EL SALESIANO COADJUTOR - Salesianos

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He aquí el sentido de nuestra consagración: una vida centrada en Dios como Jesús la vivió y como fue ejemplificada para nosotros por Don Bosco. Del venerable coadjutor Simón Srugi se decía: “Ver a Simón y recordar al Señor era la misma cosa”. “Su presencia era como la sombra de la presencia de Dios”. Ahora bien, la consagración, como la vocación, es una realidad continua y permanente. La vocación, como sabéis, no es algo que sucede una vez en la vida, cuando, a la edad de 12 a 16 años, Dios dio la inspiración para hacernos salesianos, y desde entonces todo el resto de la vida fue una respuesta a aquella llamada. No, la vocación es una llamada permanente: Dios llamó, sí, cuando éramos jóvenes. Pero Dios llama también hoy, día a día, y cada llamada suya forma parte de aquella vocación que él dio. Él llama para responder a los nuevos desafíos en el servicio de la juventud de hoy; nos llama a la fidelidad cuando se envejece y ya no es posible hacer todas las cosas de otros tiempos. La consagración es una realidad semejante. No se reduce a un “momento” singular, el del rito de la profesión: una vez hecha, quedan sólo las obligaciones que cumplir; no, la consagración abraza toda la vida. No es sólo un “estado” en el que uno se establece, de una vez para siempre; sino un don continuo, un camino que recorrer continuamente, una relación que cultivar constantemente. “La vida entera entregada al servicio de Dios constituye una peculiar consagración” 13 . A Dios se le da el primer puesto en la propia vida – siempre y en todo. La consagración es una relación que permanece y crece durante toda la vida, como el matrimonio. La vida de todo hombre está movida por una constelación de valores, lo que quiere decir que los valores se encuentran en una cierta jerarquía: algunos ocupan el centro, otros rotan a su alrededor y en coherencia con ellos. Poniendo la primacía de Dios y el seguimiento de Cristo en el centro de su vida, el consagrado, el salesiano coadjutor, se proyecta desde este centro hacia los otros valores (la educación, el cuidado de los enfermos, la investigación): el valor religioso es la justificación y la matriz de todo lo que hace. En mi carta sobre la vida consagrada, he citado al P. Tillard que sostenía que “a la raíz de cada vida religiosa auténtica encontramos como motivación primera y omnicomprensiva no un ‘para’, sino un ‘a causa de’. Y el objeto de este ‘a causa de’ no es otro que Jesucristo. No nos hacemos religiosos ‘para’ algo, sino ‘a causa de’ alguno: de Jesucristo y de la fascinación que él produce” 14 . De este modo se crea una síntesis en la propia vida entre la búsqueda de auténtica profesionalidad en el propio trabajo y el crecimiento en autenticidad espiritual. Es obvio que, por su laicidad, el salesiano coadjutor hace muchas cosas que son semejantes a las cosas hechas por los seglares. La diferencia está en esto: que hace esas cosas como consagrado. Realiza su misión más por lo que es que por lo que hace, o, con otras palabras, su vida misma se convierte en misión aún antes que su trabajo. O, todavía en otros términos, no abraza la vida consagrada sólo para hacer cosas óptimas desde el punto de vista promocional y social, sino porque quiere ante todo manifestar la presencia de Dios y su primacía en su existencia. Como dice Vita Consecrata, asumiendo “la adhesión ‘conformadora’ a Cristo de toda la existencia” 15 , él se hace para la comunidad cristiana y para el mundo una referencia de la venida de Jesús, “memoria viviente del modo de existir y de actuar de Jesús como Verbo encarnado ante el Padre y ante los hermanos..., tradición viviente de la vida y del mensaje del Salvador” 16 . “El estado religioso imita más de cerca y representa perennemente en la Iglesia el género de vida que el Hijo de Dios tomó cuando vino a este mundo para cumplir la voluntad del Padre, y que propuso a los discípulos que le seguían” 17 . Hoy se habla mucho de la naturaleza profética de la vida consagrada como de algo pedido con urgencia y particularmente por los religiosos. La profecía quiere decir ser 13 Elementos esenciales de la enseñanza de la Iglesia sobre la vida religiosa, III,4; PC 5. 14 P. Chávez Villanueva, “Tú eres mi Dios, fuera de ti no tengo ningún bien”, en ACG 382 (2003), 20. 15 VC 16. 16 Ibid. 22.56 17 LG 44. “El Salesiano Coadjutor”.Conferencia del . R.M. D.. Pascual Chávez Villanueva .Valencia 30/05/04 4
un signo que espontáneamente habla a la gente, transmite un mensaje que toca su vida, los estimula a las cosas importantes en su vida, desafía el tipo de valores promovidos por el mundo, ofrece un modo alternativo y mejor de vivir, demuestra un modo de vivir una vida más plenamente humana. Con otras palabras, personas y comunidades consagradas se convierten en signos elocuentes y no sólo responden a las necesidades humanas. Jesús hizo muchas curaciones, pero también y sobre todo reveló una nueva dimensión de la vida, abrió a horizontes de Dios, dijo palabras y realizó acciones que parecían “incomprensibles” y “audaces”, criticables e inútiles por el momento, pero que establecieron las bases para un nuevo estilo de vida en el mundo. El mundo tiene necesidad de tales profetas, de personas que son “profesionales” de Dios y de cosas espirituales. Nuestra experiencia nos dice que ningún valor puede sobrevivir por largo tiempo en la sociedad, si no hay un grupo de personas que se dedican totalmente a promoverlo. Sin personal médico y hospitales, la buena salud sería cosa imposible. Sin artistas, el sentido artístico de la gente caería rápidamente. Lo mismo sucede con el sentido de Dios: el salesiano coadjutor como consagrado es una persona que mantiene vivo en el pueblo, y especialmente en los jóvenes, el sentido de Dios, que los ayuda a interpretar la vida a la luz de Dios y a experimentar su presencia. Contra la tendencia difundida de concentrarse en los aspectos materiales de la vida, él invita a la necesidad de prestar atención a otra dimensión –la espiritual- sin la cual todo el progreso externo, por necesario y exigente que sea, permanece en gran escala incompleto; se trata de la elevación del Reino de Dios sobre todas las cosas terrestres. Y, al mismo tiempo, prestar atención a las realidades futuras que él anticipa ya en su vida presente. Mediante su libertad frente a las cosas de este mundo, mediante su unión con Cristo como el Señor de su vida, mediante su fraternidad universal, presta un servicio de visión y de esperanza respecto de lo que espera más allá de la vida terrena, el encuentro futuro con el Señor y la vida futura de felicidad que espera. Dice el Vaticano II: “La profesión de los conejos evangélicos aparece como un símbolo que puede y debe atraer eficazmente a todos los miembros de la Iglesia a cumplir sin desfallecimiento los deberes de la vida cristiana. Y como el Pueblo de Dios no tiene aquí ciudad permanente, sino que busca la futura, el estado religioso, por librar mejor a sus seguidores de las preocupaciones terrenas, cumple también mejor, sea la función de manifestar ante todos los fieles que los bienes celestiales se hallan ya presentes en este mundo, sea la de testimoniar la vida nueva y eterna conquistada por la redención de Cristo, sea la de prefigurar la futura resurrección y la gloria del reino celestial” 18 . Por lo tanto, hablando concretamente: el salesiano coadjutor hace de su misión una profecía cuando no se limita simplemente a responder a las necesidades de los jóvenes, por urgentes que sean. Es consciente de las dificultades que tienen los jóvenes de hoy para descubrir la presencia de Cristo y de creer que está vivo hoy y no es sólo una historia edificante del pasado. Precisamente por esto, siguiendo las Constituciones, “en un mundo tentado por el ateísmo y por la idolatría del placer, de la posesión y del poder, nuestro modo de vivir testimonia, especialmente a los jóvenes, que Dios existe y su amor puede llenar una vida; y que la necesidad de amar, el ansia de poseer y la libertad para decidir de la propia existencia, alcanzan su sentido supremo en Cristo Salvador” 19 . En su palabra y en su ejemplo, los jóvenes encuentran una crítica y un indicador: una crítica de los excesos de una mentalidad permisiva, de la desenfrenada carrera a los bienes materiales que empobrece a los demás, y de una libertad que no tiene dirección; un indicador de los modos nuevos y originales con que la persona puede encontrar su realización, la verdadera felicidad propuesta por las bienaventuranzas y la donación de sí como el camino a recorrer. 18 LG 44. 19 C 62. “El Salesiano Coadjutor”.Conferencia del . R.M. D.. Pascual Chávez Villanueva .Valencia 30/05/04 5
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