Hipovitaminosis A: epidemiología de un problema de ... - PAHO/WHO

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tribuyente a la letalidad por infecciones, sobre todo sarampión y diarrea (3). La estacionalidad de la hipovitaminosis A también guarda relación con los perío- dos de limitada oferta de alimentos entre una cosecha y otra y tal vez con los patrones estacionales de crecimiento infantil. Una mal- nutrición proteinoenergética concomitante suficientemente grave para limitar el crecimiento reduce artificialmente las necesidades de vitamina A. Cuando se alivia la escasez de alimentos sin una fuente de vitamina A, puede producirse un problema clínico o subclínico grave. Esto ocurrió en el Brasil hace varios años, cuando se distribuyó leche des- cremada sin enriquecer sin que se diera al mismo tiempo un suplemento de vitamina A (7). Hace poco se supo que, en una zona del sur de Tailandia, mediante leche condensada azucarada sin enriquecer se mantuvo hasta los seis meses de edad el crecimiento normal de algunos lactantes no amamantados, pero no su buen estado nutricional respecto a la vitamina A (8). Patrones de alimentación del lactante y del niño pequeño 1) Lactancia materna. La alimentación con productos comerciales y el destete pre- coz en un medio pobre acarrean un alto riesgo de hipovitammosis A. Esta puede ocurrir muy pronto tras el nacimiento cuando las madres están desnutridas y los sucedáneos de la leche materna contienen poca vitamina A o se diluyen en exceso. Por otra parte, la protec- ción que la lactancia materna confiere contra la hipovitaminosis clínica se extiende durante todo el período de amamantamiento y se prolonga incluso durante el período de destete (9). La lactancia natural como alimentación exclusiva puede proporcionar suficiente vitamina A para evitar la hipovitaminosis clí- nica en los primeros 4 a 6 meses de vida, incluso cuando la mujer lactante está desnutrida. No obstante, después de ese perfodo, la leche de las madres malnutridas puede ser ina- decuada para mantener las reservas orgáni- cas del lactante de rápido crecimiento en concentraciones suficientes para reducir los riesgos de morbilidad y mortalidad ocasio- nados por la carencia subclínica (20). Los en- sayos de campo con dosis bajas frecuentes o una dosis alta administrada periódicamente han mostrado que la mejora de la situación nutricional respecto a la vitamina A, incluso de niños amamantados, reduce el riesgo de mortalidad de los 6 meses en adelante (3). Sin embargo, los trabajos publicados no dan una idea clara de que la asociación sea beneficiosa antes de los 6 meses en los niños alimentados con leche materna. Están en marcha varios estudios en los que se aborda particularmente ese asunto. 2) Alimentación complementaria. El perfodo de alimentación complementaria es decisivo para mantener un buen estado nutricional de vitamina A. Cuando se presenta 5 la hipovitaminosis, lo habitual es que la alimentación complementaria carezca de fuentes de vitamina A y esté integrada por papi- 2 3 llas amiláceas, gachas o atoles y banana. Las vísceras, la yema de huevo y los productos de leche entera son generalmente demasiado z x ,s caros y las verduras de hoja a menudo se consideran inapropiadas para alimentar al niño antes del segundo año. A veces se le da fruta 8 8 de carne amarilla, como papaya y mango, en s época de cosecha (II). ñ 3) Alimentación posdestete. En los ho- 5 + gares donde se presenta hipovitaminosis A, lo normal es que la alimentación familiar con- 2 tenga fuentes de vitamina A solo de vez en cuando. Sin embargo, a veces ocurre que 2 + siendo la alimentación en general adecuada, la porción que se da a los niños pequeños no 5 k contiene fuentes de vitamina A, que a menudo son las verduras de hoja oscura (12). & También la alimentación posdestete que ex- 5 pone al niño a alto riesgo suele caracterizarse por un contenido mínimo de grasa. l Patrones de las enfermedades infecciosas Como ya se indicó, la diarrea, las infecciones respiratorias 0 urinarias y otras enfer- Tt g 499
medades víricas, particularmente el saram- pión, son antecedentes comunes de hipovitaminosis clfnica y agotamiento de las reservas. A menudo son mortales para los ni- ños ya deficitarios en vitamina A. Las infecciones causan aceleración e ineficiencia del metabolismo de la vitamina A y suprimen el apetito. El sarampión ocasiona un agotamiento de las reservas de vitamina A particularmente devastador (13). La acción sinér- gica de estas infecciones con el consumo insuficiente de vitamina A agota todavía más las reservas corporales de los pacientes, que quedan en estado aun más vulnerable a en- fermedad grave y muerte; los que sufren carencia clfnica, quedan más expuestos al riesgo de ceguera irreversible y muerte. ESmGIAS PARA LA ACCIÓN Las estrategias para luchar contra la hipovitaminosis A se pueden agrupar en cuatro categorias, según su objetivo sea: 1) modificar las prácticas de alimentación; 2) mejorar su calidad; 3) controlar los factores ambientales que incrementan las necesidades o inhiben la utilización eficiente de la vitamina; y 4) distribuir supkmentos. Todas las acciones concretas deben ir precedidas y acompañadas de una estrategia de información, educación y comunicación (IEC) para sensibilizar al público, conseguir apoyo gubernamental y comunitario y señalar las posibilidades existentes para resolver el problema. i v, i=r z >1 Modificación de las mácticas E alimentarias I s $ Donde haya alimentos adecuados a un .t= costo accesible, pero mal distribuidos entre los CA Ei miembros vulnerables de la familia, se debe .z favorecer el aumento del consumo. Los grug. pos dirigidos de discusión son útiles para averiguar las limitaciones para modificar las õ m prácticas de alimentación infantil (14). Es muy importante que las madres participen en esas discusiones, puesto que ellas son los agentes ,500 que más probablemente pueden modificar la alimentación de la familia sobre la que, de or- dinario, ejercen control. Cuando en los hogares no hay suficientes existencias de alimentos ricos en micronutrientes, por razones económicas 0 ecológicas, se necesitan estrategias para fa- cilitar el abastecimiento de alimentos de la familia por medio de adquisiciones, producción y conservación, la triple estrategia para solucio- nar el problema nutricional en el hogar. A veces es posible vincular la producción y con- servación con la generación de ingresos. Por ejemplo, las estrategias de fomento de las huertas domésticas puede que deban favorecer niveles de producción que sobrepasen los requeridos para las necesidades nutriciona- les de la familia. Los excedentes de produc- ción pueden venderse entonces a cambio de ingresos muy necesarios. Es de suma importancia que las estrategias de abastecimiento de la familia (méto- dos de horticultura) se vinculen a la difusión de mensajes que ofrezcan orientación sobre técnicas de horticultura (15) y fomenten el consumo de los productos. Se deben recalcar los beneficios tangibles para el bienestar del consumidor. En la promoción de cultivos ex- clusivamente estacionales, esta estrategia debe vincularse también a las técnicas de almace- namiento y conservación, por ejemplo, se- cado al sol de las verduras de hoja, mangos, calabacín de carne amarilla, calabazas, etc. para aliviar la escasez en la época entre cosechas. Actualmente se están investigando en muchos países estrategias de enriquecimiento o fortificación alimentaria de múlti- ples nutrientes que, además de proporcionar vitamina A, ofrecen la oportunidad de corre- gir otros problemas de salud pública más propagados y prevenibles, a saber, la carencia de yodo o de hierro. El método tradicional de enriquecimiento consiste en agregar los micronutrientes a un alimento de consumo común elaborado en un lugar central. Ejem- plos de alimentos enriquecidos son el azúcar, la sal y otros condimentos, los productos a base de cereales y los aceites comestibles (16); y a veces, el agua potable, yodada, y, en época más reciente, enriquecida con hierro. La es-
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