Cartas Marruecas - Descarga Ebooks
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<strong>Cartas</strong> <strong>Marruecas</strong><br />
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producido aquellos hombres que son el verdadero honor del género humano. De él han<br />
dimanado las acciones heroicas imposibles de entenderse por quien no esté poseído del mismo<br />
ardor, y fáciles de imitar por quien se halla dominado de él.<br />
(Aquí estaba roto el manuscrito, con lo que se priva al público de la continuación de un<br />
asunto tan plausible.)<br />
Gazel a Ben-Beley<br />
Hoy he asistido por mañana y tarde a una diversión propiamente nacional de los españoles,<br />
que es lo que ellos llaman fiesta o corrida de toros. Ha sido este día asunto de tanta<br />
especulación para mí, y tanto el tropel de ideas que me asaltaron a un tiempo, que no sé por<br />
cuál empezar a hacerte la relación de ellas. Nuño aumenta más mi confusión sobre este<br />
particular, asegurándome que no hay un autor extranjero que hable de este espectáculo, que no<br />
llame bárbara a la nación que aún se complace en asistir a él. Cuando esté mi mente más en su<br />
equilibrio, sin la agitación que ahora experimento, te escribiré largamente sobre este asunto;<br />
sólo te diré que ya no me parecen extrañas las mortandades que sus historias dicen de abuelos<br />
nuestros en la batalla de Clavijo, Salado, Navas y otras, si las excitaron hombres ajenos de todo<br />
el lujo moderno, austeros en sus costumbres, y que pagan dinero por ver derramar sangre,<br />
teniendo esto por diversión dignísima de los primeros nobles. Esta especie de barbaridad los<br />
hacía sin duda feroces, pues desde niños se divertían con lo que suelen causar desmayos a<br />
hombres de mucho valor la primera vez que asisten a este espectáculo.<br />
Del mismo al mismo<br />
Cada día admiro más y más el número de varones grandes que se leen en genealogías de los<br />
reyes de la casa que actualmente ocupa el trono de España. El presente empezó su reinado<br />
perdonando las deudas que habían contraído provincias enteras por los años infelices, y<br />
pagando las que tenían sus antecesores para con sus vasallos. Con haber dejado la deudas en el<br />
estado que las halló, sin cobrar ni pagar, cualquiera le hubiera tenido por equitativo, y todos<br />
hubieran alabado su benignidad, pues teniendo en su mano el arbitrio de ser juez y parte,<br />
parecería suficiente moderación la de no cobrar lo que podía; pero se condenó a sí mismo y<br />
absolvió a los otros. Y dio por este medio un ejemplo de justificación más estimable que un<br />
código entero que hubiese publicado sobre la justicia y el modo de administrarla. Se olvidó que<br />
era rey, y sólo se acordó que era padre.<br />
Su hermano y predecesor, Fernando, en su reinado pacífico confirmó a su pueblo en la idea<br />
de que el nombre de Fernando había de ser siempre de buen agüero para España.<br />
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