Contrapunto
numero-veintidosveintitres
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Editorial<br />
COMITÉ DE REDACCIÓN<br />
Fernando Larraz Verónica Enamorado<br />
Cristina Somolinos Gema Cuesta<br />
Ainhoa Rodríguez Alejandro Rivero<br />
Patricia Pizarroso Cristina Ruiz<br />
Sofía González Javier Helgueta<br />
Yara Pérez Paula Mayo<br />
Noelia Izquierdo Cristina Suárez<br />
Fabiola Stoian Soledad Abad<br />
Raquel López Ismael Ruiz<br />
Javier I. Alcarcón Andrea Merino<br />
Sandra Mañas María Sánchez<br />
Candela Fernández Eduardo Montoza<br />
Verónica Jiménez Víctor Rodríguez<br />
Colaboran en este número<br />
Sonia de Andrés Corroto, Francisco J.<br />
Garcerá, David García Cames, Fernando<br />
Gómez Redondo, María González<br />
Escribano, Jesús Montiel López, María<br />
Luisa Suárez Marín<br />
EDITORIAL<br />
Página 3<br />
FIRMA INVITADA<br />
Página 4<br />
MIRADAS<br />
Página 6<br />
BIBLIOTECA CLÁSICA<br />
Página 11<br />
INÉDITOS<br />
Página 17<br />
RESEÑAS<br />
Página 20<br />
VOCES<br />
Página 84<br />
ARTÍCULOS<br />
Página 92<br />
<strong>Contrapunto</strong> nació, hace dos años y medio, con la intención de informar<br />
acerca de los derroteros de nuestro campo cultural, de crear espacios de<br />
diálogo y de reflexión sobre la cultura y la literatura actuales y de fomentar<br />
el ejercicio de la crítica, para el que nos sentimos vocacionalmente<br />
inclinados quienes participamos en el proyecto. Nos alegra poder empezar este curso<br />
confirmando que estamos cumpliendo nuestro compromiso, que nuestro propósito<br />
sigue en marcha, que lo sostienen los mismos objetivos y que podemos mirar hacia<br />
atrás y hacia adelante —hacia los 21 números publicados y hacia los diez que nos<br />
proponemos publicar hasta el próximo verano— con orgullo e ilusión.<br />
Nuevo curso para <strong>Contrapunto</strong> que, como el anterior, queremos iniciar<br />
dando una afectuosa bienvenida a nuestro equipo de redacción a nuevas<br />
compañeras y compañeros cuyo entusiasmo garantiza la continuidad de la revista.<br />
<strong>Contrapunto</strong> es un proyecto colectivo que representa, en nuestra opinión, algunas<br />
de las razones de ser de la Universidad: el debate, la crítica, la cooperación, la<br />
participación pública. Por ello queremos integrar y aunar esfuerzos y capacidades:<br />
cuando comenzamos, decidimos ser una revista abierta y plural, en el más amplio<br />
sentido de ambas palabras, y ello lo garantizan los nuevos miembros del Consejo<br />
Editorial. Mantenemos constante la invitación a cualquier persona vinculada a la<br />
UAH, sea cual sea su especialidad, a que se una a nosotros, bien de una manera<br />
esporádica —proponiéndonos algún texto o ilustración para que sea publicado en<br />
nuestras secciones— o bien con regularidad —participando de nuestras decisiones y<br />
funcionamiento—. Para ello, bastará que se ponga en contacto con nosotros a través<br />
de la dirección electrónica que aparece en nuestra web.<br />
El número 22 quedó preparado a finales del curso pasado, pero algunos<br />
problemas impidieron que entonces viera la luz. Por ese motivo introducimos con<br />
estas líneas un número doble, 22-23, compuesto por un número de páginas y de<br />
artículos inusualmente elevado. Más arriba hemos definido la revista como un<br />
proceso de aprendizaje compartido: esperamos que el proceso lleve un buen rumbo y<br />
que nuestros lectores, efectivamente, encuentren que los contenidos, la presentación<br />
y la difusión son cada vez mejores. Por nuestra parte, renovamos el compromiso de<br />
no dar por concluido ese proceso de búsqueda y aprendizaje.<br />
El equipo de <strong>Contrapunto</strong><br />
2 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 3
Firma invitada<br />
Pautas para escribir una historia de la literatura<br />
Veinte años después —con permiso de Dumas— de iniciar el largo<br />
recorrido de análisis de la prosa medieval castellana, con seis volúmenes<br />
aparecidos entre 1997 y 2012 —los dos últimos consagrados al período<br />
de los Reyes Católicos—, aprovecho esta ocasión que me brinda<br />
<strong>Contrapunto</strong> para reflexionar sobre algunas de las líneas maestras que sostienen este<br />
amplio proceso de investigación, fundamentado en una metodología que debe más<br />
a las declaraciones poéticas enhebradas en los textos que son objeto de estudio que<br />
a las directrices teóricas fijadas por las corrientes de crítica literaria contemporánea,<br />
aunque se hayan aprovechado nociones oportunas alumbradas por la estética de la<br />
recepción —valor de los contextos receptivos—, el nuevo historicismo o la nueva<br />
filología —consideración del texto como objeto o singularidad de cada testimonio—<br />
y la teoría de los polisistemas —con las nociones de “centro” y de “periferia” para<br />
entender la movilidad y transformación de las obras examinadas.<br />
Construir una historia de la literatura medieval requería cambiar la<br />
articulación pragmática de la que depende el texto, porque es más importante el<br />
receptor que el autor; la noción de conciencia de autoría tarda en afirmarse a lo<br />
largo de los siglos medios y cuando se proclama lo es o por razones de autoridad<br />
religiosa —Berceo— o como medio de afianzar una memoria linajística —don Juan<br />
Manuel—; sólo en el siglo xv es posible encontrar a autores que disfrutan con el<br />
proceso material de la escritura —el genial Juan de Flores o fray Juan López de<br />
Salamanca—, pero lo normal es que la creación letrada se ajuste a la voluntad de<br />
unos receptores que pueden intervenir para modificar las líneas argumentales de<br />
una obra a fin de adaptarla a otros esquemas de ideas, tal y como ocurre con las<br />
múltiples transformaciones por las que tuvo que pasar el Amadís de Gaula hasta que<br />
Garci Rodríguez de Montalvo lo amoldó, gracias a la imprenta, a la concepción de la<br />
nueva caballería emergida de la larga guerra contra Granada. Tampoco una historia<br />
de la literatura consagrada a este período debe conformarse con realizar una simple<br />
taxonomía de aquellos textos que puedan considerarse más o menos relevantes en<br />
razón del supuesto éxito o de la influencia que pudieran haber ejercido; antes deben<br />
fijarse los contextos de recepción que requieren esas obras para valorar, de modo<br />
previo, las funciones reales que desarrolla el autor, obligado a plegarse o a ponerse<br />
al servicio de unos patrones ideológicos que tiene que aceptar necesariamente y,<br />
en ocasiones, definirlos para apuntar las claves de entendimiento que ese público<br />
precisa para aplicar a su propia vida o a las circunstancias sociales en que se mueve.<br />
Desechada por tanto la perspectiva de autoría como criterio de análisis, la<br />
investigación en la que se asienta la historia de la prosa se centró en tres aspectos<br />
principales: 1.º) rastrear la evolución del discurso formal de la “prosa” —frente al<br />
verso que era el específicamente literario—, atendiendo a las reflexiones teóricas<br />
conservadas en prólogos o en opúsculos teóricos (“leyenda suelta” o “fabla comunal”);<br />
2.º) identificar los grupos de recepción a los que las obras se dirigen, requeridas<br />
siempre para entender el presente en el que esos destinatarios se encuentran —así<br />
surge la ficción y así se explica: Libro del caballero Zifar—; y 3.º) fijar el análisis<br />
de los textos en cuanto signos de un tiempo histórico y cauces de las sucesivas<br />
transformaciones que posibilitan su transmisión y adaptación a otras circunstancias<br />
de recepción. Solo así pudo trazarse un cuadro de “estilos” o de relaciones genéricas<br />
que diera acogida a la práctica totalidad de la producción prosística elaborada a los<br />
largo de más de tres siglos: de 1206, Tratado de Cabreros, a 1516, el año en que muere<br />
Fernando de Aragón. Nada desaparece en esa fecha porque la literatura del Siglo<br />
de Oro hereda los órdenes de producción letrada construidos en la segunda mitad<br />
del siglo xv: la ficción sentimental y la caballeresca, la literatura dialogística, los<br />
compendios de sentencias y de facecias, los primeros esquemas de dramaturgia y,<br />
sobre todo, la larga y tensa disputa entre castellanistas —los defensores de la métrica<br />
de base par: verso de arte mayor y octosílabos— e italianizantes —con los versos<br />
impares, el heptasílabo y el endecasílabo, que parecían, paradójicamente, sonar a<br />
prosa.<br />
Una historia de la literatura, para serlo en verdad, más que de rupturas,<br />
siempre forzadas e impuestas, lo que ha de hacer es dar cuenta de la continuidad de<br />
formas y tradiciones con que se teje la malla de referencias históricas que da sentido<br />
a las obras literarias.<br />
Fernando Gómez Redondo<br />
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Miradas<br />
Rafael Chirbes, un clásico contemporáneo<br />
Rafael Chirbes murió el pasado<br />
15 de agosto, cuando su obra<br />
narrativa había alcanzado<br />
un punto culminante con<br />
la publicación, dos años antes, de En<br />
la orilla. Su desaparición ha tenido<br />
un impacto poco común en nuestras<br />
letras. Ha generado, a partes iguales,<br />
reflexiones sobre el valor de una obra<br />
que estaba en pleno desarrollo y un<br />
torrente de tópicos que, por el contrario,<br />
opacarán ante un público amplio de<br />
lectores la complejidad de su discurso,<br />
los intensos conflictos que manifiesta y<br />
un talante crítico a prueba de cualquier<br />
complacencia. En las maneras de Chirbes<br />
como profesional de las letras —celoso<br />
guardián de su independencia desde su<br />
casa de un pueblo de Levante, alejado<br />
de compromisos literarios capitalinos,<br />
rodeado de libros— había una consciente<br />
actitud moral, no una pose. Algún<br />
medio, tratando de simplificar un retrato<br />
y ajustarlo a arquetipos reconocibles lo<br />
ha descrito un intelectual huraño, cínico<br />
y asocial. Y nada más lejos de la realidad:<br />
era amable y cordial hasta el extremo,<br />
excelente conversador, firme, eso sí, en<br />
sus convicciones y en sus críticas.<br />
La carrera literaria de Chirbes<br />
apenas duró veintiocho años, los que<br />
han transcurrido desde la publicación<br />
de Mimoun en 1988, cuando Chirbes<br />
tenía ya casi cuarenta años. A partir<br />
de entonces construyó una carrera<br />
literaria caracterizada por dos vectores<br />
aparentemente opuestos: la coherencia<br />
y la búsqueda incesante de lenguajes<br />
nuevos que le permitieran expresar una<br />
rabia que primero focalizó en la historia<br />
de España, después se trasladó a las<br />
sucesivas traiciones de sus habitantes<br />
para acabar en una especie de desengaño<br />
generalizado ante el ser humano,<br />
metaforizado en varias de sus novelas<br />
como cazador o como depredador,<br />
de acuerdo con la locución de Plauto<br />
Homo homini lupus. Este desengaño,<br />
sin embargo, no lo hizo abdicar de un<br />
profundo humanismo. Como todo<br />
grande de las letras, poseía un profundo<br />
conocimiento de la naturaleza humana,<br />
de sus pequeñeces y sus grandezas, lo<br />
que en su caso se transformaba en la<br />
paradoja de hacer coexistir una cierta<br />
misantropía general, como se ve, cada<br />
vez más acentuada, en su obra, y una<br />
enorme bonhomía en la corta distancia.<br />
Excelente lector de la tradición realista,<br />
la lucidez de Chirbes no lo llevó por las<br />
sendas del cinismo, sino que, a la manera<br />
de sus admirados Balzac, Galdós o Aub,<br />
o del autor del Lazarillo, nunca dejó de<br />
sentir curiosidad y compasión por la<br />
condición humana, a la que diseccionó<br />
en todas sus dimensiones. De ahí que<br />
el realismo de Chirbes intente explicar<br />
siempre la realidad social, económica,<br />
política, histórica… desde los sujetos<br />
que la provocan y la sufren, nunca<br />
como automatismos inocentes. Las<br />
relaciones entre el ámbito de lo privado<br />
y el ámbito de lo público se expresan en<br />
sus novelas con la vocación de codificar<br />
cuestiones políticas desde el ámbito<br />
de la conciencia de los individuos que<br />
ocupan determinadas posiciones en la<br />
estructura social. Esto ha salvado su<br />
escritura de maniqueísmos: a Chirbes<br />
no le interesó desenmascarar estructuras<br />
injustas, sino revelar cómo estas están<br />
basadas en las mentalidades de sujetos<br />
y cómo estos sujetos, a veces amorales<br />
y otras impotentes, que abundan en sus<br />
novelas, por mucho poder que hayan<br />
podido alcanzar, están indefectiblemente<br />
abocados al fracaso, que es la vejez, el<br />
paso del tiempo, la muerte. Hay una<br />
intención en la escritura de Chirbes de<br />
retratar la complejidad que subyace a<br />
la conciencia de los personajes. En Los<br />
disparos del cazador, por ejemplo, la voz<br />
narrativa corresponde al personaje Carlos<br />
Císcar, quien al final de su vida trata de<br />
autojustificarse y explicar la manera por<br />
la que había aprovechado el contexto<br />
de la posguerra para enriquecerse. Pero<br />
lejos de caer en visiones dualistas de la<br />
realidad histórica, Chirbes construye<br />
el discurso de la novela tratando de<br />
articular el modo por el cual se legitima<br />
ese conjunto de discursos. También hay<br />
una mirada lúcida hacia la hipocresía<br />
de una generación de hijos de los<br />
vencedores que al tiempo que renegaba<br />
del origen de la fortuna de sus padres y<br />
vehiculaba su indignación a través del<br />
antifranquismo, se aprovechaba de los<br />
privilegios que, por pertenecer a esa<br />
familia, les pertenecían.<br />
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La crítica asocia inmediatamente<br />
su nombre a un modelo de escritura<br />
posible en el siglo xxi vinculado a dos<br />
conceptos: realismo y memoria. Por la<br />
importancia de su obra, parece que no se<br />
puede hablar de ninguno de ellos en el<br />
contexto actual sin referirse, antes que a<br />
nadie, al modelo chirbeano, bien sea para<br />
alabarlo o bien para denostarlo. Para<br />
quien opta por este último, a la palabra<br />
realismo le sigue un adjetivo despectivo,<br />
recurrentemente el de decimonónico,<br />
como si las posibilidades de representar<br />
la realidad a través de la ficción hubieran<br />
quedado fijadas de una vez para siempre<br />
en modelos caducos, en vías muertas<br />
literarias y la escritura narrativa solo<br />
pudiera avanzar por la experimentación<br />
y la fantasía, apelando al imperativo de<br />
la literatura de emanciparse de lo que<br />
queda fuera de su ámbito. No conciben<br />
que el realismo es un modelo literario<br />
que es también susceptible de evolución<br />
retórica, de trabajo lingüístico y<br />
discursivo para alcanzar sus objetivos de<br />
representación y que, si el autor no está<br />
obligado a ser alguien que, a través de su<br />
trabajo, intervenga en la interpretación<br />
simbólica del mundo, tampoco tiene la<br />
obligación de renunciar a la política, en el<br />
mejor y más amplio sentido del término.<br />
La propuesta literaria de Chirbes, de<br />
hecho, se articula como un intento<br />
de renovar una tradición, la tradición<br />
realista, y para ello parte en sus novelas<br />
de la vocación de explicar una realidad<br />
social, inscrita en un tiempo y en un<br />
espacio concretos, pero también del<br />
interés por explorar un universo plural<br />
y diverso de discursos y de dar cuenta<br />
de la complejidad de las coordenadas<br />
en las que se enmarcan los modelos<br />
ideológicos que han ido forjando las<br />
conciencias. No trata, por tanto, de llevar<br />
a cabo una crítica de las estructuras<br />
como tales, sino de los discursos y de las<br />
ideas que las legitiman y que están en la<br />
base misma de las desigualdades. Como<br />
buen realista, la escritura de Chirbes es<br />
plenamente materialista. No creemos<br />
que sus aspiraciones fueran nunca en la<br />
dirección de embellecer el mundo, sino<br />
más bien en conocerlo. Para ello sometió<br />
el lenguaje a torsiones propias de los<br />
mejores escritores de la historia. Cuando<br />
reseñamos En la orilla en las páginas de<br />
<strong>Contrapunto</strong> (número 2, mayo de 2013)<br />
señalábamos la fuerte impresión de estar<br />
ante un clásico que nos había producido<br />
la lectura de la novela, de inserción en<br />
una tradición en perpetua renovación.<br />
A Chirbes, pues, le preocupó la<br />
realidad y sus múltiples caras (morales,<br />
económicas, sociales, políticas). Le<br />
preocupó también (y mucho) cómo<br />
decirla literariamente y su obra se<br />
concibe como una indagación que<br />
alcanzó un punto culminante en ese<br />
díptico desasosegante y terrible que<br />
forman Crematorio y En la orilla, de las<br />
que se valió para vapulear la conciencia<br />
del lector con su pesimismo y en las que<br />
descubre que toda realidad social tiene<br />
una dimensión existencial y viceversa.<br />
Efectivamente, el realismo es el camino<br />
que encontró para justificar una rabia al<br />
vivir en un país lejano del mejor de los<br />
mundos posibles. Lo exacerbaba ver las<br />
posibilidades de dejarnos vivir en paz,<br />
sin una sinvergonzonería ambiental,<br />
sin la carcoma de la rapacería que él<br />
sufrió, de una manera especialmente<br />
lacerante, en su Levante. Su impresión<br />
de la sociedad española del siglo xxi la<br />
expresó en dos metáforas brillantes: el<br />
crematorio, en la novela homónima, y<br />
el pantano en En la orilla. En ambas, el<br />
uso de lenguajes simbólicos despliega<br />
un universo de metáforas que codifica<br />
cuestiones de carácter histórico-social.<br />
Pero también en otras que con que quiso<br />
atisbar tanto el significado de la historia<br />
española como de una antropología<br />
negativa. Quizá una de ellas, la del<br />
cazador, presente en el título de otra de<br />
sus grandes novelas, resuma mejor que<br />
nada por qué España es el laberinto que<br />
describió uno de sus autores predilectos,<br />
Max Aub.<br />
Si hubiera que señalar una<br />
constante en su obra, quizá podría<br />
hablarse de su posición crítica con el<br />
relato de la transición a la democracia<br />
en España. Desde muy pronto, supo<br />
diseccionar en sus novelas sus fuentes<br />
de legitimación, contradiciendo sus<br />
éxitos y poniendo de relieve sus muchos<br />
claroscuros. Analizó asimismo cuanto<br />
la Transición tuvo de claudicación y<br />
de prolongación de las estructuras que<br />
habían permitido la pervivencia del viejo<br />
régimen. Chirbes sacudió con dureza en<br />
su narrativa el discurso historiográfico<br />
dominante, que ha servido para<br />
legitimar la permanencia en el poder<br />
de una clase dominante. No en vano<br />
en algunos personajes de sus novelas se<br />
observa el paso de cierto compromiso<br />
ideológico a un cinismo cargado de afán<br />
de medro, oportunismo y arribismo que<br />
se convierte en una traición a los ideales<br />
por los que habían luchado (ellos mismos<br />
o sus familiares). Chirbes fue un escritor<br />
que no se mostró complaciente con los<br />
falsos discursos de progreso difundidos<br />
desde el poder y que dio cuenta del<br />
engaño de la transición.<br />
Antes de radiografiar esta<br />
situación en sus dos últimas novelas<br />
publicadas en vida, Chirbes había<br />
llevado a cabo la tarea de trazar una<br />
genealogía de los males que han venido<br />
aquejando a la sociedad española y la<br />
han llevado al atolladero. Es de destacar<br />
la serie de novelas que dedica a retratar<br />
la historia contemporánea de España: La<br />
larga marcha (Anagrama, 1996), cuya<br />
acción se ubica en la posguerra y en la<br />
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lucha antifranquista de los años sesenta;<br />
La buena letra, en la que toma la voz<br />
narrativa una represaliada de la guerra<br />
civil; Los disparos del cazador, que da<br />
cuenta del arribismo de un hombre que<br />
ha logrado un ascenso económico y<br />
social a través de negocios dudosos; La<br />
caída de Madrid, que retrata la agonía<br />
de Franco y las luchas por el poder que<br />
se desarrollaron o Los viejos amigos,<br />
en la que da cuenta de las traiciones<br />
de un grupo de amigos que habían<br />
compartido militancia antifranquista<br />
en los años sesenta y se han acogido<br />
bajo el suave cobijo que proporcionan<br />
las deslealtades y olvidos impuestos<br />
por la razón histórica. Recorre, de este<br />
modo, un periodo que se caracteriza<br />
por el progresivo triunfo del arribismo<br />
y de las ideologías individualistas: la<br />
elevación de la clase capitalista durante el<br />
franquismo, su salvación, el triunfo de la<br />
socialdemocracia y el boom inmobiliario<br />
con su consiguiente derrumbe y, con<br />
él, el periodo de fin de paradigma.<br />
Una pasión por hacerse y hacernos<br />
conscientes de la historia y de sus sujetos,<br />
por desentrañar las claves del conflicto y<br />
la lucha que sostienen el progreso, por<br />
hacer presentes la memoria de la derrota<br />
y la crítica del poder caracterizan y dan<br />
coherencia al discurso sostenido a lo<br />
largo de todas estas novelas. Su hondo<br />
conocimiento de la tradición literaria<br />
y sus meditaciones sobre la creación<br />
novelesca se recogen en sus ensayos El<br />
novelista perplejo y Por cuenta propia.<br />
Leer y escribir, publicados ambos, al<br />
igual que casi toda su obra narrativa, en<br />
la editorial Anagrama.<br />
En este recorrido por la obra de<br />
Chirbes podemos observar una evolución<br />
en el uso de los lenguajes narrativos al<br />
que ya aludimos anteriormente cuando<br />
nos referimos al empleo de metáforas<br />
y de lenguajes simbólicos con una<br />
intención histórico-social (la caza, el<br />
horno crematorio, el pantano, etc.) que<br />
tienen como objetivo desautomatizar<br />
las creencias y los discursos sacándolos<br />
de su contexto habitual y otorgándoles<br />
nuevos significados. Asimismo,<br />
se puede establecer una evolución<br />
desde el uso de la primera o la tercera<br />
persona narrativas en sus primeras<br />
novelas hacia la incorporación del<br />
perspectivismo múltiple que se vehicula<br />
a través del empleo de monólogos que se<br />
entrecruzan. En su afán de representar la<br />
complejidad de la psique humana y de<br />
prestar a los personajes un medio —el<br />
discurso narrativo— para justificar sus<br />
tropelías y sus mezquindades, Chirbes<br />
encuentra en el uso de la perspectiva, de<br />
la polifonía y en la construcción de textos<br />
corales un instrumento válido para<br />
ofrecer las visiones de unos y de otros<br />
cuya conexión es tarea del lector. Y es el<br />
lector el que siempre se ve sacudido por<br />
un deseo de luz allá donde las sombras<br />
de la inercia nos han ocultado las claves<br />
de la sociedad en la que vivimos. No<br />
en vano, la huella que Chirbes deja<br />
en nuestras conciencias es una obra<br />
cuya rara lucidez proporciona un<br />
inagotable asombro ante la complejidad<br />
e imperfección de nuestro mundo.<br />
Cristina Somolinos Molina<br />
Fernando Larraz<br />
Biblioteca Clásica<br />
Ovidio, El arte de amar y los enfoques de la ironía<br />
Algo debe llamar la atención,<br />
en primer lugar, sobre la<br />
sección “Biblioteca Clásica”<br />
que la revista <strong>Contrapunto</strong><br />
conserva desde sus mismos orígenes:<br />
el hecho de que siempre se encuentra<br />
correlativa a la de “Inéditos”. Esta<br />
circunstancia nada circunstancial<br />
apunta precisamente a la intención<br />
que les llevó a dedicarle un espacio<br />
primordial en sus apretados volúmenes;<br />
esto es, la necesidad de recordar la<br />
modernidad de los clásicos. Que en<br />
esta revista estos clásicos ocupen plaza<br />
junto a escritores noveles implica el<br />
mantenimiento consciente de la famosa<br />
querelle de los Antiguos y Modernos,<br />
que, desde el punto de vista de nuestro<br />
pensamiento histórico difícilmente<br />
podrá abandonarnos alguna vez.<br />
Así debe comenzar, precisamente,<br />
el acercamiento a Publio Ovidio Nasón,<br />
el poeta que, aun habiendo nacido hace<br />
más de veinte siglos, en el 43 a. C. en<br />
Sulmona, no necesita presentación, pues<br />
se trata de una de las figuras de mayor<br />
vitalidad de cuantas recordamos de la<br />
Antigüedad Grecolatina.<br />
La pregunta que debe hacerse el<br />
interesado en la Historia de la Literatura<br />
es la causa de esta modernidad,<br />
si pertenece a un tiempo de dura<br />
competencia, la de mayor esplendor<br />
para las letras latinas. Es la época<br />
augustea: la de Tito Livio, Cornelio Galo,<br />
Tibulo, Propercio y, sobre todo, Virgilio<br />
y Horacio, con quienes, según muchas<br />
clasificaciones, compartiría el privilegio<br />
de constituir el triunvirato de oro de la<br />
literatura romana.<br />
Hay, en este sentido, un concepto<br />
sobre el que la crítica debería pensar con<br />
más detenimiento y no solo desde la<br />
Estética de la Recepción, pues declara,<br />
indirectamente, el verdadero carácter<br />
orgánico —a falta de una denominación<br />
mejor— de construcciones culturales<br />
sofisticadas, como la literatura, en su<br />
trasvase de un tiempo histórico a otro.<br />
Se trata del envejecimiento que los<br />
autores y las obras sufren con tan diversa<br />
variación.<br />
En el caso que aquí nos ocupa,<br />
es evidente que, más allá de los poco<br />
fiables territorios de la crítica, la lectura<br />
de todos estos escritores coetáneos de<br />
Ovidio, incluso de los más editados<br />
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como es el caso de Virgilio, resulta algo<br />
soporífera para un lector medio actual<br />
que el adentramiento en El arte de amar.<br />
Y no se trata tan solo de una cuestión de<br />
géneros —pues sobra decir que acercarse<br />
a la titánica obra histórica de Tito Livio<br />
es una empresa tanto más ardua que la<br />
conquista de la Galia—, ni tampoco,<br />
necesariamente, del tema —pues todos<br />
los poetas de ese tiempo se acercan al<br />
problema universal del amor pero pocos<br />
son los leídos— sino de la lozanía del<br />
lenguaje, el tono y el pensamiento que se<br />
encuentra detrás de una obra.<br />
En este sentido, el principal de<br />
los poemas de Ovidio, el archiconocido<br />
Arte de amar, se lleva la palma en cuanto<br />
a conexión con los lectores de nuestros<br />
días, pues a nadie deja indiferente.<br />
Ovidio es reconocido como el maestro<br />
del amor no solo por esta obra, pues<br />
el tema, según Rebeca Armstrong, no<br />
desaparece en ningún momento de su<br />
producción literaria. Pero su escaso<br />
envejecimiento se encuentra en el logro<br />
de ser un autor que con muy poco<br />
hace reír. Y aún más —la mayor de las<br />
paradojas—, en tratarse de un poeta que<br />
hace reír.<br />
La clave en torno a la cual gira esa<br />
capacidad de provocar un humor sutil<br />
es la ironía. “Pero no escatimes nada a<br />
tu cuerpo: toda paz consiste solo en una<br />
cosa. Venus habrá de ser desmentida<br />
primero en la cama”. La ironía es un<br />
filtro, no solo compuesto de lenguaje,<br />
que se coloca entre los hechos humanos<br />
y el observador. Más que distancia<br />
considero que es sobreconsciencia: la<br />
distancia nos impide empatizar, algo sin<br />
lo cual la literatura no tendría razón de<br />
ser, y además nos lleva a una actitud de<br />
superioridad. La ironía, sin embargo, nos<br />
ayuda a experimentar nuestra vida desde<br />
un multiperspectivismo —tanto que en<br />
el tercer libro se pone incluso en la piel<br />
de las mujeres. La ironía como punto de<br />
vista múltiple no solo nos lleva a conocer<br />
mejor al hombre —el Ars amandi es,<br />
al fin y al cabo, una antropología del<br />
amor en sociedad— sino que también<br />
permite el poder compartir la vida<br />
desenfadadamente con los otros<br />
ciudadanos a través de la sencilla compasión.<br />
La ironía permite reírnos, sin<br />
sarcasmo, de nosotros mismos como<br />
individuos, como sociedad o como<br />
género humano. Esta es la gran enseñanza<br />
del otro gran irónico de la historia de la<br />
literatura, Miguel de Cervantes, y parece<br />
que Ovidio, salvando las distancias,<br />
haya sido uno de los primeros grandes<br />
cultivadores, al menos en lo que a la<br />
literatura occidental se refiere.<br />
Amar es un arte, pero en la<br />
antigüedad grecolatina, todo arte es<br />
una tejné, una técnica. Por ello debe<br />
ser marcado un itinerario, un conjunto<br />
sistemático de reglas. “Celebradme como<br />
poeta, varones; dedicadme elogios; sea<br />
celebrado mi nombre en todo el orbe.<br />
Os he entregado unas armas” canta<br />
al final del Libro ii. En este sentido,<br />
siempre he pensado que Sunzi y Ovidio<br />
se habrían entendido perfectamente,<br />
pues en ambos casos se trata de un arte<br />
de la guerra. Los procedimientos de<br />
conquista son increíblemente similares<br />
en lo que respecta al engaño, la paciencia<br />
o la adaptación. Así pues, recuerda<br />
Ovidio, “tantas son las formas de ser que<br />
hay en sus corazones cuantos gestos en<br />
un rostro: el que lo sabe, se adaptará a<br />
sus innumerables formas de ser como<br />
Proteo”. Esta comparación, que podría<br />
parecer una broma, se ve perfectamente<br />
corroborada cuando se argumenta, con<br />
Antonio Alvar, el conocimiento que<br />
Ovidio poseía del Arte cinegética de<br />
Gratio, y otros tratados de caza de su<br />
tiempo.<br />
De este modo, por seguir o no<br />
la broma —pues la visión irónica de la<br />
realidad provoca esta sensación de no<br />
saber si nos hemos deshumanizado<br />
o, por el contrario, hemos llegado a<br />
la raíz más profunda de lo que es el<br />
hombre— Ovidio, en el fondo, estaba<br />
planteando una herramienta social, al<br />
servicio de la nueva Roma que andaba<br />
construyendo Augusto, para sobrevivir<br />
a Eros. El emperador fue un lector<br />
inteligente que captó pero no compartió<br />
la actitud irónica, algo de lo cual no<br />
se le puede culpar pues, más allá de su<br />
proyecto moral, como polí-tico sabía que<br />
una ciudad nunca podría construirse<br />
mediante las ideas de determinados<br />
poetas.<br />
Seguramente aquellos que<br />
critiquen la lectura que aquí se viene<br />
haciendo del poeta latino son los mismos<br />
que creen en la distancia entre unas obras<br />
de amor y otras, en un supuesto cambio<br />
radical de los Amores al Arte de amar o a<br />
las Metamorfosis. Nadie puede dudar del<br />
carácter polifacético ovidiano, otro de<br />
los rasgos que le insertan plenamente en<br />
la heterogeneidad de géneros y tonos de<br />
nuestros días, pero no se olvide, echando<br />
de nuevo mano del concepto de técnica,<br />
que la poesía era un ejercicio retórico y<br />
que, como señala Jean Bayet, en algunos<br />
de sus libros, como el de Amores “el arte<br />
es sorprendente” pero “la expresión de<br />
sentimientos sinceros muy rara”.<br />
Por ello, es difícil defender que el<br />
camino de Ovidio con este libro se trace<br />
“entre la moral y la estética”, como señala<br />
Francisco Socas. A su Arte de amar y su<br />
Remedios de amor les une en realidad<br />
la idea de que la literatura está, al final,<br />
por encima de todas las cosas, incluso<br />
por encima de la propia vida, y eso es<br />
lo que puede llevar a cometer errores<br />
fatales, incluso en perjuicio propio.<br />
No es seguro que la causa principal de<br />
su destierro fuera la escritura del Arte<br />
de amar, pero sí que Ovidio se dejaba<br />
guiar por el desenfrenado ritmo del<br />
verso elegíaco llevara donde le llevara,<br />
hasta sus últimas consecuencias. Solo<br />
eso puede explicar que se atreviera a<br />
publicar algunos pasajes de esta obra o<br />
que en ella afirmara —y con esto quisiera<br />
acabar esta invitación a Ovidio: “Yo soy<br />
poeta para los pobres, porque pobre he<br />
amado; como no podía dar otra cosa,<br />
daba palabras”.<br />
Javier Helgueta Manso<br />
12 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 13
La paranoia del cuestionador:<br />
The Crying of Lot 49, de Thomas Pynchon<br />
Resulta irónico cómo nuestra<br />
capacidad de construir<br />
sentido también puede ser la<br />
causa de una deconstrucción<br />
del orden del mundo cotidiano. La línea<br />
que separa la absoluta claridad racional<br />
de la paranoia es demasiado fina y, en The<br />
Crying of Lot 49 (La subasta del lote 49,<br />
1966), Thomas Pynchon nos lo muestra<br />
de manera magistral. En este sentido, la<br />
segunda novela de este autor puede ser<br />
leída como un cuestionamiento o una<br />
parodia de las novelas de detectives, de<br />
las cuales, sin embargo, toma muchos<br />
elementos. Más allá, la paranoia es<br />
uno de los temas centrales dentro de la<br />
literatura pynchoniana, que está llena de<br />
personajes que coquetean con los límites<br />
de la realidad que habitan: la desmontan<br />
a través de la locura que los define.<br />
Pero la primera interrogante<br />
de esta novela, que no deja en ningún<br />
momento de cuestionarnos, es su<br />
autor. Thomas Pynchon, más allá de<br />
la edición de sus novelas, se mantiene<br />
casi absolutamente retirado de la vida<br />
pública. No es un personaje ignoto:<br />
sabemos, entre otros datos biográficos,<br />
que nació en 1937; estudió ingeniería<br />
en Cornell University a partir de 1953 e<br />
interrumpió sus estudios para unirse a la<br />
marina; finalmente vuelve para obtener<br />
un título en Inglés. También conocemos<br />
otros datos más recientes, como que se<br />
casó, en los años noventa, con su agente<br />
literario, Melanie Jackson. Sin embargo,<br />
mantiene una relación evasiva con los<br />
medios. Hasta la fecha, su aparición<br />
pública más notoria podría ser su cameo<br />
en un episodio de Los Simpson para el<br />
que prestó su voz y donde es retratado<br />
como un hombre que se cubre el rostro<br />
con una bolsa de papel en la cual se<br />
puede leer un signo de interrogación.<br />
Esta ausencia de la esfera pública<br />
no ha evitado que Pynchon se haya<br />
levantado como uno de los autores<br />
norteamericanos más importantes del<br />
siglo xx y comienzos del xxi. Su primera<br />
novela, V. (1963), ganó el Willian<br />
Faulkner Foundation Award y Gravity’s<br />
Rainbow (El arcoíris de la gravedad,<br />
1973), quizá su obra más influyente, no<br />
es nominada para el premio Pulitzer<br />
por ser considerada, entre otras cosas,<br />
demasiada obscena. Sus trabajos<br />
más recientes continúan teniendo<br />
una fuerte influencia sobre la cultura<br />
norteamericana y occidental. Inherent<br />
Vice (Vicio Propio, 2009) fue la primera<br />
de sus novelas en ser adaptada al cine,<br />
adaptación que fue dirigida por Paul<br />
Thomas Anderson. Thomas Pynchon es<br />
constantemente referido, además, como<br />
uno de los autores centrales de la llamada<br />
posmodernidad, siendo una influencia<br />
evidente para escritores posteriores de<br />
esta categoría como Paul Auster o David<br />
Foster Wallace.<br />
Dentro de este panorama, The<br />
Crying of Lot 49 ocupa un lugar particular<br />
en la bibliografía de Pynchon. Para<br />
empezar, porque es la novela más corta del<br />
autor, dato que cobra relevancia cuando<br />
consideramos que casi todas sus obras<br />
superan las quinientas páginas, llegando,<br />
en casos como Gravity’s Rainbow, a las<br />
mil. Sin embargo, conserva el estilo y los<br />
temas de la literatura pynchoneana, lo<br />
que la convierte en la mejor opción para<br />
empezar a entender a un escritor tan<br />
complejo como este.<br />
El argumento de la novela puede<br />
formularse de manera sencilla: Oedipa<br />
Maas es nombrada ejecutante de la<br />
herencia de su ex novio, Pierce Inverarity;<br />
esta tarea la llevará a encontrarse con un<br />
sistema alternativo de correo llamado el<br />
Tristero (The Trystero), cuyo símbolo es<br />
una trompeta con una sordera y que es<br />
parte de una conspiración que involucra<br />
a todo Occidente y que poco a poco, a<br />
través de pistas que a veces resultan<br />
incongruentes, se va develando ante<br />
la protagonista de la novela. Oedipa se<br />
sumerge en un mundo que no termina<br />
de entender, de rebeldes derrotados y<br />
anarquistas que esperan la venida de<br />
una nueva era: una de las pistas que<br />
dispara la investigación es el acrónimo<br />
W.A.S.T.E., cuyas siglas provienen de<br />
la expresión “Esperamos en silencio el<br />
imperio de Tristero” (We Await Silent<br />
Trystero’s Empire).<br />
La novela desdobla una<br />
conspiración que involucra a todo el<br />
continente norteamericano y a gran parte<br />
de Occidente. De la mano con Oedipa,<br />
el lector se adentra en un cosmos oculto<br />
14 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 15
que convive con el orden establecido en la<br />
sociedad americana. Pero la protagonista<br />
nunca llega a saber si ese mundo secreto<br />
que ha descubierto es real o si es producto<br />
de su paranoica imaginación que, quizá,<br />
ha empezado a construir vínculos<br />
inexistentes en el mundo. La atmósfera<br />
alienante de la novela se hace más densa<br />
a medida que avanzamos en la trama, los<br />
acontecimientos son más extraños y la<br />
protagonista se encuentra cada vez más<br />
aislada. Así queda suspendida Oedipa,<br />
frente a la incertidumbre, incapaz de<br />
saber si ha descubierto la conspiración<br />
más grande de la historia de su país o si<br />
simplemente ha perdido la cabeza.<br />
Como la huella de la que nos<br />
habla Derrida, el mundo de Oedipa Maas<br />
constantemente se refiere a una ausencia,<br />
cuya presencia paradójica afecta a todos<br />
los personajes de la novela. Es esta<br />
ambigüedad la que constantemente<br />
abre la realidad a nuevos órdenes que<br />
niegan y necesitan al cotidiano. El tema<br />
que subyace a la novela es la entropía,<br />
elemento clave para entender toda la<br />
literatura de Pynchon: una incertidumbre<br />
constante e irresoluble que se despliega<br />
en las páginas de The Crying of Lot<br />
49 y que encuentra en el lenguaje y la<br />
cultura pop uno de sus ejes centrales.<br />
Parodias a The Beatles, canciones<br />
inventadas que hacen referencia a Lolita<br />
(1955), de Nabokov, y bandas ficticias<br />
de adolescentes americanos que cantan<br />
con acento británico, todo es parte<br />
esencial de una novela que es, entre la<br />
paranoia y la cultura pop, un retrato<br />
aterradoramente fiel de la sociedad en la<br />
que vive Pynchon.<br />
Todavía hoy, después de tantos<br />
años utilizándolo, el calificativo<br />
“posmoderno” puede resultar<br />
sospechoso. Incluso si hablamos de un<br />
autor que ha sido caracterizado por este<br />
de una manera tan persistente como<br />
Thomas Pynchon. Mas los elementos<br />
que nos permiten adjetivar The Crying<br />
of Lot 49 con este término son evidentes:<br />
las referencias a la cultura pop, el<br />
lenguaje como elemento reflexivo y<br />
el cuestionamiento de la realidad que<br />
eventualmente se revela vacía. Somos<br />
testigos de una deconstrucción de la<br />
cotidianidad, una cotidianidad que<br />
esconde un “otro” que se hace presente en<br />
su ausencia. La cercanía con las novelas<br />
detectivescas no resulta casual: mientras<br />
en los cuentos de Poe, por ejemplo,<br />
la razón permite develar el misterio,<br />
Pynchon lo mantiene oculto y, a medida<br />
que la protagonista desvela nuevas pistas,<br />
la realidad se hace cada vez más densa,<br />
más caótica e indescifrable. La razón es,<br />
en este caso, la vía hacia la paranoia. Al<br />
llegar a las últimas páginas de la novela,<br />
el lector queda, como Oedipa Maas, a la<br />
espera de esa respuesta definitiva que,<br />
probablemente, nunca llegará.<br />
Javier Ignacio Alarcón<br />
Inéditos<br />
I Concurso de Microcuentos en Twitter<br />
La revista <strong>Contrapunto</strong> apuesta tanto por la literatura clásica como por<br />
la contemporánea. Gracias a las nuevas tecnologías, la literatura ha<br />
encontrado nuevos medios de difusión; así como nuevos formatos, más<br />
breves, acordes con límites de caracteres que ofrecen las redes sociales. La<br />
red social Twitter es un vehículo de expresión idóneo para la experimentación con<br />
las formas breves. Por ello, teniendo en cuenta la importancia de los microcuentos<br />
en las letras actuales, la revista convocó el I Concurso de Microcuentos en Twitter.<br />
El concurso comenzó el 23 de abril y finalizó el 23 de mayo, y los requisitos para<br />
participar fueron seguir a la cuenta de <strong>Contrapunto</strong> en Twitter (@<strong>Contrapunto</strong>UAH)<br />
y tuitear un microcuento usando el hashtag #ConcuPunto. El jurado compuesto por<br />
el escritor Juan Jacinto Muñoz Rengel, los profesores de la UAH Emilio Sola y Ana<br />
Casas, y una alumna de la universidad seleccionó al ganador entre diez finalistas. El<br />
ganador ha recibido un lote de libros, además de la publicación de su microcuento<br />
en el presente número, junto a una breve entrevista. Aprovechamos este espacio para<br />
agradecer a todos los participantes su interés y su implicación, así como para dar la<br />
enhorabuena al ganador del concurso, Jesús Montiel López.<br />
16 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 17
Microcuento ganador<br />
desee explorar otras formas, como la novela y el diario, proyectos en los que trabajo<br />
en la actualidad. En cuanto a los microcuentos, si soy sincero, habré escrito nueve o<br />
diez. No más.<br />
¿En qué medida consideras Twitter —y las demás redes sociales— una herramienta<br />
útil para la creación literaria y su difusión?<br />
Twitter, al contrario de lo que piensan muchos escépticos, pienso que sirve para<br />
lograr un dominio de la síntesis. Para mí ha sido una suerte de gimnasio aforístico.<br />
Me explico: gracias al poco espacio que permite —140 caracteres—, a mí me ha<br />
ayudado mucho a entrenarme en el género aforístico.<br />
Microentrevista<br />
Jesús Montiel López es Doctor en Filología Hispánica, y ahora mismo trabaja como<br />
profesor de Lengua y Literatura a tiempo parcial. Hasta el momento ha publicado<br />
cuatro poemarios: Placer adámico (Premio Universidad Complutense, 2011), Díptico<br />
otoñal (Premio de poesía Leopoldo de Luis 2012), Insectario (Premio Internacional<br />
de poesía Alegría), y La puerta entornada.<br />
En tu opinión, ¿por qué crees que en los últimos años se ha experimentado<br />
en auge en el género del microcuento así como otras formas breves (relato,<br />
microrrelato…)?<br />
No tengo una respuesta. A veces he pensado que tal vez sea una influencia de esta<br />
sociedad, obsesionada con lo rápido, lo breve, por influencia de las tecnologías y la<br />
superproducción. No lo sé. Habrá muchos motivos, pero no poseo conocimientos<br />
para saber responderte con certeza.<br />
¿Qué te animó a participar en el concurso? ¿Sueles publicar tus textos a través de<br />
internet (blogs, redes sociales)?<br />
Tengo un blog (gratulatorio.blogspot.com), cuenta en Twitter y en Facebook, porque<br />
sirven como plataforma y para conocer lectores, y también escritores con los que de<br />
otra forma sería imposible contactar. No suelo publicar en las redes sociales lo que<br />
considero importante, o lo que deseo publicar. Más bien, sobre todo en Facebook,<br />
expreso reflexiones acerca de la escritura o transcribo citas de otros escritores que<br />
despiertan mi entusiasmo. En cuanto al concurso, lo vi en Twitter por casualidad y,<br />
como tenía algunos microcuentos ya escritos, decidí participar para probar en algo<br />
que no fuera la poesía, por puro divertimento.<br />
¿En qué género literario te encuentras más a gusto para crear? ¿Habías escrito<br />
microcuentos antes? ¿Qué escritores de microcuentos —o de otro género<br />
literario— recomiendas?<br />
Como es lógico, en la poesía. El poema es la forma literaria con la que más estoy<br />
familiarizado, pues llevo ya muchos años profundizando. Eso no quiere decir que no<br />
18 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 19
Diálogo con las Artes<br />
Y la decoración se hizo arte<br />
El gusto moderno art déco en<br />
París 1910-1935 invita al<br />
visitante a un viaje por un<br />
pasado suntuoso donde lo<br />
bello alimentaba el espíritu de vanguardia<br />
de una burguesía adinerada y con ganas<br />
de disfrutar de la belleza en su ambiente<br />
cotidiano. Se trata de la primera muestra<br />
en España dedicada al ecléctico art déco,<br />
un estilo alternativo a la vanguardia que<br />
implicó una modernidad pragmática y<br />
ornamental que acabó convirtiéndose<br />
en el gran estilo del gusto moderno<br />
tan característico de las sociedades<br />
occidentales de principios del siglo xx. La<br />
exposición se organiza en ocho secciones<br />
cronológicas y temáticas. La primera<br />
acoge al primer art déco y en ella pueden<br />
admirarse coloristas tapices, cuadros<br />
que representan a la alta burguesía de los<br />
años veinte, mobiliario inspirado en el<br />
último estilo genuinamente francés del<br />
monarca Luis Felipe. La moda de Paul<br />
Poiret, el primero en desterrar el corsé<br />
del vestuario femenino, o carteles con<br />
la llegada a París en 1909 de los Ballets<br />
Rusos. Las proyecciones acompañan este<br />
periplo por la construcción de un nuevo<br />
arte y así se puede observar a mujeres<br />
fumando elegante y desenfadadamente,<br />
pasajeros en grandes buques vestidos<br />
para la cena de gala con el capitán o pases<br />
de modelos de alta costura con motivos<br />
orientales.<br />
La segunda sección se asoma al<br />
cubismo parisino anterior a la Primera<br />
Guerra Mundial representado por obras<br />
de Picasso, Braque, Le Corbusier, etc.<br />
La siguiente sección se adentra en los<br />
interiores modernos franceses con un<br />
mobiliario de líneas elegantes diseñado<br />
para las dimensiones más reducidas<br />
de los hogares parisinos de los años<br />
veinte. Construidos con materiales muy<br />
diversos como el ébano de Macassar, la<br />
caoba, las pieles curtidas de pescado,<br />
de pitón, cuero, vitela y sobre todo,<br />
el redescubrimiento del esmalte.<br />
Encontramos en las vitrinas preciosos<br />
jarrones, impresionantes biombos con<br />
tonalidades doradas, brazaletes, cajas de<br />
cigarrillos, y un largo etcétera de lujosos<br />
testimonios de la época como valiosas<br />
encuadernaciones impensables en la<br />
actualidad. La cuarta sección se dedica<br />
a la Exposición Internacional de Artes<br />
Decorativas e Industriales Modernas de<br />
1925 en París donde vemos maquetas de<br />
los diferentes edificios diseñados para<br />
la ocasión y que dan buena cuenta del<br />
lujo de los trabajos de los principales<br />
talleres artísticos y de obras como la de<br />
Le Corbusier que aspiraba a establecer<br />
el contrapunto con el resto de los<br />
pabellones.<br />
Los couturiers o modistos de<br />
alta costura irrumpen en la escena de<br />
esta exposición con una representación<br />
de trajes verdaderamente impactantes<br />
tanto por los materiales de que están<br />
hechos como por las nuevas líneas y<br />
colores brillantes que pusieron de moda,<br />
fomentando las figuras altas y delgadas<br />
propias de una vida más activa. La<br />
sección nos deleita con un traje de punto<br />
diseñado para la compañía de Serguéi<br />
Diáguilev, maniquíes innovadores de<br />
formas abstractas, trajes de noche muy<br />
ceñidos al nuevo prototipo de figura<br />
de mujer, sombreros de paja y trajes de<br />
línea sencilla de Chanel asociados a una<br />
mujer fresca y sofisticada que se peinaba<br />
a lo garçon, etc. En otra sección vemos<br />
la influencia ejercida sobre la escultura y<br />
el mobiliario por la Exposición Colonial<br />
de París de 1931. Joyas y brazaletes<br />
inspirados en el África tribal, sofás<br />
de cuero marrón sobre alfombras de<br />
oso o tigre que recuerdan a salones<br />
de casas coloniales del África Negra,<br />
fotos de Man Ray impresionado por<br />
la mezcla de la cultura negra y blanca,<br />
etc. Destaca en la época la irrupción<br />
de los grandes viajes a bordo de lujosos<br />
trasatlánticos donde los salones se<br />
convertían en salas de exposiciones para<br />
los nuevos diseñadores de art déco y la<br />
modernidad aportada por los coches de<br />
lujo y el ferrocarril. Hay en esta sección<br />
una buena muestra de carteles de viaje<br />
que transmitían esa modernidad del<br />
movimiento y la velocidad sin perder<br />
la belleza de las formas, un coche de la<br />
época con los tapones del radiador de<br />
cristal esculpido… En la última sección<br />
se puede apreciar la transición hacia las<br />
formas mínimas y las líneas rectas. Las<br />
sillas tubulares y los muebles funcionales<br />
son buen ejemplo de esto. Al final de<br />
la visita queda la sensación de haber<br />
realizado un magnífico viaje a un tiempo<br />
soñado a lomos de una élite tantas veces<br />
retratada en el cine y tan apartada de la<br />
realidad de otras clases sociales.<br />
María Luisa Suárez Marín<br />
El gusto moderno art déco en París<br />
1910-1935<br />
Fundación Juan March, Madrid<br />
20 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 21
El teatro griego y romano: ayer, hoy y siempre<br />
Theatralia es la exposición que,<br />
hasta el 19 de julio, se pudo<br />
visitar en la sala San José de<br />
Caracciolos. Comisariada<br />
las nueve partes que componen la<br />
exposición: i. El teatro espera, ii. Accesos,<br />
corredores y vomitoria, iii. El público<br />
llega, iv. El graderío, v. La orchestra, vi.<br />
por Antonio Alvar Ezquerra, autor de<br />
las fotografías —agradecemos que nos<br />
haya cedido amablemente una para<br />
esta revista—, en ella se pone de relieve<br />
la importancia del teatro en sus tres<br />
vertientes: el espacio, la representación y<br />
el texto dramático. Es una obviedad decir<br />
que el teatro grecolatino, después de casi<br />
un milenio, sigue conservando plena<br />
vigencia, puesto que sus obras nos hablan<br />
de valores universales. Recordemos por<br />
ejemplo el corpus de Aristófanes, en el<br />
que encontramos reflexiones de temas<br />
tan cotidianos como la educación y el<br />
dinero, o el de Terencio, en cuyas obras<br />
podemos encontrar valiosas enseñanzas<br />
sobre el comportamiento del individuo.<br />
Y, ya que estamos en año electoral, no<br />
podemos olvidar esas advertencias sobre<br />
la hybris de los tiranos y la importancia<br />
de la libertad (cfr. Las troyanas e Ifigenia<br />
en Áulide de Eurípides, Los persas<br />
de Esquilo, etc.). Desde luego, si se<br />
leyeran más estas obras tal vez nuestra<br />
democracia imperfecta lo sería un poco<br />
menos.<br />
La organización está<br />
cuidadosamente medida: se puede<br />
apreciar una estructura simétrica en<br />
La representación, vii. Máscaras, viii.<br />
La escena, ix. El público se va, x. Las<br />
escaleras de acceso y xi. El teatro vuelve<br />
a estar vacío.<br />
La muestra no se circunscribe<br />
solamente a España: al llegar a la sala,<br />
nos encontramos con un gran mapa en<br />
el que se indican los diferentes teatros<br />
griegos y romanos que se pueden<br />
encontrar alrededor del Mediterráneo,<br />
desde el conocido de Augusta Emerita<br />
en España hasta el lejano Cesarea en<br />
Israel. En ellos, no solo se podía asistir a<br />
representaciones teatrales, sino también<br />
a otros espectáculos como los odeones<br />
o competiciones de canto. A la derecha,<br />
en un espacio casi cerrado se puede<br />
escuchar la recitación de nada menos<br />
que Agustín García Calvo del coro de<br />
Ismene; esta parece provenir de una<br />
imagen iluminada con tres máscaras del<br />
s. iii d. C. tomada en Myra (hoy Demre,<br />
Turquía), así que el resultado queda<br />
original.<br />
Las fotos expuestas son<br />
abundantes y dan cuenta de la cantidad<br />
de teatros que se construyó, todos ellos<br />
rebosantes de una belleza arquitectónica<br />
—en el teatro de Nisa, la infancia de<br />
Dioniso está esculpida en relieves— que,<br />
en algunos casos, como el de Termessos,<br />
construido en un risco, desafiaban la<br />
naturaleza.<br />
Esos teatros fueron testigos<br />
de las enrevesadas tramas de autores<br />
como Plauto, cuya divertida obra<br />
Los Menechmos, por cierto, acaba de<br />
ser traducida por la profesora Teresa<br />
Jiménez. Destacan particularmente las<br />
que captan las representaciones teatrales<br />
de Segóbriga: actores, muchos de ellos<br />
jóvenes y principiantes, contribuyendo a<br />
dar vida a algo que fue una parte esencial<br />
del ocio de los griegos y de los romanos.<br />
Hay un espacio muy interesante<br />
reservado a la proyección de escenas de<br />
Fedra, Medea —recientemente traducida<br />
por la profesora Dolores Jiménez— y La<br />
asamblea de las mujeres.<br />
La combinación de las fotografías<br />
con elementos audiovisuales y las citas de<br />
autores como Aristóteles hacen ameno<br />
el recorrido; sobresale particularmente<br />
la muestra de una serie de libros que<br />
interesará a cualquier bibliófilo visitante.<br />
Por ejemplo, se puede contemplar un<br />
ejemplar de la ya desaparecida colección<br />
Akal Clásica, una edición de Esquilo de<br />
la Bibliotheca Scriptorum Graecorum<br />
et Romanorum Teubneriana y una<br />
traducción de la Medea de Séneca de<br />
Valentín García Yebra.<br />
Theatralia evidencia la actualidad<br />
del teatro grecolatino y la importancia<br />
que tenía en su época. Pero el camino<br />
no se para aquí: próximamente, los<br />
organizadores de la exposición nos<br />
deleitarán con un catálogo preparado a<br />
propósito, en el que se encontrarán una<br />
antología de textos griegos relativos al<br />
teatro preparada por Alberto Bernabé<br />
y otra de textos latinos elaborada por<br />
Antonio Alvar; un estudio sobre el teatro<br />
de Dionisos escrita por Emilio Crespo<br />
y otro acerca del teatro de Pompeyo a<br />
cargo de Fabiola Salcedo.<br />
En la “Casa de la Palabra”, qué<br />
mejor que contemplar una exposición<br />
sobre la palabra llevada a escena.<br />
Sofía González Gómez<br />
Theatralia. El teatro griego y romano<br />
ayer y hoy<br />
Delfos (Grecia)<br />
Sala San José de Caracciolos<br />
(Universidad de Alcalá)<br />
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Desde el pasado 23 de<br />
abril, coincidiendo con la<br />
ceremonia de entrega del<br />
Premio Cervantes, se puede<br />
visitar la exposición que homenajea a<br />
Juan Goytisolo. Está organizada por<br />
el Ministerio de Educación, Cultura y<br />
Deporte y la Universidad de Alcalá y<br />
permaneció abierta hasta el 30 de junio<br />
en el Museo Luis González Robles. “Juan<br />
Goytisolo: compromiso y disidencia”<br />
es el título de la muestra; sin embargo,<br />
como se puede comprobar en la propia<br />
exposición, más que de disidencia<br />
cabría hablar de antifranquismo. Desde<br />
que era pequeño, supo cuáles eran los<br />
valores de la Ilustración y no dudó en<br />
defenderlos en sus textos, creando así<br />
una escritura de resistencia y oposición<br />
a un régimen del que tuvo que huir. Pero<br />
no solo se posicionó desde la pluma: por<br />
ejemplo, nos cuenta el autor que en 1955<br />
participó con un grupo de amigos en el<br />
pateo de una obra teatral anticomunista<br />
de Joaquín Luca de Tena. Sin embargo,<br />
Goytisolo dice que en 1963 abre los<br />
ojos frente a “la realidad del despegue<br />
económico del país” y se somete a una<br />
autocrítica, que le lleva en 1964 a decidir<br />
alejarse de la vida política e incluso del<br />
mundo editorial, porque quiere “dejar de<br />
ser una mercancía rentable en el interior<br />
del circuito”.<br />
Juan en muchas tierras<br />
Combina su labor de autor<br />
literario, que como es sabido debe<br />
someterse a la censura, cuyos actantes<br />
elaboran informes de lectura que rozan lo<br />
ridículo —se muestran en la exposición<br />
y no deja de ser curioso ver cómo<br />
calificaban a las novelas de Goytisolo, al<br />
mismo tiempo que cometían sonrojantes<br />
faltas de ortografía (p.e. acerbo con<br />
v)—, con la de periodista: viaja en 1968<br />
a Oriente Medio, donde entrevista a<br />
guerrilleros de Al-Fatah, y a Sarajevo,<br />
infierno al que descendió para escribir<br />
su Cuaderno de Sarajevo. Anotaciones de<br />
un viaje a la barbarie (1993). Respecto a<br />
este último viaje, destacan las fotografías<br />
de Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959)<br />
que nos muestran el horror sufrido en el<br />
país bosnio, “comunión de emociones y<br />
vivencias a través del instante perpetuado<br />
en la fotografía: la indignación ante el<br />
mayor crimen cometido en Europa desde<br />
el fin de la Segunda Guerra Mundial”.<br />
Hay una parte que puede servir<br />
para abordar el periodo de coyuntura<br />
que estamos atravesando entre lo<br />
llamado Occidente y los países islámicos.<br />
Se trata de las fotografías de “Las mil y<br />
una caras del Islam”, por Abbas (Irán-<br />
Francia, 1944), que toman el nombre de<br />
un artículo publicado en Letras Libres<br />
(México, n.º 35, 2001). Desde luego,<br />
pocos intelectuales pueden presumir<br />
de conocer tanto la cultura musulmana<br />
como Juan Goytisolo, puesto que desde<br />
1996 vive en Marraquech, “lejos del<br />
orden molecular, irreductible de la gran<br />
urbe europea industrializada” (Makbara,<br />
1980). En esas instantáneas, es posible<br />
hacer una reflexión sobre las similitudes<br />
entre la cultura cristiana y la musulmana;<br />
entre individuos no tan diferentes y<br />
prácticamente vecinos. Y recordar que<br />
musulmán no equivale ni a islamista ni<br />
a muyahid de Bin Laden.<br />
Para el visitante curioso, serán de<br />
un particular interés las cartas recibidas<br />
por Goytisolo de parte de escritores<br />
como Juan Marsé, Carlos Fuentes,<br />
Claudio Guillén y Jean Genet. Y no<br />
solo eso, sino también las coloridas y a<br />
veces simbólicas portadas de ediciones<br />
hoy muy difíciles de encontrar;<br />
además, se reserva un espacio para las<br />
ediciones ilustradas de Eduardo Arroyo<br />
(Madrid, 1934), publicadas por Galaxia<br />
Gutenberg.<br />
Muchos, en definitiva, son los<br />
documentos vinculados tanto con la<br />
vida personal de Juan Goytisolo como<br />
con su obra literaria. En un edificio tan<br />
bello como el rectorado, los lectores<br />
de Goytisolo se sentirán enriquecidos<br />
al conocer detalles contados por el<br />
propio autor y los lectores potenciales<br />
del premiado se animarán sin duda<br />
a adentrarse en la obra del Premio<br />
Cervantes 2014.<br />
Sofía González Gómez<br />
Juan Goytisolo: compromiso y<br />
disidencia<br />
Colegio Mayor de San Ildefonso.<br />
Rectorado. Plaza de San Diego s/n<br />
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Una película de aquí y de allá<br />
La película se podría definir vampiresa iraní podría ser una idea<br />
como una mezcla de aquí y de rompedora.<br />
allí; de aquí, la posmodernidad<br />
La narración no es del todo<br />
occidental y de allí, el chador y<br />
acertada y la historia resulta sencilla<br />
el farsi. Pero esta mezcla en sí novedosa<br />
pero incoherente debido a la falta de un<br />
resulta un pastiche de difícil digestión<br />
nexo consistente que le dé un sentido<br />
para los acostumbrados a un cine iraní<br />
final. Pero, ciertamente resulta original,<br />
como el de Ghobadi o el de Abbas<br />
al menos, en el cine iraní: una vampiresa<br />
Kiarostami. Quizá esto se deba a que<br />
la directora no nació en Irán viviendo<br />
toda su vida entre Inglaterra y Miami.<br />
que vive en un barrio lleno de proxenetas,<br />
drogadictos y prostitutas rompiendo así<br />
con el cine comercial e independiente<br />
Asimismo, la película tampoco se persa. De hecho, la misma directora<br />
grabó en Irán, se rodó íntegramente en<br />
California. Por lo que, aunque el farsi sea<br />
el idioma de la película, las influencias<br />
occidentales son más que patentes, sobre<br />
todo, en la estética y en la forma de la<br />
narración.<br />
define el film como “el primer spaghetti<br />
western iraní”. Y, en cierta medida, no le<br />
falta razón. Además, la mezcla de estilos<br />
—terror, comedia gráfica— le otorga una<br />
personalidad propia a la película.<br />
No se puede olvidar que uno de<br />
Volviendo a la directora, cabe<br />
los puntos más importantes del guion<br />
de la película es la historia de amor. Una<br />
destacar, como ya dijimos, que Ana Lily<br />
historia de amor fría, puesto que carece<br />
Amirpour nació en Inglaterra, donde<br />
del romanticismo de otros estilos y los<br />
residía su familia. Más adelante se<br />
personajes no son cercanos entre sí. Pero,<br />
mudó a Miami y se graduó en la UCLA<br />
sí cabe destacar de ella que pone frente a<br />
FILM SCHOOL. Esto hace entender sus<br />
la pantalla el problema de la unión entre<br />
referencias o guiños a diversos cineastas,<br />
dos personas que vienen de mundos<br />
como puede ser David Lynch. Gracias<br />
a estos estudios surgió esta película: se<br />
encontraba rodando un corto durante<br />
su carrera cuando vio que un extra que<br />
participaba en el rodaje era una mujer<br />
con un chador. Su profesor le pidió que<br />
pensase sobre ello. Y ella pensó que una<br />
totalmente distintos. Él es un chico<br />
joven, cuyo padre es adicto mientras que<br />
ella es una joven vampiresa que se dedica<br />
a pasearse por las noches en chador.<br />
Triunfe o no esta historia, le añade un<br />
toque de originalidad a la cinta, ya que<br />
se da una historia de amor en un género,<br />
el de terror, donde esto no suele ocurrir<br />
y de ocurrir no tiene mucha relevancia.<br />
Lo que es indudable es su calidad<br />
artística y el ambiente que consigue crear<br />
gracias a los planos picados, la selección<br />
del blanco y negro y la ambientación<br />
nocturna en un barrio decadente, como<br />
es el de Bad City. Asimismo, aunque la<br />
narración no sea del todo interesante, la<br />
selección tan correcta de la música, los<br />
momentos de tensión y el surrealismo la<br />
convierten en una película que consigue<br />
mantener atento al espectador hasta el<br />
final de la film. Y, también, permiten<br />
ver la influencia de Lynch en su forma<br />
de narrar. Al igual que nos evoca<br />
vagamente a la Nouvelle Vague pero<br />
sin la profundidad ni la crítica social<br />
de directores como Godard y, quizá, la<br />
comparación sea exagerada, ya que si<br />
tiene algo similar es la forma de rodar,<br />
es decir, la forma y el uso de los planos.<br />
También sería de destacar la<br />
actuación, puesto que es bastante<br />
correcta y todo ello hace que la película<br />
sea mucho más creíble y, a la vez,<br />
permita que el espectador no desconecte<br />
en ningún momento. El que más destaca<br />
es el de Sheila Vand en el papel de<br />
vampiresa.<br />
En resumen, una película que a<br />
pesar de ser arriesgada por el choque<br />
cultural que puede producir y produce<br />
en los espectadores, deja con ganas de<br />
conocer más sobre esta nueva directora.<br />
Veremos los próximos intentos de esta<br />
joven directora que ya ha creado un<br />
género nuevo, el spaghetti western iraní, y<br />
seguro que nos deparará gratas sorpresas<br />
en un futuro no muy lejano.<br />
María Sánchez Arias<br />
Una chica vuelve a casa sola de noche<br />
(A girl Walks Home Alone At Night)<br />
Directora: Ana Lily Amirpour<br />
Reparto: Sheila Vand, Arash<br />
Marandi, Dominic Rains, Marshall<br />
Manesh, Monzhan Marnò, Milad<br />
Eghbali<br />
Distribuidora: La Aventura<br />
Audiovisual<br />
Duración: 100 minutos<br />
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Cuando uno trata de plasmar la<br />
desesperación, la desolación<br />
o el dolor de un conflicto de<br />
guerra en ningún momento<br />
piensa en acercarse al género de la<br />
comedia como medio de exposición.<br />
Los prejuicios que lo marcan hacen que<br />
se nos presente como inadecuado para<br />
abordar una temática tan desoladora<br />
desde el punto de vista del humor;<br />
además, el autor debe osar enfrentarse a<br />
un terreno algo inhóspito. Sin embargo,<br />
Fernando León de Aranoa (Madrid,<br />
1968) ha sido capaz llevar al terreno de<br />
la comedia la novela Dejarse llover de<br />
Paula Farias, suplantando la tensión de<br />
un conflicto por diálogos cargados de<br />
humor, hecho que no debe sorprender a<br />
los asiduos del autor conocida su faceta<br />
de guionista para Martes y Trece, y es<br />
que en León de Aranoa encontramos a<br />
uno de los guionistas españoles con más<br />
acierto en los menesteres del diálogo,<br />
cargados de realidad, plausibles y nada<br />
forzados que le sientan como un guante<br />
a los personajes de sus películas.<br />
En la película se nos embarca en<br />
un viaje al pasado, más concretamente<br />
al final del conflicto de la guerra de<br />
Bosnia en 1995. Se trata de uno de<br />
los enfrentamientos recientes más<br />
complejos, debido a la multitud de<br />
factores políticos y religiosos que<br />
Un día casi perfecto<br />
desencadenaron los fatídicos hechos. Un<br />
cadáver arrojado a un pozo de agua y<br />
una cuerda se convertirán en el leitmotiv<br />
de la obra. A simple vista un nimio<br />
problema con una sencilla solución,<br />
pero que, sin embargo, puede resultar<br />
bastante más complicado cuando tus<br />
recursos son limitados o nulos. En un<br />
primer momento nos encontramos a<br />
Mambrú (Benicio del Toro) y a Damir<br />
(Fedja Stukan) tratando de sacar el<br />
cadáver del pozo con el único fin de<br />
poder restaurar el abastecimiento de los<br />
civiles. La cuerda se parte y comienza una<br />
aventura que llevará a los protagonistas a<br />
enfrentarse una y otra vez con la falta de<br />
recursos y lo complicado de la situación<br />
social de la zona. A pocos kilómetros<br />
se encuentran B (Tim Robbins) y<br />
Sophie (Mélanie Thierry) viajando<br />
por una de las interminables pistas de<br />
tierra en dirección al pozo cuando se<br />
ven sorprendidos por la presencia, en<br />
mitad de la vía, de una vaca muerta.<br />
Es en este preciso instante cuando el<br />
humor invade la sala al comprobar los<br />
métodos resolutivos de B, que serán<br />
una constante durante toda la película.<br />
Después nos espera un niño, Nikola<br />
(Eldar Residovic), y su pelota, que serán<br />
un segundo motor para la historia. Sin<br />
olvidarnos de Katya (Olga Kurylenko),<br />
cooperante, y su historia de amor que se<br />
cuenta sin contar.<br />
En el apartado puramente<br />
cinematográfico podemos decir que se<br />
enmarca entre dos géneros: comedia y<br />
tragedia, siendo el primero el alma de la<br />
película y el segundo la consecuencia de<br />
los hechos. León de Aranoa nos presenta<br />
un cine visualmente sencillo; centrado<br />
en los personajes; apoyándose en el plano<br />
americano (de rodillas hacia arriba) para<br />
los momentos de clímax y del primer<br />
plano para aquellos momentos más<br />
íntimos lo que nos ayudara a empatizar<br />
mejor con los personajes. El trabajo en<br />
las localizaciones es perfecto y provocó<br />
situaciones muy enriquecedoras para la<br />
película. Los actores comentaban en los<br />
descansos la veracidad de las armas o los<br />
uniformes. Hace veinte años les separó<br />
una guerra, hoy se encuentran trabajando<br />
en el mismo bando, compartiendo<br />
recuerdos, conversación o una simple<br />
cerveza. Si tuviera que ponerle una pega<br />
a esta buena película sería el uso de una<br />
banda sonora basada en la música punk<br />
que en ocasiones ensombrece las voces<br />
de los personajes o los pocos planos<br />
cenitales de las localizaciones que se nos<br />
ofrecen.<br />
Víctor Manuel Rodríguez Padilla<br />
Un día perfecto (A Perfect Day)<br />
Director: Fernando León de Aranoa<br />
Reparto: Tim Robbins, Benicio del<br />
Toro, Olga Kurylenko<br />
Música: Arnau Bataller<br />
Fotografía: Alex Catalán<br />
Duración: 106 minutos<br />
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Siguen fotografiando sueños<br />
De la tensión entre la visión<br />
artística y romántica de<br />
Grace Coddington —“Yo<br />
siempre supe que estaba<br />
vendiendo sueños, y no ropa”— y el<br />
enfoque comercial de Anna Wintour<br />
—“tenemos que vender un vestido,<br />
ese es el trabajo de un fotógrafo de<br />
moda”—, surge la exposición Vogue.<br />
Like a painting, trascendiendo las tesis<br />
originarias de estas dos importantes<br />
ideólogas y responsables de la revista<br />
de moda más popular e influyente del<br />
mundo. Han partido del ingente archivo<br />
fotográfico de Vogue para seleccionar<br />
sesenta retratos de impávidas mujeres y<br />
dos impactantes vestidos atendiendo a<br />
un único criterio: su valor pictórico. Se<br />
integran, de esta manera, adaptaciones<br />
fotográficas de grandes obras de la<br />
pintura universal y muestras originales<br />
inspiradas en las formas de este arte. La<br />
fotografía de importantísimos artistas<br />
como Annie Leibovitz y su impresionante<br />
iconografía, Paolo Roversi y su purismo,<br />
David Sims, Michael Thompson o Mario<br />
Testino entre otros, nos transporta al<br />
estudio de pintura de Sorolla, al de<br />
Zuloaga, al de Balthus, al de Degas, al de<br />
Dalí, al de Vermeer o al de Constable; así<br />
como a los modos, formas y texturas del<br />
prerrafaelismo, del período victoriano,<br />
etc. Vogue ha trabajado desde el siglo<br />
xxi con los mejores profesionales del<br />
sector y su función ha trascendido<br />
convirtiéndose en algo que va más allá de<br />
una revista de moda. Ha llegado a ser un<br />
referente ineludible para los interesados<br />
por la fotografía, especialmente los<br />
retratistas y los fotógrafos de moda. Y<br />
tanto es así que la calidad de su archivo<br />
ha permitido que se exponga en la misma<br />
sala dedicada a tantas exposiciones<br />
de pintura y arte clásico, en uno de los<br />
museos más representativos de Madrid:<br />
el Thyssen-Bornemisza.<br />
Desde que se concibió esta<br />
exposición han pasado más de tres años<br />
en los que se ha trabajado para hacerla<br />
posible. En ella se recogen las mejores<br />
muestras de la corriente pictorialista, en<br />
la que se hacen evidentes las relaciones<br />
interartísticas entre fotografía y pintura.<br />
Tendencia cuyo camino es recorrido<br />
en ambos sentidos: con una pintura<br />
que atrapa imágenes casi fotográficas,<br />
como las derivadas de los movimientos<br />
hiperrealistas; y una fotografía que<br />
evoluciona a imágenes cada vez más<br />
pictóricas, que se materializan con<br />
métodos y formas como la fotoilustración<br />
o con el desarrollo de otras como las<br />
presentadas en esta exposición. Llaman<br />
especialmente la atención las imágenes<br />
que recrean ambientes, formas o<br />
contenidos de populares obras y que han<br />
sabido capturar su esencia. Podemos<br />
señalar las versiones de Blumendeld y de<br />
Olaf de La joven de la perla de Vermeer,<br />
o la adaptación de la obra Santa Isabel<br />
de Portugal de Zurbarán, llevada a cabo<br />
por el fotógrafo Michael Thompson.<br />
Otras están inspiradas en el arte<br />
pictórico prerrafaelita, como Una tarde<br />
encantada de Lindbergh; o en la pintura<br />
de Sorolla como es el caso de Amber<br />
Shalom fotografiada por Nick Knight. Al<br />
tratarse de una exhibición que ensalza<br />
a múltiples artistas desde la fundación<br />
de la revista, encontraremos diversos<br />
estilos y sellos; aunque todas poseen ese<br />
aire estático tan propio de la fotografía<br />
de moda, la relevancia de las texturas y<br />
la luz.<br />
Con razón, la comisaria de la<br />
muestra comentaba en su inauguración<br />
que no se trata de una exposición que<br />
ponga el foco en los personajes, sino<br />
que enfoca un aspecto invisible, más<br />
grácil y etéreo. Además, se presentan<br />
dos vestidos: un diseño de Valentino<br />
con estampado floral fabulosamente<br />
presentado en el centro de una de las<br />
salas y el Queen Orchid de la diseñadora<br />
china Guo Pei, la joya de la corona, que<br />
se expone junto con el retrato Isabel<br />
I de Inglaterra de Irving Penn. Esta<br />
exposición ha entrado en su última etapa,<br />
así que si alguno de nuestros lectores<br />
interesados en la fotografía todavía no<br />
lo ha visitado, debería hacerlo antes de<br />
que sea demasiado tarde. Poder disfrutar<br />
del arte de la fotografía de moda,<br />
que es efímera por definición, es una<br />
oportunidad valiosa, nada común y que<br />
no sabemos cuándo se podría repetir.<br />
Gema Cuesta<br />
Vogue. Like a painting<br />
Museo Thyssen-Bornemisza<br />
Del 30 de junio al 12 de octubre de<br />
2015<br />
Comisaria: Debra Smith<br />
Entrada: 7 euros<br />
Entrada reducida: 5 euros<br />
30 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 31
De aquí y de allá<br />
encontramos<br />
la felicidad? ¿Es<br />
posible conocernos<br />
¿Cómo<br />
a nosotros mismos<br />
a través de los demás?<br />
¿Existe la individualidad? Estas son<br />
algunas de las preguntas que la autora nos<br />
plantea en su novela, una novela breve<br />
pero que nos enseña un análisis diferente<br />
de la época de la España reciente. Mar<br />
Gómez Glez (Madrid, 1977), autora de la<br />
presente novela La edad ganada, es una<br />
profesora universitaria y conocida autora<br />
de novelas, pero especialmente de teatro,<br />
por el que obtuvo los premios Calderón<br />
de la Barca en 2001 y Beckett en 2007.<br />
Además de sus obras teatrales, escribió<br />
Abecedario (2005), una obra infantil, y la<br />
novela Cambio de sentido (2011).<br />
En La edad ganada, la autora<br />
nos cuenta la vida de una joven<br />
cualquiera de clase media: su infancia,<br />
su adolescencia, su paso por la<br />
universidad, hasta su llegada a Estados<br />
Unidos. La protagonista busca su lugar<br />
en el mundo y para eso está siempre<br />
huyendo: de su cuerpo, de su familia,<br />
de su país. La huida es consecuencia<br />
Filosofía actual<br />
de su pensamiento individualista, que<br />
convierte a los demás en motivos de la<br />
desgracia propia. Sin embargo, y con el<br />
tiempo, será más complicado alejarse<br />
de los demás; primero le basta con<br />
interactuar con animales y convertirse<br />
en un hongo pero posteriormente<br />
solo podrá hacerlo huyendo del país.<br />
La búsqueda de su lugar en el mundo<br />
es la meta que más obsesiona a su<br />
protagonista, que descubrirá que eso solo<br />
lo logrará cuando se acepte a sí misma,<br />
sin reservas. La novela presenta una<br />
dicotomía entre un sistema de valores<br />
individualista y social. ¿Deberíamos<br />
vivir en convivencia con los demás o vivir<br />
solamente bajo nuestros preceptos? ¿Ser<br />
egoístas o altruistas? ¿Dejarnos dominar<br />
por las circunstancias o elegir? Es la gran<br />
pregunta de nuestro siglo. Los grandes<br />
males de la sociedad española se deben<br />
al egoísmo y a la dependencia social, por<br />
lo tanto, la respuesta a nuestros males<br />
sería un sistema de valores equilibrado:<br />
convivir con los demás y asumir<br />
nuestra parte de culpa pero ejerciendo<br />
al mismo tiempo una mirada crítica a<br />
las costumbres sociales, no dejándose<br />
dominar frente a los grandes males<br />
sociales: el acoso sexual, el machismo,<br />
todas las relaciones no igualitarias, en<br />
resumen.<br />
La gran virtud de la novela es su<br />
mirada cercana a los personajes, mirada<br />
que nos hace sentir como propia el dilema<br />
y las experiencias de la protagonista. El<br />
narrador es en tercera persona pero no le<br />
quita intimidad al relato. Es una novela<br />
tremendamente introspectiva, se centra<br />
especialmente en los pensamientos de la<br />
protagonista, pero sin dejar de lado las<br />
relaciones sociales de la protagonista,<br />
que tienen mayor importancia de la<br />
que parece. Este recurso nos recuerda<br />
al utilizado por Adelaida García-<br />
Morales en su famoso relato El sur y<br />
no es casual pues al igual que en el<br />
famoso relato la visión es femenina,<br />
que aun hoy en día es diferente a la<br />
masculina; la vulnerabilidad femenina<br />
frente a la masculina la observamos en<br />
el acoso que sufre la protagonista. No<br />
sabemos el nombre de esta y tenemos<br />
nociones vagas de su físico. Esta falta<br />
de definición no es casual pues a través<br />
del personaje, la autora pretendió<br />
reflejar una problemática social.<br />
Esta novela es recomendable tanto<br />
por su propósito como por su forma. El<br />
narrador absolutamente omnisciente<br />
pero cercano, el lenguaje cuidado y culto<br />
y las referencias a otras grandes obras<br />
que relatan un punto de vista femenino<br />
nos hablan de una gran novela y de una<br />
escritora habilidosa.<br />
Fabiola Stoian<br />
Mar Gómez Glez, La edad ganada<br />
Barcelona, Caballo de Troya<br />
160 páginas, 16,90 euros<br />
32 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 33
La lectura y las pequeñas subversiones liberadoras<br />
Hay en el lenguaje de Los<br />
libros repentinos la misma<br />
voluntad de escritura<br />
literaria perceptible en<br />
las otras novelas de Pablo Gutiérrez<br />
(Huelva, 1978), también aquí conjugada<br />
con una intención social que ha ido<br />
acrecentándose a lo largo su trayectoria<br />
y que había alcanzado una cima en<br />
su anterior título, Democracia. Esta<br />
voluntad de transgredir los usos<br />
cotidianos del comportamiento —<br />
también del comportamiento verbal—<br />
es uno de los rasgos reconocibles de la<br />
última acometida realista en la novela<br />
española, espacio al que Gutiérrez<br />
pertenece. El descarnado uso del<br />
sarcasmo, la ironía desmitificadora, la<br />
capacidad para la innovación léxica y<br />
aun sintáctica… son marcas de un autor<br />
que no renuncia al virtuosismo verbal<br />
para desnudar las inconsistencias de una<br />
sociedad básicamente tan injusta como<br />
ridícula.<br />
Los libros repentinos es una crónica<br />
colectiva de un barrio, el de las Casas<br />
Baratas, del extrarradio de una ciudad de<br />
provincias. Allí se quiso ubicar a las clases<br />
más bajas de la ciudad para redimirlas<br />
del chabolismo de la posguerra pero<br />
en la práctica, a lo largo de los años, ha<br />
condenado a muchos de sus habitantes<br />
a una reclusión en la marginación, las<br />
drogas, la violencia y, en el mejor de los<br />
casos, el subempleo. El protagonismo<br />
lo tiene una de sus pobladoras, Reme,<br />
que, ya anciana, viuda y solitaria, recibe<br />
por error un cargamento de libros.<br />
En vez de devolverlos al servicio de<br />
correos, se entrega a la lectura de esos<br />
libros “repentinos”, desarrollando,<br />
casi inadvertidamente, una mirada<br />
inédita sobre la realidad en la que ha<br />
vivido durante setenta años. Lo que<br />
hasta entonces era admitido casi como<br />
fatalidades comienza a ser emparejado<br />
con situaciones similares descritas por<br />
Galdós o por Baroja y, así, a adquirir<br />
nuevas connotaciones. El narrador<br />
incorpora al relato, en letras cursivas,<br />
fragmentos de los libros leídos por Reme,<br />
pero sacados del contexto original,<br />
para experimentar hasta qué punto<br />
aquellas visiones de la España de hace<br />
más de cien años se compadecen con<br />
la situación que viven estos personajes<br />
contemporáneos, perdidos en los<br />
laberintos de un sistema irracional que<br />
necesita su sumisión. La novela deviene<br />
en una pluralidad de relatos de algunos<br />
de los personajes que pueblan el barrio,<br />
mirados por el narrador a veces con<br />
humanidad comprensiva —como en el<br />
caso de los dos personajes ya mayores<br />
que descubren su necesidad mutua, en<br />
el del párroco débil y pecador o, sobre<br />
todo, en el de Reme— y otras, como en<br />
el caso de la pareja cuasipalindrómica<br />
“altermundista” Leo y Elo, con un<br />
descarnado desenmascaramiento. Pero<br />
es interesante cómo Gutiérrez nos hace<br />
ver que el adentro del barrio extramuros<br />
de las Casas Baratas no puede<br />
comprenderse si no es en dialéctica con<br />
el afuera del barrio intramuros, donde<br />
reside el poder local, encarnado en un<br />
concejal de barrio, charrán e idiota,<br />
identificado por Reme con el galdosiano<br />
Juanito Santa Cruz. Su torpeza política<br />
provocará el conflicto clave de la novela,<br />
en el que los dos mundos se enfrentan<br />
para que nada cambie finalmente. Por<br />
ello, la novela de Gutiérrez no es tan<br />
ingenua como podría parecer por su<br />
interpretación liberadora de la literatura:<br />
la lectura de los clásicos no deviene en<br />
una emancipación completa de las<br />
condiciones miserables de este reducto<br />
y ni siquiera se le concede a la derrota<br />
un carácter épico. Reme encabeza un<br />
pequeño acto de subversión, alimenta el<br />
odio hacia unos y la comprensión hacia<br />
otros, reinterpreta el mundo, se redime<br />
de una represión sexual sufrida durante<br />
años cuando ya es tarde y se erige en<br />
una especie de líder del barrio. A este<br />
respecto, es muy interesante el epílogo,<br />
en el que el narrador, en pleno uso de<br />
su control sobre la historia, se atreve<br />
incluso a poner en duda la verdad de su<br />
propia invención en un juego inteligente<br />
y sofisticado. La novela puede parecer<br />
pesimista pero es en realidad una llamada<br />
de atención sobre la necesidad de que los<br />
pequeños actos de subversión a los que<br />
nos hemos ido habituando últimamente<br />
cuajen en genuinas transformaciones<br />
estructurales. Hablábamos al principio<br />
de la novedad formal de esta novela.<br />
Los libros repentinos es un ejercicio<br />
portentoso de estilo, con páginas<br />
maestras por su ironía, por la agudeza<br />
de los juicios de un narrador, que<br />
hacen de ella un texto de sobresaliente<br />
calidad literaria, un nuevo hito en un<br />
conjunto de novelas empeñadas en<br />
conocer, comprender e interpretar el<br />
presente desde sus raíces históricas.<br />
Fernando Larraz<br />
Pablo Gutiérrez, Los libros repentinos<br />
Barcelona, Seix Barral<br />
265 páginas, 18,50 euros<br />
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Una habitación llena de cuentos<br />
Cristina Fernández Cubas<br />
(Arenys de Mar, 1945)<br />
presenta en su nueva obra,<br />
La habitación de Nona, seis<br />
historias diferentes en las que no faltan<br />
ni los elementos fantásticos ni el misterio<br />
que caracterizan la trayectoria literaria<br />
de esta autora. Tras la publicación de<br />
Mi hermana Elba (1980), que se ha<br />
consagrado como una de sus obras<br />
cumbre, Fernández Cubas ha escrito los<br />
libros de relatos Los altillos de Brumal<br />
(1983), El ángulo del horror (1990), Con<br />
Agatha en Estambul (1994) y Parientes<br />
pobres del diablo (2006). Además, esta<br />
autora, considerada una de las mejores<br />
cuentistas del panorama de las letras<br />
españolas, ha publicado las novelas El<br />
año de gracia (1985), El columpio (1995)<br />
y La puerta entreabierta (2013, bajo el<br />
pseudónimo de Fernanda Kubbs), así<br />
como la obra de teatro Hermanas de<br />
sangre (1998) y sus memorias narradas<br />
en Cosas que ya no existen (2001).<br />
Una niña muy especial y una<br />
hermana envidiosa intentando descifrar<br />
los secretos que esconde la primera<br />
son los elementos principales de “La<br />
habitación de Nona”, el primero de los<br />
seis relatos que conforman la nueva<br />
obra de Fernández Cubas. Un matiz<br />
muy diferente sale a relucir en “Hablar<br />
con viejas”, en el que una amable<br />
anciana invita a tomar café a una<br />
mujer a punto de ser desahuciada. Esta<br />
invitada, desesperada ante la situación<br />
que el futuro más cercano le depara,<br />
aprenderá, desafortunadamente, que<br />
las apariencias engañan y que nada es<br />
lo que parece. Interno con figura (1868),<br />
del pintor Adriano Cecioni, es el cuadro<br />
que aparece en la portada de este libro<br />
de relatos, pero, además, es el título del<br />
tercero de los cuentos que se incluyen<br />
en el mismo. En dicho relato los lectores<br />
nos situaremos, frente al citado cuadro,<br />
junto a un grupo de escolares que ha<br />
ido de excursión con su profesora y<br />
entre los que destaca una niña pelirroja<br />
y su escalofriante opinión acerca de<br />
lo que le sucede a la protagonista de<br />
la pintura. En “El final de Barbro”<br />
tres hermanas, ya en la edad adulta,<br />
contarán, en primera persona, cómo fue<br />
su relación con la segunda mujer de su<br />
padre: Barbro, Ojos del Norte, una joven<br />
nórdica con poco apego por la familia y<br />
los recuerdos del pasado. En el quinto<br />
y penúltimo relato de esta colección,<br />
titulado “La nueva vida”, una mujer<br />
narra el extraño, pero emocionante,<br />
viaje al pasado que experimenta tras<br />
salir del céntrico hotel madrileño en el<br />
que se encuentra. Por último, en “Días<br />
entre los Wasi-Wano” dos hermanos,<br />
de nueve y trece años, pasarán medio<br />
verano con sus tíos en un pueblecito de<br />
la montaña. Allí aprenderán todo sobre<br />
una tribu tropical, para la mayoría de<br />
la humanidad desconocida, que recibe<br />
el nombre de “Wasi-wano” y que deja<br />
una puerta abierta a la esperanza en un<br />
mundo, por lo demás, triste y oscuro,<br />
como se demuestra en el resto de relatos<br />
de esta colección.<br />
De este modo, es preciso señalar<br />
que en La habitación de Nona hay cabida<br />
para los sueños y el misterio, pero<br />
también para la verdad y la memoria.<br />
Además, la infancia juega un importante<br />
papel en este libro de relatos. Nona y<br />
su hermana, una niña pelirroja que<br />
admira junto a sus compañeros de clase<br />
distintos cuadros en una excursión<br />
escolar o Pedrito y su hermana mayor<br />
son algunos de los personajes clave de<br />
estos cuentos. Resulta especialmente<br />
relevante en La habitación de Nona esa<br />
franja intermedia entre la niñez y la edad<br />
adulta puesto que en ella se sitúan con<br />
mayor fuerza las dudas entre lo que está<br />
bien y lo que está mal, entre, al fin y al<br />
cabo, la tranquilidad y el miedo. De esta<br />
manera, durante la lectura de cada una<br />
de las seis historias que componen este<br />
nuevo libro afloran esos sentimientos<br />
de incertidumbre y de angustia propios<br />
de las grandes novelas de misterio, que<br />
logran enganchar a los lectores hasta el<br />
final de las mismas. Así pues, Fernández<br />
Cubas ha conseguido en su último libro<br />
de cuentos, La habitación de Nona, que<br />
llega tras casi una década desde que se<br />
publicó su última colección de relatos,<br />
recuperar la esencia de su primera obra,<br />
que, al igual que esta, es capaz de traspasar<br />
la barrera de la realidad para sumergir<br />
a los lectores en el mundo de la ficción.<br />
Cristina Suárez<br />
Cristina Fernández Cubas, La<br />
habitación de Nona<br />
Barcelona, Tusquets<br />
192 páginas, 17 euros<br />
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La escritora Samanta Schweblin<br />
(Buenos Aires, 1978) ha sido<br />
galardonada recientemente<br />
con el iv Premio Internacional<br />
de Narrativa Breve Ribera del Duero<br />
gracias a su colección de cuentos Siete<br />
casas vacías, género en el que la escritora<br />
es toda una especialista. Según sus<br />
palabras, “esta idea de que escribir<br />
cuento es un periodo de aprendizaje de<br />
los escritores ya no es así. Uno puede ser<br />
un cuentista”. Y la narradora argentina<br />
sin duda lo es, y de las mejores. Así<br />
pues, aunque su incursión en el género<br />
novelesco con Distancia de rescate fue de<br />
gran calidad, es en el género del relato<br />
breve donde la escritora se está forjando<br />
un puesto cada vez más destacado en el<br />
panorama literario actual.<br />
En Siete casas vacías se presentan<br />
otros tantos cuentos que tienen en<br />
común una cotidianeidad enrarecida, en<br />
cierto modo siniestra. Los lugares son<br />
comunes, perfectamente reconocibles<br />
para el lector, pero las resoluciones de los<br />
personajes resultan anómalas, extrañas.<br />
La voz narradora se introduce en sus<br />
casas, de donde salen y entran, y sus<br />
decisiones se encuentran en la frontera<br />
entre lo verosímil y lo extraordinario.<br />
La tensión que surge entre fuerzas<br />
contrarias, entre la tranquilidad del hogar<br />
y su tergiversación a través de situaciones<br />
El terror de lo cotidiano<br />
que los personajes no controlan, crea<br />
una atmósfera de constante desasosiego<br />
que atrapa al lector y no le suelta. La<br />
“normalidad” enrarecida en la que<br />
se desenvuelve la existencia de los<br />
personajes deja transmitir sus propias<br />
inseguridades, sus filias y fobias, aunque<br />
se percibe en todo momento cierta<br />
ternura, igualmente peculiar. Muchos de<br />
ellos se encuentran solos, desarraigados<br />
en sus propios hogares. La autora se<br />
sirve de la confusión en la que parecen<br />
encontrarse para exprimir al máximo<br />
lo que entendemos como posible, como<br />
normal. La inquietante atmósfera en<br />
la que se acaban sumiendo permite a<br />
la escritora ahondar en la rareza, en lo<br />
insólito, en la reacción anómala, y por<br />
tanto denostada y temida, pero que<br />
quizá exista si se dan las circunstancias<br />
adecuadas. No se trata de narrativa<br />
fantástica, entendida esta como distinta<br />
a lo que entendemos como real, sino más<br />
bien una forma de realidad más amplia,<br />
abierta a posibilidades quizá diferentes,<br />
pero posibles en cierto modo.<br />
Los cuentos que forman esta<br />
colección penetran en lo extraño, en<br />
lo inexplicable, en comportamientos<br />
anómalos, algunos demenciales. Estos<br />
seres desubicados tratan de desenvolverse<br />
en atmósferas densas, en ocasiones<br />
perversas. Seis de las narraciones son<br />
relatos cortos, mientras uno de cierta<br />
extensión situado en el centro trata<br />
el tema del abismo que una persona<br />
siente ante la pérdida de su memoria y<br />
recuerdos. Es un problema que intriga a<br />
la autora, quien se pregunta si esto “no<br />
será una de las formas más visibles de<br />
lo que podría sentirse ante la muerte”.<br />
En el cuento se plantea esta cuestión<br />
de manera cruda, pero, sin duda, con<br />
una infinita humanidad, característica<br />
común en todos los relatos. Estos narran<br />
situaciones familiares, relaciones entre<br />
padres e hijos, hermanos o vecinos,<br />
a los que se expone a situaciones que<br />
se les escapan, que los desorientan y<br />
sumergen en esa atmósfera obsesiva que<br />
tan bien sabe generar la autora. Esta, a<br />
su vez, presenta sus narraciones con<br />
una prosa fluida y un inconfundible<br />
estilo, capaz en su aparente sencillez<br />
de introducir al lector en una lectura<br />
inquietante que termina por atraparle.<br />
Schweblin presenta realidades<br />
imposibles, o posibilidades irrealizables;<br />
quizá una forma más amplia de<br />
normalidad, en la que tendría cabida<br />
un surtido más rico de actitudes y<br />
situaciones que algunos tomarían como<br />
señales inequívocas de pérdida de juicio.<br />
La ambigüedad está servida, como suele<br />
ocurrir en los relatos de la escritora. Lo<br />
único seguro en este libro es su gran<br />
calidad literaria, capaz de atrapar a<br />
todo lector que se atreva a adentrarse<br />
en el universo Schweblin; una aventura<br />
arriesgada hacia lo inesperado que no<br />
les dejará indiferentes, y que sin duda les<br />
llevará a plantearse cuestiones en las que<br />
quizá no habían pensado… como diría<br />
su ilustre paisano Julio Cortázar, “en fin,<br />
literatura”.<br />
Raquel López<br />
Samanta Schweblin, Siete casas vacías<br />
Madrid, Páginas de Espuma<br />
123 páginas, 14 euros<br />
38 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 39
Más bien, personajes figurantes<br />
Las expectativas que se creará<br />
un lector apasionado de<br />
la narrativa breve sobre<br />
Personajes secundarios<br />
serán, de acuerdo a lo que indica la<br />
contraportada, ciertamente elevadas.<br />
Sin embargo, esos “quince minutos de<br />
gloria que nos corresponden a todos”,<br />
según Andy Warhol, se esfuman<br />
rápidamente cuando comienzan a ser<br />
leídos los microrrelatos que contiene el<br />
libro. Afirma su autor, Manu Espada,<br />
licenciado en Periodismo y ganador de<br />
premios como el de Relatos en Cadena<br />
de la SER y el Certamen de Microrrelato<br />
de la revista Eñe, que los textos que<br />
conforman su cuarta publicación se<br />
apoyan en personajes secundarios a los<br />
que por primera vez se les concede la voz<br />
protagonista. Y para poder entrelazar<br />
unos con otros se encuentra el hilo<br />
conductor de la historia, Daniel. Pero,<br />
si bien es cierto que en el libro subyace<br />
una fuerte carga emocional, la calidad<br />
literaria deja mucho que desear.<br />
El motivo por el que Manu Espada<br />
decidió escribir Personajes secundarios,<br />
explicaba el propio periodista en un<br />
programa de la cadena televisiva para<br />
la que trabaja, no fue otro que rendirle<br />
un cálido homenaje a su hijo Daniel.<br />
Y es que, al igual que el protagonista,<br />
homónimo, de su obra, Daniel padece el<br />
trastorno conocido como autismo, que le<br />
dificulta sobremanera comunicarse con<br />
las personas que lo rodean. En efecto,<br />
uno de los relatos incluidos ilustra, de<br />
un modo muy tierno, esos intentos<br />
desesperados por que su hijo consiga<br />
aprender a hablar, en los que el padre del<br />
protagonista llega a transmitirle al niño<br />
todas las palabras del mundo hasta que<br />
él mismo se queda mudo. Al leer algo así,<br />
cualquier persona se sentiría ciertamente<br />
conmovida. Pero lo que califica a una<br />
obra con la etiqueta de “de arte” no es<br />
solo el contenido sino la forma con la<br />
se entretejen las ideas que, en este caso,<br />
refleja cada una de las historias que la<br />
integran.<br />
Concebido como si de un<br />
libro viajero se tratase, Personajes<br />
secundarios contiene cerca de cincuenta<br />
microrrelatos distribuidos en tres<br />
apartados que, a primera vista, pudieran<br />
entenderse como el proceso lingüístico<br />
que experimenta Daniel: “El silencio”, “El<br />
ruido”, “La palabra”. No obstante, lo que<br />
podría haberse convertido en una obra<br />
cohesionada y coherente, de acuerdo a las<br />
intenciones que presuntamente pretende<br />
expresar el autor, acaba siendo una<br />
especie de recopilación de narraciones<br />
breves en las que, de manera ocasional,<br />
intervienen esos personajes secundarios<br />
que le dan título. Poco o nada tienen que<br />
ver el Doctor Watson y Nina Simone, o<br />
un hombre con síndrome de Tourette y<br />
un pescador de calzado en el pantano<br />
Cojímar, o un peluquero torturador<br />
y John F. Kennedy. En definitiva, una<br />
auténtica procesión de nombres y figuras,<br />
en ocasiones importantes, que se suceden<br />
ante los ojos del lector y son relacionados<br />
entre sí de manera forzosa, dando como<br />
resultado un auténtico esperpento (y no<br />
como los de Valle-Inclán precisamente).<br />
A la débil conexión entre los relatos se<br />
le suma el hecho de que muchos de ellos<br />
son pensamientos en exceso manidos<br />
por otros escritores, como podrían ser el<br />
viaje por los distintos lugares en los que<br />
se ambientan célebres novelas (Comala,<br />
Macondo, Mordor, etc.), la descripción<br />
del hombre que aprecia la belleza de la<br />
lluvia, la cuestión de por qué las cosas<br />
tienen el nombre que las caracteriza y<br />
no otros o la escritura de un fragmento<br />
con una única vocal. Por el contrario,<br />
otros textos que se antojan innovadores,<br />
pecarían de exceso de modernización y<br />
acaban degenerando en intentos fallidos<br />
como el “Cibersoneto”, que poco tiene de<br />
soneto o siquiera de poema. Asimismo,<br />
llama la atención el relato en que se<br />
refleja la muerte de múltiples escritores<br />
a manos de una serie de participantes de<br />
un taller de literatura. Resulta curioso<br />
que entre los asesinados se encuentren,<br />
de acuerdo con el narrador, “escritores<br />
malos, sobre todo de best-sellers”.<br />
Esto permitiría deducir que el autor se<br />
excluye de ellos y quizás no debiera por,<br />
entre otras cosas, las faltas ortográficas<br />
que aparecen a lo largo de Personajes<br />
secundarios. Sin embargo, de igual modo<br />
que la obra tiene bastantes aspectos<br />
criticables, también contiene alguna<br />
historia como “Striptease (microrrelato<br />
gore)” o las relacionadas con “El<br />
personaje más rápido del mundo” que<br />
son curiosas y divertidas, por lo menos.<br />
Podría decirse entonces, a raíz<br />
de todo lo comentado previamente,<br />
que Personajes secundarios no es sino<br />
un proyecto lleno de ideas y emociones<br />
que se ha quedado atorado en la línea de<br />
salida y no ha podido llegar a la meta ni<br />
a convertirse en obra.<br />
Sonia de Andrés Corroto<br />
Manu Espada, Personajes secundarios<br />
Palencia, Menoscuarto<br />
96 páginas, 12 euros<br />
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Fábula del desarraigo y la libertad<br />
quería a Pueblo, en cuya cúspide se encuentra<br />
los Pissimboni”, el omnipotente Superior, que reparte<br />
comienza la última castigos y prebendas. Aunque al<br />
“Nadie<br />
novela de Sònia principio no lo sabe, el corto periplo de<br />
Hernández (Terrassa, 1976), y enseguida<br />
nos damos cuenta de que en realidad<br />
Yago tiene como objeto dar paso a una<br />
nueva voz que narre su existencia más<br />
los desconocían, los temían por una allá de la melancolía heredada de sus<br />
suerte de estigma y por haber sido libres<br />
en algún momento de su pasado. Algo<br />
inefable había creado en torno a ellos<br />
un aura de misterio que con los años<br />
ha desembocado en el desprecio y la<br />
padres, que racionalice el mundo, que<br />
lo haga autónomo y que lo libere del<br />
mito bíblico del Edén, y de su corolario:<br />
una vida estática, inmóvil, inerte. En<br />
definitiva, que lo saque de una nebulosa<br />
envidia. Los Pissimboni son una familia existencial y le permita integrarse<br />
compuesta por un número indefinido en una vida como la de los demás<br />
de miembros que viven en una casa habitantes del Pueblo. Para ello deberá<br />
alejada del Pueblo. Los padres, Martina<br />
e Ignacio, añoran una tierra, Sandofar,<br />
de la que tuvieron que partir y de la<br />
que continuamente hablan a sus hijos,<br />
proyectando un utópico regreso con el<br />
padecer la prueba del largo encuentro<br />
en la Casa del Pueblo —una especie de<br />
ayuntamiento que representa el poder—<br />
con un funcionario que representa<br />
un mundo hiperburocratizado y que<br />
que recuperarán una identidad ahora<br />
constantemente reprende a Yago por<br />
escindida. Sobre todo añoran la libertad<br />
ignorar unas normas absurdas y lo<br />
de la que allí disfrutaban. El núcleo del<br />
amenaza en nombre de una ley inhumana<br />
relato se construye en torno a la salida<br />
y arbitraria.<br />
de uno de los vástagos, Yago, al Pueblo<br />
en busca de respuestas sobre su familia y<br />
su pasado. Allí se encuentra con medias<br />
verdades, relatos a veces contradictorios<br />
y casi siempre mistificados que no<br />
comprende porque no se corresponden<br />
con su experiencia ni con su aprendizaje<br />
Por lo explicado hasta aquí, se<br />
ve que Los Pissimboni traza un relato de<br />
tintes míticos para explicar la búsqueda<br />
de verdades esenciales. Hernández se<br />
ha propuesto fabular sobre la libertad,<br />
sobre el desarraigo y el exilio y sobre la<br />
doméstico. También se da de bruces violencia que las colectividades pueden<br />
con una burocracia asfixiante acatada ejercer sobre los individuos. En torno<br />
mansamente por los habitantes del a estos tres ejes se trenza una historia<br />
de evidentes ecos kafkianos en la que<br />
la falta de asideros racionales deja al<br />
individuo inerme ante fuerzas totémicas<br />
cuya justificación trasciende las<br />
potencias humanas. El ambiente onírico,<br />
a través de la debilidad de la razón a la<br />
que la narradora somete las situaciones<br />
y los diálogos, está magníficamente<br />
conseguido para explorar la necesidad<br />
de emanciparnos de aquello que nos<br />
ata y para cuestionar su verdadera<br />
entidad. Para ello, Hernández juega<br />
constantemente con los límites de lo<br />
real: nada es seguro ni unívoco en<br />
la realidad autónoma de este texto,<br />
liberada de referencias espaciales y<br />
temporales que por una parte otorgan<br />
universalidad a sus juicios y, por la otra,<br />
coadyuvan a esta atmósfera opresiva en<br />
la que acompañamos a los personajes.<br />
Mucha atención a la trayectoria<br />
narrativa de Sònia Hernández, construida<br />
con una coherencia impecable. La mujer<br />
de Rapallo y La propagación del silencio,<br />
sus últimos libros, novela y cuentos<br />
respectivamente, destacaban por la<br />
voluntad de construir una voz propia,<br />
ajena tanto al realismo del aquí y del<br />
ahora como a la inanidad. Su eficiencia<br />
para construir ambientes caracterizados<br />
por la decadencia y el estatismo, la<br />
consunción y la muerte se corona<br />
ahora con esta novela corta, magnífico<br />
ejemplo de un subgénero poco habitual<br />
en nuestro panorama narrativo y que<br />
requiere de destrezas narrativas para<br />
las que la autora demuestra estar muy<br />
dotada. Abordar desde esta perspectiva,<br />
con profundidad y contención, temas<br />
como las falsas imposiciones que<br />
limitan nuestra libertad y dejan nuestra<br />
identidad en un estatismo adormecedor<br />
es un reto del que esta novela sale<br />
felizmente triunfante.<br />
Fernando Larraz<br />
Sònia Hernández, Los Pissimboni<br />
Barcelona, El Acantilado<br />
126 páginas, 12 euros<br />
42 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 43
Gran Granada se ajusta<br />
perfectamente a los moldes<br />
del género negro más<br />
clásico: una intriga policiaca<br />
que se desarrolla en medio (o, más bien,<br />
a causa) de un ambiente violento en el<br />
que predomina la amoralidad y en el que<br />
coinciden corrupción policial, vicios<br />
privados que no pueden salir a la luz y<br />
que se convierten en objeto de chantaje,<br />
un policía mayor y desengañado de todo<br />
ideal que no sea cumplir con eficiencia su<br />
trabajo y una sucesión de crímenes que<br />
no parecen responder a una lógica. Justo<br />
Navarro (Granada, 1953) ha dado con un<br />
contexto más que verosímil para recrear<br />
ese espacio sórdido, propicio para la<br />
novela negra, en la España franquista, en<br />
un año tan avanzado como 1963, entre<br />
alardes de desarrollismo y pretendida<br />
paz, en el que Granada padeció unas<br />
lluvias torrenciales, la visita de Franco<br />
para personificar el paternal sostén a la<br />
población que había sufrido la catástrofe<br />
y el relevo del gobernador civil. De todo<br />
ello es testigo Polo, un comisario de<br />
policía atípico porque está casado con<br />
una hija que “podría” ser su nieta, porque<br />
es ingeniero en Telecomunicaciones<br />
y ―esto ya no es atípico― porque él<br />
ejerce la violencia incluso de forma más<br />
arbitraria que la de los criminales, casi<br />
como una rutina cotidiana de represión,<br />
control social y coacción. De hecho, la<br />
Granada negra<br />
sucesión de crímenes, que comienza con<br />
el aparente suicidio de un abogado en<br />
la habitación de un hotel del centro de<br />
la ciudad, alerta al policía protagonista,<br />
que ve la alteración del orden como<br />
un desafío a la violencia que él había<br />
monopolizado desde el final de la<br />
guerra y a la vigilancia absoluta sobre<br />
las existencias de sus conciudadanos.<br />
Alrededor de Polo figuran una serie<br />
de personajes que otorgan densidad al<br />
tejido social de la burguesía provinciana:<br />
médicos, bibliotecarios, clérigos, jueces,<br />
profesores universitarios, burócratas…<br />
todos avezados en el cumplimiento<br />
de la norma fundamental del sistema<br />
franquista: la doblez y la hipocresía,<br />
que la apariencia pública y la realidad<br />
privada nada tengan que ver. Como<br />
se puede apreciar por lo expuesto<br />
hasta aquí, el marco no puede ser más<br />
propicio para el desarrollo de una trama<br />
convencionalmente negra pero tampoco<br />
para enganchar con algunos de los<br />
rasgos que singularizaron, hace veinte<br />
años, la magnífica novela de Navarro La<br />
casa del padre: la indagación en pasados<br />
tenebrosos de los personajes, que aquí<br />
aparecen siempre aludidos en casi<br />
todos los protagonistas, la recreación<br />
minuciosa de una ciudad opresiva e<br />
inmóvil, los desmentidos a la moral<br />
pública.<br />
La mayor novedad de Gran<br />
Granada reside posiblemente en la<br />
ruptura de una cronología que vaya<br />
acercando al lector, paso a paso, a la<br />
resolución final del crimen. Cada capítulo<br />
pone luz sobre el ir y venir de uno de<br />
los personajes, singularmente de Polo y<br />
del oftalmólogo Federico Saura, aunque<br />
también de su novia, Clara, de la asistente<br />
doméstica de un catedrático de arte y de<br />
otros personajes. Pero aunque el tiempo<br />
de la historia está exactamente acotado<br />
en menos de un mes, entre febrero y<br />
marzo de 1963, el paso de un episodio<br />
a otro no es sucesivo, si bien el narrador<br />
se encarga, al principio del capítulo de<br />
datarlo con precisión. Esta ruptura del<br />
orden temporal plantea al lector el reto<br />
de tener que ordenar la información y<br />
permite al narrador dosificar hábilmente<br />
la información que obtiene el lector.<br />
En ocasiones este mecanismo resulta<br />
intrincado, pero la trama es llevada sin<br />
fisuras a un final imprevisible. Navarro<br />
utiliza el lenguaje con exactitud, sin<br />
desvanecimientos, como cabe esperar de<br />
uno de los escritores más cultos y pulcros<br />
de nuestro campo narrativo. El narrador<br />
es capaz de referir con contenida ironía<br />
los usos y costumbres de esa posguerra<br />
tardía y provinciana —la visita de Franco<br />
y el servilismo generalizado que propició<br />
la dictadura, son dos de los ejemplos<br />
más exactos—, con una elegancia<br />
propia de un maestro de la lengua.<br />
Igualmente, los diálogos, ajustados a<br />
veces al estereotipo del género negro,<br />
están perfectamente pensados para dar<br />
la medida precisa de cada uno de los<br />
personajes, a los que Navarro caracteriza<br />
con eficacia ejemplar. A diferencia de<br />
las que han realizado otros narradores<br />
prestigiosos, esta primeriza incursión en<br />
el género no es para Navarro un mero<br />
divertimento menor. Gran Granada es,<br />
por el contrario, una excelente novela<br />
en la que se ha trabajado con rigor y que<br />
ni recorta las posibilidades literarias del<br />
género ni rebaja su propia y brillante<br />
carrera literaria.<br />
Fernando Larraz<br />
Justo Navarro, Gran Granada<br />
Barcelona, Anagrama<br />
260 páginas, 17,90 euros<br />
44 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 45
Teresa Viejo (Madrid, 1963)<br />
propone en su nueva<br />
novela, Mientras llueva,<br />
un viaje hacia el pasado,<br />
las emociones ocultas y el deseo de<br />
escapar de la soledad y los recuerdos.<br />
Tras casi treinta años ejerciendo como<br />
periodista en los diferentes medios de<br />
comunicación —programas de televisión<br />
y radio, colaboración y dirección de<br />
revistas, etc. Teresa Viejo ha publicado<br />
diversos ensayos: Hombres: modo de<br />
empleo (2001), Pareja, fecha de caducidad<br />
(2005) y Cómo ser mujer y trabajar con<br />
hombres (2007). Además, la periodista<br />
cuenta con la publicación de sus dos<br />
novelas anteriores, La memoria del agua<br />
(2009), cuyo éxito se manifestó en una<br />
adaptación televisiva de la misma, y Que<br />
el tiempo nos encuentre (2013).<br />
La historia que se nos presenta en<br />
Mientras llueva gira en torno a la visita de<br />
su protagonista a lugares desconocidos<br />
para ella, o al menos eso creía, y al<br />
descubrimiento de familiares lejanos.<br />
Así pues, Alma Gamboa Monteserín,<br />
hija única de un matrimonio burgués ya<br />
fallecido, se configura como una joven<br />
insegura que necesita rellenar los huecos<br />
que inundan su pasado para poder<br />
continuar con su presente. Además,<br />
Alma huye atormentada por un amor que<br />
la persigue, situación que la conducirá a<br />
Llueve sobre el pasado<br />
tomar un tren en busca de respuestas.<br />
Sin embargo, lo que aparentaba ser un<br />
viaje para redescubrirse a sí misma y<br />
disfrutar de los únicos parientes que<br />
le quedan, su tía Eunice y su primo<br />
Gabriel, termina siendo para Alma<br />
una carrera a contracorriente por<br />
desentramar la serie de secretos que<br />
se esconden en Malpaís –en la región<br />
de El Norte– y, más concretamente, en<br />
La Constante, el caserón familiar. Poco<br />
a poco, las décadas que han quedado<br />
atrás se revelan ante la protagonista<br />
con la misma fuerza que adoptan las<br />
olas del mar en un día de tormenta y es<br />
que “el destino posee extraños túneles<br />
que conducen a ninguna parte”, como<br />
señala la autora de Mientras llueva.<br />
Asimismo, la llegada de un antiguo y<br />
misterioso libro a manos de la joven,<br />
La rosa amarilla, hará que se tambaleen<br />
los cimientos de la aparente normalidad<br />
que vivió su familia materna antes de su<br />
llegada al mundo. De hecho, la historia<br />
de los Monteserín era la de cuatro<br />
hermanos unidos y con aspiraciones de<br />
futuro hasta que llegó a sus vidas Cécile,<br />
la esposa cubana del mayor de ellos,<br />
cuya belleza y sensualidad cautivó a toda<br />
la aldea. No obstante, no toda la estancia<br />
de Alma en La Constante es un camino<br />
oscuro y tortuoso puesto que la aparición<br />
de ciertos personajes demostrará que<br />
también bajo la lluvia se pueden forjar<br />
sentimientos como el amor o la ternura.<br />
De este modo, en la última novela de<br />
Teresa Viejo, los personajes se dividen<br />
entre los criados y familiares de Alma,<br />
que luchan porque no se descubran los<br />
hechos del pasado, y la propia joven, que<br />
se empeña en limpiar la memoria de los<br />
que ya no están y en ayudarles, incluso<br />
después de muertos, a encontrar la paz<br />
que en vida tan lejos les quedó. Además,<br />
el espacio, en particular, El Norte, se<br />
configura como otro personaje de la<br />
novela puesto que tiene la capacidad de<br />
influir en el destino de sus habitantes,<br />
tanto en el de los del pasado como en el<br />
de los del presente.<br />
A pesar de que los saltos en el<br />
tiempo son frecuentes a lo largo de toda<br />
la novela, ya que esta se divide entre el<br />
presente de Alma, investigando a su<br />
familia, y el pasado de los Monteserín,<br />
sufriendo a cada cual mayores vicisitudes,<br />
la autora ha sabido atar todos los cabos<br />
de la narración al final de la misma<br />
consiguiendo así que ninguna pregunta<br />
quede sin su correspondiente respuesta.<br />
Por todo lo señalado anteriormente,<br />
cabe finalizar destacando que la nueva<br />
novela de Teresa Viejo, Mientras llueva,<br />
confirma el talento de la periodista<br />
para la narración, dado que no solo<br />
retransmite los hechos acaecidos en una<br />
época sombría, sino que logra mantener<br />
la intriga hasta el final de la misma así<br />
como emocionar a sus lectores.<br />
Cristina Suárez<br />
Teresa Viejo, Mientras llueva<br />
Barcelona, Espasa Libros<br />
500 páginas, 19,90 euros<br />
46 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 47
La soledad del mar del Norte<br />
Antes de Polaris, Fernando<br />
Clemot (Barcelona,<br />
1970) era ya autor de dos<br />
sobresalientes novelas que<br />
revelaban un escritor exigente con su<br />
ejercicio y con una manifiesta inclinación<br />
hacia la exploración de conciencias<br />
doloridas e incapaces de hacerse cargo<br />
de su realidad. En Polaris, Clemot<br />
levanta un marco narrativo diverso con<br />
los anteriores pero, como aquellos, ajeno<br />
a referentes culturales localistas para<br />
proseguir su reflexión sobre los mismos<br />
temas que en sus novelas precedentes:<br />
las vacilaciones de la racionalidad, la<br />
violencia congénita al género humano,<br />
la soledad del individuo. El doctor<br />
Christian, médico del buque Eridanus,<br />
que desarrolla una misión en las aguas del<br />
mar del Norte, protagoniza esta novela<br />
que se va tejiendo alrededor de su relato<br />
sobre lo ocurrido en los días previos: da<br />
cuenta de órdenes arbitrarias y carentes<br />
de sentido que debe ejecutar contra su<br />
voluntad, reyertas entre marineros y una<br />
misión cuyo objetivo es desconocido por<br />
la tripulación. Los paisajes desolados<br />
y con exiguo rastro humano de las<br />
inhóspitas islas del Norte están descritos<br />
con exactitud y contribuyen a crear en<br />
la conciencia del lector un desazonador<br />
clima de amenaza continua. El discurso<br />
del doctor está lleno de sombras, de<br />
vacilaciones. Mezcla experiencias del<br />
pasado —la Segunda Guerra Mundial, en<br />
la que combatió, no está tan lejana en el<br />
tiempo ni, mucho menos, en el recuerdo<br />
del personaje; y algunos traumas de<br />
su infancia permanecen igualmente<br />
indelebles— con el relato de unos<br />
sucesos que tuvieron lugar unos pocos<br />
días antes, por los que es interrogado a<br />
lo largo de la novela y de los que el lector<br />
solo tendrá noticia cuando se aproxima<br />
el final del relato. Ese mundo de sombras<br />
en el que naufraga la memoria del<br />
protagonista pese al apremio de sus<br />
interrogadores resulta central. Para<br />
conseguir darle forma, Clemot ha<br />
tomado la decisión de no depositar<br />
íntegramente la voz narrativa en este<br />
personaje, sino que esta se desenvuelva<br />
a través de un interrogatorio conducido<br />
por dos misteriosos personajes,<br />
construyendo una dialéctica asimétrica<br />
entre quienes tienen un poder, delegados<br />
de la todopoderosa Central, la naviera<br />
propietaria del barco, y el sospechoso,<br />
débil e indigente protagonista. Este<br />
esquema discursivo permite comprobar<br />
hasta qué punto la patología del doctor<br />
Christian deriva de la violencia neutra<br />
y anónima e institucionalizada que<br />
ha regido toda su vida. Acentúa esta<br />
sensación otra acertada decisión del<br />
autor: entrelazar en los mismos párrafos<br />
preguntas, respuestas, contrarréplicas,<br />
dando lugar a un continuo orgánico de<br />
experiencias.<br />
Conscientemente, Clemot ha<br />
dejado no pocos cabos abiertos en la<br />
novela para desazón del lector: el porqué<br />
de la fabricación del barco varios lustros<br />
antes, la función del gemelo del Eridanus,<br />
el Polaris, la naturaleza de los sucesos por<br />
los que es interrogado el protagonista,<br />
el papel de la Central, el motivo de los<br />
odios entre los tripulantes… al tiempo<br />
que da cabida a relatos intercalados<br />
narrados por otros personajes, como<br />
el del oficial Denis y su solitario final.<br />
Sobre todo queda la duda de por qué<br />
el médico recibe una extraña orden<br />
que desata su desasosiego e incluso el<br />
incomprensible sistema que la Central<br />
tiene de planificar la misión a través<br />
de órdenes encerradas en sobres que<br />
son leídas diariamente por el capitán.<br />
Quizá son demasiados interrogantes,<br />
demasiada confusión. Pero quizá<br />
también todo ello resulte irrelevante<br />
en relación con las pretensiones de<br />
la novela, cuyo fin no es explicar y<br />
justificar los acontecimientos sino crear<br />
una atmósfera determinada y dar cuenta<br />
de un malestar insufrible y difuso. No<br />
es esto novedoso tampoco en la obra<br />
de Clemot: si en El golfo de los poetas<br />
—que seguimos considerando su mejor<br />
novela— el lector tenía que enfrentarse<br />
a las dubitaciones y vacilaciones del<br />
protagonista, habitualmente borracho,<br />
y si en El libro de las maravillas, el<br />
protagonista naufragaba entre las<br />
lagunas de su memoria, en Polaris, el<br />
problema del protagonista es que su<br />
pasado le impide construirse un futuro y<br />
que se refugia en los tranquilizantes para<br />
apaciguar una conciencia insoportable<br />
al tiempo que los confines de la realidad<br />
exterior se hacen cada vez más confusos.<br />
Clemot acierta reincidiendo en aquella<br />
dimensión que lo atrae más: las<br />
conciencias atormentadas, esclerotizadas<br />
y doloridas, las crónicas de vidas en<br />
decadencia, rotas y perdidas, que mira<br />
con comprensión muy humana.<br />
Fernando Larraz<br />
Fernando Clemot, Polaris<br />
Madrid, Salto de Página<br />
190 páginas, 15,90 euros<br />
48 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 49
Vida de familia de Akhil<br />
Sharma (Delhi, 1971) es la<br />
segunda novela de este autor,<br />
quien ya escribió la que fue<br />
su primera obra, Un padre obediente, en<br />
el año 2001, galardonada con el PEN/<br />
Hemingway y el Whiting Writer’s Award.<br />
También ha publicado relatos en The<br />
New York Times, The Atlantic Monthly,<br />
The Quarterly, Fiction, y en las antologías<br />
The Best American Short Stories y O.<br />
Henry Award Winners. Con esta última<br />
novela, este hombre pone de manifiesto<br />
situaciones como el choque cultural, el<br />
acoso escolar, la presión económica o la<br />
incomprensión del entorno.<br />
Alrededores<br />
Cuando uno abandona su país, no<br />
solo deja atrás su casa y su familia, sino<br />
todo lo que le hizo ser como es. Llegar<br />
a un sitio nuevo supone adaptación:<br />
adaptarse a la sociedad, al trabajo, al<br />
colegio, a las costumbres, al idioma. Hay<br />
que adaptarse incluso al clima o a los<br />
programas que echan por televisión. Al<br />
principio solo toca trabajar duro para<br />
poder hacerse un hueco en ese nuevo<br />
lugar, luego, uno debe mantenerse,<br />
buscar la estabilidad. Todo esto es<br />
Batalla constante<br />
mostrado al lector a través de los ojos<br />
de Ajay Mishra, el protagonista de esta<br />
magnífica y dura historia contada en<br />
primera persona. Ajay es un niño que,<br />
al igual que el autor, abandona Delhi<br />
(India) para vivir en Estados Unidos<br />
cuando solo es un muchacho de ocho<br />
años. Así, junto a su hermano mayor<br />
Birju y su madre, se desplaza a América<br />
para reencontrarse con su padre, quien<br />
marchó un año antes a Queens, un barrio<br />
de Nueva York.<br />
Día tras día, los cuatro hacen todo<br />
lo posible por ser como los demás. Sin<br />
embargo, cuando todo parecía perfecto,<br />
como tener agua caliente y haber sido<br />
aceptado el mayor en uno de los mejores<br />
y más prestigiosos institutos, sucede algo<br />
que cambia sus vidas para siempre. Un<br />
veraniego y caluroso día de agosto, Birju<br />
se da un golpe en la cabeza con el suelo<br />
de la piscina, lo que le provoca una lesión<br />
cerebral. Tras tres minutos en el fondo,<br />
bajo el agua, sin poder subir ni respirar,<br />
los pulmones se le desplazan y sufre<br />
una serie de daños, los cuales provocan<br />
que, a partir de ese momento, no pueda<br />
moverse, ver o hablar.<br />
La cotidianeidad de esta familia<br />
es una batalla constante: además de<br />
preocuparse por los leves inconvenientes<br />
a los que se enfrentan todas las familias,<br />
también tienen que hacer frente a la<br />
situación de su hijo, al que no pueden<br />
descuidar ni un segundo. Además, cada<br />
uno también deberá plantarle cara a<br />
otros problemas: el padre, que debe<br />
afrontar su alcoholismo; la madre, a la<br />
que se le presenta la duda de si elegir un<br />
trabajo menos cualificado, o el mismo<br />
Ajay, quien encuentra su refugio en la<br />
literatura al querer escapar de la presión<br />
que tiene que soportar por ser tan buen<br />
estudiante como lo era su hermano.<br />
Con Vida de familia, la segunda<br />
novela de este escritor, se le presenta al<br />
lector una dura historia que, con ligeros<br />
toques de humor, muestra lo cruel,<br />
inhumana o despiadada que puede<br />
llegar a ser la vida, a la cual, sin embargo,<br />
hay que enfrentarse irremediablemente.<br />
Con esta historia, elegida como una de<br />
las cinco mejores novelas del año por<br />
The New York Times, Akhil Sharma<br />
se hace un hueco en el difícil mundo<br />
de la literatura, pues al ser el foco de<br />
numerosas críticas positivas como las del<br />
The New York Times, The Guardian, San<br />
Diego Magazine o The Bookseller, entre<br />
otros, crea una alta expectativa hacia su<br />
persona, lo que despierta el interés del<br />
público por él y por sus futuras obras,<br />
por lo que a partir de ahora no pasará<br />
desapercibido. Así, esta obra, en cuyas<br />
páginas se expresa cómo tanto con dolor<br />
como con amor el ser humano tiene<br />
que vencer las adversidades a las que le<br />
expone la vida, le ha otorgado a Sharma<br />
una gran fama a nivel internacional.<br />
Noelia Izquierdo<br />
Akhil Sharma, Vida de familia<br />
Traducción de Jaime Zulaika<br />
Barcelona, Anagrama<br />
197 páginas, 16, 90 euros<br />
50 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 51
El misterio del lector que no aguantaba a Edmund Cripsin<br />
Qué daño ha hecho la<br />
época victoriana en la<br />
psique británica; si no,<br />
que se lo digan a Robert<br />
Bruce Montgomery, más<br />
conocido por su pseudónimo Edmund<br />
Crispin (Chesham Boils, 1921). El inglés<br />
es sin duda conocido por ser el cerebro<br />
tras las intrincadas aventuras del crítico<br />
literario venido a detective Gervase<br />
Fen, un álter ego sherlockholmiano de<br />
mediados del siglo xx que monopoliza<br />
la producción literaria de Crispin. Y es<br />
que la franquicia protagonizada por<br />
este desastroso, inteligente y cargante<br />
profesor de universidad catapultó la fama<br />
de Crispin, haciéndole un indispensable<br />
en las bibliotecas de los amantes del<br />
género detectivesco.<br />
El misterio de la mosca dorada<br />
(1944) fue el primero de los muchos<br />
casos protagonizados por Fen. En este<br />
el investigador se ve envuelto en el<br />
clásico crimen pasional: mujer joven<br />
de gran apetito sexual es asesinada y un<br />
puñado de perfectos gentlemen ingleses<br />
e inocentes damiselas victorianas<br />
andan bajo sospecha. El contexto de la<br />
obra es por supuesto uno que el joven<br />
Crispin conocía de primera mano: una<br />
compañía teatral a punto de estrenar<br />
en Oxford. Y es que no en vano Crispin<br />
había sido un prolífico estudiante de<br />
literatura en la famosa universidad<br />
de Oxford, especializado además en<br />
el campo teatral. Crispin se decanta<br />
en esta obra por un caso de “cuarto<br />
cerrado”, aquel en el que aparentemente<br />
el crimen es imposible, de haberse<br />
producido. El autor empleará y gastará<br />
esta estructura en sus futuras novelas —<br />
de hecho no hay ninguna en la que no<br />
tome esta estrategia argumental—. Si<br />
funciona bien comercialmente, ¿por qué<br />
cambiarlo? Sin embargo Crispin no es<br />
solo una versión masculina de Agatha<br />
Christie: al autor también le preocupaba<br />
la inclusión de la “alta cultura” (sea lo que<br />
sea eso) en las novelas comerciales. Algo<br />
muy loable si no fuera por el extraño<br />
concepto de “cultura” que caracterizaba<br />
a Crispin. Si bien autores como Friedrich<br />
Dürrenmatt, exponente principal<br />
de la novela negra suiza, consiguió<br />
combinar un género comercial con ideas<br />
o mensajes imbuidos en el concepto<br />
moderno de “alta cultura”, no ocurre lo<br />
mismo con Crispin. Este conceptualiza<br />
esta fusión como el uso de un montón<br />
de referencias literarias que tienen poco<br />
o nada que ver con la trama. Ninguno de<br />
los personajes que en algún momento<br />
tienen la palabra en la novela, sin<br />
importar su estatus social y educación,<br />
para de citar frases extraídas de obras<br />
de teatro isabelinas o grecolatinas.<br />
Desde luego Crispin quería deleitarnos<br />
a todos con sus amplios conocimientos<br />
enciclopédicos y vaya si lo consiguió,<br />
si juntáramos todas las referencias a<br />
obras de Shakespeare podríamos no solo<br />
disfrutar de una novela de detectives<br />
sino también de una versión extendida<br />
y comentada de Rey Lear. Detrás de las<br />
tramas hechas con escuadra y cartabón<br />
y la pedantería innecesaria de La mosca<br />
dorada se esconde sin embargo el secreto<br />
de su éxito. Las novelas de Crispin nos<br />
trasladan a un mundo victoriano en la<br />
actualidad, un mundo en el que no existen<br />
las heridas de las guerras mundiales y en<br />
el que la gloria de la revolución industrial<br />
y el imperio perviven y funcionan como<br />
si nunca hubieran caído por su propio<br />
peso. El autor recrea así una imagen<br />
idealizada de un pasado “en el presente”<br />
que hace escapar a los lectores de la<br />
nueva realidad que le espera a la psique<br />
colectiva británica tras la inminente<br />
derrota de las potencias de El Eje.<br />
En definitiva, sería injusto decir<br />
que Crispin no da un toque innovador a la<br />
novela detectivesca, otra cosa es que este<br />
toque tenga algo interesante que ofrecer<br />
al lector. El texto sin embargo es útil para<br />
descubrirnos la personalidad de este<br />
erudito de Oxford, un hombre que nos<br />
muestra unas claras ideas conservadoras<br />
y clasistas (ya desde el principio el autor<br />
nos hace ver que la felicidad está en el<br />
matrimonio y que una alta predisposición<br />
al sexo puede costarte la vida). Con El<br />
misterio de la mosca dorada, Crispin<br />
se vuelve protagonista indiscutible del<br />
resurgimiento de la novela detectivesca<br />
inglesa (imagínense cómo sería el resto<br />
de autores) y a la vez nos proporciona un<br />
buen somnífero para esas noches en las<br />
que parece imposible conciliar el sueño.<br />
Mejor que un Valium, oiga.<br />
Alejandro Rivero<br />
Edmund Crispin, El misterio de la<br />
mosca dorada<br />
Traducción de José C. Valdes<br />
Madrid, Impedimenta<br />
336 páginas, 22,50 euros<br />
52 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 53
El peligroso encanto de la sumisión<br />
Resulta difícil abstraer la<br />
lectura de Sumisión de los<br />
muchos factores externos que<br />
concurren en ella y que han<br />
adelantado la aparición de su versión<br />
española. Me refiero principalmente a la<br />
controvertida personalidad de su autor,<br />
Michel Houellebecq (Reunión, 1958),<br />
una de las figuras intelectuales más activas<br />
de Francia; a sus conflictivas relaciones<br />
con el islamismo radical a raíz de algunos<br />
de sus libros, sobre todo, de Plataforma,<br />
que lo ha llevado a estar en el punto de<br />
vista del terrorismo fundamentalista<br />
(y, de rebote, ha provocado alguna<br />
situación esperpéntica, como su falso<br />
secuestro en Almería, reflejado con<br />
ingenio en su autoficcional película El<br />
secuestro de Michel Houellebecq); y, sobre<br />
todo, la coincidencia del lanzamiento<br />
en Francia de esta novela —que<br />
aborda conflictivamente la relación del<br />
islamismo con los valores republicanos<br />
de una sociedad democrática como<br />
la francesa—, y los atentados en la<br />
redacción del Charlie Hebdo en París, el<br />
pasado enero.<br />
Intelectualmente, Houellebecq es<br />
conocido por representar el nihilismo<br />
más radical, actitud que a veces casa bien<br />
con el arte de la novela. No se detiene<br />
ante ningún elemento sagrado —desde<br />
el punto de vista laico o religioso—<br />
de nuestra sociedad: ni las creencias<br />
religiosas ni el humanismo. Lo sabemos<br />
los lectores de la impresionante trilogía<br />
compuesta por Extensión del campo<br />
de batalla, Las partículas elementales<br />
y Plataforma, que desarbolaron a los<br />
lectores como diagnóstico exacto del<br />
estupor del sujeto de las sociedades<br />
contemporáneas. No da la misma altura La<br />
posibilidad de una isla y, personalmente,<br />
creo que tampoco El mapa y el territorio,<br />
su aclamada última novela, ganadora<br />
del Goncourt. Sumisión estaría quizá<br />
más cerca de estas últimas. En ella,<br />
Houellebecq ensaya el registro distópico<br />
de la política ficción: especula con la<br />
victoria en las elecciones presidenciales<br />
de Francia en 2022 de un partido<br />
islámico moderado que gobernará con<br />
el apoyo del socialismo francés y de la<br />
UMP tras haber derrotado a la extrema<br />
derecha de Marine Le Pen en segunda<br />
vuelta. Los efectos de la islamización de<br />
la sociedad son vistos a través de los ojos<br />
de un escéptico profesor universitario<br />
experto en Huysmans (y la elección de<br />
este escritor de finales del xix no resulta<br />
casual) en un proceso no lejano al<br />
rinocerontismo de Ionesco, en el que él<br />
mismo acabará claudicando. La visión no<br />
es apocalíptica: el modelo de desarrollo<br />
económico de las potencias del Golfo<br />
—Catar, Arabia Saudí— impone sobre<br />
Francia patrones de comportamiento<br />
que no resultan traumáticos y son<br />
aceptados “sumisamente” por la<br />
sociedad —y esta advertencia contra el<br />
peligro de la sumisión es lo mejor de la<br />
novela—: desaparición de la mujer del<br />
espacio público, religiosidad imperativa,<br />
nuevos hábitos en el vestir, depuración<br />
de la universidad…<br />
Desde el punto de vista<br />
estrictamente literario la novela es<br />
poco sólida. Tras un planteamiento<br />
prometedor, los personajes se acartonan<br />
y las situaciones son demasiado<br />
expositivas y esquemáticas, como<br />
corresponde a una novela de tesis. No<br />
termina de resultar creíble la atonía<br />
del protagonista, demasiado tópica, ni,<br />
menos aún, las personalidades de los<br />
demás personajes. Ni siquiera algunas<br />
buenas ideas —como anclar el proceso<br />
islamista en la historia a partir del<br />
referente decimonónico de Huysmans<br />
y sus contemporáneos— la salvan de<br />
cierta pobreza discursiva.<br />
Con todo, ni mucho menos<br />
desaconsejaría su lectura, porque aun<br />
con sus limitaciones intelectuales tiene<br />
capacidad suficiente para suscitar<br />
replanteamientos sobre nuestra<br />
realidad social contemporánea.<br />
Houellebecq ejerce de agitador de<br />
conciencias poniendo sobre la mesa<br />
las contradicciones de las ideologías<br />
tradicionales cuando se enfrentan a<br />
desafíos inusitados. Nada de lo que<br />
incluye la novela es inverosímil, por lo<br />
que las debilidades que desvela deberían<br />
abrir una reflexión sobre el significado de<br />
valores como tolerancia, igualitarismo,<br />
respeto, libertad. No para refutarlos, sino<br />
quizá para reforzarlos y comprender<br />
su complejidad. Houellebecq pasa por<br />
islamófobo, lo que para algunos equivale<br />
a xenófobo. Pero su aldabonazo es un<br />
saludable escepticismo de raigambre<br />
volteriana que recela de las creencias<br />
y de las imposiciones sobre la libertad<br />
individual. No quedan muy bien parados<br />
en su ficción los llamados “identitarios”,<br />
léase nacionalistas, pero más allá de<br />
estos esencialismos, la novela señala<br />
la decadencia intelectual de Francia<br />
y de Europa y su incapacidad para<br />
actualizar los viejos valores republicanos<br />
ante los nuevos retos que acechan a su<br />
identidad ilustrada. Houellebecq es un<br />
explorador de lo que otro ilustre escritor<br />
contemporáneo llamaría las paradojas<br />
terminales de la modernidad, las aporías<br />
de una sociedad posmoderna cautiva de la<br />
debilidad de sus creencias fundacionales.<br />
Fernando Larraz<br />
Michel Houellebecq, Sumisión<br />
Traducción de Joan Riambau<br />
Barcelona, Anagrama<br />
286 páginas, 19,90 euros<br />
54 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 55
Con Las Lecciones Peligrosas<br />
Alissa Nutting (Michigan)<br />
abre el camino por el que<br />
transitar hacia la satisfacción<br />
del deseo. Pero ese deseo ha de escribirse<br />
con mayúsculas, ya que por aliviar el<br />
ansia que provoca, la protagonista,<br />
Celeste Price, es capaz de descender a los<br />
infiernos si es necesario. Aun así, nuestra<br />
profesora de secundaria se preguntará<br />
en más de una ocasión a lo largo de la<br />
novela si ha merecido la pena saciar ese<br />
deseo, asunto que el lector descubrirá a<br />
medida que va avanzando en este viaje<br />
por la inmoralidad más absoluta.<br />
En esta mezcla evocadora de<br />
Jezabel de Irene Nemirovski y Lolita<br />
de Vladimir Nabokov, Celeste vive<br />
obsesionada por mantenerse joven y a sus<br />
veintiséis años combate en una incruenta<br />
guerra contra el paso del tiempo pero<br />
no por lo que todos imaginan sino por<br />
resultar atractiva al objeto de sus desvelos,<br />
los muchachos de catorce años. Y así la<br />
pederastia traspasa el género y el perfil<br />
de personaje con el que se suele vincular<br />
y aparece encarnada en una preciosa e<br />
irresistible joven incapaz de controlar<br />
su obsesión. La repulsión se mezcla<br />
con la simpatía que inspira el personaje<br />
al verse envuelto en una trama que<br />
resulta escandalosamente entretenida y<br />
altamente adictiva. La novela está escrita<br />
Deseo y pedagogía<br />
con un estilo inmediato y procaz tan<br />
gráfico y sensorial que parece increíble<br />
que alguien se atreva a escribir así. No<br />
escatima en descripciones médicamente<br />
anatómicas y llenas de detalles escabrosos<br />
aderezados con un humor delirante y<br />
una sutil ironía.<br />
Nutting desafía los estereotipos<br />
de género y por fin una mujer encarna<br />
las mismas necesidades fisiológicas que<br />
algunos hombres que son incapaces de<br />
sentirse atraídos sexualmente por mujeres<br />
de más de quince años. Su personaje<br />
plantea un nuevo acercamiento hacia<br />
cuestiones sexuales en las que la mujer<br />
ha tenido que soportar socialmente el<br />
desprecio del hombre a medida que<br />
esta iba envejeciendo y dejando de ser<br />
atrayente. Esta novela expone de un<br />
modo descarnado las infinitas visiones<br />
de la sexualidad femenina, de lo que<br />
realmente puede apetecerle a una mujer<br />
que no se ciñe a las normas.<br />
Como Jean-Baptiste Grenouille en<br />
El Perfume, la necesidad física impregna<br />
el aire alimentando una obsesión que<br />
hay que saciar imperiosamente. Celeste<br />
dirá, cautiva de su anhelo, que al final del<br />
día el aroma a feromonas se fijaba en las<br />
paredes del aula como pintura fresca y<br />
le producía mareos. En su enfermedad<br />
se reconoce como enferma al no querer<br />
tener hijos porque, por un lado, su<br />
bonita figura se estropearía y, por el otro,<br />
porque podría cometer incesto cuando<br />
su hijo alcanzara la pubertad. Celeste<br />
es consciente en todo momento de su<br />
necesidad malsana que, al contrario<br />
que en Lolita, no está en absoluto<br />
emparentada con el afecto. Ella no está<br />
enamorada de sus presas: “De repente<br />
caí en la cuenta de que el chico tendría<br />
que irse a vivir con su madre. ¿Me<br />
quedaría tiempo para conseguir entablar<br />
una relación plena con otro alumno<br />
antes de las vacaciones de verano?”.<br />
Celeste solo piensa en deshacerse de su<br />
víctima en cuanto no le sirva porque<br />
haya crecido un poco y no pretende<br />
ningún tipo de vínculo con los niños<br />
más allá del puramente físico temporal.<br />
Disocia perfectamente el sexo del amor.<br />
En realidad no ama a nadie, solo quiere<br />
satisfacer una necesidad física, utiliza a su<br />
marido porque es rico y así, le concede lo<br />
que ella entiende como favores sexuales<br />
para aplacar su creciente desconfianza<br />
en ella. Es una depredadora fría,<br />
manipuladora y sin sentimientos que se<br />
deja llevar sin pudor ni remordimientos<br />
morales por un hedonismo desquiciado<br />
en pos de aplacar su voraz apetito sexual.<br />
La novela nos acerca al ámbito<br />
de la pubertad en los institutos de<br />
secundaria, al interior de un claustro<br />
repleto de personajes anodinos y, en<br />
definitiva, a un mundo que se percibe<br />
como aburrido y poco excitante hasta<br />
que Celeste Price lleva consigo la locura<br />
de vivir como un animal insaciable al<br />
que las consecuencias le preocupan<br />
pero hará lo que sea para mantener<br />
el placer como prioridad. Después de<br />
Las Lecciones Peligrosas nadie volverá a<br />
mirar a la profesora de literatura inglesa<br />
como a un ser inocente y asexuado.<br />
María Luisa Suárez Marín<br />
Alissa Nutting, Las lecciones<br />
peligrosas<br />
Traducción de Cecilia Ceriani<br />
Barcelona, Anagrama<br />
320 páginas, 19,90 euros<br />
56 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 57
La brutalidad silenciada del frente<br />
Cuando se habla de la<br />
Segunda Guerra Mundial,<br />
solo se nombran fechas,<br />
batallas, características<br />
y personalidades importantes. Sin<br />
embargo, son muchas las historias<br />
que encierran conflictos como este,<br />
historias reales y tan duras que pocas<br />
veces llegan a ver la luz. Gracias a Una<br />
mujer en el frente se da voz al drama que<br />
asoló la ciudad transilvana de Kolozsvár<br />
durante esa fatídica guerra. Alaine Polcz<br />
(Kolozsvár, 1922), relata en esta novela<br />
su primer matrimonio con un hombre<br />
egoísta y autoritario. El conflicto bélico<br />
les separa y ella se convierte en una<br />
víctima de los dos bandos. Una mujer<br />
en el frente se convierte así en un claro<br />
homenaje a todas las mujeres que<br />
sobrevivieron a esta guerra, en la que las<br />
violaciones y las vejaciones no parecían<br />
terminar con el paso de los días. La<br />
voz de Polcz refleja la esperanza y la<br />
valentía con la que se enfrentó a varias<br />
situaciones durante aquellos duros<br />
meses. Aparte, es importante destacar<br />
que Una mujer en el frente se publicó en<br />
el año 1991, en el momento en el que las<br />
tropas rusas estaban abandonando este<br />
territorio que actualmente pertenece a<br />
Rumanía. Esta novela consiguió en ese<br />
momento el perdón del embajador ruso,<br />
pero también alivió a todas aquellas<br />
que padecieron violaciones y abusos<br />
por parte de ambos bandos. Tal y como<br />
contó la propia autora antes de fallecer<br />
en el año 2007, esta obra nació de una<br />
grabación con la que intentaba ayudar a<br />
una amiga que estaba sufriendo por un<br />
desengaño amoroso. Relatar su primer<br />
amor durante la guerra consiguió que<br />
esta autora creara una novela sincera y<br />
real donde el papel de la mujer cobra una<br />
especial importancia.<br />
Alaine se casó con János en 1944.<br />
Ya desde el comienzo de la novela se<br />
percibe que este matrimonio no nace<br />
de un amor mutuo, puesto que János<br />
no actúa como un hombre enamorado.<br />
Este ni siquiera se muestra como una<br />
persona respetuosa con su mujer. Poco<br />
después, llegan los soldados a la ciudad<br />
y comienza un caos en el que sus vidas<br />
se separan irremediablemente. Lo más<br />
impactante de la lectura es el recuerdo<br />
la violencia que sufrían las mujeres<br />
durante el conflicto. Con gran nitidez,<br />
la autora habla de todas las violaciones<br />
y de los abusos a los que tenían que<br />
enfrentarse para conseguir comida o,<br />
simplemente, para sobrevivir. A raíz<br />
de estas vejaciones, muchas jóvenes<br />
padecieron múltiples enfermedades<br />
de transmisión sexual, graves heridas<br />
internas, embarazos no deseados, etc.<br />
Aparte de toda esta brutalidad, hay que<br />
añadir que vivían encerradas en lugares<br />
lúgubres donde ni siquiera podían<br />
cubrir sus necesidades más primarias.<br />
Todos estos recuerdos, mezclados con<br />
las muertes y con las desapariciones,<br />
configuran un cruel relato que no se<br />
suele contar en los libros de Historia.<br />
Pese a todo este sufrimiento que aún<br />
se percibe hoy en día en Transilvania,<br />
territorio dividido durante esos años<br />
entre Hungría y Rumanía, Polcz aporta<br />
esperanza y optimismo en su novela.<br />
Recuerda con especial cariño a la madre<br />
de János, con la que sufrió muchos de<br />
los abusos, pero también añora, por<br />
ejemplo, a algunos animales que le<br />
proporcionaban calor en las noches<br />
más frías. Aunque sufrió un intenso<br />
dolor en ese momento, es una mujer<br />
que supo enfrentarse a las adversidades<br />
y salir adelante con sus limitaciones.<br />
Son muchas las novelas que hablan<br />
de guerras y de conflictos similares a<br />
este, pero Una mujer en el frente consigue<br />
conmover y aportar otra versión de la<br />
Segunda Guerra Mundial. Mientras<br />
que ambos bandos se disputaban el<br />
territorio, las vejaciones y la pobreza<br />
asolaba a una comunidad que ya no<br />
entendía ni de religiones ni de buenos<br />
o malos. Polcz consiguió sobrevivir y<br />
licenciarse en Psicología, pese a que<br />
la guerra le arrebató la posibilidad de<br />
ser madre, aparte de haberla separado<br />
para siempre de familiares y amigos. La<br />
lectura de esta novela es imprescindible<br />
para comprender el conflicto desde<br />
dentro, aunque en esta se muestre como<br />
un pequeño “fresco privado pintado en<br />
el muro de la Historia mundial”.<br />
Paula Mayo<br />
Alaine Polcz, Una mujer en el frente<br />
Traducción de Éva Cserháti y<br />
Carmina Fenollosa Escuder<br />
Cáceres, Periférica<br />
235 páginas, 19,50 euros<br />
58 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 59
Réquiem por el periodismo<br />
En el imaginario periodístico<br />
español ocupan un destacado<br />
lugar las portadas del ABC,<br />
salvoconducto de tal periódico<br />
cuyo director en aquel entonces,<br />
Luis María Anson, estaba decidido a<br />
socorrer. Estas se caracterizaban por<br />
el sensacionalismo; eran llamadas de<br />
atención al cliente, productos a medio<br />
camino entre el afán por informar y la<br />
mofa. Otro ejemplo puede ser El Mundo<br />
guiado por el arpón de Pedro J., que<br />
llegó a ser el altavoz de una ficción o<br />
enjambre de mentiras para evitar perder<br />
unas elecciones.<br />
No siempre llega la flecha<br />
a la diana. Tampoco en el caso de<br />
Braggadocio, el personaje de Número<br />
cero que decide fundar un periódico a<br />
todas luces amarillista. Recluta a varios<br />
individuos, “hombres sin atributos”,<br />
como diría Robert Musil; entre ellos, el<br />
protagonista y narrador de la historia<br />
es Colonna, un inadaptado que no<br />
encuentra su camino. No es desde luego<br />
una persona crítica, al contrario: acata<br />
sumisamente las órdenes de su nuevo<br />
jefe, aunque estas se alejen de lo moral.<br />
La parte fundacional es sin duda la<br />
más interesante de la novela: en ella se<br />
esbozan técnicas de redacción cuyo fin es<br />
la manipulación del lector y la escritura<br />
al servicio de la polémica. La premisa es<br />
la siguiente: “Los periódicos mienten,<br />
los historiadores mienten, la televisión<br />
hoy miente”. A partir de ahí, todo vale.<br />
Por ejemplo, cómo convertir las noticias<br />
en hechos. Los reporteros deberán<br />
entrecomillar dos opiniones expresadas<br />
por anónimos, así, estas se contrastarán<br />
y dará una capa de barniz objetivo al<br />
texto. “La astucia está en entrecomillar<br />
primero una opinión trivial, luego otra<br />
opinión, más razonada, que se parece<br />
mucho a la opinión del periodista. De<br />
este modo el lector tiene la impresión de<br />
que se le informa sobre dos hechos pero<br />
se ve inducido a aceptar una sola opinión<br />
como la más convincente”. Además, el<br />
lector se identificará probablemente con<br />
el que apunta a un responsable.<br />
Otro ejemplo puede ser la<br />
importancia, en aras de la credibilidad,<br />
de citar nombres de personas famosas.<br />
“Ya solo los nombres de estos personajes<br />
harían noticia”, dice un miembro de la<br />
redacción. Desde luego, con solo dar<br />
un paseo a las secciones de opinión de<br />
muchos periódicos, se puede comprobar<br />
esa tendencia a referirse a personas y<br />
no solo eso, sino a poner en negrita los<br />
nombres, como reclamo de atención o si<br />
como si un nutrido corpus de nombres<br />
asegurara un buen artículo.<br />
Hay un breve pasaje en el que<br />
se menciona la necesidad de incluir<br />
unas páginas sobre cultura, pero no<br />
por sus lectores, sino por aquello del<br />
capital simbólico. Pero, claro, hay que<br />
darle una orientación sensacionalista.<br />
Si los empleados van a entrevistar a<br />
un escritor, le deben intentar sonsacar<br />
alguna “malignidad” sobre los otros<br />
concursantes; si la historia que han<br />
publicado es de amor, el foco deberá<br />
ponerse en la vida personal del autor. En<br />
cuanto a las reseñas, se dice lo siguiente:<br />
“¿quién se lee los libros que reseñan los<br />
periódicos? No suele hacerlo ni quien<br />
hace la reseña; y demos gracias a Dios<br />
si el autor se ha leído su libro, la verdad,<br />
ante ciertos libros se diría que no lo ha<br />
hecho”.<br />
El interés del libro comienza a<br />
decaer cuando el director se obsesiona<br />
con la posible farsa de la muerte de<br />
Mussolini. Considera que no murió<br />
realmente y que no es él quien aparece<br />
retratado en la famosa foto testimonial,<br />
sino que ha habido un complot: el<br />
dictador fascista huyó; quien murió fue<br />
un doble. Este relato aporta un tono de<br />
novela histórica, bastante alejado de la<br />
intriga de El nombre de la rosa. Y no solo<br />
eso: se desarrolla el típico y demasiado<br />
previsible amorío entre una trabajadora<br />
del periódico y el protagonista. Aquí<br />
tenemos, una vez más, al único personaje<br />
mujer de la novela, actante de adorno,<br />
contrapunto del corrompido mundo<br />
que viene, como un ángel de la historia<br />
benjaminiano, a redimir al hombre.<br />
Esta historia está demasiado manida.<br />
Salvando lo anterior, o sea, la<br />
mitad de la novela, el libro no está del<br />
todo mal. La traducción es buena,<br />
exceptuando errores como el queísmo<br />
de “acuérdate que tenía que decidir<br />
qué se haría con el Duce” y la falta de<br />
concordancia de “hace falta dinero y una<br />
buena organización”. Sin embargo, y no<br />
porque este año se celebre el centenario<br />
del nacimiento del gran Orson Welles,<br />
si queréis asistir a la fundación de un<br />
periódico a veces kafkiano, no dudéis en<br />
ver Ciudadano Kane (1941).<br />
Sofía González Gómez<br />
Umberto Eco, Número cero<br />
Traducción de Helena Lozano<br />
Millares<br />
Barcelona, Lumen<br />
224 páginas, 20,90 euros<br />
60 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 61
Caitlin Moran (Brighton,<br />
1975) ha escrito Cómo se<br />
hace una chica, segunda<br />
parte de su trilogía tras Cómo<br />
ser mujer y predecesora de otra, todavía<br />
inédita, en la que la protagonista formará<br />
un partido político que realmente<br />
cambie las cosas. En esta novela,<br />
Johanna Morrigan relata, a través de una<br />
sucesión de anécdotas, cómo transcurre<br />
su adolescencia en Wolverhampton, una<br />
ciudad obrera deprimida situada en las<br />
Midlands Occidentales: este contexto<br />
hace que la lucha de clases esté presente<br />
en el discurso de la narradora a lo largo<br />
de toda la novela. Johanna empieza su<br />
relato con catorce años y lo termina con<br />
diecisiete. Al principio, su vida es un<br />
desastre: no tiene amigos, vive en una casa<br />
de protección oficial llena de hermanos<br />
y sus padres sobreviven gracias a las<br />
ayudas sociales. El futuro de Johanna<br />
es poco prometedor y está abocado a<br />
repetir los mismos pasos que llevaron<br />
a sus padres a ser unos fracasados.<br />
Pero la protagonista es una chica que<br />
se hace a sí misma y, con su tenacidad y<br />
esfuerzo, consigue entrar en el exclusivo<br />
e inaccesible mundo de la música y<br />
comienza a escribir reseñas sobre grupos<br />
musicales en una prestigiosa revista<br />
londinense. Asistiremos al desarrollo<br />
como persona de esta chica sola en un<br />
mundo de hombres y sin ningún bagaje<br />
Sexo, drogas y rock and roll<br />
cultural ni económico ni experiencia<br />
vital más allá de la anodina vida en su<br />
barrio.<br />
Se trata de una novela de<br />
aprendizaje en la que nuestra “Simplicius<br />
Simplicisimus” firma con un pseudónimo,<br />
Dolly Wilde, y hace continuo alarde de<br />
su chabacanería lingüística en su periplo<br />
hacia la independencia económica y la<br />
realización personal. La historia agiliza<br />
su ritmo cuando la protagonista cumple<br />
los dieciséis años y se da cuenta, a<br />
través de las canciones de las Riot Grrrl<br />
(guerreras rockeras), de que las mujeres<br />
pueden expresarse igual que los hombres<br />
y no tienen que hablar solo para resultar<br />
interesantes ante ellos. El relato de<br />
su iniciación en el sexo es demasiado<br />
minucioso y vulgar, un mero medio<br />
para saber más y poder hacer alusiones<br />
sexuales en sus críticas musicales, lo cual<br />
puede resultar inverosímil al igual que<br />
las charlas que mantiene con su hermano<br />
en las que no escatima detalles de mal<br />
gusto al hablarle de sus encuentros con<br />
diferentes hombres.<br />
Lo que podría interpretarse como<br />
lenguaje políticamente incorrecto que<br />
desafía lo que se espera de una mujer<br />
no es más que una manera de captar<br />
la atención del lector, que se da cuenta<br />
con temor de que en un momento<br />
dado la protagonista se quiere hacer<br />
experta en sadomasoquismo, por no<br />
mencionar el decálogo de cómo ejecutar<br />
correctamente una felación. El uso de la<br />
elipsis habría sido más apropiado. Sin<br />
embargo, predomina un humor grosero<br />
y rudimentario. La autora pretende<br />
plantear la situación sexual de la mujer a<br />
fines del siglo xx cuando, según Moran,<br />
el orgasmo femenino y el placer de la<br />
mujer se relegaban a un segundo plano en<br />
favor del goce masculino. Los personajes<br />
masculinos de la novela con los que<br />
Johanna mantiene relaciones sexuales<br />
aparecen sin matices ni excepciones<br />
como ignorantes y egoístas, desprovistos<br />
de cualquier interés por el placer de la<br />
mujer. Plantea cuáles eran las preguntas<br />
de las adolescentes de la época y cómo<br />
al no existir internet toda la información<br />
sexual que obtenían era a través de<br />
revistas que no estaban especializadas en<br />
sexo pero que lo trataban como tema de<br />
fondo.<br />
En la tercera parte, la protagonista<br />
se da cuenta de que se ha anulado<br />
totalmente por complacer a otros y se<br />
promete ser más asertiva en lo sucesivo.<br />
Es al final de la novela cuando Johanna<br />
recupera su dignidad y es consciente<br />
de que ha sido una cínica incapaz de<br />
escribir críticas creativas, no sin antes<br />
cumplir fielmente con el único tópico de<br />
la adolescencia todavía no mencionado,<br />
al autolesionarse en el último capítulo. Y<br />
cuando parecía que no podía ser peor,<br />
la novela se convierte en un libro de<br />
autoayuda para padres desnortados y<br />
adolescentes conflictivos. Representa en<br />
la teoría un modelo de feminismo capaz<br />
de verbalizarlo todo, que se regodea en<br />
lo escatológico y lo procaz sin que haya<br />
una justificación ideológica.<br />
María Luisa Suárez Marín<br />
Caitlin Moran, Cómo se hace una<br />
chica<br />
Traducción de Gemma Rovira<br />
Barcelona, Anagrama<br />
395 páginas, 19,90 euros<br />
62 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 63
Curioso viaje por el mundo literario<br />
El hecho de que la editorial<br />
Periférica haya editado El<br />
bibliótafo se debe a que esta<br />
novela es un clásico de la<br />
literatura norteamericana publicado<br />
por primera vez en 1898 y que,<br />
sorprendentemente, había permanecido<br />
inédito en español hasta hace pocos<br />
meses. El autor es el profesor, editor y<br />
crítico norteamericano Leon H. Vicent<br />
(Chicago, 1859-1941). Esta novela sigue<br />
la línea de su breve carrera como escritor<br />
y erudito, ya que su producción ha<br />
girado siempre en torno a la literatura.<br />
Así, podemos destacar, por un lado,<br />
American Literary Masters (1906), donde<br />
recoge diversos ensayos de autores como<br />
Edgar Allan Poe o Walt Whitman, entre<br />
otros; por otro lado, destaca por sus<br />
trabajos como estudioso de numerosos<br />
escritores, principalmente británicos.<br />
El protagonista de la novela es<br />
un sujeto curioso y muy especial, un<br />
coleccionista de libros que tiene tal<br />
afición por ellos, que hasta los convierte<br />
en el centro de su existencia. De ahí<br />
que el tema principal de la novela sea<br />
la literatura y las reflexiones que el<br />
protagonista va haciendo de los libros.<br />
El texto se estructura en tres capítulos<br />
distintos y relacionados entre sí. El<br />
primero de ellos, “Retrato no del todo<br />
imaginario”, presenta al protagonista<br />
de la historia y va dejando ver algunas<br />
peculiaridades como sus explicaciones a<br />
por qué acumular tantos libros y cómo es<br />
él en su relación con el resto de personas.<br />
Puede resultar relativamente densa<br />
debido a los datos que el autor, por sus<br />
conocimientos de literatura, proporciona<br />
sobre varias novelas, ensayos y autores.<br />
El segundo capítulo, “El bibliótafo:<br />
amigos, agendas y depósitos”, es más<br />
interesante y constituye el centro de la<br />
historia. A partir del uso de la tercera<br />
persona en la narración, el autor permite<br />
al lector participar de un viaje, tal y como<br />
el bibliótafo hace para conseguir sus<br />
ejemplares. El narrador, además, por su<br />
cercanía hace que nos veamos sumidos<br />
en una historia peculiar y divertida que<br />
mantiene la intriga durante toda la lectura<br />
descubriendo aventuras y tramas que va<br />
hilando el personaje para llegar siempre<br />
al objetivo de almacenar las obras: la<br />
historia de los libros que recoge no es lo<br />
que le llena, sino que su fin es tratar de<br />
saber qué hay detrás de cada ejemplar,<br />
cuál es la historia que le envuelve de<br />
manera externa más que el argumento.<br />
Finalmente, en la tercera parte, “Palabras<br />
finales sobre el bibliótafo”, se termina<br />
presentando al protagonista no solo<br />
como un simple coleccionista, sino<br />
también como creador de álbumes y<br />
libros que contienen miles de imágenes,<br />
notas, comentarios y verdades que él va<br />
descubriendo sobre los documentos que<br />
le interesan y que va encontrando.<br />
Nos encontramos ante una historia<br />
breve, objetiva y que conscientemente<br />
renuncia a la verosimilitud, con<br />
descripciones complejas y detalladas,<br />
sobre todo en la descripción del<br />
personaje principal. Este adquiere una<br />
dimensión propia y no sabremos nunca<br />
si verdaderamente se trata de un sujeto<br />
que ha sido real, y verdaderamente es<br />
una persona que ha inspirado al autor al<br />
escribir la historia, o imaginario, ya que<br />
el autor viene a decirnos, antes de poner<br />
punto y final a esta historia, que nunca<br />
nadie ha entrado en el lugar donde él<br />
está con sus libros, “cajas de libros salen<br />
de forma misteriosa […] y se dirigen a<br />
ese remoto y casi inaccesible pueblo”,<br />
pero lo que sí sabremos es que sí existen<br />
personas capaces de amar los libros y<br />
que no solo se dejan envolver por sus<br />
historias y que van más allá.<br />
“El bibliótafo era fiel a las<br />
tradiciones de la hermandad del<br />
coleccionismo de libros en el sentido<br />
de que leía poco. Su conocimiento del<br />
mundo provenía directamente de la vida,<br />
no estaba ‘filtrado por los libros’, como<br />
dijo Johnson de cierto pintor irlandés<br />
al que conoció en Birmingham. Pero el<br />
bibliótafo era un tremendo devorador de<br />
catálogos de libros”.<br />
Andrea Merino<br />
Leon H. Vincent, El bibliótafo<br />
Traducción de Ángeles de los Santos<br />
Cáceres, Periférica<br />
112 páginas, 14,75 euros<br />
64 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 65
El camino hacia la máxima<br />
perversión del ser humano<br />
puede iniciarse con el gesto<br />
más inocente. Sé dónde estás,<br />
la primera novela de la estadounidense<br />
Claire Kendal (California), demuestra<br />
que el cuento infantil puede llegar a<br />
formar parte del thriller psicológico.<br />
Clarissa, una joven administrativa<br />
que acaba de sufrir una difícil ruptura<br />
amorosa con un hombre casado, cae en<br />
los brazos de un misterioso profesor de<br />
la Universidad de Bath llamado Rafe.<br />
La afición que muestran ambos por<br />
los cuentos de hadas les une desde su<br />
primer encuentro. Sin embargo, resulta<br />
paradójico que sean estos cuentos<br />
ingenuos y aparentemente inofensivos<br />
los que conduzcan a la joven hacia la<br />
indefensión absoluta. De hecho, uno<br />
de los aspectos que han contribuido al<br />
éxito de esta novela es la credibilidad y<br />
naturalidad que se encuentran entre sus<br />
páginas. Clarissa consigue sumergir al<br />
lector en una angustia total a la vez que<br />
transmite su propia inseguridad frente a<br />
una situación violenta. Este perturbador<br />
thriller consigue huir de los clichés<br />
propios del género y acercarse al acoso,<br />
que desgraciadamente logra traspasar la<br />
ficción.<br />
En los cuentos tradicionales es<br />
frecuente leer la historia de una joven<br />
Érase un vez... un thriller<br />
muchacha que vive martirizada por<br />
un malvado villano y que tiene que<br />
ser rescatada al final por un apuesto y<br />
valiente héroe. Este sencillo argumento<br />
consigue inspirar claramente a<br />
Kendal, aunque la autora va más allá y<br />
construye una novela compleja donde<br />
los pensamientos y las acciones de los<br />
personajes van más allá. La joven Clarissa<br />
es inocente, sensible y llega a mostrar<br />
culpabilidad ante el violento acoso que<br />
sufre a lo largo de toda la trama. Sin<br />
embargo, también es una mujer decidida,<br />
inteligente e independiente que está<br />
tratando de liberarse de su sumisión<br />
sin la colaboración de nadie. Rafe es<br />
presentado como un hombre perverso,<br />
perturbado y desequilibrado que logra<br />
incomodar al lector en cualquiera de sus<br />
intervenciones. De esta forma, el cuento<br />
de hadas tradicional se convierte en algo<br />
terrorífico donde la ingenuidad infantil<br />
da paso a un acoso sexual asfixiante. Esto<br />
puede apreciarse en la cita que precede<br />
a la novela del cuento “Barba Azul” de<br />
Charles Perrault: en ella, se presenta<br />
ya un ambiente tenso y obsesivo que<br />
caracteriza al opresor. Paralelamente es<br />
interesante percibir la forma en la que<br />
Kendal consigue intercalar la tercera<br />
persona con la primera persona a lo<br />
largo de todo el relato, lo que ayuda sin<br />
duda a transmitir tanto la perspectiva de<br />
la acosada como la perspectiva de todo<br />
aquello que la rodea. Aunque el final de<br />
la relación entre Clarissa y Rafe puede<br />
resultar predecible, el desenlace de la<br />
novela sorprende y en él se logra hallar<br />
un punto de serenidad y tranquilidad<br />
que no se había sentido en ninguna de<br />
las partes de la novela. Quizás lo más<br />
negativo de este thriller sea su ritmo, que<br />
se mantiene lento y pausado, lo que, al<br />
no presentar grandes giros argumentales<br />
hasta su abrupto final puede resultar<br />
tedioso para un lector que no esté<br />
familiarizado con este género.<br />
Sé dónde estás logra mostrar<br />
al lector contemporáneo peligros que<br />
acechan al ser humano en su vida<br />
cotidiana. Por último, puede destacarse<br />
la escasa ayuda que recibe la protagonista<br />
por parte del resto de la sociedad, siendo<br />
esta reflexión uno de los conflictos que<br />
presenta la novela. Kendal consigue<br />
realizar una crítica directa dirigida a<br />
todos aquellos que, frente a una situación<br />
de acoso, no son capaces de defender a la<br />
víctima o tenderle su mano. La historia<br />
de Clarissa es un fiel reflejo de una<br />
situación que viven miles de mujeres en<br />
todo el mundo, convirtiéndose así en un<br />
grito de socorro que pretende calar en<br />
cualquiera que conozca su historia. En<br />
una sociedad en la que el acoso sexual,<br />
la violencia de género o incluso el acoso<br />
escolar se suceden a diario, la ayuda que<br />
se pueda prestar a la víctima se convierte<br />
en algo imprescindible y determinante<br />
para finalizar con este cuento que aún<br />
no ha acabado.<br />
Paula Mayo<br />
Claire Kendal, Sé dónde estás<br />
Traducción de Jaime Zulaika<br />
Barcelona, Anagrama<br />
368 páginas, 19,90 euros<br />
66 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 67
La editorial Libros del Asteroide<br />
ha traído como novedad este<br />
mes de septiembre la última<br />
novela del escritor, columnista<br />
y guionista sueco Martin Suter (Zúrich,<br />
1948), quien trabajó como publicista<br />
y director creativo hasta el año 1991,<br />
momento a partir del cual se decantó<br />
por el mundo de las letras. Tras escribir<br />
y publicar otras novelas de misterio,<br />
entre las que destacan Qué pequeño es el<br />
mundo (1997), Lila, Lila (2004), El diablo<br />
de Milán (2008), El último Weynfeldt<br />
(2008) o El cocinero (2010), Suter deleita<br />
al público, una vez más, con una obra<br />
que tiene como ingrediente principal el<br />
suspense, creando una atmósfera que<br />
envuelve al lector desde las primeras<br />
líneas, donde la acción es la protagonista,<br />
tal y como ocurre en la mayoría de sus<br />
novelas.<br />
Montecristo se ambienta en Suiza,<br />
la cual es descrita, casi inadvertidamente,<br />
a la vez que el autor centra su atención<br />
en la historia de Jonas Brand, un hombre<br />
sueco de treinta y siete años, divorciado,<br />
cuya aspiración en la vida es ser director<br />
de cine. Sin embargo, y muy a su pesar,<br />
se convierte en un videorreportero que<br />
trabaja para distintas cadenas y programas<br />
de televisión, lo que le distancia, cada vez<br />
más, de su meta. Por ello, Brand ejerce<br />
esta profesión sin especial ambición,<br />
Defender y morir<br />
pues además está convencido de que<br />
ese trabajo es solo temporal, dejando así<br />
toda su energía para los diversos guiones<br />
cinematográficos que ha ido escribiendo<br />
hasta el momento, los cuales han sido<br />
siempre rechazados. No obstante, con<br />
su último proyecto de largometraje,<br />
titulado Montecristo, está especialmente<br />
contento, pues cree que podría llegar a<br />
ser un éxito internacional. Sin embargo,<br />
no todo le irá bien a este hombre<br />
peculiar, pues el protagonista de esta<br />
trama se verá envuelto en un peligro<br />
inminente originado por un mundo,<br />
hasta entonces desconocido, en el que se<br />
verá inmerso. Cuando el tren en el que<br />
viaja se detiene inesperadamente debido<br />
a un accidente, la muerte de un pasajero<br />
que cae a las vías, Jonas Brand no duda<br />
en coger su cámara y grabarlo todo. Poco<br />
tiempo después presencia la existencia<br />
de dos billetes de cien francos iguales,<br />
en los que coincide hasta el número<br />
de serie, lo que es, a simple vista, un<br />
hecho imposible. Así, estos dos hechos<br />
que, aparentemente, no parecen tener<br />
ninguna relación, acabarán teniendo<br />
una extraña relación. Una conexión que<br />
Brand tendrá que descubrir y revelar, lo<br />
que le acercará al lado más oscuro de los<br />
negocios, llegando a ser una amenaza<br />
para el propio Estado.<br />
En un ambiente de poder, muerte<br />
y dinero, en el que destacan los negocios<br />
turbios, Jonas Brand tendrá que recurrir<br />
a métodos poco convencionales para<br />
conocer la verdad sobre esa trama<br />
criminal que amenaza con poner en<br />
peligro todo cuanto hay en su vida y así<br />
poder salvarse. Junto a Max Gantmann,<br />
un famoso y reputado periodista<br />
de economía, y a Marina Ruiz, una<br />
mujer que trabaja en una agencia de<br />
prensa, intentará llegar al final de ese<br />
inexplorado mundo hostil del cual es<br />
tarde para escapar, pues tiene que llegar<br />
hasta el final.<br />
Dentro de la narrativa de suspense<br />
este thriller no se queda atrás, pues ofrece<br />
al lector una buena perspectiva sobre qué<br />
ocurre en los entornos más sombríos,<br />
contada a partir de una sensacional<br />
historia. Introduciéndose en el sistema y<br />
el funcionamiento de los entresijos más<br />
oscuros que conforman los pilares de un<br />
país, Martin Suter expone una agresiva<br />
actitud adoptada ante lo inexplorado,<br />
de lo cual nadie sabe nunca nada. Una<br />
vez más este autor, uno de los maestros<br />
europeos de la novela de suspense, cala<br />
en el lector con esta historia rodeada de<br />
un halo de expectación y misterio que<br />
rodea al protagonista. No es de extrañar,<br />
por tanto, que este famoso escritor sueco<br />
esté entre los autores que mejores críticas<br />
han recibido. Un relato sensacional y<br />
delicado, con unos personajes ricos en<br />
matices es lo que ofrece el exitoso Suter a<br />
su leal público.<br />
Noelia Izquierdo<br />
Martin Suter, Montecristo<br />
Traducción de Rosa Pilar Blanco<br />
Barcelona, Libros del Asteroide<br />
320 páginas, 19,95 euros<br />
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Presente vacío, futuro baldío<br />
Parece una constante obligatoria<br />
para el correcto paso del tiempo<br />
esa incertidumbre que se aloja<br />
en la mente colectiva y que<br />
vaticina la decadencia que trae consigo<br />
todo final de siglo. Sin presente, la última<br />
novela del escritor francés Lionel Tran<br />
(Vaulx-en-Velin, 1971), pone a nuestro<br />
alcance una visión completamente<br />
depresiva y cruda de la realidad que<br />
rodea a los jóvenes protagonistas de esta<br />
novela en la que salen a relucir ideas e<br />
intuiciones contemporáneas desde una<br />
perspectiva narrativa tan underground<br />
que los propios cimientos de la<br />
sociedad moderna se tambalean ante un<br />
testimonio tan pesimista y descarnado.<br />
La obra sumerge al lector en la<br />
Francia de 1989, momento en el que se<br />
empieza a vislumbrar un nuevo modelo<br />
social liderado por el capitalismo<br />
occidental y toda una serie de formas<br />
de pensar y actuar que trae consigo el<br />
triunfo de una visión del mundo en<br />
la que el dinero es el dueño de mentes<br />
y cuerpos. Este tono desmoralizador<br />
se nos presenta a través de la visión<br />
de Chong, un joven heredero de una<br />
serie de valores que caracterizaron a la<br />
generación de sus padres (en la Europa<br />
de la década de los sesenta, las filosofías<br />
liberales y las ideas anarquistas dieron<br />
lugar a colectivos desencantados con<br />
el mundo ordenado e impositivo) que,<br />
rodeado de sus irreverentes compañeros<br />
de hastío, decide aislarse de todo<br />
un presente que no les acepta para<br />
dedicarse a la creación artística con la<br />
creación del colectivo Tabula rasa, labor<br />
que se convertirá en la única razón de<br />
vivir y de sentirse en comunión con un<br />
mundo que es completamente hostil<br />
a todo este grupo de amigos, cada uno<br />
con una serie de rencillas propias y un<br />
pasado en el que todos ellos han sido<br />
víctimas de la educación y la sociedad<br />
de esta turbulenta época. La narración,<br />
con un estilo disperso, provocativo y<br />
sorprendentemente frío, pone al lector<br />
frente a un entorno en el que las drogas,<br />
el dinero, el arte y el nihilismo más<br />
urbano definen a toda una generación de<br />
jóvenes europeos que, por la interacción<br />
con un presente que no los acepta,<br />
decide rechazarlo para materializar sus<br />
sensaciones más puras e inmaduras con<br />
el único objetivo de “ser verdaderos”. Un<br />
desarrollo repleto de párrafos breves e<br />
inconexos –en abundantes ocasionesy<br />
una primera persona que nos habla<br />
en presente crea una narración con<br />
un ritmo acelerado y turbulento que<br />
expresa a la perfección esa sensación<br />
de agobio que sufren los protagonistas<br />
al ver que no son capaces de aislarse de<br />
un mundo que no les espera, a la vez<br />
que les arrebata su inocente juventud. Es<br />
clara la intención del autor de crear una<br />
realidad verdaderamente cruda, lo que<br />
hace que en ocasiones no terminemos de<br />
identificarnos con los personajes que se<br />
nos presentan, demasiado limitados por<br />
una serie de características con que se<br />
busca esa exclusión a la que se someten.<br />
Lionel Tran da voz en esta novela<br />
a toda una generación que se ve obligada<br />
a sobrevivir en un mundo en el que el<br />
futuro se percibe como una realidad<br />
verdaderamente aterradora: “…Se trata<br />
de un fenómeno poco frecuente en<br />
sociología: el paso de una secuencia<br />
de vacas gordas a una secuencia de<br />
vacas flacas…”. La juventud perdida en<br />
un océano de opresión y hostilidad, el<br />
arte como vía de escape y, la vez, como<br />
obligación, la sensación de soledad en<br />
un mundo cada vez más homogéneo,<br />
la expresión del sentimiento individual<br />
frente a la sumisión dentro de una<br />
colectividad, la inquietud de un presente<br />
vacío y el pánico ante un futuro que<br />
promete ser aún más desgarrador. Este<br />
juego de ideas enfrentadas y obligadas<br />
a convivir es uno de los principales<br />
elementos que pone sobre la mesa Sin<br />
presente para crear uno de los exponentes<br />
más claros de novela en la que el<br />
contraste generacional, las diferencias<br />
de clases y la pérdida de la noción de<br />
realidad se encuentran para engendrar<br />
una atmósfera decadente e impactante.<br />
Eduardo Montoza<br />
Lionel Tran, Sin presente<br />
Traducción de Laura Salas Rodríguez<br />
Cáceres, Periférica<br />
152 páginas, 16 euros<br />
70 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 71
Polifonías<br />
¿La nueva esencia de Rayden?<br />
“Es una vida entera<br />
exprimida y colada<br />
en un año con sus<br />
cuatro estaciones: la<br />
caída del otoño y su golpe; la hipotermia<br />
del invierno y su abrigo; el deshielo, la<br />
ilusión y la alergia de la primavera y el<br />
verano y su desapego”. Así describe David<br />
Martínez Álvarez (Alcalá de Henares,<br />
1985) la obra con la que se introduce<br />
en el difícil mundo editorial. Herido<br />
Diario es el nombre del libro con el que<br />
debuta como escritor el popular rapsoda<br />
alcalaíno Rayden, que tacha su nombre<br />
artístico en la portada: pretendiendo<br />
dejar de lado el personaje y señalando a<br />
la persona.<br />
Esta publicación se enmarca en un<br />
contexto en el que ya varios artistas del rap<br />
han publicado su trabajo o sus vivencias<br />
en formato editorial. Entre ellos destacan<br />
El Langui con su obra autobiográfica<br />
16 escalones antes de irme a la cama,<br />
Zatu con Yo Zatu o El Chojín con Ríe<br />
cuando puedas, llora cuando lo necesites.<br />
El primer libro de David Martínez<br />
nace precisamente de su productividad<br />
como artista musical: además de sus<br />
canciones, también escribió otro tipo<br />
de contenido que no tenía cabida en<br />
el rap. Tal y como él mismo afirma:<br />
“eran pensamientos, un microuniverso<br />
que quería plasmar”. Además, hace no<br />
mucho que precisamente parte de este<br />
microuniverso fue noticia. Hablamos de<br />
cómo Madrid y Barcelona amanecieron<br />
hace unos meses con sentencias extraídas<br />
de los trabajos de Rayden, entre las que<br />
se incluyen “te comería a versos” o “no<br />
hay mejor skyline que verte tumbada”.<br />
Herido diario —que ha sido<br />
editado por Frida Ediciones— alterna<br />
en sus páginas relato breve y poesía, de<br />
temática heterogénea y de fácil acceso<br />
incluso para aquellos que nunca se han<br />
acercado a este género. El seguidor de su<br />
música podrá reencontrarse con sus letras<br />
en este libro, que se aproxima tanto en<br />
continente como en contenido a lo que se<br />
puede escuchar en sus últimos trabajos.<br />
Tanto es así que se siente insuficiente<br />
para quien —cargado de expectativas—<br />
pudiera buscar una profundidad nueva<br />
y esa complejidad que suelen traer<br />
consigo los géneros breves con los que se<br />
expresa en este libro. Es necesario tener<br />
en cuenta que Rayden no es un “rapero”<br />
tal y como se concibe comúnmente.<br />
Destaca por la suavidad de su lírica,<br />
unas letras cuidadas y un estilo que<br />
alterna entre lo declamado, lo cantado<br />
y lo rapeado, casi como si se tomara la<br />
letra de un cantautor y se recitara sobre<br />
una base. Podemos hablar de que su<br />
música tiene un estilo pseudoliterario<br />
y, precisamente por eso, no sorprende<br />
encontrar un estilo pseudomusical en<br />
las páginas de su libro, similar al de la<br />
obra recientemente publicada Te odio<br />
como nunca quise a nadie del cantautor<br />
Luis Ramiro. En este contexto, parece<br />
que los límites se difuminan entre la<br />
poética y la narrativa breve; y yendo<br />
más allá incluso, entre la literatura y<br />
la música. La temática es ciertamente<br />
heterogénea y de tipo conceptual,<br />
aunque hay algunos temas y motivos<br />
que aparecen frecuentemente: el amor,<br />
la soledad, la pérdida y el reencuentro. Y<br />
prácticamente todo ello parece responder<br />
a una máxima: la felicidad es una actitud.<br />
En Herido Diario, a pesar de la<br />
portada, nos reencontramos con Rayden,<br />
con su música y sus señas de identidad.<br />
El seguidor de su música no hallará algo<br />
distinto a lo que ya está acostumbrado en<br />
este libro, ni podrá descubrir a la persona<br />
que está detrás del pseudónimo. Eso sí,<br />
no defraudará a quienes se identifiquen<br />
con las formas habituales y el fondo de<br />
su música. “Es lo que llevo dentro. Es lo<br />
que supuro. A veces supuro cosas buenas<br />
y otras desechos y desperdicios que saco<br />
del baúl de los recuerdos”. Al fin y al<br />
cabo, el compositor deja algo de sí en su<br />
música y lo mismo le ocurre al escritor.<br />
Gema Cuesta<br />
David Martínez Álvarez, Herido<br />
Diario<br />
Madrid, Frida Ediciones<br />
128 páginas, 12 euros<br />
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El amor es el crimen perfecto, para no olvidar quién es ella<br />
Carlos Salem Sola nace en<br />
Argentina (Buenos Aires, en<br />
1959). A su llegada a España<br />
decide continuar con el<br />
mundo del periodismo, poniéndose al<br />
mando de algunos periódicos como<br />
El Faro de Ceuta, El Faro de Melilla<br />
o El Telegrama, entre muchos otros.<br />
Ha colaborado en otros medios de<br />
comunicación de prensa y radio, pero<br />
se distingue por ser un escritor adicto a<br />
la poesía y la novela negra, sobre todo.<br />
En los últimos años ha sido conocido<br />
en Madrid por organizar numerosos<br />
recitales y jam sessions, además de por<br />
la enorme agitación literaria que ha<br />
generado en torno al mundo de la poesía.<br />
En menos de seis años ha publicado<br />
en torno a quince libros, entre los que<br />
destacan poemarios, novelas, piezas<br />
teatrales y un relato corto. Por destacar<br />
algunas, El Animal (2013), Follamantes<br />
(2014), Muerto el perro (2014) y Rayos<br />
X (2014). El amor es el crimen perfecto<br />
(2015) es su último poemario. Poemario<br />
que se debe al amor y lo que es, al igual<br />
que al antiamor y lo que se supone<br />
que es. Poesía que reúne las claves de<br />
la resistencia amorosa a través de la<br />
delicadeza de las palabras. Poesía apta<br />
para cualquiera que esté dispuesto a<br />
enamorarse una y otra vez.<br />
El amor es el crimen perfecto es un<br />
libro de poemas que habla del Amor y<br />
no del amor. En el que se desnudan todas<br />
sus partes y es el hombre el que escribe<br />
lo que ve y siente: “Que haces de mí / la<br />
mejor versión de un tipo / que solo quería<br />
ser feliz / y ahora lo es / en los encuentros<br />
y en las esperas”. En la descripción,<br />
Salem, juega con la sexualidad elevada<br />
al máximo exponente, con la libertad<br />
de sentirse colmado, pleno, y con la<br />
sensación de tener a una reina entre sus<br />
brazos que ha dejado de ser musa para<br />
ser poesía: “No pierdas esa serenidad /<br />
regada de lágrimas secretas, / ese placer<br />
por tu placer, / esa sonrisa tendida a los<br />
demás / como una mano”; “Cuando te<br />
veo dormir / en paz / en nuestra cama<br />
/ sospecho / que más que amar / a una<br />
mujer / amo a un planeta”. Salem se<br />
encarga, a través de las palabras, de<br />
plasmar en imágenes las virtudes de lo<br />
que es el amor real y no el que se vende<br />
hasta que carece de personalidad: “Y<br />
digo Ahora, / porque ahora es cuando<br />
/ me lates y te lato con la sangre, / con<br />
la memoria ligera como una ave, / que<br />
aunque le lastren las alas de presagios,<br />
/ siente sentir / volando”. Pero el amor<br />
también está hecho de cenizas y de<br />
amores fugaces, pasados y que albergan<br />
rabia, tristeza y dolor: “Es callejón que a<br />
veces llega al cielo, / la mecha que recorre<br />
los andenes; /caballeros que se baten a<br />
duelo / por doncellas que no bajan de los<br />
trenes”; “Buenos Aires / eran mis viejos<br />
paseando conmigo / cuando todavía se<br />
querían”.<br />
La poesía de Carlos Salem es<br />
mordaz, cruda, romántica y salvaje.<br />
Cargada de ritmo y melodía, con la<br />
cadencia necesaria para emocionar<br />
al lector. No se encierra en patrones<br />
métricos y otorga al verso libre la<br />
calidad que se merece. El lenguaje es<br />
sencillo, transparente y refleja el caos<br />
que genera el amor en todos los sentidos.<br />
Toda una declaración de intenciones:<br />
“Escribo para que la libertad / se vuelva<br />
libertina, / los miedos se borren con los<br />
codos, / y los banqueros / mendiguen<br />
caridad por las esquinas.”; “Los hombres<br />
sentían vértigo / cuando la conocían<br />
/ y mareos cuando comprendían /<br />
que jamás acabarían de conocerla”.<br />
Los espacios entre lector y poesía se<br />
acortan, se retratan con voz viva y el<br />
tiempo se mide por las veces que somos<br />
capaces de pronunciar un “te quiero”.<br />
En definitiva, El amor es el crimen<br />
perfecto es quizá el poemario más íntimo<br />
del autor, con el corazón al descubierto,<br />
otorgando el valor exacto que se merece<br />
cada palabra y haciéndola partícipe de<br />
su historia. Poesía actual, escrita para<br />
mitigar el dolor; carnal y sensual para<br />
el joven, la clave de la eternidad para<br />
el viejo. Porque el amor son esas cinco<br />
letras que buscamos para sobrevivir al<br />
hastío social del que nos tienen cogidos.<br />
Cristina Ruiz Moro<br />
Carlos Salem Sola, El amor es el<br />
crimen perfecto<br />
Madrid, Ya lo dijo Casimiro Parker<br />
178 pág. 13,00 euros<br />
74 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 75
Frankenstein o el fantasma que recorre Europa<br />
¿La crítica socio-cultural<br />
y sus teóricos le causan<br />
horribles dolores<br />
de cabeza? ¿Quiere<br />
entender qué diablos pasa en el mundo<br />
pero su jornada laboral le impide tener<br />
tiempo para investigar qué diablos pasa<br />
en el mundo? Entonces Capitalismo<br />
canalla: Una historia personal del<br />
capitalismo a través de la literatura es<br />
el libro que usted necesita. La obra la<br />
firma César Rendueles (Girona, 1975),<br />
profesor de sociología en la Universidad<br />
Complutense, quien ya obtuvo las<br />
alabanzas de la crítica con Sociofobia<br />
en 2013, un ensayo sobre el impacto<br />
de las nuevas tecnologías en nuestra<br />
sociedad. En esta ocasión, Rendueles<br />
nos presenta una obra a la vez muy<br />
distinta y muy parecida a su ensayo<br />
anterior. Muy distinta porque en esta<br />
Rendueles se centra en las dinámicas del<br />
capitalismo, su historia, su origen y su<br />
impacto en la literatura y, en definitiva,<br />
en nuestra concepción de la realidad;<br />
muy parecida, por otro lado, porque<br />
ambas descomponen y estudian los<br />
mecanismos sociológicos que nos han<br />
llevado hasta nuestra situación actual.<br />
Así, por medio de la ficción, el autor<br />
de Capitalismo canalla hace uso de la<br />
literatura y su propia vida para explicar<br />
aquello que fuimos antes y después de<br />
nuestra propia industrialización.<br />
La literatura canónica, como<br />
cualquier otro producto cultural, es<br />
un reflejo inequívoco de la sociología<br />
de una época. Esto lo sabe muy bien<br />
Rendueles, quien, analizando obras tan<br />
aparentemente dispares como Robinson<br />
Crusoe, Mercaderes del espacio o En el<br />
camino entre otras, consigue hacer una<br />
vivisección, en ocasiones hilarante, del<br />
sistema socioeconómico más popular<br />
en las televisiones de todo el globo. Lo<br />
que da genialidad al ensayo no es, no<br />
obstante, el mero análisis literario de las<br />
obras (o incluso la elegancia aforística<br />
que les acompaña) sino cómo estas y las<br />
experiencias personales que intercala<br />
entre análisis y análisis tienen una<br />
causalidad común, algo que da sentido<br />
y hace convincente su crítica al sistema<br />
capitalista. Para Rendueles el capitalismo<br />
es, ha sido y será un usurero, un<br />
mentiroso y un bandido que ha estafado,<br />
embaucado y, en última instancia,<br />
saqueado la energía y la capacidad<br />
de autodeterminación de las clases<br />
oprimidas, a las que tanto el autor como el<br />
ya canónico historiador Eric Hobsbawm<br />
denominan “los perdedores” del proceso<br />
de industrialización de la sociedad<br />
occidental. La influencia de la obra de<br />
Hobsbawm es indudable en el ensayo, ya<br />
no solo por la intertextualidad a la hora<br />
de denominar procesos históricos o el<br />
empleo de bases teóricas postmarxistas,<br />
como el concepto de “revolución dual”,<br />
para elaborar su posterior análisis, sino<br />
también por el acercamiento binario<br />
a la sociología histórica que embriaga<br />
los textos de ambos escritores. Este<br />
es quizás el punto más débil de esta<br />
gran obra: la perspectiva de Rendueles,<br />
como Hobsbawm, no puede escapar<br />
del binarismo epistemológico de la<br />
historiografía que tanto ha caracterizado,<br />
irónicamente, el pensamiento occidental<br />
(y en especial el del imperio del mercado<br />
libre). Sin embargo, esto no echa a<br />
Rendueles del club de la resistencia<br />
hegemónica. Todo lo contrario, este,<br />
además de una brillante deconstrucción<br />
del capitalismo, también nos ofrece un<br />
camino a seguir para el futuro, un camino<br />
que necesariamente ha de discurrir por<br />
el pasado para poder crear un futuro<br />
que se ajuste a las bases, supuestamente<br />
legítimas, del sistema ideológico que nos<br />
sustenta.<br />
En resumidas cuentas,<br />
Capitalismo canalla nos ofrece una<br />
versión de la “historia de la modernidad”<br />
que funciona como alternativa a aquella<br />
que nos han enseñado a todos en los<br />
colegios, institutos y universidades del<br />
primer mundo. Al margen del humor<br />
empleado en la obra (ese que a veces<br />
necesita un texto para hacer más objetivo<br />
su mensaje), el análisis de Rendueles<br />
nos proporciona un acceso sencillo,<br />
documentado y coherente a la raíz de<br />
la crisis ideológica que, aparentemente,<br />
vive el sistema en el que nos ha tocado<br />
vivir. No es un mensaje nuevo, desde<br />
luego, pero definitivamente más cercano<br />
a cualquier lector que no haya querido<br />
o podido acceder a la interminable y a<br />
veces gramaticalmente compleja obra<br />
de gente como Gramsci, Foucault,<br />
Hobsbawm, Adorno y demás analistas<br />
sociales. Capitalismo canalla hace honor<br />
a la teoría sociológica que le precede,<br />
pues nos invita a reflexionar sobre<br />
nuestro pasado y presente a la vez que<br />
nos plantea la duda de qué somos<br />
nosotros mismos y qué hacemos con<br />
nuestra realidad. Y encima tiene chistes<br />
graciosos.<br />
Alejandro Rivero<br />
César Rendueles, Capitalismo<br />
canalla: Una historia personal del<br />
capitalismo a través de la literatura<br />
Barcelona, Seix Barral<br />
231 páginas, 15 euros<br />
76 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 77
“El ensayo, de moda”<br />
Patrícia Soley-Beltran un equipo de muchos individuos. Ese<br />
(Barcelona), exmodelo equipo tiene una capacidad de influencia<br />
y culturóloga, ha sido enorme, como advierte la frase de Anne<br />
galardonada con el Premio Wintour citada en el libro: “hay algo en<br />
Anagrama de Ensayo 2015. En su libro,<br />
¡Divinas! Modelos, poder y mentiras,<br />
parte de tanto de su trabajo de maniquí<br />
como de su formación en sociología y en<br />
historia cultural para dar un significado<br />
a lo que no sale en las fotos. Se podría<br />
hablar de una hibridez genérica, dado<br />
que combina la autobiografía y el ensayo<br />
la moda que pone nerviosa a la gente”.<br />
Las niñas que juegan con Barbie y las<br />
mujeres que esperan al lado de una cara<br />
de una modelo retocada con Photoshop<br />
potencialmente querrán parecerse a lo<br />
contemplado. De esa ilusión se alimenta<br />
un mercado que, al mismo tiempo, se<br />
fundamenta en la imposibilidad de la<br />
académico, complementados con una realización plena del deseo. El último<br />
dosis de humor muy original para<br />
un texto de su índole, pero el peso del<br />
riguroso estudio académico está latente<br />
desde el primer capítulo.<br />
estadio de la evolución deseo-compra<br />
es la culpa: “La moda evidencia las<br />
jerarquías sociales, pone de relieve los<br />
mecanismos de distinción, activa la<br />
envidia y el deseo, nos seduce con una<br />
Soley-Beltran era una niña rubia,<br />
fantasía ideal ante la que temblamos,<br />
pero no tenía agujeros en las orejas.<br />
temerosos de no llegar a estar nunca a su<br />
Esto último desconcertaba a algunas<br />
altura”. No es casual que Patrícia Soleypersonas,<br />
puesto que no encajaba con el<br />
Beltran recoja una cita de El espejo ciego<br />
espejo en el que “debían” contemplarse<br />
(Josep Roth, 1925) para comenzar el<br />
las jóvenes de la década de los 70 en<br />
libro…<br />
España: Barbie. El icono cultural en el<br />
que muy pronto se convirtió la muñeca Hay asimismo una cualidad<br />
parecía prometer “libertad, bienestar, intrínseca a Barbie que mueve millones<br />
felicidad, amor, deseo, bondad celestial”.<br />
Pero esa imagen, al igual que la foto de<br />
una mujer anunciando un perfume en<br />
la parada de autobús, no corresponde<br />
únicamente a lo que se ve, sino que, para<br />
que esté ahí y para que esté, por ejemplo,<br />
vestida de una u otra manera, ha operado<br />
de euros: la juventud. La modelo del<br />
hipotético anuncio de perfumes al que<br />
hemos aludido tiene, como todas las<br />
maniquíes, una fecha de caducidad, que<br />
puede ser generalmente a los 25 años.<br />
Sin embargo, aunque las características<br />
mencionadas estén de sobra asumidas, a<br />
veces la moda juega con algunas que se<br />
encuentran en los márgenes. Se trata de<br />
la variedad étnica y de la androginia. De<br />
un lado, es sabido que existe un modelo<br />
hegemónico de mujer (rubia y ojos<br />
azules) y “aunque se esté produciendo<br />
un acercamiento progresivo a la realidad<br />
étnica, la mayoría de la publicidad<br />
de marcas internacionales que se<br />
difunde globalmente sigue estando<br />
protagonizada por mujeres que se<br />
corresponden con el ideal ario”. De<br />
otro lado, la dificultad para categorizar<br />
la masculinidad o la feminidad de una<br />
persona resulta atractiva y “se pone de<br />
moda cíclicamente”, dando lugar a la<br />
androginia. Son conocidos también los<br />
drags, cuyas “hiperbólicas actuaciones<br />
invierten las convenciones que asignan<br />
la masculinidad a un cuerpo de<br />
hombre y la feminidad a uno de mujer”.<br />
Gatopardismo o el cambiarlo todo para<br />
que todo siga igual aplicado a los roles.<br />
La cuestión es, según explicó Michel<br />
Foucault, al que cita Soley-Beltran,<br />
“estar sujetos a unas reglas que hacen<br />
posible nuestra identidad, a la vez que,<br />
paradójicamente, nos limitan”.<br />
¡Divinas! no es un libro<br />
autocelebratorio; tampoco un libelo en<br />
el que encontrar datos susceptibles de<br />
interés en los programas del corazón.<br />
Es un ensayo que bebe de Walter<br />
Benjamin, de Michel Foucault y muchos<br />
otros en cuyo mundo, aparentemente<br />
ajeno a la moda, se pueden encontrar<br />
idénticos prejuicios con respecto a la<br />
relación entre cuerpo y mente, y que<br />
nos hará replantear la recepción de<br />
muchos productos visuales a los que nos<br />
enfrentamos a diario.<br />
Sofía González Gómez<br />
Patrícia Soley-Beltran, ¡Divinas!<br />
Modelos, poder y mentiras<br />
Barcelona, Anagrama<br />
272 páginas, 18,90 euros<br />
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La amplitud de una nevera americana,<br />
y afuera el mundo partido en dos<br />
Pedro Andreu nace en Palma<br />
de Mallorca en 1976. Además<br />
de su entregada pasión a<br />
la escritura, ha ejercido<br />
numerosos empleos. Residió cerca de dos<br />
años en Sudamérica como cooperante<br />
internacional y, en la actualidad, trabaja<br />
en un centro de acogida para víctimas de<br />
violencia de género en su ciudad natal. Es<br />
autor de otros poemarios, la mayoría de<br />
los cuales, galardonados con importantes<br />
premios como por ejemplo, Partida entre<br />
canallas (Premio Nacional de Poesía<br />
Blas de Otero, 2011), El frío (VII Premio<br />
Cafè Món, 2010). Destacando, también,<br />
Anatomía de un ángel hembra (2008),<br />
Alquiler a las afueras (2014) y Laura y<br />
el sistema (2014), con poemas en los que<br />
siempre queda espacio para el amor y<br />
la rebeldía de los que ya lo están. Pedro<br />
Andreu regresa con La amplitud de una<br />
nevera americana, un poemario cargado<br />
de imágenes que recurren al pasado, de<br />
tickets de la compra en donde escribir<br />
poemas de si debemos o no arriesgar,<br />
de la realidad de la que nadie habla,<br />
del amor, del tú y yo, y de viajar, con la<br />
puerta abierta, por todos esos lugares a<br />
los que llamamos vida.<br />
La amplitud de una nevera<br />
americana es un libro de poemas en<br />
el que se aprecian las carencias del ser<br />
humano, el peso de la rutina que acaba<br />
con el tiempo y la belleza rescatada<br />
en la cotidianidad de las cosas: “las<br />
luces juegan pronto/ sobre la carretera:<br />
/ polillas temblorosas/ a las que<br />
perseguís/ camino a vuestra casa. / Sin<br />
fe las perseguís. Noche/ tras noche. Y así<br />
sigue la vida, / esa luz que hay afuera”;<br />
“Cuatrocientos doce huesos. / Eso es el<br />
amor. Y poco más”. El poeta habla de los<br />
corazones abiertos y vacíos que ansían<br />
plenitud en un mundo que parece a<br />
punto de caducar: “Si ya sabemos/ cómo<br />
termina el cuento: mal. Y que/ no toda<br />
la culpa es del Sistema, sino aún peor:<br />
/ el hombre, la mujer están podridos,<br />
/ como la carne picada, con fecha de<br />
caducidad, / de mi nevera. Lo saben.<br />
Claro que lo saben”. Y motiva al lector<br />
al cambio, a dejar de ser cobardes, a<br />
gritar para molestar a todos aquellos que<br />
mantienen a la libertad callada: “Es hora<br />
de cambiar nuestros hábitos: / pedirle al<br />
carnicero el corazón/ de los ministros,<br />
algunos huesos/ de banquero para<br />
caldo”. También, se refiere al dolor de la<br />
pérdida, tratado de forma muy íntima:<br />
“Un teléfono que suena/ demasiado<br />
tarde. / La voz de tu hermana/ diciendo<br />
que tu padre/ se ha muerto para siempre.<br />
(…) Cómo puede caber/ tanto dolor en<br />
algo/ tan brillante. / Tan pequeño. / Tan<br />
roto”. Habla de su adolescencia y de la<br />
crueldad de la muerte cuando se trata de<br />
despedidas. Imágenes sonoras cargadas<br />
de pasión y de recuerdos que ahogan:<br />
“En el noventa y uno mataron a tu perro.<br />
/ Lo mataron de hambre y sed a pleno<br />
agosto. (…) Y se rompió el verano como<br />
si fuese un hueso. (…) Cómo ibas a saber<br />
que habrían de ser tantos/ los dolores<br />
enterrados debajo de esa higuera. / El<br />
último: tu padre, que murió de repente<br />
en brazos de tu madre, esos brazos vacíos<br />
para siempre”. Pero sobre todo, habla<br />
del amor personificado, de ese alguien<br />
que te abraza frente al mundo sin saber<br />
lo que le espera: “Te pusiste/ a gritar<br />
mientras yo daba/ patadas ciegas para<br />
protegernos/ de aquel mundo ciego”. De<br />
sexo, de ese “carpe diem” que precede<br />
a la calma, del frío que se comparte<br />
e incluso, el miedo a estar vivo: “Que<br />
la vida/ además/ de emocionante/ sea<br />
bella. / Que se parezca a ti/ y me queme<br />
tanto”; “Fingíamos pelearnos hasta la<br />
madrugada. / Para dejar perdidas luego/<br />
las sábanas de monstruos. / Pero esta vez<br />
en serio. / Y con más ganas”. Un amor<br />
que es poesía, en una nevera para dos,<br />
demasiado grande para el mundo de ahí<br />
fuera: “Deja allá afuera tanto mundo: /<br />
me quiero helar contigo en esta/ nevera<br />
para dos”.<br />
La poesía de Pedro Andreu<br />
es nítida, cercana, huele a infancia,<br />
elogia a los héroes y suplica la atención<br />
de cualquier enamorado. El ritmo y<br />
el sentido de la métrica otorgan al<br />
verso libre la calidad que se merece. El<br />
lenguaje, cálido y emotivo, juega con<br />
la musicalidad de las palabras. Poemas<br />
cuya pureza estilística elimina cualquier<br />
distancia entre el lector y la poesía. Poesía<br />
para corazones límite, con la misma<br />
amplitud que una nevera, cargados de<br />
sueños, dolor y rebeldía, sin fecha de<br />
caducidad aparente.<br />
En definitiva, una lista de la<br />
compra en la que no se olvida que<br />
las palabras, un día, al igual que las<br />
cicatrices, nos enseñaron a volar: “¿Te<br />
atreves a tocarlas?”.<br />
Cristina Ruiz Moro<br />
Pedro Andreu, La amplitud de una<br />
nevera americana<br />
Madrid, Frida ediciones<br />
148 páginas, 12 euros<br />
80 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 81
Ediciones Leteo, a través de su<br />
colección “Azul de metileno”,<br />
nos ofrece el poemario de<br />
Carlos Loreiro: Los poemas<br />
de Marcelo Aguafuerte. Crónicas para<br />
El buey Apis, por el que obtuvo el I<br />
Premio Monteleón de Poesía Joven y<br />
posteriormente el Premio Nacional de<br />
Poesía Joven Miguel Hernández 2014.<br />
Estudiante de doctorado y profesor de<br />
español en San Petersburgo, ha publicado<br />
La pasión según San Ateo (Acotaciones<br />
de la caja negra, 2012), Inflexiones<br />
(Publicacions de la UV, 2012), Chénere<br />
(Servicio de Publicaciones del Cabildo<br />
Insular de La Palma, 2013) y es coautor<br />
del poemario Calle de las impertinencias<br />
(Germanía, 2013). No obstante, podemos<br />
considerar este nuevo libro como aquel<br />
que lo sitúa directo en el centro del<br />
panorama poético actual con una voz y<br />
una mirada totalmente propias, además<br />
de estar avalado por las grandes figuras<br />
de la poesía que formaron los jurados de<br />
ambos galardones.<br />
Como advierte el título del<br />
poemario, es este un libro donde el yo<br />
poético se desdobla bajo el nombre de<br />
un personaje a cuya autoría se atribuyen<br />
las composiciones: Los poemas de<br />
Marcelo Aguafuerte. De igual modo,<br />
gracias al subtítulo, Crónicas para El<br />
buey Apis, se anuncia la importante<br />
Ítaca quedó ya lejos<br />
carga simbólica que compondrá los<br />
poemas donde las referencias literarias y<br />
extraliterarias (en este caso concreto a la<br />
obra Luces de Bohemia de Valle-Inclán),<br />
se convierten en partes fundamentales<br />
e integradoras de los poemas y<br />
configuran un universo totalmente<br />
original. Dividido en tres partes, Loreiro<br />
desarrolla una intrahistoria distinta al<br />
tiempo propio del poemario a través de<br />
los personajes que se suceden en diálogo<br />
con el yo poético: Supongamos que me<br />
llamo Thomas Rowley / y que soy poeta<br />
(“24 de agosto de 1170”). Se realiza<br />
una reflexión totalmente despojada de<br />
convencionalismos sobre el devenir<br />
tanto del mundo como del hombre: “¿Y<br />
qué posteridad me espera? Media página<br />
en Wikipedia / quizás”, (“Lied para dos<br />
tumbas hermanas”), “Solía pasear por<br />
estas calles con Ofelia de la mano / aunque<br />
eran otros tiempos donde parecía que<br />
nada iba a cambiar” (“Café Martinho da<br />
Arcada”). La realidad deja ver su lado más<br />
inmisericorde, “La penúltima escena,<br />
si se me permite abusar del tópico / fue<br />
un portazo espantoso y una casa vacía,<br />
/ en medio de la nada” (“Autorretrato<br />
sin ella”). El sujeto poético deja también<br />
de lado las fantasías que lo componen:<br />
“Ítaca quedó ya lejos” (“Les violons de<br />
l’automne”), “El espejo al otro lado se<br />
divierte con la imagen / de una pose que<br />
parece una plegaria” (“Aniversario con<br />
cita”). Ante el dolor crudo que abarca el<br />
espacio del yo poético, inserto siempre<br />
en ese diálogo con la realidad que le<br />
perpetúa, la rebeldía del propio acto de<br />
escritura semeja una condena en vez<br />
de una salida, ¿cómo coño fabricó sus<br />
alas Dédalo? (“Periplo italiano”). No<br />
obstante, se acepta la injusticia como<br />
algo inherente a la sociedad, “Pero para<br />
nuestro bien el mundo no es tan justo<br />
/ y son insuficientes las gracias que<br />
doy todos los días / por este milagro”<br />
(“Variábamos las horas de la noche”), y<br />
la imposibilidad de escapar de ella (“La<br />
danza del cobarde”): “No entenderé<br />
jamás tu estado (me reprocha Akin) /<br />
Yo sí que estuve de verdad al borde de la<br />
mierda / he hecho cosas indecibles para<br />
reunir dinero / y escapar de ese infierno<br />
que había atormentado a mi familia / Ak,<br />
le digo, has sido afortunado / Yo nunca<br />
ahorraré lo suficiente para huir del mío”.<br />
Podemos afirmar que nos<br />
encontramos ante la obra fundacional<br />
de un poeta que explora el desarraigo<br />
existencial con una severa ironía, a<br />
través de unos personajes impresos en su<br />
miseria más humana y en sus miedos más<br />
primigenios con la que logra situarse,<br />
en palabras de Juan Carlos Mestre, “en<br />
la reivindicación crítica del sonido y del<br />
sentido que las vanguardias históricas<br />
han aportado a la poesía contemporánea<br />
y tiende un puente de palabras con una<br />
tradición que va desde John Keats a Pier<br />
Paolo Pasolini”. Es este un poemario<br />
para posar de forma definitiva la mirada<br />
sobre el inconformismo que nos acomete<br />
y lo atroz que nos contiene.<br />
Francisco J. Garcerá<br />
Carlos Loreiro, Los poemas de<br />
Marcelo Aguafuerte. Crónicas para El<br />
buey Apis<br />
León, Ediciones Leteo<br />
91 páginas, 10 euros<br />
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Voces<br />
Culto al cuerpo: el glamour como liturgia; las modelos como<br />
iconografía.<br />
Entrevista a Patrícia Soley-Beltran<br />
Patrícia Soley-Beltran es licenciada en Historia Cultural por la Universidad de Aberdeen y<br />
Lo primero de todo: enhorabuena<br />
más preciso. ¿Cree que podría instaurar<br />
© Anne Roig<br />
doctora en Sociología del género por la Universidad de Edimburgo. En su infancia barcelonesa<br />
por su flamante Premio Anagrama<br />
el término?<br />
comenzó a cuestionar los roles impuestos por la sociedad: tenía el pelo corto y no tenía<br />
agujeros en las orejas, “pero” no quería ser un chico. Esa supuesta contradicción chocaba con<br />
los planteamientos hegemónicos tan asimilados aún hoy: según la lógica dominante, puede<br />
resultar incompatible admirar a Rita Hayworth y a Michel Foucault a la vez.<br />
Trabajó como modelo, hasta que el malestar en esa efímera profesión le hizo pasar página y<br />
emprender una carrera en el mundo académico, donde accedió al “conocimiento como un modo<br />
de sobrevivir mediante la comprensión”, en palabras del intelectual francés antes mencionado.<br />
De su experiencia investigadora nace este ensayo, que ha sido galardonado con el Premio<br />
Anagrama de Ensayo 2015. En él, se abordan el cuerpo y los mecanismos de la construcción<br />
social de la identidad y de las relaciones de poder.<br />
Aunque el libro hibride entre el ensayo académico y la bildungsroman, se ha publicado en la<br />
colección “Argumentos” de Anagrama. Esto tiene sus ventajas y sus desventajas. De un lado,<br />
la visibilidad que le ha dado el premio ha contribuido a que venda más ejemplares de los que<br />
podía haberlo hecho sin él —el lugar que ocupan los ensayos en las librerías es, por lo general,<br />
pequeño, y las campañas de marketing de las novelas superan con creces a las de cualquier<br />
ensayo-. De otro lado, las “novelas” relacionadas con el ámbito de la moda han sido, cuando<br />
no autocelebratorias, objetos de morbo y pasaportes a programas sensacionalistas. Puede que<br />
la portada negra —ya advirtió Baudrillard acerca de los colores…— aporte una verosimilitud<br />
que los prejuicios con respecto a las modelos hubieran enturbiado. Afortunadamente, este libro<br />
rompe estereotipos y aborda la figura del o la modelo combinando la propia vivencia personal<br />
de Ensayo. Llama la atención, por<br />
poco común, el paso de modelo a<br />
investigadora. ¿Qué fue lo que la<br />
animó a emprender una carrera en el<br />
campo de la sociología?<br />
Gracias. En realidad mi licenciatura<br />
es en Historia Cultural y mi doctorado<br />
en Sociología del género. En Historia<br />
Cultural nos instruyeron en las<br />
herramientas de análisis e investigación<br />
de la historia, la antropología, la<br />
historia del arte, la musicología, la<br />
filosofía y la sociología cultural. Mi<br />
formación de grado es completamente<br />
interdisciplinaria. Durante mi doctorado<br />
me centré en la filosofía de la identidad y<br />
el género, la sociología del conocimiento<br />
científico y de las instituciones sociales.<br />
De modo que no sé lo que ‘soy’ y me<br />
cuesta ponerle un nombre único que<br />
quepa en las cortas frases descriptivas<br />
En la enunciación anterior está<br />
implícita la idea heredada desde<br />
Platón y, sobre todo, a partir de<br />
Francis Bacon, de que el intelecto es<br />
independiente del cuerpo. Esto ha<br />
afectado a especialmente a las mujeres,<br />
para quienes, como usted explica en<br />
el libro, no se concebía que tuvieran<br />
tanto una belleza canónica como una<br />
notable inteligencia. ¿Considera que<br />
esto sigue vigente?<br />
Efectivamente, tiene aquí la respuesta a<br />
su primera pregunta. Una persona que<br />
trabaja de modelo encarna pasajeramente<br />
un ideal ideológico encarnado en una<br />
forma física. En realidad, no hay ninguna<br />
contradicción entre haber realizado el<br />
trabajo de modelo, que no es lo mismo<br />
que ‘serlo’, y desarrollar posteriormente<br />
cualquier otro tipo de actividad. Y sí,<br />
creo que la distinción cuerpo-feminidad-<br />
con un vasto aparato crítico, lo que sitúa a Patrícia Soley-Beltran en un lugar privilegiado que,<br />
que me exigen. Yo siempre trabajo de un<br />
emoción/mente-masculinidad-razón<br />
sumado a la seguridad que transmite al compartir palabras personalmente, hace que escucharla<br />
modo interdisciplinar. A mí me gustaría<br />
sigue vigente. Desafortunadamente, me<br />
sea un placer.<br />
poder decir que soy Culturóloga, sería lo<br />
sigo encontrando con muchos ejemplos.<br />
“Una persona que trabaja de modelo encarna pasajeramente un ideal<br />
ideológico encarnado en una forma física”.<br />
84 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 85
“Se ha pasado de considerar a las maniquís como prostitutas a<br />
admirar el ‘ser modelo’ como una posición prestigiosa”.<br />
Hace unos pocos meses di una charla<br />
TED precisamente sobre este tema. La<br />
titulé “¡Cambiad el modelo!” y se puede<br />
visionar en: https://www.youtube.com/<br />
watch?v=13262vdldzY<br />
Sin embargo, en las modelos se perpetúa<br />
esa idea tal vez porque no se tratan<br />
como personas, sino como “perchas”<br />
o “maniquís”. Como socióloga, ¿cuál<br />
cree que es la consideración que tienen<br />
las modelos hoy?<br />
Sería larguísimo responder a esta<br />
pregunta aquí. He escrito un libro entero<br />
sobre el tema. En breve, se ha pasado<br />
de considerar a las maniquís como<br />
prostitutas a admirar el ‘ser modelo’<br />
como una posición prestigiosa. Estudiar<br />
la figura de la modelo, su cuerpo como<br />
una metáfora social, durante el siglo y<br />
medio de historia que tiene la profesión<br />
pone de relieve cambios culturales,<br />
sociales, políticos y económicos de gran<br />
relevancia para el estudio de la identidad<br />
y la cultura.<br />
En los últimos años han surgido<br />
figuras que han cambiado esa idea de<br />
la “percha” y que son, digamos, una<br />
marca. Se ve, por ejemplo, en el desfile<br />
de Victoria’s Secret, todo un espectáculo<br />
mediático. Pero, paralelamente y de<br />
manera más mayoritaria, existen<br />
modelos anónimas que puede que no<br />
tengan tantos privilegios como las<br />
anteriores. ¿Considera que se idealiza<br />
el mundo de las modelos?<br />
Completamente, por definición, una<br />
modelo encarna un ideal de cuerpo,<br />
de identidad y de vida. Mientras que<br />
en el cine sabemos que estamos ante<br />
una ficción, cuando contemplamos<br />
imágenes de moda o publicidad<br />
tendemos a creer que esas mujeres son<br />
realmente así. En ¡Divinas! he dado<br />
voz a modelos y exmodelos que nos<br />
muestran las bambalinas, qué se siente<br />
realmente al encarnar una imagen, que<br />
es una ficción creada por todo un equipo<br />
de profesionales más nuestra propia<br />
mirada. Una ficción en la que creemos<br />
como si fuera realidad. Sus voces son de<br />
lo más desmitificadoras.<br />
Ese mundo idealizado, constituido<br />
por estereotipos inalcanzables, crea un<br />
sentimiento de culpa. ¿Puede ser esa<br />
culpa una insatisfacción que promueve<br />
el consumo?<br />
Culpa, inseguridad, insatisfacción y<br />
envidia son algunos de los sentimientos<br />
que se promueven en publicidad para<br />
incitar al consumo. De lo más poco<br />
edificante desde el punto de vista<br />
humano, de lo más rendible desde el<br />
punto de vista comercial. Me gustaría<br />
creer que ser más conscientes de lo<br />
que sentimos, como yo lo he sido tras<br />
este ensayo, contribuirá a hacer posible<br />
otra actitud y a exigir otros modelos de<br />
producción de imágenes y de consumo.<br />
Lo he escrito con este objetivo.<br />
“Culpa, inseguridad, insatisfacción y envidia son algunos de los<br />
sentimientos que se promueven en publicidad para incitar al<br />
consumo”.<br />
© Roger<br />
86 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 87
© José Manuel Ferrater para Llongueras<br />
Explica en su libro (y demuestra,<br />
con su experiencia personal) que el<br />
modelaje tiene una fecha de caducidad<br />
muy temprana. Ocurre lo mismo<br />
con los deportistas de élite. ¿Qué<br />
posibilidades tiene una modelo cuando<br />
deja de parecer joven, aunque tenga 25<br />
años, y se ve abocada a abandonar la<br />
profesión?<br />
Las mismas que un deportista, un<br />
bailarín, un especialista de cine, una<br />
actriz, una camarera o una trabajadora<br />
sexual, todos ellos son trabajos muy<br />
dependientes del cuerpo, cada vez<br />
más. Por otra parte, la precariedad<br />
laboral hoy en día está muy extendida.<br />
Somos muchas las personas que nos<br />
estamos constantemente reinventando,<br />
aprendiendo nuevas técnicas y<br />
profesiones para podernos mantener<br />
en el mercado de trabajo. Aun así, las<br />
personas sin trabajo o con trabajos<br />
precarios se cuentan por millones.<br />
Dicho esto, quisiera añadir que sería<br />
deseable ver representadas mujeres de<br />
diversas edades en publicidad y moda.<br />
Creo que sería una eficiente herramienta<br />
de marketing que, inexplicablemente,<br />
los publicistas no se atreven a lanzar.<br />
¿Hay grandes diferencias entre el<br />
modelo hombre y la modelo mujer? Las<br />
modelos más famosas lo son porque<br />
ejercen como tales; sin embargo, con<br />
respecto a los hombres que ejercen<br />
de modelos, muchos —y los más<br />
famosos— proceden de distintos<br />
ámbitos (futbolistas, toreros, etc.)<br />
¿Existe un modelo activo (hombresdeportistas)<br />
y un modelo pasivo<br />
(mujeres-espectáculo)?<br />
Este modelo sigue operando,<br />
efectivamente. No hay más que ver los<br />
anuncios de televisión y prensa escrita,<br />
cómo se retratan las mujeres y los<br />
hombres en revistas de moda, o alguno<br />
de los anuncios dirigidos a jóvenes y<br />
adolescentes que analizo en mi libro. Sin<br />
embargo, dentro del mundo de la moda y<br />
sus seguidores existen hombres modelos<br />
muy famosos, como David Gandy o Jon<br />
Kortajerena, por ejemplo, que solo son<br />
modelos.<br />
¿Considera que la proliferación de los<br />
blogs de moda contribuye a disminuir<br />
la distancia entre la pasarela y la calle?<br />
Los blogs inicialmente hicieron esto y<br />
algunos siguen siendo divertidos pero<br />
han sido cooptados por las grandes<br />
marcas.<br />
Hay campañas que abogan por algo<br />
abstracto que llaman “belleza real”. Una<br />
de las cosas que más me ha gustado de<br />
su ensayo es que dignifica a las modelos,<br />
defendiendo que ellas también son<br />
reales, aunque parezca que encarnan<br />
ideales ficticios. Sin embargo, sí que<br />
hay un modelo hegemónico (rubia, ojos<br />
azules…) que hasta esas campañas que<br />
intentan abarcar las diferentes etnias<br />
aúpan. ¿Considera que los vaivenes que<br />
experimenta la moda, visibilizando las<br />
clases bajas (cfr. flappers) y las etnias<br />
son, digamos, juegos mediáticos y<br />
no tanto verdaderos esfuerzos por<br />
dar cabida a los distintos tipos de<br />
consumidores?<br />
Las dos cosas no están necesariamente<br />
reñidas. Se puede poner en juego<br />
la diversidad como una estrategia<br />
para aumentar ventas y que funcione<br />
comercialmente. Dove es un ejemplo<br />
de éxito basado en el consejo de Susie<br />
Orbach, psicoanalista especializada en<br />
cuerpo autora del clásico Fat is a Feminist<br />
Issue, entre otros estudios. Hay que saber<br />
discernir entre una marca y una ONG.<br />
Estamos ante empresas con un objetivo<br />
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© José Manuel Ferrater<br />
comercial y es nuestra responsabilidad<br />
como consumidores no dejarnos seducir<br />
por imágenes sexistas, clasistas o racistas.<br />
Hasta no hace mucho, si a una niña no<br />
se le agujereaban las orejas, esta podía<br />
suscitar comentarios en torno a su<br />
género. ¿Siguen tan vigentes los roles<br />
de género? ¿La mujer se sigue haciendo,<br />
como decía Simone de Beauvoir?<br />
Sí, creo que los roles siguen muy vigentes<br />
y que la mujer se sigue haciendo. Ahora<br />
sabemos que el hombre también se<br />
“La moda sigue poniendo nerviosa a la gente porque establece<br />
modelos de identidad restrictivos y muy alejados de nuestra<br />
diversidad real”.<br />
hace. Profundizar en el estudio de la<br />
construcción social de nuestra identidad<br />
me parece una de las tareas académicas<br />
de más importancia y repercusión<br />
pública de la actualidad. Hacer llegar<br />
esta reflexión a un público amplio fue lo<br />
que me llevó a escribir ¡Divinas! Al fin y<br />
al cabo, es este público el que costeó con<br />
sus impuestos mi educación. Para mí, ha<br />
sido una forma de devolver una deuda<br />
que me honra y de difundir pensamiento<br />
desarrollado en el ámbito universitario.<br />
En su libro dedica un interesante<br />
espacio al fenómeno “metrosexual”.<br />
¿Por qué, si son hombres heterosexuales,<br />
se acuña un término nuevo?<br />
Debido a la asociación entre cuidado<br />
físico y feminidad, cuerpo y mujer, al<br />
que aludíamos antes, para abrir mercado<br />
entre los hombres había que convencerles<br />
de que no por atender a su corporalidad<br />
dejarían de ser menos hombres. Dado que<br />
una de las condiciones para establecer<br />
una identidad de género normativa pasa<br />
por el deseo heterosexual, se necesitaba<br />
un tipo de hombre, que se denominó<br />
como ‘metrosexual’. David Beckham fue<br />
uno de los más celebrados. Estos modelos<br />
de masculinidad debían reunir dos<br />
condiciones: cuidar mucho su aspecto<br />
físico y tener una heterosexualidad<br />
probada. De este modo, no se alienaba<br />
a los potenciales compradores varones<br />
preocupados por su hombría, es decir, la<br />
mayoría.<br />
Me gustaría compartir con usted<br />
la siguiente cita: “En los años del<br />
autoabastecimiento, el negocio de<br />
vestirse una mujer era algo que hacía<br />
perder mucho tiempo y se tenía a gala<br />
que así fuera, porque ponía en juego<br />
ciertos equilibrios de imaginación<br />
relacionados por una parte con el<br />
sentido del ahorro y por otra con el<br />
deseo de no llevar ropa de serie (…).<br />
Luego solía venir la desilusión de<br />
comprobar la diferencia que hay de<br />
lo vivo a lo pintado” (Usos amorosos<br />
de la posguerra española, Carmen<br />
Martín Gaite). ¿Siguen existiendo<br />
tantos límites para el desarrollo de<br />
una identidad propia o casi propia, o<br />
la moda sigue teniendo ese “algo” que<br />
pone nerviosa a la gente, como dijo<br />
la editora de Vogue, Anna Wintour,<br />
según cita en su libro?<br />
Creo que la moda sigue poniendo<br />
nerviosa a la gente porque establece<br />
modelos de identidad restrictivos y<br />
muy alejados de nuestra diversidad real.<br />
Pone de relieve la distancia corporal,<br />
personal, social y económica entre las<br />
personas que miran un ideal que saben<br />
nunca alcanzarán y el propio ideal. Crea<br />
inquietud y deseo, inseguridad y envidia.<br />
Forma constelaciones explosivas sin<br />
posibilidad de redención, ni tan solo<br />
consumiendo y consumiendo.<br />
Sofía González Gómez<br />
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Artículos<br />
Las mujeres en la sociedad patriarcal en Los Pazos de Ulloa<br />
Estudio sobre Sabel y Nucha y su relación con Julián<br />
Introducción<br />
La novela Los pazos de Ulloa nos ofrece<br />
un retrato sobre la posición de la mujer<br />
en la sociedad patriarcal de su época,<br />
tanto en el campo como en la ciudad y<br />
del ideal de la mujer cristiana. De esta<br />
forma, pretendo centrar nuestra atención<br />
en los personajes de Sabel y Nucha y la<br />
relación de estas con Julián.<br />
Emilia Pardo Bazán formaba<br />
parte del grupo de escritores realistas más<br />
avanzados que seguían el manifiesto de<br />
Zola, defensor de Darwin, descubridor<br />
de la evolución de las especies, en el que<br />
apoya su argumento de que todos somos<br />
animales y tenemos una bestia dentro.<br />
Esto es, un comportamiento instintivo<br />
que podemos observar en los personajes<br />
de Los Pazos de Ulloa que, incluso en<br />
los que se nos muestran como más<br />
civilizados (Julián y Nucha), en algún<br />
momento brota en ellos ese instinto<br />
animal.<br />
María González Escribano<br />
Sabel<br />
Sabel era un buen pedazo de<br />
lozanísima carne. Sus ojos azules,<br />
húmedos y sumisos, su color<br />
animado, su pelo castaño que se<br />
rizaba en conchas paralelas y caía en<br />
dos trenzas hasta más abajo del talle,<br />
embellecían mucho a la muchacha<br />
y disimulaban sus defectos, lo<br />
pomuloso de su cara, lo tozudo y<br />
bajo de su frente, lo sensual de su<br />
respingada y abierta nariz (Pardo<br />
Bazán 2009: 109).<br />
Desde el primer momento Sabel<br />
aparece como una mujer atractiva<br />
físicamente y determinada por el<br />
ambiente en el que vive. Se dedica a la<br />
cocina y a servir, solo se trata con ella<br />
para lo necesario: la comida y cuando<br />
al marqués Don Pedro le apetece<br />
acostarse con ella. Podríamos decir que<br />
es una marioneta en manos de su padre<br />
Primitivo.<br />
Aparece para Julián como un<br />
motivo de tentación, ya sea por su<br />
físico o su actitud provocadora frente<br />
a él. Podemos ver varios ejemplos en el<br />
texto sobre cómo Sabel busca provocar a<br />
Julián y a este le incomodan:<br />
Venía la moza arremangada hasta el<br />
codo, con el pelo alborotado, seco y<br />
volandero, del calor de la cama sin<br />
duda: y a la luz del día se notaba más<br />
la frescura de su tez, muy blanca y<br />
como infiltrada de sangre. Julián<br />
se apresuró a ponerse el levitín,<br />
murmurando:<br />
— Otra vez haga el favor de dar dos<br />
golpes en la puerta antes de entrar.<br />
Conforme estoy a pie, pudo cuadrar<br />
que estuviera en la cama todavía… o<br />
vistiéndome. (117).<br />
Una mañana entró Sabel […] la<br />
moza venía en justillo y enaguas,<br />
con la camisa entreabierta, el pelo<br />
destrenzado y descalzos un pie y<br />
pierna blanquísimos […].<br />
— Cúbrase usted, mujer —murmuró<br />
con voz sofocada por la vergüenza—<br />
No me traiga nunca el agua cuando<br />
esté así… Ese no es modo de<br />
presentarse a la gente. (141).<br />
El pasaje en el que podemos<br />
ver a Julián explotar frente a la actitud<br />
descarada de Sabel es en el que ella finge<br />
encontrarse mal y se tira en la cama de<br />
Julián para intentar provocarle. Lejos<br />
de conseguir su propósito, Julián la<br />
reprende con ira y le prohíbe volver<br />
a servirle: “Se me va usted de aquí<br />
ahora mismo o la echo a empellones…<br />
¿entiende usted? No me vuelve usted a<br />
cruzar esa puerta… Todo, todo lo que<br />
necesite me lo traerá Cristobo… ¡Largo<br />
inmediatamente!” (143).<br />
Podemos pensar que estas<br />
actitudes con Julián han podido ser<br />
ordenadas por Primitivo, para provocar<br />
que Julián caiga en la tentación y sea<br />
expulsado de la casa, ya que lo ve como<br />
una amenaza para su permanencia en<br />
los Pazos.<br />
En la fiesta del patrón de Naya<br />
vemos a Sabel fuera del ambiente de los<br />
Pazos, aparece “lujosamente vestida de<br />
domingo” (149) y baila junto a las otras<br />
mozas. Al llegar a casa, don Pedro, lleno<br />
de “celos feroces” (167), le pega una<br />
paliza y aparece animalizada; aullaba y<br />
directamente se le llama perra:<br />
Sabel, tendida en el suelo, aullaba<br />
desesperadamente; don Pedro, loco<br />
de furor, la brumaba a culatazos”,<br />
“¡Perra…perra…condenada a ver si<br />
nos das pronto de cenar, o te deshago!<br />
¡A levantarse… o te levanto con la<br />
escopeta! (164).<br />
92 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 93
Cinco verdugones rojos en la mejilla<br />
Sabel y a algún gallardo gaitero<br />
salir de allí a la moza, en descuidado traje<br />
era alta, ni sus facciones se pasaban<br />
de Sabel contaban bien a las claras<br />
entretenidos en coloquios más<br />
y soñolienta.” (287). Queda cumplido el<br />
de correctas, a excepción de la boca,<br />
cómo había sido derribada la intrépida<br />
bailadora (165).<br />
En la despedida de don Pedro y<br />
Julián cuando se van a Santiago se nos<br />
muestra como a Sabel no le importa don<br />
Pedro y podemos imaginar o entrever<br />
que es su padre el que la utiliza para que<br />
hereden los Pazos, por Perucho, cuando<br />
don Pedro no esté. “Si Sabel deseaba<br />
retener a aquel fugitivo Eneas, no dio<br />
de ellos la más leve señal, pues se volvió<br />
con gran sosiego a sus potes y trébedes”<br />
(177).<br />
Habría una pequeña<br />
desanimalización en Sabel, al mostrarse<br />
en ella sentimientos de amor, propios<br />
del ser humano. Primitivo a la vuelta<br />
de Julián a los Pazos le dice que Sabel se<br />
quiere casar “Con el gaitero de Naya, el<br />
Gallo… Por de contado se empeña en<br />
irse para su casa, así que les echen las<br />
bendiciones…” (223). Esto para Julián<br />
es algo bueno, ya que no quiere que esté<br />
cuando llegue Nucha a los Pazos y se<br />
entere de la relación que había tenido<br />
Sabel con don Pedro. Aunque Julián<br />
teme que no se vaya, ver a Sabel con el<br />
gaitero le muestra que en verdad está<br />
enamorada de él:<br />
dulces que edificantes. Le ruborizó<br />
el encuentro, pero hizo la vista<br />
gorda reflexionando que aquello era,<br />
por decirlo así, la antesala del altar<br />
(224).<br />
Pero don Pedro a su llegada no se<br />
cree que se vaya a marchar, no porque ella<br />
no quiera sino por su padre, Primitivo se<br />
ha hecho dueño y señor de los Pazos y si<br />
Sabel se marcha no podrá quedárselos:<br />
“[…] aquí no se trata de Sabel, ¿entiende<br />
usted?, sino de su padre, de su padre. Y<br />
su padre le ha engañado a usted como a<br />
un chino, vamos. La… mujer esa, bien<br />
comprendo que rabia por largarse: mas<br />
Primitivo es abonado para matarla antes<br />
que tal suceda.” (236). Y sucede así,<br />
Sabel no se marcha, la excusa para que<br />
se quede es que necesitan una cocinera<br />
porque la que habían conseguido decide<br />
marcharse porque no se hace con la<br />
cocina.<br />
El hecho de que Nucha tenga una<br />
niña acaba por decantar a don Pedro por<br />
volver con Sabel y estar el menor tiempo<br />
posible en los Pazos, Julián se acaba<br />
dando cuenta de esto: “Sabel recibía<br />
otra vez su antigua corte de sultana<br />
favorita” (286), “Bajó con esperanzas de<br />
encontrarla en la cocina, y al pasar ante<br />
la puerta del gran despacho próximo al<br />
objetivo de Primitivo, apoderarse de los<br />
Pazos a través de su hija.<br />
Vemos así a una Sabel<br />
completamente condicionada por su<br />
entorno: animalizada sin personalidad,<br />
que aunque haga un amago de ser libre<br />
se encuentra subordinada por su amo.<br />
La visión que nos da Julián de Sabel es la<br />
de una “desvergonzada manceba” con un<br />
“hijo espurio” (221) y la personificación<br />
del pecado. Todo lo contrario del ideal<br />
de mujer cristiana.<br />
Emilia Pardo Bazán con Sabel<br />
nos muestra la situación de la mujer<br />
en el campo, víctima del machismo.<br />
Vemos que no se trata a Sabel como<br />
a una persona, incluso se trata mejor<br />
a los animales que a ella y con esto se<br />
hace verdadera la afirmación que Julián<br />
recuerda al principio del señor de la<br />
Lage: “[…] La aldea, cuando se cría uno<br />
en ella y no sale de allí jamás, envilece,<br />
empobrece y embrutece” (113).<br />
Nucha<br />
En cuanto a la tercera, Nucha,<br />
asemejábase bastante a la menos,<br />
solo que en feo: sus ojos, de magnífico<br />
tamaño, negros también como<br />
moras, padecían leve estrabismo<br />
que era un miniatura. En suma,<br />
pocos encantos físicos, al menos<br />
para los que se pagan de la cantidad<br />
y morbidez en esta nuestra envoltura<br />
de barro (186-187).<br />
Ahora nos encontramos con<br />
Nucha, el personaje más desdichado de<br />
todos. Se ve obligada, por circunstancias<br />
ajenas a su voluntad, a casarse con don<br />
Pedro y a salir de la ciudad para ir a<br />
los Pazos, como un conejillo de indias<br />
con el que Pardo Bazán experimenta la<br />
adaptación de una señorita de ciudad<br />
al campo. Y esto es algo que nunca<br />
llegará a ocurrir. Al igual que podemos<br />
observar que Sabel es una víctima de su<br />
padre, Nucha puede ser considerada la<br />
víctima de Julián. Ambas, en conclusión,<br />
víctimas de la sociedad patriarcal.<br />
Al leer la descripción que se hace<br />
de Nucha pensamos que ella no va a ser<br />
la elegida de don Pedro, ya que él busca<br />
una buena mujer capaz de criar, que<br />
evoque fecundidad y Nucha es la más fea<br />
y delicada de las hermanas. Esa mujer la<br />
encuentra en Rita, la hermana mayor:<br />
Lo que más cautivaba a su primo,<br />
en Rita, no era tanto la belleza del<br />
rostro como la cumplida proporción<br />
del tronco y miembros, la amplitud y<br />
El haber sorprendido cierto<br />
archivo, donde se había instalado don<br />
convergente, lo cual daba a su mirar<br />
redondez de la cadera, el desarrollo<br />
anochecer, cerca del pajar a<br />
Pedro desde el nacimiento de su hija, vio<br />
una vaguedad y pudor especiales; no<br />
del seno, todo cuanto en las valientes<br />
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y armónicas curvas de su briosa<br />
De esta forma consigue<br />
En la boda, Nucha decide ir<br />
aspecto de Nucha. La total inocencia<br />
persona prometía la madre fecunda<br />
convencer a don Pedro y este empieza<br />
vestida de negro por guardar el luto y el<br />
que se pintaba en sus ojos vagos y<br />
y la nodriza inexhausta. ¡Soberbio<br />
vaso en verdad para encerrar un<br />
Moscoso legítimo, magnífico<br />
patrón donde injertar el heredero, el<br />
continuador del nombre! (187).<br />
Cuando don Pedro habla con<br />
Julián sobre las hermanas le dice que<br />
Nucha es la menos atractiva para él y<br />
que prefiere a Rita, que además le sigue<br />
el juego. Pero hay un inconveniente:<br />
cuando salen a pasear, las hermanas<br />
coquetean y son cortejadas por otros<br />
jóvenes, todas menos Nucha. Don Pedro<br />
se muestra celoso en relación con Rita<br />
porque es la que más “toma varas”, es<br />
decir “que se deja querer” (194) por todos<br />
los que la galantean. El temor de ver<br />
mancillado su honor lleva a don Pedro a<br />
pedir consejo a Julián sobre a cuál elegir.<br />
Julián le dice que la mejor opción desde<br />
su punto de vista es Marcelina (Nucha):<br />
“francamente, aunque las señoritas son<br />
cada una de por sí muy simpáticas,<br />
yo, puesto a escoger, no lo niego… me<br />
quedaría con la señorita Marcelina”<br />
(197) a lo que don Pedro, sorprendido<br />
le responde que es bizca, flaca y en<br />
su defensa que solo tiene buen pelo y<br />
temperamento. Por otra parte, Julián le<br />
cuenta que crio a su hermano pequeño y<br />
que es como una madre incluso con las<br />
demás hermanas. Es perfecta como un<br />
a provocar un juego con Nucha que no<br />
es correspondido: “Desde entonces el<br />
primo gastó con ella bastantes bromas,<br />
algunas más pesadas que divertidas.<br />
[…] gozaba en poner colorada a Nucha,<br />
en arañarle la epidermis del alma por<br />
medio de chanzas subidas e indiscretas<br />
familiaridades que ella rechazaba<br />
enérgicamente” (198). Para Nucha no<br />
era una situación agradable, para Julián<br />
tampoco ya que veía mal estos juegos. Es<br />
Nucha la que pone el punto final de la<br />
situación anormal que está viviendo en<br />
casa, que viva un hombre con ellas siendo<br />
solteras sin ser su hermano. Un día, en<br />
uno de los juegos que se traía don Pedro<br />
con las hermanas, pensando que iba a<br />
coger a Rita agarra por equivocación a<br />
Nucha, es en esta escena en la que Nucha<br />
aparece animalizada: “tanteó el aire y<br />
palpó un bulto de mujer, que aprisionó<br />
en sus brazos sin decir palabra, con<br />
ánimo de repetir el castigo.” (209)<br />
Nucha se pone a llorar y le dice “Con las<br />
señoritas no se hacen estas brutalidades”<br />
(209) a lo que don Pedro responde:<br />
“¡Eres una fierecita! ¡Y hasta fuerza en<br />
los puños descubres en esos momentos!”<br />
(209). Don Pedro se decide por Nucha,<br />
no sin oposición de su padre, que estaba<br />
convencido de que iba a ser Rita. Esta<br />
decisión afecta a todas las hermanas,<br />
la primera sorprendida es Nucha y las<br />
demás reaccionan mal, sobre todo Rita y<br />
recuerdo de su madre, algo que también<br />
podemos interpretar como un augurio<br />
de lo que ha de venir.<br />
Nucha se queda embarazada y don<br />
Pedro quiere que esté todo preparado<br />
y perfecto en el momento de su llegada<br />
con Nucha al pazo. Sobre todo quiere<br />
que Sabel se haya ido de casa porque<br />
no le ha dicho nada a Nucha de que<br />
tiene un hijo con ella. Van a recogerles a<br />
Cebre y Primitivo muestra su oposición<br />
a Nucha llevándole de transporte “una<br />
mula alta, maligna y tozuda, arreada con<br />
aparejo redondo, de esos que por formar<br />
en el centro una especie de comba,<br />
más parecen hechos para despedir<br />
al junte que para sustentarlo.” (223)<br />
Debido a esta circunstancia, Nucha se<br />
ve obligada a decirle a don Pedro que<br />
está embarazada, la alegría de don Pedro<br />
se hace patente pensando en la idea de<br />
tener un heredero legítimo, varón.<br />
La descripción que hace Julián de<br />
Nucha al recibir la noticia del embarazo<br />
es como si la comparase con la Virgen:<br />
La veneración que por Nucha<br />
sentía y que iba acrecentándose<br />
con el trato, cerraba el paso a la<br />
idea de que pudiesen ocurrirle los<br />
mismos percances fisiológicos que<br />
a las demás hembras del mundo.<br />
como perdidos en contemplaciones<br />
de un interior, no había menguado<br />
con el matrimonio; las mejillas,<br />
un poco más redondeadas,<br />
seguían tiñéndose del carmín de la<br />
vergüenza por el menos motivo. Si<br />
alguna variación podía observarse,<br />
algún signo revelador del tránsito<br />
de virgen a esposa, era quizás un<br />
aumento de pudor; pudor por<br />
decirlo así, más consciente y seguro<br />
de sí mismo; instinto elevado a<br />
virtud (237-238).<br />
Encontramos a una Nucha<br />
ensalzada por la imagen que Julián tiene<br />
del ideal de mujer cristiana.<br />
Otro punto a tratar es el de la<br />
actitud de Julián con Nucha desde su<br />
llegada a los Pazos. Julián vigila todos<br />
sus pasos para que no se entere de que<br />
Perucho es hijo de don Pedro y Sabel:<br />
“No le llegaba a Julián la camisa al<br />
cuerpo, temblando que en alguna de<br />
estas dependencias recibiese Nucha a<br />
boca de jarro, por impensado incidente,<br />
la atroz revelación” (241). Cuando<br />
Nucha le pregunta de quién es hijo<br />
Perucho y por qué lleva el nombre de su<br />
marido, le contesta que es de la criada y<br />
que es ahijado de don Pedro, lo que no se<br />
esperaba Julián era que Nucha decidiera<br />
educar a Perucho.<br />
ángel.<br />
le acusan de ser “falsa e hipócrita” (212).<br />
Justificaba esta candorosa niñería el<br />
96 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 97
Tras el parto, Nucha se encuentra<br />
muy débil y enferma, además se siente<br />
frustrada por no poder criar a su hija.<br />
A partir de aquí, comienza la cuesta<br />
abajo de Nucha, los únicos momentos<br />
buenos que tiene son los que puede<br />
pasar con su hija. Don Pedro se<br />
encuentra desaparecido, no quiere saber<br />
nada del bebé porque es una niña y las<br />
sospechas de Julián sobre que don Pedro<br />
vuelve a estar con Sabel se corroboran.<br />
Finalmente, Nucha se entera de que<br />
Perucho es hijo ilegítimo de don Pedro y<br />
Sabel y sale de nuevo la fiera que Nucha<br />
lleva dentro: “Inmóvil por espacio de<br />
algunos segundos, la señorita recobró de<br />
improviso la acción. Se inclinó hacia el<br />
barreño y arrancó de golpe a su hija de<br />
brazos de Perucho” (322). Esta situación<br />
provoca que Nucha vuelva a enfermar:<br />
no puede dormir, teme por que le<br />
quiten a su hija y además Julián ve unas<br />
marcas en sus muñecas que delatan los<br />
maltratos de don Pedro: “en las muñecas<br />
de la señora de Moscoso se percibía una<br />
señal circular, amoratada, oscura… Con<br />
lucidez repentina el capellán retrocedió<br />
dos años, escuchó de nuevo los quejidos<br />
de una mujer maltratada a culatazos,<br />
recordó la cocina, el hombre furioso…”<br />
(340). Nucha se conforma con Cristo<br />
con esas marcas en las muñecas, como<br />
si estuviera estigmatizada y queda<br />
convertida en mártir para Julián.<br />
Nucha lleva ya bastante tiempo<br />
de los Pazos, cada día que pasa es<br />
una agonía para ella, poco a poco va<br />
perdiendo la vida. Llega un momento en<br />
el que explota y después de la misa diaria<br />
comunica a Julián su decisión, buscando<br />
un cómplice que le ayude a escapar,<br />
además él también quiere marcharse: “Es<br />
preciso –declaró Nucha sin apartar de<br />
él sus ojos, más que vagos, extraviados<br />
ya- que me ayude usted a salir de aquí.<br />
De esta casa.” Y “Quiero marcharme.<br />
Llevarme a mi niña. Volverme junto a mi<br />
padre. Para conseguirlo hay que guardar<br />
secreto. Si lo saben aquí, me encerrarán<br />
con llave. Me apartarán de la pequeña.<br />
La matarán. Sé de fijo que la matarán”<br />
(371). Puede ser que en ese momento<br />
Julián se diera cuenta de que igual que<br />
él la trajo, él la tenía que sacar. Pero lo<br />
importante de todo esto es la valentía<br />
de Nucha al decir que no aguanta más.<br />
Después de ese sufrimiento tan grande<br />
se libera y ya no le importa el qué dirán o<br />
que sea un escándalo su comportamiento<br />
porque nada le va a hacer sufrir tanto<br />
como el continuar en los Pazos. Además,<br />
Nucha recurre a Julián no solo como<br />
a un cómplice, ella sigue necesitando<br />
la aprobación de la Iglesia que en este<br />
caso viene dada por Julián. No podemos<br />
olvidar este rasgo muy característico de<br />
Nucha que es su profunda religiosidad.<br />
Su plan no puede realizarse porque don<br />
Pedro irrumpe en la escena, acusándoles<br />
de tener una relación:<br />
Verse acusado, por un marido,<br />
de inteligencias culpables con<br />
su mujer, por un marido que se<br />
quejaba de ultrajes mortales, que<br />
le amenazaba, que le expulsaba de<br />
su casa ignominiosamente y para<br />
siempre; y ver a la infeliz señorita, a<br />
la verdaderamente ofendida esposa,<br />
impotente para desmentir la ridícula<br />
y horrenda calumnia (393).<br />
Y así es como Nucha se queda<br />
encerrada en los Pazos hasta que le<br />
consuman la vida. La noticia de su<br />
muerte no se hace esperar, pasado medio<br />
año del trágico suceso Julián recibe la<br />
esquela de Nucha.<br />
Emilia Pardo Bazán nos muestra<br />
con Nucha la situación de la mujer en la<br />
ciudad y el ideal de mujer cristiana de la<br />
época. En cuanto a la parte que toca a la<br />
mujer en la ciudad, podemos observar,<br />
a diferencia del ambiente rural, que<br />
empiezan a haber cambios; por ejemplo,<br />
la mujer recibe educación aunque sigue<br />
siendo deficiente y no tiene un gran<br />
protagonismo social. Con respecto a la<br />
mujer cristiana, Pardo Bazán, retrata<br />
en la obra el ideal que se tenía en la<br />
época de mujer cristiana, solo que en<br />
Julián alcanza unos límites exacerbados.<br />
Tiene en su mente una concepción de<br />
la mujer muy antigua, como la que vio<br />
en su madre y ve ahora en Nucha y que<br />
además intenta llevar a un extremo total<br />
en la soledad de esos ideales machistas.<br />
Se podría explicar el cambio de Nucha<br />
con estas palabras de Pardo Bazán en La<br />
mujer española:<br />
El cristianismo ha elevado y<br />
dignificado a la mujer […] La<br />
grande obra progresiva del<br />
cristianismo, en este particular,<br />
fue emancipar la conciencia de la<br />
mujer, afirmar su personalidad y su<br />
libertad moral, de la cual se deriva<br />
necesariamente la libertad práctica.<br />
No fue en la familia, sino en el<br />
interior santuario de la conciencia,<br />
donde el cristianismo emancipó a la<br />
mujer. Y si en esta parte no ha dado<br />
todo su fruto la obra divina, débese<br />
a la malicia humana, al egoísmo y a<br />
la fuerza estática de las viejas ideas,<br />
conjuradas contra la palabra de<br />
Cristo” (1976: 83-84).<br />
Ninguno de los finales posibles<br />
para Nucha hubiera sido bueno, el que<br />
ya conocemos le consume hasta morir;<br />
pero la otra opción, escapar con Julián<br />
de vuelta a casa tampoco habría sido<br />
perfecta. La sociedad, a pesar de ser una<br />
ciudad grande como Santiago, hubiera<br />
sido muy dura con ella y además el paso<br />
de decidir por ella misma se hubiera visto<br />
truncado por la presencia de Julián y su<br />
egoísmo e interés sobre la permanencia<br />
de sus ideales, para él más perfectos.<br />
pensando en la posibilidad de marcharse<br />
pero no puede porque Nucha se libera<br />
98 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 99
Julián<br />
presentado como un mozo imponente:<br />
“Brillante y aguda, la lanza descendía,<br />
a Primitivo […]!” (353).<br />
[…] la endeblez de su temperamento<br />
linfático-nervioso, puramente<br />
femenino, sin ardores ni rebeldías,<br />
propenso a la ternura, dulce y<br />
benigno como las propias malvas,<br />
pero no exento en ocasiones, de<br />
esas energías súbitas que también se<br />
observan en la mujer, el ser que posee<br />
menos fuerza en estado normal, y<br />
más cantidad de ella desarrolla en<br />
las crisis convulsivas (115-116).<br />
No son pocas las veces en las<br />
que se hace mención en el libro al<br />
carácter femenino y al amaneramiento<br />
del sacerdote Julián, podríamos pensar<br />
que Pardo Bazán nos quiere decir algo<br />
con esto de una forma muy sutil, como<br />
que Julián es homosexual. Sobre esto<br />
habla Daniel Ferreras Savoye, profesor<br />
de la universidad de West Virginia,<br />
en un artículo: “Deseo homosexual y<br />
subversión de género en Los Pazos de<br />
Ulloa” 1 . En este artículo, Daniel Ferreras<br />
hace un estudio sobre el personaje<br />
de Julián en el que intenta demostrar<br />
que es homosexual y que, además está<br />
enamorado del marqués don Pedro. Hay<br />
dos prototipos, el de Julián: “colorado,<br />
no como un pimiento, sino como una<br />
fresa, encendimiento propio de personas<br />
linfáticas.” (94), frente al de don Pedro,<br />
“alto y bien barbado, tenía el pescuezo<br />
y rostro quemados por el sol, pero por<br />
venir despechugado y sombrero en<br />
mano, se advertía la blancura de la piel<br />
no expuesta a la intemperie, en la frente<br />
y en la tabla de pecho, cuyos diámetros<br />
indicaban complexión robusta, supuesto<br />
que confirmaba la isleta de vello rizoso<br />
que dividía ambas tetillas” (98). Ante<br />
esta visión de don Pedro, Julián se queda<br />
atontado. Y Ferreras mantiene la teoría<br />
de que Julián hará todo lo posible para<br />
eliminar a Sabel, su principal rival. Es por<br />
esto que convencerá a Don Pedro para<br />
que se case con Nucha, que representa<br />
la asexualidad típica de la virgen<br />
María, frente a su exuberante hermana<br />
Rita. Además hace una interpretación<br />
simbólica de ciertos elementos del texto;<br />
por ejemplo las armas, en este caso las<br />
escopetas, son símbolos fálicos: “¡Dios<br />
santo! Sí, era la escena misma, tal cual<br />
se la había figurado él… Nucha de pie,<br />
pero arrimada a la pared, con el rostro<br />
desencajado de espanto, los ojos no ya<br />
vagos sino llenos de extravío mortal;<br />
enfrente su marido, blandiendo un<br />
arma enorme… Julián se arrojó entre<br />
los dos…” (296). Ferreras interpreta<br />
la acción de Julián, interponerse entre<br />
Nucha, Pedro y el “enorme arma”,<br />
como un ofrecimiento de sí mismo<br />
para la penetración sustituyendo a<br />
se hincaba, se hincaba…” (298). Según<br />
Ferreras, el carácter de Julián encarna<br />
la voz del deseo homosexual reprimido.<br />
La actitud de Julián, su deseo hacia don<br />
Pedro, determina el futuro de Nucha, de<br />
don Pedro y también el suyo, además de<br />
traicionar sus esfuerzos por reformar la<br />
casa de Ulloa.<br />
Retomando la línea de análisis<br />
anterior, a pesar de que Julián se nos<br />
muestra siempre con rasgos afeminados,<br />
incluso como un ángel, asexuado y el más<br />
civilizado de los Pazos, hay momentos<br />
en los que vemos que también lleva una<br />
fiera dentro, como los demás, aunque<br />
él haga todo lo posible por reprimirlo.<br />
Por ejemplo, en la comida con los<br />
sacerdotes en las fiestas de Naya, sufre<br />
uno de sus ataques de ira repentinos:<br />
“mas de improviso, sintiendo uno de<br />
aquellos chispazos de cólera repentina<br />
y momentánea que no era dueño de<br />
refrenar, tosió, miró en derredor, y soltó<br />
unas cuantas asperezas y severidades<br />
que hicieron enmudecer a la asamblea”<br />
(158). El hecho de que no pueda refrenar<br />
su ira quiere decir que ha salido su lado<br />
animal porque lo propio de los humanos,<br />
se supone, es nuestra capacidad de poder<br />
controlarnos y actuar razonablemente.<br />
Ese animal vuelve a salir en defensa de<br />
Nucha y la niña: “¡Qué no haría él por<br />
En cuanto al tema de las<br />
relaciones, y contrario a la teoría de<br />
su homosexualidad, podemos pensar<br />
que Julián está enamorado de Nucha,<br />
es su amor platónico. El simple hecho<br />
de decirle a don Pedro que si tuviera<br />
que elegir se quedaría con Nucha ya<br />
nos indica que tiene sentimientos de<br />
admiración y que si no fuera sacerdote<br />
se casaría con ella. Una vez en los<br />
Pazos podemos observar momentos de<br />
complicidad entre los dos, como si no les<br />
hicieran falta palabras para entenderse,<br />
además muestra una gran preocupación<br />
por Nucha en todo momento. En las<br />
escenas del parto la actitud de Julián es<br />
como la de un marido que cambiaría su<br />
vida por la de su mujer con tal de que<br />
ella sobreviviese, ese es un sentimiento<br />
de amor muy puro, se tiene por alguien<br />
al que amas de verdad. Intenta sublimar<br />
su amor llevando a Nucha a un estado<br />
como el suyo: Nucha debería de estar<br />
en un convento; ambos en un estado de<br />
perfección, de pureza, de consagración<br />
a Dios, apartados del mundo cruel.<br />
Además, en el único momento en el que<br />
se le describe con una actitud varonil a<br />
Julián es por causa de Nucha y la niña; en<br />
la escena final en la que entra don Pedro<br />
en la capilla, Julián se envalentona y se le<br />
ve actuar “de hombre a hombre” (393).<br />
1 El artículo original apareció en<br />
“Homosexual Desire and Gender Bending in<br />
Pardo Bazán’s Los Pazos de Ulloa”.<br />
Nucha. También la pesadilla que sigue<br />
a esta escena representa el deseo de<br />
penetración de Julián en la que una<br />
servir de algo a la nenita idolatrada. A<br />
veces el cariño le inspiraba ideas feroces,<br />
como agarrar un palo y moler las costillas<br />
Cuando muere Nucha y recibe la noticia,<br />
se alegra porque ya estará gozando en el<br />
cielo por todo lo que sufrió en la tierra<br />
100 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 101
pero al llegar a los Pazos tras diez años<br />
y ver el nicho de Nucha llora como un<br />
niño.<br />
Julián sufre una amonestación<br />
por los rumores de su comportamiento y<br />
le mandan como párroco a un pueblo de<br />
la montaña en el corazón de Galicia. Esta<br />
situación le hace cambiar según cuenta<br />
la descripción: “[…] y una especie de<br />
insensibilidad apacible va cauterizando<br />
el espíritu de Julián: piensa más en lo<br />
que le rodea, se interesa por la iglesia<br />
desmantelada, trata de enseñar a leer a<br />
los salvajes chiquillos de la parroquia,<br />
funda una congregación de hijas de<br />
María para que las mozas no bailen los<br />
domingos…” (397). Pasados diez años lo<br />
trasladan a la parroquia de Ulloa como<br />
resarcimiento del arzobispo, porque “la<br />
calumnia puede empañar el cristal de la<br />
honra, no mancharlo.” (397)<br />
Nos encontramos ante un Julián<br />
que es víctima de la educación que<br />
ha recibido al igual que Nucha. La<br />
educación conservadora del momento<br />
crean en Julián, suponemos que desde<br />
su infancia, una concepción del mundo<br />
Bibliografía<br />
negativa y que idealiza a las mujeres<br />
según su comportamiento, como Nucha<br />
o su madre, y demoniza a otras, como<br />
Sabel o Rita.<br />
Conclusión<br />
Como conclusión podemos observar<br />
que aunque los tres personajes son<br />
víctimas de la sociedad en la que viven<br />
y de la educación recibida, todos acaban<br />
convirtiéndose en verdugos. Sabel,<br />
víctima de su padre y la aristocracia<br />
rural en decadencia, se convierte en<br />
verdugo para Julián. Su comportamiento<br />
hace que Julián la juzgue y la vea como<br />
un animal, además la toma como la<br />
serpiente que le expulsa del paraíso.<br />
Nucha, víctima de la sociedad civil y de<br />
la Iglesia (representada por Julián), se<br />
convierte en verdugo de Perucho y de<br />
su propia hija, incluso podríamos llegar<br />
a pensar que de sí misma. Y por último<br />
Julián, víctima de la educación que<br />
recibe se convierte en el verdugo de los<br />
Pazos y de la pobre Nucha, llevando la<br />
desgracia a sus vidas.<br />
Pardo Bazán, Emilia (1976): La mujer española. Madrid, Cátedra.<br />
Pardo Bazán, Emilia (2009): Los Pazos de Ulloa. Madrid, Cátedra.<br />
Ferreras Savoye, Daniel (2009): “Deseo homosexual y subversión de género en<br />
Los Pazos de Ulloa”. En: La Tribuna: cuadernos de estudios da Casa Museo Emilia<br />
Pardo Bazán, 7, pp. 261-276.<br />
Sobre héroes y podencos. Al hilo de Messi es un perro, de Hernán<br />
Casciar<br />
Lionel Andrés Messi tan solo<br />
ha leído un libro en su vida. Fue la<br />
autobiografía de Maradona y, por lo<br />
visto, parece ser que ni siquiera tuvo<br />
la necesidad de llegar hasta la última<br />
página. En alguna ocasión ha confesado<br />
que, si alguna vez siente un verdadero<br />
deseo de leer un libro, lo hará (Stella<br />
2013). No lo dudamos. Hay tiempo<br />
para todo, imagina. Se dice también<br />
que Pep Guardiola le regaló una vez la<br />
novela Saber perder, de su amigo David<br />
Trueba, donde se narra la historia de un<br />
futbolista argentino que ficha por un<br />
David García Cames<br />
equipo español. Parece ser que Leo no<br />
mostró un excesivo interés. No estaba<br />
entre sus prioridades. Sobre Messi y<br />
la lectura diría Guardiola: “¿Y qué si<br />
no le gusta leer? Que lean los demás y<br />
él juegue como juega” (Martín 2006).<br />
Poco más se puede pedir. El juego es<br />
el verdadero motivo, la razón última<br />
de cualquiera de sus movimientos. El<br />
juego antecede siempre a la palabra. No<br />
interesa la metáfora sino el regate, no<br />
hay oxímoron sino gambeta. A Messi no<br />
le duele decir que solo ha leído un libro<br />
en su vida. Desde luego que no parece<br />
importarle demasiado. A fin de cuentas,<br />
a nosotros tampoco.<br />
Tampoco sabemos si Messi ha<br />
leído el cuento titulado “Messi es un<br />
perro”, escrito por el argentino Hernán<br />
Casciari (Mercedes, Buenos Aires,<br />
1971). Dice el autor que cuando el<br />
relato apareció en la prensa de su país el<br />
padre del futbolista llamó para quejarse.<br />
Estamos seguros de que en ese momento<br />
el padre tampoco había leído el cuento.<br />
Pongámonos en antecedentes. Hernán<br />
Casciari había publicado en abril de 2012<br />
en su revista Orsai un relato titulado<br />
“El tiempo del hombre perro”. En él,<br />
partía de su experiencia como hincha<br />
del Barcelona y de la última gesta de<br />
102 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 103
Messi, diez goles en tres partidos de tres<br />
Las figuras de los jugadores, desde la<br />
fútbol. Casciari necesita una teoría que<br />
Totín 1 . Como Messi persigue la pelota,<br />
competiciones durante una semana, para<br />
distancia, responden a un esquema<br />
dé sentido a todo esto. Mira y vuelve a<br />
Totín perseguía una esponja amarilla<br />
trazar una analogía entre el futbolista y<br />
elemental, todo parece adquirir sentido,<br />
mirar vídeos en internet hasta que llega<br />
que lo hacía enloquecer: “Quería esa<br />
el perro de su infancia llamado Totín.<br />
Tiempo después el cuento llegaría a<br />
internet, ya con su título definitivo,<br />
convirtiéndose en un fenómeno viral con<br />
millones de visitas en los vídeos donde<br />
aparece narrado. En mayo de este mismo<br />
año, Casciari ha editado el volumen<br />
Messi es un perro y otros cuentos, con una<br />
caricatura de Totín en la portada. Este<br />
artículo es un vano intento de explicar<br />
las razones del éxito de este relato, de<br />
hallar una conexión entre el juego y la<br />
palabra, de regodearnos en las relaciones<br />
abiertas entre el fútbol y la literatura al<br />
hilo del juego de Lionel Messi y la voz de<br />
Hernán Casciari.<br />
Jugar como Messi<br />
Entramos al estadio. El césped<br />
está recién regado. Cortita y al pie.<br />
Desde el cielo, las combinaciones de<br />
los futbolistas se diría que remedan el<br />
lenguaje de las abejas. Unos persiguen<br />
a otros, en verdad siempre persiguen<br />
los mismos, corren detrás del balón, se<br />
cansan, se agotan, bailan allí los gigantes<br />
con la más fea. Entre ellos se pasea un<br />
chico pequeño, callado, distante, como si<br />
no formara parte de la misma realidad,<br />
moviéndose entre todos como quien<br />
orden, equilibrio: “Y es que nunca se vio<br />
algo parecido adentro de una cancha<br />
de fútbol, en ninguna época, y es muy<br />
posible que no ocurra más” (Casciari<br />
2015: 21). El escritor argentino, poco<br />
importa si él mismo o su personaje,<br />
toma la voz narrativa, su mirada es<br />
la del espectador que se deleita en el<br />
privilegio de poder contemplar el juego<br />
del Barcelona entrenado por Guardiola y<br />
encarnado en Lionel Messi. Estamos en<br />
marzo de 2012. Leo viene de marcar tres<br />
goles en la victoria de Argentina contra<br />
Suiza, cinco contra el Bayer Leverkusen,<br />
dos contra el Racing de Santander.<br />
Casciari confiesa que la verdadera<br />
razón de permanecer en la ciudad de<br />
Barcelona, más allá de su mujer, más allá<br />
de su hija, es poder continuar cerca “del<br />
mejor fútbol de la historia”. Su relato, a<br />
partir de aquí, será una búsqueda de las<br />
razones de su asombro, una indagación<br />
en la raíz de su experiencia estética, por<br />
decirlo así, una puesta en palabras de<br />
esa idea única del fútbol que, siguiendo<br />
a Gadamer, le permite “cerrar el abismo<br />
abierto entre lo ideal y lo real” (Gadamer<br />
2002: 52).<br />
Todo puede ser explicado merced<br />
al juego. Messi en la cancha, hechizado en<br />
el pasto, siguiendo la pelota, únicamente<br />
a uno en que Messi recibe cientos de<br />
faltas pero nunca cae: “Son muchísimos<br />
pedacitos de patadas feroces, de<br />
obstrucciones, de pisotones y trampas,<br />
de zancadillas y agarrones traicioneros;<br />
nunca las había visto todas juntas. Él<br />
va con la pelota y recibe un guadañazo<br />
en la tibia, pero sigue” (22). Messi es<br />
la representación de una idea que la<br />
toca de zurda, una forma simbólica del<br />
juego entendido como una actividad<br />
libre, separada, incierta, esencial. La<br />
realidad, esa minucia, no existe para él<br />
en esos momentos, el mundo solo puede<br />
aprehenderse a partir del modo en que<br />
transmite el sentimiento de lo lúdico en<br />
su arte. Es entonces un niño que sigue<br />
una pelota, el reflejo de todos los niños<br />
que en algún lugar del mundo siguen<br />
una pelota y a los que no les importa<br />
nada, absolutamente nada más. Apenas<br />
existe el balón, todo lo demás es retórica:<br />
“Hay que mirarle bien los ojos para<br />
comprender esto: los pone estrábicos,<br />
como si le costara leer un subtítulo;<br />
enfoca el balón y no lo pierde de vista ni<br />
aunque lo apuñalen” (23).<br />
Llegamos entonces a la metáfora, a<br />
la analogía que da sentido a todo el relato.<br />
Hernán Casciari verá en esa mirada del<br />
esponja más que nada en el mundo,<br />
moría por llevarse ese rectángulo<br />
amarillo a la cucha” (23-24). El juego,<br />
como vemos, siempre ha estado ahí. Se<br />
trata de una cuestión de perspectiva. Si la<br />
risa nos separa de los animales, el juego<br />
nos une a ellos: “Los animales juegan,<br />
lo mismo que los hombres. Todos los<br />
rasgos fundamentales del juego se<br />
hallan presentes en el de los animales”<br />
(Huizinga 2008: 11). El juego, esa “forma<br />
llena de sentido”, se expresa como el<br />
resultado de un impulso de libertad<br />
que, para sus protagonistas, se alza “en<br />
medio de un silencio inexplicable”. Poco<br />
importa si vamos tras un balón de cuero<br />
o una esponja hasta el fondo del mar, lo<br />
importante, como decía Voltaire acerca<br />
de Don Quijote, es inventar pasiones<br />
para ejercitarse. De Ovidio a Kafka, las<br />
metamorfosis se operan siempre en la<br />
imaginación del escritor. El jugador<br />
husmea, olfatea la pelota. “La Pulga”,<br />
ahora sí, se nos vuelve podenco. La<br />
hipótesis se ve confirmada. Una tarde,<br />
después de un hat-trick casi rutinario,<br />
Lionel Messi se nos aparece convertido<br />
en un adorable perro: “Descubrí esta<br />
tarde, mirando ese video, que Messi es<br />
un perro. O un hombre perro. Esa es mi<br />
teoría, lamento que hayan llegado hasta<br />
camina sobre las aguas, leve, ligero,<br />
volátil, eléctrico, extraño, diferente.<br />
la pelota, la esfera, la forma perfecta,<br />
la medida justa de todas las cosas en el<br />
futbolista los ojos del perro que tuvo en<br />
la infancia, un perro salchicha llamado<br />
1 En web: https://twitter.com/casciari/<br />
status/481843185103417344 [16-8-2015].<br />
104 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 105
acá con mejores expectativas. Messi es el<br />
pensado, tal vez ame sobre todas las<br />
que asombra de Messi, lo que nos lleva<br />
Y entonces un día aparece un<br />
primer perro que juega al fútbol” (24).<br />
otras cosas de este mundo. Hablamos<br />
a no dar crédito a muchas de sus gestas,<br />
chico enfermo. Como en su día un mono<br />
El hombre perro acaba de nacer.<br />
¡Larga vida al hombre perro! Todos<br />
conocíamos sus maravillas pero no<br />
habíamos sabido darle un nombre al<br />
héroe. Hernán Casciari nos lo ofrece. Es<br />
alguien como nosotros, es alguien que<br />
se alza sobre todos nosotros. El héroe es<br />
el habitante por excelencia del “entre”,<br />
criatura siempre a medio camino de los<br />
dioses y los hombres. Así es el hombre<br />
perro. Sus dones son incontables,<br />
prodigiosas sus habilidades. ¿De dónde<br />
su empeño en imitar paso por paso<br />
las jugadas de los héroes clásicos, por<br />
reproducir sus hazañas al milímetro?<br />
¿Por qué será que sigue Boateng<br />
buscando todavía el bosón de Higgs?<br />
¿Cómo atrapar, dicen los defensas,<br />
al de los pies ligeros? ¿Qué ha hecho<br />
Messi para merecer elevarse a semejante<br />
región de prodigios? La respuesta es<br />
sencilla; correr detrás de una pelota<br />
como Totín lo hacía tras una esponja:<br />
“Si lo dejaran no haría otra cosa. Llevar<br />
esa esfera blanca a los tres palos todo<br />
el tiempo, como Sísifo. Una y otra vez”<br />
(26). Y vuelta a empezar. Sin descanso.<br />
Lo dicho, como Sísifo, como Prometeo.<br />
Criatura mitológica que dibuja en su<br />
de ese balón que, si hacemos caso de<br />
otra teoría fantástica, planteada en este<br />
caso por Eduardo Galeano, se encuentra<br />
incluso dentro de su piel:<br />
Messi es un caso único en la historia<br />
de la humanidad, porque es alguien<br />
capaz de tener una pelota adentro del<br />
pie. Siempre se dice que Maradona<br />
la llevaba atada, pero Messi la tiene<br />
adentro del pie, y eso científicamente<br />
es inexplicable, pero vos ves que lo<br />
persiguen 7, 11, 22 rivales para<br />
sacarle la pelota y no hay manera<br />
de sacársela. ¿Por qué? Porque la<br />
buscan afuera del pie, y está adentro<br />
(Galeano 2012).<br />
La voracidad del hombre perro<br />
es fascinante. Sus hazañas se suceden a<br />
un ritmo vertiginoso, llevando al plano<br />
de la crónica futbolística la historia<br />
más insensata y el récord más delirante<br />
de su propia mitología. Dice Santiago<br />
Segurola que la diferencia entre Messi<br />
y Maradona radica en que, mientras<br />
Maradona era Maradona a veces, “Messi<br />
es Maradona todos los días”. El mismo<br />
es la perseverancia, la persistencia de sus<br />
milagros. Como si fuera lo más natural<br />
del mundo. Ser Maradona todos los días<br />
para poder llegar a ser plenamente Messi.<br />
El hombre perro no puede dejar de<br />
jugar. El hombre perro está condenado<br />
a desaparecer sin el juego. No en vano,<br />
viene de otro tiempo, de cuando el fútbol<br />
conservaba en su forma las principales<br />
virtudes del juego y aún no primaban las<br />
“burocracias del deporte”: “Iban detrás de<br />
la pelota y nada más: no existían tarjetas<br />
de colores, ni la posición adelantada, ni<br />
la suspensión de cinco amarillas, ni los<br />
goles de visitante valían doble. Antes<br />
se jugaba como juegan Messi y Totín”<br />
(24). Frente a la cháchara deportiva<br />
que determina su discurso, tal y como<br />
la planteaba Umberto Eco, frente a la<br />
retórica de burdel que predomina en las<br />
tertulias televisivas, la figura del hombre<br />
perro es la expresión de una voluntad<br />
lúdica inalienable que permanece en el<br />
fútbol, reflejo de la capacidad de sorpresa<br />
que todavía esconde, de la “dinámica de<br />
lo impensado” según la planteaba Dante<br />
Panzeri, de los instantes decisivos que<br />
aguardan a la espera de incorporarse a<br />
la poética del juego. El hombre perro<br />
enfermo se mantuvo erguido y empezó<br />
la historia del hombre. Esta vez ha sido<br />
un chico rosarino con capacidades<br />
diferentes. Inhabilitado para decir dos<br />
frases seguidas, visiblemente antisocial,<br />
incapaz de casi todo lo relacionado con<br />
la picaresca humana. Pero con un talento<br />
asombroso para mantener en su poder<br />
algo redondo e inflado y llevarlo hasta<br />
un tejido de red al final de una llanura<br />
verde (25-26).<br />
Escribir como Messi<br />
El fútbol es juego de imitación,<br />
como también lo es la literatura. No hace<br />
falta que nos remontemos a Aristóteles.<br />
Basta con entrar de nuevo al estadio.<br />
Vemos cómo Messi apenas alza la<br />
mirada para fijarse en el portero rival.<br />
Si el contrario anota un gol de falta en<br />
los primeros minutos del partido, Messi<br />
se empeñará en marcar cuanto antes<br />
uno exactamente igual. Si Maradona<br />
inventó el mejor gol en la historia de<br />
los mundiales, el hombre perro lo<br />
repetirá con una precisión que se antoja<br />
enigmática. En la mímesis del juego,<br />
en la necesidad de reproducir gestos<br />
gesto todo su destino. Correr detrás de<br />
Hernán Casciari ha retratado como<br />
puede ser descrito entonces como un<br />
técnicos y engañar al contrario, quizá<br />
esa pelota con la que el futbolista sueña<br />
nadie el momento cumbre, epifánico, del<br />
héroe arquetípico, un chico débil que<br />
sea posible descubrir el rastro de una<br />
mimetizarse por completo, que acaricia<br />
“Gol del Siglo” de Maradona contra los<br />
se sobrepone a las dificultades, un<br />
estética del fútbol. Todo jugador aprende<br />
hasta el límite de lo permitido, que<br />
ingleses en su cuento “10.6 segundos”<br />
aparecido de otro tiempo, cándido y<br />
de sus modelos para poder superarlos. La<br />
hechiza, que adormece, a la que, bien<br />
(Casciari 2015: 29-46). Sin embargo, lo<br />
letal, dueño de un “talento asombroso”:<br />
imitación es ambición, entrenamiento y<br />
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anhelo. En un reciente artículo, Rafael<br />
imitar las hazañas de los ídolos. Sin ser<br />
en torno a la sublimación del juego.<br />
visión más plena, una visión de sentido,<br />
Núñez Ramos señalaba la posibilidad<br />
unos genios, sin abandonar siquiera<br />
Es un momento histórico del fútbol,<br />
de las habilidades de Lionel Messi. Dice<br />
de trasladar el componente mimético<br />
nuestra congénita impericia, en aquella<br />
momento que Messi, con su incansable<br />
Juan Villoro en torno a la literatura<br />
de la literatura al fútbol, “en cuanto las<br />
época queríamos fundirnos con el balón<br />
afán de superarse, se obstina en dilatar<br />
futbolística: “Las palabras convocan<br />
acciones y relaciones que crea la puesta<br />
como Totín con la esponja. No sabíamos<br />
en el tiempo. No importa que un día<br />
un mundo paralelo. Escribir de fútbol<br />
en práctica de sus reglas y las emociones<br />
que se asocian a ellas despiertan<br />
analogías con las condiciones generales<br />
de nuestras vidas” (2015: 170). En este<br />
sentido, las figuras del hincha y del<br />
escritor se confunden en la evocación del<br />
hombre perro. La literatura se entrega a<br />
la mitificación del futbolista desde la<br />
consagración del juego. El cuento de<br />
Hernán Casciari es entonces, además<br />
de un retrato del héroe, una acabada<br />
que existían los hombres perro ni que,<br />
algunos años después, el “Messías”<br />
habría de anunciarse, simplemente<br />
jugábamos, seguíamos la pelota. El<br />
fútbol se vuelve entonces, cuando logra<br />
establecer una conexión privada e<br />
intransferible con algunos de nuestros<br />
recuerdos, un símbolo originario al que<br />
acudimos entregados: “Cada vez que<br />
subo las escaleras internas del Camp<br />
Nou y de pronto veo el fulgor del pasto<br />
todo llegue a su fin. Sabemos que cuanto<br />
más alto se eleve Ícaro más dolorosa<br />
será su caída. Resulta imposible negarlo.<br />
Detengámonos entonces en el tiempo,<br />
hundámonos en él más plenamente.<br />
Lo que tenemos entre manos, lo que<br />
leemos aquí en su recreación literaria,<br />
es una participación directa en esa idea<br />
platónica o kantiana de belleza en el<br />
fútbol que concede al elegido una forma<br />
de absolución casi mística:<br />
equivale a recrear de otro modo lo que los<br />
espectadores ya conocen” (2014: 13-14).<br />
El hombre perro se nos aparece como el<br />
símbolo que expresa a la perfección una<br />
determinada idea de juego. La velocidad,<br />
el imprevisto, el engaño continuo, el<br />
amague indescifrable, irrumpen ante<br />
nosotros a través de la imagen de esas<br />
combinaciones casi cabalísticas en las<br />
que parece cifrarse el juego del Barcelona.<br />
El sentido del equilibrio lo preside<br />
construcción acerca de las razones que<br />
propician el sentimiento de lo sublime en<br />
el fútbol: “Tengo nostalgia del presente<br />
cada vez que juega Messi. Soy hincha<br />
fanático de este lugar en el mundo y de<br />
este tiempo histórico” (26-27).<br />
El fútbol es “bello”, se dice, cuando<br />
está bien “jugado”. Queremos regresar a<br />
la infancia a través de la recuperación<br />
de la experiencia original del juego<br />
que el fútbol es capaz de transmitirnos<br />
de vez en cuando. Las figuras de Totín<br />
y de Messi nos trasladan a la memoria<br />
esencial de nosotros mismos, evocan<br />
iluminado, en ese momento que siempre<br />
nos recuerda a la infancia...” (26). El<br />
fútbol, cuando está bien jugado, cuando<br />
es armonía, no deja de ser otra cosa que<br />
una imitación nostálgica de la infancia.<br />
De esta forma, Hernán Casciari<br />
nos hará partícipes de su experiencia<br />
estética ligada a la visión del hombre<br />
perro, de esa idea de belleza en el<br />
fútbol que unifica a todas las otras. El<br />
juego del Barcelona de aquellos años<br />
desencadenará en el escritor una suerte de<br />
síndrome de Stendhal futbolístico que lo<br />
lleva a temblar, a emocionarse, que hace<br />
Todos contarán sus batallas con<br />
orgullo hasta altas horas. Y cuando ya no<br />
quede nadie por hablar, me pondré de<br />
pie y diré despacio: yo vivía en Barcelona<br />
en los tiempos del hombre perro. Y no<br />
volará una mosca. Se hará silencio.<br />
Todos los demás bajarán la cabeza. Y<br />
aparecerá Dios, vestido de Juicio Final,<br />
y señalándome dirá: tú, el gordito, estás<br />
salvado. Todos los demás, a las duchas<br />
(27).<br />
El escritor, como tal, no podrá<br />
dejar de dar cuenta de estos momentos.<br />
Fútbol y literatura quedan unidos en el<br />
todo, el escritor nos hará partícipes de<br />
su dilatada epifanía cada temporada<br />
en el estadio. Necesita vivirlo, necesita<br />
quedarse en Barcelona aunque deseara<br />
volver a su país. Quiere habitar el tiempo<br />
del hombre perro. Todo lo demás es<br />
accesorio. Por supuesto que también<br />
precisa contarlo, decirlo, compartirlo<br />
con aquellos que puedan entenderlo.<br />
Prima la musica, poi le parole. Primero la<br />
cara de asombro en el estadio, el acorde<br />
fijado en el gol, un tiempo después,<br />
siempre después, llegarán las palabras.<br />
“¡Ah, si pudiera escribir como<br />
nuestros primeros partidos en el patio<br />
de él un privilegiado del mismo modo<br />
relato de Casciari como resultado de la<br />
Messi juega al fútbol!”, ha dicho en<br />
de la escuela, las patadas ingrávidas a un<br />
que lo fueron aquellos que pudieron<br />
necesidad de compartir con los otros la<br />
alguna ocasión António Lobo Antunes<br />
balón de playa, los intentos de chilena<br />
contemplar otros equipos legendarios<br />
intensidad de su propia vivencia estética.<br />
(Jiménez Barca 2012). El esteta, el<br />
que podían terminar con una vértebra<br />
como el Ajax de Cruyff, el Santos de<br />
La metáfora, desde su incapacidad<br />
orfebre del lenguaje, ansía ordenar las<br />
rota. Todos aquellos que hemos pateado<br />
Pelé o el Nápoles de Maradona. Todos<br />
para representar fielmente el juego del<br />
unidades mínimas del discurso de un<br />
un balón hemos soñado alguna vez con<br />
ellos son unos elegidos que se reúnen<br />
futbolista, sí que consigue ofrecer una<br />
modo similar al que Messi distribuye las<br />
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partículas elementales del fútbol. El mito<br />
de la facilidad mozartiana parece resonar<br />
en las palabras del escritor portugués. El<br />
sueño del novelista de suceder las frases<br />
sin aparente esfuerzo, de fascinar con<br />
su obra, de ser el mejor en definitiva,<br />
se ve reflejado en la forma de jugar<br />
del futbolista argentino. “La Pulga” es<br />
entonces expresión de la armonía que,<br />
en el fondo, debe presidir cualquier<br />
expresión artística. El juego, sin duda,<br />
se encuentra entre ellas: “Está lleno de<br />
las dos cualidades más nobles que el<br />
hombre puede encontrar en las cosas y<br />
expresarlas: ritmo y armonía” (Huizinga<br />
2008: 24). El juego del hombre perro<br />
parte del ritmo embaucador en el que,<br />
de vez en cuando, se resume el sentido<br />
lúdico del arte. No podemos detenernos.<br />
Se hace el silencio en el estadio cuando<br />
sabemos que Messi está decidido a enfilar<br />
la portería contraria, cuando adopta esa<br />
“mirada escrutadora” de la que habla<br />
Casciari, se trata de voluntad, de deseo,<br />
todo el mundo sabe lo que va a hacer<br />
y, sin embargo, nadie puede detenerlo.<br />
Parte desde la banda derecha, el primer<br />
defensa queda atrás con un movimiento<br />
de cintura, el siguiente no puede seguir<br />
el cambio de ritmo, continúa avanzando<br />
hacia el pico del área, todo el mundo sabe<br />
que va a tirar pero nadie sabe cuándo,<br />
se espera, hace una pausa, se regodea<br />
en el instante, en el silencio, un poco<br />
más, todavía el portero, en una decisión<br />
estúpida, tendrá tiempo de dar un paso<br />
a su izquierda para guardar el primer<br />
palo. Lo hemos visto cientos de veces<br />
pero nunca dejará de sorprendernos.<br />
Cuestión de ritmo. El juego del hombre<br />
perro, como el contrapunto de Bach, es<br />
siempre igual pero siempre diferente. El<br />
escritor, en el fondo, tan solo sueña con<br />
imitarlo.<br />
El acusado sentido de la oralidad<br />
con el que está escrito el relato de<br />
Casciari hizo posible que, al poco de<br />
su publicación, se convirtiera en un<br />
fenómeno viral de internet. El autor lo<br />
compartiría en su blog el 11 de junio<br />
de 2012 2 . Apenas dos días después, el<br />
actor e ilusionista argentino Norberto<br />
Jansenson subiría a YouTube un vídeo<br />
donde leía el relato en primer plano 3 .<br />
Otros usuarios de internet añadirían a<br />
la lectura una sucesión de imágenes con<br />
jugadas de Messi esquivando contrarios,<br />
cayendo, levantándose acto seguido,<br />
rastreando caninamente la pelota. La<br />
suma de estos vídeos supera con creces,<br />
por ahora, los cinco millones de visitas 4 .<br />
El cuento llegaría también a las redes<br />
sociales, donde, por ejemplo, el vídeo<br />
colgado en el Facebook de la página<br />
deportiva colombiana “LaPelotona”<br />
ronda ya los nueve millones de<br />
visualizaciones. Aprovechando el tirón,<br />
2 En web: http://editorialorsai.com/blog/<br />
post/messi_es_un_perro [15-8-2015].<br />
3 Ver vídeo: https://www.youtube.com/<br />
watch?v=gVm3pTp_FQI [18-8-2015].<br />
4 Dejamos aquí una de las mejores<br />
versiones:<br />
https://www.youtube.com/<br />
watch?v=XAzgiSSQVxA [18-8-2015].<br />
Hernán Casciari publicaría este año en su<br />
propia editorial el libro en papel, seguido<br />
de una campaña de promoción donde<br />
primaba el trato directo y el juego con<br />
los lectores mediante apuestas, regalos y<br />
dedicatorias personalizadas. El escritor<br />
argentino, afincado en Barcelona,<br />
dejó hace tiempo de participar de los<br />
grandes grupos de la industria cultural,<br />
convencido de que el sentido último<br />
del arte de contar historias pasa por un<br />
regreso al lector: “Yo no podría convivir<br />
con una cantidad de lectores con los que<br />
no puedo conversar. No me resultaría<br />
divertido saber que hay telefonistas<br />
respondiendo. Dejaría de resultarme<br />
una afición divertida y personal, en<br />
mi caso se convertiría en otra cosa”<br />
(Foguet 2013). A través primero de la<br />
revista literaria Orsai, publicada entre<br />
marzo de 2011 y diciembre de 2013,<br />
como mediante la lectura de sus textos<br />
en el blog y recitales públicos, Casciari<br />
reniega de la vieja estampa, tan dañina<br />
como pedante, del escritor sentado a la<br />
máquina de escribir que se lamenta de la<br />
incomprensión del mundo.<br />
En la difusión que ha alcanzado<br />
“Messi es un perro” en las redes<br />
descubrimos la vuelta al sentido original<br />
del relato, a la palabra anterior a la<br />
escritura, nos obliga a pensar en Homero<br />
antes que en Virgilio. O tal vez resulte<br />
necesario remontarse incluso más atrás.<br />
Dice Hernán Casciari al respecto que<br />
“seguimos interesados en la versión<br />
primogénita de la comunicación, que es<br />
un tipo contándole a otros alrededor de<br />
la hoguera que ha matado un mamut”<br />
(Rodríguez 2015). El éxito de este cuento<br />
hace patente un regreso a las fuentes<br />
primarias del narrador, a la figura del<br />
aedo que deja su voz en el aire a la espera<br />
de la interpretación del público. Un<br />
texto que fue escrito para una revista<br />
de minorías y sin tan siquiera un punto<br />
y aparte (Casciari 2012: 128-129), se<br />
transforma en un relato oral que glosa<br />
a una de las personas más populares del<br />
planeta. A partir de temas arquetípicos<br />
como el juego, los héroes o la infancia,<br />
el texto conecta con la emocionalidad<br />
de los lectores, tanto de los aficionados<br />
al fútbol como de los interesados en la<br />
literatura. Resulta fácil, por lo tanto,<br />
reconocerse en su metáfora. Después de<br />
todo, si nos dedicamos a pensarlo como<br />
hombre perro, tal vez Lionel Messi no<br />
se halle en un plano de la realidad tan<br />
diferente al nuestro. Si bien el ídolo<br />
permanece en lo alto, inalcanzable para<br />
hinchas y centrales, lo cierto es que casi<br />
todos hemos tenido a nuestro Totín. Por<br />
ello, a la hora de encontrar un motivo<br />
para ir dejando de hablar sobre héroes<br />
y podencos quizá lo mejor sea mirar a<br />
nuestro lado.<br />
Mi abuelo tuvo un perro que se<br />
llamaba Puskás. A pesar de ser seguidor<br />
del Atlético, no pudo evitar ponerle<br />
el nombre del delantero húngaro del<br />
Real Madrid, sin duda uno de los más<br />
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grandes de todos los tiempos. Imagino<br />
que sería por una cuestión de estética,<br />
de ritmo y de sonoridad en el nombre.<br />
Me recuerdo en una fotografía sentado<br />
al lado de Puskás, posando como<br />
posan los jugadores antes de empezar<br />
los partidos. Quiero creer que era feliz<br />
por aquel entonces. Sé que todo es un<br />
relato, una imitación que apenas sirve<br />
para jugar con las palabras. Puskás y<br />
yo nos perseguíamos por las calles del<br />
pueblo sin pensar en nada más. No era<br />
necesario. Daba patadas a un balón<br />
pero el perro siempre llegaba antes. No<br />
me importaba. Al descansar, cogía las<br />
chapas para reproducir a pequeña escala<br />
el fútbol de aquellos dioses efímeros,<br />
¿por qué sigo empeñado en recordar a<br />
la selección de Canadá?, reflejados en<br />
los cromos del álbum de México 86.<br />
Mi abuelo me explicaba historias, me<br />
compraba y leía el periódico deportivo,<br />
era, como dice Hernán Casciari en otro<br />
de sus relatos futboleros, un contador de<br />
hazañas. A partir de aquellos días, fútbol<br />
y literatura pasaron a ocupar lugares<br />
cercanos en mi imaginación. Imagino<br />
que sería por una cuestión de estética.<br />
Escribir como escribe Messi, decía Lobo<br />
Antunes. Sabemos que es imposible,<br />
que no tiene sentido. Jugar como juega<br />
Messi. Todos los niños lo han intentado,<br />
pero solo puede existir un hombre<br />
perro. Recuerdo a Puskás como Casciari<br />
recuerda a Totín. Es preciso intentarlo,<br />
perseverar, seguir la huella. La palabra<br />
es un tiro a puerta que siempre busca la<br />
escuadra.<br />
Huizinga, Johan (2008): Homo ludens. Madrid, Alianza.<br />
Jiménez Barca, Antonio (2012): “«¡Ah, si pudiera escribir como Messi juega al<br />
fútbol!». Entrevista a António Lobo Antunes”. En: El País, 14 de enero: http://elpais.<br />
com/diario/2012/01/14/babelia/1326503558_850215.html [10-8-2015]<br />
Martín, Luis (2006): “La proyección Messi”. En: El País, 5 de febrero: http://elpais.<br />
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Rodríguez, Delia (2015): “«Messi es un perro»: vuelve el cuento viral de Hernán<br />
Casciari”. En: El País, “Verne”, 20 de junio: http://verne.elpais.com/verne/2015/06/19/<br />
articulo/1434735969_304012.html [7-8-2015].<br />
Stella, Gian Antonio (2013): “È originario di Recanati, come Leopardi. Pazzo per<br />
le cotolette, dedica i gol alla nonna. Intervista a Lionel Messi”. En: Corriere della<br />
Sera, 18 di giugno: http://www.corriere.it/sette/13_giugno_18/2013-25-stella-leomessi_ce32b256-d81b-11e2-98e6-97ca5b2e4e27.shtml<br />
[6-8-2015].<br />
Villoro, Juan (2014): Balón dividido. México, Planeta.<br />
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Gadamer, Hans-Georg (2012): La actualidad de lo bello: el arte como juego, símbolo<br />
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Galeano, Eduardo (2012): “Messi me hace soñar y amar”. En: La Nación, 13 de julio<br />
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[5-8-2015].<br />
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