Dietrich Bonhoeffer VIDA EN COMUNIDAD - Centro de Estudio ...
Dietrich Bonhoeffer VIDA EN COMUNIDAD - Centro de Estudio ...
Dietrich Bonhoeffer VIDA EN COMUNIDAD - Centro de Estudio ...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
114 Vida en comunidad Confesion y santa cena lJ5<br />
sión posea una vida cristiana muy superior a la nuestra.<br />
¿No le incapacitaría precisamente mi pecado personal<br />
para compren<strong>de</strong>rme, y le apartaría <strong>de</strong> mí? Para el creyente<br />
que vive bajo la cruz <strong>de</strong> Jesús y que ha reconocido<br />
en ella el abismo <strong>de</strong> impiedad <strong>de</strong>l corazón humano y<br />
<strong>de</strong>l propio corazón, ningún pecado pue<strong>de</strong> serIe ya extraño;<br />
quien se haya horrorizado una sola vez <strong>de</strong>l propio<br />
pecado que crucificó a Jesús, ya no pue<strong>de</strong> espantarse<br />
ante los pecados <strong>de</strong> los otros por muy graves que sean.<br />
Por medio <strong>de</strong> la cruz <strong>de</strong> Jesús ha llegado a conocer el<br />
corazón humano. Conoce la inmensidad <strong>de</strong> su perdición,<br />
envenenada por el vicio y la <strong>de</strong>bilidad, y su extravío<br />
por caminos malditos, pero sabe también el precio<br />
<strong>de</strong> la gracia y la misericordia que le ha <strong>de</strong>vuelto a Dios,<br />
y también que sólo el creyente que permanece bajo la<br />
cruz pue<strong>de</strong> recibir mi confesión.<br />
No es la experiencia <strong>de</strong> la vida sino la experiencia <strong>de</strong><br />
la cruz la que hace al confesor. El mejor conocedor <strong>de</strong>l<br />
hombre sabe infinitamente menos <strong>de</strong>l corazón humano<br />
que el creyente que vive simplemente <strong>de</strong>l conocimiento<br />
<strong>de</strong> la cruz <strong>de</strong> Cristo. Porque existe algo que la mayor<br />
agu<strong>de</strong>za, el mayor talento y la mayor experiencia psicológica,<br />
no podrán jamás conseguir: compren<strong>de</strong>r la realidad<br />
<strong>de</strong>l pecado. La ciencia psicológica conoce la angustia,<br />
la <strong>de</strong>bilidad y la <strong>de</strong>sesperación <strong>de</strong>l hombre, pero<br />
no sabe lo que es estar sin Dios. En consecuencia no sabe<br />
tampoco que, abandonado a sí mismo, el hombre camina<br />
hacia la perdición y que sólo el perdón pue<strong>de</strong> salvarle.<br />
Esto sólo lo sabe el cristiano.<br />
Ante el psicólogo yo no soy más que un enfermo,<br />
ante el hermano en la fe me está permitido ser un pecador.<br />
El psicólogo comenzará por escudriñar mi corazón,<br />
pero, pese a todo, no podrá <strong>de</strong>scubrir la verda<strong>de</strong>ra causa<br />
<strong>de</strong>l mal; sin embargo, el hermano sabe <strong>de</strong> antemano<br />
cuando acudo a él: aquí viene un pecador como yo, un<br />
sin Dios que quiere confesarse y busca el perdón <strong>de</strong><br />
Dios. El psicólogo me contempla como si para él no<br />
existiese Dios; el hermano en la fe me contempla ante<br />
Dios que, en la cruz, juzga y perdona. Lo que nos hace<br />
tan lamentablemente incapaces <strong>de</strong> recibir la confesión<br />
no es la falta <strong>de</strong> conocimientos psicológicos, sino simplemente<br />
la falta <strong>de</strong> amor por Cristo crucificado.<br />
El contacto diario y profundo con la cruz <strong>de</strong> Cristo<br />
<strong>de</strong>spoja al cristiano tanto <strong>de</strong>l espíritu humano <strong>de</strong> juicio<br />
como <strong>de</strong>l <strong>de</strong> indulgencia, dándole en cambio una actitud<br />
<strong>de</strong> severidad y <strong>de</strong> amor conforme al espíritu <strong>de</strong> Dios.<br />
Diariamente el creyente hace la experiencia <strong>de</strong> la muerte<br />
y resurrección <strong>de</strong>l pecado, justificado por la gracia.<br />
De este modo es empujado a amar a sus hermanos con<br />
el amor y la misericordia <strong>de</strong> Dios que, a través <strong>de</strong> la<br />
muerte, conduce al pecador a la vida nueva.<br />
¿Quién pue<strong>de</strong>, entonces, escuchar nuestra confesión?<br />
Aquel que vive bajo la cruz. Allí don<strong>de</strong> se vive <strong>de</strong><br />
la predicación <strong>de</strong> la cruz, la confesión fraterna surge por<br />
sí misma.<br />
El perdón <strong>de</strong> los pecados<br />
La comunidad cristiana que practica la confesión <strong>de</strong>be<br />
guardarse <strong>de</strong> dos peligros. El primero atañe al confesor.<br />
No es bueno que una sola persona <strong>de</strong>sempeñe esta<br />
función para toda la comunidad. Aparte <strong>de</strong> que no dispondría<br />
<strong>de</strong> tiempo material suficiente, correría el riesgo<br />
<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rar la confesión como una simple formalidad,<br />
o caería en el abuso <strong>de</strong> ejercer una tiranía espiritual so-