EL RINCÓN de - Cannabis Magazine
EL RINCÓN de - Cannabis Magazine
EL RINCÓN de - Cannabis Magazine
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
94<br />
R<strong>EL</strong>ATOS CANNÁBICOS<br />
cosmoabuela<br />
La cosmoabuela<br />
<strong>de</strong>l<br />
vuele perpetuo<br />
Episodio XII. Aquel sí que fue un vuele<br />
memorable, el <strong>de</strong> mi adolescencia en Austria…<br />
En el anterior episodio:<br />
Tras escapar <strong>de</strong> casa <strong>de</strong> mis padres, burlando al encargado <strong>de</strong> mi custodia y<br />
cogiendo el primer tren que salía <strong>de</strong> Suiza, llegué a Viena <strong>de</strong> madrugada con un<br />
único bolsón como equipaje y un dinero que me había dado mi madre con otro<br />
fin. Al no encontrar alojamiento en los hoteles cercanos a la estación, anduve<br />
errando por la ciudad aun dormida hasta refugiarme en un parque don<strong>de</strong> echar<br />
una cabezadita. Al <strong>de</strong>spertar, me vi confrontada con una pandilla <strong>de</strong> adolescentes<br />
camorristas que me retaron a fumar un porro. No habiéndolo probado antes<br />
y con el estómago vacío tras el largo viaje, me dio tal bajón, que los chavales<br />
se apiadaron <strong>de</strong> mí y me llevaron en motocicleta a casa <strong>de</strong> Franz, uno <strong>de</strong> ellos,<br />
<strong>de</strong>jándome a solas en una habitación don<strong>de</strong> dormir la mona.<br />
Ajuzgar por el trasluz <strong>de</strong> las cortinas<br />
echadas <strong>de</strong>sperté bien avanzado el día,<br />
con resaca y la cabeza embotada. Tardé<br />
un rato en ubicarme hasta reconocer los <strong>de</strong>scascarillados<br />
<strong>de</strong>l techo en casa <strong>de</strong> Franz que<br />
tanto me habían fascinado en la embriaguez<br />
anterior a caer rendida.<br />
Lo siguiente que percibí, antes <strong>de</strong> <strong>de</strong>spabilar<br />
<strong>de</strong>l todo, fue un fuerte olor a café proveniente<br />
<strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong> la puerta <strong>de</strong>stacando sobre los<br />
efluvios <strong>de</strong> un puchero in<strong>de</strong>finido, que me<br />
recordó instantáneamente el hambre que tenía<br />
tras más <strong>de</strong> 24 horas seguidas sin probar<br />
bocado y me impulsó fuera <strong>de</strong> la cama como<br />
un resorte.<br />
Abrí la puerta con sigilo. Me sentía muy<br />
cohibida y agra<strong>de</strong>cí que no se percatasen <strong>de</strong><br />
Por La<strong>de</strong>troya<br />
Ilustraciones Oka<br />
mi presencia en el comedor inmediatamente<br />
contiguo los comensales sentados a la mesa,<br />
pudiéndoles observar un rato a placer.<br />
Enseguida reconocí el perfil <strong>de</strong> Franz masticando<br />
con la boca abierta. Aunque apenas me<br />
había fijado en él antes, y era un joven <strong>de</strong><br />
facciones anodinas y apariencia insustancial,<br />
no fue difícil distinguirle, porque <strong>de</strong> él<br />
resaltaba el laborioso tupé que mantenía en un<br />
equilibrio imposible sobre la cara -a modo <strong>de</strong><br />
visera- y la chaqueta <strong>de</strong> cuero que <strong>de</strong>mostraba<br />
no quitarse ni a la mesa. Ambos adornos -<br />
<strong>de</strong> ultimísima moda en aquella épocaparecían<br />
lo único capaz <strong>de</strong> conferirle personalidad<br />
a un chaval traslúcido más que pálido, <strong>de</strong><br />
ojos claros <strong>de</strong> color in<strong>de</strong>finido, flaco y larguirucho,<br />
ni castaño ni rubio…, acicalamientos que<br />
suponían indiscutibles distintivos <strong>de</strong> pertenen-