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CERVEZA CAPITULO 01

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Capítulo 5|El siglo XVIII: El Cibao se adueña del cultivo del tabaco|108|<br />

Cultivando<br />

el tabaco, 1702.<br />

giones bajo su mando constituyeran piezas de gran importancia económica dentro del<br />

engranaje del Imperio. Ese fue el caso de Santo Domingo, donde es perceptible una evidente<br />

recuperación económica con respecto a épocas pasadas a consecuencia del nuevo<br />

sistema que trataba de implantarse en Indias».|1|<br />

El establecimiento de esa factoría, que funcionaba en La Habana y tenía sucursales en<br />

Santiago, Sancti Spiritus,Trinidad y Bayamo, ocasionó, como señala Luis Navarro García,<br />

«el disgusto de los vegueros o cultivadores, de los comerciantes del ramo –a los que<br />

suplantaba la factoría, que además sería la que fijase los precios– y de los terratenientes,<br />

que en muchos casos eran órdenes religiosas. El mismo año de 1717 se produjo una sublevación<br />

de vegueros –gran parte de ellos de origen canario–, que ocupan La Habana<br />

y obligan a renunciar al capitán general. Pero la factoría no fue suprimida, y tres años<br />

después, al decidirse que el pago de las cosechas se haría a plazos, por no llegar a tiempo<br />

el dinero que México remitía para ello, nuevamente se producen disturbios en la localidad<br />

de Jesús del Monte, donde fue incluso bloqueado el ganado destinado al abasto<br />

de carnes de La Habana».|2|<br />

Al ser apaciguados los cosecheros, prosigue afirmando el autor antes citado, «el rey autorizó<br />

la exportación y venta de todo el tabaco que no absorbiese la factoría, pero a poco<br />

(1723) los vegueros trataron de adoptar medidas para evitar el descenso de los precios,<br />

para lo cual pretendieron fijar el volumen de las cosechas y exigir además su pago<br />

en efectivo, pasando además a tomar represalias contra los cultivadores que no acatasen<br />

estas determinaciones.Ante la gravedad de los sucesos, el capitán general Guazo Calderón<br />

recurrió a la fuerza militar, que causó dos decenas de víctimas, unas producidas en<br />

el choque armado y otras en las represalias que siguieron. Hacia 1730, la Corona renunció<br />

temporalmente al sistema de la factoría, concediendo la extración de tabacos de Cuba<br />

a comerciantes privilegiados, como el marqués de Casa Enrile, y, después de 1740, a<br />

la Real Compañía de La Habana».|3|<br />

El hecho cierto es que el éxito de la factoría que funcionaba en La Habana y el de otras<br />

que «existían en lugares como México, Perú y Caracas, cuyas funciones era proporcionar<br />

tabaco a las fábricas de Sevilla, motivó a que se contemplaran las posibilidades tabaqueras<br />

del valle del Cibao, y… estimularon a varios gobernadores y a algunos vecinos<br />

a contemplar y proponer al Rey la conveniencia de establecer una factoría en Santo<br />

Domingo. Este era casi un argumento recurrente cuando se hablaba de proyectos de<br />

mejoramiento de la decaída Colonia».|4|<br />

No hay que olvidar que, para 1720, la principal actividad económica de la colonia española<br />

era la industria azucarera que en ese año «proporcionó 21 millones de libras de<br />

azúcar bruto y 1,400,000 de azúcar terré».|5|<br />

Pero, para 1730, la mentalidad empezaba a cambiar. Charlevoix, que escribió su afamada<br />

obra para esa fecha, ponderaba el tabaco como elemento capaz de poblar las zonas<br />

despobladas con estas palabras: «Muchos habitantes no se atreven todavía a hacer sino<br />

añil en las montañas, pero algunos han vuelto a plantar cacaoteros, si tienen éxito, esos<br />

distritos serán muy pronto los más poblados de la colonia. Solamente el tabaco produciría<br />

ese efecto...».|6|<br />

Pero fue con la llegada del gobernador Alfonso de Castro, en 1731, que la situación empezó<br />

a mejorar para el tabaco. Según Gutiérrez Escudero, fue ese funcionario, que duró<br />

en el cargo hasta el año 1734,«–el primero de los gobernadores insulares de la centuria<br />

a quien podemos considerar con ‘mentalidad reformista’ y cuyo deseo no era ‘otro<br />

que abrir puertas al comercio de esta pobre isla’–, quien desplegó toda una sistemática<br />

y continuada campaña encaminada al alcance de grandes objetivos: fuerte incremento<br />

de las superficies dedicadas al cultivo del tabaco, abaratamiento del coste del producto,<br />

exportación a Europa y establecimiento del estanco. Con reiterados escritos a la Corona<br />

en defensa de sus planes, Castro se mostró dispuesto a controlar personalmente la calidad<br />

de las hojas de tabaco y a costear de su peculio el importe de las naves precisas para<br />

su envío a La Guaira y posterior reexpedición a la metrópoli».|7|<br />

Ese renacimiento de la economía dominicana obedeció principalmente a las siguientes<br />

|109|El siglo XVIII: El Cibao se adueña del cultivo del tabaco|Capítulo 5

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