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De Santa Coloma se nutrió Albaserrada;
santacoloma era el semental padre de los
berrendos de Vega-Villar; santacolomas
eran, al fin, las reses con las que formaron
sus ganaderías Paco Coquilla y Graciliano
Pérez-Tabernero, dando origen a
las dos extraordinarias subestirpes de
este tronco genealógico.
LA OBRA DE BUENDÍA
Por esos avatares personales o económicos
que, aparte de los taurinos, acaban
afectando incluso a las mejores ganaderías,
la de Santa Coloma también se
vino abajo. Sus toros perdieron regularidad
y derivaron a broncos. Al final, sumadas
todas estas circunstancias, la vacada
se puso en venta al completo: reses,
hierro y la famosísima finca ‘Bucaré’, situada
en el término sevillano de Morón
de la Frontera.
En aquellos años, Juan Buendía y Felipe
Bartolomé, socios y amigos dedicados
al negocio del ganado ovino, llegaron
casualmente a la ganadería brava tras
comprar en 1921 las fincas de los herederos
de Rafael Surga, incluyendo las reses
de casta que allí había. Bartolomé se
casó con una de las hijas de Surga, y
Buendía vio cómo su joven hijo Joaquín
acabó enamorándose del toro bra-
Felipe Bartolomé
(izquierda) y su
ahijado, Joaquín
Buendía (derecha),
uno de los mejores
ganaderos de la
historia.
vo y, al final, comprando en 1932 con Bartolomé,
que era su padrino, la ganadería
de Santa Coloma. Buendía se quedó con
la finca y el hierro del conde, y Bartolomé
mantuvo el de Surga, pero encastándolo
con puros santacolomas. Dada
la estrecha vinculación entre las familias,
ambas ganaderías han caminado en paralelo,
compartiendo simiente y criterios
de selección, orientados durante muchos
años por los Buendía, de ahí que los reunamos
en este trabajo.
Con una agudeza e intuición excepcionales,
Joaquín Buendía aplicó una
férrea selección que acabó por transformar
los santacolomas. Sin quitarles
su personalidad y sus mejores atributos,
extrajo otros nuevos, esencialmente
la nobleza y la humillación en la embestida,
siempre basadas en la bravura.
Su obra está a la altura de otros grandes
ganaderos como Antonio Pérez, Juan Pedro
o Carlos Núñez, pero quizás tuvo
más mérito que ellos, por partir de una
casta muy en baja y con un temperamento
mucho más complicado que el
de los murubes o tamarones.
Dos días después del debut de Buendía
en Madrid, el 29 de junio de 1943, aconteció
lo propio con los santacolomas de
El cortijo “Bucaré”, finca matriz de los santacolomas situada en el término de Morón de la Frontera.
Bartolomé, quien ya se había estrenado
en la vieja plaza madrileña el año 1924
con los toros de Surga. Ambas ganaderías
se anunciaron en las temporadas de
1944 y 1946, éste último año con notable
éxito, primero el 3 de octubre, gracias
a una faena de dos orejas a cargo de Arruza
con un toro de su gran amigo don Felipe
Bartolomé y, sobre todo, el día 10,
merced a una soberbia corrida de Buendía
en la que destacó el bravo Ginete, al
que Gitanillo de Triana cortó la oreja.
TRIUNFOS Y BRAVURA
Las Ventas fue plaza de grandes triunfos
para Buendía y Bartolomé en los años
siguientes. El 18 de septiembre de 1947
se lidió otra corrida de don Joaquín
con Gitanillo de Triana, Andaluz y Parrita,
quien cortó las dos orejas al extraordinario
toro Relámpago. El 6 de junio
de 1948 volvió a triunfar Parrita con
los buendías, alternando con Pepín Martín
Vázquez y Rovira; a éste último correspondió
un excepcional cárdeno llamado
Tejas, del cual glosó sus virtudes
Alberto Vera Areva en la revista El Ruedo,
resaltando su “suavidad, alegre bravura
y extrema nobleza”, términos muy
definitorios respecto a la evolución de
esta ganadería.
Rafael Ortega tomó la alternativa en
Las Ventas con toros de Felipe Bartolomé
el 2 de octubre de 1948, saliendo a hombros.
El gaditano también cruzó en volandas
la puerta grande el 16 de mayo de
1950, tras cortar las dos orejas al bravísimo
Balconero, del hierro de Buendía.
Esta feria de San Isidro de 1950 fue apoteósica
para los santacolomas, pues al éxito
anterior se sumó el de la gran corrida
de Felipe Bartolomé jugada el 21 de
mayo, en la que brillaron tres ejemplares
de bandera: Moñiquero, Pelofino y
Fuentes, este último galardonado con el
trofeo del Ayuntamiento de Madrid al
más bravo del serial.
La temporada de 1951 fue asimismo
excelente para ambas divisas. De Bartolomé
fueron dos grandes toros, llamados
Tapito y Campolargo, este desorejado por
Pepe Luis Vázquez, y el 21 de mayo salió
una sensacional novillada, con tres astados
de Buendía y otros tantos de don
Felipe, destacando los llamados Trianero,
Codorniz, Gaditano y Cocherito. Manolo
Vázquez dio la vuelta al ruedo y Antonio
Ordóñez formó un ‘taco’ cortando
tres orejas. Otra novillada marcó el cenit
santacolomeño en 1952; fue lidiada el 10
de julio por Carriles, Antoñete y Cesar Gi-
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