ABRIR VOLUMEN I - Biblioteca de la Universidad Complutense ...

documento notarial de 1763, todas vinculadas 39.
Sólo la heredad de Albolleque, cerca de la villa de
Chiloeches, comprada a principios del siglo XVII por el también
regidor D. Luis de Guzmán40 y perteneciente al Marqués de la
Ribera y después al de Andia, casado con su hija, estaba
compuesta, en 1715, por 2.006 fanegas de tierras —valoradas en
unos 330.000 reales—”, casi todas sin cultivar (aunque 60 de
ellas se plantaron con 24.000 vides que, en 1766, rendían 40.000
reales al año42), y poseía además otras 590 fanegas plantadas de
cereal, 1.600 viñas y 402 olivos en Guadalajara, Alovera y
Tórtola de Henares’3. El también alférez mayor D. Melchor
Calderón de la Barca, poseía propiedades en 16 pueblos de las
proximidades44, que ascendían a 2.230 fanegas de tierras de
sembradura, con 10.990 vides, eras, bodegas y casas rurales (la
mayoría vinculadas) y cuya renta anual, siempre según el
Catastro5, podría ascender a unos 51.842 reales”. ‘fa hemos visto
Ibidem.
40 Se le dió la jurisdicción en 1617 y se amojonó, poniendo límites, el 12 de
octubre de dicho año, aunque la villa de Chiloeches tanteé la jurisdicción
porque “la tomó de lugar despoblado ... y (a ella) le pertenece la propiedad
de los pastos comunes, exidos, prados y dehesas. .“, iniciando asi un pleito
por la jurisdicción. A.M.GU. Libro de Acuerdos de 1617, s/f, sesión de 12 de
octubre de 1617.
A.H.P.GU. Protocolo 375, s¡f, 1761.
‘2 A.H.N. Consejos, legajo 5.251, expte 2.
Sólo en Tórtola poseía 562 fanegas. A.H.P.GU. Catastro, legajos 664 (fols
928 v-930 r), 98 (fols 317 v-318 r) y 1.456, (fols 432-435 r>.
“ Eran Guadalajara, Marchamalo, Taracena, Centenera, Tótola, Alarilla, Hita,
Ciruelas, Cañizar, Valdearenas, Valbueno, San Martín del Campo, Camarma de
Encima, Málaga, Malaguilla y Azuqueca, sin contar con las propiedades que
sabemos que tenía en Alcobendas de dos mayorazgos.
~ La renta anual de cada parcela supone siempre un valor aproximado, tasado
por el comisario encargado de hacer el Catastro a partir del tipo de calidad
de la tierra y del tipo de cultivo (tierras de pan llevar -cereal-, viñas o
huertas). Desconocemos la rentabilidad real que, por supuesto, variaba según
la cosecha y producción anual, de la evolución de los precios y sobre todo de
la explotación directa por el propietario -cosa improbable en la inmensa
mayoría de los regidores quienes arrendaban sus tierras-, pero dado que en los
Libros de Haciendas de Eclesiásticos (no en los de Legos) el Catastro nos
especifica el beneficio que quedaba para el colono, cerca de un 70%, hemos
30