sexualidad: consideraciones teológicas desde la realidad

SEXUALIDAD: CONSIDERACIONES TEOLÓGICAS DESDE LA REALIDAD
Antonieta Potente o.p.
Premisas
Las dos preguntas:
1. ¿Desde dónde hablamos sobre esta problemática?
2. ¿Por qué nos interesa esta problemática?
Supongo que no estamos aquí para hablar de un tema, sino de la sutil trama,
por lo más, secreta, que sostiene la historia y que está tejida con estos dos
grandes hilos de la vida: la afectividad y la sexualidad.
Por mi forma de pensar y por mi quehacer teológico, me cuesta un poco hablar
de este tema sabiendo que ustedes no han tenido antes un tipo de análisis
psicológica, social e histórica. Esto porque pienso que no se puede hablar del
Misterio sin entrar en esta complejidad de la historia humano-cósmica.
Entonces me parece importante comenzar con decir algo sobre este término
“sexualidad”, así como lo utilizamos comunmente y, luego, expondré mi visión y
clave de lectura.
Los referentes de este término son: la sociedad, las religiones, las ciencias
humanas en general, pero también la experiencia de cada una y cada uno de
nosotros.
Hay que tener en cuenta que, dentro de nuestro universo simbólico, el término
sexualidad es uno entre los muchos, que más está envuelto en lo que llamaría
el manto de los prejuicios, entre sospechas, dudas, malicia, etc.
Es por eso que es importante tener claro de que estamos hablando.
Por eso recojo sólo algunos flash, como una breve premisa.
Como condición de la persona Recojo la idea de quien dice que la
sexualidad es una condición de la persona integral:
Física
Psíquica
social (cultural-religiosa)
Dentro de lo fisico está el sexo, y esto es evidente porque es a partir de
nuestra condición física que descubrimos como estamos hechas , hechos,
nuestras partes genitales, todo lo que nos caracteriza fisicamente como
mujeres o varones.

Decir, sin embargo, que la sexualidad está anclada en la estructura psíquica
de los seres humanos, es algo menos evidente, pero en todo el campo de la
investigación psicológica, a lo largo de la reflexión científica, se nos explicó, y
además, si nos conocemos nos damos cuenta. Hasta nuestras historias, más
íntimas e interiores, se mueven también, positiva o negativamente, como
historias de nuestra sexualidad.
Lo que es más difícil, sin embargo, es admitir y decir que lo sexual organiza en
buena parte la vida social: relaciones entre las personas, las clases sociales y,
entonces, la convivencia socio-política de un pueblo o grupo humano. Ejemplo:
toda la problemática de género en la estructura de la sociedad y de la iglesia y,
añadiría para nosotras(os) todo el ámbito de nuestro compromiso misionero,
como nos movemos con otros, otras, nuestros quehaceres en el ámbito de la
que llamamos evangelización.
Lo que aparece más evidente, entre estos tres ámbitos, es que el ser humano
logra, sin dificultad identificar la problemática sexual con el primer punto (sexo;
genitalidad) pero muy poco los dos otros niveles.
Sin embargo, percibo que hay que ayudarnos a redescubrir esta trama sutil de
la sexualidad, como algo entretejido entre: lo físico, lo cultural, lo legal, lo
artístico, lo patológico y hasta lo económico y ecológico.
Si no se toma conciencia de eso, todo quedará siempre envuelto en algo
oculto, no en el sentido de profundo, sino como incógnita, revestido de algo
muy poco claro y, a veces, hasta infantíl.
Ciertamente en esta complejidad están muchos aspectos que se mueven entre
lo más exterior y lo más íntimo, secreto. Aspectos de género que también se
mueven entre lo físico, lo social y cultural, lo afectivo, etc... Sintonias,
atracciones, complicidades, rechazos, etc. La vital satisfacción que trae placer,
serenidad, armonía...
Por otro lado creo que es necesario recordar también, que la sexualidad hace
parte de este mundo de la complejidad cósmica en lo cual el ser humano
aparece como:
como una especie entre otras
como un organismo sano/enfermo
como un sujeto feliz/insatisfecho
como una parte adaptada/inadaptada de todo un conjunto más complejo
Es en todo este cuadro que percibimos que la sexualidad tiene distintas
funciones y creo que es por eso que hablamos de ella, como algo importante,
que está allí, mucho más creativa de lo que pensamos y está allí también si no
hablamos de ella, o si no la consideramos o la recordamos sólo algunas veces,
cuando nos conviene.

Recuperar armonia El desafío es no fragmentar la vida, ni la nuestra, ni la de
los demás, como muchas veces hacemos desde el punto de vista moral y
desde la doctrina de la iglesia.
Este intento, lo hacemos pensando que, fragmentar la vida significa también
fragmentar la realidad y el misterio, creando así una historia jerárquica, es
decir, donde hay partes que valen más que otras; donde hay opresiones y
exclusiones además que explotaciones entre géneros, entre el género humano
y la biodiversidad cósmica, entre clases sociales o culturales diferentes.
Pienso que muchos factores que han estructurado y siguen estructurando
nuestras comunidades religiosas, fueron precisamente cultivados en esta
mentalidad dualista y fragmentaria del ser humano. De trás de la obediencia se
han escondido aspectos muy sutiles de nuestra sexualidad, creando
dependencias, falsos poderes, jeraquía, infantilismo, etc.
Y eso porque la sexualidad es condición de toda persona, pero también es
capacidad física y psíquica de realizar gestos que significan algo, que no son
neutrales, que nos permiten asumir ciertas posturas en la historia
contemporánea.
No es suficiente haber decidio no compartir nuestras energías genitales con
otras personas, porque eso sería una simple negación. Hay mucho más:
¿cómo expreso mi ser en esta historia? ¿qué postura tomo en la sociedad en
que vivo? Esas posturas tan neutrales que a veces asumimos como comunidad
creyente o religiosa, son muy ambiguas y revelan nuestra incapacidad de ser
responsables.
Recordemos que no existen interéses egocéntricos, sólo en el ámbito genital,
sino también, hay interéses en el ámbito de las relaciones sociales: búsquedas
de privilegios, intentos de salvar como sea nuestros privilegios... Estas
actitudes, en el fondo tienen los mismos rasgos de lo que condenamo como
hedonismo.
En fin, la sexualidad es un modo de ser, pero antes es también un impulso
sensible, un deseo biológico, orgánico que de alguna manera sobresale,
empujando. Si no se acoge ese impulso en el ámbito de la conciencia, de la
inteligencia, de las opciones de nuestra fe, se generan conflictos y
desarmonías. Si se acoge, sin embargo, se puede recrear algo.

Clave de lectura.
Sexualidad como itinerario metafísico de la vida
Las desconfianzas o las sospechas, así como cierta ambición por enmarcar el
tema sexualidad dentro de algunos parámetro doctrínales o sociales
específicos, se deben a la necesidad de aprisionar este tema en sistemas
teóricos y prácticos que nos permitan mantener un cierto control sobre la vida y
también sobre el ser humano, su corporeidad y sensibilidad.
Hedonismo y moralismo se mueven en este sentido dentro del mismo círculo
hermenéutico (interpretativo).
El primero (hedonismo), para que el ser humano entre en el juego sutil del
mercado como una cualquiera pieza o un cualquier producto. El segundo
(moralismo), por no considerar al ser humano totalmente adulto, autónomo y
creativo con respecto al misterio y a la búsqueda de la propia autenticidad
ética, individual y colectiva.
En el ámbito teológico-ético –de cualquier confesión se trate- esta segunda
actitud, se da con mucha facilidad, debido a la imperiosidad de principios
incorporados en una larga tradición y sistematizados en códigos morales
específicos.
El difícil diálogo con la historia, los paradigmas espirituales, antropológicos,
entremezclados con la estructura jerárquica de las mayorías de las sociedades
y culturas, además que el mensaje oficial de la moral, hacen que el misterio
que de por sí subyace en esta problemática, se pierda en el olvido, y se nos
escape.
Propongo en este sentido un camino de reconciliación de nuestra teoría,
nuestros códigos éticos y culturales, con la vida y su misterioso estallido que
llamamos sexualidad. En nuestro caso específico, este camino de
reconciliación le compete también a la teología.
Planteo, entonces, una clave de lectura místico-poética, es decir, recreadora, y
al mismo tiempo ético-vivencial sobre el tema.
La clave de lectura que propongo, pasa por tres puntos, de los cuales, uno, el
bíblico-teológico, es el eje transversal.
Sexualidad narrada por la vida humano-cósmica
Toma de conciencia e interpretación entre metafísica y fisiognómica
Sabiduría y tradición judío-cristiana
Comúnmente estamos más acostumbrados a juzgar la sexualidad, a mirarla
desde fuera, como si –también cuando nos referimos a nosotras(os)- no nos
perteneciera.

Mi propuesta es al revés, comenzaría como si tuviera que realizar un taller, el
taller de la sexualidad. Es decir, deberíamos intentar salir de una actitud de
simple juicio, para llegar a una actitud de progresivo desvelamiento de algo que
subyace en la vida y nos acompaña.
Cada una, cada uno, podría intentar describir algo de sí misma (mismo), narrar
su vida y sus gestos creativos y responsable.
La vida está hecha por energías, impulsos, pero también por la capacidad de
expresar estas mismas energías, compartirlas, ponerlas en movimiento.
Algunas(os) de nosotras(os) reconocemos que esas energías juegan
sutilmente con la energía divina, y la llamamos espíritu. Para otras(os) se trata
simplemente de un juego de energías humanas, biofísicas y cósmicas, sin
embargo todas son muy preciosas y sin ellas la vida no es vida.
Pensamos también, que es precisamente por su complejidad que este tema
tiene un fuerte sabor a misterio, y por eso es necesario interpelar todas las
disciplinas, porque, como la sexualidad, cada disciplina involucra diferentes
aspectos de la vida y los incluye desde su perspectiva. Por mi parte mantendré
un enfoque teológico, para dejar que el misterio quiebre los horizontes cerrados
de lo puramente empírico, jugando con la creatividad humano-cósmica y con la
osadía de la fe.
Ciertamente es difícil poner de acuerdo un grupo humano sobre este tema;
uniformar un pensamiento dentro ámbitos religiosos y vivenciales distintos, en
los cuales se entrelazan lo sujetivo y lo social comunitario; conciente e
inconciente individual y colectivo.
La sexualidad narrada La sexualidad se conoce a lo largo de la historia,
principalmente porque viene narrada por alguien.
Es necesario dejar que la sexualidad narre a sí misma, y sobre todo que nos
narre. Me torna a la mente la página introductoria de una de las obras del
escritor Uruguayo Eduardo Galeano, en su libro “Las Palabras andantes”:…Yo
he venido a su taller para invitarlo a que trabajemos juntos. Le explico mi
proyecto: imágenes de él, sus artes de grabado, y palabras mías. Él calla. Y yo
hablo y hablo, explicando. Y él, nada. Y así sigue siendo, hasta que de pronto
me doy cuenta: mis palabras no tienen música. Estoy soplando en flauta
quebrada. Lo no nacido no se explica, no se entiende: se siente, se palpa
cuando se mueve. Y entonces dejo de explicar; y le cuento. Le cuento las
historias de espantos y de encantos que yo quiero escribir, voces que he
recogido en los caminos y sueños míos de andar despierto, realidades
deliradas, delirios realizados, palabras andantes que encontré –o fui por ellas
encontrado. Le cuento los cuentos; y este libro nace. (1)

Lo no nacido no se explica, no se entiende, se siente, se palpa cuando se
mueve…, esta podría ser la historia de la sexualidad, algo que tiene un génesis
escondido, oculto, misterioso, como lo del cosmos o de los seres humanos,
sobre todo cuando este génesis se lo busca desde una perspectiva de
hondura, por querer ser fieles al misterio que todavía guarda algo escondido y
nos infunde nostalgia por la belleza herida, o inédita. Desde esta perspectiva
queremos ser las(los) protagonistas de este espacio secreto en que se puede
recrear la vida.
La sexualidad nace con nosotras(os) sin embargo, al mismo tiempo se hace
con nosotras(os), con nuestra historia, la historia de los grupos humanos:
historia geográfica, biológica, política, institucional…o espíritu y simplemente
espíritu. En este sentido nos invitamos mutuamente a narrar, para ser historia,
y recoger las palabras andantes, las huellas que ellas dejan, los esbozos que
trazan en el aire y en los sueños de los pueblos.
También en la Biblia la narración es importante, y sirve para alimentar la vida,
intercambiar y revivificar la memoria para continuar a soñar. Narran los cielos,
las estrellas (Cf. Sl 19, 1-2). Para el pueblo, narrar es casi como un
mandamiento que le ayuda a vivir (Cf. Dt 6,7): lo repetirás… La narración
permite la comprensión de la vida y en la narración todo recupera su alma, su
calidez, su misteriosas formas interiores; en ella también las cosas tienen vida,
son sacramentos. El sentido de la narración revela algún secreto, manifiesta la
inhabitación y todo se personifica. En las sabidurías más ancestrales este
aspecto narrativo, es muy importante y hace la verdadera tradición.
Por el cuento, la vida se puede expresar, y por eso, nos gustaría que el tema
de la sexualidad se tratara desde la narración de la vida, como palabras
andantes. Estamos seguras(os), que la sexualidad narrada redespierta algo
dormido, evoca dimensiones más interiores y profundas: recoge voces,
experiencias, dibujos, sonidos, ideas… que a lo largo de la historia se han
sembrado en el viento de las culturas y de los pueblos, y que sirven para
continuar a vivir.
Es importante notar que, para algunos pueblos, la sexualidad no hace parte
sólo de la historia de los seres humanos, sino de toda la creación: es historia
del sol y de la luna, del cóndor, del zorro, de las flores, de los árboles…Es
decir, esta energía vital pertenece a la vida en general. Con otras palabras,
podríamos decir que la sexualidad tiene historia, una historia compleja, con
muchos colores, tonos y movimientos. Su historia está relacionada con los
pasos de la evolución biológica, cultural e intelectual del ser humano. Desde
ser considerada la simple expresión de un impulso, pasa a ocupar un lugar
importante en las diferentes culturas, de acuerdo a las exigencias -siempre más
profundas y críticas- de los pueblos. Ella crece, podríamos decir, con la
identidad y la toma de conciencia de los derechos de los pueblos y de las
culturas, pero también con su responsabilidad sobre el mundo.

Aunque desde siempre acompañó las manifestaciones del universo simbólico
religioso de las sociedades, sobre todo en el cielo de los dioses y diosas, es
difícil reconocerla como presente en la vida más cotidiana y común de los seres
humanos.
En algunas cosmovisiones se relacionó sobre todo con los ciclos de la vida y
de la biodiversidad cósmica: la sintonía entre la sexualidad y los ciclos fértiles
de la tierra y de las mujeres, será en algunos casos, muy presente, -como hace
notar Nuria Sorli-. (2)
Sin embargo hay que decir que la comprensión más profunda, superando la
simple perspectiva sexual, procreadora, o erótica de la vida, se comienza a
vislumbrar en el siglo XX, donde las exigencias de los seres humanos y de las
culturas en general, se hacen más fuertes en torno a un planteamiento más
existencial de la vida, de sus derechos y deberes. La sexualidad se torna una
cuestión más amplia, y se ubica dentro de las relaciones más cotidianas,
llamando a luz todas las dimensiones de la vida humana y cósmica.
Es por eso, que al enfrentar la temática, siento que todo lenguaje es
insuficiente, y todo enfoque parcial y limitado.
Metafísica de la vida “Hay tres cosas que no comprendo y cuatro que no
conozco: el sendero del águila en el cielo, el de la serpiente en la roca, el
de navío en alta mar y el del hombre en la mujer joven…” (Pr 30, 18-19)
La trama sutil del entretejido humano-cósmico de la vida parece dejar
simplemente huellas, surcos, sendas. Por eso, al terminar cualquier tipo de
análisis, queda el secreto, cuidadoso centinela del misterio, como algo que
existe y que, sin embargo, no se manifiesta y no se le escucha, hasta cuando
irrumpe en la exterioridad socio-política de los pueblos y de su sistema-mundo
cultural y religioso.
El texto de Pr 30 evoca con melodía poética, la percepción de algo, o quizá,
alguien, que se mueve en los intersticios de la vida cósmica y humana.
Significado tanto metafísico como histórico; tanto humano-cósmico como
sociológico. Expresión tanto colectiva como individual; corporal como verbal:
movimiento y danza de las relaciones, lenguaje sociopolítico y místico-religioso.
Testigos de todo ello son las diferentes culturas, ancestrales sabidurías de los
pueblos: el aire ha “tejido” el universo, al igual que el hálito “ha tejido” la vida
humana –esboza bellamente la especulación de las indias- y ¿Quién ha tejido
en el hálito?

Cinco vientos que separan el cosmos y a la vez mantienen su unidad; cinco
hálitos que “tejen” la vida humana, haciendo de ella un todo. Concepción
arcaica del conjunto viviente –escribe Mircea Eliade- según la cual las distintas
partes están unidas entre sí por una fuerza pneumática (viento, hálito) que
las”entreteje”. (3)
Relación asimétrica entre dos almas, es la vida, una “grande” y del cuerpo, otra
“pequeña” y energética…(4)
Eje transversal de las sabidurías, dimensión secreta que habita la realidad.
Todo evoca aspectos de la vida que escapan de las simples comprensiones
racionales; secretas sensibilidades y dinamismos inexpresables. Metafísica de
la vida que a penas desvela: (Del griego metá ta physikà más allá de los libros
de física); sabor que supera el gusto de lo empírico; inquietud que provoca la
búsqueda del génesis de las cosas y de los gestos: significación, y revelación,
filosofía de la vida y de la historia…
Fisiognómica de la sexualidad (5)
Las aproximaciones con respecto al tema de la sexualidad, pueden ser
múltiples, así como múltiples son sus lenguajes. Aproximación de carácter
biológico, psicológico, otras de carácter antropológico, sociológico, ético,
místico-religioso, literario-poético, artístico…
Su hermenéutica cambia a según de quién la narre y desde dónde se narre. Si
la narrara un niño, ciertamente sus contornos aparecerían diferentes de los que
sobresaldrían por la narración de un adulto.
Si la narrara un indígena quechua o aymara, toba o trinitario, ayoreo o guarayo,
guaraní o araucano…sus ecos y sus tonos cambiarían. Un creyente o un ateo;
un cristiano o un budista, un islámico o un israelí, hindú o animista… Si quien la
narra pertenece a un universo simbólico específico, los matices se modifican:
un psicólogo o un antropólogo, un teólogo o un filósofo, un sociólogo o un
economista, una mujer o un varón, un sacerdote, un pastor, o una simple y
común persona del pueblo…. Arte de la fisiognómica, arte de la revelación
evidente.
Sin embargo el arte de la fisiognómica no nos revela todo, sino simplemente
expresa la manifestación de la trama sutil que existe entre la existencia
humana y la biodiversidad universal, anteriores a las formas y a los gestos. El
acercamiento al tema nos pide una intuición más profunda. Lo que la
fisiognómica podría indicarnos, es simplemente la relación que la sexualidad
tiene con la vida de individuos y colectividades: contextos y acontecimientos
históricos, costumbres y experiencias, espacio público y privado, político y
místico, ideas y gestos.

Dentro del recorrido histórico de esta comprensión, rescatamos que los seres
humanos parecemos ser los más sensibles a esta intensa inhabitación
energética, mientras los demás seres la viven instintivamente. En ella se
entremezclan las dimensiones clásicas de la existencia humana: biológicas,
espirituales, sociales, racionales, trascendentales y psicológicas. Dimensiones
evidenciadas no sólo ad intra, sino también exteriorizadas a través del vestido,
el comer, la casa…Capacidad de ahondar la vida descubriendo y ensanchando
las dimensiones reales del espacio y del tiempo; infinitud de relaciones; círculos
vitales que se expanden en múltiples encuentros. Pensamiento y estudio,
capacidad de leer dentro (intus-legere), análisis y síntesis…praxis, afectividad,
instintos y emociones.
El lento parto de la vida revela el esfuerzo para trenzar estos sutiles hilos de lo
humano más humano. Búsqueda de un centro gravitacional; anhelo por un
equilibrio que nos permita respirar y hacer respirar, y sentir el aliento en el
espacio habitado. Anhelo por la conciencia y la responsabilidad. Deseo de hilar
hasta llegar a la experiencia y al sentir: cuatro tipos funcionales corresponden a
los medios evidentes por lo cuales obtiene la conciencia su orientación hacia la
experiencia –diría Carl Jung-. La percepción (es decir, la percepción sensorial)
nos dice que algo existe; el pensamiento nos dice lo que es; el sentimiento nos
dice si es agradable o no lo es, y la intuición nos dice de dónde viene y adónde
va. (6)
Complicidad entre el cuerpo con sus expresiones gestuales, sus raciocinios, y
el espíritu, las energías vitales, las sensibilidades interiores. La sexualidad, no
sólo iniciación y desarrollo del cosmos, no sólo iniciación y desarrollo de la
vida, sino iniciación y desarrollo de la conciencia, posibilidad de sentir la vida y
ser responsables y creativas(os) en ella. Sexualidad: potencialidad de relación;
expresión, lenguaje, gestos.
Sin querer dar una definición, podríamos esbozar una síntesis a través de la
cual conseguiríamos alimentar nuestra creatividad y nuestra búsqueda para
comprender mejor. Podríamos decir, como muchos dicen, que la sexualidad es
energía vital, originaria y originante de la vida, que en la cotidianeidad de la
historia, se torna expresión y actuación. Estas últimas hacen parte de lo que
llamamos fisiognómica, manifestación y revelación de alguien y algo a través
de… En ella participa el cuerpo, así como la inteligencia, capacidad de
pensamiento y contemplación del ser humano. Por ella el cuerpo inventa los
pasos de cada ritual de acercamiento a la realidad, al género opuesto o igual, a
las cosas, a los frutos y los productos de la actividad humana, a la belleza y al
dolor. También genitalidad e implicación de órganos, movimientos de los
músculos del cuerpo. Sensibilidad, obviamente sí, pero también captación de la
bondad o rechazo de lo que provoca daño, capacidad de esperar o de actuar,
prudencia o atrevimiento para garantizar y obedecer a la vida. Proceso
reproductivo, características hormonales, anatomía, fisiología y al mismo
tiempo, conjunto de diferentes particularidades: físicas, psicológicas y afectivas,
emocionales, socioculturales y espirituales.

Un juego secreto entre sexualidad y sensibilidad Sería ingenuo, inmaduro o
burgués, pensar que esta energía vital que llamamos sexualidad, dominara
sólo en los espacios de la sensibilidad armoniosa y lúdica, haciendo de ésta
una amenaza para la vocación ética del ser humano y su responsabilidad en la
historia y en el cosmos. Quien piensa así cae en lo que llamamos hedonismo, o
en lo opuesto: moralismo.
La sexualidad es energía vital que involucra el ser humano como tal; inspira o
inhibe gestos, sugiere opciones en las relaciones más interpersonales y
privadas, así como en las más públicas e históricas. Sin embargo, el problema
consiste precisamente en haber mantenido la sexualidad fuera de los espacios
públicos, fuera de la vocación del ser humano a la justicia, a la paz, a la
política, al cuidado del ecosistema, con otras palabras: haber mantenido la
sexualidad lejos de los dolores de parto de la humanidad y del cosmos. A la
sexualidad se la confinó dentro de las fronteras de la debilidad humana, una
cosa sola con la sensibilidad, lejos de la ética y su sapiencial metafísica. .
Reconocemos que como diría Emmanuel Levinás, la sexualidad es una
verdadera exposición del ser humano, sin embargo pensamos con el mismo
filósofo que, por ser exposición, es también posibilidad de responsabilidad, y no
simplemente fuerza o energía egocéntrica que hace que el ser humano ruede
alrededor de sí mismo y de sus placeres. La responsabilidad para con el
Otro…expresión. Franqueza, sinceridad, veracidad del Decir: no un Decir que
se disimula y se protege en lo Dicho, escudándose en palabras frente al otro,
sino un decir que se descubre –eso es que se desnuda de su piel- como
sensibilidad a flor de piel, a flor de nervios, que se ofrece hasta el sufrimiento,
por tanto, una sensibilidad, la cual es enteramente signo, significándose. (7)
Este bosquejo filosófico, encuentra su eco también en un cántico bíblico en que
la sensibilidad se muestra en toda su elocuencia; grito de dignidad y también
testigo de la injusticia y de la exclusión. Experiencia místico-política no sólo de
un cuerpo destrozado, sin gracia ni belleza, sino de una sexualidad –otro modo
de ser y estar- silenciada por haber anhelado la justicia, por haber sido
cómplice con la vida de otras personas sedientas y en búsqueda, por no
separarse de la sensibilidad de los otros(as): Así como muchos quedaron
espantados al verlo, pues su cara estaba tan desfigurada que ya no parecía un
ser humano, así también numerosos pueblos se asombrarán, y en su presencia
los reyes no se atreverán a abrir la boca cuando vean lo que no se había visto,
y observen cosas que nunca se había oído. ¿Quién podrá creer la noticia que
recibimos? Y la obra del Señor, ¿a quién se la reveló? Este ha crecido ante
Dios como un retoño, como raíz en tierra seca. No tenía gracia ni belleza, para
que nos fijáramos en él, ni era simpático para que pudiéramos apreciarlo.

Despreciado y tenido como basura de los hombres, hombre de dolores y
familiarizado con el sufrimiento, semejante a aquellos a los que se les vuele la
cara, estaba despreciado y no hemos hecho caso de él. (Is 52, 14-15; 53, 1-3).
En este cántico el juego entre la sensibilidad, la corporeidad, y la postura que
esta asume en la historia, es profundamente significativo. El cántico vierte
alrededor de una belleza desfigurada, es decir de una sensibilidad no
reconocida, maltratada y ocultada.
Por la sensibilidad, la vida y su expresión ética, se vuelve más cálida; algunas
autoras hablarían de una ética del cuidado (temática desarrollada y debatida
mucho en estos últimos años, en el ámbito feminista), donde los sujetos,
mujeres y hombres, se mueven desde lo contextual, en la responsabilidad, en
las relaciones, y no sólo en una visión global y universal de la moral. En esta
perspectiva, se pone el acento en el respecto por la identidad y las diferencias.
En esta perspectiva sobresale el grito de la diversidad y por supuesto lo de la
identidad, aspectos importantísimos en la fisiognómica de la sexualidad.
Desde este enfoque, la sensibilidad juega un rol importante dentro de la esfera
ética en que la sexualidad se dinamiza: sabiduría necesaria para vivir. La
sensibilidad es centinela, diríamos guardiana de la verdad y autenticidad de la
vida de individuos y grupos humanos, y la sexualidad se alimenta en ella,
crece, y se inspira. La sensibilidad es guardiana del cuerpo, así como del
espíritu; de los sentidos y de la inteligencia. Ciertamente no hablamos
simplemente de una sensibilidad genital, sino de una sensibilidad holística, en
donde la alteridad corresponde al criterio inspirador desde su identidad y
necesidades así como desde su sabiduría y desde su creatividad. La
sensibilidad que permite oír, además que ver y sentir la reivindicación del
cuerpo y de la tierra: ¿dónde está tu hermano? Dónde está la tierra que ha
tomado la sangre de tu hermano… (Cf. Gn 4, 9-12). Si tomas en prenda el
manto de tu prójimo, se lo devolverás al ponerse el sol, porque con él se
abriga; es el vestido de su cuerpo… (Ex 22, 25). La sensibilidad es testigo: …
tenía hambre, frío, sed, estaba solo, en la cárcel enfermo (Cf. Mt 25).
Esta sensibilidad es inspiradora y nos mantiene cercanas(os) a la vida: Una
anciana bruja de Ranchos me dijo que La Que Sabe lo sabía todo acerca de
las mujeres y había creado a las mujeres a partir de una arruga de la planta de
su divino pie: por eso las mujeres son criaturas que saben, pues están hechas
esencialmente con la piel de la planta del pie que lo percibe todo. (8)
No sólo aprendemos por la cabeza, sino por los pies, las manos, los ojos.
Creada de una arruga de la planta del pie…sensibilidad histórica que inspira la
mistagogía o acercamiento al misterio de la alteridad. Creada cerca de la tierra,
horizonte humano y cósmico: no sólo manos, no sólo ojos, oídos, gusto, olfato,
sino pies, simbología ligada al paso, caminos recorridos, familiaridad con el
cansancio, con la búsqueda, con el movimiento.

En este sentido hablamos de la sexualidad como acercamiento a …; invención
alquímica de gestos que nos permitan el encuentro, la realización de un
proyecto, tímidos u osados acercamientos: atracción o repulsión corporal;
atracción o repulsión psíquica, juego sutil del deseo, de los sentimientos,
sinergias humanas; atracción espiritual: utopías y sueños, compromisos y
complicidades místico-políticas.
En estos niveles de atracción o repulsión, juegan otras dimensiones: la
dimensión cognoscitiva, la emocional, la social y la ética. Acercamiento por
conocimiento, comprensión de algo y alguien; acercamiento lúdico,
acercamiento por la posibilidad de abrirse a la diversidad o a la solidaridad con
alguien del mismo sexo o del sexo opuesto; danza comunional, búsquedas
juntas, juntos. Ética del cuidado y respecto, paciencia lentitud y prontitud frente
a los ritmos del otro, la otra, individuos y comunidades.
Lamentablemente parece que la mayoría de las veces, la problemática se
encierra alrededor de la problemática sexual, el ejercicio de la genitalidad
femenina o masculina, y en torno a este problema existe como una brumosa
sospecha que ataña a la sexualidad. Es interesante notar que esta actitud de
sospecha se encuentra en dos diferentes frentes, que casi siempre se
enfrentan y se insultan mutuamente, uno hedonista y otro moralista. Por un
lado los más atrevidos y liberales y por el otro los más conservadores. Ambos –
aunque desde posiciones diferentes- hacen de la sexualidad un puro y simple
ejercicio de la genitalidad: exasperación y sublimación que enreda el ser
humano y ciertamente lo limita. En ambos casos se le da al sexo mucha
importancia, para sublimarlo o para criticarlo
La mayoría de las veces, estas dos posturas, llevan las personas a considerar
la problemática sexual un juego perverso, o por exaltación o por represión. En
ambas reina el olvido total de las tramas secretas y múltiples que la sexualidad
lleva consigo, a la sexualidad se le quita toda mística, y se la desconoce como
energía que atraviesa la vida. Ciertamente en estas dos comprensiones juegan
un papel importante las perspectivas culturales así como religiosas y
doctrinales. En las primeras entra toda la fuerza de una época, de un siglo, de
los descubrimientos científicos, pero también de una estructura de mercado y
economía: la comercialización del cuerpo o de los cuerpos, el negocio de la
publicidad o propaganda, el consumismo y la imagen de ser humano que éste
propaga. En el segundo caso –enfoque moralista- juega un papel importante
una cierta filosofía del ser humano, yuxtapuesta con una cierta imagen de Dios,
además que una visión soteriológica y escatológica de la vida y una
perspectiva paternalista y machista de la sociedad.

De mi parte no quiero entrar en este enredo y estancamiento de la
problemática, mi objetivo no es simplemente la crítica a determinadas
posturas, cuanto la recuperación del significado, para que esta re-significación,
nos pueda servir para vivir en otro modo, no sólo las relaciones
interpersonales, sino las comunitarias y también las ecológicas y económicas,
es decir no sólo con personas, sino con el cosmos y las cosas.
El juego sensible de atracción o repulsión de las vidas y de los cuerpos
cósmicos es algo real dentro del universo. Más que de un juego entre opuestos
que se atraen o se rechazan, se trata de un movimiento que se genera para dar
sentido a la vida, la posibilidad de reconstruir un universo diferente: espacios
de vida, comunidades humanas heterogéneas, relaciones económicas nuevas.
Participación de las diversas realidades humano-históricas y cósmicas,
búsqueda de equilibrios para poder continuar a vivir y conocer la plenitud de la
vida. En las cosmovisiones ancestrales esto significaba hallar la posibilidad de
que el ser humano se armonice con los ritmos astrales, por ejemplo unificando
la luna y el sol en su propio cuerpo pneumático. (9)
Búsqueda de vida, complicidad de los diferentes sujetos que habitan la vida
misma, atracción no por llegar a excluir, suprimir, aplastar, eliminar, ni tampoco
porque algo falte, o alguien tenga que complementar la ausencia, como en un
juego compensatorio. Nada de eso, más bien la sexualidad vivida en la
búsqueda de los equilibrios más verdadero, restauración de la unidad
primordial -diría la fenomenología de la religión-, veracidad, honestidad,
coherencia.
Si repensamos todo eso, tenemos que recuperar los fragmentos de la sabiduría
que los pueblos han simplemente respirado en el tiempo; sabidurías cósmicas,
que intentan superar cada dualismo de la vida. Es interesante descubrir que el
juego de la sexualidad puede ser movimiento atractivo o de rechazo, pero
siempre un movimiento, una andanza mistagógica, es decir de quienes se
prepara a encontrar y a relacionarse con alguien o algo. Toda ciencia busca
este secreto de la relación, desde la ecología, hasta la sociología o la
economía, se trata de una reivindicación socio-política de los cuerpos y de las
identidades. Hoy nos parece importante relacionar todo eso con la necesidad y
el anhelo por encontrar otro estilo de vida, para otro mundo posible.
El eje transversal: Ecos de las Escrituras
No es mi intensión hacer un recorrido bíblico de lo que significa la sexualidad
en las Escrituras. Sin embargo me parece importante evocar el contexto en el
cual se desenvuelve esta problemática. Como otros aspectos de la vida
humana, la sexualidad se ubica en la frontera donde a penas se perciben los
confines entre realidad y misterio; espacio en que se entrelazan vida y muerte,

dolor y gozo, lo lúdico y la responsabilidad, el amor y la justicia.
En la historia del pueblo bíblico, la sexualidad es aproximación a la realidad y a
Dios, aunque como siempre esté sometida a criterios culturales.
Acercarse a la vida de alguien o algo, significa entrar y permanecer en la
esfera de lo sagrado; la zarza ardiendo que describe el Éxodo, no es
simplemente el memorial de una visión mística o de un fenómeno sobrenatural,
sino la experiencia de una energía que empujó a Moisés hacia la zarza, por
haber oído simplemente la voz y vislumbrado apenas la Presencia alternativa
(Cf. Ex 3).
Podríamos decir que la historia de Israel es historia marcada por la sexualidad,
porque es historia de un pueblo que experimentó la fuerza o energía de la
atracción y del movimiento hacia alguien y algo. Es importante recordar que
todas las veces que Israel se equivoca como pueblo o como individuo, debe
volver, es decir debe otra vez seguir el camino de la atracción.
En su innumerables peregrinaciones, Israel, se deja acompañar por una
pregunta casi un deseo, que los Salmos cantan como un estribillo: Señor quién
habitará...quién estará en tu morada santa... (Cf. Sl 15; Sl 24). El deseo del
acercamiento, el deseo por habitar un espacio sagrado, alternativo, inspira los
gestos de amor (cantar de los Cantares) así como los gestos de la justicia y de
la complicidad histórico-social del pueblo:...desatar los lazos de maldad,
deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar
todo yugo...partir al hambriento tu pan, y a los pobres sin hogar recibir en casa.
Que cuando veas a un desnudo le cubras, y de tu semejante no te apartes...
(Cf. Is 58,6-7). Si la sexualidad, es movimiento de atracción hacia..., así como
movimiento de retorno, es también parte de ese misterio de liberación en que
participan no sólo los seres humanos sino todo el cosmos, la creación, la tierra,
sus frutos, la mar, las colinas: ...cuando Israel salió de Egipto...lo vio la mar y
huyó, retrocedió el Jordán, los montes brincaron lo mismos que carneros,
colinas como corderillos... (Cf. Sl 114,1.3).
Del mismo modo, acercase a alguien, o vivir gestos para con alguien concreto,
es como acercarse al misterio y a Dios, algo sumamente importante, por eso la
sexualidad cabe dentro de amplias normativas y severos juicios, sobre todo
cuando este acercamiento recuerda algo muy parecido a los gestos idolátricos
y a la imitación de las costumbres de los pueblos atraídos por los ídolos. (10)
Este mismo enfoque lo podríamos redescubrir también en la narración bíblica
neotestamentaria, aunque con matices diferentes. En los relatos evangélicos se
desvela un mundo de relaciones. La vida de Jesús expresa precisamente otro
modo de relacionarse con...: su narración, sus gestos, sus posturas frente al
mundo-sistema en su propio contexto histórico, lo manifiestan. Por eso, buscar
el sentido de la sexualidad en el Nuevo Testamento, no significa simplemente

indagar sobre la afectividad de Jesús, o sobre las normativas religiosas y
sociales de las primeras comunidades, sino descubrir cada tipo de relación
místico-política que Jesús tuvo con la vida y con el sueño de Dios en ella: con
mujeres, hombres, discípulas, discípulos; la naturaleza, los lirios del campo, los
pájaros del cielo, la comida, el dinero, el poder...
Para Jesús, esta relación con la vida fue crítica: relación con los cuerpos y todo
lo que estos cuerpos representaban y llevaban consigo: historias de género,
religiosas, políticas y sociales. Su polémica religiosa y cultural con algunos
grupos sociales como los fariseos, los maestros de la ley, los sacerdotes, se
podría definir como una polémica en torno a la sexualidad, dentro de la cual
caben diferentes problemáticas: el ayuno, la ley del sábado, las purificaciones,
la economía - servir a Dios o al dinero-, la solidaridad y la complicidad con los
pobres y excluidos. Estas relaciones, están atravesada por el eje místico: la
fidelidad al sueño divino, inspiración de los sueños históricos.
De acuerdo a lo planteado anteriormente, interpretando la sexualidad dentro
del marco de la mistagogía -acción que acompaña hacia el misterio- podríamos
decir que la polémica de Jesús con los fariseos y maestros de la ley o
sacerdotes, vierte alrededor del enfoque legalista con que, estas categorías,
leían a la vida y al ser humano. Ellos son los que proclamaban y obligaban a
vivir, imponiendo pesadas cargas sobre los hombros de los (las) demás (Mt
23,4). Caben dentro esta perspectiva, los rituales de purificación celebrados
antes de acercarse a la mesa, al altar; antes o después de cada relación o
“contagio”...; todo esto, manifiesta claramente esta mentalidad.
El gesto mistagógico de acercamiento a alguien o algo, se lo reduce a un ritual
exterior de purificación, como si fuera la ley la que lo resolviera todo. La ética
se torna una ética de la exterioridad, contraria al sueño de Jesús que intenta
recuperar lo gratuito: secreto (Cf. Mt 6,1-8), oculto, motivado desde dentro,
auténtico; expresión de la sed, de los gemidos, de los sueños y las lágrimas.
Recuperación de personas rechazadas por pertenecer a una cierta cultura, por
corresponder a clases sociales determinadas: excluidas por el trabajo que
ejercían, o por el género: mujeres y eunucos, pastores y campesinos, además
que prostitutas y publicanos. Jesús se relaciona con la vida y en la vida se
entrelazan cuestiones doctrinales, éticas; problemática en torno al cuerpo, la
salvación, la justicia, problemática sociales de clases mantenidas lejos de la
participación al sueño histórico y metafísico de Dios, etc. (Cf. Jn 7,45-49)
En la narración evangélica la ley es insuficiente: lo que ellos dicen háganlo pero
no hagan lo que ellos hacen... (Cf. Mt 23,3); la ley es insuficiente si falta de un
cuerpo concreto que conoce el precio de la vida, el frío y al hambre, el gozo y el
dolor, la ausencia y la presencia, la nostalgia y el goce. Para Jesús, no es tan
cierto que sólo por la ley se pueda sintonizar con Dios. La ley es tan

insuficiente que la sintonía y la comprensión del misterio del Reino parece – en
algunos casos- más cercana a prostitutas y publicanos que a los expertos en
asuntos religiosos y éticos: De veras les digo que los publicanos y las
prostitutas les preceden en el Reino de Dios. Pues vino Juan a ustedes con un
camino de justicia, y no le creyeron, pero los publicanos y las prostitutas le
creyeron. Y ustedes, viéndolo, tampoco se arrepintieron después para creer en
él… (Mt 21,28-32).
El lenguaje evidencia una paradoja, en el centro no están ni la gente sencilla, ni
los pobres, ni los que sufren, sino publicanos y prostitutas, categorías que
parecen no tener ninguna justificación ética, ni frente a Dios, ni frente a la
sociedad. Sin embargo, la ley, multiplicada en leyes, significaba seguridad y
certeza que cobijaba más a las autoridades políticas y religiosas, que al mismo
pueblo. Eran muy pocos los que tenían en sus manos la ley y –según ellos- la
salvación o la condenación de todo el mundo. Sin embargo, fuera de este
círculo, está Jesús y está la “gente”, de la cual los jefes tienen miedo (Cf. Mt
21, 26). Gente –en griego- όχλοѕ, la mayoría numérica, popular, que no
participa y no tiene una autoridad reconocida, pero existe y forja la vida,
también por su sexualidad.
Para abrir conclusiones.
Siguiendo huellas para encontrar caminos éticos Finalmente, las huellas
que vislumbramos recorriendo las Escrituras, nos permiten observar que la
sexualidad está envuelta en el proceso ético como cualquier otro aspecto de la
vida humana; un parto lento y sufrido, donde hombres y mujeres tienen que
aprender una y más veces a vivir juntos, juntas; compartir los bienes, cultivar el
sueño divino, inventar formas de convivencia e instituciones diferentes.
De este parto nadie está excluido a priori, como a veces pensaban los fariseos,
o pensamos todavía nosotros, en nuestras comunidades eclesiales y sociales.
En esta economía histórico-divina, a nadie se le puede decir que no puede
soñar con el sueño humano-cósmico de Dios, a nadie: ni a prostitutas, ni a
publicanos, ni a eunucos, niños, extranjeros, con todo lo que estos términos
significan hoy en la geografía planetaria contemporánea.
Replantearnos el tema de la sexualidad significa replantearnos el tema
humano-divino de las identidades, de la dignidad, de los difíciles equilibrios
ecológicos, del uso de la tecnología en un mundo no totalmente renovable y –
como diría Martha Nusbaum- de la fragilidad del bien. (11)
Sin embargo, significa también, hacer una relectura de los gestos
intercambiados, los que hemos vividos hasta hoy y los que todavía no hemos
aprendidos o hemos superficialmente omitidos, perdiendo fragmentos de vida.

Gestos, patrimonios de algunas culturas y ausentes en otras; gestos que
infunden sabidurías para poder sanar la fragmentariedad de la vida y poder
acercarnos al misterio. Gestos que se vuelven parábola de la vida para los que
observan con sospecha cuando alguien irrumpe con sus cuerpo y su historia,
fueras de los cánones oficiales: Simón, cuando yo entré a tu casa no me
ofreciste…tú no me besaste…no me echaste aceite… (Cf. Lc 7, 36- 50); …esta
mujer hizo lo que le correspondía…(Cf. Mc 14,3-9).
Repensar la sexualidad significa repensar la ética, no sólo desde las obras, ni
sólo desde la fe, sino desde los gestos, que plasman las obras y vivifican la fe,
en un sistema-mundo donde Dios y los seres vivientes somos cómplices, para
mantenernos mutuamente en vida. Repensar la sexualidad significa, repensar
nuestro destino, participación en la alquimia del futuro de la vida y del sueño
humano-divino:
Si en este sitio,
en este fijo sitio se detuviera el mundo,
Dios no tendría
que comenzar de nuevo la Creación.
Sólo dejarme, como estoy, soñando
a ser lucero enamorando al sol,
y dejarte en las manos albas libres
para la inmensa siembra de mi amor.
¡Qué mundo forjaríamos del mundo!
¡Qué azul nuestro secreto!
¡Hijos de claridad!
¡Flores de viento!
¡Tierra y agua de amor!
¡Aire de sueño!
Las estrellas llamaríanle hermano al cementerio,
y nadie encontraría
en el lenguaje la palabra muerte
Ni morales ni físicos,
habría más entierros,
y Dio descansaría…
y tendría otro destino el universo
(Julia de Burgos. Poema sin destino)
Sexualidad: energía creativa, dada a las y los que vivimos, para que Él o Ella,
pueda descansar, y el universo tener otro destino.

Notas
1. Eduardo Galeano. Las Palabras Andantes. 1993. P. 2
2. Cf. http://www.identidades.org/revista/historia_sexualidad.htm
3. CF. Mircea Eliade. Tratado de historia de las religiones, morfología y
dialéctica de lo sagrado. 2000. Pp. 287-288
4. Peter Gose. Aguas mortíferas y cerros hambrientos. Rito agrario y
formación de clases en un pueblo andino. 2004. P.11
5. Fisiognómica: antigua creencia pseudos científica que pretende deducir
el temperamento, el carácter y las formas de pensar y sentir de una
persona a partir de su apariencia visible, sus gestos, y su rostro.
Aristóteles señaló la posibilidad de juzgar la naturaleza de una cosa por
sus relaciones con su forma corpórea
6. Carl Jung. El Hombre Y Sus Símbolos. 2002. P. 43
7. Emmanuel Levinas. De otro modo que ser o más allá de la esencia.
1999. P. 60
8. Clarisa Pinkola Estés. Mujeres que corren con los lobos. 2000.P. 49
9. Mircea Eliade Ob. Cit. P. 286
10. CF. André Chouraquí. La vita quotidiana degli uomini della Bibbia. 1978.
PP. 131-32
11. Martha Nusbaum. La fragilitá del bene Fortuna ed etica nella tragedia e
nella filosofia greca. 2001