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Priscas novissima exsaltat - La Verdad

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las águilas de las legiones romanas, que ora<br />

atacaban ora se aliaban con ellas.<br />

Pero haciendo como un paréntesis, en el<br />

periodo visigodo están los bizantinos en Car-<br />

tagena. Myrtia era el hortus novocartaginensis<br />

bizantino también, como lo demuestran los<br />

restos de Algezares y <strong>La</strong> Alberca. ¿Supone-<br />

mos la cruz griega, simétrica centralmente,<br />

emblema del territorio durante esos casi 80<br />

años (555-623 d. C.)?<br />

Numerosas veces se enfrentaron los godos<br />

entre sí. Y precisarían diferenciarse. Lo harían<br />

con algún distintivo evidente, bien pintado<br />

sobre los escudos o las adargas, bien sobre<br />

las túnicas o lorigas. ¿Quién sabe? Ese fue, y<br />

no otro, el origen de los escudos de armas:<br />

diferenciarse a la hora de la guerra, cuando<br />

la guerra fuera; a la hora de la paz, cuando la<br />

paz fuera. Un animal tótem, una planta salu-<br />

tífera, una construcción defensiva inataca-<br />

ble… Algo que pasara a constituir apelación<br />

humana, cualquier cosa sirvió para diferenciar,<br />

y luego para unir, primero a un clan, después,<br />

por aglutinamiento, a un pueblo. Luego vino<br />

la disgregación: cada señor de la guerra se dijo<br />

merecedor de un distintivo: la heráldica había<br />

nacido.<br />

Desconocemos, pues, los símbolos witizianos<br />

y su variante en Teodomiro. Si los tuvieron,<br />

no perduraron. Tras cinco siglos musulmanes,<br />

donde no hay más distintivo que el religioso:<br />

verde con el cuarto creciente blanco, llegó el<br />

feudalismo con su ya complejo sistema de sím-<br />

bolos, emblemas y señas. Por cierto, el último<br />

color musulmán de los mursíes fue el negro<br />

bagdadí, sustituto del verde coránico. Ibn Hud<br />

el Grande había jurado fidelidad a Bagdad, a<br />

los abbasíes, por encima de cualquier obe-<br />

diencia hispana o magrebí. Abdelaziz, hijo del<br />

conquistador Muza, que según lenguas ciñó,<br />

blasfémicamente como ismailita, corona de<br />

rey cristiano de Hispania, era de obediencia<br />

damascena. Aún no era Bagdad la metrópoli<br />

islámica. Sus colores eran los del Profeta. Sobre<br />

ambas banderas, la Chahada: “No hay más dios<br />

que Alá, y Mahoma es su profeta”.<br />

Siguiendo con el hilo lleguemos al 778: Ron-<br />

cesvalles. Envuelta en la conjura anticordo-<br />

besa que urdieran los moros de Zaragoza, la<br />

Cora de Todmir halla ruin final poco más tarde.<br />

Si hubo emblemas witizianos para la comarca<br />

bajosegureña y aledaños, ahí se perdieron.<br />

Símbolos cristianos autóctonos fueron la Cruz<br />

Monogramática de Cehegín (s. VI) y la de Cara-<br />

vaca (1232).<br />

Hay que esperar a 1243: el infante don Alfonso<br />

entra en Murcia. Trae sus pendones de castillos<br />

y leones, y cada señor de los que le acompa-<br />

ñan los suyos propios. Una constelación de<br />

símbolos llueve sobre las tierras mursíes, entre<br />

Alicante, Lorca y Albacete. Dicen de un primer<br />

escudo con un castillo y una pluma encima,<br />

simbolizando fortaleza, el castillo, y flexibi-<br />

lidad o sabiduría, la pluma. Otros dicen que<br />

victoria. Pero, de existir, es efímero.<br />

En 1266, Alfonso X concede escudo defini-<br />

tivo: cinco coronas. Primer enigma: ¿por qué<br />

cinco? ¿Cinco personas reales? ¿Cinco reinos?<br />

¿Cinco… número cabalístico ofrecido por<br />

quien ama la Astronomía? ¿Capricho? ¿Un<br />

poco de todo?<br />

Elucubremos:<br />

Primero: el quinto reino, si lo fue, tras Castilla,<br />

León, Córdoba, Sevilla y el Algarbe, fue eso, el<br />

quinto; un ordinal, no un cardinal. Eso supon-<br />

dría que tendríamos en Murcia las coronas cas-<br />

tellana, leonesa, etc. Fácil rebatirlo. Además,<br />

Jaén faltaría… o sobraría.<br />

Segundo: cinco reyes… Pues eso ya es fácil:<br />

don Fernando, III el Santo para los castellanos,<br />

alias “el Bizco” para los andalusíes coetáneos, la<br />

primera corona. Su mujer, la reina, doña Beatriz<br />

de Suabia, por quien Alfonso aspirase al impe-<br />

rio, la segunda corona; ambos fueron reyes de<br />

Murcia, de 1243 a 1252, en que fue coronado<br />

el mismo Alfonso, que es la tercera corona.<br />

Luego, su mujer doña Violante, hija de Jaime<br />

I, la cuarta corona. Y, por supuesto, el propio<br />

don Jaime, que actuó como rey al entrar en la<br />

ciudad en 1266, otorgando repartimientos “a<br />

/6/ /7/<br />

Antiguo Seminario de San Fulgencio. Hoy Escuela<br />

Superior de Arte Dramático y Danza

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