REAL ACADEMIA DE BUENAS LETRAS DE BARCELONA

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deber que su pasado le imponía cle conservar la herencia de
gloria que los trovadores, cillt,ivadores de aquella literatura, le
hsbian legado, no fue sin emlx~rgo así. Tampoco f ~iB Cataluña,
á pesar de ser patria de no pocos y faniosisi~os trovadores,
y de contar en el niimero de éstos á varios de los más
esclarecidos de sus Condes-Reyes, donde más vivo se conservó
cl recuerdo clc sus cantos, ni los códices que los contenían.
iDebióse por ventura el que fuesc debilitándose, hasta casi
desaparecer del t,oclo, la memoria. de la poesía trovadoresea en
las privilegiadas coiilarcas dcl mediodía rle Francia, á pesar de
los esfuerzos hechos por el Consistorio dc la Gaya ciencia
de ~olosa para prolongar su existencia, la transformación
por que iba pasando su antigua lengua poética, liasta
degenerar en los varios dialectos que sc liablaii hoy en
ellas? hDebióse acaso en nuest,rn patria aquel mismo hecho
de que fuese apagandose aquí el eco que habían dejado en
nuestra historia literaria las' cancioiies y los sirventesios
dc nuestros Bergadins, Mataplanas, Vida1 cle Beeaudiin,
Serverí de Gerona y otros y otros, al predominio que sobre
aquella nias antigua poesía fue adquiriencio aquí la esctiela tolosano-catalana,
sobre todo cuarido los inmortales cantos de
amor y de mucrtc del amante de Teresa, vinieron á demostrar,
por la fuerza del contraste, lo que habia dc huero y convencional
en las canciones de aquellos sus predecesorcs, comparadas con
sus rimas y estiamps, tan impregnados de rnistica tristeza
ytan llenos de sentimiento uerdadero, con sus imágenes tan
llenas de vida y tan gráficas, con su versificaci6n tan rohiist,a
;y sipera, y ante los cuales parecen frias y triviales, excepto
'en lilgunas dc sus poesías religiosas, hasta las de sus mismos
conternporaneos?
No es de mi incumbencia ni de este lugar resolver estas
cuestioiles. Baste decir que fuéen Italia- clonde (le inás antiguo
y por mayor niimero de sus ingenios sc dieron á la