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DE LA IMITACIÓN DE CRISTO

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22<br />

todas las cosas delante de tí, ¿qué sería sino una sombra vana? Levanta los<br />

ojos a Dios en el cielo, y ruega por tus pecados y negligencias. Deja lo vano a<br />

los vanos, y tú ten cuidado de lo que te manda Dios. Cierra tu puerta sobre<br />

tí, y llama en tu favor a Jesús tu amado. Está con él en tu aposento, que<br />

no hallarás en otro lugar tanta paz. Si no salieras ni oyeras noticias, mejor<br />

perseverarás en santa paz. Pues te huelgas de oír algunas veces novedades,<br />

conviénete sufrir inquietudes de corazón.<br />

Capítulo XXI<br />

De la compunción del corazón<br />

Si quieres aprovechar algo, consérvate en el temor de Dios, y no quieras<br />

ser demasiado libre; sino con severidad refrena todos tus sentidos, y no te<br />

entregues a vanos contentamientos. Date a la compunción del corazón, y<br />

te hallarás devoto. La compunción causa muchos bienes, que la disolución<br />

suele perder en breve. Maravilla es que el hombre pueda alegrarse alguna vez<br />

perfectamente en esta vida considerando su destierro, y pensando los muchos<br />

peligros de su alma.<br />

Por la liviandad del corazón y por el descuido de nuestros defectos no<br />

sentimos los males de nuestra alma; y por eso muchas veces reímos sin razón,<br />

cuando con razón deberíamos llorar. No hay verdadera libertad ni plácida<br />

alegría sino en el temor de Dios con buena conciencia. Bienaventurado aquel<br />

que puede desviar de sí todo motivo de distracción, y recogerse a lo interior<br />

de la santa compunción. Bienaventurado el que renunciare todas las cosas que<br />

pueden mancillar o agravar su conciencia. Pelea como varón; una costumbre<br />

vence a otra costumbre. Si tú sabes dejar los hombres, ellos bien te dejarán<br />

hacer tus buenas obras.<br />

No te ocupes en cosas ajenas, ni te entremetas en las causas de los mayores.<br />

Mira siempre primero por tí, y amonéstate a tí mismo más especialmente<br />

que a todos cuantos quieres bien. Si no eres favorecido de los hombres, no te<br />

entristezcas por eso; sino aflígete de que no tienes tanto cuidado de mirar por<br />

tí como conviene al siervo de Dios y a la conservación del devoto religioso.<br />

Muy útil y seguro es que el hombre no tenga en esta vida muchas consolaciones,<br />

principalmente según la carne. Pero de no tener o gustar rara vez las<br />

cosas divinas, nosotros tenemos la culpa; porque no buscamos la compunción<br />

del corazón, ni desechamos del todo las vanas y exteriores.<br />

Reconócete por indigno de la divina consolación; y más bien considérate<br />

digno de ser atribulado. Cuando el hombre tiene perfecta contrición, entonces<br />

le es molesto y amargo todo el mundo. El que es bueno halla bastante materia

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