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SEDUCIDOS POR EL LADO OSCURO DE LA FUERZA.<br />
GÉNERO Y SEXUALIDAD EN EL UNIVERSO DE STAR WARS<br />
Veronica A. Wilson<br />
A lo largo de su popular saga de Star Wars, el guionista-productor-director George<br />
Lucas vincula continuamente, por medio de la retórica, la ideología y el simbolismo, la<br />
condición de ser mujer, la feminidad y el homoerotismo masculino con el poder<br />
destructivo del Lado Oscuro de la Fuerza. Esa energía psíquica maligna, responsable de<br />
la muerte de Anakin Skywalker y su reencarnación simbólica en el lord sith Darth<br />
Vader; la masacre de los caballeros jedi; el auge de la antigua Orden Sith y su dominio<br />
de mundos infinitos; y el desmoronamiento de la democracia representativa galáctica, es<br />
tanto «femenino» como «feminizante». El Lado Oscuro azuza y fortalece las<br />
maquinaciones del lord sith Darth Sidious, que se convierte en el Emperador Palpatine,<br />
auténtico villano de la saga. Este ensayo explora cómo un tema fundamentalmente<br />
misógino de Lucas —la asociación de la feminidad con la oscuridad, el engaño y el<br />
declive moral— se expresa dramáticamente a través del personaje de Anakin/Vader y<br />
sus deseos controvertidos. Es el Lado Oscuro, personificado por un Palpatine/Sidious<br />
sexualmente ambiguo, lo que «seduce» a Anakin para unirse a los sith, asesinar a los<br />
jedi y colaborar en la creación del Imperio Galáctico. A lo largo de las películas, y a<br />
pesar de su formación como jedi, Anakin/Vader rara vez hace gala de responsabilidad<br />
moral, y opta por tomar decisiones trascendentales basándose en el «apego» emocional<br />
y posesivo hacia su madre, su mujer y su mentor Palpatine. Al final, dos décadas<br />
después de que Vader abrazase la oscuridad, es el apego hacia su hijo Luke Skywalker<br />
—más que un auténtico cambio de espíritu ideológico— lo que redime a Anakin y<br />
destruye la orden de los sith para siempre.<br />
Los académicos han debatido largo y tendido sobre cómo George Lucas se<br />
inspiró en los análisis mitológicos de Joseph Campbell y los arquetipos junguianos para<br />
crear los personajes y los acontecimientos de la saga de Star Wars. Sin embargo, son<br />
pocos los que han analizado cómo los personajes y las historias de Lucas también<br />
reflejan, al parecer, otro tipo de actitudes culturales y de autoridad —supuestos tan<br />
1
profundamente arraigados que pasan en buena parte desapercibidos; inconscientes, y<br />
puede que no intencionados—. En efecto, tras un primer análisis la saga de Star Wars<br />
parece decir poco sobre las mujeres, y mucho menos sobre la misoginia o la homofobia.<br />
Aunque sólo hay un puñado de personajes femeninos en las seis películas (un hecho<br />
significativo de por sí), tres de ellas —la Reina/Senadora Padmé Amidala, la Princesa<br />
Leia y la líder de la Alianza Rebelde Mon Mothma— se nos presentan como líderes<br />
fuertes y con competencia política, portavoces compasivas de la democracia y la<br />
libertad galáctica. Además, salvo por unas cuantas alusiones torpes a la atracción y el<br />
amor entre hombres y mujeres, no hay personajes abiertamente sexuales en las<br />
películas, excepción hecha de los (y esto resulta muy significativo) condenados Anakin<br />
y Padmé. Lucas ha afirmado en repetidas ocasiones que el público al que se dirige son<br />
los jóvenes, y que él ve la saga de Star Wars como una serie de películas familiares que<br />
minimizan, a menudo hasta ignorarlo, el peliagudo tema de la sexualidad y sus<br />
consecuencias potenciales. No obstante, las películas tienen una orientación explícita y<br />
nostálgicamente heterosexual, y resulta evidente que Lucas nunca pretendió que<br />
transmitiesen ningún tipo de mensaje sobre la homosexualidad o el deseo entre seres del<br />
mismo sexo.<br />
Sin embargo, y a pesar de las intenciones creativas conscientes de Lucas, las<br />
películas contienen una buena cantidad, implícita y explícita, de misoginia y<br />
homoerotismo. Además, la saga acaba ofreciendo soluciones patriarcales y homófobas a<br />
las crisis políticas y personales claves para el argumento principal. Por si fuera poco, los<br />
personajes relacionados de un modo más directo con la tentación, la caída y la<br />
redención de Anakin Skywalker/Darth Vader —Shmi Skywalker, Padmé Amidala y<br />
Sidious/Palpatine— son figuras ambiguas y polivalentes que, en términos de la filósofa<br />
Judith Butler, poseen una «significabilidad» que su creador, Lucas, no puede controlar<br />
por completo. Así pues, «siguen significando a pesar de sus autores, y a veces contra las<br />
intenciones más valiosas para sus autores». Un análisis minucioso de estos personajes y<br />
su impacto en la vida y las elecciones de Anakin/ Vader explicará dicha significabilidad<br />
y, al hacerlo, revelará la misoginia y la homofobia implícitas y en ocasiones<br />
contradictorias, pero omnipresentes, en el corazón de la saga de Star Wars.<br />
Como historiadora de las políticas culturales y de género, analizo el cine popular<br />
en busca de contradicciones internas que arrojen luz sobre las preocupaciones y los<br />
dilemas de la sociedad moderna. Hasta cierto punto, casi todos los textos culturales<br />
2
abordan cuestiones sobre las relaciones de género y asuntos familiares, las tensiones<br />
propias del individualismo y la necesidad humana de un vínculo emocional con los<br />
demás. Así las cosas, las películas populares, incluida la saga de Star Wars, son campos<br />
de batalla contemporáneos sobre el significado y las políticas sociales. Son objeto de<br />
debates culturales vigentes sobre el género y la sexualidad, sobre las relaciones de poder<br />
entre los individuos y las instituciones. Según la académica feminista Jackie Byars, el<br />
análisis cinematográfico puede ayudarnos a ver «toda la gama de lecturas que un solo<br />
texto puede evocar», y revela «las jerarquías de poder que funcionan dentro y a través<br />
de los textos», jerarquías «vinculadas a la raza, clase, sexo y diferencias de género». En<br />
otras palabras, un análisis minucioso de las películas de Star Wars no sólo puede<br />
ayudarnos a conocer los problemas de una galaxia muy, muy lejana, sino también a<br />
entender cómo las películas reflejan y ayudan a configurar potencialmente las batallas<br />
culturales en materia de género y sexualidad en la sociedad contemporánea. Los textos<br />
pueden leerse, y se leen, de manera diferente según la época y el lugar, pero tal y como<br />
señala Byars también «participan en el proceso ideológico que forma a sujetos reales,<br />
históricos y sexuados: seres humanos». Rechazar de buenas a primeras las películas de<br />
Star Wars como una saga de aventuras-romántica pedestre que no puede someterse a<br />
ningún análisis significativo, como han hecho algunos analistas, es erróneo y puede que<br />
incluso irresponsable. Habida cuenta de la enorme popularidad de la saga, su impacto<br />
cultural y psicológico potencial en millones de espectadores —y en sus identidades y<br />
opiniones individuales en materia de género y sexualidad— no debería subestimarse.<br />
Como ocurre con cualquier texto, las películas de Star Wars pueden leerse en<br />
busca de ideologías tanto dominantes como conflictivas: en busca de temas que<br />
defiendan los valores y prejuicios culturales mayoritarios, o temas que los cuestionen o<br />
los subviertan. En este ensayo, analizo la saga de Lucas y varias de sus novelas<br />
derivadas, y en algunos casos las leo a contracorriente, por así decirlo, interpretando<br />
dichos textos con mi propio conjunto de lecturas, que giran en torno a la sexualidad y al<br />
género. Por supuesto, siempre cabe la posibilidad de hacer lecturas alternativas,<br />
incluidas las que sin duda Lucas preferiría. Mi interpretación pretende señalar algunos<br />
de los mensajes conflictivos sobre sexualidad y género en la filmografía de Star Wars, y<br />
así ofrecer lecturas contrarias que identifican y cuestionan los mensajes misóginos y<br />
homófobos presentes en las películas. Al hacerlo, confío en que analizar la saga de Star<br />
Wars como un conjunto de textos mayoritarios pueda abrir, si no específicamente un<br />
3
«espacio feminista», en palabras de Byars, sí al menos una oportunidad para las<br />
interpretaciones no patriarcales, no homófobas y más igualitarias.<br />
Un análisis detallado de la «seducción» de Anakin Skywalker por el Lado<br />
Oscuro de la Fuerza a lo largo de las películas de Star Wars revela que la perdición<br />
moral del afligido caballero jedi no sólo es melodramática y —según la creencia de los<br />
jedi y los sith en el destino, tal y como se apunta en los seis episodios— probablemente<br />
esté escrita, sino que también está sobredeterminada. Una vez que el público sabe que,<br />
según la sabiduría jedi, los vínculos emocionales profundos con otros seres pueden<br />
allanar el camino hacia el Lado Oscuro a través de la posesividad y el miedo a la<br />
pérdida, se vuelve evidente que la personalidad de Anakin es bastante peliaguda. En el<br />
Episodio I: La amenaza fantasma, vemos su profundo vínculo emocional con su madre<br />
Shmi Skywalker, único miembro de su familia que ha conocido. La suya es una relación<br />
estrecha y amorosa, a pesar o quizá debido a las dificultades de la vida en esclavitud,<br />
que evidentemente condiciona a Anakin (a diferencia de la mayoría de niños jedi, que<br />
no conocen más figuras parentales que los caballeros, pues son educados desde su<br />
infancia en el Templo Jedi) a esperar y desear vínculos emocionales íntimos con otros<br />
seres. Por lo poco que vemos de Shmi, es evidente que su vida gira en torno a su hijo<br />
pequeño y precoz, al que anima abnegadamente a separarse de ella, huir de la esclavitud<br />
en el riguroso planeta desierto de Tatooine y perseguir su destino como caballero jedi en<br />
la capital galáctica de Coruscant. A pesar de la abnegación de Shmi y la seguridad<br />
emocional de Anakin a su lado, Lucas plantea que esa relación de amor entre madre e<br />
hijo es, precisamente, una causa primaria o fuente de los acontecimientos que poco a<br />
poco transformarán a Anakin Skywalker en el terrible lord sith Darth Vader.<br />
Como era de esperar, desde la llegada de Anakin al Templo Jedi, el niño de<br />
nueve años está preocupado por su madre, que se ha quedado como esclava en un<br />
planeta del Borde Exterior situado a miles de años luz. Tampoco sorprende que la eche<br />
de menos, pues nada hace pensar que nunca antes se hubiera separado de ella. Y, sin<br />
embargo, para los maestros jedi que decidirán su futuro, los miedos y la melancolía de<br />
Anakin son una fuente de seria preocupación. En el primer encuentro de Anakin con el<br />
Consejo Jedi, vemos el primer presagio dramático de la dinámica emocional que más<br />
adelante será responsable de la caída de Anakin en el Lado Oscuro. «El miedo»,<br />
advierte el Maestro Yoda, «lleva a la ira. La ira lleva al odio. El odio lleva al<br />
sufrimiento». El miedo por el biene<strong>star</strong> de los seres queridos, el miedo por la ruptura de<br />
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vínculos emocionales, se considera una de las principales rutas hacia el Lado Oscuro.<br />
Así, Anakin recibe nada más empezar la primera lección, y la más importante, que<br />
nunca aprenderá realmente como padawan o caballero jedi: ese desapego emocional, la<br />
compasión y la preocupación por todos los seres de manera abstracta, pero no los<br />
vínculos con las personas concretas, deben gobernar el comportamiento y la actitud de<br />
todo jedi. Los vínculos intensos y pasionales de cualquier tipo son un camino posible<br />
hacia el egoísmo, la oscuridad y el mal.<br />
Independientemente de que los espectadores estén o no de acuerdo con esa<br />
lógica, las preocupaciones de Yoda se vuelven bastante evidentes en el caso de Anakin.<br />
A lo largo de la historia que narra La amenaza fantasma, Anakin encuentra una especie<br />
de figura materna sustituta en Padmé Amidala, la joven reina de Naboo a quien los<br />
primeros maestros jedi de Anakin, Qui-Gon Jinn y Obi-Wan Kenobi, están intentando<br />
proteger de sus diferentes enemigos políticos. Ante la preocupación maternal de Padmé<br />
por su biene<strong>star</strong>, el precoz Anakin, a pesar de su corta edad, pronto se interesa por ella a<br />
un nivel romántico, convencido de que un día se casarán —sin importar la prohibición<br />
jedi de estas relaciones—. Al poco de separarse de Shmi, encuentra otra mujer sobre la<br />
que concentrar su aparente necesidad profunda de vínculos emocionales. A lo largo de<br />
la década que separa los acontecimientos de La amenaza fantasma y los del Episodio II:<br />
El ataque de los clones, la fijación de Anakin por Padmé sigue creciendo hasta<br />
convertirse en una auténtica obsesión erótica, casi irracional.<br />
En ese punto, El ataque de los clones toma un rumbo dramáticamente misógino,<br />
culpando tanto a Padmé como a Shmi de las emociones posesivas violentas de Anakin y<br />
su consiguiente traición descarada a las reglas y los valores jedi. Casi desde las primeras<br />
escenas de la película, los espectadores notan la fijación obsesiva y casi acosadora de<br />
Anakin por Padmé, a la que no ha visto en casi diez años. Al principio, la joven, ahora<br />
senadora de Naboo y objetivo de varios intentos de asesinato, rechaza sus esperanzas y<br />
acercamientos, pero acepta su ayuda como escolta para protegerla hasta su planeta natal,<br />
y pronto —de manera un tanto inexplicable— empieza a recibir de buena gana sus<br />
atenciones prohibidas y más intensas de la cuenta. A pesar de ser varios años mayor que<br />
Anakin, de conocer a la perfección las prohibiciones de los jedi y de e<strong>star</strong><br />
comprometida con el éxito de su propia carrera en el Senado, Padmé empieza a emitir<br />
señales confusas, protestando ante los acercamientos de Anakin, pero sin dejar de<br />
alentarlos al mismo tiempo; recordándole en unas ocasiones sus respectivas<br />
5
obligaciones y reconociendo en otras la creciente —e inexplicable, para la mayoría de<br />
espectadores— atracción romántica que siente por Anakin. En efecto, cuanto más<br />
posesivo y perturbado es el comportamiento de Anakin, más se siente Padmé atraída por<br />
él, hasta el punto de que el público se pregunta, medio en serio, si la joven no habrá<br />
caído presa, sin saberlo, de alguna especie de sugestión psíquica o persuasión de la<br />
Fuerza por parte de Skywalker, algo plausible habida cuenta de la inteligencia que le<br />
suponemos y su comportamiento inquietante.<br />
Debido a la diferencia de edad entre ambos, y al éxito inicial de los rechazos de<br />
Padmé a los acercamientos de Anakin, parece que Lucas sugiere que es la mayor<br />
culpable de la decisión de Anakin de e<strong>star</strong> con ella sin importar las consecuencias. Esa<br />
responsabilidad moral es especialmente evidente en la escena con mayor carga<br />
emocional y complejidad dialógica del Episodio II, donde Anakin explica su deseo<br />
desesperado y Padmé intenta desbaratar sus ambiciones románticas. Y es que, a pesar de<br />
que la joven insiste en que no pueden traicionar sus vocaciones y valores morales para<br />
perseguir un romance prohibido y secreto, lo hace vistiendo un ceñido corpiño de cuero<br />
negro sin tirantes y con un escote generoso, como si se hubiese vestido así<br />
deliberadamente para excitar a su pretendiente. La senadora manifiesta su inocencia y<br />
su determinación al mismo tiempo que, sin ninguna ingenuidad, desempeña el papel de<br />
femme fatale. En esta escena torpe y un tanto confusa, Padmé Amidala, heroína<br />
responsable y pulcra, se combina de repente con una seductora sofisticada salida del<br />
cine negro. No sorprende que Anakin sólo acepte a regañadientes su argumento y siga<br />
confiando en que su corazón cambie de parecer 1 .<br />
El momento álgido de este cortejo surrealista, y la transformación temporal de<br />
Padmé en una especie de femme fatale, se produce cuando consuela a Anakin,<br />
asegurándole que «enfurecerse es humano», después de que haya masacrado a todo un<br />
campamento de bandidos tusken en Tatooine para vengar el asesinato sádico de su<br />
madre Shmi. Comprensiblemente alarmado por su propia furia oscura y asesina, Anakin<br />
se confiesa con Padmé entre sollozos y descubre que a ella le importa aún más a pesar<br />
de (¿o precisamente por?, podrían preguntarse los espectadores) su rabia destructora y<br />
las consecuencias alarmantes de ésta. Transido por el dolor y devastado por la<br />
1<br />
Para más información sobre el tópico cinematográfico de la femme fatale y los peligros psicológicos y sexuales que les plantea a<br />
los protagonistas masculinos heterosexuales, véanse: Femmes Fatales: Feminism, Film Theory, Psychoanalysis [Femmes fatales:<br />
feminismo, teoría cinematográfica y psicoanálisis], de Mary Ann Doane, y Women in Film Noir [Las mujeres en el cine negro], de<br />
E. Ann Kaplan.<br />
6
culpabilidad de haber abandonado a Shmi diez años antes, Anakin estalla con un<br />
arranque de violencia racista, y sus vínculos cada vez más potentes con ella —a la que<br />
necesita con más desesperación que nunca— pronto quedan afianzados por la confesión<br />
de amor de Padmé y su boda al final del Episodio II. Así las cosas, las relaciones<br />
emocionales intensas entre Anakin y estas dos mujeres están en el origen de su<br />
oscuridad creciente y de su traición deliberada y tozuda de los preceptos y los valores<br />
jedi.<br />
Tras la muerte de Shmi, las pasiones demasiado intensas, posesivas e incluso<br />
violentas de Anakin, centradas y alentadas por Padmé, siguen creciendo hasta alcanzar<br />
unas proporciones destructivas críticas en el Episodio III: La venganza de los sith —con<br />
unas consecuencias nefastas para toda la galaxia—. De la misma manera que Anakin<br />
estuvo obsesionado durante años con el miedo a la muerte de su madre antes de que se<br />
produjera su asesinato en Tatooine, cuando se entera de que Padmé está embarazada<br />
también se obsesiona con la posibilidad de que pueda morir durante el parto. A pesar de<br />
que Padmé afirma plácidamente que está como un roble, Anakin se hunde cada vez más<br />
en el miedo y la desesperación. Al renunciar al sueño y la comida (sin que, para nuestra<br />
sorpresa, Padmé se percate, pues parece e<strong>star</strong> demasiado distraída por la gestación para<br />
darse cuenta de lo que ocurre a su alrededor; ahondaremos en el tema más adelante),<br />
Skywalker se vuelve cada vez más irracional, convencido de que la muerte de su amada<br />
(y quizá la de su hijo) es inminente y debe evitarla de algún modo.<br />
En ese momento, el argumento del Episodio III y la explicación de la caída de<br />
Anakin en el Lado Oscuro se vuelven aún más sexistas y confusas, pues culpabilizan<br />
más, si cabe, a las mujeres. Skywalker se obsesiona con la idea de que sólo los poderes<br />
sobrenaturales que él no posee, y que los jedi no pueden o no quieren enseñarle, serían<br />
capaces de salvar a su mujer de una muerte segura. Su miedo extremo a la pérdida,<br />
combinado con su dependencia emocional de Padmé, lo lleva al límite. Y si la<br />
Senadora-Reina Amidala de los Episodios I y II, con sus convicciones férreas, podría<br />
haberlo ayudado o haberlo hecho entrar en razón, la Padmé de La venganza de los sith<br />
parece haber perdido su personalidad potente y buena parte de su inteligencia<br />
individual. Una vez que Padmé, un ejemplo vivo de los problemas de Lucas para<br />
escribir sobre las mujeres y comprenderlas, se convierte en esposa y futura madre, se<br />
7
vuelve pasiva e inútil 2 . Es como si su despertar sexual y su matrimonio con el<br />
temperamental y obstinado Skywalker le hubieran impedido seguir siendo una política<br />
independiente y decidida, y una mujer guerrera, para convertirse en un cero a la<br />
izquierda dócil, aburrido y domesticado.<br />
Padmé, ahora un estereotipo mucho más sexista que cualquier arquetipo real, es<br />
la culpable de los excesos de su marido, toda vez que no hace prácticamente nada por<br />
contrarre<strong>star</strong>los.<br />
Lucas aumenta esa sensación acumulativa de la inutilidad de Padmé al cortar de<br />
la película escenas consideradas «irrelevantes» en comparación con las secuencias de<br />
acción y efectos especiales que tanto le gustan: momentos de su oposición en el Senado<br />
a los poderes cada vez más dictatoriales del Canciller Supremo Palpatine. En cambio,<br />
Lucas deja intactos minutos de metraje en los que se encuentra sentada o de pie, a solas<br />
en su apartamento, con las manos entrelazadas e inmóviles, observando sus aposentos,<br />
oteando por la ventana, con la mirada perdida, sin hacer nada en absoluto 3 .<br />
La domesticada Padmé, que ya no es una heroína o una política convincente, ni<br />
siquiera una seductora o femme fatale, constituye tan sólo el objeto del deseo posesivo<br />
de Anakin. A pesar de la diferencia de edad, su presunta inteligencia y pragmatismo, y<br />
su experiencia política y en tiempos de guerra, la senadora ya no es un agente de su<br />
propio destino, del de su marido, y ni siquiera, como veremos, del de sus hijos. En<br />
efecto, parece no querer o no poder evitar convertirse en una víctima de la locura<br />
obsesiva creciente de Anakin y su caída gradual en el Lado Oscuro. Como respuesta a la<br />
frustración de Skywalker con los jedi, la corrupción galáctica y la pasividad de su mujer<br />
ante una posible muerte inminente, Padmé se limita a desear que pudiesen volver<br />
aquellos días (que en la cronología de Star Wars no parecen haber existido realmente)<br />
en los que «sólo importaba su amor», antes de que surgieran diferencias de opiniones<br />
políticas entre ellos y de que el conflicto separatista y las Guerras Clon dividieran la<br />
galaxia. Este discurso pega tan poco con la personalidad de la otrora resuelta Senadora<br />
Amidala que el público suele soltar una risita nerviosa o hacer un gesto de<br />
consternación.<br />
2<br />
Para más ejemplos de los problemas de Lucas a la hora de identificarse con las mujeres y crear personajes femeninos, véase:<br />
Empire Building: The Remarkable Life Story of Star Wars [Construyendo un imperio: la extraordinaria biografía de Star Wars], de<br />
Garry Jenkins.<br />
3<br />
Irónicamente, poco después de acabar de grabar el Episodio III, la actriz Natalie Portman describe a Padmé Amidala como un<br />
personaje feminista, haciendo referencia, precisamente, a las escenas políticas que Lucas no tardó en sacar de la película. Véase:<br />
«Queen Mother of the Galaxy» [Reina madre de la galaxia], de Brett Rector.<br />
8
En efecto, la pasividad de Padmé parece una de las principales culpables de la<br />
caída de Anakin en el Lado Oscuro. Sólo intenta, con poco entusiasmo, y fracasa<br />
estrepitosamente, disuadirlo de buscar el conocimiento oculto y prohibido que en teoría<br />
—y sin importar el coste personal o galáctico— podría salvarla de una improbable<br />
muerte durante el parto. También parece del todo ajena al hecho de que Anakin esté<br />
siendo seducido por las lisonjas del Canciller Supremo Palpatine, que pronto le revela<br />
su verdadera naturaleza como Señor Oscuro de los sith, con supuestos poderes<br />
sobrenaturales sobre la vida y la muerte.<br />
Padmé tiene más experiencia política que su marido y ha sido colega de<br />
Palpatine durante muchos años. Sabe que éste ha sido el mentor político de Anakin<br />
durante más de una década y que el canciller —ya sea porque de verdad se preocupa por<br />
la seguridad de la República, por intereses personales, o por ambas cosas— parece ser<br />
una grave amenaza para los derechos y libertades civiles de la galaxia. Sin embargo, en<br />
ningún momento de la película, ni de la novelación de La venganza de los sith basada<br />
en el guión original, Padmé advierte a Anakin de los posibles planes ocultos de<br />
Palpatine, ni le sugiere que el canciller podría e<strong>star</strong> usando al caballero jedi para sus<br />
propios fines siniestros. Según la novela (recordemos que estas escenas fueron<br />
eliminadas de la película), Padmé se suma a una petición, junto a varios otros miles de<br />
senadores, que expresa su preocupación sobre los poderes dictatoriales transitorios del<br />
canciller. Pero, inexplicablemente, no discute con Anakin, que se entera por boca de su<br />
mentor Palpatine y parece enfadado y humillado por ello. Quizá demuestra una falta de<br />
juicio excepcional al no compartir del todo sus preocupaciones con su marido (que, sin<br />
duda alguna, podría contribuir a realizar cambios en las políticas de Palpatine), o quizá<br />
ya teme a Anakin y no quiere arriesgarse a provocar una posible reacción violenta. En<br />
cualquier caso, Padmé muestra una personalidad mucho más débil y tímida que en las<br />
dos películas anteriores; una mujer inútil y nerviosa, y una esposa intimidada, incapaz,<br />
al parecer, de alterar el rumbo de los acontecimientos.<br />
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