Edición 07/12/2012 - La Revista Peninsular
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LAREVISTA www.larevista.com.mx<br />
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negativo, a veces hasta con insano placer sadomasoquista,<br />
pues nunca tenemos nada, carecemos de una<br />
plataforma desde la cual dar continuidad al trabajo y<br />
contribuimos a perpetuar el negativismo propio del<br />
subdesarrollo.<br />
Cualquier psicólogo barato le puede decir a usted, si<br />
está deprimido, que primero tiene que amarse a sí<br />
mismo para amar a los demás y salir adelante. ¿Cuál<br />
cree que sería el consejo para nuestra Patria?<br />
* * *<br />
“En la noche nos llevaron a un descampado en una<br />
parte de los montes cercanos a la hacienda. Nos<br />
pusieron en círculo y nos ordenaron que nos arrodillemos<br />
en la tierra, que cerremos los ojos y no los<br />
abramos por ningún motivo. Escuchábamos bien recio<br />
sonidos horribles, como rugidos, gritos, quejas.<br />
Alguien que estaba detrás de mí me repetía que no<br />
abra los ojos; me dio miedo, quise abrirlos pero cada<br />
vez que lo intentaba algo me rugía y resoplaba junto<br />
a la oreja; pensé en salir corriendo, pero ¿a dónde<br />
iba a ir? Ni siquiera sabía dónde estábamos, no sé<br />
muy bien cómo llegamos a esa hacienda en el Estado<br />
de México”.<br />
El relato es el testimonio de un hombre curtido, yucateco<br />
que ha vivido durante años en Cancún, sobre<br />
la experiencia que vivió en su “iniciación” como<br />
seguidor de la organización supuestamente religiosa<br />
llamada “Los guerreros de la luz”, que busca adeptos<br />
y tiene “centros” en esa ciudad, Mérida y algunos<br />
pueblos del interior de Yucatán, entre ellos el puerto<br />
de Dzilam Bravo, donde según los informes sus “dirigentes”<br />
ya tienen un sitio en despoblado para realizar<br />
sus ritos e iniciaciones.<br />
–Ya no vamos a volver… Es que están pasando cosas<br />
feas; dicen que violaron a una niña –revela una ex<br />
adepta.<br />
Los informes obtenidos con sólo preguntar un poco<br />
indican que los “guerreros” prometen “salvar” a cualquiera<br />
de cualquier problema, así que inician incluso<br />
a bebedores consuetudinarios que tienen graves problemas<br />
familiares. “Pues sí, fulanito dejó de tomar<br />
un tiempito, pero ahora ya lo vuelves a ver borracho y tirado en la calle”,<br />
señala en tono de censura una anciana devota católica. Una mujer que es<br />
alcohólica desde su juventud, un adolescente bipolar al que su mamá quiere<br />
curar con una “sanación” y el estudio de la Biblia, figuran también entre los<br />
desesperados que acuden a la ayuda de los “guerreros”.<br />
¿Quién o quiénes avalan a esta creciente secta? ¿Están ella y sus dirigentes<br />
registrados ante las autoridades federales y estatales del ramo, como debe<br />
ser? ¿Cómo avalan sus métodos de sanación o atención? ¿Cuán profundo<br />
se meten en las mentes de sus adeptos, y en consecuencia cuán vulnerables<br />
se vuelven éstos para ser presa incluso de eventuales conductas<br />
delictivas como la prostitución o el narcomenudeo?<br />
En la dirección http://guerrerosdeluz.mex.tl/ hay información sobre “Los<br />
guerreros de la luz”, una presunta organización presente en estados del<br />
Norte y Centro del país. Pero el sitio no informa sobre alguna representación<br />
en Yucatán o Quintana Roo.<br />
En su mensaje de bienvenida, titulado “Despierta. Eres parte del universo<br />
y el cambio esta en ti”, la organización dice: “¿Sabías que eres parte del<br />
universo, que puedes manejar la energía, que tu cuerpo es un campo electromagnético,<br />
que puedes utilizarlo para cosas grandes y positivas?”. Después<br />
de dar siete presuntas claves místicas para lograr la superación personal,<br />
el remate del texto oferta: “Damos enseñanzas del manejo de energía<br />
cósmica, telepática, astral, operaciones con energía cósmica, magnetismo,<br />
meditación, diferentes terapias corporales, terapias de liberación emocional,<br />
masajes energéticos, masajes terapéuticos, alineaciones corporales,<br />
alineaciones de chacras y reflexología”. Así de fácil.<br />
¿Es legal, sano y no dañino todo esto? ¿Están enteradas las autoridades?<br />
Ojalá todo fuese para bien, pero cuando se ocultan cosas y no hay registro<br />
Semanario de Información y Análisis Político<br />
oficial, las sospechas y el temor surgen.<br />
Semanario de Información y Análisis Político<br />
* * *<br />
Tal vez a usted le pase como a mí, que guardo recuerdos no sólo<br />
en forma de imágenes, sino también como olores. Y como crecí<br />
a pocos kilómetros del mar, uno de ellos es el de jaiba asada a<br />
las brasas.<br />
Hace casi medio siglo –¡qué veloz pasa el tiempo!–, cuando iba<br />
de visita a casa de mi tía Mimí en el puerto, mis primos Carlos<br />
y Manuel me llevaban a la cercana ciénega a atrapar jaibas.<br />
Íbamos armados con improvisadas fisgas hechas con alambre<br />
grueso, caminando con el agua hasta media pierna, despacio<br />
para no enturbiarla. <strong>La</strong> jaiba se semienterraba en el lodo en<br />
vano intento de ocultarse, trataba de huir al sentirnos pero ¡zas!<br />
le cruzábamos el carapacho con la fisga, y pa dentro de la bolsa<br />
de nailon.<br />
Ya en el patio de la casa, hacíamos una fogatita para asar las<br />
tenazas de los crustáceos y comernos la carne calentita. ¡Qué<br />
delicioso aroma del marisco al natural! Era yo niño y hasta ahora<br />
lo recuerdo perfectamente, y de esos pasajes viene mi convicción<br />
de que la jaiba es más sabrosa que el cangrejo.<br />
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<strong>La</strong> depredación, la captura excesiva –explíquele usted a un<br />
pescador que debe proteger los recursos marinos para su propio<br />
futuro provecho– y la contaminación y reducción de la ciénaga<br />
para construir viviendas han hecho que las jaibas ahora prácticamente<br />
sólo vivan en el recuerdo. Sobre todo el olfativo, en<br />
mi caso.<br />
Un apunte más sobre crustáceos: mi madre, que acaba de cumplir<br />
los 79 años y empezar su quinta gestión anual como presidenta<br />
del Club de <strong>La</strong>s Abejitas de Dzilam González, guardaba<br />
sobre su “cosabaraja” (en vez de la cesta de mimbre llamada<br />
escusabaraja, era un aro tejido de bejucos colgado del techo<br />
de la casa rústica) varias carapachos de cangrejo envueltos en<br />
un olán (la Academia Mexicana de la Lengua tiene interesante<br />
entrada sobre esta palabra). Cuando mi padre traía cangrejos<br />
frescos del puerto, ella los cocía, les sacaba la carne, mezclaba<br />
ésta con carne molida de cerdo y huevo sancochado y picado, y<br />
luego metía la mezcla en los carapachos para hervirlos en baño<br />
maría. ¡Un manjar, sobre todo con tortillas de mano calientes!<br />
Ahora tampoco hay cangrejos en Dzilam Bravo. Y muchos ni<br />
siquiera guardan en la memoria los olores de esos animalitos<br />
que Dios hizo para nuestro provecho, no para que los desaparezcamos.<br />
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