08.05.2013 Views

corinne dufka/reuters - Save the Children

corinne dufka/reuters - Save the Children

corinne dufka/reuters - Save the Children

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

8<br />

del siglo XX por el general británico Baden-Powell que emuló así la organización de<br />

niños espía a la que había formado en la guerra de Sudáfrica para suplir la escasez de<br />

soldados.<br />

Pero el espejo que nuestra civilización encuentra en los niños y niñas de África<br />

y Asia no es sólo histórico. Hoy, nuestros enemigos siguen teniendo menos de 18 años. Y<br />

menos de 15. La muerte por anemia y otras enfermedades de centenares de miles de<br />

niños irakíes a causa del embargo no parecía enturbiar la política de Estados Unidos. Los<br />

bombardeos de zonas residenciales y hospitales en Bagdad, tampoco. Israel encarcela<br />

junto a adultos a niños palestinos de 12, 13 y 14 años, a menudo por delitos tales<br />

como lanzar una piedra contra un tanque. Son dos ejemplos de naciones que se arrogan<br />

cierta superioridad moral frente a los países en los que la utilización de menores<br />

como carne de cañón ya parece formar parte de la cultura. Cuando en realidad no<br />

importan el color de la piel, el idioma, la religión, la ideología: la espiral de la guerra es<br />

igual en todas partes y siempre acaba aplastando a los más débiles.<br />

Es hora de retomar la valiente postura de Eglantyne Jebb y recordar que ningún<br />

niño, ninguna niña, puede ser enemigo. La recuperación psicológica de los ex niños<br />

y niñas soldados es una de las grandes asignaturas pendientes que dejan tras de si las<br />

guerras desde El Salvador hasta Liberia y desde Congo hasta Birmania. Una asignatura<br />

demasiadas veces suspendida que obliga a repetir curso a toda la humanidad. Porque<br />

las guerras parecen estallar por odios locales y a menudo aparentemente milenarios,<br />

pero son alimentadas casi siempre por los intereses geoestratégicos de una u otra<br />

potencia, o por el comercio de minerales o de diamantes. Pero nuestra responsabilidad<br />

va más lejos. Porque incluso los fusiles, las balas, las granadas y los tanques llevan con<br />

frecuencia el sello Made in Europe. No somos inocentes. Quizás sea hora de pedir un<br />

fondo de garantías a las fábricas de armas: toda operación de un niño quemado por<br />

el impacto de una bomba de racimo, toda prótesis necesaria por el estallido de una<br />

mina, debería ser sufragada, como coste colateral, por quienes producen las herramientas<br />

con las que se cometen estas atrocidades. Sólo entonces nos daríamos cuenta<br />

de que la guerra es cara, muchísimo más cara que la paz.<br />

Ilya U. Topper<br />

Comisario de la Exposición

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!