El Texto clave - Sitio Oficial Asociación Metropolitana de Chile
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JÓVENES<br />
54<br />
¿Qué<br />
opinas?<br />
A=De acuerdo NS=No estás seguro D=En <strong>de</strong>sacuerdo<br />
a. Las personas que vivan vidas buenas irán al cielo. A NS D<br />
b. Los cristianos <strong>de</strong>berían preocuparse más por el hoy que<br />
por la vida en el más allá. A NS D<br />
c. Si hay un cielo, también tiene que haber un infierno.<br />
A NS D<br />
d. Hoy mismo es posible experimentar el cielo.<br />
A NS D<br />
e. <strong>El</strong> cielo está abierto a todas las personas, por<br />
más que sean asesinos, ladrones, incendiarios,<br />
etcétera. A NS D<br />
¿Lo<br />
Sabías?<br />
IDENTIFÍCATE<br />
CON LA<br />
HISTORIA<br />
«Luego el ángel me mostró un río<br />
<strong>de</strong> agua <strong>de</strong> vida, claro como el<br />
cristal, que salía <strong>de</strong>l trono <strong>de</strong> Dios y<br />
<strong>de</strong>l Cor<strong>de</strong>ro, y corría por el centro <strong>de</strong><br />
la calle principal <strong>de</strong> la ciudad. A cada<br />
lado <strong>de</strong>l río estaba el árbol <strong>de</strong> la vida,<br />
que produce doce cosechas al año,<br />
una por mes; y las hojas <strong>de</strong>l árbol<br />
son para la salud <strong>de</strong> las naciones. Ya<br />
no habrá maldición. <strong>El</strong> trono <strong>de</strong> Dios<br />
y <strong>de</strong>l Cor<strong>de</strong>ro estará en la ciudad.<br />
Sus siervos lo adorarán; lo verán<br />
cara a cara, y llevarán su nombre<br />
en la frente. Ya no habrá noche;<br />
no necesitarán luz <strong>de</strong> lám pa -<br />
ra ni <strong>de</strong> sol, porque el Señor<br />
Dios los alumbrará. Y reina -<br />
rán por los siglos <strong>de</strong> los<br />
siglos. <strong>El</strong> ángel me dijo:<br />
“Estas pa labras son<br />
La i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que en algún lugar vamos a vivir<br />
para siempre ha existido en cada civilización<br />
<strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la humanidad. Los aborígenes<br />
<strong>de</strong> Australia imaginaban el cielo como una isla<br />
distante que estaba en algún lugar <strong>de</strong>l Lejano Oriente.<br />
Los antiguos habitantes <strong>de</strong> México y <strong>de</strong> Perú y los polinesios<br />
creían que <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte se dirigían o<br />
bien al sol o a la luna.<br />
<strong>El</strong> poema épico <strong>de</strong> Gilgamesh, una antigua leyenda<br />
babilónica, se refiere al lugar <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso <strong>de</strong> los héroes y da<br />
indicios <strong>de</strong> una creencia en un árbol <strong>de</strong> la vida. En las pirámi<strong>de</strong>s<br />
<strong>de</strong> Egipto, los cuerpos embalsamados tenían mapas junto a ellos<br />
para que les sirvieran <strong>de</strong> guías hacia el mundo futuro. Los romanos<br />
creían que los justos tendrían una celebración en los Campos <strong>El</strong>íseos.<br />
Si bien existen diferencias entre las diversas <strong>de</strong>scripciones <strong>de</strong> la vida<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte, el testimonio unificador <strong>de</strong>l corazón humano a lo largo <strong>de</strong><br />
la historia ha sido la creencia en ella. Las evi<strong>de</strong>ncias antropológicas sugieren que<br />
cada cultura posee un sentido innato y dado por Dios <strong>de</strong>l concepto <strong>de</strong> eternidad, la i<strong>de</strong>a<br />
<strong>de</strong> que este mundo no es todo lo que hay (Randy Alcorn, Heaven (Tyndale, 2004) según se<br />
cita en www.preachingtoday.com).<br />
verda <strong>de</strong> ras y dignas<br />
<strong>de</strong> con fianza. <strong>El</strong><br />
Señor, el Dios<br />
que inspira a<br />
los profetas, ha<br />
enviado a su ángel para<br />
mos trar a sus siervos lo que<br />
tiene que suce<strong>de</strong>r sin <strong>de</strong>mora. ¡Miren<br />
que vengo pronto! Dichoso el que cum -<br />
ple las palabras <strong>de</strong>l men saje profético<br />
<strong>de</strong> este libro”. Yo, Juan, soy el que vio<br />
y oyó todas estas co sas. Y cuando lo<br />
vi y oí, me postré para adorar al ángel<br />
que me había estado mostrando todo<br />
esto. Pero él me dijo: “¡No, cuidado!<br />
Soy un siervo como tú, como tus her -<br />
manos los profetas y como todos los<br />
que cum plen las palabras <strong>de</strong> este libro.<br />
¡Adora solo a Dios!” También me dijo:<br />
“No guar<strong>de</strong>s en secreto las palabras<br />
<strong>de</strong>l mensaje profético <strong>de</strong> este libro,<br />
por que el tiempo <strong>de</strong> su cumpli mien -<br />
to está cerca. Deja que el malo siga<br />
ha ciendo el mal y que el vil siga en -<br />
vi le ciéndose; <strong>de</strong>ja que el justo siga<br />
prac ticando la justicia y que el santo<br />
siga santi fi cándose. ¡Miren que ven -<br />
go pronto! Traigo conmigo mi recom -<br />
pensa, y le pagaré a cada uno según<br />
lo que haya hecho. Yo soy el Alfa y<br />
la Omega, el Primero y el Último, el<br />
Principio y el Fin. Dichosos los que<br />
lavan sus ropas para tener <strong>de</strong>recho al<br />
árbol <strong>de</strong> la vida y para po<strong>de</strong>r entrar<br />
por las puertas <strong>de</strong> la ciudad»<br />
(Apocalipsis 22: 1-14).