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LA BIBLIA

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(Jn.20:17), y el Padre está en el cielo (el tercer cielo). Para más información: LOS MUERTOS<br />

VOLVERÁN A VIVIR CUANDO RESUCITEN.<br />

12. Juan 1:1. Este pasaje habla de dos personas divinas o dioses: el Padre supremo de los<br />

dioses, y el Logos, el cual es un segundo Theos, es decir, el segundo Dios, subordinado a Dios<br />

supremo. La traducción verdadera de Juan 1:1 es la siguiente: “En el principio era el Logos, y el<br />

Logos estaba con el Dios, y el Logos era Dios”. Las malas traducciones han eliminado el<br />

artículo definido “el” que aparece delante del primer “Dios”, para hacernos creer la mentira de<br />

que este Dios es el mismo Padre de dioses-Logos (el Ungido), sin embargo, la traducción literal<br />

demuestra muy claramente que el Padre supremo de los dioses es mayor que el segundo<br />

Theos-Logos, el Ungido. El Logos, el Hijo de Dios, es Dios, pero no es EL DIOS SUPREMO,<br />

pues Dios supremo es solamente el Padre de Jesús, el Ungido (Heb.1:8-9, Ap.3:12). La Biblia<br />

claramente llama al Ungido de Dios “Dios fuerte, padre eterno” (Is.6:9), indicando así que<br />

Jesús también es Dios y padre eterno, ¡pero inferior al Dios y Padre eterno supremo!, por eso<br />

es que Jesús dice que el Padre es MAYOR que él (Jn.14:28), y en su condición glorificada<br />

también dice que el Padre es su Dios (Ap.3:12). Por lo tanto, la verdadera enseñanza<br />

del Evangelio es que tenemos dos dioses: el Padre y el Hijo, sin embargo, el Padre es el Theos<br />

supremo, no hay otro Theos (Zeus) igual a él.<br />

El Logos, el Hijo del Padre estaba juntamente con el Dios desde antes de la fundación del<br />

mundo (Jn.17:5), y fue este Logos-Theos quien se hizo carne, y habitó entre nosotros (Jn.1:14).<br />

13. Juan 1:3, 10. La traducción correcta es "por medio de él", pues el Creador supremo es el<br />

Padre, el cual hizo el Universo por medio de su Hijo (Heb.1:1-2).<br />

14. Juan 20:5-7. Este pasaje ha sido pésimamente traducido en casi todas las versiones<br />

bíblicas, hasta tal punto, de llegar a decir todo lo contrario de lo que dicen los mejores<br />

manuscritos griegos del Nuevo Testamento.<br />

Los discípulos vieron los lienzos (la Sábana en la que fue envuelto el cuerpo de Jesús)<br />

"keimena", palabra griega que significa lisos, tumbados, allanados. Es decir, cuando el cuerpo<br />

del Ungido desapareció del interior de la Sábana que le envolvía, ésta se vino abajo y quedó<br />

tumbada y lisa sobre el banco de piedra donde estaba recostado el cuerpo muerto del Ungido.<br />

A continuación Juan mencionó una segunda pieza de tela, el sudario. Los judíos utilizaban los<br />

sudarios para secarse el sudor, y para envolver el rostro de sus difuntos, sujetando la<br />

mandíbula del cadáver. Lázaro tenía uno de esos sudarios o pañuelos en el sepulcro, el cual<br />

enrollaba su rostro (Jn.11:44). José de Arimatea y Nicodemo utilizaron otro sudario o pañolón<br />

para enrollarlo alrededor del rostro de Jesús, a manera de mentonera, con el fin de sujetar la<br />

mandíbula, según manda las leyes hebreas sobre el duelo. Este sudario pasaba debajo de la<br />

barba y se ataba encima de la cabeza, manteniendo la boca del difunto cerrada, pero dejando<br />

el rostro visible.<br />

La traducción de Jn.20:7, vertida por casi todas las versiones bíblicas, es muy engañosa y<br />

errada. Los tres mejores manuscritos griegos del Nuevo Testamento: el Códice Sinaítico, el<br />

Códice Vaticano y el Códice Alejandrino dicen lo siguiente: "ou meta ton othonion keimenon<br />

alla joris entetyligmenon eis hena tópon". Esta es la traducción literal: "no estaba (el sudario)<br />

como los lienzos lisos, sino al contrario, enrollado en su sitio" (ver la traducción de Cantera-<br />

Iglesias). El sudario o pañolón que sujetaba la mandíbula del Señor en el sepulcro no<br />

había quedado liso o tumbado como la Sábana (los lienzos), sino ENROL<strong>LA</strong>DO EN SU MISMO<br />

SITIO, es decir, en el mismo sitio donde había estado la cabeza del Señor.<br />

Cuando el cuerpo del Ungido desapareció del interior de la Sábana, esta se vino abajo y quedó<br />

lisa, allanada, sobre el banco de piedra donde había estado el cuerpo de Ungido, sin embargo,<br />

el sudario quedó enrollado en el mismo sitio donde había estado la cabeza de Jesús. Cuando<br />

Juan entró en el sepulcro y vio esto, creyó en la resurrección del Ungido (Jn.20:8). Si alguien<br />

hubiera robado el cuerpo del Ungido, el ladrón tendría que haber sacado el cuerpo de la<br />

Sábana que le envolvía, y el sudario no estaría es su mismo sitio. Por eso es que Juan creyó<br />

que el cuerpo del Ungido desapareció, se desmaterializó cuando resucitó. Poco después,<br />

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