos estados de ánimo: primero, si antenosotros, con la disposición de ánimode los que hemos dicho sienten vergüenza,se hallaran otros cualesquiera.Eran estos los que son admirados poruno, o los que le admiran a uno, o aquellospor quienes se quiere ser admirado,o aquellos de quienes se necesita unfavor de los que no se alcanzan si desmerecenuestra opinión, y esto o bienporque nos ven—como Cidias en su discursosobre la colonia de Samos, ya quedijo a los atenienses que se imaginaranque los griegos estaban a su alrededorviendo, y no solo oyendo, lo queiban a votar—, o bien porque estos talesestán cerca de nosotros, o porquevan a saberlo pronto, por eso no sequiere ser visto en desgracia por los quele emulaban a uno en otro tiempo; porquelos émulos son admiradores. Y cuandose tienen obras y cosas que producenvergüenza, sean propias de los antepasadoso de otros cualesquiera con quienesle ata a uno un parentesco próximo.Y en general, de aquellos hacia quienesse siente vergüenza; son estos losya dichos y los que con uno tienen algunarelación, o aquellos de quienes seha sido maestro o consejero, y si hayotros semejantes con quienes rivalizar;porque muchas cosas se hacen o se dejande hacer por respeto a ellos. Y sees más vergonzoso con los que van aser vistos con frecuencia, y con los quevan a convivir en público con los quele conocen a uno. De donde el poetaAntifón, yendo a ser muerto a golpe devaras por sentencia de Dionisio, viendoa los que iban a morir con él tapándoseel rostro a medida que atravesabanlos puestos—«¿por qué os cu-ARISIOIELES.—«brís?—dijo—, ¿es que mañana no osva a ver alguno de estos?».Así pues, esto es lo que hay que decirrespecto de la vergüenza; de la desvergüenza,con evidencia hallaremosabundantes premisas en las cosas contrariasa estas.CAPITULO 7DEL FAVORA quiénes se hace favor y sobre quécosas o en qué estado de ánimo, quedaráaclarado, una vez hayamos definidoel favor.Sea, pues, favor el servicio según elcual el que lo conce'de se dice que hacefavor al que lo necesita, no a cambiode alguna cosa ni con fin algunoen provecho del que lo hace, sino parael otro; será grande cuando se hahecho a uno muy necesitado, o es decosas grandes y difíciles, o en tales circunstanciasdeterminadas, o ha sido elúnico en hacerlo, o el primero o el quemás.Son necesidades los apetitos, y de estossobre todo los que ocasionan tristezasi no se llevan a satisfacción. Talesson las pasiones; por ejemplo, el amor.Y también lo son los que se dan enlos sufrimientos del cuerpo y en lospeligros; porque también el que zozobradesea y lo mismo el que siente pena.Por eso los que se encuentran enla pobreza y el destierro, aunque seapequeño el servicio que les hagan, quedanagradecidos por la magnitud de lanecesidad y por la circunstancia; comoel que prestó su estera en el Liceo. Es,pues, necesario sobre todo prestar servicioen cosas de esta monta, y si acasono, en iguales o mayores.Por consiguiente, una vez que estáclaro a quiénes y en qué cosas se prestaun favor, y en qué disposición deánimo, es evidente que a partir de estohay que preparar los argumentos, quemuestren que unos se hallan o se hanhallado en tal pena o necesidad y quelos otros han prestado en tal necesidadtal servicio o lo están prestando. Tambiénes evidente de dónde se puede negareste favor y dejar en evidencia a los


162 ARISTÓTELES.—OBRAS 1385 b/1386 adesagradecidos, diciendo que se hace ose hizo el tal servicio teniendo por finlos mismos que lo hacen o hicieron—vesto no es ya favor—, o que ocurriópor casualidad o necesariamente, o quedevolvió, pero no dio, tanto si lo hizosabiendo, como ignorándolo; pues, deambas maneras fue a cambio de algo,de modo que así no pudo ser favor.Y hay que atender a lo que se refierea todas las categorías; porque elfavor lo es o porque lo es, o porque esde tal cantidad, o del tal cualidad, oen tal tiempo o lugar. Y prueba de quealgo no es favor es ver si uno menorque aquel no ae hubiera prestado, y sise ha prestado a los enemigos lo mismo,o algo igual o mayor; porque esevidente que tales cosas no se hicieronpor nosotros. Y también hay quever si fue cosa sin valor, sabiéndolo elque lo hizo; ya que nadie reconoceráhaber necesitado algo sin valor.CAPITULO 8SOBRE LA COMPASIÓN(1) La noción de insolencia o ultraje tieneQueda dicho cuanto se reñere al favorecery al ser ingrato; digamos ahoraqué cosas son dignas de compasión,y a quiénes se compadece y en qué disposiciónde ánimo.Sea la compasión cierta tristeza porun mal que aparece grave o penoso enquien no es merecedor de padecerlo;el cual mal podría esperar padecerlouno mismo o alguno de los allegadosde uno, y esto cuando apareciese cercano;porque es evidente que es necesarioque el que va a sentir compasiónesté en tal situación que pueda pensarque podría padecer algún mal o él mismoo alguno de sus allegados, y un maltal como se ha dicho en la definición,o semejante o casi tan grande; poreso no sienten compasión ni los absolutamenteperdidos—porque piensan queya nada hay mayor que puedan ellospadecer, porque ya lo han padecido—,ni los que se creen en una suprema felicidad,los cuales más bien ultrajan(1); ya que, si piensan poseer todoslos bienes, es evidente que tambiénel de no poder sufrir ningún mal; porqueciertamente este es uno de los bienes.Son estos tales, como para pensarque bien pueden padecer los que yahan padecido y se han librado del mal,y los ancianos, por su prudencia y suexperiencia, y los débiles, y más aúnlos cobardes y los instruidos; porqueson buenos calculadores. Y los que tienenpadres, hijos o esposa; porque laspersonas de este género son tales comopara padecer las cosas dichas. Y losque no están sujetos a una pasión davalor, como, por ejemplo, la ira o lacólera—ya que estas pasiones no tienenen cuenta el futuro—, ni los que estánsujetos a un espíritu' insolente—porquetampoco estos prevén el poder sufriralgo—; pero sí los que se hallan en unpunto medio; ni tampoco los demasiadorencorosos; ya que los abrumados porla atención a sus propios daños, no sientencompasión. Se siente compasión sise cree que algunos hay que sean buenos;porque, el que no cree tal a nadie,pensará que todos son dignos dedaño. Y, en general, cuando uno estáen tal disposición que recuerda que cosassemejantes le han ocurrido a élmismo o a sus allegados, o espera quele ocurran a él o a los suyos.Queda, pues, dicho en qué estados deánimo se siente la compasión; lo quese compadece está claro por la mismadefinición; ya que todas las cosas gravementedañosas entre las que son penosasy dolorosas, son todas merecedorasde compasión; y del mismo modolas que son mortales y aquellos malesgrandes cuya causa es la mala suerte.Son males dolorosos y graves las muertesy ultrajes corporales, los malos tratos,la vejez, las enfermedades y la faltade alimento; los males causados porla mala suerte son la carencia y escasezde amigos—por eso es digno de compasiónel ser arrancado de los amigos ycompañeros—, la fealdad, la debilidad,la mutilación y aquello de que, siendológico venga un bien, procede un mal.una gran importancia en la ética griega. Esun exceso pecaminoso que siempre castigan losdioses. Bajo el nombre de «conducta desaforada»,Toynbee—A Study of History—lo aplicaal militarismo como fenómeno histórico.


1386 a/1386 b RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 9 163Y el ser esto muchas veces así. Y tambiénque, habiendo sufrido un mal, vengaluego un bien, como, por ejemplo,que a Diopeites (1) le llegara el obsequiodel rey una vez muerto. Y tambiénel no ocurrirle a uno nada buenoo, si le ocurre, no poder gozarlo.Aquellas cosas, pues, de que se sientecompasión son estas y sus semejantes; se compadece a los conocidos, sisu familiaridad no es demasiado cercana;ya que, respecto a estos, sentimoslo mismo que si nos ocurriera a nosotros.Por eso Amasis (2) no lloró sobreel hijo que era llevado a morir, segúncuentan, pero sí por el amigo quepedía limosna; porque esto era dignode compasión; aquello, en cambio, eraterrible; porque lo terrible es distintode lo que es digno de compasión, y rechazala compasión y muchas veces sirvepara lo contrario; porque ya no sesiente la compasión, cuando está cercade uno lo que es terrible. Se compadecetambién a los semejantes en edad,en carácter, en hábitos, en dignidades,en linaje; ya que en todos éstos parecemás claro lo que también le puedeocurrir a uno; porque conviene deciraquí que, en general, lo que tememospara nosotros, esto es lo que compadecemoscuando les ocurre a los demás.Porque las desgracias que se nos muestrancercanas son las que merecen nuestracompasión, y de las cosas que ocurrieronhace diez mil años o van a ocurrirdentro de otro tanto, como no seesperan ni se recuerdan, generalmenteno se siente compasión, o no de maneraigual, por esto es necesario que losque refuerzan el efecto con las actitudesexteriores, con sus voces, con suvestido y, en general, con lo que esteatral, despierten más la compasión;ya que hacen que el mal parezca más inmediatoal ponerlo ante los ojos, o comoinminente o como recién sucedido.Y lo que ha sucedido hace poco o loque amenaza para en breve es más dignode compasión; por eso son también(1) Es el estratega de que habla Démostenosen su discurso sobre el Quersoneso.(2) No se conoce esta anécdota referida aeste faraón egipcio, sino referida a Psaménito—Herodoto, III—. Quizá confundió A. el nombre.¡así las señales manifestativas, como por¡ejemplo los vestidos de los que han sufridouna desgracia y otras cosas semejantes;y las acciones, las palabras ylas demás cosas de los que padecen desgracia,como, por ejemplo, de los queestán ya muriendo. Y, sobre todo, esdigno de compasión el que estén en talescircunstancias personas buenas; porquetodas estas cosas, al hacerlo aparecercercano, hacen mayor la compasión,ya que resulta inmerecida la desgraciay se desarrolla ante los ojos.SOBRE LACAPITULO 9INDIGNACIÓNSe contrapone sobre todo al compadecerselo que se llama indignación;porque es en cierto grado opuesto al entristecersepor las desgracias inmerecidasy procede del mismo rasgo de carácterel entristecerse por los sucesosfavorables inmerecidos. Y ambas pasionesson propias de un carácter noble;porque es equitativo apenarse y sentircompasión hacia los que padecen desgraciasinmerecidamente y sentir indignacióncontra los que inmerecidamentegozan de ventura; ya que es injusto loque sucede contra lo que cada uno merece,por lo cual atribuimos también alos dioses el indignarse.También podría parecer que la envidiase contraponía de la misma maneraa la compasión, como si se acercaramucho y fuera del mismo género quela indignación, pero es cosa distinta;ya que la envidia es una tristeza conturbación y se siente por el bien ajeno,pero no del inmerecido, sino del igualy del semejante. Y no porqué a uno levaya a ocurrir algo nuevo con ello, sinopor el mismo prójimo, conviene quese dé en todos de modo semejante; porqueno será ya una cosa envidia y otraturbación, sino temor, si el placer yla turbación provienen de que a uno leva a venir algún mal de la suerte deaquel.Y es evidente que a estos les seguiránlas pasiones contrarias; porque elque se entristece por los que padecendaños sin merecerlo, se alegrará o es-


164 ARISTÓTELES.—OBRAS 1386 b/1387 btara sin pena, cuando los sufren demodo contrario; por ejemplo, cuandoa los parricidas y asesinos les llegue lahora del castigo, ningún hombre decentese entristecerá; ya que es precisoalegrarse de tales casos, como ocurrecon los que gozan del bien merecidamente;porque ambas cosas son justas ycausan alegría en el hombre equitativo;pues es necesario esperar que leocurra también a uno lo que ya le ocurrea quien es nuestro semejante. Y todasestas cosas son propias del mismorasgo de carácter, y las cosas opuestasson propias del contrario, ya que esla misma pers9na la que se goza en elmal y es envidiosa; porque es precisoque aquello de lo cual uno se entristece,cuando le sucede a otro o lo poseeotro, sea lo mismo de que uno sealegra, cuando es destruido o se privaa otro de ello. Por eso todos estos sentimientosson estorbos de la. compasión,porque se diferencian "de ella por las causasdichas; de manera que, para haceruna cosa que no sea digna de compasión,todos son igualmente útiles.Digamos, en primer lugar, algo sobrela indignación, contra quiénes se indignauno, y por qué razones y en quéestado de ánimo; luego, después de estascosas, sobre todo lo demás. Por loexpuesto resulta esto evidente; porque,si indignarse es entristecerse por el queparece gozar inmerecidamente del bien,es primeramente claro que no es posibleindignarse contra todos los bienes;ya que no se indignará uno si elotro es justo o valeroso, o si alcanzauna virtud—pues tampoco mueven acompasión las cosas opuestas a esto—,sino de la riqueza, el poder y las cosasde este estilo, de las que generalmentehablando son merecedores los buenos ylos que por naturaleza poseen bienes,como nobleza de cuna, belleza y otrossemejantes. Y puesto que lo antiguoparece algo cercano a lo que es por naturaleza,es necesario que, contra los queposeen un mismo bien, si sucede quecasualmente lo poseen desde hace pocoy por ello gozan de ventura, se sientamayor indignación; porque más pesarcausan los que son ricos nuevos quelos que lo son de antiguo y por linaje;del mismo modo también los quetienen mando y los que tienen poder,y muchas amistades, y buenos hijos ycualesquiera de estas cosas. Y, si porcausa de estas cosas, algún bien se lesproduce a ellos, lo mismo; porque máspesar causan los nuevos ricos que mandanpor ser ricos, que no los ricos antiguos.Y de manera semejante ocurreen las demás cosas. La causa es quelos unos parecen poseer lo suyo propioy los otros no; porque lo que siempreaparece del mismo modo parece ser verdad,de manera que los demás es comosi poseyeran lo que no es suyo. Y, puestoque cada uno de los bienes no esdigno del primero que caiga, sino quehay cierta analogía y adecuación, porejemplo, la belleza de las armas no correspondeal justo, sino al valeroso, ylos matrimonios distinguidos no cuadrana los nuevos ricos, sino a los nobles,es indignante que uno, siendo bueno,no alcance lo que le toca. Y tambiénlo es que un inferior se oponga aun superior, y precisamente en aquellomismo en que se da su superioridad;de donde se dice también esto:pero evitó el combate contra Ayax Telamoaiada;porque Zeus se indignaba con él, cada vez que[combatía con un héroe más virtuoso... (1).Y, si no, también si se enfrenta elque es de alguna manera inferior alque es de alguna manera superior, como,por ejemplo, un músico a un justo;porque es mejor la justicia que lamúsica.Contra quiénes, pues, se siente indignacióny por qué, queda claro por loque se ha dicho; ya que son las cosasexpuestas y las semejantes a ellas. Esuno propenso a la indignación, aunquesea uno digno de los mayores bienes ylos posea; porque no es justo que loque corresponde" a los de una clase, loposean los que no son iguales a ellos.En .segundo lugar, si sucede que uno esbueno y honrado, ya que juzga bien yodia las cosas injustas. También si esuno ambicioso y está deseoso de algunascosas, y precisamente aquello quese ambiciona lo obtienen los otros sinser dignos de ello. Y, en general, losque se sienten dignos de lo que otros(1) Ilíada, XI, 542. s.


1387 b/1388 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 10 165no merecen, son propensos a la indignacióncontra estos y por estas causas.Por eso las personas de espíritu servil,las que son mezquinas y las que no ambicionangloria, no son fáciles a la indignación;porque no existe nada deque ellos piensen ser dignos.Por eso resulta evidente quiénes debenserle a uno causa de alegría y deno sentir pena, cuando tengan malasuerte, o padezcan algún daño o carezcande algo; ya que de lo dicho se deducecon claridad lo opuesto; de maneraque si el discurso prepara debidamentea los jueces, y demuestra que los queson dignos de que se los compadezca yen aquellas cosas en que merecerían quese les compadezca, que son inmerecedoresde alcanzarla y dignos de no alcanzarla,es imposible que se sienta la compasión.CAPITULO 10SOBRE LA ENVIDIATambién es cosa clara sobre qué materiasse siente envidia y contra quiénes,y en qué estado de ánimo, si laenvidia es cierta tristeza por la abundanciamanifiesta de los bienes dichos,t sentida contra los iguales, no con el* pretexto o deseo de que algo sea parauno, sino por ellos mismos; sentirán envidia,por consiguiente, estos tales deaquellos que son iguales a ellos o lo parecen.Llamo iguales a los que lo son enlinaje, o en parentela, en edad, en hábitos,en fama, en bienes de fortuna.También son envidiosos aquellos a quienesles falta poco para tenerlo todo-^poreso los que realizan grandes cosas yson felices, son envidiosos—; porquei piensan que otros se llevan lo que "essuyo en propiedad. Y los que son honradossobre manera en algo especial,; y mayormente si es por la sabiduría oi;ila felicidad. Y los que ambicionan hoñoresson más envidiosos que los queno les ambicionan. Y los que se creensabios; porque ambicionan los honoresque corresponden a la sabiduría. Y, engeneral, los que ambicionan la gloriaen algún campo determinado, son envidiososen lo que H ello se refiere. Ytambién los de espíritu pequeño; porquea ellos todo les parece ser grande.Respecto de las cosas en que se sientela envidia, hemos ya enumerado losbienes; ya que la envidia llega a todasaquellas cosas y obras en que sesiente el amor a la gloria y la ambiciende honores, y se excita la tendenciaa la fama, y a todo lo que caebajo la denominación de buena suerte,i y sobre todo a aquello a lo que unotiende esforzadamente o que cree deberíaposeer, o con cuya posesión se superauno un poco o se queda uno unpoco menos atrás.También es evidente quiénes son aquellosa quienes se envidia; porque se hadicho a la vez que lo anterior; ya quese envidia a los que están cerca en eltiempo, el lugar, la edad, la fama o ellinaje. De donde se dice:también :a familia sabe envidiar (1).También es cosa clara quiénes sonaquellos a quienes se emula; pues seemula a los ya mencionados, mientrasque nadie compite con los que vivieronnace diez mil años, ni con los que hande existir, ni con los muertos, ni conlos que están donde las columnas deHércules. Ni tampoco se emula a losque se estima, por juicio propio y deotros, que le dejan a uno muy atrás;y tampoco a los que uno supera conmucho. De la misma manera, se emulaa los que tienden a estas mismascosas; ya que se emula a los competidoresen juegos, a los rivales en el amor,y, en general, a los que aspiran a lomismo que uno; aunque es preciso quea estos sobre todo se les envidie; poreso se dijo:también el alfarero al alfarero...De igual manera se envidia a los queposeyendo o alcanzando algo, son ocasiónpara uno de deshonra; ya queestos .son los que viven cerca de uno olos que son iguales que uno. Porqueestá claro que, en comparación con estos,no ha alcanzado uno el bien, yasí esto hace penosa la envidia. Y tambiéna los que tienen o han poseídoaquello que le corresponde a uno o que(1) El dicho es de Esquilo.


166 ARISTÓTELES.—OBRAS 1388 a/1388 balguna vez alcanzó; por eso los de edadavanzada tienen envidia de los jóvenes,y los que han gastado mucho enuna cosa envidian a los que han gastadopoco en la misma. Y a los que hanconseguido algo rápidamente les envidianlos que o aún no lo han alcanzadoo pasaron ya la oportunidad de alcanzarlo.Queda, pues, claro en qué se gozan losenvidiosos, y en quiénes y con qué disposiciónde ánimo se da la envidia;porque según el estado en que sientanpesar, estando en este estado de ánimose alegrarán de las cosas contrarias, demanera que, si los oradores son capacesde provocar tal estado de ánimo enlos oyentes, y los que piensan que hande ser compadecidos o son dignos dealcanzar algún bien son como los quehemos dicho, es digno que no van aalcanzar compasión de los que han dearbitrar la situación.CAPITULO 11SOBRE LAEMULACIÓNEn qué disposiciones de espíritu sesiente la emulación, y sobre qué cosasy en quiénes, se verá, con claridad porlo que sigue; porque, si emulación esun pesar por la presencia manifiesta debienes estimables y alcanzables por unomismo—pesar respecto de ios que soniguales en naturaleza—, y no porquepertenecen a otro, sino porque no pertenecentambién a uno mismo—por esola emulación es honrosa y digna de gentede honor; el envidiar es, en cambio,vil y de espíritus mezquinos; ya que,mientras unos se disponen por mediode la emulación a alcanzar los bienes,los otros se proponen por la envidia queel prójimo no los posea—, es necesarioque sean propensos a la emulación losque se estiman a si mismos merecedoresde bienes que no poseen; porquenadie se cree digno de lo que parece imposible.Por eso son fáciles a la emulaciónlos jóvenes y los de espíritu magnánimo.Y lo mismo los que poseen bienestales que son dignos de hombres cargadosde honores; son estos bienes lariqueza, los muchos amigos, los cargosen el gobierno de la ciudad y otros semejantes; porque, como a ellos mismosles es adecuado ser buenos—ya que elloes conforme a los que tienen una buenadisposición de espíritu—, sientenemulación por tales bienes. Y se emulaa aquellos a quienes los demás estimandignos de ser emulados. Y aquelloscuyos antepasados, parientes, familiares,nación o ciudad están cargadosde honores, sienten fácilmente emulaciónpor estas cosas; porque piensan queestas cosas les son familiares y que ellosson dignos de ellas. Si despiertan emulaciónlos bienes estimables, es precisoque las virtudes sean de esta índole,y lo mismo cuantas cosas son a losdemás útiles y beneficiosas; ya quese honra a los que obran el bien y sonbuenos. Y también provocan la emulaciónaquellos de cuyos bienes dimanael goce a los que están cerca de ellos,como son, por ejemplo, las riquezas, yla belleza más que la salud.Queda claro también así quiénes sonlos que son dignos de ser emulados; yaque son los que poseen estas cosas y losque son semejantes a ellas. Son estaslas mencionadas, como, por ejemplo, elvalor, la sabiduría, la autoridad; porquelos que mandan pueden hacer biena muchos, como son los generales, losoradores y cuantos pueden -realizar talescosas. Y también aquellos a quienesmuchos quieren semejarse, o dequienes muchos quieren ser conocidos,o de quienes muchos quieren ser amigos.Y también aquellos a quienes muchosadmiran, o a quienes nosotros mismosadmiramos. Y también aquellos dequienes se dicen alabanzas y encomios,bien por los poetas, bien por los prosistas.Se desprecia, en cambio, a los contrarios;porque el menosprecio es opuestoa la emulación, y el emular lo es almenospreciar. Es necesario que los queestán en un estado de ánimo apto paraemular a alguno o para ser emulados,menosprecien, y por estos motivos, oaquellos que poseen los males contrariosa los" bienes que estimulan la emulación.Por eso muchas veces se despreciaa los que gozan de buena suer-


1388 b/1389 b RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 12 167te, cuando la tienen sin los bienes queen realidad merecen estimación.De los motivos, pues, por los que laspasiones nacen y desaparecen, y de lascuales se originan los argumentos retóricos,hemos hablado ya.CAPITULO 12SOBRE LOS CARACTERES Y SU RELACIÓNCON LA EDAD. CARÁCTER TÍPICO DEL JOVENExaminemos ahora, después de esto,cómo es cada uno por carácter, segúnlos hábitos, las pasiones, las edades ylas circunstancias de la fortuna. Llamopasiones a la ira, la concupiscenciay otras semejantes, de las que hemoshablado antes, y hábitos a las virtudesy vicios; también de estos he habladoantes y de cuáles prefiere cada uno ycuáles practica. Las edades son la juventud,la madurez, la ancianidad. Llamofortuna a la nobleza de sangre, &la riqueza, a las capacidades de cadauno, y también a sus contrarios, y, engeneral, a la buena y a la mala suerte.Los jóvenes son por carácter concupiscentes,y decididos a hacer cuantopuedan apetecer. Y en cuanto a los apetitoscorporales son, sobre todo, seguidoresde los placeres del amor e incontinentesen ellos. También son fácilmentevariables y en seguida se cansande sus placeres, y ios apetecen con violencia,pero también se calman rápidamente;sus caprichos son violentos,pero no grandes, como por ejemploel hambre y la sed en los que estánenfermos. También son los jóvenes apasionadosy de genio vivo y capaces dedejarse llevar por sus impulsos, Y sondominados por la ira; ya que por puntode honra no aguantan ser despreciados,antes se enojan si se creen objetode injusticia. Y aman el prestigio, peromás aún el vencer; porque la juventudtiene apetito de excelencia, y la.victoria es una superación de algo. Yson más estas cosas que no codiciosos;y son menos avariciosos porque aún nohan experimentado la indigencia, comoreza la sentencia de Pitaco sobre Anfiarao.Y no son mal intencionados, sino ingenuos,porque todavía no han sido testigosde muchas maldades. Y son crédulos,porque todavía no han sido engañadosen muchas cosas. Y están llenosde esperanza; porque, de manera semejantea los alcohólicos, los jóvenes estáncalientes por la naturaleza y, almismo tiempo, porque aún no han sufridodesengaños en muchas cosas. Y asíviven la mayoría de las cosas con la esperanza;porque la esperanza mira alo que es futuro, mientras que el recuerdomira al pasado, y para los jóveneslo futuro es mucho y lo pretérito,breve; ya que el primer día denada pueden acordarse y en cambio puedenesperarlo todo. Y son fáciles deengañar, por lo dicho; porque esperanfácilmente. Y son bastante animosos;porque están llenos de decisión y deesperanza, de lo cual lo uno los haceno temer y lo otro les hace ser audaces;porque ninguno teme cuando estáenojado y el esperar algún bien esalgo que inspira resolución. También sonvergonzosos; porque aún no sospechanla existencia de otros bienes, antes hansido educados solamente por la ley delo convencional (1). Y son magnánimos;porque aún :io han sido humilladospor la vida, antes son inexpertos enlas cosas necesarias, y la magnanimidadconsiste en estimarse a sí mismo dignode cosas grandes; y eso es propiodel que tiene esperanza.Y prefieren realizar las cosas que sonhermosas que las que son convenientes;porque viven más según su manera deser que según la razón; y la razóncalculadora se nutre de lo conveniente,la virtud en cambio de lo bello. Yson más amantes de los amigos y compañerosque los de otras edades, porquegozan con la convivencia y porquetodavía no juzgan nada de cara ala utilidad y el lucro, y así tampoco alos amigos.Y en todas estas cosas pecan por excesoy por la violencia, contra el dicho'!) Tovar traduce >«los usos» con esta aclaración: usa esta palabra «tal como la ha acuñadopara la sociología Ortega y Gasset. Setrata de lo que es convencional entre los hombres,pero que no se puede transgredir». Poresto nuestra traducción.


168 ARISTÓTELES.—OBRAS 1389 b/1390 ade Quilón (1), ya que todo lo hacenen exceso: aman demasiado y odiandemasiado, y todo lo demás de semejantemanera. Y cometen las injusticiaspor insolencia, pero no por maldad.Y son compasivos, por suponer a todosvirtuosos y mejores; ya que midena los que están cerca de ellos segúnsu propia falta de maldad, de maneraque suponen que estos padecen cosasinmerecidas. También son amantesde la risa, y por eso también son propensosa la burla; porque la mofa esuna insolencia educada.CAPITULO 13SOBRE EL CARÁCTER DEL ANCIANOAsí pues, tal es el carácter de los jóvenes;los de edad avanzada, en cambio,y los que ya han envejecido tienensus rasgos de carácter deducibles, en sumayoría, de los contrarios a estos; porque,por haber vivido muchos años y habersido engañados mucho más y porhaber cometido errores, y porque sonmalas la mayoría de las cosas, no asegurannada con firmeza, y dicen en todomucho menos de lo que conviene. Ydan en las cosas su opinión, pero confiesaínno saber nada; y, cuando discuten,añaden siempre el probablementey el quizá, y todo lo dicen así, peronada . con firmeza. Y son maliciosos;porque la malicia consiste en interpretartodas las cosas según lo peor. Ademásson suspicaces, debido a su desconfianza,y son desconfiados por su experiencia.Y ni aman violentamente, nitampoco odian con violencia, por lamisma razón, sino que, según el preceptode Bías (2), aman como quien luegoha de odiar, y odian como quienluego ha de amar. Y son de espíritumezquino, porque han sido humilladospor la vida; ya que no apetecen nadagrande ni extraordinario, sino solo lonecesario para vivir. Y no son generosos; porque los bienes de fortuna son(1) La máxima de Quilón, uno de los sietefiattios de Grecia, es la célebre u.roív Gr ( 'G(v,ne quid nimis {nada en exceso).(2) Bias de Pirene es otro de los siete sabiosde Grecia.una de las cosas necesarias y, al mismotiempo, saben por la experienciacuán difícil es llegar a poseerla y cuánfácil es perderla. Y son cobardes y todolo temen por adelantado; porqueestán en contraria disposición de ánimoque los jóvenes; pues se han enfriadoen su naturaleza, mientras quelos jóvenes son calientes, de manera quela ancianidad parece preparar el caminoa la cobardía; ya que el temor esun enfriamiento. Y son amantes de lavida, y más hacia su último día, porqueel deseo tiene por objeto lo que noestá o no se tiene, y aquello de quese carece se apetece más. Y son másegoístas de lo que se debe; porque tambiénesto es cierta pequeñez de espíritu.Y viven de cara a lo útil y conveniente,pero no de cara a lo hermoso,y eso también más de lo que conviene,por ser egoístas; ya que lo útiles bueno para uno mismo, lo hermoso,en cambio, es simplemente bueno. Y sonmás desvergonzados que vergonzosos;porque, por no preocuparse igual de lobello o lo bueno que de lo útil, desprecianla buena opinión. Y están desesperanzados,por la experiencia; porque lamayoría de las cosas que ocurren sonmalas; ya que la mayoría de las cosastienden a lo peor; y además porcausa de su cobardía. Y viven más delrecuerdo que de la esperanza; porquees poco lo que les resta de vida y lo pasado,en cambio, es mucho, y la esperanzamira a lo futuro, la memoria alas cosas pretéritas. Y eso mismo leses causa de charlatanería; pues se pasanlas horas contando las cosas pasadas,porque gozan recordando. Y susenojos so'n agudos, pero débiles; y desus pasiones, las más los han abandonadoy las otras son débiles, de modoque no son apasionados, ni obran alritmo de sus pasiones, sirio tan solo decara a la utilidad. Por eso parecen temperanteslos que están en esta edad,porque sus pasiones han retrocedido yellos viven solo para el provecho. Y vivenmás según la razón calculadora quesegún una manera espontánea de ser;porque la razón calculadora mira más alo útil, y lo temperamental mira mása la virtud. Y las injusticias las cometenpor maldad, no por insolencia, Tam-


ien los ancianos son compasivos, perono por los mismos motivos que los jóvenes;ya que estos lo son por humanitarismo,aquellos lo son por debilidad; porque piensan que todo está apunto de ocurrirle.s, y esto, decíamos,era propio de la compasión. Por eso sonllorones, y no alegres ni amigos de larisa, porque el quejarse siempre es contrariodel amar la risa.Tales son los rasgos de carácter propiosde los jóvenes y de los ancianos;de manera que, puesto que todos aceptancon gusto los discursos dirigidos asu propia, manera de ser y a los caracteressemejantes, está claro cómo debenprocurar presentarse así cuantosse sirvan de los discursos, y esto tantoellos personalmente como sus propiosdiscursos.CAPmiLO 14SOBRE EL CARÁCTER DEL HOMBRE MADUROEs evidente que ¡os aue están en lamadurez, estarán según" su carácter enmedio de estos dos, quitando de unosy otros lo extremoso, sin ser ni demasiadoconfiado—ya que esto es temeridad—,ni temiendo demasiado, sino teniendoun ánimo ecuánime para ambascosas; no confiando de todos ni tampocodesconfiando de todos, sino con preferenciajuzgando según lo verdadero; noviviendo solamente para lo bello, ni solotampoco para lo útil, sino para ambascosas; no viviendo ni para el ahorrosolo, ni para el derroche, sino para loequilibrado. De manera semejante en loque mira a la ira y a la concupiscencia.Y son temperantes con fortaleza, yfuertes con templanza, porque estas cualidadesse dividen entre los jóvenes ylos viejos, ya que los jóvenes son valerosose intemperantes, y los ancianostemperantes, pero cobardes. Por decirloen general, cuanto de bueno se reparteentre la juventud y la ancianidad, todaslas cosas que poseen unos y otros, todaslas tiene también el hombre maduro, yde las cosas que a unos les sobran y alos otros les faltan, posee lo que es moderadoy adecuado.El cuerpo está en la madurez desdeRETORICA.—LIBRO II.—CAPS. 14 y 15 169los treinta años hasta los treinta y cinco,y el alma hasta alrededor de loscuarenta y nueve.Quede, pues, dicho todo esto sobre cómoes el carácter propio de cada edad,de la juventud, de la ancianidad y dela madurez.CAPITULO 15SOBRE LOS RASGOS DE CARÁCTER EN QUEINFLUYE LA FORTUNA. I í NOBLEZAHablemos a continuación de los bienesque proceden de la fortuna, y porcuántos de ellos y cuáles son ellos, losrasgos de carácter que en consecuenciase dan en los hombres.Carácter propio de la nobleza de sangre,pues, es que el que la posea sea untanto ambicioso; porque todos, cuandoposeen algo, tienden a aumentarlo, y lanobleza es un mérito de los antepasa'dos. Y tienden a ser despectivos, auncon sus semejantes o semejantes a susantepasados, porque de lejos las mismascosas son más valiosas y más fáciles comoobjeto de fanfarronería que de cerca.Se es noble según la virtud del linaje,y genuino por no salirse del orden natural; lo cual de ordinario no sucedea los nobles, antes son la mayoría vulgares: porque hay una especie de cosechaen los linajes de los hombres, lo mismoque en lo que nace de la tierra, y algunasveces, si el linaje es bueno, nacendurante algún tiempo hombres extraordinarios,y después de nuevo decaen.Las estirpes llenas de vitalidad derivanhacia caracteres un tanto desquiciados,como los descendientes de Alcibíadesy los de Dionisio el antiguo;y !a.s estirpes más tranquilas derivanhacia la simpleza y la indolencia, comolos descendientes de Cimón, de Periclesy de Sócrates (1).(11 El hijo de Alcibíades les sirvió a los oradorescomo un modelo típico de desorden. Delas violencias de Dionisio eí joven fue una delas víctimas el propio Platón. Poco se sabe delos hijos de Cimón. De los de Pericles fueproverbial su insignificancia. Algo parecido cabedecir de la indolencia de los hijos de Sócrates.


170 ARISTÓTELES.—OBR AS 1391 a/1391 bCAPITULO 16SOBRE LA RIQUEZALos rasgos de carácter que consecuentementesiguen a la riqueza están biena la vista de todos; porque los ricos soninsolentes y orgullosos, afectados por laposesión de la riqueza, ya que estáncomo si poseyeran todos los bienes; yla riqueza es como la medida del valorde las cosas, con lo cual parece como sitodas las cosas se pudieran comprar conella. Y son los ricos afeminados y fastuosos;afeminados por la molicie y elexhibicionismo de su felicidad, fastuososy caprichosos porque suelen pasarseel tiempo en lo que es amado y admiradopor ellos, y por pensar que los demásdesean lo que ellos. Y a] mismo tiemposufren esto con razón; porque muchosnecesitan lo que ellos poseen. De dondese cuenta el dicho de Simónides sobrelos sabios y los ricos, a la mujer de Hierón,quien le había preguntado antesqué era mejor, si ser sabio o ser rico;y respondió que rico: —«Porque a lossabios los veréis pasando el tiempo antelos palacios de los ricos.» También espropio de ellos el creerse dignos de mandar;porque creen poseer aquello poicausa de lo cual se es digno de mandar.Y para resumir, el carácter del rico esel de un tonto feliz.Difieren los caracteres de los nuevosricos y los de los que lo son de antiguo,en que los nuevos ricos tienen todas estascosas y más, y las mas malas de lasmalas cualidades; porque ser nuevo ricoes como carecer de educación sobre iariqueza.Los ricos cometen las Injusticias nopor malicia, sino unos por insolencia yotros por incontinencia, como los ultrajesy el adulterio.CAPITULO 17SOBRE EL PODER Y LA BUENA SUERTEDe manera semejante son evidentescasi todos los rasgos de carácter que serefieren al poder; porque, de una parte,tiene el poder las mismas cosas quelia riqueza; por otra, tiene cosas mejores,ya que los poderosos son por caráctermás ambiciosos de honra y más baronilesque los ricos, por aspirar a cosasque pueden ellos poner por obragracias a su poder. Y son más diligentes,por estar en vigilancia, obligados amirar por lo que ¿e refiere a su cargo.Y son más serios o graves; porque sudignidad les hace más dignos de respeto,y por eso se moderan; ya que ladignidad es una gravedad fácil y decorosa.Y si cometen injusticia, no cometenuna nadería, sino un gran delito.La buena suerte produce rasgos de carácteranálogos por partes a los de losbienes dichos antes; porque las venturasconsideradas de mayor valía tiendena estas cosas, como también a teneruna buena descendencia; y la buenasuerte predispone a tener en abundancialos bienes del cuerpo, por causa dela buena suerte son los hombres másarrogantes y más irrazonables, pero encambio, un buen rasgo de carácter acompañaa la buena suerte, y es que los favorecidospor ella son amantes de losdioses y están frente a ellos en buenadisposición de ánimo, llenos de fe porlos bienes que les ha deparado la buenasuerte.Hemos, pues, tratado de los bienes decarácter causados por la edad y la fortuna;los rasgos contrarios a estos seevidencian por los conceptos contrarios,como son por ejemplo los rasgos de carácterde la pobreza, de la desgracia yde la carencia de poder.CAPITULO 18SOBRE LOS TÓPICOS COMUNES A LAS TRESCLASES DE DISCURSOSPuesto que el uso de los discursos persuasivosva encaminado al juicio—porquesobre las cosas que ya conocemos yque ya hemos juzgado, no es necesarioel discurso—, se usan también estos siuno quiere persuadir a disuadir a uno,como hacen, por ejemplo, los que reprendena uno o intentan convencerle—ya que nadie es menos juez por serlosolo: y aquel a quien conviene persuadires, por decirlo absolutamente,


1391 b/1392 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 19 171juez—; de igual manera si habla unocontra la parte litigante que si hablacontra una proposición; porque es necesarioservirse del discurso y destruirlos argumentos contrarios, contra loscuales se habla, como contra una partelitigante, y de esa misma manera inclusoen los discursos demostrativos;porque el discurso se dirige al oyentecomo a un juez. Con todo, generalmenteel único juez es, en absoluto, en losdebates políticos, el que resuelve lo queestá pendiente de solución; y se inquierecómo son las cosas que están en litigioy sobre qué cosas se delibera; sehabló ya antes, al tratar de los discursosdeliberativos, de los caracteres decada una de las formas de gobierno deuna ciudad, de manera que pudo quedarya determinado cómo y por qué medioshay que dar a los discursos su carácterapropiado.Dado que decíamos que para cada clasede discursos era distinto el fin, yarespecto de todo ello hemos traído lasopiniones y las premisas de las cualeshabían de inferir los argumentas decredibilidad los oradores deliberativos,los demostrativos y los forenses; hemostratado además de aquellos puntos apartir de los cuales es posible hacer losdiscursos adecuados a los. caracteres;nos queda ahora por tratar lo que tocaa las cosas comunes a todos: porque atodos les es necesario servirse en los discursosde lo que se refiere a lo posibley a lo imposible, y les será necesario alos más o intentar demostrar que algoserá así, o bien que algo sucedió de talmanera. También es propio de todos losdiscursos el tópico común de la magnitud;porque todos hacen uso del recursode aumentar o atenuar algo, los quedeliberan, los que alaban o censuran, losque acusan o defienden. Una vez definidasestas cosas, intentemos tratar en comúnde los entimemas, en cuanto podamos,y de los ejemplos, de maneraque añadiendo lo que se ha dejado, demosfin al plan previsto desde el comienzo.De entre los lugares comunes, el engrandecero atenuar es el más propio delgénero demostrativo, como se ha dicho;el tópico de lo ya sucedido es el mas propiodel género forense—porque el juiciotrata sobre cosas de estas—; y el tópicode lo posible y lo futuro, del génerodeliberativo.¡ CAPITULO 19SOBRE EL TÓPICO DE LO POSIBLE Y LOIMPOSIBLE, SOBRE EL TÓPICO DE HECHO,Y SOBRE LOS DE ENGRANDECIMIENTO YATENUACIÓNHablemos primero, pues, sobre lo posibley lo imposible. Si, pues, un contrarioa algo es posible que sea o quehaya sido, también aquello de que escontrario parecerá ser posible: porejemplo, si es posible que un hombrehaya sanado, también lo es que enfermara;porque la potencialidad de loscontrarios es la misma, en cuanto contrarios;y si lo semejante es posible,también lo es aquello de quien es semejante.Y si es posible lo más difícil,también lo es io más fácil. Y si esposible que una cosa sea buena y hermosa,también es posible que simplementesea o exista; pues es más difícilque una cosa sea hermosa, que noque exista ella simplemente. Y de aquellocuyo principio puede haber existido,también puede existir el fin; porque nadaque sea imposible se hace ni comienzaa hacerse; por ejemplo: que la diagonalsea de la misma medida que ellado, ni podría comenzar a ser ni es. Yde aquello cuyo fin es posible, tambiénlo es el comienzo; porque todas las cosasproceden de un principio. Y si esposible que exista lo posterior, bien porsu esencia bien por generación, tambiénes posible que exista lo anterior; comopor ejemplo, si es posible que exista unvarón, también es posible que exista unniño—pues este existe antes—; y si esposible el niño, también es posible elvarón—porque también es posible suprincipio—. Y son posibles aquellas cosasde las que, por naturaleza, hay amoro concupiscencia; porque, de ordinario,nadie ama ni apetece lo imposible. Yaquellas cosas sobre las que existen cienciasy «rtes, son también posibles y existen.También son posibles aquellas cosas,cuyo principio de realización estáen determinadas personas, a quienes


172 ARISTÓTELES.—OBRAS 1392 a/1393 anosotros podemos obligar o persuadir;y estas personas son aquellas de quienessomos superiores, señores o amigos.Y aquello cuyas partes son posibles,también es posible como todo, y aqueuaspartes cuyo todo es posible son tambiénposibles de ordinario; porque sipueden existir corte anterior, punteray pala, también puede existir el calzado,y si es posible el calzado, tambiéncorte anterior y puntera (1); y si elgénero entero está entre lo posible, tam-Dién lo estará la especie; y si la espec.e,también el género; como, por ejemplo,si es posible que exista la nave,también es posible la trirreme y, si loes la trirreme, también lo será la nave.Y si es posible uno cualquiera de dos términos,naturalmente recíprocos, tambiénserá posible el otro; por ejemplo, si esposible el doble, también será posible lamitad y, si lo es la mitad, también seráposible el doble. Y Si algo puede venir aser sin arte ni preparación, con más rarónserá posible poniendo por medio artey cuidado; de donde se dijo por bocade Agatón (2>:por cierto que unas cosas las hacemos por arte,[otras, en cambio,vienen a nosotros por la necesidad y el azar.Y si algo es posible a los que sonpeores, interiores o menos dotados, másaún lo será para sus contrarios; comodijo también Isócrates (3) que seria terribleque, si Eutino llegó a saberlo, no pudieradescubrirlo él mismo. Respecto delo imposible, claramente se puede concluirlo que corresponde, partiendo delos conceptos opuestos a los dichos.Si algo sucedió, hay que considerarlopor lo que sigue. Porque, en primer lugar,si algo ha sucedido siendo naturalmentemenos que lo que hay que demostrar,también es posible que hayasucedido lo más. Y si lo que suele acontecermás tarde ha sucedido ya, tam-(l> De estos términos de zapatería apenasse sabe en lexicografía. Los más claros parecenel primero, por el sentido, y el último, por etimología.Tomamos los nombres de Tovar, i. c.,pág. 136 y -nota W, I, II.(2) Este poeta es interlocutor de Platón en elBanquete.(3>> No se conserva este fragmento del discursomencionado de Isócrates.I bien habrá ocurrido lo anterior; porejemplo, si algo se ha olvidado, es quealguna vez se aprendió. Y si se podíay se quería se hizo; porque todos, cuan-,do pueden lo que quieren, lo hacen; ya! que nada se lo impide. También si sequería y ninguna cosa externa lo impeíoía, y si era posible y se estaba enojado,y si era posible y se apetecía; porque,de ordinario, las cosas que se apetecen,si se puede, se hacen: los débiles lashacen por incontinencia, los buenos porqueapetecen lo decente. Y si estabaa punto de suceder y hacerse, porquees verosímil que el que estaba a puntode hacer algo, lo haya hecho. Y si hasucedido lo que naturalmente ocurreantes de aquello o por causa de aquello,también; por ejemplo, si relampagueótambién tronó, y si tentó también se-(dujo. Y si ocurrió lo que por naturale-I za se da luego a aquello por causa de locual sucede, y si sucede lo que suelesuceder antes y lo que suele suceder acausa de aquello; por ejemplo, si tronótambién relampagueó, y si corrompiótambién tentó. Porque de todas estascosas, unas se dan por necesidad, lasotras porque de ordinaio se está en estadisposición de ánimo. En cuanto al demostrarque algo no ha sucedido, resultaevidente a partir de los conceptoscontrarios a lo dicho.Por las mismas razones, resulta clarolo que se refiere al futuro; porque loque existe en potencia y en la voluntad,existirá, y también lo que existe, con lafacultad de ponerlo por obra, en la con-! cupiscencia, en la ira y en el cálculo; ytodas las cosas que están en el impulsode la acción o bien estarán en intenciónde ser hechas, existirán; porque de ordinarioocurren más las cosas que estabana punto de ser hechas que lasque no lo estaban. Y si suceden anteslas cosas que naturalmente suceden antes;como, por ejemplo, si hay nubeses verosímil que llueva. Y si ocurrióaquello por causa de lo cual suele algoocurrir, también es verosímil que ocurraesto; como, por ejemplo, si existen loscimientos, también existirá la casa.Respecto de la grandeza y la pequeñezde las cosas, y de lo que es mayoro menor que algo y, en general, de logrande y lo pequeño, sabemos con evi-


1393 a/1393 b RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 20 173ciencia a qué atenernos, por lo que hemosdicho antes. Porque al tratar delos discursos deliberativos, se ha habladoya de la grandeza de los bienes y,en general, acerca del bien mayor y delbien menor; de manera que, supuestoque ei fin predeterminado, según cada génerode discursos, es bueno, como es loconveniente, lo hermoso y lo justo, esevidente que mediante ellos han de realizartodos los oradores sus amplificaciones.Ademas, buscar algo sobre la grandezaes absoluto y sobre la excelencia,í'uera de esto, es divagar; porque parala práctica son mas importantes los aspectosindividuales de las cosas, que nolos universales.Quede, pues, esto dicho sobre lo posibley lo imposible, sobre si algo sucediócon anterioridad o no sucedió, sobre siserá o no será en el futuro, y tambiénsobre la grandeza o pequeñez de lascosas.CAPITULO 20SOBRR LOS ARGUMENTOS RETÓRICOS,COMUNES A LOS TRES GÉNEROS DEORATORIA. EL EJEMPLO Y SUS CLASESQueda ahora hablar sobre los argumentosretóricos comunes a todas lasclases de oratoria, una vez que se hahablado ya de los especiales. Los argumentosretóricos comunes son de dosgéneros: el ejemplo y el entimema; yaque el adagio o sentencia es solo un aspectoo clase de entimema.Oigamos primero algo del ejemplo;porque el ejemplo es semejante a lainducción, y la inducción es principio.Hay dos especies de ejemplos, ya queuna especie de ejemplo es contar cosasque han sucedido; y la otra es inventarlasuno mismo. De esta última clase,una especie es la parábola y la otralas fábulas, como, por ejemplo, las esópicasy las líbicas. Narrar cosas sucedidases algo de este tipo; como, por ejemplo,si alguien dijera que hay que prepararla guerra con el rey y no dejarque pueda someter el Egipto; porquetambién antaño Darío no pasó el mar—contra Grecia—antes de haber tomadoEgipto; y una vez lo hubo conquistado,pasó el mar; y, a su vez Jerjes no atacóa Grecia antes de tomar Egipto, y,una vez lo hubo conquistado, pasó elmar contra Grecia; de manera que tambiéneste, ai puede conquistar Egipto, pasaráel mar; por eso no hay que consentirque lo someta (1).Son parábolas las socráticas, como,por ejemplo, si uno dijera que no convieneque los magistrados sean elegidospor suerte; porque es igual que siuno eligiera por suerte a los atletas, nosolo los que saben luchar, sino simplementetodos cuantos la suerte señalase,o que entre los marineros se sortearaquién debía pilotar la nave, como si nodebiera ser piloto el que sabe, sino aquela quien la suerte señalase.Fábula es lo que la de Estesícoro sobreFálaris y la de Esopo sobre el demagogo.Ya que Estesícoro (2), al haberelegido los de Himera a Fálaris generalcon plenos poderes, y estando a puntode concederle una guardia personal, razonandocon ellos estas cosas, les dijo;un caballo poseía él solo un prado y, habiendoido por allí un. ciervo y habiéndoleestropeado el pasto, queriendo vengarsedel ciervo, suplicó a un hombre sipodría con él castigar al ciervo; díjoleel hombre que sí, si aceptaba unfreno y permitía que él se le montaraencima, llevando unos dardos; al accederel caballo y montar sobre sí al hombre,a cambio de vengarse, se convirtióen esclavo del hombre. «Así mirad tambiénvosotros—dijo—, no sea que porquerer vengaros de vuestros enemigos,os ocurra lo mismo que al caballo; porqueel freno lo tenéis ya, por haberoselegido un general con plenos poderes;y si ahora le dais Una guardia personaly le dejáis que se os monte encima, oshabréis convertido ya en esclavos de Fálaris.»Esopo, defendiendo en Samos a undemagogo, a quien se había sentenciadoa muerte, dijo que (3) «cuna zorra, que(1) Podría quizá referirse esta alusión históricaa la conquista de Egipto por ArtajerjesOkhos sobre el año 35O aproximadamente.(21 Es problemática la cronología del poetaEstesicoro y, por tanto, su relación con la aplicaciónde su fábula a Fálaris.(3) No está esta fábula en la colección ac-


174 ARISTÓTELES.—OBRAS 1393 b/1394 bvadeaba un río, fue arrastrada hacia unbarranco y, como no podía salir, estuvomucho tiempo en apuros y muchasgarrapatas se habían adherido a ella;un erizo que pasaba por allí, al verla, lepreguntó compadecido si quería que learrancase las garrapatas y ella contestóque no; y preguntándole el erizo que porqué no quería, dijo ella: «porque estasestán ya saciadas de mí y me chupan yapoca sangre, pero si me quitan estas,vendrán otras hambrientas y me chuparánla sangre que me queda». Así, pues,a vosotros—dijo—, ¡oh samios!, este yano es dañoso, porque es ya rico; pero,si matáis a este, vendrán otros aún pobres,que os robarán lo que os queda yse lo gastarán».Las fábulas son muy apropiadas paralos discursos dirigidos al pueblo, y tienenesta ventaja: que es difícil hallar hechoshistóricos semejantes a lo que unotrata y, en cambio, hallar fábulas es fácil,porque es preciso crearlas, de igualmanera que las parábolas, si uno es capazde comprender las relaciones de semejanza,lo cual es fácil por la filosofía.Así pues, es ciertamente cosa fácilimaginar los asuntos a tratar por mediode fábulas, aunque para el género deliberativoes más útil la argumentación apartir de los hechos; porque, de ordinario,las cosas que van a suceder enel futuro son semejantes a las que yahan acaecido.Conviene, cuando no se tienen entimemasa mano, servirse de ejemplos comodemostraciones—ya que por ellos seda un motivo de credibilidad—, y si setienen entimemas, hay que servirse delos ejemplos como de testigos, utilizandocomo epílogos los entimemas; porquepuestos delante se semejan a la inducción,y en la retórica no entra con propiedadla inducción, excepto en pocoscasos; en cambio, dichos al final, se semejana los testimonios, y el testigo entodo caso es digno de fe. Por eso el quepone al principio los entimemas es necesarioque diga muchos, y el que lospone al fin, con uno solo puede tenersuficiente. Porque un testigo bueno tambiénsolo basta.tual de fábulas de Esopo; pero si la transmitePlutarco.Se ha dicho, pues, cuántas son las especiesde ejemplos y cómo y cuándo hayaquello por causa de lo cual suele algoque servirse de ellos.CAPITULO 21SOBRE LAS SENTENCIAS O ADAGIOSPor lo que se refiere a los adagios:una vez hayamos dicho qué es adagio,resultará más evidente en qué temas,cuándo y a quiénes corresponde usarde ellos en los discursos.Adagio o sentencia es una aseveración,pero no sobre cosas particulares—porejemplo, cómo es Ifícrates—, sino sobrelo universal; y no sobre todo lo universal—comoque lo recto es contrariode lo curvo—, sino sobre aquello a quese refieren las acciones, y lo que puedeelegirse o evitarse al obrar, de maneraque, puesto que los entimemas sobre talescosas son silogismos, las sentenciasson aproximadamente las conclusionesy los principios de los entimemas, unavez quitado el silogismo; por ejemplo:Jamás debe un hombre naturalmente razonable,educar a sus hijos en demasiada sabiduría (1).Esto es, pues, un adagio; si se le añadela causa y el porqué, el todo se convierteen un entimema; por ejemplo:porque, aparte de la inacción que se les echa[en cara,se ganan de los ciudadanos una envidia hostil (2).Y aquello de:no hay hombre que sea venturoso en todo (2),y también:no hay entre los hombres quien sea libre (3),es una sentencia; pero, añadido lo quesigue, es un entimema:porque o es esclavo de la riqueza o de la suer-[te (3).Por consiguiente, si el adagio es loque hemos dicho, es preciso haya cuatroespecies de adagios; ya que o bien se-(1) Eurípides, Medea, 394 y sgs., 28» y sgs.(2) Id., Estenobea. fr. «61 N.(3) Id., Hécuba, 863 y 864.


1394 b/1395 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 21 175rán con conclusión o explicación epilogalo bien serán sin ella. Requieren,pues, demostración los que dicen algosorprendente o que está en litigio; encambio, los que no afirman nada sorprendente,van sin explicación epiloga!.De estos es aún necesario que unos, porser conocidos de antemano, no requieranninguna explicación epiloga!, como,por ejemplo:Lo más excelente para el hombre es gozar de[salud, según nos parece... (1)—porque a la mayoría les parece en realidadasi—; otros, porque en cuanto hansido enunciados, resultan evidentes a losque reflexionen sobre ellos, como, porejemplo:No hay ningún amante que no ame siempre (2).De los que llevan explicación epilogal,unos son parte de un entimema,como, por ejemplo, el citado antes dejamás debe el que es razonable...;otros son entimemáticos, no parte de unentimema; y estos son especialmenteestimados. Estos son aquellos en queaparece la causa de lo que se dice, comoen lo que sigue:No guardes rencor inmortal, sietodo mortal (3),porque decir «no hay que guardar rencor»es una sentencia; y lo añadido«siendo mortal» es el porqué. De manerasemejante también lo es:Es necesario que el mortal proyecte cosas mor-[tales, no inmortales (4).Queda claro, pues, por lo dicho, cuántasson las especies de adagio, y a quécosa se acomoda cada una; ya que enlas cosas disputadas o extraordinariasno hay que utilizar el adagio sin la explicaciónepilogal; pero, si se anteponela explicación, entonces hay que servirsede la conclusión como de adagio, comosi alguien dijera: «Yo, pues, dado que(U De una canción de banquete—skolion—atribuida a Simónides.12) Eurípides, Troyanos, 1051.Cit Esta frase es de un trágico desconocido.(4) Este' verso se atribuye a Epicarmo.no conviene ser envidiado ni estar inactivo,digo que no es necesario recibireducación alguna», o bien, después deafimar esto por delante, añadir lo anteriorrespecto de las cosas que no sonextraordinarias, pero que sí son oscuras,si se les añade el porqué, resultanmás redondeadas. Son adecuados aestos casos los dichos lacónicos y losenigmáticos, como si alguien dijera loque Estesícoro dijo ante los habitantesde Locria, «que no conviene ser insolentes,no sea que las cigarras tengan quecantar desde el suelo» (5).Corresponde, teniendo en cuenta laedad, el uso de sentencias a los viejos ysobre temas- en que se tiene experiencia;de manera que el usar sentencias, nosiendo de esta edad, es inoportuno, lomismo que el contar historias; y en loque no se sabe por experiencia, es tontoy de falta de educación. Señal suficientede ello es que los agricultoresson muy sentenciosos y con facilidadse expresan universalmente. Decir engeneral lo que no tiene valor de universalidad,cuadra sobre todo en las lamentacionesy en la exageración; y entales casos, o bien al comienzo, o cuandose ha acabado ia demostración. Convienetambién servirse de las sentenciascomunes o que corren de boca en boca,si son útiles; porque por ser comunes,como si todos concordaran en ellas, seconsidera que hablan rectamente; porejemplo, la que se dirige al que invitaa exponerse a un peligro, sin haber antesofrecido sacrificios:Uno solo es el mejor augurio, defender las cosas[que se refieren a la patria (6),y después de haber sido vencidos:imparcial es Marte... (TI;y, sobre el matar a los hijos de los enemigos,aunque no nos hayan dañado ennada, la frase citada:necio es el que, habiendo dado al padre la[muerte, deja con vida a los hijos.(5) Se dice porque las cigarras cantan desdeel suelo solamente donde no hay arbolado, comosería el caso de una tierra arrasada por el enemigo.(«) ¡liada, Xa, 243.(7) Ibid., XVIII, 309.


176 ARISTÓTELES.—OBRAS 1395 a/1396 aTambién algunos de los refranes sonsentencias, como el refrán de «vecinoático» (1). Conviene también decir lassentencias en contra de los dichos populares—llamopopulares, por ejemplo, el«conócete a ti mismo» y «nada en demasía»—,o bien cuando el carácter delorador vaya a adquirir más relieve ocuando el dicho haya sido pronunciadoapasionadamente. Es con apasionamiento,por ejemplo, si alguien dijera conira que es mentira que convenga conocersea sí mismo; porque si ese se hubieraconocido a sí mismo, Jamás hubierapretendido ser general. Argüirá un carácterde mejor calidad decir que noconviene, como se suele decir, amar comosi se hubiera de odiar, Sino más bienodiar como si se hubiera de amar. Espreciso con las palabras manifestar elpropósito, y si no, explicar luego la causa;por ejemplo, diciendo así; «convieneamar no como se dice, sino como sise hubiera de amar siempre; porque lootro es propio de un traidor»; o así:«no me gusta a mí lo que se dice; porqueal verdadero amigo hay que amarlecomo si se le hubiera de amar siempre».Y «tampoco me agrada el nada en demasía;porque a los malos convieneodiarlos con exceso».Los adagios son de una gran ayudapara los discursos; primero, por causade la rudeza de los oyentes; porque sealegran si alguien, hablando en general,toca las opiniones que tienen ellos en loparticular. Lo que digo quedará claroasi, y a la vez quedará claro cómo hayque cazar las sentencias. Ya que la sentencia,como se ha dicho, es una aseveraciónuniversal, pero los oyentes se gozancuando se les dice en general lo queellos habían hallado en sus anterioresreflexiones sobre lo particular; por ejemplo,si ocurriese que alguno tiene vecinoso hijos malos y oyera al que hablaque dice «nada hay más desagradableque la vecindad», o bien que «nadahay más insensato que tener hijos»;de manera que conviene conjeturar cómoestán y qué prejuicios tienen losoyentes, y después hablar de estas cosasasi en general. Esta es una de las vendíUn antiguo proverbio griego dice 1 :cino ático, vecino incansable.»«Ve-tajas del uso de los adagios en los discursos.Pero hay aún otra mejor: quedan carácter ético a los discursos. Losdiscursos tienen carácter cuando estáclara en ellos la intención del orador. Yla sentencias cumplen todas este cometido,por manifestar de una manera generalal que dice la sentencia respectode sus intenciones, de manera que sison buenas las sentencias, hace apareceral que las dice como de buenas costumbres.Así pues, quede esto dicho respectodel adagio o la sentencia, sobre qué es,sobre cuántas son sus clases, sobre cómohay que servirse de ellos y cuálesson sus utilidades.CAPITULO 22SOBREEL ENT1ME1ÍAHablemos ahora de los entimemas engeneral, de qué manera hay que buscarlos,y después sobre sus tópicos, porquela especie de cada una de estas cosas esdistinta.Que el entimema es una variedad delsilogismo se ha dicho ya antes; de quémanera es silogismo y en qué se diferenciade los silogismos dialécticos, también;pues dijimos ya que no convieneconcluir desde lejos ni tomando a lavez todas las cosas; porque lo uno resultaoscuro por la magnitud, lo otro resultainútil charlatanería, por decir loque ya es evidente. Esto es también causade que tengan más capacidad de persuasiónante la muchedumbre los quecarecen de formación que los que la tienen,pues dicen los poetas que los quecarecen de formación, cuando están antela turba, hablan con más arte; porquelos que tienen educación hablan de 1»común y lo general; estos, en cambio, delo que saben y de lo que está más inmediatoa los oyentes. De modo que hayque hablar, np partiendo de todo lo quees opinable, sino de cosas determinadas,como, por ejemplo, de las que ellos juzgano de las que ellos comprenden. Yesto porque así parece que resulta claroo para todos los oyentes o para lamayoría, y no solo el sacar conclusionesde las cosas necesarias, sino tam-


1396 a/1396 b RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 22 177bien de las que suceden de ordinario.Primero, pues, conviene comprenderque aquello respecto de lo cual convienehablar y razonar, bien con silogismo político,bien con cualquier otro (1), esnecesario conforme a esto, disponer losfundamentos o premisas, sean todos,sean solo algunos; porque no teniendoninguno, de nada se podría concluir.Digo, por ejemplo, cómo podríamos aconsejara los atenienses si hay que hacerguerra o no, no sabiendo cuál es sufuerza, sea naval, sea de infantería o deuna y otra cosa; y cuánta es, y cuálesson los recursos, los amigos y los enemigos,y además qué guerras han tenidoy con qué resultado, y otras cosassemejantes; o cómo podría uno ensalzarlasi no tuviéramos la batalla navalde Salamina, o la terrestre de Maratón,o los hechos llevados a cabo en favorde los heraclidas o alguna otra cosade estas. Porque todos son capaces dehacer elogios sobre las cosas bellas quehan sucedido o parecen haber sucedido.De la misma manera se censura apartir de las cosas contrarias, considerandoqué hay de vituperable en ello,o qué parece haber; por ejemplo, quehan esclavizado a los griegos, y que alos eginetas y potidenses, que se habíandistinguido luchando junto a ellos contralos barbaros, los habían vendido comoesclavos, y cuantas cosas haya semejantesa estas, y también si alguna otrafalta se Íes puede atribuir. De maneraque asi, tanto los que acusan como losque defienden, considerando lo que hasucedido, hagan su acusación o fundamentensu defensa.El hacer esto sobre los lacedemonioso los atenienses, sobre un hombre o unadivinidad, no supone ninguna diferencia;porque lo mismo al aconsejar aAquiles, que al ensalzarle o censurarle,al acusarle o al defenderle, hay que partirde lo que él posee o parece poseer;de modo que, partiendo de ello, digamossu elogio o su censura, si posee algohermoso o algo vergpnzoso, y se le acuseo se le defienda, si posee algo justo oalgo injusto, o se le aconseje, si se(ll Para entender este «político» téngase encuenta que, de un modo amplio, Aristótelesllama política a la ética y a la retórica.trata de algo conveniente o pernicioso.Y de semejante manera en estas cosasque en cualquier otro asunto; por ejemplo,respecto de la justicia, si algo esbueno o no lo es, partiendo de las cosasque corresponden a la justicia y al bien.De esta manera, pues, parecen dar todossus argumentos los oradores, ya razonencon más rigor, ya más blandamente—yaque no toman sus argumentosde todas las casas, sino de lo quecorresponde a cada asunto—; y es evidenteque, por medio del discurso, esimposible demostrar de otra manera;y es evidente que es necesario, como enlos tópicos, tener en primer lugar tópicosdesarrollados acerca de cada asunto,sobre las cosas posibles y las másoportunas; y acerca de lo que se planteade improviso es necesario buscar delmismo modo, mirando no a lo indefinido,sino a lo que corresponde al asuntoque trata el discurso; y abarcando lasmás cosas posibles y las más inmediatasal asunto; porque cuanto mayor númerotenga de cosas pertinentes al asunto,tanto más fácilmente podrá, demostrar,y cuanto más cercanas sean alasunto, tanto más apropiadas serán ymenos comunes. Llamo cosas comuneso vagas al alabar a Aquiles porque eshombre y porque es uno de los semidiosesy porque peleó contra Ilion; yaque todo esto les corresponde tambiéna otros muchos, de manera que el queesto hace no alaba más a Aquiles quea Diomedes. Características son las cosasque a ningún otro acontecieron sinoa Aquiles, como haber matado a Héctor,el mejor de los troyanos, y a Cieno,el que, por ser invulnerable, impedíaa todos desembarcar, y porque siendoaún muy joven y no estando obligadopor el juramento de los pretendientesde Helena, fue a la guerra, y otrascosas por el estilo.Un método, pues, de selección de entimemasy el primero en este de los tópicos; digamos ahora algo sobre los elementosde los entimemas; llamo elementosy lugar o tópico del entimema a lomismo. Y hablemos primero de aquellode que es preciso se hable primero.Hay, pues, dos especies de entimemas:los unos son demostrativos de que algoexiste o no existe; otros refutativos, y


178 ARISTÓTELES.- -OBRAS 1396 b/1397 bse diferencian entre sí como en la dialécticala refutación y el silogismo. Esentimema demostrativo el concluir partiendode algo en que todos están deacuerdo. Entimema refutativo es concluiralgo sobre lo que no habia opiniónunánime.Asi pues, los tópicos los podemos deducirnosotros, casi para cada uno de losgéneros de las cosas útiles y necesarias;porque han sido ya desarrolladas laspremisas referentes a cada género; demanera que, de qué tópicos hay que deducirlos entimemas sobre el bien y elmal, lo hermoso y lo feo, lo justo y loinjusto, los caracteres, las pasiones y loshábitos, ya hemos antes, según esto, explicadolos tópicos. Pero busquémoslosaún de otra manera, en absoluto, respectode todas las cosas, y expongamos,como anotados al margen, los tópicosdemostrativos, los refutativos y los delos entimemas aparentes—que no sonentimemas, puesto que no son silogismos—.Y, una vez hayamos expuesto estascosas, definamos lo que respecta alas refutaciones y a las objeciones, desdedonde conviene volverlas contra losentimemas.CAPITULO 23SOBRE LOS TÓPICOS DE QUE SS SACANENTIMEMAS DEMOSTRATIVOSI. Existe un tópico de entimema demostrativoa partir de los contrarios;se llama así porque hay que mirar sipara un término contrario existe unpredicado contrario, negando si no existe,y afirmando si existe; por ejemplo,que ser temperante es bueno; porqueel ser intemperante es pernicioso. O, comose dice en el discurso sobre Mésenla: «porque si la guerra es causa delos males presentes, conviene que, conla paz, se corrijan estos».Puesto que, ni contra los que han obrado malinvoluntariamente, es justo caer en la ira.tampoco, si otro hiciere a otro un favor por la[fuerza,es adecuada sentir hacia él agradecimiento (1).(1> De un trágico desconocido. Se habla deAgatón o Teodectes.Pero, puesto que, entre los mortales, decir menttirases acreedor a la fe, también es preciso creer lo[contrario,q:ie muchas verdades resultan difíciles de creer[a los mortales (2).II. Otro tópico es o partir de las cosashomologas; porque de manera semejantees necesario que tengan o notengan los mismos predicador; porejemplo, que lo justo no todo es bueno; porque también sería bueno el «justamente»; y por ahora, no es deseablemorir «justamente».III. Otro tópico es el que procede delas relaciones reciprocas; porque si auno de los dos términos recíprocos leconviene obrar bien o justamente, alotro le convendrá recibirlo; y si a unole corresponde mandarlo, también alotro cumplirlo. Por ejemplo, como dijoel alcabalero Diomedonte (3), hablandode los impuestos: «porque si a vosotrosno os es vergonzoso vender, tampocolo será para nosotros comprar».Y si al que lo soporta y recibe le correspondeel calificativo de bien y justamente,también al que lo hace. Pero eneste caso se puede razonar con un paralogismo;porque si alguno sufrió algojustamente, acaso con todo, no fue aquelloimpuesto por ti con igual justicia.Por eso hay que mirar por separado siel que padece es digno de padecer y elque lo hace se comporta dignamente alobrar, y luego hacer las aplicaciones dela manera adecuada a cada parte; yaque algunas veces hay desacuerdo entreuna y otra cosa, y nada impide preguntar,como en el Alcmeón, de Teodectes(4):¿a tu madre, ninguno de los mortales le tenia[horror?y, respondiendo, dice:pero, es necesario considerarlo distinguiendo.Y al preguntar Alfesibea por qué, responde:(2) Eurípides, Tieates, fr. 396.O) Es desconocido este personaje. Teodectes de Fáselis, discípulo de Isócratesy del propio Aristóteles luego. Alcmeón, ensu tragedia, mata a su madre por vengar aAnflarao, su padre, entregado a la muerte poreila.


1397 b/1398 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 23 179A ella la condenaron a morir, pero no a mi a[matarla.Y el Juicio sobre Demóstenes y losque dieron muerte a Nicanor (1); puesluego que se juzgó que le habían dadomuerte justamente, se estimó que tambiénhabía muerto justamente. Y respectodel muerto en Tebas, sobre el cualse manda juzgar si era justo que hubieramuerto, porque no se considera injustomatar al que muere justamente.IV. Otro tópico es el del más y delmenos; por ejemplo, si ni los dioses tansiquiera lo saben todo, desde luego menoslos hombres; esto es, si aquel aquien más conviene el predicado, no loposee, es evidente que tampoco lo poseeráaquel a quien menos conviene. Elargumento de que golpea a los que tienecerca el que golpea a su padre, nacede que si le conviene lo menos, tambiénle conviene lo más; porque se suelegolpear menos al padre que a losque están cerca. Ya que, si es así, o siaquel a filien más conviene no lo posee,o si lo posee aquel a quien menos le conviene,se deducirá, rectamente, segúncuál de las dos cosas convenga demostrar,sea que lo posee, sea que no. Ytambién si no es cosa de más y de menos; de donde se dice:Tu padre es ciertamente digno de lástima por[haber perdido a sus hijos;pero, ¿no lo será aún más Oineo, que ha perdifdoun hijo ilustre?y que, si Teseo no delinquió—raptandoa Helena—, tampoco Alejandro; y si nolo hicieron los Tindáridas, tampoco Alejandro;y si Héctor pudo matar justamentea Patroclo, también a AquilesAlejandro (2). Y si los otros cultivadoresde las artes no son malos en cuantotales, tampoco los filósofos. Y si noson malos los generales, porque mueranmuchas veces, tampoco los sofistas.Y que, si conviene que un hombre privadose cuide de vuestra gloria, tambiénvosotros debéis cuidar de la de los griegos.(1) No parece firme el pasaje ni se conoceel hecho. Tampoco Nicanor.(2) De un discurso en defensa de AlejandroParís, de autor desconocido.V. Otro tópico es partir de la consideracióndel tiempo o la oportunidad;por ejemplo, Ifícrates, en su debate contraHarmodio, dijo: «Si antes de hacerlohubiera pedido que, si lo llevabaa cabo, me concedierais la estatua, mela habríais concedido; ahora que lo hehecho, ¿no me la vais a conceder? Noprometáis, pues, cuando estéis esperando,y cuando hayáis conseguido el bienque queríais, quitéis lo prometido.» Yotra vez, para que los tebanos dejaranpasar a Filipo, que marchaba contra elÁtica: «Si os lo hubiera pedido antesde prestaros su ayuda contra los focidios,se los hubierais prometido; es, pues,absurdo que, porque le pasó por alto estoy creyó que se le concedería, no se lopermitáis ahora.»VI. Otro tópico es argüir contra elque lo dice, partiendo de las mismas cosasque él dice contra uno; este métodotiene muchas ventajas, como, porejemplo, en el Teucro (3); de este tópicohizo uso Ifícrates contra Aristpfón(4), al preguntarle si entregaríapor dinero las naves; y, al responderAristofón que no, le dijo: «¿Tú, entonces,porque eres Aristofón no las entregarías,y yo sí, porque soy Ifícrates?»Es preciso para ello que el adversarioparezca más capaz de cometer injusticiaque no la otra parte; porque si no, pareceríaridículo que, acusando a Arístides(5), dijera alguien tal cosa que resultaraen descrédito del mismo queacusa; porque, en general, se quiere queel que acusa sea mejor que el acusado;y esto conviene demostrarlo. Es absolutamenteabsurdo el argumento,cuando echa en cara a los demás lo queel mismo orador hace o haría, o exhortaa hacer lo que él mismo no hace o noharía.VII. Otro tópico es a partir de la definición;como, por ejemplo, que ¿quées lo sobrenatural? ¿No es un dios o laobra de un dios? Por tanto, el que cree(3) Hay una tragedia de Sófocles y otra deIon con el mismo título.(4) Luego del fracaso de Embala, Aristofónacusó a los generales de' traición. Uno de ellosera Ifícrates.(5) Arístides el Justo.


180 ARISTÓTELES.—OBR AS 1398 a/1398 bque es obra de un dios, ese necesariamentecree que existen los dioses. Ycomo Ificrates, de que el más noble esel mejor; porque tampoco Harmodio yAristogitón tenían nada noble al comienzo,antes de realizar nada noble.Y que él era más pariente de ellos;«porque mis obras están más emparentadascon las de Harmodio y Aristogitónque las tuyas». Y como en el discursosobre Alejandro, que todos estallande acuerdo en que los que no soncontinentes no gustan del amor de unasola persona. Y aquello por lo que Sócratesdijo que no iría a la corte de Arquelao;porque dijo que sería tan vergonzoso,no corresponder igualmente elque recibe favores, como el no vengarseal que es maltratado. Todos estos,una vez dada la definición y tomandolo que es cada cosa, razonan sobre aquellode que hablan.VIII. Otro tópico parte del de cuántasmaneras se dice una palabra, comohemos hecho en los Tópicos con la locución«bien está».IX. Otro tópico es a partir de la división;por ejemplo, si todos delinquenpor tres razones—o por esto, o por estoo por lo otro—, y es imposible que seapor dos de ellas, ni hay" que decir quees por la tercera de ellas.X. Otro tópico es por inducción; comoel caso de la mujer de Pepareto(1); porque, refiriéndose a los hijos,las mujeres siempre definen la verdad;porque, en Atebas, así lo demostró lamadre contra el orador Mantias, queatacaba a su hijo; y en Tebas, disputandoIsmenias y Estilbón, la Dodónidedeclaró que el hijo era de Ismenias, ypor eso se creyó que Tesalisco era hijode Ismenias (2). Y también en la Leyde Teodectes (3): si a los que cuidanmal de los caballos ajenos, no se les confíanlos propios, y tampoco a los quehan hecho naufragar las naves ajenas;si lo mismo hay oue hacer en todas lascosas, tampoco a los que han guardado(1) Parece era este un discurso célebre delque nada se sabe.(2) El conocido político, amigo de Pelopidas.('3) Parece ser un discurso fingido.n.al la ajena hay que confiarles la guardade la propia salvación. Y, como diceAlcidamas (4;, que todos rinden honoresa los sabios; los de Paros honrarona Arquíloco, a pesar de ser maldiciente;los de Quíos a Homero, sin ser ciudadano;los de Mitilene a Safo, aun siendomujer: los lacedemonios hicieron aQuilón del colegio de los gerentes, auncon no ser aficionados a las letras; losde Italia a Pitágoras y los de Lampsacodieron .sepultura a Anaxágoras, aun siendoextranjero, y le honran aún hoydía...; que los atenienses, sirviéndosede las leyes de Solón, fueron felices, ylos lacedemonios con las de Licurgo, yen Tebas cuando los magistrados sehicieron filósofos, también fue feliz laciudad (5).XI. Otro tópico parte de un juiciosobre lo mismo, lo semejante o lo contrario;sobre todo si todos lo han Juzgadosiempre así, y si no, al menos lamayoría, o los sabios, o todos ellos o lamayoría, o los buenos; y si opinan asílos mismos que juzgan, o aquellos aquienes reconocen autoridad los que juzgan,o aquellos a quienes es imposiblecontradecir en el juicio, como los quetienen el poder supremo, o aquellos aquienes no está bien oponer un juiciocontrario, como los dioses o el propiopadre o los maestros; como, por ejemplo,lo que dijo Autocles a Miximénides(6): si a los dioses augustos lespareció bien asistir a juicio en el Areópago,¿a Miximénides no? O como dijoSafo, que morir es un mal, ya que losdioses lo han juzgado así; porque de locontrario morirían ellos. O como Aristipocontra Platón, que decía algo excesivamentepresuntuoso, según creyóél: «pero, ciertamente, nuestro compañerono hablaría así», dijo refiriéndosea Sócrates. Y Hegesípolis (7), en Del-(4) Sobre Alcidamas, véase nota de la página146.(5) Hay aquí una laguna cuyas dimensionesno se conocen. En cuanto a lo referente aTebas, recuérdese que en Tebas Epaminondaspasaba por filósofo y que allí mismo existíauna especie de partido político de matices claramenteplatónicos.(6) Autocles fue dos veces estratega, sobre333 y 362. El adversario es desconocido.(7) Bey de Esparta desde 394.


1399 a/1399 b RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 23 181ios, preguntó al dios, habiéndolo hechoantes en Olimpia, si le parecía lo mismoque a su padre, ya que era vergonzosoopinara lo contrario. Y sobre Helena,cuando Isócrates escribió que erabuena, puesto que Teseo la juzgó así;y respecto de Alejandro, a quien prefirieronlas diosas, y de Evágoras, que erabueno, como dice Isócrates: «Conón,pues, una vez derrotado, pasando poralto a todos los demás, acudió a Evágoras.»XII. Otro tópico es a partir de las•partes; como en los Tópicos,, preguntandoqué clase de movimientos es el alma;porque es este o este. Y un ejemplo delSócrates de Teodectes (1): «¿Contraqué santuario cometió impiedad? ¿A quédioses, de entre aquellos en quienes creela ciudad, no tributo honores?»XIII. Otro tópico, puesto que en lamayoría de los casos ocurre que se lesiga a lo mismo un bien y un mal, esel de, o partir de las consecuencias;exhortar o disuadir partiendo de estas,acusar o defender, ensalzar o censurar;como, por ejemplo, a la educación le sigueel mal de ser envidiado, pero el sersabio es un bien; por consiguiente, nohay que recibir instrucción, ya que noconviene ser objeto de envidia; o bienes preciso, pues, recibir instrucción, porqueconviene ser sabio. Este tópico esel Arte de Calipo (2), añadiendo el tipicode lo posible y lo demás, tal comose ha dicho.XIV. Otro tópico se da cuando espreciso exhortar o disuadir respecto dedos cosas opuestas, servirse en una yotra del tópico explicado antes. Se diferencia,con todo, este de aquel, en queallí se contraponen cualesquiera términosal azar; aquí, en cambio, términoscontrarios. Por "ejemplo, una sacerdotisano permitía a su hijo hablar en público: «Porque—decía—, si hablas conjusticia, te odiarán los hombres y, sihablas injustamente, te odiarán los dioses.»Conviene, con todo, hablar en público;porque si hablas cosas justas, teamarán los dioses, v si hablas cosas injustas,te amarán los hombres. Esto eslo mismo que aquello del refrán: comprael pantano y la sal. Y esto es divaricación(3), cuando a dos contrariosles siguen, a cada uno, un bien y unmal, contraponer uno de ellos como contrarioal otro.XV. Otro tópico: puesto que no sonlas mismas las cosas que se alaban cuandose hace en público que cuando sehace en secreto, sino que en público sealaban las cosas justas y hermosas, yen particular, en cambio, se prefierenlas que son útiles, o partir de esto procurarconcluir lo contrario; porque delas cosas que van contra la opinión comúneste es el tópico más importante.XVI. Otro tópico es a partir de quelas cosas sucedan según proporción; porejemplo: Ifícrates, como quisieran obligara un hijo suyo, demasiado joven deedad, a desempeñar un cargo público,porque era grande de estatura dijo que,si consideraban hombres a los muchachosde gran estatura, decidieran por votaciónque los hombres de reducida estaturaeran niños. Y Teodectes en su Leydijo: «hacéis ciudadanos a mercenarioscomo Strábax y Caridemo, por su honradez;y ¿no vais a exiliar a los que,?ntre los mercenarios, han cometido crímenesirreparables?».XVII. Otro tópico proviene de que laconsecuencia es la misma, porque tambiénes lo mismo aquello de que deriva.Por ejemplo: Jenófanes decía que deigual manera cometen impiedad los quedicen que los dioses han nacido, quelos que dicen que los dioses mueren;porque de ambas maneras se deduce•jue en algún momento no existen losdioses. Y en general, tomar lo que sesigue de cada término; como si siemprefuera lo mismo: «vais a juzgar nosobre Isócrates, sino sobre su ocupación,de si es necesario cultivar la sabiduría».Y que dar la tierra y el agua es ser(1) Parece ser una apología, que se habráperdido. I (») La palabra griega quiere decir «zambo».(21 Discípulo de Isócrates. Se sabe muy poco Tovar adopta el neologismo de Roberts. El sig-


182 ARISTÓTELES.—OBRAS 1399 b/1400 aesclavo (1), y participar de la paz generales hacer lo que está mandado.Hay que tomar de entre dos términosopuestos el que pueda ser útil.XVIII. Otro tópico proviene de notomar siempre lo mismo después o antes,sino en orden contrario. Por ejemplo,este entimema: «si en el destierroluchábamos para volver, ahora que hemosvuelto, nos desterramos para noluchar» (2). Porque una vez se prefiriópermanecer a costa de luchar, y en otrano luchar a costa de no permanecer enla ciudad.XIX. Otro tópico es decir yue aquellopor cuya causa pudo ser u ocurriralgo, por eso es por lo que ello sucede.Por ejemplo: si uno diera una cosa aotro, para que al quitársela se entristeciera: de donde se dice esto:a muchos la divinidad, excitándoles sin ninguna[benevolencia,les concede grandes venturas, pero paraque reciban desgracias más visibles (3).Y aquello del Meleagro de Antif ón:No para que diera muerte a la fiera, sino para[que testigosfueran de la virtud de Meleagro ante Grecia.Y aquello del Ayax de Teodectes, de queDiomedes eligió a Ulises no por honrarle,sino para que su acompañante fuerainferior; porque es admisible que lohiciera por este motivo.XX. Hay otro tópico, común tanto alos que actúan en un pleito como a losque practican la oratoria deliberativa,que es considerar lo que exhorta y loque disuade y por qué causas se haceno se evitan las acciones; porque estascausas son tales que, si existen, convieneobrar—y si no existen, no obrar—;por ejemplo: si algo es posible, fácil yútil para uno mismo o para los amigos,o si es perjudicial para los enemigos;y si es perjudicial, si es menor el perdíSegún Herodoto, esto era lo que pedíael rey de Persia a los griegos como prenda desujeción.(2) De Lisias.(3) Trágico desconocido.juicio que la casa. Y la gente se dejapersuadir por estas cosas, y se deja disuadirde los contrarios. Y a partir deestos mismos contrarios, se formulanasimismo las acusaciones y las defensas.Se defienden... Este tópico forma todoel Arte de Panfilo y el de Oalipo.XXI. Otro tópico es a partir de lascosas que se considera existen, pero queresultan difíciles de creer; ya que nose creerían si no existieran realmenteo si no estuvieran cerca de ser reales.Y aún más: porque lo que existe o loque es verosímil se suele admitir; pero,si algo es difícil de creer e inverosímil,puede que sea verdad; porque no se consideraasí por ser verosímil y persuasivo.Como dijo Androcles el Piteo, cuandoen su alegato contra la ley levantaroncontra él, mientras hablaba, ungran griterío: «necesitan las leyes unaley que las corrija; ya que también necesitansal los peces aunque no sea verosímilni creíble que, habiéndose criadoen agua salada, necesiten aún sal; ylas tortas de olivo, aceite, aunque resulteincreíble que aquello de que procedeel aceite, ello mismo necesiteaceite».XXII. Otro tópico, apto para refutaciones,es examinar las cosas discordantes;ver si hay algo entre todo lo referentea tiempos, hechos y palabras, queno concuerde; y se hace o bien dirigiéndosesolamente a la parte contraria;por ejemplo: «y dice que os ama, peroseconjuró con los Treinta»; o biendirigiéndose sólo a uno mismo: «y diceque yo soy amigo de pleitear, pero nopuede demostrar que yo haya provocadoningún pleito»; o bien refiriéndosea sí mismo y al contrario: «y este ciertamenteno prestó nunca nada, yo encambio he rescatado a muchos dé vosotros».XXIV. Otro tópico proviene de lacausa, porque, si esta existe, se diceque también su efecto existe, y si noexiste ella, que tampoco existe el efecto;porque se dan juntos la causa yaquello de que ella es causa y, sin causanada existe; por ejemplo lo que decíaLeodamas defendiéndose, cuando ie


1400 a/1400 b RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 23 183acusaba Trasíbulo (1), de que su nombrehabía estado en una inscripción infamanteen la Acrópolis, pero que lohabía borrado cuando los Treinta. «Noes posible—dijo—, porque los Treinta 'ehubieran considerado más digno de confianzaa él mismo, estando escrita en lapiedra su enemistad con el pueblo.»XXV. Otro tópico es considerar side otro modo seria o es posible algomejor que aquello que se aconseja, sehace o se ha hecho; porque es evidenteque, si no es así, no lo hizo; porquenadie voluntaria y conscientemente escogelo malo. Pero, esto es engañoso;porque muchas veces resulta claro luegocómo habría de haberse actuado, peroantes de actuar resulta oscuro.XXVI. Otro tópico es cuando se vaa hacer algo contrario a lo que se hahecho, considerarlo juntamente lo unoy lo otro; como, por ejemplo, Jenófanesque, al preguntarle los eleatas siharían o no sacrificios a Leucotea y lamentaciones,les aconsejó que, si la considerabandiosa, no la lloraran, y quesi la consideraban humana, no le ofrecieransacrificios.XXVII. Otro tópico es acusar o defendersea partir de los errores del contrario;así en la Medea de Karkinos (2),unos la acusan de que ha dado muertea sus hijos, por lo menos de queestos no se encuentran; porque Medeafaltó en enviar lejos a sus hijos; peroella se defiende diciendo que no eraa sus hijos a quienes hubiera dadomuerte, sino a Jason; ya que en estosí que hubiera cometido falta, de nohaberlo hecho, si es verdad que una delas dos cosas tenía que hacer. Este tópicodel entimema y esta especie constituyetodo el arte anterior a Teodoro.(1) La cronología política de este Leodamas,no concuerda con la del que hemos citado enla nota il> de la pág. 130. Se intenta acomodarhaciendo del Trasibulo contra quien habla noel de Steiria, sino el de Oollytos.(2) No se sabe si es el poeta cómico ridiculizadopor Aristófanes o más bien un descendientede él.XXVIII. Otro tópico parte del hombre,como lo que dice Sófocles:sabiamente llevando el nombre del hierro (31.Y tal como se suele decir en los elogiosde los dioses, y como Conón llamabaa Trasíbulo eí de audaces resoluciones(4), y Heródico, le decía a Trasímaco:«Siempre eres un luchador atrevido»,y a Polo: «Siempre eres unpotro» (5), y a Dracón el legislador,que sus leyes no eran de hombre, sinode dragón; porque eran muy duras. Ycomo la Hécuba de Eurípides decía aAfrodita:con razón también el nombre de la insensatez[comienza el de la diosa (6).Y como Queremón:Penteo, llamado con el nombre de su futura[desgracia (7).Entre los entimemas son mejor consideradoslos refutativos que los demostrativos,por ser el entimema refutativouna reunión de contrarios en breve espacio,y las cosas que se presentan unasjunto a otras le son más evidentes aloyente. Y de todos los razonamientoslefutativos y demostrativos son mejoracogidos los que, sin ser superficiales,se prevén una vez iniciados—porque losoyentes se alegran en sí mismos de haberlospresentido—, y aquellos que sólotardan en ser comprendidos, lo que durasu enunciación.(3) De la tragedia Tyró. Alude el verso ala madrastra de la protagonista, Sideró. heroínade la obra.'*) El vencedor de Cnido y restaurador dela democracia. El juego de palabras viene defrpaaúí, insolente, audaz, y fiouXrj, resolución.(5) Trasímaco se compone de frpaoói;, audaz,y (17^'}, combate, batalla. Y Polo es lo mismoque TcwXoí, potro.(6) Los Troyanos'Atppoo'ÍTrj y 'cr-ppoaúvrj tienenlas dos silabas primeras iguales.(7) Poeta trágico del siglo iv. Otros autoresdan la misma etimología.


184 ARISTÓTELES.—OBRAS 1400 b/1401 aCAPITULO 24SOBRE LOS TÓPICOS DE LOS ENTIMEMASAPARENTESPuesto que es posible un silogismo quelo sea y un silogismo que no lo sea,sino tan solo lo parezca, es necesariotambién que haya un entimema que losea y un entimema que no lo sea, sinotan solo lo parezca, dado que el entimemaes una especie de silogismo.Son tópicos de los entimemas aparenteslos que siguen:I. uno es el procede de la expresión,y de este1. Una parte es, como en la dialéctica,decir al final en forma de conclusiónlo que no se ha. formulado comoslloffismo; no es, pues, esto y lo otro,luego necesariamente será aquello y lode más allá; porque en los entimemas(1) el hablar con densidad y antitéticamenteproduce la impresión de unentimema; ya que esta forma de expresarsees campo abonado para los entimemas.Y parace que tal cosa procedede la íorma de la expresión. Es útil, parahablar silogísticamente con la expresión,reunir los puntos capitales demuchos silogismos: «que a los unos lossalvó, que vengó a los otros, que dio lalibertad a los griegos». Cada uno deestos términos había sido demostrado apartir de otros, y al estar juntos, pareceque de ellos resulte realmente algo.2. Otro entimema aparente es el queprocede del equívoco; por ejemplo, decirque el ratón es noble, ya que de élproviene la mas venerable de las iniciaciones,porque los misterios son la iniciaciónmás venerable de todas (2). O tialguno, elogiando al perro, incluye en sualabanza también al can del cielo o aPan, porque Píndaro dijo:(1) Sinécdoque, por toda la retórica en general,en oposición a lógica, mundo del silogismo.(2) Juego de palabras entre (luí, ratón, y jiuUTTJptov iniciación o misterio. De suyo nadatienen que ver entre si etimológicamente.Oh dichoso aquel, a quien de la grandiosa perro multiformellaman los olímpicos.O que no tener perro en casa es cosadeshonrosa, de modo que es evidenteque el perro es una cosa honrosa. Ydecir que Hermes es el más comunicativode los dioses; porque Hermes es elúnico que se llama común (3). Y decirque lo más excelente de todo es la palabra,porque los hombres buenos no sondignos de dinero, sino de palabras elogiosas; porque el ser digno de menciónno se dice unívocamente.II. Otro tópico es decir lo divididoen síntesis, o lo sintético analíticamente;porque muchas veces parece que eslo mismo lo que no lo es; la que de lasdos cosas sea más útil en, cada caso,esta conviene hacer. Este es el razonamientode Eutidemo: por ejemplo, saberque hay una trirreme en el Píreo,dado que se conoce cada uno de estostérminos, la trirreme y el Píreo. Y quese conocen las letras, porque se conocela palabra; ya que la palabra es lo mismoque las letras. Y decir que, puestoque lo doble es en esa proporción nocivo,tampoco lo uno será sano; porquees absurdo que dos bienes juntos sumenun mal. De esta manera, pues, el entimemaes refutativo; y del modo que siguees demostrativo: porque un bien noes dos males. Todo este tópico es paralogístico.También el dicho de Polícratessobre Trasíbulo, de que eliminó a treintatiranos; ya que lo dice por acumulación(4). O lo que se dice en el Orestesde Teodectes, que consiste en una división:Es Justo que la que mate a su esposomuera también ella, y lo es que el hijovengue a su padre». Esto es, pues, loque se ha hecho; pero uniendo las doscosas quizá no resulte igualmente justo.(3í Hermes es el dios de las cosas encontradascasualmente. Cuando el compañero de unohallaba algo, se decia «Hermes es común», reclamandoel otro la mitad del hallazgo. Cfr. Teofrasto.(*) Trasibulo derrocó el régimen de losTreinta tiranos, y Policrates pedia para éltreinta recompensas.


1401 b/1402 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 24 185También puede ser paralogística estaforma por omisión, ya que se evita decirpor obra de quién se deba hacer esto.III. Otro tópico es establecer o refutaruna cosa por exageración o enojo.Esto sucede cuando, sin probar que sehizo, se pondera aumentativamente laacción; porque esto hace parecer o queno lo hizo, cuando el que exagera es elque sostiene la causa, o que lo hizo,cuando el que acusa se mofa. No es,pues, un entimema; porque el oyentecae en paralogismo al juzgar que el acusadolo hizo o que no lo hizo, sin habersedemostrado.IV. Otro tópico parte del indicio;porque esto también es asilogístico. Porejemplo: si alguien dijera: «a las ciudadesles convienen los enamorados; yaque el amor de Harmpdio y Aristogitónprovocó la calda del tirano Hiparco». O,si alguien dijera que Dionisio es ladrón,porque es malo; pues esto es asilogístico;ya que no todo hombre malvado esladrón, aunque sí todo ladrón sea malvado.V. Otro tópico se desarrolla por loaccidental. Por ejemplo: dice Polícrates,refiriéndose a los ratones, que prestaronun servicio royendo las cuerdasdel arco. O si alguien dijera que el serinvitado a un banquete es lo más honrosoque existe; ya que, por no habersido invitado, se enojó Aquiles contralos aqueos en Ténedos; se irritó entoncespor haber sido desestimado, y estofue consecuencia de no haber sido invitado.VI. Otro tópico se da según la consecuencia;por ejemplo: en el Alejandrose dice que este es magnánimo; porouedespreciando el trato social con muchos,pasaba la vida solo en el Ida; yaque por ser así los magnánimos, tambiénél lo podría parecer. Y el argumentode que, puesto que pasea de noche yelegantemente vestido, es un libertino;porque los libertinos son así. Semejantees el de que, porque en los santuarioslos mendigos cantan y bailan y porquea los desterrados les es posible habitardonde quisieran, ya que parece que losque pueden hacer esto son felices, tambiénlo parecerían cuantos pudiesen hacerlo mismo. Pero la diferencia está enel cómo, por lo cual este sofisma incurreen el caso de omisión.VII. Otro tópico consiste en presentarlo que no es causa, como causa. Porejemplo: cuando suceden varias cosasjuntamente o unas Juego de otras; porquelo que sucede después de algo puedeinterpretarse como si fuera a causade este algo; y lo usan sobre todo losque andan metidos en asuntos de política,como por ejemplo Demades hacíaal gobierno de Demóstenes causante detodos los males, porque después de aquelsobrevino la guerra.VIII. Otro tópico se apoya en la omisióndel cuándo y el cómo; por ejemplo,que Alejandro raptó a Helena justamente;ya que a ella le había sidodada por su padre la facultad de elegiresposo. Pero este permiso no se manteníasiempre igual, sino que se refería ala primera vez, ya que el padre tieneautoridad solo hasta este momento. Osi alguien dijera que el golpear a unhombre libre es insolencia; ya que nolo es absolutamente, sino cuando uno esel primero en poner injustamente lasmanos en otro.IX. También como en las discusioneserísticas o de controversia, resulta unsilogismo aparente de tomar algo absolutamentey no absolutamente, sino enrelación a algo; por ejemplo, decir endialéctica que el no^ser es ser, porque elno-ser es ño ser; y decir que se puedeconocer lo desconocido, ya que se puedesaber que lo desconocido es desconocido.De la misma manera en la retóricahay un entimema aparente de lo noabsolutamente probable, sino probableen relación a algo. Esta probabilidad noes universal, como también dice Agatón:Bien podría alguien decir que lo probable esq le a los mortales les ocurran muchas cosas no[probables.Porque también viene a ser real lo queestá al margen de la probabilidad, demanera que también es probable lo que


186 ARISTÓTELES.—OBRAS 1402 a/1402 bestá fuera de la probabilidad. Y si estoes asi, será, lo no-probable probable, perono simplemente, sino que, de la mismamanera que en las discusiones erísticosel que no se indique el según qué, enrelación a qué y el cómo hace capciosoel argumento, también aquí, en la retórica,lo improbable no lo es absolutamente,sino en relación a algo. El Artede Córax está constituido precisamentepor este tópico; ya que puede uno nodar pie a una determinada ocasión, comoel que, por ser bébil, evade una acusaciónde violencia, porque esta no es probable.Pero sí puede dar pie a ella; porejemplo, por ser fuerte, se dirá que noes probable, precisamente porque la cosaiba a parecer probable. De manerasemejante en los demás casos; porquenecesariamente uno dará pie a la acusacióno no lo dará; parecen, pues, probablesambas cosas, pero una pareceráprobable y la otra no absolutamente probable,sino como se ha dicho. Y en estoconsiste aquello de hacer más fuerte elargumento menor. Y de aquí que loshombres soportaran de mala gana la declaraciónde Protágoras; porque es unfraude, y no es verdadera sino aparentementeprobable, y no se da en ningúnotro arte, sino en la retórica y en laerística.CAPITULO 25SOBRE LA REFUTACIÓN Y SUS TÓPICOSHemos hablado de los entimemas, tantode los que lo son, como de los queaparentan serlo; a continuación nos tocatratar de la refutación.Se puede refutar o bien haciendo unsilogismo en contra de lo dicho, o bienaduciendo una objeción. El oponer a suvez un silogismo, es evidente que es posiblehacerlo a partir de los mismos tópicos;ya que los silogismos se hacen apartir de cosas opinables, y muchas cosasopinables son contrarias entre sí.Las objeciones se aducen, como en losTópicos, de cuatro maneras: o bien partiendode lo mismo, o de lo semejante,o de lo contrario, o bien partiendo decosas ya juzgadas.I. Digo o partir de lo mismo, porejemplo, si se presentara un entimemasobre el amor, manteniendo que es bueno,la objeción sería de dos maneras:o bien diciendo en general que toda indigenciaes un mal, o bien en particularque no se hablaría de un amor cáunico(1), si no hubiera también amoresperniciosos.II. A partir de lo contrario se aduceuna objeción; por ejemplo, si el entimemadecía que el hombre bueno hace biena todos los amigos, diciendo que tampocoel hombre malo les hace mal atodos.III. A partir de lo semejante; porejemplo, si el entimema decía que losque han padecido malos tratos odiansiempre, decir que tampoco los que hanrecibido un favor aman siempre.IV. Aplicar los juicios que procedende hombres famosos; por ejemplo, siun entimema dijo que hay que tenerindulgencia con los que se embriagan,porque faltan sin conocimiento, objetarque entonces no merecería alabanza algunapitaco; porque no decretó mayorescastigos si alguno delinquía estandoebrio.Puesto que los entimemas se formulana partir de cuatro tópicos, y estoscuatro tópicos son la probabilidad, elejemplo, el argumento concluyente y elindicio, hay entimemas deducidos de lascosas probables que, de ordinario, sono parecen ser; los hay deducidos porinducción, mediante la semejanza deuno o más, cuando tomando lo universal,se llega luego ñor razonamiento a loparticular, por medio del ejemplo; loshay deducidos por lo necesario y lo quesiempre es, por medio de -un argumentoconcluyente; finalmente, los hay deducidospor lo universal o por lo que esen parte, tanto si es como si no, por mediode los indicios.Lo verosímil es no lo que siempre seda, sino lo que se da de ordinario, y esevidente que estos entimemas siemprese pueden refutar aduciendo una objeción;pero la refutación es aparente y(1) Se refiere a los amores legendarios entreByblis y su hermano Caunio.


1402 b/1403 a RETORICA.—LIBRO II.—CAP. 26 181no siempre verdadera, porque el quepone la objeción no refuta que aquellosea probable, sino que aquello no es necesario.Por eso siempre tiene más ventajael que defiende que el que acusa, ia causa de este paralogismo; porqueel que acusa, por su parte, prueba pormedio de cosas probables, y no es lomismo refutar que no es verosímil querefutar que no es necesario; porquesiempre cabe la objeción de lo que esde ordinario; ya que no sería así deordinario y probable, sino en cuantotambién es necesario; y el juez, por suparte, piensa, si se refuta así o queaquello no es verosímil o que no le tocaa él juzgarlo, con lo cual cae en paralogismo,como decíamos; porque no convienejuzgar tan sólo a partir de lo quees necesario, sino también a partir delo que es probable; ya que esto es juzgarcon la mejor conciencia; por consiguiente,no es suficiente refutar demostrandoque no es necesario, sino que loque hay que demostrar además es queno es probable. Y esto sucederá, si laobjeción se apoya de preferencia en loque sucede de ordinario. Y es admisibleque esto sea asi de dos maneras: o porel tiempo o por los hechos; y más fuerteserá si es por las dos cosas a la vez;porque si son más así y ocurre más vecesasí, resulta ello más verosímil.Se pueden refutar los indicios y losentimemas basados en ellos, aunque seanhechos reales, como se dijo en el libroprimero; porque, que todo indicio esasilogistico, lo conocemos .con evidenciapor los Analíticos.Contra los entimemas paradigmáticosexiste la misma refutación qué contralas cosas probables; porque aunque dispongamosde un solo caso que sea así,queda refutado el entimema; ya queno es ello necesario, si en mayor númerode casos y con más frecuenciaaquello ocurre de otra manera; y aunqueen el mayor número de casos y conmayor frecuencia sea así, hay que combatir,diciendo o bien que el caso presenteno es semejante, o que no se diode manera semejante, o que lleva consigoalguna diferencia.Los argumentos concluyentes y los entimemasbasados en ellos, en cuanto sonasilogísticos, no se podrán refutar—cosaesta también que nos resulta evidentepor los Analíticos—; quede, con todo,como objeción, decir que no es posibledemostrar el caso presentado. Perosi es evidente que el hecho existe, y queel argumento es argumento concluyente,el entimema se vuelve irrefutable;ya que todo se convierte en una demostracióntotalmente evidente.CAPITULO 26ESCOLIO SOBRE LA AMPLIFICACIÓN Y LAATENUACIÓN RETORICASEl amplificar y el atenuar no cabencomo elemento del entimema; ya quellamo a lo mismo elemento y tópico;porque es elemento y es tópico aquelloa que se reducen muchos entimemas.El amplificar y el atenuar son entimemasdirigidos a mostrar que una cosaes grande o es pequeña, como tambiénque es buena, que es mala, que es justao es injusta, o que posee cualquier otracualidad. Estas son todas las cosas sobreque son posibles los silogismos y losentimemas; de manera que, si ningunade ellas en particular es tópico de entimemas,tampoco lo será el amplificaro el atenuar.Tampoco las refutaciones de entimemasson una especie de ellos; porquees evidente que refuta, o bien el que demuestraalgo en contra o el que aportauna objeción; y prueban así lo antitético;por ejemplo, si uno probó que algosucedió, el otro demostrará que noocurrió; y si el uno prueba que no sucedió,el otro probará que sí. De maneraque esta no sería una diferencia; porqueunos y otros se sirven de estos mismosargumentos; ya que aducen sus entimemaspara probar que algo es o noes; y la objeción no es un entimema,sino aue, como decíamos en los Tópicos,es enunciar una opinión por la quequedará en evidencia que el adversariono ha razonado silogísticamente, o queha admitido en su argumentación algoíalso.Puesto que tres son las cosas de quehabía que tratar, por su referencia aldiscurso, los ejemplos, las sentencias ylos entimemas, y, en general, todo lo


188 ARISTÓTELES.—OBRAS 1403 a/1404 aque se refería a la inteligencia de dóndehabía que sacar estas cosas, cómose habían de refutar, y de todo esto hemosya hablado, nos queda ahora tansolo por tratar lo que toca a la diccióny a la composición del discurso.CAPITULO 1SOBRE LA ELOCUCIÓN Y LA ACCIÓNPuesto que son tres los asuntos a tratarcon relación al discurso: la primera,de dónde se sacarán los motivos decredibilidad a favor del orador; la segunda,la elocución; la tercera, cómo esnecesario estructurar las partes del discurso; y hemos ya hablado, por una parte,de los motivos de credibilidad y dedónde proceden estos—que vienen detres fuentes—, y cuáles son estas y porqué son solo estas—ya que todos persuadeno bien afectando de cierta maneraa los mismos que juzgan, o bien haciendoadoptar a los que hablan una ciertamanera de ser, o bien demostrando—;y se ha hablado también de los entimemasy de dónde se deben encontrar susfundamentos—ya que de una parte estánlas especies de entimemas, y deotra sus tópicos.Corresponde tratar a continuación delo referente a la elocución; porque nobasta saber lo que hay que decir, antestambién es necesario decirlo como conviene,ya que importa mucho que eldiscurso adopte cierta modalidad apropiada.Así pues, primero se buscó, naturalmente,lo que es por naturalezaprimero: los mismos hechos, a partirde los cuales se obtienen los motivosde convicción; en segundo lugar estáel colocar estos hechos según una normade elocución; y en tercer lugar,algo que con tener una importanciagrandísima, aún no ha sido tratado:lo referente a la acción oratoria. Porque,en la misma tragedia y en la recitaciónpoética se ha desarrollado tarde,ya que, al principio representabanla tragedla los mismos poetas. Es, pues,evidente que esto está también en vigenciatratándose de la retórica, comoLIBRO TERCEROtambién en la poética, lo cual algunosya han tratado y en especial Glaucónde Teo (1). Consiste esto en el estudiode la voz, en cómo conviene usar deella en cada estado pasional; por ejemplo,cuándo debe ser intensa, cuándodébil, cuándo mediana; y como hayque servirse de los tonos; por ejemplo,del agudo, del grave, del intermedio;y de qué ritmos para cada caso. Porquetres son las partes que se consideran,a saber: la intensidad de la voz,la entonación adecuada y el ritmo. Así,los oradores obtienen premios casi comoen los concursos, y así como allí tienenahora más preponderancia los actoresque los poetas, también ocurre así enlas. competiciones políticas, por la insalubridadmoral de las constituciones políticas.Todavía no se ha compuesto unarte sobre este particular, ya que tambiénse desarrolló tarde lo que se referíaa la dicción; y parece que, consideradocon miras elevadas, es un asuntoun tanto burdo. Pero al estar todala práctica del arte retórica orientadaa la apariencia, hemos de acometer suestudio, no como justificado, sino comonecesario, ya que lo que buscamos a lolargo del discurso es lo justo y nadamás, mejor que no entristecer o hacergozar a los oyentes; porque lo justo seríadisputar con los mismos hechos, demanera que todas las demás cosas sean,fuera de demostrar, algo superfluo; perosin embargo, tiene esto gran poder,como hemos dicho, por causa de la imperfeccióndel oyente. Con todo, pues,lo que pertenece a la dicción, es un tantonecesario en toda enseñanza; porque,para demostrar algo, es muy distintohablar de una u otra manera; noes tan grande, con todo, sino que todo(1) Quizá sea el que cita Platón en el Ion,como rapsoda.


1404 a/1404 b RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 2 189es imaginación y aparato de cara aloyente; por eso nadie enseña así lageometría.La acción, cuando se pone en práctica,produce el mismo efecto que el arteteatral; han intentado hablar un pocosobre este arte algunos autores, comoTrasímaco en sus Modos de mover acompasión; el tener habilidad teatral,por otra parte, es cosa de naturaleza ybastante al margen del arte, aunque síestá dentro del arte, en cuanto a elocución.Por eso también a los que sonhábiles en eso se les otorgan premios,como también a los oradores por el aspectode su treatralidad; ya que los discursosescritos valen más por su elocuciónque por su pensamiento.Comenzaron primero a accionar, comoes natural, los poetas; porque losnombres son imitaciones; y la voz nosíesulta el más imitativo de todos losórganos; por eso se formaron las artes,la recitación poética, el arte teatral yotros. Dado que los poetas, aun diciendosimplezas, parecían con su dicciónconseguir la gloria, por eso la primeradicción resultó ser la poética, como lade Gorgias. Aun ahora, la mayoría delos que no han recibido instrucción alguna,piensa que los que usan este estiloson los que mejor hablan, lo cual noes así, antes es distinta la dicción dediscurso y la de la poesía. Y lo demuestralo ocurrido; porque ni los autoresde tragedias utilizan ya el mismo estilo,sino que, a medida que pasaron del tetrámetroal yambo—por ser este entretodos los metros el más semejante a laprosa—, también omitieron todas laspalabras que estaban en uso fuera delo conversacional, con las que los primerosembellecían su lenguaje; y aúnahora las omiten también los que hacenhexámetros. Por eso es ridículo imitara estos, cuando ya ni ellos mismos utilizanaquel estilo, de manera que resultaevidente que todo cuanto hay que decirsobre la dicción, no debe ser examinadominuciosamente por nosotros, sino solocuanto se refiere a aquella dicción deque hablamos. De aquella que se ha habladoya en los libros sobre la Poética.CAPITULO 2SOBRE LA CLARIDAD DE DICCIÓN, SELEC-CIÓN DE VOCABULARIO, METÁFORA YEPÍTETOSDemos, pues, por meditadas aquellascuestiones, y definamos que la virtudde la dicción es que sea ciara; la pruebaestá en que el discurso, si no enseñaalgo, no producirá su propio efecto;y no debe ser la elocución ni rastrerani por encima de lo que es decoroso,sino conveniente; porque el estilo poéticociertamente no es vulgar, pero noes adecuado al discurso. Los nombres ypalabras especificas hacen el estilo claro,y lea otros vocablos de que se ha habladoen los libros sobre poética, lo hacenno rastrero, sino distinguido; porquela variación de vocabulario haceaparecer la elocución más digna; porque,igual que les ocurre a los hombresrespecto de los extranjeros y los conciudadanos,eso les ocurre también respectodel estilo. Por eso es convenientehacer algo extraño el lenguaje; porquese admira lo lejano, y lo que causa admiraciónes agradable. En la poesía estolo consiguen muchos medios y allí resultanadecuados, ya que, en los asuntosy las personas de que se trata, sesale uno más de lo cotidiano; pero,en la prosa sencilla conviene usarlasmenos; ya que el asunto es de menorcuantía, y porque aun en poesía resultaríaun tanto inoportuno que un esclavohablara remilgadamente, o que lohiciera una persona demasiado joven,o que lo hiciera un cualquiera tratandode cosas muy banales; con todo, tambiénen los discursos se halla la expresiónadecuada en la concisión y en laamplificación; por eso conviene que alhacerlo; quede oculto a la gente, y queno parezca que se habla con mucho remilgo,sino con naturalidad, porque estoes conveniente y aquello todo lo contrario;ya que, del orador que así maquina,se desconfía como de los vinosmezclados; así por ejemplo le ocurríaa la voz de Teodoro, comparada con lade los otros actores; porque aquella parecíaen realidad ser la de la persona


190 ARISTÓTELES.—OBRAS 1404 b/1405 aque hablaba, y las otras parecían ajenas.Se disimula bien el artificio, si unocompone seleccionando los vocablos enel lenguaje corriente; esto es lo quehace Eurípides y además fue. el primeroen enseñarlo.Por ser los nombres y los verbos aquellode que se compone el discurso, y portener los nombres tantas especies comohemos considerado en los libros sobre laPoética, de entre ellos los idiomáticos,los compuestos y los neologismos, hayque usarlos pocas veces y en pocos lugares—dónde,lo diremos luego; por quéya se ha dicho: porque desvían de loadecuado a lo excesivamente elevado—,y, en cambio, el nombre específico, elcomente y la metáfora, son las únicascosas útiles para el estilo de la prosasencilla. La prueba de ello está en quetodos se sirven únicamente de estos medios;ya que todos hablan con metáforas,con nombres específicos y corrientes,de manera que resulta evidente que,si uno hace bien su discurso, será estealgo extraño y puede al mismo tiempoque pase inadvertido el artificio y queel estilo sea claro. Esta era, dijimos, lavirtud característica del discurso retórico.De los nombres, los homónimos oequívocos son útiles al soñsta—ya queen ellos basa sus artimañas—; al poetale son útiles los sinónimos; y llamo palabrasespecíficas y sinónimas, por ejemplo,a caminar y marchar, porque sonambas palabras específicas y equivalentesentre si.Qué es, pues, cada una de ellas ycuántas son las especies de metáforas,y que todo esto tiene mucha importanciaen la poesía y en la oratoria, ha sidotratado, como decíamos, en los librossobre Poética; y tanto más hay que esforzarseinteresadamente en prosa en loque respecta a estos medios, cuanto quela prosa es inferior al verso en recursos.Y la metáfora posee, como ningunaotra cosa, la claridad, lo agradable y elgiro extraño; y esta no es posible aprenderlade otra persona (1). Es precisodecir epítetos y metáforas adecuados,cosa que es posible partiendo de la anací)Quiere decir, según parece, que el poderde crear metáforas es algo ingénito y connaturala uno:logia; y si no, parecerá todo ello inadecuado,porque los contrarios, puestosunos juntos a otros, resaltan más. Contodo, hay que considerar que si un vestidode púrpura le cae bien a un joven,no así a un viejo, porque no dice conunos y otros un mismo vestido, si sequiere enaltecer o hermosear una cosa,hay que traer la metáfora de lo mejor,dentro de lo que incluye un mismo género;y si hay que censurar o rebajar, delas cosas peores; pongo, por ejemplo,una vez que los contrarios están dentrodel mismo género, decir que el que pordioseaimplora, y que el que implorapordiosea, ya que ambas cosas son peticiones,esto es hacer lo dicho; y queIfícrates llamara a Calías sacerdotemendicante de Cibeles; el cual respondióque aquel era un no iniciado (2);porque, si no, no le llamaría a él sacerdotemendicante, sino porta-antorcha;ya que ambas cosas, sí, se refieren a ladiosa, pero una cosa es honrosa y laotra no. Y los que algunos llaman bufonesde Dionisio, se llaman a sí mismosartistas; y ambas cosas son metáforas,la una acuñada por los que pretendendeshonrarlos, y la otra al contrario.También ahora los piratas se llaman así mismos proveedores; por eso se puededecir que el que comete un delito falta,y que el que falta comete un delito,y que el que roba ha cogido y destruido.Es lo que dice Télefo de Eurípides,quereinando en la barquichuela y desembarcado[en Misia.lo cual es inadecuado, porque reinar essuperior a la circunstancia; no pasa,por tanto, inadvertido.También en las sílabas hay falta, sino son representación de una voz agradable,como Dionisio Chalcus llama ala poesía en sus elegías, chillido de Calíope,porque ambas cosas son voces;pero la me'táfora es mala porque chillarequivale a dar voces ininteligibles. Ademásno hay que traer las metáforas delejos, sino de cosas del mismo género y(2) Los sacerdotes mendicantes eran extranjerosque predicaban entre el pueblo el degradanteculto de la Cibeles Irigia. Calias era descendientede una opulenta y conocida familia.


1405 a/1406 a RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 3 191semejantes, al dar nombre a lo que 110lo tiene, y es evidente lo dicho de quecorresponda al mismo género, como enel famoso enigma:vi a un hombre que, con fuego, soldaba bronce[a otro hombre ;ya que la operación no tiene nombre,pero ambas cosas son una cierta aplicacióno adhesión de algo; y así dijosoldar, para la aplicación de la ventosa.En general, de enigmas bien concebidoses posible sacar metáforas adecuadas;porque las metáforas aluden implícitamentea un enigma, de manera queresulta evidente que están bien transportadas.La metáfora debe partir de cosas hermosas;la belleza del nombre está, comodice Licimnio (1), o bien en la sonoridad,o bien en el significado, y lo mismola fealdad. Además, en tercer lugar, enque el nombre no sea equívoco, lo cualdestruye el razonamiento sofístico; porqueno es verdad, como dijo Brisen (2),que nadie diga palabras feas, si suponelo mismo decir una en lugar de otra;porque esto es falso; ya que una palabraes más propia que otra, y más representativay más adecuada para poneruna cosa ante los ojos. Además que,no siendo semejantes, significan esto yaquello, de manera que también así hayque considerar que una es más hermosao es más fea que otra; porque es ciertoque ambas significan lo hermoso o lofeo, pero no -en cuanto el objeto seahermoso o sea feo; y si dicen lo mismo,lo dicen en mayor o menor grado.Las metáforas, pues, habrá que sacarlasde ahí: de cosas hermosas o bienpor el sonido, o por su fuerza expresiva,o según la vista o cualquier otro sentido.Ya que hay diferencia en decir, porejemplo, aurora de dedos rosados mejorque dedos de púrpura; y aún sería peorla de dedos rojos.En los epítetos cabe se haga la calificacióna partir de lo malo p lo vergonzoso,por ejemplo, el matricida; y tam-(1) Licimnio de Quíos, de la escuela de Gorgias.Parece era un poeta de vocabulario excesivamenteremilgado y a veces pretencioso.(2>) Eristico, quizá discípulo de Sócrates ymaestro de Pirrón.bien cabe hacerlo a partir de algo excelente,por ejemplo, el vengador de supadre; y así Simónides, cuando le dabauna recompensa pequeña uno cualquieraque hubiera ganado un triunfo en muías.no quería hacerle un poema, como dándosede menos de escribir versos dedicadosa semiasnos; pero una vez quele dieron bastante dinero, escribió:yo os saludo, hijas de 1 corceles de cascos velocesIcomo el huracán,aunque no eran en aquel caso menoshijas de asnos. También es lo mismo calificarcon diminutivos; porque el diminutivoes una forma que atenúa tantolo malo como lo bueno, y así Aristófanes,en los Babilonios, dice en son deburla platita en lugar de plata, y mantitoen lugar de manto, insultito en lugarde insulto, v penita. Pero convienehacerlo con cuidado y guardar en unay otra cosa la medida.CAPITULO 3SOBRE LA FRIGIDEZ EN EL ESTILOLa frialdad procede, en el estilo, decuatro causas: de los nombres compuestos;por ejemplo, Licofrón (3) dice elcielo «polirrostro» de la tierra «cumbrigrande»,y la abrupta orilla «pasiangosta»—depaso angosto—; y Gorgias dijo«musimendigos aduladores, perjuros y benejuros».Y también como Alcidamas dijodel alma llena de ira, que se habíapuesto «pirocroma» de aspecto, y quecreía que debía ser «finconducente» labuena disposición de ellos, y aue la persuasiónde los discursos resultó «finconducente»,y llamó «cianocroma» a la llanuradel mar (4); ya que todas estascosas resultan poéticas por la composición.Esta es una causa, pues; otra causaes hacer uso de palabras inusitadas; porejemplo, Licofrón, cuando llama a Jerjeshombre «giganteo», y a Escirón, varón«dañino»; y Alcidamas habla de ju-(31 El sofista, no el poeta.(4) Hemos conservado, en lo posible, lasraíces griegas en la traducción castellana deestas palabras rimbombantes.


192 ARISTÓTELES.—OBRAS 1406 a/1406 bguetes en poesía y de la «presunción» dela naturaleza, y dice de un hombre queestá «aguzado» por la ira de su corazón,«no mezclada con agua».La tercera causa está en los epítetos,en usarlos largos, inoportunos p frecuentesen demasía; pues en poesía estábien decir blanca leche, pero en la prosaunos son inadecuados; otros, si seabusa de ellos, dan a entender y manifiestanque se trata de poesía; a veces,no obstante, conviene hacer uso de ellos,porque cambian lo cotidiano y hacen elestilo extraño, pero es necesario guardarla medida, pues de lo contrario secausa un daño mayor que hablando albuen tuntún, ya que esto no tiene belleza,pero lo otro es feo. Por eso losepítetos de Alcidamas parecen fríos;porque se sirve de los epítetos no comode aliño, sino como de manjar, así sonde frecuentes, exagerados y obvios; porejemplo, no dice sudor, sino húmedo sudor,ni ir a los juegos ístmicos, sino ala solemne concentración de los juegosístmicos, ni tampoco dice leyes, sino lasleyes reinas de la ciudad, ni tampocodice a la carrera, sino con el impulso delalma a correr, ni escuela de las musas,sino escuela de las musas que ha heredadode la naturaleza; y llama sombríaa la preocupación del alma y no diceartífice de la gracia, sino artífice de lagracia pública y administrador del placerde los oyentes, y no dice cubrir conramos, sino con ramos de la selva, y nodice envolvió el cuerpo, sino el pudordel cuerpo; y dice la pasión contraimitadoradel alma—lo cual es a la vez palabracompuesta y epíteto, de modo queresulta poético—, y así extraño excesode maldad. Por eso los que hablan poéticamentecon esta inadecuación, prestana sus obras ridiculez y frialdad, y oscuridada causa de su palabrería; porquecuando se le sobrecarga de palabrasal que atiende, la claridad se le diluyecon lo enrevesado; los hombres usanpalabras compuestas cuando una cosano tiene nombre o la palabra resultabien, como, por ejemplo; pierde tiempo;pero si se abusa de ello, el lenguajeresulta completamente poético. Poreso la palabra compuesta es útil sobretodo a los poetas ditirámbicos que sonretumbantes; y las inusitadas a los poetasépicos, ya que este género es serioy arrogante; y la metáfora a los poetasyámbicos; porque son los que se sirvende ellas ahora, como hemos dicho.Hay aún una cuarta causa de frialdaden las metáforas; ya que tambiénhay metáforas inadecuadas, unas porsu ridiculez—pues también los poetascómicos se sirven de metáforas—, lasotras por su excesiva seriedad y tragicidad;y son oscuras si se sacan de muylejos. Por ejemplo, Gorgias, hablando deasuntos verde pálidos y sangrientos; ytú sembraste estas cosas vergonzosamente,y las has cosechado desgraciadamente;lo cual resulta excesivamentepoético. O como dice Alcidamas, que lafilosofía es muralla de la ley, y quela Odisea es un bello espejo de la vidahumana, y no aplicando ningún juguetesemejante a la poesía; ya que todasestas cosas son poco convincentes, porlo dicho.Lo que dijo Gorgias a la golondrinacuando, volando sobre él, dejó caer suexcremento, es de lo más apropiado aun estilo trágico, pues dijo: —«Ciertamentees vergonzoso, Filomela.» Porque,para un pajaro, si lo hubiera hecho,no sería vergonzoso, pero para una doncella,sí. El reproche, pues, estaba bien,dirigiéndose a lo que ella había sido,no a lo que era ahora actualmente.CAPITULO 4SOBRE LA IMAGENLa imagen también es metáfora, yaque difiere poco de ella; pues cuando sedice que Aquilessaltó como un león... (1),es una imagen; pero cuando se dice«saltó el león», es una metáfora; porque,por ser ambos valientes, llamótraslaticiamente león a Aquiles. La imagenes útil cuando en la prosa, aunquepocas veces, porque es poética, hayque aplicarla como las metáforas; yaque son metáforas que difieren en lo quehemos dicho.(U Ilíada, XX, 114.


1406 b/1407 b RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 5 193Son imágenes, por ejemplo, lo quehizo Androtión contra Idrieo, al decirleque era igual que los perritos que sesueltan de sus cadenas; ya que estosmuerden al que pasa, e Idrieo, fuerade la prisión, era agresivo. Y como Teodamascomparaba a Arquídamo con Euxeno,diciendo que era como un Euxenoque no supiera geometría, y análogamenteal contrario; ya que Euxenosería un Arquídamo geómetra. Y lo quese dice en la República de Platón, quelos que despojan a los enemigos muertosse parecen a los perritos que muerdenlas piedras, pero no tocan al que se lastira. Y la imagen contra el pueblo, quedice que es semejante a un piloto, poderoso,pero un tanto sordo. Y la quese dirige contra la versificación de lospoetas, que se parece a los jóvenes sinhermosura; porque los unos cuando semarchitan por la edad y la otra cuandopierde el ritmo, no parecen lo mismoque antes. Y la de Pericles contra lossamios, que dice que se parecen a losniños pequeños, que toman la papilla,pero llorando. Y con los beocios, queson semejantes a los tejos, porque lostejos se descuartizan a sí mismos, y tambiénlos beocios luchando unos contraotros. Y lo que dice Demóstenes del pueblo(1), que es semejante a los quese marean en las naves. Y como Demócrates(2) comparó a los oradores conlas nodrizas, las cuales, habiéndose comidoellas las papillas, untan a los niñoslos labios con saliva. Y como Antístenescomparaba al flaco Cefisódotocon el incienso, que al consumirse perfuma.Todas estas se pueden decir como imágenesy como metáforas, de manera quelas que son celebradas, dichas como metáforas,es evidente que también seránimágenes, y que las imágenes son metáforasque carecen de una palabra. Essiempre necesario que la metáfora queparte de la analogía pueda convertirsea uno y otro de los términos del mismogénero, por ejemplo, que si la copa esel escudo de Dionisio, también sea con-(1) No se sabe si es el famoso orador o elpolítico del siglo v, muerto en Siracusa.(2) Es difícil de identificar este personaje.ARISTÓTELES.—7forme decir que el escudo es la copa deAres.CAPITULO 5SOBRE LA PURBZA DE LENGUAJEEl discurso, si, se compone de todosestos elementos; pero el principio clavedel estilo es helenizar el lenguaje;y esto se apoya en cinco cosas: primero,en las conjunciones, si se contraponen,como es natural, delante o detrás unasde otras, según algunos lo exigen, comoel (ilv y el |f


194 ARISTÓTELES. OBRAS 1407 b/1408 atas ambigüedades son similares, de maneraque si no es por causa de algo especial,deben evitarse.La cuarta es atenerse al modo comoProtágoras distingue los géneros de losnombres, en masculinos, femeninos yobjetos; ya que también esto convieneaplicarlo bien: «y ella, una vez entraday quedar bien explicada, se marchó».En quinto lugar, expresar conexactitud lo múltiple, lo poco y lo uno:«y cuando ellos llegaron, me golpearon».En general, conviene que lo escritosea fácilmente legible y bien fácil defrasear, lo cual es una misma cosa.Y esto consiguen las conjuncionesabundantes y no las escasas, ni lo queno se puede puntuar fácilmente, comolos escritos de Heráclito (1); porquees trabajar lo que hay que hacer parapenetrar los escritos de Heráclito, porla oscuridad de a qué corresponde cadapalabra, si a lo de después o a lo anterior; por ejemplo, en el comienzo de suobra escrita, donde dice: «existiendo estadoctrina de siempre los hombres resultanfaltos de capacidad para entenderla»;ya que resulta oscuro con cuálde las dos partes hay que puntuar el«de siempre». Además hace cometer solecismoen estas cosas, el no poner loque corresponde a uno y otro término,si no se unen, por ejemplo, el sonidoy el color; porque el ver no escomún, el sentir, en cambio, sí. Es oscuroel estilo, si al ir a intercalar muchascosas en medio, no se acaba de decirlo ya comenzado; por ejemplo:«porque estaba a punto, una vez dichasa aquel tales y tales cosas y de tal manera,de marchar»; pero no es oscurodecir: «porque estaba a punto, una vezhubiera hablado, de marchar»; y despuésdecir que sucedió tal y tal cosa yde qué manera.CAPITULO 6SOBRE EL ESTILO HINCHADOContribuye a la fastuosidad del estiloservirse de una definición en lugarde un nombre; por ejemplo, no decircírculo, sino plano regular desde uncentro.A la brevedad contribuye lo contrario,decir en lugar de una definiciónun nombre. En el caso de algo feo o inconveniente,si lo feo está en la definición,hay que decir el nombre, y si lofeo está en el nombre, conviene decirla definición. Y conviene exponer lascosas con metáforas y con epítetos, peroguardándose de lo poético. Y es útil hacerde lo singular plural, como hacenlos poetas; ya que, siendo uno solo elpuerto, dicen sin embargo:y también:hacia )os puertos aqueos,de la carta estos numerosos pliegues.Y no unir palabras bajo la misma, sinoponerla a cada una la suya, tambiéncontribuye al estilo hinchado: «dela mujer, de la nuestra»; pero si esestilo conciso, lo contrario: «de nuestramujer». Y hablar con conjunciones;pero si es conciso, sin conjunciones,pero no sin ligar, por ejemplo:«después de caminar y hablar», «despuésde caminar, hablé».Y servirse del útil método de Antímaco(2), de hablar de lo que la cosano posee, lo cual hace aquí a propósitodel Teumeso:hay una cima ventosa y menuda;porque así se puede amplificar hasta elinfinito. Se aplica a cosas buenas y malasdecir que no existen, de cualquierade los dos modos según sea útil, dedonde también sacan los poetas palabrascomo melodía sin-cuerda y sin-lira,derivando los epítetos a partir de la privación;y esto es muy estimado en lasmetáforas basadas en la analogía, comodecir, por ejemplo, que el toque detrompeta es una melodía sin-lira.(1) A Heráclito se le llamaba el «oscuro».La cita es el comienzo de su obra.(2) Poeta cíclico tardío, de palabrería proverbial.


1408 a/1408 b RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 7 195CAPITULO 7SOBRE LA PROPIEDAD DEL ESTILO, SUPATETISMO Y SU CARÁCTEREl estilo será adecuado si expresa laspasiones y caracteres y guarda analogíacon los asuntos de que trata.Esta proporcionalidad o analogía existe,si no se habla improvisadamente deasuntos de importancia, ni con gravedadde cosas banales, y si a una palabravulgar no se le ponen adornos;pues de lo contrario parece ello comedia,como hace Cleofón (1); ya quealgunas cosas las expresa como si hubieradicho «augusta higuera».El estilo será patético cuando se hableenojado, si hay ultraje; y si hahabido cosas impías o vergonzosas, sehabla con indignación y reticencia; ysi se habla con admiración, cuando hahabido cosas dignas de encomio; y conhumildad, si se habla sobre cosas lamentables;y de modo semejante entodo lo demás. El estilo propio, pues,hace verosímil el asunto; ya que elalma del oyente parece deducir paralogísticamentecómo parece ser verdaderamenteel alma del que habla, porqueen estas cosas los hombres reaccionanasí, de manera que creen, aunque elorador no se halle en este estado deánimo, que las cosas son asi y el oyentesiente siempre al unísono con el quehabla patéticamente, aunque diga unanadería. Por eso muchos impresionan alos oyentes haciendo ruido.Y esta demostración a partir de lossignos externos connota carácter, porquese acompaña del estilo adecuado acada género y a cada hábito. Llamogénero a lo que dice referencia a laedad, como el ser niño, varón o anciano,y al ser mujer o varón, de Laconiao de Tesalia; y llamo hábito a aquellosegún lo cual uno es de determinadamanera en la vida; porque las vidasno son todas de una cualidad determinadasegún toda disposición. Si se dicen,pues, las palabras apropiadas acada hábito de vida, se representará el(1) Poeta trágico, de cuyo realismo hablaAristóteles en la Poéticacarácter; ya que no diría lo mismo nidel mismo modo el rústico que el quetiene instrucción. Les impresionan algoa los oyentes lo que usan los logógrafos(2) hasta el exceso: «¿Quiénno lo sabe? Todos lo saben»; porqueel oyente asiente a ello avergonzado,para participar también él en lo quetodos los demás creen.El servirse de estos medios con oportunidado sin ella, es propio de todaslas clases de oratoria. Un remedio contratoda exageración es el repetidísimo:ya que conviene que uno se critique deantemano a sí mismo; porque pareceque es auténtico su hablar, cuando elmismo que habla es bien consciente deaquello que hace. Además no hay queusar a la vez todo aquello que se dicepor analogía, porque el oyente es engañadode esta manera. Digo, por ejemplo,que si las palabras son duras, nolo sean también por la voz, por la expresióndel rostro o por lo que les corresponde;si no, resulta evidente quées cada cosa. Pero si unas cosas lascambia y otras no, haciendo lo mismo,quedará inadvertido. Si, pues, dijere lascosas suaves duramente y suavementelas cosa duras, resultará poco convincente.Las palabras compuestas y la abundanciade epítetos y las palabras extrañassobre todo, son adecuadas al quehabla patéticamente; porque se le perdonaal que está enojado que diga «unmal grande como el cielo» o «gigantesco».Y cuando tenga ya en la manoa los oyentes y los entusiasme con alabanzaso censuras, con ira o con amor;como por ejemplo hace Isócrates enel Panegírico, hacia el final: «la famay el recuerdo» y «quienesquiera soportaron»: porque tales cosas se dicen alcalor del entusiasmo, de manera que evidentementelos oyentes las admiten,porque están en semejante disposiciónde ánimo. Por eso convienen a la poesía;porque la poesía es cosa inspirada.Conviene, por consiguiente, hacerlo,sea de esta manera, sea con ironía,(2) Se refiere aquí a los oradores que componíandiscursos para otros, a cambio de unoshonorarios.


196 ARISTÓTELES.—OBRAScomo hacía Gorgias y como se hace enel Fedro, según los ejemplos que hallamosallí.CAPITULO 8SOBRE EL RITMO EN LA PROSALa forma del estilo en prosa convieneque no sea en verso ni carezca deritmo; ya que lo uno no es convincenteporque parece ser artiñcioso y ala vez también distrae; porque haceque el oyente atienda a la cadencia, aver cuándo vuelve de nuevo. Igual quepasa con los niños que se adelantana los heraldos, cuando dicen aquello de«¿a quién escoge como patrono el liberto?»,y todos a coro: «A Cleón.» Loque carece de ritmo es ilimitado, y poreso es preciso que el discurso tenga medidas,pero no en verso; porque lo indeterminadoes desagradable e ininteligible.Todas las cosas se miran con elnúmero; y el número de la forma estilísticaes el ritmo, cuyos metros sondivisibles; por eso es preciso que eldiscurso tenga ritmo, pero no metro,ya que resultaría un poema. Su ritmono debe ser exacto; y será tal si esrítmico hasta cierto punto.De los ritmos uno es el solemne, heroico,pero falto de la armonía propiadel simple conversar; el otro es el yambo,que es el modo de hablar de la mayoríade la gente; por eso, al hablarse suelen decir yambos con más frecuenciaque otros metros. Conviene que eldiscurso posea majestad y conmueva. Eltroqueo es el más cercano a la danzacóraos (1); y lo muestran los tetrámetros,que son un ritmo de carrera.Queda el pean, del que hacían uso losoradores a partir de Trasímaco, perono tenían con qué palabra nombrarlo.El pean es un ritmo tercero, contiguoa los mencionados; porque está enrelación de tres por dos, y de aquellosel uno es de uno por uno, y el otrode dos por uno. Es afín a estas proporcionesel que está en razón de vez ymedida, y este es el pean. Por tanto,(1) Parece ser esta la danza típica de losorígenes de la comedia, aunque ya en Aristófanesparece ser evitada como burda y groseralos demás ritmos hay que dejarlos porlo dicho y porque son propios del verso; en cambio hay que utilizar el pean;pues de solo él no hay un metro típicoentre los dichos, de manera que pasamás inadvertido. Ahora se sirventambién de un pean al comenzar, peroes preciso que el fin difiera del comienzo.Hay dos especies de pean contrapuestasentre sí, de los cuales uno esapropiado para el comienzo, según seusa también ahora; y este es el quecomienza una sílaba larga y concluyentres breves:y también:' -iaKo 7óvei; site Aoxiav"Hijo de Délos, si a Licia..."XpuaEoxou,a "Exais z«f AIOÍ"Hécate de áureos cabellos, hija de Zeus.El otro es lo contrario, pues le dan comienzotres breves y lo concluye unalarga:('u.£T


1409 a/1410 a RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 9 197los preludios en los ditirambos, o periódicoy semejante a las estrofas simétricasde los poetas antiguos. Así pues,el estilo continuo es el antiguo: «DeHerodoto de Turio esta es la exposiciónde la historia»; de este todos hacíanuso antes, ahora no muchos. Llamoestilo continuo al que no tiene fin porsí mismo, si no se acaba el tema expuesto.Es poco agradable por ser ilimitado,porque todos quieren caer enla cuenta del fin. Por eso es en loslímites de la pista donde los corredoresquedan agotados y sucumben, porque,mientras ven por delante un término,no sienten la fatiga.Este es, pues, el estilo continuo; elperiódico es el que consta de períodos;llamo período a un fragmento del escritoque tiene principio y fin él mismoy según él mismo, y una magnitudfácilmente abarcable con la mirada. Talfragmento es agradable y fácil de comprender;agradable, por ser opuesto alo ilimitado, y porque siempre el oyentecree que tiene algo y algo definidopara él; y es desagradable el no preverni rematar nada; y es fácil de comprender,porque se recuerda bien. Y estoes porque el estilo periódico tiene número,que es entre todo lo más fácilde recordar. Por eso, todos recuedancon más facilidad los versos que lo queestá en prosa; porque tienen un númerocon que se miden. Conviene queel período se acabe a la vez que el pensamientoy que no lo trunque, como losyambos de Sófocles:Esta es la tierra de Calidón, del suelo de Pé-(lope...Porque es posible entender lo contrariode lo que indica la división, como 3nel caso citado entender que Calidón esdel Peloponeso (1).El período consta de miembros o essimple. El estilo periódico en miembroses un estilo acabado, bien dividido yfácil de enunciar de un solo aliento devoz, no en la división, como el período,sino en el todo. Miembro es unade las partes de este estilo. Llamo sim-(1) Por los escolios, el verso parece seT deEurípides, del Meleaaro.pie al período de un solo miembro. Convieneque los miembros y los períodosno sean ni demasiado pequeños, ni demasiadolargos. Porque el demasiadobreve hace tropezar muchas veces aloyente; ya que es necesario, cuando eloyente va ya lanzado hacia adelante ysegún el metro, del cual tiene en sí mismola regla, es necesario se le tire ensentido contrario, al detenese el orador,como si se originara un tropiezoa causa de un obstáculo. Los queson demasiado largos hacen que el oyentese quede atrás, como los que danla vuelta muy fuera del poste; ya queestos se quedan atrás de los que paseancon ellos. De modo semejante, los períodosque son demasiado largos, resultanun discurso semejante al preludiode un ditirambo, de manera que concurrelo que ridiculizaba Demócrito deQuíos (2) contra IVJelanípides, que habíaescrito preludios en lugar de estrofascorrelativas o antistrofas:Este homtyre se causa males a sí mismo, cuanídose los trama a otros,porque el largo preludio es el peor para el poeta;ya que este dicho también va bien aplicarloa los oradores que componenmiembros largos. Los de miembros excesivamentebreves, en cambio, no resultanperíodos, porque llevan al oyentede cabeza.Del estilo en miembros, hay una variedaden divisiones y otra en contraposiciones;en divisiones, por ejemplo:«muchas veces he admirado a los quehan convocado grandes concentraciones¡festivas y a los que han instituido las¡grandes competiciones gimnásticas»; encontraposiciones es aquel en que, en cadauno de los miembros, o bien a uncontrario le corresponde un contrario, obien el mismo se opone a. los contrarios;por ejemplo: «a unos y a otrosles fueron provechosos; a los que &equedaron y a los que les acompañaron;porque a los unos les procuraron másj de lo que tenían en su patria, a los¡ otros les dejaron en la patria hacien-(2) Demócrito de Quios es un músico contcirporáneodel filósofo de Abdera y Melanípi-| dos un poeta ditirámbico, cuyas obras se han! oerdido


198 ARISTÓTELES.—OBRAS 1410 a/1410 bda suficiente»: son contrarios quedarsey acompañar, suficiente y más.«De manera que a los que necesitanriquezas y a las que quieren disfrutar...»:disfrute se contrapone a posesión.Y otros ejemplos: «Ocurre muchasveces en tales ocasiones que los prudentesfracasan y los necios triunfan.»«En seguida se hicieron dignos delpremio de la valentía y no mucho despuésobtuvieron el imperio del mar.»«Navegó a través de la tierra firme ycaminó a pie a través del mar, uniendocon un puente las orillas del Helespontoy excavando un canal en elAthos.»«Ya los que eran ciudadanos por naturaleza,privarles de la ciudadaníapor ley.»«Ya que unos de ellos perecieron miserablemente,los otros se salvaron convergüenza.»Y «en privado servirse de los bárbaroscomo esclavos, en público atender aque muchos de los aliados están reducidosa servidumbre».«O poseerlos vivos, o luego de muertosabandonarlos» (1).Y lo que dijo alguien contra Peitolaoy Licofrón, ante el tribunal: «Estos,cuando estaban en su casa, os vendíana vosotros; luego que han venido dondevosotros, os han comprado» (2).Todos estos pasajes cumplen con lodicho. Tal estilo es agradable, porquelos contrarios son muy inteligibles, ymás inteligibles aún, puestos unos juntoa otros; y además porque se parecea un silogismo; ya que la refutaciónes la yuxtaposición de los contrapuestos.Esto es, pues, la antítesis; la pon'sosisse da si los miembros son iguales,y la paromóiosis si cada uno de losmiembros tiene un extremo semejante.Conviene necesariamente que esté al comienzoo al fin. El comienzo lo tienensiempre semejante los nombres; el finalposee semejantes las últimas sílabas,o los casos del nombre, o el nom-(1) Las citas que preceden son todas delPanegírico de Isócrates.(2) De Aristófanes.bre mismo. Son, por ejemplo, semejantesen el comienzo (3):"CtpfÓV T*1fj' KUToD":" dffj'jt "f/p IXa^3vporque recibió un campo inculto de él."SuipYjiot t' Ir:á).ovTo iMtpáppY¡ToíT.' izássiv",resultaban manejables con regalos, exorables[con palabras.En el fin:" wrftrpa.v aoiov ratStov TSIOX=VCÍI,ciXX ' au-oü áít'.ov fs-fovávaí",creían que lo había engendrado como hijo,- al[menos había sido la causa de su nacimiento." IvxXsíatctií Sé (ppovitai x


Existen también antítesis falsas, comoescribe Epicarmo:CAPITULO 10SOBRE LOS DICHOS INGENIOSOS Y LAANALOOIADadas ya las definiciones sobre estascosas, hay que decir de dónde se sacanlos dichos elegantes y los que merecenestimación. Puede hacerlos el quetiene buena disposición natural o elque se ha ejercitado en ello; enseñarla manera de hacerlos entra en nuestrométodo. Digamos, pues, y enumeremos;sil-vanos de comienzo esto: aprendercon facilidad, por naturaleza, es agradablea todos; los nombres significanalgo, de manera que aquellos nombresque nos aportan una enseñanza, sonlos más agradables. Las palabras musitadasnos son desconocidas y conocemos,en cambio, las especificas; es lametáfora la que principalmente lograesto, porque, cuando llama a la ancianidadpaja de trigo, nos da una enseñanzay un conocimiento a través delgénero:' ya que una y otra cosa hanperdido sus flores. Consiguen también elmismo efecto las imágenes de los poetas;por lo que, si se aplican bien, resultaelegante el estilo. Porque la imagenes, como se ha dicho antes, unametáfora diferenciada por la adición deuna palabra; por eso es menos agradable,porque es una expresión más larga;y no dice que esto es aquello, y,por consiguiente, tampoco el espíritule pide esto.Es necesario, pues, que el estilo y losmismos entimemas sean elegantes, estosen cuanto nos ocasionan una enseñanzarápida. Por eso no están bien consideradosni los entimemas superficialesu obvios—llamamos obvios a los queson evidentes para todos y a los queno hay que preguntar nada—, ni losque, una vez dichos, siguen incomprendidos,sino aquellos de quienes nace unconocimiento, o bien a la vez que sonexpuestos—aunque no se conocieran antes—,o bien su inteligencia se retardapoco; se produce, pues, como una enseñanza,mientras que de aquella maneraRETORICA.—LIBRO III.—CAP. 10 199no ocurre ni una cosa ni otra. Según,pues, la inteligencia de lo que se dice.estos son los entimemas más estimados;según el estilo, por su forma, son,más estimados si se dicen por contraposición,por ejemplo: «y la paz comúnpara los demás, la consideran guerrapara sus intereses particulares», dondese contrapone la guerra a la paz. Encuanto a las palabras, son estimadas sicontienen alguna metáfora, y si esta noes impropia, ya que entonces es difícilde comprender, ni es obvia, porque entoncesno impresiona. También se estimansi ponen el objeto ante los ojos;porque conviene ver más bien los hechosque las cosas futuras. Es preciso,pues, apuntar a estas tres cosas: lametáfora, la antítesis y la eficacia.De las metáforas, que son de cuatroclases, son sobre todo estimadas las quese basan en la analogía; como, porejemplo, dijo Pericles que la juventudmuerta en la guerra había desaparecidode la ciudad, como si alguien hubieraquitado del año la primavera. Y Leptines,respecto de los Lacedemonios,que no se debía permitir con indiferenciaque la Hélade se quedara tuerta. YCefisódoto, al esforzarse Cares a rendircuentas sobre la guerra de Olinto, seindignaba, diciendo que apretaba al pueblohasta el ahogo," al intentar rendirlas cuentas (1). Y exhortando ciertavez a los atenienses a que pasaran aEubea, decía que era conveniente quellevaran como provisiones el decreto deMilciades (2). E Ifícrates, habiendo firmadolos atenienses una tregua conEpidauro y aquel país costero, se irritabadiciendo "que ellos mismos se habíandespojado de los recursos para laguerra. Y Peitolao llamaba a la navesagrada de Atenas garrote del pueblo,y a Sestos arcaz del Píreo (3). Y Pe-(1) Parece que la imagen era popular. Ceílaódotoes un orador del siglo iv. Cares, duetomó parte en la guerra de Olinto con sus mercenarios,contaba aún con ellos al ir a rendircuentas.(2) Resolución proverbial: Milciades salló aluchar contra Jerjes, sin reunir previamente elconsejo.(3) Peito'.ao parece ser el mismo que, conLicofrón, asesinó a su cuñado, el tirano Alejandrode Fe'ras. La nave sagrada era un bar-


200 ARISTÓTELES.—OBRAS 1411 a/1411 brieles mandó que desapareciera Egina,légaña del Pirco (1). Y Moirocles de-1cía—nombrando a uno de los hombres 'decentes de la ciudad—que él no era ipeor que este; ya que este hacía el Icanalla al interés del tercio por uno, yél al del diezmo (2). Y el verso yámbico ide Anaxándrides, sobre las muchachasque tardaban en casarse:Prescritas ya para las bodas las doncellas.Y lo que dijo Polieucto contra ciertoEspeusipo apoplético, que no podía descansar,por obra de la suerte atado ala enfermedad, en un cepo de cincoagujeros (3). Y Ceflsodoto llamaba alas trirremes muelas de molino pintadde colores; y el Cínico decía quelas tabernas eran los banquetes espartanosde. Atenas (4). Esión decía «quehabía derramado la ciudad sobre Sicilia»,lo cual es metáfora y poner el objetoante los ojos. Y «hasta que Greciagritó», que también es hasta cierto puntometáfora y poner la cosa ante losojos (5). También como Ceflsodoto mandabaque se tuviera cuidado de queno se hicieran muchas manifestacionestumultuarias. Isócrates decía lo mismocontra los que acudían presurosos a lasasambleas festivas. Y, en el Epitafio,que era justo que, sobre el sepulcro delos que murieron en Salamina, la Héladese cortara el cabello en señal deduelo, porque con la virtud de aquelloshabía sido sepultada la libertad;si hubiera dicho que era justo llorarporque la virtud había sido consepultadacon ellos, resultaba una metáfora yponer la cosa ante los ojos, pero lode «la libertad con la virtud» encierracierta antítesis. Y como dijo Ifícrates:«porque el camino de mis palabras, pasaa través de las acciones de -Cares»;la metáfora es aquí por analogía, y loco ligero para misiones políticas o religiosas.EM como un palo en manos de los atenienses.ílt También se atribuye esto a Demades.Í2| Era de Salamina; intervino en la poütlcíateniense en tiempos de Demóstenes.(3) Orador ático de la época de Demóstenes.(4! Diógenes el Cínico. Contrapone las austeroscomidas de Esparta a la licencia de 1 lastabernas atenienses.(51 Orador de quizá finales del siglo v.No hay más referencias de él.de «a través de» pone el asunto antelos ojos. Y el decir «llamar a los peligrosque han de ayudar en los peligros»,es una metáfora que además sensibilizael objeto. Y licpleón, defendiendoa Cabrias (6): «ni siquiera respetarona su suplicante, su estatua debronce» (7); ya que es una metáforaen el presente, pero no siempre, aunquesensibiliza el objeto, ya que, &' n-do él está en peligro, suplica su estatua;aquí lo inanimado se hace animado: el monumento conmemorativo desus hazañas en favor de la ciudad, intercedepor él. Y «de todas formas seesfuerzan en pensar mezquinamente»;ya que el esforzarse es cierta amplificación.Y aue Dios ha encendido la luzde la razón en el -alma, ya, que ambascosas Dignifican algo. «Porque no solventamoslas guerras, sino las diferimos»;ya que ambas cosas están por suceder,la dilación y la paz definitiva. Y decirque los tratados de paz son trofeos muchomás hermosos que los míe se erigenen las guerras; ya que los trofeosse erigen por motivos pequeños y porun solo triunfo, y los tratados lo sonpor la guerra en conjunto; ya que unosy otros son signos de victoria. «Porquetambién las ciudades rinden cuentas severaspor la reprobación de los hombres»,porque el rendir cuentas es unaespecie de pena o castigo de la justicia.CAPITULO 11SOBRE LA METÁFORA, LA IMAGENREQUISITOSY SUSQueda dicho ya que las elegancias deestilo provienen de la metáfora de analogíay del sensibilizar los objetos; quedapor decir oué es sensibilizar los objetoso ponerlos ante los ojos, y quése debe hacer para conseguir esto. Llamosensibilizar las cosas o ponerlas antelos ojos, a significar las cosas enacción; por ejemplo, decir que el hombrebueno es un cuadrado, es una metáfora,ya que ambos son perfectos, pe-(6) Cabrias fue acusado de la pérdida deOropo. El orador, desconocido, interpreta la actitudsuplicante de la estatua, en su favor.(7) Se ha dicho ya el sentido de la frase.


1411 b/1412 b RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 11 201ro no significa una acción; en cambio,decir que posee un vigor floreciente, esuna acción; y, «a ti como libre» (1)es una acción, ydesde allí, pues, los griegos, lanzándose con susIpies,donde «lanzándose» es acción y metáfora,ya que indica rapidez. Y como haceen muchos pasajes Homero, que haceobrar a lo inanimado por medio dela metáfora. En todos ellos se estimahaber logrado una acción dinámica, comoen esos:de nuevo hacia la llanada rodaba la piedra in-Isolente;y también:y,vo!6 laflecha,deseosa de volaren la tierra se clavaban, deseando vivamente{saciarse de carne,y,la punta penetró furiosa en el pecho.En todos estos pasajes, por la referenciaa seres animados, parece que lascosas están en acción, pues el carecerde vergüenza, y el estar furioso, y todolo demás son acciones dinámicas.Todo ello lo aplicó el poeta por mediode la metáfora de analogía; porque loque la piedra es para Sísifo, es el insolentepara el injuriado. Los mismosefectos consigue en las celebradas imágenessobre cosas inanimadas:encorvadas, con su cimera de espuma, unas[delante, luego otras detrás,pues hace que todas las cosas se muevany vivan, y la acción es movimiento.Es preciso, como se ha dicho, deducirla metáfora de cosas propias y no evidentes;como en filosofía contemplarla semejanza aun en lo que difiere muchoes cosa propia de un espíritu sagaz;como decía Arquitas, que es lomismo un arbitro que un altar por-(1) Metáfora que dice relación a las victimasque, sin trabajo, estaban libres en terrenosagrado. De Isócrates.que en ambos se refugia el que ha delinquido.O, si alguien dijera que áncoray gancho para colgar son lo mismo,porque ambas cosas vienen a seralgo así, pero difieren en que una sostienesu objeto desde arriba, la otradesde abajo. Y el igualar las ciudadeses hacer lo mismo en cosas muy distintas,ya que lo igual se aplica a la superficiey al poder.La mayoría de las elegancias de estilose. logran por medio de la metáforay a consecuencia de un engaño;porque resulta más claro que se aprendióaquello sin saber que era. lo contrario,y el espíritu parece decir «cuánverdaderamente era así y, con todo, yome equivocaba». Y de los apotegmas,los elegantes lo son porque expresanlo que no dicen, como el de Estesícorode que las cigarras les cantarán desdeel suelo. Y los enigmas bien formuladosson agradables por lo mismo; porqueson una enseñanza y se dicen a manerade metáfora. Y lo que Teodoro llamadecir novedades. Sucede esto, cuandoocurre algo inesperado y, como éldice, no según la opinión que se teniaantes de ello, sino como les que hacenparodias en las piezas cómicas, lo cualconsiguen también los juegos de palabras,porque engañan. También en losversos; ya que no es la cosa como esperabael oyente:caminaba llevando en los pies sabañones;mientras el oyente pensaba que diríasandalias. El juego de palabras'hace decirno lo que dice, sino lo que el nombrecambia, como el de Teodoro contraNicón el citaredo, «la tracia cantó»,porque parece que quiere decir «te confunde»y engaña, porque dice otra cosa.Por eso es agradable para el quelo sabe, pero, si uno no sospecha queNicón era tracio, no le parecerá gracioso(2). Y lo de «quieres destruirlo»(3). Conviene que los dos sentidosqueden expresados convenientemente. Yasí ocurre también con los dichos ingeniosos,como decir que para los ate-(2) Et habla de una comedia de Nicón, Elcitaredo. Nicón era tracio.Í3) Juego de palabras entre el nombre de lospersas y el verbo r.épfyw.


202 ARISTÓTELES.—OBRAS 1412 b/1413 anienses el principado del mar no erael principio de sus males, porque sacanprovecho de él. O, como decía Isócrates,o.ue el principado era para laciudad él principio de sus males (1).Porque, de ambos modos, lo que nadiepensaría que se está diciendo, esto es¡o que se dice, y se reconoce gue esverdad; porque decir que el principadoes e! principado, no es de sabios;pero no es esto lo que se dice, sino otracosa, y la palabra usada no significaluego 'lo que primero, sino otra cosa.En todos estos casos, si se lleva de modoadecuado el nombre al equívoco o ala metáfora, entonces resulta bien. Porejemplo: "Avezólos oóx ávao-^sTOí"—Tolerableno es tolerable—, muestra equívoco,pero será de modo adecuado, siesta persona — Tolerable — es realmentedesagradable. Y también:nunca seas e'xtraño más de lo que te conviene[ser huésped (2),no más de lo que te conviene es lomismo que no es preciso que el extrañosea siempre extraño, porque tambiénesto tiene distinto sentido. Lo mismo esaquel celebrado dicho de Anaxándrides,bello es morir antes de haber hecho nada que[merezca la muerte,pues es lo mismo que decir que es dignode morir sin ser digno de morir, odigno de morir sin merecer la muerte,o sin haber hecho cosas que merezcanla muerte. La forma de dicción es lamisma en todas estas frases, pero cuantocon menos palabras y más contrapuestasse diga, tanto es más estimado.La causa está en que la enseñanza pormedio de la contraposición es mayor, yse logra más rápidamente por darse enpoco espacio. Conviene atender siempreo a aquel a quien se dice o a decirlobien, si lo qué se dice es verdadero yno vulgar; porque estas cosas puedendarse por separado, como «es necesariomorir sin haber cometido falta», peroesto no es elegante. O bien, «convieneque una mujer digna se case con unU) Pertenece al menos a tres discursos delautor mencionado.(2) Extraño y huésped se dicen en griegocon una misma palabra.hombre digno», lo cual tampoco es elegante.Pero sí lo es, si se dan juntamenteambas cosas: «es digno de morirel que no ha merecido morir». Cuantasmás cualidades de estas contengael estilo, tanto más elegante parece;por ejemplo, sí también los nombresfueran metáforas, y la metáfora fuerametáfora, antítesis y parísosis a untiempo, y contuviera una acción dinámica.Son también las imágenes, como Feha dicho en lo que se ha tratado másarriba, de alguna manera, metáforassiempre estimadas; porque siempre sedicen partiendo de dos términos, comola metáfora por analogía; por ejemplo,decimos que el escudo es copa de Ares,y el arco lira sin cuerdas. De esta manera,pues, se dice algo que no es simple,pero sí lo es el llamar al arco liray al escudo copa. Y la imagen se haceasí, por ejemplo, comparando a un flautistacon un mono, o un miope conun candil sobre el que cae una gotera;porque ambas cosas hacen guiños.La imagen está bien, cuando es metáfora,porque se puede asimilar escudocon copa de Ares y ruina con andrajode casa, y se puede decir que Nicératoes un Piloctetes mordido por Pratys,como comparó Trasímaco al verque Nicérato, desde que fue vencido enrecitación épica por pratys, andaba aúnsucio 'y con la cabellera larga. En estascoras tropiezan sobre todo los poetas,cuando no aciertan, aunque por otraparte sean estimados como tales. Digo,cuando escriben:como perejil lleva torcidas las piernas,como Filamón, luchando con el balón.Todas estas cosas son imágenes. Yque las imágenes son metáforas se hadicho muchas veces.También los refranes son metáforasque van de especie a especie; por ejemplo,si alguien lleva a otro a su casapara lograr un bien y luego recibe daño,se dice «como el de Cárpatos a la liebre»;porque a ambos les ocurrió lomismo (3).(3) Se ha explicado así este proverbio: unode Cárpatos llevó liebres a su isla para criarlas,pero devastaron la isla.


1413 a/1414 a RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 12 203De dónde, pues, se sacan los dichosingeniosos y por qué, se ha dicho máso menos, y también la causa de ello;también las hipérboles son metáforasestimadas, por ejemplo, refiriéndose aalguien que está lleno de cardenales:«creeríais que era un canastillo de moras»,porque el cardenal o la moraduraes de color rojizo, pero la cantidad esdemasiada. El decir «como esto y lootro» es una hipérbole que se distinguepor la manera de expresar.Como Filamón luchando con el balón,se creería que es el mismo Mamón elque lucha con el balón: esto'es hipérbole.Como perejil lleva las piernas torcidas;creeríais que este no tiene piernas, sinoperejil, así las tiene de torcidas: lomismo. Las hipérboles son juveniles,porque arguyen vehemencia. Por estarazón las dicen sobre todo los que estánenojados:Ni aun cuando me diera tantas cosas como gra-Inos hay de arena y de polvo,no me caso con la hija de Agamenón el Atrida,ni aunque rivalice en belleza con la áureay en obras con Atenea.[Afrodita,—Se sirven especialmente de esto losoradores áticos—. Por eso resulta inadecuadoque las diga un hombre entradoen años (1).CAPITULO 12SOBRE CADA GENERO Y SU ESTILO, Y LASCUALIDADES QUE DEBE TENfM ESTEConviene que no se olvide que a cadagénero le conviene un estilo distinto;ya que no es el mismo el estilode la prosa escrita que el del debate,ni el de la oratoria demótica que elde la forense. Dos cosas es necesario saber: una, saber expresarse en griego;la otra, no verse obligado a callar, sise quiere comunicar algo a los demás,y eso les pasa a los que no saben escribir.El estilo escrito es el más exacto,el de debate el más teatral—de estehay dos especies: una expresa el carácter,la otra lo pasional—; por esolos actores buscan los dramas de esteúltimo estilo, y los poetas a las personasque también son asi. Son muycotizados los poetas aptos para la lectura,como Queremón—que es exactocomo un prosista—, y Licimnio, entrelos ditirámbicos. Comparándolos, los queson escritores aparecen encogidos enlos debates, y los oradores que hablanbien, parecen vulgares puestos en lamano. La causa está en que esos oradoresson adecuados al debate; por esotambién los discursos teatrales, si seles quita la máscara de acción dramática,parecen necios, al no producir supropio efecto; por ejemplo, la falta deconjunciones y el decir muchas veceslo mismo, con razón desmerece en laredacción, pero no en los debates mismos,y los oradores los usan porque soncosas teatrales. Es necesario que los quehablan den variedad a lo mismo, locual es como si preparara el camino ala acción: «este es el que os ha robado,este es el que os ha engañado; estees el que ha intentado traicionarashasta el fin». Como hacía el actor Filemónen la Locura del Viejo, de Anaxándrides,cuando decía «Radamanto vPalamedes», y en el prólogo de Los piadosos,el «yo»; porque si uno no representatales cosas, resulta el que llevala viga (2). Y de modo semejantelo que no lleva conjunciones: «llegué,recurrí a él, suplicaba»; porque esnecesario ponerlo en acción y no decirlocon el mismo carácter y tono, comosi dijera una sola cosa. Además lafalta de conjunciones tiene una propiedad: que en igual tono, parece quese dicen muchas cosas; ya que la conjunciónconvierte muchas cosas en una,de manera que, si se quita es evidenteque, por el contrario, se convierteel uno en muchos. Contiene, pues,una amplificación: «llegué, hablé, supliqué»,ya que parece haber despreciadolas muchas cosas que dije. Esto quieretambién conseguir Homero en aquello:(1) La frase entre guiones parece estar fue- (2) Es un refrán popular, cuyo sentido esra de 1 sitio. ¡obvio en el texto.


204 ARISTÓTELES.—OBRAS 1414 a/1414 bNireo. pues, de Sime...Nireo, hijo de Aglaia....Nireo, el más hermoso...Porque aquel sobre quien mucho se dice,es necesario que sea también nombradomuchas veces; y también si sele nombra muchas veces, parece se dicende él muchas cosas; de esta manerase engrandeció por este paralogismo,con solo haberle mencionadouna vez y dejó memoria de él, sin haberhecho alusión a él en ningún otrolugar, más adelante.El estilo de la oratoria deliberativase parece enteramente a la pintura deluces y sombras o de apariencias; porquecuanto mayor sea la multitud, lavisión es más lejana, y por eso los pormenoresparecen superfluos y dicen malen una y otra; la forense, empero, esmás exacta. Y más aún, cuando el juezes único; porque dirigiéndose a unosolo, cabe el mínimo de retórica; porquees más fácil de ver lo que es apropiadoa la causa y lo que le es ajeno,y falta todo debate, con lo que el juicioes puro. Por eso no son los mismoslos oradores que son estimados en cadauno de estos géneros, sino que dondehay más de acción teatral, allí esmenor la exactitud. Asi, donde hay vozy más donde hay voz fuerte. El estiloepidictico es el más literario; porquesu objeto es la lectura; en segundolugar está el estilo de la oratoria forense.Seguir analizando el estilo y decir queconviene aue sea agradable y magnífico,es superfluo; porque ¿qué más puedevaler esto que la sobriedad, la liberalidady cualquier otra virtud moralque pueda haber en él? Que el estilosea agradable lo logrará, evidentemente,lo que se ha dicho ya, si se ha definidobien la virtud del estilo; ¿quepor qué motivo conviene que sea claroy que no sea rastrero sino digno? Porque,si se habla con prolijidad no seráclaro, ni tampoco si se habla con demasiadaconcisión. Mas es evidente que esconveniente un término medio. Y lo quese diga resultará de estilo agradable sise mezclan bien lo cotidiano y lo extraño,y si hay ritmo, y si lo convincentenace de la conveniencia.Hemos tratado, pues, del estilo, engeneral para todos los géneros y enparticular para cada uno. Nos quedaahora hablar de la estructuración o composicióndel discurso.CAPITULO 13SOBRE LA EXPOSICIÓN, LA DEMOSTRACIÓNV OTRAS PARTES DEL DISCURSOEl discurso tiene dos partes, ya quees necesario exponer el asunto de que.se trata y después demostrarlo. Por esoes imposible exponer sin demostrar o¡ demostrar sin antes haber expuesto elasunto; porque el que demuestra, demuestraalgo, y el que enuncia algo lohace con el fin de demostrarlo. De estaspartes una es la exposición, la otrala prueba, como también podría alguiendividir diciendo que una es la cuestióno problema y la otra la demostración.Ahora se hacen divisiones ridiculas;porque la narración es propia solo deldiscurso forense, ¿cómo cabe, pues, queen el discurso demostrativo o deliberativohaya narración como dicen, o larefutación de la parte contraria, o elepílogo en los discursos demostrativos?El exordio, el cotejo de razones, la recapitulación,se dan a veces en los discursosdeliberativos, cuando hay disputa.Y, en cuanto son acusación y defensa,muchas veces, pero no en cuantodiscurso deliberativo; y el epílogo niaun de todo discurso forense es propio;por ejemplo, si el discurso es dereducidas dimensiones o el asunto esfácil de recordar; ya que así se puedeabreviar la longitud.Las partes necesarias son, pues, laexposición y la argumentación. Estasson las propias, y a lo más, exordio, exposición,argumentación y epílogo; porquela refutación de la parte contrariaforma parte de la argumentación, y elcomparar las razones es ampliación delas razones propias, como una parte delos argumentos; porque demuestra algoel que hace esto; pero no es este el findel exordio y del epílogo, sino refrescarla memoria. Resultaría, pues, si alguiendistinguiera estas partes, lo que hacíanlos discípulos de Teodoro, que separaban


1414 b/1415 a RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 14 205por una parte la narración y por otrala posnarración y la prenarración, y arefutación y la sobrerrefutación. Al deciruna especie o señalar una diferenciaes conveniente poner un nombre; si no,se vuelve el tratado ligero y necio, comohace Licimnio en su Arte (1), dando 'osnombres de «proflación» (2), «divagación»y «ramas».CAPITULO 14SOBRE EL EXORDIO, EN LOS DIVERSOSGÉNEROS ORATORIOSEl exordio es, pues, el comienzo deldiscurso, lo que el prólogo en la poesíay el preludio en la música de flauta;porque todo esto son preámbulos, ycomo la preparación del camino paralo que sigue. El preludio de la flautaes semejante al exordio de los discursosdemostrativos; porque los concertistasde flauta, lo que saben modular bien consu instrumento, al preludiarlo, lo enlazancon la entonación de la pieza, y enlos discursos demostrativos conviene escribirasí el exordio; porque, una vezse haya dicho lo que se quiere, convienehallar en seguida la tónica y establecerel enlace; que es lo que hacen todos.Sirva de ejemplo el exordio de la Helenade Isócrates, ya que nada de comúnexiste entre los erísticos y Helena. Y,al mismo tiempo, queda bien, si se apartadel tema y el discurso no resulta todode la misma especie.Los exordios en el género demostrativoproceden de la alabanza o de la censura;por ejemplo, Gorgias en el discursoOlímpico.- «sois dignos de ser admiradospor muchos, ¡oh varones griegos!»;porque el discurso ensalza a los que organizaronlas asambleas festivas; Isócrates,en cambio, los censura, porquehonraron con dones las virtudes delcuerpo, pero para los que tenían talentono instituyeron ningún premio. Tambiénpuede el exordio tomar pie de unconsejo, como, por ejemplo, que es ne-(1) Hemos tocado este aspecto vacuo de Licimnioen la nota (1> de la pág. 101.(2) La palabra griega significa «navegacióncoa viento favorable». Tomo el neologismo deTovar, 1. c. III, 13 y nota.cesarlo honrar a los buenos, por lo cualel mismo discurso enaltece a Arístides;o bien, que conviene honrar a los queni son estimados ni son malos, sino queson buenos en el anonimato, como Alejandro,hijo de Priamo; ya que el queasí hace, aconseja. También se puedepartir de exordios forenses; eso es, delos dirigidos al oyente, si el discurso essobre algo extraño, o sobre algo difícil,o sobre algo del dominio público, de maneraque se necesite indulgencia; porejemplo, Querilo (3):ahora, cuando todo ha sido repartido...Los exordios, pues, de los discursosdemostrativos, parten de esto: de laalabanza, de la censura, la persuasión pla disuasión, de consideraciones dirigidasal oyente; es preciso que las cosasque den el tono al discurso sean o bienextrañas o bien familiares.En cuanto a los exordios del géneroforense, conviene partir de la idea deque significan lo mismo que los prólogosde los dramas y los proemios de lospoemas épicos; los de los ditirambos,en cambio, se parecen a los de los discursosdemostrativos:por ti misma y luego por tus dones, Escila... (4).En los discursos y en los poemas épicosel exordio es un prenuncio del asunto,para que se vea de antemano sobrequé versa el discurso y no quede en suspensola atención mental, porque lo indefinidoinduce a error; asi pues, el quehace como que pone en la mano el comienzo,hace que a continuación se sigabien el discurso. Por eso:Canta la ira, oh diosa...Habíame, musa, del 'Varón...Llévame a otro relato, cómo de la tierra de Asiavino a Europa una gran guerra... (5).También los trágicos dan a entender algosobre el drama, aunque no sea enseguida, como hace Eurípides; pero sí,(3) Querilo de Samos : Perseida.(4) Del ditirambo Eicüa, de Timoteo.(5i Comienzos de la Ilíada, la Odisea, yprobablemente la Perseida. de Querilo.


206 ARISTÓTELES.—OBRAS 1415 a/1415 bal menos, en el prólogo, como hace Sófocles:MI padre era Pólibo (1).Y de manera semejante hace la comedia.La función, pues, mas relevante delexordio y la propia de él es dar a entendercuál es el fin a que se dirige eldiscurso; por eso, si es evidente y depoca monta el asunto, no es necesarioel exordio.Las otras especies de exordios que seusan son precauciones—remedios—oratoriasy comunes a todos los géneros.EStas especies derivan del que habla,del oyente, del asunto o de lo contrarioa él. Todas las cosas que se refieren almismo orador o a su adversario son recursospara refutar la acusación o parareforzarla. Pero no se hace en amboscasos de igual manera; porque, al quese defiende le corresponde atender a laodiosidad de la acusación en el exordio,y al que acusa le corresponde hacerloen el epilogo. Kl porqué de ello no esoscuro; ya que el que se defiende, cuandova a presentarse a sí mismo, es necesarioque remueva los obstáculos, demanera que lo primero que tiene quehacer es desvirtuar lo odioso que tienela acusación; al que acusa le es necesarioagudizar la odiosidad en el epílogo,para que se recuerde con más fuerza.Los recursos que se refieren al oyentedeben partir del intento de hacerle benévoloo provocarle a la ira, y a vecesvolverle atento a lo contrario; ya queno siempre es conducente atarle la atención,por eso muchos procuran moverlea la risa. Si uno quiere, todas las cosasllevan a una disposición favorable,y el aparecer persona decente también;porque a esta clase de personas se leshace más caso. S presta atención a lascosas grandes, a as propias, a las queson admirables, a las que son agradables;por eso'es preciso dar a entenderque el discurso versa sobre cosas de estas.Y, si no se quiere que los oyentesestén atentos, hay que decir que el discursotrata de cosas de poca monta, quenada tienen que ver con ellos, que esdesagradable. Con todo, no conviene pací)Del Edipo Rey, verso TI*. No parece,pues, del prólogo...sar por alto que todas estas cosas están,fuera del discurso; porque van dirigidasa un oyente vulgar y que escuchalas cosas marginales al asunto; puestoque, si no es así, para nada es necesarioel exordio, sino basta exponer en resumenel asunto, para que el discurso,como un cuerpo, tenga su cabeza. Además,el atraer la atención de los oyenteses algo común a todas las partes deldiscurso, si es conveniente hacerlo; porqueen cualquier lugar de él se aburrenmás las gentes que al comienzo. Por esoes ridículo imponer atención al comienzo,cuando precisamente todos oyen con.más atención. De manera que, donde seaoportuno, hay que decir «y prestadmeatención, porque esto no es más mí»que vuestro», yporque os voy a decir algo grave como nuncahabéis oído», ni tan sorprendente. Estoes, como decía Pródico, intercalar, cuandose le adormilaban los oyentes, laoración de las cincuenta dracmas. Estáclaro que esto va encaminado al oyente,aunque no en cuanto es oyente; ya quetodos, en los exordios, o exacerban laodiosidad o disipan temores.Rey, hablaré no como si por prisa...¿A qué viene este exordio? (2).Y así lo hacen también los que tienenmal su asunto o así lo creen; porque esmejor gastar el tiempo en cualquier parteantes que en el asunto. Por eso lossiervos no dicen lo que se les ha preguntadosino con rodeos, y hacen preámbulos.Quede, pues, esto dicho sobre dedónde hay que sacar recursos para hacerbenévolo el auditorio, y se ha habladoya de cada una de las demás cosasde este estilo. Ya que bien dichoestá:Concédeme llegar a los Feacios amado y digno[de compasión (3),ya que conviene tender a estos dos sentimientos.En los discursos demostrativosconviene hacer creer al oyente que(2) Sófocles, Antígona, 223, y Eurípides, Ifigeniaen T&uriae, 1102.(3) Odisea, VI, 327.


1415 b, 1416 a RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 15 207es ensalzado con todos, o bien él personalmenteo su linaje o su profesión o deotro modo cualquiera; porque es verdadlo que dice Sócrates en el Epitafio:que no es difícil ensalzar a los ateniensesante los atenienses, sino ante loslacedemonios.Los exordios del género deliberativose hacen a partir de los del forense, aunquepor naturaleza son poco adecuados;porque ya se sabe de qué se va a tratary el asunto para nada necesita deexordio, salvo si es sobre el mismo oradoro sus adversarios, o si los oyentesno toman el asunto con la gravedad queel orador quiere, sino con más o conmenos; por eso es necesario exacerbarla odiosidad o disiparla, y amplificar oatenuar la cuestión. Por estas causas senecesita el exordio; o para darle ornato,no fuera a parecer improvisado todo,de no tenerlo. Porque tal es el caso delencomio de Gorgias a los eleos; pues,sin ningún braceo previo o ademán algunode preparación, comienza de repente: «Elis, ciudad venturosa.»CAPITULO 15SOBRE COAÍO REBATIR LA ACUSACIÓN DELCONTRARIORespecto de la acusación, lo primeroes ver a partir de qué cosas podría unodesvirtuar la enojosa sospecha; porquenada, importa que se haga hablando ono, con tal de que ello se logre en absoluto.Otra manera de salir al encuentrode los puntos que están en litigio es deciro bien que el hecho imputado noexiste, o que no fue dañoso, o bien queno fue tal para el adversario, o que nolo es tanto como dice, o que no es injustoo al menos no mucho, o que no esvergonzoso, q que no tiene importancia;porque la discusión se centra en estascosas; asi lo hizo Ifícrates contra Nausícrates:porque afirmó haber hecho loque decía y haber causado daño, pero nohaber cometido injusticia. También sepuede decir que se ha cometido la injusticiaen compensación; que, si la acciónha ocasionado daño, ha sido contodo honrosa; que, si ha motivado tristezas,también ha sido provechosa; oalgo por el estilo. Otro modo consisteen decir que ha sido un error, una desgraciao una necesidad imperiosa; comoSófocles dijo que temblaba no por parecerviejo, como decía' el acusador, sinopor necesidad; porque tenía ya ochentaaños y no por propia voluntad. Y contradeciral adversario en aquello porcuya causa dice él haberse obrado, diciendoque no pretendía uno ocasionarun daño sino tal cosa, y que no hizoaquello de que se le acusa, y que fuepor casualidad que causara aquel daño;«sería justo que se me odiara, si hubieraobrado para que esto sucediera». Otraforma es, si ha estado complicado enello el que acusa, sea en la actualidad,sea antes, él mismo o alguno de los suyos.Otro mod0, si estuvieran complicadosotros en el asunto, otros que lagente conoce .que no son objeto de laacusación, como, por ejemplo, que si porqueuno es pulcro es adúltero, tambiénlo tendría que ser fulano. Otro medio,si el contrario acusó a otros, o los acusóun tercero, o si sin acusación se sospechabade ellos como ahora del acusado,y que luego resultó evidente queno eran culpables. Otro es el de acusaral que acusa; porque sería absurdo que,si él mismo no merecía crédito, fuerandignas de fe sus razones. Otro medio,si se dio ya la sentencia; como, porejemplo, hace Eurípides contra Higisinon(1), que le acusaba en un procesode antidpsis (2) de que era impío,porque había escrito incitando al perjurio:la lengua Juró, pero la mente no juró.Pues Eurípides dijo que su acusador cometíainjusticia trayendo a los tribunaleslos juicios del certamen dionisíaco;porque allí era donde él había dadocuenta de sí, o la daría, si le queríaacusar. Otro medio es acusar partiendode una calumnia—¡poderoso medio!—,y esto porque hace dar media vuelta a(1) Personaje desconocido, asi como la anécdota.(2) Consistía este pleito en procurar hurtaruna carga pública, denunciando a otro con mayoresbienes que uno y, por tanto, con mayorobligación. Como prueba se ofrecía la antídosis,el cambio de bienes.


208 ARISTÓTELES.—OBRAS 1416 b/1417 alos juicios y porque no se da fe al asunto.Común a ambas partes es el tópicode decir los indicios; por ejemplo, enel Teucro, cuando Ulises pretende queTeucro es pariente de Príamo; porqueHesíone era hermana de este; Teucro,en cambio, dice que su padre, Telamón,era enemigo de Príamo y que no habíadenunciado a los espías (1). Otro medioes propio para el acusador y es ensalzarun poco prolijamente y luego censurarmucho y concisamente, o bien, presentandopor delante muchas cosasbuenas, lo único que atañe al asunto,censurarlo. Estos son los medios más hábilesy más injustos; porque intentanhacer daño con lo bueno, mezclándolocon lo malo.Un modo hay aún, que sirve en comúnal que acusa y al que refuta; puesto queuna misma cosa cabe hacerla por muchosmotivos, al que acusa le es posibletomarlo a mala parte, inclinándoloa lo peor, y al que se defiende le esposible echarlo a buena parte, inclinándosea lo mejor; por ejemplo, que Diomedeseligió de antemano a Ulises: eluno puede decir que recibió a Ulises porsus notables dotes; el otro puede decirque no las tenía, pero que le recibiótan sólo porque, como cobarde que era,no era rival suyo.CAPITULO 16SOBRE LA NARRACIÓN, LOS CARACTERESY EL PATETISMOQuede esto dicho en torno a la acusación:la narración, en los discursosdemostrativos, no es seguida, sino porpartes; pues es preciso recorrer los hechosy acciones de que consta el discurso;ya que el discurso consta por unaparte de algo sin arte, pues el quehabla no es en manera alguna causantede los hechos y por otra parte de algosujeto al arte; es decir, o bien porquehay que demostrar, si algo resulta increíble,o porque hay que probar cómoes, o de qué importancia, o todo ello junto.Por estos motivos algunas veces no(1) Referencia a una tragedia perdida deSótocles.¡conviene narrarlo todo seguido, porquees difícil de recordar una demostraciónasí. Y se dirá: según estos hechos semostró valeroso, según estos otros, sabioo justo. Y este discurso es más sencillo,aquel en cambio variado y no sencillo.Conviene refrescar la memoria delos hechos conocidos; por eso la mayoríano necesitan de narración, por ejemplo,si quieren ensalzar a Aquiles; porquetodos conocen los hechos, pero espreciso servirse de ellos; pero, si quieresalabar a Critias, sí conviene hacerlo,porque muchos no los conocen. Ahoraridiculamente dicen que conviene quela narracción sea rápida. Sin embargoes, como cuando al panadero, que preguntósi había de hacer la masa durao blanda, se le respondió: —«Pues,¿qué? ¿Es imposible hacerla en su punto?»De modo semejante aquí; porquees necesario no narrar prolijamente, comotampoco hacer grandes exordios nilargas argumentaciones; porque aquí elpunto no está en lo rápido ni en lo conciso,sino en lo proporcionado; eso es,decir lo que pueda esclarecer el asunto,o lo que haga sospechar que sucedió, oque se cometió daño o injusticia, o aquellascosas que le dan la importancia queconviene; y, para el adversario, lo contrario.Hay que añadir a la narración todolo que haga resaltar la propia virtud,por ejemplo: «yo le advertí siempre, diciéndolelo que era justo, que no debíaabandonar a sus hijos»; o bien lo quehaga resaltar la maldad del contrario:«y él me respondió que dondequiera estuviesetendría otros hijos»; lo cual diceHerodoto, respondieron los egipciosdesertores. O bien también lo que hagaresaltar las cosas que resultan agradablesa los jueces.Al que se defiende le corresponde unanarración más breve; las cuestiones enlitigio son o bien que no se dio talhecho, o que no fue nocivo, o que nofue injusto, o que no fue de tanta monta,de manera que no conviene perderel tiempo en aquello en que todos estánde acuerdo, a no ser que alguiendiscuta aquello, por ejemplo, sobre sialgo se ha hecho, pero no fue injusto.También conviene dar las cosas como1 hechas, a no ser que al narrarlas en los


1417 a/1417 b RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 17 209detalles de su realización produzcan lástimao terror. Un ejemplo de ello es elrelato de Alcino, porque Ulises se locuenta todo a Penélope en sesenta versos(1); y como Phayllos hace los poemascíclicos y el prólogo en el Oineo.Es necesario que la narración posea carácterpropio. Esto se logrará, si sabemosqué es lo que confiere carácter. Unmedio es manifestar el propósito queguía la narración, ya que el carácter eslo que es la. intención, y la intenciónes lo que es el fin que la rige. Precisamentepor esto no tienen carácter losrazonamientos matemáticos, porque notienen propósito alguno, ya que no tienenfinalidad. Pero lo tienen, en cambio,los diálogos socráticos; porque tratande cosas del tipo de las indicadas.Otros rasgos que dan a conocer el carácterson los que acompañan a cadauno de los caracteres, por ejemplo, decirde uno que, al mismo tiempo que hablaba,caminaba; porque muestra violenciay rudeza de carácter. Y no hablar comopartiendo de un plan preconcebido, comose hace ahora, sino como partiendode un fin que lograr: «yo quería esto,pues me lo proponía, aunque no me favorecía,como lo mejor»; ya que unacosa es propia de un hombre prudente,la otra de uno bueno; ya que la prudenciaestá en perseguir lo que conviene,la bondad en buscar lo bueno. Sialgo es increíble, entonces hay que añadirsu causa, como hacía Sófocles; porejemplo, aquello de la Antígana, de queella se cuidaba mas de su hermano quedel marido o de los hijos; porque, si seperdían estos, podían aún engendrarse.pero, una vez bajados al Hades la madre y el[padre,no es ya posible que alguna vez nazca un her-[mano.Si no se tienen razones que dar, antesno se desconoce que es realmente increíblelo que se dice, se dirá, con todo,que uno es así por naturaleza; porquese desconfía que se haga de buena ganaotra cosa que la conveniencia.Parte también en el discurso de algo(1) Alusión a la narración de la Odisea,XXIII, resumen de los cantos IX a XII de lamisma.patético, narrando lo que se sigue de laspasiones, y las cosas que ya se saben,y las cosas particulares oue distinguenal mismo orador o al adversario; «el semarchó, luego de haberme mirado dereojo». Y como dice Esquines sobre Cratilo,que silbaba y batía palmas; porqueno son cosas creíbles, ya que estascosas que se saben son señales de aquellasque no se saben. La mayoría deestas se pueden tomar de Homero:Así habló, y la anciana se cubrió con las manos[la cara;lo cual dijo, porque los que se echan allorar se ponen las manos ante los ojos.Y, en seguida, preséntate tú a ti mismode alguna manera, para que así te considerental, y haz lo mismo con la partecontraria; pero esto hazlo de modo quepase inadvertido. Que es fácil, se puedever por los que nos traen una noticia;ya que sobre aquello de que nada sabemos,adquirimos, sin embargo, al verlosuna cierta prevención. Conviene narraren varios lugares, y a veces no al comienzo.En los discursos políticos es donde menoscabida tiene la narración, porquenadie hace una narración de las cosasfuturas; pero, si hubiera algún relato, 1será de las cosas pasadas, para que, recordandoaquellas, mejor deliberen sobreel futuro. Y lo mismo si es acusandoo si es alabando. Pero entonces no sehace el papel de consejero.Si lo que se va a relatar es increíble,hay que prometer en seguida decir tambiénla causa y disponerla con los pormenoresque los oyentes quisieren; porejemplo, la locasta del Edipo de Karkinossiempre promete esto, a medidaque la va interrogando el que busca asu hijo; y también el Hermón de Sófocles.CAPITULO 17SOBRE LA DEMOSTRACIÓN Y SUS CASOS YPARTICULARIDADESLos argumentos retóricos deben ser demostrativos; y, puesto que la disputa sepuede centrar sobre cuatro cosas, es necesariodemostrar, dirigiendo la demos-


210 ARISTÓTELES.—OBRAS 1417 b/1418 atración a lo que es el punto de litigio;por ejemplo, si la disputa es sobre queel hecho no ocurrió, es preciso, en eljuicio, dirigir la demostración precisamentea esto; si le dicen que no causódaño, a esto; y si arguyen que el dañono fue tan grande o bien que fue justo,de la misma manera que si la disputase cendrara sobre si el hecho sucedió.No debe pasarse por alto que, solo enesta disputa de si el hecho sucedió, esnecesario que sea mala una de las partes; ya que no se puede dar como causala ignorancia, como si se disputara sobresi la acción fuera justa; de modoque hay que demorarse en esta cuestióny no en las otras.En los discursos demostrativos, de ordinario,la amplificación será decir quelos hechos son buenos y provechosos;ya que conviene que los hechos mismosse crean; puesto que pocas veces seaducen pruebas de ellos, como en el casode que fueran poco dignos de fe o queotro tuviera motivo de censura contraellos. En los discursos deliberativos sepodría discutir o bien que una cosa nova a ser o que sucederá lo que se aconseja,pero que no es justo, o que no esútil, o que no tiene la importancia quese le atribuye.Conviene también mirar si se aducealgo falso en 1(5 que es ajeno al asunto;porque se tomaría como argumento irrebatiblede que también en lo demás semiente.Los ejemplos constituyen lo más propiode la oratoria deliberativa, y los entimemasde la forense; porque una serefiere al futuro, de manera que es necesariopresentar ejemplos de las cosasque han sucedido; la otra trata de loo_ue es o no es, de lo cual es más propiala demostración y la necesidad; porquelo sucedido tiene la dimensión de lonecesario. No conviene enunciar unosdetrás de otros los entimemas, si no sehan de ir mezclando; porque, si no, seestorban mutuamente. Pues también hayun límite en la cantidad.Olí amigo, puesto que dijiste tantas cosas cuan-[tas podría decir un varón prudente....Dice tantas, pero no tales. Y no hayque buscar entimemas sobre todas lascosas; porque, si no, harás lo que algúnfilósofo que otro, que prueba con silogismoscosas más conocidas y más dignasde crédito que las premisas de queparte en su demostración. Y, cuandoexcites una pasión, no digas un entimema;porque, o bien estorbarás la pasión,o habrá sido inútil que se dijera el entimema;porque chocan entre sí movimientosopuestos y se anulan o e debilitan.Cuando el discurso sea de matizcaracterológico, tampoco conviene buscarentimemas, porque la demostraciónno admite ni carácter ni preferencia.Hay que hacer uso de sentencias tantoen la narración como en la argumentación; porque son cosas de carácter:«también yo se lo di, aun sabiendo queno hay que confiar en él»; y, si es detonalidad patética: «y no me arrepiento,aunque haya padecido yo la injusticia;porque a él le ha tocado el fruto,a mí la justicia».Hablar al pueblo es más difícil quehacerlo en un juicio, naturalmente, porquehay que hablar sobre el futuro; encambio, allí hay que hablar de lo ocurrido,cosa sabida ya hasta por los adivinos,como decía Epiménides de Creta,ya que este no vaticinaba sobre el futuro,sino sobre las cosas sucedidas, peroocultas. La ley es el objeto propio dela oratoria forense; y teniendo un principio,es fácil hallar una demostración.Tampoco admite muchas digresiones,como por ejemplo hablar contra la partecontraria, o sobre uno mismo, o hacerlopatéticamente, sino menos que ningúngenero, si es que no se quiere distraeral oyente. Es, pues, necesario hacer estosólo cuando se .está, en un apuro, comohacen los oradores atenienses e Isócrates;ya que este hasta deliberando acusa,por ejemplo, a los lacedemonios enel Panegírico, y a Cares en el discursosobre los aliados. En los discursos demostrativos,conviene intercalar en eldesarrollo del discurso elogios episódicos,como hace Isócrates', que siempre metealguno. Y lo que decía Gorgias de quenunca le faltaba materia para el discurso,es precisamente esto; porque si hablade Aquiles, alaba a peleo, luego aacó, luego al dios; y de modo semejantesi habla del valor, que si realizatales y tales cosas, o bien que si es tangrande.


1418 b/1419 a RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 18 211Una vez que se tienen argumentos,hay que hablar con carácter y apodícticamente;pero, si no pe tienen entimemas,al menos hay que hacerlo con carácter;porque, al que es bueno, le convienemás parecer bueno ante los oyentes,que de oratoria muy atildada.De los entimemas son más estimadoslos refutativos que los demostrativos,porque los que refutan, con.más claridaddan a entender que están construidos silogísticamente; ya que las cosas contrarias,puestas unas junto a otras, se conocenmejor.Lo que se dice a la parte contraria noes de una especie diversa, sino de lamisma que los argumentos que refutancon una objeción o con un silogismo.Es necesario, tanto en la deliberacióncomo en el juicio, al comenzar, decirprimero los argumentos propios, y luegosalir al encuentro de las razones contrarias,refutándolas y deshaciéndolas.Si la réplica fuera copiosa, hay que decirprimero las razones contrarias, comohizo Calistrato en la asamblea deMesenia; ya que, una vez hubo respondidoa lo que dijeron, entonces habló él.Cuando se hable después, primero hayque hacerlo contra el discurso adversario,refutándolo y razonando a su vez encontra, y de una manera especial si hasido considerado favorablemente; porque,igual que el espíritu no admite aun hombre que ha sido antes sospechoso,tampoco admite un discurso, tiel contrario parece haber hablado bien.Conviene, pues, preparar en el oyente unlugar para el discurso que va a venir;y esto sucederá, si se destruyen primerosus razones. Por eso, luego de combatirtodos los argumentos, o los másprincipales, o los que más favorablementehan impresionado, o los más vulnerables,han de probarse de la misma maneralas propias razones.En primer lugar vendré a ser un aliado paralos dioses; porque yo a Hera... (1):en estos versos se tocó primero el puntomás inseguro.Sobre los argumentos, eso era lo quehabía que decir. Respecto del carácter,(1) Eurípides, Troyanas, 969, 971.dado que decir algo sobre uno mismoo bien puede parecer reprochable, o bienpalabrería, o contradicción, y decirlo sobreotro puede parecer injuria o grosería,es conveniente hacer ver que hablaotro, cosa esta que hace Isócratesen el Filipo y en la Antidosis, y así escomo censura Arquíloco, que presenta alpadre hablando sobre su hija, en losyambos:de las cosas no hay ninguna inesperada, ni que[se pueda jurar imposible;y presenta al carpintero Carón, en elyambo que comienza:Las de Giges no me...;y de igual manera, Sófocles hace que Hemóninterceda por Antígona ante su padre,como si hablaran otros.También conviene variar los entimemasy convertirlos a veces en sentencias; por ejemplo: «es necesario quelos que tengan sentido común, haganlas paces con el enemigo, cuando esténen buena posición; porque así podránobtener más ventajas». En forma de entimemasería: «porque, si conviene firmarla paz, cuando pueda ella ser másútil y más ventajosa, es preciso firmarla,cuando se tiene la suerte a su favor».CAPITULO 18DE LA INTERROGACIÓN ORATORIA Y SUSRESPUESTAS, Y EL EMPLEO DEL RIDICULOSobre la interrogación: es sobre todooportuno hacerla, cuando se hayadicho ya uno de los dos términos de laalternativa, de manera que, haciendouna pregunta más, se caiga en el absurdo; por ejemplo: Pericles interrogabaa Lampón (2) sobre la iniciación delos misterios de Deméter Soteira y, alresponder que no eran como para quelos oyera un no iniciado, le preguntó silo conocía él y, al afirmarlo, dijo Pericles:«y, ¿cómo, no siendo tú iniciado?».En segundo lugar, cuando uno de lostérminos es evidente, y sabe con todaclaridad el que interroga que el otro seÍZ) Adivino al que alude alguna vez Aristófanes.


212 ARISTÓTELES.—OBRAS 1419 a/1419 blo concederá; porque, una vez haya preguntadouna premisa, no es necesarioseguir preguntando lo evidente, sinoenunciar la conclusión. Por ejemplo:Sócrates, al afirmar Meleto que él nocreía en los dioses, pero había dicho quepodría admitir algún daimon, le preguntósi los dáimones no eran acaso hijosde los dioses o algo divino y, al contestarMeleto afirmativamente—«ciertamentelo son», le dijo Sócrates—. «¿Esque hay quien crea que existen los hijosde los dioses, pero los dioses no?».También cabe la interrogación, cuandose va a demostrar que el adversariose contradice o dice algo inaudito. Encuarto lugar, cuando no se puede resolverla dificultad, sino respondiendo so^físticamente; porque, si se responde así,que es y que no es, que unas cosas sí yotras no, o que en parte sí y en parteno, se alborotan los oyentes al verlo enun callejón sin salida. En otro caso, nohay que exponerse a hacer la pregunta.Porque, si el adversario objeta algo, parecehaberse impuesto él; ya que noes posible preguntar muchas cosas, porla incapacidad del oyente. Por eso tambiénconviene concentrar lo más posiblelos entimemas.Conviene responder a las preguntasambiguas, distinguiendo mediante unaexplicación y no concisamente, aportandoen seguida en la respuesta la solucióna lo que parece contrario, antes deque se nos pregunta lo que sigue, o sesometa todo a razonamiento; porque noes difícil prever dónde están las razones.Consideramos aclarado por los Tópicostanto esto como las refutaciones.Y al concluir, si el adversario formulasu conclusión en forma de pregunta, hayque decir la causa. Por ejemplo: Sófocles,al ser preguntado por Pisandro (1)si le parecía, como a los demás consejeros,que subieran al poder los cuatrocientos,dijo que sí. «¿Cómo?—dijoPisandro—, ¿no te parece a ti que estoestá mal?». Respondió que sí. «Por consiguiente,¿has obrado tú mal?». «Ciertamente—dijoSófocles—, pero no se podíahacer nada mejor.» Y como el la- Sófocles es el político. Pisandro era unaristócrata ateniense, de los que puso fin a lademocracia.cedemonio al rendir cuentas de su eforado(2), habiéndosele preguntado sicreía que los demás habían sido muertosjustamente, respondió que si. Y elotro: «¿Acaso tú no hiciste lo mismoque ellos?» Respondió que si. «¿Y noseria también justo que fueras tambiéntú ejecutado?» «No, por cierto—respondió—,porque aquellos obraron estas cosashabiendo recibido riquezas, pero yono, sino por convicción.» Ptor eso noconviene interrogar más allá de la conclusión,ni presentar en forma de preguntala conclusión, si no nos sobra muchode verdad.Sobre las cosas risibles, ya que parecentener su utilidad en los debates, ydecía Gorgias, hablando con sobrada razón,que conviene estropear la seriedadde los adversarios con la risa y la risacon la seriedad: se ha dicho ya cuántasespecies había de cosas risibles, enlos libros sobre Poética, especies de lascuales unas son adecuadas a un hombrelibre, otras no. De esta manera se tomarálo que a cada uno le convenga.La ironía es más propia del hombre libreque la bufonada; porque el irónicohace el chiste para sí mismo, el chocarreropara divertir a otro.CAPITULO 19SOBRE EL EPILOGOEl epüogo consta de cuatro elementos:disponer favorablemente al oyenterespecto del mismo orador y desfavorablementerespecto del contrario; enaltecery humillar; disponer al oyente paralo pasional o patético; y refrescar lamemoria.Porque es natural que, luego de demostrarque uno dice verdad y que elcontrario dice mentira, se elogie unacosa, se censure otra y se remache elefecto. A una de dos cosas conviene tender,o bien a demostrar que se es buenopara los oyentes, o que se es bueno absolutamente,o bien a demostrar que elcontrario es malo para los oyentes o absolutamente.De qué medios puede unousar para conseguir esto, queda dicho


1419 b/1420 a RETORICA.—LIBRO III.—CAP. 19 213en los tópicos, en que se puede presentara las personas como buenas o comomalas.Lo que viene después de esto, unavez hecha ya la demostración, es, naturalmente,enaltecer o desvirtuar; porqueconviene estar de acuerdo con loshechos sucedidos, si se va a enaltecersu importancia; ya que también el crecimientode los cuerpos proviene de loque ya existía antes en ellos. Los tópicosde que conviene partir para enaltecero desvirtuar una cosa, han quedadoexpuestos ya antes.Después de esto, cuando las cosas yaestán claras, y cómo son y de qué importancia,hay que arrastrar al oyentea las pasiones. Son estas: compasión,terror, ira, odio, envidia, emulación yafán de disputa. También sus tópicosse han dicho antes, de manera que loque queda por tratar es el refrescar lamemoria de lo que se ha dicho antesen el discurso.Esto es conveniente hacerlo de la maneraque indican algunos al referirsea los exordios, y no llevan razón en ello.Porque, para que el discurso sea másfácil de ser retenido, ordenan repetirlo mismo muchas veces. En el exordio,ciertamente, conviene exponer el asunto,para que no pase inadvertido dequé trata el discurso o el juicio; peroaquí, en el epílogo, hay que decir sumariamentelo que ha servido para la demostración.El principio será decir queha cumplido lo oue prometió, de maneraque hay que decir de qué se trata y elporqué. Se habla por contraposición aladversario. Se pueden cotejar o bien lasrazones que sobre lo mismo han expuestoambos, o bien sin enfrentarlas unasa otras. «Este ha dicho tales cosas sobreesto, yo cuáles y por tales razones.» Ose puede hablar con ironía: «Porque esteha dicho tales cosas, yo en cambio cuáles,y ¿qué hubiera pasado, si este hubierademostrado tales cosas y no talesotras?» O bien por interrogación:«¿Qué no ha sido demostrado?», o:«¿Qué es lo que este ha demostrado?»O bien con una comparación, o segúnel orden natural en que refutó, o al contrario,si quiere, tratando por separadolo del discurso contrario. Como final esadecuado el estilo sin conjunciones, paraque sea realmente epílogo y no nuevaoración: «He dicho, habéis oído, estáisenterados, decidid» (1).(1) De Lisias, Contra Erastóstenes.FIN DE LA«RETORICA»

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