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todas las cosas delante de tí, ¿qué sería sino una sombra vana? Levanta los<br />
ojos a Dios en el cielo, y ruega por tus pecados y negligencias. Deja lo vano a<br />
los vanos, y tú ten cuidado de lo que te manda Dios. Cierra tu puerta sobre<br />
tí, y llama en tu favor a Jesús tu amado. Está con él en tu aposento, que<br />
no hallarás en otro lugar tanta paz. Si no salieras ni oyeras noticias, mejor<br />
perseverarás en santa paz. Pues te huelgas de oír algunas veces novedades,<br />
conviénete sufrir inquietudes de corazón.<br />
Capítulo XXI<br />
De la compunción del corazón<br />
Si quieres aprovechar algo, consérvate en el temor de Dios, y no quieras<br />
ser demasiado libre; sino con severidad refrena todos tus sentidos, y no te<br />
entregues a vanos contentamientos. Date a la compunción del corazón, y<br />
te hallarás devoto. La compunción causa muchos bienes, que la disolución<br />
suele perder en breve. Maravilla es que el hombre pueda alegrarse alguna vez<br />
perfectamente en esta vida considerando su destierro, y pensando los muchos<br />
peligros de su alma.<br />
Por la liviandad del corazón y por el descuido de nuestros defectos no<br />
sentimos los males de nuestra alma; y por eso muchas veces reímos sin razón,<br />
cuando con razón deberíamos llorar. No hay verdadera libertad ni plácida<br />
alegría sino en el temor de Dios con buena conciencia. Bienaventurado aquel<br />
que puede desviar de sí todo motivo de distracción, y recogerse a lo interior<br />
de la santa compunción. Bienaventurado el que renunciare todas las cosas que<br />
pueden mancillar o agravar su conciencia. Pelea como varón; una costumbre<br />
vence a otra costumbre. Si tú sabes dejar los hombres, ellos bien te dejarán<br />
hacer tus buenas obras.<br />
No te ocupes en cosas ajenas, ni te entremetas en las causas de los mayores.<br />
Mira siempre primero por tí, y amonéstate a tí mismo más especialmente<br />
que a todos cuantos quieres bien. Si no eres favorecido de los hombres, no te<br />
entristezcas por eso; sino aflígete de que no tienes tanto cuidado de mirar por<br />
tí como conviene al siervo de Dios y a la conservación del devoto religioso.<br />
Muy útil y seguro es que el hombre no tenga en esta vida muchas consolaciones,<br />
principalmente según la carne. Pero de no tener o gustar rara vez las<br />
cosas divinas, nosotros tenemos la culpa; porque no buscamos la compunción<br />
del corazón, ni desechamos del todo las vanas y exteriores.<br />
Reconócete por indigno de la divina consolación; y más bien considérate<br />
digno de ser atribulado. Cuando el hombre tiene perfecta contrición, entonces<br />
le es molesto y amargo todo el mundo. El que es bueno halla bastante materia