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Priscas novissima exsaltat - La Verdad

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<strong>Priscas</strong> <strong>novissima</strong> <strong>exsaltat</strong><br />

Tercer centenario del escudo de la ciudad


UN AÑO MÁS, MURCIA TRES CULTURAS nos propone su ciclo de interesantes exposiciones<br />

que, sin duda, harán las delicias de cuantos amamos la cultura, el arte, la<br />

tradición y la historia.<br />

En este año en que celebramos el tercer siglo de existencia de nuestro<br />

escudo, aquel que condensa algunos símbolos que han definido a la ciudad<br />

a través de la historia, debemos recordar que sus antecedentes se remontan<br />

mucho más allá en el tiempo, como prueba irrefutable de la antigüedad y<br />

nobleza de la ciudad de Murcia.<br />

Nuestro escudo, el que tantos actos preside y tan presente ha estado siempre<br />

en los aspectos más cotidianos de la ciudad, quedó completado el 16<br />

de septiembre de 1709 por Felipe V. Y fue un premio. Porque el monarca<br />

agradeció así la lealtad inquebrantable de Murcia en la Guerra de Sucesión.<br />

Basta con atender al lema que engalana el escudo, <strong>Priscas</strong> <strong>novissima</strong> <strong>exsaltat</strong><br />

et amor (ensalzar y amar lo antiguo y lo nuevo), para reconocer el respeto<br />

que los murcianos hemos sentido siempre hacia nuestra historia y tradición,<br />

además de la voluntad de avanzar y progresar, en una especie de simbiosis<br />

que, desde hace un milenio, ha permitido a la ciudad un desarrollo continuo.<br />

Murcia es una tierra solidaria y agradecida, acogedora con cuantos hemos<br />

tenido el privilegio de disfrutar de su clima, sus gentes, su excepcional<br />

ubicación o su dilatada tradición. Y eso queda patente en el corazón que<br />

también embellece el escudo, el corazón del rey Alfonso X que, como Rey<br />

Sabio, amó y tuteló esta ciudad donde, incluso, ordenó enviar su propio<br />

corazón cuando muriese.<br />

Con el paso de los años, el escudo iría adaptándose al avance de la sociedad,<br />

hasta que finalmente, la Real Academia de la Historia, en 21 de junio de<br />

1968, dictaminó su diseño definitivo: «En campo de gules, un corazón de este<br />

color, fileteado de oro, y en torno a él, la leyenda “<strong>Priscas</strong> <strong>novissima</strong> <strong>exsaltat</strong> et<br />

amor” cargado de una lis y un león del propio metal. Sumado de corona real<br />

y acompañado de seis coronas, también de oro, en dos, dos y dos; bordura<br />

de León y Castilla, en sus esmaltes, en 16 compones. Al timbre, corona real».<br />

Como alcalde de la ciudad, es un honor poder celebrar el tercer siglo de<br />

existencia de nuestro escudo y animar a todos los murcianos a conocer<br />

sus detalles y, a través de tan remota y cuidada simbología, el espléndido<br />

legado histórico que condensan sus símbolos.<br />

/3/<br />

Miguel Ángel Cámara<br />

ALCALDE DE MURCIA


AB ORIGINE<br />

(EMBLEMA URBIS MYRTIAE)<br />

Santiago Delgado<br />

Arcosolio con las entrañas de Alfonso X.<br />

Catedral de Murcia<br />

/5/<br />

Si, como los últimos filólogos apuntan, el<br />

nombre Murcia procede de la diosa romana<br />

Venus Myrtia –bien a través de “lugar de mir-<br />

tos” o de la villa del terrateniente Myrteus– el<br />

primer distintivo común de los murcianos<br />

podría ser esa rama de mirto que la imagen<br />

de la diosa del Aventino romano porta en la<br />

mano. El mirto necesita humedad, suelo fértil,<br />

para crecer y multiplicarse. Donde hay mirtos<br />

hay agricultura fácil y… molicie; advocación<br />

de Venus Myrtia. El mirto, que hace salir a sus<br />

hojas de dos en dos, era el símbolo del matri-<br />

monio, de la felicidad apacible.<br />

¿Tuvo escudo de armas el witiziano Teodomiro<br />

de Orihuela, aquel suevo, o godo de nombre<br />

suevo, al servicio de los godos, al que enco-<br />

mendaron gobernar la Marca de Aurariola?<br />

Hubieran sido, sin duda, estos símbolos witi-<br />

zianos los primeros que habrían legado a esta<br />

tierra emblema identitario tal y como hoy lo<br />

entendemos. <strong>La</strong> Marca visigoda, que pronto<br />

fue Cora islámica, es el antecedente más claro<br />

del llamado Reino de Murcia. A buen seguro<br />

que los visigodos, pueblo germánico, tendrían<br />

distintivos de clan. Sabemos su afición por las<br />

fíbulas en forma de águila erecta; aunque algu-<br />

nos dicen que en principio eran los dos cuervos<br />

que posaban en los hombros de Wotan, su dios<br />

nórdico pagano y primitivo. Cuervos confundi-<br />

dos, luego de siglos de vagar por Europa, con


las águilas de las legiones romanas, que ora<br />

atacaban ora se aliaban con ellas.<br />

Pero haciendo como un paréntesis, en el<br />

periodo visigodo están los bizantinos en Car-<br />

tagena. Myrtia era el hortus novocartaginensis<br />

bizantino también, como lo demuestran los<br />

restos de Algezares y <strong>La</strong> Alberca. ¿Supone-<br />

mos la cruz griega, simétrica centralmente,<br />

emblema del territorio durante esos casi 80<br />

años (555-623 d. C.)?<br />

Numerosas veces se enfrentaron los godos<br />

entre sí. Y precisarían diferenciarse. Lo harían<br />

con algún distintivo evidente, bien pintado<br />

sobre los escudos o las adargas, bien sobre<br />

las túnicas o lorigas. ¿Quién sabe? Ese fue, y<br />

no otro, el origen de los escudos de armas:<br />

diferenciarse a la hora de la guerra, cuando<br />

la guerra fuera; a la hora de la paz, cuando la<br />

paz fuera. Un animal tótem, una planta salu-<br />

tífera, una construcción defensiva inataca-<br />

ble… Algo que pasara a constituir apelación<br />

humana, cualquier cosa sirvió para diferenciar,<br />

y luego para unir, primero a un clan, después,<br />

por aglutinamiento, a un pueblo. Luego vino<br />

la disgregación: cada señor de la guerra se dijo<br />

merecedor de un distintivo: la heráldica había<br />

nacido.<br />

Desconocemos, pues, los símbolos witizianos<br />

y su variante en Teodomiro. Si los tuvieron,<br />

no perduraron. Tras cinco siglos musulmanes,<br />

donde no hay más distintivo que el religioso:<br />

verde con el cuarto creciente blanco, llegó el<br />

feudalismo con su ya complejo sistema de sím-<br />

bolos, emblemas y señas. Por cierto, el último<br />

color musulmán de los mursíes fue el negro<br />

bagdadí, sustituto del verde coránico. Ibn Hud<br />

el Grande había jurado fidelidad a Bagdad, a<br />

los abbasíes, por encima de cualquier obe-<br />

diencia hispana o magrebí. Abdelaziz, hijo del<br />

conquistador Muza, que según lenguas ciñó,<br />

blasfémicamente como ismailita, corona de<br />

rey cristiano de Hispania, era de obediencia<br />

damascena. Aún no era Bagdad la metrópoli<br />

islámica. Sus colores eran los del Profeta. Sobre<br />

ambas banderas, la Chahada: “No hay más dios<br />

que Alá, y Mahoma es su profeta”.<br />

Siguiendo con el hilo lleguemos al 778: Ron-<br />

cesvalles. Envuelta en la conjura anticordo-<br />

besa que urdieran los moros de Zaragoza, la<br />

Cora de Todmir halla ruin final poco más tarde.<br />

Si hubo emblemas witizianos para la comarca<br />

bajosegureña y aledaños, ahí se perdieron.<br />

Símbolos cristianos autóctonos fueron la Cruz<br />

Monogramática de Cehegín (s. VI) y la de Cara-<br />

vaca (1232).<br />

Hay que esperar a 1243: el infante don Alfonso<br />

entra en Murcia. Trae sus pendones de castillos<br />

y leones, y cada señor de los que le acompa-<br />

ñan los suyos propios. Una constelación de<br />

símbolos llueve sobre las tierras mursíes, entre<br />

Alicante, Lorca y Albacete. Dicen de un primer<br />

escudo con un castillo y una pluma encima,<br />

simbolizando fortaleza, el castillo, y flexibi-<br />

lidad o sabiduría, la pluma. Otros dicen que<br />

victoria. Pero, de existir, es efímero.<br />

En 1266, Alfonso X concede escudo defini-<br />

tivo: cinco coronas. Primer enigma: ¿por qué<br />

cinco? ¿Cinco personas reales? ¿Cinco reinos?<br />

¿Cinco… número cabalístico ofrecido por<br />

quien ama la Astronomía? ¿Capricho? ¿Un<br />

poco de todo?<br />

Elucubremos:<br />

Primero: el quinto reino, si lo fue, tras Castilla,<br />

León, Córdoba, Sevilla y el Algarbe, fue eso, el<br />

quinto; un ordinal, no un cardinal. Eso supon-<br />

dría que tendríamos en Murcia las coronas cas-<br />

tellana, leonesa, etc. Fácil rebatirlo. Además,<br />

Jaén faltaría… o sobraría.<br />

Segundo: cinco reyes… Pues eso ya es fácil:<br />

don Fernando, III el Santo para los castellanos,<br />

alias “el Bizco” para los andalusíes coetáneos, la<br />

primera corona. Su mujer, la reina, doña Beatriz<br />

de Suabia, por quien Alfonso aspirase al impe-<br />

rio, la segunda corona; ambos fueron reyes de<br />

Murcia, de 1243 a 1252, en que fue coronado<br />

el mismo Alfonso, que es la tercera corona.<br />

Luego, su mujer doña Violante, hija de Jaime<br />

I, la cuarta corona. Y, por supuesto, el propio<br />

don Jaime, que actuó como rey al entrar en la<br />

ciudad en 1266, otorgando repartimientos “a<br />

/6/ /7/<br />

Antiguo Seminario de San Fulgencio. Hoy Escuela<br />

Superior de Arte Dramático y Danza


la aragonesa”, que luego Alfonso enmendó “a<br />

la castellana”: el catalán es la quinta corona.<br />

Me parece más adecuado. ¿Por qué no hubo<br />

corona para la esposa de Jaime I? Porque don<br />

Jaime, de gran prez, estaba viudo de Violante<br />

de Hungría, finada en 1251. De la copiosa<br />

colección de amantes posteriores, no quiso<br />

hace reina a ninguna. Cinco coronas. Cinco<br />

personas reales que había conocido Murcia<br />

hasta entonces. Recordemos: es la segunda<br />

elucubración.<br />

<strong>La</strong>s terceras y cuartas elucubraciones hága-<br />

las el lector. En particular indague qué cinco<br />

servicios capitales le hizo Murcia, la ciudad o<br />

el Reino –que no se distinguían entonces– al<br />

monarca de Toledo. Si son ellos cinco de indu-<br />

bitable alcance, tal podría ser el designio.<br />

En torno a ese cinco primigenio, que, hecho<br />

siete por mor de Pedro I y Felipe V, saltó a la<br />

bandera autonómica, siempre pesará espeso<br />

silencio documental.<br />

Del resto de elementos del escudo lean a Luis<br />

Lisón en estas mismas páginas. Para el lema, a<br />

la doctora Moya. <strong>La</strong>s tinieblas anteriores, mal<br />

iluminadas quedan por estas líneas.<br />

Iglesia de Santo Domingo<br />

EL ESCUDO CONCEJIL DE<br />

MURCIA<br />

Luis Lisón Hernández<br />

Ayuntamiento<br />

/8/ /9/<br />

Se cumple este año el tercer centenario del<br />

actual escudo concejil de la ciudad de Murcia,<br />

aunque su diseño y aprobación definitiva datan<br />

de 1968, ya que la redacción del texto de 16 de<br />

septiembre de 1709 resultaba un tanto farra-<br />

gosa y muy difícil de plasmar en la realidad,<br />

para sujetarse a los cánones y reglas por los que<br />

se rige la ciencia heráldica o del blasón.<br />

No obstante, tendremos que remontarnos<br />

a varias centurias más alejadas en el tiempo<br />

para encontrar los primeros antecedentes<br />

sobre su composición y uso, ya que fue en la<br />

segunda mitad del siglo XIII cuando la docu-<br />

mentación nos ofrece pruebas fehacientes<br />

de su existencia; pues desconocemos si en la<br />

época de dominación musulmana la aljama<br />

de Murcia usó algún sello para autentificar o<br />

validar sus documentos.<br />

Tras la capitulación de Alcaraz, la presencia<br />

castellana en la capital del reino no cambió el<br />

estatus por el que se regía la ciudad y habrá que<br />

esperar a fechas posteriores a la sublevación de<br />

1264 para la erección de un concejo y la subsi-<br />

guiente creación de escudo y bandera. Cuando<br />

Jaime I “el Conquistador” acude en auxilio de<br />

su yerno, que se encontraba ocupado en tie-<br />

rras sevillanas, recupera Murcia el 2 de febrero<br />

de 1266 sin necesidad de combatirla y no será<br />

hasta tres meses más tarde cuando Alfonso X<br />

regrese para hacerse cargo de la situación.


IES Licenciado Francisco Cascales<br />

Instituye entonces un concejo para gobernar<br />

la ciudad y su término, y el viernes 14 de mayo,<br />

por un privilegio rodado, les otorga señas de<br />

identidad propias, como son escudo y ban-<br />

dera, aunque no especifica cómo han de ser:<br />

«Otrossi, por onrra de la cibdat sobredicha de<br />

Murcia, damosles que ayan senna, et el conceio<br />

que escoia un cauallero o un omne bono que la<br />

tenga, aquel que entendieren que sera mas pora<br />

ello, et que este guisado de cauallo et armas.<br />

Otrossi, les damos seello de dos tablas, et tene-<br />

mos por bien que las tengan dos omnes bonos<br />

quales escogieren el conceio con conssenti-<br />

miento daquel que estudiere y por nos, et que<br />

tenga el uno la una tabla et el otro la otra».<br />

<strong>La</strong> descripción de ambos símbolos no resulta<br />

problemática y se conoce suficientemente,<br />

sobre todo el sello, por haber quedado refle-<br />

jada su impronta, tanto de plomo como de<br />

cera, en ciertos documentos. Juan Torres Fon-<br />

tes nos lo describe con fidelidad:<br />

«En su anverso… una orla exterior, con leyenda<br />

en tipo gótico que dice: CIVITAS MURCIE INCLITA<br />

ET HONORATA DOMINIO REGNIS CASTELLE. En<br />

el centro, una amplia panorámica del recinto<br />

exterior de la ciudad. En ella pueden apreciarse:<br />

el alcázar kibir; una alta torre interior, que<br />

correspondía a alminar de la mezquita aljama;<br />

la parte superior de una palmera situada en el<br />

interior del recinto; torres y lienzos o cortinas de<br />

la muralla, con dos puertas, y huecos o saeteras<br />

a distinta altura en las torres exteriores. En un<br />

primer plano: tres líneas sinuosas, que simbo-<br />

lizaban al río Segura; una noria, utilizada para<br />

abastecer de agua el alcázar y cuatro árboles,<br />

en remembranza de los abundantes olmos exis-<br />

tentes en el soto del río. <strong>La</strong>s crónicas y docu-<br />

mentos del siglo XII confirman la existencia real<br />

de cuanto se representa en esta imagen.<br />

En el reverso de la medalla se reproduce el escudo<br />

de la ciudad de Murcia en el siglo XIII y primera<br />

mitad del XIV. Consta por tanto de cinco coronas<br />

reales y a su alrededor, en tipo gótico, la leyenda:<br />

SIGILLUM CONCILII NOBILIS CIVITATIS MURCIE».<br />

El anverso sigue fielmente el modelo paisajís-<br />

tico que recogen otros sellos de la época,<br />

como podemos ver, por poner unos ejemplos,<br />

en los sellos de Sevilla, Zamora y Córdoba,<br />

donde se presenta una imagen muy parecida<br />

a la del de Murcia, y permanece invariable<br />

durante muchas décadas, hasta el punto que<br />

la representación más antigua que conocemos<br />

es de 1374.<br />

<strong>La</strong> dificultad de conservar el paño de la enseña<br />

inicial hacía muy difícil que hubiese llegado<br />

hasta nosotros algún ejemplar, pero si tene-<br />

mos en cuenta las disposiciones alfonsíes<br />

contenidas en las Partidas, señalando que<br />

las banderas de concejos fuesen farpadas,<br />

no representa mucha dificultad dibujar cómo<br />

/10/ /11/<br />

Cárcel Vieja<br />

pudo ser, máxime teniendo en cuenta cómo<br />

eran otras de las que sí conocemos el diseño.<br />

Concretamente, la Ley XIII del título XXIII de la<br />

segunda Partida, dice:<br />

«Otras y ha que son quadradas, e farpadas en<br />

cabo, a que llaman cabdales. E éste nome han,<br />

porque non las deue otro traer, si non cabdillos,<br />

por razón del acabdillamiento, que deuen fazer<br />

(...) Otrosí las pueden traer concejos de cibdades,<br />

o de villas»...<br />

Y en la Ley XIV del mismo título y Partida, que<br />

trata de la manera que son los pendones, lee-<br />

mos:<br />

...«otra seña quadrada que es más luenga que<br />

ancha, bien el tercio del asta ayuso, e non es farpada.<br />

E esta llaman en algunos lugares vandera».<br />

Como bien señala Alfonso Durán «hay que<br />

creer, por tanto, que estaba constituida por<br />

un paño rojo (el color real castellano, mante-


nido en los escudos posteriores y hasta hoy)<br />

cargado con las cinco coronas y en la misma<br />

posición relativa que en el sello o en las mar-<br />

cas de acuñación de las monedas contempo-<br />

ráneas, en aspa».<br />

De la dos tabletas de bronce grabadas en su<br />

interior, la que reproducía en cera la repre-<br />

sentación más o menos real de la ciudad per-<br />

maneció más tiempo; pues la que reproducía<br />

cinco coronas, orladas de la leyenda «SIGILLUM<br />

CONCILII NOBILIS CIVITATIS MURCIE», MURCIE cambió a<br />

partir de 1361, año en que Pedro I, para pre-<br />

miar la lealtad y buenos servicios prestados<br />

por Murcia, le concedió una sexta corona, por<br />

privilegio dado en Ariza a 4 de mayo:<br />

«para que hayades mas voluntad de me servir vos<br />

e los que de vos vinieran, tengo por bien que demas<br />

de las cinco coronas que vos haviedes en el vuestro<br />

sello y en el vuestro pendon, que haya es una mas,<br />

asi que sean seis coronas...».<br />

Y que amplió con una orla de leones y castillos<br />

para ambos símbolos, por otro dado en Sevilla<br />

a 10 de julio siguiente:<br />

«bien sabedes en como por vos facer merced<br />

tove por bien de como habiades cinco coronas<br />

en el pendon y sello, hobiesedes una mas, en<br />

manera que fuesen seis. E agora por vos facer<br />

bien... tengo por bien que pongades en la orla<br />

del dicho sello y pendon, leones y castillos en<br />

cada uno...».<br />

El Ayuntamiento de Murcia procedió entonces<br />

a realizar los cambios pertinentes y al quedar<br />

obsoletas las tabletas de bronce para imprimir<br />

el sello concejil se adquirieron unas nuevas,<br />

de plata, de menor tamaño que las anterio-<br />

res. Asimismo, sufrió dos cambios la enseña:<br />

primero para incorporar la sexta corona (aun-<br />

que tal vez no dio tiempo a tal enmienda) y<br />

después la orla de leones y escudos.<br />

Años más tarde, quiso la ciudad incorporar<br />

a sus símbolos una representación del cora-<br />

zón de Alfonso X que se conservaba en la<br />

Catedral, como antes de su ruina y desmoro-<br />

namiento estuvo en el monasterio de Santa<br />

María la Real (o de Gracia), y en la sesión de<br />

14 de febrero de 1575 acordaron solicitar<br />

autorización a Felipe II para que «en el escudo<br />

e blasón desta dicha Ciudad, que sienpre a<br />

tenido e tiene seis coronas de oro en canpo<br />

roxo y los reales castillos e leones por armas e<br />

orla de onor, en el se ponga un corazón». Y asi-<br />

mismo decidieron timbrar el blasón con un<br />

coronel: «Otrosí, dixeron que, como a todos es<br />

notorio, una de las mayores preminencias que<br />

las ciudades cabeças de reinos tienen es poner<br />

e traer encima e los escudos e blasones de sus<br />

armas una corona grande que cubra todo el<br />

escudo, e porque esta Ciudad parece que res-<br />

pecto de traer en el suyo seis coronas reales no<br />

a puesto el dicho coronel hasta ahora todavía,<br />

pues que por ser como dicho es, cabeza e reino<br />

e tan principal le pertenece, acordaron e pro-<br />

veyeron se ponga e haga la dicha corona, e en<br />

los escudos que de aquí adelante se hicieren se<br />

use, y emiende en los demás fechos». Añadido<br />

que no debió aceptar el monarca, aunque sí<br />

autorizaría que lo fuese con una corona real,<br />

cumpliendo así lo dispuesto en 1480 por los<br />

Reyes Católicos (Ley XV, título 1, libro VI), y<br />

que completó el propio Felipe II por una<br />

pragmática de 8 de octubre de 1586 «para<br />

remediar el gran desorden y exceso que ha<br />

habido y hay en poner coroneles en los escu-<br />

dos de armas de los sellos y reposteros», que<br />

en adelante solo podrían usar en sus timbres<br />

los duques, marqueses y condes.<br />

Tuvo la suerte Murcia de unirse al bando del<br />

Borbón Felipe V en la Guerra de Sucesión<br />

y en atención a los méritos contraídos por<br />

entonces, al finalizar la contienda solicitó del<br />

Hospicio de Santa Florentina. Calle Santa Teresa<br />

/12/ /13/<br />

monarca diversas mercedes y privilegios, y<br />

entre ellos, «que a las seis coronas que compo-<br />

nían el blasón de su escudo de armas, pudiese<br />

añadir otra corona real sobre un león y una flor<br />

de lis, unidos, zircundadas estas tres cosas con<br />

este mote: (<strong>Priscas</strong>, <strong>novissima</strong> <strong>exsaltat</strong> et amor)», amor<br />

según gráficamente podía verse en un dibujo<br />

que acompañó a la petición. Lo cual fue con-<br />

cedido el 16 de septiembre de 1709, «exzepto<br />

en el punto de poner corona zerrada en ellas».<br />

Aclara Torres Fontes, que los reyes de armas<br />

introdujeron cambios en su colocación, pues<br />

la concesión era de una corona real abierta,<br />

sobre un león y una flor de lis unidos, circun-<br />

dadas estas tres cosas por el mote «<strong>Priscas</strong><br />

<strong>novissima</strong> <strong>exsaltat</strong> et amor»; pero no se hizo<br />

así, pues colocaron el león y flor de lis unidos,<br />

circundados por el lema «<strong>Priscas</strong> <strong>novissima</strong><br />

<strong>exsaltat</strong> et amor», y sobre todo ello, la séptima<br />

corona.


Y aunque los reyes de armas dispusieron el<br />

diseño, para evitar los errores que actual-<br />

mente se cometían, la Real Academia de la<br />

Historia en 21 de junio de 1968 dictaminó el<br />

siguiente diseño:<br />

«En campo de gules, un corazón de este color,<br />

fileteado de oro, y en torno a él, la leyenda “Pris-<br />

cas <strong>novissima</strong> <strong>exsaltat</strong> et amor” cargado de una<br />

lis y un león del propio metal. Sumado de corona<br />

real y acompañado de seis coronas, también de<br />

oro, en dos, dos y dos; bordura de León y Casti-<br />

lla, en sus esmaltes, en 16 compones. Al timbre,<br />

corona real».<br />

Sobre el respecto se había pronunciado un<br />

año antes el cronista rey de armas don Vicente<br />

de Cadenas, con ocasión de la emisión de una<br />

serie filatélica con el escudo de las capitales<br />

de provincia:<br />

«<strong>La</strong>s coronas son reales, no ese engendro de<br />

corona, aunque habitualmente se emplee por<br />

quienes desconocen la heráldica. Los compo-<br />

nes de la bordura (16) bastan para dos escu-<br />

dos, pues exactamente sobran la mitad».<br />

Coincidía en ello con lo manifestado siglos<br />

antes por el licenciado Francisco Cascales y con<br />

Bernardo Espinal y García en su obra Atlante<br />

Español… Reyno de Murcia, que describe así el<br />

escudo: «En campo rojo, seis coronas de oro, y<br />

por orla, cuatro castillos y cuatro leones. Dife-<br />

renciados los castillos de oro en campo rojo,<br />

y los leones rojos en campo de plata, y otra<br />

mayor al timbre». También opinaba el señor<br />

Cadenas y Vicent, que los leones de la bordura<br />

deben ser de púrpura y no de gules.<br />

Jardín de Floridablanca<br />

PRISCAS NOVISSIMA EXSALTAT,<br />

ET AMOR<br />

Francisca Moya del Baño<br />

Palacio Almudí<br />

/14/ /15/<br />

El lema del escudo de Murcia no puede enten-<br />

derse aislado de las imágenes visibles en el<br />

propio escudo ni de las circunstancias históri-<br />

cas en las que surgió; figura en nuestro escudo<br />

desde hace trescientos años, pues fue en 1709<br />

cuando Felipe V lo completa. En ese momento,<br />

el escudo presentaba seis coronas: las cinco<br />

que puso en el escudo que concedió a Murcia<br />

Alfonso X en 1266 y otra que, en 1361, añadió<br />

el rey Pedro I, además de la orla de leones y<br />

castillos; ambos reyes con estas distinciones<br />

agradecían a Murcia su fidelidad y ayuda.<br />

En 1709, entre el 14 de marzo y 7 de abril,<br />

don Antonio de Roda y Faxardo y don Iuan<br />

Bautista Ferro, regidores perpetuos de la<br />

ciudad y sus diputados, como muestra un<br />

documento del Archivo Histórico Nacional<br />

(sección consejos, legajo 6117, expediente:<br />

39), con ocasión del Juramento de Fidelidad<br />

al S. Príncipe de las Asturias, recuerdan al rey<br />

la ayuda que la ciudad le prestó en la Guerra<br />

de Sucesión, y, entre otras peticiones, le rue-<br />

gan “que à las seis Coronas que componen el<br />

Blasón de su Escudo de Armas, puedan aña-<br />

dir otra Corona Real sobre vn Leon y vna Flor<br />

de Lis vnidos; y estas tres cosas çircundadas<br />

de este mote: <strong>Priscas</strong> <strong>novissima</strong> <strong>exsaltat</strong>, et<br />

amor”, añadiendo para mejor entendimiento<br />

un precioso dibujo del escudo que desean<br />

tener.


El rey, como consta en el Archivo Municipal<br />

de Murcia, Cartulario Real, Real años 1709-1712, fol.<br />

35, de fecha 16 de septiembre del mismo año,<br />

accede a esta petición, con una salvedad: se<br />

concede la corona, pero ésta no debe ser una<br />

corona real cerrada, como se le solicitaba; la<br />

nueva corona, como las seis anteriores, debe<br />

ser abierta. Ese es el escudo que se ha mante-<br />

nido, el que vemos en sellos y pendones, con<br />

la única excepción del moderno escudo de<br />

nuestro Ayuntamiento, en el que las coronas,<br />

sin razón que lo avale y en contra de lo orde-<br />

nado por Felipe V, aparecen todas cerradas.<br />

Pero vamos al “lema”. Si se tiene en cuenta la<br />

historia y se observa el escudo queda, a nues-<br />

tro juicio, clara la significación del mote <strong>Priscas</strong><br />

<strong>novissima</strong> <strong>exsaltat</strong>, et amor. En efecto, <strong>Priscas</strong><br />

(acusativo de plural femenino del adjetivo<br />

priscus, a, um) significa “antiguas” o “anterio-<br />

res” y necesariamente debe ir referido a las<br />

“seis coronas” no mencionadas en el lema,<br />

pero sí mostradas en el escudo; por su parte,<br />

<strong>novissima</strong> (nominativo singular femenino del<br />

adjetivo novissimus, a, um) significa “última”,<br />

referido este adjetivo a otra corona, la que<br />

ahora se concede a Murcia, la séptima; en<br />

cuanto a <strong>exsaltat</strong> (tercera persona del singular<br />

del presente de indicativo del verbo exalto),<br />

significa “exalta”, “enaltece”, “engrandece” y<br />

tiene que ser, como se comprende con faci-<br />

lidad, el verbo de una oración, cuyo sujeto es<br />

<strong>novissima</strong> (corona) y el objeto directo priscas<br />

(coronas). Por lo que respecta a amor, que va<br />

unido por un “y” (et) et)et a lo anterior, es necesaria-<br />

mente nominativo de singular, y debe hacer el<br />

oficio de sujeto, pero, al no estar explícito el<br />

verbo, hay que sobreentenderlo.<br />

Así las cosas caben dos posibilidades: la pri-<br />

mera, que preferimos, consiste en entender<br />

que se trata de dos frases paralelas y que en la<br />

segunda, la que está representada por amor, amor<br />

se debe sobreentender no solo el verbo, sino<br />

también el objeto directo; igual que a “corona”<br />

corresponde “coronas”, a “amor” corresponde-<br />

ría “amores”, y, en esa relación de semejanza,<br />

también aparecería un novissimus:<br />

PRISCAS (CORONAS) NOVISSIMA (CORONA) EXSALTAT<br />

ET<br />

(PRISCOS AMORES) (NOVISSIMUS) AMOR EXSALTAT<br />

es decir,<br />

“<strong>La</strong>s antiguas coronas las enaltece la última corona<br />

y<br />

(los antiguos amores los enaltece el último) amor<br />

No necesitan explicación las coronas; están<br />

en el escudo. En cuanto a amor está implícito,<br />

pues se trata del “amor”, representado en toda<br />

clase de ayudas, que Murcia ha ofrecido a su<br />

monarca en las ocasiones en que éste lo ha<br />

necesitado. En esta última, su amor ha sido<br />

igual o, más bien, superior, pues no solo no<br />

ha desmerecido las pruebas de lealtad dadas<br />

a reyes anteriores, sino que ha servido para<br />

enaltecerlas. Los documentos referentes a este<br />

lema abogan porque se trate, como decimos,<br />

del “amor” de Murcia hacia el rey, pero no sería<br />

imposible suponer que se aludiese también<br />

al “amor” que tiene el rey hacia Murcia, el cual<br />

deja patente en la ampliación de su escudo.<br />

Una frase tan esquemática como la de nuestro<br />

“mote”, no excluye interpretaciones y tampoco<br />

otra posibilidad sintáctica, cuya significación, por<br />

otra parte, no se aleja de la ya propuesta, a saber:<br />

que amor fuese unido a <strong>novissima</strong> (corona), es<br />

decir: “la última corona y el amor”, y que ambos<br />

fuesen sujetos de <strong>exsaltat</strong> (enaltece), permane-<br />

ciendo el mismo complemento, “las antiguas<br />

coronas”, a saber: “la última corona y el amor<br />

enaltecen las antiguas coronas”. Aunque se espe-<br />

raría un verbo en plural por ser dos los sujetos,<br />

sin embargo no es rara esta clase de “concordan-<br />

cia”;amor se entendería igual, “el amor de Mur-<br />

cia, que ha hecho posible esta distinción real”, la<br />

concesión de la séptima corona, y también, sin<br />

duda, la flor de lis y el león rampante.<br />

Esta es nuestra hipótesis de lectura del lema<br />

del escudo de Murcia.<br />

En mi trabajo “A propósito de la ‘leyenda’ del escudo de Mur-<br />

cia”, MVRGETANA 117 (2007), 55-78, pueden verse los docu-<br />

mentos y bibliografía que sustentan esta interpretación.<br />

/16/ /17/<br />

Glorieta de España


Pendón real. 1789<br />

Brocado de seda. 165 x 162 cm<br />

Ayuntamiento de Murcia<br />

Con motivo de la coronación<br />

de Carlos IV, el Ayuntamiento<br />

encargo este pendón real,<br />

que, según investigaciones de<br />

Manuel Sánchez Pérez y Pilar<br />

Vallalta, fue realizado por el artesano<br />

bordador Tomás Marques<br />

Fruísa. El pendón fue restaurado<br />

en 1966 con poco acierto y en<br />

los años noventa, el escudo en sí<br />

se colocó sobre una nueva tela<br />

de brocado de color marfil con<br />

diseño de finales del siglo XVIII<br />

y se mejoró la exposición en una<br />

de las vitrinas laterales del salón<br />

de plenos del Ayuntamiento de<br />

Murcia.<br />

Bandera Coronela del<br />

Batallón provincial nº 10 de<br />

la Reserva. 1808<br />

Tafetán de seda, bordado en seda.<br />

155 x 141 cm<br />

Ayuntamiento de Murcia<br />

En el centro de la pieza aparece<br />

el escudo de Fernando VII con<br />

el toisón de oro y destacan las<br />

cuatro esquinas con el escudo<br />

de la ciudad. Según las investigaciones<br />

de Pilar Vallalta y de<br />

Manuel Pérez Sánchez, el artesano<br />

bordador fue Pantaleón<br />

Furriol. Se encuentra normalmente<br />

expuesto en una de las<br />

vitrinas del salón de plenos del<br />

Ayuntamiento de Murcia.<br />

Detalle. Bandera Coronela<br />

del Batallón provincial nº 10<br />

de la Reserva. 1808<br />

Tafetán de seda, bordado en seda.<br />

155 x 141 cm<br />

Ayuntamiento de Murcia<br />

Se trata de un detalle de una de<br />

las esquinas de la bandera en<br />

la que se aprecia el escudo con<br />

una modificación significativa,<br />

ya que el fondo del escudo aparece<br />

en azul, no en el típico rojo.<br />

Aparecen, además, seis coronas<br />

y una en la parte superior. Los<br />

escudos están rodeados por<br />

una rama de laurel y por unas<br />

espigas unidas por una lazo<br />

azul. Esta imagen del escudo<br />

ha supuesto diversas controversias<br />

entre los investigadores,<br />

tanto por el color azul como<br />

por la posición y cantidad de<br />

las coronas.<br />

Acta capitular de 1574-1575<br />

Fol. 166 r-166 v. 32 x 22 cm<br />

Archivo Municipal de Murcia<br />

Acuerdo para colocar un corazón<br />

en el escudo de la ciudad<br />

como símbolo de lealtad de<br />

Murcia al rey Alfonso X. Este<br />

acuerdo está fechado el 14 de<br />

febrero de 1575.<br />

El monarca, en una señal de<br />

agradecimiento a los dos concejos<br />

de los que más apoyos<br />

había recibido, dispuso en su<br />

testamento que sus entrañas<br />

fueran llevadas a Murcia y que<br />

su cuerpo fuera enterrado en<br />

Sevilla.<br />

/18/ /19/


Cartulario real. 1709-1712<br />

Fol. 35 r-35 v. 32 x 22 cm<br />

Archivo Municipal de Murcia<br />

Carta de contestación a una<br />

petición al rey que, entre el 14<br />

de marzo y 7 de abril de 1709,<br />

hicieron don Antonio de Roda<br />

y Fajardo y don Juan Bautista<br />

Ferro, regidores del Concejo de<br />

Murcia, con ocasión del juramento<br />

de fidelidad al príncipe<br />

de Asturias. Le recuerdan la<br />

ayuda que la ciudad le prestó en<br />

la Guerra de Sucesión, y le ruegan<br />

añadir una nueva corona<br />

al escudo. El rey accede a esta<br />

petición, con una salvedad: se<br />

concede la corona, pero esta<br />

no debe ser una corona real<br />

cerrada, como se le solicitaba.<br />

<strong>La</strong> nueva corona, como las seis<br />

anteriores, debe ser abierta.<br />

Escudos nobiliarios I<br />

Ramón Medel. S. XIX<br />

63 x 48 cm. Tintas de colores/papel<br />

Archivo Municipal de Murcia<br />

En este dibujo están los escudos<br />

de los distintos partidos judiciales<br />

de la provincia de Murcia,<br />

según aparece en la leyenda, así<br />

como los escudos nobiliarios de<br />

apellidos que comienzan por la<br />

letra a y algunos con la b. Destacan<br />

en el centro del dibujo el<br />

traslado de dos cartas de Pedro<br />

I y dos décimas, una de ellas de<br />

Francisco Cascales.<br />

Escudos nobiliarios (detalle)<br />

Ramón Medel. S. XIX<br />

63 x 48 cm. Tintas de colores/papel<br />

Archivo Municipal de Murcia<br />

<strong>La</strong> disposición de las coronas<br />

dentro del escudo sigue<br />

una colocación determinada<br />

y en este detalle se aprecia el<br />

aspecto de las cinco coronas,<br />

las seis de tiempos de Pedro I<br />

y las siete coronas concedidas<br />

por Felipe V, con y sin león y flor<br />

de lis.<br />

/20/ /21/


Escudos nobiliarios II<br />

Ramón Medel. S. XIX<br />

63 x 48 cm. Tintas de colores/papel<br />

Archivo Municipal de Murcia<br />

Con el epígrafe “Nobleza de<br />

Murcia” aparecen reseñados distintos<br />

apellidos de familias murcianas.<br />

En el centro del dibujo se<br />

muestra el listado de concejales<br />

del Ayuntamiento de Murcia,<br />

un listado de parroquias y el<br />

escudo del cabildo catedralicio.<br />

Escudos nobiliarios III<br />

Ramón Medel. S. XIX<br />

63 x 48 cm. Tintas de colores/papel<br />

Archivo Municipal de Murcia<br />

Nobleza de Murcia es el título<br />

de este dibujo en el que aparece<br />

el listado de los adelantados<br />

del Reino de Murcia desde<br />

el infante don Manuel en 1262<br />

hasta don Pedro Fajardo en<br />

1443.<br />

“El Escudo de la Ciudad de<br />

Murcia”<br />

Juan Torres Fontes<br />

Boletín Informativo Ayuntamiento<br />

de Murcia<br />

1966. Nº s 1, 3, 5, 6 y 7<br />

Archivo Municipal de Murcia<br />

“El corazón de Alfonso X en<br />

el blasón de la ciudad de<br />

Murcia”<br />

Juan Torres Fontes<br />

Diputación Provincial<br />

1979. Año V nº 16<br />

Archivo Municipal de Murcia<br />

/22/ /23/


“Noticias históricas y curiosas<br />

de Murcia”<br />

J. Martínez Tornel<br />

1ª serie. El Diario de Murcia, 1893<br />

Archivo Municipal de Murcia<br />

Sello concejil. Anverso y<br />

reverso<br />

Madera y metal. Ø 65 cm<br />

Archivo Municipal de Murcia<br />

Con motivo de la celebración<br />

del VII centenario de la creación<br />

del Ayuntamiento de Murcia, se<br />

elaboró esta reproducción del<br />

sello concejil concedido por el<br />

rey Alfonso X, en 1266.<br />

Alfonso X<br />

Juan González Moreno<br />

Bronce. 30 x 10 x 10 cm. 1984<br />

El 23 de noviembre de 1221 nace<br />

en Toledo el infante Alfonso, el<br />

futuro Rey Sabio que firmará la<br />

capitulación de Alcaraz en 1243,<br />

hecho que supondrá el inicio<br />

de la conquista castellana del<br />

Reino de Murcia.<br />

Escudo de la ciudad<br />

Piedra arenisca<br />

89 x 76 x 25 cm. S. VIII<br />

Ayuntamiento de Murcia<br />

Procedente de la antigua puerta<br />

de la muralla llamada “de las<br />

siete coronas”.<br />

Bernardo Espinalt y García, en<br />

su obra “Atlante Español”, en el<br />

capítulo “Descripción general<br />

del Reino de Murcia”, de 1778,<br />

describe así el escudo: «En<br />

campo rojo, seis coronas de oro,<br />

y por orla, cuatro castillos y cuatro<br />

leones. Diferenciados los<br />

castillos de oro, en campo rojo,<br />

y los leones rojos, en campo de<br />

plata, y otra mayor al timbre».<br />

/24/ /25/


León del Malecón<br />

F. Oliva. O/L. 72 x 53 cm. Siglo XX<br />

Ayuntamiento de Murcia<br />

<strong>La</strong> escultura conocida como “El<br />

León del Malecón” se encontraba<br />

situada junto al edificio<br />

del Club Remo, hoy desaparecido,<br />

justo a la entrada del<br />

Malecón. En esta escultura se<br />

conserva una de las primeras<br />

representaciones de nuestro<br />

escudo, en la que aparecen las<br />

siete coronas.<br />

Retrato de Felipe V de Borbón<br />

J. Ruiz Melgarejo<br />

83 x 60 cm. O/L. 1718<br />

Museo de Bellas Artes de Murcia<br />

Murcia se unió al bando del pretendiente<br />

Borbón a la corona<br />

española durante la Guerra de<br />

Sucesión, y en atención a los<br />

méritos contraídos por entonces,<br />

al finalizar la contienda, la ciudad<br />

solicitó del monarca diversas<br />

mercedes y privilegios. Entre<br />

ellos, «que a las seis coronas<br />

que componían el blasón de su<br />

escudo de armas, pudiese añadir<br />

otra corona real sobre un león y<br />

una flor de lis, unidos, zircundadas<br />

estas tres cosas con este<br />

mote: (<strong>Priscas</strong>, <strong>novissima</strong> <strong>exsaltat</strong><br />

et amor)». Lo cual fue concedido<br />

el 16 de septiembre de 1709.<br />

<strong>La</strong> Entrega de Murcia al<br />

infante don Alfonso por el<br />

rey Ibn Hudiel<br />

José Pascual y Valls<br />

O/L. 130 x 99 cm<br />

Primera mitad siglo XIX<br />

Museo de Bellas Artes de Murcia<br />

En 1266, tras diferentes vicisitudes<br />

desde la llegada del aún<br />

infante don Alfonso a Murcia,<br />

instituye el Concejo para gobernar<br />

la ciudad y su término. El 14<br />

de mayo de ese año, por privilegio<br />

rodado, otorga a Murcia<br />

las que serán sus señas de identidad,<br />

el escudo y la bandera,<br />

aunque no especifica cómo han<br />

de ser.<br />

Retrato de Pedro I<br />

Germán Hernández Amores<br />

O/L. 221 x 138 cm. 1877<br />

Universidad de Zaragoza<br />

Esta obra se realizó para la Serie<br />

Cronológica de los Reyes de<br />

España y se encontraba en el<br />

Museo del Prado hasta que en<br />

1892 fue depositado en la Universidad<br />

de Zaragoza, donde<br />

hoy día se encuentra expuesta<br />

en su paraninfo. Este rey castellano,<br />

apodado “el Cruel”, concedió<br />

a Murcia la sexta corona de<br />

su escudo en 1391, para premiar<br />

la lealtad y buenos servicios<br />

prestados.<br />

/26/ /27/

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