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Cartas Marruecas - Descarga Ebooks

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<strong>Cartas</strong> <strong>Marruecas</strong><br />

90<br />

producido aquellos hombres que son el verdadero honor del género humano. De él han<br />

dimanado las acciones heroicas imposibles de entenderse por quien no esté poseído del mismo<br />

ardor, y fáciles de imitar por quien se halla dominado de él.<br />

(Aquí estaba roto el manuscrito, con lo que se priva al público de la continuación de un<br />

asunto tan plausible.)<br />

Gazel a Ben-Beley<br />

Hoy he asistido por mañana y tarde a una diversión propiamente nacional de los españoles,<br />

que es lo que ellos llaman fiesta o corrida de toros. Ha sido este día asunto de tanta<br />

especulación para mí, y tanto el tropel de ideas que me asaltaron a un tiempo, que no sé por<br />

cuál empezar a hacerte la relación de ellas. Nuño aumenta más mi confusión sobre este<br />

particular, asegurándome que no hay un autor extranjero que hable de este espectáculo, que no<br />

llame bárbara a la nación que aún se complace en asistir a él. Cuando esté mi mente más en su<br />

equilibrio, sin la agitación que ahora experimento, te escribiré largamente sobre este asunto;<br />

sólo te diré que ya no me parecen extrañas las mortandades que sus historias dicen de abuelos<br />

nuestros en la batalla de Clavijo, Salado, Navas y otras, si las excitaron hombres ajenos de todo<br />

el lujo moderno, austeros en sus costumbres, y que pagan dinero por ver derramar sangre,<br />

teniendo esto por diversión dignísima de los primeros nobles. Esta especie de barbaridad los<br />

hacía sin duda feroces, pues desde niños se divertían con lo que suelen causar desmayos a<br />

hombres de mucho valor la primera vez que asisten a este espectáculo.<br />

Del mismo al mismo<br />

Cada día admiro más y más el número de varones grandes que se leen en genealogías de los<br />

reyes de la casa que actualmente ocupa el trono de España. El presente empezó su reinado<br />

perdonando las deudas que habían contraído provincias enteras por los años infelices, y<br />

pagando las que tenían sus antecesores para con sus vasallos. Con haber dejado la deudas en el<br />

estado que las halló, sin cobrar ni pagar, cualquiera le hubiera tenido por equitativo, y todos<br />

hubieran alabado su benignidad, pues teniendo en su mano el arbitrio de ser juez y parte,<br />

parecería suficiente moderación la de no cobrar lo que podía; pero se condenó a sí mismo y<br />

absolvió a los otros. Y dio por este medio un ejemplo de justificación más estimable que un<br />

código entero que hubiese publicado sobre la justicia y el modo de administrarla. Se olvidó que<br />

era rey, y sólo se acordó que era padre.<br />

Su hermano y predecesor, Fernando, en su reinado pacífico confirmó a su pueblo en la idea<br />

de que el nombre de Fernando había de ser siempre de buen agüero para España.<br />

© RinconCastellano 1997 – 2011 www.rinconcastellano.com

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