El Mensaje de El Dorado - Mision Rahma en Alemania
El Mensaje de El Dorado - Mision Rahma en Alemania
El Mensaje de El Dorado - Mision Rahma en Alemania
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
AL OTRO LADO DEL MECANTO<br />
Por varias horas fuimos caminando por las sinuosas trochas que nos conducían por el cañón.<br />
Muchas veces <strong>de</strong>sc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do a las playas y cruzando <strong>de</strong> orilla a orilla el atemorizante río Sinkib<strong>en</strong>ia,<br />
que parece cobrar mayor fuerza y respeto <strong>en</strong> las gargantas <strong>de</strong>l Mecanto, como si fuese su espíritu<br />
protector.<br />
Con Miguel y su familia a la cabeza, íbamos asc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do las gigantescas pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> piedra,<br />
muchas veces verticales, como cortadas a cuchillo, mi<strong>en</strong>tras el grupo caminaba at<strong>en</strong>to y<br />
conc<strong>en</strong>trado <strong>en</strong> el inclinado s<strong>en</strong><strong>de</strong>ro que se hallaba sobre estas moles. Con las pesadas mochilas a<br />
nuestras espaldas ⎯a pesar que <strong>de</strong>jamos una parte <strong>de</strong>l equipo <strong>en</strong> Pusharo con Casiano⎯ y los<br />
<strong>de</strong>dos clavados <strong>en</strong> el barro y excrem<strong>en</strong>tos <strong>de</strong> ratas y murciélagos, con la esperanza <strong>de</strong> <strong>en</strong>contrar<br />
alguna gruesa raíz <strong>de</strong> don<strong>de</strong> asirnos, fuimos avanzando a paso l<strong>en</strong>to y pesado, hasta llegar al final<br />
<strong>de</strong>l Mecanto, luego <strong>de</strong> una int<strong>en</strong>sa jornada que intimidaría al av<strong>en</strong>turero más recio.<br />
<strong>El</strong> lugar es mágico. Las rocas, el río, la frondosa vegetación multicolor que se nos pres<strong>en</strong>taba,<br />
el ambi<strong>en</strong>te <strong>en</strong> sí, era como si el Mecanto nos estuviese observando. Todo es difer<strong>en</strong>te. Parece un<br />
verda<strong>de</strong>ro mundo perdido, con sus gigantescos árboles y hercúleas rocas sobresali<strong>en</strong>do <strong>en</strong> el<br />
Sinkib<strong>en</strong>ia.<br />
Con las piernas temblorosas por el cansancio y el esfuerzo, llegamos a una vuelta <strong>de</strong>l río que<br />
parecía profunda. T<strong>en</strong>íamos que cruzarla, así que Miguel, aquel nativo huachipaire que vivía <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />
hace cuatro años <strong>en</strong> Palotoa, y que se había convertido no sólo <strong>en</strong> nuestro guía <strong>de</strong> viaje, sino <strong>en</strong> un<br />
gran amigo, fue pasando nuestras mochilas, una por una, al otro lado <strong>de</strong>l río. Verlo luchando<br />
contra la corri<strong>en</strong>te, con el agua casi <strong>en</strong> el pecho y el equipo sobre la cabeza, era <strong>de</strong> infarto. Pero todo<br />
salió bi<strong>en</strong>.<br />
Ahora nos tocaba cruzar a nosotros. Nimer, vali<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, se a<strong>de</strong>ntró <strong>en</strong> el río solo, con una<br />
seguridad aplastante por cruzarlo. Si no fuese por Miguel que vino a ayudarlo, era muy posible que<br />
el río se hubiese llevado a nuestro amigo hacia los afilados <strong>de</strong>speña<strong>de</strong>ros. Habíamos subestimado<br />
una vez más al Sinkib<strong>en</strong>ia.<br />
Maribel se hallaba nerviosa con toda esta situación. Así que Ricardo y Camilo <strong>de</strong>cidieron<br />
ayudarla a cruzar apoyándose <strong>en</strong> una soga <strong>de</strong> treinta metros <strong>de</strong> largo que Nimer logró llevar al otro<br />
lado <strong>de</strong>l río. De esta forma, mi<strong>en</strong>tras nuestro amigo sost<strong>en</strong>ía con fuerza la soga apoyado <strong>en</strong> un gran<br />
tronco, fuimos avanzando por el río, que se mostraba fuerte y peligroso.<br />
Para complicar aún más la situación, el pie izquierdo <strong>de</strong> Ricardo quedó atascado <strong>en</strong>tre unas<br />
rocas mi<strong>en</strong>tras cruzaban esta agresiva vuelta <strong>de</strong>l Sinkib<strong>en</strong>ia, dificultando el avance y obligando a<br />
Maribel y Camilo retroce<strong>de</strong>r. Al int<strong>en</strong>tar liberarse, lo cual consiguió con una impaci<strong>en</strong>te sacudida,<br />
se <strong>en</strong>contró <strong>de</strong> pronto fuera <strong>de</strong> equilibrio y el río arrastrándolo. No obstante logró asirse <strong>de</strong> la soga,<br />
y si no fuera por la ayuda <strong>de</strong> Camilo, que <strong>de</strong> un fuerte y <strong>de</strong>cidido jalón lo sacó <strong>de</strong>l aprieto, quién<br />
sabe lo que hubiese pasado.<br />
Después <strong>de</strong> esto, y como era natural <strong>de</strong> esperarse, el nerviosismo <strong>de</strong> Maribel se duplicó. Pero<br />
al final ella misma v<strong>en</strong>ció su temor y <strong>de</strong>cidió cruzar al otro lado. Así, trepada <strong>en</strong> la espalda <strong>de</strong><br />
Camilo con el chaleco salvavidas, y Carlos sost<strong>en</strong>iéndola con fuerza por <strong>de</strong>trás, cruzaron el