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diado, como yo, Historia del Arte; a sus estudios
superiores añadió un máster bastante prestigioso en
periodismo cultural. Domina el inglés a la perfección
y su francés, retomado como flotador para no hundirse
ante la expectativa de no tener nada que hacer a
corto plazo, está en proceso de mejora. Lydia lleva un
año buscando trabajo: ha enviado su CV a galerías,
museos, revistas y toda clase de instituciones culturales
necesitadas de un equipo de prensa. Su primera
entrevista, después de meses siendo ignorada
sistemáticamente, concluyó con el clásico "no tienes
suficiente experiencia", que, a base de ser repetido
hasta la saciedad, se ha convertido en un tópico de
rechazos, del mismo modo que "Quiero que sigamos
siendo amigos" lo es para las rupturas.
Por otro lado tenemos a Marcos, licenciado en
Filosofía. Al igual que Lydia, también hizo un máster,
domina un idioma extranjero y actualmente se
dedica a estudiar un tercero. Su experiencia profesional
se reduce a tres meses de prácticas en un museo y
dos meses en un centro de arte; prácticas no remuneradas,
y tampoco valoradas, porque, aunque a
Fragmento de “El mirador de Piedra,” de Rubén Martín Díaz
Una pieza urbana del colectivo Acción Poética.
todos los efectos sea un trabajo, aquel que no incluye
un contrato y un sueldo parece no tener demasiado
valor. Es como un fantasma: tanto si existe como si
no poco importa, porque la cuestión es que nadie
cree en él.
No hay que olvidar la situación de la economía
actual, que ha ensombrecido todo lo relacionado
con la cultura hasta convertirlo en un mundo, si no
innecesario, prescindible hasta que la situación mejore,
haciendo realmente difícil que una empresa se
encuentre en disposición de contratar gente nueva.
Tristemente, el creativo, como decía Don Draper en
un episodio de Mad Men, es, de las cosas más importantes,
la menos importante.
Se me ocurre que, dadas las circunstancias, nada garantiza
conseguir el trabajo soñado -o un trabajo-, ni
estudios superiores, ni un máster, ni idiomas extranjeros;
ni prácticas ni teorías. Solo queda confiar en el
talento de uno y, por encima de todo, la capacidad de
salir adelante. Al fin y al cabo, no se trata de que te
den un trabajo, sino de que tú lo consigas.