EUSKAL HIRIA UN PROYECTO UTÓPICO - Basques 2.0 Fundazioa
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Acto Presentación<br />
BILBO - AZAROAK 18<br />
18 NOVIEMBRE - BILBAO<br />
<strong>EUSKAL</strong> <strong>HIRIA</strong><br />
<strong>UN</strong> <strong>PROYECTO</strong> <strong>UTÓPICO</strong><br />
Fundación <strong>Basques</strong> <strong>2.0</strong> <strong>Fundazioa</strong><br />
Bernardo ATXAGA
BERNARDO ATXAGA - 18 Nov. Bilbao. 2010<br />
Bernardo ATXAGA<br />
Dicen que una vez preguntaron a Josep Plà:<br />
“¿Qué es para usted Cataluña?”<br />
Y dijo:<br />
“Si voy por un camino y veo a alguien y digo bon dia y me responde bon dia, eso es Cataluña.”<br />
Como en la presentación de Álvaro Amann ha habido más de una lengua, se ve que la<br />
cuestión es más complicada de lo que parece. De todas formas, personalmente todos tenemos<br />
una familia, todos tenemos un lugar, incluso en el País Vasco, y por ello, como mi lugar ha<br />
sido el de la lengua vasca, el euskera, esan behar dizuet, euskeraz, egunon eta mila esker<br />
etortzeagatik eta nire kontu batzuk entzuteagatikan.<br />
La ponencia de Javier Elzo ha sido muy sugerente para mi y casi podría hablar a partir de<br />
ella haciendo una coda a lo que él ha dicho, pero quizá deba atenerme a lo que prometí a<br />
Álvaro Amann y hablar de Euskal Hiria o de la Ciudad Vasca. Y lo voy a hacer rápidamente<br />
y espero que no con una sencillez pretendida sino con aquella que es inevitable porque<br />
sobre esta cuestión tengo cuatro ideas sencillas.<br />
Cuando yo era estudiante en Barcelona leí una tragedia de Sófocles. Yo fui a estudiar a<br />
Barcelona para obligarme a leer. Los libros clásicos, si no es en la academia, si no es<br />
obligadamente, casi nunca se leen. Uno piensa que los va a leer pero casi nunca acaba de<br />
leerlos bien. Fui a Barcelona, hice un curso sobre la tragedia, y de todas ellas la que más<br />
me impresionó fue una tragedia de Sófocles titulada Ajax. ¿Qué se cuenta? Pues, al morir<br />
Aquiles, que es la gran héroe, el primero, surge una discusión sobre a quién corresponde el<br />
escudo del héroe, un escudo en el que está todo el mundo representado. Recibir el escudo<br />
supone recibir la autoridad y parece que esa autoridad ha de corresponder al segundo de<br />
los héroes, que es Ajax , al ser, después de Aquiles, el mejor guerrero. Pero la diosa<br />
Atenea, que tiene otros proyectos, confunde a Ajax, lo enloquece de una forma similar a la<br />
que luego vamos a leer en El Quijote; lo lanza contra un rebaño de ganado haciéndole creer<br />
que se trata de enemigos. Al despertar de su locura, en aquella época la timé o la vergüenza<br />
que llamaríamos ahora, la vergüenza “social” era terrible para los héroes, Ajax no puede<br />
soportarla y no recuerdo bien si decide ir a la muerte. Atenea lo que quiere, según la<br />
tragedia, es fundar una ciudad que, naturalmente, se llamará Atenas; fundar una ciudad y<br />
no seguir como hasta ese momento con la lucha entre las tribus, una serie de guerras entre<br />
las diferentes tribus encabezadas por los diferentes héroes. En ese sentido, y ya que Elzo<br />
ha hablado de los valores, creo que en este planteamiento de la tragedia hay un elemento<br />
que luego va a recorrer toda la historia, que sería esa dualidad entre aquellos que prefieren,
Fundación <strong>Basques</strong> <strong>2.0</strong> <strong>Fundazioa</strong><br />
que creen mejores los valores de los guerreros —como luego lo recoge Nietzsche— o de<br />
aquellos que, como hizo la religión cristiana en los comienzos, acogen al débil y prefieren<br />
otros valores no relacionados con la espada, por decirlo rápidamente.<br />
Cuando yo leí esta tragedia pensé inmediatamente en que se trataba de la fundación de una<br />
ciudad y pensé asimismo que también aquí, en este país nuestro, bien se podría fundar una<br />
ciudad, en primer lugar por algo que quiero subrayar rápidamente, por algo que también<br />
ha dicho Elzo: por una cuestión casi diría pragmática, una cuestión utilitarista, como luego<br />
insistiré. Pero primero pensé que, por una parte, como saben ustedes igual que yo, ya aquí<br />
de hecho hay una ciudad. Si nosotros por ciudad entendemos, siguiendo el rastro básico,<br />
también clásico, de que una ciudad es una urbe, una urbs, es también una civitas, una sociedad<br />
que vive ahí, y es una polis, es decir, es una organización política, aquí de repente, bueno<br />
ustedes dirán que no tan de repente, nos encontramos que ésta ya es una región metropolitana<br />
prácticamente. En el pueblo donde —como decía Chesterton— he nacido según me<br />
han contado personas de toda confianza, en Asteasu, hace ya bastante tiempo, el autobús<br />
se llama urbano, “urbanoa hartuko det”. Así que ya es una región metropolitana casi de<br />
libro, casi de catón. También es una civitas porque la sociedad vasca desde hace muchos<br />
años vive en ritmos que son urbanos y en esto de los ritmos urbanos casi pasa como con<br />
la escalera de caracol, que decían en las clases que es más fácil hacer el gesto de cómo es<br />
una escalera de caracol y se entiende, que empezar a explicar pormenorizadamente de qué<br />
clase de escalera se trata. Yo creo que todos sabemos que los ritmos urbanos dependen<br />
de una intercomunicación, de un entramado comunicativo fuerte y que eso es justamente<br />
lo que tenemos aquí.<br />
Debo decir también, porque tampoco quiero hablar desde una zona etérea, que a este<br />
respecto, y a pesar de preferir el federalismo u otras formas “reformistas” al independentismo,<br />
siempre he tenido el convencimiento de que, desde los comienzos, el movimiento abertzale<br />
acertó al menos en la consideración de que “ser centro” era algo absolutamente necesario;<br />
por muchos motivos, pero también por motivos pragmáticos. Constituir un centro es<br />
necesario; ser “central” y no “períferico” es muy importante. El tiempo lo demuestra cada<br />
vez con más fuerza. Es la condición necesaria para ser productores, creadores, y no<br />
meros consumidores. Yo he estado en algunas partes del mundo donde solo se veía<br />
gente consumidora, gente que no producía, que no creaba nada, y son situaciones un poco<br />
de pesadilla, es como vivir en un universo donde todos son turistas.<br />
No quiero extenderme pero en principio creo que es muy importante trabajar por un<br />
centro, incluso por un centro territorial, por tener un territorio, porque también se habla<br />
mucho de lo global y al final ese adjetivo adquiere tal dimensión que parece que tapa todo<br />
lo demás, pero no hay que olvidar que nosotros vivimos en lo particular. La mente puede<br />
viajar, la mente es ingrávida, el pensamiento también lo es, pero el cuerpo no, de modo que<br />
nuestros cuerpos viven en situaciones particulares y dependen de los intereses particulares:<br />
una red de médicos, una red de pediatras... es fundamental y en eso no vale nada lo global.<br />
Bueno, han estudiado, aprenden, tienen información a partir de lo global pero luego está lo<br />
particular. Así que, en ese sentido, yo tenía y tengo esa tendencia a situarme en una atmósfera<br />
abertzale.<br />
Creo, y lo digo rápidamente porque debo volver a la historia de la ciudad, que la particularidad<br />
cultural ayuda muchísimo a la centralidad: en Canadá, si no hablaran francés serían como<br />
Estados Unidos. La sociedad canadiense lo sabe, de modo que cuidan el francés y cuidan la<br />
parte de la sociedad que habla francés con muchísimo mimo porque es su característica<br />
diferencial, lo que les da una centralidad, una autonomía en cierto sentido. No digo que haya<br />
que exacerbarlo. Todo el mundo sabe que en la desmesura está el mal pero yo creo que
BERNARDO ATXAGA - 18 Nov. Bilbao. 2010<br />
en lo particular... tenemos los ejemplos de los edificios. Antes que el Guggenheim estuvo<br />
el Pompidou. Cuando se hizo el Pompidou hubo una gran polémica en París, ¿por qué<br />
un edificio tan extraño en este quartier, en este arrondisement tan clásico? Pues<br />
precisamente porque al ser diferente se convierte en centro, se percibe con gran facilidad.<br />
Bueno, digamos que yo más o menos participo de esa sensibilidad.<br />
Vuelvo ahora a la idea de ciudad, a lo que yo me planteaba partir de la lectura de la tragedia<br />
de Sófocles. Hay una urbe aquí, en este lugar; pero, ¿hay una polis? ¿hay una organización<br />
política? Claro, la hay, pero también he de decir que cuando se funda la polis ateniense,<br />
después de que Atenea ayude a crear la ciudad, se plantea la cuestión de cómo debe ser, de<br />
si debe ser un cosmos y no un caos. Nosotros ahora utilizamos cosmos y caos únicamente<br />
para referirnos a fenómenos físicos pero, en origen lo que cosmos quería decir, según la<br />
doctrina de Solón y demás, era sencillamente una ciudad justamente organizada, organizada<br />
con justicia. Eso es un cosmos. Una ciudad organizada injustamente, eso es un caos. Pues<br />
bien: yo pensé que, así como me resultaba muy fácil asimilar que los vascos vivíamos en una<br />
región metropolitana y en una civitas urbana, la organización politica parecía más bien un<br />
caos. ¿Por qué? Bueno, a lo largo de su vida he tenido, personalmente hablando, muchos<br />
seudónimos, pero realmente el país me gana. Basta pensar en los últimos nombres que ha<br />
tenido este país: para unos ha sido Euzkadi, para otros ha sido Euskadi con s, País Vasco,<br />
Pays Basque, País Vascofrancés, Vascongadas, etc. Eso es índice de que hay un problema<br />
para la organización política de los vascos. Ese problema, y esto es el resumen de un texto<br />
que escribí, yo lo veía como el choque entre dos, iba a decir mitos, pero es una palabra de<br />
la que no quiero abusar; mejor si digo que se trata de un choque entre dos “cuentos<br />
nacionales”; al igual que se decía poema nacional, pues, cuento nacional.<br />
Hay un cuento, y empiezo por el que más me ha afectado, hay un cuento nacional que es el<br />
que se nos ha dirigido a los vascos sobre todo de zonas como Asteasu o Segura. Se trata de<br />
un cuento clasista. Si ustedes hacen un balance, un inventario, de los calificativos que se han<br />
dedicado a la gente euskaldun, siempre observarán que por ejemplo entre carlista y liberal<br />
siempre se le anota en la casilla de los carlistas, a pesar de que hubiese muchos liberales<br />
en Asteasu y Segura, quizá tantos como carlistas. Se trata de una posición ideológica. Bien,<br />
ustedes lo conocen, no voy a insistir.Entre, por ejemplo, oralidad y escritura al euskaldun le<br />
corresponde la oralidad, que es la forma de expresión más primitiva; entre universalismo,<br />
cosmopolitismo y cultura parochiall o aldeana, lo que se asocia a lo euskaldun es lo aldeano.<br />
Este cuento se ha ido repitiendo desde antiguo, y se repite ahora, a principios del XXI y sobre<br />
todo a finales del XX , con una agresividad que no existía en los clásicos, que no existía en<br />
Cervantes cuando hablaba del vizcaino. Cuando he expuesto estas cosas, he encontrado<br />
resistencia: “eso ocurría antes”. Pero no. Siempre pongo el mismo ejemplo: durante<br />
muchísimos años, en un periódico de difusión nacional, o sea, en un periódico fuerte, ha<br />
salido una tira cómica en la que los políticos vascos hablaban con la sintaxis trabucada del<br />
vizcaino de Cervantes, es decir, “yo a ti Josu pedir autonomía”. No sé si a ustedes les suena,<br />
pero esto ha sido muy famoso, lo habrán leído ustedes muchísimas veces. Claro, esta marca<br />
de lengua trabucada, de castellano trabucado que hablan los vascos... Si a una persona le<br />
quitan la capacidad expresiva están poniéndola en una lugar muy subalterno, muy secundario.<br />
En el del aldeano tosco y poco instruido.<br />
Insisto, esto ha sido ideológico. Recuerdo que Lázaro Carreter sin ir más lejos, probablemente<br />
el mejor lingüista que ha habido en España en los últimos tiempos, ya decía que Garaikoetxea<br />
hablaba el mejor castellano entre todos los políticos que había en España y, sin embargo, en<br />
las tiras cómicas había esa marca ideológica, ese afán ideológico de seguir con el cuento<br />
nacional anti, que lo ponía hablando mal.
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Por otro lado, el otro cuento, en el que hemos participado, en el que yo también he<br />
participado, es el que podríamos llamar oteiziano, es el cuento esencialista-romántico de<br />
los siglos XVIII y XIX que luego, en nuestra época, Oteiza elevó casi a categoría estética y<br />
casi a categoría política. Es la idea de que la historia no es tan importante, de que hay unas<br />
características, hay un estilo vasco o hay una esencia vasca completamente formada<br />
desde hace muchísimos siglos, y esa esencia es aquella que abrazamos o no abrazamos<br />
para ser o no ser vascos. Por eso podía decir Oteiza, por ejemplo, que San Ignacio de Loyola<br />
no era un santo vasco. No lo era por carecer de estilo vasco, o porque voluntariamente lo<br />
ignoraba. Esta ha sido la otra concepción, el otro cuento. Claro, esta concepción, al cabo,<br />
siempre es excluyente, y yo creo que nosotros, los que hemos participado de ella, hemos<br />
tardado en dejarla de lado, porque, claro, uno no nace en Asteasu impunemente, es decir<br />
uno entra luego en una serie de, no sé cómo decir, de pequeñas carreteras ideológicas…<br />
¿Qué pasa con los dos cuentos ahora? No lo sé. En cualquier caso, mi idea básica es que el<br />
futuro de este lugar pasa por la superación de los dos cuentos. Por el olvido, el desterramiento<br />
de los dos cuentas. Y para ello, creo yo, el mejor instrumento es la ciudad vasca. La denomino<br />
así, “ciudad vasca”, porque –tal como se expresa poéticamente en la tragedia de Sófocles<br />
que he citado al comienzo–tradicionalmente, metafóricamente es justamente, la forma de<br />
superar el conflicto entre tribus.<br />
Habrá ciudad vasca el día que los dos cuentos antagónicos se neutralicen. No sé si llegará<br />
con el mero paso del tiempo. Pienso a veces que, generacionalmente, nuestros hijos e hijas<br />
van a venir con otras carreteras ideológicas, y que será más fácil la confluencia entre los<br />
dos sectores de la sociedad vasca, la creación de un espacio común. Es una utopía, desde<br />
luego, pero no una utopía heroica. Es una utopía que pretende crear sistemas de relación<br />
donde la gente pueda convivir, pueda coexistir, pueda estar en el mismo espacio sin agredirse.
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Nº Registro F-261. Sección 4ª. Orden 30-3-2010 de Consejera de Justicia y Administración Pública. BOPV nº 2010112 de 15-06-2010