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Oración para conseguir la voluntad de Dios<br />
Concédeme, benignísimo Jesús, tu gracia para que esté conmigo, y obre<br />
conmigo, y persevere conmigo hasta el fin. Dame que desee y quiera siempre<br />
lo que te es más acepto y agradable a tí. Tu voluntad sea la mía, y mi voluntad<br />
siga siempre la tuya, y se conforme en todo con ella. Tenga yo un querer y<br />
no querer contigo; y no pueda querer ni no querer sino lo que tú quieres y no<br />
quieres.<br />
Dame, Señor, que muera a todo lo que hay en el mundo; y dame que<br />
desee por tí ser despreciado y olvidado en este siglo. Dame sobre todo lo<br />
que se puede desear descansar en tí y aquietar mi corazón en tí. Tú eres la<br />
verdadera paz del corazón: tú el único descanso: fuera de tí todas las cosas<br />
son molestas e inquietas. En esta paz permanente, esto es, en tí, sumo y<br />
eterno bien, dormiré y descansaré. Amén.<br />
Capítulo XVI<br />
En sólo Dios se debe buscar el verdadero consuelo<br />
El alma<br />
Cualquier cosa que puedo desear o pensar para mi consuelo no la espero<br />
aquí, sino en la otra vida. Pues aunque yo sólo tuviese todos los gustos del<br />
mundo, y pudiese usar de todos sus deleites, cierto es que no podrían durar<br />
mucho. Así que no podrás, alma mía, estar cumplidamente consolada, ni<br />
perfectamente recreada sino en Dios, que es consolador de los pobres, y recibe<br />
los humildes. Espera un poco, alma mía, espera la promesa divina, y tendrás<br />
abundancia de todos los bienes en el cielo. Si deseas desordenadamente estas<br />
cosas presentes, perderás las eternas y celestiales. Sean las temporales para<br />
el uso: las eternas para el deseo. No puedes saciarte de ningún bien temporal,<br />
porque no eres criada para gozar de lo caduco.<br />
Aunque tengas todos los bienes criados, no puedes ser dichosa y bienaventurada:<br />
mas en Dios que crió todas las cosas, consiste toda tu bienaventuranza<br />
y tu felicidad. No como la que admiran y alaban los necios amadores<br />
del mundo; sino como la que esperan los buenos y fieles discípulos de Cristo,<br />
y algunas veces la gustan los espírituales y limpios de corazón, cuya conversación<br />
está en los cielos. Vano es y breve todo consuelo humano. El dichoso<br />
y verdadero consuelo es aquel que la Verdad hace percibir interiormente. El<br />
hombre devoto en todo lugar lleva consigo a su consolador Jesús, y le dice:<br />
Ayúdame, Señor, en todo lugar y tiempo. Sea pues mi consolación carecer<br />
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