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HOJA DOMINICALAGUSTINOS DE LA PROVINCIA DEL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS DE MÉXICOPeña Pobre #83, Col. Toriello Guerra, Tlalpan D.F., C.P. 14050http://agustinos.mxcontacto@agustinos.mxNo. 4 Domingo 20° del Tiempo Ordinario Ciclo B 4 a Semana del Salterio 16 de Agosto 2015Primera Lectura1Jos 24, 1-2a. 15-17. 18bSegunda Lectura2ª Lectura Ef 5, 21-33Josué reunió en Siquém a todas las tribus de Israel, yconvocó a los ancianos de Israel, a sus jefes, a sus juecesy a sus escribas, y ellos se presentaron delante del Señor.Entonces Josué dijo a todo el pueblo: “Si no estándispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quierenservir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasadosal otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, encuyo país ustedes ahora habitan. Yo y mi familia serviremosal Señor”. El pueblo respondió: “Lejos de nosotrosabandonar al Señor para servir a otros dioses. Porque elSeñor, nuestro Dios, es el que nos hizo salir de Egipto,de ese lugar de esclavitud, a nosotros y a nuestros padres,y el que realizó ante nuestros ojos aquellos grandesprodigios. Él nos protegió en todo el camino que recorrimosy en todos los pueblos por donde pasamos. Poreso, también nosotros serviremos al Señor, ya que él esnuestro Dios”.Palabra de Dios.SalmoSalmo 33, 2-3. 16-23R. ¡Gusten y vean qué bueno es el Señor!Bendeciré al Señor en todo tiempo, su alabanza estarásiempre en mis labios. Mi alma se gloría en el Señor; quelo oigan los humildes y se alegren. R.Los ojos del Señor miran al justo y sus oídos escuchansu clamor; pero el Señor rechaza a los que hacen el malpara borrar su recuerdo de la tierra. R.Cuando ellos claman, el Señor los escucha y los libra detodas sus angustias. El Señor está cerca del que sufre ysalva a los que están abatidos.R.El justo padece muchos males, pero el Señor lo libra deellos. Él cuida todos sus huesos, no se quebrará ni unosolo.R.1Hermanos: Sométanse los unos a los otros, por consideracióna Cristo. Las mujeres a su propio marido comoal Señor, porque el varón es la cabeza de la mujer, comoCristo es la Cabeza y el Salvador de la Iglesia, que es suCuerpo. Así como la Iglesia está sometida a Cristo, dela misma manera las mujeres deben respetar en todo asu marido. Los maridos amen a su esposa, como Cristoamó a la Iglesia y se entregó por ella para santificarla. Élla purificó con el bautismo del agua y la palabra, porquequiso para sí una Iglesia resplandeciente, sin mancha niarruga y sin ningún defecto, sino santa e inmaculada.Del mismo modo, los maridos deben amar a su mujercomo a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se amaa sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sinoque lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia,por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo.“Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre paraunirse a su mujer, y los dos serán una sola carne”. Éstees un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y ala Iglesia. En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a supropia mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetara su marido.Palabra de Dios.


EVANGELIOEvangelio Jn Jn 6, 60-69Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos desus discípulos decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quiénpuede escucharlo?”. Jesús, sabiendo lo que sus discípulosmurmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Quépasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subirdonde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carnede nada sirve. Las palabras que les dije son Espírituy Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen”.En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiéneseran los que no creían y quién era el que lo iba aentregar. Y agregó: “Por eso les he dicho que nadie puedevenir a mí, si el Padre no se lo concede”. Desde esemomento, muchos de sus discípulos se alejaron de él ydejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a losDoce: “¿También ustedes quieren irse?”. Simón Pedro lerespondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabrasde Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos queeres el Santo de Dios”.EN LA OPINIÓN DE SAN AGUSTÍNY El se dirige a los pocos que se habían quedado con El. Dijo Jesús a los doce, es decir, a los que se quedaron con El: ¿Queréispor ventura vosotros huir también de mi compañía? No se fué nadie, ni Judas siquiera. Pero el Señor ya sabía por quéno se iba, y nosotros lo supimos después. Pedro contesta, en nombre de todos, uno por muchos, la unidad por la universalidad.Contestó, pues, Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? ¿Nos alejas de ti? Danos otro igual que tú. ¿A quién iremos?Si nos vamos de tu compañía, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Mirad cómo comprendió esto Pedro conla ayuda de Dios y confortación del Espíritu Santo. ¿De dónde le vino esta inteligencia sino de su fe? Tú tienes palabras devida Porque tú das la vida eterna en el servicio de tu cuerpo y, sangre, y nosotros hemos creído y entendido. No entendimosy creímos, sino que creímos y entendimos. Creímos, pues, para llegar a comprender; porque, si quisiéramos entender primeroy creer después, no nos hubiera sido posible entender sin creer. ¿Qué es lo que hemos creído y qué es lo que hemosentendido? Que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios; es decir, que tú eres la misma vida eterna y que no comunicas en el serviciode tu carne y sangre sino lo que tú eres.EN LA VOZ DEL PAPASAN AGUSTÍN en Tratados sobre el Evangelio de San Juan.La Eucaristía es Jesús mismo que se dona totalmente a nosotros.Nutrirnos de Él y vivir en Él mediante la Comunióneucarística, si lo hacemos con fe, transforma nuestra vida, latransforma en un don a Dios y en un don a los hermanos.Nutrirnos de aquel “Pan de vida” significa entrar en sintoníacon el corazón de Cristo, asimilar sus elecciones, sus pensamientos,sus comportamientos. Significa entrar en un dinamismode amor y convertirnos en personas de paz, personasde perdón, de reconciliación, de compartir solidario. Lomismo que Jesús ha hecho.Palabra del Señor.Palabra del Señor.LA FRASE DE SAN AGUSTÍNMuchos se dicen cristianos, pero en realidad no lo son! No son loque la palabra significa: no lo son en la vida, en las costumbres, enla fe, en la esperanza y mucho menos en la caridad.(Comentario a la 1 carta de S. Juan 4,4)Jesús concluye su discurso con estas palabras: «El que comede este pan vivirá eternamente» (Jn 6,58). Sí, vivir en comuniónreal con Jesús sobre esta tierra nos hace ya pasar dela muerte a la vida. El Cielo comienza precisamente en estacomunión con Jesús.Y en el Cielo ya nos espera Maria nuestra Madre. Que ellanos obtenga la gracia de nutrirnos de Jesús, Pan de Vida,siempre con fe”.2

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