EL NIÑO INQUIETO O HIPERACTIVO Recientemente ... - CCOO
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tiempo; la madre siempre intuye las necesidades del hijo y procura satisfacerlas. Esto<br />
va creando un vínculo perfectamente acompasado en el que sobran las palabras; esto<br />
le da seguridad al niño.<br />
Pero para poder transmitirle paz, tranquilidad, sosiego y calma a nuestros niños<br />
debemos tener claros nuestros sentimientos, nuestras preocupaciones y desvelos, y<br />
como dicen los psicólogos, es indispensable que primero nos entendamos a nosotros<br />
mismos.<br />
Los padres somos, a menudo, portadores de un sentimiento de culpa hacia con la<br />
educación de nuestros hijos. Este sentimiento suele desarrollarse más en las madres<br />
que en los padres. Cuando recibimos alguna queja con respecto al comportamiento de<br />
nuestros hijos nos autoinculpamos de tales aspectos fuertes y débiles de nuestros<br />
hijos. Más vale un “no” con seguridad aplastante que un “sí” que nos haga dudar y nos<br />
haga sentir intranquilos.<br />
Los padres conocemos las virtudes y los defectos de nuestros hijos y tenemos que<br />
aprender a decir “sí” o “no” según la conveniencia de nuestro propio hijo. Ellos nos<br />
están “echando un pulso” constantemente o si no, ¿no nos chantajean cuando quieren<br />
conseguir un “sí” diciéndonos que ya no les queremos? Cuando decimos el temido<br />
“no” nuestra relación sólo se ve afectada momentáneamente ya que nosotros<br />
sabemos que esa negativa es justa pero ¡ojo!, al niño hay que tratarlo con el mismo<br />
respeto que le estamos exigiendo a él.<br />
¿HAS PERDIDO LA PACIENCIA?<br />
Es frecuente acostumbrarnos a dar toda clase de explicaciones a nuestros hijos: por<br />
qué no queremos que hagan esto o por qué creemos que deben hacer aquello. Esto<br />
es un método totalmente negativo que se irá convirtiendo en una lucha de poder. Los<br />
padres debemos presentar con claridad qué es lo que les estamos exigiendo y<br />
tenemos que tener claro que vamos a ser inamovibles en la decisión que adoptemos.<br />
Una cosa importante, dejemos atrás los rencores y el enfado, que cuando nos<br />
despidamos hasta el día siguiente no lo hagamos con la voz enfadada que haga<br />
peligrar el sueño y el descanso de nuestros hijos. Hay que recuperar la paz que<br />
teníamos antes de irnos a dormir y que nuestros hijos se vayan a la cama con la idea<br />
bien clara de que sus padres sólo quieren el bien para ellos y que tengan plena<br />
confianza en ellos.<br />
Todo este proceso nos puede llevar a que en alguna ocasión nos agobiemos tanto que<br />
lleguemos a perder la paciencia y lo manifestemos, este nerviosismo, delante de los<br />
pequeños. Pero tranquilos, no pasa nada, al niño no le afecta, sólo es que está<br />
viviendo una experiencia nueva (¡ojo!, estoy refiriéndome al niño que vive feliz en su<br />
familia, en su entorno, porque siempre hay excepciones que rompen la regla).<br />
Para no llegar a perder la paciencia tenemos que aprender a relajarnos y a descansar<br />
cuando lo necesitemos. Sabemos que no rendimos igual cuando estamos tensos o<br />
nerviosos. Esto también les ocurre a nuestros hijos; ellos necesitan descansar de esa<br />
actividad generosa que derrochan en sus juegos, alternando actividad y tranquilidad<br />
de forma equilibrada.<br />
Cada uno de nuestros niños debe recibir un grado diferente de estímulos exteriores;<br />
no todos los niños aceptan lo mismo ni tampoco es el mismo grado de estímulo el que<br />
les debemos facilitar en todas las ocasiones. Si nos excedemos en ellos solemos decir<br />
que el niño está “sobreexcitado” y esto puede llegar a manifestarse a modo de<br />
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