introducción - Mapa del Sitio
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Los primeros apeos fragatinos -como cualesquiera otros, supongo- incluían<br />
el segundo apellido de un individuo sólo cuando era imprescindible a efectos de su<br />
identificación segura y distinta de otro. Si sólo existía un ‘Pedro Ibarz’ jamás se<br />
indicaba su segundo apellido. Cuando un padre y su hijo eran homónimos, se<br />
calificaba al primero de ‘mayor’ y al segundo como ‘menor’. Sólo cuando dos ‘Pedro<br />
Ibarz’ coincidían en vida se añadía al de menor relevancia social el segundo<br />
apellido; o se le diferenciaba señalando la calle donde tenía su casa, o mediante un<br />
alias. Hasta finales <strong>del</strong> siglo XVII la necesidad de diferenciar individuos por el<br />
segundo apellido fue prácticamente nula en Fraga porque el volumen de población<br />
era pequeño, y sobre todo porque la expansión lateral de cada apellido, de una<br />
generación a la siguiente, acababa siendo sólo ocasional, debido a las crisis de<br />
subsistencias y a la elevada mortalidad subsiguiente, que permitía a lo sumo<br />
mantener un tronco unifamiliar en cada linaje, sin ramificaciones.<br />
Llegados al siglo XVIII y durante el primer tercio <strong>del</strong> XIX el segundo apellido<br />
comienza a utilizarse aunque excepcionalmente. Casi nunca coincidían individuos<br />
con idéntico nombre y apellido. La excepcionalidad de la inclusión de segundos<br />
apellidos en los catastros y en muchas fuentes de la época ha dificultado<br />
sensiblemente el reconocimiento de parentescos entre los individuos a estudiar.<br />
Además, debe advertirse que la obtención de los dos apellidos de una persona<br />
tampoco constituye garantía para su inclusión en una generación familiar concreta<br />
si no puede completarse el dato con fechas documentales verosímiles para lo que<br />
se pretende. Es decir, pueden darse -y se dan- componentes de una misma familia<br />
con iguales nombres y apellidos, pertenecientes a generaciones distintas,<br />
originados en enlaces endogámicos, con lo que se hace imprescindible contrastar su<br />
correcta ubicación en una generación por otras fuentes, para evitar errores.<br />
La inmensa mayoría de filiaciones, hermanamientos o ascendencias se han<br />
establecido casi siempre a través <strong>del</strong> vaciado de la información proporcionada por<br />
las fuentes, procurando evitar mis propias deducciones. Sólo en casos<br />
excepcionales, y apoyado por referencias indirectas basadas en trasferencias<br />
patrimoniales, he decidido parentescos no expresados abiertamente por la fuente.<br />
Cuando a pesar de todos los esfuerzos, algunos componentes de un mismo apellido<br />
no han podido ubicarse dentro de alguna familia, se han presentado en las hojas de<br />
SEGMENTOS DE LINAJES mediante líneas discontinuas, como individuos aislados,<br />
próximos a la generación y familia que posiblemente les corresponde.<br />
Pese a las dificultades expresadas hasta aquí y a lo inconexas e incompletas<br />
que permanecen por ahora algunas familias, el conjunto de linajes observables con<br />
continuidad a través de las cuatro generaciones parece significativo para el<br />
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