ABRIL - MAYO - JUNIO - 2004 - Burladerodos

10 ¡EH TORO!
ENTREVISTA
Alfonso Valero, un
castellonense en México
Alfonso Valero (Castellón, 1979) es
uno de los frutos de la Escuela Taurina
de Castellón, donde estuvo desde el año
1998 a 2003. “Mi aprendizaje fue muy
duro, pues yo no tengo facilidad natural
para ponerme ante la cara del toro,
por lo que me cogían mucho las vacas.
Siempre acababa mis actuaciones con
tremendas palizas. Me costó mucho
asimilar la técnica”.
De esta etapa de su vida Alfonso
sólo tiene palabras de gratitud: “Soy
lo que soy gracias a la Escuela”. A la
hora de citar un nombre, no lo duda:
“Vicente Soler Lázaro es la persona con
más afición y con más conocimiento
del toro que he conocido. No creo que
ninguna figura sepa más que Vicente
de materia taurina. La vida del toro y
la gente ha sido injusta con él”. No
olvida, tampoco, a sus compañeros,
especialmente a Vicente Prades y a
Alejandro Rodríguez: “Castellón exige
mucho a sus toreros, por lo que, cuando
alguien triunfa puede considerarse
que es ya un torero cuajado. Los casos
de Prades y Alejandro son la prueba
palpable de ello”.
Una vez concluida esta etapa de
aprendizaje, Alfonso se enfrentó a la
dura realidad de la fiesta: “Valoro en
mucho lo que supone ponerse ante la
cara del toro, por lo que considero que
un torero no debe pagar por torear. Pero
la fiesta en España está montada de otra
forma, y yo me niego a aceptarlo”.
La única salida que le quedó fue,
pues, irse a México: “No me lo pensé. En
noviembre cogí un capote, dos muletas
y mi traje de luces y solo, sin apenas
contactos, crucé el charco”.
Al principio todo fue muy difícil:
“Estuve participando en festejos menores
y entrenando en el campo hasta
que logré debutar con caballos”. El
mito del toro mexicano, de embestida
pastueña, que templa el toreo, “sólo
es válido para las figuras que matan
las camadas de Xajay o San José. Los
novilleros que hacemos la temporada
por provincias hemos de enfrentarnos
a corridas desconcertantes, de media
Javier Vellón
Fotos: P. Mileo
casta, con reses que meten la cabeza
y otros que únicamente embisten para
cogerte. Desde luego es una escuela de
técnica torera perfecta”.
El novillero castellonense se siente
totalmente integrado en la fiesta
mexicana: “Pertenezco a la Asociación
de toreros mexicanos. Hay muy pocos
españoles ahora por allí. No estamos
muy bien vistos”. Su implicación llega
hasta el punto que participó en una
comisión de novilleros mexicanos que
se entrevistó con el gobernador del Distrito
Federal para que mediara ante la
empresa y se incluyera en el abono de
la temporada grande una serie de novilladas
picadas. Fue el único español
presente en dicha comisión.
Su proyecto es muy claro: “Entrenarme
estos días en el campo salmantino
y andaluz. En junio vuelvo a México,
donde tengo dos festejos apalabrados.
Mi idea es triunfar allí y así volver a
España con un nombre y un prestigio
ya formado que me permita entrar en
los carteles por lo legal”.