EL NIÑO INQUIETO O HIPERACTIVO Recientemente ... - CCOO
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<strong>EL</strong> <strong>NIÑO</strong> <strong>INQUIETO</strong> O <strong>HIPERACTIVO</strong><br />
<strong>Recientemente</strong> encontramos niños llamados vulgarmente “inquietos” en cualquier<br />
parque y en todas las escuelas. Esto no quiere decir que estos niños estén enfermos,<br />
sólo que reaccionan de una forma diferente a los estímulos que reciben del exterior.<br />
PAZ Y TRANQUILIDAD<br />
¿Quién es el culpable de ello? ¿La madre que debe repartir el tiempo entre el trabajo<br />
fuera de casa y el que realiza dentro de ella, o bien, por el contrario, el padre que casi<br />
siempre falta de su hogar debido a su actividad profesional? A todo ello debemos<br />
sumarle la actitud, a veces, de los profesores que también reparten su tiempo entre la<br />
sociedad y su hogar. A los niños debemos comunicarles paz y tranquilidad para que<br />
esta serenidad les llegue a ellos y a nosotros mismos actuando tanto como padres o<br />
como docentes. Con los niños debemos convertirnos en esos “abuelitos” que tanto los<br />
saben comprender, aunque si nos paramos a pensar “estos abuelitos cuando nos<br />
educaban a nosotros no tenían la misma paciencia ni la misma serenidad que poseen<br />
ahora”. ¿Qué ha pasado? Las personas son las mismas, sin embargo, su actitud hacia<br />
nuestros hijos ha cambiado con respecto a la que tenían cuando nos educaban a<br />
nosotros. El motivo es que la vida es el mejor libro del que podemos aprender, y ella<br />
les ha enseñado a tener paciencia, serenidad con los más pequeños de la casa. Esto<br />
es lo que nosotros tenemos que tratar de conseguir para con nuestros hijos, lo que<br />
ocurre que, como a ellos, nos llegará en la siguiente generación.<br />
Las madres tendemos a exigirnos demasiado e inconscientemente tendemos a<br />
contagiar ese estrés a nuestros pequeños, y esto es “ como la pescadilla que se<br />
muerde la cola”, es decir, el niño que se siente una carga se vuelve revoltoso, inquieto<br />
y nervioso y lo manifiesta a través de actuaciones negativas como gritos, golpes,<br />
rompen cosas, etc. Les resulta muy difícil conseguir la paz y la tranquilidad necesarias<br />
para realizar cualquier actividad. A esto es a lo que se le denomina estrés “negativo”,<br />
es decir, es todo aquello que nos crea obligaciones que, en el fondo, no eran tan<br />
importantes. Este tipo de estrés es el que, frecuentemente, se respira en la mayoría<br />
de los hogares. Nuestros niños captan nuestro estado de ánimo y lo reflejan en su<br />
comportamiento, siendo una llamada de atención constante.<br />
Pero también debemos saber que existe el estrés “positivo” que eleva la capacidad de<br />
rendimiento; es un estrés productivo que nos da satisfacción y alivio de las tareas bien<br />
hechas. Este tipo de estrés es muy bien tolerado por nuestros niños; les da seguridad<br />
y experiencia. La calma y la tranquilidad en todas las actividades que realizamos con<br />
nuestros niños son un bien a aplicar en todas las obligaciones cotidianas.<br />
LA R<strong>EL</strong>ACIÓN PADRES- <strong>NIÑO</strong>S<br />
El niño debe estar siempre en un diálogo continuo con sus padres, aunque es la<br />
madre, la que normalmente desarrolla el papel más importante y responsable al mismo<br />
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tiempo; la madre siempre intuye las necesidades del hijo y procura satisfacerlas. Esto<br />
va creando un vínculo perfectamente acompasado en el que sobran las palabras; esto<br />
le da seguridad al niño.<br />
Pero para poder transmitirle paz, tranquilidad, sosiego y calma a nuestros niños<br />
debemos tener claros nuestros sentimientos, nuestras preocupaciones y desvelos, y<br />
como dicen los psicólogos, es indispensable que primero nos entendamos a nosotros<br />
mismos.<br />
Los padres somos, a menudo, portadores de un sentimiento de culpa hacia con la<br />
educación de nuestros hijos. Este sentimiento suele desarrollarse más en las madres<br />
que en los padres. Cuando recibimos alguna queja con respecto al comportamiento de<br />
nuestros hijos nos autoinculpamos de tales aspectos fuertes y débiles de nuestros<br />
hijos. Más vale un “no” con seguridad aplastante que un “sí” que nos haga dudar y nos<br />
haga sentir intranquilos.<br />
Los padres conocemos las virtudes y los defectos de nuestros hijos y tenemos que<br />
aprender a decir “sí” o “no” según la conveniencia de nuestro propio hijo. Ellos nos<br />
están “echando un pulso” constantemente o si no, ¿no nos chantajean cuando quieren<br />
conseguir un “sí” diciéndonos que ya no les queremos? Cuando decimos el temido<br />
“no” nuestra relación sólo se ve afectada momentáneamente ya que nosotros<br />
sabemos que esa negativa es justa pero ¡ojo!, al niño hay que tratarlo con el mismo<br />
respeto que le estamos exigiendo a él.<br />
¿HAS PERDIDO LA PACIENCIA?<br />
Es frecuente acostumbrarnos a dar toda clase de explicaciones a nuestros hijos: por<br />
qué no queremos que hagan esto o por qué creemos que deben hacer aquello. Esto<br />
es un método totalmente negativo que se irá convirtiendo en una lucha de poder. Los<br />
padres debemos presentar con claridad qué es lo que les estamos exigiendo y<br />
tenemos que tener claro que vamos a ser inamovibles en la decisión que adoptemos.<br />
Una cosa importante, dejemos atrás los rencores y el enfado, que cuando nos<br />
despidamos hasta el día siguiente no lo hagamos con la voz enfadada que haga<br />
peligrar el sueño y el descanso de nuestros hijos. Hay que recuperar la paz que<br />
teníamos antes de irnos a dormir y que nuestros hijos se vayan a la cama con la idea<br />
bien clara de que sus padres sólo quieren el bien para ellos y que tengan plena<br />
confianza en ellos.<br />
Todo este proceso nos puede llevar a que en alguna ocasión nos agobiemos tanto que<br />
lleguemos a perder la paciencia y lo manifestemos, este nerviosismo, delante de los<br />
pequeños. Pero tranquilos, no pasa nada, al niño no le afecta, sólo es que está<br />
viviendo una experiencia nueva (¡ojo!, estoy refiriéndome al niño que vive feliz en su<br />
familia, en su entorno, porque siempre hay excepciones que rompen la regla).<br />
Para no llegar a perder la paciencia tenemos que aprender a relajarnos y a descansar<br />
cuando lo necesitemos. Sabemos que no rendimos igual cuando estamos tensos o<br />
nerviosos. Esto también les ocurre a nuestros hijos; ellos necesitan descansar de esa<br />
actividad generosa que derrochan en sus juegos, alternando actividad y tranquilidad<br />
de forma equilibrada.<br />
Cada uno de nuestros niños debe recibir un grado diferente de estímulos exteriores;<br />
no todos los niños aceptan lo mismo ni tampoco es el mismo grado de estímulo el que<br />
les debemos facilitar en todas las ocasiones. Si nos excedemos en ellos solemos decir<br />
que el niño está “sobreexcitado” y esto puede llegar a manifestarse a modo de<br />
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angustia. Los niños a los que se les pide más de lo que ellos pueden dar (recuerden<br />
que no todos los niños pueden dar lo mismo) suelen presentar un cuadro de repulsa<br />
que lo manifiestan en forma de llanto, de desorden de sus propios juguetes, molestan<br />
a todos los que están a su alrededor, rompen cosas de forma voluntaria, etc.<br />
Los padres debemos aprender a alternar momentos de tensión con momentos de<br />
relajación. Con ello contribuiremos a aumentar la energía del niño y a que éste<br />
necesite más un descanso porque cuando el niño está en grado de excitación se<br />
siente despierto y concentrado, y los niños deben ir aprendiendo a concentrarse<br />
cuando la situación lo requiera, ya que la concentración nos exige una dedicación<br />
absoluta a una determinada tarea pasando el resto de los estímulos a un segundo<br />
plano. La concentración total no suele durar mucho, y el tiempo que un niño puede<br />
estar realizando la misma actividad varía mucho, dependiendo, en todo caso, de su<br />
modo de ser, de su curiosidad y del entorno que le rodea. De aquí sale el concepto de<br />
genio que entendíamos como las personas que tenían un grado de concentración total<br />
sobre un solo objetivo o interés.<br />
El niño recibe constantemente una gran cantidad de estímulos del exterior que debe ir<br />
aprendiendo a clasificarlos. El cerebro es el encargado de hacerlo comparándolos con<br />
las experiencias vividas anteriormente y separando lo primario o fundamental de lo<br />
secundario.<br />
Este proceso de clasificación se desarrolla de forma escalonada en los niños. No es lo<br />
mismo la atención que puede prestar un bebé de cinco o seis meses ante un<br />
determinado estímulo que un niño de tres, cinco o diez años.<br />
Algunos niños tienen problemas de concentración desde el principio de sus relaciones<br />
con el entorno. Estos suelen mostrarse por primera vez en el colegio, aunque<br />
recordemos que, precisamente, estos niños no tienen problemas de inteligencia.<br />
Aquí es donde aparece por primera vez el Síndrome Hipercinético (SHC),<br />
vulgarmente llamado hiperactividad, en que los pequeños presentan un grado de<br />
inquietud motora extrema. Este síndrome puede ser debido a una enfermedad o, por el<br />
contrario, puede ser debido a un sobreesfuerzo intelectual.<br />
Como ya he dicho antes, el niño debe aprender a concentrarse con respecto a su edad<br />
y debemos empezar a preocuparnos cuando observamos que ningún juego logra<br />
interesarle más de cinco minutos porque los niños con estos problemas suelen<br />
plasmarlos también en el colegio de forma que sus rendimientos no resultan todo lo<br />
satisfactorio que debieran y ello hace que todos ( padres, profesores y alumnos) nos<br />
sintamos mal ya que sabemos que son bastante listos pero su rendimiento en la<br />
escuela no resulta satisfactorio.<br />
Para mejorar los resultados de estos niños debemos de prepararles actividades cortas<br />
que le permitan cierta libertad de movimiento; poco a poco, iremos aumentando el<br />
tiempo de concentración en la actividad.<br />
Como ya he dicho anteriormente, es necesario estructurar el tiempo con actividades<br />
que se dividan en dos fases: de tranquilidad y de actividad; con esto los niños<br />
aprenderán a valorar el descanso y la actividad. Un exceso del primero puede<br />
provocar aburrimiento, mientras que un exceso del segundo genera estrés. En ambos<br />
casos llegaríamos, con los excesos, a desarrollar agresividad.<br />
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Hay que acostumbrar a los niños a que cada actividad tenga un marco temporal<br />
definido para así, de esta forma, aprovechar su tiempo y les sea más fácil su<br />
concentración.<br />
MIEDO<br />
El niño puede asustarse por problemas en la familia, problemas que haya escuchado<br />
de las familias de sus amigos, imágenes de películas, peleas con otros niños o<br />
simplemente, miedo en la escuela si tiene problemas de aprendizaje.<br />
Las situaciones que crean temor en los niños suelen ser situaciones reales y siempre<br />
debemos tomar en serio el miedo del niño por muy absurdo que nos parezca. Hay que<br />
saber escucharlos, entenderlos e intentar buscar una solución a este miedo.<br />
Si lo que observamos es que tiene miedo al colegio hay que llegar hasta el problema<br />
exacto por si se tratara de problemas de aprendizaje; en ese caso buscaríamos ayuda<br />
inmediata puesto que las lagunas se hacen siempre mayores.<br />
Podemos preocuparnos también en lo referente a las peleas con otros niños. Nosotros<br />
tendemos a proteger al niño que está asustado y esto provoca que estos niños<br />
resuelvan sus problemas por sí solos cuando se sientan atacados por otros.<br />
Todas las cosas que crean preocupación o miedo van a parar al subconsciente y se<br />
muestran en forma de agitación o de tensión.<br />
Cuando el niño nos desvela sus miedos y preocupaciones hay que escucharle y<br />
dialogar con él, tranquilizarle y tomarle en serio. A menudo, ni él mismo sabe qué es lo<br />
que le preocupa; ahí estaremos nosotros para averiguarlo, tranquilizarlo y que se<br />
sienta comprendido.<br />
Para transmitirle tranquilidad a nuestros hijos debemos abrazarlos, besarlos, mirarlos<br />
con ternura, hablarles con un tono de voz no demasiado alto, compartir actividades<br />
con ellos como leer un cuento o ver un programa de televisión juntos. Todo esto hará<br />
que nuestro hijo se relaje.<br />
Las conversaciones con nuestros hijos son muy importantes; es primordial que<br />
contestemos a sus preguntas ya que si no lo hacemos influye de forma negativa en el<br />
niño haciéndole sentir solo y no escuchado.<br />
Ahora bien, tenemos que enseñarles cuándo pueden hablar y cuándo no. No deben<br />
acostumbrarse a hablar de forma desordenada porque esto les llevaría a convertirse<br />
en los llamados “charlatanes”.Tienen que saber respetar y utilizar su turno de palabra.<br />
No importa que dejemos para más tarde preguntas sin contestar; lo importante es que<br />
lo hagamos y que dediquemos el tiempo suficiente para ello.<br />
Estos niños suelen desarrollar tics nerviosos que son gestos repetidos e involuntarios<br />
que no pueden controlar. Los hacen cuando están nerviosos y no debemos<br />
prohibírselos sino que debemos intentar relajarlos. Debemos intentar buscar qué es lo<br />
que le pone nervioso, pero no le preguntemos a él ya que ni él mismo lo sabe; si lo<br />
supiese no recurriría al tic.<br />
FAMILIA<br />
Por muy difícil que nos parezca a nuestros hijos hay que imponerles normas para<br />
hacerles crecer en libertad.<br />
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Las normas siempre dependen de la familia, del estilo de esta y de las convicciones<br />
propias. Los padres tenemos que tener bien claro qué es lo que le permitimos a<br />
nuestros hijos y qué es lo que no les está permitido. Las normas no deben ser<br />
demasiado rígidas sino que deben ser claras y adecuarse a la personalidad de<br />
nuestros hijos.<br />
Esto nos llevará a tener discusiones en las que trataremos tanto de los derechos como<br />
de los deberes u obligaciones de nuestros hijos. Hay ciertos temas que no son<br />
discutibles ya que la rutina los va haciendo costumbre. Estos temas pueden ser la<br />
ayuda en casa, la comida, el sueño y todos los temas que, por cotidianos, queramos<br />
incluir.<br />
La comida es otro tema importante a debatir; en estos momentos es cuando solemos<br />
discutir temas que conciernen a toda la familia. Aquí también entra el factor modales,<br />
en lo referente a las formas que queremos que nuestros hijos adquieran cuando se<br />
sientan a comer.<br />
Es imprescindible que los niños adquieran ciertos hábitos mediante la rutina diaria ya<br />
que estos le dan la seguridad que necesitan. Esto es un factor muy importante a tener<br />
en cuenta en estos niños nerviosos ya que les transmite la tranquilidad que ellos<br />
necesitan.<br />
Cuanto más pequeño es el niño más reglas necesita; cuando más grande es la unidad<br />
familiar más reglas se necesitan para la vida familiar.<br />
Hay que educar a nuestros hijos a utilizar los juegos informáticos. A diferencia de lo<br />
que pensamos este tipo de juegos no conlleva ningún tipo de nerviosismo.<br />
Es adecuado que los niños sepan manejar el ordenador ya que aprenden y practican<br />
cosas diferentes; aprenden a concentrarse. Como todo lo que se lleva a exceso se<br />
convierte en obsesión, los estímulos visuales se vuelven excesivos.<br />
A una edad temprana las imágenes del ordenador se les hacen apetecibles puesto<br />
que las imágenes se mueven.<br />
Los juegos del tipo de Nintendo o GameBoy suelen resultar peligrosos puesto que<br />
excita más a los niños; nosotros creemos que se están entreteniendo cuando, en<br />
verdad, lo que les crea es más tensión debido a la velocidad que transcurre, que les<br />
crea inquietud. Un consejo, no amenazar nunca con retirar la maquinita como castigo<br />
ya que las hace más apetecibles.<br />
La televisión es un medio de comunicación del que nos debemos beneficiar siempre y<br />
cuando consideremos que es instructiva para los niños. Les ofrece información,<br />
aunque si pasamos demasiado tiempo delante de ella, o si, por el contrario, no vemos<br />
los programas adecuados el efecto que nos causa suele ser negativo. Los niños<br />
pueden ir acumulando tensión cuando ven programas que no son adecuados a su<br />
edad.<br />
Una cosa muy importante es que debemos limitar el tiempo de ver la televisión cada<br />
día; hay que combinar este con otras actividades a realizar por los niños: deportes,<br />
amigos, familia, etc. Lo que sí podemos es hacer alguna que otra excepción cuando<br />
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llegue algún momento especial aunque si lo hacemos a menudo las normas impuestas<br />
pierden todo su valor.<br />
Los niños mayores sí que pueden distribuirse el tiempo de ver la tele como ellos<br />
quieran ya, debido a su madurez, la televisión se convierte en un medio de<br />
comunicación que transmite valores formativos, educativos y de entretenimiento a la<br />
vez.<br />
A la vez que los niños necesitan de actividad también necesitan tiempos de silencio y<br />
relajación. El silencio que utilizamos para relajarnos, por ejemplo cuando nos<br />
tumbamos sin pensar en nada, no debe ser impuesto ya que si no nos hace estar en<br />
tensión. Es un momento que los padres debemos aprovechar para relajarnos con<br />
nuestro hijo y así deshacernos de las tensiones acumuladas.<br />
Nuestros hijos deben recibir en cada actividad el grado de tensión adecuado a su<br />
persona; debemos buscar actividades lúdicas que sean creativas pero sin peligro<br />
alguno. Deben crear sus propias aventuras en que mezclen situaciones de tensión y<br />
de relajación; si son situaciones creadas por ellos mismos no tendrán nunca<br />
problemas de miedo. Las aventuras deben vivirlas siempre en primera persona para<br />
que les sea más emocionante.<br />
Los niños se suelen quedar ensimismados con la observación de algo nuevo y<br />
emocionante; por ejemplo, ver como construye un pájaro su nido. Esto es una<br />
actividad silenciosa en que el niño ve cómo el pájaro trabaja, su padre le explica el<br />
proceso, él lo comprende y lo asimila. Este tipo de actividades les entusiasma.<br />
Cuando hablamos del tema vacaciones diré que a los niños les gusta más viajar a<br />
sitios conocidos que descubrir lugares nuevos porque siempre realiza experiencias<br />
distintas.<br />
PROBLEMAS<br />
La vida con los niños acarrean una serie de problemas y dificultades inevitables.<br />
Cuando tratamos con problemas escolares debemos relajarnos y no convertirlos en<br />
una catástrofe. Los padres, es lógico, que sientan miedo ante el fracaso escolar.<br />
Algunas veces, incluso, revivimos nuestra propia historia y lo que es peor, empezamos<br />
a comparar a nuestros hijos con otros niños. Esto jamás debemos hacerlo ya que<br />
ningún niño es igual ni comparable a otro.<br />
Nuestro hogar debe ser un refugio de paz y de relajación para los niños, sin que éstos<br />
se sientan con el estrés que experimentan en el colegio; deben encontrar apoyo y<br />
tener confianza en sus padres.<br />
El elogio y el ánimo hacia las cosas bien hechas deben ser fundamentales; no<br />
debemos mostrarle nunca que nos han decepcionado puesto que suelen derrumbarse<br />
y sentirse mal. Debemos “quitarle importancia” a aquellas cosas que hagan mal y<br />
elogiar las cosas bien hechas para que se sientan a gusto en el colegio y no sientan<br />
apatía por aquellas cosas en las que fallen o tengan dificultades. Debemos quitar<br />
importancia al fracaso intentando tranquilizar a los niños; las medidas fuertes y<br />
drásticas sólo consiguen que el niño vea la situación como algo horrible e insuperable.<br />
Nuestro hogar es el espacio protector del niño que le proporciona seguridad; si no lo<br />
nota así se siente inquieto y con miedo.<br />
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Otro problema suele surgir con los deberes en casa; esto es un tema inevitable ya que<br />
dado al número de horas y alumnos que hay en el colegio son imposibles de<br />
terminarlos en clase. Esto hace que el hogar se transforme en una prolongación de la<br />
escuela y que ellos se sientan con la misma presión que allí. No debemos presionarles<br />
con preguntas como “¿tienes hoy muchas tareas?”.<br />
Los deberes para realizar en casa no deben exceder nunca de una hora, dependiendo<br />
de la edad. Si son excesivos o demasiado difíciles hace que el propio niño los rechace<br />
y no desee hacerlos, que pierda la ilusión por aprender.<br />
Los padres no debemos nunca presionar a los niños con el tema de los deberes<br />
porque si no tendemos a producirles rechazo hacia éstos; deben tener primero un<br />
espacio de juego, de diversión que les libere de la tensión del colegio. También<br />
debemos permitirle hacer pausas durante unos minutos cuando estén en plena faena<br />
aunque eso sí, sin televisión porque si lo hacen no conseguiremos que se sienten para<br />
acabar los deberes.<br />
Otro problema que se nos plantea es el sueño. Los niños inquietos casi siempre tienen<br />
problemas de sueño. Hay que intentar calmarlos antes de ir a la cama, darles<br />
seguridad y cariño, mantener conversaciones tranquilas en que repasemos todo lo que<br />
ha ocurrido durante el día sin rencor, y podamos planificar el día siguiente.<br />
Tampoco es bueno que el niño se acostumbre a dormir en la cama de sus padres; si el<br />
niño tiene miedo es más conveniente dejar la puerta abierta o una luz en el pasillo<br />
para que se tranquilice, porque hay fases del niño en que este siente miedo y llega a<br />
angustiarse. Los padres debemos eliminar esa angustia y tranquilizar al niño.<br />
Es bueno que los niños aprendan a resolver solos sus problemas, deben aprender a<br />
desarrollar sus propios recursos para resolver los problemas que se les puedan<br />
plantear. Muchas veces, los padres tendemos a perder el control con los niños pero<br />
esto no debe angustiarnos puesto que después llega la reconciliación en que nos<br />
mostremos comprensivos con ellos; se les explica qué es lo que nos sucedió, por qué<br />
estábamos enfadados. Con ello les enseñamos a aceptar sus propios errores y a<br />
disculparse cuando sea necesario.<br />
Los niños participan de nuestros problemas aunque, en realidad, debiéramos<br />
ocultarles gran parte de ellos. Debemos ofrecerle a cada uno el grado de explicación<br />
que creamos que le concierne a su edad. Nunca les tenemos que hacer pensar que<br />
son los culpables de lo que nos pasa, ya que la carga anímica es demasiado para<br />
ellos. Los niños comprenden más de lo que nosotros nos pensamos.<br />
Hay que hablarles de que no todas las personas piensan igual, de que existen “roces”<br />
entre las personas, de determinadas desavenencias, aunque no en exceso puesto que<br />
los cargaríamos de preocupaciones.<br />
En las crisis duraderas tenemos que mantener a los niños alejados del tema, aunque<br />
si no lo están es bueno hablar del tema con ellos y tranquilizarlos. Uno de los temas<br />
más frecuentes en estos días es el tema de la separación. Los niños se preocupan por<br />
nosotros, somos su verdadera preocupación. Por ello, debemos hablar y aclararles la<br />
situación, de esta forma gana estabilidad frente a estos problemas.<br />
Los psiquiatras denominan al estado de inquietud motora extrema que presentan<br />
algunos niños como síndrome hipercinético (SHC) o hiperactividad. Se debe a una<br />
alteración metabólica cerebral. Se suele tratar con medicinas.<br />
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Algunos expertos opinan que no se trata de una enfermedad relacionada con el<br />
cerebro, sino que es un comportamiento adquirido que puede ser reducido buscando<br />
la causa que lo ha producido y actuando para combatirla.<br />
Las medicinas que se suelen dar son tranquilizantes aunque solamente se nota la<br />
mejoría durante el tratamiento.<br />
Lo mejor que podemos hacer por estos niños es aprender a comprenderlos porque<br />
ellos mismos se dan cuenta de sus dificultades.<br />
Estos niños inquietos necesitan más amor y aceptación que el resto de los niños.<br />
Casi todos los niños hiperactivos tienen problemas de aprendizaje porque tienen<br />
problemas de concentración; es decir, hay una gran diferencia entre la inteligencia<br />
concreta del niño y la capacidad de rendimiento. Cuando no sabemos el diagnóstico<br />
del niño pensamos que es vago y maleducado, cuando en realidad padecen SHC.<br />
Estos niños suelen tener una gran creatividad y muy buenas dotes artísticas.<br />
No existe un determinado modelo concreto de niños con SHC. Cada uno tiene una<br />
combinación personal aunque las características sean las mismas.<br />
A estos niños les conviene hacer deporte que les libere de tensiones acumuladas.<br />
Los niños hiperactivos necesitan de mucha relajación y tranquilidad; no debemos<br />
desanimarles nunca.<br />
Sólo un consejo: si tiene un hijo inquieto o hiperactivo busque ayuda especializada<br />
para ambos.<br />
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