Preparémonos para la Guerra - PDF Archive
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sacrificio será sa<strong>la</strong>do con sal. Buena es <strong>la</strong> sal; mas si<br />
<strong>la</strong> sal fuere desabrida, ¿con qué <strong>la</strong> adobaréis? Tened<br />
en vosotros mismos sal; y tened paz los unos con los<br />
otros". Marcos 9:49, 50<br />
Nos volvemos "sal" de <strong>la</strong> tierra cuando somos bautizados<br />
con el fuego del Espíritu Santo.<br />
Seamos prácticos. ¿Cómo obtenemos ese bautismo con<br />
fuego? Tenemos que pedirlo, y lo digo sinceramente. He<br />
tenido que pedir este bautismo varias veces en mi vida. Por lo<br />
general me echo al piso ante el Señor. Quiero decir, me pongo<br />
con <strong>la</strong> nariz contra el piso. Eso es muy humil<strong>la</strong>nte. Hágalo a<br />
so<strong>la</strong>s en su habitación, como lo enseñó Jesús. Es una<br />
interacción entre usted y Dios, y nadie más. Si de veras está<br />
dispuesto, el Espíritu Santo le hará sentir una dolorosa<br />
convicci6n de pecado. Nuestro corazón es tan engañoso que<br />
s610 el Señor puede hacerlo, nosotros no. No podemos servir<br />
de veras a este Dios nuestro si queda algún residuo de pecado<br />
en nuestro corazón. Si permitimos que el pecado permanezca<br />
en nuestra vida, de seguro Satanás más tarde o más<br />
temprano obtendrá alguna gran victoria sobre nosotros.<br />
El poder del Señor llega a través de un corazón limpio.<br />
Procuremos que el Señor haga esta obra especial, amados<br />
hermanos y hermanas. Dejemos que el Señor Jesucristo nos'<br />
bautice con fuego.<br />
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Capítulo 7<br />
Escuchar a Dios<br />
"No os hagáis tesoros en <strong>la</strong> tierra, donde <strong>la</strong> polil<strong>la</strong> y el<br />
orín corrompe, y donde <strong>la</strong>drones minan y hurtan; mas<br />
haceos tesoros en el cielo, donde ni polil<strong>la</strong> ni orín<br />
corrompe, y donde <strong>la</strong>drones no minan ni hurtan;<br />
porque donde estuviere vuestro tesoro, allí estará<br />
vuestro corazón". Mateo 6:19-21<br />
Durante mi último año en <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> de medicina pasé<br />
meses trabajando en el campo de <strong>la</strong> oncología, que es <strong>la</strong><br />
especialidad que se ocupa de los pacientes con cáncer. Unas<br />
de <strong>la</strong>s cosas que de veras me molestaba era <strong>la</strong> casi uniforme<br />
reacción de los cristianos profesantes cuando se les<br />
diagnosticaba un cáncer. ¡Simplemente se deshacían! No<br />
podía entender por qué. Al pedirle al Señor una explicación,<br />
me dio el pasaje citado arriba como respuesta. En su mayoría,<br />
los cristianos no están depositando sus tesoros en el cielo.<br />
Sus tesoros están aquí en <strong>la</strong> tierra, igual que su corazón. Por<br />
eso se sentían devastados ante <strong>la</strong> perspectiva de<br />
experimentar <strong>la</strong> muerte en un futuro re<strong>la</strong>tivamente cercano.<br />
Esto me llev6 a <strong>la</strong> pregunta. ¿Cuáles son los "tesoros en el<br />
cielo"? Los pocos sermones que he oído sobre el tema<br />
interpretaban que los tesoros en el cielo son <strong>la</strong>s buenas obras<br />
que los cristianos realizan <strong>para</strong> el Señor durante su vida.<br />
Pero esa no parecía ser <strong>la</strong> respuesta porque muchos de los<br />
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