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Michael Jackson<br />
Por Maria Ana D´Harcourt.<br />
En cambio de esta forma modifica la tarea porque una se siente<br />
menos sola, a esto también lo voy a poner en la columna.<br />
¡Ja…ja…ja!, perdón Michael… Así es mi vida cotidiana, tú tenías la<br />
tuya físicamente, en esta tierra, yo tengo la mía, ¿ok?<br />
Sigo hablando en el grabador. Esteee... el lunes fui a comprarme<br />
ropa, ¡y parecía mentira ché!, les juro que no hablé ni una palabra de<br />
inglés, hablo español argentinizado cuando estoy en la Argentina, y<br />
va y caigo en un lugar en que un hombre que se ve que en su<br />
juventud fue rubio, un señor del Once, al que le fui a comprar ropa,<br />
primero, me habló en español… después en inglés Les preguntó a las<br />
chicas: -¿Qué andaban buscando?- Incluso eligió la tela más fresca<br />
para mí en la época... Después me empezó a decir los colores de las<br />
remeras y babuchas en español, y en inglés diciendo: -¡Repetí<br />
conmigo por favor!- Yo repetía porque me gustan los idiomas...<br />
aparte lo tomé como una señal.<br />
www.noticiabuena.com.ar<br />
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Dentro de mí dije, por supuesto, para que no me creyera tarada,<br />
¿vieron? No sé porqué para la gente la fe es símbolo de locura, no lo<br />
entiendo ni lo voy a entender jamás. “A éste me lo mandó Michael”,<br />
porque el hombre hablaba español también, escúchenme. Era como si<br />
pusiera un casette, empezó a hablarme en inglés y yo lo seguí.<br />
¡Realmente no tomo en cuenta estas cosas como locuras sino como<br />
señales de fe que vienen desde el cielo de parte del espíritu de la<br />
persona! No soy gente que cree que cuando el cuerpo se muere el<br />
espíritu no se eleva al cielo, sino de las que creen que sí, que el<br />
espíritu se eleva hasta el infinito y allí tiene una vida eterna.<br />
Como soy alguien de mucha fe, aunque a veces me cuesta aceptar las<br />
desapariciones físicas, no las del espíritu, creo en estas “señales”.<br />
Lo bueno que tenía el vendedor era que no hizo lo de la gran<br />
mayoría, que por verme una chica discapacitada me subestimó, al<br />
contrario, ¡me hablaba en otro idioma!