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Michael Jackson<br />
Por Maria Ana D´Harcourt.<br />
Es ahí que Michael interrumpió a la orquesta y dijo: -¡Tengo que<br />
darles una entrada! No deben empezar por vuestra cuenta… ¡Tengo<br />
que darles una entrada! Tienen que estar pendientes de mi gruñido,<br />
¿sí?-<br />
Sin embargo, el tecladista siempre se movía llevando el ritmo,<br />
permanentemente irónico hacia Michael, que nunca perdió la altura,<br />
repito, con la que le decía las cosas.<br />
www.noticiabuena.com.ar<br />
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Eso estoy tratando de hacer yo también en mi vida cotidiana con la<br />
gente, de no perder la altura, sí de hacer integración del discapacitado<br />
para que los demás se concienticen.<br />
Ahora que mi madre está en el cielo, soy una de las personas que<br />
hablo con el consorcio del edificio en que vivo, con la parte<br />
administrativa, la profesional y con los operarios. De por sí no es<br />
fácil para una mujer joven y discapacitada, además del tiempo que<br />
hay que dedicarle, días, semanas… ya van cinco meses y<br />
continuamos con los arreglos. Una tarea que la vida me lleva a hacer<br />
sin aviso ni preparación específica, pero agradezco a mis primos la<br />
confianza que depositaron en mí y espero mucho más en ese sentido,<br />
¡como lo hizo Michael con el baile!<br />
Mostraban al cuerpo de baile que subía de las barras metálicas y de la<br />
cuerda, subían y bajaban las escaleras chasqueando los dedos.<br />
¡Seguía prolongando la coreografía… no hubo caso!<br />
No marcaba nada visible, todo era mostrando en el suelo o en los<br />
puntos que tenía que mostrar, a través de su baile, de su físico… Eso<br />
tenía de extraordinario, que hacía notable lo que no se tenía que ver<br />
coreográficamente… ¡me parece de una exquisitez extrema,