17/10/2008, 12:26 - Comunistes
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avanzadillas con sólo un esbozo de fortificación,<br />
pues los nacionalistas emplearon<br />
un método defensivo elástico a base<br />
de efectuar rápidos raids con pequeñas<br />
columnas. Estos se emprendían por lugares<br />
distantes unos de otros, a fin de<br />
dar una sensación de fuerza e inquietar<br />
al enemigo.<br />
Pues bien, la carretera de Jaén, a unos<br />
catorce kilómetros, a la salida de una<br />
curva, en donde terminaba la entonces<br />
llamada Cuesta de las Cabezas (hoy<br />
sumergida bajo las aguas del pantano<br />
de Cubillas) arrancaba un camino hacia<br />
el complejo donde se alzaba la casa<br />
de los ingenieros y los almacenes de<br />
materiales con destino a la presa entonces<br />
en construcción. Esta confluencia<br />
de vías, la existencia de la Venta y,<br />
sobre todo, la posibilidad de poder vigilar<br />
en posición dominante un buen<br />
trozo de carretera y la vía férrea, aconsejaron<br />
el establecimiento de un puesto<br />
defensivo, a cargo de una escuadra<br />
de falangistas, integrada por seis u<br />
ocho de ellos.<br />
Era media mañana del día 14 de septiembre<br />
de 1936, cuando el falangista<br />
en servicio de centinela, dio la voz de<br />
alarma, ante la inusitada presencia de<br />
un turismo que subía renqueando la<br />
empinada cuesta. Acudieron presurosos<br />
sus camaradas, viendo estupefac-<br />
tos, como aquel extraño vehículo llevaba<br />
pintarrajeada su carrocería con las<br />
consabidas siglas de la C.N.T., F.A.I. la<br />
hoy y el martillo y sobre el parabrisas<br />
bien visible un letrero que rezaba:<br />
“Mundo O brero”, “ C orresponsal de<br />
Guerra”.<br />
Al sobrepasar aquella pronunciada curva,<br />
pudieron ver los ocupantes al grupo<br />
de hombres vistiendo mono azul y junto<br />
a ellos pararon y tras saludarlos puño<br />
en alto, preguntaron si aquella desviación<br />
de la derecha, llevaba a Colomera,<br />
mientras confiados, bajaban del coche,<br />
como para estirar un poco las piernas y<br />
completar la información sobre su ruta.<br />
Los falangistas, para quienes las bien visibles<br />
iniciales pintadas en blanco sobre<br />
la negra carrocería, junto al emblema<br />
comunista, eran suficientes signos de<br />
identificación, se encarar on sus<br />
mosquetones y les obligaron aponer los<br />
brazos en alto.<br />
Fatal Fatal equivocación<br />
equivocación<br />
equivocación<br />
Entonces y sólo entonces, fue cuando<br />
los ocupantes del coche vieron estupefactos,<br />
sobre los brazaletes de los muchachos,<br />
campear el yugo y las flechas,<br />
bordados en seda roja. Estaban irremisiblemente<br />
perdidos.<br />
Por otra parte, los falangistas, con no<br />
menos asombro, descubrían cómo bajo