19.04.2013 Views

El espacio vacío - Ediciones Península

El espacio vacío - Ediciones Península

El espacio vacío - Ediciones Península

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

PETER BROOK<br />

<strong>El</strong> <strong>espacio</strong> <strong>vacío</strong><br />

Arte y técnica del teatro<br />

prólogo de marcos ordóñez<br />

traducción de ramón gil novales<br />

EDICIONES PENÍNSULA<br />

barcelona<br />

031-101608-EL ESPACIO VACIO.indd 3 24/01/12 7:54


PETER BROOK<br />

<strong>El</strong> <strong>espacio</strong> <strong>vacío</strong><br />

Arte y técnica del teatro<br />

prólogo de marcos ordóñez<br />

traducción de ramón gil novales<br />

EDICIONES PENÍNSULA<br />

barcelona<br />

031-101608-EL ESPACIO VACIO.indd 3 24/01/12 7:54


ÍNDICE<br />

Prólogo, de Marcos Ordóñez 7<br />

primera parte. <strong>El</strong> teatro mortal 17<br />

segunda parte. <strong>El</strong> teatro sagrado 59<br />

tercera parte. <strong>El</strong> teatro tosco 91<br />

cuarta parte. <strong>El</strong> teatro inmediato 135<br />

5<br />

031-101608-EL ESPACIO VACIO.indd 5 27/01/12 13:07


031-101608-EL ESPACIO VACIO.indd 6 24/01/12 7:54


PRÓLOGO<br />

Un incomprensible equívoco persigue a este libro desde su<br />

aparición. Pese a tratarse de una obra tan clara y profunda<br />

como entretenida, mucha gente todavía cree, a tenor de su<br />

título, que <strong>El</strong> <strong>espacio</strong> <strong>vacío</strong> es un texto sobre esencialismos<br />

escenográficos o, peor todavía, un tratado abstruso y teórico<br />

sobre teatro experimental según el signo de los tiempos: el<br />

caótico pero vivísimo final de la década de 1960.<br />

The empty space se publica en Inglaterra en 1968 (Mac-<br />

Gibbon and Kee) y <strong>Península</strong> lo edita justo un año más tarde<br />

en su colección <strong>Ediciones</strong> de Bolsillo, traducido por un<br />

novelista y hombre de teatro, el aragonés Ramón Gil Novales,<br />

que ese mismo año había estrenado su función más<br />

apreciada, Guadaña al resucitado, y al año siguiente tradujo<br />

para Seix Barral Shakespeare, nuestro contemporáneo, de Jan<br />

Kott, que apareció, si no recuerdo mal, con el título de Apuntes<br />

sobre Shakespeare.<br />

Es curioso advertir que los libros fundamentales («fundacionales»<br />

sería un término más preciso) para la gran renovación<br />

teatral que va a producirse en esa época aparecen en<br />

nuestro país casi en el <strong>espacio</strong> de una misma temporada: tras<br />

los textos de Brook y Kott llegan Hacia un teatro pobre, de<br />

Jerzy Grotowski (Siglo XXI, 1970), y <strong>El</strong> teatro y su doble,<br />

de Antonin Artaud, que Gallimard había publicado en 1938<br />

y Anagrama editó en 1970. (Hay otra gran influencia, la de<br />

7<br />

031-101608-EL ESPACIO VACIO.indd 7 24/01/12 7:54


prólogo<br />

Bertolt Brecht, pero la censura española veta la mayoría de<br />

sus piezas, y sus textos teóricos, que llegan con cuentagotas,<br />

son un considerable galimatías: según el propio Brook, poco<br />

tenían que ver con la vivacidad de sus montajes en el Berliner<br />

Ensemble.) Esos cuatro libros fueron las indiscutibles<br />

biblias para todo aquel que anhelara hacer un teatro nuevo<br />

en la España de la época, y fuimos muchos los que los enarbolamos<br />

a modo de contraseña o portaestandarte.<br />

<strong>El</strong> <strong>espacio</strong> <strong>vacío</strong> es una suerte de crisol de los otros tres,<br />

pues asume y reivindica la búsqueda espiritual de Grotowski,<br />

el ardor dionisíaco de Artaud y la esencialización shakesperiana<br />

de Kott (de quien, por cierto, prologaría su libro).<br />

Pero hay en Brook muchísimas más improntas determinantes,<br />

como luego veremos.<br />

Poco sabíamos de su autor en aquella época. Para los<br />

más jóvenes (y más engagés), Peter Brook era, fundamentalmente,<br />

el director de Marat-Sade (1964), de Peter Weiss,<br />

que Adolfo Marsillach había presentado en el Español de<br />

Madrid, en versión castellana de Alfonso Sastre (firmada<br />

con seudónimo), la noche del 2 de octubre de 1968: un espectáculo<br />

que irrumpía como emblema de la modernidad y<br />

una noche que cambiaría el curso de nuestro teatro. Paradójicamente,<br />

era un encargo del gobierno: Matías Antolín,<br />

entonces director del Español (rebautizado como «Teatro<br />

Nacional de Cámara y Ensayo») le había propuesto a Marsillach<br />

inaugurar la temporada con tres únicas funciones del<br />

texto alemán. Más paradójicamente aún, quien prohibió las<br />

representaciones en Barcelona fue el propio Weiss, como<br />

medida de protesta ante el estado de excepción decretado<br />

por Franco, pero esa es otra historia. Los séniors de las generaciones<br />

anteriores, con Luis Escobar y José Luis Alonso<br />

a la cabeza, conocían a Peter Brook desde los primeros años<br />

de la década de 1950 (se habían visitado mutuamente mu-<br />

8<br />

031-101608-EL ESPACIO VACIO.indd 8 24/01/12 7:54


prólogo<br />

chas veces, e incluso Brook había vivido con su esposa, Natasha<br />

Parry, en una masía de la Costa Brava, en Tamariu) y<br />

sabían que antes de Marat-Sade había una larga trayectoria.<br />

Desde muy joven había tocado todos los palos, abordado<br />

todos los géneros e investigado todas las tendencias: su<br />

prestigio, sabríamos luego, era enorme en el mundo de la<br />

ópera y la danza, en el West End (a las órdenes del legendario<br />

productor Binkie Beaumont), en Broadway, y, sobre<br />

todo, como gran innovador del teatro clásico.<br />

Tiende a creerse que la nueva escena británica despegó<br />

a finales de la década de 1950 imantada por dos polos, el<br />

Royal Court (con Mirando hacia atrás con ira como buque<br />

insignia) en lo tocante a la autoría contemporánea, y la Royal<br />

Shakespeare Company por lo que respecta al teatro<br />

áureo, pero la auténtica revolución comienza justo al acabar<br />

la Segunda Guerra Mundial, en 1946 y en Stratford,<br />

cuando sir Barry Jackson, entonces director del Birmingham<br />

Repertory Theatre, encarga a su ayudante —un<br />

Peter Brook de veintiún años— inyectar savia nueva en el<br />

Shakespeare Memorial, que se había convertido, en sentido<br />

literal, en el mausoleo del canon isabelino. «Hay que<br />

cambiar esto totalmente, de arriba abajo —le dice Jackson—.<br />

Se acabaron las puestas con tan solo cinco días de<br />

ensayos: cada montaje ha de tener su propio equipo, su<br />

propio director, su propio escenógrafo». Así, Brook monta<br />

Trabajos de amor perdidos (con Paul Scofield, que luego sería<br />

«su» Lear), en 1946; Romeo y Julieta, en1947, yMedida por<br />

medida, con John Gielgud, en 1950.SuRomeo y Julieta causa<br />

conmoción: es un espectáculo con actores jovencísimos,<br />

como manda el texto, prácticamente desconocidos, procedentes<br />

del East End (es decir, con un cerrado acento cockney<br />

que horripila a los puristas) y, sobre todo, con toda la<br />

violencia, psicológica y física, del original.<br />

9<br />

031-101608-EL ESPACIO VACIO.indd 9 24/01/12 11:53


prólogo<br />

En <strong>El</strong> <strong>espacio</strong> <strong>vacío</strong> (y en los libros que siguieron) Brook<br />

reconoce su deuda con tres grandes maestros: William Poel,<br />

Edward Gordon Craig y Harley Granville-Barker, cuyo<br />

amplísimo ideario intentaré resumir en unos pocos trazos.<br />

Los tres luchan, igual que hará Brook, contra el teatro anquilosado<br />

de su tiempo, y buscan un arte más sencillo y más<br />

puro a través de una reesencialización de formas y contenidos:<br />

no son necesarios grandes decorados, grandes máquinas<br />

ni grandes pompas para llevar la vida a escena. William<br />

Poel (1852-1934), fundador de la Sociedad Teatral Isabelina,<br />

defendió un retorno radical a los orígenes, que pasaba<br />

por ofrecer los textos en su integridad (es el primero en<br />

montar completas las tres problem plays —Medida por medida,<br />

Bien está lo que bien acaba y Troilo y Cressida— «desaconsejadas»<br />

por la censura victoriana) y sin apenas decorados, tal<br />

como se hacía en la época de Shakespeare.<br />

Edward Gordon Craig (1872-1966), a quien Brook llegó<br />

a conocer en París con noventa años y la cabeza todavía<br />

lúcida, fue el gran teórico teatral de su época (a través de las<br />

revistas The Page, fundada en 1899,yThe Mask, que sostuvo<br />

de 1908 a 1929), empecinado en recuperar los orígenes rituales<br />

del teatro, su fuerza primigenia. Diseñó decorados<br />

revolucionarios a base de paneles deslizantes, sustituyó las<br />

candilejas por focos cenitales y reivindicó la figura del director<br />

como unificador de todos los elementos escénicos, que<br />

para él eran seis: texto, actuación, música, luz, color y movimiento.<br />

Piscator, Brecht, Copeau y, desde luego, Brook, le<br />

consideraron un visionario, padre del nuevo teatro europeo.<br />

<strong>El</strong> arte del teatro, escrito en 1905, estructurado en varios<br />

debates entre un director y un espectador, a la manera de<br />

Wilde, y complementado por media docena de ensayos, es<br />

una mezcla de memoria teatral y manifiesto flamígero que<br />

deslumbró al joven Brook, cosa que no cuesta comprender<br />

10<br />

031-101608-EL ESPACIO VACIO.indd 10 24/01/12 7:54


prólogo<br />

cuando nos topamos con fragmentos como este: «Podemos<br />

representar una obra completa de Shakespeare en una tarde,<br />

como se hacía en su época, siempre que los cambios de decorado<br />

no sean tan ridículamente complicados que necesiten<br />

veinte minutos de entreacto, y que los actores no remasquen<br />

tanto las sílabas y logren acostumbrar su cerebro a pensar más<br />

deprisa. Esta manera lenta de decir los versos provoca que el<br />

público no los soporte. En sus obras abundan las escenas apasionadas<br />

y de una sorprendente vivacidad, y aquí las representamos<br />

de una manera lenta y lánguida, sin expresar nunca la<br />

urgencia de la pasión. Parece que olvidemos que la pasión es<br />

una forma de locura. La abordan con una actitud lógica, y la<br />

enuncian con voz de juez o matemático. Habría que expulsar<br />

de los teatros a todos esos actores pausados y cansinos».<br />

Si Craig es el gran teórico, Harley Granville-Barker<br />

(1877-1946) es, a ojos del autor de <strong>El</strong> <strong>espacio</strong> <strong>vacío</strong>, el primer<br />

gran director «moderno» de la escena británica. Discípulo<br />

de Poel y miembro de la Sociedad Teatral Isabelina, toma<br />

por asalto el Savoy, hasta entonces feudo de las operetas de<br />

Gilbert & Sullivan, y en la temporada 1913-1914 ofrece<br />

tres montajes de Shakespeare (Cuento de invierno, Noche de<br />

reyes y <strong>El</strong> sueño de una noche de verano) en los que se propone<br />

atrapar la esencia de los textos «desde la claridad formal y la<br />

verdad emocional», rompiendo cualquier atisbo de recitado<br />

retórico. Proclama que el teatro tiene que ser efectivo, expresivo<br />

y sencillo, sin afectación. «<strong>El</strong> escenario —escribe—<br />

no es una casa de locos incomprensibles ni un museo zoológico<br />

lleno de animales disecados, sino un <strong>espacio</strong> en el que<br />

se mueven seres humanos, tridimensionales y contradictorios.<br />

La escenografía nunca ha de ser “decorativa” ni literal,<br />

sino mínima, expresiva y metafórica sin dejar de ser precisa.<br />

<strong>El</strong> escenógrafo no puede ser un intruso que intenta competir<br />

con el texto y los actores». Son ideas que Brook encontrará<br />

11<br />

031-101608-EL ESPACIO VACIO.indd 11 24/01/12 7:54


prólogo<br />

en la obra fundamental de Granville-Barker, sus Prefaces to<br />

Shakespeare, y que, una vez asumidas y practicadas, encontramos<br />

en <strong>El</strong> <strong>espacio</strong> <strong>vacío</strong>.<br />

Y no solo eso. Para el montaje de <strong>El</strong> sueño, Granville-<br />

Barker diseña el vestuario de las hadas inspirándose en grabados<br />

orientales, y simula el bosque con sedas ondulantes de<br />

color verde. Un año después de su estreno escribe que lo que<br />

la función necesitaba era, simplemente, una gran caja blanca<br />

y desnuda: será esa caja la que utilice Brook en su puesta del<br />

Sueño en 1970, en la RSC, con las hadas balanceándose en<br />

trapecios, por encima de las cabezas de los protagonistas, y<br />

haciendo aéreos malabares al estilo de los equilibristas chinos.<br />

Hay en Brook una cuarta influencia, más amplia, más<br />

subterránea, más esotérica: las enseñanzas espirituales del<br />

maestro místico y filósofo ruso George Gurdjieff (1872-1949),<br />

que en —justamente— La Cuarta Vía propugnó la armonía<br />

de la mente, el cuerpo y los sentidos. Brook conoció y siguió<br />

sus postulados, cuyo resumen nos llevaría muy lejos, a través<br />

de su principal discípula, Jeanne de Salzmann: de ella y de la<br />

impronta de Gurdjieff en su vida habla más ampliamente en<br />

sus fascinantes memorias, Hilos de tiempo.<br />

La impronta de Artaud, en cierto modo emparentable a<br />

la de Gurdjieff, brota durante su brillantísima estancia en la<br />

Royal Shakespeare, donde Brook monta, en 1962 e invitado<br />

por Peter Hall, el mejor Lear de su generación. Dos años<br />

más tarde, en compañía del joven crítico y director Charles<br />

Marowitz, crea con un reducido equipo actoral un teatrolaboratorio<br />

que bautizan como «Teatro de la Crueldad» en<br />

homenaje a Artaud. No se trataba, aclaró en su texto de presentación,<br />

de mostrar escenas sádicas o dolorosas en un sentido<br />

literal, sino «crueles» según la adjetivación que el ardiente<br />

escritor francés aplicaba a su rechazo feroz y extremo<br />

de las formas convencionales.<br />

12<br />

031-101608-EL ESPACIO VACIO.indd 12 24/01/12 7:54


prólogo<br />

De Artaud rechaza su constante y enloquecida imprecación<br />

y alerta de los peligros que entraña un entreguismo<br />

acrítico a sus postulados, pero abraza sus apasionadas intuiciones<br />

poéticas, pues considera que en ese terreno llega mucho<br />

más lejos que cualquier otro teórico teatral. Así, Brook<br />

y Marowitz investigan cualquier forma de ruptura, desbrozando<br />

los esquemas del texto tradicional y la dirección única,<br />

y apuestan por una línea de teatro grupal, más cercano a<br />

la performance y al rito. Trabajan con materiales de autores<br />

escasamente conocidos en Inglaterra, como Genet, de quien<br />

montan escenas de Los biombos, y, desde luego, el Marat-<br />

Sade, de Weiss, que Brook montará con un elenco mixto,<br />

integrado por sus actores del teatro-laboratorio y por la plana<br />

mayor de la Royal Shakespeare Company, y obtuvo un<br />

fulminante éxito internacional.<br />

En 1965, mientras prepara US, una denuncia de la guerra<br />

de Vietnam que surge a partir de una serie de improvisaciones<br />

con su grupo germinal, comienza a escribir los textos<br />

que formarán <strong>El</strong> <strong>espacio</strong> <strong>vacío</strong>, y que «estrenará» en formato<br />

de conferencias por Inglaterra y Estados Unidos. <strong>El</strong> libro se<br />

articula como un balance del «estado de la cuestión» —la<br />

situación del teatro a finales de la década de 1960— entreverado<br />

con una serie de propuestas para las décadas venideras,<br />

que Brook establece con tanta humildad como firmeza.<br />

Algunas de sus reflexiones están datadas, circunscritas a las<br />

condiciones de la época, pero son las menos: la mayoría siguen<br />

teniendo la misma vigencia que entonces.<br />

Hay que aclarar, de entrada, que cuando Brook habla de<br />

«<strong>espacio</strong> <strong>vacío</strong>» se refiere, a la manera de Poel, al escenario<br />

isabelino como insuperable máquina de la imaginación,<br />

capaz de «hacer visibles las potencias del cuerpo y el espíritu<br />

con la máxima depuración formal». Shakespeare es una<br />

constante en su vida, en su obra, y en este texto: Shakespeare<br />

13<br />

031-101608-EL ESPACIO VACIO.indd 13 24/01/12 7:54


prólogo<br />

como absoluto, como santo patrón que une (para utilizar su<br />

terminología) lo tosco y lo sagrado, y como fuerza motriz<br />

que marca el camino a seguir.<br />

<strong>El</strong> <strong>espacio</strong> <strong>vacío</strong> se divide en cuatro partes, que Brook titula<br />

Teatro Mortal, Teatro Sagrado, Teatro Tosco y Teatro<br />

Inmediato. Resumiendo mucho, digamos que por Teatro<br />

Mortal entiende el teatro aburrido, innecesario, mal hecho,<br />

perecedero, y por Teatro Sagrado aquel que parte del ritual<br />

(o crea un ritual nuevo) para hacer brotar la esencia humana<br />

como un acto de magia, casi una transustanciación. Define<br />

luego como Teatro Tosco al teatro popular, gloriosamente<br />

imperfecto y carente de estilo «porque puede convertir en<br />

arma todo lo que tiene al alcance de la mano».<br />

Reivindica así el circo y el Music hall, «el teatro en carromatos,<br />

en tablados, con el público en pie, bebiendo alrededor;<br />

el teatro en cuartos traseros, en graneros, con funciones<br />

de una noche», el teatro que no duda en amasar «lo<br />

sucio, lo vulgar, lo obsceno»; aplaude por igual la vocación<br />

popular de Brecht y el teatro absurdo y desballestado de<br />

Spike Milligan, y proclama (algo muy arriesgado en una<br />

época de rígidas militancias) las virtudes del entretenimiento,<br />

pues «cualquier teatro que proporcione auténtica delicia<br />

tiene bien ganado su nombre».<br />

En la última parte, Teatro Inmediato, reflexiona sobre<br />

la función del teatro entendido como un arte del presente y<br />

centra el ensayo en su propia experiencia, su propia búsqueda.<br />

Todo el libro huye de la vaguedad y las ideas generales<br />

como de la peste, pero es en este apartado donde Brook se<br />

muestra mucho más específico, analizando los problemas<br />

con los que suele encontrarse un director a la hora de poner<br />

en pie un espectáculo, abordando desde las tareas escenográficas<br />

hasta el proceso de ensayos y la relación con el público,<br />

y centrando un buen número de páginas en el apasio-<br />

14<br />

031-101608-EL ESPACIO VACIO.indd 14 27/01/12 11:03


prólogo<br />

nante asunto de la alquimia interpretativa, con ejemplos<br />

extraídos de su trabajo con monstruos como Gielgud o<br />

Scofield.<br />

En las páginas de <strong>El</strong> <strong>espacio</strong> <strong>vacío</strong>, el lector encontrará<br />

también algunas de las mejores cosas que jamás se han escrito<br />

(en aproximaciones tan concisas como certeras) sobre el<br />

arte de Chejov, Beckett, Grotowski o Merce Cunningham,<br />

y, cómo no, espléndidos análisis de piezas de Shakespeare<br />

como Medida por medida, <strong>El</strong> rey Lear y Cuento de invierno.<br />

Las notas dominantes de este cóctel son la pasión, la<br />

ausencia absoluta de pedantería, el cuestionamiento de toda<br />

idea recibida, un suave pero efectivísimo sentido del humor,<br />

y una sensatez a prueba de ismos en una época en la que brotaba<br />

uno por semana. He aquí una muestra, entre muchas,<br />

de su agudeza conceptual y metafórica:<br />

En México, antes de la invención de la rueda, los esclavos tenían<br />

que acarrear gigantescas piedras a través de la selva y subirlas a las<br />

montañas, mientras sus hijos arrastraban sus juguetes sobre minúsculos<br />

rodillos. Los esclavos eran quienes habían construido los<br />

juguetes, pero durante siglos no consiguieron establecer la conexión.<br />

Cuando buenos actores interpretan malas comedias o revistas<br />

musicales de segunda categoría, cuando el público aplaude<br />

mediocres puestas escénicas de los clásicos simplemente porque le<br />

agradan los trajes o los cambios de decorado o la belleza de la primera<br />

actriz no hay nada malo en esa actitud. Sin embargo, ¿se ha<br />

tomado conciencia de lo que hay debajo del juguete que se arrastra<br />

con una cuerda? Lo que hay debajo es una rueda.»<br />

Para decirlo en una sola frase: <strong>El</strong> <strong>espacio</strong> <strong>vacío</strong> es uno de los<br />

más claros, más sabios y más influyentes libros de teatro que<br />

jamás se hayan escrito.<br />

marcos ordóñez, 2012<br />

15<br />

031-101608-EL ESPACIO VACIO.indd 15 27/01/12 11:03

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!