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La libertad por medio de la verdad de Dios En cierta ocasión Jesús hablaba con algunos que supuestamente eran sus discípulos y que se creían libres. Él les dijo: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32). De inmediato, ellos le respondieron: “Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?” (v. 33). No cabe duda de que se engañaban a sí mismos, pues ni siquiera querían aceptar que su nación era territorio ocupado bajo el dominio del Imperio Romano. Ellos bien sabían que eran cautivos en su propia tierra. En los versículos 34-37 vemos la respuesta de Jesús: “De cierto, de cierto, os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Sé que sois descendientes de Abraham; pero procuráis matarme, porque mi palabra no halla cabida en vosotros”. Conforme a esta enseñanza de Jesucristo, una persona no puede ser espiritualmente libre a menos que tenga la verdad, la cual es la Palabra de Dios (Juan 17:17). Desde luego, la persona deberá entender la verdad y conducir su vida de acuerdo con este conocimiento. Muchos tienen una Biblia en su casa, pero no la leen o no pueden entenderla realmente. Son muy pocos los que se han dado cuenta de la libertad que viene con el entendimiento de la Palabra de Dios y la obediencia a sus preceptos. La libertad por medio del Espíritu Santo La Biblia nos muestra que el Espíritu de Dios nos guía a toda la verdad (Juan 16:13); nos ayuda a entender las Escrituras (1 Corintios 2:10-14). Este entendimiento espiritual es lo que nos lleva a la verdadera libertad. 2 Las Buenas Noticias En 2 Corintios 3:17 el apóstol Pablo escribió: “El Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. Sabemos que el Espíritu Santo es una maravillosa dádiva que Dios nos concede cuando nos arrepentimos, somos bautizados, nos sometemos voluntariamente a Jesucristo y recibimos la imposición de manos (Hechos 2:38; 5:32; 8:14-17). La libertad por medio de la ley de Dios Todos anhelamos la libertad, pero son muy pocos los que reconocen la relación que existe entre la ley y la libertad. Alguien, en son de broma, dijo: “La libertad Por desgracia, son muchos los que consideran haber sido liberados por Cristo, al mismo tiempo que denigran sus mandamientos y se niegan a obedecerlos. absoluta es poder hacer lo que uno quiere, sin tomar en cuenta a nadie, excepto a su cónyuge e hijos, su jefe o patrón, sus vecinos y amigos, la policía y demás autoridades, el médico y la iglesia”. Si en la sociedad todos tienen en cuenta solamente sus propios intereses, habrá confusión y desorden; esto es precisamente lo que vemos a nuestro derredor. Es necesario que existan leyes para que pueda haber libertad. Esto también es cierto con la ley espiritual de Dios. Todo el Salmo 119 es un hermoso homenaje a las libertades que vienen como resultado de la obediencia a los mandamientos, los estatutos y los juicios de Dios. Como ejemplo, notemos los versículos 44-45: “Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente. Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos”. Uno de los apóstoles, refiriéndose a la ley de Dios, la llamó la ley de la libertad. En Santiago 1:25 leemos: “El que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace”. Luego, en el siguiente capítulo y versículo 12 nos dice: “Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad”. Por desgracia, son muchos los que consideran haber sido liberados por Cristo, al mismo tiempo que denigran sus mandamientos y se niegan a obedecerlos. Él, como el ejemplo perfecto de libertad, guardó los mandamientos de Dios (Juan 15:10). No podemos tener la libertad verdadera apartados de los mandamientos de Dios, sino sólo cuando estamos en armonía con ellos. En Lucas 6:46 vemos lo que Jesús preguntó a algunos: “¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” En otra ocasión también preguntó: “¿Por que me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:17). La obediencia amorosa a la ley de Dios no es una forma de obtener la salvación por medio de las obras o los méritos personales, sino una sincera actitud de servir y complacer de todo corazón al Todopoderoso, el Creador del universo quien nos dio sus leyes para nuestro bienestar y felicidad. No se trata de qué es lo más fácil para nosotros o qué es lo que satisface nuestros deseos egoístas, sino de lo que le agrada a Dios. Hasta cierto punto resulta irónico que conforme somos liberados por medio de Cristo, venimos a ser sus esclavos. En 1 Corintios 7:22 se nos dice: “El que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo”. Finalmente, la verdadera y absoluta libertad será un hecho en la resurrección, al retorno de Jesucristo. El apóstol Pablo lo explicó en Romanos 8:21: “También la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”. ¡Dios quiera que eso sea pronto! BN Lectura suplementaria Jesucristo dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Pero también dijo:”Entrad por la puerta estrecha . . . porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13-14). El tema de la vida eterna y cómo recibirla está explicado claramente en nuestro folleto titulado El camino hacia la vida eterna. Si le interesa estudiar más al respecto, puede solicitar este folleto —sin costo alguno para usted— a la dirección más cercana a su residencia (ver la lista de direcciones que aparece en el reverso de la portada de esta revista).
¿Creación o evolución? La verdad bíblica E Fotografías: © 1998 PhotoDisc, Inc. Por Mario Seiglie n los dos primeros artículos de esta serie analizamos las deficiencias de la teoría de la evolución como explicación de la desconcertante complejidad de las formas de vida que nos rodean. Ahora buscaremos en la Biblia lo que Dios nos dice acerca de su creación. Hay algo muy importante que debemos tener presente: que Dios no siempre nos explica todo lo que hay que saber acerca de un tema en un solo pasaje de la Biblia. Su Palabra no está organizada de manera que en un solo versículo o capítulo podamos leer toda la revelación que él quiere darnos acerca de determinado asunto. Dios no nos revela todas sus verdades de un golpe. Aunque en ocasiones encontramos en alguna parte de las Escrituras un amplio bosquejo sobre algún tema, el hecho es que luego en otros pasajes se nos dan más pormenores. La Biblia misma nos habla de este principio al decirnos que “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo . . .” (Hebreos 1:1-2). El origen de la revelación Los profetas del Antiguo Testamento no siempre entendieron el significado de las profecías que escribieron bajo la inspiración de Dios (Daniel 12:8-9). Aunque Dios les reveló ciertas cosas, su conocimiento era incompleto. “Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles” (1 Pedro 1:10-12). Obviamente, los profetas poseían información limitada sobre las verdades eternas que les eran reveladas. Este también es el caso con el relato de la creación en el primer capítulo del Génesis. Muchos estudiosos de la Biblia erróneamente Creación Evolución En este último artículo de la serie analizamos, a la luz de la Palabra de Dios, los hallazgos de la ciencia moderna. “El origen de lo que existe —el hombre, la tierra, el universo— está envuelto en un misterio que nosotros no estamos más cerca de resolver que lo estaba quien escribió el Génesis. De hecho, nuestro mejor entendimiento actual, carente de la magia poética de la Escritura, en cierta forma parece menos creíble que el relato que se encuentra en la Biblia o en cualquiera de los textos antiguos” (The Columbia History of the World [“Historia universal de la Universidad de Columbia”], 1972, p. 3). Mayo-Junio de 1999 3 ¿ C r e ó D i o s a l h o m b r e ?
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