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Ernest Hemingway habla sobre sí mismo como escritor - Conafe

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LECTURA Y ESCRITURA EN MÉXICO Y EL MUNDO<br />

<strong>Ernest</strong> <strong>Hemingway</strong> <strong>habla</strong> <strong>sobre</strong> <strong>sí</strong> <strong>mismo</strong> <strong>como</strong> <strong>escritor</strong><br />

¿Qué puede aportar un <strong>escritor</strong> <strong>sobre</strong> <strong>sí</strong> <strong>mismo</strong> <strong>como</strong> creador para comprenderlo mejor y gozar más su<br />

escritura? Creemos que mucho, con la condición de que encuentre el espacio y el momento para <strong>habla</strong>r<br />

acerca de algo tan íntimo y secreto <strong>como</strong> su propio proceso de creación o sus hábitos personales al<br />

escribir. Este privilegio se hizo posible en el caso del <strong>escritor</strong> estadounidense <strong>Ernest</strong> <strong>Hemingway</strong> gracias<br />

a la revista The Paris Review.<br />

<strong>Ernest</strong> <strong>Hemingway</strong> nació en 1899 en Oak Park, estado de Illinois de la Unión Americana y murió en<br />

Ketchum, Idaho, en 1961. El inicio de la carrera literaria de este <strong>escritor</strong> estadounidense tiene una<br />

anécdota muy curiosa. Resulta que en un viaje de trabajo por Europa <strong>como</strong> reportero, <strong>Hemingway</strong><br />

guardó todos los cuentos y poemas que había escrito en su maleta, la cual se perdió en un recorrido que<br />

realizó en tren. Esa situación lo obligó a escribir nuevamente su obra literaria, por ese motivo se dice que<br />

la gran calidad que alcanzó su escritura es producto de esa experiencia, que le enseñó a realizar<br />

numerosos ejercicios de escritura y reescritura hasta lograr la perfección.<br />

A continuación ofrecemos una lista de sus principales libros:<br />

La colección de poemas Tres cuentos y diez poemas (1923)<br />

La colección de cuentos En nuestro tiempo (1924)<br />

La sátira Torrentes de primavera (1926)<br />

Su primera novela titulada Ahora brilla el sol (también traducida <strong>como</strong> Fiesta) (1926)<br />

Una segunda colección de cuentos bajo el título Hombres sin mujeres (1927)<br />

Su segunda novela Adiós a las armas (1929)<br />

Sus cuentos se publicaron en un único volumen con el título de Los primeros cuarenta y nueve<br />

(1938)<br />

Sus tres novelas finales: Por quién doblan las campanas (1940); Al otro lado del río y entre los<br />

árboles (1952); y El viejo y el mar (1952).<br />

En 1954 recibió el Premio Nobel de Literatura por haber creado un estilo propio en el arte de la narración.<br />

La revista The Paris Review publicó su primer número en la primavera de 1953. Fue una publicación<br />

elaborada por jóvenes <strong>escritor</strong>es estadounidenses radicados en Europa, quienes la fundaron <strong>como</strong> un<br />

medio para dar a conocer sus propios escritos sin tener que depender de las publicaciones y editoriales<br />

comerciales. Una de sus iniciativas fue la realización de dieciocho entrevistas a <strong>escritor</strong>es consagrados<br />

con la intención de impulsar las ventas de la revista. La colección original de entrevistas fue publicada en<br />

inglés por la editorial Viking Press y traducida al español por José Luis González para ediciones Era. De<br />

ese libro tomamos la información biográfica y bibliográfica <strong>sobre</strong> <strong>Hemingway</strong>.<br />

La referencia bibliográfica es: VV. AA. (2011). El oficio del <strong>escritor</strong>. México: Ediciones Era, pp. 201-221,<br />

de donde extrajimos los fragmentos que aparecerán en los siguientes párrafos con letra cursiva. Las<br />

preguntas corresponden, por parte de The Paris Review, a George Plimpton (GP) y las respuestas a<br />

<strong>Ernest</strong> <strong>Hemingway</strong> (EH):<br />

GP: ¿Son placenteras esas horas dedicadas a la actividad concreta de escribir?<br />

EH: Mucho.


GP: ¿Podría usted decir algo <strong>sobre</strong> ese proceso? ¿Cuándo trabaja usted? ¿Tiene un horario fijo?<br />

EH: Cuando estoy escribiendo un libro o un cuento trabajo todas las mañanas, empezando tan<br />

pronto <strong>como</strong> sea posible después de la salida del sol. No hay nadie que me moleste y hace fresco<br />

o frío y uno entra en calor a medida que escribe. Se lee lo que se lleva escrito y, <strong>como</strong> uno<br />

siempre se detiene cuando sabe lo que va suceder a continuación, sigue escribiendo a partir de<br />

ahí. Se escribe hasta que se llega a un lugar donde a uno todavía le queda jugo y donde se sabe<br />

lo que va a suceder a continuación, y entonces uno se detiene y trata de seguir viviendo hasta el<br />

día siguiente, cuando se vuelve a poner manos a la obra. Se ha comenzado, digamos, a las seis<br />

de la mañana y se puede continuar hasta el mediodía o tal vez antes. Cuando uno se detiene está<br />

tan vacío, y al <strong>mismo</strong> tiempo nunca vacío sino llenándose. Nada puede afectarlo a uno, nada<br />

puede suceder, nada significa nada hasta el día siguiente, cuando volvemos a hacerlo. Lo difícil de<br />

<strong>sobre</strong>llevar es la espera hasta el día siguiente.<br />

GP: ¿Puede usted apartar de su mente cualquier proyecto en el que esté trabajando cuando está<br />

alejado de la máquina de escribir?<br />

EH: Por supuesto. Pero hace falta disciplina para hacerlo y esa disciplina se adquiere. Tiene que<br />

ser adquirida.<br />

GP: ¿Revisa usted su texto cuando relee lo que hizo el día anterior o lo hace más tarde, cuando<br />

ha terminado?<br />

EH: Siempre reviso cada día hasta el punto en que me detuve. Cuando todo está terminado,<br />

naturalmente, uno vuelve a revisar. Hay otra oportunidad de corregir y reescribir cuando otra<br />

persona mecanografía el texto y uno puede verlo en limpio. La última oportunidad la dan las<br />

pruebas de imprenta. Uno agradece esas diferentes oportunidades.<br />

GP: ¿Reescribe usted mucho?<br />

EH: Depende. Reescribí el final de Adiós a las armas, la última página, treinta y nueve veces antes<br />

de sentirme satisfecho.<br />

GP: ¿Había algún problema técnico en ese caso? ¿Cuál era la causa de la dificultad?<br />

EH: Organizar bien las palabras.<br />

GP: ¿Es la relectura lo que vuelve a activar…?<br />

EH: La relectura lo sitúa a uno en el punto en que el texto ‘tiene’ que seguir adelante, porque le da<br />

a uno la certeza de que se ha hecho lo mejor que se ha podido hasta ahí. Siempre queda jugo en<br />

alguna parte.<br />

GP: Pero, ¿no hay ocasiones en que la inspiración falta por completo?<br />

EH: Naturalmente. Pero si uno se detuvo cuando sabía lo que iba a suceder a continuación, es<br />

posible poder seguir adelante. Mientras se pueda empezar, no hay problema. El jugo vendrá.<br />

GP: ¿Y en cuanto a la seguridad económica? ¿Puede ser perjudicial para el buen trabajo literario?<br />

EH: Si la seguridad económica llega pronto y uno ama a la vida tanto <strong>como</strong> a su trabajo, hace falta


mucha fuerza de carácter para resistir las tentaciones. Una vez que escribir se ha convertido en el<br />

[…] mayor placer, sólo la muerte puede ponerle fin. La seguridad económica, en ese caso, es una<br />

gran ayuda porque lo libera a uno de la preocupación. La preocupación destruye la capacidad de<br />

escribir. La mala salud es perjudicial en la medida en que produce preocupación que ataca el<br />

subconsciente y destruye las reservas de uno.<br />

GP: ¿Puede usted recordar el momento exacto en que decidió hacerse <strong>escritor</strong>?<br />

EH: No, siempre quise ser <strong>escritor</strong>.<br />

GP: ¿Cuál considera usted que es el mejor adiestramiento intelectual para el aprendiz de <strong>escritor</strong>?<br />

EH: Digamos que es ahorcarse porque descubre que es intolerablemente difícil. Entonces alguien<br />

debería salvarlo sin misericordia y su propio yo debería obligarlo a escribir tan bien <strong>como</strong> pudiera<br />

durante el resto de su vida. A<strong>sí</strong>, cuando menos tendría la historia del ahorcamiento para<br />

comenzar.<br />

GP: ¿Y en cuanto a las personas que se han dedicado al magisterio? ¿Cree usted que los<br />

numerosos <strong>escritor</strong>es que dan cátedra han comprometido sus carreras literarias?<br />

EH: Depende de lo que usted entienda por comprometer. Un <strong>escritor</strong> que pueda escribir y enseñar<br />

al <strong>mismo</strong> tiempo debe poder hacer las dos cosas. Muchos <strong>escritor</strong>es competentes han demostrado<br />

que es posible. Yo no podría hacerlo, me parece, y admiro a los que han podido. Tengo la<br />

impresión, sin embargo, de que la vida académica podría ponerle punto final a la experiencia del<br />

mundo exterior, lo cual tal vez limitaría el desarrollo del conocimiento del mundo. El conocimiento,<br />

sin embargo, exige mayor responsabilidad de parte de un <strong>escritor</strong> y hace que el trabajo de escribir<br />

sea más difícil. Tratar de escribir algo de valor permanente es una tarea de tiempo completo, aún<br />

cuando sólo se dediquen unas cuantas horas cada día a la redacción propiamente dicha. Un<br />

<strong>escritor</strong> puede compararse cada día. Hay muchas clases de pozo, <strong>como</strong> las hay de <strong>escritor</strong>es. Lo<br />

importante es que haya una buena agua en el pozo, y es mejor sacar de él una cantidad regular<br />

en lugar de dejarlo seco y esperar a que vuelva a llenarse.<br />

GP: ¿Le recomendaría usted el trabajo periodístico al <strong>escritor</strong> joven? ¿En qué medida lo ayudó a<br />

usted el adiestramiento que recibió en el Kansas City Star?<br />

EH: En el Star uno estaba obligado a aprender a escribir una oración enunciativa sencilla. Eso es<br />

útil para cualquiera. El trabajo periodístico no le hará daño a un <strong>escritor</strong> joven y podrá ayudarlo si<br />

lo abandona a tiempo.<br />

GP: ¿Cree usted que el estímulo intelectual que proporciona la compañía de otros <strong>escritor</strong>es tiene<br />

algún valor para un <strong>escritor</strong>?<br />

EH: Indudablemente.<br />

GP: Usted parece haber rehuido la compañía de otros <strong>escritor</strong>es en los últimos años. ¿Por qué?<br />

EH: Eso es más complicado. Mientras más lejos va uno cuando escribe, más solo se queda. La<br />

mayoría de los amigos mejores y más viejos se mueren. Otros se alejan. Uno no los ve sino raras<br />

veces, pero uno escribe y se siente en contacto con ellos <strong>como</strong> si se los encontrara en el café de<br />

los viejos tiempos. Uno intercambia cartas cómicas […] y eso es casi tan bueno <strong>como</strong> conversar.<br />

Pero uno está más solo porque es a<strong>sí</strong> <strong>como</strong> se debe trabajar y el tiempo para trabajar es cada vez


más corto y si uno lo desperdicia siente que ha cometido un pecado para el que no hay perdón.<br />

GP: ¿Quiénes diría usted que son sus antecesores de quienes más ha aprendido?<br />

EH: Mark Twain, Flaubert, Stendhal, Bach, Turguenev, Tolstoi, Dostoyevski, Chéjov, Andrew<br />

Marvell, John Donne, Maupassant, el Kipling bueno, Thoreau, el capitán Marryat, Shakespeare,<br />

Mozart, Quevedo, Dante, Virgilio, Tintoretto, Hyeronimus Bosch, Brueghel, Patinir, Goya, Giotto,<br />

Cézanne, Van Gogh, Gauguin, San Juan de la Cruz, Góngora… me llevaría un día recordarlos a<br />

todos. Y además daría la impresión de que estoy exhibiendo una erudición que no poseo en lugar<br />

de tratar de recordar a todos los que han influido en mi vida y en mi obra. Incluyo a los pintores, o<br />

empecé a incluirlos, porque aprendo tanto de los pintores <strong>como</strong> de los <strong>escritor</strong>es <strong>sobre</strong> el arte de<br />

escribir. ¿Qué cómo se hace eso? Me haría falta otro día para explicárselo. Creo que lo que uno<br />

aprende de los compositores y del estudio de la armonía y el contrapunto <strong>sí</strong> es obvio.<br />

GP: La lectura es una ocupación y un placer constantes…<br />

EH: Siempre estoy leyendo libros, tantos <strong>como</strong> hay. Me los raciono para que nunca me falten.<br />

GP: Estas preguntas relativas al oficio del <strong>escritor</strong> son realmente engorrosas.<br />

EH: Para un <strong>escritor</strong> es muy malo <strong>habla</strong>r <strong>sobre</strong> su manera de escribir. El <strong>escritor</strong> escribe para ser<br />

leído por el ojo y ninguna explicación o disertación debe ser necesaria. Uno puede estar seguro de<br />

que en el texto hay mucho más de lo que se leerá en una primera lectura y, siendo el autor del<br />

texto, al <strong>escritor</strong> no le corresponde explicarlo ni dirigir excursiones por la región más difícil de su<br />

obra.<br />

Visitante del sitio web Acompáñame en el Aula Virtual, te invitamos a escribir tu opinión <strong>sobre</strong> los<br />

comentarios de <strong>Ernest</strong> <strong>Hemingway</strong> acerca de su propio proceso creador y sus costumbres al escribir. Si<br />

escribes prosa, poe<strong>sí</strong>a o ensayo te proponemos decirnos por escrito cómo, cuándo y en dónde lo haces.<br />

Envíanos tus escritos a la siguiente dirección de correo electrónico: invitacionalalectura@conafe.gob.mx,<br />

donde te leeremos y responderemos oportunamente. Si nos escribes desde Hotmail o Yahoo, te<br />

sugerimos hacer el envío a: acompanameenelaula@gmail.com.<br />

También puedes participar en nuestros foros de debate y comunicarte a: Acompáñame en el Aula Virtual,<br />

una estrategia de fomento a la lectura y la escritura, al teléfono (55) 52 41 74 00 (extensiones 7621 y<br />

7606).

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