ENCICLICA QUADRAGESIMO ANNO SOBRE LA RESTAURACION ...
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Ciertamente, el ánimo se siente horrorizado cuando se piensa en los gravísimos peligros<br />
a que están expuestas las costumbres de los trabajadores (sobre todo los jóvenes), así como el<br />
pudor de las doncellas y demás mujeres; cuando se considera con cuánta frecuencia el moderno<br />
régimen del trabajo y, sobre todo, las inadecuadas condiciones de la vivienda crean obstáculos a<br />
la unión y a la intimidad familiar; cuando se reflexiona en cuántos y cuán graves impedimentos<br />
se ponen a la conveniente santificación de las fiestas, cuando se constata el universal debilitamiento<br />
de ese sentido cristiano, que ha hecho encumbrarse a tan altos misterios aun a los<br />
hombres rudos e indoctos, suplantado hoy por el exclusivo afán de procurarse, como quiera que<br />
sea, el sustento cotidiano.<br />
Y así, el trabajo corporal que la divina Providencia había establecido que se ejerciera,<br />
incluso después del pecado original, para bien justamente del cuerpo y del alma humanos, es<br />
convertido por doquiera en instrumento de perversión; es decir, que de las fábricas sale<br />
ennoblecida la materia inerte, pero los hombres se corrompen y se hacen más viles.<br />
[Remedios: a) Cristianización de la vida económica]<br />
[136] A esta lamentable ruina de las almas, persistiendo la cual será vano todo intento de<br />
regeneración social, no puede aplicarse remedio alguno eficaz, como no sea haciendo volver a<br />
los hombres abierta y sinceramente a la doctrina evangélica, es decir, a los principios de Aquel<br />
que es el único que tiene palabras de vida eterna, y palabras tales que, aun cuando pasen el cielo<br />
y la tierra, ellas jamás pasarán.<br />
Los verdaderamente enterados sobre cuestiones sociales piden insistentemente una<br />
reforma ajustada a los principios de la razón, que pueda llevar a la economía hacia un orden<br />
recto y sano. Pero ese orden, que Nos mismo deseamos tan ardientemente y promovemos con<br />
tanto afán, quedará en absoluto manco e imperfecto si las actividades humanas todas no<br />
cooperan en amigable acuerdo a imitar y, en la medida que sea dado a las fuerzas de los<br />
hombres, reproducir esa admirable unidad del plan divino; o sea, que se dirijan a Dios, como a<br />
término primero y supremo de toda actividad creada, y que por bajo de Dios, cualesquiera que<br />
sean los bienes creados, no se los considere más que como simples medios, de los cuales se ha<br />
de usar nada más que en la medida en que lleven a la consecución del fin supremo.<br />
No se ha de pensar, sin embargo, que con esto se hace de menos a las ocupaciones<br />
lucrativas o que rebajen la dignidad humana, sino que, todo lo contrario, en ellas se nos enseña a<br />
reconocer con veneración la clara voluntad del divino Hacedor, que puso al hombres sobre la<br />
tierra para trabajarla y hacerla servir a sus múltiples necesidades.<br />
No se prohibe, en efecto, aumentar adecuada y justamente su fortuna a quienquiera que<br />
trabaja para producir bienes, sino que aun es justo que quien sirve a la comunidad y la enriquece,