Enero

Parte de esa sólida
base de inspiración.
Es probable que si
eres una persona que
se acerca al yo más
atormentado, consigas
relacionar ideas y
conceptos con más
fluidez.
4. ¿Enamorarnos?
Según la investigadora
Domeena Renshaw,
del Departamento de
Psiquiatría y Neurociencia
del Comportamiento
de la Universidad de
Loyola, en Estados
Unidos, enamorarse
genera una explosión
de reacciones químicas
que provocan en nosotros
una sensación de
bienestar. La dopamina
tiene la gran culpa de
estas reacciones porque
produce euforia.
Sin embargo, la noreprafina
y la adrenalina
se suman para hacer
que el corazón lata con
fuerza cuando experimentamos
esa sensación
de enamoramiento.
El placer en el cerebro
es la respuesta a estas
reacciones y, por consiguiente,
se asocia al
gozo que puede producirnos
una droga o un
estimulante externo. Si
a este fenómeno químico
le añadimos un
descenso de los niveles
de serotonina que
habitualmente tenemos,
afirmamos que existe
un “atontinamiento”
razonable por tener
ojos exclusivos para la
persona de quien nos
enamoramos al principio
de una relación. Por
tanto, cuando estamos
“El placer de enamorarnos
se asocia al gozo que nos
producen las drogas”
enamorados, desvelamos
y descurbrimos un
instinto de inspiración
que nace de nosotros y
se adapta a nuestro día
a día.
La eterna lucha
entre lo amargo y lo
dulce a la hora de
componer, favorece al
juego de la imaginación.
Lo que jamás debe
alejarnos de nuestro
ejercicio creativo son
las emociones. Si nos
atascamos y no somos
capaces de seguir componiendo
o, si además,
no tenemos el empuje
para comenzar, no debemos
agobiarnos.
Cuando la ansiedad
y las prisas dominan
nuestro cerebro, la
capacidad de abrirse
a otras cosas y de ver
más allá del papel, se
reducen drástricamente
hasta que entramos
en un círculo sin salida.
Debemos recordar
algo muy importante:
toda obra que se precie
debe tener un motivo,
una maduración y una
reevaluación antes de
ver la luz.
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