ESTEREOTIPOS, PREJUICIOS Y DISCRIMINACIÓN EN EL ...

LA EUROPA IMAGINADA. MIGRACIONES “NO COMUNITARIAS” Y CONSTRUCCIÓN SIMBÓLICA DE LA UE
2. LA REPRESENTACIÓN DE LA INMIGRACIÓN DESDE LA UE
En todos los principales documentos de la UE los procesos migratorios son descritos como algo positivo y
aportador de un enriquecimiento sociocultural. Sin embargo, la justificación última para fundamentar la presencia
de inmigrantes en el territorio comunitario es de tipo económico:
La inmigración es un elemento positivo de la composición de la población europea; si la Unión quiere evitar una disminución significativa
de su población en edad de trabajar ya en 2017 se deberá mantener, como mínimo, el saldo positivo neto de 2 millones
de inmigrados entre 2004 y 2005 para ralentizar la disminución de la población en edad de trabajar (Parlamento Europeo, 2007:
4).
...Promover una política de inmigración laboral prospectiva y general que responda con flexibilidad a las prioridades y necesidades
de los mercados de trabajo (COM(2010) 2020: 20).
Según parece en las citas anteriores, la inmigración no puede ser concebida sino de una manera instrumental,
en tanto que “factor económico”. Su última razón de ser es el trabajo, al cual se encuentra “encadenada” (Gil,
2005: 7); por lo tanto, para estar justificada tiene que ser útil para la economía de la UE. Esta inversión a
largo plazo va mucho más allá de la “coyuntura” de la crisis, estando fundamentada en la Estrategia de Lisboa
(2000) y la nueva Estrategia 2020 (2010), que en aras de convertir la UE en la primera potencia mundial
del conocimiento y la comunicación, establecen varios “perfiles migratorios”, diferenciados según las cualificaciones
(altas, medias o bajas) de cada cual. De manera simétrica, medidas como la reciente “Directiva sobre
la Tarjeta Azul” plantean establecer diferentes niveles de derechos, tanto de circulación como sociales, dependiendo
de la cualificación laboral. De hecho, se crea un régimen de ciudadanía diferenciada a través de la
producción de diversos estatus sociales para las personas inmigrantes: desde el “irregular” al residente legal,
desde el residente de larga duración al con “tarjeta azul”.
Dentro de esta lógica, los anteriormente citados aspectos positivos de la diversidad también son concebidos
como una posible mercancía, capaz de generar beneficio económico. En este sentido, numerosos textos subrayan
la relevancia que puede llegar a tener la creciente difusión del empresariado étnico:
Existen más indicios de las ventajas que en los negocios puede tener la diversidad, por ejemplo la diversidad
étnica (COM(2007) 780 final: 8).
Las empresas propiedad de inmigrantes y minorías étnicas ejercen a menudo su actividad en un nicho de mercado étnico [...].
Como proveedores, los empresarios inmigrantes contribuyen muchas veces con nuevas ideas de productos, flexibilidad y un conocimiento
real de los grupos de clientes en un mercado cada vez más diversificado (Comisión Europea, 2007: 65).
Vemos así que el discurso político, imbuido de valores mercantiles, a la vez que declara su apertura a la pluralidad
realiza una operación reduccionista en tanto en cuanto la escenifica; la representa de una manera cosificada
como un objeto susceptible de valorización económica y, en última instancia, la banaliza (Augé, 2009:
19).
En líneas generales hemos visto que los aspectos “positivos” de la inmigración radican en su capacidad de
generar beneficio económico. No obstante, a la hora de problematizar las consecuencias “negativas”, no sólo
y no tanto se remite a la misma orden de razones -por ejemplo hablando de capital humano desaprovechado,
que también se hace (véase Bildt, 2009)- , sino que se llama en causa otra vez un prisma culturalista.
¿Cuál es la inmigración “mala”? En primer lugar, la irregular, de la que ya he hablado. Sólo quiero añadir que,
aunque últimamente se haya producido una mayor atención con respecto del lenguaje utilizado, todavía falta
una reflexión profunda sobre la producción institucional y jurídica de categorías, como la de “irregular” -o peor
“ilegal”- , que terminan (re)produciendo discriminaciones y sugieren una suerte de separación entre inmigrantes
“buenos” y respetuosos de la legislación e inmigrantes “malos” y “peligrosos”.
En segundo lugar, es mala la inmigración “mal gestionada”, la inmigración que no da lugar a procesos de
integración. Al respecto, cabe observar que al menos en los últimos diez años se ha producido, al nivel comunitario,
un marco crecientemente común de normativas, principios y dispositivos orientados a definir, medir,
alcanzar lo que se considera una “integración” eficaz7 . Ahora bien, aun dejando de lado una reflexión más
esmerada sobre el trasfondo “durkheimiano” y organicista de la susodicha palabra (véase Gil, 2006a), no
puedo dejar de subrayar la naturaleza algo funcionalista del paradigma epistemológico latente, que aplica a
la realidad social el modelo experimental proprio de las ciencias naturales y considera posible “activar”, “gestionar”
y “dirigir” la integración a través de políticas adecuadas. Al igual que un médico interviene en el paciente
a través del diagnóstico y la prescripción de terapias adecuadas para sus males, la integración se “logra”
operando en sus factores determinantes y difundiendo las “buenas prácticas”, concebidas como aquellas
7 Los instrumentos más relevantes han sido el Primer Programa Común sobre Integración (2005), los once Principios Básicos Comunes
(2004), el establecimiento de un Fondo para la Integración (2007-2013) y la redacción de tres Manuales sobre la integración de
inmigrantes para responsables de formulación de políticas y profesionales (2004, 2007, 2010). También, se han realizado cuatro
conferencias ministeriales centradas únicamente en la integración de inmigrantes en Gröningen (2004), Potsdam (2007), Vichy (2008) y
Zaragoza (2010).
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