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Contrapunto

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Editorial<br />

COMITÉ DE REDACCIÓN<br />

Fernando Larraz Verónica Enamorado<br />

Cristina Somolinos Gema Cuesta<br />

Ainhoa Rodríguez Alejandro Rivero<br />

Patricia Pizarroso Cristina Ruiz<br />

Sofía González Javier Helgueta<br />

Yara Pérez Paula Mayo<br />

Noelia Izquierdo Cristina Suárez<br />

Fabiola Stoian Soledad Abad<br />

Raquel López Ismael Ruiz<br />

Javier I. Alcarcón Andrea Merino<br />

Sandra Mañas María Sánchez<br />

Candela Fernández Eduardo Montoza<br />

Verónica Jiménez Víctor Rodríguez<br />

Colaboran en este número<br />

Sonia de Andrés Corroto, Francisco J.<br />

Garcerá, David García Cames, Fernando<br />

Gómez Redondo, María González<br />

Escribano, Jesús Montiel López, María<br />

Luisa Suárez Marín<br />

EDITORIAL<br />

Página 3<br />

FIRMA INVITADA<br />

Página 4<br />

MIRADAS<br />

Página 6<br />

BIBLIOTECA CLÁSICA<br />

Página 11<br />

INÉDITOS<br />

Página 17<br />

RESEÑAS<br />

Página 20<br />

VOCES<br />

Página 84<br />

ARTÍCULOS<br />

Página 92<br />

<strong>Contrapunto</strong> nació, hace dos años y medio, con la intención de informar<br />

acerca de los derroteros de nuestro campo cultural, de crear espacios de<br />

diálogo y de reflexión sobre la cultura y la literatura actuales y de fomentar<br />

el ejercicio de la crítica, para el que nos sentimos vocacionalmente<br />

inclinados quienes participamos en el proyecto. Nos alegra poder empezar este curso<br />

confirmando que estamos cumpliendo nuestro compromiso, que nuestro propósito<br />

sigue en marcha, que lo sostienen los mismos objetivos y que podemos mirar hacia<br />

atrás y hacia adelante —hacia los 21 números publicados y hacia los diez que nos<br />

proponemos publicar hasta el próximo verano— con orgullo e ilusión.<br />

Nuevo curso para <strong>Contrapunto</strong> que, como el anterior, queremos iniciar<br />

dando una afectuosa bienvenida a nuestro equipo de redacción a nuevas<br />

compañeras y compañeros cuyo entusiasmo garantiza la continuidad de la revista.<br />

<strong>Contrapunto</strong> es un proyecto colectivo que representa, en nuestra opinión, algunas<br />

de las razones de ser de la Universidad: el debate, la crítica, la cooperación, la<br />

participación pública. Por ello queremos integrar y aunar esfuerzos y capacidades:<br />

cuando comenzamos, decidimos ser una revista abierta y plural, en el más amplio<br />

sentido de ambas palabras, y ello lo garantizan los nuevos miembros del Consejo<br />

Editorial. Mantenemos constante la invitación a cualquier persona vinculada a la<br />

UAH, sea cual sea su especialidad, a que se una a nosotros, bien de una manera<br />

esporádica —proponiéndonos algún texto o ilustración para que sea publicado en<br />

nuestras secciones— o bien con regularidad —participando de nuestras decisiones y<br />

funcionamiento—. Para ello, bastará que se ponga en contacto con nosotros a través<br />

de la dirección electrónica que aparece en nuestra web.<br />

El número 22 quedó preparado a finales del curso pasado, pero algunos<br />

problemas impidieron que entonces viera la luz. Por ese motivo introducimos con<br />

estas líneas un número doble, 22-23, compuesto por un número de páginas y de<br />

artículos inusualmente elevado. Más arriba hemos definido la revista como un<br />

proceso de aprendizaje compartido: esperamos que el proceso lleve un buen rumbo y<br />

que nuestros lectores, efectivamente, encuentren que los contenidos, la presentación<br />

y la difusión son cada vez mejores. Por nuestra parte, renovamos el compromiso de<br />

no dar por concluido ese proceso de búsqueda y aprendizaje.<br />

El equipo de <strong>Contrapunto</strong><br />

2 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 3


Firma invitada<br />

Pautas para escribir una historia de la literatura<br />

Veinte años después —con permiso de Dumas— de iniciar el largo<br />

recorrido de análisis de la prosa medieval castellana, con seis volúmenes<br />

aparecidos entre 1997 y 2012 —los dos últimos consagrados al período<br />

de los Reyes Católicos—, aprovecho esta ocasión que me brinda<br />

<strong>Contrapunto</strong> para reflexionar sobre algunas de las líneas maestras que sostienen este<br />

amplio proceso de investigación, fundamentado en una metodología que debe más<br />

a las declaraciones poéticas enhebradas en los textos que son objeto de estudio que<br />

a las directrices teóricas fijadas por las corrientes de crítica literaria contemporánea,<br />

aunque se hayan aprovechado nociones oportunas alumbradas por la estética de la<br />

recepción —valor de los contextos receptivos—, el nuevo historicismo o la nueva<br />

filología —consideración del texto como objeto o singularidad de cada testimonio—<br />

y la teoría de los polisistemas —con las nociones de “centro” y de “periferia” para<br />

entender la movilidad y transformación de las obras examinadas.<br />

Construir una historia de la literatura medieval requería cambiar la<br />

articulación pragmática de la que depende el texto, porque es más importante el<br />

receptor que el autor; la noción de conciencia de autoría tarda en afirmarse a lo<br />

largo de los siglos medios y cuando se proclama lo es o por razones de autoridad<br />

religiosa —Berceo— o como medio de afianzar una memoria linajística —don Juan<br />

Manuel—; sólo en el siglo xv es posible encontrar a autores que disfrutan con el<br />

proceso material de la escritura —el genial Juan de Flores o fray Juan López de<br />

Salamanca—, pero lo normal es que la creación letrada se ajuste a la voluntad de<br />

unos receptores que pueden intervenir para modificar las líneas argumentales de<br />

una obra a fin de adaptarla a otros esquemas de ideas, tal y como ocurre con las<br />

múltiples transformaciones por las que tuvo que pasar el Amadís de Gaula hasta que<br />

Garci Rodríguez de Montalvo lo amoldó, gracias a la imprenta, a la concepción de la<br />

nueva caballería emergida de la larga guerra contra Granada. Tampoco una historia<br />

de la literatura consagrada a este período debe conformarse con realizar una simple<br />

taxonomía de aquellos textos que puedan considerarse más o menos relevantes en<br />

razón del supuesto éxito o de la influencia que pudieran haber ejercido; antes deben<br />

fijarse los contextos de recepción que requieren esas obras para valorar, de modo<br />

previo, las funciones reales que desarrolla el autor, obligado a plegarse o a ponerse<br />

al servicio de unos patrones ideológicos que tiene que aceptar necesariamente y,<br />

en ocasiones, definirlos para apuntar las claves de entendimiento que ese público<br />

precisa para aplicar a su propia vida o a las circunstancias sociales en que se mueve.<br />

Desechada por tanto la perspectiva de autoría como criterio de análisis, la<br />

investigación en la que se asienta la historia de la prosa se centró en tres aspectos<br />

principales: 1.º) rastrear la evolución del discurso formal de la “prosa” —frente al<br />

verso que era el específicamente literario—, atendiendo a las reflexiones teóricas<br />

conservadas en prólogos o en opúsculos teóricos (“leyenda suelta” o “fabla comunal”);<br />

2.º) identificar los grupos de recepción a los que las obras se dirigen, requeridas<br />

siempre para entender el presente en el que esos destinatarios se encuentran —así<br />

surge la ficción y así se explica: Libro del caballero Zifar—; y 3.º) fijar el análisis<br />

de los textos en cuanto signos de un tiempo histórico y cauces de las sucesivas<br />

transformaciones que posibilitan su transmisión y adaptación a otras circunstancias<br />

de recepción. Solo así pudo trazarse un cuadro de “estilos” o de relaciones genéricas<br />

que diera acogida a la práctica totalidad de la producción prosística elaborada a los<br />

largo de más de tres siglos: de 1206, Tratado de Cabreros, a 1516, el año en que muere<br />

Fernando de Aragón. Nada desaparece en esa fecha porque la literatura del Siglo<br />

de Oro hereda los órdenes de producción letrada construidos en la segunda mitad<br />

del siglo xv: la ficción sentimental y la caballeresca, la literatura dialogística, los<br />

compendios de sentencias y de facecias, los primeros esquemas de dramaturgia y,<br />

sobre todo, la larga y tensa disputa entre castellanistas —los defensores de la métrica<br />

de base par: verso de arte mayor y octosílabos— e italianizantes —con los versos<br />

impares, el heptasílabo y el endecasílabo, que parecían, paradójicamente, sonar a<br />

prosa.<br />

Una historia de la literatura, para serlo en verdad, más que de rupturas,<br />

siempre forzadas e impuestas, lo que ha de hacer es dar cuenta de la continuidad de<br />

formas y tradiciones con que se teje la malla de referencias históricas que da sentido<br />

a las obras literarias.<br />

Fernando Gómez Redondo<br />

4 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 5


Miradas<br />

Rafael Chirbes, un clásico contemporáneo<br />

Rafael Chirbes murió el pasado<br />

15 de agosto, cuando su obra<br />

narrativa había alcanzado<br />

un punto culminante con<br />

la publicación, dos años antes, de En<br />

la orilla. Su desaparición ha tenido<br />

un impacto poco común en nuestras<br />

letras. Ha generado, a partes iguales,<br />

reflexiones sobre el valor de una obra<br />

que estaba en pleno desarrollo y un<br />

torrente de tópicos que, por el contrario,<br />

opacarán ante un público amplio de<br />

lectores la complejidad de su discurso,<br />

los intensos conflictos que manifiesta y<br />

un talante crítico a prueba de cualquier<br />

complacencia. En las maneras de Chirbes<br />

como profesional de las letras —celoso<br />

guardián de su independencia desde su<br />

casa de un pueblo de Levante, alejado<br />

de compromisos literarios capitalinos,<br />

rodeado de libros— había una consciente<br />

actitud moral, no una pose. Algún<br />

medio, tratando de simplificar un retrato<br />

y ajustarlo a arquetipos reconocibles lo<br />

ha descrito un intelectual huraño, cínico<br />

y asocial. Y nada más lejos de la realidad:<br />

era amable y cordial hasta el extremo,<br />

excelente conversador, firme, eso sí, en<br />

sus convicciones y en sus críticas.<br />

La carrera literaria de Chirbes<br />

apenas duró veintiocho años, los que<br />

han transcurrido desde la publicación<br />

de Mimoun en 1988, cuando Chirbes<br />

tenía ya casi cuarenta años. A partir<br />

de entonces construyó una carrera<br />

literaria caracterizada por dos vectores<br />

aparentemente opuestos: la coherencia<br />

y la búsqueda incesante de lenguajes<br />

nuevos que le permitieran expresar una<br />

rabia que primero focalizó en la historia<br />

de España, después se trasladó a las<br />

sucesivas traiciones de sus habitantes<br />

para acabar en una especie de desengaño<br />

generalizado ante el ser humano,<br />

metaforizado en varias de sus novelas<br />

como cazador o como depredador,<br />

de acuerdo con la locución de Plauto<br />

Homo homini lupus. Este desengaño,<br />

sin embargo, no lo hizo abdicar de un<br />

profundo humanismo. Como todo<br />

grande de las letras, poseía un profundo<br />

conocimiento de la naturaleza humana,<br />

de sus pequeñeces y sus grandezas, lo<br />

que en su caso se transformaba en la<br />

paradoja de hacer coexistir una cierta<br />

misantropía general, como se ve, cada<br />

vez más acentuada, en su obra, y una<br />

enorme bonhomía en la corta distancia.<br />

Excelente lector de la tradición realista,<br />

la lucidez de Chirbes no lo llevó por las<br />

sendas del cinismo, sino que, a la manera<br />

de sus admirados Balzac, Galdós o Aub,<br />

o del autor del Lazarillo, nunca dejó de<br />

sentir curiosidad y compasión por la<br />

condición humana, a la que diseccionó<br />

en todas sus dimensiones. De ahí que<br />

el realismo de Chirbes intente explicar<br />

siempre la realidad social, económica,<br />

política, histórica… desde los sujetos<br />

que la provocan y la sufren, nunca<br />

como automatismos inocentes. Las<br />

relaciones entre el ámbito de lo privado<br />

y el ámbito de lo público se expresan en<br />

sus novelas con la vocación de codificar<br />

cuestiones políticas desde el ámbito<br />

de la conciencia de los individuos que<br />

ocupan determinadas posiciones en la<br />

estructura social. Esto ha salvado su<br />

escritura de maniqueísmos: a Chirbes<br />

no le interesó desenmascarar estructuras<br />

injustas, sino revelar cómo estas están<br />

basadas en las mentalidades de sujetos<br />

y cómo estos sujetos, a veces amorales<br />

y otras impotentes, que abundan en sus<br />

novelas, por mucho poder que hayan<br />

podido alcanzar, están indefectiblemente<br />

abocados al fracaso, que es la vejez, el<br />

paso del tiempo, la muerte. Hay una<br />

intención en la escritura de Chirbes de<br />

retratar la complejidad que subyace a<br />

la conciencia de los personajes. En Los<br />

disparos del cazador, por ejemplo, la voz<br />

narrativa corresponde al personaje Carlos<br />

Císcar, quien al final de su vida trata de<br />

autojustificarse y explicar la manera por<br />

la que había aprovechado el contexto<br />

de la posguerra para enriquecerse. Pero<br />

lejos de caer en visiones dualistas de la<br />

realidad histórica, Chirbes construye<br />

el discurso de la novela tratando de<br />

articular el modo por el cual se legitima<br />

ese conjunto de discursos. También hay<br />

una mirada lúcida hacia la hipocresía<br />

de una generación de hijos de los<br />

vencedores que al tiempo que renegaba<br />

del origen de la fortuna de sus padres y<br />

vehiculaba su indignación a través del<br />

antifranquismo, se aprovechaba de los<br />

privilegios que, por pertenecer a esa<br />

familia, les pertenecían.<br />

6 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 7


La crítica asocia inmediatamente<br />

su nombre a un modelo de escritura<br />

posible en el siglo xxi vinculado a dos<br />

conceptos: realismo y memoria. Por la<br />

importancia de su obra, parece que no se<br />

puede hablar de ninguno de ellos en el<br />

contexto actual sin referirse, antes que a<br />

nadie, al modelo chirbeano, bien sea para<br />

alabarlo o bien para denostarlo. Para<br />

quien opta por este último, a la palabra<br />

realismo le sigue un adjetivo despectivo,<br />

recurrentemente el de decimonónico,<br />

como si las posibilidades de representar<br />

la realidad a través de la ficción hubieran<br />

quedado fijadas de una vez para siempre<br />

en modelos caducos, en vías muertas<br />

literarias y la escritura narrativa solo<br />

pudiera avanzar por la experimentación<br />

y la fantasía, apelando al imperativo de<br />

la literatura de emanciparse de lo que<br />

queda fuera de su ámbito. No conciben<br />

que el realismo es un modelo literario<br />

que es también susceptible de evolución<br />

retórica, de trabajo lingüístico y<br />

discursivo para alcanzar sus objetivos de<br />

representación y que, si el autor no está<br />

obligado a ser alguien que, a través de su<br />

trabajo, intervenga en la interpretación<br />

simbólica del mundo, tampoco tiene la<br />

obligación de renunciar a la política, en el<br />

mejor y más amplio sentido del término.<br />

La propuesta literaria de Chirbes, de<br />

hecho, se articula como un intento<br />

de renovar una tradición, la tradición<br />

realista, y para ello parte en sus novelas<br />

de la vocación de explicar una realidad<br />

social, inscrita en un tiempo y en un<br />

espacio concretos, pero también del<br />

interés por explorar un universo plural<br />

y diverso de discursos y de dar cuenta<br />

de la complejidad de las coordenadas<br />

en las que se enmarcan los modelos<br />

ideológicos que han ido forjando las<br />

conciencias. No trata, por tanto, de llevar<br />

a cabo una crítica de las estructuras<br />

como tales, sino de los discursos y de las<br />

ideas que las legitiman y que están en la<br />

base misma de las desigualdades. Como<br />

buen realista, la escritura de Chirbes es<br />

plenamente materialista. No creemos<br />

que sus aspiraciones fueran nunca en la<br />

dirección de embellecer el mundo, sino<br />

más bien en conocerlo. Para ello sometió<br />

el lenguaje a torsiones propias de los<br />

mejores escritores de la historia. Cuando<br />

reseñamos En la orilla en las páginas de<br />

<strong>Contrapunto</strong> (número 2, mayo de 2013)<br />

señalábamos la fuerte impresión de estar<br />

ante un clásico que nos había producido<br />

la lectura de la novela, de inserción en<br />

una tradición en perpetua renovación.<br />

A Chirbes, pues, le preocupó la<br />

realidad y sus múltiples caras (morales,<br />

económicas, sociales, políticas). Le<br />

preocupó también (y mucho) cómo<br />

decirla literariamente y su obra se<br />

concibe como una indagación que<br />

alcanzó un punto culminante en ese<br />

díptico desasosegante y terrible que<br />

forman Crematorio y En la orilla, de las<br />

que se valió para vapulear la conciencia<br />

del lector con su pesimismo y en las que<br />

descubre que toda realidad social tiene<br />

una dimensión existencial y viceversa.<br />

Efectivamente, el realismo es el camino<br />

que encontró para justificar una rabia al<br />

vivir en un país lejano del mejor de los<br />

mundos posibles. Lo exacerbaba ver las<br />

posibilidades de dejarnos vivir en paz,<br />

sin una sinvergonzonería ambiental,<br />

sin la carcoma de la rapacería que él<br />

sufrió, de una manera especialmente<br />

lacerante, en su Levante. Su impresión<br />

de la sociedad española del siglo xxi la<br />

expresó en dos metáforas brillantes: el<br />

crematorio, en la novela homónima, y<br />

el pantano en En la orilla. En ambas, el<br />

uso de lenguajes simbólicos despliega<br />

un universo de metáforas que codifica<br />

cuestiones de carácter histórico-social.<br />

Pero también en otras que con que quiso<br />

atisbar tanto el significado de la historia<br />

española como de una antropología<br />

negativa. Quizá una de ellas, la del<br />

cazador, presente en el título de otra de<br />

sus grandes novelas, resuma mejor que<br />

nada por qué España es el laberinto que<br />

describió uno de sus autores predilectos,<br />

Max Aub.<br />

Si hubiera que señalar una<br />

constante en su obra, quizá podría<br />

hablarse de su posición crítica con el<br />

relato de la transición a la democracia<br />

en España. Desde muy pronto, supo<br />

diseccionar en sus novelas sus fuentes<br />

de legitimación, contradiciendo sus<br />

éxitos y poniendo de relieve sus muchos<br />

claroscuros. Analizó asimismo cuanto<br />

la Transición tuvo de claudicación y<br />

de prolongación de las estructuras que<br />

habían permitido la pervivencia del viejo<br />

régimen. Chirbes sacudió con dureza en<br />

su narrativa el discurso historiográfico<br />

dominante, que ha servido para<br />

legitimar la permanencia en el poder<br />

de una clase dominante. No en vano<br />

en algunos personajes de sus novelas se<br />

observa el paso de cierto compromiso<br />

ideológico a un cinismo cargado de afán<br />

de medro, oportunismo y arribismo que<br />

se convierte en una traición a los ideales<br />

por los que habían luchado (ellos mismos<br />

o sus familiares). Chirbes fue un escritor<br />

que no se mostró complaciente con los<br />

falsos discursos de progreso difundidos<br />

desde el poder y que dio cuenta del<br />

engaño de la transición.<br />

Antes de radiografiar esta<br />

situación en sus dos últimas novelas<br />

publicadas en vida, Chirbes había<br />

llevado a cabo la tarea de trazar una<br />

genealogía de los males que han venido<br />

aquejando a la sociedad española y la<br />

han llevado al atolladero. Es de destacar<br />

la serie de novelas que dedica a retratar<br />

la historia contemporánea de España: La<br />

larga marcha (Anagrama, 1996), cuya<br />

acción se ubica en la posguerra y en la<br />

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lucha antifranquista de los años sesenta;<br />

La buena letra, en la que toma la voz<br />

narrativa una represaliada de la guerra<br />

civil; Los disparos del cazador, que da<br />

cuenta del arribismo de un hombre que<br />

ha logrado un ascenso económico y<br />

social a través de negocios dudosos; La<br />

caída de Madrid, que retrata la agonía<br />

de Franco y las luchas por el poder que<br />

se desarrollaron o Los viejos amigos,<br />

en la que da cuenta de las traiciones<br />

de un grupo de amigos que habían<br />

compartido militancia antifranquista<br />

en los años sesenta y se han acogido<br />

bajo el suave cobijo que proporcionan<br />

las deslealtades y olvidos impuestos<br />

por la razón histórica. Recorre, de este<br />

modo, un periodo que se caracteriza<br />

por el progresivo triunfo del arribismo<br />

y de las ideologías individualistas: la<br />

elevación de la clase capitalista durante el<br />

franquismo, su salvación, el triunfo de la<br />

socialdemocracia y el boom inmobiliario<br />

con su consiguiente derrumbe y, con<br />

él, el periodo de fin de paradigma.<br />

Una pasión por hacerse y hacernos<br />

conscientes de la historia y de sus sujetos,<br />

por desentrañar las claves del conflicto y<br />

la lucha que sostienen el progreso, por<br />

hacer presentes la memoria de la derrota<br />

y la crítica del poder caracterizan y dan<br />

coherencia al discurso sostenido a lo<br />

largo de todas estas novelas. Su hondo<br />

conocimiento de la tradición literaria<br />

y sus meditaciones sobre la creación<br />

novelesca se recogen en sus ensayos El<br />

novelista perplejo y Por cuenta propia.<br />

Leer y escribir, publicados ambos, al<br />

igual que casi toda su obra narrativa, en<br />

la editorial Anagrama.<br />

En este recorrido por la obra de<br />

Chirbes podemos observar una evolución<br />

en el uso de los lenguajes narrativos al<br />

que ya aludimos anteriormente cuando<br />

nos referimos al empleo de metáforas<br />

y de lenguajes simbólicos con una<br />

intención histórico-social (la caza, el<br />

horno crematorio, el pantano, etc.) que<br />

tienen como objetivo desautomatizar<br />

las creencias y los discursos sacándolos<br />

de su contexto habitual y otorgándoles<br />

nuevos significados. Asimismo,<br />

se puede establecer una evolución<br />

desde el uso de la primera o la tercera<br />

persona narrativas en sus primeras<br />

novelas hacia la incorporación del<br />

perspectivismo múltiple que se vehicula<br />

a través del empleo de monólogos que se<br />

entrecruzan. En su afán de representar la<br />

complejidad de la psique humana y de<br />

prestar a los personajes un medio —el<br />

discurso narrativo— para justificar sus<br />

tropelías y sus mezquindades, Chirbes<br />

encuentra en el uso de la perspectiva, de<br />

la polifonía y en la construcción de textos<br />

corales un instrumento válido para<br />

ofrecer las visiones de unos y de otros<br />

cuya conexión es tarea del lector. Y es el<br />

lector el que siempre se ve sacudido por<br />

un deseo de luz allá donde las sombras<br />

de la inercia nos han ocultado las claves<br />

de la sociedad en la que vivimos. No<br />

en vano, la huella que Chirbes deja<br />

en nuestras conciencias es una obra<br />

cuya rara lucidez proporciona un<br />

inagotable asombro ante la complejidad<br />

e imperfección de nuestro mundo.<br />

Cristina Somolinos Molina<br />

Fernando Larraz<br />

Biblioteca Clásica<br />

Ovidio, El arte de amar y los enfoques de la ironía<br />

Algo debe llamar la atención,<br />

en primer lugar, sobre la<br />

sección “Biblioteca Clásica”<br />

que la revista <strong>Contrapunto</strong><br />

conserva desde sus mismos orígenes:<br />

el hecho de que siempre se encuentra<br />

correlativa a la de “Inéditos”. Esta<br />

circunstancia nada circunstancial<br />

apunta precisamente a la intención<br />

que les llevó a dedicarle un espacio<br />

primordial en sus apretados volúmenes;<br />

esto es, la necesidad de recordar la<br />

modernidad de los clásicos. Que en<br />

esta revista estos clásicos ocupen plaza<br />

junto a escritores noveles implica el<br />

mantenimiento consciente de la famosa<br />

querelle de los Antiguos y Modernos,<br />

que, desde el punto de vista de nuestro<br />

pensamiento histórico difícilmente<br />

podrá abandonarnos alguna vez.<br />

Así debe comenzar, precisamente,<br />

el acercamiento a Publio Ovidio Nasón,<br />

el poeta que, aun habiendo nacido hace<br />

más de veinte siglos, en el 43 a. C. en<br />

Sulmona, no necesita presentación, pues<br />

se trata de una de las figuras de mayor<br />

vitalidad de cuantas recordamos de la<br />

Antigüedad Grecolatina.<br />

La pregunta que debe hacerse el<br />

interesado en la Historia de la Literatura<br />

es la causa de esta modernidad,<br />

si pertenece a un tiempo de dura<br />

competencia, la de mayor esplendor<br />

para las letras latinas. Es la época<br />

augustea: la de Tito Livio, Cornelio Galo,<br />

Tibulo, Propercio y, sobre todo, Virgilio<br />

y Horacio, con quienes, según muchas<br />

clasificaciones, compartiría el privilegio<br />

de constituir el triunvirato de oro de la<br />

literatura romana.<br />

Hay, en este sentido, un concepto<br />

sobre el que la crítica debería pensar con<br />

más detenimiento y no solo desde la<br />

Estética de la Recepción, pues declara,<br />

indirectamente, el verdadero carácter<br />

orgánico —a falta de una denominación<br />

mejor— de construcciones culturales<br />

sofisticadas, como la literatura, en su<br />

trasvase de un tiempo histórico a otro.<br />

Se trata del envejecimiento que los<br />

autores y las obras sufren con tan diversa<br />

variación.<br />

En el caso que aquí nos ocupa,<br />

es evidente que, más allá de los poco<br />

fiables territorios de la crítica, la lectura<br />

de todos estos escritores coetáneos de<br />

Ovidio, incluso de los más editados<br />

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como es el caso de Virgilio, resulta algo<br />

soporífera para un lector medio actual<br />

que el adentramiento en El arte de amar.<br />

Y no se trata tan solo de una cuestión de<br />

géneros —pues sobra decir que acercarse<br />

a la titánica obra histórica de Tito Livio<br />

es una empresa tanto más ardua que la<br />

conquista de la Galia—, ni tampoco,<br />

necesariamente, del tema —pues todos<br />

los poetas de ese tiempo se acercan al<br />

problema universal del amor pero pocos<br />

son los leídos— sino de la lozanía del<br />

lenguaje, el tono y el pensamiento que se<br />

encuentra detrás de una obra.<br />

En este sentido, el principal de<br />

los poemas de Ovidio, el archiconocido<br />

Arte de amar, se lleva la palma en cuanto<br />

a conexión con los lectores de nuestros<br />

días, pues a nadie deja indiferente.<br />

Ovidio es reconocido como el maestro<br />

del amor no solo por esta obra, pues<br />

el tema, según Rebeca Armstrong, no<br />

desaparece en ningún momento de su<br />

producción literaria. Pero su escaso<br />

envejecimiento se encuentra en el logro<br />

de ser un autor que con muy poco<br />

hace reír. Y aún más —la mayor de las<br />

paradojas—, en tratarse de un poeta que<br />

hace reír.<br />

La clave en torno a la cual gira esa<br />

capacidad de provocar un humor sutil<br />

es la ironía. “Pero no escatimes nada a<br />

tu cuerpo: toda paz consiste solo en una<br />

cosa. Venus habrá de ser desmentida<br />

primero en la cama”. La ironía es un<br />

filtro, no solo compuesto de lenguaje,<br />

que se coloca entre los hechos humanos<br />

y el observador. Más que distancia<br />

considero que es sobreconsciencia: la<br />

distancia nos impide empatizar, algo sin<br />

lo cual la literatura no tendría razón de<br />

ser, y además nos lleva a una actitud de<br />

superioridad. La ironía, sin embargo, nos<br />

ayuda a experimentar nuestra vida desde<br />

un multiperspectivismo —tanto que en<br />

el tercer libro se pone incluso en la piel<br />

de las mujeres. La ironía como punto de<br />

vista múltiple no solo nos lleva a conocer<br />

mejor al hombre —el Ars amandi es,<br />

al fin y al cabo, una antropología del<br />

amor en sociedad— sino que también<br />

permite el poder compartir la vida<br />

desenfadadamente con los otros<br />

ciudadanos a través de la sencilla compasión.<br />

La ironía permite reírnos, sin<br />

sarcasmo, de nosotros mismos como<br />

individuos, como sociedad o como<br />

género humano. Esta es la gran enseñanza<br />

del otro gran irónico de la historia de la<br />

literatura, Miguel de Cervantes, y parece<br />

que Ovidio, salvando las distancias,<br />

haya sido uno de los primeros grandes<br />

cultivadores, al menos en lo que a la<br />

literatura occidental se refiere.<br />

Amar es un arte, pero en la<br />

antigüedad grecolatina, todo arte es<br />

una tejné, una técnica. Por ello debe<br />

ser marcado un itinerario, un conjunto<br />

sistemático de reglas. “Celebradme como<br />

poeta, varones; dedicadme elogios; sea<br />

celebrado mi nombre en todo el orbe.<br />

Os he entregado unas armas” canta<br />

al final del Libro ii. En este sentido,<br />

siempre he pensado que Sunzi y Ovidio<br />

se habrían entendido perfectamente,<br />

pues en ambos casos se trata de un arte<br />

de la guerra. Los procedimientos de<br />

conquista son increíblemente similares<br />

en lo que respecta al engaño, la paciencia<br />

o la adaptación. Así pues, recuerda<br />

Ovidio, “tantas son las formas de ser que<br />

hay en sus corazones cuantos gestos en<br />

un rostro: el que lo sabe, se adaptará a<br />

sus innumerables formas de ser como<br />

Proteo”. Esta comparación, que podría<br />

parecer una broma, se ve perfectamente<br />

corroborada cuando se argumenta, con<br />

Antonio Alvar, el conocimiento que<br />

Ovidio poseía del Arte cinegética de<br />

Gratio, y otros tratados de caza de su<br />

tiempo.<br />

De este modo, por seguir o no<br />

la broma —pues la visión irónica de la<br />

realidad provoca esta sensación de no<br />

saber si nos hemos deshumanizado<br />

o, por el contrario, hemos llegado a<br />

la raíz más profunda de lo que es el<br />

hombre— Ovidio, en el fondo, estaba<br />

planteando una herramienta social, al<br />

servicio de la nueva Roma que andaba<br />

construyendo Augusto, para sobrevivir<br />

a Eros. El emperador fue un lector<br />

inteligente que captó pero no compartió<br />

la actitud irónica, algo de lo cual no<br />

se le puede culpar pues, más allá de su<br />

proyecto moral, como polí-tico sabía que<br />

una ciudad nunca podría construirse<br />

mediante las ideas de determinados<br />

poetas.<br />

Seguramente aquellos que<br />

critiquen la lectura que aquí se viene<br />

haciendo del poeta latino son los mismos<br />

que creen en la distancia entre unas obras<br />

de amor y otras, en un supuesto cambio<br />

radical de los Amores al Arte de amar o a<br />

las Metamorfosis. Nadie puede dudar del<br />

carácter polifacético ovidiano, otro de<br />

los rasgos que le insertan plenamente en<br />

la heterogeneidad de géneros y tonos de<br />

nuestros días, pero no se olvide, echando<br />

de nuevo mano del concepto de técnica,<br />

que la poesía era un ejercicio retórico y<br />

que, como señala Jean Bayet, en algunos<br />

de sus libros, como el de Amores “el arte<br />

es sorprendente” pero “la expresión de<br />

sentimientos sinceros muy rara”.<br />

Por ello, es difícil defender que el<br />

camino de Ovidio con este libro se trace<br />

“entre la moral y la estética”, como señala<br />

Francisco Socas. A su Arte de amar y su<br />

Remedios de amor les une en realidad<br />

la idea de que la literatura está, al final,<br />

por encima de todas las cosas, incluso<br />

por encima de la propia vida, y eso es<br />

lo que puede llevar a cometer errores<br />

fatales, incluso en perjuicio propio.<br />

No es seguro que la causa principal de<br />

su destierro fuera la escritura del Arte<br />

de amar, pero sí que Ovidio se dejaba<br />

guiar por el desenfrenado ritmo del<br />

verso elegíaco llevara donde le llevara,<br />

hasta sus últimas consecuencias. Solo<br />

eso puede explicar que se atreviera a<br />

publicar algunos pasajes de esta obra o<br />

que en ella afirmara —y con esto quisiera<br />

acabar esta invitación a Ovidio: “Yo soy<br />

poeta para los pobres, porque pobre he<br />

amado; como no podía dar otra cosa,<br />

daba palabras”.<br />

Javier Helgueta Manso<br />

12 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 13


La paranoia del cuestionador:<br />

The Crying of Lot 49, de Thomas Pynchon<br />

Resulta irónico cómo nuestra<br />

capacidad de construir<br />

sentido también puede ser la<br />

causa de una deconstrucción<br />

del orden del mundo cotidiano. La línea<br />

que separa la absoluta claridad racional<br />

de la paranoia es demasiado fina y, en The<br />

Crying of Lot 49 (La subasta del lote 49,<br />

1966), Thomas Pynchon nos lo muestra<br />

de manera magistral. En este sentido, la<br />

segunda novela de este autor puede ser<br />

leída como un cuestionamiento o una<br />

parodia de las novelas de detectives, de<br />

las cuales, sin embargo, toma muchos<br />

elementos. Más allá, la paranoia es<br />

uno de los temas centrales dentro de la<br />

literatura pynchoniana, que está llena de<br />

personajes que coquetean con los límites<br />

de la realidad que habitan: la desmontan<br />

a través de la locura que los define.<br />

Pero la primera interrogante<br />

de esta novela, que no deja en ningún<br />

momento de cuestionarnos, es su<br />

autor. Thomas Pynchon, más allá de<br />

la edición de sus novelas, se mantiene<br />

casi absolutamente retirado de la vida<br />

pública. No es un personaje ignoto:<br />

sabemos, entre otros datos biográficos,<br />

que nació en 1937; estudió ingeniería<br />

en Cornell University a partir de 1953 e<br />

interrumpió sus estudios para unirse a la<br />

marina; finalmente vuelve para obtener<br />

un título en Inglés. También conocemos<br />

otros datos más recientes, como que se<br />

casó, en los años noventa, con su agente<br />

literario, Melanie Jackson. Sin embargo,<br />

mantiene una relación evasiva con los<br />

medios. Hasta la fecha, su aparición<br />

pública más notoria podría ser su cameo<br />

en un episodio de Los Simpson para el<br />

que prestó su voz y donde es retratado<br />

como un hombre que se cubre el rostro<br />

con una bolsa de papel en la cual se<br />

puede leer un signo de interrogación.<br />

Esta ausencia de la esfera pública<br />

no ha evitado que Pynchon se haya<br />

levantado como uno de los autores<br />

norteamericanos más importantes del<br />

siglo xx y comienzos del xxi. Su primera<br />

novela, V. (1963), ganó el Willian<br />

Faulkner Foundation Award y Gravity’s<br />

Rainbow (El arcoíris de la gravedad,<br />

1973), quizá su obra más influyente, no<br />

es nominada para el premio Pulitzer<br />

por ser considerada, entre otras cosas,<br />

demasiada obscena. Sus trabajos<br />

más recientes continúan teniendo<br />

una fuerte influencia sobre la cultura<br />

norteamericana y occidental. Inherent<br />

Vice (Vicio Propio, 2009) fue la primera<br />

de sus novelas en ser adaptada al cine,<br />

adaptación que fue dirigida por Paul<br />

Thomas Anderson. Thomas Pynchon es<br />

constantemente referido, además, como<br />

uno de los autores centrales de la llamada<br />

posmodernidad, siendo una influencia<br />

evidente para escritores posteriores de<br />

esta categoría como Paul Auster o David<br />

Foster Wallace.<br />

Dentro de este panorama, The<br />

Crying of Lot 49 ocupa un lugar particular<br />

en la bibliografía de Pynchon. Para<br />

empezar, porque es la novela más corta del<br />

autor, dato que cobra relevancia cuando<br />

consideramos que casi todas sus obras<br />

superan las quinientas páginas, llegando,<br />

en casos como Gravity’s Rainbow, a las<br />

mil. Sin embargo, conserva el estilo y los<br />

temas de la literatura pynchoneana, lo<br />

que la convierte en la mejor opción para<br />

empezar a entender a un escritor tan<br />

complejo como este.<br />

El argumento de la novela puede<br />

formularse de manera sencilla: Oedipa<br />

Maas es nombrada ejecutante de la<br />

herencia de su ex novio, Pierce Inverarity;<br />

esta tarea la llevará a encontrarse con un<br />

sistema alternativo de correo llamado el<br />

Tristero (The Trystero), cuyo símbolo es<br />

una trompeta con una sordera y que es<br />

parte de una conspiración que involucra<br />

a todo Occidente y que poco a poco, a<br />

través de pistas que a veces resultan<br />

incongruentes, se va develando ante<br />

la protagonista de la novela. Oedipa se<br />

sumerge en un mundo que no termina<br />

de entender, de rebeldes derrotados y<br />

anarquistas que esperan la venida de<br />

una nueva era: una de las pistas que<br />

dispara la investigación es el acrónimo<br />

W.A.S.T.E., cuyas siglas provienen de<br />

la expresión “Esperamos en silencio el<br />

imperio de Tristero” (We Await Silent<br />

Trystero’s Empire).<br />

La novela desdobla una<br />

conspiración que involucra a todo el<br />

continente norteamericano y a gran parte<br />

de Occidente. De la mano con Oedipa,<br />

el lector se adentra en un cosmos oculto<br />

14 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 15


que convive con el orden establecido en la<br />

sociedad americana. Pero la protagonista<br />

nunca llega a saber si ese mundo secreto<br />

que ha descubierto es real o si es producto<br />

de su paranoica imaginación que, quizá,<br />

ha empezado a construir vínculos<br />

inexistentes en el mundo. La atmósfera<br />

alienante de la novela se hace más densa<br />

a medida que avanzamos en la trama, los<br />

acontecimientos son más extraños y la<br />

protagonista se encuentra cada vez más<br />

aislada. Así queda suspendida Oedipa,<br />

frente a la incertidumbre, incapaz de<br />

saber si ha descubierto la conspiración<br />

más grande de la historia de su país o si<br />

simplemente ha perdido la cabeza.<br />

Como la huella de la que nos<br />

habla Derrida, el mundo de Oedipa Maas<br />

constantemente se refiere a una ausencia,<br />

cuya presencia paradójica afecta a todos<br />

los personajes de la novela. Es esta<br />

ambigüedad la que constantemente<br />

abre la realidad a nuevos órdenes que<br />

niegan y necesitan al cotidiano. El tema<br />

que subyace a la novela es la entropía,<br />

elemento clave para entender toda la<br />

literatura de Pynchon: una incertidumbre<br />

constante e irresoluble que se despliega<br />

en las páginas de The Crying of Lot<br />

49 y que encuentra en el lenguaje y la<br />

cultura pop uno de sus ejes centrales.<br />

Parodias a The Beatles, canciones<br />

inventadas que hacen referencia a Lolita<br />

(1955), de Nabokov, y bandas ficticias<br />

de adolescentes americanos que cantan<br />

con acento británico, todo es parte<br />

esencial de una novela que es, entre la<br />

paranoia y la cultura pop, un retrato<br />

aterradoramente fiel de la sociedad en la<br />

que vive Pynchon.<br />

Todavía hoy, después de tantos<br />

años utilizándolo, el calificativo<br />

“posmoderno” puede resultar<br />

sospechoso. Incluso si hablamos de un<br />

autor que ha sido caracterizado por este<br />

de una manera tan persistente como<br />

Thomas Pynchon. Mas los elementos<br />

que nos permiten adjetivar The Crying<br />

of Lot 49 con este término son evidentes:<br />

las referencias a la cultura pop, el<br />

lenguaje como elemento reflexivo y<br />

el cuestionamiento de la realidad que<br />

eventualmente se revela vacía. Somos<br />

testigos de una deconstrucción de la<br />

cotidianidad, una cotidianidad que<br />

esconde un “otro” que se hace presente en<br />

su ausencia. La cercanía con las novelas<br />

detectivescas no resulta casual: mientras<br />

en los cuentos de Poe, por ejemplo,<br />

la razón permite develar el misterio,<br />

Pynchon lo mantiene oculto y, a medida<br />

que la protagonista desvela nuevas pistas,<br />

la realidad se hace cada vez más densa,<br />

más caótica e indescifrable. La razón es,<br />

en este caso, la vía hacia la paranoia. Al<br />

llegar a las últimas páginas de la novela,<br />

el lector queda, como Oedipa Maas, a la<br />

espera de esa respuesta definitiva que,<br />

probablemente, nunca llegará.<br />

Javier Ignacio Alarcón<br />

Inéditos<br />

I Concurso de Microcuentos en Twitter<br />

La revista <strong>Contrapunto</strong> apuesta tanto por la literatura clásica como por<br />

la contemporánea. Gracias a las nuevas tecnologías, la literatura ha<br />

encontrado nuevos medios de difusión; así como nuevos formatos, más<br />

breves, acordes con límites de caracteres que ofrecen las redes sociales. La<br />

red social Twitter es un vehículo de expresión idóneo para la experimentación con<br />

las formas breves. Por ello, teniendo en cuenta la importancia de los microcuentos<br />

en las letras actuales, la revista convocó el I Concurso de Microcuentos en Twitter.<br />

El concurso comenzó el 23 de abril y finalizó el 23 de mayo, y los requisitos para<br />

participar fueron seguir a la cuenta de <strong>Contrapunto</strong> en Twitter (@<strong>Contrapunto</strong>UAH)<br />

y tuitear un microcuento usando el hashtag #ConcuPunto. El jurado compuesto por<br />

el escritor Juan Jacinto Muñoz Rengel, los profesores de la UAH Emilio Sola y Ana<br />

Casas, y una alumna de la universidad seleccionó al ganador entre diez finalistas. El<br />

ganador ha recibido un lote de libros, además de la publicación de su microcuento<br />

en el presente número, junto a una breve entrevista. Aprovechamos este espacio para<br />

agradecer a todos los participantes su interés y su implicación, así como para dar la<br />

enhorabuena al ganador del concurso, Jesús Montiel López.<br />

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Microcuento ganador<br />

desee explorar otras formas, como la novela y el diario, proyectos en los que trabajo<br />

en la actualidad. En cuanto a los microcuentos, si soy sincero, habré escrito nueve o<br />

diez. No más.<br />

¿En qué medida consideras Twitter —y las demás redes sociales— una herramienta<br />

útil para la creación literaria y su difusión?<br />

Twitter, al contrario de lo que piensan muchos escépticos, pienso que sirve para<br />

lograr un dominio de la síntesis. Para mí ha sido una suerte de gimnasio aforístico.<br />

Me explico: gracias al poco espacio que permite —140 caracteres—, a mí me ha<br />

ayudado mucho a entrenarme en el género aforístico.<br />

Microentrevista<br />

Jesús Montiel López es Doctor en Filología Hispánica, y ahora mismo trabaja como<br />

profesor de Lengua y Literatura a tiempo parcial. Hasta el momento ha publicado<br />

cuatro poemarios: Placer adámico (Premio Universidad Complutense, 2011), Díptico<br />

otoñal (Premio de poesía Leopoldo de Luis 2012), Insectario (Premio Internacional<br />

de poesía Alegría), y La puerta entornada.<br />

En tu opinión, ¿por qué crees que en los últimos años se ha experimentado<br />

en auge en el género del microcuento así como otras formas breves (relato,<br />

microrrelato…)?<br />

No tengo una respuesta. A veces he pensado que tal vez sea una influencia de esta<br />

sociedad, obsesionada con lo rápido, lo breve, por influencia de las tecnologías y la<br />

superproducción. No lo sé. Habrá muchos motivos, pero no poseo conocimientos<br />

para saber responderte con certeza.<br />

¿Qué te animó a participar en el concurso? ¿Sueles publicar tus textos a través de<br />

internet (blogs, redes sociales)?<br />

Tengo un blog (gratulatorio.blogspot.com), cuenta en Twitter y en Facebook, porque<br />

sirven como plataforma y para conocer lectores, y también escritores con los que de<br />

otra forma sería imposible contactar. No suelo publicar en las redes sociales lo que<br />

considero importante, o lo que deseo publicar. Más bien, sobre todo en Facebook,<br />

expreso reflexiones acerca de la escritura o transcribo citas de otros escritores que<br />

despiertan mi entusiasmo. En cuanto al concurso, lo vi en Twitter por casualidad y,<br />

como tenía algunos microcuentos ya escritos, decidí participar para probar en algo<br />

que no fuera la poesía, por puro divertimento.<br />

¿En qué género literario te encuentras más a gusto para crear? ¿Habías escrito<br />

microcuentos antes? ¿Qué escritores de microcuentos —o de otro género<br />

literario— recomiendas?<br />

Como es lógico, en la poesía. El poema es la forma literaria con la que más estoy<br />

familiarizado, pues llevo ya muchos años profundizando. Eso no quiere decir que no<br />

18 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 19


Diálogo con las Artes<br />

Y la decoración se hizo arte<br />

El gusto moderno art déco en<br />

París 1910-1935 invita al<br />

visitante a un viaje por un<br />

pasado suntuoso donde lo<br />

bello alimentaba el espíritu de vanguardia<br />

de una burguesía adinerada y con ganas<br />

de disfrutar de la belleza en su ambiente<br />

cotidiano. Se trata de la primera muestra<br />

en España dedicada al ecléctico art déco,<br />

un estilo alternativo a la vanguardia que<br />

implicó una modernidad pragmática y<br />

ornamental que acabó convirtiéndose<br />

en el gran estilo del gusto moderno<br />

tan característico de las sociedades<br />

occidentales de principios del siglo xx. La<br />

exposición se organiza en ocho secciones<br />

cronológicas y temáticas. La primera<br />

acoge al primer art déco y en ella pueden<br />

admirarse coloristas tapices, cuadros<br />

que representan a la alta burguesía de los<br />

años veinte, mobiliario inspirado en el<br />

último estilo genuinamente francés del<br />

monarca Luis Felipe. La moda de Paul<br />

Poiret, el primero en desterrar el corsé<br />

del vestuario femenino, o carteles con<br />

la llegada a París en 1909 de los Ballets<br />

Rusos. Las proyecciones acompañan este<br />

periplo por la construcción de un nuevo<br />

arte y así se puede observar a mujeres<br />

fumando elegante y desenfadadamente,<br />

pasajeros en grandes buques vestidos<br />

para la cena de gala con el capitán o pases<br />

de modelos de alta costura con motivos<br />

orientales.<br />

La segunda sección se asoma al<br />

cubismo parisino anterior a la Primera<br />

Guerra Mundial representado por obras<br />

de Picasso, Braque, Le Corbusier, etc.<br />

La siguiente sección se adentra en los<br />

interiores modernos franceses con un<br />

mobiliario de líneas elegantes diseñado<br />

para las dimensiones más reducidas<br />

de los hogares parisinos de los años<br />

veinte. Construidos con materiales muy<br />

diversos como el ébano de Macassar, la<br />

caoba, las pieles curtidas de pescado,<br />

de pitón, cuero, vitela y sobre todo,<br />

el redescubrimiento del esmalte.<br />

Encontramos en las vitrinas preciosos<br />

jarrones, impresionantes biombos con<br />

tonalidades doradas, brazaletes, cajas de<br />

cigarrillos, y un largo etcétera de lujosos<br />

testimonios de la época como valiosas<br />

encuadernaciones impensables en la<br />

actualidad. La cuarta sección se dedica<br />

a la Exposición Internacional de Artes<br />

Decorativas e Industriales Modernas de<br />

1925 en París donde vemos maquetas de<br />

los diferentes edificios diseñados para<br />

la ocasión y que dan buena cuenta del<br />

lujo de los trabajos de los principales<br />

talleres artísticos y de obras como la de<br />

Le Corbusier que aspiraba a establecer<br />

el contrapunto con el resto de los<br />

pabellones.<br />

Los couturiers o modistos de<br />

alta costura irrumpen en la escena de<br />

esta exposición con una representación<br />

de trajes verdaderamente impactantes<br />

tanto por los materiales de que están<br />

hechos como por las nuevas líneas y<br />

colores brillantes que pusieron de moda,<br />

fomentando las figuras altas y delgadas<br />

propias de una vida más activa. La<br />

sección nos deleita con un traje de punto<br />

diseñado para la compañía de Serguéi<br />

Diáguilev, maniquíes innovadores de<br />

formas abstractas, trajes de noche muy<br />

ceñidos al nuevo prototipo de figura<br />

de mujer, sombreros de paja y trajes de<br />

línea sencilla de Chanel asociados a una<br />

mujer fresca y sofisticada que se peinaba<br />

a lo garçon, etc. En otra sección vemos<br />

la influencia ejercida sobre la escultura y<br />

el mobiliario por la Exposición Colonial<br />

de París de 1931. Joyas y brazaletes<br />

inspirados en el África tribal, sofás<br />

de cuero marrón sobre alfombras de<br />

oso o tigre que recuerdan a salones<br />

de casas coloniales del África Negra,<br />

fotos de Man Ray impresionado por<br />

la mezcla de la cultura negra y blanca,<br />

etc. Destaca en la época la irrupción<br />

de los grandes viajes a bordo de lujosos<br />

trasatlánticos donde los salones se<br />

convertían en salas de exposiciones para<br />

los nuevos diseñadores de art déco y la<br />

modernidad aportada por los coches de<br />

lujo y el ferrocarril. Hay en esta sección<br />

una buena muestra de carteles de viaje<br />

que transmitían esa modernidad del<br />

movimiento y la velocidad sin perder<br />

la belleza de las formas, un coche de la<br />

época con los tapones del radiador de<br />

cristal esculpido… En la última sección<br />

se puede apreciar la transición hacia las<br />

formas mínimas y las líneas rectas. Las<br />

sillas tubulares y los muebles funcionales<br />

son buen ejemplo de esto. Al final de<br />

la visita queda la sensación de haber<br />

realizado un magnífico viaje a un tiempo<br />

soñado a lomos de una élite tantas veces<br />

retratada en el cine y tan apartada de la<br />

realidad de otras clases sociales.<br />

María Luisa Suárez Marín<br />

El gusto moderno art déco en París<br />

1910-1935<br />

Fundación Juan March, Madrid<br />

20 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 21


El teatro griego y romano: ayer, hoy y siempre<br />

Theatralia es la exposición que,<br />

hasta el 19 de julio, se pudo<br />

visitar en la sala San José de<br />

Caracciolos. Comisariada<br />

las nueve partes que componen la<br />

exposición: i. El teatro espera, ii. Accesos,<br />

corredores y vomitoria, iii. El público<br />

llega, iv. El graderío, v. La orchestra, vi.<br />

por Antonio Alvar Ezquerra, autor de<br />

las fotografías —agradecemos que nos<br />

haya cedido amablemente una para<br />

esta revista—, en ella se pone de relieve<br />

la importancia del teatro en sus tres<br />

vertientes: el espacio, la representación y<br />

el texto dramático. Es una obviedad decir<br />

que el teatro grecolatino, después de casi<br />

un milenio, sigue conservando plena<br />

vigencia, puesto que sus obras nos hablan<br />

de valores universales. Recordemos por<br />

ejemplo el corpus de Aristófanes, en el<br />

que encontramos reflexiones de temas<br />

tan cotidianos como la educación y el<br />

dinero, o el de Terencio, en cuyas obras<br />

podemos encontrar valiosas enseñanzas<br />

sobre el comportamiento del individuo.<br />

Y, ya que estamos en año electoral, no<br />

podemos olvidar esas advertencias sobre<br />

la hybris de los tiranos y la importancia<br />

de la libertad (cfr. Las troyanas e Ifigenia<br />

en Áulide de Eurípides, Los persas<br />

de Esquilo, etc.). Desde luego, si se<br />

leyeran más estas obras tal vez nuestra<br />

democracia imperfecta lo sería un poco<br />

menos.<br />

La organización está<br />

cuidadosamente medida: se puede<br />

apreciar una estructura simétrica en<br />

La representación, vii. Máscaras, viii.<br />

La escena, ix. El público se va, x. Las<br />

escaleras de acceso y xi. El teatro vuelve<br />

a estar vacío.<br />

La muestra no se circunscribe<br />

solamente a España: al llegar a la sala,<br />

nos encontramos con un gran mapa en<br />

el que se indican los diferentes teatros<br />

griegos y romanos que se pueden<br />

encontrar alrededor del Mediterráneo,<br />

desde el conocido de Augusta Emerita<br />

en España hasta el lejano Cesarea en<br />

Israel. En ellos, no solo se podía asistir a<br />

representaciones teatrales, sino también<br />

a otros espectáculos como los odeones<br />

o competiciones de canto. A la derecha,<br />

en un espacio casi cerrado se puede<br />

escuchar la recitación de nada menos<br />

que Agustín García Calvo del coro de<br />

Ismene; esta parece provenir de una<br />

imagen iluminada con tres máscaras del<br />

s. iii d. C. tomada en Myra (hoy Demre,<br />

Turquía), así que el resultado queda<br />

original.<br />

Las fotos expuestas son<br />

abundantes y dan cuenta de la cantidad<br />

de teatros que se construyó, todos ellos<br />

rebosantes de una belleza arquitectónica<br />

—en el teatro de Nisa, la infancia de<br />

Dioniso está esculpida en relieves— que,<br />

en algunos casos, como el de Termessos,<br />

construido en un risco, desafiaban la<br />

naturaleza.<br />

Esos teatros fueron testigos<br />

de las enrevesadas tramas de autores<br />

como Plauto, cuya divertida obra<br />

Los Menechmos, por cierto, acaba de<br />

ser traducida por la profesora Teresa<br />

Jiménez. Destacan particularmente las<br />

que captan las representaciones teatrales<br />

de Segóbriga: actores, muchos de ellos<br />

jóvenes y principiantes, contribuyendo a<br />

dar vida a algo que fue una parte esencial<br />

del ocio de los griegos y de los romanos.<br />

Hay un espacio muy interesante<br />

reservado a la proyección de escenas de<br />

Fedra, Medea —recientemente traducida<br />

por la profesora Dolores Jiménez— y La<br />

asamblea de las mujeres.<br />

La combinación de las fotografías<br />

con elementos audiovisuales y las citas de<br />

autores como Aristóteles hacen ameno<br />

el recorrido; sobresale particularmente<br />

la muestra de una serie de libros que<br />

interesará a cualquier bibliófilo visitante.<br />

Por ejemplo, se puede contemplar un<br />

ejemplar de la ya desaparecida colección<br />

Akal Clásica, una edición de Esquilo de<br />

la Bibliotheca Scriptorum Graecorum<br />

et Romanorum Teubneriana y una<br />

traducción de la Medea de Séneca de<br />

Valentín García Yebra.<br />

Theatralia evidencia la actualidad<br />

del teatro grecolatino y la importancia<br />

que tenía en su época. Pero el camino<br />

no se para aquí: próximamente, los<br />

organizadores de la exposición nos<br />

deleitarán con un catálogo preparado a<br />

propósito, en el que se encontrarán una<br />

antología de textos griegos relativos al<br />

teatro preparada por Alberto Bernabé<br />

y otra de textos latinos elaborada por<br />

Antonio Alvar; un estudio sobre el teatro<br />

de Dionisos escrita por Emilio Crespo<br />

y otro acerca del teatro de Pompeyo a<br />

cargo de Fabiola Salcedo.<br />

En la “Casa de la Palabra”, qué<br />

mejor que contemplar una exposición<br />

sobre la palabra llevada a escena.<br />

Sofía González Gómez<br />

Theatralia. El teatro griego y romano<br />

ayer y hoy<br />

Delfos (Grecia)<br />

Sala San José de Caracciolos<br />

(Universidad de Alcalá)<br />

22 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 23


Desde el pasado 23 de<br />

abril, coincidiendo con la<br />

ceremonia de entrega del<br />

Premio Cervantes, se puede<br />

visitar la exposición que homenajea a<br />

Juan Goytisolo. Está organizada por<br />

el Ministerio de Educación, Cultura y<br />

Deporte y la Universidad de Alcalá y<br />

permaneció abierta hasta el 30 de junio<br />

en el Museo Luis González Robles. “Juan<br />

Goytisolo: compromiso y disidencia”<br />

es el título de la muestra; sin embargo,<br />

como se puede comprobar en la propia<br />

exposición, más que de disidencia<br />

cabría hablar de antifranquismo. Desde<br />

que era pequeño, supo cuáles eran los<br />

valores de la Ilustración y no dudó en<br />

defenderlos en sus textos, creando así<br />

una escritura de resistencia y oposición<br />

a un régimen del que tuvo que huir. Pero<br />

no solo se posicionó desde la pluma: por<br />

ejemplo, nos cuenta el autor que en 1955<br />

participó con un grupo de amigos en el<br />

pateo de una obra teatral anticomunista<br />

de Joaquín Luca de Tena. Sin embargo,<br />

Goytisolo dice que en 1963 abre los<br />

ojos frente a “la realidad del despegue<br />

económico del país” y se somete a una<br />

autocrítica, que le lleva en 1964 a decidir<br />

alejarse de la vida política e incluso del<br />

mundo editorial, porque quiere “dejar de<br />

ser una mercancía rentable en el interior<br />

del circuito”.<br />

Juan en muchas tierras<br />

Combina su labor de autor<br />

literario, que como es sabido debe<br />

someterse a la censura, cuyos actantes<br />

elaboran informes de lectura que rozan lo<br />

ridículo —se muestran en la exposición<br />

y no deja de ser curioso ver cómo<br />

calificaban a las novelas de Goytisolo, al<br />

mismo tiempo que cometían sonrojantes<br />

faltas de ortografía (p.e. acerbo con<br />

v)—, con la de periodista: viaja en 1968<br />

a Oriente Medio, donde entrevista a<br />

guerrilleros de Al-Fatah, y a Sarajevo,<br />

infierno al que descendió para escribir<br />

su Cuaderno de Sarajevo. Anotaciones de<br />

un viaje a la barbarie (1993). Respecto a<br />

este último viaje, destacan las fotografías<br />

de Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959)<br />

que nos muestran el horror sufrido en el<br />

país bosnio, “comunión de emociones y<br />

vivencias a través del instante perpetuado<br />

en la fotografía: la indignación ante el<br />

mayor crimen cometido en Europa desde<br />

el fin de la Segunda Guerra Mundial”.<br />

Hay una parte que puede servir<br />

para abordar el periodo de coyuntura<br />

que estamos atravesando entre lo<br />

llamado Occidente y los países islámicos.<br />

Se trata de las fotografías de “Las mil y<br />

una caras del Islam”, por Abbas (Irán-<br />

Francia, 1944), que toman el nombre de<br />

un artículo publicado en Letras Libres<br />

(México, n.º 35, 2001). Desde luego,<br />

pocos intelectuales pueden presumir<br />

de conocer tanto la cultura musulmana<br />

como Juan Goytisolo, puesto que desde<br />

1996 vive en Marraquech, “lejos del<br />

orden molecular, irreductible de la gran<br />

urbe europea industrializada” (Makbara,<br />

1980). En esas instantáneas, es posible<br />

hacer una reflexión sobre las similitudes<br />

entre la cultura cristiana y la musulmana;<br />

entre individuos no tan diferentes y<br />

prácticamente vecinos. Y recordar que<br />

musulmán no equivale ni a islamista ni<br />

a muyahid de Bin Laden.<br />

Para el visitante curioso, serán de<br />

un particular interés las cartas recibidas<br />

por Goytisolo de parte de escritores<br />

como Juan Marsé, Carlos Fuentes,<br />

Claudio Guillén y Jean Genet. Y no<br />

solo eso, sino también las coloridas y a<br />

veces simbólicas portadas de ediciones<br />

hoy muy difíciles de encontrar;<br />

además, se reserva un espacio para las<br />

ediciones ilustradas de Eduardo Arroyo<br />

(Madrid, 1934), publicadas por Galaxia<br />

Gutenberg.<br />

Muchos, en definitiva, son los<br />

documentos vinculados tanto con la<br />

vida personal de Juan Goytisolo como<br />

con su obra literaria. En un edificio tan<br />

bello como el rectorado, los lectores<br />

de Goytisolo se sentirán enriquecidos<br />

al conocer detalles contados por el<br />

propio autor y los lectores potenciales<br />

del premiado se animarán sin duda<br />

a adentrarse en la obra del Premio<br />

Cervantes 2014.<br />

Sofía González Gómez<br />

Juan Goytisolo: compromiso y<br />

disidencia<br />

Colegio Mayor de San Ildefonso.<br />

Rectorado. Plaza de San Diego s/n<br />

24 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 25


Una película de aquí y de allá<br />

La película se podría definir vampiresa iraní podría ser una idea<br />

como una mezcla de aquí y de rompedora.<br />

allí; de aquí, la posmodernidad<br />

La narración no es del todo<br />

occidental y de allí, el chador y<br />

acertada y la historia resulta sencilla<br />

el farsi. Pero esta mezcla en sí novedosa<br />

pero incoherente debido a la falta de un<br />

resulta un pastiche de difícil digestión<br />

nexo consistente que le dé un sentido<br />

para los acostumbrados a un cine iraní<br />

final. Pero, ciertamente resulta original,<br />

como el de Ghobadi o el de Abbas<br />

al menos, en el cine iraní: una vampiresa<br />

Kiarostami. Quizá esto se deba a que<br />

la directora no nació en Irán viviendo<br />

toda su vida entre Inglaterra y Miami.<br />

que vive en un barrio lleno de proxenetas,<br />

drogadictos y prostitutas rompiendo así<br />

con el cine comercial e independiente<br />

Asimismo, la película tampoco se persa. De hecho, la misma directora<br />

grabó en Irán, se rodó íntegramente en<br />

California. Por lo que, aunque el farsi sea<br />

el idioma de la película, las influencias<br />

occidentales son más que patentes, sobre<br />

todo, en la estética y en la forma de la<br />

narración.<br />

define el film como “el primer spaghetti<br />

western iraní”. Y, en cierta medida, no le<br />

falta razón. Además, la mezcla de estilos<br />

—terror, comedia gráfica— le otorga una<br />

personalidad propia a la película.<br />

No se puede olvidar que uno de<br />

Volviendo a la directora, cabe<br />

los puntos más importantes del guion<br />

de la película es la historia de amor. Una<br />

destacar, como ya dijimos, que Ana Lily<br />

historia de amor fría, puesto que carece<br />

Amirpour nació en Inglaterra, donde<br />

del romanticismo de otros estilos y los<br />

residía su familia. Más adelante se<br />

personajes no son cercanos entre sí. Pero,<br />

mudó a Miami y se graduó en la UCLA<br />

sí cabe destacar de ella que pone frente a<br />

FILM SCHOOL. Esto hace entender sus<br />

la pantalla el problema de la unión entre<br />

referencias o guiños a diversos cineastas,<br />

dos personas que vienen de mundos<br />

como puede ser David Lynch. Gracias<br />

a estos estudios surgió esta película: se<br />

encontraba rodando un corto durante<br />

su carrera cuando vio que un extra que<br />

participaba en el rodaje era una mujer<br />

con un chador. Su profesor le pidió que<br />

pensase sobre ello. Y ella pensó que una<br />

totalmente distintos. Él es un chico<br />

joven, cuyo padre es adicto mientras que<br />

ella es una joven vampiresa que se dedica<br />

a pasearse por las noches en chador.<br />

Triunfe o no esta historia, le añade un<br />

toque de originalidad a la cinta, ya que<br />

se da una historia de amor en un género,<br />

el de terror, donde esto no suele ocurrir<br />

y de ocurrir no tiene mucha relevancia.<br />

Lo que es indudable es su calidad<br />

artística y el ambiente que consigue crear<br />

gracias a los planos picados, la selección<br />

del blanco y negro y la ambientación<br />

nocturna en un barrio decadente, como<br />

es el de Bad City. Asimismo, aunque la<br />

narración no sea del todo interesante, la<br />

selección tan correcta de la música, los<br />

momentos de tensión y el surrealismo la<br />

convierten en una película que consigue<br />

mantener atento al espectador hasta el<br />

final de la film. Y, también, permiten<br />

ver la influencia de Lynch en su forma<br />

de narrar. Al igual que nos evoca<br />

vagamente a la Nouvelle Vague pero<br />

sin la profundidad ni la crítica social<br />

de directores como Godard y, quizá, la<br />

comparación sea exagerada, ya que si<br />

tiene algo similar es la forma de rodar,<br />

es decir, la forma y el uso de los planos.<br />

También sería de destacar la<br />

actuación, puesto que es bastante<br />

correcta y todo ello hace que la película<br />

sea mucho más creíble y, a la vez,<br />

permita que el espectador no desconecte<br />

en ningún momento. El que más destaca<br />

es el de Sheila Vand en el papel de<br />

vampiresa.<br />

En resumen, una película que a<br />

pesar de ser arriesgada por el choque<br />

cultural que puede producir y produce<br />

en los espectadores, deja con ganas de<br />

conocer más sobre esta nueva directora.<br />

Veremos los próximos intentos de esta<br />

joven directora que ya ha creado un<br />

género nuevo, el spaghetti western iraní, y<br />

seguro que nos deparará gratas sorpresas<br />

en un futuro no muy lejano.<br />

María Sánchez Arias<br />

Una chica vuelve a casa sola de noche<br />

(A girl Walks Home Alone At Night)<br />

Directora: Ana Lily Amirpour<br />

Reparto: Sheila Vand, Arash<br />

Marandi, Dominic Rains, Marshall<br />

Manesh, Monzhan Marnò, Milad<br />

Eghbali<br />

Distribuidora: La Aventura<br />

Audiovisual<br />

Duración: 100 minutos<br />

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Cuando uno trata de plasmar la<br />

desesperación, la desolación<br />

o el dolor de un conflicto de<br />

guerra en ningún momento<br />

piensa en acercarse al género de la<br />

comedia como medio de exposición.<br />

Los prejuicios que lo marcan hacen que<br />

se nos presente como inadecuado para<br />

abordar una temática tan desoladora<br />

desde el punto de vista del humor;<br />

además, el autor debe osar enfrentarse a<br />

un terreno algo inhóspito. Sin embargo,<br />

Fernando León de Aranoa (Madrid,<br />

1968) ha sido capaz llevar al terreno de<br />

la comedia la novela Dejarse llover de<br />

Paula Farias, suplantando la tensión de<br />

un conflicto por diálogos cargados de<br />

humor, hecho que no debe sorprender a<br />

los asiduos del autor conocida su faceta<br />

de guionista para Martes y Trece, y es<br />

que en León de Aranoa encontramos a<br />

uno de los guionistas españoles con más<br />

acierto en los menesteres del diálogo,<br />

cargados de realidad, plausibles y nada<br />

forzados que le sientan como un guante<br />

a los personajes de sus películas.<br />

En la película se nos embarca en<br />

un viaje al pasado, más concretamente<br />

al final del conflicto de la guerra de<br />

Bosnia en 1995. Se trata de uno de<br />

los enfrentamientos recientes más<br />

complejos, debido a la multitud de<br />

factores políticos y religiosos que<br />

Un día casi perfecto<br />

desencadenaron los fatídicos hechos. Un<br />

cadáver arrojado a un pozo de agua y<br />

una cuerda se convertirán en el leitmotiv<br />

de la obra. A simple vista un nimio<br />

problema con una sencilla solución,<br />

pero que, sin embargo, puede resultar<br />

bastante más complicado cuando tus<br />

recursos son limitados o nulos. En un<br />

primer momento nos encontramos a<br />

Mambrú (Benicio del Toro) y a Damir<br />

(Fedja Stukan) tratando de sacar el<br />

cadáver del pozo con el único fin de<br />

poder restaurar el abastecimiento de los<br />

civiles. La cuerda se parte y comienza una<br />

aventura que llevará a los protagonistas a<br />

enfrentarse una y otra vez con la falta de<br />

recursos y lo complicado de la situación<br />

social de la zona. A pocos kilómetros<br />

se encuentran B (Tim Robbins) y<br />

Sophie (Mélanie Thierry) viajando<br />

por una de las interminables pistas de<br />

tierra en dirección al pozo cuando se<br />

ven sorprendidos por la presencia, en<br />

mitad de la vía, de una vaca muerta.<br />

Es en este preciso instante cuando el<br />

humor invade la sala al comprobar los<br />

métodos resolutivos de B, que serán<br />

una constante durante toda la película.<br />

Después nos espera un niño, Nikola<br />

(Eldar Residovic), y su pelota, que serán<br />

un segundo motor para la historia. Sin<br />

olvidarnos de Katya (Olga Kurylenko),<br />

cooperante, y su historia de amor que se<br />

cuenta sin contar.<br />

En el apartado puramente<br />

cinematográfico podemos decir que se<br />

enmarca entre dos géneros: comedia y<br />

tragedia, siendo el primero el alma de la<br />

película y el segundo la consecuencia de<br />

los hechos. León de Aranoa nos presenta<br />

un cine visualmente sencillo; centrado<br />

en los personajes; apoyándose en el plano<br />

americano (de rodillas hacia arriba) para<br />

los momentos de clímax y del primer<br />

plano para aquellos momentos más<br />

íntimos lo que nos ayudara a empatizar<br />

mejor con los personajes. El trabajo en<br />

las localizaciones es perfecto y provocó<br />

situaciones muy enriquecedoras para la<br />

película. Los actores comentaban en los<br />

descansos la veracidad de las armas o los<br />

uniformes. Hace veinte años les separó<br />

una guerra, hoy se encuentran trabajando<br />

en el mismo bando, compartiendo<br />

recuerdos, conversación o una simple<br />

cerveza. Si tuviera que ponerle una pega<br />

a esta buena película sería el uso de una<br />

banda sonora basada en la música punk<br />

que en ocasiones ensombrece las voces<br />

de los personajes o los pocos planos<br />

cenitales de las localizaciones que se nos<br />

ofrecen.<br />

Víctor Manuel Rodríguez Padilla<br />

Un día perfecto (A Perfect Day)<br />

Director: Fernando León de Aranoa<br />

Reparto: Tim Robbins, Benicio del<br />

Toro, Olga Kurylenko<br />

Música: Arnau Bataller<br />

Fotografía: Alex Catalán<br />

Duración: 106 minutos<br />

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Siguen fotografiando sueños<br />

De la tensión entre la visión<br />

artística y romántica de<br />

Grace Coddington —“Yo<br />

siempre supe que estaba<br />

vendiendo sueños, y no ropa”— y el<br />

enfoque comercial de Anna Wintour<br />

—“tenemos que vender un vestido,<br />

ese es el trabajo de un fotógrafo de<br />

moda”—, surge la exposición Vogue.<br />

Like a painting, trascendiendo las tesis<br />

originarias de estas dos importantes<br />

ideólogas y responsables de la revista<br />

de moda más popular e influyente del<br />

mundo. Han partido del ingente archivo<br />

fotográfico de Vogue para seleccionar<br />

sesenta retratos de impávidas mujeres y<br />

dos impactantes vestidos atendiendo a<br />

un único criterio: su valor pictórico. Se<br />

integran, de esta manera, adaptaciones<br />

fotográficas de grandes obras de la<br />

pintura universal y muestras originales<br />

inspiradas en las formas de este arte. La<br />

fotografía de importantísimos artistas<br />

como Annie Leibovitz y su impresionante<br />

iconografía, Paolo Roversi y su purismo,<br />

David Sims, Michael Thompson o Mario<br />

Testino entre otros, nos transporta al<br />

estudio de pintura de Sorolla, al de<br />

Zuloaga, al de Balthus, al de Degas, al de<br />

Dalí, al de Vermeer o al de Constable; así<br />

como a los modos, formas y texturas del<br />

prerrafaelismo, del período victoriano,<br />

etc. Vogue ha trabajado desde el siglo<br />

xxi con los mejores profesionales del<br />

sector y su función ha trascendido<br />

convirtiéndose en algo que va más allá de<br />

una revista de moda. Ha llegado a ser un<br />

referente ineludible para los interesados<br />

por la fotografía, especialmente los<br />

retratistas y los fotógrafos de moda. Y<br />

tanto es así que la calidad de su archivo<br />

ha permitido que se exponga en la misma<br />

sala dedicada a tantas exposiciones<br />

de pintura y arte clásico, en uno de los<br />

museos más representativos de Madrid:<br />

el Thyssen-Bornemisza.<br />

Desde que se concibió esta<br />

exposición han pasado más de tres años<br />

en los que se ha trabajado para hacerla<br />

posible. En ella se recogen las mejores<br />

muestras de la corriente pictorialista, en<br />

la que se hacen evidentes las relaciones<br />

interartísticas entre fotografía y pintura.<br />

Tendencia cuyo camino es recorrido<br />

en ambos sentidos: con una pintura<br />

que atrapa imágenes casi fotográficas,<br />

como las derivadas de los movimientos<br />

hiperrealistas; y una fotografía que<br />

evoluciona a imágenes cada vez más<br />

pictóricas, que se materializan con<br />

métodos y formas como la fotoilustración<br />

o con el desarrollo de otras como las<br />

presentadas en esta exposición. Llaman<br />

especialmente la atención las imágenes<br />

que recrean ambientes, formas o<br />

contenidos de populares obras y que han<br />

sabido capturar su esencia. Podemos<br />

señalar las versiones de Blumendeld y de<br />

Olaf de La joven de la perla de Vermeer,<br />

o la adaptación de la obra Santa Isabel<br />

de Portugal de Zurbarán, llevada a cabo<br />

por el fotógrafo Michael Thompson.<br />

Otras están inspiradas en el arte<br />

pictórico prerrafaelita, como Una tarde<br />

encantada de Lindbergh; o en la pintura<br />

de Sorolla como es el caso de Amber<br />

Shalom fotografiada por Nick Knight. Al<br />

tratarse de una exhibición que ensalza<br />

a múltiples artistas desde la fundación<br />

de la revista, encontraremos diversos<br />

estilos y sellos; aunque todas poseen ese<br />

aire estático tan propio de la fotografía<br />

de moda, la relevancia de las texturas y<br />

la luz.<br />

Con razón, la comisaria de la<br />

muestra comentaba en su inauguración<br />

que no se trata de una exposición que<br />

ponga el foco en los personajes, sino<br />

que enfoca un aspecto invisible, más<br />

grácil y etéreo. Además, se presentan<br />

dos vestidos: un diseño de Valentino<br />

con estampado floral fabulosamente<br />

presentado en el centro de una de las<br />

salas y el Queen Orchid de la diseñadora<br />

china Guo Pei, la joya de la corona, que<br />

se expone junto con el retrato Isabel<br />

I de Inglaterra de Irving Penn. Esta<br />

exposición ha entrado en su última etapa,<br />

así que si alguno de nuestros lectores<br />

interesados en la fotografía todavía no<br />

lo ha visitado, debería hacerlo antes de<br />

que sea demasiado tarde. Poder disfrutar<br />

del arte de la fotografía de moda,<br />

que es efímera por definición, es una<br />

oportunidad valiosa, nada común y que<br />

no sabemos cuándo se podría repetir.<br />

Gema Cuesta<br />

Vogue. Like a painting<br />

Museo Thyssen-Bornemisza<br />

Del 30 de junio al 12 de octubre de<br />

2015<br />

Comisaria: Debra Smith<br />

Entrada: 7 euros<br />

Entrada reducida: 5 euros<br />

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De aquí y de allá<br />

encontramos<br />

la felicidad? ¿Es<br />

posible conocernos<br />

¿Cómo<br />

a nosotros mismos<br />

a través de los demás?<br />

¿Existe la individualidad? Estas son<br />

algunas de las preguntas que la autora nos<br />

plantea en su novela, una novela breve<br />

pero que nos enseña un análisis diferente<br />

de la época de la España reciente. Mar<br />

Gómez Glez (Madrid, 1977), autora de la<br />

presente novela La edad ganada, es una<br />

profesora universitaria y conocida autora<br />

de novelas, pero especialmente de teatro,<br />

por el que obtuvo los premios Calderón<br />

de la Barca en 2001 y Beckett en 2007.<br />

Además de sus obras teatrales, escribió<br />

Abecedario (2005), una obra infantil, y la<br />

novela Cambio de sentido (2011).<br />

En La edad ganada, la autora<br />

nos cuenta la vida de una joven<br />

cualquiera de clase media: su infancia,<br />

su adolescencia, su paso por la<br />

universidad, hasta su llegada a Estados<br />

Unidos. La protagonista busca su lugar<br />

en el mundo y para eso está siempre<br />

huyendo: de su cuerpo, de su familia,<br />

de su país. La huida es consecuencia<br />

Filosofía actual<br />

de su pensamiento individualista, que<br />

convierte a los demás en motivos de la<br />

desgracia propia. Sin embargo, y con el<br />

tiempo, será más complicado alejarse<br />

de los demás; primero le basta con<br />

interactuar con animales y convertirse<br />

en un hongo pero posteriormente<br />

solo podrá hacerlo huyendo del país.<br />

La búsqueda de su lugar en el mundo<br />

es la meta que más obsesiona a su<br />

protagonista, que descubrirá que eso solo<br />

lo logrará cuando se acepte a sí misma,<br />

sin reservas. La novela presenta una<br />

dicotomía entre un sistema de valores<br />

individualista y social. ¿Deberíamos<br />

vivir en convivencia con los demás o vivir<br />

solamente bajo nuestros preceptos? ¿Ser<br />

egoístas o altruistas? ¿Dejarnos dominar<br />

por las circunstancias o elegir? Es la gran<br />

pregunta de nuestro siglo. Los grandes<br />

males de la sociedad española se deben<br />

al egoísmo y a la dependencia social, por<br />

lo tanto, la respuesta a nuestros males<br />

sería un sistema de valores equilibrado:<br />

convivir con los demás y asumir<br />

nuestra parte de culpa pero ejerciendo<br />

al mismo tiempo una mirada crítica a<br />

las costumbres sociales, no dejándose<br />

dominar frente a los grandes males<br />

sociales: el acoso sexual, el machismo,<br />

todas las relaciones no igualitarias, en<br />

resumen.<br />

La gran virtud de la novela es su<br />

mirada cercana a los personajes, mirada<br />

que nos hace sentir como propia el dilema<br />

y las experiencias de la protagonista. El<br />

narrador es en tercera persona pero no le<br />

quita intimidad al relato. Es una novela<br />

tremendamente introspectiva, se centra<br />

especialmente en los pensamientos de la<br />

protagonista, pero sin dejar de lado las<br />

relaciones sociales de la protagonista,<br />

que tienen mayor importancia de la<br />

que parece. Este recurso nos recuerda<br />

al utilizado por Adelaida García-<br />

Morales en su famoso relato El sur y<br />

no es casual pues al igual que en el<br />

famoso relato la visión es femenina,<br />

que aun hoy en día es diferente a la<br />

masculina; la vulnerabilidad femenina<br />

frente a la masculina la observamos en<br />

el acoso que sufre la protagonista. No<br />

sabemos el nombre de esta y tenemos<br />

nociones vagas de su físico. Esta falta<br />

de definición no es casual pues a través<br />

del personaje, la autora pretendió<br />

reflejar una problemática social.<br />

Esta novela es recomendable tanto<br />

por su propósito como por su forma. El<br />

narrador absolutamente omnisciente<br />

pero cercano, el lenguaje cuidado y culto<br />

y las referencias a otras grandes obras<br />

que relatan un punto de vista femenino<br />

nos hablan de una gran novela y de una<br />

escritora habilidosa.<br />

Fabiola Stoian<br />

Mar Gómez Glez, La edad ganada<br />

Barcelona, Caballo de Troya<br />

160 páginas, 16,90 euros<br />

32 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 33


La lectura y las pequeñas subversiones liberadoras<br />

Hay en el lenguaje de Los<br />

libros repentinos la misma<br />

voluntad de escritura<br />

literaria perceptible en<br />

las otras novelas de Pablo Gutiérrez<br />

(Huelva, 1978), también aquí conjugada<br />

con una intención social que ha ido<br />

acrecentándose a lo largo su trayectoria<br />

y que había alcanzado una cima en<br />

su anterior título, Democracia. Esta<br />

voluntad de transgredir los usos<br />

cotidianos del comportamiento —<br />

también del comportamiento verbal—<br />

es uno de los rasgos reconocibles de la<br />

última acometida realista en la novela<br />

española, espacio al que Gutiérrez<br />

pertenece. El descarnado uso del<br />

sarcasmo, la ironía desmitificadora, la<br />

capacidad para la innovación léxica y<br />

aun sintáctica… son marcas de un autor<br />

que no renuncia al virtuosismo verbal<br />

para desnudar las inconsistencias de una<br />

sociedad básicamente tan injusta como<br />

ridícula.<br />

Los libros repentinos es una crónica<br />

colectiva de un barrio, el de las Casas<br />

Baratas, del extrarradio de una ciudad de<br />

provincias. Allí se quiso ubicar a las clases<br />

más bajas de la ciudad para redimirlas<br />

del chabolismo de la posguerra pero<br />

en la práctica, a lo largo de los años, ha<br />

condenado a muchos de sus habitantes<br />

a una reclusión en la marginación, las<br />

drogas, la violencia y, en el mejor de los<br />

casos, el subempleo. El protagonismo<br />

lo tiene una de sus pobladoras, Reme,<br />

que, ya anciana, viuda y solitaria, recibe<br />

por error un cargamento de libros.<br />

En vez de devolverlos al servicio de<br />

correos, se entrega a la lectura de esos<br />

libros “repentinos”, desarrollando,<br />

casi inadvertidamente, una mirada<br />

inédita sobre la realidad en la que ha<br />

vivido durante setenta años. Lo que<br />

hasta entonces era admitido casi como<br />

fatalidades comienza a ser emparejado<br />

con situaciones similares descritas por<br />

Galdós o por Baroja y, así, a adquirir<br />

nuevas connotaciones. El narrador<br />

incorpora al relato, en letras cursivas,<br />

fragmentos de los libros leídos por Reme,<br />

pero sacados del contexto original,<br />

para experimentar hasta qué punto<br />

aquellas visiones de la España de hace<br />

más de cien años se compadecen con<br />

la situación que viven estos personajes<br />

contemporáneos, perdidos en los<br />

laberintos de un sistema irracional que<br />

necesita su sumisión. La novela deviene<br />

en una pluralidad de relatos de algunos<br />

de los personajes que pueblan el barrio,<br />

mirados por el narrador a veces con<br />

humanidad comprensiva —como en el<br />

caso de los dos personajes ya mayores<br />

que descubren su necesidad mutua, en<br />

el del párroco débil y pecador o, sobre<br />

todo, en el de Reme— y otras, como en<br />

el caso de la pareja cuasipalindrómica<br />

“altermundista” Leo y Elo, con un<br />

descarnado desenmascaramiento. Pero<br />

es interesante cómo Gutiérrez nos hace<br />

ver que el adentro del barrio extramuros<br />

de las Casas Baratas no puede<br />

comprenderse si no es en dialéctica con<br />

el afuera del barrio intramuros, donde<br />

reside el poder local, encarnado en un<br />

concejal de barrio, charrán e idiota,<br />

identificado por Reme con el galdosiano<br />

Juanito Santa Cruz. Su torpeza política<br />

provocará el conflicto clave de la novela,<br />

en el que los dos mundos se enfrentan<br />

para que nada cambie finalmente. Por<br />

ello, la novela de Gutiérrez no es tan<br />

ingenua como podría parecer por su<br />

interpretación liberadora de la literatura:<br />

la lectura de los clásicos no deviene en<br />

una emancipación completa de las<br />

condiciones miserables de este reducto<br />

y ni siquiera se le concede a la derrota<br />

un carácter épico. Reme encabeza un<br />

pequeño acto de subversión, alimenta el<br />

odio hacia unos y la comprensión hacia<br />

otros, reinterpreta el mundo, se redime<br />

de una represión sexual sufrida durante<br />

años cuando ya es tarde y se erige en<br />

una especie de líder del barrio. A este<br />

respecto, es muy interesante el epílogo,<br />

en el que el narrador, en pleno uso de<br />

su control sobre la historia, se atreve<br />

incluso a poner en duda la verdad de su<br />

propia invención en un juego inteligente<br />

y sofisticado. La novela puede parecer<br />

pesimista pero es en realidad una llamada<br />

de atención sobre la necesidad de que los<br />

pequeños actos de subversión a los que<br />

nos hemos ido habituando últimamente<br />

cuajen en genuinas transformaciones<br />

estructurales. Hablábamos al principio<br />

de la novedad formal de esta novela.<br />

Los libros repentinos es un ejercicio<br />

portentoso de estilo, con páginas<br />

maestras por su ironía, por la agudeza<br />

de los juicios de un narrador, que<br />

hacen de ella un texto de sobresaliente<br />

calidad literaria, un nuevo hito en un<br />

conjunto de novelas empeñadas en<br />

conocer, comprender e interpretar el<br />

presente desde sus raíces históricas.<br />

Fernando Larraz<br />

Pablo Gutiérrez, Los libros repentinos<br />

Barcelona, Seix Barral<br />

265 páginas, 18,50 euros<br />

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Una habitación llena de cuentos<br />

Cristina Fernández Cubas<br />

(Arenys de Mar, 1945)<br />

presenta en su nueva obra,<br />

La habitación de Nona, seis<br />

historias diferentes en las que no faltan<br />

ni los elementos fantásticos ni el misterio<br />

que caracterizan la trayectoria literaria<br />

de esta autora. Tras la publicación de<br />

Mi hermana Elba (1980), que se ha<br />

consagrado como una de sus obras<br />

cumbre, Fernández Cubas ha escrito los<br />

libros de relatos Los altillos de Brumal<br />

(1983), El ángulo del horror (1990), Con<br />

Agatha en Estambul (1994) y Parientes<br />

pobres del diablo (2006). Además, esta<br />

autora, considerada una de las mejores<br />

cuentistas del panorama de las letras<br />

españolas, ha publicado las novelas El<br />

año de gracia (1985), El columpio (1995)<br />

y La puerta entreabierta (2013, bajo el<br />

pseudónimo de Fernanda Kubbs), así<br />

como la obra de teatro Hermanas de<br />

sangre (1998) y sus memorias narradas<br />

en Cosas que ya no existen (2001).<br />

Una niña muy especial y una<br />

hermana envidiosa intentando descifrar<br />

los secretos que esconde la primera<br />

son los elementos principales de “La<br />

habitación de Nona”, el primero de los<br />

seis relatos que conforman la nueva<br />

obra de Fernández Cubas. Un matiz<br />

muy diferente sale a relucir en “Hablar<br />

con viejas”, en el que una amable<br />

anciana invita a tomar café a una<br />

mujer a punto de ser desahuciada. Esta<br />

invitada, desesperada ante la situación<br />

que el futuro más cercano le depara,<br />

aprenderá, desafortunadamente, que<br />

las apariencias engañan y que nada es<br />

lo que parece. Interno con figura (1868),<br />

del pintor Adriano Cecioni, es el cuadro<br />

que aparece en la portada de este libro<br />

de relatos, pero, además, es el título del<br />

tercero de los cuentos que se incluyen<br />

en el mismo. En dicho relato los lectores<br />

nos situaremos, frente al citado cuadro,<br />

junto a un grupo de escolares que ha<br />

ido de excursión con su profesora y<br />

entre los que destaca una niña pelirroja<br />

y su escalofriante opinión acerca de<br />

lo que le sucede a la protagonista de<br />

la pintura. En “El final de Barbro”<br />

tres hermanas, ya en la edad adulta,<br />

contarán, en primera persona, cómo fue<br />

su relación con la segunda mujer de su<br />

padre: Barbro, Ojos del Norte, una joven<br />

nórdica con poco apego por la familia y<br />

los recuerdos del pasado. En el quinto<br />

y penúltimo relato de esta colección,<br />

titulado “La nueva vida”, una mujer<br />

narra el extraño, pero emocionante,<br />

viaje al pasado que experimenta tras<br />

salir del céntrico hotel madrileño en el<br />

que se encuentra. Por último, en “Días<br />

entre los Wasi-Wano” dos hermanos,<br />

de nueve y trece años, pasarán medio<br />

verano con sus tíos en un pueblecito de<br />

la montaña. Allí aprenderán todo sobre<br />

una tribu tropical, para la mayoría de<br />

la humanidad desconocida, que recibe<br />

el nombre de “Wasi-wano” y que deja<br />

una puerta abierta a la esperanza en un<br />

mundo, por lo demás, triste y oscuro,<br />

como se demuestra en el resto de relatos<br />

de esta colección.<br />

De este modo, es preciso señalar<br />

que en La habitación de Nona hay cabida<br />

para los sueños y el misterio, pero<br />

también para la verdad y la memoria.<br />

Además, la infancia juega un importante<br />

papel en este libro de relatos. Nona y<br />

su hermana, una niña pelirroja que<br />

admira junto a sus compañeros de clase<br />

distintos cuadros en una excursión<br />

escolar o Pedrito y su hermana mayor<br />

son algunos de los personajes clave de<br />

estos cuentos. Resulta especialmente<br />

relevante en La habitación de Nona esa<br />

franja intermedia entre la niñez y la edad<br />

adulta puesto que en ella se sitúan con<br />

mayor fuerza las dudas entre lo que está<br />

bien y lo que está mal, entre, al fin y al<br />

cabo, la tranquilidad y el miedo. De esta<br />

manera, durante la lectura de cada una<br />

de las seis historias que componen este<br />

nuevo libro afloran esos sentimientos<br />

de incertidumbre y de angustia propios<br />

de las grandes novelas de misterio, que<br />

logran enganchar a los lectores hasta el<br />

final de las mismas. Así pues, Fernández<br />

Cubas ha conseguido en su último libro<br />

de cuentos, La habitación de Nona, que<br />

llega tras casi una década desde que se<br />

publicó su última colección de relatos,<br />

recuperar la esencia de su primera obra,<br />

que, al igual que esta, es capaz de traspasar<br />

la barrera de la realidad para sumergir<br />

a los lectores en el mundo de la ficción.<br />

Cristina Suárez<br />

Cristina Fernández Cubas, La<br />

habitación de Nona<br />

Barcelona, Tusquets<br />

192 páginas, 17 euros<br />

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La escritora Samanta Schweblin<br />

(Buenos Aires, 1978) ha sido<br />

galardonada recientemente<br />

con el iv Premio Internacional<br />

de Narrativa Breve Ribera del Duero<br />

gracias a su colección de cuentos Siete<br />

casas vacías, género en el que la escritora<br />

es toda una especialista. Según sus<br />

palabras, “esta idea de que escribir<br />

cuento es un periodo de aprendizaje de<br />

los escritores ya no es así. Uno puede ser<br />

un cuentista”. Y la narradora argentina<br />

sin duda lo es, y de las mejores. Así<br />

pues, aunque su incursión en el género<br />

novelesco con Distancia de rescate fue de<br />

gran calidad, es en el género del relato<br />

breve donde la escritora se está forjando<br />

un puesto cada vez más destacado en el<br />

panorama literario actual.<br />

En Siete casas vacías se presentan<br />

otros tantos cuentos que tienen en<br />

común una cotidianeidad enrarecida, en<br />

cierto modo siniestra. Los lugares son<br />

comunes, perfectamente reconocibles<br />

para el lector, pero las resoluciones de los<br />

personajes resultan anómalas, extrañas.<br />

La voz narradora se introduce en sus<br />

casas, de donde salen y entran, y sus<br />

decisiones se encuentran en la frontera<br />

entre lo verosímil y lo extraordinario.<br />

La tensión que surge entre fuerzas<br />

contrarias, entre la tranquilidad del hogar<br />

y su tergiversación a través de situaciones<br />

El terror de lo cotidiano<br />

que los personajes no controlan, crea<br />

una atmósfera de constante desasosiego<br />

que atrapa al lector y no le suelta. La<br />

“normalidad” enrarecida en la que<br />

se desenvuelve la existencia de los<br />

personajes deja transmitir sus propias<br />

inseguridades, sus filias y fobias, aunque<br />

se percibe en todo momento cierta<br />

ternura, igualmente peculiar. Muchos de<br />

ellos se encuentran solos, desarraigados<br />

en sus propios hogares. La autora se<br />

sirve de la confusión en la que parecen<br />

encontrarse para exprimir al máximo<br />

lo que entendemos como posible, como<br />

normal. La inquietante atmósfera en<br />

la que se acaban sumiendo permite a<br />

la escritora ahondar en la rareza, en lo<br />

insólito, en la reacción anómala, y por<br />

tanto denostada y temida, pero que<br />

quizá exista si se dan las circunstancias<br />

adecuadas. No se trata de narrativa<br />

fantástica, entendida esta como distinta<br />

a lo que entendemos como real, sino más<br />

bien una forma de realidad más amplia,<br />

abierta a posibilidades quizá diferentes,<br />

pero posibles en cierto modo.<br />

Los cuentos que forman esta<br />

colección penetran en lo extraño, en<br />

lo inexplicable, en comportamientos<br />

anómalos, algunos demenciales. Estos<br />

seres desubicados tratan de desenvolverse<br />

en atmósferas densas, en ocasiones<br />

perversas. Seis de las narraciones son<br />

relatos cortos, mientras uno de cierta<br />

extensión situado en el centro trata<br />

el tema del abismo que una persona<br />

siente ante la pérdida de su memoria y<br />

recuerdos. Es un problema que intriga a<br />

la autora, quien se pregunta si esto “no<br />

será una de las formas más visibles de<br />

lo que podría sentirse ante la muerte”.<br />

En el cuento se plantea esta cuestión<br />

de manera cruda, pero, sin duda, con<br />

una infinita humanidad, característica<br />

común en todos los relatos. Estos narran<br />

situaciones familiares, relaciones entre<br />

padres e hijos, hermanos o vecinos,<br />

a los que se expone a situaciones que<br />

se les escapan, que los desorientan y<br />

sumergen en esa atmósfera obsesiva que<br />

tan bien sabe generar la autora. Esta, a<br />

su vez, presenta sus narraciones con<br />

una prosa fluida y un inconfundible<br />

estilo, capaz en su aparente sencillez<br />

de introducir al lector en una lectura<br />

inquietante que termina por atraparle.<br />

Schweblin presenta realidades<br />

imposibles, o posibilidades irrealizables;<br />

quizá una forma más amplia de<br />

normalidad, en la que tendría cabida<br />

un surtido más rico de actitudes y<br />

situaciones que algunos tomarían como<br />

señales inequívocas de pérdida de juicio.<br />

La ambigüedad está servida, como suele<br />

ocurrir en los relatos de la escritora. Lo<br />

único seguro en este libro es su gran<br />

calidad literaria, capaz de atrapar a<br />

todo lector que se atreva a adentrarse<br />

en el universo Schweblin; una aventura<br />

arriesgada hacia lo inesperado que no<br />

les dejará indiferentes, y que sin duda les<br />

llevará a plantearse cuestiones en las que<br />

quizá no habían pensado… como diría<br />

su ilustre paisano Julio Cortázar, “en fin,<br />

literatura”.<br />

Raquel López<br />

Samanta Schweblin, Siete casas vacías<br />

Madrid, Páginas de Espuma<br />

123 páginas, 14 euros<br />

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Más bien, personajes figurantes<br />

Las expectativas que se creará<br />

un lector apasionado de<br />

la narrativa breve sobre<br />

Personajes secundarios<br />

serán, de acuerdo a lo que indica la<br />

contraportada, ciertamente elevadas.<br />

Sin embargo, esos “quince minutos de<br />

gloria que nos corresponden a todos”,<br />

según Andy Warhol, se esfuman<br />

rápidamente cuando comienzan a ser<br />

leídos los microrrelatos que contiene el<br />

libro. Afirma su autor, Manu Espada,<br />

licenciado en Periodismo y ganador de<br />

premios como el de Relatos en Cadena<br />

de la SER y el Certamen de Microrrelato<br />

de la revista Eñe, que los textos que<br />

conforman su cuarta publicación se<br />

apoyan en personajes secundarios a los<br />

que por primera vez se les concede la voz<br />

protagonista. Y para poder entrelazar<br />

unos con otros se encuentra el hilo<br />

conductor de la historia, Daniel. Pero,<br />

si bien es cierto que en el libro subyace<br />

una fuerte carga emocional, la calidad<br />

literaria deja mucho que desear.<br />

El motivo por el que Manu Espada<br />

decidió escribir Personajes secundarios,<br />

explicaba el propio periodista en un<br />

programa de la cadena televisiva para<br />

la que trabaja, no fue otro que rendirle<br />

un cálido homenaje a su hijo Daniel.<br />

Y es que, al igual que el protagonista,<br />

homónimo, de su obra, Daniel padece el<br />

trastorno conocido como autismo, que le<br />

dificulta sobremanera comunicarse con<br />

las personas que lo rodean. En efecto,<br />

uno de los relatos incluidos ilustra, de<br />

un modo muy tierno, esos intentos<br />

desesperados por que su hijo consiga<br />

aprender a hablar, en los que el padre del<br />

protagonista llega a transmitirle al niño<br />

todas las palabras del mundo hasta que<br />

él mismo se queda mudo. Al leer algo así,<br />

cualquier persona se sentiría ciertamente<br />

conmovida. Pero lo que califica a una<br />

obra con la etiqueta de “de arte” no es<br />

solo el contenido sino la forma con la<br />

se entretejen las ideas que, en este caso,<br />

refleja cada una de las historias que la<br />

integran.<br />

Concebido como si de un<br />

libro viajero se tratase, Personajes<br />

secundarios contiene cerca de cincuenta<br />

microrrelatos distribuidos en tres<br />

apartados que, a primera vista, pudieran<br />

entenderse como el proceso lingüístico<br />

que experimenta Daniel: “El silencio”, “El<br />

ruido”, “La palabra”. No obstante, lo que<br />

podría haberse convertido en una obra<br />

cohesionada y coherente, de acuerdo a las<br />

intenciones que presuntamente pretende<br />

expresar el autor, acaba siendo una<br />

especie de recopilación de narraciones<br />

breves en las que, de manera ocasional,<br />

intervienen esos personajes secundarios<br />

que le dan título. Poco o nada tienen que<br />

ver el Doctor Watson y Nina Simone, o<br />

un hombre con síndrome de Tourette y<br />

un pescador de calzado en el pantano<br />

Cojímar, o un peluquero torturador<br />

y John F. Kennedy. En definitiva, una<br />

auténtica procesión de nombres y figuras,<br />

en ocasiones importantes, que se suceden<br />

ante los ojos del lector y son relacionados<br />

entre sí de manera forzosa, dando como<br />

resultado un auténtico esperpento (y no<br />

como los de Valle-Inclán precisamente).<br />

A la débil conexión entre los relatos se<br />

le suma el hecho de que muchos de ellos<br />

son pensamientos en exceso manidos<br />

por otros escritores, como podrían ser el<br />

viaje por los distintos lugares en los que<br />

se ambientan célebres novelas (Comala,<br />

Macondo, Mordor, etc.), la descripción<br />

del hombre que aprecia la belleza de la<br />

lluvia, la cuestión de por qué las cosas<br />

tienen el nombre que las caracteriza y<br />

no otros o la escritura de un fragmento<br />

con una única vocal. Por el contrario,<br />

otros textos que se antojan innovadores,<br />

pecarían de exceso de modernización y<br />

acaban degenerando en intentos fallidos<br />

como el “Cibersoneto”, que poco tiene de<br />

soneto o siquiera de poema. Asimismo,<br />

llama la atención el relato en que se<br />

refleja la muerte de múltiples escritores<br />

a manos de una serie de participantes de<br />

un taller de literatura. Resulta curioso<br />

que entre los asesinados se encuentren,<br />

de acuerdo con el narrador, “escritores<br />

malos, sobre todo de best-sellers”.<br />

Esto permitiría deducir que el autor se<br />

excluye de ellos y quizás no debiera por,<br />

entre otras cosas, las faltas ortográficas<br />

que aparecen a lo largo de Personajes<br />

secundarios. Sin embargo, de igual modo<br />

que la obra tiene bastantes aspectos<br />

criticables, también contiene alguna<br />

historia como “Striptease (microrrelato<br />

gore)” o las relacionadas con “El<br />

personaje más rápido del mundo” que<br />

son curiosas y divertidas, por lo menos.<br />

Podría decirse entonces, a raíz<br />

de todo lo comentado previamente,<br />

que Personajes secundarios no es sino<br />

un proyecto lleno de ideas y emociones<br />

que se ha quedado atorado en la línea de<br />

salida y no ha podido llegar a la meta ni<br />

a convertirse en obra.<br />

Sonia de Andrés Corroto<br />

Manu Espada, Personajes secundarios<br />

Palencia, Menoscuarto<br />

96 páginas, 12 euros<br />

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Fábula del desarraigo y la libertad<br />

quería a Pueblo, en cuya cúspide se encuentra<br />

los Pissimboni”, el omnipotente Superior, que reparte<br />

comienza la última castigos y prebendas. Aunque al<br />

“Nadie<br />

novela de Sònia principio no lo sabe, el corto periplo de<br />

Hernández (Terrassa, 1976), y enseguida<br />

nos damos cuenta de que en realidad<br />

Yago tiene como objeto dar paso a una<br />

nueva voz que narre su existencia más<br />

los desconocían, los temían por una allá de la melancolía heredada de sus<br />

suerte de estigma y por haber sido libres<br />

en algún momento de su pasado. Algo<br />

inefable había creado en torno a ellos<br />

un aura de misterio que con los años<br />

ha desembocado en el desprecio y la<br />

padres, que racionalice el mundo, que<br />

lo haga autónomo y que lo libere del<br />

mito bíblico del Edén, y de su corolario:<br />

una vida estática, inmóvil, inerte. En<br />

definitiva, que lo saque de una nebulosa<br />

envidia. Los Pissimboni son una familia existencial y le permita integrarse<br />

compuesta por un número indefinido en una vida como la de los demás<br />

de miembros que viven en una casa habitantes del Pueblo. Para ello deberá<br />

alejada del Pueblo. Los padres, Martina<br />

e Ignacio, añoran una tierra, Sandofar,<br />

de la que tuvieron que partir y de la<br />

que continuamente hablan a sus hijos,<br />

proyectando un utópico regreso con el<br />

padecer la prueba del largo encuentro<br />

en la Casa del Pueblo —una especie de<br />

ayuntamiento que representa el poder—<br />

con un funcionario que representa<br />

un mundo hiperburocratizado y que<br />

que recuperarán una identidad ahora<br />

constantemente reprende a Yago por<br />

escindida. Sobre todo añoran la libertad<br />

ignorar unas normas absurdas y lo<br />

de la que allí disfrutaban. El núcleo del<br />

amenaza en nombre de una ley inhumana<br />

relato se construye en torno a la salida<br />

y arbitraria.<br />

de uno de los vástagos, Yago, al Pueblo<br />

en busca de respuestas sobre su familia y<br />

su pasado. Allí se encuentra con medias<br />

verdades, relatos a veces contradictorios<br />

y casi siempre mistificados que no<br />

comprende porque no se corresponden<br />

con su experiencia ni con su aprendizaje<br />

Por lo explicado hasta aquí, se<br />

ve que Los Pissimboni traza un relato de<br />

tintes míticos para explicar la búsqueda<br />

de verdades esenciales. Hernández se<br />

ha propuesto fabular sobre la libertad,<br />

sobre el desarraigo y el exilio y sobre la<br />

doméstico. También se da de bruces violencia que las colectividades pueden<br />

con una burocracia asfixiante acatada ejercer sobre los individuos. En torno<br />

mansamente por los habitantes del a estos tres ejes se trenza una historia<br />

de evidentes ecos kafkianos en la que<br />

la falta de asideros racionales deja al<br />

individuo inerme ante fuerzas totémicas<br />

cuya justificación trasciende las<br />

potencias humanas. El ambiente onírico,<br />

a través de la debilidad de la razón a la<br />

que la narradora somete las situaciones<br />

y los diálogos, está magníficamente<br />

conseguido para explorar la necesidad<br />

de emanciparnos de aquello que nos<br />

ata y para cuestionar su verdadera<br />

entidad. Para ello, Hernández juega<br />

constantemente con los límites de lo<br />

real: nada es seguro ni unívoco en<br />

la realidad autónoma de este texto,<br />

liberada de referencias espaciales y<br />

temporales que por una parte otorgan<br />

universalidad a sus juicios y, por la otra,<br />

coadyuvan a esta atmósfera opresiva en<br />

la que acompañamos a los personajes.<br />

Mucha atención a la trayectoria<br />

narrativa de Sònia Hernández, construida<br />

con una coherencia impecable. La mujer<br />

de Rapallo y La propagación del silencio,<br />

sus últimos libros, novela y cuentos<br />

respectivamente, destacaban por la<br />

voluntad de construir una voz propia,<br />

ajena tanto al realismo del aquí y del<br />

ahora como a la inanidad. Su eficiencia<br />

para construir ambientes caracterizados<br />

por la decadencia y el estatismo, la<br />

consunción y la muerte se corona<br />

ahora con esta novela corta, magnífico<br />

ejemplo de un subgénero poco habitual<br />

en nuestro panorama narrativo y que<br />

requiere de destrezas narrativas para<br />

las que la autora demuestra estar muy<br />

dotada. Abordar desde esta perspectiva,<br />

con profundidad y contención, temas<br />

como las falsas imposiciones que<br />

limitan nuestra libertad y dejan nuestra<br />

identidad en un estatismo adormecedor<br />

es un reto del que esta novela sale<br />

felizmente triunfante.<br />

Fernando Larraz<br />

Sònia Hernández, Los Pissimboni<br />

Barcelona, El Acantilado<br />

126 páginas, 12 euros<br />

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Gran Granada se ajusta<br />

perfectamente a los moldes<br />

del género negro más<br />

clásico: una intriga policiaca<br />

que se desarrolla en medio (o, más bien,<br />

a causa) de un ambiente violento en el<br />

que predomina la amoralidad y en el que<br />

coinciden corrupción policial, vicios<br />

privados que no pueden salir a la luz y<br />

que se convierten en objeto de chantaje,<br />

un policía mayor y desengañado de todo<br />

ideal que no sea cumplir con eficiencia su<br />

trabajo y una sucesión de crímenes que<br />

no parecen responder a una lógica. Justo<br />

Navarro (Granada, 1953) ha dado con un<br />

contexto más que verosímil para recrear<br />

ese espacio sórdido, propicio para la<br />

novela negra, en la España franquista, en<br />

un año tan avanzado como 1963, entre<br />

alardes de desarrollismo y pretendida<br />

paz, en el que Granada padeció unas<br />

lluvias torrenciales, la visita de Franco<br />

para personificar el paternal sostén a la<br />

población que había sufrido la catástrofe<br />

y el relevo del gobernador civil. De todo<br />

ello es testigo Polo, un comisario de<br />

policía atípico porque está casado con<br />

una hija que “podría” ser su nieta, porque<br />

es ingeniero en Telecomunicaciones<br />

y ―esto ya no es atípico― porque él<br />

ejerce la violencia incluso de forma más<br />

arbitraria que la de los criminales, casi<br />

como una rutina cotidiana de represión,<br />

control social y coacción. De hecho, la<br />

Granada negra<br />

sucesión de crímenes, que comienza con<br />

el aparente suicidio de un abogado en<br />

la habitación de un hotel del centro de<br />

la ciudad, alerta al policía protagonista,<br />

que ve la alteración del orden como<br />

un desafío a la violencia que él había<br />

monopolizado desde el final de la<br />

guerra y a la vigilancia absoluta sobre<br />

las existencias de sus conciudadanos.<br />

Alrededor de Polo figuran una serie<br />

de personajes que otorgan densidad al<br />

tejido social de la burguesía provinciana:<br />

médicos, bibliotecarios, clérigos, jueces,<br />

profesores universitarios, burócratas…<br />

todos avezados en el cumplimiento<br />

de la norma fundamental del sistema<br />

franquista: la doblez y la hipocresía,<br />

que la apariencia pública y la realidad<br />

privada nada tengan que ver. Como<br />

se puede apreciar por lo expuesto<br />

hasta aquí, el marco no puede ser más<br />

propicio para el desarrollo de una trama<br />

convencionalmente negra pero tampoco<br />

para enganchar con algunos de los<br />

rasgos que singularizaron, hace veinte<br />

años, la magnífica novela de Navarro La<br />

casa del padre: la indagación en pasados<br />

tenebrosos de los personajes, que aquí<br />

aparecen siempre aludidos en casi<br />

todos los protagonistas, la recreación<br />

minuciosa de una ciudad opresiva e<br />

inmóvil, los desmentidos a la moral<br />

pública.<br />

La mayor novedad de Gran<br />

Granada reside posiblemente en la<br />

ruptura de una cronología que vaya<br />

acercando al lector, paso a paso, a la<br />

resolución final del crimen. Cada capítulo<br />

pone luz sobre el ir y venir de uno de<br />

los personajes, singularmente de Polo y<br />

del oftalmólogo Federico Saura, aunque<br />

también de su novia, Clara, de la asistente<br />

doméstica de un catedrático de arte y de<br />

otros personajes. Pero aunque el tiempo<br />

de la historia está exactamente acotado<br />

en menos de un mes, entre febrero y<br />

marzo de 1963, el paso de un episodio<br />

a otro no es sucesivo, si bien el narrador<br />

se encarga, al principio del capítulo de<br />

datarlo con precisión. Esta ruptura del<br />

orden temporal plantea al lector el reto<br />

de tener que ordenar la información y<br />

permite al narrador dosificar hábilmente<br />

la información que obtiene el lector.<br />

En ocasiones este mecanismo resulta<br />

intrincado, pero la trama es llevada sin<br />

fisuras a un final imprevisible. Navarro<br />

utiliza el lenguaje con exactitud, sin<br />

desvanecimientos, como cabe esperar de<br />

uno de los escritores más cultos y pulcros<br />

de nuestro campo narrativo. El narrador<br />

es capaz de referir con contenida ironía<br />

los usos y costumbres de esa posguerra<br />

tardía y provinciana —la visita de Franco<br />

y el servilismo generalizado que propició<br />

la dictadura, son dos de los ejemplos<br />

más exactos—, con una elegancia<br />

propia de un maestro de la lengua.<br />

Igualmente, los diálogos, ajustados a<br />

veces al estereotipo del género negro,<br />

están perfectamente pensados para dar<br />

la medida precisa de cada uno de los<br />

personajes, a los que Navarro caracteriza<br />

con eficacia ejemplar. A diferencia de<br />

las que han realizado otros narradores<br />

prestigiosos, esta primeriza incursión en<br />

el género no es para Navarro un mero<br />

divertimento menor. Gran Granada es,<br />

por el contrario, una excelente novela<br />

en la que se ha trabajado con rigor y que<br />

ni recorta las posibilidades literarias del<br />

género ni rebaja su propia y brillante<br />

carrera literaria.<br />

Fernando Larraz<br />

Justo Navarro, Gran Granada<br />

Barcelona, Anagrama<br />

260 páginas, 17,90 euros<br />

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Teresa Viejo (Madrid, 1963)<br />

propone en su nueva<br />

novela, Mientras llueva,<br />

un viaje hacia el pasado,<br />

las emociones ocultas y el deseo de<br />

escapar de la soledad y los recuerdos.<br />

Tras casi treinta años ejerciendo como<br />

periodista en los diferentes medios de<br />

comunicación —programas de televisión<br />

y radio, colaboración y dirección de<br />

revistas, etc. Teresa Viejo ha publicado<br />

diversos ensayos: Hombres: modo de<br />

empleo (2001), Pareja, fecha de caducidad<br />

(2005) y Cómo ser mujer y trabajar con<br />

hombres (2007). Además, la periodista<br />

cuenta con la publicación de sus dos<br />

novelas anteriores, La memoria del agua<br />

(2009), cuyo éxito se manifestó en una<br />

adaptación televisiva de la misma, y Que<br />

el tiempo nos encuentre (2013).<br />

La historia que se nos presenta en<br />

Mientras llueva gira en torno a la visita de<br />

su protagonista a lugares desconocidos<br />

para ella, o al menos eso creía, y al<br />

descubrimiento de familiares lejanos.<br />

Así pues, Alma Gamboa Monteserín,<br />

hija única de un matrimonio burgués ya<br />

fallecido, se configura como una joven<br />

insegura que necesita rellenar los huecos<br />

que inundan su pasado para poder<br />

continuar con su presente. Además,<br />

Alma huye atormentada por un amor que<br />

la persigue, situación que la conducirá a<br />

Llueve sobre el pasado<br />

tomar un tren en busca de respuestas.<br />

Sin embargo, lo que aparentaba ser un<br />

viaje para redescubrirse a sí misma y<br />

disfrutar de los únicos parientes que<br />

le quedan, su tía Eunice y su primo<br />

Gabriel, termina siendo para Alma<br />

una carrera a contracorriente por<br />

desentramar la serie de secretos que<br />

se esconden en Malpaís –en la región<br />

de El Norte– y, más concretamente, en<br />

La Constante, el caserón familiar. Poco<br />

a poco, las décadas que han quedado<br />

atrás se revelan ante la protagonista<br />

con la misma fuerza que adoptan las<br />

olas del mar en un día de tormenta y es<br />

que “el destino posee extraños túneles<br />

que conducen a ninguna parte”, como<br />

señala la autora de Mientras llueva.<br />

Asimismo, la llegada de un antiguo y<br />

misterioso libro a manos de la joven,<br />

La rosa amarilla, hará que se tambaleen<br />

los cimientos de la aparente normalidad<br />

que vivió su familia materna antes de su<br />

llegada al mundo. De hecho, la historia<br />

de los Monteserín era la de cuatro<br />

hermanos unidos y con aspiraciones de<br />

futuro hasta que llegó a sus vidas Cécile,<br />

la esposa cubana del mayor de ellos,<br />

cuya belleza y sensualidad cautivó a toda<br />

la aldea. No obstante, no toda la estancia<br />

de Alma en La Constante es un camino<br />

oscuro y tortuoso puesto que la aparición<br />

de ciertos personajes demostrará que<br />

también bajo la lluvia se pueden forjar<br />

sentimientos como el amor o la ternura.<br />

De este modo, en la última novela de<br />

Teresa Viejo, los personajes se dividen<br />

entre los criados y familiares de Alma,<br />

que luchan porque no se descubran los<br />

hechos del pasado, y la propia joven, que<br />

se empeña en limpiar la memoria de los<br />

que ya no están y en ayudarles, incluso<br />

después de muertos, a encontrar la paz<br />

que en vida tan lejos les quedó. Además,<br />

el espacio, en particular, El Norte, se<br />

configura como otro personaje de la<br />

novela puesto que tiene la capacidad de<br />

influir en el destino de sus habitantes,<br />

tanto en el de los del pasado como en el<br />

de los del presente.<br />

A pesar de que los saltos en el<br />

tiempo son frecuentes a lo largo de toda<br />

la novela, ya que esta se divide entre el<br />

presente de Alma, investigando a su<br />

familia, y el pasado de los Monteserín,<br />

sufriendo a cada cual mayores vicisitudes,<br />

la autora ha sabido atar todos los cabos<br />

de la narración al final de la misma<br />

consiguiendo así que ninguna pregunta<br />

quede sin su correspondiente respuesta.<br />

Por todo lo señalado anteriormente,<br />

cabe finalizar destacando que la nueva<br />

novela de Teresa Viejo, Mientras llueva,<br />

confirma el talento de la periodista<br />

para la narración, dado que no solo<br />

retransmite los hechos acaecidos en una<br />

época sombría, sino que logra mantener<br />

la intriga hasta el final de la misma así<br />

como emocionar a sus lectores.<br />

Cristina Suárez<br />

Teresa Viejo, Mientras llueva<br />

Barcelona, Espasa Libros<br />

500 páginas, 19,90 euros<br />

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La soledad del mar del Norte<br />

Antes de Polaris, Fernando<br />

Clemot (Barcelona,<br />

1970) era ya autor de dos<br />

sobresalientes novelas que<br />

revelaban un escritor exigente con su<br />

ejercicio y con una manifiesta inclinación<br />

hacia la exploración de conciencias<br />

doloridas e incapaces de hacerse cargo<br />

de su realidad. En Polaris, Clemot<br />

levanta un marco narrativo diverso con<br />

los anteriores pero, como aquellos, ajeno<br />

a referentes culturales localistas para<br />

proseguir su reflexión sobre los mismos<br />

temas que en sus novelas precedentes:<br />

las vacilaciones de la racionalidad, la<br />

violencia congénita al género humano,<br />

la soledad del individuo. El doctor<br />

Christian, médico del buque Eridanus,<br />

que desarrolla una misión en las aguas del<br />

mar del Norte, protagoniza esta novela<br />

que se va tejiendo alrededor de su relato<br />

sobre lo ocurrido en los días previos: da<br />

cuenta de órdenes arbitrarias y carentes<br />

de sentido que debe ejecutar contra su<br />

voluntad, reyertas entre marineros y una<br />

misión cuyo objetivo es desconocido por<br />

la tripulación. Los paisajes desolados<br />

y con exiguo rastro humano de las<br />

inhóspitas islas del Norte están descritos<br />

con exactitud y contribuyen a crear en<br />

la conciencia del lector un desazonador<br />

clima de amenaza continua. El discurso<br />

del doctor está lleno de sombras, de<br />

vacilaciones. Mezcla experiencias del<br />

pasado —la Segunda Guerra Mundial, en<br />

la que combatió, no está tan lejana en el<br />

tiempo ni, mucho menos, en el recuerdo<br />

del personaje; y algunos traumas de<br />

su infancia permanecen igualmente<br />

indelebles— con el relato de unos<br />

sucesos que tuvieron lugar unos pocos<br />

días antes, por los que es interrogado a<br />

lo largo de la novela y de los que el lector<br />

solo tendrá noticia cuando se aproxima<br />

el final del relato. Ese mundo de sombras<br />

en el que naufraga la memoria del<br />

protagonista pese al apremio de sus<br />

interrogadores resulta central. Para<br />

conseguir darle forma, Clemot ha<br />

tomado la decisión de no depositar<br />

íntegramente la voz narrativa en este<br />

personaje, sino que esta se desenvuelva<br />

a través de un interrogatorio conducido<br />

por dos misteriosos personajes,<br />

construyendo una dialéctica asimétrica<br />

entre quienes tienen un poder, delegados<br />

de la todopoderosa Central, la naviera<br />

propietaria del barco, y el sospechoso,<br />

débil e indigente protagonista. Este<br />

esquema discursivo permite comprobar<br />

hasta qué punto la patología del doctor<br />

Christian deriva de la violencia neutra<br />

y anónima e institucionalizada que<br />

ha regido toda su vida. Acentúa esta<br />

sensación otra acertada decisión del<br />

autor: entrelazar en los mismos párrafos<br />

preguntas, respuestas, contrarréplicas,<br />

dando lugar a un continuo orgánico de<br />

experiencias.<br />

Conscientemente, Clemot ha<br />

dejado no pocos cabos abiertos en la<br />

novela para desazón del lector: el porqué<br />

de la fabricación del barco varios lustros<br />

antes, la función del gemelo del Eridanus,<br />

el Polaris, la naturaleza de los sucesos por<br />

los que es interrogado el protagonista,<br />

el papel de la Central, el motivo de los<br />

odios entre los tripulantes… al tiempo<br />

que da cabida a relatos intercalados<br />

narrados por otros personajes, como<br />

el del oficial Denis y su solitario final.<br />

Sobre todo queda la duda de por qué<br />

el médico recibe una extraña orden<br />

que desata su desasosiego e incluso el<br />

incomprensible sistema que la Central<br />

tiene de planificar la misión a través<br />

de órdenes encerradas en sobres que<br />

son leídas diariamente por el capitán.<br />

Quizá son demasiados interrogantes,<br />

demasiada confusión. Pero quizá<br />

también todo ello resulte irrelevante<br />

en relación con las pretensiones de<br />

la novela, cuyo fin no es explicar y<br />

justificar los acontecimientos sino crear<br />

una atmósfera determinada y dar cuenta<br />

de un malestar insufrible y difuso. No<br />

es esto novedoso tampoco en la obra<br />

de Clemot: si en El golfo de los poetas<br />

—que seguimos considerando su mejor<br />

novela— el lector tenía que enfrentarse<br />

a las dubitaciones y vacilaciones del<br />

protagonista, habitualmente borracho,<br />

y si en El libro de las maravillas, el<br />

protagonista naufragaba entre las<br />

lagunas de su memoria, en Polaris, el<br />

problema del protagonista es que su<br />

pasado le impide construirse un futuro y<br />

que se refugia en los tranquilizantes para<br />

apaciguar una conciencia insoportable<br />

al tiempo que los confines de la realidad<br />

exterior se hacen cada vez más confusos.<br />

Clemot acierta reincidiendo en aquella<br />

dimensión que lo atrae más: las<br />

conciencias atormentadas, esclerotizadas<br />

y doloridas, las crónicas de vidas en<br />

decadencia, rotas y perdidas, que mira<br />

con comprensión muy humana.<br />

Fernando Larraz<br />

Fernando Clemot, Polaris<br />

Madrid, Salto de Página<br />

190 páginas, 15,90 euros<br />

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Vida de familia de Akhil<br />

Sharma (Delhi, 1971) es la<br />

segunda novela de este autor,<br />

quien ya escribió la que fue<br />

su primera obra, Un padre obediente, en<br />

el año 2001, galardonada con el PEN/<br />

Hemingway y el Whiting Writer’s Award.<br />

También ha publicado relatos en The<br />

New York Times, The Atlantic Monthly,<br />

The Quarterly, Fiction, y en las antologías<br />

The Best American Short Stories y O.<br />

Henry Award Winners. Con esta última<br />

novela, este hombre pone de manifiesto<br />

situaciones como el choque cultural, el<br />

acoso escolar, la presión económica o la<br />

incomprensión del entorno.<br />

Alrededores<br />

Cuando uno abandona su país, no<br />

solo deja atrás su casa y su familia, sino<br />

todo lo que le hizo ser como es. Llegar<br />

a un sitio nuevo supone adaptación:<br />

adaptarse a la sociedad, al trabajo, al<br />

colegio, a las costumbres, al idioma. Hay<br />

que adaptarse incluso al clima o a los<br />

programas que echan por televisión. Al<br />

principio solo toca trabajar duro para<br />

poder hacerse un hueco en ese nuevo<br />

lugar, luego, uno debe mantenerse,<br />

buscar la estabilidad. Todo esto es<br />

Batalla constante<br />

mostrado al lector a través de los ojos<br />

de Ajay Mishra, el protagonista de esta<br />

magnífica y dura historia contada en<br />

primera persona. Ajay es un niño que,<br />

al igual que el autor, abandona Delhi<br />

(India) para vivir en Estados Unidos<br />

cuando solo es un muchacho de ocho<br />

años. Así, junto a su hermano mayor<br />

Birju y su madre, se desplaza a América<br />

para reencontrarse con su padre, quien<br />

marchó un año antes a Queens, un barrio<br />

de Nueva York.<br />

Día tras día, los cuatro hacen todo<br />

lo posible por ser como los demás. Sin<br />

embargo, cuando todo parecía perfecto,<br />

como tener agua caliente y haber sido<br />

aceptado el mayor en uno de los mejores<br />

y más prestigiosos institutos, sucede algo<br />

que cambia sus vidas para siempre. Un<br />

veraniego y caluroso día de agosto, Birju<br />

se da un golpe en la cabeza con el suelo<br />

de la piscina, lo que le provoca una lesión<br />

cerebral. Tras tres minutos en el fondo,<br />

bajo el agua, sin poder subir ni respirar,<br />

los pulmones se le desplazan y sufre<br />

una serie de daños, los cuales provocan<br />

que, a partir de ese momento, no pueda<br />

moverse, ver o hablar.<br />

La cotidianeidad de esta familia<br />

es una batalla constante: además de<br />

preocuparse por los leves inconvenientes<br />

a los que se enfrentan todas las familias,<br />

también tienen que hacer frente a la<br />

situación de su hijo, al que no pueden<br />

descuidar ni un segundo. Además, cada<br />

uno también deberá plantarle cara a<br />

otros problemas: el padre, que debe<br />

afrontar su alcoholismo; la madre, a la<br />

que se le presenta la duda de si elegir un<br />

trabajo menos cualificado, o el mismo<br />

Ajay, quien encuentra su refugio en la<br />

literatura al querer escapar de la presión<br />

que tiene que soportar por ser tan buen<br />

estudiante como lo era su hermano.<br />

Con Vida de familia, la segunda<br />

novela de este escritor, se le presenta al<br />

lector una dura historia que, con ligeros<br />

toques de humor, muestra lo cruel,<br />

inhumana o despiadada que puede<br />

llegar a ser la vida, a la cual, sin embargo,<br />

hay que enfrentarse irremediablemente.<br />

Con esta historia, elegida como una de<br />

las cinco mejores novelas del año por<br />

The New York Times, Akhil Sharma<br />

se hace un hueco en el difícil mundo<br />

de la literatura, pues al ser el foco de<br />

numerosas críticas positivas como las del<br />

The New York Times, The Guardian, San<br />

Diego Magazine o The Bookseller, entre<br />

otros, crea una alta expectativa hacia su<br />

persona, lo que despierta el interés del<br />

público por él y por sus futuras obras,<br />

por lo que a partir de ahora no pasará<br />

desapercibido. Así, esta obra, en cuyas<br />

páginas se expresa cómo tanto con dolor<br />

como con amor el ser humano tiene<br />

que vencer las adversidades a las que le<br />

expone la vida, le ha otorgado a Sharma<br />

una gran fama a nivel internacional.<br />

Noelia Izquierdo<br />

Akhil Sharma, Vida de familia<br />

Traducción de Jaime Zulaika<br />

Barcelona, Anagrama<br />

197 páginas, 16, 90 euros<br />

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El misterio del lector que no aguantaba a Edmund Cripsin<br />

Qué daño ha hecho la<br />

época victoriana en la<br />

psique británica; si no,<br />

que se lo digan a Robert<br />

Bruce Montgomery, más<br />

conocido por su pseudónimo Edmund<br />

Crispin (Chesham Boils, 1921). El inglés<br />

es sin duda conocido por ser el cerebro<br />

tras las intrincadas aventuras del crítico<br />

literario venido a detective Gervase<br />

Fen, un álter ego sherlockholmiano de<br />

mediados del siglo xx que monopoliza<br />

la producción literaria de Crispin. Y es<br />

que la franquicia protagonizada por<br />

este desastroso, inteligente y cargante<br />

profesor de universidad catapultó la fama<br />

de Crispin, haciéndole un indispensable<br />

en las bibliotecas de los amantes del<br />

género detectivesco.<br />

El misterio de la mosca dorada<br />

(1944) fue el primero de los muchos<br />

casos protagonizados por Fen. En este<br />

el investigador se ve envuelto en el<br />

clásico crimen pasional: mujer joven<br />

de gran apetito sexual es asesinada y un<br />

puñado de perfectos gentlemen ingleses<br />

e inocentes damiselas victorianas<br />

andan bajo sospecha. El contexto de la<br />

obra es por supuesto uno que el joven<br />

Crispin conocía de primera mano: una<br />

compañía teatral a punto de estrenar<br />

en Oxford. Y es que no en vano Crispin<br />

había sido un prolífico estudiante de<br />

literatura en la famosa universidad<br />

de Oxford, especializado además en<br />

el campo teatral. Crispin se decanta<br />

en esta obra por un caso de “cuarto<br />

cerrado”, aquel en el que aparentemente<br />

el crimen es imposible, de haberse<br />

producido. El autor empleará y gastará<br />

esta estructura en sus futuras novelas —<br />

de hecho no hay ninguna en la que no<br />

tome esta estrategia argumental—. Si<br />

funciona bien comercialmente, ¿por qué<br />

cambiarlo? Sin embargo Crispin no es<br />

solo una versión masculina de Agatha<br />

Christie: al autor también le preocupaba<br />

la inclusión de la “alta cultura” (sea lo que<br />

sea eso) en las novelas comerciales. Algo<br />

muy loable si no fuera por el extraño<br />

concepto de “cultura” que caracterizaba<br />

a Crispin. Si bien autores como Friedrich<br />

Dürrenmatt, exponente principal<br />

de la novela negra suiza, consiguió<br />

combinar un género comercial con ideas<br />

o mensajes imbuidos en el concepto<br />

moderno de “alta cultura”, no ocurre lo<br />

mismo con Crispin. Este conceptualiza<br />

esta fusión como el uso de un montón<br />

de referencias literarias que tienen poco<br />

o nada que ver con la trama. Ninguno de<br />

los personajes que en algún momento<br />

tienen la palabra en la novela, sin<br />

importar su estatus social y educación,<br />

para de citar frases extraídas de obras<br />

de teatro isabelinas o grecolatinas.<br />

Desde luego Crispin quería deleitarnos<br />

a todos con sus amplios conocimientos<br />

enciclopédicos y vaya si lo consiguió,<br />

si juntáramos todas las referencias a<br />

obras de Shakespeare podríamos no solo<br />

disfrutar de una novela de detectives<br />

sino también de una versión extendida<br />

y comentada de Rey Lear. Detrás de las<br />

tramas hechas con escuadra y cartabón<br />

y la pedantería innecesaria de La mosca<br />

dorada se esconde sin embargo el secreto<br />

de su éxito. Las novelas de Crispin nos<br />

trasladan a un mundo victoriano en la<br />

actualidad, un mundo en el que no existen<br />

las heridas de las guerras mundiales y en<br />

el que la gloria de la revolución industrial<br />

y el imperio perviven y funcionan como<br />

si nunca hubieran caído por su propio<br />

peso. El autor recrea así una imagen<br />

idealizada de un pasado “en el presente”<br />

que hace escapar a los lectores de la<br />

nueva realidad que le espera a la psique<br />

colectiva británica tras la inminente<br />

derrota de las potencias de El Eje.<br />

En definitiva, sería injusto decir<br />

que Crispin no da un toque innovador a la<br />

novela detectivesca, otra cosa es que este<br />

toque tenga algo interesante que ofrecer<br />

al lector. El texto sin embargo es útil para<br />

descubrirnos la personalidad de este<br />

erudito de Oxford, un hombre que nos<br />

muestra unas claras ideas conservadoras<br />

y clasistas (ya desde el principio el autor<br />

nos hace ver que la felicidad está en el<br />

matrimonio y que una alta predisposición<br />

al sexo puede costarte la vida). Con El<br />

misterio de la mosca dorada, Crispin<br />

se vuelve protagonista indiscutible del<br />

resurgimiento de la novela detectivesca<br />

inglesa (imagínense cómo sería el resto<br />

de autores) y a la vez nos proporciona un<br />

buen somnífero para esas noches en las<br />

que parece imposible conciliar el sueño.<br />

Mejor que un Valium, oiga.<br />

Alejandro Rivero<br />

Edmund Crispin, El misterio de la<br />

mosca dorada<br />

Traducción de José C. Valdes<br />

Madrid, Impedimenta<br />

336 páginas, 22,50 euros<br />

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El peligroso encanto de la sumisión<br />

Resulta difícil abstraer la<br />

lectura de Sumisión de los<br />

muchos factores externos que<br />

concurren en ella y que han<br />

adelantado la aparición de su versión<br />

española. Me refiero principalmente a la<br />

controvertida personalidad de su autor,<br />

Michel Houellebecq (Reunión, 1958),<br />

una de las figuras intelectuales más activas<br />

de Francia; a sus conflictivas relaciones<br />

con el islamismo radical a raíz de algunos<br />

de sus libros, sobre todo, de Plataforma,<br />

que lo ha llevado a estar en el punto de<br />

vista del terrorismo fundamentalista<br />

(y, de rebote, ha provocado alguna<br />

situación esperpéntica, como su falso<br />

secuestro en Almería, reflejado con<br />

ingenio en su autoficcional película El<br />

secuestro de Michel Houellebecq); y, sobre<br />

todo, la coincidencia del lanzamiento<br />

en Francia de esta novela —que<br />

aborda conflictivamente la relación del<br />

islamismo con los valores republicanos<br />

de una sociedad democrática como<br />

la francesa—, y los atentados en la<br />

redacción del Charlie Hebdo en París, el<br />

pasado enero.<br />

Intelectualmente, Houellebecq es<br />

conocido por representar el nihilismo<br />

más radical, actitud que a veces casa bien<br />

con el arte de la novela. No se detiene<br />

ante ningún elemento sagrado —desde<br />

el punto de vista laico o religioso—<br />

de nuestra sociedad: ni las creencias<br />

religiosas ni el humanismo. Lo sabemos<br />

los lectores de la impresionante trilogía<br />

compuesta por Extensión del campo<br />

de batalla, Las partículas elementales<br />

y Plataforma, que desarbolaron a los<br />

lectores como diagnóstico exacto del<br />

estupor del sujeto de las sociedades<br />

contemporáneas. No da la misma altura La<br />

posibilidad de una isla y, personalmente,<br />

creo que tampoco El mapa y el territorio,<br />

su aclamada última novela, ganadora<br />

del Goncourt. Sumisión estaría quizá<br />

más cerca de estas últimas. En ella,<br />

Houellebecq ensaya el registro distópico<br />

de la política ficción: especula con la<br />

victoria en las elecciones presidenciales<br />

de Francia en 2022 de un partido<br />

islámico moderado que gobernará con<br />

el apoyo del socialismo francés y de la<br />

UMP tras haber derrotado a la extrema<br />

derecha de Marine Le Pen en segunda<br />

vuelta. Los efectos de la islamización de<br />

la sociedad son vistos a través de los ojos<br />

de un escéptico profesor universitario<br />

experto en Huysmans (y la elección de<br />

este escritor de finales del xix no resulta<br />

casual) en un proceso no lejano al<br />

rinocerontismo de Ionesco, en el que él<br />

mismo acabará claudicando. La visión no<br />

es apocalíptica: el modelo de desarrollo<br />

económico de las potencias del Golfo<br />

—Catar, Arabia Saudí— impone sobre<br />

Francia patrones de comportamiento<br />

que no resultan traumáticos y son<br />

aceptados “sumisamente” por la<br />

sociedad —y esta advertencia contra el<br />

peligro de la sumisión es lo mejor de la<br />

novela—: desaparición de la mujer del<br />

espacio público, religiosidad imperativa,<br />

nuevos hábitos en el vestir, depuración<br />

de la universidad…<br />

Desde el punto de vista<br />

estrictamente literario la novela es<br />

poco sólida. Tras un planteamiento<br />

prometedor, los personajes se acartonan<br />

y las situaciones son demasiado<br />

expositivas y esquemáticas, como<br />

corresponde a una novela de tesis. No<br />

termina de resultar creíble la atonía<br />

del protagonista, demasiado tópica, ni,<br />

menos aún, las personalidades de los<br />

demás personajes. Ni siquiera algunas<br />

buenas ideas —como anclar el proceso<br />

islamista en la historia a partir del<br />

referente decimonónico de Huysmans<br />

y sus contemporáneos— la salvan de<br />

cierta pobreza discursiva.<br />

Con todo, ni mucho menos<br />

desaconsejaría su lectura, porque aun<br />

con sus limitaciones intelectuales tiene<br />

capacidad suficiente para suscitar<br />

replanteamientos sobre nuestra<br />

realidad social contemporánea.<br />

Houellebecq ejerce de agitador de<br />

conciencias poniendo sobre la mesa<br />

las contradicciones de las ideologías<br />

tradicionales cuando se enfrentan a<br />

desafíos inusitados. Nada de lo que<br />

incluye la novela es inverosímil, por lo<br />

que las debilidades que desvela deberían<br />

abrir una reflexión sobre el significado de<br />

valores como tolerancia, igualitarismo,<br />

respeto, libertad. No para refutarlos, sino<br />

quizá para reforzarlos y comprender<br />

su complejidad. Houellebecq pasa por<br />

islamófobo, lo que para algunos equivale<br />

a xenófobo. Pero su aldabonazo es un<br />

saludable escepticismo de raigambre<br />

volteriana que recela de las creencias<br />

y de las imposiciones sobre la libertad<br />

individual. No quedan muy bien parados<br />

en su ficción los llamados “identitarios”,<br />

léase nacionalistas, pero más allá de<br />

estos esencialismos, la novela señala<br />

la decadencia intelectual de Francia<br />

y de Europa y su incapacidad para<br />

actualizar los viejos valores republicanos<br />

ante los nuevos retos que acechan a su<br />

identidad ilustrada. Houellebecq es un<br />

explorador de lo que otro ilustre escritor<br />

contemporáneo llamaría las paradojas<br />

terminales de la modernidad, las aporías<br />

de una sociedad posmoderna cautiva de la<br />

debilidad de sus creencias fundacionales.<br />

Fernando Larraz<br />

Michel Houellebecq, Sumisión<br />

Traducción de Joan Riambau<br />

Barcelona, Anagrama<br />

286 páginas, 19,90 euros<br />

54 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 55


Con Las Lecciones Peligrosas<br />

Alissa Nutting (Michigan)<br />

abre el camino por el que<br />

transitar hacia la satisfacción<br />

del deseo. Pero ese deseo ha de escribirse<br />

con mayúsculas, ya que por aliviar el<br />

ansia que provoca, la protagonista,<br />

Celeste Price, es capaz de descender a los<br />

infiernos si es necesario. Aun así, nuestra<br />

profesora de secundaria se preguntará<br />

en más de una ocasión a lo largo de la<br />

novela si ha merecido la pena saciar ese<br />

deseo, asunto que el lector descubrirá a<br />

medida que va avanzando en este viaje<br />

por la inmoralidad más absoluta.<br />

En esta mezcla evocadora de<br />

Jezabel de Irene Nemirovski y Lolita<br />

de Vladimir Nabokov, Celeste vive<br />

obsesionada por mantenerse joven y a sus<br />

veintiséis años combate en una incruenta<br />

guerra contra el paso del tiempo pero<br />

no por lo que todos imaginan sino por<br />

resultar atractiva al objeto de sus desvelos,<br />

los muchachos de catorce años. Y así la<br />

pederastia traspasa el género y el perfil<br />

de personaje con el que se suele vincular<br />

y aparece encarnada en una preciosa e<br />

irresistible joven incapaz de controlar<br />

su obsesión. La repulsión se mezcla<br />

con la simpatía que inspira el personaje<br />

al verse envuelto en una trama que<br />

resulta escandalosamente entretenida y<br />

altamente adictiva. La novela está escrita<br />

Deseo y pedagogía<br />

con un estilo inmediato y procaz tan<br />

gráfico y sensorial que parece increíble<br />

que alguien se atreva a escribir así. No<br />

escatima en descripciones médicamente<br />

anatómicas y llenas de detalles escabrosos<br />

aderezados con un humor delirante y<br />

una sutil ironía.<br />

Nutting desafía los estereotipos<br />

de género y por fin una mujer encarna<br />

las mismas necesidades fisiológicas que<br />

algunos hombres que son incapaces de<br />

sentirse atraídos sexualmente por mujeres<br />

de más de quince años. Su personaje<br />

plantea un nuevo acercamiento hacia<br />

cuestiones sexuales en las que la mujer<br />

ha tenido que soportar socialmente el<br />

desprecio del hombre a medida que<br />

esta iba envejeciendo y dejando de ser<br />

atrayente. Esta novela expone de un<br />

modo descarnado las infinitas visiones<br />

de la sexualidad femenina, de lo que<br />

realmente puede apetecerle a una mujer<br />

que no se ciñe a las normas.<br />

Como Jean-Baptiste Grenouille en<br />

El Perfume, la necesidad física impregna<br />

el aire alimentando una obsesión que<br />

hay que saciar imperiosamente. Celeste<br />

dirá, cautiva de su anhelo, que al final del<br />

día el aroma a feromonas se fijaba en las<br />

paredes del aula como pintura fresca y<br />

le producía mareos. En su enfermedad<br />

se reconoce como enferma al no querer<br />

tener hijos porque, por un lado, su<br />

bonita figura se estropearía y, por el otro,<br />

porque podría cometer incesto cuando<br />

su hijo alcanzara la pubertad. Celeste<br />

es consciente en todo momento de su<br />

necesidad malsana que, al contrario<br />

que en Lolita, no está en absoluto<br />

emparentada con el afecto. Ella no está<br />

enamorada de sus presas: “De repente<br />

caí en la cuenta de que el chico tendría<br />

que irse a vivir con su madre. ¿Me<br />

quedaría tiempo para conseguir entablar<br />

una relación plena con otro alumno<br />

antes de las vacaciones de verano?”.<br />

Celeste solo piensa en deshacerse de su<br />

víctima en cuanto no le sirva porque<br />

haya crecido un poco y no pretende<br />

ningún tipo de vínculo con los niños<br />

más allá del puramente físico temporal.<br />

Disocia perfectamente el sexo del amor.<br />

En realidad no ama a nadie, solo quiere<br />

satisfacer una necesidad física, utiliza a su<br />

marido porque es rico y así, le concede lo<br />

que ella entiende como favores sexuales<br />

para aplacar su creciente desconfianza<br />

en ella. Es una depredadora fría,<br />

manipuladora y sin sentimientos que se<br />

deja llevar sin pudor ni remordimientos<br />

morales por un hedonismo desquiciado<br />

en pos de aplacar su voraz apetito sexual.<br />

La novela nos acerca al ámbito<br />

de la pubertad en los institutos de<br />

secundaria, al interior de un claustro<br />

repleto de personajes anodinos y, en<br />

definitiva, a un mundo que se percibe<br />

como aburrido y poco excitante hasta<br />

que Celeste Price lleva consigo la locura<br />

de vivir como un animal insaciable al<br />

que las consecuencias le preocupan<br />

pero hará lo que sea para mantener<br />

el placer como prioridad. Después de<br />

Las Lecciones Peligrosas nadie volverá a<br />

mirar a la profesora de literatura inglesa<br />

como a un ser inocente y asexuado.<br />

María Luisa Suárez Marín<br />

Alissa Nutting, Las lecciones<br />

peligrosas<br />

Traducción de Cecilia Ceriani<br />

Barcelona, Anagrama<br />

320 páginas, 19,90 euros<br />

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La brutalidad silenciada del frente<br />

Cuando se habla de la<br />

Segunda Guerra Mundial,<br />

solo se nombran fechas,<br />

batallas, características<br />

y personalidades importantes. Sin<br />

embargo, son muchas las historias<br />

que encierran conflictos como este,<br />

historias reales y tan duras que pocas<br />

veces llegan a ver la luz. Gracias a Una<br />

mujer en el frente se da voz al drama que<br />

asoló la ciudad transilvana de Kolozsvár<br />

durante esa fatídica guerra. Alaine Polcz<br />

(Kolozsvár, 1922), relata en esta novela<br />

su primer matrimonio con un hombre<br />

egoísta y autoritario. El conflicto bélico<br />

les separa y ella se convierte en una<br />

víctima de los dos bandos. Una mujer<br />

en el frente se convierte así en un claro<br />

homenaje a todas las mujeres que<br />

sobrevivieron a esta guerra, en la que las<br />

violaciones y las vejaciones no parecían<br />

terminar con el paso de los días. La<br />

voz de Polcz refleja la esperanza y la<br />

valentía con la que se enfrentó a varias<br />

situaciones durante aquellos duros<br />

meses. Aparte, es importante destacar<br />

que Una mujer en el frente se publicó en<br />

el año 1991, en el momento en el que las<br />

tropas rusas estaban abandonando este<br />

territorio que actualmente pertenece a<br />

Rumanía. Esta novela consiguió en ese<br />

momento el perdón del embajador ruso,<br />

pero también alivió a todas aquellas<br />

que padecieron violaciones y abusos<br />

por parte de ambos bandos. Tal y como<br />

contó la propia autora antes de fallecer<br />

en el año 2007, esta obra nació de una<br />

grabación con la que intentaba ayudar a<br />

una amiga que estaba sufriendo por un<br />

desengaño amoroso. Relatar su primer<br />

amor durante la guerra consiguió que<br />

esta autora creara una novela sincera y<br />

real donde el papel de la mujer cobra una<br />

especial importancia.<br />

Alaine se casó con János en 1944.<br />

Ya desde el comienzo de la novela se<br />

percibe que este matrimonio no nace<br />

de un amor mutuo, puesto que János<br />

no actúa como un hombre enamorado.<br />

Este ni siquiera se muestra como una<br />

persona respetuosa con su mujer. Poco<br />

después, llegan los soldados a la ciudad<br />

y comienza un caos en el que sus vidas<br />

se separan irremediablemente. Lo más<br />

impactante de la lectura es el recuerdo<br />

la violencia que sufrían las mujeres<br />

durante el conflicto. Con gran nitidez,<br />

la autora habla de todas las violaciones<br />

y de los abusos a los que tenían que<br />

enfrentarse para conseguir comida o,<br />

simplemente, para sobrevivir. A raíz<br />

de estas vejaciones, muchas jóvenes<br />

padecieron múltiples enfermedades<br />

de transmisión sexual, graves heridas<br />

internas, embarazos no deseados, etc.<br />

Aparte de toda esta brutalidad, hay que<br />

añadir que vivían encerradas en lugares<br />

lúgubres donde ni siquiera podían<br />

cubrir sus necesidades más primarias.<br />

Todos estos recuerdos, mezclados con<br />

las muertes y con las desapariciones,<br />

configuran un cruel relato que no se<br />

suele contar en los libros de Historia.<br />

Pese a todo este sufrimiento que aún<br />

se percibe hoy en día en Transilvania,<br />

territorio dividido durante esos años<br />

entre Hungría y Rumanía, Polcz aporta<br />

esperanza y optimismo en su novela.<br />

Recuerda con especial cariño a la madre<br />

de János, con la que sufrió muchos de<br />

los abusos, pero también añora, por<br />

ejemplo, a algunos animales que le<br />

proporcionaban calor en las noches<br />

más frías. Aunque sufrió un intenso<br />

dolor en ese momento, es una mujer<br />

que supo enfrentarse a las adversidades<br />

y salir adelante con sus limitaciones.<br />

Son muchas las novelas que hablan<br />

de guerras y de conflictos similares a<br />

este, pero Una mujer en el frente consigue<br />

conmover y aportar otra versión de la<br />

Segunda Guerra Mundial. Mientras<br />

que ambos bandos se disputaban el<br />

territorio, las vejaciones y la pobreza<br />

asolaba a una comunidad que ya no<br />

entendía ni de religiones ni de buenos<br />

o malos. Polcz consiguió sobrevivir y<br />

licenciarse en Psicología, pese a que<br />

la guerra le arrebató la posibilidad de<br />

ser madre, aparte de haberla separado<br />

para siempre de familiares y amigos. La<br />

lectura de esta novela es imprescindible<br />

para comprender el conflicto desde<br />

dentro, aunque en esta se muestre como<br />

un pequeño “fresco privado pintado en<br />

el muro de la Historia mundial”.<br />

Paula Mayo<br />

Alaine Polcz, Una mujer en el frente<br />

Traducción de Éva Cserháti y<br />

Carmina Fenollosa Escuder<br />

Cáceres, Periférica<br />

235 páginas, 19,50 euros<br />

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Réquiem por el periodismo<br />

En el imaginario periodístico<br />

español ocupan un destacado<br />

lugar las portadas del ABC,<br />

salvoconducto de tal periódico<br />

cuyo director en aquel entonces,<br />

Luis María Anson, estaba decidido a<br />

socorrer. Estas se caracterizaban por<br />

el sensacionalismo; eran llamadas de<br />

atención al cliente, productos a medio<br />

camino entre el afán por informar y la<br />

mofa. Otro ejemplo puede ser El Mundo<br />

guiado por el arpón de Pedro J., que<br />

llegó a ser el altavoz de una ficción o<br />

enjambre de mentiras para evitar perder<br />

unas elecciones.<br />

No siempre llega la flecha<br />

a la diana. Tampoco en el caso de<br />

Braggadocio, el personaje de Número<br />

cero que decide fundar un periódico a<br />

todas luces amarillista. Recluta a varios<br />

individuos, “hombres sin atributos”,<br />

como diría Robert Musil; entre ellos, el<br />

protagonista y narrador de la historia<br />

es Colonna, un inadaptado que no<br />

encuentra su camino. No es desde luego<br />

una persona crítica, al contrario: acata<br />

sumisamente las órdenes de su nuevo<br />

jefe, aunque estas se alejen de lo moral.<br />

La parte fundacional es sin duda la<br />

más interesante de la novela: en ella se<br />

esbozan técnicas de redacción cuyo fin es<br />

la manipulación del lector y la escritura<br />

al servicio de la polémica. La premisa es<br />

la siguiente: “Los periódicos mienten,<br />

los historiadores mienten, la televisión<br />

hoy miente”. A partir de ahí, todo vale.<br />

Por ejemplo, cómo convertir las noticias<br />

en hechos. Los reporteros deberán<br />

entrecomillar dos opiniones expresadas<br />

por anónimos, así, estas se contrastarán<br />

y dará una capa de barniz objetivo al<br />

texto. “La astucia está en entrecomillar<br />

primero una opinión trivial, luego otra<br />

opinión, más razonada, que se parece<br />

mucho a la opinión del periodista. De<br />

este modo el lector tiene la impresión de<br />

que se le informa sobre dos hechos pero<br />

se ve inducido a aceptar una sola opinión<br />

como la más convincente”. Además, el<br />

lector se identificará probablemente con<br />

el que apunta a un responsable.<br />

Otro ejemplo puede ser la<br />

importancia, en aras de la credibilidad,<br />

de citar nombres de personas famosas.<br />

“Ya solo los nombres de estos personajes<br />

harían noticia”, dice un miembro de la<br />

redacción. Desde luego, con solo dar<br />

un paseo a las secciones de opinión de<br />

muchos periódicos, se puede comprobar<br />

esa tendencia a referirse a personas y<br />

no solo eso, sino a poner en negrita los<br />

nombres, como reclamo de atención o si<br />

como si un nutrido corpus de nombres<br />

asegurara un buen artículo.<br />

Hay un breve pasaje en el que<br />

se menciona la necesidad de incluir<br />

unas páginas sobre cultura, pero no<br />

por sus lectores, sino por aquello del<br />

capital simbólico. Pero, claro, hay que<br />

darle una orientación sensacionalista.<br />

Si los empleados van a entrevistar a<br />

un escritor, le deben intentar sonsacar<br />

alguna “malignidad” sobre los otros<br />

concursantes; si la historia que han<br />

publicado es de amor, el foco deberá<br />

ponerse en la vida personal del autor. En<br />

cuanto a las reseñas, se dice lo siguiente:<br />

“¿quién se lee los libros que reseñan los<br />

periódicos? No suele hacerlo ni quien<br />

hace la reseña; y demos gracias a Dios<br />

si el autor se ha leído su libro, la verdad,<br />

ante ciertos libros se diría que no lo ha<br />

hecho”.<br />

El interés del libro comienza a<br />

decaer cuando el director se obsesiona<br />

con la posible farsa de la muerte de<br />

Mussolini. Considera que no murió<br />

realmente y que no es él quien aparece<br />

retratado en la famosa foto testimonial,<br />

sino que ha habido un complot: el<br />

dictador fascista huyó; quien murió fue<br />

un doble. Este relato aporta un tono de<br />

novela histórica, bastante alejado de la<br />

intriga de El nombre de la rosa. Y no solo<br />

eso: se desarrolla el típico y demasiado<br />

previsible amorío entre una trabajadora<br />

del periódico y el protagonista. Aquí<br />

tenemos, una vez más, al único personaje<br />

mujer de la novela, actante de adorno,<br />

contrapunto del corrompido mundo<br />

que viene, como un ángel de la historia<br />

benjaminiano, a redimir al hombre.<br />

Esta historia está demasiado manida.<br />

Salvando lo anterior, o sea, la<br />

mitad de la novela, el libro no está del<br />

todo mal. La traducción es buena,<br />

exceptuando errores como el queísmo<br />

de “acuérdate que tenía que decidir<br />

qué se haría con el Duce” y la falta de<br />

concordancia de “hace falta dinero y una<br />

buena organización”. Sin embargo, y no<br />

porque este año se celebre el centenario<br />

del nacimiento del gran Orson Welles,<br />

si queréis asistir a la fundación de un<br />

periódico a veces kafkiano, no dudéis en<br />

ver Ciudadano Kane (1941).<br />

Sofía González Gómez<br />

Umberto Eco, Número cero<br />

Traducción de Helena Lozano<br />

Millares<br />

Barcelona, Lumen<br />

224 páginas, 20,90 euros<br />

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Caitlin Moran (Brighton,<br />

1975) ha escrito Cómo se<br />

hace una chica, segunda<br />

parte de su trilogía tras Cómo<br />

ser mujer y predecesora de otra, todavía<br />

inédita, en la que la protagonista formará<br />

un partido político que realmente<br />

cambie las cosas. En esta novela,<br />

Johanna Morrigan relata, a través de una<br />

sucesión de anécdotas, cómo transcurre<br />

su adolescencia en Wolverhampton, una<br />

ciudad obrera deprimida situada en las<br />

Midlands Occidentales: este contexto<br />

hace que la lucha de clases esté presente<br />

en el discurso de la narradora a lo largo<br />

de toda la novela. Johanna empieza su<br />

relato con catorce años y lo termina con<br />

diecisiete. Al principio, su vida es un<br />

desastre: no tiene amigos, vive en una casa<br />

de protección oficial llena de hermanos<br />

y sus padres sobreviven gracias a las<br />

ayudas sociales. El futuro de Johanna<br />

es poco prometedor y está abocado a<br />

repetir los mismos pasos que llevaron<br />

a sus padres a ser unos fracasados.<br />

Pero la protagonista es una chica que<br />

se hace a sí misma y, con su tenacidad y<br />

esfuerzo, consigue entrar en el exclusivo<br />

e inaccesible mundo de la música y<br />

comienza a escribir reseñas sobre grupos<br />

musicales en una prestigiosa revista<br />

londinense. Asistiremos al desarrollo<br />

como persona de esta chica sola en un<br />

mundo de hombres y sin ningún bagaje<br />

Sexo, drogas y rock and roll<br />

cultural ni económico ni experiencia<br />

vital más allá de la anodina vida en su<br />

barrio.<br />

Se trata de una novela de<br />

aprendizaje en la que nuestra “Simplicius<br />

Simplicisimus” firma con un pseudónimo,<br />

Dolly Wilde, y hace continuo alarde de<br />

su chabacanería lingüística en su periplo<br />

hacia la independencia económica y la<br />

realización personal. La historia agiliza<br />

su ritmo cuando la protagonista cumple<br />

los dieciséis años y se da cuenta, a<br />

través de las canciones de las Riot Grrrl<br />

(guerreras rockeras), de que las mujeres<br />

pueden expresarse igual que los hombres<br />

y no tienen que hablar solo para resultar<br />

interesantes ante ellos. El relato de<br />

su iniciación en el sexo es demasiado<br />

minucioso y vulgar, un mero medio<br />

para saber más y poder hacer alusiones<br />

sexuales en sus críticas musicales, lo cual<br />

puede resultar inverosímil al igual que<br />

las charlas que mantiene con su hermano<br />

en las que no escatima detalles de mal<br />

gusto al hablarle de sus encuentros con<br />

diferentes hombres.<br />

Lo que podría interpretarse como<br />

lenguaje políticamente incorrecto que<br />

desafía lo que se espera de una mujer<br />

no es más que una manera de captar<br />

la atención del lector, que se da cuenta<br />

con temor de que en un momento<br />

dado la protagonista se quiere hacer<br />

experta en sadomasoquismo, por no<br />

mencionar el decálogo de cómo ejecutar<br />

correctamente una felación. El uso de la<br />

elipsis habría sido más apropiado. Sin<br />

embargo, predomina un humor grosero<br />

y rudimentario. La autora pretende<br />

plantear la situación sexual de la mujer a<br />

fines del siglo xx cuando, según Moran,<br />

el orgasmo femenino y el placer de la<br />

mujer se relegaban a un segundo plano en<br />

favor del goce masculino. Los personajes<br />

masculinos de la novela con los que<br />

Johanna mantiene relaciones sexuales<br />

aparecen sin matices ni excepciones<br />

como ignorantes y egoístas, desprovistos<br />

de cualquier interés por el placer de la<br />

mujer. Plantea cuáles eran las preguntas<br />

de las adolescentes de la época y cómo<br />

al no existir internet toda la información<br />

sexual que obtenían era a través de<br />

revistas que no estaban especializadas en<br />

sexo pero que lo trataban como tema de<br />

fondo.<br />

En la tercera parte, la protagonista<br />

se da cuenta de que se ha anulado<br />

totalmente por complacer a otros y se<br />

promete ser más asertiva en lo sucesivo.<br />

Es al final de la novela cuando Johanna<br />

recupera su dignidad y es consciente<br />

de que ha sido una cínica incapaz de<br />

escribir críticas creativas, no sin antes<br />

cumplir fielmente con el único tópico de<br />

la adolescencia todavía no mencionado,<br />

al autolesionarse en el último capítulo. Y<br />

cuando parecía que no podía ser peor,<br />

la novela se convierte en un libro de<br />

autoayuda para padres desnortados y<br />

adolescentes conflictivos. Representa en<br />

la teoría un modelo de feminismo capaz<br />

de verbalizarlo todo, que se regodea en<br />

lo escatológico y lo procaz sin que haya<br />

una justificación ideológica.<br />

María Luisa Suárez Marín<br />

Caitlin Moran, Cómo se hace una<br />

chica<br />

Traducción de Gemma Rovira<br />

Barcelona, Anagrama<br />

395 páginas, 19,90 euros<br />

62 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 63


Curioso viaje por el mundo literario<br />

El hecho de que la editorial<br />

Periférica haya editado El<br />

bibliótafo se debe a que esta<br />

novela es un clásico de la<br />

literatura norteamericana publicado<br />

por primera vez en 1898 y que,<br />

sorprendentemente, había permanecido<br />

inédito en español hasta hace pocos<br />

meses. El autor es el profesor, editor y<br />

crítico norteamericano Leon H. Vicent<br />

(Chicago, 1859-1941). Esta novela sigue<br />

la línea de su breve carrera como escritor<br />

y erudito, ya que su producción ha<br />

girado siempre en torno a la literatura.<br />

Así, podemos destacar, por un lado,<br />

American Literary Masters (1906), donde<br />

recoge diversos ensayos de autores como<br />

Edgar Allan Poe o Walt Whitman, entre<br />

otros; por otro lado, destaca por sus<br />

trabajos como estudioso de numerosos<br />

escritores, principalmente británicos.<br />

El protagonista de la novela es<br />

un sujeto curioso y muy especial, un<br />

coleccionista de libros que tiene tal<br />

afición por ellos, que hasta los convierte<br />

en el centro de su existencia. De ahí<br />

que el tema principal de la novela sea<br />

la literatura y las reflexiones que el<br />

protagonista va haciendo de los libros.<br />

El texto se estructura en tres capítulos<br />

distintos y relacionados entre sí. El<br />

primero de ellos, “Retrato no del todo<br />

imaginario”, presenta al protagonista<br />

de la historia y va dejando ver algunas<br />

peculiaridades como sus explicaciones a<br />

por qué acumular tantos libros y cómo es<br />

él en su relación con el resto de personas.<br />

Puede resultar relativamente densa<br />

debido a los datos que el autor, por sus<br />

conocimientos de literatura, proporciona<br />

sobre varias novelas, ensayos y autores.<br />

El segundo capítulo, “El bibliótafo:<br />

amigos, agendas y depósitos”, es más<br />

interesante y constituye el centro de la<br />

historia. A partir del uso de la tercera<br />

persona en la narración, el autor permite<br />

al lector participar de un viaje, tal y como<br />

el bibliótafo hace para conseguir sus<br />

ejemplares. El narrador, además, por su<br />

cercanía hace que nos veamos sumidos<br />

en una historia peculiar y divertida que<br />

mantiene la intriga durante toda la lectura<br />

descubriendo aventuras y tramas que va<br />

hilando el personaje para llegar siempre<br />

al objetivo de almacenar las obras: la<br />

historia de los libros que recoge no es lo<br />

que le llena, sino que su fin es tratar de<br />

saber qué hay detrás de cada ejemplar,<br />

cuál es la historia que le envuelve de<br />

manera externa más que el argumento.<br />

Finalmente, en la tercera parte, “Palabras<br />

finales sobre el bibliótafo”, se termina<br />

presentando al protagonista no solo<br />

como un simple coleccionista, sino<br />

también como creador de álbumes y<br />

libros que contienen miles de imágenes,<br />

notas, comentarios y verdades que él va<br />

descubriendo sobre los documentos que<br />

le interesan y que va encontrando.<br />

Nos encontramos ante una historia<br />

breve, objetiva y que conscientemente<br />

renuncia a la verosimilitud, con<br />

descripciones complejas y detalladas,<br />

sobre todo en la descripción del<br />

personaje principal. Este adquiere una<br />

dimensión propia y no sabremos nunca<br />

si verdaderamente se trata de un sujeto<br />

que ha sido real, y verdaderamente es<br />

una persona que ha inspirado al autor al<br />

escribir la historia, o imaginario, ya que<br />

el autor viene a decirnos, antes de poner<br />

punto y final a esta historia, que nunca<br />

nadie ha entrado en el lugar donde él<br />

está con sus libros, “cajas de libros salen<br />

de forma misteriosa […] y se dirigen a<br />

ese remoto y casi inaccesible pueblo”,<br />

pero lo que sí sabremos es que sí existen<br />

personas capaces de amar los libros y<br />

que no solo se dejan envolver por sus<br />

historias y que van más allá.<br />

“El bibliótafo era fiel a las<br />

tradiciones de la hermandad del<br />

coleccionismo de libros en el sentido<br />

de que leía poco. Su conocimiento del<br />

mundo provenía directamente de la vida,<br />

no estaba ‘filtrado por los libros’, como<br />

dijo Johnson de cierto pintor irlandés<br />

al que conoció en Birmingham. Pero el<br />

bibliótafo era un tremendo devorador de<br />

catálogos de libros”.<br />

Andrea Merino<br />

Leon H. Vincent, El bibliótafo<br />

Traducción de Ángeles de los Santos<br />

Cáceres, Periférica<br />

112 páginas, 14,75 euros<br />

64 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 65


El camino hacia la máxima<br />

perversión del ser humano<br />

puede iniciarse con el gesto<br />

más inocente. Sé dónde estás,<br />

la primera novela de la estadounidense<br />

Claire Kendal (California), demuestra<br />

que el cuento infantil puede llegar a<br />

formar parte del thriller psicológico.<br />

Clarissa, una joven administrativa<br />

que acaba de sufrir una difícil ruptura<br />

amorosa con un hombre casado, cae en<br />

los brazos de un misterioso profesor de<br />

la Universidad de Bath llamado Rafe.<br />

La afición que muestran ambos por<br />

los cuentos de hadas les une desde su<br />

primer encuentro. Sin embargo, resulta<br />

paradójico que sean estos cuentos<br />

ingenuos y aparentemente inofensivos<br />

los que conduzcan a la joven hacia la<br />

indefensión absoluta. De hecho, uno<br />

de los aspectos que han contribuido al<br />

éxito de esta novela es la credibilidad y<br />

naturalidad que se encuentran entre sus<br />

páginas. Clarissa consigue sumergir al<br />

lector en una angustia total a la vez que<br />

transmite su propia inseguridad frente a<br />

una situación violenta. Este perturbador<br />

thriller consigue huir de los clichés<br />

propios del género y acercarse al acoso,<br />

que desgraciadamente logra traspasar la<br />

ficción.<br />

En los cuentos tradicionales es<br />

frecuente leer la historia de una joven<br />

Érase un vez... un thriller<br />

muchacha que vive martirizada por<br />

un malvado villano y que tiene que<br />

ser rescatada al final por un apuesto y<br />

valiente héroe. Este sencillo argumento<br />

consigue inspirar claramente a<br />

Kendal, aunque la autora va más allá y<br />

construye una novela compleja donde<br />

los pensamientos y las acciones de los<br />

personajes van más allá. La joven Clarissa<br />

es inocente, sensible y llega a mostrar<br />

culpabilidad ante el violento acoso que<br />

sufre a lo largo de toda la trama. Sin<br />

embargo, también es una mujer decidida,<br />

inteligente e independiente que está<br />

tratando de liberarse de su sumisión<br />

sin la colaboración de nadie. Rafe es<br />

presentado como un hombre perverso,<br />

perturbado y desequilibrado que logra<br />

incomodar al lector en cualquiera de sus<br />

intervenciones. De esta forma, el cuento<br />

de hadas tradicional se convierte en algo<br />

terrorífico donde la ingenuidad infantil<br />

da paso a un acoso sexual asfixiante. Esto<br />

puede apreciarse en la cita que precede<br />

a la novela del cuento “Barba Azul” de<br />

Charles Perrault: en ella, se presenta<br />

ya un ambiente tenso y obsesivo que<br />

caracteriza al opresor. Paralelamente es<br />

interesante percibir la forma en la que<br />

Kendal consigue intercalar la tercera<br />

persona con la primera persona a lo<br />

largo de todo el relato, lo que ayuda sin<br />

duda a transmitir tanto la perspectiva de<br />

la acosada como la perspectiva de todo<br />

aquello que la rodea. Aunque el final de<br />

la relación entre Clarissa y Rafe puede<br />

resultar predecible, el desenlace de la<br />

novela sorprende y en él se logra hallar<br />

un punto de serenidad y tranquilidad<br />

que no se había sentido en ninguna de<br />

las partes de la novela. Quizás lo más<br />

negativo de este thriller sea su ritmo, que<br />

se mantiene lento y pausado, lo que, al<br />

no presentar grandes giros argumentales<br />

hasta su abrupto final puede resultar<br />

tedioso para un lector que no esté<br />

familiarizado con este género.<br />

Sé dónde estás logra mostrar<br />

al lector contemporáneo peligros que<br />

acechan al ser humano en su vida<br />

cotidiana. Por último, puede destacarse<br />

la escasa ayuda que recibe la protagonista<br />

por parte del resto de la sociedad, siendo<br />

esta reflexión uno de los conflictos que<br />

presenta la novela. Kendal consigue<br />

realizar una crítica directa dirigida a<br />

todos aquellos que, frente a una situación<br />

de acoso, no son capaces de defender a la<br />

víctima o tenderle su mano. La historia<br />

de Clarissa es un fiel reflejo de una<br />

situación que viven miles de mujeres en<br />

todo el mundo, convirtiéndose así en un<br />

grito de socorro que pretende calar en<br />

cualquiera que conozca su historia. En<br />

una sociedad en la que el acoso sexual,<br />

la violencia de género o incluso el acoso<br />

escolar se suceden a diario, la ayuda que<br />

se pueda prestar a la víctima se convierte<br />

en algo imprescindible y determinante<br />

para finalizar con este cuento que aún<br />

no ha acabado.<br />

Paula Mayo<br />

Claire Kendal, Sé dónde estás<br />

Traducción de Jaime Zulaika<br />

Barcelona, Anagrama<br />

368 páginas, 19,90 euros<br />

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La editorial Libros del Asteroide<br />

ha traído como novedad este<br />

mes de septiembre la última<br />

novela del escritor, columnista<br />

y guionista sueco Martin Suter (Zúrich,<br />

1948), quien trabajó como publicista<br />

y director creativo hasta el año 1991,<br />

momento a partir del cual se decantó<br />

por el mundo de las letras. Tras escribir<br />

y publicar otras novelas de misterio,<br />

entre las que destacan Qué pequeño es el<br />

mundo (1997), Lila, Lila (2004), El diablo<br />

de Milán (2008), El último Weynfeldt<br />

(2008) o El cocinero (2010), Suter deleita<br />

al público, una vez más, con una obra<br />

que tiene como ingrediente principal el<br />

suspense, creando una atmósfera que<br />

envuelve al lector desde las primeras<br />

líneas, donde la acción es la protagonista,<br />

tal y como ocurre en la mayoría de sus<br />

novelas.<br />

Montecristo se ambienta en Suiza,<br />

la cual es descrita, casi inadvertidamente,<br />

a la vez que el autor centra su atención<br />

en la historia de Jonas Brand, un hombre<br />

sueco de treinta y siete años, divorciado,<br />

cuya aspiración en la vida es ser director<br />

de cine. Sin embargo, y muy a su pesar,<br />

se convierte en un videorreportero que<br />

trabaja para distintas cadenas y programas<br />

de televisión, lo que le distancia, cada vez<br />

más, de su meta. Por ello, Brand ejerce<br />

esta profesión sin especial ambición,<br />

Defender y morir<br />

pues además está convencido de que<br />

ese trabajo es solo temporal, dejando así<br />

toda su energía para los diversos guiones<br />

cinematográficos que ha ido escribiendo<br />

hasta el momento, los cuales han sido<br />

siempre rechazados. No obstante, con<br />

su último proyecto de largometraje,<br />

titulado Montecristo, está especialmente<br />

contento, pues cree que podría llegar a<br />

ser un éxito internacional. Sin embargo,<br />

no todo le irá bien a este hombre<br />

peculiar, pues el protagonista de esta<br />

trama se verá envuelto en un peligro<br />

inminente originado por un mundo,<br />

hasta entonces desconocido, en el que se<br />

verá inmerso. Cuando el tren en el que<br />

viaja se detiene inesperadamente debido<br />

a un accidente, la muerte de un pasajero<br />

que cae a las vías, Jonas Brand no duda<br />

en coger su cámara y grabarlo todo. Poco<br />

tiempo después presencia la existencia<br />

de dos billetes de cien francos iguales,<br />

en los que coincide hasta el número<br />

de serie, lo que es, a simple vista, un<br />

hecho imposible. Así, estos dos hechos<br />

que, aparentemente, no parecen tener<br />

ninguna relación, acabarán teniendo<br />

una extraña relación. Una conexión que<br />

Brand tendrá que descubrir y revelar, lo<br />

que le acercará al lado más oscuro de los<br />

negocios, llegando a ser una amenaza<br />

para el propio Estado.<br />

En un ambiente de poder, muerte<br />

y dinero, en el que destacan los negocios<br />

turbios, Jonas Brand tendrá que recurrir<br />

a métodos poco convencionales para<br />

conocer la verdad sobre esa trama<br />

criminal que amenaza con poner en<br />

peligro todo cuanto hay en su vida y así<br />

poder salvarse. Junto a Max Gantmann,<br />

un famoso y reputado periodista<br />

de economía, y a Marina Ruiz, una<br />

mujer que trabaja en una agencia de<br />

prensa, intentará llegar al final de ese<br />

inexplorado mundo hostil del cual es<br />

tarde para escapar, pues tiene que llegar<br />

hasta el final.<br />

Dentro de la narrativa de suspense<br />

este thriller no se queda atrás, pues ofrece<br />

al lector una buena perspectiva sobre qué<br />

ocurre en los entornos más sombríos,<br />

contada a partir de una sensacional<br />

historia. Introduciéndose en el sistema y<br />

el funcionamiento de los entresijos más<br />

oscuros que conforman los pilares de un<br />

país, Martin Suter expone una agresiva<br />

actitud adoptada ante lo inexplorado,<br />

de lo cual nadie sabe nunca nada. Una<br />

vez más este autor, uno de los maestros<br />

europeos de la novela de suspense, cala<br />

en el lector con esta historia rodeada de<br />

un halo de expectación y misterio que<br />

rodea al protagonista. No es de extrañar,<br />

por tanto, que este famoso escritor sueco<br />

esté entre los autores que mejores críticas<br />

han recibido. Un relato sensacional y<br />

delicado, con unos personajes ricos en<br />

matices es lo que ofrece el exitoso Suter a<br />

su leal público.<br />

Noelia Izquierdo<br />

Martin Suter, Montecristo<br />

Traducción de Rosa Pilar Blanco<br />

Barcelona, Libros del Asteroide<br />

320 páginas, 19,95 euros<br />

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Presente vacío, futuro baldío<br />

Parece una constante obligatoria<br />

para el correcto paso del tiempo<br />

esa incertidumbre que se aloja<br />

en la mente colectiva y que<br />

vaticina la decadencia que trae consigo<br />

todo final de siglo. Sin presente, la última<br />

novela del escritor francés Lionel Tran<br />

(Vaulx-en-Velin, 1971), pone a nuestro<br />

alcance una visión completamente<br />

depresiva y cruda de la realidad que<br />

rodea a los jóvenes protagonistas de esta<br />

novela en la que salen a relucir ideas e<br />

intuiciones contemporáneas desde una<br />

perspectiva narrativa tan underground<br />

que los propios cimientos de la<br />

sociedad moderna se tambalean ante un<br />

testimonio tan pesimista y descarnado.<br />

La obra sumerge al lector en la<br />

Francia de 1989, momento en el que se<br />

empieza a vislumbrar un nuevo modelo<br />

social liderado por el capitalismo<br />

occidental y toda una serie de formas<br />

de pensar y actuar que trae consigo el<br />

triunfo de una visión del mundo en<br />

la que el dinero es el dueño de mentes<br />

y cuerpos. Este tono desmoralizador<br />

se nos presenta a través de la visión<br />

de Chong, un joven heredero de una<br />

serie de valores que caracterizaron a la<br />

generación de sus padres (en la Europa<br />

de la década de los sesenta, las filosofías<br />

liberales y las ideas anarquistas dieron<br />

lugar a colectivos desencantados con<br />

el mundo ordenado e impositivo) que,<br />

rodeado de sus irreverentes compañeros<br />

de hastío, decide aislarse de todo<br />

un presente que no les acepta para<br />

dedicarse a la creación artística con la<br />

creación del colectivo Tabula rasa, labor<br />

que se convertirá en la única razón de<br />

vivir y de sentirse en comunión con un<br />

mundo que es completamente hostil<br />

a todo este grupo de amigos, cada uno<br />

con una serie de rencillas propias y un<br />

pasado en el que todos ellos han sido<br />

víctimas de la educación y la sociedad<br />

de esta turbulenta época. La narración,<br />

con un estilo disperso, provocativo y<br />

sorprendentemente frío, pone al lector<br />

frente a un entorno en el que las drogas,<br />

el dinero, el arte y el nihilismo más<br />

urbano definen a toda una generación de<br />

jóvenes europeos que, por la interacción<br />

con un presente que no los acepta,<br />

decide rechazarlo para materializar sus<br />

sensaciones más puras e inmaduras con<br />

el único objetivo de “ser verdaderos”. Un<br />

desarrollo repleto de párrafos breves e<br />

inconexos –en abundantes ocasionesy<br />

una primera persona que nos habla<br />

en presente crea una narración con<br />

un ritmo acelerado y turbulento que<br />

expresa a la perfección esa sensación<br />

de agobio que sufren los protagonistas<br />

al ver que no son capaces de aislarse de<br />

un mundo que no les espera, a la vez<br />

que les arrebata su inocente juventud. Es<br />

clara la intención del autor de crear una<br />

realidad verdaderamente cruda, lo que<br />

hace que en ocasiones no terminemos de<br />

identificarnos con los personajes que se<br />

nos presentan, demasiado limitados por<br />

una serie de características con que se<br />

busca esa exclusión a la que se someten.<br />

Lionel Tran da voz en esta novela<br />

a toda una generación que se ve obligada<br />

a sobrevivir en un mundo en el que el<br />

futuro se percibe como una realidad<br />

verdaderamente aterradora: “…Se trata<br />

de un fenómeno poco frecuente en<br />

sociología: el paso de una secuencia<br />

de vacas gordas a una secuencia de<br />

vacas flacas…”. La juventud perdida en<br />

un océano de opresión y hostilidad, el<br />

arte como vía de escape y, la vez, como<br />

obligación, la sensación de soledad en<br />

un mundo cada vez más homogéneo,<br />

la expresión del sentimiento individual<br />

frente a la sumisión dentro de una<br />

colectividad, la inquietud de un presente<br />

vacío y el pánico ante un futuro que<br />

promete ser aún más desgarrador. Este<br />

juego de ideas enfrentadas y obligadas<br />

a convivir es uno de los principales<br />

elementos que pone sobre la mesa Sin<br />

presente para crear uno de los exponentes<br />

más claros de novela en la que el<br />

contraste generacional, las diferencias<br />

de clases y la pérdida de la noción de<br />

realidad se encuentran para engendrar<br />

una atmósfera decadente e impactante.<br />

Eduardo Montoza<br />

Lionel Tran, Sin presente<br />

Traducción de Laura Salas Rodríguez<br />

Cáceres, Periférica<br />

152 páginas, 16 euros<br />

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Polifonías<br />

¿La nueva esencia de Rayden?<br />

“Es una vida entera<br />

exprimida y colada<br />

en un año con sus<br />

cuatro estaciones: la<br />

caída del otoño y su golpe; la hipotermia<br />

del invierno y su abrigo; el deshielo, la<br />

ilusión y la alergia de la primavera y el<br />

verano y su desapego”. Así describe David<br />

Martínez Álvarez (Alcalá de Henares,<br />

1985) la obra con la que se introduce<br />

en el difícil mundo editorial. Herido<br />

Diario es el nombre del libro con el que<br />

debuta como escritor el popular rapsoda<br />

alcalaíno Rayden, que tacha su nombre<br />

artístico en la portada: pretendiendo<br />

dejar de lado el personaje y señalando a<br />

la persona.<br />

Esta publicación se enmarca en un<br />

contexto en el que ya varios artistas del rap<br />

han publicado su trabajo o sus vivencias<br />

en formato editorial. Entre ellos destacan<br />

El Langui con su obra autobiográfica<br />

16 escalones antes de irme a la cama,<br />

Zatu con Yo Zatu o El Chojín con Ríe<br />

cuando puedas, llora cuando lo necesites.<br />

El primer libro de David Martínez<br />

nace precisamente de su productividad<br />

como artista musical: además de sus<br />

canciones, también escribió otro tipo<br />

de contenido que no tenía cabida en<br />

el rap. Tal y como él mismo afirma:<br />

“eran pensamientos, un microuniverso<br />

que quería plasmar”. Además, hace no<br />

mucho que precisamente parte de este<br />

microuniverso fue noticia. Hablamos de<br />

cómo Madrid y Barcelona amanecieron<br />

hace unos meses con sentencias extraídas<br />

de los trabajos de Rayden, entre las que<br />

se incluyen “te comería a versos” o “no<br />

hay mejor skyline que verte tumbada”.<br />

Herido diario —que ha sido<br />

editado por Frida Ediciones— alterna<br />

en sus páginas relato breve y poesía, de<br />

temática heterogénea y de fácil acceso<br />

incluso para aquellos que nunca se han<br />

acercado a este género. El seguidor de su<br />

música podrá reencontrarse con sus letras<br />

en este libro, que se aproxima tanto en<br />

continente como en contenido a lo que se<br />

puede escuchar en sus últimos trabajos.<br />

Tanto es así que se siente insuficiente<br />

para quien —cargado de expectativas—<br />

pudiera buscar una profundidad nueva<br />

y esa complejidad que suelen traer<br />

consigo los géneros breves con los que se<br />

expresa en este libro. Es necesario tener<br />

en cuenta que Rayden no es un “rapero”<br />

tal y como se concibe comúnmente.<br />

Destaca por la suavidad de su lírica,<br />

unas letras cuidadas y un estilo que<br />

alterna entre lo declamado, lo cantado<br />

y lo rapeado, casi como si se tomara la<br />

letra de un cantautor y se recitara sobre<br />

una base. Podemos hablar de que su<br />

música tiene un estilo pseudoliterario<br />

y, precisamente por eso, no sorprende<br />

encontrar un estilo pseudomusical en<br />

las páginas de su libro, similar al de la<br />

obra recientemente publicada Te odio<br />

como nunca quise a nadie del cantautor<br />

Luis Ramiro. En este contexto, parece<br />

que los límites se difuminan entre la<br />

poética y la narrativa breve; y yendo<br />

más allá incluso, entre la literatura y<br />

la música. La temática es ciertamente<br />

heterogénea y de tipo conceptual,<br />

aunque hay algunos temas y motivos<br />

que aparecen frecuentemente: el amor,<br />

la soledad, la pérdida y el reencuentro. Y<br />

prácticamente todo ello parece responder<br />

a una máxima: la felicidad es una actitud.<br />

En Herido Diario, a pesar de la<br />

portada, nos reencontramos con Rayden,<br />

con su música y sus señas de identidad.<br />

El seguidor de su música no hallará algo<br />

distinto a lo que ya está acostumbrado en<br />

este libro, ni podrá descubrir a la persona<br />

que está detrás del pseudónimo. Eso sí,<br />

no defraudará a quienes se identifiquen<br />

con las formas habituales y el fondo de<br />

su música. “Es lo que llevo dentro. Es lo<br />

que supuro. A veces supuro cosas buenas<br />

y otras desechos y desperdicios que saco<br />

del baúl de los recuerdos”. Al fin y al<br />

cabo, el compositor deja algo de sí en su<br />

música y lo mismo le ocurre al escritor.<br />

Gema Cuesta<br />

David Martínez Álvarez, Herido<br />

Diario<br />

Madrid, Frida Ediciones<br />

128 páginas, 12 euros<br />

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El amor es el crimen perfecto, para no olvidar quién es ella<br />

Carlos Salem Sola nace en<br />

Argentina (Buenos Aires, en<br />

1959). A su llegada a España<br />

decide continuar con el<br />

mundo del periodismo, poniéndose al<br />

mando de algunos periódicos como<br />

El Faro de Ceuta, El Faro de Melilla<br />

o El Telegrama, entre muchos otros.<br />

Ha colaborado en otros medios de<br />

comunicación de prensa y radio, pero<br />

se distingue por ser un escritor adicto a<br />

la poesía y la novela negra, sobre todo.<br />

En los últimos años ha sido conocido<br />

en Madrid por organizar numerosos<br />

recitales y jam sessions, además de por<br />

la enorme agitación literaria que ha<br />

generado en torno al mundo de la poesía.<br />

En menos de seis años ha publicado<br />

en torno a quince libros, entre los que<br />

destacan poemarios, novelas, piezas<br />

teatrales y un relato corto. Por destacar<br />

algunas, El Animal (2013), Follamantes<br />

(2014), Muerto el perro (2014) y Rayos<br />

X (2014). El amor es el crimen perfecto<br />

(2015) es su último poemario. Poemario<br />

que se debe al amor y lo que es, al igual<br />

que al antiamor y lo que se supone<br />

que es. Poesía que reúne las claves de<br />

la resistencia amorosa a través de la<br />

delicadeza de las palabras. Poesía apta<br />

para cualquiera que esté dispuesto a<br />

enamorarse una y otra vez.<br />

El amor es el crimen perfecto es un<br />

libro de poemas que habla del Amor y<br />

no del amor. En el que se desnudan todas<br />

sus partes y es el hombre el que escribe<br />

lo que ve y siente: “Que haces de mí / la<br />

mejor versión de un tipo / que solo quería<br />

ser feliz / y ahora lo es / en los encuentros<br />

y en las esperas”. En la descripción,<br />

Salem, juega con la sexualidad elevada<br />

al máximo exponente, con la libertad<br />

de sentirse colmado, pleno, y con la<br />

sensación de tener a una reina entre sus<br />

brazos que ha dejado de ser musa para<br />

ser poesía: “No pierdas esa serenidad /<br />

regada de lágrimas secretas, / ese placer<br />

por tu placer, / esa sonrisa tendida a los<br />

demás / como una mano”; “Cuando te<br />

veo dormir / en paz / en nuestra cama<br />

/ sospecho / que más que amar / a una<br />

mujer / amo a un planeta”. Salem se<br />

encarga, a través de las palabras, de<br />

plasmar en imágenes las virtudes de lo<br />

que es el amor real y no el que se vende<br />

hasta que carece de personalidad: “Y<br />

digo Ahora, / porque ahora es cuando<br />

/ me lates y te lato con la sangre, / con<br />

la memoria ligera como una ave, / que<br />

aunque le lastren las alas de presagios,<br />

/ siente sentir / volando”. Pero el amor<br />

también está hecho de cenizas y de<br />

amores fugaces, pasados y que albergan<br />

rabia, tristeza y dolor: “Es callejón que a<br />

veces llega al cielo, / la mecha que recorre<br />

los andenes; /caballeros que se baten a<br />

duelo / por doncellas que no bajan de los<br />

trenes”; “Buenos Aires / eran mis viejos<br />

paseando conmigo / cuando todavía se<br />

querían”.<br />

La poesía de Carlos Salem es<br />

mordaz, cruda, romántica y salvaje.<br />

Cargada de ritmo y melodía, con la<br />

cadencia necesaria para emocionar<br />

al lector. No se encierra en patrones<br />

métricos y otorga al verso libre la<br />

calidad que se merece. El lenguaje es<br />

sencillo, transparente y refleja el caos<br />

que genera el amor en todos los sentidos.<br />

Toda una declaración de intenciones:<br />

“Escribo para que la libertad / se vuelva<br />

libertina, / los miedos se borren con los<br />

codos, / y los banqueros / mendiguen<br />

caridad por las esquinas.”; “Los hombres<br />

sentían vértigo / cuando la conocían<br />

/ y mareos cuando comprendían /<br />

que jamás acabarían de conocerla”.<br />

Los espacios entre lector y poesía se<br />

acortan, se retratan con voz viva y el<br />

tiempo se mide por las veces que somos<br />

capaces de pronunciar un “te quiero”.<br />

En definitiva, El amor es el crimen<br />

perfecto es quizá el poemario más íntimo<br />

del autor, con el corazón al descubierto,<br />

otorgando el valor exacto que se merece<br />

cada palabra y haciéndola partícipe de<br />

su historia. Poesía actual, escrita para<br />

mitigar el dolor; carnal y sensual para<br />

el joven, la clave de la eternidad para<br />

el viejo. Porque el amor son esas cinco<br />

letras que buscamos para sobrevivir al<br />

hastío social del que nos tienen cogidos.<br />

Cristina Ruiz Moro<br />

Carlos Salem Sola, El amor es el<br />

crimen perfecto<br />

Madrid, Ya lo dijo Casimiro Parker<br />

178 pág. 13,00 euros<br />

74 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 75


Frankenstein o el fantasma que recorre Europa<br />

¿La crítica socio-cultural<br />

y sus teóricos le causan<br />

horribles dolores<br />

de cabeza? ¿Quiere<br />

entender qué diablos pasa en el mundo<br />

pero su jornada laboral le impide tener<br />

tiempo para investigar qué diablos pasa<br />

en el mundo? Entonces Capitalismo<br />

canalla: Una historia personal del<br />

capitalismo a través de la literatura es<br />

el libro que usted necesita. La obra la<br />

firma César Rendueles (Girona, 1975),<br />

profesor de sociología en la Universidad<br />

Complutense, quien ya obtuvo las<br />

alabanzas de la crítica con Sociofobia<br />

en 2013, un ensayo sobre el impacto<br />

de las nuevas tecnologías en nuestra<br />

sociedad. En esta ocasión, Rendueles<br />

nos presenta una obra a la vez muy<br />

distinta y muy parecida a su ensayo<br />

anterior. Muy distinta porque en esta<br />

Rendueles se centra en las dinámicas del<br />

capitalismo, su historia, su origen y su<br />

impacto en la literatura y, en definitiva,<br />

en nuestra concepción de la realidad;<br />

muy parecida, por otro lado, porque<br />

ambas descomponen y estudian los<br />

mecanismos sociológicos que nos han<br />

llevado hasta nuestra situación actual.<br />

Así, por medio de la ficción, el autor<br />

de Capitalismo canalla hace uso de la<br />

literatura y su propia vida para explicar<br />

aquello que fuimos antes y después de<br />

nuestra propia industrialización.<br />

La literatura canónica, como<br />

cualquier otro producto cultural, es<br />

un reflejo inequívoco de la sociología<br />

de una época. Esto lo sabe muy bien<br />

Rendueles, quien, analizando obras tan<br />

aparentemente dispares como Robinson<br />

Crusoe, Mercaderes del espacio o En el<br />

camino entre otras, consigue hacer una<br />

vivisección, en ocasiones hilarante, del<br />

sistema socioeconómico más popular<br />

en las televisiones de todo el globo. Lo<br />

que da genialidad al ensayo no es, no<br />

obstante, el mero análisis literario de las<br />

obras (o incluso la elegancia aforística<br />

que les acompaña) sino cómo estas y las<br />

experiencias personales que intercala<br />

entre análisis y análisis tienen una<br />

causalidad común, algo que da sentido<br />

y hace convincente su crítica al sistema<br />

capitalista. Para Rendueles el capitalismo<br />

es, ha sido y será un usurero, un<br />

mentiroso y un bandido que ha estafado,<br />

embaucado y, en última instancia,<br />

saqueado la energía y la capacidad<br />

de autodeterminación de las clases<br />

oprimidas, a las que tanto el autor como el<br />

ya canónico historiador Eric Hobsbawm<br />

denominan “los perdedores” del proceso<br />

de industrialización de la sociedad<br />

occidental. La influencia de la obra de<br />

Hobsbawm es indudable en el ensayo, ya<br />

no solo por la intertextualidad a la hora<br />

de denominar procesos históricos o el<br />

empleo de bases teóricas postmarxistas,<br />

como el concepto de “revolución dual”,<br />

para elaborar su posterior análisis, sino<br />

también por el acercamiento binario<br />

a la sociología histórica que embriaga<br />

los textos de ambos escritores. Este<br />

es quizás el punto más débil de esta<br />

gran obra: la perspectiva de Rendueles,<br />

como Hobsbawm, no puede escapar<br />

del binarismo epistemológico de la<br />

historiografía que tanto ha caracterizado,<br />

irónicamente, el pensamiento occidental<br />

(y en especial el del imperio del mercado<br />

libre). Sin embargo, esto no echa a<br />

Rendueles del club de la resistencia<br />

hegemónica. Todo lo contrario, este,<br />

además de una brillante deconstrucción<br />

del capitalismo, también nos ofrece un<br />

camino a seguir para el futuro, un camino<br />

que necesariamente ha de discurrir por<br />

el pasado para poder crear un futuro<br />

que se ajuste a las bases, supuestamente<br />

legítimas, del sistema ideológico que nos<br />

sustenta.<br />

En resumidas cuentas,<br />

Capitalismo canalla nos ofrece una<br />

versión de la “historia de la modernidad”<br />

que funciona como alternativa a aquella<br />

que nos han enseñado a todos en los<br />

colegios, institutos y universidades del<br />

primer mundo. Al margen del humor<br />

empleado en la obra (ese que a veces<br />

necesita un texto para hacer más objetivo<br />

su mensaje), el análisis de Rendueles<br />

nos proporciona un acceso sencillo,<br />

documentado y coherente a la raíz de<br />

la crisis ideológica que, aparentemente,<br />

vive el sistema en el que nos ha tocado<br />

vivir. No es un mensaje nuevo, desde<br />

luego, pero definitivamente más cercano<br />

a cualquier lector que no haya querido<br />

o podido acceder a la interminable y a<br />

veces gramaticalmente compleja obra<br />

de gente como Gramsci, Foucault,<br />

Hobsbawm, Adorno y demás analistas<br />

sociales. Capitalismo canalla hace honor<br />

a la teoría sociológica que le precede,<br />

pues nos invita a reflexionar sobre<br />

nuestro pasado y presente a la vez que<br />

nos plantea la duda de qué somos<br />

nosotros mismos y qué hacemos con<br />

nuestra realidad. Y encima tiene chistes<br />

graciosos.<br />

Alejandro Rivero<br />

César Rendueles, Capitalismo<br />

canalla: Una historia personal del<br />

capitalismo a través de la literatura<br />

Barcelona, Seix Barral<br />

231 páginas, 15 euros<br />

76 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 77


“El ensayo, de moda”<br />

Patrícia Soley-Beltran un equipo de muchos individuos. Ese<br />

(Barcelona), exmodelo equipo tiene una capacidad de influencia<br />

y culturóloga, ha sido enorme, como advierte la frase de Anne<br />

galardonada con el Premio Wintour citada en el libro: “hay algo en<br />

Anagrama de Ensayo 2015. En su libro,<br />

¡Divinas! Modelos, poder y mentiras,<br />

parte de tanto de su trabajo de maniquí<br />

como de su formación en sociología y en<br />

historia cultural para dar un significado<br />

a lo que no sale en las fotos. Se podría<br />

hablar de una hibridez genérica, dado<br />

que combina la autobiografía y el ensayo<br />

la moda que pone nerviosa a la gente”.<br />

Las niñas que juegan con Barbie y las<br />

mujeres que esperan al lado de una cara<br />

de una modelo retocada con Photoshop<br />

potencialmente querrán parecerse a lo<br />

contemplado. De esa ilusión se alimenta<br />

un mercado que, al mismo tiempo, se<br />

fundamenta en la imposibilidad de la<br />

académico, complementados con una realización plena del deseo. El último<br />

dosis de humor muy original para<br />

un texto de su índole, pero el peso del<br />

riguroso estudio académico está latente<br />

desde el primer capítulo.<br />

estadio de la evolución deseo-compra<br />

es la culpa: “La moda evidencia las<br />

jerarquías sociales, pone de relieve los<br />

mecanismos de distinción, activa la<br />

envidia y el deseo, nos seduce con una<br />

Soley-Beltran era una niña rubia,<br />

fantasía ideal ante la que temblamos,<br />

pero no tenía agujeros en las orejas.<br />

temerosos de no llegar a estar nunca a su<br />

Esto último desconcertaba a algunas<br />

altura”. No es casual que Patrícia Soleypersonas,<br />

puesto que no encajaba con el<br />

Beltran recoja una cita de El espejo ciego<br />

espejo en el que “debían” contemplarse<br />

(Josep Roth, 1925) para comenzar el<br />

las jóvenes de la década de los 70 en<br />

libro…<br />

España: Barbie. El icono cultural en el<br />

que muy pronto se convirtió la muñeca Hay asimismo una cualidad<br />

parecía prometer “libertad, bienestar, intrínseca a Barbie que mueve millones<br />

felicidad, amor, deseo, bondad celestial”.<br />

Pero esa imagen, al igual que la foto de<br />

una mujer anunciando un perfume en<br />

la parada de autobús, no corresponde<br />

únicamente a lo que se ve, sino que, para<br />

que esté ahí y para que esté, por ejemplo,<br />

vestida de una u otra manera, ha operado<br />

de euros: la juventud. La modelo del<br />

hipotético anuncio de perfumes al que<br />

hemos aludido tiene, como todas las<br />

maniquíes, una fecha de caducidad, que<br />

puede ser generalmente a los 25 años.<br />

Sin embargo, aunque las características<br />

mencionadas estén de sobra asumidas, a<br />

veces la moda juega con algunas que se<br />

encuentran en los márgenes. Se trata de<br />

la variedad étnica y de la androginia. De<br />

un lado, es sabido que existe un modelo<br />

hegemónico de mujer (rubia y ojos<br />

azules) y “aunque se esté produciendo<br />

un acercamiento progresivo a la realidad<br />

étnica, la mayoría de la publicidad<br />

de marcas internacionales que se<br />

difunde globalmente sigue estando<br />

protagonizada por mujeres que se<br />

corresponden con el ideal ario”. De<br />

otro lado, la dificultad para categorizar<br />

la masculinidad o la feminidad de una<br />

persona resulta atractiva y “se pone de<br />

moda cíclicamente”, dando lugar a la<br />

androginia. Son conocidos también los<br />

drags, cuyas “hiperbólicas actuaciones<br />

invierten las convenciones que asignan<br />

la masculinidad a un cuerpo de<br />

hombre y la feminidad a uno de mujer”.<br />

Gatopardismo o el cambiarlo todo para<br />

que todo siga igual aplicado a los roles.<br />

La cuestión es, según explicó Michel<br />

Foucault, al que cita Soley-Beltran,<br />

“estar sujetos a unas reglas que hacen<br />

posible nuestra identidad, a la vez que,<br />

paradójicamente, nos limitan”.<br />

¡Divinas! no es un libro<br />

autocelebratorio; tampoco un libelo en<br />

el que encontrar datos susceptibles de<br />

interés en los programas del corazón.<br />

Es un ensayo que bebe de Walter<br />

Benjamin, de Michel Foucault y muchos<br />

otros en cuyo mundo, aparentemente<br />

ajeno a la moda, se pueden encontrar<br />

idénticos prejuicios con respecto a la<br />

relación entre cuerpo y mente, y que<br />

nos hará replantear la recepción de<br />

muchos productos visuales a los que nos<br />

enfrentamos a diario.<br />

Sofía González Gómez<br />

Patrícia Soley-Beltran, ¡Divinas!<br />

Modelos, poder y mentiras<br />

Barcelona, Anagrama<br />

272 páginas, 18,90 euros<br />

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La amplitud de una nevera americana,<br />

y afuera el mundo partido en dos<br />

Pedro Andreu nace en Palma<br />

de Mallorca en 1976. Además<br />

de su entregada pasión a<br />

la escritura, ha ejercido<br />

numerosos empleos. Residió cerca de dos<br />

años en Sudamérica como cooperante<br />

internacional y, en la actualidad, trabaja<br />

en un centro de acogida para víctimas de<br />

violencia de género en su ciudad natal. Es<br />

autor de otros poemarios, la mayoría de<br />

los cuales, galardonados con importantes<br />

premios como por ejemplo, Partida entre<br />

canallas (Premio Nacional de Poesía<br />

Blas de Otero, 2011), El frío (VII Premio<br />

Cafè Món, 2010). Destacando, también,<br />

Anatomía de un ángel hembra (2008),<br />

Alquiler a las afueras (2014) y Laura y<br />

el sistema (2014), con poemas en los que<br />

siempre queda espacio para el amor y<br />

la rebeldía de los que ya lo están. Pedro<br />

Andreu regresa con La amplitud de una<br />

nevera americana, un poemario cargado<br />

de imágenes que recurren al pasado, de<br />

tickets de la compra en donde escribir<br />

poemas de si debemos o no arriesgar,<br />

de la realidad de la que nadie habla,<br />

del amor, del tú y yo, y de viajar, con la<br />

puerta abierta, por todos esos lugares a<br />

los que llamamos vida.<br />

La amplitud de una nevera<br />

americana es un libro de poemas en<br />

el que se aprecian las carencias del ser<br />

humano, el peso de la rutina que acaba<br />

con el tiempo y la belleza rescatada<br />

en la cotidianidad de las cosas: “las<br />

luces juegan pronto/ sobre la carretera:<br />

/ polillas temblorosas/ a las que<br />

perseguís/ camino a vuestra casa. / Sin<br />

fe las perseguís. Noche/ tras noche. Y así<br />

sigue la vida, / esa luz que hay afuera”;<br />

“Cuatrocientos doce huesos. / Eso es el<br />

amor. Y poco más”. El poeta habla de los<br />

corazones abiertos y vacíos que ansían<br />

plenitud en un mundo que parece a<br />

punto de caducar: “Si ya sabemos/ cómo<br />

termina el cuento: mal. Y que/ no toda<br />

la culpa es del Sistema, sino aún peor:<br />

/ el hombre, la mujer están podridos,<br />

/ como la carne picada, con fecha de<br />

caducidad, / de mi nevera. Lo saben.<br />

Claro que lo saben”. Y motiva al lector<br />

al cambio, a dejar de ser cobardes, a<br />

gritar para molestar a todos aquellos que<br />

mantienen a la libertad callada: “Es hora<br />

de cambiar nuestros hábitos: / pedirle al<br />

carnicero el corazón/ de los ministros,<br />

algunos huesos/ de banquero para<br />

caldo”. También, se refiere al dolor de la<br />

pérdida, tratado de forma muy íntima:<br />

“Un teléfono que suena/ demasiado<br />

tarde. / La voz de tu hermana/ diciendo<br />

que tu padre/ se ha muerto para siempre.<br />

(…) Cómo puede caber/ tanto dolor en<br />

algo/ tan brillante. / Tan pequeño. / Tan<br />

roto”. Habla de su adolescencia y de la<br />

crueldad de la muerte cuando se trata de<br />

despedidas. Imágenes sonoras cargadas<br />

de pasión y de recuerdos que ahogan:<br />

“En el noventa y uno mataron a tu perro.<br />

/ Lo mataron de hambre y sed a pleno<br />

agosto. (…) Y se rompió el verano como<br />

si fuese un hueso. (…) Cómo ibas a saber<br />

que habrían de ser tantos/ los dolores<br />

enterrados debajo de esa higuera. / El<br />

último: tu padre, que murió de repente<br />

en brazos de tu madre, esos brazos vacíos<br />

para siempre”. Pero sobre todo, habla<br />

del amor personificado, de ese alguien<br />

que te abraza frente al mundo sin saber<br />

lo que le espera: “Te pusiste/ a gritar<br />

mientras yo daba/ patadas ciegas para<br />

protegernos/ de aquel mundo ciego”. De<br />

sexo, de ese “carpe diem” que precede<br />

a la calma, del frío que se comparte<br />

e incluso, el miedo a estar vivo: “Que<br />

la vida/ además/ de emocionante/ sea<br />

bella. / Que se parezca a ti/ y me queme<br />

tanto”; “Fingíamos pelearnos hasta la<br />

madrugada. / Para dejar perdidas luego/<br />

las sábanas de monstruos. / Pero esta vez<br />

en serio. / Y con más ganas”. Un amor<br />

que es poesía, en una nevera para dos,<br />

demasiado grande para el mundo de ahí<br />

fuera: “Deja allá afuera tanto mundo: /<br />

me quiero helar contigo en esta/ nevera<br />

para dos”.<br />

La poesía de Pedro Andreu<br />

es nítida, cercana, huele a infancia,<br />

elogia a los héroes y suplica la atención<br />

de cualquier enamorado. El ritmo y<br />

el sentido de la métrica otorgan al<br />

verso libre la calidad que se merece. El<br />

lenguaje, cálido y emotivo, juega con<br />

la musicalidad de las palabras. Poemas<br />

cuya pureza estilística elimina cualquier<br />

distancia entre el lector y la poesía. Poesía<br />

para corazones límite, con la misma<br />

amplitud que una nevera, cargados de<br />

sueños, dolor y rebeldía, sin fecha de<br />

caducidad aparente.<br />

En definitiva, una lista de la<br />

compra en la que no se olvida que<br />

las palabras, un día, al igual que las<br />

cicatrices, nos enseñaron a volar: “¿Te<br />

atreves a tocarlas?”.<br />

Cristina Ruiz Moro<br />

Pedro Andreu, La amplitud de una<br />

nevera americana<br />

Madrid, Frida ediciones<br />

148 páginas, 12 euros<br />

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Ediciones Leteo, a través de su<br />

colección “Azul de metileno”,<br />

nos ofrece el poemario de<br />

Carlos Loreiro: Los poemas<br />

de Marcelo Aguafuerte. Crónicas para<br />

El buey Apis, por el que obtuvo el I<br />

Premio Monteleón de Poesía Joven y<br />

posteriormente el Premio Nacional de<br />

Poesía Joven Miguel Hernández 2014.<br />

Estudiante de doctorado y profesor de<br />

español en San Petersburgo, ha publicado<br />

La pasión según San Ateo (Acotaciones<br />

de la caja negra, 2012), Inflexiones<br />

(Publicacions de la UV, 2012), Chénere<br />

(Servicio de Publicaciones del Cabildo<br />

Insular de La Palma, 2013) y es coautor<br />

del poemario Calle de las impertinencias<br />

(Germanía, 2013). No obstante, podemos<br />

considerar este nuevo libro como aquel<br />

que lo sitúa directo en el centro del<br />

panorama poético actual con una voz y<br />

una mirada totalmente propias, además<br />

de estar avalado por las grandes figuras<br />

de la poesía que formaron los jurados de<br />

ambos galardones.<br />

Como advierte el título del<br />

poemario, es este un libro donde el yo<br />

poético se desdobla bajo el nombre de<br />

un personaje a cuya autoría se atribuyen<br />

las composiciones: Los poemas de<br />

Marcelo Aguafuerte. De igual modo,<br />

gracias al subtítulo, Crónicas para El<br />

buey Apis, se anuncia la importante<br />

Ítaca quedó ya lejos<br />

carga simbólica que compondrá los<br />

poemas donde las referencias literarias y<br />

extraliterarias (en este caso concreto a la<br />

obra Luces de Bohemia de Valle-Inclán),<br />

se convierten en partes fundamentales<br />

e integradoras de los poemas y<br />

configuran un universo totalmente<br />

original. Dividido en tres partes, Loreiro<br />

desarrolla una intrahistoria distinta al<br />

tiempo propio del poemario a través de<br />

los personajes que se suceden en diálogo<br />

con el yo poético: Supongamos que me<br />

llamo Thomas Rowley / y que soy poeta<br />

(“24 de agosto de 1170”). Se realiza<br />

una reflexión totalmente despojada de<br />

convencionalismos sobre el devenir<br />

tanto del mundo como del hombre: “¿Y<br />

qué posteridad me espera? Media página<br />

en Wikipedia / quizás”, (“Lied para dos<br />

tumbas hermanas”), “Solía pasear por<br />

estas calles con Ofelia de la mano / aunque<br />

eran otros tiempos donde parecía que<br />

nada iba a cambiar” (“Café Martinho da<br />

Arcada”). La realidad deja ver su lado más<br />

inmisericorde, “La penúltima escena,<br />

si se me permite abusar del tópico / fue<br />

un portazo espantoso y una casa vacía,<br />

/ en medio de la nada” (“Autorretrato<br />

sin ella”). El sujeto poético deja también<br />

de lado las fantasías que lo componen:<br />

“Ítaca quedó ya lejos” (“Les violons de<br />

l’automne”), “El espejo al otro lado se<br />

divierte con la imagen / de una pose que<br />

parece una plegaria” (“Aniversario con<br />

cita”). Ante el dolor crudo que abarca el<br />

espacio del yo poético, inserto siempre<br />

en ese diálogo con la realidad que le<br />

perpetúa, la rebeldía del propio acto de<br />

escritura semeja una condena en vez<br />

de una salida, ¿cómo coño fabricó sus<br />

alas Dédalo? (“Periplo italiano”). No<br />

obstante, se acepta la injusticia como<br />

algo inherente a la sociedad, “Pero para<br />

nuestro bien el mundo no es tan justo<br />

/ y son insuficientes las gracias que<br />

doy todos los días / por este milagro”<br />

(“Variábamos las horas de la noche”), y<br />

la imposibilidad de escapar de ella (“La<br />

danza del cobarde”): “No entenderé<br />

jamás tu estado (me reprocha Akin) /<br />

Yo sí que estuve de verdad al borde de la<br />

mierda / he hecho cosas indecibles para<br />

reunir dinero / y escapar de ese infierno<br />

que había atormentado a mi familia / Ak,<br />

le digo, has sido afortunado / Yo nunca<br />

ahorraré lo suficiente para huir del mío”.<br />

Podemos afirmar que nos<br />

encontramos ante la obra fundacional<br />

de un poeta que explora el desarraigo<br />

existencial con una severa ironía, a<br />

través de unos personajes impresos en su<br />

miseria más humana y en sus miedos más<br />

primigenios con la que logra situarse,<br />

en palabras de Juan Carlos Mestre, “en<br />

la reivindicación crítica del sonido y del<br />

sentido que las vanguardias históricas<br />

han aportado a la poesía contemporánea<br />

y tiende un puente de palabras con una<br />

tradición que va desde John Keats a Pier<br />

Paolo Pasolini”. Es este un poemario<br />

para posar de forma definitiva la mirada<br />

sobre el inconformismo que nos acomete<br />

y lo atroz que nos contiene.<br />

Francisco J. Garcerá<br />

Carlos Loreiro, Los poemas de<br />

Marcelo Aguafuerte. Crónicas para El<br />

buey Apis<br />

León, Ediciones Leteo<br />

91 páginas, 10 euros<br />

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Voces<br />

Culto al cuerpo: el glamour como liturgia; las modelos como<br />

iconografía.<br />

Entrevista a Patrícia Soley-Beltran<br />

Patrícia Soley-Beltran es licenciada en Historia Cultural por la Universidad de Aberdeen y<br />

Lo primero de todo: enhorabuena<br />

más preciso. ¿Cree que podría instaurar<br />

© Anne Roig<br />

doctora en Sociología del género por la Universidad de Edimburgo. En su infancia barcelonesa<br />

por su flamante Premio Anagrama<br />

el término?<br />

comenzó a cuestionar los roles impuestos por la sociedad: tenía el pelo corto y no tenía<br />

agujeros en las orejas, “pero” no quería ser un chico. Esa supuesta contradicción chocaba con<br />

los planteamientos hegemónicos tan asimilados aún hoy: según la lógica dominante, puede<br />

resultar incompatible admirar a Rita Hayworth y a Michel Foucault a la vez.<br />

Trabajó como modelo, hasta que el malestar en esa efímera profesión le hizo pasar página y<br />

emprender una carrera en el mundo académico, donde accedió al “conocimiento como un modo<br />

de sobrevivir mediante la comprensión”, en palabras del intelectual francés antes mencionado.<br />

De su experiencia investigadora nace este ensayo, que ha sido galardonado con el Premio<br />

Anagrama de Ensayo 2015. En él, se abordan el cuerpo y los mecanismos de la construcción<br />

social de la identidad y de las relaciones de poder.<br />

Aunque el libro hibride entre el ensayo académico y la bildungsroman, se ha publicado en la<br />

colección “Argumentos” de Anagrama. Esto tiene sus ventajas y sus desventajas. De un lado,<br />

la visibilidad que le ha dado el premio ha contribuido a que venda más ejemplares de los que<br />

podía haberlo hecho sin él —el lugar que ocupan los ensayos en las librerías es, por lo general,<br />

pequeño, y las campañas de marketing de las novelas superan con creces a las de cualquier<br />

ensayo-. De otro lado, las “novelas” relacionadas con el ámbito de la moda han sido, cuando<br />

no autocelebratorias, objetos de morbo y pasaportes a programas sensacionalistas. Puede que<br />

la portada negra —ya advirtió Baudrillard acerca de los colores…— aporte una verosimilitud<br />

que los prejuicios con respecto a las modelos hubieran enturbiado. Afortunadamente, este libro<br />

rompe estereotipos y aborda la figura del o la modelo combinando la propia vivencia personal<br />

de Ensayo. Llama la atención, por<br />

poco común, el paso de modelo a<br />

investigadora. ¿Qué fue lo que la<br />

animó a emprender una carrera en el<br />

campo de la sociología?<br />

Gracias. En realidad mi licenciatura<br />

es en Historia Cultural y mi doctorado<br />

en Sociología del género. En Historia<br />

Cultural nos instruyeron en las<br />

herramientas de análisis e investigación<br />

de la historia, la antropología, la<br />

historia del arte, la musicología, la<br />

filosofía y la sociología cultural. Mi<br />

formación de grado es completamente<br />

interdisciplinaria. Durante mi doctorado<br />

me centré en la filosofía de la identidad y<br />

el género, la sociología del conocimiento<br />

científico y de las instituciones sociales.<br />

De modo que no sé lo que ‘soy’ y me<br />

cuesta ponerle un nombre único que<br />

quepa en las cortas frases descriptivas<br />

En la enunciación anterior está<br />

implícita la idea heredada desde<br />

Platón y, sobre todo, a partir de<br />

Francis Bacon, de que el intelecto es<br />

independiente del cuerpo. Esto ha<br />

afectado a especialmente a las mujeres,<br />

para quienes, como usted explica en<br />

el libro, no se concebía que tuvieran<br />

tanto una belleza canónica como una<br />

notable inteligencia. ¿Considera que<br />

esto sigue vigente?<br />

Efectivamente, tiene aquí la respuesta a<br />

su primera pregunta. Una persona que<br />

trabaja de modelo encarna pasajeramente<br />

un ideal ideológico encarnado en una<br />

forma física. En realidad, no hay ninguna<br />

contradicción entre haber realizado el<br />

trabajo de modelo, que no es lo mismo<br />

que ‘serlo’, y desarrollar posteriormente<br />

cualquier otro tipo de actividad. Y sí,<br />

creo que la distinción cuerpo-feminidad-<br />

con un vasto aparato crítico, lo que sitúa a Patrícia Soley-Beltran en un lugar privilegiado que,<br />

que me exigen. Yo siempre trabajo de un<br />

emoción/mente-masculinidad-razón<br />

sumado a la seguridad que transmite al compartir palabras personalmente, hace que escucharla<br />

modo interdisciplinar. A mí me gustaría<br />

sigue vigente. Desafortunadamente, me<br />

sea un placer.<br />

poder decir que soy Culturóloga, sería lo<br />

sigo encontrando con muchos ejemplos.<br />

“Una persona que trabaja de modelo encarna pasajeramente un ideal<br />

ideológico encarnado en una forma física”.<br />

84 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 85


“Se ha pasado de considerar a las maniquís como prostitutas a<br />

admirar el ‘ser modelo’ como una posición prestigiosa”.<br />

Hace unos pocos meses di una charla<br />

TED precisamente sobre este tema. La<br />

titulé “¡Cambiad el modelo!” y se puede<br />

visionar en: https://www.youtube.com/<br />

watch?v=13262vdldzY<br />

Sin embargo, en las modelos se perpetúa<br />

esa idea tal vez porque no se tratan<br />

como personas, sino como “perchas”<br />

o “maniquís”. Como socióloga, ¿cuál<br />

cree que es la consideración que tienen<br />

las modelos hoy?<br />

Sería larguísimo responder a esta<br />

pregunta aquí. He escrito un libro entero<br />

sobre el tema. En breve, se ha pasado<br />

de considerar a las maniquís como<br />

prostitutas a admirar el ‘ser modelo’<br />

como una posición prestigiosa. Estudiar<br />

la figura de la modelo, su cuerpo como<br />

una metáfora social, durante el siglo y<br />

medio de historia que tiene la profesión<br />

pone de relieve cambios culturales,<br />

sociales, políticos y económicos de gran<br />

relevancia para el estudio de la identidad<br />

y la cultura.<br />

En los últimos años han surgido<br />

figuras que han cambiado esa idea de<br />

la “percha” y que son, digamos, una<br />

marca. Se ve, por ejemplo, en el desfile<br />

de Victoria’s Secret, todo un espectáculo<br />

mediático. Pero, paralelamente y de<br />

manera más mayoritaria, existen<br />

modelos anónimas que puede que no<br />

tengan tantos privilegios como las<br />

anteriores. ¿Considera que se idealiza<br />

el mundo de las modelos?<br />

Completamente, por definición, una<br />

modelo encarna un ideal de cuerpo,<br />

de identidad y de vida. Mientras que<br />

en el cine sabemos que estamos ante<br />

una ficción, cuando contemplamos<br />

imágenes de moda o publicidad<br />

tendemos a creer que esas mujeres son<br />

realmente así. En ¡Divinas! he dado<br />

voz a modelos y exmodelos que nos<br />

muestran las bambalinas, qué se siente<br />

realmente al encarnar una imagen, que<br />

es una ficción creada por todo un equipo<br />

de profesionales más nuestra propia<br />

mirada. Una ficción en la que creemos<br />

como si fuera realidad. Sus voces son de<br />

lo más desmitificadoras.<br />

Ese mundo idealizado, constituido<br />

por estereotipos inalcanzables, crea un<br />

sentimiento de culpa. ¿Puede ser esa<br />

culpa una insatisfacción que promueve<br />

el consumo?<br />

Culpa, inseguridad, insatisfacción y<br />

envidia son algunos de los sentimientos<br />

que se promueven en publicidad para<br />

incitar al consumo. De lo más poco<br />

edificante desde el punto de vista<br />

humano, de lo más rendible desde el<br />

punto de vista comercial. Me gustaría<br />

creer que ser más conscientes de lo<br />

que sentimos, como yo lo he sido tras<br />

este ensayo, contribuirá a hacer posible<br />

otra actitud y a exigir otros modelos de<br />

producción de imágenes y de consumo.<br />

Lo he escrito con este objetivo.<br />

“Culpa, inseguridad, insatisfacción y envidia son algunos de los<br />

sentimientos que se promueven en publicidad para incitar al<br />

consumo”.<br />

© Roger<br />

86 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 87


© José Manuel Ferrater para Llongueras<br />

Explica en su libro (y demuestra,<br />

con su experiencia personal) que el<br />

modelaje tiene una fecha de caducidad<br />

muy temprana. Ocurre lo mismo<br />

con los deportistas de élite. ¿Qué<br />

posibilidades tiene una modelo cuando<br />

deja de parecer joven, aunque tenga 25<br />

años, y se ve abocada a abandonar la<br />

profesión?<br />

Las mismas que un deportista, un<br />

bailarín, un especialista de cine, una<br />

actriz, una camarera o una trabajadora<br />

sexual, todos ellos son trabajos muy<br />

dependientes del cuerpo, cada vez<br />

más. Por otra parte, la precariedad<br />

laboral hoy en día está muy extendida.<br />

Somos muchas las personas que nos<br />

estamos constantemente reinventando,<br />

aprendiendo nuevas técnicas y<br />

profesiones para podernos mantener<br />

en el mercado de trabajo. Aun así, las<br />

personas sin trabajo o con trabajos<br />

precarios se cuentan por millones.<br />

Dicho esto, quisiera añadir que sería<br />

deseable ver representadas mujeres de<br />

diversas edades en publicidad y moda.<br />

Creo que sería una eficiente herramienta<br />

de marketing que, inexplicablemente,<br />

los publicistas no se atreven a lanzar.<br />

¿Hay grandes diferencias entre el<br />

modelo hombre y la modelo mujer? Las<br />

modelos más famosas lo son porque<br />

ejercen como tales; sin embargo, con<br />

respecto a los hombres que ejercen<br />

de modelos, muchos —y los más<br />

famosos— proceden de distintos<br />

ámbitos (futbolistas, toreros, etc.)<br />

¿Existe un modelo activo (hombresdeportistas)<br />

y un modelo pasivo<br />

(mujeres-espectáculo)?<br />

Este modelo sigue operando,<br />

efectivamente. No hay más que ver los<br />

anuncios de televisión y prensa escrita,<br />

cómo se retratan las mujeres y los<br />

hombres en revistas de moda, o alguno<br />

de los anuncios dirigidos a jóvenes y<br />

adolescentes que analizo en mi libro. Sin<br />

embargo, dentro del mundo de la moda y<br />

sus seguidores existen hombres modelos<br />

muy famosos, como David Gandy o Jon<br />

Kortajerena, por ejemplo, que solo son<br />

modelos.<br />

¿Considera que la proliferación de los<br />

blogs de moda contribuye a disminuir<br />

la distancia entre la pasarela y la calle?<br />

Los blogs inicialmente hicieron esto y<br />

algunos siguen siendo divertidos pero<br />

han sido cooptados por las grandes<br />

marcas.<br />

Hay campañas que abogan por algo<br />

abstracto que llaman “belleza real”. Una<br />

de las cosas que más me ha gustado de<br />

su ensayo es que dignifica a las modelos,<br />

defendiendo que ellas también son<br />

reales, aunque parezca que encarnan<br />

ideales ficticios. Sin embargo, sí que<br />

hay un modelo hegemónico (rubia, ojos<br />

azules…) que hasta esas campañas que<br />

intentan abarcar las diferentes etnias<br />

aúpan. ¿Considera que los vaivenes que<br />

experimenta la moda, visibilizando las<br />

clases bajas (cfr. flappers) y las etnias<br />

son, digamos, juegos mediáticos y<br />

no tanto verdaderos esfuerzos por<br />

dar cabida a los distintos tipos de<br />

consumidores?<br />

Las dos cosas no están necesariamente<br />

reñidas. Se puede poner en juego<br />

la diversidad como una estrategia<br />

para aumentar ventas y que funcione<br />

comercialmente. Dove es un ejemplo<br />

de éxito basado en el consejo de Susie<br />

Orbach, psicoanalista especializada en<br />

cuerpo autora del clásico Fat is a Feminist<br />

Issue, entre otros estudios. Hay que saber<br />

discernir entre una marca y una ONG.<br />

Estamos ante empresas con un objetivo<br />

88 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 89


© José Manuel Ferrater<br />

comercial y es nuestra responsabilidad<br />

como consumidores no dejarnos seducir<br />

por imágenes sexistas, clasistas o racistas.<br />

Hasta no hace mucho, si a una niña no<br />

se le agujereaban las orejas, esta podía<br />

suscitar comentarios en torno a su<br />

género. ¿Siguen tan vigentes los roles<br />

de género? ¿La mujer se sigue haciendo,<br />

como decía Simone de Beauvoir?<br />

Sí, creo que los roles siguen muy vigentes<br />

y que la mujer se sigue haciendo. Ahora<br />

sabemos que el hombre también se<br />

“La moda sigue poniendo nerviosa a la gente porque establece<br />

modelos de identidad restrictivos y muy alejados de nuestra<br />

diversidad real”.<br />

hace. Profundizar en el estudio de la<br />

construcción social de nuestra identidad<br />

me parece una de las tareas académicas<br />

de más importancia y repercusión<br />

pública de la actualidad. Hacer llegar<br />

esta reflexión a un público amplio fue lo<br />

que me llevó a escribir ¡Divinas! Al fin y<br />

al cabo, es este público el que costeó con<br />

sus impuestos mi educación. Para mí, ha<br />

sido una forma de devolver una deuda<br />

que me honra y de difundir pensamiento<br />

desarrollado en el ámbito universitario.<br />

En su libro dedica un interesante<br />

espacio al fenómeno “metrosexual”.<br />

¿Por qué, si son hombres heterosexuales,<br />

se acuña un término nuevo?<br />

Debido a la asociación entre cuidado<br />

físico y feminidad, cuerpo y mujer, al<br />

que aludíamos antes, para abrir mercado<br />

entre los hombres había que convencerles<br />

de que no por atender a su corporalidad<br />

dejarían de ser menos hombres. Dado que<br />

una de las condiciones para establecer<br />

una identidad de género normativa pasa<br />

por el deseo heterosexual, se necesitaba<br />

un tipo de hombre, que se denominó<br />

como ‘metrosexual’. David Beckham fue<br />

uno de los más celebrados. Estos modelos<br />

de masculinidad debían reunir dos<br />

condiciones: cuidar mucho su aspecto<br />

físico y tener una heterosexualidad<br />

probada. De este modo, no se alienaba<br />

a los potenciales compradores varones<br />

preocupados por su hombría, es decir, la<br />

mayoría.<br />

Me gustaría compartir con usted<br />

la siguiente cita: “En los años del<br />

autoabastecimiento, el negocio de<br />

vestirse una mujer era algo que hacía<br />

perder mucho tiempo y se tenía a gala<br />

que así fuera, porque ponía en juego<br />

ciertos equilibrios de imaginación<br />

relacionados por una parte con el<br />

sentido del ahorro y por otra con el<br />

deseo de no llevar ropa de serie (…).<br />

Luego solía venir la desilusión de<br />

comprobar la diferencia que hay de<br />

lo vivo a lo pintado” (Usos amorosos<br />

de la posguerra española, Carmen<br />

Martín Gaite). ¿Siguen existiendo<br />

tantos límites para el desarrollo de<br />

una identidad propia o casi propia, o<br />

la moda sigue teniendo ese “algo” que<br />

pone nerviosa a la gente, como dijo<br />

la editora de Vogue, Anna Wintour,<br />

según cita en su libro?<br />

Creo que la moda sigue poniendo<br />

nerviosa a la gente porque establece<br />

modelos de identidad restrictivos y<br />

muy alejados de nuestra diversidad real.<br />

Pone de relieve la distancia corporal,<br />

personal, social y económica entre las<br />

personas que miran un ideal que saben<br />

nunca alcanzarán y el propio ideal. Crea<br />

inquietud y deseo, inseguridad y envidia.<br />

Forma constelaciones explosivas sin<br />

posibilidad de redención, ni tan solo<br />

consumiendo y consumiendo.<br />

Sofía González Gómez<br />

90 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 91


Artículos<br />

Las mujeres en la sociedad patriarcal en Los Pazos de Ulloa<br />

Estudio sobre Sabel y Nucha y su relación con Julián<br />

Introducción<br />

La novela Los pazos de Ulloa nos ofrece<br />

un retrato sobre la posición de la mujer<br />

en la sociedad patriarcal de su época,<br />

tanto en el campo como en la ciudad y<br />

del ideal de la mujer cristiana. De esta<br />

forma, pretendo centrar nuestra atención<br />

en los personajes de Sabel y Nucha y la<br />

relación de estas con Julián.<br />

Emilia Pardo Bazán formaba<br />

parte del grupo de escritores realistas más<br />

avanzados que seguían el manifiesto de<br />

Zola, defensor de Darwin, descubridor<br />

de la evolución de las especies, en el que<br />

apoya su argumento de que todos somos<br />

animales y tenemos una bestia dentro.<br />

Esto es, un comportamiento instintivo<br />

que podemos observar en los personajes<br />

de Los Pazos de Ulloa que, incluso en<br />

los que se nos muestran como más<br />

civilizados (Julián y Nucha), en algún<br />

momento brota en ellos ese instinto<br />

animal.<br />

María González Escribano<br />

Sabel<br />

Sabel era un buen pedazo de<br />

lozanísima carne. Sus ojos azules,<br />

húmedos y sumisos, su color<br />

animado, su pelo castaño que se<br />

rizaba en conchas paralelas y caía en<br />

dos trenzas hasta más abajo del talle,<br />

embellecían mucho a la muchacha<br />

y disimulaban sus defectos, lo<br />

pomuloso de su cara, lo tozudo y<br />

bajo de su frente, lo sensual de su<br />

respingada y abierta nariz (Pardo<br />

Bazán 2009: 109).<br />

Desde el primer momento Sabel<br />

aparece como una mujer atractiva<br />

físicamente y determinada por el<br />

ambiente en el que vive. Se dedica a la<br />

cocina y a servir, solo se trata con ella<br />

para lo necesario: la comida y cuando<br />

al marqués Don Pedro le apetece<br />

acostarse con ella. Podríamos decir que<br />

es una marioneta en manos de su padre<br />

Primitivo.<br />

Aparece para Julián como un<br />

motivo de tentación, ya sea por su<br />

físico o su actitud provocadora frente<br />

a él. Podemos ver varios ejemplos en el<br />

texto sobre cómo Sabel busca provocar a<br />

Julián y a este le incomodan:<br />

Venía la moza arremangada hasta el<br />

codo, con el pelo alborotado, seco y<br />

volandero, del calor de la cama sin<br />

duda: y a la luz del día se notaba más<br />

la frescura de su tez, muy blanca y<br />

como infiltrada de sangre. Julián<br />

se apresuró a ponerse el levitín,<br />

murmurando:<br />

— Otra vez haga el favor de dar dos<br />

golpes en la puerta antes de entrar.<br />

Conforme estoy a pie, pudo cuadrar<br />

que estuviera en la cama todavía… o<br />

vistiéndome. (117).<br />

Una mañana entró Sabel […] la<br />

moza venía en justillo y enaguas,<br />

con la camisa entreabierta, el pelo<br />

destrenzado y descalzos un pie y<br />

pierna blanquísimos […].<br />

— Cúbrase usted, mujer —murmuró<br />

con voz sofocada por la vergüenza—<br />

No me traiga nunca el agua cuando<br />

esté así… Ese no es modo de<br />

presentarse a la gente. (141).<br />

El pasaje en el que podemos<br />

ver a Julián explotar frente a la actitud<br />

descarada de Sabel es en el que ella finge<br />

encontrarse mal y se tira en la cama de<br />

Julián para intentar provocarle. Lejos<br />

de conseguir su propósito, Julián la<br />

reprende con ira y le prohíbe volver<br />

a servirle: “Se me va usted de aquí<br />

ahora mismo o la echo a empellones…<br />

¿entiende usted? No me vuelve usted a<br />

cruzar esa puerta… Todo, todo lo que<br />

necesite me lo traerá Cristobo… ¡Largo<br />

inmediatamente!” (143).<br />

Podemos pensar que estas<br />

actitudes con Julián han podido ser<br />

ordenadas por Primitivo, para provocar<br />

que Julián caiga en la tentación y sea<br />

expulsado de la casa, ya que lo ve como<br />

una amenaza para su permanencia en<br />

los Pazos.<br />

En la fiesta del patrón de Naya<br />

vemos a Sabel fuera del ambiente de los<br />

Pazos, aparece “lujosamente vestida de<br />

domingo” (149) y baila junto a las otras<br />

mozas. Al llegar a casa, don Pedro, lleno<br />

de “celos feroces” (167), le pega una<br />

paliza y aparece animalizada; aullaba y<br />

directamente se le llama perra:<br />

Sabel, tendida en el suelo, aullaba<br />

desesperadamente; don Pedro, loco<br />

de furor, la brumaba a culatazos”,<br />

“¡Perra…perra…condenada a ver si<br />

nos das pronto de cenar, o te deshago!<br />

¡A levantarse… o te levanto con la<br />

escopeta! (164).<br />

92 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 93


Cinco verdugones rojos en la mejilla<br />

Sabel y a algún gallardo gaitero<br />

salir de allí a la moza, en descuidado traje<br />

era alta, ni sus facciones se pasaban<br />

de Sabel contaban bien a las claras<br />

entretenidos en coloquios más<br />

y soñolienta.” (287). Queda cumplido el<br />

de correctas, a excepción de la boca,<br />

cómo había sido derribada la intrépida<br />

bailadora (165).<br />

En la despedida de don Pedro y<br />

Julián cuando se van a Santiago se nos<br />

muestra como a Sabel no le importa don<br />

Pedro y podemos imaginar o entrever<br />

que es su padre el que la utiliza para que<br />

hereden los Pazos, por Perucho, cuando<br />

don Pedro no esté. “Si Sabel deseaba<br />

retener a aquel fugitivo Eneas, no dio<br />

de ellos la más leve señal, pues se volvió<br />

con gran sosiego a sus potes y trébedes”<br />

(177).<br />

Habría una pequeña<br />

desanimalización en Sabel, al mostrarse<br />

en ella sentimientos de amor, propios<br />

del ser humano. Primitivo a la vuelta<br />

de Julián a los Pazos le dice que Sabel se<br />

quiere casar “Con el gaitero de Naya, el<br />

Gallo… Por de contado se empeña en<br />

irse para su casa, así que les echen las<br />

bendiciones…” (223). Esto para Julián<br />

es algo bueno, ya que no quiere que esté<br />

cuando llegue Nucha a los Pazos y se<br />

entere de la relación que había tenido<br />

Sabel con don Pedro. Aunque Julián<br />

teme que no se vaya, ver a Sabel con el<br />

gaitero le muestra que en verdad está<br />

enamorada de él:<br />

dulces que edificantes. Le ruborizó<br />

el encuentro, pero hizo la vista<br />

gorda reflexionando que aquello era,<br />

por decirlo así, la antesala del altar<br />

(224).<br />

Pero don Pedro a su llegada no se<br />

cree que se vaya a marchar, no porque ella<br />

no quiera sino por su padre, Primitivo se<br />

ha hecho dueño y señor de los Pazos y si<br />

Sabel se marcha no podrá quedárselos:<br />

“[…] aquí no se trata de Sabel, ¿entiende<br />

usted?, sino de su padre, de su padre. Y<br />

su padre le ha engañado a usted como a<br />

un chino, vamos. La… mujer esa, bien<br />

comprendo que rabia por largarse: mas<br />

Primitivo es abonado para matarla antes<br />

que tal suceda.” (236). Y sucede así,<br />

Sabel no se marcha, la excusa para que<br />

se quede es que necesitan una cocinera<br />

porque la que habían conseguido decide<br />

marcharse porque no se hace con la<br />

cocina.<br />

El hecho de que Nucha tenga una<br />

niña acaba por decantar a don Pedro por<br />

volver con Sabel y estar el menor tiempo<br />

posible en los Pazos, Julián se acaba<br />

dando cuenta de esto: “Sabel recibía<br />

otra vez su antigua corte de sultana<br />

favorita” (286), “Bajó con esperanzas de<br />

encontrarla en la cocina, y al pasar ante<br />

la puerta del gran despacho próximo al<br />

objetivo de Primitivo, apoderarse de los<br />

Pazos a través de su hija.<br />

Vemos así a una Sabel<br />

completamente condicionada por su<br />

entorno: animalizada sin personalidad,<br />

que aunque haga un amago de ser libre<br />

se encuentra subordinada por su amo.<br />

La visión que nos da Julián de Sabel es la<br />

de una “desvergonzada manceba” con un<br />

“hijo espurio” (221) y la personificación<br />

del pecado. Todo lo contrario del ideal<br />

de mujer cristiana.<br />

Emilia Pardo Bazán con Sabel<br />

nos muestra la situación de la mujer<br />

en el campo, víctima del machismo.<br />

Vemos que no se trata a Sabel como<br />

a una persona, incluso se trata mejor<br />

a los animales que a ella y con esto se<br />

hace verdadera la afirmación que Julián<br />

recuerda al principio del señor de la<br />

Lage: “[…] La aldea, cuando se cría uno<br />

en ella y no sale de allí jamás, envilece,<br />

empobrece y embrutece” (113).<br />

Nucha<br />

En cuanto a la tercera, Nucha,<br />

asemejábase bastante a la menos,<br />

solo que en feo: sus ojos, de magnífico<br />

tamaño, negros también como<br />

moras, padecían leve estrabismo<br />

que era un miniatura. En suma,<br />

pocos encantos físicos, al menos<br />

para los que se pagan de la cantidad<br />

y morbidez en esta nuestra envoltura<br />

de barro (186-187).<br />

Ahora nos encontramos con<br />

Nucha, el personaje más desdichado de<br />

todos. Se ve obligada, por circunstancias<br />

ajenas a su voluntad, a casarse con don<br />

Pedro y a salir de la ciudad para ir a<br />

los Pazos, como un conejillo de indias<br />

con el que Pardo Bazán experimenta la<br />

adaptación de una señorita de ciudad<br />

al campo. Y esto es algo que nunca<br />

llegará a ocurrir. Al igual que podemos<br />

observar que Sabel es una víctima de su<br />

padre, Nucha puede ser considerada la<br />

víctima de Julián. Ambas, en conclusión,<br />

víctimas de la sociedad patriarcal.<br />

Al leer la descripción que se hace<br />

de Nucha pensamos que ella no va a ser<br />

la elegida de don Pedro, ya que él busca<br />

una buena mujer capaz de criar, que<br />

evoque fecundidad y Nucha es la más fea<br />

y delicada de las hermanas. Esa mujer la<br />

encuentra en Rita, la hermana mayor:<br />

Lo que más cautivaba a su primo,<br />

en Rita, no era tanto la belleza del<br />

rostro como la cumplida proporción<br />

del tronco y miembros, la amplitud y<br />

El haber sorprendido cierto<br />

archivo, donde se había instalado don<br />

convergente, lo cual daba a su mirar<br />

redondez de la cadera, el desarrollo<br />

anochecer, cerca del pajar a<br />

Pedro desde el nacimiento de su hija, vio<br />

una vaguedad y pudor especiales; no<br />

del seno, todo cuanto en las valientes<br />

94 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 95


y armónicas curvas de su briosa<br />

De esta forma consigue<br />

En la boda, Nucha decide ir<br />

aspecto de Nucha. La total inocencia<br />

persona prometía la madre fecunda<br />

convencer a don Pedro y este empieza<br />

vestida de negro por guardar el luto y el<br />

que se pintaba en sus ojos vagos y<br />

y la nodriza inexhausta. ¡Soberbio<br />

vaso en verdad para encerrar un<br />

Moscoso legítimo, magnífico<br />

patrón donde injertar el heredero, el<br />

continuador del nombre! (187).<br />

Cuando don Pedro habla con<br />

Julián sobre las hermanas le dice que<br />

Nucha es la menos atractiva para él y<br />

que prefiere a Rita, que además le sigue<br />

el juego. Pero hay un inconveniente:<br />

cuando salen a pasear, las hermanas<br />

coquetean y son cortejadas por otros<br />

jóvenes, todas menos Nucha. Don Pedro<br />

se muestra celoso en relación con Rita<br />

porque es la que más “toma varas”, es<br />

decir “que se deja querer” (194) por todos<br />

los que la galantean. El temor de ver<br />

mancillado su honor lleva a don Pedro a<br />

pedir consejo a Julián sobre a cuál elegir.<br />

Julián le dice que la mejor opción desde<br />

su punto de vista es Marcelina (Nucha):<br />

“francamente, aunque las señoritas son<br />

cada una de por sí muy simpáticas,<br />

yo, puesto a escoger, no lo niego… me<br />

quedaría con la señorita Marcelina”<br />

(197) a lo que don Pedro, sorprendido<br />

le responde que es bizca, flaca y en<br />

su defensa que solo tiene buen pelo y<br />

temperamento. Por otra parte, Julián le<br />

cuenta que crio a su hermano pequeño y<br />

que es como una madre incluso con las<br />

demás hermanas. Es perfecta como un<br />

a provocar un juego con Nucha que no<br />

es correspondido: “Desde entonces el<br />

primo gastó con ella bastantes bromas,<br />

algunas más pesadas que divertidas.<br />

[…] gozaba en poner colorada a Nucha,<br />

en arañarle la epidermis del alma por<br />

medio de chanzas subidas e indiscretas<br />

familiaridades que ella rechazaba<br />

enérgicamente” (198). Para Nucha no<br />

era una situación agradable, para Julián<br />

tampoco ya que veía mal estos juegos. Es<br />

Nucha la que pone el punto final de la<br />

situación anormal que está viviendo en<br />

casa, que viva un hombre con ellas siendo<br />

solteras sin ser su hermano. Un día, en<br />

uno de los juegos que se traía don Pedro<br />

con las hermanas, pensando que iba a<br />

coger a Rita agarra por equivocación a<br />

Nucha, es en esta escena en la que Nucha<br />

aparece animalizada: “tanteó el aire y<br />

palpó un bulto de mujer, que aprisionó<br />

en sus brazos sin decir palabra, con<br />

ánimo de repetir el castigo.” (209)<br />

Nucha se pone a llorar y le dice “Con las<br />

señoritas no se hacen estas brutalidades”<br />

(209) a lo que don Pedro responde:<br />

“¡Eres una fierecita! ¡Y hasta fuerza en<br />

los puños descubres en esos momentos!”<br />

(209). Don Pedro se decide por Nucha,<br />

no sin oposición de su padre, que estaba<br />

convencido de que iba a ser Rita. Esta<br />

decisión afecta a todas las hermanas,<br />

la primera sorprendida es Nucha y las<br />

demás reaccionan mal, sobre todo Rita y<br />

recuerdo de su madre, algo que también<br />

podemos interpretar como un augurio<br />

de lo que ha de venir.<br />

Nucha se queda embarazada y don<br />

Pedro quiere que esté todo preparado<br />

y perfecto en el momento de su llegada<br />

con Nucha al pazo. Sobre todo quiere<br />

que Sabel se haya ido de casa porque<br />

no le ha dicho nada a Nucha de que<br />

tiene un hijo con ella. Van a recogerles a<br />

Cebre y Primitivo muestra su oposición<br />

a Nucha llevándole de transporte “una<br />

mula alta, maligna y tozuda, arreada con<br />

aparejo redondo, de esos que por formar<br />

en el centro una especie de comba,<br />

más parecen hechos para despedir<br />

al junte que para sustentarlo.” (223)<br />

Debido a esta circunstancia, Nucha se<br />

ve obligada a decirle a don Pedro que<br />

está embarazada, la alegría de don Pedro<br />

se hace patente pensando en la idea de<br />

tener un heredero legítimo, varón.<br />

La descripción que hace Julián de<br />

Nucha al recibir la noticia del embarazo<br />

es como si la comparase con la Virgen:<br />

La veneración que por Nucha<br />

sentía y que iba acrecentándose<br />

con el trato, cerraba el paso a la<br />

idea de que pudiesen ocurrirle los<br />

mismos percances fisiológicos que<br />

a las demás hembras del mundo.<br />

como perdidos en contemplaciones<br />

de un interior, no había menguado<br />

con el matrimonio; las mejillas,<br />

un poco más redondeadas,<br />

seguían tiñéndose del carmín de la<br />

vergüenza por el menos motivo. Si<br />

alguna variación podía observarse,<br />

algún signo revelador del tránsito<br />

de virgen a esposa, era quizás un<br />

aumento de pudor; pudor por<br />

decirlo así, más consciente y seguro<br />

de sí mismo; instinto elevado a<br />

virtud (237-238).<br />

Encontramos a una Nucha<br />

ensalzada por la imagen que Julián tiene<br />

del ideal de mujer cristiana.<br />

Otro punto a tratar es el de la<br />

actitud de Julián con Nucha desde su<br />

llegada a los Pazos. Julián vigila todos<br />

sus pasos para que no se entere de que<br />

Perucho es hijo de don Pedro y Sabel:<br />

“No le llegaba a Julián la camisa al<br />

cuerpo, temblando que en alguna de<br />

estas dependencias recibiese Nucha a<br />

boca de jarro, por impensado incidente,<br />

la atroz revelación” (241). Cuando<br />

Nucha le pregunta de quién es hijo<br />

Perucho y por qué lleva el nombre de su<br />

marido, le contesta que es de la criada y<br />

que es ahijado de don Pedro, lo que no se<br />

esperaba Julián era que Nucha decidiera<br />

educar a Perucho.<br />

ángel.<br />

le acusan de ser “falsa e hipócrita” (212).<br />

Justificaba esta candorosa niñería el<br />

96 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 97


Tras el parto, Nucha se encuentra<br />

muy débil y enferma, además se siente<br />

frustrada por no poder criar a su hija.<br />

A partir de aquí, comienza la cuesta<br />

abajo de Nucha, los únicos momentos<br />

buenos que tiene son los que puede<br />

pasar con su hija. Don Pedro se<br />

encuentra desaparecido, no quiere saber<br />

nada del bebé porque es una niña y las<br />

sospechas de Julián sobre que don Pedro<br />

vuelve a estar con Sabel se corroboran.<br />

Finalmente, Nucha se entera de que<br />

Perucho es hijo ilegítimo de don Pedro y<br />

Sabel y sale de nuevo la fiera que Nucha<br />

lleva dentro: “Inmóvil por espacio de<br />

algunos segundos, la señorita recobró de<br />

improviso la acción. Se inclinó hacia el<br />

barreño y arrancó de golpe a su hija de<br />

brazos de Perucho” (322). Esta situación<br />

provoca que Nucha vuelva a enfermar:<br />

no puede dormir, teme por que le<br />

quiten a su hija y además Julián ve unas<br />

marcas en sus muñecas que delatan los<br />

maltratos de don Pedro: “en las muñecas<br />

de la señora de Moscoso se percibía una<br />

señal circular, amoratada, oscura… Con<br />

lucidez repentina el capellán retrocedió<br />

dos años, escuchó de nuevo los quejidos<br />

de una mujer maltratada a culatazos,<br />

recordó la cocina, el hombre furioso…”<br />

(340). Nucha se conforma con Cristo<br />

con esas marcas en las muñecas, como<br />

si estuviera estigmatizada y queda<br />

convertida en mártir para Julián.<br />

Nucha lleva ya bastante tiempo<br />

de los Pazos, cada día que pasa es<br />

una agonía para ella, poco a poco va<br />

perdiendo la vida. Llega un momento en<br />

el que explota y después de la misa diaria<br />

comunica a Julián su decisión, buscando<br />

un cómplice que le ayude a escapar,<br />

además él también quiere marcharse: “Es<br />

preciso –declaró Nucha sin apartar de<br />

él sus ojos, más que vagos, extraviados<br />

ya- que me ayude usted a salir de aquí.<br />

De esta casa.” Y “Quiero marcharme.<br />

Llevarme a mi niña. Volverme junto a mi<br />

padre. Para conseguirlo hay que guardar<br />

secreto. Si lo saben aquí, me encerrarán<br />

con llave. Me apartarán de la pequeña.<br />

La matarán. Sé de fijo que la matarán”<br />

(371). Puede ser que en ese momento<br />

Julián se diera cuenta de que igual que<br />

él la trajo, él la tenía que sacar. Pero lo<br />

importante de todo esto es la valentía<br />

de Nucha al decir que no aguanta más.<br />

Después de ese sufrimiento tan grande<br />

se libera y ya no le importa el qué dirán o<br />

que sea un escándalo su comportamiento<br />

porque nada le va a hacer sufrir tanto<br />

como el continuar en los Pazos. Además,<br />

Nucha recurre a Julián no solo como<br />

a un cómplice, ella sigue necesitando<br />

la aprobación de la Iglesia que en este<br />

caso viene dada por Julián. No podemos<br />

olvidar este rasgo muy característico de<br />

Nucha que es su profunda religiosidad.<br />

Su plan no puede realizarse porque don<br />

Pedro irrumpe en la escena, acusándoles<br />

de tener una relación:<br />

Verse acusado, por un marido,<br />

de inteligencias culpables con<br />

su mujer, por un marido que se<br />

quejaba de ultrajes mortales, que<br />

le amenazaba, que le expulsaba de<br />

su casa ignominiosamente y para<br />

siempre; y ver a la infeliz señorita, a<br />

la verdaderamente ofendida esposa,<br />

impotente para desmentir la ridícula<br />

y horrenda calumnia (393).<br />

Y así es como Nucha se queda<br />

encerrada en los Pazos hasta que le<br />

consuman la vida. La noticia de su<br />

muerte no se hace esperar, pasado medio<br />

año del trágico suceso Julián recibe la<br />

esquela de Nucha.<br />

Emilia Pardo Bazán nos muestra<br />

con Nucha la situación de la mujer en la<br />

ciudad y el ideal de mujer cristiana de la<br />

época. En cuanto a la parte que toca a la<br />

mujer en la ciudad, podemos observar,<br />

a diferencia del ambiente rural, que<br />

empiezan a haber cambios; por ejemplo,<br />

la mujer recibe educación aunque sigue<br />

siendo deficiente y no tiene un gran<br />

protagonismo social. Con respecto a la<br />

mujer cristiana, Pardo Bazán, retrata<br />

en la obra el ideal que se tenía en la<br />

época de mujer cristiana, solo que en<br />

Julián alcanza unos límites exacerbados.<br />

Tiene en su mente una concepción de<br />

la mujer muy antigua, como la que vio<br />

en su madre y ve ahora en Nucha y que<br />

además intenta llevar a un extremo total<br />

en la soledad de esos ideales machistas.<br />

Se podría explicar el cambio de Nucha<br />

con estas palabras de Pardo Bazán en La<br />

mujer española:<br />

El cristianismo ha elevado y<br />

dignificado a la mujer […] La<br />

grande obra progresiva del<br />

cristianismo, en este particular,<br />

fue emancipar la conciencia de la<br />

mujer, afirmar su personalidad y su<br />

libertad moral, de la cual se deriva<br />

necesariamente la libertad práctica.<br />

No fue en la familia, sino en el<br />

interior santuario de la conciencia,<br />

donde el cristianismo emancipó a la<br />

mujer. Y si en esta parte no ha dado<br />

todo su fruto la obra divina, débese<br />

a la malicia humana, al egoísmo y a<br />

la fuerza estática de las viejas ideas,<br />

conjuradas contra la palabra de<br />

Cristo” (1976: 83-84).<br />

Ninguno de los finales posibles<br />

para Nucha hubiera sido bueno, el que<br />

ya conocemos le consume hasta morir;<br />

pero la otra opción, escapar con Julián<br />

de vuelta a casa tampoco habría sido<br />

perfecta. La sociedad, a pesar de ser una<br />

ciudad grande como Santiago, hubiera<br />

sido muy dura con ella y además el paso<br />

de decidir por ella misma se hubiera visto<br />

truncado por la presencia de Julián y su<br />

egoísmo e interés sobre la permanencia<br />

de sus ideales, para él más perfectos.<br />

pensando en la posibilidad de marcharse<br />

pero no puede porque Nucha se libera<br />

98 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 99


Julián<br />

presentado como un mozo imponente:<br />

“Brillante y aguda, la lanza descendía,<br />

a Primitivo […]!” (353).<br />

[…] la endeblez de su temperamento<br />

linfático-nervioso, puramente<br />

femenino, sin ardores ni rebeldías,<br />

propenso a la ternura, dulce y<br />

benigno como las propias malvas,<br />

pero no exento en ocasiones, de<br />

esas energías súbitas que también se<br />

observan en la mujer, el ser que posee<br />

menos fuerza en estado normal, y<br />

más cantidad de ella desarrolla en<br />

las crisis convulsivas (115-116).<br />

No son pocas las veces en las<br />

que se hace mención en el libro al<br />

carácter femenino y al amaneramiento<br />

del sacerdote Julián, podríamos pensar<br />

que Pardo Bazán nos quiere decir algo<br />

con esto de una forma muy sutil, como<br />

que Julián es homosexual. Sobre esto<br />

habla Daniel Ferreras Savoye, profesor<br />

de la universidad de West Virginia,<br />

en un artículo: “Deseo homosexual y<br />

subversión de género en Los Pazos de<br />

Ulloa” 1 . En este artículo, Daniel Ferreras<br />

hace un estudio sobre el personaje<br />

de Julián en el que intenta demostrar<br />

que es homosexual y que, además está<br />

enamorado del marqués don Pedro. Hay<br />

dos prototipos, el de Julián: “colorado,<br />

no como un pimiento, sino como una<br />

fresa, encendimiento propio de personas<br />

linfáticas.” (94), frente al de don Pedro,<br />

“alto y bien barbado, tenía el pescuezo<br />

y rostro quemados por el sol, pero por<br />

venir despechugado y sombrero en<br />

mano, se advertía la blancura de la piel<br />

no expuesta a la intemperie, en la frente<br />

y en la tabla de pecho, cuyos diámetros<br />

indicaban complexión robusta, supuesto<br />

que confirmaba la isleta de vello rizoso<br />

que dividía ambas tetillas” (98). Ante<br />

esta visión de don Pedro, Julián se queda<br />

atontado. Y Ferreras mantiene la teoría<br />

de que Julián hará todo lo posible para<br />

eliminar a Sabel, su principal rival. Es por<br />

esto que convencerá a Don Pedro para<br />

que se case con Nucha, que representa<br />

la asexualidad típica de la virgen<br />

María, frente a su exuberante hermana<br />

Rita. Además hace una interpretación<br />

simbólica de ciertos elementos del texto;<br />

por ejemplo las armas, en este caso las<br />

escopetas, son símbolos fálicos: “¡Dios<br />

santo! Sí, era la escena misma, tal cual<br />

se la había figurado él… Nucha de pie,<br />

pero arrimada a la pared, con el rostro<br />

desencajado de espanto, los ojos no ya<br />

vagos sino llenos de extravío mortal;<br />

enfrente su marido, blandiendo un<br />

arma enorme… Julián se arrojó entre<br />

los dos…” (296). Ferreras interpreta<br />

la acción de Julián, interponerse entre<br />

Nucha, Pedro y el “enorme arma”,<br />

como un ofrecimiento de sí mismo<br />

para la penetración sustituyendo a<br />

se hincaba, se hincaba…” (298). Según<br />

Ferreras, el carácter de Julián encarna<br />

la voz del deseo homosexual reprimido.<br />

La actitud de Julián, su deseo hacia don<br />

Pedro, determina el futuro de Nucha, de<br />

don Pedro y también el suyo, además de<br />

traicionar sus esfuerzos por reformar la<br />

casa de Ulloa.<br />

Retomando la línea de análisis<br />

anterior, a pesar de que Julián se nos<br />

muestra siempre con rasgos afeminados,<br />

incluso como un ángel, asexuado y el más<br />

civilizado de los Pazos, hay momentos<br />

en los que vemos que también lleva una<br />

fiera dentro, como los demás, aunque<br />

él haga todo lo posible por reprimirlo.<br />

Por ejemplo, en la comida con los<br />

sacerdotes en las fiestas de Naya, sufre<br />

uno de sus ataques de ira repentinos:<br />

“mas de improviso, sintiendo uno de<br />

aquellos chispazos de cólera repentina<br />

y momentánea que no era dueño de<br />

refrenar, tosió, miró en derredor, y soltó<br />

unas cuantas asperezas y severidades<br />

que hicieron enmudecer a la asamblea”<br />

(158). El hecho de que no pueda refrenar<br />

su ira quiere decir que ha salido su lado<br />

animal porque lo propio de los humanos,<br />

se supone, es nuestra capacidad de poder<br />

controlarnos y actuar razonablemente.<br />

Ese animal vuelve a salir en defensa de<br />

Nucha y la niña: “¡Qué no haría él por<br />

En cuanto al tema de las<br />

relaciones, y contrario a la teoría de<br />

su homosexualidad, podemos pensar<br />

que Julián está enamorado de Nucha,<br />

es su amor platónico. El simple hecho<br />

de decirle a don Pedro que si tuviera<br />

que elegir se quedaría con Nucha ya<br />

nos indica que tiene sentimientos de<br />

admiración y que si no fuera sacerdote<br />

se casaría con ella. Una vez en los<br />

Pazos podemos observar momentos de<br />

complicidad entre los dos, como si no les<br />

hicieran falta palabras para entenderse,<br />

además muestra una gran preocupación<br />

por Nucha en todo momento. En las<br />

escenas del parto la actitud de Julián es<br />

como la de un marido que cambiaría su<br />

vida por la de su mujer con tal de que<br />

ella sobreviviese, ese es un sentimiento<br />

de amor muy puro, se tiene por alguien<br />

al que amas de verdad. Intenta sublimar<br />

su amor llevando a Nucha a un estado<br />

como el suyo: Nucha debería de estar<br />

en un convento; ambos en un estado de<br />

perfección, de pureza, de consagración<br />

a Dios, apartados del mundo cruel.<br />

Además, en el único momento en el que<br />

se le describe con una actitud varonil a<br />

Julián es por causa de Nucha y la niña; en<br />

la escena final en la que entra don Pedro<br />

en la capilla, Julián se envalentona y se le<br />

ve actuar “de hombre a hombre” (393).<br />

1 El artículo original apareció en<br />

“Homosexual Desire and Gender Bending in<br />

Pardo Bazán’s Los Pazos de Ulloa”.<br />

Nucha. También la pesadilla que sigue<br />

a esta escena representa el deseo de<br />

penetración de Julián en la que una<br />

servir de algo a la nenita idolatrada. A<br />

veces el cariño le inspiraba ideas feroces,<br />

como agarrar un palo y moler las costillas<br />

Cuando muere Nucha y recibe la noticia,<br />

se alegra porque ya estará gozando en el<br />

cielo por todo lo que sufrió en la tierra<br />

100 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 101


pero al llegar a los Pazos tras diez años<br />

y ver el nicho de Nucha llora como un<br />

niño.<br />

Julián sufre una amonestación<br />

por los rumores de su comportamiento y<br />

le mandan como párroco a un pueblo de<br />

la montaña en el corazón de Galicia. Esta<br />

situación le hace cambiar según cuenta<br />

la descripción: “[…] y una especie de<br />

insensibilidad apacible va cauterizando<br />

el espíritu de Julián: piensa más en lo<br />

que le rodea, se interesa por la iglesia<br />

desmantelada, trata de enseñar a leer a<br />

los salvajes chiquillos de la parroquia,<br />

funda una congregación de hijas de<br />

María para que las mozas no bailen los<br />

domingos…” (397). Pasados diez años lo<br />

trasladan a la parroquia de Ulloa como<br />

resarcimiento del arzobispo, porque “la<br />

calumnia puede empañar el cristal de la<br />

honra, no mancharlo.” (397)<br />

Nos encontramos ante un Julián<br />

que es víctima de la educación que<br />

ha recibido al igual que Nucha. La<br />

educación conservadora del momento<br />

crean en Julián, suponemos que desde<br />

su infancia, una concepción del mundo<br />

Bibliografía<br />

negativa y que idealiza a las mujeres<br />

según su comportamiento, como Nucha<br />

o su madre, y demoniza a otras, como<br />

Sabel o Rita.<br />

Conclusión<br />

Como conclusión podemos observar<br />

que aunque los tres personajes son<br />

víctimas de la sociedad en la que viven<br />

y de la educación recibida, todos acaban<br />

convirtiéndose en verdugos. Sabel,<br />

víctima de su padre y la aristocracia<br />

rural en decadencia, se convierte en<br />

verdugo para Julián. Su comportamiento<br />

hace que Julián la juzgue y la vea como<br />

un animal, además la toma como la<br />

serpiente que le expulsa del paraíso.<br />

Nucha, víctima de la sociedad civil y de<br />

la Iglesia (representada por Julián), se<br />

convierte en verdugo de Perucho y de<br />

su propia hija, incluso podríamos llegar<br />

a pensar que de sí misma. Y por último<br />

Julián, víctima de la educación que<br />

recibe se convierte en el verdugo de los<br />

Pazos y de la pobre Nucha, llevando la<br />

desgracia a sus vidas.<br />

Pardo Bazán, Emilia (1976): La mujer española. Madrid, Cátedra.<br />

Pardo Bazán, Emilia (2009): Los Pazos de Ulloa. Madrid, Cátedra.<br />

Ferreras Savoye, Daniel (2009): “Deseo homosexual y subversión de género en<br />

Los Pazos de Ulloa”. En: La Tribuna: cuadernos de estudios da Casa Museo Emilia<br />

Pardo Bazán, 7, pp. 261-276.<br />

Sobre héroes y podencos. Al hilo de Messi es un perro, de Hernán<br />

Casciar<br />

Lionel Andrés Messi tan solo<br />

ha leído un libro en su vida. Fue la<br />

autobiografía de Maradona y, por lo<br />

visto, parece ser que ni siquiera tuvo<br />

la necesidad de llegar hasta la última<br />

página. En alguna ocasión ha confesado<br />

que, si alguna vez siente un verdadero<br />

deseo de leer un libro, lo hará (Stella<br />

2013). No lo dudamos. Hay tiempo<br />

para todo, imagina. Se dice también<br />

que Pep Guardiola le regaló una vez la<br />

novela Saber perder, de su amigo David<br />

Trueba, donde se narra la historia de un<br />

futbolista argentino que ficha por un<br />

David García Cames<br />

equipo español. Parece ser que Leo no<br />

mostró un excesivo interés. No estaba<br />

entre sus prioridades. Sobre Messi y<br />

la lectura diría Guardiola: “¿Y qué si<br />

no le gusta leer? Que lean los demás y<br />

él juegue como juega” (Martín 2006).<br />

Poco más se puede pedir. El juego es<br />

el verdadero motivo, la razón última<br />

de cualquiera de sus movimientos. El<br />

juego antecede siempre a la palabra. No<br />

interesa la metáfora sino el regate, no<br />

hay oxímoron sino gambeta. A Messi no<br />

le duele decir que solo ha leído un libro<br />

en su vida. Desde luego que no parece<br />

importarle demasiado. A fin de cuentas,<br />

a nosotros tampoco.<br />

Tampoco sabemos si Messi ha<br />

leído el cuento titulado “Messi es un<br />

perro”, escrito por el argentino Hernán<br />

Casciari (Mercedes, Buenos Aires,<br />

1971). Dice el autor que cuando el<br />

relato apareció en la prensa de su país el<br />

padre del futbolista llamó para quejarse.<br />

Estamos seguros de que en ese momento<br />

el padre tampoco había leído el cuento.<br />

Pongámonos en antecedentes. Hernán<br />

Casciari había publicado en abril de 2012<br />

en su revista Orsai un relato titulado<br />

“El tiempo del hombre perro”. En él,<br />

partía de su experiencia como hincha<br />

del Barcelona y de la última gesta de<br />

102 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 103


Messi, diez goles en tres partidos de tres<br />

Las figuras de los jugadores, desde la<br />

fútbol. Casciari necesita una teoría que<br />

Totín 1 . Como Messi persigue la pelota,<br />

competiciones durante una semana, para<br />

distancia, responden a un esquema<br />

dé sentido a todo esto. Mira y vuelve a<br />

Totín perseguía una esponja amarilla<br />

trazar una analogía entre el futbolista y<br />

elemental, todo parece adquirir sentido,<br />

mirar vídeos en internet hasta que llega<br />

que lo hacía enloquecer: “Quería esa<br />

el perro de su infancia llamado Totín.<br />

Tiempo después el cuento llegaría a<br />

internet, ya con su título definitivo,<br />

convirtiéndose en un fenómeno viral con<br />

millones de visitas en los vídeos donde<br />

aparece narrado. En mayo de este mismo<br />

año, Casciari ha editado el volumen<br />

Messi es un perro y otros cuentos, con una<br />

caricatura de Totín en la portada. Este<br />

artículo es un vano intento de explicar<br />

las razones del éxito de este relato, de<br />

hallar una conexión entre el juego y la<br />

palabra, de regodearnos en las relaciones<br />

abiertas entre el fútbol y la literatura al<br />

hilo del juego de Lionel Messi y la voz de<br />

Hernán Casciari.<br />

Jugar como Messi<br />

Entramos al estadio. El césped<br />

está recién regado. Cortita y al pie.<br />

Desde el cielo, las combinaciones de<br />

los futbolistas se diría que remedan el<br />

lenguaje de las abejas. Unos persiguen<br />

a otros, en verdad siempre persiguen<br />

los mismos, corren detrás del balón, se<br />

cansan, se agotan, bailan allí los gigantes<br />

con la más fea. Entre ellos se pasea un<br />

chico pequeño, callado, distante, como si<br />

no formara parte de la misma realidad,<br />

moviéndose entre todos como quien<br />

orden, equilibrio: “Y es que nunca se vio<br />

algo parecido adentro de una cancha<br />

de fútbol, en ninguna época, y es muy<br />

posible que no ocurra más” (Casciari<br />

2015: 21). El escritor argentino, poco<br />

importa si él mismo o su personaje,<br />

toma la voz narrativa, su mirada es<br />

la del espectador que se deleita en el<br />

privilegio de poder contemplar el juego<br />

del Barcelona entrenado por Guardiola y<br />

encarnado en Lionel Messi. Estamos en<br />

marzo de 2012. Leo viene de marcar tres<br />

goles en la victoria de Argentina contra<br />

Suiza, cinco contra el Bayer Leverkusen,<br />

dos contra el Racing de Santander.<br />

Casciari confiesa que la verdadera<br />

razón de permanecer en la ciudad de<br />

Barcelona, más allá de su mujer, más allá<br />

de su hija, es poder continuar cerca “del<br />

mejor fútbol de la historia”. Su relato, a<br />

partir de aquí, será una búsqueda de las<br />

razones de su asombro, una indagación<br />

en la raíz de su experiencia estética, por<br />

decirlo así, una puesta en palabras de<br />

esa idea única del fútbol que, siguiendo<br />

a Gadamer, le permite “cerrar el abismo<br />

abierto entre lo ideal y lo real” (Gadamer<br />

2002: 52).<br />

Todo puede ser explicado merced<br />

al juego. Messi en la cancha, hechizado en<br />

el pasto, siguiendo la pelota, únicamente<br />

a uno en que Messi recibe cientos de<br />

faltas pero nunca cae: “Son muchísimos<br />

pedacitos de patadas feroces, de<br />

obstrucciones, de pisotones y trampas,<br />

de zancadillas y agarrones traicioneros;<br />

nunca las había visto todas juntas. Él<br />

va con la pelota y recibe un guadañazo<br />

en la tibia, pero sigue” (22). Messi es<br />

la representación de una idea que la<br />

toca de zurda, una forma simbólica del<br />

juego entendido como una actividad<br />

libre, separada, incierta, esencial. La<br />

realidad, esa minucia, no existe para él<br />

en esos momentos, el mundo solo puede<br />

aprehenderse a partir del modo en que<br />

transmite el sentimiento de lo lúdico en<br />

su arte. Es entonces un niño que sigue<br />

una pelota, el reflejo de todos los niños<br />

que en algún lugar del mundo siguen<br />

una pelota y a los que no les importa<br />

nada, absolutamente nada más. Apenas<br />

existe el balón, todo lo demás es retórica:<br />

“Hay que mirarle bien los ojos para<br />

comprender esto: los pone estrábicos,<br />

como si le costara leer un subtítulo;<br />

enfoca el balón y no lo pierde de vista ni<br />

aunque lo apuñalen” (23).<br />

Llegamos entonces a la metáfora, a<br />

la analogía que da sentido a todo el relato.<br />

Hernán Casciari verá en esa mirada del<br />

esponja más que nada en el mundo,<br />

moría por llevarse ese rectángulo<br />

amarillo a la cucha” (23-24). El juego,<br />

como vemos, siempre ha estado ahí. Se<br />

trata de una cuestión de perspectiva. Si la<br />

risa nos separa de los animales, el juego<br />

nos une a ellos: “Los animales juegan,<br />

lo mismo que los hombres. Todos los<br />

rasgos fundamentales del juego se<br />

hallan presentes en el de los animales”<br />

(Huizinga 2008: 11). El juego, esa “forma<br />

llena de sentido”, se expresa como el<br />

resultado de un impulso de libertad<br />

que, para sus protagonistas, se alza “en<br />

medio de un silencio inexplicable”. Poco<br />

importa si vamos tras un balón de cuero<br />

o una esponja hasta el fondo del mar, lo<br />

importante, como decía Voltaire acerca<br />

de Don Quijote, es inventar pasiones<br />

para ejercitarse. De Ovidio a Kafka, las<br />

metamorfosis se operan siempre en la<br />

imaginación del escritor. El jugador<br />

husmea, olfatea la pelota. “La Pulga”,<br />

ahora sí, se nos vuelve podenco. La<br />

hipótesis se ve confirmada. Una tarde,<br />

después de un hat-trick casi rutinario,<br />

Lionel Messi se nos aparece convertido<br />

en un adorable perro: “Descubrí esta<br />

tarde, mirando ese video, que Messi es<br />

un perro. O un hombre perro. Esa es mi<br />

teoría, lamento que hayan llegado hasta<br />

camina sobre las aguas, leve, ligero,<br />

volátil, eléctrico, extraño, diferente.<br />

la pelota, la esfera, la forma perfecta,<br />

la medida justa de todas las cosas en el<br />

futbolista los ojos del perro que tuvo en<br />

la infancia, un perro salchicha llamado<br />

1 En web: https://twitter.com/casciari/<br />

status/481843185103417344 [16-8-2015].<br />

104 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 105


acá con mejores expectativas. Messi es el<br />

pensado, tal vez ame sobre todas las<br />

que asombra de Messi, lo que nos lleva<br />

Y entonces un día aparece un<br />

primer perro que juega al fútbol” (24).<br />

otras cosas de este mundo. Hablamos<br />

a no dar crédito a muchas de sus gestas,<br />

chico enfermo. Como en su día un mono<br />

El hombre perro acaba de nacer.<br />

¡Larga vida al hombre perro! Todos<br />

conocíamos sus maravillas pero no<br />

habíamos sabido darle un nombre al<br />

héroe. Hernán Casciari nos lo ofrece. Es<br />

alguien como nosotros, es alguien que<br />

se alza sobre todos nosotros. El héroe es<br />

el habitante por excelencia del “entre”,<br />

criatura siempre a medio camino de los<br />

dioses y los hombres. Así es el hombre<br />

perro. Sus dones son incontables,<br />

prodigiosas sus habilidades. ¿De dónde<br />

su empeño en imitar paso por paso<br />

las jugadas de los héroes clásicos, por<br />

reproducir sus hazañas al milímetro?<br />

¿Por qué será que sigue Boateng<br />

buscando todavía el bosón de Higgs?<br />

¿Cómo atrapar, dicen los defensas,<br />

al de los pies ligeros? ¿Qué ha hecho<br />

Messi para merecer elevarse a semejante<br />

región de prodigios? La respuesta es<br />

sencilla; correr detrás de una pelota<br />

como Totín lo hacía tras una esponja:<br />

“Si lo dejaran no haría otra cosa. Llevar<br />

esa esfera blanca a los tres palos todo<br />

el tiempo, como Sísifo. Una y otra vez”<br />

(26). Y vuelta a empezar. Sin descanso.<br />

Lo dicho, como Sísifo, como Prometeo.<br />

Criatura mitológica que dibuja en su<br />

de ese balón que, si hacemos caso de<br />

otra teoría fantástica, planteada en este<br />

caso por Eduardo Galeano, se encuentra<br />

incluso dentro de su piel:<br />

Messi es un caso único en la historia<br />

de la humanidad, porque es alguien<br />

capaz de tener una pelota adentro del<br />

pie. Siempre se dice que Maradona<br />

la llevaba atada, pero Messi la tiene<br />

adentro del pie, y eso científicamente<br />

es inexplicable, pero vos ves que lo<br />

persiguen 7, 11, 22 rivales para<br />

sacarle la pelota y no hay manera<br />

de sacársela. ¿Por qué? Porque la<br />

buscan afuera del pie, y está adentro<br />

(Galeano 2012).<br />

La voracidad del hombre perro<br />

es fascinante. Sus hazañas se suceden a<br />

un ritmo vertiginoso, llevando al plano<br />

de la crónica futbolística la historia<br />

más insensata y el récord más delirante<br />

de su propia mitología. Dice Santiago<br />

Segurola que la diferencia entre Messi<br />

y Maradona radica en que, mientras<br />

Maradona era Maradona a veces, “Messi<br />

es Maradona todos los días”. El mismo<br />

es la perseverancia, la persistencia de sus<br />

milagros. Como si fuera lo más natural<br />

del mundo. Ser Maradona todos los días<br />

para poder llegar a ser plenamente Messi.<br />

El hombre perro no puede dejar de<br />

jugar. El hombre perro está condenado<br />

a desaparecer sin el juego. No en vano,<br />

viene de otro tiempo, de cuando el fútbol<br />

conservaba en su forma las principales<br />

virtudes del juego y aún no primaban las<br />

“burocracias del deporte”: “Iban detrás de<br />

la pelota y nada más: no existían tarjetas<br />

de colores, ni la posición adelantada, ni<br />

la suspensión de cinco amarillas, ni los<br />

goles de visitante valían doble. Antes<br />

se jugaba como juegan Messi y Totín”<br />

(24). Frente a la cháchara deportiva<br />

que determina su discurso, tal y como<br />

la planteaba Umberto Eco, frente a la<br />

retórica de burdel que predomina en las<br />

tertulias televisivas, la figura del hombre<br />

perro es la expresión de una voluntad<br />

lúdica inalienable que permanece en el<br />

fútbol, reflejo de la capacidad de sorpresa<br />

que todavía esconde, de la “dinámica de<br />

lo impensado” según la planteaba Dante<br />

Panzeri, de los instantes decisivos que<br />

aguardan a la espera de incorporarse a<br />

la poética del juego. El hombre perro<br />

enfermo se mantuvo erguido y empezó<br />

la historia del hombre. Esta vez ha sido<br />

un chico rosarino con capacidades<br />

diferentes. Inhabilitado para decir dos<br />

frases seguidas, visiblemente antisocial,<br />

incapaz de casi todo lo relacionado con<br />

la picaresca humana. Pero con un talento<br />

asombroso para mantener en su poder<br />

algo redondo e inflado y llevarlo hasta<br />

un tejido de red al final de una llanura<br />

verde (25-26).<br />

Escribir como Messi<br />

El fútbol es juego de imitación,<br />

como también lo es la literatura. No hace<br />

falta que nos remontemos a Aristóteles.<br />

Basta con entrar de nuevo al estadio.<br />

Vemos cómo Messi apenas alza la<br />

mirada para fijarse en el portero rival.<br />

Si el contrario anota un gol de falta en<br />

los primeros minutos del partido, Messi<br />

se empeñará en marcar cuanto antes<br />

uno exactamente igual. Si Maradona<br />

inventó el mejor gol en la historia de<br />

los mundiales, el hombre perro lo<br />

repetirá con una precisión que se antoja<br />

enigmática. En la mímesis del juego,<br />

en la necesidad de reproducir gestos<br />

gesto todo su destino. Correr detrás de<br />

Hernán Casciari ha retratado como<br />

puede ser descrito entonces como un<br />

técnicos y engañar al contrario, quizá<br />

esa pelota con la que el futbolista sueña<br />

nadie el momento cumbre, epifánico, del<br />

héroe arquetípico, un chico débil que<br />

sea posible descubrir el rastro de una<br />

mimetizarse por completo, que acaricia<br />

“Gol del Siglo” de Maradona contra los<br />

se sobrepone a las dificultades, un<br />

estética del fútbol. Todo jugador aprende<br />

hasta el límite de lo permitido, que<br />

ingleses en su cuento “10.6 segundos”<br />

aparecido de otro tiempo, cándido y<br />

de sus modelos para poder superarlos. La<br />

hechiza, que adormece, a la que, bien<br />

(Casciari 2015: 29-46). Sin embargo, lo<br />

letal, dueño de un “talento asombroso”:<br />

imitación es ambición, entrenamiento y<br />

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anhelo. En un reciente artículo, Rafael<br />

imitar las hazañas de los ídolos. Sin ser<br />

en torno a la sublimación del juego.<br />

visión más plena, una visión de sentido,<br />

Núñez Ramos señalaba la posibilidad<br />

unos genios, sin abandonar siquiera<br />

Es un momento histórico del fútbol,<br />

de las habilidades de Lionel Messi. Dice<br />

de trasladar el componente mimético<br />

nuestra congénita impericia, en aquella<br />

momento que Messi, con su incansable<br />

Juan Villoro en torno a la literatura<br />

de la literatura al fútbol, “en cuanto las<br />

época queríamos fundirnos con el balón<br />

afán de superarse, se obstina en dilatar<br />

futbolística: “Las palabras convocan<br />

acciones y relaciones que crea la puesta<br />

como Totín con la esponja. No sabíamos<br />

en el tiempo. No importa que un día<br />

un mundo paralelo. Escribir de fútbol<br />

en práctica de sus reglas y las emociones<br />

que se asocian a ellas despiertan<br />

analogías con las condiciones generales<br />

de nuestras vidas” (2015: 170). En este<br />

sentido, las figuras del hincha y del<br />

escritor se confunden en la evocación del<br />

hombre perro. La literatura se entrega a<br />

la mitificación del futbolista desde la<br />

consagración del juego. El cuento de<br />

Hernán Casciari es entonces, además<br />

de un retrato del héroe, una acabada<br />

que existían los hombres perro ni que,<br />

algunos años después, el “Messías”<br />

habría de anunciarse, simplemente<br />

jugábamos, seguíamos la pelota. El<br />

fútbol se vuelve entonces, cuando logra<br />

establecer una conexión privada e<br />

intransferible con algunos de nuestros<br />

recuerdos, un símbolo originario al que<br />

acudimos entregados: “Cada vez que<br />

subo las escaleras internas del Camp<br />

Nou y de pronto veo el fulgor del pasto<br />

todo llegue a su fin. Sabemos que cuanto<br />

más alto se eleve Ícaro más dolorosa<br />

será su caída. Resulta imposible negarlo.<br />

Detengámonos entonces en el tiempo,<br />

hundámonos en él más plenamente.<br />

Lo que tenemos entre manos, lo que<br />

leemos aquí en su recreación literaria,<br />

es una participación directa en esa idea<br />

platónica o kantiana de belleza en el<br />

fútbol que concede al elegido una forma<br />

de absolución casi mística:<br />

equivale a recrear de otro modo lo que los<br />

espectadores ya conocen” (2014: 13-14).<br />

El hombre perro se nos aparece como el<br />

símbolo que expresa a la perfección una<br />

determinada idea de juego. La velocidad,<br />

el imprevisto, el engaño continuo, el<br />

amague indescifrable, irrumpen ante<br />

nosotros a través de la imagen de esas<br />

combinaciones casi cabalísticas en las<br />

que parece cifrarse el juego del Barcelona.<br />

El sentido del equilibrio lo preside<br />

construcción acerca de las razones que<br />

propician el sentimiento de lo sublime en<br />

el fútbol: “Tengo nostalgia del presente<br />

cada vez que juega Messi. Soy hincha<br />

fanático de este lugar en el mundo y de<br />

este tiempo histórico” (26-27).<br />

El fútbol es “bello”, se dice, cuando<br />

está bien “jugado”. Queremos regresar a<br />

la infancia a través de la recuperación<br />

de la experiencia original del juego<br />

que el fútbol es capaz de transmitirnos<br />

de vez en cuando. Las figuras de Totín<br />

y de Messi nos trasladan a la memoria<br />

esencial de nosotros mismos, evocan<br />

iluminado, en ese momento que siempre<br />

nos recuerda a la infancia...” (26). El<br />

fútbol, cuando está bien jugado, cuando<br />

es armonía, no deja de ser otra cosa que<br />

una imitación nostálgica de la infancia.<br />

De esta forma, Hernán Casciari<br />

nos hará partícipes de su experiencia<br />

estética ligada a la visión del hombre<br />

perro, de esa idea de belleza en el<br />

fútbol que unifica a todas las otras. El<br />

juego del Barcelona de aquellos años<br />

desencadenará en el escritor una suerte de<br />

síndrome de Stendhal futbolístico que lo<br />

lleva a temblar, a emocionarse, que hace<br />

Todos contarán sus batallas con<br />

orgullo hasta altas horas. Y cuando ya no<br />

quede nadie por hablar, me pondré de<br />

pie y diré despacio: yo vivía en Barcelona<br />

en los tiempos del hombre perro. Y no<br />

volará una mosca. Se hará silencio.<br />

Todos los demás bajarán la cabeza. Y<br />

aparecerá Dios, vestido de Juicio Final,<br />

y señalándome dirá: tú, el gordito, estás<br />

salvado. Todos los demás, a las duchas<br />

(27).<br />

El escritor, como tal, no podrá<br />

dejar de dar cuenta de estos momentos.<br />

Fútbol y literatura quedan unidos en el<br />

todo, el escritor nos hará partícipes de<br />

su dilatada epifanía cada temporada<br />

en el estadio. Necesita vivirlo, necesita<br />

quedarse en Barcelona aunque deseara<br />

volver a su país. Quiere habitar el tiempo<br />

del hombre perro. Todo lo demás es<br />

accesorio. Por supuesto que también<br />

precisa contarlo, decirlo, compartirlo<br />

con aquellos que puedan entenderlo.<br />

Prima la musica, poi le parole. Primero la<br />

cara de asombro en el estadio, el acorde<br />

fijado en el gol, un tiempo después,<br />

siempre después, llegarán las palabras.<br />

“¡Ah, si pudiera escribir como<br />

nuestros primeros partidos en el patio<br />

de él un privilegiado del mismo modo<br />

relato de Casciari como resultado de la<br />

Messi juega al fútbol!”, ha dicho en<br />

de la escuela, las patadas ingrávidas a un<br />

que lo fueron aquellos que pudieron<br />

necesidad de compartir con los otros la<br />

alguna ocasión António Lobo Antunes<br />

balón de playa, los intentos de chilena<br />

contemplar otros equipos legendarios<br />

intensidad de su propia vivencia estética.<br />

(Jiménez Barca 2012). El esteta, el<br />

que podían terminar con una vértebra<br />

como el Ajax de Cruyff, el Santos de<br />

La metáfora, desde su incapacidad<br />

orfebre del lenguaje, ansía ordenar las<br />

rota. Todos aquellos que hemos pateado<br />

Pelé o el Nápoles de Maradona. Todos<br />

para representar fielmente el juego del<br />

unidades mínimas del discurso de un<br />

un balón hemos soñado alguna vez con<br />

ellos son unos elegidos que se reúnen<br />

futbolista, sí que consigue ofrecer una<br />

modo similar al que Messi distribuye las<br />

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partículas elementales del fútbol. El mito<br />

de la facilidad mozartiana parece resonar<br />

en las palabras del escritor portugués. El<br />

sueño del novelista de suceder las frases<br />

sin aparente esfuerzo, de fascinar con<br />

su obra, de ser el mejor en definitiva,<br />

se ve reflejado en la forma de jugar<br />

del futbolista argentino. “La Pulga” es<br />

entonces expresión de la armonía que,<br />

en el fondo, debe presidir cualquier<br />

expresión artística. El juego, sin duda,<br />

se encuentra entre ellas: “Está lleno de<br />

las dos cualidades más nobles que el<br />

hombre puede encontrar en las cosas y<br />

expresarlas: ritmo y armonía” (Huizinga<br />

2008: 24). El juego del hombre perro<br />

parte del ritmo embaucador en el que,<br />

de vez en cuando, se resume el sentido<br />

lúdico del arte. No podemos detenernos.<br />

Se hace el silencio en el estadio cuando<br />

sabemos que Messi está decidido a enfilar<br />

la portería contraria, cuando adopta esa<br />

“mirada escrutadora” de la que habla<br />

Casciari, se trata de voluntad, de deseo,<br />

todo el mundo sabe lo que va a hacer<br />

y, sin embargo, nadie puede detenerlo.<br />

Parte desde la banda derecha, el primer<br />

defensa queda atrás con un movimiento<br />

de cintura, el siguiente no puede seguir<br />

el cambio de ritmo, continúa avanzando<br />

hacia el pico del área, todo el mundo sabe<br />

que va a tirar pero nadie sabe cuándo,<br />

se espera, hace una pausa, se regodea<br />

en el instante, en el silencio, un poco<br />

más, todavía el portero, en una decisión<br />

estúpida, tendrá tiempo de dar un paso<br />

a su izquierda para guardar el primer<br />

palo. Lo hemos visto cientos de veces<br />

pero nunca dejará de sorprendernos.<br />

Cuestión de ritmo. El juego del hombre<br />

perro, como el contrapunto de Bach, es<br />

siempre igual pero siempre diferente. El<br />

escritor, en el fondo, tan solo sueña con<br />

imitarlo.<br />

El acusado sentido de la oralidad<br />

con el que está escrito el relato de<br />

Casciari hizo posible que, al poco de<br />

su publicación, se convirtiera en un<br />

fenómeno viral de internet. El autor lo<br />

compartiría en su blog el 11 de junio<br />

de 2012 2 . Apenas dos días después, el<br />

actor e ilusionista argentino Norberto<br />

Jansenson subiría a YouTube un vídeo<br />

donde leía el relato en primer plano 3 .<br />

Otros usuarios de internet añadirían a<br />

la lectura una sucesión de imágenes con<br />

jugadas de Messi esquivando contrarios,<br />

cayendo, levantándose acto seguido,<br />

rastreando caninamente la pelota. La<br />

suma de estos vídeos supera con creces,<br />

por ahora, los cinco millones de visitas 4 .<br />

El cuento llegaría también a las redes<br />

sociales, donde, por ejemplo, el vídeo<br />

colgado en el Facebook de la página<br />

deportiva colombiana “LaPelotona”<br />

ronda ya los nueve millones de<br />

visualizaciones. Aprovechando el tirón,<br />

2 En web: http://editorialorsai.com/blog/<br />

post/messi_es_un_perro [15-8-2015].<br />

3 Ver vídeo: https://www.youtube.com/<br />

watch?v=gVm3pTp_FQI [18-8-2015].<br />

4 Dejamos aquí una de las mejores<br />

versiones:<br />

https://www.youtube.com/<br />

watch?v=XAzgiSSQVxA [18-8-2015].<br />

Hernán Casciari publicaría este año en su<br />

propia editorial el libro en papel, seguido<br />

de una campaña de promoción donde<br />

primaba el trato directo y el juego con<br />

los lectores mediante apuestas, regalos y<br />

dedicatorias personalizadas. El escritor<br />

argentino, afincado en Barcelona,<br />

dejó hace tiempo de participar de los<br />

grandes grupos de la industria cultural,<br />

convencido de que el sentido último<br />

del arte de contar historias pasa por un<br />

regreso al lector: “Yo no podría convivir<br />

con una cantidad de lectores con los que<br />

no puedo conversar. No me resultaría<br />

divertido saber que hay telefonistas<br />

respondiendo. Dejaría de resultarme<br />

una afición divertida y personal, en<br />

mi caso se convertiría en otra cosa”<br />

(Foguet 2013). A través primero de la<br />

revista literaria Orsai, publicada entre<br />

marzo de 2011 y diciembre de 2013,<br />

como mediante la lectura de sus textos<br />

en el blog y recitales públicos, Casciari<br />

reniega de la vieja estampa, tan dañina<br />

como pedante, del escritor sentado a la<br />

máquina de escribir que se lamenta de la<br />

incomprensión del mundo.<br />

En la difusión que ha alcanzado<br />

“Messi es un perro” en las redes<br />

descubrimos la vuelta al sentido original<br />

del relato, a la palabra anterior a la<br />

escritura, nos obliga a pensar en Homero<br />

antes que en Virgilio. O tal vez resulte<br />

necesario remontarse incluso más atrás.<br />

Dice Hernán Casciari al respecto que<br />

“seguimos interesados en la versión<br />

primogénita de la comunicación, que es<br />

un tipo contándole a otros alrededor de<br />

la hoguera que ha matado un mamut”<br />

(Rodríguez 2015). El éxito de este cuento<br />

hace patente un regreso a las fuentes<br />

primarias del narrador, a la figura del<br />

aedo que deja su voz en el aire a la espera<br />

de la interpretación del público. Un<br />

texto que fue escrito para una revista<br />

de minorías y sin tan siquiera un punto<br />

y aparte (Casciari 2012: 128-129), se<br />

transforma en un relato oral que glosa<br />

a una de las personas más populares del<br />

planeta. A partir de temas arquetípicos<br />

como el juego, los héroes o la infancia,<br />

el texto conecta con la emocionalidad<br />

de los lectores, tanto de los aficionados<br />

al fútbol como de los interesados en la<br />

literatura. Resulta fácil, por lo tanto,<br />

reconocerse en su metáfora. Después de<br />

todo, si nos dedicamos a pensarlo como<br />

hombre perro, tal vez Lionel Messi no<br />

se halle en un plano de la realidad tan<br />

diferente al nuestro. Si bien el ídolo<br />

permanece en lo alto, inalcanzable para<br />

hinchas y centrales, lo cierto es que casi<br />

todos hemos tenido a nuestro Totín. Por<br />

ello, a la hora de encontrar un motivo<br />

para ir dejando de hablar sobre héroes<br />

y podencos quizá lo mejor sea mirar a<br />

nuestro lado.<br />

Mi abuelo tuvo un perro que se<br />

llamaba Puskás. A pesar de ser seguidor<br />

del Atlético, no pudo evitar ponerle<br />

el nombre del delantero húngaro del<br />

Real Madrid, sin duda uno de los más<br />

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grandes de todos los tiempos. Imagino<br />

que sería por una cuestión de estética,<br />

de ritmo y de sonoridad en el nombre.<br />

Me recuerdo en una fotografía sentado<br />

al lado de Puskás, posando como<br />

posan los jugadores antes de empezar<br />

los partidos. Quiero creer que era feliz<br />

por aquel entonces. Sé que todo es un<br />

relato, una imitación que apenas sirve<br />

para jugar con las palabras. Puskás y<br />

yo nos perseguíamos por las calles del<br />

pueblo sin pensar en nada más. No era<br />

necesario. Daba patadas a un balón<br />

pero el perro siempre llegaba antes. No<br />

me importaba. Al descansar, cogía las<br />

chapas para reproducir a pequeña escala<br />

el fútbol de aquellos dioses efímeros,<br />

¿por qué sigo empeñado en recordar a<br />

la selección de Canadá?, reflejados en<br />

los cromos del álbum de México 86.<br />

Mi abuelo me explicaba historias, me<br />

compraba y leía el periódico deportivo,<br />

era, como dice Hernán Casciari en otro<br />

de sus relatos futboleros, un contador de<br />

hazañas. A partir de aquellos días, fútbol<br />

y literatura pasaron a ocupar lugares<br />

cercanos en mi imaginación. Imagino<br />

que sería por una cuestión de estética.<br />

Escribir como escribe Messi, decía Lobo<br />

Antunes. Sabemos que es imposible,<br />

que no tiene sentido. Jugar como juega<br />

Messi. Todos los niños lo han intentado,<br />

pero solo puede existir un hombre<br />

perro. Recuerdo a Puskás como Casciari<br />

recuerda a Totín. Es preciso intentarlo,<br />

perseverar, seguir la huella. La palabra<br />

es un tiro a puerta que siempre busca la<br />

escuadra.<br />

Huizinga, Johan (2008): Homo ludens. Madrid, Alianza.<br />

Jiménez Barca, Antonio (2012): “«¡Ah, si pudiera escribir como Messi juega al<br />

fútbol!». Entrevista a António Lobo Antunes”. En: El País, 14 de enero: http://elpais.<br />

com/diario/2012/01/14/babelia/1326503558_850215.html [10-8-2015]<br />

Martín, Luis (2006): “La proyección Messi”. En: El País, 5 de febrero: http://elpais.<br />

com/diario/2006/02/05/deportes/1139094004_850215.html [11-8-2015].<br />

Núñez Ramos, Rafael (2015): “¡Maracaná! Fútbol y literatura en una palabra”. En:<br />

Castilla. Estudios de Literatura, Vol. 6, pp. 159-188.<br />

Rodríguez, Delia (2015): “«Messi es un perro»: vuelve el cuento viral de Hernán<br />

Casciari”. En: El País, “Verne”, 20 de junio: http://verne.elpais.com/verne/2015/06/19/<br />

articulo/1434735969_304012.html [7-8-2015].<br />

Stella, Gian Antonio (2013): “È originario di Recanati, come Leopardi. Pazzo per<br />

le cotolette, dedica i gol alla nonna. Intervista a Lionel Messi”. En: Corriere della<br />

Sera, 18 di giugno: http://www.corriere.it/sette/13_giugno_18/2013-25-stella-leomessi_ce32b256-d81b-11e2-98e6-97ca5b2e4e27.shtml<br />

[6-8-2015].<br />

Villoro, Juan (2014): Balón dividido. México, Planeta.<br />

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pp. 128-129.<br />

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Foguet, Carles A. (2013): “«El mercado editorial no necesita ayuda para que su<br />

decadencia sea completa». Entrevista a Hernán Casciari”. En: Jot Down: http://www.<br />

jotdown.es/2013/04/hernan-casciari-el-mercado-editorial-no-necesita-ayudapara-que-su-decadencia-sea-completa/<br />

[16-8-2015].<br />

Gadamer, Hans-Georg (2012): La actualidad de lo bello: el arte como juego, símbolo<br />

y fiesta. Barcelona, Paidós.<br />

Galeano, Eduardo (2012): “Messi me hace soñar y amar”. En: La Nación, 13 de julio<br />

de 2012: http://canchallena.lanacion.com.ar/1489966-galeano-messi-me-hacesonar-y-amar<br />

[5-8-2015].<br />

112 | <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 <strong>Contrapunto</strong>, n.º 22-23 | 113

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