ENCICLICA QUADRAGESIMO ANNO SOBRE LA RESTAURACION ...
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depuesto sinceramente todo sentido de odio y de animosidad, de que tan astutamente abusan los<br />
agitadores de la lucha social, no sólo no aceptarán con fastidio el puesto de la divina Providencia<br />
les ha asignado en la convivencia social, sino que harán lo posible, en cuanto bien conscientes de<br />
sí mismos, por colaborar de una manera verdaderamente útil y honrosa, cada cual en su<br />
profesión y deber, al bien común, siguiendo muy de cerca las huellas de Aquel que, siendo Dios,<br />
quiso ser carpintero entre los hombres y ser tenido por hijo de un carpintero.<br />
[La tarea es difícil]<br />
[138] De esta nueva difusión por el mundo, pues; del espíritu evangélico, que es espíritu<br />
de templanza cristiana y de universal caridad, confiamos que ha de surgir la tan sumamente<br />
deseada y plena restauración de la sociedad humana en Cristo y esa "paz de Cristo en el reino de<br />
Cristo", a la cual resolvimos y nos propusimos firmemente desde el comienzo de nuestro<br />
pontificado consagrar todo nuestro esfuerzo y solicitud pastoral; y vosotros, venerables<br />
hermanos, que por mandato del Espíritu Santo regís con Nos la Iglesia de Dios, colaboráis con<br />
muy laudable celo a este mismo principal y en los presentes tiempos tan necesario fin, en todas<br />
las regiones del orbe, incluso en las de sagradas misiones entre infieles.<br />
Recibid todos vosotros el merecido elogio, así como todos esos cotidianos partícipes y<br />
magníficos colaboradores, tanto clérigos como laicos, de esta misma gran obra, a los cuales<br />
vemos con alegría, amados hijos nuestros, adscritos a la Acción Católica, que con peculiar afán<br />
comparte con Nos el cuidado de la cuestión social, en cuanto compete e incumbe a la Iglesia por<br />
su misma institución divina.<br />
A todos éstos los exhortamos una y otra vez en el Señor a que no regateen trabajo, a que<br />
no se dejen vencer por ninguna dificultad, sino que de día en día crezcan en valor y fortaleza. Es<br />
sin duda arduo el trabajo que les proponemos acometer; en efecto, conocemos muy bien los<br />
muchos obstáculos e impedimentos que por ambas partes, tanto en las clases superiores cuanto<br />
en las inferiores de la sociedad, hay que vencer.<br />
Que no se desanimen, sin embargo: es propio de cristianos afrontar rudas batallas; propio<br />
de los que, como buenos soldados de Cristo, le siguen más de cerca, soportar los más graves<br />
dolores.<br />
[139] Confiados, por consiguiente, sólo en el omnipotente auxilio de Aquel que quiere<br />
que todos los hombres se salven, tratemos de ayudar con todas nuestras fuerzas a esas<br />
miserables almas apartadas de Dios y, apartándolas de los cuidados temporales, a que se<br />
entregan con exceso, enseñémoslas a aspirar confiadamente a los eternos.