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tuvieras algo bueno, piensa que son mejores los otros, porque así conserves<br />
la humildad. No te daña si te pusieres debajo de todos; pero es muy dañoso<br />
el que te antepongas a sólo uno. Continua paz tiene el humilde; mas en el<br />
corazón del soberbio hay emulación y saña frecuente.<br />
Capítulo VIII<br />
Cómo se ha de evitar la mucha familiaridad<br />
No descubras tu corazón a cualquiera; sino comunica tus cosas con el sabio<br />
y temeroso de Dios. Con los jóvenes y extraños conversa poco. Con los ricos<br />
no seas lisonjero; ni estés de buena gana delante de los grandes. Acompáñate<br />
con los humildes y sencillos, y con los devotos y bien acostumbrados; y trata<br />
con ellos cosas de edificación. No tengas familiaridad con ninguna mujer; pero<br />
en general encomienda a Dios a todas las buenas. Desea ser familiar a sólo<br />
Dios y a sus ángeles, y huye de ser conocido de los hombres.<br />
Justo es tener caridad con todos; pero no conviene la familiaridad. Sucede<br />
a veces que una persona desconocida resplandece por su buena fama; pero<br />
vista de cerca suele parecer mucho menos. Pensamos algunas veces agradar<br />
a los otros con nuestro trato; y más los ofendemos, porque ven en nosotros<br />
costumbres menos ordenadas.<br />
Capítulo IX<br />
De la obediencia y sujeción<br />
Gran cosa es estar en obediencia, y vivir debajo de prelado, y no tener<br />
voluntad propia. Mucho más seguro es estar en sujeción que en mando. Muchos<br />
están en obediencia más por necesidad que por caridad, los cuales tienen<br />
trabajo y fácilmente murmuran; y nunca tendrán libertad de ánimo si no se<br />
sujetan por Dios de todo corazón. Anda de una parte a otra, y no hallarás<br />
descanso sino en la humilde sujeción al superior. La imaginación y mudanza<br />
de lugar a muchos han engañado.<br />
Verdad es que cada uno se gobierna de buena gana por su propio parecer,<br />
y se inclina más a los que siguen su opinión. Pero si Dios está entre nosotros,<br />
necesario es que dejemos algunas veces nuestro parecer por el bien de la paz.<br />
¿Quién es tan sabio que lo sepa todo enteramente? Pues no quieras confiar<br />
demasiadamente en tu opinión; sino gusta también oír de buena gana el